El sujeto emancipatorio. Ni Mesiánico Ni Postmoderno.

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EL SUJETO EMANCIPATORIO
Ni mesiánico ni postmoderno
¿Cómo fue posible que se perdiera ese gran proyecto civilizatorio y que los hombres se hayan extraviado,
dando motivos para que el proyecto místico venga a reafirmar sus "verdades” y relance al mundo hacia
esta otra edad media.
Luis J. Bermúdez R.
Profesor de FACE-UC. Candidato a Doctor en Ciencias Sociales
No se trata de apuntar a lo racional a través de leyes o de estructuras o alo irracional a través de
lo religioso, sino de buscar una nueva concepción ampliada de la razón, que nos permita continuar
apuntando al ser de lo social o a la historia... una búsqueda de la verdad con la idea de que existe una
especie de interrogación de las sociedades sobre sus fundamentos.
Claudio Ingerflom
(1980:42)
I. EL SUJETO DEL PROCESO SOCIAL
El presente trabajo intenta ser una introducción a la problemática del sujeto en
cuanto categoría básica del proceso social. No consiste en un estudio exhaustivo, que dé
cuenta de las diversas posiciones de escuelas o el registro del comportamiento empírico
de un caso situado, sino que se trata de establecer los contornos panorámicos de lo que
pensamos sea el sujeto emancipatorio, delineado más bien en forma horizontal dentro
del vasto y tenso espacio de los extremos: el mesianismo metafísico y el nihilismo
postmoderno.
Estas dos expresiones: "mesianismo metafísico” y "nihilismo postmoderno”, son
tomadas como rótulos de unas materias primas de trabajo que, de entrada, no se
rechazan ni se aceptan totalmente, pues lo metafísico pudiera ser fecundado como
anticipación ideal para oponerlo a "lo que hay”, y el análisis nihilista opera, en su
dimensión crítica, como medio destructivo contra el orden, el dominio y las estructuras
simbólicas de éste.
La cuestión del sujeto (qué es y cuál es) constituye la interrogación obligada al
buscar la comprensión o explicación del proceso social, porque se entiende que el
movimiento histórico es un proceso que monta su génesis, estructura y desarrollo en un
soporte o ciego o inteligente, que conduce o es conducido: es determinado o autónomo.
En tal polaridad no se discute la existencia del sujeto-soporte del proceso social,
sino cuál sea su significado en el movimiento: si es sólo un efecto ciego en el
encadenamiento mecánico de los acontecimientos, si es el objeto necesario para que se
cumplan los designios del Demiurgo del Universo, o si es el que, a pesar de todos los
engaños y autoengaños, le ha dado y sigue dándole sentido al proceso histórico.
La discusión, además, pudiera añadir otros elementos entre los cuales pueden
señalarse: (a) si el sujeto puede cambiar de "sustancia", es decir, que en un período sea
de comportamiento mecánico y en otro espacio-tiempo pueda llegar a ser autónomo, y
(b) ¿cómo hacer para que la voluntad de "lo que debe ser" (verdadero sujeto) se
imponga sobre "lo que es” (falso sujeto) en el proceso social?
De las tres posiciones señaladas, el sujeto como objeto de procesos físicomecánicos, el sujeto "sujetado" a los fatalismos del destino y las divinidades, que son
posiciones en las que desaparece el sujeto, interesa centrar la opinión sobre la tercera: la
capacidad de autonomía que poseen los sujetos-agentes para tomar decisiones e
intervenir dándole sentido direccional al proceso histórico. Situada la interrogación en
este punto, pudieran trazarse algunos rasgos a discutir acerca del sujeto emancipatorio:
a) Como se trata de señalar la posibilidad de existencia y eficacia del sujeto
autónomo aquí y ahora, lo primero que cabe registrar es la diversidad de las
formaciones sociales: tribales-precapitalistas, capitalismo tardío, capitalismo periférico
y formaciones en reestructuración (tenidas por capitalismo de estado o postcapitalistas,
y hoy de regreso al sistema de mercado). Esta clasificación permite pensar la existencia
de sujetos diversos, situados en mentalizaciones correspondientes a sus "desarrollos
desiguales". Desde esta connotación no es posible pensar en un sujeto único, sino
fragmentado a partir de procesos sociales intraspasables.
b) Tal situación heterogénea es tensada hacia una homogeneización que divide en
un solo par a los seres humanos: los sacrificados productores-vendedores y los apacibles
y satisfechos consumidores. A los valores pragmáticos del cambio tienden a ser
reducidos todos los demás valores: esta es la lógica del desarrollo que hoy aparece como
tendencia ciega, arrastrándolo todo hacia el vacío final, si un sujeto histórico de signo
contrario no logra constituirse, enfrentarse y "detener el mundo": sesgarlo hacia una
racionalidad emancipatoria.
c) Están por definirse tanto ese sujeto histórico como esa racionalidad
emancipatoria, único par que pudiera impedir la colisión última.
d) Hay dos problemas urgentes a replantear. Uno se refiere al delineamiento (por
no decir "diseñó") del sujeto emancipatorio, registrar desde dónde es posible que emerja
y se despliegue, y que lo haga en sus dos dimensiones, política y epistemológica, de las
cuales en este tiempo y en estas circunstancias, su condición primera es epistemológica,
arranca de la práctica teórica, como sujeto que se plantea a sí mismo su propia acción y
el sentido de sus actos (cfr. Lanz, 1981:47-49). No vale la pena una práctica política que
no haya pre-establecido sus alcances y consecuencias: el practicismo de que "en el
camino se arreglan las cosas" se ha mostrado falso por completo.
