EMBAJADA DE ESPAÑA REINO UNIDO Consejería de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en Londres ( R eino Unido ) SG de Relaciones Internaciones y Asuntos Comunitarios Londres, abril 2015 Informe de la Consejería http://www.magrama.gob.es/es/ministerio/funciones-estructura/organizacionorganismos/ministerio-exterior/europa/reinounido-irlanda/ Implicaciones de la salida británica de la UE para el sector agro-alimentario Resulta importante considerar las posibles implicaciones que el Brexit puede tener para el resto de los Estados miembros, como el estudio del Departamento de Economía del Trinity College de Dublín, sobre las “Implicaciones de la salida británica de la UE para el sector agroalimentario irlandés”. De acuerdo con el estudio, los flujos comerciales no son el único aspecto afectado por el potencial Brexit, ya que el Reino Unido también juega un papel importante en la toma de decisiones agrícolas de la UE y aporta el 12% de su presupuesto, siendo un importante contribuyente neto. En 2013, su contribución a los recursos propios de la UE fue de 17.100 millones de euros, mientras que el gasto de la UE en el Reino Unido ascendió a solo 6.300 millones, con lo que la contribución neta alcanzó los 10.800 millones de euros. Llenar este vacío en el presupuesto de la UE requeriría bien reducir los gastos, bien aumentar las contribuciones de los Estados miembros restantes. El sistema de votación por mayoría cualificada doble en el Consejo de Ministros, en vigor desde noviembre de 2014, concede al Reino Unido el 12,3% de los votos en base a la población, por lo que un Brexit implicaría diferentes mayorías de voto en el Consejo de Agricultura y Pesca. Las consecuencias del Brexit para los agricultores y el sector de la alimentación en la Unión Europea resultante, dependerá mucho de las políticas que el Reino Unido pueda aplicar a partir de ese momento, particularmente en las áreas de comercio, la agricultura y la regulación. Las incógnitas exis- tentes hacen que sea difícil llegar a conclusiones definitivas acerca de los efectos probables, pero es posible especular sobre la base de hipótesis específicas sobre cuáles podrían ser estas políticas. Informe de la Consejería Posibilidades comerciales del Reino Unido con la UE Existen diversas relaciones comerciales que el Reino Unido podría tratar de negociar con la UE como parte de su retirada, en función del nivel de integración que deseara mantener con el mercado único de la UE, que ordenadas por el grado de integración, serían de mayor a menor: (a) Acuerdo del Espacio Económico Europeo (EEE) con la UE (actualmente en vigor para Noruega, Islandia y Liechtenstein); (b) Marco actual vigente con Suiza; (c) Unión Aduanera con Turquía; (d) Acuerdo de Libre Comercio similar al firmado con Canadá o al actualmente en proceso de negociación con los EEUU; (e) Aplicación de los aranceles de Nación Más Favorecida (NMF) dentro de la Organización Mundial de Comercio. Todas estas opciones, excepto la última, implicarían la continuación del libre comercio entre los países de la UE y el Reino Unido. Sin embargo, el comercio agrícola se encuentra, en principio, excluido de los tres primeros posibles acuerdos comerciales, aunque cubiertos por acuerdos bilaterales por separado que otorgan acceso preferencial limitado a ambos lados. Con la excepción de las medidas veterinarias y fitosanitarias, el comercio y la política agrícola no se incluyen en el Acuerdo EEE, según el cual sólo se eliminaría el componente no agrícola de los derechos de aduana para los productos agrícolas transformados, si bien los acuerdos bilaterales prevén cierto grado de liberalización del comercio de productos agrícolas básicos, por lo general limitados por contingentes arancelarios. Las negociaciones de 1994 entre Suiza y la UE sobre una relación especial fuera del EEE, dieron como resultado un total de diez tratados. Uno de ellos se ocupa de la agricultura, que es parte de siete acuerdos mutuamente dependientes, lo que significa que si alguno de ellos se denuncia o no se renueva, todos ellos dejen de ser aplicables. En febrero de 2014, los votantes suizos decidieron mediante referéndum imponer cuotas a los emigrantes procedentes de la UE, poniendo en peligro los demás acuerdos de la UE con Suiza, que garantizaba a este país un tratamiento similar a los países miembros del EEE. Informe de la Consejería Una tercera opción para el Reino Unido sería la creación de una Unión Aduanera con la UE, en línea con la actual Unión Aduanera con Turquía firmada en 1963, que prevé la adhesión de Turquía a la UE en una fecha posterior. La Unión