Los campos literario y de poder en el virreinato del Perú: Los escritos de Juan del Valle y Caviedes (1645-1697) A dissertation submitted to the Graduate School of the University of Cincinnati in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy in the Department of Romance Languages and Literatures of the College of Arts and Sciences by Estela R. Roy-Alvarado M.A University of Northern Iowa November 2012 Committee Chair: Carlos M. Gutiérrez, Ph.D. ii Abstract This dissertation brings a new approach to Valle y Caviedes studies by using the theory of professional fields proposed by the French sociologist Pierre Bourdieu, in conjunction with Norbert Elias’ work on court societies. Caviedes is considered the most significant satiric writer in the viceroyalty of Peru. His literary career is a crucial contribution to the Peruvian literary field of the 17th century and poses a particular interest regarding the relationship between the literary field and the field of power. My research focuses on Caviedes’ position in the colonial literary field as well as on his interaction with the colonial field of power in the viceroyalty of Peru in the 1600s. The origins of the colonial literary field coincided with a moment of cultural splendor in the metropolis and received the influence of the Spanish Golden Age transforming it into a literature that manifests its own concerns and interests. The viceroys, who sponsored poetic communities and academies, brought Spanish court culture to America. Accordingly, my work studies the relations between the writer and the court, as well as the cultural interaction between the viceroyalty and the metropolis. It is essential for this work to know how Caviedes’ literature emerged and to have an idea of his habitus by reconstructing his network of relations. The colonial literary field appeared in the context of a court society very similar to its Spanish metropolitan counterpart that established in the Peruvian viceroyalty a political, social and cultural system where the agents of this field tried to position themselves. Caviedes started being known in the colonial literary field and in Lima’s society through his main symbolic cultural capital: his satiric poetry. In this literary practice, he satirized the authorities of the Peruvian viceroyalty. The satirical poetry in Caviedes’ poems was part of the iii literary strategy that was motivated by the competitiveness and the search for distinction within the Peruvian colonial literary field. iv v A mis padres, Gustavo y Estrella A Joe e Ian vi Agradecimientos Quiero expresar mi gratitud a Carlos M. Gutiérrez, director de mi disertación, por su experta guía, su continuo apoyo y aliento. También quiero agradecer a los miembros de mi comité, Armando Romero y Nicasio Urbina, por sus comentarios y consejos. Doy las gracias a mi familia por todo su apoyo y paciencia a lo largo de este trabajo. vii Indice Introducción 1 I. Metodología y marco teórico 1.1 La teoría de los campos profesionales de Bourdieu y las sociedades de la temprana modernidad 3 1.2 Literatura y cultura de corte en el virreinato del Perú 16 1.3 El campo de poder en el virreinato del Perú 30 II. El campo literario y su dinámica colonial 2.1 El surgimiento del campo literario colonial del siglo XVII 42 2.2 Relación entre escritores peruanos de la colonia y de la metrópoli 65 2.3 Literatura y surgimiento de la identidad criolla 80 III. Valle y Caviedes y su interacción con el campo literario 3.1Valle y Caviedes, su carrera y su habitus 92 3.2 La estrategia literaria y el capital cultural simbólico en los escritos de Valle y Caviedes 118 3.3 La dinámica de la violencia simbólica en los escritos de Juan del Valle y Caviedes 133 IV. Valle y Caviedes y el campo de poder de su tiempo 4.1La sociedad virreinal peruana en la obra de Valle y Caviedes 148 4.2 Valle y Caviedes y su relación con la corte virreinal peruana 173 Conclusión 188 Bibliografía 191 viii Introducción Esta tesis doctoral investigará en profundidad la obra de Valle y Caviedes dentro de su campo literario, así como también su interacción con el campo de poder en el quehacer literario y la práctica social que ejerció la cultura cortesana del virreinato peruano del siglo XVII. Este estudio aportará un nuevo enfoque en la obra de Valle y Caviedes basándose en la teoría de campos propuesta por el intelectual francés Pierre Bourdieu. El modelo bourdieano de los campos profesionales no ha sido aplicado aún a los estudios de la literatura colonial. Estudios realizados por Carlos M. Gutiérrez y Javier Jiménez Belmonte, aplicando el modelo de Bourdieu, prueban que es posible trasladar esta teoría al siglo XVII español1. La presente investigación propone aplicarlo a la literatura colonial latinoamericana. La especial atención a Valle y Caviedes en esta investigación se justifica porque es considerado el escritor satírico (aborda temas literarios, sociales y políticos) más significativo en el virreinato del Perú. También, se considera su trayectoria literaria como un importante elemento en este campo literario peruano y porque es un escritor que despierta un especial interés por su relación con los campos literarios y de poder. El poeta colonial escribió una considerable cantidad de poesía satírica, poemas de amor, poemas religiosos, sonetos filosóficos y algunas piezas dramáticas. Uno de sus más importantes trabajos es Diente del Parnaso en el que satirizó la práctica irresponsable de la medicina, a virreyes y a personajes importantes del virreinato peruano. En sus escritos se rescatan al mismo tiempo diferentes eventos históricos y la influencia de la literatura 1 Carlos M. Gutiérrez explora en La espada, el rayo y la pluma: Quevedo y los campos literario y de poder, las interacciones con los campos literario y de poder de Francisco Quevedo (1580-1645) mientras Javier Jiménez Belmonte investiga sobre el campo literario del príncipe de Esquilache (1577-1658) en Las obras en verso del príncipe de Esquilache (1630). 1 del Siglo de Oro. También, a través de su poesía se describe un deseo de reforma en la sociedad colonial y una reflexión sobre la identidad criolla del momento. Esta disertación consta de cuatro capítulos. En el primer capítulo desarrollaré la teoría de los campos profesionales de Pierre Bourdieu con énfasis en el campo literario. Este análisis me permitirá desarrollar la literatura y cultura de corte en el virreinato del Perú. En el segundo capítulo me enfocaré en el campo literario y su dinámica colonial con el fin de estudiar el surgimiento del campo literario del siglo XVII. En este capítulo enfatizaré en la relación entre escritores peruanos de la colonia y de la metrópoli. También destacaré el surgimiento de la identidad criolla y la literatura. En el tercer capítulo me centraré en Valle y Caviedes y su interacción con el campo literario. Esto me llevará a describir su trayectoria, habitus, el capital cultural simbólico y la dinámica de la violencia simbólica de sus escritos. En el cuarto y último capítulo estará orientado en explicar la conexión entre Valle y Caviedes y el campo de poder del siglo XVII. 2 I. Metodología y marco teórico 1.1 La teoría de los campos profesionales de Bourdieu y las sociedades de la temprana modernidad Aplicando la teoría de los campos del sociólogo francés Pierre Bourdieu2 (19302002), esta investigación propone explicar cómo interactúan el campo literario y el campo del poder en la literatura de Juan del Valle y Caviedes. Esta tesis adaptará la teoría de los campos de Bourdieu a la literatura colonial con el objetivo de analizar las relaciones políticas, culturales y literarias del escritor. Se abordará la parte literaria y de poder para explicar las circunstancias que justificaron su existencia tanto en uno como en otro espacio. El propósito de mi trabajo es determinar si la teoría de campos se puede aplicar al contexto colonial del virreinato peruano del siglo XVII. Para esto, me centraré en el estudio del quehacer literario de Valle y Caviedes en conexión con los campos literario y de poder del Perú del siglo XVII. En esta investigación aplicaré conceptos básicos de esta teoría como campo literario, campo de poder, capital simbólico, capital cultural, violencia simbólica y habitus. Este sociólogo de la cultura desarrolla su teoría del campo literario en diversos artículos3, adquiriendo su forma definitiva y su aplicación más satisfactoria en el libro 2 El primer esbozo de una teoría del “campo intelectual” lo ofreció Bourdieu en 1966. A partir de allí Bourdieu fue enriqueciendo y afinando conceptos como el de habitus, campo, capital simbólico o capital cultural en diversos artículos, comentario a otras obras o monografías. 3 La literatura fue un tema recurrente en las publicaciones de Bourdieu. Uno de sus primeros artículos sobre el tema fue “Champ intellectuel et project créateur” (1966) y “Le marché des biens symboliques” (1971). Luego se centró en la producción cultural en el que continuó con especial interés en la literatura. Varios de estos escritos fueron revisados y publicados en 1992 como Les règles de l’art. Con la publicación y traducción de este libro se sitúa al sociólogo francés como uno de los pensadores de importante influencia ya que inicia el debate en relación al fenómeno del campo literario (García Santo-Tomás 517). 3 The Rules of Art (orig. Les règles de l’art,1992)4. En el modelo teórico de Pierre Bourdieu se describe diferentes momentos de la producción cultural incluyéndolos en un ambiente de constante interactividad social. En este sentido, la aplicación de esta teoría enfatiza la importancia del análisis del trabajo literario teniendo en cuenta que se encuentra inmerso en una sociedad que tiende a ejercer importante influencia en el campo literario. Bourdieu lo explica de la siguiente manera: La eficacia de los factores externos, crisis económicas, transformaciones técnicas, revoluciones políticas o, sencillamente, demanda social de una categoría particular de financiadores, cuya manifestación directa en las obras constituye el objeto de la investigación de la historia social tradicional, sólo puede ejercerse por mediación de las transformaciones de la estructura del campo que estos factores pueden determinar. (Las reglas 306) Bourdieu llama ‘campo’ al universo social regulado por sus propias instituciones, reglas y jerarquías en las que se ejercen diferentes tipos de relaciones: “El campo es una red de relaciones objetivas (de dominación o subordinación, de complementariedad o antagonismo, etc.) entre posiciones […]” (Bourdieu, Las reglas 342). En cuanto al campo literario, los agentes (autor, editor, críticos) y las respectivas instituciones regulan la formación del campo en base a las tomas de posición, es decir el campo literario es un concepto dinámico tomando en cuenta el cambio de posiciones de los agentes. Así también, el campo literario se relaciona con otros como la conexión que ejerce con el campo de poder (político, económico). Como señala Randal Johnson en la introducción 4 En este texto se estudia el proceso de formación de la crítica francesa en el campo literario francés de la segunda mitad del siglo XIX a través de La educación sentimental de Gustave Flaubert. 4 del libro The Field of Cultural Production “It is situated within the field of power because of its possession of a high degree of symbolic forms of capital […] but in dominated position because of its relatively low degree of economic capital” (15). Para estudiar la dinámica social es importante entender el concepto de campo como el espacio en el que se interrelacionan diferentes posiciones de distintos grupos y al mismo tiempo dentro de cada uno de ellos. Así, el campo se debe analizar tomando en cuenta su composición de estructuras y jerarquías, las luchas internas que influyen en la organización del campo y el funcionamiento de capitales específicos (Bourdieu, Las reglas 370). Bourdieu analiza las luchas internas en el campo literario de la siguiente manera: Las luchas internas están en cierto modo arbitradas por las sanciones externas. En efecto, pese a que sean en gran medida independientes de ellas en su principio (es decir en las causas y en las razones que las determinan), las luchas que se desarrollan dentro del campo literario (etc.) dependen siempre, en su conclusión, fasta o nefasta, de la correspondencia que pueden mantener con las luchas externas (las que se desarrollan en el seno del campo del poder o del campo social en su conjunto) y los apoyos que unos y otros pueden encontrar en ellas. (Las reglas 375) De esta manera son las luchas en el interior del campo las que determinan su dinamismo y estructuración de éste. Es importante remarcar que en el proceso de las luchas internas se establecen uniones con organizaciones y poderes externos quienes tienden a aprovecharse de las divisiones del campo para sus propios intereses influyendo en un grado menor o mayor en la autonomía del campo. Es así que la estructura de un 5 campo se basa en las luchas anteriores y se verá modificada por las luchas posteriores del mismo (Las reglas 375-76). En el estudio de la estructura interna del campo es necesario precisar las diferentes relaciones que se presentan como “los objetos en juego, las distintas posiciones y los recursos diferenciales que poseen, las dinámica de competencia y las regularidades que éstas generan” (Bourdieu, Razones 88). En este sentido, el campo se caracteriza por su constante dinamismo originando movimientos de posiciones y fronteras. Así también, las relaciones del campo con espacios externos son de interés en este análisis ya que nos permiten realizar un estudio más específico de su dinámica. Como señala Bourdieu, “los ámbitos externos comportan constricciones, oportunidades, demandas de determinados servicios, condicionando las dinámicas internas del campo […] los grupos internos al campo suelen establecer alianzas con poderes externos en sus estrategias por conquistar posiciones en el campo” (Razones 89). De esta forma, cada campo produce al mismo tiempo efectos en otros espacios sociales. Para Bourdieu, el concepto de campo, que ayuda a analizar las producciones culturales, puede presentarse en distintas disciplinas en el que cada una de ellas posee sus propios lineamientos, un objeto y un capital que se encuentra en constante circulación. Así, el campo se convierte en un mercado competitivo donde se despliegan diferentes tipos de capital (económico, cultural, social y simbólico). Al mismo tiempo las posiciones de los agentes en el campo se miden en base a la cantidad y el peso relativo del capital que ejercen “de la misma manera que los triunfos en un juego son poderes que definen las posibilidades de beneficio en una campo determinado” (Field 131). De esta forma, este concepto se convierte en una importante herramienta metodológica que 6 permite el análisis de diferentes sectores de relaciones sociales5. En el caso del mundo literario el campo se compone en: “escritores consagrados, en vía de consagración, experimentales, prometedores, ‘jóvenes’, aficionados y de vanguardia que pueden alcanzar consagración” (Las reglas 355-56). La conexión entre la estructura de la obra y la estructura del campo literario es para Bourdieu el interés del análisis de las obras culturales. En la estructura de la obra se puede considerar el género, estilo y tema. Así también, la estructura del campo, que puede ser literario, artístico, científico, filosófico, social, económico o jurídico, se convierte en un ámbito de luchas. Justamente el funcionamiento de estos cambios en las obras (culturales, lengua, arte, literatura, ciencia, etc.) se establece en las luchas que residen en los campos de producción que les corresponde: “estas luchas que pretenden conservar o transformar la relación de fuerzas instituida en el campo de producción tienen evidentemente el efecto de conservar o transformar la estructura del campo de las formas que son instrumentos y envites en estas luchas” (Bourdieu, Razones 63). Como parte del funcionamiento del campo se encuentra la distinción que ejerce un papel importante dentro de éste: “no hay acción de un agente que no sea una reacción a todos los demás, o a uno u otro de ellos” (Bourdieu, Las Reglas 192). Según el sociólogo francés todo el trabajo de los agentes, desde el más competitivo hasta el que recién se inicia, se proyecta hacia el logro del beneficio simbólico. De esta forma, dentro del campo literario existe una jerarquía basada, como lo describe Bourdieu en una “dialéctica de la distinción” que ayuda a reforzar el status simbólico del agente dentro de dicho campo. En este sentido, existe un constante interés de competencia por distinguirse 5 A pesar que este concepto se centró al inicio en la producción cultural, más adelante se aplicó a diversos sectores como la burocracia estatal, la política, la universidad, el clero, el derecho, la ciencia, el periodismo y otros (Criado 18). 7 entre ellos. El mecanismo para llegar a tener una determinada distinción representa un importante funcionamiento que termina no sólo en la obtención de la distinción dentro del campo sino también en una toma de posición del mismo: “The space of positiontaking can only be defined as a system of differential stances in relation to other possible position-takings, past and present” (Field 17). Además, para Bourdieu el reconocimiento, la consagración y el prestigio como principios de autoridad del campo cultural-literario se basan en la producción e intercambio de un poder simbólico que él llama el capital simbólico y que se distingue como un concepto clave dentro de su modelo: “Symbolic capital refers to degree of accumulated prestige, celebrity, consecration or honor and is founded on a dialectic of knowledge (connaissance) and recognition (reconnaissance)” (Bourdieu, Field 7). El capital simbólico toma lugar dentro del campo literario sólo si representa un valor en la práctica o acción de éste. El sociólogo francés define así este concepto: El capital simbólico es una propiedad cualquiera, fuerza física, valor guerrero, que, percibida por unos agentes sociales dotados de las categorías de percepción y de valoración que permiten percibirla, conocerla y reconocerla, se vuelve simbólicamente eficiente, como una verdadera fuerza mágica: una propiedad que, porque responde a unas “expectativas colectivas”, socialmente constituidas, a unas creencias, ejerce una especie de acción a distancia, sin contacto físico. (Bourdieu, Razones prácticas 108) Según Bourdieu, el capital cultural no es causa, sino el resultado, de una inversión de capital económico. El capital cultural es el dominio del lenguaje del arte, que permite 8 descifrar las obras de arte y se adquiere mediante la educación, que se compra con capital económico (Field 8). En este sentido, propone analizar el trabajo cultural considerándolos dentro del campo que los produce y la posición en relación al campo de poder. En esta tesis será de gran utilidad el concepto de capital cultural simbólico para analizar su práctica y rol en los escritos de Valle Caviedes. Otro concepto importante es ‘habitus’ que en este caso se aplicaría como la trayectoria del escritor, su conjunto de relaciones con diferentes sectores o tipos de instituciones es decir se enfoca en conocer su entorno social: “El habitus es ese principio generador y unificador que traduce las características intrínsecas y relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elecciones de personas, de bienes y de prácticas” (Bourdieu, Razones prácticas 19). De esta forma, la aplicación de este concepto en el estudio de Valle y Caviedes permitirá conocer la actividad dinámica de disposiciones y posiciones dentro del campo, y su relación con otros agentes del campo literario colonial del siglo XVII. Es posible conocer las diferentes posiciones de un agente dentro del campo a través de su trayectoria que se relaciona a la vez con el habitus de éste. Bourdieu enfatiza en hacer una diferencia entre el concepto de trayectoria y la mera biografía del agente. La trayectoria analiza al agente del campo literario centrándose en las posiciones que ejerce. Bourdieu explica al respecto: sólo cabe comprender una trayectoria a condición de haber elaborado previamente los estados sucesivos del campo en el que ésta se ha desarrollado, por lo tanto el conjunto de las relaciones objetivas que han unido al agente han considerado […] al conjunto de los demás agentes 9 comprometidos en el mismo campo y, enfrentados al mismo espacio de posibilidades. (Razones prácticas 82) Bourdieu realizó una labor investigadora para entender cómo se inicia, cómo se practica y cómo se reproduce el poder simbólico en un determinado campo. Así, el concepto de violencia simbólica dentro de esta estructura resulta imprescindible al describir la dominación simbólica que se ejerce entre individuos (agentes, productores culturales) del campo literario y su relación con el campo de poder. Como señala Bourdieu: “The establishment of a cannon in the guise of a universally valued cultural, inheritance or patrimony constitutes an act of ‘symbolic violence’” (Field 20). De esta manera, el concepto de violencia simbólica enfatiza la manera en que los dominados terminan aceptando legítimamente su condición de tales. Este poder simbólico no utiliza una violencia física sino la violencia simbólica. Esto se traduce en un poder que lleva a un consenso por parte de los dominadores como de los dominados (Field 33). En este sentido, es importante anotar que el campo literario sólo puede ser entendido como tal por la presencia del poder simbólico y la práctica de violencia simbólica. A través de estas relaciones será posible comprender cómo nace, cómo se desarrolla y cómo se manifiesta el poder simbólico en los escritos de Valle y Caviedes, y por extensión en la literatura colonial del siglo XVII en el virreinato del Perú. Otro aspecto que es importante señalar es la relación del agente literario en relación al campo de poder: “el campo del poder es el espacio de las relaciones de fuerza entre agentes o instituciones que tienen en común el poseer el capital necesario para ocupar posiciones dominantes en los diferentes campos (económico y cultural en especial) (Bourdieu, Las reglas 320). En diferentes momentos, el ejercicio literario y la 10 manera en que se representa el agente se traduce en base al campo del poder ya que la posición del campo literario se encuentra dominada por éste. En palabras de Bourdieu sobre el campo de poder: El campo de poder (que no hay que confundir con el campo político) no es un campo como los demás: es el espacio de las relaciones de fuerza entre los diferentes tipos de capital o, con mayor precisión, entre los agentes que están suficientemente provistos de uno de los diferentes tipos de capital para estar en disposición de dominar el campo correspondiente y cuyas luchas se intensifican todas las veces que se pone en tela de juicio el valor relativo de los diferentes tipos de capital […]; es decir, en particular, cuando están amenazados los equilibrios establecidos en el seno del campo de las instancias específicamente encargadas de la producción del campo del poder […]. (Razones 50-51) En el caso de los intelectuales, el campo de poder los confronta ya que este grupo posee capital cultural pero suelen carecer de capital económico. Es así que el campo del poder siempre tiende a someter de alguna forma la actividad literaria y esto se refleja en los efectos que experimenta el campo literario a través de las constantes luchas internas con el objetivo de alcanzar un lugar importante en el campo de producción cultural o pretender llegar a ese nivel, es así que los campos de producción cultural “están sometidos a la necesidad de los campos englobantes, la del beneficio económico o político” (Bourdieu, Las reglas 322). Esto ayuda a analizar el comportamiento de los agentes en relación a la profesión, sus diferentes prácticas y representaciones que ejercen en el campo. 