El otro problema consiste en establecer dónde y cómo producir ese conocimiento,
si en los colectivos emergentes o en la cabeza de algunos individuos, dentro o fuera de
tales colectivos. Esta segunda vía recobra el dilema de si el conocimiento emancipador
es, necesariamente, de génesis inmanente a los actores-escenarios que constituyen el
proceso social, o si deba seguir siendo transferido desde una práctica teórica autónoma.
e) El sujeto emancipatorio será ideador, soporte y conductor del proceso social
que respecto a las existentes relaciones sociales sea capaz de destruir las construcciones
coercitivas, hegemónicas y de explotación que el dominio progresivamente instala en el
universo, hacia un cierre homogéneo. Tal sujeto no se ubica en un lugar específico ni en
un solo eje o dimensión del poder (en el "Palacio de Invierno", por ejemplo), o en unos
individuos, grupos y clases y en otros no, sino en los definibles y posibles escenarios,
lugares y relaciones donde germinan y se reproducen las relaciones de dominio.
f) "Emancipatorio" significa, entonces, hacerse responsable de sí mismo, rechazo
de la dominación por parte del propio actor, reflexionar y actuar sin conceder terreno al
dominio. Lo emancipatorio no está hecho ni viene de afuera como donación que se nos
hace o impone, sino que se está haciendo en los lugares donde los individuos, grupos y
clases están realizando una práctica teórica y una práctica política definidas como
emancipatorias.
g) Es posible pensar un proceso emancipatorio de tres momentos:
1º El de la definición del ideario o anticipación, el diseño de un modo distinto de
vivir conforme a la satisfacción de unas "necesidades radicales", que no pueden ser
satisfechas dentro de estas relaciones de dominio (Heller, 1980: 34)
2° El de la constitución de ese sujeto necesario, auto realizándose, que desde las
prácticas (teórica y política) particulares, específicas, pueda llegar a hacerse
homogéneo-universal.
30 El momento del goce de una situación emancipadora en una "verdadera
comunidad de hombres libres". El asunto clave a tener en cuenta es que este "goce" no
puede ser esperado como tiempo futuro, como situación diferida, ni puede ser pensado
como situación generalizada aquí y ahora: quien sea capaz que comience.
II. OCASO DEL SUJETO MESIANICO
Que a los seres humanos se les suponga poseídos de necesidades (biológicas,
místicas, éticas, políticas y de otros tipos) y que requieran de un Mesías o caudillo para
conducirlos a una situación de abundancia, bien, justicia o al paraíso, son cuestiones que
exigen un análisis contrastado con los hechos. Y es un hecho constatado que la inmensa
mayoría de los seres humanos carecen de las condiciones de vida mínimas
indispensables, y que en todas las dimensiones este mundo ha llegado a ser miserable e
invivible: no se vive en la abundancia, el bien y la justicia.
En ese marco, hay que discutir seriamente acerca de los proyectos que se
propusieron para salvar a los hombres y conducirlos a un estado de felicidad proyectos
que recibieron oportunidades de demostrar sus bondades y sin embargo el punto de
arribo es éste: miseria, desarmonía, injusticia, temor inseguridad y tantos otros males.
Aunque no es tema de este trabajo, un asunto importante es que la definición de
las necesidades se ha hecho y se hace desde un poder que crea y legitima su propio
régimen de verdad (cfr. Foucault, 1979: passim). Así, las necesidades son
"descubiertas" en los dominados como carencias que deben ser satisfechas por el
benefactor (régimen, jefe, Mesías, productor-proveedor de mercancías). Pero se sabe
que en el juego de las manipulaciones las necesidades son creadas primero, luego
"descubiertas" y por último satisfechas dentro de un proceso de "demandas" y ofertas
inducido por la danza de las mercancías en el mercado.
Queda, pues, a oscuras cuáles sean las verdaderas necesidades, libres, sin su
origen en las manipulaciones y en las demandas inducidas, y ello será así mientras no
sea el propio sujeto necesitado quien las autodescubra en el proceso emancipatorio.
En ese sustrato de seres humanos con sus necesidades y los poderes con sus
regímenes de verdades, de lo que debe y no debe desearse, es donde se han inventado y
representado sujetos mesiánicos salvadores, que conducen siempre hacia un "después",
un lugar y tiempo lejano y diferido que nunca es aquí y ahora, y donde se consumará el
bien y la justicia, un mundo feliz. Puede afirmarse que han sido experimentados tres
tipos de sujetos mesiánicos en el curso histórico y que hoy esa trinca está a la vista de
todos, evidenciando su fracaso.
El proyecto que pudiera denominarse "sujeto mesiánico místico" propone un lugar
de vida eterna hipostasiado, incontrastable, posterior a la vida, donde por fin podrá
hallarse la reconciliación de los hombres buenos con su génesis. El proceso social está
cosifícado por el Demiurgo, será como está previsto, pero los hombres podrán
convertirse en "sujetos" por medio del libre albedrío que les permite salvarse o
condenarse.
Entre los asuntos a dejar aquí apuntados, uno principal se refiere a que la
diferencia señalada entre cristianos y moros, en tanto éstos combaten directamente a los
enemigos del Demiurgo, mientras aquellos lo dejaron al libre arbitrio de cada cual,
resulta falso pues las Cruzadas, la Inquisición y este poder papal avasallador, que
amenaza como si aconsejara, lo que indica es que son equiparables.
Las dos versiones de lo mismo se presentaron como guías salvadoras y han tenido
durante milenios funciones administrativas directas sobre los hombres en la tierra.
