El Santuario del sahuco - Región de Murcia Digital

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EL SANTUARIO DEL SAHUCO
POR
A. SÁNCHEZ MAURANDI
En las extremidades de la sierra de Alcaraz, por la parte poniente,
a unos ocho kilómetros del castillo de Peñas de San Pedro, que ocupa la
parte final de dicha sierra, existe un poblado de unos cincuenta vecinos,
cuyo nombre es el arriba expresado de Sabuco, antiguamente Sabuco,
que sin duda así fué llamado por estar situado junto a una fuente a cuyo
rededor hay muchos saúcos. Empezó a llamarse Sambuco, tomado del
nombre latino del arbusto, lo que explica el nombre de Sabuco, con que
antiguamente era conocido, para venir al actual nombre de Sabuco..
El poblado o aldea de Sabuco se haya situado, a 1.182 metros sobre el
nivel del mar, en el término municipal de Peñas de San Pedro, al poniente de dicha villa y lindando con el término municipal de Casas de Lázaro, cuyas aldeas de Berro y Navalengua distan sólo unos dos kilómetros
así como de los de San Pedro, Pozuelo y Alcadozo.
Totalmente separado de las casas se alza un santuario, cuyas paredes
son de piedra y cuya puerta principal da a poniente, entre dos hermosas
torres y sobre la misma un artístico balcón corrido al que se entra por la
torre de la izquierda que tiene la subida al coro y desde la misma se pasa
por el balcón a la otra que tiene las campanas y el batisterio.
A la parte norte tiene otra puerta, que da a una franja de dos metros
y que circunda toda esa parte norte de fachada y se prolonga varios metros más hasta el final del hermoso atrio cerrado por un pórtico que lleva
al otro lado otra muralla similar que circunda toda esa parte hasta unirse
con los extremos de un huerto o jardincillo que tiene entrada por el convento.
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El templo tiene unos quince metros, desde la cancela al presbiterio,
por unos ocho de ancho y, sobre las gradas, tiene un arco muy cerrado
con un camarín en el que se venera la imagen de Cristo crucificado y dos
puertas laterales que dan a las sacristías antigua, la del lado de la epístola, y nueva la del evangelio.
El convento se levanta junto al extremo de la izquierda del templo y
tiene la forma de un ángulo recto. Uno de los lados sigue la dirección
saliente, formando recta con la pared izquierda del templo y el otro dirección norte. La fachada principal da a poniente y en ella, en la parte
extrema y más baja que la puerta principal y los pisos, hay una gran
puerta de entrada a los corrales y cuadras en el extremo del edificio, otras
dos puertas que dan a cimbras y la principal con entrada a un amplio
piso y en frente otra puerta para dependencias y la escalera para los pisos
principal y segundo; sobre estas dependencias hay otras semejantes en
el principal y salida al huerto o jardín en el que nace una fuentecilla que
de ordinario está seca.
En el lado del ángulo de la fachada principal, cuya otra fachada da
a los corrales, lo mismo el primero que el segundo, llevan un pasillo a lo
largo, dividido por otro en forma de cruz, donde van las celdas a ambos
lados.
FUNDACIÓN DEL CONVENTO Y DEL SANTUARIO
Una tradición oral y rústica dice de aparición o hallazgo de la imagen
del Santísimo Cristo en uno de los saúcos que allí habían y de los que todavía existen en el llamado huerto.
Lo cierto es que la imagen es objeto de gran veneración y que allí estuvieron los franciscanos en su rama de la custodia de San Pascual Bailón y que no debió ser convento en toda regla sino residencia, pues el
erucütísimo Fr. Lorenzo Pérez, archivero que fué del archivo de la Orden franciscana de Pastrana, nos dijo en carta del 22 de abril de 1936 que
el convento de Sabuco no figura en el catálogo de la Custodia de San
Pascual, aunque figuraban otros de la región.
