Jurisdicción: Social Recurso de Suplicación núm

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Jurisdicción: Social
Recurso de Suplicación núm. 476/2005.
Ponente: Ilmo. Sr. D. Pedro Bravo Gutiérrez
SENTENCIA: hechos probados: contenido: despido: descripción de los hechos acreditados
sin efectuar valoraciones jurídicas.
DESPIDO IMPROCEDENTE: desobediencia: falta de prueba de los hechos imputados.
El TSJ estima el recurso de suplicación interpuesto por don Carlos Jesús, contra la
Sentencia del Juzgado de lo Social núm. 3 de los de Badajoz, de fecha 31-03-2005, dictada
en autos promovidos por el recurrente frente doña Bárbara en reclamación sobre despido,
que es revocada, en el sentido que se indica en la fundamentación jurídica.
En Cáceres, a veinte de octubre de dos mil cinco, habiendo visto las presentes actuaciones
de la Sala de lo Social de este Tribunal Superior de Justicia, compuesta por los Ilmos.
Sres. citados, de acuerdo con lo prevenido en el artículo 117.1 de la Constitución Española,
EN NOMBRE DE SM EL REY Y POR LA AUTORIDAD QUE LE CONFIERE EL PUEBLO
ESPAÑOL
ha dictado la siguiente
SENTENCIA NÚM. 610
En el RECURSO DE SUPLICACIÓN 476/2005, formalizado por el Sr. Letrado D. Jose
Maria Lopez Blanco, en nombre y representación de D. Carlos Jesús, contra la sentencia de
fecha 31-3-2005, dictada por el Juzgado de lo Social núm. 3 de Badajoz en sus autos
número 25/2005, seguidos a instancia del recurrente frente a Dña. Bárbara, parte
representada por el Sr. Letrado D. Jose Antonio de la Fuente Madueño en reclamación por
DESPIDO DISCIPLINARIO, siendo Magistrado-Ponente el Ilmo. Sr. D. Pedro Bravo
Gutierrez, y deduciéndose de las actuaciones habidas los siguientes,
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO Según consta en los autos, se presentó demanda por la citada parte actora
contra la mencionada parte demandada, siendo turnada para su conocimiento y
enjuiciamiento al señalado Juzgado de lo Social, el cual, tras los pertinentes actos
procesales de tramitación y previa celebración de los oportunos actos de juicio oral, en el
que quedaron definitivamente configuradas las respectivas posiciones de las partes, dictó
la sentencia referenciada anteriormente.
SEGUNDO En dicha sentencia recurrida en suplicación se consignaron los siguientes hechos
en calidad de expresamente declarados probados:
«I.-El actor ha venido prestando servicios para la demandada Bárbara, en virtud de un
contrato de trabajo de duración indefinida, con la categoría de Pastor, en la finca "La
Fuente del Rayo", desde el día 9-10-95, teniendo un salario/día de 25, 20 euros, incluida
prorrata de pagas extraordinarias.
II.-La demandada mediante escrito de fecha 14-12-2004 con el contenido que aquí se da
por reproducido, despidió al actor con efectos desde el día 16-12-2004.
III.-El actor no ha ostentado la cualidad de representante legal o sindical de los
trabajadores.
IV.-Se ha agotado la vía administrativa previa».
TERCERO En dicha sentencia recurrida en suplicación se emitió el siguiente fallo o parte
dispositiva: « DESESTIMANDO la demanda formulada por Carlos Jesús contra Bárbara y,
en virtud de lo que antecede, declaro procedente el despido de fecha 16-12-2004,
quedando en consecuencia resuelto el contrato de trabajo sin derecho a indemnización ni
salarios de tramitación».
CUARTO Frente a dicha sentencia se anunció recurso de suplicación por la parte
demandante. Tal recurso fue objeto de impugnación por la contraparte.
QUINTO Elevados por el Juzgado de lo Social de referencia los autos principales, en unión
de la pieza separada de recurso de suplicación, a esta Sala de lo Social, tuvieron los mismos
entrada en fecha 11-7-2005, dictándose las correspondientes y subsiguientes resoluciones
para su tramitación en forma.
