Jurisdicción: Social Recurso de Suplicación núm. 57/2006. Ponente: Ilmo. Sr. D. Víctor Cubero Romeo FALTAS Y SANCIONES: faltas: prescripción: denegación: falta muy grave, continuada y oculta; hechos que requieren investigación o inspección. DESPIDO PROCEDENTE: trasgresión de la buena fe contractual y abuso de confianza: realización de actividades incompatibles con la situación de baja. El TSJ estima el recurso de suplicación interpuesto por la recurrente frente a la Sentencia del Juzgado de lo Social núm. 1 de los de Navarra, de fecha 27-3-2006, en autos promovidos sobre despido, revocando la Sentencia. En la Ciudad de Pamplona/Iruña, a veintisiete de marzo de dos mil seis. La Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, compuesta por los Ilmos. Sres. citados al margen y EN NOMBRE DEL REY ha dictado la siguiente SENTENCIA En el Recurso de suplicación interpuesto por Juan Tomas Rodriguez Arano, en nombre y representación de Victorio Luzuriaga Tafalla, SA, frente a la Sentencia del Juzgado de lo Social núm. 1 de Pamplona/Iruña sobre Despido; ha sido Ponente el Ilmo Sr. Magistrado Doña Victor Cubero Romeo, quien expresa el parecer de la Sala. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO Ante el Juzgado de lo Social núm. Uno de los de Navarra, se presentó demanda por, DON Carlos Alberto. en la que tras exponer los hechos y fundamentos de derecho que estimó de aplicación, terminaba suplicando se dicte sentencia por la que se declare improcedente el despido del actor llevado a cabo el 12 de septiembre de 2005, con derecho a la readmisión del trabajador en su puesto de trabajo en las mismas condiciones laborales y económicas que tenía, o al percibo de la indemnización legalmente establecida para el despido improcedente, con abono en todo caso de los salarios dejados de percibir. SEGUNDO Admitida a trámite la demanda, se celebró el acto del juicio oral en el que la parte actora se ratificó en la misma, oponiéndose la demandada según consta en el acta extendida a tal efecto por el Sr. Secretario. Recibido el juicio a prueba se practicaron las propuestas y declaradas pertinentes. TERCERO Por el Juzgado de instancia se dictó sentencia, cuya parte dispositiva dice: «Que estimando la demanda interpuesta por D. Carlos Alberto contra Victorio Luzuriaga Tafalla, SA, debo declarar y declaro improcedente el despido efectuado por la empresa demandada a la parte actora con efectos desde el día 12 de septiembre de 2005; en su virtud, debo condenar y condeno a la expresada empresa demandada a que readmita a la parte actora en el mismo puesto y condiciones de trabajo que regían antes del despido o la indemnice en la cantidad de 33.221,74 euros. Dicha opción deberá ser ejercitada en el plazo de cinco días desde la notificación de esta sentencia; para el caso en que la demandada no ejercite ningún tipo de opción de forma expresa, se entenderá que procede la readmisión; y cualquiera que sea el sentido de la referida opción, debo condenar y condeno a la demandada a que, además, abone a la parte actora el importe de los salarios de tramitación desde el día siguiente a del despido hasta el día en que se notifique esta sentencia, ambos inclusive, a razón de 66,61 euros diarios brutos, y la mantenga en situación de alta en la Seguridad Social durante el período correspondiente a tales salarios» CUARTO En la anterior sentencia se declararon probados: «I.-El demandante, D. Carlos Alberto, ha venido prestando servicios por cuenta de la empresa Victorio Luzuriaga Tafalla, SA, desde el 9 de septiembre de 1994, ostentando la categoría profesional de peón especialista y percibiendo un salario bruto mensual, con inclusión de parte proporcional de pagas extraordinarias, de 1.998,17 euros. II.- La empresa se dedica a la actividad de la industria siderometalúrgica y el centro de trabajo está ubicado en Tafalla. III.- El día 12 de septiembre de 2005 el Director de RRHH citó al trabajador y le hizo entrega de una carta de despido que obra a los folios 13 y 14 de las actuaciones y cuyo contenido se da por reproducido, en la que se impone al actor la sanción de despido disciplinario por la comisión de una falta muy grave tipificada en el artículo 53.1.3, e) del Convenio Colectivo de empresa ( LEG 2005, 5431) , que castiga la simulación de enfermedad o accidente, que concurre según el convenio "cuando un trabajador en baja por uno de tales motivos realice trabajos de cualquier clase por cuenta propia o ajena". Y ello porque el día 7 de julio de 2005, en que el trabajador se encontraba en situación de incapacidad temporal iniciada el 30 de mayo de 2005, estuvo realizando labores de descarga de mercancía paletizada y varios bultos y cajas de un camión que aparcó frente al garaje de su casa y posteriormente trasladó esa mercancía al interior del local, participando de forma directa y activa en el manejo y traslado de pesos. IV.- La esposa del trabajador, Dña. Ángela es titular de un negocio de importación de productos alimenticios, que es atendido por ella misma y por dos trabajadores por cuenta ajena. Para este negocio la Sra. Ángela utiliza la bajera situada en los bajos del domicilio conyugal, sito en la C/ DIRECCION000NUM000 de Olite.