Ramón Alva de la Canal, Morelos niño. Universidad Autónoma del Estado de México M. en C. Eduardo Gasca Pliego Rector M.A.S.S. Felipe González Solano Secretario de Docencia Dr. Sergio Franco Maass Secretario de Investigación y Estudios Avanzados Dr. en C. Pol. Manuel Hernández Luna Secretario de Rectoría M. A. E. Georgina María Arredondo Ayala Secretaria de Difusión Cultural M. en C. E. María Isabel Rojas Ortíz Directora de Divulgación Cultural Directora Virginia Aguirre Escamilla Coordinadora de edición Judith Madrid Hernández Edición gráfica y formación Mayra Flores Mercado Corrección de estilo Judith Madrid Hernández Evelyn Y. Garfias Varela Apoyo secretarial Rita Ramírez Ruiz Consejo editorial: Maricruz Castro Ricalde, Guillermo Fernández, Mijail Malishev, Eugenio Núñez Ang, Herminio Núñez Villavicencio, Juan Ma. Parent Jacquemin, Inocente Peñaloza García, Luis Quintana Tejera, Félix Suárez, Lauro Zavala Revista indizada en la base de datos CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades) de la UNAM. Aguijón 5 Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica Mihaela Comsa 12 Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado, de Tirso de Molina Félix Suárez 19 Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento Elvia Montes de Oca Navas 31 Probabilidad y posibilidad: el juego del existir Francisco Macías Arriaga 36 Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad y la insatisfacción Carlos Alfonso Garduño Comparán 45 Delfina Careaga en el país de las palabras (Entre los infiernos y el cielo) Víctor Nava Marín 49 La melancolía como fundamento estético en edgar Allan Poe y Paul Gauguin Sonia Lira Iniesta 55 Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio entre la indignación y la literatura Pablo Rodríguez Cabello La abeja en La Colmena 64 Carmen Rosenzweig In memóriam 72 Mauricio del Olmo Colín A la muerte de Gabriel Vargas 79 Blanca Álvarez Caballero En la casa del Diezmo 81 Fernando Óscar Martín Francia en La Colmena Sección a cargo de Jorge Esquinca 91 Paul Claudel Oriente de Paul Claudel La Colmena, revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, es una publicación trimestral. Domicilio: Instituto Literario Núm. 215, Ote., Col. 5 de Mayo, Toluca, Estado de México, C.P. 50090. Teléfono: (722) 277-3835 y 277-3836. E-mail: [email protected] Todas las colaboraciones son de la exclusiva responsabilidad de los autores. Los trabajos publicados reflejan sólo el punto de vista de los autores. No se devuelven originales no solicitados. Reserva de derechos al uso exclusivo del título 002829/94. Certificado de licitud de título: No. 8133 y contenido: No. 5763 expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, el 13 de septiembre de 1994. Distribución: Unidad de Comercialización y Distribución Editorial. Impresión: Editorial Cigome, S. A. de C. V. Domicilio: Vialidad Alfredo del Mazo 1524, Col. Ex-hda. La Magdalena, Toluca, Méx. Tel.: 237-2757 C. P. 50010. Tiraje: 500 ejemplares. Precio del ejemplar: $25.00. La Colmena Pliego de poesía TRANSITA LA HOJARASCA de Irma Tapia Italia en La Colmena Sección a cargo de Guillermo Fernández 97 Antonio Tabucchi La Colmena na janela Sección a cargo de Sergio Ernesto Ríos 100 Roberto Piva Paper army en La Colmena Sección a cargo de Santiago Matías 108 Robert Creeley Colmenario 111 Araceli Aguirre Aguirre 115 La concepción de la muerte en México durante el virreinato Hilda Lagunas Ruiz 125 La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Jesús Corona Torres Libros 135 José Blanco Regueira: Diferir y comenzar Germán Iván Martínez 138 Muestra fotográfica: Fernando Óscar Martín Diseño de portada y contraportada: Heriberto Sánchez Rodríguez http://www.uaemex.mx/plin/colmena/home.html Entre epitafio y epígrafe Roberto González H., Rubén Mendoza V. y Juvenal Vargas M. 143 Historia de la lucha por la tierra en el Estado de México, 1915-1958… Norberto López Ponce 149 Sumario Bibliofilia e investigación histórica: la Suma de doctrina cristiana de Constantino Ponce y la Doctrina cristiana cierta y verdadera de Juan de Zumárraga Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso del conejo azul. Crónicas con duendes Jenaro Reynoso Julio Castellanos, Ángeles robachicos, 1943. Mihaela Comsa Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica n espacios geográficos distintos muchas veces se manifestó el interés hacia la creación, sobre todo científica, de Mircea Eliade, pero en la mayoría de los casos, se percibe, sin gran esfuerzo, que su pertenencia étnica es ignorada, o parece carente de interés. Sin embargo, en una de las páginas de sus Memorias, leemos: “Sólo en rumano puedo escribir literatura. En el idioma en el cual sueño”, confesión tan sincera como fundamental, en la vida y en la producción literaria de Eliade; creador de sueños y fantasmas, escritor que impresiona por la irreprochable fidelidad al pueblo guardado siempre en su alma, independientemente de circunstancias sociohistóricas, frecuentemente adversas para él. “La literatura de Mircea pertenece a la cultura rumana […] queda atada al mundo rumano y representa un capítulo especial de la literatura fantástica” (Handoca, 1998: 178), declara sin titubear uno de sus colegas de generación, Ionel Jianu. Pocos escritores han permanecido tan “rumanos” fuera de las fronteras de su país. Eliade guardó entrañablemente a su tierra en su ser, a cualquier parte donde el destino lo llevó: a la India, Portugal, Alemania, Francia, México, Italia, etcétera. Lejos de su tierra lo acompañaba el sentimiento, a veces devastador, de la soledad. La tristeza percibida en la voz de Eliade, en sus Diarios y sus Memorias y, frecuentemente, en su prosa, es también la tristeza y la melancolía del exiliado, quien sabe que en “ningún otro lado en el mundo podrá tener un cuarto suyo”. Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica Mihaela Comsa 5 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 E La obra literaria constituye un instrumento de conocimiento. Los universos imaginarios creados por novelas y cuentos revelan valores y significados de la condición humana desconocida o imperfectamente conocida. La literatura épica es decir las novelas la nouvelle, el cuento, no pueden desaparecer simplemente porque la creación literaria prolonga la creatividad mitológica y la experiencia onírica. Las posibilidades de la narración son La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 infinitas ya que infinitos son los Los críticos literarios, fundamentalmente el rumano Eugen Simion, observan la presencia de algunos “ejes estilísticos” en la narrativa de Eliade: la prosa de inspiración india (Isabel y las aguas del diablo, Maitreyi), la narrativa de extracción existencialista (El regreso del paraíso, Los hooligans), la novela de corte joysiano (La luz que se apaga) y la prosa fantástica. Habría que agregar los escritos de adolescencia: La novela del adolescente miope y Gaudeamus. Ciertos fragmentos de su Diario y Memorias, así como revelaciones que algunos de sus mismos personajes hacen, permiten establecer una relación dinámica entre la creación literaria fantástica de Eliade y ciertos denominadores comunes de ésta con su actividad científica. La visión de Eliade sobre la literatura se manifiesta en dos sentidos: por un lado, toda creación debe ser sellada por la riqueza interior del escritor, su contacto comprometido con la realidad, con el momento histórico, con la generosidad de su presencia en el universo que lo incluye; por otro lado, cree en “la realidad de la obra como objeto significativo autónomo”, portador de una red de significaciones que le permite la pertenencia a la serie literaria en calidad de obra abierta, generadora incansable de nuevos sentidos, debido a que: 6 Mihaela Comsa personajes y los acontecimientos tanto en la vida como en la historia y en los universos paralelos que se fundamentan en la imaginación creadora. Así como cualquier hecho religioso representa una hierofanía (es decir revela lo sagrado a través de un objeto o un acto profano), de la misma manera la creación literaria revela significaciones universales y ejemplares a través de acontecimientos y personajes comunes. (Eliade, 1993b: 287) El mundo edificado por el tejido ficcional debe ser, según nuestro escritor, coherente, sin renunciar al privilegio del creador de permitir a lo imaginario instalar su autoridad productora de otros mundos, en nuestro mundo, el cual adquiere, de esta manera, nuevas opciones para manifestar su riqueza: La novela tiene que “contar” algo porque la narración (es decir la invención literaria) enriquece el Mundo igual que la historia, en otro plan obviamente. Nuestra oportunidad de crear en los universos imaginarios es mayor que la de crear en el plano de la Historia. El hecho de que algo sucede […], es tan significativo para el destino del hombre como el hecho de vivir en la Historia o de esperar modificarla. (Eliade, 1993a: 475) Es así como el personaje propuesto por Eliade se define mediante una “conciencia teórica del mundo” (Cfr. Simion, 1994: 29), esto significa que la identidad del hombre no depende solamente de “sus dramas existenciales”, sino fundamentalmente del repertorio de sus ideas. Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica Coherente con la formulación de un sistema teórico, en tanto histórico de las religiones, el mismo Eliade, creador de textos literarios, construye una imagen del hombre como consecuencia de una repetición de signos, símbolos, mitos y propone de esta manera “la transformación del ser en arquetipo gracias a la repetición.” (Simion, 1993: 40) Eliade desarrolla (actividad que se vuelve muy evidente en sus escritos literarios) un especial cuidado en relación con la presencia y la evolución de sus personajes, a los cuales conoce, analiza y, a veces, critica. La noche de hadas da cuenta de ello. A pesar de su deseo por lograr una novela “insólita, conmovedora y sin embargo verosímil”, el autor llega a criticar ciertos aspectos que pudieran molestar al lector modelo: el parecido físico entre Stefan y Partenie (“truco demasiado fácil”, en la opinión del propio autor), la inclinación de Stefan hacia lo fantástico, “la extensión cronológica.” (Simion, 1993: 192) En la visión de Eliade, el personaje se manifiesta como un ser portador de deseo, frustración, esperanza o resignación e impone, así, su derecho de ser reconocido como real: partir de allí, lo veo, exclusivamente, desde fuera, actuando. (Eliade, 1993a: 201) Para Eliade, el mundo es el espacio de los ritos, de las repeticiones, de los gestos arcaicos. La frontera entre lo “real” y lo “irreal”, entre lo “normal” y lo “anormal” desaparece o se diluye, y el mito (sueño de la humanidad) al igual que el sueño (“mito del individuo”, según Anzieu) se vuelve una opción en la recuperación de la unidad del yo; de la unidad primordial. Los símbolos heredados del folclor rumano (el bosque, la serpiente, el agua, el fuego) sellarán la identidad de un mundo dominado por lo “irracional concreto”, manifiesto en la manera del ser humano común de “vivir y experimentar lo normal.” En este mismo orden, habría que agregar la función poética del eros, concebido como una oportunidad de autosuperación o de la superación de la misma condición humana. La coincidentia oppositorum reivindica su presencia gracias a la simultaneidad de los A las imágenes, a los arquetipos (es decir lo que el hombre tiene de a-natural, supernatural, eterno) corresponde, en el plano de la narración, lo que descubres en cualquier personaje si lo “analizas”, si te preocupas por su “vida interior”. El drama, la novedad, la originalidad, todo eso y más lo encuentras en los acontecimientos en los cuales él está involucrado. Por lo tanto, es inútil “analizar” a un personaje cuando realiza una acción que no es común; encontraremos las mismas imágenes, los mismos arquetipos que estarían presentes en el actuar de cualquier otro La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 ser, en una situación semejante. Simplemente, hay que contar lo que el personaje está haciendo. Esta es “la novedad, su originalidad, su Fernando Óscar Martín. autenticidad: lo que hace, no lo que piensa, haciendo. Cualquier otro personaje pensaría de la misma manera. El momento en que Stefan empieza a “actuar” concretamente y se vuelve “creador de acontecimientos, deja de existir (en mi conciencia de escritor) como interioridad; a Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica Mihaela Comsa 7 signos opuestos e investidos en funciones contrarias a su naturaleza. El simbolismo “secreto” del universo representa, en la producción del científico y del literato, una constante. En 1928 Eliade viajó a la India, en donde permaneció tres años, e inauguró así una experiencia trascendental que marcó su vida, sus convicciones y su trabajo. Al regresar, observa en la cultura arcaica rumana, en el folclor y en las tradiciones populares (particularmente en los ritos), una repetición de signos, símbolos, arquetipos: Me han impresionado el léxico y el simbolismo de la mística hindú que expresa el amor místico en términos de adulterio y no de casamiento, justamente para marcar la trascendencia de cualquier experiencia mística, su esencia “ajena” a este mundo. (Eliade, 1993a: 23) […] la presencia folclórica modifica cualquier hecho concreto, al atribuirle nuevos sentidos y valores [...] las creencias populares se basan en hechos, no creaciones fantásticas […] con respecto a la supervivencia del alma, el Aparentemente, se trataba de un “fantasma”—pero folclor comunica una multitud de cosas no querría retomar ni el tema folclórico, ni el motivo increíbles, terroríficas. romántico del fantasma. Pero me maravillaba el No es necesario creerlas, todas; la drama triste y sin salida del muerto joven que no mentalidad popular y las leyes de lo quiere renunciar a la tierra, y cree con obstinación fantástico transforman cualquier objeto. en la posibilidad de la comunicación concreta con los fantásticas y La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 (Eliade, 1993c: 39, 41) El folclor rumano y la experiencia india, fuentes privilegiadas de la narrativa fantástica de Eliade, funcionarán al mismo tiempo como receptáculos al interior de los cuales se gesta la importancia de lo “sagrado”, en cuanto a la confirmación y a la presencia del ser en el mundo; lo descubre en “la significación de la libertad adquirida mediante la abolición de las condiciones comunes de la existencia humana” (Danca, 1998: 11) y concientiza la existencia de “elementos comunes en todas las culturas, elementos de los cuales deriva la noción de religión cósmica”. (Danca, 1998: 13) 8 Eliade no concibe al ser opuesto a lo sagrado, sino en tanto “ser en lo sagrado”, al mismo tiempo, las manifestaciones de lo sagrado, las hierofanías, prefigurarían la “hierofanía suprema”. Lo sagrado, oculto en lo profano, aparece como una constante en el sistema teórico de Eliade, pero se incorpora también en la materia de su narrativa fantástica. El escritor se “implica” en sus textos e impone una libertad que, al excluir todo tipo de censura, le permite pasearse por la narración puesta en escena por aquel Autor Modelo, “voz o estrategia” creadora de los personajes, los acontecimientos, pero que no puede liberarse de la autoridad del Autor Empírico. Al hablar de su relación con Partenie, personaje central de La noche de hadas, Eliade confiesa: “La dificultad de la cual se queja Partenie en su Diario íntimo […], que le es difícil crear personajes ‘intelectuales’ es, fundamentalmente, mía. A veces, la siento agobiante” (Eliade, 1993a: 202). Eliade, en tanto escritor, ofrece múltiples versiones de sí mismo a lo largo del discurso fantástico, las cuales se amoldan a la identidad de cada texto. Así comenta el autor real la estrategia del autor implícito, en La señorita Cristina: Mihaela Comsa vivos. (Eliade, 1997: 319) O, al hablar de la continuidad de las características del temperamento de Cristina en Simina, dictamina con claridad: No se trata de una precocidad, sino de una condición totalmente anormal, engendrada por la corrupción resultante de la negación de las leyes de la Naturaleza. Era consciente del horror de este personaje, pero era eso justamente lo que yo querría mostrar: que toda desviación con respecto a la Naturaleza […] se vuelve una fuente de corrupción. (Eliade, 1997: 320) Sin embargo, la intención del autor necesita de la presencia estratégica (opciones estilísticas, trayectoria de los personajes, organización gráfica, etcétera) del Autor Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica […] había logrado la atmósfera fantástica que querría, sin nada “oculto”, ni “simbólico”. Lo “fantástico” se descubría imperceptiblemente, de manera “natural”, no se producía nada extraordinario, no intervenía ningún elemento sobrenatural que hubiera podido abolir el mundo en el cual habían nacido y vivido los personajes. (Eliade, 1997: 326) Así declara Eliade, satisfecho, al hablar del proceso de “producción” de la novela La serpiente. La incontestable voluntad del autor en la organización de la materia narrativa reviste, en el caso de nuestro escritor, la funcionalidad de un verdadero programa, el cual permite que ciertos datos personales penetren en el universo ficcional: “Querría emplear ciertos aspectos reales (la existencia histórica del doctor Hònigberger […] mis experiencias de Rishikesch) ocultos en un relato fantástico”, nos confiesa Eliade al hablar de El secreto del doctor Hònigberger. Otra de las preocupaciones profundas de Eliade, presencia activa en sus escritos científicos, pero también en los de corte fantástico, es el Tiempo: “en muchos de mis estudios, así como en algunos de mis relatos (Noches en Serampore, Doce mil cabezas de res) hablé de esta posibilidad de abolir el Tiempo y acceder a una condición trans-temporal” (Eliade, 1997: 425). Eliade tiene la certidumbre de un tiempo cíclico, eterno, el Gran Tiempo, en el cual nos podemos internar, como en un espacio ilimitado, sagrado; la única condición es la abolición del tiempo histórico, profano. Es necesario morir para renacer: “La rebelión en contra de la irreversibilidad del Tiempo permite que el ser construya su realidad, pero también lo libera del Tiempo muerto, le permite estar seguro de poder abolir el pasado, reiniciar su vida y recrear su universo.” (Eliade, 1993c: 105). Será la anamnesis la vía para liberarse del tiempo profano: “Es fundamental recordar todos los acontecimientos en los cuales hemos participado a lo largo de la duración temporal.” (Eliade, 1993c: 115) En la prosa fantástica, Eliade permite, frecuentemente, que la dicotomía tiempo profano-tiempo sagrado funcione simultáneamente con la oposición: racional-irracional. Stefan, personaje-narrador de La Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica noche de hadas confiesa: “en el plano racional no entiendo qué me pasa. Me digo que es probable que la experiencia que estoy viviendo es del orden de lo irracional, y que ya no pertenece a la experiencia humana, la cual se realiza en el Tiempo, sino a otro tipo de experiencias, diría extáticas, que se producen más allá del tiempo.” Deseo supremo para Stefan, evidentemente compartido por Eliade, el de vivir “no sólo en el Tiempo, sino en la Eternidad”. Su conflicto existencial —amar dos mujeres al mismo tiempo— está generado por la conciencia de su condición humana, incompleta y débil: ¿Tristán e Isolda? Un amor que sustituye a otro, un adulterio como cualquier otro, nacido en el Tiempo, molido por el Tiempo, destinado a la muerte…si no logro amar a una igual que a la otra, ¿qué sentido puede tener este amor nuevo? También Biris, amigo e interlocutor de Stefan, es controlado por la angustia del tiempo, pero también por la certidumbre (la misma que manifestará Leronim, el personaje de Uniformes e incógnito) de lograr la libertad interior: “tuvo la sensación de regresar a su verdadero tiempo, el único que había sido suyo, sólo suyo, un tiempo en el cual no tenían acceso otros seres, un tiempo que los acontecimientos no podían anular”. Al igual que en otras narraciones (Con las gitanas, El secreto del doctor Hònigberger, Doce mil cabezas de res), Eliade comparte en este relato una de sus mayores preocupaciones: la salida del tiempo profano, para entrar al sagrado. Lo escuchamos, en la voz de Stefan: “intento salir del Tiempo, para no dejarme atrapado por la historia.” Lo fantástico que promueve Eliade no tiene como finalidad la edificación de un mundo poblado por personajes y acontecimientos extraordinarios, sino por seres que se identifican en tanto agentes y pacientes de acontecimientos comunes, incluso banales. Sin Mihaela Comsa 9 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Implícito para que el texto se consolide, en tanto otro mundo, con identidad propia: La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 embargo, esta puesta en escena de actores y de un decoro intrascendente tiene, en el programa de trabajo del escritor, una función: demostrar que lo profano oculta lo sagrado. Entonces, se trata de una dicotomía, la cual, en el territorio de la ficción, será resentida como la presencia simultánea de los dos integrantes de la pareja antonímica: real-irreal. Para Eliade, no hay ruptura entre lo profano y lo sagrado, ni entre lo real y lo irreal; se trata de una continuidad, incluso de una simultaneidad. Él cree en la necesidad de “descubrir lo maravilloso cotidiano, los símbolos ‘humildes’ que se dejan ver en todo momento […] si no los miráramos con soberbia, podríamos entenderlos y aprovechar su significado” (Cfr. Handoca, 1998: 66). En esta misma dirección, Stefan (el personaje que ya conocemos) reconoce que “toda clase de milagros se pueden producir […] pero es menester que alguien te enseñe como mirarlos, para saber que son milagros. De otra manera, ni siquiera los ves.” Ileana, a diferencia de Stefan, no logra comprenderlo, al ser instalada en un espacio y tiempo profanos: “Dicen que esta noche (la de las hadas, n. n.), exactamente a media noche, se abren los cielos. Como que no entiendo[…] probablemente, se abren solamente a aquellos que saben mirarlos.” Ileana no entiende por qué atribuye a lo maravilloso “solamente el valor de misterio, pero, los verdaderos agentes de lo maravilloso no están obligados de aceptarle el mismo valor, siempre.” (Eliade, 1991: 69) La realidad, inaccesible por vías comunes, se vuelve una realidad irreconocible para el ser común, quien no entiende, no siente, no percibe el continuum temporal y espacial. Es así como Eliade construye personajes portadores de modelos arcaicos, y, por supuesto, de la duración eterna; la libertad de su espíritu contagiará a otros personajes, pero también al lector, de la expectativa de una libertad incondicional, a su vez eterna. 10 Mihaela Comsa Gracias al discurso ficcional, el escritor se propone demostrar que el obstáculo de lo irreconocible puede ser superado solamente por los iniciados; intermediarios entre el tiempo y los espacios profanos y sagrados. Eso significa que la existencia común es tejida de hechos maravillosos, fantásticos, extraños; acontecimientos cuya fuente se encuentra en los mitos de las civilizaciones, aquellos repetidos en virtud de “un eterno retorno”, pero se mantienen ocultos, disfrazados, en los principios y la estructura de lo común, lo banal, lo cotidiano. Eso es, justamente, lo que Eliade quiere compartir a través de su narrativa: “en cuanto a mí, lo que me atrae son las experiencias banales. Me decía que, si lo fantástico o lo sobrenatural […] nos es accesible, lo podemos encontrar solamente en lo banal.” Transportado eso al interior del proceso de creación, Eliade mantiene la misma posición: En el relato que estoy escribiendo (El Puente), quisiera dar a conocer su sentido secreto: la realidad inmediata oculta el misterio. Quiero que se entienda que todo acontecimiento es “ambivalente”, debido a que un acontecimiento aparentemente banal puede revelar todo un universo de significados trascendentales, pero, al mismo tiempo, un “acontecimiento” aparentemente extraordinario, fantástico, puede ser aceptado por los que lo viven, como algo natural. (Eliade, 1993a: 476) A la pregunta: ¿de qué manera y por qué se oculta? Eliade responde: la vida de la humanidad, a pesar de ser segmentada por épocas, supone un continuum, no únicamente en el orden temporal sino, sobre todo, en lo axiológico; los valores se modifican, no desaparecen. Para construir sus hipótesis, Eliade recurre a ciertos instrumentos: el símbolo, el arquetipo, el mito. Al primero atribuye un claro valor cognitivo (Eliade, 1994d: 13), debido a que: “el símbolo revela ciertos aspectos de la realidad —los más profundos— que rechazan cualquier otro tipo de conocimiento. Las imágenes, los símbolos, los mitos, no son creaciones arbitrarias de la psique; responden a una necesidad y cumplen con una función: revelar los secretos más ocultos del ser.” (Eliade, 1994d: 15) El símbolo, al igual que el mito, forma parte del tejido de la existencia misma y “revela siempre una Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica Mircea Eliade. Una mirada a su narrativa fantástica épica, sí ponen en escena múltiples redes de significación; así, crean en el lector la visión de nuevas expectativas de la existencia y sus posibilidades. Esta narrativa aparecía como proyecto de un nuevo tipo de prosa, que revelaba la presencia implícita y explícita del escritor intelectual, del espíritu universal, el cual supo y sintió también a la literatura como una prolongación de la vida, una suerte de existencia en lo profano, marcada, sin embargo, por la esperanza de tocar lo sagrado. lc Bibliografía Danca, Wilhelm (1998), Mircea Eliade. Definitio sacri, Ars Longa, Iasi. Eliade, Mircea (1991), Noaptea de Sanziene, Minerva, Bucuresti. _____ (1993a), Jurnal. Volum I, Humanitas, Bucuresti. _____ ( 1993b), Jurnal. Volum I, Humanitas, Bucuresti. _____ (1993c), Bucuresti. Insula lui Euthanasius, Humanitas, _____ (1994d), Fragmentarium, Humanitas, Bucuresti. _____ (1997), Memorii: 1907-1960, Humanitas, Bucuresti. Handoca, Mircea (1998), Convorbiri cu si despre Mircea Eliade, Humanitas, Bucuresti. Fernando Óscar Martín. Simion, Eugen (1993), Intoarcerea autorului, Minerva, Bucuresti. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 situación-límite, la que el hombre descubre al volverse consciente de su lugar en el universo” (Eliade, 1994d: 42). En tanto medio de comunicación, permite al ser humano superar los límites de su existencia y “comunicar con el universo, porque emplea el mismo lenguaje.” En la economía ficcional fantástica, el símbolo, metamorfoseado en signo, permite a Eliade reconocer a sus personajes, gracias a los signos de los cuales son agentes o pacientes: “el signo es el sello que distingue al ser del no-ser; te permite identificarte, ser tú mismo, y no ser llevado por ‘el torrente vital, colectivo’[…]” (Eliade, 1994: 183). En el escenario de sus narraciones surgen seres y acontecimientos-modelo; aun cuando su existencia se inicia al interior de una realidad banal, “se metamorfosean gradualmente” (lo afirma el mismo Eliade, al hablar de la atmósfera del relato La serpiente) y llegan a constituir un verdadero repertorio de arquetipos y a cristalizarse en pobladores de espacios míticos. Los personajes eliadeanos, sofocados en una existencia sin sentido, banal, estéril, encuentran en el mito la solución para la re-edificación de su existencia, con base en la anulación del presente histórico; tal empresa se vuelve posible porque “la función del mito es la de revelar modelos y proporcionar así un sentido al universo y a la existencia humana.” (Eliade, 1994: 180). Gracias a la creación de un “escenario fantástico, los mitos logran imponer a la humanidad entera modelos y fuentes de inspiración y ayudan al hombre a superar sus propios límites.” (Eliade, 1994: 180) La presencia de estos aspectos en la narrativa fantástica de Eliade nos permite mirar hacia la posibilidad de dibujar una poética distinta de lo fantástico. A pesar de que sus textos no impactan siempre por la unidad y la articulación de la construcción Mihaela Comsa 11 Félix Suárez Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado, de Tirso de Molina I La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 A tribulado por un sueño que le ha anunciado que su hijo sucesor morirá atravesado por una punta de hierro, Creso, el crédulo y poderoso rey de los lidios, decide proteger a su hijo del mal presagio que le fue revelado mientras dormía. Herodoto (1999: 26) menciona que la muerte que sobrevendrá al hijo de Creso es un “castigo divino” a la hibris del señor de los lidios quien, secretamente, se ha considerado a sí mismo el “hombre más feliz de todos”, merced a los grandes tesoros guardados en sus palacios. Y aunque la vida del señor de Sardes tomará otros rumbos luego de su encuentro con Solón (“el hombre es todo azar”, le advertirá el sabio ateniense), Herodoto muestra, a través de Creso, la importancia que el mundo antiguo daba a las revelaciones oníricas. Mucho antes ya, en la Odisea (Homero, 2000: 222-223), Penélope confía a su amable huésped “extranjero” su sueño de los veinte gansos degollados por “un águila grande y de pico ganchudo”, que llega desde las montañas a romperles el cuello. A pesar de que el “huésped” —que no es otro que Ulises embozado— le confirma lo que Penélope sabe ya de su visión nocturna, ella no deja 12 Félix Suárez Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… de sueños, en tanto que el Nuevo Testamento registra nueve visiones, de las cuales tan sólo cuatro de ellas están relacionadas con el hecho fundamental para la cristiandad: el nacimiento y vida de Jesús. Pero la permanencia de éstos en el texto bíblico responde, en el fondo, a razones muy similares a las de la cultura pagana, es decir, a su carácter verídico, el cual le viene de la presencia de Dios o de sus ángeles mensajeros. Si el sueño es verídico es divino, de lo contrario está animado por el engaño del mal y sus colaboradores, los falsos profetas. Esta es la característica fundamental de los sueños bíblicos. Si los sueños de los paganos, debido a su naturaleza primordialmente predictiva, ponen en contacto el presente con el porvenir; los sueños que sueñan los fieles de Dios comunican a la tierra con el cielo, o lo que es lo mismo, a Dios con los hombres. De ahí el carácter teofánico (hierofánico) del fenómeno onírico.1 III De ahí también su carácter explícito. Dios no envía señales equívocas a sus fieles. Los mensajes oníricos de Dios, sean dados por su boca o por la de sus ángeles mensajeros, son generalmente directos: Dios concede en sueños a Salomón “un corazón sabio e inteligente” (Cfr. 1 Re. 3-15); Dios mismo le expresa a Jacob la providencia que tendrá de Él y le confirma, además, las bendiciones dadas a su padre (cfr. Gén. 28,12). De igual modo, en sueños, Dios habla al rey Abimelec, a quien amenaza II A pesar de que la oniromancia fue prohibida muy pronto por la Iglesia a través del I Concilio de Ancyira, en el siglo IV, los sueños proféticos tienen una larga ascendencia en la tradición bíblica. Según Le Goff (2003: 751), en el Antiguo Testamento se pueden encontrar 43 casos Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… 1 Le Goff (2003: 754), no obstante la naturaleza de los sueños, ha señalado la presencia, tanto en Grecia como en Roma y a lo largo de la Edad Media, de una línea crítica y racionalista, hostil a los sueños y a su interpretación (Aristóteles, entre otros), a los que considera “ilusiones rechazables por no ser fuente de verdad y de razón”. Félix Suárez 13 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 de pensar que “los sueños [son] ambiguos y oscuros” por naturaleza, y pueden ser engañosos y no siempre verdaderos (Canto XIX). En efecto, para los antiguos griegos era común la práctica de la oniromancia, sueños falsos y verdaderos se alternan en las visiones nocturnas de los hombres; los sueños llegaban no sólo a través de un lenguaje críptico de símbolos que pedían ser descifrados sino que, además, estos mensajes nocturnos podían tratarse sólo de meras ilusiones, dependiendo de la “puerta” y la hora en que llegaran al durmiente. Por eso, Penélope desconfía. No sabe si el sueño que ha tenido penetró por la puerta de marfil (la del engaño) o por la puerta de cuerno, de la cual procedían los sueños verídicos que se presentaban generalmente al final de la noche, “post mediam noctem”, según Horacio, o durante la madrugada, “a esa hora en que la mente, por estar desatada del cuerpo, tiene visiones extrahumanas y proféticas” (Alatorre, 2003: 48). Las culturas paganas antiguas vieron un rasgo fundamental en la dicotomía falso-verdadero, aplicada a los sueños, “debido al hecho de que determinados sueños, los proféticos, podían revelar el porvenir” (Le Goff, 2003: 755). De ahí el atractivo y poderosa influencia en sus vidas diarias. Aterrorizada por un sueño pavoroso, luego de haber dado muerte a Agamenón, Clitemnestra envía con su hija ofrendas y libaciones fúnebres a la tumba de su marido, creyendo con ello dar fin, por una parte, a sus padecimientos de conciencia. Ignora que el sueño en el que se ha visto pariendo y amamantando un dragón que le da muerte finalmente, es un sueño verdadero y se hará realidad a través de las manos de su hijo. “Yo, convertido en serpiente, la mato. Eso quiere decir el sueño” (Esquilo, 2000: 198-199), dirá Orestes luego de conocer lo que sueña su madre. Leonora Carrington, Samain (detalle), 1951. de Yavé. ¿Cómo, pues, os habéis atrevido a difamar a mi siervo Moisés? (Núm. 12, 6-12). Dios se revela sin metáforas y sin enigmas. Acaso porque sus deseos deben ser comprendidos a cabalidad, sin posibilidad alguna de confusión. De ahí que tampoco necesiten ser interpretados. Dios habla a sus elegidos mientras duermen, y al despertar, éstos saben con toda claridad cuál es la voluntad divina. Por eso, acaso, en este lenguaje sagrado no hay símbolos, porque sus mensajes son generalmente mandatos que hay que cumplir. Y en la voluntad de Dios, expresada en modo imperativo, no hay conflicto ni posible engaño. José no puede equivocarse cuando el ángel Gabriel le indica huir con María y Jesús a Egipto (cfr. Mt. 2, 13). A Creso, por el contrario, lo pierde su equívoca interpretación que hace de los oráculos. No destruirá otro imperio: destruirá su imperio. Crédulo como es de los oráculos de los templos de Delfos y Dodona, Creso ataca para su desgracia al poderoso ejército de Ciro. Tarde entiende el mensaje real del oráculo,2 como tarde comprendió, en La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 su cautiverio, las palabras de Solón. con la muerte por haber tomado indebidamente a Sarah por esposa (cfr. Gén. 20,3). En sueños también Dios visita a José hijo de David, a través de su ángel Gabriel, para indicarle que no repudie a María (cfr. Mt. 1, 20). El mensaje de Yavé dado a sus elegidos, pues, no hurga en el lenguaje metafórico ni críptico. Aun en los sueños, donde el símbolo enmascara comúnmente el contenido, la palabra de Dios es transmitida sin ninguna veladura. Así se los hace saber a María y Arón, hermanos de Moisés, con quienes ajusta cuentas por las murmuraciones que hacen en contra de su profeta: IV Si los sueños bíblicos apelan al mensaje directo, las visiones oníricas paganas están cifradas en símbolos, como también aparecían, de algún modo, en los oráculos de Delfos a los peregrinos: metafóricamente y en forma de enigmas, lo que les confería una realidad múltiple, polisémica. Clitemnestra no sueña explícitamente con su muerte a manos de su hijo: la visión que le ofrece el sueño aparece embozada, de manera latente, en símbolos de naturaleza críptica y en un relato sangriento de desenlace funesto, que espera ser develado. Si uno de vosotros profetizara, yo me revelaría en él en visión y le hablaría en sueños. No así a mi siervo Moisés, que es en toda mi casa el hombre de confianza. Cara a cara hablo con él, y a las claras, no por figuras; y él contempla el semblante 14 Félix Suárez 2 Herodoto (1999: 31-32) narra cómo Creso ha preguntado a Delfos y a otros templos famosos por sus pitonisas si deberá atacar al ejército persa de Ciro, y el oráculo responde “prediciendo a Creso que si emprendía la guerra contra los persas destruiría un gran imperio”. Lo que el oráculo no le advierte es que ese imperio sería el suyo. Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… De ahí la importancia que tuvieron, tanto en Grecia como en Roma, adivinos y augures de todo tipo, encargados de traducir los oscuros símbolos en que aparecían cifrados los sueños, los cuales, por lo general, según Le Goff (2003: 752), no eran instigados por ningún dios, sino por habitantes del más allá o de las profundas moradas del Hades. Por eso Clitemnestra envía ofrendas a la tumba de Agamenón, segura de apaciguar con ello la sangre y el encono del esposo asesinado, y además sosegar la furia de las erinias que reclaman por la sangre del familiar muerto. Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… Le Goff (2003: 761), a finales de la Baja Edad Media, el sueño ocupa un lugar preferente e invade la literatura, el arte y la política, a la vez que se vincula progresivamente a la astrología, que en su forma degradada serviría para satisfacer la obsesión por conocer el porvenir.3 El interés suscitado entre los hombres del poder por las “cualidades” predictivas y admonitorias de los sueños, surgió a resultas del añadido que podía representar para ellos el conocimiento del futuro. 3 Según Sáiz von Ruster, el papel de la astrología fue central en la cultura renacentista, en la que tuvo estrechos vínculos con la filosofía y el arte de la época, y más que un medio para predecir el futuro, constituyó una herramienta “para el conocimiento de uno mismo y de lo divino” (Ruster, 2005: 41). Félix Suárez 15 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 A la Edad Media llegó esta compleja y rica herencia, que el dogma de la Iglesia no pudo paliar sino apenas en alguna medida. Antes bien, la tradición cristiana incorporó elementos de la cultura pagana relacionados con la oniromancia y la tipología de los sueños. Así, al igual que los griegos, Tertuliano creyó en la existencia de sueños verdaderos y falsos, y aun en aquellos proféticos, de carácter premonitorio, que podían predecir a los hombres acciones futuras relacionadas con momentos decisivos de sus vidas. El autor De Anima dio por sentado que soñar era lo propio de los hombres, y que sus sueños provenían de Dios o del diablo, o de la propia alma. Y aseguró, según Le Goff, “que la mayoría de los hombres aprenden a conocer a Dios a través de visiones que vienen de los sueños” (Le Goff, 2003: 754). No obstante, toda la Edad Media vio la interpretación onírica con desconfianza y hasta con alarma. Ya Childerico III y posteriormente Carlomagno habían condenado en Francia toda suerte de prácticas mágicas y adivinaciones de todo tipo, incluida la oniromancia. Hacia finales del siglo XIV, según Le Goff, la herejía estaba colocada “en la cima de todas las preocupaciones de la Iglesia” (Le Goff, 2003: 90), y cada vez más las sospechas de esta falta se extendían de forma insistente hacia videntes y adivinos, que, se creía, realizaban sus prácticas predictivas al amparo del culto de alguna forma del mal. De esta condena, sin embargo, escapó una “élite de soñadores” privilegiados e “intérpretes”, que incluían sobre todo a reyes, mártires y santos, con los que, según Leonora Carrington, The Appearance of Wild Beast (detalle), 1952. V La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Carlomagno sabe que el primer sueño que le anuncia la traición de Ganelón, viene “de parte de un ángel” (tirada LXVII), y sabe también, con resignada actitud, que perderá por ello a su favorito y sobrino Roldán. De igual modo, convencido de la trascendencia de su sueño, el rey Perión, del Amadís de Gaula, desoirá la recomendación de sus clérigos que le aconsejan no hacer caso de los sueños, porque “los sueños son cosa vana y por tal deben tenerse” (Anónimo, 1998, 27). Sin embargo, Perión, que ha soñado que manos extrañas entran por su costado para arrancarle el corazón y tirarlo al río, ordena a sus clérigos —que le evitan con ello ser reo de herejía— que interpreten su sueño, seguro de que éste se trata de una visión premonitoria enviada por Dios. No son extrañas, en un momento como éste, las recomendaciones que hace la Iglesia a sus fieles: no atenerse a los sueños porque éstos han sido especialmente inspirados por el diablo. De ahí que deben ser rechazados de forma absoluta. Sólo podían ser atendidos —y conservados—, según Le Goff (2003: 757), aquellos sueños de origen divino, inspirados por Dios o por algún “espíritu bueno”, que evitara con ello toda posible “ilusión” o engaño que pudiera provenir del demonio. En medio de una de las más feroces modalidades de la Inquisición de la Europa de los siglos XVI y XVII, a Paulo, el fraile de El condenado por desconfiado, se le olvida esta recomendación capital. Y el demonio, que ha esperado pacientemente durante diez años este momento de flaqueza de su fe, aparece para perderle. VI Paulo, que considera la sociedad de los hombres “como la puerta del infierno” (Wilson y Moir, 1947: 150), se ha retirado a la soledad de la montaña para llevar una vida de renuncia que, 16 Félix Suárez considera, le ha de conducir de manera natural a Dios, luego de su muerte. Convencido que este es el camino único para alcanzar la salvación de su alma, el fraile de Tirso de Molina (2002) se esmera en servir a Dios a través de la oración y la penitencia. Pero bastará un sólo instante de descuido y desconcentración de su espíritu para que le venza un sueño diurno de origen melancólico; en éste, Paulo se mira visitado por la muerte que lo hiere con una “guadaña”, arco y flechas con las que en un momento pone fin a su vida. Muerto ya, Paulo, es decir, su alma, se presenta ante Dios, quien juzga que el peso de sus culpas es mayor que el de sus “obras buenas”. De este modo, el alma del fraile es arrojada por Dios a los tormentos eternos del infierno. Aterrorizado y confundido aún por las imágenes de su sueño, Paulo interroga una y otra vez a Dios para saber cuál será el destino final de su alma: ¿Heme de condenar, mi Dios divino, como este sueño dice, o he de verme en el sagrado alcázar cristalino? Y vuelve a preguntar, desesperado, impaciente, porque en el fondo cree saber que su sueño es un anuncio profético de lo que le espera al morir: ¿Qué fin he de tener? Lágrimas vierto. Respondedme, Señor: Señor eterno. ¿He de ir a vuestro cielo o al infierno? Aunque breve, este primer monólogo que enfrenta a Paulo con su fe es, al lado de aquel otro de Segismundo de Calderón de la Barca, uno de los monólogos representativos del teatro español del Siglo de Oro. Sin el recurso de estos monólogos, afirma Ontañón, no habría “podido existir El condenado por desconfiado, que inicia, precisamente, con dos monólogos de Paulo”, uno de los cuales es éste, que revela su conciencia atormentada y lo lleva, sin saberlo, hacia el pecado. Es esa la raíz de su tragedia espiritual. Convencido plenamente de llevar en su retiro una vida piadosa grata a Dios, Paulo cree merecer por este hecho la salvación de su alma, sin reparar en los elementos de soberbia y en la falta de humildad de que adolece su conciencia de “hombre piadoso”. De ahí esa “secreta perversidad” que encuentra Menéndez Pidal (1973:11) en el clérigo de Tirso, y que la astucia del demonio percibe como señal de su flaqueza. Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… Y así me ha dado licencia el juez más supremo y recto para que con más engaños le incite agora de nuevo. Sepa resistir valiente los combates que le ofrezco, pues supo desconfiar y ser, como yo, soberbio. Leonora Carrington, Who Art Thou, White Face?, 1959. Convencido que es justamente ésta su oportunidad para perderle, el demonio se presenta ante Paulo, travestido de ángel y le “revela” que Dios le ha escuchado y le manda que vaya a Nápoles donde conocerá a Enrico, pues Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… Dios que en él repares quiere, porque el fin que aquel tuviere ese fin has de tener. Nuevamente, Paulo peca. Falto de humildad, imagina que Enrico es un hombre piadoso o un santo dedicado al bien. Todo lo contrario: el hijo de Anareto es un criminal arrogante, pero inclinado a su padre con un amor reverencial, que finalmente habrá de redimirle. Esto último que ignora Paulo constituye su tragedia. Convertido como el sueño en predicción, el mensaje que da el demonio a Paulo lleva implícito el engaño, y él se perderá en las apariencias, lo cual, mirado bien, no constituye sino una interpretación errónea del vaticinio que le presenta el mal. Paulo se pierde porque no alcanza a diferenciar el mensaje oculto subyacente; ignora que lo que le presenta el demonio no es una revelación de Dios, sino apenas una verdad a medias, es decir, una “ilusión”. Ya en el primer tercio del siglo VII, Isidoro de Sevilla (2004: 703707) alertaba a los fieles a no confiar en los sueños ni en las predicciones, porque podían ser sólo una “falacia de Satán” o producto del “arte de los demonios”. Así, todas las artes mágicas o de adivinos parecen emanar, nos dice el sabio de Sevilla, de los “ángeles perversos”, que pretenden engañar a los hombres. Como a Paulo, a Macbeth lo pierde también el engaño oculto que Félix Suárez 17 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Paulo, que cree ver en su sueño un anuncio de su condenación eterna, reacciona pidiendo explicaciones a Dios por lo que considera ya una injusticia. Por eso, le interroga sobre el destino de sus postrimerías. Pero quien le responde no será Dios, sino el demonio; él sabe que Paulo ha antepuesto “un sueño a la fe de Dios”. Y sabe también que eso “es pecado manifiesto”. Y entonces, en una idea que recuerda en sus argumentos principales al “santo varón de Jus”, el demonio dice, antes de “tentar” a Paulo: hay de tras del vaticinio que le dan las brujas: ser invencible hasta que el bosque de Birnam se mueva contra él y cubra con sus ramas Dunsinania (Shakespeare, 1981: 26). Y Paulo, como Macbeth, es víctima del engaño: terminará siendo un criminal como Enrico —y tal vez más sanguinario porque esa es su apuesta—, pero, a diferencia de éste, no alcanzará el perdón porque nada hay en su vida que le redima, porque en su convencimiento de haber perdido la salvación, renuncia a Dios y se vuelve contra Él en venganza; y porque, en suma, ha creído al pie de la letra en el engaño que le ha dado como cierto el demonio, desconfiando a un tiempo de la gracia y la misericordia de Dios. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 VII Finalmente, Menéndez Pidal (1973: 11-65) refiere cómo Sand se oponía a considerar que Tirso de Molina hubiera escrito El condenado por desconfiado como un drama de tesis que reproducía, según Wilson y Moir (1974: 151152), la controversia De auxilis, que durante los siglos XVI y XVII sostuvieran, tanto en España como en Francia, molinistas (jesuitas seguidores de Luis de Molina) contra bañecianos (dominicos seguidores de Domingo Báñez) en torno a la naturaleza de la Gracia divina y el libre albedrío. Menéndez Pidal creyó que aunque había un trasfondo teórico en la obra de Tirso, El condenado por desconfiado era, sobre todo, una adaptación de historias anteriores que habían tomado como punto de partida otro relato milenario aparecido originalmente en el Mahabharata y que hunde sus raíces en tradiciones árabes y judías de la Península. Y en ese sentido, la obra de Tirso de Molina, más que una obra de tesis teológica, constituiría, en suma, un poema dramático intenso que retrata la condición humana y la débil naturaleza de la fe entre los hombres. lc 18 Félix Suárez Bibliografía Alatorre, Antonio (2003), El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro, México, Fondo de Cultura Económica. Anónimo (2003), El cantar de Roldán, México, Porrúa. Anónimo (1998), Amadís de Gaula, Argentina, Losada. Chevalier, Jean y Alain Gheerbrant (1999), Diccionario de los símbolos, 6a ed., Barcelona, Herder. De Molina, Tirso (2002), El condenado por desconfiado, México, Porrúa. Esquilo (2000), Tragedias, Barcelona, Biblioteca Básica Gredos. Herodoto (1999), Los nueve libros de la historia, Barcelona, Folio. Homero (2000), Ilíada, Barcelona, Biblioteca Básica Gredos. _____ (2000), Odisea, Barcelona, Biblioteca Básica Gredos. Le Goff, Jacques y Jean-Claude Schmitt (eds.) (2003), Diccionario razonado del Occidente medieval, Madrid, Akal Ediciones. Nácar, Eloíno y Alberto Colunga (trad.) (1976), Sagrada Biblia, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos. Pidal Menéndez, Ramón (1973), Estudios literarios, Madrid, Austral. Sáiz von Ruster, Daniel (2005), “Filosofía mágica. La astrología en el pensamiento de Ficino”, en Chavolla Arturo y Priani Saisó, Ernesto (coor.), Pensamiento y arte en el Renacimiento, Primer Coloquio sobre Arte y Renacimiento, México, unam-Universidad de Guadalajara. San Isidoro de Sevilla (2004), Etimologías, Madrid, bac. William, Shakespeare (1981), Macbeth…, México, Porrúa. Wilson, E. M. y D. Moir (1974), Historia de la literatura española, Siglo de Oro: teatro, vol. 3, Barcelona, Ariel. Sueño y predicción, un tema de El condenado por desconfiado… Elvia Montes de Oca Navas Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento Que no me lea quien no sea matemático, pues yo lo soy siempre en mis principios. Leonardo da Vinci Introducción i alguna virtud tengo, estoy segura, no es precisamente la obediencia, por eso me atreví a leer algo de la obra de Leonardo da Vinci, sin ser yo matemático (a). Leonardo da Vinci, hombre del Renacimiento, es una personalidad atrayente, como lo son todos los grandes personajes que llegaron para quedarse gracias a sus obras, no sólo su obra pictórica, sino también sus aportes científicos, técnicos, poéticos pero, y de manera especial, sus aportes a la filosofía; sus conceptos sobre Dios, la naturaleza, la condición humana, la amistad, el trabajo y otros temas más que ocupan el pensamiento de los hombres de todas las épocas. En este trabajo analizo algo de la obra de Leonardo, buscando primero las circunstancias en las que se desarrolló su vida, pues a la manera de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”, yo también estoy convencida de ello, por eso quise conocer su entorno y cómo influyó en el artista. En esta búsqueda histórica encuentro el pensamiento de Platón y Aristóteles en el pensamiento y en la filosofía de Leonardo; su pensamiento Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento Elvia Montes de Oca Navas 19 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 S artístico, científico y filosófico nos dan una muestra de su formación humanística. El hombre y sus circunstancias Leonardo da Vinci, La virgen con el niño y santa Ana. “La palabra Renacimiento significa volver a nacer o instaurar de nuevo” (Gombrich, 1992: 167). Elogiar a un artista de esta época, era tanto como decirle que su obra era tan buena como la de los clásicos antiguos, refiriéndose a los artistas griegos y romanos. Había que recuperar tal grandeza y volver la mirada al arte, a la ciencia, a la filosofía. Esto tuvo su auge especialmente en la rica ciudad de Florencia. Se trata de volver al mundo clásico de los griegos y los romanos antiguos: Petrarca (1304-1374) imita a Cicerón (106-43 a. C.) y lee a Homero (S. IX a. C). Miguel Ángel (1475-1564) excava en busca de monumentos y estatuas clásicas. Cosme de Médicis (1389-1464), a la manera de Platón, establece la Academia de Florencia. En un ambiente de expansión económica sobresalen varias ciudades europeas, en ellas se da un importante crecimiento económico, financiero y comercial, todo acompañado también de cruentas luchas religiosas. Los hombres de los siglos XV y XVI ponen sus esperanzas más en ellos mismos que en Dios; pero como un hombre nuevo, renacido. Los renacentistas son humanistas, tienen confianza en el poder de la razón al servicio de la ciencia y la técnica. “El hombre renacentista vive con alegría de vivir” (Xirau, 1964: 188), es un hombre encontrado y a la vez perdido entre la esperanza y la duda. Se vive en un mundo donde aparecen los burgueses, habitantes de los burgos, convertidos en capitalistas banqueros (como lo fueron los Médicis en Florencia), y tienen tal poder que reyes y papas dependen de ellos, o ellos mismos ocupan estos cargos. El comercio se La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 “globaliza” gracias, especialmente, al descubrimiento de “tierras nuevas”, como lo hecho por España y Portugal en América. Crece la tierra y crece también el cielo: “Copérnico (1473-1543) establece de una vez por todas que el sol es el centro del sistema planetario” (Xirau, 1964: 189) y la tierra es limitada por su forma esférica. Algunas ciudades italianas adquirieron gran importancia y fama no sólo por su abundante riqueza, sino también por su vida cultural; una de ellas fue Florencia, que conservó su independencia aún dentro de permanentes agitaciones 20 Elvia Montes de Oca Navas Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento teórico de la pintura, tanto de la ciencia como de la técnica, además puede considerarse un filósofo-sabio. En el Renacimiento, la naturaleza es considerada como fuente de inspiración del artista. Xirau cita a Da Vinci respecto a su pensamiento sobre la naturaleza: “La bondadosa naturaleza procede siempre de tal manera que en todo el universo siempre encontrarás cosas dignas de imitar” (Xirau, 1964: 190). La naturaleza no contradice las leyes, por el contrario, es ordenada, regular, en espera del hombre científico, quien la estudiará y descubrirá esos principios-leyes que la rigen; el artista, también científico, la pintará o creará obras estéticas. Espera la aparición de las ciencias y las artes: las ciencias, especialmente las matemáticas, al servicio de la invención, la práctica, la acción, la técnica, el arte; la filosofía como la ciencia ideal, última. En este ambiente produjeron sus obras literarias Dante (1265-1321), Petrarca (1304-1374), Bocaccio (1313-1375) y Maquiavelo (14691527), este último aportó a la construcción del Estado, escribió para los Médicis, especialmente para Lorenzo el Magnífico (1449-1492). Todos estos hombres tuvieron una refinada educación, basada en la lectura de los clásicos. La antigüedad clásica se une con el cristianismo en el arte y la cultura “la preferencia de Petrarca por la Roma pagana y la preferencia de Giovanni [Fra Giovanni da Angélico 13871455] por la cristiana” (Burckhart, 1984: 98). Se buscaron los restos de las obras antiguas de Grecia y Roma, consideradas superiores a las existentes. Pero, ¿quiénes apoyaron también este desarrollo cultural?: los papas de Roma, convertidos en rectores culturales de la época. El papa Sixto IV (Francesco della Roveré), cuyo papado fue de 1471 a 1484, edificó en el Vaticano la célebre Capilla Sixtina. Era buen predicador y buen teólogo, sumamente extravagante y despilfarrador de los recursos Elvia Montes de Oca Navas 21 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 sociales. Por su parte, Venecia logró lo mismo, en medio de fuerzas contrarias y confabulaciones que pusieron en peligro su estabilidad social. Ciudades basadas en una fuerte economía financiera y comercial, pero cuya grandeza también se reflejó en el esplendor cultural que alcanzaron: ciudades donde se leía a los clásicos griegos y romanos; se estudiaban libros sobre filosofía, teología, derecho, medicina, historia; se crearon importantes bibliotecas como la del cardenal Bessarión. “La máxima conciencia política y la mayor riqueza de formas evolutivas las encontramos reunidas en Florencia. En este sentido Florencia merece en justicia el título de primer Estado moderno del mundo” (Burckhart, 1984: 41). Florencia, donde triunfa el comercio, la industria, la historia, el arte, la cultura toda, se convierte en el centro del re-nacimiento del pensamiento griego en torno, principalmente, al de Platón y Aristóteles, así como de los neoplatónicos. Surge el ideal del uomo universale apoyado en una educación total para formar un hombre completo; un conocimiento universal, no especializado ni parcial, para formar un hombre universal. Un ser armónico entre el desarrollo de la materia y el espíritu, alma-cuerpo a la manera de Platón; hombres capaces de convertir todas sus posibilidades-potencias en realidades-actos, a la manera de Aristóteles, como en los casos de Alberti, Leonardo y Miguel Ángel. El artista es visto como cualquier hombre creador, quien necesita de materias primas para su obra, además de las reglas y la técnica. Llega al conocimiento científico para alcanzar la sabiduría-síntesis, ésta es el conocimiento supremo por principios primeros y causas últimas: la filosofía. La ciencia-filosofía, a la manera de los filósofos griegos clásicos, tiene un fin supremo: la sabiduría. Por el otro lado está la técnica que tiene un sentido utilitarista: saber hacer. Leonardo da Vinci es pintor y a la vez La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 del Vaticano, tuvo luchas por el poder con Lorenzo de Médicis, con los reinos de Ferrara y Venecia, fue protector de los Borgia, familia italiana de origen español, de donde surgió el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia), cuyo papado fue de 1492 (año en que se “descubrió” América) hasta 1503; su hijo fue César Borgia (cardenal y político hábil e inhumano), quien quiso conservar su señorío sobre el Estado Pontificio, y que en los inicios del siglo XVI tenía los mejores soldados y oficiales de toda Italia (Burckhart, 1984: 64). La ciencia y la técnica bélicas tuvieron gran auge, pues había necesidad de crear nuevas y mejores armas, así como obras de fortificación más eficaces que protegieran a las ciudades italianas más importantes de los ataques de sus enemigos. “Con Julio II (papa de 1503 a 1513) vinieron los gloriosos descubrimientos del Lacoonte, de la Venus vaticana, del Torso, de la Cleopatra, etcétera; también los palacios de los nobles y de los cardenales empezaron a decorarse con estatuas y fragmentos antiguos” (Burckhart, 1984:102). Asimismo, debía rescatarse a los filósofos clásicos al leerlos en sus propias lenguas, por ello surgieron maestros de griego en Florencia, Padua, Bolonia, Ferrara, Venecia, Perusa y Pavía. La educación debía girar alrededor de un humanismo creador: el hombre como centro de la cultura. Después llegó León X (Juan de Médicis) quien ocupó la silla papal de 1513 a 1521. Fue hecho cardenal a los 13 años y papa a los 37. Protector de las artes y de los artistas; astuto y deshonesto; vendedor de indulgencias, que eran dispensas de penas exigidas al penitente, generalmente a cambio de dinero: 22 Elvia Montes de Oca Navas Pon tu dinero en la bandeja, abre las puertas perladas y entra sin chistar. (Chadwick, 2006: 93) Contra este mercantilismo se rebeló Martín Lutero (14831546), proclamando sus 95 tesis, que dieron lugar a la reforma protestante del siglo XVI. Lutero, además de criticar los abusos cometidos por la alta jerarquía eclesiástica (empezando por los papas), criticó también a las masas populares por su ignorancia, pues estas multitudes eran analfabetas que creían en los altos jerarcas religiosos, los santos, las reliquias y las indulgencias. Así, la ignorancia y el fanatismo fueron campos propicios para el abuso. Es importante mencionar en este ámbito a Erasmo de Rotterdam (¿1466?-1536), a quien le tocó también vivir en este mundo convulso. Propuso, en este caso, a los padres de la iglesia cristiana, el regreso a los clásicos para encontrar a un Cristo vivo, humano. Era necesario acercar las Sagradas Escrituras a los humildes, igual a Lutero: volver al verdadero humanismo cristiano, fuera de la institución corrompida por los papas y sus familias. Atacó también a las órdenes monásticas sucumbidas en la codicia y la pereza, lejos ya de las enseñanzas de sus fundadores. Defendió una religión basada en la razón, más que en la fe ciega, y en la imitación de la vida de Cristo. Se propuso acabar con la adoración de reliquias y santos, para confiar más en la rectitud de la conducta cotidiana. Leonardo vive en un mundo convulsionado por los poderes políticos y religiosos de su tiempo: “En los Estados italianos del siglo XV encontramos lo malo y lo bueno mezclado de modo peculiarísimo” (Burckhart, 1984: 9). La tiranía ha cambiado: los pequeños tiranos como los de Carrara y Scala han desaparecido; se advierte una tendencia de los condottieri por independizarse de los reinos dominantes; los pequeños tiranos, al verse debilitados, se respaldan en los grandes para protegerse y entrar en sus dominios. Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento lo meramente real, hasta llegar a la Belleza, escrita así, con mayúscula; una síntesis de Aristóteles-realista y Platón-idealista. Leonardo da Vinci, el artista, El poder de los grandes señores se logra, especialmente, a través de las guerras de conquista; dominio amenazado tanto desde el interior como desde el exterior. En la segunda mitad del siglo XV aparecen fuertes dinastías como la Urbino, disuelta en los primeros años del siglo XVI, y que tuvo en Federigo (1444-1482) uno de los más fuertes representantes del principado. Algo semejante pasó en el principado de Ferrara y su príncipe Niccolom, fallecido en 1441. En el ambiente de esta época vivió Leonardo, quien reconoce el valor de la imitación de la realidad y la naturaleza en toda obra artística. Panofsky cita a Leonardo respecto a este tema: “La pintura más digna de elogio es aquélla que tiene más parecido con la cosa reproducida, y digo esto para rebatir a aquellos pintores que quieren mejorar las cosas naturales” (Panofsky, 1977: 47). Aquí aparece claramente el concepto de imitación, mímesis entre los clásicos griegos, como fidelidad a la realidad. En el arte hay que elegir lo más bello, hacer una selección ideal e idealizadora, entra después la fantasía, la imaginación creadora del artista, ésta va más allá de Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento Leonardo y los artistas del Renacimiento parten de una teoría fenoménica, basada en la presencia física de las cosas para encontrar, con base en las ciencias, el acuerdo y la armonía de las partes de un todo, la proporción, el orden que guardan entre sí. Éstos se hallan gracias a la imaginación creadora del artista, capaz de lograr una obra de arte, donde la belleza responde a las cualidades de simetría, orden, ritmo y armonía, “tal como lo exige la concinnitas, es decir, la ley absoluta y suprema de la naturaleza” (Alberti citado por Panofsky, 1977: 53).1 El artista imita con base en la experiencia, elige, sintetiza, busca su acomodo en una idea concebida a posteriori sobre la realidad, pero su imitación no es la realidad, la modifica, la embellece, la “recrea”, gracias a su “imaginación creadora”, luego el artista no es un imitador sin más, es un creador. Los pintores renacentistas parten de la realidad; el artista se remite a las ideas y, de éstas, regresa a lo natural pero con una imagen embellecida, nueva. La elección que hace el artista de las cosas reales y de sus partes es, a través de una síntesis interior, propia, es decir, escoge lo mejor, lo más perfecto, lo más bello. Lo natural “se perfecciona” a través del arte y la labor del artista. Se trata de una idea idealizada, obtenida a posteriori gracias a la observación y el contacto con las cosas reales. La realidad como fuente de creación, pero que 1 León Baptista Alberti (1401-1472), arquitecto, urbanista, pintor, músico, poeta, científico, autor del Tratado de la pintura y del Libro de arquitectura. Elvia Montes de Oca Navas 23 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 el científico y el filósofo no será tal sin la acción creadora del artista, no puramente imitadora. Pero, ¿qué debe conocer el artista para poder pararse frente a la naturaleza e imitarla en una obra estética? Leonardo establece el conocimiento de las ciencias como la base de la acción creadora del artista: las matemáticas, las leyes de la perspectiva, la anatomía, la mecánica fisiológica y psicológica, la biología, la física, la química, la astronomía, en fin, las ciencias de su tiempo. Los científicos de los siglos XV y XVI, Leonardo entre ellos, se imponen a los humanistas del momento en Italia: capaces de crear algo nuevo y, en su género, perfecto, en todas las esferas del arte y que además de esto, en lo puramente humano, como hombres, nos producen la más profunda impresión (Burckhart, 1984:76-77). todos los países lo reconocían así y no vacilaban en declararse sus discípulos, Los cielos suelen derramar sus más ricos dones sobre incluso Regiomontanus y Copérnico. Esta los seres humanos —muchas veces naturalmente, fama sobrevivirá aún a la Contrarreforma. y acaso sobrenaturalmente—, pero, con pródiga (Burckhart, 1984:160). abundancia, suelen otorgar a un solo individuo Leonardo da Vinci, [Italia] figuraba, sin parangón posible, en matemáticas y en ciencias naturales, a la cabeza de todos los pueblos de Europa; los sabios de Leonardo hace la distinción entre el dogma y la ciencia para el hallazgo de la verdad; la verdad razonada y la verdad revelada; la vida terrenal y la vida celestial que, si bien se cruzan en la vida de los seres humanos, es necesario diferenciarlas. Leonardo pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, músico, anatomista, fisiólogo, botánico, físico, filósofo, músico, poeta y, por si fuera poco, también se ejercitó en los oficios donde se utilizaba el dibujo. Hombres de conocimientos enciclopédicos los ha habido durante toda la Edad Media en diversos países, porque todos La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 cambio, con el caso singular de artistas que han sido Leonardo asiste al taller de Andrea del Verrochio (pintor nacido en Florencia, 1435-1488). El arte pasa después de los talleres artesanales a los talleres de los científicos, así queda bajo el orden de las ciencias, especialmente de las matemáticas, como lo escribió en sus tratados Marsilio Ficino (1433-1499), primer director de la Academia de Florencia, filósofo y teólogo italiano, traductor y comentarista de Platón y de Plotino. A Giorgio Vasari (1511-1574) en su obra Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, según Julio E. Payró, le toca iniciar la historia del arte y de los artistas italianos a través de sus biografías. La de Leonardo empieza así: Con Paolo Toscanelli, Luca Paccioli y estos conocimientos aparecen muy poco diferenciados; y aún bastante adelante en el siglo XII nos encontramos con artistas universalmente dotados, porque los problemas de los arquitectos eran relativamente simples y homogéneos, y en la escultura y en la pintura el objeto por representar predominaba sobre la forma. 24 En la Italia del Renacimiento, nos encontramos, en Elvia Montes de Oca Navas belleza, gracia e ingenio, de suerte que, haga lo que haga, toda acción suya es tan divina, que deja atrás a las de los demás hombres, lo cual demuestra claramente que obra por un don de Dios y no por adquisición de arte humano. Los hombres vieron esto en Leonardo da Vinci. (Vasari, 1976: 221). Vasari describe a Leonardo como un ser excepcional, dotado directamente por la divinidad, de tal manera que cuando aplicaba su inteligencia y su alma en alguna de sus obras, demostraba vigor, excelencia, belleza y gracia, como lo demostró, por ejemplo, en la Gioconda, que “tiene una sonrisa tan agradable, que más bien parece divina que humana, y fue considerada maravillosa, por no diferir en nada del original” (Vasari, 1976: 232). La enemistad entre Leonardo y Miguel Ángel es confirmada por el mismo Vasari: “Había gran enemistad entre él [Leonardo] y Miguel Ángel Bounarroti” (Vasari, 1976: 234). Una de las causas de esta enemistad fue la discusión entre la excelsitud y superioridad de la pintura o de la escultura. Esta última es defendida por Miguel Ángel debido al logro del volumen, por el otro lado, Leonardo Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento percibe un paisaje simbólico donde bien puede representarse al universo todo, a través de una ventana que permite al observador ver el exterior de “algo”, tal vez el infinito; la llamada perspectiva aérea. Leonardo habló de la perspectiva aérea. Panofsky cita a Leonardo respecto a este recurso pictórico: “Hete aquí otra perspectiva que llamo aérea, pues por la variedad del aire podemos conocer las diversas distancias de los diversos edificios. Habréis, pues, de pintar el edificio más lejano, menos perfilado y más azulado”. (Panofsky, 1977: 112). El aire interpuesto entre el ojo y los objetos, logra una realidad plástica que modifica la percepción visual. Francisco I, rey de Francia, obtuvo este cuadro a través de Melzi, quien fue el ejecutor de la testamentaría de Leonardo. Así llegó, pasando por Fontainebleau, hasta las manos de Napoleón, quien la consideró su obra favorita y la tuvo en las Tullerías, hasta que en 1804 pasó al Louvre. En 1911, la Monalisa fue robada y apareció en Florencia en el Museo de los Uffizi, después en Roma y en Milán, hasta que en 1913 regresó al Louvre. Su producción tal vez fue entre 1503 y 1506 o 1513. Otro famoso cuadro de Leonardo es La virgen con el niño y santa Ana. Este pasaje religioso se aloja en Elvia Montes de Oca Navas 25 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Leonardo da Vinci, La virgen de las rocas. hace lo mismo respecto a la pintura, pues, gracias a la perspectiva, al sfumato y otros recursos más de los pintores, se puede “engañar” al ojo humano, trampantojo, de tal manera que en un plano de dos dimensiones: longitud y latitud, se perciben tres: longitud, latitud y volumen. La perspectiva es definida como el recurso pictórico donde los objetos parecen disminuir de tamaño, a medida que retroceden hacia el fondo. Leonardo es autor de la Gioconda o Monalisa, y respecto a esta obra Luis Monreal (1983) explica que el segundo nombre puede ser apócope de Madonna (señora), y Lisa, mujer nacida en Florencia en 1479, casada con el marqués del Giocondo, de donde toma el nombre de Gioconda. Finalmente, no hay consenso entre los historiadores del arte sobre el origen del nombre Monalisa. Éstos cuentan que Leonardo no se apartó del cuadro, pues siempre lo llevó consigo: “La tersa calidad del rostro, con su enigmática y equívoca sonrisa, el diáfano modelado de las manos y el extraordinario verismo de los efectos de luz sobre las telas son producto de un procedimiento exquisito, de una inusitada insistencia y de un criterio científico aplicado a la captación de la realidad” (Monreal, 1983: 50). Existe en la obra artística de Leonardo un Ideal de belleza, combinado con las ideas del artista, además de la psicología y las vivencias del personaje retratado. Al fondo del personaje se La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 la naturaleza y resalta la humanidad divinizada de santa Ana, la Virgen, el Niño Jesús, y hasta el cordero al pie de los personajes. Esta obra fue iniciada tal vez en 1501 y terminada, probablemente, en 1512, se dice que un discípulo de Leonardo ayudó a terminar el cordero. Este cuadro también estuvo en manos de Francisco I en Fontainebleau. En 1643 fue ofrecido a Luis XIII. Veamos otro cuadro más, La virgen de las rocas, donde el artista utiliza también el sfumato, comparable a la Gioconda. Fue pintado, probablemente, a fines de 1482, tal vez por encargo de la Iglesia de San Francesco Grande de Milán. En este cuadro, se logran suaves y “naturales” transiciones de espacios través de áreas de color. Con base en líneas y colores se hacen distintos juegos de luces para dar idea de profundidad. Se crean espacios artificiales que parecen reales: una “ventana” permite ver el paisaje detrás de ella, esto se relaciona con la óptica y el funcionamiento del ojo humano, es decir, un caso de ciencia pura aplicada. Para él [Leonardo], incluso la pintura parece más una ciencia que un arte. Digamos 26 Elvia Montes de Oca Navas que no hace la distinción. Busca una imagen del mundo, exacta, ideal y universal. Su arte es un arte de intelectual, el resultado de largas reflexiones, y no una espontaneidad intuitiva y sentimental (Sertilanges en Vinci, 1992: 11). El artista renacentista, Leonardo por ejemplo, no es improvisado, es un artista “de carrera”, preparado en talleres ya reconocidos en su tiempo, maestros que enseñan a los nuevos discípulos tanto arte como ciencias. Las ciencias auténticas son aquellas que la experiencia hace que penetren por los sentidos y que imponen silencio a la lengua de los argumentadores, y que no nutren de sueños a sus investigadores, pero sobre los primeros y verdaderos principios conocidos van procediendo sucesivamente y con un real seguimiento, llegando a concluir, como se ve en las matemáticas. (Vinci, 1992: 6). Aquí Leonardo declara su juicio a favor de la experiencia como fuente del conocimiento, a la manera del empirismo aristotélico: nada hay en la razón si antes no ha pasado por los sentidos. Leonardo es un realista-idealista. Como idealista, expresa la Idea de las cosas en sentido platónico; como realista sensorial, en sentido aristotélico, las cosas que se manifiestan “por fuera” son vistas por el artista “desde dentro”. Lo ideal es respaldado por lo real, la idea proviene de la cosa. La materia es primero como fuente de creación, viene después la reflexión y la acción, con plena conciencia de sí mismo y del otro. “Leonardo es el que es: un hombre completo”, dice Sertilanges en el estudio hecho sobre la obra de Da Vinci, quien vive y aprende de manera permanente durante toda su vida. Leonardo nació en Vinci 1452 y murió en 1519, fue semejante a Platón y a Aristóteles en su pensamiento y en la síntesis de su conocimiento. Su maestro Verrochio quedó asombrado “estupefacto ante los grandes comienzos de Leonardo” dice Vasari al conocer los primeros dibujos de Leonardo. Fue condiscípulo de Perugino y Lorendo di Credi. Su primera obra, dirigida por su maestro, fue Bautismo de Cristo. En sus obras buscó el equilibrio entre lo objetivo y lo subjetivo, entre las sensaciones y las ideas, entre la realidad y la idealidad. Esto se ve en todas ellas, Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento como en la llamada Virgen con flor, una de las primeras obras que no se perdieron. Además de las obras antes mencionadas, sobresalen San Jerónimo, localizada en la Pinacoteca Vaticana; La última cena que se localiza en Milán; la Adoración de los magos en la galería de los Uffizi, donde logra una magnífica síntesis de los personajes, y el niño Jesús aparece como punto de arranque de un mundo nuevo. Vivió en Florencia pero a los 30 años Leonardo se fue a Milán, donde reinaba Ludovico el Moro, quien quedó encantado con el artista. Leonardo le ofreció a Ludovico una serie de inventos bélicos que podía utilizar en sus batallas y conquistas: puentes para transportar hombres y armas, fosos, escalas, “cañón de fácil transporte que lanza materias inflamables”, construcción de pasadizos subterráneos, vehículos cubiertos e indestructibles para transportar artillería, morteros, catapultas, bajeles (barcos de guerra) que resistían el fuego más intenso. Esto para tiempos de guerra, pero en tiempos de paz Leonardo ofreció al mismo Ludovico: En tiempo de paz, puedo igualar, creo yo, a cualquiera públicos, conducir el agua de un lugar a otro. Puedo ejecutar esculturas en el mármol, bronce, terracota. En pintura, puedo hacer lo que haría otro, quienquiera que sea. Y además, me comprometería a ejecutar el caballo de bronce a la eterna memoria de su padre y de la muy Ilustre Casa de Sforza. Y si alguna de las cosas que acabo de reseñar pareciérele imposible o impracticable, le propongo se haga la prueba en vuestro parque o en cualquier otro sitio que plazca a Vuestra Excelencia, a quien me recomiendo con entera humildad. (Vinci, 1992: 14) ¿Hombre humilde Leonardo?, ¡claro que no!, él sabía quién era y de lo que era capaz. El trabajo del caballo nunca se hizo “La estatua ecuestre de ocho metros de alto de Francisco Sforza, padre de Ludovico, estuvo esperando cuarenta años la fundición que no llegó” (Sertilanges en Vinci, 1992: 14). A la caída de Ludovico el Moro, Leonardo es expulsado a Milán, para entonces tiene cincuenta años, y se refugia en Venecia pasando por Mantua donde esboza el magnífico perfil de Isabel d’Este, conservado Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento en el Museo del Louvre. Pasa por Roma y pinta a San Juan Bautista. Se va a Francia invitado por el rey Francisco I, y se establece en el castillo de Cloux, cerca de Amboise, donde muere en 1519. “Este hombre de varias almas, había tenido diversas hojas para desgastar la vaina” (Sertilanges en Vinci, 1992: 15). Leonardo es el primero en practicar el dibujo anatómico que ha dado tantos frutos, tanto en el campo de las artes como en el de las ciencias. Fija el lenguaje de la pintura antes que Miguel Ángel y Rafael; funda la ciencia experimental antes que Bacon; entrevé las leyes de la gravedad antes que Newton; la aceleración de los cuerpos antes que Galileo; el equilibrio de los líquidos antes que Pascal; funda la hidráulica antes que Castelli; inventa el fotómetro antes que Humford; el paracaídas, la máquina para volar, una bomba de vapor, un buque en dragado, un Elvia Montes de Oca Navas 27 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 en la arquitectura, construir monumentos privados y cañón de vapor, un balancín de relojería, un sistema de evacuación directa urbana y, además, escribió un Tratado de pintura. Como filósofo, Leonardo escribió sobre asuntos que ocupan el pensamiento de cualquier ser humano, pretendió ir más allá de la vida cotidiana y la hizo tema de reflexión sobre la condición humana. Da Vinci: pintor, escultor, arquitecto, músico, poeta: es asimismo un sabio de primer orden, un teórico de genio, un inventor, un filósofo. […] Quebraba una herradura como si hubiese sido de plomo, dice Vasari. Y era el hombre de las exquisitas agilidades del pincel y el magnífico tocador de lira. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 (Sertilanges en Vinci, 1992: 9-10) Leonardo reconoce la superioridad del espíritu sobre la materia humana, a la manera de Platón: “Nuestro cuerpo está por debajo del cielo, y el cielo por debajo del espíritu” (Vinci, 1992: 19). Admite, también, la gradación de lo existente, a la manera de Aristóteles. Frente al tema de Dios, Leonardo parece ser un agnóstico, entendida esta posición como el reconocimiento del misterio de lo sagrado, pero a la vez la limitación de las posibilidades humanas para conocerlo; no es la negación de la existencia de lo divino, pero sí la imposibilidad de su conocimiento pleno. Leonardo hizo una síntesis de dos posiciones: por un lado, la razón como medio para el conocimiento de la religión a la manera de santo Tomás de Aquino, religiones de razón; por otro, la fe como la única capaz de llegar a tener conciencia de la divinidad, religiones de revelación, al modo de san Agustín de Hipona. 28 que esperas de él y no por su soberana virtud, estás imitando al perro que mueve el rabo y hace arrumacos saltando al que le va a dar huesos. Si conociera el animal la superioridad del hombre, le amaría mucho mejor. (Vinci, 1992: 4) Un mundo jerarquizado a la manera de Aristóteles, cuya cúspide es ocupada por Dios, identificado con lo inmutable, lo eterno, lo infinito, como el mundo de las Ideas de Platón. “¿Cuál es la cosa indefinible que dejaría de serlo, si pudiese formularla? ¡El infinito, que sería finito, de poder ser definido!” (Vinci, 1992: 4). Las cuestiones metafísicas, Dios principalmente, son incomprensibles para la razón humana. Un Dios conocido en su totalidad es imposible, lograrlo sería humanizarlo, esto es “atomizarlo”, partirlo en partes pequeñas para ser comprendido (como lo hacen las ciencias empírico-inductivas con sus objetos de estudio), querer estudiar su inteligencia como lo hace la anatomía con el cuerpo humano. Pero todo esto sería desdivinizarlo, entonces dejaría de ser Dios: “¡Quieren abarcar la Inteligencia de Dios en quien está incluida el universo y pesarla y dividirla al infinito, como para anatomizarla!” (Vinci, 1992: 4). A ese Dios, Leonardo le pide ayuda para realizar su obra artística: “Suplico al Señor, luz de todo, que me ilumine, para que trate yo dignamente de la luz” (Vinci, 1992: 5). Un Dios que exige esfuerzo y trabajo a los seres humanos, para lograr sus tareas: “Tú, oh Dios, vendes todos los bienes al hombre a costa del esfuerzo” (Vinci, 1992: 21). Acerca del valor de la reflexión sobre la experiencia, Leonardo dice: “Hay que contemplar; hay que pensar: Quien poco piensa mucho se equivoca” (Vinci, 1992: 5). Como filósofo realista, defiende el valor de las ciencias empíricas como las únicas ciencias verdaderas: Paréceme que son vanas y llenas de error las ciencias que no nacen de la experiencia, madre de El amor por su objeto, cualquiera que toda certidumbre, y que no culminan en una noción sea, es hijo de su conocimiento. Y es más experimental, es decir que no pasa por ninguno ferviente aún el amor por el conocimiento de los cinco sentidos ni su origen (principios), ni íntegro de todas las partes que, reunidas su entorno (el método), ni su fin (verificación). Si juntas, forman la totalidad de la cosa que dudamos de las cosas que pasan por los sentidos, ha de ser amada. Si no conoces a Dios, aún más deberíamos dudar de cuanto se refiere a las no sabrás amarle. Si le amas por el bien cosas rebeldes a estos sentidos, como la esencia de Elvia Montes de Oca Navas Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento las que constantemente se disputa y se impugna. (Vinci, 1992: 4) Contra la especulación científica “pura”, Leonardo advierte: “Huye de los preceptos de aquellos especuladores, cuyas razones no están confirmadas por la experiencia” (Vinci, 1992: 5). Contra las “verdades” fugaces, dice: “Huye del estudio cuya operación muere con su operador” (Vinci, 1992: 5). Reconoce el valor supremo de las matemáticas como ciencia exacta: “Ninguna indagación humana puede titularse verdadera ciencia, de no pasar por la demostración matemática” (Vinci, 1992: 6). Leonardo como buen filósofo, también es moralista, da “consejos” a los seres humanos que considera necesarios para guiar su conducta: “No estimar la vida, toda la vida, es no merecerla.” “Pide consejo a quien se corrige a sí mismo.” “Corrige al amigo en secreto y alábale en público.” “Una jornada bien llena da buen sueño. Una vida bien llena da una muerte tranquila.” “A los ambiciosos que no se contentan del beneficio de la vida y de la belleza del mundo, se les impone por castigo que no comprendan la vida y permanezcan insensibles a lo útil y bello del universo.” (Vinci, 1992: 7-8). Leonardo en su vida llevó a cabo sus preceptos, fue una vida plena y, seguramente, su muerte fue tranquila. Reflexiones finales Se sabe mucho de la vida y obra artística de Leonardo, menos sobre su vida personal, pero se puede inferir que un hombre creador en el campo de las artes, inventor en el área de las ciencias y las técnicas y escritor, tuvo que ser un hombre bueno, valioso; un ser cuyas cualidades humanas, reconocidas como valores, lo colocaron en un lugar especial y por encima de muchos otros, no sólo con respecto a sus contemporáneos, sobre todo por el sitio que ocupa en la historia como un clásico del Renacimiento, vivo hasta hoy, a través de sus obras y sus ideas. Leonardo fue un espíritu libre e independiente, combativo, rebelde, influyente en su tiempo y aún hasta nuestros días mediante su obra artística, técnica, científica y su pensamiento filosófico. Hombre completo Leonardo da Vinci, un gran artista del Renacimiento del Renacimiento italiano, mas no el único, cuya energía expansiva, totalizadora, a veces inconstante, le hace decir: ¡Siempre más lejos! Siempre hay que llegar más allá de donde estamos parados. Los únicos límites del espíritu humano son los que cada quien se impone. Leonardo, un hombre completo, tan escasos hoy en día que, sin embargo, pueden convertirse en guías o líderes verdaderos, de quienes el mundo actual está tan necesitado.lc Bibliografía Burckhart, Jacob (1984), La cultura del Renacimiento en Italia [Pról. de Werner Kaegi], México, Porrúa, 317 pp. (Col. “Sepan Cuantos…”, Núm. 441). Chadwick, Henry y G. R. Evans (2006), Grandes civilizaciones del pasado. La iglesia cristiana, Barcelona, Folio, 231 pp. Gombrich, E. H. (1992), Historia del arte [Versión española de Rafael Santos Torroela], Madrid, Alianza Forma, 547 pp. Monreal, Luis (1983), Obras maestras de la pintura. 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Sertilanges, Francia, Le Clos-Lucé, Valde Loire, 46 pp. Xirau, Ramón (1964), Introducción a la historia de la filosofía, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 538 pp. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Dios, el alma y otras cuestiones semejantes sobre Elvia Montes de Oca Navas 29 Francisco Macías Arriaga Probabilidad y posibilidad: el juego del existir Me siento como debe sentirse un peón sobre el tablero de ajedrez cuando el contrario dice de él: este peón no puede moverse. Sören Kierkegaard La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 “F órjate a ti mismo”. Esta pequeña premisa, que debería regir nuestra forma de ser, puede ser deducida del adagio que el oráculo de Delfos le dio a Sócrates: “Conócete a ti mismo”. La insistencia en el formarse uno mismo como ser singular e individual nos parece chocante y desesperante, pero nunca nos preguntamos si realizamos nuestras posibilidades o somos conforme a las probabilidades impuestas por la sociedad. Pretendemos ser nosotros mismos, basándonos en lo que dicen los demás. Nos creemos seres individuales, únicos e irrepetibles, ¡nadie como nosotros! Pero no nos damos cuenta que caemos en el juego planteado: somos, llegamos a ser algo, pero dependiendo de lo que la sociedad quiera que seamos, de la probabilidad dada y no la elegida por nosotros. Al formarnos como seres individuales debemos buscar un punto más alto, debemos constituirnos como seres individuales singulares.1 Probabilidad y posibilidad: dos cosas diferentes En muchas ocasiones nos hemos encontrado con expresiones alusivas a la probabilidad: “es probable que me saque la lotería”, “es probable que hoy 30 Francisco Macías Arriaga Probabilidad y posibilidad: el juego del existir 1 El individuo es el ser que se aleja de la sociedad, marca sus límites con los otros, se podría decir que el individuo es cualquier persona capaz de marcar límites, al actuar pretende hacerlo por sí mismo y no dejar que los demás se inmiscuyan en sus asuntos, pero a la hora de equivocarse al tomar una decisión, este individuo vuelve y se refugia con los otros, busca quién ha sido el culpable de su error, siendo él mismo el culpable, y no quiere aceptar sus responsabilidades. En cambio, el individuo singular, es aquel que marca sus límites con respecto a los demás, toma decisiones sin que otros intervengan en ello, pero al errar, aquí está la diferencia, no se esconde donde están los otros, acepta que él ha sido quien ha actuado de esa forma y afronta las responsabilidades que le ha dado esa elección, es responsable ante él, ante los otros y ante Dios. Probabilidad y posibilidad: de juego del existir cierto prestigio: 200 de 5000.3 La sociedad crea sus necesidades y se ve obligada a producir quien satisfaga las mismas, suprimiendo la existencia de quien quiere llegar a ser sí mismo; no permite al hombre desarrollarse como quisiera. Se ha sacrificado al ser individual singular en nombre de algo abstracto llamado sociedad. Actualmente, los individuos singulares no le sirven a la sociedad, al contrario, le estorban, pues son las personas que se desarrollan a sí mismos y emiten críticas. Éstas son las que incomodan a todo el aparato, pues la sociedad no percibe los errores cometidos en contra de los individuos con potencial para ser algo más de lo permitido por ésta, pueden ser más que las probabilidades marcadas en ellos. La probabilidad es un estudio de caso que puede o no ocurrir, basado en datos, en circunstancias y en pocas variables. En la probabilidad hay, al menos, una certeza. Al jugar, tenemos la seguridad de obtener algo de entre todas las probabilidades. Esta certeza nos ha hecho conformarnos con lo que se nos da, pues lo tenemos seguro, nadie puede quitárnoslo, además no es necesario trabajar para obtenerlo, la sociedad lo brinda siempre y cuando se obedezcan los mandatos impuestos, no se reclame nunca de lo que tenemos y no se critique a quien nos proporciona lo seguro. Podría decirse que la vida está asegurada, pues al pertenecer a la sociedad, ésta se ve obligada a 2 El gran debate con el existencialismo es que no se da una definición clara de lo que es la “existencia”. ¿Cómo determinar aquello que, de por sí, es indeterminable? Entonces ¿cómo podemos entender este término? En este texto manejaremos el término existencia como un proceso temporal, en el que el individuo singular va construyendo su propia subjetividad. Este proceso exige el ejercicio de la libertad, el salto, a la manera kierkegaardiana, que enseña a su vez pasión (Cfr. Carlos Goñi Zubieta, El valor eterno del tiempo: Introducción a Kierkegaard, ppu, Barcelona, 1996). 3 Las cifras dadas en este texto no son verdaderas, son dadas sólo para ejemplificar el texto. Francisco Macías Arriaga 31 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 pueda conocer a alguien especial”, “es muy probable…” pero nunca nos detenemos a pensar que al decir “es probable” estamos limitando nuestra existencia a un número determinado de opciones que pueden, o no, darse. Estas opciones, querámoslo o no, están marcadas antes de decidir tomar alguna. Por ejemplo, en un juego con dos dados hay 36 opciones ya establecidas antes de iniciar a jugar, de las cuales únicamente se puede obtener una y sólo una. Desde esta perspectiva, la probabilidad en nuestra existencia limita mucho lo que podemos hacer; si queremos alcanzar una determinada meta, las probabilidades se despliegan, ante nosotros, como un abanico, pero entre esas probabilidades, dadas de antemano, es posible no encontrar aquella meta pretendida, aquello que queremos hacer de nuestra existencia.2 ¿Dejaremos que nuestra existencia se vea marcada por la probabilidad? De ser así, lo cual pasa actualmente, nos encontraríamos jugando en un tablero gigante y nuestra probabilidad de ser quien verdaderamente somos sería ninguna y, para empeorarlo, acataríamos lo que se nos dicta hacer. Nuestra existencia se encuentra sujeta a las normas establecidas en nuestra sociedad, es decir, por condiciones para desarrollarnos, no de acuerdo con nuestras necesidades sino a las necesidades de la sociedad y lo que ésta quiere que seamos. No existe salida alguna: estamos encarcelados. La probabilidad de que un joven en edad productiva encuentre trabajo en una fábrica: 250 de 5000 aspirantes. Las probabilidades de que un joven entre a estudiar Medicina: 500 de 3000. Las probabilidades de que una joven ingrese a estudiar Derecho en una universidad con 32 Francisco Macías Arriaga uno, se pierde el sentido, se vuelve absurdo vivir, pues es una vida no escogida; el individuo singular se ve obligado a hacerse responsable de acciones que a él no le incumben. De ahí la diferencia entre la probabilidad y la posibilidad. Cuando tomamos en cuenta las verdaderas posibilidades de cada uno para ser lo que verdaderamente es, nuestra existencia cambia. No nos limitamos a cumplir con los parámetros marcados por la sociedad, pues nosotros mismos los colocamos según como nos queramos mover. Nosotros marcamos nuestros objetivos, los cuales se pretenden alcanzar para después buscar nuevos, sin dejar de disfrutar la existencia y el camino que recorremos. Cuando un individuo singular existe, disfruta cada instante de la vida, pero cuando comete una acción no muy bien vista por los demás, no se oculta, no se hace pequeño, al contrario, se autoproclama culpable, acepta su modo de actuar y todas las responsabilidades derivadas de esa acción. Cada individuo singular, por el hecho de haber elegido, se ve en la posición de aceptar sus responsabilidades y, de esa forma, abre nuevos senderos para una nueva elección y una nueva responsabilidad. En la probabilidad, obtenemos los objetivos marcados por la sociedad, las certezas que nos dan. Al conseguirlos, se nos dan nuevos designios y después de alcanzarlos morimos. ¿Disfrutamos al lograrlos? No; se nos va la vida tratando de cumplir mandatos y dejamos para otro momento, quizás para nunca, lo verdaderamente Fernando Óscar Martín. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 satisfacer cierto tipo de necesidades básicas que nos permiten, al menos, sobrellevar la vida. Otra cosa asegurada es el trabajo, donde las personas pasan veinticinco años de su vida aunque, en muchas ocasiones, lo desprecian por no ser lo que querían; se aburren por la imposibilidad para conseguir otro trabajo de su agrado; si buscan otro medio de vida pueden perder la seguridad económica, hasta ese momento conseguida. Después, al cumplir con el periodo de trabajo (los veinticinco aburridos años), se entra a otro periodo de aburrimiento: la jubilación. En ella ya no se sabe qué hacer con la vida. También, el matrimonio y la familia se encuentran asegurados si se vive en sociedad, aunque no son para siempre, pues al vivir en ésta los seres humanos se ven obligados a establecer relaciones entre sí, de las cuales puede surgir algo más como una pareja e hijos. Pero si queremos trascender de la condición en la que nos mantiene la sociedad, corremos el riesgo hasta de perder la vida. Por otra parte, en la posibilidad las certezas se desvanecen; no hay nada asegurado y tenemos que arriesgar todo para ganarnos a nosotros mismos. Nuestra existencia no puede ser reducida al estudio de la probabilidad, pues se encuentra marcada por la no-determinación de cada ser humano, es decir, no puede ser manejada como un juego de azar donde las probabilidades de ganar, de ser uno mismo, se encuentran limitadas por agentes exteriores, donde se tiene certeza. Nuestra existencia debe estar marcada por las decisiones tomadas por cada uno de nosotros y no por las impuestas. Al aceptar que otros lleven en sus manos la existencia de Probabilidad y posibilidad: el juego del existir importante: nosotros mismos. Al regirnos por nuestras posibilidades disfrutamos el camino, quizás no alcancemos meta alguna, pero lo importante es aprender en el camino; si caemos hay que levantarnos, insistir en lo que queremos lograr. Llegamos a nuestros objetivos, andamos nuevos caminos y, al morir, lo hacemos satisfechos de haber existido realmente. Como el representante popular juega a la democracia, con cinco votos a favor, cuatro en contra y ocho abstinencias, diciendo que hace caso a la voz de la mayoría; como el cristiano juega a ser buen cristiano dentro de la cristiandad y cumple todos los mandamientos de Dios, sin faltar a la iglesia cada domingo, aunque después de misa empiece a maldecir a sus vecinos. Así como esos casos parecen ridículos, pues son juegos que no tienen sentido alguno sino para quien juega, así de ridícula es la forma de existir presentada actualmente: jugamos a existir. Como en todo juego, con reglas y un espacio determinado para desenvolverse, fuera del cual no tiene sentido jugar ni aplicar reglas, así sucede con la existencia que se nos da. En el juego lo importante es ganar, venciendo al adversario o sacando las puntuaciones más altas, se persigue un único objetivo. Hoy se plantea que para ser los mejores es necesario pasar sobre todos aquellos con la misma aspiración a determinada meta, este es el objetivo, vivimos para alcanzarlo y no hay otra cosa que pueda interesarnos más. ¿Quién ha decidido que ese objetivo sea también nuestro? Este comportamiento podría justificarse por las relaciones que nos han inculcado practicar. Siempre se nos compara entre personas, ¿quién es el mejor: él o tú?, siempre escuchamos a las personas decir que les hubiese gustado ser como otros y no como ellos son, de este modo, reniegan de su vida para estar en los peldaños más altos del éxito, sin importar sobre quién se tenga que Probabilidad y posibilidad: de juego del existir pasar. Se deslindan de responsabilidades, pues así es como se les ha enseñado a actuar y a comportarse en sociedad. La sociedad nos determina. El espacio que ésta nos marca no puede ser superado, las reglas no pueden ser rotas por nadie. No se pueden mezclar las fichas de un juego de ajedrez con el de damas chinas. Se existe conforme a como se nos ha mandado existir. ¿A eso se le puede llamar existir? No. Si esta existencia planteada es verdadera no puede haber reglas que la condicionen. En nuestra existencia, la libertad y la voluntad convergen para formar al individuo singular, para hacer que éste se desarrolle como ser humano. Para no ser objeto de críticas y señalamientos cumplimos con todo lo que se nos dice, tratamos de hacer todo bien, sin cuestionar nada ¡demoniaca forma de ser!