Desde su poder efectivo, creando un discurso que amenaza con un "tribunal oculto"
omnipresente y omniconsciente, a la vista queda cómo una burocracia durante milenios
goza de la felicidad en la tierra a despecho de la indescriptible miseria que padecen
millones y millones de creyentes. Ante tanta miseria e injusticia, esa línea de
"salvación" sólo aconseja oraciones para ablandar el corazón de los ricos insensibles, lo
cual se revela como un autoconsejo. Contraria a estas líneas autocráticas y falseadoras,
que ofrecen el cielo mientras disfrutan la tierra, apenas ahora ha nacido una posibilidad
de contestación, una especie de libre albedrío real a través de los sectores de la Teología
de la Liberación.
El segundo proyecto experimentado parte de la afirmación de que los hombres son
señores de sí mismos, niega la condición de ser efectos de una causa trascendente y
propone la razón como medio necesario para decidir, descubrir y conducir el proceso
social totalmente secularizado. Hay, sin embargo, una razón intermedia que concilia al
Demiurgo con los hombres a través de una "fenomenología del espíritu" que desgarra al
cielo y privilegia la tierra como escenario de historia y progreso. Pero la razón que
realmente se instala como dominante absoluta es la científica-tecnológica, que acotada a
los procesos medios-fines ha llegado a ser, hoy, discurso y acción en todas las
dimensiones conocidas del proceso social y en las predicciones de lo posible y
conveniente. El proyecto fue una utopía que rescató para los hombres la confianza en
ellos mismos, no sólo para alcanzar confort, libertad, hermandad y solidaridad, sino
para enfrentar las fuerzas terroríficas de ultratumba que siempre los aterrorizaron y los
hicieron infelices. La Ilustración fue ese gran esfuerzo cultural para curar a los hombres
y darles cauces racionales a sus vidas y acciones.
¿Cómo fue posible que se perdiera ese gran proyecto civilizatorio y que los
hombres se hayan extraviado, dando motivos para que el proyecto místico venga a
reafirmar sus "verdades" y relance al mundo hacia esta otra edad media?
No se registrará aquí tal desviación, pero el "proyecto burgués" ha fracasado y su
utopía él mismo la proclama como terminada cuando señala que todo lo que puede
ofrecer es "lo que hay": la felicidad burguesa se reduce a conseguir dinero y comprar en
el mercado las mercancías que "se deseen" consumir (cfr. Baudrillard, 1986:49-51 y
Kolakowski, 1969:185-188).
El tercer proyecto, el de la clase obrera como sujeto histórico elegido para
conducir la revolución, el más vasto ideario propuesto a los hombres para su redención
en vida, aquí en la tierra, se originó en unos supuestos cuyas bases siguen en discusión:
(a) los hombres son buenos, las malas son las relaciones sociales en las que actúan, por
causa de las fuerzas de producción; (b) hay contradicción entre valores de uso y valores
de cambio, siendo éstos malos y aquellos buenos; (c) para romper con el encantamiento
contenido en las relaciones sociales basta cambiar la raíz, o sea las fuerzas productivas;
(d) las fuerzas productivas siguen un curso sostenido y positivo hacia la revolución, así
que en cierto modo sólo basta esperar que el "progreso" las lleve al vértice desde donde
cambiarán por su propia dinámica; (e) todos los hombree, entonces, por la fuerza de los
hechos fundarán "la sociedad de hombres libres" y admitirán "dar según posibilidades y
recibir según necesidades". La clave del error parece estar en haber propuesto como
dimensión determinante la positividad del trabajo, la producción como base de
necesidades y las fuerzas productivas como leyes del desarrollo, en vez de hacer énfasis
en la dimensión política, cultural, ética, en la voluntad como paso previo. La teoría
señalaría ahora que si esta inversión no ocurre la revolución será imposible. ¿Qué está
ocurriendo en el "socialismo" existente? Se señala que:
a) Al parecer ha sido un error teórico designar a la clase obrera como
revolucionaria, y mucho más grave que ella sea el sujeto histórico único de la
transformación, cuando a los sujetos históricos no se les designa para que lleven a cabo
la misión de emancipar o dominar mediante el proceso social, sino que es en la praxis
donde se revela el sujeto histórico que es tal (Marcuse, 1969:213-214 y Lanz, 1988:
passim).
b) El proceso de reestructuración que hoy vive el "campo socialista" se debe a dos
situaciones graves: un poder burocrático que ha gobernado en nombre de la "dictadura
del proletariado", que viene de una revolución impuesta por la vanguardia bolchevique
en 1917, que nunca se generalizó, y un "socialismo" introducido por el ejército a los
países del Este de Europa.
c) La Perestroika puede considerarse como el último paso atrás en la cadena de
concesiones hechas a Occidente desde los primeros días del ambiguo "poder obrero" y
el Glasnost como la sinceración de lo que ya no es posible ocultar.
En definitiva, ¿qué es lo más inaceptable del mesianismo?
1º Ese paternalismo con el cual el sujeto queda "sujetado" a unos mediadores que
se autodesignan y que no le dejan al supuesto o real sujeto márgenes de autonomía y
autorrealización (Althusser, 1974:136).
2º Ese carácter utópico y diferido de las soluciones, en vez de convocar
urgentemente a que sea aquí y ahora que se instale la felicidad con todas las
consecuencias.