- El día 7 de julio de 2005, sobre las 11:35 horas, el demandante se encontraba en su domicilio cuando llegó un camión de transporte con diversa mercancía que aparcó frente al garaje de su casa. El actor y el conductor del vehículo abrieron el portón del camión, tras lo cual el conductor se subió a la caja y fue entregando varios paquetes y bultos al actor, que los recogió en sus brazos y los llevó hasta el interior del garaje que hace funciones de almacén. Una vez finalizada esta tarea, el actor subió a la caja del camión y ayudó al conductor a colocar varios palets en la plataforma de descarga del vehículo. Una vez hecho esto, y colocados los palets con mercancía en la calzada, el conductor del camión dirigió los mismos hacia el almacén manejando un traspalet, mientras el actor y otra persona joven le ayudaban empujando la mercancía, descargando de esta forma seis palets completos de cajas. El transporte fue realizado por la empresa-Transportes Hermanos Marín, SL, concretamente por el vehículo 2163-BGK, conducido por D. Jesús Manuel, constando en el parte de recogidas y repartos que llegó a Olite a las 11:30 horas y salió a las 12:20 horas. La mercancía transportada fue suministrada por la empresa M&J Impor Export Intercontintental, SA, con domicilio en Madrid, y su contenido está detallado en la Factura nºA/4023, de 5 de julio de 2005. Obran en autos diversas fotografías de estos hechos así como vídeo en soporte DVD. - El trabajador permaneció en situación de incapacidad temporal entre el 30 de mayo de 2005 y el 30 de agosto de 2005, con el diagnóstico: ciática, hernia discal de raíz S1. Por este proceso el trabajador fue examinado y controlado por Mutua Navarra, con la que la empresa tiene concertada la cobertura de las contingencias comunes y profesionales, los días 19 de junio, 19 de julio y 22 de agosto, teniendo una nueva cita el día 20 de septiembre, que se anuló por haber recibido el alta médica. Con posterioridad disfrutó de vacaciones entre el 1 y el 12 de septiembre. Con anterioridad a este proceso de IT, el trabajador había sido dado de baja médica por el mismo diagnostico en los siguientes períodos:- Del 25 de julio al 30 de noviembre de 2001 (129 días).- Del 3 al 6 de febrero de 2004 (4 días)- Del 18 al 29 de abril de 2005 (12 días).- Del 30 de mayo al 30 de agosto de 2005 (93 días).- El trabajador presta sus servicios como peón especialista de machería, trabajando en diversas máquinas para la fabricación de piezas de arena, lo que requiere la realización de movimientos repetitivos con las extremidades superiores y pequeños desplazamientos y sólo de forma ocasional debe realizar labores de carga de pesos, para las cuales se le ha eximido por indicación de los Servicios Médicos de la empresa debido a la hernia discal que padece. V.- El día 8 de julio de 2005 el investigador privado D. Ramón, que estaba realizando un seguimiento al trabajador por orden de la Empresa, puso en conocimiento del Departamento de RRHH los hechos acontecidos el día anterior, especificando que vio al trabajador descargar mercancía de un camión, cargar pesos y trasladar esa mercancía al interior del almacén. Por parte de la empresa se le comunicó que ya era suficiente y que finalizara el seguimiento, lo que hizo el mismo día 8 de julio de 2005. El investigador elaboró un informe escrito que, según consta en el mismo, fue finalizado el día 5 de agosto y entregado a la empresa el día 15 de agosto de 2005.- El día 7 de septiembre de 2005 la Empresa remitió una comunicación al Comité de Empresa, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 65 del Convenio Colectivo de Empresa, poniendo en su conocimiento que se iba a imponer una medida disciplinaria al trabajador D. Carlos Alberto por los hechos antes referidos, para que la representación de los trabajadores pudiera emitir su opinión previamente a que la empresa adoptara la decisión adecuada. El Comité de Empresa no hizo alegación alguna al respecto.- El día 12 de septiembre la empresa entregó al trabajador la carta de despido y comunicó al Comité de Empresa la imposición de la sanción de despido disciplinario al trabajador adjuntando copia de la carta de despido.- Obra en autos el calendario laboral de la empresa, en el que consta que durante el mes de julio se trabajó a excepción del día 25 y que en el mes de agosto hubo vacaciones colectivas entre los días 8 y 27.VI.- El trabajador nunca había sido sancionado con anterioridad. - El actor ha percibido íntegramente el complemento de la incapacidad temporal durante los meses de julio y agosto. VII.- El trabajador no ostenta ni ha ostentado durante el año anterior la representación legal o sindical de los trabajadores. VIII.-El día 10 de octubre de 2005 se celebró el acto de conciliación que concluyó con el resultado de sin avenencia» QUINTO Anunciado recurso de Suplicación por la representación letrada de la parte demandada, se formalizó mediante escrito en el que se consignan dos motivos, el primero al amparo del artículo 191.b) de la Ley de Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144, 1563) para revisar los hechos declarados probados, y el segundo amparado en el artículo 191.c) del mismo Texto legal, para examinar las infracciones de normas sustantivas o de la jurisprudencia; denunciando infracción por interpretación errónea, de lo dispuesto en el art. 60.2 del vigente Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , en relación con lo dispuesto en el art. 65 del Convenio Colectivo de la Empresa demandada ( LEG 2005, 5431) . SEXTO Evacuado traslado del recurso fue impugnado por el demandante, Don Carlos Alberto FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO La sentencia de instancia, que declaró la improcedencia