… Sacrificamos todas nuestras posibilidades en nombre de algo abstracto llamado sociedad. Nos dejamos influenciar por el “¿qué dirán los demás de mí?”, y sacrificamos nuestra libertad para cumplir con la regla. El juego de existir consiste en no romper con las reglas impuestas por la sociedad, el objetivo es hacerla caminar hacia un progreso material y económico pero decreciendo en humanidad. Francisco Macías Arriaga 33 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Jugamos a existir La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La existencia individual se ha planteado en función del progreso de la sociedad. El individuo puede compararse a un ladrillo o una tuerca. El individuo es un ladrillo pegado para formar un muro; en algún momento, el individuo puede estar en lo más alto del muro y sentirse triunfador, pero cuando ese nivel ya no le es suficiente a la sociedad, ésta coloca una nueva tanda de ladrillos que lo relegan a un lugar más bajo. El individuo es una tuerca o un tornillo de una gran máquina, de un gran mecanismo llamado sociedad. En los mejores años de su vida es ocupado para todo, se le exprime hasta dejarlo inservible y cuando esto pasa, se le sustituye. La sociedad coloca en su lugar otra tuerca o un tornillo nuevo. Por eso, mientras el individuo funcione correctamente, al ritmo de la máquina, al ritmo de la sociedad, tendrá alguna importancia, pues hace funcionar al sistema, cuando ya no les sirva se desharán de él sin importar lo que pueda pasar. Jugamos a ser seres humanos, sin dejar de ser borregos que siguen a su pastor hacia los campos más verdes para alimentarse, engordar y, después, ser sacrificados. Aún somos esclavos por voluntad propia. Nos da flojera tanto pensar como actuar, preferimos seguir el parámetro dado: no romper con las reglas para que todo camine de maravilla. Permanecer como la tuerca o el tornillo que haga funcionar a la máquina es un juego sin sentido, como cuando jugamos poker sabiendo que nuestro adversario tiene en su mano las cartas para hacer un full. Jugamos a ser hombres y no pasamos de ser marionetas de alguien más. Nuestras probabilidades de actuar son: levantar la pierna izquierda o la derecha, levantar el brazo derecho o el izquierdo y, por último, hacer una reverencia, a modo de agradecimiento, al público que mira, juzga, y nos maneja con su gran habilidad. Jugamos a existir y siempre salimos perdiendo. 34 Francisco Macías Arriaga Para existir verdaderamente debemos tener en cuenta que no hay un manual donde diga “Logré la verdadera existencia en cinco pasos” o una receta que diga cómo “preparar la verdadera existencia”. Para existir es preciso dar un salto, a la manera kierkegaardiana, de nuestro modo de vivir a un nuevo modo de existir, donde las cadenas de la crítica y el juicio ajeno no tengan un peso específico sobre nosotros. Saltemos de nuestro modo de ser, determinado por la sociedad (donde se nos ofrecen certezas y objetivos ya escogidos), a un modo de existencia donde la única certeza sea la incertidumbre de nuestro actuar, donde los objetivos sean los que nosotros queramos tomar. Formémonos a nosotros mismos, bebiendo de la incertidumbre de nuestra existencia, acariciando todas las posibilidades que ésta nos ofrece para verdaderamente ser sí mismos. Rompamos las cadenas de los prejuicios y del ¿qué dirán? En este salto, se puede mostrar a los demás cómo la existencia no se vive de un modo determinado, con probabilidades, sino se existe de una manera única y particular, sin uniformidad, con todas las posibilidades que cada uno de nosotros quiera tomar para sí. ¿Cuántos modos de existir hay en el mundo? Sólo hay una respuesta: el número de los modos de existir es igual al número de personas en el mundo. Cada uno de nosotros existe de acuerdo con sus posibilidades de ser, con sus objetivos y con sus deseos. La existencia no se define, no se comparte, simplemente uno se desenvuelve en ella. El error en el juego del existir Cuando un ajedrecista hace una jugada equivocada o cuando un jugador de ruleta rusa apuesta a un número que no ha salido, se dice que han cometido un error y puede costarles el juego completo. En un juego las probabilidades de ganar son mínimas en comparación con las probabilidades de caer en un error. Ganamos un juego y perdemos los siguientes diez. Dejamos de jugar hasta darnos cuenta que hemos perdido todo por causa de un error, el cual echó a perder nuestro juego. Sólo se puede jugar una vez y no hay posibilidad de corregir los errores, “pieza tocada, pieza jugada” reza una regla en el ajedrez. Cada juego es diferente, cada Probabilidad y posibilidad: el juego del existir Probabilidad y posibilidad: de juego del existir Nuestra existencia, con las posibilidades de equivocarnos o acertar, es singular y la más hermosa. El único error irremediable es dejar a alguien más vivir nuestra existencia, esto no se puede enmendar, es imperdonable y seríamos como el peón en el tablero de ajedrez sobre el que se afirma: “este peón ya no puede moverse” (Kierkegaard, 2006: 47). Para no concluir De este pequeño trabajo se puede deducir una ley: En el azar, a pesar de estar limitado por la probabilidad, como en la existencia, llena de posibilidades, no se puede deducir una ley. Las posibilidades de existencia son muchas, no temamos a equivocarnos, pues de los errores se aprende. No dejemos a alguien más vivir por nosotros; existamos de acuerdo con lo que queramos y creamos que es lo mejor para cada uno. Kierkegaard nos diría: “…tú eres como la personificación de todas las posibilidades, y por eso hay que ver en ti tan pronto la posibilidad de tu perdición como la posibilidad de tu salvación” (Kierkegaard, 2007: 24). La decisión más importante de la vida es existir de manera única y esa decisión sólo puede ser tomada por una persona: cada uno de nosotros en su singularidad. LC Bibliografía Kierkegaard, Sören (2006), O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida I, Madrid, Trotta. _____ (2007), O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida II, Madrid, Trotta. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 uno lleva sus probabilidades, se pierde ante la más pequeña falla. Actualmente en nuestra sociedad, si cometemos un error al seleccionar mal la probabilidad, se nos arruina la vida. “Estudia ingeniería o derecho… ¡Pero yo prefiero estudiar filosofía!... Te vas a morir de hambre. Escoge: ingeniería o derecho…” “Has arruinado mi vida, cometí un error al casarme contigo. Toda mi vida fue un error…” Conversaciones como éstas pueden escucharse en las familias de nuestra sociedad. Al cometer un error, aunque sea uno pequeño, arruinas toda tu vida, pues ésta no nos da una segunda oportunidad, y a quienes se la otorga no la aprovechan, en muchos casos. Tenemos miedo de cometer un error. Queremos hacer todo de la manera correcta. ¿Cómo se llevan los errores en la existencia? Rigiéndonos en la probabilidad del existir, cometer un error es noventa y nueve por ciento más probable que acertar en las decisiones, y los errores se pagan caro. Si nos basamos en la posibilidad de la existencia, la posibilidad de equivocarnos es total, como también es total la posibilidad de acertar. Al elegir una opción, dejamos de lado las demás, renunciamos a ellas. En el campo de la posibilidad, si escogemos algo podemos equivocarnos y, lo más importante, al darnos cuenta de nuestra falla aprendemos de esa experiencia, de esa vivencia. Se nos abren nuevas posibilidades de escoger, así, el porcentaje de acertar y equivocarnos de nuevo es el mismo: cien por ciento. Sólo en la posibilidad, donde se nos da la libertad de elección se da una repetición en el acto de elegir. Nos encontramos ante las mismas posibilidades, el estado de incertidumbre nos agobia de nuevo, como cuando tomamos la primera decisión; pues la repetición nos da las mismas posibilidades de acertar y equivocarnos. Puede sonar absurdo el afirmar que al cometer un error en nuestra existencia tenemos la misma posibilidad tanto de cometer otro, como de acertar en nuestra decisión. Estamos acostumbrados a no corregir los errores sino a arrastrarlos hasta ver arruinada la vida por esta serie de decisiones. En la existencia, los errores se pueden enmendar pero lo importante es aprender de ellos. Que seguiremos cometiendo errores en el futuro, ¡qué bueno!, seremos más sabios. Francisco Macías Arriaga 35 Carlos Alfonso Garduño Comparán Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad y la insatisfacción La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 C alígula, personaje histórico elegido por Albert Camus para realizar su primera obra de teatro, muestra características que lo hacen ideal para representar, a través de su figura, conflictos constantes en la obra del autor. En un acercamiento superficial, se puede ver en Calígula a un emperador romano con serias patologías mentales manifestadas en un comportamiento cruel y tiránico. Sin embargo, detrás de esas conductas que llevan a condenarlo y rechazarlo casi automáticamente, Camus es capaz de discernir motivos para entender la personalidad de este emperador y un profundo conflicto, quizá constitutivo de la condición humana misma. El Calígula presentado por Camus es un tirano inteligente, a pesar de su crueldad patológica, cuyos móviles nunca son evidentes y siempre parecen remitirnos a un profundo conflicto, donde se pone en cuestión la existencia del personaje y aquello que le rodea. El poder ostentado por el líder del imperio y sus afecciones personales se entrelazan en la obra de manera tal que no se puede concebir lo uno sin lo otro. No se trata, pues, de meramente retratar las posturas políticas y la ideología de un estadista en relación con los sucesos de su vida personal, sino de mostrar las paradójicas relaciones entre la razón, la voluntad, los deseos, los afectos, las pasiones, y 36 Carlos Alfonso Garduño Comparán Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … El problema de Dios en la obra de Camus, por tanto, no parece tener relación con la posibilidad o imposibilidad de su existencia, sino con la actitud optada por los hombres a partir de su ausencia factual. Admitir a Dios a pesar de su ausencia, a grandes rasgos, sería admitir la existencia de un sentido absoluto; aceptar su ausencia, lógicamente, sería aceptar la falta de sentido absoluto. Dios y el sentido suelen ser equiparados en la obra de Camus; para el personaje que cree en Dios incondicionalmente existe un sentido trascendente para el mundo, bajo el cual debe guiar sus acciones; para el que no, se abre ante sí la posibilidad de libre elección manifestada, a la vez, como una apuesta absurda. El horizonte de la muerte se presenta de maneras radicalmente distintas ante los ojos del creyente, del ateo o del agnóstico. En general, hay dos maneras de asumir la muerte en la obra de Camus: “la una como algo irracional y la otra como algo racional” (Pérez y Zirión, 1981: 45). Para el creyente, la muerte tiene sentido, sucede por alguna causa y por ello puede ser explicada racionalmente de acuerdo con el principio ordenador y unificador que significa Dios para el pensamiento. Para quien ha decidido enfrentar el mundo sin el principio ordenador, la muerte no tiene explicación alguna; no puede ser comprendida. He aquí, pues, las condiciones racional e irracional en el pensamiento de Camus: una vida frente a la muerte de manera lógica, bajo el principio de razón suficiente, y otra que prescinde de éste. La elección que determina la condición de cada hombre tiene consecuencias en varios niveles. En el nivel ontológico, el mundo mismo se presenta como una serie de sucesos, cuyo encadenamiento absoluto resulta inconcebible bajo el punto de vista irracional y como asegurado, a priori, desde el racional. En el ámbito moral, toda costumbre se convierte en una rutina absurda o en un acto pleno de sentido. En lo ético, se pone Carlos Alfonso Garduño Comparán 37 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 su exteriorización a través de la actitud ante la existencia asumida por el personaje, quien, por las circunstancias históricas, cuenta con un poder ilimitado. El propósito de este texto es mostrar aquello que representa el personaje de Calígula en esta obra dramática, es decir, exponer el conflicto simbolizado, así como los elementos en oposición. Para ello, se partirá de lo que Ana Rosa Pérez y Antonio Zirión han identificado y denominado como la condición metafísica racional e irracional en el pensamiento de Camus. Posteriormente, se abordará al personaje desde una interpretación psicoanalítica, donde se tomarán en cuenta las pulsiones agresivas postuladas por Freud y la interpretación lacaniana de una posible relación entre éstas y los imperativos de la razón, en el texto Kant con Sade. Postuladas en el pensamiento de Camus, las condiciones metafísicas irracional y racional, son dos maneras diferentes de enfrentar la mortalidad. Si la tesis es correcta, Calígula tendría que ubicarse en algún sitio entre estos conceptos. Por lo tanto, ¿cómo puede ser calificado Calígula, de acuerdo con la postura asumida con respecto a su propia mortalidad y la de sus semejantes? Comencemos por delimitar y definir ambos tipos de condición. Para definir la condición metafísica del hombre a partir de la obra de Camus, parece necesario remitir siempre en primera instancia al problema de la ausencia de Dios. ¿Qué significa, pues, esta ausencia en el pensamiento y obra de Camus? Evidentemente, no se trata de un cuestionamiento que niegue la importancia de la figura de Dios para un creyente o para la constitución del pensamiento religioso, ni de negar como tal la posibilidad de su existencia. Pero dicha figura no está ausente de su pensamiento; todo lo contrario, Dios es referencia, en tanto problema. El problema radica, más bien, en la actitud de los hombres ante la pregunta sobre la existencia de Dios, pues Él no ofrece pruebas concluyentes de su existencia en este mundo, además, ésta apela a la fe y no a la razón; en suma, Dios está ausente del mundo fenoménico. En este sentido, la decisión adoptada por quienes se cuestionan se refiere, por un lado, al papel y puesto que ocupa Dios en el universo y, por otro, al papel del hombre en relación con Él y con el mundo. 38 Carlos Alfonso Garduño Comparán luna”. Más adelante, él mismo muestra que su deseo y sus palabras no son las de un loco: son metáforas; también manifiesta su búsqueda consciente por algo que, al no encontrarlo, le hace adoptar una actitud y cambiar su condición: “El caso es que no estoy loco, y hasta te diré que nunca he estado tan cuerdo. Sencillamente, he sentido un anhelo imposible. (Una pausa.) No me gustan cómo son las cosas” (Camus, 2005: 20). Calígula ha reparado en la imposibilidad del cumplimiento de su deseo, en la inexistencia del objeto capaz de satisfacerlo, lo cual es análogo a la aceptación de la ausencia de Dios. Así pues, el personaje parece ser un representante de la condición metafísica irracional, previamente explicada. Sin embargo, la aceptación de su irreparable carencia ha hecho que su existencia se vuelva insoportable; no le gusta el mundo donde vive y por ello necesita “la luna, o la libertad, o la inmortalidad, algo que, por demencial que parezca, no sea de este mundo” (Camus, 2005: 21). Calígula, pues, no es un creyente y, sin embargo, anhela el objeto del creyente. El conflicto parece mostrarse con claridad: Calígula se sabe bajo la condición irracional del mundo; ya no es capaz de creer, pero aceptarlo implicaría renunciar a la totalidad, anhelada a pesar de su imposibilidad. ¿Qué posibilidad le queda, pues, al joven e incrédulo emperador en cuya existencia ha brotado un malestar? Calígula ha decido no renunciar al objeto deseado, sino aferrarse a él hasta sus últimas consecuencias. Debido a que el mundo se ha opuesto al deseo del emperador, volviendo su felicidad algo imposible, el emperador decide, por medio del poder conferido por las circunstancias, llevar a cabo la empresa de luchar contra la realidad de manera totalmente consciente, en busca de conseguir aquello que le es negado. ¿Para qué sirve el poder? ¿para conseguir aquello que en el estado actual de las cosas resulta imposible? Si sólo puede aspirar a lo posible entonces no tiene poder en absoluto. “Se trata de realizar lo que no es posible, o, mejor dicho, de hacer posible lo que no lo es” (Camus, 2005: 32). He ahí la lógica del emperador, la cual está dispuesto Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … Fernando Óscar Martín. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 en juego la cuestión de comprender o no la libertad. En lo epistemológico, el pensamiento se declara capaz o incapaz de determinar las relaciones que encadenan los fenómenos. En lo psicológico, se puede hablar de la presencia de un sentimiento nostálgico por la unidad o de uno de plenitud. Si una decisión afecta todos estos niveles, entonces hay un profundo vínculo entre la libertad, la razón, los deseos y los afectos de los individuos. Cada uno de estos elementos, sin embargo, se configura de manera distinta en cada personaje, pero ¿a qué tipo de condición responde Calígula?, y ¿cómo se constituyen en él su libertad, su razón, sus deseos y sus afectos?. La obra teatral hace saber, en un comienzo, que el joven e inexperto Calígula ha desaparecido tras el fallecimiento de su amada Drusila. En su regreso, el personaje ha sufrido un cambio de actitud con respecto al estado anterior a la muerte de su amada. De ello, se infiere la toma de una decisión al enfrentarse a la muerte de un ser querido. ¿Cuál fue su decisión? ¿Por qué tipo de condición optó? Al regresar al palacio real tiene un diálogo con Helicón, donde se conoce la búsqueda de Calígula por aquello deseado pero no encontrado; algo a lo cual se refiere como “la cual lo hace a su manera. (Camus, 2005: 31) Quiero mezclar cielo y tierra, confundir fealdad y belleza, hacer brotar la risa del sufrimiento. (Camus, 2005: 38) Por otro lado, a pesar del carácter expresamente contradictorio de sus declaraciones, su intención confesa parece ser completamente opuesta, a saber, mostrar que detrás de esta confusión lógica, consecuencia de su argumentación, existe una verdad primordial ligada a nuestra facultad de ejercer la libertad: Acabaré con contradictores y contradicciones […] La mentira nunca es inocente. Y la vuestra da importancia a los seres y las cosas. Eso es lo que no puedo perdonaros […] […] la causa ya está juzgada. Este mundo carece de importancia y quien reconoce eso conquista su libertad […] ¡Ah, Cesonia, voy a mostrarles lo que nunca han visto, al único hombre libre de este imperio! […] (Camus, 2005: 31, 34, 39) La cuestión se complica en este punto. Se ha establecido a Calígula como representación de la condición metafísica irracional pero, al negarse a renunciar a la totalidad, decide emprender un proyecto más bien concordante con la posición La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 a llevar hasta sus últimas consecuencias, pues como él mismo expresa: “Precisamente por no llevarlo hasta sus últimas consecuencias [el razonamiento] nunca se logra nada. Pero quizá baste con que sea lógico hasta el final” (Camus, 2005: 21). Paradójicamente, una vez aceptada su condición irracional, Calígula decide iniciar el proyecto que correspondería a la condición contraria. ¿Cómo puede el emperador, con conocimiento de que la totalidad y la felicidad pretendidas no existen, establecer un orden racional a partir de esos principios? La respuesta tiene algo de terrorífico, pues la totalidad y la felicidad son inexistentes. El emperador, por los poderes que el pueblo mismo le ha otorgado, se postula a sí mismo como el principio de totalidad y felicidad, es decir, ante la conciencia de la ausencia de Dios, Calígula se promueve a sí mismo a ese puesto para desempeñar el papel que aquél ha dejado vacante. Con ello, todos y cada uno de los aspectos del mundo se vuelven un asunto dependiente de su caprichosa voluntad. Calígula se autoproclamó el orden que de otra manera no existiría; y por ser él mismo el orden, no es necesario dar cuentas o seguir algún mandato. Él es la única ley y por ello, lógicamente, todos han de existir de acuerdo con la voluntad del emperador. Calígula resulta ser una perturbadora posibilidad de la aceptación de una condición: la irracional. Parece ser la misma que el mismo Camus adoptó para sí al rechazar la existencia de un orden trascendente. Lo aceptado aquí por Camus, es la ausencia de Dios como apertura a la posibilidad, aunque no necesariamente, de la instauración de las dictaduras totalitarias más radicales. Todo parece poder equipararse, de una manera inquietantemente lógica, ante la ausencia de principio. Calígula, en sus diálogos, constantemente hace referencia a este fenómeno: […] esas ejecuciones tienen idéntica importancia, lo que implican que no la tienen en absoluto. Además, tan culpables son los unos como los otros… Gobernar y robar son una misma cosa, eso es del dominio público. Pero cada Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … Carlos Alfonso Garduño Comparán 39 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 racional. Sin embargo, el mismo personaje confiesa que su intención no es meramente recuperar, a través de su poder, aquello que la realidad le ha vuelto inalcanzable, sino mostrar la realidad a través de la cual los hombres conquistan su libertad. A saber, el mundo y sus cosas carecen de importancia, esto lleva de vuelta a la aceptación de la condición metafísica irracional. ¿Qué quiere Calígula? ¿Instaurar una racionalidad a partir de la totalización de su figura o mostrarnos la irracionalidad del mundo? El personaje conjuga en sí ambas condiciones, convirtiéndose en el símbolo de un conflicto que luce como irresoluble desde la perspectiva analizada. Ante tal oposición, los conceptos de condición racional e irracional parecen haber dado todo para ayudar a la interpretación de la figura de Calígula. Con ellos, fue posible explicar parte del conflicto al que se enfrenta el emperador, pero sobre todo, sirvieron para mostrar la paradoja en la cual se halla. Pero todavía se puede encontrar otra explicación al conflicto que representa Calígula más allá de los conceptos manejados. Durante la obra, sobre todo a partir del acto tercero y cerca del final, se abunda en declaraciones del personaje relativas a su insatisfacción. Lo que esto manifiesta, más allá de la elección de un tipo de condición —la cual resultó paradójica—, es la participación de un elemento incordiente para el protagonista, más allá de su voluntad, a pesar de sus esfuerzos conscientes. Dicho de otro modo, siente en todo momento insatisfacción por motivos que escapan a su conciencia, por lo cual no es capaz de saciarse a través de sus decisiones. La insatisfacción de Calígula encuentra diversas expresiones. Se habla frecuentemente de una especie de soledad; pero no de una soledad tranquilizadora, sino llena de presencias inquietantes: “¡Ah, ojalá, en vez de esta soledad envenenada de presencias que es la mía, pudiera disfrutar de la auténtica, del 40 Carlos Alfonso Garduño Comparán silencio y del temblor de un árbol! [...] La soledad la puebla un rechinar de dientes y en toda resuenan ruidos y clamores perdidos” (Camus, 2005: 83). Esta soledad llena de presencias —las cuales implican el recuerdo de los seres perdidos—, es relacionada por el mismo Calígula con sus actos asesinos: Cuando no mato, me siento solo. Los vivos no bastan para poblar el universo y ahuyentar el hastío. Cuando estáis todos aquí, me hacéis sentir un vacío infinito que no puedo mirar. Sólo estoy bien entre mis muertos [...] Ellos sí son auténticos. Son como yo. Me esperan y me acucian […] Sostengo largos diálogos con aquellos que me pedían clemencia y a quienes hice cortar la lengua (Camus, 2005: 143). ¿Acaso se puede afirmar que Calígula mata como respuesta a su soledad? ¿Que se hace acompañar de los muertos y con ello pone fin a su insatisfacción? Esa sería la interpretación más burda ante las palabras del emperador; la interpretación más literal. ¿A qué refieren las palabras, llenas de contenido simbólico, que Camus pone en la boca de su personaje central? ¿Qué relación hay entre los muertos de Calígula —sus muertos— y su soledad? La soledad referida aquí es una manera de caracterizar la insatisfacción del personaje ante un mundo que no ofrece la totalidad y la inmortalidad anhelada por Calígula. El desprecio de Calígula ante la vida y su preferencia a entablar diálogos con sus muertos —lo cual únicamente puede ser llevado a cabo en sus recuerdos y en su fantasía—, está manifestando un rechazo del orden mundano en el cual las cosas no duran, pues envejecen y mueren, y una tendencia a tomar como única realidad auténtica y de valor su orden psíquico interior, es decir, sus ilusiones, recuerdos, deseos y fantasías. La felicidad de los asesinos (Camus, 2005: 147) escogidos por Calígula, es un intento de liberarse de los límites impuestos por el mundo exterior, los cuales llevan a la muerte. El protagonista intenta imponer un orden sobre el mundo que de antemano le impuso un orden a él y le arrebató a Drusila. La manera más clara de sobreponerse a algo es destruyéndolo; despreciándolo de manera absoluta: “Vivo, mato, ejerzo el poder delirante del destructor; comparado con ese poder, el del creador parece una pantomima. Eso es ser Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … Fernando Óscar Martín. furia destructiva, es imposible desconocer que su satisfacción se enlaza con un goce narcisista extraordinariamente elevado, en la medida en que enseña al yo el cumplimiento de sus antiguos deseos de omnipotencia” (Freud, 2004: 117). Satisfacción, placer y destrucción parecen compartir un vínculo común, de acuerdo con la teoría psicoanalítica, a partir de las pulsiones de agresión; un vínculo estrechamente ligado al goce del yo y al cumplimiento de sus deseos de omnipotencia. ¡Y qué mayor narcisista con estos deseos que Calígula! Parece que aquello manifestado, en todo momento, por el emperador romano es la fuerza de sus pulsiones agresivas que han rebasado a las eróticas, las cuales perdieron su posibilidad de satisfacción a partir de la muerte de Drusila. Ahora bien, la intención no es psicoanalizar al personaje sino comprender la lógica a partir de la cual está configurado. Si es verdad que las pulsiones agresivas juegan un papel primordial en la obra, se puede hacer un paralelismo entre Carlos Alfonso Garduño Comparán 41 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 feliz. Eso es la felicidad, esa insoportable liberación, ese universal desprecio…” (Camus, 2005: 148). Ante la mortalidad impuesta como parte de su condición y de las cosas amadas, Calígula opone su capacidad de destrucción. Aquello imposible, que él pretende hacer posible, es la realidad de sus deseos e ilusiones de totalidad, de unidad y de inmortalidad, pues el mundo no está hecho a la medida de sus deseos, por tanto, debe ser destruido y sustituido por uno que cumpla las expectativas: “Nada hay, ni en este mundo ni en el otro, hecho a mi medida. Y eso que sé, y tú también lo sabes […], que bastaría con que lo imposible existiera. ¡Lo imposible!” (Camus, 2005: 150). No cabe duda que Calígula es un personaje absurdo. A él mismo no le queda más que reconocerlo: “No he seguido el camino adecuado, no me conduce a nada. Mi libertad no es la buena” (Camus, 2005: 151). A través de la lente de la búsqueda de satisfacción, y del desprecio por el mundo que se la niega, podemos ver a Calígula más allá de la oposición entre racionalidad e irracionalidad, en un marco conceptual más semejante al psicoanalítico. En este sentido, se puede comprender a este personaje a través del concepto de las pulsiones agresivas, a las que Freud hizo referencia en ciertas partes de su obra. Las pulsiones agresivas rara vez se manifiestan de manera pura; más bien, siempre están mezcladas con pulsiones eróticas cuya meta es sexual. En este sentido, Freud hace ver que “en cada exteriorización pulsional participa la libido, pero no toda en ella es libido” (Freud, 2004: 117), sino también tendencia a la agresión. Así pues, las más de las veces, la agresión se encuentra ligada a una meta erótica, como en el sadismo. Sin embargo, Freud refiere que “aun donde emerge sin propósito sexual, incluso en la más ciega La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 42 Carlos Alfonso Garduño Comparán interés, a través del cual juzgue única y exclusivamente basado en principios trascendentales, el deseo siempre estará jugando un papel. Fernando Óscar Martín. Calígula y el Marqués de Sade, interpretados por Lacan en su texto Kant con Sade. Lo que esta analogía permitirá no es solamente introducir el concepto de las pulsiones agresivas en relación con la búsqueda de satisfacción de Calígula, sino relacionar esto con el orden racional que el emperador intenta imponer al mundo. Lacan establece una relación entre la Filosofía en el tocador de Sade y la Crítica de la razón práctica, la cual servirá para determinar el papel jugado por el deseo en la racionalidad de Calígula. Según Lacan, la filosofía en el tocador no sólo concuerda con la filosofía práctica de Kant, sino que además “la completa” (Lacan, 2006: 744) y le “da la verdad de la Crítica” (Lacan, 2006: 744). El punto central del argumento está en la posibilidad de satisfacción que puede otorgar la ley, a partir de una voluntad decidida a renunciar a su objeto de satisfacción para tomar decisiones, y de la supuesta inteligibilidad trascendental del sujeto. Bajo esta concepción, el principio de placer, el cual fue detectado por Freud, se traslada del objeto perdido a la ley; dicho de otra forma, el bien, objeto de la ley moral, será el nuevo objeto de deseo a través del cual se obtendrá placer. Sabemos, por supuesto, que la argumentación kantiana pretende eliminar toda influencia patológica de sus premisas, sin embargo, como bien señala Freud, el hombre nunca renuncia por completo al placer a pesar de la represión; y aun cuando pretenda establecer un sistema libre de cualquier tipo de La Crítica de la razón práctica plantea el problema de dilucidar las condiciones de posibilidad de los juicios morales. La moral, considerada bajo los fundamentos de la subjetividad desarrollados en la Crítica de la razón pura, intenta ser explicada epistemológicamente, como si la ley moral se tratara de un conocimiento, ya no de fenómenos, sino de la realidad nouménica. Los fines de tales juicios, sin embargo, ya no serán científicos, pues no hay fenómenos involucrados; el propósito es establecer una base universal y necesaria para guiar el comportamiento; una base supuestamente más confiable, en tanto que sólo involucra a la razón y excluye a los deseos y afecciones. ¿Quiere decir esto que, en la obra kantiana, el deseo puede ser eliminado de nuestro comportamiento? ¿Que enjuiciar moralmente puede ser un acto totalmente neutro y apacible? Como ya adelantábamos a partir de los descubrimientos freudianos, el lugar del deseo en la obra kantiana genera múltiples dificultades. ¿Realmente está pensando Kant en una subjetividad sin deseo? Por otro lado, para Lacan, Sade descubre la Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … …el motor [triebfeder] de la voluntad humana […] no puede ser nunca otro que la ley moral, y por consiguiente, el fundamento objetivo de determinación tiene que ser siempre y por sí solo al mismo tiempo el fundamento subjetivo suficiente de determinación de la acción, si ésta no ha de responder solamente a la letra de la ley, sin encerrar el espíritu [la intención] de la misma. (Kant, 1997: 95) La intención y la ley moral se unen para servir de motor a la voluntad, de manera tal que “no puede ser nunca otro”, igualando a la vez al fundamento objetivo de determinación con el subjetivo. ¿Qué consecuencias trae esto? Lacan hace ver que la función crítica, instaurada por Kant en el terreno moral, somete al sujeto a una paradoja en la que se le pide juzgar objetivamente sin objeto, pues la ley “no tiene otro fenómeno sino algo significante ya, que se obtiene de una voz en la conciencia y que, al articularse como máxima, propone el orden de una razón puramente práctica o voluntad” (Lacan, 2006: 746). Este orden, por su naturaleza apriorística, debe ser universal, valer para todo caso o ninguno; sin embargo, no presenta otro criterio de validez que su mera forma. Si no hay objeto a través del cual se pueda comprobar su validez, según la cita de Lacan, sería preciso preguntarse para qué podría ser significante esta máxima. El rechazo radical a lo patológico de la perspectiva kantiana, es decir, de una parte de la subjetividad, marca una escisión que, sin embargo, no hace menos al hombre: “el imperativo moral no hace menos, puesto que es desde el Otro desde donde su mandato nos requiere” (Lacan, 2006: 749). El principio de la moral, la intervención del significante a partir de la cual se opera la escisión del sujeto es “concretamente del sujeto de la enunciación al sujeto del enunciado” (Lacan, 2006: 749). En otras palabras, es el Otro quien pronuncia la ley moral por mí y a través de mí; otro que es totalmente Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … libre y aparece en el lugar del noúmeno, ese objeto siempre ausente, la Cosa-en-sí, que no se puede conocer como tal, pero está ahí en todo momento definiéndonos, en este caso, a través del mandato del imperativo categórico. Calígula se coloca a sí mismo, en este sentido, al renunciar a su objeto de satisfacción —Drusila o la luna— en el lugar del sujeto enunciado. Calígula es definido en todo momento por el Otro, es decir, por la lógica del orden moral, la cual el emperador se limita a seguir bajo el único criterio de su forma pura, absteniéndose de consideraciones patológicas como la compasión. Ahora bien, ¿cómo podríamos definir el papel del objeto de la ley moral, a saber, el “bien”, el cual no puede ser identificado como fenómeno? En términos lacanianos, tendríamos que hablar de él en términos de goce, con lo cual el deseo, en relación con la máxima kantiana, funcionaría como “el soporte de esa escisión del sujeto, [la cual] se avendría sin duda a decirse voluntad de goce” (Lacan, 2006: 752). Sin embargo, puesto que la supuesta voluntad “libre” postulada por Kant está subordinada a una máxima, el sujeto más bien debería ser considerado “el instrumento del goce”, con lo cual, podemos establecer un claro paralelismo con Sade y su propia máxima: “Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quien quiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él” (Lacan, 2006: 748). El deseo funciona como deseo de Otro, a lo que puede preguntarse, junto con Lacan, si la ley moral no representa el deseo en el caso en que no es ya el sujeto, sino el objeto el que falta (Lacan, 2006: 760). Deseo de ley moral, de cumplir la ley y de realizar la “libertad” en tanto cumplimiento del deber. Así, la ley moral se convierte en aquello que determina el equilibrio de cualquier tipo de elemento patológico y, por ende, de cualquier Carlos Alfonso Garduño Comparán 43 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 verdad encubierta por la filosofía kantiana, la cual en realidad está determinando ideológicamente el papel del deseo en su argumentación. Citemos algunas líneas de la Crítica de la razón práctica que nos orientarán al respecto. Cuando Kant se refiere a los motivos de la “razón pura práctica” nos dice que: relaciones entre el poder, la razón y los deseos. Cualquier emperador es tan humano como cualquiera de sus súbditos y, por ende, está en riesgo de sucumbir en todo momento a los padecimientos de la pérdida y la insatisfacción. Si algo advierte Camus en esta obra es sobre los peligros de la concentración de poder en las manos de cualquier voluntad humana. El Calígula de Camus no es un ser demencial sino extraordinariamente lúcido, así como radicalmente racional e irracional a la vez. Quizá lo más inquietante de sus inaceptables actos, a los ojos de personas comunes y corrientes, es el reconocimiento, en cualquiera de nosotros, de los elementos patológicos que lo motivan. A final de cuentas, Calígula resulta ser tan absurdo como cualquier otro personaje de Camus, y la posible identificación con él habla de la propia absurdidad del hombre. Pareciera que Camus nunca da respuestas tranquilizadoras a las interrogantes más profundas planteadas en sus obras, pero siempre deja la impresión de que en ellas ha develado una importante verdad. lc Bibliografía Camus, Albert (2005), Calígula, Madrid, Alianza Editorial. Estrade, Florence (2002), El lector de Albert Camus, Barcelona, Océano. Freud, Sigmund (2004), “El malestar en la cultura”, en Obras completas XXI, Buenos Aires, Amorrortu Editores. Kant, Immanuel (1997), Crítica de la razón práctica, Salamanca, Ediciones Sígueme. Lacan, Jacques (2006), “Kant con Sade”, en Obras escogidas, Barcelona, RBA (traducción cedida por Siglo XXI Editores de México). Pérez, Ana Rosa y Antonio Zirión (1981), La muerte en el pensamiento de Camus, México, unam. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 tipo de placer aunque su destino, más bien, está en ser siempre diferido bajo la orden de jamás decidir bajo otro criterio que el de la razón pura. La crítica lacaniana a la filosofía crítica kantiana de la moral, revela que la segunda es incapaz de reconocer la ideología detrás de sí misma por no aceptar su propio deseo en la constitución misma de su sistema. Sólo al introducir el factor del deseo en el orden de las estructuras de la subjetividad, en relación con los elementos afectivos, es posible reconocer los factores ideológicos que convierten a este sistema crítico en un discurso tan subjetivo e imaginario como cualquier otro. Calígula sería un perfecto representante del intento de satisfacción, siempre diferida, a través de la ley moral y su estricta aplicación basada exclusivamente en la forma lógica de la ley, después de haber renunciado al objeto que otorgaba satisfacción erótica. Lo único que encuentra salida en el emperador, tras la imposibilidad de satisfacción erótica por falta de objeto, son las pulsiones agresivas bajo la máxima “hay que perseverar en la lógica. El poder hasta el final, el abandono hasta el final. No es posible volver atrás. ¡Hay que llegar hasta la consumación!” (Camus, 2005: 105). Así, la obvia consecuencia es decretarlos a todos culpables y merecedores de muerte, por el poder conferido por ellos mismos a su gobernante. Calígula es un símbolo excelentemente logrado, se construye de las conflictivas 44 Carlos Alfonso Garduño Comparán Calígula de Camus: entre la racionalidad, la irracionalidad … Víctor Nava Marín Delfina Careaga en el país de las palabras (Entre los infiernos y el cielo) unque no precisa ni es afecta a reconocimientos u homenajes oficialistas —más bien los acepta por gentileza y cortesía—, Delfina Careaga ocupa, sí, un lugar fundamental en el ámbito de la literatura, no sólo por su elocuente, vigoroso y hasta humorístico discurso narrativo, sino por su cáustica y provocativa —demoledora— propuesta temática. Discurso y propuesta que la autora combina hábil e inteligentemente, gracias al dominio que tiene del oficio y a su depurado estilo (que no pierde sin embargo la vitalidad y la frescura); a que conoce el secreto y la esencia, el valor y el poder de la palabra; a la lucidez y capacidad imaginativa con que echa a volar su fantasía y, mediante el acto de la creación, a través de la escritura, penetra y (nos) descubre aquellas realidades —posibles o probables— que involucran al ser humano en su más sublime y degradada existencia. ¿Sublime?, sí, por cuanto éste es capaz de aspirar y alcanzar mediante acciones nobles y valerosas; ¿degradada?, sí también, por cuanto 1 Texto preparado para el Coloquio de Género y Géneros dramáticos que, organizado por la Universidad Autónoma del Estado de México y el H. Ayuntamiento de Toluca, se llevó a cabo el 12 y 13 de julio de 2010, en la Casa de las Diligencias. Delfina Careaga en el país de las palabras (Entre los infiernos… Víctor Nava Marín 45 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 A La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 46 Víctor Nava Marín Virginia Aguirre (abajo) y Adriana Barraza. Escenas de una tal Raymunda de Delfina Careaga. tiende a ser víctima o victimario de los actos más viles y deplorables, por cuanto llega a ser incapaz de valorar o vindicar su propia dignidad humana dentro de una realidad ofensiva, anónima y anómala, bajo la cual el hombre, víctima de sí mismo, está condenado a perder sus más elementales y naturales derechos, en aras o a causa de una supuesta y pretenciosa normatividad civilizatoria. Sin entender por qué —o aun sabiéndolo—, desde que nace hasta que muere, está predestinado a perder su individualidad, su naturaleza, su derecho de ser, y por medio de la arbitrariedad o el castigo, de la amenaza o la complacencia, del estímulo o el engaño, cotidianamente es reprimido o domesticado por ese algo que disfraza y refrenda la sociedad, por medio de reglas, códigos, convenciones, inexorablemente impuestos; ese algo que nos ultraja y enajena, que nos acecha en todo momento, de muy distintas maneras, haciéndonos sentir mentirosa y artificialmente felices y superiores, o, bien, que nos confina a la humillación y a la derrota. Una realidad, en fin, que no escapa al interés literario de Delfina, quien en el cuento (Nada importante, Muñeca vestida de azul, No me olvides en el viento, Cosas del tiempo y otros fantasmas) como en la novela (Alquimia), en la dramaturgia (Una tal Raymunda, La representación bastarda, trilogía, El cielo), como en el guión (La tía Alejandra), da sobrada cuenta de poseer una sobria y desbordante sensibilidad literaria, al delinear, con su versátil y fluida pluma, peculiares personajes y sugerentes situaciones, unas veces ingeniosas y humoristas, otras dolorosas y desgarradoras, que nos identifican, proyectando nuestras virtudes y carencias. El fervor por la palabra, el oficio de las letras, no es para Delfina un simple devaneo ni motivo de vano alarde o de pose académico intelectualista; es más bien un acto vital que responde a una íntima necesidad creativa por medio de la cual descubre y expresa humanos sentimientos, emociones y su personal manera de concebir el mundo. Es también una manera lúdica, sublime, de (des) cubrir o inventar historias, fantasías, con el poder de las palabras. Y aunque no de maravillas, el de Delfina es un país en el que la adicción por las palabras la hace gozar plenamente con los frutos de su fantasía, y le gana el afecto y la admiración de sus amigos fieles (entre quienes, con orgullo, tengo el privilegio de contarme). Pero también la envidia, el celo profesional, de algunos de sus colegas o pseudo amigos —¿verdad, Arturo?, ¿verdad, Sabina?— ¿que, aprovechándose de su generosidad, y tal vez de su gentil desprendimiento, se atrevieron, no sin deshonesta actitud, a convencerla para que aceptara que sus nombres aparecieran junto al de ella, compartiendo los créditos del guión de La tía Alejandra, cinta que, en ese rubro, obtuviera el correspondiente Ariel; o bien el abuso de cierto funcionario —¿verdad, Augusto?