DESCARTES Descartes ya es un filósofo de la Edad Moderna (ésta abarcaría más o menos desde el siglo XV hasta principios del XIX), y, más concretamente, pertenece al racionalismo, corriente filosófica del siglo XVII, en la que también están integrados Spinoza, Leibniz, Malebranche, Wolff, y a la que se opone el empirismo inglés del siglo XVIII. 1. Mapa de la filosofia moderna - Racionalidad crítica 1 . La “revolución científica” de los siglos XVI y XVII (Copérnico, Kepler, Galileo, Newton). . El racionalismo de Descartes: el método deductivo de las Matemáticas como modelo: la razón autosuficiente. . El empirismo de Hume: el método inductivo de la Física como modelo (Newton): necesidad de la experiencia. . El idealismo de kant: el método trascendental como síntesis de racioalismo y empirismo. Imposibilidad de la Metafísica como ciencia. Filosofía moderna 2 . Utopistas: Moro, F. Bacon, Campanela . . S. XVI . Oportunismo político: N. Maquiavelo (teórico del absolutismomoderno). . Hobbes:justificación laica del absolutismo - Racionalidad política 3 . S. XVII . . Locke: crítica del absolutismo y defensa de la democracia representativa. S. XVIII: Rousseau: la utopía de la democracia directa y la interpretación naturalista de la sociedad. 2. Principales rasgos del racionalismo 1º. Confianza plena en la razón: la razón es la única facultad que puede conducir al hombre al conocimiento de la verdad. Se opone a los sentidos, la imaginación y la pasión, que son considerados como engañosos. Es una razón autónoma, lo que implica, negativamente, que su ejercicio no es coartado por ninguna instancia exterior, como la tradición, la autoridad o la fe; y, 1 La filosofía como epistemología o análisis de la razón (como método para construir el saber): siglos XVII y XVIII. Filosofía moderna: antropocentrismo (la razón humana como guía). Frente a Filosofía medieval: teocentrismo (la filosofía como justificación o explicación de la fe; la fe como guía). 3 La filosofía como explicación de la sociedad. 2 1 positivamente, que es el tribunal supremo al que corresponde juzgar de lo verdadero y conveniente, tanto en el ámbito del conocimiento teórico como en el de la actividad moral y política. El poder de la razón radica en su capacidad de sacar de sí misma las verdades primeras y fundamentales - llamadas ideas innatas -, a partir de las cuales, y por deducción, es posible obtener todas las demás, y construir el “sistema” del mundo; así, esta razón sistemática coincide con la realidad, con lo que reaparece el viejo postulado de Parménides ( también defendido en el siglo XIX por Hegel) de que el ámbito del pensamiento se corresponde exactamente con el de la realidad. La confianza en la razón es tal, que se acepta su valor sin previa crítica; es, como dirá más tarde Kant, una razón dogmática. Esta confianza en la razón, junto con la concepción de que la realidad se corresponde con el pensamiento, lleva lógicamente a un notable menosprecio de la experiencia: no es necesario recurrir a ésta, ya que el pensamiento, por sí mismo, es capaz de descubrir la estructura de la realidad. 2º. Búsqueda de un nuevo método de conocimiento, cuyo modelo se encuentra en el método matemático. Los racionalistas, pues, quieren proceder del mismo modo que los matemáticos (“more geométrico”, dirá Spinoza), de tal manera que el sistema filosófico construido posea la misma evidencia y necesidad que un sistema matemático: tomando como modelo principal los Principios de geometría, de Euclides, los filósofos racionalistas empiezan por establecer unas definiciones y unos axiomas, de los que deducen con evidencia y necesidad un sistema filosófico cerrado y completo. De hecho, los filósofos racionalistas elaboraron y describieron su propio método: Descartes escribió su Discurso del método; Spinoza, un Tratado de la reforma del entendimiento; Leibniz, una Ars combinatoria. 3º. Convicción de que el ámbito del pensamiento es necesario4: el razonamiento matemático se desarrolla como una cadena, donde todo es como tiene que ser y no puede ser de otro modo. Y, como se da una una correspondencia entre el ámbito del pensamiento y el de la realidad, las ideas de liberdad y de contingencia resultan difíciles de mantener: Leibniz hace un hueco a la libertad y contingencia en su sistema, distinguiendo entre “verdades de razón” (necesarias) y “verdades de hecho” (contingentes); Spinoza, más radical y coherente, afirmó que todo lo que sucede ocurre necesariamente; Descartes acepta la visión científica del mundo vigente en el siglo XVII: la del mecanicismo ( el mundo es una máquina, para cuya explicación basta recurrir a las partículas de materia extensa, a causas eficientes y a las leyes de la mecánica ). 4º. Triunfo del subjetivismo sobre el objetivismo y realismo de la filosofia medieval: mientras que para ésta el hombre es un ser volcado hacia un mundo de cuya realidad es imposible dudar, para el racionalismo el hombre es un ser vuelto sobre sí mismo, que no conoce directamente sino su propio pensamiento; las cosas no son directamente conocidas, sino a través de las ideas; por eso es posible dudar de su existencia. De este modo, el problema del conocimiento se convierte en el problema fundamental de la filosofía moderna, o, al menos, en el problema previo a cualquier otro problema. 5º. Gran desarrollo de la metafísica, construida sobre la base del concepto de “substancia”, primera idea innata, de la que se derivarán todas las demás mediante un proceso deductivo. 6º. Recurso a Dios para garantizar la correspondencia entre el orden del pensamiento y el de la realidad: el Dios perfecto y veraz, que no puede engañarnos (Descartes); el Dios que “armoniza” el 4 Así tenemos, p.e., que los tres ángulos de un triángulo valen necesariamente dos rectos, y tal propiedad se deduce de la naturaleza intrínseca del triángulo. 2 universo de forma tal que la correspondencia no falle (“armonía preestablecida”: Leibniz); el Diossubstancia única que tiene el pensamiento y la extensión como atributos, entre los que se da un paralelismo (“paralelismo psico-físico”: Spinoza). 7º. Preocupación por el hombre, por la orientación de la conducta humana, de modo que sea posible una vida plenamente racional y, por tanto, libre y feliz. Descartes pretende fundamentar la libertad en la razón, a fin de que su uso racional haga posible alcanzar la felicidad humana: “sentía continuamente un deseo imperioso de aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, con el fin de ver claro en mis acciones y caminar con seguridad en esta vida”. Spìnoza también se propone como objetivo la consecución de la “felicidad suprema” del ser humano; de ahí que su obra más importante se titule Etica, cuyas cuatro últimas partes (de las cinco que la integran) se ocupan de la naturaleza humana, de las pasiones, de la libertad, del entendimiento. 