III NIHILISMO POSTMODERNO Y OCULTAMIENTO DEL SUJETO
Aunque el postmodernismo sea solamente "modernidad in extremisn
(Hinkelammert, 1987:114), la bisagra acomodaticia del "todo vale" con su raíz en el
desencanto (Heller, 1988:44), la "segunda oportunidad” para retomar, renovar o
culminar el proyecto de la modernidad (Palacios, 1989:40), o el salto de las luces a los
límites (D'amico, 1990) y aunque en sus producciones no se halle un sujeto
explícitamente delineado, es necesario cruzar el espacio intelectual de los postmodernos
por varias razones:
a) En el ocultamiento que hace del sujeto, el postmoderno se revela como sujeto,
pues asume una opción de punta al hacer análisis o al producir artefactos estéticotecnológicos.
b) Si este postmodernismo fuera la segunda oportunidad, fase terminal del
proyecto moderno, entonces lo que está ocurriendo no es más que un reacomodamiento,
tanto en los hechos como en la razón (la lucidez, pesimista, del postmoderno).
c) El pesimismo expresado en el ocultamiento del sujeto (esa reiterada afirmación
de que ha muerto el sujeto, tanto el trascendente como el inmanente), deja entrever que
al postmoderno le hubiera gustado que la emancipación proletaria-burguesa se
consumara, que no fueran hoy proyectos fallidos, tanto el de mercado-mercancías como
el colectivista-burocrático. Es decir, el análisis del postmoderno en su queja debe tener
un regreso, un alumbramiento racional de retomo: ¿o es pura crítica falsa, ideológica, al
servicio de lo que se critica? ¿La crítica del postmoderno lleva implícito el deseo de que
la emancipación se hubiera realizado? ¿O es que estando seguros de que ya no es
posible la emancipación desde los proyectos modernos se aprovecha la ocasión para
producir una mercancía? Y de todos modos, ¿cómo torcer el rumbo de la irracionalidad
que constata y describe el postmoderno?
El proyecto de la modernidad había sido montado sobre un sujeto contradictorio
de dos fases: el hombre libre individualista del laissez faire y el hombre de la
"comunidad de hombres libres”. Ambos tuvieron las mismas o parecidas bases: la razón
científica, el desarrollo y el progreso percibidos y programados mediante leyes que
marcan una acumulación (de bienes y de saberes), un continuum escalonado hacia el
bienestar y la felicidad de la sociedad humana genérica. Pero esa modernidad ha llegado
a ser puro disfrute hedónico de poder y de cosas (Baudrillard, 1986: passim), a puros
performances en diversas dimensiones humanas (Lyotard, 1984: passim), a pura miseria
tanto de los carentes como de los opulentos, a la destrucción que se sintetiza en el
Guernica de Picasso, el voluntarismo de Nietzsche y el asco de los existencialistas. Así,
los postmodernos recogen la crítica pesimista que postula a los hombres más malos que
buenos y sus análisis lúcidos constatan, en varios sentidos, la concreción de la
irracionalidad, no de postulados sino de hechos. Para realizar este análisis acude a la
hermenéutica y con ésta hace un seguimiento a los proyectos, a los conceptos y así llega
a comprender en qué estado se hallan las cosas (Gadamer, 1977: 641 y ss).
El foro con los postmodernos, conversación insoslayable y nutricia, podrá
desarrollarse en varios campos, por ejemplo:
a) En cuanto al arte, dimensión en la que el postmoderno centra fuertes puntos de
vista. El primero consiste en señalar al arte como objeto dinámico y creativo,
irreductible a análisis científico ni siquiera en el discurso estético, que pretenda
uniformarlo dictándole reglas. Con el arte no sólo se expresan formas del estado del
mundo, sino simbolizaciones hasta el más alto grado de abstracción. Una segunda idea
fuerte se refiere a que el arte tipo "cuadrado blanco sobre fondo blanco" (Exposición de
los Inmateriales en París), requiere de la combinación experto-sabio-técnico e
intelectual, hacia el lado de la creación, y del entrenamiento educativo y de unos medios
(visores, audífonos) del lado del espectador para que éste pueda ver, oír y entender a su
medida (a la medida de cada quien).
Tomados como ciertos y fecundos estos asertos, la pregunta obligada es: ¿dónde
está ausente el sujeto? El sabio y el experto pueden constituir el sujeto-agente, cuyo
ideario esté contenido en las obras, las cuales tendrán sentido de expansión en el
público: la exposición de pintura, escultura, poesía, arquitectura y de cualquier otra
expresión, es la fase pedagógica que, siguiendo el discurso de Althusser, el arte cumple
al convertir a los individuos en sujetos.
b) En cuanto a la política, esta destrucción de cristalizaciones por todas partes, ¿es
prueba de ausencia o presencia del sujeto? Más parece indicar su presencia, sólo que en
formas inesperadas o aprogramáticas. Tal vez lo que ocurra en cuanto a las
interpretaciones sea que como el proyecto de la modernidad era una "emancipación
anunciada" (el burgués, el proletario son, cada uno en su montaje, el sujeto emancipador
con la razón, la ciencia y la técnica), podrán considerarse signos de fracaso todos
aquellos puntos inversos al proyecto ilustrado y socialista.
Esto querría decir que aquellos analistas que se vuelven nihilistas porque hayan
muerto los sujetos burguesía y proletariado, es porque habían considerado que sólo los
burgueses y los proletarios eran emancipadores: como han fracasado, la liberación es
imposible. Desde allí podrán verse con pesimismo, además de las manifestaciones
posesivas de los hombres empeñados en concentrar poderes, saberes y cosas, ocultando
por doquier los ejes humanos de los hombres sin que realmente se autonomicen de
fuerzas externas (Demiurgo, naturaleza) e internas (pasiones, deseos, falsedades),
también se perciben del mismo modo manifestaciones tan atípicas como la
remodelación de la URSS, la destrucción del Muro y la unificación de Alemania, la
“
democratización” del Este, la derrota electoral sandinista y que un japonés sea electo en
Perú, la tierra de los Incas.
