“EL IMPLEMENTO DE LA OBLIGATORIEDAD EN LA LECTURA DENTRO DE LOS PLANES Y PROGRAMAS DE ESTUDIO DE LOS MAESTROS DE EDUCACIÓN BÁSICA, COMO SOLUCIÓN PRÁCTICA AL FOMENTO A LA LECTURA” AUTOR DE LA PONENCIA: DIP. JOSE DOLORES ESPINOZA MAY INSTITUCIÓN: CONGRESO DEL ESTADO DE TABASCO LX LEGISLATURA “EL IMPLEMENTO DE LA OBLIGATORIEDAD EN LA LECTURA DENTRO DE LOS PLANES Y PROGRAMAS DE ESTUDIO DE LOS MAESTROS DE EDUCACIÓN BÁSICA, COMO SOLUCIÓN PRÁCTICA AL FOMENTO A LA LECTURA” Dip. José Dolores Espinoza May Inicio esta ponencia con la reflexión a una frase vertida por el poeta chileno Ibáñez Langloise que dice: “El descenso de los hábitos de lectura de un pueblo implica un auténtico retroceso mental de la sociedad. Disminuye su imaginación creadora, su inteligencia y su sensibilidad”. Los profesores de educación primaria y media con los que he tenido la oportunidad de platicar, constatan que los alumnos aficionados a leer encuentran menos dificultades en sus estudios, sacan mejores calificaciones y suelen ser más maduros. Lo cual es lógico; ya que la lectura mejora la ortografía, incrementa el vocabulario, hace más fluida la expresión escrita y la oral, proporciona cultura y ayuda a pensar. Quien piensa es capaz de interiorizar valores y puede contribuir al conocimiento de la verdad, a la consecución del bien y a la apreciación de la belleza, todo lo cual nos ayuda a perfeccionarnos como seres humanos. Por otro lado la lectura es el mejor antídoto contra el aburrimiento, pues no se necesita de los demás para divertirse y deleitarse con un buen texto. Sin embargo las estadísticas avasallan, ya que demuestran con frialdad y dureza, que a nosotros los mexicanos (el 99.99 por ciento) no nos gusta leer. Según estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la Unesco en su estudio “Hábitos de lectura” México ocupa el sitio 107 en una lista de 108 países estudiados. En los resultados de dichos estudios, puede verse que el mexicano promedio lee 2.8 libros al año. Hay sólo una biblioteca pública por cada quince mil habitantes y el cuarenta por ciento de los mexicanos nunca ha entrado a una librería. Es precisamente en estas librerías, en las que se concentran los intereses de lectura por libre elección, las que son consideradas por la Secretaría de Educación Púbica como el “eslabón más débil de la cadena del libro” debido a su reducido número, pues en México hay una librería por cada 200 mil habitantes, mientras que en otros países como España y Argentina corresponden 10 mil y 19 mil habitantes por librería, respectivamente. En ese desolador paisaje de estadísticas, es de recalcar que las más tristes son las que, presenta Gabriel Zaid en su ensayo “La lectura como fracaso del sistema educativo”1 ya que una de ellas señala que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, pero que el dieciocho por ciento de ellos (1.6 millones) nunca ha puesto pie en una librería y concluye: “La mitad de los universitarios (cuatro millones) prácticamente no compra libros.” …“en 53 años el número de librerías por millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18” en la culta capital. Es decir: a mayor esfuerzo educativo, menos lectores. Por su parte, la Encuesta Nacional de Lectura, aplicada en 2006 “ofrece una visión panorámica de los patrones que los mexicanos seguimos para acercarnos a la palabra escrita. Dichos patrones no son homogéneos; varían según la edad, la escolaridad, el nivel socioeconómico y el tipo de localidad en que vivimos. Por edad, los niveles más altos de lectura de libros se dan entre los jóvenes de 18 a 22 años, con 69.7%, y de 12 a 17 años, con 66.6%. Las diferencias asociadas a la escolaridad son muy pronunciadas, con porcentajes de 76.6% entre quienes tienen educación universitaria. Por grupos socioeconómicos, el porcentaje más alto se da en el nivel medio (79.2%), desciende ligeramente para la población de niveles socioeconómicos medio alto y alto (75.9%) y decrece conforme el nivel socioeconómico es más bajo. El promedio de libros leídos en el año es de 2.9, con cifras superiores para los jóvenes de 18 a 22 años (4.2), los mexicanos con educación universitaria (5.1) y los de niveles socioeconómicos medio alto y alto (7.2). Cuando al entrevistado se le preguntan las principales razones por las que no lee, la falta de tiempo es, por mucho, la respuesta más común (69.0%) aun cuando la falta de gusto tiene también un peso importante (30.4%), como también el hecho de que se prefieran otras actividades (19.1%). El costo de los libros y revistas tiene un peso menor como razón para no leer entre la población en su conjunto (14.6%) e incluso entre los niveles socioeconómicos muy bajo (15.3%) y bajo (16.0%). 1 Publicado en la Revista Letras Libres y disponible en el sitio www.letraslibres.com/ Cuando la pregunta se formula sobre el principal problema que enfrentan las personas para leer, las principales respuestas son la falta de interés (18.2%), la falta de educación (13.9%) y la falta de hábito (13.1%). La falta de tiempo pasa de 69.0% en la pregunta anterior a 8.6%. En cuanto a la principal razón por la que se lee, respondida por una cuarta parte de la población (24.6%), es informarse, siguiendo los motivos escolares con 20.5%. El gusto natural por la lectura es referido por 9.2% y por diversión 6.8%; respuestas que se refieren a una dimensión de mejoría individual (crecimiento personal 8.0%, mejoría profesional 7.3%, para ser culto 3.1%) alcanzan en conjunto 18.4%. Al preguntar para qué sirve la lectura se aceptaron hasta dos respuestas por cada entrevistado. Tomando en cuenta la primera mención, tres