MARGARITA BUESTAN YULAN contra JOSE HOMERO VIÑA

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JURISPRUDENCIA – RESOLUCION No.
En el Juicio No. 310-2012 que sigue: MARGARITA BUESTAN YULAN
contra JOSE HOMERO VIÑA HIDALGO, hay lo que sigue:
Juicio No. 310 – 2012
Juez Ponente: Dr. Eduardo Bermúdez Coronel
CORTE NACIONAL DE JUSTICIA. SALA DE LO CIVIL Y MERCANTIL.Quito, a 02 de octubre de 2013 a, las 11h00.
VISTOS: 1. COMPETENCIA: En virtud de que los Jueces Nacionales que
suscribimos hemos sido debidamente designados por el Consejo de la
Judicatura de Transición mediante Resolución No. 004-2012 de 25 de enero de
2012 y, el Pleno de la Corte Nacional de Justicia, en Resolución No. 04-2013 de
22 de julio de 2013, dispuso reestructurar la conformación de las Salas
Especializadas, con sujeción a lo previsto en el artículo 183 del Código Orgánico
de la Función Judicial, sustituido por el artículo 8 de la Ley Orgánica
Reformatoria del Código Orgánico de la Función Judicial, nos ratificó en la
integración de esta Sala Especializada; y, conforme el acta de sorteo que obra
del cuaderno de casación, tenemos jurisdicción y somos competentes para
conocer esta causa, en armonía con los artículos 184.1 de la Constitución de la
República, 190.1 del Código Orgánico de la Función Judicial y 1 de la Ley de
Casación. 2. ANTECEDENTES: En lo principal, sube el proceso a esta Sala en
virtud del recurso de casación oportunamente interpuesto por Margarita Rosa
Buestán Yulán, de la sentencia proferida por la Primera Sala de lo Civil,
Mercantil, Inquilinato y Materias Residuales de la Corte Provincial de Justicia de
Guayas, misma que confirma la sentencia de primer nivel dictada por el Juez
Vigésimo Cuarto de lo Civil de Guayas, por la cual se declara sin lugar la
demanda
de
nulidad
de
sentencia
propuesta
por
la
recurrente.
3.
FUNDAMENTOS DEL RECURSO: La recurrente alega como infringidas en la
sentencia impugnada las normas de derecho contenidas en los artículos 120 del
Código Civil, 274 y 276 del Código de Procedimiento Civil, 31 de la Ley de
Modernización del Estado y 76.7.l de la Constitución de la República. Deduce el
recurso interpuesto con cargo en la causal quinta del artículo 3 de la Ley de
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Casación. Concluido el trámite de sustanciación, para resolver, se puntualiza: 4.
CONSIDERACIONES RESPECTO DEL RECURSO DE CASACIÓN: La
casación es un medio de impugnación extraordinario, público y de derecho
estricto; es recurso limitado desde que la ley lo contempla para impugnar, por su
intermedio, sólo determinadas sentencias. Consecuencia de dicha limitación “es
el carácter eminentemente formalista de este recurso, (…), que impone al
recurrente, al estructurar la demanda con la cual lo sustenta, el inexorable deber
de observar todas las exigencias de la técnica de la casación, a tal punto que el
olvido o desprecio de ellas conduce a la frustración del recurso y aún al rechazo
in limine del correspondiente libelo” (Humberto Murcia Ballén, Recurso de
Casación Civil, Bogotá, 2005, p. 91). El objetivo fundamental de la casación es
atacar la sentencia que se impugna para invalidarla o anularla por los vicios de
fondo o forma de los que puede adolecer, hecho que se verifica a través del
cotejamiento riguroso y técnico de la sentencia con el ordenamiento jurídico
vigente, lo que permite encontrar la procedencia o no de las causales invocadas.
Este control de legalidad, está confiado al más alto Tribunal de Justicia
Ordinaria, que en su ejercicio, así como el de constitucionalidad, lo que busca es
garantizar la defensa del derecho objetivo en procura de la seguridad jurídica,
pilar fundamental en el que se sustenta el Estado constitucional de derechos y
justicia, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, así como la unificación de la
jurisprudencia a través del desarrollo de precedentes jurisprudenciales
fundamentados en fallos de triple reiteración. La casación es recurso riguroso,
restrictivo y formalista, por lo que su interposición debe sujetarse necesaria e
invariablemente a los requisitos previstos en la ley. 5. ANÁLISIS DEL CASO
CONCRETO EN RELACIÓN A LAS IMPUGNACIONES PRESENTADAS: 5.1.
