Untitled - Universidad Juárez Autónoma de Tabasco

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Breve Estudio sobre
la Violencia Familiar
Causas, Efectos y Estrategias de Prevención
Candita Victoria Gil Jiménez
Rectora
Breve Estudio sobre
la Violencia Familiar
Causas, Efectos y Estrategias de Prevención
César Manuel López Tosca
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
LOPEZ TOSCA, Cesar Manuel
Breve Estudio Sobre Violencia Familiar: Causas, Efectos y Estrategias de Prevención
/ Cesar Manuel López Tosca – Villahermosa, Tabasco: Universidad
Juárez Autónoma de Tabasco, 2010
107 P. : il. (Colección Francisco J. Santamaría. Pensamientos y Estudios
Jurídicos)
Incluye Referencias Bibliográficas (p. 105-107)
ISBN: 978-607-7557-63-0
1. Violencia Familiar – México – Prevención \ 2. Familias con
Problemas – Orientación Psicológicas – Prevención \ 3. Psicología Social
L.C. HQ809.3 L67 2010
Primera edición, 2010
© Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
Av. Universidad s/n
Zona de la Cultura, Col. Magisterial
Villahermosa, Centro. Tab. C.P. 86040
Imagen de portada: El grito de Advar Munch (1863-1944).
Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido
de la presente obra, sin contar previamente con la autorización
expresa y por escrito del titular, en términos de la Ley Federal de
Derechos de Autor.
ISBN: 978-607-7557-63-0
Impreso y hecho en Villahermosa, Tabasco. México
Índice
Prólogo
7
Introducción
11
Marco teórico. el hombre, el estado
13
y su condición ante la ley
Concepto de violencia y teorías
43
sobre la violencia
La violencia familiar y sus conse-
63
cuencias
Prevención e intervención en la
83
dinámica de la violencia familiar
Propuestas
95
Conclusión
99
Bibliografía
105
Prólogo
Hablar de la violencia contra la mujer
es un tema difícil, ya que significa hacer explícita la crueldad del maltrato y
aceptar que este hecho persiste en el
México del siglo XXI.
La violencia contra la mujer y
la violencia intrafamiliar, propiamente
dicha, se ponen de manifiesto a través
de un comportamiento sistemático y
reiterado que tiende a desarticular y
desvirtuar el espíritu y el intelecto femeninos. Aunque los efectos de esta
clase de violencia son paulatinos, inciden significativamente en una disminución de la dignidad y calidad
de vida de la afectada y de todos los
miembros de la familia que resultan
ofendidos.
Además, en nuestro país, el
maltrato se ve agravado por la escasez de políticas de corte preventivo y
la constante dilación en la procuración de justicia, ya que los procesos
en las cortes civiles y penales carecen de la agilidad y eficiencia que
requieren para salvaguardar los derechos de los ofendidos o pasivos de
los delitos. En especial, en el caso de
las mujeres, toda vez que la agresión
no se limita a los golpes físicos sino
que afecta también el intelecto, el patrimonio y las capacidades de la víctima.
En este caso, el Estado, que no
es capaz de prevenir la violencia pasiva y activa contra la mujer, se convierte, en cierta medida, en cómplice de
las agresiones que realiza un hombre
o una institución.
Es por ello que estos trabajos
de investigación, basados en hechos
dolorosamente reales, como el que
8
nos presenta el autor, resultan constructivos y nos hacen concientes de
las distintas formas de violencia que
se ejercen contra la mujer, la familia
y dentro de la propia familia. A través
de ellos, seremos capaces de reconocer nuestra propia sintomatología
y de lograr un mayor acercamiento
de las instituciones de administración de justicia, brindando a las víctimas un trato más humanitario desde
nuestros procesos judiciales.
Espero que este producto sea
apreciado en lo que vale y sirva como
base para investigaciones posteriores
por parte de su muy sensible e inteligente autor–muy querido amigo–,
cuyo estilo narrativo, segura estoy, les
parecerá ameno y agradable, aun y
cuando la problemática sea una de
las más tristes de nuestra realidad actual.
Candita Victoria Gil Jiménez
Rectora
9
Introducción
La teoría que afirma que el hombre es
violento por naturaleza ha generado
controversias durante mucho tiempo.
Existen diversas corrientes a favor y
en contra de esta postura, sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la
violencia dentro del género humano
va en aumento y al parecer no existe
una razón específica que pueda considerarse como origen de este fenómeno.
De manera particular, la violencia familiar ha sido observada desde
muchos puntos de vista, y en la presente investigación, el tema se ha estructurado a partir de un análisis de
los diferentes enfoques, corrientes filosóficas y teorías que tratan el tema,
para aproximarnos posteriormente
al sustrato anatómico fisiológico que
da origen a la violencia y las variantes que puede presentar la conducta
humana de acuerdo a la influencia
del medio ambiente. Por supuesto,
también se plantean propuestas para
prevenir y evitar esta conducta.
En este recorrido teórico se
toman en cuenta desde los criterios
más radicales hasta aquellos que
consideran al hombre como un ser lo
suficientemente racional para ser sometido por su propia moralidad y no
por la fuerza de las leyes.
Se hace énfasis en la observación de situaciones previas a la consumación de la violencia y en el análisis de los casos en que existe una
manifiesta predisposición.
12
Marco teórico. El hombre,
el estado y su condición ante la ley
El nivel de violencia en el mundo entero es alarmante en extremo. Contribuyen a su auge aterrador no sólo los
hombres que por pertenecer al ámbito militar se encuentran vinculados
con la guerra, sino también muchos
ciudadanos promedio. En esta situación, surge de manera natural una
serie de preguntas: ¿Hacia dónde vamos? ¿Acaso esta violencia nos conducirá a una conflagración mundial?
¿Estamos ante una tercera guerra
global?
Los conflictos parecen generalizarse en todos los ámbitos y estratos hasta llegar a la familia, que es la
célula de la organización social. Cada
vez es más usual ver que los cónyu-
ges pelean y mengua el amor entre
ellos. Poco a poco, se crea entre la pareja un ambiente cargado de frustración, frialdad y violencia emocional, a
veces, incluso física, al grado de que
actualmente más del cincuenta por
ciento de los matrimonios termina en
un fracaso total.
Asimismo, se enfrentan los hijos contra los padres y los hermanos
entre sí. ¿Los resultados funestos?
Hogares destruidos; maltrato de niños; maltrato de ancianos. Enajenación; vidas infelices, torcidas, mal encaminadas y más violencia.
Todos los días sabemos de individuos de disposición violenta que
quebrantan la ley, que asesinan, roban y violan los derechos de otros;
que fomentan pugnas raciales y conflictos ideológicos.
Todos los días, la amenaza
de una repentina y fatal destrucción
es real para muchos pueblos cuyos
líderes se preparan para la guerra
14
comprando cantidades enormes de
armas y adiestrando a sus ejércitos
para la batalla.
De modo que es necesario regresar al centro de la cuestión: ¿por
qué es violento el hombre?¿Por qué
hasta los individuos más pacíficos
hablan o actúan con violencia en algunas ocasiones? ¿A qué se debe
tanta violencia?
Hay quienes nos aseguran
que la agresividad se debe al instinto natural de luchar para sobrevivir
y superar a los demás. Un instinto
gobernado, según explican, por las
leyes de la evolución –las mismas
leyes, nos dicen, que imperan en los
animales–. Otros afirman que el hombre es perverso y violento por naturaleza, que nace así, siendo heredero,
según moralizan, del pecado original.
Si es correcta la primera explicación,
entonces no podremos evitar la violencia, pues la naturaleza misma la
habrá ordenado, o programado, en
15
las sustancias químicas de nuestras
células. De ser correcta la segunda,
tampoco podremos evitarla, pues el
pecado hereditario nos llevaría inevitablemente a ella.
Pero ninguna de estas justificaciones nos alienta o satisface. Pues si
sabemos con certeza que el hombre
puede domar al animal feroz que lleva
dentro de sí, entonces ¡debe hacerlo!
Y esto significa que no hay fuerza o
ley alguna que nos haya predestinado a la violencia.
Es imprescindible reducir el
nivel de violencia y hostilidades en
nuestros pueblos, a no ser que queramos que explote esta bomba de tiempo y centenares de millones sufran
las consecuencias indecibles. Pero
¿dónde se empieza? Bien pudiera
uno juntarse a organizaciones pacifistas y marchar con los incontables
miles que se oponen a las guerras y
las armas nucleares. Sin embargo,
lo más indicado podría ser que cada
16
cual comience a eliminar la violencia, poca o mucha, de su propia vida.
¿Podría ser?
Si la intención es lograr la paz,
sería necesario comenzar por nosotros mismos, pues es en el interior
de cada individuo donde se originan todas las emociones agresivas
y egoístas: la ira, el rencor, los celos,
la venganza, el odio, los prejuicios, en
fin, todo aquello que nos induce a la
violencia.
Cuando arden tales emociones en nosotros es el momento de
actuar para controlarlas. Para esto es
necesario estudiar su causa y esforzarse por corregirlas, sin dejar que las
emociones dañinas se adueñen de
nosotros y nos conviertan en un ser
destructor. Muchas circunstancias indeseables de la vida cotidiana –frustraciones, injusticias, desengaños–
pueden provocar en nosotros una
reacción violenta, pero quien es dueño de su inteligencia puede dominar17
las y gozar de paz. En cambio, quien
se justifica y se dice constantemente
a sí mismo Soy una persona violenta,
de poca paciencia, terminará siendo así.