SEXTO Nombrado Magistrado-Ponente, se dispuso el pase de los autos al mismo para su
conocimiento y estudio, señalándose el día 13-10-2005 para los actos de deliberación,
votación y fallo.
A la vista de los anteriores antecedentes de hecho, se formulan por esta Sala los
siguientes,
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO Contra la sentencia que desestima su demanda, declarando procedente el
despido contra el que reclama, interpone recurso de suplicación el trabajador demandante
que en un único motivo, al amparo del apartado c) del artículo 191 de la Ley de
Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144, 1563) , se dedica a examinar las infracciones de
normas sustantivas o de la jurisprudencia que se hayan cometido en la sentencia recurrida,
denunciando la de los artículos 54.1.2.b), 55.4 y 56.1 del Estatuto de los Trabajadores (
RCL 1995, 997) y alegando que en la sentencia no se contienen indicios de los
incumplimientos achacados al trabajador y que si existe alguno no son suficientes para la
sanción de despido.
Para determinar la procedencia o improcedencia del despido de que tratamos hay que
empezar por determinar que es lo que se considera probado en la sentencia recurrida, en
cuyos hechos probados no se hace constar nada sobre las imputaciones que se contienen en
la comunicación efectuada por la empresa, aunque hay que tener en cuenta, como señala la
recurrida en su impugnación, lo que, con valor fáctico, se declara en los fundamentos de
derecho, según han entendido reiteradamente, tanto el Tribunal Supremo ( Sentencia 27
de julio de 1992 [ RJ 1992, 5665] ), como los Superiores de Justicia (Galicia, en sentencia
6 de mayo de 1998, de Cataluña en la de 16 de abrildel mismo año, o este de Extremadura
en la de 15 de septiembre de 1997 [ AS 1997, 3397] ) y así, en el tercer fundamento la
juzgadora de instancia considera «probadas las órdenes verbales primero y escritas
posteriormente de la demandada, entre las que se pueden citar a título enunciativo, la
limpieza de los patios de los establos, asistir al puesto de trabajo por la tarde, tener el
bebedero automático lleno de agua, los comederos de rejilla llenos de paja y tapar la paja
(véase doc. 4 obrante en el ramo de prueba del demandante, en el que por error consta
30/11/04 como revela el hecho tercero de la demanda) y el incumplimiento de las mismas en
virtud del acta notarial de fecha 27/10/04 al que se da valor probatorio prioritario porque
su objetividad e imparcialidad no ofrecen duda alguna junto con los perjuicios ocasionados a
la empresa (véanse docs. núm. 8 y 12 del ramo de prueba de la demandada)».
En resumen, en la sentencia se considera probado que al trabajador se le dieron las
órdenes que se contienen en el documento 4 de la prueba del propio demandante, que éste
ha cometido los «incumplimientos» que resultan del acta notarial que figura en autos y que
a la empresa se le han producido los perjuicios que resultan de los documentos 8 y 12 de su
prueba.
Respecto a las órdenes hay que considerar que se le dieron de palabra, sin que conste
cuado, y por escrito, lo reconoce el propio trabajador.
