Economía y Desarrollo Facultad de Ciencias Económicas Administrativas y Contables www.fuac.edu.co Cra. 6a N° 10-72 Sede D Bogotá, D.C. Tels.: 341 30 77 - 283 60 82 Fax: ext.: 25 Correo: [email protected] El material de esta Revista puede ser reproducido citando la fuente. Economía y Desarrollo Diseño y diagramación Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas - JAVEGRAF Impresión JAVEGRAF - 2011 Contenido Editorial Los cien años del Nobel de Economía Ronald Coase ...................... 5 Higinio Pérez Negrete El problema del costo social ......................................................... 9 Ronald H. Coase Dos enseñanzas de Coase ............................................................ 53 Jorge Iván González El Socialismo de mercado de la República Popular China a la luz de la teoría de los costos de transacción de Williamson ............................................................................. 63 Oscar René Martínez Mesa Obstáculos para definir derechos de propiedad en el caso de recursos comunes globales e intergeneracionales .................... 75 Freddy Cante Prosperidad para todos ¿Una utopía posible? .............................. 83 Julio Silva-Colmenares Locomotora minera: Velocidad sí, ¿pero fondo? ....................... 105 Ricardo Bonilla González Las locomotoras del Plan: unas breves observaciones ................ 121 Remberto Rhenals M. Universidad Autónoma de Colombia 4 CONTENIDO Rincón Histórico Artículos sobre la crisis............................................................. 129 Paul Samuelson Instrucciones para autores/as ................................................... 145 Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 Editorial Los cien años del Nobel de Economía Ronald Coase HIGINIO PÉREZ NEGRETE1 El 29 de diciembre de 2010 cumplió cien años de vida Ronald Coase, Premio Nobel de Economía de 1991. La revista Economía y Desarrollo celebra este acontecimiento porque Coase, además de ser el único Nobel de Economía que ha llegado a esa edad, tiene méritos suficientes para ser considerado uno de los más creativos. Dedicado desde muy joven a la docencia y a la investigación, publicó en 1937, “La naturaleza de la empresa”, un artículo en el que demostró que las empresas son creadas, crecen, se integran vertical y horizontalmente, para evitar los costos de transacción del mercado.2 Con dicho artículo dejó sin piso el mundo ideal de la ortodoxia neoclásica, de relaciones perfectamente armoniosas en el mercado, esto es, sin costos de transacción, y sentó las bases para comprender el mundo real, lleno de incertidumbre, información asimétrica, comportamientos oportunistas y, en consecuencia, lleno de conflictos. Su aporte fue el punto de partida del estudio realizado por Oliver Williamson, Premio Nobel de Economía de 2009, quien completó el análisis de los costos de transacción aportando un nuevo concepto, los “activos específicos”3 , y descubrió que en aquellos sectores de la economía con mayor componente de dichos activos, los costos de transacción son más altos. El gran aporte de Coase, reforzado por Williamson, es una herramienta teórica fundamental para comprender los problemas de la contratación 1 Economista de la Universidad de Antioquia. Magíster en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. Docente e investigador de la Universidad Autónoma de Colombia. 2 Los costos son menores cuando las transacciones se realizan en armonía, y son mayores cuando generan conflicto, lo que se convierte en procesos judiciales, sanciones y renegociaciones. 3 Un activo físico es específico cuando no se le puede cambiar de lugar (de ciudad, por ejemplo) sin pérdida de valor, o no puede trasladarse a otros usos a bajo costo, y en el caso del “capital humano”, el activo es específico cuando su actividad implica entrenamiento o formación especializada. Es posible que un activo físico comporte más de una de estas características. Universidad Autónoma de Colombia 6 HIGINIO PÉREZ NEGRETE pública en obras de infraestructura, como carreteras, puentes, túneles, ferrocarriles, puertos marítimos y fluviales, aeropuertos, en la minería e hidrocarburos, y en los servicios públicos domiciliarios; en fin, en todos los sectores que tienen un alto componente de activos específicos, y que, por obvias razones, presentan mayor incertidumbre, información asimétrica, comportamientos oportunistas y renegociación de contratos. En 1960, Coase publicó otro valioso artículo, “El problema del costo social”, en el cual demostró que no siempre la solución más eficiente, ante la presencia de externalidades negativas, es sancionar (aplicando altos impuestos) a quien produce el daño, pues se requiere saber si, en términos económicos y sociales, es mayor el costo que genera la contaminación, por ejemplo, que el costo que representa castigar a la empresa que contamina. Esto es así, porque la empresa que contamina contribuye al crecimiento económico y genera empleo, lo que significa que si se debilita o desaparece, como consecuencia de la sanción, el resultado es también un deterioro económico y social. Cabe agregar, de acuerdo con Coase, que no siempre la empresa que produce el daño es responsable del mismo, pues puede ocurrir que, dadas las condiciones tecnológicas, evitar la contaminación sea prácticamente imposible. Este razonamiento de Coase está presente en las discusiones sobre el calentamiento global. Como parte de dichas discusiones, Paul Krugman, Nobel de Economía de 2008, se pregunta si “¿es posible realizar recortes drásticos en las emisiones de gases de efecto invernadero sin destruir la economía?”, y él mismo responde: “Lo que oímos decir a los conservadores que se oponen a la política sobre cambio climático, es que cualquier intento de limitar las emisiones sería económicamente devastador” (“¿Cómo construir una economía ‘verde’?”, El País, Madrid, España, 25 de abril de 2010). Krugman, contrario a los conservadores, considera que es mucho más lo que se pierde, a largo plazo, si no se aplica una política drástica contra la contaminación, que lo que se pierde, a corto plazo, aplicándola: “El cambio climático reducirá el producto mundial bruto en un 5%; detenerlo costará el 2%”. Hecho este balance, cree que lo más eficiente es desincentivar el uso de combustibles fósiles (contaminantes), aplicando altos impuestos al carbón y al petróleo, e incentivar su reemplazo por combustibles no contaminantes. Cabe destacar que el respaldo de Krugman a una política de castigo a quienes contaminan es el resultado de un estudio riguroso del impacto económico y social de dicha política, en el corto y en el largo plazo, en comparación con el impacto que puede tener la decisión de no hacer nada frente al problema. Precisamente, hace más de cincuenta años, Coase objetó la propuesta de Arthur Pigou de castigar drásticamente (con lo que se conoce como “el impuesto Pigou”) a toda persona o empresa que produjera contaminación, porque consideró que sólo un estudio serio del impacto económico y social podía determinar qué decisión tomar, y qué tan drástica podría ser la sanción. En el caso actual de cómo reducir la emisión de gases de efecto invernadero, el estudio de Krugman indica que el impuesto Pigou es la solución más eficiente, porque no es tan difícil medir el grado de contaminación de las empresas y su número es relativamente pequeño; pero no ocurre lo mismo con la contaminación Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EDITORIAL 7 producida por un gran número de carros, pues resultaría muy costoso instalar equipos de control en cada uno, además de lo difícil de evitar el fraude. Frente a esta situación, lo que propone Coase es que se deben establecer normas básicas de control de gases. No hay duda de que el rigor de Coase ha sido un ejemplo seguido por Williamson y Krugman. Igualmente, es notable su influencia sobre la única mujer que ha ganado el Premio Nobel de Economía, Elinor Ostrom (en 2009). Discrepando de quienes creen que la solución más eficiente, en cuanto a la explotación y asignación de los recursos naturales, es la intervención estatal, y de quienes destacan la eficiencia del mercado (primacía del interés individual), Ostrom demostró que en los recursos de libre acceso, como ríos, lagos y mares (generalmente, ricos en peces), corrientes de aire, radiación solar, bosques, animales de caza, por ejemplo, la propiedad común puede aportar grandes beneficios a la sociedad, pues las personas que tienen vínculos directos con el recurso, fácilmente se ponen de acuerdo para establecer unas reglas del juego que garanticen que no haya sobreexplotación del mismo. En efecto, a través de estudios en diversas regiones del mundo, se dio cuenta de que las comunidades tienen gran conocimiento de los recursos naturales y que al tiempo que reciben su beneficio, los cuidan y garantizan su sostenibilidad. Respecto de la intervención estatal encontró que, por el contrario, esta puede ocasionar notorias ineficiencias, debido a que los funcionarios oficiales no tienen el conocimiento que tiene la comunidad sobre los recursos y, como consecuencia, sus decisiones no serán acatadas, lo que generaría conflictos y costos de transacción. Además, la percepción de que el recurso no le pertenece desincentivaría a la comunidad y podría generar comportamientos de depredación. Precisamente, hablar de recursos de propiedad común significa que los miembros de la comunidad pueden impedir que quienes no pertenecen a ella participen de su explotación, es decir, dejarían de ser de libre acceso, pero igualmente al sentirse identificados por un mismo interés, dichos miembros estarán dispuestos a acordar reglas del juego para garantizar su cuidado y conservación. También descubrió que permitir la explotación libre de los recursos, esto es, por la vía del mercado, significaría dejarlos expuestos a la sobreexplotación. Lo que concluye Ostrom es que las soluciones alternativas, intervención estatal o mercado, no son eficientes o lo son mucho menos que la propiedad común. En el caso de los recursos naturales, lo mismo que en el estudio de la empresa y del calentamiento global, la enseñanza de Coase es que, en lugar de tener una solución preconcebida sobre la eficiencia en la asignación de los recursos, lo riguroso es analizar las particularidades de cada realidad. Coase cambió completamente el sentido del estudio de la microeconomía, pasando de la microeconomía normativa (supuestos imaginarios), de la ortodoxia neoclásica, a la microeconomía positiva (supuestos reales), que está presente en su análisis. Desechó el método deductivo neoclásico, portador de un nivel de abstracción demasiado alto, y optó por estudiar casos específicos de la realidad. Su método inductivo de investigación, de lo particular a lo general, es el inverso del utilizado por la ortodoxia neoclásica. Universidad Autónoma de Colombia 8 HIGINIO PÉREZ NEGRETE Igualmente, frente a quienes creen que la alternativa a las fallas del mercado es la intervención estatal, demostró que las transacciones del Estado no están exentas de costos y, por tanto, se requiere estudiar cuidadosamente todas las alternativas posibles. La revista Economía y Desarrollo publica en este número uno de los dos artículos que tuvo en cuenta la Academia Sueca para otorgarle el Nobel de Economía a Ronald Coase. Además, presenta los comentarios de tres académicos colombianos a su obra. También se incluye en este número un tema de gran interés nacional. En efecto, sobre el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014, “Prosperidad para todos”, se ha abierto una interesante discusión y, precisamente, nuestra revista quiere contribuir a dicha controversia presentando comentarios de docentes e investigadores de reconocidas universidades colombianas. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 El problema del costo social1 RONALD H. COASE2 Resumen: El artículo centra la atención, primero, en los perjuicios que una empresa, en el desempeño de sus operaciones, puede causar a otras o a grupos de la población, lo que se conoce como externalidades negativas, y segundo, en la solución más eficiente, en términos sociales, a dicho problema. A través de la presentación de varios casos, concluye que el gobierno debe comparar el costo social de sancionar a la empresa que produce el daño, con el costo social de no sancionarla, antes de tomar una decisión. Con este marco analítico, el artículo critica el radicalismo de Pigou, quien se hizo famoso por su propuesta de sancionar, con altos impuestos, a toda empresa que produce externalidades negativas. Palabras clave: Empresa, costo social, costos de transacción, regulación, eficiencia, mercado, gobierno. Abstract: The article focuses first on the damage that a company in the performance of their operations may cause to other people or groups, which is known as negative externalities, and second, in the most efficient solution in social terms, to the problem. Through the presentation of several cases, concludes that the government should compare the social cost of punishing the company producing the injury, the social cost of punishment, before making a decision. With this analytical framework, the article criticizes the radicalism of Pigou, who became famous for his proposal to punish with higher taxes, any company that produces negative externalities. Key words: Business, social costs, transaction costs, regulation, efficiency, market, government. 1 Trabajo publicado originalmente en The Journal of Law and Economics (octubre de 1960, pp. 1-44). Tomado de la revista Estudios Públicos, 45 (Santiago de Chile, 1992). 2 Premio Nobel de Economía 1991. Fue profesor en el London School of Economics en Gran Bretaña y en las Universidades de Buffalo y Virginia en Estados Unidos. Desde 1964 se desempeña en la Universidad de Chicago, específicamente en la Escuela de Derecho, de la cual es profesor emérito en la cátedra Clifton R. Musser. Universidad Autónoma de Colombia 10 RONALD H. COASE 1. El problema a examinar Este trabajo se refiere a las actividades de una empresa que tienen efectos perjudiciales en otras.3 El ejemplo más común es el del humo de una fábrica que provoca efectos nocivos en los que ocupan las propiedades vecinas. El análisis económico de tal situación se ha realizado usualmente en términos de una divergencia entre el producto privado y social de la fábrica, siguiendo el tratamiento de Pigou en The Economics of Welfare. La conclusión a la que parece haber conducido este tipo de análisis a la mayoría de los economistas es que sería deseable responsabilizar al dueño de la fábrica por el daño causado a los afectados por el humo, o, alternativamente, fijar un impuesto variable al propietario de la fábrica según la cantidad de humo producido, equivalente en términos monetarios al daño que causa, o, finalmente, excluir a las fábricas de los distritos residenciales (y presumiblemente de otras zonas en las que el humo tendría efectos perjudiciales). Mi opinión es que los cursos de acción sugeridos son inadecuados porque llevan a resultados que no son necesariamente deseables. 2. La naturaleza recíproca del problema El enfoque tradicional ha tendido a oscurecer la naturaleza de la elección que encierra. El problema se formula comúnmente como uno en el que A ocasiona daño a B y lo que tiene que decidirse es: ¿cómo se puede restringir a A? Pero esto es erróneo. Estamos tratando un caso de naturaleza recíproca. Evitar daño a B infligiría un perjuicio a A. La cuestión real que debe decidirse es: ¿debe permitirse que A dañe a B o que B dañe a A? La cuestión es evitar el daño mayor. Usé un ejemplo en mi artículo anterior (Coase, 1959, pp. 26-27) que consistía en el caso de un panadero cuya maquinaria, con sus ruidos y vibraciones, perturbaba el trabajo de un médico. Evitar daños al médico ocasionaría perjuicios al panadero. El problema presentado en este caso era básicamente si se valoraban más, como resultado de restringir los métodos de producción del panadero, los mayores servicios del médico, cuyo costo es una oferta reducida del producto del panadero. Otro ejemplo es el del ganado que se desbanda y destruye los sembrados de campos vecinos. Si es inevitable que algunos animales se dispersen, un incremento de la oferta de carne sólo puede obtenerse a expensas de una disminución de la oferta de granos. La naturaleza de la elección es clara: carne o granos. Por supuesto, la respuesta que debe darse no lo es tanto, a menos que conozcamos el valor de lo que se obtiene, y también el valor de lo que se sacrifica para obtenerlo. Para dar otro ejemplo, el profesor George J. Stigler habla de la contaminación de un arroyo (Stigler, 1952, p. 105). Si suponemos que esta mata peces, lo que se tiene que decidir es lo siguiente: ¿es el valor de los peces perdidos 3 Este artículo, aunque concierne a un problema técnico del análisis económico, surgió de un estudio sobre la política económica de la radiodifusión. El argumento estaba implícito en un artículo anterior que se refería al tema de la asignación de las frecuencias de radio y televisión (“The Federal Communications Commission”, Journal of Law & Economics, 2 [1959]), pero recibí sugerencias sobre la conveniencia de tratar el problema en forma más explícita y sin referencia al problema original para el cual había desarrollado esta solución. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 11 mayor o menor que el valor del producto que origina la contaminación del arroyo? Se deduce que el problema debe ser considerado en su totalidad y marginalmente. 3. El sistema de precios con responsabilidad por el daño Propongo comenzar mi análisis examinando un caso en el que la mayoría de los economistas estarían presumiblemente de acuerdo en que el problema puede resolverse de una forma completamente satisfactoria: cuando el negocio que daña debe pagar todo el daño causado y el sistema de precios funciona correctamente (de modo estricto, esto significa que la operación de un sistema de precios no tiene costo). Un buen ejemplo del problema que se discute es el caso del ganado extraviado que destruye cosechas de tierras vecinas. Supongamos que un granjero y un ganadero están operando en propiedades vecinas. Supongamos, además, que, sin bardas entre las propiedades, un incremento en el tamaño de la manada del ganadero aumenta el daño total de los cultivos del granjero. Lo que ocurre con el daño marginal al aumentar el tamaño del rebaño no es claro. Esto depende de si las reses tienden a seguirse una a otra o a pastar una al lado de otra; de si tienden a ser más o menos inquietas al aumentar el tamaño del rebaño y de otros factores similares. Para los fines inmediatos no tienen ninguna importancia los supuestos que se hagan acerca del daño marginal. Para simplificar el argumento, propongo que se use un ejemplo aritmético. Supondré que el costo anual de cercar la propiedad del granjero es de $9 y que el precio de la cosecha es $1 por tonelada. Además, supongo que la relación entre el número de reses en la manada y la pérdida anual en la cosecha es la siguiente: Número de reses (novillos) Pérdida anual en la cosecha (toneladas) Pérdida de la cosecha por novillo adicional (toneladas) 1 1 1 2 3 2 3 6 3 4 10 4 Si el ganadero es responsable del daño causado, el costo anual adicional impuesto al ganadero si, por ejemplo, incrementa su manada de 2 a 3 novillos, es de $3; y, al decidir el tamaño de la manada, tomará en cuenta este hecho, además de sus otros costos. O sea, no incrementará el tamaño de su manada a menos que el valor de la Universidad Autónoma de Colombia 12 RONALD H. COASE carne adicional producida (suponiendo que el criador de ganado sacrifica el ganado) es mayor que los costos adicionales que el ganado le representan, incluyendo el valor de las cosechas adicionales destruidas. Por supuesto, si mediante el empleo de perros, pastores, aeroplanos, radios u otros medios puede disminuirse el daño, estos medios se adoptarán sólo si su costo es menor que el valor de las cosechas que evitan que se pierdan. Dado que el costo anual de cercar es de $9, el ganadero que desea tener una manada con cuatro novillos o más pagaría para construir y mantener una barda, a no ser que los otros medios para lograr el mismo fin fuesen más baratos. Cuando se construye la barda, el costo marginal por la responsabilidad por daño se reduce a cero, salvo que un incremento en el tamaño del rebaño obligue a construir una barda más fuerte, y, por lo tanto, más cara, porque pueden apoyarse en ella más novillos al mismo tiempo. Puede ser más barato para el criador de ganado no cercar y pagar por las cosechas destruidas (ejemplo aritmético) con tres novillos o menos. Puede pensarse que el hecho de que el criador de ganado pague todas las cosechas destruidas llevará al granjero a incrementar su plantación si un ganadero viene a ocupar la propiedad vecina. Pero esto no es así. Si la cosecha se vendía anteriormente en condiciones de competencia perfecta, el costo marginal era igual al precio para el tamaño de plantación que tenía y cualquier expansión hubiese reducido los beneficios del granjero. En la nueva situación, la existencia de daño en las plantaciones significaría que el granjero vendería menos en el mercado, pero que sus ingresos permanecerían iguales, ya que el ganadero pagaría el precio de mercado por cualquier cosecha dañada. Por supuesto, si la cría de ganado requiriera comúnmente la destrucción de las cosechas, la aparición de una industria de cría de ganado podría aumentar el precio de las cosechas y los granjeros extenderían entonces sus plantaciones. Pero deseo centrar mi atención en el granjero individual. He dicho que la ocupación de la propiedad vecina por un criador de ganado no causará un aumento de producción o, quizá más exactamente, de lo sembrado. En realidad, si la cría de ganado tiene algún efecto, será el de disminuir lo plantado. La razón de esto es que para cualquier parcela de tierra, si el valor de la cosecha dañada es tan grande que los ingresos de la venta de las cosechas sin dañar son menores que los costos totales de cultivar esa parcela de tierra, será beneficioso para el granjero y para el criador de ganado formalizar un acuerdo por el que se deje dicha parcela sin cultivar. Esto puede aclararse con un ejemplo aritmético. Inicialmente, supongamos que el valor de la cosecha obtenida por cultivar una parcela de tierra es de $12 y que el costo ocasionado por cultivarla es de $10, siendo la ganancia neta del cultivo $2. Imaginemos, para simplificar, que el granjero es dueño de la tierra. Pensemos, además, que el ganadero comienza las actividades en la propiedad vecina y que el valor de la cosecha dañada es de $1. En este caso, el granjero obtiene $11 por la venta en el mercado y $1 del ganadero por el daño sufrido; la ganancia neta continúa siendo $2. Supongamos ahora que el ganadero halla beneficioso incrementar el tamaño de su rebaño, aun cuando el valor del daño aumente a $3, lo que significa que el valor de la carne adicional producida es mayor que los costos adicionales. Esto incluye el Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 13 pago adicional de $2 por daño, dado que el pago total por daño es ahora $3. La ganancia neta para el granjero por cultivar la tierra es aún $2. El ganadero estará mejor si el granjero decide no cultivar esta tierra por un pago menor de $3. El granjero estará de acuerdo en no cultivar la tierra por cualquier pago mayor que $2. Claramente, hay oportunidad de un convenio mutuamente satisfactorio que conduciría al abandono del cultivo.4 Pero el mismo argumento se aplica no sólo a toda la parcela cultivada por el granjero, sino también a cualquier subdivisión de la misma. Consideremos, por ejemplo, que el ganado tiene una ruta bien definida, digamos hacia un arroyo o hacia una zona sombreada. En estas circunstancias, la cantidad de daño a la cosecha a lo largo de esta ruta puede ser grande, y si lo es, puede ocurrir que el granjero y el ganadero encuentren beneficioso realizar un convenio por el cual el granjero estará de acuerdo en no cultivar esa franja de tierra. Pero esto origina otra posibilidad. Supongamos que existe tal ruta bien definida. Imaginemos, además, que el valor de la cosecha que se obtendría de esta franja de tierra sería de $10, pero que el costo del cultivo es de $11. En ausencia del criador de ganado la tierra no se cultivaría. Sin embargo, dada la presencia del criador de ganado, bien podría ser que si la franja se cultivase, toda la cosecha fuera destruida por el ganado. En este caso, el ganadero se vería forzado a pagar $10 al granjero. Es cierto que el granjero perdería $1. Pero el ganadero perdería $10. Claramente, no es probable que esta situación dure indefinidamente, ya que ninguna de las partes desearía que esto ocurriese. La meta del granjero sería inducir al ganadero a pagarle una recompensa por dejar esta tierra sin cultivar. El granjero no podrá obtener un pago mayor que el costo de cercar esta franja de tierra, o uno tan alto que lleve al ganadero a abandonar el uso de la propiedad vecina. El pago que en realidad se realizará dependerá de la habilidad negociadora del granjero y del ganadero. Pero como el pago no será tan alto como para hacer que el ganadero abandone esta zona, y como no variará con el tamaño del rebaño, tal acuerdo no afectará la asignación de recursos, sino solamente alterará la distribución del ingreso y la riqueza entre ambas partes. Pienso que está claro que si el ganadero es responsable por el daño causado y el sistema de precios funciona correctamente, la reducción en el valor de la producción será tomada en cuenta al computar el costo adicional de incrementar el tamaño del rebaño. Este costo será comparado con el valor de la carne adicional producida y, en 4 El argumento del texto se ha derivado del supuesto de que la alternativa de cultivar es el abandono total del cultivo. Pero no es necesario que así sea. Puede haber cosechas que sean menos propensas a daños ocasionados por el ganado, pero que no serían tan beneficiosas como las que crecen en ausencia de daño. Así, si el cultivo de una nueva cosecha diera al granjero un rendimiento de $1 en vez de $ 2, y el tamaño de la manada que causara $3 de daño en la vieja cosecha ocasionara $1 de daño en la nueva, sería beneficioso para el ganadero pagar cualquier suma menor que $2 para inducir al granjero a cambiar su cosecha (ya que esto reduciría la responsabilidad por daño de $3 a $l ) y le convendría al granjero si la cantidad recibida fuese superior a $1 (la reducción de su rendimiento ocasionada por cambiar de cosecha). En realidad, habrá motivo para un convenio mutuamente satisfactorio en todos los casos en los que el cambio de cosecha reduzca el daño en más de lo que se reduce el valor de la cosecha (excluyendo el daño), en todos los casos en los que un cambio de la cosecha conduzca a un incremento del valor de la producción. Universidad Autónoma de Colombia 14 RONALD H. COASE presencia de competencia perfecta en la industria ganadera, la asignación de recursos a la cría de ganado será óptima. Lo que debe tenerse presente es que la disminución del valor de la producción que se tome en cuenta en los costos del ganadero puede ser menor que el daño que el ganado cause a las cosechas en el curso común de los acontecimientos. Esto se debe a que es posible, como resultado de transacciones de mercado, dejar el cultivo de la tierra. Esto es deseable en todos los casos en los que el daño que pueda causar el ganado, y por los que el ganadero estará deseoso de pagar, exceda la suma que el granjero pagaría por el uso de la tierra. En condiciones de competencia perfecta, el monto que el granjero pagaría por el uso de la tierra sería igual a la diferencia entre el valor de la producción total, cuando los factores se emplean en esta tierra y al valor del producto adicional obtenido se da el mejor uso alternativo (que sería lo que el granjero tendría que pagar por los factores). Si el daño fuera mayor que la suma que el granjero pagaría por el uso de la tierra, el valor del producto adicional de los factores empleados en otra parte excedería el valor del producto total en este uso, después que se deduce el daño. Sería deseable entonces abandonar el cultivo de la tierra y dejar los factores para otra producción. Un procedimiento que permita el pago del daño causado por el ganado a la cosecha, pero no la posibilidad de dejar el cultivo, provocaría un empleo demasiado reducido de los factores de producción en la cría de ganado y un empleo demasiado grande de los factores en el cultivo. Pero, dada la posibilidad de transacciones de mercado, una situación en la que el daño a la cosecha excediese de la renta de la tierra no duraría. Si el ganadero paga al granjero para dejar la tierra sin cultivar o si alquila la tierra, y paga al propietario una cantidad levemente mayor que la que pagaría el granjero (si el granjero está arrendando la tierra), el resultado final sería el mismo y maximizaría el valor de la producción. Aun cuando el granjero sea inducido a plantar granos que no le produzcan utilidades en el mercado, este será un fenómeno puramente de corto plazo y puede esperarse que conduzca a un acuerdo por el cual cese la siembra. El ganadero permanecerá en esa ubicación y el costo marginal de la producción de carne será el mismo que antes, y no tendrá, por lo tanto, ningún efecto de largo plazo sobre la asignación de recursos. 4. El sistema de precios sin responsabilidad por daños Me refiero ahora al caso en el que, aunque se suponga que el sistema de precios funciona correctamente (o sea, sin costos), el negocio que ocasiona el daño no es responsable por él. No debe realizar un pago a los perjudicados por sus actos. Me propongo demostrar que la asignación de recursos será igual en este caso que cuando el negocio causante del daño es responsable por el daño causado. Como probé en el caso anterior que la asignación de recursos era óptima, no será necesario repetir esta parte del argumento. Vuelvo al caso del granjero y el ganadero. El granjero sufrirá un daño mayor en sus cosechas al aumentar el tamaño de la manada. Supongamos que el tamaño de la manada del ganadero es de tres novillos (y que este es el tamaño de la manada que se mantendría si no se tuviese en cuenta el daño a la cosecha). Entonces, el granjero desearía pagar hasta $3 si el ganadero redujese su manada a Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 15 dos novillos; hasta $5, si la manada se redujera a un novillo; y pagaría hasta $6, si se abandonase la cría de ganado. El ganadero recibiría, por lo tanto, $3 del granjero si tiene dos novillos en vez de tres. Estos tres dólares sacrificados son parte del costo acarreado por tener el tercer novillo. Si $3 es un pago que el ganadero debe realizar si agrega el tercer novillo a su manada (lo que ocurriría si el ganadero fuese responsable ante el granjero por el daño causado a la cosecha), o si es la suma de dinero que él hubiese recibido si no tuviese un tercer novillo (lo que ocurriría si el ganadero no fuese responsable ante el granjero por el daño causado a la cosecha), no afecta el resultado final. En ambos casos, $3 es parte del costo de agregar un tercer novillo, y debe sumarse a los demás costos. Si el incremento en el valor de la producción en la cría de ganado por incrementar el tamaño de la manada de dos a tres es mayor que los costos adicionales que deben pagarse (incluyendo los $3 de daño a la cosecha), el tamaño de la manada se incrementará. De otro modo, no. El tamaño de la manada será el mismo si el ganadero es o no responsable por el daño causado a la cosecha. Puede argüirse que el punto de partida —una manada de tres novillos— fue arbitrario. Y es cierto. Pero el granjero no desearía pagar para evitar un daño a la cosecha que el ganadero no fuese capaz de causar. Por ejemplo, la suma anual máxima que el granjero puede ser inducido a pagar no podría exceder los $9, que corresponden al costo anual de instalar el cercado. Además, el granjero sólo desearía pagar esta suma si no reduce sus ingresos a un nivel que haría que abandonase el cultivo de esta parcela de tierra. Por otra parte, el granjero sólo querría pagar esta cantidad si creyese que, en ausencia de un pago de su parte, el tamaño de la manada que tiene el ganadero sería de cuatro o más novillos. Supongamos que este sea el caso. Entonces, el granjero desearía pagar hasta $3 si el ganadero redujese su manada a tres novillos; hasta $6, si la manada se redujese a dos novillos; hasta $8, si se tuviese sólo un novillo; y hasta $9, si se abandonase la cría de novillos. Debe notarse que el cambio en el punto de partida no ha alterado la cantidad que obtendría el ganadero si redujese el tamaño de su manada en un monto dado. Aun es cierto que el ganadero podría recibir $3 más del granjero si estuviese de acuerdo en reducir su manada de tres novillos a dos y que los $3 representan el valor de la cosecha que se destruiría si se agregara el tercer novillo a la manada. Una creencia distinta de parte del granjero (justificada o no) sobre el tamaño de la manada que el ganadero mantendría en ausencia de pagos de su parte puede afectar el pago total que se vea inducido a realizar; pero no es cierto que esta creencia distinta ejerza efecto en el tamaño de la manada que tendrá el ganadero. Esta será igual que si el ganadero tuviese que pagar por el daño causado por su ganado, ya que el ingreso sacrificado de una cantidad dada es equivalente a un pago de la misma cantidad. Podría pensarse que le convendría al ganadero aumentar su manada por encima del tamaño que él desearía, una vez que se ha realizado el convenio, para inducir al granjero a realizar un pago total mayor. Y esto puede ser cierto. Es similar por su naturaleza a la actitud del granjero (cuando el ganadero era responsable del daño) de cultivar la tierra en la que, como resultado de un acuerdo con el ganadero, se Universidad Autónoma de Colombia 16 RONALD H. COASE abandonaría luego la plantación (incluyendo la tierra que no se cultivaría de cualquier modo en ausencia de cría de ganado). Pero tales maniobras son preliminares a un acuerdo y no afectan la posición de equilibrio de largo plazo, que es la misma, ya sea que el ganadero fuese responsable o no del daño a la cosecha ocasionado por su ganado. Es necesario conocer si la actividad perjudicial es responsable o no del daño causado, ya que sin establecer esta delimitación inicial de derechos no pueden existir transacciones de mercado para transferirlos y recombinarlos. Pero el resultado final (que maximiza el valor de la producción) es independiente de la tesis de la ley, si se supone que el sistema de precios actúa sin costos. 5. El problema ilustrado nuevamente Los efectos dañinos de las actividades de una firma pueden asumir una amplia variedad de formas. Un antiguo caso inglés se refería a un edificio que, al obstruir las corrientes de aire, obstaculizaba la operación de un molino de viento (Bowles, 1959, pp. 237-239). Un reciente caso en Florida fue el de un edificio que daba sombra sobre la cabaña, la piscina de natación y las zonas para tomar el sol de un hotel vecino (Fontainebleau Hotel Corp, 1959, p. 357). El problema del ganado y el daño a las cosechas, que fue objeto de examen detallado en las dos secciones precedentes, aunque parezca un caso bastante especial, es, en realidad, sólo un ejemplo de un problema que surge con muchos aspectos diferentes. Para aclarar la naturaleza de mi argumento y demostrar su aplicabilidad general, propongo ilustrarlo nuevamente con referencia a cuatro casos reales. Consideremos primero el caso de Sturges vs. Bridgmarn5 que usé como ilustración del problema general en mi artículo “The Federal Communications Commission”. En este caso, un panadero (en la calle Wigmore) usaba dos amasadoras en su negocio (una había estado en la misma ubicación durante más de 60 años y la otra, más de 26 años). Un médico vino a ocupar el predio vecino (en la calle Wimpole). La maquinaría del panadero no le causó daño al médico hasta que, ocho años después de haber ocupado el predio, construyó un consultorio en la parte posterior de su jardín, contiguo a la panadería. Entonces notó que el ruido y la vibración causados por la maquinaria del panadero le hacían difícil usar su nuevo consultorio. “En especial... el ruido le impedía examinar a sus pacientes cuando los auscultaba6 para diagnosticar enfermedades del pecho. También halló imposible ocuparse efectivamente de cualquier actividad que le requiriera atención y concentración”. El médico inició entonces una acción legal para forzar al panadero a cesar el uso de la maquinaria. 5 Véase cap. 11 D, 852 (1879). 6 Auscultar es el acto de escuchar con el oído o el estetoscopio para juzgar, por el sonido, el estado del cuerpo. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 17 Las cortes tuvieron poca dificultad en otorgar al médico la solicitud que hacía. “Pueden ocurrir casos individuales de perjuicios al llevar a cabo el principio sobre el que sentamos nuestro juicio, pero la negación del principio llevaría a mayores perjuicios individuales, y produciría, al mismo tiempo, un efecto perjudicial en la urbanización de la tierra con fines residenciales”. El fallo de la Corte estableció que el médico tenía derecho de evitar que el panadero usara su maquinaria. Pero, por supuesto, hubiera sido posible modificar el resultado de aplicar las disposiciones legales mediante un convenio entre las partes. El médico hubiese deseado renunciar a sus derechos y permitir que la maquinaria continuara actuando, si el panadero le hubiese pagado una suma de dinero que fuese mayor que la pérdida de ingresos que sufriría por tener que trasladarse a una ubicación más costosa o menos conveniente, o por tener que reducir sus actividades en esta ubicación o, como se sugirió, por tener que construir una pared separada que amortiguara el ruido y la vibración. El panadero hubiese deseado hacerlo si la cantidad que debiera pagar al médico fuese menor que la disminución del ingreso que sufriría si tuviese que cambiar su forma de operación en esta ubicación, abandonar su operación o trasladar su negocio de panadería a otro lugar. La solución del problema depende principalmente de si el uso continuado de la maquinaria agrega más al ingreso del panadero de lo que disminuye el ingreso del médico.7 Pero ahora consideremos la situación si el panadero hubiese ganado el caso. El panadero hubiese tenido entonces derecho a continuar operando su maquinaria ruidosa y generadora de vibraciones sin tener que pagar nada al médico. El zapato hubiese estado en el otro pie; el médico hubiese tenido que pagar al panadero para inducirlo a dejar de usar la maquinaria. Si el ingreso del médico hubiese disminuido más por el uso continuado de esta maquinaria de lo que hubiera agregado al ingreso del panadero, claramente hubiese dado lugar a una renegociación en la cual el médico pagaría al panadero para que dejara de usar la maquinaria. Es decir, las circunstancias en que no le convendría al panadero continuar usando la maquinaria y compensar al médico por las pérdidas que esto le ocasionaría (si el médico tuviese derecho a evitar que el panadero usara la maquinaria) serían aquellas en las que sería de interés del médico realizar un pago al panadero que lo indujera a abandonar el uso de la maquinaria (si el panadero tuviese derecho a operar su maquinaria). Las condiciones básicas son exactamente iguales en este caso que en el ejemplo del ganado que destruía las cosechas. Con transacciones de mercado sin costo, la decisión de las cortes respecto de la responsabilidad por daño no tendría efecto sobre la asignación de recursos. Por supuesto, la visión de los jueces era que su decisión estaba afectando el funcionamiento del sistema económico, y en una dirección deseable. Cualquiera otra decisión hubiese tenido “un efecto perjudicial en la urbanización de la tierra para fines residenciales”. Este argumento se elaboró al examinar el ejemplo de una fundición que operaba en un paraje inhóspito, que más tarde se urbanizó para fines residenciales. La opinión de los jueces de que estaban fijando cómo debía usarse la tierra sería cierta sólo en el caso de que los costos de 7 Nótese que lo que se toma en cuenta es el cambio del ingreso después de producidas las alteraciones en los métodos de producción, en la ubicación, el carácter del producto, etc. Universidad Autónoma de Colombia 18 RONALD H. COASE realizar las transacciones de mercado necesarias excediesen de la ganancia que podría lograrse mediante cualquier reasignación de derechos. Y sería deseable preservar las zonas (la calle Wimpole o el páramo) para uso residencial o profesional (y dar a los usuarios no industriales el derecho de paralizar el ruido, las vibraciones, el humo, etc., mediante pleitos), sólo si el valor de las instalaciones residenciales adicionales obtenidas fuese mayor que el valor del pan o del hierro perdido. Pero parece que los jueces desconocieron este hecho. Otro ejemplo del mismo problema es el caso de Cooke vs. Forbes.8 El proceso del tejido de la fibra de coco consiste en sumergirla en líquidos blanqueadores, después de lo cual se cuelga para que se seque. El humo proveniente de un fabricante de sulfato de amonio modificaba el acabado de la fibra de un color brillante a un color opaco y negruzco. La razón era que el líquido blanqueador contenía cloruro de estaño, que cuando era afectado por el ácido sulfhídrico se volvía de un color más oscuro. Se pensó que una demanda haría que el fabricante cesara de emitir estos humos. Los abogados del demandado arguyeron que si el demandante “no usase [...] un líquido blanqueador en particular, sus fibras no serían afectadas; que sus procesos eran inusuales, no de acuerdo con la costumbre del gremio, y aun dañinos para sus propios tejidos”. El juez comentó: “[...] me parece bastante evidente que una persona tenga derecho a realizar en sus propiedades un proceso manufacturero en el que use cloruro de estaño, o cualquier tipo de tinte metálico, y que su vecino no tiene la libertad de lanzar gases que perjudiquen su industria”. Pero en vista de que el daño fue accidental y ocasional y de que se tomaron cuidadosas precauciones y no había riesgo excepcional, se rechazó la demanda, y se dejó en libertad al demandante para iniciar una acción por daños, si lo deseaba. Lo que ocurrió luego no lo conozco. Pero está claro que la situación es esencialmente la misma que vimos en Sturges vs. Bridgman, salvo que el fabricante de fibras de coco no pudo lograr un mandato, sino que tendría que cobrar los daños del productor del sulfato de amonio. El análisis económico de la situación es exactamente el mismo que en el caso del ganado que destruía la cosecha. Para evitar el daño, el fabricante de sulfato de amonio podía incrementar sus precauciones o trasladarse a otro lugar. Cualquiera de las posibilidades presumiblemente incrementaría sus costos. Alternativamente, podría pagar por el daño. Esto lo haría si los pagos por daños fueran menores que los costos adicionales en que incurriría para evitarlos. Los pagos por daños se transformarían entonces en parte del costo de producción del sulfato de amonio. Por supuesto, si, como se sugirió en los procedimientos legales, la cantidad de daño podía ser eliminada cambiando el agente blanqueador (lo que presumiblemente incrementaría los costos del productor de fibras) y si el costo adicional era menor que el daño en que se incurriría de otro modo, sería posible que los dos fabricantes firmaran un convenio mutuamente satisfactorio promoviendo el uso de un nuevo agente blanqueador. Si la Corte se hubiese pronunciado contra el fabricante de fibras, como consecuencia de lo cual hubiese tenido que sufrir daños sin compensación, la asignación de recursos no hubiese sido afectada. 8 L. R. 5 Eq. 166 (1867-1868). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 19 Al productor de fibras le hubiese convenido cambiar su agente blanqueador si el costo adicional resultaba menor que la reducción del daño. Y puesto que el productor de fibras deseaba pagar al fabricante de sulfato de amonio una cantidad hasta su pérdida de ingresos (el incremento en los costos o el daño sufrido) si cesaban sus actividades, esta pérdida de ingresos permanecería como un costo de producción para el fabricante de sulfato de amonio. Este caso es, en realidad, analíticamente idéntico al ejemplo del ganado. Bryant vs. Lefever9 presentó el problema de la molestia del humo en una forma nueva. El demandante y los demandados ocupaban casas vecinas, que eran aproximadamente de la misma altura. Antes de 1876, el demandante podía encender fuego en cualquier habitación de su casa sin que saliera humo por la chimenea; las dos casas permanecieron en las mismas condiciones 30 o 40 años. En 1876, los demandados demolieron su casa y comenzaron a reconstruirla. Levantaron una pared al lado de la chimenea del demandante, mucho más alta que la original, y apilaron madera sobre el techo de su casa, haciendo así que la chimenea del demandante humeara cada vez que encendía el fuego. La razón, por supuesto, de que las chimeneas echaran humo fue que la erección de la pared y la pila de madera evitaban la libre circulación del aire. En un juicio se falló a favor del demandante por 40 libras. El caso pasó luego a la Corte de Apelaciones, donde fue invertida la sentencia. Bramwell, L. J. arguyó: [...] se dice, y el jurado ha dictaminado, que los demandados hicieron lo que causó una molestia a la casa del demandante. Pensamos que no hay pruebas de esto. No hay duda de que existe una molestia, pero no la causan los demandados; no han hecho nada para causar la molestia. Su casa y la madera son bastante inofensivas. Es el demandante el que causa la molestia encendiendo fuego de carbón en un lugar ubicado tan cerca de la pared del demandado, que el humo no escapa, sino que vuelve a entrar a la casa. Si el demandante no enciende más el fuego, o traslada su chimenea o la hace más alta, no habrá molestia. ¿Quién la causa entonces? Sería muy claro que es el demandante, si este hubiese construido su casa o chimenea después que los demandados hubiesen puesto la madera sobre la suya, y es realmente lo mismo aunque lo haya hecho antes. Pero (lo que es en realidad la misma respuesta) si los demandados causaron la molestia, tienen derecho a hacerlo. Si el demandante no tiene derecho al paso de aire, excepto [si está] sujeto al derecho de los demandados a construir o colocar madera sobre su casa, entonces el derecho de él está sujeto al derecho de ellos y aunque surge una molestia por el ejercicio del derecho de ellos, no son responsables. Y Cotton, L. J., dijo: 9 4. C.P.D. 172 (1878-1879). Universidad Autónoma de Colombia 20 RONALD H. COASE Aquí se ha dicho que la erección de la pared de los demandados ha interferido sensible y materialmente en el confort de la existencia humana en la casa del demandante, y se dijo que es una molestia de la cual es responsable el demandado. Ordinariamente esto es así, pero los demandados lo han hecho, no enviando sobre la propiedad del demandante humo o vapor nocivo, sino interrumpiendo la salida de humo de la casa del demandante en una forma a la que [...] el demandante no tenía derecho. El demandante crea el humo, que interfiere con su confort. A menos que tenga [...] un derecho para liberarse de esto en una forma particular que ha sido interferida por los demandados, no puede demandar a los vecinos, porque el humo originado por él mismo, para el cual no ha ofrecido un medio efectivo de escape, le causa molestias. Es como si un hombre tratara de liberarse del líquido sucio que surge en su propia tierra mediante una cañería que desemboca en tierra del vecino. A menos que el usuario haya adquirido un derecho, el vecino puede detener la cañería sin incurrir en responsabilidad por hacerlo. No hay duda de que se le crearía un gran inconveniente al propietario del lugar en el que surge el líquido sucio. Pero el acto de su vecino sería un acto legal, y no sería responsable por las consecuencias atribuibles al hecho de que el hombre hubiese acumulado suciedad sin proporcionar un medio efectivo para liberarse de ella. No me propongo demostrar que cualquier modificación subsiguiente de la situación, como resultado de negociaciones entre las partes (condicionadas por el costo de apilar madera, el costo de aumentar la altura de la chimenea, etc.), hubiese tenido exactamente el mismo resultado, cualquiera que hubiese sido el fallo de la justicia, ya que este punto ha sido tratado adecuadamente en la discusión del ejemplo del ganado y en los dos casos anteriores. Lo que discutiré es el argumento de los jueces de la Corte de Apelaciones, en lo que se refiere a la afirmación de que la molestia causada por el humo no fue originada por el hombre que construyó la pared, sino por el que encendió el fuego. Lo novedoso de la situación es que la molestia del humo fue sufrida por quien encendía el fuego, y no por una tercera persona. La cuestión no es trivial, ya que en ella se encuentra el meollo del problema que discutimos. ¿Quién causó la molestia del humo? La respuesta parece muy clara. La molestia era causada tanto por el hombre que construyó la pared como por el que encendió el fuego. Con el fuego, no hubiese habido molestia por el humo sin la pared; con la pared, no hubiese habido molestia por el humo sin el fuego. Eliminando la pared o el fuego, desaparecería la molestia del humo. Sobre el principio marginal está claro que ambos eran responsables y que ambos debían ser forzados a incluir la pérdida de agrado debida al humo como un costo para decidir si continuaban con la actividad que daba lugar al humo. Y dada la posibilidad de transacciones de mercado, esto es lo que, en realidad, ocurriría. Aunque el constructor de la pared no era responsable legalmente por la molestia, como el hombre con la chimenea presumiblemente estaría deseoso de pagar una suma igual al valor monetario que tiene para él la eliminación del humo, esta suma se convertiría entonces para el constructor de la pared en un costo para mantener la pared alta, con madera sobre el techo. El dictamen de los jueces de que era el hombre que encendía el fuego quien causaba la molestia por el humo es verdadero sólo si suponemos que la pared es el factor dado. Esto es lo que los jueces hicieron al decidir que el hombre que elevó la pared alta tenía Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 21 un derecho legal a hacerlo. El caso hubiera sido mucho más interesante si el humo hubiese dañado la madera. Entonces, hubiese sido el constructor de la pared quien hubiera sufrido el daño. El caso hubiese sido entonces semejante al de Sturges vs. Bridgman y hubiese existido poca duda de que el hombre que encendía el fuego era responsable del daño a la madera, a pesar del hecho de que no había ocurrido daño hasta que quien tenía la madera construyó la pared alta. Los jueces tienen que decidir sobre la responsabilidad legal, pero esto no debe confundir a los economistas sobre la naturaleza del problema económico. En el caso del ganado y la cosecha, resulta evidente que no existiría daño a la cosecha sin el ganado. Es igualmente cierto que no existiría daño a la cosecha sin la cosecha. El trabajo del médico no hubiese sido perturbado si el panadero no hubiese trabajado con su maquinaria; pero la maquinaria no hubiese perturbado a nadie si el médico no hubiese construido su consultorio en esa ubicación particular. Las fibras eran ennegrecidas por el humo proveniente del fabricante de sulfato de amonio; pero no hubiese ocurrido daño si el productor de fibras no hubiese decidido colgar sus fibras en un lugar particular y usar un agente blanqueador específico. Si vamos a discutir el problema en términos de causas, ambas partes causan el daño. Si nos vamos a atener a una asignación óptima de los recursos, es deseable entonces que ambas partes tomen en cuenta el efecto dañino (la molestia) al decidir sobre su curso de acción. Uno de los aspectos positivos de un sistema de precios que opera sin problemas es que, como ya ha sido explicado, la disminución del valor de la producción debida al efecto dañino es un costo para ambas partes. Bass vs. Gregory10 servirá como una excelente ilustración final del problema. Los demandantes eran los propietarios y el arrendatario de una hostería llamada Jolly Anglers. El demandado era el propietario de algunas casas y un lote vecino a Jolly Anglers. Bajo la hostería había un sótano excavado en la roca. En el sótano se había abierto un gran orificio que daba a un viejo pozo ubicado en el lote del demandado. El pozo se transformaba entonces en la ventana de ventilación para el sótano. El sótano había sido “usado para elaboración de cerveza, que sin ventilación no podría llevarse a cabo”. La causa de la acción fue que el demandado quitó una reja de la boca del pozo, “de modo que detuvo el libre paso de aire desde el sótano a través del pozo [...]”