La inteligencia que se alimenta de la violencia será violenta. Por lo
tanto, si se busca la paz es preciso
controlar aquello que nos llena el espíritu. Todas las películas, programas
de televisión, libros y revistas que
glorifican la guerra y presentan escenas escalofriantes de homicidios,
suicidios, ultrajes, sadismo, tortura y
brutalidad tienden a deshumanizar, a
desplazar los sentimientos nobles y a
convertir el ánimo en un depósito de
cuadros negros de violencia.
De un intelecto ennegrecido
e inflamado ¿qué puede brotar sino
más violencia? Es como un volcán
activo que en cualquier momento
arrojará su fuego y azufre sobre la sufrida humanidad.
Las estadísticas confirman
que los sujetos que se embriagan y
18
se drogan tienen una marcada tendencia a cometer actos violentos,
tanto contra sí mismos como contra
sus semejantes. De modo que quien
quiere controlar su mal carácter debe
evitar los espectáculos y hábitos que
engendran la agresión. Infinidad de
peleas, machetazos, puñaladas, accidentes, divorcios, muerte y toda clase
de sufrimientos se engendran en las
botellas de ron, whisky, vodka y cerveza.
En 1991, varios arqueólogos
descubrieron en un glaciar de los Alpes el cuerpo congelado de un hombre que vivió hace 5.300 años. En
principio, se pensó que el sujeto había muerto de frío a causa de una tormenta, ya que fue encontrado en una
remota zona a más de 3.000 metros
de altitud, pero hace unos días, John
Reinhard, investigador de la Nacional
Geographic Society, informó que una
nueva necropsia de la momia había
revelado una profunda incisión en su
19
espalda, lo que hace pensar que fue
herido con un arma afilada o alcanzado por una flecha.
Entre la muerte de Oetzi, como
se le conoce, el monstruo de Amstetten y el asesinato de dos niños a manos de su madre en Murcia, por citar
algunos ejemplos, median miles de
años de evolución de la raza humana.
Pero nada hace pensar que el hombre sea hoy menos violento que entonces.
El número de crímenes, agresiones, asesinatos y guerras ha ido
aumentando al mismo ritmo que el
crecimiento demográfico, desde el
mismo día en que aquel habitante
prehistórico de las montañas cayó
abatido por un semejante hasta el
momento en que escribimos esto.
¿Podríamos concluir entonces
que el hombre es un ser violento por
naturaleza y que sus instintos constituyen un peligro potencial para sus
congéneres e incluso para sus seres
queridos?
20
Para José Sanmartín, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia
de la Universidad de Valencia y presidente del Centro Reina Sofía para el
Estudio de la Violencia, la explicación
se sitúa en la ruptura del equilibrio de
los instintos básicos del ser humano:
…El hombre tiene mecanismos innatos de agresividad, que no deben confundirse con la violencia,
y que le permiten defenderse ante
determinados estímulos exteriores.
Pero también posee otros mecanismos que frenan estos instintos, y
es cuando ese equilibrio se rompe
cuando nos encontramos ante los
actos violentos... (Sanmartín: 2003)
Continuemos con nuestro estudio.
El pensamiento de Hobbes
La concepción hobbesiana del estado de naturaleza se aparta del sentido paradisíaco, que le asigna el pensamiento teológico. Hobbes separa
con claridad dos etapas: una situa21
ción de barbarie y de guerra, es decir
un mundo sin orden, y posteriormente un estado creado y sostenido por
el Derecho, un estado con suficiente
poder para iniciar y reformar su estructura.
Según Hobbes, la naturaleza
ha hecho a los hombres tan iguales
en las facultades del cuerpo y del
espíritu que aunque un hombre sea
más fuerte de cuerpo o más sagaz de
entendimiento que otro, las diferencias entre los hombres no son tan importantes. De manera que cualquiera
pueden reclamar para si mismo un
beneficio al que otro pueda aspirar.
La inclinación general de la
humanidad entera es entonces un
perpetuo e incesante afán de poder
que cesa solamente con la muerte.
La pugna por obtener riquezas, placeres, honores u otras formas de poder, inclina a la lucha, la enemistad
y la guerra. Por ello, en la naturaleza
del hombre se encuentran tres cau22
sas principales de discordia: la competencia, la desconfianza y el afán de
gloria. De esta manera, la competencia impulsa a los hombres al ataque
para lograr un beneficio, a la desconfianza para lograr la seguridad y
a la gloria para ganar reputación. Así,
mientras los hombres viven sin estar
dominados por un poder común que
los atemorice a todos, se hallan en
la condición o estado que se llama
guerra. Una guerra que es la de todos
contra todos.1
Sin embargo, Hobbes advierte
que nunca existió un tiempo en que
los hombres no se hallaran en una
situación de guerra del uno contra el
otro, sino que en las diferentes épocas, el ser humano se ha encontrado
en estado de continua enemistad, en
la situación y postura de los gladiadores, con las armas alistadas y los ojos
fijos en el contrincante. Por ende, en
Thomas Hobbes. El Leviatán. Tomo 2: Dinámica
Social. Editorial Limusa. España, 1973. 1
23
esta guerra nada puede ser injusto.
Las nociones de derecho e ilegalidad,
justicia e injusticia están fuera de lugar.
Donde no hay poder común,
la ley no existe. Donde no hay ley, no
hay justicia.2
Aun dentro de esta condición
en la que el hombre se encuentra
por obra de la simple naturaleza, en
una guerra de todos contra todos, el
hombre puede tener posibilidad de
superar ese estado, en parte por sus
pasiones y también por su razón.
Las pasiones que inclinan a
los hombres a la paz son el temor a
la muerte, el deseo de conservar las
cosas que son necesarias para una
vida confortable y la esperanza de
obtenerlas por medio del trabajo. En
otras palabras, la pasión inclina a los
hombres a desear y conseguir bienes y privilegios. Esto sería entonces
la necesidad del hombre, aunque su
naturaleza es estar en guerra los unos
Ibíd.
2
24
con los otros, la razón los hace pensar
que sin seguridad y duración, los bienes y privilegios deseados no tienen
sentido porque no se pueden disfrutar. La razón, entonces, sugiere normas adecuadas de paz, a las cuales
pueden llegar los hombres por mutuo
consenso. Estas normas son las que
Hobbes llama Leyes de la naturaleza
que servirán para que el hombre salga de ese estado de guerra.3
Hobbes define 19 leyes de la
naturaleza, sin embargo existen dos
fundamentales de las que se derivan
las restantes. La primera de ellas se
refiere a que cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras que tiene
la esperanza de lograrla, y cuando no
puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ventajas de la guerra.
Es decir, buscar la paz y seguirla defendiendo por todos los medios posibles.4
Ibíd.
Ibídem.
3
4
25
La segunda ley dice que el
hombre debe acceder (si los demás
consienten también y mientras se
considere necesario para la paz y defensa de sí mismo) a renunciar a este
derecho de todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente
a los demás con respecto a él mismo.
Es como la ley del evangelio: “no hagáis a los demás lo que no queráis
que os hagan a vosotros”.
De la segunda ley de la naturaleza, según la cual los hombres están
obligados a transferir a otros los derechos que perturban la paz, se deduce
una tercera ley que se refiere a que
los hombres cumplan los pactos que
han celebrado. Entonces, mientras
las pasiones enfrentan a los hombres,
la razón los hace pactar.5
Ahora bien, cuando los pactos se respetan y se llevan a cabo
hay justicia, porque esto quiere decir
que existe una voluntad constante de
dar a cada quien lo suyo. Todos los
Ibídem
5
26
hombres tienen derecho a todas las
cosas y por ende son iguales ante la
ley. Esta inclinación de pactar lleva a
los individuos a convenir un contrato,
que implica la renuncia de todos los
derechos que poseían en el estado
de naturaleza para otorgárselo a un
soberano que, a cambio, les garantizará el orden y la seguridad. Con el
contrato se renuncia a la libertad y a
cualquier derecho que pudiera poner
en peligro la paz.
El ser humano requiere de
algo más que pactar una relación
que haga su convenio constante y
obligatorio; ese algo es un poder común que mantiene a los individuos al
margen y dirige sus acciones hacia
el beneficio colectivo. Los pactos no
son más que palabras sin fuerza para
proteger al hombre de algún modo.
Por consiguiente, a pesar de las leyes
de la naturaleza, si no se ha instituido
un poder, cada uno fiará en su propia
fuerza para protegerse contra los demás hombres.6
Hobbes, Thomas, Op Cit.
6
27
El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defender a los individuos contra la invasión de los extranjeros y contra las
injurias ajenas, asegurándoles que
por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí
mismos y vivir satisfechos, es conferir
todo y su fortaleza a un hombre o una
asamblea de hombres.
Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad
real de todo ello en una persona instituida por el pacto de cada hombre
con los demás, en forma tal como si
cada uno dijera a todos: autorizo y
transfiero a este hombre o asamblea
de hombres, mi derecho de gobernarme a mi mismo, con la condición
de que vosotros transferiréis también
vuestro derecho, y autorizaréis todos
sus actos de la misma manera. Hecho esto, la multitud unida en una
persona se denomina Estado y el titular de esta persona se denomina Soberano.
