PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN Año. Semt. Trim. Mea. Madrid. .1 Provincias... J9 Cuba y Puerto Rico n 11 .. 5 ADVERTENCIAS Las suscrioiones y encargos e anuncios pueden hacerse en la Ad* ministraoiün. En provincias, por uuvlio Jo ',•; corrospoiiaales. Eu París, Saavedra honnanus, 55 rué Taibout. Los pagos serán anticipados. 1'50 « ' 26 la >i 11 Extranjero... 48 Portugal 24 24 12 12 1 n 1. Redacción: Calle de la Flor Alta, 3, Madrid. Administración-. Calle de laFlor Alta, 3, Madriii. AÑO VIII.—NÚiilERO 2 2 2 2 Mas para que Nuestros cuidados y esfuerzos lleguen al buen t é r mino deseado, es necesario también que todos los católicos de España se persuadan de que el bien supremo de la Religión pide y exige de su parte unión y concordia. Es necesario que den tregua á las rasiones políticas que les desconciertan y dividen; y dejando k la Providencia de Dios dirigir los destinos de las Naciones, obren enteramente acordes, guiados por el Episcopado, para promover, por todos los medios que las leyes y la equidaa permitan, los intereses de la Religión J' de la Patria, y compactos r sistan á, los ataques de los impíos y de los enemigos de la sociedad civil.—Es además deber suyo sujetarse respetuosamente á los Poderes constituidos, y esto se lo pedimos con tanta más razón, cnanto que se encuentra á la cabeza de vuestra noble Nación una Reina ilustre, cujra piedad y devoción á la Iglesia habéis podido admirar, y la 1 reseñóla de algunos de vosotros en esta ocasión Nos mueve á recordarlo. Por stas dotes, siendo á Nos carísima, le hemos dado públicos testinionios de Nuestro afecto paternal; y de estos testimonies, el más señalado es el de haber levantado á la pila bautismal á su Augusto Hijo, que fundadamente esperamos ha de heredar con las altas cualidades de gobierno, la piedad y las virtudes de Su Madre. (Alocupióü de Su Santidad León XUI á los peregrinos españoles.) María Inmaculada. La serpiente del P a r a í s o , enroscada aún en el árbol de la ciencia, habló como á nuestros primeros p a d r e s , á los p u e blos modernos, y tentó su orgullo con las pérfidas insidias del genio del mal: «Seréis como dioses,» les dijo. Los pueblos comieron del fruto vedado; apagóse la llama de la fe en su inteligencia, y hoy caminan á tientas por entre las lobregueces de la vida, maldiciendo de sí mismos con la voz del pesimismo desesperante, cada vez que los abrojos de la indeclinable realidad hieren sus plantas. La historia de la sociedad moderna semeja una paráfrasis viviente de la p á gina genesiaca; así salieron Adán y Eva del Paraíso cuando la flameante espada del ángel les señaló la senda de la misérrima vida á que les había condenado Dios por su pecado. Pero la pecadora humanidad, que s a lió arrojada de la presencia de Dios con toda la pesadumbre de su culpa, llevaba consigo la promesa de una redención; consoladora esperanza que alentó las g e neraciones, y que escrita en los libros sagrados, dio vida á la fábula de Prometeo, inspiró las proféticas estrofas del Mantuano, palpitó en los atisvos luminosos de Platón, y revelóse en los oráculos de la Sibila, hasta que la esperanza se convirtió en realidad con la encarnación del Cristo en las purísimas entrañas de la Virgen. Las sociedades modernas, apartadas de Dios, sufren también la pena de su culpa; pero sufren sin esperanza, como los reprobos, en el eterno dolor. «No hay más Dios que la ciencia», ha dicho el siglo en su impiedad; y la ciencia, que rompe el velo azul de los cielos DIARIO RELIGIOSO, POLÍTICO Y LITERARIO con poderosas lentes, y que analiza en el espectro la materia de que se componen los astros, no alcanza á ver áDios con el telescopio, y declara que el cielo está vacío. El genio del mal ha vuelto