El verano del 99 - Asociación de Vecinos El Espinillo

Anuncio
III MARATONET DE RELATOS DE VILLAVERDE 2006
ORGANIZADO POR LA ASOCIACIÓN DE VECINOS DE
EL ESPINILLO
El verano del 99
Asociación de Vecinos de El Espinillo
C/ Consenso 15, 28041 Madrid
www.espinillo.org
[email protected]
AAVV El Espinillo
1
www.espinillo.org
Revisión técnica
Ana González Ribot
Juan Antonio Narváez Gómez
Primera edición: Mayo 2007
Depósito Legal: M-26698-2007
Hecho en España
Reservados todos los derechos
Copyright © 2007, los autores
Edita: Asociación de Vecinos de El Espinillo
C/ Consenso 15, 28041 Madrid
AAVV El Espinillo
2
www.espinillo.org
EL VERANO DEL 99
Autores
Juan Antonio Narváez Gómez
Alejandra Melián Roldán
Magdalena Tirado
Maika Castro
Ernesto Rodríguez Muñoz
M. Paz Magán Bronchalo
Rafael Muñoz Gómez
Roberto Carlos Benítez de Lucas
María José Reigosa Fernández
Ania Arias
Lenny Cangas
Marina González Perucha
AAVV El Espinillo
3
www.espinillo.org
Querido lector,
El verano del 99 es el resultado de la Tercera Maratonet de Villaverde, que
consistió en una redacción libre , a través de Internet, que se desarrolló a
partir de Diciembre de 2006. Unos voluntarios revisaban la coherencia y
corrección del texto. Una quincena de participantes se engancharon y
escribieron la historia hasta el final, escribiendo de noche y de madrugada.
En la edición del texto se ha separado cada contribución por esta marca: JK
La primera frase fue propuesta por la escritora y Directora de la Biblioteca
Nacional Rosa Regàs: “Viajar es siempre descubrir, aunque lo que estemos
viendo se haya divulgado ya y se hayan repetido hasta la saciedad las
fotografías de las herramientas o de la esculturas que fabricaron los
primeros habitantes de la zona que visitamos y se haya convertido en
erudición enlatada la versión tópica de su civilización, con fechas y
apelativos incluidos. Viajar es ante todo romper la rutina y la obsesión
del propio vivir y a partir de nuestra individualidad dejar paso al vivir
ajeno. Viajar es descifrar la música bajo el ruido de una calle y el reflejo
de una luz sobre el ámbar de una escultura, viajar es indagar, buscar,
desvelar, porque siempre habrá una forma personal y peculiar de ver, de
mirar, de comparar y de asociar que para ciertas gentes curiosas y
observadoras constituye una fuente inagotable de profundo placer. ...".”.
Sin su contribución el relato no hubiera sido el mismo.
La iniciativa contó con la colaboración y participación de la Escuela de
Escritores (http://www.escueladeescritores.com). Agradecimiento especial para
Magdalena Tirado
El soporte informático fue creado por el Dream Team Aespinillus.
Toda la iniciativa y el entusiasmo, la locura y el esfuerzo para llevar esta
edición a buen puerto, se le deben a la Asociación de Vecinos de El Espinillo.
El mayor mérito es de los autores Amapola, Ania, Lenny, Roberto, Tomeu, Mai,
Ernesto, Xandri, Rafael, Magdalena Tirado, Charo, Lusajo, Mar, Julia.
AAVV El Espinillo
4
www.espinillo.org
El verano del 99
Obra en colaboración escrita en
internet por:
Amapola, Ania, Lenny, Roberto,
Tomeu, Mai, Ernesto, Xandri,
Rafael, Magdalena Tirado,
Charo, Lusajo, Mar, Julia
-Apodos en Internet-
AAVV El Espinillo
5
www.espinillo.org
AAVV El Espinillo
6
www.espinillo.org
Viajar es siempre descubrir, aunque lo que estemos viendo se haya divulgado
ya y se hayan repetido hasta la saciedad las fotografías de las herramientas o
de la esculturas que fabricaron los primeros habitantes de la zona que
visitamos y se haya convertido en erudición enlatada la versión tópica de su
civilización, con fechas y apelativos incluidos. Viajar es ante todo romper la
rutina y la obsesión del propio vivir y a partir de nuestra individualidad dejar
paso al vivir ajeno. Viajar es descifrar la música bajo el ruido de una calle y el
reflejo de una luz sobre el ámbar de una escultura, viajar es indagar, buscar,
desvelar, porque siempre habrá una forma personal y peculiar de ver, de
mirar, de comparar y de asociar que para ciertas gentes curiosas y
observadoras constituye una fuente inagotable de profundo placer.
Rosa Regàs
AAVV El Espinillo
7
www.espinillo.org
Mañana es el gran día, por fin se van a hacer realidad nuestros sueños.
Llevábamos un año planeando este día y, en algunos momentos, pensábamos
que nunca llegaría. Mañana día 1 de agosto de 1999 nos vamos de viaje, sí de
viaje. Os preguntaréis qué tiene esto de sueño, pero es que este viaje va a ser
especial para nosotros por muchas razones.
Una de ellas es que somos cinco amigos que acabamos de cumplir dieciocho
años y se nos ha ocurrido la idea de alquilar una furgoneta durante todo el
mes de agosto, acondicionada para poder dormir en ella. Pretendemos salir de
España y conocer Europa , libres, sin padres, sin planear casi nada, sin
mapas de carreteras, sin hablar idiomas, sólo chapurreamos el inglés, unos
con mejor oficio que otros, sin horarios, todo a la aventura. Yo particularmente
estoy muy emocionado.
Otra razón es que llevamos un año planeándolo y hemos trabajado mucho
para conseguir dinero. Hemos hecho todas las chapuzas que se nos han
ocurrido en nuestro tiempo libre, repartir propaganda por las esquinas o a la
salida del metro, vender lotería, alquilar una discoteca para viaje de fin de
curso, sólo para nosotros cinco, vender entradas de fútbol en la reventa, que
resultó un fracaso pero al menos vimos el Madrid-Atleti en directo, vender
hamacas en el Rastro de Madrid y un sinfín de cosas. El dinero que hemos
conseguido lo hemos ido metiendo en una hucha común, hasta conseguir la
cantidad suficiente para poder alquilar la furgoneta y sufragarnos el viaje, lo
que nos enorgullece bastante ya que será el primer viaje pagado por nosotros.
Os doy más razones: la aventura, las chicas, el cachondeo, la libertad, el
descubrimiento, conocernos mejor a nosotros mismos, disfrutar de la amistad,
reír, vivir algo diferente, y un montón de cosas más que me están pasando por
la cabeza ahora mismo.
El único punto negativo es que Paco, el pelirrojo, ha perdido esta tarde la
cartera y no sabe si podrá venir, pues llevaba el DNI y el pasaporte, ¡a quién se
le ocurre!. Mañana intentará hacer gestiones a ver si consigue un nuevo
pasaporte, e irá a buscar la cartera, pero me temo que no va a poder venir,
para él va a ser un desastre que tardará en olvidar, pero en fin.
Su padre, que es un militar muy serio, está muy enfadado con él, así que no
se si le dejará acompañarnos aunque pueda. En cualquier caso, no hay mal
que por bien no venga, perdemos un amigo muy simpático y el único que sabe
algo de francés, pero a cambio ganamos en comodidad, ya que dormir cuatro
en la furgoneta es un acto de fe, pero cinco era una cuestión de turnos y esto
resultaba más complicado.
Hoy lo primero que hemos hecho tras alquilarla ha sido tumbarnos para ver si
cabíamos, y hemos entrado por los pelos. Me temo que dormir va a ser
tremendo pero nos acostumbraremos.
Nuestros padres nos han llenado la furgoneta de latas, embutidos, bebidas y
demás viandas necesarias, llevamos la nevera y la despensa llena, y tenemos
AAVV El Espinillo
8
www.espinillo.org
un depósito de agua de cien o doscientos litros, no se, me hago un lío con los
litros. Gracias a la intendencia aún tenemos unos pocos ahorros para el
gasoil, y para pagar luego el kilometraje, esto es lo peor porque cuantos más
kilómetros hagamos más pagaremos del alquiler luego, pero algo se nos
ocurrirá, igual bailamos sevillanas y pedimos dinero por la calle, ya veremos.
Como no vamos a llevar mapa y no tenemos mucho dinero hemos preparado
unas paradas especiales en lugares donde conocemos a alguien. Lo primero
que haremos en Francia, tras parar en Donosti - San Sebastián , es ir a
Nantes, porque José tiene un familiar allí. Yo tengo una amiga, más bien sólo
conocida, en Paris, con la que me escribo asiduamente y nos ha invitado a ir a
su casa, así que también intentaremos parar allí a ver si dormimos un poco
mejor y comemos comida decente, y para mí ver un sueño realizado, José
Manuel tiene un ligue del pasado verano en la Costa del Sol, que vive en
Groningen, en Holanda, y luego José tiene otro familiar en Dusseldorf,
¡menuda familia la de José!. Creo que su tío tiene cuatro hijas, ese es un
punto fijo en nuestra ruta, sin duda.
No os he contado nada de mí, me llamo Juan, pero mis amigos me llaman
Juanito. Hace tres meses que he cumplido dieciocho años y sólo quince días
que tengo el carné de conducir, con lo que no creo que me dejen llevar la
furgoneta, pero no me importa. Este año he empezado a estudiar Historia del
Arte y tengo muchas ganas de conocer un montón de monumentos y museos,
pero me temo que a mis colegas esto no les va a resultar muy atractivo, así
que en este punto no las tengo todas conmigo. Los colegas ya me han dicho
que quieren dormir o viajar de día y vivir de noche, así que lo tengo difícil.
Habrá que adaptarse, pero veo algún nubarrón en el horizonte.
Os presentaré a mis amigos, el líder espiritual del grupo y el mayor es José
Manuel, al que todos llamamos el Búho, debido a que tiene unos ojos muy
pequeños. Tiene diecinueve años y estudia Marketing, y es el que nos ha
metido en todos los líos para sacar dinero. Una vez nos trajo unos parasoles
que un amigo había inventado para que los vendiéramos. Al principio nos fue
bien, fuimos vendiéndolos a padres, amigos, familiares, vecinos, pero luego
nos dijo que lo mejor era venderlos en el Rastro, como hicimos con las
hamacas, y la verdad es que no vendimos casi ninguno, tenemos parasoles
para los próximos veinticinco coches que nos compremos.
El Búho es un vendedor nato, es simpático, habla por los codos, y, aunque es
el más feo de todos nosotros, es el que más liga, lo que no acabo de
comprender. Siempre las engatusa y nos mete en líos, de hecho la ocurrencia
de la furgoneta caravana es suya. Los demás acabamos cayendo y creyendo
siempre en lo que nos cuenta, y ... detrás de él a todas partes.
A José ya le conocéis por lo de los familiares, de hecho tiene seis hermanos,
así que no es de extrañar que tenga una familia tan emigrante, tan
internacional. Tiene, como el resto, dieciocho años, pero lleva varios meses
conduciendo y esto le coloca como segundo conductor de este viaje. También
es muy bromista. Aún no se ha decidido con los estudios, pero últimamente
AAVV El Espinillo
9
www.espinillo.org
está pensando en estudiar Turismo, quiere conocer mundo, pero su mundo
me temo que no es el mismo que el mío, nada de Arte, lo suyo es la gente.
Por último está Julio, es el más callado de todos, el más introvertido en las
fiestas o reuniones, pero entre nosotros es divertido. Es, sin lugar a dudas, el
más romántico, cuando sale con una chica lo hace durante meses o años y no
falla ni un solo día en pasear de la mano de su novia. Siempre va por libre, le
gusta ir en pareja, mientras que los demás buscamos excusas para salir todos
juntos.
La selectividad no le fue bien y está estudiando oposiciones para ...
¡funcionario de prisiones!, dice que se cobra mucho y se trabaja poco, no se,
es un mundo desconocido para mí y no termino de creérmelo, pero si aprueba
y empieza a ganar dinero seguro que saldremos más con él, ¡por las buenas o
por las malas!.
De Paco, el pelirrojo, no se qué deciros, el pobre es el colmo de la mala suerte.
Es el que había puesto más ilusión en toda esta historia, el que había
trabajado más, junto con el Búho, y ahora esto. Esta tarde le he visto llorar
por primera vez en mi vida y me ha dejado hecho polvo. Es una persona muy
abierta y dicharachera, con un estilo de humor muy personal, muy socarrón.
Le echaremos de menos. Sobre todo si tenemos algún percance, ninguno de
nosotros llega al metro ochenta de altura, y él pasa del metro noventa.
Os estoy escribiendo desde mi habitación y vuelvo una y otra vez a mirar por
la ventana a ver si está la furgoneta aparcada. Sólo quedan unas horas para
salir de “El Espinillo”, nuestro barrio en Madrid, rumbo hacia lo desconocido,
y sólo faltaría que le pasara algo a la furgoneta.
Queríamos alquilar una Mercedes Vito de color verde con doble techo, nos
parecía alucinante, pero al final sólo hemos podido alquilar una Nissan
Vanette blanca de 75 cv. Correr no vamos a correr mucho, pero así vista desde
mi ventana, parece una amiga, creo que nos irá muy bien con ella, me gusta,
es pintoresca, tiene un estilo simpático.
Estoy decidido a seguir escribiendo, quiero contar todo lo que vea y que no se
me olvide nada. Así que esto me servirá como comienzo de mi “diario de viaje”.
Primer día de viaje (1 agosto 1999)
Apenas he dormido esta noche. Pero por fin ya es el día. Llevamos casi dos
horas cargando la furgoneta y creo que no se nos olvida nada del listado que
habíamos preparado, excepto Paco que acaba de llegar y no puede venir con
nosotros, una lástima.
AAVV El Espinillo
10
www.espinillo.org
La salida ha sido tremenda, la calle estaba llena. Entre amigos y familia, había
un montón de gente despidiéndonos. Mi padre se ha quedado con una cara de
preocupación como no se la había visto antes, parecía triste. Nosotros en
cambio estamos felices, entusiasmados, sólo queremos arrancar de una vez.
Ya estamos en marcha, como vamos sin mapa este primer tramo lo tenemos
estudiado, cogeremos por la M-30 la N-1 hasta Burgos y luego a San
Sebastián donde haremos noche, si no nos perdemos. Aunque llevar matrícula
de Madrid en el País Vasco no nos gusta mucho, veremos.
∞
∞
Cuando vimos, por la carretera de Burgos, el cartel que indicaba la salida de
la Comunidad de Madrid, nos miramos con una sonrisa de oreja a oreja.
Seguíamos apenados por la ausencia de nuestro amigo Paco, pero esa pena,
que al principio fue muy sombría, muy lánguida, que nos invadió de tal modo
que tuvimos un pequeño conato emotivo de suspender el viaje al despedirnos
de Paco con un abrazo, se fue poco a poco disipando. El futuro emocionante se
superponía poderosamente al pasado reciente, en el que se había producido
esa complicación inesperada y muy triste.
El tráfico estaba despejado. Se observaban camiones que, como nosotros, se
dirigían a Europa, y coches con la casa a cuestas desde Marruecos,
presumiblemente. Nada parecía poder alterar nuestro ánimo, el camino estaba
salpicado de chistes, chanzas y ocurrencias.
Al fin llegamos a Burgos. Entramos en la ciudad y nos dirigimos, como por
inercia, a la zona más cercana a la Catedral. La Catedral, y la ciudad de
Burgos en si, eran las primeras piedras de nuestro camino, al llegar a las
inmediaciones aparcamos y aprovechamos para estirar las piernas y dar un
paseo.
Nada que pudiéramos sospechar podría quebrantar nuestro ánimo en este
momento.
∞
∞
Al bajar de la furgoneta El Búho comprobó que una de las ruedas delanteras
había pinchado, razón por la cual le sudaba la frente a raudales por el
esfuerzo que había hecho para aparcar.
∞
∞
AAVV El Espinillo
11
www.espinillo.org
¡Un pinchazo! y casi no hemos salido de casa. No nos hemos parado a pensar,
no nos va a desanimar al primer problemilla que surge, así que lo hemos
resuelto rápidamente, El Búho nos ha puesto las pilas y primer contratiempo
solventado.
La rueda nos mantuvo entretenidos casi una hora. Para relajarnos un poco
decidimos ir a la zona de vinos a tomar un aperitivo y darnos una vuelta por la
ciudad antes de continuar nuestro viaje.
∞
∞
No pensaba Juanito, que tan sólo unas pocas horas después de salir casa se
generaría la primera crisis importante del viaje. Éramos cuatro, no cinco.
Estábamos tomando un par de raciones y unas cañas, cuando observé que
Julio se encontraba pensativo, meditabundo, ajeno a la conversación
intrascendente que sosteníamos los demás.
De repente, Julio tomó la palabra.
-Amigos, me vuelvo a casa.
Se nos cambió la cara.
-¿Qué?, de eso ni hablar, Julito. Vamos, ni se te pase por la cabeza. Pues vaya
si queremos llegar lejos, no hemos salido de Castilla y ya nos meamos en los
pantalones, dijo José Manuel, El Búho.
El Búho asumió su papel y mostró una seguridad y una tranquilidad que no
tenía.
-Llevamos años hablando de este viaje, el último año ha sido nuestra mayor,
casi única, ilusión. Y el día ha llegado, estamos en él. El que quiera que se
vaya, pero que sepáis que yo seguiré adelante, aunque sea solo. A mi nadie me
quita esto. Y cuando venga contando cosas que he vivido os vais a tirar de los
pelos. ¡¡Ga-lli-nas!! Coo-co-coo-co-coo, cacareó. Coo-co-coo-co-coo, seguía
gesticulando, haciendo una de sus típicas payasadas. Este gesto hizo esbozar
una sonrisa furtiva en la cara de Julio. Una sonrisa no esperada, incluso no
deseada, traicionera, que le produjo más enfado que satisfacción. Su posible
argumentación había quedado invalidada con ese gesto. Julio entendió que
ese gesto, esa sonrisa robada, determinaba su pensamiento real, que el otro, el
de querer irse, era producto de la tensión que vivía en ese momento por
alguna desconocida razón.
-Búho, eres un cabronazo. No se trata de eso, respondió Julio.
José terció en el juego de miradas que tenían sus dos amigos y compañeros de
viaje.
- Son las 3 de la tarde. ¿Qué proponen sus señorías?
AAVV El Espinillo
12
www.espinillo.org
∞
∞
¡Vámonos a Donosti, la hosti!, dije. Con suerte llegamos para ir de tapeo esta
noche y nos pasamos la primera juerga.
- ¡Julio, anímate!, este viaje va a ser memorable, soltó José, lo que no se es si
será por lo bueno o por lo malo, pero memorable.
Salimos del bar y nos fuimos a la furgoneta sin darle más vueltas a este
intento de Julio de abandonar.
Estas primeras horas de viaje están siendo excitantes, a pesar de algún
contratiempo, lo estamos pasando realmente bien, tenemos todos una
efervescencia increíble, no paramos de hablar de todos los planes que tenemos
por delante, de las cosas que nos pueden suceder, de lo que vamos a ver. La
verdad es que estamos incontenibles, en este momento somos los mejores
amigos del mundo o, al menos, lo parecemos, sin duda, y lo que más nos llena
es que sólo acabamos de empezar, pero Julio se sigue mostrando muy
prudente.
Un problema que tenemos es ¿dónde guardar el dinero y que nadie nos lo
pueda robar? Se nos ocurren muchas ideas, cada una más disparatada que la
anterior y, de momento, no lo tenemos muy claro. La verdad es que tenemos
un montón de dinero, o al menos eso nos parece. Yo nunca he tenido más de
diez mil pesetas juntas, así que esto me parece una fortuna y eso que creemos
que no nos va a alcanzar para nada.
Hablando de dinero el mayor follón del viaje ha sido el cambio, tenemos dinero
en francos, en florines, en marcos, y en liras. Nos habían dicho que nos salía
mejor el cambio si lo hacíamos en España, así que llevamos este dinero por si
acaso y luego algo más en pesetas. El día que llegue una moneda única de la
que ya están hablando será una delicia. Pero de momento nos entretiene
bastante este rollo de tantos billetes diferentes, es, en estos primeros
momentos, uno de nuestros juegos favoritos, calcular cuanto son equis
pesetas en francos, marcos, florines y liras, y como dependen de las
fluctuaciones monetarias o algo así, cada quince minutos aumentamos o
disminuimos los ingresos, ha habido un momento en que se nos ha subido la
bolsa, digo la tontería, y teníamos para ir y volver de Moscú en gasoil y dormir
en un hotel de súper lujo todo el mes, pero luego ha caído la bolsa y casi nos
tenemos que volver a casa, en fin tontadas varias que nos distraen de los
kilómetros de la carretera.
Al final llegamos a la conclusión de que lo mejor es que todo el dinero lo
guardemos dentro de la caja de cambios, así que la estamos desmontando
para meterlo allí. Será difícil que lo encuentren, si le añadimos encima
calcetines usados y calzoncillos y volvemos a colocar la palanca, no creo que a
nadie se le ocurra mirar ahí, y si miran, casi peor para ellos.
AAVV El Espinillo
13
www.espinillo.org
Ya nos queda poco para San Sebastián, tenemos un poco de respeto por llevar
la matrícula de Madrid, por lo que nos han contado las cosas no están muy
bien, y creo que los madrileños no caemos muy simpáticos a un grupo de
gente, espero que sean habladurías.
∞
∞
Faltan 50 Km. para nuestro primer destino y ... ¡la segunda sorpresa!
A lo lejos, en la carretera, nos parece distinguir a una persona haciendo autostop, y según nos vamos acercando confirmamos las sospechas, ¡es una
chica!.
Por supuesto, El Búho, no duda ni un momento en que hay que parar a
recogerla.
Así que aquí estamos, parados en la carretera, viendo como una chica se sube
a la furgoneta.
- ¿A dónde vas?, le pregunta el Búho.
- A Donosti. ¿Me acercáis?
El Búho ya había preparado el asiento junto a él, ya se estaba presentando.
-Hola, me llamo Ainara. Gracias tíos, me hacéis un gran favor ...
La verdad es que, una vez pasadas mis primeras dudas, recuerdo mis propias
palabras: aventura, chicas... pero me sigue resultando raro que una chica
haga autostop.
Bueno, pues ¡ya ha subido la primera a la furgoneta!. Y bien pensado, son sólo
50 kilómetros y un primer contacto para pasar la noche en una ciudad
desconocida.
∞
∞
La chica, que por cierto es bastante guapa, lo primero que nos pregunta es de
dónde venimos, si somos de Madrid, a lo que todos respondemos que no. Al
parecer cada uno somos del pueblo de nuestros padres, José es de
Salamanca, el Búho andaluz y al decirlo pone el “deje” típico del sur, Julio
dice que es manchego y yo digo que soy de Alicante, es lo primero que se me
ocurre, quizás porque mi padre tiene allí un apartamento, el caso es que a
todos nos da un poco de miedo decir que somos de Madrid, queremos ir de
colegas enrollados y no parece que aquí en el País Vasco lo de madrileño
suene bien, o ese complejo tenemos, a lo mejor son miedos infundados.
La conversación está tomando un rumbo muy político y ahí estamos todos
muy perdidos, la política no nos interesa mucho pero a Ainara parece que sí.
No nos atrevemos a preguntarle su edad pero debe de estar por los veintialgo,
AAVV El Espinillo
14
www.espinillo.org
nos da mil vueltas en estos temas que parece que le gustan mucho, como me
suele decir mi padre “demasiado arroz para tan poco pollo”.
El Búho empieza a ser el Búho y ya está con su conversación chistosa, que es
donde mejor se mueve. Nos estábamos quedando un poco pasmados y no
sabíamos ni que decir, menos mal que ya estamos llegando a Donosti como
dice Ainara, y si lo dice ella para nosotros ya sólo es Donosti. La primera chica
que hemos conocido nos ha dejado firmes y sin ganas de seguir con ella, al
menos yo, me he sentido un poco intimidado.
Al fin la dejamos en su barrio y se despide con un agur ikusi artean o algo así
y eskerrik asko, que nos ha sonado fatal pero que estamos intentando deducir
que debe ser algo así como adiós, o hasta luego madrileños, o gracias chicos, o
... no se, pero nos enteraremos. Que raro suena este idioma, veníamos
preparados para escuchar fromatge o danquesen, y esto nos ha sorprendido,
el caso es que agur tiene que ser adiós, eso seguro, hasta lo dicen algunos en
Madrid.
Con la primera chica “agua”, no parece que hayamos tenido mucha suerte.
Nos hemos quedado, tras bajarse Ainara, mucho más relajados y con ganas de
cachondeo. La primera excitación que nos había causado verla se convirtió en
respeto y temor a medida que iba hablando, vaya cuatro mequetrefes que
estamos hechos, creímos que nos íbamos a comer el mundo y a la primera
casi nos come a nosotros. El caso es que debía de ser de Batasuna, por las
ideas que tenía. Hasta le he dicho que voté a ERC en Alicante, para caerle
simpático y no tengo ni idea de quienes son, ni de si se presentan en Alicante,
sólo se que he oído hablar muy mal de ellos en mi barrio, y pensé que así
quedaría bien, lo que no había previsto es que me preguntara cosas de ellos y
que podría quedar en ridículo, que es lo que realmente ha ocurrido, si no es
por Julio que ha saltado con una broma y hemos cambiado de conversación
no hubiera sabido donde meterme, ahora probablemente tendré que aguantar
unas cuantas chirigotas de mis colegas, por listillo.
La noche es nuestra. Tenemos un hambre tremenda, llevábamos el estómago
contraído y se nos acaba de soltar. Buscaremos un lugar donde picotear y
,como dicen en los chistes de vascos ¡ahivalaostia, que bonito es este pueblo!.
∞
∞
Preguntando, preguntando, llegamos al casco antiguo, que aquí llaman "parte
vieja", y descubrimos unas calles con mucha animación y repletas de tascas y
restaurantes.
Desde la calle vemos que las barras están llenas de platos con toda clase de
raciones, a las que no nos podemos resistir: bacalao, changurro, morcilla...y
un sinfín de combinaciones mas.
Nuestros estómagos, que a estas alturas de la noche ya rugen, nos dirigen
hacía una de las tabernas, y en un momento, estamos con un chacolí en la
mano y un pincho en la otra, celebrando con un brindis nuestra primera
noche fuera de casa.
AAVV El Espinillo
15
www.espinillo.org
∞
∞
El ambiente era realmente cautivador. Un hombre se acercó hasta nosotros.
Tendría unos 40 años, alto, fuerte y con rasgos angulosos. El acento le
delataba, era de por allí, seguro. Axel, que así dijo llamarse, comenzó a hablar
con nosotros, a preguntarnos de dónde éramos, y, sin darnos cuenta, nos
vimos inmersos en una interesante conversación sobre la historia y las
costumbres de aquella tierra, hasta entonces tan desconocida por nosotros.
De vez en cuando, pasaba algún conocido de Axel y se paraba a saludarnos
como si nos conociera de toda la vida.
Como no teníamos ganas de cerrar nuestra primera noche, estuvimos en un
par de tabernas más hasta que, con gran pesar por nuestra parte, decidimos
irnos a dormir, al día siguiente queríamos estar frescos para visitar todos los
lugares de los que Axel nos había hablado.
De camino, fuimos hablando sobre la amabilidad y la hospitalidad de la gente.
Realmente, aquella tierra tenía algo especial.
∞
∞
El cansancio por la excitación del primer día de viaje, unido a los vinos que
habíamos tomado, hicieron que esa primera noche cayéramos rendidos en la
furgoneta.
¡Menos mal!, pues de otra manera no se si hubiéramos podido conciliar el
sueño.
A pesar de que todo está muy bien acondicionado, con colchonetas para
amortiguar la dureza y con varios cojines para hacer las veces de almohadas,
la verdad es que encajarse ahí cuatro personas no deja de tener su mérito.
Para colmo, a José con los vinos se le ha soltado la lengua, y no hay manera
de callarle. Y el Búho tiene una risa tan potente, que cuando parece que ya
estás apunto de coger el sueño te da un sobresalto que te deja con taquicardia
durante un buen rato.
Segundo día de viaje (2 de agosto de 1999)
Tengo la sensación de que a lo largo de la noche he sentido varias veces un
codo en mis costillas y alguna patada que otra, incluso de que me duelen
músculos que no sabía que tenía. Aún así, me despierto con una sonrisa, pues
me doy cuenta de que no ha sido un sueño. Nuestro viaje ha comenzado, y
después de un año haciendo planes me parece que soy el mas afortunado del
mundo por estar aquí con mis tres colegas, a pesar de que uno ronque, el otro
AAVV El Espinillo
16
www.espinillo.org
tenga crisis de melancolía que le hagan pensar en abandonar el viaje, o el otro
no pare de hablar y de pensar en chicas...
Echamos de menos a Paco, decidimos que hoy sin falta hay que llamarle. A lo
mejor se les ha ocurrido, a él o a su padre, alguna solución de última hora
para que se pueda reenganchar al viaje, aunque sea cogiendo un tren o
autobús que le acerque a nosotros.
∞
∞
Un sonido brusco y seco nos ha levantado repentinamente a los cuatro, al
unísono. Ha sido muy intenso y muy súbito, qué brinco hemos pegado todos.
He tenido la magnífica fortuna de que en el inconsciente gesto del despertar de
Julio, haya puesto su codo en mi pómulo con la suficiente brusquedad y
limpieza como para generarme un precioso moratón. Gajes del oficio. En este
caso, yo, el “gafe del oficio”.
Teníamos los ojos como platos intentando identificar la fuente del sonido, del
ruido que nos había despertado cuando de nuevo golpearon la puerta.
Habíamos dejado la furgoneta en un descampado resguardado, parecía muy
tranquilo. El Búho, con más miedo que vergüenza, se acercó a mirar por el
cristal de la puerta de la furgoneta, cuando nos preguntó
-¿qué hora es?
- las 8’30h, ¡pero abre!, dijo Julio.
¡Era Ainara!, estaba sudorosa, con evidentes signos de nerviosismo.
Al abrirle la puerta entró como un rayo y El Búho asustado la cerró
inmediatamente. Todos nos quedamos atónitos al verla allí, en nuestra casita
de viaje, con esa actitud ... y nosotros con nuestros minipijamas, o sea en ropa
interior.
Ainara estaba ensangrentada. Nos produjo un fuerte impacto verla así,
agitada, temblorosa. Le ofrecimos comida, le preguntamos qué le había
pasado. Hizo unos gestos parecidos a los de yoga, tapándose la cara. En esa
posición, con síntomas de angustia, relató que la habían atracado esta
madrugada, hacia una hora más o menos, y que, al oponer resistencia, le
golpearon y le hicieron daño. Después estuvo un rato vagando sin saber hacia
donde ir y reconoció nuestra furgoneta, con lo que le dio un pálpito de alegría
el corazón al sentirse a salvo, entre personas que al menos ya conocía.
Cuando, tras esta disertación con la cara semioculta, le pudimos volver a ver
su rostro, una pequeña parte de él que quedaba fuera del ámbito de las manos
que se lo tapaban, observamos algo que no encajaba en la escena.
-Ainara, ....., pero, hum –balbuceó José-, o me estoy volviendo loco o te he
visto reírte ahí a escondidas.
Abrió las dos manos, y, sin poder aguantarse más, soltó una sonora
carcajada. La cara de mis tres camaradas era un verdadero poema, una
mezcla de sensaciones como sacada de una película de Woody Allen, una
AAVV El Espinillo
17
www.espinillo.org
situación muy cómica. Ainara dio un abrazo a El Búho, que era el que tenía
más a mano, mientras los demás nos preguntábamos de que iba todo esto.
Amigos, tengo que pediros perdón y daros las gracias. Acabo de entrar en un
grupo de teatro de San Sebastián, el grupo Aitzgorri, y, como prueba de
iniciación del grupo, para pertenecer a él, me dijeron que tenía que
representar una escena, con unos, si no desconocidos totales, al menos
semidesconocidos, con fuerza dramática, buscándome la vida. Tengo una
microcámara con la que lo he grabado todo, luego os dejaré ver vuestras caras.
Al ver ayer que erais tan simpáticos y teníais esa estupenda disposición a la
aventura, ideé este plan. Por supuesto, ni que decir tiene, la sangre no es
sangre, es salsa de tomate. Y así todo lo demás.
Julio inició un aplauso que fue ampliamente seguido por todos los demás. La
actriz fue coreada y le fue exigido un saludo de escena, debido a su buenísima
interpretación, no sin antes oír algún exabrupto por el despertar que nos
había dado.
Verdaderamente creo que los cuatro, sin excepción, nos enamoramos un poco
de ella en ese momento, a pesar del susto.
∞
∞
- Nos debes una- dijo José.
Engrandecido seguramente por que la sorpresa había llegado recién levantado
y aún mantenía su torso musculoso, que mostraba sin descaro semidesnudo,
lo que le deba cierta posición de ventaja sobre nuestras camisetas y
calzoncillos, pidió a Ainara que continuara el viaje con nosotros, al menos
hasta donde pudiera llegar.
∞
∞
No supe interpretar muy bien la sonrisa de Ainara en ese momento. Tenía algo
de enigmática. Y también sus ojos, su mirada, como si ahí se escondieran
muchos recuerdos, sentimientos y vivencias. Sentía un poco de vértigo
mirándola. Quizá por eso aparentaba tener más años, parecía haber vivido
muchas más cosas que nosotros.
Mientras a mi alrededor seguían las risas, yo no podía quitar la vista de ella.
Ahora me daba cuenta de que en realidad sus rasgos podrían ser los de una
chica de 22 o 23 años. Su pelo, muy corto, tenía una especie de extensión de
color verde que le llegaba hasta el hombro. Llevaba varios pendientes en la
oreja derecha y un pequeño tatuaje en la nuca, de una pequeña luna azul. Su
ropa, sus gestos, sus palabras…todo era muy desenfadado y alegre. Sobre
todo ahora que había dejado los temas de política un poco al margen, pues
creo que se había dado cuenta de que en ese terreno nosotros nos sentíamos
mas inseguros.
∞
∞
AAVV El Espinillo
18
www.espinillo.org
Cuando la invitamos a desayunar y a viajar con nosotros, Ainara nos dijo
amablemente:
- Chicos me encantaría ir con vosotros pero tengo cosas que hacer aquí,
quizás en otro momento nos volvamos a ver. Ha sido un placer compartir esta
noche y este amanecer, perdonad por la broma.
Se levantó nos dio un beso a cada uno de nosotros y desapareció de la
furgoneta de forma tan teatral como había entrado.
Nos quedamos todos atónitos y sin poder articular palabra, no se nos ocurrió
pedirle un teléfono, una dirección, o su apellido tal vez, no sabíamos nada de
ella excepto que nos había cautivado.
El Búho metió la llave de arranque y dijo,
- Ya es hora de conocer Europa, esto acaba de empezar,
y todos gritamos al unísono
- ¡A Europa!
Nos dirigimos hacia Behobia y el camino hasta allí fue tranquilo, relajado, a mí
todo me parecía precioso, los paisajes, las casas. Después de Ainara el País
Vasco pasó a ser un lugar al que tendríamos que regresar algún día.
Es curiosa la relación que uno puede tener con un lugar o un paisaje gracias a
las vivencias o a los acontecimientos que en un momento dado te ocurren en
él. Incluso el ánimo con el que te encuentres, el tiempo meteorológico,
condiciona las sensaciones que te quedan, los recuerdos. Para mí Donosti será
un sitio especial, aquí he empezado mi viaje más ilusionante, y aquí he pasado
una noche única, donde todo me ha parecido intenso y hermoso.
Ya estábamos llegando a la frontera y yo absorto en estos pensamientos ni me
había dado cuenta.
- ¡allí está la frontera!, dijo José
- ¿sacamos los carnés?, pregunté
- está levantada la barrera, dijo El Búho
- Pero si ya hemos pasado y ni nos han mirado, contestó Julio
- Ha sido visto y no visto. ¡chicos, esto es Francia, sí! y nuestra próxima
parada es Biarritz y Bayona o al revés, dijo José
Yo seguía buscando mi “dni” en la parte de atrás, totalmente ajeno a la
conversación, cuando volví adelante con mi carné escuché,
- Si es que estás pasmado Juanito. Cierra la boca, guarda el carné y deja de
pensar en Ainara, luego os reís de mí, seguro que Juanito se hubiera quedado
en San Sebastián, dijo José.
AAVV El Espinillo
19
www.espinillo.org
- Pues sí la verdad, aún estaba pensando en ella, pero no es para menos ¿no?
- Por cierto, Biarritz y Bayona ¿es una ciudad o son dos?, preguntó Julio
- Pero mira que eres bruto lo mejor es que pongamos la cinta de Giorgi Dan
para animarnos
Giorgi Dan era uno de nuestros cantantes preferidos cuando íbamos de
cachondeo, nos hacía cantar y nos animaba mucho. Por supuesto nunca
ninguno hubiera dicho esto delante de nadie, era un secreto particular de la
pandilla, nuestros gustos musicales estaban llenos de rock y de pop de todos
los estilos, pero esta pequeña horterada era muy divertida. Así que mientras
circulábamos por Francia, ahí estábamos cantando "Pachito eche le dicen al
señor ...", "que será lo que tiene el negro..." o "Donde andará la barbacoa..."
canciones a las que íbamos cambiando la letra continuamente llegando a un
punto de locura en que ya nos reíamos de todo y de todos.
∞
∞
Tras varias horas de carretera, y después de saltarnos los carteles que
indicaban Biarritz, los que indicaban Bayona y no se cuantos más, parecía
que escapábamos de alguién,
- Uf, tengo las piernas entumecidas, dijo Julio. ¿Porqué no paramos un poco a
descansar?
- De acuerdo. La verdad es que me vendrá bien, llevo horas conduciendo y
estoy hecho polvo.
Paramos en una pequeña cafetería. Había poca gente, sólo un par de hombres
con aspecto de camioneros tomando un café apoyados en la barra. Nuestra
vista se dirigió hacia la camarera, una chica joven, pelirroja, muy guapa. En
ese momento pensé "creo que me va a gustar La France".
Estaba absorto en mis pensamientos cuando la voz de El Búho me devolvió a
la realidad.
- Perdón, señorita, ¿dónde está el baño?
- Je ne comprend pas, je ne parle pas espagnol.
La cara del Búho era un poema, todos le miramos y nos echamos a reír.
- Ba-ño, dón-de está el baaa-ñooooo, uve doble ce. Where is it? Please, y
empezó a gesticular
AAVV El Espinillo
20
www.espinillo.org
La joven, ante las gesticulaciones del Búho no pudo sino echarse a reír.
En ese momento nos dimos cuenta de lo complicado que iba a ser
desenvolvernos en Francia sin conocer el idioma.
∞
∞
Al fondo a la derecha, chaval- bramó una voz ronca desde el fondo de la barra,
y añadió -siempre al fondo a la derecha.
La risa del hombre de unos cuarenta años que había gritado a pleno pulmón
resonó en la cafetería. Cuando cesó sentenció, es que la "mademoiselle" está
que te cagas, y continuó con su estruendosa risa
∞
∞
Al fondo a la derecha, claro, donde mas podrían quedar los servicios
higiénicos, evidente querido Watson.
El Búho, tras un gracias ostentoso, echó a correr hacia el baño, primaban las
necesidades.
El hombre se acercó a nosotros y nos preguntó,
- Pero en que fachas andáis muchachos, por que tan solos en un lugar como
este, no saben que si no se cuidan se pueden perder, nos dijo en tono burlón,
cuando tenia vuestra edad sólo podía salir a mirar a la esquina de mi casa.
Estamos de viaje, dije un poco temeroso.
Yo soy camionero, traslado mercancía de una ciudad a otra. Vengo de Madrid,
entiendo poco el francés y el ingles, pero me manejo, sobre todo en este lugar,
y se marchó riéndose.
Nos miramos unos a otros, indecisos, pero ninguno dijo palabra alguna.
∞
∞
Pedimos una cerveza mientras nos sentamos en una mesa cerca de la
ventana. Al momento una chica nos trajo las cervezas y se sentó con nosotros.
Era más o menos de nuestra edad, llevaba una mini minifalda y bikini. Nos
quedamos perplejos, ¿qué estaba ocurriendo?¿dónde narices nos habíamos
metido?.
Antes de responder a estas preguntas, otras chicas se sentaron al lado
nuestro, alguna iba en monokini y nos preguntaron que si las invitábamos a
una copa. La sonrisa del camionero completaba la escena.
AAVV El Espinillo
21
www.espinillo.org
Era la primera vez que estaba en un sitio de estos y empecé a sonreír y a
sudar, todo al mismo tiempo. Estábamos “volados”, no sabíamos qué decir.
José empezó a vacilar un poco con ellas, y para nuestro asombro, algunas
entendían perfectamente el español. Les preguntamos qué de donde eran y
cosas absurdas del mismo estilo.
Al lado de las mesas había una pista a la que, hasta ese momento, no
habíamos dado importancia, pero apareció de repente una chica bailando
disfrazada de enfermera, empezó a contonearse. Cuando El Búho salió del
fondo de la pista, que era donde estaba el baño, la situación resultó grotesca.
El se quedó petrificado, no tanto por las chicas, si no por pensar lo que nos
iba a costar la broma, o sea las cervezas.
Se acercó hacía nosotros que estábamos sentados con varias chicas que nos
sonreían, nos acariciaban, nos hacían muecas o no se, el caso es que ellas
controlaban la situación y al menos yo me encontraba algo asustado. José se
defendía bien, con su natural ironía y Julio resultaba sorprendente como
siempre.
A mí, después de unos minutos, no sólo sudaba si no que me salía humo por
la cabeza, rodeado de tantas chicas preciosas medio desnudas y otra haciendo
un strip-tease, era demasiado para ser mi primera vez. Para colmo pasar un
rato con ellas no resultaba tan caro en este momento que teníamos dinero,
nos podíamos pagar hasta una noche entera con dos. Yo me encontraba muy
incómodo, decidí levantarme repentinamente y salir literalmente huyendo, eso
sí con todo el dolor de mi corazón.
- Os espero en la “furgo”, perdonad chicas pero tenemos mucha prisa, otro día
venimos, hasta luego.
Antes de salir me paró el vigilante de la puerta, que era un negro inmenso,
alto y fuerte, un tanto mosqueado de que saliera corriendo, y me dijo,
- ¿te quieres venir conmigo?
- ¿adonde?, respondí.
- tu et j’énsemble, tú y yo, o algo así entendí, y caí en la cuenta de que esto era
lo que me faltaba, quité su mano del brazo y salí disparado y un poco
aturdido. Tenía ganas de aventura, pero no de esta clase. Ya solo me faltaba
que me iniciara el negro musculoso, ¡que espanto!.
Mis amigos tardaron unos diez minutos que se me hicieron eternos. Me sentí
ridículo, infantil, no se, ¿les habría parado también el vigilante negro?. Al
subir a la furgoneta se partieron de risa, arrancamos rápidamente y me quedé
mosqueado ¿de que coño se reían?¿sería de mí? A mí no me hacía gracia nada
de lo que había ocurrido, lo había pasado fatal.
Cuando conté lo del vigilante de la puerta, aparte de reírse, les di tema para la
burla, ya no me iban a dejar en paz con el tema durante mucho tiempo.
De repente alguien gritó a lo lejos ¡parad, parad!, madre mía más sorpresas
aún, como tenía el susto del negro en el cuerpo le dije al Búho
AAVV El Espinillo
22
www.espinillo.org
- por favor no pares, arranca vamos.
- pero como voy a arrancar, si me parece que es Paco
∞
∞
- ¿Paco?, dijimos todos, ¿Paco, nuestro colega?, repetimos.
- Sí, si, es su voz y la cara que veo por el retrovisor es la suya, sin duda. Va de
copiloto en el camión de congelados que está detrás nuestro.
-¡¡Eh!! ¡¡Tíos!! ¡¡Eh!!
No recuerdo quién se volvió antes pero sí la inmensa alegría al descubrir que
era Paco de verdad y saber que se unía a nuestro viaje.
∞
∞
Desde su camión nos dijo que le siguiéramos, no nos dio tiempo ni para bajar
e ir a verle. Seguimos al camión durante unos kilómetros hasta que nos
encontramos con la primera área de servicio.
En este tiempo nos íbamos preguntando que hacía Paco, el pelirrojo, en un
camión de congelados. Nos parecía inaudito y no encontrábamos explicación.
Y encima la fortuna de dar con nosotros en la autopista ya que no habíamos
recibido ninguna llamada suya preguntándonos donde estábamos.
Al detenernos salimos todos corriendo y le manteamos. A Paco se le veía muy
emocionado, tras esto le preguntamos atropelladamente,
-
¿cómo nos has encontrado?
¿cómo has llegado hasta aquí?
¿qué haces en un camión de congelados?
¿encontraste el DNI?
y tu padre ¿te ha dejado sin problemas?
Paco lo primero que hizo fue presentarnos al camionero,
- Esperad un momento, lo primero presentaros a mi primo Rafael que es
camionero y va a Suecia. Lo segundo es que tenía pensado ir hasta Burdeos, y
si no os veía, iba a ir a Nantes, ya que el padre de José me dio la dirección de
tú tío por si no os encontraba antes. Así que os iba a encontrar seguro y daros
esta sorpresa gañanes.
∞
∞
La verdad es que nos dejó atónitos, que cantidad de recursos tenía Paco, no
hubiera creído nunca que se atreviera a tanto, pero las impresiones cambian a
medida que nos enfrentamos con nuevos retos. Paco contestó:
AAVV El Espinillo
23
www.espinillo.org
- El carné no lo encontré pero conseguí sacarme el pasaporte, así que no me lo
pensé dos veces y llamé a mi primo Rafael que adelantó su viaje a Suecia y
aquí estoy. Pero contadme vosotros que habéis hecho estos dos días.
