Capítulo IV ¿Cómo podemos mejorar la actual Constitución? La manera en que los países se organizan, puede tomar muchas formas que son adecuadas desde el marco de derechos humanos, en atención al derecho de la autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, hay algunos principios generales que deben respetarse, cualquiera sea la opción que definan los ciudadanos y ciudadanas, y que se refieren a la participación democrática y el respeto a los derechos humanos. Proceso constituyente de la CPR de 1980 En la historia política de Chile han existido 2 Reglamentos Constitucionales (1812 y 1814) y 6 Constituciones (1823, 1826, 1828, 1833, 1925 y 1980). La Constitución de 1980 comenzó a regir en forma transitoria a partir del 11 de marzo de 1981 y en forma plena el 11 de marzo de 1990, con el retorno a la democracia tras el quiebre democrático de 1973. Esta Constitución tuvo su origen en tres órganos: la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución (CENC), el Consejo de Estado y la Junta de Gobierno. La CENC, más conocida como Comisión Ortúzar por el abogado que la presidía, estaba conformada por 9 miembros, y comenzó a funcionar en 1976 en la elaboración de un anteproyecto. Dicho documento fue revisado por el Consejo de Estado y la Junta de Gobierno, dado que el Congreso había sido suspendido de sus funciones. El documento fue aprobado el 8 de agosto de 1980 y sometido a ratificación mediante plebiscito el 11 de septiembre de ese mismo año. La legitimidad de dicho plebiscito ha sido ampliamente cuestionada, dado que no existían registros electorales y se desarrolló en un sistema de fuertes restricciones a los derechos de libertad de expresión, información y reunión1, que no dieron posibilidades de hacer campaña para la oposición, y en un contexto en que no se garantizaba condiciones mínimas del ejercicio de este derecho, como el control de “la coacción indebida que pueda desvirtuar o inhibir la libre expresión de la voluntad de los electores”.2 Por ello, como recalcan Garretón y Garretón3 no hay real consenso sobre su legitimidad de origen, su contenido ni sobre si representa o no la voluntad del pueblo chileno. 1 CDH, Observación General N°25, párr.25 CDH, ibid., párr.19 3 GARRETON M, MANUEL ANTONIO y GARRETON, ROBERTO. La democracia incompleta en Chile: La realidad tras los rankings internacionales. Revista de ciencia política (Santiago) [online]. 2010, vol.30, Nº 1, p. 118. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-090X2010000100007&script=sci_arttext 2 Sin embargo, es importante destacar que desde su creación la Constitución de 1980 ha sido objeto de 33 reformas constitucionales, que introdujeron más de dos centenares de modificaciones. Organización del Estado en la actual constitución a) Organización funcional del Estado, bajo separación de poderes y sus controles Para cumplir con sus obligaciones de orden jurídico y satisfacción de las necesidades públicas, el Estado chileno se ha organizado constitucionalmente reconociendo e implementando sus acciones mediante los tres poderes en que se encuentra dividido: ejecutivo, legislativo y judicial. El Poder Ejecutivo es el encargado de administrar el Estado, y bajo un régimen presidencialista como el que define la Constitución, es la figura del o la Presidente/a de la República quien ejerce las funciones de gobierno y las funciones administrativas, definiendo las políticas y prioridades en materias como la educación, la salud, el orden interno, la conducción económica, la defensa nacional, entre otras. Asimismo ejecuta y vela por el cumplimiento de las leyes aprobadas en el Parlamento, atiende los asuntos de la política interna y conduce al país en la política internacional. El Poder Legislativo en Chile está representado por el Congreso Nacional de Chile o Parlamento, que está compuesto por una Cámara de Diputados y un Senado. El Congreso Nacional tiene entre sus principales objetivos, ejercer la representación de la ciudadanía, concurrir a la formación de las leyes con el Presidente/a de la República y fiscalizar los actos del gobierno. Tanto la autoridad presidencial como los parlamentarios son elegidos por medio de un sistema de sufragio directo, es decir, los y las ciudadanas votan por los y las candidatas que les parecen más cercanos/as a sus intereses, sin la delegación de esa función en terceras personas. El Poder Judicial es el encargado de aplicar las leyes. Actualmente, la tarea de administrar Justicia es ejercida a nivel nacional por más de 809 jueces/as especializados en diversas materias