En cuanto a los incumplimientos por parte del trabajador, hay que tener en cuenta que,
cuando son graves, pueden determinar la extinción del contrato de trabajo por decisión del
empresario mediante despido y que éste sea declarado procedente si el trabajador lo
impugna ante los tribunales, como se establece en los artículos 54.1 y 55.4 del Estatuto de
los Trabajadores, por lo que se trata de un concepto jurídico empleado en la Ley, no un
hecho, que no debe figurar en el relato fáctico de una sentencia porque podría
predeterminar el sentido del fallo y si se contienen en dicho relato, hay que tenerlo por no
puesto, tal como ha señalado el Tribunal Supremo, por ejemplo en Sentencia de 7 de junio
de 1994 ( RJ 1994, 5409) diciendo respecto a otros conceptos de tal clase que
«constituyen verdaderas valoraciones y conclusiones de carácter jurídico que no pueden
comprenderse en la narración histórica de la sentencia, lo que obliga a no tener en cuenta
los que ya figuren en esa narración». En el mismo sentido se pronuncia con gran precisión la
sentencia del Tribunal Superior de Justicia Baleares de 23 marzo de 2001 ( AS 2001,
2547) : «la función de la relación de hechos probados, elemento que constituye requisito
intrínseco de validez de la sentencia laboral por imperativo del art. 97.2 de la Ley de
Procedimiento ( RCL 1995, 1144, 1563) , consiste en describir cuantos extremos y eventos
de orden factual configuran el supuesto de hecho cuya significación jurídica debe
dilucidarse en el litigio, narrándolos en su forma fáctica pura y desnuda, con expresión
directa y escueta de la manera en que acaecieron en la realidad. En dicha relación no cabe,
en buena técnica, formular juicios de valor de esos acontecimientos por ser la valoración
operación que corresponde consignar en la parte de la resolución que se destina a la
fundamentación jurídica. Y lo que ya resulta de todo punto inaceptable es que la exposición
estricta de los hechos que se entienden ocurridos se sustituya por calificaciones de los
mismos. No se dice entonces lo que se considera probado que realmente sucedió sino que en
puridad se oculta, de modo que se escamotea el conocimiento de la premisa capital del
silogismo que conduce a la decisión del caso, que deviene así una tautología, con bases cuyo
acierto resulta imposible de enjuiciar y controlar».
Por ello, en lo que es relato fáctico de la sentencia recurrida hay que excluir la palabra
«incumplimientos» y ceñirse, en cuanto a la conducta del trabajador, a lo que son hechos, lo
que en este caso nos remite a los que resultan del acta notarial que figura en autos, según
la cual, el día 27 de octubre de 2004, a las diecisiete horas y veinte minutos, el Notario se
constituyó en la finca donde prestaba servicios el demandante y no encontró a persona
alguna que se encontrara al cuidado del ganado y de las instalaciones, comprobando que en
una nave, donde existía un establo en el que se encontraba un número considerable de
corderos, que dentro del establo había un comedero de rejilla destinado a paja que estaba
a menos de la quinta parte de su capacidad y que un bebedero que también había se
encontraba vacío de agua; asimismo comprobó que fuera de la nave existen varios montones
o pacas de paja que se encuentran a la intemperie por haberse descolocado el plástico
destinado a cubrirlos, procediendo después a una nueva inspección de las dependencias de
la explotación sin encontrar a persona alguna en ellas. De tales hechos no puede deducirse
incumplimiento alguno por parte del trabajador.
En efecto, empezando por el horario de trabajo, está claro que el día en que acudió el
Notario a la finca, a las 17 horas y veinte minutos, el demandante no se hallaba en ella, y así
lo reconoce, pero no cabe extraer de ello que incumpliera su horario pues lo que resulta
acreditado, según resulta del escrito al que se remite la juzgadora, es que se le impuso uno
que «deberá ajustarse al sol, será de: comenzar media hora después de la salida del sol
durante la mañana continuándolo durante 4 horas, descansar y realizar 3 horas por la tarde
cuyo término coincida con no verse en el campo para poder realizar las tareas habituales en
el mismo. Todo ello de lunes a viernes, ambos inclusive. El sábado realizar solamente la
jornada matinal» y, si bien el día 27 de octubre de 2004 era miércoles y ese día a las
diecisiete horas y veinte minutos aún no se hubiera puesto el sol y aún se pudieran realizar
las tareas del campo, lo que no resulta acreditado es que a esa hora el demandante debiera
permanecer en la finca por ser todavía su jornada de trabajo pues el referido escrito,
según la propia sentencia, era de fecha 30 de octubre, es decir, posterior al día de que
tratamos y en la demanda, a la que también se remite al respecto la juzgadora de instancia,
se hace constar que lo recibió el 2 de noviembre, por lo que, como se alega en el recurso, no
puede pretenderse que se aplique el horario a una fecha anterior y no consta cual fuera el
fijado con anterioridad pues, aunque también se afirma en la sentencia que el que aparece
en el escrito se ordenó antes verbalmente, no se determina cuando se hizo; es más, si se le
impone el trabajo por la tarde, parece que antes de las órdenes referidas su jornada no la
comprendía; por ello, no resulta que el trabajador incurriera en ningún incumplimiento, salvo
que se pretenda que debía permanecer en la finca todo el día. En todo caso, a lo sumo, lo
único que podría achacarse, si entendemos que el trabajador no estaba trabajando cuando
debía hacerlo, es una falta de cumplimiento de su horario o de asistencia al trabajo que,
por sí sólo no puede integrar una causa despido por no tener gravedad suficiente para
justificar la más importante de las sanciones que se establecen en el contrato de trabajo,
cuando el artículo 54.2.a) del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , para que las
faltas de asistencia o puntualidad al trabajo puedan basar un despido, exige, además de que
sean injustificadas, que lo sean también repetidas y no existe repetición cuando sólo se ha
producido una.