á seducir á la humanidad, que cuando cree haber llegado, por el predominio de su razón, á ser tan grande como Dios mismo, vése condenada á revolcarse en el dolor implacable en que le abandona «1 materialismo pesimista. Pero hé aquí que en medio de las tinieblas del incrédulo siglo, é i l u m i n á n dolas con los resplandores de la visión celeste, desciende á las escabrosidades del Pirineo la aparición de una mujer que lleva prendido en sus hombros por manto un girón del cielo azul, ciñe su purísimo cuerpo la candida túnica que tejieron los ángeles con rayos de la luz eterna, y rutilantes estrellas coronan su frente. Los ojos miopes del siglo, fatigados en analizar escrupulosamente las células y los átomos, no alcanzan á ver los esfumados perfiles de la gloriosa a p a r i ción; ella se revela clara y distinta en la santa g r u t a de Massavielle á las fervientes miradas de una ignorante campesina, y le dice: «Yo soy la Inmaculada Concepción.» Acaso Dios, en sus altos designios, ha querido que descendiese de nuevo á la tierra para quebrantar la cabeza de la infernal serpiente, para despertar la fe amortiguada del siglo XIX. En torno de la gloriosa figura de la Virgen de Lourdes luchan actualmente el bien y el mal, que en las sociedades modernas están simbolizados en el espíritualismo y el materialismo. El Padre Zeferino González, arrastrándose en su agonía en peregrinación e s piritual á Lourdes, y Emilio Zola, pretendiendo manchar con la impura baba de su estilo las celestes vestiduras de la Virgen, sintetizan en los momentos a c tuales el combate entre el error y la verdad. El escritor naturalista mirando á Lourdes con los ojos de la carne, ve únicamente ahí una casa de baños á lo dirino, y juzga á Bernardeta una histérica alucinada, de igual modo que los sabios de Salamanca creyeron loco á Colón porque sólo él veía un mundo en las lejanías de su inteligencia privilegiada. El ilustre filósofo dominico, cuya muerte llora hoy la ciencia, mirando á Lourdes con los ojos de la fe, que como Lacordaire decía: «dilata las claridades de la razón, contemplando todas las cosas desde horizonte más extenso», veía allí en toda su fuerza el esplendor de la verdad revelada, única capaz de curar las llagas mortales de la sociedad moderna, como á despecho de la ciencia humana, y por su propia confesión hecha á pesar suyo, realiza allí el milagro cada día, y renueva el triunfo de María Inmaculada sobre 17 porque no bastan las versales; hay que poner titulares) pronunciadas por el señor presidente de aquella Comisión y citadas por el Sr. Ministro de Estado, señor Calderón GoUantes: «Este era el sentido que daba al artículo el presidente de aquella Comisión, el cual lo oyó sin consignar protesta alguna contra sus palabras. Lo oyó también el Senado, y SOLO MEDIANTE ESTAS EXPLICACIONES, Y POR VIRTUD DE ELLAS, TENGO LA CONVICCIÓN INTIMA DE QUE VOTO EL ARTICULO 11 LA MAYORÍA DE ESTA CÁMARA.» Realmente este era el objeto que á mí me llevaba días pasados á intervenir en este debate. No sé si el Senado encontrará oportuno el que yo haya hecbo eso esta tarde; y como no quisiera, porque sería contra mi voluntad, dar cierto calor al debate, porque lo que yo desearía es que saliéramos todos del Senado unidos y conformes, entiendo que lo que aquí procede es que de alguna manera (no sé en este momento la parlamentaria cuál será) no quede ningún género de duda de que en uu Estado católico en que rige la Constitución del 70, en la cual se consigua qiie esa es la religión del Estado, no puede suscitarse la duda de que, porque un desgraciado hijo de un protestante no se sienta molestado en un aula, se preciso legislar echando de los Centros docentes la enseñanza de la religión católica apostólica