. Lo que determinó que el demandado hiciera esta reforma, no está muy claro en el informe del caso. Quizá “el aire [...] impregnado por las operaciones de la elaboración de cerveza” que “pasaba por el pozo y se esparcía en el aire libre” era ofensivo para él. De cualquier modo, decidió eliminar el pozo de su jardín. La Corte tuvo que determinar primero si los propietarios de la hostería tenían derecho a una corriente de aire. Si tenían este derecho, el caso debe ser diferenciado del de Bryant vs. Lefever (ya considerado). Esto no presentó dificultades. En este caso, la corriente de aire estaba confinada a un “canal estrictamente 10 25 Q.B.D. 481 (1890). Universidad Autónoma de Colombia 22 RONALD H. COASE definido”. En el caso de Bryant vs. Lefever, lo que estaba involucrado era “la corriente de aire común a toda la humanidad”. El juez sostuvo entonces que los propietarios de la hostería podían tener derecho a una corriente de aire, en tanto que el propietario de la casa privada en Bryant vs. Lefever no lo tenía. Un economista podría inclinarse a agregar: “Pero el aire se movía de todos modos”. Sin embargo, todo lo que se había decidido en esa etapa de la discusión era que podía haber derecho legal, no que los propietarios de la hostería lo tuviesen. Pero las pruebas demostraron que la ventana del sótano hacia el pozo había existido desde hacía casi cuarenta años y que el uso del pozo como ventilación debía haber sido conocido por los propietarios del lote, dado que el aire, cuando emergía, olía a las operaciones de la elaboración de cerveza. El juez, por lo tanto, sostuvo que la hostería tenía ese derecho por la “doctrina del privilegio perdido”. Esta doctrina establece “que si un derecho legal se prueba que ha existido y ha sido ejercitado durante un cierto número de años, la ley debe presumir que tuvo un origen legal”.11 Por lo tanto, el propietario de las casas y el lote tuvo que abrir el pozo nuevamente y soportar el olor. El razonamiento empleado por la Corte para determinar los derechos legales a menudo parecerá extraño a los economistas, porque muchos de los factores sobre los que se toma la decisión son, para el economista, irrelevantes. Debido a esto, situaciones que son, desde el punto de vista del economista, idénticas, serán tratadas muy distintamente por las cortes. El problema económico en todos los casos de efectos nocivos es cómo maximizar el valor de la producción. En el caso de Bass vs. Gregory, el aire fresco era obtenido a través del pozo que facilitaba la producción de cerveza, pero el aire viciado era expelido a través del pozo que tornaba desagradable la vida en las casas vecinas. El problema económico era decidir qué elegir: un costo más bajo de la cerveza y vida menos agradable en las casas vecinas, o mayor costo de la cerveza y una vida más agradable. Al decidir esta cuestión, “la doctrina del privilegio perdido” es tan relevante como el color de los ojos del juez. Pero debe recordarse que la cuestión inmediata enfrentada por las cortes no es lo que se hará, sino quién tiene derecho legal a hacerlo. Siempre es posible modificar mediante transacciones de mercado la delimitación legal inicial de los derechos. Y, por supuesto, si tales transacciones de mercado no tienen costo, siempre tendrá lugar la reasignación de los derechos si conduce a un incremento del valor de la producción. 11 Puede preguntarse por qué no se podría también presumir una pérdida en el caso del panadero que había trabajado con una mezcladora durante más de sesenta años. La respuesta es que hasta que el médico construyó el consultorio en el fondo de su jardín, no había molestia. Por lo tanto, la molestia no había durado muchos años. Es cierto que el panadero en su testimonio se refirió a “una señora inválida que ocupó la casa en cierta ocasión”, treinta años antes, “quien le solicitaba si era posible abandonar el uso de las mezcladoras antes de las ocho de la mañana”, y que había ciertas pruebas de que la pared del jardín había estado sometida a vibraciones. Pero la Corte tuvo poca dificultad para deshacerse de este argumento: “[...] esta vibración, aun cuando hubiese existido, era tan débil, y la queja, si es que puede llamarse queja, de la señora inválida [...] fue tan insignificante que [...] los actos del demandado no hubiesen dado lugar a ningún procedimiento, ya sea de ley o de equidad” (11, cap. D 863). O sea, el panadero no había molestado, hasta que el médico construyó su consultorio. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 23 6. Consideración del costo de las transacciones de mercado Hemos seguido hasta aquí el argumento bajo el supuesto (explícito en las secciones III y IV, y tácito en la sección V) de que no existían costos para llevar a cabo las transacciones de mercado. Este es, obviamente, un supuesto muy irreal. Para llevar a cabo transacciones de mercado es necesario, entre otras cosas, descubrir con quién deseamos transar, informar a la gente que deseamos intercambiar y en qué términos, conducir negociaciones que lleven a un convenio, redactar el contrato, llevar a cabo la inspección necesaria para asegurarnos de que los términos del contrato se observan. Estas operaciones son, a menudo, muy costosas; suficientemente costosas para evitar muchas transacciones que se llevarían a cabo en un mundo en el que el sistema de precios funcionase sin costos. En secciones anteriores, cuando tratamos el problema de reordenamiento de los derechos legales a través del mercado, se sostuvo que tal reordenamiento se haría a través del mercado cada vez que esto condujera a un incremento del valor de la producción. Pero esto suponía transacciones de mercado sin costo. Una vez que son tomados en cuenta los costos de llevar a cabo transacciones de mercado, es claro que tal reordenamiento de los derechos sólo se emprenderá cuando el incremento en el valor de la producción a consecuencia del reordenamiento sea mayor que los costos en que se incurriría por este hecho. Cuando es menor, la concesión de un requerimiento judicial (o el conocimiento que se concederá) o la responsabilidad de pagar daños (o puede evitar que se comience) pueden hacer que se suspenda una actividad, que se llevaría a cabo si las transacciones de mercado no tuviesen costo. En estas condiciones, la delimitación inicial de los derechos legales tiene un efecto en la eficiencia con que opera el sistema económico. Un ordenamiento de los derechos puede ocasionar un valor mayor de la producción que cualquier otro. Pero si este arreglo de derechos no es establecido por el sistema legal, los costos de alcanzar el mismo resultado, alterando y combinando los derechos a través del mercado, pueden ser tan grandes que este arreglo óptimo de los derechos, y el mayor valor de la producción que ocasionaría, tal vez nunca se logre. El papel desempeñado por las consideraciones económicas en el proceso de delimitar los derechos legales se discutirá en la sección siguiente. En esta, consideraré la delimitación inicial de los derechos y los costos de llevar a cabo las transacciones de mercado como dadas. Está claro que una forma alternativa de organización económica que podría lograr el mismo resultado, a un costo menor que el que implicaría recurrir al mercado, permitiría que se aumentase el valor de la producción. Como expliqué hace muchos años, la empresa representa una alternativa a la organización de la producción a través de las transacciones de mercado (Coase, 1937, p. 386). Dentro de la empresa individual se eliminan los convenios entre los distintos factores cooperantes en la producción y las transacciones de mercado se substituyen Universidad Autónoma de Colombia 24 RONALD H. COASE por una decisión administrativa. El reordenamiento de la producción tiene lugar entonces sin necesidad de convenios entre los propietarios de los factores de la producción. Un terrateniente que controla una gran parcela de tierra puede dedicarla a distintos usos teniendo en cuenta el efecto que ejercerán las interrelaciones de las distintas actividades en el rendimiento de la tierra; de este modo se tornarán innecesarias las negociaciones entre quienes llevan a cabo las distintas actividades. Los propietarios de un gran edificio o de varias propiedades vecinas en una zona dada pueden actuar del mismo modo. En efecto, usando nuestra terminología anterior, la empresa puede adquirir los derechos legales de todas las partes y el reordenamiento de las actividades no se realizaría sobre un reordenamiento de los derechos mediante contrato, sino como resultado de una decisión a nivel administrativo sobre cómo deben usarse los derechos. Por supuesto, no se deduce que los costos administrativos de organizar una transacción a través de la empresa sean necesariamente menores que los costos de las transacciones de mercado. Pero cuando los contratos son muy difíciles de lograr y el intento de describir lo que las partes han acordado hacer o no hacer (por ejemplo, la cantidad y tipo de humo o ruido que pueden o no producir) requiere de un documento extenso, y si, como es probable, fuera deseable un contrato de larga duración,12 sería poco sorprendente si la solución adoptada en muchas ocasiones para enfrentar problemas de efectos dañinos no fuese el surgimiento de una empresa o la extensión de las actividades de una empresa existente. Esta solución se adoptaría cuando los costos administrativos de la empresa fueran menores que los costos de las transacciones de mercado que reemplaza y si las ganancias derivadas del reordenamiento de las actividades fuesen mayores que los costos de organizarlas para las empresas. No necesito examinar con gran detalle el carácter de esta solución, ya que la he explicado en mi artículo anterior. Pero la empresa no es la única solución posible para este problema. Los costos administrativos de organizar las transacciones dentro de la firma pueden también ser altos, y particularmente cuando se realizan muchas actividades distintas dentro del control de una sola organización. En el caso de la molestia del humo, que puede afectar a un gran número de personas comprometidas en una amplia variedad de actividades, los costos administrativos pueden ser tan altos que hagan imposible cualquier tentativa de manejar el problema dentro de los confines de una sola empresa. Una solución alternativa es la regulación directa por parte del Gobierno. En vez de instituir un sistema legal que puede ser modificado por transacciones en el mercado, el Gobierno puede imponer regulaciones que establezcan lo que la gente debe hacer o no, y cuáles deben ser obedecidas. Así, el Gobierno (mediante leyes o quizá más probablemente a través de un organismo administrativo) puede encarar el problema de la molestia del humo, decretar que ciertos métodos de producción deben o no usarse (por ejemplo, que hay que instalar métodos para 12 Por las razones explicadas en mi artículo anterior, véase Readings in Price Theory, n. 14, en p. 337. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 25 eliminar el humo o que no hay que quemar carbón o petróleo) o puede confinar algunos tipos de negocios a ciertos distritos (regulación zonal). El Gobierno es, en cierto sentido, una superempresa (pero de una clase muy especial), ya que es capaz de influir en el uso de los factores de producción mediante decisiones administrativas. Pero la empresa ordinaria está sujeta a controles en sus operaciones debido a la competencia de otras empresas que pueden administrar las mismas actividades a un costo más bajo, y también porque siempre existen las transacciones de mercado como alternativa a la organización dentro de la empresa si los costos administrativos se hacen demasiado grandes. El Gobierno puede, si lo desea, evitar el mercado; lo que una empresa nunca puede hacer. La empresa debe realizar acuerdos de mercado con los propietarios de los factores de producción que usa. Así como el Gobierno puede reclutar o determinar el tamaño de la propiedad, también puede decretar que los factores de producción deben usarse de tal y cual forma. Tal método autoritario evita muchos problemas (para quienes realizan la organización). Además, el Gobierno tiene a su disposición la policía y otros organismos para la observancia de la ley, de modo que asegure de que sus medidas sean llevadas a cabo. Está claro que el Gobierno tiene la capacidad de obtener ciertas cosas a un costo menor que una organización privada (sin los poderes especiales del Gobierno). Pero la máquina administrativa del Gobierno no es, en sí misma, sin costo. Puede, en realidad, ser en ocasiones extremadamente costosa. Además, no hay razón para suponer que las regulaciones zonales y restrictivas, realizadas por una administración falible sujeta a presiones políticas y que opera sin el aliciente competitivo, será necesariamente siempre aquella que incremente la eficiencia con que opera el sistema económico. Además, tales regulaciones generales que deben imputarse a una amplia variedad de casos serán aplicadas en algunos de ellos de forma claramente inadecuada. De estas consideraciones se deduce que la regulación gubernamental directa no necesariamente presentará mejores resultados que la solución de mercado o a través de la empresa. Pero igualmente, no hay razón por la que, en ocasiones, tal regulación administrativa gubernamental no deba conducir a un aumento de la eficiencia económica. Esto parecería particularmente probable cuando —como es normalmente el caso con la molestia por el humo—, un gran número de personas son afectadas y, por lo tanto, los costos de manejar el problema a través del mercado o la empresa pueden ser altos. Existe, por supuesto, otra alternativa, que es no hacer nada frente al problema. Y aceptado que los costos involucrados en la solución del problema mediante las regulaciones de la máquina administrativa gubernamental serán a menudo pesados (particularmente si incluyen todas las consecuencias que se deducen de la dedicación del Gobierno a este tipo de actividad), sin duda que la ganancia que provenga de la regulación de las acciones que dan lugar a los efectos nocivos será menor que los costos asociados a la regulación del Gobierno. La discusión, en esta sección, del problema de los efectos nocivos (cuando se toman en cuenta los costos de las transacciones de mercado) es muy inadecuada. Pero, por Universidad Autónoma de Colombia 26 RONALD H. COASE lo menos, se ha aclarado que el problema es elegir los arreglos sociales pertinentes para manejar los efectos nocivos. Todas las soluciones tienen costos y no hay razón para suponer que la regulación del Gobierno será beneficiosa, aunque el problema no esté bien manejado por el mercado o por la empresa. Visiones satisfactorias de política sólo pueden provenir de un estudio consciente de cómo el mercado, las empresas y el Gobierno manejan, en la práctica, el problema de los efectos nocivos. Los economistas siempre necesitan estudiar el trabajo del broker al acercar las partes, la efectividad de convenios restrictivos, los problemas del desarrollo en gran escala de la compañía, la operación de las zonificaciones del Gobierno y otras actividades reguladoras. Creo que los economistas, y en general los que delinean la política, han tendido a sobrestimar las ventajas que provienen de la regulación gubernamental. Pero esta creencia, aun si se justificara, no hace más que sugerir que las regulaciones del Gobierno deben disminuirse. No nos dice dónde hay que dibujar la línea límite. Esto, me parece, tiene que provenir de una investigación detallada de los resultados concretos de abordar el problema en distintas formas. Pero sería desafortunado que esta investigación fuese realizada con la ayuda de un análisis económico erróneo. La meta de este artículo es indicar cuál debiera ser el enfoque económico del problema. 7. La delimitación legal de los derechos y el problema económico La discusión de la sección V no sólo sirvió para ilustrar el argumento, sino también para echar una ojeada al enfoque legal del problema de los efectos nocivos. Todos los casos considerados eran ingleses, pero podría hacerse fácilmente una selección similar de casos norteamericanos y el carácter del razonamiento hubiese sido el mismo. Por supuesto, si las transacciones del mercado fueran gratuitas, todo lo que importaría (aparte de las cuestiones de equidad) es que los derechos de las distintas partes debieran estar bien definidos y los resultados de las acciones legales fueran fáciles de pronosticar. Pero, como hemos visto, la situación es muy diferente cuando las transacciones de mercado son tan costosas como para hacer difícil cambiar el ordenamiento de los derechos establecidos por la ley. En tales casos, la justicia influye directamente en la actividad económica. Parecería entonces deseable que las cortes comprendieran las consecuencias económicas de sus decisiones y pudieran, en la medida en que esto sea posible, sin crear demasiada incertidumbre acerca de la tesis de la ley en sí misma, tomar en cuenta estas consecuencias cuando adoptan sus decisiones. Aun cuando se pueda cambiar la delimitación legal de los derechos a través de las transacciones de mercado, es obviamente deseable reducir las necesidades de tales transacciones y disminuir así el empleo de recursos para llevarlas a cabo. Un examen completo de las presunciones de la justicia al juzgar tales casos sería de gran interés, pero no me ha sido posible llevarlo a cabo. Sin embargo, está claro en Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 27 un rápido estudio que las cortes a menudo han reconocido las consecuencias económicas de sus decisiones y conocen (a diferencia de muchos economistas) la naturaleza recíproca del problema. Además, de tiempo en tiempo toman en cuenta para adoptar sus decisiones estas consecuencias económicas, junto con otros factores. Los escritores norteamericanos sobre esta materia se refieren a la cuestión de una forma más explícita que los británicos. Así, para citar a Prosser sobre agravios (Torts), una persona: [puede] usar su propiedad o [...] conducir sus asuntos provocando algún daño en sus vecinos. Puede operar una fábrica cuyo ruido y humo causen alguna incomodidad a los demás, mientras se mantenga dentro del límite de lo razonable. Sólo cuando su conducta es irrazonable, a la luz de su utilidad y el daño que resulta [sin cursiva en el original], se transforma en una molestia [...]. Como se dijo en un antiguo caso respecto de la fabricación de velas en una ciudad, ‘Le utility del chose excusera le noisomeness del stink’. El mundo debe tener fábricas, fundiciones de metales, refinerías de petróleo, maquinaria ruidosa y quemaderos aun a expensas de algún inconveniente para los vecinos y el demandante puede ser obligado a aceptar alguna incomodidad razonable en aras del bienestar general.13 Los escritores británicos no establecen tan explícitamente que una comparación entre la utilidad y el daño producido sea un elemento para decidir si un efecto nocivo debe ser considerado como una molestia. Pero pueden hallarse enfoques similares, aun cuando sean expresados menos enfáticamente.14 La doctrina de que el efecto dañino debe ser substancial para que actúe la justicia es, sin duda, en parte un reflejo del hecho de que casi siempre habrá alguna ganancia que compense el daño. Y en los informes de casos individuales se ve claramente que los jueces han tenido en mente lo que se perdería y, al mismo tiempo, lo que se ganaría al decidir si se accede a una demanda o solicitud de compensación de daños. Así, al rechazar evitar la destrucción de un paisaje por un nuevo edificio, el juez expresó: “No conozco ninguna regla de derecho común que [...] diga que el construir de tal modo que se prive del paisaje a otro sea una molestia. Si ese hubiese sido el caso, no podrían existir grandes ciudades; y debería requerir judicialmente a todos los nuevos edificios de esta ciudad...”.15 13 Véase Prosser (1955, pp. 398-399, 412). La cita sobre el antiguo caso de la fabricación de velas se ha tomado de Fitzjames Stephen (1890, p. 106). Sir James Stephen no da referencias. Quizá tenía en mente Rex vs. Ronkett, incluido en Seavey, Keeton y Thurston (1950, p. 604). Un enfoque similar al expresado por Prosser se encuentra en Harper & James (1956, pp. 67-74); Restatement, Torts 826, 827 y 828. 14 Véase Winfield sobre Torts 6a ed, (T. E. Lewis, 1954) pp. 541-548; Salmond sobre Law of Torts, 12a ed., (R. F. V. Heuston, 1957) pp. 181-190; H. Street, The Law of Torts (1959), pp. 221-229. 15 Attorney General vs. Dougthy, 2 Ves. Sen. 453, 28 Eng. Rep. 290 (cap. 1752). Compárese lo dicho por un juez americano, citado en Prosser (1955, p. 413, n. 54); “Sin humo, Pittsburgh hubiese sido una linda villa”, Musmanno, I, en Versailles Borough vs. McKeesport Coal & Coke Co., 1935, 83 Pitts. Leg. J. 379, 385. Universidad Autónoma de Colombia RONALD H. COASE 28 En Webb vs. Bird16 se decidió que no era una molestia construir una escuela tan cerca de un molino de viento como para obstruir las corrientes de aire y estorbar el funcionamiento del molino. Un caso anterior parece haber sido decidido en dirección opuesta. Gale comentó: “En los viejos mapas de Londres una fila de molinos de viento aparece en las alturas hacia el norte de Londres. Probablemente, en la época del rey Jacobo se consideró que era una circunstancia alarmante, que afectaría el abastecimiento de alimentos de la ciudad, que alguien construyera tan cerca de ellos que quitara el viento a sus aspas”.17 En uno de los casos discutidos en la sección V, Sturges vs. Bridgman, es claro que los jueces estaban pensando en las consecuencias económicas de las decisiones alternativas. Al argumento de que si el principio que parecían estar siguiendo era llevado hasta sus consecuencias lógicas produciría los más serios inconvenientes prácticos. Esto por cuanto un hombre podría ir —digamos al medio de las tenerías de Bermondsey o a cualquiera otra localidad relacionada con un comercio o manufactura particular de carácter ruidoso o insalubre—, construir una residencia privada en un lote libre y poner fin a dicho comercio o manufactura. Los jueces contestaron que: […] si algo es o no una molestia es un elemento a determinarse, no solamente una consideración abstracta de la cosa en sí misma, sino con referencia a sus circunstancias; lo que sería una molestia en Belgrave Square no lo sería necesariamente en Bermondsey, y donde una localidad se dedica a un comercio o una manufactura particular, llevada a cabo por los comerciantes o fabricantes en una forma particular y establecida que no constituye una molestia pública, los jueces y jurados estarán en lo cierto al hallar que el comercio o manufactura así llevado a cabo en esa localidad no es un mal privado punible.18 Que el carácter del vecindario es relevante para decidir si algo es o no una molestia, es algo definitivamente establecido: A quien le disguste el ruido del tránsito no debe fijar su residencia en el corazón de una gran ciudad. Quien ama la paz y la quietud no debe vivir en un lugar dedicado al negocio de la fabricación de calderas o barcos de vapor.19 Lo que ha surgido se ha descrito como “planeamiento y zonificación por parte de la administración judicial” (Haar, 1959, p. 95). Por supuesto, existen a veces considerables dificultades para aplicar el criterio.20 16 C. B. (N. S.) 268, 142 Eng. Rep. 445 (1861); 13 C. B. (N. S.) 841, 143 Eng. Rep. 332 (1863). 17 Véase Bowles (1959). 18 11 cap. D, 865 (1879). 19 Salmond, en Law of Torts, 12» ed. (R. F. V. Heuston, 1957), p. 182. 20 Véase, por ejemplo, Rushmer vs. Polsue and Alfieri, Ltd. [1906] 1 cap. 234, que presenta el caso de una casa en una ubicación silenciosa, en un distrito ruidoso. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 29 Un ejemplo interesante del problema se halla en Adams vs. Ursell,21 en el cual un negocio de pescado frito en un distrito de clase trabajadora se levantó cerca de casas de “mucho mejor carácter”. Inglaterra sin pescado y papas fritas es una contradicción, y el caso revistió gran importancia. El juez comentó: Se recomendó que una demanda causaría un gran daño al demandado y a la gente pobre que compraba comida en este negocio. La respuesta es que no se deduce que el demandado no pueda trasladar su negocio a otro lugar más adecuado en otra parte del barrio. No se deduce de ningún modo que porque un negocio de pescado frito sea una molestia en un lugar, lo sea en cualquier otro. En realidad, la demanda que prohibía al señor Ursell continuar con su negocio no se extendió a toda la calle. Por lo que presumiblemente pudo trasladarse a otro lugar cerca de casas de “mucho peor carácter”, cuyos habitantes, sin duda, considerarían que la disponibilidad de pescado y papas fritas compensaba el olor molesto, y la “niebla” descrita tan gráficamente por el demandante. Si no hubiese habido un “lugar más adecuado en el vecindario”, el caso hubiese sido más difícil y la decisión podría haber resultado diferente. ¿Qué hubiese tenido “la gente pobre” para comer? Ningún juez inglés les hubiese dicho: “Que coman tortas”. Las cortes no siempre se refieren muy claramente al problema económico señalado por los casos que se les presentan, pero parece probable que de la interpretación de palabras y frases tales como “razonable” o “uso común u ordinario” surja algún reconocimiento, quizá inconsciente y ciertamente no muy explícito, de los aspectos económicos de la cuestión tratada. Un buen ejemplo sería el juicio en la Corte de Apelaciones del caso Andreae vs. Selfridges and Company Ltd.22 En este caso, un hotel (en Wigmore Street) estaba situado al lado de una obra abandonada. Lo que quedaba de dicha obra fue adquirido por Selfridges, quien demolió el edifico existente para levantar otro en su lugar. El hotel sufrió pérdida de clientela como consecuencia del ruido y el polvo causados por la demolición. El propietario del hotel inició acción contra Selfridges por daños. En el juzgado de menor instancia el hotel fue recompensado con £4.500 por daños. El caso fue apelado luego. El juez que había fallado a favor del propietario del hotel en el primer juzgado dijo: No puedo considerar lo que los demandados hicieron en la obra como algo común en el uso y ocupación ordinaria de tierras o casas. Tampoco es usual ni común en este país que la gente excave un baldío hasta una profundidad de 60 pies y luego levante una estructura de acero y asegure dicha estructura con remaches [...] ni creo que es un uso común u ordinario de la tierra, en este país, actuar como los demandados lo hicieron cuando realizaron la segunda operación —a saber: demoler todas las casas que tenían que demoler, creo que cinco o seis, si no más, y usar para la demolición martillos neumáticos—. 21 [1913] 1 cap. 269. 22 [1938] 1 cap. 1. Universidad Autónoma de Colombia RONALD H. COASE 30 Sir Wilfred Greene, M. R., en representación de la Corte de Apelaciones, observó primero: “ […] que cuando se está tratando con operaciones temporales, tales como demolición, reconstrucción, todos tienen que soportar cierta cantidad de incomodidad porque las operaciones de este tipo no pueden llevarse a cabo sin ruido o una cierta cantidad de polvo. Por lo tanto, la ley respecto de la interferencia debe leerse sujeta a esta salvedad [...]”. Se refirió luego al juicio anterior: Con gran respeto al juez, creo que no ha enfocado la materia desde el ángulo correcto. Me parece que no es posible decir [...] que el tipo de demolición, excavación y construcción que había iniciado la compañía del demandado era tan anormal o inusual como para evitar la salvedad a que me he referido. Me parece que, cuando la regla habla de uso común u ordinario de la tierra, no significa que los métodos de uso de la tierra y la construcción sobre la misma vayan a estar establecidos para siempre. Al correr del tiempo, nuevos inventos o nuevos métodos permiten que la tierra sea mejor usada, ya sea cavando en la tierra o elevándose al cielo. Si, desde otros puntos de vista, esto es algo deseable para la humanidad, no se va a tratar aquí; pero es parte del empleo normal de la tierra usarla, en cuanto a construcción, en el tipo particular que se desee y en la profundidad de cimientos y altura de la construcción que parezca razonable, en las circunstancias y en vista del progreso actual... Los huéspedes de los hoteles se disgustan muy fácilmente. La gente que venía a este hotel, que estaba acostumbrada al lugar tranquilo, al volver y hallar la demolición y la construcción pueden muy bien haber considerado que el mérito particular de este hotel no existía ya. Eso sería un infortunio para el demandante; pero suponiendo que no había nada malo en los trabajos de la compañía del demandado, suponiendo que se estaba llevando a cabo la demolición y la construcción, aun produciendo ruido pero con la habilidad razonable, y tomando todas las precauciones necesarias para no causar molestias a sus vecinos, entonces el demandante puede perder todos sus clientes en el hotel, porque han perdido la atracción de un lugar tranquilo, pero no tiene causa para quejarse [...]. Pero quienes dicen que la reducción del confort de los vecinos se justifica porque sus operaciones son normales y usuales y están conducidas con cuidado y habilidad tienen el deber específico [...] de usar ese cuidado y esa habilidad. No es una actitud correcta decir: “¡Continuaremos y haremos lo que nos gusta hasta que alguien se queje!” [...] Su deber es tomar las precauciones debidas y cuidar que la molestia se reduzca a un mínimo. Y no pueden responder: “Pero esto significaría que tendremos que hacer el trabajo más lentamente de lo que nos gustaría hacerlo, o nos acarrearía gastos extras”. Todas estas cuestiones son de sentido común y no sería razonable esperar que la gente realizara su trabajo tan lentamente o con tantos gastos, con el fin de evitar un inconveniente transitorio tal que el costo y el trabajo fueran prohibitivos [...]. En este caso, la actitud de la compañía del demandado parece haber continuado hasta que alguien se quejó y, además, que su deseo de apurar el trabajo y conducirlo, Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 31 de acuerdo con sus ideas y conveniencias, prevalecería si existiese un conflicto real entre esto y la comodidad de sus vecinos. Que... no está realizando la obligación de aplicar cuidado y habilidad razonables... El efecto resulta ser... el demandante sufre una molestia digna de demanda... tiene derecho, no a una suma nominal, sino a una suma substancial, basada en aquellos principios..., pero para llegar a esta suma... he descontado toda pérdida de clientela... que podría deberse a la pérdida general de atracciones por lo que estaba ocurriendo en el lugar... El resultado final fue que los daños se redujeron de £4.500 a £1.000. Las discusiones de esta sección se han referido, hasta aquí, a las decisiones de la Corte que surgen del derecho común respecto de las molestias. La delimitación de derechos en esta área también proviene de leyes. La mayoría de los economistas parecería que creen que la finalidad de la acción gubernamental en este campo debe rebasar la competencia de la ley sobre molestias (law of nuisance) al designar como actividades molestas las que no serían reconocidas como tales por el derecho consuetudinario (common law). Y no puede haber duda de que algunas leyes, por ejemplo las de salud pública, han tenido este efecto. Pero no todas las disposiciones del Gobierno son de esta clase. El efecto de mucha legislación en esta área es proteger los negocios de las demandas de quienes han sido dañados por sus actividades. Existe una larga lista de molestias legalizadas. La posición ha sido resumida en Halsbury’s Laws of England del siguiente modo: Cuando la legislación decide que una cosa puede, en todos los casos, hacerse o autoriza ciertos trabajos en un lugar dado con un fin específico, o garantiza poderes con la intención de que se ejerciten, aunque deje abierto el modo de ejercitarlos, ninguna acción se ejercerá por derecho común, por molestia o daño que sea el resultado indispensable de llevar a cabo los poderes legales así conferidos. Esto es así ya sea que el acto que cause el daño se autorice para fines públicos o para beneficio privado. Los actos realizados bajo poderes otorgados por personas en quienes el Parlamento ha delegado autoridad para ejercer dichos poderes, por ejemplo, por órdenes provisionales de la Comisión de Comercio, se consideran como realizadas bajo autoridad legal. En ausencia de negligencia, parece que un cuerpo que ejercite poderes legales no será responsable de una acción sólo porque pueda, actuando en una forma diferente, haber minimizado un daño. Se dan a continuación ejemplos de exención de responsabilidad por actos autorizados: una acción ha sostenido que no está en contra del cuerpo que ejercita sus poderes legales sin negligencia con respecto a la inundación de tierra por aguas que escapan de cursos de agua, de tuberías de agua, de drenajes, o de un canal; las emanaciones provenientes de alcantarillas; de las aguas residuales de las alcantarillas: el hundimiento de un camino encima de una alcantarilla; vibración o ruido causado por Universidad Autónoma de Colombia 32 RONALD H. COASE un ferrocarril; incendios causados por acciones autorizadas; la contaminación de un arroyo cuando se han satisfecho los requisitos legales para usar el mejor método conocido de purificación antes de descargar en el afluente; interferencia con un sistema de teléfonos o telégrafos por un tranvía eléctrico; la introducción de postes para tranvías en el subsuelo; las molestias causadas por cosas razonablemente necesarias para la excavación de trabajos autorizados; daño accidental causado por la ubicación de una reja en la calzada; el escape de ácido del alquitrán; o interferencia al acceso por una protección de calzada o barreras de seguridad en el borde de un pavimento.23 La tesis de la ley en Estados Unidos parecería ser esencialmente la misma que en Inglaterra, salvo que el poder de las legislaturas para autorizar lo que serían molestias bajo el derecho consuetudinario (common law), por lo menos sin dar compensación a la persona perjudicada, es más limitado, ya que está sujeto a restricciones constitucionales.24 Sin embargo, el poder existe y pueden encontrarse casos más o menos idénticos a los de Inglaterra. La cuestión ha surgido en conexión con los aeropuertos y las operaciones de aviones. El caso de Delta Air Corporation vs. Kersey, Kersey vs. City of Atlanta (Suprema Corte de Georgia, 1942) es un buen ejemplo. El señor Kersey compró tierra y construyó una casa allí. Algunos años después, la ciudad de Atlanta construyó un aeropuerto en la tierra inmediatamente vecina a la de Kersey. Se explicó que su propiedad tenía “una ubicación tranquila, pacífica y adecuada para una casa antes de que se construyese el aeropuerto, pero el polvo, los ruidos y el vuelo bajo de los aviones determinado por las actividades del aeropuerto han convertido a esta propiedad en inadecuada para hogar”, estado de cosas que fue descrito en el informe del caso con numerosos detalles. El juez primero se refirió a un caso anterior, Thrasher vs. City of Atlanta,25 en el cual se hizo notar que la ciudad de Atlanta había sido expresamente autorizada a construir un aeropuerto. Mediante esta franquicia la aviación fue reconocida como un negocio legal y también como una empresa afectada por el interés público [...] todas las personas que usan [el aeropuerto] en la forma prevista por la ley están dentro de la protección e inmunidad de la franquicia garantizada por la municipalidad. Un aeropuerto no es una molestia por sí mismo, aunque puede transformarse en tal por la forma de su construcción u operación. Dado que la aviación era un negocio legal que afectaba al interés público y que la construcción del aeropuerto estaba autorizada por ley, el juez se refirió luego a Georgia Railroad and Banking Co. vs. Maddox,26 a propósito de lo que había dicho: 23 Véase 30, Halsbury, Law of England, 3a ed. (1960) pp. 690-691, artículo sobre las autoridades públicas y los funcionarios públicos. 24 Véase Prosser (1955, p. 421) y Harper y James (1956, pp. 86-87). 25 178 Ga 514, 173 S.E. 817 (1934). 26 116 Ga. 64, 42 S.E. 315 (1902). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 33 Cuando se ubica una terminal de ferrocarril y su construcción es autorizada bajo poderes legales, si está construida y operada en una forma adecuada, no puede juzgársela una molestia. De acuerdo con ello, las molestias e inconvenientes de las personas que residen cerca de dicha terminal, por el ruido de locomotoras, de los vagones, las vibraciones que se producen, el humo, carboncillo, hollín y similares, que resultan del uso común y necesario, y por lo tanto adecuado, de tal lugar, no son molestias, sino que son concomitantes necesarios de la franquicia otorgada. En vista de ello, el juez decidió que el ruido y el polvo del que se quejaba el señor Kersey “pueden ser considerados incidentales a la operación adecuada de un aeropuerto, y por lo tanto, no puede decirse que constituyan una molestia”. Pero la queja contra el bajo vuelo de los aviones fue diferente: [...] puede decirse que los vuelos [...] a una altura de 25 o 50 pies por encima de la casa del señor Kersey son inminentemente peligrosos para [...] la vida y la salud [...] ¿son un concomitante necesario de un aeropuerto? No consideramos que esto pueda contestarse afirmativamente. No hay ninguna razón por la cual la ciudad no pueda tener tierra de una extensión (suficientemente grande) [...] como para no necesitar tales vuelos bajos [...] Por conveniencia pública de los propietarios de las tierras vecinas deben sufrir inconvenientes tales como el ruido y el polvo como resultado de la operación usual y adecuada de un aeropuerto, pero sus derechos privados tienen preferencias a los ojos de la ley cuando el inconveniente no es uno que se demande por un aeropuerto construido y operado adecuadamente. Por supuesto, esto suponía que la ciudad de Atlanta podía evitar el vuelo bajo y el aeropuerto podía continuar operando el aeropuerto. El juez, por lo tanto, añadió: De todo esto parece desprenderse que las condiciones que causan el vuelo bajo pueden remediarse; pero si en el juicio aparece que es indispensable al interés público que el aeropuerto continúe operando en las condiciones presentes, puede decirse que al peticionario se le negará toda compensación. En el curso de otro caso sobre aviación, Smilh vs. New England Aircraft Co.,27 la Corte estudió la ley estadounidense respecto de la legalización de molestias y es evidente que, en el fondo, es muy similar a la de Inglaterra: Es función del departamento legislativo del Gobierno en ejercicio del poder fiscalizador considerar los problemas y riesgos que surgen del uso de nuevos inventos e intentar ajustar los derechos privados y armonizar los intereses conflictivos mediante leyes generales para el bienestar público [...]. Existen [...] analogías donde la invasión del espacio aéreo con ruido, humo, vibraciones, polvo y olores desagradables, habiendo sido autorizada por el departamento legislativo del Gobierno y no siendo en efecto una condena de la propiedad, aunque en alguna medida deprecie su valor de mercado, debe ser soportado 27 270 Mass. 511, 170 N.E. 385, 390 (1930). Universidad Autónoma de Colombia 34 RONALD H. COASE por el propietario de la tierra sin compensación o remedio. La sanción legislativa transforma en legal lo que de otro modo sería una molestia. Ejemplos de esto son los daños a las tierras adyacentes que se originan por el humo, la vibración y los ruidos por la operación de un ferrocarril [...], el ruido de las sirenas de las fábricas [...], la disminución de molestias [...], la instalación de máquinas de vapor y hornos [...]; olores desagradables por alcantarillas, refinación de petróleo y almacenamiento de nafta [...]. La mayoría de los economistas parecen desconocer todo esto. Cuando no pueden dormir de noche por el ruido de los aeroplanos sobre sus cabezas (autorizados públicamente y quizá operados públicamente), no son capaces de pensar (o de descansar) durante el día por el ruido y vibración de los trenes que pasan (autorizados y quizá operados públicamente), hallan difícil poder respirar debido al olor proveniente de una alcantarilla (autorizada y quizá operada públicamente) y no pueden escapar porque los caminos están bloqueados por una obstrucción (sin duda, causada por alguna autoridad pública), sus nervios se quiebran y su equilibrio mental se perturba y proceden a reclamar por las desventajas de la empresa privada y la necesidad de regulación gubernamental. En tanto que la mayoría de los economistas parecen estar equivocados respecto del carácter de la situación por la que están atravesando, ocurre también que las actividades que les gustaría que cesaran o fueran restringidas pueden ser justificables socialmente. Todo es cuestión de sopesar las ganancias que se producirían por la eliminación de estos efectos dañinos con las ganancias que se perciben por permitir que continúen. Por supuesto, es probable que una prolongación de la actividad económica gubernamental conduzca, a menudo, a esta protección contra la acción por daños, llevada más allá de lo deseable. Por un lado, el Gobierno mira con ojos benévolos a las empresas que está promocionando. Por otro lado, es posible describir una molestia causada por la empresa pública en forma mucho más agradable que cuando la misma cosa es realizada por una empresa privada. Según las palabras del Lord de Justicia, sir Alfred Denning: “[...] el significado de la revolución social de hoy es que, mientras en el pasado la balanza se inclinaba demasiado a favor de los derechos de la propiedad y libertad de contrato, el Parlamento ha intervenido repetidamente para dar al bien público su lugar adecuado” (1949, p. 71). No caben dudas de que el Estado benefactor traerá probablemente una extensión de la inmunidad de responsabilidad por daños, que los economistas han tenido el hábito de condenar (aunque han tendido a suponer que esta inmunidad era un signo de muy poca intervención del Gobierno en el sistema económico). Por ejemplo, en Gran Bretaña, los poderes de las autoridades locales se consideran absolutos o condicionales. En la primera categoría, la autoridad local no tiene discreción en el ejercicio del poder conferido. “El poder absoluto puede decirse que cubre todas las consecuencias necesarias de su operación directa, aun cuando tales consecuencias provoquen una molestia”. Por otro lado, un poder condicionado sólo puede ejercitarse en tal forma que las consecuencias no constituyan una molestia. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 35 Es la intención de la legislatura la que determina si un poder es absoluto o condicional [...]. Como existe la posibilidad de que la política social de la legislatura pueda cambiar de tiempo en tiempo, un poder que en una etapa puede considerarse condicional, puede en otra interpretarse como absoluto, para alcanzar la política del Estado benefactor. Este punto debe tenerse en mente cuando se consideren algunos antiguos casos sobre este aspecto de la ley de las molestias. (Cairns, 1954, pp. 28-32) Parecería deseable resumir el contenido en esta larga sección. El problema que enfrentamos al manejar acciones que tienen efectos dañinos no es sencillamente restringir a los responsables de los mismos. Lo que debe decidirse es si la ganancia por evitar el daño es mayor que la pérdida que se sufriría de otro modo, como resultado de detener la acción que produce el daño. En un mundo donde hay costos de reordenar los derechos establecidos por el sistema legal, la justicia, en casos relativos a molestias, está tomando decisiones económicas sobre cómo han de emplearse los recursos. Se sostuvo que las cortes están conscientes de esto y que a menudo realizan, aunque no siempre en una forma muy explícita, una comparación entre lo que se ganaría y lo que se perdería evitando las acciones que tienen efecto dañino. Pero la delimitación de derechos es además el resultado de leyes. Aquí también hallamos pruebas de la aplicación de la naturaleza recíproca del problema. En tanto que las leyes se agregan a la lista de molestias, la acción es también tomada para legalizar lo que, de otro modo, serían molestias para el derecho consuetudinario. La clase de situaciones que los economistas están dispuestos a considerar como que requieren la acción correctiva del Gobierno son, en realidad, el resultado de la acción gubernamental. Tales acciones no son necesariamente desacertadas. Pero existe el peligro real de que la intervención extensiva del Gobierno en el sistema económico pueda conducir a la protección de los responsables de los efectos dañinos. 8. El tratamiento de Pigou en La economía del bienestar El origen del análisis moderno del problema discutido en este artículo es la obra de Pigou, Economics of Welfare, y en particular la sección de la parte II que se refiere a las divergencias entre los productos netos privado y social, que surgen debido a que una persona A, al prestar algún servicio, por el que se realiza un pago a una segunda persona B, incidentalmente también presta servicios a otras personas (no productoras de servicios semejantes), de tal clase que no se puede solicitar pago a las partes beneficiadas o compensación para las partes perjudicadas (Pigou, 1932, p. 183).28 Pigou dice que el propósito de la parte II de su libro es averiguar hasta dónde el libre juego del propio interés, actuando bajo el sistema legal existente, tiende a distribuir 28 Mis referencias aludirán siempre a la cuarta edición, pero el argumento y los ejemplos examinados en este artículo permanecieron substancialmente sin cambios desde la primera edición, de 1920, hasta la cuarta, de 1932; una gran parte (pero no todo) de este análisis había aparecido anteriormente en Wealth and Welfare (1912). Universidad Autónoma de Colombia 36 RONALD H. COASE los recursos del país en la forma más favorable para la producción de un gran dividendo nacional, y en qué medida es posible que la acción del Estado mejore las tendencias “naturales” (Pigou, 1932, p. xii). A juzgar por la primera parte de su expresión, el propósito de Pigou es descubrir si pueden realizarse mejoras en los ordenamientos existentes que determinan el uso de recursos. Dado que su conclusión es que es posible mejorar, habría sido dado esperar que continuara diciendo que se proponía establecer los cambios necesarios para que ello ocurriera. En vez de ello, Pigou agrega una frase que contrasta las tendencias “naturales” con la acción del Estado, que parece, en algún sentido, igualar los ordenamientos presentes con las tendencias “naturales”, lo que implica que lo que se requiere para ocasionar estas mejoras es la acción del Estado (si es posible). Esta es, más o menos, la posición de Pigou que se desprende del capítulo I de la parte II (Pigou, 1932, pp. 127-130). Pigou comienza refiriéndose a los “optimistas seguidores de los economistas clásicos”29 que han sostenido que el valor de la producción se maximizaría si el Gobierno no realizara ninguna interferencia en el sistema económico y los ordenamientos económicos fueran los que nacen “naturalmente”. Pigou continúa diciendo que si el interés propio promueve el bienestar económico, ello se debe a que las instituciones humanas han sido creadas para hacerlo así. (Esta parte del argumento de Pigou, que desarrolla con ayuda de una cita proveniente de Cannan, me parece correcta). Pigou concluye: Pero aun en los Estados más avanzados hay fracasos e imperfecciones [...] existen muchos obstáculos que evitan que los recursos de una comunidad se distribuyan [...] en la forma más eficiente. El estudio de esto constituye nuestro problema presente [...] sus fines son esencialmente prácticos. Este busca aclarar algunas de las formas en que los gobiernos pueden actualmente o en el futuro controlar el juego de las fuerzas económicas de modo de promover el bienestar económico, y, a través de ello, el bienestar total de sus ciudadanos como un todo. (Pigou, 1932, pp. 129-130) . El pensamiento básico de Pigou parecería ser: algunos han sostenido que no se necesita acción estatal. Pero el sistema se ha comportado tan bien como lo ha hecho debido a la acción estatal. Sin embargo, subsisten aún imperfecciones. ¿Qué acción adicional del Estado se necesita? Si este es un resumen correcto de la posición de Pigou, puede demostrarse su imperfección examinando el primer ejemplo que da sobre una divergencia entre el producto social y el privado. Puede suceder [...] que ciertos costos recaigan sobre personas a las que no les conciernen en forma directa, por ejemplo, los daños a bosques de los alrededores por chispas provenientes de las locomotoras. Todos estos efectos deben incluirse —algunos de ellos serán positivos, otros negativos— al 29 En Wealth and Welfare, Pigou atribuye el “optimismo” al mismo Adam Smith y no a sus seguidores. Allí se refiere a la “teoría sumamente optimista de Adam Smith de que el dividendo nacional, en circunstancias dadas de demanda y oferta, tiende ‘naturalmente’ a un máximo” (1912, p. 104). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 37 registrar el producto social neto del incremento marginal de cualquier volumen de recursos asignado a cierto uso o lugar. (Pigou, 1932, p. 134). El ejemplo usado por Pigou se refiere a una situación real. En Gran Bretaña, el ferrocarril normalmente no tiene que indemnizar a quienes sufren daño por incendios causados por las chispas provenientes de una locomotora. Considerando también el capítulo 9 de la parte II, deduzco que las recomendaciones de política de Pigou son, primero, que debiera haber acción estatal para corregir esta situación “natural”, y, segundo, que el ferrocarril debiera ser forzado a compensar a las personas cuyos bosques son quemados. Si esta es una interpretación correcta de la posición de Pigou, yo sostendría que la primera recomendación se basa en un error de interpretación de los hechos y que la segunda no es necesariamente deseable. Consideremos la tesis de la ley. Bajo el encabezamiento de “Chispas de las locomotoras”, encontramos lo siguiente en las leyes de Halsbury, de Inglaterra: Si los dueños de los ferrocarriles usan locomotoras a vapor sin autorización legal expresa, son responsables, sin tener en cuenta las negligencias de su parte, de los incendios causados por las chispas de las locomotoras. Los dueños de los ferrocarriles, sin embargo, generalmente cuentan con autorización para usar dichas locomotoras; por lo tanto, si una locomotora está construida con las precauciones que sugiere la ciencia para prevenir incendios y se usa sin negligencia, no son responsables en el derecho consuetudinario por ningún daño que puedan ocasionar las chispas [...]. En la construcción de una locomotora el dueño está obligado a usar todos los descubrimientos que la ciencia ha puesto a su alcance, para evitar daños, supuesto que son tales que es razonable pedir a la compañía que los adopte, considerando la probabilidad del daño y el costo y conveniencia del remedio; pero no es negligencia de parte de un dueño si rechaza usar un aparato cuya eficiencia está sujeta a duda. Ante esta regla general, hay una excepción legal que surge de la Ley del Ferrocarril (incendios), de 1905, enmendada en 1923. Se refiere a las tierras agrícolas o a las cosechas. En tal caso, el hecho de que la locomotora sea usada bajo derechos legales no afecta la responsabilidad de la compañía en una acción por daños [...]. Estas disposiciones, sin embargo, sólo se aplican cuando la reclamación por daño [...] no excede de £200 [£100 en la ley de 1905] y cuando la noticia escrita acerca del incendio y la intención de reclamar sean enviadas a la compañía dentro de los siete días de ocurrido el daño y la comunicación de las características del daño, mostrando el monto del reclamo en dinero que no exceda de £200, sea enviada a la compañía dentro de 21 días. Las tierras agrícolas no incluyen páramos o edificios, y las cosechas agrícolas no incluyen las abandonadas.30 Yo no he realizado un estudio detallado de la historia 30 Véase Halsbury (1960, pp. 474-475), artículo sobre “Ferrocarriles y canales”, de donde proviene este resumen de la posición legal y todas las citas. Universidad Autónoma de Colombia 38 RONALD H. COASE parlamentaria de esta excepción legal, pero, a juzgar por los debates en la Cámara de los Comunes en 1922 y 1923, tal excepción probablemente se tomó para ayudar al pequeño propietario.31 Volvamos al ejemplo de Pigou de los daños no compensados a los bosques, causados por las chispas provenientes de las locomotoras de ferrocarril. Presumiblemente, trató de mostrar que es posible que “la acción del Estado mejore las tendencias ‘naturales’». Si tratamos el ejemplo de Pigou como referencia a la posición antes de 1905, o como un ejemplo arbitrario (en el que podría haber escrito “los edificios de los alrededores”, en vez de “los bosques de los alrededores”), entonces es claro que la razón por la cual no se pagó la compensación debe haber sido que el ferrocarril tenía autorización legal para utilizar locomotoras a vapor (lo que lo relevaba de su responsabilidad por los incendios causados por las chispas). Esta tesis de la ley se estableció en 1860, en un caso bastante singular que se refería al incendio de los bosques vecinos por un ferrocarril,32 y la ley sobre este punto no ha sido cambiada (aparte de una excepción) luego de un siglo de legislación ferroviara, incluyendo la nacionalización. Si tratamos literalmente el ejemplo de Pigou, «los daños no compensados inferidos a los bosques cercanos por las chispas provenientes de las locomotoras ferroviarias” y suponemos que se refiere al periodo posterior a 1905, entonces está claro que la razón por la cual no se pagó la compensación debe de haber sido que el daño era mayor de £100 (en la primera edición de La economía del bienestar) o más de £200 (en ediciones posteriores), o que el propietario del bosque no notificó al ferrocarril por escrito dentro de los siete días del incendio o no envió detalles del hecho, por escrito, dentro de los 21 días siguientes. En el mundo real el ejemplo de Pigou sólo podría existir como resultado de la elección deliberada de la legislatura. No es, por supuesto, fácil imaginar la construcción de un ferrocarril como una cosa natural. Lo más cercano que podemos imaginar es presumiblemente un ferrocarril que use locomotoras a vapor “sin tener autorización legal”. Sin embargo, en ese caso el ferrocarril estaría obligado a compensar a los propietarios de bosques que se incendian. Esto equivale a decir que pagaría una compensación, en ausencia de acción del Gobierno. Las únicas circunstancias en que las compensaciones no se pagarían serían aquellas en las que hubiese habido acción del Gobierno. Es extraño que Pigou, que notoriamente pensaba que era deseable que se pagase la compensación, haya elegido este ejemplo para demostrar que es posible que “la acción del Estado mejore las tendencias ‘naturales’”. Pigou parece haber enfocado los hechos de manera errónea. Pero también parece probable que estuviese equivocado en su análisis económico. No es necesariamente deseable que el ferrocarril sea compelido a compensar a quienes sufren daños por los incendios causados por las locomotoras. No necesito mostrar aquí que, si el ferrocarril pudiera realizar un convenio con cada persona que tiene propiedades vecinas a la línea ferroviaria y no hubiese costos en la materialización de tales negociaciones, no 31 Véase 152 H. C. Deb. 2622-63 (1922); 161 H. C. Deb. 1935-55 (1923). 32 Vaughan vs. Toff Vale Railway Co., 3 H. y N. 743 (Ex. 1858) y 5 H. y N. 679 (Ex. 1860). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 39 importaría si fuese responsable de los daños causados por los incendios. Esta cuestión ha sido tratada in extenso en las secciones anteriores. El problema es si hubiese sido deseable responsabilizar al ferrocarril en condiciones en que era demasiado caro realizar tales negociaciones. Pigou obviamente pensaba que era deseable forzar al ferrocarril a pagar la compensación, y es fácil ver la clase de argumento que lo habría conducido a esa conclusión. Supongamos que un ferrocarril está considerando agregar un tren adicional, o incrementar la velocidad de un tren existente o instalar instrumentos que eliminen las chispas en sus locomotoras. Si el ferrocarril no es considerado responsable de daños por incendio, entonces, de tomar esta decisión no contabilizaría como costo el incremento del daño resultante por el tren adicional, o por el tren más veloz, o por no instalar elementos que eliminen las chispas. Esta es la fuente de divergencia entre los productos netos social y privado. El resultado es que el ferrocarril realizará ciertos actos que disminuirán el valor de la producción total —que no llevaría a cabo si fuese responsable del daño—. Esto puede mostrarse mediante un ejemplo aritmético. Consideremos un ferrocarril que no es responsable del daño por incendios causados por las chispas de sus locomotoras, y tiene dos trenes por día, en cierta línea. Y también que el recorrido de un tren por día permitiría al ferrocarril prestar servicios que valen 150 dólares por año, y con dos trenes por día se le permitiría prestar servicios que valen 250 dólares por año. Supongamos, además, que los costos de operar un tren son de 50 dólares por año y de dos trenes, 100 dólares por año. En condiciones de competencia perfecta, el costo es igual a la disminución del valor de la producción debido al empleo de factores de producción adicionales por parte del ferrocarril. Obviamente, el ferrocarril hallaría beneficioso hacer correr dos trenes por día. Pero consideremos que, con un tren por día, se destruirían por el fuego cosechas que valen (en promedio por año) 60 dólares, y dos trenes por día destruirían cosechas que valen 120 dólares. En estas circunstancias, hacer correr un tren por día aumentaría el valor del producto total, pero el segundo tren reduciría el valor de la producción total. El segundo tren permitiría servicios ferroviarios adicionales que valen 100 dólares por año. Pero la disminución del valor de la producción sería de 110 dólares por año: 50 dólares, como resultado del empleo de factores de producción adicionales y 60 dólares, como resultado de la destrucción de cosechas. Puesto que sería mejor que el segundo tren no corriese —y como no correría si el ferrocarril fuese responsable del daño causado a las cosechas—, la conclusión de que el ferrocarril debe responsabilizarse por el daño parece irresistible. Indudablemente, es la clase de razonamiento que fundamenta la posición de Pigou. Es cierta la conclusión de que sería mejor si el segundo tren no corriese. La conclusión de que es deseable que el ferrocarril se responsabilice del daño que causa es, sin embargo, errónea. Cambiemos nuestro supuesto respecto de las reglas de responsabilidad. Supongamos que el ferrocarril es responsable del daño por incendio causado por las chispas provenientes de la locomotora. Un granjero, en tierras Universidad Autónoma de Colombia 40 RONALD H. COASE adyacentes al ferrocarril, está entonces en una situación tal que si su cosecha es destruida por incendio recibirá el precio de mercado del ferrocarril; pero si su cosecha no es dañada, la recibirá del mercado mediante la venta. Por lo tanto, le es indiferente si su cosecha es dañada por el incendio o no. Su posición es muy diferente cuando el ferrocarril no es responsable. Cualquier destrucción de la cosecha por incendio causado por el ferrocarril reduciría los ingresos del granjero. Por lo tanto, disminuiría el cultivo de las tierras en las que es probable que el daño sea mayor que el rendimiento de la tierra (por las razones explicadas en detalle en la sección III). Un cambio de régimen en el cual el ferrocarril no es responsable del daño por uno en el que es responsable, es probable que conduzca a un incremento del cultivo de tierras adyacentes al ferrocarril. Además, por supuesto, conducirá a un incremento de la cantidad de cosechas destruidas por incendios causados por el ferrocarril. Volvamos a nuestro ejemplo aritmético. Supongamos que, con la nueva regla de responsabilidad, se duplican las cosechas destruidas por incendios causados por el ferrocarril. Con un tren por día, se destruirían cosechas que valen 120 dólares cada año y con dos trenes por día se destruirían cosechas que valen 240 dólares. Vimos, previamente, que no sería conveniente hacer correr el segundo tren si el ferrocarril tuviese que pagar 60 dólares por año como compensación por daños. Con daños de 120 dólares anuales, la pérdida por hacer correr el segundo tren sería 60 dólares mayor. Pero consideremos ahora el primer tren. El valor de los servicios de transporte realizados por el primer tren es de 150 dólares. El costo de hacer correr el tren es de 50 dólares. La cantidad que tendría que pagar el ferrocarril como compensación por daños sería de 120 dólares. Se deduce que no sería conveniente hacer correr ningún tren. Con los números de nuestro ejemplo alcanzamos el siguiente resultado: si el ferrocarril no es responsable por incendio, correrán dos trenes por día; si el ferrocarril es responsable por incendio, cesará en sus operaciones. ¿Significa esto que es mejor que no exista el ferrocarril? Esta pregunta puede contestarse considerando lo que ocurriría al valor del producto total si se decidiera eximir al ferrocarril de responsabilidad por incendio, y se hiciera entonces funcionar dos trenes por día. La operación del ferrocarril permitiría servicios de transporte que valen 250 dólares. También significaría el empleo de factores de productos que reducirían en 100 dólares el valor de la producción en otra parte. Además, implicaría la destrucción de cosechas que valen 120 dólares. La aparición del ferrocarril también habría producido el abandono del cultivo de algunas tierras. Ya que sabemos que si esa tierra hubiese sido cultivada, el valor de las cosechas destruidas por el fuego hubiese sido de 120 dólares, y, dado que es poco probable que toda la cosecha hubiese sido destruida, parece razonable suponer que el valor de la cosecha producida en esta tierra hubiese sido mayor que esto. Supongamos que hubiese sido de 160 dólares. Pero el abandono del cultivo hubiese liberado los factores de la producción para que se empleen en otra parte. Todo lo que sabemos es que la cantidad en la que se incrementará el valor de Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 41 la producción en otra parte será menor de 160 dólares. Supongamos que es de 150 dólares. Entonces, la ganancia por operar el ferrocarril sería de 250 dólares (el valor de los servicios de transporte), menos 100 dólares (el costo de los factores de la producción), menos 120 dólares (el valor de las cosechas destruidas por el fuego), menos 160 dólares (la disminución en el valor de la producción de cosechas debido al abandono de cultivos), más 150 dólares (el valor de la producción en otra parte de los factores liberados de la producción). En suma, la operación del ferrocarril incrementaría el valor de la producción total en 20 dólares. Con estos números está claro que es mejor que el ferrocarril no sea responsable del daño que causa, lo que le permitiría operar beneficiosamente. Por supuesto, alterando los números se podría demostrar que hay otros casos en que es deseable que el ferrocarril sea responsable del daño que cause. Es suficiente, para mis fines, demostrar que, desde un punto de vista económico, una situación en la que existen “daños no compensados a los bosques adyacentes por chispas provenientes de las locomotoras del ferrocarril” no es necesariamente indeseable. Que sea deseable o no depende de las circunstancias particulares. ¿Cómo es, entonces, que el análisis de Pigou nos da la respuesta errónea? La razón es que Pigou parece no haber notado que el problema de fondo es totalmente diferente. El análisis como tal es correcto. Pero las conclusiones específicas a las que llegó Pigou son por completo ilegítimas. La cuestión no es si es deseable hacer correr un tren adicional, o un tren más veloz, o instalar instrumentos que eviten el humo; la cuestión es si es deseable tener un sistema en el que el ferrocarril tenga que compensar a quienes sufren daños por los incendios que causa, o un sistema en el que el ferrocarril no tenga que compensar por ellos. Cuando un economista está comparando ordenamientos sociales alternativos, el procedimiento correcto es comparar el producto social total brindado por estos distintos ordenamientos. La comparación de productos social y privado no está aquí ni allí. Un simple ejemplo lo demostrará. Imaginemos una ciudad en la que existen luces de tránsito. Un automovilista se acerca a una intersección y se detiene ante la luz roja. No hay autos que se acerquen a la intersección por la otra calle. Si el automovilista ignorase la señal roja, no ocurriría accidente, y el producto total se incrementaría porque el conductor llegaría más temprano a su destino. ¿Por qué no lo hace? La razón es que si ignora la luz lo multarán. El producto privado por cruzar la calle es menor que el producto social. ¿Debemos entonces concluir que el producto total sería mayor si no existiesen multas a los que no obedecen las señales de tránsito? El análisis de Pigou nos muestra que es posible concebir mundos mejores que el mundo en el que vivimos. Pero el problema es diseñar ordenamientos prácticos que corrijan defectos en una parte del sistema, sin causar daños más serios a las otras partes. He examinado con gran detalle un ejemplo de divergencia entre los productos social y privado y no me detendré más en el sistema analítico de Pigou. Pero la discusión principal del problema considerado en este artículo se encuentra en aquella parte del Universidad Autónoma de Colombia 42 RONALD H. COASE capítulo 9 de la parte II, que trata de la segunda clase de divergencia de Pigou, y es interesante ver cómo desarrolla él su argumento. La propia descripción de Pigou de esa segunda clase de divergencia se citó al comienzo de esta sección. Este distingue entre el caso en el que una persona nos presta servicios por los cuales no percibe retribución y aquel en el que una persona ocasiona un daño y no se compensa a las partes perjudicadas. Nuestra atención se ha centrado, por supuesto, en este segundo caso. Es, por lo tanto, bastante sorprendente hallar, como me señaló el profesor Francesco Forte, que el problema de la chimenea que humeaba (Robertson, 1957, p. 162) —en sus dos versiones— (Mishan, 1960, p. 482) sea usado por Pigou como ejemplo del primer caso (servicios prestados sin pago) y no se menciona nunca, por lo menos explícitamente, en conexión con el segundo caso (Pigou, 1932, p. 184). Pigou señala que los propietarios de las fábricas que dedican recursos a evitar que sus chimeneas humeen prestan servicios por los cuales no reciben pago. La consecuencia, a la luz de la discusión de Pigou al final de este capítulo, es que al propietario de una fábrica con una chimenea que echa humo debería dársele un subsidio para inducirlo a instalar aparatos que eviten el humo. La mayoría de los economistas modernos sugerirían que el propietario de la fábrica con la chimenea humeante debe pagar un impuesto. Es una pena que los economistas (aparte del profesor Forte) no parezcan haber notado este rasgo del análisis de Pigou, ya que el darse cuenta de que el problema puede ser enfocado en cualquiera de estas dos formas, hubiese conducido probablemente a un reconocimiento explícito de su naturaleza recíproca. Al discutir el segundo caso (de servicios sin compensación a quienes sufren el daño), Pigou dice que se presentan cuando el propietario de un terreno baldío en un barrio residencial de una ciudad construye allí una fábrica y destruye gran parte de lo que hacía agradable los sitios vecinos; o, en menor grado, cuando usa ese sitio en tal forma que arruina la iluminación de la casa opuesta; o cuando invierte recursos para levantar edificios en un centro poblado, y al ocupar el espacio aéreo y de recreación de la vecindad, tiende a perjudicar la salud y la eficiencia de las familias vecinas (Pigou, 1932, p. 185-186). Pigou, por supuesto, está en lo cierto al describir estas acciones como “de servicios sin cargo”. Pero está equivocado cuando las describe como acciones “antisociales”33 (p. 186). Pueden serlo o no. Es necesario comparar el daño y el bien que provocan. Nada sería más “antisocial” que oponerse a una acción que no causa daño a nadie. El ejemplo con el que Pigou abre su discusión de “servicios sin cargo” no es, como ya he indicado, el caso de las chimeneas humeantes, sino el de los conejos que se transforman en plaga: “[...] de servicios incidentales sin cargo que se prestan a terceras partes, cuando las actividades de entretenimiento de un ocupante significan plagas de conejos en los terrenos vecinos [...]”. Este ejemplo es de extraordinario interés, no tanto debido a que el análisis económico del caso sea muy diferente al de los otros ejemplos, sino por las peculiaridades de la 33 Para expresiones similares, véase la conferencia de Pigou, “Some Aspects of the Housing Problem” (1914). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 43 tesis de la ley y la luz que arroja sobre el papel que puede desempeñar la economía en lo que aparentemente es la cuestión legal de la delimitación de derechos. El problema de la responsabilidad legal por las acciones de los conejos es parte del tema referido a la responsabilidad por tenencia de animales.34 Limitaré mi discusión a los conejos, aunque no de buen grado. Los primeros casos referidos a los conejos son las relaciones entre el señor feudal y los plebeyos, ya que, desde el siglo XIII en adelante, fue corriente que el señor feudal poblara de conejos las praderas comunes, tanto por su carne como por su piel. Pero en 1597, en el caso Boluston, un propietario inició acción contra un vecino, alegando que el demandado había construido madrigueras y que los conejos habían destruido la cosecha del demandante. La acción fracasó por la siguiente razón: [...] tan pronto como los conejos pasan a la tierra del vecino este puede matarlos, ya que son ferae naturae, y quien hace las madrigueras no tiene propiedad sobre ellos y no debe ser castigado por el daño que los conejos hagan en las tierras que no son de su propiedad, y que el otro puede matarlos legalmente. 35 Como el caso Boulston había sido tratado como un antecedente —Bray, J., en 1919, dijo que no sabía que tal caso hubiese sido alguna vez desestimado o puesto en duda—,36 el ejemplo de los conejos representa la posición legalista en la época en que fue escrito el libro de Pigou.37 En este caso, no nos alejamos de la verdad si decimos que el Estado de cosas que sugiere Pigou nace de la ausencia de acción gubernamental (por lo menos en la forma de leyes) y que fue el resultado de tendencias “naturales”. Sin embargo, el caso Boulston es una curiosidad legal y el profesor Williams no oculta su contrariedad por esta decisión: El concepto de responsabilidad por molestias, basado en la propiedad, es el resultado, evidentemente, de una confusión con la acción de invasión del ganado, y es contrario tanto al principio como el pensamiento de las autoridades medievales sobre el escape de agua, humo y suciedad [...]. El requisito de cualquier tratamiento satisfactorio de la materia es el abandono total de la perniciosa doctrina establecida 34 Véase Williams (1939). La parte cuatro, “The Action of Nuisance, in Relation to Liability for Animáis”,(pp. 236-262), es especialmente relevante para nuestra discusión. El problema de la responsabilidad por los conejos se discute en esta parte (pp. 238-247). No sé hasta qué punto el derecho común en Estados Unidos de Norteamérica respecto de la responsabilidad por los animales difiera del de Inglaterra. En algunos estados occidentales de Estados Unidos de Norteamérica, el derecho consuetudinario inglés con relación al deber de cercar no ha sido seguido, en parte debido a que “la considerable cantidad de tierra abierta hacía aconsejable a la política pública permitir al ganado correr libremente” (Williams, 1939, p. 227). Este es un buen ejemplo de cómo un conjunto diferente de circunstancias hace económicamente deseable cambiar la regla legal sobre la delimitación de derechos. 35 Coke (vol. 3) 104 b, 77 Eng. Rep., 216-217. 36 Véase Stearn vs. Prentice Bros. Ltd. (1919), 1 K. B., 395-397. 37 No he considerado casos recientes. La posición legal ha sido también modificada por la legislación. Universidad Autónoma de Colombia RONALD H. COASE 44 en el caso Boulston [...]. Una vez que el caso Boulston desaparezca, el camino estará libre para un replanteo racional de toda la materia, en lineamientos que armonizarán con los principios prevalecientes en el resto de la ley sobre perjuicios (law of nuisance) (Williams, 1939, pp. 242, 258). [Formato cita texto] Los jueces del caso Boulston sabían, por supuesto, que la cuestión dependía de distinguir este caso de uno en que se causaran molestias: Esta causa no es como los casos del todo opuestos, referidos a la construcción de un horno de cal, una tintorería, o algo semejante, ya que allí la molestia está determinada por el acto de las partes que lo realizan; ello es así aquí, puesto que los conejos se dirigen a la tierra del demandante y él puede tomarlos cuando entran a su tierra sacando beneficio de ellos.38 El profesor Williams comenta: Una vez más surge aquí la idea atávica de que los animales son culpables, y no el propietario. No es, por supuesto, un principio satisfactorio introducirse en la doctrina moderna de las molestias. Si A construye una casa o planta un árbol de tal modo que la lluvia corre y cae en la tierra de B, este es el acto por el que A es responsable; pero si A tiene conejos en su tierra y estos se escapan y se introducen a la tierra de B, es una acción de los conejos por la que A no es responsable —esta es la curiosa distinción que enseña el caso Boulston—. (Williams, 1939, p. 243). Debe admitirse que la decisión del caso Boulston parece un poco extraña. Una persona puede ser responsable del daño que causa el humo o de los olores desagradables, sin que sea necesario determinar si es causante del humo o del olor. Y la regla del caso Boulston no siempre ha sido seguida en casos que se refieren a otros animales. Por ejemplo, en Bland vs. Yates,39 se decidió que podía iniciarse una acción judicial para evitar que alguien tuviera una cantidad inusual y excesiva de estiércol en el que se reproducían las moscas y que infestaban la casa de un vecino. No surgió aquí la cuestión de quién era el propietario de las moscas. Un economista no desearía objetar porque los argumentos legales a veces parecen un poco extraños. Pero existe una razón económica importante para sustentar la opinión del profesor Williams sobre el problema de responsabilidad por los animales (y particularmente por los conejos), en el sentido de que debería ser integrada a la ley ordinaria de las molestias. La razón no es únicamente que el hombre que mantiene los conejos sea el responsable del daño; el hombre cuyas cosechas son destruidas también es responsable. Y si los costos de las transacciones de mercado hacen imposible un reordenamiento de los derechos, a menos que conozcamos las circunstancias particulares, no podemos decir si es deseable o no que el hombre que tiene los conejos sea responsable del daño que cometen los conejos en las propiedades vecinas. La 38 Boulston vs. Hardy, Cro. Eliz., 547, 548, 77. Eng. Rep. 216. 39 Sol. J. 612 (1913-1914). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 45 objeción a la regla del caso Boulston es que, por ella, el criador de conejos nunca puede ser responsable. Fija la regla de responsabilidad en un polo: y esto es tan indeseable, desde un punto de vista económico, como fijar la regla en el otro polo y hacer que dicho criador sea siempre responsable. Pero, como vimos en la sección VII, la ley de las molestias, como en realidad es manejada por las cortes, es flexible y permite la comparación de la utilidad de un acto con el daño que produce. Como dice el profesor Williams: “Toda la ley de las molestias (law of nuisance) es una tentativa de conciliar intereses opuestos [...]” (Williams, 1939, p. 259). Incluir el problema de los conejos en el derecho ordinario de las molestias no significaría, inevitablemente, transformar al criador de conejos en responsable del daño que cometen. Esto no equivale a decir que el único deber de la justicia, en tales casos, sea realizar una comparación entre el daño y la utilidad de un acto. Ni tampoco debe esperarse que siempre se decida correctamente después de realizar tal comparación. Pero, a menos que las cortes actúen muy desatinadamente, parece que la ley ordinaria de las molestias producirá resultados económicamente más satisfactorios que la adopción de una regla rígida. El caso de Pigou, de los conejos transformados en plaga, es un ejemplo excelente de cómo se interrelacionan el derecho y la economía, aun cuando la política correcta a seguir parecería diferir de la que avizoró Pigou. Pigou permite una excepción a su conclusión de que hay divergencia entre los productos privado y social en el ejemplo de los conejos. Agrega: “[...] a menos [...] que los dos ocupantes estén en la relación de propietario a inquilino, de modo que la compensación se dé en un ajuste de la renta» (Pigou, 1932, p. 185). Esta salvedad es sorprendente, ya que la primera clase de divergencia de Pigou está muy relacionada con las dificultades de llegar a contratos satisfactorios entre propietarios y arrendatarios. En realidad, todos los casos recientes de problemas con conejos citados por el profesor Williams se refieren a disputas entre propietarios y arrendatarios con respecto a los derechos de caza (Williams, 1939, pp. 244-247). Pigou parece hacer una distinción entre el caso en el que no es posible hacer un contrato (la segunda clase) y aquel en que el contrato es insatisfactorio (la primera clase). Así, dice que la segunda clase de divergencias entre el producto neto privado y social no puede, como las divergencias causadas por posesión, ser mitigada por una modificación de la relación contractual entre las dos partes contratantes, ya que la divergencia surge de un servicio o daño causado a terceras personas, distintas de las partes contratantes (Pigou, 1932, p. 192). Pero la razón de que algunas actividades no sean materia de contratos es exactamente la misma que la de por qué algunos contratos son insatisfactorios: costaría demasiado poner todo en orden. En realidad, los dos casos son iguales, ya que los contratos son insatisfactorios porque no cubren ciertas actividades. Es difícil descubrir el sentido exacto de la discusión sobre la primera clase de divergencia en el argumento principal de Pigou. Demuestra que, en algunas circunstancias, las relaciones contractuales entre propietario e inquilino pueden ocasionar divergencias entre los productos privado y Universidad Autónoma de Colombia 46 RONALD H. COASE social (Pigou. 1932, pp. 174-175). Pero continúa demostrando que los esquemas de compensación establecidos por el Gobierno y los controles de rentas también producirán discrepancias (pp. 177-183) Además, demuestra que cuando el Gobierno está en una posición similar a la de un propietario privado, por ejemplo si otorga una concesión a un servicio público, surgen exactamente las mismas dificultades que cuando están involucrados individuos privados (pp. 175-177). La discusión es interesante, pero yo no he podido descubrir qué conclusiones generales de política económica, si las hay, espera Pigou que deduzcamos de ella. En realidad, el tratamiento de Pigou considerado en este artículo es muy evasivo y la discusión de sus opiniones da lugar a dificultades de interpretación casi insuperables. En consecuencia, es imposible estar seguros de que hemos comprendido lo que Pigou realmente quería significar. Sin embargo, es difícil resistir la conclusión, extraordinaria para un economista de la talla de Pigou, de que la fuente principal de esta oscuridad es que Pigou no había pensado con detenimiento en su posición. 9. La tradición de Pigou Es extraño que una doctrina tan defectuosa como la desarrollada por Pigou haya tenido tanta influencia, aunque parte de su éxito se haya debido probablemente a la falta de claridad en la exposición. Al no ser muy clara, nunca fue muy errónea. Curiosamente, esta oscuridad de la fuente no ha impedido el surgimiento de una tradición oral bastante bien definida. Lo que los economistas piensan que aprenden de Pigou, y lo que dicen a sus alumnos, que es lo que yo denomino “la tradición de Pigou”, es razonablemente claro. Me propongo probar la insuficiencia de esta tradición, demostrando que tanto el análisis como las conclusiones de política que sustenta son incorrectas. No busco justificar mi enfoque con copiosas referencias a la literatura. Lo hago así, en parte porque el tratamiento en la literatura es usualmente tan fragmentario, y contiene a menudo poco más que una referencia a Pigou más algunos comentarios explicativos, que un examen detallado sería inadecuado. Pero la razón principal de esta falta de referencias es que la doctrina, aunque se basa en Pigou, debe haber sido, en gran parte, el producto de una tradición oral. Ciertamente, los economistas con los que he discutido estos problemas han mostrado una unanimidad de opinión que es muy notoria, considerando el magro tratamiento dado a esta materia en la literatura. No hay duda de que existen algunos economistas que no comparten el enfoque usual, pero deben representar una minoría. Los problemas que discutimos se enfocan desde la perspectiva de un examen del valor de la producción física. El producto privado es el valor del producto adicional resultante de la actividad particular de un negocio. El producto social es igual al producto privado menos la disminución en el valor de la producción en otra parte, por la que no paga una compensación el propietario del negocio. Así, si se usan 10 unidades de un factor (y ningún otro) para hacer un cierto producto cuyo valor es Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 47 $105, y el propietario de este factor no es compensado por su uso, no lo puede evitar, y estas 10 unidades del factor proporcionarían productos en su mejor uso alternativo que valen $100. Entonces, el producto social es $105 menos $100, o sea, $5. Si el negocio paga ahora una unidad del factor y su precio es igual al valor de su producto marginal, entonces el producto social se eleva a $15. Si se pagan dos unidades, el producto social aumenta a $25, y así sucesivamente, hasta que alcanza $105, cuando reciben su pago todas las unidades del factor. No es difícil ver por qué los economistas han aceptado tan rápidamente este procedimiento bastante extraño. El análisis se enfoca en la decisión del negocio individual, y dado que el uso de ciertos recursos no está considerado en los costos, los ingresos se reducen en la misma cantidad. Pero, por supuesto, esto implica que el valor del producto social no tiene significación social alguna. Me parece preferible usar el concepto de costo de oportunidad y enfocar estos problemas comparando el valor del producto obtenido por los factores en usos alternativos o en ordenamientos alternativos. La ventaja principal de un sistema de precios es que conduce al empleo de los factores donde el valor del producto resultante es mayor, y lo hace a un costo menor que los sistemas alternativos (dejo de lado que un sistema de precios también facilita el problema de la redistribución del ingreso). Pero si, por alguna armonía natural divina, los factores fluyen a lugares donde el valor del producto obtenido fuese mayor, sin el uso del sistema de precios, y en consecuencia no hubiese compensación, encontraría que esta es una fuente de sorpresas, en vez de una causa de problemas. La definición del producto social es extraña, pero esto no significa necesariamente que las conclusiones de política que se desprenden del análisis sean erróneas. Sin embargo, obligadamente existen peligros en un enfoque que distrae la atención de los asuntos básicos, y puede existir poca duda de que ha sido responsable de algunos de los errores en la doctrina actual. La creencia de que es deseable que el negocio que causa perjuicios sea forzado a compensar a quienes sufren daño (discutida exhaustivamente en la sección VIII en conexión con el ejemplo de Pigou sobre las chispas del ferrocarril) es, indudablemente, el resultado de no comparar el producto total obtenible con los arreglos sociales alternativos. La misma falla se encuentra en las proposiciones para resolver el problema de los efectos dañinos mediante el uso de impuestos o subsidios. Pigou otorga demasiada importancia a esta solución, aunque es, como siempre, parco en detalles y reservado en su apoyo (Pigou, 1932, pp. 192-194, 381; 1947, pp. 94-100). Los economistas modernos tienden a pensar exclusivamente en términos de impuestos y en una forma muy precisa. El impuesto debería ser igual al daño causado y variar según la intensidad de este. Como no se propone que el producto del impuesto deba pagarse a quienes sufren el daño, esta solución no es la misma que la que forzaría al negocio a pagar compensación a los damnificados por sus acciones, aunque los economistas, generalmente, no parecen haber notado esto y tienden a tratar las dos soluciones como idénticas. Supongamos que se construye una fábrica que produce humo en un distrito donde, anteriormente, no existía ese problema, que causa un daño valorado en $100 por año. Universidad Autónoma de Colombia 48 RONALD H. COASE Consideremos que se adopta la solución impositiva y que el dueño de la fábrica es obligado a pagar un impuesto de $100 por año, mientras la fábrica produzca humo. Imaginemos, además, que un aparato que elimina el humo cuesta $90 por año. En estas circunstancias, se colocaría dicha instalación. El daño de $100 hubiese sido evitado con un gasto de $90 y el propietario de la fábrica estaría en mejores condiciones ($10 por año). Sin embargo, el arreglo logrado puede no ser óptimo. Supongamos que quienes sufren el daño podrían evitarlo trasladándose a otros lugares o tomando distintas precauciones que les costarían, o serían equivalentes, a la pérdida de ingreso de $40 por año. Entonces habría una ganancia en el valor de la producción de $50 si la fábrica continuara emitiendo este humo y si los que ahora están en el distrito se trasladaran a otra parte o realizaran otros ajustes para evitar el daño. Si el propietario de la fábrica es obligado a pagar un impuesto igual al daño causado, sería deseable instituir un sistema de impuestos doble y hacer que los residentes del distrito paguen una suma igual al costo adicional incurrido por el propietario de la fábrica (o los consumidores de sus productos) para evitar el daño. En estas condiciones, la gente no permanecería en el distrito o tomaría otras medidas para evitar el daño, cuando los costos de hacerlo fueran menores que los costos en que incurriría el productor para disminuir el daño (el objeto del productor, por supuesto, no es tanto reducir el daño como reducir los pagos de impuestos). Un sistema de impuestos que se confinara a un impuesto sobre el productor por el daño causado llevaría a costos indebidamente altos por evitar el daño. Por supuesto, esto podría prevenirse si fuera posible basar el impuesto, no en el daño causado, sino en la baja del valor de la producción (en su sentido más amplio) resultante de la emisión de humo. Pero hacerlo así requeriría un conocimiento detallado de las preferencias individuales y no puedo imaginar cómo sería posible lograr la información necesaria para tal sistema de impuestos. En realidad, la proposición para resolver el problema del humo y otros similares mediante el uso de impuestos abunda en dificultades: el problema del cálculo, la diferencia entre el daño medio y marginal, las interrelaciones entre el daño sufrido en diferentes propiedades, etc.; pero es innecesario examinar estos problemas aquí. Es suficiente, para mis propósitos, mostrar que, aun cuando el impuesto se ajuste exactamente para igualar el daño que se causaría a las propiedades vecinas como resultado de la emisión de cada bocanada adicional de humo, no ocasionaría necesariamente condiciones óptimas. Un incremento en la cantidad de gente que vive allí o de los negocios que operan en la vecindad de la fábrica que emite humo incrementará la cantidad de daño producido por una emisión de humo dada. El impuesto a fijar se elevaría, por lo tanto, con un aumento en el número de quienes viven en el vecindario. Esto conducirá a una disminución del valor de la producción de los factores empleados en la fábrica, ya sea porque los factores liberados, como consecuencia de la menor producción asociada al mayor impuesto, se usarán en otra parte en actividades menos valiosas o para producir medios que permitan reducir la cantidad de humo emitido. Pero la gente que decida establecerse en las cercanías de la fábrica no tomará en cuenta esta disminución del valor de la producción que resulta de su radicación en el área. Esta omisión de tomar en cuenta Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 49 los costos que se ocasionan a los demás es comparable con la acción del propietario de una fábrica que no considera el daño que resulta de la emisión de humo. Sin el impuesto, puede haber demasiado humo y muy poca gente en las cercanías de la fábrica; pero con el impuesto puede haber muy poco humo y demasiada gente en la vecindad. No hay razón para suponer que sea preferible uno de estos resultados. No se necesita mucho espacio para discutir el error similar implícito en la sugerencia de que las fábricas que producen humo deberían, mediante regulaciones zonales, ser eliminadas de los distritos en donde el humo causa efectos dañinos. Cuando el cambio de ubicación de la fábrica provoca una reducción de la producción, esto obviamente necesita ser tomado en cuenta y sopesado con el daño que resultaría del hecho de que la fábrica quedase en tal ubicación. La finalidad de tal regulación no debería consistir en eliminar el problema del humo, sino en asegurar su cantidad óptima, siendo esta la que maximizaría el valor de la producción. 10. Un cambio de enfoque Creo que el fracaso de los economistas en alcanzar conclusiones correctas en el tratamiento de los efectos dañinos no puede ser atribuido sencillamente a unos pocos errores en el análisis. Surge de defectos básicos en el actual enfoque de los problemas de la economía del bienestar. Lo que se necesita, entonces, es un cambio de perspectiva. El análisis, en términos de divergencia entre los productos privado y social, centra su atención en las deficiencias particulares del sistema y tiende a alimentar la creencia de que cualquier medida que elimine la deficiencia es necesariamente deseable. Distrae la atención de aquellos otros cambios del sistema que están inevitablemente asociados con la medida correctiva, cambios que bien pueden producir más daño que la propia deficiencia original. En las secciones anteriores de este artículo hemos visto muchos ejemplos. Pero no es necesario considerar el problema en esta forma. Los economistas que estudian los problemas de la empresa habitualmente usan un enfoque de costo de oportunidad y comparan los ingresos obtenidos de una combinación de factores dada con otros usos alternativos. Parecería deseable usar un enfoque similar cuando se manejan cuestiones de política económica y comparar el producto total obtenido mediante ordenamientos sociales alternativos. En este artículo se ha limitado el análisis, como es usual en esta parte de la economía, a comparaciones del valor de producción, tal como lo mide el mercado. Pero es, por supuesto, deseable que la elección entre los diferentes ordenamientos sociales para la solución de los problemas económicos sea llevado a cabo en términos más amplios que estos, y que sea tomado en cuenta el efecto total de estos arreglos en todas las esferas de la vida. Como Frank H. Knight ha señalado a menudo, los problemas de la economía del bienestar deben finalmente convertirse en un estudio de estética y moral. Universidad Autónoma de Colombia 50 RONALD H. COASE Una segunda característica del tratamiento usual de los problemas discutidos en este artículo es que el análisis se desarrolla en términos de una comparación entre un Estado de laissez faire y alguna clase de mundo ideal. Este enfoque conduce inevitablemente a un relajamiento del pensamiento, dado que la naturaleza de las alternativas que se comparan nunca es clara. En un Estado de laissez faire, ¿existe un sistema monetario, legal o político? Y, si existe, ¿en qué consiste? En un mundo ideal existiría un sistema monetario, legal o político, y en ese caso, ¿en qué consistiría? Las respuestas a todas estas preguntas están rodeadas de misterio y cada uno es libre de obtener las conclusiones que desee. En realidad, se requiere muy poco análisis para mostrar que un mundo ideal es mejor que un Estado de laissez faire, a menos que las definiciones del Estado de laissez faire y del mundo ideal sean las mismas. Pero toda la discusión es irrelevante para cuestiones de política económica. Sea lo que sea lo que tengamos en mente como nuestro mundo ideal, aún no hemos descubierto cómo obtenerlo a partir de donde estamos. Una mejor orientación parecería ser comenzar nuestro análisis con una situación que se aproxime a la que existe realmente, examinar los efectos de un cambio de política propuesto y tratar de decidir si la nueva situación sería, en conjunto, mejor o incluso peor que la original. De esta forma, las conclusiones de política tendrían alguna relevancia para la situación actual. Una razón final del fracaso en desarrollar una teoría adecuada para manejar los problemas de los efectos dañinos surge de un concepto erróneo de lo que es un factor de producción. Este usualmente se entiende como una entidad física que el hombre de negocios adquiere y usa (una hectárea de tierra, una tonelada de fertilizantes) antes que como un derecho para desarrollar ciertas acciones (físicas). Podemos hablar de una persona que posee la tierra y la usa como un factor de producción, pero lo que el propietario de la tierra en realidad tiene es el derecho a llevar a cabo acciones. Los derechos del propietario de la tierra no son ilimitados. No siempre es posible llevar la tierra a otra parte, como, por ejemplo, en las explotaciones de canteras. Y aunque sea posible excluir a alguna persona de usar “su” propiedad, esto puede no ser cierto para otra. Por ejemplo, alguna gente puede tener el derecho de cruzar la tierra. Además, es posible o no construir ciertos tipos de edificios o sembrar ciertas cosechas o usar ciertos sistemas de drenaje. Estas limitaciones no se deben a la acción gubernamental; serían igualmente ciertas bajo el derecho común. En realidad, serían verdaderas con cualquier sistema de derecho. En un sistema en el que los derechos de los individuos fueran ilimitados, no habría derechos por adquirir. Si los factores productivos son considerados como derechos, se hace más fácil comprender que el derecho a hacer algo que tenga un efecto dañino (tal como la creación de humo, ruido, olor, etc.) es también un factor de producción. Así como podemos usar un pedazo de tierra de forma tal que evite que alguien cruce por ella, Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL PROBLEMA DEL COSTO SOCIAL 51 o estacione su auto, o construya su casa, también podemos usarla de forma tal que le neguemos a ese alguien un panorama, o la quietud, o el aire puro. El costo de ejercitar un derecho (de usar un factor de producción) es siempre la pérdida que sufre la otra parte como consecuencia del ejercicio de ese derecho: la incapacidad para cruzar la tierra, estacionar el auto, construir una casa, disfrutar de un paisaje, tener paz y quietud, o respirar aire puro. Sería deseable que las únicas acciones desarrolladas fueran aquellas en que lo que se ganase tuviere un mayor valor que lo que se perdiese. Pero al elegir entre ordenamientos sociales, en el contexto en el que las decisiones individuales son tomadas, debemos tener en mente que un cambio del sistema existente que conduzca a un mejoramiento en algunas decisiones puede muy bien conducir a un empeoramiento de otras. Además, es necesario considerar los costos involucrados en operar los distintos ordenamientos sociales (ya sea el funcionamiento de un mercado o de un departamento de Gobierno), como también los costos que demandará la adopción de un nuevo sistema. Al diseñar y elegir entre ordenamientos sociales debemos considerar el efecto total. Este es el cambio de enfoque que estoy proponiendo. Bibliografía Bowles, M. (1959). Gale en Easements (131 ed). Cairns, M. B. (1954). The Law of Tort in Local Government. Coase, R. (1937). The Nature of the Firm. Económica, 4 (nueva serie). [Reproducido en Readings in Price Theory, 1952]. Coase, R. (1959, octubre). The Federal Communications Commission. Journal of Law & Economics, 26-27. Denning, sir A. (1949). Freedom under the Law. Fitzjames Stephen, sir J. (1890). A General View of the Criminal Law of England. Fontainebleau Hotel Corp. (1959). v. Forty-Five Twenty-Five, Inc., 114 So. 2a ed.. Haar, C. M. (1959). Land-Use Planning. A Casebook on the Use, Misuse, and Reuse of Urban Land. Halsbury, (1960). Laws of England (3a ed). Harper, F. W. & James, F. (1956). The Law of Torts. Mishan, E. J. (1960, junio). The Meaning of Efficiency in Economics. The Banker’s Magazine, 189. Pigou, A. C. (1914). Some Aspects of the Housing Problem. En B. S. Rowntree & A. C. Pigou (Eds.). Lectures on Housing. Manchester Univ. Lectures, 18. Pigou, A. C. (1932). The Economics of Welfare (4a ed.). Pigou, A. C. Public Finance (3a ed). Prosser, W. L. (1955). The Law of Torts (2a ed.). Universidad Autónoma de Colombia 52 RONALD H. COASE Robertson, sir D. (1957). I Lectures on Economic Principles. Seavey, K. & Thurston. (1950). Cases on Torts. Stigler, G. J. (1952). The Theory of Price. Suprema Corte de Georgia 193. Ga. 862, 20 S. E. 2a 245 (1942). Williams. (1939). Liability for Animáis. An Account of the Development and Presera Law of Tortious Liability for Animáis. Distress Damage Feasant and the Duty lo Fence in Great Britain, Northern Ireland and the Common Law Dominions (1939) Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 Dos enseñanzas de Coase JORGE IVÁN GONZÁLEZ1 Resumen El artículo propone una relectura de Coase a partir de su teoría sobre la naturaleza de la firma y sobre el problema del costo social. El texto comienza mostrando que la teoría de Coase ha sido mal interpretada, tanto por los autores de la corriente principal, que tratan de hacerla compatible con los modelos de equilibrio, como por autores críticos de la corriente principal, que consideran que sus planteamientos apenas son una variante de la concepción “neoclásica”. El artículo muestra que, efectivamente, Coase rompe con el enfoque tradicional y que ha introducido una línea de análisis que la literatura contemporánea sigue enriqueciendo. Palabras clave: instituciones, costos de transacción, costo social. Abstract: The article proposes back to read Coase from his theory of the nature of the firm and the problem of social cost. The text begins by showing that Coase’s theory has been misinterpreted, both by the author soft he mainstream, trying to make it compatible with equilibrium models, and by authors from mainstream critics, who feel that their proposals are just a variant of conception “neoclassical”. The paper shows that, in fact, Coase breaks with the traditional approach and has introduced a line of analysis that continues to enrich contemporary literature Key w ords: Institutions, transaction costs, social costs. 