From the SelectedWorks of James A. Graham Spring 2012 México, su constitución y el arbitraje internacional: un desarrollo bicentenario James A. Graham Available at: http://works.bepress.com/james_graham/1/ w James A. Graham w 239 México, su constitución y el arbitraje internacional: un desarrollo bicentenario1 James A. Graham Universidad de Monterrey Profesor de medio tiempo del Departamento de Derecho de la Universidad de Monterrey. When will mankind be convinced and agree to settle their difficulties by arbitration? Benjamín Franklin 1. Introducción1 E n la Montaña Mágica de Mann2, Settembrini defiende el arbitraje como el medio idóneo para resolver las disputas internacionales, enfatizando que hay un ius divinum (hoy diríamos una lex mercatoria) que transciende los derechos positivos y permite resolver las controversias más allá de los diversos derechos nacionales. A lo cual, le responde Naphta, que no es posible dejar a tribunales “bourgeois” decidir sobre lo justo como si fueron dioses, o como hubiera dicho Rigaux, “des dieux et des héros”3. Tal antagonismo resume la historia del arbitraje en los dos últimos siglos en México. Considerado al inicio de su independencia, como la herramienta de resolución de controversias, durante el siglo XX el arbitraje ya no fue parte de la panoplia de los procedimientos preferentes de los litigantes. Sin embargo, al inicio de este nuevo siglo, la situación ha cambiado de manera radical y en frente de la globalización y la mundialización México tomó suya la máxima de Barry Feinstein: “No hay negocios si no hay arbitraje”.4 2. Antecedentes Previo a la independencia de México, tanto el derecho castellano como el indiano permitieron la posibilidad de comprometerse en árbitros5. Sin embargo, en 1842 se 1 2 3 4 5 Una gran parte del presente texto proviene de nuestra obra escrita con Leonel Pereznieto Castro: Tratado de Arbitraje Comercial Internacional Mexicano, Limusa, 2009. Der Zauberberg, 1924. Des dieux et des héros, Revue critique de droit international privé, 1978.435. http://www.famousquotesabout.com/on/Arbitration#ixzz0v1hPU91k. Para una breve reseña histórica sobre el arbitraje en México: Cruz Miramontes & Cruz Barney, El Arbitraje. Los diversos mecanismos de solución de controversias. Análisis y Practica en México, México, Porrúa, 2004, p. 59 y ss. Jiménez-Nieves-Perea, El contrato de arbitraje – Historia y concepto, Verba Iuris, 2003, www.cem.itesm.mx/verba-iuris/articulos/040103.html; Uribarri, El Arbitraje en México, Oxford University Press, 1997. 240 w De la Justicia y Derechos Fundamentales w establecieron tribunales mercantiles eliminando la posibilidad de ir al arbitraje6. Es hasta el Código de Comercio de 1854 –llamado el “Código Lares”, de inspiración francesa– que se restablece el arbitraje comercial. La materia mercantil siendo en esa época materia local, tuvo vigencia sólo en unas entidades federativas y en el Distrito Federal7. Con la reforma constitucional de 1883, la materia comercial se federalizó y se expidió el 20 de abril de 1884 el Código de comercio de los Estados Unidos Mexicanos, que no previó el procedimiento arbitral como método alterno de solución de controversias. El 15 de septiembre de 1889 se promulgó el actual Código de Comercio, inspirado en su homólogo español8, que sí contempla el arbitraje. En su primera redacción, el artículo 1051 disponía que “el procedimiento mercantil preferente a todos es el convencional. A falta de convenio expreso de las partes interesadas, se observaran las disposiciones de este Libro, y en defecto de estas o de convenio, se aplicara la ley de procedimientos local respectiva”. En su modificación ulterior, el nuevo artículo 1051 establecía que el procedimiento mercantil preferente pudiera ser “un procedimiento convencional ante tribunales o un procedimiento arbitral 9”. No obstante la inclusión del procedimiento arbitral en el Código de comercio, el hecho que la ley disponía como requisito de validez para la cláusula compromisoria su constancia en escrituras públicas, evidentemente inhibió el desarrollo del arbitraje por su excesiva formalidad y porque las partes no deseaban que sus acuerdos finalmente acabaran en un registro público. Las disposiciones del Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal de 1932, de