romana. Ahora permitidme que, antes-de sentarme, os diga unas palabras. Sabios, discutid todo lo que queráis, buscad la enseñanza cíclica, el hombre clástici. • y todo lo que el moderno progreso os traiga á las mientes; pero no olvidéis esto que es eterno: iniíium sapientiae timor Dominae. Voy á concluir, señores. En estos momentos, cuando hay estas leyes, dice el Sr. Ministro de Fomento que existe una gran reacción religiosa. ¡Ah, mi querido amigo Sr. Ministro de Fomento, á quien profe- la serpiente, y de la fe católica sobre la impiedad del siglo. INTERiyiEDIO Hombre excepcional. —Actualmente llama poderosamente la atención en Nueva-York un individuo que recorre las calles de la población vestido elegantemente de etiqueta, cantando trozos de óperas y canciones populares de aquel pais. El cantor es un autómata maravillosamen te construido, poseyendo el movimiento de brazos y piernas con la misma regularidad que una persona. Al cantar abre y cierra la boca, y emite los sonidos como si su laringe tuviese la misma construcción anatómica humana. La estatura del autómata es muy elevada, pues tiene más de 12 metros; los motores con los cualos funciona esta admirable máquinason eléctricos, lo mismo que el que pone en movimiento el fonógrafo que lleva colocado en su cabeza, por cuya causa este autómata es conocido en Nueva-York por el hombre eléctrico de Kardek, que es el nombre del inventor, el cual se ha servido para sn construcción de aquel hombre de vapor que hace algún tiempo fué inventado por Moore. Tiene la ventaja el actual autómata sobre el otro, que aquél, para guardar el equilibrio, necesitaba apoyarse en un cochecito que simulaba empujai-, y que su marcha no era más que de 8 kilómetros por hora, mientras que el eléctrico no necesita apoyo ninguno, y recorre, sin cansarse, como es natural, 18 kilómetros por hora, es decir, el tiempo que tarda en agotarse la carga de la batería de los acumuladores que lo impulsan. SÁBADO 8 DE DICIEMBRE DE 1894. T r e s dones. —Bnerme la niña una á una horas de sueño profundo, mientras se mece su cuna sobre el abismo del mundo, indecisa vaga en sus labios de rosa blanda sonrisa. ¿Quién vela con su presencia la faz de su frente hermosa? — La inocencia, II —¿Por qué tu faz juvenil tiñe con suave pincel la púrpura con que Abril pinta el botón del clavel ? Bello encanto, ¿por qué bajas esos ojos que amo tanto? ¿Será desdén?... ¿Será amor?... ¿Vanidad?... ¿Tristeza?... ¿Enojos?... —Es pudor. de Carlos III. En 1848 estuvo de Embajador de Francia en París. En 2 de Mayo de 1849 recibió él título y las insignias de Caballero y gran cruz de Isabel la Católica. ílstuvo en Boma Quando se proclamó la República romana, pero fué llamado por el Gobierno por sus opiniones favorables á esa República. Publicó por esa época su Memoria al Consejo de Estado y su Respuesta al escamen de sus actos. Marchó á Egipto en Octubre de 1854, invitado por Mohamed Said. Entonces concibió y maduró el proyecto de apertura del Istmo de Suez. En 1856-58 escribió la Memoria Aperturas del Istmo de Suez, exposición y documentos oficiales. Luego se consagró exclusivamente á la empresa, sin arredrarle loSiObstáculos, ni las dificultades diplomáticas, ni las rivalidades de la administración inglesa, mantenidas por el Parlamento de la Gran Bretaña. III —Ya eres madre ¡oh dulce instante! —Madre sey... ¡dicha anhelada! —¿Qué ignoras? —Ya sé bastante. —¿Qué temes? —No temo nada. —Piensa un poco —Frágil soy y el mundo es vano... —Vano y loco. —Mas no me causa inquietud. —¡Quién te tendrá de su mano! —La virtud. Jo8¿ SELOAS. A los arqueólogos.