Capítulo 1 Introducción De lo grande a lo pequeño En nuestro

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Capítulo 1
Introducción
De lo grande a lo pequeño
Figura 1: La Tierra vista desde la luna
En nuestro Universo, por un lado se encuentra lo infinitamente gigantesco y lejano, como las
galaxias y los quásares, así como los eventos que ocurrieron hace miles de millones de años. En el
otro extremo, nos encontramos con lo infinitamente pequeño como los átomos, las partículas
elementales, los quarks y los fenómenos subatómicos que ocurren en fracciones infinitesimales de
segundo.
Entre estos extremos de tamaño, nos encontramos nosotros, los seres humanos, cuya vida es muy
corta si la comparamos con la edad del Universo y gigantesca con respecto a la vida media de
algunas partículas elementales, sin embargo, lo más grandioso del ser humano es su ingenio y su
capacidad para cuestionarse y tratar de comprender todo lo que nos rodea. Somos capaces de
diseñar y construir sofisticados instrumentos que sirven para estudiar tanto lo muy grande como lo
muy pequeño. El Universo que se expande segundo a segundo, y que incluye todo lo que existe,
como las estrellas, las nebulosas, los quasares, los hoyos negros, y hasta el conjunto de todas las
galaxias. Entre ellas la que habitamos; la Vía Láctea, a la cual pertenecen el Sol y los planetas que
giran alrededor de él, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón y desde
luego la Tierra. En este planeta nos tocó vivir y es donde ocurren la mayoría de los fenómenos
físicos que conocemos: los terremotos, los rayos, la lluvia, el viento, el calor, el frío, la nieve, las
mareas y también los espectaculares impactos de meteoritos, los tsunamis y las erupciones
volcánicas como las del Popocatepetl. Así que estamos rodeados de fenómenos físicos; algunos los
podemos percibir con nuestros sentidos, mientras que para estudiar otros, necesitamos
1
instrumentos especializados, como telescopios, aceleradores de partículas cargadas, láseres,
microscopios de varios tipos y muchos más.
Así como no es fácil ver lo que ocurre en el Universo, tampoco es fácil ver lo que ocurre en dentro
de nuestro cuerpo; para hacer un viaje hacia el interior de nosotros mismos, tendríamos que
hacernos microscópicos; primero para atravesar nuestra piel, tenemos que hacernos cien mil veces
más pequeños, entonces podríamos ver las células que la constituyen, si nos seguimos achicando, a
la centésima parte del tamaño anterior, podemos ver las moléculas que forman estas células, y si nos
hacemos aún cien veces más pequeños, podremos ver los átomos de estas moléculas. Los átomos
que están dentro de ti, así como los átomos de todas las cosas que nos rodean, están en continuo
movimiento y están formados por partículas llamadas electrones y núcleos. Además intercambian
energía en cantidades bien definidas llamados quantos cuyo estudio dio origen a la mecánica
cuántica.
Los núcleos atómicos están compuestos de partículas aún más pequeñas, llamadas protones y
neutrones. Sin embargo, los científicos que estudian las partículas elementales, han propuesto que
existen otros componentes más pequeños; los llamados cuarks. Éstos, junto con los leptones, que
son una clase de partículas a las que pertenece el electrón, constituyen lo verdaderamente elemental.
Esto fue un breve viaje por el Universo, desde lo inmenso, aquello que nos queda a miles de
millones de años luz de distancia, hasta llegar a lo más pequeño; las células y el mundo de las
partículas elementales. La Cosmología es una especialidad de la física, que ha unido a los dos
extremos de la escala. Los científicos que la estudian tratan de comprender el origen y la evolución
del Universo con base en observables astronómicas, y como todas las áreas de la física, se apoya en
los conocimientos que se han obtenido mediante muchos experimentos y observaciones realizados
a través de la historia. El ser humano es así constructor y testigo único de tan maravillosa ciencia.
2
Alguna vez te has preguntado…
¿Cómo se formó el Universo?
¿De qué están hechas las cosas?
1. Desde la Gran Explosión
1.1.
La Gran Teoría
El Cosmos es:
Todo lo que es,
Todo lo que fue,
Todo lo que será.
El solo hecho de pensar en el Universo, sus galaxias y sus estrellas, hace que nuestros sentidos se
agudicen. Pensar y hablar del Cosmos asemeja nuestro ingreso al más grande valle de misterios en
donde la ciencia y la fantasía se confunden.
Durante los últimos 100 años hemos visto el nacimiento y desarrollo de la más importante teoría
surgida de la ciencia moderna: la expansión cósmica.