Aduanera cubre todos los productos industriales, así como el componente industrial de los productos agrícolas transformados y la política de competencia, pero no se extiende a los productos agrícolas para los que se aplican preferencias limitadas. La Unión Aduanera no da a Turquía acceso al Mercado Único, pero prevé que Turquía alinee su legislación relacionada con el comercio con el acervo de la UE en varias áreas esenciales para el acceso a los mercados, por ejemplo, con respecto a la normalización de productos incluyendo alimentos y plantas y la sanidad animal y vegetal. Esto significa que Turquía incorpora en su ordenamiento jurídico interno los instrumentos de la Unión relativos a la eliminación de los obstáculos técnicos al comercio. A medida que el acervo evoluciona Turquía debe incorporar en su ordenamiento jurídico interno, de forma sistemática, los instrumentos de la Unión relativos a la eliminación de los obstáculos técnicos al comercio. Otra opción puede ser un Acuerdo de Libre Comercio entre la UE y el Reino Unido, en línea con el existente con Canadá, para facilitar el más alto grado posible de liberalización comercial, incluida una amplia liberalización de los servicios y la inversión. Un objetivo importante de estos Acuerdos de Libre Comercio de nueva generación sería abordar las barreras no arancelarias a través de la convergencia normativa, además de incluir disposiciones más fuertes para la protección de los derechos de propiedad intelectual, la competencia y la contratación pública. Estos Acuerdos de Libre Comercio de nueva generación cubren la liberalización del comercio de productos agrícolas (por ejemplo, en el caso del acuerdo con Canadá, la UE se compromete a eliminar el 93.6% de sus líneas arancelarias agrícolas, mientras que Canadá eliminará el 92,0% de las líneas arancelarias, con posibilidad de adicionales de cuota de acceso para productos sensibles). Sin embargo, las disposiciones sobre la eliminación de obstáculos técnicos al comercio son bastante rudimentarias. CETA, por ejemplo, crea un mecanismo formal de cooperación regulatoria que facilite iniciativas conjuntas de los Organismos reguladores de Canadá y la UE, así como procedimientos a través de los cuales tanto Canadá como la UE pueden solicitar que los Reglamentos Técnicos de cada parte puedan ser considerados como equivalentes. Sin embargo, no existe ninguna disposición para la adopción automática por la otra parte de los reglamentos y normas como era el caso en los acuerdos comerciales anteriores de la UE. Informe de la Consejería La última opción sería la aplicación directa de las normas de la OMC, de la que ambas partes seguirían siendo miembros. De esta forma, los exportadores británicos se enfrentarían al Arancel Aduanero Común de la UE, mientras que los exportadores de la UE se enfrentarían a los aranceles que el Reino Unido optara por aplicar. Para los productos agroalimentarios, estos podrían ser inferiores a las tarifas actuales de la UE, pero con toda probabilidad serían mayores que cero. Además, se aplicarían las normas de no discriminación de la OMC, lo que significa que no sería posible tener Acuerdos Bilaterales específicos entre la UE y el Reino Unido, ni la apertura de acceso preferencial para determinados productos agrícolas, dado que los acuerdos comerciales especiales entre el Reino Unido y cualquier otro socio comercial, de la UE o no de la UE, para proporcionar un acceso especial para los productos agrícolas específicos para el mercado del Reino Unido ya no sería legal tras la entrada en vigor del Acuerdo sobre Agricultura de la OMC de 1994, que prohíbe cualquier trato discriminatorio de este tipo. Algunas mentes creativas legales podrían tratar de argumentar que el acceso libre de impuestos que existía en 1994 como consecuencia de la pertenencia del Reino Unido a la UE podría ser transformado en contingentes de acceso actual, pero esto parece una posibilidad descabellada. Además de los aranceles, los exportadores de ambas partes se encontrarían en la posición de tener que hacer frente a barreras no arancelarias de diversos tipos en el intento de exportar a la otra parte, porque el cumplimiento de la normativa vigente en cualquiera de las partes ya no estaría automáticamente asegurada. Aunque el Reino Unido pudiera estar dispuesto a reconocer unilateralmente a los exportadores de la UE el cumplimiento de sus normas, esto no sería posible para la UE en ausencia de acuerdos formales, y mientras que en el inicio de la separación los estándares del Reino Unido y de la UE serían, por razones obvias, exactamente los mismos, conforme