Todo esto, en vez de ser motivo de pesimismo, debería serlo de alegría, pues
indica que los sujetos están sueltos, que no están sujetados a los controles. Eso si,
deberá ser un optimismo controlado, porque los actos del sujeto pueden ir hacia
cualquier lado del amplio péndulo de opciones anti-emancipatorias, hacia donde le
plazca en este tiempo del "todo vale, nada vale".
c) En filosofía se nota cuáles son algunos puntos de la discusión. Gadamer
propone y justifica el programa: el contenido es descubrir el sentido unitario o la
confluencia de las ciencias del espíritu "con formas de experiencia que quedan fuera de
la ciencia... filosofía, arte e historia (Gadamer, id: 24). Pero al final, como la ciencia es
un tipo de experiencia explicativo- predictiva de los objetos que trata (una experiencia
limitada), desde la reflexión hermenéutica puede comprenderse e interpretarse ese tipo
de experiencia también. Así, la ciencia no incluye a la hermenéutica, pero en cambio la
hermenéutica filosófica incluye a la ciencia (por comprensión e interpretación).
Richard Rorty expone, entonces, la tesis del "aplanamiento" de los discursos,
operación que permite la discusión entre iguales, cada quien con su discurso y, al
mismo tiempo, la voluntad de comprender al otro o a los otros (Rorty en Dascal, 1988:
passim). De esta manera, la epistemología es una aspirante a entrar en el círculo de la
discusión, sin ningún privilegio frente a los demás participantes. Esta fragmentación de
los discursos fragmenta al sujeto del conocimiento en tantos cuantos tengan algo que
decir y que se ajusten a la regla de no sólo decir, sino también oír.
Lo que más interesa retener del planteo postmoderno sería:
1o El intelectual convoca al análisis contextualizado: allí en el aplanamiento o
igualdad de los que discuten, cada quien explicita su aporte en un "juego destapado", sin
trampas ni privilegios.
2o En el terreno específico de "confrontación de las comprensiones" puede
interpretarse el pesimismo postmoderno: los hombres, en forma permanente, son
impulsados por un pathos pragmático, en vez de serlo por un ethos altruista y
emancipador.
3o Han terminado los grandes relatos, fascinaciones sin sentido. Comienza el
tiempo de los discursos explícitos, que exigen el examen del contenido y la presencia
del proponente: "hoy cada proposición ha quedado desnuda, tal cual es” (Lanz, 1989).
IV. ¿SUJETOS QUE BUSCAN DISCURSOS O DISCURSOS QUE
SUJETOS?
BUSCAN
Partamos de que:
a) El sujeto social es el sector de la sociedad (o, más bien, de "lo social") que por
su situación es capaz de conducir el movimiento social, dándole a éste sentido de
cumplimiento del interés general. El sujeto social puede ser imaginado y propuesto por
una teoría, o descubierto en su existencia empírica y "demostrado" como tal.
En ambos casos, el sujeto es la concreción del proyecto y de las acciones para
llevarlo a cabo: soporta tanto la teoría que define y justifica el proyecto como las
estrategias y tácticas para convertirse en experiencia societal generalizada. Respecto al
proyecto emancipatorio, hoy se ha evidenciado que tal misión no ha podido ser
realizada por la "clase obrera", "el pueblo" o "las masas", es decir, que estos rótulos no
designan al sujeto social emancipatorio (Marcuse, 1969:213-214 y Lanz, 1988: passim).
b) El discurso consiste en la exposición oral o escrita, opuesta al relato y a la
intuición, y compuesta por sistemas de frases mediante las que se emiten opiniones,
normas, interpretaciones, explicaciones, afirmaciones o justificaciones, entre las que
destacan las fundamentaciones porque son las razones que se alegan (cfr. en Habermas,
1973: 9-10). En tal esquema en el juego emisión-respuesta del discurso importa conocer
dónde y cómo pueden romperse los actos de habla, desde una "perlocución" (Austin) de
resistencia frente a una "ilocución" imperativa o de persuasión (cfr. Mosterín, 1978: 188
y ss).
¿Sujeto o discurso emancipatorio primero?
Si decimos "el sujeto existe, pero le faltan los discursos", estaremos afirmando
una falsedad, porque es imposible que un sector social se reconozca sujeto de una
misión de interés general sin que disponga del discurso fundamentado por medio del
que alega sus razones. Sin embargo, en el caso de la "clase obrera", eso fue lo que
ocurrió: se supuso al proletariado (ya existente sólo como posición respecto al proceso
productivo) con carácter de única clase interesada en la revolución, se formuló un
proyecto teórico fuera del seno de dicho sector social, y se realizaron entonces las
diligencias para imbricar proyecto-clase. Ahora podemos ver que mediante ese
procedimiento se cometieron errores: una clase no existe previamente, se constituye en
el movimiento a través de las prácticas teórica y política.
Con más claridad: los procesos transformadores son situados, limitados a unos
agentes o actores que en el propio escenario de los acontecimientos hacen epistemología
(descubren conocimientos) y realizan las acciones hacia el nuevo poder (política).
Suponer la existencia de una clase sin práctica epistemológica, sin proyecto, pero
al mismo tiempo encarnando una misión general, una misión supuesta por una teoría
autónoma (generada fuera del seno del sector señalado), y la traslación de esa teoría al
seno de "la clase" para que ésta entonces actúe conforme a una "conciencia para sí",
todo eso ha resultado un fracaso. Y no porque sea inválido el sueño de alcanzar una
"verdadera comunidad de hombres libres", sino porque el sector social encargado de
llevar a cabo la misión no existe aún como clase y carece de conciencia de su identidad.