3. Datos bio-bibliográficos de Descartes - René Descartes (1596-1650) es un filósofo francés, que nace en el seno de una familia noble y acomodada, lo que le permitirá dedicarse al estudio. Ingresa en el colegio de los jesuitas de La Flèche, donde estudia latín, griego, historia, matemáticas y filosofía. Se interesó especialmente por el latín y las matemáticas, pero le defraudó la filosofía, que era de carácter aristotélico-tomista. No obstante, gran parte de la terminología que usará más tarde está tomada de la escolástica (aunque cambiando con frecuencia la significación), así como algunos temas generales: habla de substancia, accidente, esencia, existencia, modos, causas, formas, extensión, ideas, pensamiento... Pero también reaparecen en él temas agustinianos: el procedimiento de la duda como medio para llegar a la certeza, las ideas innatas, el principio del cogito ergo sum, la prueba de la existancia de Dios por la idea innata de lo infinito... Es posible que adoptara principios agustinianos como reacción cotra la escolástica. En dicho colegio se da cuenta de la inconsistencia y confusión del saber de su tiempo. De ahí que después se dedique a buscar un fundamento sólido para el mismo. En 1616 obtiene la licenciatura en Derecho por la Universidad de Poitiers. En 1618 y 1619 fue soldado (participó en la Guerra de los Treinta Años entre católicos y protestantes). Entre 1620 y 1625 se dedica a viajar por Francia, Alemania, Suiza e Italia. Entre 1625 y 1628 reside en París. En 1629 se trasladó a Holanda, donde fue acusado de ateísmo y permaneció hasta 1649, año en que fue invitado por la reina Cristina de Suecia a trasladarse a la capital de este país, donde falleció al año siguiente. - Descartes es ante todo un espíritu matemático, y sólo secundariamente filosófico. No le gustan las cuestiones excesivamente especulativas. Su gran preocupación es el orden, la sencillez y la claridad de ideas, logradas con frecencia a expensas de la profundidad. De ahí que, en contraposición a los voluminosos tratados escolásticos, sus libros sean pequeños y de lectura aparentemente fácil. Sus principales obras son: - Reglas para la dirección del espíritu (incompleta), escritas (en latín) en 1628 y publicadas en 1701. - Tratado del mundo (1633), que, por estar escrito (en francés) sobre la hipóteis del heliocentrismo de Copérnico, renuncia a su publicación al tener noticia de la condena de Galileo. - Discurso del método (para dirigir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias) (1637), seguido de tres ensayos científicos: Dióptrica, Meteoros y Geometría. 3 - Meditaciones metafísicas (1641). - Principios de filosofía (1644). - Las pasiones del alma (1649). - Tratado del hombre, obra póstuma, escrita en francés, publicada por primera vez en latín en 1662 y en francés en 1664. Nosotros nos vamos a centrar en el análisis de unos textos pertenecientes a la obra titulada Discurso del método, pero, como puede deducirse del título de las obras anteriormente citadas, la filosofía de Descartes no puede reducirse, como a veces se ha hecho, a epistemología o metodología, a estudio del (nuevo) método de la filosofía, pues tal filosofía es un conjunto muy complejo de diversos temas: epistemología, antropología, teología, psicología, moral, física, metafísica, matemáticas..., algunos de los cuales están representados en el texto objeto de nuestro análisis. 4. El método 4.1. Preocupación por el método Descartes terminó sus estudios en el colegio de los jesuitas desconfiando de la verdad del saber que allí le habían enseñado, y convencido de que el edificio de la filosofía todavía estaba por construir, porque no le parecía adecuado el método con que se había obtenido dicho saber. Se da cuenta de la capital importancia que tiene el método para la obtención de la verdad: de que, para alcanzar esta meta, no basta con tener talento, sino que lo principal es saber emplearlo bien. Y cree que el método más seguro y exacto es el de las matemáticas, ya que procede por rigurosa deducción racional. De ahí que se proponga extenderlo a todas las ciencias. Bastará con hallar en cada rama del saber unas pocas ideas evidentes, para deducir de ellas todas las demás verdades. 4.2. Punto de partida Para emprender con seguridad la construcción del edificio de la filosofía, Descartes propone eliminar previamente todas las posibles fuentes de error. Conserva la división aristotélica de las facultades del alma en sentidos externos, sentidos internos (sentido común, imaginación y memoria) y entendimiento. Pero rechaza el testimonio de los sentidos para la tarea de la construcción de la verdad, y confía sólo en la razón o entendimiento como fuente de la misma: los sentidos pueden ayudarnos, pero también estorbarnos o engañarnos; ellos son la causa principal de nuestros errores. Desde la infancia, en la cual vivimos bajo el dominio de los sentidos, hemos ido adquiriendo muchos prejuicios, y es necesario eliminarlos si queremos llegar a la verdad, que sólo podemos alcanzar mediante la razón, desconectada del mundo sensible. Pero la razón necesita como punto de partida una idea evidente, clara y distinta, que sirva para deducir de ella todas las demás. Descartes distingue tres tipos de ideas: Adquiridas, que provienen de la experiencia sensible. Artificiales, elaboradas por nuestra imaginación. - Naturales o innatas, que no provienen de los sentidos ni han sido producidas por nosotros, sino que proceden de Dios, en cuanto que éste es el autor de nuestra naturaleza, y aquéllas brotan de forma espontánea de nuestra facultad de pensar. 4 Estas últimas son evidentes y, por tanto, verdaderas, porque en último término proceden de Dios, y, consiguientemente, están garantizadas por la veracidad de éste. 4.3. Elementos del método Son la intuición, la deducción y las reglas. - La intuición es la captación directa de las ideas, que excluye toda posibilidad de duda y error. Se caracteriza por la evidencia, la cual no requiere ser explicada ni reducida a otro elemento más simple. - La deducción es una intuición sucesiva, por la cual se pasa de una idea a otra: es la intuición de la conexión necesaria entre ideas evidentes previamente intuidas por separado. - Descartes desconfía de razonamientos largos, en los que puede esconderse fácilmente algún error. Quiere razonamientos cortos, en los que se vaya pasando paulatinamente de una idea a la siguiente. Da varias reglas para razonar correctamente. En las Reglas para la dirección del espíritu enumera 21 reglas, que en la segunda parte del Discurso del método reduce a las cuatro siguientes: 1ª. Regla de la evidencia: admitir como verdaderas sólo aquellas ideas evidentes, e.d., las que concebimos clara y distintamente, de tal modo que no haya motivo para ponerlas en duda. 2ª. Regla del análisis: descomponer las ideas complejas y confusas en sus elementos simples componentes, de tal manera que puedan ser captados por intuición. 