11 Bourdieu señala que para profundizar y estudiar las obras culturales dentro de un campo se debe tomar en cuenta tres momentos indispensables. Estos momentos llegan a relacionarse constantemente durante el proceso y así también participan todos los conceptos del análisis en su práctica. En primer lugar, se realiza un estudio del campo a tratar sin dejar de lado su relación con el poder del momento. Al mismo tiempo se analizan los resultados que resultan de esta relación. Luego, se enfoca en el mundo interno del campo identificando la competencia entre sus agentes. Finalmente, se centra en el habitus y trayectoria de los agentes del campo determinando sus posiciones dentro de éste (Las reglas 162). Es así que el método de Bourdieu será útil en este proyecto para realizar un estudio profundo del escritor dentro de su mundo social y literario: “el análisis del discurso crítico sobre las obras es en efecto a la vez un requisito crítico previo a la ciencia de las obras y una contribución a la ciencia de la producción de las obras como objetos de creencia” (Bourdieu, Las reglas 445). Para esto será importante conocer la historia de la producción del texto y de la manera en que el agente hace su ingreso al campo determinando de esta forma su posición que llega a tomar en relación a los demás que ya se encuentran establecidas: Bourdieu nos acerca a la obra de arte desde su propia génesis y desde sus propias reglas, reconstruyendo el espacio en el que el autor vive como punto referencial de un macrosistema que invita al lector a lo que él [Bourdieu] llama un amor intellectualis rei, es decir, a una aproximación que inequívocamente combina lo sensible de la experiencia estética con lo inteligible de su envite informativo. (García Santo-Tomas 522) 12 Esta investigación estudia el campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú. Este aparece en el contexto de una sociedad cortesana muy semejante a su contraparte castellana. Esta sociedad cortesana se establece en el virreinato peruano no sólo bajo un sistema político y social sino también cultural que es donde los agentes de este campo participan. Es importante señalar que el inicio del campo literario en estudio coincide con un momento de esplendor cultural en la metrópoli y recibe la influencia del Siglo de Oro de la literatura española transformándola en una literatura que manifiesta sus propias preocupaciones e intereses en la sociedad virreinal del siglo XVII. Así, con la llegada de los virreyes y sus gustos refinados en las artes, los agentes del campo literario en el virreinato del Perú van tomando su curso no sólo con la influencia literaria del Siglo de Oro sino también participando en eventos literarios como tertulias, academias o fiestas virreinales patrocinadas por la corte: “Los representantes del monarca llevaban sus propios artistas; con más frecuencia portaban obras de arte, literatura o música que incorporaban las últimas innovaciones de la metrópoli y servían de referente a los artista, poetas y artesanos locales” (Latasa, “Transformaciones” 414). En esta relación entre la corte y los intelectuales de la época es que aparece el mecenazgo cultural en torno a los virreyes, la competencia y distinción entre los agentes del campo literario, el ingenio motivado por la competitividad entre los escritores y el intercambio del capital simbólico a favor del campo de poder. Al inicio de este campo literario destacan textos de escritoras anónimas como el Discurso en loor de la poesía (1608) de Clarinda y la “Epístola a Belardo” (1619) de Amarilis. La aparición de estas escritoras, asunto que se tratará en el siguiente capítulo, cobra importancia no sólo por su contribución a la literatura colonial sino también por la 13 participación de la mujer en este ambiente cultural del siglo XVII: “the writings of Clarinda, Amarilis […] reaffirm the central but often ignored role that women played in the development of Spanish-American literature” (Chang, “Gendered Voices” 289). Este campo literario se caracterizó también por el auge del criollismo6 planteando el tema de desigualdad entre los criollos y los españoles en América. Juan del Valle y Caviedes fue uno de ellos al satirizar a diferentes profesionales que sólo por estar cerca a la corte se vieron favorecidos con los cargos más importantes en el virreinato. En diferentes ocasiones algunos virreyes también pasaron por su sátira aguda por exagerar en otorgar favores a sus allegados, por las sumas elevadas en sus gastos o por la falta de gobernabilidad en sus respectivos cargos. Juan de Espinosa Medrano es otro agente significativo en este campo no sólo por sus escritos cultos que defienden la opción criolla de competir intelectualmente con escritores de la metrópoli en El Apologético a favor de Luis de Góngora […] contra Manuel de Faria y Sousa (1662) sino también por los sermones7 que estuvieron a su cargo en la ciudad del Cusco. Sermones que fueron dirigidos en diferentes ocasiones especialmente a un reducido grupo de la universidad y la Iglesia: Bajo el panegírico de Santa Rosa se organiza, pues, un discurso que trasciende el tema de la santidad en América y que –dirigido fundamentalmente al grupo de clérigos y universitarios al que pertenecía 6 El resentimiento criollo se acentúo con la debilidad de las encomiendas, restricciones de los repartimientos y, especialmente, con la llegada de los españoles para ocupar diversos cargos políticos: “considerando el fenómeno en conjunto y con la imparcialidad que otorga la distancia, no puede negarse que el fenómeno de criollización era la grieta más temible que amenazaba aquel grandioso edificio” (Domínguez, 189). 7 Los sermones y el teatro constituyeron las actividades públicas de más arraigo e importancia durante el barroco y los predicadores como los actores contaban con su grupo de admiradores. En pleno siglo XVII la oratoria sagrada llegó a convertirse en un género bastante relacionado con la literatura: “no sólo se halla asociada desde San Agustín, al arte de la elocuencia, sino que además durante el Barroco, se aproxima a los recursos estilísticos de la poesía (Orozco 181). 14 el Lunarejo- se asocia con la propuesta de que es posible que el individuo de este continente alcance la perfección con la que puede dignamente competir con el resto de los hombres. (Rodríguez, “Espinosa Medrano”167) Juan del Valle y Caviedes cobra vital importancia en el campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú por el aspecto criollo que se destaca en su poesía. Satiriza los diferentes problemas que se vivieron durante la colonia refiriéndose con nombre propio a personalidades del momento y por el ingenio que le permite distinguirse en el ambiente literario: “la reivindicación por parte de los criollos de su pulido lenguaje cortesano, tan elegante o más que el de los escritores de la metrópolis” (Arellano, “El ingenioso” 13). La sátira del poeta colonial se caracteriza por presentar al mismo tiempo motivos clásicos, personaje de la ciudad y hechos de la vida colonial en Lima. Valle y Caviedes adapta la sátira en su poesía, importante capital cultural simbólico, a un nuevo ambiente social en desarrollo, la sociedad del virreinato del Perú en el siglo XVII. De esta forma analizaré la manera en que se desenvuelve el agente, Juan del Valle y Caviedes, en el campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú. Además, como se ha descrito, será determinante enfatizar la interacción que presenta en su espacio con otros agentes y, a la vez, en otros ambientes sociales. Para desarrollar esta investigación será necesario conocer el habitus de Valle y Caviedes: “[Bourdieu] provides an analytical model which reintroduces, through the concept of habitus, a notion of the agent –which structuralism had excluded from social analysis-” (Field 2). Este aspecto significativo de la teoría de los campos no sólo permitirá conocer los logros y limitaciones que presenta el agente literario dentro del campo y su relación con el campo de poder sino también será 15 posible analizar el ejercicio literario de otros agentes con el propósito de entender con claridad el funcionamiento del campo literario en estudio. 1.2 Literatura y cultura de corte en el virreinato del Perú Como se ha señalado, el quehacer literario de Valle y Caviedes en el virreinato del Perú del siglo XVII se da a conocer en medio de una sociedad cortesana. En este sentido se tomará en cuenta el análisis, centrado en la interacción, de la literatura y la sociedad cortesana de este tiempo considerando que el intercambio intelectual de esta sociedad se presenta en “el sermón en la iglesia; la lección en el aula; la tertulia en la corte y en la casa del magnate” (Paz 84). Para esto será importante abordar el tema de la cultura colonial teniendo en cuenta la existencia de la corte del virreinato peruano que regula e influye en la sociedad a través de instituciones y eventos. En está época España estaba constituida por diferentes reinos reconocidos al rey católico. Los reinos de Castilla y León, Aragón, Portugal y otros reinos menores llegaron a formar la monarquía española. A éstos se integraron los reinos de México y Perú al convertirse en virreinatos como lo declararon las Leyes Nuevas. Es importante señalar que en América sólo se dio la categoría de reinos a los virreinatos de Nueva España y del Perú. Es así que la ciudad de México y Lima, sus respectiva capitales, fueron sitio de corte (Altuve-Febres 162). Es quizás Octavio Paz el primero que define a América hispánica colonial como cortesana en su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe . El escritor y ensayista mexicano también afirma que los diferentes estudios que se han realizado sobre esta institución se pueden aplicar a las cortes americanas de México y de Lima. Describe a la corte virreinal de México como un conjunto de actividades sociales y culturales llena 16 de conspiraciones y decisiones políticas: “La corte es el mundo, el siglo: un ballet, no siempre vano y muchas veces dramático, en el que los verdaderos personajes son las pasiones humanas, de la sensualidad a la ambición, movidas por una geometría estricta y elegante” (43). Además, es un centro de influencia moral, literaria y estética llegando también a impactar en la vida social de la gente de la época como en sus actitudes y en su vida diaria. Así también, señala la misión civilizadora que ejerció la corte virreinal: Transmitió a la sociedad novohispana los modelos de la cultura aristocrática europea y propuso a la imitación colectiva un tipo de sociabilidad distinto a los que ofrecían las otras dos grandes instituciones novohispanas, la Iglesia y la Universidad. Frente a éstas, la corte representa un modo de vida más estético y vital. (42) En este sentido, este estudio abordará las relaciones entre el escritor y la corte. Para esto me basaré en las ideas Norbert Elias en The Court Society8. El trabajo de investigación del sociólogo alemán Elias se basa en un estudio minucioso de la corte y de sus funciones no sólo políticas sino también sociales y culturales. Para Elias la importancia de hacer un análisis de la historia, en este caso la corte, su cultura y entorno urbano extracortesano, va más allá de acercarse al pasado sino que implica hacer un estudio de acontecimientos y prácticas que fueron de vital importancia en esa época y que ayuda a un mejor entendimiento de la historia: “The distinction between what seems important to the researcher by the scale of values of his own time, and specially on the basis of his own ideals, and what is important in the context of the period being studied […] is often very blurred” (Elias 28). 8 Norbert Elias analiza en The Court Society el desenvolvimiento de la corte real de Luis XVI en Francia en los siglos XVI y XVII en un desarrollo civilizador. 17 Elias realizó un estudio de toda la organización y las relaciones nobiliarias que se desarrolló alrededor de la corte. En este sentido se centra en la estructura de interdependencia con otros grupos. La corte se representa como un ambiente sin salida en la que se va formando una nueva sociedad a la que le interesa acumular estima y prestigio. Este ambiente de juegos e intercambios cortesanos se proyectó hacia el logro de un beneficio personal o favor real que transforma todo en un objeto de manipulación. Así pues, Elias describe la sociedad cortesana como una configuración social que conforma determinadas relaciones de poder e interdependencias. Es así que esta sociedad presenta sus propios rasgos internos: Una racionalidad cortesana basada en el desarrollo de la etiqueta y el ceremonial hasta los últimos destalles del acostarse o levantarse, en el cálculo exacto del ornato que corresponde a cada vivienda y en el autocontrol de los impulsos y los afectos a favor de una conducta perfectamente calculada y matizada en el trato con los hombres, pues de este trato depende el éxito o fracaso personal y las oportunidades de participación en el poder. (González 65) Según Elias en el mundo cortesano se presenta una relación de interdependencia entre el escritor y el poder basada en las relaciones de poder entre los individuos (145). El poder está representado en la corte real la cual exige un comportamiento decente, habilidades específicas y modales sociales que permiten ser parte de este ambiente y a la vez garantizan el éxito en el mismo. Es así que la corte, como importante centro de poder, llega a convertirse en un foco potencial de mecenazgo literario. Es importante señalar que este grupo cortesano se caracterizó por practicar una conversación culta y galante 18 otorgándole a la poesía un papel significativo, es decir la poesía ejerció un rol comunicativo dentro del círculo de la corte (González 70-71). Además, en esta sociedad cortesana era una costumbre esperar que los individuos tengan habilidad en escribir versos para entretener a la corte en general. De la misma forma esta sociedad escoge los tipos de literatura que convienen y cumplen con los requisitos del espacio cortesano. En palabras de Norbert Elias: The forms of literature and knowledge characteristic of court society match its specific needs and demands. They are above all memoirs, collections of letters, aphorisms (‘maxims’), certain kinds of lyric poetry; i.e. literary forms that grow directly or indirectly out of the incessant conversation of society. (105) En este caso, el virreinato del Perú del siglo XVII presenta una circunstancia especial en el espacio cultural ya que coexiste con una época literaria muy importante en España, el Siglo de Oro. En esta época de letras varios de los virreyes participaron a través de los grupos literarios, academias9 y actividades universitarias. En este sentido, la capital del virreinato peruano, Lima, llegó a convertirse en un importante centro cultural de América llegando a ser conocido tanto como México. Este centro intelectual se componía por la universidad, la corte virreinal y las academias literarias (Altuve-Febres 155). Además, cobra vital importancia la llegada de diferentes hombres y capitales contribuyendo en el desarrollo cultural de la ciudad: 9 Según Rosé el estudio de las academias “nos lleva a la cuestión del control ejercido por los círculos de poder sobre la actividad poética durante el siglo XVII y […] a la función del poeta dentro de la polis y a su participación en políticas determinadas del Estado. Dicho en otras palabras, lo que se plantea es la relación entre el Estado moderno y el arte, el control que éste intenta ejercer sobre aquél y la función de aquél en la política de éste” (“La formación” 9). 