Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén José María

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Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén
José María Blázquez Martínez
Antigua: Historia y Arqueología de las civilizaciones [Web]
P ágina mantenida por el T aller D igital
[Publicado previamente en: Oretania 2 1959, 83-90 (también en J.Mª Blázquez,
Religiones en la España antigua, Madrid 1991, 19-27). Editado aquí en versión digital
por cortesía del autor, bajo su supervisión y con la paginación original].
© José María Blázquez
Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén
José María Blázquez Martínez
Son los santuarios ibéricos enclavados en la provincia de Jaén, Collado
de los Jardines y Castellar de Santisteban, muy importantes por distintos
motivos. Ellos han proporcionado el mayor número de exvotos de bronce,
piezas importantes no sólo para conocer el trabajo de este metal en el
mundo ibérico, sino para solucionar otros muchos problemas relacionados
con los fieles que se acercaron a la divinidad en estos lugares de culto, tales
como el tipo de religiosidad, las formas de la indumentaria, las joyas,
armas, el tipo de peinado, etc. ... El santuario del Collado de los Jardines ha
suministrado 2.500 exvotos, y el de Castellar más de 2.000. La casi
totalidad de estos objetos se guardan en el Museo Arqueológico Nacional
de Madrid. Su técnica de fundición es la llamada a cera perdida, que es la
manera corriente de fabricarse los bronces votivos en la Hispania Antigua
(1). Fueron descubiertos estos santuarios en el presente siglo; J. Calvo y J.
Cabré (2) excavaron el santuario del Collado de los Jardines y R. Lantier
(3) el de Castellar de Santisteban. El primero se encuentra situado en uno
de los parajes más abruptos de Sierra Morena, en el término municipal de
Santa Elena. El santuario se encontraba dentro de un barranco, empotrado
entre colosales bloques de piedra, en los que hay excavadas varias cuevas,
la mayor de las cuales, de unos 50 metros de profundidad, formaba proba__________
(1) A. García y Bellido: Arte ibérico, en Historia de España. España prerromana. Madrid, 1954.
443 y ss.; J. Camón: Las artes y los pueblos de la España primitiva. Madrid, 1954, 834 y ss.
(2) J. Calvo y J. Cabré: Excavaciones en la Cueva y Collado de los Jardines (Santa Elena,
Jaén), en 3 JSEA, núms. 8, 16 y 22, 1917, 1918, 1919.— J. Martínez Santa-Olalla: Iberische
Bronzen aus Despeñaperros (Spanien), en JPEK, 1933, 82.— H. Obermaier: Altiberische
Votivbronzen, Pantheon, 1931, 251.
(3) R. Lantier: El santuario ibérico de Castellar de Santisteban, CIPP, 1917. Los exvotos de la
colección Richald, de Bruselas, proceden de estos santuarios. Cf. A. Arribas: En torno al arte
ibérico. Catálogo de la colección de exvotos ibéricos Richald, de Bruselas. Libro homenaje al C. de
la Vega del Sella. Oviedo, 1956.
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blemente el límite del recinto sagrado. Dentro de esta cueva en la actualidad
hay un manantial de agua que probablemente debió existir ya en la antigüedad. En la parte superior del barranco se halló el lote de exvotos mayor, colocados en una escombrera; otros se recogieron depositados entre las grietas
de las rocas. Este santuario debió sufrir una transformación en fecha no precisada, pues hay vestigios de dos edificaciones diversas; para la segunda se
aprovecharían los materiales de construcción de la primera, destruida tal vez
durante las campañas de Aníbal, o en las primeras guerras de la ocupación
de Roma.
El santuario de Castellar de Santisteban está igualmente enclavado entre
cinco cuevas naturales. La región es pobre en aguas; sin embargo, dos manantiales brotan en las inmediaciones. El santuario propiamente dicho debía
ocupar la tercera cueva, cuya extensión es de 25 metros de anchura por 15 de
profundidad. Enfrente de esta tercera cueva se hallaron los exvotos y las interesantes figuritas de barro mezcladas con objetos de todo género.