3ª. Regla de la síntesis: reagrupar ordenadamente las ideas, empezando por las más simples y fáciles de conocer, hasta llegar al conocimiento de las más complejas. 4ª. Regla de la enumeración y revisión: hacer un recuento de los elementos simples que integran una idea, cuidando de que no falte ninguno. De esta forma, se obtiene una intuición general y una evidencia del conjunto. Todas estas reglas se reducen a la regla o criterio de la evidencia (lo que es evidente es verdadero, objetivo), que Descartes trata de fundamentar de la siguiente manera: 4.4. Fundamentación de la regla general de la evidencia Descartes pone un ejemplo de idea en el que se ve claramente que su evidencia es prueba de su verdad. Esta idea evidente primaria sirve de modelo o criterio de verdad para las demás, que serán más o menos verdaderas según que se acerquen o alejen de aquel modelo. A.- La duda metódica Para llegar a esta idea-modelo de evidencia y verdad, Descartes sigue el proceso de la duda del contenido de la conciencia. Pero esta duda, contrariamente a la de los escépticos, no tiene una finalidad destructiva, sino constructiva: llegar a una certeza indudable, que sirva de fundamento de toda la filosofía: es una duda metódica, la duda como método o camino para llegar a la verdad. B.- Resultado de la duda: el cogito ergo sum como verdad evidente y fundamento sólido de todo el edificio del saber 5 Después de haberse esforzado en dudar de casi todo (excepto de las verdades reveladas, de algunos principios evidentes de la razón natural y de unos cuantos principios de la moral provisional), Descartes encuentra finalmente una certeza de la que es imposible dudar: la certeza del hecho de su pensamiento y de su propia existencia. Ha podido dudar de casi todo, pero no puede dudar de que piensa y, por tanto, de que existe: “pienso luego existo”5 es una idea evidente, modelo de evidencia y de verdad para todas las demás ideas. La existencia real de mi yo como sujeto que piensa es algo absolutamente cierto, porque para pensar es necesario existir. El “pienso luego existo” no es, como podría parecer, un razonamiento, sino una intuición: es una idea innata, pues brota de forma espontánea de nuestra facultad de pensar. El término “pensar” (cogitare) tiene en Descartes un sentido amplísimo, pues significa cualquier acción del alma: entender, imaginar, dudar, sentir, querer... Por otra parte, Descartes pone a Dios como garante de la verdad de las ideas evidentes. Por tanto, el último fundamento de la verdad de las ideas es Dios, que, por ser perfecto (veraz) y autor de mis ideas evidentes, no puede engañarnos con ideas falsas. 4.5. Fecundidad del método Tras haber elaborado este método, Descartes debería emprender la construcción del edificio filosófico con él, e.d., deducir rigurosamente las verdades de la filosofía partiendo de la intuición del hecho de su existencia como ser pensante. Pero, en cuanto intenta dicha construcción, experimenta la esterilidad de su método: se da cuenta de que no es posible deducir todo el saber acerca de la realidad del simple hecho de la conciencia del yo pensante. E intenta eludir la dificultad con el siguiente razonamiento: yo pienso, por tanto, la esencia del alma es el pensamiento. Pero no se puede pensar sin ideas, por lo que el alma, desde el primer momento, tiene ideas innatas. Así pues, olvidando el radicalismo de su duda, Descartes rebusca en su conciencia, en la que encuentra otras dos ideas que se le presentan con los caracteres de claridad y distinción. Con lo cual, para construir la filosofía sobre una base firme, Descartes cuenta con tres ideas iniciales, que se corresponden a otras tantas clases de substancias: 1ª)la idea del yo pensante (alma); 2ª)la idea de un ser perfecto e infinito (Dios); y 3ª)la idea de extensión (mundo). La primera será la base para deducir su psicología; la segunda, la base para deducir su teología; y la tercera, la base para deducir su física. 5. Teología: pruebas de la existencia de Dios La teología trata de Dios, al que Descartes concibe como una substancia pensante que tiene en sí todas las perfecciones. Las pruebas de su existencia no se basan en la realidad del mundo sensible (empirismo), como las “vías” de Tomás de Aquino, sino que parten de la idea innata de Dios en nuestra mente (racionalismo), e.d., de la idea de lo perfecto e infinito. Descartes propone tres argumentos de la existencia de Dios, que, en el fondo, se reducen a uno solo: a considerar su idea de lo perfecto e infinito: 1º)en sí misma; 2º)en su causa, e.d., con relación a Dios; y 3º)en relación a nuestro ser. 1º. Argumento ontológico: demuestra la existencia de Dios por la idea de Dios en sí misma. Si analizamos atentamente la idea de Dios como ser infinito y perfecto, vemos que en ella está 5 La certeza del hecho de mi pensamiento y de mi existencia. 6 contenida la existencia como propiedad esencial, pues si faltase ésta, Dios ya no sería un ser perfecto. Así pues, la idea de lo perfecto e infinito implica la existencia, porque la idea de una cosa no existente no sería la idea de lo perfecto e infinito. Este argumento de Descartes es parecido al argumento ontológico de San Anselmo. Tanto uno como otro saltan de la “idea” a la “realidad”, pero San Anselmo apoya su razonamiento en la “grandeza” de Dios, mientras que Descartes se fija en su “perfección” e “infinitud”. 2º. Argumento gnoseológico: demuestra la existencia de Dios por la causa de mi idea de lo perfecto e infinito. Poseo la idea de un ser más perfecto que mi ser. Ahora bien: a)es imposible que esta idea pueda proceder de la nada, porque de la nada no puede salir nada; b)tampoco puede proceder de mí mismo, porque lo más perfecto no puede proceder de lo más imperfecto; c)luego esa idea “ha sido puesta en mí por una naturaleza más perfecta que yo, poseedora de todas las perfecciones de que yo pudiera tener idea, e.d., por Dios”. 