Pero repetimos que allí estuvieron dichos religiosos, como lo prueban varios documentos que se conservan en su Archivo. Así en el «Libro
de los Caudales de limosnas que dan los fieles por promesa o devoción al
Smo. Christo del Sabuco y de los gastos para mantener su culto que da
principio en catorce de ¿ciembre de 1767», se dice en su comienzo:
«Cuenta formal de las limosnas y demás caudales de ofertas gratuitas
que dan los fieles para el Smo. Xto. del Sabuco, como también el gasto
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que va ocurriendo, p.* la manutención de su Yg.* y casa desde el día cattorce de diciembre de mil setecientos sesenta y siete en que salieron y
dexaron las mencionadas Y." y casas de orden del Rey Nro. Sor., (Dios
le ge.) los Religiosos descalzos de Nro. Pe. Sn. Fran." de la custodia de
sor. sn. Pasqual Bailón que las ocupavan: todo lo cual será de cargo de
D. Juan González, morador en el heredamto. del Sabuco, Depositar."
nombrado por el Sor. Dn. Martín Verdejo Benefdo. y cura prop." de la
Parroql. de la villa de las Peñas de sn. Pedro, por orden y mandato del
Ylmo. Sor. Dn. Diego de Roxas y Contreras dignísimo obispo de este
obispado de Cartax." vajo cuya jurisdicion están sitas dhs. Yg.* y casa
como pertenecientes de la Parroql. de esta referida villa de las Peñas».
Semejante testimonio hallamos en el Libro I de misas en el que se
lee: «Cuenta formal y puntual de las Misas que mandan celebrar los
Fieles devotos del Smo. Xpto. del Sabuco y de las limosnas qe por dhas
misas voluntariamente entregan que da principio el dia cotorce de diciembre del preste, año de mil setecientos setenta y siette, en que de orden de su Magd. el Rey nro. sor. Dios le ge. y providencia de los ses. de
la Rl. Chancillería de Granada, executada, salieron los Relixiosos Descalzos de la Custodia del Sor. Sn. Pasqual Bailón de este Santuario: Y entraron a administrarlo con facultad del Iltmo. Sor. Dn. Diego de Roxas y
Contreras dignísimo obispo de este obispado de Cartagena los sacerdotes de la Parroql. de la villa de las Peñas de sn. Pedro en <;uya feligresía
esta sito dho. Santuario del Smo. Christo del Sabuco.—22 Dic. de 1767».
Y aún se inserta al folio primero del Libro II en que se dice que «Por
oxden del Rey Nro. Sor. y providenz.* dada por la rl. ChancUlería de
Granada, ebaquaron los Religiosos de N.° Pe. Sn. Franc." de la Cust." de
sr. sn. Pasqual Bailón, el santuar." y hermita del Sm.° Christo del Sabuco, sita en la jurisdicción y feligresía de las Peñas de San Pedro, el día catorce de Diciembre del año de mil seteztos. sesenta y siete; y desde este
referido dia entraron en dho. santuario, y herqiita para cuidar deella, y
administrar sus bienes y limosnas el Rdo. Cura y Clero de la referida v.*
de las Peñas, con licencia, y facultad del limo. Sr. Obispo Dn. Diego de
Roxas y Contreras, dignísimo obispo de este Obispado que lo era en
aquel tpo.».
Resulta, pues, indubitable la estancia de los religiosos franciscanos de
la Custodia de San Pascual hasta el año 1767. Lo que no sabemos es cuándo entraron a residir en aquel convento y tampoco si antes fué ocupado
por otros religiosos de otra rama del frondoso árbol franciscano o por
miembros de alguna otra congregación.
Tampoco hemos podido averiguar, por no haber hallado la sentencia
de la Real Chancillería, en el tiempo en que nos fué dado dedicar a su
búsqueda, la causa de la expulsión.
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ANTONIO
SXNCBBZ
MAIIRANÍIÍ
Los religiosos se llevaron libros y documentos de su estancia allí, pero
entregaron, según consta en el Libro primero de Misas citado, «quatrociaitas misas qe. había qe. celebrar, en el mencionado dia catorce de diciembre, y entregaron su limosna qe. ymportó mil ciento quarenta y
cinco reís, en esta forma: 85 mis. 170 rls., 50 mis. 125, 210 mis. 630 rs.,
55 mis. 220 rs.».