Después de hablar un buen rato, y de ponerle en antecedentes, nos
despedimos de su primo el camionero y seguimos ruta. La cuestión era que
ahora cinco no cabíamos para dormir juntos, así que habría que hacer turnos
o improvisar algo. Acabo de perder una batalla, porque si hacemos turnos, los
dos o tres que se queden despiertos seguro que harán cientos de kilómetros y
me perderé muchas ciudades y lugares que quiero ver. Así que sabremos
donde empezamos a dormir pero no donde nos despertaremos.
∞
∞
Estábamos viajando por la región más suroccidental y la más cercana,
geográfica y culturalmente, a España. Su paisaje es muy similar al del País
Vasco. El nombre de esta región es Aquitania (Aquitaine, en francés), y su
capital es Burdeos (Burdeaux), a la cual nos dirigíamos.
Según la información que habíamos recabado Burdeos es una ciudad que vive
del comercio y, especialmente, de la industria del vino. Alrededor de la ciudad
hay varias zonas de viñedos con châteaux (como nuestras bodegas) para la
cata y la compra de buenos caldos (Médoc, Libourne o Entre-deux-Mers son
tres de esta zona). Nuestro próximo objetivo es Burdeos, creo que después de
tantas horas de viaje por una autopista recta y más recta, rodeada de
inmensos bosques, pararemos.
∞
∞
Pues parece que no, todos han decido seguir sin parar. Han cogido la droga de
la carretera y a nadie le apetece bajar.
Para todos, excepto para mí, se impone ir ya hacia Nantes, a casa de los tíos
de José, allí al menos nos quitaremos a uno para dormir, o quizás más, y
podremos dormir toda la noche de un tirón. Además seguro que conoceremos
a gente y a amigas de su prima.
El viaje es muy largo hasta allí, así que tendré que idear alguna estrategia
para que la parada sea en alguna ciudad apetecible. Con el cachondeo que
llevan en el cuerpo son capaces de parar en la próxima área de servicio
tomarse una cerveza y seguir ruta, y después de la experiencia que he tenido,
me ha entrado alergia a parar en la carretera.
Intentaré convencerles de que paremos en Rochefort, el nombre me suena al
queso y probablemente por el estómago podía parecer atractivo, aunque a mí
lo que más me interesa es parar en la ciudad vecina “La Rochelle”, ese nombre
lo he leído y visto en algunas memorables películas de espadachines y
asociado al famoso Cardenal Richelieu, así que imagino que debe de ser una
AAVV El Espinillo
24
www.espinillo.org
ciudad bonita, al menos tiene puerto y mar.
Si todo sale bien cenaremos en Rochefort y dormiremos en La Rochelle, aquí
aprovecharé y con alguna excusa dormiré más tarde, así podré pasear por la
ciudad, y si digo que voy a ligar seguro que no saldré solo.
Cuando me despierte no se donde estaré, seguro.
∞
∞
Hemos parado en Rochefort, a fuerza de insistir en que era un buen lugar para
cenar y pasear agradablemente, sobre todo después de la paliza que llevamos
en el cuerpo.
Después de cenar, todo el mundo andaba muy perezoso y nadie teníe ganas de
continuar, así que hemos dado un paseo y a dormir. Espero que no hagan
ninguna locura cuando esté durmiendo.
Tercer día de viaje (3 de agosto de 1999)
Poco a poco se asomaba el amanecer. Las luces del alba iluminaban por la
ventana una imagen destellante, fulminante, de un ser casi celestial que me
miraba fijamente.
- ¡Es Ainara!, balbuceaba José, asombrado por el motivo de ver tan hermosa
figura tras la ventana.
- Pero, ¿qué esperas para abrir Juanito? ¡abre!, no dejes en la calle a Ainara.
- ¿Estás bien? ¿te ocurre algo?, dije.
- Hola chicos, ¿qué tal? Ya veis que lo mío es despertaros.
- Esta vez nos ha gustado más la forma de despertarnos, dijo Julio.
- He vuelto gracias a que José Manuel me dijo dónde estabais, porque olvidé el
bolso con toda la documentación. Menos mal que no me han pedido nada al
cruzar la frontera.
- Y yo convenciéndote de que pararas en Rochefort y ya lo tenías planeado,
¡bribón!, le dije al Búho.
- No te preocupes Juanito, me iré en seguida. No podía esperar porque llevo
varios papeles importantes, y además me apetecía volver a veros.
AAVV El Espinillo
25
www.espinillo.org
- por mí te puedes quedar todo el tiempo que quieras, no lo decía por eso, era
una broma con José Manuel.
- No se hable más, te quedas con nosotros unos días, después del viaje que
has hecho no te vamos a dejar que te vayas así como así, dijo El Búho.
Los demás nos mostramos encantados con la idea, a lo que Ainara nos
contestó que sólo podía quedarse un par de días.
∞
∞
El problema es que se nos ha complicado la cuestión del espacio. Si con cinco
ya no cabíamos, ahora que somos seis y una es chica, la cosa se complica y
mucho.
Nuestra relación se está convirtiendo en una sucesión de encuentros y
desencuentros.
Poco a poco nos ponemos en marcha hacia La Rochelle. Ainara parece
eufórica, la verdad es que ha dinamizado el ambiente.
Dejamos atrás Rochefort que ha resultado ser un lugar encantador, aunque
muy caro, por lo que no hemos podido cenar en ningún restaurante, o como
dicen aquí bistro. Paco nos traducía los menús y se le ponían los ojos como
platos del susto que le daban los precios. Así que hubo que conformarse con
latas y embutidos.
No tardamos en llegar a La Rochelle. La llegada es espectacular. Es una
ciudad con una luz que cautiva, con mucho encanto, calles porticadas,
residencias renacentistas y, lo más impresionante, un puerto abarrotado de
veleros. Estaba claro que no nos habíamos equivocado con la elección.
Me encuentro lleno de optimismo y energía para empezar un nuevo día.
No puedo decir lo mismo de Julio, pues no le veo tan animado como al resto. A
ratos, en la furgoneta, se queda ensimismado mirando por la ventanilla, como
si estuviera a muchos kilómetros de nosotros. Espero que no vuelva a tener
una crisis de melancolía y se vaya animando poco a poco.
∞
∞
- ¡Que suerte tienen! - murmuraba Julio, todos están con ganas de marcha y
yo estoy hasta las narices de la furgoneta y la carretera. No me encuentro
cómodo, no se que me pasa, pero no me encuentro a gusto en este viaje,
espero que todo cambie.
- Me voy a dar un paseo colegas, no contéis conmigo en un par de horas, dijo
Julio
- pero ¿dónde vas?, preguntó José
AAVV El Espinillo
26
www.espinillo.org
- no se, hasta luego.
Julio quería hacer algo que le hiciera sentirse mejor, pero no sabía muy bien
qué.
Mientras paseaba, vio un salón de belleza y, a pesar de no dominar el francés,
se metió en él. Dijo que quería cambiar de look, quería dejar de ser el
arregladito, bien peinado y siempre discreto Julio, para convertirse en algo
ligeramente diferente, no sabía muy bien qué, pero diferente. Quería
protagonizar su propia experiencia. Quería sentir el aire fresco en sus cabellos
y sentir el perfume de alguna mujer, quería tener la suerte de El Búho, la
destreza de José, la audacia de Paco, o los sueños de Juan todo junto en uno
solo, todo junto en un nuevo Julio.
El cambio de look al principio le hizo sentirse más tímido, pero, poco a poco, y
en un país desconocido, se fue encontrando mejor. Se apresuró en conseguir
un nuevo traje, diferente, con el dinero que tenía escondido para casos de
emergencia, algo que acompañara a ese tupé nuevo con el que había salido del
salón de belleza, nada de raya a la derecha y flequillo que era como le
conocíamos. Entró en una tienda y se compró unos vaqueros lavados y
agujereados, bastante modernos, y una chaqueta tipo Travolta-Grease, para
impactar.
Mientras tanto, nosotros estábamos angustiados con la ausencia de Julio. Ya
habían pasado más de cuatro horas y no aparecía, conociéndole podía haber
hecho cualquier cosa.
∞
∞
-
Pero ¿seguro que no ha dicho a dónde iba?
-
- Mirad bien por la furgoneta, a lo mejor ha dejado una
nota ...
Estábamos volviéndonos locos de tanto darle vueltas a la cabeza. Nos
habíamos dividido para buscarle por la zona, sin éxito. Y después de muchas
vueltas decidimos volver a la furgoneta y seguir esperando. Mientras, Paco se
quedó por los alrededores, al menos se defendía en francés.
De pronto vimos a lo lejos la inconfundible figura de Paco, con su metro
noventa, al lado de un desconocido. ¿O no era desconocido?.
- Mirad a quién he encontrado por fin.- dijo sin poder aguantar la risa.
No podíamos creerlo...¡era Julio! Pero, ¿qué demonios se había hecho en el
pelo? ¿Y qué clase de chaqueta era esa?.
Después de recibirle, con una mezcla de enfado y risas por la tensión que
habíamos tenido, le pedimos que nos explicara qué le había pasado.
-Perdonad chicos, se que os he hecho una faena, pero o hacía algo para
AAVV El Espinillo
27
www.espinillo.org
motivarme o me volvía a Madrid. Ya os contaré...De momento, ¿qué os parece
si damos una vuelta por el puerto? ¡He visto unos barcos impresionantes!
- ¡más vueltas!, ¿sabes la cantidad de vueltas que hemos dado buscándote?,
dije.
- Está bien, lo mejor es que tomemos algo con Travolta, soltó El Búho, y nos
fuimos entre bromas, que aguantó muy bien Julio, a tomar algo.
∞
∞
Julio es una persona verdaderamente especial. Tenía su ying y su yang. Una
gran fuerza, una potente capacidad de enganche, y una tremenda timidez.
Nosotros somos sus amigos, con nosotros está en su salsa. Y cada uno de
nosotros, sin excepción, recurriría a él, especialmente en cualquier caso de
situación problemática “poglemática”, como dice él siempre. Nosotros lo
conocemos como a un hermano. Bueno, que leche, es nuestro hermano.
Sabemos cuando necesita mucho y cuando necesita poco. No confundáis esto
con debilidad de carácter. Julio tiene un carácter que nos mueve, nos
engancha, nos hace sentir bien, especiales. Luego se va, se evade, se quita el
tío del grupo, se pira y se compra una chupa tipo Travolta, es así . Por cierto,
¿De dónde habrá sacado el dinero?
Me adelanté al grupo y, al llegar a la furgoneta, se me ocurrió mirar entre la
ropa de Julio y descubrí un papel doblado, casi roto de tanto doblez.
Instintivamente, lo desplegué y vi algo que me descolocó. El papel contenía
este texto:
Algo me quema y me hiela,
duerme y me tiene en vela,
nace, muere, y amanece,
se mueve, menguando, y crece
Algo dentro, en un lugar
inaccesible, sin par,
que vive sin alimento
universal, sin acento,
y al mismo tiempo local,
de Madrid, El Espinillo,
de Córdoba, pues total,
del mundo, que es un castillo.
Vivo, caigo, vibro,
Estiro, encojo, subo,
bajo, me leo un libro,
en el que alguien anduvo
con la más querida amante
en la más grande deriva
AAVV El Espinillo
28
www.espinillo.org
con el deseo arrogante
de decir al mundo ¡VIVA!
Dejé el papel, o al menos lo intenté, imitando con exactitud los dobleces que
me había encontrado.
∞
∞
- ¿Qué rebuscabas en mis cosas, tío?
Me sobresalté un poco.
- Nada hombre, este papel estaba en el suelo. Al verlo vi que era tuyo y lo
estaba dejando con tus cosas.
- Anda, vete a freír monas y deja mis cosas, que sea la última vez ¿vale?
- No pensé que tuvieras alma de poeta. Disculpa, pero lo he leído, creí que era
propaganda o no se.
- Serás cabrón. Son cosas mías, me jode que leas lo que no te importa. Si lo
guardo es por algo.
- perdona, no volverá a ocurrir, no pensé que fuera nada malo.
- Me gusta leerlo de vez en cuando, es personal y cuando digo personal quiero
decir que a nadie le importa.
- ces ne pas de problème,
- será, il n'y a pas de problème,
- pues será, no tengo ni idea de francés y tú tampoco es que seas Voltaire,
pero me sonaba algo así.
- Ese poema me reconforta, me da fuerzas para luchar, para salir adelante, en
realidad me lo escribió alguien muy importante para mí, que no te voy a
desvelar, y ese es uno de los recuerdos que tengo, tal vez uno de los más
valiosos, y su ausencia me hace sentirme a veces un poco nostálgico, pero
me he prometido cambiar, veremos si lo consigo.
- No fastidies, no cambies más, con lo de hoy tenemos bastante.
- No me refiero al exterior.
- Pues el interior está bien, que sepas que para nosotros eres muy especial, un
tío divertido también, tienes tus momentos, como todos.
- gracias colega.
AAVV El Espinillo
29
www.espinillo.org
- créeme una cosa, seas como seas, y pase lo que pase, siempre vamos a
quererte como a un hermano, pero hay algo que no me queda muy claro aún,
¿de dónde narices sacaste el dinero para hacer esos cambios?.
- A ti te lo voy a decir
∞
∞
A pesar de los esfuerzos del Búho por ligarse a Ainara, era Ainara la que
dirigía las operaciones. Naturalmente no me terminaba de creer la historia que
nos acababa de contar. Todo era muy extraño, algo se me escapaba.
Estábamos perdidos por Europa y le resultaba fácil encontrarnos, no se de
qué iba la historia.
Tampoco me resultaba familiar la actuación de Julio, lo conocía demasiado
bien, desde infantil íbamos juntos al colegio, casi quince años ya, como con el
resto. Sabía que sus momentos más raros con nosotros, sus momentos más
despegados del grupo siempre procedían de un enamoramiento. Cuando nos
descolocaba era porque había alguna chica y ya estaba preparando el terreno
para conseguir ligar y, para ello, intentaba mostrarse diferente al resto de
nosotros, que solíamos seguir la estela del Búho con bromas, conversaciones
divertidas, engatusándolas. Esto hacía que nosotros lo pasáramos muy bien,
aunque las chicas no entendieran nada de nuestras gilipolleces. Quizás
podíamos parecer un poco patanes, pero en este cesto nunca se encontraba
Julio, él iba por libre y esto es lo que me llamaba la atención sobre lo que
estaba ocurriendo en este momento.
La noche fue de traca, dormir en la furgoneta se convirtió en una odisea.
Cuarto día de viaje (4 de agosto de 1999)
Al día siguiente decidimos ir directamente a Nantes. Esto desahogaría la
situación, la furgoneta parecía el camarote de los hermanos Marx, sobre todo
tras la noche pasada. En la casa del tío de José seguro que las cosas
cambiarían un poco, para mejor.
En el camino hablamos de muchas cosas, pero, por primera vez, muchos de
los temas en vez de ser objeto de risas y chanzas, daban pie a discusiones.
Nos pasamos toda la mañana discutiendo en la carretera, a pesar de intentar
guardar las formas.
Pero aquí y ahora está Ainara, guapa, altiva, sugerente, inteligente, extraña,
comprometida, embaucadora. Nos está poniendo un poco nerviosos. Todos
queremos acercarnos, queremos caerle bien, queremos ligárnosla y
apuntarnos ese magnífico “tanto”. Sabemos que nos dará un prestigio
tremendo con los colegas, y los demás parece que están tan impresionados
con ella como yo. Será ella la que va a elegir, si es que no ha elegido ya, y en
este punto es donde estoy muy mosqueado. Me da que El Búho, quizás Julio,
AAVV El Espinillo
30
www.espinillo.org
y Ainara tienen algo más que una cordial relación, pero todo me sigue
resultando muy extraño.
Lo único bueno de todo esto es que con Paco y con Ainara tengo dos aliados
para disfrutar de lo que más me gusta, que es tener tiempo para ver las
ciudades, los pueblos, mirar, observar, recrearme con los monumentos, las
calles, el arte, las ruinas, los castillos y todas esas cosas que de otra manera
resultarían difíciles, pero que extrañamente han resultado muy fáciles en
Rochefort y La Rochelle. Hay que ver lo que cambian algunos hombres
delante de una mujer.
∞
∞
Llegamos a Nantes antes de comer, con suerte a tiempo para volver a la
comida casera. Sólo habían pasado cuatro días, pero ya me apetecía
muchísimo y aún no sabía como era la comida francesa.
No fue difícil dar con la casa de los tíos de José. El tío se llamaba Rafael
Bravo, y era todo un personaje, parecía sacado de uno de los libros de historia
que tenía. Ya era muy mayor y nos contó que llevaba cerca de cincuenta años
viviendo en Francia pero que, todos y cada uno de los días, seguía echando de
menos España. Todo lo que nos contaba me parecía muy raro, pero resultaba
interesante. Me recordaba a mi abuelo y sus batallitas, sólo que estás eran
nuevas y no las conocía.
Nos dijo que nunca había podido venir a vivir a España porque se casó con
una francesa, tuvo hijos franceses y, las ayudas y becas que tenía el Estado
francés no existían en España. Todo eso había ayudado mucho a sus hijos,
pero en ningún momento se había sentido integrado con los franceses. Esto si
que no lo entiendo.
- Fijaos chicos hasta que punto echo de menos mi país, que cuando piso suelo
español es como si me relajara por fin, como si ya no estuviera en guardia
constante, como si ya me pudiera dejar llevar. Siempre me causa una emoción
que con los años no hace más que aumentar, y cada año lloro más al
despedirme de mi querida España.
A mí todo esto me resultaba ininteligible. Nosotros estábamos como locos por
salir de España, y los inmigrantes que veo en España, que no son muchos, me
da la impresión de que están encantados. Claro que también es verdad que
nunca me había parado a pensar en esta cuestión.
Nos presentó a su mujer, se llamaba Veronique , apenas hablaba algo de
español, y a sus dos hijos. Su hija se llamaba Corinne. Los dos hablaban el
español para orgullo de su padre, aunque cuando nos pusimos a hablar con
ellos tuvimos que repetirlo todo más despacio porque no se enteraban bien,
especialmente cuando hablaba yo. Mis colegas, alguna vez, para cachondearse
de mí me llamaban, diciéndolo muy rápido, Juanito-Juanito.
Corinne fue como un soplo de aire fresco. Tenía dieciséis años y unos ojos
azules increíbles, no sabíamos nada de ella pero ya nos había entusiasmado,
lo cual no resultaba difícil. La lástima es que ella no me entendía muy bien en
AAVV El Espinillo
31
www.espinillo.org
español. Al poco ya se podía ver a Paco practicando francés con Corinne. Y allí
estaba yo solo escuchando al tío de José que me contaba un montón de cosas,
pero que no era donde yo quería estar.
Alguien propuso dar un paseo antes de comer, pero la tía Veronique tenía la
coliflor ya en la mesa, ¡coliflor! De todas las comidas de este mundo creo que
la única que no me gusta ni por su olor ni por su sabor es la coliflor, que
suerte la mía, se me estaba atragantando Nantes mientras veía a todos mis
amigos de lo más divertidos. Me sentía sólo con la coliflor como el castillo de
Nantes que acabábamos de pasar, hasta que llegaron los postres. Nos sacaron
un plato con veinte tipos de quesos, ¿dónde estaba el dulce o la fruta?, aquí el
postre era queso y más queso, y para desahogar mis pequeñas penas me puse
a comer de todos los tipos. Al terminar y, después de una larga sobremesa
junto a Rafael, el tío de José, note que algo no me había sentado bien.
∞
∞
Por la tarde Corinne nos propuso ir a la playa de la Baule, no sabía que por
allí había playas aptas para el baño, la oferta parecía interesante y todos nos
mostramos encantados.
Cuando llegamos me quedé alucinado. La playa era ancha y muy larga, debía
tener muchos kilómetros. Aún así estaba llena de gente, a esa hora el lugar
era idílico. Tenía dentro de la playa trampolines, islas y artilugios con los que
divertirse, lo que la hacía más divertida. Pensaba que esto de las playas era
algo típico del sur o del Mediterráneo, pero estaba equivocado. El agua estaba
fría pero me pareció menos que en Galicia. Allí recuerdo entrar en la playa y
desaparecerme los tobillos del frío, aquí se podía andar e incluso nadar.
Después de divertirnos un buen rato en el agua, nos fuimos a la playa a
charlar. El grupo empezaba a ser considerable. Corinne había venido con su
amiga Selina, otra francesa de la misma edad, y con una cara muy francesa
diría yo, más blanca de piel, resultaba atractiva por su exotismo, pero a estas
alturas y después de tanto ver las caras de mis amigos, cualquier chica nos
resultaba casi una maravilla, sobre todo si nos prestaba atención con
simpatía.
Yo, que era un zoquete en idiomas, no hablaba nada de francés, bueno sí,
preguntando por los sitios había aprendido a decir derecha, izquierda, seguir
recto y semáforo, lo que no creo que pudiera ayudar mucho en ciertos
empeños como el de acercarme a Seline y entenderme con ella.
Mientras tomábamos el sol debimos quedarnos dormidos y al despertarme me
encontré con el Búho que seguía durmiendo a mi lado. No había nadie más
cerca, así que le desperté
- José Manuel, despierta, ¡Búho!
- ¿qué quieres?
AAVV El Espinillo
32
www.espinillo.org
- Dos cosas, primero ¿dónde está el personal? Y segundo ¿dónde está la
playa?
- ¡la leche, es verdad!
La playa se había retirado casi un par de kilómetros, delante nuestro todo era
fango. Los trampolines, islas y demás estaban sobre el barro y ya quedaba
poca gente en la playa. Miramos la hora y eran las siete de la tarde, habíamos
estado un par de horas durmiendo. Miré al Búho de frente y me di cuenta de
que,o se había pintado la cara o se le había quedado media cara roja y la otra
blanca, estaba de lo más gracioso.
- Ahora si que no te vas a comer una rosca
- ¿por qué?
- No te has visto la cara, por un lado estás colorado como un cangrejo y por el
otro de color vainilla, resultas de lo más ridículo, pareces un arlequín, ja, ja.
- ¡no jodas!
- El que no va a ... eso, eres tú con esa cara, pero ¿dónde está todo el mundo?
- Ni idea, pero ¿se me nota tanto?
- ja, ja, si.
De repente miramos hacia atrás y vimos a Paco y a José venir corriendo y
llamándonos. Nos contaron, casi sin respiración, que nos acababan de robar
en la furgoneta, el cristal del conductor estaba roto. Salimos disparados hacia
allí y, al llegar, empezamos a comprobar lo que nos habían quitado.
Lo primero que miramos fue el dinero. Desmontamos la caja de cambios y
vimos los primeros calzoncillos, nos calmamos un poco, parecía que no habían
encontrado el dinero, este era nuestro tesoro y sin él habría que volver a casa
rápidamente. Al sacar todo pudimos ver el dinero, por ahí nada, ¡bien!. Nos
dimos cuenta de que un equipo de música que teníamos en la cocina había
desaparecido. A Julio le habían robado la chaqueta nueva que se acababa de
comprar, y otras cosas de menor valor. Por suerte podríamos seguir nuestro
viaje, pero ahora ya sin Giorgi Dan y sin las canciones de Ana Belén que tanto
le gustaban a Paco. Lo que perdíamos por un lado lo ganábamos por otro. No
salimos mal parados. Lo peor fue el arreglo del cristal de la ventana.
∞
∞
El primer revés grave no nos había derrumbado el sueño, podíamos seguir
adelante. Esta era una de las experiencias que habíamos supuesto muchas
veces que nos podría ocurrir, las aventuras traen su lado positivo y negativo.
Julio ni se había enterado de que le faltaba su chaqueta. Él estaba en la playa
muy animado con la amiga de Corinne, Selene, y ni se había enterado del
AAVV El Espinillo
33
www.espinillo.org
incidente. Más tarde cuando supo lo del robo estaba tan absorto en sus
movidas que no le dio más importancia. Julio siempre acababa por
sorprendernos, lo único que dijo fue:
- chicos la vida continúa, sólo ha sido un traspiés ¡cada día me gusta más este
viaje!
Después de cenar, de nuevo en casa de Rafael, Ainara nos contó un poco más
sobre su escuela de teatro, pero su mirada se dirigía siempre hacía José
Manuel, parecía que había algo entre ellos, tenían dibujado en sus rostros
una sonrisa cómplice en muchas ocasiones.
∞
∞
La cena en casa de Veronique y de Rafael Bravo, fue magnífica. Se percibía
claramente que nos tenían cierto cariño, que les habíamos caído bien, quizás
les producíamos cierta nostalgia. Al final, y vista la alegría reinante, no podía
finalizar de otro modo que cantando clásicas canciones francesas, empleadas
en la enseñanza del idioma francés y que a algunos de nosotros nos sonaban.
Unos éramos más reticentes que otros a ello, pero el clima que se creó fue tan
cómplice y amable que todos alzamos nuestra copa al son de (perdonad las
incorrecciones, aprendí poco, sedado por las bellezas femeninas presentes y
con la copa llena)
Les messieurs
De la table ronde
Goût on bois
S’il le vin est bon
S’il est bon
S’il est agreable
Goût on bois
........
Goût on bois
(oui oui ouiii)
Goût on bois
(non non non)
Goût on bois
S’il le vin est bon
Y también otra canción celebérrima
Un kilomètre a pied
Ça use Ça use
Un kilomètre a pied
Ça use le soulier
Deux kilomètres a pied
Ça use Ça use
AAVV El Espinillo
34
www.espinillo.org
Deux kilomètres a pied
Ça use le soulier
Trois kilomètres a pied
Ça use Ça use
trois kilomètres a pied
Ça use le soulier
...
Os diré que recorrimos, chapurreando, hasta “catorce kilometres a pied”.
∞
∞
« Tu es la plus belle fleur ». pequeña frase, pero significativa, es la única que
me he aprendido producto de mi afán por ligar con alguna francesita. No es
que sea cursi, es más, espero no pecar de muy cursi, pero me empezaba a dar
cuenta de que un hombre es capaz de muchas cosas por una mujer, hasta
estos extremos, y estaba dispuesto a hacer de todo, por conquistar a Corinne
que me tenía cautivado, y después de aquel día, no podía si no pensar en ella,
sobre todo tras cantar junto a ella, lo que me había hecho vibrar de emoción.
∞
∞
Quinto día de viaje (5 de agosto de 1999)
Por la mañana las cosas siempre se ven más claras. Habíamos descansado
cómodamente gracias a la generosidad de Veronique y Rafael, pero nos
enfrentábamos a resolver el inconveniente de la luna rota de la furgoneta.
Rafael se ofreció a acompañarnos a un taller que conocía, pues aunque era
verano y para el viaje no importaba tanto que la luna estuviera sin cristal, era
un inconveniente a la hora de aparcar y dejar la furgoneta en cualquier
ciudad.
El Búho y Rafael se fueron al taller y el resto del grupo, incluida Corinne,
decidimos ir a conocer la ciudad. Quedamos con ellos en la Plaza de la
Catedral.
∞
∞
Comenzamos a caminar por el casco antiguo de Nantes, ciudad natal de Julio
Verne, mi escritor favorito. Todavía recuerdo la primera novela que leí suya “El
faro del fin del mundo”, cuando tenía unos 13 años. Recuerdo que sus
historias de piratas consiguieron engancharme tanto que logré terminarlo en
tan sólo dos noches. Desde entonces, he intentado leer todo lo que he podido
AAVV El Espinillo
35
www.espinillo.org
de Julio Verne. Le admiro tanto…
Por un segundo, pensé en la cantidad de veces que él habría paseado por
estas calles. En cualquier otro momento me habría emocionado, pero ahora…
sólo podía pensar en una cosa, en Corinne. Esto no podía seguir así, tenía que
decirle algo, no podía marcharme de allí sin decirle lo que sentía.
∞
∞
José nos juntó a los amigos en un momento del paseo y nos dijo, con un aire
muy autoritario, que con su prima nada de nada, que ni se nos ocurriera
intentar nada. Era muy joven y era su prima.
- Pero ¿de qué vas tío?, le contesto Paco.
- Pues voy de lo que voy, os aguantáis que os conozco y ya habrá otras
oportunidades, pero a Corinne dejadla en paz. Además para vuestra
información tiene novio.
- Da la impresión de que eso no importa mucho en Francia, no te nos pongas
gallito porque con suerte sólo lo vamos a intentar, y no creo que llegáramos en
este tiempo más allá de darle un beso como mucho, le respondió Julio.
- Pero ¿es que no podéis hacer caso de lo que os digo?, no me mosqueéis
¡leche!.
- No seas antiguo José, y tú ¿que haces todo el día con Seline?¿no tiene la
misma edad?, respondió Paco
Yo asistí atónito a la conversación. Corinne tenía más pretendientes que
Claudia Schiffer, ¡menudo panorama!, había que adelantarse a estos dos
buitres, y encima me las tenía que ver con José. Lo mío, definitivamente, iba a
ser otro amor platónico y ya empezaba a acumular un buen álbum.
Creo que al menos tendré mi momento cuando llegue a París con mi querida
amiga Sandra. Por carta nos habíamos dicho tantas cosas bonitas casi sin
conocernos que no se si cuando estemos cara a cara las vamos a mantener,
más bien si ella las va a mantener, yo seguro que las voy a acrecentar, ya
cuento los días que me quedan hasta Paris. En el fondo me venía bien lo que
me estaba pasando, rápidamente olvidé a Corinne y decidí centrarme en
Sandra, espero que no sea otro patinazo más de mi vida amorosa.
A partir de ese momento pasé a ser un observador de todo lo que estaba
aconteciendo. Decidí ver como se desenvolvían Paco y Julio al lado de Corinne,
ver a José y sus miraditas furibundas, a la vez que seguía siempre cerca de
Selina, que a su vez miraba furtivamente siempre a Julio, pero a éste el hecho
de no poder entenderse le desesperaba, y también seguir a la enigmática
Ainara, sólo el Búho era capaz de entenderla, a nosotros nos desconcertaba
con sus cambios de humor.
Esa mañana no tuvo desperdicio.
AAVV El Espinillo
36
www.espinillo.org
∞
∞
Durante el paseo la tensión entre El Búho y Ainara fue en aumento, hasta que
se fue por su cuenta y quedamos con ella en casa del tío de José.
Lo que más nos ha gustado es el río Loira, magnífico, sobre todo la vista que
se extiende desde la colina de Santa Ana. También el barrio medieval de
Bouffay y El Castillo de los Duques de Bretaña. En lo que más consenso ha
habido ha sido en el muscadet, un vino típico de esta zona que ha hecho que
al final no haya pasado nada desagradable entre nosotros, a pesar de las caras
que arrastraban José y El Búho por distintas cuestiones.
Después de comer nuevamente en casa de Rafael creo que partiremos rumbo a
Paris. Aún tenemos que hablarlo, aunque más de uno va a ser partidario de
quedarnos un día más, pero José, yo y, probablemente, El Búho optaremos
por seguir la marcha. No podemos abusar más de esta extraordinaria familia
que nos hemos encontrado.
En la comida nos han comentado que no dejemos de hacer la ruta de los
Castillos del Valle del Loira, que son patrimonio de la Humanidad.
Esta comida si me está sentado bien. De primero nos ha puesto espinacas con
gambas, deliciosas, luego una carne muy exquisita con salsa de manzana,
para terminar con los quesos de siempre.
La perspectiva de los castillos del Loira me tiene subyugado. Nos han
recomendado especialmente el de Blois y el de Amboise. El Búho se ha
mostrado muy interesado ¡lo que le está cambiando Ainara! y parece que
iremos hacia allí, esto promete.
Ya tenemos la furgoneta arreglada, gracias a las gestiones de Rafael, y, al final,
hemos decidido partir sin más dilación. Las cosas se estaban torciendo y José
tenía ganas de salir de allí para no acabar mal con sus colegas.
La despedida ha sido emotiva, con alguna lágrima del tío de José. Se han
portado estupendamente, incluso querían que nos quedáramos un par de días
más, pero José ha dicho que ya habíamos quedado en no se dónde como
excusa para partir. Paco y Julio no han conseguido su propósito con Corinne,
excepto las promesas de verse en España, teléfonos, y direcciones.
Se nos abre ahora un abanico de posibilidades, desde hacer turismo fluvial en
algún punto de este río camino de Orleáns, hasta sacarnos una tarjeta para
ver toda la zona y entrar gratis en todos los castillos. Francia es realmente
bonita. El paisaje a veces es espectacular, muy verde, con grandes bosques y
sus ciudades están bien cuidadas. De momento lo único que echamos en falta
son unas noches como las madrileñas, más largas y más locas. Aquí todo
acaba muy pronto.
José sigue un poco enfadado con Paco y Julio, el Búho no está participativo,
ya no encabeza ninguna broma ni nada, sólo quiere estar con Ainara, el
ambiente festivo de los tres primeros días se está diluyendo.
- Hay que ir en dirección a Angers, luego según nos han comentado está
AAVV El Espinillo
37
www.espinillo.org
Tours, Blois y Orleáns, comenté.
- Pues a Angers se ha dicho, respondió el Búho
- Yo os acompañaré hasta Paris, luego cojo un tren y me vuelvo a Donosti, dijo
Ainara
A mí me pareció una propuesta excelente. Ainara estaba enturbiando el
ambiente, no porque tuviéramos problemas, si no porque estaba minando a
nuestra mayor distracción: El Búho. De todas maneras dijo que iba a estar un
par de días y al paso que va se queda todo el mes.
- Pero qué dices, tienes que seguir todo el mes con nosotros, respondió el
Búho, este viaje ya no puede seguir sin ti.
Lo que nos faltaba por oir.
- Me gustaría mucho José Manuel, pero tengo cosas que hacer y además me
estarán echando de menos en casa. Dije que me iba un par de días con una
amiga y voy a estar una semana fuera y no se qué decirles, se les puede
ocurrir llamar a mi amiga y la tengo liada en casa. De todas maneras nos
volveremos a ver, no te preocupes.
- Pero ¿cuándo?¿dónde?
El tono de la pregunta y el rostro del Búho, provocó las risas de todos los
colegas y le dejó fuera de juego, se quedó descolocado mientras nosotros nos
partíamos de risa.
Giró a la derecha la furgoneta, frenó en seco y se bajo del coche con Ainara.
En ese momento nos dejó totalmente alucinados, si se le ocurría irse a Donosti
nos quedábamos sin el alma del grupo. Nos miramos unos a otros un poco
aturdidos, y decidimos que éste no iba a Donosti y sí que iba a recibir
“doshostis”.
No sabemos lo que hablaron, sólo que se sentaron y dijo el Búho,
- A Angers ¿no?
- Y al resto de Europa, dijo José, por si acaso.
De momento seguíamos los seis, pero para el resto alguien sobraba.
∞
∞
Para nuestra sorpresa, Angers está a menos de 100 kilómetros de Nantes, por
lo que llegamos antes de lo que pensábamos.
Entramos en la ciudad bordeando el río Maine, y, según avanzamos, nos
quedamos en silencio, impresionados, pues se perfila la silueta del Castillo de
Angers, majestuoso y con un aire muy medieval, bien conservado.
AAVV El Espinillo
38
www.espinillo.org
Estábamos deseando parar, a ver si con un poco de suerte todavía podíamos
entrar a visitarlo, pues nos dijeron que dentro exhiben un tapiz de mas de 100
metros de largo. Hasta José sentía curiosidad. Ni que se estuviera aficionando
al arte, está desconocido.
Después tendremos que pensar si seguir a Tours, que tampoco está muy lejos,
o quedarnos aquí a pasar la noche. Es lo más complicado del viaje, pues
apetece avanzar pero cada sitio en el que paramos nos embauca y cuesta
tomar la decisión.
Ya no me quito de la cabeza la llegada a París y el encuentro con mi amiga
Sandra. Estoy nervioso, pues después de un año escribiéndonos, nos vamos a
encontrar frente a frente.
Decidimos ir hacía el castillo. Al llegar, a Paco le advierten que hay algunas
dependencias que no se pueden visitar, pues se han cerrado ya, y tenemos
una hora hasta el cierre total. Una hora para creernos que somos caballeros
medievales, y fantasear con dragones y princesas. Seguro que Ainara está
también encantada con este escenario, aunque desde que se bajó con José
Manuel a hablar en la carretera, les noto más serios y distanciados. No se qué
se dirían, pero espero que no afecte a nuestro viaje.
Paco y José corren hacía dentro simulando que van sobre un caballo, mientras
las chicas de la taquilla se ríen de nuestras payasadas.
∞
∞
Según se iban abriendo las puertas la imaginación empezaba a flotar,
realmente era como un túnel en el tiempo. Si mirabas hacia delante te
encontrabas en la época medieval, si volvías hacia atrás veías las taquillas y a
las chicas que nos habían vendido las entradas, que todavía sonreían al
mirarnos, con sus ordenadores y su casi siglo XXI.
Realmente parecía la puerta entre dos mundos. Teníamos que darnos prisa,
sólo había una hora para verlo todo o, por lo menos, lo que quedaba abierto y
no podíamos dejar de ver el gran tapiz, seguro que no había otra ocasión.
∞
∞
Lo que no sabíamos ninguno de nosotros era que a Julio no le gustaban los
castillos ni de lejos, pero si sabíamos que no soportaba que hiciéramos gracias
para que las chicas se rieran con nuestras tonterías. Y él, tímido por
naturaleza, se ponía serio con estas cosas. Puede que fuera por esto o por
Corinne y la discusión, el caso es que hizo el recorrido medio arrastrando los
pies y en ningún momento se interesó por alguno de los tapices o por las
armaduras. Eso sí, nos acompañó desde la distancia.
Yo seguía sus movimientos de reojo y veía que se sentaba en los escalones de
piedra cada vez que nos deteníamos. Cuando me daba cuenta de que ya no
venía detrás de nosotros volvía la cabeza y lo veía lejos, concentrado en
escribir, pero estaba seguro de que aquellas notas no tenían nada que ver con
AAVV El Espinillo
39
www.espinillo.org
armas, almenas, fosos o cualquier cosa que tuviera que ver con el castillo.
No me equivoqué, pues una de las veces intenté acercarme a él para decirle
que se uniera al grupo y dejó de escribir. Antes de guardar el papel pude ver
que las líneas que guardó con tanta prisa eran versos.
Lo habíamos comentado entre nosotros y cada vez estábamos más
convencidos de que el poema que encontré, era de su hermano, muerto hace
algún tiempo, aunque pudiera ser suyo. De hecho, le habíamos visto escribir a
escondidas y la duda era cada vez más pequeña. Sobre todo, ahora que me
acordaba perfectamente de uno de los versos que leí aquella tarde en la
furgoneta mientras buscaba una pista para encontrarlo: “del mundo, que es
un castillo”, eso decía. Me acuerdo bien porque es un verso que me hizo
pensar. Y después de verle arrastrar los pies toda la tarde, estaba claro que a
Julio los castillos no le gustaban.
Claro que quizá estaba escribiendo a Corinne, y escribir aquellos versos
mientras los demás mirábamos piedras y armas le ayudaba a estar flotando en
su nube y pensando.
Le conozco bien y estoy seguro de que no le gustó nada que las de la taquilla
se rieran de Paco y de José cuando entraron montados a lomos de caballos
imaginarios. Como críos, había dicho Julio cuando los vio trotar sin montura
hacia la entrada. Estaba a mi lado cuando lo dijo y pude ver cómo al decirlo
su cara se convirtió en una antorcha encendida. Muchas veces me había
confesado Julio que no soportaba esa timidez que le separaba de la vida.
Estaba claro que para viajar era mucho más apetecible el Julio Travolta y
dispuesto a todo que este otro Julio más tristón. Pero los que le conocíamos
bien habíamos aprendido a dejarle solo y, a la vez, a estar cerca por si hacía
falta. Cuando uno se separa de la vida quizá no sea fácil aceptar que el mundo
se le confunda con chicas que ríen, con taquillas, con antorchas medievales o
con bocadillos de mortadela.
∞
∞
...Y de pronto, no sé cómo, me encuentro ante el fin. Ante el Apocalipsis. Cien
metros de hermosura sin límites se extienden ante mis pupilas que intentan
sin éxito abarcarlo todo, peinar hasta el último detalle del tapiz encargado
hace seis siglos por Luis I de Anjou. Veo una mujer, una mujer de largos
cabellos y un vestido que fluye sobre los escalones. La prostituta de Babilonia
se refleja en el espejo.
∞
∞
Veo hermosos ángeles postrados de alas azules, veo, ..veo...que estoy solo en
la sala, y que ya hace un buen rato que no sé nada de los demás así que
comienzo a buscarlos. Al principio los llamo tímidamente, como susurrando.
- ¿Paco?, ¿José? ...
Ninguno contesta, lo que me pone muy nervioso. Comienzo a andar más
AAVV El Espinillo
40
www.espinillo.org
rápido, más rápido. Doblo la esquina y ... me detengo justo a tiempo de no
interrumpir la escena.
Paco acaricia el pelo de Ainara e intenta darle un beso. Je je. El último en
llegar y se lleva el gato al agua ¿será verdad? Si es que no hay derecho, pienso
para mí ya más tranquilo tras haberlos encontrado. No me gusta nada el juego
de esa chica. Quiero llegar a París por muchas razones y una de ellas es
perderla de vista cuanto antes.
∞
∞
Tras el recorrido por el castillo hemos aparcado al lado de la muralla y hemos
abierto el doble techo de la furgoneta. Hoy para cenar tenemos huevos fritos y
morcilla, que mira que dan de sí los huevos fritos, valen para cualquier
remiendo, vamos a ver si se le impregna algo del humo que sale de nuestra
cocina a este histórico castillo para que sepa cuales son los aromas de
España, nada de coles, alcachofas y quesos, ¡morcilla y huevos fritos! El
chorizo frito lo dejaremos para la torre Eiffel.
La cena ha resultado estupenda aunque el comedor se queda pequeño para
seis. Para dormir volvemos con las estrecheces. Vamos a intentar dormir los
seis, lo siento por Ainara que le toca en los asientos de delante, si se amolda
con el volante y la caja de cambios dormirá bien. Nosotros todos juntos detrás
de forma inverosímil. Yo me he tirado rápidamente en una esquina, así me
garantizo que los codazos y demás sólo vienen en una dirección, y, de paso, la
pared está más fresquita.
Sexto día de viaje (6 de agosto de 1999)
Cuando estábamos sin chica llegamos a realizar concursos de posturas, pedos
e idioteces varias, ahora con Ainara estamos de un formal y un comedido que
asusta, nos parecemos a nuestros padres.
- ¡Leñe! Qué golpe me he dado. Pero ¡si estamos en ruta! ¿dónde estamos?,
pregunté de repente.
- Cerca de Blois, contestó El Buho, que sorprendentemente estaba
conduciendo junto a Ainara, y digo sorprendente porque, después de lo que
dijo Ainara, creía que lo que no le apetecería sería llegar pronto a Paris.
- Y ¿qué ha pasado con Tours?, preguntó Paco mientras se desperezaba a mi
lado
- Pues que se ha quedado a bastantes kilómetros de aquí. Pasamos esta
madrugada cerca, pero cómo alguien quería ver el castillo de Blois, aquí
estamos. Id calentando leche y haced café que ahora paro. ¡Ah! por cierto,
como Ainara y yo no hemos dormido os agradeceríamos mucho que nos
dejarais dormir esta mañana tranquilamente, respondió el Búho.
Por eso había dormido tan a gustito, de un tirón, sólo éramos cuatro atrás y
eso se nota. La verdad es que dormir con el ruido constante de la carretera es
como un somnífero, si la carretera es recta, claro está. No me he enterado de
nada.
AAVV El Espinillo
41
www.espinillo.org
- Nosotros podríamos coger un barco esta mañana , si no es muy caro.
Recuerdo que mi tío me dijo que salían algunos de Blois, ¿qué os parece
chicos?, dijo José.
- Pues me parece de fábula, y si el río está bien nos damos un chapuzón y nos
duchamos de paso que aquí huele a tigre, respondió Julio.
- Al que se le ocurra volver a comprar queso se lo tatuamos en el pecho, aquí
no huele a tigre huele a los quesos que habéis comprado para vuestras
familias, propongo comérnoslos cuanto antes o si no aquí no vuelve a entrar
nadie, esto apesta, dijo José.
- Es cierto, respondí. ¡¡Es el roquefort!!
Tras el desayuno dejamos a la parejita echarse un poco y nos fuimos al río
Loira para ver si encontrábamos la salida del barco y, sobre todo, el precio.
Cerca de la entrada al barco, mientras mirábamos tranquilamente los precios
y horarios, un pastor alemán vino hacia nosotros de forma alocada. Estaba a
unos cien metros y al verle venir me empezaron a temblar las piernas. Lo de
los perros era un trauma infantil que tenía. El cabrón del perro vino directo
hacía mí y se me tiró encima, casi era más alto que yo. Estaba aterrorizado,
nadie me ayudó en ese pequeño instante, esperaba que aparecería el dueño
del perro o que el chucho endiablado haría caso de algún silbido, pero no
ocurrió nada. El pastor alemán me dio un mordisco en el glúteo que debió
durar una eternidad, yo empecé a correr y llevaba arrastrando al animal que
seguía clavándome sus afiliados dientes en mi culo. La situación debió parecer
grotesca a mis amigos que no intervenían para ayudar, y entre el miedo y sus
risas me estaban irritando mucho. Al final apareció un señor que no se qué le
dijo en francés y apartó al puto perro de mi trasero. Yo caí al suelo
retorciéndome de dolor y mis amigos, ahora sí, me bajaron los pantalones para
ver qué había ocurrido. El mordisco que me había metido había penetrado
unos cuantos centímetros y sangraba abundantemente.
