III MARATONET DE RELATOS DE VILLAVERDE 2006 ORGANIZADO POR LA ASOCIACIÓN DE VECINOS DE EL ESPINILLO El verano del 99 Asociación de Vecinos de El Espinillo C/ Consenso 15, 28041 Madrid www.espinillo.org [email protected] AAVV El Espinillo 1 www.espinillo.org Revisión técnica Ana González Ribot Juan Antonio Narváez Gómez Primera edición: Mayo 2007 Depósito Legal: M-26698-2007 Hecho en España Reservados todos los derechos Copyright © 2007, los autores Edita: Asociación de Vecinos de El Espinillo C/ Consenso 15, 28041 Madrid AAVV El Espinillo 2 www.espinillo.org EL VERANO DEL 99 Autores Juan Antonio Narváez Gómez Alejandra Melián Roldán Magdalena Tirado Maika Castro Ernesto Rodríguez Muñoz M. Paz Magán Bronchalo Rafael Muñoz Gómez Roberto Carlos Benítez de Lucas María José Reigosa Fernández Ania Arias Lenny Cangas Marina González Perucha AAVV El Espinillo 3 www.espinillo.org Querido lector, El verano del 99 es el resultado de la Tercera Maratonet de Villaverde, que consistió en una redacción libre , a través de Internet, que se desarrolló a partir de Diciembre de 2006. Unos voluntarios revisaban la coherencia y corrección del texto. Una quincena de participantes se engancharon y escribieron la historia hasta el final, escribiendo de noche y de madrugada. En la edición del texto se ha separado cada contribución por esta marca: JK La primera frase fue propuesta por la escritora y Directora de la Biblioteca Nacional Rosa Regàs: “Viajar es siempre descubrir, aunque lo que estemos viendo se haya divulgado ya y se hayan repetido hasta la saciedad las fotografías de las herramientas o de la esculturas que fabricaron los primeros habitantes de la zona que visitamos y se haya convertido en erudición enlatada la versión tópica de su civilización, con fechas y apelativos incluidos. Viajar es ante todo romper la rutina y la obsesión del propio vivir y a partir de nuestra individualidad dejar paso al vivir ajeno. Viajar es descifrar la música bajo el ruido de una calle y el reflejo de una luz sobre el ámbar de una escultura, viajar es indagar, buscar, desvelar, porque siempre habrá una forma personal y peculiar de ver, de mirar, de comparar y de asociar que para ciertas gentes curiosas y observadoras constituye una fuente inagotable de profundo placer. ...".”. Sin su contribución el relato no hubiera sido el mismo. La iniciativa contó con la colaboración y participación de la Escuela de Escritores (http://www.escueladeescritores.com). Agradecimiento especial para Magdalena Tirado El soporte informático fue creado por el Dream Team Aespinillus. Toda la iniciativa y el entusiasmo, la locura y el esfuerzo para llevar esta edición a buen puerto, se le deben a la Asociación de Vecinos de El Espinillo. El mayor mérito es de los autores Amapola, Ania, Lenny, Roberto, Tomeu, Mai, Ernesto, Xandri, Rafael, Magdalena Tirado, Charo, Lusajo, Mar, Julia. AAVV El Espinillo 4 www.espinillo.org El verano del 99 Obra en colaboración escrita en internet por: Amapola, Ania, Lenny, Roberto, Tomeu, Mai, Ernesto, Xandri, Rafael, Magdalena Tirado, Charo, Lusajo, Mar, Julia -Apodos en Internet- AAVV El Espinillo 5 www.espinillo.org AAVV El Espinillo 6 www.espinillo.org Viajar es siempre descubrir, aunque lo que estemos viendo se haya divulgado ya y se hayan repetido hasta la saciedad las fotografías de las herramientas o de la esculturas que fabricaron los primeros habitantes de la zona que visitamos y se haya convertido en erudición enlatada la versión tópica de su civilización, con fechas y apelativos incluidos. Viajar es ante todo romper la rutina y la obsesión del propio vivir y a partir de nuestra individualidad dejar paso al vivir ajeno. Viajar es descifrar la música bajo el ruido de una calle y el reflejo de una luz sobre el ámbar de una escultura, viajar es indagar, buscar, desvelar, porque siempre habrá una forma personal y peculiar de ver, de mirar, de comparar y de asociar que para ciertas gentes curiosas y observadoras constituye una fuente inagotable de profundo placer. Rosa Regàs AAVV El Espinillo 7 www.espinillo.org Mañana es el gran día, por fin se van a hacer realidad nuestros sueños. Llevábamos un año planeando este día y, en algunos momentos, pensábamos que nunca llegaría. Mañana día 1 de agosto de 1999 nos vamos de viaje, sí de viaje. Os preguntaréis qué tiene esto de sueño, pero es que este viaje va a ser especial para nosotros por muchas razones. Una de ellas es que somos cinco amigos que acabamos de cumplir dieciocho años y se nos ha ocurrido la idea de alquilar una furgoneta durante todo el mes de agosto, acondicionada para poder dormir en ella. Pretendemos salir de España y conocer Europa , libres, sin padres, sin planear casi nada, sin mapas de carreteras, sin hablar idiomas, sólo chapurreamos el inglés, unos con mejor oficio que otros, sin horarios, todo a la aventura. Yo particularmente estoy muy emocionado. Otra razón es que llevamos un año planeándolo y hemos trabajado mucho para conseguir dinero. Hemos hecho todas las chapuzas que se nos han ocurrido en nuestro tiempo libre, repartir propaganda por las esquinas o a la salida del metro, vender lotería, alquilar una discoteca para viaje de fin de curso, sólo para nosotros cinco, vender entradas de fútbol en la reventa, que resultó un fracaso pero al menos vimos el Madrid-Atleti en directo, vender hamacas en el Rastro de Madrid y un sinfín de cosas. El dinero que hemos conseguido lo hemos ido metiendo en una hucha común, hasta conseguir la cantidad suficiente para poder alquilar la furgoneta y sufragarnos el viaje, lo que nos enorgullece bastante ya que será el primer viaje pagado por nosotros. Os doy más razones: la aventura, las chicas, el cachondeo, la libertad, el descubrimiento, conocernos mejor a nosotros mismos, disfrutar de la amistad, reír, vivir algo diferente, y un montón de cosas más que me están pasando por la cabeza ahora mismo. El único punto negativo es que Paco, el pelirrojo, ha perdido esta tarde la cartera y no sabe si podrá venir, pues llevaba el DNI y el pasaporte, ¡a quién se le ocurre!. Mañana intentará hacer gestiones a ver si consigue un nuevo pasaporte, e irá a buscar la cartera, pero me temo que no va a poder venir, para él va a ser un desastre que tardará en olvidar, pero en fin. Su padre, que es un militar muy serio, está muy enfadado con él, así que no se si le dejará acompañarnos aunque pueda. En cualquier caso, no hay mal que por bien no venga, perdemos un amigo muy simpático y el único que sabe algo de francés, pero a cambio ganamos en comodidad, ya que dormir cuatro en la furgoneta es un acto de fe, pero cinco era una cuestión de turnos y esto resultaba más complicado. Hoy lo primero que hemos hecho tras alquilarla ha sido tumbarnos para ver si cabíamos, y hemos entrado por los pelos. Me temo que dormir va a ser tremendo pero nos acostumbraremos. Nuestros padres nos han llenado la furgoneta de latas, embutidos, bebidas y demás viandas necesarias, llevamos la nevera y la despensa llena, y tenemos AAVV El Espinillo 8 www.espinillo.org un depósito de agua de cien o doscientos litros, no se, me hago un lío con los litros. Gracias a la intendencia aún tenemos unos pocos ahorros para el gasoil, y para pagar luego el kilometraje, esto es lo peor porque cuantos más kilómetros hagamos más pagaremos del alquiler luego, pero algo se nos ocurrirá, igual bailamos sevillanas y pedimos dinero por la calle, ya veremos. Como no vamos a llevar mapa y no tenemos mucho dinero hemos preparado unas paradas especiales en lugares donde conocemos a alguien. Lo primero que haremos en Francia, tras parar en Donosti - San Sebastián , es ir a Nantes, porque José tiene un familiar allí. Yo tengo una amiga, más bien sólo conocida, en Paris, con la que me escribo asiduamente y nos ha invitado a ir a su casa, así que también intentaremos parar allí a ver si dormimos un poco mejor y comemos comida decente, y para mí ver un sueño realizado, José Manuel tiene un ligue del pasado verano en la Costa del Sol, que vive en Groningen, en Holanda, y luego José tiene otro familiar en Dusseldorf, ¡menuda familia la de José!. Creo que su tío tiene cuatro hijas, ese es un punto fijo en nuestra ruta, sin duda. No os he contado nada de mí, me llamo Juan, pero mis amigos me llaman Juanito. Hace tres meses que he cumplido dieciocho años y sólo quince días que tengo el carné de conducir, con lo que no creo que me dejen llevar la furgoneta, pero no me importa. Este año he empezado a estudiar Historia del Arte y tengo muchas ganas de conocer un montón de monumentos y museos, pero me temo que a mis colegas esto no les va a resultar muy atractivo, así que en este punto no las tengo todas conmigo. Los colegas ya me han dicho que quieren dormir o viajar de día y vivir de noche, así que lo tengo difícil. Habrá que adaptarse, pero veo algún nubarrón en el horizonte. Os presentaré a mis amigos, el líder espiritual del grupo y el mayor es José Manuel, al que todos llamamos el Búho, debido a que tiene unos ojos muy pequeños. Tiene diecinueve años y estudia Marketing, y es el que nos ha metido en todos los líos para sacar dinero. Una vez nos trajo unos parasoles que un amigo había inventado para que los vendiéramos. Al principio nos fue bien, fuimos vendiéndolos a padres, amigos, familiares, vecinos, pero luego nos dijo que lo mejor era venderlos en el Rastro, como hicimos con las hamacas, y la verdad es que no vendimos casi ninguno, tenemos parasoles para los próximos veinticinco coches que nos compremos. El Búho es un vendedor nato, es simpático, habla por los codos, y, aunque es el más feo de todos nosotros, es el que más liga, lo que no acabo de comprender. Siempre las engatusa y nos mete en líos, de hecho la ocurrencia de la furgoneta caravana es suya. Los demás acabamos cayendo y creyendo siempre en lo que nos cuenta, y ... detrás de él a todas partes. A José ya le conocéis por lo de los familiares, de hecho tiene seis hermanos, así que no es de extrañar que tenga una familia tan emigrante, tan internacional. Tiene, como el resto, dieciocho años, pero lleva varios meses conduciendo y esto le coloca como segundo conductor de este viaje. También es muy bromista. Aún no se ha decidido con los estudios, pero últimamente AAVV El Espinillo 9 www.espinillo.org está pensando en estudiar Turismo, quiere conocer mundo, pero su mundo me temo que no es el mismo que el mío, nada de Arte, lo suyo es la gente. Por último está Julio, es el más callado de todos, el más introvertido en las fiestas o reuniones, pero entre nosotros es divertido. Es, sin lugar a dudas, el más romántico, cuando sale con una chica lo hace durante meses o años y no falla ni un solo día en pasear de la mano de su novia. Siempre va por libre, le gusta ir en pareja, mientras que los demás buscamos excusas para salir todos juntos. La selectividad no le fue bien y está estudiando oposiciones para ... ¡funcionario de prisiones!, dice que se cobra mucho y se trabaja poco, no se, es un mundo desconocido para mí y no termino de creérmelo, pero si aprueba y empieza a ganar dinero seguro que saldremos más con él, ¡por las buenas o por las malas!. De Paco, el pelirrojo, no se qué deciros, el pobre es el colmo de la mala suerte. Es el que había puesto más ilusión en toda esta historia, el que había trabajado más, junto con el Búho, y ahora esto. Esta tarde le he visto llorar por primera vez en mi vida y me ha dejado hecho polvo. Es una persona muy abierta y dicharachera, con un estilo de humor muy personal, muy socarrón. Le echaremos de menos. Sobre todo si tenemos algún percance, ninguno de nosotros llega al metro ochenta de altura, y él pasa del metro noventa. Os estoy escribiendo desde mi habitación y vuelvo una y otra vez a mirar por la ventana a ver si está la furgoneta aparcada. Sólo quedan unas horas para salir de “El Espinillo”, nuestro barrio en Madrid, rumbo hacia lo desconocido, y sólo faltaría que le pasara algo a la furgoneta. Queríamos alquilar una Mercedes Vito de color verde con doble techo, nos parecía alucinante, pero al final sólo hemos podido alquilar una Nissan Vanette blanca de 75 cv. Correr no vamos a correr mucho, pero así vista desde mi ventana, parece una amiga, creo que nos irá muy bien con ella, me gusta, es pintoresca, tiene un estilo simpático. Estoy decidido a seguir escribiendo, quiero contar todo lo que vea y que no se me olvide nada. Así que esto me servirá como comienzo de mi “diario de viaje”. Primer día de viaje (1 agosto 1999) Apenas he dormido esta noche. Pero por fin ya es el día. Llevamos casi dos horas cargando la furgoneta y creo que no se nos olvida nada del listado que habíamos preparado, excepto Paco que acaba de llegar y no puede venir con nosotros, una lástima. AAVV El Espinillo 10 www.espinillo.org La salida ha sido tremenda, la calle estaba llena. Entre amigos y familia, había un montón de gente despidiéndonos. Mi padre se ha quedado con una cara de preocupación como no se la había visto antes, parecía triste. Nosotros en cambio estamos felices, entusiasmados, sólo queremos arrancar de una vez. Ya estamos en marcha, como vamos sin mapa este primer tramo lo tenemos estudiado, cogeremos por la M-30 la N-1 hasta Burgos y luego a San Sebastián donde haremos noche, si no nos perdemos. Aunque llevar matrícula de Madrid en el País Vasco no nos gusta mucho, veremos. ∞ ∞ Cuando vimos, por la carretera de Burgos, el cartel que indicaba la salida de la Comunidad de Madrid, nos miramos con una sonrisa de oreja a oreja. Seguíamos apenados por la ausencia de nuestro amigo Paco, pero esa pena, que al principio fue muy sombría, muy lánguida, que nos invadió de tal modo que tuvimos un pequeño conato emotivo de suspender el viaje al despedirnos de Paco con un abrazo, se fue poco a poco disipando. El futuro emocionante se superponía poderosamente al pasado reciente, en el que se había producido esa complicación inesperada y muy triste. El tráfico estaba despejado. Se observaban camiones que, como nosotros, se dirigían a Europa, y coches con la casa a cuestas desde Marruecos, presumiblemente. Nada parecía poder alterar nuestro ánimo, el camino estaba salpicado de chistes, chanzas y ocurrencias. Al fin llegamos a Burgos. Entramos en la ciudad y nos dirigimos, como por inercia, a la zona más cercana a la Catedral. La Catedral, y la ciudad de Burgos en si, eran las primeras piedras de nuestro camino, al llegar a las inmediaciones aparcamos y aprovechamos para estirar las piernas y dar un paseo. Nada que pudiéramos sospechar podría quebrantar nuestro ánimo en este momento. ∞ ∞ Al bajar de la furgoneta El Búho comprobó que una de las ruedas delanteras había pinchado, razón por la cual le sudaba la frente a raudales por el esfuerzo que había hecho para aparcar. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 11 www.espinillo.org ¡Un pinchazo! y casi no hemos salido de casa. No nos hemos parado a pensar, no nos va a desanimar al primer problemilla que surge, así que lo hemos resuelto rápidamente, El Búho nos ha puesto las pilas y primer contratiempo solventado. La rueda nos mantuvo entretenidos casi una hora. Para relajarnos un poco decidimos ir a la zona de vinos a tomar un aperitivo y darnos una vuelta por la ciudad antes de continuar nuestro viaje. ∞ ∞ No pensaba Juanito, que tan sólo unas pocas horas después de salir casa se generaría la primera crisis importante del viaje. Éramos cuatro, no cinco. Estábamos tomando un par de raciones y unas cañas, cuando observé que Julio se encontraba pensativo, meditabundo, ajeno a la conversación intrascendente que sosteníamos los demás. De repente, Julio tomó la palabra. -Amigos, me vuelvo a casa. Se nos cambió la cara. -¿Qué?, de eso ni hablar, Julito. Vamos, ni se te pase por la cabeza. Pues vaya si queremos llegar lejos, no hemos salido de Castilla y ya nos meamos en los pantalones, dijo José Manuel, El Búho. El Búho asumió su papel y mostró una seguridad y una tranquilidad que no tenía. -Llevamos años hablando de este viaje, el último año ha sido nuestra mayor, casi única, ilusión. Y el día ha llegado, estamos en él. El que quiera que se vaya, pero que sepáis que yo seguiré adelante, aunque sea solo. A mi nadie me quita esto. Y cuando venga contando cosas que he vivido os vais a tirar de los pelos. ¡¡Ga-lli-nas!! Coo-co-coo-co-coo, cacareó. Coo-co-coo-co-coo, seguía gesticulando, haciendo una de sus típicas payasadas. Este gesto hizo esbozar una sonrisa furtiva en la cara de Julio. Una sonrisa no esperada, incluso no deseada, traicionera, que le produjo más enfado que satisfacción. Su posible argumentación había quedado invalidada con ese gesto. Julio entendió que ese gesto, esa sonrisa robada, determinaba su pensamiento real, que el otro, el de querer irse, era producto de la tensión que vivía en ese momento por alguna desconocida razón. -Búho, eres un cabronazo. No se trata de eso, respondió Julio. José terció en el juego de miradas que tenían sus dos amigos y compañeros de viaje. - Son las 3 de la tarde. ¿Qué proponen sus señorías? AAVV El Espinillo 12 www.espinillo.org ∞ ∞ ¡Vámonos a Donosti, la hosti!, dije. Con suerte llegamos para ir de tapeo esta noche y nos pasamos la primera juerga. - ¡Julio, anímate!, este viaje va a ser memorable, soltó José, lo que no se es si será por lo bueno o por lo malo, pero memorable. Salimos del bar y nos fuimos a la furgoneta sin darle más vueltas a este intento de Julio de abandonar. Estas primeras horas de viaje están siendo excitantes, a pesar de algún contratiempo, lo estamos pasando realmente bien, tenemos todos una efervescencia increíble, no paramos de hablar de todos los planes que tenemos por delante, de las cosas que nos pueden suceder, de lo que vamos a ver. La verdad es que estamos incontenibles, en este momento somos los mejores amigos del mundo o, al menos, lo parecemos, sin duda, y lo que más nos llena es que sólo acabamos de empezar, pero Julio se sigue mostrando muy prudente. Un problema que tenemos es ¿dónde guardar el dinero y que nadie nos lo pueda robar? Se nos ocurren muchas ideas, cada una más disparatada que la anterior y, de momento, no lo tenemos muy claro. La verdad es que tenemos un montón de dinero, o al menos eso nos parece. Yo nunca he tenido más de diez mil pesetas juntas, así que esto me parece una fortuna y eso que creemos que no nos va a alcanzar para nada. Hablando de dinero el mayor follón del viaje ha sido el cambio, tenemos dinero en francos, en florines, en marcos, y en liras. Nos habían dicho que nos salía mejor el cambio si lo hacíamos en España, así que llevamos este dinero por si acaso y luego algo más en pesetas. El día que llegue una moneda única de la que ya están hablando será una delicia. Pero de momento nos entretiene bastante este rollo de tantos billetes diferentes, es, en estos primeros momentos, uno de nuestros juegos favoritos, calcular cuanto son equis pesetas en francos, marcos, florines y liras, y como dependen de las fluctuaciones monetarias o algo así, cada quince minutos aumentamos o disminuimos los ingresos, ha habido un momento en que se nos ha subido la bolsa, digo la tontería, y teníamos para ir y volver de Moscú en gasoil y dormir en un hotel de súper lujo todo el mes, pero luego ha caído la bolsa y casi nos tenemos que volver a casa, en fin tontadas varias que nos distraen de los kilómetros de la carretera. Al final llegamos a la conclusión de que lo mejor es que todo el dinero lo guardemos dentro de la caja de cambios, así que la estamos desmontando para meterlo allí. Será difícil que lo encuentren, si le añadimos encima calcetines usados y calzoncillos y volvemos a colocar la palanca, no creo que a nadie se le ocurra mirar ahí, y si miran, casi peor para ellos. AAVV El Espinillo 13 www.espinillo.org Ya nos queda poco para San Sebastián, tenemos un poco de respeto por llevar la matrícula de Madrid, por lo que nos han contado las cosas no están muy bien, y creo que los madrileños no caemos muy simpáticos a un grupo de gente, espero que sean habladurías. ∞ ∞ Faltan 50 Km. para nuestro primer destino y ... ¡la segunda sorpresa! A lo lejos, en la carretera, nos parece distinguir a una persona haciendo autostop, y según nos vamos acercando confirmamos las sospechas, ¡es una chica!. Por supuesto, El Búho, no duda ni un momento en que hay que parar a recogerla. Así que aquí estamos, parados en la carretera, viendo como una chica se sube a la furgoneta. - ¿A dónde vas?, le pregunta el Búho. - A Donosti. ¿Me acercáis? El Búho ya había preparado el asiento junto a él, ya se estaba presentando. -Hola, me llamo Ainara. Gracias tíos, me hacéis un gran favor ... La verdad es que, una vez pasadas mis primeras dudas, recuerdo mis propias palabras: aventura, chicas... pero me sigue resultando raro que una chica haga autostop. Bueno, pues ¡ya ha subido la primera a la furgoneta!. Y bien pensado, son sólo 50 kilómetros y un primer contacto para pasar la noche en una ciudad desconocida. ∞ ∞ La chica, que por cierto es bastante guapa, lo primero que nos pregunta es de dónde venimos, si somos de Madrid, a lo que todos respondemos que no. Al parecer cada uno somos del pueblo de nuestros padres, José es de Salamanca, el Búho andaluz y al decirlo pone el “deje” típico del sur, Julio dice que es manchego y yo digo que soy de Alicante, es lo primero que se me ocurre, quizás porque mi padre tiene allí un apartamento, el caso es que a todos nos da un poco de miedo decir que somos de Madrid, queremos ir de colegas enrollados y no parece que aquí en el País Vasco lo de madrileño suene bien, o ese complejo tenemos, a lo mejor son miedos infundados. La conversación está tomando un rumbo muy político y ahí estamos todos muy perdidos, la política no nos interesa mucho pero a Ainara parece que sí. No nos atrevemos a preguntarle su edad pero debe de estar por los veintialgo, AAVV El Espinillo 14 www.espinillo.org nos da mil vueltas en estos temas que parece que le gustan mucho, como me suele decir mi padre “demasiado arroz para tan poco pollo”. El Búho empieza a ser el Búho y ya está con su conversación chistosa, que es donde mejor se mueve. Nos estábamos quedando un poco pasmados y no sabíamos ni que decir, menos mal que ya estamos llegando a Donosti como dice Ainara, y si lo dice ella para nosotros ya sólo es Donosti. La primera chica que hemos conocido nos ha dejado firmes y sin ganas de seguir con ella, al menos yo, me he sentido un poco intimidado. Al fin la dejamos en su barrio y se despide con un agur ikusi artean o algo así y eskerrik asko, que nos ha sonado fatal pero que estamos intentando deducir que debe ser algo así como adiós, o hasta luego madrileños, o gracias chicos, o ... no se, pero nos enteraremos. Que raro suena este idioma, veníamos preparados para escuchar fromatge o danquesen, y esto nos ha sorprendido, el caso es que agur tiene que ser adiós, eso seguro, hasta lo dicen algunos en Madrid. Con la primera chica “agua”, no parece que hayamos tenido mucha suerte. Nos hemos quedado, tras bajarse Ainara, mucho más relajados y con ganas de cachondeo. La primera excitación que nos había causado verla se convirtió en respeto y temor a medida que iba hablando, vaya cuatro mequetrefes que estamos hechos, creímos que nos íbamos a comer el mundo y a la primera casi nos come a nosotros. El caso es que debía de ser de Batasuna, por las ideas que tenía. Hasta le he dicho que voté a ERC en Alicante, para caerle simpático y no tengo ni idea de quienes son, ni de si se presentan en Alicante, sólo se que he oído hablar muy mal de ellos en mi barrio, y pensé que así quedaría bien, lo que no había previsto es que me preguntara cosas de ellos y que podría quedar en ridículo, que es lo que realmente ha ocurrido, si no es por Julio que ha saltado con una broma y hemos cambiado de conversación no hubiera sabido donde meterme, ahora probablemente tendré que aguantar unas cuantas chirigotas de mis colegas, por listillo. La noche es nuestra. Tenemos un hambre tremenda, llevábamos el estómago contraído y se nos acaba de soltar. Buscaremos un lugar donde picotear y ,como dicen en los chistes de vascos ¡ahivalaostia, que bonito es este pueblo!. ∞ ∞ Preguntando, preguntando, llegamos al casco antiguo, que aquí llaman "parte vieja", y descubrimos unas calles con mucha animación y repletas de tascas y restaurantes. Desde la calle vemos que las barras están llenas de platos con toda clase de raciones, a las que no nos podemos resistir: bacalao, changurro, morcilla...y un sinfín de combinaciones mas. Nuestros estómagos, que a estas alturas de la noche ya rugen, nos dirigen hacía una de las tabernas, y en un momento, estamos con un chacolí en la mano y un pincho en la otra, celebrando con un brindis nuestra primera noche fuera de casa. AAVV El Espinillo 15 www.espinillo.org ∞ ∞ El ambiente era realmente cautivador. Un hombre se acercó hasta nosotros. Tendría unos 40 años, alto, fuerte y con rasgos angulosos. El acento le delataba, era de por allí, seguro. Axel, que así dijo llamarse, comenzó a hablar con nosotros, a preguntarnos de dónde éramos, y, sin darnos cuenta, nos vimos inmersos en una interesante conversación sobre la historia y las costumbres de aquella tierra, hasta entonces tan desconocida por nosotros. De vez en cuando, pasaba algún conocido de Axel y se paraba a saludarnos como si nos conociera de toda la vida. Como no teníamos ganas de cerrar nuestra primera noche, estuvimos en un par de tabernas más hasta que, con gran pesar por nuestra parte, decidimos irnos a dormir, al día siguiente queríamos estar frescos para visitar todos los lugares de los que Axel nos había hablado. De camino, fuimos hablando sobre la amabilidad y la hospitalidad de la gente. Realmente, aquella tierra tenía algo especial. ∞ ∞ El cansancio por la excitación del primer día de viaje, unido a los vinos que habíamos tomado, hicieron que esa primera noche cayéramos rendidos en la furgoneta. ¡Menos mal!, pues de otra manera no se si hubiéramos podido conciliar el sueño. A pesar de que todo está muy bien acondicionado, con colchonetas para amortiguar la dureza y con varios cojines para hacer las veces de almohadas, la verdad es que encajarse ahí cuatro personas no deja de tener su mérito. Para colmo, a José con los vinos se le ha soltado la lengua, y no hay manera de callarle. Y el Búho tiene una risa tan potente, que cuando parece que ya estás apunto de coger el sueño te da un sobresalto que te deja con taquicardia durante un buen rato. Segundo día de viaje (2 de agosto de 1999) Tengo la sensación de que a lo largo de la noche he sentido varias veces un codo en mis costillas y alguna patada que otra, incluso de que me duelen músculos que no sabía que tenía. Aún así, me despierto con una sonrisa, pues me doy cuenta de que no ha sido un sueño. Nuestro viaje ha comenzado, y después de un año haciendo planes me parece que soy el mas afortunado del mundo por estar aquí con mis tres colegas, a pesar de que uno ronque, el otro AAVV El Espinillo 16 www.espinillo.org tenga crisis de melancolía que le hagan pensar en abandonar el viaje, o el otro no pare de hablar y de pensar en chicas... Echamos de menos a Paco, decidimos que hoy sin falta hay que llamarle. A lo mejor se les ha ocurrido, a él o a su padre, alguna solución de última hora para que se pueda reenganchar al viaje, aunque sea cogiendo un tren o autobús que le acerque a nosotros. ∞ ∞ Un sonido brusco y seco nos ha levantado repentinamente a los cuatro, al unísono. Ha sido muy intenso y muy súbito, qué brinco hemos pegado todos. He tenido la magnífica fortuna de que en el inconsciente gesto del despertar de Julio, haya puesto su codo en mi pómulo con la suficiente brusquedad y limpieza como para generarme un precioso moratón. Gajes del oficio. En este caso, yo, el “gafe del oficio”. Teníamos los ojos como platos intentando identificar la fuente del sonido, del ruido que nos había despertado cuando de nuevo golpearon la puerta. Habíamos dejado la furgoneta en un descampado resguardado, parecía muy tranquilo. El Búho, con más miedo que vergüenza, se acercó a mirar por el cristal de la puerta de la furgoneta, cuando nos preguntó -¿qué hora es? - las 8’30h, ¡pero abre!, dijo Julio. ¡Era Ainara!, estaba sudorosa, con evidentes signos de nerviosismo. Al abrirle la puerta entró como un rayo y El Búho asustado la cerró inmediatamente. Todos nos quedamos atónitos al verla allí, en nuestra casita de viaje, con esa actitud ... y nosotros con nuestros minipijamas, o sea en ropa interior. Ainara estaba ensangrentada. Nos produjo un fuerte impacto verla así, agitada, temblorosa. Le ofrecimos comida, le preguntamos qué le había pasado. Hizo unos gestos parecidos a los de yoga, tapándose la cara. En esa posición, con síntomas de angustia, relató que la habían atracado esta madrugada, hacia una hora más o menos, y que, al oponer resistencia, le golpearon y le hicieron daño. Después estuvo un rato vagando sin saber hacia donde ir y reconoció nuestra furgoneta, con lo que le dio un pálpito de alegría el corazón al sentirse a salvo, entre personas que al menos ya conocía. Cuando, tras esta disertación con la cara semioculta, le pudimos volver a ver su rostro, una pequeña parte de él que quedaba fuera del ámbito de las manos que se lo tapaban, observamos algo que no encajaba en la escena. -Ainara, ....., pero, hum –balbuceó José-, o me estoy volviendo loco o te he visto reírte ahí a escondidas. Abrió las dos manos, y, sin poder aguantarse más, soltó una sonora carcajada. La cara de mis tres camaradas era un verdadero poema, una mezcla de sensaciones como sacada de una película de Woody Allen, una AAVV El Espinillo 17 www.espinillo.org situación muy cómica. Ainara dio un abrazo a El Búho, que era el que tenía más a mano, mientras los demás nos preguntábamos de que iba todo esto. Amigos, tengo que pediros perdón y daros las gracias. Acabo de entrar en un grupo de teatro de San Sebastián, el grupo Aitzgorri, y, como prueba de iniciación del grupo, para pertenecer a él, me dijeron que tenía que representar una escena, con unos, si no desconocidos totales, al menos semidesconocidos, con fuerza dramática, buscándome la vida. Tengo una microcámara con la que lo he grabado todo, luego os dejaré ver vuestras caras. Al ver ayer que erais tan simpáticos y teníais esa estupenda disposición a la aventura, ideé este plan. Por supuesto, ni que decir tiene, la sangre no es sangre, es salsa de tomate. Y así todo lo demás. Julio inició un aplauso que fue ampliamente seguido por todos los demás. La actriz fue coreada y le fue exigido un saludo de escena, debido a su buenísima interpretación, no sin antes oír algún exabrupto por el despertar que nos había dado. Verdaderamente creo que los cuatro, sin excepción, nos enamoramos un poco de ella en ese momento, a pesar del susto. ∞ ∞ - Nos debes una- dijo José. Engrandecido seguramente por que la sorpresa había llegado recién levantado y aún mantenía su torso musculoso, que mostraba sin descaro semidesnudo, lo que le deba cierta posición de ventaja sobre nuestras camisetas y calzoncillos, pidió a Ainara que continuara el viaje con nosotros, al menos hasta donde pudiera llegar. ∞ ∞ No supe interpretar muy bien la sonrisa de Ainara en ese momento. Tenía algo de enigmática. Y también sus ojos, su mirada, como si ahí se escondieran muchos recuerdos, sentimientos y vivencias. Sentía un poco de vértigo mirándola. Quizá por eso aparentaba tener más años, parecía haber vivido muchas más cosas que nosotros. Mientras a mi alrededor seguían las risas, yo no podía quitar la vista de ella. Ahora me daba cuenta de que en realidad sus rasgos podrían ser los de una chica de 22 o 23 años. Su pelo, muy corto, tenía una especie de extensión de color verde que le llegaba hasta el hombro. Llevaba varios pendientes en la oreja derecha y un pequeño tatuaje en la nuca, de una pequeña luna azul. Su ropa, sus gestos, sus palabras…todo era muy desenfadado y alegre. Sobre todo ahora que había dejado los temas de política un poco al margen, pues creo que se había dado cuenta de que en ese terreno nosotros nos sentíamos mas inseguros. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 18 www.espinillo.org Cuando la invitamos a desayunar y a viajar con nosotros, Ainara nos dijo amablemente: - Chicos me encantaría ir con vosotros pero tengo cosas que hacer aquí, quizás en otro momento nos volvamos a ver. Ha sido un placer compartir esta noche y este amanecer, perdonad por la broma. Se levantó nos dio un beso a cada uno de nosotros y desapareció de la furgoneta de forma tan teatral como había entrado. Nos quedamos todos atónitos y sin poder articular palabra, no se nos ocurrió pedirle un teléfono, una dirección, o su apellido tal vez, no sabíamos nada de ella excepto que nos había cautivado. El Búho metió la llave de arranque y dijo, - Ya es hora de conocer Europa, esto acaba de empezar, y todos gritamos al unísono - ¡A Europa! Nos dirigimos hacia Behobia y el camino hasta allí fue tranquilo, relajado, a mí todo me parecía precioso, los paisajes, las casas. Después de Ainara el País Vasco pasó a ser un lugar al que tendríamos que regresar algún día. Es curiosa la relación que uno puede tener con un lugar o un paisaje gracias a las vivencias o a los acontecimientos que en un momento dado te ocurren en él. Incluso el ánimo con el que te encuentres, el tiempo meteorológico, condiciona las sensaciones que te quedan, los recuerdos. Para mí Donosti será un sitio especial, aquí he empezado mi viaje más ilusionante, y aquí he pasado una noche única, donde todo me ha parecido intenso y hermoso. Ya estábamos llegando a la frontera y yo absorto en estos pensamientos ni me había dado cuenta. - ¡allí está la frontera!, dijo José - ¿sacamos los carnés?, pregunté - está levantada la barrera, dijo El Búho - Pero si ya hemos pasado y ni nos han mirado, contestó Julio - Ha sido visto y no visto. ¡chicos, esto es Francia, sí! y nuestra próxima parada es Biarritz y Bayona o al revés, dijo José Yo seguía buscando mi “dni” en la parte de atrás, totalmente ajeno a la conversación, cuando volví adelante con mi carné escuché, - Si es que estás pasmado Juanito. Cierra la boca, guarda el carné y deja de pensar en Ainara, luego os reís de mí, seguro que Juanito se hubiera quedado en San Sebastián, dijo José. AAVV El Espinillo 19 www.espinillo.org - Pues sí la verdad, aún estaba pensando en ella, pero no es para menos ¿no? - Por cierto, Biarritz y Bayona ¿es una ciudad o son dos?, preguntó Julio - Pero mira que eres bruto lo mejor es que pongamos la cinta de Giorgi Dan para animarnos Giorgi Dan era uno de nuestros cantantes preferidos cuando íbamos de cachondeo, nos hacía cantar y nos animaba mucho. Por supuesto nunca ninguno hubiera dicho esto delante de nadie, era un secreto particular de la pandilla, nuestros gustos musicales estaban llenos de rock y de pop de todos los estilos, pero esta pequeña horterada era muy divertida. Así que mientras circulábamos por Francia, ahí estábamos cantando "Pachito eche le dicen al señor ...", "que será lo que tiene el negro..." o "Donde andará la barbacoa..." canciones a las que íbamos cambiando la letra continuamente llegando a un punto de locura en que ya nos reíamos de todo y de todos. ∞ ∞ Tras varias horas de carretera, y después de saltarnos los carteles que indicaban Biarritz, los que indicaban Bayona y no se cuantos más, parecía que escapábamos de alguién, - Uf, tengo las piernas entumecidas, dijo Julio. ¿Porqué no paramos un poco a descansar? - De acuerdo. La verdad es que me vendrá bien, llevo horas conduciendo y estoy hecho polvo. Paramos en una pequeña cafetería. Había poca gente, sólo un par de hombres con aspecto de camioneros tomando un café apoyados en la barra. Nuestra vista se dirigió hacia la camarera, una chica joven, pelirroja, muy guapa. En ese momento pensé "creo que me va a gustar La France". Estaba absorto en mis pensamientos cuando la voz de El Búho me devolvió a la realidad. - Perdón, señorita, ¿dónde está el baño? - Je ne comprend pas, je ne parle pas espagnol. La cara del Búho era un poema, todos le miramos y nos echamos a reír. - Ba-ño, dón-de está el baaa-ñooooo, uve doble ce. Where is it? Please, y empezó a gesticular AAVV El Espinillo 20 www.espinillo.org La joven, ante las gesticulaciones del Búho no pudo sino echarse a reír. En ese momento nos dimos cuenta de lo complicado que iba a ser desenvolvernos en Francia sin conocer el idioma. ∞ ∞ Al fondo a la derecha, chaval- bramó una voz ronca desde el fondo de la barra, y añadió -siempre al fondo a la derecha. La risa del hombre de unos cuarenta años que había gritado a pleno pulmón resonó en la cafetería. Cuando cesó sentenció, es que la "mademoiselle" está que te cagas, y continuó con su estruendosa risa ∞ ∞ Al fondo a la derecha, claro, donde mas podrían quedar los servicios higiénicos, evidente querido Watson. El Búho, tras un gracias ostentoso, echó a correr hacia el baño, primaban las necesidades. El hombre se acercó a nosotros y nos preguntó, - Pero en que fachas andáis muchachos, por que tan solos en un lugar como este, no saben que si no se cuidan se pueden perder, nos dijo en tono burlón, cuando tenia vuestra edad sólo podía salir a mirar a la esquina de mi casa. Estamos de viaje, dije un poco temeroso. Yo soy camionero, traslado mercancía de una ciudad a otra. Vengo de Madrid, entiendo poco el francés y el ingles, pero me manejo, sobre todo en este lugar, y se marchó riéndose. Nos miramos unos a otros, indecisos, pero ninguno dijo palabra alguna. ∞ ∞ Pedimos una cerveza mientras nos sentamos en una mesa cerca de la ventana. Al momento una chica nos trajo las cervezas y se sentó con nosotros. Era más o menos de nuestra edad, llevaba una mini minifalda y bikini. Nos quedamos perplejos, ¿qué estaba ocurriendo?¿dónde narices nos habíamos metido?. Antes de responder a estas preguntas, otras chicas se sentaron al lado nuestro, alguna iba en monokini y nos preguntaron que si las invitábamos a una copa. La sonrisa del camionero completaba la escena. AAVV El Espinillo 21 www.espinillo.org Era la primera vez que estaba en un sitio de estos y empecé a sonreír y a sudar, todo al mismo tiempo. Estábamos “volados”, no sabíamos qué decir. José empezó a vacilar un poco con ellas, y para nuestro asombro, algunas entendían perfectamente el español. Les preguntamos qué de donde eran y cosas absurdas del mismo estilo. Al lado de las mesas había una pista a la que, hasta ese momento, no habíamos dado importancia, pero apareció de repente una chica bailando disfrazada de enfermera, empezó a contonearse. Cuando El Búho salió del fondo de la pista, que era donde estaba el baño, la situación resultó grotesca. El se quedó petrificado, no tanto por las chicas, si no por pensar lo que nos iba a costar la broma, o sea las cervezas. Se acercó hacía nosotros que estábamos sentados con varias chicas que nos sonreían, nos acariciaban, nos hacían muecas o no se, el caso es que ellas controlaban la situación y al menos yo me encontraba algo asustado. José se defendía bien, con su natural ironía y Julio resultaba sorprendente como siempre. A mí, después de unos minutos, no sólo sudaba si no que me salía humo por la cabeza, rodeado de tantas chicas preciosas medio desnudas y otra haciendo un strip-tease, era demasiado para ser mi primera vez. Para colmo pasar un rato con ellas no resultaba tan caro en este momento que teníamos dinero, nos podíamos pagar hasta una noche entera con dos. Yo me encontraba muy incómodo, decidí levantarme repentinamente y salir literalmente huyendo, eso sí con todo el dolor de mi corazón. - Os espero en la “furgo”, perdonad chicas pero tenemos mucha prisa, otro día venimos, hasta luego. Antes de salir me paró el vigilante de la puerta, que era un negro inmenso, alto y fuerte, un tanto mosqueado de que saliera corriendo, y me dijo, - ¿te quieres venir conmigo? - ¿adonde?, respondí. - tu et j’énsemble, tú y yo, o algo así entendí, y caí en la cuenta de que esto era lo que me faltaba, quité su mano del brazo y salí disparado y un poco aturdido. Tenía ganas de aventura, pero no de esta clase. Ya solo me faltaba que me iniciara el negro musculoso, ¡que espanto!. Mis amigos tardaron unos diez minutos que se me hicieron eternos. Me sentí ridículo, infantil, no se, ¿les habría parado también el vigilante negro?. Al subir a la furgoneta se partieron de risa, arrancamos rápidamente y me quedé mosqueado ¿de que coño se reían?