6 MIÉRCOLES 31 DE OCTUBRE DE 2012 ● Diario de Sevilla Opinión LA TRIBUNA DE POCO UN TODO El intraemprendedor Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña Business angel ACE algunos años publiqué en mi blog que buscaba un emprendedor con el objetivo de poner en marcha un proyecto muy concreto. No estaba buscando un empleado, sino algo más que eso: una persona que fuera capaz de llevar el día a día de una nueva empresa y que aportase su trabajo y su talento a cambio de un sueldo y un paquete accionarial del proyecto en cuestión. Muchos me dijeron entonces que estaba buscando un empleado y no un emprendedor. Pero lo que yo estaba reclamando en aquel momento era un “intraemprendedor”. Hoy el concepto sigue siendo relativamente novedoso e incluso hay quien niega su existencia, pero, en mi opinión, la figura del intraemprendedor resulta cada vez más necesaria en el seno de las grandes empresas. En algunas ocasiones se requiere algo así como un “directivo +”, alguien que no se limite a realizar su función como empleado de una empresa, sino que participe de la compañía y que pueda tomar parte en ella sintiéndola suya y teniendo interés en desarrollarla al máximo. Se trata de un perfil que ha de tener un incentivo más allá del económico. El intraemprendedor tiene que ser “dueño” de la empresa y vivirla cada día como suya. En muchos de esos casos hablamos de personas que quizás querían montar su propia empresa sin tener medios para ello, que pueden vivir de esta manera esa experiencia y hacerlo respaldados financieramente de una manera creativa. Hoy en día es extraordinariamente difícil encontrar personas que se ajusten a ese perfil, ya que las personas aptas quieren montar su propia empresa y los perfiles directivos tradicionales quieren mantener sueldos fijos elevados, lo que se aleja del objetivo que se pretende. Poco a poco la figura del intraemprendedor se va instalando en las grandes empresas. Éstas necesitan cada vez más un elevado número de personas innovadoras, crea- H Las grandes compañías necesitan cada vez más un elevado número de personas innovadoras, creativas y proactivas, incluso dentro de estructuras burocratizadas que cuentan con miles de empleados tivas y preactivas incluso dentro de estructuras más o menos burocratizadas que cuentan con miles de empleados. Son precisamente estas personas las que revolucionan y las que lanzan los proyectos más innovadores. Es su inquietud la que hace mover estructuras lentas y, en ocasiones, complejas. Muchas veces es un trabajo ingrato, incómodo y, a menudo, incomprendido por parte de los compañeros. La dirección de estas grandes compañías tiene tres grandes retos para fomentar estas figuras de intraemprendedores que les aportan tanto valor. El primero es detectarlos, ya que en muchas ocasiones acaban frustrados por la mediocridad de sus mandos superiores, temerosos de que el subordinado que destaca les pueda quitar el puesto. El segundo es darles las herramientas y medios suficientes para poder llevar a cabo su proyecto, sin enterrarles literalmente en un desesperante papeleo que les hará desistir de sus ideas. Finalmente, tener un sistema de remuneración y premios que, por sí mismo, genere más vocaciones y lance el siguiente mensaje a toda la plantilla: emprender, crecer en tu trabajo e innovar por cuenta ajena también puede tener su recompensa. En España hay grandes compañías que ya han iniciado sus deberes. Gas Natural Fenosa ha diseñado unos galardones que reconocen los proyectos que suponen un cambio en las actividades y negocios del grupo o un proceso de mejora. Hasta el momento, más de un centenar de empleados se han presentado en esta primera convocatoria, buscando no sólo el beneficio económico para la compañía, que están valorados en más de 7 millones de euros anuales, también están desarrollando un proyecto personal propio, con unos medios que nunca habrían estado a su alcance. Telefónica, también cuenta con distintas iniciativas para fomentar el espíritu emprendedor entre sus empleados, el canal Emprendedores, Idealab, muy enfocado a definir nuevas mejoras en la relación con los clientes, y Óptima, donde la búsqueda de la eficiencia corporativa es la anhelada meta. Más del 10% de la plantilla de Telefónica España se está acercando a participar en estas iniciativas; estamos hablando de más de 3.000 personas que están dirigiendo el desarrollo de nuevas iniciativas en el seno de su compañía. Proyectos que tienen una duración media de cuatro meses, y que si logran alcanzar los objetivos marcados, optarán a importantes premios. Éstos son sólo dos ejemplos de una filosofía empresarial que debería correr como la pólvora entre el resto de pymes y grandes empresas españolas; si esto no sucede, el intraemprendedor tiene fecha de caducidad y, frustrado, se lanzará con menos medios a intentarlo por su cuenta y se perderán por el camino grandes ideas que bien podrían ayudar a una compañía a alcanzar grandes metas. EN TRÁNSITO L otro día se me ocurrió una esmuy bien cómo superarlo. La derecha impecie de tuit para definir lo que pone políticas asfixiantes de austeridad, Eduardo Jordá nos ha pasado en España en espero a tontas y a locas y sin un plan establetos últimos años: “Nos creíacido