He cambiado el viaje en barco por la furgoneta camino del hospital, me duele
horrores y creo que me van a tener que dar algún punto y no se si una vacuna
contra la rabia, estoy asustado, muy asustado. No se me quita la primera
imagen cuando el animal me echó su aliento y vi sus colmillos cerca de mi
cara, estaba paralizado, el milagro ha sido que me mordiera detrás.
Mis amigos no se qué están diciendo, pero me temo que hoy no voy a poder
dormir a gusto. Menos mal que está Ainara, con todo lo que he pensado de
ella, pero voy agarrado de su mano y es lo que me reconforta ahora mismo.
¡Qué desastre de día!
- Calma no te va a pasar nada, dijo Ainara, un poco de valor y ya está. Toma,
bebe un poco de agua que no paras de sudar.
Y eso era lo que me hacía falta, valor, mucho valor o, por supuesto, no tener el
pánico a las agujas que tengo. Intentaba aguantar el dolor, no llorar, y no
dejarme impresionar por lo que viniera, pero me estaba resultando demasiado
difícil.
AAVV El Espinillo
42
www.espinillo.org
Llegamos por fin al hospital más cercano, no podía más del susto que llevaba.
Paco y José me llevaron por la puerta de emergencias y Ainara se quedó en la
entrada esperando que José Manuel aparcara.
Cuando la enfermera me limpió y desinfectó la zona herida, con algo de
alcohol por lo que escocía, el médico me revisó y me dijo que, por suerte, la
herida no pasó a mayores, tenía que aplicarme, eso si, una inyección
antirrábica para prevenir. Tenía terror a las agujas pero, al menos, me había
librado de que me dieran unos cuantos puntos. Agradecí que no estuviera
presente Ainara, ya había cubierto mi cuota de ridículo por hoy. Al médico se
le partió la aguja al darme el primer pinchazo, algo me dijo en francés que no
entendí, creo que quería que me tranquilizara y que relajara el culo. Paco
tampoco había entendido lo que dijo, pero la cara lo explicaba todo, veía al
médico cada vez más irritado. A la segunda intentona la cosa fue bien ... para
el médico, para mí fue entrar el líquido y morder el pañuelo que me pusieron
en la boca hasta retorcerlo, la pierna se me quedó más tiesa que la mojama.
Me recetó unos antibióticos que tomé casi con placer, y eso sí, me dijo que en
un par de días no hiciera mucho esfuerzo, (la verdad es que no se cómo lo iba
a hacer si casi no me podía mover) y que si el dolor persistía más de un par de
días que volviera al médico.
Volvimos a la furgoneta, yo totalmente cojo pero más tranquilo. Me ayudaron a
tumbarme en la parte trasera boca abajo, para poder descansar mejor.
Arrancamos y, entre el mal trago pasado, el antibiótico y el ronroneo del
motor me quedé dormido al poco rato.
∞
∞
Un par de horas después llegamos a Le Mans. Nuestros estómagos rugían más
que el león de la Metro, así que decidimos detenernos para comer algo. A
Juanito lo dejamos durmiendo porque parecía que estaba en trance, ya le
compraríamos alguna vianda francesa para cuando se despertara y se
recuperara de sus males.
Gracias al francés de Paco logramos pedir tortilla, algunas raciones y cervezas
que nos supieron a gloria.
∞
∞
Pasé todo la tarde con la pierna tiesa, no podía moverla, el perro me había
dado el viaje. Mis amigos que ya se estaban cansando un poco de ver castillos
y del río, decidieron seguir hacia Paris, así que me quedé con las ganas de ver
el Castillo de Blois por dentro y de montar en un barco por el río. El caso es
AAVV El Espinillo
43
www.espinillo.org
que el Castillo de Blois lo voy a ver toda mi vida, curiosamente lo veo de fondo
tras la boca del pastor alemán en mis pesadillas.
Lo que prometía ser una ruta fantástica por los castillos del Loira, con
ciudades con mucho renombre y probablemente preciosas, se convirtió en
carretera y más carretera. Además, con el fin de ahorrar, empezamos a dejar
de ir por las autopistas, cuyo peaje era bastante caro, y utilizamos las
carreteras.
Pasamos por Orleáns sin ver absolutamente nada. Propuse ir hacia Chartres y
al menos ver la catedral, aunque fuese desde la furgoneta, pero nada. Sólo
París, Paris y Paris. Yo también quería ir a Paris, lo deseaba, pero pederme
todas estas posibilidades me cabreaba, quién sabe si alguna vez volvería por
aquí.
Me gustaría hablar con el Búho sobre Ainara, pero temo que el viaje se
estropee, además el comportamiento conmigo de Ainara, tan dulce, me obliga
a no meterme dónde no me llaman. Dejaré que la vida y ellos mismos se
arreglen solos. Estamos a apenas doscientos kilómetros de París, una de las
ciudades más bonitas del mundo, quizá nunca volvamos a tener la
oportunidad de hacer un viaje como este todos juntos y, de todas formas,
Ainara nos dejará entonces y volverá a Donosti. Tal vez nunca volvamos a
verla, así que para qué fastidiarlo todo contando algo que no nos va a llevar a
ningún lado y que en el mejor de los casos son sólo imaginaciones mías.
Al final decidimos parar en un pueblo que se llama Etampes, cerca de Paris.
Aprovechamos para cenar en la furgoneta y salir a tomar algo luego. La cena
transcurrió más sería de lo que era habitual, algo no andaba bien. Julio
seguía mohíno, quizás echaba de menos a Corinne que en Nantes le había
levantado la moral. José era el único al que se le veía animado. El Búho y Paco
estaban muy raros, junto con Ainara, se podía palpar la tensión y yo seguía
viendo al perro en mi cabeza a todas horas.
Para colmo de desdichas, después de parar para llenar el depósito de gasolina
en una estación de servicio, la furgoneta no arrancaba de ninguna manera,
queríamos ir al centro de la ciudad pero iba a tener que esperar, ¡la furgo se
había estropeado!. No sabíamos lo que ocurría. Abrimos el capó para ver el
motor y aquello era peor que la teoría de la relatividad. No sabíamos nada de
nada, empezamos a revisar. El aceite bien, tenía agua, estaba caliente, no se,
no se. El Búho subió a la furgoneta de nuevo y nos dijo que empujáramos a
ver que ocurría, los tres tiarrones, o sea el resto menos Ainara y el cojo
manteca, empujaron la furgoneta hasta que el Búho logró arrancarla, ¡milagro!
¡se arrancaba a empujones, increíble!, menos mal, lo que no sabíamos es si en
la próxima parada nos iba a ocurrir lo mismo pero nos temíamos lo peor, al
menos siempre nos quedaría esta posibilidad. Me temo que nos vamos a poner
cachas si tenemos que estar todo el mes arrancando la furgoneta a
empujones, y digo todo el mes porque hay una parte buena, muy buena, y es
que se ha estropeado el cuentakilómetros, llevábamos dos mil ochocientos
kilómetros y ahí nos hemos quedado, ya no se mueve. Nos va a suponer un
ahorro considerable de dinero, podríamos ir a Moscú y seguir con este
kilometraje y no pagar por los kilómetros hechos, así que no la vamos a
arreglar de ninguna manera.
Callejeamos y cuando íbamos a aparcar recordamos que necesitaríamos sitio
AAVV El Espinillo
44
www.espinillo.org
para empujar si no volvía a arrancar. Buscamos una calle con una ligera
pendiente y con poco tráfico. La encontraron, no sin antes dejarnos a unos
cuantos en el centro del pueblo, pero en las afueras. Nos metimos en un café
que tenía unas mesas estupendas en el exterior y pedimos unas copas, ya no
íbamos a conducir así que nos lo podíamos permitir todos. Después de una
hora distendida y cuando ya nos íbamos a ir, aparecieron unos macarras
franceses que, sin venir a cuento, empezaron a decirnos
- ¡esgpagnoles mieggdaaaaaaaa!
- ¡Gitanos! ¡susios africanos!
Más morenos que ellos sí que éramos, pero no tanto. Nosotros éramos cinco y
ellos también, pero la pinta de cada uno era diferente. La suya era muy
disuasoria, rapados, tatuados, altos y fuertes, con botas y ropa militar. Sólo
Paco parecía estar a su altura, incluso en el color de piel.
En ese momento de tensión, con estos energúmenos insultándonos desde la
pared del bar, apareció el Búho que venía del servicio, lo que empezaba a ser
una rutina, con su pinta desgarbada, su barriguita, no podía ser mas
lamentable, iba con un bañador de competición y una camiseta que no le
cubría la barriga, ... y encima venía con la gotita de hacer pis marcada en el
bañador, ¡qué bochorno!.
Los macarras seguían con su agresión verbal,
- ¡espagnoles cegdos!
Y proferían gritos en francés seguidos de risas. Seguro que pensaban que
éramos unos cobardes y cosas así ... y acertaban.
Se levantaron tres de los nuestros y se dirigieron muy dignos hacia la
furgoneta. Ainara, Paco y yo nos quedamos aguantando el chaparrón,
estábamos bastante asustados pero sabíamos que delante de la gente no se
atreverían a tocarnos, así que de ahí no nos movíamos, y seguimos con
nuestra sordera, e incluso ceguera al escupirnos uno de ellos y caer “eso” muy
cerca del pie. Nuestro desprecio hacia ellos era absoluto.
Cuando llegó la furgoneta nos levantamos y se acercaron a nosotros los
macarras franceses, que debían ser de la quinta del tarugo. En el camino uno
de los macarras volvió a escupir en el suelo a nuestro paso ¡qué manía había
cogido! Otro me rozó con el hombro y yo, con la pata coja, casi me caigo
encima de una pareja. Nosotros ni caso, a lo nuestro. El Búho estaba al
volante, José, Paco y Julio se pusieron detrás y abrieron la puerta trasera de
la furgoneta, mientras Ainara y yo nos sentamos al lado del Búho.
La furgoneta arrancó y ahí fue donde pudimos dar rienda suelta a nuestra
rabia. Empezamos a insultarles, a hacerles butifarras, mientras estos
botarates nos seguían corriendo y tirando piedras. Nuestros insultos eran un
poco pobres en francés ya que no dominábamos su lengua. En la nuestra
resultaban más contundentes, en francés les dijimos, fus, miterranes,
fromatge, chiracos, cogn, a gauche, a droite y cosas sin sentido del mismo
estilo. Nuestro francés era lamentable, pero la forma de decirlo bastaba. Yo les
llegué a decir ezkerriz asko que me sonaba muy mal, pero Ainara me explicó
AAVV El Espinillo
45
www.espinillo.org
que era todo lo contrario de lo que creía. No cuento lo que les dijimos en
español. Cuando ellos pararon de correr, el Búho paró la furgoneta y puso la
marcha atrás, para chulos nosotros que por algo somos de Madrid, mientras
seguíamos gritando ya fuera de sí. Los macarras volvieron a correr detrás de
nosotros, ya con la lengua fuera los pobres, y, esta vez, fuimos nosotros los
que les tiramos cosas que habían cogido en el camino a la furgoneta. Cuando
se volvieron a acercar el Búho arrancó a toda velocidad, casi derrapando y,
sin parar, salimos de Etampes de estampida.
Esa noche el cachondeo fue tremendo. Nos reímos de nosotros mismos
durante horas, de nuestra estupidez, de nuestra serenidad, de los insultos,
hasta que caímos dormidos. Cuando nos quisimos dar cuenta era la hora de
comer.
El día anterior había llamado a Sandra para decirle que mañana llegábamos a
Paris, menos mal que se me ocurrió decir que llegábamos después de comer.
Séptimo día de viaje (7 de agosto de 1999)
Tras desayunar o comer, no se lo que era, nos pusimos en marcha hacia Paris.
Una hora después estábamos en una de las autopistas que rodean Paris, eran
las cuatro de la tarde, íbamos bien de tiempo. Se veía al fondo la Torre Eiffel,
¡que maravilla!, el vello se me ponía de punta, me emocionaba ver esa imagen
tan simbólica.
Teníamos que ir a Lozere, pero en la autopista no veíamos ningún cartel con
ese nombre. Empezamos a dar vueltas sin saber donde estábamos. Unas veces
la Torre Eiffel estaba a la derecha, otras a la izquierda, llevábamos más de dos
horas dando vueltas por las autopistas, de la Autoroute a la Periferique y de
ésta nuevamente a la Autoroute. No sabíamos por dónde salir, decidimos ir
hacia el centro de la ciudad y nos metimos en un atasco descomunal. Las
horas pasaban, las cuatro, las cinco, las seis, las siete. A esta hora divisamos
el Arco del Triunfo, nuestra calle iba directa hacia él. Al llegar allí, no podía
dejar de mirarlo, era impresionante, el triple de alto que nuestra Puerta de
Alcalá, pero, de repente, se le caló la furgoneta al Búho. Se había puesto
nervioso, ya que de allí salían ocho, diez, doce calles, no se, todos los coches
se cruzaban como si nada. Tuvimos que bajar para arrancarla, los coches nos
pasaban por todos los sitios y nosotros allí en medio. Nos pusimos a empujar
la dichosa furgoneta, casi nos jugamos la vida, allí no paraba nadie, y
nosotros de ridículo en ridículo. La primera vez que veíamos el Arco del
Triunfo y estábamos corriendo tras una furgoneta. Logramos arrancar y, al
final, preguntando, preguntando, fuimos acercándonos a Lozere, que resultó
ser un barrio de las afueras y Paris era inmenso.
Cuando logramos dar con la calle y el número eran las diez y media de la
noche de un domingo y no había ni un alma por las calles. Parecía de
madrugada en España.
Llamé tímidamente, un poco asustado, allí no parecía que hubiera nadie.
Después del segundo intento apareció el padre de Sandra, o eso parecía, ¡en
pijama!.
AAVV El Espinillo
46
www.espinillo.org
- Perdón, es que nos hemos perdido, dijo Paco en su peculiar francés
El padre restó importancia a la hora y nos recibió extendiéndonos la mano y
abriéndonos las puertas de su casa. Paco y yo entramos. Estábamos muy
cortados. Toda la familia fue apareciendo en pijama. La madre, la hermana
pequeña y Sandra. Cuando vi a Sandra se me iluminaron los ojos. Ella vino
hacía mí sonriendo y me dio un abrazo y dos besos que me curaron todos los
males, desde ese momento dejé de cojear.
A Sandra la conocía de una fiesta en Madrid. Era el verano del 98, un caluroso
día del mes de julio. Mi amigo Antonio dio una fiesta en su casa de la Plaza de
Roma. Era la primera vez que iba por esa parte de Madrid. Allí había muchos
extranjeros que no se de donde habían salido. La fiesta era muy animada.
Antonio me presentó a su prima francesa Sandra. Me pasé toda la noche
hablando con ella. Iba a estar una semana en Madrid, así que me ofrecí a
enseñarle todo Madrid. Esa semana fue maravillosa, estuve con Sandra desde
la mañana hasta la noche, pero en cuanto a ligar, no pasó nada de nada. No
me distinguía por la audacia precisamente.
Estuve escribiéndome cartas con ella todo el año, y, a medida que cogía
confianza, le fui diciendo de todo, que la quería, que la echaba de menos, que
contaba los días para volver a verla.
Y aquí estaba yo, más avergonzado que todas las cosas. Nos ofrecieron cenar,
la situación era penosa, ahí estábamos todos comiendo, con más hambre que
vergüenza, mientras ellos nos miraban en pijama. Ellos no hablaban español,
excepto un poco Sandra, lo que la hacía más encantadora. Nosotros no
hablábamos francés, excepto un poco Paco, y allí estaba el pobre traduciendo,
la situación era muy incómoda,
- Dile que todo está exquisito, decía José a Paco, y este traducía.
Y hacíamos sonidos de aprobación, o decíamos “tresbien”, mientras nos
metíamos un poco de queso, salchichón y demás viandas de la mesa,
- Diles que perdonen por el retraso, así toda la cena
Paco y Sandra por su parte nos traducían lo que el padre decía, que si el viaje
bien, que a dónde vamos, que cuándo partimos, en fin, una retahíla de la que
no me enteraba de nada, a mi lo que me interesaba era Sandra, sólo Sandra.
Esa noche Sandra me llevó a una habitación que tenía preparada para mí, y
Ainara se fue a dormir con ella en su habitación. El resto del grupo durmió en
el sótano del chalet, en unas colchonetas.
No podía dormir, no me podía creer que estuviera allí, que Sandra estuviera
tan cerca y que todo esto fuera realidad. Lo había soñado tantas veces que no
podía dar crédito a lo que me estaba pasando. Mientras le estaba dando
vueltas apareció Sandra en mi habitación. Me asusté, no estaba acostumbrado
a estas situaciones, al fin y al cabo estaba en casa de sus padres y con estos
durmiendo al lado.
AAVV El Espinillo
47
www.espinillo.org
Sandra se metió en mi cama, no parecía dispuesta a seguir esperando como
en Madrid,
- ¿qué haces, nos pueden oír?
- no te preocupes, no pasa nada, dijo Sandra con su acento francés tan dulce.
Ya no dije nada más, me dejé llevar por las caricias de Sandra. Seguía
asustado porque no era un experto haciendo el amor. Las veces que lo había
hecho, que eran pocas, no me había distinguido por ser un Don Juan. Esto lo
comprobó rápidamente Sandra. No lo pude resistir. Pero ahí estaba dispuesto
a volver a empezar, una y otra vez si hacía falta. Estábamos a oscuras, lo que
me ayudaba enormemente. Ella me acariciaba con su mano con mucha
suavidad, yo la abrazaba, la besaba continuamente, no podía dejar de besarla,
quizás no debía exagerar, pero no estaba para mediciones. Lo hicimos, no se
como fue, pero me gustó, me gustó más que ninguna otra vez, todo fue tan
delicado que apenas me di cuenta de cómo había sido, me dejé llevar y me deje
seducir. Maravilloso.
Esa noche fue la noche más mágica de toda mi vida. Me había enamorado de
ella, sí enamorado, más de lo que lo había hecho de ninguna otra chica en
toda mi vida.
∞
∞
Octavo día de viaje (8 de agosto de 1999)
A la mañana siguiente todos estábamos muy excitados. Paris en nuestros
sueños durante este último año, era el punto central que daba sentido a
nuestro viaje. Todos queríamos conocerla, aunque cada uno tenía sus razones.
El día anterior habíamos conocido sus autopistas y algunas calles con sus
atascos, que en nada la diferenciaban de Madrid.
Tras el desayuno en casa de Sandra, queríamos irnos rápidamente a conocer
la ciudad, pero el padre de Sandra, François, nos dijo que lo mejor sería que
nos diéramos un baño antes de salir, lo que nos pareció una buena idea, y si
lo dijo él, sería por algo.
Una hora después estábamos en el metro de Lozere camino del centro de
Paris. Teníamos una guía espectacular, una parisina.
Lo que más anhelaba era, ya que no pude ir en barco por el Loira, ir en barco
por el Sena y mejor si iba solo con Sandra.
Paris estaba encima de nosotros y el día sólo acababa de empezar. Hay días en
la vida de una persona que nunca se olvidan, que permanecen inalterables en
la retina y tenía la impresión de que ese iba a ser uno de ellos, y eso a pesar
de no haber casi dormido.
AAVV El Espinillo
48
www.espinillo.org
∞
∞
¡¡¡¡París, París!!!!! coreábamos al unísono, todos muy contentos por el largo
viaje que ya daba frutos, salvo la vaga mirada de Ainara, que ahora estaba
pensativa. No sabía que es lo que sucedía en su cabeza, no podía leer sus
pensamientos, pero la observaba, atentamente, después de todo, la
consideraba una amiga, habíamos compartido gratos momentos, de amistad,
de alegría, de tristezas, ella estuvo a mi lado cuando peor lo pasé.
Fuimos a ver la Torre Eiffel, con su majestuosidad señorial, esta vez la
pudimos contemplar reposadamente, y digo reposadamente porque la cola que
había para subir era de más de dos horas, lo que nos permitió hacer turnos y
tumbarnos en el césped al lado de la torre hasta que se nos fue grabando
enteramente en la retina.
Cuando subimos, pudimos observar la impresionante vista de todo Paris y
alrededores. Sandra nos iba orientando, la Catedral de Notre Dame, el Louvre,
Sacre-Coeur, la Defense, la Biblioteque Nationale, etc.
Al terminar la visita, Sandra nos llevó a una brasserie, así llaman aquí a
lugares parecidos a las cafeterías, y probamos el famoso chocolate caliente que
tanto les gusta a los franceses, en especial a los parisinos.
Ainara, que cada día nos iba cayendo mejor aunque yo seguía sin entenderla,
nos preocupaba, estaba algo distante, y José Manuel mantenía cierta
distancia hacia ella. Supimos que ellos tres, el triángulo mágico que estaban
formando Ainara, Paco y El Búho, tuvieron una seria conversación en privado.
A José Manuel, que es cualquier cosa menos tonto, no se le había escapado
ningún detalle y se había dado cuenta de que sucedía algo extraño, por eso
propuso la conversación entre los tres. Desde allí, a Ainara la vemos confusa,
muy callada a veces, llena de chispa en otras ocasiones, sobre todo le brillan
los ojos cuando me hace alguna broma con la noche que he pasado, somos un
poco cómplices.
- Chicos, me lo estoy pasando genial con todos vosotros pero me tengo que
volver, vuelvo a Donosti, nos dijo Ainara. Mis padres, la matrícula de la
escuela de teatro y los ensayos de la obra me esperan.
- No te vayas Ainara, espera un par de días, le dijo Julio.
- Eso, cuando todos nos vayamos de Paris nos despedimos, quédate un par de
días más, dijo José Manuel que, de repente, salió de su amodorramiento.
- Me gustaría quedarme, pero tengo mucho que reflexionar. Este viaje me ha
servido para poder darme cuenta que tengo que poner mi vida en orden. Os
voy a echar mucho de menos
- Bueno Ainara, luego hablamos de todo eso, hoy te quedas en casa y mañana
ya veremos, dijo Sandra sin darle opciones a responder. Vamos a coger el
bateaux-mouches hasta l’Ille de Notre Dame. Os voy a llevar a ver una iglesia
AAVV El Espinillo
49
www.espinillo.org
preciosa, se llama la Saint Chapelle y tiene unas vidrieras espectaculares,
quizás las más bonitas del mundo, de la época gótica, ya veréis.
∞
∞
A mí todo lo que decía Sandra me sonaba a música celestial, encima coincidía
con mis deseos, ahora el barco por el Sena, luego una iglesia gótica, que más
podía pedir.
El día pasó tan rápido que casi no me dio tiempo a cerrar la boca, estuve
pasmado todo el día, cada cosa que veía me gustaba más que la anterior. Al
llegar a Notre Dame vimos que estaban rodando la escena de una película, nos
dijeron que era una de 007, se tiraba desde las campanas e iniciaba una
persecución. La escena se repitió once veces para deleite de todos los que por
allí pasamos, hasta que por fin nos permitieron entrar y subir a las famosas
campanas, tenía ganas de ver a Quasimodo, nos dirigimos directamente
escaleras arriba y oímos la musicalidad de las campanas. El guía no era
Quasimodo, pero poco le faltaba.
Al atardecer, Sandra nos propuso ir a Montmartre. Con dieciocho años y la
piña de amigotes, con un poco del espíritu bohemio propio de la edad, ¿qué
mejor sitio, que en el que se encontraban y vivían Picasso o Toulouse-Lautrec,
y que desprendía glamour y belleza por cada calle que se recorría, por cada
esquina que se doblaba? O al menos eso pensaba yo.
No había duda la idea de Montmartre nos sedujo inmediatamente.
∞
∞
Decidimos subir en el funicular, poco a poco iba apareciendo una vista de todo
Paris, resultaba cautivadora. La basílica del Sacre Coeur no tiene nada que
envidiar a la catedral de Notre Dame. Aún siendo mas pequeña, tan blanca,
resplandece y rezuma encanto por cada rincón.
Callejeando llegamos a la Plaza du Tertre o plaza de los pintores, por la
cantidad de ellos que están allí reunidos, mostrando sus obras y trabajando.
Aunque una mayoría de los que allí estamos somos turistas, el ambiente que
se respira es muy francés…quizá porque suena algún acordeón de fondo.
Había muchísimo ambiente en las terrazas y tiendas de alrededor, pues,
aunque estaba anocheciendo, la temperatura era suave. Nos apetecía
muchísimo perdernos por todas estas calles. Fuimos bajando por las estrechas
callejuelas y llegamos a Pigalle. De pronto nos dimos cuenta de que estamos
frente al Moulin Rouge. Al Búho le decepcionó un montón,
- ¡Pero si es un molino normal y corriente! ¡Qué digo, si mas bien es pequeño!
AAVV El Espinillo
50
www.espinillo.org
No debe caber tanta gente ahí … pensaba que era algo más espectacular.
Yo debo de estar embrujado, a mí me gusta todo, y para colmo no me quito de
la cabeza los recuerdos de anoche...Todavía siento las caricias de Sandra en
mi piel.
Parece mentira que sólo hace unos días aún estábamos en el barrio hablando
de cómo sería todo esto, soñando.
∞
∞
La llegada a París había despejado todas las dudas y los escozores que me
había ido generando por el camino. Me sentía pletórico, exultante. Era una
sensación difícil, imposible de explicar. El gusanillo que se siente ante un
primer amor, porque esto no me había pasado nunca a pesar de haber salido
ya con alguna chica.
Queríamos hacer muchos kilómetros deambulando por las calles y sus
edificios, atravesar todos los puentes del Sena, hacer el gandul en los parques,
andar sin prisas, dejándonos llevar por la ciudad.
En el que se había producido una metamorfosis más acusada era en Julio.
Tenía cara de “atontao”, con una sonrisa reflejada permanentemente,
imposible de eliminar. Creo que se había quedado ya fija, en su cara, para
siempre, como un muelle cuando se estira en exceso.
En las inmediaciones de Sacre Coeur, en la altura de la cota física, y en la
altura que determinaba su ánimo, miraba atentamente todo París. Lo hacía
con dulzura, con ilusión. Los demás estábamos a nuestra bola, cuando nos
sorprendió, como sólo él sabe hacer, para lo bueno y lo malo. Junto a él,
disfrutando de esa deliciosa mirada, había un señor, una señora, y su hija,
que debía tener algún año menos que nosotros. Haciendo un escorzo de
espadachín, visto y ensayado con las películas de Errol Flyn, se puso en
cuclillas delante de la muchacha.
-Madame, vous etês française? Je suis ton ami espagnol, et je veux vous
m’appelez PICASSO. Llámeme Picasso, bonita doncella.
La adolescente de primeras se asustó un poco, y se aferró al brazo de su
padre. Nosotros nos sorprendimos muchísimo con la escena. Tras un eterno
segundo de impás ...., el padre se empezó a reír, dándole la mano a Julio.
Después siguió el mismo destino la madre y ella misma, mientras nosotros,
estupefactos, y al final riendo, nos abalanzamos hacia él, y empezamos a darle
collejas. El padre de la joven nos dijo,
- Mi abue-ló ega de Bagselona.
∞
∞
AAVV El Espinillo
51
www.espinillo.org
Julio había dicho la primera y única frase que conocía en francés. En la fase
final de la preparación del viaje había ensayado esa escena delante del espejo,
muy divertido.
Era un pequeño reto tonto, tenía que hacer realidad esa escena. Y lo había
hecho. Y eso le hacía estar aún más pletórico.
∞
∞
Pletórico y lleno de felicidad, pues a pesar de haber ensayado esa escena, Julio
no imaginaba con exactitud la reacción que podría tener la jovencilla, que por
cierto, era muy simpática y que entendió con facilidad el español.
- Por cierto Picasso, mi hija se llama Sophie.
Nos presentamos todos y empezamos a bajar las escaleras juntos. La niña era
realmente encantadora y rápidamente se hizo amiga nuestra, en especial de
Sandra que se hizo con la niña e iban juntas durante nuestro paseo, con Julio
al lado, era el más entusiasmado en que Shopie y sus padres nos
acompañasen un rato, y nosotros sin saber porqué.
Cuando nos despedimos, volvió a montar otra pequeña escena,
- Tu es la plus belle fleur, Julio le hizo una reverencia y le besó la mano como
despedida
Definitivamente Julio apuntaba hacía el vodevil.
∞
∞
Esa noche tocaba a su fin, volvimos a casa de Sandra y sus padres
nuevamente en pijama y despiertos nos estaban esperando.
La mesa estaba preparada para la cena y, a pesar de haber picado algo en
Montmartre, nos sentamos a cenar. El padre de Sandra dijo,
- Una ducha antes de cenar os vendrá bien.
Todos nos miramos extrañados pues nos habíamos duchado esa misma
mañana, pero nadie dijo nada excepto José,
- La verdad es que me apetece mucho
Las viandas tuvieron que esperar, fuimos todos uno a uno duchándonos y tras
una hora, y ya de madrugada francesa, cerca de las doce, nos sentamos a
cenar.
AAVV El Espinillo
52
www.espinillo.org
A mí la cena me estaba sobrando, sólo deseaba volver a estar con Sandra a
solas, aún a sabiendas de que estaba en casa de sus padres, y esto en España
sería jugarse el futuro con ella.
La cena estuvo muy distendida, Ainara se encontraba aún con nosotros, había
decidido posponer un día más su regreso a Donosti. Al volver de la ducha,
François, el padre de Sandra, había convencido a Ainara para que se quedara
otro día más.
A Julio se le seguía viendo risueño, era hombre de extremos y parece que Paris
y su última amiga Sophie le habían cambiado el ánimo. José y Paco se
adaptaban a todas las situaciones, eran todoterrenos.
- Mañana, aunque es martes, he pedido un día de vacaciones en el trabajo y
nos vamos de excursión a Fointeneblau. Hay un palacio precioso y pasaremos
el día fuera, si nos da tiempo nos acercaremos también a Versalles, dijo
François, y ésta había sido la razón para que Ainara decidiera quedarse otro
día para solaz del Búho.
La cara de algunos era un poema, había más de uno que se estaba cansando
de ver Palacios y les apetecía más andar por la ciudad y divertirse. A mí me
pareció estupendo, aunque estar todo el día con los “suegros” se me hacía un
poco duro.
- Además vendrá con nosotros mi prima Segolene, dijo Sandra. Al oir esto a
algunos de mis amigos se les cambió el rostro.
- y ¿qué edad tiene? Dijo inmediatamente Julio lo que provocó más de una
broma.
- Tiene mi edad, dieciocho ¿te parece bien?
- Me parece tres bien, contestó.
No era mala la perspectiva. Lo bueno de todo esto es que al mediodía no nos
íbamos a duchar, sólo nos ducharíamos por la mañana y por la noche. El
padre de Sandra era cirujano y ya empezábamos a conocer sus manías, y
seguro que antes de desayunar nos recetaría una nueva ducha .
Volvimos todos a nuestras camas del día anterior, no sin antes preguntarnos
el padre de Sandra,
- ¿cuándo os vais?
Todos nos miramos, ninguno teníamos prisa, yo desde luego no me quería
marchar de allí nunca, no sabíamos que decir,
- Papa, ya lo hablamos mañana, dijo Sandra
- Por nosotros no hay problema, contestó François.
Y menos mal que dijo eso porque ya estaba alguno de nosotros dispuesto a
pronunciar las palabras “nos vamos mañana”, y eso significaba no volver a ver
a Sandra, ahora no podía renunciar a ella, no se qué haría en ese caso. Mi
AAVV El Espinillo
53
www.espinillo.org
viaje, si me fuera mañana, se convertiría en un vía crucis, seguro.
La perspectiva de una nueva chica animó mucho a todos, se avecinaba pelea
de gallos y esta vez no estaría en ella, lo que me alegraba enormemente.
Esa noche, pasadas un par de horas, apareció Sandra en mi habitación. Sólo
puedo decir que si el Paraíso existe, estaba allí.
∞
∞
Noveno día de viaje (9 de agosto de 1999)
Cuando me desperté, Sandra ya no estaba a mi lado. Instintivamente la
busqué con mi mano pero el sueño en el paraíso había acabado y recordé que
hoy nos esperaba el palacio de Versalles.
Escuché revuelo tras la puerta de mi habitación, voces y risas, así que me
vestí rápido y salí a ver que pasaba.
Estaban ya todos despiertos y haciendo un corro alrededor de alguien. Me
asomé y vi en el centro a Sandra al lado de una chica tan preciosa como ella,
así que supuse que sería su prima.
- Juanito, te presento a mi prima Segolene,
Me dio tres besos, esta costumbre francesa nos empezaba a gustar cada vez
más, y le dije,
- Hola, Sego..., hola. No acerté con su nombre provocando la hilaridad general.
La verdad es que el nombre era curioso, me temía que me pasaría el día
confundiéndome, llamándola de mil maneras distintas. Mis amigos estaban
con una sonrisa de oreja a oreja. La verdad es que de momento, sin mucho
esfuerzo por nuestra parte, nos pasábamos el día rodeados de chicas.
De pronto José se acercó a Segolene y cogiéndola por el hombro le dijo,
- Pues nada, Sagonian, ya verás que día tan estupendo pasamos ...
La prima de Sandra se reía, sin entender nada. Mejor, pues todo apuntaba a
que nadie iba atinar con su nombre.
∞
∞
A mí me tocó montarme en el coche de los padres de Sandra, junto a ella y
Segolene, el viaje prometía. Los demás tras arrancar la furgoneta a empujones,
nunca mejor dicho, nos seguían detrás.
AAVV El Espinillo
54
www.espinillo.org
Sandra era casi tan alta como yo, debía de medir uno setenta y dos y con el
pequeño tacón que llevaba la ponía a mi altura o un poco más. Segolene era
un poco más baja. Las dos eran de piel muy blanca, sobre todo para las fechas
en las que estábamos. Nosotros ya íbamos como tizones, el mes de julio lo
habíamos pasado entre la piscina y la calle todo el día, y los fines de semana
aprovechábamos para ir con nuestros padres a la Sierra de Guadarrama,
donde volvíamos a coincidir la mayoría. La diferencia con ellas era notable.
Sandra tenía los ojos gris azulados y Segolene unos preciosos ojos verdes. La
cara de Sandra era angulosa, mientras que la de su prima era mas
redondeada. Para mí Sandra era más guapa, su nariz era recta, mediterránea,
como la de las esculturas clásicas. Quizás su único defecto era cierto tono ocre
en la raíz de algunos dientes, debido, al parecer, a unos medicamentos que
tomó en su infancia, pero hasta esto me gustaba ya que su sonrisa era muy
dulce.
Como sólo Paco y Sandra eran en cierta forma bilingües, se multiplicaban
atendiendo a todos. Esto me obligaba, que ironía, a ir siempre cerca de
Sandra y de los padres, ya que su padre trataba de explicarnos todo lo que
veíamos.
El día pasó rápidamente, casi ni me dí cuenta de dónde habíamos estado. Sólo
me queda en la retina la galería de los espejos de Francisco I en el Palacio de
Fontainebleau, no se si sería porque veía a mi, cada vez más, amada Sandra
en todos ellos, y de Versalles me ha impresionado su jardín inmenso, y la
casita en el bosque de Maria Antonieta, lujos de nobles juguetones que
acabaron mal.
El padre ha sido un anfitrión excelente, parece que le gustaba la idea de
enseñarnos cosas. Pero al llegar a casa, de nuevo nos ha recomendado una
ducha, ni que decir tiene que esta mañana antes de desayunar nos hemos
tenido que volver a duchar, la obsesión del padre por la limpieza es realmente
preocupante.
Como también ha insistido en preguntar cuándo nos iríamos, al final le hemos
dicho que quizás mañana miercoles. Nos iremos de su casa, pero tal y como
están las cosas habrá que discutir si nos vamos también de París. Espero que
al menos estemos dos o tres días más por aquí.
Sandra me ha dicho que me quede con ella en su casa, y eso es lo que voy a
hacer, seguro. Mientras los colegas estén por aquí, yo seguiré con Sandra,
aunque me da un poco de apuro, pero las noches que paso con ella me
ayudan a superar mi timidez y vergüenza. Empiezo a pensar que sus padres lo
saben todo y no dicen nada, quizás son más modernos que los míos, no se.
∞
∞
Sandra vino de nuevo esa noche a mi cuarto.
AAVV El Espinillo
55
www.espinillo.org
- Dejame ablazagté mi amoug, me dijo dulcemente Sandra, en su acento
español afrancesado, que por cierto me volvía loco.
- Por supuesto preciosa, eres un ángel bajado del cielo, tus cabellos de seda
difuminan tu hermosura, le dije susurrando y empecé a besarla lentamente,
suavemente, como me había enseñado, quise que hacer el amor hoy fuera
diferente, al menos por mi parte, quise comérmela beso a beso, disfrutar de
sus labios a flor de piel. Había leído que a las chicas les gustan mucho los
preliminares y eso era lo que quería darle a Sandra. Comencé por el cuello y
fui bajando poco a poco, estaba perdiendo cada vez más la timidez y al entrar
en confianza podía explayarme un poco más en las dotes amatorias, claro que
no tenía mucha experiencia, pero traté de ser espontáneo.
- De repente, un sonido extraño nos sobresaltó, venía de afuera, como si
alguien hubiese caído del segundo piso hacia el jardín.
-Un voleur, est entré un voleur!!!!!!!!!!!! (un ladrón, ha entrado un ladrón)gritaba la mamá de Sandra, totalmente espantada y en pijama
-l'aide,l'aide!!!!(auxilio, auxilio), seguía gritando mientras que el señor
François, también en paños menores y bastante somnoliento salió corriendo
con un bisturí, que fue lo primero que cogió de su armario en donde guardaba
sus instrumentos de trabajo, detrás de él iban Paco y José.
-Voleur maldito où tu t'as mise, sel de ta cachette!!!!(maldito ladrón dónde te
has metido, sal de tu escondite), gritaba el señor. Para sus aproximadamente
60 años estaba aún en forma, no me extraña con tanta ducha, y se dirigió
hacia la puerta trasera, pero ya no había nadie.
Todos aún asustados, pero muertos de risa por la escena que presenciamos,
verificamos qué era lo que habían robado. El Búho tenía cara de poema, pues
en su afán de calmar a Ainara y a los padres de Sandra decía en un tono
grotesco y nervioso,
- Calma, calma todos, ya pagsó togdo, pog favog, calma, vagmos Aignara,
tragta de degcansag y vogsotros tamgbien messiers.
- Pero Búho, el que se tiene que calmar eres tú tío, aquí no hay nadie más
nervioso, ja, ja, dijo Paco,
François dijo que había revisado todo y felizmente no se habían llevado nada,
al menos nada a simple vista, mañana les ayudaremos a verlo todo con más
calma.
- Todos a descansar, ya pasó, dijo el padre.
Nos fuimos más tranquilos a nuestras habitaciones. Yo de nuevo sólo y
esperando que Sandra volviera conmigo, pero, tras el incidente, y con todos los
oídos atentos decidió dormir plácidamente, cosa que no entendí, después de
mis esfuerzos por impresionarla me había quedado a dos velas y más
despejado que una lechuza, esa noche apenas dormí.
AAVV El Espinillo
56
www.espinillo.org
∞
∞
Décimo día de viaje (10 de agosto de 1999)
Esa mañana nos fuimos todos directamente a la ducha antes de que el padre
de Sandra nos dijera algo, y ya en el desayuno nos lo dijo,
-¿qué tal la ducha chicos?. Esta frase era de las pocas que no hacía falta
traducir, nos la habíamos aprendido de memoria, “a la douche garçons”.
- estupenda, la ducha te deja como nuevo, es un placer, contestó José que
estaba a todas. Para esto de la cortesía tenía un don especial, el mismo don
que tenía para la burla y la ironía.
- Espero que hoy comáis con nosotros antes de iros, dijo el padre, traducido
por Sandra y ante lo cual ya nos veíamos nuevamente duchándonos antes de
comer. La probabilidad de que no nos ducháramos en una semana, en cuanto
saliéramos de allí, empezaba a ser alta.
- Será un placer, de las muchas cosas que nos gustan de Francia, la comida
casera es lo mejor, volvió a contestar José en un alarde de cortesía, y viendo
que la comida que teníamos en la furgoneta nos iba a durar un poco más. El
tema económico era un tema muy delicado en nuestra pobreza de estudiantes,
de momento lo estábamos llevando muy bien.
Hoy ya es miércoles, los días ahora son todos iguales, sólo tienen una cosa
mala, y es que se pasan volando. Hace ya más de una semana que empezamos
el viaje y parece que fue ayer. Ha sido una semana excitante, hemos vivido
muchas experiencias y conocido muchos sitios y sobre todo muchas personas,
y me encuentro mejor que nunca. Ya me da igual comer coles que alcachofas,
estando al lado de Sandra todo me gusta. Espero convencer al resto para que
nos quedemos unos cuantos días más en Paris.
- Hoy podemos ir al Louvre si queréis, es una maravilla, dijo Sandra
- Seguro que sí, lo estaba deseando, contesté.
- Nosotros tenemos que acompañar a Ainara a la estación, se vuelve a Donosti,
dijo el Búho, en cierto modo excusándose y librándose a la vez de tener que ir
a un museo. Ya nos había dicho en Madrid que no se iba a meter en ninguno.
- ¿Por qué te vas tan pronto Ainara?, dijo Sandra
- En realidad la pregunta sería otra ¿qué hago yo aquí con la de cosas que
tengo que hacer?. Tengo que ensayar una función de teatro que estrenamos en
septiembre. A mis padres les dije que en un par de días volvía, ayer les llamé y
estaban muy preocupados, así que les dije que volvía. No se cómo me he
dejado “encantar” por estos chicos y llegar hasta aquí, pero me lo he pasado
estupendamente, contestó Ainara.
AAVV El Espinillo
57
www.espinillo.org
El Búho había intentado por todos los medios convencerla hasta que nos
fuéramos todos de Paris, pero sin éxito. Todos nos mostramos un poco
apesadumbrados porque Ainara se marchara. Ya nos habíamos acostumbrado
a ella, incluso yo que había pasado de la alucinación y la expectación hasta la
desilusión y luego la complicidad con ella. La echaremos de menos, pero sobre
todo Paco y el Búho que sorprendentemente se llevaban ahora muy bien,
¿cómo lo habría conseguido Ainara?. No se, pero en Francia estaban
pasándonos cosas que no entendíamos del todo. Parece cómo si aquellos
chavales de barrio, los amigos del Espinillo hubieran quedado atrás y la propia
existencia del viaje y el enfrentarnos a situaciones, hasta hace poco casi
inverosímiles, nos estuvieran cambiando a toda velocidad.
- ¿Va a ir Segolene al Louvre?, preguntó José. Tras lo cual todos nos echamos
a reír, incluyendo los padres de Sandra, que parecían divertirse mucho con
nosotros y que incluso empezaban a entender nuestro español, sobre todo
porque con algunas cosas nos repetíamos.
- pues no la he llamado, pero si quieres la llamo ¿qué dices?, contesto Sandra
siguiendo la broma.
José estaba colorado como un tomate, aunque sabía salir siempre de estas
situaciones, aquí parecía como si se hubiera delatado en exceso.
- vaya pregunta, claro que quiero que venga, es que si no viene no voy al
Louvre, prefiero acompañarles a la estación, contestó José, poniéndose más en
evidencia, no tanto ya por Segolene si no por su amor al arte.
- Vale, la llamo, pero que sepas que tiene amigo o novio, no se cómo lo llamáis,
eso sí, no es español, contestó Sandra.
Esta última afirmación nos dejó perplejos, no entendíamos lo que quería decir.
Quizás que aquí los novios no son tan machistas. Quizás no les importa que
sus novias salgan con otros chicos en verano. Lo dudamos mucho, desde
nuestra mentalidad esto nos parecía increíble. Incluso ¿sería posible que José
llegara a enrollarse con ella teniendo novio y que al novio no le importara?.
Esto parecía imposible, pero igual de imposible me hubiera parecido hacer el
amor con Sandra en casa de sus padres y ... ¡al lado de sus padres!, y sin
embargo estaba ocurriendo. Y ¿cómo sabía Sandra como éramos los
españoles? ¿Me estaría retratando a mí? Y por cierto ¿Tendría también Sandra
novio? Nunca me había dicho nada, pero ya me empezaba a parecer todo
posible, y la verdad es que eso de compartir novia no me gustaba del todo,
sobre todo si la quieres tanto. Pero me estoy desviando del tema y prefiero no
pensar ahora y menos mostrarme como un cavernícola.
Al final tuvo éxito Sandra y Segolene se apuntó al Louvre, lo cual me resultó
un fastidio, creía que iba a estar a solas un día en Paris con Sandra, y ese día
no iba a ser.
- Vale, voy al Louvre, dijo repentinamente Julio que también estaba allí
desayunando y no nos habíamos percatado.
- Os esperamos a las tres para comer, hora española ¿no?, dijo el padre de
Sandra
AAVV El Espinillo
58
www.espinillo.org
- Sí, aquí estaremos, eso no nos lo perderíamos.
En cuanto llegamos al Louvre me perdí con Sandra por sus salas y fue una
mañana estupenda. Entre las maravillosas antigüedades, empezamos por
Oriente, vimos el Código de Hammurabi, del rey de Babilonia, una piedra dura
y negra, un poco verdosa por el paso del tiempo, cubierta de escritura
cuneiforme, la más antigua de la Humanidad, y que contiene sentencias
ejemplares del rey, un pequeño código de leyes. Seguimos con los bajorrelieves
de los palacios de Nínive, que tenían cerca de 3000 años. Sandra me estaba
viendo tan emocionado que me compró una guía del museo. De ahí pasamos a
Egipto, y luego a Grecia con la maravillosa Victoria de Samotracia, o la Venus
de Milo, y Roma y después llegábamos a la pintura pero Sandra me despertó y
me dijo que nos teníamos que ir a comer. Cómo se me había pasado la
mañana, no me lo podía creer. Definitivamente Paris era mi ciudad, quería
vivir allí, quedarme allí, pasear por allí, casarme allí ... y de paso ver a Rubens
y a la Gioconda que no nos había dado tiempo.