Teniendo a la vista el fracaso universal de las clases, y en especial del proletariado
como emancipador genérico, recogeremos los aportes de algunos intelectuales respecto
a la teoría del proceso social y del sujeto.
a) Jean Baudrillard
Todas las categorías del materialismo histórico deben ser revisadas y en su lugar
exponer la teoría correcta, pues las ideas marxistas sirven de pivote legitimador al
capitalismo. Al someter a análisis al conjunto de conceptos marxianos halla que están
equivocados de fondo y forma, lo cual lejos de ayudar ha obstaculizado la
transformación al presentarse como verdad: "hay que considerarlo responsable de la
incuria y los errores perpetuados en todos esos dominios, porque a través del
desconocimiento de que es cómplice se le escabulle su propio objeto" (Buadrillard,
1983:115). Así, no es cierto que el trabajo, producir, sea la condición antropológica y
ontológica del hombre, ni que las fuerzas productivas tengan sentido liberador. Marx se
equivocó cuando no supo explicar que la plusvalía implica la manipulación del valor de
uso desde el valor de cambio.
La verdadera liberación que se busca no está en la oferta de más trabajo, sino del
juego, de la liberación del trabajo. El equívoco rayano con la traición está en que no se
parte de las luchas reales de los obreros, sino de que la "revolucionaria es la burguesía
industrial" (id: 174).
En cuanto al sujeto, como ya se ha anotado antes, Baudrillard señala que a partir
del fetichismo de la mercancía, hay una hipóstasis universal, de lo mágico-religioso a
los objetos: la adoración de los fetiches religiosos es transferida a los objetos.
Desde este núcleo, hoy se gesta, practica y legitima una división de privilegiados:
"aquellos que están condenados al consumo, para quienes la existencia de cultura, de
responsabilidad social y realización personal se absuelve en los objetos que las
satisfacen dentro de una moral de esclavos, opuesta a una moral de amos
(responsabilidad y poder)" (Baudrillard, 1986:50). De allí saca Baudrillard que sea
incorrecto universalizar el fenómeno particular del consumo en el concepto de
"sociedad de consumo", pues lo que hay es un sector universal condenado a consumir,
ese en su lugar y su función.
b) Michel Foucault
La problemática planteada por Foucault persiguiendo al sujeto, pasa de una
arqueología (saber) a una genealogía (poder), proceso en el cual halla una constante: el
dominio construyéndose, desconstruyéndose y volviéndose a construir. Ese poder, ese
dominio no "está ahí" como algo separado y los dominados aparte, sino que es un
elemento que germina en todas partes ("está aquí en nuestras cabezas"): "eso tan
enigmático, a la vez visible e invisible, presente y oculto, ocupado en todas partes... el
poder" (Foucault, 1978:76). Y es el poder el que aparece como verdadero sujeto, ciego
que desde las profundidades emerge para vigilar, controlar, marcar y sobre todo
"encerrar y castigar": en la cárcel, el cuartel, la escuela, en la fábrica, donde quiera.
El poder, entonces, es la categoría explicativa tanto de lo político como de lo
epistemológico: el saber, las ciencias, son estructuras de verdades establecidas por el
poder y para servirle a él. No hay verdad constituida fuera de un régimen de verdad del
poder. Y por eso el saber mismo es poder. Así, el sujeto que imaginan las utopías,
autónomo y capaz de llevar a cabo una emancipación en general, no existe. Tampoco
existe la historia, si por ésta entendemos un proceso racional y anticipado, con un
sentido claro de hacia dónde se va. ¿Cómo podemos torcer el rumbo que llevamos si
somos manejados por un poder enigmático y destructivo, que poco conocemos?
Pero si conocemos al elemento clave: el poder. Y podemos identificar los puntos
infinitos de dónde y cómo se manifiesta. Sabemos también que las teorías hasta ahora
hechas para la revolución, tales como la dialéctica y la semiología, son evasiones
inútiles, no sirven y deben ser sometidas a una total reconstrucción: clase, Estado,
aparatos de Estado. Si no hay un sujeto, ¿qué hay y qué debe hacerse? Lo que hay son
actores específicos en escenarios específicos que pueden y deben actuar como contrapoderes en todas partes: en el hospital, en la escuela, en el cuartel, en la clínica, en la
fábrica, en la calle. No hay un "intelectual orgánico" que haga de conciencia de la clase
obrera, pero dondequiera que ésta manifieste su coraje contra el poder que la explota,
allí se estará haciendo lo que debe hacerse y el intelectual actuará en acciones prácticas
de apoyo desde su lugar de acción profesional. Si es médico en el hospital, si es
profesor en el plantel, si es químico en el laboratorio. Una lucha cerrada contra toda
manifestación del poder y situada por los actores en sus escenarios.
c) Rigoberto Lanz
E1 par contradictorio más fundamental es emancipación versus dominación,
oposición que hace desde su propia teoría crítica, inconfundible con otras. Cuando Lanz
aborda la crítica a "la ideología" (una sola) lo hace en forma envolvente,
comprehensiva, no discrimina la cultura del capitalismo, contra la que afincar la crítica,
y una "cultura socialista" a ser tratada con más consideración.
Entre Este y Occidente no existe diferencia de fondo, pues ambas formaciones
sociales, "capitalismo" y "socialismo", poseen el mismo estatuto: la razón instrumental.
