15 de julio 3 er trimestre, 2006 Segunda parte L [Repase brevemente la historia de la semana pasada para recordar a los niños lo sucedido.] os conquistadores estaban totalmente empapados y con frío, y algunos lloraban. Jenisah había orado tres veces que Dios los salvara a ellos y su pequeña embarcación durante la fuerte tormenta. De repente, una ola inmensa azotó al bote. Luego Jenisah escuchó algo. ¡Rescate! “¡Oigo el zumbido de un motor!” gritó el piloto. Todos guardaron silencio escuchando y esperando. Sí, se escuchaba un motor y parecía acercarse. En unos momentos, de la oscuridad apareció la forma gris de un bote más grande. El capitán de la embarcación apagó sus motores y flotó hacia ellos. Su tripulación ayudó a los conquistadores a subir mientras el capitán ayudaba al anciano a amarrar el bote más pequeño para remolcarlo. El capitán volvió a encender los motores y zarparon hacia tierra. Los conquistadores que habían sido rescatados se enteraron de que cuando no llegaron a tiempo al campamento, los dirigentes habían enviado esa Jenisah David Cuatro oraciones en alta mar Los eslabones de la gracia: Adoración. ¿Podrá escuchar Dios la oración de una niña en medio de una tormenta? lancha para que los buscara. Pero como el bote en que ellos viajaban no tenía radio, nadie sabía con certeza su paradero. Dios les ayudó a encontrarnos pensó Jenisah para sí. Luego preguntó cuánto habían demorado en llegar hasta ellos, y uno de la tripulación dijo que 90 minutos. Noventa minutos, pensó Jenisah. ¡Eso fue antes que comenzara a orar! ¡Dios nos envió ayuda antes que se lo pidiera! Jenisah inclinó la cabeza y le dio gracias a Dios por enviar a alguien que los salvara. Luego le dijo que lamentaba mucho haber dudado de él cuando no vio una respuesta inmediata a su oración. Tiempo para adorar Necesitaron otros 90 minutos para llegar a la isla donde tendrían el campamento. Los niños bajaron del barco y corrieron a saludar a los demás conquistadores que se habían formado a orillas del mar cuando vieron el barco. Algunos líderes de conquistadores, sabiendo © Centro Internacional de la Escuela Sabática www.pmministries.com Misión niños que los niños rescatados tendrían frío y hambre, les prepararon alimentos calientes. Después de una buena comida y un poco de descanso, Jenisah y sus amigos contaron a los demás lo sucedido. Jenisah dijo cómo había orado cuatro veces: tres veces pidiendo ayuda y una agradéciendo a Dios por habérselas enviado. Los conquistadores alabaron a Dios por salvar a sus amigos de la tormenta. Adoraron juntos ese sábado y el domingo disfrutaron de un día repleto de actividades: hicieron caminatas, practicaron nudos y amarras, participaron de juegos y realizaron concursos. Después de la comida los conquistadores llevaron sus pertenencias al muelle y cargaron el bote. Jenisah miró el cielo que estaba azul y casi sin nubes. El sol ardía, pero estaba agradecida porque no llovería en el viaje a casa. Abordaron su pequeña embarcación y le pidieron a Dios que los acompañara al cruzar el mar una vez más. El anciano hizo arrancar el motor y condujo el bote hacia el mar abierto. Durante todo el viaje los conquistadores cantaban alabanzas, como “Jesús es mi capitán”, “Cada día con Jesús” y “Mi Dios me ama”. Uno a uno los niños se durmieron mientras el bote se División del Pacífico Sur deslizaba suavemente por el plácido mar hacia el puerto. Jenisah despertó sobresaltada cuando el bote golpeó una ola. Miró a su alrededor y vio su isla a la distancia. El anciano detuvo el motor y el bote flotó hacia el muelle. Los niños bajaron y parados sobre el muelle, agradecieron a Dios nuevamente por permitirles regresar con seguridad a casa. Una lección aprendida Jenisah aprendió una lección ese fin de semana que quisiera compartir con nosotros. “Frecuentemente había orado sin muchas ganas y realmente sin esperar una respuesta. Pero ese día en la tormenta, oré sinceramente, porque sabía que nuestras vidas dependían de que Dios contestara nuestra oración pidiendo auxilio. Y cuando nada sucedió después de mi primera oración, pensé que Dios no me había escuchado. Pero Dios había enviado una lancha grande a buscarnos antes que yo orara. Sabía que necesitábamos ayuda y la envió justo a tiempo. Aprendí que Dios siempre está dispuesto a ayudarnos. Él conoce nuestras necesidades desde antes que pensemos en orar. Él te ama y contestará tus oraciones en el momento adecuado. Confía en él. © Centro Internacional de la Escuela Sabática www.pmministries.com