Muchas leyendas se han desarrollado acerca de lo que vemos en el cielo noche tras noche. Así, han
surgido las constelaciones; imágenes que cada cultura ha colocado en el cielo para expresar sus
emociones, deseos y necesidades. El nombre de la Vía Láctea surge de la leyenda donde la diosa
griega Hera deja una marca de leche en el cielo al descubrir a Hércules prendido de su seno, hijo
bastardo de su esposo Zeus.
Se dice que alguna vez todo el Universo estuvo concentrado en un solo punto, una especie de huevo
primordial que, por alguna razón, estalló. Hoy, de aquella gran explosión, sólo vemos su proceso
expansivo.
Mayor alarde de imaginación es imposible. Estamos concibiendo a todo el Cosmos, con sus
3
estrellas, nebulosas y galaxias, como el gran protagonista de un evento, el más grande, el más
espectacular. Sin embargo, si nos detenemos un momento a reflexionar, tal vez debiéramos
preguntarnos:
¿Cómo podemos llegar a afirmar que el Universo, como un todo, se mueve de alguna forma?
¿Cómo establecemos que ese movimiento no es cualquiera, sino expansivo?
Sólo cuando se pueda asegurar que conocemos la evidencia y la forma en que se interpreta,
podremos asegurar que la Gran Explosión o Big Bang no es una especulación, sino un hecho.
1.2. Un Brillo Variable
A comienzos del siglo XX, bajo la dirección de Edward C. Pickering (1846-1919) el observatorio del
Harvard College, se ocupaba de detalladas observaciones estelares. Para realizar el tedioso trabajo de
ver miles de fotografías, comparar brillos, hacer gráficas y cálculos, Pickering contrató a mujeres del
lugar, dispuestas a trabajar por menos dinero, y en su opinión, temperamentalmente más aptas para
aquel tipo de labor. A pesar de sus contribuciones, aquellas observadoras prácticamente no fueron
reconocidas por la comunidad astronómica de su tiempo. Tal vez por eso resalta más la obra de una
de ellas: Henrietta Swan Leavitt (1868-1921) quien habría de establecer un método revolucionario
para la medición de grandes distancias. Hija de un ministro congregacional, sorda, de modales
reservados y notablemente brillante, Leavitt llegó a ser jefa del departamento especializado en medir
el brillo estelar, a partir de las fotografías. Su trabajo se centró en las placas, obtenidas durante varios
años por un telescopio de 60 cm. que el observatorio de Harvard tenía en las montañas del Perú,
que mostraban un enjambre estelar muy conocido por los observadores del hemisferio sur: la
Pequeña Nube de Magallanes.
4
Figura 2: Variable Cefeida en M-100
Leavitt se encontró con numerosos casos de estrellas cuyo brillo variaba periodicamente. En virtud
de que la primera de estas curiosas luciérnagas fue la estrella Delta, en la constelación de Cefeo, se
les conoce como estrellas variables cefeidas. Por razones aún no entendidas completamente, las
cefeidas se expanden y contraen con regularidad; como consecuencia, brillan intensamente, luego
se apagan, luego vuelven a brillar repitiendo el ciclo. El lapso de tiempo en que se repite este
fenómeno, es decir, el período de una variable cefeida puede ser tan corto como un día o tan largo
como varios meses. Sea cual sea el ritmo, por lo general, la periodicidad tiene una sorprendente
precisión de hasta uno o dos minutos.
Figura 3: Magnitud visual aparente vs tiempo
Para 1908, Leavitt había compilado una lista de más de un millar de estas estrellas en la Pequeña
Nube de Magallanes.1 Dieciséis de ellas aparecían en suficientes fotografías como para poder
determinar sus períodos. De su detallado estudio empezó a surgir una curiosa característica:
Mientras más largo es su período, mayor es su brillo máximo. Esto se muestra con claridad en la
figura 4.
En 1912, cuando ya había ampliado su estudio a 25 cefeidas, publicó un artículo en el que mostraba
que el brillo y el período están ligados matemáticamente. Más aún, que todas las cefeidas entran en
una sola escala. Puesto que estas estrellas variables se hallan, probablemente, a casi la misma
distancia de la Tierra, sus períodos están aparentemente asociados a su emisión real de luz.2
Figura 4: Luminosidad vs periodo
El resultado fue impactante; Henrietta Leavitt había encontrado la manera de conocer el brillo
1
Leavitt, Henrietta S. “1777 variables en las nubes de Magallanes”. Annals of Harvard College
Observatory, vol. 60, pp.87-108.3. 1908.