28
Esta es la generación del Leviatán, o más bien de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa.
Y una vez fundado el estado, sólo es
posible la sociedad civil, es decir, la
organización de todos los súbditos
sometidos al poder superior, que se
convierte en el polo opuesto de la
guerra.
La idea de ese estado todopoderoso, esa especie de dios mortal que atemorizara a todos los ciudadanos, es lo que Hobbes llama el
Leviatán, el monstruo bíblico que se
convierte en la gran solución que el
hombre creó para su propia conservación. Bajo la soberanía del estado
se garantiza paz, porque sin estado
no hay sociedad entre los hombres,
sino un mero estado natural de desconfianza y terror mutuo.
De tal manera, el signo de esta
soberanía absoluta es el poder dar y
quebrantar la ley. El soberano es el
29
verdadero fijador de la justicia y de la
moral, ya que lo justo y lo bueno pasan a definirse como lo coincidente
con la voluntad del soberano. El soberano es el único poder legislativo y
el estado la única fuente del derecho.
Incluso en los asuntos de índole espiritual o religiosa, es el soberano quien
tiene la máxima autoridad.
La diferencia de gobiernos
consiste en la diferencia del soberano
o de la persona representativa de todos y cada uno de la multitud. Dicha
representación puede ser asumida
por una persona o por varias. Cuando
el representante es un sólo hombre,
entonces el gobierno es una monarquía; cuando es una asamblea de todos cuantos quieren concurrir a ella,
tenemos una democracia o gobierno
popular; cuando la asamblea está
constituida solamente por una clase,
se denomina aristocracia.
En todo caso el soberano debe:
1. Procurar a sus súbditos todo
aquello para lo cual ha sido
instituido: la seguridad.
30
2. Preservar la salud del pueblo, la conservación de la vida
contra todos los peligros y el
goce de las satisfacciones legítimas de esta vida.
3. Velar porque los hombres
que se han unido voluntariamente en sociedad política vivan felices.
4. Asegurar a los súbditos una
inocente libertad. Inocente, en
cuanto no se pueda perjudicar
la paz y la libertad: la ley es el
regulador.
5. Vigilar que las leyes no se
hagan para perturbar la existencia de los hombres, sino
para dirigirlos, para preservarlos contra ellos mismos y contra los demás a fin de que reine
la paz.
31
6. Debe garantizar a sus súbditos la igualdad ante la ley y
ante los cargos públicos.
7. Debe garantizar la igualdad
en la instrucción y la educación mediante doctrinas verdaderas.7
8. El soberano debe luchar
contra la ociosidad, debe proporcionar trabajo a todos.
9. Debe poner a cargo del estado, de la asistencia pública,
a los que son incapaces de trabajar (en lugar de abandonarlos a los azares de la caridad
privada).
10. Conceder a los súbditos las
propiedades privadas suficientes y velar por la equidad de la
distribución. Evitar de esta forma monopolios, acumulación
Hobbes, Thomas, Op Cit.
7
32
de riquezas de particulares, explotación, etcétera.
De esta manera, observamos al
monstruo Leviatán de una manera
tan inesperada y lógica, como un liberal bienhechor, previsor y humano.
La teoría de Rousseau
Para Rousseau, la ley o derecho de
naturaleza no es una imposición, no
es una cuestión dada. Él señala que:
…Todo lo que nosotros podemos ver
con gran claridad respecto a esta ley
es que, no sólo para que sea ley es
preciso que la voluntad de aquel a
quien obliga pueda someterse con
conocimiento de ella, sino que es
preciso también, para que sea natural, que hable de modo inmediato de
la voz de la naturaleza.8
Rousseau, Jean Jacques. El contrato social. Colección Dinámica Social. Tomo 2 editorial Limusa.
España, 1973.
8
33
Rousseau precisa también que por
naturaleza el hombre, que no ha sido
alcanzado por la civilización, es bueno y sociable. Este pensador defiende ardorosamente la sociabilidad y
voluntad general, que es la que tiene
que decidir la actuación. Expresa el
autor que:
(…) del concurso y de la combinación que nuestro espíritu puede hacer de estos dos principios (luces y
libertad), sin que sea necesario incluir el de la sociabilidad, me parece
que se deducen todas las reglas del
derecho natural; reglas que la razón
está forzada luego a restablecer sobre otros fundamentos cuando, a
través de desarrollos progresivos,
llega hasta recubrir la naturaleza…9
Según el autor, la máxima del gobierno legítimo y popular que persigue el
bien del pueblo es guiarse por la voluntad general.
Íbidem.
9
34
El cuerpo político es también un ser
moral dotado de voluntad. Esa voluntad general, tendente siempre a
la conservación y bienestar del todo
y de cada parte, es el origen de las
leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del
estado, en relación con éste y con
aquéllos.
Rousseau señala que es la necesidad de proteger la propiedad lo que
da nacimiento a la sociedad. Advierte
que:
(…) como para querer hace falta ser
libre, otra dificultad no menor consiste en asegurar a la vez la libertad
pública y la autoridad del gobierno.
Buscad los motivos que llevaron a
los hombres, unidos por sus mutuas
necesidades en la gran sociedad, a
estrechar su unión mediante sociedades civiles: no encontraréis otro
que el de asegurar los bienes, la
vida y la libertad de cada miembro
mediante la protección de todos…10
Dinámica social. Tomo 2 editorial Limusa.1973
10
35
Rousseau plantea la necesidad de
regresar a las pequeñas agrupaciones sociales, es decir, reivindica el
regreso a la Ciudad-Estado, ya que
consideraba que el pueblo soberano
no puede estar representado, que no
puede delegar su autoridad ni su derecho a gobernarse. El pueblo debe
gobernar por sí mismo y directamente y, como supone que tal cosa sólo
puede lograrse en una sociedad lo
bastante pequeña para que todo el
pueblo pueda concurrir a la Asamblea, vuelve otra vez a la Ciudad-Estado como la única forma en que los
términos del contrato social pueden
ser cumplidos cabalmente. Y agrega
acertadamente que:
(…) no basta con tener ciudadanos y
con protegerlos; es preciso además
cuidar de su subsistencia. Satisfacer las necesidades públicas es una
consecuencia evidente de la voluntad general y el tercer debate esencial del gobierno…11
Ídem.
11
36
Rousseau estableció que la voluntad
popular es el único fundamento de
la organización política, y es un gran
defensor de la soberanía popular que
debería ser expresada en asambleas.
Al mismo tiempo, niega la representación popular, pues considera que
ha de llevar fatalmente al dominio de
la mayoría por los representantes populares. Según el autor, las distintas
formas de gobierno tienen su origen
en las diferencias que se presentan
entre los particulares en el momento
de constituir el gobierno:
…Si existía un hombre eminente en
poder, en virtud, en riqueza o en crédito, en ese caso fue elegido él solo
magistrado y el Estado se convirtió
en monárquico. Si muchos, más o
menos iguales entre sí, destacaban
sobre los demás, entonces fueron
elegidos de modo conjunto y surgió una aristocracia. Aquellos cuya
fortuna o talentos eran menos desproporcionados y se habían alejado
menos del estado de naturaleza,
37
conservaron en común la administración suprema y formaron una democracia. El tiempo verificará cuál
de estas formas era la más ventajosa para los hombres…12
El concepto de sociedad civil en la
obra de Rousseau indica además de
la condición política de los hombres
asociados, el carácter progresivo y
civilizado del vivir social moderno,
contrapuesto a la sencillez del modo
de vida natural de los salvajes. Para
Rousseau, la historia de la civilización
precede y pone a la cabeza la institución de los estados. La sociedad civil
propuesta por este autor resume primero lo económico, después lo técnico y finalmente lo político. Por eso, la
república es el tercer momento de su
esquema.
El contrato –nos dice– es un
órgano del pueblo, y está, por ende,
desprovisto de poder independiente. El acto imaginario que da origen
Ibidem.
12
38
a una sociedad no es ni siquiera remotamente semejante a un contrato,
ya que los derechos y libertades de
los individuos carecen en absoluto
de existencia, excepto en la medida
en que los hombres son ya miembros
de un grupo. Todo el pensamiento
de Rousseau se basa en el hecho de
que una comunidad de ciudadanos
es única. Es una asociación, no un
agregado, una personalidad moral y
colectiva.
Entonces, el orden social, según Rousseau, es un derecho sagrado que sirve de base a todos los
demás. Precisa que se trata de encontrar una forma de asociación que
dé protección a las personas y a los
bienes de cada asociado, y por la
cual, uniéndose cada uno a todos, no
obedezca más que a sí mismo y quede tan libre como antes.
