A la preosajepálicana

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ARO
XXI
NÚM. 2 0
EL MOTÍN
^M^VWMW^M^V^
E>Xt£30X0S IDE SXTSOB.II>C!IÓN'
Madrid y provincias, trimestre 1,50 pesetas.
—Ultrnmar y Extranjero, 10 peseta» aHo.—Núuei .^elto, 10 céRtimos.—Atrasado, S5i—Civ
rregvontaleí, 25 númeroi, l«80 pesetas.
ELLOS Y NOSOTROS
E l IMEbtixi
REDACCIÓN Y* ADMINISTRACIÓN, RUIZ, 4, BAJO
d sacrificio. Aceptar valerosamente la vida,
tomar posesión de la tierra y dominarla, gozar los dones que la naturaleza nos ofrece y
arrancarla mayores bienes, tal es en el mundo la misión del hombre.
Eso dec'mos; mirad luego lo que hacemos. Somos, por regla general, pobres de
solemnidad. l.Iévamos más de veinticinco
años en el ostracismo por los bellos ojos de
nuestra ideal Dulcinea. En la aldea somos
la víctima natural de cacique. En la ciudad
solemos ser periodistas, amagados siempre
por la cadena del presidio. Muchos de entre
nosotrot? perdieron en la política saliid ó fortuna. Si hacemos oposiciones nos quitan la
cátedra; si nos presentamos candidatos nos
birlan el acta. Nosotros pagamos los impuestos de que se eximen los ocultadores, y recibimos lo'j palos que la autoridad paternalmente distribuye. Para nosotros no tiene el
Banco acciones, ni la administración destínos, ni el encasillado casillas, ni niñas casaderas el magnate, ni el pueblo populaMdad.
Nuestra triste vida se despeña así de infortunio en infortunio, agriada por la pobreza,
amenazada por la persecuci<$n, amargada
por los acíbares de una protesta y de una
crítica sempiternas, en lucha afanosa é incesante con el medio social, hostil é ingrato,
todo por el empeño, probablemente vano y
quimérico, de regenerar á un país que no
quiere dejarse regenerar y que no nos perdonará nunca la manía de regenerarle.
Eso dicen y esto decimos. Eso son y esto
somos. ¿Puede darse contraste más extraño?
Nosotros cantamos las delicias de la vida;
ellos las gozan. Ellos cantan las grandezas
del martirio, y nosotros la practicamos. ¿No
se diría que ellos inspiran su conducta en
nuestras teorías, y nosotros la nuestra en las
suyas? Inconsecuencia palpable de unos y
otros que prueba hasta la evidencia cuan
lejos están las doctrinas de determinar las
acciones.
¿Diremos de ellos que son hipócritas, jesuítas, sepulcros blanqueados? ¡Bah! Ellos
dirán de nosotros, allá para su capote, que
somos simples mentecatos y majaderos, y
en alta y sonora voz que' somos la carcoma del mundo, el microbio de la sociedad,
la tisis galopante de la patria, el virus que
hay que combatir, el cáncer que hay que
extirpar, el enemigo que hay que vencer, el
demonio que hay que conjurar. Y así, ellos
comiendo y nosotros ayunando, ellos gozando y nosotros sufriendo, iremos pasando todos esta vida perecedera: ellos con la certeza de encontrar tras de la tumba la gloria,
eterna; nosotros sin la esperanza de ver
compensadas en otro mundo las iniquidades
de éste.
.
ALFREDO CALDERÓN'
La fortuna del Pnpa sé cifra por miles de
millones de liras. De don Carlos, la encarnación de la legitimidad, dicen lenguas no
malas que cobra anualmente un millón de
duros por abstenerse de darnos guerra. Nocedal, el prototipo de los prelados de leyita,
cuentan que es rico, gana mucho y gasta y
triunfa. Las personas piadosas son con frecuencia adineradas. Los obispos, al morir,
suelen dejar pingües herencias...
La viuda de Pi vive estrechamente por
no querer cobrar su viudedad. Me aseguran
que la familia del gran Figueras se encuentra en situación precaria. Cada uno de los
nuestros que muere deja á los suyos en la
miseria ó poco menos. Ño se oyen sino lástimas. De más de un correligionario sé que
en so casa no se cuece el puchero...