En su implacable máquina de demoler mitos, quedan pulverizados uno por uno los
preconceptos que de manera sistemática y durante tanto tiempo gozaron de prestigio,
haciéndose pasar por "verdades", y que hicieron frustrar a tantas generaciones de
movimientos sociales. La crítica se ejerce a conciencia desde el interior de lo que se ha
sido: la política, el partido, "las masas", "el pueblo", "el progreso", "las fuerzas de
producción", "la naturaleza humana", el método. Todas las banalidades tenidas por
"teorías científicas" van pasando por la pantalla del análisis como un guión por donde
desfilan todos esos lenguajes maltrechos camino del sacrificio o de la
recontextualización (cfr. Lanz, 1988: passim).
La razón instrumental es descubierta (o, más bien, replanteada) como el discurso
totalizador de la ciencia y la técnica, mediante el cual toda actividad o dimensión
humana posee su ciencia, sus leyes (la teoría de A, la teoría de B, la teoría de C) y una
técnica (la técnica de A, la técnica de B, la técnica de C). Y todas las instancias y
circunstancias son buenas para inculcar que la ciencia y la técnica son la razón, y que lo
que digan y hagan es lo que debe creerse: palabra santa. Hasta el discurso místico es un
discurso particular que se basa en el general, el básico que es el científico ("debe creerse
que Dios exige tal comportamiento, porque está científicamente demostrado que..."): es
una hipóstasis de fundamentación. Capitalismo y socialismo son iguales: en ambas
formaciones se habla en términos de leyes y se acude a las "leyes" para alegar por qué
estas sociedades son las mejores.
Sin embargo, la teoría crítica de Lanz es dialéctica, doble: al mismo tiempo que
dispara y desmonta un mito de la razón instrumental, señala cómo se debe actuar a partir
de entonces en ese espacio conquistado. No es sólo desmontar la irracionalidad, sino
instalar explícitamente la razón emancipatoria. Allí es donde aparece el sujeto-agente
con sus características de emergente y múltiple: dondequiera que pueda reunirse un
colectivo, empeñado en permanecer unido, hay la posibilidad de un germen de
emancipación limitada.
E1 programa de ese sujeto colectivo comienza por la actividad epistemológica
mínima, que le permita, mediante un proceso de producción de conocimientos, crear la
cultura en la que pueda percibirse, entenderse, y hasta reclamarse, como contra-poder de
la razón instrumental. Por eso, el sujeto emancipatorio es multidimensional: sus prácticas, al mismo tiempo, son teóricas, afectivas, políticas, éticas, estéticas, etc., porque
sólo así puede garantizarse una identidad blindada y una persistencia contra la
dominación que lo asedia por los cuatro costados, por las vías persuasivas y coercitivas.
Los infinitos combates contra la razón burocrática requieren de la "soberanía del sujeto"
a partir de la lucidez teórica, de la nueva ideología emancipatoria, una lucha que es real
por ser radical (Lanz, id: 327-331).
d) Jürgen Habermas
A la crítica de la desviación burocrática del socialismo y a la tendencia autoritaria
del capitalismo hecha por la primera Escuela de Franfurt, Habermas, ultimo
representante directo de ese proyecto cultural, continúa la investigación en dos frentes:
hacia el interior a través de la reconstrucción del cuerpo teórico del materialismo
histórico, y hacia afuera a través del análisis del capitalismo tardío y las posibilidades de
juntar ambas puntas en un proyecto emancipatorio único.
Es necesario reconstruir el materialismo histórico, pues "parece que las tesis de
Marx acerca del desarrollo capitalista deberían modificarse para una realidad que se ha
transformado" (en Habermas, 1973:7). Alas fallas propias de la teoría original y a la
desactualización introducida vía siglo 19-20, fue grave la codificación que Stalin hizo
del materialismo histórico en 1938.
Es necesario someter a examen los conceptos de "trabajo social", "historia del
género humano", "superestructura", "fuerzas productivas-relaciones de producción",
"modo de producción" y otros. En el capitalismo tardío, para replantear las tesis de la
legitimación y de cómo se reproducen las relaciones de producción, es necesario
explicar cuestiones que no aparecían al comenzar el materialismo histórico: las
estructuras simbólicas, los procesos de acción comunicativa, los procesos del yo,
cuestiones que determinan ahora la reproducción de las fuerzas productivas. Aquí es
donde hay que revisar los aportes de Freud, Mead, Piaget y Chomsky, que explican con
más fortuna los procesos ontogenéticos que los filogenéticos (los primeros son situados,
de aquí y de ahora, los segundos son evolutivos y sólo se podrá opinar acerca de ellos).
De modo que en esta situación problemática de hoy, desde el capitalismo tardío y desde
la formación social poscapitalista (vía postmoderna), se impone reconstruir las teorías
dialécticas y recoger las puntas finales de la sociedad democrática (Habermas,
1985:passim).
Esas nuevas relaciones de producción son explicadas por un sujeto racional "que
es el único sujeto gerente de la historia" (Osuna, 1981:574). El capitalismo tardío
adquiere legitimidad únicamente mediante la expansión de las fuerzas productivas que
llevará inevitablemente al agotamiento y destrucción de las fuentes). Sólo el sujeto
emancipatorio, propulsado por el interés de conocer y sobrevivir, legitimando este
"interés" en una intersubjetividad de comunicación universal, podrá oponerse con éxito
al sujeto-objetivado productivista. Mediante la acción reflexiva, el desarrollo social en
adelante pasa por el diálogo, el entendimiento y el acuerdo comunicacional: sólo desde
allí habrá transformación social posible.