Lo que también consta es que las aguas de la rica fuente, que mana debajo de la torre, que caen encañadas a un pilar que sirve de abrevadero
a las cabellerías, atraviesan el camino para regar la huerta, y de dicho pilar iban antiguamente encañadas a un huerto pararelo a la parte
norte del edificio del convento, para un baño, que hubo a la entrada de
dicho huerto, del que todavía se conservan señales, así como había otro
baño en la Fuente del Buitre, enclavada al final de una cordillera, que
arranca del camino de Sabuco a Burrueco, llamada Dehesa de Navalengua entre esta aldea y la de Berro y que desde ésta se llama Cuartizo de
la Fuente del Buitre; también pudo comprobar el autor, el 4 de mayo de
1936, que allí se ven los restos de un modesto balneario, cuyas aguas fueron entonces mandadas a Madrid para su análisis y el resultado fué de
que eran aguas de potabilidad absoluta pero sin condiciones terapéuticas.
Del balneario del Sabuco, más modesto todavía, a juzgar por los restos, consta documentalmente su existencia, pues al folio 405 del Libro I
de misas hay la siguiente declaración: «Fr. Pasqual Verdejo Pdor. Gral.
del Orden de N.° P. S. Francisco de la Observancia desta Pro*, de Cartagena, residente por indisposición en esta Villa de las Peñas de Síui Pedro,
confieso que habiendo estado a tomar los baños en la casa y Ermita del
SSmo. Xto. del Sabuco e celebrado en su altar mayor 22 misas». Esto era
en el 1783.
También consta documentalmente que hubo-balneario en la Fuente
del Buitre porque, en el Libro III al folio 79, se lee: «El Dr. Gregorio
Arenas, Cura Párroco del Lugar del Salobral, confieso que he residido en
el Santuario del Stmo. Cristo del Sahuco con motivo de acompañar a las
Madres Justinianas y tomar los baños del Buitre el 30 de julio de 1808».
Idénticas manifestaciones expresan D. Francisco López Ortuño, cura
teniente y capellán de dichas religiosas a las que dice acompañar «en su
emgración» y el P. Fr. Antonio Lozano, definidor de la Custodia de San
Pascual que celebró 22 misas «en el tiempo de residencia de aquel santuario por motivo de tomar baños y socorrer espiritualmente a las madres justinianas, cuya mitad del importe la cedí a beneficio del mismo
Santuario».
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SANTUARIO
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SABUCO
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ADMINISTRACIÓN DE LOS HERMANOS RUEDA
Si es indudable que la estancia de los religiosos en el Sahuco, contribuyó notablemente a la conservación del Santuario y a extender la devoción a la veneranda imagen del titular, no lo es menos que los hermanos D. Antonio y D. Matías de Rueda, realizaron una obra gigantesca al
encargarse de la administración del Santuario a raíz de la exjJulsión de
los religiosos.
Estos insignes varones que habían heredado a un tío suyo (D.. Juan
de Rueda) también sacerdote, que dejaxon una cuantiosa fortuna con la
que funcionan en Peñas de San Pedro, dos colegios de 1.* y de 2.' enseñanza, fueron los administradores de los bienes del Santuario, uno como
tal administrador y el otro como colector de misas y a ellos se debe la
restauración del convento, la unión, por medio de la sacristía nueva, de
convento y santuario y la construcción del artístico camarín.
Su administración fué desinteresada y completamente gratuita y tan
escrupulosamente anotadas todas las partidas de cargo y data que no e^
capa ni el menor detalle. Al encargarse del Santuario los sacerdotes de
Peñas de San Pedro acordaron en junta celebrada el 15 de diciembre de
1768 que las 400 misas, que dejaron por celebrar los religiosos, se dijesen
con la limosna de dos reales y denlas que habían entrado y entrasen en
colecturía hasta fin de año, las celebradas en la ermita y altar del Santísimo Cristo se celebrasen con la limosna de tres reales y las que se celebrasen en el altar mayor de la parroquia de Peñas, durante el tiempo que
está allí la imagen de dos reales y medio, «y liquidado el sobrante se aplicare todo con la qualidad de por ahora y por el tiempo que fuese la voluntad de los celebrantes, para mantener el culto y decencia del Smo.
Ch. y su Ermita, en atención a la necesidad que oy padece, sin qe. sea
visto, por esta providencia, se priven del derecho de percibir la limosna
entera que los fieles ofrecen por cada misa, pues usarán de el como,
quando y según mexor les pareciera para cuyo efecto y qe. conste en
todo tiempo se pone esta advertencia».