- ¿Qué habrán hecho tus amigos con mi prima?, ella apenas habla español y
ellos tampoco francés, preguntó Sandra.
- No se, supongo que se las habrán ingeniado, tienen el inglés, el italiano, el
latín seguro que no, el gallego, en algún idioma habrán encontrado las
palabras.
∞
∞
Cuando llegamos a casa, Segolene nos contó que había aprendido algunas
palabras en español, que mis amigos eran muy divertidos. Por ejemplo había
aprendido a decir “manos” y dijo que se decían “tetas”, “cara” se decía en
español “culo” y otras cosas que no cuento, que los mequetrefes de Julio y
José le habían enseñado a la pobre Segolene esa mañana en el Louvre. No se
si habrían visto muchos cuadros pero seguro que se lo habrían pasado en
grande con sus tonterías.
Segolene se quedó un poco mosqueada, porque al oírla decir esas palabras en
español y con ese acento tan dulce no pudimos reprimir la carcajada, y ella no
sabía qué nos pasaba, si nos reíamos de ella o de su pronunciación, ¡qué
situación!, yo pidiéndole perdón mientras se me caían las lágrimas de la risa.
Julio y José contemplaban la escena con total seriedad, lo que me
descomponía más, hasta que Sandra se llevó a su prima y no se lo que le diría,
pero Segolene volvió divertida y participó de la risa general.
Luego Sandra me contó que Segolene les había enseñado a decir tacos en
francés y otras cosas, así que la prima francesa también sabía lo suyo.
En la comida, y esta vez sin ducharnos antes de ella, aún no se cómo nos
libramos, quizás porque la comida estaba preparada y en su punto, el padre
nos preguntó que hacía dónde nos íbamos.
- Queremos conocer Bélgica y Holanda antes de ir a Alemania, dijo el Búho
AAVV El Espinillo
59
www.espinillo.org
- ¡ah! fantástico, es muy bonito, tenéis que ir a Brujas y a Gante en Bélgica,
son dos pequeñas ciudades preciosas, dijo el padre.
- Iremos. También queremos ir a Groningen en Holanda ¿Lo conoce?, preguntó
el Búho
Yo me estaba quedando a cuadros, no tenía ninguna gana de irme de allí,
menos aun a otros países que me parecían tan lejanos en ese momento.
Además me había sonado un poco pretencioso. Para empezar nos íbamos a
recorrer tres países en un abrir y cerrar de ojos. Sabía que teníamos que ir a
Moenchengladbach, cerca de Dusseldorf en Alemania, porque allí estaban los
tíos de José y sus dos primas, de quince y diecisiete años. Era una cita
obligatoria desde hacía un año, pero el resto no lo entendía. La conversación
continuaba,
- podemos ir nosotros a Brujas en tren dentro de un par de días, contestó
Sandra dirigiéndose a mí.
- Me parece una buena idea, dije rápidamente
- Pero a mí no, contestó el padre de Sandra casi sin traducción y con gesto
serio, lo que me dejó descompuesto.
- Pero, ¡Papá, por favor!, dijo Sandra
- He dicho que no, contestó el padre y tampoco necesitamos traducción para
entenderlo, entre la expresión y el tono, había quedado perfectamente claro.
- Ya hablaremos, pero al menos deja que Juan se queda aquí dos días más,
¿vale?
- No hay problema en eso hija
Nadie dijo nada más sobre este asunto, y, a partir de ahí, la comida empezó a
sentarme realmente mal viendo que todo estaba a punto de acabar. Para
colmo, al terminar de comer, nos ofreció ducharnos antes del viaje, para
relajarnos.
Cuando se fueron a la furgoneta, y después de volver a hacer el ridículo
mientras la empujaban para arrancarla y con la otra mano se despedían de la
familia, decidieron que nos quedaríamos al menos otros dos días más en Paris.
Quedé con ellos en vernos por la noche en la Torre Eiffel, buen sitio para
quedar y no perdernos.
Esa tarde pasé una de las tardes más románticas y deliciosas que recuerdo.
Después de callejear por Paris nos sentamos en las escalinatas que llevan a
Sacre Cour, que estaban a rebosar de gente y pudimos contemplar un montón
de actuaciones diversas. Desde grupos de rock más o menos afortunados,
hasta actuaciones circenses, estaba de lo más animado. Más tarde fuimos a
cenar a un pequeño restaurante del barrio latino, luego cogimos un bateaux, o
una gabarra más bien, y llegamos por el Sena a la Torre Eiffel.
Allí estaban todos esperándonos y ¡Segolene! que le estaba cogiendo el
tranquillo a mis colegas. Volvimos al Barrio Latino hasta que casi cerramos el
AAVV El Espinillo
60
www.espinillo.org
barrio. Ya no dio más de sí el día, y, por suerte para mí, mis amigos decidieron
que un par de días más en París no importaban.
Esa noche en casa de Sandra volvió a ser perfecta.
Dejamos a Juanito y a Sandra en su casa y luego a Segolene. Cuando nos
fuimos a acostar en la furgoneta, por primera vez estábamos sin ninguna
chica, se me hizo duro sobre todo a mí, sin Ainara, mientras mis amigos
decían paridas varias me sentí solo, ausente. Llevaba muchas noches
durmiendo cerca de Ainara y ya no quería otra cosa, no quería seguir con los
colegas, quería renunciar a todo y regresar a Donosti en su busca. Así que
empecé a darle vueltas al asunto a ver de qué forma podría solucionarlo, pero
no encontraba la solución. Pensé en que volvieran a pasar de nuevo, a final de
mes, por Donosti y me recogieran, pero eso requería al menos dormir en casa
de Ainara, y no tenía dinero para nada, todo lo que tenía estaba invertido en la
furgoneta, en la nevera y la despensa. Le di mil vueltas, pero la realidad es la
que es, y no tiene solución, al menos decidí que ya sabía lo que iba a hacer el
año que viene, y en eso coincidía con lo que me había contado Juanito. Quería
volver a verla, pasar unos días con ella, aunque tuviese que esperar, vería a
Ainara donde fuera, quizás en San Sebastián, que a mí me venía genial y a
Juanito le quedaba en medio, no se. Eso fue lo que al final me permitió al
menos dormir un poco esa noche ¡un sueño despierto!.
Decimoprimer día de viaje (11 de agosto de
1999)
- Despertar gañanes, que estáis ”mas morraos que un burro”, dijo Paco.
- Y ¿qué significa eso a estas horas de la mañana? contesté, a mí ya me da
igual, Ainara se ha ido y por cierto tú has dejado de ser un incordio, pelirrojo.
-
Sólo fue un día y no volví a entrometerme José Manuel, no sabía
que estabas tan atontolindranado con ella.
- Vale, ya lo hemos hablado, no pasa nada pero déjame dormir
- bien, pero a ti Julio se te va a pasar la mañana y no vas a ver a tu “amada”,
Morfeo, dijo Paco
- ¡hostias! Pero ¿qué hora es?, ¿por qué no me habéis despertado antes?,
contestó Julio atropelladamente
- tranquilo sólo son las doce de la mañana, es probable que ella también
duerma, respondió
- ¡las doce! La madre que me parió y yo aquí perdiendo el tiempo, ¿dónde está
José?, pregunté
AAVV El Espinillo
61
www.espinillo.org
- Se fue de paseo, pero a lo mejor se te ha adelantado y se ha ido con Segolene
- ¿y tú?
- No me apetecía, me duele la cabeza.
- Gracias por despertarme, pero lo podías haber hecho un poco antes, le
respondí, mientras me vestía a toda prisa.
Salí a llamar a Segolene en la primera cabina que encontré. Cuando acababa
de poner mis primeros francos en el teléfono, oí aporrear la puerta de la
cabina, me giré y vi a tres negros inmensos, debían de medir cerca de dos
metros pues tuve que girar el cuello hacia arriba para verles la cara. No se qué
me decían. pero lo que sí entendí muy bien era que querían que saliera de allí
rápido. No entendía a que venía esa prisa si acababa de entrar. Desde luego
no iba a hacer caso de lo que ellos dijeran, ¡faltaría más!, acababa de poner
monedas y quería hablar con Segolene, mi dignidad estaba por delante, por
supuesto. Así que recogí las monedas que me devolvió la cabina y salí al
instante, me pegaron un pequeño empujón, justo lo que me hacía falta para
salir pitando en busca de otra cabina. No había visto nunca unos especímenes
así en mi vida, debían ser jugadores de la NBA, aunque por la pinta que tenían
podían ser cualquier cosa. Uno de ellos llevaba una sudadera y la capucha
puesta, y ¡debíamos estar a más de treinta grados de temperatura a esas
horas!, desde luego hay gente para todo.
Pasado el susto, unos minutos después, encontré otra cabina y pude llamar a
Segolene, estaba sudando y no sabía si era por el calor que hacía en Paris o
por otra razón.
No había dormido bien, a pesar de que hoy teníamos espacio de sobra en la
furgo, no había desayunado, me dolía la cabeza y había tenido un encuentro
extraño, todo ello en poco tiempo. Ese día en París no empezaba nada bien,
¿sería esta la última sorpresa?.
∞
∞
Quedé con Segolene en la pirámide de Cristal del Louvre, al enterarse los
colegas, se apuntaron todos, lo que me fastidió enormemente, ninguno falló y
allí nos presentamos en tropel.
Decidimos caminar por Paris sin un destino predeterminado. Paseamos por el
río, vimos la Concergerie, los numerosos puentes y llegamos de nuevo a Nôtre
Dame. Volvimos a entrar, es una de las catedrales más importantes del arte
gótico, pasamos a verla y nos dejó impresionados su gran planta, sus
vidrieras, su solemnidad. Los reflejos del sol sobre las vidrieras daban una luz
preciosa al interior de esta catedral. Cuando salimos la bordeamos porque es
muy diferente su puerta principal de su parte posterior, fuimos disfrutando de
esta gran obra de arquitectura y de las que iban saliendo al paso mientras
practicábamos el francés con Segolene y le enseñábamos español, esta vez el
de verdad.
AAVV El Espinillo
62
www.espinillo.org
Fue muy placentero, era una mañana soleada y aún no hacia demasiado
calor. Había muchos parisinos tomando el sol, pudimos observar que hay otra
forma de vida en París, bastantes barcos habilitados como vivienda
permanente. Más tarde supimos que es una forma de tener vivienda pues es
más barato comprar un pequeño barco que un piso y, además, tiene menos
impuestos.
Llegamos a una parte donde había muchos puestos de libros, parecía un
mercadillo. José dijo que era parecido a la Cuesta de Moyano, en Madrid, pero
sin el río al lado. Comentario que provocó diferencia de opiniones.
Otra cosa que observamos en nuestro recorrido fue la cantidad de puestos de
flores que hay en la ciudad. Es bastante habitual que se compren flores,
suponíamos que para decorar y alegrar las estancias de las viviendas.
Entre comentarios, comparaciones con nuestra ciudad y risas se nos fue
pasando la mañana, hasta que el Búho miró el reloj y vio que eran casi las
tres del mediodía y dijo,
- chicos, deberíamos volver a la furgoneta y organizar lo que vamos a hacer en
lo que nos queda de día. Segolene estás invitada, te vamos a preparar una
comida típica española que te vas a chupar los dedos. Esta última frase le
resultó imposible de traducir a Paco.
José y Julio apostillaron, ¡buena idea!, nada de tortilla francesa, hoy huevos
fritos con chorizo.
∞
∞
Sandra y yo nos acercamos a la furgoneta después de comer. Las chicas
planearon por donde iríamos esa tarde a pasear.
No se que hacer, pensaba Ainara en su viaje de vuelta a Donosti, no me
apetece nada volver con mis padres y perderme esta excursión por Europa,
pero tengo que pasar por casa y convencer a mis padres para volver unos días
más con ellos. En la próxima parada llamaré a Sandra, quizás nos podríamos
ir todas las chicas y quedar con ellos, ya nos apañaríamos para dormir. El
Búho me parece muy divertido, tiene su punto, me gusta y por primera vez
me he sentido libre, tanto guardaespaldas, tanta vigilancia me tiene asqueada,
si mi padre supiera lo que pienso de todo esto..., mejor no porque le daría un
infarto.
Ahora en la distancia los echo de menos, son un poco infantiles pero geniales.
Una semana más no sería problema, creo yo. Si mi padre no me deja tendré
que inventarme una excusa, eso, cojo ropa limpia, una mochila con saco, por
si acaso y me vuelvo, decidido, me vuelvo con ellos diga lo que diga mi padre.
Ahora que empiezo a entender a José Manuel, una semana más con él será
divertido.
∞
∞
AAVV El Espinillo
63
www.espinillo.org
Después de la comida en la que se estrujaron los sesos pensando en el menú,
al menos habían conseguido que le gustara la especialidad patria a Segolene.
En mitad del paseo de sobremesa Julio dijo,
-¿Y nos vamos a ir de aquí sin probar los gofres? Yo no.
Se sentó en medio de la calle, como en un gesto de protesta, y simuló
encadenarse a una barandilla que había en el camino, tirándose al suelo.
Parecía que el teatro había penetrado en la vida de Julio de forma impactante
en este viaje, menudas representaciones nos estaba haciendo, entre Ainara y
él íbamos bien servidos.
Segolene y Sandra dijeron que no lo permitirían. Nuestro gran actor probaría
los mejores gofres de toda Francia.
Julio seguía semiposeído, moviéndose en círculo por el suelo, con su
particular representación:
- ¡Go-fres, Go-fres, Go-fres!
- ¡ca-fre, ca-fre, ca-fre! que no entiendes nada de francés, contestó Paco, pero
no has oído lo que ha dicho Segolene.
- No, ¿qué ha dicho?
- que vamos con el niño a comer gofres
- habérmelo dicho antes y no hubiera tenido que bailar break dance, pero ¿te
ha gustado?
- precioso, cada día te entiendo menos, contestó Paco, pero no te cortes.
∞
∞
Sentíamos que París se nos iba, nos era arrebatado. Llevábamos más de diez
días de camino, de singladura, como se dice en el argot del mar. Es
impactante como un corto espacio de tiempo puede producir que te olvides
casi por completo de la vida anterior a él. Aquí estábamos los cicno amigos
que salimos de El Espinillo, en VillaVerde, en Madrid, en la España de 1.999,
que vivía extraña en una Europa que se abría, sin saber, a veces, si estaba en
el pelotón de cabeza y pujante, o en el furgón de cola y con sus complejos
pasados.
Alguna vez había pensado algo que ahora, en la pausa que nos proporcionaba
el viaje, ligera pausa para nuestro camino y nuestras emociones, veía con
claridad. Me interesaba bastante, me enganchaba, la informática. Me apetecía,
AAVV El Espinillo
64
www.espinillo.org
y a la vez me entusiasmaba, la idea de intentar aportar algo a mi entorno
cercano. Quería llegar a lo local desde lo global. Ahora, a dos mil kilómetros de
distancia, lo veía mucho más claro. Coger en una botella el mundo, al menos
una parte de mundo, con sus esencias, olores, sabores, cerrar herméticamente
esa botella y llevármela para el VillaVerde en el que vivía. E intuía como, en el
futuro, podría hacerlo.
Seguía de cerca cómo iba afianzándose "una cosa rara" que se llamaba
Internet, en la que el mundo estaba a un movimiento de la mano. ¡¡Eso era lo
que buscaba, la idea que me llenaba el espíritu!!
Algo saldría. Mi fuerza de voluntad y tozudez cuando una idea llamaba
firmemente a las puertas, con un golpe muy sonoro, era muy grande. Ahora,
con toda esta gama de acontecimientos que nos estaban sucediendo, me
sentía invencible.
Enfrascado en estos pensamientos, me evadía de la tristeza de la separación
de Sandra. Ella había hecho que mi autoestima se hubiera elevado a los cielos
más desconocidos para mi, me sentía grande, fuerte, sin límites. Mis límites
los pondré yo, pensé, iré a donde quiera ir.
Miraba a Sandra y Segolene, que nos conducían a saciar nuestro cuerpo, más
bien el de Julio, de Gofres. También, a iniciativa suya, compramos sidra, la
sidra francesa, mucho más "floja" que la española, con una mínima cantidad
de alcohol. Me acerqué a mis amigos y les dije, como si ellos estuvieran
siguiendo mi razonamiento desde el principio:
- Colegas, tenemos que poner Internet en nuestro barrio, podríamos crear un
sitio donde contar todo esto y enganchar a los vecinos.
Mis cuatro compañeros, lógicamente, estaban absolutamente ausentes de mi
reflexión.
-¿Pero qué dices, pringao?, replicó el Búho.
- Podemos crear una página donde todos hablemos a la vez, que sirva para
conocer gente, arreglar cosas, aprender, divertirnos, no se.
- La sidra se te ha subido a la cabeza. ¡Al Sena con él! ¡¡No hay huevos!!
Esa frase solía ser un himno que el Búho utilizaba con sabiduría para montar
jaleo entre nosotros. Él, y todos, sabíamos lo que venía detrás.
-¡Que no! ¡Que no hay! ¡que no hay!
-Pero bueno, qué he dicho, repliqué. Justo cuando estaba terminando la frase,
cuatro energúmenos me habían levantado. ¡¡¡¡¡al Sena!!!!! Las chicas se
quedaron estupefactas, primero, y empezaron a carcajearse después, lo cual
confería a la acción, por parte de mis cuatro amigos, un aliciente más.
Me sentí salvado cuando, estando en volandas y camino del río, escuché a
Sandra:
AAVV El Espinillo
65
www.espinillo.org
- "Mais non, ¡Sena no!, pobgesito". Tras un breve silencio añadió ¡a la fuente
que hay en esa plasa!
Efectivamente había una fuente, no muy grande, lo que suele llamarse en los
pueblos un “pilón”. Instantáneamente escuché a un desconocido y asalvajado
Julio decir ¡¡¡al pilón!!!. La zambullida, en pleno Agosto, fue fresca, casi como
un aullido de energía. Estando aún en el agua grité a mis amigos, a pleno
pulmón, ¡que viva Europa!, a lo que, tanto ellos como ellas, replicaron con un
sonoro ¡¡Viva!!, lo que produjo la atención de las personas que por allí
paseaban. Sentí que no hacíamos nada más que llamar la atención allá por
donde íbamos, no podíamos ocultar nuestros orígenes, los españoles sí éramos
diferentes, ¡éramos ruidosos!.
Ese día quedó sellada en mi mente, no el fresquito del agua de la fuente, si no
la idea que tenía que poner en práctica en el futuro, con o sin la ayuda de los
colegas; además así podría hablar todos los días con Sandra. El web de mi
barrio, la puerta al mundo de Internet en VillaVerde. A lo mejor algún día,
pensé, este viaje, o cualquier otro, es relatado en él, animando a contar las
experiencias de cada uno. Como Internet es universal, y local, y todo, quizá
pueda compartir la misma experiencia con personas de otros lugares, por
ejemplo nuestros hermanos de Hispanoamérica que comparten el mismo
idioma. Sería fantástico.
∞
∞
Y esta idea se me ocurrió también porque recordé que hace un año en mi
escuela tuve la oportunidad de comunicarme mediante Internet con una
amiga que era peruana, Luciana. Jamás me olvidaré de los momentos gratos
que pasamos chateando, nos conocíamos sólo por el messenger pero qué bien
nos conocíamos; parecía que mediante la red no había distancia, que todo
estaba a nuestro alrededor, era fabuloso.
Luciana me contaba que su país era magnífico. Es envidiable toda su cultura,
así como sus lugares, la sierra con el majestuoso Machu Pichu, la costa con
sus atractivas playas como la de Paracas, la selva con el espectacular Loreto y
Madre de Dios, en fin, todo lo que ella me había mencionado de Perú era
interesante. Ojalá que algún día tengamos la oportunidad de visitarlo.
¿Qué será de Luciana?, me decía a mí mismo, hace tiempo que dejamos
nuestras conversaciones por Internet.
Sandra nos pidió que pasáramos un día más en Paris, pero a algunos no les
hacía gracia la idea, otros ya lo teníamos pensado. Mañana, espero que por la
noche, probablemente retomemos nuestro viaje. Julio propone ir a Alemania y
a Rusia si no nos quedamos en Paris, El Búho quiere ir a Bélgica y Holanda,
Paco propone ir a Bélgica, Alemania y después a Italia, José y yo queremos
quedarnos todavía en Paris más días.
∞
∞
AAVV El Espinillo
66
www.espinillo.org
Sin apenas darnos cuenta se nos pasó toda la tarde entre gofres, césped y
bromas, entre miradas, gestos y caricias ... se nos fue el día y la noche, quizás
la última en Paris. Yo me volví con Sandra a pasar la última noche juntos y,
al llegar a casa, François estaba despierto. Antes de que dijera nada yo enfilé
hacía la ducha y Sandra se fue con él. Esa noche para colmo de males no vino
Sandra a verme, estuvo haciendo tiempo hasta que su padre se durmiera y la
que se quedó dormida fue ella, normal, ya no dábamos más de sí.
Decimosegundo día de viaje (12 de agosto de
1999)
Hoy han decidido votar y en esa tesitura hemos perdido la votación. Esta
tarde, a lo más tardar esta noche, partimos hacia Bélgica. Vistas las cosas he
decidido no acercarme a la furgoneta y pasar la mañana, o el día, a solas con
Sandra.
Fuimos al Museo D’Orsay, al Centro George Pompidou, comimos un panini,
tomamos café en una terraza deliciosa, paseamos por la Plaza de la Vendome,
la Concordia, me contó muchas cosas, miré, sentí, acaricié, escuché, disfruté,
hasta que se fue marchando el sol que ese día brillaba en la ciudad.
Al atardecer me despedí de Sandra con gran tristeza, pero ella sonreía, lo cual
me desconcertó, yo a punto de llorar y ella de cachondeo.
- No te preocupes que pronto te daré una sorpresa
- ¿pronto?¿qué es pronto para ti?
- pues pronto, no te puedo decir más
- y eso ¿cómo que no puedes decirme más?, pero no nos contamos todo, pues
cuéntamelo. Por cierto “pronto” en español es quizás mañana, pasado, al otro,
la semana que viene, pero no más ¿qué significa para ti pronto? ¡Dímelo,
Sandra!
- No puedo decirte nada, sólo que te quiero mucho y pronto nos volveremos a
ver, no lo quieras saber todo.
- No, si no quiero saberlo todo, sólo quiero saber cuándo nos volveremos a ver.
¡Vale, vale! ya me callo, no te lo pregunto más. Para que veas lo que siento por
ti, este año voy a escribirte un libro, todos los días y las noches voy a escribir
algo para ti, hasta que te vuelva a ver.
- ¡Qué bonito! Y ¿qué vas a escribir?
- No lo quieras saber todo, hay cosas que no se pueden contar.
- Vale, ¡touché!
Antes de llegar a la furgoneta di un largo paseo en solitario por el parque que
hay junto a la Torre Eiffel. Cuando entré en la furgoneta estaban todos
acostados, para colmo de alegrías me tocó dormir al volante.
AAVV El Espinillo
67
www.espinillo.org
DECIMOTERCER DÍA DE VIAJE (13 DE AGOSTO DE 1999)
Apenas llevaba un par de horas del día trece descansando, cuando El Búho
me dijo que me cambiara de sitio y arrancó la furgoneta en dirección a Bélgica.
Me quedé despierto, de copiloto. No sabíamos muy bien hacia donde ir, ni
donde parar. Después de un par de horas de viaje pasamos por Luxemburgo,
luego Bélgica.
- Esto es la pera, aquí se pasan los países con una velocidad tremenda, ya
hemos estado esta noche en tres países y estos sin enterarse ¿qué hacemos?,
me preguntó el Búho.
- Pues sigue, vamos hasta Dinamarca, le respondí.
- Vale, pues allá vamos, pero luego hay que volver, quiero ir a ver a un ligue de
verano conocida que vive cerca de Groningen, en Holanda, dijo El Búho, pero
a los colegas se lo explicas tú.
- ¡Vale! no pasa nada, se vuelve y ya está. A mí ya me da todo igual, prefiero
hacer kilómetros. Ya no tengo ganas de ver nada de nada, bueno quizás la
Catedral de Aquisgrán, que me han hablado muy bien de ella. En Madrid vi en
un mapa que estaba cerca de Bélgica y Holanda, en Alemania.
- Esa la dejamos para después de un par de juergas. En Groningen hay un
ligue de hace un par de veranos. La conocí en la Costa del Sol, en
Benalmádena. Estuvimos una semana juntos, dijo El Búho.
- Pero ¿al final cayó?, pregunté.
- Tú que crees, colega.
No sabía que creer, pero siendo El Búho me daba que sí. En Madrid era un
especialista en encantamientos con su verborrea y su gracia, pero viendo lo
mal que se manejaba en inglés se me hacía difícil pensar como pudo
engatusarla; su físico no era precisamente lo más atractivo, ¿qué pudo ver en
él la holandesa?. Claro está que tampoco conozco a la holandesa, y si dice que
era de al lado de Groningen, o sea de algún pueblo, se podía esperar cualquier
cosa. Igual era una de estas gordas inmensas, por lo que había comprobado,
el Búho para unas risas se apuntaba a cualquier feria.
- ¿y te dio su dirección?, le pregunté
- y el teléfono, si casi quería casarse conmigo, dijo el Búho
- no fastidies, ¡que horror!. ¿Y tú que le dijiste?
- No hombre, no le dije nada, es sólo una apreciación que tenía. Me daba la
impresión de que estaba muy enamorada de mí.
- ¿En una semana?
- Estás muy escéptico esta noche, y tú con Sandra ¿cuánto tiempo has
AAVV El Espinillo
68
www.espinillo.org
estado?, cinco, seis días a lo sumo en toda tú vida, y te veo peor que la
holandesa.
- Es verdad, pero también es verdad que llevo un año escribiéndome con ella,
le dije justificándome un poco.
- Eso y nada es lo mismo. El caso es que existe el amor a primera vista y esta
chica se quedó prendada de mí, dijo el Búho.
- Amén, contesté
- A ver si tiene amigas y pasamos un par de días divertidos.
- Ya de paso que nos invite a comer, me apetece más eso que lo de las chicas.
A mí lo único que me seduce es volver con Sandra, no puedo pensar en nadie
más ahora.
- Qué mal te veo Juanito, no te enamores que sólo trae disgustos. Eso déjalo
para cuanto tengas treinta años, ahora lo que hay que hacer es divertirse.
En esas estábamos, divagando y haciendo kilómetros cuando Julio se despertó
y preguntó,
- ¿por dónde vamos?
- Pues hemos salido de Francia, hemos pasado Luxemburgo, cuando nos
dimos cuenta ya quedaba atrás Bélgica, empezamos a mirar tulipanes y casi
se nos fue Holanda y estamos llegando a Dinamarca, le dije.
- ¿Qué?, ¡¡estáis locos!!, gritó Julio
Todos se despertaron y se montó un buen festival. Cada uno hablaba o gritaba
proponiendo un sitio, a nadie le gustaba estar casi en Dinamarca. La verdad
es que para haber estado hace unas horas en Paris despertarte en la frontera
de Dinamarca debía de ser fuerte, pero tampoco era para tanto. A mí me daba
igual Holanda que Rusia, pero ahora me apetecía conocer a la chica de la
Costa de El Sol, tenía curiosidad, ¿casarse con el Búho? No me lo creo.
José decía que él había quedado con sus tíos cerca de Dusseldorf, eso
significaba recular. Paco decía que por qué no habíamos parado en Brujas, a
lo que el Búho me dijo que eso debía de ser ese cártel que ponía Brueggen o
algo así que habíamos visto anunciado en la carretera. La verdad es que no
habíamos leído ningún cartel que nos sonara familiar. Por esas carreteras no
vimos Brujas, ni Bruselas, ni Ámsterdam, ni Aquisgrán, ni nada de nada,
todos tenían unos nombres rarísimos.
José apoyó la moción de ir a Brujas, Julio se unió también al grito de,
- ¡a Brujas o a Rusia!, con lo que quedaba claro que le gustaban los extremos.
Así que al final tuvimos que volver otra vez, total un par de países más o
menos no importaba.
Decidimos desayunar donde estábamos, al lado de Dinamarca, luego
AAVV El Espinillo
69
www.espinillo.org
emprenderíamos el regreso. Fuimos a una especie de bar o cafetería y pedimos
café, o lo que fuera que nos sirvieron, y unas tostadas, gracias a la mímica nos
entendimos fantásticamente. Cuando llegaron las tostadas y el café pudimos
comprobar que todo estaba malísimo.
No se lo que nos trajo el paisano de la cafetería, lo único que sé es que el
camino a Brujas fue tremendo. Mientras mirábamos los paisajes llanos de
Holanda, el campo verde, los molinos, todo espléndido, nosotros teníamos el
estómago revuelto. De la cena no podía ser ¿o sí?, el caso es que a mí, ese
desayuno me había sentado como un tiro.
Al llegar a Brujas empezó la diáspora. Nos metimos en un McDonald y
salíamos corriendo buscando los servicios. Allí íbamos dejando nuestra
impronta y esperábamos que nuestra enfermedad. Pedimos coca-colas y en el
lapsus de tiempo necesario para beber un vaso, tocamos casi a tres veces por
cabeza en la asistencia al baño, ni que hubiéramos tomado ostras. El día
había sido horrible. Todos volvimos a la furgoneta antes o después y allí nos
acostamos, no nos quedaban ganas de ver nada. Sólo alguna espantada de
algún amigo nos despertaba. Pasamos el resto del día tumbados, sin comer,
sólo a base de manzanillas, que alguna madre con buen tino depositó en
nuestra despensa y alguna bebida isotónica, sin ganas de nada y eso que
decían que Brujas era muy bonito, pero a nosotros ese día todo nos sobraba,
hasta el nombre de la ciudad nos sonaba mal. ¿A quién se le habría ocurrido
llamar a este sitio así?.
Decimocuarto día de viaje (14 de agosto de
1999)
Al día siguiente y,después de más de quince horas sin bromear, durmiendo o
sesteando, con dolores intensos que fueron remitiendo, decidimos salir de
casa, pero primero el desayuno lo hicimos nosotros. Fuimos a comprar leche y
pan y desayunamos en la furgoneta. Esta vez nos sentó bien. Hicimos pan
con aceite, calentito, y fue un reconstituyente.
Decidimos visitar la ciudad a ver si era verdad que era tan interesante. Al
llegar a la Plaza Mayor nos pareció que era de cuento. Casas de todos los
colores, con una arquitectura muy característica, tejados a dos aguas con
mucha inclinación, un aspecto muy medieval, era una delicia. Contaba con
palacios, un par de Iglesias, una con un campanario enorme y el
Ayuntamiento. La ciudad estaba llena de canales y casi sin darnos cuenta,
estábamos metidos en una barquita recorriéndolos. Mejor así, sin planear
nada. Lo del barco me traía malos recuerdos. Llegamos a una especie de
estanque que le llaman el Lago del amor, lástima, justo nos metemos aquí
cuando estamos los cinco solos. Pasamos un día tranquilo, hablando de lo que
habíamos dejado atrás. Y ese día nos pusimos de cervezas hasta arriba, había
cervecerías inmensas, incluso museo de la cerveza.
Luego nos fuimos a Gante, otra ciudad muy interesante, tiene un centro
histórico medieval muy extenso, es como meterse en otra época, no se si en los
AAVV El Espinillo
70
www.espinillo.org
Tercios de Flandes, pero casi. El Castillo alberga un museo de instrumentos
de tortura que quisieron ver, vimos la Catedral donde está el batipsterio donde
fue bautizado Carlos I de España y V de Alemania, y ni de la una, ni de la
otra, al parecer era de aquí, de Flandes. Tiene un precioso muelle con una
fachada de casas espectacular.
Después de cenar, decidimos que era hora de disfrutar de nuevo, ahora por
primera vez estábamos como habíamos pensado todo el año que estaríamos,
los cinco solos y en busca de aventuras. Nos fuimos a una discoteca y esta
vez, como casi siempre en España, no nos comimos ni una rosca, yo al menos
no lo intenté, pero tuvimos munición para reírnos de José y de Julio, que lo
habían intentado por todos los medios y no habían conseguido nada. Les falló
el francés, y creo que las duchas que dejamos en París también, sobre todo
tras la enfermedad y sus correspondientes sudores.
Decimoquinto día de viaje (15 de agosto de
1999)
Al amanecer el Búho nos llevó hasta la dirección que tenía de su ligue, no se.
El caso es que dimos vueltas y vueltas por el campo holandés, no
encontrábamos la dirección. El cachondeo a costa del Búho era constante, nos
pasamos una mañana de lo más divertida, y, por cierto, Holanda era muy
bonita. Nos impresionaron la gran cantidad de extensiónes planas, verdes y
llenas de tulipanes que nos encontramos, salpicadas de unos molinos que en
nada se parecían a nuestro molinos manchegos.
Holanda no se parecía en nada a Bélgica, tan cerca y tan diferentes. Bélgica
nos había gustado muchísimo. En Holanda, de momento, perseguíamos una
dirección, que al final resultó que existía. Al llegar a la puerta de la casa
buscada, el Búho bajó un tanto emocionado, nos quería impresionar y llamó
al timbre.
- ¿qué? ¡percebes!, os creíais que era un cuento chino, pues esperad a verla
¡mequetrefes!, ¡gente de poca fe!.
Todos estábamos expectantes mirando desde la furgoneta que estaba
aparcada justo enfrente de la entrada. La casa era una especie de granja, tenía
un pequeño canal cerca y un molino, el sitio era de lo más bucólico. Llamó un
par de veces. De repente la puerta se abrió y allí estaba ella. Hombre, la chica
no estaba mal, muy rubia, y más bien bajita para lo que se estilaba en este
país. El Búho se presentó,
- Hola Griet, soy José Manuel.
Ella no contestó, pero empezó a ponerse colorada como un tomate. El Búho
insistía.
- De España, de la Costa del Sol. El verano pasado en Benalmádena
¿recuerdas?
AAVV El Espinillo
71
www.espinillo.org
- Sí, ya me acuerdo, pero ¿qué haces aquí?, contestó en un español muy
forzado.
- Nada, he venido a verte, te quería dar una sorpresa, le dijo el Búho tratando
de impresionarla un poco y, a fé que la impresionó pues la chica no articulaba
palabra, miraba hacia dentro y hacia el Búho de forma muy nerviosa.
Nosotros que no nos perdíamos nada de la escena, no salíamos de nuestro
asombro, por la pinta que tenía el asunto, el Búho la había vuelto a liar.
Al instante apareció un hombre de cerca de dos metros de altura detrás de
ella, que debió decir algo así como “te están molestando cariño”. Nosotros no
cabíamos de la risa dentro de la furgoneta, ¡qué panorama!. El Búho ahí recto,
sin saber qué decir. La pobre chica era un poema, toda colorada, no sabía
donde meterse, él tío detrás de ella mirando al Búho y perdonándole la vida,
mientras nos miraba a nosotros con suspicacia. Debía de pensar ¿quiénes son
estos imbéciles que se están partiendo de risa en la puerta de mi casa?.
La escena duró pocos segundos pero sabíamos que nos iba a durar mucho
más a lo largo del viaje. Al final el hombre se metió en la casa cuando la chica
le dijo algo que dedujimos como que son amigos, o que se han perdido, son
españoles y preguntan por una calle, yo les explico, o alguna buena excusa
que se le ocurrió. La pobre, que parecía aturdida, salió hasta la calle como
indicándole al Búho por donde se iba a algún sitio, y le debió pedir que saliera
de allí rápido porque hablaron no más de tres minutos.
Mientras seguía indicándole con el dedo, y nosotros teníamos todas las
antenas puestas en esa dirección, captamos esta pequeña conversación:
- tú estás loco José, estoy casada, como se te ha ocurrido, eso pasó hace
mucho tiempo y en unas vacaciones. Ese era mi marido.
- No lo sabía, contestó
- Márchate y no vuelvas más, por favor, dijo Griet.
Nosotros le estábamos esperando para hincarle el diente, nos había alegrado
la mañana. Y ¿ésta era la chica que quería casarse con él? Menudo ojo tenía
para las mujeres.
El Búho se metió en la furgoneta, menos mal que la habíamos dejado en
marcha y no tuvimos que empujarla, y salió derrapando o casi. Nos llevó hasta
una playa, creo que era en la Haya pues el nombre en holandés era parecido, y
la hora que duró el viaje tuvo que soportar las ironías y la chufla de todos. Al
llegar a la playa se desvistió muy dignamente, después de aguantar con
sentido del humor toda la mofa, y se fue a bañar a pesar de que el agua debía
de estar muy fría, al menos por allí no veíamos a nadie dentro del agua, pero
el Búho aguantó casi media hora dentro de ella, creo que no tenía muchas
ganas de salir de allí.
∞
∞
AAVV El Espinillo
72
www.espinillo.org
Ese día en la playa José y Paco se enrollaron con dos chicas. Después de
tomar algo con ellas en una cafetería las convencimos para que nos enseñaran
Holanda, que se vinieran con nosotros unos días de viaje. Las chicas parecían
entusiasmadas con la idea, así que nos metimos todos en la furgoneta, no sin
antes empujarla para ponerla en marcha, este debió ser el primer punto a
nuestro favor. Las llevamos a su casa, al parecer eran vecinas. Vivían en La
Haya, en un barrio con un aspecto muy holandés, casas de ladrillo rojo
oscuro, con detalles decorativos en la fachada y pequeño jardín a la entrada al
edificio, al menos esos eran los edificios mas repetidos en la ciudad antigua.
Allí estábamos los cinco entusiasmados de nuevo. No sabíamos cómo había
sucedido todo, pero era real. Esperamos cinco minutos, otros cinco, y cinco
más. Las chicas no salían. Debían de estar haciendo unas pequeñas maletas
para venir. En realidad todo había sido muy fácil, demasiado fácil, algo no iba
bien. Seguimos esperando de cinco en cinco minutos hasta que ya había
pasado más de una hora.
- Va a ser que no, dijo Paco el pelirrojo
- Que no ¿qué?, preguntó José
- Que no vienen, hombre, que no vienen, repitió Paco
- Van a ser los quesos, dijo Julio
- Si ya os lo dije yo, nos teníamos que haber comido los quesos, respondió el
Búho
- Con quesos o sin quesos a nosotros si que nos la han dado con queso, por
mí nos podemos ir ya, dije
- Y si están intentando convencer a sus padres o cualquier cosa, dijo José que
no se terminaba de creer lo que nos estaba sucediendo en Holanda con las
chicas.
- ¿cualquier cosa?, menuda gilipollez, estas pasan de nosotros, te lo digo yo.
Pero si no nos entendíamos apenas, como sabes tú que han entendido lo que
le hemos dicho y como sabes que nosotros hemos entendido lo que ellas nos
han dicho, nuestro inglés no es para tirar cohetes. Yo creo que estamos
haciendo el canelo aquí parados en la puerta de su casa, dijo Paco que ya se
estaba cansando de la absurda situación.
- Hombre Paco lo del “yes or no” lo dominamos a la perfección, si les
preguntamos ¿do you want to travel with us a few days? Y ellas dicen yes, yes
i like, pues que va a ser que sí, dijo José
- Va a ser que sí que nos vayamos a Ámsterdam por ejemplo, paseamos,
vemos el barrio rojo, nos reímos un rato y olvidamos penas, dijo Julio.
- No parece mala idea, contestó el Búho
- Pues venga vámonos, que si nos están viendo por la ventana ya es hora de
quitarles el entretenimiento, dijo Paco
AAVV El Espinillo
73
www.espinillo.org
- ¿Y si tomamos una caña aquí enfrente que hay un bar y esperamos un poco
más?, sugirió José
- ¡¡¡¡no!!!!
Volvimos a arrancar con nuestro empuje habitual, y nos dirigimos hacia
Ámsterdam. El camino ya no se repetía tanto como antes, íbamos cerca de la
costa, y no ya por las extensas praderas. En un momento vimos que en una
playa había fuegos artificiales.
- ¡Fuegos artificiales a mediodía!
- Aquí están un poco despistados, de todas maneras podemos parar un
momento y de paso nos hacemos un bocata de chorizo y queso francés, no sea
que volvamos a ligar, que ya somos unos expertos, y perdamos nuestros
encantos cuando entren aquí con esta peste.
- Me apunto a todo lo que has dicho, parar, ver, comer y seguir.
Después de ver los fuegos artificiales, muy escasos y muy pobres, a Valencia
los mandaba a todos estos que aplaudían, decidimos que lo mejor era darnos
una ducha, o al menos un baño, buscamos una piscina pública o
polideportivo, ya que el agua del mar no nos seducía mucho y además te
quedabas muy salado.
Aprovechamos las duchas de los vestuarios y nos dimos un buen repaso,
después de nadar un buen rato, y ya que estábamos en el vestuario a Julio se
le ocurrió la idea de lavar toda la ropa en los lavabos, parecía que iba a
“cantar” mucho pero no se nos ocurrió otra cosa, dicho y hecho.
La gente nos miraba de forma muy extraña, no se porqué, ¡ni que nunca
hubieran visto a unos chicos lavar la ropa!. El problema vino cuando
terminamos ¿dónde la tendíamos?.
- Al fondo del polideportivo, aprovechando las vallas podemos tender una
cuerda, yo creo que nadie va a decir nada, dijo Julio con su poesía mental
habitual,
- ¿alguna alternativa más?, preguntó Paco
- Bien vamos para allá, le echaremos un poco de cara.
Y allí que nos fuimos sin ningún rubor, con toda la colada. Pusimos las
cuerdas, tendimos la ropa, y nos tumbamos a tomar el sol. La gente nos
miraba como si no hubiera otra cosa mas interesante que hacer allí. Al poco
rato vimos que venían dos vigilantes de seguridad.
No se que nos dijeron, eran unos exabruptos que sonaban fatal, lo que sí
vimos es como empezaron a arrancar la ropa, casi nos la destrozan, sólo
dejaron colgados los calzoncillos, con estos no se atrevieron los muy cobardes.
Tiraron todo al suelo haciendo gestos un poco bruscos, nosotros por si acaso
los mandamos a tomar viento en español, al parecer nos invitaban a que nos
fuéramos. De repente oímos aplausos, todos los bañistas miraban y
aplaudían, pero ¿a quién?, en ese momento no sabíamos si saludar, reír o
AAVV El Espinillo
74
www.espinillo.org
llorar.
Después de unos segundos de confusión lo entendimos todo plenamente, a
pesar de tener nuestros tickets, que enseñamos, recogimos la ropa con toda la
dignidad que pudimos, y nos fuimos casi en fila india por donde habíamos
entrado. Nos apuntamos un nuevo ridículo pero nos resultó divertido y la ropa
estaba casi seca. Definitivamente Holanda no era nuestro país, había que salir
cuanto antes de allí, pero aún nos quedaba Ámsterdam ¿cambiaría nuestra
suerte?
Al salir de la ciudad paramos y entre dos árboles que logramos encontrar en
este país sin apenas árboles, al lado de la carretera, terminamos de secar la
ropa. Menos mal que no pasó ningún policía, pues ya nos temíamos lo peor.
Esa noche aparecimos por la Plaza D’Am o algo así, entre bicicletas y
“colgados” no quedaba espacio para pasear, y eso que era inmensa.
Aparcamos cerca de un pequeño canal y con disponibilidad por delante para
empujar rápidamente, por si las cosas se torcían, y aprovechamos para comer
algo.
Ámsterdam nos sedujo desde el primer momento, quedamos impactados por
sus callejuelas, sus canales, sus barcos, sus flores, sus bicicletas y su
ambiente. De madrugada ,el barrio rojo estaba a tope. Nunca había estado en
un sitio así, desde luego allí había mucha vida, y más marcha que en ninguna
otra ciudad europea de las que habíamos estado.
Las chicas estaban a la vista, detrás de escaparates. Tenían una persiana que
bajaban cuando entraba alguien. Las posturas de las chicas tras los cristales
eran de todas las formas posibles. En un momento dado decidimos
cronometrar a uno que entraba a solicitar los servicios de una chica que
estaba al otro lado de un escaparate. El hombre entró en la pequeña
habitación. La chica bajo la persiana. Pasó un minuto, pasaron dos, pasaron
tres, y cuando aún no llegaba a cuatro minutos volvió a aparecer el hombre y
la chica levantó la persiana. ¡Qué había hecho este tío!, si casi no había tenido
tiempo de bajarse la bragueta. Era peor que yo cuando estuve con Sandra la
primera vez, y yo aún me lamentaba. ¡Era el Fitipaldi de las putas!.
- Así me hago yo prostituta, dijo el Búho
- Y yo protestante, resumió Paco entre risas
Pasadas las tres de la madrugada y, cuando ya bajaba mucho el ambiente,
decidimos levantarnos de la terracita donde estábamos y marcharnos. En ese
momento comenzó una pelea en la mesa de al lado. Dos jóvenes se estaban
dando golpes sin límites. Uno de ellos rompió una botella y se la clavó en la
cabeza al rival. Éste sangraba a chorros, le debió partir la cabeza o romper
una ceja, no se, aquello daba miedo. Pusimos pies en polvorosa en cuanto
oímos la sirena de la policía, a los cinco minutos escasos de empezar la pelea,
aquí son rápidos, muy rápidos, pensé. Pero cuál no sería nuestra sorpresa
cuando, a más de cincuenta metros que era lo que habíamos conseguido
correr, observábamos la extraña escena. El coche de la policía estaba siendo
zarandeado, golpeado, escupido. Los policías parecían muy asustados.