del despido del demandante, por estimar la prescripción de los hechos que se le imputaban, es recurrida en Suplicación por la empresa demandada en base a tres motivos. En el primero, y con amparo en el art. 191 b) LPL ( RCL 1995, 1144, 1563) , se solicita la revisión del hecho declarado probado Quinto, que de estimarse quedaría redactado como sigue: «El dia 8 de julio de 2005 el investigador privado Don Ramón, que estaba realizando un seguimiento al trabajador por orden de la Empresa, puso en conocimiento del Departamento de RRHH los hechos acontecidos el dia anterior, especificando que vio al trabajador descargar mercancía de un camión, cargar pesos y trasladar esa mercancía al interior del almacén. Por parte de la Empresa se le comunicó que ya era suficiente y que finalizará el seguimiento, lo que hizo el mismo dia 8 de julio de 2005. El investigador elaboró un informe escrito que, según consta en el mismo, fue finalizado el dia 5 de agosto y entregado a la empresa el dia 15 de agosto de 2005; constando dicho informe de un minucioso relato de los hechos cometidos por el actor, de 13 fotografías, acompañando, asimismo video en soporte DVD. El dia 7 de septiembre de 2005 la Empresa remitió una comunicación al Comité de Empresa, de conformidad con lo dispuesto en el art. 65 del Convenio Colectivo de Empresa ( LEG 2005, 5431) , poniendo en su conocimiento que se iba a imponer una medida disciplinaria al trabajador D. Carlos Alberto por los hechos antes referidos, para que la representación de los trabajadores pudiera emitir su opinión previamente a que la empresa adoptara la decisión adecuada. El Comité de Empresa no hizo alegación alguna al respecto. El dia 12 de septiembre la empresa entregó al trabajador la carta de despido y comunicó al Comité de Empresa la imposición de la sanción de despido disciplinario al trabajador adjuntando copia de la carta de despido. Obra en autos el calendario laboral de la empresa, en el que consta que durante el mes de julio se trabajó a excepción del dia 25 y que en el mes de agosto hubo vacaciones colectivas entre los dias 8 y 27». Este Tribunal tiene declarado, en seguimiento de una reiterada doctrina judicial, que el Recurso de Suplicación tiene naturaleza procesal de extraordinario, idéntica a la del Recurso de Casación y, por tanto, sólo cabe modificar las declaraciones de hechos probados efectuados por el juzgador de instancia cuando el error de hecho que se denuncie en el motivo aparezca claramente demostrado en pruebas documentales y periciales que tengan una evidencia inequívoca hasta el punto de que no resulte necesario recurrir a hipótesis, razonamientos o interpretaciones sobre el sentido del documento, sino que el error de hecho cometido por el juzgador se acredite de una forma evidente y patente. Asimismo, y abundando en esta naturaleza excepcional distinta de la del Recurso de Apelación regulado en la Ley de Enjuiciamiento Civil ( RCL 2000, 34, 962 y RCL 2001, 1892) , se ha constituido la doctrina uniforme de que a través del Recurso de Suplicación no puede pretenderse que el Tribunal Superior entre a efectuar una nueva valoración de la globalidad y conjunto de la prueba practicada, sino que la revisión de hechos probados debe efectuarse mediante uno o varios documentos idóneos que patenticen fehacientemente el error de hecho cometido y que, por tanto, no sea necesario acudir a operaciones deductivas o razonamientos lógicos para descalificar los hechos probados sentados por el juzgador; señalando, igualmente, que el juicio valorativo sobre la globalidad y conjunto de la prueba practicada corresponde en exclusiva al Tribunal a quo, puesto que así le viene atribuido por Ley. Existen en esta materia dos reglas procesales básicas: 1º.-En caso de duda acerca de las conclusiones fácticas que han de extraerse en el examen y valoración de un documento en la medida en que de su lectura puedan sacarse conclusiones contradictorias e incompatibles entre sí debe prevalecer la conclusión fáctica sentada por el juzgador en virtud de la naturaleza excepcional del propio recurso que impide la valoración «ex novo» por el Tribunal Superior de la globalidad y conjunto de la prueba practicada. 2º.-El documento en que se sustente la revisión de hecho postulada en el recurso ha de ser hábil e idóneo y con una fuerza probatoria inmediata y evidente, sin necesidad de acudir a razonamientos o nuevos análisis u operaciones jurídicas, salvo que se acuda a algún precepto legal valorativo de la prueba practicada. No respetar estas reglas básicas implica que la discrecionalidad judicial que siempre ha de existir en alguna medida puede desbordarse y extralimitarse hasta el punto de transformar y alterar las propias reglas imperativas de orden público que rifen el proceso y los recursos y convertir en la práctica un Recurso excepcional como es el de Suplicación en un Recurso de Apelación. Pues bien, en el presente caso, el motivo debe declinar, por cuanto la modificación pretendida no tiene suficiente relevancia a los efectos de la resolución de la causa, al ser preciso que la revisión sea trascendente y de entidad, sin perjuicio de lo que se dirá más adelante. SEGUNDO Al amparo del art. 191. c) de la Ley de Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144, 1563) , motiva la empresa demandada su recurso en la infracción del art. 60.2 del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , en relación con lo dispuesto en el artículo 65 del Convenio