¿sería de mí? A mí no me hacía gracia nada de lo que había ocurrido, lo había pasado fatal. Cuando conté lo del vigilante de la puerta, aparte de reírse, les di tema para la burla, ya no me iban a dejar en paz con el tema durante mucho tiempo. De repente alguien gritó a lo lejos ¡parad, parad!, madre mía más sorpresas aún, como tenía el susto del negro en el cuerpo le dije al Búho AAVV El Espinillo 22 www.espinillo.org - por favor no pares, arranca vamos. - pero como voy a arrancar, si me parece que es Paco ∞ ∞ - ¿Paco?, dijimos todos, ¿Paco, nuestro colega?, repetimos. - Sí, si, es su voz y la cara que veo por el retrovisor es la suya, sin duda. Va de copiloto en el camión de congelados que está detrás nuestro. -¡¡Eh!! ¡¡Tíos!! ¡¡Eh!! No recuerdo quién se volvió antes pero sí la inmensa alegría al descubrir que era Paco de verdad y saber que se unía a nuestro viaje. ∞ ∞ Desde su camión nos dijo que le siguiéramos, no nos dio tiempo ni para bajar e ir a verle. Seguimos al camión durante unos kilómetros hasta que nos encontramos con la primera área de servicio. En este tiempo nos íbamos preguntando que hacía Paco, el pelirrojo, en un camión de congelados. Nos parecía inaudito y no encontrábamos explicación. Y encima la fortuna de dar con nosotros en la autopista ya que no habíamos recibido ninguna llamada suya preguntándonos donde estábamos. Al detenernos salimos todos corriendo y le manteamos. A Paco se le veía muy emocionado, tras esto le preguntamos atropelladamente, - ¿cómo nos has encontrado? ¿cómo has llegado hasta aquí? ¿qué haces en un camión de congelados? ¿encontraste el DNI? y tu padre ¿te ha dejado sin problemas? Paco lo primero que hizo fue presentarnos al camionero, - Esperad un momento, lo primero presentaros a mi primo Rafael que es camionero y va a Suecia. Lo segundo es que tenía pensado ir hasta Burdeos, y si no os veía, iba a ir a Nantes, ya que el padre de José me dio la dirección de tú tío por si no os encontraba antes. Así que os iba a encontrar seguro y daros esta sorpresa gañanes. ∞ ∞ La verdad es que nos dejó atónitos, que cantidad de recursos tenía Paco, no hubiera creído nunca que se atreviera a tanto, pero las impresiones cambian a medida que nos enfrentamos con nuevos retos. Paco contestó: AAVV El Espinillo 23 www.espinillo.org - El carné no lo encontré pero conseguí sacarme el pasaporte, así que no me lo pensé dos veces y llamé a mi primo Rafael que adelantó su viaje a Suecia y aquí estoy. Pero contadme vosotros que habéis hecho estos dos días. Después de hablar un buen rato, y de ponerle en antecedentes, nos despedimos de su primo el camionero y seguimos ruta. La cuestión era que ahora cinco no cabíamos para dormir juntos, así que habría que hacer turnos o improvisar algo. Acabo de perder una batalla, porque si hacemos turnos, los dos o tres que se queden despiertos seguro que harán cientos de kilómetros y me perderé muchas ciudades y lugares que quiero ver. Así que sabremos donde empezamos a dormir pero no donde nos despertaremos. ∞ ∞ Estábamos viajando por la región más suroccidental y la más cercana, geográfica y culturalmente, a España. Su paisaje es muy similar al del País Vasco. El nombre de esta región es Aquitania (Aquitaine, en francés), y su capital es Burdeos (Burdeaux), a la cual nos dirigíamos. Según la información que habíamos recabado Burdeos es una ciudad que vive del comercio y, especialmente, de la industria del vino. Alrededor de la ciudad hay varias zonas de viñedos con châteaux (como nuestras bodegas) para la cata y la compra de buenos caldos (Médoc, Libourne o Entre-deux-Mers son tres de esta zona). Nuestro próximo objetivo es Burdeos, creo que después de tantas horas de viaje por una autopista recta y más recta, rodeada de inmensos bosques, pararemos. ∞ ∞ Pues parece que no, todos han decido seguir sin parar. Han cogido la droga de la carretera y a nadie le apetece bajar. Para todos, excepto para mí, se impone ir ya hacia Nantes, a casa de los tíos de José, allí al menos nos quitaremos a uno para dormir, o quizás más, y podremos dormir toda la noche de un tirón. Además seguro que conoceremos a gente y a amigas de su prima. El viaje es muy largo hasta allí, así que tendré que idear alguna estrategia para que la parada sea en alguna ciudad apetecible. Con el cachondeo que llevan en el cuerpo son capaces de parar en la próxima área de servicio tomarse una cerveza y seguir ruta, y después de la experiencia que he tenido, me ha entrado alergia a parar en la carretera. Intentaré convencerles de que paremos en Rochefort, el nombre me suena al queso y probablemente por el estómago podía parecer atractivo, aunque a mí lo que más me interesa es parar en la ciudad vecina “La Rochelle”, ese nombre lo he leído y visto en algunas memorables películas de espadachines y asociado al famoso Cardenal Richelieu, así que imagino que debe de ser una AAVV El Espinillo 24 www.espinillo.org ciudad bonita, al menos tiene puerto y mar. Si todo sale bien cenaremos en Rochefort y dormiremos en La Rochelle, aquí aprovecharé y con alguna excusa dormiré más tarde, así podré pasear por la ciudad, y si digo que voy a ligar seguro que no saldré solo. Cuando me despierte no se donde estaré, seguro. ∞ ∞ Hemos parado en Rochefort, a fuerza de insistir en que era un buen lugar para cenar y pasear agradablemente, sobre todo después de la paliza que llevamos en el cuerpo. Después de cenar, todo el mundo andaba muy perezoso y nadie teníe ganas de continuar, así que hemos dado un paseo y a dormir. Espero que no hagan ninguna locura cuando esté durmiendo. Tercer día de viaje (3 de agosto de 1999) Poco a poco se asomaba el amanecer. Las luces del alba iluminaban por la ventana una imagen destellante, fulminante, de un ser casi celestial que me miraba fijamente. - ¡Es Ainara!, balbuceaba José, asombrado por el motivo de ver tan hermosa figura tras la ventana. - Pero, ¿qué esperas para abrir Juanito? ¡abre!, no dejes en la calle a Ainara. - ¿Estás bien? ¿te ocurre algo?, dije. - Hola chicos, ¿qué tal? Ya veis que lo mío es despertaros. - Esta vez nos ha gustado más la forma de despertarnos, dijo Julio. - He vuelto gracias a que José Manuel me dijo dónde estabais, porque olvidé el bolso con toda la documentación. Menos mal que no me han pedido nada al cruzar la frontera. - Y yo convenciéndote de que pararas en Rochefort y ya lo tenías planeado, ¡bribón!, le dije al Búho. - No te preocupes Juanito, me iré en seguida. No podía esperar porque llevo varios papeles importantes, y además me apetecía volver a veros. AAVV El Espinillo 25 www.espinillo.org - por mí te puedes quedar todo el tiempo que quieras, no lo decía por eso, era una broma con José Manuel. - No se hable más, te quedas con nosotros unos días, después del viaje que has hecho no te vamos a dejar que te vayas así como así, dijo El Búho. Los demás nos mostramos encantados con la idea, a lo que Ainara nos contestó que sólo podía quedarse un par de días. ∞ ∞ El problema es que se nos ha complicado la cuestión del espacio. Si con cinco ya no cabíamos, ahora que somos seis y una es chica, la cosa se complica y mucho. Nuestra relación se está convirtiendo en una sucesión de encuentros y desencuentros. Poco a poco nos ponemos en marcha hacia La Rochelle. Ainara parece eufórica, la verdad es que ha dinamizado el ambiente. Dejamos atrás Rochefort que ha resultado ser un lugar encantador, aunque muy caro, por lo que no hemos podido cenar en ningún restaurante, o como dicen aquí bistro. Paco nos traducía los menús y se le ponían los ojos como platos del susto que le daban los precios. Así que hubo que conformarse con latas y embutidos. No tardamos en llegar a La Rochelle. La llegada es espectacular. Es una ciudad con una luz que cautiva, con mucho encanto, calles porticadas, residencias renacentistas y, lo más impresionante, un puerto abarrotado de veleros. Estaba claro que no nos habíamos equivocado con la elección. Me encuentro lleno de optimismo y energía para empezar un nuevo día. No puedo decir lo mismo de Julio, pues no le veo tan animado como al resto. A ratos, en la furgoneta, se queda ensimismado mirando por la ventanilla, como si estuviera a muchos kilómetros de nosotros. Espero que no vuelva a tener una crisis de melancolía y se vaya animando poco a poco. ∞ ∞ - ¡Que suerte tienen! - murmuraba Julio, todos están con ganas de marcha y yo estoy hasta las narices de la furgoneta y la carretera. No me encuentro cómodo, no se que me pasa, pero no me encuentro a gusto en este viaje, espero que todo cambie. - Me voy a dar un paseo colegas, no contéis conmigo en un par de horas, dijo Julio - pero ¿dónde vas?, preguntó José AAVV El Espinillo 26 www.espinillo.org - no se, hasta luego. Julio quería hacer algo que le hiciera sentirse mejor, pero no sabía muy bien qué. Mientras paseaba, vio un salón de belleza y, a pesar de no dominar el francés, se metió en él. Dijo que quería cambiar de look, quería dejar de ser el arregladito, bien peinado y siempre discreto Julio, para convertirse en algo ligeramente diferente, no sabía muy bien qué, pero diferente. Quería protagonizar su propia experiencia. Quería sentir el aire fresco en sus cabellos y sentir el perfume de alguna mujer, quería tener la suerte de El Búho, la destreza de José, la audacia de Paco, o los sueños de Juan todo junto en uno solo, todo junto en un nuevo Julio. El cambio de look al principio le hizo sentirse más tímido, pero, poco a poco, y en un país desconocido, se fue encontrando mejor. Se apresuró en conseguir un nuevo traje, diferente, con el dinero que tenía escondido para casos de emergencia, algo que acompañara a ese tupé nuevo con el que había salido del salón de belleza, nada de raya a la derecha y flequillo que era como le conocíamos. Entró en una tienda y se compró unos vaqueros lavados y agujereados, bastante modernos, y una chaqueta tipo Travolta-Grease, para impactar. Mientras tanto, nosotros estábamos angustiados con la ausencia de Julio. Ya habían pasado más de cuatro horas y no aparecía, conociéndole podía haber hecho cualquier cosa. ∞ ∞ - Pero ¿seguro que no ha dicho a dónde iba? - - Mirad bien por la furgoneta, a lo mejor ha dejado una nota ... Estábamos volviéndonos locos de tanto darle vueltas a la cabeza. Nos habíamos dividido para buscarle por la zona, sin éxito. Y después de muchas vueltas decidimos volver a la furgoneta y seguir esperando. Mientras, Paco se quedó por los alrededores, al menos se defendía en francés. De pronto vimos a lo lejos la inconfundible figura de Paco, con su metro noventa, al lado de un desconocido. ¿O no era desconocido?. - Mirad a quién he encontrado por fin.- dijo sin poder aguantar la risa. No podíamos creerlo...¡era Julio! Pero, ¿qué demonios se había hecho en el pelo? ¿Y qué clase de chaqueta era esa?. Después de recibirle, con una mezcla de enfado y risas por la tensión que habíamos tenido, le pedimos que nos explicara qué le había pasado. -Perdonad chicos, se que os he hecho una faena, pero o hacía algo para AAVV El Espinillo 27 www.espinillo.org motivarme o me volvía a Madrid. Ya os contaré...De momento, ¿qué os parece si damos una vuelta por el puerto? ¡He visto unos barcos impresionantes! - ¡más vueltas!, ¿sabes la cantidad de vueltas que hemos dado buscándote?, dije. - Está bien, lo mejor es que tomemos algo con Travolta, soltó El Búho, y nos fuimos entre bromas, que aguantó muy bien Julio, a tomar algo. ∞ ∞ Julio es una persona verdaderamente especial. Tenía su ying y su yang. Una gran fuerza, una potente capacidad de enganche, y una tremenda timidez. Nosotros somos sus amigos, con nosotros está en su salsa. Y cada uno de nosotros, sin excepción, recurriría a él, especialmente en cualquier caso de situación problemática “poglemática”, como dice él siempre. Nosotros lo conocemos como a un hermano. Bueno, que leche, es nuestro hermano. Sabemos cuando necesita mucho y cuando necesita poco. No confundáis esto con debilidad de carácter. Julio tiene un carácter que nos mueve, nos engancha, nos hace sentir bien, especiales. Luego se va, se evade, se quita el tío del grupo, se pira y se compra una chupa tipo Travolta, es así . Por cierto, ¿De dónde habrá sacado el dinero? Me adelanté al grupo y, al llegar a la furgoneta, se me ocurrió mirar entre la ropa de Julio y descubrí un papel doblado, casi roto de tanto doblez. Instintivamente, lo desplegué y vi algo que me descolocó. El papel contenía este texto: Algo me quema y me hiela, duerme y me tiene en vela, nace, muere, y amanece, se mueve, menguando, y crece Algo dentro, en un lugar inaccesible, sin par, que vive sin alimento universal, sin acento, y al mismo tiempo local, de Madrid, El Espinillo, de Córdoba, pues total, del mundo, que es un castillo. Vivo, caigo, vibro, Estiro, encojo, subo, bajo, me leo un libro, en el que alguien anduvo con la más querida amante en la más grande deriva AAVV El Espinillo 28 www.espinillo.org con el deseo arrogante de decir al mundo ¡VIVA! Dejé el papel, o al menos lo intenté, imitando con exactitud los dobleces que me había encontrado. ∞ ∞ - ¿Qué rebuscabas en mis cosas, tío? Me sobresalté un poco. - Nada hombre, este papel estaba en el suelo. Al verlo vi que era tuyo y lo estaba dejando con tus cosas. - Anda, vete a freír monas y deja mis cosas, que sea la última vez ¿vale? - No pensé que tuvieras alma de poeta. Disculpa, pero lo he leído, creí que era propaganda o no se. - Serás cabrón. Son cosas mías, me jode que leas lo que no te importa. Si lo guardo es por algo. - perdona, no volverá a ocurrir, no pensé que fuera nada malo. - Me gusta leerlo de vez en cuando, es personal y cuando digo personal quiero decir que a nadie le importa. - ces ne pas de problème, - será, il n'y a pas de problème, - pues será, no tengo ni idea de francés y tú tampoco es que seas Voltaire, pero me sonaba algo así. - Ese poema me reconforta, me da fuerzas para luchar, para salir adelante, en realidad me lo escribió alguien muy importante para mí, que no te voy a desvelar, y ese es uno de los recuerdos que tengo, tal vez uno de los más valiosos, y su ausencia me hace sentirme a veces un poco nostálgico, pero me he prometido cambiar, veremos si lo consigo. - No fastidies, no cambies más, con lo de hoy tenemos bastante. - No me refiero al exterior. - Pues el interior está bien, que sepas que para nosotros eres muy especial, un tío divertido también, tienes tus momentos, como todos. - gracias colega. AAVV El Espinillo 29 www.espinillo.org - créeme una cosa, seas como seas, y pase lo que pase, siempre vamos a quererte como a un hermano, pero hay algo que no me queda muy claro aún, ¿de dónde narices sacaste el dinero para hacer esos cambios?. - A ti te lo voy a decir ∞ ∞ A pesar de los esfuerzos del Búho por ligarse a Ainara, era Ainara la que dirigía las operaciones. Naturalmente no me terminaba de creer la historia que nos acababa de contar. Todo era muy extraño, algo se me escapaba. Estábamos perdidos por Europa y le resultaba fácil encontrarnos, no se de qué iba la historia. Tampoco me resultaba familiar la actuación de Julio, lo conocía demasiado bien, desde infantil íbamos juntos al colegio, casi quince años ya, como con el resto. Sabía que sus momentos más raros con nosotros, sus momentos más despegados del grupo siempre procedían de un enamoramiento. Cuando nos descolocaba era porque había alguna chica y ya estaba preparando el terreno para conseguir ligar y, para ello, intentaba mostrarse diferente al resto de nosotros, que solíamos seguir la estela del Búho con bromas, conversaciones divertidas, engatusándolas. Esto hacía que nosotros lo pasáramos muy bien, aunque las chicas no entendieran nada de nuestras gilipolleces. Quizás podíamos parecer un poco patanes, pero en este cesto nunca se encontraba Julio, él iba por libre y esto es lo que me llamaba la atención sobre lo que estaba ocurriendo en este momento. La noche fue de traca, dormir en la furgoneta se convirtió en una odisea. Cuarto día de viaje (4 de agosto de 1999) Al día siguiente decidimos ir directamente a Nantes. Esto desahogaría la situación, la furgoneta parecía el camarote de los hermanos Marx, sobre todo tras la noche pasada. En la casa del tío de José seguro que las cosas cambiarían un poco, para mejor. En el camino hablamos de muchas cosas, pero, por primera vez, muchos de los temas en vez de ser objeto de risas y chanzas, daban pie a discusiones. Nos pasamos toda la mañana discutiendo en la carretera, a pesar de intentar guardar las formas. Pero aquí y ahora está Ainara, guapa, altiva, sugerente, inteligente, extraña, comprometida, embaucadora. Nos está poniendo un poco nerviosos. Todos queremos acercarnos, queremos caerle bien, queremos ligárnosla y apuntarnos ese magnífico “tanto”. Sabemos que nos dará un prestigio tremendo con los colegas, y los demás parece que están tan impresionados con ella como yo. Será ella la que va a elegir, si es que no ha elegido ya, y en este punto es donde estoy muy mosqueado. Me da que El Búho, quizás Julio, AAVV El Espinillo 30 www.espinillo.org y Ainara tienen algo más que una cordial relación, pero todo me sigue resultando muy extraño. Lo único bueno de todo esto es que con Paco y con Ainara tengo dos aliados para disfrutar de lo que más me gusta, que es tener tiempo para ver las ciudades, los pueblos, mirar, observar, recrearme con los monumentos, las calles, el arte, las ruinas, los castillos y todas esas cosas que de otra manera resultarían difíciles, pero que extrañamente han resultado muy fáciles en Rochefort y La Rochelle. Hay que ver lo que cambian algunos hombres delante de una mujer. ∞ ∞ Llegamos a Nantes antes de comer, con suerte a tiempo para volver a la comida casera. Sólo habían pasado cuatro días, pero ya me apetecía muchísimo y aún no sabía como era la comida francesa. No fue difícil dar con la casa de los tíos de José. El tío se llamaba Rafael Bravo, y era todo un personaje, parecía sacado de uno de los libros de historia que tenía. Ya era muy mayor y nos contó que llevaba cerca de cincuenta años viviendo en Francia pero que, todos y cada uno de los días, seguía echando de menos España. Todo lo que nos contaba me parecía muy raro, pero resultaba interesante. Me recordaba a mi abuelo y sus batallitas, sólo que estás eran nuevas y no las conocía. Nos dijo que nunca había podido venir a vivir a España porque se casó con una francesa, tuvo hijos franceses y, las ayudas y becas que tenía el Estado francés no existían en España. Todo eso había ayudado mucho a sus hijos, pero en ningún momento se había sentido integrado con los franceses. Esto si que no lo entiendo. - Fijaos chicos hasta que punto echo de menos mi país, que cuando piso suelo español es como si me relajara por fin, como si ya no estuviera en guardia constante, como si ya me pudiera dejar llevar. Siempre me causa una emoción que con los años no hace más que aumentar, y cada año lloro más al despedirme de mi querida España. A mí todo esto me resultaba ininteligible. Nosotros estábamos como locos por salir de España, y los inmigrantes que veo en España, que no son muchos, me da la impresión de que están encantados. Claro que también es verdad que nunca me había parado a pensar en esta cuestión. Nos presentó a su mujer, se llamaba Veronique , apenas hablaba algo de español, y a sus dos hijos. Su hija se llamaba Corinne. Los dos hablaban el español para orgullo de su padre, aunque cuando nos pusimos a hablar con ellos tuvimos que repetirlo todo más despacio porque no se enteraban bien, especialmente cuando hablaba yo. Mis colegas, alguna vez, para cachondearse de mí me llamaban, diciéndolo muy rápido, Juanito-Juanito. Corinne fue como un soplo de aire fresco. Tenía dieciséis años y unos ojos azules increíbles, no sabíamos nada de ella pero ya nos había entusiasmado, lo cual no resultaba difícil. La lástima es que ella no me entendía muy bien en AAVV El Espinillo 31 www.espinillo.org español. Al poco ya se podía ver a Paco practicando francés con Corinne. Y allí estaba yo solo escuchando al tío de José que me contaba un montón de cosas, pero que no era donde yo quería estar. Alguien propuso dar un paseo antes de comer, pero la tía Veronique tenía la coliflor ya en la mesa, ¡coliflor! De todas las comidas de este mundo creo que la única que no me gusta ni por su olor ni por su sabor es la coliflor, que suerte la mía, se me estaba atragantando Nantes mientras veía a todos mis amigos de lo más divertidos. Me sentía sólo con la coliflor como el castillo de Nantes que acabábamos de pasar, hasta que llegaron los postres. Nos sacaron un plato con veinte tipos de quesos, ¿dónde estaba el dulce o la fruta?, aquí el postre era queso y más queso, y para desahogar mis pequeñas penas me puse a comer de todos los tipos. Al terminar y, después de una larga sobremesa junto a Rafael, el tío de José, note que algo no me había sentado bien. ∞ ∞ Por la tarde Corinne nos propuso ir a la playa de la Baule, no sabía que por allí había playas aptas para el baño, la oferta parecía interesante y todos nos mostramos encantados. Cuando llegamos me quedé alucinado. La playa era ancha y muy larga, debía tener muchos kilómetros. Aún así estaba llena de gente, a esa hora el lugar era idílico. Tenía dentro de la playa trampolines, islas y artilugios con los que divertirse, lo que la hacía más divertida. Pensaba que esto de las playas era algo típico del sur o del Mediterráneo, pero estaba equivocado. El agua estaba fría pero me pareció menos que en Galicia. Allí recuerdo entrar en la playa y desaparecerme los tobillos del frío, aquí se podía andar e incluso nadar. Después de divertirnos un buen rato en el agua, nos fuimos a la playa a charlar. El grupo empezaba a ser considerable. Corinne había venido con su amiga Selina, otra francesa de la misma edad, y con una cara muy francesa diría yo, más blanca de piel, resultaba atractiva por su exotismo, pero a estas alturas y después de tanto ver las caras de mis amigos, cualquier chica nos resultaba casi una maravilla, sobre todo si nos prestaba atención con simpatía. Yo, que era un zoquete en idiomas, no hablaba nada de francés, bueno sí, preguntando por los sitios había aprendido a decir derecha, izquierda, seguir recto y semáforo, lo que no creo que pudiera ayudar mucho en ciertos empeños como el de acercarme a Seline y entenderme con ella. Mientras tomábamos el sol debimos quedarnos dormidos y al despertarme me encontré con el Búho que seguía durmiendo a mi lado. No había nadie más cerca, así que le desperté - José Manuel, despierta, ¡Búho! - ¿qué quieres? AAVV El Espinillo 32 www.espinillo.org - Dos cosas, primero ¿dónde está el personal? Y segundo ¿dónde está la playa? - ¡la leche, es verdad! La playa se había retirado casi un par de kilómetros, delante nuestro todo era fango. Los trampolines, islas y demás estaban sobre el barro y ya quedaba poca gente en la playa. Miramos la hora y eran las siete de la tarde, habíamos estado un par de horas durmiendo. Miré al Búho de frente y me di cuenta de que,o se había pintado la cara o se le había quedado media cara roja y la otra blanca, estaba de lo más gracioso. - Ahora si que no te vas a comer una rosca - ¿por qué? - No te has visto la cara, por un lado estás colorado como un cangrejo y por el otro de color vainilla, resultas de lo más ridículo, pareces un arlequín, ja, ja. - ¡no jodas! - El que no va a ... eso, eres tú con esa cara, pero ¿dónde está todo el mundo? - Ni idea, pero ¿se me nota tanto? - ja, ja, si. De repente miramos hacia atrás y vimos a Paco y a José venir corriendo y llamándonos. Nos contaron, casi sin respiración, que nos acababan de robar en la furgoneta, el cristal del conductor estaba roto. Salimos disparados hacia allí y, al llegar, empezamos a comprobar lo que nos habían quitado. Lo primero que miramos fue el dinero. Desmontamos la caja de cambios y vimos los primeros calzoncillos, nos calmamos un poco, parecía que no habían encontrado el dinero, este era nuestro tesoro y sin él habría que volver a casa rápidamente. Al sacar todo pudimos ver el dinero, por ahí nada, ¡bien!. Nos dimos cuenta de que un equipo de música que teníamos en la cocina había desaparecido. A Julio le habían robado la chaqueta nueva que se acababa de comprar, y otras cosas de menor valor. Por suerte podríamos seguir nuestro viaje, pero ahora ya sin Giorgi Dan y sin las canciones de Ana Belén que tanto le gustaban a Paco. Lo que perdíamos por un lado lo ganábamos por otro. No salimos mal parados. Lo peor fue el arreglo del cristal de la ventana. ∞ ∞ El primer revés grave no nos había derrumbado el sueño, podíamos seguir adelante. Esta era una de las experiencias que habíamos supuesto muchas veces que nos podría ocurrir, las aventuras traen su lado positivo y negativo. Julio ni se había enterado de que le faltaba su chaqueta. Él estaba en la playa muy animado con la amiga de Corinne, Selene, y ni se había enterado del AAVV El Espinillo 33 www.espinillo.org incidente. Más tarde cuando supo lo del robo estaba tan absorto en sus movidas que no le dio más importancia. Julio siempre acababa por sorprendernos, lo único que dijo fue: - chicos la vida continúa, sólo ha sido un traspiés ¡cada día me gusta más este viaje! Después de cenar, de nuevo en casa de Rafael, Ainara nos contó un poco más sobre su escuela de teatro, pero su mirada se dirigía siempre hacía José Manuel, parecía que había algo entre ellos, tenían dibujado en sus rostros una sonrisa cómplice en muchas ocasiones. ∞ ∞ La cena en casa de Veronique y de Rafael Bravo, fue magnífica. Se percibía claramente que nos tenían cierto cariño, que les habíamos caído bien, quizás les producíamos cierta nostalgia. Al final, y vista la alegría reinante, no podía finalizar de otro modo que cantando clásicas canciones francesas, empleadas en la enseñanza del idioma francés y que a algunos de nosotros nos sonaban. Unos éramos más reticentes que otros a ello, pero el clima que se creó fue tan cómplice y amable que todos alzamos nuestra copa al son de (perdonad las incorrecciones, aprendí poco, sedado por las bellezas femeninas presentes y con la copa llena) Les messieurs De la table ronde Goût on bois S’il le vin est bon S’il est bon S’il est agreable Goût on bois ........ Goût on bois (oui oui ouiii) Goût on bois (non non non) Goût on bois S’il le vin est bon Y también otra canción celebérrima Un kilomètre a pied Ça use Ça use Un kilomètre a pied Ça use le soulier Deux kilomètres a pied Ça use Ça use AAVV El Espinillo 34 www.espinillo.org Deux kilomètres a pied Ça use le soulier Trois kilomètres a pied Ça use Ça use trois kilomètres a pied Ça use le soulier ... Os diré que recorrimos, chapurreando, hasta “catorce kilometres a pied”. ∞ ∞ « Tu es la plus belle fleur ». pequeña frase, pero significativa, es la única que me he aprendido producto de mi afán por ligar con alguna francesita. No es que sea cursi, es más, espero no pecar de muy cursi, pero me empezaba a dar cuenta de que un hombre es capaz de muchas cosas por una mujer, hasta estos extremos, y estaba dispuesto a hacer de todo, por conquistar a Corinne que me tenía cautivado, y después de aquel día, no podía si no pensar en ella, sobre todo tras cantar junto a ella, lo que me había hecho vibrar de emoción. ∞ ∞ Quinto día de viaje (5 de agosto de 1999) Por la mañana las cosas siempre se ven más claras. Habíamos descansado cómodamente gracias a la generosidad de Veronique y Rafael, pero nos enfrentábamos a resolver el inconveniente de la luna rota de la furgoneta. Rafael se ofreció a acompañarnos a un taller que conocía, pues aunque era verano y para el viaje no importaba tanto que la luna estuviera sin cristal, era un inconveniente a la hora de aparcar y dejar la furgoneta en cualquier ciudad. El Búho y Rafael se fueron al taller y el resto del grupo, incluida Corinne, decidimos ir a conocer la ciudad. Quedamos con ellos en la Plaza de la Catedral. ∞ ∞ Comenzamos a caminar por el casco antiguo de Nantes, ciudad natal de Julio Verne, mi escritor favorito. Todavía recuerdo la primera novela que leí suya “El faro del fin del mundo”, cuando tenía unos 13 años. Recuerdo que sus historias de piratas consiguieron engancharme tanto que logré terminarlo en tan sólo dos noches. Desde entonces, he intentado leer todo lo que he podido AAVV El Espinillo 35 www.espinillo.org de Julio Verne. Le admiro tanto… Por un segundo, pensé en la cantidad de veces que él habría paseado por estas calles. En cualquier otro momento me habría emocionado, pero ahora… sólo podía pensar en una cosa, en Corinne. Esto no podía seguir así, tenía que decirle algo, no podía marcharme de allí sin decirle lo que sentía. ∞ ∞ José nos juntó a los amigos en un momento del paseo y nos dijo, con un aire muy autoritario, que con su prima nada de nada, que ni se nos ocurriera intentar nada. Era muy joven y era su prima. - Pero ¿de qué vas tío?, le contesto Paco. - Pues voy de lo que voy, os aguantáis que os conozco y ya habrá otras oportunidades, pero a Corinne dejadla en paz. Además para vuestra información tiene novio. - Da la impresión de que eso no importa mucho en Francia, no te nos pongas gallito porque con suerte sólo lo vamos a intentar, y no creo que llegáramos en este tiempo más allá de darle un beso como mucho, le respondió Julio. - Pero ¿es que no podéis hacer caso de lo que os digo?, no me mosqueéis ¡leche!. - No seas antiguo José, y tú ¿que haces todo el día con Seline?¿no tiene la misma edad?, respondió Paco Yo asistí atónito a la conversación. Corinne tenía más pretendientes que Claudia Schiffer, ¡menudo panorama!, había que adelantarse a estos dos buitres, y encima me las tenía que ver con José. Lo mío, definitivamente, iba a ser otro amor platónico y ya empezaba a acumular un buen álbum. Creo que al menos tendré mi momento cuando llegue a París con mi querida amiga Sandra. Por carta nos habíamos dicho tantas cosas bonitas casi sin conocernos que no se si cuando estemos cara a cara las vamos a mantener, más bien si ella las va a mantener, yo seguro que las voy a acrecentar, ya cuento los días que me quedan hasta Paris. En el fondo me venía bien lo que me estaba pasando, rápidamente olvidé a Corinne y decidí centrarme en Sandra, espero que no sea otro patinazo más de mi vida amorosa. A partir de ese momento pasé a ser un observador de todo lo que estaba aconteciendo. Decidí ver como se desenvolvían Paco y Julio al lado de Corinne, ver a José y sus miraditas furibundas, a la vez que seguía siempre cerca de Selina, que a su vez miraba furtivamente siempre a Julio, pero a éste el hecho de no poder entenderse le desesperaba, y también seguir a la enigmática Ainara, sólo el Búho era capaz de entenderla, a nosotros nos desconcertaba con sus cambios de humor. Esa mañana no tuvo desperdicio. AAVV El Espinillo 36 www.espinillo.org ∞ ∞ Durante el paseo la tensión entre El Búho y Ainara fue en aumento, hasta que se fue por su cuenta y quedamos con ella en casa del tío de José. Lo que más nos ha gustado es el río Loira, magnífico, sobre todo la vista que se extiende desde la colina de Santa Ana. También el barrio medieval de Bouffay y El Castillo de los Duques de Bretaña. En lo que más consenso ha habido ha sido en el muscadet, un vino típico de esta zona que ha hecho que al final no haya pasado nada desagradable entre nosotros, a pesar de las caras que arrastraban José y El Búho por distintas cuestiones. Después de comer nuevamente en casa de Rafael creo que partiremos rumbo a Paris. Aún tenemos que hablarlo, aunque más de uno va a ser partidario de quedarnos un día más, pero José, yo y, probablemente, El Búho optaremos por seguir la marcha. No podemos abusar más de esta extraordinaria familia que nos hemos encontrado. En la comida nos han comentado que no dejemos de hacer la ruta de los Castillos del Valle del Loira, que son patrimonio de la Humanidad. Esta comida si me está sentado bien. De primero nos ha puesto espinacas con gambas, deliciosas, luego una carne muy exquisita con salsa de manzana, para terminar con los quesos de siempre. La perspectiva de los castillos del Loira me tiene subyugado. Nos han recomendado especialmente el de Blois y el de Amboise. El Búho se ha mostrado muy interesado ¡lo que le está cambiando Ainara! y parece que iremos hacia allí, esto promete. Ya tenemos la furgoneta arreglada, gracias a las gestiones de Rafael, y, al final, hemos decidido partir sin más dilación. Las cosas se estaban torciendo y José tenía ganas de salir de allí para no acabar mal con sus colegas. La despedida ha sido emotiva, con alguna lágrima del tío de José. Se han portado estupendamente, incluso querían que nos quedáramos un par de días más, pero José ha dicho que ya habíamos quedado en no se dónde como excusa para partir. Paco y Julio no han conseguido su propósito con Corinne, excepto las promesas de verse en España, teléfonos, y direcciones. Se nos abre ahora un abanico de posibilidades, desde hacer turismo fluvial en algún punto de este río camino de Orleáns, hasta sacarnos una tarjeta para ver toda la zona y entrar gratis en todos los castillos. Francia es realmente bonita. El paisaje a veces es espectacular, muy verde, con grandes bosques y sus ciudades están bien cuidadas. De momento lo único que echamos en falta son unas noches como las madrileñas, más largas y más locas. Aquí todo acaba muy pronto. José sigue un poco enfadado con Paco y Julio, el Búho no está participativo, ya no encabeza ninguna broma ni nada, sólo quiere estar con Ainara, el ambiente festivo de los tres primeros días se está diluyendo. - Hay que ir en dirección a Angers, luego según nos han comentado está AAVV El Espinillo 37 www.espinillo.org Tours, Blois y Orleáns, comenté. - Pues a Angers se ha dicho, respondió el Búho - Yo os acompañaré hasta Paris, luego cojo un tren y me vuelvo a Donosti, dijo Ainara A mí me pareció una propuesta excelente. Ainara estaba enturbiando el ambiente, no porque tuviéramos problemas, si no porque estaba minando a nuestra mayor distracción: El Búho. De todas maneras dijo que iba a estar un par de días y al paso que va se queda todo el mes. - Pero qué dices, tienes que seguir todo el mes con nosotros, respondió el Búho, este viaje ya no puede seguir sin ti. Lo que nos faltaba por oir. - Me gustaría mucho José Manuel, pero tengo cosas que hacer y además me estarán echando de menos en casa. Dije que me iba un par de días con una amiga y voy a estar una semana fuera y no se qué decirles, se les puede ocurrir llamar a mi amiga y la tengo liada en casa. De todas maneras nos volveremos a ver, no te preocupes. - Pero ¿cuándo?¿dónde? El tono de la pregunta y el rostro del Búho, provocó las risas de todos los colegas y le dejó fuera de juego, se quedó descolocado mientras nosotros nos partíamos de risa. Giró a la derecha la furgoneta, frenó en seco y se bajo del coche con Ainara. En ese momento nos dejó totalmente alucinados, si se le ocurría irse a Donosti nos quedábamos sin el alma del grupo. Nos miramos unos a otros un poco aturdidos, y decidimos que éste no iba a Donosti y sí que iba a recibir “doshostis”. No sabemos lo que hablaron, sólo que se sentaron y dijo el Búho, - A Angers ¿no? - Y al resto de Europa, dijo José, por si acaso. De momento seguíamos los seis, pero para el resto alguien sobraba. ∞ ∞ Para nuestra sorpresa, Angers está a menos de 100 kilómetros de Nantes, por lo que llegamos antes de lo que pensábamos. Entramos en la ciudad bordeando el río Maine, y, según avanzamos, nos quedamos en silencio, impresionados, pues se perfila la silueta del Castillo de Angers, majestuoso y con un aire muy medieval, bien conservado. AAVV El Espinillo 38 www.espinillo.org Estábamos deseando parar, a ver si con un poco de suerte todavía podíamos entrar a visitarlo, pues nos dijeron que dentro exhiben un tapiz de mas de 100 metros de largo. Hasta José sentía curiosidad. Ni que se estuviera aficionando al arte, está desconocido. Después tendremos que pensar si seguir a Tours, que tampoco está muy lejos, o quedarnos aquí a pasar la noche. Es lo más complicado del viaje, pues apetece avanzar pero cada sitio en el que paramos nos embauca y cuesta tomar la decisión. Ya no me quito de la cabeza la llegada a París y el encuentro con mi amiga Sandra. Estoy nervioso, pues después de un año escribiéndonos, nos vamos a encontrar frente a frente. Decidimos ir hacía el castillo. Al llegar, a Paco le advierten que hay algunas dependencias que no se pueden visitar, pues se han cerrado ya, y tenemos una hora hasta el cierre total. Una hora para creernos que somos caballeros medievales, y fantasear con dragones y princesas. Seguro que Ainara está también encantada con este escenario, aunque desde que se bajó con José Manuel a hablar en la carretera, les noto más serios y distanciados. No se qué se dirían, pero espero que no afecte a nuestro viaje. Paco y José corren hacía dentro simulando que van sobre un caballo, mientras las chicas de la taquilla se ríen de nuestras payasadas. ∞ ∞ Según se iban abriendo las puertas la imaginación empezaba a flotar, realmente era como un túnel en el tiempo. Si mirabas hacia delante te encontrabas en la época medieval, si volvías hacia atrás veías las taquillas y a las chicas que nos habían vendido las entradas, que todavía sonreían al mirarnos, con sus ordenadores y su casi siglo XXI. Realmente parecía la puerta entre dos mundos. Teníamos que darnos prisa, sólo había una hora para verlo todo o, por lo menos, lo que quedaba abierto y no podíamos dejar de ver el gran tapiz, seguro que no había otra ocasión. ∞ ∞ Lo que no sabíamos ninguno de nosotros era que a Julio no le gustaban los castillos ni de lejos, pero si sabíamos que no soportaba que hiciéramos gracias para que las chicas se rieran con nuestras tonterías. Y él, tímido por naturaleza, se ponía serio con estas cosas. Puede que fuera por esto o por Corinne y la discusión, el caso es que hizo el recorrido medio arrastrando los pies y en ningún momento se interesó por alguno de los tapices o por las armaduras. Eso sí, nos acompañó desde la distancia. Yo seguía sus movimientos de reojo y veía que se sentaba en los escalones de piedra cada vez que nos deteníamos. Cuando me daba cuenta de que ya no venía detrás de nosotros volvía la cabeza y lo veía lejos, concentrado en escribir, pero estaba seguro de que aquellas notas no tenían nada que ver con AAVV El Espinillo 39 www.espinillo.org armas, almenas, fosos o cualquier cosa que tuviera que ver con el castillo. No me equivoqué, pues una de las veces intenté acercarme a él para decirle que se uniera al grupo y dejó de escribir. Antes de guardar el papel pude ver que las líneas que guardó con tanta prisa eran versos. Lo habíamos comentado entre nosotros y cada vez estábamos más convencidos de que el poema que encontré, era de su hermano, muerto hace algún tiempo, aunque pudiera ser suyo. De hecho, le habíamos visto escribir a escondidas y la duda era cada vez más pequeña. Sobre todo, ahora que me acordaba perfectamente de uno de los versos que leí aquella tarde en la furgoneta mientras buscaba una pista para encontrarlo: “del mundo, que es un castillo”, eso decía. Me acuerdo bien porque es un verso que me hizo pensar. Y después de verle arrastrar los pies toda la tarde, estaba claro que a Julio los castillos no le gustaban. Claro que quizá estaba escribiendo a Corinne, y escribir aquellos versos mientras los demás mirábamos piedras y armas le ayudaba a estar flotando en su nube y pensando. Le conozco bien y estoy seguro de que no le gustó nada que las de la taquilla se rieran de Paco y de José cuando entraron montados a lomos de caballos imaginarios. Como críos, había dicho Julio cuando los vio trotar sin montura hacia la entrada. Estaba a mi lado cuando lo dijo y pude ver cómo al decirlo su cara se convirtió en una antorcha encendida. Muchas veces me había confesado Julio que no soportaba esa timidez que le separaba de la vida. Estaba claro que para viajar era mucho más apetecible el Julio Travolta y dispuesto a todo que este otro Julio más tristón. Pero los que le conocíamos bien habíamos aprendido a dejarle solo y, a la vez, a estar cerca por si hacía falta. Cuando uno se separa de la vida quizá no sea fácil aceptar que el mundo se le confunda con chicas que ríen, con taquillas, con antorchas medievales o con bocadillos de mortadela. ∞ ∞ ...Y de pronto, no sé cómo, me encuentro ante el fin. Ante el Apocalipsis. Cien metros de hermosura sin límites se extienden ante mis pupilas que intentan sin éxito abarcarlo todo, peinar hasta el último detalle del tapiz encargado hace seis siglos por Luis I de Anjou. Veo una mujer, una mujer de largos cabellos y un vestido que fluye sobre los escalones. La prostituta de Babilonia se refleja en el espejo. ∞ ∞ Veo hermosos ángeles postrados de alas azules, veo, ..veo...que estoy solo en la sala, y que ya hace un buen rato que no sé nada de los demás así que comienzo a buscarlos. Al principio los llamo tímidamente, como susurrando. - ¿Paco?, ¿José? ... Ninguno contesta, lo que me pone muy nervioso. Comienzo a andar más AAVV El Espinillo 40 www.espinillo.org rápido, más rápido. Doblo la esquina y ... me detengo justo a tiempo de no interrumpir la escena. Paco acaricia el pelo de Ainara e intenta darle un beso. Je je. El último en llegar y se lleva el gato al agua ¿será verdad? Si es que no hay derecho, pienso para mí ya más tranquilo tras haberlos encontrado. No me gusta nada el juego de esa chica. Quiero llegar a París por muchas razones y una de ellas es perderla de vista cuanto antes. ∞ ∞ Tras el recorrido por el castillo hemos aparcado al lado de la muralla y hemos abierto el doble techo de la furgoneta. Hoy para cenar tenemos huevos fritos y morcilla, que mira que dan de sí los huevos fritos, valen para cualquier remiendo, vamos a ver si se le impregna algo del humo que sale de nuestra cocina a este histórico castillo para que sepa cuales son los aromas de España, nada de coles, alcachofas y quesos, ¡morcilla y huevos fritos! El chorizo frito lo dejaremos para la torre Eiffel. La cena ha resultado estupenda aunque el comedor se queda pequeño para seis. Para dormir volvemos con las estrecheces. Vamos a intentar dormir los seis, lo siento por Ainara que le toca en los asientos de delante, si se amolda con el volante y la caja de cambios dormirá bien. Nosotros todos juntos detrás de forma inverosímil. Yo me he tirado rápidamente en una esquina, así me garantizo que los codazos y demás sólo vienen en una dirección, y, de paso, la pared está más fresquita. Sexto día de viaje (6 de agosto de 1999) Cuando estábamos sin chica llegamos a realizar concursos de posturas, pedos e idioteces varias, ahora con Ainara estamos de un formal y un comedido que asusta, nos parecemos a nuestros padres. - ¡Leñe! Qué golpe me he dado. Pero ¡si estamos en ruta! ¿dónde estamos?, pregunté de repente. - Cerca de Blois, contestó El Buho, que sorprendentemente estaba conduciendo junto a Ainara, y digo sorprendente porque, después de lo que dijo Ainara, creía que lo que no le apetecería sería llegar pronto a Paris. - Y ¿qué ha pasado con Tours?, preguntó Paco mientras se desperezaba a mi lado - Pues que se ha quedado a bastantes kilómetros de aquí. Pasamos esta madrugada cerca, pero cómo alguien quería ver el castillo de Blois, aquí estamos. Id calentando leche y haced café que ahora paro. ¡Ah! por cierto, como Ainara y yo no hemos dormido os agradeceríamos mucho que nos dejarais dormir esta mañana tranquilamente, respondió el Búho. Por eso había dormido tan a gustito, de un tirón, sólo éramos cuatro atrás y eso se nota. La verdad es que dormir con el ruido constante de la carretera es como un somnífero, si la carretera es recta, claro está. No me he enterado de nada. AAVV El Espinillo 41 www.espinillo.org - Nosotros podríamos coger un barco esta mañana , si no es muy caro. Recuerdo que mi tío me dijo que salían algunos de Blois, ¿qué os parece chicos?, dijo José. - Pues me parece de fábula, y si el río está bien nos damos un chapuzón y nos duchamos de paso que aquí huele a tigre, respondió Julio. - Al que se le ocurra volver a comprar queso se lo tatuamos en el pecho, aquí no huele a tigre huele a los quesos que habéis comprado para vuestras familias, propongo comérnoslos cuanto antes o si no aquí no vuelve a entrar nadie, esto apesta, dijo José. - Es cierto, respondí. ¡¡Es el roquefort!! Tras el desayuno dejamos a la parejita echarse un poco y nos fuimos al río Loira para ver si encontrábamos la salida del barco y, sobre todo, el precio. Cerca de la entrada al barco, mientras mirábamos tranquilamente los precios y horarios, un pastor alemán vino hacia nosotros de forma alocada. Estaba a unos cien metros y al verle venir me empezaron a temblar las piernas. Lo de los perros era un trauma infantil que tenía. El cabrón del perro vino directo hacía mí y se me tiró encima, casi era más alto que yo. Estaba aterrorizado, nadie me ayudó en ese pequeño instante, esperaba que aparecería el dueño del perro o que el chucho endiablado haría caso de algún silbido, pero no ocurrió nada. El pastor alemán me dio un mordisco en el glúteo que debió durar una eternidad, yo empecé a correr y llevaba arrastrando al animal que seguía clavándome sus afiliados dientes en mi culo. La situación debió parecer grotesca a mis amigos que no intervenían para ayudar, y entre el miedo y sus risas me estaban irritando mucho. Al final apareció un señor que no se qué le dijo en francés y apartó al puto perro de mi trasero. Yo caí al suelo retorciéndome de dolor y mis amigos, ahora sí, me bajaron los pantalones para ver qué había ocurrido. El mordisco