—En la Escuela de Bellas Artes de París se han instalado los modelados, las fotografías y los planos venidos recientemente de Belfos y que ha traído la Comisión científica francesa que, bajo la dirección de M. Homelle, está encargada de hacer las investigaciones en aquel cólebre lugar de la clásica Grecia donde se levantó arrogante el bellísimo templo de Apolo. Aquella colección comprende numerosos modelos de primer orden, destinados á dar mucha luz sobre la arqueología de los antiguos helenos. Llaman particularmente la atenciúj^ de los numerosos arqueólogos, artistas y sabios que visitan aquella exposición, varios bajo-relieves que interpretan asuntos mitológicos, un soberbio Apolo bastante bien conservado, un Antinoo y una esfinge. Innumerables fotografías y planos permiten á los inteligentes comprender y seguir la marcha de los trabajos y excavaciones ejecutadas en Belfos, que tan felices resultados han dado y probablemente seguirán dando para provecho y regocijo de loa amantes del arte plástico griego. Un t a p i z indio.—A Inglaterra ha llegado el tapiz indio que la Reina había pedido para alfombrar el salón llamado de Waterloo Chamber en el castillo de "Windsor; es el tapiz más grande que se conoce, pues mide más de 25 metros de largo por IS de ancho. El tapiz en cuestión ha sido tejido por 28 detenidos de la prisión de Agrá, muchos de los cuales trabajan como forzados, á consecuencia de robos á mano armada y de asesinatos. Este es un trabajo extraordinario, por el cual la Reina ha pedido dos tapices más del mismo género, aunque de menores dimensiones, para su nieto el Emperador de Alemania. La muerte de Lesseps. París 7 (7 tarde.—Urgente).—Ha fallecido el insigne diplomático y autor del Canal de Suez, Fernando de Lesseps, á la avanzada edad de ochenta y nueve años. Sus g r a n des servicios como diplomático en España; la constancia con que concibió y llevó á cabo la obra grandiosa del Canal de Suez; sus arrojados esfuerzos para un mar interior africano y un ferrocarril central asiático; la desgraciada empresa del Canal de Panamá, en que comprometió su crédito y su fortuna, llevándole al cabo á ser residenciado como el más vulgar de los eraprendedores, hacen de la vida de Lesseps una serie no interrumpida de triunfos y fracasos. La humanidad, sin embargo, unirá siempre su nombre con gratitud á la obra más atrevida y fecunda que registra el siglo XIX. * Fernando de Lesseps, Vizconde de Lesseps, nació en Versalles el 19 de Noviembre de 1805. A los veinte años de edad obtuvo un empleo en el Consulado de Lisboa. En 1828 pasó al Consulado general de Túnez, y en 1833 ejerció las funciones de vicecónsul de Egipto. Nombrado cónsul dex Cairo en el mismo año, tuvo á su cargo el Consulado general de Alejandría cuando la peste de 1834-35. Fué luego cónsul en R otterdam, 1838; en Málaga, 1839, y en Barcelona en 1842. Isabel II le nombró comendador de primera clase de la Orden 16 sobre esto debe insistirse para que no quede duda ninguna? Mi interrupción quería decir que el art. 11 de la Constitución del Estado ño ha suscitado semejante duda. Y entonces no tenía yo el texto á la mano; pero si lo hubiera tenido hubiese demostrado que cuando yo dije: «en el Senado no es cuestión», es porque en el Senado el presidente de la Comisión que entendió en la Constitución del Estado, el Sr. Baamonde, expresó lo necesario para que se entendiera, antes de votarse, lo que era el art. 11 de esa Constitución del año 76. Y da la casualidad de que por mi afición á la colección de estos textos he encontrado que hacía uso de él otra persona también respetable por el puesto que ocupaba, el Sr. D. Fernando Cialderón CoUantes, Ministro de Estado, el cual decía á este propósito: «El Sr. Vaamonde, mi respetable amigo, presidente de la Comisión, contestando al Sr. Benavides, dijo lo siguiente: «Una vez declarada religión del Estado la religión católica