19 La capital del virreinato peruano, Lima, alcanzó entonces la fisonomía propia de un gran centro económico, administrativo y cultural de mayores dimensiones y mejor equipamiento que muchas localidades medias españolas. Contaba con universidad, imprenta y un importante número de clérigos, funcionarios, profesionales y un emplazamiento ideal para libreros y mercaderes. (González, Los mundos del libro 119) Así pues, será interesante profundizar hasta qué punto coincide en ese momento de la colonia una cultura emanada de la corte con la cultura popular, quién escribe literatura y quién la consume. Cabe señalar que sólo un reducido grupo de esta sociedad podían recibir educación en la Iglesia y en la Universidad10. Es por esto que toma importancia el rol de ambas instituciones: “la Universidad y la Iglesia eran las depositarias del saber codificado de la época, el saber lícito y no contaminado por la herejía. Guardiana de la ortodoxia, la Universidad no tenía por función examinar y discutir los principios que fundaban a la sociedad sino defenderlos” (Paz 69). Es así que la educación presentó una preocupación religiosa muy acentuada que se refleja en la actividad intelectual de los centros de estudios. Así también, es importante señalar que varias de las polémicas intelectuales que se daban lugar en el siglo XVII se daban a conocer en el púlpito y casi nunca se hacía uso de la imprenta. De esta forma, el ambiente intelectual en el siglo XVII se caracteriza por la absoluta preponderancia de la Teología: “La vigilancia estricta de la Iglesia y del virrey, había comunicado al pensamiento una orientación teológica definida, que inspira a 10 Gurrola señala que las enseñanzas en las universidades de la colonia se delinearon en base a las Universidades de Salamanca. Las cátedras se realizaban en latín (con excepciones como la cátedra de medicina), los estudios de más importancia fueron los de teología y se centraban en la tradición escolástica (38) 20 los intelectuales peruanos del siglo XVII” (Barreda 191). Así también, la corte en América ejerce un papel cultural importante, participando sólo un grupo reducido, al promover las academias, tertulias y otras actividades intelectuales. En el caso del virreinato de Nueva España, la cultura se caracteriza en los siguientes términos: “encerrada en las academias, universidades y seminarios religiosos la cultura de Nueva España era una cultura docta y para doctos” (Paz 68). Esta característica se ajusta a la cultura en el virreinato del Perú tomando en cuenta el ambiente cortesano y eclesiástico del momento : El lenguaje cortesano es siempre el de un grupo escogido y tiende a convertirse en un habla encubierta y cifrada que sólo comprenden los iniciados. La literatura cortesana fatalmente tiende al hermetismo pero sus misterios no son religiosos ni filosóficos sino estéticos. El hermetismo cortesano no esconde ninguna verdad trascendental: preserva al grupo de las intrusiones del vulgo. (Paz 68) No cabe duda que el ambiente cultural cortesano que se vivió en España en el siglo XVII fue llevado a América a través de los virreyes quienes auspiciaron círculos poéticos y academias: “La mayoría de virreyes mexicanos y peruanos provenían de la alta nobleza castellana, por lo que no les era ajena la cultura cortesana que desarrollaron y afianzaron en las capitales de sus respectivos territorios” (Torres, Corte 60). Las actividades culturales, que tuvieron el respaldo de la corte y de la universidad, se realizaron en ocasiones especiales en las que se destacaba la llegada del virrey o el nacimiento de algún integrante importante de la metrópoli: “la corte era también un gran centro de irradiación estética y cultural. La aristocracia tenía aficiones literarias y 21 artísticas; el gusto de los mecenas y los grandes señores de los siglos XVII y XVIII eran refinados” (Paz 68). En el caso del virreinato peruano se conoce de la existencia de academias literarias, anteriores y posteriores al quehacer literario de Valle y Caviedes. Estas academias se dieron lugar en el gobierno de los virreyes Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros (1607-1615), Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache (1616-1621) y Manuel de Oms y de Santa Pau, Marqués de Castell dos Rius (1707-1710). La Academia Antártica11 es la que tiene más referencias de su existencia en el medio. En el Discurso en loor de la poesía (1608) de Clarinda no sólo se nombra la Academia sino se lista a un grupo de poetas que participaron en ella: The Academia Antártica, a tertulia from the last decade of the sixteenth century and the first of the seventeenth century, as well as the literary gatherings sponsored by viceroy Juan de Mendoza y Luna, Marquis of Montesclaros, are representative of these intellectual groups which followed very closely the popular trends in Spain. Their bards participated in poetry contests that were as fashionable in Lima and Mexico as in Madrid. (Chang, “Gendered Voices” 279) Precisamente una de las relaciones que se presentan entre el escritor y la corte toman lugar en las academias las cuales llegan a convertirse en un significativo centro intelectual del virreinato en el siglo XVII. Es por esto que el rol de las academias dentro 11 Hay diferentes escritos sobre la formación y actividad de la Academia Antártica. En el libro de Alberto Tauro del Pino, Esquividad y Gloria de la Academia Antártica, hace énfasis en la falta de referencias sobre el desarrollo de la Academia. Lohmann Villena la ha denominado de “fantasmal”. Sin embargo, se sabe de su existencia por tres escritos: “a) el soneto de Gaspar de Villarroel y Coruña, en nombre de la Academia, a Pedro de Oña (que aparece en el paratexto del Arauco Domado (Lima 1596); b) la mención que de ella se hace y el elogio que se le ofrece a sus miembros en el “Discurso en loor de la poesía” de la Poetisa Anónima, publicado en el paratexto de Primera parte del Parnaso Antártico de Mexía de Fernangil (Sevilla, 1608); c) el soneto de Pedro de Oña en nombre de la Academia (ibid)” (Rose, “La formación” 11) 22 de una sociedad cortesana cumple un papel fundamental. En la metrópoli, la práctica que se ejerció en las academias de Valencia, Sevilla, Zaragoza, Granada y Madrid reflejaron “una concentración cultural propiciada por la sociedad cortesana y las consecuencias de aquella: mecenazgo, clientelismo, legitimación, competición y distinción” (Gutiérrez 40). Así también, en América se registró no sólo un trabajo cultural sino también social, político y en especial el acercamiento de sus participantes con el campo de poder del momento. Como apunta Rose en “Hacia un estudio de la élites letradas en el Perú virreinal”: “el estudio de las academias nos lleva a la cuestión del mayor control que habrán de ejercer los círculos de poder sobre la actividad poética durante el siglo XVII y la función de los poetas en la política del estado” (124). En este contexto el escritor que forma parte de las academias tiene la oportunidad de conseguir un ascenso social obteniendo un puesto gubernamental o sacando provecho al relacionarse con los integrantes de ésta. Rose describe a las academias de esta manera: Es la academia (en cuanto a espacio de particulares que forman, por otra parte corporación) la que permite en gran medida a los individuos que aspiran a cargos, ya sea el ingreso a la élite gubernativa (tal el caso de un funcionario), ya sea entrar en relación con sus miembros (tal, generalmente, el caso del poeta- aunque a menudo éste y aquel fueran la misma persona). El ejercicio de la letra, pues, se convierte en medio privilegiado de movilidad social. (“La formación” 9) De esta forma las academias se convierten en una entrada para tener acceso a los grupos de poder: “para ascender dentro de la burocracia, los intelectuales […] debían atraer la atención de sus superiores jerárquicos, para lo cual el brillo e ingenio de su 23 producción poética servía de carta de presentación y de señuelo” (Vidal 109). Es por esto que a inicios del siglo XVII un grupo de poetas se animan a formar una de ellas en la ciudad de Lima, como se ha mencionado anteriormente. Los poetas forman parte de una academia por diversas razones. Entre estas razones está el anhelo de conformar un grupo intelectual importante el cual les permitía no sólo relacionarse con diferentes integrantes sino también llegar a conocer nuevas ideas y revisar material de su interés que llegaban de afuera. Las relaciones que podían encontrar en las academias también incluían a los allegados al virrey quienes se convertían de alguna manera en una ayuda para conseguir algún puesto dentro de la burocracia, la política o un mecenas que le aseguraba una carrera orientada hacia las letras (Rose, “La formación” 10). La práctica de estas estrategias de favoritismo que buscaban los intelectuales se intensificaron ya que no existió una vía oficial o regulada para llegar a ocupar puestos o mercedes en el virreinato. Esto se determinaba por la voluntad indiscutible del superior quien otorgaba o quitaba favores y prebendas a su completo arbitrio. Es también importante señalar que el trabajo cultural en la corte virreinal se vio reflejada en la educación y disposiciones relacionadas a la cultura fomentando las letras y las artes. A comienzos del siglo XVII ya se contaba con instituciones educativas en Lima y Cuzco, el Colegio del Príncipe (1620) para los hijos de indios nobles y los de San Francisco de Borja y San Bernardo (1619) para los hijos de caciques y conquistadores, respectivamente, así como el colegio Mayor de San Felipe y San Marcos, el Seminario Conciliar Santo Toribio y la secularización de la universidad de San Marcos. Así 24 también, la introducción de la imprenta12 ayudó especialmente en la difusión de temas espirituales e intelectuales publicándose pocos libros y casi todos religiosos. Títulos como el Arte de la lengua Aymara (1616) y el Arte de la lengua quichua (1619) del jesuita Diego de Torres, y Relación de las fiestas a la Inmaculada Concepción (1618) dan cuenta del interés de la corte en difundir ideas que contribuyeron con su política de gobierno (Jiménez, “Las Indias” 148). Es importante tener presente que en esta época la fiesta cortesana no sólo consistió en un evento de festejos y cultura sino también fue una manifestación de poder. El arte y entretenimiento en estas celebraciones incluyó, en la mayoría, justas y competiciones literarias: “la justas literarias formaban parte del aparato de la fiesta y se tenía que hacer público en los lugares convenientes, con la indicación de las condiciones de las poesías que habían de se premiadas, asunto y metro, y el premio” (López 184). Las representaciones más importantes en estos eventos se daba lugar en el salón de Palacio o en el retablo de la Iglesia: La Fiesta se abre como un gran espectáculo constituido por gestos pautados como las ceremonias del recorrido de una autoridad a un lugar central de la escena, en que se muestran como escenografía la plaza, la iglesia, el balcón para los señores principales. Todo ha de suceder ante un público expectante, que sigue el ceremonial: el desfile de los carros, la procesión, la misa, el repique de campanas, las representaciones de los 12 En 1539 la imprenta llegó a México y en 1584 a Lima. Luego, llega a Puebla (1640), Pernambuco (1647) y Guatemala (1660). Se tuvo que esperar hasta el siglo XVIII para que se instale en otras ciudades. Así también, en Santo Domingo (1535), México y Lima (1551) y Colombia (1580) se establecen las primeras universidades (Gurrola 38). 25 diversos grupos con sus alegoría, los estandartes, las figuraciones, el universo mitológico, etc. (Iniesta 852) En los preparativos de estas celebraciones se realizaron convocatorias de certámenes poéticos que se publicaban por calles y plazas: “se diseñaban emblemas y alegorías que decoraban las fachadas de los edificios, colgaban de los balcones, se exhibían en los arcos triunfales o paseaban en pancartas y carros durante los desfiles (Gonzalbo 26). Las justas literarias se realizaban en diferentes fiestas del virreinato pero no podía faltar en la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Así también sucedía con las comedias y los autos sacramentales (Gonzalbo 42). Es importante resaltar que estas celebraciones tenían la misma importancia en España. En estas celebraciones se llegó a tomar los edificios, calles y plazas de las ciudades de América transformándolas notoriamente y creando un impacto en la población. Una cuestión importante es que el arte y espectáculo preparado para estas celebraciones cortesanas llevan una ideología particular y un objetivo propagandístico por parte de las autoridades políticas y eclesiásticas: “los jeroglíficos, esculturas, poemas y pinturas que decoran los arcos de triunfo y los catafalcos efímeros son los elementos plásticos y literarios que transmiten toda una ideología” (Mínguez 359). Una de las fiestas suntuosas que se realizaba en Lima durante el virreinato fue el recibimiento y la entrada pública del nuevo virrey a la ciudad. El virrey se dirigía a la ciudad para juramentar donde le esperaba un arco triunfal13 trabajado especialmente para esta ocasión: “junto al arco triunfal se hacía un pequeño teatro, cerrado, donde el Cabildo 13 El arco triunfal para este tipo de celebraciones se levantaba a las afueras de la ciudad. Su construcción era de madera, cubierto de lienzo pintado de blanco a imitación de mármol: “para el recibimiento del Príncipe de Esquilache el cabildo contrató la construcción del arco con el escultor Martín Alonso de Mesa. En él se habían de poner nueve figuras de bulto o escultura, según la forma que debía indicarle Fray José de Arriaga de la Compañía de Jesús” (Bromley “Recibimientos de virreyes” 20). 26 secular tomaba juramento al nuevo virrey de que guardaría los fueros y las honras de la ciudad” (Bromley “Recibimientos de virreyes” 12). Así también, como parte de esta celebración la Real y Pontificia Universidad de San Marcos recibía al virrey exponiendo sus pinturas y mejores adquisiciones: “el virrey llegaba con su comitiva oficial, escuchaba del catedrático designado un elogio académico de su grandeza y virtudes y distribuía los premios del certamen poético que en su honor se celebraba” (Bromley “Recibimientos de virreyes” 34). El desfile de carros alegóricos fue muy común en esta clase de eventos. Llevaban por lo general figuras o esculturas movibles las cuales representaban figuras simbólicas, mitológicas e históricas: “los desfiles de carros alegóricos eran organizados y ejecutados principalmente por los planteles de educación, cuyos doctores y alumnos hacían así demostración de sus conocimientos de la mitología griega y romana y de la historia de España” (Bromley “Fiestas caballerescas” 211). Del mismo modo, las representaciones teatrales para estos eventos se ofrecían primero en tablados y en el atrio de la catedral de Lima: “los autos sacramentales o comedias a lo divino fueron posteriormente entremezclados con entremeses o comedias a lo humano de contenido regocijante y con la inclusión de artistas cómicos” (Bromley “Fiestas caballerescas” 212). Las actividades literarias en las fiestas cortesanas presentaron, al igual que en España, un afán de promoción social en esta sociedad y cultura: “Además del intercambio propiciado en estas justas literarias, los escritores y aficionados a las letras se reunían en torno a virreyes y mecenas, ansiosos de prestigiar su corte y casa con el brillo otorgado por el ejercicio literario” (Chang-Rodríguez, “Aquí ninfas” 29). Los poetas que participaban veían en estos certámenes literarios una oportunidad para dar a conocer su 27 obra y de esta forma conseguir un reconocimiento dentro de este ambiente o conseguir un mecenas: la celebración de efemérides, la llegada de autoridades virreinales, la exaltación al trono de un nuevo soberano, una victoria contra los enemigos, nacimientos, matrimonios y funerales reales, eran ocasiones de reunión para las cuales los poetas componían versos. (Chang-Rodríguez , “Aquí ninfas” 28) A inicios del siglo XVII, los intelectuales en Lima van en aumento conformando un grupo de diferentes grupos sociales y razas. A la vez este mismo grupo se divide en eclesiásticos y seculares que pueden ser españoles, criollos y algunos casos mestizos. Los poetas fueron conscientes que el contacto con una academia sería beneficioso para ellos tanto en el plano intelectual como político. Es así que la ciudad de Lima se desarrolla y su ambiente literario crece con la aparición de intelectuales que van encontrando su espacio: La construcción de dicho espacio comienza así, nutrido por las exigencias de reconocimiento, legitimación y valoración de las élites de una ciudad que intenta competir intelectualmente con esa otra cabeza de reino, la ciudad de México, y de una región que había ingresado al imaginario europeo definida por sus riqueza y hasta entonces valorada exclusivamente por la abundancia de sus metales. El proyecto de una academia […] surge, pues, de dichas exigencias. (Rose, “Hacia un estudio” 126) Las tertulias que se organizaron en esta época fueron un espacio de encuentro entre todos los interesados de las letras y formaron parte del ambiente cultural en 28 América: “la cultura novohispana fue ante todo una cultura verbal: el púlpito, la cátedra y la tertulia” (Paz 69). El grupo que se reunía fue muy variado ya que se podía encontrar escritores con experiencia y los que recién se iniciaban: “Estas tempranas peñas literarias concitaban la atención de fieles seguidores de modelos estéticos peninsulares traídos a América por escritores españoles o en obras despachadas al Nuevo Mundo por libreros ansiosos de pingües ganancias” (Chang, “Clarinda, Amarilis” 183). Aquí, se intercambiaron ideas, se hacía lectura de escritos y se realizaban certámenes de poesía que fueron muy concurridos. Desde esta perspectiva es importante rescatar los rasgos distintivos de este ambiente intelectual que se reflejó en diferentes actividades culturales: La animación intelectual, la pasión y el ingenio con que se discutía sutilmente sobre puntos de erudición y filosofía, no debe ocultarnos el carácter esencialmente dogmático de la cultura. La crítica teológica y literaria, por más vivaz y docta que fuese, no era realmente crítica, en el sentido moderno de la palabra: examen de los principios y los fundamentos. (Paz 69) En este clima cultural cortesano del virreinato del Perú en el siglo XVII aparecen los textos de Juan del Valle y Caviedes. Llega a Lima una nobleza peninsular que establece un modelo cultural que se desarrolló con sus propias reglas, limitaciones y problemas. A este ambiente cultural se suma la influencia de los clásicos de la literatura del Siglo de Oro que marcaron la mentalidad y el ejercicio creador de los intelectuales de la época quienes combinaron con acierto lo peninsular y lo local en un discurso criollo en la literatura colonial. 29 1.3 El campo de poder en el virreinato del Perú Las diferencias que se presentaron entre las colonias y España14 se basan primordialmente en la posición de dependencia en relación a su metrópoli. Estas diferencias se hacen notorias tanto en lo político como en lo social15 traduciéndose en una correspondencia de dominación y privilegio. Es así que en América los españoles llegan a asumir los más altos cargos en el sistema social. Esta situación de desigualdad se refleja también en lo económico ya que las riquezas que España se llevaba eran menores en relación a las que traía. Así también, en el aspecto religioso, el catolicismo se convierte en una religión que llega recién a América y de muchos años de permanencia en España (Paz 42). Será pertinente conocer cómo el poder que ostentó la corte virreinal influyó en el campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú. A través del estudio de Norbert Elias en el que describe cómo se desarrolla la influencia de ciertos grupos sociales se analizará cómo a través del mecenazgo y el clientelismo el escritor puede negociar su nueva posición en la sociedad, basada en el prestigio que dicho escritor concede y a la vez recibe del campo del poder. Así también, los modos, tácticas y posibilidades de representación que ofrecían las academias, tertulias y justas literarias en este contexto: “en tertulias y veladas palaciegas se impresionaba a la autoridad virreinal mediante un brillo verbal que podía conducir a la concesión de favores y mercedes dentro de la escala 14 España representaba una estructura política sólida. Estaba compuesta de un enmarañado sistema social y administrativo que se desarticuló a inicios del siglo XIX. Este imperio tuvo que hacer frente a dos situaciones difíciles de encarar: las diferentes poblaciones que poseía y la inmensa extensión de sus territorios (Paz 193). 15 La sociedad en América fue producto de los españoles, el grupo dominante, y el nativo que se convierte en dominado. El aporte africano es también significativo al mezclarse y formar una sociedad diversa que se unifica bajo la superioridad del grupo dominante: “la imposición obligatoria de una religión, la sujeción a unas autoridades y a unas leyes, la expansión, no compulsiva pero irresistible, de una lengua, y la tendencia a imitar un modelo que representa el éxito social, el triunfo y la riqueza” (Domínguez 38). 