Valoración del Daño Corporal generalidades médicas

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CONCEPTO DE VALORACIÓN DEL DAÑO CORPORAL.
GENERALIDADES MÉDICAS
Por
José A. Ojeda Gil
"En el concepto de Valoración Médica de Daño Corporal, se incluyen una
serie de actuaciones realizadas por los facultativos, dirigidas a conocer
exactamente las consecuencias que un suceso traumático determinado, muchas
veces accidental, ha tenido sobre la integridad psico-física de una persona. Y
entonces, tenemos que obtener una valoración final que permita al juzgador
establecer las consecuencias exactas del mismo: penales, laborales, económicas,
en relación a la familia y al rol social que esté desempeñando".
La Constitución Española del 78, señala en su Capítulo Segundo, Sección
Tercera, artículo 15 "Todos tienen derecho a la vida, y a la integridad física y moral".
Afirmando en su Capítulo Tercero, artículo 43-1 que "se reconoce el derecho de la
persona a la Salud".
La Real Academia de la Lengua, define la acción de dañar como "causar
menoscabo, detrimento, dolor o molestia". Y la doctrina jurídica se muestra más
precisa, dice: "daño es un menoscabo que, a consecuencia de un evento
determinado, sufre una persona en sus bienes vitales naturales, en su propiedad o
en su patrimonio". También indica que "daño es un menoscabo material o moral
causado contraviniendo una norma jurídica que sufre una persona y del cual haya
de responder otra".
El daño corporal puede ser ocasionado de una manera violenta o natural. La
violenta, a su vez, reconoce tres causas: a)Homicida B)Suicida c)Accidental. La
natural es la consecuencia de los procesos patológicos que se manifestarán por las
distintas enfermedades.
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El daño corporal de causa accidental, puede ser debido a accidentes
laborales, de tráfico y casual.
Recordemos de una forma esquemática que accidente laboral, de trabajo, es
toda lesión corporal que el trabajador sufra como consecuencia del trabajo que
realice por cuenta ajena. Ampliando aquí también el momento de desplazamiento
que esté considerado y señalado en su actividad profesional.
Accidente de tráfico, según la Orden del 21 de febrero de 1962, "es el
accidente que se produce en una vía abierta a la circulación o tiene su origen en la
misma a consecuencia del cual, una o varias personas resultan muertas, heridas o
se producen daños materiales y en el cual, al menos un vehículo en movimiento,
está implicado".
Accidente casual es aquel que se produce fuera del ámbito laboral y de
tráfico y teniendo como único agente responsable la casualidad.
Desde los orígenes del hombre y de la medicina, se ha planteado siempre la
necesidad constante de realizar una adecuada evaluación a fin de establecer la
responsabilidad del culpable y determinar cuál era el castigo que debía afrontar o el
pago que debía estar obligado a satisfacer.
La historia de la valoración del daño corporal comienza en el año 2050 antes
de Cristo, con la Ley de Ur Nammu o Tablas de Nippur (Sumerias), considera como
el baremo más antiguo del mundo de incapacidades; siendo la reparación
proporcional al valor perdido. Si bien el primer tratado completo corresponde al
Código de Hammurabi, artículos 196 a 2001, basado en la Ley del Talión; donde se
trata la reparación del daño físico, haciendo distinción entre el hombre libre o liberto,
donde se aplica la Ley del Talión, el Villano, donde la indemnización se realiza por
cantidad fija a tanto alzado y el esclavo, donde se compensa en función del valor
del exclavo. En el pueblo Hitita existen las Tablas de Bognazkeny, semejantes a las
de Nippur.
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Las Tablas de Moisés, en el año 1.500 a 600 a. C., artículos 215 a 227;
donde se establecen unas normas y unos precios (principio de la reparación)
(Borobial 1.989 y Dérobert 1.986) pensados para el médico en el ejercicio de su
profesión. En Melanesia se sigue la Ley de Talión, términos de Lugwe (venganza
privada) o Lule (rescate del dolor) nos indican que había que indemnizar (Hinojal
1.996). Siguiendo esta misma ley se valora en África Central, donde se valora el
dolor y el sufrimiento efectivo. San Judas en el Michna judío, cita las leyes
existentes en períodos anteriores y de zonas vecinas. Sin olvidar que en las propias
Sagradas Escrituras se recogen referencias a la evaluación e indemnización de
daños. Es aquí donde se contempla la primera referencia histórica al daño estético,
libro el éxodo, XXI, 18 y siguientes, por ser un bien protegido necesario para
completar la belleza espiritual imprescindible para presentarse ante Dios
(Hernández Cueto, 1.995). En el Levítico, se encuentran las diferencias más
específicas a la deformidad (capítulo XIX, 28). Así mismo la Ley del Talmud,
contiene amplias referencias, bajo los títulos hebraicos de Nezihim y Rhalabah.