También consta probado que cuando el Notario se constituyó en la finca el bebedero del
ganado no tenía agua, el comedero sólo estaba a la quinta parte de su capacidad y que varios
montones o pacas de paja situados en el exterior de la nave se encontraban al descubierto
por haberse descolocado el plástico destinado a cubrirlos, lo que la empresa achaca
también al demandante como justificación de su despido, pero, aún descartando que las
circunstancias referidas fueran preparadas por la empresa antes de la llegada del Notario,
como apunta el recurrente, no existe seguridad de que puedan imputarse al trabajador
pues él no estaba presente cuando el fedatario se constituyó en la finca y no puede saberse
si dejó el bebedero, el comedero y la paja en la forma en que se encontraban pues, no
constando su horario ni pudiéndose entender que fuera de toda la jornada o de sol a sol, ni
siquiera el que después se le comunicó, bien pudo ser que cuando se ausentó de la finca por
acabar su trabajo, dejara llenos bebedero y comedero y cubierta la paja y que los primeros
se fueran vaciando debido al consumo de los animales y la otra se desprotegiera por la
acción de los elementos. De todas formas, aunque se achacara al trabajador su estado, no
parece que su conducta integrara tampoco una falta de suficiente gravedad para el despido
pues no consta ninguna consecuencia perjudicial de ella, sobre lo que enseguida se tratará,
y, aunque la recurrida en su impugnación habla de reincidencia por haberse producido otra
sanción con anterioridad, ninguna constancia existe de ello en la sentencia recurrida.
Por último, por lo que se refiere a los perjuicios que, según la sentencia recurrida se
ocasionaron a la empresa por la conducta del trabajador, hay que acudir a los documentos a
que, para ello, se remite la juzgadora de instancia, pues no los concreta de ningún otro
modo y de tales documentos, uno, el que figura en el 8 de la prueba de la demandada, son
unas certificaciones del secretario de una cooperativa de la que, al parecer, formaba parte
la empresa, según las cuales en los años 2002, 2003 y 2004 el porcentaje de
comercialización de corderos de la empresa fue inferior al de los socios y otro, el que
figura en el 12 de la misma prueba, en una factura de 28 de julio de 2004 por la compra de
diversas partidas de paja, lo cual no se ve, como señala el recurrente, que perjuicio para la
empresa puede determinar; en cuanto al porcentaje de comercialización, no se sabe que es
ese porcentaje y, aunque ello signifique que la empresa haya obtenido unos resultados de su
explotación inferiores a los demás socios, tampoco puede entenderse con un mínimo de
seguridad que ello sea debido a la actuación del demandante pues puede deberse a multitud
de factores y, por lo que se refiere a la compra de paja, tampoco puede deducirse de ello
que la empresa se viera forzada a efectuarla debido a la deficiente conservación de la que
existía ya en la finca pues, además de que la compra es de varios meses antes, bien puede
deberse a una operación ordinaria de la explotación.