— que, aprovechando su cargo en alguna institución, pretendió encomendarle trabajos personales mientras colaboraba ella en dicha institución como su subordinada. Entre los amigos más cercanos de la prolífica escritora, no puedo por supuesto dejar de evocar la figura del entrañable Esvón Gamaliel, con quien, después de que le hiciera una memorable escenificación de Una tal Raymunda, y gracias a sus similares afinidades y preocupaciones estéticas, Delfina Careaga en el país de las palabras (Entre los infiernos… Delfina Careaga en el país de las palabras (Entre los infiernos… Víctor Nava Marín 47 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 habría de concebir una singular e inquietante trilogía, La representación bastarda, conformada por tres deslumbrantes y provocativas obras: La presencia altamente sospechosa (“La verdadera historia del hombre iguana”), La red y El espacio infausto de mi dicha, sustentadas congruentemente en las conceptualizaciones filosóficas de la realidad oficial (RO) propuestas por José Blanco Regueira, filósofo español de quien abrevaron agudas ideas para entender el quid de la ominosa realidad que nos condena. Al respecto, podemos inferir cómo tanto en La verdadera historia... como en La red (únicas obras de la trilogía escenificadas, por Esvón), los autores nos introducen, de diferentes maneras, por ese mundo oscuro y subterráneo de lo intestino humano, dejándonos ver la mentira vil, el engaño atroz de la existencia, bajo el cual, desde que nace hasta que muere, al hombre se le coarta su libertad de ser y se le condena a vivir, inexorablemente, un mundo que no es, que no debería ser (“la verdad no es así”, expresó Blanco Regueira al referirse alguna vez a la ultrajante y oprobiosa realidad que nos rodea); un mundo anestesiante, en el que al hombre, sumergido en una silenciada “angustia trágica”, se le despoja y quita el derecho puro, natural, que, por el solo hecho de ser producto de la naturaleza le corresponde; un mundo, en fin, de desamparo y desencanto. No es fácil, ni frecuente, trasplantar conceptos filosóficos a obras literarias. Pero el interés humano, demasiado humano, de Delfina y de Esvón se vuelca sobre todo en esa trilogía, como una exigencia estética, y se proyecta, soberbia e inteligentemente, en las acciones dramáticas a las que dan vida empáticos y bien delineados personajes que transitan, en situaciones límite, entre la ingenuidad y la perversión, entre el bien y el mal, víctimas o artificios de la lacerante paradoja que impone la amenazante RO: ser sin libertad en una realidad que todo lo controla. En las tres obras de la aludida trilogía, la razón, el intelecto, no es más que un falaz y cínico artifugio por medio del que se encasilla al hombre (ser culto > ser natural), quitándole el derecho de ser verdaderamente él. Todos somos parte de un modelo “desarrollado”(?) por medio del cual no somos sino en función de un no ser, de un ser alienado, domesticado, y sin libertad. En La verdadera..., “símbolo del ser que no fuimos” o de lo que podemos ser, la posibilidad de ser no existe porque no hay salida, y la única verdad es una mentira. Mientras que en La red, (des)personalizados, los personajes transitan por una RO misteriosa que los controla y los vuelve simples engranajes de una poderosa y anónima maquinaria (¿sociedad?) que les impone un rol, el cual deben asumir casi de un modo autómata, bajo reglas y conductas, sin entender los por y para qués, como si estuvieran anestesiados o carecieran del acto volitivo. Lamentable o afortunadamente, la obra que cierra la trilogía, El espacio..., ha permanecido inédita y sin haber sido escenificada. El lamento se debe a que no hayamos tenido la oportunidad de haberla visto montada por Esvón Gamaliel, su coautor dramatúrgico, quien sin duda hubiera logrado un consecuente y conclusivo cierre a la trilogía; y la fortuna, a la expectativa que tanto su obligada y digna edición como su retadora puesta en escena despiertan. Vale la pena destacar que, por sus intrínsecos y evidentes valores, tanto La verdadera... como La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La red tuvieron un fuerte impacto en el público (exigiéndole abrir su criterio) e impusieron nuevas pautas para interpretar dramática y escénicamente la realidad, lo que las volvió paradigma y referente de un teatro que busca y encuentra en los ínferos del hombre la clave y justificación, la razón de su existencia. Pero éstas no fueron las únicas y osadas propuestas. En Una tal Raymunda había ya esa inquietud compartida por ambos dramaturgos de desentrañar profundos sentimientos y actitudes de la condición humana, misión última y primera del propósito artístico. Al respecto y buscando la máxima expresión dramática, Esvón logró convocar a un excelente cuadro de actores, entre los que se encontraron la propia Delfina (cuyas dotes como actriz saltaron a la vista), Virginia Aguirre y Adriana Barraza, quienes entablaron un espléndido duelo actoral, Cony Jaimes, Héctor Sánchez, Hugo Renán y Pablo Chang, la mayoría de los cuales sigue aportando su talento al teatro. Volviendo a Delfina, sobra decir que son muchos y patentes sus recursos literarios. Ello se advierte en su natural y preciso dominio del estilo, en el fluido armónico de sus frases y diálogos, así como en las deslumbrantes y sugestivas imágenes que logra. No es casual encontrar en sus textos un tono musical y un acento cinematográfico. Y no es casual porque, desde niña, conoce y ha vivido con la música, y el cine se ha vuelto su gran afición, incluso por encima de ésta y del propio teatro. Como se ve, razones hay para festejar y admirar su obra; para descubrirnos y liberarnos a través de ella; para saber hasta dónde las palabras son capaces de revelarnos aquello que nos atrofia e impide ser, aquello que, aunque no queremos aceptar, nos define e identifica en lo humano. Me he tomado el atrevimiento de acercarme a la verdadera historia de una gran Delfina, quien sin caer en la red (de la RO), acompañada de su ángel (con nintendo) y echando a volar sus demonios, ha sabido salir de sus infiernos, 48 Víctor Nava Marín y, plácida, en el cielo, ha dado luz y esplendor a nuestras letras con sus lúdicas y mágicas palabras. Discúlpame, Delfina, el atrevimiento, y los errores u omisiones que en éste haya cometido. Seguro estoy —o al menos lo deseo— que no habrá de pasar mucho tiempo para que tus obras pendientes, El espacio... (reto y deuda para la teatralidad universitaria) y La china poblana (tan pertinente y promisoria, por lo que me has contado de ella), y venideras (tus ingeniosos cuentos alusivos unos a temas relacionados con los movimientos independentista y revolucionario —dos de los cuales conozco—, a los que auguro un gran éxito), así como tus demás obras literarias, serán de nueva cuenta felices acontecimientos e impactarán nuevamente en la percepción y la conciencia de lectores, actores y espectadores —sobre todo universitarios—, quienes sin duda vivirán entretenidas o catárticas experiencias, al dejarse transportar por tus vívidas palabras. Y ahora que, como ella misma lo ha expresado, lo mejor que le ha sucedido en la vida es venir a radicar a Toluca, considero un privilegio contarla entre nosotros, tanto por su calidad humana como por su potencial literario. No dudo que en esta su nueva etapa, pese a su deteriorada salud, muchas nuevas sorpresas habrá de darnos aún Delfina —de hecho ya lo vemos venir con la puesta en escena, por José Cotero, de El cielo, una de sus más recientes y caladoras obras—. Ojalá tus conocidos o posibles lectores se den cuenta de la valiosa aportación que para nuestras letras significan tus siempre novedosos trabajos literarios. Y ojalá también que, además de los reconocimientos y homenajes que te brindan las instituciones, tengan éstas la sensibilidad para ofrecerte una digna condición de vida que te permita seguir creando en ese maravilloso mundo de las palabras en el que tan prolíficamente habitas. Sé que por su característica prudencia y actitud paciente Delfina no lo pediría, pero yo me atrevo a apelar a la autoridad universitaria, confiando en su sensibilidad y voluntad alentadora, para que se le brinde a esta autora una oportunidad (¿laboral?) que, sin incertidumbres, además de sufragar sus gastos, le asegure la atención médica que tanto requiere. Creo que, por la valiosa contribución que ha dado y puede dar a nuestra máxima casa de estudios, mucho lo ameritaría. lc Delfina Careaga en el país de las palabras (Entre los infiernos… Sonia Lira Iniesta La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe y Paul Gauguin a intención de presentar un trabajo que aborda la influencia de Edgar Allan Poe en las artes visuales, específicamente en pintura, proviene de la vieja relación texto-imagen/imagen-texto. Una relación casi narcisista en donde la palabra y la imagen, como hermanas gemelas, declaran la fundación del arte occidental ut pictura poiesis. Sin embargo, la filiación se complica cuando las fronteras no son tan claras, cuando ambas se reflejan o se desplazan y sobre todo, cuando sus límites se reinventan. La historia ha visto numerosas muestras de esto, por ejemplo, ante la prohibición de representar a Dios, los musulmanes antiguos lo escribían… también las letras son imágenes, o cuando menos formas visuales, por otro lado, las imágenes piden discurso. La imagen y la palabra dan cuerpo a la creación. La literatura y la pintura tienen en común la capacidad de representar el acto creativo, la literatura en la palabra y la pintura en la forma. El pintor Paul Gauguin no escapó a la seducción de representar en palabras y tal es el caso presentado ahora. La novela El Paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa, narra los momentos más intensos de dos vidas: la de Flora Tristán y la de su La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe… Sonia Lira Iniesta 49 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 L nieto Paul Gauguin. En un párrafo, el autor peruano construye el mosaico de citas que Julia Kristeva llamó intertextualidad, cuando un discurso se fusiona con otro. Graham Allen amplía el término, al afirmar que también se emplea para referirse a las relaciones entre las distintas artes. Así, la palabra intertextualidad es utilizada por distintos teóricos y autores, no sólo para literatura, sino también para arquitectura, cine, fotografía, música, pintura, y otras producciones artísticas y culturales (Allen, 2000:175-181). En las pinturas a revisar, la relación intertextual texto-imagen-texto en el caso de Edgar Allan Poe y Paul Gauguin se cierra en un circuito infinito. La palabra y la imagen se encuentran. El punto de origen, quizá sea la melancolía; por lo tanto vale la pena recordar a Poe y Gauguin como hombres que vivieron el intenso siglo XIX: el tiempo del París de los cafés y bares bohemios, de seres tan diversos como Pissarro, Van Gogh, Mallarmé, Baudelaire, Zolá y Émile Bernard. Así es como Gauguin escucha de voz de Stéphane Mallarmé su versión de El Cuervo en francés. Vargas Llosa lo narra de la siguiente manera: Lo habías escuchado leer en alta voz al traductor, tu amigo, el poeta Stéphane Mallarmé, en su casa de la rue de Rome, en esas tertulias de los martes a las que, en una época, solías concurrir. Recordabas con claridad las explicaciones del elegante y fino Stéphane sobre el período atroz de la vida de Poe, deshecho por el alcohol, la droga, el hambre y las penalidades La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 familiares allá en Filadelfia, en que había escrito la primera versión de aquel texto. Ese tremendo poema, traducido de modo tan tétrico y a la vez tan armonioso, tan sensual y tan macabro, te llegó al tuétano, Paul. La impresión de esa lectura te incitó a hacer un retrato de Mallarmé, como homenaje a quien había sido capaz de verter de manera tan astuta, en francés, 50 Sonia Lira Iniesta aquella obra maestra. Pero a Stéphane no le gustó. Acaso tenía razón, acaso no llegaste a atrapar su elusiva cara de poeta. Recordó que, en la cena del Café Voltaire del 23 de marzo de 1891 que le dieron sus amigos para despedirlo, en vísperas de su primer viaje a Tahití, y que había presidido, justamente, Stéphane Mallarmé, éste leyó dos traducciones de El Cuervo, la suya y la del tremebundo poeta Charles Baudelaire, que se jactaba de haber hablado con el diablo. Luego, en agradecimiento por el retrato, Stéphane regaló a Paul un ejemplar dedicado de la pequeña edición privada de su traducción, aparecida en 1875. (Vargas Llosa, 2003:101-102) La obra de Poe acogida por los europeos, especialmente Charles Baudelaire, cautiva a Paul Gauguin. Los simbolistas, poetas y pintores, se rindieron al genio de Poe; quizá porque estaba fundado en el espíritu de la melancolía, pues en él, como lo declaró Baudelaire en Nuevas Notas sobre Poe había “un amor insaciable hacia lo Bello –que había adquirido la potencia de una pasión mórbida […] en donde lo extraño es una de las partes integrantes de lo bello” (Baudelaire, 1989:50). De modo que, en una búsqueda común por lo Bello, Gauguin encuentra en Poe un aliado para la representación. En relación con La filosofía de la composición de Poe, si bien, no hay certeza de que Gauguin la utilizó para la creación de Manao Tupapau o El espíritu de la muerte mirando y Nevermore, sí sabemos que ésta cita con claridad El Cuervo. En La filosofía de la composición Poe establece su postura frente a una categoría estética inevitablemente ligada a las artes plásticas: lo Bello. Dice “la Belleza es la única legítima provincia del poema […] la Belleza es la emoción o el placer de la elevación del alma […] la Belleza es la atmósfera y la esencia del poema” (Poe, 1998: 5961). Enseguida, Poe define cuál tono dará la más alta manifestación a la belleza y de la tristeza, apunta: “la Belleza […] mueve a las lágrimas al alma más sensitiva. La melancolía es pues el más legítimo de todos los tonos poéticos” (Poe, 1998:61). Poe también explica que eligió el estribillo Nevermore porque necesitaba algo acorde con el tono melancólico del poema; por eso un cuervo (criatura de mal agüero), y no un loro, encarna la figura parlante La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe… La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe… postrada boca abajo sobre una sábana blanca con amarillo y una almohada rosa, colocadas sobre un pareo en un intenso azul índigo con decoraciones amarillas. La mano derecha de la joven casi cubre su boca, su pelo es negro y su mirada se dirige al vacío. El segundo plano lo domina un color morado, con líneas ondulantes en negro y luces blancas, pero del lado izquierdo una figura inquietante domina toda la escena, una pequeña mujer en negro se convierte en el punctum de esta obra, es decir, es aquello que “surge de la escena como una flecha que viene a clavarse”. En concordancia con el título, el espectador intuye que se trata del espíritu de la muerte. Gauguin, en 1893, explica en Cahiers pour Aline que tupapau es el espíritu de la muerte en la cultura Kanaka, una especie de demonio convertido en el motivo de su pintura. Efectivamente, para el espectador occidental esta figura de ángel negro se convierte en lo más enigmático del lienzo. El pintor representa en esta pequeña e inquietante mujer a la ausencia, invisible para esta joven y hecha visible por el pintor a los ojos de los espectadores. Sin embargo, percibimos el terror a lo invisible en Sonia Lira Iniesta 51 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Paul Gauguin, Manao Tupapau, 1892. que repite el estribillo, como el símbolo de un espectro o fantasma. Para Poe, el tema universalmente melancólico es la muerte, cuando ésta y la belleza se unen entonces se convierten en lo más poético. La muerte es pérdida y la intención de representar lo irrepresentable se vincula al deseo melancólico de poseer lo imposible. Además, es preciso recordar que la vieja tradición con orígenes en la medicina medieval, consideraba el amor y la melancolía como enfermedades afines: el deseo amoroso provocaba el abatimiento melancólico. Si los simbolistas evocaban más que describir, la imaginación y el mundo de lo invisible eran su morada natural; de la misma manera, el misterio era el medio de la muerte, de lo ausente, que toma el lugar del espectro o fantasma, y tanto el poeta como el pintor se imponen la obsesión de representar lo invisible. Veamos ahora cómo opera la melancolía en el misterio, en el enigma, y cómo a través del color y la forma, Gauguin obedece, incluso como síntoma de una época, las recomendaciones de Poe en La filosofía de la composición. El oficio de estudios del arte obliga primero a describir, para de ahí continuar el argumento. En primer plano, en El espíritu de la muerte mirando o Manao Tupapau aparece una joven morena desnuda Para Edgar Allan Poe era importante la excitación del alma por un poema; el efecto era lo fundamental, para ello la intención debía ser dirigida. Gauguin quería mostrar en esta pintura al espíritu de la muerte, unido al propio espíritu de la joven en el miedo, por eso, elige a la muerte como tema, así como Poe lo propone. Al poeta también le interesan los colores y las texturas, pues afirma que eligió el “busto de Palas” por efecto del contraste del mármol con el plumaje del cuervo. Así, el morado y el amarillo de la pintura contrastan provocando también el mismo escalofrío que la suavidad del mármol blanco y la textura del plumaje negro hacen sentir. Cinco años después, en 1897, Paul Gauguin pinta Nevermore, donde la alusión es evidente; La filosofía de la composición parece no sólo estar dedicada a la literatura sino a las artes en general. Gauguin no escapó a la tentación de escribir; por ejemplo, el relato de sus viajes apareció en Noa Noa, publicó en Les Guêpes y Le Sourire y en sus diarios Choses Divers y Cahiers pour Aline transcribe textos de Poe. Nevermore parece una segunda versión de Manao Tupapau en un claro homenaje a Poe. Vale la pena contar las anécdotas relacionadas con emociones, la primera con el miedo vinculado a la impresión que tuvo de su primera mujer taitiana cuando el pintor entró de noche asustándola, ella lo Paul Gauguin, Nevermore, 1897. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 la joven, gracias a los colores y la tensión del desnudo, pues es una mujer que casi muerde su mano. El amarillo y el morado juegan un papel importante en el ritmo del lienzo, pues el amarillo fluorescente del pareo obliga al ojo a saltar rítmicamente sobre el azul, como en una repetición continua. El vestido de la mujercita en negro, como las alas de un cuervo, acechando al borde de reproducir lo ausente. El color morado obsequia una atmósfera misteriosa y tétrica, esto le da poder a la mujer que aparece como una sombra. Ésta, de perfil, con el ojo amarillo ejerce tensión en contraste con el morado. Además, la mirada del ojo desconcierta porque no parece viva; la joven tampoco mira nada. Gauguin describe la atmósfera del lienzo como sombría, triste y provocadora de miedo. Para los simbolistas, en las artes plásticas era importante anticiparse a cualquier lectura unívoca y naturalista de los colores, las formas y los objetos. Era necesario colocar al espectador en un canal no descriptivo, ni narrativo, sólo simbólico. La emoción del horror vence, en el ojo del espectador, a cualquier interpretación narrativa. 52 Sonia Lira Iniesta La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe… La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe… filosofía de la composición: tristeza-bellezamuerte. La pieza de Gauguin a manera de símbolos, igual al poema, representa al cuervo, al espíritu de la muerte y a la mujer. En su poema, Poe también acude al contraste de texturas y colores, porque además de sugerir el contraste entre el mármol del busto de Palas y el plumaje del cuervo, los colores en El Cuervo (el poema) aparecen también en Nevermore (la pintura). De color morado son las cortinas de la tercera estrofa, color del que se llenaron los terrores del alma del amante de Leonora, así, el cuervo de Gaugin no es negro sino morado. Por otro lado, el color violeta de los cojines de terciopelo, devorados por la luz de la lámpara, aparece repetidamente en la decoración de la habitación de la mujer en Nevermore. Quizás no sea casualidad el amarillo del cojín, pues para el pintor este color tiene el efecto de una lámpara. Así la lámpara de Poe, en Gauguin es un cojín. Poe logra el efecto de melancolía combinando dos ideas: el amante llorando la muerte de su amada y el cuervo repitiendo nevermore, como respuesta los dolorosos interrogantes del amante. En Gauguin, el efecto de melancolía y tristeza también se da en la palabra, aunque no está pintada para responder a ninguna pregunta formulada por la pintura, más bien, da intensidad al misterio o al enigma terrorífico presentado ante los ojos del espectador. La palabra nevermore plantea más preguntas desde el intento de configuración de alguna narración en la experiencia estética del espectador frente a este cuadro. Así, desde la palabra, Gauguin otorga al espectador el “placer frenético de modelar las preguntas” (Poe, 1985: 65) a las que el espectador se responderá repetidamente el esperado nevermore. En La filosofía de la composición, Poe declara que el placer del estribillo también depende de la fuerza unísona y “su placer deriva del sentimiento de identidad de la repetición” (Poe, 1985: 61). Gauguin utiliza un solo tono en el Sonia Lira Iniesta 53 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 miró con terror al confundirlo con el espíritu de la muerte. Gauguin dijo que jamás había visto tan bella a su mujer. Nevermore sí tiene, desde la experiencia personal, una relación con la pérdida, pues la pintó poco después de la muerte de su hija recién nacida, época donde se encontraba derrotado por la enfermedad y la pobreza. En este momento sí hay un duelo biográfico, una tristeza desencadenante de la imaginación que intenta simbolizar desde la pintura. La filosofía de la composición es la demostración del modus operandi del poeta. Al intentar una revisión a manera de diálogo entre El Cuervo de Poe y Nevermore de Gauguin, es imposible, como se mencionó anteriormente, confirmar si Gaguin siguió los pasos sugeridos por Poe para la composición de su pintura, por lo tanto, poner en evidencia el modus operandi de Gauguin será posible, sólo si desde la obra misma se va al texto de Poe y no al revés. A diferencia de Manao Tupapau, la composición de Nevermore alude a un adentro y un afuera gracias a las líneas verticales que arquitectónicamente separan el espacio interior (donde se encuentra la joven del espacio exterior), al que compositivamente Gauguin, gracias a las nubes y las líneas, le da profundidad. Además, ofrece al cuervo la oportunidad de asomarse y mirar al interior. Afuera, dos mujeres: una aparece como la enigmática mujer de Manao Tupapau, la otra está de espaldas al espectador. En este lienzo la paleta es mucho más densa y sombría que en Manao Tupapau; predominan los colores cafés y un tipo de color rosa pardo. Sólo afuera, en el otro espacio, están los colores más claros. El color amarillo se mantiene pero en un tono más tenue, pues para Gauguin el amarillo es el “color que hace que surja lo inesperado, para el espectador” (Goldwater, 1985: 88). Todo esto le otorga al cuadro un ambiente misterioso. En este caso, y de manera especial, el autor pinta las letras que componen en inglés la palabra Nevermore, es decir, aquí el título de la obra significa junto con las formas y los colores. En Nevermore, Gauguin recurre a los artificios propuestos por Poe, intensificando desde la estructura formal y de color un estado del alma. Se trata de la relación sensitiva y de tono que Poe plantea en su La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 café y el violeta, pero también la repetición en las decoraciones florales de la cama, la pared y la cabecera que aparecen casi rítmicamente. También la palabra nevermore funciona aquí como repetición de un lúgubre tono. Si el texto importa en esta pintura, en relación con la imagen y el proceso intertextual, corresponde ahora una breve reflexión en torno a las ideas de Roland Barthes sobre el texto como anclaje o relevo de la imagen y la imagen como ilustración del texto. Si bien, en Retórica de la imagen (Barthes, 1980) propone tres tipos de mensajes en publicidad: el mensaje lingüístico, el mensaje icónico no codificado y el mensaje icónico; vale la pena utilizar su propuesta en una imagen simbólica connotada que contiene texto para revisar la función del mensaje lingüístico en una imagen. La pregunta con respecto al texto nevermore pintado y escrito en la esquina superior izquierda del cuadro es: ¿el texto duplica información ofrecida en la imagen con un efecto de redundancia o agrega información? Barthes se ocupa de la función del texto en relación con un mensaje icónico; por un lado está la función de anclaje como un control que fija la cadena de significados posibles en una imagen. El texto ayuda a identificar la escena e intensifica la información de la imagen, la explicita y amplifica sus connotaciones. La función de relevo aparece cuando no se encuentran significados en ella. En la pintura Nevermore, la función del mensaje lingüístico es fijar y reiterar el significado de la imagen para remitirlo al texto de Poe. En la pintura, el texto del título y el texto que es parte de la composición icónica tienen también la función del estribillo en que “su placer deriva del sentimiento de la identidad —de la repetición” (Poe, 1985: 61). Es decir, en palabras de Barthes, “es la palabra la que aparece para sublimar” (Barthes, 1992: 22). Por otro lado, en ambas composiciones es preciso considerar el espacio. Poe circunscribe 54 Sonia Lira Iniesta intencionalmente el espacio de reunión del amante y el cuervo en una habitación; se trata, como dice el poeta, de “una habitación sagrada para él por el recuerdo de aquella que la había frecuentado: El cuarto está representado como ricamente amueblado, esto tan sólo en seguimiento de las ideas […] sobre el tema de la Belleza como única tesis poética” (Barthes, 1992: 69). Por otro lado, el pintor también limita el espacio desde formas arquitectónicas y decorativas, a diferencia de Manao Tupapau, en donde el espacio no está limitado. Poe también hace referencia al lenguaje pictórico, y en cuanto a la delimitación del espacio declara: “siempre me ha parecido que una circunscripción del espacio cerrada es absolutamente necesaria para el efecto de un incidente aislado: tiene la fuerza de un marco en una pintura” (Barthes, 1992: 69). Finalmente, el oscuro enigma que mueve el acto creativo del poeta y el pintor es la muerte como origen y su inquietante presencia en lo invisible: son fantasmas que habitan en forma de preguntas. Así, nostálgicos intensos, Poe y Gauguin vivieron y murieron para honrar tres preguntas, portadoras de los extravíos favoritos de los hombres: D’où venons nous? Que sommes nous? Où allons nous? Las respuestas aporéticas llegaron en forma de clave, escoltadas por el miedo; ni la luz —parisina, bretona, tahitiana—, los apartarían de su espectral obsesión expresada en el arte. Por todo lo anterior, Nevermore, la pintura, no es la ilustración de un poema; es otra forma de incorporar la melancolía, como síntoma de una época, en la obra de dos espíritus del siglo XIX. lc Bibliografía Allen, Graham (2000), “Postmodern Conclusions”, en Intertextuality, Londres, Routledge. Barthes, Roland (1980), “Rethoric of the Image”, en Alan Trachenberg Classic Essays on Photography, Connecticut, Leete’s Insland Books. ______ (1992), Lo obvio, lo obtuso, imagines, gestos, voces, Barcelona, Paidós. Baudelaire, Charles (1989), Edgar Allan Poe, Madrid, La balsa de la medusa. Goldwater, Robert (1985), Paul Gauguin, Londres, Thames and Hudson. Poe, Edgar Allan (1998), El cuervo, seguido de la filosofía de la composición, México, Colegio Nacional/ Ediciones El Tucán de Virginia. Vargas Llosa, Mario (2003), El Paraíso en la otra esquina, Buenos Aires, Alfaguara. La melancolía como fundamento estético en Edgar Allan Poe… Pablo Rodríguez Cabello Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio entre la indignación y la literatura e todas las formas de lo cómico, la sátira trasluce más las intenciones que la motivan: indignación, rencor, deseos de dominio, en una palabra, el afán de desvalorizar. Lo cómico satírico comporta siempre una crítica de las costumbres, una desvalorización ética, de esta manera, el autor de sátiras se convierte en el portavoz de la moral colectiva. Sin embargo, es necesaria cierta mesura que preserve al autor de caer en la virulencia de lo escatológico. La libertad del humor debe permear toda sátira para que no decaiga estéticamente. La sátira se distingue del simple rechazo ético y de la desaprobación del panfleto. El filósofo argentino Marcos Victoria (1958: 110) afirma que este género requiere de una frivolidad por parte del autor, de un desapego respecto al odio inspirado por el blanco de la sátira: El que lucha, si desprecia o se indigna, lo hace a medias. No se deja dominar del todo por su sentimiento hostil. Lo sigue, solo en parte; aprovecha el impulso afectivo; pero se libera de él en cuanto sus exigencias se vuelven excesivamente premiosas y constriñen su libertad de acción. Este seguir a medias un fin, ese luchar contra algo o alguien con elegante desgano, con pereza, con ánimo desprevenido, es la frivolidad. Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … Pablo Rodríguez Cabello 55 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 D La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 En “El arte de injuriar” Borges afirmó como característica esencial de la sátira que “deja ver una cólera”. Sin embargo, en sus escritos satíricos se advierte una indignación decantada, lo cual permite desnudar minuciosamente los vicios, las imposturas o las manías de los personajes satirizados, siempre con esa frivolidad mencionada por Marcos Victoria. Borges, en su periodo vanguardista, procedió como un iconoclasta sirviéndose de la ironía y de la sátira para desacralizar a figuras eminentes de la cultura hispana: Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Américo Castro, entre otros. En sus primeros libros de ensayos hay pasajes abiertamente agresivos; décadas más tarde, cuando Borges ya se había convertido al clasicismo, aflora nuevamente esa vena satírica, pero ahora para fustigar al espíritu de la vanguardia, al mundo del arte y a ciertas modas epidérmicas que surgieron cuando se publicó el libro Crónicas de Bustos Domecq hecho en colaboración con Adolfo Bioy Casares. No sorprende el uso de seudónimos por parte de ambos autores, pues el afán de ridiculizar es muy marcado en esta obra. Valiéndose de la ironía, los autores llevan a cabo una reducción al absurdo de la idea directriz por la cual se rigen cada una de las corrientes estéticas o poéticas satirizadas. “Eclosiona un arte” podría leerse como una sátira de esa obsesiva búsqueda de novedades que caracterizó a las vanguardias. Presentado como breve nota monográfica sobre las corrientes arquitectónicas en boga, el texto mezcla ideas serias con disparates: En el inciso pertinente se lee: “Emerson, cuya memoria solía ser inventiva, atribuye a Goethe el concepto de que la arquitectura es música congelada. Este dictamen y nuestra insatisfacción personal ante las obras de esta época nos han llevado alguna vez al ensueño de una arquitectura que fuera, como la música, 56 Pablo Rodríguez Cabello un lenguaje directo de las pasiones, no sujeto a las exigencias de una morada o de un recinto de reunión [...] Le Corbusier entiende que la casa es una máquina de vivir, definición que parece aplicarse menos al Taj Majal que a un roble o a un pez (Borges, Bioy Casares, 1998: 60). Vemos en esta cita cómo el blanco de la sátira puede incluir diferentes corrientes de ideas innovadoras, entre ellas la idea decimonónica de que lo bello es inútil. Vemos a Borges y a Bioy Casares fungir como los portavoces del sentido común, al denunciar el absurdo de cualquier radicalismo de índole estética. La obsesiva búsqueda de la originalidad y el desprecio de lo funcional en arquitectura desemboca en la última novedad: los inhabitables, casas que prescinden de techo, puerta, ventana, piso, etcétera. “El ojo selectivo” es una sátira cuyo objeto son las nuevas ideas sobre espacios arquitectónicos; parodia de la idea del ready-made de Marcel Duchamp, un ícono de la vanguardia.1 La crónica reseña la evolución del artista plástico Antártido A. Garay que comienza con una exposición de escultura cóncava: “La muestra no rompió los viejos moldes; la integraban moldes de yeso, de esos que inculca, en la instrucción primaria la señorita de dibujo...” (Borges, Bioy Casares, 1998: 70). La segunda exposición exhibe en un salón vacío media docena de cascotes desparramados en donde lo más importante es el espacio entre los objetos: “...lo esencial para el gusto refinado es el espacio circulante entre las molduras y los cascotes...” En la obra más ambiciosa de Garay son perceptibles las resonancias de la idea del ready-made de Duchamp, pues escoge exhibir todo lo abarcado por la vista en una plaza de Buenos Aires: 1 En una entrevista con el director belga Jean Antoine, Duchamp explica la idea del ready-made: “Básicamente los originó un proceso intelectual quizá demasiado lógico, pero lógico al fin y al cabo, relacionado con obras realizadas manualmente; uno puede cortarle las manos al artista y, sin embargo, al final obtener algo que es producto de la elección del artista ya que, en general, cuando un artista pinta, lo hace con una paleta, elige los colores. Así que la elección es el factor crucial en la obra de arte. Así que desde mi punto de vista, en todo caso, es válida la idea de hacer algo que no es creado físicamente por el artista, que simplemente se deriva de las decisiones que él toma, es decir, algo ya creado como los ready-mades”. (Saber Ver, Núm. 17, julio-agosto 1994, p. 14.) Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … Garay, expuesta en la placita del mismo nombre, consiste en el espacio que se interpone, hasta tocar el cielo, entre las edificaciones del cruce de Solís y Pavón, sin omitir, por cierto, los árboles, los bancos, el arroyuelo y la ciudadanía que transita. ¡El ojo selectivo se impone! Los planes de Garay van ampliándose. Indiferente a las resultantes del pleito, ahora sueña con una exposición, la número cuatro, que abarcaría todo el perímetro de Núñez. Mañana ¿quién sabe? Su obra rectora y Argentina anexará lo que hay de atmósfera entre las pirámides y la esfinge (Borges, 1998: 73). En “Un pincel nuestro: Tafas” un pintor de origen musulmán (nótese la ironía) decide reproducir algunos rincones de la ciudad con una técnica fotográfica (empeño similar al de Carlos Argentino Daneri en “El Aleph”) pero una vez concluida la obra, para respetar la proscripción islámica contra las imágenes, la borra manchando el lienzo con betún. Al leer seriamente esto, podría pasar por una broma dadaísta o del arte pop pero, desde el título hasta la última línea, es claro el sentido satírico del texto. Los Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … autores de las crónicas denuncian el facilismo de ciertas corrientes del arte contemporáneo, pues conduce fácilmente a la eliminación de los lenguajes artísticos. Desde la perspectiva de un espíritu clásico como el de Borges, la búsqueda obsesiva de romper las reglas de la tradición desemboca en un callejón sin salida. En “El teatro universal” un actor y empresario decide seguir al pie de la letra las ideas de un supuesto renovador del arte dramático; bajo la advocación “Ganaremos la calle” convoca a un grupo de seguidores para montar una puesta en escena, cuyos protagonistas llevan a cabo sus actividades normales en los espacios habituales: “Longuet había asestado un golpe de muerte al teatro de utilería y parlamentos; el teatro nuevo había nacido; el más desprevenido, el más ignaro, usted mismo, ya es un actor: la vida es el libreto” (Borges, Bioy Casares, 1998: 58). En “Un enfoque flamante” vemos que el espíritu de renovación no es exclusivo del arte. En un congreso de historiadores se impone la Pablo Rodríguez Cabello 57 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Vayan sabiendo todos que la obra escultórica de ángulo de la mesa de pinotea en que yo trabajaba?” Ramón Bonavena escribe Nor-noroeste: minuciosa descripción de un rincón del escritorio con más de doscientas páginas: Del cenicero sabemos todo: los matices del cobre, el peso específico, el diámetro, las diversas relaciones entre el diámetro, el lápiz y la mesa, el diseño del dogo, el precio de fábrica, el precio de venta y tantos otros datos no menos rigurosos que oportunos[...] que nada dejan que desear a la más insaciable curiosidad. La última obra de Ramón Bonavena “Acuario” se publicó en Bélgica. Estos datos son claras alusiones al escritor belga Robbe Grillet, de cuyas obras Rulfo opinó que sólo eran tediosos inventarios de muebles.2 2 Una anécdota citada en una entrevista revela la valoración de Borges por el escritor belga: Lo conocí personalmente. Me dijo que yo había influido mucho en él[...] y yo, con escasa cortesía, le dije: “Caramba, no me descorazone” (Bravo,1999: 162). La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Fernando Óscar Martín. tesis de la “historia pura” como la libertad para tergiversar los hechos a piacere. De este modo, los historiadores franceses pueden contar la historia de Waterloo como una victoria y los mexicanos podemos recuperar Texas. “Una tarde con Ramón Bonavena” es una caricatura del realismo; trata de un escritor obsesionado por reproducir la realidad, por ello, el simple recurso de inventar nombres le parece una posibilidad de abrirle las puertas a la fantasía. Ni siquiera la autobiografía se salva de este peligro, pues: “También ahí estaba el laberinto. ¿Quién soy yo? ¿El de hoy, vertiginoso, el de ayer olvidado, el de mañana imprevisible? ¿Qué cosa más impalpable que el alma?”. Finalmente, da con la única solución que le permiten sus reglas (las de un realismo trasnochado): “Ahí estaba la clave que yo buscaba. Un sector limitado (...) ¿Qué sector más limitado que el 58 Pablo Rodríguez Cabello Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … encontraron en la pintura o, mejor dicho, en la de la familia de ésta en donde se ve obligado a convivir con Carlos Argentino Daneri (primo y amante de Beatriz). Éste es un poetastro cuyo nombre implica una clave evidente del sentido paródico del relato: la caricatura de un poeta megalómano y sin un ápice de talento, ocupado en un proyecto literario absurdo: “versificar toda la redondez de la tierra”. Al describir al personaje, Borges hace gala de su vena satírica: relación que aquella les impuso. Clara Glencairn Carlos es rosado, considerable, canoso, pintaba contra Marta y de algún modo para Marta; de rasgos finos. Ejerce no sé qué cargo cada una era el juez de su rival y el solitario público. subalterno en una biblioteca ilegible de En estas telas, que ya nadie miraba, creo advertir, los arrabales del Sur; es autoritario, pero como era inevitable, un influjo recíproco. también es ineficaz[...] A dos generaciones (Borges, 1995: 76) de distancia, la ese italiana y la copiosa En el cuento “El duelo” Borges denuncia el esnobismo de la alta sociedad bonaerense y vuelve a mostrar su desdén por las vanguardias. Nélida Sara Pizarro y Clara Glencairn, las dos protagonistas principales, tienen una fuerte rivalidad. Marta Pizarro, hermana de la primera, tenía la veleidad de la pintura; Clara Glencairn decide imitar a su amiga y escoge la pintura abstracta porque, a la sazón, estaba de moda, y no por gustarle realmente ese estilo: La vida exige una pasión. Ambas mujeres la Borges no puede ocultar su aversión por el arte moderno: gesticulación italiana sobreviven en él. Su Todo, según se sabe, ocurre inicialmente en otros versátil y del todo insignificante. Abunda países y a la larga en el nuestro. La secta de pintores, en inservibles analogías y en ociosos hoy tan injustamente olvidada, que se llamó concreta escrúpulos. (Borges, 1999: 157) actividad mental es continua, apasionada, de sonidos, la pintura, su hermana, podría ensayar Le rogué que me leyera un pasaje, aunque colores y formas que no reprodujeran los de las cosas fuera breve. Abrió un cajón del escritorio, que nuestros ojos ven. Lee Kaplan escribió que sus sacó un alto legajo de hojas de block... telas, que indignaban a los burgueses, acataban la Leyó con sonora satisfacción: bíblica prohibición, compartida por el Islam, de labrar He visto, como el griego, las urbes de los con manos humanas ídolos de seres vivientes. Los hombres, los trabajos, los días de varia iconoclastas, argüía, estaban restaurando la genuina luz, el hambre; No corrijo los hechos, no tradición del arte pictórico, falseada por herejes falseo los nombres. Pero el voyage que como Durero o como Rembrandt. Sus detractores lo narro, es ... autour de ma chambre. del lenguaje[...] Argumentaba, creo, que de igual modo acusaron de haber invocado el ejemplo que nos dan —Estrofa a todas luces interesante las alfombras, los calidoscopios y las corbatas. Las — dictaminó—. El primer verso granjea revoluciones estéticas proponen a la gente la tentación el aplauso del catedrático, del académico, de lo irresponsable y lo fácil. (Borges, 1995: 72) del helenista, cuando no de los eruditos El cuento “El Aleph” también contiene una sátira de la aristocracia bonarense, pero a la vez ejemplifica el matiz distintivo entre el humor y la sátira. Se trata de una parodia de la Divina Comedia con elementos autobiográficos: el narrador está morbosamente enamorado de la finada Beatriz Viterbo, por eso, todos los años realiza una suerte de homenaje a la memoria de su amada: visita la casa Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 que a la música le está permitido crear un orbe propio Cuando el poeta defiende su poema “La tierra” revela el tamaño de su idiotez comparable al de su megalomanía: o abstracta, como para indicar su desdén de la lógica y a la violeta, sector considerable de la opinión; el segundo pasa de Homero a Hesíodo (todo un implícito homenaje, en el frontis del flamante edificio, al padre de la poesía didáctica), no sin remozar un procedimiento cuyo abolengo está en la escritura, la enumeración, congerie o Pablo Rodríguez Cabello 59 conglobación; el tercero —¿barroquismo, decadentismo, culto depurado y fanático de la forma?— consta de dos hemistiquios —Lo gemelos; el cuarto, francamente bilingüe, inexplicable— en su gabinete de estudio, como si me asegura el apoyo incondicional de dijéramos en la torre albarrana de una ciudad, provisto todo espíritu sensible a los desenfadados de teléfonos, de telégrafos, de fonógrafos, de aparatos envites de la facecia. Nada diré de la rima de radiotelefonía, de cinematógrafos, de linternas rara ni de la ilustración que me permite, mágicas, de glosarios, de horarios, de prontuarios, de ¡sin pedantismo!, acumular en cuatro boletines. Observó que para un hombre así facultado versos tres alusiones eruditas que abarcan el acto de viajar era inútil; nuestro siglo XX había treinta siglos de apretada literatura: la transformado la fábula de Mahoma y de la montaña; primera a la Odisea, la segunda a Los las montañas, ahora, convergían sobre el moderno trabajos y los días, la tercera a la bagatela Mahoma. (Borges, 1999: 158) inmortal que nos deparan los ocios de la pluma del saboyano[...] Comprendo una vez más que el arte moderno exige el bálsamo de la risa, el scherzo. (Borges, 1999: 159) Según Emir Rodríguez Monegal, “El Aleph” es una sátira del mundo literario argentino. Son claros los elementos autobiográficos en la historia de Daneri: uno de sus títulos es igual a un poemario de juventud que Borges no publicó. El segundo lugar del Premio Nacional de Literatura, otorgado a Borges en 1942, provocó una serie de artículos desagraviantes de algunos ilustres admiradores del autor de Ficciones (Sábato, Mallea). Esta anécdota forma parte de la historia de Daneri en el cuento. Éste pertenece al género fantástico, pero incluye una sátira cuyo blanco es la sociedad bonaerense y cierta clase de crítica literaria: En su escritura habían colaborado la aplicación, la resignación y el azar; las La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 virtudes que Daneri les atribuía eran posteriores. Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable; naturalmente, ese ulterior trabajo modificaba la obra para él, pero no para otros. (Borges 1999:160). Aquí, Borges vuelve a fustigar al espíritu de la vanguardia como una ingenua exaltación de lo 60 moderno, cuando Daneri vindica al hombre moderno lo hace en estos términos: Pablo Rodríguez Cabello evoco —dijo con una animación algo Quizá lo más interesante de “El Aleph” es la forma en que Borges logra engarzar un texto satírico en un cuento fantástico. El punto donde convergen ambos es el imposible Aleph: la esfera contenedora de todos los momentos y todos los puntos del universo, pues ésta ha sido la causa del desaforado proyecto de Daneri. El texto oscila entre una revelación de lo cómico de la vida literaria (por medio de la sátira) y el problema de representar una experiencia cósmica (cuya imposibilidad es presentada con humor). Si en la primera parte busca la complicidad del lector para fustigar la ridiculez de ciertos personajes o costumbres literarias, poco a poco el texto se convierte en una reflexión sobre los límites del lenguaje. Por ello, decía Monterroso, el verdadero humorista trata de hacernos pensar y a veces nos hace reír. De los escritos en colaboración con Adolfo Bioy Casares, “El monstruo” es el más virulento y la única sátira política que ambos escribieron. El horror por la brutalidad de una turba es convertido en algo cómico mediante la ironía; denuncia la violencia institucionalizada por el régimen peronista. En este caso, entender la posición de los autores es más complicado de lo aparente: podría creerse en la indiferencia de ambos ante la problemática social de su entorno, sin embargo, es más probable que textos como éste surjan por la necesidad de quitarle peso a unos hechos agobiantes, riéndose de ellos.3 Ésta es una de las funciones del humor. La sátira se vale de la ironía para denunciar la brutalidad fascista. La anécdota es sencilla: un grupo de jóvenes es reclutado para asistir a un mitin en la Plaza de Mayo para vitorear a Perón. La ironía del texto Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … Fernando Óscar Martín. establece un contraste entre el discurso del narrador (uno de los asistentes voluntarios al mitin) y los hechos relatados; los acarreados no vacilan para lapidar a un joven judío que se atreve a no rendir honores a una foto de Perón, pero se llaman a sí mismos patriotas. El juego irónico del cuento es un procedimiento ya descrito por Borges en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” : El narrador informa a su novia: “Fue una jornada cívica en forma”, pero el recuento de los hechos —atrocidades cometidas durante la jornada que no pueden ser completamente camuflados por el discurso del narrador— nos presenta una imagen esperpéntica del peronismo. lc Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores —a muy pocos lectores— la adivinación de una realidad atroz o banal. (Borges, 1985: 13) Bibliografía Antoine, Jean (1994), “Entrevista a Marcel Duchamp”, en Saber Ver, núm. 17 julio-agosto 1994. Borges, Jorge Luis (1985), Ficciones, Barcelona, PlanetaAgostini. _____ (1995), Informe Sobre Brodie, Madrid, Alianza. 3 Pocos argentinos padecieron tanto como Borges los abusos de poder del general Perón; a causa de haber tenido el valor de firmar varios manifiestos antifascistas fue destituido de su puesto de bibliotecario y “promovido” a inspector de aves de corral y conejos en los mercados municipales. Años más tarde, la hermana y la madre del escritor fueron encarceladas por repartir propaganda antiperonista. Borges como escritor satírico o el difícil equilibrio … _____ (1999), El Aleph, Alianza, México. Borges, Jorge Luis y Adolfo Bioy Casares (1998), Crónicas de Bustos Domecq, Buenos Aires, Losada. Bravo, Pilar (1999), Borges Verbal, Buenos Aires, Emecé. Victoria, Marcos (1958), Ensayo preliminar sobre lo cómico, Buenos Aires, Losada. Pablo Rodríguez Cabello 61 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una Rufino Tamayo, Danzantes frente al mar, 1945; Mujeres alcanzando la luna, 1946. Carmen Rosenzweig In memóriam La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 (1925-2010) 64 Carmen Rosenzweig In memóriam Notas venidas de lejos No sé bien si se trataba de cantiga de ciego o acaso fuera un desperdigado de época con su son de guitarra que tocaron mi alma con fuertes notas de infancia: Cuatro milpas tan sólo quedaron del ranchito que era mío ay ay ay Conocí el campo en mis zancones años dulces, que desconocían sigilos, daños, y las veredas difíciles del ser y el cariñar complicados. In memóriam La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 “El mundo está hecho pero cómo ha sido, eso es cuento largo que desconocen los niños ya lo irán sabiendo cuando hayan crecido”. En tanto, los camaleones del campo con su color polvoriento evaden, machucan las codicias; lagartijas veloces, vacas perros, los pacientes caballos se juntan moscas y olores entre los pasados ruidos, y de ese tiempo queda la enorme figura del recordable Muñeco sultán rotundo en el establo. Carmen Rosenzweig 65 ¿Es una narración vetusta repetida en cualquier historia o tal vez, lo creo, el pilar individual, eterno que aprieta los mejores recuerdos al sentir el abandono del suelo? Hoy la infancia nueva enfrenta un prodigioso sesgo el universo cabe en las cuatro paredes ya se esfumó el nado simple de chapuzón en el río: “me mojas, te alcanzo, te tiendes al pasto te estiras al cielo juegos bobos te entretienen y al rato, rondando, el sonsonete del hambre todas las frutas del mundo caben que a canasta abierta esperan en el suspirado rancho para rendirse al diminuto ejército glotón que se aproxima”. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Aquél, tiempo muerto; en éste, la criatura se remete para vivir, en control y tele ratón y compu, refresco en ristre niñez embotellada con su vivencia propia ¿del niño?, ¡del refresco que mueve multitudes! la clausura es triste de juegos y juguetes simples de travesuras, raspones en rodillas, baleros, resorteras, canicas, lagartijas. ¡Tache, antiguallas! no hubo entonces, como ahora rigen sin mover un dedo tantas maravillas; sin salir del cuarto conoces el mundo todo es más preciso y se domina 66 Carmen Rosenzweig In memóriam La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 ¡mentira! los misterios mayores sobrecogen los niños se acartonan se acaban, subsisten sólo criaturas pequeñas cargadas de informes con cuerpo y seña de instancias a medias y a los treinta años nada les asombra ni buscan tesoros, alegrías ansiadas, un poquito de alojo en su castillo identificable de colores tenues que les habría dicho todo pero todo pequeño para poder alcanzarlo poco a poco pegados a su madre y a su padre que nunca se acaban. ¿Se habrán acabado otros tesoros en la gran convivencia del desangelado tiempo actual seco, sin gnomos, y, es un decir, prodigioso? In memóriam Carmen Rosenzweig 67 De la mano Presentes hoy genes envejecidos y lúcida percepción con desencanto por el puño de momentos secos en el que transita todo ser humano que se encuentra obligado a mantener sonrisa sin sentirla. No obstante se atrapan en recuerdo nítido las gotas dichosas de momentos vividos en la total primavera de calidez de muchacha Y si no hay una memoria aún por los pocos años vividos ¿de dónde generar la savia que amarra la vida y la sustenta? La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Casi de la nada por eso vale tanto vivir en logrando prodigios para sembrar los milagros. 68 Carmen Rosenzweig In memóriam La lejanía E n océano seco con vejez desorbitada altos años, rígidos en trozo ya sin continente fino, esos cuerpos a penas que ululan trabajosamente en su recodo mondo de camino agarrados trémulos de cuanto el olvido les deja: la leve y magra greña casi acabada la pesantez zancona de horizonte la molestia encimosa en el menguado estar cotidianeidad apenas soportada mañanas a prueba tardes tristes noches duras. In memóriam La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La vida es trepidante y tierna cuando es vida de veraneo hermoso con mieses que estallan en grávido cabeceo dulcemente el otoño y la estación de blancura y abrigo, no muerte, sólo abrigo. En todo su tiempo privan sólo instantes de vida; el hombre que acaba está arrancado de esa mira. Carmen Rosenzweig 69 De todo tiempo E l vaso colmado, y más anhelas. Recuenta los huesos sin resistencia la mirada su brilla la boca sin protesta la piel, durazno reciente pasos largos, muy largos sin apurar cansancio y los brazos llenos. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Caer en tentación caídas, qué es caer sino asomarse a la vida y envolverse en ella. 70 Carmen Rosenzweig In memóriam In memóriam Carmen Rosenzweig 71 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 A la muerte de Gabriel Vargas Por Mauricio del Olmo Colín Para Laura Cázares de Tacuche Borola:-¿Qué pasó? ¿No que querías convivir con una familia mexicana para conocernos mejor? Kakico:-Es que me he dado cuenta que son desanimados y melancólicos. Tal parece que tienen una gran pena que los tiene sumidos en la tristeza. Borola:-Si vivieras en nuestro país, sabrías porqué estamos tristes, aquí, para comer como San Nabor manda, hay que ser político. Regino:-Kakico no entendería estas cosas, así que mejor vámonos a acostar. E La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 l 25 de mayo de 2010 fallece en la ciudad de México el más grande artista popular mexicano del siglo XX: Gabriel Vargas. Quien no esté de acuerdo con tales adjetivos seguramente es porque nunca leyó un número de La familia Burrón, o porque no conoce las aportaciones de la obra de don Gabriel al imaginario cultural y literario del México contemporáneo. Pero ¿quién fue Gabriel Vargas? ¿Qué es la La familia Burrón? ¿Por qué son tan importantes? Hagamos pues un breve recorrido. Gabriel Vargas nace en Tulancingo, Hidalgo, el 24 de marzo de 1918.1 Queda huérfano de padre a los 5 años, después su familia radica en la ciudad 1 72 Estos datos biográficos han sido tomados de Gabriel Vargas, La familia Burrón, tomo 1, México, Porrúa, 2004. Mauricio del Olmo Colín A la muerte de Gabriel Vargas de México. Comienza a participar en concursos de ilustraciones infantiles; el más trascendente es uno realizado en Osaka, Japón, donde obtiene el segundo lugar cuando tiene sólo nueve años. Gracias a su talento, Alfonso Pruneda, Juan Olaguivel y Alfonso Caso le ofrecen, a los 13 años, una beca para estudiar en Francia, pero él la rechaza, quizá por ser el quinto de doce hijos de Josefina Bernal, viuda desde 1923. Le dan una pensión y le ofrecen trabajo, donde él elija, en el medio periodístico: el niño Gabriel elige el diario Excélsior, donde empezarán a llamarlo “el embajador japonés”. Ya con más experiencia, empieza a hacer la tira cómica titulada La vida de Cristo para Novedades, con la cual se ganó una estancia corta en la cárcel y provocó que la publicación estuviera cerca de ser clausurada, pues, por aquellos tiempos, se vivía la persecución religiosa. Siguió con las historietas El caballero rojo, La vida de Pancho Villa, Virola y Piolita; la más exitosa fue Jilemón Metralla y Bomba (1938), con más de quinientos mil ejemplares por semana, es decir, más de dos millones al mes. Esto representaba, para la empresa donde trabajaba, una ganancia de más o menos dos millones de pesos cada diez días. Ésta se publicó cerca de nueve años, hasta que el escritor cubano Armando Ferrari, amigo cercano de Vargas, le planteó un reto: dibujar y escribir una historia donde el personaje principal fuera una mujer. Al terminar el plazo establecido para el reto (un mes), Vargas finalizó la historia de Jilemón –sin autorización de sus jefes–, para dar paso a Borola Tacuche de Burrón, protagonista de su obra cumbre: La Familia burrón (1948).2 Vargas tenía amplio conocimiento de la vida en la ciudad a mitad de siglo, lo cual parecía ser la fórmula del triunfo de esta tira, además, su eterna lejanía con la “alta” cultura mexicana expresó incontables elogios al autor. Él conocía a profundidad la estructura de la historieta y, al ser dibujante y escritor autodidacta, escogió ésta como su método de expresión; con ella lograría un éxito nunca antes visto entre los receptores y consumidores populares: más de 60 años de publicación y distribución semanal, superando en tiraje, ejemplares vendidos y ganancias a la exitosa tira de Jilemón Metralla y Bomba. La familia Burrón: el lenguaje citadino La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La familia Burrón está conformada por Borola Tacuche de Burrón (madre), Regino Burrón (padre), Regino Burrón Tacuche o “Tejocote” (hijo), Macuca Burrón Tacuche (hija) y Fóforo Cantarranas (hijo adoptivo). Los relatos se 2 Este es el título con el que se presenta en la portada de cada uno de los tomos de las historietas. En los interiores la tipografía está siempre en mayúsculas, por lo cual es difícil establecer una diferencia entre la manera correcta o incorrecta de escribir el título; considerando que puede ser un error de edición y tomando en cuenta que “Burrón” designa el apellido de la familia protagonista, de ahora en adelante se le designará como La familia Burrón, por ser ésta la manera correcta (supuesta) en que se escribe el título. A la muerte de Gabriel Vargas Mauricio del Olmo Colín 73 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 centran en sus actividades y en los hechos desprendidos de ellas; estamos también ante el retrato de los problemas sociales que afectan a una familia pobre en la ciudad de México. Las historias no tienen referencias temporales específicas; los hechos se desarrollan en el “presente” de manera constante y según la época de su lectura; los problemas tratados son de índole atemporal, por lo tanto, la validez de esta obra no se pone en duda actualmente. Nos encontramos ante una crónica iterativa3 e infinita de sucesos sin un orden cronológico estricto, esto se refleja en el título, pues cada número de la historieta lleva el mismo, ninguno tiene un subtítulo que lo diferencie de los demás. La familia Burrón retrata a los habitantes de la ciudad de México; su estilo de vida, sus posibilidades en el mundo y el desarrollo de sus redes socioculturales. Para lograr este efecto, el autor trabaja con el lenguaje, lo depura y lo transforma, es éste el principal contenido literario en la obra de Vargas. No es un lenguaje vertido de manera arbitraria o aleatoria; es un lenguaje sintético, estilizado, modificado con instrumentos estéticos y literarios que ilustran al lector poco informado sobre la sociedad mexicana de mediados y fines de siglo XX, éstos reafirman la condición del lector informado como partícipe del juego social representado en la tira. El lenguaje utilizado por Vargas mimetiza con la jerga común de dicho espacio sociocultural; tal mimesis se consigue cuando se ponen a funcionar mecanismos que transportan el registro lingüístico de la realidad “real” a una realidad literaria, es decir, de la obra. La herramienta discursiva del autor es la síntesis del lenguaje; sin embargo, la escasez de información no implica pobreza en ella. Esta síntesis obliga a que los diálogos y las imágenes, en su unidad, tengan la suficiente riqueza como signo para ser significado y significante a la vez. También posibilita la inclusión o sugerencia en un espacio reducido, de motivos literarios que aporten un marco (milieu) cultural-literario al lector de la historieta. En La familia Burrón la narración se vale del diálogo, la descripción del dibujo, el discurso y la diégesis de la unidad que significa el código icónicoliterario.4 Esta característica de la obra confronta al lector con los personajes de forma directa, es decir, sin narradores e intermediarios que modifiquen cultural o ideológicamente el discurso. Por lo tanto, se sitúa al lector frente a un rompecabezas discursivo, el cual debe reconstruir para concretizar5 la obra, a partir de los signos provistos por ésta. La dificultad de este rompecabezas no 74 3 Lo que significa que en cada uno de los acontecimientos hay repeticiones según un esquema fijo y la historia se reanuda con una especie de nuevo inicio, ignorando el final del acontecimiento anterior. Esto según Umberto Eco, en Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen, 1975. 4 Es decir, la yuxtaposición de ambos códigos con un fin narrativo-discursivo 5 La concretización de la obra es el momento en el que dicha obra genera una evocación de la realidad a partir del receptor (siempre y cuando contenga la obra como “esqueleto”) y hace una reconstrucción que, si es hecha desde una actitud estética, produce un objeto estético reconstruido. Véase Roman Ingarden, La obra de arte literaria, México, Taurus,1998. Mauricio del Olmo Colín A la muerte de Gabriel Vargas reside en la diégesis, ni en el argumento, ni en la historia; la dificultad yace en la complejidad que conlleva observar los temas literarios expuestos casi siempre de manera implícita, por La familia Burrón. La literatura en los temas de La familia Burrón: Ruperto A la muerte de Gabriel Vargas Mauricio del Olmo Colín La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 En general, los temas concernientes a la obra de Vargas pertenecen a dos campos: la ciudad y la vida en ésta; y la literatura, encauzada a reforzar la cosmovisión mexicana contemporánea. Cada número de La familia Burrón es parte de una unidad narrativa y discursiva, es un capítulo de lo acontecido en una historia mayor: de los habitantes de la ciudad de México. A lo largo de toda la historieta se expone, a través de diferentes personajes y de distintas situaciones, problemas cotidianos que incumben al lector. La obra de Gabriel Vargas no sólo tiene un contenido textual; en ella se encuentran piezas que pueden cumplir una función literaria (estética, de compromiso, de denuncia, etcétera) tan bien como cualquier novela, poema o pieza teatral. Por ejemplo, basta con mirar al hermano de Borola, Ruperto Tacuche, excriminal que intenta ganarse la vida honradamente como panadero, aun cuando el destino va tras él para obligarlo a regresar a su antiguo oficio. La vida de Ruperto (en sus diferentes historias) es un tratado naturalista: refleja la condición social del individuo criminal y, gracias a su activo pedagógico, es un gran exempla que pretende concientizar al lector, mostrándole la experiencia del estereotipo del delincuente mexicano que busca redimirse. No es un tratado moralino del bien y el mal, de lo decente y lo indecente, es una exposición literaria de temas cotidianos y una invitación a revisar la “alta cultura” o la “literatura mayor”, en busca de más conocimiento. Por lo tanto, es una ventana para que el lector acceda a herramientas literarias que, de otro modo, le serían inasequibles. Así, el uso estético del lenguaje adquiere aún más importancia, no sólo porque soporta el discurso, sino porque es el instrumento principal, si no el único, para capturar al lector. Por ello abundan las metáforas, las aliteraciones, las hipérboles, la caracterización de personajes a través del habla; es éste un lenguaje descriptivo, no prescriptivo: Vargas escribe como la gente habla, no como “debería” hablar. Así, consigue la empatía y la atención del lector para exponer sus temas e ideas. Entonces el receptor lo escucha, lo comprende, se divierte y se observa a sí mismo caricaturizado, pero en lugar de ofenderlo le genera dudas, reflexiones y conocimiento. La escritura cumple así dos objetivos: por un lado, un fin estético-literario, manifestado en los temas expuestos y en el método empleado para presentarlos, por otro lado, el compromiso social surte efecto cada vez que el lector percibe, o descifra el rompecabezas artístico planteado por Vargas. Finalmente, el objetivo 75 unitario de la obra también se cumple: el lector absorbe la literatura (por lo tanto la cultura) a través de un medio, comprensible y divertido para él, que lo confronta con el mundo. Borola y Regino: los habitantes, la ciudad La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Borola es un personaje representativo del actor social citadino que, en la contradicción del doble discurso (moralmente hablando), encuentra un modo de sobrevivir: es valiente, determinada, frontal, combativa y aparentemente libre (o en proceso de emancipación); por otra parte es ama de casa, devota, eje emocional de su familia, dependiente del amor de Regino, esposa celosa, madre entregada, buena vecina y, aparentemente, prisionera de sus pasiones e ideales. Es machista si se trata de aceptar una novia con hijos para Ruperto y es feminista si se trata de quejarse de la sociedad patriarcal; es la hermana del ladrón, lo disculpa, lo quiere y sufre por él, pero es también ladrona. Es egoísta, avara y tramposa, mas es líder noble que lucha por el bien común. El liderazgo y complejidad de la señora Tacuche de Burrón transforma un robo, en la realidad literaria, en un llamado de unión al pueblo, en la realidad “real”. No enfrenta a Fuente Ovejuna contra el comendador, enfrenta a la vecindad del Cuajo contra el mercader abusivo, entonces, el monopolio mercantil representa la lucha del pueblo pobre ante el explotador capitalista. Al igual que Astucia y que Robin Hood, Borola no comprende el bien y el mal dentro de un marco legal del Estado, por lo tanto, la barrera entre correcto e incorrecto se difumina en su espacio de convivencia social, y resalta la importancia del fin antes que los medios. El robo, el atentar contra la vida humana, la amenaza y el bandidaje pierden, ante el lector, su calidad de crímenes y se vuelven recursos del personaje para lograr su objetivo: erigirse como héroe, salvaguardar el bien común, erradicar el hambre y defender al pueblo. La ciudad de México de La familia Burrón, que podría ser cualquier ciudad latinoamericana, está llena de problemas políticos, económicos y sociales, como la violencia, la pobreza, la desigualdad y el machismo; esto se nota tanto en sus personajes como en sus calles, en el espacio donde se lleva a cabo el juego social, por tanto, el efecto en los habitantes sólo puede ser desencanto, melancolía, pena, tristeza, etcétera. En la obra de Vargas, la ciudad de México es un sitio terrible donde se refleja la corrupción, el crimen, la carencia y múltiples factores negativos que trae consigo el México moderno; pero el nativo común no es capaz de observarlo debido a que la problemática de su ocupación es de orden inmediata: la supervivencia. Este habitante común está representado por Regino, a sus ojos todo signo de conflicto se verá anulado, esquivado, o, 76 Mauricio del Olmo Colín A la muerte de Gabriel Vargas incluso, obviado, para que la vida siga su curso, como si fuera un gesto de desdén por las “barbaridades” de Borola. Para él lo único con un valor legítimo es la institución familiar y, al contrario de su esposa, concentra su esfuerzo en edificar lo considerado como una familia estable: su celo está dedicado a sus hijos y a su pareja, su actitud es moralmente buena, decente y siempre en el marco de lo legal. Kakico Kukufate es un extraterrestre proveniente de Marte donde, según él, se vive en una sociedad utópica. Éste se convierte en un observador crítico y cruel que pone en evidencia lo terrible de vivir en la ciudad, en México, en la Tierra, al denunciar, sin ningún tipo de censura, las atrocidades cometidas a diario en el espacio de convivencia para los Burrón, pero ni siquiera la mirada externa de Kakico le quitará la venda de los ojos a Regino. Entonces, el lector tiene dos posibilidades para identificarse y enfrentar el mundo, ya sea con Borola, o con Regino: de coincidir con ella, el lector asume una postura más subversiva, más violenta, más jocosa; de identificarse con él, el lector comprende la obra con un punto de vista aún no explorado: el del sobreviviente. Este personaje se encarga de trabajar arduamente para llevar alimento al hogar; educar a sus hijos; corregir los vicios de sus seres cercanos; ser rector y juez moral en las actitudes negativas surgidas en su núcleo familiar. Sin embargo, no puede ocuparse de los asuntos que estén más allá de su nariz. Es un personaje de lo inmediato, re-activo, poco ingenioso y desinteresado en los problemas sociales. Pero Regino es también el balance de la historia, el sello institucional y regente íntegro; es quien da equilibrio y sensatez al estado de cosas en la historieta; establece límites que, sin ser opresivos o represivos en extremo, marcan la pauta moral que han de seguir, o no, los personajes. Por tanto, Regino es la pesa en el extremo opuesto de la balanza, el plomo en los zapatos de Borola, actitud que representa para el lector otra forma de vida, por lo tanto, otra forma de observar la obra. Hasta siempre don Gabriel 6 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La importancia de Gabriel Vargas y su obra La familia Burrón, es difícil de sintetizar y analizar completamente en un solo trabajo. En cambio, podemos especular sobre el futuro de La familia Burrón,6 ver en ella una obra artística mexicana del siglo XX que repercutió en la sociedad con tal fuerza que se ha ganado un lugar en las bibliotecas y librerías más importantes del país junto a los autores canónicos de nuestra literatura; un trabajo estético-literario, ya recuperado en formato de comic-book para Agradezco a Jorge Luis Herrera sus comentarios sobre este trabajo y su valiosa ayuda en la edición. A la muerte de Gabriel Vargas Mauricio del Olmo Colín 77 las ediciones completas y que, quizá, se considerará pronto un clásico de la literatura mexicana, así como un referente formal de la vida social y cultural de México. Sólo me queda enviar un sentido pésame a los deudos y destacar la vida artística de don Gabriel como creador, recreador y re-Creador de una gris ciudad de México que, hasta su llegada, no sabía reflejarse con optimismo y risas en su miseria. Este acto lo realizaría un hombre sencillo, recto, honesto y trabajador; un hombre que obligó a los altos círculos culturales mexicanos a voltear hacia abajo, a enfrentarse con el “México real”. Gabriel Vargas recibió elogios de los grandes iconos de la literatura mexicana del siglo XX, quienes han confesado la deuda cultural del país con Vargas, por ejemplo Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes y Sergio Pitol. Alfonso Reyes consideraba que Vargas merecía ocupar un sitio en la Academia de la Lengua: “Él ha registrado como nadie los giros del habla popular. Y no sólo eso, sino que a partir de allí ha inventado frases que se han vuelto del dominio público”.7 Don Gabriel, hombre humilde, preguntaba a su esposa “¿Por qué me hacen homenajes, si yo nada más trabajo?”. lc La Ciudad de México está de luto, la Ciudad de México hoy no existe, su creador ha muerto. Descanse en paz Gabriel Vargas. Bibliografía Del Olmo, Mauricio (2008), Carácter literario en dos historietas hispanoamericanas del siglo XX: Mafalda y La familia Burrón, tesis de licenciatura inédita, México, Universidad Autónoma Metropolitana. Eco, Umberto (1975), Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen. Ingarden, Roman (1998), La obra de arte literaria, México, Taurus. Paul, Carlos, “Muere Gabriel Vargas, talentoso cronista de la cotidianidad” en La Jornada (versión digital). Recuperado el 26 de mayo de 2010 http://www.jornada.unam.mx/2010/05/26/index.php?section=cultura&article= a03n1cul. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Vargas, Gabriel (2004), La familia Burrón, tomo 1, México, Porrúa. 7 Cita tomada del artículo “Muere Gabriel Vargas, talentoso cronista de la cotidianidad” en la versión digital del diario La Jornada, consultada el 26 de mayo de 2010. 78 Mauricio del Olmo Colín A la muerte de Gabriel Vargas Blanca Álvarez Caballero En la casa del Diezmo I Desenredo tu vida (los recuerdos). Y quisiera haber sido esa mujer enamorada. La misma que en las tardes, tan sonriente, iluminara el teatro no sólo con las comedias de algún Molière. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 II Devora sus lecturas, amante del gusto de tu reino. Ya si Molière o La Fontaine, Tartufo da unas vueltas mientras la actriz escucha atenta. Unas tardes inquisidora y otras, en el suspiro. Pero hoy desnuda, blanca y simple: Tan sólo a flor de piel. En la casa del Diezmo Blanca Álvarez Caballero 79 III Ser el pan que comías y el vino que degustabas con los tuyos. Ser la pequeña esquina, rincón donde en la casa saboreaste los dulces de Racine, diálogos con Voltaire y una palabra justiciera en Cicerón. Ser el baúl de las prohibidas cartas, la habitación del beso en la delgada línea que aún siente en comisuras una manzana roja desde el balcón soleado donde cuece la luz la infusión con guayabas y una mujer curiosa te espera desde ese umbral. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Ser la inocencia joven ante el encanto sumo de vestidura negra. Ante livianas botas que quita, una a una. La sotana se entibia y se calienta. El grosor de sus labios transita bajo el cuello. Él desabrocha los botones de ella y su mirada clara, verde uva, profundiza en sus ojos, sus mejillas. Desnuda su saliva el transparente velo que en rozados pezones desvanecen la luna. Se cierra aquel balcón. 80 Blanca Álvarez Caballero En la casa del Diezmo México vivo, paisajístico, ceremonial, festivo… desde la mirada milonguera de Fernando Martín La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Por Víctor Nava Marín México vivo, paisajístico, ceremonial, festivo… desde la mirada Víctor Nava Marín 81 Tuve la sensación de un ser esparcido sobre todo lo que se mueve o permanece quieto; sobre todo eso, perdido más allá del pensamiento y del conocimiento humano; al ojo humano invisible, pero vivo en el corazón. Baladas líricas, Dorothy Wordsworth Las elocuentes y espléndidas imágenes fotográficas que ilustran este número son La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 obra de un verdadero artista de la cámara quien, con sensibilidad estética y agudeza visual —no exentas de una sincera intención identitaria—, logra captar, en el preciso instante en el que la luz y la sombra se imbrican sobre un motivo u objeto, la esencia, la muda magia de la imagen que escrudiña y proyecta intrínsecas significaciones de los mismos; significaciones que, en el acto de la apercepción, estimulan el placer visual, la reflexión, el entendimiento… 82 Víctor Nava Marín México vivo, paisajístico, ceremonial, festivo… desde la mirada La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 No es casual que para Fernando la cámara sea el único vehículo utilizable en asuntos de trascendencia (el testimonio, la exaltación de lo profundo humano y la belleza); un medio superior al pensamiento racional, para desentrañar la realidad y cuestionar —desvelándolos— aquellos motivos con los que, por simpatía o convicción, se identifica, de manera mediata o inmediata, en su permanente deambular por el mundo. Las imágenes que aquí nos ofrece este artista dan cuenta de la sensibilidad y el espíritu libre que lo caracterizan desde que, tras abandonar su ciudad natal, Buenos Aires, empezó a experimentar en el fin del mundo, Ushuaia, las cromáticas tonalidades de la pródiga naturaleza y, a los once años, aprendió los secretos de la cámara con un profesor noruego. Estas experiencias habrían de imbuirle un sentido agudo en el manejo de la luz natural y de la cámara; sentido que se advierte de manera evidente en esta serie fotográfica que nos muestra a ese México vivo y peculiar que a veces no somos capaces de mirar con nuestros propios ojos. México vivo, paisajístico, ceremonial, festivo… desde la mirada Víctor Nava Marín 83 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Fernando Óscar Martín (1975). Originario de Buenos Aires, Argentina, ha sido un viajero incansable y vago de mil caravanas que se adentra en los pueblos para encontrar ahí el motivo de sus (pre)ocupaciones estéticas: la fotografía como un medio de expresión y de vida. Producto de su labor creadora, ha logrado reunir una extensa obra, la cual ha sido expuesta en los distintos lugares por los que ha transitado (Paraguay, Brasil, Venezuela, Colombia, entre otros países de América Latina, con la que se siente plenamente identificado). En México ha expuesto en varios estados de la república, además del Distrito Federal. En el Estado de México, donde actualmente radica, ha desarrollado una 84 Víctor Nava Marín México vivo, paisajístico, ceremonial, festivo… desde la mirada La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 fervorosa actividad como fotógrafo con exposiciones en distintos espacios de la UAEM; de igual modo sus trabajos se han conocido en diferentes municipios (Tenancingo, Ixtapan de la Sal, Tonatico, Villa Guerrero). Recientemente, con su trabajo Simulacro (el cual incluye temas relacionados con la Independencia y la Revolución), obtuvo el premio Nacional de Antropología e Historia, sumado a otros, que han sido convocados por grupos empresariales como cnn, Niko y Bancomer, entre otros. México vivo, paisajístico, ceremonial, festivo… desde la mirada Víctor Nava Marín 85 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Fernando Óscar Martín 86 Fernando Óscar Martín Fernando Óscar Martín La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Fernando Óscar Martín Fernando Óscar Martín 87 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 88 Fernando Óscar Martín Fernando Óscar Martín La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Fernando Óscar Martín Fernando Óscar Martín 89 Leonora Carrington, And Then We Saw the Daughter of the Minotaur, 1953. Paul Claudel Oriente de Paul Claudel Oriente de Paul Claudel Jorge Esquinca La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Luego de pasar casi veinte años como diplomático de su país en China y Japón, Paul Claudel publicó en Tokio un delgado libro: Cien movimientos para un abanico (1927). Los poemas que contiene son, en palabras suyas, “un intento de aplicar los principios de la poesía japonesa, transformándolos a través del gusto personal. Cada poema es muy breve, está compuesto por una sola frase, lo suficiente para dar soporte a un soplo —de sonido, sentimiento, palabras— o al aleteo de un abanico.” ¿Conocería el poeta francés los poemas publicados sólo unos años antes por José Juan Tablada? En ellos, el poeta vanguardista mexicano —fascinado también por el Oriente— deja constancia de sus admirables esfuerzos por trasladar a nuestra lengua el haikú japonés. Ninguno de los dos se ciñó a la regla: un poema de diecisiete sílabas encarnado en tres fulgurantes versos. El tratamiento de los temas y los resultados de uno y otro difieren. Hay, sin embargo, en ambos poetas, una predilección por la reticencia y la alusión en compañía de una mirada que privilegia a la naturaleza y, en ella, los pequeños detalles redescubiertos en las cosas de todos los días: flores, animales, insectos, utensilios… En los poemas de Claudel el abanico mismo —portador de los versos— se convierte en el tema. Es también el emisario de la palabra que, mediante el movimiento de una mano, puede proyectarse hasta los ojos, el oído y el espíritu mismo de un destinatario. He traducido, con gran libertad, veinte de estos movimientos. 91 Veinte movimientos para un abanico Sombra que me concede la luna como una tinta inmaterial. Acerca tu oído y escucha cómo en el fondo del pecho de un dios el amor tarda en apagarse. La peonía y este rubor en nosotros que precede al pensamiento. E La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 sta noche llovió vino lo sé bien pues no hay manera de poner término al parloteo de las rosas. Sólo la rosa es bastante frágil para decir la eternidad. 92 Jorge Esquinca Oriente de Paul Claudel Cierta rosa es menos un color que una respiración. Cuando no hay musa el poeta pesca sin anzuelo en una taza de sake. La sacerdotisa del sol está sentada en el plato de una balanza. Veloz una lágrima al cruzar un rayo de sol desaparece. Escucha el Emperador Ermitaño al Imperio ¿Qué pasaría si la cascada de pronto se detuviera? Quien no mira La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 la azalea no escuchará el torrente. Vela de un pequeño navío su cargamento unas cuantas sílabas. Oriente de Paul Claudel Jorge Esquinca 93 También el otoño es algo que comienza. N o son tres palabras negras sobre un ala blanca sino blancas migajas arrojadas hacia ti por un ala invisible. En la inmóvil oscuridad del verdor el rugido del púrpura. Callemos: el menor ruido basta para que recomience el tiempo. Es necesario La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 que haya en el poema cierto número que impide ser contado. Cedro: me lamento al pie 94 Jorge Esquinca Oriente de Paul Claudel de una torre inaccesible. A rde en mí una pena que intenta en vano convertirse en palabra. Que el aliento de este abanico disperse las palabras y sólo deje pasar aquello que conmueve. Fernando Óscar Martín. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Versión de Jorge Esquinca Oriente de Paul Claudel Jorge Esquinca 95 Lucia Maya, Niño Florido, 1988. Antonio Tabucchi Sueño de Miguel Angel Merisi, llamado Caravaggio, pintor y hombre iracundo La noche del primero de enero de 1599, mientras estaba en la Antonio Tabucchi Guillermo Fernández La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 cama de una prostituta, Miguel Angel Merisi, llamado Caravaggio, pintor y hombre iracundo, soñó que Dios lo visitaba. Dios se le aparecía adoptando la figura de Cristo, que apuntaba su dedo hacia él. Miguel Angel Merisi veíase en una taberna, jugando y apostando dinero. Sus compañeros eran unos truhanes y algunos de ellos ya estaban borrachos. Él no era allí el célebre pintor Miguel Angel Merisi, sino un parroquiano cualquiera, un depravado que reía y blasfemaba contra Cristo. Tú, le dijo Cristo, señalándolo. ¿Yo?, preguntó asombrado Miguel Angel Merisi; yo no soy un santo, sólo soy un pecador, no puedo ser escogido. Pero el semblante de Cristo era implacable y no había escapatoria. Su mano extendida no dejaba lugar a duda alguna. Miguel Angel Merisi agachó la cabeza y vio el dinero en la mesa. He cometido estupros, dijo, he matado, soy un hombre y tengo las manos manchadas de sangre. Llegó el criado de la hostería, llevando frijoles y vino. Miguel Angel Merisi se puso a comer y beber. En torno suyo todos 97 estaban inmóviles; sólo él movía las manos y la boca, como un fantasma. Cristo también estaba inmóvil, extendiendo su mano inmóvil, señalándolo con un dedo. Miguel Angel Merisi se puso de pie y lo siguió. Llegaron a un callejón inmundo, y Miguel Angel se puso a orinar en una esquina todo el vino que había bebido esa noche. ¿Por qué me buscas? preguntó Miguel Angel Merisi a Cristo. El hijo del hombre lo miró sin responderle. Recorrieron aquel callejón y salieron a una plaza. La plaza estaba desierta. Estoy triste, dijo Miguel Angel Merisi. Cristo volvió a mirarlo, pero sin responderle. Se sentó en una banca de piedra y se quitó las sandalias. Se frotó los pies y dijo: Estoy cansado; he venido a pie desde Palestina para buscarte. Miguel Angel Merisi estaba vomitando, apoyado en el muro de una esquina. Pero si soy un pecador, dijo en voz alta; no debes buscarme. Cristo se le acercó para tocarle un brazo. Yo hice de ti un pintor, y quiero un cuadro tuyo; luego podrás seguir la ruta de tu destino. Miguel Angel Merisi le preguntó, limpiándose la boca: ¿qué cuadro? Un cuadro de la visita que te hice esta noche en la taberna, sólo que tú serás Mateo. De acuerdo, dijo Miguel Angel Merisi, lo haré. Y se dio vuelta en la cama. En ese momento la prostituta lo abrazó, roncando. Nota La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Antonio Tabucchi, el célebre autor de Sostiene Pereira, nació en Pisa el 13 de septiembre de 1943. Si Tabucchi le “roba” sus historias a lo vivido, como ha escrito Bernard Comment, construye al mismo tiempo una estética del fragmento, coleccionando instantes que se manifiestan mediante relámpagos, intuición y epifanías, dejándole al lector la libertad de descifrarlos. Tabucchi, precisamente de acuerdo con la estética del fragmento, en la gran tradición de Baudelaire, Nietzsche y Benjamin, abre un mundo “generando chispas e iluminaciones que reverberan en la experiencia” (Remo Bodei) e inventa una gramática narrativa “cinematográfica”, donde contemporaneidad, sucesión y simultaneidad son empleadas para desmantelar el protocolo de la literatura realista. lc 98 Guillermo Fernández Antonio Tabucchi Gonzalo Ceja, A mi niño niño… Roberto Piva A Laura Petrecca & su telepatía La muerte cercana de Roberto Piva (1937-2010) inserta en el triunfo de La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 las estanterías luctuosas y los honores oficiales una obra que nunca fue destinada a la disecación ornamental, una obra que respiró, gozó, amó, padeció. Una obra o el estandarte de los parias, una obra o la construcción de una máscara inmortal, adolescente y apasionada, una obra o el carro de fuego (platillo volador, ángel, súcubo, epifanía) irrepresentable del profeta. Una obra, un impulso, una ola encarnizada rompiendo contra la realidad, una bocanada alucinante de destellos y palabras celestes. No un conjunto de poemas. No la reunión de textos claros. El misterio, los secretos, los nuevos mitos latinobrasilacidoutopicohomopaulistaschamánicos. La obra de Roberto Piva es, tanto una respuesta franca, marginal y urbana al convulso periodo de los años setenta en su país, como el intento (personalísimo) de una comunión con las raíces afro-brasileñas y con la naturaleza vista como reflejo de un alto estado de la libertad, de lo inconsciente-irracional siempre imaginable. El despliegue erótico, la búsqueda premeditada del delirio, la iniciación en cultos chamánicos, el ‘individualismo anarquista’ y arrebatos de visceralidad son algunos elementos vivenciales —y éticos— que articulan su escritura. Formado en sociología, durante algunos años Piva ejerce la docencia, luego renuncia para convertirse en productor de espectáculos de rock. 100 Sergio Ernesto Ríos Roberto Piva Biografía antiguo nombre de Véneto (Italia del Norte). Mi abuelo era de Saleto, cerca de Rovigo. El Libro de la Familia, que tenía allá en casa, cuenta la historia de un antepasado caballero que combatió en las Cruzadas. Como el abuelo Cacciaguida de Dante. Sólo que al regresar de las Cruzadas se hizo hereje & comenzó a predicar a favor del Demonio. Por orden del obispo local, fue quemado en la plaza pública con armadura & todo. En este momento, debe estar pasando una temporada en la IX Bolgia del Infierno de Dante. Lugar destinado a los sembradores de discordia. Los hijos huyeron de la ciudad & la descendencia continuó. Pero en materia de revuelta yo no necesito de antepasados. Mi vida & poesía han sido una permanente insurrección contra todas las Órdenes. Soy una sensibilidad antiautoritaria actuante. Prisiones, desempleo permanente, epifanías, estudio de las lenguas, LSD, hongos sagrados, pasones, jazz, rock, pasiones, delirios & todos los boys. El cine holandés informará. Sólo creo en el poeta experimental que tenga vida experimental. No tengo ningún patrón en un “Puesto”, ni saca-borrachos & guardacostas literarios en las redacciones de periódicos & revistas. Nada más provinciano que los clubcitos cerrados de la poesía brasileña, con sus autores-burócratas tratando de restaurar el Orden & cagando Reglas que el futurismo, dadaísmo, surrealismo & modernismo ya se encargaron de destruir. A estos neozhdanovistas de todos los matices, me gustaría recordarles este pasaje del manifiesto redactado por André Breton & León Trotsky: “En materia de creación artística, importa esencialmente que la imaginación escape a toda sujeción, no se deje imponer filiación bajo ningún pretexto. A aquellos que nos presionan, hoy o mañana, para que consintamos que el arte sea sometido a una disciplina que sustentamos radicalmente incompatible con sus medios, oponemos una recusa inapelable, y nuestra deliberada voluntad de mantenernos en el lema: todas las licencias en arte”. Cierro también con John Cage & no abro: “Estoy por la multiplicidad, la atención dispersa y la descentralización, y por tanto me sitúo del lado del anarquismo individualista”. O Jean Dubuffet: “El unísono es una música miserable”. Necesitamos creaciones desprovistas de reglas & de convenciones paralizantes. La poesía es un salto en la oscuridad como el amor. Por eso, mis lectores preferidos son los herejes de todas las escuelas & los transgresores de todas las leyes morales & sociales. Como no soy intelectual de izquierda, estoy siempre de regreso al problema del varo. Pasolini comenzó la cuenta regresiva de nuestro planeta a partir de la desaparición de las luciérnagas en Italia. Yo podría comenzar la misma cuenta regresiva a partir del desconocimiento & desaparición de la abeja Jataí en Brasil. Creo que, para la defensa de nuestro planeta, las mejores ideas, como dice Edgar Morin, son las ideas “biodegradables”. Una tarde, en una isla olvidada del litoral sur de São Paulo, un muchacho con ojos de Afrodita me preguntó en lo que creía. Respondí: Amor, Poesía & Libertad. Y en los Ovnis también. Iguape (SP) Febrero de 85 Hora Cósmica del Leopardo Roberto Piva Sergio Ernesto Ríos 101 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Nací en la maternidad Pró-Matre en el corazón de São Paulo hace 46 años. Piva es un La catedral del desorden Nuestra batalla fue iniciada por Nerón y se inspira en las palabras moribundas: “Qué bonitos ojos tiene este idiota”. Sólo el desorden nos une. Escépticamente, Bárbaramente, Sexualmente. Nuestra Catedral está impregnada del descomunal espectáculo del Desastre. Nosotros nos manifestamos contra la aurora con el crepúsculo, contra la lambretta con la motocicleta, contra el licor con la marihuana, contra el tenis con el box, contra la radio-patrulla con la Dama de las Camelias, contra Valéry con D.H. Lawrence, contra las gaviotas con los zorrillos, contra el futuro con el presente, contra el pozo con la fosa, contra Eliot con el Marqués de Sade, contra la bomba de gas de los funcionarios públicos con los chicles de los eunucos y sus concubinas, contra Hegel con Antonin Artaud, contra la guitarra con la batería, contras las responsabilidades con las sensaciones, contra las trayectorias en los negocios con los rostros pálidos y visiones nocturnas, contra Mondrian con Chirico, contra la mecánica con el Sueño, contra las libélulas con los cangrejos, contra los huevos cartesianos con el aceite de Ricino, contra el hijo natural con el bastardo, contra el gobierno con una convención de cocineros, contra los arcángeles con los querubines homosexuales, contra la invasión de mariposas con la invasión de langostas, contra la mente con el cuerpo, contra el Jardín Europa con la Plaza de la República, contra el cielo con la tierra, contra Virgilio con Catulo, contra la lógica con la Magia, contra las magnolias con los girasoles, contra el cordero con el lobo, contra el reglamento con la Compulsión, contra los postes con los luminosos, contra Cristo con Barrabás, contra los profesores con los chamanes, contra el medio día con la media noche, contra la religión con el sexo, contra Tchaikovsky con Carl Orff, contra todo con Lautréamont. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Los que transforman la chatarra s. p. marzo 1962 102 Sergio Ernesto Ríos Roberto Piva abandonar todo. conocer playas. amores nuevos. poesía en cascadas floridas con arañas azuladas en los helechos. todo trabajador es esclavo. toda autoridad es cómica. hacer de la anarquía un método & modo de vida. carreteras. bocas perfumadas. cervezas tomadas en los campamentos. Soñar Alto. ustedes están ciegos gracias al temor miradas muertas chupándome la sangre no seré su sobremesa en esta corta temporada en el infierno yo quiero que sus rostros canten yo quiero que sus corazones exploten en lenguas de fuego mi silencio es un galope de búfalos mi amor cometa nómada de risa indomable hagan sus orificios canten el himno a la estrella de la mañana torres & cabañas donde fue flechado el arcoíris yo abandoné el pasado la esperanza y memoria el vacío de la década de 70 soy un navío lanzado al altamar de las futuras combinaciones para Carlitos Roberto Piva Sergio Ernesto Ríos 103 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 v oy a moler tu cerebro. voy a despedazar tus muslos imberbes & blancos. voy a dilapidar la riqueza de tu adolescencia. voy a quemar tus ojos con hierro ardiente. voy a incinerar tu corazón de carne & de tus cenizas voy a fabricar la substancia enloquecida de las cartas de amor. (música de Bach de fondo) La piedad Yo rugía en los poliedros de la Justicia mi momento La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 abatido en la extrema palizada los profesores hablaban del afán de dominar y de la lucha por la vida las señoras católicas son piadosas los comunistas son piadosos los comerciantes son piadosos sólo yo no soy piadoso si yo fuera piadoso mi sexo sería dócil y sólo se erguiría los sábados de noche yo sería un buen hijo mis colegas me llamarían matadito y me harían preguntas ¿por qué el navío boya? ¿por qué el clavo se hunde? yo dejaría proliferar una úlcera y admiraría las estatuas de fuertes dentaduras iría a bailes donde no podría llevar a mis amigos pederastas o barbudos yo me universalizaría en el sentido común y ellos dirían que tengo todas las virtudes yo no soy piadoso nunca podré ser piadoso mis ojos retiñen y se colorean de verde Los rascacielos de carroña se descomponen en los pavimentos los adolescentes en las escuelas bufan como perras asfixiadas arcángeles de azufre bombardean el horizonte a través de mis sueños 104 Sergio Ernesto Ríos Roberto Piva Visión de são paulo de noche Poema Antropófago bajo Narcótico En la esquina de la calle São Luiz una procesión de mil Roberto Piva Sergio Ernesto Ríos La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 personas enciende velas en mi cráneo hay místicos hablando idioteces al corazón de las viudas y un silencio de estrella partiendo en vagón de lujo fuego azul de gin y tapiz coloreando la noche, amantes chupándose como raíces Maldoror en copas de marea alta en la calle São Luiz mi corazón mastica un pedazo de mi vida la ciudad con chimeneas creciendo, ángeles limpiabotas con su argot feroz en la alegría plena de las plazas, muchachas desharrapadas definitivamente fantásticas hay un bosque de cobras verdes en los ojos de mi amigo la luna no se apoya en nada yo no me apoyo en nada soy un puente de granito sobre llantas de garajes subalternos teorías simples escaldan mi mente enloquecida hay bancos verdes desplegados en el cuerpo de las plazas hay una campana que no repica hay ángeles de Rilke dando las nalgas en los mingitorios reino-vértigo glorificado espectros vibrando espasmos besos resonando en una bóveda de reflejos grifos tosiendo, locomotoras aullando, adolescentes roncos enloquecidos en la primera infancia los malhechores juegan yoyo en la puerta del Abismo yo veo a Brama sentado en flor de loto Cristo robando la alcancía de los milagros Chet Baker gañendo en la vitrola yo siento el choque de todos los hilos saliendo por las puertas rotas de mi cerebro yo veo putos putas patanes torres plomo placas chopes vitrinas hombres mujeres pederastas y niños se cruzan y se abren en mí como luna gas calle árboles luna medrosos surtidores colisión en el puente ciego durmiendo en la vitrina del horror me disparo como una tómbola la cabeza hundiéndoseme en la garganta 105 llueve sobre mí mi vida entera, angustia ardo me agito en las tripas, mi amor, yo cargo tu grito como un tesoro enterrado quisiera derramar sobre ti todo mi epiciclo de ciempiés libertos asco furia de ventanas ojos bocas abiertas torbellinos de vergüenza, correrías de marihuana en picnics flotantes avispas paseando en respuesta de mis ansias muchachos abandonados desnudos en las esquinas angélicos vagabundos gritando entre las tiendas y los templos entre la soledad y la sangre, entre las colisiones, el parto y el Estruendo Paranoia en astracán Yo vi una linda ciudad cuyo nombre olvidé La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 donde ángeles sordos recorren las madrugadas tiñendo sus ojos con lágrimas invulnerables donde niños católicos ofrecen limones a pequeños paquidermos que salen escondidos de los corrales donde adolescentes maravillosos cierran sus cerebros a los tejados estériles e incendian internados donde manifiestos nihilistas distribuyendo pensamientos furiosos acometen la descarga sobre el mundo donde un ángel de fuego ilumina los cementerios de fiesta y la noche camina en su hálito donde el sueño de verano me tomó por loco y decapité al Otoño de su última ventana donde nuestro desprecio hizo nacer una luna inesperada en el horizonte blanco donde un espacio de manos rojas ilumina aquella fotografía de pez oscureciendo la página donde mariposas de zinc devoran las góticas hemorroides de las beatas donde las cartas reclaman drinks de emergencia a lindos tobillos arañados donde los muertos se fijan en la noche y aúllan por un puñado de penas lánguidas donde la cabeza es una bola digiriendo los acuarios desordenados de la imaginación 106 Sergio Ernesto Ríos Roberto Piva Juan Soriano, La niña muerta (detalle), 1938. Robert Creeley Ellos Me imaginaba qué había pasado con los acordes. Había una música, todos seguían un patrón. Quizá había una intención. No hay campo pero ellos caminan en él. No hay lugar La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 en el que no estén, cualquier prudencia es inútil. Quieren un tiempo, tienen un tiempo, cada uno en su sitio, una llegada interminable. 