1 Doctor en Economía de la Universidad Católica de Lovaina. Profesor de la Universidad Externado de Colombia. Correo electrónico: [email protected] Universidad Autónoma de Colombia JORGE IVÁN GONZÁLEZ 54 1. Releyendo a Coase Coase acaba de cumplir 100 años, y continúa en plena producción académica. Nació el 29 de diciembre de 1910. Los dos premios Nobel de 2009, Elinor Ostrom (2009) y Oliver Williamson (2009), reconocen la influencia que ha ejercido Coase en su visión de la economía. Coase hace parte de los “nuevos institucionalistas”, según la clasificación de Williamson. Los “viejos institucionalistas” serían Veblen, Mitchell y Commons (Coase, 1998). Y los “nuevos” serían Coase, North y Williamson. Esta clasificación es muy restrictiva. Realmente, el pensamiento institucional es muy amplio en economía. Basta mencionar a Walras (1926), que dedica la primera parte de su obra a describir la complejidad de las interacciones de las personas entre sí. Este tema, dice, correspondería al análisis de las instituciones. Walras tendría todos los requisitos necesarios para ser considerado un autor institucional. Podría hacer comentarios similares sobre Marshall, Keynes, etc. McCloskey (1985, p. 95) dice que “La naturaleza de la firma” de Coase (1937) es el mejor ejemplo de un texto que logra comunicar, porque está escrito en un lenguaje sencillo, absolutamente comprensible. Es un excelente prototipo de la buena retórica en economía. No obstante su claridad, ha sido incomprendido. El mismo Coase (1988) expresa su insatisfacción al respecto. Se queja porque se le ha malinterpretado y se le ha querido leer desde los cánones de la economía tradicional, a pesar de su intento por romper con el enfoque convencional. Una de las interpretaciones equivocadas que ha hecho carrera es la de Stigler (1966), que ha dado origen al llamado teorema de Coase. Mi conclusión fue: “... el resultado final (el que maximiza el valor de la producción) es independiente del sistema legal si asumimos que el sistema de precios opera sin costos” (Coase, 1960, p. 104). Esta conclusión la formalizó Stigler como el “Teorema de Coase”, que expresó de la siguiente manera “... en condiciones de competencia perfecta, los costos privado y social son iguales” (Stigler, 1966, p. 113). (Coase, 1988, p. 14). Coase afirma que la teoría convencional asume que el sistema de precios opera sin costos. Y dado este supuesto, los aspectos legales e institucionales son irrelevantes. Stigler dice que la competencia perfecta iguala las costos privado y social, hasta el punto de hacerlos irrelevantes. Y a esta afirmación la llama el teorema de Coase. Esta formulación distorsiona el pensamiento de Coase, porque es una nueva apología a la competencia perfecta. El camino de Stigler lleva a la negación de los costos de transacción. Y de esta manera, el pensamiento de Coase no se concibe como una ruptura, sino como una nueva versión de la teoría convencional de la competencia. Cataño (2000), desde una perspectiva teórica muy distinta a la de Stigler, también considera que Coase no rompe con la teoría “neoclásica” de los precios. En opinión Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 DOS ENSEÑANZAS DE COASE 55 de este autor, el sistema neoclásico de precios incorpora dos instituciones: el subastador y la caja de compensación. Concluye, entonces, que Coase se equivoca porque supone que el mercado de competencia perfecta no tiene instituciones. Cataño también lee mal a Coase. En ninguna parte de su artículo menciona el costo de transacción, que es la categoría central del análisis coasiano. Cataño plantea la discusión en términos equivocados. Coase no niega que el sistema de precios neoclásico requiera instituciones, sino que critica la teoría convencional por suponer que el funcionamiento de tales instituciones tiene un costo de transacción igual a cero2 . También leen mal a Coase y a los autores institucionales quienes, como Cárdenas (2002), proponen un marco analítico institucional pero sustentan la argumentación en los resultados empíricos de la función de producción Cobb y Douglas (1928). Para Coase, la disyuntiva sería clara: o se es institucionalista, o se utilizan funciones Cobb-Douglas. Desde el punto de vista metodológico, es inconsistente pretender hacer una lectura institucional con instrumentos como la función Cobb-Douglas. Piensa Coase (1992, p. 714) que la corriente principal de la teoría económica ha tratado la firma como una “caja negra”. Y la función de producción Cobb-Douglas es un excelente prototipo de “caja negra”. Entre los numerosos aportes de Coase al pensamiento económico, me voy a referir a dos: el análisis de la naturaleza de la firma y la polémica alrededor del costo social. Estas reflexiones rompen con la mirada que hasta el momento tenía la teoría “estándar” o la “corriente principal”, aunque es difícil precisar qué podría significar este tipo de categoría en los años treinta, cuando Coase escribe “La naturaleza de la firma” (1937). 2. La función de producción y la naturaleza de la firma En los años treinta se proponen varias teorías de la firma: Cobb y Douglas (1928), Robinson (1932, 1933), Hayek (1934), Coase (1937). Y en los años cuarenta, destaco el estudio de Simon (1945). Sorprende que frente a este abanico tan rico de alternativas, haya terminado imponiéndose la función de Cobb y Douglas, que es la aproximación más simple de todas. Este triunfo podría explicarse por dos razones: la primera es la sencillez matemática y la segunda es la facilidad de modelación3 . Cobb y Douglas son plenamente conscientes de las limitaciones intrínsecas de su función. La mayor parte del artículo se dedica a explicarle al lector la forma como solucionan las dificultades que tuvieron para construir las series de stock de capital. 2 Para Clower y Howitt (1995), la teoría coasiana de la firma es equivocada porque hace una separación inadecuada entre las instituciones y la dinámica de los mercados. No resuelve las preguntas centrales sobre el mercado y los precios. 3 Cuarenta años después, Robinson (1971) se pregunta por qué razón la teoría económica mantiene la pretensión de medir el capital. Universidad Autónoma de Colombia 56 JORGE IVÁN GONZÁLEZ También advierten que el stock de capital no es un factor de producción primario, y reconocen la pertinencia de la definición de los economistas clásicos de los siglos XVIII y XIX, para quienes los factores de producción primarios son los recursos naturales y el trabajo. La teoría posterior olvidó que el capital es un factor de producción secundario y lo siguió tratando como si fuera un factor de producción primario. El desconocimiento de la importancia de los recursos naturales se refleja en el deterioro del medio ambiente. Robinson (1932, 1933) expresa dudas sobre la forma de medición del capital y sobre el supuesto de rendimientos decrecientes del factor y de rendimientos constantes de la función. Estos dos principios son absolutamente necesarios para la consistencia matemática de la Cobb-Douglas. Pero en el mundo real, dice Robinson, como ya lo habían advertido Marshall (1920) y Chamberlin (1933), los rendimientos del factor pueden ser crecientes. Y, además, la competencia entre firmas no es perfecta. Para Marshall, la aglomeración tiene la virtud de transformar los rendimientos decrecientes en rendimientos crecientes. La teoría convencional prefirió resguardarse en la comodidad que se deriva de la concavidad de la función Cobb-Douglas, y no tratar de entender por qué en numerosos procesos productivos los costos marginales son decrecientes y el rendimiento del factor es creciente. Hayek (1934), fiel a los principios de la teoría austriaca de la economía, rescata la relevancia del tiempo y lo considera de manera explícita en la función de producción. Al afirmar que todo proceso productivo requiere tiempo, Hayek se ubica en un punto de partida completamente distinto al de la función Cobb-Doublas, en la que no hay tiempo. A medida que avanza el proceso de producción, el sujeto se va entregando y ello posibilita el surgimiento del producto. El tiempo no sólo importa en cada proceso de producción, sino entre los avances tecnológicos. Los procesos intensivos en capital, decía Böhm-Bawerk (1914), cada vez son más complejos y por ello requieren más tiempo. La teoría austriaca establece una relación directa entre la tasa de interés y el futuro, y no cae en el simplismo de la Cobb-Douglas de suponer que la productividad marginal del capital es igual —en cada momento del tiempo— a la tasa de interés. Coase muestra que la naturaleza de la firma radica en que “reemplaza el mecanismo de precios” (Coase, 1937, p. 389). Donde hay firma no hay mercado. Dentro de la firma no opera el sistema de precios, sino las jerarquías propias de las relaciones entre el patrón y los empresarios. En la firma, el patrón manda e impone sus condiciones, y los demás le obedecen a cambio de un salario. En cambio, en la función CobbDouglas el salario es equivalente a la productividad marginal del trabajo. Para Coase (1937, p. 404), la determinación del salario tiene que ver con el precio de la libertad. Si el trabajador considera que el valor de su libertad es alto, exigirá un salario más elevado, así que la remuneración no tiene nada que ver con la productividad marginal del trabajo. En el mercado, donde no hay jerarquías, todas las personas son iguales y el mundo de los precios opera de manera adecuada. El espacio económico se lo pelean las firmas Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 DOS ENSEÑANZAS DE COASE 57 y el mercado. En algunas circunstancias las firmas crecen, como ha sucedido con el Citigroup. En otros casos, las firmas prefieren ir al mercado a través de outsourcing, como ocurrió con la producción de automóviles en Japón a partir de los años setenta. La decisión de ampliar el tamaño de la firma o de ir al mercado es un ejercicio permanente de ensayo y error en el que intervienen numerosos factores: posibilidad de control, capacidad de gerencia, normas tributarias, etc. Las empresas ensayan alternativas, y en este proceso unas son exitosas y otras se quiebran. Los costos de transacción están presentes en la firma como en el mercado. Los empresarios escogen ampliar la firma o ir al mercado porque buscan, en una u otra alternativa, reducir los costos de transacción. En el mercado también hay costos de transacción y cuando una empresa opta por el outsourcing es porque supone que los costos de transacción en el mercado son menores que en la firma. Gráfica 1 Representación de la decisión entre ampliar el mercado del producto o avanzar hacia la integración vertical A, B y C son industrias. c es el punto de partida de la industria B. Fuente: Coase (1937, p. 402). La gráfica expresa el tipo de decisiones que debe tomar el empresario. A, B y C representan tres industrias, cada una de las cuales produce un bien específico; c es el punto de partida de cada uno de los empresarios que fabrican el producto B. Hay dos opciones básicas: o ampliar el mercado del mismo producto o avanzar hacia la integración vertical. Cualquiera de las dos decisiones es riesgosa, y no es factible realizar cálculos de probabilidad que indiquen cuál podría ser la alternativa más ventajosa. Es una decisión en condiciones de incertidumbre. Aquí no existe de antemano, como en la función Cobb-Douglas, un punto máximo de equilibrio. Para Coase, es imposible conocer por anticipado la forma de la función de producción y, por lo tanto, sus propiedades matemáticas no son moldeables ex-ante. Universidad Autónoma de Colombia 58 JORGE IVÁN GONZÁLEZ La mirada de Coase rompe con la teoría tradicional, porque si la empresa es distinta al mercado, no hay un sistema de precios de equilibrio que regule todas las transacciones. En otras palabras, no es posible un modelo de equilibrio general. Además, las decisiones del empresario no dependen exclusivamente de los precios sino, sobre todo, de la ponderación que él hace entre los costos de manejar las jerarquías de la empresa y los costos de ir al mercado. La introducción de jerarquías y de interacciones complejas entre sujetos genera equilibrios múltiples y mercados imperfectos4 . Simon (1945) profundiza los aspectos relacionados con las jerarquías y complementa el análisis con los aportes de la sicología. El salario es la compensación que se le entrega al trabajador por la pérdida de su libertad. Simon dice que existe un margen de tolerancia frente a las arbitrariedades del patrón, que depende de las condiciones del mercado laboral. Cuando el desempleo es muy alto, el margen de tolerancia aumenta. 3. El problema del costo social Coase (1960) retoma una discusión que fue clásica en los años treinta: el problema del costo social. El asunto tiene que ver con dos aspectos centrales de la teoría económica. Uno es el de las externalidades y otro es el de la producción con costos medios y marginales decrecientes. El primer tema tiene que ver directamente con el costo social. Y el segundo se conoce como la controversia del costo marginal (Coase, 1946, 1947). Ambos problemas ponen en evidencia las limitaciones de la teoría convencional. Los problemas del costo social y de los costos decrecientes pueden estar relacionados, aunque no son exactamente lo mismo. En algunas ocasiones se presentan de manera conjunta, especialmente cuando se trata de un bien público que se produce con costos decrecientes. El faro es el ejemplo típico de la situación descrita. Una empresa que sigue los criterios convencionales de la Cobb-Douglas y produce con costos marginales crecientes puede generar externalidades positivas (mayor turismo) o negativas (contaminación). El análisis es más complejo cuando al mismo tiempo se presentan costos decrecientes (rendimientos crecientes en el margen) y externalidades, como en el caso del faro. Siempre que se presentan externalidades, se abre la discusión sobre quién se apropia de los beneficios y/o quién asume los daños. Pero cuando, además de este problema, los costos de producción son decrecientes, se debe resolver la dificultad adicional de cómo determinar el precio, ya que si éste se fija a costo marginal, podría ser cercano a cero. 4 Coase, con Chamberlin, acepta que hay numerosas imperfecciones. En su teoría del duopolio, Coase (1935) critica la opinión de Chamberlain (1933), para quien el acuerdo entre los dos productores de un duopolio necesariamente termina en una solución monopólica. En opinión de Coase, este resultado no es evidente, ya que es posible que se mantenga el duopolio, no obstante el acuerdo entre productores. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 DOS ENSEÑANZAS DE COASE 59 La respuesta de Coase a estas dificultades está orientada por este criterio: debe permitirse, en la medida de lo posible, que las partes involucradas negocien entre sí. El principio ayuda a resolver ambos problemas. En el caso de las externalidades, invita a que los sujetos implicados dialoguen y lleguen a un acuerdo. Coase ilustra la reflexión con ejemplos diversos. 1) El dentista conversa con el dueño de la fábrica vecina que hace ruido y acuerdan que, entre determinadas horas, la empresa le pagará al dentista un valor equivalente al que recibiría si atendiera a los pacientes. 2) El dueño del bosque dialoga con el propietario de la empresa de los trenes que incendian los árboles con las chispas de las locomotoras de carbón. Acuerdan que la empresa pagará una indemnización, pero el agricultor se compromete a no sembrar árboles cerca de la carrilera. 3) La empresa que contamina con humo negocia con los quince vecinos que finalmente aceptan irse a vivir a otro lugar. En estos casos, las partes valoran sus propios costos y beneficios. Para Coase, estos acuerdos son preferibles a alternativas, como la pigouviana, que imponen tarifas a la contaminación o al ruido5 . Estas normas no son convenientes porque se pretenden universales y no consultan los intereses de las partes. En el caso de los costos decrecientes habría que buscar los mecanismos institucionales para que los consumidores, en un ejercicio de ensayo y error, vayan expresando el precio que estarían dispuestos a pagar por el servicio que presta la empresa. Estas medidas son mejores que los precios regulados porque, como los impuestos pigouvianos, las normas son generales y desconocen los intereses específicos de productores y consumidores. Vickrey (1948, 1955) interviene en la polémica y rechaza las soluciones de Pigou y de Coase. Propone que el precio se determine teniendo en cuenta la congestión. Considera apropiado acercar el precio al costo marginal social de corto plazo. Es un costo social, porque tiene en cuenta la congestión. En un avión, el costo marginal por pasajero disminuye. Vickrey considera oportuno cobrarle muy poco a quien compra el pasaje con un año de anticipación y cobrarle muy duro a quien lo compra una hora antes de la salida del vuelo. Este precio es elevado porque la persona llegó de última, no importa que el costo marginal sea cercano a cero6 . 4. Conclusión: la actualidad de Coase Los principios teóricos desarrollados por la corriente principal se quedan cortos para abordar la propuesta coasiana. Toda interacción humana es costosa. Y el mercado, 5 Ver Pigou (1912, 1920). 6 Sobre la solución de Vickrey, ver González (2004). Universidad Autónoma de Colombia 60 JORGE IVÁN GONZÁLEZ en tanto implica relación entre sujetos, tiene costos. Los empresarios y los consumidores tratan de reducir los costos de transacción. Ello no significa que exista un mundo ideal en el que no haya costos de transacción. Esta maravilla no ocurre. Coase ni siquiera la postula como el punto de llegada de la organización social. Siempre hay imperfecciones y limitaciones derivadas de la condición humana. El mercado perfecto es una falacia. Ostrom y Williamson amplían los alcances de la teoría de los costos de transacción. Ostrom (1990) analiza las relaciones complejas que tienen lugar entre personas que buscan mejorar sus condiciones de vida, sin pretender llegar a situaciones óptimas. El gobierno de los bienes comunes puede ser bastante bueno, aunque reconoce que todos los acuerdos son complicados. Ostrom es optimista y evita caer en la tragedia de los comunes de Hardin (1968) o en las trampas propias de los juegos de dilema de prisioneros. Los hechos muestran que las pequeñas comunidades del sur de California se pueden organizar bastante bien. Williamson (1993), por su parte, invita a pensar las decisiones de inversión de las empresas como problemas relacionados con la interacción humana (del gerente con los accionistas y los banqueros, de los accionistas entre sí, etc.), y no como alternativas de maximización de precios. La decisión de emitir acciones o de endeudarse es un tema que toca las relaciones entre sujetos. Por esta razón, ante la reciente crisis financiera, la pregunta de Williamson no es por las falencias de los modelos financieros, sino por la incapacidad que han tenido los gobiernos de controlar las corporaciones. La pregunta relevante sería: ¿por qué el Gobierno norteamericano no ha logrado regular a los grandes, como el Citigroup? Bibliografía Böhm-Bawerk, E. (1914/1959). Further Essays on Capital and Interest. Capital and Interest (vol. 3). Illinois: Libertarian Press. Cárdenas, M. (2002, marzo). Economic Growing Colombia: A Reversal of “Fortune”? Archivos de Economía, 179. Cataño, F. (2000). Las instituciones y la teoría neoclásica de los precios. Comentarios a una idea de Ronald Coase. Cuadernos de Economía, 19 (32), 9-25. Chamberlin, E. (1933). The Theory of Monopolistic Competition. A Re-orientation of the Theory of Value. Cambridge: Harvard University Press. Clower, R. & Howitt, P. (1995). La Monnaie, les Marchés et Coase. En D’Autume, A. & Cartelier, J. (Eds). L’Economie Devient-Elle une Science Dure? (pp. 199-215). París: Economica. Coase, R. (1935, febrero). The Problem of Duopoly Reconsidered. Review of Economic Studies, 2 (2), 137-143. Coase, R. (1937, noviembre). The Nature of the Firm. Economica, 4 (16), 386-405. [Reproducido en Coase, R. (1988). The Firm, the Market, and the Law (pp. 33-55). Chicago: University of Chicago Press y en Williamson, O. & Winter, S. (Eds.). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 DOS ENSEÑANZAS DE COASE 61 (1993). The Nature of the Firm. Origins, Evolution, and Development (pp. 18-33). Nueva York: Oxford University Press. Coase, R. (1946, agosto). The Marginal Cost Controversy, Economica, 13 (51), 169-182 [Reproducido en Coase, R. (1988). The Firm, the Market, and the Law (pp. 33-55). Chicago: University of Chicago Press y en Williamson, O. & Winter, S. (Eds.). (1993). The Nature of the Firm. Origins, Evolution, and Development (pp. 75-93). Nueva York: Oxford University Press. Coase, R. (1947, mayo). The Marginal Cost Controversy: Some Further Comments. Economica, 14 (54), 150-153. Coase, R. (1960, octubre). The Problem of Social Cost. Journal of Law and Economics, 3, 1-44. [Reproducido en Coase, R. (1988). The Firm, the Market, and the Law (pp. 95-156). Chicago: University of Chicago Press. Coase, R. (1988). The Firm, the Market and the Law. En The Firm, the Market, and the Law (pp. 1-31). Chicago: University of Chicago Press. Coase, R. (1992, septiembre). The Institutional Structure of Production. American Economic Review, 82 (4), 713-719. Coase, R. (1998, mayo). The New Institutional Economics. American Economic Review, 88 (2), 72-74. Cobb, C. & Douglas, P. (1928, marzo). A Theory of Production. American Economic Review, 18 (2), 139-165. González, J. (2004). The Dimension of the Reasonable in the Microeconomics of William Vickrey. Colombian Economic Journal, 2 (1), 45-80. Hardin, G. (1968, diciembre). The Tragedy of the Commons. Science, 162, 1243-1248. Hayek, F. von. (1934, junio). On the Relation Between Investment and Output. Economic Journal, 44 (174), 207-231. Krugman, P. (1995). Development, Geography and Economic Theory. Cambridge: MIT Press. Marshall, A. (1920/1994). Principles of Economics. An Introductory Volume (8a ed.). Londres: Porcupine. McCloskey, D. (1985/1998). The Rhetoric of Economics. Madison: University of Wisconsin Press. Ostrom, E. (1990/2005). El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva. México: Fondo de Cultura Económica. Ostrom, E. (2009). Beyond Market and States: Polycentric Governance of Complex Economic Systems, Nobel Lecture. Tempe: Arizona State University. Pigou, A. (1912). Wealth and Welfare. Londres: MacMillan. Pigou, A. (1920). The Economics of Welfare. Londres: MacMillan. Robinson, J. (1932, diciembre). Imperfect Competition and Falling Supply Price. Economic Journal, 42 (168), 544-554. Robinson, J. (1933). The Economics of Imperfect Competition. Londres: MacMillan. Universidad Autónoma de Colombia 62 JORGE IVÁN GONZÁLEZ Robinson, J. (1971, septiembre). The Measure of Capital: The End of the Controversy. Economic Journal, 81 (323), 597-602. Simon, H. (1945/1997). Administrative Behavior. A Study of Decision-Making Processes in Administrative Organization. Nueva York: Free Press. Stigler, G. (1966). The Theory of Price. Londres: MacMillan. Vickrey, W. (1948, junio). Some Objections to Marginal-Cost Pricing. Journal of Political Economy, 56 (3), 218-238. [Reproducido en Arnott, R., Arrow, K., Atkinson, A. & Dreze, J. (Eds.). (1994). Public Economics. Selected Papers by William Vickrey (pp. 216-239). Cambridge: Cambridge University Press. Vickrey, W. (1955, mayo). Some Implications of Marginal Cost Pricing for Public Utilities. American Economic Review, 45 (2), 605-620. Walras, L. (1926/1987). Elementos de economía pura (o teoría de la riqueza social). Madrid: Alianza. Williamson, O. (1993, invierno). Contested Exchange versus the Governance of Contractual Relations. Journal of Economic Perspectives, 7 (1), 103-108. Williamson, O. (2009). Transaction Cost Economics: The Natural Progression, Nobel Lecture. Berkeley: University of California. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 El Socialismo de mercado de la República Popular China a la luz de la teoría de los costos de transacción de Williamson OSCAR RENÉ MARTÍNEZ MESA1 Resumen Este ensayo analiza cómo las organizaciones económicas planeadas centralmente, como es el caso de la República Popular China, sustituyen en una primera etapa por su conducta, el modelo puro de mercado; sin embargo a pesar de sus imperfecciones y de su oportunismo, su presencia es necesaria en el marco del proceso de globalización actual. Se presenta una conceptualización inicial a partir de los trabajos de Coase (1937) y Coase (1960). Se explora las implicaciones en la eficiencia del sistema económico bajo la existencia de los costos de transacción en la teoría de la empresa de Williamson. Palabras clave: socialismo de mercado, costos de transacción, globalización, economía centralmente, mercado, leadership económico. 1 Doctorando en Ciencias de Gestión de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Análisis de Problemas Económicos, Políticos e Internacionales Contemporáneos. Profesional en Comercio Internacional. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Administrativas y Contables de la Universidad Autónoma de Colombia. Universidad Autónoma de Colombia 64 OSCAR RENÉ MARTÍNEZ MESA Abstract This test analyzes how the economic organizations planned central, since it is the case of the Popular Republic China, substitute in the first stage, by his conduct, the pure model of market; nevertheless, in spite of his blemishes and his opportunism, his presence is necessary in the frame of the process of current globalization. One presents an initial conceptualization, from the works of Coase (1937) and Coase (1960). The implications are explored in the efficiency of the economic system, under the existence of the costs of transaction in the theory of Williamson’s company. Key words: socialism of market, costs of transaction, globalization, economy central, bought, leadership economic. Introducción Aun cuando se critica la juventud de la teoría de Williamson, que parte de un postulado que se podría considerar como falso, su teoría funciona si partimos de un postulado contrario. Si bien puede ser cuestionable desde el punto de vista de sus postulados filosóficos e ideológicos de inicio, es útil para nuestro análisis acerca de la existencia del modelo de socialismo del mercado de la República Popular China, a la luz de la teoría de Oliver Williamson. Las organizaciones económicas tienen diferentes maneras de alejarse del modelo puro de mercado. Los lazos directos entre las personas y la necesidad de responder, por medio de formas que demuestren una capacidad limitada de enfrentar la incertidumbre y la complejidad, repercuten en la naturaleza de los contratos económicos, en la posibilidad de establecer mercados y en la substitución del sistema de precios por relaciones directas, jerarquizadas o no. Al demostrar que nuevos principios son necesarios para comprender la organización interna, Williamson no pierde de vista la importancia de las presiones del mercado externo en la dirección de la actividad económica. Coase (1937, ref. 1960 y discurso Nobel 1991) encontró que era determinante para la existencia de las empresas minimizar los costos de transacción e interiorizar los intercambios, los cuales, al realizarse en el mercado, llegarían a ser costosos. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL SOCIALISMO DE MERCADO DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA A LA LUZ DE LA TEORÍA DE LOS COSTOS... 65 1. Estructura de los defectos de la organización y de la jerarquía en una economía planeada. De qué manera el modelo económico centralmente planeado de la República China, en una primera fase, suplanta el mercado La estructura de los defectos de la organización y de la jerarquía (Williamson, 1975, cap. II) se constituye como la base principal de mi análisis hacia la comprensión de la primacía de la organización interna en el mercado. Tomo el caso de la economía centralmente planificada de la República Popular China, a partir de la era de Mao de 1949. Se considera como un hecho que, al principio, había mercados, aun cuando sea justificado suponer un defecto de la organización interna, si observamos que las transacciones se desplazan desde un mercado hacia una empresa. Williamson da como postulado la superioridad de la empresa sobre el mercado. Sería un mercado perfecto. Sin embargo, dado que hay en el mercado egoísmos, oportunismos, racionalidad limitada, imperfecciones y dificultad de información (información asimétrica)2 , se debe recurrir a la empresa o a la organización interna para poder luchar eficientemente contra los oportunistas. La empresa se encarga de manejar a los oportunistas. A partir de las imperfecciones y de la atomización del mercado, y de la ausencia de factores externos de la economía de mercado, los costos de transacción suben, lo que hace que las transacciones se desplacen de un mercado a una empresa. Es por ello que el modelo y los defectos de la estructura de la organización, aplicados simétricamente a las formas de economía centralmente planificada, instalada entre 1949 y 1976 por Mao, funciona; de la organización del mercado y de la empresa, no son muy considerables, en comparación con los defectos del mercado. Esta misma racionalidad, que empuja a minimizar los costos de transacción, surge del trabajo original de Coase: “El funcionamiento del mercado lleva en sí mismo costos y es formando una organización y permitiendo que una autoridad (la empresa) dirija los recursos, que se economiza ciertos de estos costos”3 . Veamos cuáles serían las razones de la ventaja de la empresa en la economía en China, en el mercado: 1. De acuerdo con la teoría de Coase, la organización de China funcionaría perfectamente mientras no existan ni precios ni mercado, dado que la organización respondió a las necesidades de distribución y de producción de los consumidores. Para coordinar las acciones de los chinos, ni los precios ni los mercados fueron 2 El origen de los comportamientos oportunistas debe buscarse en las asimetrías de la información (Akerlof, 1970). 3 El principal antecedente de la teoría de los costos de transacción es el trabajo de Coase (1937), en el cual se propone un punto de vista alternativo a la economía industrial clásica (Salas, 1987). A partir de este estudio seminal, otros autores, como Simon (1947), Qrrow (1969) y especialmente Williamson (1975, 1979, 1985), siguieron su huella. Universidad Autónoma de Colombia 66 OSCAR RENÉ MARTÍNEZ MESA necesarios, como le demostró el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Ni la presión ni la variación de elasticidad fueron necesarias para realizar correctamente las acciones de producción, de distribución y de consumo. 2. La búsqueda de la eficiencia es dinámica. La República Popular China no abandona tan fácilmente el modelo de economía centralmente planeada. China tomó medidas para garantizar su funcionamiento. Se advirtió a la población de las bondades del mercado. Sin embargo, otro elemento habría favorecido el modelo: la lucha ideológica entre dos sistemas antagónicos engendró una guerra fría tensa y una guerra psicológica que se orientó a imponer su sistema. 3. Se necesita creer en la organización. La empresa es superior al mercado excepto cuando tiene defectos. Mientras la distribución de los productos fue racional, el mercado chino se mantuvo. El mercado siempre estuvo presente; sin embargo, mientras funcionó con Mao, el mercado no fue necesario. Lo que no significa que se haya creído en el capitalismo. Las organizaciones chinas colectivas desarrollaron la idea del managment afectivo. Un factor de confianza moral, humano, caracterizó el leadership de Mao Tse Tung. El factor moral fue esencial en la organización, puesto que no dominó el oportunismo de un mercado influyendo en los valores y las ambiciones de los miembros de la organización. Hasta ahora, la ventaja de la planeación central (empresa) no consistía en resolver todos los problemas de una país o en terminar con el oportunismo presente en la economía de mercado. Al contrario, canalizaba todas las capacidades humanas hacia la iniciativa de un pueblo. La genialidad de los dirigentes chinos mantuvo la unidad de China y permitió al mismo tiempo su desarrollo. En circunstancias en las cuales los contratos complejos son impracticables y en las cuales los mercados de contado son peligrosos, la economía centralmente planeada facilita una toma de decisiones adaptable y consecutiva y, de esta manera, se economiza la racionalidad limitada. La planeación de China favoreció las expectativas contingentes, lo que redujo la incertidumbre. La orientación de los mercados y de las jerarquías identificó factores del entorno y humanos, que explican las circunstancias en las cuales era costoso para Mao Tse Tung redactar, ejecutar y respetar contratos complejos de condiciones contingentes. Considerando los riesgos económicos de contratos simples (o incompletos), de las condiciones contingentes, la economía planeada centralmente evita el marketing, recurriendo a los modelos jerarquizados de la organización.4 En China, en las 4 Existen dos opciones extremas para asignar los recursos, entre los cuales otras fórmulas híbridas se formulan con sus respectivos mecanismos de coordinación (Williamson, 1991): a) La jerarquía, que utiliza como método de coordinación la autoridad. b) El mercado, coordinado por medio del sistema de precios —lo que supone la llegada de condiciones planteadas por los neoclásicos—. Por consiguiente, suponiendo costos de producción constantes, la teoría de costos de transacción analiza las causas en el origen de los costos constantes derivados de cada uno de los mecanismos de asignación de recursos. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL SOCIALISMO DE MERCADO DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA A LA LUZ DE LA TEORÍA DE LOS COSTOS... 67 transacciones jerárquicas, una cierta forma de subordinación prevaleció. China se centró en economizar en costos de transacción y no en tecnología o costos de producción. En los tres años de 1949-1952, se puso en marcha el proyecto “Un programa común para el desarrollo económico del país”. Con la reforma agraria en 1952, se había distribuido 43 millones de hectáreas a unos 300 millones de campesinos. Ciertas medidas, por ejemplo la confiscación del capital burocrático, la nacionalización de las empresas extranjeras, de los bancos, de los ferrocarriles, la formación de cooperativas y la formación de un mercado nacional único, impidieron el oportunismo de la economía de mercado. La producción se asoció a las necesidades del Estado, integrando un mercado nacional. La economía china, planeada centralmente, reduciría los costos de transacción eliminando el comportamiento oportunista y los egoísmos propios del mercado. Williamson, retomando el análisis del surgimiento de las empresas de Coase, pensaría que la economía de China se explicaría más como una estructura de poder que como una función de producción. La economía de los costos de transacción se centra en el desarrollo de estimulantes que minimizan los costos de transacción posteriores a la creación de un arreglo contractual, es decir, a la verificación del respeto del compromiso. De esta manera, las instituciones que estudian los arreglos posteriores al contrato adquieren una gran importancia. China crece y los desequilibrios financieros monetarios son controlados; se orienta rápidamente hacia la industrialización de la agricultura. Esta obedece a tres objetivos centrales: autosuficiencia alimenticia, generación de excedentes por acumulación y facilidad de mano de obra para el desarrollo industrial. El Estado fijaba los objetivos de producción, proporcionaba la materia prima y distribuía la producción; de esta manera, los costos de transacción se reducían. El modelo de planeación era ciertamente superior al mercado, en el papel; pero había un problema relativo a la información verdadera de las necesidades de la población. La planeación no fracasa en el medio chino, dado que sus dirigentes fueron capaces de producir la abundancia para un mercado de más de mil millones de personas, desarrollando una política adecuada de distribución. De esta manera, Williamson, comparando los diferentes métodos de compromiso de la mano de obra, demuestra que la organización colectiva china tiene importantes atributos de eficiencia para las tareas que implican la adquisición idiosincrásica de gran parte de la fuerza de trabajo. China supo organizar sus unidades de producción en jerarquías simples designando la relación de empleo adecuado para cada una. ¿De qué manera sus unidades llegaron a consolidarse en la empresa? La respuesta sería: a través de la integración vertical. China creó una base agrícola e industrial integrada e independiente. Mao Tse Tung combina la dirección y la coordinación centralizada de los niveles de producción de los principales productos que movilizaban los recursos de acuerdo con las necesidades. La distribución de recursos recaía a nivel local. Con costos de transacción nulos, el nivel de vida mejoró. Se solucionó el problema de la alimentación, del alojamiento y se creó, en acuerdo con el Banco Mundial, el Universidad Autónoma de Colombia 68 OSCAR RENÉ MARTÍNEZ MESA sistema de salud más igualitario del mundo. La esperanza de vida se elevó de 35 años en 1949, a 65 años en 1975. Esto se consiguió gracias a la movilización social y a la conciencia política. La orientación escogida, que tiene sus fundamentos en los defectos de la organización económica, subraya que son las transacciones, más que la tecnología, las que determinan en mayor medida la eficacia del intercambio por un método de organización, en comparación con el otro (Díaz, 2005). II Conveniencia de introducir el modelo de mercado como condición necesaria para el apoyo del leadership, en el marco del proceso de globalización De acuerdo con el trabajo original de Coase, en su obra “La naturaleza de la empresa”: La formación de una organización en cabeza de una autoridad (Estado chino) puede dirigir los recursos economizando ciertos costos del mercado. La incertidumbre y la racionalidad son caracteres fundamentales de esta posición. La planeación china serviría para economizar costos de transacción, dado que la confianza en el mecanismo del precio exige que se determine los costos adecuados y que la empresa llegue a ser el único proveedor. La economía china substituye un solo contrato incompleto (un acuerdo de empleo) por muchos otros completos. (1937, p. 336) Esto explica la razón por la cual China, a partir de un “gobierno central”, dominó el régimen financiero, las inversiones y controló las relaciones con el exterior. Los costos eran lo que debían ser y el Estado chino, el único proveedor (Dorn, 1998). Sin embargo, me corresponde recordar aquí tangencialmente, el capítulo X: “La estructura del mercado en relación con la innovación técnica y organizacional”. En el libro Mercados y jerarquías de Williamson, se hace una distinción importante entre la eficacia y el progreso, especialmente cuando el interés se dirige a nuevos productos, como es el caso del “socialismo de mercado chino”, frente a un nuevo mercado. Con la ayuda de este capítulo podemos comprender que la empresa y los mercados coexisten en un equilibrio simbiótico, con métodos internos y de mercado que son a la vez medios alternativos y complementarios para la organización de actividades tecnológicamente separables. De acuerdo com Schumpeter, en el capítulo “The Theory of Economic Development” del libro Capitalismo, socialismo y democracia (1971, pp. 4-15), el nuevo tipo de competencia en el socialismo del mercado chino puede atribuirse a la nueva instalación, a la nueva tecnología, a la nueva fuente de recursos, al nuevo tipo de organización (la unidad de control de más grande escala). Esta competencia que cuenta con una ventaja definitiva de costos o de calidad y afecta no sólo los márgenes de utilidad y la producción de la empresa, sino también sus fundamentos y sus vidas mismas (Schumpeter, 1942). El tamaño de la economía china y las dimensiones de la población, el desarrollo de nuevos materiales, el progreso de las comunicaciones y las nuevas tendencias de la economía digital exigen nuevas formas organizacionales Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL SOCIALISMO DE MERCADO DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA A LA LUZ DE LA TEORÍA DE LOS COSTOS... 69 que permiten enfrentar el proceso de globalización. La invención, la innovación y las nuevas patentes de la economía de mercado reducirían el margen de maniobra de la República Popular China. A partir de Deng Xiaping, no todo sería favorable a la primacía de la empresa sobre el mercado. Se veía la estructura de los defectos de organización que consistían en un conjunto de factores humanos y del entorno, que explicaba la eficiencia del compromiso. Vemos ahora de qué manera el mercado se introduce en China y cuáles son los elementos que motivan la suplantación de la economía planeada centralmente. A la muerte de Mao, en 1976 estas preguntas surgen. Había que considerar si el mercado suplantaría la empresa o si la empresa iba a suplantar definitivamente el mercado. ¿La estructura de la organización de la República Popular China era suficiente? ¿El proceso de globalización exigía que el mercado se enfrentara a las nuevas realidades tecnológicas y de intercambio, manteniendo la unidad del pueblo y respondiendo de esta manera a la burocracia? Cuando la planeación experimenta algunas dificultades, el mercado complementa la empresa y la fragmentación de su economía fue utilizada para el mercado. La densidad demográfica creó obstáculos para la mecanización agrícola, y entonces llegó a ser necesario establecer relaciones con los países socialistas. Como consecuencia de las grandes dimensiones de la economía, empezó a suceder la rareza de los recursos de inversión y el excedente traído por la agricultura no alcanzaba los montos esperados. China era un país pobre, atrasado y subdesarrollado. En 1976, el ingreso por cabeza era el 10% del de la URSS y el 2% del de Estados Unidos. Se admitía que 100 millones de personas no disponían de alimentos suficientes. En la segunda sesión plenaria del IX Comité Central (30 de diciembre de 1978), se resumió tanto las experiencias positivas como las negativas del socialismo llevado a bien por China. Además, se aprobó la propuesta de Deng Xiaoping de realizar la restauración socialista del país. Coase (1937, pp. 14, 336, 338-341, 350) explica la existencia de un mercado a partir de los costos de transacción: los mercados son instituciones que existen para facilitar el intercambio, es decir que existen para reducir los costos implicados por la realización de transacciones, “China ve la necesidad de introducir el mercado, cuando su modelo económico planeado centralmente se declara incapaz de crear un contexto social necesario para la cooperación, la confianza y el reconocimiento de compromisos.5 El capítulo II de Mercados y jerarquías de Williamson deja entrever que China permite de entrada la economía de mercado, dado que los mercados y las empresas son instrumentos opcionales que permiten complementar un conjunto de transacciones 5 El premio Nobel de economía James Buchanan (1979, p. 81-82) llamó “principio del orden espontáneo” al “más importante principio fundamental de economía”. Su idea es que los individuos buscan sus propios beneficios en un sistema de propiedad privada y de mercados libres que provoca intercambios y da beneficios a ambas partes, y que los principios determinados para la competencia las decisiones económicas sin la planeación central. Por otro lado, la planeación central no puede conducir a un resultado semejante al generado por el mercado, porque nadie tiene suficiente información para conocer este resultado de antemano (ver Hayek, 1945; Lavoie 1990). Universidad Autónoma de Colombia 70 OSCAR RENÉ MARTÍNEZ MESA relacionadas entre sí. El hecho de que un conjunto de actividades se desarrolle por medio de la economía de mercado depende de la eficiencia relativa de cada modelo. De un lado, los costos que implica para China el hecho de redactar y ejecutar contratos complejos a través de un mercado, varían de acuerdo con las características de las personas encargadas de tomar las decisiones, personas involucradas en la transacción y en las propiedades objetivas del mercado; de otro lado (Williamson, 1975, p. 24), es evidente que había en China factores humanos y del entorno que impedían los intercambios entre las empresas (a través de un mercado), lo que permitía reconocer los límites transaccionales de la organización interna de la economía planeada antes de Deng Xiaoping. China comprendió que la organización debía adaptarse al proceso de globalización y que la mejor manera de no caer en la misma crisis que los soviéticos era adaptar la organización al proceso de globalización, y la dejaron entrar en el mercado, de manera que la burocracia no se viera cuestionada. Aun cuando la teoría de Williamson muestra la superioridad de un sistema con respecto al otro, es claro que esta superioridad puede interpretarse como propia de la guerra fría. La economía de mercado se impone en tres etapas. En la primera, el PNB se duplica en diez años, de 1980 a 1990, y el problema de la subsistencia elemental de la población es resuelto; la segunda se propuso, para el año 2000, cuadriplicar el PNB de 1980 (se consiguió en 1996) y alcanzar un nivel de vida modestamente acomodado; la tercera meta señala, para la mitad de este siglo (2049), alcanzar el nivel de países medianamente desarrollados. ¿Por qué, entonces, se produjo el éxito de esta economía a pesar de los riesgos de oportunismo, de incertidumbre, de irracionalidad limitada, de repercusión de la información y del entorno?6 . El país había conseguido fortalecer un Estado soberano, unificado en su parte continental, y poseía un peso importante y un reconocimiento internacional. Había desarrollado complejos industriales en todos los sectores de la economía. Es interesante observar que, para enfrentar los objetivos trazados, China no escogió volver al “modelo centralizado”. Este país se orienta hacia las exportaciones de mercado mundial, abandona su política aislacionista internacional, incorpora la inversión extranjera directa y establece bases geográficas espaciales económicas alrededor de sus superficies costeras. De esta manera, combina el trabajo ideológico y político con mecanismos económicos. En 1979, establece el “sistema de responsabilidad por 6 En lo relativo al comportamiento del ser humano, la naturaleza intangible de los activos tecnológicos desafía la racionalidad limitada de los individuos (Simon, 1947) y aumenta la probabilidad de que se comporten de una manera oportunista. Con los costos de transacción derivados del comportamiento de agentes, conviene buscar otras fuentes de costos en el entorno en el cual se opera el intercambio: 1) El nivel de incertidumbre tecnológica se encuentra en el origen de las dificultades de identificación de posibles contingencias y el valor real de las tecnología en el futuro y, por consiguiente, para la redacción de contratos complejos. 2) La frecuencia de la transacción tecnológica, que determina la posibilidad de amortiguar más fácilmente los costos fijos derivados del establecimiento de una estructura interna para administrar la transacción. 3) El número de contratantes sirve de unión entre los costos derivados del entorno de la transacción y del comportamiento de los agentes. En este sentido, la presencia de grupos reducidos de contratantes tiene una influencia determinante sobre la probabilidad de que los agentes manifiesten un mayor comportamiento oportunista frente a la dificultad de encontrar elementos alternativos con los cuales negociar (Williamson, 1975). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL SOCIALISMO DE MERCADO DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA A LA LUZ DE LA TEORÍA DE LOS COSTOS... 71 contrato familiar” y en 1985 las transferencias directas de utilidades al Estado son sustituidas por un impuesto sobre los beneficios; se introduce un sistema paralelo, o “duelo de precios”, lo que hizo que el 40% del valor de la producción industrial dependiera de objetivos determinados centralmente. En las ramas industriales, los productos sujetos a contrato fueron reducidos y se aumentó, poco a poco, el papel y el espacio del mercado. El mecanismo “duelo” estipulaba que la empresa recibiría una parte de recursos por medio de asignaciones planeadas; y lo demás lo conseguiría en el mercado. Finalmente, fue por razones burocráticas que las empresas no substituyeron completamente el mercado. La integración vertical de la economía china no se afecta inmediatamente por la concentración del mercado. El modelo planeado centralmente incorpora la economía de mercado y, a pesar de las deficiencias de la organización para manejar el gran tamaño y la complejidad, se mantiene gracias al desarrollo de su estructura una división múltiple que supera las condiciones de pérdida de control. esto permite la expansión con nuevos recursos y aumenta la concentración, la diversificación y apoya porcentajes elevados de especialización de productos (Williamson, 1975, p. 226). Es por esto que la magnitud de la economía china adoptó esta estructura y que sigue creciendo. La pregunta que se plantea ahora es si el mercado logrará suplantar definitivamente la empresa. Conclusión Frente a la pregunta de si conviene considerar que es el mercado el que suplanta la empresa o si es la empresa la que suplanta el mercado, Williamson postula la superioridad de la empresa sobre el mercado. Frente a la existencia en el mercado del egoísmo, de oportunistas, de imperfecciones del mercado y de la dificultad de información perfecta, se necesita recurrir a la empresa para poder luchar eficientemente contra los oportunistas y la racionalidad limitada. Las organizaciones económicas planeadas centralmente, como aquellas de la República Popular de China, suplantan, en una primera etapa, el modelo puro de mercado. Sin embargo, a pesar de sus imperfecciones, su presencia en el mercado es necesaria en el marco del proceso actual de globalización. La planeación china tendría la ventaja, pero esta se atenuaría en beneficio del mercado cuando la empresa entre en problemas y su fragmentación sea aprovechada por el mercado. La empresa y el mercado coexisten en un equilibrio simbiótico, con métodos internos y de mercado que son a la vez medios alternativos y complementarios para la organización de actividades tecnológicamente separables. China comprendió que la organización debía adaptarse al proceso de globalización y que la mejor manera de no caer en la misma crisis soviética era hacerlo por medio de una estructura de divisiones múltiples y permitir que el mercado complementara la economía planeada, conservando la organización y dejándola entrar en el mercado, de tal manera que la burocracia no se viera cuestionada. China ve la necesidad de introducir el mercado cuando su modelo de economía centralmente planeada se declara incapaz de crear un contexto social necesario a la cooperación, la confianza y el reconocimiento de compromisos. Universidad Autónoma de Colombia 72 OSCAR RENÉ MARTÍNEZ MESA Bibliografía Alchian, A. A. & Woodward, S. (1988, marzo): The Firm is Dead; Long Live the Firm. A Review of Oliver E. Williamson’s: The Economic Institutions of Capitalism. Journal of Economic Literature, 26, 65-79. Brousseauu, E. (1989, otoño). L’approche néo-institutionelle de l’economie des couts de transaction. Revue Francaise d’Économie, IV. Chamberlin, E. (1933). The Theory of Monopolistic Competition. Cambridge: Harvard Business Press. Chen, M. (1996). Competitor Analysis and Interfirm Rivalry: Toward a Theoretical Integration. Academy of Management Review, 21, 100-134. Coase, R. H. (1937). The Nature of the Firm, Economica N.S., 4, 386-405. [Reproducido en Stiggler, G. J. (1952). Readings en Price Theory Homewood]. Commins, J. R. (1934). Institutional Economics. Madison: Univertsity of Winsconsin Press. Cyert, R.M. & March, J.G. (1963). A Behavioral Theory of the Corporation. Nueva York: Prentice-Hall. Díaz, V. J. (2005). Modernización de la economía China: aspectos generales de una experiencia. Dorn, J. (1998, primavera/verano). Futuro de China: ¿socialismo de mercado o taoísmo de mercado? Cato Journal, 18 (1). Fama, E. F. (1980). Agency Problems and the Theory of the Firm. Journal of Political Economy, 88, 288-307. Fernández Rodríguez, Z. & Suárez González, I. (1996). La estrategia de la empresa desde una perspectiva basada en los recursos. Revista Europea de Dirección y Economía de la Empresa, 5 (3), 73-92. Jensen, M. C. & Meckling, W. H. (1976). Theory of the Firm: Managerial Behavior, Agency Cost, and Ownership Structure. Journal of Financial Economics, 3, 305-360. Klein, B., Crawford, R.G. & Alchian, A.A. (1978). Vertical Integration, Appropriable Rents, and the Competitive Contracting Process. Journal of Law and Economics, 21, 297-326. Knudsen, C. (1995). Theories of the Firm, Strategic Management, and Leadership. En C.A. Montgomery (Ed.). Resource-Based and Evolutionary Theories of the Firm: Towards a Synthesis (pp. 179-218). Boston: Kluwer Academic Publishers. Kochhar, R. & David, P. (1996). Institutional Investors and Firm Innovation: A Test of Competing Hypotheses. Strategic Management Journal, 17, 73-84. Kogut, B. & Zander, U. (1992). Knowledge of the Firm, Combinative Capabilities, and the Replication of Technology. Organization Science, 3, 383-397. Kogut, B. & Zander, U. (1996). What Firms Do? Coordination, Identity, and Learning. Organization Science, 7, 502-518. Lota, R. (2002, 29 de septiembre). ¿Planificación socialista o “socialismo de mercado? Obrero Revolucionario, 1168. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 EL SOCIALISMO DE MERCADO DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA A LA LUZ DE LA TEORÍA DE LOS COSTOS... 73 Menard, C. (1990). La théorie de organizations, La Découverte. Miller, D. & Shamsie, J. (1996). The Resource-based View of the Firm in Two Environments: The Hollywood Films Studios from 1936 to 1965. Academy of Management Journal, 39, 519-543. Schumpeter, J. (1942). Capitalism, Socialism, and Democracy. Nueva York: Harper. Selznick, P. (1957). Leadership in Administration: A Sociological Interpretation. Nueva York: Harper and Row. Simon, H. A. (1961). Administrative Behavior (2a ed). Nueva York: The Macmillan Company. Spencer, J. W. (2003). Firms’ Knowledge Sharing Strategies in the Global Innovation System: Empirical Evidence from the Flat Panel Display. Strategic Management Journal, 24, 217-233. Spender, J. C. & Grant, R. M. (1996). Knowledge and the Firm: Overview. Strategic Management Journal, 17 (número especial de invierno), 27-43. Tapscott, D. (1997). La economía digital. Las nuevas oportunidades y peligros del mundo empresarial interconectado en red. Mc Graw Hill. Wernerfelt, B. (1984). A Resource-based View of the Firm. Strategic Management Journal, 5, 171-180. Williamson, O. E. (1975). Markets and Hierarchies. Nueva York: Free Press. Williamson, O. E. (1979). Transaction-Cost Economics: The Governance of Contractual Relations. Journal of Law and Economics, 22, 233-261. Universidad Autónoma de Colombia ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 Obstáculos para definir derechos de propiedad en el caso de recursos comunes globales e intergeneracionales FREDDY CANTE1 Resumen La definición de activos económicos de Coase (sean bienes o servicios) como derechos de propiedad (en un sentido jurídico y político, sección 1) no permite superar obstáculos cognitivos (racionalidad limitada, sesgos y prejuicios) ni morales (codicia), que son inherentes a los seres humanos. Tampoco permite captar las realidades físicas de tales activos (contingencia, incertidumbre), en particular en un mundo en donde todos los recursos son comunes y entran en un flujo global e intergeneracional (secciones 2 y 3). Palabras clave: derechos de propiedad, costo social, comunes globales e intergeneracionales. Abstract The idea of Coase about the definition of economic assets (goods or services) as property rights (in a legal and political sense) is summarized in section 1. In the next two sections are showed the main limitations of his proposal. This definition cannot help us to overcome cognitive barriers (bounded rationality, biases and prejudices), nor moral hindrances (mainly greed), which are inherent characteristics of human beings. This definition cannot help us to encapsulate physic realities of the assets (uncertainty and contingency), particularly in our world where all resources are commons and, consequently, they are part of a global and intergenerational flux. Key words: Property rights, social cost, global communications and between generations. 1 Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor asociado de la Facultad de Ciencia Política y de Gobierno de la Universidad del Rosario. Universidad Autónoma de Colombia 76 FREDDY CANTE 1. Síntesis del planteamiento de Coase sobre el costo social En su clásico artículo, “El problema del costo social”, en relación con la definición de los derechos de propiedad, los planteamientos esenciales de Ronald Coase (1988) son los siguientes: a. Puesto que el mercado es una institución (un conjunto de relaciones sociales de propiedad e intercambio, en gran parte definidas y reguladas por el poder político), los objetos de transacción no son asumidos como entes físicos sino, fundamentalmente, como derechos de propiedad. b. Quien posee un activo (sea este un bien o un servicio) ostenta un derecho (una libertad económica) para darle el uso que mejor convenga a su visión del mundo y a sus intereses. Por ejemplo, el propietario de una finca puede utilizarla para la contemplación o la recreación pequeño burguesa, o para crear una microcomuna ambientalista, a lo H. D. Thoreau, o para introducir algún cultivo o cría de animales destinados al comercio. c. La mencionada libertad económica no puede ser absoluta (una soberanía total para todos generaría una pérdida de libertad para toda la gente, algo análogo al dilema de los prisioneros). Por tanto, en aras de evitar mutuos perjuicios colectivos, ha de existir una regulación: sea el imperio de los precios del mercado, o la imposición de impuestos y normas por parte del Estado, o diversas modalidades de tiranía social de carácter comunitario. d. Un enfoque maximalista para definir los derechos de propiedad exige un conocimiento de los efectos totales (costes y beneficios) de un activo, no sólo en términos económicos (para indagar si genera más bienestar que malestar) sino, además, en aspectos morales y estéticos (lastimosamente Coase deja enunciada tan ambiciosa empresa y evade tormentosas discusiones de juicios de valor). e. Un enfoque minimalista exige que la definición de derechos de propiedad, bajo el imperio de la lógica mercantil (maximización del crecimiento o riqueza agregada), se haga tomando en cuenta la naturaleza recíproca de las interferencias económicas: A puede causar daño a B, pero se puede dejar de percibir un benéfico efecto total (mayor riqueza y crecimiento) al obstruir el derecho de A en aras de defender el derecho (menos rentable y relevante) de B. f. La definición misma de los derechos de propiedad y de las consecuencias benéficas o nocivas de los usos que se le den, son tareas costosas. En un mundo de división social del trabajo y del conocimiento, escasez y asimetría de información, riesgos del oportunismo, incertidumbre sobre futuros estados de la sociedad y de la naturaleza, y problemas de racionalidad limitada, se incrementan desmesuradamente tales costos. g. El derecho para ocasionar un daño es también un factor de producción. Se asume que si un proceso productivo aporta positivamente al crecimiento global, entonces debemos tolerar males menores (contaminación, ruido, y demás daños Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 OBSTÁCULOS PARA DEFINIR DERECHOS DE PROPIEDAD EN EL CASO DE RECURSOS... 77 a la naturaleza y a las personas). La licencia para hacer daño es permisible si quien lo genera contribuye a un valor agregado (riqueza total) mayor que el perjuicio que ocasiona. 2. Síntesis del modelo de recursos comunes no estrictos Un planteamiento central en el seminal libro Salida, voz y lealtad, escrito por el economista Albert Hirschman (1970), se puede presentar brevemente así: la gran facilidad que tienen las sociedades humanas para deteriorarse es el costo que se paga por la existencia de grandes niveles de productividad; y, en especial, por la disponibilidad de enormes excedentes de recursos muy por encima del nivel de subsistencia. El deterioro (podríamos decir, el coste social) ocurre en cualquier sistema económico, social o político, y se traduce en un comportamiento deficiente, irracional, ilegal, vicioso y poco o nada funcional. En una perspectiva más realista (la cual incluye el tiempo y la historia), los denominados bienes de consumo colectivo, tan fantasiosamente bautizados como bienes públicos puros (Pascal sugirió que Dios, en razón de su infinita e incondicional benevolencia, es el único bien público puro), pueden más bien ser entendidos como unos recursos de acceso común. El biólogo G. Hardin (1968) mostró que, en el ámbito microeconómico, puede existir un bien libre (de acceso abierto), por ejemplo, un terreno de pastura. Si en tal terreno ingresa una comuna de pastores, cada uno con una población moderada de ovejas, entonces puede existir algún grado de libertad, en el sentido de que cada animal puede saciarse de pasto y subsistir sin interferencias (rivalidades, competencia). Si, seguramente debido a la codicia individual de cada pastor, la población de ovejas que cada cual lleva a pastar es incrementada, entonces comenzarán los problemas de escasez y congestión. Si se persiste en la ciega codicia y en buscar tan sólo la ganancia privada, entonces cada cual incrementará aún más la cantidad del rebaño de ovejas, a tal punto que el desmesurado aumento generará un mal colectivo traducido en una situación de tragedia de los comunes: el recurso de acceso común se agota y se extingue. Cuando, como en el ejemplo, hay una situación de recursos comunes estrictos (anclados en una localidad y en el corto o mediano plazo), la ambición personal (la vulgar codicia de cada pastor que lleva todas sus ovejas a pastar) genera unos males colectivos que son discernibles. Tales perjuicios (diríamos, costes sociales) son directos, quizás medibles y, en especial, son experimentados por los mismos usuarios del recurso. Además, corresponden a la misma moneda o especie de la que está hecho el recurso (en el ejemplo, los males colectivos se traducen en la escasez y luego en la extinción del pasto). Tan sólo en circunstancias estrictamente locales, en donde existen pequeños grupos humanos como familias o comunidades que comparten algún ambiente con recursos de uso común, hay una enorme sensibilidad colectiva para percibir y afrontar daños (o costes sociales) que amenazan a toda la colectividad. Los comportamientos Universidad Autónoma de Colombia 78 FREDDY CANTE equivocados de esos diminutos grupos humanos son corregidos gracias a que es posible detectarlos oportunamente, y debido a que los males que puedan generarse van a recaer, directamente, sobre las mismas personas que los causaron. En 2009 le fue concedida la mención Nobel para economistas a la profesora Elinor Ostrom (1990), quien ha mostrado, con elocuente teorización y abundante evidencia empírica, los éxitos de pequeñas comunidades para cuidar de recursos naturales y generar formas de autogobierno en ambientes estrictamente locales. Tales modalidades de regulación (autogestión comunitaria) constituyen serias alternativas a las tan publicitadas y predominantes formas de regulación estatal (a través de incentivos selectivos) o mercantil (mediante señales de precios). Infortunadamente, la tendencia predominante en el nuevo siglo es la de un mundo cada vez más globalizado, con mercados que abarcan no sólo la geografía global, sino también la casi totalidad de las relaciones humanas. Esto trae como consecuencia el hecho de que, muy frecuentemente, los grupos humanos que con su mal comportamiento generan un daño colectivo no son los mismos que sufren las consecuencias nocivas de tal anomalía. Esto ocurre porque los recursos comunes dejan de ser de uso estrictamente común y, literalmente, fluyen a través de la geografía y del tiempo. Aquí aplica la metáfora del río: las personas que contaminan aguas arriba no son las mismas que consumen el agua río abajo. Thomas Schelling (1978) habría de perfeccionar el modelo de los comunes, al sugerir una ampliación de los límites temporales y espaciales de tales recursos. Al igual que G. Hardin, este autor insiste en que puede existir una tragedia de los comunes, dado que tales recursos están sujetos a una explotación desmesurada a medida que se incrementa la población que los usa. En Cante (2010) mostré que la codicia desenfrenada (apetitos insaciables de consumidores e inversionistas) es un problema tan (o incluso más) grave como el de la explosión demográfica (la alarma maltusiana reactivada por G. Hardin). En el modelo de Schelling se muestra que la cantidad de recursos comunes (Qr) se reduce en la medida en que aumenta el número de individuos (n) quienes, se insiste, hacen una explotación y / o contaminación dispendiosas de estos. Hay unos límites vagos o difusos entre tres zonas, que son: máxima liberalidad (con máximos grados de libertad individual, debido a la poca población y a los pocos efectos externos); congestión de libertades (debido a problemas de congestión, se reduce la libertad de todos los individuos que gozan del recurso común); y tragedia, donde hay tal exceso de población egoísta que la explotación dispendiosa (o contaminación) del recurso común conduce a la suprema escasez (la destrucción del común). La propensión al deterioro existe aun en ámbitos microeconómicos, en localidades pequeñas y en los contextos más amplios de las economías nacionales. Por ejemplo, las decenas de muertos y los cientos de afectados por un derrumbe que, a fines de 2010, acabó con un humilde barrio en la zona de Bello en la ciudad de Medellín, fueron causados por el mal uso de la tierra en la zona alta de la montaña de aquel poblado. Quienes se beneficiaron con lucrativas actividades de extracción minera, luego de depósito de basuras y, posteriormente, de parqueo de vehículos pesados, no Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 OBSTÁCULOS PARA DEFINIR DERECHOS DE PROPIEDAD EN EL CASO DE RECURSOS... 79 fueron los mismos humildes citadinos que padecieron las consecuencias del mencionado comportamiento avaricioso y egoísta. En el ámbito macroeconómico e internacional, es colosal la facilidad para tolerar el deterioro y para ser insensibles ante los nocivos comportamientos. Por ejemplo, las nuevas víctimas de desplazamiento forzado debido a desastres ambientales (huracanes, sequías, inundaciones, etc.) son, con mucha frecuencia, pobladores del llamado Tercer Mundo, y sufren las consecuencias del comportamiento nocivo de habitantes del denominado mundo desarrollado, quienes se caracterizan por elevados niveles de consumo de energía y excesivos niveles de contaminación ambiental. 3. Discusión El legendario aserto de Heráclito, “no es posible bañarse dos veces en el mismo río”, ayuda a entender que las llamadas externalidades (problemas de rebosamiento, filtración, escape de fluidos que no están definidos en los derechos de propiedad ni menos aún internalizados en los precios de las transacciones) no son accidentes marginales. En un mundo cambiante las definiciones de derechos resultan, por completo, contingentes e inciertas, dado que los activos (sean bienes o servicios) no son stocks (piezas estáticas de un espacio) sino, fundamentalmente, flujos (momentos o estados transitorios de una especie de río en permanente cambio y mutación). Los efectos benéficos y los resultados nocivos de los diferentes derechos de propiedad se definen apenas muy parcialmente, debido a que los individuos que ostentan la libertad para usar tales propiedades están, ellos mismos, sujetos a unas estrechas (mezquinas) fronteras artificiales (Estado nación, comunidad, corto o mediano plazo). Por lo demás, tales seres humanos —demasiado humanos— son muy imperfectos, tienen problemas de racionalidad limitada (información incompleta, sesgos y fallas cognitivas). También padecen una pobre moralidad y un limitado amor cívico, pues, inmersos en la sociedad de mercado, están cegados por la codicia (una propensión a usufructuar aquí y ahora de toda la riqueza disponible) a costa de su prójimo. Otro impedimento mayúsculo para definir los derechos de propiedad es el de la incertidumbre radical. Las consecuencias benéficas y dañinas de cualquier derecho de propiedad no se pueden conocer ni menos aún delimitar de antemano. Tal como acontece en el magistral relato de Jorge Luis Borges, “El jardín de los senderos que se bifurcan”, existe una pléyade de posibles mañanas, una pavorosa bifurcación de nuevas escogencias que se multiplican cada vez que le apostamos a una opción futura. Si osamos saltar del escenario de piscina infantil de Coase (sus ejemplos microeconómicos de querellas entre un criador de vacas y un cultivador de maíz), al salvaje y oscuro océano de la globalización (que trasciende los aún parroquiales escenarios de la macroeconomía cerrada), nos estrellamos con la cruda realidad de los recursos comunes globales e intergeneracionales. ¡Así resulta imposible no sólo Universidad Autónoma de Colombia 80 FREDDY CANTE definir derechos de propiedad, sino también indagar sobre sus efectos nocivos y benéficos totales! Cuando imaginamos siquiera intuir alguna definición de derechos de propiedad en escenarios contingentes, abiertos e inciertos, como los de los recursos comunes globales e intergeneracionales, podemos al menos constatar que las interdependencias son tan complejas que se reduce, dramáticamente, la soberanía individual para definir los derechos de propiedad. La libertad que cada individuo tenga para establecer algún derecho de propiedad depende de una interacción no sólo con sus semejantes (en ámbitos de competencia imperfecta mercantil, política y comunitaria) sino también con la naturaleza misma que, por lo demás, resulta crecientemente alterada por la acción humana. Quizás el ejemplo más elocuente de esta realidad es el de la energía nuclear. Por los días en que se escribió este artículo la frágil memoria global constató que aún vivimos la pesadilla de la destrucción total. Desde hace 66 años, Japón (con la pérdida de Hiroshima y Nagasaki derivada del uso de la bomba atómica por parte las potencias militares aliadas) nos recuerda que el derecho para destruir a otros mediante tan letal arma es tan incierto e ilimitado que puede acabar con todo el globo… desde entonces cada día nuevo es un milagro. Hoy constatamos que los usos supuestamente benéficos de esta energía limpia y poderosa son tan incontrolables como la activación de bombas atómicas: ¿acaso los miopes expertos y tecnócratas que definieron los derechos para usar energía atómica podían, o les convenía, vaticinar los efectos nocivos de un escape de tal tipo de energía? En el acertado planteamiento de Hirschman (1970), los organismos sociales que se deterioran irremediablemente y fenecen son, por lo general, aquellos que acallan la voz y taponan la salida. Los que sobreviven son los que permiten la voz (entendida como alerta, queja, denuncia, sugerencia, señal de cambio) y permiten una lealtad condicional: si la voz no es escuchada, entonces se propicia una salida masiva que desintegra al organismo. Tenemos tan sólo un mundo habitable, de tal suerte que la única salida ante la crisis global o ante la percepción por parte de algún individuo de la inviabilidad misma del planeta es el suicidio. Aunque por los motivos y circunstancias expuestos en este breve artículo no podemos definir correctamente los derechos de propiedad, al menos, en aras de la supervivencia, es apenas sensato escuchar las voces de alerta de quienes resultan más perjudicados por los efectos nocivos que emergen de ciertas libertades económicas. Conclusión Tenemos tan sólo un mundo habitable, de tal suerte que la única salida ante la crisis global o ante la percepción por parte de algún individuo de la inviabilidad misma del planeta, es el suicidio. Aunque por los motivos y circunstancias expuestos en este Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 OBSTÁCULOS PARA DEFINIR DERECHOS DE PROPIEDAD EN EL CASO DE RECURSOS... 81 breve artículo no podemos definir correctamente los derechos de propiedad, al menos, en aras de la sobrevivencia, es apenas sensato escuchar las voces de alerta de quienes resultan más perjudicados por los efectos nocivos que emergen de ciertas libertades económicas. Más allá de los problemas de definición enunciados, la prioridad hoy es generar modelos más sensibles para captar los males colectivos (y seguramente los bienes) que son característicos de los flujos conocidos como recursos globales e intergeneracionales. Bibliografía Cante, F. (2010). Libertades individuales y acción colectiva. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. Coase, R. H. (1988). The Firm, the Market and the Law. Chicago: University of Chicago Press. Hardin, G. (1968). The Tragedy of Commons. Science, 162. Hirschman, A. O. (1970). Exit, Voice and Loyalty: Responses to Decline in Firms, Organizations, and States. Boston: Fellows of Harvard College. Ostrom, E. (1990). Governing the Commons, the Evolution of Institutions for Collective Action. Cambridge: Cambridge University Press. Schelling, T. (1978). Micromotives and Macrobehavior. Nueva York: W.W. Norton and Company. Universidad Autónoma de Colombia ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 Prosperidad para todos ¿Una utopía posible? JULIO SILVA-COLMENARES1 Resumen Este documento es un breve análisis del segundo de los tres objetivos principales del Plan de Desarrollo del gobierno Santos: disminuir la pobreza. A pesar de que el Plan declara la adhesión del Gobierno a las concepciones de la tercera vía, concede demasiada importancia al crecimiento económico, sin tener en cuenta que este es necesario pero no suficiente. Por tanto, soslaya las verdaderas barreras estructurales, en especial la alta concentración del ingreso y de la propiedad que la hace posible. En consecuencia, señala que las políticas propuestas no llegan a la solución de fondo y se quedan en el asistencialismo, que tiene un alto costo económico y moral y una eficacia lenta. Por último, propone un gran acuerdo político y social para definir como propósito nacional la recomposición del ingreso en favor de los trabajadores, sin afectar de manera sustancial la reproducción económica. Palabras clave: Tercera vía, crecimiento económico, desarrollo humano, concentración del ingreso, ingreso nacional. 1 Fundador, miembro de número y coordinador de la Comisión sobre Problemas del Desarrollo; vicepresidente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas; miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España; PhD en economía (summa cum laude) de la Escuela Superior de Economía de Berlín y doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Rostock (Alemania); director del Observatorio sobre Desarrollo Humano y profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Colombia; presidente de la Fundación América Mundial; profesor visitante de postgrado en varias universidades; autor de 11 libros, 21 folletos y más de 300 ensayos y artículos científicos publicados en Colombia y el exterior; coautor en 20 libros. Correos electrónicos: <[email protected]>, <[email protected]> y <[email protected]>. Universidad Autónoma de Colombia 84 JULIO SILVA-COLMENARES Abstract This document is a brief analysis of the second of three main objectives of the Development Plan of the Santos Government: reduce poverty. While the Plan declares the adhesion of the Government to the conceptions of the third way, it attaches too much importance to economic growth, without taking into account that economic growth is necessary but not sufficient. It therefore overlooks the real structural barriers, especially the high concentration of income and property which makes it possible. As a result, notes that the proposed policies fail to fund solution and most stays in the old welfare [asistencialismo], which has a high economic and moral cost and a slow effectiveness. Finally, it proposes a great political and social agreement to define as a national purpose the recomposition of the income in favor of workers, without substantially affecting the economic reproduction. Key words: Third way, economic growth, human development, concentration of income, national income. 1. ¿Una tercera vía que se queda en simple crecimiento económico? El Plan Nacional de Desarrollo propuesto por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, denominado “Prosperidad para todos”, tiene tres objetivos principales, como se desprende de su propio subtítulo: “más empleo, menos pobreza y más seguridad”. Este comentario tiene como finalidad referirse al segundo objetivo y se escribe antes2 de que el Congreso de la República le dé carácter de ley, conforme a la Constitución Política del país, pero se espera que sus lineamientos fundamentales no cambien. No obstante, si al voluminoso texto básico se adicionan todas las propuestas que han surgido en los debates reglamentarios, el Plan se parecerá más al “árbol de Navidad” al que se refieren algunos analistas —en razón de las solicitudes “colgadas” por los congresistas—, haciendo que se amplíe la “colcha de retazos” de que hablan otros comentaristas. Son gajes de la democracia, como se dice en términos populares, pero a medida que el Plan tenga más “arandelas”, será más difícil que la “utopía posible”3 de la “prosperidad para todos” se cumpla —por lo que, más bien, puede terminar pareciéndose a una “misión imposible” de un igualitarismo decimonónico—; también será difícil que se logre el objetivo de disminuir en términos significativos la pobreza, 2 Se terminó de escribir el 25 de marzo de 2011. 3 Posible, en cuanto el Diccionario de la lengua española (vigésima segunda edición) define utopía como: “Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación”. En la historia de la humanidad se conocen muchas utopías que se han hecho realidad. De otro lado, si bien la etimología más aceptada de la palabra se vincula con las expresiones griegas ?? (no) t?p?? (lugar): lugar que no existe, en las anotaciones de pie de página que trae la edición de Utopía de Thomas More, revisada por Ralph Robynson (p. 120), se dice que también puede provenir de e? (bueno o feliz), por lo que podría significar lugar bueno o feliz o tierra de la felicidad, que también es la idea que transmiten diversos textos de la época griega. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 85 como lo comprueba lo ocurrido con gobiernos anteriores, que se propusieron objetivos similares. A pesar de lo que puede pasar, coincidimos con el Plan cuando en los primeros párrafos plantea que si bien […] todavía enfrentamos grandes retos como los de consolidar la seguridad, disminuir el desempleo, eliminar la pobreza, y enfrentar los desafíos del cambio climático, es indudable que hemos sobrepasado unas barreras que parecían inquebrantables hace unos años, y el camino hacia la prosperidad, no obstante difícil, parece ahora más despejado […]. Estamos ante la oportunidad de superar adversidades comunes y recientes, empinarnos por encima de la inercia, y proponer y encarrilar al país hacia la prosperidad democrática. Una circunstancia que nos permite soñar con dar ese gran salto que nos dé la entrada, en un futuro no muy lejano, al selecto club de los países desarrollados. El sueño de un país seguro y en paz, con bajos índices de pobreza y con una población educada y trabajando. Y a continuación se da testimonio de un antiguo anhelo del presidente Santos, que le conocimos cuando era presidente de la Fundación Buen Gobierno: liderar una propuesta de tercera vía, como se ha planteado en círculos progresistas de la Gran Bretaña, y que otros prefieren llamar la nueva izquierda4 . “Como lo ha dicho el presidente Santos —leemos también en los párrafos iniciales de las Bases—, el objetivo es establecer un gobierno de Tercera Vía que se resume en un principio fundamental: el mercado hasta donde sea posible y el Estado hasta donde sea necesario. Un gobierno que prioriza las políticas que maximizan el impacto social, independientemente de su origen ideológico”. Nueva izquierda que, como dijo el conocido periodista Daniel Samper, tuvo su declaración de principios en Nuestra América con el discurso del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en Davos, en enero de 2003, cuando dijo: Brasil trabaja para reducir las desigualdades económicas y sociales, profundizar la democracia política, garantizar las libertades públicas y promover activamente los derechos humanos. […] Buscamos un cambio en beneficio de los desprotegidos, los humillados, los ofendidos y los que no ven por ahora posibilidades de redención. […] Hay que crear empleos dignos, mejores inversiones, expandir mercados, fortalecer salud y educación, propiciar el desarrollo cultural, científico y tecnológico. […] Mi compromiso es asegurar que todos los brasileños puedan desayunar, almorzar y comer. (Como se cita en Samper Pizano, 2010, pp. 1-11). 4 Como ilustración, véase Giddens (1999) o Laxer (1996). Como se lee en la entrevista que le hizo Jorge Emilio Sierra Montoya, cuando era director de La República, al hoy presidente Santos, la “tercera vía que proclama, haciendo eco de Tony Blair no pretende convertirse —aclara— en un tercer partido, sino reconstruir al liberalismo con un énfasis social, dentro de la nueva izquierda, según parámetros de la economía de mercado, no a través del estatismo obsoleto” (Sierra, 2003, p. 30). Universidad Autónoma de Colombia 86 JULIO SILVA-COLMENARES Como se reconoce más adelante —cuando se habla de la consistencia del Plan—: […] el verdadero desafío es hacer este sueño realidad, lo cual implica aterrizar los lineamientos y las metas a las realidades del país. Es decir, reconocer la naturaleza de nuestra estructura productiva, y de nuestra riqueza natural y humana, e identificar las limitaciones financieras y de entorno existentes. En este ejercicio, resaltan grandes desafíos del desarrollo como son aprovechar la transición demográfica, identificar e impulsar los factores que determinan el crecimiento económico, y desarrollar las estrategias de crecimiento bajo lineamientos de política macroeconómica responsable y consistente. (DNP, 2010, pp. 1-3, 40-41) Pero ahí comienzan las dificultades para hacer realidad el sueño, pues en el texto no se reconoce que “nuestra estructura productiva” se caracteriza por un nivel muy alto de concentración en la propiedad y, sobre todo, en la apropiación del excedente que genera esa estructura. Esto ha permitido mantener por décadas, a pesar de que ha habido gobiernos con propósitos loables, una sociedad con profundas desigualdades, tanto en el acceso a las oportunidades de progreso como a la propia distribución del ingreso, lo que se ha convertido, por tanto, en razón de ser de la pobreza. En consecuencia, mientras no se modifique de manera sustancial esa estructura productiva y de distribución del ingreso, es imposible reducir en términos significativos la pobreza. Como dijo en artículo reciente el exministro y destacado economista Rodrigo Botero Montoya, “hay conciencia de que, a causa de ciertas peculiaridades de su desarrollo reciente, en Colombia se ha acentuado la desigualdad, en contraste con la tendencia predominante en América Latina”. Y una línea antes había escrito: “La supervivencia del régimen democrático lleva implícita la reducción de la iniquidad social” (Botero Montoya, 2011a, pp. 38-39). Mientras el Plan soslaya esta verdadera barrera para cumplir el segundo objetivo, concede demasiada importancia al crecimiento económico —lo que no implica negar que sea necesario, aunque no suficiente, para el mejoramiento de la sociedad, como lo ha comprobado la historia—. En este sentido, el Plan señala que para alcanzar los objetivos de crecimiento económico sostenible se han definido tres grandes pilares: “1) la innovación; 2) las políticas de competitividad y productividad; y 3) el impulso a las locomotoras para el crecimiento y la generación de empleo”. Y sobre las llamadas “locomotoras” dice que son, por definición, sectores que avanzan más rápido que el resto de la economía. En este sentido, encontramos que el sector minero-energético, la vivienda y la infraestructura de transporte ya son sectores con motores prendidos y avanzando a un ritmo mayor que los demás. Las locomotoras que están calentando motores para realmente arrancar con fuerza son los sectores basados en la innovación. Finalmente, el sector agropecuario es una locomotora que se encuentra en movimiento, pero a una velocidad inferior a su verdadero potencial. (DNP, 2010, pp. 7 y 13) Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 87 A pesar de la declaración sobre adhesión a la tercera vía, el analista Camilo Herrera Mora considera que “las cuatro locomotoras (Agricultura, Infraestructura de Transporte, Minería y Vivienda), se presentan más como una continuación de Las Cuatro Estrategias, que como un plan de desarrollo de tercera vía”, ya que “el foco económico del actual gobierno será el crecimiento de la economía”, y se mantendrá una línea neoconservadora. Esta línea de política —dice Herrera Mora— “no generará empleo en el corto plazo ni modificará significativamente la concentración de riqueza en el país”, lo que deja una serie de “dudas sobre el concepto de desarrollo5 en el mismo plan”. Y recuerda que el aumento de la inversión durante los gobiernos de Uribe Vélez no mejoró las condiciones de empleo ni la distribución del ingreso (Herrera Mora, 2011, p. 39). Este mismo analista dice en otra nota que el énfasis en el crecimiento económico “explica en gran parte por qué los cambios en concentración de riqueza y la reducción de la pobreza no serán tan grandes, ya que el foco está en el fomento a la inversión y al ahorro, lo cual no permite la transmisión de ingresos a toda la población”. Y a continuación afirma que si “esto no suena bien, es lo correcto”, ya que el país “necesita construir capital para poder redistribuir y generar oportunidades…” (Herrera Mora, 2010, p. 42). Pero en contra de lo que afirma Herrera, la vieja idea de que es necesario crecer primero para distribuir después ha sido rectificada por la experiencia de muchos países, que han hecho del desarrollo humano, o sea de la satisfacción de las necesidades espirituales, sociales y materiales de sus pobladores, la causa eficiente del crecimiento económico. Como ha insistido el autor de estos comentarios, el desarrollo humano y el crecimiento económico deben ser procesos simultáneos y complementarios, que se retroalimenten. 2. Sin remover barreras estructurales es difícil incluso el crecimiento económico Aunque no es el propósito de estas líneas analizar el objetivo de crecimiento económico —pues queremos centrarnos más en los retos y las posibilidades de desarrollo humano—, hemos de decir algo sobre las propuestas al respecto, dada su importancia relativa. Según el Plan, si se mantiene la tendencia de los últimos años podría esperarse un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 4,5% anual, lo que llevaría a que el desempleo se mantenga por encima del 10%. Pero —se lee en las Bases del Plan— la gran apuesta es cambiar la tendencia e iniciar una nueva etapa en la historia económica del país que se caracterice por tasas de crecimiento altas, bajo desempleo y alta productividad. Uno de los principales mecanismos para alcanzar este objetivo es a través de las locomotoras de crecimiento y sus encadenamientos productivos 5 Sobre el concepto de desarrollo puede verse nuestro artículo “Crecimiento económico y desarrollo humano. Una distinción necesaria en la búsqueda de un nuevo modo de desarrollo” (Silva Colmenares, 2007). Universidad Autónoma de Colombia 88 JULIO SILVA-COLMENARES con los demás sectores de la economía. Las cinco locomotoras de crecimiento, especialmente a través de la innovación que genera aumentos de productividad de manera transversal en todos los sectores económicos, se estima que llevarán al país, al final del cuatrienio, a un crecimiento económico de 6,2%, un crecimiento de la productividad total de los factores de 1,7% y una tasa de inversión de 30%. (DNP, 2010, p. 43) Si bien durante los ocho años calendario de Uribe Vélez (2003-2010) el incremento del PIB —teniendo en cuenta una cifra provisional de 4,3% para 2010— alcanzó el 4,5% anual, que se considera el mínimo potencial del país, si consideramos los últimos 20 años, esto es, si incluimos los gobiernos de Gaviria Trujillo, Samper Pizano y Pastrana Arango, la cifra baja al 3,3%. Por tanto, lograr el 6,2% anual que propone “Prosperidad para todos” significa un gran esfuerzo, pues implica casi duplicar la tasa de las dos últimas décadas. Y la situación es más crítica si miramos el crecimiento económico neto, esto es, descontado el incremento de la población, pues la tasa se reduce al 1,9% anual durante estas dos décadas, cuando el PIB per cápita pasó de 1.667.000 pesos en 1991 a 2.409.000 en 2010, en valores constantes de 1994, un incremento de algo más del 44% en 20 años. A ese ritmo se requieren 38 años para duplicar el PIB per cápita actual, o sea, alcanzaríamos esa meta cerca del año 2050. Si bien la rama de explotación de minas y canteras —que es una de las “locomotoras”— creció al 3,6% anual durante los últimos 20 años y la de la construcción y obras públicas —que incluye las “locomotoras” de la vivienda y la infraestructura— al 7,4% anual, estas dos ramas apenas representan un poco más del 11% del PIB en 2010, si bien sólo eran el 7,6% en 19906 . No obstante, hay que reconocer en estas ramas, sobre todo en la construcción y obras públicas, la gran capacidad para estimular el crecimiento de otras ramas, dada la demanda que generan de trabajo humano, de materias primas y materiales diversos y de inversión en maquinaria y equipo, al tiempo que contribuyen a la solución de dos problemas crónicos de nuestra sociedad: el déficit de vivienda digna en los hogares pobres y de clase media baja y la falta de vías de comunicación modernas. En el caso de la gran minería, debe reconocerse su contribución a las exportaciones. Por tanto, para que se logre el objetivo esperado, estas ramas de la economía deben crecer a tasas muy superiores a lo alcanzado en las dos décadas anteriores. La verdad es que las condiciones habitacionales de la mayoría de la población colombiana permiten suponer que, si bien construir un millón de viviendas en el cuatrienio implica un gran esfuerzo, sobre todo en la búsqueda de tierra apta y de empresas capaces de comprometerse con megaproyectos, así como de miles y miles de hogares pobres que sean “clientes confiables” para la banca hipotecaria, tal volumen apenas atendería el incremento normal en el número de hogares urbanos, que las mismas Bases del Plan estiman en 245.000 por año, cuando en el lapso 2006- 6 Las cifras, absolutas y relativas, sobre el PIB corresponden a cálculos del autor, tomando para 2010 datos provisionales dados por el DANE. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 89 2010 se entregaron cerca de 140.000 viviendas anuales por parte de los constructores formales. De otro lado, se considera que 1.200.000 hogares carecen de una vivienda adecuada, y los más afectados son los hogares con ingresos inferiores a dos salarios mínimos (DNP, 2010, p. 245). Otro aspecto que comprueba este déficit es que el porcentaje de hogares que residen en vivienda propia ha disminuido del 64%, en 1993, al 54%, en el censo de 2005 (“La mitad de los colombianos no residen en su propia vivienda”, 2011, p. 5). No obstante, en apoyo a la política de vivienda y ciudades amables, vale la pena recordar —desde la perspectiva del desarrollo humano— que el ya citado exministro Botero Montoya dijo, en otro artículo, que según el experto en temas urbanos Eduard Glaeser: […] la ciudad es el principal invento de la humanidad. La interacción personal y continua que tiene lugar en las ciudades eleva los conocimientos, las habilidades y el nivel de ingreso de los trabajadores urbanos. Esta función socializadora de la ciudad es el secreto de su encanto. Les permite a los trabajadores urbanos remuneraciones que superan en cerca de 30% a los empleados equivalentes en regiones sin urbanizar. En contra de lo que creen quienes promueven el retorno a la naturaleza, o de quienes se quejan del efecto corruptor de la vida urbana, las ciudades tienden a ser más libres, más saludables y más creativas que las zonas rurales. (Botero Montoya, 2011b, p. 39) Otro caso es la situación crítica de la producción agropecuaria, que para convertirse en una “locomotora” debe tener transformaciones sustanciales, tanto en la utilización de la tierra y nuevas tecnologías como en la vinculación del trabajo humano. En los 20 años mencionados atrás, el valor neto agregado en el conjunto de la rama, esto es, incluidas silvicultura, pesca y caza, disminuyó un poco, pues muestra una tasa negativa de -0,30% anual, lo que hizo que su participación en el PIB cayera de casi 22% en 1990 a casi el 11% en 2010. Como al mismo tiempo la población total creció en una tercera parte, el PIB per cápita agropecuario disminuyó en casi 30%, lo que explica, en parte, el incremento en la importación de materias primas vegetales y alimentos, tanto para animales como para el consumo directo de los colombianos. Para agravar la situación del campo, como se recuerda en las Bases del Plan, las: […] zonas rurales tradicionalmente han sido el escenario de los principales problemas sociales y de violencia del país. A pesar de la mejoría que se ha presentado en los últimos años en las condiciones de pobreza, la brecha urbano-rural se ha incrementado, lo que indica una mayor incidencia de la pobreza en las zonas rurales. En efecto, la pobreza rural medida por ingresos pasó del 69,2% al 64,3% entre 2002 y 2009 mientras la brecha urbano-rural (la brecha es relación entre la pobreza rural y la urbana) aumentó de 1,43 a 1,62 en el mismo periodo. De otro lado, cualquier elevación de la productividad agropecuaria se ve limitada por el hecho de que sólo el 9% de la población en edad de trabajar tiene secundaria Universidad Autónoma de Colombia 90 JULIO SILVA-COLMENARES completa o, peor aún, apenas un poco más del 20%, educación primaria completa. Además, es notorio el envejecimiento de la fuerza laboral campesina (DNP, 2010, p. 192 y 194). Si bien no tuvo como razón esta situación, aunque puede tener una relación remota, dado el estancamiento del producto agropecuario, un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) situó a Colombia entre el grupo de 29 países que pueden afrontar una crisis alimentaria, “como consecuencia de la pérdida de cosechas o desastres naturales”. En respuesta del ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan Camilo Restrepo, al director de la FAO, se considera un exabrupto tal informe, pues la “producción agropecuaria colombiana arroja una autosuficiencia alimentaria de al menos el 90%, con una única deficiencia en maíz amarillo” (“Colombia enfrenta una grave crisis alimentaria similar a la de Haití y África, advirtió la FAO”, 2011, p. 4; “Minagricultura desmintió crisis alimentaria en Colombia”, 2011, p. 4). Olvida el ministro que si no tuviéramos casi 21 millones de colombianos en condiciones de pobreza, lo que implica una alimentación insuficiente, de los cuales más de 7 millones están en la pobreza extrema, lo que supone padecer hambre de manera habitual, otro sería el balance de la autosuficiencia. Para “curarse en salud”, como se dice en términos coloquiales, en las Bases del Plan se reconoce que no todas las locomotoras tienen un impacto equivalente sobre la generación de empleo, el impulso al crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Unas locomotoras son más intensivas en empleo o en capital, otras impactan en mayor medida a la población más pobre, y otras son más susceptibles de crecer a grandes velocidades por causa, por ejemplo, de cambios de coyuntura en el panorama internacional. Por lo tanto, sin desconocer los demás efectos económicos y sociales que estos sectores generan, cada locomotora cumplirá un propósito especial en el desarrollo económico y social del país durante los próximos años. (DNP, 2010, p. 13) [Formato cita texto] 3. Sin redistribución del ingreso es imposible disminuir la desigualdad y la pobreza A pesar de las consideraciones anteriores, y de que las Bases del Plan plantean que así como “el crecimiento económico conduce a mayor desarrollo social, las políticas y avances en el desarrollo social y la igualdad de oportunidades, además de generar impactos positivos sobre el bienestar de la población, también retroalimentan el crecimiento económico y se traducen en mayor productividad”, esto no es tan claro a la luz de las políticas que se proponen y las acciones que se realizarían para hacerlas efectivas. Así, por ejemplo, cuando se señalan los “lineamientos estratégicos para generar un entorno de igualdad de oportunidades para la prosperidad social”, en los diez grupos de políticas que incluye, desde las que tienen que ver con la primera infancia, niñez y adolescencia hasta las relativas a los grupos étnicos o de género, pero sobre todo en la estrategia contra la pobreza (DNP, 2010, pp. 21-25), no aparece Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 91 una política definida de redistribución del ingreso, a pesar de que en otras partes del documento se reconoce la gravedad de su concentración y de que se ha comprobado que su pésima distribución en una de las principales causas de la pobreza. Un par de cifras muestran lo anterior. La pobreza ha disminuido por necesidades básicas insatisfechas (NBI), en cuya reducción es innegable el papel del creciente gasto público social, pero no así por línea de pobreza (LP), en donde lo determinante es el ingreso familiar para adquirir una cesta básica de nutrientes. Es suficiente recordar que en los años setenta del siglo pasado la pobreza por NBI llegaba al 70%; a principios de la primera década de este siglo, había bajado a alrededor del 20%; en cambio, la pobreza por LP sólo disminuyó de cerca del 60%, en los años ochenta, al 46% ahora, aunque algunos centros de investigación dudan de esta cifra. Al contrario, ha desmejorado el coeficiente Gini, pues en los años ochenta estuvo cercano al 0,50. Como lo reconocen las Bases del Plan, en la actualidad “el 46% de la población colombiana se encuentra en condición de pobreza y el 16% en condición de pobreza extrema. Sumado a lo anterior, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos de los países, es de alrededor de 0,57, y es hoy en día uno de los más altos del mundo”. Más adelante, las mismas Bases insisten en esta tremenda desigualdad cuando señalan: que la relación entre el ingreso por habitante de Chocó —la región más pobre—, y Bogotá —la más rica—, es de uno a seis. En España o Chile dicha relación es de cerca de 1 a 2,5. No es una sorpresa entonces encontrar que mientras el porcentaje de la población con necesidades básicas insatisfechas en la región central es de 17,2%, en la zona del Pacífico ésta es de 62,5%, en la Amazorinoquía de 63,0% y en la región Caribe de 46%. (DNP, 2010, pp. 18 y 37) Sobre el mismo aspecto, es más crítica la situación que describe el exministro Mauricio Cárdenas, cuando dice que: Colombia es un país de grandes disparidades regionales. En el 2005, el ingreso por habitante en el departamento más rico fue 7,5 veces mayor que el del departamento más pobre. En Estados Unidos, por ejemplo, la brecha entre el estado más rico y el más pobre es de solo 1,5 veces. En España, cuyas tensiones regionales son bien conocidas, la diferencia entre la región más rica (Madrid) y la más pobre (Extremadura) es de 1,7 veces. La desigualdad regional en Colombia es incluso mayor que la de países que se han desintegrado. La Unión Soviética estaba conformada por quince repúblicas. En el momento de su ruptura, en 1991, la diferencia entre el ingreso por persona de Rusia (la república más rica) y el de Tayikistán (la más pobre) era de 6 a 1, todavía menor que la de Colombia. (…). (Cárdenas, 2011, pp. 1-9) Según estudios confiables, puede decirse que desde la década de los cincuenta del siglo XX se ha mantenido en la pobreza, según ingresos, alrededor del 50% de la población, cifra que aumenta o disminuye en correspondencia con el ciclo económico. Y detrás de la pobreza se encuentra una alta concentración del ingreso. Como ya lo Universidad Autónoma de Colombia 92 JULIO SILVA-COLMENARES decía a mediados del siglo XX la misión Economía y Humanismo, dirigida por el sacerdote dominico Louis Joseph Lebret, al analizar los primeros cálculos sobre distribución del ingreso, la […] reducción de una diferencia tan considerable no podrá olvidarse en los programas de desarrollo económico que deben tener en cuenta no sólo la finalidad de elevar la masa del ingreso nacional, sino también la de asegurar una mejor distribución de ella entre las capas sociales en provecho de las menos favorecidas. […] Bajo el solo aspecto económico, la elevación del poder de compra de las masas populares es una condición para los mercados necesarios al desarrollo industrial y agrícola. [...] El aspecto ético y el aspecto económico se conjugan, por tanto, para que los dirigentes del país preparen una evolución de las estructuras del ingreso. El mantenimiento de la estructura actual no hará sino provocar a mediano o largo plazo, una agravación de los malestares sociales que ya se pueden percibir en la nación y cuyas repercusiones antieconómicas serían considerables. (Presidencia de la República, Comité Nacional de Planeación, 1958, p. 28) Es decir, ya desde la mitad del siglo XX era evidente que el subconsumo de los hogares dificulta el crecimiento económico, pues limita la demanda efectiva, al tiempo que la estructura de la distribución del ingreso estimula el malestar social. Casi veinte años después, Miguel Urrutia y Albert Berry decían, en el prólogo a su libro La distribución del ingreso en Colombia, que el país “tiene una distribución de ingresos extremadamente desigual [...] asunto particularmente importante ya que la desigualdad es, esencialmente, la fuente de la mayoría de la pobreza que se encuentra en el país. Tal pobreza no es necesaria en un país con el nivel de ingreso de Colombia; sólo la redistribución del 7 al 8% del ingreso nacional sería suficiente para doblar los ingresos de la cuarta parte de la población más pobre [...]” (Urrutia & Berry, 1975, p. 9). Y diez años después, en febrero de 1982, señalaba Alicia Eugenia Silva, en un análisis sobre “La distribución del ingreso en Colombia en la década de los setenta: concentración y nivelación por lo bajo”, que los “estudios realizados en Colombia, en las últimas dos décadas, permiten concluir que nuestro país muestra un grado de concentración muy elevado, que la distribución del ingreso no ha cambiado en forma considerable en los últimos treinta años y que más bien parece existir una tendencia a un leve aumento en la concentración” (Silva, 1982, p. 3). Como lo vimos más atrás, al citar cifras de las Bases del propio Plan de la administración Santos, todo indica que a comienzos del siglo XXI la situación no es menos crítica. Los datos anteriores muestran que, si bien la pobreza se agravó en los años noventa, es un fenómeno anterior, que obedece más al “modo de desarrollo” de la sociedad que a cambios en el “modelo económico”. Otro obstáculo para lograr un crecimiento económico sostenido con desarrollo humano es la alta concentración de la producción y centralización del capital. Se ha encontrado que la protección del pasado fue más una excusa de empresarios privilegiados que una estrategia de desarrollo, dados los resultados observados en los últimos lustros. Lo característico del siglo XX fue la existencia de empresarios que no asumían el riesgo inherente a la inversión capitalista, o sea, ganarse el favor de los consumidores con Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 93 bienes y servicios de calidad y precios competitivos, pues preferían buscar por caminos recónditos el favor del funcionario o del político que manejaba el “paraguas protector” del Estado. La protección privilegiativa llevó a un atrasado capitalismo de compadrazgo con mercados cautivos, repartidos bajo modalidades de cártel, con precios “administrados” por los productores y distribuidores, a costa de unos consumidores desprotegidos con ingresos precarios. Como “radiografía” de esa situación, el Gini en acciones supera en la mayoría de las grandes empresas el 0,9, lo que muestra una altísima concentración, y los activos controlados por diez grandes grupos económicos equivalen al 50% del PIB7 . En la propiedad de la tierra rural también se encuentra una alta concentración; para el año 2000, las propiedades con menos de 5 hectáreas tenían 2,5 millones de hectáreas y pertenecían a 2,6 millones de propietarios, mientras que las propiedades de más de 500 hectáreas tenían un área total de 13,4 millones de hectáreas, pero pertenecían a sólo un poco más de 13.000 propietarios (Ossa Escobar, 2005, p. 2A). Esto significa que las pequeñas propiedades tienen menos de una hectárea en promedio, mientras las grandes exceden de mil hectáreas; es decir, las grandes tienen mil veces más tierra que las pequeñas. Recuérdese que en el país ya se dice que una sola familia puede poseer en total más de un millón de hectáreas, por lo que el proceso de centralización de la propiedad puede haberse agravado. Según otro estudio del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la Corporación de Investigación Agropecuaria (Corpoica), los grandes propietarios, apenas un poco más de 15.000 personas, poseen 47,1 millones de hectáreas, mientras los pequeños propietarios, más de 3,5 millones de personas, tienen 18,6 millones de hectáreas (“La tierra está en pocas manos”, 2004, p. 8); si bien la relación es más baja que en el dato del párrafo anterior, las propiedades grandes tienen, en promedio, 582 veces más tierra que las propiedades pequeñas, lo que sigue siendo muestra de una alta concentración. Si se toma otro ejemplo, tampoco es justo ni equitativo que los empresarios tengan tasas exorbitantes de ganancia, como ha ocurrido en los últimos años en el sector financiero y algunas grandes empresas industriales y comerciales. Aunque esto no es ilícito, puede ir en detrimento de la participación de otros actores en la distribución de un excedente que hoy en día se debe ver como riqueza social, entendida como la capacidad acumulada de una sociedad para satisfacer las necesidades materiales, sociales y espirituales de sus miembros, volviendo a la concepción prístina de Adam Smith. Si una porción excesiva del excedente se convierte en ganancia empresarial, se corre el riesgo de que en el momento siguiente la demanda efectiva de los millones de hogares que no disfrutaron de esa oportunidad se reduzca o estanque, cuando menos; por consiguiente, se afectan la oferta y las ganancias futuras. La distribución 7 Este problema puede verse con más detalle en Silva-Colmenares (2004). Universidad Autónoma de Colombia 94 JULIO SILVA-COLMENARES equitativa del excedente es lo que garantiza la reproducción ampliada, o sea el crecimiento económico sostenido, aunque no puede desconocerse que la economía capitalista tiende a moverse en forma cíclica. Esta distribución equitativa brilla por su ausencia en la sociedad colombiana. Sin duda, se está ante uno de los niveles más altos de concentración del ingreso y de la propiedad en el mundo, sin que pueda decirse que este es un fenómeno reciente. Peor aún, la situación tiende a ser más crítica, dada la urbanización y el envejecimiento de la población. Como demuestra el autor de estas líneas con cifras contundentes en un libro que analiza de manera sucinta la situación socioeconómica de Colombia durante el siglo XX y plantea la salida hacia un nuevo modo de desarrollo (SilvaColmenares, 2002), lo característico de la sociedad colombiana durante el último tercio de su vida republicana, es decir, los últimos 60 a 70 años, ha sido la exclusión social, con su expresión más dramática en la pobreza y la miseria. Somos, por antonomasia, una sociedad oligárquica, cerrada y excluyente. 