aplicación supletoria al Código de comercio, por su rigidez y su formalismo10 tampoco contribuyeron a que el arbitraje tuviera una amplia aceptación como método de solución de controversias. En particular, que, salvo pacto contrario, los tribunales arbitrales tuvieron que funcionar según las mismas reglas de los tribunales ordinarios11. Debido a que salvo en algunos gremios donde el arbitraje funcionó, la ausencia en esta época de instituciones administradoras de procedimientos arbítrales, no permitió a los negociantes ver la ventaja de recurrir al arbitraje. Este derecho interno, sin embargo, estaba en contraste con la aceptación del arbitraje como modo de resolución de controversias a nivel internacional. 6 7 8 9 10 11 Cruz Miramontes & Cruz Barney, op. cit., p. 98. Idem, p. 101. Ibíd. Subrayado por nosotros. Para la descripción del régimen arbitral en esta época, véase: Briceño Sierra, El arbitraje ene le derecho privado, situación internacional, México, UNAM, 1963, p. 190 ss. Semanario Judicial de la Federación, Tomo XXXIX, p. 1917: “Aun cuando se haya designado en un contrato un árbitro, o la manera de nombrarlo, y este haya dictado un laudo, si no se constituyó el arbitraje con notorio apego a la ley, no puede considerarse que en realidad exista laudo, ni citación para sentencia, dicho laudo no podrá ejecutarse, ya que de llevarse a cabo la ejecución por conducto de un juez, se cometería una violación flagrante al artículo 14 constitucional”. w James A. Graham w 241 3. Primeras experiencias a nivel internacional México siempre aceptó el arbitraje como un modo alterno de solución de controversias, como lo demuestra el hecho de ser parte de varios tratados internacionales como el Tratado de Arbitraje Obligatorio de 190212, así como el Tratado General de Arbitraje Interamericano y su Protocolo de Arbitraje Progresivo de 192913. Además, aceptó desde 1870 el arbitraje para resolver a través de la Comisiones mixtas de reclamaciones las miles de disputas existentes entre México y los Estados Unidos de América14. Sin embargo, fueron tres casos aislados que provocaron el “trauma” mexicano y su postura hostil posterior. Por un lado, la “derrota” jurídica en el asunto del Fondo Piadoso de las Californias en 190215; por otro lado, la perdida de la Isla de la Pasión en 193116, así como el fallo insatisfactorio en el caso El Chamizal17. 3.1 La decisión “El águila” No obstante las malas experiencias en los procedimientos arbitrales mencionados con anterioridad, en 1933, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) también se pronunció sobre el arbitraje en el asunto El Águila que por su importancia nos permitimos transcribir en sus párrafos más relevantes: “El arbitraje es una convención que la ley reconoce y que, por cuanto implica una renuncia al conocimiento de la controversia por la autoridad judicial, tiene una importancia procesal negativa. Ese contrato es el llamado de compromiso, y en virtud de él, las partes confían la decisión de sus conflictos a uno o más particulares; de ese modo, se sustituye el proceso con algo que es afín a él, en su figura lógica, supuesto que en uno y otro casos, se define una contienda mediante un juicio ajeno; sin embargo, el árbitro no es funcionario del Estado, ni tiene jurisdicción propia o delegada; las facultades de que usa, se derivan de la voluntad de las partes, expresada de acuerdo con la ley […]”18. Como puede apreciarse en esta primera parte de la resolución quedaron definidos los elementos centrales del arbitraje: una convención (la cláusula arbitral) que la ley reconoce. Esa convención significa una derogación a la jurisdicción estatal (“importancia procesal negativa”). La cláusula arbitral es un “Contrato…llamado…compromiso” en 12 13 14 15 16 17 18 D.O. 25/4/1903. D.O., 11/4/1930. Dichas comisiones funcionaron hasta 1935, resolviendo unos 7,000 asuntos. Para los laudos más importantes, véase: http:// untreaty.un.org/cod/riaa/states/mexico.htm. http://untreaty.un.org/cod/riaa/cases/vol_IX/1-14.pdf. http://www.sre.gob.mx/transparencia/docs/09/laudo.pdf. http://untreaty.un.org/cod/riaa/cases/vol_XI/309-347.pdf. Amparo civil en revisión 4660/31. Compañía Mexicana de Petróleo “El Águila”, S. A. 26 de mayo de 1933. Unanimidad de cinco votos. Excusa: Ricardo Couto. La publicación no menciona el nombre del ponente. 