que me había metido había penetrado unos cuantos centímetros y sangraba abundantemente. He cambiado el viaje en barco por la furgoneta camino del hospital, me duele horrores y creo que me van a tener que dar algún punto y no se si una vacuna contra la rabia, estoy asustado, muy asustado. No se me quita la primera imagen cuando el animal me echó su aliento y vi sus colmillos cerca de mi cara, estaba paralizado, el milagro ha sido que me mordiera detrás. Mis amigos no se qué están diciendo, pero me temo que hoy no voy a poder dormir a gusto. Menos mal que está Ainara, con todo lo que he pensado de ella, pero voy agarrado de su mano y es lo que me reconforta ahora mismo. ¡Qué desastre de día! - Calma no te va a pasar nada, dijo Ainara, un poco de valor y ya está. Toma, bebe un poco de agua que no paras de sudar. Y eso era lo que me hacía falta, valor, mucho valor o, por supuesto, no tener el pánico a las agujas que tengo. Intentaba aguantar el dolor, no llorar, y no dejarme impresionar por lo que viniera, pero me estaba resultando demasiado difícil. AAVV El Espinillo 42 www.espinillo.org Llegamos por fin al hospital más cercano, no podía más del susto que llevaba. Paco y José me llevaron por la puerta de emergencias y Ainara se quedó en la entrada esperando que José Manuel aparcara. Cuando la enfermera me limpió y desinfectó la zona herida, con algo de alcohol por lo que escocía, el médico me revisó y me dijo que, por suerte, la herida no pasó a mayores, tenía que aplicarme, eso si, una inyección antirrábica para prevenir. Tenía terror a las agujas pero, al menos, me había librado de que me dieran unos cuantos puntos. Agradecí que no estuviera presente Ainara, ya había cubierto mi cuota de ridículo por hoy. Al médico se le partió la aguja al darme el primer pinchazo, algo me dijo en francés que no entendí, creo que quería que me tranquilizara y que relajara el culo. Paco tampoco había entendido lo que dijo, pero la cara lo explicaba todo, veía al médico cada vez más irritado. A la segunda intentona la cosa fue bien ... para el médico, para mí fue entrar el líquido y morder el pañuelo que me pusieron en la boca hasta retorcerlo, la pierna se me quedó más tiesa que la mojama. Me recetó unos antibióticos que tomé casi con placer, y eso sí, me dijo que en un par de días no hiciera mucho esfuerzo, (la verdad es que no se cómo lo iba a hacer si casi no me podía mover) y que si el dolor persistía más de un par de días que volviera al médico. Volvimos a la furgoneta, yo totalmente cojo pero más tranquilo. Me ayudaron a tumbarme en la parte trasera boca abajo, para poder descansar mejor. Arrancamos y, entre el mal trago pasado, el antibiótico y el ronroneo del motor me quedé dormido al poco rato. ∞ ∞ Un par de horas después llegamos a Le Mans. Nuestros estómagos rugían más que el león de la Metro, así que decidimos detenernos para comer algo. A Juanito lo dejamos durmiendo porque parecía que estaba en trance, ya le compraríamos alguna vianda francesa para cuando se despertara y se recuperara de sus males. Gracias al francés de Paco logramos pedir tortilla, algunas raciones y cervezas que nos supieron a gloria. ∞ ∞ Pasé todo la tarde con la pierna tiesa, no podía moverla, el perro me había dado el viaje. Mis amigos que ya se estaban cansando un poco de ver castillos y del río, decidieron seguir hacia Paris, así que me quedé con las ganas de ver el Castillo de Blois por dentro y de montar en un barco por el río. El caso es AAVV El Espinillo 43 www.espinillo.org que el Castillo de Blois lo voy a ver toda mi vida, curiosamente lo veo de fondo tras la boca del pastor alemán en mis pesadillas. Lo que prometía ser una ruta fantástica por los castillos del Loira, con ciudades con mucho renombre y probablemente preciosas, se convirtió en carretera y más carretera. Además, con el fin de ahorrar, empezamos a dejar de ir por las autopistas, cuyo peaje era bastante caro, y utilizamos las carreteras. Pasamos por Orleáns sin ver absolutamente nada. Propuse ir hacia Chartres y al menos ver la catedral, aunque fuese desde la furgoneta, pero nada. Sólo París, Paris y Paris. Yo también quería ir a Paris, lo deseaba, pero pederme todas estas posibilidades me cabreaba, quién sabe si alguna vez volvería por aquí. Me gustaría hablar con el Búho sobre Ainara, pero temo que el viaje se estropee, además el comportamiento conmigo de Ainara, tan dulce, me obliga a no meterme dónde no me llaman. Dejaré que la vida y ellos mismos se arreglen solos. Estamos a apenas doscientos kilómetros de París, una de las ciudades más bonitas del mundo, quizá nunca volvamos a tener la oportunidad de hacer un viaje como este todos juntos y, de todas formas, Ainara nos dejará entonces y volverá a Donosti. Tal vez nunca volvamos a verla, así que para qué fastidiarlo todo contando algo que no nos va a llevar a ningún lado y que en el mejor de los casos son sólo imaginaciones mías. Al final decidimos parar en un pueblo que se llama Etampes, cerca de Paris. Aprovechamos para cenar en la furgoneta y salir a tomar algo luego. La cena transcurrió más sería de lo que era habitual, algo no andaba bien. Julio seguía mohíno, quizás echaba de menos a Corinne que en Nantes le había levantado la moral. José era el único al que se le veía animado. El Búho y Paco estaban muy raros, junto con Ainara, se podía palpar la tensión y yo seguía viendo al perro en mi cabeza a todas horas. Para colmo de desdichas, después de parar para llenar el depósito de gasolina en una estación de servicio, la furgoneta no arrancaba de ninguna manera, queríamos ir al centro de la ciudad pero iba a tener que esperar, ¡la furgo se había estropeado!. No sabíamos lo que ocurría. Abrimos el capó para ver el motor y aquello era peor que la teoría de la relatividad. No sabíamos nada de nada, empezamos a revisar. El aceite bien, tenía agua, estaba caliente, no se, no se. El Búho subió a la furgoneta de nuevo y nos dijo que empujáramos a ver que ocurría, los tres tiarrones, o sea el resto menos Ainara y el cojo manteca, empujaron la furgoneta hasta que el Búho logró arrancarla, ¡milagro! ¡se arrancaba a empujones, increíble!, menos mal, lo que no sabíamos es si en la próxima parada nos iba a ocurrir lo mismo pero nos temíamos lo peor, al menos siempre nos quedaría esta posibilidad. Me temo que nos vamos a poner cachas si tenemos que estar todo el mes arrancando la furgoneta a empujones, y digo todo el mes porque hay una parte buena, muy buena, y es que se ha estropeado el cuentakilómetros, llevábamos dos mil ochocientos kilómetros y ahí nos hemos quedado, ya no se mueve. Nos va a suponer un ahorro considerable de dinero, podríamos ir a Moscú y seguir con este kilometraje y no pagar por los kilómetros hechos, así que no la vamos a arreglar de ninguna manera. Callejeamos y cuando íbamos a aparcar recordamos que necesitaríamos sitio AAVV El Espinillo 44 www.espinillo.org para empujar si no volvía a arrancar. Buscamos una calle con una ligera pendiente y con poco tráfico. La encontraron, no sin antes dejarnos a unos cuantos en el centro del pueblo, pero en las afueras. Nos metimos en un café que tenía unas mesas estupendas en el exterior y pedimos unas copas, ya no íbamos a conducir así que nos lo podíamos permitir todos. Después de una hora distendida y cuando ya nos íbamos a ir, aparecieron unos macarras franceses que, sin venir a cuento, empezaron a decirnos - ¡esgpagnoles mieggdaaaaaaaa! - ¡Gitanos! ¡susios africanos! Más morenos que ellos sí que éramos, pero no tanto. Nosotros éramos cinco y ellos también, pero la pinta de cada uno era diferente. La suya era muy disuasoria, rapados, tatuados, altos y fuertes, con botas y ropa militar. Sólo Paco parecía estar a su altura, incluso en el color de piel. En ese momento de tensión, con estos energúmenos insultándonos desde la pared del bar, apareció el Búho que venía del servicio, lo que empezaba a ser una rutina, con su pinta desgarbada, su barriguita, no podía ser mas lamentable, iba con un bañador de competición y una camiseta que no le cubría la barriga, ... y encima venía con la gotita de hacer pis marcada en el bañador, ¡qué bochorno!. Los macarras seguían con su agresión verbal, - ¡espagnoles cegdos! Y proferían gritos en francés seguidos de risas. Seguro que pensaban que éramos unos cobardes y cosas así ... y acertaban. Se levantaron tres de los nuestros y se dirigieron muy dignos hacia la furgoneta. Ainara, Paco y yo nos quedamos aguantando el chaparrón, estábamos bastante asustados pero sabíamos que delante de la gente no se atreverían a tocarnos, así que de ahí no nos movíamos, y seguimos con nuestra sordera, e incluso ceguera al escupirnos uno de ellos y caer “eso” muy cerca del pie. Nuestro desprecio hacia ellos era absoluto. Cuando llegó la furgoneta nos levantamos y se acercaron a nosotros los macarras franceses, que debían ser de la quinta del tarugo. En el camino uno de los macarras volvió a escupir en el suelo a nuestro paso ¡qué manía había cogido! Otro me rozó con el hombro y yo, con la pata coja, casi me caigo encima de una pareja. Nosotros ni caso, a lo nuestro. El Búho estaba al volante, José, Paco y Julio se pusieron detrás y abrieron la puerta trasera de la furgoneta, mientras Ainara y yo nos sentamos al lado del Búho. La furgoneta arrancó y ahí fue donde pudimos dar rienda suelta a nuestra rabia. Empezamos a insultarles, a hacerles butifarras, mientras estos botarates nos seguían corriendo y tirando piedras. Nuestros insultos eran un poco pobres en francés ya que no dominábamos su lengua. En la nuestra resultaban más contundentes, en francés les dijimos, fus, miterranes, fromatge, chiracos, cogn, a gauche, a droite y cosas sin sentido del mismo estilo. Nuestro francés era lamentable, pero la forma de decirlo bastaba. Yo les llegué a decir ezkerriz asko que me sonaba muy mal, pero Ainara me explicó AAVV El Espinillo 45 www.espinillo.org que era todo lo contrario de lo que creía. No cuento lo que les dijimos en español. Cuando ellos pararon de correr, el Búho paró la furgoneta y puso la marcha atrás, para chulos nosotros que por algo somos de Madrid, mientras seguíamos gritando ya fuera de sí. Los macarras volvieron a correr detrás de nosotros, ya con la lengua fuera los pobres, y, esta vez, fuimos nosotros los que les tiramos cosas que habían cogido en el camino a la furgoneta. Cuando se volvieron a acercar el Búho arrancó a toda velocidad, casi derrapando y, sin parar, salimos de Etampes de estampida. Esa noche el cachondeo fue tremendo. Nos reímos de nosotros mismos durante horas, de nuestra estupidez, de nuestra serenidad, de los insultos, hasta que caímos dormidos. Cuando nos quisimos dar cuenta era la hora de comer. El día anterior había llamado a Sandra para decirle que mañana llegábamos a Paris, menos mal que se me ocurrió decir que llegábamos después de comer. Séptimo día de viaje (7 de agosto de 1999) Tras desayunar o comer, no se lo que era, nos pusimos en marcha hacia Paris. Una hora después estábamos en una de las autopistas que rodean Paris, eran las cuatro de la tarde, íbamos bien de tiempo. Se veía al fondo la Torre Eiffel, ¡que maravilla!, el vello se me ponía de punta, me emocionaba ver esa imagen tan simbólica. Teníamos que ir a Lozere, pero en la autopista no veíamos ningún cartel con ese nombre. Empezamos a dar vueltas sin saber donde estábamos. Unas veces la Torre Eiffel estaba a la derecha, otras a la izquierda, llevábamos más de dos horas dando vueltas por las autopistas, de la Autoroute a la Periferique y de ésta nuevamente a la Autoroute. No sabíamos por dónde salir, decidimos ir hacia el centro de la ciudad y nos metimos en un atasco descomunal. Las horas pasaban, las cuatro, las cinco, las seis, las siete. A esta hora divisamos el Arco del Triunfo, nuestra calle iba directa hacia él. Al llegar allí, no podía dejar de mirarlo, era impresionante, el triple de alto que nuestra Puerta de Alcalá, pero, de repente, se le caló la furgoneta al Búho. Se había puesto nervioso, ya que de allí salían ocho, diez, doce calles, no se, todos los coches se cruzaban como si nada. Tuvimos que bajar para arrancarla, los coches nos pasaban por todos los sitios y nosotros allí en medio. Nos pusimos a empujar la dichosa furgoneta, casi nos jugamos la vida, allí no paraba nadie, y nosotros de ridículo en ridículo. La primera vez que veíamos el Arco del Triunfo y estábamos corriendo tras una furgoneta. Logramos arrancar y, al final, preguntando, preguntando, fuimos acercándonos a Lozere, que resultó ser un barrio de las afueras y Paris era inmenso. Cuando logramos dar con la calle y el número eran las diez y media de la noche de un domingo y no había ni un alma por las calles. Parecía de madrugada en España. Llamé tímidamente, un poco asustado, allí no parecía que hubiera nadie. Después del segundo intento apareció el padre de Sandra, o eso parecía, ¡en pijama!. AAVV El Espinillo 46 www.espinillo.org - Perdón, es que nos hemos perdido, dijo Paco en su peculiar francés El padre restó importancia a la hora y nos recibió extendiéndonos la mano y abriéndonos las puertas de su casa. Paco y yo entramos. Estábamos muy cortados. Toda la familia fue apareciendo en pijama. La madre, la hermana pequeña y Sandra. Cuando vi a Sandra se me iluminaron los ojos. Ella vino hacía mí sonriendo y me dio un abrazo y dos besos que me curaron todos los males, desde ese momento dejé de cojear. A Sandra la conocía de una fiesta en Madrid. Era el verano del 98, un caluroso día del mes de julio. Mi amigo Antonio dio una fiesta en su casa de la Plaza de Roma. Era la primera vez que iba por esa parte de Madrid. Allí había muchos extranjeros que no se de donde habían salido. La fiesta era muy animada. Antonio me presentó a su prima francesa Sandra. Me pasé toda la noche hablando con ella. Iba a estar una semana en Madrid, así que me ofrecí a enseñarle todo Madrid. Esa semana fue maravillosa, estuve con Sandra desde la mañana hasta la noche, pero en cuanto a ligar, no pasó nada de nada. No me distinguía por la audacia precisamente. Estuve escribiéndome cartas con ella todo el año, y, a medida que cogía confianza, le fui diciendo de todo, que la quería, que la echaba de menos, que contaba los días para volver a verla. Y aquí estaba yo, más avergonzado que todas las cosas. Nos ofrecieron cenar, la situación era penosa, ahí estábamos todos comiendo, con más hambre que vergüenza, mientras ellos nos miraban en pijama. Ellos no hablaban español, excepto un poco Sandra, lo que la hacía más encantadora. Nosotros no hablábamos francés, excepto un poco Paco, y allí estaba el pobre traduciendo, la situación era muy incómoda, - Dile que todo está exquisito, decía José a Paco, y este traducía. Y hacíamos sonidos de aprobación, o decíamos “tresbien”, mientras nos metíamos un poco de queso, salchichón y demás viandas de la mesa, - Diles que perdonen por el retraso, así toda la cena Paco y Sandra por su parte nos traducían lo que el padre decía, que si el viaje bien, que a dónde vamos, que cuándo partimos, en fin, una retahíla de la que no me enteraba de nada, a mi lo que me interesaba era Sandra, sólo Sandra. Esa noche Sandra me llevó a una habitación que tenía preparada para mí, y Ainara se fue a dormir con ella en su habitación. El resto del grupo durmió en el sótano del chalet, en unas colchonetas. No podía dormir, no me podía creer que estuviera allí, que Sandra estuviera tan cerca y que todo esto fuera realidad. Lo había soñado tantas veces que no podía dar crédito a lo que me estaba pasando. Mientras le estaba dando vueltas apareció Sandra en mi habitación. Me asusté, no estaba acostumbrado a estas situaciones, al fin y al cabo estaba en casa de sus padres y con estos durmiendo al lado. AAVV El Espinillo 47 www.espinillo.org Sandra se metió en mi cama, no parecía dispuesta a seguir esperando como en Madrid, - ¿qué haces, nos pueden oír? - no te preocupes, no pasa nada, dijo Sandra con su acento francés tan dulce. Ya no dije nada más, me dejé llevar por las caricias de Sandra. Seguía asustado porque no era un experto haciendo el amor. Las veces que lo había hecho, que eran pocas, no me había distinguido por ser un Don Juan. Esto lo comprobó rápidamente Sandra. No lo pude resistir. Pero ahí estaba dispuesto a volver a empezar, una y otra vez si hacía falta. Estábamos a oscuras, lo que me ayudaba enormemente. Ella me acariciaba con su mano con mucha suavidad, yo la abrazaba, la besaba continuamente, no podía dejar de besarla, quizás no debía exagerar, pero no estaba para mediciones. Lo hicimos, no se como fue, pero me gustó, me gustó más que ninguna otra vez, todo fue tan delicado que apenas me di cuenta de cómo había sido, me dejé llevar y me deje seducir. Maravilloso. Esa noche fue la noche más mágica de toda mi vida. Me había enamorado de ella, sí enamorado, más de lo que lo había hecho de ninguna otra chica en toda mi vida. ∞ ∞ Octavo día de viaje (8 de agosto de 1999) A la mañana siguiente todos estábamos muy excitados. Paris en nuestros sueños durante este último año, era el punto central que daba sentido a nuestro viaje. Todos queríamos conocerla, aunque cada uno tenía sus razones. El día anterior habíamos conocido sus autopistas y algunas calles con sus atascos, que en nada la diferenciaban de Madrid. Tras el desayuno en casa de Sandra, queríamos irnos rápidamente a conocer la ciudad, pero el padre de Sandra, François, nos dijo que lo mejor sería que nos diéramos un baño antes de salir, lo que nos pareció una buena idea, y si lo dijo él, sería por algo. Una hora después estábamos en el metro de Lozere camino del centro de Paris. Teníamos una guía espectacular, una parisina. Lo que más anhelaba era, ya que no pude ir en barco por el Loira, ir en barco por el Sena y mejor si iba solo con Sandra. Paris estaba encima de nosotros y el día sólo acababa de empezar. Hay días en la vida de una persona que nunca se olvidan, que permanecen inalterables en la retina y tenía la impresión de que ese iba a ser uno de ellos, y eso a pesar de no haber casi dormido. AAVV El Espinillo 48 www.espinillo.org ∞ ∞ ¡¡¡¡París, París!!!!! coreábamos al unísono, todos muy contentos por el largo viaje que ya daba frutos, salvo la vaga mirada de Ainara, que ahora estaba pensativa. No sabía que es lo que sucedía en su cabeza, no podía leer sus pensamientos, pero la observaba, atentamente, después de todo, la consideraba una amiga, habíamos compartido gratos momentos, de amistad, de alegría, de tristezas, ella estuvo a mi lado cuando peor lo pasé. Fuimos a ver la Torre Eiffel, con su majestuosidad señorial, esta vez la pudimos contemplar reposadamente, y digo reposadamente porque la cola que había para subir era de más de dos horas, lo que nos permitió hacer turnos y tumbarnos en el césped al lado de la torre hasta que se nos fue grabando enteramente en la retina. Cuando subimos, pudimos observar la impresionante vista de todo Paris y alrededores. Sandra nos iba orientando, la Catedral de Notre Dame, el Louvre, Sacre-Coeur, la Defense, la Biblioteque Nationale, etc. Al terminar la visita, Sandra nos llevó a una brasserie, así llaman aquí a lugares parecidos a las cafeterías, y probamos el famoso chocolate caliente que tanto les gusta a los franceses, en especial a los parisinos. Ainara, que cada día nos iba cayendo mejor aunque yo seguía sin entenderla, nos preocupaba, estaba algo distante, y José Manuel mantenía cierta distancia hacia ella. Supimos que ellos tres, el triángulo mágico que estaban formando Ainara, Paco y El Búho, tuvieron una seria conversación en privado. A José Manuel, que es cualquier cosa menos tonto, no se le había escapado ningún detalle y se había dado cuenta de que sucedía algo extraño, por eso propuso la conversación entre los tres. Desde allí, a Ainara la vemos confusa, muy callada a veces, llena de chispa en otras ocasiones, sobre todo le brillan los ojos cuando me hace alguna broma con la noche que he pasado, somos un poco cómplices. - Chicos, me lo estoy pasando genial con todos vosotros pero me tengo que volver, vuelvo a Donosti, nos dijo Ainara. Mis padres, la matrícula de la escuela de teatro y los ensayos de la obra me esperan. - No te vayas Ainara, espera un par de días, le dijo Julio. - Eso, cuando todos nos vayamos de Paris nos despedimos, quédate un par de días más, dijo José Manuel que, de repente, salió de su amodorramiento. - Me gustaría quedarme, pero tengo mucho que reflexionar. Este viaje me ha servido para poder darme cuenta que tengo que poner mi vida en orden. Os voy a echar mucho de menos - Bueno Ainara, luego hablamos de todo eso, hoy te quedas en casa y mañana ya veremos, dijo Sandra sin darle opciones a responder. Vamos a coger el bateaux-mouches hasta l’Ille de Notre Dame. Os voy a llevar a ver una iglesia AAVV El Espinillo 49 www.espinillo.org preciosa, se llama la Saint Chapelle y tiene unas vidrieras espectaculares, quizás las más bonitas del mundo, de la época gótica, ya veréis. ∞ ∞ A mí todo lo que decía Sandra me sonaba a música celestial, encima coincidía con mis deseos, ahora el barco por el Sena, luego una iglesia gótica, que más podía pedir. El día pasó tan rápido que casi no me dio tiempo a cerrar la boca, estuve pasmado todo el día, cada cosa que veía me gustaba más que la anterior. Al llegar a Notre Dame vimos que estaban rodando la escena de una película, nos dijeron que era una de 007, se tiraba desde las campanas e iniciaba una persecución. La escena se repitió once veces para deleite de todos los que por allí pasamos, hasta que por fin nos permitieron entrar y subir a las famosas campanas, tenía ganas de ver a Quasimodo, nos dirigimos directamente escaleras arriba y oímos la musicalidad de las campanas. El guía no era Quasimodo, pero poco le faltaba. Al atardecer, Sandra nos propuso ir a Montmartre. Con dieciocho años y la piña de amigotes, con un poco del espíritu bohemio propio de la edad, ¿qué mejor sitio, que en el que se encontraban y vivían Picasso o Toulouse-Lautrec, y que desprendía glamour y belleza por cada calle que se recorría, por cada esquina que se doblaba? O al menos eso pensaba yo. No había duda la idea de Montmartre nos sedujo inmediatamente. ∞ ∞ Decidimos subir en el funicular, poco a poco iba apareciendo una vista de todo Paris, resultaba cautivadora. La basílica del Sacre Coeur no tiene nada que envidiar a la catedral de Notre Dame. Aún siendo mas pequeña, tan blanca, resplandece y rezuma encanto por cada rincón. Callejeando llegamos a la Plaza du Tertre o plaza de los pintores, por la cantidad de ellos que están allí reunidos, mostrando sus obras y trabajando. Aunque una mayoría de los que allí estamos somos turistas, el ambiente que se respira es muy francés…quizá porque suena algún acordeón de fondo. Había muchísimo ambiente en las terrazas y tiendas de alrededor, pues, aunque estaba anocheciendo, la temperatura era suave. Nos apetecía muchísimo perdernos por todas estas calles. Fuimos bajando por las estrechas callejuelas y llegamos a Pigalle. De pronto nos dimos cuenta de que estamos frente al Moulin Rouge. Al Búho le decepcionó un montón, - ¡Pero si es un molino normal y corriente! ¡Qué digo, si mas bien es pequeño! AAVV El Espinillo 50 www.espinillo.org No debe caber tanta gente ahí … pensaba que era algo más espectacular. Yo debo de estar embrujado, a mí me gusta todo, y para colmo no me quito de la cabeza los recuerdos de anoche...Todavía siento las caricias de Sandra en mi piel. Parece mentira que sólo hace unos días aún estábamos en el barrio hablando de cómo sería todo esto, soñando. ∞ ∞ La llegada a París había despejado todas las dudas y los escozores que me había ido generando por el camino. Me sentía pletórico, exultante. Era una sensación difícil, imposible de explicar. El gusanillo que se siente ante un primer amor, porque esto no me había pasado nunca a pesar de haber salido ya con alguna chica. Queríamos hacer muchos kilómetros deambulando por las calles y sus edificios, atravesar todos los puentes del Sena, hacer el gandul en los parques, andar sin prisas, dejándonos llevar por la ciudad. En el que se había producido una metamorfosis más acusada era en Julio. Tenía cara de “atontao”, con una sonrisa reflejada permanentemente, imposible de eliminar. Creo que se había quedado ya fija, en su cara, para siempre, como un muelle cuando se estira en exceso. En las inmediaciones de Sacre Coeur, en la altura de la cota física, y en la altura que determinaba su ánimo, miraba atentamente todo París. Lo hacía con dulzura, con ilusión. Los demás estábamos a nuestra bola, cuando nos sorprendió, como sólo él sabe hacer, para lo bueno y lo malo. Junto a él, disfrutando de esa deliciosa mirada, había un señor, una señora, y su hija, que debía tener algún año menos que nosotros. Haciendo un escorzo de espadachín, visto y ensayado con las películas de Errol Flyn, se puso en cuclillas delante de la muchacha. -Madame, vous etês française? Je suis ton ami espagnol, et je veux vous m’appelez PICASSO. Llámeme Picasso, bonita doncella. La adolescente de primeras se asustó un poco, y se aferró al brazo de su padre. Nosotros nos sorprendimos muchísimo con la escena. Tras un eterno segundo de impás ...., el padre se empezó a reír, dándole la mano a Julio. Después siguió el mismo destino la madre y ella misma, mientras nosotros, estupefactos, y al final riendo, nos abalanzamos hacia él, y empezamos a darle collejas. El padre de la joven nos dijo, - Mi abue-ló ega de Bagselona. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 51 www.espinillo.org Julio había dicho la primera y única frase que conocía en francés. En la fase final de la preparación del viaje había ensayado esa escena delante del espejo, muy divertido. Era un pequeño reto tonto, tenía que hacer realidad esa escena. Y lo había hecho. Y eso le hacía estar aún más pletórico. ∞ ∞ Pletórico y lleno de felicidad, pues a pesar de haber ensayado esa escena, Julio no imaginaba con exactitud la reacción que podría tener la jovencilla, que por cierto, era muy simpática y que entendió con facilidad el español. - Por cierto Picasso, mi hija se llama Sophie. Nos presentamos todos y empezamos a bajar las escaleras juntos. La niña era realmente encantadora y rápidamente se hizo amiga nuestra, en especial de Sandra que se hizo con la niña e iban juntas durante nuestro paseo, con Julio al lado, era el más entusiasmado en que Shopie y sus padres nos acompañasen un rato, y nosotros sin saber porqué. Cuando nos despedimos, volvió a montar otra pequeña escena, - Tu es la plus belle fleur, Julio le hizo una reverencia y le besó la mano como despedida Definitivamente Julio apuntaba hacía el vodevil. ∞ ∞ Esa noche tocaba a su fin, volvimos a casa de Sandra y sus padres nuevamente en pijama y despiertos nos estaban esperando. La mesa estaba preparada para la cena y, a pesar de haber picado algo en Montmartre, nos sentamos a cenar. El padre de Sandra dijo, - Una ducha antes de cenar os vendrá bien. Todos nos miramos extrañados pues nos habíamos duchado esa misma mañana, pero nadie dijo nada excepto José, - La verdad es que me apetece mucho Las viandas tuvieron que esperar, fuimos todos uno a uno duchándonos y tras una hora, y ya de madrugada francesa, cerca de las doce, nos sentamos a cenar. AAVV El Espinillo 52 www.espinillo.org A mí la cena me estaba sobrando, sólo deseaba volver a estar con Sandra a solas, aún a sabiendas de que estaba en casa de sus padres, y esto en España sería jugarse el futuro con ella. La cena estuvo muy distendida, Ainara se encontraba aún con nosotros, había decidido posponer un día más su regreso a Donosti. Al volver de la ducha, François, el padre de Sandra, había convencido a Ainara para que se quedara otro día más. A Julio se le seguía viendo risueño, era hombre de extremos y parece que Paris y su última amiga Sophie le habían cambiado el ánimo. José y Paco se adaptaban a todas las situaciones, eran todoterrenos. - Mañana, aunque es martes, he pedido un día de vacaciones en el trabajo y nos vamos de excursión a Fointeneblau. Hay un palacio precioso y pasaremos el día fuera, si nos da tiempo nos acercaremos también a Versalles, dijo François, y ésta había sido la razón para que Ainara decidiera quedarse otro día para solaz del Búho. La cara de algunos era un poema, había más de uno que se estaba cansando de ver Palacios y les apetecía más andar por la ciudad y divertirse. A mí me pareció estupendo, aunque estar todo el día con los “suegros” se me hacía un poco duro. - Además vendrá con nosotros mi prima Segolene, dijo Sandra. Al oir esto a algunos de mis amigos se les cambió el rostro. - y ¿qué edad tiene? Dijo inmediatamente Julio lo que provocó más de una broma. - Tiene mi edad, dieciocho ¿te parece bien? - Me parece tres bien, contestó. No era mala la perspectiva. Lo bueno de todo esto es que al mediodía no nos íbamos a duchar, sólo nos ducharíamos por la mañana y por la noche. El padre de Sandra era cirujano y ya empezábamos a conocer sus manías, y seguro que antes de desayunar nos recetaría una nueva ducha . Volvimos todos a nuestras camas del día anterior, no sin antes preguntarnos el padre de Sandra, - ¿cuándo os vais? Todos nos miramos, ninguno teníamos prisa, yo desde luego no me quería marchar de allí nunca, no sabíamos que decir, - Papa, ya lo hablamos mañana, dijo Sandra - Por nosotros no hay problema, contestó François. Y menos mal que dijo eso porque ya estaba alguno de nosotros dispuesto a pronunciar las palabras “nos vamos mañana”, y eso significaba no volver a ver a Sandra, ahora no podía renunciar a ella, no se qué haría en ese caso. Mi AAVV El Espinillo 53 www.espinillo.org viaje, si me fuera mañana, se convertiría en un vía crucis, seguro. La perspectiva de una nueva chica animó mucho a todos, se avecinaba pelea de gallos y esta vez no estaría en ella, lo que me alegraba enormemente. Esa noche, pasadas un par de horas, apareció Sandra en mi habitación. Sólo puedo decir que si el Paraíso existe, estaba allí. ∞ ∞ Noveno día de viaje (9 de agosto de 1999) Cuando me desperté, Sandra ya no estaba a mi lado. Instintivamente la busqué con mi mano pero el sueño en el paraíso había acabado y recordé que hoy nos esperaba el palacio de Versalles. Escuché revuelo tras la puerta de mi habitación, voces y risas, así que me vestí rápido y salí a ver que pasaba. Estaban ya todos despiertos y haciendo un corro alrededor de alguien. Me asomé y vi en el centro a Sandra al lado de una chica tan preciosa como ella, así que supuse que sería su prima. - Juanito, te presento a mi prima Segolene, Me dio tres besos, esta costumbre francesa nos empezaba a gustar cada vez más, y le dije, - Hola, Sego..., hola. No acerté con su nombre provocando la hilaridad general. La verdad es que el nombre era curioso, me temía que me pasaría el día confundiéndome, llamándola de mil maneras distintas. Mis amigos estaban con una sonrisa de oreja a oreja. La verdad es que de momento, sin mucho esfuerzo por nuestra parte, nos pasábamos el día rodeados de chicas. De pronto José se acercó a Segolene y cogiéndola por el hombro le dijo, - Pues nada, Sagonian, ya verás que día tan estupendo pasamos ... La prima de Sandra se reía, sin entender nada. Mejor, pues todo apuntaba a que nadie iba atinar con su nombre. ∞ ∞ A mí me tocó montarme en el coche de los padres de Sandra, junto a ella y Segolene, el viaje prometía. Los demás tras arrancar la furgoneta a empujones, nunca mejor dicho, nos seguían detrás. AAVV El Espinillo 54 www.espinillo.org Sandra era casi tan alta como yo, debía de medir uno setenta y dos y con el pequeño tacón que llevaba la ponía a mi altura o un poco más. Segolene era un poco más baja. Las dos eran de piel muy blanca, sobre todo para las fechas en las que estábamos. Nosotros ya íbamos como tizones, el mes de julio lo habíamos pasado entre la piscina y la calle todo el día, y los fines de semana aprovechábamos para ir con nuestros padres a la Sierra de Guadarrama, donde volvíamos a coincidir la mayoría. La diferencia con ellas era notable. Sandra tenía los ojos gris azulados y Segolene unos preciosos ojos verdes. La cara de Sandra era angulosa, mientras que la de su prima era mas redondeada. Para mí Sandra era más guapa, su nariz era recta, mediterránea, como la de las esculturas clásicas. Quizás su único defecto era cierto tono ocre en la raíz de algunos dientes, debido, al parecer, a unos medicamentos que tomó en su infancia, pero hasta esto me gustaba ya que su sonrisa era muy dulce. Como sólo Paco y Sandra eran en cierta forma bilingües, se multiplicaban atendiendo a todos. Esto me obligaba, que ironía, a ir siempre cerca de Sandra y de los padres, ya que su padre trataba de explicarnos todo lo que veíamos. El día pasó rápidamente, casi ni me dí cuenta de dónde habíamos estado. Sólo me queda en la retina la galería de los espejos de Francisco I en el Palacio de Fontainebleau, no se si sería porque veía a mi, cada vez más, amada Sandra en todos ellos, y de Versalles me ha impresionado su jardín inmenso, y la casita en el bosque de Maria Antonieta, lujos de nobles juguetones que acabaron mal. El padre ha sido un anfitrión excelente, parece que le gustaba la idea de enseñarnos cosas. Pero al llegar a casa, de nuevo nos ha recomendado una ducha, ni que decir tiene que esta mañana antes de desayunar nos hemos tenido que volver a duchar, la obsesión del padre por la limpieza es realmente preocupante. Como también ha insistido en preguntar cuándo nos iríamos, al final le hemos dicho que quizás mañana miercoles. Nos iremos de su casa, pero tal y como están las cosas habrá que discutir si nos vamos también de París. Espero que al menos estemos dos o tres días más por aquí. Sandra me ha dicho que me quede con ella en su casa, y eso es lo que voy a hacer, seguro. Mientras los colegas estén por aquí, yo seguiré con Sandra, aunque me da un poco de apuro, pero las noches que paso con ella me ayudan a superar mi timidez y vergüenza. Empiezo a pensar que sus padres lo saben todo y no dicen nada, quizás son más modernos que los míos, no se. ∞ ∞ Sandra vino de nuevo esa noche a mi cuarto. AAVV El Espinillo 55 www.espinillo.org - Dejame ablazagté mi amoug, me dijo dulcemente Sandra, en su acento español afrancesado, que por cierto me volvía loco. - Por supuesto preciosa, eres un ángel bajado del cielo, tus cabellos de seda difuminan tu hermosura, le dije susurrando y empecé a besarla lentamente, suavemente, como me había enseñado, quise que hacer el amor hoy fuera diferente, al menos por mi parte, quise comérmela beso a beso, disfrutar de sus labios a flor de piel. Había leído que a las chicas les gustan mucho los preliminares y eso era lo que quería darle a Sandra. Comencé por el cuello y fui bajando poco a poco, estaba perdiendo cada vez más la timidez y al entrar en confianza podía explayarme un poco más en las dotes amatorias, claro que no tenía mucha experiencia, pero traté de ser espontáneo. - De repente, un sonido extraño nos sobresaltó, venía de afuera, como si alguien hubiese caído del segundo piso hacia el jardín. -Un voleur, est entré un voleur!!!!!!!!!!!! (un ladrón, ha entrado un ladrón)gritaba la mamá de Sandra, totalmente espantada y en pijama -l'aide,l'aide!!!!(auxilio, auxilio), seguía gritando mientras que el señor François, también en paños menores y bastante somnoliento salió corriendo con un bisturí, que fue lo primero que cogió de su armario en donde guardaba sus instrumentos de trabajo, detrás de él iban Paco y José. -Voleur maldito où tu t'as mise, sel de ta cachette!!!!(maldito ladrón dónde te has metido, sal de tu escondite), gritaba el señor. Para sus aproximadamente 60 años estaba aún en forma, no me extraña con tanta ducha, y se dirigió hacia la puerta trasera, pero ya no había nadie. Todos aún asustados, pero muertos de risa por la escena que presenciamos, verificamos qué era lo que habían robado. El Búho tenía cara de poema, pues en su afán de calmar a Ainara y a los padres de Sandra decía en un tono grotesco y nervioso, - Calma, calma todos, ya pagsó togdo, pog favog, calma, vagmos Aignara, tragta de degcansag y vogsotros tamgbien messiers. - Pero Búho, el que se tiene que calmar eres tú tío, aquí no hay nadie más nervioso, ja, ja, dijo Paco, François dijo que había revisado todo y felizmente no se habían llevado nada, al menos nada a simple vista, mañana les ayudaremos a verlo todo con más calma. - Todos a descansar, ya pasó, dijo el padre. Nos fuimos más tranquilos a nuestras habitaciones. Yo de nuevo sólo y esperando que Sandra volviera conmigo, pero, tras el incidente, y con todos los oídos atentos decidió dormir plácidamente, cosa que no entendí, después de mis esfuerzos por impresionarla me había quedado a dos velas y más despejado que una lechuza, esa noche apenas dormí. AAVV El Espinillo 56 www.espinillo.org ∞ ∞ Décimo día de viaje (10 de agosto de 1999) Esa mañana nos fuimos todos directamente a la ducha antes de que el padre de Sandra nos dijera algo, y ya en el desayuno nos lo dijo, -¿qué tal la ducha chicos?. Esta frase era de las pocas que no hacía falta traducir, nos la habíamos aprendido de memoria, “a la douche garçons”. - estupenda, la ducha te deja como nuevo, es un placer, contestó José que estaba a todas. Para esto de la cortesía tenía un don especial, el mismo don que tenía para la burla y la ironía. - Espero que hoy comáis con nosotros antes de iros, dijo el padre, traducido por Sandra y ante lo cual ya nos veíamos nuevamente duchándonos antes de comer. La probabilidad de que no nos ducháramos en una semana, en cuanto saliéramos de allí, empezaba a ser alta. - Será un placer, de las muchas cosas que nos gustan de Francia, la comida casera es lo mejor, volvió a contestar José en un alarde de cortesía, y viendo que la comida que teníamos en la furgoneta nos iba a durar un poco más. El tema económico era un tema muy delicado en nuestra pobreza de estudiantes, de momento lo estábamos llevando muy bien. Hoy ya es miércoles, los días ahora son todos iguales, sólo tienen una cosa mala, y es que se pasan volando. Hace ya más de una semana que empezamos el viaje y parece que fue ayer. Ha sido una semana excitante, hemos vivido muchas experiencias y conocido muchos sitios y sobre todo muchas personas, y me encuentro mejor que nunca. Ya me da igual comer coles que alcachofas, estando al lado de Sandra todo me gusta. Espero convencer al resto para que nos quedemos unos cuantos días más en Paris. - Hoy podemos ir al Louvre si queréis, es una maravilla, dijo Sandra - Seguro que sí, lo estaba deseando, contesté. - Nosotros tenemos que acompañar a Ainara a la estación, se vuelve a Donosti, dijo el Búho, en cierto modo excusándose y librándose a la vez de tener que ir a un museo. Ya nos había dicho en Madrid que no se iba a meter en ninguno. - ¿Por qué te vas tan pronto Ainara?, dijo Sandra - En realidad la pregunta sería otra ¿qué hago yo aquí con la de cosas que tengo que hacer?. Tengo que ensayar una función de teatro que estrenamos en septiembre. A mis padres les dije que en un par de días volvía, ayer les llamé y estaban muy preocupados, así que les dije que volvía. No se cómo me he dejado “encantar” por estos chicos y llegar hasta aquí, pero me lo he pasado estupendamente, contestó Ainara. AAVV El Espinillo 57 www.espinillo.org El Búho había intentado por todos los medios convencerla hasta que nos fuéramos todos de Paris, pero sin éxito. Todos nos mostramos un poco apesadumbrados porque Ainara se marchara. Ya nos habíamos acostumbrado a ella, incluso yo que había pasado de la alucinación y la expectación hasta la desilusión y luego la complicidad con ella. La echaremos de menos, pero sobre todo Paco y el Búho que sorprendentemente se llevaban ahora muy bien, ¿cómo lo habría conseguido Ainara?. No se, pero en Francia estaban pasándonos cosas que no entendíamos del todo. Parece cómo si aquellos chavales de barrio, los amigos del Espinillo hubieran quedado atrás y la propia existencia del viaje y el enfrentarnos a situaciones, hasta hace poco casi inverosímiles, nos estuvieran cambiando a toda velocidad. - ¿Va a ir Segolene al Louvre?, preguntó José. Tras lo cual todos nos echamos a reír, incluyendo los padres de Sandra, que parecían divertirse mucho con nosotros y que incluso empezaban a entender nuestro español, sobre todo porque con algunas cosas nos repetíamos. - pues no la he llamado, pero si quieres la llamo ¿qué dices?, contesto Sandra siguiendo la broma. José estaba colorado como un tomate, aunque sabía salir siempre de estas situaciones, aquí parecía como si se hubiera delatado en exceso. - vaya pregunta, claro que quiero que venga, es que si no viene no voy al Louvre, prefiero acompañarles a la estación, contestó José, poniéndose más en evidencia, no tanto ya por Segolene si no por su amor al arte. - Vale, la llamo, pero que sepas que tiene amigo o novio, no se cómo lo llamáis, eso sí, no es español, contestó Sandra. Esta última afirmación nos dejó perplejos, no entendíamos lo que quería decir. Quizás que aquí los novios no son tan machistas. Quizás no les importa que sus novias salgan con otros chicos en verano. Lo dudamos mucho, desde nuestra mentalidad esto nos parecía increíble. Incluso ¿sería posible que José llegara a enrollarse con ella teniendo novio y que al novio no le importara?. Esto parecía imposible, pero igual de imposible me hubiera parecido hacer el amor con Sandra en casa de sus padres y ... ¡al lado de sus padres!, y sin embargo estaba ocurriendo. Y ¿cómo sabía Sandra como éramos los españoles? ¿Me estaría retratando a mí? Y por cierto ¿Tendría también Sandra novio? Nunca me había dicho nada, pero ya me empezaba a parecer todo posible, y la verdad es que eso de compartir novia no me gustaba del todo, sobre todo si la quieres tanto. Pero me estoy desviando del tema y prefiero no pensar ahora y menos mostrarme como un cavernícola. Al final tuvo éxito Sandra y Segolene se apuntó al Louvre, lo cual me resultó un fastidio, creía que iba a estar a solas un día en Paris con Sandra, y ese día no iba a ser. - Vale, voy al Louvre, dijo repentinamente Julio que también estaba allí desayunando y no nos habíamos percatado. - Os esperamos a las tres para comer, hora española ¿no?, dijo el padre de Sandra AAVV El Espinillo 58 www.espinillo.org - Sí, aquí estaremos, eso no nos lo perderíamos. En cuanto llegamos al Louvre me perdí con Sandra por sus salas y fue una mañana estupenda. Entre las maravillosas antigüedades, empezamos por Oriente, vimos el Código de Hammurabi, del rey de Babilonia, una piedra dura y negra, un poco verdosa por el paso del tiempo, cubierta de escritura cuneiforme, la más antigua de la Humanidad, y que contiene sentencias ejemplares del rey, un pequeño código de leyes. Seguimos con los bajorrelieves de los palacios de Nínive, que tenían cerca de 3000 años. Sandra me estaba viendo tan emocionado que me compró una guía del museo. De ahí pasamos a Egipto, y luego a Grecia con la maravillosa Victoria de Samotracia, o la Venus