Aceleraron todo lo que pudieron y salieron derrapando de allí. Esto en España
con nuestra policía no pasaría, pensamos. Definitivamente no entendíamos
AAVV El Espinillo
75
www.espinillo.org
nada en Holanda.
Ya no nos quedaban ganas de ver nada más. Nos metimos en la furgoneta e
intentamos dormir, mañana, si no esta misma noche, salimos para Alemania.
Al poco rato un grupo de tres negros y un blanco empezó a golpear en la
furgoneta. Nos alarmamos, pero supimos guardar la compostura. Nadie
respiró, nadie habló, nadie movió la cortina, sólo oíamos los gritos y los
veíamos a través de la cortina.
- ¡Son los negros de Paris!, dijo Julio, me persiguen.
Debían de medir lo mismo por lo que nos contó. Creíamos que iban a romper
la furgoneta, golpeaban con fuerza, gritaban, reían , pero de repente dejaron
de golpear. Nos asomamos un momento por la ventana pensando que se
habían ido y allí estaban, se habían bajado los pantalones y empezaron a mear
la borrachera en la furgoneta. ¡qué cerdos!. No nos atrevimos a salir. No tenían
buena pinta.
A los pocos minutos se cansaron de todo, de proferir gritos, de dar patadas
etc. y se fueron a molestar a otro sitio. Salimos y vimos que nos habían dejado
todo lleno de abolladuras. La furgoneta era un poema. No se cómo llegaríamos
a Madrid, y lo que es peor no se si podríamos pagar nada más al llegar. No
quería ni pensar en lo que me iba a decir mi padre si me viera llegar así, sólo
llevábamos la mitad del viaje y teníamos rastro en la furgoneta casi de cada
uno de los días, y eso que no habíamos tenido ningún accidente.
En ese mismo instante arrancamos y salimos disparados camino de Alemanía,
no queríamos estar en Holanda ni un momento más. Holanda para los
holandeses. Nos echaban en un sitio por límpios, y no decían nada por
guarros y violentos, y esto era Europa ¡el primer mundo!.
Una hora después estábamos en la frontera, y al cruzar hacia Alemanía nos
relajamos, quizás todo sería como en Francia, al menos íbamos a empezar
igual: en casa de los tíos de José.
Decimosexto día de viaje (16 de agosto de
1999)
Alemania era un país que nos producía una sensación muy especial a la
mayoría. Era una sensación que provenía del desconocimiento, de las palabras
de los mayores que habían emigrado allí y luego nos contaban sus batallitas.
Nos producía una erótica especial, y presentíamos que en ella acontecerían
cosas intensas.
A Julio le atraía mucho, y parecía que no se hartaba de la panzada de
kilómetros, le entusiasmaba la idea de encaminar el objetivo, aunque fuera en
varias etapas, hacia el Sur, Munich, el lago Constanza, visitar la Selva Negra.
Paco, en cambio, no quería perderse Colonia, Hamburgo, que tenía otro barrio
rojo como el de Amsterdam. Tenía fijación con Hamburgo ya que, en sus
AAVV El Espinillo
76
www.espinillo.org
tiempos futboleros de niño, por lo que sea que a un niño le tiran esas cosas, se
había encabezonado con que era fan del Club de Fútbol Hamburgo y de su
delantero estrella Rubesch.
La cita en Moenchengladbach era obligada y querida por todos.
En la zona de descanso pasada la frontera estábamos comentando los posibles
caminos.
∞
∞
Al cruzar la frontera, vimos varios carteles de ciudades alemanas, no sabíamos
dónde ir, que si Gelsenkirchen, que si Mulheim an der Rurh, hasta que vimos
uno que ponía Essen, y para “esen” que nos fuimos, nuestro viaje empezaba a
ser de cachondeo. Antes de llegar a esa ciudad, apareció otro cartel que ponía
Wupertal,
- ¡gira hacia Wupertal!, está muy bien, por favor, le dije al Búho que estaba
conduciendo en ese momento.
- Y ¿qué hay allí?, preguntó
- Por lo que recuerdo, están las cuevas de Neandertal, están en el Valle de Tal,
que está al lado de la ciudad, dije
- ¿estás seguro? Tu te montas cada película, dijo Julio que estaba sentado
delante con nosotros.
- Seguro no, pero lo estudie contigo, las cuevas de Neander, estaban en el
Valle de Tal, cerca de WuperTal, ¿te acuerdas de algo, lumbrera?, contesté.
- Si tú lo dices, me voy a echar un rato, a mí estas elucubraciones tuyas me
dan sueño, contestó Julio.
Cuando estábamos cerca de la ciudad me dijo el Búho
- Pregunta tú a esta gente que a mi me da la risa.
Y preguntar a unos alemanes a esas horas de la mañana y en un inglés justito
daba bastante reparo. Empecé a preguntar a unos y a otros, pero por allí
nadie nos entendía. En Francia habíamos salido del paso con cuatro frases,
pero aquí es que ni entrábamos, apenas sabíamos decir buenos días, y la
gente de por aquí o no sabía inglés o no entendía nuestro inglés chapucero, el
caso es que ni el valle de Tal ni el de Cual. El valle que recordaba, y que ya
creía que me lo había inventado, o no estaba allí, o no sabíamos dar con él.
Dimos vueltas y más vueltas, pasamos dos veces por la ciudad, preguntamos a
jóvenes y mayores, hicimos mímica de la prehistoria y nada de nada. Menos
mal que el resto del equipo dormía plácidamente, o no hacía nada por
enterarse de lo que ocurría.
- Vaya desastre, como todo sea así en este país no vamos a poder ir a ningún
sitio, dije
AAVV El Espinillo
77
www.espinillo.org
- Creo que lo mejor será marcharnos de aquí, dijo el Búho
- Vámonos sí, que me estoy desmoralizando, pero ¿a dónde?, pregunté. De
repente recordé que cerca debía estar Aquisgrán, volví a la carga con las
preguntas, pero fue otro muro el preguntar por ella. Nadie había oído nunca
hablar de Aquisgrán, ¿se diría de distinta forma aquí? Seguro.
- Lo mejor será irnos cerca de la casa de los familiares de José.
- Eso está cerca de Dusseldorf, lo que pasa es que ellos esperan despertarse
en Essen, dije.
- Pues ni a Dusseldorf, ni a Essen, ¿qué te parece si seguimos esa dirección
que pone Bonn?. Hay dos o Bonn o Kolhn, ¿cúal te suena mejor?, preguntó el
Búho
- Pues así de oído me suena mejor Bonn, era la antigua capital, no debe de
estar mal, contesté.
- Pues a Bonn, luego a Koln y más tarde a Monchengladbach, que nombre
más difícil de pronunciar, como tengamos que preguntar lo llevamos claro.
Después de esto dejaremos que se peleen eligiendo el siguiente destino,
Hamburgo o Munich, ya nos da igual, en cualquier caso va a ser un
descubrimiento.
- Bien ¡A Bonn, a Bonn!, ¿abón? ¿De que me suena esta palabra?
Y hacia allí nos encaminamos, estábamos dando más tumbos que otra cosa,
íbamos a ciegas por Europa, pero éramos libres y teníamos todo el tiempo del
mundo, en ese momento nada nos importaba.
Cuando llegamos a Bonn nos quedamos estupefactos. Habíamos visto ríos
inmensos en Francia para los que teníamos en España pero aquí ya era
demasiado. El río Rhin era tremendo. Acostumbrados al Manzanares, aquello
nos pareció desmesurado, en algunos tramos a lo largo del camino había casi
un kilómetro de ancho o algo así. Veíamos barcos que en España surcaban los
mares, cargueros, cruceros, de todo. Desde luego teníamos que ir en barco por
éste río, no había duda.
La ciudad también nos pareció muy bonita, muy tranquila, como diría mi
padre, muy señorial. Aparcamos al lado del río y despertamos al personal.
Había que hacer un desayuno-comida, teníamos un descontrol de horas
impresionante. Al levantarse y salir fuera se quedaron impresionados con lo
que vieron.
∞
∞
¡¡Qué majestuosidad!!. Había incluso gente mojándose los pies en la orilla.
Paco no se lo pensó dos veces y allá que fue, menuda zambullida que se dio
en el río, se sentía libre y nos invitaba a zambullirnos también.
AAVV El Espinillo
78
www.espinillo.org
De repente, una llamada inesperada alborotó nuestro destino.
- ¿Diga?, dijo el Búho
- ¿José Manuel?¿sabes quien soy?
- Ainara ¿qué tal, como estás? te echo de menos.
- Pues por eso te llamo, yo a ti también.
- ¿Qué haces?
- ¡¡Estamos en Moenchedgladbach!!
- pero ¿qué dices?¿cómo que estamos?¿quiénes estáis?
- Te explico, en Donosti decidí pedir permiso para irme una semana a casa de
Sandra en Paris, y mis padres me dejaron. Cuando estaba con Sandra
pudimos convencer a François, ya sabes su padre, para que nos dejara hacer
una excursión, en principio teníamos que ir a Estrasburgo, pero como
sabíamos que teníais que ir a esta ciudad, aquí estamos. ¿Dónde estáis?
- Qué sorpresa, nosotros acabamos de llegar a Bonn, creo que está cerca de
allí.
- No os mováis que vamos para allá.
- pero ¿cómo vendréis y cuándo? Nosotros estamos al lado del Rhin y no
conocemos esta ciudad.
- Estamos en la estación de autobuses, cogemos el primero que salga y te
llamo.
- Vale, de acuerdo, os esperamos
José Manuel se quedó pasmado, estaba indeciso con respecto a Ainara, no
quería ligar con nadie en serio, sólo divertirse, y esto anunciaba algo más.
Ahora que teníamos que ir a casa de los tíos de José y ahora que por fin
viajábamos solos, como queríamos, o más bien como quería el resto.
A mí me había dado un vuelco el corazón. Esta era la sorpresa que me dijo
Sandra, o sea que el “pronto” en verdad era pronto.
∞
∞
El Buho, por otra parte, tampoco podía resistirse al encanto de aquella chica,
que parecía que estaba haciendo todo lo posible por estar con él. Al resto la
noticia les sorprendió y más de uno estaba fastidiado con la nueva situación.
AAVV El Espinillo
79
www.espinillo.org
Paco salía del río muerto de frío, a pesar del calor que hacía, pero el agua no
debía de ser termal. Cuando le contamos la sorpresa, menuda sorpresa, se
cogió un buen rebote, no tenía ninguna gana de volver a empezar y de mal
dormir de nuevo.
∞
∞
La llamada recibida nos llenó de turbación. Cada uno, dentro de si, guardaba
unas sensaciones, que en algunos casos llegaban a fuertes sentimientos,
bastante marcadas y muy contrapuestas.
El Búho y yo, ante la perspectiva de la reunificación con nuestros amores
veraniegos, teníamos un sentimiento de euforia. Pero era una euforia
particular, centrada en nosotros mismos. De hecho, a mi no me agradaba
nada que viniera Ainara. Yendo más allá, me fastidiaba la presencia de todos,
Sandra ocupaba toda mi mente en ese momento y a pesar de planear el viaje
con mis colegas, todos los demás no tenían cabida en ese momento.
El Búho sentía algo que podía ser parecido a lo mío. La situación había sufrido
un giro de 360 grados. Éramos, en ese momento, no una unidad de cinco
amigos, sino cinco personas independientes, cinco espacios separados por
toneladas de hormigón, que teníamos un espacio interno muy importante que
era incompatible con los espacios de los demás.
- Volveremos a juntarnos. Esto si que no nos lo esperábamos, a mí me seduce
la idea, espeté.
Julio tomó la palabra con autoridad.
-¿Pero qué coño te seduce? ¿Tu estás tonto, o estás atontao, que es peor?, dijo
Julio
Juanito tuvo un ademán de ir a por él, que pudo a duras penas controlar.
-No hay sitio para todos. Ni dentro ni fuera de la furgoneta. Tenía que
haberme vuelto cuando lo dije, estáis fuera de vosotros mismos, las chicas os
han poseído la mente, continuó.
- Julio, es lo que hemos venido a buscar, ¿no? Aventura, joder, pues es lo que
estamos teniendo, mejor imposible. Vamos, el que va a hablar, y tú cuando te
disfrazaste de Travolta y otras locuras ... dijo el Búho.
A Julio le estalló la vena que separa la consciencia de la agresividad y le asestó
un fuerte puñetazo al Búho, que lo tiró al suelo.
-Métete con tu padre, gilipollas. Te crees que eres el rey del mundo y eres un
mequetrefe, un imbécil.
AAVV El Espinillo
80
www.espinillo.org
José y Paco consiguieron contener a Juanito, que ya estallaba, y separar a los
dos contendientes de la pelea. Únicamente lograron separarlos físicamente
pero el combate verbal seguía.
-¿Sabes, capullo? dijo Julio. Paso de ti, métete la furgoneta y el viaje por
donde te quepa. Ahora si que me piro. Me voy. Ya me las apañaré. No quiero
estar con el Búho ni un segundo más.
-Cálmate, Julio, intentó interceder Paco.
-¿Qué leche calma? Ahora mismo recojo mis cosas de la furgoneta y me voy.
Vimos sus ojos inyectados en sangre. Sabíamos que se calmaría, que llegaría
su momento, pero vimos que no podríamos anular su idea de marcharse. El
tiempo pondría las cosas en su sitio y, esperábamos que el futuro nos
depararía la recuperación de nuestras vidas comunes. O no.
∞
∞
Cuando Julio se vio sólo, sin sus compañeros y amigos de viaje, se relajó.
Ahora haría lo que, dentro de Alemania, el país que fue capaz de poner un
muro entre sus vecinos y a los muchos años generar un proceso de
reconciliación y unificación nacional, le apeteciera.
Entres sus historias mentales le sonaba el estribillo de la canción de Rafaella
Carrá:
”Para hacer bien el amor hay que venir al Sur...”, y como allí era donde quería
ir desde el principio, no se lo pensó dos veces y se dispuso a salir hacia
Munich, poner kilómetros de distancia sería lo mejor, pensaba.
No le pesaba sentirse solo. Es cierto que las cosas no lucirían como si el viaje
siguiera con sus compañeros, que ya más calmado no dudaba que pronto se
reencontrarían o se contarían las batallitas. Pero de momento le apetecía la
sensación de viajar solo. No depender de nadie, y mucho menos de unos locos
con el corazón encerrado en una jaula, para guiar sus caminos.
Buscó en Bonn, como pudo, una estación de autobuses y se fue a duras penas
enterando de los horarios y precios de los autocares que le acercarían a su
destino deseado.
∞
∞
Mientras leía los horarios de los autobuses, que figuraban en un díptico
informativo también en inglés, se sentó en un banco dejando caer a plomo su
cuerpo, cansado de la tensión y los nervios que le había producido el episodio
de la pelea con su amigo. Cerró los ojos, casi sin poder poner remedio, cuando
AAVV El Espinillo
81
www.espinillo.org
el sol le bañó el rostro con sus rayos. Ahora se sentía más relajado.
Recordó lo que le contó su amigo Carlos de VillaVerde Alto, un barrio cercano
al suyo, cuando le dijo que se iría a recorrer Europa en aquel viaje aventurero
con sus amigos de El Espinillo.
Carlos había hecho un viaje similar no hacía mucho tiempo y le contó
maravillas de las aventuras que le habían sucedido, porque parece que las
penas o los problemas, pasado el tiempo, o no se recuerdan o si se hace, se
suelen recordar con una sonrisa en la boca. Carlos había conocido lugares
mágicos y a muchas personas, pero de entre todas ellas, le habló de Evghenia,
una preciosa chica moldava de pelo rubio y ojos claros, con la que pasó
muchas noches de risas y de confidencias dentro de un coche.
Evghenia era una chica dulce que escondía su sensibilidad tras la fachada de
una apariencia fría, distante y, a veces, un poco violenta. Quizá, según le
confesó Carlos, había sufrido en su vida por mostrarse tal como era y, por esa
razón, Evghenia había decidido enterrar su verdadero ser tras una coraza
ruda y opaca.
Julio reflexionó, sentado en aquel banco, sobre las personas que pasan por la
vida, algunas con una gran intensidad, y que desaparecen. Conocía bastantes
hombres y mujeres que, durante una etapa de su vida, estuvieron muy
presentes e hicieron cosas juntos. Pero desaparecieron y su contorno se hacía
cada vez más difuso. Sirvieron para algo y dejaron de servir o al menos los
caminos de la vida dejaron de confluir.
Otras se quedaron; el paso del tiempo no las difuminó; pudieron ser un
entretenimiento, creyó que eran un entretenimiento y, sin embargo, se
quedaron con él. Se repetía a sí mismo que esas personas son otra dimensión
de la felicidad. ¿Cómo era ese poema?
Todo el mundo tiene otro que se le opone
en perfecta mitad
un otro lado sin el cual
nada es si no imperfecto
Pensó en ese viaje y como, un día sin esperarlo, te levantas y te das cuenta
que hay alguien que ha surgido de la nada, que ha aparecido de donde no
esperabas y se ha instaurado en tu mente, ocupando todos y cada uno de tus
pensamientos.
Pasa el tiempo, pasan las circunstancias que debieran haber justificado esa
relación y aquellas personas continúan en tu vida... Como Evghenia
continuaba en la mente de Carlos cada día, cada noche, cada instante, según
le había confesado el propio Carlos aquella noche de verano, le dijo en
confianza que seguía manteniendo el contacto con ella a través de Internet y
que, incluso, habían planeado irse a Ucrania juntos durante una semana para
ir a un lugar de descanso, los dos solos, sin caretas, sin artificios, sin escudos,
sin barreras. Los dos, una moldava y un español, perdidos para todo el mundo
menos para ellos, esperando el instante de volver a unirse que sería el
momento en el que se realizarían sus deseos.
Julio sonrió al imaginar a Carlos feliz, vestido únicamente con una toalla,
AAVV El Espinillo
82
www.espinillo.org
tumbado en una hamaca, en aquel spa-sauna de Ucrania.
Recordó todas aquellas cosas que Carlos le había contado sobre Moldavia y
tuvo curiosidad por visitar aquel país.
-¿Y si vuelvo y se lo propongo a los demás?, pensó para sí mismo mientras
doblaba con cuidado el díptico informativo de los horarios de los autobuses
para introducirlo en el bolsillo trasero de sus pantalones.
∞
∞
Enseguida Julio desechó esa idea y se levantó raudo hacia la ventanilla para
sacar un billete hacia Munich, la suerte estaba echada.
Se había consumado la escisión del grupo. Julio, en apenas unas horas, se
había ido. Sabían que la comunicación era posible, ya que tenían teléfonos
móviles habilitados para su uso fuera de España, al principio no pensábamos
llevarlos pero se impuso la cordura y creímos que nos podían ser útiles como
en este caso. De ese modo se comunicaban con sus padres, poco, que
mantenían una expectación tensa con ellos. Sus padres sabían que era un
viaje iniciático, un viaje que habían preparado con tanto mimo durante todo el
año y con tal grado de intensidad en ese sueño, que sólo les importaba
escuchar sus voces de vez en cuando y ver que estaban bien, no necesitaban
mucho más.
Los otros cuatro amigos, tras la marcha de Julio, se habían quedado
silenciosos y taciturnos. Entendían, algo tensos pero sin nervios entre ellos, lo
que había ocurrido con Julio. José y Paco tampoco estaban encantados con la
idea de que las chicas volvieran pero ellos pensaban que así lo tendrían más
fácil para quedarse unos días con los tíos de José y vivir sus propias
experiencias.
Habían pasado la tarde en Bonn sin grandes pretensiones, quizá intentando
investigar, sin éxito, por qué esa ciudad, que se mostraba un poco ausente,
había sido elegida para ser la capital administrativa de la antigua Alemania
Federal.
Cuando se hizo la noche, en el calor del pequeño hogar que habían creado en
la furgoneta, el Búho tomó la palabra, asumiendo el papel que todos
esperaban de él.
-¿Y ahora qué va a pasar, compañeros? Las chicas están en camino. Creo que
es el momento de hablar claro. Yo quiero y tengo que estar el mayor tiempo
posible con Ainara. Todo esto ha sido rápido, pero quiero vivirlo, lo más
posible.
Yo asentía con la cabeza, sin hablar. Mi pensamiento era idem de idem al
suyo, con respecto a Sandra.
Paco tomó la palabra:
-José y yo hemos estado hablando. Ni nos lo vamos a pasar bien con tanta
parejita, ni os vamos a fastidiar la cosa, dijo con cierta vehemencia. Tenemos
AAVV El Espinillo
83
www.espinillo.org
los móviles y estará el teléfono de sus tíos, vosotros estáis en otro rollo.
-Mi familia de Moenchengladbag nos espera mañana, ya hemos hablado con
ellos. No nos importa que os quedéis vosotros con la furgoneta. Sin problemas,
sin tensiones, nos lleváis y nos quedamos unos días allí.
El Búho y yo entendimos que era lo mejor. Cada uno iría a lo suyo y
volveríamos a coincidir más adelante.
Ya me emocionaba solo, qué días me esperaban, ¡madre mía!, full-time con
Sandra.
Quedamos en que, cuando aparecieran las chicas, las pobres que venían
camino de Moenchengladbach y a donde teníamos que volver a llevarlas, que
gasto de dinero absurdo para ellas, decidiríamos el modo seguir viéndonos de
vez en cuando y se produciría la separación.
Cuando todos nos relajamos, sonreímos y nos dimos unas collejas. Era
nuestro modo de indicar que todo seguía adelante. Aunque en ese momento
todos teníamos la pequeña punzada de la espantada de Julio.
∞
∞
En ese momento aquella musiquilla tan pegadiza comenzó a sonar, la banda
sonora de “El Golpe”, una gran obra maestra, sin duda. Era el móvil del grupo.
El corazón me dio un vuelco. El Búho descolgó el teléfono y comenzó a hablar:
- Ainara, sí, hola, sí, estamos en Bonn. ¿Dónde? ¿En el Museo de Arte qué?
Espera, deletréame, B-u-n-d-e-s-k-i-n-s-t-h-a-l-l-e. Vale, creo que lo tengo, sí,
vamos para allá. Nos vemos en un rato. Venga, un beso.
Todos mirábamos al Búho con gran expectación:
- Bueno, ya lo habéis oído, dijo. Las chicas nos esperan en el Museo… , miró
el papel donde lo había anotado, Bundeskinsthalle, eso. Joder con el
nombrecito.
- Pues no se hable más, dije. Arrancamos la furgoneta y nos dirigimos hacia el
lugar de encuentro.
Durante el viaje ninguno dijimos palabra alguna. El Búho, absorto en sus
pensamientos, doblaba una y otra vez el papelito donde había apuntado el
nombre del Museo. Lo doblaba, lo desdoblaba, lo volvía a doblar, se le veía
nervioso, y a la vez emocionado.
José y Paco miraban al suelo, abstraídos en sus pensamientos. Era difícil
saber en qué estarían pensando.
Yo sólo podía pensar en Sandra, y en los magníficos días que nos esperaban,
AAVV El Espinillo
84
www.espinillo.org
pero, de momento, dábamos vueltas y no acertábamos con el Museo. Nos
costó tiempo dar con él.
∞
∞
El padre de Julio era un empedernido jugador de lotería, quinielas y demás.
Justo antes del viaje le había tocado, tras años y años de apostar, un gran
premio. No sabíamos muy bien cuanto, pero los rumores del barrio apuntaban
a una cifra cercana a los cincuenta millones de pesetas. Esto nos hacía pensar
que Julio llevaba más dinero del que creíamos, sobre todo al ver como había
decidido irse sin más y dejarlo todo. Él, como todos nosotros, había hecho
todo lo posible por conseguir el dinero del viaje, que este viaje se debiera solo a
nuestro esfuerzo y a nuestro dinero. Ahora parte del dinero del alquiler de la
furgoneta, de la despensa y demás material era suyo, y lo había dejado sin
más, así que no teníamos otra explicación, sobre todo tras su llamada
comentando a José que se iba a Munich, ¡¡¡Munich!!!, ¿qué haría allí Julio?
Estábamos todos muy preocupados, habíamos salido juntos de Madrid y
teníamos que volver juntos, puede que peleados, de hecho habíamos tenido
más de una discusión, pero juntos, nuestros padres no lo iban a entender.
Julio solía deprimirse con facilidad pero no era dado a los arrebatos violentos
¿qué le habría podido ocurrir?¿porqué con El Búho?. Era la primera vez que le
había visto soltar la mano.
Había sido testigo de todo y me había calentado como el que más, pero no
acertaba a comprender las razones de todo este altercado. Debía de llevarlo
dentro mucho tiempo, rumiándolo quizás y nosotros sin darnos cuenta.
Tantas historias de mujeres y él no había logrado entrar en ninguna, quizás
fuera eso, pero no. Ya en Burgos quería volverse, ¿querría irse sólo por aquel
entonces y nosotros que somos más gregarios no lo entendimos?.
Después de su llamada estuvimos hablando y decidimos que no podíamos ir a
Munich de momento, no sabíamos ni los kilómetros que habría que recorrer,
un lío, y sobre todo que nos queríamos quedar con las chicas, al menos unos
días más.
Intentamos convencerle de que volviera con nosotros, pero Julio estaba
decidido y ahí quedó la cosa. No supimos nada más de él, excepto la promesa
de que la semana que viene, el mismo día y a las doce en punto del mediodía,
quedaríamos en Bonn, en el mismo sitio donde nos separamos, donde
cogeríamos un barco que recorre el Rhin y nos contaríamos nuestras
aventuras. Teníamos una semana para ir a nuestra “bola”. Una semana nos
pareció un tiempo prudencial para que las cosas se resolvieran solas y
retomáramos el viaje con más ilusión si cabe.
Estamos en un momento difícil, llevámos un día en Bonn y estámos a punto
de volver a reunirnos con unas chicas a las que estamos deseando ver.
Paco era íntimo amigo de José, desde pequeños siempre iban juntos a todos
los sitios. José tenía mucha ascendencia sobre él, así que para Paco, sin duda,
el razonamiento de ir con José a casa de sus tíos era muy interesante. Desde
que hablaron El Búho, Ainara y él, habían quedado claras las cosas.
AAVV El Espinillo
85
www.espinillo.org
Llamamos a las chicas para decirles que ya llegábamos y cogió el teléfono
¡¡¡Segolene!!!, también venía Segolene, este era otro imprevisto.
Ahora estaba Segolene, ella venía probablemente porque quería salir de
vacaciones, de acuerdo, pero ¿por algo más?. La aventura puede ser, salir con
su prima, también, pero era probable, a pesar de su medio novio francés, que
buscara otra cosa, no se, yo siempre acababa pensando lo mismo, quizás era
José que le parecía divertido o Paco, o a lo peor era Julio.
Durante el camino al Museo para ir a recoger a las chicas, le pedimos a Paco
que se viniera con nosotros, que estaba Segolene, que seguro que había
“tema”, que él hablaba francés. Pero no se decidía, quedamos en que
recogeríamos a las chicas y nos iríamos a Moenchengladbach y quizás nos
quedaríamos allí, al menos tendríamos resueltas las noches, como dormir, el
problema era Segolene. José dijo en ese momento,
- que venga uno de vosotros a casa de mis tíos y el otro se queda con las
chicas en la “furgo”, a mis tíos y a mis primas no les pienso decir que venimos
con chicas, así que aparcáis lejos.
- Y ¿no sería mejor que fuera Segolene con vosotros?, dije, viendo que si uno
se quedaba en la furgoneta ese iba a ser el Búho, que era el que conducía casi
siempre y era más de fiar al volante que yo.
- Mis tíos están esperando a cuatro gañanes, no esperan una chica, o al
menos ayer no la esperaban. Además mis primas nos han preparado una
fiesta de bienvenida, van a venir un montón de amigas suyas y vosotros os lo
podéis perder ... pero nosotros no, dijo José.
- La cosa se está poniendo fea. Por un lado me apetece mucho estar con
Ainara, pero por otro me estáis tentando con esa fiesta, si lo se antes no le
digo nada a las chicas de donde estábamos, dijo El Búho, me lo podías haber
dicho antes.
- Tú verás lo que haces, nosotros lo tenemos claro, contestó José
A mi me daba igual todo, lo mío era Sandra y Sandra, nunca me había sentido
igual, el oír te quiero en un español dulce y afrancesado me tenía loco. Sólo
deseaba oír esas palabras una y otra vez, soñaba con volver a besarla,
abrazarla, acariciarla y hacer el amor como ella me había enseñado.
- Y ¿si nos inventamos mañana una excusa con las chicas y nos vamos todos
a la fiesta? Algo así como que tenemos que ir a comer con sus tíos a casa y la
cosa se alargó un poco, no se ¿qué os parece?, dijo El Búho.
- Como flipas tío, ¿de verdad quieres pasar de Ainara?, se está recorriendo
media Europa para estar contigo y tú a la fiesta, contesté viendo que la cosa
se ponía fea. De estar con Sandra a solas, a quedarme con tres y en un lugar
totalmente desconocido, y lo que es peor, sin mucho dinero para invitarlas, no
me seducía mucho.
- Pero si van a ser un par de horas, no es para tanto, dijo El Búho
AAVV El Espinillo
86
www.espinillo.org
- Vale, haced lo que queráis. Una pregunta, ¿quién se queda esta noche con
las chicas en la furgo?, pregunté.
- ¡¡¡Tú!!!, contestaron
- Pero, casi no se conducir, y ¿quién empuja para arrancar?.
- ¡¡¡¡aprendes y ellas!!!
En menudo lío nos habíamos metido, tres chicas que querían quedarse con
nosotros, sólo yo quería estar con una de ellas, unos que se iban a casa de
sus tíos y no sabíamos que pasaría, otro u otros que nos quedábamos en la
furgo y sin planes de momento, y otro amigo que se iba solo y que nos tenía a
todos un poco entristecidos.
Sólo teníamos una semana para estar con ellas, habría que decirles a las
chicas que sólo podíamos estar una semana con ellas. Lo que menos nos
apetecía es volver a quedar con Julio en una semana, si es que se presentaba
y aparecer de nuevo con todas las mujeres causantes del lío.
Y encima una fiesta, que visto como se las gastaban en Francia, miedo me da
pensar como se las gastan en Alemania. De seguir este ritmo igual la
furgoneta acaba siendo el camarote de los hermanos Marx.
Yo sólo quiero estar con Sandra y me temo que voy a estar con la pandilla más
dispersa, alocada e internacional que existe. Y encima me quedo sin comer
comida casera alemana ... ¡¡calentita!!, por no hablar de todas las cervezas que
van a probar. Lo que primero era entusiasmo porque venía Sandra, ya no lo
empiezo a ver tan claro.
- Mirad allí están las chicas ... y son ¡¡¡cuatro!!!, dijo El Búho
- ¡¡¡cuatro!!!
Todos nos quedamos anonadados, y ahora ¿qué hacemos?
∞
∞
Julio se debatía en la duda de si dirigirse, como era su intención inicial, a
Munich y luego vería, o volver a Bonn en una semana. En su arrebato de
nostalgia que le había entrado por su amigo Carlos pensó en ir a Moldavia. La
realidad es que aún no tenía decidido nada. En principio con Munich ponía
kilómetros de distancia para disuadirles de cualquier posibilidad de
acompañarle o de que le dijeran nada, y tiempo de por medio. Les hubiera
dicho que se iba a la China si con eso le dejaban en paz. Ahora estaba más
relajado, en la estación de autobuses. Necesitaba esa semana en solitario. No
por nada, quizá nadie lo entendiera nunca, pero él, con su carácter
independiente, para que el glorioso mes deseado fuera realmente para
recordar, necesitaba esa semana de vagabundo.
AAVV El Espinillo
87
www.espinillo.org
Cuando le tocó el turno en la ventanilla de la estación señaló con el dedo un
papel donde había escrito Munchen. Lo había visto en la tele en los partidos
de fútbol del Bayern, y ese era todo su vasto conocimiento del idioma alemán.
Munchen. Sonrió al darse cuenta de su desconocimiento. ¿Cómo se
pronunciaría eso?
∞
∞
Julio se introdujo sigilosa y solitariamente en el autobús. Como todo equipaje
llevaba su ropa, que había rescatado de la furgoneta, los mínimos elementos
personales y el dinero que tenía. No era mucho pero tampoco era poco.
Suficiente.
Una vez sentado en su asiento y puesto en marcha el vehículo, con
puntualidad germana a las seis de la tarde, sintió las piernas flaquear. Era el
momento de parar el cuerpo y la mente. Quedó profundamente dormido,
desparramado en su asiento.
El viaje era bastante largo, con lo que había tiempo de sobra para todo. Iba a
pasar de un plumazo de las proximidades de la frontera belga a efectuar una
diagonal y finalizar en las cercanías de la frontera austriaca. El autobús
realizaba una parada en Frankfurt.
La tensión se transformó en parada vital, la parada en sueño reparador, y el
sueño, cuando la mente salió de nuevo de su letargo, en una pesadilla de las
que te carcomen lentamente. Veía a su padre sentado en un sillón, alargando
los brazos hacia él, en un gesto a la vez de abrazo de bienvenida y de petición
de ayuda. No se levantaba del sillón. Julio corría hacia él para abrazarle,
corría con todas sus fuerzas, pero nunca llegaba a donde él estaba.. Mientras
más lentejas comía, más lentejas quedaban. En su caso, mientras más
aceleraba su carrera, más lejos quedaba su destino. Su padre permanecía
inmóvil, sin cambiar el gesto, como si de un holograma se tratare, y él se iba
desesperando cada vez más. En un momento dio un gran salto y cayó al vacío,
al más puro estilo Coyote en su implacable persecución del Correcaminos. Al
notar perder su equilibrio, dio un grito.
Notó una mano que golpeaba ligeramente su hombro.
-¿Qué ocurre, donde estoy? dijo muy sobresaltado
-Frankfurt, oushenta kilomatres, contestó una cara repleta de amabilidad.
Uster gritó, ¿Estar bien?
-Si, si, si, muy bien, muchas gracias.
-Llamarme Thorsten. Tengo Beca Erasmus, Seville, Septiembra. Uster
espagñol. Si ir a Minguen, yo ser de Minguen.
Su compañero de autobús tenía más o menos la misma edad y aunque se
expresaba con dificultad, entendía perfectamente y la comunicación en
AAVV El Espinillo
88
www.espinillo.org
castellano era posible. Estaba ilusionadísimo con su próxima estancia de beca
Erasmus en Sevilla.
Era de Minguen, ¿estaría cerca de Munich?. Cada uno tenía algo que al otro le
venía bien, así que entablamos rápidamente amistad.
∞
∞
Nos reunimos con las chicas y nos presentaron a la nueva amiga. Era amiga
de Segolene y había ido a pasar el verano con ella en París, quería conocer la
ciudad de la luz pero no se imaginaba donde acabaría su verano, de momento
estaba en Bonn con unos chicos españoles, el verano se presentaba viajero
para ella, que hacía sólo cuatro días vivía tranquila en su pequeño pueblo
italiano, que creo nos dijo que se llamaba Orvieto, en la región de Umbría o
sea “a la sombra” pensamos. Se llamaba Sabrina. Ya teníamos la triple “ese”
con nosotros: Sandra, Segolene y Sabrina.
Esa noche después de cenar nos metimos como pudimos en la furgoneta,
éramos ocho y nos tocó dormir sentados, mientras a las chicas les cedíamos
las camas traseras, una y no más Santo Tomás, ¡qué noche!
Decimoséptimo día de viaje (17 de agosto de
1999)
Al amanecer nos dirigimos hacia Moenchengladbach. Para hacernos entender
con los lugareños, después de mucho preguntar y no entendernos con nadie,
aprendimos que había que pronuciar la dichosa palabra muy rápido, y al decir
menchenglaba a toda velocidad nos empezaron a entender y a guiar hacia ella.
El ir por carreteras regionales tenía esta desventaja, pero no podíamos pagar
tantos peajes, para esto Europa era terrible.
Llegamos al anochecer y dejamos a los tres colegas en casa de los tíos de José.
Yo me quedé sólo con cuatro chicas de tres países diferentes, no me lo podía
creer, no lo hubiera imaginado nunca, ni en mis mejores sueños, pero ¿qué
hacía yo con ellas?, no sabía muy bien como comportarme, la situación me
superaba un poco, y para colmo la furgoneta si se paraba había que
arrancarla empujando, y ¿quién iba a empujarla? Pues sí, el tonto, o sea yo
mismo, ya que Sandra y Ainara conducían, pero eran novatas como yo, igual
no sabrían arrancarla, mejor no pensarlo.
Decidimos las chicas y yo irnos esa noche a Colonia o Kholn que estaba muy
cerca, yo iba asustadísimo, no controlaba bien la furgoneta, casi no sabía
conducir un coche y ahora llevaba una furgoneta y cuatro chicas ¡¡¡Dios, qué
situación más extraña!!!.
El cabronazo del Búho me había dejado tirado y se había quedado tan pancho.
AAVV El Espinillo
89
www.espinillo.org
Aparcamos cerca del inmenso río y nos acercamos a una pizzería. Yo pedí una
calzone, era la que mejor me iba esa noche.
Sabrina no era muy guapa, pero resultaba muy ingeniosa y divertida. Era alta,
morena, de pelo muy corto, estilo hombre, pero con unos intensos ojos azules,
lo que le daba un aire resultón, quizás tenía algún kilo de más, justo lo que les
faltaba a las francesas. Esa noche fue especialmente divertida, ese castellano
mal pronunciado por todos era genial. Incluso Ainara, cuando podía, nos
metía una palabra o una frase en euskera, que nos resultaba de lo más
gracioso porque ahí ya no entendíamos nada de nada, ¿de donde vendría este
idioma?.
Ainara estaba relajada, no le había afectado mucho la espantada de El Búho,
y ya no sabía que pensar de ellos. Esta chica me resultaba muy misteriosa, no
le terminaba de coger el tranquillo. Sus idas y venidas constantes, sus rollos
políticos, su afán por enseñarnos euskera, sus números teatrales. Empezaba a
tenerla respeto, pero también cariño. Era algo mayor que nosotros, y se
notaba, cuando quería nos manejaba a su antojo a los chicos, y cuando no,
desaparecía sin dejar rastro hasta que volvía a aparecer. Para mí era
realmente desconcertante. Y El Búho y ella ¿a qué jugaban?.
La noche pasó rápidamente, pero la noche en la furgoneta se me hizo más
larga de lo habitual. Me tocó, ¡como no!, dormir al volante mientras las cuatro
se tumbaban en la cama general del interior. Quería estar con Sandra y estaba
más lejos de ella que en casa de sus padres, y por lo que se avecinaba lo iba a
tener difícil para volver a estar con ella.
Como no “podía pegar ojo”, empecé a pensar, mientras las miraba, en la idea
de enrollarme con las tres, con Ainara mejor no. ¿Sería capaz?. La verdad es
que no, seguro que no. Y ¿qué diría Sandra?¿sería más normal en sus países?.
Yo que no me comía una rosca en los veranos en Alicante ni en los inviernos
en Madrid, ahora me venían estas tonterías a la cabeza. Tonterías que se me
ocurrían por la falta de sueño y por la falta de Sandra imagino, en fin no
puedo casi con Sandra y voy a meterme con tres. Sólo de pensarlo y de
imaginarlo ya casi había terminado el invento. Con estas gilipolleces y otros
desvaríos se me fue pasando la madrugada.
Decimoctavo día de viaje (18 de agosto de
1999)
A la mañana siguiente fuimos a buscar a los colegas para dar un paseo por
esa ciudad de nombre tan largo y difícil. Tuve que empujar la furgoneta,
menos mal que Sabrina me ayudó, y mucho, diría que estaba más fuerte que
yo, mientras Ainara conducía.
Dimos todos juntos un paseo y durante el mismo nos dijeron que esa tarde
tenían que ir a casa de otros tíos de José que les querían ver, que añoraban
mucho España y que les habían preparado una cena y ya habían dicho que sí.
Pero ¡que morro tienen estos tíos!.
AAVV El Espinillo
90
www.espinillo.org
O sea los tíos se iban de fiesta flamenca y yo a pasear a las chicas. A mí
obviamente no me importaba en absoluto, pero les echaba de menos, una
ayudita en estos momentos me vendría muy bien.
Paco me contó que el tío de José cuando llegaron a casa empezó a ponerles
cervezas y se cogieron un “pedal” impresionante. Para colmo las primas
estaban macizas y su padre sin ningún rubor, antes de cenar les puso un par
de películas porno de dibujos animados, con sus hijas delante que apenas
tenían ¡catorce y dieciséis años!. El tío se reía a carcajadas y ellos no sabían
donde mirar, así que se hincharon a beber cerveza, mientras las primitas les
miraban con risitas. Me dijo,
- No me perdería la fiesta de esta noche aunque fuera lo último que hiciera.
Van a venir seis chicas y tenemos toda clase de cervezas, negras, grises,
rubias, blancas, yo que se. Y por los gestos de ayer no creo que acabemos
bailando.
- Y ¿alguna sabe hablar español?, pregunté
- Creo que sólo las dos primas y muy mal, pero no creo que esta noche eso
importe, contestó
- Pues vaya plan, estos de juerga y yo esta noche otra vez en el volante
durmiendo, musité
Así se presentaba el día. A mí me daba igual todo lo que les pasara a mis
amigos.
Ainara y El Búho estuvieron juntos toda la mañana. Mientras que Paco y José
se lo pasaron en grande con Segolene y Sabrina, o al menos eso parecía,
aunque no se si seguirían enseñándole el peculiar castellano a Segolene.
Yo pude pasear junto a Sandra y hablar sin que nadie nos molestara. La
ciudad no era precisamente una belleza, así que no reparamos mucho en ella.
Llegó la hora de comer y todos mis amigos desaparecieron camino del plato de
salchichas o de lo que les pusiera la tía de José, que era la española, por
cierto. Ellos estaban al plato y a las tajadas.
Nosotros improvisamos unas latas y comimos en la furgoneta. Ainara para
variar, dijo que esa tarde tenía que hacer cosas y desapareció. ¿Cosas?¿qué
cosas? No entendí nada, como siempre.
Nosotros, mejor dicho nosotras, fuimos a Dusseldorf y,en un arrebato,
decidimos cogernos un barco hasta Bonn, ida y vuelta por el Rhin que resultó
un acierto. Las orillas, a veces muy lejanas orillas, eran, fuera de las ciudades,
preciosas, muy verdes, un paisaje espectacular, incluso vimos algunos
castillos que nos sorprendieron gratamente.
∞
∞
AAVV El Espinillo
91
www.espinillo.org
La compañía de Sabrina daba alegría al grupo. Además entenderme con ella
resultaba mucho más fácil, sólo había que cantar para parecer italiano.
Decimonoveno día de viaje (19 de agosto de
1999)
Al día siguiente, estaba impaciente por volver a verlos y que me contarán que
tal la famosa “fiesta”. No tuve que esperar mucho, antes casi de saludar a
nadie ya me estaban contando con toda clase de detalles la fiesta de la noche
anterior.
Al parecer el número de chicas fue el exacto: seis. Ellos eran tres y sin que
tuvieran que decir nada, absolutamente nada, ellas se fueron enrollando con
ellos. José fue el que tuvo las de ganar, ya que se enrollaron dos con él. El
resto con una, y las dos que quedaban solas ¡se enrollaron entre ellas!,
menudo fín de fiesta. Lo que me contaron a continuación me lo esperaba,
- Mira tío, nos vamos a quedar un par de días más en casa de mis tíos, dijo
José.
- Intenta irte con ellas a algún sitio, a otra ciudad con alguna excusa y en un
par de días nos vemos, ¿qué te parece?, dijo Paco.
- No entiendo nada, y tú José Manuel ¿qué vas a hacer?, pregunté.
- Quedarme aquí, contestó.
- ¿Y Ainara?, pregunté.
- Ya he hablado con ella. Tiene unos amigos en Leverkusen, que creo que está
cerca de aquí y ya le he dicho que iré a buscarla en un par de días, contestó el
Búho.
- Pero qué relación tenéis más extraña, no os entiendo, bueno a Ainara menos
aún. ¿Qué le has dicho? ¿que te quedas con otras chicas y que mientras tanto
ella haga algo? dije
- no, hombre no. Le he dicho que esta gente es muy maja, que nos han
preparado un par de excursiones, que sólo hablan de España, de lo felices que
están de que estemos aquí, y que nos ha parecido mal marcharnos y dejarles
plantados, son encantadores.
- Y ¿ha colado?, no me lo puedo creer. Ainara es cualquier cosa menos tonta,
respondí.
- Exacto, ella sabe que esto es un divertimento de verano, es como un juego y
nada más, me dijo el Búho.
AAVV El Espinillo
92
www.espinillo.org
- ¿Cómo un juego?¿Se recorre media Europa para volver a verte y es como un
juego?, seguía sin entender nada
- Pues sí, esa es la clave. Ella no es la primera vez que se mueve por Europa
como nosotros. Está acostumbrada a moverse mucho, conoce estos países,
conoce mucha gente, yo soy sólo uno más. No espero nada más de ella, ni ella
de mí, si coincidimos bien, y si no también. A mi me gusta, pero reconozco que
es imposible tener futuro, por eso paso de esta situación, al pan pan y al vino
vino, es lo que hay. Ahora estoy conociendo un mundo nuevo en Alemania y
me apetece seguir explorándolo, no estoy tan enamorado como tú.
- Pero ¡leñe! Me dejáis sólo con cuatro chicas ¿qué hago yo con ellas?
- Con tres Juanito, con tres, no te equivoques, ya te he dicho que Ainara se va
a casa de unos amigos. Por cierto no le he preguntado ni quiénes son, ni qué
va a hacer con ellos, somos libres, eso es lo bueno, respondió el Búho.
- Segolene quería conocer la Selva Negra, ¿me voy?, pregunté.