cuartes partes asocian la lectura con aprendizaje; uno de cada 10 con ser culto (11.9%), mientras que divertirse alcanzó 5.4%. Al considerar ambas respuestas, divertirse se incrementó a 21.4%, mejorar en el trabajo a 13.6% y ser culto a 39.4%”.2 Toda vez que esta Encuesta fue desarrollada por Regiones, encontramos que el Estado de Tabasco quedó ubicado dentro de la Región Sur. Así las regiones con mayor índice de entrevistados que responden que les gusta mucho leer son el Distrito Federal (23.5%), el noroeste (20.6%) y el sur (19.9%). Para la respuesta “me gusta leer”, la proporción más alta se da nuevamente en el Distrito Federal (41.6%) y en el noreste. El índice más alto para la respuesta “me gusta poco leer” es el centro-occidente, con 44.2%, y para “no me gusta leer” el sur, con 19.6%. Estas estadísticas deben cubrirnos de vergüenza. Años de esfuerzo educativo, de invertir dinero en bibliotecas, centros culturales, publicidad, cursos, campañas y ferias, premios y becas, ofertas y descuentos, clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones, se traducen en la realidad que no queremos leer, que no nos interesa. Ante tal realidad surge el planteamiento: ¿Cómo cambiamos nuestros hábitos de lectura? Esfuerzos legislativos ha habido, prueba de ello son la LEY DE FOMENTO PARA LA LECTURA Y EL LIBRO3 emitida por Decreto del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León el 29 de abril del año 2000 y la actual y vigente LEY DE FOMENTO 2 ENCUESTA NACIONAL DE LECTURA. Primera edición: 2006, CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Dirección General de Publicaciones, México. 3 Boletín Informativo del Grupo Iberoamericano de Editores fue fundado en 1978 y representa a la industria editorial de toda América, España y Portugal a través de 27 asociaciones que representan a 23 países. PARA LA LECTURA Y EL LIBRO4 emitida por el presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y publicada en Diario Oficial de la Federación del 24 de julio de 2008. Sin embargo, por decreto no nos pueden obligar a leer. Por decreto no se puede culturizar a un pueblo. El fomentar el hábito de la lectura es tarea conjunta de todos aquellos que queremos elevar el nivel cultural y educativo de nuestro pueblo. Es un reto que tenemos los padres y los educadores de manera conjunta. La solución es simple. Hay que predicar con el ejemplo. ¿Cómo? Leyendo más nosotros mismos; es el ejemplo el que arrastra, pues sólo se transmite lo que se vive. Eveline Charmeux , en su obra “Cómo fomentar los hábitos de lectura”5, distingue dos clases de lectura: la lectura funcional y la lectura de placer. Mediante la primera, los lectores obtienen información, solucionan problemas. Es la lectura necesaria para resolver un problema, para conocer las reglas de un juego o un deporte, para saber cómo se monta una máquina. Mediante la segunda, se lee para divertirse, para pasar el rato, para explorar nuevos mundos. Es el tipo de lectura en la que el lector se deja llevar por las palabras, sin ningún tipo de propósito concreto que no sea el puro placer de sumergirse en un libro. Está comprobado científicamente que al final de la infancia, entre los ocho y los doce años se generan muchos hábitos y aficiones. Es en esta etapa cuando los niños están abriéndose al mundo, conociendo posibilidades y adquiriendo autonomía de movimientos. Es una edad adecuada para desarrollar un hábito lector que pueda consolidarse después en la adolescencia. Los padres y maestros tenemos un papel importantísimo a jugar en la creación y consolidación de este hábito. 4 5 Consultada en el Sitio Web: http://www.leydellibro.org.mx/ Charmeux, Eveline. Como fomentar los hábitos de lectura. Barcelona: Ediciones CEAC, 1992 Pero si bien es cierto que los hábitos en los menores son más fáciles de adquirir, ¿qué pasa con toda la población adulta que en México no lee? ¿Cómo rompemos ese círculo vicioso que nos obliga a estar en los últimos lugares de países lectores a nivel internacional? La propuesta motivo de la presente ponencia es precisamente que se MODIFIQUEN los planes de estudio de los maestros normalistas, así como también los planes de estudio de las escuelas tanto básicas como de nivel medio superior. En la medida en que los maestros de educación básica adquieran este noble hábito de la lectura, mejorará su ortografía, su vocabulario será incrementado, su expresión escrita y oral será más fluida, su cultura más rica y sus pensamientos serán lógicos y ordenados. Como ya se dijo anteriormente quien piensa es capaz de interiorizar valores y con esto los profesores y maestras, no sólo predicarán con el ejemplo, sino contribuirán al conocimiento de la verdad, a la consecución del bien y a la apreciación de la belleza. En la medida en que los planes de estudio, tanto de los maestros normalistas como de los educandos, contemplen la obligatoriedad de leer, será elevado el nivel cultural de la sociedad mexicana y esto nos ayudará a ser mejores seres humanos. BIBLIOGRAFÍA: Boletín Informativo del Grupo Iberoamericano de Editores fue fundado en 1978 y representa a la industria editorial de toda América, España y Portugal a través de 27 asociaciones que representan a 23 países. Charmeux, Eveline. Como fomentar los hábitos de lectura. Barcelona: Ediciones CEAC, 1992 ENCUESTA NACIONAL DE LECTURA. Primera edición: 2006, CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Dirección General de Publicaciones, México. LEY DE FOMENTO PARA LA LECTURA Y EL LIBRO consultada en el Sitio Web: http://www.leydellibro.org.mx/ Revista Letras Libres, disponible en el sitio www.letraslibres.com/