Para el autor, la sociedad deviene debido a la necesidad de proteger la propiedad. Pero también
39
porque al convertirse en miembros
de la sociedad, los hombres ganan
individualmente más de lo que ganarían permaneciendo aislados. En este
caso, la sociedad sustituye al instinto
por la justicia y da a las acciones de
los hombres la moralidad que antes
carecían. Este filósofo precisa:
(…) en lugar de volver nuestras fuerzas contra nosotros mismos, unámoslas en un poder supremo que
nos gobierne según sabias leyes,
que proteja y defienda a todos los
miembros de la asociación, rechace
los enemigos comunes y nos mantenga en eterna concordia…13
La voluntad general representa un
hecho único respecto a una comunidad. Esto es, que la comunidad tiene
un bien colectivo que no es lo mismo que los intereses privados de sus
miembros. En cierto sentido, vive su
13 Rousseau, Jean Jacques. El contrato Social.
Tomo 2: Dinámica Social. Editorial Limusa, España, 1973.
40
propia vida, realiza su propio destino
y sufre su propia suerte. Para Rousseau, el estado o la ciudad es una
persona moral, cuya vida consiste en
la unión de sus miembros. Es en la
comunidad donde los hombres obtienen la libertad civil, que es un derecho moral y no meramente la libertad
natural.
Así como la naturaleza da a
cada hombre un poder absoluto sobre todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder absoluto sobre todos los suyos. Señala
Rousseau que cuando cada individuo
enajena su poder, sus bienes y su libertad por el pacto social, hay que
convenir también que sólo el soberano es juez en cuanto al uso que da la
comunidad, pero el soberano, por su
parte, no puede imponer a los súbditos ninguna cadena inútil para la comunidad.
A continuación, entraremos al
estudio de nuestro tema en comen41
to: la violencia, su conceptualización
y su génesis y manifestaciones en la
conducta humana.
42
Concepto de violencia y teorías
sobre la violencia
Según el Diccionario Larousse, la violencia es la calidad de violento, es
decir, la calidad del que se sirve de
la fuerza contra la razón y la justicia.
También se define al violento, como
aquel que está fuera de su natural
estado. ¿Es, por tanto, el hombre violento por naturaleza?, o por el contrario ¿podríamos considerar que la
violencia es una forma no natural de
expresar la agresividad?1
Para José Sanmartín, el agresivo nace, la agresividad es inherente
al ser humano, forma parte de su naturaleza y permite que éste reaccione
ante ciertos peligros o situaciones.
Pero el problema viene, sobre todo,
Diccionario Larousse. México, 2006.
1
cuando esta agresividad se descontrola y atenta contra la seguridad física o emocional de otros, entonces
estaríamos hablando de violencia, es
decir, y según las palabras de Sanmartín, la violencia es agresividad hipertrofiada y descontrolada y el violento se hace. Cabría afirmar, pues,
que una persona es violenta porque
la violencia constituye un patrón de
su conducta.2
José María Uncal, por su parte,
considera que la violencia constituye
la forma de expresión de algunos tipos de personalidad que se caracterizarían fundamentalmente por un
mal manejo de la agresividad.3
De tal forma que las psicopatías, algunos tipos de epilepsia, adeSanmartín José y otros. Violencia, televisión y
cine. Estudios sobre violencia. Editorial Ariel. Barcelona, 1998.
3
Pinillos, José, Uncal. José María, Vallejo-Nájera,
López-Ibor et al. Guía Práctica de psicología. Ediciones Temas de Hoy. Madrid, 1991.
2
44
más de las enfermedades mentales,
delirios paranoides, el alcohol y las
drogas serían los causantes de un
gran número de comportamientos
violentos.
Existe entonces una discrepancia respecto a los determinantes de
la violencia. Según la corriente biologista, hay una predisposición genética a esta conducta. Sin embargo, los
llamados ambientalistas defienden el
condicionante social y cultural de la
misma.
Pero habría una tercera explicación, que considera la predisposición genética modificada por los condicionantes socioambientales.
Factores anatómico-fisiológicos
Por tanto, para entender cómo se vinculan los factores externos al temperamento natural de los individuos, es
necesario referirnos al sustrato anatómico-fisiológico de la agresividad, es
45
decir a los elementos del sistema nervioso central responsables de nuestras reacciones instintivas.
En primer lugar tenemos la
amígdala, la estructura situada en
el cerebro que se encarga principalmente de la formación y almacenamiento de memorias asociadas a
sucesos emocionales y el condicionamiento del miedo, así como de recibir las señales del peligro potencial
para desencadenar una serie de reacciones que están implicadas en la
supervivencia. Una de estas reacciones es la generación de la sustancia
neurotransmisora llamada adrenalina o epinefrina que da origen a los
reflejos que nos permiten hacer frente a las situaciones de tensión, miedo,
presión o alarma.
La amígdala está conectada
a la parte anterior del lóbulo frontal,
que es donde reside la capacidad
de autocrítica, por la cual nuestros
instintos de agresividad pueden ser
46
censurados o controlados de manera
racional. Sin embargo, cuando esta
interconexión está afectada por algún
problema genético, congénito, traumático o bioquímico, puede suceder
que el individuo no analice sus actos
y la reacción instintiva sea la que predomine en la conducta.
Esta relación se ha comprobado experimentalmente, pues los
animales a los que se les extirpa la
amígdala dejan de responder con
violencia a los ataques. Asimismo,
las investigaciones realizadas en seres humanos mediante imágenes
cerebrales tomadas por tomografía,
refuerzan esta teoría, ya que los asesinos llamados impulsivos o afectivos
presentan una baja actividad en el lóbulo frontal.4
También es probable que la
violencia en el ser humano nazca de
Myers, David G. Psicología social. Editorial Médica Panamericana. Madrid 1991.
4
47
alteraciones en el sistema neuronal
causadas por factores ambientales y
sociales. Así pues, sería muy importante como factor desencadenante
de comportamientos violentos el tipo
de socialización recibida, así como
las experiencias vividas en la infancia,
el consumo o abuso de sustancias
tóxicas como el alcohol o las drogas,
el bajo nivel educativo, el desempleo;
la marginalidad en general.
José Luis Pinillos mantiene
también que la agresividad es más un
problema social que biológico. Para
Berkowitz, según recoge Pinillos, hay
estados emotivos que predisponen
a la agresión y no hay agresión en la
que no concurran factores externos
o claves desencadenantes, además
la agresividad se aprende y puede
convertirse en un hábito reforzable.5
Pero ¿por qué existen individuos que se “descontrolan” y otros
Pinillos et al. Op. Cit. p. 45
5
48
que no? Según la Ley de preocupación por las consecuencias, formulada por Nico H. Frijda (Frijda: 1989),
“…todo impulso emocional suscita
un impulso secundario que tiende a
modificar aquél a la vista de sus posibles consecuencias…”, es decir, todo
acto tiene una consecuencia más o
menos predecible. Esto haría que se
produjese el llamado control emocional, es decir, una moderación en la
respuesta o la inhibición de ésta. Pero
hay ocasiones, en que el mecanismo
sufre una interferencia neurológica
o bien se inhibe bajo la influencia de
sustancias como el alcohol o los estupefacientes.6
Además, vivir en una sociedad
agresiva puede volvernos agresivos,
pues como dice la famosa máxima la
violencia sólo engendra violencia.
Pasamos así del problema de
la violencia personal al del comporAvia, María Dolores. Personalidad: Aspectos
cognitivos y sociales. Ediciones Pirámide. Madrid
1995.
6
49
tamiento social y llegamos a la pregunta, ¿cómo explicar la violencia de
masas? Según la teoría de la desindividualización de Zimbargo (1970), si
las masas centran completamente su
atención en un líder o en un objetivo
común –como sucede en las reuniones de sectas o en determinadas manifestaciones de protesta, e incluso
en las acciones terroristas– desciende la capacidad de autocrítica y el nivel de racionalidad, lo que conlleva a
la euforia, el éxtasis y la violencia.
La disminución del auto-control, producido por la carencia o disminución de las funciones corticales
que envían una señal de alerta sobre
las consecuencias de una conducta instintiva, sumada a los impulsos
naturales de agresión, permiten que
aflore un comportamiento violento
arropado en el anonimato de la masa.
La interacción entre la agresividad natural y los factores culturales
50
y ambientales, darán pues lugar a lo
que llamamos violencia, y podemos
destacar como factores clave las influencias subculturales distintas de
la familia (lugar o entorno en que se
vive, condiciones socioeconómicas),
la familia (buena parte de la violencia existente es familiar), violencia
en los medios de comunicación y de
entretenimiento (una forma de aprender un comportamiento violento es
observarlo en imágenes y palabras)
y violencia real (la mejor forma de
aprender violencia es sufrirla o ser
testigo de ella).
Por todo ello, y como conclusión, podemos afirmar que la agresividad es inherente al ser humano, pero
no la violencia, y aunque la biología
pueda tener un papel importante, son
decisivos los factores ambientales,
así como el egoísmo de quienes conciben el mundo de tal manera que
son capaces de transformar la agresividad innata del ser humano en vio51
lencia generalizada.
Como punto final, una cita de
José Sanmartín: El ser humano es
el único animal que transforma su
agresividad en violencia, incumpliendo así el mandamiento biológico más natural: no matarás.