4. Propuestas que se quedan cortas Nadie niega la importancia de las acciones detalladas en los lineamientos citados del Plan en párrafos anteriores, y el billonario gasto social que conllevan, lo que luego se detalla de manera más prolija en otros apartados del documento; pero falta lo fundamental: un compromiso claro para disminuir la altísima concentración del ingreso, y de otros factores que la posibilitan, para lo cual es ineludible una activa política gubernamental. En cambio, se insiste en la focalización hacia los más pobres, cuando se dice que uno de los grandes componentes del sistema de protección social, es la promoción social focalizada en la población más pobre y vulnerable. Por medio de ésta, se busca promover la inserción de los más pobres y vulnerables a los servicios sociales, dar una atención integral a este segmento de la población, y brindar acompañamiento y herramientas que permitan a estas familias más pobres generar ingresos de manera sostenible y salir definitivamente de su situación de pobreza. (DNP, 2010, p. 19) Si bien la focalización ha ayudado a reducir la pobreza en las dos últimas décadas, su costo económico y moral es muy alto y su eficacia muy lenta, ya que no deja de ser una política asistencialista, que termina generando una mentalidad mendicante en la población beneficiada y un aprovechamiento clientelista por parte de políticos corruptos. La mejor sociedad será aquella que reparta el menor número de subsidios y permita a sus ciudadanos una vida digna con base en un ingreso justo. Mientras tanto, las metas de reducción de la pobreza y mejoría en la distribución del ingreso se quedan cortas, aunque el Gobierno insiste en que lo propuesto es lo posible. Como se lee en las Bases del Plan, la administración Santos propone bajar la pobreza por LP del 46% al 38%, dentro de la cual la pobreza extrema disminuiría del 16% al 9,5% del total de la población; al tiempo que el coeficiente Gini por ingreso apenas Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 95 descendería de 0,58 a 0,54, mientras en el norte de Europa hay países con un Gini por debajo de 0,30 y Colombia alcanzó a tener en décadas anteriores un Gini inferior a 0,50. En el caso del desempleo, la meta es reducir la tasa del 12% al principio de este gobierno a un poco menos de 9% en 2014, lo que implica crear cerca de 2,5 millones de puestos de trabajo en el cuatrienio. En el mundo del trabajo, el reto adicional es disminuir en cinco puntos porcentuales la informalidad, elevar la productividad, aumentar la escolaridad media y mejorar las habilidades laborales, lo que supone una fuerza de trabajo con mayores capacidades y, por ende, merecedora de mejor remuneración, lo que poco entiende la mayoría de los empresarios colombianos. Como se lee en la versión inicial del Plan, se requiere: el desarrollo de competencias laborales para los trabajadores. En este frente, se encuentra en el país una baja cobertura en educación superior –actualmente cercana a 35%—, baja participación de la población en educación técnica y tecnológica, y poca pertinencia de la educación en aspectos como el conocimiento sobre el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, o el bilingüismo. Y a continuación precisa que: […] [un] país competitivo es un país con empresas productivas y pujantes que generan riqueza y empleo de calidad. Es un país con condiciones institucionales, económicas y sociales favorables al crecimiento sistemático y sostenido de la productividad de todos los sectores económicos. Frente a Estados Unidos, la productividad laboral relativa promedio de Colombia es cercana a 24% (Estados Unidos = 100%), y ésta es inferior a 20% en sectores que son grandes generadores de empleo como el comercio, la industria y el sector agropecuario. (DNP, 2010, p. 9) La productividad total, medida como el PIB por persona ocupada, en pesos constantes de 1994, aumentó de un poco más de 4 millones en 1990 a casi 5,6 millones en 2010, lo que implica un ritmo de incremento del 1,56% anual, en términos acumulativos. Esta no es una tasa baja, aunque tiene tendencia a disminuir, pues mientras que en el gobierno de Gaviria Trujillo alcanzó el 2,68% anual, en la segunda administración de Uribe Vélez disminuyó al 1,24%8 . Pero las condiciones del mercado laboral siguen siendo muy precarias. En un artículo reciente, el exministro Rudolf Hommes recordaba que el 52% de las personas ocupadas en las 13 principales ciudades están en el sector informal, esto es, con escasa protección social y remuneración quizá por debajo del mínimo legal. En la masa ocupada, dice Hommes: 8 Cálculos de Julio Silva-Colmenares con base en información disponible en el Observatorio sobre Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Colombia. Universidad Autónoma de Colombia 96 JULIO SILVA-COLMENARES […] el 30% son personas que han recibido educación superior, 47%, secundaria, y el 23% primaria o menos. Pero entre los que poseen empleo formal, el 48% tiene educación superior, el 42%, secundaria, y el 10% restante, educación primaria o ninguna. Más del 50% de los ocupados con secundaria están en el mercado informal, el 80% de los que tienen educación primaria está en ese mercado, como lo está también el 90% de los que tienen menores niveles de educación. Las personas con educación superior están significativamente sobre representadas en el mercado de empleo formal. Los demás niveles de educación están sub representados, y claramente en desventaja. (…). (Hommes, 2011, pp. 1-19) 5. Avances destacables Sin que sea nuestro interés negar los avances alcanzados en los últimos lustros, pues no es el propósito de estas notas realizar un balance de los gobiernos anteriores9 , sólo deseamos mencionar un par de logros destacables por su estrecha relación con el desarrollo humano. Según el Informe sobre desarrollo humano publicado en 2010 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Colombia ocupó el puesto 79 en ese ranking mundial, lo que supuso avanzar dos posiciones, pero detrás de países de nuestra región como Chile, Argentina, Uruguay, Panamá, México, Costa Rica, Perú, Venezuela y Ecuador, lo que indica que, si bien ha mejorado un poco, es mucho lo que le falta para avanzar en el desarrollo humano. Hoy podría decirse que el desarrollo humano, asentado en un crecimiento económico inteligente, debe ser el objetivo principal de cualquier Plan Nacional de Desarrollo. Por otro lado, también se ha avanzado en el campo de la salud. Como señalan las Bases del Plan: [en] los últimos años el país ha logrado avances significativos en salud: la cobertura se expandió y hoy se acerca a la universalidad, el país ha cumplido de manera anticipada los objetivos de desarrollo del milenio relacionados con la vacunación de la triple viral y la atención institucional al parto, y se han disminuido la mortalidad infantil —que pasó de 25,1 por mil nacidos vivos en 2002 a 20,6 en 2008—, y la mortalidad materna —que actualmente es inferior al promedio latinoamericano con una cifra cercana a 75 por cada 100 mil nacidos vivos—. En cambio, existe “una cobertura insuficiente de atención integral a la primera infancia que, para la población pobre y vulnerable, ronda el 23%. Así mismo, encuestas señalan que cerca del 50% de los padres considera que los niños menores de cinco años no están en edad de asistir a centros de atención integral de primera infancia” (DNP, 2010, pp. 19-20). 9 Pero en el Observatorio sobre Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Colombia sí estamos haciendo ese ejercicio, pues desde hace dos años realizamos, con la colaboración de estudiantes graduandos, una investigación institucional titulada Colombia 1959-2006: grandes trasformaciones económicas, sociales y políticas, que tiene como punto de referencia los gobiernos transcurridos durante este lapso y sus planes de desarrollo. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 97 6. Recomposición del ingreso nacional en favor de los pobres Visto lo anterior, la solución de fondo a la pobreza crónica y al desempleo abrumador, lo que está llevando a la desaparición de los hogares pobres y de clase media baja como “bastión” de la demanda interna, requiere de soluciones creativas e innovadoras, para lo cual pueden utilizarse políticas estatales, mecanismos de mercado e instrumentos de solidaridad social. Como se insiste cada vez con mayor amplitud y vehemencia, otro mundo mejor que el capitalismo “salvaje” es anhelado por millones de seres humanos. El autor de estos comentarios ha propuesto la “utopía posible”10 de “construir” un nuevo modo de desarrollo humano para la realización de la libertad y la búsqueda de la felicidad. Esta propuesta comienza por señalar la necesaria distinción que debe haber entre crecimiento y desarrollo, destacando que del crecimiento podría decirse que es económico, pero del desarrollo, que es humano. El primero se entiende como la creciente disponibilidad de medios para satisfacer las necesidades materiales, sociales y espirituales y el segundo, como su utilización para los fines propios de unas condiciones dignas de vida o de bien-estar o mejor-vivir de las personas. Se sugiere, así mismo, precisar más la diferencia entre “fuentes” y “motores” del crecimiento económico y sustituir como categoría principal en el análisis la concepción usual de modelo económico por la más compleja, pero esclarecedora, de modo de desarrollo. Como alternativa a la sociedad excluyente y cerrada del siglo XX, se señalan los rasgos de lo que podría ser un modo de desarrollo humano, en donde la libertad sería condición sine qua non del desarrollo y la felicidad, un ascenso en el proceso de “humanización”, lo cual requiere la acción mancomunada y complementaria del Estado, el mercado y la solidaridad social. Libertad y felicidad que no son fines en sí mismos sino caminos para avanzar hacia una sociedad “centrada” en el ser humano, en el marco de una “humanidad globalizada”11 . Para avanzar en este sentido, es necesario en la actualidad un gran pacto político y social que acepte como un compromiso nacional la recomposición a fondo del ingreso en favor de los pobres, para que aumente, en poco tiempo y en términos significativos, la participación relativa de la remuneración del trabajo, en modalidades que sean 10 Utilizada esta expresión en el mismo sentido en que la usamos al principio de estos comentarios para referirnos a la propuesta de “Prosperidad para todos”. 11 Los fundamentos teóricos de esta propuesta se han presentado en diversos eventos académicos. En marzo de 2009, se hizo en el XI Encuentro Internacional sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, realizado en la ciudad de La Habana, y en agosto de 2010, en el III Encuentro Internacional sobre Humanismo Económico, realizado en la Universidad Federal de Santa María, Río Grande do Sul, Brasil. El texto de estas ponencias puede verse en el sitio del Observatorio sobre Desarrollo Humano, en la página de Internet de la Universidad Autónoma de Colombia (www.fuac.edu.co). Es posible que esa sociedad transformada no termine llamándose capitalismo. Este, a su vez, hoy es muy poco parecido al que existía, por ejemplo, hace un siglo. Es tan complejo el hecho de dar calificativos, que mientras muchos analistas hablan de economía capitalista en China, los chinos dicen que su sociedad es una economía socialista de mercado, bajo la orientación del Partido Comunista y la dirección estatal, lo cual es algo muy diferente. Universidad Autónoma de Colombia 98 JULIO SILVA-COLMENARES dignas, de manera tal que miles y miles de hogares que están al margen del mercado puedan convertir su aplazada demanda potencial en demanda efectiva. Hay que reivindicar el derecho de los pobres al consumo necesario, esto es, el consumo de bienes y servicios que permitan unas condiciones de vida modestas pero dignas, conforme corresponde al avance científico-técnico accesible, sin las exageraciones y el despilfarro que caracterizan al consumismo de las elites irresponsables. Diciéndolo con otras palabras, ese compromiso nacional implica ampliar de manera sustancial el consumo necesario de los hogares pobres y de clase media, que está en niveles muy precarios, para impulsar a un ritmo alto la actividad productiva y mejorar sus condiciones de vida, sobre la base de incrementar su participación en el ingreso nacional. Para observar que esta recomposición no es imposible desde la perspectiva macroeconómica, incluso que no es tan difícil, y que sólo se requiere voluntad política para hacerla, puede recordarse que el PIB es, grosso modo, el valor agregado en una economía, es decir, que se compone de las ganancias que en todas las formas obtienen los dueños de los medios de producción y de la remuneración que, bajo distintas modalidades, reciben los trabajadores, de lo cual ambos transfieren una parte para el funcionamiento del Estado. En concordancia con lo señalado en el párrafo anterior, hay que tomar una decisión que puede parecer absurda en el primer momento, pero que más bien sería la oportuna, dadas las transformaciones que se requieren: los propietarios de los medios de producción —industriales, banqueros, grandes comerciantes, agricultores y ganaderos ricos y otros sectores similares— deben renunciar a que sus ganancias sigan incrementándose al ritmo de los últimos años, para poder aumentar la remuneración total del trabajo en una cifra que deje su participación en el ingreso nacional, en un nivel que se considere normal para unas condiciones dignas de vida. Estudios reiterados de dependencias como la Superintendencia de Sociedades han comprobado que, incluso en años de bajo crecimiento económico, las ganancias empresariales no se han afectado tanto y, más bien, aumentan, como lo comprueba el incremento de los dividendos anuales y el aumento en el precio de las acciones, muy determinado por la valorización de las empresas y la rentabilidad de los patrimonios. En cambio, sí se ha afectado la remuneración de las distintas modalidades de trabajo, como puede verse, aunque no de manera tan nítida como en las ganancias, en la distribución primaria del PIB, el que puede asimilarse, grosso modo, al ingreso nacional. También se ha demostrado la necesidad de recomponer el ingreso nacional a favor de los pobres, no como un gesto gratuito de los dueños de los medios de producción, sino como el mecanismo económico más adecuado para recuperar el consumo de miles y miles de hogares, en especial pobres, lo que permitiría disminuir el desempleo y mejorar el subempleo o la informalidad. Puede comprobarse la posibilidad evidente de lo anterior, comparando lo ocurrido en Colombia en los últimos años y lo que podría suceder si se toma la decisión política y social de hacerlo. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 99 7. Colombia: es posible recomponer el ingreso nacional En el capitalismo contemporáneo, a diferencia de lo que ocurría antes, cuando sucedían momentos de real escasez, lo evidente son periodos de aparente sobreproducción, pues aunque sobran los bienes ofrecidos, ello ocurre no porque estén satisfechas las necesidades de todos los seres humanos, lo que se manifestaría como exceso de oferta, sino porque estos no tienen la capacidad para adquirirlos, pues la inmensa mayoría de la población —los trabajadores, en especial los pobres— no recibe una remuneración proporcional a su aporte a la riqueza social, sino mucho menor, determinada por el precio que se reconoce a su trabajo. Situación que se agrava a medida que el capitalismo madura, pues es creciente el interés de los dueños de los medios de producción por apropiarse de una mayor parte del excedente creado. Si bien el valor, como una categoría general, es difícil de cuantificar, en el caso de la “mercancía” trabajo es más fácil apreciarlo, pues es más claro o visible a medida que los trabajadores poseen mayores conocimientos, por una escolaridad más prolongada, y amplían sus habilidades, debido a una experiencia laboral más diversificada, al tiempo que se añaden años de vida sana a la existencia humana. Este cambio explica el incremento creciente del excedente y el aumento de la productividad del trabajo (más unidades de producto por unidad de trabajo), como es comprobable en cualquier país, y lo vimos para el caso de Colombia en párrafos anteriores. Aunque nunca los trabajadores recibirán como precio del trabajo el equivalente a su valor, todo indica que en el capitalismo contemporáneo crece la brecha entre el valor del trabajo y el precio que pagan sus compradores por esta “mercancía”. Vale advertir que conocer su precio era más sencillo antes, pues correspondía a la denominación específica de salario, fuese en términos monetarios o de equivalencia en cualesquiera otros bienes. Ahora, en los sistemas de cuentas nacionales, se ha vuelto complicado identificar su magnitud, pues la precarización del mercado laboral cambia su denominación y forma de pago. En resumen, a medida que aumenta el valor de la fuerza de trabajo, disminuye el precio que se le reconoce. Para los fines de estas páginas interesa destacar que esa brecha se manifiesta en términos macroeconómicos, por lo menos desde la década de los años ochenta del siglo pasado, como reducción o estancamiento del fondo salarial global. Una de las formas de ver este efecto es con la mayor concentración del ingreso, pues aumenta la parte de quienes están ubicados en los deciles superiores, conformados en lo fundamental por los propietarios de los medios de producción, con detrimento del ingreso en los deciles inferiores, en donde se encuentran los trabajadores. Puede decirse, en otros términos, que en el capitalismo moderno el movimiento cíclico de la actividad económica no obedece en realidad a un exceso de producción (oferta) sino a un defecto de consumo (demanda). Por tanto, la verdadera causa de las crisis es el evidente subconsumo de sectores muy amplios de la población. Sobre la base de que ha disminuido, grosso modo, el precio del trabajo, incluido el formal, visto como la remuneración total a los asalariados, puede apreciarse la Universidad Autónoma de Colombia 100 JULIO SILVA-COLMENARES ocurrencia de ese fenómeno en Colombia, tomando en consideración la distribución primaria del PIB calculada y reportada por el Departamento Administrativo de Estadística (DANE) para los años de 1994 y 2007, pues no se dispone de datos anteriores o posteriores, con la misma presentación. En estos 13 años la porción correspondiente a la remuneración de los asalariados disminuyó en casi el 12%, pues pasó del 35,2% del PIB, en 1994, al 31,1% en 2007, lo que también ocurrió en casi igual proporción en el ingreso mixto bruto, concepto que agrupa ingresos de otras modalidades de remuneración del trabajo e ingresos provenientes de formas que combinan capital y trabajo, como las empresas unipersonales, cuya disminución fue del 28,0% al 24,5%, en el mismo lapso. En cambio, la porción del excedente bruto de explotación, que recoge el ingreso de las organizaciones empresariales, aumentó en más de una quinta parte, al pasar de 27,7%, en 1994, a 33,7%, en 2007. También aumentó, aunque en menor proporción (11,1%), la porción transferida al Estado, como resultado neto de los impuestos sobre la producción y las importaciones menos subvenciones, pues pasó del 9,1%, en 1994, al 10,7%, en 2007. El cambio en el peso relativo entre los tres primeros conceptos se explica más fácil cuando se observa que la remuneración de los asalariados y el ingreso mixto bruto crecieron durante los 13 años a una tasa anual geométrica de un poco más del 14%, mientras el excedente bruto de explotación lo hizo a más del 17% anual, al tiempo que el PIB total lo hizo al 15,3%, tasas calculadas sobre pesos colombianos corrientes. Si como producto de un pacto político y social al más alto nivel para recomponer el ingreso nacional se hubiese convenido que los empresarios trasladasen en el lapso señalado (1994-2007) un 10% del excedente bruto de explotación a la remuneración de los trabajadores, cualquiera fuese la denominación dada, en especial con destino al consumo del 60% de los hogares en situación de pobreza y de clase media baja, su capacidad adquisitiva hubiese podido mejorar entre un 20% y un 25%, sin que se afectase de manera sensible la ganancia empresarial, pues el excedente bruto de explotación habría aumentado de todas maneras del 27,7%, en 1994, al 30,3%, en 2007, al tiempo que tampoco se afectaría la inversión —suponiendo que el “sacrificio” hubiese recaído sobre este rubro y no sobre el consumo de los hogares de los empresarios—, pues la formación bruta de capital, como porcentaje del PIB, podría mantenerse alrededor del 25%, cifra que considera adecuada la teoría del crecimiento económico. Por otra parte, es importante recuperar, por el lado de la utilización del ingreso, el consumo de los hogares, en especial de los más pobres —como es la propuesta—, pues ha seguido perdiendo peso como proporción del PIB, aunque con menor intensidad que en años anteriores. Basta decir que en los años sesenta del siglo pasado el consumo de los hogares llegó a representar el 75% del PIB, tres cuartas partes, cifra similar a la que muestra en la actualidad una economía como la estadounidense, mientras el consumo de la administración pública bordeaba el 7%. Hoy, el consumo de los hogares ha disminuido a menos de dos terceras partes del PIB y el gasto público ha multiplicado por más de dos veces su peso relativo. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 101 En cuanto al consumo de los hogares, vale la pena recordar lo que dijo en su Informe final la comisión constituida por el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, para evaluar la medición del desempeño económico y el progreso social, dirigida por los profesores Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi. En sus palabras, otro “mensaje clave, a la par que un tema unificador del informe, es que ha llegado la hora de que nuestro sistema estadístico se centre más en la medición del bienestar de la población que en la medición de la producción económica y que es conveniente que dichas mediciones del bienestar se restituyan en un contexto de sustentabilidad. A pesar de las deficiencias de nuestras herramientas de medición de la producción, sabemos más sobre la producción que sobre el bienestar”. En resumen, recomienda hacer hincapié en la perspectiva de los hogares. Que al evaluar el bienestar material, haya mayor referencia a los ingresos y al consumo que a la producción, pero que se tenga en cuenta al mismo tiempo el efecto del patrimonio, y que se otorgue más importancia a la distribución del ingreso, incluido el originado en actividades no mercantiles, así como al consumo y la riqueza. En el Observatorio sobre Desarrollo Humano insistimos en que hay que darle más importancia al estudio de la demanda, en especial al consumo de los hogares, la fuente principal del crecimiento económico, y no tanto a la oferta que, a la larga, como lo demuestra la historia, siempre tiene como límite la demanda efectiva.12 Como es natural, otro supuesto fundamental de la propuesta es que esta transferencia, acordada en un Pacto Político y Social para la Recomposición del Ingreso Nacional, beneficie a los hogares más pobres, incluida parte de la clase media inferior. Para confirmar la eventual mejoría en la capacidad adquisitiva de los hogares más pobres, puede hacerse una aproximación bastante burda, pero indicativa, de tal beneficio. A mediados de la primera década del siglo XXI, según datos de la Misión Contra la Pobreza del Departamento Nacional de Planeación (DNP) (PNUD, 2009), al quintil de menores ingresos (el 20% más pobre) le correspondía el 2,9% del ingreso nacional; si se adiciona el quintil siguiente (para totalizar el 40% más pobre), la participación en el ingreso llegaría al 9,5%; si se suma el tercer quintil, para totalizar el 60% de la población, lo que podría incluir la parte más pobre de la clase media, su participación llegaría al 20,2% del ingreso nacional. Si se supone que el gasto de los hogares mantiene una participación similar —pues el gasto de los hogares depende, en lo esencial, de sus ingresos—, podría pensarse que al 60% de los hogares le correspondería el 20% del consumo total. Si esos hogares fuesen beneficiarios de la transferencia del 10% del excedente bruto de explotación, su capacidad adquisitiva podría mejorar hasta en una cuarta parte, o sea, un máximo del 25%, lo que no es una cifra despreciable, dado el nivel de pobreza que exhiben. Como se mencionó en un editorial del diario El Tiempo, de Bogotá, de lograr reducir la pobreza extrema a menos del 10%, el “Primer Mandatario corregiría una triste realidad: la bonanza económica que el país disfrutó en años recientes, y otros sectores aún en desarrollo, desafortunadamente no se tradujeron en mejoras notables de la 12 Véase un resumen más detallado en Silva-Colmenares (2010, p. 3). Universidad Autónoma de Colombia 102 JULIO SILVA-COLMENARES situación de los estratos más pobres de la sociedad”; más adelante insiste en que “los beneficios del crecimiento económico no han sido redistribuidos en el resto de la pirámide social, como es el caso de algunos vecinos exitosos”. Pero, como le recuerda el editorial al presidente Santos: […] [el] pilar social de la agenda presidencial ya está cimentado en el paquete legislativo y en el diseño del esfuerzo central. Pero esto no es más que el arranque del camino. Sacar a más de 350.000 familias de la extrema pobreza requerirá más ajustes técnicos en la red Unidos, mayor coordinación con los gobiernos locales, más vigilancia de los fondos de la reconstrucción invernal, sincronización con las leyes de empleo y tierras y mayor redistribución de la riqueza generada. Si el gobierno Santos cumple con sus metas, Colombia empezará a abandonar el inaceptable lugar que hoy ocupa dentro de las sociedades más desiguales del planeta. (“La cara social de Santos”, 2011, pp. 1-28) Y el exministro Botero Montoya, en artículo ya citado, también recuerda que la “mayor igualdad social no es algo que ocurre en forma espontánea. Es el resultado de un cambio de mentalidad precedido por la labor de persuasión de una elite intelectual con el respaldo de un movimiento político influyente [...]” (2001a, pp. 38-39). 8. A manera de conclusión Como se ha observado en este breve análisis, el Plan de Desarrollo “Prosperidad para todos”, a pesar de que se declara como una “propuesta de tercera vía”, lo que supone medidas más incisivas y de pronta efectividad para solucionar uno de los problemas fundamentales de la sociedad colombiana, la concentración del ingreso, se queda en la vía tradicional de pensar que un mayor crecimiento económico es la solución. No reconoce el Plan de manera abierta que sin una distribución más equitativa del ingreso nacional no sólo es más difícil y prolongado reducir la pobreza, como es su segundo objetivo, sino que el propio crecimiento económico se dificulta, pues olvida que el incremento del consumo de los hogares pobres y de clase media baja —fuente básica del crecimiento económico— requiere la ampliación de su demanda solvente, lo que no puede alcanzarse sólo con el aumento de los subsidios estatales. Vale la pena insistir en que la mejor sociedad no es la que reparta más subsidios, sino la que logre que sus miembros obtengan con su ingreso disponible lo que puede considerarse un consumo necesario, esto es, suficiente para una vida digna, sin ostentaciones pero sin necesidades apremiantes. En este sentido, la prosperidad puede definirse por la participación que tengan los miembros de una sociedad en el disfrute de la riqueza social para satisfacer sus necesidades espirituales, sociales y materiales, así como sus aspiraciones racionales. En otras palabras, la medida de la prosperidad está dada por la participación de todos en los asuntos que generan bienestar o felicidad. En términos económicos, la prosperidad implica la distribución democrática y equitativa del excedente generado. Por tanto, la prosperidad o felicidad social supone también el disfrute de la libertad. El crecimiento económico Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 PROSPERIDAD PARA TODOS ¿UNA UTOPÍA POSIBLE? 103 es efímero y deleznable si no se comparte la riqueza creada para el beneficio equitativo de la colectividad, pues el desarrollo humano integral es condición del crecimiento económico sostenido. Esto es, crecimiento económico y desarrollo humano deben ser procesos simultáneos y complementarios. En consecuencia, no sólo es apropiado sino factible recomponer el ingreso nacional para incrementar de nuevo el consumo relativo y absoluto de los hogares, en especial de los pobres y de clase media baja, sin que la porción acordada —en el ejemplo un 10% del excedente bruto de explotación— signifique que los propietarios de los medios de producción entren en bancarrota o vean disminuir en forma exagerada, o no vista en otros países, su participación relativa. Esta alternativa no sólo permitiría disminuir el desempleo y mejorar el subempleo o informalidad, sino que no tendría ningún riesgo inflacionario, como sí es previsible con las fórmulas keynesianas, ya que no se afectaría el volumen físico de la producción (valores de uso de los bienes y servicios), ni su precio final (valor de cambio de la oferta total de bienes y servicios). Bibliografía Botero Montoya, R. (2011a, 19, 20 y 21 de marzo). Beneficios de una sociedad igualitaria. La República, 38-39 Botero Montoya, R. (2011b, 5 y 6 de marzo). La ciudad como factor de modernidad. La República, 39. La cara social de Santos. (2011, 22 de marzo). El Tiempo, 22 de marzo de 2011, 1-28. Cárdenas, M. (2011, 6 de marzo). Desigualdades regionales. El Tiempo, 1-9. Colombia enfrenta una grave crisis alimentaria similar a la de Haití y África, advirtió la FAO. (2011, 19, 20 y 21 de marzo). La República, 4. Departamento Nacional de Planeación (DNP). (2010). Bases [versión inicial] del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014. “Prosperidad para todos”. Bogotá. Giddens, A. (1999). La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia. Madrid: Santillana. Herrera Mora, C. (2010, 22 de noviembre). Un Plan de Desarrollo muy técnico. La República, 42. Herrera Mora, C. (2011, 15 de febrero). Es un plan de crecimiento, pero no de desarrollo. La República, 39. Hommes, R. (2011, 4 de marzo). Mercado laboral: los de arriba y los de abajo. El Tiempo, 1-19. Laxer, J. (1996). In Search of a New Left. Canadian Politics after the Neoconservative Assault. Toronto: Penguin Books, 1996. Minagricultura desmintió crisis alimentaria en Colombia. (2011, 19, 20 y 21 de marzo). La República, 4. La mitad de los colombianos no residen en su propia vivienda. (2011, 26 y 27 de febrero). [Entrevista a Jorge E. Torres, director ejecutivo del Centro de Estudios de la Construcción y el Desarrollo Urbano y Regional (Cenac)]. La República, 5. Universidad Autónoma de Colombia 104 JULIO SILVA-COLMENARES More, T. Utopía. Edición revisada por Ralph Robynson. Barcelona, Ediciones Folio. Ossa Escobar, C. (2005, 28 de julio). Reforma agraria, justicia y paz. La República, 2A. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). (2006, 1º de abril). Nota socioeconómica. Recuperado el 11 de junio de 2009, de www.pnud.org.co Presidencia de la República, Comité Nacional de Planeación. (1958). Estudio sobre las condiciones del desarrollo de Colombia, Presidencia de la República. Bogotá. Samper Pizano, D. (2010, 7 de noviembre). Algo hemos hecho mal. El Tiempo, 1-11. Sierra, J. E. (2003, 18 y 19 de octubre). Entrevista a Juan Manuel Santos. La República, 30. Silva, A. E. (1982, enero-febrero). La distribución del ingreso en Colombia en la década de los setenta: concentración y nivelación por lo bajo. Documentos Nueva Frontera, 64, 3. Silva-Colmenares, J. (2004). El gran capital en Colombia. Proyección al siglo XXI. Bogotá: Planeta. Silva-Colmenares, J. (2002). La salida. Un nuevo modo de desarrollo humano para la paz (2ª ed.). Bogotá: Ediciones Aurora. Silva-Colmenares, J. (2007, agosto). Crecimiento económico y desarrollo humano. Una distinción necesaria en la búsqueda de un nuevo modo de desarrollo. Economía y Desarrollo (UAC), 6 (1), 25-39. [Reproducido en el sitio web del Observatorio sobre Desarrollo Humano, en la página de Internet de la Universidad Autónoma de Colombia www.fuac.edu.co]. Silva-Colmenares, J. (2010, enero-marzo). El informe de la comisión Sarkozy: la preocupación debe centrarse en los hogares. Boletín del Observatorio sobre Desarrollo Humano, 31, 3. La tierra está en pocas manos. (2004, 19 de marzo). Portafolio, 8. Urrutia, M. & Berry, A. (1975). La distribución del ingreso en Colombia. Medellín: La Carreta. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 Locomotora minera: Velocidad sí, ¿pero fondo? RICARDO BONILLA GONZÁLEZ1 Resumen El Plan de Desarrollo para el periodo 2010-2014, construido sobre la base de cinco locomotoras en condiciones de generar dinámicas, se basa realmente sobre la vigencia de la minero-energética y las mayores exportaciones de petróleo y carbón. Una bonanza que se enfrenta a la limitación de las reservas probadas y los resultados diversos de la política de exploración, sobre todo en el caso del petróleo. Esa bonanza genera excedentes pero no empleo y afecta al resto de la economía, por los impactos en la tasa de cambio y en la sustitución de producción nacional por importaciones. Palabras clave: Locomotora minera, bonanza en combustibles, petróleo, carbón. Abstract: The Development Plan for 2010-2014 built on the basis of five locomotives to generate dynamic conditions, is really base don the life of the mining and energy and increased exports of oil and coal. A bonanza facing the limitation of proved reserve sand the mixed results of the exploration policy, especially in the case of oil. That boom creates jobs and surpluses but not affect the rest of the economy, the impact on the exchange rate and there placement of domestic production by imports. Key words: Locomotive mining boom fuels, oil, coal. 1 Profesor de la Universidad Nacional. Coordinador del Observatorio de Coyuntura Socio Económica (OCSE). Universidad Autónoma de Colombia 106 RICARDO BONILLA GONZÁLEZ El Plan Nacional de Desarrollo para el período 2010-2014 se encuentra en la fase de aprobación en el Congreso de la República. Bajo del nombre de “Prosperidad para todos, más empleo, menos pobreza y más seguridad”, el Plan se construye con dos ejes: a) una directriz hacia el crecimiento económico, formulada con el liderazgo de cinco locomotoras; y b) una propuesta de mejora social, reflejada en más empleo y menos pobreza, como consecuencia del dinamismo económico y la reorientación de recursos públicos y privados. El presente documento no pretende examinar todo el Plan, sino hacer unas breves reflexiones sobre la sostenibilidad de la estrategia de crecimiento basada en la nueva especialización de la economía colombiana, la de país minero exportador, y su capacidad de irradiar sinergias al resto de la economía. El tratamiento del tema se organiza en tres partes: i) ¿qué van a hacer las cinco locomotoras?, ii) ¿cuál es la sostenibilidad de la estrategia minera y de hidrocarburos?, y iii) ¿qué sinergias genera hacia el resto de la economía? 1. ¿Qué hacen las locomotoras? La dinámica económica del cuatrienio es identificada por el Gobierno como producto del impulso generado por cinco locomotoras, las mismas que deberán jalonar al resto de la economía para lograr la meta de crecer por encima del 5% anual. El Plan está diseñado bajo la doble condición de que el país superó los efectos de la crisis mundial y se encuentra en plena fase de recuperación. Por lo tanto, el cuatrienio se beneficiará de una dinámica expansionista promovida desde el exterior, por la mayor demanda del grupo de países emergentes, a la cabeza de los cuales se encuentran China e India, los nuevos líderes de la industria mundial. El concepto de locomotora es concebido como la capacidad de arrastre de sectores identificados con esa dinámica mundial y su posibilidad de atraer a otros sectores ligados con la demanda interna. El dinamismo mundial se basa en la capacidad de producir y exportar bienes y servicios, más los primeros que los segundos, y los sectores líderes de ese proceso son la producción de maquinaria, equipo y herramientas, la diversidad de equipo de transporte y los bienes electrónicos, familias de bienes que, en conjunto, generan más del 40% del comercio mundial y su origen se concentra en los procesos industriales de China, Japón, Corea e India. En la dinámica colombiana, esas locomotoras no existen o están poco desarrolladas y dependen de las importaciones. De tal manera que, como país, somos compradores de los bienes líderes, para lo cual nos convertimos en proveedores de insumos y/o combustibles, y formamos parte de los vagones de carga para las necesidades de otros países. Las grandes locomotoras que mueven al mundo, en Colombia tienen la misma dinámica de nuestro sistema férreo y no tienen capacidad de arrastre, ni tampoco son prioritarias en el Plan de Desarrollo para la Prosperidad. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 107 Lo que el Gobierno colombiano identifica como locomotoras son los sectores más internacionalizados y los que deberían generar más impacto en la demanda interna y la competitividad. Nuestro papel en el comercio internacional es el de proveedores de combustibles, minerales, alimentos, insumos agropecuarios y manufacturas de bajo contenido tecnológico, mientras somos importadores de bienes industriales de mediano y mayor contenido tecnológico, insumos, materias primas elaboradas, bienes finales de consumo durable y de capital. Las exportaciones de hidrocarburos y minerales transformaron al país —que pasó de ser agroexportador a mineroexportador—, concentran la mitad del comercio externo y son las que más contribuyen al crecimiento económico —11% en el año 2010—. Por lo tanto, son el verdadero, y casi único, motor de la economía nacional. Las cinco locomotoras identificadas son: i) la de minería e hidrocarburos, ii) la de innovación en potenciales sectores de talla mundial, iii) la agropecuaria, iv) la de infraestructura de transporte, y v) la construcción de vivienda. De ellas, la única internacionalizada es la de minería e hidrocarburos, mientras las demás son meras expectativas. Allí está la actual especialización colombiana y el propósito del Gobierno es fortalecerla y acentuarla, mientras sea posible, para lo cual se propone continuar la política de otorgar concesiones para la exploración y explotación, iniciada por el gobierno anterior. La locomotora de la innovación, en sectores de transformación productiva, apunta a fortalecer las exportaciones menores, las que queden después del impacto negativo en la tasa de cambio generada por la “enfermedad holandesa” propiciada por la primera locomotora. Las otras tres son necesidades internas y prioridades para el destino de la inversión, con muchas limitaciones y dependientes de mayor institucionalidad. ¿Qué propone el Gobierno con esas locomotoras? Convertirlas en la fuente de crecimiento del cuatrienio, mediante un plan indicativo ejecutado conjuntamente con el sector privado y con metas definidas y susceptibles de ser alcanzadas. El Plan es optimista, pero no en exceso; realista, con metas posibles y medibles; y soñador, al imaginar que puede resolver varios problemas al tiempo y que se va a tener dinero suficiente para hacerlo. Se soporta en el actual patrón de crecimiento, el minero, y se imagina utilizando los excedentes que este genera para financiar las demás locomotoras, que requieren mucha inversión y cambios drásticos en las políticas. Se asume que la dinámica internacional será determinante y financiará los cambios en el mercado interno. Brevemente, los principales objetivos y metas de cada locomotora se explican a continuación. La minera es una locomotora basada en la continuidad del boom exportador de petróleo y carbón, originado en los buenos precios internacionales y la mayor demanda de los consumidores del mundo. Es una estrategia de producir para exportar, el 93% actual, en la que se combinan políticas exploratorias, de explotación y transporte de hidrocarburos y carbón en minas a cielo abierto. Como es la principal fuente de recursos internacionales y se hace con recursos no renovables, el éxito de esta locomotora depende de la mayor capacidad exploratoria y el hallazgo de nuevos yacimientos, lo que aumenta el nivel de las reservas probadas y garantiza mayor capacidad de explotación en el futuro. De este modo el país se aleja del fantasma de la insuficiencia. Universidad Autónoma de Colombia RICARDO BONILLA GONZÁLEZ 108 Tabla 1 PND 2010-2014, algunas metas según locomotora Indicador Producción petróleo Unidad Base 2010 Meta 2014 Barriles diarios 990.600 1.420.000 Contratos suscritos ANH Número 197 205 Pozos exploratorios Número 340 570 Producción carbón Millones toneladas año 73 124 Toneladas año 48 72 Hectáreas 4.423.420 4.882.891 Producción oro Área agrícola Área forestal Hectáreas 364.080 596.330 Área pecuaria Hectáreas 38.708.639 36.847.537 Producción agropecuaria Toneladas 30.588.362 36.283.568 Exportaciones con VA Proporción 29 40 Número sectores 12 20 Kilómetros 150 740 Número cuatrienio 560.300 1.000.000 Transformación productiva Red vial construida Vivienda nueva Fuente: DNP (2010, cap. tercero). El plan minero y de hidrocarburos se basa en la presunción de que el país posee una capacidad potencial de producción superior a la que actualmente está probada. Por lo tanto, la prioridad es incrementar la exploración y hallar nuevos yacimientos, así como organizar el mapa minero y obtener un mejor inventario de recursos naturales. El plan se limita a hablar de tres productos con flujo exportador. Sin embargo, asume la existencia de otros y su potencial explotación, como es el caso del níquel, las esmeraldas, la plata y el coltán, para los cuales no hay metas ni prioridades asignadas explícitamente. Su destino es el mercado internacional en los países de gran consumo: Estados Unidos, Unión Europea, Japón y China. El petróleo es la principal prioridad y al que se le ponen las mayores metas (Tabla 1). Dada la limitación de las actuales reservas probadas, el objetivo principal es la exploración, para lo cual se aspira a completar los 205 contratos y la actividad en 570 nuevos pozos, para el 2014, con la ambiciosa meta de llegar a explotar los 1,4 millones de barriles día. Esto significa producir 511,2 millones de barriles año, la tercera parte de lo que produce actualmente Venezuela. El reto es aumentar las reservas probadas mediante la mayor asignación de áreas para explorar, al tiempo que se incrementa la explotación y se agotan los pozos maduros. El éxito se medirá en el hecho de que la incorporación de reservas supere la producción; de lo contrario, esta locomotora no tendrá combustible para avanzar. En carbón y oro, las metas son de incremento de producción, a partir de los contratos ya firmados y los yacimientos en explotación o para explotar, una vez definida su licencia ambiental. En carbón, con base en El Cerrejón (Guajira) y en la Jagua de Ibirico (Cesar), se aspira a llegar a las 124 millones de toneladas por año, con un Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 109 incremento del 70% con respecto al ritmo de producción actual. En oro, la meta es llegar a las 72 toneladas al año, 50% más que lo que se produce hoy, dadas las posibles explotaciones en zonas de páramos, como la reserva natural de Cajamarca y en Santurbán, además de Marmato (Caldas), las tres con propuestas de explotar a cielo abierto, debido a la dispersión del mineral. La segunda locomotora, en orden de importancia exportadora, es la de innovación, concentrada en 12 sectores con impulso a la transformación productiva, en la que se combinan productos agroindustriales y manufacturas de mayor valor agregado, con servicios de subcontratación y turismo. Los doce sectores (DNP, 2010, p. 182) son: i) software y TIC, ii) procesos de outsourcing a distancia BPO, iii) turismo de salud, iv) diseño y modas, v) industria gráfica, vi) cosméticos y aseo, vii) autopartes y vehículos, viii) energía eléctrica, ix) cacao y sus derivados, x) carne bovina, xi) palma y oleaginosas, y xii) camaronicultura. Todos estos sectores fueron identificados en estudios previos sobre competitividad e incluidos en el plan 2032, cuando deben haberse consolidado como la nueva oferta exportable del país. Las metas de este cuatrienio son creíbles: incrementar sus exportaciones del 29% al 40%, con destino a mercados de vecindad y algunos emergentes, así como incorporar 8 nuevos sectores a esta base. Esta locomotora es la que podría entenderse como la política industrial del Gobierno, consistente en fortalecer sectores de nicho con alguna experiencia exportadora y capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías, en la que se pueden destacar cuatro actividades: i) la agroindustria con algún valor agregado en las nuevas explotaciones de palma y cacao, así como la modernización ganadera y la expansión del cultivo de camarones; ii) la manufactura de exportación en nichos basados en diseño, moda y subcontratación para las confecciones, artes gráficas, cosméticos y autopartes; iii) los servicios de outsourcing en call center, creación y administración de software y la oferta de servicios de salud para extranjeros y colombianos no residentes; y iv) la generación y transporte de energía eléctrica en países de vecindad. La tercera locomotora, la actividad agropecuaria, está diseñada con el propósito de activar un sector importante de la economía colombiana, que se encuentra sumido en un profundo letargo y contribuye poco al crecimiento económico del país, prácticamente nada2 , en los tres últimos años; es decir, por ahora no es una locomotora sino un vagón de carga averiado. El propósito es loable y pasa por dos tipos de acciones, la reparación de víctimas y el retorno de tierras, por un lado, y el cambio de uso de las mismas, por el otro. El primer aspecto se relaciona con el proceso de reparación y el retorno al statu quo de los años ochenta, con la devolución de tierras a sus legítimos propietarios. El segundo aspecto es el más importante para el propósito de este documento; se trata de reorientar el recurso hacia actividades más productivas y eficientes, tanto para el abastecimiento del mercado interno como la promoción de nuevos productos de exportación. 