3º. Argumento de la causalidad: demuestra la existencia de Dios recurriendo a El como causa perfecta de mi ser imperfecto. Descartes se pregunta: ¿de dónde proviene mi existencia? Y responde: a)De mí mismo, no; porque si yo fuera la causa de mi ser, me habría dado todas las perfecciones de las que tengo idea y que veo contenidas en la idea de Dios. b)De otras causas menos perfectas que Dios, tampoco; porque una de dos: esas causas tienen su origen en sí mismas, o en otras causas; si lo tienen en sí mismas, tendrían que ser Dios; y si no lo tienen en sí mismas, hay que seguir ascendiendo en el orden de las causas hasta llegar a una causa que tenga la existencia por sí misma, y ésta es Dios. c)Por tanto, mi existencia (imperfecta) tiene que provenir de Dios. 6. Significado del Discurso del método El Discurso del método es una obra de madurez, y su título completo es Discurso del método para dirigir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias. - La obra, en la que Descartes nos va describiendo su propio itinerario intelectual hacia la verdad, significa una ruptura con el pasado, con la tradición medieval, y el inicio de una filosofia moderna. . En ella, Descartes adopta una actitud revolucionaria, rompe con el método y enseñanzas de sus maestros, que, como hemos dicho, eran de carácter aristotélico-escolástico: rechaza el argumento de autoridad, escribe su obra en francés (que por aquel entonces era una lengua vulgar ) y no en latín (lengua culta), no admite la subordinación de la razón a la fe (el prejuicio de la filosofía como “sierva de la teologa”), duda de la pluralidad de teorías existentes (porque no son nada claras)... . Esta ruptura con la tradición medieval implica una apuesta por la razón, una exaltación y defensa de la razón, y, por tanto, la sustitución del teocentrismo medieval (en el que la fe hacía de guía) por el antropocentrismo moderno: Descartes pone en el centro de su filosofía al hombre, ser cuya facultad principal es la razón. Esta exaltación cartesiana de la razón significa (como nos sugiere, al menos en parte, la segunda parte del título de la obra): 1º. Que la razón es la fuente o fundamento de la verdad, y que, por tanto, sin razón no se puede llegar a ella. 2º. Que, para llegar a la verdad mediante la razón, hay que hacer un uso correcto de esta facultad humana, seguir un determinado método, unas determinadas reglas... 3º. Que la razón es una facultad compartida, una facultad que poseen todos los hombres. Descartes tiene una concepción democrática de la razón, lo que también es síntoma de modernidad. 7 4º. Que la razón es el tribunal para juzgar toda verdad recibida: a ella deben someterse el resto de las facultades (sentidos, imaginación, memoria). Pero Descartes (y en esto se diferencia de la ingenuidad del realismo aristotélico-escolástico medieval) no admite sin más, a ciegas, la razón como fundamento de la verdad, sino que antes de aceptarla como tal, la analiza, estudia sus posibilidades y sus límites. Por ello, el Discurso del método es el primer ejemplo de racionalidad crítica o crítica de la razón: el primer ejemplo de concepción de la filosofía como epistemología, como teoría crítica del conocimiento. Actitud crítica que se va a repetir en otros filósofos modernos, por lo que el problema del conocimiento se convertirá en el problema central de la filosofía moderna; y, consiguientemente, la epistemología, en la disciplina filosófica predominante. 8 7. Análisis de las partes I, II y IV del Discurso del método 7.1. Significado del título - El término “discurso”6 indica que la obra en cuestión es una exposición, a modo de ejemplo (“historia” o “fábula”), del proceso que Descartes ha seguido en sus descubrimientos científicos, y, en general, del proceso que ha seguido para fundamentar metafísicamente la verdad de toda ciencia; en concreto, “discurso” significa prefacio a los tres ensayos científicos titulados Dióptrica, Meteoros y Geometría, que siguieron a la publicación del Discurso del método: prefacio en el que Descartes nos cuenta el proceso que siguió para sus descubrimientos en estos campos. - “Método” significa etimológicamente el camino que ha de recorrer la razón para llegar a la meta de la verdad; en este caso, el método o camino es un conjunto de “reglas ciertas y fáciles” para no confundir lo falso con lo verdadero. - El significado de la 2ª parte del título es: a)que la razón es el fundamento de la verdad; b)que a la verdad se llega mediante un uso correcto de la razón; c)que las “ciencias” aprendidas de la tradición sólo pueden ser tenidas como conocimientos verdaderos después de haber sido examinadas y revisadas por la razón. 7.2. Prefacio El primer párrafo no pertenece propiamente a la parte I, sino que es el prefacio a todo el Discurso. En él, Descartes hace referencia a las seis partes en que se divide el Discurso y a la temática de cada una de ellas: la I trata sobre las ciencias en general, la II sobre las principales reglas del método, la III sobre moral, la IV sobre metafísica (en concreto: teología natural -pruebas de la existencia de Dios- y psicología o antropología -pruebas de la existencia del alma-), la V sobre física (antropología física: el cuerpo humano), y la VI sobre cuestiones relacionadas con la naturaleza (no humana) y los motivos que lo impulsaron a escribir el Discurso. 7.3. Primera parte: diversas consideraciones sobre las ciencias 6 El “discurso” es un género literario poco sistemático y riguroso; en este sentido se opone al “tratado”. 9 - La primera parte del Discurso tiene carácter autobiográfico, y en ella las ideas no aparecen expuestas siguiendo un orden lógico, sino de una forma un tanto desordenada, tal y como le van surgiendo a su autor de la mente. Que tenga carácter autobiográfico significa que en ella Descartes nos habla de su propia vida; pero no nos cuenta su vida íntima, personal, privada, afectiva..., sino más bien su vida pública, profesional, intelectual... Por tanto, no se trata de una biografía personal, sino más bien de una biografía intelectual, en la que podríamos distinguir tres etapas: 1ª. La etapa de la educación en la escuela, del encuentro con los preceptores, del “estudio de las letras”, de la lectura de los libros escritos con letra impresa por otros...: es la etapa del saber recibido de otros, de la instrucción por otros en las diversas ciencias existentes en su época... Esta es la etapa a cuya descripción más espacio dedica Descartes en esta primera parte del Discurso. (Párrafos 6-13). 2ª. La etapa del estudio en “el gran libro del mundo”: es el momento del vagabundeo de Descartes por el mundo, de sus viajes por diferentes países de Europa, tratando de adquirir “experiencias” directamente de la realidad. (Párrafo 14). 