SEGUNDO No puede desconocerse, sin embargo, que, después de las referencias a las
órdenes, al acta notarial y a los pretendidos perjuicios para la empresa que han sido
analizados, la juzgadora de instancia concluye en el fundamento de derecho tercero que
todo ello «determina que se tenga por acreditado los hechos que desembocaron en el
despido de fecha 16/12/04», pero ello no puede llevar a la conclusión de que hay que
considerar probadas todas las imputaciones que la empresa hace al trabajador en la carta
de despido. Primero, porque la juzgadora, en realidad, no se refiere directamente a los
hechos que se hacen constar en la comunicación, sino a los que «desembocaron en el
despido», sin concretarlos; es decir, hace referencia a unos hechos, a una realidad que
estima probada, y a que esos hechos desembocaron en el despido, pero no declara que sea
cierto todo lo que se imputa en la carta de despido, por lo que hay que determinar cuales
fueron esos hechos que considera probados, lo que se deduce de lo que expone con
anterioridad y ya se ha analizado. Pero es que, aunque entendamos que la juzgadora lo que
quiere decir es que considera probados todos los hechos que se imputan al trabajador en la
comunicación del despido, tampoco podríamos partir de ello.
Respecto a la libertad del juzgador de instancia de apreciar la prueba practicada, nos dice
la ilustrativa sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de 14 de
diciembre de 1998 ( AS 1998, 6774) , cuyos razonamientos asume esta Sala:
«El razonamiento judicial se constituye en parte esencial de la tutela judicial efectiva,
garantizada por el artículo 24.1 de la Constitución Española ( RCL 1978, 2836) .
Por ello, el mandato contemplado en el artículo 97.2 del RDLeg 521/1990 ( RCL 1990, 922,
1049) que obliga a los Jueces, en la fundamentación jurídica de sus sentencias, a
referenciar los razonamientos que le han llevado a concluir los hechos declarados probados
es la gran novedad en materia probatoria, que motivará, sin duda, un cambio cualitativo en
la orientación de la doctrina.
Ello es así, porque dicha obligación implica, como sostiene R. P., una cierta crisis del dogma
de la inmotivación de la apreciación probatoria, de la que es exponente significativo la
Sentencia del Tribunal Supremo de 31 enero 1991 ( RJ 1991, 206) :
"... porque el artículo 89 del Texto Refundido de Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144,
1563) , en su párrafo e) al que hay que entender se refiere quien recurre, lo que exige es
que el Juez, declare expresamente probados los hechos que estime que lo han sido,
apreciando los elementos de convicción obrantes en el proceso. Ahí no tiene que exponer
cuáles han sido estos elementos o pruebas, ni, por supuesto, tiene que razonar sobre el
proceso mental o lógico que le ha llevado a formar su convicción sobre la existencia y
realidad de tales hechos...".
Se quiebra, por tanto, no la libertad de la apreciación judicial de la prueba, que continúa
siendo amplísima, como se deduce de la doctrina de la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo, en Sentencias de 22 ( RJ 1991, 69) y 28 enero 1991 ( RJ 1991, 189) , sino la
inmotivación de su convicción, imponiéndose el criterio del Tribunal Constitucional, en su
Sentencia 44/1989, de 20 febrero ( RTC 1989, 44) , en la que se matiza la libertad
antedicha del siguiente modo:
"... la más absoluta e irrefrenable soberanía o admitir que el Juez sea libre de seguir su
capricho, sus conjeturas, sus impresiones o sus sospechas, pues el artículo 24 exige una
deducción lógica".
Lo expuesto, no significa, que decaiga el principio de apreciación conjunta de la prueba, que
se mantiene reforzado, sino que es preciso razonarlo».
Pues bien, no puede decirse que en este caso esa genérica declaración que se efectúa en la
sentencia recurrida sobre los hechos que desembocaron en el despido, si se refiere a los
imputados en la comunicación empresarial, esté motivada pues se funda en elementos de los
que, como se dijo, no puede deducirse, razonablemente, que se produjeran tales hechos,
según se ha expuesto suficientemente con anterioridad.
En definitiva, no cabe sino concluir que de la sentencia recurrida no se deduce que se hayan
acreditado los incumplimientos alegados por la empresa demandada para despedir a su
trabajador, lo cual determina, a tenor de lo dispuesto en el artículo 55.4 del Estatuto de
los Trabajadores ( RCL 1995, 997) , que el despido haya de ser declarado improcedente,
con las consecuencias que determina el artículo 56 del mismo cuerpo legal, y como se
entendió en sentido contrario en la sentencia de instancia, ha de ser revocada con
estimación del recurso interpuesto contra ella.