Colectivo de la empresa «Victorio Luzuriaga-Tafalla, SA ( LEG 2005, 5431) « Entiende la recurrente que no es conforme a derecho estimar la prescripción de los hechos imputados, tomando como «dies a quo» el 8 de julio de 2006 (último día del seguimiento del investigador), pues de acuerdo a la doctrina del Tribunal Supremo, lo procedente sería, a efectos de que la comunicación sancionadora tenga las garantías suficientes de concreción de los hechos, iniciar el cómputo del plazo de 60 días, en la fecha del informe elaborado por el detective privado. Esta Sala ha tenido ocasión de manifestar, en cuanto a la prescripción extintiva, que ésta es un modo de extinción de los derechos por la inacción del titular de los mismos durante el tiempo determinado por la Ley. Conforme establece el artículo 1961 del Código Civil ( LEG 1889, 27) «las acciones prescriben por el mero lapso del tiempo fijado por la Ley». Pero como dice la doctrina científica, no es completamente exacto que el tiempo sea el único elemento de la prescripción extintiva, pues son tres los requisitos que se han de dar para que se produzca la prescripción extintiva, a saber: a) la existencia de un derecho que se pueda ejercitar; b) la falta de ejercicio o inercia por parte del titular; y c) el transcurso del tiempo determinado en la Ley (que varía según los casos). Por su parte, el Profesor Puig Brutau destaca que el transcurso del tiempo es decisivo en muchos casos para la existencia o pérdida de los derechos; algunos nacen con la vida limitada y se extinguirán fatalmente cuando haya transcurrido el plazo que les ha sido fijado de antemano de manera taxativa, por ello se dice que en la caducidad el tiempo fija el principio y el final del derecho; de la caducidad o decadencia puede separarse y distinguirse el plazo preclusivo que es aquel dentro del cual puede realizarse un acto con eficacia jurídica. La doctrina de la Sala Primera del Tribunal Supremo ha venido a señalar reiteradamente la diferencia entre caducidad y prescripción, aclarando que ésta descansa en la necesidad de poner término a la incertidumbre de los derechos y en la presunción de abandono por parte del titular, al paso que la caducidad se funda exclusivamente en la necesidad de dar seguridad al tráfico jurídico y opera por el transcurso del tiempo, siendo la prescripción estimable sólo a instancia de parte y la caducidad también de oficio por el Tribunal, susceptible la prescripción de interrupción por actos del que por ella puede resultar perjudicado, al paso que la caducidad no admite en ningún caso la interrupción del tiempo cuyo simple transcurso la origina. Asimismo tiene reiteradamente declarado el Alto Tribunal ( SSTS -Sala 1ª- de 25-9-1950; 22-12-1950; 5-7-1957; 18-10-1963; 11-5-1966; 30-3-1983 [ RJ 1983, 1653] ) que en la prescripción extintiva, a diferencia de lo que ocurre en la caducidad de derechos, acciones o exigencias, el factor tiempo señalado por la Ley puede ser detenido en su marcha, tendente a la extinción de relaciones jurídicas, si median determinados actos obstativos al designio prescriptivo, que no siempre producen los mismos efectos, pues unas veces suspenden el curso del plazo liberatorio -praescriptio dormit- sin anular el transcurrido anteriormente, que será unido, en el cómputo del plazo prescriptivo al que transcurra después de cesar la causa de la suspensión, y otras veces no solo paralizan el curso del plazo mientras dicha causa actúa, sino que interrumpen en sentido jurídico o invalidan el tiempo pasado anterior, comenzando a correr de nuevo la prescripción al cesar el acto obstativo, como si hasta ese momento no hubiera existido la inactividad, silencio o no ejercicio del derecho que, por razones de interés social, no avenido con una prolongada incertidumbre jurídica, constituye el fundamento de la prescripción Como regla general, el artículo 59 párrafo 1º del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) establece que «las acciones derivadas del contrato de trabajo que no tengan señalado un plazo especial, prescriben al año de su terminación». En este punto el Estatuto de los Trabajadores deroga al artículo 1967 párrafo 3º del Código Civil (que establece un plazo de prescripción de tres años para la obligación de pagar a los menestrales, criados y jornaleros el importe de sus servicios). A esta prescripción se le aplican las reglas generales del Código Civil, teniendo tan sólo el Estatuto de los Trabajadores una especialidad respecto del dies a quo, o momento en que comienza a computarse la prescripción, pues dicho plazo de un año no comienza a correr hasta la terminación del contrato de trabajo, aun cuando la acción pudiera ejercitarse con anterioridad. Como excepción a la regla general, cuando la acción se ejercita para exigir percepciones económicas, el plazo de un año se computa desde el día en que la acción pudo ejercitarse (artículo 59 párrafo 2º del Estatuto de los Trabajadores); será así la fecha en que el empresario no ha satisfecho la cantidad debida, o en que ha entregado una cantidad menor, la que determine el comienzo del plazo de prescripción, con independencia de que el contrato no se haya extinguido. Dado que el salario por unidad de tiempo se entrega con una periodicidad determinada (diaria, semanal, quincenal, anual o, en la mayoría de los casos, mensual) será el vencimiento de cada uno de esos períodos el punto de arranque del plazo prescriptivo de un año. La interrupción de los