de Milo, y Roma y después llegábamos a la pintura pero Sandra me despertó y me dijo que nos teníamos que ir a comer. Cómo se me había pasado la mañana, no me lo podía creer. Definitivamente Paris era mi ciudad, quería vivir allí, quedarme allí, pasear por allí, casarme allí ... y de paso ver a Rubens y a la Gioconda que no nos había dado tiempo. - ¿Qué habrán hecho tus amigos con mi prima?, ella apenas habla español y ellos tampoco francés, preguntó Sandra. - No se, supongo que se las habrán ingeniado, tienen el inglés, el italiano, el latín seguro que no, el gallego, en algún idioma habrán encontrado las palabras. ∞ ∞ Cuando llegamos a casa, Segolene nos contó que había aprendido algunas palabras en español, que mis amigos eran muy divertidos. Por ejemplo había aprendido a decir “manos” y dijo que se decían “tetas”, “cara” se decía en español “culo” y otras cosas que no cuento, que los mequetrefes de Julio y José le habían enseñado a la pobre Segolene esa mañana en el Louvre. No se si habrían visto muchos cuadros pero seguro que se lo habrían pasado en grande con sus tonterías. Segolene se quedó un poco mosqueada, porque al oírla decir esas palabras en español y con ese acento tan dulce no pudimos reprimir la carcajada, y ella no sabía qué nos pasaba, si nos reíamos de ella o de su pronunciación, ¡qué situación!, yo pidiéndole perdón mientras se me caían las lágrimas de la risa. Julio y José contemplaban la escena con total seriedad, lo que me descomponía más, hasta que Sandra se llevó a su prima y no se lo que le diría, pero Segolene volvió divertida y participó de la risa general. Luego Sandra me contó que Segolene les había enseñado a decir tacos en francés y otras cosas, así que la prima francesa también sabía lo suyo. En la comida, y esta vez sin ducharnos antes de ella, aún no se cómo nos libramos, quizás porque la comida estaba preparada y en su punto, el padre nos preguntó que hacía dónde nos íbamos. - Queremos conocer Bélgica y Holanda antes de ir a Alemania, dijo el Búho AAVV El Espinillo 59 www.espinillo.org - ¡ah! fantástico, es muy bonito, tenéis que ir a Brujas y a Gante en Bélgica, son dos pequeñas ciudades preciosas, dijo el padre. - Iremos. También queremos ir a Groningen en Holanda ¿Lo conoce?, preguntó el Búho Yo me estaba quedando a cuadros, no tenía ninguna gana de irme de allí, menos aun a otros países que me parecían tan lejanos en ese momento. Además me había sonado un poco pretencioso. Para empezar nos íbamos a recorrer tres países en un abrir y cerrar de ojos. Sabía que teníamos que ir a Moenchengladbach, cerca de Dusseldorf en Alemania, porque allí estaban los tíos de José y sus dos primas, de quince y diecisiete años. Era una cita obligatoria desde hacía un año, pero el resto no lo entendía. La conversación continuaba, - podemos ir nosotros a Brujas en tren dentro de un par de días, contestó Sandra dirigiéndose a mí. - Me parece una buena idea, dije rápidamente - Pero a mí no, contestó el padre de Sandra casi sin traducción y con gesto serio, lo que me dejó descompuesto. - Pero, ¡Papá, por favor!, dijo Sandra - He dicho que no, contestó el padre y tampoco necesitamos traducción para entenderlo, entre la expresión y el tono, había quedado perfectamente claro. - Ya hablaremos, pero al menos deja que Juan se queda aquí dos días más, ¿vale? - No hay problema en eso hija Nadie dijo nada más sobre este asunto, y, a partir de ahí, la comida empezó a sentarme realmente mal viendo que todo estaba a punto de acabar. Para colmo, al terminar de comer, nos ofreció ducharnos antes del viaje, para relajarnos. Cuando se fueron a la furgoneta, y después de volver a hacer el ridículo mientras la empujaban para arrancarla y con la otra mano se despedían de la familia, decidieron que nos quedaríamos al menos otros dos días más en Paris. Quedé con ellos en vernos por la noche en la Torre Eiffel, buen sitio para quedar y no perdernos. Esa tarde pasé una de las tardes más románticas y deliciosas que recuerdo. Después de callejear por Paris nos sentamos en las escalinatas que llevan a Sacre Cour, que estaban a rebosar de gente y pudimos contemplar un montón de actuaciones diversas. Desde grupos de rock más o menos afortunados, hasta actuaciones circenses, estaba de lo más animado. Más tarde fuimos a cenar a un pequeño restaurante del barrio latino, luego cogimos un bateaux, o una gabarra más bien, y llegamos por el Sena a la Torre Eiffel. Allí estaban todos esperándonos y ¡Segolene! que le estaba cogiendo el tranquillo a mis colegas. Volvimos al Barrio Latino hasta que casi cerramos el AAVV El Espinillo 60 www.espinillo.org barrio. Ya no dio más de sí el día, y, por suerte para mí, mis amigos decidieron que un par de días más en París no importaban. Esa noche en casa de Sandra volvió a ser perfecta. Dejamos a Juanito y a Sandra en su casa y luego a Segolene. Cuando nos fuimos a acostar en la furgoneta, por primera vez estábamos sin ninguna chica, se me hizo duro sobre todo a mí, sin Ainara, mientras mis amigos decían paridas varias me sentí solo, ausente. Llevaba muchas noches durmiendo cerca de Ainara y ya no quería otra cosa, no quería seguir con los colegas, quería renunciar a todo y regresar a Donosti en su busca. Así que empecé a darle vueltas al asunto a ver de qué forma podría solucionarlo, pero no encontraba la solución. Pensé en que volvieran a pasar de nuevo, a final de mes, por Donosti y me recogieran, pero eso requería al menos dormir en casa de Ainara, y no tenía dinero para nada, todo lo que tenía estaba invertido en la furgoneta, en la nevera y la despensa. Le di mil vueltas, pero la realidad es la que es, y no tiene solución, al menos decidí que ya sabía lo que iba a hacer el año que viene, y en eso coincidía con lo que me había contado Juanito. Quería volver a verla, pasar unos días con ella, aunque tuviese que esperar, vería a Ainara donde fuera, quizás en San Sebastián, que a mí me venía genial y a Juanito le quedaba en medio, no se. Eso fue lo que al final me permitió al menos dormir un poco esa noche ¡un sueño despierto!. Decimoprimer día de viaje (11 de agosto de 1999) - Despertar gañanes, que estáis ”mas morraos que un burro”, dijo Paco. - Y ¿qué significa eso a estas horas de la mañana? contesté, a mí ya me da igual, Ainara se ha ido y por cierto tú has dejado de ser un incordio, pelirrojo. - Sólo fue un día y no volví a entrometerme José Manuel, no sabía que estabas tan atontolindranado con ella. - Vale, ya lo hemos hablado, no pasa nada pero déjame dormir - bien, pero a ti Julio se te va a pasar la mañana y no vas a ver a tu “amada”, Morfeo, dijo Paco - ¡hostias! Pero ¿qué hora es?, ¿por qué no me habéis despertado antes?, contestó Julio atropelladamente - tranquilo sólo son las doce de la mañana, es probable que ella también duerma, respondió - ¡las doce! La madre que me parió y yo aquí perdiendo el tiempo, ¿dónde está José?, pregunté AAVV El Espinillo 61 www.espinillo.org - Se fue de paseo, pero a lo mejor se te ha adelantado y se ha ido con Segolene - ¿y tú? - No me apetecía, me duele la cabeza. - Gracias por despertarme, pero lo podías haber hecho un poco antes, le respondí, mientras me vestía a toda prisa. Salí a llamar a Segolene en la primera cabina que encontré. Cuando acababa de poner mis primeros francos en el teléfono, oí aporrear la puerta de la cabina, me giré y vi a tres negros inmensos, debían de medir cerca de dos metros pues tuve que girar el cuello hacia arriba para verles la cara. No se qué me decían. pero lo que sí entendí muy bien era que querían que saliera de allí rápido. No entendía a que venía esa prisa si acababa de entrar. Desde luego no iba a hacer caso de lo que ellos dijeran, ¡faltaría más!, acababa de poner monedas y quería hablar con Segolene, mi dignidad estaba por delante, por supuesto. Así que recogí las monedas que me devolvió la cabina y salí al instante, me pegaron un pequeño empujón, justo lo que me hacía falta para salir pitando en busca de otra cabina. No había visto nunca unos especímenes así en mi vida, debían ser jugadores de la NBA, aunque por la pinta que tenían podían ser cualquier cosa. Uno de ellos llevaba una sudadera y la capucha puesta, y ¡debíamos estar a más de treinta grados de temperatura a esas horas!, desde luego hay gente para todo. Pasado el susto, unos minutos después, encontré otra cabina y pude llamar a Segolene, estaba sudando y no sabía si era por el calor que hacía en Paris o por otra razón. No había dormido bien, a pesar de que hoy teníamos espacio de sobra en la furgo, no había desayunado, me dolía la cabeza y había tenido un encuentro extraño, todo ello en poco tiempo. Ese día en París no empezaba nada bien, ¿sería esta la última sorpresa?. ∞ ∞ Quedé con Segolene en la pirámide de Cristal del Louvre, al enterarse los colegas, se apuntaron todos, lo que me fastidió enormemente, ninguno falló y allí nos presentamos en tropel. Decidimos caminar por Paris sin un destino predeterminado. Paseamos por el río, vimos la Concergerie, los numerosos puentes y llegamos de nuevo a Nôtre Dame. Volvimos a entrar, es una de las catedrales más importantes del arte gótico, pasamos a verla y nos dejó impresionados su gran planta, sus vidrieras, su solemnidad. Los reflejos del sol sobre las vidrieras daban una luz preciosa al interior de esta catedral. Cuando salimos la bordeamos porque es muy diferente su puerta principal de su parte posterior, fuimos disfrutando de esta gran obra de arquitectura y de las que iban saliendo al paso mientras practicábamos el francés con Segolene y le enseñábamos español, esta vez el de verdad. AAVV El Espinillo 62 www.espinillo.org Fue muy placentero, era una mañana soleada y aún no hacia demasiado calor. Había muchos parisinos tomando el sol, pudimos observar que hay otra forma de vida en París, bastantes barcos habilitados como vivienda permanente. Más tarde supimos que es una forma de tener vivienda pues es más barato comprar un pequeño barco que un piso y, además, tiene menos impuestos. Llegamos a una parte donde había muchos puestos de libros, parecía un mercadillo. José dijo que era parecido a la Cuesta de Moyano, en Madrid, pero sin el río al lado. Comentario que provocó diferencia de opiniones. Otra cosa que observamos en nuestro recorrido fue la cantidad de puestos de flores que hay en la ciudad. Es bastante habitual que se compren flores, suponíamos que para decorar y alegrar las estancias de las viviendas. Entre comentarios, comparaciones con nuestra ciudad y risas se nos fue pasando la mañana, hasta que el Búho miró el reloj y vio que eran casi las tres del mediodía y dijo, - chicos, deberíamos volver a la furgoneta y organizar lo que vamos a hacer en lo que nos queda de día. Segolene estás invitada, te vamos a preparar una comida típica española que te vas a chupar los dedos. Esta última frase le resultó imposible de traducir a Paco. José y Julio apostillaron, ¡buena idea!, nada de tortilla francesa, hoy huevos fritos con chorizo. ∞ ∞ Sandra y yo nos acercamos a la furgoneta después de comer. Las chicas planearon por donde iríamos esa tarde a pasear. No se que hacer, pensaba Ainara en su viaje de vuelta a Donosti, no me apetece nada volver con mis padres y perderme esta excursión por Europa, pero tengo que pasar por casa y convencer a mis padres para volver unos días más con ellos. En la próxima parada llamaré a Sandra, quizás nos podríamos ir todas las chicas y quedar con ellos, ya nos apañaríamos para dormir. El Búho me parece muy divertido, tiene su punto, me gusta y por primera vez me he sentido libre, tanto guardaespaldas, tanta vigilancia me tiene asqueada, si mi padre supiera lo que pienso de todo esto..., mejor no porque le daría un infarto. Ahora en la distancia los echo de menos, son un poco infantiles pero geniales. Una semana más no sería problema, creo yo. Si mi padre no me deja tendré que inventarme una excusa, eso, cojo ropa limpia, una mochila con saco, por si acaso y me vuelvo, decidido, me vuelvo con ellos diga lo que diga mi padre. Ahora que empiezo a entender a José Manuel, una semana más con él será divertido. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 63 www.espinillo.org Después de la comida en la que se estrujaron los sesos pensando en el menú, al menos habían conseguido que le gustara la especialidad patria a Segolene. En mitad del paseo de sobremesa Julio dijo, -¿Y nos vamos a ir de aquí sin probar los gofres? Yo no. Se sentó en medio de la calle, como en un gesto de protesta, y simuló encadenarse a una barandilla que había en el camino, tirándose al suelo. Parecía que el teatro había penetrado en la vida de Julio de forma impactante en este viaje, menudas representaciones nos estaba haciendo, entre Ainara y él íbamos bien servidos. Segolene y Sandra dijeron que no lo permitirían. Nuestro gran actor probaría los mejores gofres de toda Francia. Julio seguía semiposeído, moviéndose en círculo por el suelo, con su particular representación: - ¡Go-fres, Go-fres, Go-fres! - ¡ca-fre, ca-fre, ca-fre! que no entiendes nada de francés, contestó Paco, pero no has oído lo que ha dicho Segolene. - No, ¿qué ha dicho? - que vamos con el niño a comer gofres - habérmelo dicho antes y no hubiera tenido que bailar break dance, pero ¿te ha gustado? - precioso, cada día te entiendo menos, contestó Paco, pero no te cortes. ∞ ∞ Sentíamos que París se nos iba, nos era arrebatado. Llevábamos más de diez días de camino, de singladura, como se dice en el argot del mar. Es impactante como un corto espacio de tiempo puede producir que te olvides casi por completo de la vida anterior a él. Aquí estábamos los cicno amigos que salimos de El Espinillo, en VillaVerde, en Madrid, en la España de 1.999, que vivía extraña en una Europa que se abría, sin saber, a veces, si estaba en el pelotón de cabeza y pujante, o en el furgón de cola y con sus complejos pasados. Alguna vez había pensado algo que ahora, en la pausa que nos proporcionaba el viaje, ligera pausa para nuestro camino y nuestras emociones, veía con claridad. Me interesaba bastante, me enganchaba, la informática. Me apetecía, AAVV El Espinillo 64 www.espinillo.org y a la vez me entusiasmaba, la idea de intentar aportar algo a mi entorno cercano. Quería llegar a lo local desde lo global. Ahora, a dos mil kilómetros de distancia, lo veía mucho más claro. Coger en una botella el mundo, al menos una parte de mundo, con sus esencias, olores, sabores, cerrar herméticamente esa botella y llevármela para el VillaVerde en el que vivía. E intuía como, en el futuro, podría hacerlo. Seguía de cerca cómo iba afianzándose "una cosa rara" que se llamaba Internet, en la que el mundo estaba a un movimiento de la mano. ¡¡Eso era lo que buscaba, la idea que me llenaba el espíritu!! Algo saldría. Mi fuerza de voluntad y tozudez cuando una idea llamaba firmemente a las puertas, con un golpe muy sonoro, era muy grande. Ahora, con toda esta gama de acontecimientos que nos estaban sucediendo, me sentía invencible. Enfrascado en estos pensamientos, me evadía de la tristeza de la separación de Sandra. Ella había hecho que mi autoestima se hubiera elevado a los cielos más desconocidos para mi, me sentía grande, fuerte, sin límites. Mis límites los pondré yo, pensé, iré a donde quiera ir. Miraba a Sandra y Segolene, que nos conducían a saciar nuestro cuerpo, más bien el de Julio, de Gofres. También, a iniciativa suya, compramos sidra, la sidra francesa, mucho más "floja" que la española, con una mínima cantidad de alcohol. Me acerqué a mis amigos y les dije, como si ellos estuvieran siguiendo mi razonamiento desde el principio: - Colegas, tenemos que poner Internet en nuestro barrio, podríamos crear un sitio donde contar todo esto y enganchar a los vecinos. Mis cuatro compañeros, lógicamente, estaban absolutamente ausentes de mi reflexión. -¿Pero qué dices, pringao?, replicó el Búho. - Podemos crear una página donde todos hablemos a la vez, que sirva para conocer gente, arreglar cosas, aprender, divertirnos, no se. - La sidra se te ha subido a la cabeza. ¡Al Sena con él! ¡¡No hay huevos!! Esa frase solía ser un himno que el Búho utilizaba con sabiduría para montar jaleo entre nosotros. Él, y todos, sabíamos lo que venía detrás. -¡Que no! ¡Que no hay! ¡que no hay! -Pero bueno, qué he dicho, repliqué. Justo cuando estaba terminando la frase, cuatro energúmenos me habían levantado. ¡¡¡¡¡al Sena!!!!! Las chicas se quedaron estupefactas, primero, y empezaron a carcajearse después, lo cual confería a la acción, por parte de mis cuatro amigos, un aliciente más. Me sentí salvado cuando, estando en volandas y camino del río, escuché a Sandra: AAVV El Espinillo 65 www.espinillo.org - "Mais non, ¡Sena no!, pobgesito". Tras un breve silencio añadió ¡a la fuente que hay en esa plasa! Efectivamente había una fuente, no muy grande, lo que suele llamarse en los pueblos un “pilón”. Instantáneamente escuché a un desconocido y asalvajado Julio decir ¡¡¡al pilón!!!. La zambullida, en pleno Agosto, fue fresca, casi como un aullido de energía. Estando aún en el agua grité a mis amigos, a pleno pulmón, ¡que viva Europa!, a lo que, tanto ellos como ellas, replicaron con un sonoro ¡¡Viva!!, lo que produjo la atención de las personas que por allí paseaban. Sentí que no hacíamos nada más que llamar la atención allá por donde íbamos, no podíamos ocultar nuestros orígenes, los españoles sí éramos diferentes, ¡éramos ruidosos!. Ese día quedó sellada en mi mente, no el fresquito del agua de la fuente, si no la idea que tenía que poner en práctica en el futuro, con o sin la ayuda de los colegas; además así podría hablar todos los días con Sandra. El web de mi barrio, la puerta al mundo de Internet en VillaVerde. A lo mejor algún día, pensé, este viaje, o cualquier otro, es relatado en él, animando a contar las experiencias de cada uno. Como Internet es universal, y local, y todo, quizá pueda compartir la misma experiencia con personas de otros lugares, por ejemplo nuestros hermanos de Hispanoamérica que comparten el mismo idioma. Sería fantástico. ∞ ∞ Y esta idea se me ocurrió también porque recordé que hace un año en mi escuela tuve la oportunidad de comunicarme mediante Internet con una amiga que era peruana, Luciana. Jamás me olvidaré de los momentos gratos que pasamos chateando, nos conocíamos sólo por el messenger pero qué bien nos conocíamos; parecía que mediante la red no había distancia, que todo estaba a nuestro alrededor, era fabuloso. Luciana me contaba que su país era magnífico. Es envidiable toda su cultura, así como sus lugares, la sierra con el majestuoso Machu Pichu, la costa con sus atractivas playas como la de Paracas, la selva con el espectacular Loreto y Madre de Dios, en fin, todo lo que ella me había mencionado de Perú era interesante. Ojalá que algún día tengamos la oportunidad de visitarlo. ¿Qué será de Luciana?, me decía a mí mismo, hace tiempo que dejamos nuestras conversaciones por Internet. Sandra nos pidió que pasáramos un día más en Paris, pero a algunos no les hacía gracia la idea, otros ya lo teníamos pensado. Mañana, espero que por la noche, probablemente retomemos nuestro viaje. Julio propone ir a Alemania y a Rusia si no nos quedamos en Paris, El Búho quiere ir a Bélgica y Holanda, Paco propone ir a Bélgica, Alemania y después a Italia, José y yo queremos quedarnos todavía en Paris más días. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 66 www.espinillo.org Sin apenas darnos cuenta se nos pasó toda la tarde entre gofres, césped y bromas, entre miradas, gestos y caricias ... se nos fue el día y la noche, quizás la última en Paris. Yo me volví con Sandra a pasar la última noche juntos y, al llegar a casa, François estaba despierto. Antes de que dijera nada yo enfilé hacía la ducha y Sandra se fue con él. Esa noche para colmo de males no vino Sandra a verme, estuvo haciendo tiempo hasta que su padre se durmiera y la que se quedó dormida fue ella, normal, ya no dábamos más de sí. Decimosegundo día de viaje (12 de agosto de 1999) Hoy han decidido votar y en esa tesitura hemos perdido la votación. Esta tarde, a lo más tardar esta noche, partimos hacia Bélgica. Vistas las cosas he decidido no acercarme a la furgoneta y pasar la mañana, o el día, a solas con Sandra. Fuimos al Museo D’Orsay, al Centro George Pompidou, comimos un panini, tomamos café en una terraza deliciosa, paseamos por la Plaza de la Vendome, la Concordia, me contó muchas cosas, miré, sentí, acaricié, escuché, disfruté, hasta que se fue marchando el sol que ese día brillaba en la ciudad. Al atardecer me despedí de Sandra con gran tristeza, pero ella sonreía, lo cual me desconcertó, yo a punto de llorar y ella de cachondeo. - No te preocupes que pronto te daré una sorpresa - ¿pronto?¿qué es pronto para ti? - pues pronto, no te puedo decir más - y eso ¿cómo que no puedes decirme más?, pero no nos contamos todo, pues cuéntamelo. Por cierto “pronto” en español es quizás mañana, pasado, al otro, la semana que viene, pero no más ¿qué significa para ti pronto? ¡Dímelo, Sandra! - No puedo decirte nada, sólo que te quiero mucho y pronto nos volveremos a ver, no lo quieras saber todo. - No, si no quiero saberlo todo, sólo quiero saber cuándo nos volveremos a ver. ¡Vale, vale! ya me callo, no te lo pregunto más. Para que veas lo que siento por ti, este año voy a escribirte un libro, todos los días y las noches voy a escribir algo para ti, hasta que te vuelva a ver. - ¡Qué bonito! Y ¿qué vas a escribir? - No lo quieras saber todo, hay cosas que no se pueden contar. - Vale, ¡touché! Antes de llegar a la furgoneta di un largo paseo en solitario por el parque que hay junto a la Torre Eiffel. Cuando entré en la furgoneta estaban todos acostados, para colmo de alegrías me tocó dormir al volante. AAVV El Espinillo 67 www.espinillo.org DECIMOTERCER DÍA DE VIAJE (13 DE AGOSTO DE 1999) Apenas llevaba un par de horas del día trece descansando, cuando El Búho me dijo que me cambiara de sitio y arrancó la furgoneta en dirección a Bélgica. Me quedé despierto, de copiloto. No sabíamos muy bien hacia donde ir, ni donde parar. Después de un par de horas de viaje pasamos por Luxemburgo, luego Bélgica. - Esto es la pera, aquí se pasan los países con una velocidad tremenda, ya hemos estado esta noche en tres países y estos sin enterarse ¿qué hacemos?, me preguntó el Búho. - Pues sigue, vamos hasta Dinamarca, le respondí. - Vale, pues allá vamos, pero luego hay que volver, quiero ir a ver a un ligue de verano conocida que vive cerca de Groningen, en Holanda, dijo El Búho, pero a los colegas se lo explicas tú. - ¡Vale! no pasa nada, se vuelve y ya está. A mí ya me da todo igual, prefiero hacer kilómetros. Ya no tengo ganas de ver nada de nada, bueno quizás la Catedral de Aquisgrán, que me han hablado muy bien de ella. En Madrid vi en un mapa que estaba cerca de Bélgica y Holanda, en Alemania. - Esa la dejamos para después de un par de juergas. En Groningen hay un ligue de hace un par de veranos. La conocí en la Costa del Sol, en Benalmádena. Estuvimos una semana juntos, dijo El Búho. - Pero ¿al final cayó?, pregunté. - Tú que crees, colega. No sabía que creer, pero siendo El Búho me daba que sí. En Madrid era un especialista en encantamientos con su verborrea y su gracia, pero viendo lo mal que se manejaba en inglés se me hacía difícil pensar como pudo engatusarla; su físico no era precisamente lo más atractivo, ¿qué pudo ver en él la holandesa?. Claro está que tampoco conozco a la holandesa, y si dice que era de al lado de Groningen, o sea de algún pueblo, se podía esperar cualquier cosa. Igual era una de estas gordas inmensas, por lo que había comprobado, el Búho para unas risas se apuntaba a cualquier feria. - ¿y te dio su dirección?, le pregunté - y el teléfono, si casi quería casarse conmigo, dijo el Búho - no fastidies, ¡que horror!. ¿Y tú que le dijiste? - No hombre, no le dije nada, es sólo una apreciación que tenía. Me daba la impresión de que estaba muy enamorada de mí. - ¿En una semana? - Estás muy escéptico esta noche, y tú con Sandra ¿cuánto tiempo has AAVV El Espinillo 68 www.espinillo.org estado?, cinco, seis días a lo sumo en toda tú vida, y te veo peor que la holandesa. - Es verdad, pero también es verdad que llevo un año escribiéndome con ella, le dije justificándome un poco. - Eso y nada es lo mismo. El caso es que existe el amor a primera vista y esta chica se quedó prendada de mí, dijo el Búho. - Amén, contesté - A ver si tiene amigas y pasamos un par de días divertidos. - Ya de paso que nos invite a comer, me apetece más eso que lo de las chicas. A mí lo único que me seduce es volver con Sandra, no puedo pensar en nadie más ahora. - Qué mal te veo Juanito, no te enamores que sólo trae disgustos. Eso déjalo para cuanto tengas treinta años, ahora lo que hay que hacer es divertirse. En esas estábamos, divagando y haciendo kilómetros cuando Julio se despertó y preguntó, - ¿por dónde vamos? - Pues hemos salido de Francia, hemos pasado Luxemburgo, cuando nos dimos cuenta ya quedaba atrás Bélgica, empezamos a mirar tulipanes y casi se nos fue Holanda y estamos llegando a Dinamarca, le dije. - ¿Qué?, ¡¡estáis locos!!, gritó Julio Todos se despertaron y se montó un buen festival. Cada uno hablaba o gritaba proponiendo un sitio, a nadie le gustaba estar casi en Dinamarca. La verdad es que para haber estado hace unas horas en Paris despertarte en la frontera de Dinamarca debía de ser fuerte, pero tampoco era para tanto. A mí me daba igual Holanda que Rusia, pero ahora me apetecía conocer a la chica de la Costa de El Sol, tenía curiosidad, ¿casarse con el Búho? No me lo creo. José decía que él había quedado con sus tíos cerca de Dusseldorf, eso significaba recular. Paco decía que por qué no habíamos parado en Brujas, a lo que el Búho me dijo que eso debía de ser ese cártel que ponía Brueggen o algo así que habíamos visto anunciado en la carretera. La verdad es que no habíamos leído ningún cartel que nos sonara familiar. Por esas carreteras no vimos Brujas, ni Bruselas, ni Ámsterdam, ni Aquisgrán, ni nada de nada, todos tenían unos nombres rarísimos. José apoyó la moción de ir a Brujas, Julio se unió también al grito de, - ¡a Brujas o a Rusia!, con lo que quedaba claro que le gustaban los extremos. Así que al final tuvimos que volver otra vez, total un par de países más o menos no importaba. Decidimos desayunar donde estábamos, al lado de Dinamarca, luego AAVV El Espinillo 69 www.espinillo.org emprenderíamos el regreso. Fuimos a una especie de bar o cafetería y pedimos café, o lo que fuera que nos sirvieron, y unas tostadas, gracias a la mímica nos entendimos fantásticamente. Cuando llegaron las tostadas y el café pudimos comprobar que todo estaba malísimo. No se lo que nos trajo el paisano de la cafetería, lo único que sé es que el camino a Brujas fue tremendo. Mientras mirábamos los paisajes llanos de Holanda, el campo verde, los molinos, todo espléndido, nosotros teníamos el estómago revuelto. De la cena no podía ser ¿o sí?, el caso es que a mí, ese desayuno me había sentado como un tiro. Al llegar a Brujas empezó la diáspora. Nos metimos en un McDonald y salíamos corriendo buscando los servicios. Allí íbamos dejando nuestra impronta y esperábamos que nuestra enfermedad. Pedimos coca-colas y en el lapsus de tiempo necesario para beber un vaso, tocamos casi a tres veces por cabeza en la asistencia al baño, ni que hubiéramos tomado ostras. El día había sido horrible. Todos volvimos a la furgoneta antes o después y allí nos acostamos, no nos quedaban ganas de ver nada. Sólo alguna espantada de algún amigo nos despertaba. Pasamos el resto del día tumbados, sin comer, sólo a base de manzanillas, que alguna madre con buen tino depositó en nuestra despensa y alguna bebida isotónica, sin ganas de nada y eso que decían que Brujas era muy bonito, pero a nosotros ese día todo nos sobraba, hasta el nombre de la ciudad nos sonaba mal. ¿A quién se le habría ocurrido llamar a este sitio así?. Decimocuarto día de viaje (14 de agosto de 1999) Al día siguiente y,después de más de quince horas sin bromear, durmiendo o sesteando, con dolores intensos que fueron remitiendo, decidimos salir de casa, pero primero el desayuno lo hicimos nosotros. Fuimos a comprar leche y pan y desayunamos en la furgoneta. Esta vez nos sentó bien. Hicimos pan con aceite, calentito, y fue un reconstituyente. Decidimos visitar la ciudad a ver si era verdad que era tan interesante. Al llegar a la Plaza Mayor nos pareció que era de cuento. Casas de todos los colores, con una arquitectura muy característica, tejados a dos aguas con mucha inclinación, un aspecto muy medieval, era una delicia. Contaba con palacios, un par de Iglesias, una con un campanario enorme y el Ayuntamiento. La ciudad estaba llena de canales y casi sin darnos cuenta, estábamos metidos en una barquita recorriéndolos. Mejor así, sin planear nada. Lo del barco me traía malos recuerdos. Llegamos a una especie de estanque que le llaman el Lago del amor, lástima, justo nos metemos aquí cuando estamos los cinco solos. Pasamos un día tranquilo, hablando de lo que habíamos dejado atrás. Y ese día nos pusimos de cervezas hasta arriba, había cervecerías inmensas, incluso museo de la cerveza. Luego nos fuimos a Gante, otra ciudad muy interesante, tiene un centro histórico medieval muy extenso, es como meterse en otra época, no se si en los AAVV El Espinillo 70 www.espinillo.org Tercios de Flandes, pero casi. El Castillo alberga un museo de instrumentos de tortura que quisieron ver, vimos la Catedral donde está el batipsterio donde fue bautizado Carlos I de España y V de Alemania, y ni de la una, ni de la otra, al parecer era de aquí, de Flandes. Tiene un precioso muelle con una fachada de casas espectacular. Después de cenar, decidimos que era hora de disfrutar de nuevo, ahora por primera vez estábamos como habíamos pensado todo el año que estaríamos, los cinco solos y en busca de aventuras. Nos fuimos a una discoteca y esta vez, como casi siempre en España, no nos comimos ni una rosca, yo al menos no lo intenté, pero tuvimos munición para reírnos de José y de Julio, que lo habían intentado por todos los medios y no habían conseguido nada. Les falló el francés, y creo que las duchas que dejamos en París también, sobre todo tras la enfermedad y sus correspondientes sudores. Decimoquinto día de viaje (15 de agosto de 1999) Al amanecer el Búho nos llevó hasta la dirección que tenía de su ligue, no se. El caso es que dimos vueltas y vueltas por el campo holandés, no encontrábamos la dirección. El cachondeo a costa del Búho era constante, nos pasamos una mañana de lo más divertida, y, por cierto, Holanda era muy bonita. Nos impresionaron la gran cantidad de extensiónes planas, verdes y llenas de tulipanes que nos encontramos, salpicadas de unos molinos que en nada se parecían a nuestro molinos manchegos. Holanda no se parecía en nada a Bélgica, tan cerca y tan diferentes. Bélgica nos había gustado muchísimo. En Holanda, de momento, perseguíamos una dirección, que al final resultó que existía. Al llegar a la puerta de la casa buscada, el Búho bajó un tanto emocionado, nos quería impresionar y llamó al timbre. - ¿qué? ¡percebes!, os creíais que era un cuento chino, pues esperad a verla ¡mequetrefes!, ¡gente de poca fe!. Todos estábamos expectantes mirando desde la furgoneta que estaba aparcada justo enfrente de la entrada. La casa era una especie de granja, tenía un pequeño canal cerca y un molino, el sitio era de lo más bucólico. Llamó un par de veces. De repente la puerta se abrió y allí estaba ella. Hombre, la chica no estaba mal, muy rubia, y más bien bajita para lo que se estilaba en este país. El Búho se presentó, - Hola Griet, soy José Manuel. Ella no contestó, pero empezó a ponerse colorada como un tomate. El Búho insistía. - De España, de la Costa del Sol. El verano pasado en Benalmádena ¿recuerdas? AAVV El Espinillo 71 www.espinillo.org - Sí, ya me acuerdo, pero ¿qué haces aquí?, contestó en un español muy forzado. - Nada, he venido a verte, te quería dar una sorpresa, le dijo el Búho tratando de impresionarla un poco y, a fé que la impresionó pues la chica no articulaba palabra, miraba hacia dentro y hacia el Búho de forma muy nerviosa. Nosotros que no nos perdíamos nada de la escena, no salíamos de nuestro asombro, por la pinta que tenía el asunto, el Búho la había vuelto a liar. Al instante apareció un hombre de cerca de dos metros de altura detrás de ella, que debió decir algo así como “te están molestando cariño”. Nosotros no cabíamos de la risa dentro de la furgoneta, ¡qué panorama!. El Búho ahí recto, sin saber qué decir. La pobre chica era un poema, toda colorada, no sabía donde meterse, él tío detrás de ella mirando al Búho y perdonándole la vida, mientras nos miraba a nosotros con suspicacia. Debía de pensar ¿quiénes son estos imbéciles que se están partiendo de risa en la puerta de mi casa?. La escena duró pocos segundos pero sabíamos que nos iba a durar mucho más a lo largo del viaje. Al final el hombre se metió en la casa cuando la chica le dijo algo que dedujimos como que son amigos, o que se han perdido, son españoles y preguntan por una calle, yo les explico, o alguna buena excusa que se le ocurrió. La pobre, que parecía aturdida, salió hasta la calle como indicándole al Búho por donde se iba a algún sitio, y le debió pedir que saliera de allí rápido porque hablaron no más de tres minutos. Mientras seguía indicándole con el dedo, y nosotros teníamos todas las antenas puestas en esa dirección, captamos esta pequeña conversación: - tú estás loco José, estoy casada, como se te ha ocurrido, eso pasó hace mucho tiempo y en unas vacaciones. Ese era mi marido. - No lo sabía, contestó - Márchate y no vuelvas más, por favor, dijo Griet. Nosotros le estábamos esperando para hincarle el diente, nos había alegrado la mañana. Y ¿ésta era la chica que quería casarse con él? Menudo ojo tenía para las mujeres. El Búho se metió en la furgoneta, menos mal que la habíamos dejado en marcha y no tuvimos que empujarla, y salió derrapando o casi. Nos llevó hasta una playa, creo que era en la Haya pues el nombre en holandés era parecido, y la hora que duró el viaje tuvo que soportar las ironías y la chufla de todos. Al llegar a la playa se desvistió muy dignamente, después de aguantar con sentido del humor toda la mofa, y se fue a bañar a pesar de que el agua debía de estar muy fría, al menos por allí no veíamos a nadie dentro del agua, pero el Búho aguantó casi media hora dentro de ella, creo que no tenía muchas ganas de salir de allí. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 72 www.espinillo.org Ese día en la playa José y Paco se enrollaron con dos chicas. Después de tomar algo con ellas en una cafetería las convencimos para que nos enseñaran Holanda, que se vinieran con nosotros unos días de viaje. Las chicas parecían entusiasmadas con la idea, así que nos metimos todos en la furgoneta, no sin antes empujarla para ponerla en marcha, este debió ser el primer punto a nuestro favor. Las llevamos a su casa, al parecer eran vecinas. Vivían en La Haya, en un barrio con un aspecto muy holandés, casas de ladrillo rojo oscuro, con detalles decorativos en la fachada y pequeño jardín a la entrada al edificio, al menos esos eran los edificios mas repetidos en la ciudad antigua. Allí estábamos los cinco entusiasmados de nuevo. No sabíamos cómo había sucedido todo, pero era real. Esperamos cinco minutos, otros cinco, y cinco más. Las chicas no salían. Debían de estar haciendo unas pequeñas maletas para venir. En realidad todo había sido muy fácil, demasiado fácil, algo no iba bien. Seguimos esperando de cinco en cinco minutos hasta que ya había pasado más de una hora. - Va a ser que no, dijo Paco el pelirrojo - Que no ¿qué?, preguntó José - Que no vienen, hombre, que no vienen, repitió Paco - Van a ser los quesos, dijo Julio - Si ya os lo dije yo, nos teníamos que haber comido los quesos, respondió el Búho - Con quesos o sin quesos a nosotros si que nos la han dado con queso, por mí nos podemos ir ya, dije - Y si están intentando convencer a sus padres o cualquier cosa, dijo José que no se terminaba de creer lo que nos estaba sucediendo en Holanda con las chicas. - ¿cualquier cosa?, menuda gilipollez, estas pasan de nosotros, te lo digo yo. Pero si no nos entendíamos apenas, como sabes tú que han entendido lo que le hemos dicho y como sabes que nosotros hemos entendido lo que ellas nos han dicho, nuestro inglés no es para tirar cohetes. Yo creo que estamos haciendo el canelo aquí parados en la puerta de su casa, dijo Paco que ya se estaba cansando de la absurda situación. - Hombre Paco lo del “yes or no” lo dominamos a la perfección, si les preguntamos ¿do you want to travel with us a few days? Y ellas dicen yes, yes i like, pues que va a ser que sí, dijo José - Va a ser que sí que nos vayamos a Ámsterdam por ejemplo, paseamos, vemos el barrio rojo, nos reímos un rato y olvidamos penas, dijo Julio. - No parece mala idea, contestó el Búho - Pues venga vámonos, que si nos están viendo por la ventana ya es hora de quitarles el entretenimiento, dijo Paco AAVV El Espinillo 73 www.espinillo.org - ¿Y si tomamos una caña aquí enfrente que hay un bar y esperamos un poco más?, sugirió José - ¡¡¡¡no!!!! Volvimos a arrancar con nuestro empuje habitual, y nos dirigimos hacia Ámsterdam. El camino ya no se repetía tanto como antes, íbamos cerca de la costa, y no ya por las extensas praderas. En un momento vimos que en una playa había fuegos artificiales. - ¡Fuegos artificiales a mediodía! - Aquí están un poco despistados, de todas maneras podemos parar un momento y de paso nos hacemos un bocata de chorizo y queso francés, no sea que volvamos a ligar, que ya somos unos expertos, y perdamos nuestros encantos cuando entren aquí con esta peste. - Me apunto a todo lo que has dicho, parar, ver, comer y seguir. Después de ver los fuegos artificiales, muy escasos y muy pobres, a Valencia los mandaba a todos estos que aplaudían, decidimos que lo mejor era darnos una ducha, o al menos un baño, buscamos una piscina pública o polideportivo, ya que el agua del mar no nos seducía mucho y además te quedabas muy salado. Aprovechamos las duchas de los vestuarios y nos dimos un buen repaso, después de nadar un buen rato, y ya que estábamos en el vestuario a Julio se le ocurrió la idea de lavar toda la ropa en los lavabos, parecía que iba a “cantar” mucho pero no se nos ocurrió otra cosa, dicho y hecho. La gente nos miraba de forma muy extraña, no se porqué, ¡ni que nunca hubieran visto a unos chicos lavar la ropa!. El problema vino cuando terminamos ¿dónde la tendíamos?. - Al fondo del polideportivo, aprovechando las vallas podemos tender una cuerda, yo creo que nadie va a decir nada, dijo Julio con su poesía mental habitual, - ¿alguna alternativa más?, preguntó Paco - Bien vamos para allá, le echaremos un poco de cara. Y allí que nos fuimos sin ningún rubor, con toda la colada. Pusimos las cuerdas, tendimos la ropa, y nos tumbamos a tomar el sol. La gente nos miraba como si no hubiera otra cosa mas interesante que hacer allí. Al poco rato vimos que venían dos vigilantes de seguridad. No se que nos dijeron, eran unos exabruptos que sonaban fatal, lo que sí vimos es como empezaron a arrancar la ropa, casi nos la destrozan, sólo dejaron colgados los calzoncillos, con estos no se atrevieron los muy cobardes. Tiraron todo al suelo haciendo gestos un poco bruscos, nosotros por si acaso los mandamos a tomar viento en español, al parecer nos invitaban a que nos fuéramos. De repente oímos aplausos, todos los bañistas miraban y aplaudían, pero ¿a quién?, en ese momento no sabíamos si saludar, reír o AAVV El Espinillo 74 www.espinillo.org llorar. Después de unos segundos de confusión lo entendimos todo plenamente, a pesar de tener nuestros tickets, que enseñamos, recogimos la ropa con toda la dignidad que pudimos, y nos fuimos casi en fila india por donde habíamos entrado. Nos apuntamos un nuevo ridículo pero nos resultó divertido y la ropa estaba casi seca. Definitivamente Holanda no era nuestro país, había que salir cuanto antes de allí, pero aún nos quedaba Ámsterdam ¿cambiaría nuestra suerte? Al salir de la ciudad paramos y entre dos árboles que logramos encontrar en este país sin apenas árboles, al lado de la carretera, terminamos de secar la ropa. Menos mal que no pasó ningún policía, pues ya nos temíamos lo peor. Esa noche aparecimos por la Plaza D’Am o algo así, entre bicicletas y “colgados” no quedaba espacio para pasear, y eso que era inmensa. Aparcamos cerca de un pequeño canal y con disponibilidad por delante para empujar rápidamente, por si las cosas se torcían, y aprovechamos para comer algo. Ámsterdam nos sedujo desde el primer momento, quedamos impactados por sus callejuelas, sus canales, sus barcos, sus flores, sus bicicletas y su ambiente. De madrugada ,el barrio rojo estaba a tope. Nunca había estado en un sitio así, desde luego allí había mucha vida, y más marcha que en ninguna otra ciudad europea de las que habíamos estado. Las chicas estaban a la vista, detrás de escaparates. Tenían una persiana que bajaban cuando entraba alguien. Las posturas de las chicas tras los cristales eran de todas las formas posibles. En un momento dado decidimos cronometrar a uno que entraba a solicitar los servicios de una chica que estaba al otro lado de un escaparate. El hombre entró en la pequeña habitación. La chica bajo la persiana. Pasó un minuto, pasaron dos, pasaron tres, y cuando aún no llegaba a cuatro minutos volvió a aparecer el hombre y la chica levantó la persiana. ¡Qué había hecho este tío!, si casi no había tenido tiempo de bajarse la bragueta. Era peor que yo cuando estuve con Sandra la primera vez, y yo aún me lamentaba. ¡Era el Fitipaldi de las putas!. - Así me hago yo prostituta, dijo el Búho - Y yo protestante, resumió Paco entre risas Pasadas las tres de la madrugada y, cuando ya bajaba mucho el ambiente, decidimos levantarnos de la terracita donde estábamos y marcharnos. En ese momento comenzó una pelea en la mesa de al lado. Dos jóvenes se estaban dando golpes sin límites. Uno de ellos rompió una botella y se la clavó en la cabeza al rival. Éste sangraba a chorros, le debió partir la cabeza o romper una ceja, no se, aquello daba miedo. Pusimos pies en polvorosa en cuanto oímos la sirena de la policía, a los cinco minutos escasos de empezar la pelea, aquí son rápidos, muy rápidos, pensé. Pero cuál no sería nuestra sorpresa cuando, a más de cincuenta metros que era lo que habíamos conseguido correr, observábamos la extraña escena. El coche de la policía estaba siendo zarandeado, golpeado, escupido. Los policías parecían muy asustados. Aceleraron todo lo que pudieron y salieron derrapando de allí. Esto en España con nuestra policía no pasaría, pensamos. Definitivamente no entendíamos AAVV El Espinillo 75 www.espinillo.org nada en Holanda. Ya no nos quedaban ganas de ver nada más. Nos metimos en la furgoneta e intentamos dormir, mañana, si