2
Leavitt, Henrietta S. y Pickering, Edward C. “Periodos de 25 estrellas variables en la pequeña
Nube de Magallanes”. Harvard College Observatory Circular, vol. 173, pp.1-3. Marzo de 1912.
5
intrínseco de una estrella y de establecer la distancia a la que se encuentra.
1.3. Grandes Distancias
Para conocer la distancia a la que se encuentra una fuente luminosa, se necesita conocer su brillo
intrínseco. Por ejemplo: para conocer la distancia a la que se encuentra una lámpara que se sabe que
es de 100W (brillo intrínseco), basta medir el brillo aparente y considerar que el brillo decae como
el cuadrado del inverso de la distancia. Por otra parte Henrietta Leavitt encontró que existe una
relación de proporcionalidad directa entre el periodo de oscilación de las cefeidas y su brillo
intrínseco.
Entonces, si se conoce la magnitud absoluta del brillo de una cefeida cercana y su distancia, puede
inferirse la distancia a la que se encuentra una cefeida más lejana del mismo periodo.
En esta misma época, en 1917, existía el debate sobre la estructura de las nebulosas espirales y no se
lograban resultados convincentes. Sin embargo, los fotógrafos de estas nebulosas empezaron a
notar la existencia de objetos cercanos a ellas que incrementaban notablemente su brillo. Se
pensaba que esto se debía a que muchas estrellas sufrían una explosión. Este comportamiento se
traduce en que estrellas con poco brillo, lo aumentan en forma súbita, dando la impresión de ser
una estrella nueva. Esto dio origen a su nombre latino: nova.
Figura 5
Parecería razonable que, accidentalmente, alguna nova pudiera estar ubicada en la línea de
observación de una nebulosa espiral; pero, el que hubiera muchas, dio lugar a otro tipo de
preguntas:
¿Es posible que estas novas formen parte de la espiral?
6
Más aún
¿Acaso aquellas nebulosas espirales que son invisibles aún para los más poderosos telescopios, son un
conglomerado de estrellas?
Este razonamiento resultó relevante. Si las nebulosas espirales son del mismo tipo que la Vía Láctea,
el brillo promedio de las novas, decenas de miles de veces más débiles, indica que están cien veces
más lejos. Algunos astrónomos empezaron a calcular las distancias basándose en esta hipótesis.
Los resultados indicaban que las nebulosas espirales estaban mucho más alejadas que la frontera de
la Vía Láctea, que también es espiral.
Figura 6: Vía Láctea
Para gente como Harlow Shapley (1885-1972) estas observaciones eran pruebas inequívocas de que
las nebulosas espirales son galaxias independientes, Universos Isla. Sin embargo, cuando formuló su
teoría de La Gran Galaxia, cambió de opinión. La Vía Láctea, tal como la imaginaba, era demasiado
grande como para que todas las otras nebulosas espirales fueran comparables con ella.
1.4. Grandes Velocidades
Desde 1912, en el observatorio Lowell de Flagstaff, Arizona, un espectroscopista hábil y paciente
llamado Vesto Slipher (1875-1969) que había logrado acumular suficiente luz de una galaxia espiral
de la constelación de Andrómeda, midió su desplazamiento Doppler (Ver anexo A.1.1.1.) y, usando
los cálculos de Fizeau, determinó sus velocidades (Ver anexo A.1.1.2.). El resultado fue impactante:
La nebulosa de Andrómeda se está acercando a la Tierra a una velocidad de
7
300 Km/s.3 Esta era la velocidad más grande jamás medida para algún objeto celeste.
Figura 7: Nebulosa Espiral
Para 1914, Slipher había determinado la velocidad, a lo largo de la línea de observación, de quince
nebulosas espirales. Sorprendentemente, trece de ellas se alejan, algunas a casi 800 Km/s; más del
doble que la velocidad de aproximación de Andrómeda. Para Heber Doust Curtis (1872-1942)
descubridor de las novas, y otros astrónomos, ese era un poderoso argumento a favor de la teoría
del Universo Isla. Las velocidades de las espirales son demasiado grandes para estar ligadas
gravitacionalmente a la Vía Láctea.
1.5. ¡Es Variable!
Cuando Edwin Hubble (1889-1953) estaba terminando el doctorado en la Universidad de Chicago
en 1917, George E. Hale estaba preparándose para contratar al personal que habría de operar el
telescopio de 2.5 m que se concluiría en Monte Wilson, en las montañas de San Gabriel en
California. Así que lo invitó a incorporarse al proyecto. Sin embargo, en ese año Estados Unidos
decidió participar en la Primera Guerra Mundial, por lo que declinó la oferta por alistarse en el
ejército, enviándole un telegrama que decía: Lamento no poder aceptar su invitación. Marcho a la
guerra.