242 w De la Justicia y Derechos Fundamentales w base al cual “las partes confían la decisión de sus conflictos a uno o más particulares”. Los términos de la decisión además de precisos, utilizan una terminología moderna. Es importante el énfasis de la prórroga de jurisdicción pues además de haberse referido a un elemento “procesal negativo”, a continuación se dice que en virtud del compromiso arbitral las partes voluntariamente sustituyen al “proceso (judicial) con algo que es afín a él, en su figura lógica, supuesto que en uno y otro casos, se define una contienda mediante un juicio ajeno”. La precisión con la que la SCJN se refiere al arbitraje como un procedimiento sustitutivo, proceso “afín” al proceso judicial es clara. Su equivalencia de “figura lógica” en la medida que en ambos procesos se resuelve “una contienda mediante un juicio ajeno”. También, la decisión se refiere, como puede apreciarse a la figura del árbitro y la define como una persona que “no es funcionario del Estado, ni tiene jurisdicción propia ni delegada; las facultades de que usa se derivan de la voluntad de las partes, expresada de acuerdo con la ley”, en la cláusula arbitral diríamos nosotros hoy. En otro pasaje de la decisión de la SCJN se establece: “y aunque la sentencia o laudo arbitral, no puede revocarse por la voluntad de uno de los interesados, no es por sí misma ejecutiva. El laudo sólo puede convertirse en ejecutivo, por la mediación de un acto realizado por un órgano jurisdiccional, que, sin quitarle su naturaleza privada, asume su contenido; de suerte que, entonces, el laudo se equipara al acto jurisdiccional. El laudo sólo puede reputarse como una obra de lógica jurídica, que es acogida por el Estado, si se realizó en las materias y formas permitidas por la ley. El laudo es como los considerandos de la sentencia, en la que el elemento lógico, no tiene más valor que el de preparación del acto de voluntad, con el cual el Juez formula la voluntad de la ley, que es en lo que consiste el acto jurisdiccional de la sentencia. Esa preparación lógica no es por sí misma acto jurisdiccional, sino en cuanto se realiza por un órgano del Estado [...]”. La decisión define los elementos modernos del laudo arbitral. Es el resultado de un procedimiento heterocompositivo y por tanto irrevocable por las partes. Su ejecutividad deriva únicamente de la autoridad judicial a la que se somete para su reconocimiento. Se trata el laudo de una obra equivalente a “los considerandos de la sentencia… (Cuyo valor es el de)…la preparación del acto de voluntad con el cual el juez formula la voluntad de la ley, que es en lo que consiste el acto jurisdiccional de la sentencia; es decir, el laudo por sí mismo” no es un acto jurisdiccional, sino en cuanto se realiza por un órgano del Estado mediante su reconocimiento. En cuanto a la arbitrabilidad, la decisión se refiere de forma concreta a los intereses susceptibles de ser sometidos para su resolución en una controversia en los siguientes términos: w James A. Graham w 243 “El árbitro carece de imperio, puesto que no puede examinar coactivamente testigos ni practicar inspecciones oculares, etcétera; y sus laudos son actos privados, puesto que provienen de particulares, y son ejecutivos sólo cuando los órganos del Estado han añadido, a la materia lógica del laudo, la materia jurisdiccional de una sentencia. La función jurisdiccional compete al Estado y no puede ser conferida sino a los órganos del mismo; pero obrar en calidad de órgano del Estado, significa perseguir, con la propia voluntad, intereses públicos, lo que evidentemente no hacen las partes cuando comprometen en árbitros sus cuestiones, puesto que entonces persiguen fines exclusivamente privados; de modo que las relaciones entre las mismas partes y el árbitro son privadas y el laudo es juicio privado y no sentencia, y estando desprovisto, por lo mismo, del elemento jurisdiccional de un fallo judicial, no es ejecutable sino hasta que le preste su autoridad algún órgano del Estado que lo mande cumplir [...]