Poco después acordaron aumentar los estipendios en tres y cuatro
reales, según se celebirasen las misas en Peñas o en Sahuco por nq existir
«en el dia tantas faltas ni urgencias . precisas, y siendo muchas más las
misas qe. entran en este santuario, pocos los sacerdotes qe. las celebran y
tener estos limosnas de tres y mas reales por cada una de las cofradías y
votivas que ofrecen ICM fieles en la Parroq.* han determinado percebir la
Hmosia dha. arriba de tres rs. y cuatro por cada misa».
Laa gigantescas obras de la sacristía nueva, con comunkadón directa
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ANTONIO
SÁNCHEZ
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con el convento por el extremo meridional del pasillo, y del artístico camarín, se pudieron realizar por el celo y devoción, juntamente con la
diáfana administración, de los sacerdotes de entonces, especialmente de
D. Antonio y D. Matías.
La primera noticia acerca del camarín la encontramos al folio 18 v. del
Libro de los Caudales, anteriormente citado, donde dice que «se abonan
cuarenta reales por Prebenir materiales para la obra del camarín» y un
real «al errcro por sacar los clavos 4e las tablas del camarín», con fecha
10 de agosto de 1769 y poco después consta, al foJio 24, que «se gastaron
en la obra del Camarín por mi el depositario D. Antonio de Rueda, por
D. Pedro Oliver y por D. Antonio Sánchez Andujar que estuvieron de
sobrestantes a la obra dos mil trescientos diez y siete rs. y siete ms. según consta de los libros de dhos sobrestantes, y en uno de ellos el resumen de todas las partidas con expresión de quien las pagó a quien y porque se pagaron» y en los folios 49 y 50 .se pagan otros 1.852 reales y siete
maravedís por la obra realizada por el maestro de obras Antonio Cifuentes en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1771.
Durante el año 1772, como consta al folio 58, se pagaron en el mes de
diciembre «a Antonio Naharro cerrajero de esta ViUa 200 por las fixas y
400 clavos para sentarlos en las puertas y ventanas de Sacristía y Camarín» V 1.597 reales y veinticuatro maravedís «a Ignacio Castell, maestro
tallista, a su hermano José, a su hijo Ignacio, oficiales tallistas, a Matías
Cebrian, a Bartolomé Guerrero carpinteros y a los dos aprendices de Ignacio Castell y Matías Cebrian que trabajaron el arco de talla de la boca
del Camarín: con mas a Miguel López albañil y sus jornaleros que havrieron dho. Arco y sentaron las puertas y bentanas del Camarín, ante
Camarín y Sacristía».
••Y en el 8 de agosto de 1773 se abone «a M. Naharro 55 rs. por la cerradura, picaportes y pasadores de las puertas y ventanas del camarín y
antecamarín» y al mismo 18 reales el 24 de diciembre por dos pasadores
y dos aldabas moriscas y el 30 se den 104 reales «a Matías Cebrian por
los bastidores p.* los vidrios y redes, a Bartolomé Soria .por 16 varetas
para los vidrios y al vidriero».
También consta que se dieron, el 26 de agosto de 1776, 1.097 reales
por madera para la obra del camarín y 154 reales a D. Pedro Arias, de Alcaraz, por 22 pinos de su dehesa del Tovarejo.
Costó la obra del camarín, incluyendo en la cuenta alguna pequeña
partida del antecamarín y de la sacristía, la cantidad de 39.324 reales y
21 maravedís, habiéndose abonado la primera cuenta el 10 de agosto de
1769 y la última, al dorador, el 5 de septiembre de 1785. El dorador era
de Cuenca, se llamaba Juan Manuel Melero y cobró por el dorado, jaspes
y estuco del camarín, los nichos de los altares y algunas cosas que se aña-
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dieron y no constan en el contrato, 15.830 reales, según consta en el recibo firmado en el Santuario con fecha 5 de septiembre de 1785.
También dejaron sus bienes, juntamente con los heredados de su tío
D. Juan de Rueda para el establecimiento de centro de enseñanza,-según consta del testamento que otorgó el 9 de mayo de 1807 D. Antonio,
en el que refiere que D. Juan de Rueda, presbítero, dejó vinculados sus
bienes con facultad de aplicarlos a Causa pía, pero no mientras viviesen
los hermanos menores, del dicho D. Antonio, D. Juan y doña María, que
han vivido y siguen viviendo ejemplarmente y, una vez muertos, dispusiera el Obispo de la Diócesis.