El santuario del Collado de los Jardines es el que ha ofrecido el conjunto
más variado de exvotos. En ellos están representados fieles de todas clases:
mujeres, varones, guerreros, etc. Las damas adoptan una actitud de ofrenda o
de súplica, o posturas indiferentes. Las primeras visten túnica larga y ceñida
que llega hasta los pies, que van descalzos. El vestido lleva generalmente escote triangular y manga corta. Algunas sostienen el vestido con tirantes fusiformes, cruzados en el pecho y en la espalda. El cabello va descubierto y algunas damas le llevan recogido en trenzas que descienden por el pecho. Los
brazos se encuentran doblados delante del cuerpo, con las palmas de las manos abiertas. En las que tienen una actitud oferente no se puede precisar bien
de qué clase de ofrenda se trata; probablemente eran frutos naturales (4).
Otras damas ofrecen en sus manos palomas, ofrendas estas últimas muy importantes, ya que en una pintura de un vaso ibérico procedente de San Miguel de Liria (5), se tiene a una dama presentando una paloma a un personaje
ithyphálico, que probablemente es un numen, gemelo de los representados
en Minateda y en la Cueva de los Letreros (6). También en este santuario las
damas, algunas veces, llevan vasos para las libaciones, como las del Cerro de
los Santos y los exvotos de Cerdeña (7).
Las damas en actitud de súplica llevan los brazos, ya caídos a lo
__________
(4) F. Álvarez-Ossorio: Catálogo de los exvotos de bronces ibéricos. Madrid, 1947, láminas IIII. XXV-XXVI, núms. 169, 171, 174; XXVIII, núms. 182-185.
(5) CVH: Liria, lám. LIII, fig. 51.
(6) H. Breuil: Les peintures rupestres schématiques de la Péninsule Ibérique. Lagny, 1935, IV,
lám. IX, figs. 3, 17-18, 26, 48 y ss.
(7) C. Zervos: La civilisation. de la Sardaigne. Paris, 1954, passim. — A. García y Bellido: Op.
cit., figs, 378-384, 387-398.
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largo del cuerpo con las palmas de las manos abiertas hacia adelante,
bien sobre el pecho presentando las palmas de las manos abiertas sobre
él, bien en una postura mezcla de las dos anteriores. Sin embargo, la
mayoría de los exvotos femeninos no presentan actitud determinada
alguna. Estas tres actitudes se registran igualmente en los exvotos de varones, bien testimoniada en unos y otros en los exvotos que guarda el
Exvoto femenino ibérico.
Santa Elena. Museo Arqueológico Nacional
Exvoto masculino ibérico
(guerrero). Santa Elena. Museo Arq. Nacional.
Museo de Linares. Abundan los bronces en que los hombres aparecen
desnudos completamente con el sexo resaltado; un pequeño número de
exvotos representan guerreros con armas, infantes o jinetes. En estos
santuarios hay un tipo de exvoto muy interesante desde el punto de vista de
la religiosidad de los fieles; ellos señalan la función que tenían los númenes que presidían estos lugares sagrados, de ser genios benéficos y el
carácter verdadero de la religión ibérica, su carácter práctico y el exclusivo
de la devoción ibérica, consistente en entrar en contacto con lo
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luminoso para obtener favores tangibles. Estos exvotos representan miembros del cuerpo humano, piernas, brazos, manos, ojos, dentadura, pechos, órganos sexuales, pies, etc. (8). Este tipo de exvoto era frecuente en el santuario de Asklepios, en Epidauro (Grecia), uno de los más famosos de la antigüedad. En la época romana, los fieles de la Gallia arrojaban exvotos parecidos a las fuentes que poseían virtudes medicinales (9).
Los exvotos que representan animales no son raros en estos santuarios.
Generalmente, los animales representados son domésticos (10).
Estos animales no representan sacrificios, ya que en los santuarios
ibéricos, al contrario de lo que sucedía en los de Cerdeña (11), no había sacrificios, salvo quizás el de palomas (12); son animales íntimamente ligados a los fieles; tal vez se trata en estos exvotos de animales enfermos,
como insinúa el profesor A. García y Bellido.