PRIMER CARGO, NORMAS CONSTITUCIONALES: Cuando se acusa violación
de las disposiciones constitucionales, este cargo debe ser analizado en primer
lugar por el principio de supremacía constitucional establecido en los artículos
424 y 425 de la Constitución de la República, que es norma suprema del Estado
y fuente fundamental y fundamentadora del ordenamiento jurídico, a la cual ha
de ajustarse todo el ordenamiento infraconstitucional y las actuaciones de
jueces, autoridades públicas y ciudadanos. No basta con alegar que se ha
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violado, in genere, un derecho fundamental, sino que debe expresarse en forma
concreta y precisa la manera cómo ha ocurrido. En la especie, la recurrente al
formular el cargo, afirma: “El Auto Resolutorio de la Sala (sic), es diminuto, no
ha sido motivado, esto es, que no reúne los requisitos previstos en el Art. 76
numeral 7, letra l) de la Constitución, el Art. 31 de la Ley de Modernización del
Estado, y los artículos 274 y 276 del Código de Procedimiento Civil. Además la
sentencia (el Auto Resolutorio) es contradictoria pues, en el considerando quinto,
refuta lo mencionado por el Juez de primer nivel en el considerando sexto de su
sentencia, cuando cita lo resuelto en casos análogos por la ex Corte Suprema,
esto es, que “…la acción de nulidad de sentencia ejecutoriada corresponde al
Juez de primera instancia, de acuerdo con los Arts. 304 y 306 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, al que pronunció tal decisión…” (30-IV-90-GJXV,
No. 8, p. 2218)…”. Y continúa: “Al respecto, el Juez a quo, en el considerando
sexto de su sentencia, dice, textualmente, lo siguiente: “No procede declarar la
nulidad de sentencia por un mismo juez, debe ser otro juez de la materia o un
superior por no ser ético. Dado que declarar la nulidad de una sentencia, es
revocarla, lo que está prohibido por así disponerlo el Art. 281 del Código de
Procedimiento Civil…”. 5.1.1. La Constitución de la República del Ecuador, entre
las garantías de los derechos de protección, prevé: “Las resoluciones de los
poderes públicos deberán ser motivadas. No habrá motivación si en la resolución
no se enuncian las normas o principios jurídicos en que se funda y no se explica
la pertinencia de su aplicación a los antecedentes de hecho. Los actos
administrativos, resoluciones o fallos que no se encuentren debidamente
motivados se considerarán nulos”, (artículo 76.7.l). Su ubicación, dentro de la
parte dogmática e integrada a las garantías procesales como derivación del
principio de la inviolabilidad de la defensa en juicio, connota que protege un
derecho
fundamental
de
inexcusable
observancia
en
toda
resolución,
administrativa o judicial, en que se decida derechos y obligaciones.
La
motivación es una necesidad y una obligación que ha sido puesta en relación
con la tutela judicial efectiva y los recursos. Es derecho de carácter público y
naturaleza subjetiva desde que son titulares todos quienes acceden a los
tribunales y órganos de la administración pública en procura de la tutela judicial
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de sus intereses, y además es deber porque es vinculante para los
administradores de justicia y autoridades de la administración, en cuanto la
motivación se concreta como criterio diferenciador entre racionalidad y
arbitrariedad a través del proceso intelectual que lleva a resolver en determinado
sentido. La articulación de un razonamiento justificativo en la sentencia
representa el fundamento de la motivación, en cuanto explicación de lo hecho o
resuelto con motivo o suficiente razón. “Desde una perspectiva psicológica la
motivación, del latín motus, designa a aquellos factores o determinantes
internos, más que externos, al sujeto que desde dentro le incitan a una acción.