- ¡Siiiiiiiiiii!, respondieron todos.
- ¿Por qué no llamas a Julio y le preguntas donde está? Quizás esté por allí
cerca, él te echaría una mano, ya sabes que es un romanticón y con Segolene
en Paris se lo pasó muy bien. Precisamente ella me ha preguntado un par de
veces por él y le hemos dicho que está con unos amigos por aquí cerca, dijo
Paco.
- Lo haré, vaya que si lo haré, contesté, quizás Julillo sea mi salvación.
Habían pasado dos sólo semanas y en nada se parecía la situación actual a la
que había al salir de El Espinillo. Lo cierto es que el Búho no era precisamente
ingenuo, si Ainara estaba jugando al gato y al ratón con él, él estaba
dispuesto a jugar y no dejarse embaucar, yo hubiera caído como un iluso.
Llamé a Julio y me respondió que estaba vagando por Munich y qué había
conocido mucha gente. Le conté lo que había pasado y le pedí por favor que
me esperara, que iba a buscarle. A Julio la idea le pareció estupenda, lo cual
me pareció sorprendente. Le habían sentado bien estos días a solas. Las cosas
empezaban a cuadrar. Quedamos, en la puerta cero del Estadio Olímpico de
Munich, cuando llegáramos le volveríamos a llamar.
Decidimos irnos esa misma mañana. Munich estaba a más de seiscientos
kilómetros y conducía yo ¡qué horror! No sabía ni cambiar una rueda, si
pasaba algo, como no me sacaran las chicas del apuro estaba perdido,
completamente perdido. Me parecía una locura, pero a estas alturas este viaje
era una locura total, una locura que seguro no olvidaría en toda mi vida.
∞
∞
AAVV El Espinillo
93
www.espinillo.org
Para que pensaré en problemas...ni que fuese adivino, o gafe.
Cuando llevábamos unas dos horas de camino, noté un temblor extraño en la
furgoneta. Como soy novato pensé que sería algo sin importancia, pero al
momento sentí unos tirones y ¡zas!, la furgoneta que se para.
No me lo podía creer, yo solo, sin tener ni idea de motores de coches, con tres
chicas con las que hablo a trompicones... esto era ya demasiado.
Para mi sorpresa, Sabrina se echó a reír, y haciéndome señas me llevo fuera
de la furgoneta para empujarla hacia el arcén. Una vez allí, abrió, buscó, miró
y remiró, mientras yo no salía de mi asombro y Sandra y Segolene sonreían.
Se metió en la furgoneta y empezó a aporrear los mandos y todo lo que se
ponía a su alcance, y al salir dijo algo así como "fare benzina", es la gasolina.
Resulta que con tanto trajín, a la furgoneta no sólo se le había estropeado el
cuentakilómetros sino también los indicadores, así que nos habíamos quedado
sin gasolina.
Desde luego esta chica era un auténtico fichaje, no se que habríamos hecho
sin ella. Mas tarde me enteré que su padre era mecánico, desde ese momento
adquirí seguridad en la carretera.
Había que acercarse a una gasolinera. A las chicas no les apetecía quedarse
solas en la carretera pero evidentemente no podíamos dejar la furgoneta, así
que decidimos que intentaríamos parar a un coche y Sabrina y Segolene se
encargarían de traer gasolina.
Mientras, Sandra y yo nos quedábamos de guardianes de la furgoneta.
A estas alturas, reconozco que la idea me encantó, un rato a solas con Sandra,
era algo que empezaba a parecer difícil. El escenario no era muy romántico,
pero me conformaba con estar con ella y con un poco de suerte, besándola.
∞
∞
Paco, José y el Búho seguían disfrutando en Moenchengladbach. Salían con
las chicas alemanas, y esta vez a José no le importó que Paco se enrollara con
su prima mayor. Después de ver las escenas del día anterior se había quedado
sin argumentos y anonadado, y precisamente él no daba ejemplo tampoco.
Estaban en su salsa, nada de conocer castillos, lo que estaban conociendo
eran los mejores garitos y cervecerías de la ciudad y bien acompañados. Se lo
estaban pasando en grande.
Mientras yo esperaba en la furgoneta junto a Sandra, ellos conocieron a un
grupo de españoles inmigrantes con los que solía juntarse la tía de José y
todos juntos se fueron a cenar. Aquella cena sirvió para ver la pasión con la
que se vive España cuando la echas de menos. No salían de su asombro, los
inmigrantes llenaron de cánticos españoles el restaurante, les contaron sus
andanzas, les bombardearon a preguntas sobre como estaba esto y lo otro, si
conocían sus lugares de origen. Fue una reunión de lo más extraña para mis
AAVV El Espinillo
94
www.espinillo.org
amigos pero en la que conocieron el lado opuesto de lo que se estaba viviendo
en nuestro país. ¡Había españoles que emigraron de España y que aún no
habían vuelto!.
En la mayoría de los casos era por haber formado una familia en Alemanía y
ese hecho ya les impedía el regreso. Otros era porque vivían, a pesar de todo,
mejor allí, o porque volver a empezar una nueva vida les inquietaba.
Entre las curiosidades que se encontraron estaba el hecho de que las mujeres
alemanas eran mucho más liberales que las nuestras, creemos que se
referirán a las mayores, lo que aquellos españoles llevaban bastante mal, y es
que el machismo no se cura con la edad. Era curioso ver como por carnaval
permanecían tradiciones antiguas, y cualquier mujer u hombre “podía” en
esas fechas “enrollarse” con otro sin que pasara absolutamente nada en el
matrimonio. Este fue un tema de debate bastante risueño, algunos se habían
incluso divorciado por esas tradiciones liberales que habían roto algún
matrimonio. No nos imaginábamos a nuestros padres en este caso y la verdad
nos parecía inconcebible.
Acabamos bailando sevillanas, algo que no habíamos hecho en toda nuestra
vida, si por algo nos caracterizábamos era por lo sosos que somos bailando.
Cuando íbamos a las discotecas lo nuestro eran las barras y los paseítos, si se
podía, pero nada de bailar a no ser que la situación lo requiriese
expresamente. Nos dedicábamos a hacer todo tipo de “gansadas y animaladas”
para ligar. Desde meter pastillitas a alguna chica en el cubata de esas que les
dan a las vacas para que se pongan “cachondas”, a aprendernos poesías o
trucos de magia y demás marrullerías para que cayeran rendidas, y a fe que
con estos últimos habíamos conseguido alguna que otra conquista. Por eso no
nos podíamos creer que acabáramos bailando ¡sevillanas!, pero el ambiente
nos envolvía y la emoción general nos hizo sentirnos más españoles que Lolita
Flores.
Mientras Segolene y Sabrina venían, casi sin darme tiempo Sandra me empezó
a desabrochar la camisa muy lentamente. Mi único pensamiento era que por
favor aguantara un poco. Sus manos se deslizaban suavemente sobre mi
pecho, mientras me besaba dulcemente, con una dulzura que no había
conocido hasta ese momento. Yo intentaba acariciarla, no quería tocarle nada
pues no me sentía seguro de mí mismo, deseaba tanto tocarle sus pechos o su
precioso culo que creía que si lo hacía, ahí acabaría el invento. Ella seguía
bajando las manos hasta que llego al botón del pantalón, y, al desabrocharlo,
se acabó todo. Maldecía mi suerte. ¿cómo se hacía para aguantar más en estos
casos?. Ella esbozó una sonrisa y siguió acariciándome, mientras yo la
abrazaba con toda la intensidad del momento. No es que estuviera enamorado,
es que no podía separarme ni un instante de ella, era lo más grande y mejor
que me había pasado nunca. Tras este fracaso me pude dedicar a acariciarla
hasta que volvimos a fundirnos en un interminable abrazo. Logré que se
alargara algo más y pudimos hacer el amor, me pareció incluso que Sandra
disfrutó conmigo, aunque no me atreví a preguntarlo. Sólo deseaba que ese
día no volvieran a aparecer por allí Segolene y Sabrina, ahora estaba cogiendo
confianza en mis capacidades y ella me estaba enseñando mucho, muchísimo.
AAVV El Espinillo
95
www.espinillo.org
∞
∞
Pero como no todo lo que brilla es oro, me quedé dormido en sus brazos,
cuando me quise dar cuenta estábamos nuevamente de camino y esta vez
conducía Sandra. Las chicas habían traído la gasolina, habían empujado,
habían arrancado y yo, durmiendo como una marmota, no me había enterado
de nada.
∞
∞
Más tarde paramos a tomar un café y volví a coger el volante. Seguimos el
camino sin más novedad sobre la furgoneta, tenía la sensación ahora de llevar
una Mercedes. Poco a poco le empezaba a coger el gusto a conducir, cada vez
me satisfacía más, me sentía más seguro, y, con Sandra a mi lado, todo me
resultaba especial. Me sentía acompañado, sentía que estaba, no sólo
sintiendo algo nuevo dentro de mí, si no que estaba aprendiendo muchas
cosas junto a ella.
Había empezado a estudiar Latín en la carrera, y recordaba una máxima latina
que decía “Animis innata quadeiam ratio” algo así como “la belleza que tú
prefieres depende de una causa concreta, de un juicio innato de nuestra
inteligencia”. Y este juicio innato estaba actuando sin parar, junto a Sandra
todo me parecía más bello, más interesante, esos paisajes verdes se me
estaban grabando. El viaje me estaba resultando espectacular para la vista y
me sentía libre, completamente libre.
Quedaban pocos kilómetros para llegar a Munich, ya era de noche y decidimos
parar a cenar y dormir junto a una cafetería y un hotel. Segolene nos había
hablado de la ciudad, de la Selva Negra donde ella iba de pequeña con sus
padres y que ya casi no recordaba.
Vigésimo día de viaje (20 de agosto de 1999)
Al día siguiente nos fuimos de excursión con el grupo de amigos emigrantes y
las chicas en varios coches. Un día de campo ¡en Alemania!, y acabamos
haciendo carreras de sacos. Creíamos que esas cosas sólo se veían en las
películas americanas, pero en todos lados los días de campo eran parecidos,
aquí la única diferencia es que bebían más que nosotros, caían las cervezas
con una rapidez increíble, no nos extrañaba nada que casi todos los alemanes
fueran más voluminosos que nosotros.
Nosotros aportamos el juego del pañuelo, que dio pie a algunas discusiones.
Al final, cuando nos apartamos con las chicas, acabamos jugando al
jueguecito que más nos gustaba; le llamábamos Keli, era uno en que una
chica o un chico se ponía una venda en los ojos, se daba una vuelta a la
botella y a quien le tocara, el que tenía la venda tenía que darle un beso según
AAVV El Espinillo
96
www.espinillo.org
donde indicara el que hacía de jefe, que en este caso siempre acababa siendo
en la boca o en sitios cercanos pues estaba casi todo pactado, excepto las
bromas de mal gusto que también se daban. Y entre estas y otras tonterías
pasamos un día delicioso en un lugar del que no sabemos ni el nombre.
No recuerdo bien el nombre pero un rey, creo que Ludwig II de Baviera, era
tan enamorado del arte en sus diferentes versiones, que en Munich había
intentado copiar los edificios más bellos que había visto en Europa durante
sus viajes: el Ayuntamiento de Bruselas, el Palacio Pitti de Florencia, la Opera
de París, etc. Así que parecía que Munich tendría algo que ver, bastante diría
yo, aunque no fuese original.
Además allí me volvería a encontrar con Julillo, mi amigo del alma desde
niños, y con el que deseaba volver a hablar después de aquel encontronazo en
Bonn. La verdad es que me estaba sorprendiendo todo en este viaje, y la
actitud de Julio y su marcha me había resultado extraña, desconocida hasta
este momento. Como decía Aristóteles, “todos los hombres notables son
melancólicos” y quizás algo de esto tenía Julio.
Disfrutaba mucho al volante. La autopista era recta y ancha, de tres carriles lo
que me permitía seguir mirando, seguir disfrutando, seguir sintiendo y como
decía Leon Batista Alberti “uno de los errores más extendidos del ignorante es
afirmar que no existe todo aquello que no conoce”, yo me estaba empezando a
dar cuenta de la cantidad de emociones, sensaciones y lugares que no
conocía, que no sabía que existían, de la diferencia de culturas, de
percepciones y sensibilidades, de las diferentes formas de ver el mundo de los
hombres, de sus relaciones con la naturaleza.
Desde luego no se lo que me estaba pasando pero estaba de un espiritual ... ,
¿sería el amor? ¿sería esto la felicidad?.
Volviendo a mi espíritu más prosaico, la verdad es que Munich nunca me
había caído muy bien. Era la ciudad donde se dio a conocer Hittler, allí
empezó todo, o eso creo, quizás esté equivocado. Y además el equipo de la
ciudad, El Bayern le había quitado la Copa de Campeones a mi Atleti, justo
antes de que yo naciera, y se la había quitado en el último segundo del
partido, cuando mi padre ya cantaba lo de “Campeones, oeh”, y eso era algo
que dejó huella en el equipo y desde entonces no ha levantado cabeza, desde
entonces es el “pupas”, el equipo perdedor y romántico por antonomasia, o al
menos eso era lo que me contaba mi padre.
Mis amigos odian el fútbol, excepto Paco, una pena, con lo que me divierte
hablar de fútbol a veces. Ahora que lo pienso no tengo muchas cosas en
común con algunos de mis amigos, quizás por eso nos llevamos bien. Y desde
luego con estas chicas no me atrevería a sacar este tema tan absurdo y
emocional.
Ya estábamos entrando en Munich, tenía que encontrar un sitio para parar y
llamar a Julio, también aprovecharía para llamar a los colegas a ver como se
lo estaban pasando y, de paso, decirles que aquí me iba a quedar tres o cuatro
días, el viaje era muy largo como para volver casi al día siguiente.
- Conociendo un poco a los alemanes ¿cómo se pronuncia el nombre de la
ciudad?, dije
AAVV El Espinillo
97
www.espinillo.org
- se dice Mingan, respondío Segolene
- ¿cómo?, repetí
- ¡¡¡Mingan!!!, respondieron todas
Ahora lo entiendo, mi querido Atleti había perdido no con el Bayern Munich, si
no con el Bayern Minga.
∞
∞
Mirando hacia atrás, o a través del espejo retrovisor, sí que veo algo en lo que
coincido con mis amigos: el caos. Se dice que hay dos clases de personas, a las
que les gusta verlo todo límpio, todo en su sitio, perfecto, y las que se
encuentran cómodas en el caos, en el desorden, y entre estas últimas
estábamos nosotros. Incluso estudiamos y trabajamos mejor en el caos que
siguiendo un plan o una línea recta.
Mirando hacia atrás veo la diferencia de viajar con estas chicas, todo está
limpio, ordenado, en su sitio y eso que no es su furgoneta. ¡Qué impresión
debieron tener la primera vez que entraron en esta leonera! Ahora me explico
claramente por qué no volvieron a aparecer las holandesas.
Daba la impresión de que nosotros ni siquiera nos dábamos cuenta de que
nada estaba fuera de sitio, ni siquiera de que cada cosa tuviera su “sitio”.
Incluso, en las ocasiones que había comido con mis nuevas compañeras,
nadie había discutido por ver a quién le tocaba recoger o a quién le tocaba
lavar los platos, ni me había dado cuenta ¡qué cambio!.
Lo que ya no tengo tan claro es si estas cosas exteriores tienen algo que ver
con el interior de las personas. En nuestro caso, parecía fácil predecir que
nuestro viaje sería un completo caos, porque era, desde el principio, lo que nos
hacía más ilusión ¿Hubiera sido igual con ellas? Me temo que no, seguro que
no.
Seguía conduciendo absorto en mis pensamientos y pasándome multitud de
carteles sin darme cuenta.
Lo único que tenía claro de los colegas y de mí era que somos unos cobardes;
nunca nos enfrentábamos a nadie, evitábamos las peleas, pero en este viaje
me estaba dando cuenta de lo contrario al reflexionar sobre el caos. Quizá lo
que esconde es que queremos enfrentarnos a todo lo que ocurre, a todos los
imprevistos, a todas las aventuras, y esto me parece lo contrario de la
cobardía, es más bien osadía. No quiero decir con esto que a las chicas, tan
limpias y ordenadas que viajaban conmigo, no les gustara la aventura, pero
posiblemente su viaje hubiera estado más organizado y eso puede ser una
forma de protegerse contra el mundo, no se. Esto de conducir me da para
especular más de lo que imaginaba.
Visto desde otro punto, podríamos ser unos rebeldes contra el orden
AAVV El Espinillo
98
www.espinillo.org
establecido, o lo más probable es que sólo tratábamos de eludir
responsabilidades, pues sabemos que estas acompañan a toda forma de
orden. ¡¡uff!! Qué lío me estoy haciendo con esto del orden y el desorden.
En definitiva y viendo que no me da más de sí este tema y que me está
cansando, todo lo que no sea llevar las cosas a un extremo, fundamentalismo
que se dice ahora, es conveniente, o sea ni el desastre absoluto, ni el excesivo
celo en la pulcritud o el orden. Conclusión: mi madre se pasa tres pueblos con
el orden y la limpieza en casa, espero que Sandra no sea igual. Si le cuento a
Sandra que llevo veinte años intentando sentarme en el sofá del comedor y
que mi madre no me deja por si lo arrugo, o yo que se ¿entendería mi reflexión
sobre el desorden?.
- ¡¡A la egquerda!!, ¡¡a gauche!!, ¡¡a la sinestra!! - gritaban todas.
- ¿Qué? –pregunté.
- Te has pasado la salida a Munchen, era a la izquierda -dijo Sandra.
- ¡Ah! perdonad, estaba despistado - contesté, aunque en realidad estaba en
Babia absorto en mis deducciones y conducía como si fuera un robot.
- ¿En qué pensabas Juanito? - preguntó Sandra.
- En lo mucho que te quiero, ¿te lo he dicho alguna vez? -contesté. Creí mejor
decir eso que no contarle mis absurdos pensamientos, pues probablemente
pensaría que estoy como una regadera.
- Vale, muchas gracias, pero gira en la próxima rotonda - contestó Sandra
llena de realismo.
Me venía a la mente en ese momento una de las poesías que aprendíamos
para ligar, teníamos un buen número, y que recitábamos de memoria, esta era
de Miguel Hernández y decía algo así como:
Porque te quiero sin tregua
Porque mi querer no acaba
en ti, mujer; porque en ti empieza.
Y continuaba.
O esta otra, que venía más a cuento en este momento, pues era lo que
deseaba,
Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado.
Boca que viene de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco
.
.
AAVV El Espinillo
99
www.espinillo.org
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
¿Eentendería Sandra los giros del español?¿Le podría decir todo eso? Me temo
que no me iba a valer mucho esta táctica, y era en este momento quizás, la
única vez que lo diría con total sinceridad, sintiendo cada palabra.
- ¡¡A la derecha!!, ¡¡a droite!!, ¡¡alla destra!!, gritaron todas.
- ¡¡Mecachis!!, perdonad, me he vuelto a pasar, si es que no me avisáis con
tiempo-contesté.
- Pero Juanito, céntrate -me contestó dulcemente Sandra.
Todas empezaron a hablar con cierta ironía, y empezaba a entenderlas del
todo, hablaran el idioma que hablaran,
- Juanitu done le tour a la rotonde -dijo Segolene.
- Giovanni il ritorno per la rotonda -dijo Sabrina.
- Dicen que des la vuelta en esta primera rotonda -repitió Sandra.
- Ya, ya se lo que dicen, se les entiende muy bien -contesté mientras sonreía
siguiendo un poco el juego.
- Juanitu, à mille mètres sortie par la main gauche -dijo Segolene
- A mille metros rimueve dalla parte di sinistra -dijo Sabrina o algo así,
mientras se empezaban todas a partir de risa.
- Dicen que a mil metros hay que girar a la izquierda.
- Gracias Sandra, no hace falta que traduzcas, son muy elocuentes, están
hablando un idioma universal.
- Juanitu, cinq cent metres y ya tu coné, ¡a gauche! -dijo Segolene, menos mal
que me estaban pillando de buen humor.
- Giovanni, cuatrocientos
- Trois cents, ... Deux cents, ... et ici la sortie -dijo Segolene
y esta vez acerté a coger la salida, poniendo los intermitentes de rigor,
reduciendo la marcha y controlando el espacio.
- ¡¡Tres bien!!, ¡¡bravo, bravísimo!!, acabaron por gritar.
Bajo este cachondeo general por fin entrábamos en Munich.
AAVV El Espinillo
100
www.espinillo.org
∞
∞
Los tiempos de Julio en Munich habían ido directamente entrelazados a
Thorsten. En el autobús de camino, en el largo viaje, tras su encuentro
fortuito producto de un sueño, y con el entusiasmo mutuo de ver que se
podían entender y resolver sus dudas y curiosidades, habían comenzado una
larga charla. En medio de ella apareció sobre sus cabezas Frankfurt, en la que
hicieron una breve parada, y el camino continuó.
Thorsten era un chico alegre, muy despierto, con mucha curiosidad, muy
maduro. Tenía sus ojos puestos en España, y, en su afán, había conseguido
una beca Erasmus en Sevilla para continuar sus estudios de Derecho. Le
apasionaba España, lo que le había llevado a aprender español hacía poco
tiempo. Era lo que podría pasar por un típico alemán: alto, rubio, delgado
(esto no es típico). Mostraba, ante Julio, ser muy inteligente y vivo; no podría
dejar a su “presa” española sin preguntarle un montón de cosas. Julio percibió
su jovialidad y sinceridad curiosa y no opuso ningún obstáculo.
Le hacía preguntas de todo tipo, sobre el Rey, el clima, las fiestas. Julio
además conocía Sevilla y fue capaz de entusiasmarle con cuestiones locales,
como la Feria de Abril, la Semana Santa, el gusto por estar en la calle,
propiciado por el buen clima, la belleza de la ciudad, el gracejo andaluz ...
Thorsten, igualmente y agradecido, se explayaba ante las preguntas algo más
tímidas, menos concienzudas, pero igualmente curiosas, de Julio, sobre
Munich y Alemania en general. A Thorsten le chocaba mucho que en España
hubiera una ciudad como Madrid, que iba camino de ser más y más
gigantesca, centralizadora –junto a Barcelona- económicamente, que se podía
convertir en una ciudad inhabitable, y hacer que otras muchas localidades
estuvieran cada vez menos pobladas y más empobrecidas. A Julio le extrañó la
profundidad del razonamiento, pero no tuvo más remedio que decir que sí, que
así era. Y que además eso era, en la ciudad, motivo de satisfacción. Más
grandes, más líderes, más viviendas, más, más, más, y que, a él, que no era de
esa ciudad, le producía más bien tristeza, porque le parecía que el reparto era
tan desastroso, que, en general, provocaría muchos problemas, tanto en la
gran ciudad repleta como en las ciudades y pueblos que perdían población y
fuerza.
Thorsten contaba que en Alemania el modelo era distinto, que había muchas
ciudades de un tamaño medio-alto, que eran líderes en determinados aspectos
económicos, como era el caso de Frankfurt, Munich, Hamburgo, por supuesto
Berlín, etc. Y que ello facilitaba una mayor descentralización.
Todo estos pensamientos y muchos más pasaron por sus cabezas hasta que,
más pronto de lo esperado gracias a la animada conversación, llegaron a
Munich.
-¿Ir ahora donde? -preguntó Thorsten. Es tarde. Venir a mi casa, amigo
espagñol.
Julio, que únicamente tenía la dirección de un albergue que había localizado
en la estación, ante ese planteamiento tan fraternal, se lo agradeció mucho.
AAVV El Espinillo
101
www.espinillo.org
Los padres de Thorsten habían ido a la estación y cuando su hijo les contó, en
en esa terrible lengua, que parecía que le estaban enviando al paredón,
sonrieron por la decisión.
Esa noche y la mañana siguiente todo fueron amabilidades hacia nuestro
amigo Julio. No esperaba que las cosas fueran así, aunque tampoco esperaba
que fueran de otro modo, porque tras la brusca discusión se fue sin fijar la
cabeza en ninguna cosa.
Vieron juntos la ciudad, salieron de noche con los amigos y amigas de
Thorsten. El día transcurrió muy plácidamente, tanto que cuando recibió
nuestra llamada le dio una alegría incontenible, Munich le había apaciguado.
Al decirle que íbamos hacia allí, lo hicimos con un poco de recelo, no
sabíamos como recibiría el que fuera con todas las chicas causantes del
problema. A nosotros también nos encantó que la respuesta fuera tan
calurosa. Ese es el valor de la amistad. Ni a él se le ocurrió una parrafada de
disculpa, ni de crítica, ni -mencionar nada, ni a nosotros, por supuesto,
tampoco.
∞
∞
Tras el cachondeo general con mi despiste al volante y como, de momento, no
controlaba mucho, no podía hablar porque me despistaba, así que les había
pedido que conmigo no hablaran, que bromas las justas porque si no nos
perderíamos.
Entramos por los suburbios de la ciudad y, debido al silencio generalizado, me
dio por pensar en la música. A los catorce empecé con el rock duro, y en ese
tema mi amigo Jesús era insuperable. Nos pasábamos las horas en su casa
escuchando toda clase de temas, desde los antiguos y legendarios Led
Zepelling, Uriah Heep, hasta los más modernos Mago de Oz o Rosendo, luego
me fueron entrando músicas más suaves, un rock más sinfónico y hasta el
pop, incluso la música clásica me gustaba cada vez más.
Ahora que voy a volver con Julio podremos compartir la música clásica, él más
por formación musical, pues ha estudiado trompeta, y yo porque durante un
par de años tuve una novia con abono en el Auditorio Nacional y, poco a poco,
me fui aficionando. El caso es que en este viaje tan largo, cuando nos
echábamos detrás a descansar nos poníamos música clásica y pasábamos
horas charlando o escuchándola, eso sí, con el volumen bajo porque al resto
del grupo les horrorizaba.
- Pero ¡por favor! Quieres leer los carteles -dijo Sandra.
- ¿Y qué me he saltado ahora? -pregunté, extrañado, pues, aunque era cierto
que seguía en mi mundo, también lo era que nadie sabía donde íbamos, o al
menos yo no.
- Creo que esto es un sitio de enterprises -dijo Sandra.
AAVV El Espinillo
102
www.espinillo.org
- Pues va a ser que sí. Por el aspecto de las naves tenía razón -en español se
dice polígono industrial- contesté.
- Y ¿se puede saber adonde vamos Juan?
- Buena pregunta, vamos al centro de la ciudad, al down town o como se
llame.
- Creo que es mitte der stadt -dijo Segolene que chapurreaba un poco de
alemán
¡Dios mío! qué palabras utilizan estos alemanes, no se cómo nos hemos
atrevido a venir sin mapas y sin nada por aquí.
- Lo mejor será que paremos y llamo a Julio, ¡mirad! otro río, pararemos en la
orilla y estiraremos las piernas.
Aproveché y llamé a Julio,
- Julio, tío, ¿qué tal? Nosotros ya estamos en Munich.
- Vale, genial, como ya es un poco tarde y esta noche he quedado, si quieres
nos vemos mañana por la mañana.
- Y eso ¿por qué? -pregunté muy extrañado.
- No, nada, es que he conocido a un colega alemán y me pillas yéndonos ahora
a su casa a cambiarnos. Estos dos últimos días he estado durmiendo con él,
ya te contaré.
- Pero, nada serio ¿no?
- ¿a qué te refieres?.
- Hombre, me dices que has conocido a un tío y que te vas a dormir con él, y
me dejas un poco preocupado.
- Pero tu estás gilipollas o qué, es sólo un amigo, hasta ahí podíamos llegar.
- No si ya, así se empieza y luego acabamos como acabamos, contesté
continuando la broma.
- Bueno, venga, mañana nos vemos ¿vale? Te llamo a eso de las diez de la
mañana.
- Vale pero no entiendo nada, estoy aquí sólo con tres chicas, una de ellas que
pregunta por ti, y tú me dices que te vas con un alemán a dormir, joder que
raro me suena todo. A eso de las diez estoy con el “ansia” por coger el teléfono
y que me cuentes, porque todo tendrá una explicación.
- Nos vemos mañana
AAVV El Espinillo
103
www.espinillo.org
- Hasta mañana y se bueno.
Pues nada esa noche volvía a estar con las tres en una nueva ciudad, así que
lo mejor sería conocer la noche muniquesa, ¿minganesa?, o como se diga en
su idioma.
Lo primero que hicimos fue ir a una cervecería, al parecer muy famosa, y que
por lo visto Segolene conocía bien. Cuando entré me quedé pasmado, no se
parecía en nada a las cervecerías españolas. Estaba llena, a rebosar, y eso que
era grandísima, de techos muy altos y con un salón principal tan grande como
un campo de fútbol.
Aún así tuvimos que esperar para encontrar una mesa. Y allí cantaba hasta el
“tato”. Había un montón de grupos en diferentes mesas y cuando no cantaba
uno, cantaba el otro, y cuando no, cantaban todos juntos, gritaban más bien,
desentonando. Las jarras de cerveza eran todas de litro o, al menos, eso me
parecían.
El ambiente me impresionó un poco. La gente medio borracha, tíos
gigantones, grandes y gordos por todos lados, con tías no menos grandes y no
menos gordas, lo mejor sería pasar desapercibido, y el caso es que yo iba sólo
con tres chicas ¿pasar desapercibido?¿cómo? En ese momento deseé medir
dos metros, quizás sería un salvoconducto.
Después de unos minutos conseguimos una mesa. Llegar allí fue una odisea
de sudores, olores, alientos y curvas. Nos atendió una camarera grande y
oronda vestida con el traje regional, o lo que fuera eso que llevaba, y nos
preguntó por las bebidas, los gestos así lo indicaban. Miré alrededor y no vi a
nadie que no bebiera cerveza. La elección era obvia, todas las chicas ya habían
pedido y no me había dado cuenta. Como dudaba, la camarera empezó a
impacientarse y por el grito que me dirigió algo no iba bien. Pedí una bia, o
una birra, o como se dijera y al parecer eso ya lo sabía, ¿que cuál?, me tradujo
Segolene, y me pilló en un “renuncio”.
- Y yo que sé, la más típica.
La camarera que no entendía nada y, al parecer, no podía esperar, estaba a
punto de darme un capón, cuando apunté a una cerveza de la mesa de al lado
y señalé. ¡Me salvó la campana!.
A los cinco minutos la inmensa camarera venía con las cuatro cervezas, de un
litro cada una, en un brazo y otras cinco en el otro brazo, ¡madre!.
En ese momento tenía hambre pero no me atreví a decir nada, quizás en un
McDonald me sería más fácil pedir algo, pensé.
Brindamos todos al estilo tradicional de cada país y nos pusimos a contemplar
el espectáculo.
∞
∞
AAVV El Espinillo
104
www.espinillo.org
Las chicas parecían tener una complicidad que a mi se me escapaba. Era en
estos momentos cuando mas echaba de menos a mis colegas. Ellas parecían
entenderse con una sola mirada y estaban muertas de la risa mirando lo que
pasaba dos mesas mas allá. Yo, con el despiste que tenía, y lo perdido que me
encontraba en este escenario, tardé un buen rato en darme cuenta de lo que
pasaba.
Un grupo de seis o siete hombres, a cada cual mas enorme, competían en lo
que sin duda parecía...¡un concurso de eructos!.
Las jarras de cerveza se consumían por minutos y los competidores llevaban
una especie de cuentas en un pizarrín. A saber que puntuaba más...si la
potencia, la duración...¡cómo le hubiera gustado esta situación a Paco! Seguro
que habría intentado competir con ellos.
Al rato ya me estaba riendo con las chicas, que lejos de escandalizarse,
estaban de lo más divertidas con la situación. Estos tíos eran unos
impresentables con tantas cervezas en el cuerpo.
∞
∞
Después de un par de horas en esta escandalosa y festiva cervecería,
decidimos irnos a cenar a la furgoneta.
Cuando estábamos llegando, recibí una llamada de mi padre. Me dijo que mi
abuela se había muerto.
Mi querida abuela, con la que conviví toda mi vida en la misma casa, en la
misma habitación incluso hasta muy entrada la adolescencia, y a la que
considero mi segunda madre, ya no estará esperándome cuando vuelva de
este viaje. Esta noticia me ha llenado de tristeza. Es la primera vez que veo la
muerte de cerca y no termino de entenderla, no puede ser cierto. Estoy
totalmente aturdido.
No se por que nos parece que las cosas y personas que queremos, nos han de
durar siempre, que son eternas. Sin embargo, todo lo que vive acaba en este
mundo y mi abuela se ha ido para siempre, y, con ella, se han ido también
todos los cariños encontrados.
Esta noche, mas que nunca, pensé en como fue su existencia y como era
cuando vivía a mí lado. Se que su partida de este mundo, ha sido callada, en
silencio, humildemente, como ella ha vivido.
Pasan las horas muy lentamente para mi, no puedo dormir. Todos mis
pensamientos vuelan al rincón de mi infancia donde pasé tantos días junto a
ella. Nada me consuela en este momento, ni el saber que estoy con Sandra.
AAVV El Espinillo
105
www.espinillo.org
Vigésimoprimer día de viaje (21 de agosto de
1999)
Con las primeras luces del alba, muy temprano, abandono la furgoneta y
encamino mis pasos a través del parque que linda con el río para dar rienda
suelta a todas mis penas. Quiero estar sólo con mis pensamientos, con mis
recuerdos, hacer un alto en este alocado camino para dedicar mi tiempo a
meditar, a homenajear a mi abuela, y quiero que las lágrimas que queman
mis ojos, broten libres y sinceras para desahogar con ellas mis dolores
ocultos.
En esta soledad, me encuentro a gusto, a solas con mis tristezas.
Miro al cielo, aún en sombras, desde el cual, quizá ella me contemple. Mis ojos
empañados, buscan su figura, ahora más amada y me parece verla allí donde
poso mi mirada, con aquella ternura reflejada en su faz de sonrisa cándida,
benévola y amorosa, extendiéndome los brazos como lo hacía cuando yo era
niño, defendiéndome del mundo.
Se que me ve, que me está mirando desde el más allá, desde algún lugar del
infinito, con el mismo cariño que me profesó siempre y que yo, andando los
años, había casi olvidado. Una profunda pena brota de lo más hondo de mi
corazón.
Cuando despierto de este letargo, de mi zozobra, la atmósfera comienza a
llenarse de la suave claridad de la mañana. Se encienden los primeros rayos
del sol mientras vaga mi pensamiento perdido por el mar de recuerdos. Me
enjuago una lágrima prendida en mis mejillas y escucho el canto de los
pájaros en este parque, con un fondo de ciudad que empieza a latir.
No es este el campo de mi niñez, no es aquel de las verdes colinas de pinos, ni
tampoco están en este suelo, los huertos y los cipreses. No se oyen los gallos,
ni los ladridos de los perros en esta ciudad tan lejana, tan distante, tan fría
hoy.
Ahora comprendo mi ingratitud para con aquel ser que me amó tan
tiernamente. Ya no volvería a dirigirme palabras de afecto. Todo había
concluido para ella en este mundo, y yo no estaba a su lado, su nieto mimado,
su niño del alma.
Su partida me ha dejado sumido en una honda pena, y ya no me quedan
ganas de continuar este viaje. Una página del libro de mi vida, una de las más
puras y hermosas, la de los años de mi infancia se ha cerrado con su partida
para siempre.
Cuantas veces en los veranos a su lado, en su soledad y en su silencio, habría
esperado mi regreso, y cuantas noches, en la soledad de su alcoba, en la vieja
casona del pueblo, habría llorado con tristeza mi ausencia y mi olvido.
Mis amigos creo que entenderán mi pena, pues mi abuela era la abuela de
todos. Cuando salíamos a jugar ella siempre estaba a nuestro lado, se
AAVV El Espinillo
106
www.espinillo.org
encargaba de vigilarnos a todos, nos mimaba, nos ayudaba. Era nuestro único
espectador en casi todos nuestros partidos de fútbol. Era nuestro único
refugio en las calles de Madrid, era nuestra única defensa.
Hoy creo firmemente que si Dios tiene una cara en la tierra, esa es, sin duda,
la de mi abuela Antonia.
∞
∞
Pasadas unas horas sonó el teléfono
- Hola Juanito ¿cómo estáis?, dijo el Búho
- Bastante fastidiado, ayer se murió mi abuela.
- Lo siento tío, lo siento mucho, vaya palo.
- Gracias, ya hablaremos.
- Me has dejado de piedra, pero si estaba genial.
- Lo se. Vosotros ¿qué tal?
- Por eso te llamo, nos lo estamos pasando estupendamente, tenemos mucho
que contaros, pero no podemos estar muchos más días en casa del tío de José,
nos tenemos que ir, tendríamos que quedar.
- Pero si acabamos de llegar, nos hemos dado una paliza de kilómetros que no
veas, y aún no he visto a Julio.
- Pasado mañana nos vamos de excursión a Estrasburgo, no sería mala idea
quedar allí y que esa noche llegarais vosotros, tenéis un par de días aún.
- Por mí no hay problema, luego veré a Julio y se lo cuento. Otra cosa ¿qué
hacemos con las chicas?
- Le contaré mañana a Ainara los planes, si se une bien y si no pues pasando
de todo. Nosotros iremos a Estrasburgo con estas familias y luego
continuaremos nuestro viaje donde decidamos. Volveremos a estar juntos y
solos, sin más rollos. Lo de tus amigas, decídelo tú, habla con ellas a ver que
dicen.
- Se lo comentaré, al menos estaremos en Francia y estarán más cerca de su
casa. Mañana te llamo.
- Vale, y un abrazo muy fuerte de todos los colegas, ya sabes que también era
como nuestra abuela.
- Gracias a todos, ahora mismo de lo que tengo más ganas es de irme a
Madrid, no me apetece mucho continuar. Lo que pasa es que mi padre me ha
dicho que siga, que no puedo hacer nada, que ya la han enterrado. Ha
esperado a que terminara todo para llamarme, no he podido ni despedirme de
ella ...
- ¡venga tío, ánimo!
- Un abrazo
AAVV El Espinillo
107
www.espinillo.org
Nosotros, hasta ese momento que nos dejó un poco chafados Juanito,
estábamos pasándolo en grande. El tío de José era la repera. En cada comida
se metía cinco o seis cervezas, casi dos litros, era imposible seguirle, y así todo
el día.
Sus hijas y amigas organizaban fiestas en casa de cada una. Esto era posible
porque aquí las construcciones eran casi todas unifamiliares y los sótanos
estaban preparados para saraos. Daba igual que estuvieran los padre en casa,
allí se metía todo el mundo y se montaba una pequeña fiesta con música y
bebidas. Llevábamos tres días y tres fiestas, y ya hasta de eso nos estábamos
cansando, ya que, mientras ellas se quedaban durmiéndola mañana del día
siguiente, nosotros siempre teníamos algún plan nuevo, bien con los
emigrantes, bien con la familia.
Comíamos bien, bebíamos bien, dormíamos bien, pero poco, y, sin embargo,
teníamos la sensación de estar hartos. Quizás fuera la facilidad con que surgía
todo, y eso, a lo mejor, le quitaba la gracia. Nos apetecía estar con nuestros
colegas que estaban en Munich, y queríamos volver a hablar con Julio, nos
había quedado muy mal sabor de boca después de la pelea y su marcha.
Tenía una sensación extraña en este viaje. Me había enrollado con una chica
alemana, tres años más joven que yo, a la que ni entendía; me había enrollado
con Ainara, bastante mayor que yo, a la que tampoco entendía pero por otros
motivos diferentes al lingüístico, y ya no me quería mas líos, ni más rollos.
Quería reírme, quería descubrir, quería ver mundo. Quién me iba a decir que
¡me estaba cansando de las mujeres!.
Acabamos de acostarnos y a Paco y a José les pasaba algo parecido. A José no
le hace mucha gracia haber conocido a sus primas de esa forma, le resultaba
difícil de entender su comportamiento. Paco, al que le va la juerga más que a
un tonto una tiza, me dijo anoche que esto era un desmadre. Que él había
venido a recorrer países, a vivir aventuras y que ésta ya le había superado, era
más de lo que hubiera soñado y, sin embargo, echaba de menos la furgo y la
carretera, esa droga era superior a él. Así las cosas ya habíamos decidido que
de la excursión de pasado mañana a Estrasburgo con todos los emigrantes no
volvíamos. Ya nos apañaríamos la noche de alguna manera si Juanito y Julio
no llegaban. Hacía buen tiempo, así que podríamos dormir en un parque sin
problema.
Cuando nos despertemos tendremos un día de lo más completo y agotador. Su
tía quiere llevarnos a ver el Museo de no se que ...¡que horror!.
∞
∞
Julio seguía intimando con su nuevo amigo Thorsten. La verdad es que las
cosas se habían dado bien; abandonó la compañía de sus compañeros de un
modo hosco, duro, y además sin ningún oficio ni beneficio, sin lugar, sin
ideas, sin objetivos. Y ahora, unos días más tarde, encontraba que había
crecido en energía, incluso en autoestima, y la vuelta a la compañía de sus
AAVV El Espinillo
108
www.espinillo.org
amigos del alma, que en algún momento temió que le reprocharan su
excentricidad y la dureza con la que se produjo, era inminente.
Los días habían transcurrido con relativa calma, pero para esta noche en
Munich con Thorsten, estaba lo que se dice “como una moto”. Le hervía la
sangre, de intensidad, de ganas. Las dos caras de Julio volvían a ser patentes.
En esta cara, insuflaba fuerzas al más moribundo. No era el caso de su amigo
Thorsten, precisamente, que, aún siendo más estable, con un carácter afable
permanente y con menos registros, tenía una risa contagiosa.
-Thorsten, ¿me ayudarás?- Era una pregunta retórica, conocía la respuesta. Quisiera preparar una sorpresa a mi amigo Juan y sus amigas- Su mente
teatral volvía a ponerse en marcha -Vienen mañana por la tarde, como sabes,
momento en el que ya me quedaré con ellos.
-Claro, Julio, ¿cómo no te voy a ayudar?
Julio no tenía claro qué quería hacer.
∞
∞
Thorsten asistía muy divertido a las divagaciones de Julio. Se había unido al
clan improvisado, la hermana de Thorsten, Kirsten.
Kirsten tenía veinte años y tenía el mismo carácter afable que su hermano. No
compartía la grandísima curiosidad por España que su hermano había
desarrollado desde siempre.
Julio los había bautizado como los hermanos “Ten”. Thors-ten traducía a Kirsten lo que Julio iba diciendo. Para él, en ese ambiente jovial, eran Mr. Ten y
Miss Ten.
-Mr. Ten, traducía a su hermana las palabras de Julio. En un momento, le
dijo algo así como Zzztkkktpkkfjkipljhjfenjantofen Deutschlakjmkkmpefger y
no se qué más. Julio se reía mucho con ese idioma, casi tenía Mr. Ten que
escupir para pronunciar tantas consonantes “duras” seguidas.
De vez en cuando interpretaba un gesto risueño y la respuesta de ella era
“Yaaa”, que indicaba aprobación a sus palabras.
∞
∞
Julio sabía que el 22 de agosto, o sea mañana, era el cumpleaños de Juan,
quería sorprenderle y sorprender a las chicas, quería hacer algo diferente pero
aún no sabía bien el qué.
Daba vueltas a muchas cosas hasta que Thorsten le dijo,
- Tengo un par de amigos que están representando ahora Tosca, la ópera de
AAVV El Espinillo
109
www.espinillo.org
Puccini, no se si a tus amigos les gusta la ópera pero quizás les podía pedir un
favor.
- Pues no se si le gusta la ópera, pero sí le gusta la música clásica, así que es
probable que también, aunque no hemos estado nunca en ninguna.
- Yo tengo el libreto en casa en varios idiomas, podemos seguirla con facilidad,
si os apetece intentamos conseguir entradas.
- Pero serán muy caras, tengo algo de dinero que me dio mi padre, pero no se
si podría, ellos son cuatro más.
- ¡Qué va!, mis amigos siempre me piden que vaya a verlos, que les dan
entradas. Les preguntaré a ver si pueden conseguirnos algunas para mañana.
- ¿Y qué sorpresa les damos?, preguntó Julio
- eso déjamelo de mi cuenta, ya verás, luego te cuento.
A medida que le fue contando sus planes, la cara de Julio iba cambiando, de
la duda pasó al estupor, quizás eso sería mucho.
Esa misma noche los dos se fueron a la ópera y estuvieron entre bambalinas
viendo la representación, hablando, preparando la sorpresa. Julio salió
emocionado por muchas razones. No podía creerse que se pudiera pasar del
negro al blanco en tan poco tiempo, de la pobreza a la opulencia, incluso de la
áspera despedida de sus colegas y la posterior depresión, hasta el sitio en el
que se encontraba pleno de ilusión.
Vigesimosegundo día de viaje (22 de agosto de
1999)
Al día siguiente después de desayunar, Julio y su nuevo amigo Thorsten nos
llamaron para quedar. Yo tenía muchas ganas de volver a verle y que me
contara que había hecho estos días.
Cuando los vi llegar, casi más bien diría cuando lo vi llegar, pues Thorstern
debía de medir cerca de 1’90 y era fuerte o ¿gordo? no sabría definirlo, rubio,
su cara redonda resultaba pacífica y tenía una risa constante pegada a ella.
Tenía aspecto de buena persona. Julio que no pasaba del 1’75 y era delgado y
muy moreno le daba un contrapunto único.
Nos presentamos todos y Thorsten se erigió en guía por un día del grupo.
Fuimos recorriendo la ciudad de Munich y los alrededores desde la ciudad
olímpica en la furgo.