Llegado, por mi mal, á la ingrata edad de
consejero, á nadie me atrevería á aconsejarle el sacriñcio. Van ustedes á saber por qué.
Estos días pasados hemos evocado la memoria de muchos n ártires: los mártires del
Dos de Mayo, los mártires del Callao, los
mártires de la defensa de Bilbao en la última guerra carlista y los mártires de Cavite.
Si las victimas de 18o8 hubiesen previsto
á 1902; si los combatientes del Callao hubieran pronosticado lo de Santiago de Cuba; si
los héroes bilbaínos hubiesen presentido la
restauración de los jesuítas; si los inmolados
en Cavite hubieran tenido la visión anticipada del Tratado de París, ¿hay quien crea
que se habrían voluntariamente prestado al
sacriñcio? Como estos todos. ¿Qué habrían
dicho los mártires cristianos trasladados á
la Roma de León X 6 de Alejandro VIP
¿Qué pensarían en presencia de Sagasta todos cuantos en España dieron su sangre por
la libertad? ¿Qué asombro no sería el de loa
antiguos carlistas, los auténticos, los sinceros, que creyeron morir por la causa de la
fe, viendo ahora al Vicario de Cristo en tratos con el liberalismo? El mártir siembra; el
listo recoge. Los mayores enemigos del maptirio no son el descreimiento, ni la indiferencia, ni el egoísmo, ni la cobardía. La enemiga mayor del martirio es la experiencia.
¿Que esta doctriRa peca de excéptica, y
aun un poquillo de inmoral? No teman ustedes que su propagación cauííe extragos. Una
de las más absurdas de entre las humanas
preocupaciones consiste en atribuir á la teoría una ir>fluencia decisiva sobre la conducta,
como si fuese el hombre un silogismo am¿Ci eéis que todavía, queridos compabulante y no un ser de carne y hueso, suje- ñeros, no ha llegado el momento de atato á la acción de complejísimas inñuencias. jaf el desconcierto que reina en el parSin salir deja cuestión que nos pcupa, Reactido republicano?
cionarios y radicales, tradicinnaiistas y proLos federales confundiéndose con los
gresistas, hombres del pasado y hombres
anarquistas;
los de la Federación Revodel futuro, damos por igual testimonio fehaciente de esa singular inconsciencia que lle- lucionaria halagándolos; los del Direcva las I leas por un lado y por el contrario torio rebosando en ñoñeces y cobardías;
loa ^chos.
los de la derecha de la minoría del Conoíd i los apóstoles de la tradición. La vi- greso tratando de dividirnos más al iuda presente es una prueba: el mundo es un teutar la formación de un nuevo parvalle de lágrimas. El dolor es don santo dé tido. ..
Dios: el placer tentación del enemigo. Con
¿A cuándo aguardamos para convoausteridades, con mortificaciones, con penicar
una Asamblea que fije y determine
tencias, flagelando el cuerpo, rehusándose
la
marcha
futura del partido?
todo goce y todo regalo, es como el alma
¿Podemos
continuar así? ¿Debemos
desterrada puede esperar la dicha de la eterpermitir
que
se
diga de esos señores que
na bienaventuranza. Sólo sacrificando la felicidad terrena se alcanza la celeste. Amará sobre las vestiduras del partido echaron
los demás como á sí mismo, humillarse, in- suertes?
molarse, renunciar al mundo y á sus vanas
Si la prensa no sirre para encauzar
pompas y grandezas son los deberes del la opinión, ¿para qué sirve? ¿cuál es su
cristiano.
misión entonces? ¿Acaso la de propagar
Vedlos. Ellos dominan, gozan, triunfan. ideas y presentar soluciones que otros
Son prelados, con enormes temporalidades. se encarguen de desvirtuar ó rechazar?