pasara el tiempo la normativa particular para abordar nuevos productos y nuevas tecnologías tenderían a divergir cada vez más, creando retos adicionales para los productores de alimentos. Teniendo en cuenta las ventajas e inconvenientes de las diferentes opciones, la última de ellas, relativa a un acuerdo comercial en la línea de Canadá o de Estados Unidos, parece la alternativa más probable. En consecuencia, suponiendo que durante los dos años previstos para las negociaciones de abandono de la UE fuera posible concluir con éxito un acuerdo comercial de este tipo, podría quedar asegurada la plena liberalización arancelaria en el sector agrícola (teniendo en cuenta que dada la cuantía de las exportaciones del Reino Unido a la UE, ésta no tendría intereses defensivos reales en juego y también es poco probable que el Reino Unido quiera mantener altos aranceles a las importaciones procedentes de la UE). Informe de la Consejería En este escenario, la principal perturbación del comercio agroalimentario existente vendría de la reintroducción de los procedimientos aduaneros, los cambios en la política comercial del Reino Unido con terceros países, y cualquier problema que surja desde la perspectiva de la creciente divergencia de regulación a través del tiempo. Las condiciones de acceso al mercado del Reino Unido para los exportadores comunitarios también se verían influidas por la política comercial del Reino Unido hacia países fuera de la UE. Así que una consideración importante en la política comercial del post-Brexit sería el arancel de Nación Más Favorecida (NMF) adoptada por el Reino Unido para las importaciones procedentes de países no pertenecientes a la UE, así como los Acuerdos de Libre Comercio y los Acuerdos Comerciales Preferenciales (ACP) de la UE que en la actualidad dan acceso preferencial a los mercados de la UE (y del Reino Unido) a muchos países terceros, y el deseo del Reino Unido para agregarse a esta lista. Es probable que el Reino Unido después del Brexit no quiera aumentar los aranceles aplicados en el comercio, y es más probable que decida bajarlos para las importaciones agroalimentarias. La bajada de las tarifas agroalimentarias del Reino Unido aumentarían la competencia en el mercado del Reino Unido para los proveedores actuales de la UE. También sería importante el papel desempeñado por los acuerdos comerciales del Reino Unido fuera de la UE. Existe un debate sobre si el Reino Unido podría simplemente heredar los Acuerdos de Libre Comercio de la UE existentes, o si tendría que volver a negociar estos acuerdos con los terceros países. A medida que el Reino Unido ha firmado y ratificado los acuerdos como un Estado miembro, además de la UE, una opinión es que estos acuerdos continuarían en vigor incluso si el Reino Unido ya no fuera un miembro de la UE. Además, no sería del interés de los terceros países afectados ver las tarifas de sus exportaciones al Reino Unido re-impuestas o incrementadas, incluso por un período temporal. Así que lo más probable es que el acceso actual de terceros países al mercado del Reino Unido continuara invariable. Sin embargo, las concesiones comerciales agrícolas, toman a menudo la forma de contingentes arancelarios. Parece lo más probable que éstas permanecieran con la UE, aun cuando las exportaciones dentro de esos contingentes se vendan principalmente en el Reino Unido. Ejemplos de ello serían las cuotas de azúcar y mantequilla de Nueva Zelanda importadas desde países africanos. El Reino Unido no podría simplemente volver a abrir estos contingentes, ya que sería discriminatorio y no estaría permitido por las normas de la OMC. Si el Reino Unido deseara seguir importando de estos países con aranceles bajos o cero, sus únicas opciones serían reducir los aranceles relevantes de nación más favorecida (de lo que se beneficiarían todos los exportadores), o abrir un nuevo contingente arancelario como parte de un Acuerdo de Libre Comercio con esos países. Informe de la Consejería El Reino Unido puede encontrar más fácil cerrar Acuerdos de Libre Comercio más extensos o nuevos con algunos socios. Por ejemplo, a partir de los vínculos históricos preexistentes, se podrían prever acuerdos rápidos con Nueva Zelanda y Australia, que podrían incluir concesiones integrales sobre el comercio agroalimentario. También podría resultar más fácil para el Reino Unido firmar un Acuerdo de Libre Comercio con Mercosur, que le podría permitir, por ejemplo, más fácil acceso a la carne de vacuno de Brasil para el mercado del Reino Unido, o con los EEUU que permitiría un acceso más fácil de la carne y aves de corral de