30 burocrática. En esto había una movilidad social para este sector medio intelectual” (Vidal 108). Este análisis contribuirá a explicar cómo un escritor llega a ocupar un lugar dentro del campo literario y qué lo lleva a escribir específicas obras. En el estudio de la corte virreinal es importante señalar la polémica que se ha originado en base al tratamiento político de las colonias americanas por parte de la metrópoli. En este sentido, la situación de dependencia gubernamental y cultural crea una dificultad en situar a las colonias en el mismo plano de los demás territorios de la metrópoli. Por otro lado, también se cuestiona el problema de los títulos nobiliarios que al inicio sólo se dio en exclusividad a los españoles trasladados a América. Sin embargo, la corte virreinal es entendida en este contexto por la representación del rey, a causa de la distancia geográfica de las colonias, en la figura del virrey. De esta forma, el virrey adquiere importantes funciones y amplios poderes durante su gobierno. Es así que el marqués de Cañete, virrey peruano, se nombraba así mismo como “el Rey vivo en carnes” (Latasa, “La corte” 344-45). Los virreyes pertenecían a la aristocracia media en España de los cuales predominaban los condes y marqueses. Los duques no se encontraban en este grupo ya que por el título que poseían se los consideraba como Grandes de España. Varios de los duques como los Medina Sidonia, Medinaceli, Alba, Infantado escogían los virreinatos italianos por su cercanía y por ser menos complejos. En el caso de los virreyes americanos, éstos debían resolver diversas situaciones con gobernadores, autoridades militares y eclesiásticas ganándose serios enemigos durante su gestión (Domínguez 167). Durante el siglo XVII gobernaron quince virreyes en el virreinato del Perú. En este siglo la corte virreinal tuvo su momento de mayor envergadura, siendo el virrey 31 quien ocupó el lugar prominente dentro del mundo colonial: “tenía facultades políticas, religiosas, jurídicas, económicas y militares, pues el mandatario venía investido con los cargos de presidente de la Real Hacienda y vicepatrono eclesiástico” (Altuve-Febres 140). El virrey gozaba de gran autonomía para tomar decisiones de todo tipo: “[los virreyes] disfrutaban de un sueldo elevadísimo […] si querían sacar provecho del cargo y regresar a España con abundante caudal podían acudir a trazas y arbitrios que no se les reprochaba demasiado porque entraba en la costumbre y eran de todos sabidos (Domínguez 163). Su poder se extendió en varios territorios conformados por las Audiencias16 de Panamá, Lima, Santa Fe de Bogotá, Charcas, Quito, Chile y Buenos Aires. El virrey fue la autoridad real más importante en su territorio representando al rey como su alter ego: En la América hispánica, el virrey era por su oficio, o más bien a través de la acumulación de oficios, la cabeza del gobierno y de la administración en su distrito, presidente de la audiencia de la capital, capitán general del virreinato y representaba al rey también como vice-patrono de la iglesia. […] representaba también los intereses de los súbditos americanos ante el rey. (Büschges, “La corte” 10) Así pues, dentro de la estructura política-administrativa el virrey fue el máximo representante del sistema burocrático. Es importante señalar que a través del Consejo de Indias se discutieron importantes informaciones del Nuevo Mundo y se recomendaba al 16 La Audiencia fue una de las instituciones superiores en lo jurídico y político ordenándose en base a ella toda la organización interior de los reinos. Se componía por Oidores, Alcaldes del Crimen, un Fiscal, un Protector de Indios entre otros oficiales y según la monarquía cumplía funciones específicas: “Para que nuestros vasallos tengan quien los rija y gobierne en paz y en justicia, sus distritos se ha dividido en gobiernos, corregimientos y alcaldías mayores, que están subordinadas a la Real Audiencia”. Debido a estas funciones precisas es que el virrey se convierte como el máximo representante de las diferentes Audiencias y sus regiones (Altuve-Febres 176). 32 rey los individuos más preparados para ocupar cargos civiles y eclesiásticos en América. Este Consejo estaba conformado por diecinueve integrantes muy allegados al rey. Ninguno de ellos llegó a ocupar un puesto en América. Es por esto que la información que ellos obtenían de las colonias fue numerosa pero en forma oral y escrita. Por esta razón no se hicieron esperar las críticas de parte de los virreyes ya que no manejaron información de primera mano (Domínguez 162). El Consejo de Indias entregaba a los virreyes instrucciones específicas a seguir durante su gobierno en América ya que representaban al rey de España. Entre ellas se le pide mostrase muy religioso, confesarse y comulgar frecuentemente. Debía guardar mesura en su comportamiento, vestirse usando capa larga, evitando colores vistosos y los sombreros sin plumas (Hanke 266). También recibía recomendaciones en la organización de su servicio personal en América tales como: Ha de tener muchos y buenos caballos […] Cuatro coches, cuatro acémilas, cuatro esclavas negras y dos negros. Ocho indios de servicio, de los que andan en hábito de españoles. Dos lacayos españoles. Pajes, gentileshombres y oficiales los que pareciere. (Hanke 270) El virrey no sólo recibía del Consejo de Indias indicaciones de tipo personal sino también precisiones detalladas de gobierno en el virreinato con el propósito de llevar la política que la Corona había designado. El virrey debía de reubicar a los religiosos que se encontraban en los conventos de la ciudad cuando la Corona los habían destinado a realizar su trabajo en pequeños pueblos. Eran aconsejados de los serios problemas que podían crearse si no se vigilaban en los conventos los enfrentamientos entre españoles y criollos. Se les pedía que se vigilaran los pueblos para evitar abusos que se cometían con 33 los indios y se castigara a los responsables: “el rey mi señor que sea en gloria: Quiero que me deis satisfacción a mí y al mundo del modo de tratar mis vasallos, y de no hacerlo y no vea yo ejecutados ejemplares castigos […] me daré por deservido” (Hanke 272). El poder del virrey se expresaba a las autoridades locales y a los pobladores desde el primer momento que hacía su aparición en la ciudad colonial con una entrada que seguía el patrón de la entrada solemne del rey de España en la ciudades de Europa. Esta ceremonia en América, que se prolongaba semanas o meses, fue conocida como el “recibimiento” y se llevó a cabo en varios momentos para los diferentes virreyes que hacían su ingreso a Lima. Este acontecimiento público era considerado un privilegio para el virrey ya que representaba al rey y le permitía a la vez darse a conocer como la máxima autoridad de la región ante todos los presentes. Además, la exhibición del lujo y del orden durante la ceremonia fue importante para dar a conocer el poder y grandeza de la ciudad dentro del virreinato (Osorio 772-74). La entrada y el juramento del virrey fueron los momentos más significativos para la ciudad en este festejo público cortesano: El Virrey entraba montado en un caballo blanco, cuya silla y guarniciones estaban bordadas en plata. Los regidores, por su parte, vestían con tela carmesí forrada en brocado del mismo color. Los doctores de la Universidad iban togados y los miembros de la Audiencia montaban caballos adornados con elegantes gualdrapas. El Procurador de la ciudad le pedía al Virrey entonces que jurase en nombre del Rey de España que guardaría y cumpliría solemnemente los privilegios, provisiones y cédulas que Su Majestad había dispuesto a favor de los pobladores y reinos de estas tierras. (Acosta 110) 34 Otro momento importante en esta actividad oficial del nuevo virrey es el que toma lugar antes de su entrada a la ciudad y que le permitía conocer el ambiente de su futuro gobierno en el besamanos. Si bien es cierto que existía cierta disconformidad o desaprobación por el nuevo gobierno y sus planes no se presentaban problemas durante la ceremonia de recibimiento ya que esta disconformidad lo expresaban en los preparativos o después de la entrada del virrey. Así también se destaca la extensa procesión que acompañaba al virrey en su entrada a la ciudad. En estos diversos grupos que formaban parte de esta procesión se podía conocer a la agrupación política que gobernaría al lado del virrey (Osorio 776). De esta manera la entrada del virrey con todo su comitiva estaba preparada para resaltar la autoridad política y el orden muy esmerado que se exhibía a la entrada a la ciudad como un mensaje desde la metrópoli de eficaz gobierno. El virrey ingresa a la ciudad con una numerosa comitiva constituida por familiares, parientes, amigos y criados. Parte de esta comitiva era para el servicio del virrey y su familia pero también estaban los que esperaban conseguir un beneficio o cargo en la nueva ciudad. Los empleos en la corte fueron diversos y llegaban a ocupar entre ochenta y ciento cincuenta personas: mayordomos, gentilhombres de la cámara, médicos, sacerdotes, caballerizos, secretarios, cocineros e inclusive cazadores. Los cargos más cercanos al virrey fueron el de secretario personal y el de asesor en materias jurídicas17. Es así que los virreyes llegaron al Perú con una corte conformada por varias 17 Al parecer sólo en la corte virreinal mexicana emergió la figura del valido ocupando uno de los cargos más cercanos al virrey (1612-1635). Don Pedro Serrano durante el gobierno del marqués de Guadalcázar (1612-1621), don Francisco de la Torre, valido del marqués de Gelves (1621-1624), y don Antonio (Urrutia de Vergara bajo el gobierno del marqués de Cerralvo (1624-1635): “parecido al caso de la metrópoli, los validos mexicanos estudiados tenían los campos más importantes de su actuación en el gobierno y en el patronage de los virreyes” (Büschges, “El valido” 9). 35 personas quienes se disputaban entre ellos favores o cargos que les permitiría tener una vida tranquila en el Nuevo Mundo (Torres, Corte 113). La corte que existió en Lima durante el siglo XVII, renovándose con los nuevos virreyes que llegaban de España, tuvo similares usos al modelo europeo como también importantes diferencias. En el virreinato peruano, la costumbres como las redes clientelares, los favoritismos y el patronazgo favorecían a un grupo reducido que no siempre se caracterizaban por ser los mejores profesionales que se requería y a la vez contribuyó con la disconformidad de los criollos en la sociedad. El ejercicio de la distribución de las mercedes, oficios y premios reforzaba el poder del virrey al crear enmarañadas redes clientelares. Si bien es cierto que el virrey respondía a una soberanía real, éste a la vez presentaba ciertas limitaciones en su gobierno: […] la brevedad de su periodo gubernativo (en esencia un virrey sólo podía gobernar entre tres y cinco años, aunque, en esto, el rey era quien tenia la última palabra), la resistencia de las élites locales y el control que la Corona ejercía sobre ellos por medio de las visitas y los juicios de residencia. (Torres, Corte 60) Una de las facultades del virrey fue conceder mercedes. Si bien es cierto que al rey le concernía la distribución de los cargos administrativos por ser el que tenía a cargo todos los puestos del reino, esto cambió en América y fue el virrey quien tomo esta responsabilidad. Se contempló varias razones para que el rey delegara esta función como por ejemplo la lejanía en la que se encontraba de América, el conocimiento del virrey que tenía del lugar que gobernaba y lo que acontecía, el seguimiento y evaluación que realizaba el virrey a los que pretendían obtener alguna merced u oficio en sus territorios. 36 Esto les permitió a los virreyes ejercer funciones de tal envergadura (Lohmann, El corregidor 155). El virrey repartía numerosos oficios de diferente nivel de importancia, es decir podían ser de mayor o menor valor y también se encontraban los honoríficos. De esta manera se entregaba rentas, encomiendas y corregimientos18. De la misma forma elegía a los protectores y abogados de indios, jueces de aguas y jueces de causas, alcaldes de hermandad, contadores, visitadores y administradores de comunidades y de obrajes. Así también escogía los puestos militares de mayor categoría de la región y su voto fue determinante en diversas ocasiones para la elección de alcaldes y catedráticos universitarios (Bromley “Recibimientos de virreyes” 8). Es así que las amplias funciones que ejercían los virreyes durante la colonia les concedía un poder único en los territorios de sus dominios ya que fue determinante sus decisiones para la elección de diversos funcionarios en su gobierno. Los virreyes conocían perfectamente lo que significaba ser el que proveía mercedes, oficios y premios para los que ellos decidieran. Para los gobernantes de la corte era considerado necesario este poder ya que de esta forma se ganaban el respeto necesario hacia su persona y a la vez se constituían grupos de gran dependencia para beneficio del gobierno. Según Mariluz Urquijo, la manera en que se realizó la petición de una merced en el mundo cortesano fue a través de la presentación de numerosos y especiales documentos en las oficinas del palacio. Estos documentos estaban constituidos por 18 Durante la colonia las mercedes más deseadas fueron las rentas de encomiendas y los corregimientos. Sin embargo, a inicios del siglo XVII se le dio menos importancia el ser encomendero ya que se convirtió sólo en un puesto simbólico que no representaba poder. A diferencia de las rentas de encomiendas, los corregimientos se convirtieron en los puestos más pedidos. El ser elegidos por el rey o virrey marcaba una diferencia en relación a la duración en sus cargos como también en la calidad del mismo (Lohmann, El corregidor 155). 37 memoriales, petitorios, probanzas, descripciones de servicios, certificaciones y reales cédulas que reforzaban la solicitud del postulante. Lo más usual fue solicitar cualquier tipo de meced que se ofrecía. Otro aspecto que es importante señalar es que los requerimientos para solicitar una merced dejaban de ser necesarios cuando un nombramiento era tratado a la vez como merced (78). Cabe señalar que era común recompensar el trabajo realizado a la Corona aunque se haya realizado en el pasado, es así que cualquier descendiente podía ser beneficiado. Los criollos como beneficiados, y como la ley lo estipulaba, esperaban esta premiación como un reconocimiento al trabajo realizado por sus familiares en el pasado. Los criollos tenían el derecho a ocupar puestos como corregidores, catedráticos, secretarios, asesores, oidores, visitadores, etc. Sin embargo, estos puestos fueron destinados a personas cercanas a la corte demostrando en la mayoría de ellos falta de eficacia en su trabajo. Los virreyes recibían documentos específicos que enfatizaban el impedimento de emplear a sus allegados. En este sentido, esta situación se acentuó durante el siglo XVII al no tomarse en cuenta lo que estipulaba la corona al respecto19. Es así que las cédulas se hicieron cada vez más constantes en la medida en que diferentes gobiernos exageraban en beneficiar a los que ellos preferían y no consideraban lo estipulado por la Corona. La primera cédula la firma el rey Felipe III en 1619 especificando que se otorgaría los puestos a los criollos descendientes de los conquistadores de la región y especificando 19 El gobierno del virrey Esquilache (1615-1621) representó un claro ejemplo de cómo se benefició en exceso a sus allegados. Su comitiva llegó a sumar 174 criados ansiosos de obtener mercedes y puestos los cuales fueron recibidos inmediatamente después de su llegada a Lima. Además, fue conocido el abuso de autoridad que ejerció el virrey durante su gobierno Es así que las críticas y protestas de parte de los criollos no se hicieron esperar llegando sus quejas hasta la metrópoli. El rey intenta resolver esta situación a través de la siguiente cédula: “Real provisión dirigida a los oficiales de la Real Hacienda de Los Reyes por la que se dispone que en lo sucesivo no se pague salario ni se provea puestos a personas sin autorización real conforme lo venía haciendo el virrey Príncipe de Esquilache” (Hanke 158). 38 que se prohibía ofrecer oficios a parientes cercanos, criados y allegados del virrey. El rey Felipe IV en 1623 hizo un cambio en la cédula y determinó que ésta no afectaría a algunos criollos que se desempeñaban como criados en la corte. En 1625 se estipuló que se informara con detalle de las mercedes otorgadas con el objetivo de tener un mejor conocimiento al respecto. Así también, en 1660 se estableció desde la metrópoli la prohibición de que residan los virreyes en América con sus hijas o hijos casados pidiendo acatar esta disposición con extremo cuidado. Una prueba que esta situación llego a convertirse en un problema es la publicación de las cédulas de 1619 y 1660 por el rey Felipe IV en 1662 con el fin de hacer respetar lo establecido (Konetzke 241-48). Es importante enfatizar que los que se favorecían más en estas circunstancias fueron los familiares de los virreyes de turno. En este caso se les ofrecía los más importante cargos militares del virreinato como el de general de la Armada o general de mar y tierra. Una nueva cédula en la que se prohibió que familia del virrey obtenga cargos en el área militar fue puesta en circulación en 1678. Así también, los familiares de los gobernantes del virreinato no sólo se beneficiaban con diferentes concesiones sino que fueron protegidos ante cualquier quebrantamiento de la ley (Rodríguez, “Aspectos” 24). Ya a finales del siglo XVII se agrava significativamente esta situación que obliga al rey a tomar una drástica decisión en 1678. Es así que se determinó a través de una real cédula dejar sin efecto el amplio poder que tenía el virrey en Lima para designar diferentes puestos y cargos durante su gobierno. Este derecho se convirtió desde ese momento en exclusividad del rey (Lohmann, El corregidor 165). De esta forma se intentó mejorar la situación de los criollos debido a sus constantes reclamos que llegaron a la 39 metrópoli. Por supuesto, este cambio drástico originó respuestas inmediatas de los propios virreyes aduciendo que sus facultades se restringirían considerablemente afectando un buen gobierno durante sus respectivos periodos. Así lo expresa públicamente el arzobispo y virrey Liñan y Cisneros: […] si el virrey se quedase con la espada de la justicia en la mano, pero no con la rama fructífera del premio, haría horrorosa la imagen del rey y se hallaría destituido del afecto común, sobre todo porque la nobleza mejor se deja vencer y llevar de la ingenua y decorosa esencia del premio que del servil efecto del temor. (Lohmann, El corregidor 167) La disconformidad de los virreyes en el virreinato de Nueva España y del Perú20 a causa de esta cédula real se hizo cada vez más intensa que obligo al rey a derogarla en 1680 restableciendo los amplios poderes a los virreyes en las colonias de América. Sin embargo, en la práctica, desde España se decidió otorgar diferentes cargos para las colonias. Esto motivó no sólo un malestar a los virreyes ya que se veía disminuidas sus facultades sino también los criollos intensificaron más sus quejas al ver que llegaban desde la metrópoli españoles para desempeñar cargos públicos, justamente lo que ellos esperaban conseguir en la capital del virreinato (Lohmann, El corregidor 169). Es importante anotar el enriquecimiento de los virreyes a través de las dádivas y regalos que recibían por la repartición de cargos en el virreinato y, especialmente, por su participación en el comercio que se ejerció con Filipinas. Al terminar el gobierno de los 20 En el virreinato del Perú, el virrey Melchor de Navarra y Rocafull, duque de la Palata (1681-1689) expresó al rey su malestar sobre las cédulas reales que recortaban sus funciones en América. En la “Relación de gobierno del duque de la Palata” (1689) expone diversas razones que favorecían a un virrey si contaba con esta facultad. El virrey propone que se autorice designar puestos sólo a doce de sus criados y el resto sería repartido entre los criollos, propuesta que es aceptada por el rey. En diferentes momentos de este documento el virrey se expresa de un modo altivo y soberbio (Hampe, “Navarra y Rocafull” 283). 40 virreyes se podía encontrar los que no habían hecho mucha riqueza, los que medianamente lo hicieron y los que exageraron en acumular fortuna21. Una evidencia que permitía conocer la magnitud de su enriquecimiento fue el estilo de vida que iniciaban al regresar a España o los regalos que llevaban a la Corte. Entregaban numerosos chocolates, oro, perlas, piedras preciosas, dados de oro, barajas de plata para el rey y su familia (Maura 58). La manera cómo se enriquecían los virreyes no asombraba si éstos no se pasaban de ciertos límites: “Las mismas autoridades que buscaban estos suplementos de sueldo podían tener fama de íntegros y alardeaban de ello en las memorias que redactaban al final de su mandato” (Domínguez 164). Este análisis del contexto social y literario en el que aparece y evoluciona Valle y Caviedes permitirá analizar su trayectoria literaria y su relación con el campo de poder de la época. Como señala Bourdieu será imprescindible para la investigación del campo literario conocer cómo emerge la literatura del poeta colonial quiénes componían su habitus reconstruyendo de esta forma su red de relaciones. 21 Al término de los cuatro años de gobierno en el virreinato de Perú, Don Fernando de Torres y Portugal, conde de Villardompardo regresa a Jaén y construye un imponente palacio sirviendo como cimiento unos baños árabes. Don Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar, reconstruye su palacio en este lugar y adquiere el de Posadas valorizado en más de once cuentos de maravedises. El virrey de Nueva España, marqués de Cerralbo, regresa a España en 1636 con dos millones de pesos de hacienda (Fradejas 113). 