Son canónigos, de vida tranquila y redonda,
Álcese la voz dé la prensa dominando
panza. Son jesuítas,'amigos dé los poderolos
gritos del suicida desconcierto; invisos, ávidos y astutos, acaparadores de herencias. Son frailes rollizos y plácidos. Son te al partido á intervenir en estas luchas mezquinas que mantienen los que
curas trabucaires esperando la tercera gne
rra. Son damas opulentas que saben unir en á su frente están sin otros títulos que
dulce consorcio la devoción y la galantería. la voluntad de algunos; imponga la suSon gobernantes regeneradores. Son oron- ya, marque un rumbo...
dos personajes, senadores vitalicios, acaso
¿Lo hace así )a prensa? Salvará al
que tiran d? la oreja á Jorge en c| casino y partido y lo capacitará para la empresa
tienen la esposa en casa y la amig^a fuera. ,
decisiva. ¿No? Pues ella será la responSon usureros que desuellan al necesitado y
no pierden una misa. Son tránsfugas que sable, en primer término, de la disolumudan de partido como de cdrbata. Son ción completa del partido republicabanqueros, agiotistas, grandes propietarios, no, por haber estado en su mano impericos poseedores de rentas que viven en este dirla.
mundo como el pez en el agua, y se nutren
Su misión es algo más elevada y aly engordan con los detritus infectos de una canza á mucho más que á elogiar orasociedad eri plena descomposición.
dores, insertar listas de comités, califiP u « oid ahora nuestras doctrinas proter- car de ilustres á quienes no !• son y revas y epicúreas. La vida presente es la úni- petir que la monarquía es mala y la Re-^
ca á <jae, por sernos conocida, debemos pública buena.
atender. El fin del li'>'>^bre es la felicidad.
Decídase á cumplir del todo con su
La existencia ?s una lucha de todos contra
misión,
y el partido se salvará.
todos. Cada uno ha de mirar en primer tér
mino por sí mismo y por los suyos. Es ley
natural la que nos ordena bu.scar el placer
y evitar el dolor. Es deber del hombre satisfacer, dentro del orden, las necesidades
y los instintos'naturales. Cada cual debe luchar con tocias su8 fu(*rzas en defensa de su
•Ya murió Napoleón! Es decir, ya acabó
,bien y su derecho. Sólo en contados casos la monarquía. Porque acabar es tener los
y en servicio de grandes causas es legítimo días contados.
A la preosajepálicana
iPORJIN!
La estrella del partido republicano ha
cambiado.por completo, y cuando menos
se esperaba. Buscábamos un hombre, y nos
han salido tres. ¡Y de qué talla! Inconmensurable.
Antes de lanzar yo aquí sus nombres, seguramente están ya en todos los labios. Tratándose de gigantes de la política y del saber, ¿pudieran ser acaso otros que Marenco,
el Nelson de nuestra escuadra; Alvarez, el
Bismarck de nuestra política; Ojeda, el Cecil
Rhodes de nuestras empresas financieras?
¡Ojeda, Alvárez, Marenco!...
Me anticipo á imponer esos tres nombres
á la admiración de España, de Europa, del
mundo entero, seguro de que ya se encargarán ellos de demostrar que no. me equivoco.
Basta decir lo que han pensado, para comprender que se les deberá la salvación de
España. Han pensado... crear un partido republicano gubernamental, por el estilo de
aquel que fundó el gran tribuno del pasado
siglo.
Aquel partido fracasó; ¿y cómo no? ¿Quién
era Castelar, ni por su renombre, ni por su
elocuencia, ni por su historia, comparado
con los tres hombres que acometen ahora la
misma empresa? ¿Dónde tenía el prestigio
que éstos en las masas, ni su autoridad en
las clases conservadoras, ni su portentosa
fama en el extranjero? Castelar fracasó, porque tenía que fracasar. Para las grandes transformaciones históricas, los grandes hombres:
los Marenco, los Ojeda, los Alvarez...
¡Tiemble, tiemble la mtíñarquía! Si hasta
hoy vivió, fué porque no se les había ocurrido á esos hombres inmensos formar ese
partido. Si no ¿cómo había de haberse coronado Alfonso XIII? ¡De lo que depende á
veces la vida de una dinastía!