como Menores, Trabajo, del Crimen y Civil, quienes tienen la facultad de resolver las causas civiles y criminales, y de hacer ejecutar lo juzgado. Además, las partes que van a juicio pueden recurrir a una revisión del fallo del tribunal en una segunda instancia (Corte de Apelaciones) e inclusive, a una tercera, llegando hasta el más alto tribunal: la Corte Suprema. Las máximas autoridades de este Poder no son elegidas por voto popular, sino por un mecanismo de designación en el que participan los otros dos poderes. Además, existen los Organismos autónomos del Estado, que se caracterizan por su autonomía jerárquica, pues no dependen directamente de ninguna autoridad de gobierno, por lo mismo, son descentralizados y cuentan con patrimonio propio, lo que los hace también financieramente autónomos. En general, asesoran y supervigilan al Estado en materias específicas, como el sistema de votaciones (Tribunal Calificador de Elecciones –TRICEL–), el uso adecuado de los recursos públicos y de las funciones administrativas que se desarrollan en el Estado, así como la transparencia y probidad en el ejercicio de la función pública (Consejo de Defensa del Estado, Banco Central; Contraloría General de la República y Consejo para la Transparencia), la persecución penal y la protección de las víctimas (Ministerio Público), y el resguardo y cumplimiento de las obligaciones de derechos en el territorio nacional (Instituto Nacional de Derechos Humanos) y de derechos vinculados los derechos de libertad de opinión e información (Consejo Nacional de Televisión). Esta división de funciones dentro del Estado permite garantizar el principio de la división de poderes y su mutuo control. b) El sistema de representación de la ciudadanía resguardado constitucionalmente La Constitución confiere ciudadanía y el poder de participación política a toda la población mayor de edad de nacionalidad chilena y que no se encuentren cumpliendo una pena aflictiva (igual o superior a tres años y un día de privación de libertad) o que no haya sido condenado por delitos terroristas o de narcotráfico. Así también solo se reconocen limitaciones de educación y edad para ser candidato a la presidencia o al parlamento, a lo que se suman la descripción de ciertas inhabilidades e incompatibilidades, que no solo refieren a la mantención de la independencia entre los poderes, sino que incluye a dirigentes vecinales o gremiales y sindicales, lo que tiene efectos sobre la capacidad de representar intereses de las organizaciones sociales y de la población en general (PNUD, 2015:213)4. Junto con ello, el reconocimiento de partidos políticos y su limitación sobre su capacidad monopólica sobre la participación ciudadana, que hace la Constitución, se ve reducida por las regulaciones que establecen las leyes orgánicas constitucionales que rigen el funcionamiento de los partidos políticos y la participación electoral de la ciudadanía, dado que las exigencias que se establecen para formar partidos nuevos 5 o presentar 4 PNUD (2015), Informe de Desarrollo Humano en Chile 2015. Los tiempos de la polarización. La Ley 18603, ley orgánica constitucional de partidos, en su art. 6, fija un mínimo de inscritos equivalente al 0,25% del “electorado que hubiere sufragado en la última elección de Diputados en cada una de las 5 candidaturas independientes que puedan alcanzar representación parlamentaria ha sido muy alta, y por tanto, no todos los intereses ciudadanos quedan debidamente representados, ni cuentan con los mecanismos de financiamiento6 y difusión pública7 suficiente como para poder hacer oír su voz. Sin embargo, la Constitución reconoce a través de su ley orgánica constitucional de votaciones populares y escrutinios, una división territorial y una proporcionalidad en la elección de representantes bajo este factor, no así para otros elementos que garanticen la participación de otras diversidades de intereses colectivos, como el de los distintos pueblos indígenas. En Chile, el régimen democrático es representativo. Una vez elegidos los representantes al poder legislativo y las autoridades de gobierno nacional o comunal, son ellos/as quienes tomas las decisiones a nombre de la ciudadanía que los eligió. La Constitución y las leyes orgánicas respectivas, no contemplan mecanismos de control ciudadano que permitan la rendición de cuentas por parte de estas autoridades. No existen mecanismos de revocatoria de mandato, por lo que los/as representantes solo serán removidos/as de su cargo si son desaforados/as y deben comparecer ante tribunales, por