Añadió dos codicilos con fechas 11 y 13 J e dicho mes y año, siendo
muy importante una cláusula del primero en el que ratifica dejar libremente los bienes, pero recomienda que economicen y coadyuven a realizar sus propósitos, que ya tiene manifestados a dicho Iltmo. señor sobre
establecimiento en esta Villa de un preceptor de gramática, maestros y
maestras de niños y niñas, dejando para este fin con toda fuerza y vigor
de las disposiciones de su tío, los bienes vinculados,
D. Matías había testado el 25 de enero de dicho año de 1807 y dejó
heredero universal a su hermano Antonio. Y ambos fallecieron en dicho
año. D. Matías fué enterrado en el cementerio parroquial de Peñas de
San Pedro el 27 de enero, como consta al folio 55 v. del Libro IV de Entierros y D. Antonio el 19 de mayo, según aparece en el folio 58 de dicho libro. Este consta que de 85 años y ambos recibieron los últimos sacramentos y piadosamente pensando recibido habrán el galardón que
Dios tiene preparado a las almas caritativas y caritativos fueron toda su
vida, y quisieron seguir siendo después de su muerte, practicando las
obras de misericordia corporales y espirituales.
ROMERÍA
D E L S A N T Í S I M O CRISTO
De tiempo inmemorial se celebra una romería para trasladar la imagen del Santísimo Cristo desde Sabuco a Peñas de San Pedro en el lunes
de Pentecostés y otra, desde Peñas de San Pedro a Sabuco, el día de San
Agustín. Esta romería es de lo más típico y original que puede imaginarse, pues la imagen sale eñ magnífico trono en la primera hasta el sitio
conocido por la Cruz gorda, como a un kilómetro del Santuario. Con
fecha 29 de mayo de 1926 se publicó en «El Diario de Albacete» una
descripción de dicha romería, con el título: ¡Atm hay fe en Israel! que
copiamos a continuación: «El día 24 de los corrientes, segundo día de la
Pascua de Pentecostés, fué trasladada desde esta aldea a la iglesia de Peñas de San Pedro, con solemnidad y entusismo indescriptibles, la vene-
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rada imagen de Cristo crucificado, conocida con el nombre de Santo
Cristo del Sabuco.
La misa y procesión de despedida se vieron muy concurridas de fieles devotos de esta aldea y de varias colindantes, pasando de muchos
centenares los que acudieron a despedir la imagen al sitio denominado
la Cruz, en el que dicha sagrada imagen se quita del trono y se encierra
en un estuche en que es transportada de modo originalísimo hasta las
afueras de la villa en donde se enarbola en otro trono y se conduce a la
Parroquia.
Para los que han presenciado estas conmovedoras escenas, nada puede decir la pluma que no supere la realidad. Un silencio sepulcral precede al momento de encerrar la imagen en su estuche, seguido de un ya
está, murmullo general, alegría y lágrimas, mientras unos jóvenes (que
este año han sido en número de 72), despojados de la ropa exterior y animados del espíritu del cumplimiento de una promesa, van corriendo con
la más santa alegría y llevando, de cuatro en cuatro, la imagen de Cristo
crucificado, no para enterrarlo, cual José dé Aritmatea, sino para venerarlo y honrarlo como a Rey y Señor del Universo, como a conquistador
del mundo, como a dueño de los corazones.
Puesta así la procesión en marcha, van apareciendo, durante la larga
travesía, grupos de devotos que quieren rendir el tributo de su amor y
veneración al Dios tres veces Santo y en cada uno de los lugares en que,
por la proximidad de las aldeas, hay un grupo de fieles, ?e detiene la procesión y se descubre la imagen para que sea adorada y reverenciada y
prosigue en la misma forma. En las ásperas crestas de la cordillera que.