Tratado de NEZIKIN de Babilonia, que comprende cinco apartados:
- El daño propiamente dicho (nezek) y la evolución.
- El dolor (Tsaar).
- La curación (Rippoui) establece la obligación de reparar por parte del
responsable el daño y sus consecuencias laborales.
- El desempleo (Chevet).
- La humillación (Bochet) correspondería al daño efectivo.
En China, hacia el año 1.100 a1.200 a. C., aparece el SYuan, redactada por
el juez Sang T`Zu, donde se estudian las lesiones y las actuaciones de los médicos
ante los tribunales de Justicia.
En Grecia, Atenas, se distinguía el daño involuntario (culposo) del daño
intencionado (doloso), este se valoraba en el doble. Leyes de Platón, a quien se
debe la indemnización del daño estético, Libro IX de Leyes. También es aquí, en
Grecia, donde aparece la primera organización de ayuda al minusválido; se definía
lo que se consideraba inválido (cobraba tres minas de oro), le pagaba el estado en
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forma de renta; apareciendo el primer informe para la defensa de las personas
inválidas (Hinojal 1.996). Se sabe por Esquines y Demóstenes que los médicos
comparecían como testigos ante los jurados para dar su parecer sobre la existencia
y la gravedad de las heridas (Hernández Cueto 1.995).
Las leyes Romanas, Ley de las XII Tablas, en la VIII se admite la Ley del
Talión, aparece el perjuicio del honor. Si bien en un principio se mantuvo la
influencia vengativa
de las leyes de Oriente, se desarrolla más adelante, la
posibilidad de escapar de la venganza mediante el pago de una cantidad. Ley
Aquílea, donde se expresa que el valor del hombre libre no tiene precio y sí el
esclavo que se debe indemnizar según su valor. En el año 415 a.C., se adquiere
forma jurídica en el año 482-565. con Justiniano y su reforma de las leyes y la
promulgación del Corpus Iuris Civilis, siglo VI, fundamentalmente en el Digesto,
donde se recogen las disposiciones sobre las lesiones, la reparación del daño
corporal, se valora el perjuicio patrimonial y el extrapatrimonial, así mismo se
contempla el estado físico anterior y el final del lesionado, la cualificación
profesional y la noción de incapacidad temporal.
Se conserva como primera referencia escrita, de la intervención de un
médico en una valoración del daño corporal un documento datado en Egipto en el
año 130 d.C. Posteriormente surgen las Leyes Bárbaras (siglos V,VI, VII). Ley
Sálica, Ley Baiuwariorum, Ley Alamannorunm, Lex Burgudionum, el Edicto de
Teodorico, el Edicto del Rey Lotario, la Ley Romana Utinensis, la Ley Ripuaria, la
Ley Gombette y la Ley Frisionum, entre otras, estableciendo indemnización del
agresor a la víctima y la aparición de baremos de asignación de lesiones. El
derecho visigodo, consta de cuatro códigos, el de Eurico, Leovigildo, Gaudencianos
y el de Alarico II y un código de carácter territorial el Liber ludiciorum.
En el derecho Musulmán, se aplica la Ley del Talión (Kisas) entre castas y el
Rescate de Penas (Dijah); se encuentra recogido en el Corán y la suna (base
histórica), el ichmá (base dogmática) y el quiyás (base lógica), quinto sura versículo
42 y 49.
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Aparece la figura del perito médico, ya indicada en la Ley Sálica en el siglo V
y posteriormente por Carlomagno en sus capitulaciones: Godofredo de Bullón en el
Código de Jerusalén, en el año 1100; Canuto I rey de Dinamarca, Inglaterra y
Noruega; el Papa Inocencio III, quien se acompañaba de médicos peritos en la
valoración de lesionado, el Papa Gregorio IX, en las Decretales, exigía la opinión
médica en los casos de lesiones, en Francia en los Siglos XI y XII, y en las leyes
normandas del siglo XIII donde se precisaba la revisión y valoración de lesiones.
En España, durante el siglo VI, las penas pecuniarias son frecuentes,
revistiendo muchas veces la forma de tarifas del precio de la sangre. Lo leemos en
el fuero viejo y en otra serie de fueros del siglo IX y XII, basándose en el mismo,
como pueden ser los fueros de Medinaceli, de Plasencia y otros.
En el Fuero Real de 1255, promulgado por Alfonso X, también persistían las
tarifas de sangre.