3ª. La etapa de reclusión “en sí mismo”, de reflexión, de introspección, de búsqueda de la verdad en sí mismo, en su razón...: a puerta cerrada, sin contacto con las teorías expuestas en los libros escritos por otros hombres sobre la realidad y sin contacto directo con la realidad exterior, sensible, experimentable... (Párrafo 15). Estas tres etapas de la vida intelectual de Descartes, que simbolizan tres métodos o caminos para llegar a la meta de la verdad, aparecen descritos desde el principio del párrafo 6 hasta el final de la primera parte. Por otro lado, tenemos que, al final de esta parte, Descartes rechaza las dos primeras etapas o métodos, y decide quedarse con el tercero, con el método de la razón, porque dice es el que le dio mejor resultado. - Pero antes de empezar con la exposición de su autobiografía, de las tres etapas de su vida intelectual o de los tres tipos de métodos de investigación de la verdad, Descartes comienza la primera parte del Discurso, en los párrafos 1 y 2, haciendo referencia a la razón, lo cual constituye un síntoma claro de la gran importancia que esta facultad humana va a tener en la configuración de su pensamiento. Aquí, Descartes sostiene que la razón está, por naturaleza, distribuida equitativamente entre todos los hombres, y que, por tanto, las diferencias en el saber de las distintas personas, la diversidad de nuestras opiniones, sólo se deben al distinto uso que los hombres hacen de dicha facultad: se deben a los distintos caminos o métodos por los que los individuos dirigen su razón. Esto significa que la razón (que constituye la esencia del hombre) es una facultad neutra, que puede conducir tanto a la verdad como a la falsedad, según sea el camino por el que se la encarrile, según sea el método que siga; como neutra es también la otra gran facultad de nuestra alma: la voluntad, que, según el camino que siga, puede llegar al vicio o a la virtud. - Los párrafos 3-5 enlazan con el final de la primera parte, donde Descartes dice haber elegido el camino de la reclusión en sí mismo. Aunque aquí Descartes no habla explícitamente del método racional como el único correcto para llegar a la verdad, se está refiriendo implícitamente a él cuando dice que ha formado “un método” que le ha permitido aumentar gradualmente sus conocimientos hasta el máximo, un método que le ha dado grandes y buenos resultados a la hora de buscar la verdad. No obstante, Descartes reconoce que puede estar equivocado, que tal método no sea tan fructífero como él cree que es. A pesar de ello, afirma que su intención es sólo dar a conocer a los demás dicho método, “exponer”lo, “proponer”lo como un posible ejemplo a seguir, pero no imponerlo o 10 “enseñar”lo como algo obligatorio. Con estas palabras Descartes da muestras de su talante tolerante, abierto, liberal, frente al mundo de intolerancia religiosa (Inquisición) y política (absolutismo monárquico) en que vivía. Quizás también quepa interpretar estas palabras como una cautela del autor, a fin de prevenir que lo censuren aquellos a quienes el método no dé resultado. El carácter tolerante de Descartes también se muestra al final del párrafo 4, al decir que expone su tesis al juicio de los demás, y mostrarse dispuesto a aprender de los que no piensan como él. - En el párrafo 6, Descartes comienza a describir la que hemos denominado 1ª etapa de su biografía intelectual, que se extiende hasta el final del párrafo 13. . En el párrafo 6 se refiere a su ingreso en el colegio de los jesuitas de La Flèche, uno de los más célebres de Europa; al gran interés inicial que tenía por adquirir conocimientos claros y seguros, que le fueran útiles para su vida; y a lo defraudado que se sintió al terminar los estudios en dicho colegio, pues ve los errores que hay en los conocimientos adquiridos, y duda de la verdad de los mismos, lo que le hace caer en la cuenta de que en realidad no sabe nada, de que es un ignorante. Y ello a pesar de sus grandes esfuerzos7 y de que aquel colegio era uno de los más célebres de Europa. . En el párrafo 7, Descartes señala aspectos positivos de las ciencias aprendidas: Filología (“lenguas”), Historia (“fábulas”), Retórica, Poética (“poesía”), Matemáticas, Moral, Teología, Filosofía, Jurisprudencia, Medicina, Alquimia, Astrología (a estas dos últimas se refiere con las expresiones: “las más curiosas y raras”, “las más supersticiosas y falsas”, “malas doctrinas”). . En los párrafos 8-13, hace una crítica negativa de todas las ciencias, excepto de las Matemáticas, a las que valora “por la certeza y evidencia de sus razones”. - En los párrafos 14 y 15, Descartes se refiere a las que hemos denominado 2ª y 3ª etapa de su biografía intelectual, sobre todo a la 2ª. . Como consecuencia de la ignorancia a la que lo había conducido la etapa de sus estudios en el colegio de los jesuitas, Descartes decide alejarse de la escuela, de los preceptores, de los libros..., e “investigar en el gran libro del mundo”, en la realidad empírica: decide elaborar la ciencia a partir de la experiencia. Para conseguir tal objetivo, se dedica a viajar, a conocer gentes, costumbres y cosas de las más diversas condiciones. Pero al viajar, al alejarse de su país y observar las costumbres de los demás hombres, apenas encontró en ellas nada seguro, pues vio tanta diversidad como en las opiniones de los filósofos que había estudiado antes en la escuela, lo que también le hizo dudar de su verdad y considerarlas erróneas. . Como consecuencia de ello, deja de estudiar también en “el gran libro del mundo”, deja de recoger experiencias del mundo exterior, y decide recluirse en sí mismo, estudiar en sí mismo, construir la ciencia desde sí mismo, desde la razón. Y termina confesando que este método de la razón, del estudiar en él mismo, le dio mejor resultado que los dos anteriores. - Así pues, esta autobiografía intelectual de Descartes puede considerarse como la descripción de la superación del saber recibido (las diversas ciencias en que fue instruido) y de la propia experiencia (el estudio del “gran libro del mundo”): o como la descripción de la superación de dos métodos de conocimiento incorrectos; y, por tanto, como constatación de la necesidad de un nuevo método para llegar a la verdad: el método de la razón o método matemático, cuyas principales reglas nos resume en la parte II del Discurso. 7 Además de estudiar las ciencias que le enseñan los profesores, Descartes estudia por sí mismo otras, “las más curiosas y raras”, e.d., alquimia y astrología. 