. Dicho en otras palabras, se trata de someter al árbitro cuestiones cuyo fin es “exclusivamente privado; de modo que las relaciones entre las mismas partes y el árbitro son privadas” y el límite de la privacidad de esas cuestiones sometidas al arbitraje, en todo caso deberá ser decidido por la “autoridad…órgano del Estado que lo mande cumplir”. De especial importancia en la decisión de la SCJN que comentamos es la discusión acerca de los poderes de remisión que tiene el juez al que se le somete el laudo para su reconocimiento: “El laudo y el exequátur, deben ser considerados como complementarios, son dos aspectos de un sólo acto jurídico; uno, es el elemento lógico que prepara la declaración de la voluntad de la ley que ha de aplicarse en el caso concreto, y el otro, consiste precisamente, en esa voluntad, formulada por el funcionario provisto de jurisdicción. […]. El sistema generalmente adoptado, se basa en la distinción siguiente: si la violación contenida en el laudo ataca el orden público, el Juez debe rehusar el exequátur, y por el contrario, debe decretar la ejecución, si la violación perjudica solamente intereses privados […]. De esta manera la competencia del juez revisor debe concretarse únicamente a la revisión de que el laudo no viole preceptos de orden público o que el laudo “no se arregle a los términos del compromiso” arbitral, o bien “cuando se niegue a las partes la audiencia, la prueba o las defensas que pretendieron hacer valer”. Finalmente, la naturaleza del laudo se define en los siguientes términos: “El laudo, una vez que se decrete su cumplimiento se eleva a la categoría de acto jurisdiccional, y el agraviado puede entonces ocurrir a los tribunales de w De la Justicia y Derechos Fundamentales w 244 la Federación, en demanda de amparo, a fin de que se subsanen los vicios de que adolezca, desde el punto de vista constitucional, en la inteligencia de que el término para promover el juicio de garantías, empieza a correr desde la fecha en que se notifica legalmente la resolución que acuerde, en definitiva, la ejecución.” Como puede observarse, una decisión del máximo tribunal de justicia en los términos claros que se expone y con una terminología además, moderna constituyó un buen arranque del arbitraje comercial en México. Desafortunadamente se dio una fatal coincidencia en términos legislativos: en 1932 entró en vigor el Código Civil para el Distrito Federal y territorios federales que pronto fue seguido por los códigos civiles de diversos estados de la Federación y con ello se generalizó en México lo que ha sido llamado “un territorialismo absoluto” de leyes19, que entre otros efectos creó una cultura de aplicación estrecha de la ley que, en el ámbito del arbitraje, afectó negativamente por la actitud de los tribunales inferiores, los abogados y la doctrina de la época. 4. Las reformas legislativas No obstante la ratificación de la Convención de Nueva York en 197120, y la de Panamá21, México continuó siendo un país cerrado hacia el exterior hasta 1986 fecha en que se adhirió al GATT. Durante las décadas en que permaneció cerrado su sistema jurídico evolucionó muy poco. Se desarrolló una fuerte tendencia territorialista avivada por un nacionalismo caduco que los líderes del partido político hegemónico se encargaron de definir22. La apertura de México al mundo fue un proceso complejo y difícil con una economía poco desarrollada y un sistema jurídico excesivamente formalista. En este contexto se llevaron a cabo las reformas judiciales de México y adoptó en 1989 la Ley Modelo de Arbitraje de la CNUDMI con algunas modificaciones importantes en la medida que les dan intervención amplia a los jueces y con ello distrae al procedimiento arbitral. Con motivo de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, los Estados Unidos de América y Canadá solicitaron a Mexico la reforma de varias leyes internas como prerrequisito para el firmar del tratado. En este proceso de transformación en 1993 se volvió adoptar la Ley Modelo de la CNUDMI, y esta vez sin mayor modificación, como Título Cuarto del Libro Quinto del Código de Comercio23. Y se inició la fase moderna del arbitraje en México que ha crecido interna e interna19 20 21 22 23 Pereznieto Castro, Leonel, Derecho internacional privado, notas sobre el principio territorialista y el sistema de conflictos en el derecho mexicano, 2 ed., México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1982. D.O. 22/10/1971. D.O. 27/4/1978. Pereznieto Castro, Leonel, «La tradition territoriale en droit international privé dans les pays d’Amérique latine,» En RCADI, V. 190, 1985, p. 271. D.O. 24/5/1996. w James A. Graham w 245 cionalmente de forma muy importante. A lo largo de estos años se han creado varias instituciones mexicanas administradoras del arbitraje24 y otras tantas instituciones internacionales25 que se han interesado en difundir en México el tema a través de seminarios, talleres y reuniones. Sin embargo, no obstante este nuevo marco a favor del arbitraje, se quedó abierta la cuestión de la constitucionalidad del arbitraje. 