algún delito. Esto es especialmente relevante, si se considera que la iniciativa de ley en Chile solo puede ser promovida por el Gobierno (a través de proyectos presentados al Congreso bajo la modalidad de mensaje) o por los propios parlamentarios (proyecto que son conocidos con el nombre de moción). Si bien la Constitución reconoce el “derecho de presentar peticiones a la autoridad, sobre cualquier asunto de interés público o privado, sin otra limitación que la de proceder en términos respetuosos y convenientes”8, la iniciativa legislativa o iniciativa popular de ley no está contemplada en el proceso de elaboración de una ley. Por otra parte, el procedimiento de reforma de la Constitución se encuentra regulado en el Capítulo XV del texto constitucional, el cual establece que la modificación de la Constitución ha de seguir los mismos procedimientos establecidos para la tramitación de una ley, es decir, el/la Presidente/a o cualquier parlamentario/a presenta un proyecto de Regiones donde esté constituyéndose, según el escrutinio general practicado por el Tribunal Calificador de Elecciones”. Ley 18700, Ley Orgánica constitucional de votaciones populares y escrutinio, en su art. 10, fija en el 0,5% de la cantidad de sufragantes del distrito electoral o circunscripción senatorial de la última elección, el número de patrocinantes para una candidatura independiente. 6 Ley 19884.art.14 Tratándose de candidatos independientes, se prorrateará entre todos ellos un monto similar al que le corresponda al partido que hubiere obtenido en esa elección el menor número de votos. 7 Ley 18700, Ley Orgánica constitucional de votaciones populares y escrutinio, art. 31. 8 CPR, art. 19.14 reforma, el cual ha de ser aprobado por ambas Cámaras y firmado por el/a Presidente/a. Sin embargo, en el caso de los/as parlamentarios/as, no pueden proponer cualquier tipo de reforma, como por ejemplo crear nuevos servicios públicos. Una cuestión importante a considerar para la realización de reformas constitucionales son los quórums de aprobación, y la posibilidad de plebiscitos. En nuestro país, para modificar la Constitución se requiere el voto favorable de tres quintas partes de los diputados/as y senadores/as, es decir, 72 diputados/as (de 120), y 23 senadores/as (de 38). Sobre estas ideas, resulta sustantiva la reforma al sistema binominal que se efectuó el 27 de abril del 2015, que buscaba mejorar la representatividad territorial y poblacional; así como la nueva ley de cuotas para asegurar que las mujeres sean parte activa de la política nacional. A partir de las próximas elecciones los partidos deberán presentar un 40% de candidatas, de manera de ir eliminando las barreras socioculturales que limitan la posibilidad de las mujeres de ejercer cargos de representación pública. c) Apego a la legalidad La actual Constitución señala que “los órganos del Estado deben someter su accionar a la Constitución y a las normas dictadas conforme de ella” y que “actúan válidamente […] dentro de su competencia y de la forma que prescriba la ley”. Incluso se establece que si un acto se ejecuta “en contravención a esta disposición es nulo y originarán las sanciones que la ley señale”. Este reconocimiento es coherente con el principio de legalidad establecido en los estándares internacionales de derechos humanos. Resguardo de derechos humanos en la actual Constitución Chile ha reconocido y se ha sumado al derecho internacional desde la Constitución de 1925 que rigió hasta 1973; firmó tratados clave como el de San Francisco, que lo hizo miembro de la ONU, incluso participó en el equipo redactor de la Declaración universal de Derechos Humanos y firmó y ratificó los dos Pactos de la Carta Internacional de los Derechos Humanos en dicho periodo. Luego de la recuperación de la democracia, comenzó un proceso de reformas a la Constitución de 1980, para incorporar los derechos humanos que se encuentran consagrados en los instrumentos internacionales del Sistema Universal e Interamericano de Derechos Humanos, que había ratificado previamente, y a los que fue sumando desde entonces 1989. Dichos tratados cobran vigencia en nuestro país a partir del artículo 5 inciso 2 de nuestra Constitución Política, introducido mediante una reforma constitucional el año 19899, el que establece que “el ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. De esta manera, la Carta fundamental reconoce que los derechos humanos, que limitan el ejercicio del poder, se encuentran en la Constitución y también en los tratados internacionales ratificados