¡Alborocémonos, republicanos! ¡La luz de
la República alborea ya, tras larga noche de
letal negrura! ¡Sursum cifrdal ¡Arriba los
corazones!
Esculpamos en nuestft^ pechos esos tres
nombres ante quienes el I^Xíto se postrará
en breve cual humilde enclavo, y para quienes la Gloria está ya aderezando coronas, y
exclamemos todos, con el acento más puro
de los entusiasmos viriles:
¡Viva Marenco! jViva Alvarez! ¡Viva
Ojeda!
.
¡Viva la Trinidad salvadora de la patria!
coentes enfermedades hay intríognlia 6
martingala.
El sefior don León Tolstoi, qne aqof para
Ínter nos y ahora que no nos oye nadie, te
diré, lector amigo, qoe me parece nn graa
farandulero, se hace frecuentemente un ra*
clamito fúnebre de gran circulación á costa
de las ageaoias telegráficas europeas, para
qne se hable de él y de aos obras.
El señor don Joaquín Peocl, por ese procedimiento de «hoy m« mueio y maBana
resucito», puede ir entreteaiendo las irapaciencias de los que aspiran & sooederle,
haciéndoles con esas alternativas taím llevadera BU longevidad.
El señor don Práxedes ICateo Sagasta
ha encontrado siempre en toda oíase de
achaques y dolencias, desde la rotara del
peroné hasta la pulmonía insidiosa, el medio de evadirse de los mayores oonfllotos
políticos.
T hay que suponer que tanto el astuto
diplomático pontífice italiano, como el sociólogo-filosófico-místico escritor ruso y e)
oncófilo estadista espafiol se traen con eso
de las enfermedades alguna martingala;
porque es imposible qne hombres de edad
'tan avanzada se pongan tantísimas vecea
gravemente enfermos de verdad sin haberse muerto siquiera ana vez por el boen pa«
recer.
Yo oreo qne no ha habido tales enfermedades. Los tres ancianos, como tantos'otros
qne no figuran ni hacen gemir las prensas
á cada dolor de tripas que padecen, gosan
de una excelente y envidiable salud, de lo
qne me congratulo y por lo qae les felicito,
por más que me parezca mal qoe á cada
paso estén dando sustos á sus amagos y haciendo tomar antiespasmódicoB & sos parientes qne no estén en el secreto.
Lo que saoede es qne esoe tres respetables seQores conocen sin dada qae eon sa
envidiable longevidad molestan & alguien,
y se dicen socarronamente: Démosles coba.
Tolstoi ve al czar de todas las Busias y al
Santo Sínodo cismático renegando de él.
Pecci ve al Sacro Cónclave cardenalicio
impaciente, y á su presunto sucesor deseando tomar asiento en la silla gestatoria.
Sagasta ve al país harto de él y de su política, y á sus lugartenientes ansiosos por
ascender & la jefatura. Por eso, sabiendo
los tres qne muchos á su alrededor exclaman interiornient(>: jPero cuándo se mori«
rá este hombre?, se vengan haciéndoles
pasar continuamente por la alternativa de
la esperanza á la decepción.
Hacen como que se van y vuelven.
Y á la postre les va á pasar algo semejante á lo del zagal de la fábnla.
Tantas tee«s haCFCitMto ^ jovatlrijUlas
á punto de morir, qne el día qoe se mueran de veras no lo va á creer nadie. Por lo
menos nos quednrá la duda de si realmente se habrán muerto de enfermedad ó por
conveniencia.
Í 7 MAYO DE 1902
tir en la muerte ó ea la desgracia de sos hermanos.
Cayó al laelo la parihuela maldita, qastan fMlgüe renta devenga al Sr. Holgado; los compañeras
del infeliz Iglesia recogieron i éste del luelo; teadiéronle sobre oaa« tablas, desnndároale y vteraa
entonces el estado lastimoso del pobre bracero...
A puñados le iatrodojeron dentro del cuerpo ios
intestinos... Rota la ingle, desgarrados los tfjidoa
blandos, encalladas las venas, sin poder rooverr
se... en fia, ana verdadera lástima, capaz d^ mor
ver á compasión á cualquiera que no tenga cia^
casas de préstamos en estado más que boyante.