108 Santiago Matías Ellos They I wondered what had happened to the chords. There was a music, they were following a pattern. It was an intention perhaps. No field but they walk in it. No place without them, any discretion is useless. They want a time, they La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 have a time, each one in his place, an endless arrival. Escritor prolífico, Robert Creeley (1926-2005) representó para la poesía norteamericana uno de sus momentos más altos de la segunda mitad del siglo XX. Su fallecimiento, hace cinco años, trajo consigo un renovado interés por su obra, sin duda fundamental para comprender el desarrollo y actual estado de la poesía estadounidense heredera de las inquietudes (la experiencia humana como catalizador para acceder a su esencialidad) y vías características de su trabajo. lc Ellos Santiago Matías 109 Olga Costa, Niño muerto, 1944. Araceli Aguirre Aguirre Bibliofilia e investigación histórica: la Suma de doctrina cristiana de Constantino Ponce y la Doctrina cristiana cierta y verdadera de Juan de Zumárraga Bibliofilia e investigación histórica: la Suma de doctrina… Araceli Aguirre Aguirre 111 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 P ara los historiadores y para los detectives policíacos las evidencias o pruebas sobre los hechos que se desean conocer son muy importantes. Mientras un detective se vale de cartas, fotografías, videos, declaraciones de testigos; un historiador se auxilia de documentos, objetos, obras de arte o edificios, pues por lo general estudia cosas del pasado. Durante el siglo XIX, los historiadores se apegaron a la teoría positivista de la historia. En las ciencias, y en general en casi todas las disciplinas del conocimiento, utilizaban la teoría del método experimental y evidencial de las ciencias naturales. El positivismo usado en la investigación histórica requería que lo expuesto por un historiador fuera sumamente veraz, para ello, lo relatado por un estudioso de la historia debía basarse en fuentes tangibles, reales y originales. Más importante era la validez de las fuentes que la inferencia, la suposición o imaginación que el historiador utilizara para realizar una investigación y una interpretación sobre un asunto del pasado. Por esta misma situación teórica hubo en el siglo XIX, a manera de moda intelectual, la proliferación de bibliófilos o aficionados a coleccionar libros antiguos y de difícil localización. La existencia de estos personajes ha contribuido al trabajo de los historiadores, quienes no sólo recopilan obras antiguas, las clasifican y cuidan por su originalidad, sino también las interpretan y relacionan su contenido con el presente de manera reflexiva e incluso filosófica. Para la investigación de un tema, efectivamente, se requiere de fuentes documentales, pero mientras ocurre el proceso de recopilación de información, el historiador se encuentra con experiencias y hallazgos singulares. La reunión de información es una de las partes más fascinantes y emocionantes durante el proceso de una investigación histórica. Un ejemplo de esta etapa es cuando se encuentran datos coincidentes entre distintos autores; o cuando en el camino se halla, accidentalmente, con algún dato ignorado. Otro ejemplo es descubrir escritos de autores tan remotos en el tiempo y advertir en sus textos ciertas coincidencias temáticas. Durante la investigación sobre ideas erasmistas y reformistas católicas del siglo XVI en doctrinas cristianas de México se hallaron en primera instancia, dos doctrinas cristianas que coincidían en su contenido y en su forma. Se trata de las obras: Doctrina cristiana cierta y verdadera, ediciones 1545-46, 1546 (reimpresión con un Suplemento), publicadas en México por orden de Juan de Zumárraga;1 y Suma de doctrina cristiana, La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 editada en 1543, 1545, 1551, escrita y publicada en Sevilla por Constantino Ponce de la Fuente.2 Ya desde el siglo XVI se conocía y se indicaba que la doctrina de Zumárraga era una copia de la de Constantino Ponce. La única diferencia entre ambas obras es que la de Zumárraga está redactada de manera corrida, a manera de una sola exposición; mientras la de Ponce es un diálogo entre un padre, su hijo y el padrino, quien interroga al ahijado en torno a las cuestiones de la doctrina cristiana. Este diálogo recuerda el estilo de autores como Erasmo de Rotterdam, quien antes escribió una obra similar, la Pietas puerilis: “el joven Ambrosio, que recuerda bastante al Gaspar de la Pietas puerilis de Erasmo, sufre en presencia de Patricio, su padre, un interrogatorio de su maestro Dionisio acerca de las verdades esenciales de la religión” (Bataillon, 1996: 524). Precisamente, un bibliófilo del siglo XIX encontró un ejemplar de la Doctrina... de Zumárraga, edición de 1546, con ciertas anotaciones a mano. Por ejemplo, al final del Laus deo, dice: “Constantino es éste y no Zumárraga”, otra nota: “Hasta aquí tomó su señoría de Constantino Doctor”, y al margen de la conclusión del Suplemento de la Doctrina... se 1 Fray Juan de Zumárraga fue el primer obispo de México (1468-1548), y primer inquisidor episcopal de México, promovió la creación de la Universidad de México, trajo la primera imprenta al Nuevo Mundo, promovió la impresión y difusión de numerosos instrumentos de pastoral (doctrinas cristianas, confesionarios, etcétera) para evangelizar la Nueva España. Entre otras labores y puestos. 2 El doctor Constantino Ponce de la Fuente fue canónigo y predicador de la catedral de Sevilla durante el siglo XVI. También trabajó en la corte del rey Carlos V y del príncipe Felipe. Fue universitario salido de Alcalá de Henares. Comulgó con las ideas de Erasmo de Rotterdam, aunque en 1558 el Santo Oficio lo acusó de luterano y de tener orígenes judíos. Sus libros fueron prohibidos y quemados. Constantino murió en 1559 en la cárcel de la inquisición antes de terminar su proceso y, posteriormente, en el auto de fe del 22 de diciembre de 1560 se quemó su efigie por encontrarlo culpable. 112 Araceli Aguirre Aguirre Bibliofilia e investigación histórica: la Suma de doctrina… La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 expresa: “Erasmo fecit” por tratarse de un resumen de la conclusión de la Paraclesis, obra de Erasmo de Rotterdam, publicada alrededor de 1505 en Italia. Este bibliófilo del siglo XIX fue el clérigo Manuel Solé, quien publicó en el periódico El Tiempo, en 1887, un artículo titulado “Los catecismos de Fray Juan de Zumárraga”3 (Solé, 1887: 1). Sin embargo, su situación de bibliófilo y de clérigo católico le hicieron interpretar de esta manera los documentos: Solé da a entender en su artículo que la Doctrina... de Zumárraga fue erasmista porque el texto original era precisamente de un seguidor de Erasmo, el doctor Ponce. Además, si el Suplemento tiene por conclusión un resumen de otra conclusión de una obra de Erasmo de Rotterdam, es porque no fue escrita por Zumárraga, sino por algún fraile agustino, pues en este documento se menciona varias veces a san Agustín, citándose sus obras y añadiéndose después del colofón. Solé enfatiza que la Doctrina... y su Suplemento de 1546 no son de la autoría de Zumárraga, pues el primer obispo de México no pudo ser de ninguna manera un erasmista luterano. Solé no da ninguna interpretación o explicación del porqué Zumárraga imprimió y difundió una doctrina cristiana de un erasmista en México. Se habla de la Doctrina cristiana cierta y verdadera como una copia de la Suma de doctrina cristiana de Constantino. Joaquín García Icazbalceta explica que esta Doctrina... de 1546, es la edición corregida y aumentada de una editada en 1545-46, cuyo título era Doctrina cristiana que en suma se contiene..., pero el único ejemplar del que tuvo noticia Icazbalceta y del cual reprodujo una copia de su portada y colofón en su Bibliografía mexicana del siglo XVI (Icazbalceta, 1954: 491), fue extraído de la Biblioteca Provincial de Toledo y se ignora su paradero. También se refiere que la Doctrina... de 1546 se conserva en varios ejemplares. Uno de ellos está en la Biblioteca del Museo Británico, otro en la Biblioteca Huntington, San Marino en California (Resines, 1992: v. 2, 10). La Biblioteca Cervantina del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey tiene otro ejemplar (Corcuera, 1997: 10). La primera edición de la Suma de doctrina cristiana es de 1543 y fue impresa en Sevilla, de ésta se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional de París (Corcuera, 1997: 202, 294). Existen dos ejemplares más, uno de 15454 y otro de 1551, ambos editados en Sevilla. Luis de Usóz y Río utilizó la edición de 1551 para publicar una edición facsímil en Barcelona, en 1863 (Usóz y Río, 1983: 415-418). La explicación del porqué Zumárraga copió o utilizó la Suma... del doctor Constantino, para imprimirla como una doctrina cristiana útil en la evangelización de la Nueva España quizá se deba, en parte, a la petición de una doctrina larga y una breve por parte de la Junta de Obispos de 1546 (Gil, 1993: 248; Luque y Saranyana, 1992: 169-170; Resines, 1992: v. 1, p. 39-42; Corcuera, 1997: 201). Por otra, a la transcripción de textos, sin necesidad de citar al primer autor (según la tradición medieval), sobre todo los de utilidad religiosa. En la literatura española del siglo XVI era una costumbre muy difundida el utilizar fragmentos de textos entre unos y otros escritores; no existía una autoría individual para quienes redactaban originalmente un texto. 3 Este diario se puede ver en el Fondo Reservado de la Hemeroteca Nacional de México. 4 Según Luis de Usóz y Río, hubo un ejemplar de la Suma... de 1545 en el Trinity College de Dublín, Irlanda. Bibliofilia e investigación histórica: la Suma de doctrina… Araceli Aguirre Aguirre 113 Existe una gran diferencia en la utilidad como instrumento de pastoral entre la Suma... y la Doctrina... Para Constantino, es necesario preparar exhaustivamente a los hombres de la recién “recuperada” Sevilla del siglo XVI5 para que fuesen buenos cristianos. Por su formación universitaria e ideológica, afín a las ideas erasmianas, prefiere que los catequizados, además de cumplir con las ceremonias de los sacramentos, los apliquen a su vida. En cambio, para Zumárraga, la realidad de la Nueva España se imponía ante el poco tiempo que tenía para enseñar pacientemente todos los detalles de una innovadora manera de vivir la fe, además, también estaba la urgencia por bautizar miles de almas con el fin de continuar con los sacramentos que los cristianos debían profesar durante toda su vida. Sin embargo, Zumárraga escoge reproducir una doctrina cristiana de un seguidor de Erasmo, el doctor Ponce, y publicar el resumen de una conclusión en una obra del mismo Erasmo, la Paraclesis, en el Suplemento de la Doctrina cristiana cierta y verdadera. Las ideas reformistas católicas fueron utilizadas de manera práctica por el primer obispo, sin embargo, la diferencia de la doctrina mexicana con la sevillana radica en su utilidad y en la realidad de cada personaje. LC Bibliografía Bataillon, Marcel (1996), Erasmo y España. Estudio sobre la historia espiritual del siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica, 921 pp. Corcuera, Sonia (1997), El fraile, el indio y el pulque. Evangelización y embriaguez en la Nueva España (15231548), México, Fondo de Cultura Económica, 309 pp. García Icazbalceta, Joaquín (1954), Bibliografía mexicana del siglo XVI. Catálogo razonado de libros impresos en México de 1539 a 1600. Con biografías de autores y otras ilustraciones, México, Fondo de Cultura Económica, 591 pp. Gil, Fernando (1993), Primeras “Doctrinas” del Nuevo Mundo. Estudio histórico-teológico de las obras de Fray Juan de Zumárraga (+ 1548), Buenos Aires, Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”, 750 pp. Luque, Elisa y Josep-Ignasi Saranyana (1992), La Iglesia católica en América, Madrid, Mapfre, 371 pp. Resines, Luis (1992), Catecismos americanos del siglo XVI, 2 vols., Madrid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo. Solé, Manuel, “Los catecismos de Fray Juan de Zumárraga”, en El Tiempo. Diario católico, México, 15 de enero de 1887, Año IV, Núm. 1021. Editor y director Victoriano Agüeros, p. 1. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Usóz i Río, Luis de (1983), Summa de doctrina cristiana (facsímil de la Suma..., 1551 de Constantino Ponce, 1863), Barcelona, 460 pp. 5 Recuérdese que la presencia musulmana en España duró casi ocho siglos y que se concentró sobre todo al sur de la península. Ya para los siglos XIV y XV, los reinos cristianos del norte de España se ocuparon de “reconquistar” los territorios musulmanes, por eso se dice que Sevilla era de las ciudades relativamente recién recuperadas. 114 Araceli Aguirre Aguirre Bibliofilia e investigación histórica: la Suma de doctrina… Hilda Lagunas Ruiz La concepción de la muerte en México durante el virreinato a religión católica profesada por los habitantes de México en general y por los del valle de Toluca en particular, impactó en su quehacer diario, generó, lógicamente, una serie de costumbres y normas que se convirtieron en rituales de trascendencia social. Las personas se preocupaban, más allá del mundo terrenal, por la salvación de su alma; su concepto de la muerte y del más allá generó actitudes reflejadas en su vida cotidiana. En este trabajo se enfatiza en esa actitud ante la muerte que predominó en sus creencias, su fe en el más allá y el ritual realizado desde el momento en que los individuos estaban gravemente enfermos, durante su agonía, el instante de la muerte y después de ésta. La religión católica vinculaba sufrimiento, enfermedad y muerte con el pecado, lo cual explica la trascendencia de la religión en cada individuo y permite razonar sobre la efectividad de la esperanza para encontrar la resignación ante las adversidades que culminarían con la muerte terrenal, pero alentaban la idea de la vida eterna después de fallecidos. La conciencia de la temporalidad de la vida terrenal provocaba que familias completas, padres e hijos, buscaran la benevolencia divina mediante la obediencia religiosa, la administración de los sacramentos y auxilios espirituales: bautismo, confesión, comunión, extremaunción, con la finalidad de asegurar la salvación del alma y, de ese modo, evitar las La concepción de la muerte en México durante el virreinato Hilda Lagunas Ruiz 115 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 L Juan de Dios Machain. Fines del siglo XIX y principios del XX. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 penas eternas. Se puede apreciar cómo ante esa marcada necesidad de buscar la salvación, se valieron de todos los medios que tenían a su alcance. Hablar sobre la vida cotidiana permite entender cuáles fueron los cambios y cuáles las permanencias que tuvieron los testadores del valle de Toluca en el periodo virreinal. La actitud ante la muerte refleja las características de un grupo con rasgos comunes en su manera de actuar, sentir, pensar y creer, tanto en el plano material como en el espiritual; pero también con diferencias generadas por su raza, origen, residencia y estatus social. Estar ubicados en la cima de la estratificación social no era garantía para lograr una vida eterna y así, aunque su poder, prestigio y riqueza eran reconocidos por los demás, necesitaban buscar los medios para la salvación de su alma. La muerte ha sido, en todas las culturas, la gran preocupación del hombre. Su significado es el reto más profundo al que se enfrenta la humanidad. La muerte en sí misma es un misterio; por eso, su noción se encuentra más allá de lo inteligible. Como motivo de reflexión y experiencia humana genera una serie de atavismos, mitos, tabúes y rituales, reflejados en el modo de pensar de cada época y cada cultura. La concepción más generalizada sobre la muerte que tenían los habitantes de México estaba inmersa en la visión cristiana-católica, la cual la define como la transición de la vida al más allá; la partida del mundo de las penas y del pecado. Según esta cosmovisión, el hombre fue creado por Dios para gozar de la vida eterna en el Paraíso; pero Adán y Eva, los 116 Hilda Lagunas Ruiz La concepción de la muerte en México durante el virreinato La concepción de la muerte en México durante el virreinato Hilda Lagunas Ruiz La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 primeros padres, al desobedecer la voluntad divina, fueron expulsados del paraíso y la vida se hizo finita. De ahí surgen tres nociones: pecado, culpa y finitud. El misterio de la muerte se matiza con la fe, pues no se considera como un final absoluto sino como un más allá donde la divinidad otorga la vida allende de los límites temporales y espaciales; se concibe a la muerte como inicio de la vida eterna. La fe en la resurrección iluminaba el misterio de la muerte, esto indicaba que para el creyente “justo” todo comenzaba al morir. La inseguridad de los creyentes en cuanto a merecer la vida eterna creaba una verdadera incertidumbre. Al respecto, la doctrina cristiana habla de un juicio particular y otro universal, en ellos la divinidad hace un justo examen de la vida y obra del individuo; el primero, inmediatamente después de su muerte y el segundo, al final de los tiempos. El rumbo seguido por cada hombre se determina con la muerte, ya sea el cielo o el infierno, dependiendo de la conducta tenida en la vida terrenal. Tal parece que la vida era la preparación de la muerte y en ésta se ganaba o se perdía la gloria eterna. Desde la perspectiva de la doctrina de la época, la muerte física era el acceso a la vida verdadera. Para quienes no tenían fe, no había salvación y eran condenados a las tinieblas. Los que morían en pecado tenían la posibilidad de alcanzar la vida eterna a través del purgatorio, sitio de tránsito para la redención. De este modo, los creyentes se sostenían de la esperanza, sin la cual la vida resultaba insoportable. Esta ideología católica coincidía con la escala de valores dominantes durante este periodo. La actitud de los hombres ante la muerte se reflejó en su forma de pensar y de vivir. Los medios para alcanzar a Dios con una buena muerte eran la práctica de la piedad, bondad, caridad y misericordia expresadas no sólo en términos sociales y culturales sino ideológicos y espirituales, transmitidos de generación en generación.“Uno de los horizontes fundamentales de las religiones y las sociedades, es el más allá. La vida del creyente experimenta un cambio cuando piensa que no se lo juega todo con la muerte” (Le Goff, 1981: 9). La muerte estaba regulada por un ritual consuetudinario. La certeza de la muerte hizo reflexionar a los fieles sobre la fragilidad de la vida y lo infructuoso de sus esfuerzos, ambiciones y pasiones. Vivir con el peso de la muerte en el desarrollo mismo de la vida cotidiana motivó conductas nuevas como asistir a misa, rezar diario, realizar constantes obras pías con la finalidad de prepararse adecuadamente para el tránsito al más allá. Las conductas y creencias de los hombres permiten comprender las acciones espirituales antes, en el momento y después de la muerte. ¿Qué pensaba el agonizante en su lecho? ¿Qué actividades realizaban los familiares y eclesiásticos para asegurar un tránsito sin obstáculos? ¿Cuáles eran las prácticas en el acto de morir? ¿Qué lugares eran utilizados como cementerios? ¿Cuál era la participación de la sociedad en los actos fúnebres? ¿Cómo se preparaban antes de la muerte con la finalidad de garantizar la salvación del alma? Estas interrogantes tratarán de explicarse aquí. Los hombres tenían fe absoluta en la inmortalidad del alma y trataban de vivir de acuerdo con el dogma religioso cristiano-católico. Así, sabían que una vida apegada a los cánones marcados por la Iglesia llevaría el alma al reino de Dios; una vida contraria a los preceptos convencionales conduciría al infierno; y una vida pecadora pero con posibilidades de redención, mantendría al alma en el purgatorio para, pagados los pecados, obtener el reino de la vida eterna. La salvación se vivía sólo en la fe, por lo que el cristiano invocaba la 117 salvación y la redención en Cristo y por Cristo, a la Santísima Trinidad, a la Santísima Virgen María, a San Joseph, a los santos y santas de su devoción, en general, a la Corte Celestial. Los hombres manifestaban su aceptación de la muerte, considerándola como un deseo de Dios y la conceptualizaban como un fenómeno natural. Mediante diversos testimonios se pueden constatar las acciones desarrolladas desde el momento en que una persona fiel enfermaba de gravedad, hasta después de su muerte. Éstas implicaban: Cuando la persona creyente fallecía, se daba aviso a familiares, amigos, vecinos, religiosos y funcionarios en forma verbal, de persona a persona, y por la iglesia del lugar que, por medio del toque de las campanas acompasadas a duelo, divulgaba la noticia a todo el poblado y suplicaba sufragios. Se iniciaban los trámites para los funerales y tanto parientes como amigos del difunto amortajaban el cadáver. Una vez amortajado “se le acostaba con vistas al cielo, vuelto hacia el oriente, con las manos cruzadas sobre el pecho, generalmente con el rostro al descubierto y metidos en una caja de madera” (Aries, 1984: 23). Amortajar y asear el cadáver era una tradición muy antigua, por eso algunos hacendados explicitaban el atuendo con el que disponían se les amortajase: “Es mi voluntad sea mi cuerpo amortajado con el hábito de Nuestra Madre y Señora de la Merced y en lo exterior con el de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, sepultado en el convento de la Merced de esta ciudad”.1 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Durante esta época, hubo mayor preferencia por amortajarse con el hábito de San Francisco. Esta práctica se explica porque los franciscanos fueron el grupo de mendicantes más extendido en la Nueva España y en el valle de Toluca, lugares donde desempeñaron una importante y ardua labor religiosa. Este grupo fue el más predominante en comparación con las demás órdenes regulares, por dicho motivo se construyeron, desde el siglo xvi, conventos franciscanos en varios lugares del valle de Toluca, entre otros, Jilotepec, Zinacantepec, Metepec, Calimaya y Toluca. Las acciones que más permitieron ganar indulgencias fueron: vestir un hábito de determinado santo o santa; hacer donaciones a iglesias, conventos, clérigos; dar limosnas a cofradías, conventos, hospitales, colegios, huérfanos, pobres, indios y, en general, hacer obras piadosas. Cabe señalar que el Papa León X concedió indulgencias plenarias a quienes fueran vestidos con el hábito de San Francisco. Por la evidente actitud de los fieles en su carrera por ganar indulgencias, para salvar su ánima, la Iglesia obtenía significativos ingresos y la obediencia de los fieles a los dictados cristianos: asistir a misa y cumplir con los sacramentos. Philippe Aries describe la época como un periodo de explotación de las indulgencias (Aries, 1984: 137). Tras el amortajamiento, el cadáver se colocaba en un ataúd y se exhibía por lo menos un día; después de ser velado se llevaba a la iglesia para la misa de cuerpo presente y enseguida se trasladaba al cementerio. El día previo al entierro, a la casa del finado asistían amigos, familiares, vecinos, sirvientes, indígenas y esclavos que oraban alrededor de él. 1 AGNEM, Notaría No. 1 de Toluca, C.134, L.1, Fs.310v.-313. 118 Hilda Lagunas Ruiz La concepción de la muerte en México durante el virreinato Olga Costa, Niño muerto, 1944. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La presencia del clero en los cortejos fúnebres, además de señal de devoción, era signo de prestigio no sólo para el muerto sino para los familiares. El vocablo “sepultura” proviene de la palabra sepelio que significa “meter so tierra”. Es el lugar señalado en el cementerio para enterrar el cadáver. Era un derecho de todo fiel difunto ser enterrado en un lugar sagrado y con los ritos correspondientes. Durante la época colonial, en el valle de Toluca, todo cementerio estaba situado en las zonas pobladas, particularmente, dentro del perímetro de la iglesia parroquial conventual, de algún hospital o colegio. La ubicación de los cadáveres dentro del cementerio estaba claramente normada, así, el sitio iba de acuerdo con su condición económica, política y social, tanto de civiles creyentes como de religiosos. Se dispuso que las sepulturas de los clérigos fueran separadas de los laicos y también los sacerdotes de los clérigos de orden inferior, asimismo los cuerpos de los niños bautizados de los demás difuntos laicos (Regatillo, 1959: 416). En el valle de Toluca, los fieles católicos aseguraban que su cadáver quedase dentro del perímetro de un lugar sagrado y ordenaban ser sepultados no sólo en atrios de parroquias o conventos, sino dentro de las iglesias parroquiales conventuales, colegios y hospitales. Al respecto, Philippe Aries menciona que el cementerio en el seno de la iglesia significó una marcada evolución de la práctica funeraria, considerando más provechosa la cercanía de los muertos con los mártires y los santos. La Iglesia se esforzaba por reservar los lugares consagrados sólo para aquellos que morían en regla con ella (Aries, 1984: 46). Por eso, los cuerpos ocuparon, además del suelo de los atrios, las bóvedas subterráneas, las capillas, los altares y cuanto lugar hubiese disponible en las iglesias. La práctica fue tal que debieron emitirse disposiciones para prohibir el entierro dentro de las iglesias. La concepción de la muerte en México durante el virreinato Hilda Lagunas Ruiz 119 Frida Kahlo, El difuntito Dimas Rosas a los 3 años de edad, 1937. Los hacendados que pedían ser enterrados dentro de las iglesias poseían una posición económica alta y, como característica propia, gozaban de una estabilidad reflejada en la manera de vivir; por consiguiente, llevaban una vida religiosa muy activa, pues eran personas que solicitaban el mayor número de misas para la salvación de su alma; instituían capellanías; eran miembros del mayor número de cofradías de la región o de todas las existentes. Comúnmente, estos hacendados tenían sepultados en los lugares elegidos a parientes. Los hacendados del valle de Toluca, para salvar su alma, además de asegurar la intervención divina, echaron mano de otros recursos como la realización de obras pías. Así, tendrían la certeza de que alguien siempre rogaría a Dios por su alma, con muchas posibilidades de La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 lograr su salvación. Las mandas piadosas pueden concebirse como ejercicio de caridad, no sólo con el propósito de salvar el alma del moribundo sino de ayudar al prójimo. La caridad tuvo la finalidad de ayudar a los pobres con el establecimiento de instituciones de beneficencia o ayudando al mantenimiento de las ya establecidas. De esta manera, todos los beneficiados rezarían por el alma del benefactor. Los fieles, en general, realizaban las siguientes mandas piadosas: encomendar su ánima a Dios; ser sepultados en un convento o iglesia del clero regular o secular; vestir el hábito de determinado santo, santa o virgen; celebrar el día de su entierro una misa de réquiem con diácono y subdiácono, cantada y ofrendada de cuerpo presente; decir una buena cantidad de misas por su alma; otras por sus padres, hijos, amigos, conocidos, clérigos y por las ánimas del purgatorio; dejar dinero y/o bienes muebles, inmuebles y semovientes a los religiosos de los conventos, principalmente a franciscanos, agustinos y dominicos tanto de la ciudad de México como del valle de Toluca, así como a los clérigos de diferentes iglesias y parroquias, a las cofradías, para las mandas forzosas, para los lugares santos, para constituir capellanías, para huérfanas y para pobres, iglesias, hospitales, colegios, y estipular la libertad de sus esclavos. Realizar obras pías fue una acción en donde además de beneficiarse al vivo, también el muerto. Dentro del gran rubro de mandas pías se encuentran las forzosas; los fieles hacían donativos a las instituciones o lugares legítimamente autorizados: los lugares santos de Jerusalén, las casas de huérfanas, la redención de cautivos, la beatificación o canonización 120 Hilda Lagunas Ruiz La concepción de la muerte en México durante el virreinato de algún creyente. Como requisito indispensable de la creencia católica, todos dejaban a las mandas forzosas determinada cantidad de dinero. Los fieles católicos solicitaban la fundación de las capellanías bajo la certeza de que serían perpetuas, con la obligación de celebrar ciertas misas o levantar otras cargas espirituales —entre ellas podía estar la dotación de doncellas para contraer matrimonio y becas para seminaristas pobres— que debía cumplir el poseedor (Regatillo, 1959: 558). La institución de las capellanías, cuya principal finalidad era la misa perpetua, es un claro reflejo de una mentalidad creyente en la acumulación de méritos para salvar su alma. Por la trascendencia que estas fundaciones revistieron como verdaderas instituciones de crédito o financiamiento, con el tiempo se instalaron tribunales, registros, jueces, valuadores, etcétera. Los intereses producidos por el capital se destinaban para decir misas. Debe reiterarse que, en algunos casos, se toma la totalidad de bienes de una persona y con el producto se celebran los contratos de préstamo de dinero o de rentas de los bienes inmuebles. Los intereses servían para pagar las misas indicadas por los testadores. Para capellán se elegía casi siempre algún familiar cercano al fundador, el cual gozaría de una renta vitalicia y de cierto prestigio social, utilidad material, además de espiritual; en frecuentes ocasiones los padres, fundadores de una capellanía, protegían el futuro de sus hijos varones al nombrarlos propietarios cuando alcanzaran la edad y el estado requerido por reglamentación. Por medio de las capellanías, los estudios eclesiásticos de los hijos mayores quedaban también asegurados, pues muchos de estos jóvenes recibían merced de personas generosas que instituían una capellanía a su favor, para costear en buena parte sus estudios sacerdotales, con una porción de la renta anual recibida de ella y de la cual habrían de gozar íntegramente cuando se ordenasen. Otra institución de gran importancia fue la cofradía. La mayor parte de los testadores eran miembros de una o varias de ellas, lo que indica la importancia de esta institución integrada con miembros de la población, dirigida y regida tanto por la Iglesia como por la Corona. Surge por la necesidad de resolver problemas de la comunidad, tornándose en un eficaz instrumento de la Iglesia, por medio de la cofradía se controlaba la conducta de los habitantes adscritos a ella, pues como miembros tenían la obligación de asistir a reuniones periódicas, hacer aportaciones económicas constantes y demostrar sus creencias mediante su conducta. Esta institución tuvo la capacidad de guiar la vida y pensamiento de los cofrades de acuerdo con los cánones religiosos. La cofradía es una institución que, según Philippe Aries, responde a tres motivos: La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 […] el primero tener una seguridad en el más allá: los difuntos aseguran las plegarias de sus cofradías, son enterrados con frecuencia en el panteón de la cofradía, bajo el suelo de la capilla en la que se realizan los servicios por el descanso de su alma. El palio de la cofradía recubre el ataúd y los cofrades participan en el séquito, al lado del clero [...] El segundo motivo, es la asistencia a los pobres, a quienes su indigencia los priva de todo medio material y de conciliarse intercesores espirituales [...] La tercera razón de ser de las cofradías era asegurar el servicio de pompas fúnebres. En muchos lugares se les dejaba que organizaran las exequias y en particular el séquito. (Aries, 1984: 158-159) La concepción de la muerte en México durante el virreinato Hilda Lagunas Ruiz 121 Cada una de las cofradías se desarrolló con características muy particulares, aunque la finalidad básica era el ejercicio de obras asistenciales, mutualistas y religiosas. De esta manera, se establecieron cofradías de españoles y de indios, de mulatos y de negros, algunas diferencias entre ellas eran: el monto de la cuota mensual, las formas de rendir el culto al santo patrón o patrona, las formas de asistencia mutua por enfermedad, por incapacidad económica o por muerte de alguno de los miembros o parientes. Es importante referir que en el valle de Toluca un solo individuo podía pertenecer a todas las cofradías existentes en el lugar de vecindad y a varias de otros lugares como de la ciudad de México y España. De acuerdo con el dogma cristiano, la misa es el cuarto sacramento de la ley de Dios; por medio de los sacramentos él perdona a los cristianos pecadores; pero entre los siete existentes el más santo y efectivo es la misa, ya que ofrece el cuerpo consagrado de nuestro Señor Jesucristo y es recibido por el creyente. Entre los mensajes doctrinales encontramos el de fray Juan de Zumárraga, en su Regla cristiana breve señala: “El segundo aviso que habéis hermanos de tener luego por la mañana es desocuparos e ir a la iglesia a oír misa porque esta es la principal obra que en servicio del Señor podéis hacer yendo a ver y adorar a vuestro criador y Señor, el que viene del cielo a la tierra por os visitar” (Zumárraga, 1951: p. 35). Dada la importancia que los hombres otorgaban a este sacramento, la misa no sólo se entiende como el acto religioso más importante sino también como el acto social más trascendente de la Iglesia, en tanto reúne a gran parte de la población. Para los hacendados, la misa tuvo gran significado, como se manifiesta en la siguiente cita: Mando que se me digan por mi ánima y la de mis padres mil misas rezadas [...].2 [...] declaro que yo he mandado decir por mi ánima y la de mis padres y la de los padres de Juana Flores, mi mujer, y por la de la susodicha, mil e quinientas misas que he pagado del monto de la hacienda que tengo. [...] mando que se digan por mi ánima, otras quinientas misas rezadas en las partes y lugares que pareciere a mis albaceas, escalfando de esta cantidad las que fuere forzoso decirse en la iglesia del convento de la villa de Toluca, y se paguen de mis bienes.3 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 La misa era muy significativa, por eso, antes de morir se obligaban a dejarse por sí mismos asegurados para dicho momento y después de él, o como ellos lo decían asegurarse “para siempre jamás”. Fue común que las misas de intercesión iniciaran desde el momento de la agonía, para continuar durante la muerte y después de ella. Las misas reiteradamente solicitadas por los hacendados eran: la misa de cuerpo presente, requerida para el día del entierro; el novenario, durante los nueve días después del entierro; la misa de aniversario, al cumplir un año del fallecimiento; las misas perpetuas pedidas en diversas cantidades y tiempos. Las misas más requeridas por los hombres eran las rezadas, porque tenían un costo menor: tres pesos de oro común, seguían las misas cantadas, cuyo costo aproximado era 2 AGNEM, Notaría No. 1 de Toluca, C.8, L.4, Fs.37v.-38v. 3 AGNEM, Notaría No. 1 de Toluca, C.10, L.1, Fs.23v.-27. 122 Hilda Lagunas Ruiz La concepción de la muerte en México durante el virreinato La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Gabriel Fernández Ledesma, Coloquio de la niña y la muerte, 1959. de cuatro pesos y las misas ofrendadas, reservadas para los momentos especiales, como la misa de cuerpo presente y la de aniversario con un costo de 20 pesos o más. En resumen, según el catolicismo, la muerte es una línea divisoria entre lo humano y lo divino, por consiguiente, éste no admite el carácter absoluto de la muerte. El fiel creyente que no quiera morir dos veces, esto es, después de su muerte física no quiera sufrir eternamente en el infierno, debe hacer una alianza con Dios y mediante una sincera confesión y penitencia reconciliarse con él. Con la aceptación de la muerte como un deseo de Dios, los hombres expresaron su fidelidad incondicional a los dogmas de la Iglesia. Ésta insistía en la necesidad de creer y quien recibe con fe los sacramentos adquiere el perdón de todos sus pecados pero, a pesar de ello, los hombres dudaban sobre dicha absolución, por la gran incredulidad de ser digno de recibir dicha promesa. Dios prometió, a través de Jesús, el perdón de todas las culpas, pero sólo para los verdaderamente arrepentidos y quienes asumían el camino recto conforme a los cánones divinos. Por consecuencia, la Iglesia reprobaba a los pesimistas y a los optimistas, o sea aquellos horrorizados ante la muerte o los fácilmente confiados en la salvación del alma. Por ello, preparaba a todo fiel cristiano para ese difícil trance, asistiendo al moribundo con todos los sacramentos, pidiéndole un arrepentimiento verdadero. Para los fieles, la absolución de los pecados era de gran trascendencia, ya que el espacio de los tormentos de ultratumba fue dividido en purgatorio e infierno; en el primero, lugar de transición del alma desde el fallecimiento hasta el juicio final, los pecadores expiaban sus penas por los actos reprobados, aunque estas culpas podían ser pagadas en la vida terrenal; mientras que en el segundo, se castigaba al pecador por la maldad de su alma que sólo Dios es capaz de juzgar. La concepción de la muerte en México durante el virreinato Hilda Lagunas Ruiz 123 La Iglesia ejerció la venta de indulgencias, originalmente definidas como el perdón de los pecados y por ende sustituían los tormentos en el más allá, a cambio de servicios materiales a favor de ella misma. Así, las indulgencias implicaron una liberación parcial de los suplicios purgatorios. Esta acción mercantil hizo creer a los poderosos hacendados que, con la compra de éstas, tenían asegurado el perdón de sus faltas. La adaptación de la regla eclesiástica a las costumbres, debilidades e incluso a los vicios, fue propio de la moral católica, su intención era penetrar e impactar en todas las esferas de la sociedad. Trataban de disminuir los estrictos criterios evangélicos del mal y del bien, lo permitido y lo prohibido, igualando de este modo los pecados veniales y mortales con los errores perdonables. […] se supone que la fuerza salvífica actúa solo a través del sistema de sacramentos, esto es los actos sacrales realizados por los sacerdotes vicarios de Cristo. Para salvarse el creyente debe comunicar a su confesor sus pecados, recibir de él la absolución que le libera de los sufrimientos eternos en el infierno, ejecutar las penitencias que le permitan evitar los suplicios temporales del purgatorio, comulgar, antes de morir recibir la extremaunción y después de la muerte —ya que su destino de ultratumba no está completamente definido (podría no haberse arrepentido de todos los pecados o no habría hecho todas las penitencias necesarias)— sus parientes tendrían que ofrecer misas y obras piadosas a nombre del finado. (Málishev y Lagunas, 1996: 263-269) lc Bibliografía Andrade, Bárbara (1989), El camino histórico de salvación, México, uia. Aries, Philippe (1984), El hombre ante la muerte, Madrid, Taurus. _____ (1982), La muerte en occidente, Barcelona, Alianza. Bribiesca Sumano, Ma. Elena; Ma. Guadalupe Zamudio Espinosa e Hilda Lagunas Ruiz (1979-1995), Catálogo de protocolos de la Notaría No. 1 de Toluca, volúmenes del I al XIV, México, uaem. 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En este movimiento el desarrollo de la sociedad juega un papel determinante, pues para nuestro autor la evolución ética se desarrolla exclusivamente mediante el progreso de la sociedad. No obstante, aunque la realización de la bondad es, en gran medida, una decisión y no un sentimiento, lo destacable de este planteamiento es que logra ver la importancia de la vida afectiva en la acción moral, pues ésta depende de los procesos éticos.2 Dicha conclusión nos invita a cuestionar la manera en que nuestra sociedad pretende formar la conciencia moral, pues al poner el acento en la transmisión del saber ético, descuida las aportaciones que otros sistemas culturales3 pueden brindar, como es el caso del arte, la religión o el derecho. 1 Nuestro autor piensa que en la adquisición constante de nuevas vivencias sobre la base de las adquiridas se constituye lo que él llama conexión psíquica. 2 Cuando Dilthey habla de procesos éticos se refiere a la benevolencia, la compasión, la simpatía, el amor, el patriotismo, etc., los cuales tienen como antecedente a la solidaridad. 3 Los sistemas culturales son conexiones de fin que radican en la naturaleza humana. La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Jesús Corona Torres 125 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 E La formación moral es un proceso llevado a cabo mediante la participación de diversos factores, principalmente el ethos,4 porque vivir es interactuar con la sociedad y el mundo, es decir, recibir las influencias de nuestro entorno y configurarlo. Este todo constituido donde se desarrolla la vida no es ajeno a la existencia (de tal manera se puede separar al ente hombre del mundo), sino es su correlato inmediato y, como tal, puede orientar las aptitudes éticas (sittlichen Anlagen)5 hacia el bien común o circunscribirlas en el egoísmo. Por eso es menester procurar el enriquecimiento del ethos, pero debemos tener en cuenta que la última palabra en la acción moral no está en el ethos, sino en el individuo. La evolución ética La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Dilthey fundamenta los conceptos “evolución” y “desarrollo” en un argumento que llamo ontológico-antropológico. Para él, la vida es conexión de vivencias, configuración, teleología, desarrollo. Dice: “Este curso de la vida constituye un desarrollo, pues la cooperación de los movimientos anímicos es de tal índole que va realizando la tendencia hacia una conexión psíquica crecientemente más determinada, acomodándola a las condiciones de la vida, originando así una “configuración” de esta conexión.” (Dilthey, 1978:16-17). Lo vivido constituye un nexo anímico que se va configurando hasta alcanzar un equilibrio. En este planteamiento el pasado no se pierde sino al contrario, está siempre presente, conformando constantemente una conexión psíquica. En este curso se van perfeccionando el saber, los sentimientos y el querer. El desarrollo del querer tiende hacia el bien común. Los impulsos (Trieben)6 y las aptitudes éticas del individuo son las fuerzas más poderosas del mundo moral. El hambre, el amor, la necesidad del movimiento y la guerra; así como las intervenciones de la voluntad, las aptitudes éticas, son fuerzas que tienden hacia el bienestar general. “Su tendencia hacia la bonanza general surge de las relaciones individuales de procesos volitivos y estados de ánimo.” (Dilthey, 1973: 117) “De esto modo, la bonanza puede ser considerada como la meta de las voliciones en la sociedad.” (Dilthey, 1973: 118) “El análisis de los procesos volitivos unidos en la humanidad posibilita el hallazgo de un principio general, que sufre la conformación de las intenciones volitivas de contenido, que están incluidas en estas formas, según los procesos y sus leyes. Este principio es el de bienestar social.”(Dilthey, 1973: 169-170) Aunque Dilthey no lo diga expresamente —quizás no lo consideró— esta tendencia de los procesos de la voluntad hacia el bienestar común, sirve de fundamento a la moral y a la ética. Este fundamento ontológico-antropológico, como lo llamé líneas atrás, deja ver que la voluntad no tiende solamente hacia el bien individual —lo cual conduce hacia el 4 Para nuestro autor el ethos es la cooperación del estado actual de la sociedad y los resortes éticos. 5 Dilthey piensa que las aptitudes éticas son intervenciones de la voluntad y se manifiestan en la expresión natural de los sentimientos, el ejercicio reiterado de un proceso volitivo, la regla y la adaptación de la vida interior al mundo externo. 6 Siguiendo a Eugenio Ímaz (página 150 de Psicología y Teoría del Conocimiento), traduzco el término Trieb como impulso y no como instinto, como lo hace Herbert Wolfgang Jung en su traducción del Sistema de la ética, pues Ímaz indica que el término Trieb está más cercano a la acepción tendencia por lo cual no es permitido traducirlo por instinto. 126 Jesús Corona Torres La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey relativismo— sino también lo hace hacia el bienestar común, implicando al bien del otro y de lo otro, de las personas y de las cosas. Este principio es una condición de posibilidad de la evolución ética, pues enuncia la tendencia general de la voluntad y da obligatoriedad a las normas morales y a los principios éticos. En diversas partes de su obra Dilthey nos habla sobre el desarrollo del proceso religiosomoral. En Hombre y mundo en los siglos XV y XVI, cuando habla de Lutero, dice: “No sólo en la ciencia que progresa se da una continuidad, sino también en el desarrollo religiosomoral. El género humano, lo mismo que el individuo, va desenvolviendo su vida hacia adelante, en conexión con sus experiencia vitales.” (Dilthey, 1947: 64). Como lo señalé líneas atrás, la continuidad tiene como base una conexión de vida. Las experiencias vitales están conectadas de tal manera que la vida se va configurando a partir de ellas. El curso de la vida —como muchas veces lo llama el autor— tiene como presupuesto el pasado, en la conexión de éste con el presente hay un nexo que los vincula y les da continuidad. Tanto la historia individual como la colectiva no se pierden, pues están vinculadas con el presente y el futuro y tienen como base la conexión de la vida psíquica. Este desenvolvimiento tiene una particularidad en la esfera de la moral, pues los cambios morales van de la mano con cambios en la religiosidad de una época. También en la vida moral acontecen cuando hay modificaciones en la vida religiosa de un pueblo. Dilthey dice: Y, ciertamente, los grandes cambios en la vida moral van siempre del brazo con los cambios religiosos. La historia en ninguna parte nos habla a favor del ideal de la moral arreligiosa. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, las nuevas fuerzas activas de la voluntad surgen siempre en relación con ideas acerca de lo invisible. Pero también lo nuevo fecundo nace siempre dentro de una conexión histórica, sobre la base de la religiosidad de una época que desaparece, como nace un nuevo estado de vida de otro anterior. (Dilthey, 1947: 64) La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Este fue el caso del movimiento religioso-moral iniciado por Lutero, quien —para Dilthey— partiendo de la restauración del Evangelio daría un paso decisivo en el camino del desarrollo religioso-moral más allá del cristianismo primitivo. A partir de esta restauración vio que el íntimo proceso religioso de la fe encuentra su expresión y su campo de acción en la conformación de todo el orden exterior de la sociedad. En oposición al pensamiento dogmático y a la exterioridad regimental de la Iglesia, la fe debía fluir constantemente en la acción: del contenido de la fe fluirían las obras. Dilthey ve en el nuevo ideal de vida religioso-moral, nacido a partir de la Reforma, dificultades no superadas por Lutero y Zwinglio. Aunque ellos vieron la necesidad de realizar el proceso de la fe en la sociedad, la configuración de ésta no puede basarse exclusivamente en la relación trascendental del hombre ante Dios. Los conceptos de fraternidad de los hombres, igualdad ante Dios y dignidad por semejanza divina no eran suficientes para constituir la vida en sociedad. Dilthey dice: El material exclusivamente religioso de los Evangelios no contiene los necesarios principios teleológicos para la configuración de la sociedad humana. Porque el cristianismo que viviera con arreglo a sus principios no sólo no debería cobrar intereses sino que habría de entregar su propiedad a los pobres, y no prestar juramento, desenvainar la espada o ir a la guerra (Dilthey, 1947: 69). La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Jesús Corona Torres 127 Para nuestro autor, la conformación de la vida en sociedad no puede basarse exclusivamente en la relación destacada por los Evangelios, sino debe incluir relaciones más amplias como las dadas por las instituciones sociales. Por eso la filosofía práctica de Dilthey destaca el papel que juega el trabajo, el desarrollo individual, la propiedad, la asociación y la familia. Refiriéndose a Zwinglio dice: Vio la verdad cuando dijo que las instituciones sociales de una comunidad estatal cristiana tienen como objeto la convivencia de cristianos en formación. Por lo tanto, habrá de haber en los principios directivos de un Estado cristiano reglas que procedan de esta relación más abarcadora. Esto lleva a los principios de una moral social en la cual las ideas cristianas sólo constituyen una parte. (Dilthey, 1947: 69) La moral social es ejemplo del modo en el cual el curso del proceso religioso va de la mano con el desarrollo del proceso moral, tal como se aprecia en el caso de Lutero y Zwinglio. Ésta deriva del movimiento de Reforma, destacado por la necesidad de vincular el proceso de la fe con la organización de la sociedad. Sin embargo, como lo señalé inicialmente, la continuidad en el desarrollo religioso-moral es posible en virtud de la conexión de las experiencias vitales con el desenvolvimiento de la vida hacia adelante. Otra idea sobre la evolución ética la encontramos en De Leibniz a Goethe. Además de la continuidad entre las experiencias vitales, entre lo que fuimos, somos y seremos, hay leyes que rigen en el proceso seguido por la vida y por la humanidad. Dilthey dice, refiriéndose a la mirada filosófica de Federico el Grande: Con la mirada del filósofo que sabe abarcar las cosas humanas en su gran conexión, capta el proceso seguido por la humanidad desde la barbarie hasta la cultura, las leyes por las que se rige este proceso, el traspaso de la cultura de unos pueblos a otros y al mismo tiempo reconoce la peculiaridad originaria e indestructible que palpita en cada nación. (Dilthey, 1960: 101) La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Estas leyes se basan en las relaciones constantes de los sentimientos y de los procesos volitivos y están expuestas en los Fundamentos de un sistema de pedagogía. La primera ley indica que los sentimientos surgen como afecciones del yo; como el yo es unidad los sentimientos están fundidos en esa unidad. La segunda ley indica que cuando los sentimientos se convierten en impulsos, ese impulso sólo puede ser realizado por otro impulso. En este proceso se relacionan los sentimientos con la voluntad (impulso que inhibe o anima la ejecución de los sentimientos). La tercera ley consiste en la formación del plan de orientación vital, el cual presupone la unión en la sucesión de los sentimientos, emociones e impulsos, además, alcanza el equilibrio en la imagen de satisfacción general. La cuarta ley rige las relaciones 128 Jesús Corona Torres La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Jesús Corona Torres La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Fernando Óscar Martín. de los sentimientos y los procesos, indica que los impulsos son regulados en sociedad por diferentes fuerzas como los sentimientos de dominio, obediencia, comunidad, la moral, la ética y la religión. Puede verse cómo el desarrollo del proceso religioso-moral no acontece de una manera contingente y azarosa, desvinculado de nexos históricos, sino al contrario, se desenvuelve en virtud de la continuidad histórica y de legalidades. El desarrollo moral de nuestra sociedad depende —en gran medida— de nuestro pasado, de la situación actual de los procesos religiosos y de las leyes que lo rigen. En Fundamentos de un sistema de pedagogía, el autor menciona otra de las conexiones participantes en la evolución ética. Ahí nos habla del papel juegado por el ideal, tanto en la marcha de la civilización, como en la moralización. Al respecto dice: “La marcha de toda civilización, como de toda moralización, está condicionada por una conciencia de la tendencia teleológica de esta organización, y consiguientemente por la aparición de un ideal de vida.” (Dilthey, 1960: 99). Para Dilthey el ideal de vida es la conciencia de la tendencia teleológica que guía tanto la marcha de la sociedad como el proceso moral. En De Leibniz a Goethe, nos dice que el ideal de vida es una concepción en la cual nuestro yo se imagina una totalidad valiosa y satisfactoria. Así, por ejemplo, el movimiento poético y filosófico alemán surgido entre 1770 y 1800 que interrogaba al destino del hombre por el contenido de una vida valiosa, buscó en la educación auténtica el contenido de ese ideal. La diversidad de ideales de vida lleva a preguntarse sobre su validez. Si todos tienen el mismo valor entonces no es posible hablar de evolución ética. Sin embargo, para el autor los sentimientos y el querer están orientados de manera teleológica, tienden a su perfeccionamiento. Desde esta orientación, los ideales de vida también están sujetos al perfeccionamiento y en virtud de esta tendencia es posible concebir el desarrollo moral. Igual a la filosofía práctica de la antigüedad, para el autor existe un sumo bien por encima de los bienes particulares. Al parecer este ideal de vida y perfeccionamiento de los sentimientos y del querer consiste en la unidad de carácter. En Fundamentos de un sistema de pedagogía Dilthey dice: “El contenido de esta moralidad humana consiste en los enlaces de las emociones elementales, puesto que producen una unidad del carácter, por medio de las leyes del sentir y del querer, en las emociones dispersas.” (Dilthey, 1960: 129 Fernando Óscar Martín. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 130 100). La idea de unidad no es exclusiva de los sentimientos y de la voluntad sino también de la inteligencia. Para el autor la inteligencia es “originariamente algo múltiple, como en ella lo mucho es lo primero y sólo la especulación supone la unidad en el comienzo, así también en la vida sentimental y volitiva es lo primero una multiplicidad de modos de reacción en forma de sentimiento, emoción e impulso” (Dilthey, 1960: 92). Con lo hasta aquí expuesto, se observa que el proceso religioso-moral es posible en virtud de la continuidad histórica, las legalidades que rigen su configuración y el ideal de vida, sin embargo, este curso también está condicionado por el genio religiosomoral. En él nace la conciencia unitaria del fin de la existencia sobre la base de la organización teleológica. Se manifiesta en los mitos, en la poesía y en el derecho. Cuando Dilthey habla de las características fundamentales del poeta épico señala que debe ensanchar la vida y vivificarla con impresiones. La fuerza de su ánimo debe apoderarse de los hombres y de los sucesos; a esto deben sumarse algunos rasgos particulares de su organización, que nos indicarán la manera en que los hombres y los sucesos se apoderan de su alma. Lo mismo dirá del genio religioso-moral, pues “frente al amplio mundo moral no cabe la posibilidad de un estado de ánimo sencillo.” (Dilthey, 1997: 275). Igual al poeta épico, la organización y la fuerza de ánimo del genio religioso-moral le permitirán ver y unificar los hechos del mundo moral. Esta unificación se orienta hacia tres direcciones de la voluntad constituidas por las primeras formas de reacción y los sentimientos morales: la primera es la conservación y el perfeccionamiento del individuo, esto es, el autodesarrollo culminante en el ideal moral. La segunda dirección es la exigencia del cumplimiento de la obligación contraída con otra persona por un compromiso, por la palabra dada y la tercera dirección de la voluntad se manifiesta en la buena voluntad, la entrega y el sacrificio. En El Sistema de la ética nuestro autor designa a esta dirección con el nombre de propiedad sentida de la voluntad (gefühlte Eigenschaften der Volitionen) y ahí la llama entrega de la voluntad a los motivos que se le presentan en la medida en que superan la grandeza de la vida propia. En cada momento del proceso hasta aquí descrito hallamos lo que Dilthey llama espíritu de una época7. Éste configura y condiciona la cultura ética o ethos (Ethos einer Zeit) de los pueblos. Para el autor el ethos de una época o cultura ética es: “la cooperación de esos resortes (los éticos) en el estado preexistente de una sociedad lo designamos como cultura ética o el ethos de una época. Conforma el punto central viviente de una cultura.” Jesús Corona Torres La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 (Dilthey, 1973: 143). De esto podemos sacar una consecuencia para la evolución ética: el desarrollo moral del individuo se halla en dependencia del ethos y del espíritu de una época. El esquema del ser viviente (Schema eines Lebewesens)8 nos deja ver a la vida en constante dependencia de su medio, por lo cual si consideramos que en el mundo moral la casa del individuo es el ethos y el espíritu de una época, entonces la acción moral está condicionada por ambos factores. No obstante, es preciso destacar que la acción ética es, la mayoría de las veces, una decisión, por eso la última palabra del desarrollo está en el individuo como más adelante lo mostraré. Cada sociedad desarrolla un mínimo de cultura ética para orientar la conducta de los individuos hacia el bien común. Esto se observa en la religión, el derecho y las normas de la moral. Además de esto, en cada momento del desarrollo del individuo y de la humanidad siempre están presentes las aptitudes éticas, pues como Dilthey lo señala, éstas son intervenciones de la voluntad manifestadas en la expresión espontánea de los sentimientos; están en la base de las costumbres, las reglas y en la adaptación interior al mundo externo. En estricto sentido, no hay ningún pueblo carente de ethos. Además de esto, es necesario resaltar que el desarrollo moral, como tal, no es un estadio que se halla al final de nuestra vida, fruto de la meditación ética o de la educación de nuestros sentimientos o de la voluntad, sino se caracteriza por su pertenencia al tiempo, por su temporalidad. Está referido al presente, al despliegue de la vida. En cada situación siempre está en juego la moralidad de nuestras acciones. El querer siempre tiene como opción la realización del bien o del mal, por eso ni el filósofo de profesión puede jactarse de una moral consumada. 7 El espíritu de una época es una multiplicidad originaria que es unificada por el genio. Esta unificación de lo originariamente múltiple se lleva a cabo en la religión, la filosofía y el arte. Dilthey dice que este enlace se lleva a cabo de una manera especial en la poesía. Por un proceso histórico creador, la coordinación de elementos existentes en una época y que ya implica enlace causal y afinidad, se enlaza en una unidad que excede lo dado. Así, de una multiplicidad originaria de elementos y sus relaciones aisladas se construye, por el trabajo del genio, la unidad que nuestro autor designa como espíritu de una época. 8 Dilthey elabora el concepto esquema del ser viviente para designar al movimiento que inicia con la impresión y termina con la reacción, el cual busca alcanzar el equilibrio entre la vida y su medio. La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Jesús Corona Torres 131 La voluntad siempre tiende hacia el bien particular y hacia el bien común. Aunque sea en menor medida, este sentimiento siempre está latente en la acción benevolente o en la compasión, incluso hasta en el amor, entendiendo por tal el proceso en el que se elevan a conciencia los lazos de solidaridad (Solidarität)9. Por estas razones puede verse que la acción moral depende no del ethos sino de la vida. Si el curso de la vida constituye un desarrollo sujeto a legalidades, la acción moral es un acto de libertad, es una elección. La acción moral tiene el apoyo, en esencia, de una decisión. Es un acto del individuo que no está sujeto al esquema de la vida sino fruto de la deliberación. Aunque el punto más alto del desarrollo moral es la acción, ésta viene antecedida por un acto interior, por una decisión. Es una conjunción del entendimiento, de los sentimientos y del querer. Cuando nos planteamos esta situación como problema de la sociedad, hemos visto su solución en la educación del individuo, en la trasmisión de principios prácticos, pero su verdadero aporte consiste en el enriquecimiento del ethos, por eso algunos filósofos han visto en él la base de la evolución ética. El enriquecimiento del ethos no se logra de manera unívoca, pensando que la transmisión del saber ético puede lograr la formación de la conciencia moral, por el contrario, es un proceso complejo donde intervienen muchos factores. Nuestro autor ve en el ethos la base de la evolución ética, pero acentúa el aspecto sociológico, por eso cuando habla de ella la relaciona directamente con el desarrollo de la sociedad. Piensa que “la evolución de la vida moral se realiza exclusivamente sobre la base de la evolución sociológica.” (Dilthey, 1960: 118). Afirma esto, pues se apoya en leyes que deduce de las relaciones entre los sentimientos y los procesos volitivos. De acuerdo con la tercera ley sostiene: En la medida en que se constituye entre la percepción y la acción el miembro intermedio, en que acoge en sí el recuerdo y el futuro, en que impide el curso directo, esta tendencia a la satisfacción adquiere el predominio sobre las emociones aisladas, aunque no tan intensa aún, de la cólera, la venganza, los afectos sensibles, etc. (Dilthey, 1960: 102) La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Esta configuración o enriquecimiento del ethos da prioridad al aspecto tecnológico del desarrollo social, esto es, a la configuración de medios para realizar el ideal de vida, por eso dice que el progreso de la civilización es el “proceso en el que esta satisfacción se hace —por un lado— cada vez más perfecta, el uso de las fuentes constantes de sentimientos agradables cada vez más amplio, y por el otro esto insume cada vez menos gasto en el trabajo.” (Dilthey, 1973: 125). Este momento del desarrollo se complementa con el ejercicio idéntico y reiterado de la voluntad, es decir, con la costumbre; con la sujeción de la voluntad a la regla (pues ella representa un menor gasto de energía de la voluntad); con la satisfacción del ideal de vida que adquiere predominio sobre las sensaciones aisladas como la cólera y la venganza. No obstante, la relevancia del progreso de la sociedad en este proceso es el papel que juega la vida. Un ethos rico en moralidad actúa directamente sobre el esquema del ser viviente desarrollando las aptitudes éticas y los procesos éticos del individuo; sin 9 Para nuestro autor la solidaridad es un estado de sentimiento y sentido que antecede a los procesos éticos. 132 Jesús Corona Torres La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Fernando Óscar Martín. embargo, en la relación entre la vida y el ethos no opera la necesidad, por eso la bondad depende en gran medida de una decisión. La temporalidad del desarrollo y su constante configuración evidencian la constante necesidad de conjugar el entendimiento, los sentimientos y la voluntad. Sin lugar a dudas, el espíritu de la época y su cultura ética actúan como una fuerza constante sobre la vida pero, más allá del condicionamiento, la acción moral está en estrecha relación con la decisión. Conclusiones Lo hasta aquí expuesto deja ver que el desarrollo moral es un proceso complejo donde participan diversidad de factores como el progreso de la sociedad, la ética, el derecho, la religión, el arte, las formas de organización de la sociedad, etcétera. En este curso el ethos se configura moralmente, estimula el desarrollo de las aptitudes éticas y la aparición de procesos éticos como la benevolencia, la compasión, el amor, la simpatía, el patriotismo, la veracidad, la honestidad, entre otros. Todos estos factores se conjugan para formar el lugar donde habitamos y se desarrolla la existencia, pero el factor más importante del desarrollo moral está en el individuo, por eso es conveniente decir que la bondad es, en gran medida, una decisión. LC La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Bibliografía Dilthey, Wilhelm (1945), De Leibniz a Goethe, México, Fondo de Cultura Económica, 349 pp. _____ (1978), El mundo histórico, México, Fondo de Cultura Económica. _____ (1960), Fundamentos de un sistema de pedagogía, Buenos Aires, Editorial Losada, 125 pp. _____ (1947), Hombre y mundo en los siglos XV y XVI, México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 79 pp. _____ (1997), Literatura y fantasía, México, Fondo de Cultura Económica, 275 pp. _____ (1945), Poética, Buenos Aires, Editorial Losada, 208 pp. _____ (1973), Sistema de la ética, Buenos Aires, Editorial Nova. La evolución ética (Die sittliche Evolution) en Wilhelm Dilthey Jesús Corona Torres 133 Germán Iván Martínez José Blanco Regueira: Diferir y comenzar iferir y comenzar es el título de un libro de José Blanco Regueira publicado en España en 1987, por Ediciós do Castro, de La Coruña. Reúne una investigación iniciada por el autor en 1974, ligada a ésta la tesis doctoral presentada en la Universidad de Paris I (Pantheón-Sorbonne) en 1975, la cual llevó por título La Versión du Commencement.1 En dicho texto se compilan tres ensayos2 que buscan, desde la perspectiva del autor, dar cuenta de una meditación hospedada, a un tiempo, y según sus palabras, “en la raíz de la ontología y en su hojarasca”. Blanco Regueira advierte ya, en el prefacio, que estos escritos quedan “a la intemperie de la interpretación”, luego de ser fruto de un proceso de excavación paciente. Bajo su óptica, los textos refieren el regreso necesario y continuo al pensar, que se vehicula por el decir, se reanima por la repetición y pervive gracias a ella. Ésta es una petición nueva, una exigencia de sentido; reclamo imperioso con razón de ser en virtud de una re-animación, esto 1 El título completo del trabajo es: La Versión del Comienzo (Ensayo sobre la posición del comienzo de la filosofía dentro de la versión ontológica del aparecer). 2 “Platón y el objeto de la filosofía”, “Para una historia de la diferencia trascendental” (que apareció en una versión modificada en la Revista Logos, de la Universidad La Salle, en 1975) y “La inscripción filosófica de ausencia” (que también con variantes apareciera bajo el mismo título en la Revista filosófica de la Universidad Autónoma del Estado de México, en 1977). José Blanco Regueira: Diferir y comenzar Germán Iván Martínez 135 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 D Inventar es un verbo; esto es, una acción. La invención es, por su parte, proceso y resultado a un tiempo; es producto del inventar, como tener pensamientos es resultado del pensar. Pero nuestro autor dirá que sólo cuando éste se vuelve pensable; esto es, sólo cuando el pensamiento se ocupa de sí es preciso hablar de filosofía. Podemos decir, entonces, que ésta constituye “una fabulación insólita del sentido”; pero Blanco Regueira, más allá de tachar a la filosofía de ser una tendencia enfermiza a dar explicaciones –muchas veces falsas, muchas otras ingenuas– de las cosas, subraya la necesidad de pensar la distinción entre la historia filosófica y el filosofar. Por eso afirma: La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 José Blanco Regueira. es, de una revitalización de los signos, que es preciso efectuar para instaurar el pensamiento. Según nuestro autor, el sentido de un texto se liga a la capacidad inventiva del lector, a aquello ideado a la hora de leer un escrito. En su libro Sobre la teoría kantiana de la imaginación trascendental apuntó: “la interpretación es la invención de una profundidad que lo ya expresado, al presentar su sentido, parece negarnos”. Para Blanco, esto es atribuido al escrito, justamente –o aquello de lo que se le acusa–, lo que hace soportable su lectura. La interpretación es “un estropicio premeditado”, pensará. Es algo inseparable, además, de una infidelidad articulada precisamente a la desarticulación de un texto, esto es, a su descomposición forzada. De esta forma y desde la perspectiva del autor, el esfuerzo de invención posibilita el entendimiento y ello hace posible la aparición de la filosofía. La filosofía –lo sabemos bien– está ligada al pensar, pero éste es para José Blanco invención. 136 Germán Iván Martínez Una distancia muy notable existe entre la historia filosófica y la acción, siempre inútil e impertinente, de filosofar. La primera nos invita a leer; la segunda mueve a ver. Por la primera el ojo recoge lo que como huella, como signo y recuerdo, fue abandonado; por la segunda en cambio se alude a lo que sólo puede ser visto por el extraño modo de ver que es el pensar. La historia de la filosofía es una lectura; el filosofar es una visión. Blanco dirá que “una lectura sólo se hace posible a través de la ruina del sentido ‘originario’”, con esto quiso señalar que la historia filosófica nos exhorta, una y otra vez, a desmontar los escritos apilados con el tiempo. La historia filosófica es un repaso por las lecciones heredadas, se liga a la memoria; esa facultad que nos permite volver atrás y nos sitúa en aquello que ya no es. Por ello se vincula, querámoslo o no, a la repetición. José Blanco Regueira: Diferir y comenzar José Blanco Regueira: Diferir y comenzar José Blanco Regueira, Diferir y comenzar, Ediciós do Castro, La Coruña, 1987, 172 pp. espejismo que se aleja según avanza un deseo alucinado”. Filosofar es, entonces, emprender una marcha; es andar —a rastras— atareado en cuestiones no sólo incumplibles sino imposibles. Por ello la filosofía, dirá el autor de Estulticia y terror, levanta sin reparos la daga de su infecundidad en un tiempo que ostenta la productividad y el éxito como estandartes. Una daga obstinada, no obstante, en atravesar las entrañas de la realidad para examinarla y dar cuenta de su naturaleza y su sentido. He aquí el carácter, no sólo incisivo sino irritante, del filosofar. He aquí la obstinación convertida en esencia. lc Germán Iván Martínez 137 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Pero el filosofar, pensará el autor de La odisea del liberto, es una visión, un particular modo de ver; “pensar es ante todo ver”. En este sentido, la historia de la filosofía, al mirar el pasado lo recupera; mientras el filosofar, instaurado en aquello que es, soporta el presente y encara lo que todavía no es, es decir, el por-venir. La historia de la filosofía intenta explicar el Comienzo; la filosofía vislumbra el Fin. Para Blanco Regueira la historia filosófica hurga en el tiempo y con-funde aquel propio de las épocas, los hechos y los hombres, con aquel propio del pensar. El tiempo del pensar es distinto; no es ni puede ser lineal: avanza retrocediendo, volviendo a las preguntas originarias, repasando las respuestas a dichas interrogantes y pensando de nuevo; es decir, re-pensando. De esta manera, el pensar tiene su propio tiempo y la filosofía se las ve con un Protodrama donde, siempre según Blanco, el Comienzo hace posible toda aparición; donde el Ser aparece prendido al lenguaje que, por ser tal, es vacuo. En este πρωτος δραµα, la Verdad, inscrita en este mundo de apariencias, sólo puede ser vista, pensará nuestro autor, como una idea religiosa que, sin embargo, se sostiene en tanto se piensa, esto es, en tanto se dice. La Verdad es vista por Blanco Regueira como una instauración, como la violenta imposición efectuada por un Logos Imperial y Plenipotenciario. Pese a ello —o, mejor dicho, por ello mismo—, Blanco afirma que, aun cuando es acusada de improductiva e infecunda, la filosofía debe mantenerse y renovarse, así sea sólo para mostrar sin reparos su inutilidad. Si ha de ser tal, la filosofía sólo puede concebirse como camino, nunca como meta, jamás como llegada; porque la verdad es “buscada como un fin. Pero el juego de la búsqueda sólo puede durar mientras se renueve la ocultación de lo buscado. Por eso la verdad se disfraza y huye como el Roberto González H., Rubén Mendoza V. y Juvenal Vargas M. Entre epitafio y epígrafe La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 L a escritura, una de las artes más difíciles, supone, además del ejercicio de la reflexión, el ejercicio que compromete la oscilación entre la razón y la voz, entre la voz y la palabra escrita; de la ousia a la phoné y de phoné a la grammata. Transitamos de esa voz, al inicio interior, a esa palabra solidificada, fijada. La forma más difícil y, a la vez, más sutil de escritura, indudablemente, es la aforística, pues, además de lograr la oscilación de las palabras, pretende que dicho arco de fluctuación sea breve; escritura que mediante la brevedad pretende el transporte del hombre nuevamente a su interioridad recóndita, buscando hilvanar sentidos para la existencia. El libro de Mijail Malishev, No sólo del sentido común vive el hombre está escrito con un agudísimo tino, a través de un bello estilo aforístico. Justo al inicio del libro se puede leer lo siguiente: “Un buen aforismo es aquel que es capaz de provocarnos el deseo de convertirlo en epitafio de nuestra tumba o en epígrafe de nuestro texto” (p.12). El aforismo es doblemente meritorio pues, por un lado, expresa la idea, con posibilidad de desarrollarse in extenso ocupando muchas palabras, y por otro, precisa de una doble atención por parte del forjador de la frase aguda, pues se encuentra obligado a expresar en unas cuantas líneas lo que, de otra manera, se diría en muchas páginas. Esta manera aforística de decir las cosas, amén de que precisa una atención más depurada tanto del 138 Roberto González , Rubén Mendoza y Juvenal Vargas Entre epitafio y epígrafe Entre epitafio y epígrafe jamás vislumbrado antes, hallando así nuevos sentidos del instante entre el nacer y el morir. La primera vía es denominada “Tiempo y destino”; es un monólogo entre la vida y la muerte. Llaman la atención algunos aforismos respecto al uso de medicamentos ante la muerte, este es un tema de nuestro tiempo: “Antes del uso de los analgésicos, la conciencia del moribundo se diluía en su dolor. La anestesia moderna, al quitar el dolor, elimina de la conciencia del moribundo la idea de que está muriendo” (p. 20). “Con la invención de los analgésicos morir dormido, este sueño milenario se ha hecho realidad. Por fin el hombre se liberó del terror de la agonía del morir sin acercarse al otro sueño: aliviar la zozobra ante la preocupación del existir” (p. 25-26). Nos preguntamos si ¿acaso con ellos estaremos llegando al momento de depender de todo tipo de medios artificiales para subsistir? Tan lejos hemos llegado que, hoy en día, podemos desconocer la naturaleza originaria, para suscitar en nuestra vida un confort tan grande que ni siquiera tenemos el valor de morir. En uno de sus aforismos el autor refiere: “La eternidad es un presente que no precede al futuro ni emana del pasado” (p.17). Detrás de semejante sentencia se pretende atisbar la noción de eternidad, desde la diferencia respecto al tiempo. Además, el tiempo, de acuerdo con el autor, no puede desarticularse en su secuencia y en su estructura; por el contrario, justamente en el proceso de su secuencia es que la forma del tiempo devela su estructura dinámica. El instante sería una suerte de imagen o símil de la eternidad, entendida como síntesis permanente del proceso, es decir, como eternidad permanente. No es gratuito que en el claro de lucidez del autor exclame una sentencia como la siguiente: “Un día ya no estaremos y sin embargo, nos importa quienes somos; incluso tratamos de acrecentar la razón de nuestro ser, sabiendo un día que ya no seremos” (p. 20). Este aforismo Roberto González , Rubén Mendoza y Juvenal Vargas 139 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 autor como del lector, puede constituir el cristal por el cual se devela lo paradójico o irónico de la vida cotidiana. El texto aforístico requiere de lectores despiertos, pues ha sido animado por el élan vital; un espíritu alerta. Si nos preguntamos qué es el ahora, nos situamos en la cima de su sentido. Este hecho es ya descubrirnos en un momento entre la vida y la muerte; es el instante vivo que nos anuncia la vida y nos promete la muerte. ¿Qué es la vida? Un instante entre el nacer y el morir. Cierto día un niño, con su sencillez e inocencia dijo a los presentes, jactanciosos de sabiduría, al hablar sobre la muerte: creemos que estar muerto es lo mismo que hacíamos antes de nacer. Estas palabras fueron vanas, pobres e inútiles; sólo sirvieron para regañar al niño, antes de ser enviado a dormir sin merendar. Este es el discernimiento que, a primera vista, nos causa la lectura de No sólo del sentido común vive el hombre. Y no sólo a primera vista, sino durante toda la lectura hasta el final. Efectivamente, el trasfondo de todo el texto es el momento entre el nacer y el morir; es curioso, al querer hablar de la vida, la muerte se hace presente inevitablemente, por eso no es posible hablar a solas con la vida. Luego así, el nacer y el morir no son dos cosas indiferentes ni diferentes, son momentos de un instante, del tiempo de la existencia humana. El texto está dividido en siete capítulos, cada uno abarca una serie de aforismos. Esto nos conduce por caminos diferentes, pero todos convergen a un mismo lugar: el sentido del instante entre el nacer y el morir. Ahora bien, no son caminos nada obtusos, son posibilidades para pensar, es decir, son brechas que invitan a reflexionar junto al autor. En otras palabras, las ideas aquí plasmadas son vías para movernos a pensar, y a la vez, nos llevan más allá de lo común; nos abren la posibilidad de decir aquello aún no pensado; nos conducen por los senderos de la meditación hacia aquello Mijail Malishev, No sólo del sentido común vive el hombre, La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 México, CONARTE-Plaza y Valdés, 2008, 170 pp. posee una carga enorme de sentido, pues la preocupación por el tiempo inmediatamente nos conecta con la noción de muerte y, curiosamente, nos exhibe la paradójica condición de la existencia, la cual describe en su empeño una figura parabólica; circunscrita entre el nacimiento y el ocaso. El hombre que ha asimilado la idea de la muerte, se aferra a su compromiso con la vida mientras dura la existencia; quiere conquistar el mundo, pese a la desgracia de su condición. El hombre desea incrementar su ser pese a la 140 Roberto González , Rubén Mendoza y Juvenal Vargas certeza de la muerte. Ésta, en verdad, es una situación paradójica pues, simultáneamente, amanecen en el hombre dos tendencias: una le arroja hacia el despliegue de sus potencialidades, y otra, le señala la condición finita y limitada de su ser. En otra parte, el autor agrega: “A veces tomamos los asuntos urgentes como importantes y dejamos los asuntos importantes para tiempos mejores que nunca llegarán” (p. 23). De esto último se puede inferir lo siguiente: No debemos dejar para mañana lo que se puede hacer hoy; es preciso aprovechar el tiempo hasta el último momento. A la vez, esta sentencia nos llama al orden, es decir, debemos distinguir entre lo importante y lo inmediato; lo inmediato no necesariamente es lo importante; como tampoco lo importante es lo inmediato. La estructura de la existencia se encuentra trazada en la secuencia de las cosas importantes, y las cosas urgentes constituyen una somera aproximación. El segundo capítulo “Antinomias de la esperanza” se inicia con la siguiente frase: “La esperanza es como un Ave Fénix: el pasado lo mata y el futuro lo resucita” (p. 47). La esperanza es la única posibilidad cuya realidad la agota; es decir, cuando la espera termina, la esperanza se diluye. El término de la espera significa que lo esperado llegue o no. Lo más importante en esto no es su llegada, sino los motivos para hacer de este instante una metáfora eterna de nuestra existencia. Y sólo la monotonía de no esperar nada nos conduce a la ruina, al abandono, tal como los vestigios arqueológicos de nuestros antepasados, los cuales, para nosotros, tienen en realidad poco sentido, aunque nos movemos al encontrar en ellos un cúmulo de interpretaciones. “La esperanza es un agente del futuro en el presente, la cual nos otorga un Entre epitafio y epígrafe Entre epitafio y epígrafe podría exclamar: ‘¡Ah, desgraciada, es así como eres!’” (p. 80). De este tercer camino destacamos el siguiente aforismo: “Las experiencias que destruyen a las ilusiones sin acrecentar la cordura, mutilan el sentido de nuestro ser y nos llevan al vacío existencial” (p. 87). El cuarto capítulo está dedicado a la fe. ¿La fe nos debilita o nos fortalece? Al hombre que espera todo sin confiar en nada, lo debilita; a quien, gracias a ella, cree en todas sus posibilidades y desarrolla sus potencialidades, sin depender en demasía de los demás, lo fortalece. “El débil confía en Dios, el fuerte confía en sí mismo, y además afirma que Dios confía en quien confía” (p. 94). Esa es precisamente la fe dada por Dios; el don que todo ser humano tiene desde el momento de su procreación. La fe no está más allá de nosotros mismos. No pidas fe, posibilítala en el instante del ahora: “Dios no responde a las oraciones en las cuales el creyente le pide lo que puede hacer él mismo. El silencio de Dios es la invitación al hombre a hacer el ‘milagro’ por sí mismo” (p. 97). La quinta parte se refiere al reconocimiento y la vocación. En este sentido, hablamos de la dignidad, tan solicitada en nuestro tiempo. La dignidad es el diálogo entre el hombre y el mundo; ser-en-el-mundo es una tarea, el trabajo esencial del hombre: ¡cumplirlo es construir su dignidad! “Soy lo que soy, lo cual no es garantía de que llegue a ser lo que soy capaz de ser” (p.120). La dignidad se gana con el hacerse-humano, en ese sentido, quien no entiende la ajena no puede reconocer ni ser responsable de la suya. “El hombre es una partícula del universo, pero no podría existir sin considerarse como el centro de su microcosmos” (p.108). Sin embargo, la muerte es irónica: quita implacablemente las máscaras de los méritos falsos, por eso “no todos los clásicos contemporáneos soportan la prueba del tiempo. Frecuentemente, la Roberto González , Rubén Mendoza y Juvenal Vargas 141 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 goce anticipado, aunque no siempre esté justificado” (p. 66). Y aún más: “Quien no espera ya nada del futuro, no le queda más que la monotonía del presente o la nostalgia de los acontecimientos placenteros del pasado” (p. 68). ¿Es nuestro tiempo histórico un momento de esperanza? Ésta se ha reducido a la espera artificial de los acontecimientos determinados: la agenda mundial está marcada; la esperanza es sólo la espera burocrática de los acontecimientos planeados; no hay lugar para algo nuevo. La caja de Pandora se ha cerrado y con ella la esperanza, salida de sus entrañas; ésta ahora se compra, se hipoteca y se subasta, a cambio de la ruina de lo humano. La tercera parte es llamada “Sentido de ilusiones”. ¿Cuál verdad? ¿Son acaso falsas verdades? Nos atormenta no saberlo. ¿Acaso eso es ya una verdad? Ésta es un juego para entretener el instante de la existencia: “El sofista no sólo nos ‘convence’ de que los cuervos son blancos, sino que nos ‘demuestra’ que los cuervos negros no son cuervos” (p.73). Cuán cara ha sido a los seres humanos la verdad, cuando al final la depositamos en la tumba de su falsedad. “Soñamos algo extraordinario y pensamos que es necesario comunicarlo a nuestra madre. Luego despertamos y recordamos que ella murió hace muchos años” (p.73). La verdad es una burbuja en el agua; apenas la queremos tomar se diluye en ella; es una ilusión, un espejismo disuelto en el trasfondo de la metáfora. Y qué bueno que sea una ilusión; de haber verdades eternas sin esta forma seríamos piedras de ruinas arqueológicas. Bendita ilusión: “La fantasía es la única ‘mentira’ que enriquece la realidad y no humilla la verdad” (p. 83). La muerte es una ilusión porque, en realidad, en vida no sabremos cómo es: “La muerte es irónica: nunca se presenta como la imaginamos. Cada moribundo, si fuera capaz de hacerlo, La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 muerte les baja de rango o les quita el título” (p. 110). El sexto capítulo nos invita a pensar los añicos morales; para qué tanta moral, si vivir es “ya” un deber. La moral no es un conjunto de normas y principios, es la luz que nos alumbra el camino del instante. Cada ser humano es su propia luz, pedir prestada la ajena significa ver lo que el otro quiere alumbrar y quiere hacernos ver: “El primer deber que tenemos que entender que sin deber no podríamos vivir” (p.131). “Sólo los que encontraron su vocación piensan que el camino que sigue es el que merecen” (p.139). El último apartado se refiere a las “Muecas del amor”. Platón dice que el amor es un anhelo insatisfecho, tal como el instante entre el nacer y el morir. La esencia del amor, en este caso el erótico, es la no concreción; lo demás es simple metáfora de lo que algún día quisimos y no pudo ser. Lo más importante en el amor es vivirlo, sentirlo hasta las entrañas de nuestro cuerpo, tantas veces como Cúpido nos fleche. Dichosos los humanos que sufren de esta rara enfermedad, sin elegir ni enamorarse ni de quien; “No existen recetas para amar o ser amado, ya que el amor es un misterio. Ni siquiera el mismo enamorado sabe por qué ama a su ser amado. Sólo siente 142 Roberto González , Rubén Mendoza y Juvenal Vargas que le sucedió algo nuevo, algo maravilloso que no le permite vivir como antes. Pasa lo que en la religión se llama conversión o, en términos de Nietzsche, transmutación de los valores” (p.160). Un aforismo logra su cometido, si quien lo escucha o lo lee se pone a pensar, pues al parecer, “obliga al hombre a pensar”. En esto coincidimos con el autor al afirmar que mediante el aforismo partimos del sentido común y salimos por un instante del mismo. El aforismo como chispa incendiaria, como rebelde dinamitero a la caza de hombres decididos a correr la aventura de la reflexión. Conceptos así, nos regala Mijail Malishev, como muestra de su deseo por motivarnos a pensar lo no pensado, más allá de lo “ya” común, obtuso y aburrido de la vida cotidiana. De cada aforismo aquí expuesto se pueden entresacar múltiples consecuencias, pues cada partitura posee un sentido y un gran peso intelectual; es como la entrega de un estuche que contiene una colección de herramientas y utensilios, a partir de los cuales se puede construir todo edificio. lc Entre epitafio y epígrafe Norberto López Ponce Historia de la lucha por la tierra en el Estado de México, 1915-1958, de Elvia Montes de Oca Navas onozco a la Dra. Elvia Montes de Oca Navas, desde 1980, cuando era investigadora del recién fundado Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México y yo era un estudiante de la Maestría en Investigación Educativa de esa institución. El recuerdo que tengo de ella, es el de una profesora apasionada por el estudio de libros y la revisión de papeles viejos, además era cuidadosa escritora de documentos históricos. Producto de aquella época fue la publicación, en coautoría con la doctora Trinidad Bernal Beltrán, del libro Cien años de Educación Normal en el Estado de México a través de sus directores. En 1987, coincidimos en El Colegio Mexiquense; allí pude observar el intenso trabajo hecho por la doctora en los archivos históricos, en la biblioteca y en el cubículo. Pude conocer entonces, amén de la elaboración de ponencias, organización de diplomados y publicación de libros diversos, su proyecto central madurado poco a poco con el doctor Adolfo Gilly, desde sus estudios doctorales en la unam: el cardenismo en el Estado de México. Una trilogía temática la motivaba: la educación, el trabajo y la tierra; en ese orden, estudió a tres instituciones, la escuela, la fábrica, el campo y sus actores: el maestro, el obrero y el campesino. Historia de la lucha por la tierra… Norberto López Ponce 143 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 C La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Producto de esa intensa investigación y escritura en torno al cardenismo, son los libros: La educación socialista en el Estado de México, 1934-1940, una historia olvidada; Política laboral y corporativismo en el Estado de México, 1934-1940 y ahora, Historia de la lucha por la tierra en el Estado de México 19151958. Ciertamente, la autora ha cerrado el ciclo cardenista en la entidad que se propuso, pero seguramente, con su tenacidad característica, ya tiene un nuevo proyecto. Hoy día, cuando la crisis agraria es una realidad alarmante en el país, de la cual somos testigos, el libro Historia de la lucha por la tierra en el Estado de México, 1915-1958 (como parte de la Colección Mayor de la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario) constituye una oportunidad para reflexionar sobre el desastre ocurrido en el campo en los últimos cincuenta años. En efecto, creo que la doctora Elvia recuerda aquellas palabras del doctor Gerard Mc Gowan cuando, en nuestros Seminarios allá en El Colegio Mexiquense, insistía en la función de la historia para reconstruir el pasado e imaginar el futuro de la sociedad, esto es, para construir un proyecto de nación; pero si la historia no cumplía ese objetivo, entonces había razón para calificarla como mero entretenimiento con papeles viejos y recreación de intrigas de personajes. Todo esto era una respuesta frente a las críticas de los científicos sociales respecto al papel de la historia en los trabajos de investigación. Lo que tenemos es la devastación del campo mexicano y mexiquense: abandono de tierras; migración campesina a Estados Unidos; caída de la producción maicera; importación de granos para consumo humano; contaminación del suelo y aguas; agricultura de exportación de parte de agroempresas; devoramiento del ejido por la mancha urbana; privatización de parcelas y ejidos; avance de la narcoagricultura; siembra de maíz transgénico; uso clientelar de 144 Norberto López Ponce las organizaciones campesinas por partidos políticos y gobierno; ausencia de una política gubernamental de rescate del campo, en suma, empobrecimiento de los campesinos y pérdida de la autosuficiencia y soberanía alimentaria. Luego de cincuenta años, los campesinos constituyen el grueso de la cifra de millones de mexicanos que viven en pobreza extrema. ¿Qué ocurrió con aquellas amables esperanzas que atizaron la Revolución Mexicana y se plasmaron jurídicamente en el pacto político social expresado en la Constitución de 1917 para los pueblos campesinos? ¿Qué fue del proyecto de los gobiernos posrevolucionarios? Éstos pretendían dotar a los mexicanos de una parcela, otorgar a la comunidad un ejido, tomando para ese efecto las tierras nacionales, los excedentes de la hacienda señorial y de las agroempresas, para que cuando los campesinos las trabajaran con sistemas agrarios avanzados llegaran a ser autosuficientes, y al mismo tiempo, con sus productos, contribuyeran al crecimiento de la riqueza nacional y al desarrollo de la nación, como lo afirma la autora en su libro. Creo que la lectura de esta obra ayudará a comprender y a explicar mejor el estado del campo actual. La investigación se planteó como objetivo general: “reconstruir la historia del reparto agrario en el Estado de México”, en el periodo comprendido entre Gustavo Baz zapatista y Gustavo Baz institucionalista. Adosadas a ese objetivo central estuvieron otras tres pretensiones de conocimiento: el reparto agrario y la liquidación de la hacienda mexiquense; la formación y el desarrollo del ejido en la entidad; el comportamiento de la parcela ejidal frente al ejido colectivo en el Estado de México. La autora estudia ese periodo nacional y sobre todo estatal, que va de 1915 a 1958. Arranca justamente cuando al gobierno del Estado de México asciende el joven zapatista Gustavo Baz Prada, y los dos proyectos asumidos por los grupos revolucionarios se Historia de la lucha por la tierra… Historia de la lucha por la tierra… La investigación articuló una hipótesis: “la distribución de la tierra en el Estado de México, entre 1915 y 1958, produjo cambios definitivos e irreversibles en la composición social y económica existentes antes del reparto”. Afirmando que, en ese marco de cambios, aparecieron y desaparecieron instituciones y actores sociales. Aparecieron el ejido y el ejidatario, así como los pequeños propietarios; desapareció el campesino sin tierra y la hacienda señorial. Asimismo, el Estado abandonó la postura doctrinaria liberal decimonónica; asumió la actitud protectora de los derechos sociales y el carácter de agente rector de la vida nacional. El libro está construido por una sólida contribución de datos, derivados de la exhaustiva lectura bibliográfica relativa al tema, y una abundante información obtenida del trabajo hemerográfico y de archivo. Destaca al respecto, la revisión de los documentos de la Comisión Agraria Mixta del Archivo Histórico del Estado de México. El primer capítulo “Las haciendas y los hacendados” constituye una mirada a las grandes haciendas desde la perspectiva nacional, y a las diversas formas en que se aplicó la reforma agraria para los distintos Méxicos: el norte, el sur, sureste y el centro, cada uno con su geografía particular, su población y clases dominantes; su vocación económica; su historia político social, derivada en expectativas y respuestas distintas al llamado reparto agrario. El segundo capítulo denominado “Antecedentes históricos de la reforma agraria” aborda, por un lado, las acciones legales de los campesinos, luego del triunfo liberal, a consecuencia de la ley desamortizadora de las fincas rústicas y urbanas, pertenecientes a las corporaciones civiles y eclesiásticas del 25 de junio de 1856. Por otro lado, la legislación agraria secundaria, normativa del artículo 27 constitucional, como es la ley de Dotaciones, Norberto López Ponce 145 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 confrontan decisivamente con las armas, por un lado, el zapatista villista encarnado en el Plan de Ayala y su idea radical de restituir a los campesinos, en tanto acto de justicia histórica, la tierra usurpada centenariamente por la hacienda, defendiéndola con las armas en la mano. Por otro lado, el constitucionalista, que en el Plan de Guadalupe no contempló el problema agrario como asunto central, pero luego, mediante la ley del 6 de enero de 1915, políticamente planteó la división de la gran propiedad o latifundio. Ésta era perseguida por la leyenda de improductividad tejida por Andrés Molina Enríquez, Frank Tannenbaum y Luis Cabrera. Derrotado el villismo, el zapatismo fue arrinconado. Sólo la participación de los constitucionalistas radicales pudo plasmar una idea genial en la Constitución de 1917, en su primera parte estableció: “la propiedad de las tierras y aguas […] corresponde originariamente a la Nación”, y en su segunda: “[la Nación] ha tenido y tiene el derecho de trasmitir el dominio de ellas a los particulares constituyendo la propiedad privada”. En consecuencia, como lo establece Elvia Montes de Oca: “el Estado posrevolucionario organizó y reconoció legalmente la propiedad agrícola (pequeña propiedad, propiedad comunal y propiedad ejidal)”, y paralelamente “estableció con los campesinos beneficiados con los ejidos un pacto de compromisos y apoyos mutuos”; en esa circunstancia, “el Estado se erigió plenamente como promotor del crecimiento económico del campo y las demandas campesinas fueron integradas como intereses del Estado posrevolucionario”. El arco cronológico se cierra hasta 1958, precisamente cuando el doctor Gustavo Baz, nuevamente en el gobierno del Estado, cumple un año de gestión gubernamental. En ese sentido, y siendo rigurosos, el análisis de la autora es menos exhaustivo para los años de 1941 a 1958. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Restituciones de Tierra y Aguas de 1927 y el Código Agrario de 1934. Además, se aplicó la ley durante el gobierno de Lázaro Cárdenas y gobiernos anteriores a éste. En este apartado se destaca la resistencia de los gobiernos, federal y estatal, para desplegar generosamente el reparto de tierra, en un claro intento por salvaguardar los intereses de los grandes hacendados. La oposición, sobre todo callista y rivapalacista, en el caso de la entidad, llega al extremo de satanizar la reforma agraria y declararla concluida. De esta forma, el gobierno callista (que repartió más de tres millones de hectáreas) sentenció: “¡quien quiera tierra, que la compre!”. Frente a esa política agraria concluyente, la doctora Elvia se pregunta ¿de dónde sacó tierra Lázaro Cárdenas, para distribuir tantas parcelas y tierras ejidales a las comunidades, haciendo de su sexenio, el periodo de mayor reparto de tierra? Ella muestra entonces, cómo los casi 18 millones de hectáreas repartidas a 772 mil ejidatarios se obtuvieron de la revisión de los acuerdos de compraventa simulada de la hacienda a los familiares del hacendado, pero sobre todo, de la revisión y desconocimiento de los acuerdos que los gobernadores firmaron para no afectar las grandes haciendas. Ciertamente, como apunta la autora, mucha de la tierra repartida era poco apta para la agricultura, en vista de que las de buena calidad ya habían sido otorgadas. El tercer capítulo denominado “El reparto agrario en el Estado de México, 1915-1934” se refiere al estudio del reparto de tierra en la entidad. Aquí se muestran, someramente, los problemas agrarios existentes en la segunda parte del siglo XIX y los anteriores al estallido armado maderista. Sin duda, esta parte debió ampliarse y profundizar el análisis porque, aquí en la entidad, el tema agrario a lo largo del siglo XIX tuvo como eje motivacional, la exigencia de justicia de los pueblos campesinos al gobierno, en vista de la usurpación hacendaria sobre las tierras de las comunidades. La lucha 146 Norberto López Ponce del campesinado mexiquense de la segunda mitad del siglo XIX fue por la restitución de tierras, ante una hacienda que cercó a los pueblos y fue protegida por el Estado, dadas las alianzas políticas, los vínculos familiares y los compadrazgos. La incorporación de los campesinos en el bando liberal tuvo como premisa la esperanza del triunfo del proyecto liberal, así se atendería el problema de la tierra con las haciendas. La misma esperanza se tuvo con los caudillos que proclamaron en el territorio mexiquense el desconocimiento del gobierno juarista. Entonces, la promesa de dispensar justicia agraria a los pueblos fue el gancho utilizado por el general Porfirio Díaz para convocar a los pueblos a que lo secundaran en el movimiento donde se desconocía a Lerdo de Tejada, mediante el Plan de Tuxtepec. ¿Qué obtuvieron los campesinos mexiquenses de los dispensadores de promesas, juaristas y porfiristas?, malos tratos, acusaciones, multas, discriminación, palo, muerte, desapariciones, cárcel, cooptaciones, desmantelamiento de sus organizaciones, confinamiento al ejército y destierro a Yucatán. Sin negar la existencia de saludables resoluciones agrarias, la documentación en los archivos demuestra que, en la entidad, allí donde hubo resoluciones injustas para los pueblos, quedaron como cenizas ardientes agravios a flor de piel, que el maderismo, a través del Plan de San Luis, capitalizó, para su causa, al convocar a las armas el 20 de noviembre de 1910. En efecto, allí está escrita la promesa agraria. El párrafo tercero del artículo 3 del citado plan refiere: Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, ya por Acuerdos de la Secretaría de Fomento, o por fallos de los tribunales de la República. Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores Historia de la lucha por la tierra… los terrenos de que se les despojó de un modo tan arbitrario, se declaran sujetos a revisión tales disposiciones y fallos y se exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán también una indemnización por los perjuicios sufridos. Solo en el caso de que esos terrenos hayan pasado a tercera persona antes de la promulgación de este plan, los antiguos propietarios recibirán indemnización de aquellos en cuyo beneficio se verificó el despojo. Historia de la lucha por la tierra… Elvia Montes de Oca Navas, Historia de la lucha por la tierra en el Estado de México 1915-1958, Toluca, Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, 2009, pp. 336. de Juchitepec; Encarnación y Jesús Vega Gil de Capulhuac; y Leopoldo Reynoso Díaz de Zacualpan. Todos ellos, al asesinato de Emiliano Zapata en 1919 reiteraron la vigencia del Plan de Ayala comprometidos a cumplirlo ¡Hasta vencer o morir! El quinto capítulo “El reparto agrario en el Estado de México, 1934-1958” constituye el cuerpo del libro. En esta parte, la autora demuestra que, con datos obtenidos de la Comisión Agraria Mixta y fuentes secundarias, Norberto López Ponce 147 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Entonces, en el Estado de México no fue casual la resistencia a licenciarse del ejército maderista, pues antes de volver a la vida civil, era preciso que el Apóstol de la Democracia (Madero) cumpliera esa parte del Plan de San Luis. Después, surgió el Plan de Ayala con un sentido profundamente agrarista y tuvo una aplicación inmediata durante el gobierno zapatista de Gustavo Baz en 1915. En ese tenor, el zapatismo constituyó una fuerza armada y una corriente de pensamiento revolucionario que resistió el hostigamiento carrancista y la persecución de Agustín Millán. Este movimiento se adhirió a la rebelión de Agua Prieta contra Carranza, encabezada por los sonorenses, bajo la promesa de reconocer los principios agrarios del Plan de Ayala. ¿Qué impulsa ahora el reparto agrario, tan tibio durante el gobierno carrancista?, la promesa aguaprietista a los hombres de Ayala en 1920 de cumplir la entrega de tierras a los campesinos. Para cumplir esto, allí estaban los generales de división zapatista: el juchitepequense Everardo González; el texcocano, Ángel Barrios y el zumpahuaquense, Pedro Saavedra, secundados por Tomás García de Santiago de Tepopula; Antonio Beltrán donde resalta una: ¿Cuáles serán las políticas públicas que el presente gobierno aplicará para la recuperación del campo mexicano? Termino apuntando una cuestión crítica: La centenaria lucha campesina mexiquense por la tierra, aquí referida, ciertamente tuvo en los gobiernos estatales cardenistas una respuesta: miles de campesinos vieron cumplidas sus demandas y otros obtuvieron, incluso, lo que no se habían propuesto. El precio pagado por ello fue alto: la sumisión de los pueblos al gobierno en turno; el uso clientelar de las organizaciones campesinas; la incorporación a los partidos políticos oficiales con fines electorales y su inserción a la Confederación Nacional Campesina fundada el 30 de agosto de 1938. Como central gobiernista, creada de arriba para abajo, fue la única organización que tuvo reconocimiento oficial y, por ese hecho, constituyó el sector agrario del Partido de la Revolución Mexicana. En los hechos, los gobiernos cardenistas cumplieron con las demandas del agrarismo radical, cercanas al zapatismo, pero omitieron alentar la organización política independiente del campesinado. Al final de la década de los cuarenta, pocos campesinos pusieron reparos en esa omisión, pero en los años siguientes esa postura subordinada al Estado tendría efectos desastrosos para la vida de los campesinos mexiquenses. lc La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 durante los gobiernos de José Luis Solórzano, Eucario López contreras y Wenceslao Labra se verificó en la entidad el mayor reparto agrario: 771 mil 250 hectáreas. Los gobiernos siguientes hasta 1958, ya sólo distribuyeron 96 mil 730 hectáreas. Un sexto capítulo “La vida cotidiana en los ejidos y los ejidatarios” conforma una excelente aproximación al impacto del reparto agrario en la vida ordinaria de los actores sociales: parceleros, ejidatarios, peones acasillados, hacendados, familiares de campesinos, ex hacendados, maestros y parcela escolar. Escrito a partir de entrevistas a fondo con testigos y personajes involucrados, el capítulo muestra una visión poco conocida, en tanto que el conocimiento es al mismo tiempo objetivosubjetivo; la actitud ante la revolución e imagen de los caudillos y ejércitos, los sentimientos de quienes recibieron tierra o la perdieron, lo perdido en la casa, el pueblo o en la hacienda con la reforma agraria, y las dificultades para hacer producir la tierra. Esta parte, fresca, directa y en ocasiones divertida o dolorosa, corona agradablemente el dato duro, la gráfica fría y el mapa austero. En la última parte, se efectúa una reflexión respecto a lo que siguió de la reforma agraria y plantea explicaciones ante la situación desastrosa del campo en las últimas décadas. Al final, presenta una lluvia de preguntas 148 Norberto López Ponce Historia de la lucha por la tierra… Jenaro Reynoso Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso del conejo azul. Crónicas con duendes ntre los argumentos más socorridos para convencer a otros que leer libros es placentero, importante y hasta vital está el de que, al hacerlo, se conocen nuevos mundos, distintas realidades, vidas de otros; de esa manera, se estimula la imaginación y la creatividad; como resultado, la actividad cerebral provocada permite enfrentar las incertidumbres de la vida de modo exitoso. Una forma más pragmática de resaltar la importancia de la lectura es la constante reiteración en los cursos (coordinados por mí desde hace 19 años en la Licenciatura de Historia), de que en carreras humanísticas (como las impartidas en la Facultad de Humanidades), es fundamental leer lo escrito por otros para elaborar un discurso propio y, a su vez, escribirlo para ser leído por otros. De esa manera, se contribuye a mantener la cadena de creación y recreación del pensamiento sobre los hechos humanos. Mientras tanto, se obtienen los títulos y grados académicos necesarios para obtener trabajo, recursos para sobrevivir y, si se quiere, hasta fama. No se puede escribir sin leer, pues el acto mismo y la intención tienen su origen en una experiencia previa de haber leído la escritura producida por otros; se escribe para que alguien distinto se entere de nuestros pensamientos y sentimientos. Dicha situación es subyacente a la redacción Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso… Jenaro Reynoso 149 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 E La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 de estas líneas presentadoras del libro del maestro José Luis Herrera Arciniega, pues cuando, intempestivamente, Martín Mondragón me invitó a participar, y yo respondí afirmativamente sin pensarlo demasiado, de inmediato reflexioné: al fin y al cabo, he leído más literatura que historia aunque mi profesión se relaciona con esta última. O acaso ¿en el fondo de mi cerebro existe una lucha por identificar el trabajo del literato con la intención de quien escribe historias pretendidamente “científicas”? No es mi intención entrar en honduras teóricas sobre el método de los humanistas, en particular de los literatos, no podría sino destacar que los temas relatados en este libro son, al decir del comentario en la contraportada, sucesos donde el autor fue protagonista o coprotagonista, según se vea, y por ello “sencillas historias” en las cuales se rescata la convivencia con abuelos, tíos, hermanos, hijos, pareja y otros sujetos a lo largo de las situaciones y momentos que componen lo llamado vida. Éstos se recrean en la aventura de gozar los paisajes de la naturaleza local y la convivencia con animales domésticos; esto es lo nombrado por los historiadores hechos históricos, además, se defiende como un coto de propiedad intelectual del gremio, considerándolo objeto de estudio. En la lectura del libro de José Luis Herrera Arciniega encontré el relato de los mismos hechos de interés para los distintos tipos de historiadores: la vida de los hombres en el mundo; las formas de la naturaleza; los seres vivos y su relación con el hombre. Además, quizá el efecto más importante en mí, entre otros, el cual deseo comunicar para invitarlos a leer el conjunto de relatos es el siguiente: me hizo recordar los distintos momentos de mi vida, donde también han sido más importantes algunos miembros de mi familia, los animales y la naturaleza. 150 Jenaro Reynoso José Luis Herrera, Goyo el gato y el regreso del conejo azul. Crónicas con duendes, Presencia Mexiquense, México, 2010. Algunos ejemplos podrían ilustrar la regresión que me provocó leer Goyo el gato y el regreso del conejo azul. Crónicas con duendes: Debí tener tres o cuatro años cuando dos tíos paternos, Fernando y Eutimio, decidieron ir a comprar sandías a una región del municipio de Tonatico en los límites con El Mogote, estado de Guerrero. El lugar donde se encontraba el sembradío distaba más o menos siete kilómetros Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso… Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso… tal manera que se apresuraron, uno a quitarme la ropa mojada y envolverme en una cobija seca y, otro, a preparar un té de hojas de naranjo. Para cuando mis padres fueron a buscarme, reclamando por qué el caballo se encontraba aun cargado en la entrada, yo estaba acostado con un tío a cada lado y disfrutaba de cucharadas de un líquido caliente con fuerte sabor a canela y naranja. Otro suceso de aquellos tiempos tiene que ver con los alacranes, los cuales todavía el día de hoy me provocan cierto temor. Resulta que la mayoría de casas del pueblo estaban construidas con paredes de varas entretejidas y cubiertas de lodo con techo de palma y algunas con lámina de cartón. Como el clima es sumamente cálido durante el día los arácnidos se ocultan entre la palma y los resquicios de las paredes; por las noches salen a buscar insectos para alimentarse. La vida común de los alacranes o escorpiones se volvía problema para los habitantes de mi pueblo cuando caían sobre las cobijas o en alguna parte descubierta del cuerpo de quien se encontraba acostado en la cama o el petate que de manera involuntaria o entre sueños se movía y entonces picaba y aplicaba el veneno que originalmente está destinado a inmovilizar a los insectos que le sirven de comida. De alguna manera uno se acostumbra a dormir a pesar del gusto de los alacranes por realizar acrobacias al amparo de la oscuridad y el aire fresco; pero para un niño es impactante observar que un alacrán le aplica con saña su veneno a un anciano y éste se la pasa toda la noche escupiendo porque, como se sabe, algunos de los síntomas de que el veneno del alacrán ha llegado al torrente sanguíneo es la sensación de cabellos en la garganta y la salivación excesiva. Otro recuerdo tiene que ver con perros. Cuando los estragos que una sequía provocó en los habitantes del pueblo obligaron a mis padres Jenaro Reynoso 151 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 del pueblo del sur del estado de México donde nací llamado Zumpahuacán. Para llegar habría que transitar una meseta donde se cultiva por riego, luego bajar una pendiente empedrada, atravesar la junta de dos ríos, recorrer el inhóspito margen del río San Jerónimo y subir a otra meseta para llegar a donde sembraban y vendían sandías. Hacer el recorrido y atravesar la barranca, como hoy día le siguen llamando mis paisanos, sólo podía hacerse a caballo o caminando, por lo que para alguien de mi edad la forma más adecuada era sobre el equino y acompañado por un adulto, pues tanto para dirigir el trote de un caballo, sujetando la rienda, o montar en ancas abrazado del montador o introduciendo las manos en los huecos ubicados en la parte posterior de la silla, requiere de fuerza que yo no tenía; así que viajé sentado en un apretado espacio entre la pelvis del jinete y la cabeza de la silla de montar, de la cual me aferraba cada vez que el caballo súbitamente hacía un trote que me hacía saltar del lugar en que iba montado. Para mí el viaje fue largo pero compensado con los distintos paisajes que iban apareciendo y con las rebanadas de sandía que, al llegar, devoré a grandes mordidas por la sed y el placer del dulce líquido rojo que me escurría por la comisura de los labios y formaba manchones rojos en la playera que llevaba puesta. Después de calar la fruta y comprarla habría que iniciar el regreso que sería más lento, pues uno de los caballos tendría que llevar la carga y uno de mis tíos debería caminar; éstos alternaron montar, cuidando al sobrino, y caminar, jalando al caballo cargado con costales de sandías. Una situación que provocó que en el último tramo antes de llegar a casa nos alcanzara la obscuridad fue la torrencial lluvia, que se desplomó sobre nuestros cuerpos e hizo que llegáramos hechos una sopa a la morada de mi abuelo. Mis tíos se preocuparon más por el posible efecto que el sol y la lluvia podría provocar en mi organismo que por descargar el caballo de las pesadas sandías, de La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 a emigrar a Tenancingo donde se encontraba mi familia materna, llegamos a vivir a la casa de mi bisabuela Esperanza. Era una casa grande con techo de teja, un amplio patio y un corredor con macetas de helechos en el pretil. Mis bisabuelos sólo habían tenido un hijo, mi abuelo materno Alfonso, y éste ya vivía en su propia casa con mi abuela Bárbara y mis tíos y tías, por lo que llevaban varios años viviendo solos; así que canalizaron su necesidad de compañía a la adquisición y mantenimiento de varios perros chihuahueños y french poodle, con los cuales tuvimos que competir mis tres hermanos y yo para tener la preferencia y apapacho de los bisabuelos. Con mi bisabuelo Sabino perdimos; definitivamente prefirió a sus perros que a sus inquietos bisnietos que todo el tiempo pateaban en el patio la pelota de hule que ocasionalmente llegó hasta el banco donde se dedicaba a armar sillas de manera que luego pintaba y vendía a quienes las distribuían en los pueblos. En cambio mi abuela Esperanza, como la llamaba, cuando se encontraba en la disyuntiva de abrazar y besar a sus perros o sus bisnietos, siempre utilizó sus negros y gordos brazos para rodear a los extraños hijos de su nieta que había casado en otro pueblo, o sea mis hermanos y yo. La decisión de la abuela Esperanza no implicaba descuidar la alimentación y los hábitos de los perros que la habían acompañado durante tantos años de soledad, tal vez por ese cariño y dedicación que les mostraba yo también desarrollé un afecto especial por la raza de perros que había en esa casa. La preferencia del bisabuelo por los animales o tal vez la molestia que le provocaba la presencia y los juegos de cuatro niños no acostumbrados al encierro de una casa en la ciudad y si a la libertad de una casa en el campo llevó a que decidieran regalar una casita a mi mamá para que con mi papá y mis hermanos viviéramos aparte. La casa se ubicaba a menos de un kilómetro de distancia de la de mis bisabuelos, pero en esa longitud no 152 Jenaro Reynoso había más que tres o cuatro casas, por lo que la mayoría de los lotes eran baldíos, circundados por árboles de aguacate y le daban a la zona un carácter rural. Mi papá opinó entonces que deberíamos tener un perro propio que pudiera cuidar la casa, por lo que pronto adquirimos, no recuerdo de quién, una recién nacida perra gris que llamamos La Loba, no recuerdo tampoco cuál fue la razón para ponerle ese nombre. He estado tratando de saber si fue por el color o por influencia de algún personaje perruno de algún programa radiofónico que era el único medio de vincularnos al mundo exterior del nuestro en ese tiempo. También he tratado de encontrar en mi memoria (por influencia del libro que estamos comentando), cómo murió La Loba, pero no logro visualizar esos detalles; lo que sí recuerdo es que, dada la imposibilidad en esos tiempos y circunstancias de controlar la reproducción de nuestra perra, ésta parió dos o tres camadas de las cuales sobrevivieron algunos ejemplares que se repartieron entre vecinos, familiares y la propia casa. Sin embargo, la imagen más recurrente de La Loba es que se hizo vieja cuidando la entrada de la casa; que ladraba con agresividad cuando se acercaba algún vendedor o cobrador de abonos y, en particular, que sonreía, es decir, levantaba el labio y mostraba la hilera superior de los dientes, cuando se acercaba la hora en que se revolvían las sobras de la comida con las tortillas con que se alimentaba; su gesto era de tal forma parecido a la gratitud humana del hambriento que recibe comida, que los hermanos disputábamos el turno para darle sus alimentos a La Loba. Me asalta el recuerdo una ocasión en que La Loba se pasó medio día ladrando hacia el interior de la casa en dirección al bordo lleno de carrizales que servía de lindero con el predio vecino, lo que hizo que pusiéramos atención en un hoyo abierto entre los carrizos del que asomaba el hocico de una especie de rata enorme. Al acercarnos el animal trató de huir, pero se paralizó cuando lo cercamos los cinco Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso… Como podrán darse cuenta, al leer los relatos de Goyo el gato…, conocemos las experiencias reales y las situaciones ficticias, vividas por el autor. Todo esto provocó que se removieran en mi mente algunas vivencias propias: llegar a un pueblo donde las fiestas patronales obligaban a cerrar calles, por tanto, se requerían alternativas de ingreso y salida a la casa; en ella, era necesario mover un pesado zaguán; dentro habitaba un enorme rottweiler negro y un pastor alemán, el Terry y el Diter; provocaban una sensación fría en la columna cada vez que peleaban a muerte y se requería una intervención para separarlos. Cuando el Terry lograba brincar la cerca de uno ochenta, que formaba su jaula, al mismo tiempo mi hija recorría en bicicleta el patio. Después de abrir el pesado zaguán, estacionaba el auto pero Diter, esperando el momento, salía disparado por la calle, entonces lo perseguía seis o siete cuadras para regresarlo a la casa, pues por un Otros animales en otras vidas. Goyo el gato y el regreso… supuesto descuido, el dueño podría cobrármelo. El terror que me imponía el Terry, válgase la expresión, existió hasta el último momento de su vida; escuché que algo le pasaba, pues ya no intentaba retozar y pelear como antes. En una ocasión estaba fuera de su jaula, se veía enorme, exageradamente gordo y con gesto de fiereza; yo sólo atinaba a gritarle que se metiera, y él a mirarme fijamente. De pronto, se fue de lado y cayó pesadamente; me acerqué y me di cuenta que estaba muerto. Con la muerte de un ser querido, se comienza a valorar su ausencia. Asumí su figura, a pesar del miedo que me provocaba, como parte de la cotidianidad de quienes habitábamos esa morada. Sin el Terry nada volvería a ser igual. Igual recuerdo la catástrofe ocasionada por la Leidy, cuando se escapó al abrir el —ya citado— zaguán. Era una perrita french poodle que mi hija recibió como regalo de cumpleaños. Durante algunos años fue su única compañía, por tanto, existía un fuerte vínculo. Al perderse, sus lágrimas no pararon hasta el día siguiente: se oyeron ladridos parecidos a los de la perra y fuimos a informarnos con el vecino; un hombre malo, quien negó que los ladridos provinieran de nuestra perra hasta que, al asomar la cabeza, identificó a su dueña y logró escaparse de sus secuestradores. Con esa reacción ni siquiera tuvieron tiempo de pedir el rescate. Con estos relatos personales, queda claro que leer libros donde se narran experiencias o fantasías de otros, permite identificar situaciones paralelas, así como reconocer diferencias y la posibilidad de pluralidad, además, ayuda al autoconocimiento en el lector, pues lo transporta a la revisión de su propia existencia. Así sucedió conmigo al disfrutar de las narraciones: “Goyo el gato”, “Duende en el tejado”, “Yendo a casa”, “Historia de la araña” y otros textos que componen este libro de José Luis Herrera Arciniega. Por supuesto, vale la pena su lectura, pues también disfrutarán. LC Jenaro Reynoso 153 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 hermanos que ya éramos; en ese momento nos dimos cuenta que la rata enorme cargaba sobre su lomo tres animalitos de su misma especie; cuando estábamos dispuestos a golpearla con carrizos mi madre gritó que nada nos hacía la pobre tlacuacha y que la dejáramos en paz o nos trataría de la misma forma. Como teníamos sobrada experiencia de que mi madre cumplía sus amenazas y promesas optamos por dejar al animal en paz y jugar a otra cosa que no fuera molestar seres vivos. Colaboradores Araceli Aguirre Aguirre. Licenciada en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudiante del cuarto semestre de la Maestría en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Participó en dos proyectos: papit “Ediciones de textos de mujeres hispánicas, siglos XVI-XVIII”, y en el de “Bibliotecas virtuales e historia del libro novohispano”. Profesora del sistema de educación media superior del Gobierno del Estado de México. Blanca Álvarez Caballero. Realiza el Doctorado en Humanidades por la uam-Iztapalapa. Maestra en Humanidades por la uaem. Ha publicado poemas, reseñas, artículos y ensayos en Destiempos, La Colmena, Castálida y Ciencia ergo sum, entre otras. Está antologada en el Sexto Maratón de Poesía, gem, Toluca, tunAstral (2005) y en Espiral de los Latidos. Poesía joven de la zona centro del país, Conaculta (2002). Tiene publicados los poemarios Odiseo regresa, por el Instituto Mexiquense de Cultura (2008); Ausencia del marino (imc, 2004) y Amanecer incierto y solitario (imc, 2001). Becaria por el focaem en 2004 y 2007. Ha participado en diversos eventos literarios nacionales. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Graciela Isabel Badía Muñoz. Licenciada en Ciencias Humanas por la Universidad del Claustro de Sor Juana, A. C.; Maestra en Historia por la Universidad Iberoamericana; estudiante del Doctorado en Ciencias de la Educación por el Instituto Superior en Ciencias de la Educación. Profesora investigadora de tiempo completo (UAEM). Diana Birrichaga Gardida. Doctora en Historia por El Colegio de México. Profesora de tiempo completo de la Universidad Autónoma del Estado de México. Su línea de investigación se ha centrado en el proceso de administración de los propios, bienes y tierras comunales de pueblos y/o municipios del siglo XIX. Actualmente analiza el tema de archivos históricos y bibliotecas históricas en el Estado de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, sni nivel I, también es miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias. Ha publicado más de 40 títulos en libros y revistas especializadas. 156 Colaboradores María del Carmen Chávez Cruz. Licenciada en Historia; Maestra en Estudios Latinoamericanos; estudiante del Doctorado en Humanidades por la Facultad de Humanidades de la uaem. Coordinadora de la Licenciatura en Historia. Mihaela Comsa. Licenciada en Letras Francesas (Universidad de Rumania), maestra en Estudios Literarios (uaem) y doctora en Filología (Universidad de Rumania). Ha publicado artículos sobre teoría literaria, narratología, semiótica narrativa. Publicó el libro Un acercamiento a Nerval (Centro Toluqueño de Escritores). Es profesora/ investigadora de tiempo completo de la Facultad de Humanidades de la uaem. Participa en el Seminario permanente de Estudios de la Significación (buap). Jesús Corona Torres. Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de México. Pasante de la Licenciatura en Filosofía por la misma universidad. Actualmente estudia el quinto semestre del programa de Doctorado en Humanidades con línea de investigación hacia la ética, en la Facultad de Humanidades de la uaem. Fue Abogado Proyectista adscrito a la Subdelegación Jurídica de la Delegación de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente en el Estado de México (2002-2008). Mauricio Del Olmo Colín. Egresado de la Licenciatura en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana. Cuenta con una carrera técnica en Comunicación Social por el Centro de Estudios de Comunicación Social y un curso intensivo de periodismo por el periódico El Universal. Se ha desarrollado en diversos campos que competen a la literatura y a la comunicación. Posee experiencia en investigaciones profesionales-académicas en la uam. Ha participado en congresos de diversas universidades del país como ponente, dictaminador y organizador. Su campo preferido es la aplicación de conceptos teóricos en la literatura mexicana e hispanoamericana del siglo XX y XXI, así como el estudio de literaturas alternativas. Jorge Esquinca. Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación. Ha trabajado como editor, traductor, Colaboradores Guillermo Fernández. Poeta y traductor. Es autor de La palabra a solas, La hora y el sitio y Bajo llave, entre otras obras. Ha traducido más de 50 libros del italiano, sobre todo de poesía. Recibió el Premio Jalisco de Literatura (1998). Pertenece al Sistema Nacional de Creadores. Fue condecorado por el Gobierno de la República de Italia con la Orden de Comendador (2000). Carlos Alfonso Garduño Comparán. Licenciado en Filosofía por la Universidad Iberoamericana. Maestro en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Candidato a doctor por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Iberoamericana. Profesor del Departamento de Estudios Generales del itam. Profesor del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales del itesm Campus Santa Fe. Roberto Andrés González Hinojosa. Doctor en Filosofía por la unam. Profesor e investigador de la Facultad de Humanidades en la uaem. Sus líneas de investigación son la epistemología y la metafísica. Autor de El retorno a la metafísica (uaem, 2002) y ¿Qué es eso de la filosofía? (uaem, 2003), entre otros. Rosa María Hernández Ramírez. Licenciada en Historia por la Facultad de Humanidades de la uaem; Maestra en Educación Superior por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la misma universidad. Profesora investigadora de tiempo completo. Hilda Lagunas Ruiz. Doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana. Desde hace 28 años es catedrática de la Facultad de Humanidades y, desde hace 16, profesora de tiempo completo de la uaem. Algunas de sus investigaciones publicadas son: Producción agropecuaria de la región de Toluca según los diezmos: 1800-1828; Catálogo de Protocolos de la Colaboradores Notaría No. 1 de Toluca, volúmenes IV, V, VI y VII; La mujer en el Valle de Toluca, siglo XVI; El cólera morbos en cinco municipios del Estado de México en 1850; La salvación del alma y el ritual fúnebre, Valle de Toluca, siglos XVII y XVIII; Hacendados del Valle de Toluca: vida cotidiana y muerte. Sonia Lira Iniesta. Curadora. Egresada de la Maestría en Estudios de Arte. Ha participado como ponente en la uaem, Universidad Iberoamericana y el Claustro de Sor Juana con reflexiones en torno a la forma estética de los discursos culturales, arte y nuevas tecnologías, arte y estética urbana, la ciudad como artefacto; el fragmento y el detalle como recursos estéticos. Profesora desde hace más de 20 años en la Facultad de Lenguas en las áreas de traducción y semiótica. Norberto López Ponce. Maestro en Investigación Educativa por el Instituto Superior de Ciencias de la Educación, 1995, Toluca, México. Investigador de la línea de Historia de la Educación del Instituto Superior de Ciencias de la Educación, de 2008 a la fecha. Ha trabajado como investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio Mexiquense, de 1987 a 2005. Es autor del libro Ya es tiempo de actuar. El proceso de organización de los profesores estatales, 1921-1959, Zinacantepec, El Colegio Mexiquense, A. C. (2001), entre otros textos. Francisco Macías Arriaga. Estudiante del noveno semestre de la Licenciatura en Filosofía de la Facultad de Humanidades de la uaem. Germán Iván Martínez Gómez. Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma del Estado de México. Maestro en Enseñanza Superior por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (cidhem). Ganador del Primer Concurso Universitario “La palabra poética, 2002” y del Primer Concurso Universitario sobre Composición Poética “Sor Juana Inés de la Cruz”, 2003, convocados ambos por la uaem. Premio Estatal de la Juventud del Estado de México en el Mérito Académico, 2003. Actualmente es profesor-investigador de la Escuela Normal de Tenancingo. Santiago Matías. Realizó estudios formales de Artes Plásticas en la Academia de San Carlos y la Licenciatura en Letras Hispánicas de la unam. Obtuvo los premios de poesía “Gilberto Owen” y “Punto de Partida”. Parte de su obra aparece en algunas antologías, como el Anuario de poesía mexicana, fce y Un orbe más ancho, poesía joven de Colaboradores 157 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 articulista y promotor cultural. Tiene publicados, entre otros, los siguientes libros de poesía: Alianza de los reinos (1988), Paloma de otros diluvios (1990), El cardo en la voz (1991) —con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes—, Isla de las manos reunidas (1997), Uccello (2005). Ha traducido libros de Pierre Reverdy, W. S. Merwin (su versión de La rosa náutica mereció el Premio Nacional de Traducción de Poesía); Henri Michaux, André du Bouchet, Alain Borer y Maurice de Guérin. Ha obtenido becas del Ministerio de Cultura de Francia. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. México, unam, 2005. Fue becario del Fonca en la categoría de Jóvenes Creadores en 2008, y desde el 2003 dirige el sello editorial Bonobos. misma universidad. Ha impartido conferencias sobre justicia y desamortización. Publicó el artículo “La colonia sericícola en Tlalpizalco”. Rubén Mendoza Valdés. Doctor en Humanidades. Actualmente está adscrito al Instituto de Estudios sobre la Universidad de la uaem, como profesor de tiempo completo. Sus actividades docentes las realiza en la Licenciatura en Filosofía y en el Posgrado en Humanidades de la Facultad de Humanidades; asimismo imparte la cátedra de Ética y Humanismo en la Licenciatura en Nutrición. Recientemente publicó “Ser cuerpo es hacerse cuerpo”, incluido en el libro colectivo En torno al sentido de la vida. Inocente Peñaloza García. Periodista y profesor de lengua y literatura. En 1975 se hizo acreedor a la Presea Estado de México “José María Cos” de periodismo e información. Es poseedor, además, de la medalla “Manuel Buendía” que otorga la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca, del Premio Estatal de Periodismo 1974 y del Premio “Ignacio M. Altamirano”, instituido por la Legislatura del Estado de México. Desde 1993 es cronista de la UAEM. Recientemente publicó el libro Verde y Oro. Crónica de la Universidad Autónoma del Estado de México y Toluca: sucesos del siglo XX. La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Elvia Montes de Oca Navas. Licenciada en Filosofía, además de maestra y doctora en Estudios Latinoamericanos. Ha sido profesora de educación primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura y posgrado. Ha dictado conferencias en diversos lugares de la entidad y participado en la presentación de libros y revistas, trabajos propios y de otros investigadores en distintas instituciones académicas. Ha asistido como ponente a congresos y foros académicos nacionales e internacionales. La Universidad Nacional Autónoma de México le otorgó la Medalla “Gabino Barreda” por haber obtenido el más alto promedio de calificación al término de sus estudios de doctorado. Obtuvo la Mención Honorífica en el Primer Concurso de Historia Municipal, convocado por el Gobierno del Estado de México. Ha sido integrante del Sistema Nacional de Investigadores (1999-2005), miembro fundador de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación (somehide), de la cual fue secretaria de Organización del Consejo Directivo (2006-2008). Su labor de investigación y difusión en pro de la historia de la educación en México fue reconocida por El Colegio Mexiquense, A. C. Víctor Nava Marín. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas (unam). Tras tomar algunos cursos en el cadac, A. C., cut y Laboratorio de Artes Escénicas de la unam, forma, en 1980, el grupo Drao/uaem, de carácter estudiantil, con el que ha escenificado obras y textos diversos. Además, ha sido corrector de estilo en el Fondo de Cultura Económica, Publicaciones Cultural y Comunicación Social del Gobierno del Estado de México, y jefe de redacción de las revistas La Grapa (independiente) y Castálida (imc). José Porfirio Neri Guarneros. Licenciado en Historia por la Facultad de Humanidades de la uaem. Candidato a Maestro en Humanidades: Estudios Históricos en la 158 Colaboradores Horacio Ramírez de Alba. En 1970 obtuvo el título de Ingeniero Civil por la Universidad Autónoma del Estado de México, en 1973 el grado de Maestro en Ingeniería por la Universidad Nacional Autónoma de México y en 1979 el grado de Doctor (PhD) por The University of Texas at Austin. Realizó estancias de investigación en el Building Research Institute en Tsukuba, Japón (1987), en El Colegio Mexiquense, A.C. (1989) y en el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja en Madrid, España (1992). Es profesor de tiempo completo en la Facultad de Ingeniería de la uaem, donde imparte clases en el área de Ingeniería Estructural. Ha realizado trabajos de investigación y extensión, principalmente en las líneas de ingeniería sísmica, evaluación y rediseño de estructuras existentes, comportamiento de materiales para vivienda y materiales y técnicas constructivas prehispánicas. De su gusto por viajar y caminar, ha registrado sus experiencias, algunas de ellas publicadas en libros como: La construcción en el Estado de México: estudio técnico con referencia histórica (1990); Puentes de arco en el Camino de Santiago (1999); Una experiencia en el Camino de Santiago (2000); Egipto, memoria de un viaje fantástico (2003) y A pie por la Ruta de Cortés: del Popocatépetl al Templo Mayor (2009). Jenaro Reynoso Jaime. Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Es profesor de la Licenciatura en Historia de la Facultad de Humanidades e investigador del Instituto de Estudios de la Universidad de la uaem. Sergio Ernesto Ríos. Egresado de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas de la uaem, realizó estudios en la Escuela de Escritores y en la unicentro de Paraná, Colaboradores Pablo Rodríguez Cabello. Licenciado en Letras Hispánicas por la unam y Maestro en Letras Iberoamericanas por la misma institución. Profesor de la preparatoria 13 de la ciudad de México. Ha publicado en las revistas Coatepec y La abeja nocturna. Carmen Rosenzweig (2010 †). Escritora. Autora de Hojas de expresión de un estudiante sin cartera, El reloj, 1956 y Recuento para un recuerdo, recopilados en Obrarreunida (imc, 1996-97). En 1957 fue becaria del Centro Mexicano de Escritores y en 1987 recibió la presea “Sor Juana Inés de la Cruz”. Fundadora de la revista El rehilete. Alberto Saladino García. Licenciado en Filosofía por la uaem, maestro y doctor en Estudios Latinoamericanos por la unam; autor de diez libros, entre ellos: Dos científicos de la ilustración hispanoamericana: J. A. Alzate y F. J. de Caldas (unam/uaem, 1990); Ciencia y prensa durante la ilustración latinoamericana (uaem, 1996); América Latina, espacio vital. Interpretaciones interdisciplinarias desde Asia (Universidad de Tamkang, 2009); coordinador de diez libros, entre ellos, con Leopoldo Zea, Humboldt en América Latina (ipgh/fce/unam/ uaem, 1999); con Adalberto Santana, Visión de América Latina: homenaje a Leopoldo Zea (fce/ipgh/unam/ uaem, 2003); Humanismo mexicano del siglo XX (uaem, t. I, 2004; t. II, 2005) y con Lucía Chen, La nueva nao: de Formosa a América Latina. Intercambios culturales, económicos y políticos (Universidad de Tamkang, 2008). Fue presidente de la Sociedad Latinoamericana de Estudios sobre América Latina y el Caribe (1998-2000); presidente fundador de Historiadores de las Ciencias y las Humanidades A. C. (2007-2010). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1990. Manola Sepúlveda Garza. Doctora en Etnología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París, Francia, 1986. Ha trabajado como profesora o investigadora en la uaem (1986-1988); en la unam (1988-1992); uam (1990); en el itam (1989-1991), y a partir de 1992 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. En 1999 fue profesora invitada de la Universidad de Tamkang, Taiwan. Ha publicado dos libros: Políticas agrarias y luchas sociales. San Diego de la Unión, Guanajuato 1900-2000, Ed. Procuraduría Agraria/conaculta, México, 2001 y Ensayos sobre Filosofía Colaboradores de la Historia rusa, Plaza y Valdés/uanl, México, 2006. Ha publicado alrededor de cincuenta artículos en diversas revistas de México, Alemania y Rusia. Félix Suárez. Poeta, ensayista y editor, estudió la carrera de Letras Españolas en la uaem y la Maestría en Humanidades en la Universidad Anáhuac Norte, fue becario del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Centro Toluqueño de Escritores. Obtuvo la Presea “Sor Juana Inés de la Cruz” (1984), el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” (1988) y el Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines” (1997). Además de Legiones, tiene cuatro títulos de poesía publicados: La mordedura del caimán (1984 y 1990), Peleas (1989, 2001 y 2002), Río subterráneo (1992 y 1998) y En señal del cuerpo (1998). Su obra está incluida en las antologías Literatura del Estado de México, donde nadie permanece (1991), Poesía a nueve voces (1995), Poetas de Tierra Adentro (t. I, 1991; t. II, 1997), Poesía joven, veinticinco años de un premio literario (1999), En el rigor del vaso que la aclara, el agua toma forma (2001), Eco de voces (generación poética de los sesenta) (2003) y Vigencia del epigrama (2006). Ha colaborado en distintas revistas y periódicos del país y del extranjero. Fue director y fundador de la revista Castálida. Fue responsable del Programa Editorial de la uaem. Actualmente realiza el doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. Irma Tapia. Originaria de Toluca, Estado de México. Egresada de la Facultad de Derecho de la uaem. Tiene publicado el poema “Barranca”, que aparece en la carta literaria de la Tribu Tunastral; así como los cuentos “Delirio” y “El intruso”, que figuran en el libro La semana comienza los sábados (imc, Toluca, 1997). Se encuentra incluida en la antología de la primera y segunda generación de la Escuela de Escritores del Estado de México, titulada Árbol de las letras y la vida (imc, Toluca, 2000). Es coautora del ensayo Isla sin fin, siempre te añoré: Boca del Infierno, novela de Ana Miranda. Su libro de poemas Espigas en lo nuevo fue editado por la uaem y el imc (Toluca, 2001). Es también autora de Trinos y atabales (uaem, 2003), Hilos de luna (Editorial Praxis, 2004), Vértigo del olvido (imc, Toluca, 2004); Carmín en tierra (Editorial Cargraphics, 2005) y Erizada piel (imc, Toluca, 2007). Juvenal Vargas Muñoz. Es Licenciado en Filosofía y Maestro en Humanidades: Filosofía Contemporánea por la Universidad Autónoma del Estado de México. Ha publicado diversos artículos en revistas nacionales y extranjeras. Actualmente es director de la Facultad de Humanidades de la uaem. Colaboradores 159 La Colmena 67/68, julio-diciembre 2010 Brasil. Premio Estatal al Mérito Artístico en Literatura en 2003. Ha publicado los libros Piedrapizarnik y De cetrería, recibió mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino”, 2004. CRITERIOS EDITORIALES La Colmena, Revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, es un foro de expresión en el que confluyen la creatividad, la pluralidad y la libertad del pensamiento, mediante un ejercicio de análisis, reflexión y crítica. Los trabajos que sean presentados para su publicación deberán cumplir con las siguientes normas: 1) Ser inéditos y no estar sujetos, simultáneamente, a su aprobación en otras publicaciones. 2) Estar impresos y grabados en USB o CD en Word para PC. a)No exceder de 14 cuartillas escritas a 1.5 de interlineado con tipografía Arial de 12 puntos, en hojas tamaño carta y por un solo lado. b)Las notas a pie de página deberán tener secuencia numérica y ubicarse en la página a que correspondan. c) Para las referencias dentro del texto se usará la notación Harvard, esto es, apellido del autor, año de edición y número de página escrito entre paréntesis: (Welles, 1994: 345). d) La bibliografía citada se ordenará alfabéticamente al final del texto de la siguiente manera: Borges, Jorge Luis (1994), Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 2 vols., 686 pp. 3) Las referencias bibliográficas corresponderán exactamente al texto citado. De no ser así e incurrir en plagio intelectual el autor será el único responsable. 4) La colaboración será acompañada de una breve ficha curricular del autor, así como nombre completo, RFC, si es colaborador de la UAEM (organismo académico de adscripción), domicilio particular, calle, número, colonia, municipio, delegación, C. P., estado, país, teléfono, celular, E-mail. 5) De ser necesario, la mesa de redacción se reserva el derecho de realizar los cambios que se consideren convenientes, justificando en todo caso su pertinencia. 6) No se devolverán originales no solicitados. Es necesario, también, tomar en cuenta lo siguiente: La Colmena someterá a dictaminación los trabajos que así lo requieran y el resultado será inapelable. Se conservará el anonimato del autor y de los revisores, y éstos entregarán sus observaciones por escrito. 7) La recepción de los trabajos no implica, necesariamente, su publicación en La Colmena. Los trabajos se entregarán directamente o deberán enviarse a: La Colmena, revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, Instituto Literario No. 215 ote., Col. 5 de mayo, C.P. 50090, Toluca, Estado de México. O, bien, a la dirección electrónica [email protected] Teléfono: (722) 277-3835 y 277-3836.