En el año 1400, el rey Juan de Castilla dispuso la Organización del
Protomedicato de España. Esta Institución fue definida en su momento por la Real
Academia como "el Tribunal constituido por los protomédicos, médicos del rey,
examinadores, profesores, que reconocían la suficiencia de los que aspiraban a ser
médicos. Concedían las licencias para dicha actividad y evaluaba los casos de
responsabilidad profesional".
Los protomedicatos aumentan en el reinado de Felipe II; se establecieron en
diferentes provincias y en el Nuevo Mundo (protomedicato de Nueva España y
Perú). Carlos III también creó el Virreinato del Río de la Plata, etc. Se les daba una
serie de atribuciones:
- Informar acerca de los problemas médicos que se vinculaban con el
personal eclesiástico, militar, naval y administrativo.
- Vigilar el ejercicio de la profesión.
- Aconsejar sobre las medidas que se han de tomar respecto a los presos
enfermos.
- Realizar el examen médico de los esclavos importados o vendidos.
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- Informar a la autoridad en los casos de baja por enfermedad de militares y
marinos.
- Asesorar a la justicia en el orden médico legal.
En España, las declaraciones de Fragoso, médico personal de Felipe II, que
se le puede considerar como el padre de la medicina legal española. En 1832,
Pedro Miguel de Peiró, abogado, y José Rodrigo, médico, publican ya sus
elementos de medicina y cirugía legal. Lomata y Fontanet entre 1811 y el 77 publica
su Tratado de Medicina Legal y Toxicología; fue el inspirador del cuerpo nacional de
Médicos Forenses como cuerpo especializado, dedicado exclusivamente al auxilio
de la justicia en cuestiones de índole médico biológicas, y que fue creado por Real
Decreto del 28 de agosto del año 1855. Hay una serie de nombres que los
recordamos por las lecciones que nos han transmitido a través de sus escritos y
obras, como son Tomás Maestre, Antonio Lecha, Antonio Piga; y, a partir de aquí,
muchos siguen sus estudios hasta este momento actual, o pre actual: Blas Aznar,
Pet Petinto, Royo Vilanova, López Gómez, Sales Vázquez y Gervé Calbuic.
La valoración del daño corporal, en nuestra legislación, indica que "es un
todo", lo que quiere decir que hay que hacer un estudio de todas aquellas lesiones
que pudiera padecer el paciente, y que será el resultado del balance biológico
personal de antes y después del accidente. Las diferencias que existan serán
consideradas como alteraciones o lesiones consecuentes al accidente sufrido.
Como dice Calabressi, una completa compensación teniendo en cuenta que
existe el daño inmaterial, es difícil o prácticamente imposible darle una valoración.
Se tendrá en cuenta las alteraciones derivadas de un estado anterior ya sean
congénitas o adquiridas, siempre que se demuestre que después de la agresión, ha
experimentado un agravamiento de las mismas. Lo que confirman las Sentencias
del Tribunal Superior de Justicia del 4 de febrero del 73, 78, 82 y tantas otras.
Tengamos siempre presente que la valoración es una tarea netamente
clínica, expresión del resultado de un criterio médico, mientras que la calificación ha
de partir del órgano administrativo jurisdiccional correspondiente.
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A partir del momento que se tiene conciencia de que en la valoración de la
agresión además de las lesiones anatómico funcionales objetivables, habrá otra
serie de alteraciones que son como las calificadas del "handicap" y que pueden
causar no tan solo alteraciones en el propio actor sino también en sus relaciones
con el ambiente familiar, en la vida cotidiana o en la actividad profesional, en la
relación afectiva y en las actividades de ocio.
Va a crear una verdadera problemática el que se pueda, de una manera de
baremación, poder admitir tal lesión es igual a tantos, tal otra es igual a otro tanto.
Además, tenemos que tener en cuenta que en el momento actual, el problema del
daño causado y su valoración no sólo es una cuestión médica, ni estrictamente
contenciosa o jurídica, sino que sus consecuencias financieras son de tal magnitud
que sobrepasa los intereses personales, privados o públicos, para convertirse en un
problema de estado, pudiendo llegar a ser una gran losa para el estado financiero
del un país.
Cada vez se profundiza más en la valoración del daño personal, van saliendo
nuevas motivaciones que nos crean dificultades muy difíciles para dar una
valoración médica.