Factores socio-culturales
Existen estadísticas criminológicas
con porcentajes que apoyan la opinión de que los miembros de las clases más bajas de la sociedad (lumpen proletario) son más violentos
que los pertenecientes a las clases
medias y altas (Wolfgang y Ferracuti,
1967). Dichos estudios confirman que
en el estrato sociocultural inferior se
fomentan las actitudes y valores relacionados con la fortaleza corporal,
la tenacidad y la resistencia física, lo
que induce a los individuos a considerar la fuerza como una cualidad y
de ahí a ser agresivos con quienes los
52
rodean, entre ellos su esposa o compañera, para demostrar así que son
superiores y al mismo tiempo reforzar
su concepto de masculinidad (Millar,
Geertz y cutre, 1961).
Sin embargo, según el esquema de causalidad, hay que mostrar
cautela y no relacionar directamente
la agresividad física con la pertenencia a clases bajas, medias o altas, ya
que las estadísticas no muestran que
el origen socioeconómico sea la causa específica de la violencia, y es muy
probable que concurran otras variables (Pastor, 1994c).
Las ciencias sociales recalcan
que la conducta violenta es el resultado de experiencias tempranas o
vivencias relacionadas con motivaciones externas como la frustración,
la aversión o la amenaza de un peligro ya sea físico o psicológico, defendiendo exclusivamente la influencia de factores sociales como causa.
Sin embargo, desde una perspectiva
53
más realista y científica, se concluye
que la violencia es multifactorial, es
decir que las reacciones del hombre
violento se deben a un mosaico de
distintas variables.
Según el modelo de Berkowitz,
existe una interacción dinámica entre la biología (que puede afectar a
la conducta) y las condiciones ambientales (que favorecen o inhiben la
expresión de dichas tendencias), pudiendo influirse ambas variables mutuamente.7
Factores biológicos
Los enfoques biológicos tienden a explicar la agresión como algo inherente a nuestra naturaleza, en vez de ser
adquirido a través de las experiencias
vividas y el aprendizaje. Así, Desmond
Morris (1969) describe nuestras ciudades como jaulas donde prevalece
Corsi, Jorge. Violencias Sociales. Estudios sobre
violencia. Editorial Ariel. Barcelona, 2003.
7
54
la violencia anónima, mientras que
Alexandre Mitscherlich (1969) considera al hombre como una marioneta
que debe someterse a todos sus instintos inconscientes.
No obstante, la mayoría de los
autores que apoyan la predominancia biológica de la agresión suelen
defender la plasticidad de los instintos, exponiendo que sólo algunas
personas se comportan con pautas
de acción fija, lo que explica por qué,
en determinadas situaciones, sólo algunos hombres, y no todos, actúan
de forma violenta.
Otro factor que debe considerarse es el efecto de las hormonas
sexuales que tienen también un efecto directo sobre el comportamiento,
ya que los andrógenos (hormonas
masculinas) producen un aumento
en la capacidad de enojo y en la tendencia hacia la agresividad, en tanto
que la administración de estrógenos
(una de las hormonas femeninas)
55
tiene efectos opuestos (Van Goozen,
Cohen - Kettenis, Gooren, Frijda y Van
de Poll, 1995).
No obstante, no existen datos
concluyentes, sino sólo meras concurrencias correlacionales sobre el
efecto causal de la testosterona en
muchas de las diferencias observadas respecto al comportamiento
violento de algunos hombres. La testosterona fomentaría la agresividad
a través de distintos mecanismos: a)
una vía sensitiva a los andrógenos, b)
una vía sensitiva a los estrógenos y c)
una combinación de ambas, donde la
vía funcional estará determinada por
el genotipo (Sussman, Worrak, Murowchick, Frobose y Schwab, 1996).
Por último, podemos añadir
que la experiencia social también influye en el nivel hormonal, por ejemplo, el estrés puede disminuir el nivel
de andrógenos en los hombres, mientras que un estado de ánimo positivo
y el éxito pueden aumentarlo.8
Myers, David. Op. Cit. p. 156.
8
56
Dicho todo esto, es posible
concluir desde la perspectiva biológica que, aunque los datos experimentales convencen de la relación
funcional entre bioquímica y conducta, todavía hoy resulta difícil separar
causas y efectos: aún quedan importantes lagunas sobre cómo se modularían bilateralmente las hormonas y
la conducta agresiva en el hombre
violento.9
Factores psicosociales
En función de las explicaciones dadas hasta ahora sobre el comportamiento masculino agresivo y la violencia de género, está claro que no
son viables las posturas extremas
que atribuyen este comportamiento
perturbado únicamente a los mecanismos genéticos o ambientales. Se
considera necesario estudiar de manera individual las creencias y princiCorsi, Jorge. Op. Cit. p. 60.
9
57
pios que existen y mantienen la clase
de relación en la que se sustenta la
pareja. Sólo así puede comprenderse la actitud errónea de los agresores
que basan su conducta en el principio de superioridad masculina transmitido culturalmente, pues sabemos
que en la mayor parte de las culturas
judeocristianas se mantienen los roles sexuales estereotipados, donde
se considera que el hombre es quien
manda y puede hacer uso de la violencia física, psicológica o sexual.
De esta manera, muchos individuos mantienen una actitud misógina, totalmente negativa y discriminatoria que se basa en la premisa de
la inferioridad femenina, lo que para
Glick y Fiske (1996) gira en torno a
tres factores:
a) Paternalismo dominador,
suponiendo que la mujer es inferior y más débil que el hombre y por tanto realza la figura
dominante masculina.
58
b) Competitividad en la diferenciación de género, considerando que las mujeres no
tienen las características ni habilidades imprescindibles para
desenvolverse en el medio público.
c) Hostilidad heterosexual, atribuyendo a las mujeres un poder sexual que les hace manipuladoras de los hombres.
Desde este enfoque psicosocial, existen distintos estudios (Coleman, 1980;
Fernández - Montalvo y Echeburúa,
1997; Defensor del Pueblo, 1998) que
sugieren que las actitudes y convicciones misóginas podrían ser un elemento común y diferenciador de los
maltratadores (Ferrer y Bosch, 2000).
Según Eriksson (1997) la violencia
doméstica refleja la desigualdad de
poder entre los distintos sexos; la mujer es víctima de la violencia debido
a su sexo y el hombre lo utiliza para
ejercer su dominio.10
Íbidem.
10
59
Factores psicopatológicos
Existen otros factores que también
pueden, y de hecho la realidad así
nos lo demuestra, desencadenar
comportamientos violentos, como el
alcoholismo, los graves problemas
económicos, el desempleo prolongado, la drogadicción, antecedentes de
rechazos afectivos o trastornos psicopatológicos. Todos estos elementos
actúan como generadores de un estrés, que si no se aprende a afrontar
de una forma positiva y sana, pueden
tener consecuencias nefastas, aunque ninguno de ellos pueda considerarse como causa única que explique
por sí misma la agresividad.
Es importante señalar (Espada y Torres, 1996) que algunos estudios, tanto de la Comunidad Europea
como de Estados Unidos, indican que
una de las causas más importantes
de los malos tratos en el hogar es inherente a la personalidad del agresor.
60
Corroboran que, frecuentemente, los
hombres violentos que maltratan a su
familia muestran ciertos rasgos patológicos como pueden ser impulsividad, paranoia (delirios celotípicos),
inseguridad, personalidad depresiva,
así como tendencia a culpar a los demás de sus fallos, en un intento de reforzar su baja autoestima.
Desde esta perspectiva se considera que el hombre actúa de una
manera desadaptada, por tener un
problema psicológico o psiquiátrico,
y al sufrir una disfunción se sienten
vulnerables e inseguros, por lo que
tienden a sobrecompensar su autoestima a través de la violencia.
Bajo este enfoque psicopatológico, el hombre maltratador podría
tener rasgos en los que encajaría el
tipo de personalidad sádica (Lelord
y André, 1998). Este trastorno de personalidad se caracteriza por un conjunto de comportamientos cuyo fin es
hacer sufrir o simplemente dominar a
61
la otra persona. Buscan el sufrimiento y sumisión del otro exclusivamente
por placer personal y no como medio
para alcanzar cualquier otra meta.
Estos sujetos pueden ser muy hábiles y no aparecer como infractores,
aunque sigan haciendo sufrir a la otra
persona por medios jurídicamente
ilegales como humillar a alguien en
público, aterrorizar a través de amenazas, regodearse con el sufrimiento
del otro, forzar a la otra persona a que
realice actos humillantes o degradantes.
Este comportamiento se suele asociar, aproximadamente una de
cada dos ocasiones, a otro trastorno
de personalidad como la paranoia, el
narcisismo y la conducta antisocial.11
Corsi, Jorge. Op. Cit. p. 76.
11
62
La violencia familiar y sus
consecuencias
Vamos a definir la violencia familiar
como aquella violencia que tiene lugar dentro de los miembros de la familia y que comprende, entre otras
expresiones, la violencia, el maltrato
físico, psicológico y abuso sexual, ya
sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio.
Entendemos que la violencia
doméstica es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas, que involucran abuso físico o la amenaza de
abuso físico. También puede incluir
abuso psicológico repetido, ataque
sexual, aislamiento social progresivo,
castigo, intimidación y coerción económica.
Hay autores que señalan que la
violencia familiar es causada básicamente por tres factores; a) La falta de
control de los impulsos; b) La carencia afectiva; c) La incapacidad para
resolver problemas adecuadamente,
además, como ya mencionamos, podrían sumarse otras variables como
el abuso de alcohol y drogas.