Figura 8: Nebulosa M-51
Figura 9: Nebulosa Espiral
Cuando regresó, en 1919, la invitación seguía en pie y aceptó. Empezó clasificando nebulosas, entre
ellas las nebulosas espirales. Hubble creía en la teoría del Universo Isla y esperaba que el enorme
telescopio de 2.5 m de Monte Wilson le ayudara a validarla. Pero ni siquiera este poderoso
instrumento podía capturar inequívocamente estrellas individuales en las fotografías de las
3
Slipher, V. M. “La velocidad radial de la nebulosa de Andrómeda”. Lowell Observatory Bulletin No.
58, vol. II, pp.56-57. 1913.
8
espirales. En algún momento creyó ver estrellas, pero sus colegas se mostraron escépticos ya que el
ver estrellas no resolvía nada si no se podía determinar la distancia a las espirales.
Figura 10: Nota original de Hubble
Sin embargo, las fotografías de las espirales ya eran suficientemente nítidas como para mostrar los
puntos de luz que Curtis había identificado como novas y Hubble centró su atención en ellas. Un
día de 1923, cuando trabajaba con varias fotografías de la, hasta entonces considerada, nebulosa
Andrómeda, reexaminó un punto de luz al que había marcado con N para identificarla como nova.
Revisó placas anteriores y encontró que el cambio de brillo era periódico. Eufórico, tachó la N y
escribió ¡variable! La nova se comportaba exactamente como una variable cefeida.
Finalmente, Hubble tenía una forma de determinar la distancia a la nebulosa de Andrómeda. La
cefeida en la espiral era muy débil, mucho más que las que Shapley había descubierto en los
cúmulos globulares. Usando la calibración de Shapley, Hubble obtuvo que la nebulosa de
Andrómeda M-31 en los catálogos, estaba a 900 mil años luz de distancia, mucho más allá de la Vía
Láctea. La conclusión entonces fue contundente:
Andrómeda es una galaxia independiente, completamente desarrollada.
Hubble no se apresuró a enviar su artículo porque la relación del período con la luminosidad
todavía era muy controvertida como indicador de distancias. En uno de sus últimos trabajos
escribió:
“Con el incremento de las distancias nuestro conocimiento se desvanece, y se desvanece rápidamente
hasta que en el último e impreciso horizonte buscamos, entre fantasmales errores de observaciones,
puntos de referencia que apenas son más sustanciales. La búsqueda continuará. El ansia es más
9
antigua que la historia. Nunca resulta satisfecha, y nunca podrá ser suprimida.”
1.6. Recesión Galáctica
Siguiendo los pasos de Slipher y Hubble, el astrónomo estadounidense, Milton Lasell Humason
(1891-1972) retomó el trabajo sobre las velocidades radiales de las galaxias. Con sumo cuidado,
comenzó a tomar fotografías que requerían días enteros de exposición para registrar los espectros
de galaxias cada vez más tenues. Entre las galaxias más débiles descubrió velocidades mucho
mayores que las estudiadas anteriormente.
En 1928, Humason midió la velocidad radial de la galaxia NGC 7619, obteniendo 3800 Km/s.4
Hacia 1936 estaba midiendo velocidades de 40 mil Km/s, más de un octavo de la velocidad de la luz.
Y siempre se alejaban de nuestro planeta.5
Figura 11: Corrimiento hacia el rojo
Figura 12 Corrimiento hacia el rojo de diferentes galaxias
Las velocidades que se estaban reportando eran tan grandes que los astrónomos empezaron a poner
en tela de juicio la interpretación Doppler del corrimiento al rojo de la luz observada.
Un corrimiento hacia el rojo, ¿implica necesariamente que la fuente se está alejando? ó ¿existe
alguna explicación alternativa que evite tener que aceptar velocidades tan grandes?
¿Tal vez la luz de las galaxias lejanas se ven enrojecidas, en su larga travesía, por el polvo fino del
espacio intergaláctico?
4
Humason, M. L. “¿Está el Universo expandiéndose?”. Astronomical Society of the Pacific Leaflets,
Vol. 2, p.161. 1936.
5
Humason, M. L. “No. 531, La velocidad radial aparente de 100 nebulosas extragalácticas”.