11 7.4. Segunda parte: principales reglas del método En la parte II, en la que Descartes también comienza haciendo referencia a datos autobiográficos, y cuyo núcleo viene constituido por la formulación de las cuatro principales reglas o preceptos del método (de la razón), podemos distinguir cuatro grandes puntos temáticos. - El primer punto temático estaría constituido por los datos autobiográficos a los que alude Descartes al principio del párrafo 1 (líneas 1-7), y tiene que ver con el ambiente adecuado para el nacimiento de la filosofía y con la concepción de esta disciplina. . En cuanto al ambiente adecuado para el surgimiento y desarrollo de la filosofía, los datos autobiográficos nos sugieren que dicho ambiente se caracteriza por la tranquilidad, ausencia de preocupaciones, y se encuentra en los países de clima frío, donde el invierno es muy largo y duro (como Alemania), lo que obliga a los ciudadanos a quedar recluidos en casa, sentados al calor de la “estufa”, reflexionando, pensando, filosofando... El largo invierno, el clima frío, que obliga a las personas a permanecer encerradas e incomunicadas en casa durante mucho tiempo, quizá sea una de las razones por las que Alemania (país de clima frío y largo invierno) constituya una de las grandes potencias filosóficas (sobre todo en el siglo XIX); y España, p.e., país de clima soleado y caluroso, que invita a las personas a salir a la calle a charlar sobre temas nada importantes, carezca de filósofos relevantes. . En cuanto a la concepción de la filosofía, aquí Descartes la concibe como monólogo, como producto de la razón individual, solitaria, subjetiva, autorreflexiva..., como tarea individual..., frente a otros filósofos (como Sócrates, Platón, Jaspers, Gadamer...), que la conciben como permanente diálogo, como producto de la razón social, solidaria, intersubjetiva, abierta a las razones de los demás sujetos...: como una tarea colectiva. “... invierno me retuvo en un alojamiento, donde al no encontrar conversación alguna..., pasaba todo el día solo y encerrado, junto a una estufa, con la tranquilidad necesaria para entregarme por entero a mis pensamientos”. - El segundo punto temático, que comprendería los párrafos 1-6, es el descubrimiento del principio de la unidad metódica de las ciencias (“obras”) y su aplicación en diversos ámbitos. Descartes, comparando las “ciencias” con las “obras” de arquitectura, ingeniería, legislación civil y religiosa..., saca la conclusión de que las ciencias construidas con un único método (lo mismo que las obras hechas por un solo hombre) son más perfectas que las elaboradas con varios métodos: las ciencias formadas poco a poco con diversos métodos no se acercan tanto a la verdad como los razonamientos que puede hacer un solo hombre (un único método) de buen sentido (razón). Esta idea básica de la unidad del método de las ciencias la apoya en varios ejemplos, que expone en el párrafo 1: los edificios y sus arquitectos, las ciudades y sus ingenieros, los pueblos y sus legisladores, la religión y su gobierno por Dios, las leyes de Esparta y su único legislador... Descartes identifica el verdadero método de las ciencias con la razón (con el método matemático), a la que opone el “azar”, la casualidad, los “apetitos”, el desorden, el sentimiento... Esta oposición de razón y sentimiento, orden y desorden, claridad y oscuridad..., equivale a la contraposición del neoclasicismo y del romanticismo. Por lo que respecta a la aplicación del nuevo y único método descubierto, Descartes no trata de imponerlo a los demás, no se propone reformar totalmente “lo público”: el Estado, las ciencias, las escuelas...; sino sólo reformar lo privado: sus propias opiniones y pensamientos adquiridos hasta entonces. De esta forma, Descartes, a diferencia de otros muchos hombres de “carácter inquieto y atropellado” que se ocupan de los asuntos públicos, quiere ser prudente, sensato, tolerante... 12 Además, la precaución le exige no rechazar por completo sus conocimientos aprendidos antes de tener preparado el nuevo método para adquirir otros más sólidos. El nuevo método habrá de tener las ventajas de la lógica, del análisis (de los geómetras) y del álgebra, pero ninguno de sus defectos. Descartes señala los defectos de la lógica, del análisis y del álgebra; pero también reconoce algunas ventajas en estos tres métodos (aunque no las enumera), y piensa que es necesario incorporarlas al nuevo método. ¿Cuáles son estas ventajas? - El tercer punto temático lo constituye la exposición de las cuatro principales reglas (o “preceptos”) del método en la segunda parte del párrafo 6 y en el 7: 1ª. Regla de la evidencia: no admitir como verdadero nada que sea dudoso; considerar verdaderas sólo las ideas claras y distintas. Por tanto, en esta regla se pone la evidencia como criterio de verdad: lo verdadero es lo evidente, y lo evidente es definido por las notas de claridad y distinción. Y una idea es clara y distinta cuando sus elementos componentes se pueden distinguir bien, y ella misma se puede diferenciar perfectamente de las demás ideas. A la hora de admitir como verdadera una idea hay que proceder con gran cautela, evitando el peligro de la precipitación o excesiva rapidez de admisión de la misma (que puede producir errores), así como el peligro contrario de prevención o excesiva reflexión (que puede retrasar mucho dicha admisión). De esta regla se deduce: 1º)que las cosas no nos son dadas en sí mismas, sino como ideas o representaciones mentales, a las cuales suponemos que corresponden realidades extramentales8; 2º)que Descartes concibe la verdad como “objetividad”: una idea es verdadera si tiene correlato real, un objeto al que referirse o representar. 2ª. Regla del análisis: dividir o descomponer las ideas complejas en las simples que las integran, ya que sólo estas últimas pueden ser evidentes y, por tanto, aptas para la intuición. 3ª. Regla de la síntesis: recomponer las ideas complejas mediante las simples que previamente se separaron de aquéllas. En este trabajo de recomposición o síntesis se debe proceder con orden, empezando por las ideas más simples y fáciles de comprender para avanzar gradualmente hasta las más complejas. Este proceso de síntesis es el contrario al de análisis. Esta regla nos recuerda la teoría platónica de la educación, según la cual la educación debe ser un proceso paulatino y progresivo de lo más simple a lo más complejo, de lo más concreto a lo más abstracto, de lo más material a lo más espiritual, de lo más fácil a lo más difícil... 4ª. Regla de la enumeración o revisión: hacer recuentos de las distintas ideas simples que integran las complejas para asegurarse de no haber omitido ninguna. Todas estas reglas se reducen a la de la evidencia: evidencia de cada uno de los componentes y evidencia del conjunto. Y esta regla de la evidencia se cumple sobre todo, según Descartes, en las matemáticas, en las demostraciones de los matemáticos, los cuales, partiendo de unas verdades evidentes, deducen otras que no son evidentes. Por consiguiente, la intuición de las verdades evidentes y la deducción son las dos operaciones fundamentales del método matemático o cartesiano. La intuición es la primera y fundamental operación del conocimiento: consiste en el conocimiento directo de la verdad evidente. La deducción es la intuición de la conexión existente entre una verdad evidente previamente intuida y otra que no lo es. 8 El material de conocimiento sólo son “ideas” y, por tanto, el criterio para determinar la verdad de las ideas no puede ser extrínseco, sino que debe ser interior a las ideas mismas. Así, la filosofía moderna debuta con Descartes como “idealismo”: incluye el mundo en el sujeto; transforma las cosas en ideas; con lo que un problema fundamental de la filosofía cartesiana será el de salir del sujeto, realizar el tránsito de las ideas a las cosas. 