Dinámica de la Violencia familiar
Es muy difícil que la violencia aparezca desde el inicio de las relaciones
de pareja. Durante este periodo, se
muestra un comportamiento positivo
y cada miembro de la pareja aparece
con su mejor faceta, ya que es muy
alta la posibilidad de que termine la
relación por algún episodio de violencia.1
Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson. When men
batter woman. Editorial Simon & Schuster. U. S. A.
304 P. Citado en el sitio: http://www.vidahumana.
org/vidafam/violence/abusador.html consultado
el 10 de enero de 2010. 11:16 a. m.
1
64
La dinámica de la violencia familiar
existe como un ciclo, que pasa por
tres fases:
Fase 1. Acumulación de tensión
• A medida que la relación continua, se incrementa la demanda así como el estrés.
• Hay un incremento del comportamiento agresivo, más relacionado habitualmente con los
objetos que hacia la pareja. Por
ejemplo, dar portazos, arrojar
objetos, romper cosas.
• El comportamiento violento es
reforzado por el alivio de la tensión luego de la violencia.
• La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y
puede haber un aumento de la
agresión verbal y del abuso físico.
• La persona agredida intenta
modificar su comportamiento
65
a fin de evitar la violencia. Por
ejemplo: mantener la casa cada
vez más limpia, a los chicos más
silenciosos, etcétera.
• El abuso físico y verbal continúa.
• La mujer comienza a sentirse
responsable por el abuso.
• El violento se pone obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que puede: el tiempo
y comportamiento de la mujer
(cómo se viste, a dónde va, con
quién está...)
• El violento trata de aislar a la
víctima de su familia y amistades. Puede decirle, por ejemplo,
que si se aman no necesitan a
nadie más, o que los de afuera
son de palo, o que le llenan la
cabeza de ideas equivocadas, o
que están locos.
• Esta fase difiere según los casos. La duración puede ser de
semanas, días, meses o años.
66
Se va acortando con el transcurrir del tiempo.
Fase 2. Episodio agudo de violencia
• Aparece la necesidad de descargar las tensiones acumuladas
• El abusador premedita su
agresión. Decide tiempo y lugar
para el episodio, hace una elección consciente sobre qué parte
del cuerpo golpear y cómo lo va
a hacer.
• Como resultado del episodio la
tensión y el estrés desaparecen
en el abusador. Si hay intervención policial él se muestra calmo
y relajado, en tanto que la mujer
aparece confundida e histérica
debido a la violencia padecida.
67
Fase 3. Etapa de calma, arrepentimiento o
luna de miel
• Se caracteriza por un periodo
de calma, sin violencia y con
muestras de amor y cariño.
• En esta fase, puede suceder
que el golpeador tome a su cargo una parte de la responsabilidad por el episodio agudo, dándole a la pareja la esperanza de
algún cambio en la situación
futura. Actúan como si nada hubiera sucedido, prometen buscar ayuda, prometen no volver a
hacerlo, etcétera.
• Si no hay intervención y la relación continua, hay una gran
posibilidad de que la violencia
haga una escalada y su severidad aumente.
• A menos que el golpeador reciba ayuda para aprender métodos apropiados para manejar su
estrés, esta etapa sólo durará un
68
tiempo y se volverá a comenzar
el ciclo, que se retroalimenta a sí
mismo.2
Luego de un tiempo, se vuelve a la primera fase y todo comienza otra vez.
El hombre agresor no se cura por sí
solo, debe tener un tratamiento. Si la
esposa permanece junto a él, el ciclo
va a comenzar una y otra vez, cada
vez con más violencia.
Personalidad del maltratador
Los agresores suelen venir de hogares violentos, padecer trastornos psicológicos y muchos de ellos utilizan
el alcohol y las drogas, lo que produce que se potencie su agresividad.
Tienen un perfil determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad, son emocionalmente inestables, impacientes e impulsivos.
Gottman, John y Jacobson, Neil. Op. Cit. p. 125.
2
69
Los agresores trasladan habitualmente la agresión que han acumulado en otros ámbitos hacia su
mujer. El maltratador es frecuentemente una persona aislada, no tiene
amigos cercanos, es celoso (celotipia) y con baja autoestima, lo que le
ocasiona frustración y le genera actitudes de violencia.
Una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John
Gottman y Dr. Neil Jacobson señalan
que los hombres maltratadores caen
en dos categorías: pitbull y cobra,
con sus propias características personales:
Pitbull:
• Solamente es violento con las
personas que ama.
• Celoso y tiene miedo al abandono.
• Priva a la mujer de su independencia.
• Vigila y ataca públicamente a
70
su propia esposa o compañera
• Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión.
• Tiene potencial para la rehabilitación.
• No ha sido acusado de ningún
crimen.
• Posiblemente tuvo un padre
abusivo.
Cobra:
• Agresivo con todo el mundo.
• Propenso a amenazar con cuchillos o revólveres.
• Se calma internamente, según
se vuelve agresivo.
• Difícil de tratar en terapia psicológica.
• Depende emocionalmente de
otra persona, pero insiste en que
su compañera haga lo que él
quiere.
• Posiblemente haya sido acusado de algún crimen.
• Abusa del alcohol y drogas.
71
El pitbull espía a su mujer, es
celópata, generalmente le cae bien a
todas las personas, excepto a su novia o esposa. El cobra es un sociópata, frío, calculador, puede ser cálido.
Su tendencia al maltrato no cesa por
sí misma.
A veces, después de que la
mujer ha sido físicamente maltratada,
el agresor siente miedo y detiene este
tipo de abuso para reemplazarlo por
un constante maltrato psicológico, a
través del cual le deja saber a su víctima que el abuso físico podría continuar en cualquier momento.
En ocasiones, la violencia del
maltratador oculta el miedo o la inseguridad que sintió de niño ante un
padre abusivo que lo golpeaba con
frecuencia, al llegar a ser un adulto prefiere adoptar la personalidad
del padre abusador a sentirse débil
y asustado. En otros casos, los comportamientos ofensivos son la consecuencia de una niñez demasiado
72
permisiva durante la cual los padres
complacieron al niño en todo. Esto
lleva al pequeño a creerse superior y
al ser adulto, piensa que él está por
encima de la ley, o sea, que puede
hacer lo que quiera y abusar de todos.
Cree que se merece un trato especial,
mejor que el que reciben los demás.3
La violencia doméstica no
siempre resulta fácil de definir o reconocer. En términos generales, podríamos designarla como el uso deliberado de la fuerza para controlar o
manipular a la pareja o al ambiente
más cercano. Sin embargo, no se
trata solamente del abuso físico, los
golpes o las heridas. Aún más terrible
es la violencia psicológica y la sexual,
por el trauma que causan, que van
más allá de las secuelas de la agresión física visible a todo el mundo.
Debe quedar claro que hay violencia
siempre que se ataca la integridad
emocional o espiritual de una persona.
Gottman et al. Op. Cit. p. 130.
3
73
El abuso psicológico, sexual o
físico habitual sucede entre personas
relacionadas afectivamente, como
son marido y mujer o entre los adultos y los menores que viven en un
mismo hogar. Este tipo de violencia
se detecta con mayor dificultad, pues
quien ha sufrido violencia física tiene
huellas visibles y puede lograr ayuda
más fácilmente. Sin embargo, a la víctima que lleva cicatrices de tipo psicológico le resulta difícil comprobarlo. La situación también se disimula
debido a la habilidad manipuladora
de quienes presentan a la esposa
(o) como exagerada en sus quejas o
simplemente como demente.
La violencia física puede ser
precedida por años de violencia psicológica a través de actos como despreciar al cónyuge e insultarlo, de tal
manera que llega un momento en
que la persona maltratada psicológicamente se siente avergonzada por
lo que sucede, pero cree que se me74
rece el maltrato y prefiere mantener
en secreto una situación que puede
prolongarse durante años, pues resulta muy difícil convencerla de que
vaya a pedir una ayuda que no cree
necesitar.
Realmente nunca existe una
razón para golpear a una persona, sin
embargo en algunos casos el agresor trata de justificarse o se niega a
sí mismo los hechos, por ejemplo el
alcohólico que golpea a una mujer o
la maltrata psicológica o sexualmente y dice yo le pego con motivo, o yo
no la he golpeado, yo no le hecho
nada, sólo tocarla. Tanto el adicto a
cualquier droga como el abusador,
siempre tienen excusas y le echan la
culpa a otro.
En cuanto al abuso psicológico, existen muchas variantes. Una
de ellas es el aislamiento, cuando el
hombre le hace el vacío social a la
mujer, deja de hablarle, incluso de mirarla y entonces ella se va creyendo
75
indigna de afecto. Otra es el condicionamiento económico, caracterizado
por frases como: Si dices algo, o si
no haces lo que yo digo, no te voy a
dar la mensualidad.
La intimidación es también
un abuso. El clásico Si dices algo te
mato, por el que muchas mujeres no
se atreven a delatar las amenazas
que su marido o su compañero lanza
contra ellas.
Existe también lo que en psicología se llama la triangulación, utilizando a los hijos para hacer que la
esposa se sienta culpable. En este
caso los hijos sirven de mensajeros:
dile a tu madre que...