Contributions from the Mount Wilson Observatory / Carnegie Institution of Washington, vol. 531,
pp.1-13. 1936.
10
Hubo quien propuso que, por su interacción con el polvo, la luz pierde energía. Dicha pérdida se
traduce en un alargamiento de la longitud de onda. El espectro se habrá enrojecido. Así, el
corrimiento al rojo, no se debería a gigantescas velocidades de recesión de las galaxias, sino a que
estamos recibiendo su luz alterada.
Sin embargo, en algunas galaxias, la desviación medida puede ser hacia el azul; ¿Esto significa que la
luz gana energía en su viaje?
En resumen, la interpretación más aceptada del corrimiento al rojo, es que las galaxias se alejan de
nosotros a velocidades gigantescas y algunas, muy pocas se acercan. A este fenómeno de
alejamiento se le llama recesión galáctica.
Hubble siguió trabajando, paralelamente a Humason y logró estimar la distancia a las galaxias; en
1929 usó los resultados de Slipher y Humason encontrando que la velocidad de recesión de las
galaxias aumentaba proporcionalmente a la distancia que nos separaba de ellas.6 Una galaxia que se
encuentra dos veces más alejada de nosotros, retrocede con el doble de la velocidad y si la distancia
es el triple, así será la velocidad de alejamiento.
Figura 13: Velocidad vs. distancia.
A este comportamiento lo conocemos como Ley de Hubble (Ver Anexo A.1.1.3.). Graficando la
velocidad de recesión v, contra la distancia r, obtenemos una recta.
La pendiente la llamaremos H y es conocida como la constante de Hubble. Esto es
H=
6
∆v
,
∆r
Hubble, Edwin P. “Una relación entre la distancia y la velocidad radial entre nebulosas extragalácticas” Proceedings of the National
Academy of Sciences of the United States of America, Volume 15, Issue 3, pp. 168-173, marzo de 1929.
11
donde Δv=v-v0 y Δr=r-r0. Ya que la gráfica pasa por el origen podemos tomar los puntos iniciales v0
y r0 como cero. Así, la forma más común de la ley de Hubble es
v = Hr ,
con H = 2.3 x10 −18
1
.
s
Figura 14. Las Galaxias alejándose.
Por supuesto, lo más desconcertante de la Ley de Hubble se resumía en la pregunta:
¿De qué privilegio gozamos para que todas las galaxias se alejen de nosotros como si fuéramos el centro
de su movimiento de expansión?
1.7. Se Ve lo Mismo
Figura 15. Galaxias alineadas.
Supongamos un conjunto de galaxias en una malla cuadrada de lado r.
¿Qué vería un observador situado en cualquiera de las galaxias?
Por la Ley de Hubble v=Hr, 2v=H2r, ... entonces la galaxia de referencia, la 4 en la figura, tendrá
v=0; la primera de la derecha lleva v, la segunda 2v, la tercera 3v, y así. Simétricamente, hacia el lado
izquierdo la primera tiene –v. La segunda –2v, y así. El signo negativo es porque tienen diferente
sentido.
12
Tomemos otra galaxia cualquiera como segundo punto de observación, digamos la 6. Para este
segundo observador, su galaxia lleva una velocidad v2=0, mientras que para el primero era 2v=v1. De
esta forma se cumple que
v2 = v1 − 2v
Haciendo la operación para cada galaxia, llegamos a que el segundo observador ve el mismo
comportamiento en las velocidades que el primero, es decir se cumple la ley de Hubble pero ahora
como si él fuera el centro. Podemos hacer lo mismo con cualquier otra galaxia y el resultado será el
mismo.
Entonces, desde cualquier punto del Universo se ve que las demás galaxias se alejan.
La linealidad de la ley de Hubble implica que todo lugar del Universo es equivalente.
1.8. El Huevo Cósmico
Supongamos ahora que miramos hacia el pasado, viendo la expansión del Universo, como una
película que corre hacia atrás. Veremos que las galaxias se aproximan unas a otras con ciertas
velocidades.
El Cosmos estaría sometido a un proceso de contracción en que todas las galaxias llegarían a
reunirse en un solo punto. Nos encontraríamos con el “origen del Universo”.
Figura 16. Galaxias contrayéndose
13
En 1927, el astrónomo belga Georges Édouard Lemaître (1894-1966) sugirió que, en el tiempo cero,
toda la materia y energía del Universo se hallaban efectivamente, comprimidas en una gigantesca
masa cuyo diámetro no rebasaba unos cuantos años luz, a la que Lemaître llamó el huevo cósmico.
