Mito de la creación algonquina La gran Madre Tierra tenía dos hijos: Glooskap y Malsum. Glooskap era bueno, sabio y creativo. Malsum malo, egoísta y destructivo. Cuando la Madre Tierra murió, Glooskap de su cuerpo creo las plantas, animales y seres humanos. Malsum en cambio, hizo plantas venenosas y serpientes. Glooskap siguió creando cosas maravillosas, Malsum entonces decidió que debía asesinarlo. Malsum se jactaba de ser invencible, aunque sí había una cosa que podía matarlo: las raíces una la planta: el helecho. Acosó a su hermano para encontrar su vulnerabilidad, como éste no podía mentir, le confío que podían ultimarlo con plumas de búho. Así confeccionó un dardo de plumas de búho y lo mató. Pero el poder de lo bueno era tan fuerte que Glooskap resucitó, ahora sabía que Malsum seguiría complotando contra él y que debía destruirlo para la supervivencia de lo que había creado. Así, atrajo a su hermano a un arroyo diciendo en voz alta que una caña del lugar podía matarlo... le arrojó las raíces de un helecho con lo que Malsum cayó muerto. Su espíritu pasó a la clandestinidad y se convirtió en un lobo malvado que atormenta a los seres humanos y animales, pero que teme a luz del día.