Aquel obrero quedó cojo para siempre, enferma
incurable con hernia inguinal, y, segáa deelarieión de los dignos é ilustrados forenses Góm» |
Filpo, eon incapacidad absoluta para dedicarae Á
ninguna clase de trabajo.
Ea los primeros dias se facilitó al enfermo na
bragncriiít? barato, algunas medicinas y medie
salario; pera antes de dos meses qoedé sospendido el socorra, pesó la asistencia fuultativa, |
el hambre y la rai»eri£ asomaron su taz siaie^tr»
en el hogar de esta vfcti.ma del trabajo, qnien,
para colmo de males, tiene tres hijos pequeños,
y á sa esposa enferma.
La historia que vamos narrano'o se divide J;O
tres capítulos, y, acabado ya el primero, paseoÍM
al segando.
Creyó Iglesia qne había ana ley sobre aceidentes del traoajo; sapo que tenia acción para redamar judisialarente contra el patrono, j á la diosa
Themis, la de la clámide blanca, se dirigió nnegR
iro hombre, pensando qde la pagana deidad escacharla benévola su demanda.
Y, con efecto, empezó el juicio Ter||al contra el
patrttno; se probó hasta la saeiadad, si vale la frase, caándo y eóiáo habia ecurrido el accideoté, f
se justificó perieialroeate, ea virtud del réeonécimieato de los médicos forense*, que las leSiO*
nes de Antonio iglesia proceden de la caasa referida, y que este individuo se encuentra con iapcapacidad absoluta y permanente para dedicarse
i trabajo algano.
Pues bien; ana cansa qne el perjadicado consideraba justa resalta que no lo era. Porque ei
juzgado, considerando qne la demanda no se dirigió contra la ^Compañía de segaros, donde flol^
gada dice qoe tiene inscrita 80 fábrica, y eensiderando además qne en el ^bierno civil debij
tramitarse adniii^islrativamente y de modo previo
la reclamación, entiende y falla qoe debe ser ah?suelto el patrono de la reclamarjóri ^atra i^l dirigida. No se hizo condena expresa de costas, y
algo b^ sacado de ahorro por esta parte el Aátonio Iglesia.
Pero señor, exclama nneitro hombre: ¡Qoé enlpa tengo JO de que la autoridad gubernativa dejara de llamar á las partes, sin embargo de haber
transcurrido más de tres meses desde que tom 1
JOSÉ NAKENS
eonucimiento iflcial del suceso! ¿No nte autoriza
NOTA. Se prohibe soltar la carcajada.
la ley y el reglamento para interponer Ja demanda cuando sé me niegue la indemnización? Paiéi
al juzgado he ido en el ejercicio de mi derecboY sobre el otro punto ¿tengo yo relación jurídica alguna con esa Compañía de segaros? No,
--i\:.
por la razón potísima de que nada he centntade
con ella. Hi nombre no coacta entre j«s «safar»"
¡Bien hayan los que aplican el opio
dos; no me ha entregado póliza de mi segara ia*
y la morfina á los que sufren granaos
dividaal, y, por consiguiente, cuando el segara
dolores! Lo mismo digo de los republino es personal y directo, con determiaacióu d^
canos que de un mes acá se han dedipersona, ¡tn qué podía fundarme yo para entablar .
contra ella la demanda? Yo reclamo de' patrono,
cado á distraer al partido, ya con disy que éste endose la reclamación á la Comp ils
cursos de varios sistemas, ya formando
JOSÉ CINTORA
si le parece bien, st>gán el contrato que entre ellos
comités de diversos calibres.
tengan; contrato en el cual no ha intervenido él
Los dol( res vuelven, á pesar del opio
obrero perjudicado.
y la morfina; la realidad se impone desVisto, pues, que el juzgado absolvía de la de- >
manda al patrono, «e recurrió e& alzada inte la
iués de la celebración de los mitins y
DE LA REGENERACIÓN DE L^ PATRIA Andieocia, y admitid» la apelación ltbre«Re;itj» j,}
a cotistitución de los comités. Pero los
m ambos efectos, se elevaron los aat^s i la sape.enfermos se han olvidado durante algún
rioridad.