La valoración médica del daño corporal-personal tendrá que ser efectuada
por un perito médico. Según el diccionario de la Real Academia, la palabra perito ,
del latín "peritus", adjetivo, significa sabio experimentado, hábil práctico en una
ciencia. Tenemos otra definición en la que indica que es la persona que en alguna
materia tiene título de tal conferido por el Estado. Y tenemos otra que podemos
aceptar, que dice que es persona que, poseyendo especiales conocimientos
teóricos o prácticos, informa bajo juramento al juzgador sobre puntos litigiosos en
cuanto se relacionan en su especial saber o experiencia.
Al perito, en general, se le vincula con una profesión y oficio. Por ejemplo, se
dice que los peritos deben tener títulos de tales ciencias o arte a que pertenezcan el
punto sobre el que deben dar su dictamen, si su profesión está reglamentada por
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las leyes o por el gobierno. Además de los peritos individuales, la ley contempla la
posibilidad de actuación colegiada o corporativa, academia, colegio profesional o
corporación oficial que corresponda, cuando el dictamen pericial exija operaciones o
conocimientos científicos especiales.
El perito, en su actuación según su leal saber y entender, aporta los
conocimientos de su propia experiencia a través de los estudios realizados y la
bibliografía consultada.
Del perito se ha dicho que es un auxiliar del juez, o colaborador de los
tribunales. No obstante, esta teoría, en opinión de algunos tratadistas, como puede
ser Silva Melero, no parece muy fecunda ni precisa, y sobre todo carece de efectos
prácticos si se piensa que el juez es libre en la valoración de la prueba; pues de otro
modo, el dictamen pericial sería una sentencia. Y en orden a estos razonamientos,
el autor que hemos citado, continúa exponiendo que se ha distinguido entre el perito
auxiliar de la parte y perito auxiliar del juez, suscitándose la cuestión de si el perito
lo es en sentido técnico procesal con la consecuencia de distinguir dos clases de
pericia: una de la parte y otra judicial.
Según el profesor de medicina legal de la Universidad Autónoma de
Barcelona, Jordi Jorner, vivimos en el momento de las reclamaciones que vienen
una detrás de otra, tanto a nivel de valoraciones de daño corporal como de mala
praxis. Llega un momento en que, al presentarse una reclamación, se produce un
triángulo cuyos vértices están formados por el enfermo, sabe poco o nada de leyes
y medicina; por el médico, que no entiende la jurisprudencia; y los juristas
abogados, fiscales y jueces, que no dominan del todo la medicina. En estas
circunstancias, se hace necesario un pivote en el centro del triángulo capaz de
correlacionar a los tres vértices y cuya figura reviste importancia. Se trata del perito
médico, que entiende, por una parte, al enfermo y la valoración de las actuaciones
facultativas, y por otra, la capacidad de transmitir la realidad objetiva de los
conocimientos a los juristas, particularmente al encargado de emitir el fallo. Por
esto, el perito debe favorecer al máximo la transparencia de la valoración, pero
nunca dirigir, regir o insinuarse en relación a la indemnización. Se consigue
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realizando un razonamiento lo más científico posible del dolor, del insomnio, de la
cefalea, de la ansiedad, etc., expresando el alcance de la exploración científica y,
por lo tanto, hasta donde puede llegar a valorar de forma precisa y exacta el
proceso, y que parte es una exposición del afectado sin razón científica. Debe
tenerse en cuenta que estamos considerando un perjuicio netamente humano y
personal.
La persona idónea para hacer una valoración de daño corporal es el perito
médico que lleve la preparación adecuada, preparación dentro de esta nueva rama
de especialidades médicas, como es la de "valoración del daño corporal".
Al perito médico se le exigen una serie de requisitos, deberes y, también se
señalan derechos e incompatibilidades.
Requisitos.- Son, para cualquiera que actúe como perito, el tener que ser
acreedor de una reconocida solvencia profesional y moral. Posesión del título en la
ciencia o arte a que pertenezca la materia sobre la que ha de versar su dictamen; y
además de conocer la especialidad, tendrá el título de dicha especialidad en caso
de que venga reglamentada por las leyes o por el gobierno.
Tienen la obligación de estar colegiados y dados de alta con la
correspondiente licencia fiscal.
Deberes.- El deber fundamental del perito es actuar con absoluta
imparcialidad y honradez, habiendo de jurar o prometer, hecho el nombramiento,
que se compromete a desempeñar bien y fielmente su función en los términos
señalados por la ley.
Aplicar toda su ciencia y conciencia en el momento de exponer su criterio
científico, dado que el perito se convierte en un "valioso colaborador del juez", al
margen de las discusiones doctrinales en cuanto a la exactitud de este término
entrecomillado. Si de una parte es cierto que el juzgador es soberano para llegar a
las conclusiones que crea más convenientes, tampoco es menos cierto que el que
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ha de administrar justicia se entrega, o mejor decir vive, confiado en el dictamen del
experto.