plazos de prescripción, al contrario de lo que ocurre con la suspensión de los de caducidad, supone que el tiempo tenga que volver a contarse de nuevo por entero, una vez cesada la causa interruptiva ( sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo de 23 de junio de 1993 [ RJ 1993, 5372] ). Acerca de la figura de la prescripción el Tribunal Supremo, Sala Cuarta, en Sentencia de 12-12-1986 ( RJ 1986, 7352) , ha considerado que, aunque se ha discutido por la doctrina científica si la prescripción es causa de extinción de los derechos o simple presunción legal de extinción y también si el objeto de prescripción es el derecho mismo o la acción para ejercitarlo, hay que entender como criterio más autorizado que la prescripción constituye un verdadero modo de extinción de los derechos, a la vez que las acciones, sencillamente porque aun siendo clara la distinción entre el derecho sustancial y la acción, dado que la vigencia de la tutela judicial respecto de un derecho es nota importante y esencial del mismo, perdida aquélla, se pierde éste, al menos en sus más esenciales características -v. sentencia de la Sala Cuarta de 17 de julio de 1984 ( RJ 1984, 4187) - y que otra solución conduciría a la supervivencia, en precario, de un derecho desprovisto de tutela judicial efectiva, es decir, del correspondiente a una simple obligación natural. En definitiva, se trata de que cuando transcurre un cierto tiempo, durante el cual el derecho está inactivo, el Ordenamiento, deja a la voluntad del sujeto pasivo su cumplimiento, retirando al titular el poder que antes de transcurrir tenía para imponerlo coactivamente. En tal sentido puede afirmarse que la referida supervivencia del derecho después de prescrita la acción para obtener su tutela judicial, se sitúa, como acaba de decirse, en términos de excepcional debilidad hasta el punto de que a partir de ese instante se habla de obligaciones naturales, con muy reducidos efectos jurídicos, procedentes de la voluntad de los sujetos pasivos que, como señalan las Partidas (3-29-22) sólo pagarán si quieren. La prescripción extintiva -prosigue la sentencia-, como la caducidad, se fundan en el principio de seguridad jurídica -artículo 9.3 de la Constitución Española ( RCL 1978, 2836) . Los derechos deben tener titulares ciertos y cuando se produce una disociación entre las apariencias (se utiliza la expresión en sentido figurado) y las certezas jurídicas el derecho establece unos plazos para que la diferencia no se mantenga indefinidamente, aunque en la prescripción, frente a la caducidad, y como ya ha quedado dicho, el derecho subsiste porque su efectividad dependerá de la voluntad del deudor, teniendo en cuenta que mientras la excepción no se haga valer, subsistiendo por consiguiente el derecho, el pago del crédito, como señala la doctrina, no será una donación, sino un verdadero cumplimiento. La idea que preside estos institutos de la caducidad y de la prescripción (dotar de certidumbre a las relaciones jurídicas), tiene el Ordenamiento laboral un muy especial acento (Confróntese el Código Civil [ LEG 1889, 27] y el Estatuto de los Trabajadores [ RCL 1995, 997] ) cada día más firme y profundo -la comparación entre el artículo 83 de la Ley de Contrato de Trabajo ( RCL 1944, 274) y el artículo 59 del Estatuto de los Trabajadores es muy significativa-. De acuerdo con el Alto Tribunal, el dinamismo social, en general; la movilidad empresarial, la obligada fijeza en orden a las responsabilidades actuales y futuras de las Empresas, la nocividad en el mantenimiento de situaciones de interinidad e incertidumbre dentro del campo de las relaciones de trabajo, son datos que se obtienen de la misma realidad social a la que el artículo 3.1 del Código Civil, llama para integrar las normas, al fijarle como uno de los más importantes ingredientes de la compleja y difícil tarea interpretativa. El art. 60.2 ET establece un plazo de prescripción llamado «corto» de diez, veinte y sesenta días, según la gravedad de las faltas, cuyo cómputo se inicia inexorablemente desde que el empresario tiene conocimiento de la falta. De tal manera, el dies a quo es aquel en que los hechos llegaron a conocimiento de quienes tienen la facultad sancionadora ( STS 20-2-1998 [ RJ 1988, 1846] ). El mismo artículo establece igualmente un plazo de prescripción «largo», de seis meses, que opera «en todo caso» desde la comisión de los hechos. Pero la rotundidad de esta norma ha sido objeto de interpretación correctora por parte de la jurisprudencia al objeto de evitar una solución que beneficiara al infractor y premiase las conductas clandestinas y continuadas, frente a hechos notorios y puntuales que pudieran resultar de inferior gravedad ( STS 29-10-1990 [ RJ 1990, 7938] ). Es doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo en sus sentencias de 22-5-1996 ( RJ 1996, 4607) , 18-12-2000 ( RJ 2001, 821) , 31-1-2001 ( RJ 2001, 2136) y 25-7-2002 ( RJ 2002, 952) , entre otras muchas en materia de prescripción de faltas la de que, dada la naturaleza y significación de determinadas infracciones, no puede hacerse en ocasiones una imputación inmediata y simultánea a un primer conocimiento superficial y genérico, sino que es de todo punto precisa una investigación o inspección para obtener una cumplida demostración, un discernimiento exacto, pleno y cabal por la empresa de las actividades supuestamente anómalas o irregulares que configuran la conducta del trabajador sancionado, a cuyo