no esta misma noche, salimos para Alemania. Al poco rato un grupo de tres negros y un blanco empezó a golpear en la furgoneta. Nos alarmamos, pero supimos guardar la compostura. Nadie respiró, nadie habló, nadie movió la cortina, sólo oíamos los gritos y los veíamos a través de la cortina. - ¡Son los negros de Paris!, dijo Julio, me persiguen. Debían de medir lo mismo por lo que nos contó. Creíamos que iban a romper la furgoneta, golpeaban con fuerza, gritaban, reían , pero de repente dejaron de golpear. Nos asomamos un momento por la ventana pensando que se habían ido y allí estaban, se habían bajado los pantalones y empezaron a mear la borrachera en la furgoneta. ¡qué cerdos!. No nos atrevimos a salir. No tenían buena pinta. A los pocos minutos se cansaron de todo, de proferir gritos, de dar patadas etc. y se fueron a molestar a otro sitio. Salimos y vimos que nos habían dejado todo lleno de abolladuras. La furgoneta era un poema. No se cómo llegaríamos a Madrid, y lo que es peor no se si podríamos pagar nada más al llegar. No quería ni pensar en lo que me iba a decir mi padre si me viera llegar así, sólo llevábamos la mitad del viaje y teníamos rastro en la furgoneta casi de cada uno de los días, y eso que no habíamos tenido ningún accidente. En ese mismo instante arrancamos y salimos disparados camino de Alemanía, no queríamos estar en Holanda ni un momento más. Holanda para los holandeses. Nos echaban en un sitio por límpios, y no decían nada por guarros y violentos, y esto era Europa ¡el primer mundo!. Una hora después estábamos en la frontera, y al cruzar hacia Alemanía nos relajamos, quizás todo sería como en Francia, al menos íbamos a empezar igual: en casa de los tíos de José. Decimosexto día de viaje (16 de agosto de 1999) Alemania era un país que nos producía una sensación muy especial a la mayoría. Era una sensación que provenía del desconocimiento, de las palabras de los mayores que habían emigrado allí y luego nos contaban sus batallitas. Nos producía una erótica especial, y presentíamos que en ella acontecerían cosas intensas. A Julio le atraía mucho, y parecía que no se hartaba de la panzada de kilómetros, le entusiasmaba la idea de encaminar el objetivo, aunque fuera en varias etapas, hacia el Sur, Munich, el lago Constanza, visitar la Selva Negra. Paco, en cambio, no quería perderse Colonia, Hamburgo, que tenía otro barrio rojo como el de Amsterdam. Tenía fijación con Hamburgo ya que, en sus AAVV El Espinillo 76 www.espinillo.org tiempos futboleros de niño, por lo que sea que a un niño le tiran esas cosas, se había encabezonado con que era fan del Club de Fútbol Hamburgo y de su delantero estrella Rubesch. La cita en Moenchengladbach era obligada y querida por todos. En la zona de descanso pasada la frontera estábamos comentando los posibles caminos. ∞ ∞ Al cruzar la frontera, vimos varios carteles de ciudades alemanas, no sabíamos dónde ir, que si Gelsenkirchen, que si Mulheim an der Rurh, hasta que vimos uno que ponía Essen, y para “esen” que nos fuimos, nuestro viaje empezaba a ser de cachondeo. Antes de llegar a esa ciudad, apareció otro cartel que ponía Wupertal, - ¡gira hacia Wupertal!, está muy bien, por favor, le dije al Búho que estaba conduciendo en ese momento. - Y ¿qué hay allí?, preguntó - Por lo que recuerdo, están las cuevas de Neandertal, están en el Valle de Tal, que está al lado de la ciudad, dije - ¿estás seguro? Tu te montas cada película, dijo Julio que estaba sentado delante con nosotros. - Seguro no, pero lo estudie contigo, las cuevas de Neander, estaban en el Valle de Tal, cerca de WuperTal, ¿te acuerdas de algo, lumbrera?, contesté. - Si tú lo dices, me voy a echar un rato, a mí estas elucubraciones tuyas me dan sueño, contestó Julio. Cuando estábamos cerca de la ciudad me dijo el Búho - Pregunta tú a esta gente que a mi me da la risa. Y preguntar a unos alemanes a esas horas de la mañana y en un inglés justito daba bastante reparo. Empecé a preguntar a unos y a otros, pero por allí nadie nos entendía. En Francia habíamos salido del paso con cuatro frases, pero aquí es que ni entrábamos, apenas sabíamos decir buenos días, y la gente de por aquí o no sabía inglés o no entendía nuestro inglés chapucero, el caso es que ni el valle de Tal ni el de Cual. El valle que recordaba, y que ya creía que me lo había inventado, o no estaba allí, o no sabíamos dar con él. Dimos vueltas y más vueltas, pasamos dos veces por la ciudad, preguntamos a jóvenes y mayores, hicimos mímica de la prehistoria y nada de nada. Menos mal que el resto del equipo dormía plácidamente, o no hacía nada por enterarse de lo que ocurría. - Vaya desastre, como todo sea así en este país no vamos a poder ir a ningún sitio, dije AAVV El Espinillo 77 www.espinillo.org - Creo que lo mejor será marcharnos de aquí, dijo el Búho - Vámonos sí, que me estoy desmoralizando, pero ¿a dónde?, pregunté. De repente recordé que cerca debía estar Aquisgrán, volví a la carga con las preguntas, pero fue otro muro el preguntar por ella. Nadie había oído nunca hablar de Aquisgrán, ¿se diría de distinta forma aquí? Seguro. - Lo mejor será irnos cerca de la casa de los familiares de José. - Eso está cerca de Dusseldorf, lo que pasa es que ellos esperan despertarse en Essen, dije. - Pues ni a Dusseldorf, ni a Essen, ¿qué te parece si seguimos esa dirección que pone Bonn?. Hay dos o Bonn o Kolhn, ¿cúal te suena mejor?, preguntó el Búho - Pues así de oído me suena mejor Bonn, era la antigua capital, no debe de estar mal, contesté. - Pues a Bonn, luego a Koln y más tarde a Monchengladbach, que nombre más difícil de pronunciar, como tengamos que preguntar lo llevamos claro. Después de esto dejaremos que se peleen eligiendo el siguiente destino, Hamburgo o Munich, ya nos da igual, en cualquier caso va a ser un descubrimiento. - Bien ¡A Bonn, a Bonn!, ¿abón? ¿De que me suena esta palabra? Y hacia allí nos encaminamos, estábamos dando más tumbos que otra cosa, íbamos a ciegas por Europa, pero éramos libres y teníamos todo el tiempo del mundo, en ese momento nada nos importaba. Cuando llegamos a Bonn nos quedamos estupefactos. Habíamos visto ríos inmensos en Francia para los que teníamos en España pero aquí ya era demasiado. El río Rhin era tremendo. Acostumbrados al Manzanares, aquello nos pareció desmesurado, en algunos tramos a lo largo del camino había casi un kilómetro de ancho o algo así. Veíamos barcos que en España surcaban los mares, cargueros, cruceros, de todo. Desde luego teníamos que ir en barco por éste río, no había duda. La ciudad también nos pareció muy bonita, muy tranquila, como diría mi padre, muy señorial. Aparcamos al lado del río y despertamos al personal. Había que hacer un desayuno-comida, teníamos un descontrol de horas impresionante. Al levantarse y salir fuera se quedaron impresionados con lo que vieron. ∞ ∞ ¡¡Qué majestuosidad!!. Había incluso gente mojándose los pies en la orilla. Paco no se lo pensó dos veces y allá que fue, menuda zambullida que se dio en el río, se sentía libre y nos invitaba a zambullirnos también. AAVV El Espinillo 78 www.espinillo.org De repente, una llamada inesperada alborotó nuestro destino. - ¿Diga?, dijo el Búho - ¿José Manuel?¿sabes quien soy? - Ainara ¿qué tal, como estás? te echo de menos. - Pues por eso te llamo, yo a ti también. - ¿Qué haces? - ¡¡Estamos en Moenchedgladbach!! - pero ¿qué dices?¿cómo que estamos?¿quiénes estáis? - Te explico, en Donosti decidí pedir permiso para irme una semana a casa de Sandra en Paris, y mis padres me dejaron. Cuando estaba con Sandra pudimos convencer a François, ya sabes su padre, para que nos dejara hacer una excursión, en principio teníamos que ir a Estrasburgo, pero como sabíamos que teníais que ir a esta ciudad, aquí estamos. ¿Dónde estáis? - Qué sorpresa, nosotros acabamos de llegar a Bonn, creo que está cerca de allí. - No os mováis que vamos para allá. - pero ¿cómo vendréis y cuándo? Nosotros estamos al lado del Rhin y no conocemos esta ciudad. - Estamos en la estación de autobuses, cogemos el primero que salga y te llamo. - Vale, de acuerdo, os esperamos José Manuel se quedó pasmado, estaba indeciso con respecto a Ainara, no quería ligar con nadie en serio, sólo divertirse, y esto anunciaba algo más. Ahora que teníamos que ir a casa de los tíos de José y ahora que por fin viajábamos solos, como queríamos, o más bien como quería el resto. A mí me había dado un vuelco el corazón. Esta era la sorpresa que me dijo Sandra, o sea que el “pronto” en verdad era pronto. ∞ ∞ El Buho, por otra parte, tampoco podía resistirse al encanto de aquella chica, que parecía que estaba haciendo todo lo posible por estar con él. Al resto la noticia les sorprendió y más de uno estaba fastidiado con la nueva situación. AAVV El Espinillo 79 www.espinillo.org Paco salía del río muerto de frío, a pesar del calor que hacía, pero el agua no debía de ser termal. Cuando le contamos la sorpresa, menuda sorpresa, se cogió un buen rebote, no tenía ninguna gana de volver a empezar y de mal dormir de nuevo. ∞ ∞ La llamada recibida nos llenó de turbación. Cada uno, dentro de si, guardaba unas sensaciones, que en algunos casos llegaban a fuertes sentimientos, bastante marcadas y muy contrapuestas. El Búho y yo, ante la perspectiva de la reunificación con nuestros amores veraniegos, teníamos un sentimiento de euforia. Pero era una euforia particular, centrada en nosotros mismos. De hecho, a mi no me agradaba nada que viniera Ainara. Yendo más allá, me fastidiaba la presencia de todos, Sandra ocupaba toda mi mente en ese momento y a pesar de planear el viaje con mis colegas, todos los demás no tenían cabida en ese momento. El Búho sentía algo que podía ser parecido a lo mío. La situación había sufrido un giro de 360 grados. Éramos, en ese momento, no una unidad de cinco amigos, sino cinco personas independientes, cinco espacios separados por toneladas de hormigón, que teníamos un espacio interno muy importante que era incompatible con los espacios de los demás. - Volveremos a juntarnos. Esto si que no nos lo esperábamos, a mí me seduce la idea, espeté. Julio tomó la palabra con autoridad. -¿Pero qué coño te seduce? ¿Tu estás tonto, o estás atontao, que es peor?, dijo Julio Juanito tuvo un ademán de ir a por él, que pudo a duras penas controlar. -No hay sitio para todos. Ni dentro ni fuera de la furgoneta. Tenía que haberme vuelto cuando lo dije, estáis fuera de vosotros mismos, las chicas os han poseído la mente, continuó. - Julio, es lo que hemos venido a buscar, ¿no? Aventura, joder, pues es lo que estamos teniendo, mejor imposible. Vamos, el que va a hablar, y tú cuando te disfrazaste de Travolta y otras locuras ... dijo el Búho. A Julio le estalló la vena que separa la consciencia de la agresividad y le asestó un fuerte puñetazo al Búho, que lo tiró al suelo. -Métete con tu padre, gilipollas. Te crees que eres el rey del mundo y eres un mequetrefe, un imbécil. AAVV El Espinillo 80 www.espinillo.org José y Paco consiguieron contener a Juanito, que ya estallaba, y separar a los dos contendientes de la pelea. Únicamente lograron separarlos físicamente pero el combate verbal seguía. -¿Sabes, capullo? dijo Julio. Paso de ti, métete la furgoneta y el viaje por donde te quepa. Ahora si que me piro. Me voy. Ya me las apañaré. No quiero estar con el Búho ni un segundo más. -Cálmate, Julio, intentó interceder Paco. -¿Qué leche calma? Ahora mismo recojo mis cosas de la furgoneta y me voy. Vimos sus ojos inyectados en sangre. Sabíamos que se calmaría, que llegaría su momento, pero vimos que no podríamos anular su idea de marcharse. El tiempo pondría las cosas en su sitio y, esperábamos que el futuro nos depararía la recuperación de nuestras vidas comunes. O no. ∞ ∞ Cuando Julio se vio sólo, sin sus compañeros y amigos de viaje, se relajó. Ahora haría lo que, dentro de Alemania, el país que fue capaz de poner un muro entre sus vecinos y a los muchos años generar un proceso de reconciliación y unificación nacional, le apeteciera. Entres sus historias mentales le sonaba el estribillo de la canción de Rafaella Carrá: ”Para hacer bien el amor hay que venir al Sur...”, y como allí era donde quería ir desde el principio, no se lo pensó dos veces y se dispuso a salir hacia Munich, poner kilómetros de distancia sería lo mejor, pensaba. No le pesaba sentirse solo. Es cierto que las cosas no lucirían como si el viaje siguiera con sus compañeros, que ya más calmado no dudaba que pronto se reencontrarían o se contarían las batallitas. Pero de momento le apetecía la sensación de viajar solo. No depender de nadie, y mucho menos de unos locos con el corazón encerrado en una jaula, para guiar sus caminos. Buscó en Bonn, como pudo, una estación de autobuses y se fue a duras penas enterando de los horarios y precios de los autocares que le acercarían a su destino deseado. ∞ ∞ Mientras leía los horarios de los autobuses, que figuraban en un díptico informativo también en inglés, se sentó en un banco dejando caer a plomo su cuerpo, cansado de la tensión y los nervios que le había producido el episodio de la pelea con su amigo. Cerró los ojos, casi sin poder poner remedio, cuando AAVV El Espinillo 81 www.espinillo.org el sol le bañó el rostro con sus rayos. Ahora se sentía más relajado. Recordó lo que le contó su amigo Carlos de VillaVerde Alto, un barrio cercano al suyo, cuando le dijo que se iría a recorrer Europa en aquel viaje aventurero con sus amigos de El Espinillo. Carlos había hecho un viaje similar no hacía mucho tiempo y le contó maravillas de las aventuras que le habían sucedido, porque parece que las penas o los problemas, pasado el tiempo, o no se recuerdan o si se hace, se suelen recordar con una sonrisa en la boca. Carlos había conocido lugares mágicos y a muchas personas, pero de entre todas ellas, le habló de Evghenia, una preciosa chica moldava de pelo rubio y ojos claros, con la que pasó muchas noches de risas y de confidencias dentro de un coche. Evghenia era una chica dulce que escondía su sensibilidad tras la fachada de una apariencia fría, distante y, a veces, un poco violenta. Quizá, según le confesó Carlos, había sufrido en su vida por mostrarse tal como era y, por esa razón, Evghenia había decidido enterrar su verdadero ser tras una coraza ruda y opaca. Julio reflexionó, sentado en aquel banco, sobre las personas que pasan por la vida, algunas con una gran intensidad, y que desaparecen. Conocía bastantes hombres y mujeres que, durante una etapa de su vida, estuvieron muy presentes e hicieron cosas juntos. Pero desaparecieron y su contorno se hacía cada vez más difuso. Sirvieron para algo y dejaron de servir o al menos los caminos de la vida dejaron de confluir. Otras se quedaron; el paso del tiempo no las difuminó; pudieron ser un entretenimiento, creyó que eran un entretenimiento y, sin embargo, se quedaron con él. Se repetía a sí mismo que esas personas son otra dimensión de la felicidad. ¿Cómo era ese poema? Todo el mundo tiene otro que se le opone en perfecta mitad un otro lado sin el cual nada es si no imperfecto Pensó en ese viaje y como, un día sin esperarlo, te levantas y te das cuenta que hay alguien que ha surgido de la nada, que ha aparecido de donde no esperabas y se ha instaurado en tu mente, ocupando todos y cada uno de tus pensamientos. Pasa el tiempo, pasan las circunstancias que debieran haber justificado esa relación y aquellas personas continúan en tu vida... Como Evghenia continuaba en la mente de Carlos cada día, cada noche, cada instante, según le había confesado el propio Carlos aquella noche de verano, le dijo en confianza que seguía manteniendo el contacto con ella a través de Internet y que, incluso, habían planeado irse a Ucrania juntos durante una semana para ir a un lugar de descanso, los dos solos, sin caretas, sin artificios, sin escudos, sin barreras. Los dos, una moldava y un español, perdidos para todo el mundo menos para ellos, esperando el instante de volver a unirse que sería el momento en el que se realizarían sus deseos. Julio sonrió al imaginar a Carlos feliz, vestido únicamente con una toalla, AAVV El Espinillo 82 www.espinillo.org tumbado en una hamaca, en aquel spa-sauna de Ucrania. Recordó todas aquellas cosas que Carlos le había contado sobre Moldavia y tuvo curiosidad por visitar aquel país. -¿Y si vuelvo y se lo propongo a los demás?, pensó para sí mismo mientras doblaba con cuidado el díptico informativo de los horarios de los autobuses para introducirlo en el bolsillo trasero de sus pantalones. ∞ ∞ Enseguida Julio desechó esa idea y se levantó raudo hacia la ventanilla para sacar un billete hacia Munich, la suerte estaba echada. Se había consumado la escisión del grupo. Julio, en apenas unas horas, se había ido. Sabían que la comunicación era posible, ya que tenían teléfonos móviles habilitados para su uso fuera de España, al principio no pensábamos llevarlos pero se impuso la cordura y creímos que nos podían ser útiles como en este caso. De ese modo se comunicaban con sus padres, poco, que mantenían una expectación tensa con ellos. Sus padres sabían que era un viaje iniciático, un viaje que habían preparado con tanto mimo durante todo el año y con tal grado de intensidad en ese sueño, que sólo les importaba escuchar sus voces de vez en cuando y ver que estaban bien, no necesitaban mucho más. Los otros cuatro amigos, tras la marcha de Julio, se habían quedado silenciosos y taciturnos. Entendían, algo tensos pero sin nervios entre ellos, lo que había ocurrido con Julio. José y Paco tampoco estaban encantados con la idea de que las chicas volvieran pero ellos pensaban que así lo tendrían más fácil para quedarse unos días con los tíos de José y vivir sus propias experiencias. Habían pasado la tarde en Bonn sin grandes pretensiones, quizá intentando investigar, sin éxito, por qué esa ciudad, que se mostraba un poco ausente, había sido elegida para ser la capital administrativa de la antigua Alemania Federal. Cuando se hizo la noche, en el calor del pequeño hogar que habían creado en la furgoneta, el Búho tomó la palabra, asumiendo el papel que todos esperaban de él. -¿Y ahora qué va a pasar, compañeros? Las chicas están en camino. Creo que es el momento de hablar claro. Yo quiero y tengo que estar el mayor tiempo posible con Ainara. Todo esto ha sido rápido, pero quiero vivirlo, lo más posible. Yo asentía con la cabeza, sin hablar. Mi pensamiento era idem de idem al suyo, con respecto a Sandra. Paco tomó la palabra: -José y yo hemos estado hablando. Ni nos lo vamos a pasar bien con tanta parejita, ni os vamos a fastidiar la cosa, dijo con cierta vehemencia. Tenemos AAVV El Espinillo 83 www.espinillo.org los móviles y estará el teléfono de sus tíos, vosotros estáis en otro rollo. -Mi familia de Moenchengladbag nos espera mañana, ya hemos hablado con ellos. No nos importa que os quedéis vosotros con la furgoneta. Sin problemas, sin tensiones, nos lleváis y nos quedamos unos días allí. El Búho y yo entendimos que era lo mejor. Cada uno iría a lo suyo y volveríamos a coincidir más adelante. Ya me emocionaba solo, qué días me esperaban, ¡madre mía!, full-time con Sandra. Quedamos en que, cuando aparecieran las chicas, las pobres que venían camino de Moenchengladbach y a donde teníamos que volver a llevarlas, que gasto de dinero absurdo para ellas, decidiríamos el modo seguir viéndonos de vez en cuando y se produciría la separación. Cuando todos nos relajamos, sonreímos y nos dimos unas collejas. Era nuestro modo de indicar que todo seguía adelante. Aunque en ese momento todos teníamos la pequeña punzada de la espantada de Julio. ∞ ∞ En ese momento aquella musiquilla tan pegadiza comenzó a sonar, la banda sonora de “El Golpe”, una gran obra maestra, sin duda. Era el móvil del grupo. El corazón me dio un vuelco. El Búho descolgó el teléfono y comenzó a hablar: - Ainara, sí, hola, sí, estamos en Bonn. ¿Dónde? ¿En el Museo de Arte qué? Espera, deletréame, B-u-n-d-e-s-k-i-n-s-t-h-a-l-l-e. Vale, creo que lo tengo, sí, vamos para allá. Nos vemos en un rato. Venga, un beso. Todos mirábamos al Búho con gran expectación: - Bueno, ya lo habéis oído, dijo. Las chicas nos esperan en el Museo… , miró el papel donde lo había anotado, Bundeskinsthalle, eso. Joder con el nombrecito. - Pues no se hable más, dije. Arrancamos la furgoneta y nos dirigimos hacia el lugar de encuentro. Durante el viaje ninguno dijimos palabra alguna. El Búho, absorto en sus pensamientos, doblaba una y otra vez el papelito donde había apuntado el nombre del Museo. Lo doblaba, lo desdoblaba, lo volvía a doblar, se le veía nervioso, y a la vez emocionado. José y Paco miraban al suelo, abstraídos en sus pensamientos. Era difícil saber en qué estarían pensando. Yo sólo podía pensar en Sandra, y en los magníficos días que nos esperaban, AAVV El Espinillo 84 www.espinillo.org pero, de momento, dábamos vueltas y no acertábamos con el Museo. Nos costó tiempo dar con él. ∞ ∞ El padre de Julio era un empedernido jugador de lotería, quinielas y demás. Justo antes del viaje le había tocado, tras años y años de apostar, un gran premio. No sabíamos muy bien cuanto, pero los rumores del barrio apuntaban a una cifra cercana a los cincuenta millones de pesetas. Esto nos hacía pensar que Julio llevaba más dinero del que creíamos, sobre todo al ver como había decidido irse sin más y dejarlo todo. Él, como todos nosotros, había hecho todo lo posible por conseguir el dinero del viaje, que este viaje se debiera solo a nuestro esfuerzo y a nuestro dinero. Ahora parte del dinero del alquiler de la furgoneta, de la despensa y demás material era suyo, y lo había dejado sin más, así que no teníamos otra explicación, sobre todo tras su llamada comentando a José que se iba a Munich, ¡¡¡Munich!!!, ¿qué haría allí Julio? Estábamos todos muy preocupados, habíamos salido juntos de Madrid y teníamos que volver juntos, puede que peleados, de hecho habíamos tenido más de una discusión, pero juntos, nuestros padres no lo iban a entender. Julio solía deprimirse con facilidad pero no era dado a los arrebatos violentos ¿qué le habría podido ocurrir?¿porqué con El Búho?. Era la primera vez que le había visto soltar la mano. Había sido testigo de todo y me había calentado como el que más, pero no acertaba a comprender las razones de todo este altercado. Debía de llevarlo dentro mucho tiempo, rumiándolo quizás y nosotros sin darnos cuenta. Tantas historias de mujeres y él no había logrado entrar en ninguna, quizás fuera eso, pero no. Ya en Burgos quería volverse, ¿querría irse sólo por aquel entonces y nosotros que somos más gregarios no lo entendimos?. Después de su llamada estuvimos hablando y decidimos que no podíamos ir a Munich de momento, no sabíamos ni los kilómetros que habría que recorrer, un lío, y sobre todo que nos queríamos quedar con las chicas, al menos unos días más. Intentamos convencerle de que volviera con nosotros, pero Julio estaba decidido y ahí quedó la cosa. No supimos nada más de él, excepto la promesa de que la semana que viene, el mismo día y a las doce en punto del mediodía, quedaríamos en Bonn, en el mismo sitio donde nos separamos, donde cogeríamos un barco que recorre el Rhin y nos contaríamos nuestras aventuras. Teníamos una semana para ir a nuestra “bola”. Una semana nos pareció un tiempo prudencial para que las cosas se resolvieran solas y retomáramos el viaje con más ilusión si cabe. Estamos en un momento difícil, llevámos un día en Bonn y estámos a punto de volver a reunirnos con unas chicas a las que estamos deseando ver. Paco era íntimo amigo de José, desde pequeños siempre iban juntos a todos los sitios. José tenía mucha ascendencia sobre él, así que para Paco, sin duda, el razonamiento de ir con José a casa de sus tíos era muy interesante. Desde que hablaron El Búho, Ainara y él, habían quedado claras las cosas. AAVV El Espinillo 85 www.espinillo.org Llamamos a las chicas para decirles que ya llegábamos y cogió el teléfono ¡¡¡Segolene!!!, también venía Segolene, este era otro imprevisto. Ahora estaba Segolene, ella venía probablemente porque quería salir de vacaciones, de acuerdo, pero ¿por algo más?. La aventura puede ser, salir con su prima, también, pero era probable, a pesar de su medio novio francés, que buscara otra cosa, no se, yo siempre acababa pensando lo mismo, quizás era José que le parecía divertido o Paco, o a lo peor era Julio. Durante el camino al Museo para ir a recoger a las chicas, le pedimos a Paco que se viniera con nosotros, que estaba Segolene, que seguro que había “tema”, que él hablaba francés. Pero no se decidía, quedamos en que recogeríamos a las chicas y nos iríamos a Moenchengladbach y quizás nos quedaríamos allí, al menos tendríamos resueltas las noches, como dormir, el problema era Segolene. José dijo en ese momento, - que venga uno de vosotros a casa de mis tíos y el otro se queda con las chicas en la “furgo”, a mis tíos y a mis primas no les pienso decir que venimos con chicas, así que aparcáis lejos. - Y ¿no sería mejor que fuera Segolene con vosotros?, dije, viendo que si uno se quedaba en la furgoneta ese iba a ser el Búho, que era el que conducía casi siempre y era más de fiar al volante que yo. - Mis tíos están esperando a cuatro gañanes, no esperan una chica, o al menos ayer no la esperaban. Además mis primas nos han preparado una fiesta de bienvenida, van a venir un montón de amigas suyas y vosotros os lo podéis perder ... pero nosotros no, dijo José. - La cosa se está poniendo fea. Por un lado me apetece mucho estar con Ainara, pero por otro me estáis tentando con esa fiesta, si lo se antes no le digo nada a las chicas de donde estábamos, dijo El Búho, me lo podías haber dicho antes. - Tú verás lo que haces, nosotros lo tenemos claro, contestó José A mi me daba igual todo, lo mío era Sandra y Sandra, nunca me había sentido igual, el oír te quiero en un español dulce y afrancesado me tenía loco. Sólo deseaba oír esas palabras una y otra vez, soñaba con volver a besarla, abrazarla, acariciarla y hacer el amor como ella me había enseñado. - Y ¿si nos inventamos mañana una excusa con las chicas y nos vamos todos a la fiesta? Algo así como que tenemos que ir a comer con sus tíos a casa y la cosa se alargó un poco, no se ¿qué os parece?, dijo El Búho. - Como flipas tío, ¿de verdad quieres pasar de Ainara?, se está recorriendo media Europa para estar contigo y tú a la fiesta, contesté viendo que la cosa se ponía fea. De estar con Sandra a solas, a quedarme con tres y en un lugar totalmente desconocido, y lo que es peor, sin mucho dinero para invitarlas, no me seducía mucho. - Pero si van a ser un par de horas, no es para tanto, dijo El Búho AAVV El Espinillo 86 www.espinillo.org - Vale, haced lo que queráis. Una pregunta, ¿quién se queda esta noche con las chicas en la furgo?, pregunté. - ¡¡¡Tú!!!, contestaron - Pero, casi no se conducir, y ¿quién empuja para arrancar?. - ¡¡¡¡aprendes y ellas!!! En menudo lío nos habíamos metido, tres chicas que querían quedarse con nosotros, sólo yo quería estar con una de ellas, unos que se iban a casa de sus tíos y no sabíamos que pasaría, otro u otros que nos quedábamos en la furgo y sin planes de momento, y otro amigo que se iba solo y que nos tenía a todos un poco entristecidos. Sólo teníamos una semana para estar con ellas, habría que decirles a las chicas que sólo podíamos estar una semana con ellas. Lo que menos nos apetecía es volver a quedar con Julio en una semana, si es que se presentaba y aparecer de nuevo con todas las mujeres causantes del lío. Y encima una fiesta, que visto como se las gastaban en Francia, miedo me da pensar como se las gastan en Alemania. De seguir este ritmo igual la furgoneta acaba siendo el camarote de los hermanos Marx. Yo sólo quiero estar con Sandra y me temo que voy a estar con la pandilla más dispersa, alocada e internacional que existe. Y encima me quedo sin comer comida casera alemana ... ¡¡calentita!!, por no hablar de todas las cervezas que van a probar. Lo que primero era entusiasmo porque venía Sandra, ya no lo empiezo a ver tan claro. - Mirad allí están las chicas ... y son ¡¡¡cuatro!!!, dijo El Búho - ¡¡¡cuatro!!! Todos nos quedamos anonadados, y ahora ¿qué hacemos? ∞ ∞ Julio se debatía en la duda de si dirigirse, como era su intención inicial, a Munich y luego vería, o volver a Bonn en una semana. En su arrebato de nostalgia que le había entrado por su amigo Carlos pensó en ir a Moldavia. La realidad es que aún no tenía decidido nada. En principio con Munich ponía kilómetros de distancia para disuadirles de cualquier posibilidad de acompañarle o de que le dijeran nada, y tiempo de por medio. Les hubiera dicho que se iba a la China si con eso le dejaban en paz. Ahora estaba más relajado, en la estación de autobuses. Necesitaba esa semana en solitario. No por nada, quizá nadie lo entendiera nunca, pero él, con su carácter independiente, para que el glorioso mes deseado fuera realmente para recordar, necesitaba esa semana de vagabundo. AAVV El Espinillo 87 www.espinillo.org Cuando le tocó el turno en la ventanilla de la estación señaló con el dedo un papel donde había escrito Munchen. Lo había visto en la tele en los partidos de fútbol del Bayern, y ese era todo su vasto conocimiento del idioma alemán. Munchen. Sonrió al darse cuenta de su desconocimiento. ¿Cómo se pronunciaría eso? ∞ ∞ Julio se introdujo sigilosa y solitariamente en el autobús. Como todo equipaje llevaba su ropa, que había rescatado de la furgoneta, los mínimos elementos personales y el dinero que tenía. No era mucho pero tampoco era poco. Suficiente. Una vez sentado en su asiento y puesto en marcha el vehículo, con puntualidad germana a las seis de la tarde, sintió las piernas flaquear. Era el momento de parar el cuerpo y la mente. Quedó profundamente dormido, desparramado en su asiento. El viaje era bastante largo, con lo que había tiempo de sobra para todo. Iba a pasar de un plumazo de las proximidades de la frontera belga a efectuar una diagonal y finalizar en las cercanías de la frontera austriaca. El autobús realizaba una parada en Frankfurt. La tensión se transformó en parada vital, la parada en sueño reparador, y el sueño, cuando la mente salió de nuevo de su letargo, en una pesadilla de las que te carcomen lentamente. Veía a su padre sentado en un sillón, alargando los brazos hacia él, en un gesto a la vez de abrazo de bienvenida y de petición de ayuda. No se levantaba del sillón. Julio corría hacia él para abrazarle, corría con todas sus fuerzas, pero nunca llegaba a donde él estaba.. Mientras más lentejas comía, más lentejas quedaban. En su caso, mientras más aceleraba su carrera, más lejos quedaba su destino. Su padre permanecía inmóvil, sin cambiar el gesto, como si de un holograma se tratare, y él se iba desesperando cada vez más. En un momento dio un gran salto y cayó al vacío, al más puro estilo Coyote en su implacable persecución del Correcaminos. Al notar perder su equilibrio, dio un grito. Notó una mano que golpeaba ligeramente su hombro. -¿Qué ocurre, donde estoy? dijo muy sobresaltado -Frankfurt, oushenta kilomatres, contestó una cara repleta de amabilidad. Uster gritó, ¿Estar bien? -Si, si, si, muy bien, muchas gracias. -Llamarme Thorsten. Tengo Beca Erasmus, Seville, Septiembra. Uster espagñol. Si ir a Minguen, yo ser de Minguen. Su compañero de autobús tenía más o menos la misma edad y aunque se expresaba con dificultad, entendía perfectamente y la comunicación en AAVV El Espinillo 88 www.espinillo.org castellano era posible. Estaba ilusionadísimo con su próxima estancia de beca Erasmus en Sevilla. Era de Minguen, ¿estaría cerca de Munich?. Cada uno tenía algo que al otro le venía bien, así que entablamos rápidamente amistad. ∞ ∞ Nos reunimos con las chicas y nos presentaron a la nueva amiga. Era amiga de Segolene y había ido a pasar el verano con ella en París, quería conocer la ciudad de la luz pero no se imaginaba donde acabaría su verano, de momento estaba en Bonn con unos chicos españoles, el verano se presentaba viajero para ella, que hacía sólo cuatro días vivía tranquila en su pequeño pueblo italiano, que creo nos dijo que se llamaba Orvieto, en la región de Umbría o sea “a la sombra” pensamos. Se llamaba Sabrina. Ya teníamos la triple “ese” con nosotros: Sandra, Segolene y Sabrina. Esa noche después de cenar nos metimos como pudimos en la furgoneta, éramos ocho y nos tocó dormir sentados, mientras a las chicas les cedíamos las camas traseras, una y no más Santo Tomás, ¡qué noche! Decimoséptimo día de viaje (17 de agosto de 1999) Al amanecer nos dirigimos hacia Moenchengladbach. Para hacernos entender con los lugareños, después de mucho preguntar y no entendernos con nadie, aprendimos que había que pronuciar la dichosa palabra muy rápido, y al decir menchenglaba a toda velocidad nos empezaron a entender y a guiar hacia ella. El ir por carreteras regionales tenía esta desventaja, pero no podíamos pagar tantos peajes, para esto Europa era terrible. Llegamos al anochecer y dejamos a los tres colegas en casa de los tíos de José. Yo me quedé sólo con cuatro chicas de tres países diferentes, no me lo podía creer, no lo hubiera imaginado nunca, ni en mis mejores sueños, pero ¿qué hacía yo con ellas?, no sabía muy bien como comportarme, la situación me superaba un poco, y para colmo la furgoneta si se paraba había que arrancarla empujando, y ¿quién iba a empujarla? Pues sí, el tonto, o sea yo mismo, ya que Sandra y Ainara conducían, pero eran novatas como yo, igual no sabrían arrancarla, mejor no pensarlo. Decidimos las chicas y yo irnos esa noche a Colonia o Kholn que estaba muy cerca, yo iba asustadísimo, no controlaba bien la furgoneta, casi no sabía conducir un coche y ahora llevaba una furgoneta y cuatro chicas ¡¡¡Dios, qué situación más extraña!!!. El cabronazo del Búho me había dejado tirado y se había quedado tan pancho. AAVV El Espinillo 89 www.espinillo.org Aparcamos cerca del inmenso río y nos acercamos a una pizzería. Yo pedí una calzone, era la que mejor me iba esa noche. Sabrina no era muy guapa, pero resultaba muy ingeniosa y divertida. Era alta, morena, de pelo muy corto, estilo hombre, pero con unos intensos ojos azules, lo que le daba un aire resultón, quizás tenía algún kilo de más, justo lo que les faltaba a las francesas. Esa noche fue especialmente divertida, ese castellano mal pronunciado por todos era genial. Incluso Ainara, cuando podía, nos metía una palabra o una frase en euskera, que nos resultaba de lo más gracioso porque ahí ya no entendíamos nada de nada, ¿de donde vendría este idioma?. Ainara estaba relajada, no le había afectado mucho la espantada de El Búho, y ya no sabía que pensar de ellos. Esta chica me resultaba muy misteriosa, no le terminaba de coger el tranquillo. Sus idas y venidas constantes, sus rollos políticos, su afán por enseñarnos euskera, sus números teatrales. Empezaba a tenerla respeto, pero también cariño. Era algo mayor que nosotros, y se notaba, cuando quería nos manejaba a su antojo a los chicos, y cuando no, desaparecía sin dejar rastro hasta que volvía a aparecer. Para mí era realmente desconcertante. Y El Búho y ella ¿a qué jugaban?. La noche pasó rápidamente, pero la noche en la furgoneta se me hizo más larga de lo habitual. Me tocó, ¡como no!, dormir al volante mientras las cuatro se tumbaban en la cama general del interior. Quería estar con Sandra y estaba más lejos de ella que en casa de sus padres, y por lo que se avecinaba lo iba a tener difícil para volver a estar con ella. Como no “podía pegar ojo”, empecé a pensar, mientras las miraba, en la idea de enrollarme con las tres, con Ainara mejor no. ¿Sería capaz?. La verdad es que no, seguro que no. Y ¿qué diría Sandra?¿sería más normal en sus países?. Yo que no me comía una rosca en los veranos en Alicante ni en los inviernos en Madrid, ahora me venían estas tonterías a la cabeza. Tonterías que se me ocurrían por la falta de sueño y por la falta de Sandra imagino, en fin no puedo casi con Sandra y voy a meterme con tres. Sólo de pensarlo y de imaginarlo ya casi había terminado el invento. Con estas gilipolleces y otros desvaríos se me fue pasando la madrugada. Decimoctavo día de viaje (18 de agosto de 1999) A la mañana siguiente fuimos a buscar a los colegas para dar un paseo por esa ciudad de nombre tan largo y difícil. Tuve que empujar la furgoneta, menos mal que Sabrina me ayudó, y mucho, diría que estaba más fuerte que yo, mientras Ainara conducía. Dimos todos juntos un paseo y durante el mismo nos dijeron que esa tarde tenían que ir a casa de otros tíos de José que les querían ver, que añoraban mucho España y que les habían preparado una cena y ya habían dicho que sí. Pero ¡que morro tienen estos tíos!. AAVV El Espinillo 90 www.espinillo.org O sea los tíos se iban de fiesta flamenca y yo a pasear a las chicas. A mí obviamente no me importaba en absoluto, pero les echaba de menos, una ayudita en estos momentos me vendría muy bien. Paco me contó que el tío de José cuando llegaron a casa empezó a ponerles cervezas y se cogieron un “pedal” impresionante. Para colmo las primas estaban macizas y su padre sin ningún rubor, antes de cenar les puso un par de películas porno de dibujos animados, con sus hijas delante que apenas tenían ¡catorce y dieciséis años!. El tío se reía a carcajadas y ellos no sabían donde mirar, así que se hincharon a beber cerveza, mientras las primitas les miraban con risitas. Me dijo, - No me perdería la fiesta de esta noche aunque fuera lo último que hiciera. Van a venir seis chicas y tenemos toda clase de cervezas, negras, grises, rubias, blancas, yo que se. Y por los gestos de ayer no creo que acabemos bailando. - Y ¿alguna sabe hablar español?, pregunté - Creo que sólo las dos primas y muy mal, pero no creo que esta noche eso importe, contestó - Pues vaya plan, estos de juerga y yo esta noche otra vez en el volante durmiendo, musité Así se presentaba el día. A mí me daba igual todo lo que les pasara a mis amigos. Ainara y El Búho estuvieron juntos toda la mañana. Mientras que Paco y José se lo pasaron en grande con Segolene y Sabrina, o al menos eso parecía, aunque no se si seguirían enseñándole el peculiar castellano a Segolene. Yo pude pasear junto a Sandra y hablar sin que nadie nos molestara. La ciudad no era precisamente una belleza, así que no reparamos mucho en ella. Llegó la hora de comer y todos mis amigos desaparecieron camino del plato de salchichas o de lo que les pusiera la tía de José, que era la española, por cierto. Ellos estaban al plato y a las tajadas. Nosotros improvisamos unas latas y comimos en la furgoneta. Ainara para variar, dijo que esa tarde tenía que hacer cosas y desapareció. ¿Cosas?¿qué cosas? No entendí nada, como siempre. Nosotros, mejor dicho nosotras, fuimos a Dusseldorf y,en un arrebato, decidimos cogernos un barco hasta Bonn, ida y vuelta por el Rhin que resultó un acierto. Las orillas, a veces muy lejanas orillas, eran, fuera de las ciudades, preciosas, muy verdes, un paisaje espectacular, incluso vimos algunos castillos que nos sorprendieron gratamente. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 91 www.espinillo.org La compañía de Sabrina daba alegría al grupo. Además entenderme con ella resultaba mucho más fácil, sólo había que cantar para parecer italiano. Decimonoveno día de viaje (19 de agosto de 1999) Al día siguiente, estaba impaciente por volver a verlos y que me contarán que tal la famosa “fiesta”. No tuve que esperar mucho, antes casi de saludar a nadie ya me estaban contando con toda clase de detalles la fiesta de la noche anterior. Al parecer el número de chicas fue el exacto: seis. Ellos eran tres y sin que tuvieran que decir nada, absolutamente nada, ellas se fueron enrollando con ellos. José fue el que tuvo las de ganar, ya que se enrollaron dos con él. El resto con una, y las dos que quedaban solas ¡se enrollaron entre ellas!, menudo fín de fiesta. Lo que me contaron a continuación me lo esperaba, - Mira tío, nos vamos a quedar un par de días más en casa de mis tíos, dijo José. - Intenta irte con ellas a algún sitio, a otra ciudad con alguna excusa y en un par de días nos vemos, ¿qué te parece?, dijo Paco. - No entiendo nada, y tú José Manuel ¿qué vas a hacer?, pregunté. - Quedarme aquí, contestó. - ¿Y Ainara?, pregunté. - Ya he hablado con ella. Tiene unos amigos en Leverkusen, que creo que está cerca de aquí y ya le he dicho que iré a buscarla en un par de días, contestó el Búho. - Pero qué relación tenéis más extraña, no os entiendo, bueno a Ainara menos aún. ¿Qué le has dicho? ¿que te quedas con otras chicas y que mientras tanto ella haga algo? dije - no, hombre no. Le he dicho que esta gente es muy maja, que nos han preparado un par de excursiones, que sólo hablan de España, de lo felices que están de que estemos aquí, y que nos ha parecido mal marcharnos y dejarles plantados, son encantadores. - Y ¿ha colado?, no me lo puedo creer. Ainara es cualquier cosa menos tonta, respondí. - Exacto, ella sabe que esto es un divertimento de verano, es como un juego y nada más, me dijo el Búho. AAVV El Espinillo 92 www.espinillo.org - ¿Cómo un juego?¿Se recorre media Europa para volver a verte y es como un juego?, seguía sin entender nada - Pues sí, esa es la clave. Ella no es la primera vez que se mueve por Europa como nosotros. Está acostumbrada a moverse mucho, conoce estos países, conoce mucha gente, yo soy sólo uno más. No espero nada más de ella, ni ella de mí, si coincidimos bien, y si no también. A mi me gusta, pero reconozco que es imposible tener futuro, por eso paso de esta situación, al pan pan y al vino vino, es lo que hay. Ahora estoy conociendo un mundo nuevo en Alemania y me apetece seguir explorándolo, no estoy tan enamorado como tú. - Pero ¡leñe! Me dejáis sólo con cuatro chicas ¿qué hago yo con ellas? - Con tres Juanito, con tres, no te equivoques, ya te he dicho que Ainara se va a casa de unos amigos. Por cierto no le he preguntado ni quiénes son, ni qué va a hacer con ellos, somos libres, eso es lo bueno, respondió el Búho. - Segolene quería conocer la Selva Negra, ¿me voy?, pregunté. - ¡Siiiiiiiiiii!, respondieron todos. - ¿Por qué no llamas a Julio y le preguntas donde está? Quizás esté por allí cerca, él te echaría una mano, ya sabes que es un romanticón y con Segolene en Paris se lo pasó muy bien. Precisamente ella me ha preguntado un par de veces por él y le hemos dicho que está con unos amigos por aquí cerca, dijo Paco. - Lo haré, vaya que si lo haré, contesté, quizás Julillo sea mi salvación. Habían pasado dos sólo semanas y en nada se parecía la situación actual a la que había al salir de El Espinillo. Lo cierto es que el Búho no era precisamente ingenuo, si Ainara estaba jugando al gato y al ratón con él, él estaba dispuesto a jugar y no dejarse embaucar, yo hubiera caído como un iluso. Llamé a Julio y me respondió que estaba vagando por Munich y qué había conocido mucha gente. Le conté lo que había pasado y le pedí por favor que me esperara, que iba a buscarle. A Julio la idea le pareció estupenda, lo cual me pareció sorprendente. Le habían sentado bien estos días a solas. Las cosas empezaban a cuadrar. Quedamos, en la puerta cero del Estadio Olímpico de Munich, cuando llegáramos le volveríamos a llamar. Decidimos irnos esa misma mañana. Munich estaba a más de seiscientos kilómetros y conducía yo ¡qué horror! No sabía ni cambiar una rueda, si pasaba algo, como no me sacaran las chicas del apuro estaba perdido, completamente perdido. Me parecía una locura, pero a estas alturas este viaje era una locura total, una locura que seguro no olvidaría en toda mi vida. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 93 www.espinillo.org Para que pensaré en problemas...ni que fuese adivino, o gafe. Cuando llevábamos unas dos horas de camino, noté un temblor extraño en la furgoneta. Como soy novato pensé que sería algo sin importancia, pero al momento sentí unos tirones y ¡zas!, la furgoneta que se para. No me lo podía creer, yo solo, sin tener ni idea de motores de coches, con tres chicas con las que hablo a trompicones... esto era ya demasiado. Para mi sorpresa, Sabrina se echó a reír, y haciéndome señas me llevo fuera de la furgoneta para empujarla hacia el arcén. Una vez allí, abrió, buscó, miró y remiró, mientras yo no salía de mi asombro y Sandra y Segolene sonreían. Se metió en la furgoneta y empezó a aporrear los mandos y todo lo que se ponía a su alcance, y al salir dijo algo así como "fare benzina", es la gasolina. Resulta que con tanto trajín, a la furgoneta no sólo se le había estropeado el cuentakilómetros sino también los indicadores, así que nos habíamos quedado sin gasolina. Desde luego esta chica era un auténtico fichaje, no se que habríamos hecho sin ella. Mas tarde me enteré que su padre era mecánico, desde ese momento adquirí seguridad en la carretera. Había que acercarse a una gasolinera. A las chicas no les apetecía quedarse solas en la carretera pero evidentemente no podíamos dejar la furgoneta, así que decidimos que intentaríamos parar a un coche y Sabrina y Segolene se encargarían de traer gasolina. Mientras, Sandra y yo nos quedábamos de guardianes de la furgoneta. A estas alturas, reconozco que la idea me encantó, un rato a solas con Sandra, era algo que empezaba a parecer difícil. El escenario no era muy romántico, pero me conformaba con estar con ella y con un poco de suerte, besándola. ∞ ∞ Paco, José y el Búho seguían disfrutando en Moenchengladbach. Salían con las chicas alemanas, y esta vez a José no le importó que Paco se enrollara con su prima mayor. Después de ver las escenas del día anterior se había quedado sin argumentos y anonadado, y precisamente él no daba ejemplo tampoco. Estaban en su salsa, nada de conocer castillos, lo que estaban conociendo eran los mejores garitos y cervecerías de la ciudad y bien acompañados. Se lo estaban pasando en grande. Mientras yo esperaba en la furgoneta junto a Sandra, ellos conocieron a un grupo de españoles inmigrantes con los que solía juntarse la tía de José y todos juntos se fueron a cenar. Aquella cena sirvió para ver la pasión con la que se vive España cuando la echas de menos. No salían de su asombro, los inmigrantes llenaron de cánticos españoles el restaurante, les contaron sus andanzas, les bombardearon a preguntas sobre como estaba esto y lo otro, si conocían sus lugares de origen. Fue una reunión de lo más extraña para mis AAVV El Espinillo 94 www.espinillo.org amigos pero en la que conocieron el lado opuesto de lo que se estaba viviendo en nuestro país. ¡Había españoles que emigraron de España y que aún no habían vuelto!. En la mayoría de los casos era por haber formado una familia en Alemanía y ese hecho ya les impedía el regreso. Otros era porque vivían, a pesar de todo, mejor allí, o porque volver a empezar una nueva vida les inquietaba. Entre las curiosidades que se encontraron estaba el hecho de que las mujeres alemanas eran mucho más liberales que las nuestras, creemos que se referirán a las mayores, lo que aquellos españoles llevaban bastante mal, y es que el machismo no se cura con la edad. Era curioso ver como por carnaval permanecían tradiciones antiguas, y cualquier mujer u hombre “podía” en esas fechas “enrollarse” con otro sin que pasara absolutamente nada en el matrimonio. Este fue un tema de debate bastante risueño, algunos se habían incluso divorciado por esas tradiciones liberales que habían roto algún matrimonio. No nos imaginábamos a nuestros padres en este caso y la verdad nos parecía inconcebible. Acabamos bailando sevillanas, algo que no habíamos hecho en toda nuestra vida, si por algo nos caracterizábamos era por lo sosos que somos bailando. Cuando íbamos a las discotecas lo nuestro eran las barras y los paseítos, si se podía, pero nada de bailar a no ser que la situación lo requiriese expresamente. Nos dedicábamos a hacer todo tipo de “gansadas y animaladas” para ligar. Desde meter pastillitas a alguna chica en el cubata de esas que les dan a las vacas para que se pongan “cachondas”, a aprendernos poesías o trucos de magia y demás marrullerías para que cayeran rendidas, y a fe que con estos últimos habíamos conseguido alguna que otra conquista. Por eso no nos podíamos creer que acabáramos bailando ¡sevillanas!, pero el ambiente nos envolvía y la emoción general nos hizo sentirnos más españoles que Lolita Flores. Mientras Segolene y Sabrina venían, casi sin darme tiempo Sandra me empezó a desabrochar la camisa muy lentamente. Mi único pensamiento era que por favor aguantara un poco. Sus manos se deslizaban suavemente sobre mi pecho, mientras me besaba dulcemente, con una dulzura que no había conocido hasta ese momento. Yo intentaba acariciarla, no quería tocarle nada pues no me sentía seguro de mí mismo, deseaba tanto tocarle sus pechos o su precioso culo que creía que si lo hacía, ahí acabaría el invento. Ella seguía bajando las manos hasta que llego al botón del pantalón, y, al desabrocharlo, se acabó todo. Maldecía mi suerte. ¿cómo se hacía para aguantar más en estos casos?. Ella esbozó una sonrisa y siguió acariciándome, mientras yo la abrazaba con toda la intensidad del momento. No es que estuviera enamorado, es que no podía separarme ni un instante de ella, era lo más grande y mejor que me había pasado nunca. Tras este fracaso me pude dedicar a acariciarla hasta que volvimos a fundirnos en un interminable abrazo. Logré que se alargara algo más y pudimos hacer el amor, me pareció incluso que Sandra disfrutó conmigo, aunque no me atreví a preguntarlo. Sólo deseaba que ese día no volvieran a aparecer por allí Segolene y Sabrina, ahora estaba cogiendo confianza en mis capacidades y ella me estaba enseñando mucho, muchísimo. AAVV El Espinillo 95 www.espinillo.org ∞ ∞ Pero como no todo lo que brilla es oro, me quedé dormido en sus brazos, cuando me quise dar cuenta estábamos nuevamente de camino y esta vez conducía Sandra. Las chicas habían traído la gasolina, habían empujado, habían arrancado y yo, durmiendo como una marmota, no me había enterado de nada. ∞ ∞ Más tarde paramos a tomar un café y volví a coger el volante. Seguimos el camino sin más novedad sobre la furgoneta, tenía la sensación ahora de llevar una Mercedes. Poco a poco le empezaba a coger el gusto a conducir, cada vez me satisfacía más, me sentía más seguro, y, con Sandra a mi lado, todo me resultaba especial. Me sentía acompañado, sentía que estaba, no sólo sintiendo algo nuevo dentro de mí, si no que estaba aprendiendo muchas cosas junto a ella. Había empezado a estudiar Latín en la carrera, y recordaba una máxima latina que decía “Animis innata quadeiam ratio” algo así como “la belleza que tú prefieres depende de una causa concreta, de un juicio innato de nuestra inteligencia”. Y este juicio innato estaba actuando sin parar, junto a Sandra todo me parecía más bello, más interesante, esos paisajes verdes se me estaban grabando. El viaje me estaba resultando espectacular para la vista y me sentía libre, completamente libre. Quedaban pocos kilómetros para llegar a Munich, ya era de noche y decidimos parar a cenar y dormir junto a una cafetería y un hotel. Segolene nos había hablado de la ciudad, de la Selva Negra donde ella iba de pequeña con sus padres y que ya casi no recordaba. Vigésimo día de viaje (20 de agosto de 1999) Al día siguiente nos fuimos de excursión con el grupo de amigos emigrantes y las chicas en varios coches. Un día de campo ¡en Alemania!, y acabamos haciendo carreras de sacos. Creíamos que esas cosas sólo se veían en las películas americanas, pero en todos lados los días de campo eran parecidos, aquí la única diferencia es que bebían más que nosotros, caían las cervezas con una rapidez increíble, no nos extrañaba nada que casi todos los alemanes fueran más voluminosos que nosotros. Nosotros aportamos el juego del pañuelo, que dio pie a algunas discusiones. Al final, cuando nos apartamos con las chicas, acabamos jugando al jueguecito que más nos gustaba; le llamábamos Keli, era uno en que una chica o un chico se ponía una venda en los ojos, se daba una vuelta a la botella y a quien le tocara, el que tenía la venda tenía que darle un beso según AAVV El Espinillo 96 www.espinillo.org donde indicara el que hacía de jefe, que en este caso siempre acababa siendo en la boca o en sitios cercanos pues estaba casi todo pactado, excepto las bromas de mal gusto que también se daban. Y entre estas y otras tonterías pasamos un día delicioso en un lugar del que no sabemos ni el nombre. No recuerdo bien el nombre pero un rey, creo que Ludwig II de Baviera, era tan enamorado del arte en sus diferentes versiones, que en Munich había intentado copiar los edificios más bellos que había visto en Europa durante sus viajes: el Ayuntamiento de Bruselas, el Palacio Pitti de Florencia, la Opera de París, etc. Así que parecía que Munich tendría algo que ver, bastante diría yo, aunque no fuese original. Además allí me volvería a encontrar con Julillo, mi amigo del alma desde niños, y con el que deseaba volver a hablar después de aquel encontronazo en Bonn. La verdad es que me estaba sorprendiendo todo en este viaje, y la actitud de Julio y su marcha me había resultado extraña, desconocida hasta este momento. Como decía Aristóteles, “todos los hombres notables son melancólicos” y quizás algo de esto tenía Julio. Disfrutaba mucho al volante. La autopista era recta y ancha, de tres carriles lo que me permitía seguir mirando, seguir disfrutando, seguir sintiendo y como decía Leon Batista Alberti “uno de los errores más extendidos del ignorante es afirmar que no existe todo aquello que no conoce”, yo me estaba empezando a dar cuenta de la cantidad de emociones, sensaciones y lugares que no conocía, que no sabía que existían, de la diferencia de culturas, de percepciones y sensibilidades, de las diferentes formas de ver el mundo de los hombres, de sus relaciones con la naturaleza. Desde luego no se lo que me estaba pasando pero estaba de un espiritual ... , ¿sería el amor? ¿sería esto la felicidad?. Volviendo a mi espíritu más prosaico, la verdad es que Munich nunca me había caído muy bien. Era la ciudad donde se dio a conocer Hittler, allí empezó todo, o eso creo, quizás esté equivocado. Y además el equipo de la ciudad, El Bayern le había quitado la Copa de Campeones a mi Atleti, justo antes de que yo naciera, y se la había quitado en el último segundo del partido, cuando mi padre ya cantaba lo de “Campeones, oeh”, y eso era algo que dejó huella en el equipo y desde entonces no ha levantado cabeza, desde entonces es el “pupas”, el equipo perdedor y romántico por antonomasia, o al menos eso era lo que me contaba mi padre. Mis amigos odian el fútbol, excepto Paco, una pena, con lo que me divierte hablar de fútbol a veces. Ahora que lo pienso no tengo muchas cosas en común con algunos de mis amigos, quizás por eso nos llevamos bien. Y desde luego con estas chicas no me atrevería a sacar este tema tan absurdo y emocional. Ya estábamos entrando en Munich, tenía que encontrar un sitio para parar y llamar a Julio, también aprovecharía para llamar a los colegas a ver como se lo estaban pasando y, de paso, decirles que aquí me iba a quedar tres o cuatro días, el viaje era muy largo como para volver casi al día siguiente. - Conociendo un poco a los alemanes ¿cómo se pronuncia el nombre de la ciudad?, dije AAVV El Espinillo 97 www.espinillo.org - se dice Mingan, respondío Segolene - ¿cómo?, repetí - ¡¡¡Mingan!!!, respondieron todas Ahora lo entiendo, mi querido Atleti había perdido no con el Bayern Munich, si no con el Bayern Minga. ∞ ∞ Mirando hacia atrás, o a través del espejo retrovisor, sí que veo algo en lo que coincido con mis amigos: el caos. Se dice que hay dos clases de personas, a las que les gusta verlo todo límpio, todo en su sitio, perfecto, y las que se encuentran cómodas en el caos, en el desorden, y entre estas últimas estábamos nosotros. Incluso estudiamos y trabajamos mejor en el caos que siguiendo un plan o una línea recta. Mirando hacia atrás veo la diferencia de viajar con estas chicas, todo está limpio, ordenado, en su sitio y eso que no es su furgoneta. ¡Qué impresión debieron tener la primera vez que entraron en esta leonera! Ahora me explico claramente por qué no volvieron a aparecer las holandesas. Daba la impresión de que nosotros ni siquiera nos dábamos cuenta de que nada estaba fuera de sitio, ni siquiera de que cada cosa tuviera su “sitio”. Incluso, en las ocasiones que había comido con mis nuevas compañeras, nadie había discutido por ver a quién le tocaba recoger o a quién le tocaba lavar los platos, ni me había dado cuenta ¡qué cambio!. Lo que ya no tengo tan claro es si estas cosas exteriores tienen algo que ver con el interior de las personas. En nuestro caso, parecía fácil predecir que nuestro viaje sería un completo caos, porque era, desde el principio, lo que nos hacía más ilusión ¿Hubiera sido igual con ellas? Me temo que no, seguro que no. Seguía conduciendo absorto en mis pensamientos y pasándome multitud de carteles sin darme cuenta. Lo único que tenía claro de los colegas y de mí era que somos unos cobardes; nunca nos enfrentábamos a nadie, evitábamos las peleas, pero en este viaje me estaba dando cuenta de lo contrario al reflexionar sobre el caos. Quizá lo que esconde es que queremos enfrentarnos a todo lo que ocurre, a todos los imprevistos, a todas las aventuras, y esto me parece lo contrario de la cobardía, es más bien osadía. No quiero decir con esto que a las chicas, tan limpias y ordenadas que viajaban conmigo, no les gustara la aventura, pero posiblemente su viaje hubiera estado más organizado y eso puede ser una forma de protegerse contra el mundo, no se. Esto de conducir me da para especular más de lo que imaginaba. Visto desde otro punto, podríamos ser unos rebeldes contra el orden AAVV El Espinillo 98 www.espinillo.org establecido, o lo más probable es que sólo tratábamos de eludir responsabilidades, pues sabemos que estas acompañan a toda forma de orden. ¡¡uff!! Qué lío me estoy haciendo con esto del orden y el desorden. En definitiva y viendo que no me da más de sí este tema y que me está cansando, todo lo que no sea llevar las cosas a un extremo, fundamentalismo que se dice ahora, es conveniente, o sea ni el desastre absoluto, ni el excesivo celo en la pulcritud o el orden. Conclusión: mi madre se pasa tres pueblos con el orden y la limpieza en casa, espero que Sandra no sea igual. Si le cuento a Sandra que llevo veinte años intentando sentarme en el sofá del comedor y que mi madre no me deja por si lo arrugo, o yo que se ¿entendería mi reflexión sobre el desorden?. - ¡¡A la egquerda!!, ¡¡a gauche!!, ¡¡a la sinestra!! - gritaban todas. - ¿Qué? –pregunté. - Te has pasado la salida a Munchen, era a la izquierda -dijo Sandra. - ¡Ah! perdonad, estaba despistado - contesté, aunque en realidad estaba en Babia absorto en mis deducciones y conducía como si fuera un robot. - ¿En qué pensabas Juanito? - preguntó Sandra. - En lo mucho que te quiero, ¿te lo he dicho alguna vez? -contesté. Creí mejor decir eso que no contarle mis absurdos pensamientos, pues probablemente pensaría que estoy como una regadera. - Vale, muchas gracias, pero gira en la próxima rotonda - contestó Sandra llena de realismo. Me venía a la mente en ese momento una de las poesías que aprendíamos para ligar, teníamos un buen número, y que recitábamos de memoria, esta era de Miguel Hernández y decía algo así como: Porque te quiero sin tregua Porque mi querer no acaba en ti, mujer; porque en ti empieza. Y continuaba. O esta otra, que venía más a cuento en este momento, pues era lo que deseaba, Boca que arrastra mi boca. Boca que me has arrastrado. Boca que viene de lejos a iluminarme de rayos. Alba que das a mis noches un resplandor rojo y blanco . . AAVV El Espinillo 99 www.espinillo.org Hundo en tu boca mi vida, oigo rumores de espacios, y el infinito parece que sobre mí se ha volcado. ¿Eentendería Sandra los giros del español?¿Le podría decir todo eso? Me temo que no me iba a valer mucho esta táctica, y era en este momento quizás, la única vez que lo diría con total sinceridad, sintiendo cada palabra. - ¡¡A la derecha!!, ¡¡a droite!!, ¡¡alla destra!!, gritaron todas. - ¡¡Mecachis!!, perdonad, me he vuelto a pasar, si es que no me avisáis con tiempo-contesté. - Pero Juanito, céntrate -me contestó dulcemente Sandra. Todas empezaron a hablar con cierta ironía, y empezaba a entenderlas del todo, hablaran el idioma que hablaran, - Juanitu done le tour a la rotonde -dijo Segolene. - Giovanni il ritorno per la rotonda -dijo Sabrina. - Dicen que des la vuelta en esta primera rotonda -repitió Sandra. - Ya, ya se lo que dicen, se les entiende muy bien -contesté mientras sonreía siguiendo un poco el juego. - Juanitu, à mille mètres sortie par la main gauche -dijo Segolene - A mille metros rimueve dalla parte di sinistra -dijo Sabrina o algo así, mientras se empezaban todas a partir de risa. - Dicen que a mil metros hay que girar a la izquierda. - Gracias Sandra, no hace falta que traduzcas, son muy elocuentes, están hablando un idioma universal. - Juanitu, cinq cent metres y ya tu coné, ¡a gauche! -dijo Segolene, menos mal que me estaban pillando de buen humor. - Giovanni, cuatrocientos - Trois cents, ... Deux cents, ... et ici la sortie -dijo Segolene y esta vez acerté a coger la salida, poniendo los intermitentes de rigor, reduciendo la marcha y controlando el espacio. - ¡¡Tres bien!!, ¡¡bravo, bravísimo!!, acabaron por gritar. Bajo este cachondeo general por fin entrábamos en Munich. AAVV El Espinillo 100 www.espinillo.org ∞ ∞ Los tiempos de Julio en Munich habían ido directamente entrelazados a Thorsten. En el autobús de camino, en el largo viaje, tras su encuentro fortuito producto de un sueño, y con el entusiasmo mutuo de ver que se podían entender y resolver sus dudas y curiosidades, habían comenzado una larga charla. En medio de ella apareció sobre sus cabezas Frankfurt, en la que hicieron una breve parada, y el camino continuó. Thorsten era un chico alegre, muy despierto, con mucha curiosidad, muy maduro. Tenía sus ojos puestos en España, y, en su afán, había conseguido una beca Erasmus en Sevilla para continuar sus estudios de Derecho. Le apasionaba España, lo que le había llevado a aprender español hacía poco tiempo. Era lo que podría pasar por un típico alemán: alto, rubio, delgado (esto no es típico). Mostraba, ante Julio, ser muy inteligente y vivo; no podría dejar a su “presa” española sin preguntarle un montón de cosas. Julio percibió su jovialidad y sinceridad curiosa y no opuso ningún obstáculo. Le hacía preguntas de todo tipo, sobre el Rey, el clima, las fiestas. Julio además conocía Sevilla y fue capaz de entusiasmarle con cuestiones locales, como la Feria de Abril, la Semana Santa, el gusto por estar en la calle, propiciado por el buen clima, la belleza de la ciudad, el gracejo andaluz ... Thorsten, igualmente y agradecido, se explayaba ante las preguntas algo más tímidas, menos concienzudas, pero igualmente curiosas, de Julio, sobre Munich y Alemania en general. A Thorsten le chocaba mucho que en España hubiera una ciudad como Madrid, que iba camino de ser más y más gigantesca, centralizadora –junto a Barcelona- económicamente, que se podía convertir en una ciudad inhabitable, y hacer que otras muchas localidades estuvieran cada vez menos pobladas y más empobrecidas. A Julio le extrañó la profundidad del razonamiento, pero no tuvo más remedio que decir que sí, que así era. Y que además eso era, en la ciudad, motivo de satisfacción. Más grandes, más líderes, más viviendas, más, más, más, y que, a él, que no era de esa ciudad, le producía más bien tristeza, porque le parecía que el reparto era tan desastroso, que, en general, provocaría muchos problemas, tanto en la gran ciudad repleta como en las ciudades y pueblos que perdían población y fuerza. Thorsten contaba que en Alemania el modelo era distinto, que había muchas ciudades de un tamaño medio-alto, que eran líderes en determinados aspectos económicos, como era el caso de Frankfurt, Munich, Hamburgo, por supuesto Berlín, etc. Y que ello facilitaba una mayor descentralización. Todo estos pensamientos y muchos más pasaron por sus cabezas hasta que, más pronto de lo esperado gracias a la animada conversación, llegaron a Munich. -¿Ir ahora donde? -preguntó Thorsten. Es tarde. Venir a mi casa, amigo espagñol. Julio, que únicamente tenía la dirección de un albergue que había localizado en la estación, ante ese planteamiento tan fraternal, se lo agradeció mucho. AAVV El Espinillo 101 www.espinillo.org Los padres de Thorsten habían ido a la estación y cuando su hijo les contó, en en esa terrible lengua, que parecía que le estaban enviando al paredón, sonrieron por la decisión. Esa noche y la mañana siguiente todo fueron amabilidades hacia nuestro amigo Julio. No esperaba que las cosas fueran así, aunque tampoco esperaba que fueran de otro modo, porque tras la brusca discusión se fue sin fijar la cabeza en ninguna cosa. Vieron juntos la ciudad, salieron de noche con los amigos y amigas de Thorsten. El día transcurrió muy plácidamente, tanto que cuando recibió nuestra llamada le dio una alegría incontenible, Munich le había apaciguado. Al decirle que íbamos hacia allí, lo hicimos con un poco de recelo, no sabíamos como recibiría el que fuera con todas las chicas causantes del problema. A nosotros también nos encantó que la respuesta fuera tan calurosa. Ese es el valor de la amistad. Ni a él se le ocurrió una parrafada de disculpa, ni de crítica, ni -mencionar nada, ni a nosotros, por supuesto, tampoco. ∞ ∞ Tras el cachondeo general con mi despiste al volante y como, de momento, no controlaba mucho, no podía hablar porque me despistaba, así que les había pedido que conmigo no hablaran, que bromas las justas porque si no nos perderíamos. Entramos por los suburbios de la ciudad y, debido al silencio generalizado, me dio por pensar en la música. A los catorce empecé con el rock duro, y en ese tema mi amigo Jesús era insuperable. Nos pasábamos las horas en su casa escuchando toda clase de temas, desde los antiguos y legendarios Led Zepelling, Uriah Heep, hasta los más modernos Mago de Oz o Rosendo, luego me fueron entrando músicas más suaves, un rock más sinfónico y hasta el pop, incluso la música clásica me gustaba cada vez más. Ahora que voy a volver con Julio podremos compartir la música clásica, él más por formación musical, pues ha estudiado trompeta, y yo porque durante un par de años tuve una novia con abono en el Auditorio Nacional y, poco a poco, me fui aficionando. El caso es que en este viaje tan largo, cuando nos echábamos detrás a descansar nos poníamos música clásica y pasábamos horas charlando o escuchándola, eso sí, con el volumen bajo porque al resto del grupo les horrorizaba. - Pero ¡por favor! Quieres leer los carteles -dijo Sandra. - ¿Y qué me he saltado ahora? -pregunté, extrañado, pues, aunque era cierto que seguía en mi mundo, también lo era que nadie sabía donde íbamos, o al menos yo no. - Creo que esto es un sitio de enterprises -dijo Sandra. AAVV El Espinillo 102 www.espinillo.org - Pues va a ser que sí. Por el aspecto de las naves tenía razón -en español se dice polígono industrial- contesté. - Y ¿se puede saber adonde vamos Juan? - Buena pregunta, vamos al centro de la ciudad, al down town o como se llame. - Creo que es mitte der stadt -dijo Segolene que chapurreaba un poco de alemán ¡Dios mío! qué palabras utilizan estos alemanes, no se cómo nos hemos atrevido a venir sin mapas y sin nada por aquí. - Lo mejor será que paremos y llamo a Julio, ¡mirad! otro río, pararemos en la orilla y estiraremos las piernas. Aproveché y llamé a Julio, - Julio, tío, ¿qué tal? Nosotros ya estamos en Munich. - Vale, genial, como ya es un poco tarde y esta noche he quedado, si quieres nos vemos mañana por la mañana. - Y eso ¿por qué? -pregunté muy extrañado. - No, nada, es que he conocido a un colega alemán y me pillas yéndonos ahora a su casa a cambiarnos. Estos dos últimos días he estado durmiendo con él, ya te contaré. - Pero, nada serio ¿no? - ¿a qué te refieres?. - Hombre, me dices que has conocido a un tío y que te vas a dormir con él, y me dejas un poco preocupado. - Pero tu estás gilipollas o qué, es sólo un amigo, hasta ahí podíamos llegar. - No si ya, así se empieza y luego acabamos como acabamos, contesté continuando la broma. - Bueno, venga, mañana nos vemos ¿vale? Te llamo a eso de las diez de la mañana. - Vale pero no entiendo nada, estoy aquí sólo con tres chicas, una de ellas que pregunta por ti, y tú me dices que te vas con un alemán a dormir, joder que raro me suena todo. A eso de las diez estoy con el “ansia” por coger el teléfono y que me cuentes, porque todo tendrá una explicación. - Nos vemos mañana AAVV El Espinillo 103 www.espinillo.org - Hasta mañana y se bueno. Pues nada esa noche volvía a estar con las tres en una nueva ciudad, así que lo mejor sería conocer la noche muniquesa, ¿minganesa?, o como se diga en su idioma. Lo primero que hicimos fue ir a una cervecería, al parecer muy famosa, y que por lo visto Segolene conocía bien. Cuando entré me quedé pasmado, no se parecía en nada a las cervecerías españolas. Estaba llena, a rebosar, y eso que era grandísima, de techos muy altos y con un salón principal tan grande como un campo de fútbol. Aún así tuvimos que esperar para encontrar una mesa. Y allí cantaba hasta el “tato”. Había un montón de grupos en diferentes mesas y cuando no cantaba uno, cantaba el otro, y cuando no, cantaban todos juntos, gritaban más bien, desentonando. Las jarras de cerveza eran todas de litro o, al menos, eso me parecían. El ambiente me impresionó un poco. La gente medio borracha, tíos gigantones, grandes y gordos por todos lados, con tías no menos grandes y no menos gordas, lo mejor sería pasar desapercibido, y el caso es que yo iba sólo con tres chicas ¿pasar desapercibido?¿cómo? En ese momento deseé medir dos metros, quizás sería un salvoconducto. Después de unos minutos conseguimos una mesa. Llegar allí fue una odisea de sudores, olores, alientos y curvas. Nos atendió una camarera grande y oronda vestida con el traje regional, o lo que fuera eso que llevaba, y nos preguntó por las bebidas, los gestos así lo indicaban. Miré alrededor y no vi a nadie que no bebiera cerveza. La elección era obvia, todas las chicas ya habían pedido y no me había dado cuenta. Como dudaba, la camarera empezó a impacientarse y por el grito que me dirigió algo no iba bien. Pedí una bia, o una birra, o como se dijera y al parecer eso ya lo sabía, ¿que cuál?, me tradujo Segolene, y me pilló en un “renuncio”. - Y yo que sé, la más típica. La camarera que no entendía nada y, al parecer, no podía esperar, estaba a punto de darme un capón, cuando apunté a una cerveza de la mesa de al lado y señalé. ¡Me salvó la campana!. A los cinco minutos la inmensa camarera venía con las cuatro cervezas, de un litro cada una, en un brazo y otras cinco en el otro brazo, ¡madre!. En ese momento tenía hambre pero no me atreví a decir nada, quizás en un McDonald me sería más fácil pedir algo, pensé. Brindamos todos al estilo tradicional de cada país y nos pusimos a contemplar el espectáculo. ∞ ∞ AAVV El Espinillo 104 www.espinillo.org Las chicas parecían tener una complicidad que a mi se me escapaba. Era en estos momentos cuando mas echaba de menos a mis colegas. Ellas parecían entenderse con una sola mirada y estaban muertas de la risa mirando lo que pasaba dos mesas mas allá. Yo, con el despiste que tenía, y lo perdido que me encontraba en este escenario, tardé un buen rato en darme cuenta de lo que pasaba. Un grupo de seis o siete hombres, a cada cual mas enorme, competían en lo que sin duda parecía...¡un concurso de eructos!. Las jarras de cerveza se consumían por minutos y los competidores llevaban una especie de cuentas en un pizarrín. A saber que puntuaba más...si la potencia, la duración...¡cómo le hubiera gustado esta situación a Paco! Seguro que habría intentado competir con ellos. Al rato ya me estaba riendo con las chicas, que lejos de escandalizarse, estaban de lo más divertidas con la situación. Estos tíos eran unos impresentables con tantas cervezas en el cuerpo. ∞ ∞ Después de un par de horas en esta escandalosa y festiva cervecería, decidimos irnos a cenar a la furgoneta. Cuando estábamos llegando, recibí una llamada de mi padre. Me dijo que mi abuela se había muerto. Mi querida abuela, con la que conviví toda mi vida en la misma casa, en la misma habitación incluso hasta muy entrada la adolescencia, y a la que considero mi segunda madre, ya no estará esperándome cuando vuelva de este viaje. Esta noticia me ha llenado de tristeza. Es la primera vez que veo la muerte de cerca y no termino de entenderla, no puede ser cierto. Estoy totalmente aturdido. No se por que nos parece que las cosas y personas que queremos, nos han de durar siempre, que son eternas. Sin embargo, todo lo que vive acaba en este mundo y mi abuela se ha ido para siempre, y, con ella, se han ido también todos los cariños encontrados. Esta noche, mas que nunca, pensé en como fue su existencia y como era cuando vivía a mí lado. Se que su partida de este mundo, ha sido callada, en silencio, humildemente, como ella ha vivido. Pasan las horas muy lentamente para mi, no puedo dormir. Todos mis pensamientos vuelan al rincón de mi infancia donde pasé tantos días junto a ella. Nada me consuela en este momento, ni el saber que estoy con Sandra. AAVV El Espinillo 105 www.espinillo.org Vigésimoprimer día de viaje (21 de agosto de 1999) Con las primeras luces del alba, muy temprano, abandono la furgoneta y encamino mis pasos a través del parque que linda con el río para dar rienda suelta a todas mis penas. Quiero estar sólo con mis pensamientos, con mis recuerdos, hacer un alto en este alocado camino para dedicar mi tiempo a meditar, a homenajear a mi abuela, y quiero que las lágrimas que queman mis ojos, broten libres y sinceras para desahogar con ellas mis dolores ocultos. En esta soledad, me encuentro a gusto, a solas con mis tristezas. Miro al cielo, aún en sombras, desde el cual, quizá ella me contemple. Mis ojos empañados, buscan su figura, ahora más amada y me parece verla allí donde poso mi mirada, con aquella ternura reflejada en su faz de sonrisa cándida, benévola y amorosa, extendiéndome los brazos como lo hacía cuando yo era niño, defendiéndome del mundo. Se que me ve, que me está mirando desde el más allá, desde algún lugar del infinito, con el mismo cariño que me profesó siempre y que yo, andando los años, había casi olvidado. Una profunda pena brota de lo más hondo de mi corazón. Cuando despierto de este letargo, de mi zozobra, la atmósfera comienza a llenarse de la suave claridad de la mañana. Se encienden los primeros rayos del sol mientras vaga mi pensamiento perdido por el mar de recuerdos. Me enjuago una lágrima prendida en mis mejillas y escucho el canto de los pájaros en este parque, con un fondo de ciudad que empieza a latir. No es este el campo de mi niñez, no es aquel de las verdes colinas de pinos, ni tampoco están en este suelo, los huertos y los cipreses. No se oyen los gallos, ni los ladridos de los perros en esta ciudad tan lejana, tan distante, tan fría hoy. Ahora comprendo mi ingratitud para con aquel ser que me amó tan tiernamente. Ya no volvería a dirigirme palabras de afecto. Todo había concluido para ella en este mundo, y yo no estaba a su lado, su nieto mimado, su niño del alma. Su partida me ha dejado sumido en una honda pena, y ya no me quedan ganas de continuar este viaje. Una página del libro de mi vida, una de las más puras y hermosas, la de los años de mi infancia se ha cerrado con su partida para siempre. Cuantas veces en los veranos a su lado, en su soledad y en su silencio, habría esperado mi regreso, y cuantas noches, en la soledad de su alcoba, en la vieja casona del pueblo, habría llorado con tristeza mi ausencia y mi olvido. Mis amigos creo que entenderán mi pena, pues mi abuela era la abuela de todos. Cuando salíamos a jugar ella siempre estaba a nuestro lado, se AAVV El Espinillo 106 www.espinillo.org encargaba de vigilarnos a todos, nos mimaba, nos ayudaba. Era nuestro único espectador en casi todos nuestros partidos de fútbol. Era nuestro único refugio en las calles de Madrid, era nuestra única defensa. Hoy creo firmemente que si Dios tiene una cara en la tierra, esa es, sin duda, la de mi abuela Antonia. ∞ ∞ Pasadas unas horas sonó el teléfono - Hola Juanito ¿cómo estáis?, dijo el Búho - Bastante fastidiado, ayer se murió mi abuela. - Lo siento tío, lo siento mucho, vaya palo. - Gracias, ya hablaremos. - Me has dejado de piedra, pero si estaba genial. - Lo se. Vosotros ¿qué tal? - Por eso te llamo, nos lo estamos pasando estupendamente, tenemos mucho que contaros, pero no podemos estar muchos más días en casa del tío de José, nos tenemos que ir, tendríamos que quedar. - Pero si acabamos de llegar, nos hemos dado una paliza de kilómetros que no veas, y aún no he visto a Julio. - Pasado mañana nos vamos de excursión a Estrasburgo, no sería mala idea quedar allí y que esa noche llegarais vosotros, tenéis un par de días aún. - Por mí no hay problema, luego veré a Julio y se lo cuento. Otra cosa ¿qué hacemos con las chicas? - Le contaré mañana a Ainara los planes, si se une bien y si no pues pasando de todo. Nosotros iremos a Estrasburgo con estas familias y luego continuaremos nuestro viaje donde decidamos. Volveremos a estar juntos y solos, sin más rollos. Lo de tus amigas, decídelo tú, habla con ellas a ver que dicen. - Se lo comentaré, al menos estaremos en Francia y estarán más cerca de su casa. Mañana te llamo. - Vale, y un abrazo muy fuerte de todos los colegas, ya sabes que también era como nuestra abuela. - Gracias a todos, ahora mismo de lo que tengo más ganas es de irme a Madrid, no me apetece mucho continuar. Lo que pasa es que mi padre me ha dicho que siga, que no puedo hacer nada, que ya la han enterrado. Ha esperado a que terminara todo para llamarme, no he podido ni despedirme de ella ... - ¡venga tío, ánimo! - Un abrazo AAVV El Espinillo 107 www.espinillo.org Nosotros, hasta ese momento que nos dejó un poco chafados Juanito, estábamos pasándolo en grande. El tío de José era la repera. En cada comida se metía cinco o seis cervezas, casi dos litros, era imposible seguirle, y así todo el día. Sus hijas y amigas organizaban fiestas en casa de cada una. Esto era posible porque aquí las construcciones eran casi todas unifamiliares y los sótanos estaban preparados para saraos. Daba igual que estuvieran los padre en casa, allí se metía todo el mundo y se montaba una pequeña fiesta con música y bebidas. Llevábamos tres días y tres fiestas, y ya hasta de eso nos estábamos cansando, ya que, mientras ellas se quedaban durmiéndola mañana del día siguiente, nosotros siempre teníamos algún plan nuevo, bien con los emigrantes, bien con la familia. Comíamos bien, bebíamos bien, dormíamos bien, pero poco, y, sin embargo, teníamos la sensación de estar hartos. Quizás fuera la facilidad con que surgía todo, y eso, a lo mejor, le quitaba la gracia. Nos apetecía estar con nuestros colegas que estaban en Munich, y queríamos volver a hablar con Julio, nos había quedado muy mal sabor de boca después de la pelea y su marcha. Tenía una sensación extraña en este viaje. Me había enrollado con una chica alemana, tres años más joven que yo, a la que ni entendía; me había enrollado con Ainara, bastante mayor que yo, a la que tampoco entendía pero por otros motivos diferentes al lingüístico, y ya no me quería mas líos, ni más rollos. Quería reírme, quería descubrir, quería ver mundo. Quién me iba a decir que ¡me estaba cansando de las mujeres!. Acabamos de acostarnos y a Paco y a José les pasaba algo parecido. A José no le hace mucha gracia haber conocido a sus primas de esa forma, le resultaba difícil de entender su comportamiento. Paco, al que le va la juerga más que a un tonto una tiza, me dijo anoche que esto era un desmadre. Que él había venido a recorrer países, a vivir aventuras y que ésta ya le había superado, era más de lo que hubiera soñado y, sin embargo, echaba de menos la furgo y la carretera, esa droga era superior a él. Así las cosas ya habíamos decidido que de la excursión de pasado mañana a Estrasburgo con todos los emigrantes no volvíamos. Ya nos apañaríamos la noche de alguna manera si Juanito y Julio no llegaban. Hacía buen tiempo, así que podríamos dormir en un parque sin problema. Cuando nos despertemos tendremos un día de lo más completo y agotador. Su tía quiere llevarnos a ver el Museo de no se que ...¡que horror!. ∞ ∞ Julio seguía intimando con su nuevo amigo Thorsten. La verdad es que las cosas se habían dado bien; abandonó la compañía de sus compañeros de un modo hosco, duro, y además sin ningún oficio ni beneficio, sin lugar, sin ideas, sin objetivos. Y ahora, unos días más tarde, encontraba que había crecido en energía, incluso en autoestima, y la vuelta a la compañía de sus AAVV El Espinillo 108 www.espinillo.org amigos del alma, que en algún momento temió que le reprocharan su excentricidad y la dureza con la que se produjo, era inminente. Los días habían transcurrido con relativa calma, pero para esta noche en Munich con Thorsten, estaba lo que se dice “como una moto”. Le hervía la sangre, de intensidad, de ganas. Las dos caras de Julio volvían a ser patentes. En esta cara, insuflaba fuerzas al más moribundo. No era el caso de su amigo Thorsten, precisamente, que, aún siendo más estable, con un carácter afable permanente y con menos registros, tenía una risa contagiosa. -Thorsten, ¿me ayudarás?- Era una pregunta retórica, conocía la respuesta. Quisiera preparar una sorpresa a mi amigo Juan y sus amigas- Su mente teatral volvía a ponerse en marcha -Vienen mañana por la tarde, como sabes, momento en el que ya me quedaré con ellos. -Claro, Julio, ¿cómo no te voy a ayudar? Julio no tenía claro qué quería hacer. ∞ ∞ Thorsten asistía muy divertido a las divagaciones de Julio. Se había unido al clan improvisado, la hermana de Thorsten, Kirsten. Kirsten tenía veinte años y tenía el mismo carácter afable que su hermano. No compartía la grandísima curiosidad por España que su hermano había desarrollado desde siempre. Julio los había bautizado como los hermanos “Ten”. Thors-ten traducía a Kirsten lo que Julio iba diciendo. Para él, en ese ambiente jovial, eran Mr. Ten y Miss Ten. -Mr. Ten, traducía a su hermana las palabras de Julio. En un momento, le dijo algo así como Zzztkkktpkkfjkipljhjfenjantofen Deutschlakjmkkmpefger y no se qué más. Julio se reía mucho con ese idioma, casi tenía Mr. Ten que escupir para pronunciar tantas consonantes “duras” seguidas. De vez en cuando interpretaba un gesto risueño y la respuesta de ella era “Yaaa”, que indicaba aprobación a sus palabras. ∞ ∞ Julio sabía que el 22 de agosto, o sea mañana, era el cumpleaños de Juan, quería sorprenderle y sorprender a las chicas, quería hacer algo diferente pero aún no sabía bien el qué. Daba vueltas a muchas cosas hasta que Thorsten le dijo, - Tengo un par de amigos que están representando ahora Tosca, la ópera de AAVV El Espinillo 109 www.espinillo.org Puccini, no se si a tus amigos les gusta la ópera pero quizás les podía pedir un favor. - Pues no se si le gusta la ópera, pero sí le gusta la música clásica, así que es probable que también, aunque no hemos estado nunca en ninguna. - Yo tengo el libreto en casa en varios idiomas, podemos seguirla con facilidad, si os apetece intentamos conseguir entradas. - Pero serán muy caras, tengo algo de dinero que me dio mi padre, pero no se si podría, ellos son cuatro más. - ¡Qué va!, mis amigos siempre me piden que vaya a verlos, que les dan entradas. Les preguntaré a ver si pueden conseguirnos algunas para mañana. - ¿Y qué sorpresa les damos?, preguntó Julio - eso déjamelo de mi cuenta, ya verás, luego te cuento. A medida que le fue contando sus planes, la cara de Julio iba cambiando, de la duda pasó al estupor, quizás eso sería mucho. Esa misma noche los dos se fueron a la ópera y estuvieron entre bambalinas viendo la representación, hablando, preparando la sorpresa. Julio salió emocionado por muchas razones. No podía creerse que se pudiera pasar del negro al blanco en tan poco tiempo, de la pobreza a la opulencia, incluso de la áspera despedida de sus colegas y la posterior depresión, hasta el sitio en el que se encontraba pleno de ilusión. Vigesimosegundo día de viaje (22 de agosto de 1999) Al día siguiente después de desayunar, Julio y su nuevo amigo Thorsten nos llamaron para quedar. Yo tenía muchas ganas de volver a verle y que me contara que había hecho estos días. Cuando los vi llegar, casi más bien diría cuando lo vi llegar, pues Thorstern debía de medir cerca de 1’90 y era fuerte o ¿gordo? no sabría definirlo, rubio, su cara redonda resultaba pacífica y tenía una risa constante pegada a ella. Tenía aspecto de buena persona. Julio que no pasaba del 1’75 y era delgado y muy moreno le daba un contrapunto único. Nos presentamos todos y Thorsten se erigió en guía por un día del grupo. Fuimos recorriendo la ciudad de Munich y los alrededores desde la ciudad olímpica en la furgo. El paseo por la parte antigua de la ciudad al lado de Thorsten resultó muy interesante. Nos contó la política antirrascacielos que existe en Munich, nos dijo que el edificio más alto de la ciudad es la catedral y que por encima de la altura de su torre no podía construirse ningún edificio, desde luego no se AAVV El Espinillo 110 www.espinillo.org parece en nada a lo que está ocurriendo en España. Julio corrigió esta apreciación al decirle que la torre de la Ciudad Olímpica parecía más alta, y así era pero esa era la excepción. Al pasar por una espectacular Iglesia de la que no recuerdo el nombre, nos contó que sus dos cúpulas semiabovedadas se asemejan a dos jarras de cerveza, desde luego la pasión por la cerveza de esta gente no la había visto en ningún sitio del mundo ¡hasta las cúpulas les parecían cervezas!