Así, cuando un órgano jurisdiccional entre en la apreciación de las pruebas debe,
no solo establecer adecuadamente la estructura interna de la decisión, sino
también el aspecto justificativo de la misma”. (Sergi Guash Fernández. El Hecho
y el Derecho en la Casación Civil, J.M. Bosch, Barcelona, 1998, p. 444). Para
este autor, satisface lo resuelto en cuanto se haya examinado y concrecionado el
hecho y el derecho aplicable al caso, así como a la claridad de su exposición,
explicando su conexión con el ordenamiento jurídico. Fernando de la Rúa afirma
que la motivación de la sentencia “Constituye un elemento intelectual, de
contenido crítico, valorativo y lógico, que consiste en el conjunto de
razonamientos de hecho y de derecho en que el juez apoya su decisión”.
(Teoría General del Proceso. Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1991, p. 46).
La motivación es elemento fundamental en el control de la arbitrariedad, en
efecto, ella sirve para justificar y rendir cuentas de los razonamientos y de la
lógica formal por los que se ha llegado a la resolución, “sirve para demostrar que
el fallo es justo y por qué es justo, y para persuadir a la parte vencida que su
condena ha sido el necesario punto de llegada de un meditado razonamiento y
no el fruto improvisado de la arbitrariedad y fuerza”. (Piero Calamandrei, citado
por Guash Fernández, op cit., p. 450). El Código de Procedimiento Civil, en su
artículo 276, manda que, “En las sentencias y en los autos que decidan algún
incidente o resuelvan sobre la acción principal, se expresará el asunto que va a
decidirse y los fundamentos o motivos de la decisión…”. El precepto procesal se
refiere, como se ve, al contenido de la motivación. La doctrina al respecto señala
que una adecuada motivación de la sentencia debe ser expresa, clara, completa,
legítima y lógica (Fernando de la Rúa, op. cit., p. 150). Expresa, pues que el juez
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no puede omitir la motivación remitiéndose a otras resoluciones o a constancias
del proceso, el juzgador está en la obligación de señalar las razones por las que
decide; al respecto, el Art. 276 inciso segundo del Código citado advierte “No se
entenderá cumplido este precepto en los fallos de segunda instancia por la mera
referencia a un fallo anterior”. Clara, en cuanto el razonamiento del juzgador no
esté expresado en forma ambigua ni anfibológica. Ese razonamiento debe ser
compresible a fin de que se lo pueda examinar e impugnar. Completa, porque
debe abarcar los hechos y el derecho.
considerar
las
pruebas
introducidas
En cuanto a los hechos se debe
en
el
proceso,
mencionándolas
expresamente y sometiéndolas a la valoración crítica. El juzgador debe
establecer las conclusiones de hecho, lo que a su vez atañe la fundamentación
en derecho pues que así vendrá a consistir la base de aplicación de la norma.
Cabe tener presente que las normas jurídicas por lo general son hipotéticas,
esto es, establecen un presupuesto de hecho, determinan una relación de
causa – efecto, y, fijan la obligación o sanción consecuentes. Los hechos son el
sustento de la aplicación normativa por el proceso de subsunción, por ello que
para motivar la sentencia en aquellos el juzgador debe demostrarlos, para
sustentarla en derecho debe describirlos y justificar en el texto legal la conclusión
jurídica.
Legítima, porque la motivación debe sustentarse en pruebas
válidamente actuadas; si la sentencia se apoya en prueba viciada y que no se
haya subsanado el vicio invalidante, estará defectuosamente motivada, como
igualmente acontece si se sirve de pruebas que no han sido incorporadas al
proceso, que no han respetado el principio de contradicción o se sirve el juez de
su conocimiento personal u omite la consideración de prueba esencial
incorporada de modo legal al expediente. Lógica, en cuanto el juzgador debe
seguir un proceso secuencial en su razonamiento observando las reglas
fundamentales de la lógica, la psicología y la experiencia (las reglas de la sana
crítica). La motivación es operación lógica que se sustenta en la certeza por lo
que el juez debe observar los principios o reglas fundamentales del pensamiento
que son de la coherencia y la derivación así como los principios lógicos de
identidad, contradicción, tercero excluido y razón suficiente. La coherencia de los
pensamientos conlleva la concordancia entre sus elementos; en tanto que por la
derivación, cada pensamiento proviene de otro con el cual está relacionado, con
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la excepción de que se trate de un principio, es decir de un juicio que no es
derivado sino el punto de partida para otros. De la regla fundamental de la
coherencia se establecen los principios formales del pensamiento:
1)
De
identidad, si en un juicio el concepto – sujeto es idéntico, total o parcial, al
concepto – predicado, es necesariamente verdadero. 2) De contradicción, dos
juicios opuestos entre sí, contradictoriamente, no pueden ser ambos verdaderos.