fin debe procurarse por aquélla la adquisición de cuantos datos concurran a lograr una información lo más completa posible de lo acaecido, eludiendo actuaciones precipitadas con base en simples sospechas que no tengan la oportuna justificación, siempre, claro está, que dicha investigación se efectúe de forma racional y sin indebidas demoras que sobrepasen excesivamente el plazo prescriptorio ( sentencias de 10 de diciembre de 1982 [ RJ 1982, 7796] , 26 de octubre de 1983 [ RJ 1983, 5154] y 25 de marzo [ RJ 1985, 1384] y 24 de junio de 1985 [ RJ 1985, 3449] ), lo que está poniendo de relieve una mediata y diligente actuación empresarial tendente a aclarar lo que inicialmente sólo eran meros indicios y a depurar posibles responsabilidades, y aleja toda idea de abandono o renuncia por pasividad o desinterés en el ejercicio de sus derechos fundamento del instituto de la prescripción, por todo lo cual hay que entender que el conocimiento pleno de los hechos imputados no se obtuvo sino a través de las averiguaciones llevadas a cabo con posterioridad, que aportaron los elementos suficientes a los efectos sancionatorios correspondientes. En el mismo sentido la STS de 15-7-2003 ( RJ 2003, 5410) indica que: La regla de partida para el cómputo del plazo largo de prescripción es, pues, la establecida legalmente de que ésta comienza a contar desde que se cometió la falta y no desde que la empresa tuvo conocimiento de la misma. Siendo éste el principio y la norma, existen situaciones en las que aplicar esta previsión en su literalidad haría imposible la persecución de determinadas faltas, cual es el caso de las faltas continuadas o de las faltas ocultadas por el propio trabajador prevaliéndose de las facultades otorgadas por su situación personal en la empresa. En el caso de las faltas continuadas, conceptuando como tales aquellas que «responden a una conducta que se prolonga en el tiempo, a través de una pluralidad de hechos consecutivos dotados de unidad de propósito que corresponden al mismo tipo de infracción», dada la unidad de propósito que las mueve, la Sala Cuarta ha dicho de forma reiterada que el plazo de prescripción de los seis meses no comienza el día en que se cometió cada falta sino el día en que se cometió la última «pues es a partir de ese último hecho cuando cesa esa conducta continuada que debe ser apreciada de forma conjunta a efectos de su sanción», bien sea por abandono voluntario de dicha conducta, bien por la investigación de tal conducta llevada a cabo por el empresario -SSTS 27-11-1984 ( RJ 1984, 5905) , 6-10-1988 ( RJ 1988, 7541) , 15-9-1988 ( RJ 1988, 6899) , 21-11-1989, 25-61990 ( RJ 1990, 5514) , 7-11-1990 ( RJ 1990, 8558) , 19-12-1990 ( RJ 1990, 9812) -. TERCERO Por otra parte, debe recordarse igualmente que, conforme al artículo 55 del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , el despido deberá ser notificado por escrito al trabajador, haciendo figurar los hechos que lo motivan y la fecha en que tendrá efectos. Mediante la carta de despido, el empresario hace declaración de voluntad de las razones por las que despide al trabajador y la fecha a partir de que se extingue el contrato de trabajo. Es una declaración de voluntad recepticia, de manera que para que sea eficaz debe llegar a conocimiento del trabajador. La expresión en la carta de los hechos que pueden constituir una de las causas sancionables con despido, es requisito necesario para que el trabajador conozca las razones del despido y pueda defenderse de los cargos que se le imputan de una manera eficaz. Así se delimita la controversia judicial si se tramita demanda por despido a instancias del trabajador, pues al empresario «no se le admitirán en el juicio otros motivos de oposición a la demanda que los contenidos en la comunicación escrita de dicho despido» (art. 105.2 LPL [ RCL 1995, 1144, 1563] ). Por ello, los hechos que motivan el despido deben aparecer de una forma concreta, clara y precisa, sin que sea suficiente la mera transcripción de alguna de las causas que se tipifican en el art. 54.2 ET. La descripción de los hechos no exige una descripción minuciosa y detallada en todos los casos (pues puede haber casos en que no sea posible), siempre que no cause la indefensión del trabajador. Así lo reconoce la Sentencia del Tribunal Supremo de 18-1-2000 ( RJ 2000, 1059) , al exponer que la exigencia del artículo 55 del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , ha sido reiteradamente interpretada por la Sala en el sentido que sintetiza la Sentencia de 3 de octubre de 1988 ( RJ 1988, 7507) , a tenor de la cual «aunque no se impone una pormenorizada descripción de aquéllos, sí exige que la comunicación escrita proporcione al trabajador un conocimiento claro, suficiente e inequívoco de los hechos que se le imputan para que, comprendiendo sin dudas racionales el alcance de aquéllos, pueda impugnar la decisión empresarial y preparar los medios de prueba que juzgue convenientes para su defensa y esta finalidad no se cumple, según reiterada doctrina de la Sala -sentencias de 17 de diciembre de 1985 ( RJ 1985, 6133) , 11 de marzo de 1986 ( RJ 1986, 1298) , 20 de octubre de 1987 ( RJ 1987, 7088) , 19 de enero ( RJ 1988, 14) y 8 de febrero 1988 ( RJ 1988, 593) cuando la aludida comunicación sólo contiene imputaciones genéricas e indeterminadas que perturban gravemente aquella defensa y atentan al principio de igualdad de partes al constituir, en definitiva, esa ambigüedad una