apostólica romana, no es posible ¿lo oís bien, Sres.Seü&áoTest no se puede consentir.sininfringir la Constitución, que la ley de enseñanza no esté impregnada de este respeto á la religión del país. Será imposible en la ley de imprenta valerse de la prensa para poder combatir las ideas religiosas.» ¿Qué le parece al Sr. Ministro de Fomento de este otro concepto? [El Sr. Ministro de Fomento: Que era una opinión del Sr. Vaamonde.) El Código penal tiene que presentar las sanciones iiecesarias, imponer las penas que hoy no contiene para refrenar y castigar las faltas religiosas.» Y como quiero abreviar después de haber dejado sentado qué era lo que yo quería decir respecto á la enseñanza, concluyo con estas palabras (que yo, que he sido periodista y sé el tecnicismo de las imprentas, deseo que lleven tres rayitas debajo; Esto suspendió su proyecto. Pero á las dudas expuestas por muchos iageuierosque ^ juzgaban imposible la apertura del istmo, y á las violentas acusaciones de sus adversarios respondió Lesseps con hechos. Sin concurso de banqueros llegó á reunir un capital de más de 200 millones, y en 1859 dio comienzo á los trabajos, y reuniéronse al cabo enlos lagos Amargos el 15 de Agosto de 1869 las aguas del Mediterráneo y del Mar Rojo, y en 20 de Noviembre de dicho año se iuauguró el canal con asistencia de varios Soberanos ó de sus representantes y de muchos sabios y periodistas. En 1863 fué elegido individuo de la Academia Francesa de Ciencias, en cuya Corporación defendió la posibilidad de un mar interior en Argelia y de un ferrocarril cent r a l asiático. En 1879 inició una campaña en favor del canal de Panamá. Organizó la compañía del Panamá, y en 1891, como es sabido, le llevaron á los tribunales. Estaba condecorado coa la gran cruz de la Legión de Honor. La lista civil belga. Bruselas? i8'15n.)—Después de muy viva discusión, la Cámara de Diputados ha aprobado las dotaciones de los Reyes y del Conde do Flandes. la religiosa, porque la enseñanza religiosa es asunto, es negocio de las familias, en las cuales se forman los sentimientos de los niños, sentimientos que se van poco á poco fortaleciendo y robusteciendo. Y yo digo ó pienso que el Sr. Ministro de Fomento se ha olvidado de una distinción que importa hacer aquí: el sentimiento religioso y el conocimiento de la ciencia de la religión, que es de lo que tratamos nosotros, que es lo que queremos que se intioduzca en los institutos y establecimientos docentes de segunda enseñanza, la ciencia de la religión, para que los jóverses estén armados de todo linaje de armas á ñn de defender sus creencias. De suerte que no son lo mismo una y otra cosa; una es las funciones de la familia en esta materia, y otra la de los cuerpos docentes; una es la parte educativa, y otra la parte instructiva de la enseñanza. Después de eso, el Sr. Ministro de Fomento ha hablado contra nuestra proposición de que se establezcan cátedras de religión en los institutos y centros de segunda enseñanza, y ha aducido una multitud de datos y de ideas en las cuales yo no puedo seguirle. Únicamente diré que me ha parecido siempre que las leyes se dictan para casos generales y no para casos particulares, y he oído siempre anatematizar las leyes casuísticas. Por consiguiente, creo que, apoyado en la doctrina de todos los hombres de derecho que han tratado estas cuestiones, puedo decir que las leyes se dan para la universalidad y no en particular para los individuos; sin perjuicio de que, si es posible, todas las excepciones justas y de legítimo derecho sean reconocidas y respetadas. No recuerdo en este momento otro punto dé que se ha ocupado el Sr. Ministro de Fomento, y sobre el cual hubiera querido rectificar; por lo tanto, no tengo más que añadir.