Retroalimentación Actividad 2 M5 U2

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Cuestionario orígenes control de convencionalidad
Gracias de nueva cuenta a todos y todas por su participación activa. Aquí los
comentarios a las preguntas formuladas.
Parece que prácticamente a la mayoría nos queda claro en qué consiste el control
de convencionalidad. Se trata básicamente de un análisis de compatibilidad de los
actos de un Estado, sean estos, legislativos, administrativos o jurisdiccionales con
los instrumentos interamericanos y la jurisprudencia interamericana. Me referí en
el cuestionario exclusivamente a la jurisprudencia interamericana, porque nos
encontramos analizando el desarrollo jurisprudencial en dicha región, pero ello no
quiere decir que, a partir del artículo 1º constitucional, este análisis de
compatibilidad no deba ejercerse respecto de los instrumentos internacionales que
se enmarcan en el sistema de universal de protección de Naciones Unidas, pues
conforme a dicho artículo, el parámetro de regularidad está conformado por
derechos humanos de origen constitucional y los previstos en los tratados
internacionales de los que México forma parte, esto es, incluye a TODOS los
tratados internacionales de los que México forma parte.
Si bien, como parte del ejercicio de un control de convencionalidad se encuentra la
utilización de jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
para definir el marco jurídico aplicable al caso concreto, el control de
convencionalidad, como lo veremos en otra unidad, no se agota en ello.
En cuanto a quién ejerce el control concentrado de convencionalidad, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos es, en principio, la respuesta correcta, pues
ella es quien tiene la última palabra en materia de interpretación de los
instrumentos interamericanos. Sin embargo, en lo personal me queda la duda de
si la Comisión Interamericana también realiza una control concentrado de
convencionalidad, cuando conoce de casos contenciosos, pues finalmente realiza
un análisis de conformidad de los actos de un Estado con los instrumentos
interamericanos y puede declarar una norma como inconvencional y, en
consecuencia, solicitar a los Estados, la modificación de su legislación interna e
incluso de sus normas constitucionales. Es claro que se trata de un órgano cuasi
jurisdiccional, pero cuando los casos de los que conoce no son sometidos a la
Corte Interamericana, sino que finalizan en la etapa ante la propia Comisión
Interamericana, se convierte en el único órgano garante de los derechos humanos
en el sistema interamericano.
En ese sentido, ni la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ni el Poder Judicial
de la Federación en su conjunto, son instituciones que tengan la última palabra ni
la posibilidad de invalidar actos de otros Estados por considerar que son contrarios
los estándares interamericanos. En todo caso, podrán considerar inconvencional
una norma o acto de autoridades mexicanas, pero por virtud de la estructura
constitucional prevista en nuestro artículo 1º, es decir, por el parámetro de
constitucionalidad.
El reactivo número 3 fue uno de los que más confusión causó, lo cual es
absolutamente entendible porque no existe aún una definición clara sobre los
alcances del control difuso de convencionalidad. Lo anterior debido a que desde el
desarrollo jurisprudencial interamericano, la obligación de ejercer dicho control
recae en toda autoridad pública, pero de acuerdo a la definición de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, sólo las y los impartidores de justicia
pertenecientes a los Poderes Judiciales. Desde un análisis de los orígenes y
desarrollo de la jurisprudencia interamericana, la respuesta correcta es que debe
ser ejercido por toda autoridad pública. Este tema seguirá siendo parte de la
discusión en esta semana.
Respecto a los fundamentos de la obligación de ejercer el control difuso de
convencionalidad, son todos los que se mencionan en el reactivo 4, que junto con
el 3 fue otro que causó gran confusión.
Si bien el fundamento principal se encuentra en las obligaciones de adoptar
disposiciones de derecho interno que sean compatibles con los estándares
interamericanos y de garantizar los derechos humanos (artículos 1.1 y 2 de la
Convención Americana), lo cierto es que la obligación también deriva del
compromiso que asumen los Estados, al ratificar tratados internacionales, de
cumplir de buena fe con lo que ellos establecen, de no frustra su objeto ni fin, y a
no invocar violación de su derecho interno para justificar el incumplimiento de
dichos compromisos asumidos (artículos 26, 27, 31 y 46 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados). Y en el ámbito interno, la SCJN, a
través de la resolución del Varios 912/2010, fundamenta la obligación de ejercer
un control difuso de convencionalidad en la interpretación sistemática que hace del
1 y 133 constitucionales. El artículo 15, por su parte, al prohibir la celebración de
tratados que sean contrarios al parámetro de constitucionalidad en materia de
derechos humanos, se convierte también en fundamento de la obligación.
Por lo que toca a los actos de un Estado que son objeto de control de
convencionalidad, desde la jurisprudencia interamericana, se trata de todo acto de
autoridad pública, se trate de normas secundarias o constitucionales, actos
administrativos o jurisdiccionales. Como saben este es uno de los temas que se
encuentra bajo análisis de la SCJN en esta semana y quizá mañana tengamos
otras definiciones.
Respecto a cuándo debe ejercerse el control difuso de convencionalidad, parece
quedar claro que es siempre, en todo momento. Ya analizaremos los alcances de
este en la unidad en la que pondremos en práctica una propuesta de método.
Otro reactivo que causó confusión y que mereció comentario especial por parte de
ustedes fue el número 7. Desde cuándo nace la obligación de ejercerlo. La
respuesta correcta es desde que México forma parte de la Convención Americana.
Si bien, la figura se desarrolla como tal hasta 2006 por la Corte Interamericana en
Pleno, aunque antes, a través de votos particulares, lo cierto es que la obligación
de realizar un análisis de compatibilidad de las normas y actos de los Estados en
relación con los estándares interamericanos deriva de los artículos 2 y 1.1 de la
Convención, a los que se obligó México desde que se adhirió a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
Finalmente, el reactivo 8 mereció también un cuestionamiento particular, pues se
presta a confusión. Si bien en origen, realizar un control difuso de
convencionalidad es distinto a ejercer un control difuso de constitucional, pues el
análisis de compatibilidad se realiza respecto de la Constitución y de los
instrumentos interamericanos, lo cierto es que en México, a partir del parámetro de
regularidad constitucional, ejercer uno significa ejercer el otro, pues para
establecer el contenido del parámetro en un caso concreto se requiere un análisis
conjunto de las disposiciones de derechos humanos de origen constitucional e
internacional. Veremos también que resuelve la SCJN sobre este tema el día de
mañana.
8. Ejercer un control difuso de convencionalidad en México significa:
a)
b)
c)
d)
realizar al mismo tiempo un control difuso de constitucionalidad
otra cosa que el control difuso de constitucionalidad
Ninguna de las anteriores
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