3) Del tercero excluido, dos juicios opuestos entre sí contradictoriamente no
pueden ser ambos falsos, pues uno de ellos es verdadero; y, 4) De la razón
suficiente, todo juicio, para ser verdadero, requiere de una razón suficiente que
justifique lo que en el juicio se afirma o se niega, con la pretensión de que sea
verdad.
La motivación para ser lógica debe tener las características de
coherencia (las afirmaciones, deducciones y conclusiones deben guardar
relación y concordancia entre sí), no contradicción (no cabe emplear en el
razonamiento juicios contrastantes entre sí, que al oponerse, se anulan) y,
además, debe ser inequívoca (los elementos del raciocinio no deben dar lugar a
dudas respecto de su alcance, significado y conclusiones). - 5.1.2. La acusación
de que se ha vulnerado el texto constitucional debe ser fundamentada, de tal
modo que del análisis del cargo acusado se evidencie la inobservancia del texto
fundamental. En el caso sub lite, la recurrente impugna la sentencia venida en
grado, en virtud que la misma incumple con el precepto legal
establecido en el artículo 76.7. l) de la Constitución de la República, citado supra,
en concordancia con lo dispuesto en el artículo 31 de la Ley de Modernización
del Estado, que dispone: “Motivación.- Todos los actos emanados de los órganos
del Estado, deberán ser motivados. La motivación debe indicar los presupuestos
de hecho y las razones jurídicas que han determinado la decisión del órgano, en
relación con los resultados del procedimiento previo. La indicación de los
presupuestos de hecho no será necesaria para la expedición de actos
reglamentarios”; así como en el artículo 274 del Código de Procedimiento Civil,
que prescribe lo siguiente: “En las sentencias y en los autos se decidirán con
claridad los puntos que fueren materia de la resolución, fundándose en la ley y
en los méritos del proceso; a falta de ley, en precedentes jurisprudenciales
obligatorios, y en los principios de justicia universal”, y en el artículo 276 ibídem
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ya citado. 5.1.3. La sentencia que se pide sea anulada fue dictada dentro del
juicio de divorcio No. 0932420080058, propuesto por José Homero Viña Hidalgo
en
contra
de
Margarita
Rosa
Buestán
Yulán,
siendo
sustanciado
y
posteriormente resuelto el 30 de septiembre de 2008, a las 14h14, por el Juez
titular Vigésimo Cuarto de lo Civil de Guayaquil, Johnny Coral Ron. A pesar de
ello, la sentencia por la cual se declara sin lugar la demanda de nulidad de
sentencia, fue proferida también por el Juez Vigésimo Cuarto de lo Civil de
Guayas, Johnny Coral Ron, el 09 de noviembre de 2010, a las 16h56, quién
efectúa el siguiente razonamiento en el considerando sexto de la sentencia,
constante a fojas 122 del cuaderno de segunda instancia: “No procede declarar
la nulidad de sentencia dictada por un mismo Juez, debe ser otro Juez de la
Materia o un Superior, por no ser ético. Dado que declarar la nulidad de una
sentencia, es revocarla, lo que está prohibido y por así disponerlo el Art. 281 del
Código de Procedimiento Civil. Ni tampoco puede alterarse por ninguna causa,
así lo dispone el Art. 295 ibídem”. En base a dicho antecedente, el Tribunal a
quo en el considerando quinto de la sentencia impugnada señala: “Este Tribunal
acota con respecto a lo afirmado por el Juez de primer nivel en el considerando
sexto de su resolución, que la ex Corte Suprema, en casos análogos, ha resuelto
que “…la acción de nulidad de sentencia ejecutoriada corresponde al juez de
primera instancia, de acuerdo con los Arts. 304 y 306 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, al que pronunció tal decisión…” (30-IV-90-GJ XV,
No. 8, p. 2218)”.
5.1.4. La Ley de Casación entró en vigencia mediante
publicación en el Registro Oficial No. 192 de 18 de mayo de 1993, en armonía
con el régimen constitucional instaurado a partir de las reformas a la Constitución
insertas en la Ley No. 20, publicadas en el suplemento del Registro Oficial No.