5. La constitucionalidad del arbitraje Si las constituciones federales de 1824 y 1836 previeron el arbitraje, tal no fue el caso de la de 1857, ni el Estatuto Provisional del Imperio Mexicano de Maximiliano, ni en la primera versión de la Constitución de 191726, situación que cambió con la revisión de la Magna Carta en 2008, tema que veremos adelante. La ausencia de disposiciones constitucionales tiene su importancia visto que los procedimientos judiciales en relación con un procedimiento arbitral pueden ser objeto de uno o varios amparos, lo que implica alegar argumentos sobre la inconstitucionalidad del arbitraje27. Dos categorías de argumentos han sido identificados hasta ahora por los litigantes, a saber, el de la prohibición de los tribunales especiales y el del principio de la legalidad. El artículo 13 constitucional dispone que “nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales especiales”, dando pauta a ciertos autores para afirmar que un tribunal arbitral sería un “tribunal especial” en el sentido que está constituido por un caso determinado28. Una antigua tesis parece ir en este sentido declarando que un tribunal arbitral no es permanente ni general y consecuentemente es un tribunal especial29. Sin embargo, otra tesis, a justo título, señaló que es el propio Código de Comercio que sirve de base legal para la constitución del tribunal arbitral para un caso 24 25 26 27 28 29 Centro de Arbitraje de México (CAM); Centro de Mediación y Arbitraje de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México (CANACO). La evolución del arbitraje internacional en México se muestra reflejada en las cifras de la CCI. Tomamos como referencia el año 2004 como un promedio entre 1994 (año de firma del TLCAN) y 2010. Es así como en 1994 había sólo 13 partes mexicanas en un arbitraje de esta institución, mientras que en 2000 hubo 27 partes; en 2001, 26 partes; en 2002, 34 partes; y en 2003, 27 partes. Una evolución similar se ha visto en la participación de árbitros mexicanos en los procedimientos CCI. En 1994 había sólo 8 árbitros de nacionalidad mexicana, mientras que en 2000 había 23 y en 2003, hubo 22. El crecimiento del arbitraje en otros rubros no se dio como lugar sede a México. Desde hace 10 años, hay en promedio sólo 5 arbitrajes internacionales CCI en el país, pero hubo un incremento importante en 2004 con casi el doble de los procedimientos que tuvieron sede en México. Ahora bien, es interesante comparar la situación de México con sus vecinos latinoamericanos, así como de manera global con los países líderes en la materia. En 2004, las partes mexicanas representaban el 2,20% de las involucradas en un arbitraje CCI, siendo esta cifra superior a la de Argentina y Brasil, pero muy por debajo de la presencia de 178 partes norteamericanas que representaron un 10% de todas las partes. Como lugar de arbitraje, México se encuentra debajo de Argentina (3,45%) pero arriba de Brasil (2,31%), pero bien puede considerarse como un lugar líder de América Latina, aunque ciertamente no puede competir con las plazas tradicionales estadounidenses y europeas. Uribarri, Derecho arbitral mexicano, México, Porrúa, 2006, p. 74. Pereznieto & Graham, “Chronique de jurisprudence arbitrale mexicaine”, En Rev. arb., 2005, p. 775; Fernández Rozas, “La constitución mexicana y el arbitraje comercial”, En Cuestiones constitucionales, 2007, #16. Martínez Garza, La autoridad responsable en el juicio de amparo en México, 2. éd., México, Porrúa, 1999, p. 74; Pallares, Derecho procesal civil, 12. éd., México, Porrúa, 1986, p. 594; Paganoni O’Dondre, Arbitraje en México, México, OGS Editores, 1997, p. 61. Tribunales Especiales. Quinta Época: T.CXI, p. 431. A.D. 2155/49. 17/1/52. 