El paseo por la parte antigua de la ciudad al lado de Thorsten resultó muy
interesante. Nos contó la política antirrascacielos que existe en Munich, nos
dijo que el edificio más alto de la ciudad es la catedral y que por encima de la
altura de su torre no podía construirse ningún edificio, desde luego no se
AAVV El Espinillo
110
www.espinillo.org
parece en nada a lo que está ocurriendo en España. Julio corrigió esta
apreciación al decirle que la torre de la Ciudad Olímpica parecía más alta, y
así era pero esa era la excepción.
Al pasar por una espectacular Iglesia de la que no recuerdo el nombre, nos
contó que sus dos cúpulas semiabovedadas se asemejan a dos jarras de
cerveza, desde luego la pasión por la cerveza de esta gente no la había visto en
ningún sitio del mundo ¡hasta las cúpulas les parecían cervezas!¡qué
barbaridad!.
Julio se pasó el día conversando con Segolene, no se muy bien que se dirían y
como, pero se les veía muy bien. Thorsten no tuvo otra posibilidad que la de
pasear siempre cerca de Sabrina, y la altura y envergadura de Sabrina le
encajaban perfectamente, así como su simpatía, lo que hizo que los dos se
pasaran el día riendo y contagiándonos a los demás en muchas ocasiones con
sus carcajadas.
Segolene quería ir el día siguiente al Castillo de Neuschwastein, lo que nos
apetecía a todos pues ya nos había contado parte de la leyenda de Luis II por
el camino. Pero Thorsten nos sorprendió cuando dijo que, después del castillo,
por la tarde, podíamos acercarnos a Dachau, un campo de concentración nazi,
esto nos dejó sin palabras. Yo había visto alguna película sobre el régimen de
Hitler y había oído hablar de él y del exterminio, pero no comprendía muy bien
porque Thorsten, alemán, quería llevarnos allí. Todos nos quedamos un poco
extrañados pero nadie dijo que no. Sería una curiosidad nueva, aunque me
parecía un poco desagradable, pero en realidad no tenía ni idea de lo que me
podía encontrar allí. Lo que sí quedaba claro es que ya era imposible llegar a
tiempo a Estrasburgo, tendría que llamar a los colegas y contárselo.
Por la tarde nos sorprendieron con que tenían entradas para todos para ir a la
Opera, íbamos a ver Tosca, la ópera de Puccini, esto ya era el colmo iba a ver
una ópera en Alemania.
Nos fuimos todos a casa de Thorsten a ducharnos y a cambiarnos. Desde
luego no nos dejaban de sorprender. ¡Ópera!, a Julio no creo que se le hubiera
ocurrido y ¿quién pagaba esto? No nos habían dicho nada. La idea me
entusiasmaba, no había ido nunca y no se si la aguantaría, pero me apetecía
mucho probar, aunque nos dijo que duraba tres horas y media.
Recuerdo que el año anterior fui a casa de una amiga pamplonica a los
sanfermines y su padre todos los días nos obsequiaba con un concierto de
chistu por la televisión, si aguanté el chistu, la ópera no podía ser peor que
eso.
La Ópera de Munich era por fuera monumental, el edificio era muy parecido al
de la ópera de Paris. Al entrar, el conjunto resultó más brillante si cabe.
Thornsten nos contó que del edificio, tras los bombardeos de la Segunda
Guerra Mundial, no quedó absolutamente nada, excepto un par de muros
exteriores. Esto ya lo habíamos visto en más partes de Alemania, sobre todo
en Colonia, donde un edificio moderno estaba dentro de los restos que
quedaban de la catedral, lo que nos resultó sorprendente. La restauración era
de lo más lujosa.
Hay que ver que bestias somos los seres humanos. Yo que quiero dedicarme al
AAVV El Espinillo
111
www.espinillo.org
arte, estas cosas me deprimen. Sólo de pensar la cantidad de bellezas
artísticas, de tesoros arquitectónicos, escultóricos etc. que habrán
desaparecido para toda la humanidad, sólo porque a algunos subnormales se
les ha ocurrido la idea de tirar unas cuantas, bombas me pone de los nervios.
Munich a la que tanto desprecio tenía antes de llegar, y a la que encima
asociaba a la muerte de mi abuela, me estaba empezando a compensar y me
empezaba a reconciliar con ella. Allí estábamos todos en el vestíbulo de la
ópera, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos sentaron en la
primera fila de aquel impresionante recinto.
Tosca duraba tres horas y media, tiempo que estaría al menos de la mano de
Sandra. Todo aquello me parecía un sueño, además era mi cumpleaños
aunque no se lo había dicho a nadie. No quería celebrar nada más y, sobre
todo, no tenía dinero para una buena celebración, quedaría mejor pagando la
primera ronda después de la ópera sin decir nada.
En el primer descanso todos comentamos lo mucho que nos estaba gustando.
Con el libreto que nos había dejado Thorsten la podíamos seguir
perfectamente, además después de escuchar tanto alemán, la ópera en
italiano me estaba resultando incluso sencilla de entender. El decorado era
precioso, la cantidad de gente que actuaba le daba un aire de grandeza teatral
que no había visto nunca en el teatro. Según Thorsten lo mejor estaba por
venir.
Allí aparecieron los protagonistas con unas arias insuperables. Apareció el
ejército de Napoleón, los fusilamientos. Cuando acabó la ópera estuvimos
aplaudiendo más de quince minutos, y, en ese tiempo, me prometí a mí mismo
que tenía que volver a verla, aún tenía el vello de punta del final de la historia,
tan romántica y tan trágica.
Al final salió el tenor y dijo, tras tantos aplausos, que iba a cantar de nuevo el
aria “E lucevan la stelle”, que sin duda es uno de los momentos cumbres de
Tosca. La ópera se desarrolla durante las guerras napoleónicas. Een el
momento del aria, casi al final, está el protagonista, el pintor Mario
Cavaradossi, en Roma, en el año de 1800. Se acerca el alba. En el Castel
Sant'Angelo va a ser ejecutado dentro de una hora. Entregándole su anillo al
carcelero, éste le consiente escribir una última carta a su amada, la cantante
Floria Tosca. Pero apenas ha escrito unas líneas los recuerdos le asaltan y le
impiden continuar, en ese momento empieza el aria “Y brillaban las estrellas”.
Estaba pensando esto cuando oigo al tenor, al mismísimo tenor, al
protagonista decir mi nombre, ¿había odio mal? Me hizo un gesto de que
subiera con él al escenario, me estaba mirando a mí, y me pedía que le
acompañara o algo así, me temblaban las piernas, no me atrevía a despegarme
de mi butaca, el corazón me latía que parecía que iba a estallar. En ese
momento Thorsten y Julio se levantaron y subieron conmigo casi a cuestas, y
también las chicas. Dijo algo así como que pedía un aplauso para unos amigos
que habían recorrido media Europa para estar con nosotros en esta ópera.
Que venían de países diferentes y nos fue nombrando a todos y saludando, o
al menos eso nos tradujo Thorsten. Yo no se qué estaba haciendo allí, si mi
abuela me viera, aplaudido cortésmente por un montón de gente desconocida.
Ese momento me hizo sentir especialmente bien.
AAVV El Espinillo
112
www.espinillo.org
Nos pidió que nos apartáramos unos metros y empezó a cantar el aria. ¡Dios
mío, que voz!, al estar tan cerca de él me daba cuenta de la potencia y el
control que tenía sobre su voz, aquello era espectacular. Volvimos a aplaudir
varios minutos y salieron todos los intérpretes que eran más de cincuenta. El
escenario parecía la Puerta del Sol en Nochevieja. El tenor cogió de nuevo el
micrófono se acercó a mí y pidió algo a todo el mundo para que le
acompañara. Yo no entendía nada. Las piernas me temblaban aún más. Pero
qué le pasaba a este hombre, seguro que famoso, para cogerme del hombro.
¿Qué pintaba yo allí?, cuando de repente se pone todo el mundo a cantar el
cumpleaños feliz en alemán. Ya no sabía que hacer, no sabía donde meterme,
mi cara debía de ser un poema, quería sonreír pero no se bien lo que hacía,
por dentro tenía ganas de llorar de alegría.
Al acabar, y tras un breve aplauso, me abracé al tenor y repartí besos desde el
escenario como si fuese yo el que hubiera protagonizado la ópera. Ya no sabía
cuál era mi papel. Por las risas que se oían parecía que había sido un
simpático broche de fín de fiesta.
Es probable que nunca en la vida me vuelva a ocurrir algo así, desde luego esa
noche no se me iba a olvidar.
En cuanto salimos de allí, bombardee a preguntas a Julio y a Thornsten. Al
amigo alemán le di la dirección de mi casa de El Espinillo, del apartamento de
Alicante, mi teléfono y yo que se. No paraba de hablar. Me encontraba
excitado. Esa noche pagué la cena y las copas, y me quedé sin un duro para el
resto del viaje, Los próximos días sólo podría sobrevivir del fondo común y de
las latas, pero había merecido la pena. Además Thorsten invitó a su casa a las
chicas a dormir y esa noche volví a estar a solas con Sandra en nuestra
furgoneta. No podía resultar mejor mi diecinueve cumpleaños.
∞
∞
Esta noche, llena de magia, selló una contundente reconciliación entre Julio y
yo, y diría que entre Julio y el mundo.
Buscaba "algo" y era evidente que en estos días sin nosotros lo había
encontrado. Todos estábamos creciendo en este viaje, sin duda marcaría una
parte de nuestro futuro.
Vigesimotercer día de viaje (23 de agosto de
1999)
Al día siguiente, la conversación que era previsible que se diera, se dio. Julio
se acercó a mi y me dijo
-Juanito ¿cómo os quedasteis después de mi marcha? Fue todo muy
precipitado. No pasa nada, ¿no? ¿Cómo está el Búho?
AAVV El Espinillo
113
www.espinillo.org
Como sabía que esta conversación iba a darse, no tuve ningún problema en
contestar con una sonrisa.
- Al principio nos quedamos todos un poco desmoralizados, pero cada uno lo
fue asimilando y siguió su camino. El Búho se quedó destrozado al principio.
Pero luego con José y Paco, en casa de los tíos de José, encontraron un buen
motivo para estar muy entretenidos. Todos relativizaron lo que pasó y piensan
que todo volverá a su cauce, o eso es lo que esperamos todos. Por cierto lo que
me habéis hecho sentir esta noche pasada ha sido sublime, nunca te lo
agradeceré lo suficiente.
-Ah, eso es todo obra de los Ten, Thors-ten y Kirs-ten.
Julio se sintió más tranquilo tras esta conversación. Sólo le quedaba, y ardía
en deseos de que ocurriese, reencontrarse en Estrasburgo con el resto de sus
amigos y olvidar cuanto antes lo que sucedió en Bonn.
∞
∞
Paco, Jose y e Buho iban a Estrasburgo de excursión con unos amigos
emigrantes que les habían invitado. Antes de salir se despidieron de algunos
amigos, españoles y alemanes, que habían conocido y que se habían acercado
a despedirles, y de la familia Bravo que también les había acogido. Notaron
mucho cariño y nostalgia cuando les dijeron adiós, quizás porque les habían
simbolizado la España viva y joven que abandonaron tantos años antes. El tío
de José les soltó un beso a cada uno, les dio algo de dinero y una frase que les
hizo reír mucho,
- ¡decidle a España que la queremos!
Lo que provocó sonrisas.
Antes de llegar a Estrasburgo, pararon y entraron en un bar a tomar unas
cañas. Allí estaba la televisión puesta, aunque decía cosas tan inteligibles
para ellos como los logaritmos neperianos para un bebé. Estaba puesta de
fondo y de repente apareció una imagen que hizo que el Buho diera un salto
hacía atrás, ¡Ainara!. Pidió que le tradujeran, excitadamente. Todos se
quedaron serios viendo la caja cuadrada, unos para ser capaces de transmitir
la información que estaban entendiendo, aunque no sabían por qué les
importaba tanto a los chicos, y otros para recibir dicha información en
lenguaje comprensible.
La cadena ZDF alemana informaba que si alguien conocía algo o sabía, por
poco que pudiera ser, de ella, que avisara rápidamente a la policía, en un
número que aparecía en pantalla. Cuando recibieron la información, tanto el
Búho, como Paco y José, se quedaron helados.
La información no indicaba, cosa un tanto rara, el por qué del interés hacia
ella. No se hacía referencia a ningún cargo pendiente, algún asunto por
AAVV El Espinillo
114
www.espinillo.org
terrorismo o por cualquier otro motivo, sólo informaba de su desaparición.
¿Por qué la buscaban, poniendo su fotografía en la principal cadena de
televisión alemana? Se indicaba que era española y que la última vez que fue
vista estaba en territorio alemán.
Llamaron primero a Ainara varias veces y no consiguieron que se pusiera al
teléfono. El Búho lo había intentado los dos días anteriores y no había
conseguido dar con ella. Ahora se sentía culpable, se iban a Estrasburgo sin
ella, aunque sabía lo independiente que era y las pocas explicaciones que le
gustaba dar.
A continuación, llamaron al número indicado por la policía y le contaron toda
la historia que habían tenido junto a Ainara desde que fue recogida haciendo
autostop cerca de San Sebastián. Las idas y venidas, “que si, que no”, que me
voy, que me quedo en París, y la última aparición repentina, inesperada en
Alemanía, que, a su vez, se había tornado en nueva desaparición.
Toda la historia la contó el Búho, ya que al otro lado del teléfono se puso una
persona que sabía español, que grabó toda la conversación, todas las
explicaciones.
-Pero, ¿por qué? ¿qué ocurre con ella, por qué la buscan internacionalmente?
-Eso no te lo puedo decir. Si puedo decirte que tu información no sabes lo
valiosa que es para nosotros. Te lo agradecemos mucho. Pero os rogaría que
cuando lleguéis a Estrasburgo vayáis a la Comisaría que está situada al lado
de la Iglesia de Sant Paul. Desde aquí os vamos a reservar dos habitaciones en
el Hotel Regent Contades, que está en la Avenue de la Liberté. Allí se
encargarán de todo lo que necesitéis. Y recuerda que tenéis que volver a
contar todo en la Comisaría.
- ¿qué significa todo?
- No os preocupéis, tendréis que rellenar unos papeles y facilitar todos los
datos que recordéis de Ainara a la policía. Si estos trámites os llevan algún día
más, allí se harán cargo del hotel y lo que haga falta mientras estéis allí.
- De acuerdo, contestó, más estupefacto aún de lo que estaba antes.
- Una última pregunta, ¿es peligroso, estamos amenazados, por qué tantas
molestias? ¿Le ha pasado algo a Ainara?¿Qué saben? Dígame algo.
-No, no pasa nada malo, no puedo deciros nada más por teléfono. Así que no
hagas más preguntas.
Buho no lo comentó con sus compañeros, de momento, no quería alarmarles
más, pero se temía lo peor.
- Vamos a Estrasburgo, comemos con vosotros y luego hemos quedado con el
resto del grupo de amigos, así que después de comer nos despediremos, les
dijo a sus anfitriones alemanes a los que tampoco quiso alarmar.
El ambiente festivo se volvió un poco taciturno. Quién más, quien menos
intuían que algo no iba bien y podía ser grave.
AAVV El Espinillo
115
www.espinillo.org
∞
∞
La tensión crecía. Paco y Jose no entendían nada, pero, sin olvidarse del tema,
lo llevaban sin ansiedad. No era el caso de Jose Manuel. Casi no había abierto
la boca tras la conversación telefónica. Permanecía muy tenso, muy poco
comunicativo. Los demás sabían que eso no era habitual y cuáles eran las
causas, pero era una norma no escrita entre los colegas, la de no agobiar, no
presionar más las cosas. Sabíamos que todos estábamos allí por si hacía falta,
pero siempre la iniciativa tenía que partir del que en un momento estuviera
necesitado.
Ellos no lo sabían, pero desde ese momento unos policías de Interpol los
seguían con discreción.
Sus amigos emigrantes, ajenos a lo que estaba sucediendo de verdad,
empezaban conversaciones, que en ese momento resultaban intrascendentes
y que estaban abocadas a morir en pocos minutos, sin más pretensión que
pasar el tiempo y, en el mejor caso, casi nunca alcanzado, hacer esbozar
alguna sonrisa de la cara de los tres jóvenes amigos.
El Búho aparentaba una calma y tranquilidad total pero era una imagen
teatral creada por él. Estaba muy preocupado por el transcurso de los
acontecimientos, aunque no quería transmitir esa tensión a los demás.
Habían pasado unos días emocionantes con ellos y estaban agradecidos y no
deseaban implicarles en esta turbia historia.
Tras la comida, les pidieron que les llevaran a la avenida de la Libertad y allí
se despidieron. En ese momento, el Búho les contó la historia que le habían
transmitido por teléfono. Se dirigieron al Hotel Regent Contades, que estaba
en el centro de Estrasburgo, y al ir vieron la Comisaría, pero decidieron
primero darse un baño y descansar un poco, luego se enfrentarían a lo que
pudiera ocurrir.
El hotel era de cuatro estrellas y tenía una pinta inmejorable. Les dieron dos
habitaciones dobles y contiguas. Cuando entraron en las habitaciones Paco y
Jose cayeron rendidos.
El Búho no pudo. Tenía un bajón muy grande. Con la distorsión que produce
un estado de ánimo abatido, recordaba la pelea con Julio, que desembocó en
su salida del grupo. Las idas y venidas con Ainara. Se sentía un completo
imbécil. Sentía que estaba poniendo en peligro a sus amigos, que él era el
culpable de todo. Un sentimiento creciente de culpabilidad le invadió, exaltado
por el hecho de no poder en ese momento relajarse, hablar con nadie, casi ni
siquiera moverse. Estaba amarrado física y psicológicamente. El viaje había
sido una auténtica tortura para él.
Pensó que una ducha le vendría bien, como decía François, y le vino una
pequeña sonrisa como contraste al temor y la culpabilidad que le agobiaba.
José y Paco se despertaron justo en el momento en que una voz al otro lado de
la puerta decía algo que no entendían. El Búho abrió la puerta y vió a dos
AAVV El Espinillo
116
www.espinillo.org
parejas de gendarmes que sin ningún protocolo previo, sin ningún saludo, se
dirigieron a ellos y les dijeron,
- Espagnoles, acompagnagnos, pog favog.
∞
∞
El día para nosotros fue muy diferente. Habíamos quedado a las nueve de la
mañana y esa noche apenas pude dormir, tanta agitación, esa celebración del
cumpleaños única, la última noche con Sandra a solas, hizo que ahora me
encontrara con un dolor de cabeza terrible.
Thorsten, Julio y las chicas aparecieron con unas ojeras enormes, esa noche
nos había pasado factura. Thorsten se sentó delante, en la furgoneta, a mi
lado, y su hermana entre medias de los dos. El resto no deshicieron la cama y
se tumbaron directamente,
- Juanito, avísanos cuando lleguemos, vamos a ver si echamos una
cabezadita, dijo Julio
Será cara el tío, a mí me tocaba conducir, sin saber apenas, sin haber
dormido, sin conocer la carretera y me temía que eso de ir a un castillo en la
montaña con vistas espectaculares no iba a ser nada sencillo. Encima estaba
lloviznando, todo estaba nublado, era un día típicamente muniqués, al menos
era eso lo que me había imaginado siempre.
Nada más salir de Munich y cuando aún se divisaban sus dos catedrales, los
de atrás ya estaban dormidos. Kirsten, que estaba a mi lado, empezaba
también a quedarse dormida, menos mal que le dio por elegir el hombro de su
hermano Thorsten que se mantenía despierto y me iba dando conversación e
instrucciones. Me daba la impresión de que no le iba a sentar bien la
excursión, en ese momento creía que era por mi conducción, pero me
equivocaba.
Pronto nos encontramos con una pequeña ciudad llamada Rothenburg. Como
todo el mundo seguía dormido entramos en ella y callejeamos con la
furgoneta. Thorsten me iba explicando algunas cosas como los tesoros
artísticos que escondía, mientras íbamos disfrutando del paisaje urbano
típicamente alemán.
El día se estaba cerrando cada vez más, y yo iba más y más despacio. No me
atrevía a correr, no controlaba nada, no sabía ni dónde estaban las luces
antiniebla, tenía miedo y eso que eran carreteras en muy buen estado, pero el
que me vinieran los coches casi de frente y llevar tanta gente dentro, me
producía una sensación de responsabilidad que desconocía hasta ese
momento. No sabía como Julio se había atrevido a quedarse dormido tan
plácidamente conmigo al volante, claro está que él no estaba en el accidente
de coche que tuvieron el año pasado en Santander el Búho, José y Paco. En
un exceso de optimismo y con sólo una copa, en un adelantamiento en la
ciudad toparon con uno que “salió” de repente de no se sabe donde y no
pudieron frenar a tiempo. El resultado: hospital para los tres, uno con rotura
AAVV El Espinillo
117
www.espinillo.org
de fémur, otro de rodilla, y el tercero collarín y cortes en la cabeza, lo mismo
que los otros dos.
Por suerte lo podían contar y eso hizo que ahora cuando conducía el Búho o
José, todos fuéramos muy tranquilos. Desde aquel día habían extremado las
medidas de seguridad en la conducción y no se atrevían a correr o hacer
tonterías al volante. A mí me pasaba lo mismo pero por inexperiencia.
Llegamos a otra ciudad, siguiendo la ruta, que se llamaba Dinkelsbühl. Era
una antigua ciudad con un bonito casco histórico, tenía murallas con puertas
y torres bien conservadas, y además estaba rodeada de fosos. La catedral,
según Thorsten se llamaba St. Georg, y se divisaba desde cualquier punto.
Tampoco despertamos a nadie.
Tras dos horas de viaje llegamos a Nördlingen, o algo así. La verdad es que
después de ver tantos nombres raros, ya no sabía cual correspondía a cada
cual.
Thorsten me comentó que aquí era mejor bajarse y despertar a todos, así que
aparcamos frente a las murallas y despertamos al resto. Estirar las piernas me
apetecía mucho en ese momento, así que me pareció una excelente idea.
- Esta es una antigua ciudad imperial, las murallas son completamente
originales y circulares, si queréis podemos subir a ellas y recorrerlas enteras
¿qué os parece? -dijo Thorsten
- Bien, pero ¿no podríamos tomar un café antes? -preguntó Segolene
- Mejor después, os llevaré a uno en el centro de la ciudad que tiene los
mejores pasteles de chocolate de la zona -contestó Thorsten
- Si es así, démonos prisa con la muralla -respondió Segolene
La ciudad era muy bonita. Tenía unos rincones que, vistos desde las murallas,
eran de lo más pintoresco, tenían un aire diferente a lo que había visto hasta
ahora en Alemanía. Conté once torres defensivas en la muralla. Me
asombraron los tejados rojos a dos aguas tan puntiagudos que se erguían por
toda la ciudad.
Del pastel de chocolate no cuento nada, sólo decir que tenía razón nuestro
amigo alemán.
Volvimos a la furgoneta y nos dirigimos al castillo directamente. A medida que
nos acercábamos al sueño de Ludwig II, Thorsten nos decía que el castillo ya
se debía ver, estaba a nuestra izquierda, arriba, pero nadie veía nada, todo era
niebla. Apenas veíamos el lago que se extendía a la derecha de la carretera,
justo al lado, como para saber hacía donde mirar para ver el dichoso castillo.
Thorsten nos iba relatando su historia y su fisonomía. Nos contó que en él se
inspiró Disney para su castillo de la Bella Durmiente y la verdad es que se
hacía esperar, debía ser espectacular.
El lago estaba rodeado de montañas llenas de árboles, que se intuían cuando
desaparecía alguna nube y daba paso a las siguientes.
AAVV El Espinillo
118
www.espinillo.org
∞
∞
Aparcamos y subimos andando hasta el famoso castillo pero no lográbamos
verlo por ningún lado. Cuando ya estábamos en la entrada, Thorsten nos
aseguraba que estaba enfrente nuestro, apenas a veinte metros. Sólo nos
separaba un puente o pasarela, no lograba saber bien lo que era. El castillo
seguía siendo fantasmal, no apreciábamos nada, cuando, de repente,
desaparecieron unas nubes y se presentó ante nosotros imponente,
majestuoso. Ese preciso instante nos dejó maravillados a todos, a mí se me
puso el vello de punta. Fue increíble, apenas un minuto y luego volvió a
desaparecer cuando aún teníamos todos la boca abierta, pero esa mole, esa
maravilla se nos había quedado en nuestra retina. Fue un momento mágico.
Dentro, el castillo era sobrecogedor, acostumbrado a la austeridad de la
mayoría de los castillos españoles, este resultaba recargado en cuanto a
decoración y mobiliario. Excesivo en algunos sitios, muy palaciego, pasábamos
del gótico al barroco, y de repente al neorrománico, contenía todos los estilos,
a veces se yuxtaponían uno sobre otro, predominaban las maderas y los tonos
oscuros, todo eso unido a las grandes lámparas llenas de velas. El frío del
entorno y esa atmósfera fantasmal que le rodeaba, le daba un aire único,
tortuoso quizás, no me gustaría quedarme aquí a dormir, me producía
escalofríos.
Al salir del Castillo de Neuschwanstein vimos con sorpresa que el día se había
abierto un poco y, cuando llegamos abajo, cerca del lago, donde habíamos
dejado la furgoneta, pudimos por primera vez apreciar todo el castillo, su
rotundidad y su esbeltez, siempre acompañado de esas nubes que entraban
en él y salían sin avisar. Si esto era así en agosto, ¿cómo sería en pleno
invierno?.
Aprovechamos para comer algo en la furgo y comentar lo que acabábamos de
ver. Thorsten, sin embargo, tenía prisa, quería que fuéramos al Campo de
Concentración Nazi de Dachau. Nos confundía esa insistencia, pero nadie se
atrevió a decir nada y menos yo, que no estaba dispuesto a contradecir a
nuestro buen amigo alemán. El caso es que no quedaba cerca y no me
apetecía que se hiciera de noche dentro del campo. Con el castillo ya me
bastaba por hoy, así que nos pusimos en marcha sin sobremesa.
Al poco, recibimos una llamada del Búho y le contó a Julio que estaban en
Estrasburgo en un hotel de cuatro estrellas, lo cual nos produjo hilaridad
pensando en qué habrían hecho estos gañanes para ir a parar, sin dinero, allí.
A medida que la conversación avanzaba y, viendo la cara de Julio, todos nos
fuimos callando y tratando de averiguar quéestaba pasando.
Cuando terminó la conversación, Julio nos contó la extraña historia que les
estaba sucediendo a nuestros colegas. Todos empezamos a especular sobre lo
que podía estar pasando. Los chicos pensábamos en algo turbio de Ainara,
mientras que las chicas trataban de suavizarlo todo y se ponían en el lugar de
la pobre chica. Esta conversación duró hasta que llegamos a Dachau, un lugar
extraño.
AAVV El Espinillo
119
www.espinillo.org
Nos acercamos lentamente hasta que Thorsten me dijo que aparcara a la
derecha.
Siempre pensé que el tiempo no se detiene, que avanza sin descanso, pero,
ante las puertas del campo de concentración, pude comprobar que allí el
tiempo ... se había parado.
Mediaba aquella tarde que tenía un embrujo especial. El sol apenas tenía
resplandor ni violencia. Era tal el sosiego de la tarde, el sosiego del lugar, que
se percibían las sinfonías del agua fluyendo por diminutas corrientes.
En las hojas de los árboles se percibía que no soplaba ni el más leve viento.
Sólo se oía el cantar de algún pequeño pájaro que volvía a su nido.
El Campo estaba en un valle con un aire misterioso. En el horizonte, las
siluetas de los picos de la montaña se erguían en sombra como colosos que
vigilaban cualquier movimiento.
Thorsten empezó a contarnos cosas de aquel inquietante lugar.
- Perdonadsi os he traído a un sitio que no esperabais ver, pero es que
necesitaba venir aquí. Hace muchos años que no he podido acercarme y creí
que con vosotros todo sería distinto, no conocéis el lugar, no sabéis nada de lo
que le ocurrió a mi familia...
Se paró, tragó saliva y siguió contando
- Quizás os voy a contar algo que todos ya conocéis, quizás no os importe lo
más mínimo, quizás os voy a aburrir con un rollo, pero espero que me sirva
para superar un pequeño, bueno un gran trauma que tengo, que tenemos –
dirigió su mirada hacia su hermana- desde hace muchos años.
En ese instante, la cara de Kirsten era todo un poema, estaba triste, no
sabíamos muy bien qué ocurría.
- No se qué nos vas a contar pero, en lo que a nosotros respecta, estas
historias duras y terribles las tenemos más o menos cerca los españoles.
Quién más quien menos tiene un familiar o abuelo que ha vivido la Guerra
Civil española, donde se mataron entre hermanos, entre compatriotas, así que
no te preocupes por nada, lo entendemos -dije tratando de ponerme en su
situación aunque no tenía ni idea de lo que nos iba a contar y de la Segunda
Guerra Mundial no conocía muchas cosas, sólo lo que había visto en las
películas y algo que había leído, poco.
- No te preocupas, nos encantará escucharte, de todas formas no tenemos
nada mejor que hacer, dijo Julio en un afán de suavizar las cosas.
- Esta historia es la historia, a grandes rasgos, de mi abuelo y de su hermano.
Lo que luego ocurrió nos afecta a mi hermana y a mí directamente. No se si
conocéis la que se llama la noche de los cristales rotos, en alemán
Reichspogromnacht, Reichskristallnacht o Novemberpogrome, tiene varias
acepciones. Aquello fue un acontecimiento terrible que ocurrió en Alemania,
AAVV El Espinillo
120
www.espinillo.org
en una noche de noviembre de 1938 contra todos los ciudadanos judíos
alemanes, y es quizás el principio del Holocausto.
Las SS salieron a la calle y arrestaron a miles de judíos en Alemania,
destrozaron sus comercios y más de 50 judíos fueron asesinados en esa
noche.
- Recuerdo la película del “Gran Dictador” de Charles Chaplin y creo que habla
de eso ¿no?. Hace poco mi padre me la puso en casa y aunque era en blanco y
negro me encantó, dije.
- Si, más o menos.
Todos esperábamos que siguiera contando la historia, pero Thorsten no decía
nada, sólo miraba hacia delante. Todos giramos la vista y vimos un pabellón,
parecería una casa si no fuera por la torre de vigilancia que sobresalía del
tejado.
Pudimos ver como a Kirsten le resbalaba una lágrima por la mejilla. Nosotros
empezábamos a estar un poco incómodos. El pabellón debía de ser la puerta
del campo de concentración nazi, ¡menudo día llevábamos! Al menos
Neuchswanstein estaba lleno de tesoros artísticos, pero este sitio al que le
rodeaba en ese momento una soledad abrumadora, debía de estar lleno de
terribles tragedias.
El lugar cada vez me parecía más siniestro.
∞
∞
- La historia se remonta a mi abuelo cómo ya os he dicho, pero no os
preocupéis, son sólo cinco minutos.
- ¡Cuéntanos !.
- Mi abuelo se llamaba Helmut Elser y su hermano Georg Elser. Georg
después de “la noche de los cristales rotos” y de la deriva que iba tomando el
país con Hitler, decidió que iba a asesinar a Hitler, que esa era la única forma
de parar otra guerra contra el resto de Europa, otro desastre como la Primera
Guerra Mundial que e él le toco vivir de niño. Esta idea que puede parecer
muy osada, la empezó a preparar minuciosamente. El solo ideó un plan para
fabricar una bomba y ponerla en el lugar donde Hitler daba todos los años un
discurso. Los nazis conmemoraban en ese lugar una de sus peores
animaladas.
Mientras estaba en ello, el 1 de septiembre de 1939, Hitler se adelantó e inició
la guerra que mi tío abuelo pretendía evitar. Las medidas de seguridad
aumentaron mucho dentro del país, su vida pasó por situaciones de mucho
riesgo, pero estaba decidido a seguir adelante. ¨Él pensaba que si lograba
matar a Hitler, era muy probable que la guerra no siguiera adelante y podría
salvar a Alemania de otra catástrofe, y, con ella, al resto de Europa.
- Y dices que nos iba a aburrir, sigue, sigue -dijo Sabrina
AAVV El Espinillo
121
www.espinillo.org
- Gracias Sabrina. Consiguió preparar la bomba, nadie le había descubierto a
pesar de que tenian indicios. Logró ponerla debajo del estrado donde Hitler
tenía que dar su discurso. A este demonio de la humanidad le gustaba mucho
escucharse y sus discursos solían durar dos horas o más. Mi tío abuelo
programó la bomba para que estallara a la media hora del comienzo del
discurso, pero ese día Hitler tenía prisa y a los diecisiete minutos, diecisiete
tan sólo, terminó su discurso y salió de allí. Continuaron otros jerarcas
hablando y la bomba estalló puntual, murieron varios altos cargos nazis, pero
Hitler se salvó por trece minutos, ¡sólo trece minutos!, esos minutos faltaron
para salvar la vida de millones de personas, trece minutos y se hubieran
intercambiado las muertes de más de veinte millones de personas por la de
una sola.
- ¿Qué le paso a tu tío abuelo Georg? -dijo Sandra que estaba tan interesada
en la historia como el resto del grupo.
- Fue apresado, creo que iba a cruzar hacia Suiza cuando le cogieron y le
trajeron a este campo de concentración, que fue el primero que se abrió,
mucho antes de la guerra, y el primero en el que se probaron todas las
barbaridades y torturas que todos conocéis.
- ¿Y tu abuelo?- preguntó Segolene
- Antes os diré que mi tío abuelo fue torturado, incomunicado y que nadie de
mi familia sabía donde estaba. Le buscaron por todos los sitios y tardaron
varios años en saber que aún seguía vivo en Dachau, si es que a eso se le
podía llamar vivo.
Mi abuelo también estaba en contra de Hitler, pero de otra manera. Él
pensaba que por encima de todo estaba su país y que tenía que ayudar, a
pesar de no estar de acuerdo con lo que estaban haciendo. Más tarde formaría
parte de un movimiento de resistencia contra el régimen nazi, sobre todo
después de ver lo que ocurrió con los judios, y tras la derrota en Stalingrado y
la cantidad de cientos de miles de muertos que había visto en Rusia.
Formaba parte de la Sexta División Panzer y participó en la toma de los Udetes
y en las guerras contra Francia y Polonia. Incluso fue condecorado con la Cruz
de Hierro por su valor. Más tarde, en Francia, fue herido y perdió una pierna,
con lo que se volvió a Munich. Aquí, casi de casualidad, descubrió que su
hermano estaba preso en Dachau. Desde ese momento su único objetivo era
salvar a los suyos. Intentó interceder por su hermano, era el año de 1945 y la
guerra estaba a punto de finalizar, aunque eso él no lo sabía. Mi padre quería
... , mi padre ...
- ¡Déjalo Thorsten!-imploró Kirsten,
- Tengo que contarlo hermana, lo necesito, no puedo vivir más con ello, con
ese secreto no puedo...
Los dos hermanos se abrazaron y se echaron a llora. No sabíamos qué hacer,
las chicas los abrazaron, no se muy bien lo que ocurrió, Sandra también
lloraba, yo no sabía qué actitud tomar en ese momento, no sabía lo que tenía
que decir.
AAVV El Espinillo
122
www.espinillo.org
- Perdonad,como decía, mi padre, mi padre estaba allí. Quiero decir que ese
día en el Campo de Concentración de Dachau, mi abuelo estaba pidiendo, casi
exigiendo por su graduación y sus condecoraciones, la liberación de su
hermano. Seis años en el campo eran suficientes, la guerra estaba
terminando, pero lo único que consiguió es que el propio Hitler en persona
intercediera y, un par de semanas antes de suicidarse, ordenara asesinar a
Georg Elser, a su hermano.
Mi padre tenía dieciséis años y se acababa de enrolar en el ejército alemán
desoyendo todas las súplicas de mi abuelo para que no lo hiciera. Ese día él
también estaba allí, con mi abuelo, mi padre estaba allí.
-Perdonad, pero me cuesta un poco hablar. Como os decía, estaba de
uniforme, con los suyos, con su ejercito, con sus compatriotas, terrible ironía,
y los “suyos” iban a fusilar a su tío, alemán, del mismo bando ... En ese
momento mi abuelo trataba de impedirlo y lo único que consiguió es que lo
asesinaran también, lo mataron agarrado de la mano de su hijo.Mi padre
estaba allí, lo vió todo, lo vivió todo. Se quedó solo, con su padre y su tío
muertos, asesinados, y aquello no le abandonó nunca, no lo pudo superar.
Kirsten seguía llorando,
- Desde ese día mi padre, creo, quiso olvidar, olvidarlo todo, pero no pudo.
Años después vinimos a vivir a Dachau.
- Al pueblo ¿no? -dijo Julio.
- No, aquí, al campo, a un pabellón de oficiales anexo. Mi madre nos contaba
que mi padre solía pasear por el Campo y cada vez le resultaba más difícil,
pero lejos de marcharse de allí se sentía atrapado. Nosotros apenas lo
recordamos, yo viví aquí hasta que tenía seis años y mi hermana cuatro.
- No sigas Thorsten, ¡por favor, no sigas, te lo suplico! -dijo Kirsten que seguía
llorando
- Tengo que hacerlo hermana, tengo que hacerlo.
Kirsten se alejó corriendo, no podía más, Sandra y Segolene salieron detrás de
ella. Thorsten siguió hablando,
- Pero hay un día, que a pesar de nuestra edad, no olvidamos, no logramos
olvidar. Mi padre se fue volviendo alcohólico, estaba destrozado, y un buen día
jugando por el campo, mi hermana y yo..., un buen día ¡menuda expresión de
mierda! ...
Hizo una pausa, parecía que no podía o no quería continuar, nosotros no
sabíamos qué hacer, nos mirábamos. Thorsten se puso a caminar, abrió la
puerta y se dirigió hacia el interior del campo de concentración. Todos salimos
detrás y nos pusimos a su lado. Julio quería ponerle la mano encima del
hombro pero no llegaba, era demasiado alto, quedaba ridículo, menos mal que
Sabrina le agarró por la cintura y Thorsten dejo caer su brazo sobre el hombro
de Sabrina.
AAVV El Espinillo
123
www.espinillo.org
Entramos en el campo de concentración y si, antes de esta historia, ya nos
parecía tétrico, ahora dentro nos producía escalofríos.
Julio y yo esperábamos que siguiera contando la historia pero no dijo nada
más. Sólo miraba, con una mirada de profunda melancolía, triste, abatido.
Seguimos andando y viendo aquel trágico lugar, los pabellones con los catres
donde dormían dos, tres o cuatro personas a la vez, los crematorios, donde
tuve que aguantar las nauseas, las cámaras de gas, pero lo peor fue el museo.
Tenía fotos impactantes de lo que fue el campo, de los prisioneros, de los
muertos, algún traje y otros objetos, después de lo que nos había contado
Thorsten esto fue la gota que colmó el vaso.
- Nos vamos Thorsten -le dije casi con autoridad.
- Un segundo, nos queda un pabellón, por favor acompañadme.
- Es igual, ya lo hemos visto todo, dejémoslo, le dije.
- Sólo será un minuto, por favor.
Me callé. Por todos los lados leíamos “Arbeit Match Frei” o algo así. Luego nos
dijo que significa “el trabajo os hará libres”, menudo sarcasmo. Seguimos
caminando y fuimos hacia un pabellón, la noche se estaba acercando.
- ¡Aquí fue!, dijo Thorsten mientras le resbalaba una lágrima por su mejilla,
¡Sí, aquí fue!
- ¡Ánimo Thorsten!, dijo Julio
- Mi hermana y yo estábamos jugando, no recuerdo a qué, no se por qué
estábamos aquí, pero ese día ... ese día estaba él allí, ahorcado.
- ¡Joder! -exclamó Julio
- Mi padre había decidido terminar allí mismo igual que su padre, se anudó
una cuerda al cuello en ese sombrío anochecer y se quedó oscilando ... y nos
lo tuvimos que encontrar precisamente nosotros.
Thorsten se echó a llorar como un niño, Sabrina igual, a Julio se le notaba
afectado por su nuevo amigo y yo trataba de controlar las lágrimas que se me
escapaban una tras otra.
Sabrina, fue sacando de allí a Thorsten, y poco a poco salimos del campo de
concentración. Nos volvimos a reunir con Kirsten y las chicas y nos juntamos
todos. Allí si que nos abrazábamos todos, nos dábamos besos los unos a los
otros, no se qué hacíamos, fue un momento raro, unos lloraban, otros
trataban de contener los nervios y la rabia, todo fue muy lento.
Tras un tiempo que no sabría precisar, Julio, de repente, dijo,
- ¡Hay que cenar!, Thorsten espabila y llévanos a un sitio donde se cene bien, y
que sea bonito y barato.
Resultó atrevido lo que dijo Julio en ese momento, pero fue como cerrar esa
AAVV El Espinillo
124
www.espinillo.org
tristeza y mirar hacia delante. Subimos a la furgoneta y arrancamos, no sin
antes empujarla, como siempre ¡qué desastre de coche!. La verdad es que esta
vez Thorsten empujó con ganas y arrancamos rápido. Nos dirigimos hacia
Munich y no volvimos a hablar de lo que había sucedido durante el día. Al
principio sólo mirábamos a través de los cristales como la noche iba ganando
todo el terreno. Luego empezamos a hacer planes de futuro, que si venís a
España, que si a Francia, que si a Italia, cualquier cosa con tal de olvidar o de
hacer olvidar, aunque fuera por unas horas.
Esa noche no pude dormir, como la mayoría.
Vigesimocuarto día de viaje (24 de agosto de
1999)
A la mañana siguiente teníamos que ir a Estrasburgo. Otra extraña historia
nos estaba esperando. Le dijimos a Thorsten que nos acompañara, pero
declinó nuestra invitación, eso sí, dijo que en septiembre vendría a España y
que pasaría por Madrid.
Nos despedimos de los hermanos “Ten” con tristeza, sólo habíamos estado dos
días con ellos, pero nos había dejado una profunda huella emocional.
Las chicas ya sabían que cuando llegáramos a Estrasburgo tendríamos que
despedirnos, pero no estaban dispuestas a irse antes de saber que estaba
ocurriendo con Ainara. Alemania había resultado más especial de lo que
nunca pude imaginar.
∞
∞
Ainara era la única hija del Presidente de la Diputación Provincial de
Guipúzcoa. Su padre era el mayor accionista de los Astilleros y de otras
empresas. Vivía en un chalet en el barrio de Gros, junto a la playa de la
Zurriola. Cada día salía escoltada al colegio y a la universidad. A pesar de que
su padre recibía cartas de extorsión para el pago del impuesto revolucionario,
y de sentirse amenazado, ella tenía una opinión bien distinta de las cosas,
quizás por rebeldía hacia sus progenitores.
Era una hija un tanto díscola, de muy difícil sujeción a normas. Su carácter
era eminentemente cariñoso, y así sus primeros años de vida fueron un
prodigio de felicidad para la familia y para ella misma. La hija que se hacía de
rogar, que no venía, vino, y se presentó en forma de ángel salvador en una
familia recta, tradicional y de puertas adentro bastante desunida, desunión
que tras su deseadísima venida al mundo y primeros años quedó en segundo
plano.
Cuando fue creciendo se fue desarrollando en ella esa semilla curiosa,
pasional, sin percepción de límites, a la vez que felicidad en casa iba
AAVV El Espinillo
125
www.espinillo.org
desapareciendo. Las discusiones eran continuas. La tensión por la necesidad
política y social de su padre de mantener la imagen de una gran familia,
acrecentaba notablemente las tensiones.
Ainara se enroló en el grupo de teatro “Aitzgorri”, como válvula de escape. Esto
le permitía evadirse de casa pequeñas temporadas, más bien días sueltos.
Cuando nos conoció, efectivamente, además de llamarle la atención nuestra
aventura y sentirse atraída por ella, realizó su bautismo, su prueba, para
poder optar dentro del grupo a su primer papel estelar.
Se reveló a su destino de volver a casa cuando había dicho y así, sin ni
siquiera avisar, siguió viaje con nosotros hacia París. Sabía que eso le costaría
caro, pero era el momento para la rebelión.
El tiempo pasado con nosotros, ese viaje hasta París, fue incrementando
paralelamente su vinculación con nosotros y su preocupación por lo que
podría estar pasando en casa. Se propuso seguir no comunicando con ellos,
aunque esto no hacía otra cosa que acrecentar su tensión. También nuestra
cercanía y el flujo de relaciones cruzadas que se produjeron, a las que estaba
tremendamente predispuesta, por su momento emotivamente intenso y su
búsqueda de experiencias, crearon un cóctel que, tras muchas dudas, le hizo
plantearse en París despedirse definitivamente de nosotros y volver a casa con
todas las consecuencias.
Seguía en sus trece de no comunicar con su familia, sin conocer el gran
dispositivo que se había puesto en marcha en su búsqueda, movido por su
padre. De modo discreto, con muchísimo miedo a un secuestro o algo peor, su
búsqueda era una prioridad de los gobiernos vasco y español, trasladada al
gobierno galo tras la certidumbre de que había cruzado la frontera.
Fue localizada cruzando la frontera en compañía de unos chicos de Madrid.
Con nosotros, claro está. Se hizo con un total silencio público, aunque la
intensidad era grande en las fuerzas policiales, para evitar el escándalo
mediático.
Ainara volvió más tarde a S. Sebastián sin hablar con nadie. Estaba muy
aturdida. Cuando se acercaba a la casa de sus padres observó movimiento
extraño. Estaba muy asustada y simplemente se dio media vuelta y se volvió,
girando sus pasos en sentido contrario. Primero caminaba lentamente,
envuelta en mil pensamientos. Pero después incrementó el paso para poco
después empezar a correr. ¡¡No volveré a casa, no lo haré!!
Pero su presencia no había pasado inadvertida para todos.