La velocidad V, tal vez constante, con la que se mueve la galaxia debe ser V=Δd/Δt; siendo Δt el
tiempo transcurrido desde el estallido. Despejando, tenemos Δt =Δd/V. En nuestro caso, Δd=r; y,
por la ley de Hubble, V=Hr. Entonces
∆t =
r
.
Hr
Así que la edad del Universo es, justamente, el inverso de la constante de Hubble.
∆t =
1
.
H
El huevo cósmico era inestable y estalló en la más fantástica y espectacular explosión que es posible
imaginar. Los fragmentos producidos por dicha explosión fueron violentamente despedidos en
todas direcciones, convirtiéndose en las galaxias actualmente en recesión, según dramatizaba
Lemaître.
El modelo del huevo cósmico, su explosión y sus remanentes, parecía incluir los razonamientos de
Einstein, Friedman y de Sitter, así como las observaciones de Slipher, Hubble y Humason. Aquello
fascinaba al astrónomo ruso-americano George Gamow (1904-1968) quien, con su enorme talento
divulgador, impulsaría fuertemente esta teoría.
Durante una conferencia para la estación radiofónica BBC de Londres, el astrónomo inglés Fred
14
Hoyle (1915-2001) defensor de la teoría del Universo en Estado Estacionario, estableció que el
Universo es estático, siempre igual, sin principio ni fin. Al referirse a las teorías expansivas, en
forma burlona mencionó que se proponía una teoría “fantástica”, que se atrevía a afirmar que el
Universo nació de una Gran Explosión.
Figura 17. Representación de la Gran Explosión.
Con el tiempo el tono despreciativo desapareció, igual que la idea del Universo estacionario, para
convertir a la “Gran Explosión” en la teoría más popular del nacimiento del Cosmos. Pero las dudas
sobre su realidad permanecieron, e incluso crecieron. ¿Realmente hubo una gran explosión?
1.9. La Radiación Fósil
En 1960, los Laboratorios Bell construyeron una antena gigante en Holmdel, Nueva Jersey, como
parte de un sistema pionero para la transmisión vía satélite llamado Eco. Este sistema colectaba y
amplificaba las señales débiles de radio que rebotaban en grandes globos metálicos colocados en la
alta atmósfera, enviando así señales a través de grandes distancias. Sin embargo, un par de años
después se lanzó el satélite Telstar haciendo obsoleto este sistema.
Figura 18
Mientras tanto, el alemán Arno Penzias (1933-) astrónomo especializado en ondas de radio, que se
unió a los Laboratorios Bell en 1958, y Robert Wilson (1936-) se interesaron en el sistema Eco.
Penzias había hecho su posdoctorado usando la técnica del efecto máser (amplificación de
microondas por emisión estimulada de radiación) para amplificar y medir señales de radio
provenientes del espacio intergaláctico. Wilson también había usado el máser para amplificar las
señales de radio débiles provenientes de la Vía Láctea.
Penzias y Wilson pensaron que la antena de Holmdel podría ser empleada como un gran telescopio
15
de radio y deseaban usarla para continuar sus observaciones, pero debían esperar a que terminara
su uso comercial. El lanzamiento del Telstar en 1962 dio a ambos investigadores lo que deseaban: la
liberación de la antena de Holmdel y su dedicación a la investigación básica.
Figura 19. Radiotelescopio.
Cuando comenzaron a usarla como un telescopio para radio (hoy decimos radiotelescopio),
detectaron que había un ruido de fondo (como la estática en un radio). Esta molestia era una señal
uniforme en la frecuencia de las microondas que parecía provenir de todas las direcciones. Llegaron
a pensar que el ruido era generado por el propio telescopio.
Verificaron todas las posibles fuentes de aquel ruido. Colocaron la antena en una dirección
perpendicular a la Ciudad de Nueva York. Y ¡no!, no era la interferencia urbana. Tampoco era la
radiación proveniente de nuestra galaxia.
Figura 20
El ruido permaneció igual durante un año y no podía venir del sistema solar, ni de la prueba nuclear
subterránea realizada en Nevada en el año de 1962, porque a un año habría mostrado una
disminución.
Finalmente, los radioastrónomos decidieron medir las características de la radiación de fondo,
encontrando que se le podía asociar una temperatura de alrededor de 3 grados Kelvin. Enseguida,
empezaron a buscar explicaciones teóricas.
Figura 21. Frecuencia vs. flujo.