^arranca de Peñas de San Pedro y termina, con ligero corte para proseguir
después hacia la provincia de Jaén, en la aldea de Sabuco, se notan grupos de gente que vive en los alrededores y que los años o achaques impiden bajar hasta el camino, que, desde allí, adoran a su Cristo; los niños,
con el candor y la inocencia en el alma, y la agilidad en el cuerpo, son
los primeros en divisarse en cada grupo. Dos de estos rapazuelos que, apenas si contarían ocho años, están solos en la orilla del camino, sin duda
porque allí estarían guardando algún nido; uno de ellos tiene una piedra
en la mano y al decirles que si aguardaban allí el paso del Santísimo Cristo, responden gozosos: «Sí, señor». ¿Acaso le vas a tirar la piedra?, se le
vuelve a preguntar al que la tenía, y él ingenuamente responde: «\ Cá, no
señor!». ¡Cuántas escenas tiernas y edificantes!
Y todas tuvieron digno remate en la llegada a la villa en cuyas afueras
aguarda un gentío inmenso con el clero y autoridades y en donde se
nota, al verse aparecer los setenta devotos, que semejan una inmensa sábana, una emoción intensísima y otra vez se repite la escena de solemne
silencio, lágrimas, sollozos y vivas, que parten de corazones agradecidos
EL
SANTUARIO
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O de corazones necesitados, unos y otros corazones llenos de amor, henchidos de caridad, movidos por la gracia del Cielo, tan generosamente
desparramada en esta comarca con la imagen venerabilísima del Santo
Cristo.
Todo ello invita a proclamar y proclamarlo muy alto que, pese a los
enemigos de la Iglesia, y pese al infierno mismo, aún hay fe en Albacete;
y con el santuario de Cortes en honor de la Madre y el del Sabuco en
honor del Hijo, esa fe perdurará, porque va en la masa de la sangre, porque toda madre albacetense procura, ante todo, que iluminen a sus hijos
los rayos celestiales que despiden estos dos históricos santuarios».
El origen de las romerías va mucho más atrás de los documentos escritos, como se desprende de la ininterrumpida tradición y de los mismos documentos escritos que se refieren a tiempos anteriores y narran
la celebración de dicha romería.
Lo que difícilmente puede explicHr.^e es el motivo de llevar la santa
imagen corriendo, habiendo indicios de que puede ser el haber introducido la costumbre a raíz de haber sido robada en una ocasión y que en
memoria de aquel acto, por suponerse que el ladrón corre después de cometido su delito, quedara la costumbre de hacerlo así.
Lo que sí consta es de ser muy numerosos, a pesar de la dificultad de
losTzaminos, los devotos que acudían y siguen acudiendo a estas romerías.
Apenas si quedará algún pueblo ni lugarcillo de la provincia de Albacete sin que alguno de sus habitantes haya visitado alguna vez el santuario de Sabuco. También se registran nombres de muchos pueblos de
Cuenca y bastantes de Murcia, Valencia, Alicante, Ciudad Real y Jaén,
con algunos de León, Segovia, reino de Aragón y Granada, así como algún alemán, francés e italiano.
Entre los visitantes se cuentan los de algunos pueblos y lugares, cuyos
apellidos aún se'conservan en los mismos, tales como Juan Ginés de Robres, de Caravaca; Antonio Campillo, de Santomera; Guevara, de HeUín; D. Fernando Carrasco y señora, condes de Villaleal; Barnuevo, Ballestero, Moreno, Sandoval, Flores, Haro y Falcón de Chinchilla; el marqués de Valdeguerrero, de San Clemente; D. Pedro Arias, de Alcaraz;
Suárez, de Albacete y Alfaro de Murcia.
Entre los religiosos y sacerdotes que estuvieron en el Santuario consta
que el 1796 celebró allí Fr. Antonio Aleuda Ruiz, franciscano observante, residente en el Campillo de las Doblas en donde era capellán; Fr. Antonio González, asimismo observante y capellán de la Nava de Arriba;
Fr. Juan Navarrete, residente en Peñas, con obligación de celebrar en
Cañada Juncosa; D. Francisco Bias y Piqueras, cura propia de Pozuelo;
en el año siguiente Fr. Antonio Perona, observante y capellán de Pozohondo y Fr. Antonio de la Concepción, carmelita, natural de Peñas y ac-
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ANTONIO
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MAtinANSí
cidentalmente allí residente; en el 1799 Fr. Miguel de San Blas, carmelita y capellán de Cañada-Juncosa y el Madroño; en el año 1800 estuvo
Fr. Miguel Sánchez Clemente, monje Jerónimo y profeso en San Pedro
de La-Ñora que firma certificando haber estado allí tres meses de recreo;
el 1801 Fr. Bartolomé Salmerón, observante y residente en la Nava del
Pilar; el 1803 estuvieron Fr. Juan Francisco Perona, descalzo de N. P.