246 w De la Justicia y Derechos Fundamentales w determinado y así no se puede hablar de inconstitucionalidad30 .Y es ésta postura que de nuevo ha sido confirmada por la SCJN: “ARBITRAJE COMERCIAL. LOS ARTÍCULOS 1415 A 1463 DEL CÓDIGO DE COMERCIO, NO VIOLAN EL ARTÍCULO 13 DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL. Si se parte de la base que el juicio arbitral es aquel que se tramita ante personas o instituciones que no son Jueces del Estado, o que siéndolo, no actúan como tales, sino como personas de derecho privado, es inexacto que los preceptos reclamados, al establecer la posibilidad de que los particulares sujeten sus controversias al arbitraje comercial, otorguen a los tribunales arbitrales la calidad de tribunales especiales, pues quienes emiten dichos laudos son personas o instituciones designadas para resolver controversias entre particulares, ya sea como amigables componedores o en conciencia, sólo si las partes las han autorizado expresamente para hacerlo en términos del artículo 1445, párrafo tercero, del citado código. Estos laudos deben ser reconocidos u homologados por los órganos jurisdiccionales correspondientes, a fin de que adquieran la fuerza jurídica necesaria para su completa obligatoriedad, y a efectos de su ejecución de conformidad con los artículos 1461 a 1463 del ordenamiento mencionado. De ahí que el arbitraje comercial regulado en el Código de Comercio no contraviene el artículo 13 de la Constitución, que como garantía de igualdad, en el aspecto jurisdiccional, prohíbe los tribunales especiales”31. Con respecto al segundo argumento, éste está en relación con el artículo 14 constitucional, que prevé que: “nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho”. La referencia a tribunales previamente establecidos induce a ciertos autores a sostener que el arbitraje es inconstitucional en la medida que se trata de tribunales que no son previamente constituidos y que toman decisiones que privan a la parte condenada de sus propiedades32. Sin embargo, no cabe duda que los tribunales mencionados en la Constitución son tribunales judiciales y que el artículo 14 debe leerse en conjunto con el artículo 13 y la prohibición de los tribunales especiales y una tesis 30 31 32 Ramon Kuri, 30/6/1936, SJF, Quinta Época, T. XLVIII, p. 3484. Amparo directo en materia de trabajo 8926/48, Balsí Gómez Moisés, 15/2/54. No. Registro: 367,590: “TRIBUNAL DE ARBITRAJE, NO ES ESPECIAL. Si el Estatuto Jurídico, no puede estimarse como una ley privativa, ni al Tribunal de Arbitraje como un tribunal especial de los prohibidos por el artículo 13 de la Constitución Federal, porque su existencia emana de la misma Constitución, a la que reglamenta y el juicio arbitral tampoco es violatorio del artículo 13 Constitucional, toda vez, que al iniciarse y proseguirse aquél, ya estaban establecidos la ley y el tribunal”. Amparo en revisión 237/2004. Emilio Francisco Casares Loret de Mola y otros. 28 de abril de 2004. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Humberto Román Palacios. Ponente: Juan N. Silva Meza. Secretario: Jaime Flores Cruz. Pallares, Diccionario de Derecho procesal civil, México, Porrúa, 1986, p. 585; Paganoni O’Donohoe, op. cit., 1997, p. 62. w James A. Graham w 247 reciente debe entenderse en este sentido33. La mencionada disposición también fue utilizada en un juicio de amparo para declarar inconstitucional el artículo 1435 del Código de Comercie dispone que: “Con sujeción a las disposiciones del presente título, las partes tendrán libertad para convenir el procedimiento a que se haya de ajustar el tribunal arbitral en sus actuaciones. A falta de acuerdo, el tribunal arbitral podrá, con sujeción a lo dispuesto por el presente título, dirigir el arbitraje del modo que considere apropiado. Esta facultad conferida al tribunal arbitral incluye la de determinar la admisibilidad, pertinencia y valor de las pruebas.” En efecto según el promovente artículo 14 constitucional obliga a que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento, y a fortiori en materia arbitral. Consecuentemente, sólo los procedimientos previstos por las leyes en vigor como el Código Federal de Procedimientos Civiles pueden ser aplicados. Sin embargo, la Corte no sigue estos argumentos; al contrario, subraya que el procedimiento arbitral cumple