SÍNTOMAS PREMONITORIOS
tiempo de sus sufrimientos, y los repuPero en este recurso también comete el o b f ^
Algo mis de tres años de servicios conttantes, un nuevo error. La Sala de lo civil ha dictado
blicanos de sus indignaciones y sus versin'de&eanso alguno en los días festivos, llevaba auto, declarando aue no ha lugar i tramitar U
güenzas.
trabajando el op<^rario Antonio Igleí^ia Palacio en
porque las Aodiencias no conoeen Js
R*iConocimiento eterno á los que cal- la iábrica de tapones de torcho qne posee m esta apelación,
los juicios verbales; que las reclamacioaes so]>re
man los dolores, aunque no los curen, ciudad, calle de Santa Cbra, números 29 3^ 31, acciiientes desgraciados del trabajo se ventilan itt
y adormecen las penas, auúque no las el rico patrono y opulento prestamista don Manuel única instancia ante el juez y qne se devuelvan á
Holgado, cujo s'ñor tiene la fortuna de dirigir f éste los aatos.
remedien.
monopolizar la induslria referida, ayudándose
ha entablado contra dicho fallo el recurso
Esto no obstante, convendría ir pen- ademís buenamente con cinco casas de préstamos de Se
súplica: se interpondrá el de casaeióo. y, st '
sando en curar, no en calmar; en orga- y uu establecimiento de gran lujo en lo mejor de 00 fuese admitido é4e, el de queja» y, eatretaoto,
la calle Sierpes.
nizar, no en distraer.
it^a el mundo rodando por el piélago inmenso del
Las faenas qne en la aludida fábrica desempe- vacio.
ñaba el obrero Ifleú» consislian unas veres ea
Citamos hechos, pero absteniéndonos de.hse^r
transportar enorme» sacas de corcho, con 70 kilos * 'comentarios, ya por la respetabilidad de hi déde peso desde la ulanta baja hasta la azotea, lu- cisiones judiciales, ya también para dejar ea K- '
biendo los pasos de dos escaleras de difícil acce- bertad á los lectores, á fia de que ¡noditea y piéiso, teniendo que doblar las piernas, inclinar el sen como mejor les jnrezca respecta de esta v>
LOS TRES INMORTALES
cuerpo y casi arrasirarse por el suelo para poder rldjca historia.
Hay tres caballeros que siempre están salvar el encuentro con dos techos ó barrotes que
Pero mientras esto sucede, el pobre Iglesia está
impiden el tránsito de uoa persona, i menos de enfermo é impedido; sos hijos son de corta edad,
moriéndose sin morirse nunca.
adoptar tan inctimoda y molesta posición. Asi es y sa pobre mujer nada puede, gitnar tampoco,
Tolstoi, Peool y Sagast».
que cuando los pobnis obreros dedicados á la «x- ¿Recurso que adoptará? {Ah! No h qu(H|a otro
Las veoes que los tres han estado gra« * presada faena llegan i la azotea van enteramente
vemente enfermos y en trauoe de mnerte, ahogados y con tan fnertc conmoción cerebral, que qne el de llevar un jergón, si lo tiene, junto á las
tapias del cementerio, arrimar la paja á la pared,
vau 7a picando en historia.
ni contestar pueden al encargado que les pregun- tender la tela á guisa de paraguas, y echarse él y
Desde hace naos cuantos aSos, casi todos ta la clase de tapones q\ie traen, para destlaarlos su familia sobre los fónicos á esperar la maerté,
los meses los periódicos, en su sección de al montón que les corresponde.
como los desdicbados variolosos de Triana jontá
telegramas del extranjero anuncian en leOtra de las faenas de Antonio Iglesia en la fá- al camposaato de San José DO ha machos días.
tras gordas: Tolstoi enfermo; Tolstoi grave; brica del opulento y acaudalado prestamista cor- |Si al menos pudiese empeñar el jergón en QDI
cho-taponero con.sistia en cocer las planchas en de las cinco casas de préstamos? Pero ¿quién se
Tolstoi moribundo; Tolstoi agonizante...