41 II. El campo literario y su dinámica colonial 2.1 El surgimiento del campo literario colonial del siglo XVII Es al inicio del siglo XVII que se dan a conocer escritos que representan el auge de la literatura virreinal. Es el caso de Clorinda y su Discurso en loor de la poesía (1608): “el Discurso en loor de la poesía expone el credo literario de esta temprana Academia a la vez que menciona a nuevos poetas novocastellanos e informa sobre la estabilidad social limeña y el proceso de transculturación iniciado en la conquista” (Chang, Cancionero 12). Es por esto que este momento es conocido también como un período de aculturación que forma los pilares del temprano ambiente literario peruano. En las letras de las primeras décadas del siglo XVII hay una especial circunstancia como lo afirma el crítico Antonio Cornejo Polar, según él nos hallamos ante la: “instancia del proceso formativo de nuestra América: momento noble, o tal vez múltiple, porque abre el espacio y el tiempo americanos a las experiencias de la Edad Media tardía, del renacimiento, del barroco y del neoclasicismo temprano” (“Ajenidad” 657). Este periodo se caracterizó por la presencia y formación de un importante centro cultural en el que los hombres de letras se reunían para compartir ideas, presentar poemas o libros en reconocidos certámenes poéticos en Lima como en México: Así, “el interés literario de la aristocracia virreinal se manifiesta en los poemas presentados en diversos certámenes y leídos en cenáculos y academias y en las obras en prosa que circularon mayormente manuscritas” (Chang, Cancionero 9). Estos grupos de letrados tomaron en cuenta las letras de la metrópoli para plantear sucesos americanos mostrando, en diferentes momentos, diferentes situaciones del virreinato peruano llegando a ser conocidos más allá de sus fronteras: “importantes escritores de la época conocieron y 42 alabaron a los poetas peruleros. Cervantes en su “Canto de Calíope”22 (1585) elogia a once de ellos, y Lope de Vega en el Laurel de Apolo23 (1630) alaba a trece poetas novocastellanos” (Chang, Cancionero 10). La Academia Antártica es nombrada en algunos de los textos de los poetas de esta época para dar a conocer su importante actividad artística como también nombres y obras de sus integrantes. Así como Amarilis hace referencia de la Academia Antártica en su poesía, el escritor y obispo de Arequipa en el virreinato peruano, Gaspar de Villarroel y Coruña, escribió también un soneto en nombre de los integrantes de la Academia con el propósito de elogiar el Arauco domado (1596) de Pedro de Oña: “Del Licenciado Gaspar de Villarroel y Coruña, abogado de la Chancillería Real de la ciudad de los Reyes. Por la Academia Antártica al Licenciado Pedro de Oña” (Oña 21-22). De la misma manera, Pedro de Oña escribió un soneto que se publicó en el Parnaso Antártico (1608) de Pedro Mexia de Fernangil bajo el título: “Soneto del Licenciado Pedro de Oña en nombre de la Antártica Academia de la ciudad de Lima en el Perú” (Chang, “Epístola” 87). Como se ha señalado anteriormente, al inicio del campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú sobresalen textos de escritoras anónimas como el Discurso en loor de la poesía (1608) de Clarinda24 y la “Epístola a Belardo” (1619) de Amarilis25. 22 Cervantes elogia a Diego de Aguilar y Córdoba, Juan de Avalos y Rivera, Alonso de Estrada, Rodrigo Fernández de Pineda, Gonzalo Fernández de Sotomayor, Enrique Garcés, Diego Martínez de Ribera, Pedro Montesdoca, Alonso Picado, Sancho de Ribera y Juan de Salcedo Villandrando y Bravo de Laguna (Sánchez, “Preludio” 108-10). 23 Los escritores que Lope de Vega resaltó fueron Juan de Arámbulo, Fernando de Avendaño, Francisco de Borja y Aragón, Rodrigo de Carvajal y Robles, Gabriel Gómez de Sanabria, Fray Lucas de Mendoza, Cristóbal de la O, Pedro de Oña, Matías de Porras, los de Pinelo y Amarilis (Sánchez, Los poetas 139-41). 24 La identidad de Clarinda no se ha podido precisar. El nombre se lo otorgó Marcelino Menéndez Pelayo basándose en el Discurso en el que se menciona a Juan Salcedo Villandrando, miembro de la Academia Antártica, y los elogios a una poeta llamada Clarinda (Cornejo, Discurso xxiii): A ti Juan de Salcedo Villandrando, el mismo Apolo délfico se rinda, a tu nombre su lira dedicando, pues nunca sale por la cumbre Pinda 43 Como se ha dicho al describir la novohispana, la literatura colonial del siglo XVII fue “minoritaria, docta, académica, profundamente religiosa pero no en un sentido creador sino dogmático y, finalmente, hermética y aristocrática” y “escrita por hombres y leída por ellos” (Paz 69). Los textos de estas poetas que se adelantaron a la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) adquieren especial consideración en el campo literario del virreinato peruano porque contribuyen no sólo al campo literario en estudio sino también al rol de la mujer en la cultura de Hispanoamérica. Es necesario remarcar que el papel literario de la mujer fue, al igual que ocurrió en la metrópoli, mucho más importante de lo que se pensó. Clarinda señala en su poema, Discurso en loor de la poesía, que no es la única escritora en la Lima de esa época: “También Apolo se infundió en las nuestras, / y aun yo conozco en el Pirú tres damas, / que han dado en la Poesía heroicas muestras / las cuales, mas callemos, que sus famas / no las fundan en verso; a tus varones, oh España, vuelvo, pues allá me llamas” vv. 457462 (Cornejo, Discurso 144). Otra escritora fue la anónima Cilena26, esposa de Diego Dávalos y Figueroa, autora del “Soneto a Delio”. Se han realizado diversos estudios sobre la identidad y los poemas de Clarinda y Amarilis. Sobre Cilena, Alicia Colombí de Monguió escribe: “Hija de un consejero de Castilla, dama de la reina, encomendera de La con tanto resplandor, cuanto demuestras cantando en alabanza de Clarinda vv. 565-570 (Cornejo, Discurso 147). 25 No es posible hablar de la verdadera identidad de Amarilis, sólo se conoce que fue una poeta anónima que escribió desde el virreinato del Perú y de su admiración por los escritos de Lope de Vega (Sánchez 47). La investigación sobre su identidad en los últimos años ha terminado en diferentes conclusiones al respecto. “Guillermo Lohmann Villena la identifica como María de Rojas y Garay, natural de Huánuco y descendiente de familias conquistadoras y Carlos Milla Batres afirma que la poeta es Gerónima de Garay Muchuy, hija de don Antonio de Garay en la cacica Luisa Muchuy, de la comunidad amazónica de los mascos” (Chang-Rodríguez, Patria peruana 199). 26 Diego Dávalos y Figueroa explica en el prólogo de su Miscelánea Austral la razón del nombre, Cilena, que dio a su esposa: “de que hize elección por el Dios de la elocuencia, a quien no sólo imita pero yguala, teniendo el propio suyo Doña Francisca de Brivesca y Arellano, cuya prosapia es bien conocida e nuestra España” (Colombí, Del exe 67). 44 Paz, viuda del famoso conquistador que cantaron Ercilla y Oña, y esposa de Diego Dávalos, feminista de excepción en las letras del Perú” (Petrarquismo 121). En el texto de Clarinda se define la eficacia y utilidad de la poesía considerando “los cánones clásicos, invocando a Apolo, dios de la poesía para que otorgue a la autora la inspiración necesaria a sus deseos de loar y defender a la poesía” (Cornejo, Discurso 48). La obra de Clarinda es considerada como doctrinario del Barroco americano y como la obra de una mujer que se adelanta a su época. Ella no sólo precisa nombres de personajes y autores de la Biblia sino que exhibe sus conocimientos de formación cristiana, demuestra su afición por la lectura de la tradición latina y es capaz de polemizar sobre las discusiones doctrinales de la época. A pesar que se describe en el poema como una mujer frágil, ella afirma que forma parte del grupo de intelectuales femeninos de América27. Estos detalles de su obra corroboran el interés de las mujeres en la educación durante la Colonia: “se trata en efecto de una dama versada en letras y en filosofía, inseparables en el humanismo, que muestra conocer especialmente la tradición platónica transmitida por griegos y latinos” (Maturo 105). El Discurso en loor de la poesía, publicado en Sevilla por el poeta andaluz Diego Mexía de Fernangil bajo el título Parnaso Antártico (1608), prologa y define el texto del 27 Mas cómo una muger los peregrinos metros d’ el gran Paulino i del Hispano Juvenco alabará siendo divinos vv. 235-237 Pero do voy, a dó me precipito? quiero contra del cielo las estrellas? Quédese que es contra un infinito. Mas será bien, pues soi mujer, que d’ ellas diga mi Musa si el benigno cielo quiso con tanto bien engrandecellas Soi parte i como parte me recelo no me ciegue afición, mas diré sólo que a muchas dio su lumbre el Dios de Delo. vv. 418-426 (Cornejo, Discurso 137, 143) 45 vate español ya que sus tercetos representan una síntesis de la ideología y obra de la Academia Antártica. Es este poeta español quien presenta a Clarinda como mujer y la autora del prólogo: “una señora principal d’este Reino, muy ver / sada en la lengua Toscana, i Portuguesa, por cuyo / mandamiento, i por justos respetos, no se escribe / su nombre […] por ser / una eroica dama” (Cornejo, Discurso 130). También, es en el texto donde se señala la relación entre los dos poetas que coinciden durante la permanencia de Diego Mexía en Lima. Además, Clarinda en su discurso nombra a varios intelectuales que formaron parte de esta Academia: El capitán Juan de Salcedo Villandrando, de quien se conocen dos sonetos laudatorios, a Diego de Hojeda, el religioso sevillano autor de La Cristiada, obra épica que ha merecido elogios de críticos antiguos y modernos, a Juan de Gálvez, que habría escrito un Historia rimada de Hernán Cortés, a Juan de la Portilla, Diego de Avalos y Figueroa, Luis Pérez Angel, Diego de Aguilar (elogiado por Cervantes en La Galatea), Cristóbal de Arriaga y Pedro Carvajal. (Tauro 108) En el caso de Amarilis, a través de su “Epístola a Belardo”, escrita en 1619 y publicada en 1621, se dirige a Lope de Vega, uno de los más sobresalientes escritores del Siglo de Oro y “en consonancia con la tónica del tiempo y con su formación religiosa, se preocupa por el poeta que admira y trata de hacerle recapacitar para rescatarle para la eternidad poniéndose ella en el nivel superior de consejera” (Sabat de Rivers, “Innovadora” 465). Esto demuestra el trabajo intelectual de estas poetas en el que dan a conocer su interés por la cultura en una época temprana: “ambas poetas, dentro de la tradición renacentista centrada en los modelos grecolatinos remozados principalmente 46 por Dante y Petrarca, dejan constancia de su pertenencia al género femenino y al virreinato del Perú” (Chang, “Clarinda, Amarilis” 181). Los poemas de estas autoras demuestran la rapidez con que llegaba la tendencia literaria de España al Nuevo Mundo y la destacada recepción del conocimiento en poetas e intelectuales en la capital del virreinato del Perú en el siglo XVII. En una postura atrevida para la época, Amarilis no sólo escribe poesía culta sino que también le solicita favores y declara su amor a Lope de Vega definiéndose como “un alma osada” por la situación en que se encuentra en relación a sus sentimientos. Es importante que en el poema ella enfatiza que escribe desde el Nuevo Mundo señalando su valentía al escribir a un escritor del nivel de Lope, “la mujer, que es fuerte, / no teme alguna vez la misma muerte” (cito por Chang, Discurso 190). El poeta Don Pedro de Carvajal es registrado con interés en el Discurso en loor de la poesía de Amarilis28 por su trabajo literario al inicio del siglo XVII y como integrante de la Academia Antártica. Se conoce poco sobre la vida y obra de este vate nacido en España y con bastante arraigo en el virreinato del Perú29. Sin embargo se registra una epístola en verso, sin título, y firmada por él en el Cancionero peruano del siglo XVII30 el cual reúne veintiún composiciones incluyendo la epístola en el número catorce. Al 28 D’industria quise el ultimo dexarte, Don Pedro ilustre, como a quien Apolo (por ser [de] Carvajal) dio su estandarte. Ni da el Pirú, ni nunca dio Patolo con sus mina ni arenas tal riqueza como tú con tu pluma a nuestro Polo. vv. 625-630 (Cornejo, Discurso 149) 29 El poeta Pedro de Carvajal llegó al Perú en su juventud como parte del séquito del virrey Conde del Villar Don Pardo (1584-1590), Fernando de Torres y Portugal. Al arribar a Lima el virrey le concedió plaza en la compañía de arcabuceros. Así mismo, le fue otorgado el corregimiento de Vilcashuamán y más adelante en repuesta a su buen servicio el virrey gestiona un pedido de mercedes para el poeta en una carta del 4 de marzo de 1587 dirigida al rey Felipe II (Tauro 122-123). 30 El Cancionero peruano del siglo XVII fue descubierto en 1952 por el crítico y bibliógrafo Antonio Rodríguez Moñino (Chang, “Epístola” 88). Posteriormente, el texto completo del manuscrito, , fue publicado en su totalidad por la profesora Raquel Chang-Rodríguez en 1983. 47 inicio de la epístola en tercetos se describe el interés de dirigirla a: “Discreto mayoral que’n las orillas / d’el claro Rimac abitáis contento / i leies dais con glora i maravillas / Vos que gozáis del aura del dulce aliento / i de Clorinda, sola en nuestro polo, / el valor, la beldad i entendimiento” vv. 1-6 (Chang, Cancionero 121). Según Chang-Rodríguez, el vate Pedro Carvajal dirige este texto a Don Juan de Solórzano Pereira31 (1575-1655), jurisconsulto, oidor de la Real Audiencia de Lima de 1609 a 1626 y aficionado a las letras quien guardó con esmero en su biblioteca manuscritos de la literatura del momento32. Sin embargo, el crítico español Antonio Rodríguez Moriño sostiene que es posible que esta epístola haya sido dirigida al virrey peruano Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache: No sería extraño que Juan de Solórzano Pereira asistiera a ellas [las tertulias del Príncipe de Esquilache] acompañado de su colega de Audiencia don Baltazar de Laza y Rebolledo; ni tampoco que un destacado poeta de entonces como Pedro Carvajal expresara interés en 31 El nombramiento como Oidor de la Real Audiencia de Lima de don Juan Solórzano Pereira se realiza con el propósito que conozca la documentación en la compleja realidad del derecho indiano y de esta forma registrara las cédulas y ordenanzas para organizar el sistema de la forma como se deseaba. Su trabajo como jurista fue fructífero lo que le sirvió conseguir una justa fama y obtener mercedes del rey para él y su familia. Escribió varias obras jurídicas como el libro De Indiarum lure el cual llega a considerarse indispensable para los que ejercían cargos en las provincias españolas en Indias y los que se desempeñaban desde España. Así como es importante su recorrido profesional lo es también su biblioteca que demuestra un marcado interés por la literatura del momento, es decir la peninsular y la virreinal. Es también conocida su condición de poeta (poemas conservados en la Biblioteca Nacional madrileña) que fue registrada por Lope de Vega al incluir sus verso en el Laurel de Apolo (Rodríguez, “Manuscritos” 93-112). 32 El estudio de dos volúmenes de su biblioteca dan a conocer su interés del desarrollo intelectual del virreinato del Perú al inicio del siglo XVII al estar incluso residiendo en la metrópoli. El primer volumen consta de veinte poesías relacionadas a la época que Solórzano Pereira permaneció en el Perú .Varios de estos poemas registran descripciones del Río Lima por Bernardino Montoya. Así también se registran redondillas, canciones líricas, sonetos amorosos, etc. Otras composiciones van dirigidas al jurista con el propósito de conseguir favores, apoyo o encontrar justicia en casos particulares. El otro volumen recopila en mil páginas más de un centenar de manuscritos entre documentos históricos y literarios que no sólo coinciden con el tiempo de su residencia en el Perú sino también posteriores a ello con fecha de 1639. Uno de los manuscritos de este volumen que representa un gran valor literario es la obra dedicada al jurista Solórzano Pereira, La endiablada (1626) del doctor Juan Mogrovejo de la Cerda (1600-1670) en la que satiriza costumbres y personajes de las sociedades de Madrid y Lima (Rodríguez, “Manuscritos” 119-125). 48 visitar la casa del erudito oidor en busca de mercedes o para compartir intereses literarios. (Chang, “Epístola” 89) Es probable que la epístola de Pedro de Carvajal haya sido escrita después del matrimonio del jurisconsulto español Juan de Solórzano con Clara Paniagua de Loayza natural de Chuquisaca, celebrado en Lima en 1616. Es por esto que se presume que la señora que se nombra en el poema sea su esposa (Colombí, Del exe 56): “si gozáis de las gracias peregrinas / d’esa bella que’sta robando agora / perlas al mar, al prado clavellinas, / Si el cielo os presta la gentil pastora, / onor de aquellas luzes que a los Charcas / enciende en tanta envidia vengadora” vv. 10-15 (Chang, “Epístola” 89). Son también relevantes las varias menciones del lugar de procedencia de ella: “Que aquí los Uruquillos y los montes / de Chuquisaca en rudas vozes braman / i a la corriente llegan d’el Orontes. / El Cachimaio y Pilcomaio llaman / la bella hija, la divina estrella por quien un mar en lágrimas derraman” vv. 43-48 (Chang, “Epístola” 90). La epístola de Pedro Carvajal es considerada como consolatoria por la muerte de alguna niña en la familia del oidor y jurisconsulto español: “¿Qué teméis, qué sentís, por qué la muerte / en aquel bello copo cortó el hilo / que a ser torcido fuera lance fuerte / A tropos la tixera dio al pavilo / que si tomara luz muriera el orbe / en fuego abrazador del Gange al Nilo” vv. 19-24 (Chang, “Epístola” 90). En cuanto al estilo del poema se enfatiza por endecasílabos fluidos y uso de alusiones mitológicas como la mención de Faetón en sus versos y una notoria dicción petrarquista: Poesía de circunstancias, en efecto, pero excelente poesía. Composiciones en tono menor, a menudo lúdico, con hipérboles cultas a la par que ligeras; cuyos versos fluidos y armoniosos, propios de nuestro segundo 49 Renacimiento, nos corroboran una vez más la poética clasicista que ilustro la Academia Antártica para honor y decoro de las letras virreinales. (Colombí, Del exe 64) El Cancionero peruano del siglo XVII perteneció a la biblioteca de Juan de Solórzano Pereira (1575-1655). Tomando en cuenta que este manuscrito existió durante la aparición de academias como la que dirigió el virrey Marqués de Montesclaros (16071615) y el virrey príncipe de Esquilache (1615-1621), no sorprende que, mientras varias de las composiciones elogian a funcionarios virreinales por sus labores realizadas con éxito, otras describen servicios a la corona y logros individuales de los autores con la finalidad de conseguir mercedes o beneficios. Este texto no sólo presenta un estilo elegante o de salón sino también un estilo o lenguaje popular para burlarse, por ejemplo, de las tapadas33 a raíz de las disposiciones que fueron dadas por el virrey Marqués de Guadalcázar en 1624. Así, “que las composiciones de este Cancionero en su mayoría anónimas usen el lenguaje popular y el literario, la nota seria y grandilocuente junto a la jocosa y burlona, muestra la doble vertiente de la poesía coetánea” (Chang, Cancionero 14). Una característica de este Cancionero es la utilización de la poesía para dar a conocer denuncias, estimas, acusaciones y defender o criticar a las autoridades del momento. La mayor parte de los poemas del Cancionero fueron escritas entre 1607 y 1626, periodo que incluye los gobiernos de los virreyes Marqués de Montesclaros, Príncipe de Esquilache y Marqués de Guadalcázar. Es importante indicar que sólo diez de las 33 Las mujeres limeñas empiezan a salir tapadas después que el Tercer Concilio Limense prohibió en 1583 que las mujeres participaran en procesiones y estaciones en trajes indecorosos. En 1586 se realiza un pedido al rey Felipe II para que prohíba a las mujeres andar tapadas. Esta prohibición también incluye a los tapados con el fin de evitar que los hombres cometan delitos vestidos de mujer. El Marqués de Guadalcázar es quien dio en 1624 prohibiciones severas contra las tapadas en Lima que incluían multas y castigos (Chang, Cancionero 32-33). 50 veintiuna composiciones del Cancionero pueden ser identificadas con sus respectivos autores: el licenciado Diego Cano (“A don Juan Mogrovejo de Vedoya”, [IV]), el bachiller Gonzalo Cano Señeo (“Redondillas”, [XV]), don Pedro de Carvajal (Sin título, [XIX]), el Príncipe de Esquilache (“Al río de Lima”, [III], y “Canción”, [VIII]), el bachiller Nicolás Polanco de Santillana (“Canción lírica, [XVI], y “Soneto con consonantes forçosos”, [XVIII]) y una “Canción real” [XI] usando el seudónimo de Anfriso (Chang, Cancionero 15). A través de este Cancionero se da a conocer diversos e importantes datos históricos y culturales de la época como también a sus autoridades. Uno de los temas tratados es el de la búsqueda de protectores como las composiciones que fueron dedicadas al oidor y jurisconsulto español, Juan de Solórzano Pereira, en el poema de Miguel Fernández Talavera: “Al doctor Juan de Pereyra Solórzano / del Consejo de Su Majestad y su oidor en la Real / Audiencia de los Reyes”. El poeta se acompaña en el poema con la musa de la tragedia, Melpómene, para dar énfasis en la descripción trágica de su vida. El poeta busca justicia al pedir la remuneración y recompensa por el trabajo dedicado al soberano en luchas que realizó en Europa, África y América34. En este poema se nombra también a otros oidores de la Audiencia de Lima: Diego Núñez de Morquecho, Diego de Armenteros y Henao, Francisco de Alfaro, Alberto de Acuña y Juan Jiménez de Montalvo (Chang, Cancionero 16-17). Es así que algunos de los autores de estos poemas 34 Muy poderoso señor, con el debido respeto pido se mire mi causa y los seruiçios que e hecho y que en las divinas letras nos dize el sagrado testo no se haga retençión del jornal al jornalero vv. 137-144 (Chang, Cancionero 44). 