2 Las tasas de crecimiento del sector agropecuario han sido de -0,4% en 2008; -1.1%, en 2009 y de 0%, en 2010. En la primera década de este siglo creció, en promedio, al 2%, mientras la economía nacional lo hizo al 4,1%, es decir, a la mitad (datos de cuentas trimestrales del DANE). Universidad Autónoma de Colombia 110 RICARDO BONILLA GONZÁLEZ La expectativa de cambio de uso está reflejada en las metas: más tierra dedicada a la agricultura y la actividad forestal y menos a la ganadería, para obtener, como consecuencia, un mayor volumen de producción y aumentar la productividad por hectárea. Las metas, sin embargo, son muy limitadas frente a lo que podría ser un impulso a la transformación rural acorde con la potencialidad de uso de la tierra. Se espera recuperar para la agricultura, aproximadamente, 460.000 hectáreas en el cuatrienio, a 115.000 en promedio anual, para terminar con 4,9 millones, todavía muy lejos de las 15 millones aptas para esta actividad. Así mismo, se espera adicionar 230.000 en actividad forestal, mientras la ganadería deberá reducir su espacio en 1,9 millones, muy poco frente al exceso de 18 millones actuales. En síntesis, la ganadería se densifica un poco con menos tierra y parte de ella se dedica a la agricultura y otra, al sembrado de bosques maderables. No obstante, esas actividades no copan el espacio libre y en el Plan no se establece el destino de 1,2 millones de hectáreas, lo que revela vacíos en la concepción del proyecto. El mejor resultado, sin embargo, se da en materia de incrementos en la productividad y volumen de producción. En el Plan se espera aumentar en 5,7 millones de toneladas la producción agropecuaria, a un promedio de 1,4 millones por año, orientadas a nuevos cultivos y modernización ganadera. Aun cuando el plan no es explícito en materia de cultivos a estimular, la directriz implícita es la de desarrollar nuevos cultivos de exportación en plantaciones comerciales de palma, caucho y cacao, para desarrollar dos de los sectores de talla mundial identificados en la estrategia de innovación, acompañado de nuevos cultivos de camarón y la mejora de razas para la ganadería de carne. El mecanismo para hacerlo es una combinación de procesos asociativos con la llegada de inversionistas que cultiven grandes extensiones, para lo que se aumenta el tamaño de la unidad agrícola familiar (UAF) y se espera tener un inventario de baldíos por asignar. La cuarta locomotora también es un problema por resolver: la construcción de infraestructura para el transporte en vías y oleoductos. Es el sector de más atraso y que más afecta la competitividad colombiana, pero también es el sector más permeado por los problemas de contratación, la calidad de las obras, los retrasos y la corrupción. En la construcción de infraestructura vial, los proyectos son de lenta maduración, desde el diseño hasta la construcción y su mantenimiento, de tal manera que pasan de un gobierno a otro, y lo que se proyecta hoy se puede obtener dentro de diez o más años. En Colombia hay proyectos con diseños que superan los diez años y no se han construido ni se han contratado, mientras varios de los contratados tienen retrasos que superan los cuatro años y han faltado los programas de grandes arterías. El Plan es realista. Se aspira a concluir la construcción de 2.000 km de carreteras de doble calzada ya contratadas, la rehabilitación de 4.000 km en corredores primarios, Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 111 mantener 50.000 km de vías terciarias y promover la construcción de 740 km adicionales, con flujos de inversión privada. La quinta locomotora es resultado de una angustia, el déficit de vivienda y los problemas de normalización de construcciones en zonas de alto riesgo, con tragedias anunciadas. El propósito del Gobierno es optimista, construir un millón de viviendas nuevas y habilitar 7.000 hectáreas para el desarrollo de macroproyectos urbanos con vivienda de interés social (VIS); es decir, romper el círculo vicioso de no tener tierra disponible para este tipo de vivienda y obligar a sus potenciales usuarios a hacer construcciones precarias en zonas de riesgo. El déficit habitacional colombiano afecta a dos tipos de ciudadanos, los que viven en condiciones precarias y de riesgo —aproximadamente 1,3 millones de hogares—, y los que no tienen vivienda —1,2 millones de hogares—, para afectar a 2,5 millones de hogares. El plan se propone adelantar un millón de viviendas nuevas, 78% más que las iniciadas en el gobierno anterior. Sin embargo, no resolverá el problema y los próximos gobiernos deberán aportar más soluciones. Al finalizar el gobierno, será necesaria una evaluación de esta meta, para saber qué tanto se rompió el obstáculo de la falta de tierra disponible y si se facilitó el acceso a la vivienda a la población de bajos recursos. 2. ¿Es sostenible la estrategia minera y de hidrocarburos? Usando la metáfora del Gobierno y asumiendo que no se trata del tren de la Sabana, que se mueve a una velocidad de 40 km por hora, inferior a la del camión, una locomotora es un medio de impulso que arrastra muchos vagones a gran velocidad y por grandes distancias; es decir, que tiene los dos elementos básicos de la movilidad, una velocidad punta, equivalente a una tasa de crecimiento, y una velocidad de fondo o distancia, equivalente al crecimiento sostenido hacia el mediano y largo plazo. Las locomotoras que impulsan los trenes de gran velocidad cumplen esas dos condiciones, tienen velocidad de impulso, que supera los 500 km por hora, y tienen la capacidad de sostenerse a una velocidad de fondo para cubrir grandes distancias, a un promedio de 160 km por hora. Nada que ver con nuestro paquidérmico sistema férreo. Trasladando esa metáfora hacia el sector llamado a liderar el crecimiento económico colombiano de los próximos años, surgen dos interrogantes: i) ¿tiene la velocidad de impulso para arrastrar diversos vagones y consolidar el crecimiento de corto plazo?, y ii) ¿tiene el fondo suficiente para sostenerse en el tiempo y generar sinergias para entregar el liderazgo a otros sectores de la economía? El sector minero y de hidrocarburos está viviendo un momento espectacular. Goza de las bondades de un boom internacional, con mayor demanda y buenos precios, y de la decisión política de los dos gobiernos, el saliente y el actual, que apoyan la explotación intensa y rápida de los recursos naturales no renovables. Por lo tanto, cumple un papel de Universidad Autónoma de Colombia RICARDO BONILLA GONZÁLEZ 112 liderazgo de corto plazo. Como la fuente de este crecimiento es un recurso natural no renovable, la capacidad de sostenerse está en función de la disponibilidad de recursos o reservas probadas, así como de la estrategia de traspaso del liderazgo a otros sectores. ¿Qué tanto fondo tiene esta estrategia? La existencia de recursos mineros es predecible técnicamente y también está llena de pronósticos especulativos y fabulosos. El país no dispone del mejor escenario para conocer la cantidad de sus recursos y hace falta un inventario minero bien sustentado en estudios técnicos y geológicos. Por lo pronto, lo que existe es la presunción de que hay más recursos de los que hasta ahora se han demostrado; por lo tanto, lo que hay que acelerar es su reconocimiento para poderlos explotar más rápidamente. Ese es el trasfondo de las actuales políticas de exploración y explotación. Con base en algunos estudios, técnicos y no técnicos, se presume que hay una diversidad de recursos mineros e hidrocarburos por reconocer y explotar, por lo que el gobierno anterior asignó extensos territorios, cerca de 5 millones de hectáreas, para su exploración. ¿Cuántos recursos tenemos y para cuánto tiempo de explotación? Ese es el interrogante que permite cuantificar el fondo de esta estrategia. Explorar no significa encontrar y haberlo hecho no significa un gran hallazgo. El proceso es más complejo y la disponibilidad efectiva es mutante en función del indicador más aproximado a su existencia real, el de las reservas probadas. Llegar a las reservas probadas es haber concluido un proceso con tres fases: i) haber explorado con éxito y haber encontrado algo equivalente a un mineral o un hidrocarburo, ii) haber superado las pruebas técnicas que permitan identificar el tipo de mineral o hidrocarburo y la calidad del mismo, y iii) haber cuantificado la magnitud del hallazgo y prever el tiempo de su explotación. El índice de reservas probadas va cambiando en el tiempo, incrementándose por efecto de las adiciones generadas por los nuevos hallazgos y, reduciéndose, por efecto de lo explotado. ¿Cuánto tenemos en reservas probadas de petróleo, carbón y oro? ¿Para cuánto tiempo de explotación? Tabla 2 Reservas probadas de petróleo 2009 (miles de millones de barriles) Región o país Reservas Colombia 2 Norteamérica 73,3 Sur y Centroamérica 199,5 Euroasia 136,9 Medio Oriente 754,2 África 127,7 Asia Pacífico 42,2 Total 1.333,8 Colombia (%) 0,15 Fuente: Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), cálculos del autor. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 113 La base del boom es el petróleo, recurso natural no renovable disperso en el mundo y con reservas probadas, al año 2009, de 1.334 miles de millones de barriles (Tabla 2), concentradas en el Medio Oriente, Venezuela y Canadá. La presunción colombiana de que hay más petróleo del que hasta ahora se ha descubierto se basa en los hallazgos de Venezuela3 , Ecuador, México y Canadá4 , así como en la perspectiva de las nuevas exploraciones y los cambios recientes en el índice de reservas probadas. En el ámbito internacional, se entiende como reserva probada en petróleo todo hallazgo que se puede extraer con la tecnología actual y sea rentable con respecto a los precios vigentes. Por lo tanto, no se consideran las reservas muy profundas ni las de petróleo muy pesado. En este escenario, las reservas de Colombia se aproximan a los 2.000 millones de barriles, según la Agencia Nacional de Hidrocarburos, o a 3.100, según la OPEP, equivalentes al 0,15% o al 0,23% de las reservas mundiales, respectivamente, según la fuente. La fuente colombiana es la Agencia Nacional de Hidrocarburos (Tabla 3), según la cual las reservas probadas y la producción evolucionaron hacia un crecimiento importante en la última década, especialmente en los últimos cuatro años, como consecuencia de los éxitos en la exploración. Según el mismo organismo, a finales de 2010 había 197 contratos vigentes, 15 millones de hectáreas de tierra en exploración y 6 millones adicionales en área marina. La política es inequívoca, mayor exploración e incremento de la explotación, con el fin de usufructuar las condiciones de la bonanza. El resultado es visible. Entre 2008 y 2010 se perforaron 275 pozos con un factor de éxito del 49%, es decir, que en 135 pozos se encontró algún hidrocarburo, petróleo o gas, de diferente calidad. Como consecuencia, en los tres años pasados y después de algunas pruebas —aunque faltaron otras—, se incorporaron 1.089 millones de barriles de petróleo y 2.066 giga pies cúbicos de gas. Tabla 3 Colombia, reservas probadas de petróleo 2000-2010 Crudo (millones de barriles) Año Relación R/P (años Reservas probadas RProducción anual P Incorporación anual 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 1.972 1.842 1.632 1.542 1.478 1.453 1.510 1.358 1.668 1.988 251 221 211 198 193 192 193 194 215 245 261 -68 91 1 108 128 167 250 42 524 565 7,9 8,4 7,7 7,8 7,7 7,6 7,8 7 7,8 8,1 Fuente: Agencia Nacional de Hidrocarburos. 3 Según la OPEP, las reservas probadas de Venezuela se expandieron a los 211.000 millones de barriles, equivalentes al 15% de las reservas de mundo, al incorporar los hallazgos en la cuenca del Orinoco, que corresponde a la misma falla geológica donde se ha encontrado el recurso en el pie de monte llanero colombiano, y que llega hasta territorio ecuatoriano. 4 En el continente americano, los hallazgos y su inclusión en las reservas probadas han sido importantes para otros dos países, diferentes a Venezuela. Canadá es considerado por la OPEP como Universidad Autónoma de Colombia RICARDO BONILLA GONZÁLEZ 114 La primera década del siglo XXI reflejó un cambio en la tendencia. En los primeros años, hasta 2005, los hallazgos fueron inferiores a la producción. Como consecuencia, las reservas probadas se redujeron en el tiempo, hasta un mínimo disponible para 7 años, que se revirtió con los nuevos éxitos exploratorios, y terminó en 2009 con unas reservas para 8,1 años, manteniendo el actual ritmo de producción. La producción promedio día, para 2010, fue de 781.000 barriles, inferior a la proyectada en el texto del Plan para el mismo año, de 990.600. Esto revela inconsistencias en el uso de la información. Con ese promedio, la producción anual fue de 261 millones, en ritmo superior al de año anterior, lo que reduce el balance de reservas probadas a solamente 7,6 años, sin contar lo incorporado como reserva en el año 2010. A ese ritmo y sin más reservas, la bonanza se agotará en el año 2017. La expectativa del Gobierno es bastante positiva al respecto y tiene la meta de llegar a 2014 con una producción diaria de 1.420.000 barriles, para un consolidado anual de 511,2 millones, es decir, que las reservas probadas al final de 2009 se habrán agotado para entonces. El reto es magnífico, continuar con la política de exploración y seguir obteniendo, al menos, el mismo factor de éxito, de tal manera que se puedan dar simultáneamente tres resultados: i) adicionar reservas probadas en mayor proporción a lo que se produzca, ii) incrementar la producción sin afectar la sostenibilidad, y iii) alejar el fantasma de la insuficiencia nacional y aumentar la disponibilidad en el tiempo. En caso contrario, si la adición en reservas es inferior a la producción, la bonanza tendrá sus días contados y nos volveremos importadores. Tabla 4 Colombia, petróleo, capacidad exportadora (miles de barriles día y %) Año Producción Consumo Exportable X en % 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 455 583 625 652 739 816 687 604 577 540 528 526 527 531 587 671 781 190 209 228 242 247 249 236 230 228 228 240 254 264 346 357 333 340 265 374 397 410 492 567 451 374 349 312 288 272 263 185 230 338 441 58,2 64,2 63,5 62,9 66,6 69,5 65,6 61,9 60,5 57,8 54,5 51,7 49,9 34,8 39,2 50,4 56,5 Fuente: Agencia Nacional de Hidrocarburos, cálculos del autor. el tercer país con reservas de 178.000 millones de barriles, equivalentes al 13% y por encima de Irán e Irak, como consecuencia de hallazgos recientes, mientras las de México subieron a 13.000,3 millones, el 1,3%. Los países de América con reservas importantes son, en orden: Venezuela, Canadá, Estados Unidos (21,3), México, Brasil (12,6), Ecuador (4,5) y Colombia (3,1). Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 115 Finalmente, ¿cuánto se puede exportar? El balance petrolero debe incorporar el consumo nacional, de tal manera que lo exportable equivalga a lo producido menos el consumo interno (Tabla 4). Como no somos un gran país petrolero y hay inestabilidad con los nuevos hallazgos, que son de pozos de pequeña capacidad, mientras no se ha vuelto a encontrar otros de la dimensión de Caño Limón o Cusiana, con reservas de más 1.000 millones de barriles, la tendencia de la capacidad exportadora ha sido volátil. En el periodo 1994-2010, el mayor índice de capacidad exportable se obtuvo en el año 1999, con el 69,5% de lo producido, para bajar luego reiteradamente hasta el 34,8%, en el año 2007, recuperarse luego y terminar en el 56,5% de 2010. Durante todo el periodo el consumo interno aumentó a ritmo sostenido y seguirá haciéndolo por efecto de la mayor urbanización, industria y existencia de parque automotor. Alejarse del fantasma de la insuficiencia significa incrementar las reservas probadas y, al menos, sostener la proporción de capacidad exportable, sin sacrificar el consumo. Cualquiera que sea el curso de la bonanza, quedan tres interrogantes: a) si se explotan hasta el fondo los actuales pozos y se exporta su contenido, ¿qué se va a hacer cuando se pierda la capacidad de autoabastecimiento nacional y tengamos que importar lo que hoy exportamos?, b) ¿en qué se van a utilizar los recursos de esta bonanza, que permitan pensar en construir actividades alternativas de producción, es decir, en qué se va a sembrar la bonanza?, y c) ¿cuál va a ser la oferta exportable que va a reemplazar al petróleo? La alternativa menos optimista es la de tener poco éxito en la política de exploración, por lo tanto, un fin rápido de la bonanza, para pasar a ser importadores. Un escenario optimista es el del aumento sostenido de las reservas probadas, para lo cual, entonces, se requiere organizar el uso de esos recursos sembrando la bonanza y diversificando la economía. ¿Será esa la razón de ser de la estrategia de innovación? ¿O se va a sembrar en infraestructura vial y de vivienda? El Gobierno tiene la palabra. Tabla 5 Carbón, reservas probadas, producción y consumo mundial (millones tt) 2009 Colombia Norteamérica Reservas Producción Consumo Exportable R/P años 6.668 72,8 3,9 68,9 91,59 246.097 1.047,2 531,3 515,9 235,00 Sur y Centroamérica 14.860 83,6 23,2 60,4 177,75 Euroasia 272.246 1.152,7 456,5 696,2 236,18 África y Oriente 33.399 255,1 116,6 138,5 130,93 Asia Pacífico 259.253 4.402,8 2.151,6 2.251,2 58,88 Total 825.855 6.941,4 3.279,2 3.662,2 118,98 0,81 1.05 0,12 1,88 Colombia Fuente: Unidad de Planeamiento Minero Energético (UPME) y Coal Portal, cálculos del autor. La situación del carbón es menos angustiosa. Hay reservas para más tiempo y nuestra dotación es superior a la del petróleo (Tabla 5). El país dispone del 0,81% de las Universidad Autónoma de Colombia 116 RICARDO BONILLA GONZÁLEZ reservas probadas en el mundo, con una producción en minas a cielo abierto equivalente al 1,05% y una capacidad exportable del 95%. Por lo tanto, participamos con el 1,9% del comercio mundial. Al actual ritmo de producción, 73 toneladas por año, hay existencias para 91,6 años. Sin embargo, la pretensión del Gobierno y de las multinacionales a cargo es la de aumentar el ritmo de extracción y beneficiarse mejor de la bonanza. Para ello proponen incrementar la producción al 70% y llevarla hasta las 124 toneladas al año en 2014. Al nuevo ritmo, y si no hay incremento de reservas, las actuales existencias se reducen a 53,8 años y afectarán a las dos próximas generaciones de colombianos. El fin de esta bonanza no está a la vista, pero sí el interrogante de cómo se está sembrando. A diferencia del petróleo, para cuya explotación Ecopetrol es un actor importante, la explotación de carbón la hacen multinacionales interesadas en obtener el máximo beneficio económico, y le dejan al país solamente unas regalías y el deterioro ambiental producido por la remoción de más de 7.000 hectáreas de tierra y capa vegetal. Las cuentas para el país deben ser claras: ¿qué se está haciendo con los excedentes del carbón?, ¿cuál es la regla de reparto?, ¿cuánto cuesta la recuperación ambiental?, ¿en qué se usan las regalías?, ¿cuáles serán las actividades alternas cuando se acabe la bonanza o la explotación del carbón deje de ser útil por razones ambientales? Explotar recursos naturales tiene riesgos, genera enriquecimiento rápido y malestar social. La alternativa no es dejar de explotarlos, sino, por el contrario, usarlos como fuente de prosperidad y financiamiento de la infraestructura y la diversificación productiva. En el caso del oro, la situación es más complicada. Colombia es actualmente un país de segunda línea en producción en el mundo, con 48 toneladas al año frente a las aproximadamente 2.300 del mundo, las 260 de China y las 175 de Perú. La aspiración del Gobierno es llevar la producción hasta las 72 toneladas en 2014, para lo cual hay que explotar 2,5 millones de onzas. La meta puede ser posible en el caso de que se permita explotar los grandes santuarios de agua, niebla y páramo de Cajamarca y Santurbán, concedidos a la Anglo Gold y a Greystar, respectivamente, y en los que se estima una existencia de 12 y 9 millones de onzas que, al explotarlas por 15 años, generarían producciones de 800.000 onzas y 511.000 onzas por año. La tercera alternativa es Marmato en Caldas, con permisos concedidos, unas reservas de 7,5 millones de onzas y una producción anual de 500.000 onzas o 14,7 toneladas. El conflicto ambiental está identificado. En los tres casos se trata de explotaciones a cielo abierto, lo que significa que el mineral se encuentra disperso y para localizarlo hay necesidad de remover grandes extensiones de capa vegetal, estimadas en más de 1.500 hectáreas, y disponer de grandes cantidades de agua, para poder reunirlo, con daños en la vegetación y en las cuencas acuíferas. El dilema para el Gobierno es claro: permite el daño ambiental y obtiene unas regalías provenientes de las multinacionales que explotan el mineral o conserva el medio ambiente y se olvida de la meta en la producción de oro. Por supuesto, ahora que se sabe que allí hay oro, tampoco puede permitir la explotación ilegal y clandestina, ni la presencia de grupos armados irregulares dispuestos a explotar el recurso. Es decir, ahora más que nunca, debe garantizar la presencia del Estado en esas regiones. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 117 3. ¿Habrá más empleo y menos pobreza? La verdadera locomotora en el corto y mediano plazo es la minera y de hidrocarburos, que concentra el 50% de las exportaciones colombianas, en pleno boom internacional, y genera importantes excedentes económicos. Como toda bonanza, trae consigo bondades y también efectos perversos. La principal bondad es el importante flujo de recursos que, bien administrados, debe financiar los demás programas de Gobierno, los vagones de arrastre mal identificados como locomotoras, que deberían mejorar la competitividad nacional y crear condiciones para construir la oferta exportable del futuro en bienes industriales de mayor complejidad tecnológica y servicios con valor agregado. Los principales efectos perversos se encuentran en el tratamiento cambiario y la propensión a la “enfermedad holandesa”, así como la baja capacidad de generación de empleo sectorial y los costos de recuperación del daño ambiental. El mercado de trabajo es la principal inquietud. Este mercado enfrenta dos tipos de problemas, una tasa de desempleo de dos dígitos, desde hace 15 años, y el creciente subempleo y precariedad en los nuevos puestos de trabajo. El mantener una tasa de desempleo tan alta es consecuencia de no tener una estrategia de creación de mayores y mejores oportunidades de trabajo, aprovechando la oferta existente de mano de obra, y la incapacidad de controlar la estructura de costos no laborales. La falta de una estrategia generadora de empleo es la causa más importante y se origina en el hecho de que la inversión se destine a actividades de capital intensivas y no se distribuya hacia las áreas de generación masiva de puestos de trabajo, en la industria, la construcción o la actividad agropecuaria. Más que los costos no laborales, son la concentración de recursos en las actividades minera y de hidrocarburos y su impacto negativo en la industria lo que no permite que haya más empleo. Tabla 6 Colombia, ocupados s/n actividad económica (miles de personas y %) Agropecuario 2010 2002 Diferencia 3.582 3.169 412 291 276 2.387 2.051 102 69 33 Minero e hidrocarburos Industria manufacturera Electricidad, gas y agua 15 336 2010 2002 18,5 20,0 1,5 1,7 12,3 12,9 0,5 0,4 Construcción 1.128 826 303 5,8 5,2 Comercio, restaurantes y hoteles 4.953 4.016 937 25,6 25,3 Transporte y comunicación 1.678 1.054 624 8,7 6,7 Financiero y seguros 1.453 829 624 7,5 5,2 Servicios sociales y Gobierno Ocupados total nacional 3.758 3.546 19.342 15.844 212 3,497 19,4 22,4 100,0 100,0 Fuente: Dane, Gran Encuesta Integrada de Hogares, cálculos del autor. El peso del sector minero y de hidrocarburos en el conjunto del mercado de trabajo colombiano es bajo, solamente del 1,5% de las personas que trabajan en Colombia Universidad Autónoma de Colombia 118 RICARDO BONILLA GONZÁLEZ (Tabla 6). El aporte sectorial, en los nueve años de implementación de la política de “confianza inversionista”, fue de solamente 15.000 nuevos empleos, en medio de una necesidad de más de 3,5 millones de personas que se inventaron algún trabajo en otras actividades y de 2,5 millones de desempleados que siguen buscando trabajo. El desfase es grande y se evidencia en la diferente participación sectorial en el PIB (6,4%), en el mercado de trabajo (1,5%), en la inversión externa (51%) y en las exportaciones (48%). La especialización en minería e hidrocarburos para la exportación genera inversiones y excedentes, pero no genera empleo ni sinergias hacia su generación en otros sectores. El único mecanismo efectivo para reducir la pobreza estructural es la generación de ingresos y la autonomía financiera de los hogares. Los instrumentos son el empleo y/o el emprendimiento sostenible y el lugar no es la minería. Una estrategia productiva basada en las enormes expectativas de enriquecimiento rápido con minerales e hidrocarburos, con concentración de riqueza en unos pocos, las multinacionales, Ecopetrol y el gobierno, con baja generación de empleo, no es la mejor política para erradicar la pobreza. Tampoco lo es el uso de esos mismos recursos en la difusión de subsidios temporales y asistencialistas que no promueven el empoderamiento de las familias ni su autonomía financiera. El reto para el país es grande y probablemente el Gobierno no esté en capacidad de asumirlo: construir una estrategia distributiva y de diversificación económica a partir de los excedentes mineros, algo que reduzca la concentración y mejore la equidad. Conclusiones El Plan de Desarrollo para el periodo 2010-2014 está diseñado como una política de continuidad alrededor de la bonanza minero-energética de los últimos años. El crecimiento económico está concebido como un proceso en el que un sector jalona al resto de la economía, mientras se identifican otras cuatro prioridades con el objeto de convertirlas en sectores con dinámica propia. Todos ellos se conciben como el impulso generado por cinco locomotoras. En realidad, es solamente la locomotora minero-energética, construida a partir de la bonanza en las exportaciones de petróleo y carbón, la que mantiene el ritmo y la dinámica, con la que el Gobierno espera arrastrar los vagones de las otras cuatro mal llamadas locomotoras, que actualmente no tienen mayor dinamismo. La bonanza minero-energética es una combinación de volumen y precios, en la que se incrementan la producción y las exportaciones y se reducen tendencialmente las reservas probadas de recursos no renovables. La bonanza del petróleo se construye sobre el fiel de la balanza, con unas reservas probadas limitadas, de 2.000 millones de barriles, suficientes para ocho años. Se aspira a incrementar la producción con la expectativa de mayores éxitos en la exploración. En el caso del carbón, las reservas probadas no son limitantes en el mediano plazo y se aspira a ampliar la producción y las exportaciones con minas a cielo abierto. En el caso del oro, el conflicto minero ambiental está presente y las metas probablemente no se cumplan, dado que las Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LOCOMOTORA MINERA: VELOCIDAD SÍ, ¿PERO FONDO? 119 minas a cielo abierto sobre las que están proyectadas, La Colosa y Santurbán, no tienen licencia ambiental. Finalmente, la locomotora minera deja excedentes y plata, pero no genera empleo y produce sinergias negativas sobre el resto de la economía, tales como la revaluación de la tasa de cambio, efecto de la llamada “enfermedad holandesa”, y la destrucción del aparato industrial, en el que se reemplaza producción por importaciones. Los retos del país en materia de diversificar la economía, reducir el desempleo y la pobreza, solamente pueden atacarse con el uso racional de los recursos generados por la bonanza y su destino hacia actividades creadoras de empleo masivo y crecimiento económico incluyente. La continuidad de la bonanza sin sinergias positivas hacia otros sectores reproducirá el modelo de crecimiento inequitativo y concentrador de la riqueza. Bibliografía Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). (2010, noviembre). Indicadores de gestión y estadísticas de la industria. Blanchard, O. (2006). Macroeconomía (4ª ed.). Madrid: Prentice Hall, Pearson. Bonilla, R. (2009, noviembre). Mercado nacional interno y ampliado. En Bases para una política económica para la productividad, el empleo y la distribución del ingreso. Bogotá: Fundación Ebert Fescol. Bonilla, R. (2011, enero-febrero). Apertura y reprimarización de la economía colombiana, un paraíso de corto plazo. Revista Nueva Sociedad, 231. Departamento Nacional de Estadística (DANE). (2010, septiembre). Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH). Departamento Nacional de Estadística (DANE). (2010, tercer trimestre). Cuentas trimestrales nacionales. Departamento Nacional de Planeación (DNP). (2010, diciembre). Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014. “Prosperidad para todos”. Unidad de Planeamiento Minero Energético (UPME). Boletín Estadístico de Minas y Energía 1990-2010, Bogotá. Universidad Autónoma de Colombia ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 Las locomotoras del Plan: unas breves observaciones REMBERTO RHENALS M.1 Resumen Este artículo presenta unas breves observaciones sobre la concepción de “locomotoras” en el Plan de Desarrollo actual. Una definición un poco más precisa permite afirmar que las verdaderas “locomotoras” parecen ser solamente tres: innovación, infraestructura de transporte y vivienda. Exceptuando la importancia de los sectores minero-energético y de vivienda en el aumento de la tasa de inversión, la parte más importante de los resultados del cuatrienio en el mayor crecimiento del producto y de la productividad depende de la “innovación”, algo que puede ser “gaseoso” en términos de implementación. Palabras clave: PIB, productividad total de los factores, locomotoras, innovación, encadenamientos. Abstract This article presents a brief remark about the concept of “locomotive” in the current development plan. A precise definition of “locomotive” defines only three kinds of true ‘locomotives’: innovation, transportation infrastructure, and housing. Then, excluding the relevant participation of the mining-energy sector and housing in the increasing inversion rate, in the next four years increments in the GDP and the productivity are expected to be explained by “innovation”; and “innovation” in terms of policy implementation can show gassy outcomes. Key words: GDP, total factor productivity, locomotives, innovation, linkages. 1 Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Antioquia. Correo electrónico: <[email protected]>. Este artículo se inscribe en la línea de investigación “Análisis de la coyuntura y la política económica nacional”. Universidad Autónoma de Colombia 122 REMBERTO RHENALS M. Las metas económicas del Plan de Desarrollo de la administración actual son aumentar la tasa de crecimiento del PIB de 4,5% (escenario base)2 a 6,2% en 2014. En este aumento (1,7 puntos porcentuales), la acumulación de los factores aportaría 0,8 y la productividad total de los factores (PTF), 0,9 puntos porcentuales. La tasa de inversión total (relación inversión-producto) pasaría de 24,3% en 2010 a 30,1% en 2014.3 Suponiendo que la evolución de la relación incremental capital-producto (ICOR, por sus siglas en ingles) bruta describa el comportamiento de la ICOR neta, el impacto macroeconómico de las simulaciones presentadas en el Plan sería un aumento en la eficiencia de la inversión (es decir, una disminución de la ICOR).4 De acuerdo con el Plan, para el logro de estas metas es necesario avanzar en tres ejes fundamentales: la innovación, una política de competitividad y de mejoramiento de la productividad y la dinamización de sectores “locomotora”, definidos como aquellos que avanzan más rápido que el resto de la economía y, por tanto, podrían liderar el crecimiento y la generación de empleo, debido a sus probables impactos directos e indirectos sobre otros sectores. Las locomotoras son el sector agropecuario los nuevos sectores basados en la innovación, la vivienda, la infraestructura y el sector minero-energético. A primera vista, la concepción del plan parece un retorno al enfoque sectorial como estrategia para promover el crecimiento económico, ciertamente mediante mecanismos diferentes a los contemplados en la teoría del desarrollo dominante en las décadas de 1950 y 1960.5 Sin embargo, el papel fundamental asignado a la innovación muestra el propósito de canalizar la inversión pública y orientar algunos recursos privados hacia actividades de impacto general. En términos más generales, las inversiones públicas estarían concentradas en actividades que generen externalidades positivas o que induzcan retornos crecientes a la actividad privada.6 Los sectores minero-energético, de vivienda y de transporte (infraestructura y servicios) vienen creciendo más rápido que el resto de la economía, algunos desde 2 Este crecimiento es similar al promedio de los últimos cinco años, pero también al de 2010. 3 La tasa de inversión en 2010 corresponde a la mostrada en la Tabla VIII-6 (balance ahorro-inversión) del Plan. De hecho, es igual a la observada, pero valorada según los precios de 1994. En las cuentas nacionales con base 2005, la tasa de inversión fue de 25,5% en 2010. 4 Se supone que las cifras de inversión reportadas en el Plan corresponden a la inversión bruta. Entonces, cuando se considera la tasa de inversión bruta total, se le denomina ICOR bruta. Este cálculo no es el adecuado porque lo correcto es usar la tasa de inversión neta total. En este caso se denomina ICOR neta. 5 Esta teoría no prestaba mucha atención a las fuerzas del mercado. En cambio, Currie (1992) afirmaba que para elevar la tasa de crecimiento económico de un país era importante eliminar los obstáculos que impedían el buen funcionamiento de los mercados, así como adoptar políticas exógenas que estimularan la demanda real. La política de “sectores líderes” pertenecía a esta segunda clase de estímulos. 6 Según el Plan, el “conocimiento y la innovación” son un apoyo transversal a las cinco locomotoras. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LAS LOCOMOTORAS DEL PLAN: UNAS BREVES OBSERVACIONES 123 principios de la década anterior y otros recientemente.7 En el caso del primer sector, el reto de la política económica es asegurar que el boom minero no frene el crecimiento económico global. En los sectores de infraestructura se observa en América Latina un regreso de la inversión privada. Pero, como señala Lora (2011), lo esencial es que las reglas sean claras, predecibles y estables. Sin esto, es difícil mantener el interés privado en condiciones que sean beneficiosas para los países. No obstante, los problemas de concesión y contratación de infraestructura que han estado descubriéndose recientemente muestran que estos aspectos fundamentales no están presentes en Colombia. En consecuencia, los retos más importantes del Plan de Desarrollo se concentran en el impulso de dos locomotoras: los “nuevos sectores basados en la innovación” o, más generalmente, la innovación y el sector agropecuario que está creciendo muy por debajo de su potencial, pese a un contexto internacional bastante favorable. De hecho, según las estimaciones del Plan de Desarrollo, una quinta parte (19,4%) del aumento en la tasa de inversión global, un poco menos de la mitad (44,4%) del aumento en el crecimiento de la PTF y algo más de la tercera parte (35,3%) del alza en la tasa de crecimiento de la economía se deberían a los impactos de una sola “locomotora”: la innovación (incluyendo los “nuevos sectores basados en la innovación”). Exceptuando la importancia de los sectores minero y de vivienda en el aumento de la tasa de inversión (cada uno contribuye con el 32,3%), los impactos de la innovación son seguidos de lejos por la minería y la vivienda en la contribución al alza del crecimiento de la PTF (22,2% cada uno) y por la vivienda en el aumento de la tasa de crecimiento del PIB (23,5%). Como puede observarse, una parte importante de los resultados en el cuatrienio dependen de algo que puede ser bastante etéreo, por lo menos en términos de destinación de recursos y de impactos concretos: la innovación. De hecho, el 60% de la inversión en esta “locomotora” durante el cuatrienio está a cargo del sector privado (31,2%) y de las entidades territoriales (27,7%).8 El hecho de que la inversión en conocimiento e innovación haya sido muy baja (la inversión total en investigación y desarrollo ha sido de 0,16% del PIB) en Colombia refleja no solamente los reducidos esfuerzos del sector público, sino también la escasa importancia que le otorga el sector privado a la hora de destinar recursos para esta actividad.9 7 América Latina se ha constituido en los últimos años en el mayor destino de la inversión minera en el mundo. Esta creciente importancia comenzó, por lo menos, desde principios de la década de 1990. 8 La inversión asignada directamente a los “nuevos sectores basados en la innovación” no es significativa y corresponde al Gobierno central: representa el 2,3% de la “innovación para la prosperidad” y el 0,1% de la asignada a las “locomotoras”. 9 En términos sectoriales, la inversión en ciencia y tecnología ascendería a 0,29% del PIB, donde el 40,2% corresponde al sector privado y 35,8%, a las entidades territoriales. Es decir, el 76% de la inversión no depende del Gobierno central. Universidad Autónoma de Colombia 124 REMBERTO RHENALS M. ¿Qué tan locomotoras son las “locomotoras”? Una forma de responder esta pregunta sería medir los impactos de los cambios en la inversión y el producto sectoriales sobre la inversión y el producto globales, lo que permitiría mostrar la magnitud agregada de los encadenamientos.10 Sin embargo, en el documento divulgado del plan no se presentan estos cambios sectoriales (escenario base versus el cuatrienio). En la Tabla VIII-1 únicamente se presentan los impactos de cada “locomotora” en los cambios de las tasas de inversión y de crecimiento del PIB y de la PTF globales. Un ejemplo permite ilustrar las diferencias: la inversión total en investigación y desarrollo fue de 0,16% del PIB en 2010 (el escenario base en “ciencia y tecnología” o “conocimiento e innovación” no debe estar muy alejado de este nivel); y, tomando como base el Plan Plurianual de Inversiones, la meta es elevar la inversión en “conocimiento e innovación” al 0,36% del PIB (0,29% del PIB en el sector de “ciencia y tecnología). Este aumento (que podría ser algo mayor que la diferencia entre el escenario base hipotético y el cuatrienio) generaría un aumento de la tasa de inversión global de 0,60% del PIB, en virtud de sus efectos multiplicadores. En consecuencia, las “locomotoras” no sólo difieren en su intensidad factorial, sino también en su capacidad de arrastre o, en palabras del Plan, en sus eslabonamientos con los vagones del tren. No obstante, con base en la simulación de las “locomotoras”, puede calcularse la relación entre los impactos en la inversión agregada y en el crecimiento del PIB total como resultado de los cambios en la inversión sectorial. Esta relación en infraestructura de transporte e innovación es de 1; en el sector agropecuario, de 0,5; en vivienda, de 0,43 y en el sector minero-energético, de 0,3. Para el promedio de las cinco “locomotoras” sería de 0,55. De acuerdo con el Plan Plurianual de Inversiones, la inversión total (como porcentaje del PIB) asciende, en promedio, a 1,35% en infraestructura de transporte; en actividades de innovación (conocimiento e innovación y “nuevos sectores basados en la innovación”), a 0,36%; en el sector agropecuario, a 0,47%; en vivienda, a 3,68% y en el sector minero-energético, a 3,86%. La inversión total en estos sectores representaría el 9,72% del PIB.11 Dadas las magnitudes de inversión sectoriales y sus impactos sobre la inversión agregada y el producto global, puede afirmarse que los sectores donde los cambios en la inversión tienen mayores impactos multiplicadores son las actividades de innovación y la infraestructura de transporte. En cuanto a las primeras, no resulta extraño. La literatura económica claramente muestra la importancia de la productividad o de la innovación en el crecimiento económico. Los avances en este aspecto constituyen la base de un crecimiento más eficiente y sostenible. En cuanto 10 El documento solamente menciona que el sector de la vivienda se interrelaciona con 32 actividades económicas y en la cadena de hidrocarburos se identifican hasta 38 bienes y servicios conexos. 11 En términos sectoriales, estos porcentajes son los siguientes: 1,78% en transporte, 0,29% en ciencia y tecnología, 0,62% en agricultura, 3,8% en vivienda, 4,1% en minas y energía y 0,74% en comunicaciones. En su conjunto, ascendería a 11,34%. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LAS LOCOMOTORAS DEL PLAN: UNAS BREVES OBSERVACIONES 125 a la segunda, Currie (1992) señalaba que la estrategia del sector líder proporcionaba también la base teórica para aumentar el gasto gubernamental en infraestructura económica. De hecho, la mayor participación de recursos del Gobierno central en la inversión total corresponde a este sector (entre 52,6% y 56,1%). La construcción residencial constituye el sector líder por excelencia. Con respecto al sector minero, la literatura tradicional lo ha considerado como un sector de reducidos encadenamientos en los países en desarrollo, que ha tendido a operar más bien como “enclave”. Y esta concepción puede tener todavía alguna vigencia.12 Por tanto, no debe confundirse la contribución que puede hacer la minería al crecimiento global con su papel de “locomotora”. El problema no es simplemente estadístico. Finalmente, en cuanto al sector agropecuario, los patrones de cambio estructural en el proceso de desarrollo (Syrquin & Chenery, 1989) muestran que tendía a perder participación en el producto, empleo y demanda globales, por varias razones. Por ejemplo, Adam Smith (1958) afirmaba que la división del trabajo en el agro resultaba limitada no sólo por el tamaño del mercado, sino adicionalmente por la naturaleza. O, en términos de Allyn Young (como se cita en Currie, 1993), este límite (la naturaleza) a la división del trabajo imponía restricciones al tamaño del mercado de bienes agrícolas. Otros argumentos son las bajas elasticidades del precio y el ingreso de la demanda por los productos agrícolas en general, aunque las exportaciones pueden dinamizar la producción agrícola de un país durante determinado tiempo. Cabe señalar también que una parte importante de los aumentos en la productividad en el sector agrícola puede ser atribuida a los avances logrados por fuera de la agricultura. El caso del sector agropecuario brasileño, destacado por sus transformaciones y dinamismo en los últimos tiempos, muestra las limitaciones que tiene esta actividad para mantener un crecimiento mayor que la economía en su conjunto. Entre 1999 y 2009, el crecimiento del PIB agropecuario fue similar al crecimiento global. Además, en once de los últimos veinte años (1990-2009), cuando el sector agropecuario creció más que el PIB total, prácticamente todo el periodo (nueve años) hubo bajas tasas de crecimiento de la economía brasileña (fluctuaron entre -4,4% y 2,7%). Por supuesto, el hecho de que la tendencia del sector agropecuario sea registrar un crecimiento menor que el del conjunto de la economía no significa que no contribuya al crecimiento global o que sea poco importante. Currie (1993) afirmaba que, en el caso de la producción agrícola agregada, las mejoras en la producción aumentarán poco la demanda de estos bienes y, por tanto, la producción. Sin embargo, habrá una considerable liberación de “recursos”, especialmente de trabajo, que pueden ser 12 Aunque el pesimismo extremo ha desaparecido, la magnitud de los efectos multiplicadores en diferentes países en desarrollo oscila entre valores pequeños y un poco menores a 1 en el caso del producto. En el empleo son sustancialmente más bajos y en la inversión, algo mayores que en empleo. Universidad Autónoma de Colombia 126 REMBERTO RHENALS M. utilizados en la producción de otros bienes. En consecuencia, un aumento en la oferta de productos agrícolas resultará en un mayor número de bienes o en una reducción de los precios, lo cual permitirá un aumento en la demanda de otros bienes, cuya producción servirá para emplear los recursos “liberados”. Por ejemplo, un aumento en la eficiencia productiva agrícola, además de liberar recursos, actúa para evitar un alza en los precios agrícolas con respecto a los otros sectores que gozan de economías crecientes.13 Conclusiones Una aclaración inicial es necesaria. Muchas de las fuentes de crecimiento definidas en el Plan pueden considerarse intangibles y difíciles de medir, pero no por ello es posible soslayarlas. Las observaciones presentadas se basan en algunas metas e instrumentos globales que están cuantificados. La definición de “locomotoras” en el Plan parece simplemente estadística. Como se afirma que son aquellos “sectores que avanzan más rápido que el resto de la economía” (Departamento Nacional de Planeación [DNP], 2010, cap. III, p. 51), por razones meramente estadísticas contribuyen más al crecimiento global de la economía. Desde este punto de vista, cualquier sector que crezca más rápido (debido a cualquier factor, no necesariamente asociado con política económica) que el conjunto de la economía sería una “locomotora”. Sin embargo, en otras partes del documento y en las simulaciones de los impactos se le agrega otra característica: sus encadenamientos productivos con otros sectores de la economía. Esta concepción más amplia de “locomotora”, que comparte algunas características de la de “sector líder”, parece más adecuada. Con base en estas observaciones, puede concluirse que las verdaderas “locomotoras” del Plan de Desarrollo serían tres: la innovación, la infraestructura de transporte y la vivienda. Puesto que las dos últimas ya venían moviéndose más velozmente que la economía en su conjunto, el reto principal de la administración actual es poner la primera a desplazarse a buen ritmo. De hecho, una parte importante de los resultados en el cuatrienio dependen de esta locomotora. En infraestructura de transporte, habría que corregir los problemas que han venido enfrentando las concesiones y contrataciones públicas, así como la definición de reglas claras, predecibles y estables. La inversión privada en los sectores de infraestructura está retornando a la región. En cuanto al sector agropecuario, recuperar sus ritmos potenciales de crecimiento sería una meta ya de gran dimensión, sin que implique necesariamente una tasa de crecimiento promedio de 6,0% o más en el cuatrienio. La coyuntura de precios 13 La importancia de la reducción de costos y precios relativos de un sector como mecanismo de aceleración del crecimiento global de la economía puede verse en Posada y Trujillo (2004), en el caso de la industria. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 LAS LOCOMOTORAS DEL PLAN: UNAS BREVES OBSERVACIONES 127 internacionales de materias primas al alza es favorable. Sin embargo, se necesita fundamentalmente otras condiciones para aprovechar esta oportunidad (que supuestamente están contempladas en el Plan de Desarrollo), como lo muestra el desempeño agropecuario en los últimos años. Pese a que el Plan anuncia una revisión de los instrumentos de política comercial para apoyar el proceso de apertura agrícola, en la reforma arancelaria decretada por este Gobierno prácticamente no se tocó el tema de la agricultura. Finalmente, el entorno internacional y las transformaciones registradas en la minería y en la política minero-energética colombianas permiten esperar que el dinamismo de este sector durante los últimos años se mantenga. Que este auge minero contribuya favorablemente o no al desempeño global de la economía, dependerá de la política macroeconómica, principalmente de la política fiscal. Bibliografía Currie, L. (1992, marzo). La teoría en que se basa la estrategia del sector líder. Estrategia Económica y Financiera, 163. Reproducido en: Cuadernos de Economía, 18-19, 1993. Currie, L. (1993). La teoría del crecimiento. Cuadernos de Economía, 18-19. Departamento Nacional de Planeación (DNP). (2010). Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014: Prosperidad para todos. Bogotá. Recuperado de http:// www.dnp.gov.co/PortalWeb/PND/PND20102014.aspx Lora, E. (2011, abril). El regreso de la inversión privada a los sectores de infraestructura. Dinero, 370. Posada, C. E. & Trujillo, E. (2004, noviembre). Los precios y el impacto de la industria en el crecimiento económico: los casos inglés (1770-1840) y colombiano (19231998). Borradores de Economía, 312. Smith, A. (1958). Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. México: Fondo de Cultura Económica. Syrquin, M. & Chenery, H. (1989). Patterns of development, 1950-1983. World Bank Discussion Paper, 41. Universidad Autónoma de Colombia ECONOMÍA Y DESARROLLO, VOLUMEN 10 NÚMERO 1, MARZO 2011 Rincón Histórico Artículos sobre la crisis PAUL SAMUELSON1 Comienzo de una nueva era mundial (El País, 29 de noviembre de 2009) La aplastante victoria electoral del presidente Barack Obama en 2008 evitó un desastre financiero mundial. Si el senador republicano John McCain hubiese ganado esas elecciones, el PIB actual de EE. UU. sería aún más bajo, con una diferencia de más del 15%. Y se habría producido una caída similar en la productividad mundial. Alegrémonos de la flexibilidad del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y de la del Banco Central Europeo por adoptar una política fiscal activista por primera vez desde el New Deal de Franklin D. Roosevelt. El ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, y los gobernadores de los bancos centrales europeos huyeron de las políticas preventivas que podrían haber evitado la mayor parte de la crisis actual. Estos jefes creían erróneamente que el capitalismo no regulado podría esquivar la bala de la depresión. En todas partes ha quedado demostrado que era una creencia falsa. Las presidenciales de EE. UU. de 2008 pusieron fin a las meteduras de pata de la administración de Bush y a otras actuaciones para “hacer que los pobres y las clases medias subvencionen a los ultrarricos”. Este es un mal principio ético y no se justifica por una mayor eficiencia del crecimiento. Iniciamos ahora una era en la que China hará que el liderazgo que ha ejercido EE. UU. desde 1950 hasta 2009 se quede cada vez más obsoleto. Sus hijos y mis nietos vivirán en esta época nueva y llena de 1 Fue profesor emérito de economía en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y Premio Nobel de Economía en 1970. Falleció el 13 de diciembre de 2009, a los 94 años de edad. Los artículos presentados en esta revista fueron tomados de El País (Madrid, España). Universidad Autónoma de Colombia 130 PAUL SAMUELSON desafíos. Veremos a China alcanzar a Japón y superarlo como la segunda economía con un mayor PIB total tras Estados Unidos. Luego, a menos que el liderazgo monopartidista de China salte por los aires, seguramente llegará el día en que el PIB total real de China supere al de EE. UU. Una lástima. Pero esa es la expectativa realista. Sin embargo, no esperen una rotación tranquila y sin incidentes de los líderes del mundo. De 2010 a 2020, lo más probable es que se produzca un ataque masivo contra el dólar. ¿Por qué? Porque siempre, desde el año 1000 después de Cristo, el crecimiento impulsado por la exportación ha sido la norma cuando una población con pocos ingresos y capaz de aprender ha empezado a imitar la tecnología de un país más avanzado, para así hacer la competencia a las industrias de las regiones ricas. En EE. UU., Atlanta se ha hecho con gran parte de la producción automovilística de Detroit. Así ha sido y así será. Cada vez que una población con pocos ingresos y capaz de aprender pueda imitar la tecnología de un país más avanzado, lo hará. Por eso el proteccionismo es como un virus del herpes persistente contra el que hay que protegerse. Últimamente, he llegado a temer que el inevitable ataque desordenado contra el dólar se presentase antes de lo que yo pensaba. Desearía estar equivocado. Muchas veces, a lo largo de siete décadas de enseñanza de la economía y creación de libros de texto, me he equivocado. Aun así, recuerden dónde leyeron todo esto antes. Como decían los griegos clásicos, no maten al mensajero que les trae malas noticias. Tengo una recomendación positiva que podría reducir los riesgos descritos, e incluso posponerlos en el tiempo. Les aconsejo a los que invierten en activos en dólares con un rendimiento por intereses cercano a cero que se pasen pronto a una carpeta de inversión diversificada que se beneficie de los rendimientos medios mundiales, que son mayores. Eso contribuirá a estabilizar mejor esas volátiles inversiones extranjeras en bonos de bajo rendimiento. En un artículo publicado hace unos años en Newsweek, “Advice for a Sheikh” [“Consejo para un jeque”] hice la misma sugerencia. También el fallecido catedrático de Harvard, Warren Law, y yo fuimos a Noruega a hacer una propuesta similar. Gracias al avance de la ciencia y la ingeniería, las centristas economías mixtas de hoy pueden tener por delante una perspectiva de longevidad con buena calidad de vida. Antes del 1700 antes de Cristo eso nunca era así. La nueva realidad es que la raza blanca caucásica constituye una minoría en la población mundial. Las personas de color son la mayoría, y van a dominar cada vez más. Readáptense a estas nuevas verdades permanentes. No esperen que las tendencias básicas cambien. Adáptense y cuanto antes mejor. Las idioteces del egoísmo de libre albedrío de Friedman-Hayek han desaparecido para siempre, o eso espero. En la época en que empecé mis estudios de economía, cuando tenía 16 años, Carlyle estaba en lo cierto al llamar a la economía la Ciencia Deprimente. Gracias a la ciencia moderna y a un mejor conocimiento, esta maldición maltusiana ha sido vencida. La buena economía moderna hace que la economía sea la Ciencia de la Esperanza. ¡Al fin! Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 131 Tormentas pasadas y lo que podría venir a continuación (El País, 30 de agosto de 2009) La última noticia que nos llega desde la Reserva Federal es que nuestra economía en general ya ha dejado de caer o lo hará muy pronto y, en cambio, se estabilizará. ¿Qué no significa esto? No dice nada de la rapidez con la que Estados Unidos volverá al nivel en que estaba en 2008 antes del desastre de la recesión. De hecho, la Reserva y la mayoría de los pronósticos económicos temen que la recuperación prevista sea débil y que no haga mucho para reducir el desempleo entre los estadounidenses de a pie. Y también podría implicar que el futuro gasto del consumidor y en inversión seguirá siendo anémico. Eso significaría que a escala mundial podría no repetirse la odisea de siempre en la que la locomotora estadounidense acude al rescate de las economías deprimidas. Hubo una vez, cuando Estados Unidos producía casi la mitad de la producción mundial total, en que era apropiado centrarse principalmente en el papel de Estados Unidos con respecto al resto del mundo. Pero hace ya mucho que aquello se acabó para siempre. La Unión Europea prácticamente iguala la parte proporcional estadounidense de la producción mundial. Y, naturalmente, China e India son nuevos centros neurálgicos a tener en cuenta. El PIB total de China en función de la paridad del poder adquisitivo supera ya el de Japón. Si la tasa de crecimiento en porcentaje total de China sigue creciendo el doble de rápido, pronto llegará el momento en que el PIB total de China esté a la par con el de Estados Unidos. Cuando eso ocurra, el nivel de vida chino per cápita todavía será aproximadamente una cuarta parte del de Estados Unidos y posiblemente solo un tercio del nivel de bienestar per cápita de Japón. La falta de previsibilidad exacta en la historia económica es lo que la hace tan fascinante para los expertos en macroeconomía como yo. Aquí tienen un ejemplo drástico. Tanto a Alemania como a Francia les ha ido mejor durante la actual crisis que al resto de la Unión Europea. ¿Quién iba a esperar eso de dos sociedades cuya fuerza laboral trabaja tan pocos días por año y que han tenido que lidiar con sindicatos poderosos? Cuando el rendimiento económico es relativamente bueno en Alemania y en Francia, la fortaleza del euro se ve presionada al alza. Por desgracia, eso hace sufrir a Italia, a España y a los países bálticos. Uno podría sentirse impulsado a pensar que las locomotoras francesa y alemana tirarían del resto de la Unión Europea. Pero las estadísticas nos dicen que lo que ha puesto fin a las recesiones en esos países ha sido la reducción de las importaciones francesas y alemanas. La econometría es un arte verdaderamente complejo. Permítanme adivinar cómo serán 2010 y 2011 a escala mundial y en Estados Unidos. Primero, y quizá con igualdad de probabilidades, las recuperaciones en Estados Unidos y en el extranjero podrían ser fuertes, como solían ser normalmente Universidad Autónoma de Colombia 132 PAUL SAMUELSON y en particular al final de la estanflación de la década de 1970. Un resultado tan positivo justificaría el poco ortodoxo gasto de los bancos centrales y los ministerios de Hacienda para estimular la economía en contra del viejo consejo de no interferir del presidente Hoover entre 1929 y 1933, un consejo resucitado recientemente por expertos libertarios como el fallecido Milton Friedman. Sí, la antigua independencia del banco central, que propugnaba el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, antes de la crisis mundial, se ha visto permanentemente debilitada por los últimos y necesarios planes de rescate. Los tiempos cambian y, por fuerza, nosotros tenemos que cambiar con ellos. Pero pensemos ahora en la posibilidad de un estancamiento durante el cual persiste una depresión crónica. Un buen ejemplo es la Década Perdida de Japón después de que su sector inmobiliario y el mercado de valores pasaran simultáneamente de burbujas al alza a burbujas a la baja. El equipo económico de Obama no consentiría una perspectiva tan poco halagüeña. Una vez más habría que recurrir a nuevos fondos de rescate. ¿Están estos actos de desesperación libres de futuras presiones inflacionistas? Por supuesto que no. En algún momento, los precios de la energía podrían repuntar. Entre 2010 y 2015, China y otros países con activos en dólares reciclados perderán confianza en el dólar como divisa de reserva. China —y Japón, y otros por el estilo— harían bien en abandonar los bonos del Tesoro estadounidense con tipos de interés más bajos y pasarse a carteras mundiales diversificadas. Eso induciría una depreciación considerable del dólar. Y semejante huida del dólar provocaría una subida de los índices de precios de consumo y de producción estadounidenses. ¿Cuál puede ser el veredicto final de un jurado informado de votantes y autoridades del Gobierno? El realismo me obliga a indicar que no hay desenlaces seguros. Ahora, como siempre, es inevitable que tengamos que hacer concesiones. Como ciudadano patriótico, me siento agradecido por el hecho de que los trágicos errores cometidos entre 1929 y 1933 se hayan evitado en estos tiempos terribles de verdadera angustia. ¿Podría EE. UU. sufrir “décadas perdidas” como las de Japón? (El País, 29 de marzo de 2009) Cuando Adolf Hitler asumió el poder en Alemania durante el periodo posterior a Weimar, entre 1933 y 1939, los videntes en Europa y EE. UU. proclamaron que “eso no puede pasar aquí”. Vale la pena el ejercicio de replantear la pregunta seriamente: ¿podrían los EE. UU. de Obama sufrir una década perdida como la experimentada por Japón? Pensar lo impensable puede ser útil incluso para los optimistas. Soy un macroeconomista realista que, a pesar de los excelentes programas de los equipos de Obama y el Congreso demócrata, prevé que la recuperación del crecimiento del PIB Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 133 real y de los índices de empleo elevados en EE. UU. y en el mundo probablemente se dará tras una caída cifrada en años, y no en meses. Supongamos, no obstante, que estoy siendo demasiado optimista y que EE. UU. pudiera experimentar una década perdida como la de Japón. ¿Cómo podría pasar eso? Todo lo que se necesita es un estancamiento de la democracia. A lo largo de la historia, dichos estancamientos se han producido con demasiada frecuencia. En Japón, las diferentes facciones del partido mayoritario, el Partido Demócrata Liberal, siempre han tendido a la controversia. Además, los legisladores de la Dieta se enfrentaban a los burócratas del país. Solo tenemos que imaginar una pérdida de popularidad del presidente Obama. Sin una inyección pública fuerte y sostenida de nuevo poder adquisitivo, una economía en recesión va de mal en peor. La reducción del empleo hace que el consumo se contraiga. La disminución del gasto provoca un aumento del desempleo. Es un círculo vicioso, la pescadilla que se muerde la cola. Japón refuta la creencia anterior de que los mercados liberalizados siempre pueden generar su propia recuperación. Una refutación incluso anterior la proporcionó el incapaz Herbert Hoover entre 1929 y 1932. Una economía en retroceso genera su propio círculo vicioso descendente, a no ser que se le aporte un gran estímulo público sostenido. Una economía deprimida genera una sociedad malsana. La historia nos lo ha mostrado en repetidas ocasiones. Por ahora, el dólar se mantiene sorprendentemente fuerte. Podría perder su categoría de moneda refugio. No podemos descartar un ataque desordenado contra el dólar en el futuro. Cuando eso ocurra, si es que ocurre, a los fondos de cobertura extranjeros que venden dólares al descubierto se les unirán también los fondos de cobertura estadounidenses. Ahora mismo, el presidente Obama y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, no tienen que preocuparse por un debilitamiento del dólar (¿a lo mejor, en su fuero interno, incluso lo agradecen como un impulso para las exportaciones estadounidenses?). Pero más adelante, los excesivamente consumistas estadounidenses podrían perder el liderazgo mundial en los mercados de divisas. George W. Bush, durante sus ocho años en la Casa Blanca, se enemistó imprudentemente con las naciones extranjeras. Ese es su terrible legado. La vida en una caída sostenida como la de Japón podría ser lamentable. Ya mismo puedo ver por la ventana de mi casa de invierno en la costa occidental de Florida esa imagen deprimente. Si conducimos dos kilómetros hacia el sur, podemos contar carteles de “se vende” en 20 casas de lujo. Las tiendas están en su mayoría vacías. Los servicios de enfermería abundan porque pocos maridos de enfermeras encuentran trabajo. Uno se tropieza con abogados e ingenieros dispuestos a aceptar trabajos de lavacoches, aunque hoy en día no hay trabajos de esos. Edificios abandonados, a medio construir, se deterioran cada mes que pasa. Me quedé sorprendido cuando oí decir a un consternado banquero local, que con toda probabilidad ha votado [por] los republicanos toda su vida, que si para evitar caer en la trampa japonesa la gente de Obama tuviera que tolerar unas tasas de inflación Universidad Autónoma de Colombia 134 PAUL SAMUELSON superiores al 10% entre 2009 y 2012, EE. UU. debería aceptar ese riesgo. Ponderar la enfermedad japonesa, no porque sea muy probable sino para comprender lo perniciosa que podría ser, zanjará el debate a favor de los programas de estímulo extremos. Mejor prevenir que curar. Y merece la pena explorar otro experimento mental relativo a la próxima media década. ¿Qué pasaría si la ideología contraria al libre comercio adquiriera popularidad política? ¿Cómo podría afectar a las tasas de crecimiento real y a los niveles de vida mundiales el que la UE, Norteamérica y Asia en general sucumbieran a los aranceles elevados y las cuotas de importación bajas? El golpe más duro se lo llevarían China e India. Los trabajadores de EE. UU. y de la UE no se librarían de una caída de sus salarios anuales. Aun así, puede que muchos ciudadanos de países importantes de la UE como Francia, Alemania e Italia prefieran una caída de los salarios reales si con eso se consigue, por ejemplo, reducir a la mitad la tasa de desempleo en Europa. En tiempos y lugares modernos, las sociedades de centroizquierda evitan morirse de hambre tomando medidas temporales para reducir las desigualdades. Como ya me sé las locuras de la izquierda y de la derecha, me he convertido en un centrista convencido que sabe que las empresas privadas y los reguladores públicos son esencialmente necesarios. Casi por definición, un centrista debe estar dispuesto a alcanzar un compromiso. Por eso, si los franceses quieren trabajar menos horas a la semana y frenar el libre comercio, son opciones admisibles que no amenazan con devolvernos a la era de la servidumbre. Durante las burbujas ascendentes, el éxito de hoy parece alimentar el éxito de mañana. Pero es un arma de doble filo. En una burbuja descendente, la caída de ayer de los precios del Dow Jones genera nuevas caídas hoy y mañana. Irónicamente, cuando los ciudadanos se asustan demasiado y dejan de gastar, su cambio al ahorro imposibilita el aumento de la inversión. Mi generación de macroeconomistas lo denominaba “la paradoja del ahorro”. Los que hoy enseñan en las principales universidades estadounidenses se dejaron lavar el cerebro por eruditos libertarios como Milton Friedman y Friedrich Hayek y han olvidado estas realidades. Sería una tragedia —una tragedia evitable— que las democracias de hoy se dejasen atrapar en recesiones prolongadas. Recuerden a los que frenaron la recuperación estadounidense (El País, 08 de marzo de 2009) Tras el gran desplome del mercado de valores de octubre de 1929, el nuevo presidente republicano, Herbert Hoover, y su millonario secretario del Tesoro, Andrew Mellon, cometieron la estupidez de oponerse a los macroprogramas públicos de estímulo económico rápido. Ese terrible error arruinó para siempre sus reputaciones en la historia. La ciencia económica ha progresado mucho desde entonces. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 135 Desafortunadamente, sin embargo, el excelente equipo económico del presidente Obama todavía se ve constreñido y estorbado por la oposición republicana del Congreso. Así es la política, la política peligrosa. Pero quizás resulta más sorprendente que algunos macroeconomistas conservadores se hayan unido a quienes se oponen con pesimismo a que el Gobierno estimule de forma enérgica la economía real ahora. ¿Por qué unos especialistas en economía bien preparados quieren volver a caer en viejos errores en un momento crítico? Es un hecho interesante, aunque no sirva de explicación, que algunos de ellos estén reproduciendo un viejo síndrome de Harvard. A principios de la década de los treinta, entre las estrellas de Harvard se encontraban nombres tan famosos como los de Joseph Schumpeter y Edward Chamberlin. Ambos encabezaron los ataques contra el plan de recuperación económica de Roosevelt conocido como New Deal. Schumpeter afirmaba que las depresiones son algo bueno, no malo, porque proporcionan una catarsis (sea lo que sea lo que eso signifique en este contexto) después de las distorsiones de la expansión económica que las precede. ¡Una depresión era, de hecho, justo lo que recetaba el médico! Pero Schumpeter no era el único que pensaba así. Otro austriaco famoso, Friedrich Hayek, que entonces residía en Inglaterra, fue objeto de eternos reproches por insistir de manera similar en limitar cualquier expansión del crédito durante la deflación de 1931. Se dice que, en un seminario celebrado en Londres en plena depresión, el joven socio de J. M. Haynes, Richard Kahn, le preguntó a Hayek: “¿Quiere decir que si usted me presta una libra y la gasto en consumir algo estoy haciendo que la depresión empeore?”. Hayek le respondió: “Sí, y es muy complicado explicar por qué”. Pero es fácil explicar por qué se hundió la reputación de Hayek como macroeconomista. Esta no era una peculiaridad austriaca. Chamberlin, el famoso inventor de la teoría de la competencia monopolística, contribuyó a las críticas contra el New Deal con la descabellada opinión de que las depresiones eran “imposibles” porque la demanda nunca podía ser más baja que la oferta. Por eso no es de extrañar que un periódico de Boston publicase un titular desaprobador: “El equipo titular de Harvard queda eliminado”. En cierta forma, la historia se repite. Otra pareja de famosos economistas de Harvard, Greg Mankiw y Robert Barro, parece estar dejándose llevar por una ideología conservadora al estilo Hoover-Mellon para tratar de limitar y oponerse a la propuesta de Obama para reactivar la economía real. Su versión de la doctrina conservadora es ligeramente distinta. Keynes y Richard Kahn sostenían que, en una economía con un paro y una falta de actividad excesivos, un dólar más de gasto gubernamental en productos de consumo, especialmente en aquellos que los consumidores normalmente no compran por sí mismos, sería más útil que un dólar gastado en aumentar la producción total. Su razonamiento consistía en que esa parte de los beneficios privados obtenidos al producir lo que fuese que el Gobierno comprase en primer lugar serían gastados por aquellos que los hubiesen obtenido, y así sucesivamente. Los cálculos actuales sobre esta multiplicación indican que un dólar de gasto público en productos de consumo Universidad Autónoma de Colombia 136 PAUL SAMUELSON genera, tras cierto tiempo, alrededor de un dólar y medio de gasto total y de producción. Como todos los cálculos de ese tipo, este es aproximado e incierto; el verdadero efecto multiplicador puede variar dependiendo de las circunstancias. La bajada de los impuestos ha resultado ser menos eficaz porque los beneficiarios ahorran una parte considerable de ese dinero, especialmente en épocas de incertidumbre. Los seguidores actuales de Herbert Hoover afirman que la multiplicación es mucho menor, no de 1,5 sino quizás de 1,01 o 1, o puede que incluso menos. Probablemente no estén en lo cierto, y esas afirmaciones exageradas son absurdas. Los modelos de previsión habituales, empleados por el Gobierno y por el sector privado, funcionan mejor con multiplicadores cercanos al 1,5 que se propone aquí. Un meticuloso estudio comparativo del Banco de la Reserva Federal en Boston averiguó que los multiplicadores mucho más pequeños, como los que en su momento proponía Milton Friedman, funcionan muy mal. Pero, incluso si las compras de productos con dinero público no añadiesen a la producción nacional más que esos mismos productos, ese no sería un motivo para oponerse a ellas en un momento en que se está despidiendo a obreros y las fábricas están cerrando porque no son capaces de encontrar compradores particulares para sus productos. Tenemos muchos ejemplos de mejoras en la economía real que tuvieron su origen en el gasto público: Estados Unidos después de 1940, nuevamente entre 1963 y 1967, e incluso la Alemania de Hitler. En esos casos, la fuerza impulsora era el gasto militar. No hay ningún motivo económico por el que el gasto en obras públicas pacíficas tendría que funcionar de un modo distinto. De modo que ¿cómo explicar semejante estupidez a estas alturas del desarrollo de las ciencias económicas y en un momento en que la economía real tiene una necesidad tan apremiante de un impulso expansivo? Se vislumbran dos posibles explicaciones. La primera es que un largo periodo de crecimiento económico tranquilo, interrumpido únicamente por recesiones muy leves, ha adormecido a la joven macroeconomía con la creencia de que este es el orden natural de las cosas y [de] que las economías capitalistas modernas simplemente no pueden sufrir caídas graves de la demanda. Esta es una variante del error de Chamberlin. La otra explicación es que, aparentemente, la ideología conservadora tiene permiso para dejar de lado la sensatez. Se tarda tiempo en labrarse una buena reputación. Pero en la injusta jungla de la ciencia, puede perderse de un día para otro. Afortunadamente, después de toda mala decisión dentro de los modelos económicos, uno puede hallar algo de consuelo en la última frase de Lo que el viento se llevó: “Mañana será otro día”. Consejo para Barack Obama: pásese al centro (El País, 28 de diciembre de 2008) Es una vieja historia eso de que se produzca una burbuja inmobiliaria ascendente seguida del estallido de esa burbuja. Es posible que ese proceso cíclico empezase poco Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 137 después de que los humanos dejasen las cuevas. Sin embargo, lo que ha causado la caótica convulsión en Wall Street y en todo el mundo, esta vez ha sido un factor completamente nuevo: que esta crisis en la construcción de viviendas y en el préstamo hipotecario se deriva de las nuevas invenciones monstruosas de los ingenieros de las matemáticas financieras. Prácticamente ningún experto de Wall Street entendía las cosas tan raras que ocurrían cada semana. Bancos de inversión como Goldman Sachs y Morgan Stanley, así como enormes bancos normales como Bank of America, descubrían de repente que su deuda crecía muy por encima de sus activos disponibles. Curiosamente, la actividad en la economía real, en la que la gente busca trabajo y espera ganar suficiente dinero como para ahorrar para los tiempos de vacas flacas y la posible jubilación, no cayó tanto ni tan deprisa en 2007 y 2008. Pero a estas alturas, tan seguro como que el sol se pone por la noche, las economías reales de todo el mundo están sufriendo, y mucho. Sus males son directamente atribuibles a los chanchullos de Wall Street. De acuerdo con los pronósticos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, lo peor está por venir; y puede durar más que todo lo visto entre 1929 y 1939, los años de la gran depresión. Como macroeconomista, intento fijarme en los mercados financieros y en cómo reaccionan los bancos centrales —la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo, así como el centenario Banco de Inglaterra— para intentar capear los vientos adversos de los mercados especulativos. Eso ocupa mi mente matemática. Pero lo más importante, lo que ocupa mi corazón como economista académico, es lo que probablemente les ocurrirá a las familias en los primeros años de la presidencia de Obama. ¿Cómo va a reparar el presidente el daño causado por ocho años de chapuzas de George Bush? Tengo que reconocer que los rescates financieros del Gobierno eran necesarios para evitar el hundimiento total de la economía. El presidente Franklin Roosevelt lo descubrió en la semana posterior a su aceptación del cargo, en 1933. Pero como líder del New Deal que salvó el sistema capitalista, Roosevelt descubrió que los banqueros, después de ser salvados, se negaban tajantemente a aventurarse a conceder préstamos a empresas arriesgadas y a las familias. Entonces, ¿cómo consiguió el New Deal eliminar la mayor parte del desempleo en 1939? Los economistas que hoy tienen menos de 60 años han olvidado la respuesta a esa pregunta, si es que alguna vez conocieron la respuesta verdadera. Hasta el jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke, alumno aventajado de Harvard y del MIT, estaba indebidamente influido por el tosco monetarismo de Milton Friedman cuando escribió su tesis doctoral sobre la gran depresión en 1979. De hecho, ni la Reserva Federal ni el Banco de Inglaterra realizaron la difícil labor que elevó el nivel de empleo y reactivó el crecimiento saludable del producto interior bruto en 1939. ¿Por qué no? Desde muy pronto y durante buena parte de la década de 1930, los tipos de interés de los bancos centrales habían caído casi a cero. De hecho, en el momento de escribir estas líneas, The Wall Street Journal publica la noticia de que los bonos del Tesoro estadounidense a 90 días, seguros y de gran Universidad Autónoma de Colombia 138 PAUL SAMUELSON calidad, se venden en el mercado de subastas a un tipo de interés cero (¡!). Eso significa que Obama empieza con una trampa de liquidez muy parecida a la que mantiene a Japón en una recesión desde 1991. Durante una trampa de liquidez, lo inteligente es acumular dinero y no gastarlo ni en mano de obra ni en bienes de consumo. Volvamos a leer los discursos pronunciados por Alan Greenspan o por Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, entre 1987 y 2006. ¿Es posible que no fueran a clase el día en que se enseñó ese concepto? Para centrarme en mi argumento principal, las pruebas actuales y la historia económica dan a entender claramente que durante la presidencia de Obama [harán] falta fuertes dosis de gasto fiscal deficitario para sacar a Europa, América y Asia de la recesión posterior a la catástrofe. Solo después de eso empezarán las herramientas normales de la Reserva Federal a recuperar su fuerza. El nuevo presidente se verá inundado de consejos contradictorios. Esto es lo que yo le sugiero: que tire por el camino de en medio y se pase al centro. Y no es porque no pueda decidirse. En la izquierda están las nociones fracasadas de Marx, Lenin, Stalin, Castro y Mao. Todos ellos eran como los incompetentes polis del cine mudo en lo que a organizar una gran economía se refiere. Y en la derecha están las opiniones libertarias extremistas de la caterva posterior a Reagan. Sí, solo los sistemas de mercado pueden conservar la riqueza y el progreso de este milenio. Sin embargo, los mercados descontrolados causarán su propia defunción, como hemos podido ver. Los centristas están condenados a hacer concesiones. Cuando todo va viento en popa, puede ser una locura el tratar de mantener a flote a las tambaleantes empresas automovilísticas de Detroit (el economista de Harvard Joseph Schumpeter lo llamaba “capitalismo en una tienda de oxígeno”). Cuando las tasas de desempleo se disparan hasta el 10% o más, tal vez esté justificado tomar otra decisión. Tirar billetes verdes recién acuñados desde helicópteros puede ser un modo de generar crecimiento. Ese dinero nuevo se gastará en lugar de ser atesorado o ahorrado. Sin embargo, gastar ese dinero nuevo en carreteras que conduzcan a alguna parte será mejor que emplearlo en carreteras que no vayan a ninguna. En Japón fueron los grupos de presión del sector de la construcción los que decidieron adónde debía dirigirse el gasto público. En Estados Unidos podemos hacerlo mejor, siempre que la vieja pandilla de Bush ya no sea más que un recuerdo desagradable. Moraleja: manténgase en el centro a la hora de tomar decisiones para ayudar a los pobres y a las clases medias. Las mujeres y los hispanos y otros que llegan tarde a la fiesta merecen justicia en el tribunal centrista. Quienes presumen de dar consejo pronto resultan aburridos. Aun así, ofrezco una última advertencia importante. Un centrista tiene que ser, por fuerza, un centrista limitado. Un centrista solo puede reducir en un grado limitado las desigualdades inevitables en un sistema de mercado. Eso dista mucho de abolir la mayor parte de la desigualdad. Perseguir ese objetivo inalcanzable y quijotesco sería un modo seguro de hundir el mundo moderno en una fase de estancamiento como las anteriores. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 139 Acordaos de la economía real (El País, 16 de noviembre de 2008) El actual caos en todo el mundo recuerda mucho a la Gran Depresión de 1929-1939. Ambos periodos empezaron con desplomes de las bolsas en la mayor parte de los centros financieros mundiales. Del mismo modo que se culpa con razón al presidente George Bush por la mala liberalización económica llevada a cabo entre 2000 y 2008, al presidente Herbert Hoover (1929-1933) y a su multimillonario secretario del Tesoro, Andrew W. Mellon, se les considera, por su inacción y sus ideologías ultraliberales, responsables de permitir durante mucho tiempo que la economía real se sumiera en un estancamiento cada vez mayor. Tras un considerable ejercicio de ensayo y error, el activista New Deal de Franklin Roosevelt salvó el capitalismo. Los bancos centrales —la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra y los demás— se volvieron impotentes para invertir la marea de la depresión profunda. ¿Por qué? Desde el momento en que la deflación del nivel de precios redujo casi a cero el rendimiento de las menos arriesgadas letras del tesoro, todo el dinero nuevo que se crease no haría más que ser acaparado. (¡Los economistas estadounidenses se adelantaron al inglés J. M. Keynes al reconocer y dar nombre a la trampa de liquidez descrita más arriba!). Lo que en última instancia consiguió que casi se alcanzara el pleno empleo en Estados Unidos en 1939 fue, a fin de cuentas, el enorme gasto estatal deficitario. La Agencia para la Mejora del Trabajo entregó a los trabajadores en paro más pobres miles de millones de dólares en salarios gastables. Además, la Administración de Obras Públicas del New Deal gastó miles de millones más en obras públicas. Nada de esto fue suficiente. La aceleración de los pagos públicos a los agricultores apuntaló los precios de los cereales y aumentó el poder adquisitivo. Por fin, algo nuevo: la sociedad de financiación de la reconstrucción (RFC, [por] sus siglas en inglés), que ayudó a sostener a los bancos con problemas. Esta RFC asumió las inversiones arriesgadas que podrían no llegar nunca a ser plenamente amortizadas. De igual modo que es mejor amar y perder que no haber amado nunca, en tiempos de gran depresión toda la sociedad sale ganando incluso si la rentabilidad esperada no llega nunca. Recuerdo que durante el segundo mandato de Roosevelt en la Casa Blanca se construyó un útil crucero de la Armada. Resulta que en la Segunda Guerra Mundial resultó ser valiosísimo. ¿Cuál fue su verdadero coste documentado cuando se construyó? Una contabilidad minuciosa calculaba que el coste de este barco había sido de hecho negativo para la sociedad. Lo que los contables consideraban dinero en efectivo perdido, la macroeconomía de la depresión propiamente dicha lo calcula como una compensación por los miles de millones de dólares de nueva producción y salarios que este barco había aportado al producto interior bruto. Nada de lo dicho anteriormente es una crítica a los dólares que Bernanke y Paulson han dedicado a Universidad Autónoma de Colombia 140 PAUL SAMUELSON rescatar bancos, aseguradoras y balances de las grandes empresas. Este equipo llevó a cabo con rapidez la importante labor que el equipo de Hoover-Mellon nunca llegó a hacer. Parte de la grandeza de Franklin Roosevelt fue su voluntad de explorar nuevos programas contra los vientos de la depresión. Probó el malhadado experimento de la administración para la reconstrucción nacional que consistió en dejar que los ejecutivos de la lana reorganizaran su sector, junto con otros planes empresariales de Mussolini igualmente descabellados. Pero pronto abandonó esos experimentos. En las ocasiones en que el Tribunal Supremo cortó las alas de Roosevelt, redundó en beneficio de la sociedad. Es de esperar que cuando el joven y activo presidente Obama dé un paso en falso, los controles y equilibrios de nuestro sistema de democracia puedan ayudar a moderar los giros excesivos hacia la izquierda o hacia la derecha del sagrado centro. En política, el tiempo es esencial. Los nuevos presidentes tienen periodos de gracia limitados para innovar. Por eso, recordando 1933 y 1934, animo a la próxima Casa Blanca y al próximo Congreso a improvisar para la economía real nuevas y grandes inyecciones de gasto directo que ayuden a debilitar las espirales descendentes que las recesiones son tan propensas a desarrollar. Gasten así, recordando que en tiempos como estos la deflación puede convertirse en un enemigo peor que la inflación. Ningún economista sensato lamenta hoy que Roosevelt rompiese las promesas electorales de “equilibrar el presupuesto” que hizo en 1932. En aquel momento, con una jugada por sorpresa, Roosevelt devaluó el dólar, sacando así a Estados Unidos del cruel patrón oro. Mis profesores estaban escandalizados. Dado que Estados Unidos era un refugio seguro para el amedrentado capital europeo, no había necesidad de tomar en aquel momento decisiones tan poco ortodoxas. Por una vez, los jóvenes sabíamos más del asunto que nuestros mayores. Mientras que ellos pensaban que eran unas medidas egoístas por parte de Estados Unidos para “empobrecer al vecino”, a nosotros Keynes nos había convencido de que devaluar el dólar para hacerlo coincidir con la devaluación de la libra británica era precisamente lo que nos permitiría a los dos mantener un gasto de déficit presupuestario expansionista. A las pruebas me remito. Los cautos belgas depreciaron su franco. En Francia, el Frente Unido se mantuvo en el patrón oro. Bélgica se recuperó antes. La débil Francia fue la primera conquista fácil de los tanques alemanes. Sólo después de que hayamos iniciado la recuperación habrá llegado el momento de que los bancos centrales vuelvan a “centrarse en la inflación”. Cuando llegue el feliz día de la recuperación, sospecho que los niveles de precios estarán hasta un 10% por encima de los de 2007. Es una pena. Pero habrá sido el precio necesario de salvar a la economía real y a las clases medias. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 141 Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek (El País, 26 de octubre de 2008) El capitalismo puro se impuso entre 1915 y 1919, cuando yo era niño. ¿Quién lo mató? El presidente republicano Herbert Hoover y su multimillonario secretario del Tesoro, Andrew Mellon, fueron culpables antes y después del hecho. ¿Quién lo devolvió a la vida? El New Deal de posición intermedia impuesto por Franklin Roosevelt. Pero tuvieron que pasar siete años desde la investidura de Roosevelt, en marzo de 1933, para conseguirlo. Permítanme avanzar rápidamente en el tiempo hasta el actual estallido financiero mundial. Los sistemas de mercado no regulados acaban destruyéndose a sí mismos. ¿Ha llegado el sistema de mercado a su fin? Como persona apegada a los valores tradicionales, espero que no. Mil años de historia económica atestiguan objetivamente lo indispensables que son los sistemas de mercado. Marx, Lenin y Stalin eran paletos en lo que a economía se refiere. Mao era incluso peor. Y olvidémonos de Castro en Cuba, de Chávez en Venezuela y de quienquiera que fuese el que sumió a Corea del Norte en la hambruna y el estancamiento. ¿Qué es entonces lo que ha causado, desde 2007, el suicidio del capitalismo de Wall Street? En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Esta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran. Son palabras duras que deben justificarse. Pero permítaseme advertir a los lectores que mi larga y variada experiencia en historia económica me ha convertido en un centrista incurable. Peor que eso: he aprendido por las malas a ser incurablemente ecléctico. Fui un estudiante brillante en la conservadora Universidad de Chicago desde 1932 hasta 1935. Mis profesores de Economía mundialmente famosos me encantaban, y me colmaron de notas altas. Pero. Pero. Siempre que miraba al exterior por las ventanas de la universidad veía tasas de desempleo cercanas al 50%. (La situación en la Alemania prehitleriana era más o menos la misma). Nada de eso cuadraba con lo que se escribía en los libros de texto que me mandaban leer. ¿Por qué pasé mis cuatro vacaciones de verano universitarias en la arenosa playa del lago Michigan? Mi familia no era pobre, pero tampoco asquerosamente rica. Por aquel entonces no había ningún trabajo. Ninguno significa eso, ninguno. Prácticamente todos los bancos de Indiana, Illinois y Wisconsin habían quebrado. ¿Cómo se las apañaron el benévolo presidente Roosevelt y el pérfido Adolf Hitler para restaurar casi el pleno empleo en los seis largos años que siguieron a 1933? Lo que finalmente resolvió el problema fue un enorme gasto deficitario que aumentó la deuda pública. Esta historia, tal y como yo acabo de contarla, no se encuentra en casi ninguna de las tesis doctorales de las grandes universidades privadas después de 1970. (Evidentemente, la ciencia mejora y desmejora). Universidad Autónoma de Colombia 142 PAUL SAMUELSON Mis frases conectan con el desconcertante futuro de las iniciativas de rescate que están teniendo lugar en los cinco continentes. Primero, aclaremos quién tiene la culpa de que la estabilidad y el crecimiento que se produjeron en torno a 1995 se convirtieran en el caos de 2008. 1. No olvidemos nunca las idioteces que ha hecho George Bush en geopolítica. La historia futura documentará ese aspecto. 2. Desde que Ronald Reagan fue elegido para ocupar la Casa Blanca, en 1980, Estados Unidos se ha ido convirtiendo gradualmente en un país de derrochadores en los planos familiar, empresarial y público, como buenos derechistas radicales partidarios de la oferta. En una fecha futura incierta, cuando se produzca un ataque mortal y desordenado contra el dólar como divisa, los gestores de fondos de cobertura que sobrevivan en Estados Unidos serán los principales vendedores al descubierto de dólares. Esos legados de Reagan habrán desempeñado una función crucial. 3. Los programas de “conservadurismo compasivo (sic)” prometidos por George Bush resultaron ser un programa de enormes recortes tributarios exclusivamente para gente como mis prósperos vecinos. 4. El fomento deliberado de la desigualdad no aceleró la productividad total de los factores en Estados Unidos. Por el contrario, la obscena subida de los emolumentos de los altos directivos volvió disfuncional todo el sistema de gobernanza empresarial. Los directores generales de carrera se lo montaron muy bien contando mentiras sobre los verdaderos beneficios de las empresas. Incluso después de que los descubriesen, se fueron al banco con una sonrisa de oreja a oreja. De hecho, los candidatos de Bush para la Comisión de Control del Mercado de Valores, como el primer presidente que nombró, Harvey Pitt, fueron elegidos solo porque liberalizarían el sistema, en lugar de mantener una sensata regulación centrista. Pitt fue escogido principalmente porque había sido abogado de las cuatro empresas contables principales, que a su vez estaban fabricando nuevas formas engañosas de medir la verdadera rentabilidad. 5. Pongan a estos contables en el estrado de los testigos. Les pagan aquellos a quienes se supone que deben vigilar, un caso flagrante en el que la vigilancia y la reglamentación son una necesidad fundamental. 6. Dejen sitio en el juzgado para las tres grandes agencias de clasificación: Fitch, Moody’s y S&P-McGraw Hill. Se supone que solo dan aprobaciones AAA al material seguro. Pero si una de las tres se volviera objetivamente veraz, las otras dos se quedarían con todo el negocio. Eso apesta a conflicto de intereses. Que tome nota el Congreso. 7. Por ahorrar espacio, pasaré a los nuevos “diabólicos monstruos Frankenstein” de la nueva “ingeniería financiera”. Puede que yo y otros compañeros del MIT de Chicago, Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS 143 de Wharton, Penn y otras universidades, lo pasemos mal cuando nos enfrentemos a san Pedro en las puertas del cielo. ¿Cuál es el problema? Es verdad que los derivados y los créditos recíprocos pueden proporcionar un reparto racional del riesgo y, por consiguiente, reducir el riesgo total, pero también pueden destruir por completo cualquier transparencia. Durante décadas he participado en consejos directivos sin ánimo de lucro con directores generales desde Nueva York hasta California. Ninguno de ellos entendió nunca nada de las fórmulas de Black, Scholes y Merton para valorar activos. Todo lo que sabían, o pensaban que sabían, era que los nuevos y maravillosos centros de beneficios libres de riesgo habían invadido sus despachos. Era mejor que la alquimia que convertía el estiércol en oro. Por lo visto, nadie aprendió la lección de 1998, cuando Long Term Capital Management (LTCM) estuvo a punto de quebrar y necesitó un rescate pactado por parte del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. La ingeniería financiera es lo que nos permite pasar del apalancamiento cero hasta, pongamos, un apalancamiento de 50 a 1. Y cuando el riesgo acumulado resultante explota, de nuevo todo lo que ocurre es que el director general y el director financiero se van al banco partiéndose de risa por el camino. Bear Stearns convirtió de la noche a la mañana a sus multimillonarios en millonarios. El emperador Nerón tocaba la lira mientras Roma ardía. El jefe de Bear Stearns jugaba torneos de bridge mientras sus accionistas quedaban hechos polvo. Teniendo en cuenta que esta era una de las casas de corretaje que manejaban muchas de las transacciones de LTCM, ¿no debería haber aprendido lo letal que es el hiperapalancamiento? Lo primordial es que la mayoría de las pérdidas será permanente, como entre 1929 y 1932. Sin embargo, si la Reserva Federal y el Tesoro de EE. UU. crean suficiente dinero nuevo, la recuperación y la estabilidad serán posibles. De haber seguido la línea intermedia de Roosevelt, Truman, Kennedy y Clinton, podrían haberse evitado el caos y las quiebras de hoy. Los académicos siguen debatiendo si Colón introdujo la sífilis en el Nuevo Mundo o fue al revés. Pero no cabe duda de que la crisis mundial de 2008 lleva en su etiqueta las palabras made in USA. Desde Islandia hasta la Antártida, niños aún por nacer aprenderán a temblar ante los nombres de Bush, Greenspan y Pitt. Por supuesto, estoy exagerando, pero sólo un poco. Universidad Autónoma de Colombia Instrucciones para autores/as La revista Economía y Desarrollo se ha inspirado en los Journals de Economía más importantes a nivel internacional, y por tanto, toda propuesta de publicación será analizada independientemente de su tendencia teórica. El objetivo principal de esta publicación es considerar aquellos artículos de investigación científica, de reflexión y de revisión, notas y comentarios con un alto nivel de calidad académica y que adicionalmente sean relevantes a la coyuntura económica y social a nivel colombiano e internacional. Se privilegiará la discusión sobre la economía del bienestar y el desarrollo. El documento debe ser original y su contenido será de responsabilidad exclusiva del autor/a (as-es) sin comprometer a la Universidad. El idioma de publicación es el español, pero se podrán incluir traducciones de otros idiomas. El envío de un trabajo a la revista Economía y Desarrollo, entraña el compromiso del autor/a de no someterlo de manera simultánea a la consideración de otras publicaciones. Los autores otorgan su permiso para que su artículo se difunda por los medios que se considere pertinentes, impresos y magnéticos. Los documentos no publicados serán archivados como artículos rechazados o en proceso de aceptación. El documento deberá ser enviado en medio magnético (archivo Word) a las siguientes personas, a las siguientes direcciones de correo electrónico: Oscar René Martínez Mesa Decano Facultad de Ciencias Económicas, Administrativas y Contables FACEAC, Universidad Autónoma de Colombia. Higinio Pérez Negrete Docente e Investigador FACEAC, Universidad Autónoma de Colombia. e-mail: [email protected] – [email protected] [email protected] El documento será sometido a una evaluación anónima, de manera que quienes evalúen no conocerán la identidad de los autores/as. El Comité Editorial comunicará a los autores/as el resultado de las evaluaciones para que se tengan en cuenta los comentarios y se aclaren dudas o se hagan los ajustes a que haya lugar. En el proceso, el Comité velará por la confidencialidad de las evaluaciones. Adicionalmente al documento, el]/la autor/a deberá anexar la hoja de vida actualizada (en archivo Word) que contenga la siguiente información: correo electrónico, número de cédula, fecha de nacimiento, grado de escolaridad y publicaciones actualizadas, las cuales deberán incluir el nombre y el ISSN de la revista, el número de páginas y la Universidad o Institución que emite la Revista. Universidad Autónoma de Colombia 146 INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES Formato para la presentación de documentos: 1. Debe presentarse en medio magnético en archivo Word, a espacio sencillo, en la letra Time New Roman, tamaño 12, en papel tamaño carta, márgenes a 3 cm, sin superar las 12.000 palabras o las 40 páginas. 2. La primera página del documento deberá incluir la siguiente información y en el siguiente orden: a. Título. b. Nombre del autor/a. c. Resumen en español y en inglés que no supere las 120 palabras. d. Palabras clave en español y en inglés que faciliten la indexación del artículo (máximo 6). e. Clasificación del artículo de acuerdo al sistema utilizado por el Journal of Economic Literatura (JEL): http://www.aeaweb.org/journal/elclasjn.html f. En nota de pie de página (con un asterisco) se incluirán los agradecimientos o información relacionada con ayuda financiera para elaborar el documento (sin afectar la numeración consecutiva de notas de pie de página del resto del documento). g. En nota de pie de página (con dos asteriscos) se incluirá el grado de escolaridad del autor/a, filiación institucional y correo electrónico (tres asteriscos para un segundo autor y así sucesivamente). 3. En el resto del documento no debe haber indicios que permitan identificar a los autores con el fin de ser remitido a un evaluador anónimo, quien podrá pedir correcciones en caso de ser necesarias. 4. Las notas de pie de página serán exclusivamente de carácter aclaratorio o explicativo, no deben incluir referencias bibliográficas. 5. Las referencias bibliográficas deben aparecer en el texto con el apellido del autor; y en paréntesis, el año de la publicación: según Pérez (2004); en caso del uso de comillas se incluirá la página citada: según Pérez (2004, 21) “…”; y si son varias páginas: según Pérez (2004, 21-25). Si la referencia se presenta entre paréntesis: (Pérez, 2004, 21-25). 6. Los cuadros y gráficas deberán indicar su fuente de información en su parte inferior y los datos de origen deben presentarse en otro archivo magnético. (Como la revista es en blanco y negro, las curvas en las gráficas deben ser presentadas con símbolos diferenciadores, ejemplo: con rombos o con asteriscos, líneas continuas o discontinuas, más gruesa o más fina, etc.). Se sugiere que las tablas y gráficas que sean construidas en Excel sean importadas al programa de texto y no copiadas y pegadas. Esto para efectos de obtener una graficación final más precisa. 7. Las ecuaciones deben ser enumeradas consecutivamente a lo largo del texto ((1), (2), etc.) y esta enumeración debe estar alineada a la derecha de la página. 8. En caso de uso repetitivo de siglas y/o abreviaciones es necesario que el autor introduzca un glosario preliminar. Economía y Desarrollo - marzo 2011, vol. 10, n° 1 INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES 147 9. La bibliografía del documento debe incluir solamente las publicaciones citadas en el texto y de la siguiente manera: a. Libro: Apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación entre paréntesis, título en letra cursiva, ciudad de publicación (y país si la ciudad no es conocida) y editorial; ejemplo: VARIAN, H. (1999). Microeconomía intermedia: un enfoque actual. Barcelona, Edición en castellano por Antoni Bosch editor. b. Artículo en libro: Apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación entre paréntesis, título del capítulo entre comillas, inicial del nombre y apellido del editor o compilador, título del libro en letra cursiva, ciudad de publicación (y país si la ciudad no es conocida) editorial y páginas que ocupa el artículo o capítulo; ejemplo: TOVAR, H. (1987). “La lenta ruptura con el pasado colonial (1810-1850)”, en J.A. Ocampo, compilador, Historia Económica de Colombia. Bogotá, Siglo XXI editores, 87-117. c. Artículo en revista: Apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación entre paréntesis, título entre comillas, nombre de la revista en letra cursiva, ciudad de publicación, volumen, número y páginas que ocupa el artículo; ejemplo: QIU, L. (1995). “Strategic trade policy under uncertainty”, en Review of International Economics, Massachusetts, vol. 3, Núm. 1, 75-85. d. Documentos de trabajo: Apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación entre paréntesis, título entre comillas, nombre de la serie en letra cursiva, ejemplo: HALL, R. (1989). “Invariante Properties of Solow’s Productivity Residual”, en: NBER Working Papers Series, 3034, Cambridge. e. Artículo en periódico: Apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación entre paréntesis, título entre comillas, nombre del periódico en letra cursiva, ciudad de publicación, número, día, mes, sección si la paginación cambia y páginas que ocupa el artículo, ejemplo. GALLEGOS, E. (2000). “El ocaso de un triunfador”, en La Jornada, México, Núm. 5509, 5 de enero, contraportada, 6-7. f. Fuente electrónica: Apellido e inicial del nombre del autor, título en letra cursiva, dirección de acceso subrayada, fecha en que se visitó entre paréntesis, ejemplo: BETANCOURT M., J. “Jerome Bruner: uno de los precursores de los estudios sobre estrategias cognitivas”, (ví: 29 de abril de 2008), en http:/ /educación.jalisco.gob.mx/consulta/educar/06/6betan.htm Universidad Autónoma de Colombia REVISTA ECONOMÍA Y DESARROLLO UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS, ADMINISTRATIVAS Y CONTABLES Publicación Semestral CUPÓN DE SUSCRIPCIÓN Nombre o razón social: Cédula o NIT: Dirección: Ciudad: Departamento: Teléfono: A.A.: País: Subscripción a partir del volumen: Número Escoja la modalidad de subscripción 1 año $25.000 nacional (US$40 internacional, incluye el envío por correo) 2 años $45.000 nacional (US$80 internacional, incluye el envío por correo) Por favor girar cheque de gerencia o consignación en efectivo a: Banco DAVIVIENDA - Sucursal Plaza de Bolívar - Bogotá Cuenta Corriente No. 009869999343 A nombre de Fundación Universidad Autónoma de Colombia Universidad Autónoma de Colombia - Bogotá e-mail, [email protected] Enviar copia de consignación y este cupón diligenciado a: Universidad Autónoma de Colombia - Bogotá Revista Economía y Desarrollo Facultad de Ciencias Económicas, Administrativas y Contables Carrera 6 No. 10-72 Piso 3 Teléfonos: 283-6082 / 282-9237 Consulte los artículos publicados anteriormente en la página Web: www.fuac.edu.co/portal/modulos.php