13 - El cuarto punto temático (párrafos 8 y 9) es el de la aplicación de las reglas: después de haber expuesto las cuatro principales reglas del método, Descartes afirma haberlas aplicado al conocimiento de las matemáticas (del análisis geométrico y del álgebra), y haber obtenido tan buenos resultados en la solución de los problemas de esas ciencias, que se decide a aplicarlas a todas las demás ciencias y, en concreto, a la filosofía, de la que las demás ciencias toman sus principios y en la que todavía no hay ninguno cierto y seguro. 7.5. Cuarta parte: aplicación del método a la filosofía En la parte IV del Discurso podemos distinguir cinco puntos temáticos: . Tras una breve y rápida alusión a sus primeras meditaciones metafísicas9,Descartes, . partiendo de la duda (metódica), llega: 1º) a una verdad o idea indudable, evidente (clara y distinta): el “pienso luego existo”; y 2º) a conocer la naturaleza o esencia del hombre, del yo. . Y, partiendo de la naturaleza del hombre (ser imperfecto -porque duda-; y pensante, que tiene la idea de lo infinito en su mente), llega a demostrar la existencia de Dios y a conocer la naturaleza de éste. . Y, partiendo de la existencia y naturaleza de Dios, llega a afirmar la existencia del mundo, de las cosas del mundo. - El primer punto temático comprendería las 6 primeras líneas del párrafo 1, en las que Descartes considera que, a diferencia de lo que ocurre en el campo de la moral o costumbres (leyes morales), en el campo de la epistemología no se puede poner como fundamento del conocimiento científico algo incierto, dudoso: en el ámbito epistemológico no cabe un fundamento incierto y, por tanto, provisional del conocimiento, como cabía una moral provisional en el ámbito de las costumbres o leyes morales, para seguir orientándose en la vida mientras no se encuentre un fundamento sólido de dichas leyes morales (excepciones de la duda universal). - El segundo punto temático comprendería el resto del párrafo 1 (desde la línea 7 hasta el final del mismo) y el 3, en los que Descartes expone ideas de epistemología o gnoseología. En el párrafo 1 se propone buscar el principio metafísico de las ciencias, buscar una primera verdad indudable, necesaria, que le sirva de fundamento a todas las ciencias, o a todas las demás verdades. Y, para conseguir esta meta, sigue el camino de la duda, de la duda de todo conocimiento en el que pudiera encontrar la más mínima sospecha de falsedad, hasta encontrar una verdad de la que le sea imposible dudar10. . Así pues, Descartes duda del conocimiento adquirido por los sentidos, y lo rechaza, porque basta con que nos hayan engañado una sola vez para que nos puedan engañar otras muchas. . Duda de los conocimientos matemáticos adquiridos en el colegio, y los rechaza, porque están llenos de errores, paralogismos... . Duda, en general, de todos los pensamientos tenidos hasta entonces, porque tales pensamientos se pudieron generar cuando estaba dormido. Pero este proceso de duda metódica de todo lo que me es dado por la experiencia o por la propia razón, conduce inevitablemente a una primera verdad indudable: la verdad de que yo, que dudo, o que pienso que todo es falso, existo, soy alguna cosa: “pienso luego existo” es la primera verdad 9 10 La metafísica de Descartes está expuesta sobre todo en sus Meditaciones metafísicas. De este proceso de duda se salvan las vedades reveladas y las leyes de la moral. 14 indudable11 , que no pueden destruir los más duros ataques de los escépticos; y, por tanto, el primer principio de la filosofía. Por lo que respecta al sentido del “pienso luego existo” hay que decir: 1º)es la intuición del hecho simultáneo del propio pensamiento y de la propia existencia; 2º)no es un silogismo, como podría parecer por su forma12, sino (como acabamos de decir) la intuición de la conexión necesaria entre mi pensar y mi existir; 3º)es una idea clara y distinta, una idea que se impone con evidencia, sin necesidad de ningún razonamiento; 4º)para Descartes, el término “pensar” tiene un sentido amplio: significa reflexionar, dudar, imaginar, sentir, querer...; 5º)es una idea innata, pues brota de un modo espontáneo de nuestra facultad de pensar al reflexionar. Por otra parte, la idea del “pienso...” no es totalmente original de Descartes, pues ya San Agustín había hecho un análisis existencial parecido a éste. En su obra titulada Ciudad de Dios dice: “¿Pues qué si te engañas? Si me engaño soy”. Y en otro lugar: “Si tú no existieras, en modo alguno podrías engañarte”. Pero Descartes es original al poner esta idea como punto de partida de la ciencia, como primera verdad, de la que se derivan todas las demás. En el párrafo 3, Descartes, después de descubrir mediante la duda la existencia del yo como cosa que piensa, formula el criterio general de toda verdad: la claridad y la distinción; eleva la idea del “pienso luego existo” a modelo de verdad, debido a la claridad y distinción de dicha idea. Esto significa que todas las ideas que sean claras y distintas, como la idea de la conexión de mi pensamiento y de mi existencia, son verdaderas, objetivas. A esta regla general de la claridad y distinción (evidencia) de las ideas como criterio de verdad de las mismas se vuelve a referir después Descartes en diferentes lugares (en la mitad de los párrafos 5, 7 y 8). - El tercer punto temático comprendería el párrafo 2. En él, Descartes, que empieza haciendo referencia a la duda (epistemología) como prueba de la existencia del yo, expone sobre todo ideas de su antropología o psicología: se refiere a la existencia de su “yo” o alma (“que yo era”, “que yo fuese”, “para ser”), y deduce la naturaleza o esencia (“lo que yo era”) del mismo: descubre que el yo es, y que es una substancia pensante, una cosa que piensa (res cogitans); por tanto, algo de carácter inmaterial, espiritual, con lo que no ocupa lugar alguno. De ello deduce que es enteramente distinto del cuerpo (el cuerpo es una substancia material, una res extensa), e incluso más fácil de conocer que él, porque del yo pensante tenemos un conocimiento directo, inmediato. La concepción del hombre que Descartes presenta en este párrafo es semejante a la de Platón, y en parte distinta de las de Aristóteles y Tomás de Aquino: Descartes, como Platón, concibe el hombre sobre todo como un yo o alma; además, concibe el alma como una substancia, y considera que la esencia del alma es el pensamiento; y el cuerpo es otra substancia distinta del alma, yuxtapuesta a ésta. Aristóteles y Tomás de Aquino también consideran al pensamiento como la esencia del alma, pero no conciben el alma como una substancia distinta del cuerpo, sino sólo como la forma del cuerpo; por lo que el alma y el cuerpo son dos coprincipios de la substancia que es el hombre (aquélla, el principio espiritual; éste, el principio material). De esto se deduce que, tanto para Descartes como para Platón, el alma puede existir sin el cuerpo, cuando se separe de él en el momento de la muerte; en cambio, según Aristóteles, el alma no puede existir separadamente del cuerpo, por lo que muere con éste. (Tomás de Aquino, por ser cristiano, tiene que admitir que el alma pervive después de la muerte del cuerpo). 