A los númenes que presidían estos recintos sagrados, se les podía ofrecer la representación de cualquier objeto del uso de los fieles; este hecho
explica entre los exvotos la presencia de falcatas, clavos, agujas, pinzas,
sortijas, escudos, cadenas, etc. ... Probablemente los fieles más pobres ofrecerían estas piezas cuando no podían pagar un exvoto.
La peculiaridad de algunas de esta clase de piezas procedente del santuario de Castellar de Santisteban, radica en el material de que están fabricados: barro. El estado de conservación de estos objetos es pésimo, debido
a él. Abundan las cabezas sueltas conservadas que se emparentan por su estilo con las terracotas púnicas de las Baleares y con las recogidas por Gratiniano Nieto en la necrópolis de Verdolay. Algunas de estas terracotas son
de época helenística; otras deben datarse ya en época romana.
Cronología de estos santuarios.— Los investigadores que excavaron
estos santuarios los fecharon en un período comprendido entre el siglo V a.
C. y el año 133 a. C. Propusieron la fecha de los siglos IV-III
para el santuario del Collado de los Jardines. Mélida, apoyado en los
rasgos arcaizantes de muchos exvotos, la colocó en el siglo IV. Lantier
creyó que el santuario de Castellar era ya frecuentado en la segunda mitad
del siglo V a. C., siendo los siglos IV y III a. C. el período de máximo
florecimiento. García y Bellido ha tendido siempre a rebajar las fechas
propuestas para estos santuarios, apoyándose en el material romano
encontrado en ellos. Este investigador ha propuesto para el santuario de
__________
(8) En el Museo de Linares existen exvotos procedentes del Santuario del Collado de los
Jardines que representan piernas y ojos,
(9) C. Vaillat: Le culte des sources dans la Gaule antique. Paris, 1932, passim.
(10) E. Jiménez: Ampurias, V, 1943, 35 y ss.
(11) R. Pettazzoni: Le religione primitiva en Sardegna. Piacenza, 1912, passim.
(12) En el Museo de Linares hay un exvoto representando una paloma.
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Castellar de Santisteban los siglos comprendidos desde el IV ó III a. C. y el
I. La cronología del Collado de los Jardines la sitúa entre el siglo I antes de
Cristo y los comienzos del siglo II d. C. (13). Kühn fecha los caballitos
recogidos en el santuario del Collado de los Jardines entre los años 400 y
300 a. C., fecha que propone para los restantes exvotos (14). Los bronces
ibéricos serían un siglo posteriores a sus gemelos de Etruria, fecha que tal
vez sea muy aceptable, pues la mayoría de las actitudes de ellos aparecen registradas con paralelismos impresionantes en Etruria (15). Martínez SantaOlalla, por el contrario, coloca el comienzo de los grandes santuarios ibéricos en el período que él llama Hierro Ibérico II A, fecha que sitúa entre 350
a. C. y el comienzo de la romanización (16). Arribas, al estudiar los exvotos
jiennenses de la Colección Richald, admite que estos bronces con seguridad
alcanzaron el cambio de Era y que seguramente pervivieron durante el Imperio Romano. Semejante es la fecha propuesta por Pia Laviosa; Bosch y
Pericot vuelven a la fecha tradicional. Probablemente, como observa Pericot
(17), con la ocupación romana, el tipo de exvoto cambia, los santuarios se
empobrecerían; en vez de figuritas se preferirían los grandes alfileres de
bronce, las lámparas de barro cocido y las figuritas de carácter alejan_________
(13) A. García y Bellido: Algunos problemas de arte y cronología ibéricos, en AEArq, 50,
1943. 78 y ss.
(14) E. Kühn: Die Kunst Alteuropas, lám. 96, 119 y ss.
(15) J. Martínez Santa-Olalla: Nuevo bronce ibérico del Santuario de Despeñaperros (Jaén),
ACFABA, II, 1934. Bosch Gimpera ha tendido siempre a señalar una influencia en los exvotos ibéricos
de Grecia, más bien que de Etruria (Relaciones entre, el arte ibérico y el griego, APL, I, 1928, 163 y ss.