93, de 23 de diciembre de 1992, por las que se instituyó el sistema casacional, y
estableció como competencia de la Corte Suprema de Justicia, actual Corte
Nacional de Justicia, el actuar como tribunal de casación en todas las materias, a
través de sus salas especializadas, y derogó todas las disposiciones legales que
establecían el recurso de tercera instancia. La reflexión efectuada por el Tribunal
a quo, en el considerando quinto transcrito, se relaciona con un fallo de 30 de
abril de 1990, fecha en la cual se encontraba en vigencia la tercera instancia, por
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lo tanto, dicha consideración legal no se inserta en el marco jurídico vigente en la
República del Ecuador a la fecha de la decisión y no puede ser referida como
criterio vinculante; más aún si los artículos 304 y 306 del Código de
Procedimiento Civil vigente, no tienen relación alguna con el petitium;
consecuentemente, resulta inaplicable al caso in examine, al violentar
abruptamente los límites establecidos para el juzgamiento y su ejecución, los
cuales deben enmarcarse con arreglo a la Constitución, los instrumentos
internacionales de derechos humanos y la ley sustantiva o material y con
basamento en los principios generales del derecho procesal, la doctrina
constitucional y la jurisprudencia, de conformidad con lo dispuesto en los
artículos 28 y 29 del Código Orgánico de la Función Judicial. Los fallos dictados
en el marco de la fenecida tercera instancia en el país, no poseían más criterio
vinculante que el silogismo resultante del ejercicio de las facultades de tutela de
los derechos aplicado al ámbito particular de la decisión jurisdiccional, por lo que
difieren de los regulados por los artículos 185 de la Constitución de la República
y 182 del Código Orgánico de la Función Judicial, y no pueden establecerse
como fuente formal de derecho. “La jurisprudencia se nos presenta como fuente
formal, ya que constituye un conjunto de normas emanadas de los jueces y que
van a regir un número indefinido de casos semejantes. (…) El Juez, como
órgano de la actividad jurisdiccional del Estado, desempeña su función de
administrar justicia principalmente en tres formas: a) aplicando la norma jurídica
al caso concreto; b) interpretando el sentido, alcance y finalidad de la norma que
aplica; y c) integrando el orden jurídico cuando encuentre una laguna o vacío de
la ley, para lo cual deberá tener en cuenta los procedimientos de integración…”.
(Marco G. Monroy Cabra, Introducción al Derecho, Editorial Temis, Bogotá,
1990, p.p. 156, 158), en dicho sentido la Constitución de la República en su
artículo 11.8, dispone que: “El contenido de los derechos se desarrollará de
manera progresiva a través de las normas, la jurisprudencia y las políticas
públicas. El Estado generará y garantizará las condiciones necesarias para su
pleno reconocimiento y ejercicio”. En resumen, “la jurisprudencia implica que
exista una serie de principios y doctrinas o normas generales, que se han
deducido de la repetición uniforme de fallos judiciales y que sirven para orientar
la decisión de casos similares…”. (op.cit. p.p. 155, 156). 5.1.5. Ahora bien, la
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demanda de nulidad de sentencia, conforme lo establece el artículo 300 del
Código de Procedimiento Civil, “puede proponerse como acción por el vencido
ante el juez de primera instancia, mientras no se hubiere ejecutado la sentencia”;
sin embargo el artículo 120 del Código Civil, permite que la acción de nulidad de
la sentencia de divorcio puede ser activada “dentro del año inmediato posterior,
contado desde la media noche del día en que la sentencia quedó ejecutoriada,
tiempo dentro del cual, ninguno de los cónyuges podrá contraer segundas o
ulteriores nupcias”. Esta demanda de nulidad incoada en contra de la sentencia
de divorcio, no puede ser conocida por el mismo Juez que admitió a trámite la
demanda primigenia, y pronunció el fallo pertinente, por así prohibirlo
expresamente el artículo 856.9 del Código de Procedimiento Civil, que dispone:
“Un juez, sea de tribunal o de juzgado, puede ser recusado por cualquiera de las
partes, y debe separarse del conocimiento de la causa, por alguno de los
motivos siguientes: (…) Haber dado opinión o consejo sobre el juicio que conste