La pericia, afirma Melenec, implica la confianza y colaboración recíproca
entre el juez y el experto. También el perito tiene el deber de, cuando emita un
informe, ilustrar de una forma útil y clarificadora, como destaca Saez Jiménez, tanto
que su dictamen no es la simple expresión de un punto de vista, sino un
razonamiento. Es decir, la expresión lógica y explicada de un criterio dentro de su
ámbito profesional.
Además, el facultativo que haya de actuar en calidad de perito, tampoco ha
de olvidar que se debe a unas reglas de ejercicios que se correspondan con lo
perceptuado en el código de deontología médica; que al margen de su efectivo
alcance han de ser respetadas en satisfacción de exigencias de índole moral.
Pretendiendo acatar esta orden, el facultativo inmerso en tales funciones, habrá de
informar bajo un criterio precedido por la plena libertad de juicio, al margen de
cuestiones personales, siempre con rigor, prudencia y objetividad. Siendo así, se
comprende que la relación médico-paciente tome un carácter especial, lo que obliga
a que, en primer lugar, el propio médico explique a la persona sujeta a examen cuál
es la finalidad, en ese caso de su misión, haciéndole conocer las particularidades
de las mismas y las condiciones en que se tiene que llevar a término.
El actual código deontológico establece que la actuación como perito es
incompatible con la asistencia médica al mismo paciente. No obstante, el alcance
de la disposición que se acaba de mencionar habrá de ser matizado en cada caso
particular.
Derechos1.- Si por una parte el perito en el ejercicio de su carga ha de
entender cuál es la extensión y los límites de su misión, y ceñirse a ella, de otra,
indudablemente, tiene el derecho de ser informado de forma "clara y determinante
del objeto de su informe" (art. 475 LECr), al mismo tiempo que "el juez facilitará a
1
Transcrito del libro "Manual del Perito Médico. Fundamentos jurídico-prácticos", páginas 136-137.
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los peritos los medios materiales necesarios para practicar la diligencia que se les
encomiende, reclamándolos de la Administración pública, o dirigiendo a la Autoridad
correspondiente un aviso previo si existieran preparados para tal objeto, salvo lo
dispuesto en el artículo 362" (art. 485 LECr).
Tiene además el perito derecho a la percepción de los honorarios
correspondientes a su actuación, y en los términos que vengan estipulados por las
normas aplicables. Tales honorarios serán independientes de cualquier resultado,
aspecto este sobre el que hay que insistir en las actuaciones a instancia de parte,
siendo incluso recomendable, para evitar cualquier mala interpretación, que la
liquidación de emolumentos tenga lugar con anterioridad a la resolución judicial. En
este aspecto el perito ha de ser tajante, y cualquier pacto o simple ofrecimiento de
"ir a la parte" supone una grave corruptela, rompiendo con las más elementales
normas de ética profesional y es, por otro lado, conducta contraria a derecho
(incurriendo en uno de los motivos de recusación). Cuando la tarifa que exija el
perito se estime excesiva o indebida, por quien haya de satisfacerla, tal
disconformidad podrá ser planteada siguiendo el cauce del oportuno procedimiento
de impugnación.
Incompatibilidades2 .- A efectos de peritaje privado hay que tener presente
las disposiciones de la normativa en vigor en materia de incompatibilidades (Ley
53/84 y su desarrollo, Real Decreto de 30-4-85, B.O.E. 4 del 5).
La Ley, en su artículo 11-2 se pronuncia de forma general y tal vocación se
perfila más en el artículo 12-a), considerando la actividad privada incompatible con
la pública en la forma que señala, con carácter actual y hasta retroactivo ("en los
asuntos que esté interviniendo, haya intervenido en los dos últimos años"),
incluyendo en especial en esta incompatibilidad a las actividades profesionales
prestadas a personas a quienes estén obligados a atender en el desempeño de
puesto público, estando ello pensado para cuando se pueda comprometer la
imparcialidad o independencia del personal de que se trata, así como impedir o
2
Transcrito del libro "Manual del Perito Médico. Fundamentos jurídico-prácticos", páginas 137-138.
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menoscabar el estricto cumplimiento de los deberes que les fueran propios, o
perjudicar los intereses generales.
Por otro lado, la misma ley, en su artículo 15, dispone que "el personal a que
se refiere esta ley no podrá invocar o hacer uso de su condición pública para el
ejercicio de la actividad mercantil, industrial o profesional", de lo que el médicoperito ha de tomar nota cuando comparezca privadamente allí donde sea requerido
(lo que a su vez concreta con el artículo 124 del Código de Deontología Médica,
cuando dice que "los médicos que ejercieren en el sector público, no pueden utilizar
sus cargos para incrementar su clientela particular o privada").