La agresión a través de los hijos, o las amenazas de que el cónyuge se los puede arrebatar, son generalmente avisos que preceden al
abuso físico y se convierten en conductas condicionantes que impiden
que la mujer deje el hogar aunque
sea un espacio violento.
76
Podemos decir que muchas
veces la violencia psicológica es más
grave que el abuso físico. La mayoría
de las mujeres que han sufrido maltrato físico reconocen que son más
dolorosas las palabras hirientes y los
desprecios que los golpes, porque
éstos se curan, mientras que los abusos psicológicos quedan impresos en
la memoria y en la autoestima.
Podemos resumir estos actos
en las siguientes categorías:
a) Abuso verbal: rebajar, insultar,
ridiculizar, humillar, utilizar juegos mentales e ironías para confundir, etcétera.
b) Intimidación: asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o destrozar la propiedad.
c) Amenazas: promesas de herir,
matar, suicidarse, llevarse a los
niños.
d) Abuso económico: control
abusivo de las finanzas fami77
liares, recompensas o castigos
monetarios, impedir que la mujer trabaje aunque sea necesario
para el sostén de la familia.
e) Abuso sexual: imposición del
uso de anticonceptivos, presiones para abortar o para lograr el
embarazo, menosprecio sexual,
imposición de relaciones sexuales contra la voluntad o contrarias a la naturaleza.
f) Aislamiento: control abusivo
de la vida del otro, mediante vigilancia o espionaje de los actos,
movimientos y conversaciones,
impedimento para cultivar amistades.
g) Desprecio: tratar al otro como
inferior, tomar las decisiones importantes sin considerar su opinión.
Todos los individuos que están involucrados en la violencia están enfermos y necesitan ayuda, sin embargo,
78
mientras no se conocen los hechos,
es imposible proporcionarla. Por tanto, ayudar a los miembros de una familia a guardar en secreto tales circunstancias no significa hacerles un
favor, por el contrario, es necesario
motivarlos para que busquen y obtengan ayuda de un sacerdote, un
pastor, un asistente social, un psicólogo o un abogado.
Permitir este tipo de abuso
tiene graves consecuencias, sobre
todo para los niños, y muchas veces
los efectos sólo se manifestarán pasados los años. A veces los niños se
convierten en victimarios y las niñas
en víctimas, para reproducir los roles
de género. Los niños que crecen en
hogares violentos tienen una gran
probabilidad de ser criminales en el
futuro.
Desde luego, muchas mujeres
intentan evitar o huir de las situaciones de violencia, ya sea modificando
su conducta, a través de separacio79
nes temporales, recurriendo a distintos profesionales o incluso a los
sistemas de seguridad y justicia, sin
lograr ningún cambio. A esto se suma
la presión social fundada en mitos
como Algo habrá hecho ella para
que él la tratara así, La mujer buena
tiene que sacrificarse por la familia o
Los celos son una manifestación de
amor y ya tenemos suficiente para
confundir a una mujer o convencerla de que nada de lo que haga podrá
cambiar su destino.
Debemos recordar que la violencia familiar es un proceso cíclico y
que, a medida que pasa el tiempo, los
ciclos de tranquilidad se reducen en
duración, en tanto que los episodios
violentos van aumentando en intensidad y frecuencia. La duración de este
ciclo, que pocas veces es percibido
por la víctima, es un indicador valioso.
También es importante tener
en cuenta factores circunstanciales o
permanentes, que tiendan a aumen80
tar los niveles de stress del abusador
y a reducir sus umbrales de inhibición
(falta de trabajo, problemas de adicción, salud, etcétera).
81
Prevención e intervención en la
dinámica de la violencia familiar
Las amenazas y el ejercicio de la violencia en el ámbito familiar son conductas aprendidas y reforzadas tanto
por las conductas agresivas que se
transmiten a diario en los medios de
comunicación, como socialmente a
través de la tradicional estructura jerárquica de dominación paterna. Con
frecuencia, aquellos que ejercen la
violencia fueron victimas u observadores de ella en su familia de origen.
Desde un punto de vista sistémico, las complejas conductas disfuncionales que hay tras la denominada
“violencia familiar” son manifestaciones de desordenes o implicaciones
que tienen su origen en dos tipos de
eventos en la historia familiar de los
perpetradores y de las víctimas:
• Eventos acaecidos en la familia de origen, de uno o de ambos
miembros de la pareja, que han
quedado inconclusos. Estas injusticias, actos de violencia o culpabilidad no asumida, pueden
haber tenido como protagonistas a personas de generaciones
anteriores y sus consecuencias
se repiten y seguirán repitiendo,
a menos que los hechos acaecidos sean reconocidos y concluidos apropiadamente en el contexto del núcleo familiar.
• Eventos que han afectado el
equilibrio en la relación de pareja o actos graves en los que se
ha implicado uno o ambos y no
han asumido responsablemente
sus consecuencias o sus culpas.
En estos casos, la violencia familiar es una manifestación de desórdenes asociados a otras conductas disfuncionales, como por
ejemplo el incesto, los celos, el
84
alcoholismo, destinos familiares
difíciles tales como la discapacidad de un hijo o la homosexualidad no asumida.
Un nuevo método psicoterapéutico creado por el alemán Bert Hellinger, nos ha permitido observar estos
eventos cargados de altos niveles de
energía afectiva que han sido bloqueados y cómo se expresan a través
de sentimientos o emociones sustitutas que resultan incomprensibles, incluso para quien las manifiesta, y no
se pueden resolver sin una mirada al
sistema completo en que se ejercieron.1
Así, por ejemplo, si el dolor por
actos de violencia perpetrados por
un ser querido no es reconocido y
sentido nos lleva paradójicamente a
Hellinger, Bert et Martín Montero, María Inés et
al. Psicología. “Ensayo Método de Detención Para
Prevención de la Desintegración Familiar” citado
en: http://psicoletra.blogspot.com/2009_11_01_archive.html consultado el 20 de marzo de 2010.
11:31 a. m.
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la ceguera ante las propias conductas violentas. Por el mismo mecanismo, la negación de la culpa de algún
miembro del sistema familiar, una
conducta que no ha sido reconocida y compensada apropiadamente,
se expresa a través de las actitudes
de víctima o victimario de un descendiente, aunque éste no haya tenido
ninguna responsabilidad en los hechos negados o silenciados.
En el enfoque ante la violencia,
se considera que las causas de esta
conducta se hallan en el ámbito de la
historia de los afectados y que su curación depende de que se reconozca
la necesidad de poner en orden algo
en la psiquis o alma de la familia de
origen y la actual de uno o de ambos
integrantes de la pareja.
También es preciso dar herramientas para el manejo de conflictos a quienes ejercen la violencia, así
como proveer a las víctimas de habilidades para confrontar en forma apro86
piada a quienes los hacen objeto de
su violencia y fijar límites para aprender a mantener el delicado equilibrio
entre dar y recibir lo bueno y lo malo
en el intercambio conyugal.
El trabajo con grupos en que
participan miembros de familias afectadas en diversos grados por el fenómeno de la violencia familiar debe estar libre de juicios morales o éticos. Es
necesario mirar a los individuos, incluidos a los perpetradores de la violencia, como a niños que obedecen
los patrones de conducta válidos en
su familia de origen. Si se desviaran
de ellos, se sentirían culpables y no
aceptados ya en su familia de origen.
Es aún más difícil cuando esos estándares operan no sólo en la propia
familia, sino también en otras del grupo de referencia de los involucrados.
Entonces, la presión por seguir esos
estándares es aún mayor. Con este
trasfondo se puede mirar a la familia
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de las víctimas y los perpetradores
de una manera más relajada y con el
ánimo de comprenderlas. Así ambos
pueden tener un lugar en el corazón
del terapeuta y del grupo.
También es preciso estar consciente de que la gente se identifica
con sus ancestros aunque hayan sido
perpetradores de actos violentos. En
estos casos, cabe realizar ejercicios
en que los perpetradores ya fallecidos y sus víctimas encuentran paz
al unirse en un pesar común, lo que
facilita cambios significativos en los
miembros de la familia.
La identificación de un posible agresor
En las primeras etapas de la relación
de pareja es posible detectar actitudes que podrían ser avisos de una futura conducta patológica.
Últimamente son frecuentes
las noticias de mujeres que han sido
heridas o golpeadas, incluso asesinadas por sus esposos. Las que han
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buscado ayuda reconocen que desde la época de su noviazgo había detalles que indicaban una naturaleza
violenta y que ellas pasaron por alto
esos avisos sin pensar en lo que vendría después.
Cuando alguien se enamora
suele ver todo color de rosa. La figura
de la persona amada aparece como
perfecta. Si muestra algún pequeño
defecto se busca una justificación o
se ve como un asunto pasajero.
El excesivo control
Uno de los signos característicos del
temperamento violento es el empeño
por controlar totalmente a la persona
que se ama, sin embargo esto suele
considerarse como muestra de amor.
Si el hombre, por ejemplo, llama
constantemente al trabajo o a la casa
de la novia para saber lo qué ella está
haciendo, se entiende como un signo
de preocupación y si se enoja porque
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hay un retraso de diez minutos, puede atribuirse a un exceso de responsabilidad y puntualidad.
