RHV. Qué desarrollo necesitamos buscar

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¿Qué desarrollo necesitamos buscar?
FICHA DE REVISIÓN DE HECHOS DE VIDA
¿Qué desarrollo necesitamos buscar?
Pueblos desarrollados, pueblos subdesarrollados, pueblos en vía de desarrollo, primer mundo, cuarto
mundo, norte, sur… países explotadores… pueblos explotados…
Esta diversificación señala muestra dificultad para definir al desarrollo ¿dónde nos ubicamos como
Equipos Docentes?
El sistema imperante nos envuelve y muchas veces nos confunde en la búsqueda de nuestros caminos,
sentidos y perspectivas.
Objetivo: identificar el desarrollo que buscamos desde nuestra utopía y fe cristiana para contrastarlo
con el “desarrollo” que impulsa la sociedad de consumo.
Reconocer las consecuencias o efectos de ambas opciones para proponer cambios en nuestro estilo de
vida, en nuestra tarea áulica y compromisos en el movimiento.
VER
¿Qué dice la gente que le falta para alcanzar el desarrollo de su familia y de su ciudad o pueblo? ¿y
nosotros?
¿Qué me falta a mí como docente para alcanzar el desarrollo? ¿Para qué deseamos el desarrollo?
JUZGAR
Leer “Reflexión teológica y antropológica”: Un desarrollo para la fraternidad. (documento debajo de
esta ficha)
Frente a lo que leímos ¿qué decimos de la concepción de desarrollo que tenemos cada uno? ¿por qué
tenemos esa concepción? ¿Sabemos que el desarrollo económico descontrolado se hace a precio del
subdesarrollo de personas y pueblos? ¿Sabemos que si todo el mundo derrochara como los países ricos
(Estados Unidos; Canadá, Europa…) el planeta colapsaría? ¿Por qué se insiste en este concepto de
desarrollo? ¿Qué hay detrás?
¿Cómo reaccionamos frente a esto? ¿Qué nos dice la fe?
¿Valoramos el convivir y el ser tanto como el tener cosas materiales?
Nuestra fe es la fe de la fraternidad, de la solidaridad universal. Leer: Mt. 6, 25-34. Reflexionar.
ACTUAR
¿Qué cambios proponemos para acercarnos al desarrollo de la fraternidad universal?
¿Qué cambios proponemos en la educación para formar en los valores de un desarrollo sustentable?
Y en nuestra Iglesia: ¿cómo la ayudamos a ubicarse por el desarrollo integral, en primer lugar, de los
más pobres?
¿Cómo trabajamos en el aula estos artículos de nuestra Constitución Política del Estado?
Art. Nº 17, 312, 373, 381, 398.
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Reflexión teológica y antropológica: Un desarrollo para la fraternidad
(texto completo en Entre Nosotros 68)
“La caridad en la verdad, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la
humanidad. La línea maestra es el amor: exigencia evangélica. La caridad es una fuerza que tiene su origen en Dios,
Amor eterno y Verdad absoluta. La caridad es amor recibido y ofrecido. Es expresión auténtica de humanidad y esa
es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo con justicia.” (Introducción CIV8)
El principio gana-gana9
Sin embargo, ¿es el amor el eje del “desarrollo” que se busca actualmente? Leonardo Boff, nos explica: “En primer
lugar, hay que entender cuál es el eje estructurado de la sociedad-mundo, principal responsable de este peligroso
itinerario. Es el tipo de economía que hemos inventado, con la cultura que la acompaña, que es de acumulación
privada, de consumismo no solidario al precio de saquear la naturaleza. Todo se ha hecho mercancía para el
intercambio competitivo. Dentro de esta dinámica sólo el más fuerte gana. Los otros pierden: o se agregan como
socios subalternos o desaparecen. El resultado de esta lógica de competición de todos contra todos y de la falta de
cooperación es la transferencia fantástica de riqueza para unos pocos fuertes, los grandes consorcios, al precio del
empobrecimiento general…./…Para convivir humanamente inventamos la economía, la política, la cultura, la ética y
la religión. Pero hemos desnaturalizado estas realidades «sagradas» envenenándolas con la competición y el
individualismo, desgarrando así el tejido social.” Ya en la PP se nos había alertado: “El desarrollo no se reduce al
simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a
todo el hombre.” (PP 14). Y Benedicto XVI añade: “El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el
auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la
fuerza del amor que vence al mal con el bien y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad
y de responsabilidad” (CIV 9).