51 describen sus logros y presentan sus protestas buscando la protección necesaria para alcanzar los ansiados privilegios y mercedes. Otros poemas se centran en alabanzas a autoridades, elogios a importantes familias y homenajes a la ciudad de Lima como en el caso del virrey, Príncipe de Esquilache quien escribió un poema dedicada al río Rímac: “Al río Lima por el Señor Virrey Príncipe de Esquilache35”. Al inicio de este poema, el virrey-poeta le pide al río que le escuche para continuar con elogios a su linaje y a sí mismo. Hace mención en el poema a un pariente homónimo, Francisco de Borja, a su esposa, Ana de Borja, y elogia a la ciudad de Lima. Este poema es considerado una composición importante dentro de su producción literaria ya que representa su interés en el virreinato peruano a través de sus versos. Así también, el poema “A don Juan Mogrovejo de Bedoya” presumiblemente del poeta Diego Cano Gutiérrez36 (1595-1649) forma parte de este grupo de poemas ya que elogia al alcalde de corte, Juan de Bedoya Mogrovejo, y hace una defensa a la actuación del virrey Marqués de Guadalcázar. Otro poema es “Canción lírica” de Nicolás Polanco de Santillana37 (1603-1664) en el que se celebra a la infanta Margarita y la ascendencia del virrey Marqués de Guadalcázar, los Fernández de Córdoba. (Chang, Cancionero 2526). 35 Suspende, Lima, un tanto el espumoso curso veloz que al Mar del Sur vezino con pobre çenso va de suelta nieve I el cuello levantando, cristalino, De la mansión que alvergas cavernoso Mi acento escucha por espacio breve vv. 1-6 (Chang, Cancionero 69) 36 El doctor y poeta Diego Cano Gutiérrez es autor de la Relación de las Fiestas Triunfales que la Insigne Vniversidad de Lima hizo a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora (1619) y del Memorial al excelentísimo señor don Pedro de Toledo y Leiva, Marqués de mancera (1641) (Chang, Cancionero 23). 37 Polanco de Santillana fue oidor supernumerario de Chile mostrando siempre interés en la literatura y en el gobierno virreinal. Escribió los tratados de las obligaciones de los jueces y gobernadores en los casos fortuitos (1647); y Comentarios de las Leyes del Título Primero del Libro Primero de la Recopilación (165?) (Chang, Cancionero 30). 52 Sonetos anónimos bajo el título de “Al desemboço de la mugeres” y “Al mesmo intento” se centran en las tapadas. Esta mujeres limeñas que usaron un manto cubriéndose la mitad de la cara con el propósito de taparse un ojo fueron criticadas por esta costumbre: “Profano culto de costumbre impía / consagrado al amor por un antojo / donde al clavel de la vergüença rojo/ borró el color su çiega puntería / No ya las fuerças tiene que solía / si monstruo fue, qual cyclope, de un ojo / a quien tanto rindió noble despojo / de esenta liuertad, dura porfía (Chang, Cancionero 107). Así también, en el Cancionero se encuentran poemas anónimos sobre el amor y el desengaño. En “Anfriso a su señora” el poeta señala la arrogancia de su amada y se dirige a los dioses para hacerles saber su mala suerte y la indiferencia de la mujer. A través de un lenguaje estudiado y metáforas tradicionales estos poemas dan a conocer la manera que los poetas del virreinato peruano abordaron el tema amoroso. A los pocos años de iniciarse la imprenta en el Perú aparece la obra poética de Diego Dávalos y Figueroa38 (Ecija, 1551- La Paz, 1616). La poeta Clarinda tuvo también conocimiento de la poesía del poeta, soldado, y encomendero español al nombrarlo en el Discurso en loor de la poesía39. La Miscelánea Austral, concluida en La Paz (1601) y publicada en Lima (1603), está compuesta de dos partes. La primera registra cuarenta y cuatro coloquios entre Delio y Cilena quienes discuten diversos temas predominando el 38 Diego Dávalos y Figueroa proviene de una familia ilustre formada por la nobleza de armas y letras. Llegó a la capital del virreinato del Perú en 1574 y luego prosiguió al Alto Perú para quedarse por unos quince años en Los Charcas, pueblo de la villa de Potosí. Regresa a Lima ,después de firmar en La Paz la Primera Parte de la Miscelánea Austral en 1601 para coordinar la publicación del libro con el primer impresor del virreinato, Antonio Ricardo (Colombí, Petrarquismo 85). 39 Más aunque tú la vana Gloria huyas (que por la dar muger sera bien vana) collar no quiero, o Avalos, las tuyas: Y cuando calle yo sabe la Indiana América muy bien cómo es Don Diego, onor de la Poesía Castellana vv. 595-600 (Cornejo, Discurso 122). 53 tema amoroso en diferentes coloquios al estilo del humanismo italiano: ora al hablar del amor (Coloquios II a VIII), ora hablando de los celos (Coloquios IX y X), ora al hablar de la mujer (Coloquios XIX y XX). La segunda parte que lleva el título de Defensa de damas40 el poeta “contradice a quienes veían a las mujeres como seres débiles, marcadas por su predisposición a la traición, la inconstancia, la cobardía y la locuacidad” (Chang, Discurso 36). El libro Miscelánea Austral se convierte en una publicación diferente entre los texto peruanos impresos de la época ya que la mayoría de ellos fueron de carácter religioso como La Doctrina Christiana (1584), el Confesionario para los curas de Indios (1585), y el Tercero Catecismo (1585). Más adelante se da a conocer un estudio de la lengua de desconocida autoría bajo el título Arte y vocabulario y a fines del siglo XVI se realizan publicaciones de historia y referentes al gobierno de la época. En 1596 aparece el Arauco domado de Pedro de Oña que representa una publicación de interés en América y la metrópoli: “si los anteriores habían sido libros aparentemente para consumo e interés internos, el de Oña va dedicado quizás a un público universal, al mundo de las letras, por lo menos con más autenticidad” (Cisneros, “Sobre literatura” 219). Es así como aparece en 1603 la Miscelánea Austral dedicado al virrey del momento: Primera parte de la Miscelánea Austral de Don Diego D’Avalos y Figueroa, en varios coloquios. Con la Defensa de Damas. Interlocutores 40 Que es sola en quien la noble specie humana rescibe forma, y de quien nasce y mama. Y pues sin ella el humano linaje al mesmo punto fuero consumido con injusta passión recibe ultraje de quien dellas tal con ha rescibido: así que de esta opinión es bien se ataje, considerando con mejor sentido que no puede nascer un ser tan bueno como el del hombre de imperfecto seno (I, vv.127-136) (Colombí, Petrarquismo 94). 54 Delios y Cilena. Dedicatoria al Excelentísimo Señor Don Luis de Velasco, Caballero de la Orden de Santiago, Visorrey, Gobernador y Capitán General de estos Reinos del Perú, Chile y Tierra Firme. Con Licencia de su Excelencia. Impreso en Lima por Antonio Ricardo. Año MDCII” . (Cisneros, “Estudio” 82) La obra de Diego Dávalos y Figueroa adquiere también un espacio importante entre los libros publicados en la época: “para una literatura que hasta entonces había merodeado por temas casi tópicos (gramáticas, vocabularios, doctrinas, obras en dos lenguas), destinados todos ellos a la enseñanza o al ejercicio de la enseñanza misma, la Miscelánea aparece ofreciendo nuevo espectáculo de temas y lenguaje” (Cisneros, “Sobre literatura” 222). Esta obra es considerada heterogénea al presentar motivos relacionados a la cultura humanística tales como asuntos relacionados al amor, temas y personajes mitológicos, reflexiones sobre la naturaleza y la historia, referencias de Andalucía y de Ecija y su experiencia con América: “Dávalos llegaba de la Paz con una obra que rezumaba una erudición y un italianismo, que sin duda, le otorgaba prestigio cosmopolita” (Colombí, Petrarquismo 87). Así también a través de la forma dialogada del texto no sólo presenta un contacto directo con el lector sino que introduce la cultura europea en el virreinato del Perú del siglo XVII: “el lenguaje de la Miscelánea es elevado, los parlamentos largos, las citas de autores clásicos muy numerosos, mas la ductilidad propia del género permite, cuando el tema invita a ello, un tono menos académico, más coloquial” (Mora 250). Es notorio en el libro de Diego de Dávalos el gusto no sólo por la literatura medieval e italiana sino también francesa. Así como menciona a Dante incluye también 55 una traducción de un fragmento del Roman de la Rose41 que lo da a conocer el personaje Cilena: “Me agrada más lo que aquel erudito francés Romant de la Rosa dixo ser Amor, paz, odiosa, odio, amoroso, lealtad desleal, miedo seguro, esperança desesperada, razón forçada, dulce peligro, agradable desgracia” (Colombí, Petrarquismo 104). Así también, Delio le da respuesta haciendo referencia a la segunda parte del mismo libro: “el amor alimenta, causa y sustenta todo gusto y plazer; es vida delytable, cortés y humana, cierta medicina rayz de salud, fortaleza de convalecientes” (Colombí, Petrarquismo 104). Es importante señalar que Diego Dávalos frecuentó en Lima a personas distinguidas de la Universidad de San Marcos y del Real Colegio quienes escribieron en los preliminares de su libro. Se registran ocho poemas de letrados tales como Pedro de Oña, Licenciado por San Marcos; el doctor don Francisco de Soca, Catedrático de Prima de Cánones de la Universidad; el Licenciado Antonio Maldonado de Sylva, Colegial del Colegio Real; el Licenciado Cristóbal García de Rivadeneyra, Catedrático de Instituta de la Universidad; el Licenciado Bartolomé de Acuña Olivera, Colegial del Real Colegio; y el propio Vicerrector del Real Colegio de la Ciudad de los Reyes, el Licenciado Francisco Núñez de Bonilla; el doctor Francisco de Figueroa y el doctor Homero. Es así que este preliminar toma importancia por el número de poemas de intelectuales en un libro de la época tomando en cuenta que en el prólogo de la Primera Parte del Parnaso Antártico de Diego Mexía de Fernangil escriben sólo Pedro de Oña y el doctor Pedro de Soto, Catedrático de Filosofía de México (Colombí, Petrarquismo 85-86). 41 Esta obra francesa del siglo XIII consta de dos partes y fue escrita por Guilaume de Lorris y Jean de Meung respectivamente. En el texto de Diego de Dávalos se revela que tuvo un buen conocimiento del texto del autor francés pero al parecer se comete un error al nombrar Romant de la Rosa como el autor del poema (Colombí, Petrarquismo, 104). 56 El Arauco domado de Pedro de Oña (Infantes de Angol, Chile,1570 – Perú,1643)42 se publicó en Lima, en la imprenta de Ricardo de Turín, en 1596. Este poema épico de diecinueve cantos fue escrito a pedido de García Hurtado de Mendoza43 con el propósito de responder a La Araucana de Ercilla: “Oña escribió el Arauco domado en alabanza de don García Hurtado de Mendoza, joven gobernador de Chile (1557-71) cuya participación en las guerras australes no fue suficientemente resaltada en el poema de Ercilla debido a las desavenencias entre su autor y el futuro virrey del Perú (1589-96)” (Chang, Voces poéticas 224). En estas circunstancias es que Pedro de Oña escribe esta obra en la corte de Lima y se la dedica al virrey peruano García Hurtado de Mendoza44. Se basa principalmente en su conocimiento del territorio ya que no había participado en el enfrentamiento del sur como sí lo hizo Ercilla: Pedro de Oña escribe el Arauco domado […] careciendo de la autoridad que le había sido otorgada a su antecesor [Ercilla] por su participación más directa en la guerra fronteriza. El poeta criollo […] suple esta diferencia recurriendo a su conocimiento más cercano del entorno geográfico y cultural del Arauco, adquirido durante su niñez y adolescencia en la ciudad fuerte de Angol. (Castillo 240) 42 A través de documentos sobre la vida de Pedro de Oña se conoce que en 1590 ya se encontraba en Lima estudiando en el colegio jesuita de San Martín. Luego, continuó con sus estudios en el Colegio Real de San Felipe y San Marcos gracias a una beca concedida por el virrey García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete (Chang, Voces poéticas 223). 43 García Hurtado de Mendoza nació en la ciudad de Cuenca, España en 1535. Sus padres pertenecía a la clase noble. En 1556 viajó a Lima en compañía de su padre, Andrés Hurtado de Mendoza, virrey del Perú. Ese mismo año es nombrado gobernador de Chile, cargo que ocupó hasta 1571. A pesar de contar con veitiún años se distinguió como capitán ya que había logrado una buena actuación en las guerras de Córcega, Rentín, de Sena y Flandes. De 1590 hasta 1596 se desempeñó como virrey del Perú . Al fallecer su hermano en 1591 obtuvo el título de Marqués de Cañete (Dinamarca 84). 44 En el texto se lee: “A don García Hurtado de Mendoza, primogénito de Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, señor de las villas de Argete y su partido, visorrey de los Reinos del Pirú, Tierra Firme y Chile; y de la maquesa doña Teresa de Castro y de la Cueva. Hijo, nieto y biznieto de virreyes” (Oña 24). 57 Pedro de Oña describe al héroe del Arauco domado, García Hurtado de Mendoza, comparándolo con el sol: “Catad allí do sale don García, / con tanto resplandor y luz tan rara, / que no salir Apolo no importara” (Oña 63). En sus funciones de general se distingue como un notable jefe dispuesto siempre a defenderse o atacar. También, describe su actitud con sus soldados en el lugar de batalla : “En medio del estruendo y batería, / Enhiesto sobre el muro entre su gente, / Parece aquel magnánimo y valiente, / Aquel insigne joven García, / Solícito por todas partes anda, / En todo se interpone, a todo atiende” (Oña 70). De la misma forma, destaca por las diferentes cualidades que presenta como soldado: “Con su luciente espada en sangre roja, / está sirviendo al muro de muralla, / Y donde ve más viva la batalla, / Con más denuedo y ánimo se arroja” (Oña 71). A diferencia de Ercilla en La Araucana, Oña resalta la prudencia que García mostró en diferentes acontecimientos tanto en Chile como en Perú. Señala la costumbre que tuvo de consultar con sus consejeros antes de tomar decisiones. En palabras de Oña destaca su capacidad e inteligencia para gobernar: “como si algún espíritu divino / en todo le llevara de la mano” (73). Se esmera en describirlo como un hombre justo en sus acciones con los poderosos y los humildes. Así lo demuestra el caso de la prisión y destierro al Perú de los capitanes Francisco de Aguirre y Francisco Villagrán: “Sobre estos validísimos varones, / en Chile por pirámides tenidos, / asiento de ambición y de codicia, / cayó derecho el rayo de justicia” (55). Para demostrar su espíritu de humanidad se da a conocer la situación del soldado Rebolledo quien es condenado a la horca y García le perdona la vida: “Usó con esto el joven de clemencia, / sin cuyo acompañado, la injusticia / apenas es virtud, porque se envicia” (58). Oña llega a alabar la virtudes de 58 García llegando a referirse a él como un santo: “ Mas oh sublime garza sant García! / que es nombre con que el bárbaro os honora, / y bien os cuadra y viene desde agora, / si en la virtud está la nombradía” (34). Los personaje araucanos en el Arauco domado son setenta y tres de los que sólo aparecen veintisiete en La Araucana. Tres indios sobresalen por su participación en ambos textos, Caupolicán, Tucapel y Galbarino. En La Araucana, Caupolicán no participa en la batalla de Penco, sin embargo en El Arauco domado, el general de los araucanos, hace su ingreso al finalizar la batalla siendo García Hurtado de Mendoza quien se le enfrenta y le da muerte. Otro araucano que no es mencionado en la batalla de Penco en La Araucana es Tucapel. Ercilla describe la participación de este araucano y sus acciones en dieciocho octavas pero no menciona la batalla. Oña enfatiza las virtudes de guerrero en Tucapel y de valentía en García enfrentándolos en la batalla de Penco en un difícil combate. Según los cronistas, García ordena cortarle las manos al araucano Galbarino. En La Araucana aparece como un guerrero que inspira simpatía y digno de interés, sin embargo Oña describe una muerte a traición que ejecuta Galbarino contra un soldado español justificando de esta forma la orden de mutilación por parte de García (Dinamarca 100-102). En el aspecto geográfico, Oña sólo se limita a dar a conocer el lugar de una acción sin proporcionar más detalles: “a pesar de que la acción del poema abarca casi todo lo que era el extenso virreinato del Perú, Oña no dice nada sobre la variada y pintoresca configuración del terreno” (Dinamarca 162). En el caso de Ercilla en La Araucana, las descripciones son más extensas y precisas. Así también, la ciudad de Lima se convierte en la más mencionada en la obra de Oña. Los elogios que utiliza para referirse a esta 59 ciudad son una constante en el texto: “un próspero lugar, de los mejores / que cubre el ancho cóncavo del cielo” (Oña 45). Sin embargo al mencionar a la ciudad de Santiago de Chile la describe como una ciudad llena de vicios sin fundamento histórico: “Albergue de holgazanes y baldíos / adonde el vicio a sus anchuras mora, / y tierra do se come el dulce loto, / que al filo de la guerra tiene boto” (Oña 117). En el caso de ríos menciona al río Lima o Rímac, el Maule y Biobío. La mención que hace Oña sobre los puertos en la costa del Pacífico son parcos, no se extiende en descripciones: “En el Callao, de naves dulce abrigo, / Tres hombres hechos cuartos parecieron” (231) o “Hasta llegar a Chincha, que es paraje / De Lima treinta leguas apartado” (245). El Arauco domado se centra en elogiar y alabar la figura de García Hurtado de Mendoza dotándolo de perfecciones físicas, morales e intelectuales, llega a convertirse “en el símbolo de la trilogía espiritual del español del siglo XVI […] religioso, manárquico y caballeresco” (Dinamarca 221). Oña no sólo se basó en informes orales y escritos sobre la vida de García sino también de los hechos históricos de La Araucana, la Crónica de Mariño de Lobera y la Relación de Balaguer de Salcedo. Así también, los acontecimientos literarios del poema son influencia de la poesía bucólica, la novela pastoril y La Araucana. De la educación clásica que Oña había recibido, se hace notar en su vocabulario las alusiones mitológicas de las lecturas las Metamorfosis de Ovidio y La Eneida de Virgilio. El dramatismo y originalidad que Oña da a conocer las creencias populares en el texto sirven también para dedicarse al héroe del Arauco domado. Oña menciona la reunión de los demonios en el que Plutón presenta un discurso para dar a conocer el peligro en que se encontraban los araucanos por la próxima llegada de García 60 ya que tenía como propósito convertirlos al cristianismo. En este discurso, Plutón describe estrategias con la finalidad de destruir a García (Dinamarca 185). Es importante indicar que Pedro de Oña recibió favores de diferentes virreyes a los que sirvió y elogió en su poesía. El virrey Mendoza lo nombró corregidor de Jaén (actual provincia de Cajamarca en Perú) en 1596, en 1608 asumió el corregimiento de Yauyos por encargo del marqués de Montesclaros, el virrey Esquilache le concedió el corregimiento de Vilcabamba en 1615, en 1629 es nombrado auditor general de guerra en la zona chilena del virreinato concedido por el conde de Monterrey, Gaspar de Zúñiga y en 1629 se hizo cargo del corregimiento de Calca por encargo de Luis de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón (Chang, Voces poéticas 223). Este acercamiento constante del poeta al ambiente cortesano del momento muestra su interés en conseguir beneficios, cargos u oficios en el virreinato del Perú. A la vista de los datos expuestos el Arauco domado de Oña se convierte en una obra eminentemente propagandística y representa una conexión muy directa entre los campos literario y de poder. Cobra vital importancia que el personaje de este poema, García Hurtado de Mendoza, sea el virrey en esa época y es él quien le pide a Oña escribirlo. En efecto, es también un ejemplo privilegiado de la competencia dentro del campo literario y la distinción. Vale resaltar que este panorama se asemeja al campo literario español del siglo XVII: “los escritores se ponían simbólica o realmente, al servicio o amparo del campo del poder: el mecenazgo y el desempeño de cargos públicos” (Gutiérrez, La espada 121). 