Sustitución del Estado social de derecho por un Estado fiscal

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Sustitución del Estado social
de derecho por un Estado fiscal
Veinte años después de expedida la Constitución, enfrentamos
el más serio intento de reforma sustancial al pacto político
fundamental. La reforma constitucional al artículo 334 de la Carta,
promovida por el gobierno Santos, busca sustituir la fórmula
política adoptada en 1991 sin recurrir al constituyente primario,
sin la publicidad y sin la transparencia que tan trascendental
decisión requiere, de cara a la población colombiana.
especial
L
Rodolfo Arango
Profesor asociado
Departamento de Filosofía
Universidad de los Andes
[email protected]
a reforma constitucional sobre sostenibilidad fiscal introduce un cambio
en el régimen de hacienda pública que interfiere gravemente en las decisiones de los jueces. El cambio tiene que ver con la introducción de un
incidente de impacto fiscal que puede llevar a la variación de sentencias de
las altas corporaciones de justicia, sin contar para ello con la aceptación de
las personas afectadas en sus derechos judicialmente reconocidos. Dice en la
parte pertinente el artículo 334 de la Constitución, reformado por el Acto Legislativo 3 de 2011: «El procurador general de la nación o uno de los ministros
del gobierno, una vez proferida la sentencia por cualquiera de las máximas
corporaciones judiciales, podrán solicitar la apertura de un incidente de impacto fiscal, cuyo trámite será obligatorio. Se oirán las explicaciones de los
proponentes sobre las consecuencias de la sentencia en las finanzas públicas,
así como el plan concreto para su cumplimiento, y se decidirá si procede
modular, modificar o diferir los efectos de la misma, con el objeto de evitar
alteraciones serias de la sostenibilidad fiscal. En ningún caso se afectará el
núcleo esencial de los derechos fundamentales. || Parágrafo. Al interpretar el
presente artículo, bajo ninguna circunstancia, autoridad alguna de naturaleza administrativa, legislativa o judicial, podrá invocar la sostenibilidad fiscal
para menoscabar los derechos fundamentales, restringir su alcance o negar
su protección efectiva».
Para determinar la compatibilidad del nuevo texto constitucional con los
elementos definitorios de la Constitución de 1991, esto es, de los preceptos
que le otorgan su identidad, es necesario tener en cuenta la reiterada jurisprudencia de la Corte Constitucional. Según la Corte, el legislador mediante
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contenido
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acto legislativo puede modificar la Constitución, mas no sustituirla. Esto último ocurre «cuando un elemento definitorio de la esencia de la Constitución
de 1991, en lugar de ser modificado, es remplazado por uno opuesto o integralmente diferente» (C-1040 de 2005). El juicio de sustitución constitucional
que tendrá que hacer la Corte en su revisión automática de la reforma deberá
resolver si con el «incidente de impacto fiscal» se introduce un elemento
nuevo a la Constitución que contradice alguno de los principios medulares
del Estado constitucional, democrático y social de derecho (ECDSD). La conclusión a la que arribamos es afirmativa. El incidente pretende intervenir, por
vía del procurador o de un ministro del ejecutivo, los efectos de sentencias ya
adoptadas por las altas corporaciones de la administración de justicia, lo que
desconoce elementos definitorios del ECDSD, en particular los principios de
separación de poderes, autonomía o independencia judicial y no regresividad
en materia de derechos humanos.
La introducción del «incidente de impacto fiscal» viola los principios de
separación de poderes y de autonomía o independencia de los jueces porque la intervención de otro órgano del Estado, sin carácter judicial, pretende
reabrir, sin la presencia de los titulares de derechos afectados, un asunto ya
decidido autónomamente por los jueces siguiendo los principios del debido
proceso. La decisión judicial de amparar definitivamente derechos humanos
y fundamentales es intervenida por la solicitud de otras autoridades no judiciales con razones económicas, para regular los efectos de la decisión, lo
que incide directamente en el goce efectivo de dichos derechos por terceros
afectados.
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Razones de conveniencia sobre razones de principio
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Al revisar los efectos de la decisión judicial ya adoptada para atender a im98
perativos económicos o de hacienda pública, lejos de ser un asunto de colaboración armónica entre los poderes públicos se convierte en la priorización
de razones de conveniencia sobre razones de principio. Ello no puede suceder,
sin transformar el ECDSD en un Estado fiscal, a costa de los derechos de los
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ciudadanos, pese a que en el mismo artículo se intente negar que esa sea una
consecuencia de la aplicación del precepto reformado.