El reglamento a la ley (R.Dto. 598/85) todavía es más explícito, diciendo que
"no será posible el reconocimiento de compatibilidad con actividades privadas,
incluidas las de carácter profesional, cuyo contenido se relacione directamente con
asuntos sometidos a informe, decisión, ayuda financiera o control del departamento,
organismo, ente o empresas públicas a los que esté adscrito o preste servicio" (art.
9). El fondo de esta disposición recoge un carácter ético, aunque en un orden
pragmático es criticable, dada la amplia formulación del precepto, pudiendo generar
en algunos casos indefensión.
Remitiéndose al artículo 11-2 del mismo reglamento, acuerda que "el
personal que realice cualquier clase de funciones en la administración, como el
ejercicio de la profesión de procurador o cualquier actividad que pueda requerir su
presencia en los Tribunales durante el horario de trabajo", es incompatible, lo cual
está claro y no admite ningún tipo de discusión, pues se basa en el principio de "no
ubicuidad" de los humanos.
Al hablar de la "relación de empleo o servicio", tanto la Ley como el
reglamento se expresan de forma semejante, de modo que no podrá reconocerse la
compatibilidad para el desempeño de actividades privadas al "personal que realice
funciones de informe, gestión, o resolución, con la realización de servicios
profesionales, remunerados o no, a los que pueda tener acceso como consecuencia
de la existencia de una relación de empleo o servicio en cualquier Departamento,
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Organismo, Entidad o Empresas Públicas, cualquiera que sea la persona y la
naturaleza de la retribución.
En estas circunstancias, lo que ha de tener presente el médico que venga
desempeñando su actividad habitual en un organismo dependiente del sector
público, es que cuando haya de personarse ante los Tribunales, y a instancia de
parte, necesitará la correspondiente autorización de su superior jerárquico que
tenga potestad para permitirle ausentarse del trabajo. Y esa autorización procederá
y difícilmente podrá ser negada cuando la Autoridad Judicial hubiese solicitado la
comparecencia por medio de Cédula de Citación, tanto que si el citado, sin alegar
justa causa, deja de acudir al llamamiento judicial le parará el perjuicio a que
hubiera lugar en derecho.
El perito médico tendrá que iniciar su actuación con un examen clínico y
seguirá con una valoración, si ha lugar una prueba pericial médica, y la forma de
exponerla.
Siguiendo a Dreyfus y Oliver, y recogiendo su testimonio, el examen clínico
deberá comportar todos los resultados del balance clínico, que debe ser: minucioso,
completo, descriptivo y a la vez figurando todos los elementos positivos y negativos
del examen. Y añaden: "las constataciones detalladas son no solamente útiles para
informar al juez de los elementos constitutivos del daño funcional, residual y
eventual, sino que sirven de base irreemplazable para toda discusión ulterior,
particularmente en agravación que sea de nuevo cometido del experto autor del
informe inicial, o tratándose de uno de sus colegas".
En numerosas ocasiones, accidentes de circulación u otro tipo de accidentes,
al examinar la víctima o traumático, "Rousseau" dice que la primera cuestión que se
le plantea al médico es establecer el adecuado nexo causal entre la lesión y las
secuelas. Procurar pues, adentrarse en el hecho dañoso y estado residual, tanto
que quede probada la imputabilidad del primer factor; o sea, del hecho dañoso, en
la explicación del segundo, es decir, estado residual. Insistir siempre en conocer
bien los antecedentes clínicos del paciente o traumático para poder descartar un
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agravamiento de los mismos o una lesión que hubiese creado el traumatismo la
aceleración o el incremento de su nosología inicial; o bien, por el contrario, si se
trata de un estado nuevo, distinto al anterior, en una apreciación global de las
mermas experimentadas por el traumático.
Barret indica que las valoraciones se tienen que realizar en su justo
momento, pues si se realizan demasiado pronto, es difícil poder precisar las
secuelas que puedan quedar; por el contrario, en los reconocimientos tardíos, dan
lugar a que se produzcan valoraciones menos favorables para el afectado. Barret
realizó un estudio de 510 casos peritados por siete médicos que correspondían a
cuatro compañías de seguros diferentes, llegando a la conclusión de que habían
dos grupos de peritos, unos magnánimos hacia el lesionado, y otros hacia el
médico, y que los exámenes precoces son generadores de secuelas injustificadas y
también que los peritos tienen tendencia a la valoración positiva de la secuela.