¡qué barbaridad!. Julio se pasó el día conversando con Segolene, no se muy bien que se dirían y como, pero se les veía muy bien. Thorsten no tuvo otra posibilidad que la de pasear siempre cerca de Sabrina, y la altura y envergadura de Sabrina le encajaban perfectamente, así como su simpatía, lo que hizo que los dos se pasaran el día riendo y contagiándonos a los demás en muchas ocasiones con sus carcajadas. Segolene quería ir el día siguiente al Castillo de Neuschwastein, lo que nos apetecía a todos pues ya nos había contado parte de la leyenda de Luis II por el camino. Pero Thorsten nos sorprendió cuando dijo que, después del castillo, por la tarde, podíamos acercarnos a Dachau, un campo de concentración nazi, esto nos dejó sin palabras. Yo había visto alguna película sobre el régimen de Hitler y había oído hablar de él y del exterminio, pero no comprendía muy bien porque Thorsten, alemán, quería llevarnos allí. Todos nos quedamos un poco extrañados pero nadie dijo que no. Sería una curiosidad nueva, aunque me parecía un poco desagradable, pero en realidad no tenía ni idea de lo que me podía encontrar allí. Lo que sí quedaba claro es que ya era imposible llegar a tiempo a Estrasburgo, tendría que llamar a los colegas y contárselo. Por la tarde nos sorprendieron con que tenían entradas para todos para ir a la Opera, íbamos a ver Tosca, la ópera de Puccini, esto ya era el colmo iba a ver una ópera en Alemania. Nos fuimos todos a casa de Thorsten a ducharnos y a cambiarnos. Desde luego no nos dejaban de sorprender. ¡Ópera!, a Julio no creo que se le hubiera ocurrido y ¿quién pagaba esto? No nos habían dicho nada. La idea me entusiasmaba, no había ido nunca y no se si la aguantaría, pero me apetecía mucho probar, aunque nos dijo que duraba tres horas y media. Recuerdo que el año anterior fui a casa de una amiga pamplonica a los sanfermines y su padre todos los días nos obsequiaba con un concierto de chistu por la televisión, si aguanté el chistu, la ópera no podía ser peor que eso. La Ópera de Munich era por fuera monumental, el edificio era muy parecido al de la ópera de Paris. Al entrar, el conjunto resultó más brillante si cabe. Thornsten nos contó que del edificio, tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, no quedó absolutamente nada, excepto un par de muros exteriores. Esto ya lo habíamos visto en más partes de Alemania, sobre todo en Colonia, donde un edificio moderno estaba dentro de los restos que quedaban de la catedral, lo que nos resultó sorprendente. La restauración era de lo más lujosa. Hay que ver que bestias somos los seres humanos. Yo que quiero dedicarme al AAVV El Espinillo 111 www.espinillo.org arte, estas cosas me deprimen. Sólo de pensar la cantidad de bellezas artísticas, de tesoros arquitectónicos, escultóricos etc. que habrán desaparecido para toda la humanidad, sólo porque a algunos subnormales se les ha ocurrido la idea de tirar unas cuantas, bombas me pone de los nervios. Munich a la que tanto desprecio tenía antes de llegar, y a la que encima asociaba a la muerte de mi abuela, me estaba empezando a compensar y me empezaba a reconciliar con ella. Allí estábamos todos en el vestíbulo de la ópera, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos sentaron en la primera fila de aquel impresionante recinto. Tosca duraba tres horas y media, tiempo que estaría al menos de la mano de Sandra. Todo aquello me parecía un sueño, además era mi cumpleaños aunque no se lo había dicho a nadie. No quería celebrar nada más y, sobre todo, no tenía dinero para una buena celebración, quedaría mejor pagando la primera ronda después de la ópera sin decir nada. En el primer descanso todos comentamos lo mucho que nos estaba gustando. Con el libreto que nos había dejado Thorsten la podíamos seguir perfectamente, además después de escuchar tanto alemán, la ópera en italiano me estaba resultando incluso sencilla de entender. El decorado era precioso, la cantidad de gente que actuaba le daba un aire de grandeza teatral que no había visto nunca en el teatro. Según Thorsten lo mejor estaba por venir. Allí aparecieron los protagonistas con unas arias insuperables. Apareció el ejército de Napoleón, los fusilamientos. Cuando acabó la ópera estuvimos aplaudiendo más de quince minutos, y, en ese tiempo, me prometí a mí mismo que tenía que volver a verla, aún tenía el vello de punta del final de la historia, tan romántica y tan trágica. Al final salió el tenor y dijo, tras tantos aplausos, que iba a cantar de nuevo el aria “E lucevan la stelle”, que sin duda es uno de los momentos cumbres de Tosca. La ópera se desarrolla durante las guerras napoleónicas. Een el momento del aria, casi al final, está el protagonista, el pintor Mario Cavaradossi, en Roma, en el año de 1800. Se acerca el alba. En el Castel Sant'Angelo va a ser ejecutado dentro de una hora. Entregándole su anillo al carcelero, éste le consiente escribir una última carta a su amada, la cantante Floria Tosca. Pero apenas ha escrito unas líneas los recuerdos le asaltan y le impiden continuar, en ese momento empieza el aria “Y brillaban las estrellas”. Estaba pensando esto cuando oigo al tenor, al mismísimo tenor, al protagonista decir mi nombre, ¿había odio mal? Me hizo un gesto de que subiera con él al escenario, me estaba mirando a mí, y me pedía que le acompañara o algo así, me temblaban las piernas, no me atrevía a despegarme de mi butaca, el corazón me latía que parecía que iba a estallar. En ese momento Thorsten y Julio se levantaron y subieron conmigo casi a cuestas, y también las chicas. Dijo algo así como que pedía un aplauso para unos amigos que habían recorrido media Europa para estar con nosotros en esta ópera. Que venían de países diferentes y nos fue nombrando a todos y saludando, o al menos eso nos tradujo Thorsten. Yo no se qué estaba haciendo allí, si mi abuela me viera, aplaudido cortésmente por un montón de gente desconocida. Ese momento me hizo sentir especialmente bien. AAVV El Espinillo 112 www.espinillo.org Nos pidió que nos apartáramos unos metros y empezó a cantar el aria. ¡Dios mío, que voz!, al estar tan cerca de él me daba cuenta de la potencia y el control que tenía sobre su voz, aquello era espectacular. Volvimos a aplaudir varios minutos y salieron todos los intérpretes que eran más de cincuenta. El escenario parecía la Puerta del Sol en Nochevieja. El tenor cogió de nuevo el micrófono se acercó a mí y pidió algo a todo el mundo para que le acompañara. Yo no entendía nada. Las piernas me temblaban aún más. Pero qué le pasaba a este hombre, seguro que famoso, para cogerme del hombro. ¿Qué pintaba yo allí?, cuando de repente se pone todo el mundo a cantar el cumpleaños feliz en alemán. Ya no sabía que hacer, no sabía donde meterme, mi cara debía de ser un poema, quería sonreír pero no se bien lo que hacía, por dentro tenía ganas de llorar de alegría. Al acabar, y tras un breve aplauso, me abracé al tenor y repartí besos desde el escenario como si fuese yo el que hubiera protagonizado la ópera. Ya no sabía cuál era mi papel. Por las risas que se oían parecía que había sido un simpático broche de fín de fiesta. Es probable que nunca en la vida me vuelva a ocurrir algo así, desde luego esa noche no se me iba a olvidar. En cuanto salimos de allí, bombardee a preguntas a Julio y a Thornsten. Al amigo alemán le di la dirección de mi casa de El Espinillo, del apartamento de Alicante, mi teléfono y yo que se. No paraba de hablar. Me encontraba excitado. Esa noche pagué la cena y las copas, y me quedé sin un duro para el resto del viaje, Los próximos días sólo podría sobrevivir del fondo común y de las latas, pero había merecido la pena. Además Thorsten invitó a su casa a las chicas a dormir y esa noche volví a estar a solas con Sandra en nuestra furgoneta. No podía resultar mejor mi diecinueve cumpleaños. ∞ ∞ Esta noche, llena de magia, selló una contundente reconciliación entre Julio y yo, y diría que entre Julio y el mundo. Buscaba "algo" y era evidente que en estos días sin nosotros lo había encontrado. Todos estábamos creciendo en este viaje, sin duda marcaría una parte de nuestro futuro. Vigesimotercer día de viaje (23 de agosto de 1999) Al día siguiente, la conversación que era previsible que se diera, se dio. Julio se acercó a mi y me dijo -Juanito ¿cómo os quedasteis después de mi marcha? Fue todo muy precipitado. No pasa nada, ¿no? ¿Cómo está el Búho? AAVV El Espinillo 113 www.espinillo.org Como sabía que esta conversación iba a darse, no tuve ningún problema en contestar con una sonrisa. - Al principio nos quedamos todos un poco desmoralizados, pero cada uno lo fue asimilando y siguió su camino. El Búho se quedó destrozado al principio. Pero luego con José y Paco, en casa de los tíos de José, encontraron un buen motivo para estar muy entretenidos. Todos relativizaron lo que pasó y piensan que todo volverá a su cauce, o eso es lo que esperamos todos. Por cierto lo que me habéis hecho sentir esta noche pasada ha sido sublime, nunca te lo agradeceré lo suficiente. -Ah, eso es todo obra de los Ten, Thors-ten y Kirs-ten. Julio se sintió más tranquilo tras esta conversación. Sólo le quedaba, y ardía en deseos de que ocurriese, reencontrarse en Estrasburgo con el resto de sus amigos y olvidar cuanto antes lo que sucedió en Bonn. ∞ ∞ Paco, Jose y e Buho iban a Estrasburgo de excursión con unos amigos emigrantes que les habían invitado. Antes de salir se despidieron de algunos amigos, españoles y alemanes, que habían conocido y que se habían acercado a despedirles, y de la familia Bravo que también les había acogido. Notaron mucho cariño y nostalgia cuando les dijeron adiós, quizás porque les habían simbolizado la España viva y joven que abandonaron tantos años antes. El tío de José les soltó un beso a cada uno, les dio algo de dinero y una frase que les hizo reír mucho, - ¡decidle a España que la queremos! Lo que provocó sonrisas. Antes de llegar a Estrasburgo, pararon y entraron en un bar a tomar unas cañas. Allí estaba la televisión puesta, aunque decía cosas tan inteligibles para ellos como los logaritmos neperianos para un bebé. Estaba puesta de fondo y de repente apareció una imagen que hizo que el Buho diera un salto hacía atrás, ¡Ainara!. Pidió que le tradujeran, excitadamente. Todos se quedaron serios viendo la caja cuadrada, unos para ser capaces de transmitir la información que estaban entendiendo, aunque no sabían por qué les importaba tanto a los chicos, y otros para recibir dicha información en lenguaje comprensible. La cadena ZDF alemana informaba que si alguien conocía algo o sabía, por poco que pudiera ser, de ella, que avisara rápidamente a la policía, en un número que aparecía en pantalla. Cuando recibieron la información, tanto el Búho, como Paco y José, se quedaron helados. La información no indicaba, cosa un tanto rara, el por qué del interés hacia ella. No se hacía referencia a ningún cargo pendiente, algún asunto por AAVV El Espinillo 114 www.espinillo.org terrorismo o por cualquier otro motivo, sólo informaba de su desaparición. ¿Por qué la buscaban, poniendo su fotografía en la principal cadena de televisión alemana? Se indicaba que era española y que la última vez que fue vista estaba en territorio alemán. Llamaron primero a Ainara varias veces y no consiguieron que se pusiera al teléfono. El Búho lo había intentado los dos días anteriores y no había conseguido dar con ella. Ahora se sentía culpable, se iban a Estrasburgo sin ella, aunque sabía lo independiente que era y las pocas explicaciones que le gustaba dar. A continuación, llamaron al número indicado por la policía y le contaron toda la historia que habían tenido junto a Ainara desde que fue recogida haciendo autostop cerca de San Sebastián. Las idas y venidas, “que si, que no”, que me voy, que me quedo en París, y la última aparición repentina, inesperada en Alemanía, que, a su vez, se había tornado en nueva desaparición. Toda la historia la contó el Búho, ya que al otro lado del teléfono se puso una persona que sabía español, que grabó toda la conversación, todas las explicaciones. -Pero, ¿por qué? ¿qué ocurre con ella, por qué la buscan internacionalmente? -Eso no te lo puedo decir. Si puedo decirte que tu información no sabes lo valiosa que es para nosotros. Te lo agradecemos mucho. Pero os rogaría que cuando lleguéis a Estrasburgo vayáis a la Comisaría que está situada al lado de la Iglesia de Sant Paul. Desde aquí os vamos a reservar dos habitaciones en el Hotel Regent Contades, que está en la Avenue de la Liberté. Allí se encargarán de todo lo que necesitéis. Y recuerda que tenéis que volver a contar todo en la Comisaría. - ¿qué significa todo? - No os preocupéis, tendréis que rellenar unos papeles y facilitar todos los datos que recordéis de Ainara a la policía. Si estos trámites os llevan algún día más, allí se harán cargo del hotel y lo que haga falta mientras estéis allí. - De acuerdo, contestó, más estupefacto aún de lo que estaba antes. - Una última pregunta, ¿es peligroso, estamos amenazados, por qué tantas molestias? ¿Le ha pasado algo a Ainara?¿Qué saben? Dígame algo. -No, no pasa nada malo, no puedo deciros nada más por teléfono. Así que no hagas más preguntas. Buho no lo comentó con sus compañeros, de momento, no quería alarmarles más, pero se temía lo peor. - Vamos a Estrasburgo, comemos con vosotros y luego hemos quedado con el resto del grupo de amigos, así que después de comer nos despediremos, les dijo a sus anfitriones alemanes a los que tampoco quiso alarmar. El ambiente festivo se volvió un poco taciturno. Quién más, quien menos intuían que algo no iba bien y podía ser grave. AAVV El Espinillo 115 www.espinillo.org ∞ ∞ La tensión crecía. Paco y Jose no entendían nada, pero, sin olvidarse del tema, lo llevaban sin ansiedad. No era el caso de Jose Manuel. Casi no había abierto la boca tras la conversación telefónica. Permanecía muy tenso, muy poco comunicativo. Los demás sabían que eso no era habitual y cuáles eran las causas, pero era una norma no escrita entre los colegas, la de no agobiar, no presionar más las cosas. Sabíamos que todos estábamos allí por si hacía falta, pero siempre la iniciativa tenía que partir del que en un momento estuviera necesitado. Ellos no lo sabían, pero desde ese momento unos policías de Interpol los seguían con discreción. Sus amigos emigrantes, ajenos a lo que estaba sucediendo de verdad, empezaban conversaciones, que en ese momento resultaban intrascendentes y que estaban abocadas a morir en pocos minutos, sin más pretensión que pasar el tiempo y, en el mejor caso, casi nunca alcanzado, hacer esbozar alguna sonrisa de la cara de los tres jóvenes amigos. El Búho aparentaba una calma y tranquilidad total pero era una imagen teatral creada por él. Estaba muy preocupado por el transcurso de los acontecimientos, aunque no quería transmitir esa tensión a los demás. Habían pasado unos días emocionantes con ellos y estaban agradecidos y no deseaban implicarles en esta turbia historia. Tras la comida, les pidieron que les llevaran a la avenida de la Libertad y allí se despidieron. En ese momento, el Búho les contó la historia que le habían transmitido por teléfono. Se dirigieron al Hotel Regent Contades, que estaba en el centro de Estrasburgo, y al ir vieron la Comisaría, pero decidieron primero darse un baño y descansar un poco, luego se enfrentarían a lo que pudiera ocurrir. El hotel era de cuatro estrellas y tenía una pinta inmejorable. Les dieron dos habitaciones dobles y contiguas. Cuando entraron en las habitaciones Paco y Jose cayeron rendidos. El Búho no pudo. Tenía un bajón muy grande. Con la distorsión que produce un estado de ánimo abatido, recordaba la pelea con Julio, que desembocó en su salida del grupo. Las idas y venidas con Ainara. Se sentía un completo imbécil. Sentía que estaba poniendo en peligro a sus amigos, que él era el culpable de todo. Un sentimiento creciente de culpabilidad le invadió, exaltado por el hecho de no poder en ese momento relajarse, hablar con nadie, casi ni siquiera moverse. Estaba amarrado física y psicológicamente. El viaje había sido una auténtica tortura para él. Pensó que una ducha le vendría bien, como decía François, y le vino una pequeña sonrisa como contraste al temor y la culpabilidad que le agobiaba. José y Paco se despertaron justo en el momento en que una voz al otro lado de la puerta decía algo que no entendían. El Búho abrió la puerta y vió a dos AAVV El Espinillo 116 www.espinillo.org parejas de gendarmes que sin ningún protocolo previo, sin ningún saludo, se dirigieron a ellos y les dijeron, - Espagnoles, acompagnagnos, pog favog. ∞ ∞ El día para nosotros fue muy diferente. Habíamos quedado a las nueve de la mañana y esa noche apenas pude dormir, tanta agitación, esa celebración del cumpleaños única, la última noche con Sandra a solas, hizo que ahora me encontrara con un dolor de cabeza terrible. Thorsten, Julio y las chicas aparecieron con unas ojeras enormes, esa noche nos había pasado factura. Thorsten se sentó delante, en la furgoneta, a mi lado, y su hermana entre medias de los dos. El resto no deshicieron la cama y se tumbaron directamente, - Juanito, avísanos cuando lleguemos, vamos a ver si echamos una cabezadita, dijo Julio Será cara el tío, a mí me tocaba conducir, sin saber apenas, sin haber dormido, sin conocer la carretera y me temía que eso de ir a un castillo en la montaña con vistas espectaculares no iba a ser nada sencillo. Encima estaba lloviznando, todo estaba nublado, era un día típicamente muniqués, al menos era eso lo que me había imaginado siempre. Nada más salir de Munich y cuando aún se divisaban sus dos catedrales, los de atrás ya estaban dormidos. Kirsten, que estaba a mi lado, empezaba también a quedarse dormida, menos mal que le dio por elegir el hombro de su hermano Thorsten que se mantenía despierto y me iba dando conversación e instrucciones. Me daba la impresión de que no le iba a sentar bien la excursión, en ese momento creía que era por mi conducción, pero me equivocaba. Pronto nos encontramos con una pequeña ciudad llamada Rothenburg. Como todo el mundo seguía dormido entramos en ella y callejeamos con la furgoneta. Thorsten me iba explicando algunas cosas como los tesoros artísticos que escondía, mientras íbamos disfrutando del paisaje urbano típicamente alemán. El día se estaba cerrando cada vez más, y yo iba más y más despacio. No me atrevía a correr, no controlaba nada, no sabía ni dónde estaban las luces antiniebla, tenía miedo y eso que eran carreteras en muy buen estado, pero el que me vinieran los coches casi de frente y llevar tanta gente dentro, me producía una sensación de responsabilidad que desconocía hasta ese momento. No sabía como Julio se había atrevido a quedarse dormido tan plácidamente conmigo al volante, claro está que él no estaba en el accidente de coche que tuvieron el año pasado en Santander el Búho, José y Paco. En un exceso de optimismo y con sólo una copa, en un adelantamiento en la ciudad toparon con uno que “salió” de repente de no se sabe donde y no pudieron frenar a tiempo. El resultado: hospital para los tres, uno con rotura AAVV El Espinillo 117 www.espinillo.org de fémur, otro de rodilla, y el tercero collarín y cortes en la cabeza, lo mismo que los otros dos. Por suerte lo podían contar y eso hizo que ahora cuando conducía el Búho o José, todos fuéramos muy tranquilos. Desde aquel día habían extremado las medidas de seguridad en la conducción y no se atrevían a correr o hacer tonterías al volante. A mí me pasaba lo mismo pero por inexperiencia. Llegamos a otra ciudad, siguiendo la ruta, que se llamaba Dinkelsbühl. Era una antigua ciudad con un bonito casco histórico, tenía murallas con puertas y torres bien conservadas, y además estaba rodeada de fosos. La catedral, según Thorsten se llamaba St. Georg, y se divisaba desde cualquier punto. Tampoco despertamos a nadie. Tras dos horas de viaje llegamos a Nördlingen, o algo así. La verdad es que después de ver tantos nombres raros, ya no sabía cual correspondía a cada cual. Thorsten me comentó que aquí era mejor bajarse y despertar a todos, así que aparcamos frente a las murallas y despertamos al resto. Estirar las piernas me apetecía mucho en ese momento, así que me pareció una excelente idea. - Esta es una antigua ciudad imperial, las murallas son completamente originales y circulares, si queréis podemos subir a ellas y recorrerlas enteras ¿qué os parece? -dijo Thorsten - Bien, pero ¿no podríamos tomar un café antes? -preguntó Segolene - Mejor después, os llevaré a uno en el centro de la ciudad que tiene los mejores pasteles de chocolate de la zona -contestó Thorsten - Si es así, démonos prisa con la muralla -respondió Segolene La ciudad era muy bonita. Tenía unos rincones que, vistos desde las murallas, eran de lo más pintoresco, tenían un aire diferente a lo que había visto hasta ahora en Alemanía. Conté once torres defensivas en la muralla. Me asombraron los tejados rojos a dos aguas tan puntiagudos que se erguían por toda la ciudad. Del pastel de chocolate no cuento nada, sólo decir que tenía razón nuestro amigo alemán. Volvimos a la furgoneta y nos dirigimos al castillo directamente. A medida que nos acercábamos al sueño de Ludwig II, Thorsten nos decía que el castillo ya se debía ver, estaba a nuestra izquierda, arriba, pero nadie veía nada, todo era niebla. Apenas veíamos el lago que se extendía a la derecha de la carretera, justo al lado, como para saber hacía donde mirar para ver el dichoso castillo. Thorsten nos iba relatando su historia y su fisonomía. Nos contó que en él se inspiró Disney para su castillo de la Bella Durmiente y la verdad es que se hacía esperar, debía ser espectacular. El lago estaba rodeado de montañas llenas de árboles, que se intuían cuando desaparecía alguna nube y daba paso a las siguientes. AAVV El Espinillo 118 www.espinillo.org ∞ ∞ Aparcamos y subimos andando hasta el famoso castillo pero no lográbamos verlo por ningún lado. Cuando ya estábamos en la entrada, Thorsten nos aseguraba que estaba enfrente nuestro, apenas a veinte metros. Sólo nos separaba un puente o pasarela, no lograba saber bien lo que era. El castillo seguía siendo fantasmal, no apreciábamos nada, cuando, de repente, desaparecieron unas nubes y se presentó ante nosotros imponente, majestuoso. Ese preciso instante nos dejó maravillados a todos, a mí se me puso el vello de punta. Fue increíble, apenas un minuto y luego volvió a desaparecer cuando aún teníamos todos la boca abierta, pero esa mole, esa maravilla se nos había quedado en nuestra retina. Fue un momento mágico. Dentro, el castillo era sobrecogedor, acostumbrado a la austeridad de la mayoría de los castillos españoles, este resultaba recargado en cuanto a decoración y mobiliario. Excesivo en algunos sitios, muy palaciego, pasábamos del gótico al barroco, y de repente al neorrománico, contenía todos los estilos, a veces se yuxtaponían uno sobre otro, predominaban las maderas y los tonos oscuros, todo eso unido a las grandes lámparas llenas de velas. El frío del entorno y esa atmósfera fantasmal que le rodeaba, le daba un aire único, tortuoso quizás, no me gustaría quedarme aquí a dormir, me producía escalofríos. Al salir del Castillo de Neuschwanstein vimos con sorpresa que el día se había abierto un poco y, cuando llegamos abajo, cerca del lago, donde habíamos dejado la furgoneta, pudimos por primera vez apreciar todo el castillo, su rotundidad y su esbeltez, siempre acompañado de esas nubes que entraban en él y salían sin avisar. Si esto era así en agosto, ¿cómo sería en pleno invierno?. Aprovechamos para comer algo en la furgo y comentar lo que acabábamos de ver. Thorsten, sin embargo, tenía prisa, quería que fuéramos al Campo de Concentración Nazi de Dachau. Nos confundía esa insistencia, pero nadie se atrevió a decir nada y menos yo, que no estaba dispuesto a contradecir a nuestro buen amigo alemán. El caso es que no quedaba cerca y no me apetecía que se hiciera de noche dentro del campo. Con el castillo ya me bastaba por hoy, así que nos pusimos en marcha sin sobremesa. Al poco, recibimos una llamada del Búho y le contó a Julio que estaban en Estrasburgo en un hotel de cuatro estrellas, lo cual nos produjo hilaridad pensando en qué habrían hecho estos gañanes para ir a parar, sin dinero, allí. A medida que la conversación avanzaba y, viendo la cara de Julio, todos nos fuimos callando y tratando de averiguar quéestaba pasando. Cuando terminó la conversación, Julio nos contó la extraña historia que les estaba sucediendo a nuestros colegas. Todos empezamos a especular sobre lo que podía estar pasando. Los chicos pensábamos en algo turbio de Ainara, mientras que las chicas trataban de suavizarlo todo y se ponían en el lugar de la pobre chica. Esta conversación duró hasta que llegamos a Dachau, un lugar extraño. AAVV El Espinillo 119 www.espinillo.org Nos acercamos lentamente hasta que Thorsten me dijo que aparcara a la derecha. Siempre pensé que el tiempo no se detiene, que avanza sin descanso, pero, ante las puertas del campo de concentración, pude comprobar que allí el tiempo ... se había parado. Mediaba aquella tarde que tenía un embrujo especial. El sol apenas tenía resplandor ni violencia. Era tal el sosiego de la tarde, el sosiego del lugar, que se percibían las sinfonías del agua fluyendo por diminutas corrientes. En las hojas de los árboles se percibía que no soplaba ni el más leve viento. Sólo se oía el cantar de algún pequeño pájaro que volvía a su nido. El Campo estaba en un valle con un aire misterioso. En el horizonte, las siluetas de los picos de la montaña se erguían en sombra como colosos que vigilaban cualquier movimiento. Thorsten empezó a contarnos cosas de aquel inquietante lugar. - Perdonadsi os he traído a un sitio que no esperabais ver, pero es que necesitaba venir aquí. Hace muchos años que no he podido acercarme y creí que con vosotros todo sería distinto, no conocéis el lugar, no sabéis nada de lo que le ocurrió a mi familia... Se paró, tragó saliva y siguió contando - Quizás os voy a contar algo que todos ya conocéis, quizás no os importe lo más mínimo, quizás os voy a aburrir con un rollo, pero espero que me sirva para superar un pequeño, bueno un gran trauma que tengo, que tenemos – dirigió su mirada hacia su hermana- desde hace muchos años. En ese instante, la cara de Kirsten era todo un poema, estaba triste, no sabíamos muy bien qué ocurría. - No se qué nos vas a contar pero, en lo que a nosotros respecta, estas historias duras y terribles las tenemos más o menos cerca los españoles. Quién más quien menos tiene un familiar o abuelo que ha vivido la Guerra Civil española, donde se mataron entre hermanos, entre compatriotas, así que no te preocupes por nada, lo entendemos -dije tratando de ponerme en su situación aunque no tenía ni idea de lo que nos iba a contar y de la Segunda Guerra Mundial no conocía muchas cosas, sólo lo que había visto en las películas y algo que había leído, poco. - No te preocupas, nos encantará escucharte, de todas formas no tenemos nada mejor que hacer, dijo Julio en un afán de suavizar las cosas. - Esta historia es la historia, a grandes rasgos, de mi abuelo y de su hermano. Lo que luego ocurrió nos afecta a mi hermana y a mí directamente. No se si conocéis la que se llama la noche de los cristales rotos, en alemán Reichspogromnacht, Reichskristallnacht o Novemberpogrome, tiene varias acepciones. Aquello fue un acontecimiento terrible que ocurrió en Alemania, AAVV El Espinillo 120 www.espinillo.org en una noche de noviembre de 1938 contra todos los ciudadanos judíos alemanes, y es quizás el principio del Holocausto. Las SS salieron a la calle y arrestaron a miles de judíos en Alemania, destrozaron sus comercios y más de 50 judíos fueron asesinados en esa noche. - Recuerdo la película del “Gran Dictador” de Charles Chaplin y creo que habla de eso ¿no?. Hace poco mi padre me la puso en casa y aunque era en blanco y negro me encantó, dije. - Si, más o menos. Todos esperábamos que siguiera contando la historia, pero Thorsten no decía nada, sólo miraba hacia delante. Todos giramos la vista y vimos un pabellón, parecería una casa si no fuera por la torre de vigilancia que sobresalía del tejado. Pudimos ver como a Kirsten le resbalaba una lágrima por la mejilla. Nosotros empezábamos a estar un poco incómodos. El pabellón debía de ser la puerta del campo de concentración nazi, ¡menudo día llevábamos! Al menos Neuchswanstein estaba lleno de tesoros artísticos, pero este sitio al que le rodeaba en ese momento una soledad abrumadora, debía de estar lleno de terribles tragedias. El lugar cada vez me parecía más siniestro. ∞ ∞ - La historia se remonta a mi abuelo cómo ya os he dicho, pero no os preocupéis, son sólo cinco minutos. - ¡Cuéntanos !. - Mi abuelo se llamaba Helmut Elser y su hermano Georg Elser. Georg después de “la noche de los cristales rotos” y de la deriva que iba tomando el país con Hitler, decidió que iba a asesinar a Hitler, que esa era la única forma de parar otra guerra contra el resto de Europa, otro desastre como la Primera Guerra Mundial que e él le toco vivir de niño. Esta idea que puede parecer muy osada, la empezó a preparar minuciosamente. El solo ideó un plan para fabricar una bomba y ponerla en el lugar donde Hitler daba todos los años un discurso. Los nazis conmemoraban en ese lugar una de sus peores animaladas. Mientras estaba en ello, el 1 de septiembre de 1939, Hitler se adelantó e inició la guerra que mi tío abuelo pretendía evitar. Las medidas de seguridad aumentaron mucho dentro del país, su vida pasó por situaciones de mucho riesgo, pero estaba decidido a seguir adelante. ¨Él pensaba que si lograba matar a Hitler, era muy probable que la guerra no siguiera adelante y podría salvar a Alemania de otra catástrofe, y, con ella, al resto de Europa. - Y dices que nos iba a aburrir, sigue, sigue -dijo Sabrina AAVV El Espinillo 121 www.espinillo.org - Gracias Sabrina. Consiguió preparar la bomba, nadie le había descubierto a pesar de que tenian indicios. Logró ponerla debajo del estrado donde Hitler tenía que dar su discurso. A este demonio de la humanidad le gustaba mucho escucharse y sus discursos solían durar dos horas o más. Mi tío abuelo programó la bomba para que estallara a la media hora del comienzo del discurso, pero ese día Hitler tenía prisa y a los diecisiete minutos, diecisiete tan sólo, terminó su discurso y salió de allí. Continuaron otros jerarcas hablando y la bomba estalló puntual, murieron varios altos cargos nazis, pero Hitler se salvó por trece minutos, ¡sólo trece minutos!, esos minutos faltaron para salvar la vida de millones de personas, trece minutos y se hubieran intercambiado las muertes de más de veinte millones de personas por la de una sola. - ¿Qué le paso a tu tío abuelo Georg? -dijo Sandra que estaba tan interesada en la historia como el resto del grupo. - Fue apresado, creo que iba a cruzar hacia Suiza cuando le cogieron y le trajeron a este campo de concentración, que fue el primero que se abrió, mucho antes de la guerra, y el primero en el que se probaron todas las barbaridades y torturas que todos conocéis. - ¿Y tu abuelo?- preguntó Segolene - Antes os diré que mi tío abuelo fue torturado, incomunicado y que nadie de mi familia sabía donde estaba. Le buscaron por todos los sitios y tardaron varios años en saber que aún seguía vivo en Dachau, si es que a eso se le podía llamar vivo. Mi abuelo también estaba en contra de Hitler, pero de otra manera. Él pensaba que por encima de todo estaba su país y que tenía que ayudar, a pesar de no estar de acuerdo con lo que estaban haciendo. Más tarde formaría parte de un movimiento de resistencia contra el régimen nazi, sobre todo después de ver lo que ocurrió con los judios, y tras la derrota en Stalingrado y la cantidad de cientos de miles de muertos que había visto en Rusia. Formaba parte de la Sexta División Panzer y participó en la toma de los Udetes y en las guerras contra Francia y Polonia. Incluso fue condecorado con la Cruz de Hierro por su valor. Más tarde, en Francia, fue herido y perdió una pierna, con lo que se volvió a Munich. Aquí, casi de casualidad, descubrió que su hermano estaba preso en Dachau. Desde ese momento su único objetivo era salvar a los suyos. Intentó interceder por su hermano, era el año de 1945 y la guerra estaba a punto de finalizar, aunque eso él no lo sabía. Mi padre quería ... , mi padre ... - ¡Déjalo Thorsten!-imploró Kirsten, - Tengo que contarlo hermana, lo necesito, no puedo vivir más con ello, con ese secreto no puedo... Los dos hermanos se abrazaron y se echaron a llora. No sabíamos qué hacer, las chicas los abrazaron, no se muy bien lo que ocurrió, Sandra también lloraba, yo no sabía qué actitud tomar en ese momento, no sabía lo que tenía que decir. AAVV El Espinillo 122 www.espinillo.org - Perdonad,como decía, mi padre, mi padre estaba allí. Quiero decir que ese día en el Campo de Concentración de Dachau, mi abuelo estaba pidiendo, casi exigiendo por su graduación y sus condecoraciones, la liberación de su hermano. Seis años en el campo eran suficientes, la guerra estaba terminando, pero lo único que consiguió es que el propio Hitler en persona intercediera y, un par de semanas antes de suicidarse, ordenara asesinar a Georg Elser, a su hermano. Mi padre tenía dieciséis años y se acababa de enrolar en el ejército alemán desoyendo todas las súplicas de mi abuelo para que no lo hiciera. Ese día él también estaba allí, con mi abuelo, mi padre estaba allí. -Perdonad, pero me cuesta un poco hablar. Como os decía, estaba de uniforme, con los suyos, con su ejercito, con sus compatriotas, terrible ironía, y los “suyos” iban a fusilar a su tío, alemán, del mismo bando ... En ese momento mi abuelo trataba de impedirlo y lo único que consiguió es que lo asesinaran también, lo mataron agarrado de la mano de su hijo.Mi padre estaba allí, lo vió todo, lo vivió todo. Se quedó solo, con su padre y su tío muertos, asesinados, y aquello no le abandonó nunca, no lo pudo superar. Kirsten seguía llorando, - Desde ese día mi padre, creo, quiso olvidar, olvidarlo todo, pero no pudo. Años después vinimos a vivir a Dachau. - Al pueblo ¿no? -dijo Julio. - No, aquí, al campo, a un pabellón de oficiales anexo. Mi madre nos contaba que mi padre solía pasear por el Campo y cada vez le resultaba más difícil, pero lejos de marcharse de allí se sentía atrapado. Nosotros apenas lo recordamos, yo viví aquí hasta que tenía seis años y mi hermana cuatro. - No sigas Thorsten, ¡por favor, no sigas, te lo suplico! -dijo Kirsten que seguía llorando - Tengo que hacerlo hermana, tengo que hacerlo. Kirsten se alejó corriendo, no podía más, Sandra y Segolene salieron detrás de ella. Thorsten siguió hablando, - Pero hay un día, que a pesar de nuestra edad, no olvidamos, no logramos olvidar. Mi padre se fue volviendo alcohólico, estaba destrozado, y un buen día jugando por el campo, mi hermana y yo..., un buen día ¡menuda expresión de mierda! ... Hizo una pausa, parecía que no podía o no quería continuar, nosotros no sabíamos qué hacer, nos mirábamos. Thorsten se puso a caminar, abrió la puerta y se dirigió hacia el interior del campo de concentración. Todos salimos detrás y nos pusimos a su lado. Julio quería ponerle la mano encima del hombro pero no llegaba, era demasiado alto, quedaba ridículo, menos mal que Sabrina le agarró por la cintura y Thorsten dejo caer su brazo sobre el hombro de Sabrina. AAVV El Espinillo 123 www.espinillo.org Entramos en el campo de concentración y si, antes de esta historia, ya nos parecía tétrico, ahora dentro nos producía escalofríos. Julio y yo esperábamos que siguiera contando la historia pero no dijo nada más. Sólo miraba, con una mirada de profunda melancolía, triste, abatido. Seguimos andando y viendo aquel trágico lugar, los pabellones con los catres donde dormían dos, tres o cuatro personas a la vez, los crematorios, donde tuve que aguantar las nauseas, las cámaras de gas, pero lo peor fue el museo. Tenía fotos impactantes de lo que fue el campo, de los prisioneros, de los muertos, algún traje y otros objetos, después de lo que nos había contado Thorsten esto fue la gota que colmó el vaso. - Nos vamos Thorsten -le dije casi con autoridad. - Un segundo, nos queda un pabellón, por favor acompañadme. - Es igual, ya lo hemos visto todo, dejémoslo, le dije. - Sólo será un minuto, por favor. Me callé. Por todos los lados leíamos “Arbeit Match Frei” o algo así. Luego nos dijo que significa “el trabajo os hará libres”, menudo sarcasmo. Seguimos caminando y fuimos hacia un pabellón, la noche se estaba acercando. - ¡Aquí fue!, dijo Thorsten mientras le resbalaba una lágrima por su mejilla, ¡Sí, aquí fue! - ¡Ánimo Thorsten!, dijo Julio - Mi hermana y yo estábamos jugando, no recuerdo a qué, no se por qué estábamos aquí, pero ese día ... ese día estaba él allí, ahorcado. - ¡Joder! -exclamó Julio - Mi padre había decidido terminar allí mismo igual que su padre, se anudó una cuerda al cuello en ese sombrío anochecer y se quedó oscilando ... y nos lo tuvimos que encontrar precisamente nosotros. Thorsten se echó a llorar como un niño, Sabrina igual, a Julio se le notaba afectado por su nuevo amigo y yo trataba de controlar las lágrimas que se me escapaban una tras otra. Sabrina, fue sacando de allí a Thorsten, y poco a poco salimos del campo de concentración. Nos volvimos a reunir con Kirsten y las chicas y nos juntamos todos. Allí si que nos abrazábamos todos, nos dábamos besos los unos a los otros, no se qué hacíamos, fue un momento raro, unos lloraban, otros trataban de contener los nervios y la rabia, todo fue muy lento. Tras un tiempo que no sabría precisar, Julio, de repente, dijo, - ¡Hay que cenar!, Thorsten espabila y llévanos a un sitio donde se cene bien, y que sea bonito y barato. Resultó atrevido lo que dijo Julio en ese momento, pero fue como cerrar esa AAVV El Espinillo 124 www.espinillo.org tristeza y mirar hacia delante. Subimos a la furgoneta y arrancamos, no sin antes empujarla, como siempre ¡qué desastre de coche!. La verdad es que esta vez Thorsten empujó con ganas y arrancamos rápido. Nos dirigimos hacia Munich y no volvimos a hablar de lo que había sucedido durante el día. Al principio sólo mirábamos a través de los cristales como la noche iba ganando todo el terreno. Luego empezamos a hacer planes de futuro, que si venís a España, que si a Francia, que si a Italia, cualquier cosa con tal de olvidar o de hacer olvidar, aunque fuera por unas horas. Esa noche no pude dormir, como la mayoría. Vigesimocuarto día de viaje (24 de agosto de 1999) A la mañana siguiente teníamos que ir a Estrasburgo. Otra extraña historia nos estaba esperando. Le dijimos a Thorsten que nos acompañara, pero declinó nuestra invitación, eso sí, dijo que en septiembre vendría a España y que pasaría por Madrid. Nos despedimos de los hermanos “Ten” con tristeza, sólo habíamos estado dos días con ellos, pero nos había dejado una profunda huella emocional. Las chicas ya sabían que cuando llegáramos a Estrasburgo tendríamos que despedirnos, pero no estaban dispuestas a irse antes de saber que estaba ocurriendo con Ainara. Alemania había resultado más especial de lo que nunca pude imaginar. ∞ ∞ Ainara era la única hija del Presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa. Su padre era el mayor accionista de los Astilleros y de otras empresas. Vivía en un chalet en el barrio de Gros, junto a la playa de la Zurriola. Cada día salía escoltada al colegio y a la universidad. A pesar de que su padre recibía cartas de extorsión para el pago del impuesto revolucionario, y de sentirse amenazado, ella tenía una opinión bien distinta de las cosas, quizás por rebeldía hacia sus progenitores. Era una hija un tanto díscola, de muy difícil sujeción a normas. Su carácter era eminentemente cariñoso, y así sus primeros años de vida fueron un prodigio de felicidad para la familia y para ella misma. La hija que se hacía de rogar, que no venía, vino, y se presentó en forma de ángel salvador en una familia recta, tradicional y de puertas adentro bastante desunida, desunión que tras su deseadísima venida al mundo y primeros años quedó en segundo plano. Cuando fue creciendo se fue desarrollando en ella esa semilla curiosa, pasional, sin percepción de límites, a la vez que felicidad en casa iba AAVV El Espinillo 125 www.espinillo.org desapareciendo. Las discusiones eran continuas. La tensión por la necesidad política y social de su padre de mantener la imagen de una gran familia, acrecentaba notablemente las tensiones. Ainara se enroló en el grupo de teatro “Aitzgorri”, como válvula de escape. Esto le permitía evadirse de casa pequeñas temporadas, más bien días sueltos. Cuando nos conoció, efectivamente, además de llamarle la atención nuestra aventura y sentirse atraída por ella, realizó su bautismo, su prueba, para poder optar dentro del grupo a su primer papel estelar. Se reveló a su destino de volver a casa cuando había dicho y así, sin ni siquiera avisar, siguió viaje con nosotros hacia París. Sabía que eso le costaría caro, pero era el momento para la rebelión. El tiempo pasado con nosotros, ese viaje hasta París, fue incrementando paralelamente su vinculación con nosotros y su preocupación por lo que podría estar pasando en casa. Se propuso seguir no comunicando con ellos, aunque esto no hacía otra cosa que acrecentar su tensión. También nuestra cercanía y el flujo de relaciones cruzadas que se produjeron, a las que estaba tremendamente predispuesta, por su momento emotivamente intenso y su búsqueda de experiencias, crearon un cóctel que, tras muchas dudas, le hizo plantearse en París despedirse definitivamente de nosotros y volver a casa con todas las consecuencias. Seguía en sus trece de no comunicar con su familia, sin conocer el gran dispositivo que se había puesto en marcha en su búsqueda, movido por su padre. De modo discreto, con muchísimo miedo a un secuestro o algo peor, su búsqueda era una prioridad de los gobiernos vasco y español, trasladada al gobierno galo tras la certidumbre de que había cruzado la frontera. Fue localizada cruzando la frontera en compañía de unos chicos de Madrid. Con nosotros, claro está. Se hizo con un total silencio público, aunque la intensidad era grande en las fuerzas policiales, para evitar el escándalo mediático. Ainara volvió más tarde a S. Sebastián sin hablar con nadie. Estaba muy aturdida. Cuando se acercaba a la casa de sus padres observó movimiento extraño. Estaba muy asustada y simplemente se dio media vuelta y se volvió, girando sus pasos en sentido contrario. Primero caminaba lentamente, envuelta en mil pensamientos. Pero después incrementó el paso para poco después empezar a correr. ¡¡No volveré a casa, no lo haré!! Pero su presencia no había pasado inadvertida para todos. ∞ ∞ Volvió a contactar con Sandra y la