No es raro que el sujeto trate de
saber todo respecto a las actividades
de su compañera y prácticamente la
sujete a un interrogatorio con frases
como: ¿a dónde vas?, ¿con quién?,
¿por qué vas con esa ropa tan provocativa?, ¿a qué hora regresas?, ¿lo
saben tus padres?, ¿conozco a esa
amiga?, ¿dónde vive? Y otras que podrían parecer exceso de amor, pero
que luego se convierten en motivos
de gran ansiedad, ya que si por casualidad la hora de la cita se tiene
que cambiar por algún imprevisto, el
hombre violento se niega a comprender y le va a otorgar otros significados.
Muchas veces es necesario
que el matrimonio esté establecido
para darse cuenta de quién es realmente la persona con la que se convive y entonces la mujer piensa que
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está casada con un extraño que le
exige dar cuenta de todo lo que hace,
cumplir horarios severamente estrictos y otros hechos que van socavando poco a poco su capacidad de decidir y su autoestima.
Incapacidad para compartir el afecto
Pudiera decirse que la primera etapa
responde fundamentalmente a ese
patrón de control posesivo. Es importante observar cómo el sujeto reacciona ante el amor que su novia o
compañera le demuestra a otras personas, pues generalmente a ese tipo
de hombres les molesta en demasía
el cariño que ella prodiga a los familiares, amigos e incluso a los hijos.
Los celos de este tipo prácticamente
aparecen en todos los hombres violentos. Es por eso que el nacimiento
de los hijos desemboca muchas veces en episodios violentos.
Estos hombres sienten que ya
no tienen todo el cariño, que el bebé
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se lleva la mayor parte, que están
desatendidos y por lo general, son incapaces de manejar adecuadamente
la situación.
El hombre violento desea todo
el tiempo de la esposa, sus pensamientos y devoción para estar seguros de su afecto. Casi siempre son
personas con baja autoestima que
necesitan constantemente una reafirmación de amor y poder.
La familia de origen
Es muy importante conocer a la familia del futuro esposo y saber cómo
transcurrió su infancia. Los hombres
violentos en su mayoría proceden de
hogares donde eran comunes las discusiones, insultos, menosprecio, destrozo de objetos, golpes, etcétera. No
todas las personas que tuvieron un
hogar así son violentas, pero existen
muchas posibilidades de que repitan
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el modelo vivido cuando establezcan
su propia familia.
La violencia no siempre tiene
que ver con los golpes. Las descalificaciones, desvalorización e insultos
son síntomas que indican la presencia del fenómeno. Frases comunes
son: “Así no se hace eso”, “Déjame a
mí que tú no sabes”, “Eres muy lenta”, “Cállate, no seas tarada”, “¿Qué
dices?, si de esto tú no sabes”...
El dinero, otro aspecto de la violencia
Otras formas de violencia tienen que
ver con la economía familiar. En estos
casos, el hombre mantiene el control
del dinero, supervisa en qué se gastó,
por mínima que sea la cantidad, y la
mujer depende de él hasta para comprar lo más insignificante.
Cualquier tipo de manifestación de violencia puede convertirse
en otra. A medida que avanza la relación, de los insultos se puede pasar a
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romper objetos, de eso a los golpes y
si no hay una detección del problema
se puede llegar a un desenlace fatal.
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Propuestas
Después de haber analizado las condiciones de la violencia familiar se
proponen las siguientes medidas preventivas:
1. Detectar a tiempo en las escuelas a los niños y jóvenes que
sufren de maltrato para darles
orientación y terminar con el círculo de violencia.
2. Agilizar los trámites de divorcio, ya que en la legislación
mexicana, por tratar de proteger
a la familia, se hacen engorrosos
y tediosos dichos trámites, generando una tortura para los cónyuges que se encuentran en una
guerra constante entre sí hasta
que se logra la separación. En
esta tesitura, propongo que se
implante en la Legislación Civil
de Tabasco la figura del divorcio
express, la cual se encuentra ya
en práctica en el Distrito Federal,
propiciando con ello un mejor
avenimiento entre las partes en
litigio y la salud de la estructura
familiar resultante del proceso
de divorcio.
3. Brindar orientación, sin atentar
contra la libertad, sobre las obligaciones y compromisos que
implica el matrimonio y lo que
conlleva, para que los contrayentes lleguen con la mayor información posible y no se sientan
frustrados al unirse sólo por el
deseo de estar juntos y sin saber
lo que conlleva crear una familia.
4. Legislar para que los análisis
prenupciales incluyan también
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una evaluación sobre el estado psicológico de las personas,
para detectar a tiempo actitudes
que desemboquen en la violencia.
5. Sobre todo, que las instituciones sigan atentas a estos casos
que se den o puedan darse en
aras de proteger realmente a la
familia.
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Conclusión
Toda sociedad está conformada por
diversos tipos de organizaciones, sin
embargo, el núcleo principal es la
familia, ya que alrededor de ella se
va construyendo el entramado que
constituye el entorno social, tal como
afirma Augusto Comte.
A su vez, todas las familias, por
pequeñas que sean, están integradas
por personas de diferentes caracteres, modo de pensar, actitudes, maneras de ver y resolver situaciones, y
esta diversidad puede ser motivo de
conflictos, que bien pudieran resolverse a través del diálogo, aunque
muchas veces alguno o varios de los
integrantes intentan solucionarlos o
imponer su voluntad mediante el uso
de la fuerza.
Cada vez resulta más común
que escuchemos hablar en los medios de comunicación, entre los vecinos o incluso en nuestra casa, de la
violencia intrafamiliar, que se entiende como el uso de la fuerza física, psicológica o económica para producir
daño a otro miembro del mismo núcleo. Esto sin duda altera totalmente
la dinámica de un hogar, pues mientras algunos tienen el dominio de todas las situaciones, los otros se hallan
sometidos a un abuso constante.
Diariamente se reciben por lo
menos 25 denuncias por maltrato en
el seno familiar, sin contar aquellos
casos que terminan en el asesinato
de la víctima, ya que éstos se notifican
a cualquier agencia del Ministerio Público. Pero los datos y las estadísticas
que se puedan obtener no reflejan la
realidad. La mayoría de los casos no
son denunciados y quedan enterrados en la intimidad de los hogares.
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La violencia intrafamiliar es
aquella que tiene lugar dentro de la
familia, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo
domicilio, y que comprende, entre
otros, violación, maltrato físico, psicológico y abuso sexual.
Entendemos que la violencia
doméstica es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas, que involucran abuso físico o la amenaza de
abuso físico. También puede incluir
abuso psicológico repetido, ataque
sexual, aislamiento social progresivo,
castigo, intimidación o coerción económica.
Hay autores que señalan que
la violencia intrafamiliar se da básicamente por tres factores: la falta de
control de impulsos, la carencia afectiva y la incapacidad para resolver
problemas adecuadamente, además
en algunas personas podrían aparecer variables de abuso de alcohol y
drogas.
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En muchas ocasiones, la lucha
de poder se presenta entre cónyuges,
y son los hijos quienes, al tener que
vivir en un estado de violencia, sufren daños psicológicos que afectan
su conducta y manera de proceder,
pues a través de sus padres aprenden
que la vía para resolver los problemas
es el uso de la fuerza, o bien se convierten en individuos inestables, depresivos e inseguros, que se sienten
incluso culpables de la situación que
se vive en su casa.
A pesar de que tradicionalmente se asumía que la mujer era la mayor víctima del maltrato familiar, los
tiempos que vivimos han propiciado
que este fenómeno se dé independientemente del género, además de
que hay diferentes formas de maltrato; a veces una frase puede causar
mayor daño que un golpe.
De manera silenciosa, la violencia penetra en los hogares para
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después extenderse a las calles, escuelas, centros de trabajos y otros
sitios de convivencia social. Se instala como un cáncer que destruye la
intimidad y el potencial humano generando en sus víctimas un estado
agónico permanente, produciendo
sujetos sin aspiraciones trascendentes, sin espíritu de productividad y
creatividad, en pocas palabras; muertos en vida.
Por ello resulta tan importante
que la sociedad esté organizada para
ayudar a todos aquellos que sufren
de violencia intrafamiliar, a través de
distintas instituciones que orienten a
la ciudadanía sobre cómo proceder al
encontrarse en una situación de esta
naturaleza, puesto que sólo mediante
la ley se puede controlar la violencia
que parece inherente a la naturaleza
humana y establecer las condiciones
para una convivencia pacífica donde
sea posible que los individuos se respeten y se realicen plenamente.
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Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson.
When men batter woman. Editorial Simon & Schuster. U. S. A. 304 P. Citado
en el sitio: http://www.vidahumana.
org/vidafam/violence/abusador.html
consultado el 10 de enero de 2010.
11:16 a. m.
Blogger
http://psicoletra.blogspot.
com/2009_11_01_archive.html
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Breve Estudio sobre la Violencia Familiar.
Causas, Efectos y Estrategias de Prevención de César Manuel López Tosca, se
terminó de imprimir el 24 de septiembre
de 2010, con un tiraje de 1000 ejemplares. En Morari, Formas Continuas, S. A.
de C. V. Av. Heroico Colegio Miltar. Núm.
116. Col. Atasta. Villahermosa, Tabasco. El
cuidado de la edición estuvo a cargo del
autor y el Fondo Editorial Universitario.
978- 607- 7557- 63- 0
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