En la elaboración del informe, siendo la pericia un medio de prueba personal
tendente a proporcionar al juzgador máximas de experiencia que le sirva para
formar sus propios elementos de convicción, se comprende que cuando se ha de
dar respuesta dentro de este contexto a ciertas cuestiones de hecho, las que se
hubieran fijado a raíz del litigio, quién hay de hacerlo se ha de imponer siempre un
método de trabajo serio y eficaz.
Gofe indica que las principales cualidades intelectuales que ha de reunir un
buen perito se pueden resumir en: agudeza de observación, que se desarrolla con
el ejercicio; espíritu de orden, método y precisión.
Como indicamos, la pericia médica tendrá que ser realizada con un método.
Según Balmes, "método es el orden que observamos para evitar el error y encontrar
la verdad". En este caso, el método ha de ir encaminado a coordinar la exposición
del pensamiento científico y técnico del experto a partir de la formación de
conceptos, ideas, juicios y raciocinios, concretados sobre la materia que versa su
práctica. En cualquier investigación científica, las funciones lógicas más sencillas
son: el análisis o la síntesis. Al analizar, disociamos; y al sintetizar, combinamos.
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Después, vendrá la elaboración de formas más complejas en la investigación como
son la abstracción y determinación.
Siguiendo a Silva Melero, que dice que para llegar a la actividad probatoria
se tiene que seguir las siguientes facetas: la observación, la constatación y
valoración que confluyen a un resultado que es el acto procesal de la declaración.
Fontserra precisa, en relación a ello, que es necesaria la percepción, la deducción o
inducción y la declaración técnica o dictamen pericial.
La Historia Clínica en la pericia médica , es el documento médico más
importante relacionado con el paciente. Ya desde épocas históricas, el Egipto de los
faraones -1600 años A.C.- existe indicio escrito que puede interpretarse como
Historia Clínica. Como tal registro se inicia en la época Hipocrática -460 A.C.- y con
posterioridad Galeno fundamenta su enseñanza en las anotaciones recogidas en
las Historias. A través de los siglos, ésta se enriquece apoyándose en los signos y
con posterioridad en el relato del enfermo -anamnesis-.
La historia clínica es el documento que reúne las siguientes características:
1.- Original: fruto del estudio o la investigación, documento de primera mano.
2.- Fiable: digno de crédito, identifica fuentes y autores de la información.
3.- Utilizable: fácil acceso al usuario, pero restringido y con posibilidad de difusión.
Es un documento primario, original en su totalidad. Y tiene 4 fines
establecidos:
1.- docente.
2.-investigador.
3.-científico.
4.-legal.
En el Historial Clínico el médico evaluador debe de insistir;
1- Con los antecedentes patológicos del paciente, enfermedades, intervenciones,
accidente de cualquier origen que haya podido padecer el paciente.
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2- Precisar al máximo como fue el accidente, la agresión etc; trauma directo o
indirecto; recopilar todos los detalles posibles en caso de accidente de tráfico ej;
como quedó el vehículo, carrocería, asientos, etc.
3- Reacción inmediata del paciente; ¿Qué experimentó?, ¿Que le dolió?, ¿Como
estaba situado al recibir la agresión?, ¿Perdió el conocimiento o tan solo vio
estrellitas?, ¿quedó obnubilado?, ¿se pudo poner de pie?, ¿pudo caminar por sí
solo?, ¿a dónde fue trasladado y porqué medio?- vehículo, - ambulancia, - a pie,
etc.
4- Qué molestias se acentuaron o aparecen nuevas a las dos horas, de haber
sufrido el accidente, ¿y a las 24 horas?. Insistir cómo ha evolucionado su cuadro
clínico.
En este historial médico hay que precisar al máximo la valoración entre las
lesiones y patologías que presentaba el paciente antes de la agresión, con los que
presenta después del accidente... sufrido.
El médico evaluador tiene que tener espíritu de observación y captar durante
la anamnesis cualquier detalle que le permite escoger e insistir en preguntas
subsceptibles para aclarar hechos confusos. A veces será necesario dejar hablar
libremente al paciente. Se tiene que dedicar el tiempo necesario para realizar un
historial médico, prestar atención a lo manifestado por el paciente y éste que capte
que existe un interés humano relacionado con su caso, por su médico evaluador.
No hay que estar pendientes del tiempo cuando estamos realizando una
Historia Médica, hay que dedicarle el tiempo que sea necesario.
INFORME MÉDICO PERICIAL
El Perito es el responsable de realizar el Informe Médico Pericial.