61 El Arauco domado es también registrado y elogiado por Clarinda en su Discurso45. Así también, la obra literaria de Pedro de Oña consta de otros textos como El Vasauro (registrado en el Cusco en 1635) que fue dedicado al virrey peruano, conde de Chinchón (1629-30). Esta obra se centra en la majestad y poder de los reyes Fernando e Isabel; sin embargo enfatiza el trabajo de un familiar del virrey, Andrés de Cabrera, quien es reconocido por los reyes al entregarle un vaso de oro por su destacado desempeño (Chang, Voces poéticas 223). En el Temblor de Lima de 1609 (publicado en Lima, 1609) los personajes del poema, Arcelo y Daricio no sólo se sienten afligidos y contrariados por el terremoto sino también celebran y elogian las actividades de reconstrucción del virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros: “y en zelo del bien publico deshecho / calle no perdonó, dando alegría / con su grata presencia, al pobre, al rico, / y los ojos poniendo en el mas chico” (Miró 99). Es posible que la poesía épico-religiosa de Diego de Hojeda46 (Sevilla, 1517 – Huánuco, 1615), La Christiada (Sevilla 1611), se haya leído en Lima en fragmentos o en cantos aislados antes de su publicación en España. Los versos que Clarinda le dedica en el Discurso en loor de la poesía47 al poeta Diego de Hojeda, religioso de la orden de 45 Con reverencia nombra mi discante al licenciado Pedro de Oña; España pues lo conoce, templos le levante; espíritu gentil, doma la saña de Arauco, pues con hierro no es posible, con la dulzura de tu verso extraña vv. 550-55 (Cornejo, Discurso 147). 46 Diego de Hojeda llegó muy joven al virreinato del Perú. Como miembro de la orden de Santo Domingo ocupó varios cargos llegando a ser prior en el convento del Cuzco (1609) y en el Rosario en Lima (1610). A causa de problemas con sus superiores de la orden se trasladó primero al Cuzco y luego a Huánuco de los Caballeros, lugar donde murió (Chang, Voces poéticas 245). 47 Hojeda y Gálvez, si las plumas vuestras no estuvieran a Cristo dedicadas, ya de Castalia hubieran dado muestras; tal vez os las ponéis, y a las sagradas 62 Santo Domingo, confirmaría su trabajo intelectual en el virreinato del Perú (Calderón 236). Se conoce también de su autoría los versos laudatorios al inicio de la primera parte del Arauco domado (1596) de Pedro de Oña48 y la nota laudatoria en la primera parte de la Miscelánea austral (1602) de Diego Dávalos. Su obra, La Christiada, considerada una epopeya religiosa fue dedicada al virrey peruano Marqués de Montesclaros49, mecenas de la Academia Antártica. En la obra se menciona al virrey peruano no sólo en una dedicatoria especial, en la que enfatiza sus conocimientos y su buen gusto por las letras, sino también en la octava tercera del Libro I del poema Diego de Hojeda50. Se afirma que existió entre ellos una estrecha relación y no se trataría solamente de una cortesía oficial o de aficionados a la literatura: “no es regiones os llegáis tanto que entiendo que de algún ángel las tenéis prestadas, el uno está a Trujillo enriqueciendo, a Lima el otro, y ambos a Sevilla la estáis con vuestra musa ennobleciendo vv. 571 – 579 (Cornejo, Discurso 147). 48 Al autor Pedro de Oña con motivo de su obra Arauco domado, 1596 De Diego d Hojeda, al autor, laureándole. Oña famoso y en virtud supremo, Citara, canto, péndola, escritura De Tebas y de Tracia Tu verso alaben, digan tu dulzura, Que para tanto en mi falto la gracia (Oña 34). 49 “Dedícala a vuestra excelencia, no por su ilustrísima sangre, respetada entre los grandes de España (aunque pudiera esto moverme…); hágalo por dos razones: la primera, por la sabiduría y gran conocimiento que de buenas letras ha comunicado Dios a vuestra excelencia, que desto deben ampararse los libros que desean con razón perpetuidad; y la segunda, porque quien ha gobernado los dos reinos de la Indias Occidentales, y el archivo de sus tesoros, Sevilla, con tanto acertamiento y prudencia, es justo se le ofrezca por espejo, la fundación, y acrecentamiento, y premio del reino del Salvador, Rey de Reyes verdadero” (Hojeda 47). 50 Tú gran Marqués, en cuyo monte claro la ciencia tiene su lugar secreto, la nobleza un espejo en virtud raro, en Antártico mundo un sol perfecto, el saber premio, y el estudio amparo, y la pluma y pincel dino sujeto: oye del Hombre Dios la breve historia, infinita en valor, inmensa en gloria vv. 9-16 (Hojeda 55). 63 aventurado suponer que a Montesclaros se debiera, por lo menos en parte, que la publicación de La Christiada se efectuará en España” y “la composición laudatoria de Lope de Vega, que tanto enaltece los preliminares” (Miró 90-91). En estos versos, Lope reconoce la creación literaria de Hojeda y de América: “El Antártico Polo / y el nuestro que as honrado / historiador sagrado / te llaman sacro Apolo / y en el orbe distinto / nuevo David, y Evangelista quinto” (Miró 91). A través de los doce libros o cantos que conforman La Christiada y escrita en octavas reales relata los últimos momentos de la vida de Jesucristo, iniciándose desde la última cena del jueves y culminando con el entierro a cargo de José de Arimatea y Nicodemo sin desviarse del relato evangélico: “Entre dos enterraron blancas losas; / y cuando estos misterios acabaron, / tristes en el sepulcro le dexaron” (Hojeda 57). La oración en el huerto del Getsemaní, el suicidio de Judas, el encuentro con su madre en camino al Calvario son algunos pasajes que se nombran obra lo cual ayuda a presentar cierta emotividad en los cantos: “En La Christiada los hechos contados están tocados por una carga emotiva que obliga al lector a identificarse con ellos. Como era frecuente en la poesía religiosa española de la época, la figura de Cristo se nos presenta con un alto grado de humanidad y así se logra el acercamiento entre héroe y lector” (Chang, Voces poéticas 245). Se da énfasis en los efectos de la redención a través de los Sacramentos con el propósito de salvar el alma del demonio. Es evidente que el poema discute un tema de gran actualidad en el ambiente religioso europeo y Hojeda lo introduce en su obra colaborando, de esta forma, con la misión que la metrópoli había emprendido en América. 64 El inicio del campo literario colonial del siglo XVII en el virreinato del Perú se nutrió del mundo cultural de la metrópoli: “teatros e imprentas, capillas y mecenas, daban extraordinaria resonancia a la creación literaria en España” (Tauro 11). De esta forma, el ejercicio de las letras en Lima de esa época se caracterizó por ser de salón y de certamen llegando a convertirse en una actividad estimada como en España . Además, como afirma la profesora Chang, otros elementos que ayudaron en el interés por las letras fueron el tiempo libre, el ocio y el mecenazgo de importantes personajes del momento (Cancionero 9). Este ambiente intelectual en el virreinato peruano se vio fortalecido con los libros llegados de España y las obras que se empezaron a publicar en América lo cual permitió la formación de importantes bibliotecas en el siglo XVII: “el gusto literario colonial se moldeaba con las últimas novedades peninsulares que los libreros enviaban con prontitud a América” (Chang, Cancionero 9). Es así que se da a conocer las primeras manifestaciones literarias como institución favorecidas por diferentes actividades culturales que procedían de la sociedad cortesana como las academias. Es importante mencionar también una característica en esta época como la interacción que se desarrolló entre agentes del campo literario entre España y América. Esto ratifica lo que sostiene Bourdieu sobre las obras culturales al relacionarse entre las obras y el campo en el que aparecen (Razones prácticas 63). 2.2 Relación entre escritores peruanos de la colonia y de la metrópoli La literatura colonial del siglo XVII estuvo muy relacionada con las obras de los escritores del Siglo de Oro español. Por su puesto que estos escritos a pesar de presentar influencias de escritores como Quevedo, Góngora o Lope de Vega no dejan de tomar en cuenta temas concretos de la realidad social y las voces criollas del momento. 65 La influencia que ejercieron los escritores de la metrópoli en América fue notoria y casi inevitable tomando en cuenta la curiosidad intelectual y la sobresaliente variedad de lecturas en el virreinato del Perú: “los clásicos de la literatura española del Siglo de Oro hallaron un excelente mercado en las colonias de Hispanoamérica, donde las novelas y las comedias, los poemas y los tratados de historia se pusieron al alcance del público letrado con sorprendente rapidez” (Hampe, “El eco” 191). Es así que la presencia y difusión de esta corriente cultural fue asimilándose en las mentalidades y en la actividad creadora de los intelectuales del momento. Al inicio del siglo XVII la poeta anónima Amarilis se declara admiradora de la obra de Lope de Vega a través de su “Epístola a Belardo” (1619). En “La Epístola a Belardo” (1619), Amarilis plasma en versos la admiración por Lope de Vega (15621635) abriendo el camino del intercambio entre el campo literario colonial y el de la metrópoli. Este caso es peculiar al tratarse de una mujer poeta de América que escribe a un escritor de la talla de Lope de Vega, al recibir respuesta de éste y al publicarse ambas correspondencias en una de las obras del poeta español La Filomena (1621). La cultura literaria de Amarilis queda demostrada en la belleza y calidad de la epístola que escribe. Esta modalidad poética se caracteriza por ser erudita y Amarilis hace uso de referencias grecolatinas, de historia y literatura para demostrarlo. De esta forma se intercambian textos siendo escritos desde diferentes lugares. Este esfuerzo de llegar a la metrópoli para hacerse escuchar a través de una epístola representa los inicios de las relaciones entre la metrópoli y el virreinato del Perú (Chang, Clarinda y Amarilis 46). En la misiva en verso de Amarilis hace referencia a la obra de Lope de Vega como en El peregrino en su patria (Sevilla 1604), novela de Lope de Vega, con el 66 objetivo de señalar que el cielo representa su suelo y le da a conocer la manera como alcanzarlo: “En tu patria, Belardo, mas no es tuya, / no sientas mucho verte peregrino; / plegue a Dios no se enoje Manzanares, / por más que haga de tu fama suya, / que otro origen tuviste más divino, / y otra gloria mayor si la buscares. / ¡Oh, cuanto acertarás si imaginares / que es patria tuya el cielo / y que eres peregrino acá en el suelo!” vv. 91-99 (Chang, Discurso 180-81). Amarilis da cuenta no sólo del trabajo literario de Lope sino también de su vida amorosa al hacer referencia a La hermosura de Angélica (1602) texto en que el poeta celebra la belleza de la actriz Micaela de Luján51 o Angélica: “De trenzas de oro, cejas y ojos bellos, / cuando enredado te hallaste en ellos, / bien supiste estimallos, / y en este mundo y éste celegrallos, / y en persona de Angélica pintaste / cuanto de su lindeza contemplaste” vv. 240-245 (Chang, Discurso 187). En el caso de Valle y Caviedes la influencia de Quevedo es notoria en varios de sus escritos como lo destaca Emilio Carilla al llamarlo el “Quevedo limeño” en su libro titulado Quevedo: Entre dos centenarios (223). Esta influencia se basa no sólo en los temas tratados, como las prostitutas o los médicos, sino también en el uso de una sátira muy aguda dirigida a personajes importantes del momento. Las obras de Juan del Valle y Caviedes se convierten en receptor y transmisor de la ideología colonial. En este caso la poesía de Quevedo se inserta en la formación de la mentalidad cultural del virreinato a través del poeta colonial. El estudio de la influencia de Quevedo en la obra de Valle y Caviedes se analizará con detenimiento más adelante. 51 Micaela de Luján fue llamada también por Lope de Vega como Camila Lucinda. El esposo de Micaela, el actor Diego Díaz de Castro, realizó trabajos en la compañía de Alonso de Cisneros, en la de Gabriel del Río y en la de Jácome Lelio. Se estableció en el virreinato del Perú desde 1596 trabajando en el corral de comedias “Mesón de las damas”. Murió en Lima dejándole a su esposa una considerable herencia (Villacorta 108). 67 Un contemporáneo de Valle y Caviedes, Juan de Espinosa Medrano ilustra muy bien esta influencia al escribir su Apologético en favor de Luis de Góngora […] contra Manuel de Faria y Sousa (1662). La relación directa de el Lunarejo con la obra de Góngora, al defenderlo de los ataques de Manuel Faria, le permite no sólo competir con los agentes del campo literario colonial sino también fue una oportunidad de ir más allá de sus fronteras y exhibir a la metrópoli la competencia y el ingenio americano ya que “realiza un hábil escarceo literario en que se muestra erudito, conocedor de las culturas clásicas y experto en el manejo de la gramática, sorteando los difíciles campos del hipérbaton” (Espinosa xxxiv). Es importante indicar que en América se desarrolla un fenómeno literario llamado el gongorismo. El gongorismo llega a ejercer un tipo de ascendencia y de poder social, es decir se basa en la legitimación y dominación orientándose a grupos importantes como la corte, virreinatos o red de ciudades: “el discurso es un ejercicio que, por su dificultad, agudiza y habilita la inteligencia del poder” (Beverly 38). Es así que la influencia de Góngora se inicia con la plenitud del poeta en España y se traslada a América. Esta influencia de la poesía de Góngora da a conocer el interés del barroco español, que se caracteriza en desarrollar un clima estético más artificioso y complicado en América. Así también, la muerte del poeta español no significó la culminación de su poesía ya que tuvo seguidores quienes se encargaron de mantener su poesía viva: “la vida del gongorismo en Hispanoamérica sobrepasa considerablemente la del gongorismo en España. La sobrepasa por encina de cambios de escuelas y corrientes y, en ocasiones, llega a reflejarse en resultados inesperados” (Carilla, “Trayectoria” 112). Así lo hace ver Emilio Carrilla en su estudio sobre el gongorismo colonial: 68 En Lima, el Real Colegio de San Martín […] en alabanza al virrey por la construcción de un muelle, le ofrece “una varia y hermosa y florida selva de poesías”, que no es precisamente varia, hermosa, ni florida, aunque sí, con frecuencia, gongorista. (Carilla, El gongorismo 231) El Apologético de Espinosa Medrano, que surge de la admiración y de la indignación, está compuesta por una introducción y doce capítulos siendo considerada como “el mejor exponente en prosa del culteranismo gongórico, y del conceptismo gracianesco en América a la vez que defiende los ideales literarios culteranos” (Rodríguez, Poesía y ortodoxia 15). En diez capítulos se centra en responder específicas acusaciones de Faria y se lee en el texto ciento veinticuatro párrafos extensos de una variedad de temas que le permite ridiculizarlo actuando en diferentes momentos como crítico o como juez. Se abordan temas sustanciales como el uso del hipérbaton, la oscuridad metafórica y algunos textos gongorinos inconclusos. De esta forma el Apologético de Espinosa Medrano se extiende en fundamentos a favor de Góngora: “[Espinosa] abre proceso a quien se ha atrevido a enjuiciar a Góngora, es decir, a quien osó actuar como juez de las obras del andaluz sin tener los requisitos ni la calidad necesarios” (Cisneros, “Itinerario” 128). Una de las críticas que Faria y Sousa presentó y Espinosa Medrano respondió fue la acusación de oscuridad que manifiesta contra Góngora. El Apologético se inicia con estas menciones seguidas de dieciocho versos a modo de ejemplos que Faria introduce con el propósito de atacar a Góngora en su deficiente uso de la sintaxis. Es importante señalar que todos estos versos los presenta como si se tratara de una sola unidad y sin proporcionar datos de la fuente de los versos, por ejemplo los que pertenecen a 69 Soledades: “El fresco de lo zéfiros ruido, / el verde de los árboles celaje” I, vv. 536-537 (Góngora 57). De esta forma Espinosa Medrano continúa en dar a conocer las intenciones del portugués: No sé si fue malicia, o desaliño el ensartar los versos de Don Luis confusos, y sin distinción; pues quien ignora que son entresacados de distintas partes, para ejemplificar Hiperbatones, juzgará, que no tienen más conexión, que la que allí se les da, pues leídos en aquel amontonamiento, parecen disparates, por estar destituidos del sentido y trabazón que en sus lugares gozaban. (Espinosa 27) Según Espinosa Medrano, Góngora hizo realidad la hazaña de explotar la lengua castellana con el fin de llenarla de adornos de la gramática latina. El crítico colonial afirma que el poeta español logró adornar la lengua castellana con los arreglos más elevados y necesarios que se puede otorgar a una lengua. En palabras de Espinosa: “¡Oh prodigios del ingenio de Góngora! Levantó a toda superioridad la elocuencia castellana y sacándola de los rincones de su hispanismo, hízola de corta sublime, de balbuciente facunda, de estéril opulenta, de encogida audaz, de bárbara culta” (Espinosa 46). Es así que a través del Apologético se pueden verificar la manera cómo se recepcionó la poesía de Góngora en América y los inicios de la crítica literaria colonial. La influencia de la poesía de Góngora en Espinosa Medrano no sólo se centra en el Apologético sino también en sermones que estuvieron a cargo del escritor colonial: “donde hallamos regalada prueba de aprovechamiento singular de la obra gongorina [en Espinosa] es a lo largo del sermonario” (Cisneros, “Huellas” 142). Esta influencia es notoria en un sermón que dedicó a San Antonio (1656/1658). Espinosa Medrano escoge 70 el pasaje en que Góngora describe la cueva de Polifemo para referirse al sepulcro oscuro donde San Antonio ha determinado enterrarse con el fin de alejarse del mundo y vivir en soledad (Cisneros, “Huellas” 144). Así lo testimonia el siguiente pasaje del sermón: “…hallose un sepulcro antiguo y acomodándose en él, se enterró vivo… Eso fue morir para el mundo, que lo otro es morir para combidar los gusanos. Todavía bostezava horrores la boveda, por una boca mal avenida con la luz, pero cerróla…” (Espinosa 176). Este fragmento es asociado con los siguientes versos del Polifemo: … Allí una alta roca Mordaça es vna gruta de su boca Guarnición tosca de este escollo duro Troncos robustos son, a cuia greña Menos luz deue, menos aire puro vv. 31-35 De este pues formidable de la tierra Bosteço, el melancolico vazio a Poliphemo, horror de aquella sierra, Bárbara choça es, aluergue umbrío. vv. 41-44 (Góngora 46) El elogio a la figura del pavo real se repite en diferentes sermones del escritor colonial como lo hace también no sólo Góngora en su literatura sino también otros poetas. En 1666 Espinosa Medrano tuvo a cargo un sermón por las exequias celebradas a la muerte del rey Felipe usando la imagen del pavo real para resaltar la vigilancia determinante del monarca. En un sermón del miércoles de Ceniza en 1679 menciona al pavo real para comentar sobre la soberbia al igual que Góngora lo hace en la 71 conmemoración de la beatificación de Santa Inés: “Por quien tuvo de nobleza, / lo que de beldad, i de ambas / lo que el pauon de soberbia” (Cisneros, “Huellas” 146). En otro sermón de Espinosa Medrano en 1658 comenta las diferentes tentaciones a que fue sometido San Antonio Magno. El escritor colonial hace la debida introducción para luego dar a conocer la presencia del tentador del santo, Satanás (Cisneros, “Huellas” 148). En palabras del escritor colonial: “Un jayán de estatura descomunal, un monte de miembros enorme se le aparecía un día Luzbel” y “que al arrojarme todo a embestirle […] aquí el tremendo gigantazo dio en tierra, y de entre las manos se me desvaneció el bulto, que lindava ya con las Estrellas” (Espinosa 178). Este texto trae a la memoria la manera en que Góngora presenta a su protagonista, Polifemo: “Vn monte era de miembros eminente / Este que, de Neptuno hijo fiero” vv. 49-50 (Góngora, Polifemo 57). Es interesante anotar que desde el comienzo del sermón esta figura va a dominar y se proyectará a lo largo del discurso: “En breve tabla, en lamina pequeña le mandaron a aquel Pintor famoso, que copiase todo el prodigioso bulto de un Cíclope; mal pudiera caber estatura tamaña en estrechez tanta […]” (Espinosa 135). Así también, se puede registrar la influencia del Polifemo y Soledades de Góngora en un sermón dirigido a la Virgen María en 1667. En este caso se hace referencia a la imagen del pavo real que se utilizó para realzar a la mujer hermosa. Espinosa Medrano toma esta figura para elogiar las manos de la Virgen María: “Pues parezcan sus manos Cauda Pauonis. Penacho del Pavon, poblado de ojos, cada mano parezca el plumaje del Pavon, donde dixo la Antigüedad, que se avian passado a pestañear todos los ojos de argos” (Espinosa 161). Este fragmento se relaciona con los siguientes versos del Polifemo: “Igual en pompa al paxaro que, graue, / Su manto azul de tantos ojos dora / 72 Cuantos el celestial zafiro estrellas vv. 365-367 (Góngora103). En la Soledad Primera también se hace referencia a la imagen de la cola del pavo real: Ven Hymeneo, i las volantes pías Que azules ojos con pestañas de oro Sus plumas son, conduzcan alta Diosa, Gloria mayor de el soberano choro. vv. 806-809 (Góngora 93) En el sermón que dedica a la Renovación del Santísimo Sacramento en 1662 se centra en describir la reunión que Jesús tuvo con sus discípulos para dirigirse luego al monte Tabor (Cisneros, “Huellas” 149). Luego de detallar el camino del grupo hacia el monte presenta un cuadro de transfiguración: “risco que no centelleasse luzeros: ardiose