con el requisito del artículo 14 en la medida que el procedimiento que tiene que ser respetado en materia arbitral está consignado en la ley, específicamente en el Código de Comercio34. Se intentó también sostener que la amigable composición prevista por el artículo 1445 del Código de Comercio sería inconstitucional conforme al fundamento del artículo 16 de la Constitución por el motivo que la mencionada disposición obliga a fundamentar las decisiones conforme a las leyes o disposiciones jurídicas aplicables al caso35. Sin embargo, es el propio Código de Comercio que autoriza a las partes a desplazar este principio, si tal es su voluntad. En otras palabras, es la ley que garantiza el respeto del principio de la legalidad36. 6. La actualidad del derecho arbitral mexicano y el principio de celeridad Es un hecho que el derecho arbitral en México llegó a su madurez, en el sentido de que ya no cabe duda que el arbitraje es constitucional, que es un instrumento necesario para el comercio, y que se rige por las normas internacionales. Hoy en día, el Poder Judicial de la Federación se contenta de complementar la legislación en lo que concierne “detalles” omitidos por el Título Cuarto del Libro Quinto del Código de Comercio, en lo particular todo lo que se relaciona con aspectos procesales. Tomando como base el principio general de la “celeridad”, los jueces y magistrados federales interpretan las disposiciones sobre el arbitraje de manera que los procesos judiciales 33 34 35 36 Amparo en revisión 237/2004. Emilio Francisco Casares Loret de Mola y otros. 28 de abril de 2004. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Humberto Román Palacios. Ponente: Juan N. Silva Meza. Secretario: Jaime Flores Cruz. Amparo en Revisión 759/2003. Teléfonos de México. Amparo en revisión 237/2004. Emilio Francisco Casares Loret de Mola y otros, precitado. Amparo en revisión. Sindicato Heriberto. 12/6/86. SJF. Informe 1986.36. 248 w De la Justicia y Derechos Fundamentales w alrededor del arbitraje sean de aplicación la más sencilla y la más rápida. Lo anterior muestra el trabajo que hicieron los tribunales federales todos estos años para cambiar México de un país “anti-arbitraje” en una alta plaza del arbitraje internacional, competitiva con los demás lugares tradicionales del arbitraje como Paris o Nueva York37. Por su Contradicción de tesis 40/2007-PS38. – que para nosotros es la segunda más importante tesis después de la del asunto El Águila-, la SCJN ha considerado, a justo título, que la naturaleza del arbitraje tiene que ser caracterizado por los principios de “celeridad, practicidad y expeditez”, y consecuentemente, el subsecuente proceso judicial sobre reconocimiento o ejecución a su vez debe ser caracterizado por los mismos principios: El artículo 1463 del Código de Comercio señala que la resolución dictada en el procedimiento de reconocimiento y ejecución de laudo arbitral no será objeto de recurso alguno, sin especificar el tipo de resolución al que hace referencia. Sin embargo esto no implica que se refiera estrictamente a la resolución que pone fin a dicho procedimiento, sino a todas las resoluciones que sean dictadas en él. Si bien los procedimientos arbitrales son medios por los cuales se pueden dar soluciones alternativas a las disputas que se presenten en el ámbito mercantil de manera rápida y expedita, los incidentes que se promueven para efecto de reconocer y ejecutar las determinaciones dictadas en ese tipo de procedimientos deben seguir la misma celeridad, practicidad y expeditez, pues de lo contrario sería ilógico admitir que, por una parte, se resuelvan con sencillez y prontitud los asuntos sometidos a los procedimientos arbitrales y, por la otra, la sustanciación de los incidentes de reconocimiento y ejecución de sus laudos impliquen una mayor complejidad en su tramitación para resolverse, tal y como sucedería si se admitiera la recurribilidad de las resoluciones intermedias o cualesquiera otras dictadas en los incidentes antes mencionados. Además, aun cuando se considerara que el artículo en cuestión sólo se refiriera a la resolución que pone fin a los procedimientos de reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales, en atención a los principios de celeridad, practicidad y expeditez antes expuestos, se