Gofe, indica que las principales cualidades intelectuales que ha de reunir un buen
perito se pueden resumir en: agudeza de observación, que se desarrolla con el
ejercicio; espíritu de orden; método y precisión.
Fontserra precisa, en relación a ello que es necesaria la percepción, la deducción o
inducción y la declaración técnica o dictamen pericial.
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El profesor Jornet dice que la peritación ideal debe constar con los rasgos de
objetividad, concisión, claridad y coherencia, además de ser completa y no
corporativa.
La emisión de un Informe Médico Pericial, es el resultado final de esta labor médica,
en él se van a recoger todos los extremos de interés para la persona u organismos,
relacionadas con la valoración de las consecuencias del hecho lesivo sobre el
individuo. Implica exponer el alcance real de las lesiones sufridas, las secuelas
derivadas, las posibilidades de recuperación, la recuperación laboral, así como la
explicación de los procesos seguidos por la persona para alcanzar la estabilización
de las lesiones o la curación.
En el mundo laboral, estos informes se encaminan a establecer las
limitaciones funcionales que presenta un trabajador para desempeñar las tareas
fundamentales de su puesto de trabajo, indicando qué movimientos puede realizar y
cuáles no está en disposición de hacer. Criterio diferente y discutible si hay que
definir el grado de incapacidad que presenta el trabajador, o simplemente hay que
limitarse a establecer las limitaciones y será la judicatura la que indicará el grado de
incapacidad.
ESTRUCTURA FORMAL ORIENTATIVA DE UN INFORME MÉDICO PERICIAL
PREÁMBULO
* Datos del perito: Doctor, médico, especialista, número de colegiado y dirección del
despacho.
* Requerido a instancias de: Persona, entidad o autoridad.
* Objeto del informe: Valoración médico pericial, valoración de causas y secuelas,
etc.
* Identificación del lesionado: Nombre, DNI, fecha de nacimiento y profesión.
HISTORIAL MÉDICO
Confección de una historia clínica concretando antecedentes familiares,
patológicos y en caso de accidente, cómo ha ocurrido (muy importante).
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El paciente, aportará toda la documentación que posea para acreditar sus
manifestaciones. También debe referir cómo se encuentra o los padecimientos que
presenta o padece en la actualidad.
EXPLORACIÓN CLÍNICA
Se seguirán los protocolos que se dispongan. Se aconseja una exploración
general de todos los sistemas e insistiendo en aquellos que estén afectados por la
enfermedad o por el traumatismo.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Valorar las exploraciones que aporta el paciente y solicitar las que se
consideran necesarias para poder realizar un juicio diagnóstico. Pueden ser las de
laboratorio,
radiografías,
radiología
especializada,
electromiografías,
electroencefalogramas, electrocardiogramas, etc.
Con el historial médico, la exploración clínica efectuada y las pruebas aportadas por
el paciente, se hace un juicio diagnóstico.
Se valorará el tratamiento médico quirúrgico y si hay posibilidades de efectuarlo.
En el momento actual hay que tener en cuenta la aceptación del paciente
mediante el consentimiento informado.
Se señalarán los déficits funcionales que le quedan, precisando qué actividades
no podrá realizar, razonando cada una de ellas, realizando para ello un
acercamiento ergonómico en relación a Lesión - Secuela - Actividad que desarrolla
en su vida laboral.
Sintetizando, diremos que, a consecuencia de una lesión o un accidente está
afectado el patrimonio biológico de una persona, éste se inicia con los genes de sus
progenitores que constituirán el embrión. Se irán configurando todos y cada uno de
los órganos, aparatos y sistemas con sus complejas funciones, hasta conseguir una
unidad física y psíquica, única e irrepetible representante de cada uno de nosotros.
La pérdida total o parcial de cada uno de los bienes anatómicos funcionales,
estéticos, psíquicos o morales, supone un desequilibrio biológico patrimonial. Lo
mismo que la alteración cualitativa o cuantitativa de los mismos. Por lo que se
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tendrá que estudiar a la persona como un todo para dar una valoración médica, y si
existe implicación judicial será la juricatura que le asignará la valoración económica
que considere justa.
La valoración del daño corporal, debido a la Ley del 34/2003 del 5 de
noviembre, B.O.E. número 265, en la que ya se señala una serie de diagnósticos
con una cuantificación de puntos adjunta a cada uno de ellos.
El perito médico tendrá, siempre que sea posible, informar los padecimientos
del agredido con los diagnósticos señalados en dicha Orden. En caso de que no
coincidiesen, buscar el más apropiado con el razonamiento consiguiente.
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