Al mismo tiempo, Robert Dicke (1916-1997) había elaborado una teoría sobre la gran explosión,
sugiriendo que el residuo de la explosión tomaba la forma de una radiación de fondo de baja
temperatura. Dicke buscaba evidencia para esta teoría cuando Penzias y Wilson se comunicaron a
16
su laboratorio, él compartió sus ideas con los radioastrónomos y al conocer sus observaciones,
comentaría a sus colaboradores: hemos sido como excavadores.
Figura 22
Curiosamente, cuando Robert Wilson realizó sus estudios, se creía en la teoría del estado
estacionario y por tanto se sentía incómodo con la explicación de que el ruido de radio que
detectaba, surgiera de la gran explosión. Cuando, conjuntamente Penzias, Wilson y Dicke,
publicaron sus trabajos, los investigadores de los Laboratorios Bell insistieron en que fueran “sólo
los hechos", simplemente informar las observaciones registradas. Así que las contribuciones fueron
escritas por separado, dos cartas publicadas juntas, una seguida de la otra. La de Dicke y sus
colaboradores contenía la reflexión teórica: Si el Universo tuvo un origen singular, pudo haber sido
extremadamente caliente en sus estadios tempranos.
¿Podría el Universo haberse llenado con una radiación de fondo a partir de este posible momento
de alta energía?
La temperatura de la radiación podría variar inversamente con el parámetro de expansión, es decir,
el radio del Universo.7
En su artículo exponían escuetamente los detalles técnicos de su trabajo e informaban su resultado:
Calculamos que la temperatura remanente en la antena es de 3.5±1.0 K (Kelvin) medida con 4080
MHz (megaciclos por segundo).8 Hoy en día se ha precisado este dato y se ha llegado a una
temperatura de un poco menos de 3 K.
7
8
Dicke, R.H., Peebles, P.J.E., Roll, P.G., Wilkinson, D.T. Astrophysical Journal, vol. 142, pp. 414-419. 1965.
Penzias, A., Wilson, R. Astrophysical Journal, vol. 142, pp. 419-420. 1965.
17
Es bastante irónico que muchos investigadores, tanto teóricos como experimentales, se habían
encontrado antes con este fenómeno, pero nunca lo consideraron. En parte porque, como Steven
Weinberg escribió, "en el decenio de 1950, se pensaba ampliamente que el estudio del Universo
temprano no era del tipo de cosas a las que un científico respetable debía dedicar su tiempo." Todo
cambió con el trabajo de Penzias, Wilson, y Dicke.
Figura 23
La medida de la radiación cósmica de fondo (el ruido del telescopio de Holmdel, se dice ahora),
combinada con el hallazgo anterior de Edwin Hubble sobre la recesión galáctica, le dio un gran
impulso a la teoría de la Gran Explosión.
Arno Penzias y Robert Wilson recibieron el Premio Nobel de física en 1978 por estos estudios.
1.10. Una Tercera Evidencia
“…Ya van a dar las 5 de la tarde. Lo sé porque escucho a alguien que apaciblemente se acerca, por los
andadores de la Facultad de Ciencias, silbando un conocido son, es Manuel Peimbert que pasa, frente a
nuestro cubículo, a ver a sus alumnos.”
Figura 24. Densidad vs. fracción de masa.
La década de los 70’s se caracterizó por la aparición de cálculos sobre la evolución química que
debió sufrir el Universo, si se hubiera dado un evento tan espectacular como la gran explosión. La
síntesis nuclear propiciada por tan intenso proceso debía manifestarse con la aparición de
elementos más complejos que el Hidrógeno. Entre otros, el astrónomo de la Universidad de
18
Cornell, Robert V. Wagoner9 había obtenido varias posibles combinaciones de elementos
químicos, las cuales dependían de las condiciones que predominaron durante los primeros minutos
de la gran explosión.
Figura 25. Proporción de metales vs. proporción de Helio.
A mediados de esta década, empezaron a llamar la atención los resultados de las observaciones,
sobre las proporciones de elementos químicos, del astrónomo nacido en la ciudad de México,
Manuel Peimbert Sierra (1941-). Él mostraba que las proporciones entre los elementos químicos,
medidas en objetos celestes muy distantes son similares, como si provinieran de un mismo proceso
que actuó por todas partes.