por escrito;…”. Es importante puntualizar que la imparcialidad de los jueces es
uno de los requisitos esenciales en la garantía de la correcta administración de
justicia, prevista de modo expreso en el artículo 76.7.k de la Constitución de la
República, esto es “…ser juzgado por una jueza o juez independiente, imparcial
y competente”, por lo que las causas de excusa y recusación previstas por la ley
procuran asegurar a los justiciables que el juez llamado a decidir el asunto
puesto a su conocimiento, no esté afectado por situaciones personales,
familiares, profesionales o de cualquier otra índole que le lleven a dictar un fallo
que, de alguna manera, pudiera ser sospechoso de parcialidad. La ley también
prevé, como causa de excusa y recusación, la posibilidad de que el juez o jueces
estén intelectualmente condicionados a mantener una determinada posición
hecha pública previamente sobre las cuestiones fácticas o jurídicas del caso que
están conociendo, lo que podría ocurrir si el juzgador hizo ya pronunciamiento en
ese caso en sus elementos fácticos y/o de derecho, adoptando determinada
posición. En el caso sublite, es evidente que consta opinión del Juez de primera
instancia sobre el caso, lo que pondría en duda su imparcialidad. Como se
observa, existió motivo legal y fundamentado para separarse del conocimiento
de la causa, pues que es incuestionable la concurrencia de la previsión del
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artículo 856.9 del Código de Procedimiento Civil, es decir, consta su opinión por
escrito sobre la validez de la causa y que contrasta con la nulidad de sentencia
reclamada. Es el mismo Juez quién dictó sentencia en las dos causas afines, la
primera que acepta la demanda y declara disuelto el vínculo conyugal y la
segunda, que declara sin lugar la demanda de nulidad de la sentencia que él
mismo expidió, vulnerando esa expresa disposición legal y la del artículo 76.7.k
de la Constitución de la República, cuestión que no es observada por el Tribunal
a quo al momento de su decisión, y fundándose erráticamente en un fallo de
tercera instancia expedido por la Ex - Corte Suprema de Justicia, conforme
queda expuesto. 5.1.6. La recurrente expresa además que: “en el considerando
cuarto del auto resolutorio de la Sala (sic) se dice que: “…las pruebas
aportadas…”… “no evidencian que efectivamente el hoy demandado al momento
de presentar la demanda de divorcio litigioso contra la hoy actora tenía
conocimiento de su domicilio” y añade: “Existe dentro de los autos la abundante
prueba documental con la que demuestro que mi cónyuge si conocía el domicilio,
en donde nos había dejado abandonados tanto a la recurrente como a los cinco
hijos comunes del matrimonio; domicilio ubicado en un bien inmueble que
pertenece a la sociedad conyugal, por lo que jamás, me iba a cambiar, además
él, cada fin de semana visitaba a sus hijos…”. En este sentido a fojas 21 y vta.
obra del expediente de primera instancia la demanda de divorcio incoada por
José Homero Viña Hidalgo en contra de Margarita Rosa Buestán Yulán, en la
cual el demandante expresa: “Bajo juramento declaro no conocer el domicilio,
residencia o paradero de mi cónyuge Margarita Rosa Buestán Yulán, por lo cual
deberá ser citada por la prensa mediante 3 publicaciones..”. En relación con lo
expuesto: “El Código de Procedimiento Civil ha previsto la citación por la prensa
como un medio extremo cuando es imposible determinar la residencia del
demandado. Es indudable que en un conglomerado social en donde habitan
tantas personas en muchos casos es difícil conocer el lugar donde reside o mora
la persona contra quien se va a dirigir una demanda; pero ese simple
desconocimiento no le exonera al actor de la carga de acudir a fuentes de
información factibles, tales como guías telefónicas, Registro Civil, Cedulación e
Identificación, para obtener los datos necesarios para ubicar la residencia del
que va a ser demandado. Por eso el artículo 86 del Código de Procedimiento
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Civil establece categóricamente: “La afirmación de que es imposible determinar
la individualidad o residencia de quién deba ser citado, lo hará el solicitante bajo
juramento sin el cumplimiento de cuyo requisito el juez no admitirá la solicitud”.