y vigentes. Pese a este reconocimiento y a las múltiples modificaciones y reformas que ha tenido la Constitución, siguen habiendo importantes déficit en materia de derechos humanos a los que urge atender. a) ¿Cuál es el peso de los tratados en nuestro país? Una vez que un tratado es firmado por el o la jefe/a de Estado, éste propone al Congreso su aprobación. El proceso de aprobación del tratado se somete al mismo trámite que una ley, pudiendo aprobar o rechazar. Una vez que es aprobado por el Congreso, el Presidente o la Presidenta emite un decreto, ratificando el tratado, fecha desde la cual el tratado cobra vigencia en Chile e integran nuestro sistema normativo. Su valor jerárquico como norma jurídica es discutido, aunque no se cuestiona su carácter jurídicamente obligatorio y, de hecho, los tribunales de justicia chilenos los aplican, cada vez más, de manera directa. Lo que se debate es el rango en que los tratados internacionales sobre derechos humanos entran a nuestro sistema normativo. Así, mientras la Corte Suprema10 reconoce un rango supraconstitucional, en consistencia con el art. 2 de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados que Chile suscribió en 1969 y que entró en vigencia en 198111 y el deber de armonizar las disposiciones del derecho interno que establece el art. 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos; el Tribunal Constitucional12, en tanto, le confiere rango infra-constitucional, porque es necesario proteger la Constitución de modificaciones por vías no previstas en 9 Ley 18.825. Corte Suprema, rol N°517-2004; rol N°559-2004; rol N°3125-04; rol 2054-08; rol 3452-06, entre otros. 11 Decreto 381. 12 Sentencias rol 1288 de 2009 y rol 2387 del 2013. 10 ella13 y porque no podrían elevarse sobre la norma constitucional derechos que no fueron establecidos por el constituyente. b) El catálogo de Derechos Humanos Además del reconocimiento de los tratados internacionales, la Constitución consagra un catálogo de derechos fundamentales en el artículo 19. Ahí se encuentran la mayoría de los derechos consagrados en los instrumentos internacionales, pese a que hay algunos muy relevantes que aún no son reconocidos, como el derecho al agua o a la vivienda digna. El catálogo es complementado con dos garantías constitucionales que sirven para resguardar los derechos en los tribunales de justicia. Una de esas garantías es el Recurso de Protección, por medio del cual cualquier persona que sufra privación, perturbación o amenaza en el ejercicio de los derechos que se indican en dicha normativa puede recurrir ante una Corte de Apelaciones. Sin embargo, no todos los derechos consagrados en el catálogo del artículo 19 son protegidos por el Recurso de Protección, como es el caso del derecho a la educación y el acceso a la justicia. La segunda garantía constitucional es el recurso de amparo o hábeas corpus, que implica que toda persona arrestada, detenida o presa con infracción de lo dispuesto en la constitución o en las leyes obtenga protección de los tribunales. Es necesario señalar que, el hecho de ratificar un tratado implica el reconocimiento de la competencia que tienen los órganos del tratado para supervisar su cumplimiento dentro del Estado. En ese sentido, Chile ha adherido al Sistema Interamericano de protección de derechos humanos, establecido en la Convención Americana de Derechos Humanos, por lo que, una vez que se agotan los recursos internos de protección de derechos, es posible acudir a la Comisión Interamericana y a la Corte. ¿Qué se debe mejorar en la actual Constitución? En materia de derechos humanos, la actual Constitución chilena tiene algunos déficits en el marco de vigencia de los derechos humanos y de la democracia que son necesarios de considerar en el debate que origine un nuevo acuerdo constituyente. a) En relación con la participación de todos los sectores de la sociedad, y tal como ha recomendado el INDH, se debe permitir “el ejercicio efectivo de derechos humanos, en particular, el derecho de los pueblos a la libre determinación y el derecho a la 13 Mientras que otros sostienen que dichos tratados ingresan incluso con un rango supra-constitucional, dado que una de las obligaciones de los Estados es la de adecuar el sistema normativo interno a los estándares internacionales. participación política”.14 A su vez, se deben establecer “medidas afirmativas de carácter temporal para la incorporación de grupos vulnerados, como los pueblos indígenas, a los cargos de elección popular”. Para ello, se les debe también reconocer como