los Estados Unidos de lo que está dispuesta a permitir la UE en las negociaciones TTIP. Por tanto, existe una alta probabilidad de que la política comercial del Reino Unido con los países fuera de la UE llevara a una mayor competencia en el mercado del Reino Unido para los exportadores de la UE. Posible política agrícola del Reino Unido después de Brexit El Reino Unido siempre ha sido un fuerte crítico de la Política Agrícola Común (PAC). Con base en la experiencia histórica, el Reino Unido es probable que proporcione menos apoyo directo a sus agricultores que en la actual UE y es más probable que cambie el gasto hacia los programas agroambientales y de promoción alimentaria. La futura política agrícola del Reino Unido también se verá limitada por sus compromisos con la OMC. Se supone que en el proceso de cortar los vínculos del Reino Unido con la UE tras el Brexit, el Reino Unido herede la actual cota arancelaria de Nación Más Favorecida y los techos de ayudas y las subvenciones a la exportación de la actual UE, por lo que los techos de la OMC son muy poco probable que actúen como una restricción sobre el tipo de política agrícola que el Reino Unido probablemente quiera llevar a cabo. Es improbable que el Tesoro del Reino Unido desee cortar todo el gasto actual en términos de pagos directos, aunque sólo sea porque estos son de gran importancia para los agricultores de Irlanda del Norte, Escocia y Gales, pero puede esperarse un nivel más bajo. El Reino Unido también podría recortar los aranceles aplicados a las importaciones agroalimentarias, como se señaló anteriormente, lo que podría conducir a una menor producción del Reino Unido, y por tanto a un mercado más amplio para los proveedores exteriores. Sin embargo, la relación a largo plazo entre el apoyo a la agricultura y la producción no está clara, y un apoyo inferior también podría fomentar el cambio estructural y la mejora de la productividad, lo que ayudaría a mantener la producción, como fue el caso en Nueva Zelanda. En general, no procede esperar del Brexit un gran cambio en la autosuficiencia del Reino Unido en el corto y medio plazo. Informe de la Consejería Posibles políticas reguladoras del Reino Unido después de Brexit La principal fuerza impulsora de una posible salida británica de la UE es el argumento de que la UE está sobre ejerciendo sus competencias de regulación, haciendo demasiadas regulaciones y estableciendo demasiadas normas que deberían seguir siendo prerrogativa de los Parlamentos nacionales. Dada esta motivación, se podría esperar que, después del Brexit, el Reino Unido haría uso de su recuperada libertad normativa para derogar muchas de las medidas que han motivado a los partidarios de una retirada británica de la UE. Al mismo tiempo, los consumidores, las organizaciones ambientales y de salud pública tiene una influencia significativa en el Reino Unido por lo que en estos ámbitos podría esperarse unas regulaciones más fuertes de las que han sido posibles en la UE. Por lo tanto, con el tiempo, se podría esperar una mayor divergencia normativa entre las dos jurisdicciones. Sin embargo, existirán fuerzas compensatorias. Una de ellas es que la UE seguirá siendo un socio comercial importante para el Reino Unido, por lo que éste podría considerar de su propio interés alinear sus reglamentos y normas con las vigentes en la Unión Europea. Además, en muchas áreas, incluyendo la política agrícola y alimentaria, las normas de la UE se basan en estándares globales más amplios (por ejemplo, del Codex Alimentarius) por lo que no cabría esperarse estándares independientes del Reino Unido formulados de forma muy diferentes. No obstante, hay una serie de áreas en las que el Reino Unido ha sido un fuerte crítico de la normativa comunitaria y donde cabría esperar cambios. Los ejemplos incluyen la regulación de los productos pesticidas, los cultivos y animales genéticamente modificados y el etiquetado de los alimentos. Sobre la base del análisis anterior, el resultado más probable después del Brexit sería el libre comercio de productos agrícolas y alimentarios, pero el Reino Unido ya no tendría acceso al Mercado Único. En esencia, los comerciantes se encontrarían de nuevo en la situación anterior a 1992, antes de la creación del Mercado Único. En ese período, claramente documentado en el conocido Informe Cecchini sobre los costes de la no Europa, muchas barreras no arancelarias, derivadas de la seguridad alimentaria, la sanidad vegetal y la normativa veterinaria, por ejemplo, impidieron el libre flujo de productos entre los Estados miembros. Por lo tanto, debe esperarse un