FALLAMOS
Con estimación del recurso de suplicación interpuesto por D. Carlos Jesús contra la
sentencia dictada el 31 de marzo de 2005 por el Juzgado de lo Social núm. 3 de Badajoz en
autos seguidos por el recurrente contra Dña. Bárbara, revocamos la sentencia recurrida,
declarando improcedente el despido del demandante efectuado por la empresa demandada,
a la que condenamos a que en el plazo de cinco días desde la notificación de esta sentencia
opte entre readmitir al trabajador o abonarle una indemnización de 10.490 euros,
debiéndole abonar, en cualquiera de los dos casos, una cantidad igual a los salarios que ha
dejado de percibir desde que se produjo el despido, a razón de 25.20 euros diarios, hasta
la notificación de esta resolución, o hasta que el trabajador hubiera encontrado otro
empleo y se probase por la empresa lo que ha percibido para su descuento, calculándose
hasta esta fecha, a efectos de aseguramiento en caso de recurso, en 7.711 euros.
Incorpórese el original de esta sentencia, por su orden, al Libro de Sentencias de esta
Sala.
Expídanse certificaciones de esta sentencia para su unión a la pieza separada o rollo de
suplicación, que se archivará en este Tribunal, y a los autos principales.
Notifíquese la presente sentencia a las partes y a la Fiscalía de este Tribunal Superior de
Justicia.
Hágaseles saber a los antedichos, sirviendo para ello esta misma orden, que contra la
presente sentencia pueden, si a su derecho conviene, interponer recurso de casación para
la unificación de la doctrina, previsto en los artículos 216 y siguientes de la Ley de
Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144, 1563) , que ha de prepararse mediante escrito
presentado ante esta Sala de lo Social dentro del improrrogable plazo de los diez días
hábiles inmediatos siguientes a la fecha de notificación de esta sentencia de acuerdo con
los establecido, más en concreto, en los artículos 219, 227 y 228 de la citada Ley. Asimismo
se hace expresa advertencia a todo posible recurrente en casación para unificación de esta
sentencia que no goce de la condición de trabajador o de causahabiente suyo o de
beneficiario del Régimen Público de la Seguridad Social o del beneficio reconocido de
justicia gratuita, y por lo que respecta a los dos últimos preceptos dichos (227 y 228), que
el depósito de los 300 euros deberá ser efectuado ante la Sala Cuarta o de lo Social del
Tribunal Supremo al tiempo de personarse ante ella y en su cuenta número 2410, abierta en
el Banco Español de Crédito, SA Oficina 1006, sucursal de la calle Barquillo núm. 49, 28.004
Madrid, mientras que la consignación en metálico del importe de la condena eventualmente
impuesta deberá acreditarse, cuando así proceda, por el recurrente que no goce del
señalado beneficio de justicia gratuita ante esta Sala de lo Social al tiempo de preparar el
recurso de casación para unificación citado, para lo cual deberá presentar en el tiempo
dicho resguardo acreditativo de hacer efectuado la indicada consignación en la cuenta
corriente «Código de cuenta del Juzgado 1131 Trib. Sup. Just. Sala Social Cáceres, Código
Entidad: 0030, Código Oficina: 5036, Banco: Banco Español de Crédito, SA, Nombre:
Cáceres O.P., Dirección: Av. España, 27, CP 10001 Cáceres», bajo la clave 66 y Cuenta
Expediente del Rollo de referencia, pudiéndose, en su caso, sustituir dicha consignación en
metálico por el aseguramiento de dicha condena mediante el correspondiente aval bancario
en el que, expresa y necesariamente, habrá de hacerse constar la responsabilidad solidaria
de la entidad bancaria avalista, documento escrito de aval que deberá ser ratificado por
persona con poder bastante para ello de la entidad bancaria avalista.
Una vez adquiera firmeza la presente sentencia, devuélvanse los autos originales, para su
debida ejecución, al Juzgado de lo Social de su procedencia, dejando de ello debida nota en
los Libros de esta Sala.
Así, por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
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