∞
∞
Volvió a contactar con Sandra y la convenció para intentar volver a quedar con
nosotros. Ahora éramos su refugio, éramos exactamente lo que necesitaba. Y
no por la relación que había establecido con José Manuel, real, sincera, pero
basada en su propia necesidad emotiva de ese momento, sino por la
vinculación que existía entre nosotros y sus sueños, nosotros como
AAVV El Espinillo
126
www.espinillo.org
contrapartida opuesta a su casa, a la casa de sus padres. La prisión y la
libertad, la rectitud y la anarquía.
Es bastante extraño que el dispositivo puesto en marcha para encontrarla no
lo hiciera en ese breve lapso de tiempo en el que llegó a España para volver a
marcharse a Francia. Pero así fue como sucedió.
Pasó de nuevo la frontera con toda normalidad rumbo al país galo, en autobús
con destino París; sola, con la certidumbre que había obtenido de Sandra de
que volverían a verse.
Unos cientos de metros más atrás, en un todoterreno, pasó la frontera un
hombre fornido, alto, casi 1.90 m,. Era su inseparable y desconocido
compañero de viaje, de nombre Gorka. La seguía a cierta distancia, esperando
en breves horas activar su plan.
Nosotros, en ese momento, estábamos recorriendo el maremagnum de
kilómetros que realizamos, tras salir de París, camino de la frontera con
Dinamarca.
La hora de la comida, que todo apuntaba que realizaría en Burdeos, podría ser
un buen momento. Gorka estaba preparado y no preveía tener ningún
problema especial en consumar el secuestro si todo salía como estaba
planeado.
Y así fue. Ella bajo del autocar y no se metió en el restaurante de enfrente
como la mayoría de los pasajeros, decidió dar un paseo y comerse un perrito
caliente en un bistro. Mientras paseaba Gorka se acercó a ella y le pidió si le
podía ayudar a arrancar el coche, que se le había averiado. Curiosa petición,
era muy probable que Gorka nos hubiera seguido a todos. Ella a la que le
sonaba mucho esta avería, accedió sin problemas. Él, por su corpulencia
física, le planteó empujar y que ella arrancara el motor y poner el coche en
marcha poniendo la segunda. La operación fue un éxito, debido en gran parte
a que el coche funcionaba perfectamente. Ainara paró con el coche arrancado,
como habían estipulado, y cuando Gorka se acercó hasta situarse justo en la
puerta del asiento del conductor, le dejó entrever una pistola que sobresalía de
su cintura, de modo que sólo ella podía verla. Le dijo entre dientes que no
gritara, que se desplazara al asiento del copiloto y le dejara entrar a él. Ainara
obedeció muerta de miedo, Gorka montó en el coche y arrancó, saliendo a toda
velocidad.
El secuestro se había consumado. El rescate estaba fijado en 500 millones de
pesetas.
∞
∞
El Búho, Paco y José, después de dejar sus cosas en el Hotel, fueron llevados
a Comisaría. Allí estuvieron todo la tarde y la noche. Fueron interrogados
innumerables veces, por agentes españoles y franceses. Primero a solas, luego
juntos, más tarde otra vez a solas. Contaron una y otra vez su relación con
Ainara, la última vez que la vieron, porque estaban juntos, desde cuando se
AAVV El Espinillo
127
www.espinillo.org
conocían, porque la dejaron sola al final.
El Búho les comentó que habían quedado en verse en un par de días, ella
tenía unos amigos en Alemania e iba a verles, concretamente se iba a
Leverkusen pero no sabía donde, no se le ocurrió pedirle una dirección,
mientras él la esperaría en Moenchendgladbach en casa de los tíos de José y
luego irían juntos a Estrasburgo donde se volverían a unir todo el grupo.
Le extraño mucho no tener noticias suyas, así que él la llamó varias veces el
antes de saber lo que estaba pasando, pero ella no cogía el teléfono. No sabían
que hacer, lo habían hablado varias veces entre ellos, pero tampoco le extraño
demasiado pues su comportamiento les había parecido siempre muy audaz y
un poco extraño desde el principio, aunque ella era una chica encantadora.
La policía al final del día les dijo que Ainara estaba en paradero desconocido y
que por tanto ellos no podían salir de Estrasburgo, de momento, hasta que se
aclarase todo.
Sólo quedaban seis días para terminar aquel maravilloso agosto del noventa y
nueve y las cosas se habían torcido definitivamente. Tenían que regresar a
España, al Espinillo con sus padres, devolver la furgoneta, y ahora no sabían
que podría ocurrir ... ni que estaba ocurriendo.
Aquella chica alegre e inquieta que apareció de repente en una carretera cerca
de San Sebastián, había desaparecido después de vivir con ellos muchas
experiencias. No formaba al principio parte de su grupo, pero ahora se sentían
culpables por su actitud en Alemania. No debieron dejar que se fuera sola,
más bien no debieron echarla sutilmente, la promesa de fiestas en Alemania
con gente nueva les había nublado un poco el sentido. No sabían que hacer. El
Búho sentía el peso de la responsabilidad, “si le pasara algo a Ainara no me lo
voy a perdonar el resto de mi vida”, pensaba.
La policía no les dijo quien era en realidad Ainara y qué es lo que había podido
pasar. Quizás sólo estuviera con un amigo o amiga y hubiera perdido el
teléfono, pensaba Paco. Esperaban que todo fuera un mal sueño o una falsa
alarma, Ainara era muy atrevida.
Julio, las chicas y yo veníamos tan contentos de Munich, mitad alegres por
continuar nuestro viaje, mitad tristes por dejar a nuestros amigos alemanes y
sobre todo por pensar que mañana sería nuestro último día juntos. A veces la
angustia se apoderaba de nosotros, pero pensábamos que lo de Ainara no era
nada, o al menos era lo que esperábamos y deseábamos.
Nuestro gozo se vino abajo cuando cerca de Estrasburgo varios coches de
policía nos hicieron parar en la misma autopista. Nos preguntaron de donde
veníamos y adonde íbamos. Echaron un vistazo al interior de la furgoneta y
luego nos pidieron que les siguiéramos. Así fue como entramos en
Estrasburgo, parecíamos el presidente de los Estados Unidos y familia por la
escolta que llevábamos, eran muchos coches cerca de nosotros pero discretos,
sólo el primero llevaba alarma y abría camino.
Desde ese momento las caras dentro de la furgoneta volvieron a teñirse de
negro, algo grave debía de estar pasando. Yo sólo deseaba estar en casa con
mis padres y no allí.
AAVV El Espinillo
128
www.espinillo.org
En un abrir y cerrar de ojos estábamos en la Comisaría Central de
Estrasburgo, junto a nuestros agotados amigos.
∞
∞
Ainara fue recluida, a mitad de agosto, sin saber en qué ciudad estaba, en una
pequeña habitación. Estaba secuestrada. Sin embargo, no se puede decir que
estuviera tranquila, pero si que se había introducido dentro del papel como si
de una actuación más se tratara.
Pasadas unas dramáticas horas le fue sorprendentemente fácil escaparse de la
habitación en la que se encontraba. Cuando quiso darse cuenta, estaba de
nuevo fuera, en el mundo, ¿el mundo real?; ya no sabía bien cual era el
mundo real y cual el ficticio. Estaba en una ciudad francesa y decidió
proseguir su viaje a Paris, lejos de toda lógica y entendimiento.
Su cerebro prácticamente no procesó como real lo ocurrido. Así que siguió sus
planes, con una tranquilidad irresponsable. Con la irresponsabilidad del que
no sabe que tiene en el bolsillo de su camisa, por ejemplo, un millón de
pesetas y vienen a robarle, “si no tengo ni un duro, de verdad, regístrame”.
Ainara siguió su camino tal como tenía planeado. El camino era encontrarse
con Sandra y después con los chicos. Y así todo siguió, sin más rastro de su
secuestrador, al que desconcertó como al resto. Al menos sin más rastro
certero para ellos, que si seguían detrás de ella, no conseguían su objetivo,
aunque parece difícil imaginar que mantuvieran dicho objetivo tras un fracaso
tan estrepitoso.
El padre de Ainara, recibió en su casa una llamada telefónica en la que le
pedián quinientos millones por la vida de su hijo. El padre era desconocedor
de todo cuanto sucedía, se fue poniendo cada vez más y más nervioso por la
desaparición persistente de su hija. Durante unos días la buscaron
infructuosamente por todos los sitios. Un testigo dijo haberla visto el día
anterior a la llamada cerca de la casa de sus padres y la vió irse de allí
corriendo. La policía inició un complejo dispositivo de búsqueda, infructuoso
hasta el momento, centrado sobre todo en los alrededores y en todo el País
Vasco, que luego amplio al resto de España. Como no dieron resultado alguno
pasaron a un dispositivo oficial, alertaron a la Interpol y llegó la notica a todos
los medios de comunicación. Ese momento coincidió con su ida a Leverkusen.
La cara de Ainara comenzó a aparecer primero en las televisiones de toda
España, para pasar, días después, a ser portada de las noticias en toda
Europa. Ella no veía la televisión ni era conocedora de ninguna noticia de
prensa en su periplo, por lo que ignoraba todo lo que estaba ocurriendo a su
alrededor.
∞
AAVV El Espinillo
129
www.espinillo.org
Ainara, en su viaje hasta Moenchengladbach para reunirse con nosotros sólo
debía de tratar de pasárselo bien, de disfrutar, de olvidar por lo que acababa
de pasar y no darle más vueltas. Su actitud nos pareció bastante frívola e
insensata por el hecho de irse sola, y luego por volver a irse a ver a unos
amigos a otra ciudad alemana, pero creemos que ella debía estar segura de
que no sería fácil volver a dar con ella, o quizás no había terminado de
entender lo que le había ocurrido.
Pasamos un día infernal, terrible, nos habían comunicado que su padre había
recibido una llamada pidiéndole dinero por la liberación de su hija, eso fue a
mediados de agosto, y desde entonces no había sabido nada de ella.
Su familia, al parecer, era de cierto raigambre entre las familias adineradas del
País Vasco, de ahí la suma que le pedían, desorbitada a nuestros ojos.
No entendíamos nada de nada, después de ese “supuesto secuestro” nosotros
jurábamos a la policía que Ainara había estado con nosotros, además lo
pasamos estupendamente con ella. El Búho tuvo que confesar sus escarceos
amorosos, sus relaciones cercanas, le preguntaron hasta el más mínimo
detalle, incluso le recriminaron su tremenda imprudencia al dejarla irse sola.
Pero nunca dijo nada, absolutamente nada, sobre el secuestro que la policía
dijo que había ocurrido y que nosotros no podíamos ni sospechar.
No salíamos de nuestro asombro, esa noche no nos dejaron salir de Comisaría,
estábamos completamente vapuleados por las preguntas, las declaraciones,
los cambios de entrevistadores, de volver a empezar una y otra vez sobre lo
mismo. Al menos nuestros padres no se habían enterado de nada, la policía
guardó esa discreción que les agradecimos.
Vigesimoquinto día de viaje (25 de agosto de
1999)
Cuando salimos de la Comisaría nos fuimos directamente al hotel. Había
tenido la fortuna de tener una habitación a solas con Sandra, pero no sirvió de
nada. Al llegar nos acostamos totalmente destrozados, ya no nos quedaban
ganas para nada.
Por la mañana desayunamos en el Hotel de forma compulsiva, todos
estábamos muy nerviosos. Decidimos pasear un rato por Estrasburgo antes de
volver a Comisaría.
Nos dimos cuenta de que era una ciudad con mucho encanto, después de
estar tanto tiempo encerrados, aquellas calles y casas nos parecían preciosas.
Volvimos a Comisaría y después de rellenar unos cuantos papeles y de esperar
noticias, nos dejaron salir.
Recorrimos toda la parte vieja y en una calle estrecha y solitaria encontramos
una terracita de un restaurante italiano que se llamaba “La Monticarlo”.
Parecía un buen sitio para comer algo, unas pizzas y unas ensaladas nos iban
a sentar bien y sería barato, no sabíamos si esto lo pagaría la policía o correría
AAVV El Espinillo
130
www.espinillo.org
por cuenta nuestra como nos temíamos, estábamos ya demasiado justos de
dinero; menos mal que el hotel donde nos alojaron a todos corría de su
cuenta.
Ahora nadie podía irse a su casa, ni las chicas, ni nosotros, por más que les
habíamos confesado no saber nada de lo que estaba ocurriendo y no tener
nada que ver con el secuestro. Al parecer esto para ellos estaba fuera de toda
duda, habían comprobado todos nuestros antecedentes, se sabían nuestra
historia casi mejor que nosotros, pero aún no había aparecido Ainara y había
elementos muy extraños en la historia.
Mientras estábamos comiendo y dándole vueltas a todo lo que nos estaba
ocurriendo en estos últimos días, sonó el teléfono del Búho, todos hicimos un
reverencial silencio tratando de escuchar toda la conversación al oírle decir
¡Ainara!
- pero Ainara ¿dónde estás?, preguntó el Búho
- con los amigos de que te hablé. Hemos estamos un par de días en la
montaña, de excursión, perdona que no te haya llamado pero es que perdí el
cargador del móvil y no lo he podido utilizar, además tampoco había cobertura
y por unas cosas u otras se me había pasado acercarme a algún pueblo.
¿vosotros donde estáis?
- ¿Qué donde estamos?, tendrá guasa la cosa, perdona que te diga esto
Ainara, pero no se si sabes que estamos metidos en un lío terrible por tu
culpa.
- pero ¿qué me estás contando?
- Te estoy contando, agárrate, que estamos en una Comisaría en Estrasburgo
y sin poder salir de la ciudad, llevamos casi dos días sometidos a todo tipo de
interrogatorios ¡todo el mundo te está buscando!
- ¡Hostias!, y eso ¿porqué?
- Pues tú lo debes saber mejor que nosotros ¿te suena algo de un secuestro?
- ¿qué secuestro?
- ¡Ahí va la leche!, como qué que secuestro, ¡el tuyo!
- ¡Ah¡ lo había olvidado, es verdad algo paso hace mucho tiempo, pero si sólo
fue una hora.
- ¿cómo que lo habías olvidado?¿te secuestran y luego sigues de cachondeo
como si nada?
- Sólo querían robarme pero me escapé, no le di la mayor importancia, y por
supuesto a mis padres no se lo iba a contar, entonces no vuelvo a salir nunca
más en la vida.
- Al menos me lo podías haber contado a mí, y si pretendían algo más... no se
te ocurrió pensar, tal y como están las cosas.
AAVV El Espinillo
131
www.espinillo.org
- No dramatices José Manuel ¿estáis todos bien?, ¿y las chicas?
- Pues sí, pero tú haznos un favor, llama a tu padre ahora mismo y llámame
dentro de una hora que estaré en la Comisaría, ahora nos han dejado salir a
comer, pero tenemos que volver allí.
- Vale, lo haré ahora mismo, pero mejor me cojo un tren y voy para allá.
- ¡no! quédate con tus amigos, mejor con tus amigos, y si te están siguiendo
que pasa. La policía seguro que te recoge enseguida, en cuanto se entere de tu
paradero. Llama a tu padre, por favor. Por cierto, te echo mucho de menos, no
hagas más locuras. Un beso.
Está última afirmación de José Manuel nos aclaró mucho sobre su estado de
ánimo. Comimos rápidamente mientras le dábamos una y mil vueltas a la
actitud de Ainara y a todo lo que recordábamos del viaje. Tras comer nos
fuimos rápidamente a Comisaría y contamos todo lo que acababa de ocurrir,
pero llegamos tarde con la noticia, al menos Ainara había cumplido y había
hablado con su padre.
La policía nos dijo que ya podíamos seguir nuestro camino que no había nada
contra nosotros, que podíamos permanecer esa noche en el hotel si queríamos,
estaba pagada. Le preguntamos por Ainara, si venía hacia aquí y nos
respondieron que no, que la habían recogido y en estos momentos debía de
estar en un avión camino de San Sebastián.
Decidimos que esa noche teníamos que celebrarlo, al fin y al cabo sólo había
sido el susto, el tremendo susto, Ainara estaba bien y a nosotros se nos estaba
acabando el tiempo, cuatro días, mañana serían tres días tan solo para
recorrer toda Francia y media España, y teníamos que despedirnos de
nuestras amigas, al menos queríamos terminar con una sensación más
agradable.
De nuevo pude dedicarme a pensar en Sandra, en todo lo que nos había
ocurrido juntos. Había estado poco tiempo con ella, apenas quince días, pero
me habían parecido una eternidad, nos había pasado de todo, me había
habituado a ella de tal manera que no sabía mañana cuando nos
despidiéramos como lo iba a vivir, pero eso sería mañana.
Empezamos a deambular por las calles del barrio antiguo, en ese momento me
di cuenta de que estaban llenas de flores, había flores en las ventanas, en los
balcones, en los jardines, unas rosas, otras rojas, ¡como era posible que no las
hubiera visto antes!. Llegamos a un pequeño río y pudimos contemplar un
puente medieval custodiado por dos inmensas torres también medievales.
Aquel paseo me estaba resultando el más pintoresco y agradable que había
hecho este verano y había hecho muchos, pero la sensación era de plenitud,
de felicidad, no la había sentido nunca antes, todo se había resuelto bien y
volvía a ser libre, que palabra tan bonita: libertad.
Los edificios vestían la madera por fuera, unas toscas, otras con relieves, al
final de la calle apareció una inmensa catedral gótica, impresionante. La torre
me pareció altísima, no se si la más alta que había visto antes en una iglesia,
pero en contraste con los edificios de alrededor parecía un rascacielos.
AAVV El Espinillo
132
www.espinillo.org
Además era muy estilizada, de piedra rosácea, y con un rosetón espectacular.
Las casas con esos tejados puntiagudos, a dos aguas, y con las ventanas de
las buhardillas le daban un aire al conjunto muy peculiar y cohesionado.
Las calles estaban muy animadas, el calor acompañaba. Decidimos sentarnos
en una terraza al lado del río. Sólo faltaba Ainara, pero ya debía de estar en
San Sebastián, imaginábamos, o al menos eso nos había dicho la policía, no
queríamos ni pensar la que se le venía encima a la pobre, pero en parte ella se
lo había buscado. No era de esa opinión José Manuel que sentía que no la
volvería a ver nunca más después de todo.
Esa noche nos despedíamos de dos amigas francesas y una italiana, como
antes de otros personajes entrañables que habíamos conocido y que
probablemente nunca volveríamos a ver. La alegría por volver a disfrutar se
juntaba con la melancolía de las despedidas, especialmente se notaba en José
Manuel, siempre tan alegre y esa noche un poco taciturno por los
acontecimientos. Julio era el que animaba más la velada, estaba eufórico,
además en este tiempo su relación con Segolene se había incrementado, hasta
donde habían llegado lo desconozco, pero seguro que todo se conocería cuando
llegáramos a casa, a nuestro barrio donde pasábamos horas y horas hablando.
Las chicas se desenvolvieron con soltura con los camareros franceses, no nos
enteramos de nada. De repente nos trajeron champagne para todos, lo que nos
produjo una grata sorpresa y una mirada de susto entre todos los colegas por
ver quién tenía dinero para hacerse cargo de la cuenta. El camarero volvió y
nos sirvió un dulce, Sandra me dijo que se llamaba kugelhopf y que era muy
típico de la zona. Brindamos, charlamos, contamos chistes, y ¡no pagamos!, al
parecer estaba todo pagado, sobre este punto no preguntamos más.
Volvimos a pasear, entramos en un pub con pista de baile y bailamos hasta
que cerraron el local. Toda la noche había pasado delante nuestra en un abrir
y cerrar de ojos, el tiempo corría a una velocidad de vértigo. Mientras
volvíamos al hotel vimos amanecer, ¡como me estaba gustando Estrasburgo!, a
pesar de todo lo desagradable que nos había sucedido.
Esa noche tuvo un fin de fiesta maravilloso, al menos para mí. En el hotel
dimos rienda suelta a todo nuestro amor. Nos amamos con locura, con prisa
por vivirlo todo, por sentirlo todo, sin pausa, sin miedos, sin complejos.
Al día siguiente nos acercamos a la Estación de tren de Estrasburgo. El día
era lluvioso y triste. Las chicas sacaron sus billetes. El de Paris salía dentro de
una hora, El de Florencia en cuarenta y cinco minutos. Aproveché para dar un
paseo con Sandra a solas.
Aquella mañana húmeda, mientras caminábamos, sólo pensábamos. Yo
pensaba en ella, ella quizás en mí. La lluvia estaba allí, con nosotros, como
podía, haciéndonos compañía por los pies y por la cara.
Nos miramos, empezamos a decirnos muchas cosas, nos prometimos amor
eterno, nos besamos, nos abrazamos, paseamos de la mano, nos volvimos a
besar, quedamos una y otra vez en volver a vernos, hicimos planes, la miré a
los ojos una y mil veces, ella también, incluso me dijo que a la luz del día tenía
los ojos un poco verdes, yo que siempre los había tenido marrones. Los suyos
eran preciosos, azules, profundos, sinceros, tiernos, llenos de dulzura. Se
AAVV El Espinillo
133
www.espinillo.org
acercaba la hora.
Regresamos a la estación y nos juntamos de nuevo todos, nos dimos cuenta
de que Sabrina ya se había ido, no nos habíamos acordado de despedirnos de
ella. Sandra y Segolene subieron a su tren que ya estaba a punto de partir.
La vi por última vez a través del cristal. Lloraba, lloraba con inmensa
amargura. Yo trataba de controlarme, estaban mis amigos junto a mí, pero no
podía, miraba para otro lado, disimulaba. Ella seguía llorando. No me gustaba
verla en esa situación, estaba deseando que el tren arrancara, que se fuera de
una vez, que acabara aquello mientras soñaba con que bajaría, volvería
conmigo de nuevo y esta vez para siempre. Atraparíamos el tiempo para
nosotros solos.
Por fin el tren arrancó, al principio muy lentamente. Ella se puso en pie y me
mando un besó a través de la ventana y me dijo adiós con la mano. Yo no
pude ni mover el brazo, me quedé inmóvil, no pude dar un paso, ni siquiera
mirar hacia ella, mi cara se llenaba de tristeza como nunca en mi vida, las
lágrimas no podían parar, me resbalaban una y otra vez por las mejillas, no
quería que ella me viera así.
Sandra se iba y no sabía si la iba a volver a ver nunca más y la quería, la
quería con locura como sólo se quiere quizás una vez en la vida, la quería por
encima de mí mismo, quería correr, salir detrás de ella, subirme al tren,
seguirla y no abandonarla nunca, pero no hice nada, absolutamente nada, mis
amigos me miraban con cierta incredulidad, no sabían que hacer, estaban
sorprendidos.
Me dolía, me sentía abatido, me sentía sólo rodeado de mis mejores amigos, ya
casi no veía el tren, pero seguía viendo a Sandra, me di la vuelta, salí andando
todo lo rápido que pude de la estación y me refugié en un parque. Caía el agua
con tristeza, como uniéndose a lo amargo del momento. Yo sabía que aquella
lluvia sería para mi inolvidable. En una esquina del parque di rienda suelta a
mis sentimientos, hasta que pude controlarlos.
Mis afectos, mis caricias llegaron ese verano como una música y se marcharon
gimiendo como el viento. Anduve sonámbulo entre cuatro calles perdidas, y
me di cuenta de que estaba enamorado de la estrella que iluminaba mi
melancolía, que le dio luz a todas mis ternuras que, acaso eran vulgares, pero
eran mías. Esos días junto a ella viví muchos sueños, también muchas vidas y
los días se me fueron escapando poco a poco de las manos.
Cuando volví a la furgoneta, mis amigos llevaban varios minutos, quizás horas
esperándome, pero no dijeron nada. Ya era de noche cuando nos pusimos en
marcha camino de Besançon, Lyon, Valence... siempre hacia el sur. Estuve
varias horas mirando a la noche hasta que decidí tumbarme detrás, en una
esquina.
Nunca te olvidaré, Sandra. Nunca olvidaré la lluvia de aquella mañana, Yo se
que esa lluvia que caía estará para siempre en mi corazón
Te veo en las vías, te veo con coronas de espuma a tus pies, tu recuerdo
amplía la tristeza que se extiende en mi memoria a través de la distancia, a
AAVV El Espinillo
134
www.espinillo.org
través del tiempo que ya empezaba a transcurrir entre nosotros desde que te
marchaste.
No pude ni decirle adiós, no me dio tiempo. Se que quise hacerlo, pero no volví
la cara para que no viera que mis ojos también estaban empapados por la
tristeza. Sólo pude despedirme desde lo más profundo de mi ser. Cuando ya se
había perdido en el horizonte, se lo dije de espaldas, mientras caminaba con la
única compañía de la lluvia que me caía y abrazaba, y te lo digo ahora por si
vuelves algún día.
Duele tanto quedarse completamente sólo, en medio de la tristeza, en la plaza
de la vida, mendigando caminos de caricias por donde nadie pasa, implorando
unas manos cálidas que nos lleven a donde están la bondad y la ternura, que
no se si podré olvidar a mi estimada amiga.
En la paz serena de la noche, en estas serpenteantes carreteras, intento
descifrar y evocar mis nostalgias, en la blanca tiniebla, cuando mis
pensamientos rozan la almohada con su lenguaje de silencio. Es bueno que la
noche sea la nave que nos transporte, en calma, a la otra orilla del recuerdo.
Es tan confortable resbalar por todas estas meditaciones, saber que vuelven a
nosotros las escenas ya vividas, volver a ver los paisajes que contemplamos a
través de las ventanillas del pensamiento, vivir de nuevo las penas y las
alegrías como si estuviéramos en los lugares donde las sentimos. Así me
vuelven las sonrisas, la frescura y las fragancias de los días pasados en medio
de este manso silencio, roto únicamente por el ruido constante y monótono de
la carretera.
La vida son las vivencias y este verano será inolvidable porque se que en
cualquier parte, en cualquier instante, los recuerdos regresarán una y otra
vez.
Vigesimosexto día de viaje (26 de agosto de
1999)
Al despertarme, vi que todos mis amigos estaban dormidos, no se oía ningún
ruido, excepto los gemidos de mis compañeros. Aproveché para salir y
refrescarme con la mañana.
Quería dar un paseo a solas, con mis recuerdos y al salir vi una inmensidad
azul, era el mar, ¡qué inmensa alegría!, pero ¿dónde estábamos?. Ayer
estábamos a más de ochocientos kilómetros del mar más cercano. Por el
centro de Francia no hay mar. Miré una y otra vez por si era un inmenso lago
con olas, pero no, la línea del horizonte se perdía y se fundía con la línea del
cielo, tenía que ser el mar. Con mis compañeros cualquier cosa puede ocurrir,
ayer estaba tan absorto en mis pensamientos que no me había enterado de
nada, no sabía la cantidad de horas que habíamos estado en la furgoneta.
Si esto es el Mediterráneo ya debíamos haber pasado Lyon, Valence, Nimes
con sus ruinas romanas, por supuesto no habíamos ido a Avignon, en fin
estoy totalmente desconcertado, esperaré a que se levanten a ver que planes
tienen y sobre todo saber donde estamos.
AAVV El Espinillo
135
www.espinillo.org
El paseo por la playa me estaba sentando de maravilla, era un día lleno de luz,
el cielo completamente despejado y el sol asomándose por el horizonte. Sólo
quedaban dos días y medio para volver con mi familia, volver a mi ciudad, a
mi barrio de El Espinillo que a veces echaba de menos, y aunque lo deseara,
no me importaba alargar este maravilloso verano hasta el último minuto
disponible, aunque fuera sólo con mis amigos, aunque fuera solo con mis
pensamientos, aunque fuera solo.
Al pasar cerca de unas personas oí que hablaban en francés, era un dato
revelador, al menos seguíamos en Francia, ya empezaba a pensar que
habíamos incluso cruzado la frontera.
Debieron de pasar un par de horas hasta que alguno salió de la furgoneta, la
espera a pesar de todo se me había hecho corta. Descubrí un canal de agua, lo
seguí. Estaba lleno de barcas de pesca y pequeñas lanchas, las casas que
rodeaban el canal tenía un estilo mediterráneo, más español que en el resto de
Francia. Mi sorpresa fue que al terminar el canal daba a un lago enorme,
¡estábamos en una lengua de mar!, algo así como la Manga del Mar Menor,
pero sin ese urbanismo salvaje.
En medio de esta lengua de tierra había una pequeña montaña que estaba
rodeada a su pies por la ciudad. Tenía un puerto de pescadores y más lejos
parecía tener un inmenso puerto para mercancías y también ví algún crucero
y otros barcos de gran calado.
José me comentó que estábamos en Sete, cerca de Montpellier. Estuvieron
conduciendo hasta las cuatro de la madrugada.
Aún nos quedaban cuatro días y no sabíamos muy bien que hacer. Recordaba
que mi hermana me había comentado que había una ciudad en el sur de
Francia, que se llamaba Carcasonne, que estaba cerca de Narbonne, o sea
tenía que estar cerca de aquí, y que era completamente medieval. Es mas, creo
que es la mayor ciudad amurallada que se conserva en Europa, decalarada
Patrimonio de la Humanidad. Se lo propuse pero de momento no cuajó la idea,
estaban todos tan cansados que ya no tenían ganas de ver nada más.
Ese día paramos en una playa solitaria y pasamos allí todo el día, no
podíamos más, eso nos sirvió para recuperar fuerzas.
Vigesimoséptimo día de viaje (27 de agosto de
1999)
Parece que todos se levantaron con más ganas y nos dirigimos hacia
Carcasonne.
Al llegar nos quedamos totalmente impresionados, pensábamos que lo
habíamos visto todo pero el viaje seguía dándonos sorpresas. La ciudad
amurallada, con doble fila de murallas, estaba en un altozano. La historia de
la ciudad era paralela a la historia de la mayoría de ciudades españolas.
Conquistada por los romanos, estos levantaron la primera muralla,
AAVV El Espinillo
136
www.espinillo.org
posteriormente los visigodos la reconstruyeron y luego los árabes.
Conquistada definitivamente en el siglo XI pertenecía al Condado de
Barcelona. Más tarde se hizo cargo un Vizconde francés y reconstruyó
nuevamente las murallas y construyó el Palacio Condal.
Pero por lo que el lugar es verdaderamente famosos es por los Cátaros.
Sabíamos que era una secta o algo así a la que persiguieron y mataron a
todos. Nos producía mucha curiosidad, así que entramos en la ciudad. Para
entrar había que pagar, y no era muy barato.
Nos dieron unos folletos que explicaban mejor la historia de los cátaros.
Fueron una secta medieval que quería lograr una pureza absoluta de
costumbres. El origen de sus creencias proviene de los Bogomilos, herejes
búlgaros que en el siglo X negaban la Santísima Trinidad, la divinidad de
Cristo y la realidad de su forma humana, ¡madre mía!. Rechazaron los ritos,
las jerarquías, el bautismo y condicionaban el matrimonio, o sea casi nada
para la época.
Fueron perseguidos en toda Europa, lo que nos pareció de lo más normal,
menudos radicales, y acabaron aquí.
Su doctrina dice que todo lo carnal proviene del mal, y por lo tanto la doctrina
de Dios exige la abstinencia total y la condenación del matrimonio. En estos
momentos cumplíamos todos los requisitos de abstinencia total.
El principio de abstinencia absoluta era seguida por los puros o cátaros. Como
rechazo de todo lo carnal no admitían que la perfecta bondad de Dios fuera
compatible con la carne, y así rechazaban la divinidad de Cristo. El rechazo a
la jerarquía eclesiástica y a los ritos encontraron gran difusión debido a la
corrupción generalizada del clero en la época. Su negación de la propiedad
privada les valió el apoyo generalizado de las clases populares y,
paradójicamente, también de la burguesía.
Estos tíos sí que eran revolucionarios y no lo que hay ahora. Menudo concepto
de la vida. Nosotros buscando aventuras y chicas y los cátaros antes que esto
eran capaces de suicidarse con tal de llegar puros, lo que se daba con mucha
frecuencia.
Sigo leyendo, Inocencio III promulgó una cruzada contra ellos. En 1209 el
asalto de Béziers terminó con el asesinato a cuchillo de veinte mil personas,
incluidas mujeres y niños. Carcassonne fue vencida en 1209 tras dos semanas
de sitio. Después de ver lo que paso en Beziers no se como se atrevieron.
Lo curioso de todo este tema es que la ciudad luzca casi perfecta.
Generalmente cuando acabó la Edad Media, todos los monumentos de aquella
época, incluso algunas ciudades fueron abandonados, sus piedras servían
para nuevas construcciones y las torres se aprovechaban para garajes,
cuadras y otras cosas.
Aquí, a partir del siglo XIX, la edad media cobró de nuevo protagonismo y se
empezó la reconstrucción y restauración de la ciudad.
AAVV El Espinillo
137
www.espinillo.org
El día se nos pasó entre piedras, sectas y caballeros, dando un giro a nuestro
viaje.
Vigesimoctavo día de viaje (28 de agosto de
1999)
Paco propuso que antes de cruzar la frontera paráramos en Colliure, un
pequeño pueblo de pescadores donde acabó sus días el poeta Antonio
Machado, tras marchar exiliado en la triste Guerra Civil. A todos nos pareció
interesante la sugerencia, sobre todo si pillaba de camino hacia España. Este
viaje estaba siendo emotivo en muchos aspectos, no lo habíamos pensado así,
pero era como había salido.
Colliure era un pequeño pueblecito de pescadores. El puerto estaba
amurallado, pero sus murallas eran espectaculares por lo altas que eran . La
Iglesia del pueblo servía como de faro del puerto, el conjunto era precioso. El
paseo marítimo estaba lleno de terracitas y de ambiente, parecía que Paco
había acertado por completo, había sido una buena idea, sin duda. Como no
teníamos ninguna prisa, aparcamos en una subida, en uno de los acantilados,
eso sí con la furgoneta en dirección de bajada lo que nos facilitaría el
arranque. Esa mañana nos dedicamos a pasear tranquilamente por sus calles.
Las calles de detrás de las murallas eran muy estrechas y pintorescas,
estaban llenas de casas de todos los colores y con multitud de tiendas y
restaurantes, sin saberlo nosotros era un sitio muy turístico. Llegada la hora
de comer nos sentamos en una terraza junto al mar y a la desembocadura de
un arroyo. Quisimos terminar a la francesa y pedimos unos crepes.
Durante la comida, hablamos de la ignominia y la vergüenza que supuso la
Guerra Civil para muchos compatriotas exiliados, tener que huir de tu propio
país tenía que ser muy duro, lo habíamos vivido con algunos emigrantes que
habíamos conocido. El que te expulsen sólo por tus ideas se nos hacía a todos
intolerable, y no importaba el signo político o las ideas de cada uno, por eso
precisamente encontrábamos que no se podía consentir, con lo bonito que es
discutir y ver varios puntos de vista, curiosamente a veces todos tenían razón
desde su óptica.
A Paco le entristecía que un escritor como Antonio Machado, ya mayor,
profesor de escuela, como quería ser Paco, por el sólo hecho de escribir algún
poema pudiera ser expulsado.
Un señor mayor, debía de tener unos cuarenta y cinco años más o menos,
español, nos dijo que nos había escuchado y que, por si nos interesaba, él
acababa de ver la tumba de Antonio Machado, que estaba muy cerca, nos
explicó como llegar. También nos contó como en aquellos tiempos, se
habilitaron tiendas de campaña para todos los que huían de la guerra, ¡en la
playa!. Allí se refugió mucha gente, muchos murieron, otros siguieron
emigrando.
Cuando terminamos de comer fuimos dando un breve paseo hasta la posada
donde vivió Machado, apenas unos meses antes de morir, y donde tres días
AAVV El Espinillo
138
www.espinillo.org
después murió su madre, exiliada con él. Estaba muy cerca del mar, y casi
detrás de la casa estaba el cementerio.
Nada más entrar, en medio de un pasillo, vimos la tumba. Estaba llena de
flores, llena de papeles escritos, de pequeños homenajes, de metopas,
banderines y recuerdos de muchos colegios de toda España. Vi como Paco se
apartaba a una esquina, vi como daba vueltas y vi que no volvió con nosotros
a leer todo lo que había en la tumba, quizás se había emocionado y no quiso
que nadie lo supiera.
Escrito sobre la lápida se podía leer un poema suyo
"y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo como los hijos de la mar."
Y así fue como la muerte se lo encontró, sólo, sin nada, sin país tan siquiera.
Nosotros casi no habíamos oído hablar de la República, ni sabíamos muy bien
lo que significaba. No nos interesaba la política, pero aquella pequeña tumba
nos hizo plantearnos muchas cosas nuevas.
Decidimos pasar el resto de la tarde en aquel pequeño pueblo, casi como
homenaje a la memoria de muchos compatriotas y también para descansar.
Vigesimonoveno día de viaje (28 de agosto de
1999)
Esa mañana empezamos a dirigirnos hacia el final de nuestro particular
verano, había sido muy intenso y apenas nos quedaban ganas para más.
Volvíamos a Madrid, regresábamos, pero habíamos aprendido muchas
lecciones. El verano del noventa y nueve fue increíble.
Atravesaríamos la frontera por Cervere y Port Bou, seguiríamos por la Costa
Brava hasta que nos cansáramos y cogiéramos una autopista directa a casa.
La carretera estaba llena de curvas, recorría todos los acantilados, calas,
montañas y pueblos sin trazar ni una sola línea recta.
Al llegar a Cervere, punto ferroviario en la parte francesa, vimos que el pueblo
tenía la carretera casi por encima del mismo, sustentada con pilares sobre las
rocas del mar, y al lado en el pequeño espacio libre estaban todas las vías
sobre un acueducto, casi pegado a las casas, parecía inverosímil.
A continuación estaba la frontera, en una subida, cuando pasamos por la
frontera francesa nadie nos dijo nada, estupendo, seguimos a la parte
española y allí un guardia civil nos mandó parar a un lado. Paramos con el
AAVV El Espinillo
139
www.espinillo.org
motor encendido y esperamos que se acercara para ver lo que quería,
supondríamos que los carnés, pero nuestra sorpresa fue que quería revisar la
furgoneta, pobre hombre, con la de quesos que llevábamos, ropa sucia,
cuerpos vapuleados y dejados últimamente, olores, sudores, todo revuelto,
nada en su sitio, platos sucios en el pequeño fregadero, un desastre de todos
los colores.
Nos ordenó parar el motor y abrirle por detrás la furgoneta. Cuando abrimos
la puerta de atrás y el hombre vio todo aquel mejunje y salieron todos los
olores a la vez como peleándose por quién sería el primero, se retiró y llamó a
su compañero para que revisara la furgoneta. Apenas encontró nada, alguna
botella de alcohol y nada más. La búsqueda fue breve y nada intensa. Lo malo
vino después.
La furgoneta estaba aparcada entre Francia y España, cuesta arriba, no
podíamos arrancar cuesta arriba, pero no podíamos retroceder por esa
pequeña carretera de un solo carril por sentido, le pedimos a los guardias
civiles permiso para empujar un poco cuesta arriba y cruzar a España,
entonces girar y empujar cuesta abajo saliendo de España y cruzando
nuevamente a Francia. Un lío.
Los Guardias Civiles hablaron con los Gendarmes franceses y convinieron en
que podíamos hacerlo. Cortaron el tráfico en ambos sentidos y nosotros a lo
nuestro, ¡a empujar!, pasamos hacia España, giramos, nos embalamos desde
España hasta Francia, arrancamos y volvimos a girar para cruzar nuevamente
desde Francia hacia España, un cachondeo vamos.
Si había algo por lo que teníamos ganas de llegar a casa era por dejar de
empujar para arrancar. El día que oyéramos girar una llave de un coche y este
arrancara a la primera seguro que nos íbamos a emocionar.
Al pasar a España fuimos a ver el Monasterio de Sant Pere de Rodas, cuna de
la cultura medieval, del románico y de muchas cosas más. Llegamos al caer la
tarde y el aire que se levantó alrededor del Monasterio nos dio una idea de
cómo debía de ser en pleno invierno y en plena Edad Media, si en un día
soleado de agosto hacía un frío de mil demonios que no haría en otras épocas.
El lugar donde está ubicado es impresionante, en lo alto de una montaña, en
un valle que va a parar al mar, la vista era espectacular, no me extraña que
diera tanto de sí este Monasterio en sus mejores tiempos.
Cuando bajamos a Port Bou, aprovechamos para darnos el último chapuzón
en la playa.
Al anochecer comprobamos lo mucho que en este país se alargan las noches,
este ambiente nos indicaba que estábamos de regreso, en catalán o en
castellano daba lo mismo, estábamos de nuevo en nuestro país.
Último día de viaje (30 agosto 1999)
AAVV El Espinillo
140
www.espinillo.org
Al día siguiente decidimos irnos a Girona y desde allí directos a Madrid, sin
parar si era posible.
Hablamos durante el regreso de todo lo que nos había pasado, cada uno contó
sus impresiones, lo que habíamos dejado, lo que más y lo que menos nos
había gustado y antes de que llegáramos a Madrid ya habíamos prometido que
el año que viene repetiríamos, seguro que sí, incluso empezamos a hacer
nuevos planes. Julio proponía ir a Moldavia, un lugar que ninguno sabíamos
donde debía de estar, El Búho y Paco se habían quedado con las ganas de ir a
Rusia, y así poco a poco fuimos trazando la nueva ruta, los nuevos sueños. Yo
no dije nada, simplemente me deje llevar por la euforia general, pero en mi
interior ya sabía lo que haría, iría con ellos pero me quedaría en Paris hasta
que regresaran de Rusia y de Moldavia.
Justo cuando estábamos al lado de nuestra casa y cuando ya veíamos a todos
nuestros padres y amigos que nos esperaban con impaciencia y que ya nos
estaban saludando, en el último stop, en el último momento, justo al lado de
nuestras casas, un coche se empotró contra nosotros en la parte de atrás, era
nuestro primer accidente y tuvo que ser allí, delante de todos.
Tuvimos suerte de que a la furgoneta no le pasó gran cosa, otro bollo más y
con todos los que llevábamos no se notaba en exceso. Nuestros padres
alarmados salieron corriendo hacia nosotros, alguno llamó al SAMUR, y así
fue como acabamos esos días de verano en el barrio de El Espinillo con
collarín.
Nuestros padres ya nos dijeron, a medida que se calentaba el ambiente, que
ésta era la última vez que nos dejaban irnos así, pero no nos conocían lo
suficiente, no sabían lo que había significado este mes de agosto para todos y
lo que habíamos cambiado, nosotros contábamos con una ventaja, a ellos sí
les conocíamos bien y no habían cambiado nada.
Así entre besos, abrazos, exabruptos y amenazas, llegamos por fin a casa.
Dormimos las siguientes veinte horas y empezamos a echar de menos ese
agosto del noventa y nueve ... el día uno de septiembre.
AAVV El Espinillo
141
www.espinillo.org
INDICE
QUERIDO LECTOR,
4
PRIMER DÍA DE VIAJE (1 AGOSTO 1999)
10
SEGUNDO DÍA DE VIAJE (2 DE AGOSTO DE 1999)
16
TERCER DÍA DE VIAJE (3 DE AGOSTO DE 1999)
25
CUARTO DÍA DE VIAJE (4 DE AGOSTO DE 1999)
30
QUINTO DÍA DE VIAJE (5 DE AGOSTO DE 1999)
35
SEXTO DÍA DE VIAJE (6 DE AGOSTO DE 1999)
41
SÉPTIMO DÍA DE VIAJE (7 DE AGOSTO DE 1999)
46
OCTAVO DÍA DE VIAJE (8 DE AGOSTO DE 1999)
48
NOVENO DÍA DE VIAJE (9 DE AGOSTO DE 1999)
54
DÉCIMO DÍA DE VIAJE (10 DE AGOSTO DE 1999)
57
DECIMOPRIMER DÍA DE VIAJE (11 DE AGOSTO DE 1999)
61
DECIMOSEGUNDO DÍA DE VIAJE (12 DE AGOSTO DE 1999)
67
DECIMOCUARTO DÍA DE VIAJE (14 DE AGOSTO DE 1999)
70
DECIMOQUINTO DÍA DE VIAJE (15 DE AGOSTO DE 1999)
71
DECIMOSEXTO DÍA DE VIAJE (16 DE AGOSTO DE 1999)
76
DECIMOSÉPTIMO DÍA DE VIAJE (17 DE AGOSTO DE 1999)
89
DECIMOCTAVO DÍA DE VIAJE (18 DE AGOSTO DE 1999)
90
DECIMONOVENO DÍA DE VIAJE (19 DE AGOSTO DE 1999)
92
VIGÉSIMO DÍA DE VIAJE (20 DE AGOSTO DE 1999)
96
AAVV El Espinillo
142
www.espinillo.org
VIGÉSIMOPRIMER DÍA DE VIAJE (21 DE AGOSTO DE 1999)
106
VIGESIMOSEGUNDO DÍA DE VIAJE (22 DE AGOSTO DE 1999)
110
VIGESIMOTERCER DÍA DE VIAJE (23 DE AGOSTO DE 1999)
113
VIGESIMOCUARTO DÍA DE VIAJE (24 DE AGOSTO DE 1999)
125
VIGESIMOQUINTO DÍA DE VIAJE (25 DE AGOSTO DE 1999)
130
VIGESIMOSEXTO DÍA DE VIAJE (26 DE AGOSTO DE 1999)
135
VIGESIMOSÉPTIMO DÍA DE VIAJE (27 DE AGOSTO DE 1999)
136
VIGESIMOCTAVO DÍA DE VIAJE (28 DE AGOSTO DE 1999)
138
VIGESIMONOVENO DÍA DE VIAJE (28 DE AGOSTO DE 1999)
139
ÚLTIMO DÍA DE VIAJE (30 AGOSTO 1999)
140
AAVV El Espinillo
143
www.espinillo.org
Descargar