convenció para intentar volver a quedar con nosotros. Ahora éramos su refugio, éramos exactamente lo que necesitaba. Y no por la relación que había establecido con José Manuel, real, sincera, pero basada en su propia necesidad emotiva de ese momento, sino por la vinculación que existía entre nosotros y sus sueños, nosotros como AAVV El Espinillo 126 www.espinillo.org contrapartida opuesta a su casa, a la casa de sus padres. La prisión y la libertad, la rectitud y la anarquía. Es bastante extraño que el dispositivo puesto en marcha para encontrarla no lo hiciera en ese breve lapso de tiempo en el que llegó a España para volver a marcharse a Francia. Pero así fue como sucedió. Pasó de nuevo la frontera con toda normalidad rumbo al país galo, en autobús con destino París; sola, con la certidumbre que había obtenido de Sandra de que volverían a verse. Unos cientos de metros más atrás, en un todoterreno, pasó la frontera un hombre fornido, alto, casi 1.90 m,. Era su inseparable y desconocido compañero de viaje, de nombre Gorka. La seguía a cierta distancia, esperando en breves horas activar su plan. Nosotros, en ese momento, estábamos recorriendo el maremagnum de kilómetros que realizamos, tras salir de París, camino de la frontera con Dinamarca. La hora de la comida, que todo apuntaba que realizaría en Burdeos, podría ser un buen momento. Gorka estaba preparado y no preveía tener ningún problema especial en consumar el secuestro si todo salía como estaba planeado. Y así fue. Ella bajo del autocar y no se metió en el restaurante de enfrente como la mayoría de los pasajeros, decidió dar un paseo y comerse un perrito caliente en un bistro. Mientras paseaba Gorka se acercó a ella y le pidió si le podía ayudar a arrancar el coche, que se le había averiado. Curiosa petición, era muy probable que Gorka nos hubiera seguido a todos. Ella a la que le sonaba mucho esta avería, accedió sin problemas. Él, por su corpulencia física, le planteó empujar y que ella arrancara el motor y poner el coche en marcha poniendo la segunda. La operación fue un éxito, debido en gran parte a que el coche funcionaba perfectamente. Ainara paró con el coche arrancado, como habían estipulado, y cuando Gorka se acercó hasta situarse justo en la puerta del asiento del conductor, le dejó entrever una pistola que sobresalía de su cintura, de modo que sólo ella podía verla. Le dijo entre dientes que no gritara, que se desplazara al asiento del copiloto y le dejara entrar a él. Ainara obedeció muerta de miedo, Gorka montó en el coche y arrancó, saliendo a toda velocidad. El secuestro se había consumado. El rescate estaba fijado en 500 millones de pesetas. ∞ ∞ El Búho, Paco y José, después de dejar sus cosas en el Hotel, fueron llevados a Comisaría. Allí estuvieron todo la tarde y la noche. Fueron interrogados innumerables veces, por agentes españoles y franceses. Primero a solas, luego juntos, más tarde otra vez a solas. Contaron una y otra vez su relación con Ainara, la última vez que la vieron, porque estaban juntos, desde cuando se AAVV El Espinillo 127 www.espinillo.org conocían, porque la dejaron sola al final. El Búho les comentó que habían quedado en verse en un par de días, ella tenía unos amigos en Alemania e iba a verles, concretamente se iba a Leverkusen pero no sabía donde, no se le ocurrió pedirle una dirección, mientras él la esperaría en Moenchendgladbach en casa de los tíos de José y luego irían juntos a Estrasburgo donde se volverían a unir todo el grupo. Le extraño mucho no tener noticias suyas, así que él la llamó varias veces el antes de saber lo que estaba pasando, pero ella no cogía el teléfono. No sabían que hacer, lo habían hablado varias veces entre ellos, pero tampoco le extraño demasiado pues su comportamiento les había parecido siempre muy audaz y un poco extraño desde el principio, aunque ella era una chica encantadora. La policía al final del día les dijo que Ainara estaba en paradero desconocido y que por tanto ellos no podían salir de Estrasburgo, de momento, hasta que se aclarase todo. Sólo quedaban seis días para terminar aquel maravilloso agosto del noventa y nueve y las cosas se habían torcido definitivamente. Tenían que regresar a España, al Espinillo con sus padres, devolver la furgoneta, y ahora no sabían que podría ocurrir ... ni que estaba ocurriendo. Aquella chica alegre e inquieta que apareció de repente en una carretera cerca de San Sebastián, había desaparecido después de vivir con ellos muchas experiencias. No formaba al principio parte de su grupo, pero ahora se sentían culpables por su actitud en Alemania. No debieron dejar que se fuera sola, más bien no debieron echarla sutilmente, la promesa de fiestas en Alemania con gente nueva les había nublado un poco el sentido. No sabían que hacer. El Búho sentía el peso de la responsabilidad, “si le pasara algo a Ainara no me lo voy a perdonar el resto de mi vida”, pensaba. La policía no les dijo quien era en realidad Ainara y qué es lo que había podido pasar. Quizás sólo estuviera con un amigo o amiga y hubiera perdido el teléfono, pensaba Paco. Esperaban que todo fuera un mal sueño o una falsa alarma, Ainara era muy atrevida. Julio, las chicas y yo veníamos tan contentos de Munich, mitad alegres por continuar nuestro viaje, mitad tristes por dejar a nuestros amigos alemanes y sobre todo por pensar que mañana sería nuestro último día juntos. A veces la angustia se apoderaba de nosotros, pero pensábamos que lo de Ainara no era nada, o al menos era lo que esperábamos y deseábamos. Nuestro gozo se vino abajo cuando cerca de Estrasburgo varios coches de policía nos hicieron parar en la misma autopista. Nos preguntaron de donde veníamos y adonde íbamos. Echaron un vistazo al interior de la furgoneta y luego nos pidieron que les siguiéramos. Así fue como entramos en Estrasburgo, parecíamos el presidente de los Estados Unidos y familia por la escolta que llevábamos, eran muchos coches cerca de nosotros pero discretos, sólo el primero llevaba alarma y abría camino. Desde ese momento las caras dentro de la furgoneta volvieron a teñirse de negro, algo grave debía de estar pasando. Yo sólo deseaba estar en casa con mis padres y no allí. AAVV El Espinillo 128 www.espinillo.org En un abrir y cerrar de ojos estábamos en la Comisaría Central de Estrasburgo, junto a nuestros agotados amigos. ∞ ∞ Ainara fue recluida, a mitad de agosto, sin saber en qué ciudad estaba, en una pequeña habitación. Estaba secuestrada. Sin embargo, no se puede decir que estuviera tranquila, pero si que se había introducido dentro del papel como si de una actuación más se tratara. Pasadas unas dramáticas horas le fue sorprendentemente fácil escaparse de la habitación en la que se encontraba. Cuando quiso darse cuenta, estaba de nuevo fuera, en el mundo, ¿el mundo real?; ya no sabía bien cual era el mundo real y cual el ficticio. Estaba en una ciudad francesa y decidió proseguir su viaje a Paris, lejos de toda lógica y entendimiento. Su cerebro prácticamente no procesó como real lo ocurrido. Así que siguió sus planes, con una tranquilidad irresponsable. Con la irresponsabilidad del que no sabe que tiene en el bolsillo de su camisa, por ejemplo, un millón de pesetas y vienen a robarle, “si no tengo ni un duro, de verdad, regístrame”. Ainara siguió su camino tal como tenía planeado. El camino era encontrarse con Sandra y después con los chicos. Y así todo siguió, sin más rastro de su secuestrador, al que desconcertó como al resto. Al menos sin más rastro certero para ellos, que si seguían detrás de ella, no conseguían su objetivo, aunque parece difícil imaginar que mantuvieran dicho objetivo tras un fracaso tan estrepitoso. El padre de Ainara, recibió en su casa una llamada telefónica en la que le pedián quinientos millones por la vida de su hijo. El padre era desconocedor de todo cuanto sucedía, se fue poniendo cada vez más y más nervioso por la desaparición persistente de su hija. Durante unos días la buscaron infructuosamente por todos los sitios. Un testigo dijo haberla visto el día anterior a la llamada cerca de la casa de sus padres y la vió irse de allí corriendo. La policía inició un complejo dispositivo de búsqueda, infructuoso hasta el momento, centrado sobre todo en los alrededores y en todo el País Vasco, que luego amplio al resto de España. Como no dieron resultado alguno pasaron a un dispositivo oficial, alertaron a la Interpol y llegó la notica a todos los medios de comunicación. Ese momento coincidió con su ida a Leverkusen. La cara de Ainara comenzó a aparecer primero en las televisiones de toda España, para pasar, días después, a ser portada de las noticias en toda Europa. Ella no veía la televisión ni era conocedora de ninguna noticia de prensa en su periplo, por lo que ignoraba todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. ∞ AAVV El Espinillo 129 www.espinillo.org Ainara, en su viaje hasta Moenchengladbach para reunirse con nosotros sólo debía de tratar de pasárselo bien, de disfrutar, de olvidar por lo que acababa de pasar y no darle más vueltas. Su actitud nos pareció bastante frívola e insensata por el hecho de irse sola, y luego por volver a irse a ver a unos amigos a otra ciudad alemana, pero creemos que ella debía estar segura de que no sería fácil volver a dar con ella, o quizás no había terminado de entender lo que le había ocurrido. Pasamos un día infernal, terrible, nos habían comunicado que su padre había recibido una llamada pidiéndole dinero por la liberación de su hija, eso fue a mediados de agosto, y desde entonces no había sabido nada de ella. Su familia, al parecer, era de cierto raigambre entre las familias adineradas del País Vasco, de ahí la suma que le pedían, desorbitada a nuestros ojos. No entendíamos nada de nada, después de ese “supuesto secuestro” nosotros jurábamos a la policía que Ainara había estado con nosotros, además lo pasamos estupendamente con ella. El Búho tuvo que confesar sus escarceos amorosos, sus relaciones cercanas, le preguntaron hasta el más mínimo detalle, incluso le recriminaron su tremenda imprudencia al dejarla irse sola. Pero nunca dijo nada, absolutamente nada, sobre el secuestro que la policía dijo que había ocurrido y que nosotros no podíamos ni sospechar. No salíamos de nuestro asombro, esa noche no nos dejaron salir de Comisaría, estábamos completamente vapuleados por las preguntas, las declaraciones, los cambios de entrevistadores, de volver a empezar una y otra vez sobre lo mismo. Al menos nuestros padres no se habían enterado de nada, la policía guardó esa discreción que les agradecimos. Vigesimoquinto día de viaje (25 de agosto de 1999) Cuando salimos de la Comisaría nos fuimos directamente al hotel. Había tenido la fortuna de tener una habitación a solas con Sandra, pero no sirvió de nada. Al llegar nos acostamos totalmente destrozados, ya no nos quedaban ganas para nada. Por la mañana desayunamos en el Hotel de forma compulsiva, todos estábamos muy nerviosos. Decidimos pasear un rato por Estrasburgo antes de volver a Comisaría. Nos dimos cuenta de que era una ciudad con mucho encanto, después de estar tanto tiempo encerrados, aquellas calles y casas nos parecían preciosas. Volvimos a Comisaría y después de rellenar unos cuantos papeles y de esperar noticias, nos dejaron salir. Recorrimos toda la parte vieja y en una calle estrecha y solitaria encontramos una terracita de un restaurante italiano que se llamaba “La Monticarlo”. Parecía un buen sitio para comer algo, unas pizzas y unas ensaladas nos iban a sentar bien y sería barato, no sabíamos si esto lo pagaría la policía o correría AAVV El Espinillo 130 www.espinillo.org por cuenta nuestra como nos temíamos, estábamos ya demasiado justos de dinero; menos mal que el hotel donde nos alojaron a todos corría de su cuenta. Ahora nadie podía irse a su casa, ni las chicas, ni nosotros, por más que les habíamos confesado no saber nada de lo que estaba ocurriendo y no tener nada que ver con el secuestro. Al parecer esto para ellos estaba fuera de toda duda, habían comprobado todos nuestros antecedentes, se sabían nuestra historia casi mejor que nosotros, pero aún no había aparecido Ainara y había elementos muy extraños en la historia. Mientras estábamos comiendo y dándole vueltas a todo lo que nos estaba ocurriendo en estos últimos días, sonó el teléfono del Búho, todos hicimos un reverencial silencio tratando de escuchar toda la conversación al oírle decir ¡Ainara! - pero Ainara ¿dónde estás?, preguntó el Búho - con los amigos de que te hablé. Hemos estamos un par de días en la montaña, de excursión, perdona que no te haya llamado pero es que perdí el cargador del móvil y no lo he podido utilizar, además tampoco había cobertura y por unas cosas u otras se me había pasado acercarme a algún pueblo. ¿vosotros donde estáis? - ¿Qué donde estamos?, tendrá guasa la cosa, perdona que te diga esto Ainara, pero no se si sabes que estamos metidos en un lío terrible por tu culpa. - pero ¿qué me estás contando? - Te estoy contando, agárrate, que estamos en una Comisaría en Estrasburgo y sin poder salir de la ciudad, llevamos casi dos días sometidos a todo tipo de interrogatorios ¡todo el mundo te está buscando! - ¡Hostias!, y eso ¿porqué? - Pues tú lo debes saber mejor que nosotros ¿te suena algo de un secuestro? - ¿qué secuestro? - ¡Ahí va la leche!, como qué que secuestro, ¡el tuyo! - ¡Ah¡ lo había olvidado, es verdad algo paso hace mucho tiempo, pero si sólo fue una hora. - ¿cómo que lo habías olvidado?¿te secuestran y luego sigues de cachondeo como si nada? - Sólo querían robarme pero me escapé, no le di la mayor importancia, y por supuesto a mis padres no se lo iba a contar, entonces no vuelvo a salir nunca más en la vida. - Al menos me lo podías haber contado a mí, y si pretendían algo más... no se te ocurrió pensar, tal y como están las cosas. AAVV El Espinillo 131 www.espinillo.org - No dramatices José Manuel ¿estáis todos bien?, ¿y las chicas? - Pues sí, pero tú haznos un favor, llama a tu padre ahora mismo y llámame dentro de una hora que estaré en la Comisaría, ahora nos han dejado salir a comer, pero tenemos que volver allí. - Vale, lo haré ahora mismo, pero mejor me cojo un tren y voy para allá. - ¡no! quédate con tus amigos, mejor con tus amigos, y si te están siguiendo que pasa. La policía seguro que te recoge enseguida, en cuanto se entere de tu paradero. Llama a tu padre, por favor. Por cierto, te echo mucho de menos, no hagas más locuras. Un beso. Está última afirmación de José Manuel nos aclaró mucho sobre su estado de ánimo. Comimos rápidamente mientras le dábamos una y mil vueltas a la actitud de Ainara y a todo lo que recordábamos del viaje. Tras comer nos fuimos rápidamente a Comisaría y contamos todo lo que acababa de ocurrir, pero llegamos tarde con la noticia, al menos Ainara había cumplido y había hablado con su padre. La policía nos dijo que ya podíamos seguir nuestro camino que no había nada contra nosotros, que podíamos permanecer esa noche en el hotel si queríamos, estaba pagada. Le preguntamos por Ainara, si venía hacia aquí y nos respondieron que no, que la habían recogido y en estos momentos debía de estar en un avión camino de San Sebastián. Decidimos que esa noche teníamos que celebrarlo, al fin y al cabo sólo había sido el susto, el tremendo susto, Ainara estaba bien y a nosotros se nos estaba acabando el tiempo, cuatro días, mañana serían tres días tan solo para recorrer toda Francia y media España, y teníamos que despedirnos de nuestras amigas, al menos queríamos terminar con una sensación más agradable. De nuevo pude dedicarme a pensar en Sandra, en todo lo que nos había ocurrido juntos. Había estado poco tiempo con ella, apenas quince días, pero me habían parecido una eternidad, nos había pasado de todo, me había habituado a ella de tal manera que no sabía mañana cuando nos despidiéramos como lo iba a vivir, pero eso sería mañana. Empezamos a deambular por las calles del barrio antiguo, en ese momento me di cuenta de que estaban llenas de flores, había flores en las ventanas, en los balcones, en los jardines, unas rosas, otras rojas, ¡como era posible que no las hubiera visto antes!. Llegamos a un pequeño río y pudimos contemplar un puente medieval custodiado por dos inmensas torres también medievales. Aquel paseo me estaba resultando el más pintoresco y agradable que había hecho este verano y había hecho muchos, pero la sensación era de plenitud, de felicidad, no la había sentido nunca antes, todo se había resuelto bien y volvía a ser libre, que palabra tan bonita: libertad. Los edificios vestían la madera por fuera, unas toscas, otras con relieves, al final de la calle apareció una inmensa catedral gótica, impresionante. La torre me pareció altísima, no se si la más alta que había visto antes en una iglesia, pero en contraste con los edificios de alrededor parecía un rascacielos. AAVV El Espinillo 132 www.espinillo.org Además era muy estilizada, de piedra rosácea, y con un rosetón espectacular. Las casas con esos tejados puntiagudos, a dos aguas, y con las ventanas de las buhardillas le daban un aire al conjunto muy peculiar y cohesionado. Las calles estaban muy animadas, el calor acompañaba. Decidimos sentarnos en una terraza al lado del río. Sólo faltaba Ainara, pero ya debía de estar en San Sebastián, imaginábamos, o al menos eso nos había dicho la policía, no queríamos ni pensar la que se le venía encima a la pobre, pero en parte ella se lo había buscado. No era de esa opinión José Manuel que sentía que no la volvería a ver nunca más después de todo. Esa noche nos despedíamos de dos amigas francesas y una italiana, como antes de otros personajes entrañables que habíamos conocido y que probablemente nunca volveríamos a ver. La alegría por volver a disfrutar se juntaba con la melancolía de las despedidas, especialmente se notaba en José Manuel, siempre tan alegre y esa noche un poco taciturno por los acontecimientos. Julio era el que animaba más la velada, estaba eufórico, además en este tiempo su relación con Segolene se había incrementado, hasta donde habían llegado lo desconozco, pero seguro que todo se conocería cuando llegáramos a casa, a nuestro barrio donde pasábamos horas y horas hablando. Las chicas se desenvolvieron con soltura con los camareros franceses, no nos enteramos de nada. De repente nos trajeron champagne para todos, lo que nos produjo una grata sorpresa y una mirada de susto entre todos los colegas por ver quién tenía dinero para hacerse cargo de la cuenta. El camarero volvió y nos sirvió un dulce, Sandra me dijo que se llamaba kugelhopf y que era muy típico de la zona. Brindamos, charlamos, contamos chistes, y ¡no pagamos!, al parecer estaba todo pagado, sobre este punto no preguntamos más. Volvimos a pasear, entramos en un pub con pista de baile y bailamos hasta que cerraron el local. Toda la noche había pasado delante nuestra en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo corría a una velocidad de vértigo. Mientras volvíamos al hotel vimos amanecer, ¡como me estaba gustando Estrasburgo!, a pesar de todo lo desagradable que nos había sucedido. Esa noche tuvo un fin de fiesta maravilloso, al menos para mí. En el hotel dimos rienda suelta a todo nuestro amor. Nos amamos con locura, con prisa por vivirlo todo, por sentirlo todo, sin pausa, sin miedos, sin complejos. Al día siguiente nos acercamos a la Estación de tren de Estrasburgo. El día era lluvioso y triste. Las chicas sacaron sus billetes. El de Paris salía dentro de una hora, El de Florencia en cuarenta y cinco minutos. Aproveché para dar un paseo con Sandra a solas. Aquella mañana húmeda, mientras caminábamos, sólo pensábamos. Yo pensaba en ella, ella quizás en mí. La lluvia estaba allí, con nosotros, como podía, haciéndonos compañía por los pies y por la cara. Nos miramos, empezamos a decirnos muchas cosas, nos prometimos amor eterno, nos besamos, nos abrazamos, paseamos de la mano, nos volvimos a besar, quedamos una y otra vez en volver a vernos, hicimos planes, la miré a los ojos una y mil veces, ella también, incluso me dijo que a la luz del día tenía los ojos un poco verdes, yo que siempre los había tenido marrones. Los suyos eran preciosos, azules, profundos, sinceros, tiernos, llenos de dulzura. Se AAVV El Espinillo 133 www.espinillo.org acercaba la hora. Regresamos a la estación y nos juntamos de nuevo todos, nos dimos cuenta de que Sabrina ya se había ido, no nos habíamos acordado de despedirnos de ella. Sandra y Segolene subieron a su tren que ya estaba a punto de partir. La vi por última vez a través del cristal. Lloraba, lloraba con inmensa amargura. Yo trataba de controlarme, estaban mis amigos junto a mí, pero no podía, miraba para otro lado, disimulaba. Ella seguía llorando. No me gustaba verla en esa situación, estaba deseando que el tren arrancara, que se fuera de una vez, que acabara aquello mientras soñaba con que bajaría, volvería conmigo de nuevo y esta vez para siempre. Atraparíamos el tiempo para nosotros solos. Por fin el tren arrancó, al principio muy lentamente. Ella se puso en pie y me mando un besó a través de la ventana y me dijo adiós con la mano. Yo no pude ni mover el brazo, me quedé inmóvil, no pude dar un paso, ni siquiera mirar hacia ella, mi cara se llenaba de tristeza como nunca en mi vida, las lágrimas no podían parar, me resbalaban una y otra vez por las mejillas, no quería que ella me viera así. Sandra se iba y no sabía si la iba a volver a ver nunca más y la quería, la quería con locura como sólo se quiere quizás una vez en la vida, la quería por encima de mí mismo, quería correr, salir detrás de ella, subirme al tren, seguirla y no abandonarla nunca, pero no hice nada, absolutamente nada, mis amigos me miraban con cierta incredulidad, no sabían que hacer, estaban sorprendidos. Me dolía, me sentía abatido, me sentía sólo rodeado de mis mejores amigos, ya casi no veía el tren, pero seguía viendo a Sandra, me di la vuelta, salí andando todo lo rápido que pude de la estación y me refugié en un parque. Caía el agua con tristeza, como uniéndose a lo amargo del momento. Yo sabía que aquella lluvia sería para mi inolvidable. En una esquina del parque di rienda suelta a mis sentimientos, hasta que pude controlarlos. Mis afectos, mis caricias llegaron ese verano como una música y se marcharon gimiendo como el viento. Anduve sonámbulo entre cuatro calles perdidas, y me di cuenta de que estaba enamorado de la estrella que iluminaba mi melancolía, que le dio luz a todas mis ternuras que, acaso eran vulgares, pero eran mías. Esos días junto a ella viví muchos sueños, también muchas vidas y los días se me fueron escapando poco a poco de las manos. Cuando volví a la furgoneta, mis amigos llevaban varios minutos, quizás horas esperándome, pero no dijeron nada. Ya era de noche cuando nos pusimos en marcha camino de Besançon, Lyon, Valence... siempre hacia el sur. Estuve varias horas mirando a la noche hasta que decidí tumbarme detrás, en una esquina. Nunca te olvidaré, Sandra. Nunca olvidaré la lluvia de aquella mañana, Yo se que esa lluvia que caía estará para siempre en mi corazón Te veo en las vías, te veo con coronas de espuma a tus pies, tu recuerdo amplía la tristeza que se extiende en mi memoria a través de la distancia, a AAVV El Espinillo 134 www.espinillo.org través del tiempo que ya empezaba a transcurrir entre nosotros desde que te marchaste. No pude ni decirle adiós, no me dio tiempo. Se que quise hacerlo, pero no volví la cara para que no viera que mis ojos también estaban empapados por la tristeza. Sólo pude despedirme desde lo más profundo de mi ser. Cuando ya se había perdido en el horizonte, se lo dije de espaldas, mientras caminaba con la única compañía de la lluvia que me caía y abrazaba, y te lo digo ahora por si vuelves algún día. Duele tanto quedarse completamente sólo, en medio de la tristeza, en la plaza de la vida, mendigando caminos de caricias por donde nadie pasa, implorando unas manos cálidas que nos lleven a donde están la bondad y la ternura, que no se si podré olvidar a mi estimada amiga. En la paz serena de la noche, en estas serpenteantes carreteras, intento descifrar y evocar mis nostalgias, en la blanca tiniebla, cuando mis pensamientos rozan la almohada con su lenguaje de silencio. Es bueno que la noche sea la nave que nos transporte, en calma, a la otra orilla del recuerdo. Es tan confortable resbalar por todas estas meditaciones, saber que vuelven a nosotros las escenas ya vividas, volver a ver los paisajes que contemplamos a través de las ventanillas del pensamiento, vivir de nuevo las penas y las alegrías como si estuviéramos en los lugares donde las sentimos. Así me vuelven las sonrisas, la frescura y las fragancias de los días pasados en medio de este manso silencio, roto únicamente por el ruido constante y monótono de la carretera. La vida son las vivencias y este verano será inolvidable porque se que en cualquier parte, en cualquier instante, los recuerdos regresarán una y otra vez. Vigesimosexto día de viaje (26 de agosto de 1999) Al despertarme, vi que todos mis amigos estaban dormidos, no se oía ningún ruido, excepto los gemidos de mis compañeros. Aproveché para salir y refrescarme con la mañana. Quería dar un paseo a solas, con mis recuerdos y al salir vi una inmensidad azul, era el mar, ¡qué inmensa alegría!, pero ¿dónde estábamos?. Ayer estábamos a más de ochocientos kilómetros del mar más cercano. Por el centro de Francia no hay mar. Miré una y otra vez por si era un inmenso lago con olas, pero no, la línea del horizonte se perdía y se fundía con la línea del cielo, tenía que ser el mar. Con mis compañeros cualquier cosa puede ocurrir, ayer estaba tan absorto en mis pensamientos que no me había enterado de nada, no sabía la cantidad de horas que habíamos estado en la furgoneta. Si esto es el Mediterráneo ya debíamos haber pasado Lyon, Valence, Nimes con sus ruinas romanas, por supuesto no habíamos ido a Avignon, en fin estoy totalmente desconcertado, esperaré a que se levanten a ver que planes tienen y sobre todo saber donde estamos. AAVV El Espinillo 135 www.espinillo.org El paseo por la playa me estaba sentando de maravilla, era un día lleno de luz, el cielo completamente despejado y el sol asomándose por el horizonte. Sólo quedaban dos días y medio para volver con mi familia, volver a mi ciudad, a mi barrio de El Espinillo que a veces echaba de menos, y aunque lo deseara, no me importaba alargar este maravilloso verano hasta el último minuto disponible, aunque fuera sólo con mis amigos, aunque fuera solo con mis pensamientos, aunque fuera solo. Al pasar cerca de unas personas oí que hablaban en francés, era un dato revelador, al menos seguíamos en Francia, ya empezaba a pensar que habíamos incluso cruzado la frontera. Debieron de pasar un par de horas hasta que alguno salió de la furgoneta, la espera a pesar de todo se me había hecho corta. Descubrí un canal de agua, lo seguí. Estaba lleno de barcas de pesca y pequeñas lanchas, las casas que rodeaban el canal tenía un estilo mediterráneo, más español que en el resto de Francia. Mi sorpresa fue que al terminar el canal daba a un lago enorme, ¡estábamos en una lengua de mar!, algo así como la Manga del Mar Menor, pero sin ese urbanismo salvaje. En medio de esta lengua de tierra había una pequeña montaña que estaba rodeada a su pies por la ciudad. Tenía un puerto de pescadores y más lejos parecía tener un inmenso puerto para mercancías y también ví algún crucero y otros barcos de gran calado. José me comentó que estábamos en Sete, cerca de Montpellier. Estuvieron conduciendo hasta las cuatro de la madrugada. Aún nos quedaban cuatro días y no sabíamos muy bien que hacer. Recordaba que mi hermana me había comentado que había una ciudad en el sur de Francia, que se llamaba Carcasonne, que estaba cerca de Narbonne, o sea tenía que estar cerca de aquí, y que era completamente medieval. Es mas, creo que es la mayor ciudad amurallada que se conserva en Europa, decalarada Patrimonio de la Humanidad. Se lo propuse pero de momento no cuajó la idea, estaban todos tan cansados que ya no tenían ganas de ver nada más. Ese día paramos en una playa solitaria y pasamos allí todo el día, no podíamos más, eso nos sirvió para recuperar fuerzas. Vigesimoséptimo día de viaje (27 de agosto de 1999) Parece que todos se levantaron con más ganas y nos dirigimos hacia Carcasonne. Al llegar nos quedamos totalmente impresionados, pensábamos que lo habíamos visto todo pero el viaje seguía dándonos sorpresas. La ciudad amurallada, con doble fila de murallas, estaba en un altozano. La historia de la ciudad era paralela a la historia de la mayoría de ciudades españolas. Conquistada por los romanos, estos levantaron la primera muralla, AAVV El Espinillo 136 www.espinillo.org posteriormente los visigodos la reconstruyeron y luego los árabes. Conquistada definitivamente en el siglo XI pertenecía al Condado de Barcelona. Más tarde se hizo cargo un Vizconde francés y reconstruyó nuevamente las murallas y construyó el Palacio Condal. Pero por lo que el lugar es verdaderamente famosos es por los Cátaros. Sabíamos que era una secta o algo así a la que persiguieron y mataron a todos. Nos producía mucha curiosidad, así que entramos en la ciudad. Para entrar había que pagar, y no era muy barato. Nos dieron unos folletos que explicaban mejor la historia de los cátaros. Fueron una secta medieval que quería lograr una pureza absoluta de costumbres. El origen de sus creencias proviene de los Bogomilos, herejes búlgaros que en el siglo X negaban la Santísima Trinidad, la divinidad de Cristo y la realidad de su forma humana, ¡madre mía!. Rechazaron los ritos, las jerarquías, el bautismo y condicionaban el matrimonio, o sea casi nada para la época. Fueron perseguidos en toda Europa, lo que nos pareció de lo más normal, menudos radicales, y acabaron aquí. Su doctrina dice que todo lo carnal proviene del mal, y por lo tanto la doctrina de Dios exige la abstinencia total y la condenación del matrimonio. En estos momentos cumplíamos todos los requisitos de abstinencia total. El principio de abstinencia absoluta era seguida por los puros o cátaros. Como rechazo de todo lo carnal no admitían que la perfecta bondad de Dios fuera compatible con la carne, y así rechazaban la divinidad de Cristo. El rechazo a la jerarquía eclesiástica y a los ritos encontraron gran difusión debido a la corrupción generalizada del clero en la época. Su negación de la propiedad privada les valió el apoyo generalizado de las clases populares y, paradójicamente, también de la burguesía. Estos tíos sí que eran revolucionarios y no lo que hay ahora. Menudo concepto de la vida. Nosotros buscando aventuras y chicas y los cátaros antes que esto eran capaces de suicidarse con tal de llegar puros, lo que se daba con mucha frecuencia. Sigo leyendo, Inocencio III promulgó una cruzada contra ellos. En 1209 el asalto de Béziers terminó con el asesinato a cuchillo de veinte mil personas, incluidas mujeres y niños. Carcassonne fue vencida en 1209 tras dos semanas de sitio. Después de ver lo que paso en Beziers no se como se atrevieron. Lo curioso de todo este tema es que la ciudad luzca casi perfecta. Generalmente cuando acabó la Edad Media, todos los monumentos de aquella época, incluso algunas ciudades fueron abandonados, sus piedras servían para nuevas construcciones y las torres se aprovechaban para garajes, cuadras y otras cosas. Aquí, a partir del siglo XIX, la edad media cobró de nuevo protagonismo y se empezó la reconstrucción y restauración de la ciudad. AAVV El Espinillo 137 www.espinillo.org El día se nos pasó entre piedras, sectas y caballeros, dando un giro a nuestro viaje. Vigesimoctavo día de viaje (28 de agosto de 1999) Paco propuso que antes de cruzar la frontera paráramos en Colliure, un pequeño pueblo de pescadores donde acabó sus días el poeta Antonio Machado, tras marchar exiliado en la triste Guerra Civil. A todos nos pareció interesante la sugerencia, sobre todo si pillaba de camino hacia España. Este viaje estaba siendo emotivo en muchos aspectos, no lo habíamos pensado así, pero era como había salido. Colliure era un pequeño pueblecito de pescadores. El puerto estaba amurallado, pero sus murallas eran espectaculares por lo altas que eran . La Iglesia del pueblo servía como de faro del puerto, el conjunto era precioso. El paseo marítimo estaba lleno de terracitas y de ambiente, parecía que Paco había acertado por completo, había sido una buena idea, sin duda. Como no teníamos ninguna prisa, aparcamos en una subida, en uno de los acantilados, eso sí con la furgoneta en dirección de bajada lo que nos facilitaría el arranque. Esa mañana nos dedicamos a pasear tranquilamente por sus calles. Las calles de detrás de las murallas eran muy estrechas y pintorescas, estaban llenas de casas de todos los colores y con multitud de tiendas y restaurantes, sin saberlo nosotros era un sitio muy turístico. Llegada la hora de comer nos sentamos en una terraza junto al mar y a la desembocadura de un arroyo. Quisimos terminar a la francesa y pedimos unos crepes. Durante la comida, hablamos de la ignominia y la vergüenza que supuso la Guerra Civil para muchos compatriotas exiliados, tener que huir de tu propio país tenía que ser muy duro, lo habíamos vivido con algunos emigrantes que habíamos conocido. El que te expulsen sólo por tus ideas se nos hacía a todos intolerable, y no importaba el signo político o las ideas de cada uno, por eso precisamente encontrábamos que no se podía consentir, con lo bonito que es discutir y ver varios puntos de vista, curiosamente a veces todos tenían razón desde su óptica. A Paco le entristecía que un escritor como Antonio Machado, ya mayor, profesor de escuela, como quería ser Paco, por el sólo hecho de escribir algún poema pudiera ser expulsado. Un señor mayor, debía de tener unos cuarenta y cinco años más o menos, español, nos dijo que nos había escuchado y que, por si nos interesaba, él acababa de ver la tumba de Antonio Machado, que estaba muy cerca, nos explicó como llegar. También nos contó como en aquellos tiempos, se habilitaron tiendas de campaña para todos los que huían de la guerra, ¡en la playa!. Allí se refugió mucha gente, muchos murieron, otros siguieron emigrando. Cuando terminamos de comer fuimos dando un breve paseo hasta la posada donde vivió Machado, apenas unos meses antes de morir, y donde tres días AAVV El Espinillo 138 www.espinillo.org después murió su madre, exiliada con él. Estaba muy cerca del mar, y casi detrás de la casa estaba el cementerio. Nada más entrar, en medio de un pasillo, vimos la tumba. Estaba llena de flores, llena de papeles escritos, de pequeños homenajes, de metopas, banderines y recuerdos de muchos colegios de toda España. Vi como Paco se apartaba a una esquina, vi como daba vueltas y vi que no volvió con nosotros a leer todo lo que había en la tumba, quizás se había emocionado y no quiso que nadie lo supiera. Escrito sobre la lápida se podía leer un poema suyo "y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo como los hijos de la mar." Y así fue como la muerte se lo encontró, sólo, sin nada, sin país tan siquiera. Nosotros casi no habíamos oído hablar de la República, ni sabíamos muy bien lo que significaba. No nos interesaba la política, pero aquella pequeña tumba nos hizo plantearnos muchas cosas nuevas. Decidimos pasar el resto de la tarde en aquel pequeño pueblo, casi como homenaje a la memoria de muchos compatriotas y también para descansar. Vigesimonoveno día de viaje (28 de agosto de 1999) Esa mañana empezamos a dirigirnos hacia el final de nuestro particular verano, había sido muy intenso y apenas nos quedaban ganas para más. Volvíamos a Madrid, regresábamos, pero habíamos aprendido muchas lecciones. El verano del noventa y nueve fue increíble. Atravesaríamos la frontera por Cervere y Port Bou, seguiríamos por la Costa Brava hasta que nos cansáramos y cogiéramos una autopista directa a casa. La carretera estaba llena de curvas, recorría todos los acantilados, calas, montañas y pueblos sin trazar ni una sola línea recta. Al llegar a Cervere, punto ferroviario en la parte francesa, vimos que el pueblo tenía la carretera casi por encima del mismo, sustentada con pilares sobre las rocas del mar, y al lado en el pequeño espacio libre estaban todas las vías sobre un acueducto, casi pegado a las casas, parecía inverosímil. A continuación estaba la frontera, en una subida, cuando pasamos por la frontera francesa nadie nos dijo nada, estupendo, seguimos a la parte española y allí un guardia civil nos mandó parar a un lado. Paramos con el AAVV El Espinillo 139 www.espinillo.org motor encendido y esperamos que se acercara para ver lo que quería, supondríamos que los carnés, pero nuestra sorpresa fue que quería revisar la furgoneta, pobre hombre, con la de quesos que llevábamos, ropa sucia, cuerpos vapuleados y dejados últimamente, olores, sudores, todo revuelto, nada en su sitio, platos sucios en el pequeño fregadero, un desastre de todos los colores. Nos ordenó parar el motor y abrirle por detrás la furgoneta. Cuando abrimos la puerta de atrás y el hombre vio todo aquel mejunje y salieron todos los olores a la vez como peleándose por quién sería el primero, se retiró y llamó a su compañero para que revisara la furgoneta. Apenas encontró nada, alguna botella de alcohol y nada más. La búsqueda fue breve y nada intensa. Lo malo vino después. La furgoneta estaba aparcada entre Francia y España, cuesta arriba, no podíamos arrancar cuesta arriba, pero no podíamos retroceder por esa pequeña carretera de un solo carril por sentido, le pedimos a los guardias civiles permiso para empujar un poco cuesta arriba y cruzar a España, entonces girar y empujar cuesta abajo saliendo de España y cruzando nuevamente a Francia. Un lío. Los Guardias Civiles hablaron con los Gendarmes franceses y convinieron en que podíamos hacerlo. Cortaron el tráfico en ambos sentidos y nosotros a lo nuestro, ¡a empujar!, pasamos hacia España, giramos, nos embalamos desde España hasta Francia, arrancamos y volvimos a girar para cruzar nuevamente desde Francia hacia España, un cachondeo vamos. Si había algo por lo que teníamos ganas de llegar a casa era por dejar de empujar para arrancar. El día que oyéramos girar una llave de un coche y este arrancara a la primera seguro que nos íbamos a emocionar. Al pasar a España fuimos a ver el Monasterio de Sant Pere de Rodas, cuna de la cultura medieval, del románico y de muchas cosas más. Llegamos al caer la tarde y el aire que se levantó alrededor del Monasterio nos dio una idea de cómo debía de ser en pleno invierno y en plena Edad Media, si en un día soleado de agosto hacía un frío de mil demonios que no haría en otras épocas. El lugar donde está ubicado es impresionante, en lo alto de una montaña, en un valle que va a parar al mar, la vista era espectacular, no me extraña que diera tanto de sí este Monasterio en sus mejores tiempos. Cuando bajamos a Port Bou, aprovechamos para darnos el último chapuzón en la playa. Al anochecer comprobamos lo mucho que en este país se alargan las noches, este ambiente nos indicaba que estábamos de regreso, en catalán o en castellano daba lo mismo, estábamos de nuevo en nuestro país. Último día de viaje (30 agosto 1999) AAVV El Espinillo 140 www.espinillo.org Al día siguiente decidimos irnos a Girona y desde allí directos a Madrid, sin parar si era posible. Hablamos durante el regreso de todo lo que nos había pasado, cada uno contó sus impresiones, lo que habíamos dejado, lo que más y lo que menos nos había gustado y antes de que llegáramos a Madrid ya habíamos prometido que el año que viene repetiríamos, seguro que sí, incluso empezamos a hacer nuevos planes. Julio proponía ir a Moldavia, un lugar que ninguno sabíamos donde debía de estar, El Búho y Paco se habían quedado con las ganas de ir a Rusia, y así poco a poco fuimos trazando la nueva ruta, los nuevos sueños. Yo no dije nada, simplemente me deje llevar por la euforia general, pero en mi interior ya sabía lo que haría, iría con ellos pero me quedaría en Paris hasta que regresaran de Rusia y de Moldavia. Justo cuando estábamos al lado de nuestra casa y cuando ya veíamos a todos nuestros padres y amigos que nos esperaban con impaciencia y que ya nos estaban saludando, en el último stop, en el último momento, justo al lado de nuestras casas, un coche se empotró contra nosotros en la parte de atrás, era nuestro primer accidente y tuvo que ser allí, delante de todos. Tuvimos suerte de que a la furgoneta no le pasó gran cosa, otro bollo más y con todos los que llevábamos no se notaba en exceso. Nuestros padres alarmados salieron corriendo hacia nosotros, alguno llamó al SAMUR, y así fue como acabamos esos días de verano en el barrio de El Espinillo con collarín. Nuestros padres ya nos dijeron, a medida que se calentaba el ambiente, que ésta era la última vez que nos dejaban irnos así, pero no nos conocían lo suficiente, no sabían lo que había significado este mes de agosto para todos y lo que habíamos cambiado, nosotros contábamos con una ventaja, a ellos sí les conocíamos bien y no habían cambiado nada. Así entre besos, abrazos, exabruptos y amenazas, llegamos por fin a casa. Dormimos las siguientes veinte horas y empezamos a echar de menos ese agosto del noventa y nueve ... el día uno de septiembre. AAVV El Espinillo 141 www.espinillo.org INDICE QUERIDO LECTOR, 4 PRIMER DÍA DE VIAJE (1 AGOSTO 1999) 10 SEGUNDO DÍA DE VIAJE (2 DE AGOSTO DE 1999) 16 TERCER DÍA DE VIAJE (3 DE AGOSTO DE 1999) 25 CUARTO DÍA DE VIAJE (4 DE AGOSTO DE 1999) 30 QUINTO DÍA DE VIAJE (5 DE AGOSTO DE 1999) 35 SEXTO DÍA DE VIAJE (6 DE AGOSTO DE 1999) 41 SÉPTIMO DÍA DE VIAJE (7 DE AGOSTO DE 1999) 46 OCTAVO DÍA DE VIAJE (8 DE AGOSTO DE 1999) 48 NOVENO DÍA DE VIAJE (9 DE AGOSTO DE 1999) 54 DÉCIMO DÍA DE VIAJE (10 DE AGOSTO DE 1999) 57 DECIMOPRIMER DÍA DE VIAJE (11 DE AGOSTO DE 1999) 61 DECIMOSEGUNDO DÍA DE VIAJE (12 DE AGOSTO DE 1999) 67 DECIMOCUARTO DÍA DE VIAJE (14 DE AGOSTO DE 1999) 70 DECIMOQUINTO DÍA DE VIAJE (15 DE AGOSTO DE 1999) 71 DECIMOSEXTO DÍA DE VIAJE (16 DE AGOSTO DE 1999) 76 DECIMOSÉPTIMO DÍA DE VIAJE (17 DE AGOSTO DE 1999) 89 DECIMOCTAVO DÍA DE VIAJE (18 DE AGOSTO DE 1999) 90 DECIMONOVENO DÍA DE VIAJE (19 DE AGOSTO DE 1999) 92 VIGÉSIMO DÍA DE VIAJE (20 DE AGOSTO DE 1999) 96 AAVV El Espinillo 142 www.espinillo.org VIGÉSIMOPRIMER DÍA DE VIAJE (21 DE AGOSTO DE 1999) 106 VIGESIMOSEGUNDO DÍA DE VIAJE (22 DE AGOSTO DE 1999) 110 VIGESIMOTERCER DÍA DE VIAJE (23 DE AGOSTO DE 1999) 113 VIGESIMOCUARTO DÍA DE VIAJE (24 DE AGOSTO DE 1999) 125 VIGESIMOQUINTO DÍA DE VIAJE (25 DE AGOSTO DE 1999) 130 VIGESIMOSEXTO DÍA DE VIAJE (26 DE AGOSTO DE 1999) 135 VIGESIMOSÉPTIMO DÍA DE VIAJE (27 DE AGOSTO DE 1999) 136 VIGESIMOCTAVO DÍA DE VIAJE (28 DE AGOSTO DE 1999) 138 VIGESIMONOVENO DÍA DE VIAJE (28 DE AGOSTO DE 1999) 139 ÚLTIMO DÍA DE VIAJE (30 AGOSTO 1999) 140 AAVV El Espinillo 143 www.espinillo.org