Die iberische und keltiberiscke Kunst, HdA, VI, 2, 413). Sin embargo, muy probablemente cada vez
hay que mirar más hacia Etruria como posible zona de prototipos para multitud de fenómenos de
nuestro arte. (Cf. P. Bosch Gimpera: Beziehnngen der iberischen zur griechischen Kunst,
Fünfundzwanzig Jahre römische-germanische Kommission, 1930, 82 y ss.— R. Lantier: Bronzes votifs
ibériques, JPEP, VII, 1930. 38 y ss. A. García y Bellido: Las relaciones entre el arte etrusco y el ibero,
AEAA, VI, 1931, 119 y ss.) A las piezas citadas por este autor hay que añadir otras, como la sirena de
Rafal del Toro (Menorca) (A. García y Bellido: Hispania Graeca, Barcelona, 1948. lám. XXIX, 95 y
ss.), un casco de la Ría de Huelva (H. Hencken: Fragmentos de casco de Huelva, Ampurias, XVIIXVIII. 1955-56, 224 y ss.), un bronce inédito de Molinero y varios Kylix hallados recientemente por
Almagro en Ampurias.— A. Blanco: El vaso de Valdegamas (Don Benito, Badajoz) y oíros vasos de
bronce del Mediodía español, AEArq., 88. 1953, 235 y s.; Idem: Orientalia. Estudios de objetos
fenicios y orientalizantes en la Península, ABArq., 93-91, 1956, 3 y ss.; Idem: Exvoto con escena de
sacrificio. Rev. Guimarães, LXVII, 1957, 499 y ss.; Idem: El tesoro Bedoya, CEG, XXVIII, 1954, 161
y ss.—A. García y Bellido: Materiales de arqueología hispano-púnica: jarros de bronce, AEArq., 9394, 1956, 85 y ss. Hay figuras ibéricas como la de Santiago de la Espada (J. Cabré: El tesoro de
orfebrería de Santiago de la Espada (Jaén), AEArq., LIII, 1943, 347 y ss.) que parecen un calco de un
bronce etrusco (M. Pallottino: Etruskische Kunst, n. 66). Compárense también los exvotos jienenses
que representan damas con palomas con algunas figuras de bronce etruscas (S. Cles. Reden: Les
etrusques, 1955, núms. 31-321). Sin embargo, sobre la influencia de Etruria sobre Iberia no se puede
hablar en los términos de Schulten (Los tirsenos en España, Ampurias, II. 1940, 33 y ss.).
(16) J. Martínez Santa-Olalla: Esquema paletnológico de la Península Hispánica. Madrid.
1946, 94 y ss.
(17) L. Pericot: Historia de España. Barcelona. 1942, 288.
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José María Blázquez: Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén
drino. Maluquer, por su parte, remonta la fecha inicial de estos bronces al
siglo V a. C. (18).
Interpretación de la religiosidad ibérica.—Probablemente en estos
santuarios no existía un sacerdocio organizado; el tipo de vida de la Hispania antigua no era el más acomodado a ello. En las fuentes clásicas no se
encuentran citas referentes a sacerdotes. Los santuarios estarían al cuidado
de una especie de «sacristanes» que serían los encargados de limpiar los recintos sagrados y de depositar, de tiempo en tiempo, los exvotos en grietas
o zanjas. Los fieles actuarían directamente ante los númenes, no por intermedio de segundas personas, sino personalmente.
Los santuarios ibéricos no son templos propiamente dichos, sino construcciones semejantes a los «tesauroi» griegos, cuya finalidad sería el almacenar durante algún tiempo a los exvotos. Los santuarios ibéricos de
Castellar de Santisteban y Collado de los Jardines, como el del Eremitorio
de Nuestra Señora de la Luz, en Murcia, están enclavados en cuevas, junto
a fuentes y en parajes abruptos. En cuanto a la situación de los santuarios
ibéricos se observan las mismas tendencias que en la religión bereber o en
la Cerdeña (19). La situación de los lugares sagrados no se fijan según las
reglas de elección de las ciudades, sino en función de condiciones naturales
particularmente favorables a la manifestación de lo sagrado.