Adviértase que la exigencia de la ley no es la afirmación que el actor desconoce
el domicilio del demandado, sino específicamente que es imposible determinar
su residencia, y lo uno y lo otro son conceptos jurídicos distintos…”. (Gaceta
Judicial. Año CIII. Serie XVII. No. 9., p. 2646, 22 de junio de 2001). En tal sentido
resulta insuficiente el juramento que efectuó el actor en su momento, puesto que
no abarcó la totalidad de elementos que configura la ley para su eficacia, y que
debieron ser considerados por el Juez de primera instancia previo a aceptar la
demanda; más aún si de fojas 62 a 65 consta la escritura pública de adjudicación
de un inmueble efectuada por el Municipio de Guayaquil el 8 de enero de 1999,
a favor del actor y de la ahora recurrente, ubicado en el sector 86, manzana
0598, solar 13, de la parroquia urbana Ximena, Cooperativa Nuevo Ecuador, del
Cantón Guayaquil, Provincia del Guayas. 5.1.7. Acorde a lo manifestado, en la
sentencia impugnada confluyen varios aspectos que inciden negativamente en la
estructura formal de la misma y su alcance, lo que torna que no sea
“suficientemente comprensiva como para bastarse a sí misma, es decir, para que
se pueda inferir de ella, de modo claro y completo, la voluntad jurisdiccional, con
aptitud para aplicar a la realidad sin necesidad de integrarla o completarla con
otras constancias del proceso (…)” (La Sentencia, Requisitos, Estructura,
Motivación, Argumentación, Consejo Nacional de la Judicatura, Escuela Judicial,
Módulo 1 Civil. Dirección de la Gaceta Judicial de la Corte Suprema de Justicia,
Quito, 1998, p.p. 92, 93); el hecho de no haberse considerado la vulneración del
artículo 120 del Código Civil en la sentencia que se pide sea nulitada, resulta
suficiente para aceptar el cargo, con sujeción a lo establecido en el artículo 299.3
del Código de Procedimiento Civil. Es menester observar que la sentencia
impugnada pasa por ser exigua y su análisis resulta laxo y en mayor medida
incompatible con la normativa aplicable al caso. Tal desacierto amerita un
llamado de atención a los jueces integrantes del Tribunal a quo, y al Juez de
primera instancia al no haberse excusado del conocimiento de la demanda de
nulidad de sentencia, conforme su obligación y por inobservar lo dispuesto en el
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artículo 169 de la Constitución de la República, respecto a las garantías del
debido proceso. 6. DECISIÓN EN SENTENCIA: Por la motivación que antecede,
este Tribunal de Casación de la Sala de lo Civil y Mercantil, ADMINISTRANDO
JUSTICIA, EN NOMBRE DEL PUEBLO SOBERANO DEL ECUADOR, Y POR
AUTORIDAD DE LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES DE LA REPÚBLICA,
acepta el recurso interpuesto y casa la sentencia proferida por la Primera Sala
de lo Civil, Mercantil, Inquilinato y Materias Residuales de la Corte Provincial de
Justicia de Guayas el 27 de octubre de 2011, a las 10h58 y en su lugar declara
nula la sentencia dictada por el Juez Vigésimo Cuarto de lo Civil de Guayaquil, el
30 de septiembre de 2008, a las 14:14 dentro del juicio verbal sumario No.
0932420080058. Se marginará esta sentencia en la partida matrimonial
constante en el tomo 18, página 115, acta 6927, de 14 de noviembre de 1985, a
cuyo efecto se oficiará a la Jefatura del Registro Civil del Cantón Guayaquil. Sin
costas ni multas. Notifíquese y devuélvase.-DR. EDUARDO BERMUDEZ
CORONEL (P), DR. PAÚL IÑIGUEZ RÍOS, DRA. PAULINA AGUIRRE SUÁREZ
JUECES NACIONALES DE LA SALA CIVIL Y MERCANTIL DE LA CORTE
NACIONAL DE JUSTICIA,
DRA. LUCIA TOLEDO PUEBLA, SECRETARIA
RELATORA, que certifica.Lo que comunico a usted, para los fines legales.
RAZON:- Siento por tal que la copia que antecede es igual a su original.
Certifico. Quito, a 02 de octubre de 2013.
Certifico.Dra. Lucia Toledo Puebla.
SECRETARIA RELATORA.
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