11 12 La verdad de la existencia de mí mismo como ser pensante. El silogismo sería: 1.Todo el que piensa existe. 2.Yo pienso. 3.Luego yo existo. 15 - El cuarto punto temático (párrafos 4 y 5) versa sobre Dios: sobre la existencia y naturaleza de Dios (substancia infinita, perfecta). Por tanto, pertenece al ámbito de la teología. Por lo que respecta a la demostración de la existencia de Dios, Descartes emplea tres argumentos: . El primero es el argumento gnoseológico13, expuesto en las 18 primeras líneas del párrafo 4. Podría resumirse así: yo soy un ser imperfecto, limitado, porque dudo; por otra parte, yo pienso en algo más perfecto que yo, tengo en mi mente la idea de la infinitud, la idea de un ser más perfecto que yo; ahora bien, ¿de dónde me viene a mí la idea de la infinitud, de este ser más perfecto que yo? No puede provenir de la nada, porque de la nada no puede salir nada. Tampoco puede provenir de mí mismo, porque soy finito, imperfecto, y de ello no puede salir lo infinito y perfecto. Luego es necesario que haya sido puesto en mí por un ser más perfecto que yo, por un ser infinito, por Dios: luego Dios existe. . El segundo argumento es la prueba de la causalidad, expuesto a continuación del anterior. Podría resumirse así: como yo soy un ser imperfecto, es necesario que haya otro ser más perfecto, de quien yo he recibido lo que poseo; pues yo, por ser imperfecto, no puedo ser causa de mí mismo, no puedo recibir de mí mismo lo que poseo (si procediese de mí lo poco que en mí hay de participación en el ser perfecto, también hubiera podido tener todas las demás perfecciones que existen en Dios). Esta misma prueba de la causalidad la vuelve a formular Descartes al final del párrafo 4, aunque allí no sólo constata la imperfección del yo para reclamar a Dios como causa de la existencia, sino también la imperfección de otras criaturas. . El tercer argumento es el argumento ontológico de San Anselmo, que Descartes admite sin modificaciones y expone al final del párrafo 5 así: la idea de Dios como ser perfecto implica la existencia de ese ser perfecto: en dicha idea está comprendida la existencia de dicho Ser, como en la idea de triángulo está comprendido el que sus tres ángulos sean iguales a dos rectos (comparación incorrecta). Por lo que respecta a la naturaleza de Dios, Descartes se refiere a ella en la 2ª mitad del párrafo 4, en el párrafo 6, y al final del 7 y del 8. Descartes confiere a Dios los atributos de infinitud, eternidad, inmutabilidad, omnisciencia... (como los escolásticos); y, aunque reconoce la dificultad de la naturaleza humana para conocer la naturaleza divina (agnosticismo), está seguro de que en Dios no existe ninguna imperfección: ni la duda, ni la inconstancia, ni la tristeza, ni la corporeidad, ni la composición..., que existen en los seres humanos. Por otra parte, para Descartes, Dios (por ser “eternamente perfecto y verdadero”) es garantía de la verdad u objetividad de las ideas claras y distintas de los hombres: Dios es la garantía de que dichas ideas sean verdaderas, objetivas, e.d., tengan correlato real, objetos fuera de la mente humana que se correspondan con ellas. - En el quinto punto temático, que estaría expuesto al principio del párrafo 7, Descartes hace referencia a las “cosas” del mundo, a la existencia del mundo (no humano), la cual estaría garantizada no tanto por una “seguridad moral” (la costumbre de ver las cosas) ni por una 13 Un argumento semejante a éste se encuentra en San Agustín. El argumento gnoseológico coincide con el ontológico en partir de la idea de Dios en mi mente como ser infinito, perfecto (los dos son argumentos a priori). Se diferencian: el primero se pregunta por la procedencia de la idea de infinitud, mientras que el segundo se pregunta por la implicación o consecuencia de esa idea. 16 “certidumbre metafísica” (demostración racional), cuanto por la existencia de Dios: todas las cosas que concebimos muy clara y distintamente son verdaderas (objetivas, reales), porque proceden de Dios, que es un ser perfecto y, por tanto, no puede engañarnos poniendo en nosotros ideas falsas, sin correlato real. - En el párrafo 6, Descartes hace una crítica de la teoría del conocimiento “empirista” de los filósofos escolásticos: distinguiendo entre “sentidos”, “imaginación” y “entendimiento”, no está de acuerdo con que los sentidos sean el principio u origen de las ideas que tenemos en el entendimiento. Dice que la imaginación y los sentidos son facultades adecuadas para conocer las “cosas sensibles” o “materiales”, pero no para conocer lo que está por encima de aquéllas, es decir, las entidades inteligibles, como Dios y el alma. De ahí que, si resulta difícil o incluso imposible conocer estas últimas realidades, es porque se emplean unas facultades inadecuadas (la imaginación o los sentidos). Termina haciendo referencia al “entendimiento” o razón como suprema instancia para decidir la verdad o certeza de todos los conocimientos que nos proporcionen la imaginación y los sentidos. - En el párrafo 8 concluye que no debemos fiarnos de los sentidos ni de la imaginación, sino sólo de la razón, de la evidencia con que se presentan las ideas a la razón. De los sentidos no nos debemos fiar, porque comprobamos que en algunos casos nos engañan (“ictericia”, “astros y otros cuerpos muy lejanos”, tamaño del “sol”); tampoco de la imaginación, porque, aunque a veces sus representaciones son muy vivas y expresivas, carecen de evidencia. Sólo son verdaderas y nos debemos fiar de las ideas evidentes que capta la razón. Y el fundamento de la verdad de las ideas evidentes es Dios, que, por ser perfecto (y, en consecuencia, veraz), no puede engañarnos poniendo ideas falsas en nosotros. 17