La nuestra actual es la cosmología de la conquista, de la dominación y de la explotación del mundo, con vistas al
progreso y al crecimiento ilimitado. Se caracteriza por ser mecanicista, determinista, atomística y reduccionista. Por
causa de esta cosmovisión, se crearon innegables beneficios para la vida humana, pero también contradicciones
perversas como: que el 20% de la población mundial controle y consuma el 80% de todos los recursos naturales,
generando un foso entre ricos y pobres como nunca antes ha habido en la historia. La mitad de las grandes selvas
ha sido destruida, el 65% de las tierras cultivables, perdidas, cerca de 5.000 especies de seres vivos desaparecidas
anualmente y más de mil agentes químicos sintéticos, la mayoría tóxicos, esparcidos por suelo, el aire y las aguas.
Se han construido armas de destrucción masiva, capaces de eliminar toda vida humana. El efecto final es el
desequilibrio del sistema.
Tierra que se expresa por el calentamiento global. Con los gases ya acumulados, en el 2035 se llegará fatalmente a
un aumento de 2 grados centígrados, y si no se hace nada, según ciertas previsiones, a finales de siglo serán 4 ó 5
grados, lo que volverá la vida, tal como la conocemos hoy, prácticamente imposible.
El predominio de los intereses económicos especialmente especulativos, capaces de reducir países enteros a la más
brutal miseria, y el consumismo han trivializado nuestra percepción del peligro que vivimos y conspiran contra
cualquier cambio de rumbo.”
Lo que caracteriza a esta nueva cosmología es el cuidado en lugar de la dominación, el reconocimiento del valor
intrínseco de cada ser y no su mera utilización humana, el respeto por toda la vida y los derechos y la dignidad de la
naturaleza y no su explotación…/…Se creará la oportunidad de una civilización planetaria en la cual el cuidado, la
cooperación, el amor, el respeto, la alegría y la espiritualidad tendrán centralidad.”
Por un lado, debemos buscar alternativas para no quedar rehenes del viejo sistema y, por otro, estamos obligados a
estar dentro de él, continuar y producir, sin embargo debemos visualizar las contradicciones, para atender las
demandas humanas. En caso contrario, no evitaríamos un colapso colectivo con efectos dramáticos.
El gran desafío es como procesar la transición entre un sistema consumista que estresa la naturaleza y sacrifica las
personas y un sistema de sustentación de toda vida en armonía con la Madre Terra, con respeto a los límites de
cada ecosistema y con una distribución equitativa de los bienes naturales e industriales que hubiéremos producido.
Debemos “…luchar por normas ecológicas y regulaciones que preserven lo más posible los bienes y los servicios
naturales o trate su utilización de forma socialmente responsable…exigir de los países importadores que
contaminen lo menos posible y que contribuyan financieramente para la preservación y regeneración ecológica de
los bienes naturales que importan…instaurar una legislación ambiental internacional más rigurosa…formar una
coalición de fuerzas a partir de gobiernos, instituciones, iglesias…Ante un planeta y humanidad en crisis, el
desarrollo urgente que anhelamos encierra el sueño de la fraternidad universal entre todos los seres de la creación:
“Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí solos? La sociedad cada vez más globalizada nos
hace más cercanos, pero no más hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres
y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. Ésta nace de una
vocación transcendente de Dios Padre, el primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo
que es la caridad fraterna.”(CIV 53)
“El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad…./…El hombre debe
encontrar al hombre, las naciones deben encontrarse entre sí como hermanos y hermanas, como hijos de Dios. En
esta comprensión y amistad mutuas, en esta comunión sagrada, debemos igualmente comenzar a actuar a una para
edificar el porvenir común de la humanidad…” (PP 43)
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