Y nada; el célebre conde ruso, el «gran una caliera, echailas después en una parihuela, atreve á dar cineo céntimos sobre tal prenda? ¡Las
y, auxiliado de otro compañero de trabajo, trans- parihuelas si que son susceptibles de empeño!
anoiauo, impertérrito, sin morirse.
ortar la carga á los talleres de preparación y faífol pontiñce romano he perdido la mericación de tapones. La carga de la parihuela
Lector, entremos ahora en U tercera parte; li
moria y 1» cuenta de las veses que se ha. era generalmente de 180 kilos,-coyo peso condu- enal,
si bien no tieae colorea tan tristes, BO por
dicho en la prensa, que estaba mnriéndose. cían entre los dos operarios, sin otro auxilio que eso debemos omitirla, conio factor de i« rraene'
Y lo mismo; el santo anoiano siu fial- él de sus brazos. ,
ración social.
qnitar.
Y... es claro. Sucedió lo que tenia qne suceder,
Antonio Iglesia llevó al juicio verbal á flfana;
El ilustre político español se pone en- cuando la ignorancia y la codicia del patrono se testigos presencialí's de los hechos, á fio dejasti
fermo todas las semanas y & veces se agra- snman y se mnltiplicao para exprimir««l sudor, ficar el accidente desgraciado que le ocurrió. Diva tanto, que éxitos últimos días hasta se ha la sangre y hasta el aliento del trabajador. El chiistestigos lo fueron Francisco Gil y Franeisco
27 de Noviembre, por la tarde, al levantar Fernández, los cuales se iimitaruú en su» decladicho qoe había fallecido y que le tenían dia
Antonio Iglesia su carga, no bien anduvo dos raciones á exponer la verdad escueta y lisa del
conservado en alcohol como á los fetos, pasos sintió un exlremecimiento horrible en las
suceso, como corresponde i hon br'<s de probada
para ooj^ltar su mui^rte y no aumentar el piernas, en el vientr/-, en el pecho y los brazos, honradez. A juzgar por las repreguntas heetias é
programa de las flestas aotuules con tin á consecuencia del esluerzoquc demandaba a>;nel solicitud de! corchero prestamista, querja éste i^ue
número más para recreo de furasteroB é peso<exce$ívo. Instanláneamenle comprendió, sin hombres de la probidad de Gil y Fer(í4udez dijeitidroa con la ceremonia del entierro i»l embargo, que si soltaba las manos de, tus brazos sen que les constaba lo que eilo^ igaorabaa comde la parihuela, su compañero, que iba delante, pletamenle; esto es: que Antenlo Iglesia habla
pjreaidente.
sufrir nn accidente de eonsecaencias funes- renunciado á ceclamar eosa-alguha de so patrono,
Pero... ¡que si quieres! El ilustre anciano podik
tísimas. Por eso, el desventurado Iglesia avisó al
tan tieso y tan campechano como siempre. compañero con doloridos aves, y no soltó la carga lo que era inexacto y algo más que Incixücto;
Y como los testígos nada aportaron en favor de
No supongo que haya nadie que orea qoe basta persuadirse de que el otro etelavo podía lilo
solicitado por el señor Holgado, j sf decttiriron
hay en esto ni la más remota idea de qoe brarse de las consecuencias que eran de temer.
afirraativaraentíí á las pregnatsf gac les «Hvígié
yo desee que ninguno dé los tres se mnéraj ¡Snbiimp hcroismo el de psios obscuros hijos del el obrero. ria4i«iKlo á la verdad e! rM.ipKlü(fü.>":e
pneblol Su alma generosa les lleva i sacrificarse, merece... pues... han Qoa|etM|^ (ton eiL» aiia fallí
nada de eso. Vivan cuanto puedan.
Lo qae «í oreo es qoe en eso de las fir«- i inmolar su propia existencia, antes que eóosen- imperdonable. Cómo que se les despidió del tra-
CALMANTES
PRELUDIOS
f
CRÓNICA
E
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