La religión ibérica seguramente desconoció en los santuarios ibéricos el
sacrificio de víctimas, salvo quizás el de palomas. En este aspecto, la
religión púnica, pese al tiempo de dominación cartaginesa, en la que existía
toda clase de sacrificios, incluso los humanos, singularmente de niños, no
influyó sobre la ibérica (20). La ofrenda sería el propio exvoto, en el que el
devoto trata de perpetuar su presencia ante el numen.
En los bronces ibéricos no hay ninguno que represente a los dioses propios de esta religión. En los exvotos etruscos, gemelos muchos en actitudes
y técnicas a los ibéricos, cuando representan dioses determinados, llevan
sus atributos (21). De los exvotos de Cerdeña, tampoco Pettazoni admite
que representen deidades (22).
Del hecho de que los santuarios ibéricos jiennenses estén situados
junto a manantiales de agua se deduce que, al igual que en la religión de
Cerdeña y en la bereber, las aguas representaban un papel importante en la
religión ibérica. Las aguas eran uno de los medios por los que
__________
(18) J. Maluquer: Una figura de guerrero, con espada al hombro, procedente del castro del
cerro del Berrueco (Salamanca), Rev. Guimarães, LXII, 1952, 241.
(19) C. Zervos: Op. cit., passim.
(20) C. Picard: Les religions de l'Afrique antique. Paris, 1954, 154.
(21) M. Pallottino: Etruskische Kunst, lám. 66, 146; 85, 149.
(22) R. Pettazzoni: Op. cit., 37 y ss.
José María Blázquez: Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén
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los dioses fenicios manifestaban su poder maravilloso; en la religión
bereber lo sagrado reside frecuentemente en las aguas. Posiblemente en la
religión ibérica, como en la de Cerdeña, el agua era un medio terapéutico y
mágico al mismo tiempo (23).
Los santuarios ibéricos estarían consagrados muy probablemente a númenes locales, de los que para el ibero el factor verdaderamente importante
no era su figura, sino su función. En este aspecto los exvotos que representan miembros del cuerpo humano son de una importancia suma, pues gracias a ellos es posible conocer la función de estos númenes. Los genios ibéricos debían ser similares a las deidades africanas, de las que Picard asegura que eran fundamentalmente las dispensadoras de la fecundidad (24). La
religión ibérica, como parece deducirse del tipo de exvoto, es una religión
de un gran pragmatismo; el ibero busca ante todo en el culto una utilidad
práctica. Estaría muy cercana de la etrusca primitiva (25), de la romana de
la época de los reyes (26) y de la bereber. Los iberos, como los bereberes,
no fueron capaces de elevarse sobre las concepciones más simples de la divinidad. Exactamente el mismo fenómeno se observa en Etruria, donde la
concepción de seres sobrenaturales guarda siempre una cierta imprecisión
en lo tocante al nombre, a sus cualidades y a sus formas (27). En los santuarios ibéricos no hay asimilación a ningún dios griego o romano. Seguramente el hecho de que tres santuarios ibéricos estén situados junto a cuevas
y junto a fuentes, es pervivencia de un período cultural anterior. Los genios
ithyphalicos de Minateda y de la Cueva de los Letreros están pintados en
parajes parecidos. Sin embargo, la religión ibérica sufrió una influencia de
las religiones mediterráneas, no sólo en la presencia de edificios, sino en
cuanto a aspectos exteriores del culto: empleo de exvotos. Las actitudes de
éstos se encuentran en todo el Mediterráneo, tanto en la zona de influencia
semita, Chipre y Baleares, como en Etruria, Grecia y Cerdeña.
La religión ibérica tuvo un gran conservadurismo no sólo en no dejarse
influir por las divinidades de los pueblos colonizadores, sino en no darse
fenómenos de sincretismo en los santuarios. En cuanto a los exvotos, los
artistas ibéricos no sólo no modifican los temas recibidos, sino que les dan
un carácter estático, repitiendo los modelos arcaicos, consagrados por la
tradición y copiándolos hasta el infinito por falta de iniciativa.
__________
(23) R. Pettazzoni: Op. cit., 320 y ss.