posición de ventaja de la que puede prevalerse la empresa en su oposición a la demanda del trabajador». Esta doctrina se reitera por las sentencias de 22 de octubre de 1990 ( RJ 1990, 7705) y 13 de diciembre de 1990 ( RJ 1990, 9780) . CUARTO Volviendo al tenor del artículo 60, párrafo segundo del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , el mismo dispone que respecto de los trabajadores, las faltas muy graves prescribirán a los sesenta días a partir de la fecha en que la empresa (con facultad legal al efecto) tuvo conocimiento de su comisión, y en todo caso, a los seis meses de haberse cometido, planteándose la cuestión litigiosa, en el presente caso, respecto del inicial día de dicho plazo de los 60 días. Tal y como expresa gran parte de la doctrina, la fecha en que se inicia el plazo de prescripción establecido en el artículo 60.2 del ET no es aquella en que la empresa tiene un conocimiento superficial, genérico o indiciario de las faltas cometidas sino que, cuando la naturaleza de los hechos lo requiera, ésta se debe fijar en el día en que la empresa tenga un conocimiento cabal, pleno y exacto de los mismos ( STS de 15 de abril de 1994 [ RJ 1994, 3243] entre otras). Dicha doctrina se ha venido entendiendo aplicable a supuestos en los que la actitud de ocultación del trabajador ha impedido conocer su conducta o su alcance hasta momento ulterior al de los propios hechos o cuando la autoría de los mismos no ha sido claramente establecida o se encuentra pendiente de la realización de pruebas periciales o incluso de actuaciones penales o informes de investigación, cuya realización material exige un tiempo. Que la empresa tenga conocimiento de ciertos hechos que la agencia de detectives o incluso que el propio informador pueda comunicar primero verbalmente, no resulta ser necesariamente el del momento del cómputo de prescripción de la conducta investigada, pues el conocimiento cabal y efectivo solo se tiene a través de una prueba clara que proporcione datos reales sobre la posterior imputación. Por ello, no debe considerarse prescrita la conducta, cuando la empresa es informada por escrito, con aportación fotográfica y de datos de los hechos investigados, en una fecha ulterior al término de la investigación, pues es evidente que al fin de la investigación debe realizarse un trabajo material consistente en la realización de un informe y verificación y revelado de fotografías hasta formar el dossier que será objeto de entrega al solicitante. En el caso presente, terminada la investigación con un último seguimiento el día 8 de julio, el Informe fue entregado efectivamente a la empresa con fecha del día 15 de agosto, por lo que no puede entenderse transcurrido plazo de prescripción, al entregarse la carta de despido el 12 de septiembre, pues es evidente que sólo con la entrega de dicho informe tuvo la empresa la evidencia de los trabajos realizados por el actor y pudo analizar su alcance e importancia a los efectos de establecer la sanción de despido. Por ello, debe rechazarse la prescripción alegada. El motivo, por tanto, debe ser estimado. El artículo 240.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ( RCL 1985, 1578, 2635) , conforme a la redacción dada por la modificación de 23-12-2003 ( RCL 2003, 3008) , establece que en ningún caso podrá el juzgado o tribunal, con ocasión de un recurso, decretar de oficio una nulidad de las actuaciones que no haya sido solicitada en dicho recurso, salvo que apreciare falta de jurisdicción o de competencia objetiva o funcional o se hubiese producido violencia o intimidación que afectare a ese tribunal. Por ello, y dado que la empresa recurrente no solicita la nulidad de la sentencia de instancia, tras la estimación del primer motivo de derecho procede entrar a conocer por parte de esta Sala el fondo del asunto, y así, descartada la existencia de la prescripción de los hechos imputados en el despido disciplinario, valorar la entidad de los mismos, a efectos de declarar éste procedente o improcedente. QUINTO El segundo motivo de derecho, amparado en el artículo 191.c), denuncia infracción de lo dispuesto en el artículo 3.1.3 letra e) del Convenio Colectivo de aplicación a la empresa demandada ( LEG 2005, 5431) , en relación con el artículo 53.3.c) del mismo Convenio. Establece el primero de ellos que «constituye falta muy grave la simulación de enfermedad o accidente», añadiendo que «se entenderá siempre que existe falta cuando un trabajador en baja por uno de tales motivos realice trabajos de cualquier clase por cuenta propia o ajena. En relación con esta cuestión, la Sentencia del Alto Tribunal de 18-12-1990 ( RJ 1990, 9805) dejó establecido lo siguiente: «una reiterada doctrina de esta Sala que se cita como ejemplo la sentencia de 28 de mayo de 1985 ( RJ 1985, 2775) , que a su vez cita otra de 10 de mayo de 1983 ( RJ 1983, 2365) , declara que si el trabajador está impedido para consumar la prestación laboral a que contractualmente viene obligado, tiene vedado cualquier tipo de quehacer, sea de interés ajeno o propio, máxime cuando su forzosa inactividad le es compensada económicamente por la empresa y por la Seguridad Social a las que perjudica, incurriendo así en la causa de transgresión de la buena fe en el desarrollo del contrato constitutiva del incumplimiento contractual grave y culpable del trabajador, que justifica su extinción por decisión del empresario mediante despido». Así pues, la realización de actividades -por cuenta propia o ajena, con o sin afán de lucro, incluso de carácter lúdico- en situación de Incapacidad Temporal que resulten incompatibles con la misma suponen una transgresión de la buena fe contractual merecedora de la sanción de despido. Y esto puede y debe ser así considerado y calificado no sólo por la incidencia que las dichas actividades puedan suponer en orden a retrasar objetivamente la curación o recuperación del trabajador, sino también porque las mismas evidencien la posibilidad real de desempeñar el trabajo en la empresa. La apreciación de la compatibilidad o incompatibilidad de los trabajos o actividades que realice al trabajador en situación de baja, a efectos del despido acordado por la empresa no se circunscribe a la valoración médica de la incidencia de aquellas actividades sobre el proceso de curación de la dolencia diagnosticada, sino que constituye una cuestión jurídica cuyo ámbito es el de la transgresión de la buena fe contractual en la que se incurre cuando sea cual fuese la patología que originó la Incapacidad Temporal, la propia conducta del trabajador muestra su aptitud laboral de hecho, es decir, que la realización del quehacer del trabajador fuera de la empresa indica por sí misma que los padecimientos que sufre le permiten actuar de forma tal que podría desempeñar su tarea laboral ordinaria. La buena fe es consustancial al contrato de trabajo, que por su naturaleza sinalagmática genera derechos y deberes recíprocos, traduciéndose el deber de mutua fidelidad entre empresario y trabajador en una exigencia de comportamiento ético jurídicamente protegido y exigible en el ámbito contractual. Puede definirse la buena fe en sentido objetivo como un principio general de derecho que impone un comportamiento arreglado a valoraciones éticas, que condiciona y limita por ello el ejercicio de los derechos subjetivos (arts. 7.1 y 1258 CC [ LEG 1889, 27] ), que se traduce en directivas equivalentes a lealtad, honorabilidad, probidad y confianza ( SSTS 21 enero 1986 [ RJ 1986, 312] , 22 mayo 1986 [ RJ 1986, 2609] y 26 enero 1987 [ RJ 1987, 130] ). Siendo la situación contingencial de Incapacidad Temporal una causa de suspensión del contrato que exonera de las recíprocas obligaciones de trabajar y remunerar (art. 45 ET [ RCL 1995, 997] ), no implica, sin embargo, la desvinculación de otros deberes como pueda ser, de forma singular, el de buena fe. El fundamento de la calificación como procedente del despido, cuando el trabajador, en situación de incapacidad temporal, realiza trabajos por cuenta propia o ajena o actividades no laborales o de recreo, está en la apreciación de una conducta desleal dañosa para el empresario, privado de la prestación laboral durante la situación de baja en la empresa, pues la empresa, con la baja por enfermedad, ve afectada su organización y cotiza a la Seguridad Social sin contraprestación por parte del trabajador, al que además abona la prestación correspondiente desde los días cuarto a decimoquinto de la baja (art. 131.1 LGSS [ RCL 1994, 1825] ). La deslealtad del trabajador, con los consiguientes perjuicios económicos causados a la empresa y al sistema de Seguridad Social, justifica la decisión extintiva empresarial ( STS 23 noviembre 1988 [ RJ 1988, 8869] ). En el presente supuesto, del relato fáctico consignado en el ordinal cuarto de la sentencia, resulta que el actor, mientras se hallaba de baja médica con diagnóstico de ciática y hernia discal de raíz S1, procedió el día 7 de julio a abrir el portón del camión que transportaba mercancías hasta el negocio de importación, propiedad de su esposa, a cargar los paquetes y llevarlos al interior del garaje, ayudando a colocar la mercancía en palets, y empujando la mercancía, por lo que esta conducta resulta claramente contraria a las exigencias de la buena fe, al suponer un fraude hacia la empleadora, por lo que la sanción de despido impuesta debe estimarse como justificada y proporcionada, debiendo estimarse también el tercer motivo del recurso y, previa revocación de la sentencia de instancia, declarar el despido como procedente absolviendo a la empresa de los pedimentos actuados en su contra. VISTOS los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación FALLAMOS Que debemos estimar y estimamos el recurso interpuesto por la representación Letrada de la Empresa Victorio Luzuriaga, frente a la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Social núm. Uno de los de Navarra, en autos seguidos a instancia de D. Carlos Alberto contra la citada Empresa, en reclamación de Despido, y en su consecuencia debemos revocar y revocamos la misma, y en su lugar con desestimación de la demanda, declaramos la Procedencia del Despido del actor, acaecido el día 12 de septiembre de 2005, absolviendo a la empresa de los pedimentos en su contra formulados. Notifíquese a las partes y al Ministerio Fiscal la Sentencia dictada, con la advertencia que contra la misma, puede interponerse Recurso de Casación para la unificación de doctrina ante la Sala de lo Social del Tribunal Supremo, anunciándolo a través de esta Sala por escrito, dentro de los DIEZ DIAS hábiles siguientes a su notificación Firme que sea esta resolución, devuélvanse los autos al Juzgado de lo social de procedencia con certificación de la misma, dejándose otra certificación en el rollo a archivar por esta Sala. Así, por nuestra Sentencia, definitivamente juzgando, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.