incremento de los costes comerciales entre la UE y el Reino Unido. Informe de la Consejería La mayoría de los costes estarán asociados con la reintroducción de los controles aduaneros (chequeo de las reglas de origen, requisitos de certificados de importación, documentación, controles físicos en fronteras), así como los costes adicionales de cumplir con dos regímenes de regulación diferentes donde se produce divergencia normativa. Los chequeos de las reglas de origen son necesarias en un Acuerdo de Libre Comercio sin un arancel externo común; como actualmente se aplican, por ejemplo, a las mercancías exportadas desde Noruega a la UE dentro del EEE. Los certificados de importación actualmente se requieren bajo las regulaciones de la PAC para importar determinados productos agrícolas originarios de fuera de la UE, entre ellos la carne de vacuno; cereales; alcohol etílico de origen agrícola; lino, cáñamo y semillas de cáñamo; ajo y setas en conserva; leche y productos lácteos; aceite de oliva y aceitunas de mesa; carne de cerdo; aves de corral; arroz; semillas; y azúcar. En caso del Brexit, el principio de reconocimiento mutuo de las normas técnicas ya no se aplicaría a las exportaciones de la UE al Reino Unido o a las exportaciones del Reino Unido a la UE, lo que exigiría costes adicionales de cumplimiento y certificación. El Reino Unido podría negociar continuar participando en el esquema de pasaporte fitosanitario de la UE que permite la libre circulación de las plantas y productos vegetales entre los Estados miembros de la UE, como parte de su Acuerdo de Libre Comercio de retirada, pero en ese caso estaría obligado a seguir la legislación de la UE en este ámbito. Si esto no sucediera, tendría que ser reintroducido el sistema anterior de certificados fitosanitarios que verifiquen la ausencia de plagas y enfermedades. Si el Reino Unido desarrollara diferentes regulaciones de etiquetado de alimentos en el futuro (por ejemplo, el sistema de semáforo nutricional), esto requeriría envases diferentes por las empresas alimentarias de la UE que deseen vender en el mercado del Reino Unido. Si se reintrodujeran los aranceles en el sector agroalimentario, esto sería más probable que sucediera para los productos agrícolas primarios y el elemento primario en los alimentos procesados. Esto añadiría aún más costes de las operaciones de los productos agrícolas para los cuales se volverían a introducir aranceles y podría llegar a hacer prohibitivo el intercambio. Formulación de políticas agrarias en la UE sin el Reino Unido La Política Agrícola de la UE podría ser ligeramente diferente en el futuro, si el Reino Unido abandonara la UE, pero sería erróneo sobreestimar su impacto. El Reino Unido ha sido, junto con Suecia, los Países Bajos y Dinamarca, tradicionalmente hostil a un alto grado de regulación del mercado agrícola dentro de la PAC. Sin embargo, con las sucesivas reformas de la PAC y las mayores Informe de la Consejería flexibilidades para los Estados miembros introducidas por la reforma de la PAC de 2013, muchas de las críticas del Reino Unido se han abordado. El Reino Unido también estaría a favor de la reducción de la cuota global de gastos de la PAC en el presupuesto de la UE y la reducción de las cantidades gastadas en los pagos directos. Pero el hecho de que los pagos directos (el elemento individual más grande de los gastos de la PAC) estén fijados en términos nominales significa que el gasto de la PAC tenderá a caer de todos modos poco a poco en términos reales, incluso en ausencia de reducciones discrecionales en el presupuesto de la PAC. Además, incluso si el saldo de la opinión en el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo se desplazara ligeramente en favor de una mayor protección de la PAC, la partida del mayor contribuyente neto del presupuesto después de Alemania trabajará en la dirección opuesta. Si los Estados miembros restantes desean mantener las ayudas agrícolas en los niveles previstos actualmente, deberían estar preparados para contribuir más al presupuesto de la UE. En este cálculo, algunos Estados miembros, que ahora son beneficiarios de los elevados gastos de la PAC podrían pasar al otro lado de la balanza. Sin lugar a dudas, se perdería la voz del Reino Unido en favor de una mayor apertura comercial en las negociaciones sobre excepciones agrícolas y productos sensibles en los Acuerdos de Libre Comercio, pero el impacto global de un Brexit sobre la trayectoria futura de la reforma de la PAC puede que no sea tan elevada. El documento completo puede consultarse en: https://www.tcd.ie/Economics/TEP/2015/TEP0215.pdf