sobre los límites a los que debería llemos que esto era Jauja, cuando gar la austeridad. Y las alternativas de la izen realidad estábamos en Babia, así que quierda no son menos superficiales. La izahora hemos acabado en la Inopia”. Escriquierda más o menos antisistema habla de bo Inopia con mayúscula, como si fuera el volver a la economía del trueque, de desnombre de un país quimérico, porque la truir el capitalismo o de encarcelar a los palabra tiene un doble sentido que define banqueros (aunque muchos deberían hamuy bien la situación en que nos encontraber sido sometidos a una investigación jumos. Y es que estar en la inopia significa esdicial), y la izquierda socialdemócrata sólo tar distraído y no enterarse de nada, pero se opone a los recortes, pero por desgracia al mismo tiempo el origen latino de la palaninguna de estas propuestas nos enseña bra “inopia” significa pobreza, o peor aún, cómo crear empleo, o cómo seguir finanmiseria. Y ésta es la clase de miseria económica y social que vivi- ciando el déficit gigantesco que tienen el Estado y las comunidamos: una miseria desorientada e ignorante, o dicho de otro modo, des autónomas: una financiación, por cierto, de la que depende una miseria en la que apenas hay reflexión ni diálogo, ni voluntad que se pueda pagar a los empleados públicos. de análisis, ni aprendizaje a partir de las enseñanzas de la Historia, Y así estamos, sin que todavía se haya oído a izquierda y dereni siquiera una mínima voluntad de acuerdo con los adversarios cha la propuesta de un gran pacto de Estado entre todas las fuerpolíticos. En otras palabras, una miseria con mínimos educativos, zas políticas y sindicales, sobre la base de garantizar unos míniuna miseria histeria y demagógica, una miseria devorada por la mos infranqueables en materia de educación, sanidad y pensiofalta absoluta de ideas y por una inexorable degradación moral. Es nes. Esa medida sí que sería factible, y además contaría con el decir, una miseria de ciudadanos que han renunciado a ser ciuda- apoyo de más del 80% de la población, pero la clase política –con danos y de políticos que nunca han querido ser de verdad políticos. su casta correspondiente de intelectuales orgánicos– no la acepY todo esto es muy preocupante, porque está claro que ni la dere- tará jamás. Y es natural: prefieren mantenernos en la Inopia, para cha ni la izquierda saben lo que nos está pasando ni parecen saber que ellos sigan disfrutando de su vida confortable en Jauja. E Inopia Enrique García-Máiquez Se Lesaka L estómago tiene sus razones que ni la razón ni el corazón entienden. De la detención de terroristas de ETA tanto mi mente como mis sentimientos tendrían mucho que decir. Por ejemplo, la alegría de otro golpe más a la banda; o la triste confirmación de que éstos, con sus zulos y sus jefes de armamento, no son los de la paz, la paz; o las indignantes declaraciones de Bildu lamentando la acción de la justicia contra dos asesinos; o, incluso, el despiste de la Gendarmería francesa, que se dejó olvidadas en mitad de la calle unas bolsas con una pistola y abundante documentación, que le pasa eso a nuestra Guardia Civil y la de chistes que habríamos tenido que aguantar. Pero mi sensibilidad se ha quedado atragantada con la etarra Izaskun Lesaka comiéndose a las bravas un pen drive, que uno supone –desea– que fuese de 64 GB, por lo menos. A pesar de ser hijo de farmacéuticos e hipocondríaco, he tenido siempre grandes dificultades para engullir cualquier pastilla, por muy recubierta que viniese y por muy esofagodinámica que fuera. Pienso, por tanto,enalguientragándoseunpendrive,conla cantidad de información que entra ahí, madre mía, y me dan arcadas de ansiedad. Claro que la etarra está entrenada a co- E La etarra Isaskun Lesaka masticando su ‘pen drive’ es un puro y duro ‘happening’ autorreferencial, una pintura negra mulgar con ruedas de molino ideológicas, a tragarse bulos históricos como cantos rodados, y a tener un estómago a prueba de bombas, porque las ha ordenado poner, llevándose por delante vidas inocentes. De modo que esa Isaskun masticando su pen drive es un puro y, sobre todo, duro happening autorreferencial, una pintura negra: Saturno devorando a sus hijos 2.0, expresionismo posmoderno. La Policía francesa estuvo rápida y decidida, y un valiente le metió la mano por la boca, como se hace con los cocodrilos, arriesgándose al mordisco, a la amputación, a la segura infección. Extrajo el USB de la garganta profunda. Esperemos que le den la Legión de Horror, como poco. La experiencia le tuvo que revolver las tripas (al curtido gendarme, digo). Natural que se dejara luego las bolsas olvidadas. De haber estado yo allí, habría optado por el liberalismo salvaje: “Laissez faire, laissez passer”, habría gritado, y no sólo porque es una de las pocas cosas que sé en francés, sino para que le aprovechase a Izaskun. “Eso, luego se Lesaka”, habría añadido, confiando en la cirugía o la naturaleza. Mucho daño tampoco iba a hacerle. Cosas mayores se han comido algunos. Los miembros del Tribunal Constitucional, sin ir más lejos, que legalizaron Bildu, se tragaron de una sentada la memoria, la dignidad y la justicia de un país tan grande como el nuestro. Y ahí están, tan campantes.