colectividad, aspecto del que también adolece la actual Constitución, como ha recomendado modificar, el INDH en todos sus informes anuales, desde el año 201015. b) Asimismo, “si bien la participación se expresa en diversos derechos establecidos en la CPR […] el INDH ha planteado que la regulación constitucional del derecho a manifestación -que constituye un mecanismo de participación- no está acorde a los estándares internacionales, principalmente por no respetar el principio de reserva legal”16. Ello ocurre porque nuestra Constitución le da a la policía la facultad para regular las manifestaciones, en circunstancias que todo derecho fundamental debe ser regulado por ley, para evitar discrecionalidades en su ejercicio. c) En relación con la protección de derechos humanos, sería deseable que la norma que reconoce la vigencia de los tratados internacionales sobre derechos humanos en Chile, el actual artículo 5 inciso segundo, tuviera una redacción más precisa en relación con el valor de dichos tratados en la normativa interna. d) Asimismo, es necesario que todos los derechos humanos se vean protegidos por nuestro actual sistema de la misma manera, en atención al principio de indivisibilidad e interdependencia, que no permite establecer una jerarquía entre ellos. Ello implica revisar el actual catálogo de derechos del artículo 19, por un lado, y por otro, procurar garantías de protección de derechos para todos aquellos vigentes en Chile, cosa que no ocurre con algunos derechos del artículo 19 que quedan fuera del Recurso de Protección y que no cuentan con otras formas de garantía. En lo concreto, “reconocer algunos derechos económicos, sociales y culturales no contenidos en la actual (agua y vivienda), y otorgarles resguardos directos de naturaleza administrativa y judicial con el objeto de favorecer la exigibilidad de derechos que hoy no los tienen (salud, seguridad social)” y a educación 17. Tal como ha señalado el INDH “el actual diseño constitucional es débil” pues “por una parte, no reconoce todos los derechos existentes, y, por el otro, la protección judicial que contempla es limitada”18. Asimismo, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha manifestado su preocupación por que en Chile “algunos derechos 14 INDH, Informe Anual sobre la Situación de los Derechos Humanos en Chile, 2014, p. 294 INDH, Informe Anual sobre la Situación de los Derechos Humanos en Chile, 2010 , p. 102-103 y 165; Informe Anual 2011, pág. 35 y 270; Informe Anual 2012, p. 64-66 y 334; Informe Anual 2013, p. 286; Informe Anual 2014, p.294; Informe Anual 2015 16 INDH, Op. Cit., 2014, p. 29. 17 INDH, Ibídem, 2014, p. 294 y 298. 18 INDH, Ibídem, 2014, p. 23. 15 económicos, sociales y culturales, como el derecho a la vivienda, no se consideren justiciables en el Estado parte”, agregando que observa “la escasez de jurisprudencia” en que los derechos sociales se han “invocado ante los tribunales nacionales o que éstos les han dado cumplimiento directamente”19. e) En relación con el principio de igualdad y no discriminación, hay algunos aspectos específicos que el INDH también ha recomendado revisar. Uno de ellos es el derecho a voto de las personas privadas de libertad, dado que “resulta contraria a la presunción de inocencia la suspensión del derecho a sufragio que establece la Constitución en su art. 16 N°2 para los casos de personas imputadas de delitos que merezcan pena aflictiva o que estén acusados de delitos calificados como terroristas”20. También se han hecho recomendaciones, desde los Comités de los tratados internacionales, para que se incluya en la Constitución el principio de igualdad entre el hombre y la mujer 21 y la prohibición de la discriminación racial22. En relación con los derechos específicos para las mujeres, deben garantizarse al menos lo siguiente: una vida libre de violencia, reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres, prohibición de toda forma de discriminación y explotación, la protección del derecho de la mujer de decidir libremente sobre la maternidad, reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, derecho al buen vivir, reconocimiento de la diversidad de mujeres. 19 Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observaciones finales: Chile, 2004, párr. 12. INDH, Ibídem, 2014, p. 26. 21 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Observaciones finales sobre los informes periódicos quinto y sexto de Chile, 2012, párr. 11. 22 Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, Observaciones finales: Chile, 2001, párr. 14. 20