El acto legislativo mismo pretende aminorar las consecuencias
sustitutorias del Estado fundado en el respeto y la aplicación
ciudad - región
inmediata de los derechos fundamentales que caracterizan
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al Estado constitucional, en contraste con el Estado liberal
Lo cierto es que
de derecho. Este intento de enmascarar la metamorfosis
aceptar la limitación
de la Constitución se hace mediante la advertencia, ino restricción de derechos
cluida en el mismo artículo 334 de la Constitución mofundamentales por merascontraseña
dificado, de que «(e)n ningún caso se afectará el núcleo
razones económicas trastoca 184
esencial de los derechos fundamentales».
la fórmula política del ECDSD
La prohibición de afectar el «núcleo esencial» de los
y convierte nuestro Estado
derechos fundamentales permite inferir que la reforma
social en un Estado fiscal de
constitucional autoriza limitar dichos derechos por meras
derecho. cultura y sociedad
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razones fiscales, por ejemplo mediante la modificación de los
efectos de las sentencias judiciales en las que tales derechos ya
se han reconocido. La reforma al artículo 334 de la Constitución
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especial
autorizó una limitación o restricción de los derechos fundamentales en casos
judiciales ya resueltos por razones fiscales, y ello mediante la intervención
de sujetos que no formaron parte del proceso judicial respectivo, en este
caso el procurador o un miembro del gabinete presidencial. Lo cierto es
que aceptar la limitación o restricción de derechos fundamentales por
meras razones económicas trastoca la fórmula política del ECDSD y convierte nuestro Estado social en un Estado fiscal de derecho.
El ejecutivo, con la presentación de la reforma constitucional, y el legislativo, con la aprobación de ésta pese a sus efectos sustitutorios (violando el
principio de consecutividad al introducir el inciso cuestionado en el último
de los ocho debates), como si fuera poco, desconocen tratados internacionales de derechos humanos (Pidesc) ratificados por el Estado colombiano
y que lo obligan en el ámbito internacional. La violación de estas normas
constitucionales debería llevar a la invalidación de la reforma constitucional
en el aspecto criticado y ello mediante un control de convencionalidad de la
modificación constitucional, pues ésta constituye ciertamente una regresión
o retroceso del nivel de garantía de los derechos humanos alcanzado hasta el momento. El principio de progresividad en la garantía de los derechos
humanos, y la prohibición de regreso que de él se deriva, se desconocen con
el cambio constitucional. Esto porque el Estado colombiano no demostró en
el trámite de la reforma, mediante una argumentación clara y convincente,
la imperiosa necesidad de retroceder en el nivel de garantía de los derechos
sociales fundamentales hasta ahora alcanzado en Colombia. El gobierno y el
legislativo no mostraron, por ejemplo, cómo ante las perspectivas de crecimiento económico anual del 5 al 6% del PIB y la disminución del nivel de
endeudamiento del país, el reconocimiento de derechos fundamentales por
las altas cortes se hace insostenible, más aún cuando otros rubros del presupuesto de gastos públicos –pago de deuda externa, gastos militares– pesan
mucho más en el déficit fiscal que el reconocimiento judicial de derechos
sociales fundamentales.
Derechos fundamentales
La introducción del «incidente de impacto fiscal» desconoce, por último, la diferencia entre derechos (razones morales o de principio) e intereses generales
(razones políticas o de conveniencia)1, lo cual hace saltar por los aires el Estado constitucional, democrático y social de derecho. La inconstitucionalidad
parcial de la reforma constitucional al artículo 334 de la Constitución debe
ser declarada por la Corte Constitucional siguiendo su jurisprudencia sobre la
materia. No es sino advertir que para la Corte Constitucional no habría sido
posible proferir las decisiones sobre «estados de cosas inconstitucionales»,
como por ejemplo los casos de prisiones, desplazamiento interno forzado o
derecho a la salud, tal como se ha hecho hasta el presente, sin pasar previamente por el examen fiscal a las medidas ordenadas para la protección
inmediata de los derechos fundamentales vulnerados o amenazados.
Nota
1. Sobre la distinción entre razones de principio y de conveniencia, ver Ronald Dworkin, Los derechos
en serio, Barcelona, Ariel, 1990.
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