En términos de Foucault, el poder envía su discurso en busca del sujeto.
Baudrillard piensa casi igual: el sujeto escindido en amos y esclavos son constituidos
por el discurso existente. Lanz y Habermas matan las utopías y exponen las condiciones
de génesis y acción de un "sujeto soberano", intersubjetivamente comunicado,
propulsado por el interés emancipatorio, fragmentado en sus situaciones pero con
vocación genérica o universal: la emancipación.
V. RAZÓN EXTRAVIADA - RAZÓN RECUPERADA
A modo de cierre, dejaremos resumidas las cuestiones principales que
circunscriben la génesis y la acción del sujeto autónomo, soberano o emancipatorio,
cuestiones que se bosquejan como un programa de desarrollo posterior:
1. La emergencia y la acción del sujeto emancipatorio ocurren, necesariamente, en
el campo tensado que se deslinda en dos grandes frentes: de un lado el poder, con su
razón instrumental, cuyos límites discernibles en términos del sentido de lo que se dice,
hace y logra, es la dominación, y del otro lado, una amplia gama de posiciones que se
tocan en el punto único de rechazo de lo existente como oferta del mejor modo de vida
posible a alcanzar.
2. El frente del poder no es totalmente separado, que aparezca como una entidad
contigua a otras entidades. Althusser nos proporciona la figura del pescador: los
aparatos de Estado serían las redes de recolección de lo necesario, pero disperso. En
cambio, Foucault nos hace ver que el poder "esta aquí en nuestras cabezas" (debería
decir también en el sexo, la piel, el corazón): el poder no sólo viene de allá, desde lo
manifiesto, sino desde acá, lo invisible y profundo dentro de cada persona.
3. Así, lo que se llama dominio o poder (que coercita por medios violentos,
explota fuerzas de trabajo y acumula o distribuye excedentes, y hegemoniza una cultura
o ideología), aparece como un entramado que se extiende desde el "contrato social"
global de la dominación, hasta cada dimensión o entidad social, donde se manifiesta
inculcando en el individuo lo que ya éste, desde lo inexplicado, ha aceptado. (Lo que
hizo decir a Reich: "las masas desearon el fascismo", y nos permite preguntar a
nosotros: ¿hay un sadismo desde la función coercitiva del poder que se acopla a un
masoquismo que viene desde los deseos profundos del individuo?).
4. "Frente" es el término que mejor se ajusta a la situación de guerra que vive el
universo. La batalla principal se libra en la dimensión intelectual, en los paradigmas
epistemológicos, en las ópticas que definen los horizontes del sentido de "hacia dónde
vamos" y de "hacia dónde debemos ir" . Es la razón en disputa.
5. El "frente opuesto" que se refacciona constantemente por desconstrucciónreconstrucción, se mantiene por el único punto de acuerdo: rechazar lo existente. Este
rechazo se manifiesta por vía práctica de los acontecimientos, siempre en el riesgo de
quedarse en "la revuelta" o tumulto y regresar al orden por asimilación, desgaste o
traición. Y por la vía teórica el rechazo siempre está en el riesgo de no ser "orgánico",
sino de servir de todos modos al poder (¿será porque la denuncia es advertencia?): el
caso de Marx, que ahora no sólo resulta equivocado, sino según algunos como
Baudrillard, obstáculo a lo que quiso favorecer y funcional al orden.
6. Un fenómeno constante que marca estos riesgos de prácticas y teorías, se halla
en el vaivén de las personas que se presentan en público y en forma colectiva para
rechazar, pero que al no hallar respuestas (que manifiesten ese "interés" dicho por
Habermas), entonces "se individualizan" encogiéndose sobre sí mismas y retirándose a
la "vida privada" (cfr. Castoriadis, 1976:7). Un péndulo que oscila entre la animación y
la apatía, que resulta bastante manipulable y funcional al dominio. Siguiendo las pistas
pesimistas: ¿hay un autodescontento para justificar los "retiros"?
7. Por "razón extraviada" entendemos el desacuerdo entre "lo que es" y "lo que
debe ser", la discrepancia entre "razón teórica" y "razón práctica”, lo social y lo
productivo, lo público y lo privado, entre ética y política, entre ética y derecho, entre
justicia y confort (cfr. Marcuse, 1979; Ingerflom, 1980; Mate, 1980; Kolakowski,
1969).
8. La razón como capacidad máxima de comprensión y de juzgar y preferir, que es
la lucidez que se tiene a sí misma por objeto, también "está aquí en nuestras cabezas": a
ella acudimos para recuperarnos. La razón es el lugar donde comienza una lucha doble:
hacia afuera contra el poder visible y hacia adentro contra el egoísmo, la ambición
posesiva, la malsana pasión del masoquismo, el deseo de destruir o de ser destruido, es
decir, contra la maldad interior que nos reconocemos y siempre estamos tratando de
esconder con máscaras.
9. Podemos recuperar la razón emancipatoria sólo reconociendo la situación
descrita, asumiendo un compromiso real contra la razón instrumental y elevándonos
hacia una razón dialéctica comprehensiva, una "nueva concepción ampliada" que nos
permita ver el bosque y percibirnos como árbol que también debe entrar en cuestión.
10. El sujeto emancipatorio es epistemológico y político, histórico y teórico,
intelectual y de acción, particular y genérico que se asume a sí mismo como
compromiso, con la voluntad de afrontar desde la más mínima incidencia hasta la
máxima exigencia. Desde allí propulsados por el interés de ser realmente libres, se
podrán alcanzar niveles de emancipación.
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