desprende como regla procesal que en este tipo de procedimientos sólo serán recurribles los autos, decretos o interlocutorias si lo es la sentencia definitiva, por lo que se concluye que si la resolución final no admite recurso alguno, tampoco lo admitirán las resoluciones intermedias u otras dictadas en esos procedimientos. Además del trabajo de los jueces, magistrados y ministros federales, el legislador federal también se encargó a promover los métodos alternos de solución a través de 37 38 CCI, Observations sur le Rapport relatif à l’application du Règlement de Bruxelles I dans les Etats membres de l’Union européenne, dit «Rapport Schlosser» p.13. Contradicción de tesis 40/2007-PS. Entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados Cuarto y Séptimo, ambos en Materia Civil del Primer Circuito. 13 de junio de 2007. Cinco votos. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretario: Fernando A. Casasola Mendoza. Tesis de jurisprudencia 105/2007. Aprobada por la Primera Sala de este Alto Tribunal, en sesión de fecha veinte de junio de dos mil siete. w James A. Graham w 249 la revisión del artículo 17 de la Magna Carta39, agregando que “LAS LEYES PREVERAN MECANISMOS ALTERNATIVOS DE SOLUCION DE CONTROVERSIAS”. Como el vaso de agua puede ser mitad lleno o mitad vacío, la reforma mencionada puede también ser analizada bajo diferentes ángulos. En una perspectiva meramente jurídica, la disposición no tiene sentido, porque ni otorga un derecho (el derecho a que su controversia sea “resuelta” por un método alterno), ni una obligación para el Estado de prever los métodos alternos. El exégeta afirmara que el futuro (“preverán”) puede ser interpretado como una obligación: sin embargo, no tiene sentido que cualquier ley votada por el Congreso contenga tal disposición. De manera positiva, la disposición si tiene un efecto “psicológico” para todos aquellos que han sostenido que los métodos alternos, incluyendo el arbitraje” fueron “inconstitucionales”. 7. Perspectiva Como forma de conclusión, gracias al hecho de reconocer el arbitraje, de confirmar su constitucionalidad, y consagrar el principio de celeridad, la SCJN, y los tribunales federales en general, han ampliamente contribuido al desarrollo del arbitraje. No obstante lo anterior, todo tampoco es perfecto, como ciertas decisiones erróneas40, que probablemente son sólo errores de “aprendizaje” por parte de los jueces federales. En realidad, el peligro no proviene tanto del Poder Judicial de la Federación, sino de los tribunales locales, que aún no han entendido el “tema del arbitraje”, y por otro parte de los propios abogados. En efecto, normalmente son ellos mismos que obstaculizan el procedimiento y buscan las “chicanas”. De la misma manera, ciertos de ellos reclaman una nuevo reforma del Código de Comercio en la materia para “reglamentar lo no-reglamentado” provocando así una sobre-reglamentación de un procedimiento que por naturaleza tiene que ser flexible. Es indubitable, que el camino que México ha recurrido desde unos doscientos años es importante y lleno de promesas. De un país pro-arbitraje hasta los años 30, pasando por una fase ideológica de anti-arbitrismo, hasta la plena aceptación de este método alterno de solución de controversias hoy en día, dos constantes pueden ser identificadas. A nivel internacional, Mexico nunca se desvió del camino ratificando los tratados y aceptando y cumpliendo los fallos aun en su contra (en lo particular en lo relacionado con el TLCAN); y a nivel nacional el papel fundamental jugado por la SCJN y sus tribunales federales para dar toda la eficacia necesaria al arbitraje. 39 40 18/7/08. Como por ejemplo la decisión de la SCJN estableciendo que la competencia para verificar la validez del acuerdo arbitral pertenece al poder judicial y no al tribunal arbitral: Contradicción de tesis 51/2005, 11/1/2006 (véase Pereznieto & Graham, Tratado, op. cit. , p. 230 ss. También se puede mencionar la tesis de la SCJN que erróneamente considera la amigable composición como método distinto del arbitraje: Amparo en revisión 131/2009. Talent Agency Unlimited, S.A. de C.V. 27 de mayo de 2009. Cinco votos. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Emmanuel G. Rosales Guerrero (véase nuestras observaciones: http://adi-udem.blogspot.com.