Figura 26
p+n → d +γ
Cuando la temperatura cósmica era del orden de 1010 K, las reacciones nucleares debían producir
núcleos de deuterio d, a partir de neutrones n y protones p. Pero la temperatura era suficientemente
alta para destruirlos enseguida, así que no era posible formar elementos más pesados. Al disminuir
la temperatura del Universo, el deuterio se volvió estable y fue posible, a partir de reacciones
nucleares de deuterio con protones, formar partículas de 3He (se lee como helio 3); es decir, un
isótopo de helio con dos protones y un neutrón. En las fórmulas, la letra griega γ denota la radiación
que se emite junto con la producción de los núcleos.
p + d → 3 He + γ
9
Wagoner, R.V. Astrophysical Journal, vol. 179, pp. 343-360. 1973.
19
Finalmente, del 3He y un núcleo de deuterio es posible producir un núcleo de 4He, que está
formado por dos protones y dos neutrones.
3
He + d → 4 He + p
Actualmente, la mayoría de los átomos de Helio del Universo observable son 4He. Después de
formarse este isótopo, la temperatura y la densidad cósmicas disminuyeron lo suficiente, como para
que ya no fuera posible constituir más elementos pesados. Después de los primeros cuatro minutos,
probablemente la temperatura disminuyó hasta unos 800 millones de grados Kelvin, por lo que las
reacciones nucleares se detuvieron. Desde ese momento, la composición química del Universo se
mantuvo constante, constituida fundamentalmente por hidrógeno, helio, y pequeñas cantidades de
deuterio y litio. En teoría, de acuerdo al proceso de la gran explosión, la composición química no
volvería a modificarse sino hasta la formación de las galaxias y las estrellas, dos mil millones de años
después.
Manuel Peimbert y sus colaboradores, estudiando el espectro de emisión de las nebulosas,
determinaron la composición química del medio interestelar. En nuestra galaxia y en otras en las
que ha sido posible determinar con precisión su composición química, se ha encontrado que los
seis elementos más abundantes son: hidrógeno, helio, carbono, nitrógeno, oxígeno y neón. Las
abundancias relativas de estos elementos en el medio interestelar se pueden obtener a partir de
analizar el espectro de emisión de la radiación que emiten las remanentes de supernovas, las
nebulosas planetarias y las regiones H II, llamadas así porque casi todo el gas está formado por
hidrógeno ionizado. Podemos establecer la aportación de las estrellas al medio interestelar y restarla
de la que medimos; así estaremos obteniendo la abundancia de los elementos que existían antes de
formarse las galaxias.
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Se pueden comparar las predicciones teóricas del modelo de la gran explosión, con las abundancias
por unidad de masa de hidrógeno, deuterio, helio tres, helio cuatro, y litio siete. Según lo indicaban
Peimbert y sus colaboradores:
Se ha encontrado que todas las galaxias, con una buena determinación de abundancias, se formaron
con aproximadamente el 25% de helio y el 75% de hidrógeno por unidad de masa, coincidiendo con
los resultados de la teoría.10
Figura 27
Figura 28. Proporción de metales vs. proporción de Helio.
A este 25% de helio lo conocemos como helio pregaláctico o primordial.
Si se hubiera tratado de una explosión lenta, la temperatura permanecería alta por más tiempo,
produciendo mayor abundancia de elementos pesados, particularmente helio. Una explosión
rápida tendría una abundancia mucho menor de estos elementos. De esta forma, la abundancia nos
indica el tipo de explosión y más aún, nos permite calcular la edad del Universo. Quizás la parte más
impactante del trabajo del científico mexicano es que la abundancia del helio primordial por
unidad de masa obtenida observacionalmente coincide con la predicha por la teoría estándar de la
Gran Explosión y reproduce el valor de la constante de Hubble con este procedimiento insólito,
confirmando los resultados surgidos de la recesión galáctica.
Este trabajo, paciente y meticuloso, de casi cuatro décadas se ha convertido en uno de los pilares en
10
Peimbert, Manuel. “Evolución química del Universo” en Temas selectos de astrofísica. UNAM, México, 1984. pp. 307-331.
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que descansan los modelos que asumen la existencia de la Gran Explosión para explicar la
estructura actual del Universo observable. Más aun, Manuel Peimbert encontró, después de la
recesión galáctica y la radiación fósil, una tercera evidencia a favor de la Gran Explosión.
“Recuerdo una ocasión en que estábamos discutiendo un problema. Mi amigo Sergio estaba parado
frente al pizarrón. Manuel se asomó para saludarnos, vio la guitarra que estaba sobre el archivero y,
sin comentar nada, entró al cubículo, tomó la guitarra, se sentó sobre el escritorio con las piernas
cruzadas, y empezó a cantar el son veracruzano La Bruja. Ahí estaba, entre nosotros, como cualquier
estudiante, con su suéter sobre la espalda, quien era ya en aquel momento una figura mundial.”
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