(24) C. Picard: Op. cit., 14 y ss.
(25) Clemen: Die Religion der Etrusker. Bonn, 1936, passim,
(26) C. Bailey: Phases in the Religion of Ancient Rome. Oxford, 1942, 5 y sgte.
(27) M. Pallottino: Le civilisation étrusque. París, 1949, 160.
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José María Blázquez: Los santuarios ibéricos de la provincia de Jaén
Camón (28) ha creído descubrir influencias célticas en la religión ibérica y en los exvotos que él llamaría celtibéricos, más bien que ibéricos. Sin
negar un fuerte influjo celta sobre la zona ibérica, que se apunta en multitud de datos: en la forma de las tumbas (29); en las espadas de Almedinilla
las empuñaduras pueden ser muy bien debidas a influjos celtas; en el umbo
de la pátera de Perotitos (30); en nombres de algunos caudillos iberos como
Indibil y Mandonio o el castulonense Cerdubelo, son celtas (31); los celtíberos aparecen como aliados de ellos o de Edeco, etc. ... (32). Sin embargo,
los bronces ibéricos no acusan influencias célticas algunas; obedecen a
prototipos mediterráneos, griegos o etruscos. La forma de religiosidad ibérica se emparenta con la de Cerdeña, la bereber y la etrusca primitiva, no
con la céltica. Magníficamente Maluquer (33) ha señalado la diferencia
específica entre ambos bronces y ambos tipos de religiosidad: «los bronces
que podemos denominar ibéricos son normalmente de tipo personal, recuerdos de una curación o favor especial alcanzado o deseado de la divinidad a la que se ofrece. Por el contrario, los bronces célticos representan hechos colectivos, procesiones, actos de sacrificios, festividades, cultos, es
decir, representan una idea distinta de aquéllos. Los ibéricos son en esto
exactamente análogos a los exvotos de los santuarios griegos, sicilianos o a
los de la propia Grecia».
Los exvotos del área celta peninsular, tales como el carrito de Guimarães (34) confirman la afirmación de Maluquer, al igual que las fuentes literarias antiguas que hablan de sacrificios colectivos en el resto de la Hispania no ibérica (35).
__________
(28) J. Camón: Op. cit., 774. 836 y ss.
(29) E. Cuadrado: Una interesante tumba ibérica de la necrópolis del Cigarralejo, APL, III,
1952. 117 y ss.; Idem: Las tumbas ibéricas de empedrado tumular y la celtización del Sudeste, CAN, II,
247 y ss.; Idem: La cerámica ibérica tosca de collar con impresiones y su origen céltico, CAN, II, 269.
(30) A. García y Bellido: Esculturas romanas de España y Portugal. Madrid, 1949, lámina
344, 469 y ss.— A. Blanco: Cabeza de un castro de Narla, CEG, XXXIV, 1956, 178 y ss.
(31) A. Tovar: A propósito del vasco "mando" y "behz" y los nombres Mandonio e Indibil.
Homenaje a D. Julio de Urquijo e Ibarra. San Sebastián, 1949, I, 109 y ss.
(32) J. M. Blázquez: El legado indoeuropeo en la Hispania romana. I Symposium de Prehistoria Peninsular.
(33) Rev. Guimarães, 1952, 242.
(34) M. Cardozo: Carrito votivo de bronce del Museo de Guimarães (Portugal), AEArq., 62,
1946, 1 y ss.
(35) J. M. Blázquez: La religiosidad de los pueblos hispánicos vista por los autores griegos y
latinos. Emerita, XXVI, 1959, 79 y ss. Una síntesis de la religiosidad de la Hispania antigua en J. M.
Blázquez: Aportaciones al estudio de las religiones primitivas de España, AEArq., 95, 1957, 15 y ss.
La teoría de Camón tiene un precedente en J. Martínez Santa-Olalla (Esquema, 97). Creemos,
siguiendo a Maluquer, que en el primer milenio antes de Jesucristo, aunque con mutuas y profundas
interferencias, hay que distinguir en Hispania dos zonas distintas: la ibérica y la céltica.
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