San Francisco y capellán en los Pocicos, así como el presbítero en el Parque de la Villa de Albacete, D. Antonio Peral que, estuvo en Sabuco,
acompañando a doña Isabel de Cantos que acudió a cumplir sus promesas como acostumbra anualmente; en el 1806 se registran los nombres
de D. José de la Orden, vicario de Monforte, D. Ignacio de la Orden,
cura de Santa María de Villena, Fr. José Juárez, franciscano descalzo y
capellán de San Pedro y el maestro Fr. Juan Sánchez Clemente, ya citado, al que añade los títulos de Lector jubilado en Sagrada Teología y exprior de su monasterio de San Pedro de La Ñora, extramuros de la ciudad de Murcia.
En el 1807 el doctor D. Gregorio Arenas, cura párroco del lugar del
Salobral que, como se dijo anteriormente, estuvo para acompañar a las
madres justinianas, arrojadas de su convento de Albacete por la invasión
francesa, y para tomar los baños del Buitre y lo mismo Fr. Antonio Lozano, definidor de la Custodia de San Pascual y el P. Diego Albertus de
San Agustín, sacerdote profeso de las escuelas pías, que igualmente aclara
haber tenido que abandonar su colegio de Almodóvar del Pinar por la
invasión de los franceses. En el año 1908 aparece, como celebrante de
misas Fr. Francisco Cerdán, religioso descalzo y capellán del Regimiento de voluntarios 7.° de Murcia, del que hubo un batallón destacado en
Peñas de San Pedro y el 1810 también confiesa haber residido tres meses,
por la invasión extranjera, Fr. Lucas Caro, observante franciscano y también este año firman misas Fr. Diego Montoya, prior del citado monasterio de San Pedro de La Ñora y su compañero Fr. Jaime Alvarez y
Fr. Luis Ángulo, observante franciscano, huido igualmente de su convento por la invasión francesa.
El 1910 estuvo una larga temporada el Dr. D. Juan de Leza y Cano,
cura propio de San Salvador de Madrid, sin que conste la causa y Fr. Fermín de Alcaraz, capuchino, expatriado de su comunidad por la invasión
de los enemigos y que acompañó largo tiempo al marqués de Valdeguerrero, también perseguido y huido de San Clemente.
Y, con otras notas, destaca la no admisión de la renuncia al cargo de
D. Matías de Rueda por decreto, inserto en el Libro I de Caudales al folio 179 V., que dice así: «En la V.' de Muía a diez y ocho de enero de
mil setezientos ochenta y siete. El Sr. Dr. D. Juan Ángel Escrich, Pbo.
Abogado de los reales consejos. Juez Ordinario de causas pías y testamen-
ÉL
SANTUARIO
BbL
SAkücb
tos, Visitador Gral. de este Ob. de Cartagena por el Iltmo. Sr. D. Manuel
Felipe Miralles, mi señor. Ob. en esta Diócesis, del Consejo de S. M. etc.
y considerando «el desinterés, celo, exactitud, e inteligencia de dho.
D. Matías de Rueda para el citado cargo, no le admite la dimisión que de
el hace antes bien en uso y exercicio de su jurisdicción le confirma en él
para que lo sirva y desempeñe Ínterin alcanzasen sus fuerzas a executarlo».
El 27 de mayo de 1928 estuvo el Gobernador civil interino a visitar el
Santuario y en el Libro de peregrinos escribió: «Llegué a este Santuario,
invitado por su Rector para asistir a la fiesta religiosa, muy mal impresionado por el penoso acceso de los caminos; pero después de una breve estancia, me voy gratamente impresionado y agradecido a las deferencias
de todos, sintiendo solamente que las malas vías de comunicación no sean
las más favorables para visitar con frecuencia estos lugares que fácilmente pudieran ser convertidos, con" un modesto camino para carruajes, en
sanatorio de los cuerpos por la naturaleza y sanatorio de las almas por la
fe en el Cristo del Sabuco».
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