el monte en luzes; abrasóse en arreboles el Tabor, y al lúcido incendio de glorias aparecieron junto a él Moisés y Elías, Mariposas de tanta lumbre, Salamandras de tanto esplendor” (Espinosa 193). Este fragmento se compara con versos del Polifemo de Góngora durante la aparición de Acis: Salamandria del sol, vestido estrellas, Latiendo el can del cielo estaua, quando, Poluo el cabello, humidas centellas, Si no ardientes alfajores sudando, Llegó Acis, … vv. 185-189 (Góngora 65) En el sermón de 1668 que Espinosa dedica al Santísimo nombre de la Virgen, da a conocer a Cristo como el mejor árbol de la vida: “Por las roturas del clavo destila sus ambares el árbol de la Myrrha, sudando olores, llorando fragancias” (Espinosa 172). Este fragmento deja notar la influencia del célebre pasaje del canto del cíclope: “Sudando 73 nectar, lambicando olores, / Senos que ignora aun la golosa cabra, / Corchos me guardan, mas que aueja flores / Liba inquieta, ingeniosa labra; / Troncos me ofrecen árboles mayores, / Cuios enxambre, o el Abril los abra / O los desate el Maio, ambar destilan, / Y en ruecas de oro raios de el Sol hilan” vv. 393-400 (Góngora, Polifemo 57). De la misma manera, en 1660 conmemorando la fiesta de Santiago Apóstol se celebra un sermón a cargo del escritor colonial en la Iglesia Catedral cuzqueña: “Ea, pues, començo a alumbrar el Orbe, y a regir los ardientes Cavallos, que ya oygo tascar en los rosados atrios de la Aurora” (Espinosa 196). En esta parte del sermón se pueden rescatar imágenes como la aurora y el caballo. Figuras importantes en la poesía del poeta español que permiten recordar la Soledad Segunda: “la espumosa del Betis ligereza/ Bebió no solo, mas las desatada / Majestad en sus ondas, el luciente / Caballo, que colerico mordía / El oro que suave le enfrenava” vv. 813-817 (Góngora 98). Así también se puede relacionar con los siguiente versos del Polifemo: “en las purpureas horas / Que es rosas la Alua i rosicler el dia” vv. 3-4 (Góngora 46). En un sermón dedicado a la Asunción de la Virgen en 1673, Espinosa Medrano describe el vuelo de María después de hacer mención a diferentes citas bíblicas: “Reparo en que la llama paloma para el vuelo: Columba mea. Pues no lo tiene mas sublime el Aguila? No la llamara Aguila caudal, rayo de cenicienta pluma, que escaramuza los aires?” (Espinosa 140). Este fragmento se relaciona con los siguientes versos del Polifemo : “No el aue Reina assi el fragoso nido / Cona inmóvil, mientras no desciende, / Raio con plumas, al milano pollo” vv. 261-263 (Góngora 47). También, es posible encontrar una semejanza con los versos de Soledad Segunda (Cisneros, “Huellas” 155): 74 “El Nebli, que relámpago su pluma, / Raio su garra, su ignorado nido / O le esconde el Olympio o densa es nube 745-747 (Góngora 87). El Polifemo y las Soledades fueron una referencia notable en la obra de Espinosa Medrano pero también marcaron influencia otros escritos del poeta cordobés. El escritor colonial dedicó un sermón a San Blas en 1656 en el que menciona el salmo “Niue de albabuntur in Selmon mons Dei, mons pinguis”. Espinosa comenta lo siguiente: “elevado monte es el Selmon, monte altísimo, que peynando en su nieves greña de eternas canas es fértil y pingüe” (Espinosa 188). La manera como evoca el texto bíblico se relaciona con un romance de Góngora, “Con su querida Amarilis” (1620): “La sierra que los espera / Rejuvenecida ia, / Las canas greñas de nieue / Suelta en treças de crystal” 9-12 (Cisneros, “Huellas” 150). Un soneto de Góngora se puede comparar con el sermón que el predicador cusqueño dedica a Santa Catalina en 1663: “Por qué no citaré yo a un príncipe docto, César por pluma, y espada” (Espinosa 198). El soneto de Góngora es dedicado a la ciudad de Córdoba: “O siempre gloriosa patria mia / Tanto por pluma quanto por espadas” (Cisneros, “Huellas” 157). En el sermón Extemporal de 1681, Espinosa, se centra en el pan Eucarístico con el propósito de explicar la lluvia de maná. En este sermón da a conocer oposiciones a la Canonjía Magisterial del Cusco: “Poblada de pabellones se veía la campaña de los desiertos de Sin, y a tan numeroso gentío, como en doze tribus se estendia el Pueblo israelitico, prometia alimentar Dios con Pan de Angeles … Ventura de Hebreos, que merezcan Iudios comer pan de Angeles” (Espinosa 170). Este tema lo vuelve a tratar en 1684 al hablar sobre el Santísimo Sacramento: “Esa nieve es el candor Eucarístico, que sagradamente nos bloquea. Allá el Maná, aunque era manjar celeste, no preservaua de la muerte” (Espinosa 180). Es importante anotar cómo 75 esta referencia bíblica se repite en los sermones del escritor colonial. Este tema es también presentado por Góngora en una letrilla de 1609: “Qué comes hombre / ¿Qué como? / Pan de ángeles / ¿De quién? / De ángeles / ¿Sabe bien? / I cómo! (Cisneros, “Huellas” 158). La influencia de las lecturas del Quijote está también presente en diferentes partes del Apologético. Es así que con un verso de Persiles se ayuda para mostrar casos de hipérbaton (Cisneros, “Lector” 81). Así también se lee el siguiente texto: “Qué buenos cascos! Si Don Quijote lograra el Imperio o Sancho la Insula no se toparan presidente más a gusto” (Espinosa 22). De la misma manera es posible relacionar las sugerencias del prólogo de Cervantes en el siguiente pasaje: “Líbreos Dios de quien con su poco de latín leyó cuatro poetas, dos historiadores, un cosmógrafo, y medio teólogo, que no le ha de quedar autor, que no margene; poeta, que no muerda; escritor, que no lastime!” (Espinosa 21). No sólo a través de un texto literario es posible comprobar la influencia del éxito editorial de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) sino también a través de las representaciones como en la fiesta del año 1607 en un pueblo del Virreinato del Perú. En este pueblo dedicado a la minería un grupo de anónimos españoles representaron diferentes momentos del Quijote: “en esta fiesta americana […] se fusionaron el torneo medieval con música, vestuario y pequeñas escenas dramatizadas de temas alegóricos y mitológicos […] y se sumaron algunos personajes y episodios del Quijote” (Antón 151). Esta fiesta cortesana celebró el nombramiento del nuevo virrey peruano, Juan Manuel de Mendoza y Luna, tercer marqués de Montesclaros (1607-1615). La 76 celebración estuvo a cargo de Juan de Álava y Norueña, corregidor de Parinacochas en el pueblo de Pausa (pueblo del actual departamento de Ayacucho) (Chang “El periplo” 94). Dentro de la preparación de la fiesta se contó con un cronista quien describió con detalle los acontecimientos de la celebración52: “se detalla en dicha relación el desfile de los participantes en el juego, todos disfrazados, entre los que sobresalían los siguientes: “el Caballero de la Ardiente Espada (es decir Amadís de Grecia), el Fuerte Brandaleón, el dios Baco y don Quijote” (Cabanillas, De personaje literario 25). La quinta intervención de esta actividad cortesana se basó en el capítulo XXVII de la primera parte del Quijote. Los protagonistas de esta presentación fueron el Caballero de la Triste Figura, Sancho Panza, el barbero y el cura caracterizando a la princesa Micomicona quienes intentan con engaños llevar de regreso a don Quijote. Sólo es registrado en la crónica al protagonista como Luis de Córdoba, un juez del pueblo Castro Virreina (Antón 159). De esta manera se describe el inició de esta presentación: “A esta hora asomó por la plaza el caballero de la Triste Figura, don Quijote de la Mancha, tan al natural y propio de cómo le pintan en su libro, que dio grandísimo gusto verle” (Arellano, “Mascaradas” 5). Después de la presentación de esta escena se describe a los demás protagonistas: “venía caballero en un caballo flaco muy parecido a su Rocinante […] Acompañábanle el cura y el barbero con los trajes propios de escudero […] la infanta Micomicona que su corónica cuenta y su leal escudero Sancho Panza” (Arellano, “Mascaradas” 5). 52 El manuscrito que describe esta fiesta cortesana lleva por título: “Relación de las fiestas que se celebraron en la corte de Pausa por la nueva de proveimiento de virrey en la persona del Marqués de Montesclaros, cuyo grande aficionado es el corregidor de este partido, que las hizo y fue el mantenedor de una sortija celebrada con tanta majestad y pompa que ha dado motivo a no dejar en silencio sus particularidades (1607)” (Arellano, “Mascaradas” 3). 77 El cronista también da a conocer coplas que recitaron don Quijote y Sancho. Las coplas de Sancho no se registran: “ Sancho echó algunas coplas de primor, que por tocar en verdes no se refieren” (Arellano, “Mascaradas 6) , sólo se lee la copla de don Quijote: “Soy el audaz don Quijó- / y Moguer que desgraciá- / fuerte, bravo y arriscá- (Arellano, “Mascaradas” 6). Es importante anotar que al finalizar la dramatización los jueces premiaron la presentación de don Quijote “por la propiedad con que se hizo y la risa que en todos causó” (Arellano, “Mascaradas” 7). Es así que la dramatización de este episodio del Quijote demuestra la recepción e influencia temprana de esta novela en el virreinato peruano en 1607, dos años después de la publicación de la primera parte de la novela de Cervantes. Llama la atención que esta representación del Quijote se llevó a cabo en un pueblo pequeño y lejano de la capital del virreinato, la Villa de Pausa. Las desventuras de don Quijote relacionadas a los golpes, palos y emboscadas son tomadas en cuentas en textos literarios. El autor del poema épico Conquista y asalto de Antequera (Lima 1627), Rodrigo Carvajal y Robles53, describe en Fiesta que celebró la ciudad de los reyes del Pirú al nacimiento del serenísimo príncipe Baltasar Carlos (1632) una corrida de toros dejando a don Quijote en mal estado: “al toro que le embiste, / y el toro, a ojos cerrados, / le acertó de manera / que no le defendió la talanquera / de su cuadrupedante, / porque de solo un bote, / dio en tierra con el triste Rocinante, y revolcó al segundo don Quijote” (Carvajal 65). De esta forma el personaje don Quijote y su creador Miguel de Cervantes Saavedra se juntan en un pueblo de la serranía del Perú y 53 Rodrigo Carvajal y Robles, descendiente de familia aristocrática, nació en Antequera en 1580 y llegó al virreinato del Perú a fines del siglo XVI siendo considerado como honrado caballero y obteniendo el título de capitán. Obtuvo el cargo de justicia mayor de la provincia de Cabaña y Cabanillas, depositario general de la ciudad de Arequipa (Fernández, “La poesía de Rodrigo de Carvajal” 84). 78 llega a convertirse también en una referencia para entretener al público al presentar a un hombre supuestamente cuerdo realizando locuras: Para los textos de la época, y por tanto para los lectores del siglo XVII, la novela de Cervantes estaba inscrita básicamente dentro de los márgenes de la comicidad. Es decir sólo se actualizaba una perspectiva de las dos que brinda el escritor: don Quijote loco- don Quijote discreto. (Cabanillas, De personaje literario 36) Como señala Georgina Sabat, citando a Maravall en La cultura del Barroco, algunas características del barroco que se asemejan con América: “el deseo de asombrar, dinamismo, pasión por lo raro, por lo desconocido y por lo insólito; el afán de medro, inconformismo, énfasis en el saber y cultivo de la inteligencia, literariedad, carácter de escritura dirigida, mezcla de lo ilustre y lo vulgar, afán de sobrecoger y persuadir, deseo de dominio, fuertes tensiones y contradicciones” (Estudios 12). Varias de éstas características del barroco se relacionan con los escritos de los agentes literarios del virreinato del Perú. En ese sentido, el barroco latinoamericano tuvo acogida tomando en cuenta la multiplicidad de sus razas, lenguas, culturas y voces. El barroco es el primer movimiento donde América se asume como el resultado de una suerte de tensión entre lo europeo y lo propiamente americano: en una “continuidad de las culturas autóctonas bajo las formas elaboradas del barroco español” (Chiampi 104). Así, el barroco americano se constituye como un movimiento que no acumula ni yuxtapone, como el barroco europeo, sino que se mezcla en tensión lo extranjero con lo autóctono para tener como resultado algo único (Lezama 55). 79 Es importante señalar que este hombre nuevo americano engendrado por un proceso marcado fundamentalmente por la aculturación y mestizaje no utilizó el mismo lenguaje que el europeo, es así que lo transforma, lo adapta y lo acondiciona a sus nuevas necesidades expresivas. Se presenta de esta forma un complejo cultural nuevo que produce finalmente un nuevo arte y una nueva literatura. Lezama Lima define así al barroco americano: “Primero, hay una tensión en el barroco; segundo un plutonismo, fuego originario que rompe los fragmentos y los unifica; tercero, no es un estilo degenerescente, sino plenario, que en España y en la América española representan adquisiciones de lenguaje, tal vez únicas en el mundo[…]” (80). De todo lo visto hasta ahora se destaca que en el devenir interno del campo literario colonial toma vital importancia la relación con el campo literario español del siglo XVII. De esta manera aparece la influencia del movimiento del siglo XVII, el barroco español, en América. El barroco latinoamericano tuvo que esperar hasta que se estableciera la idea de una creatividad criolla reinterpretándose hacia un modelo cultural del nuevo mundo. De esta forma, llega un momento en que los escritores americanos están abiertos a la cultura europea. 2.3 El surgimiento de la identidad criolla y la literatura El surgimiento de la identidad criolla se inicia con la búsqueda de una identidad americana. Los criollos se esforzaron “en demostrar que eran también españoles y en nada diferentes, ‘bastardeados’ o “degenerados’ por el medio geográfico y la sociedad del Nuevo Mundo” (Lavallé, “Americanidad” 727). Es así que los españoles nacidos en América tomaron conciencia de la situación en que se encontraban y de los derechos que 80 les favorecía frente a actitudes discriminatorias provenientes de los funcionarios de la corte, de la iglesia y de los mismos españoles llegados de la metrópoli. El ambiente de disconformidad se acentuó luego de la ejecución de las Leyes Nuevas de 1542 con la oposición de la Corona en conceder la perpetuidad de las encomiendas: “los criollos luchaba no tanto contra los abusos de las autoridades, aunque éstas a veces lo exasperaban, sino para salvaguardar los derechos que, según su conciencia, había adquirido por actuaciones y las de sus antepasados” (Durand 98). En el futuro las encomiendas se entregaron considerándose sólo dos vidas. Una fue la persona a la que era atribuida y la otra a su heredero inmediato. Esto llegó a convertirse en un serio problema ya que despojaba por completo del rango social y bienestar económico a los descendientes de la familia que poseían la encomienda. El licenciado Juan Ortiz de Cervantes, abogado y procurador general del virreinato del Perú y de los encomenderos escribió a favor de las encomiendas en 1619: con este bien y merced [la perpetuidad] también se cumple con la obligación que aquel Reino pone a V. Majestad en razón de remunerar los grandiosos servicios de los conquistadores […] sin consentir que sus descendientes viven (como hoy viven muchos) en suma pobreza sin tener cosa ni palmo de tierra cuyos padres dieron tanto a Castilla. (Lavallé, “Del espíritu” 48) Es evidente que no ayudó a esta situación el nepotismo y favoritismo de las autoridades de la colonia favoreciendo a los españoles que recién llegaban de la metrópoli quienes guardaban una relación cercana con lo españoles residentes en Lima. En el siglo XVII se presenta el patriotismo criollo como oposición a lo que se conocía 81 como la tradición imperial: “su base radica en un cierto sentimiento de desposesión entre los descendientes de los conquistadores que se rebelan contra la primacía de los ibéricos” (Hampe, “Santa Rosa” 17). Es importante señalar que en la segunda mitad del siglo XVI empezó a generalizarse el término ‘criollo’, al principio sin connotación despectiva. Todo lo contrario sucedió con las denominaciones ‘gachupines’ y ‘chapetones’ para identificar a los inmigrantes en México y Tierra Firme (Domínguez 183). Es así que esta situación generó un malestar de los criollos hacia los españoles que se evidencia a partir del siglo XVI y se incrementa en el siglo XVII. A pesar que el criollo se mostraba fiel a la corona no podía dejar de lado su posición inferior en la sociedad. Esto se reflejó en su pobre participación dentro de la burocracia del momento. El criollo, en medio de una confusión se sentía parte de los imperios español e indio: […] el criollo era español y no lo era. La misma ambigüedad ante la tierra donde había nacido y en la que sería enterrado: era suya y no lo era. Continua oscilación: los criollos eran, como los indios, de aquí y, como los españoles de allá. El patriotismo criollo era contradictorio: amor a la tierra de ultramar y amor al terruño. En el siglo XVII estos encontrados sentimientos no se expresaban en términos políticos sino que tenían una coloración, afectiva, religiosa y artística. (Paz 53) Dentro de los cargos en la colonia, no se registró ningún presidente del Consejo de Indias que hubiera nacido en América y gobernó solamente un virrey criollo en todo el siglo. En el caso de los oidores en las audiencias sólo un veinte de cien fueron elegidos entre 1611 y 1687: “la tendencia a conferirles estos cargos intermedios fue cada vez mayor, a lo que ayudó mucho la extendida venalidad de cargos” (Domínguez 184). En los 82 cabildos municipales se registró también la presencia de algunos criollos. Los dos sectores que fueron disputados por españoles procedentes de la metrópoli fueron la Iglesia representadas en sus órdenes religiosas y la alta administración. El motivo del malestar criollo se basa en el deseo frustrado de querer participar en la vida política y social de la ciudad como lo estipuló el rey y la ley desde un principio: “el soberano ordenó categóricamente que los puestos de la administración en Indias fueran dados a los descendientes de los conquistadores, es decir, a los criollos” (Torres, Buscando 85). Sin embargo, esta ley a favor de los criollos representaba para los virreyes un obstáculo en su gobierno ya que no podían disponer con plena libertad en la entrega de oficios o beneficios. Como se ha mencionado, los virreyes llegaban a la ciudad con una numerosa comitiva constituida por familiares y empleados a los que prefería en vez de elegir a criollos desconocidos. Es así que esta situación generó un malestar en la sociedad que fue incrementándose al ver constantemente cómo sólo los más cercanos a palacio se hacían acreedores de favores y puestos: El problema surgió cuando los virreyes del Perú comenzaron a hacer caso omiso de las disposiciones de la Corona y prefirieron repartir los puestos de Indias entre sus familiares y los criados de su casa, y entre sus allegados y dependientes, lo que trajo consigo una serie de inconvenientes […] la corte virreinal peruana se convirtió en un espacio privilegiado en el que los dones y favores, los cargos y las prebendas, se repartían prioritariamente entre los protegidos del gobernante. (Torres, Corte 113) La respuesta de los criollos no se hace esperar y aparecen diferentes manifiestos: “de manera implícita, en filigrana de los diferentes reclamos […] de forma más explícita 83 y perspicaz, demostrando que el punto nodal del debate era ya para los criollos su nacimiento en tierra americana” (Lavallé, “Americanidad” 728). El auge del criollismo fue desde el inicio entendido de maneras diferentes e incluso en algunas ocasiones algo contradictorio. Para los peninsulares la disconformidad del criollo fue interpretado como algo negativo para el futuro del virreinato y las consecuencias que esta situación podía ocasionar: Diferencias notables de comportamiento social y de calidad moral entre los conquistadores y su descendencia americana; sospechas frente al descontento generalizado de los criollos que se juzgaban despojados de su herencia paterna, cuestionamiento de su lealtad a la Corona dado el aflojamiento de sus vínculos afectivos con la lejana España. (Lavallé, “Americanidad” 730) Esta situación ocasionó el enfrentamiento social entre los criollos y españoles especialmente en las ciudades y con más énfasis en las sedes de los virreinatos como en el caso de Lima y México donde se pronunció más la marginalidad dando a conocer con más notoriedad la presencia del criollo: “lo que definía al criollo, más que el lugar de su nacimiento, era el conocimiento del país y sobre todo la adhesión a una ética colonial de la sociedad” (Lavallé, “Del espíritu colonial” 41). En medio de esta contienda entre los conquistadores y sus descendientes directos por un lado y la corona española por el otro dio lugar una formación literaria que fue creciendo lentamente. El criollo empezó a conquistar el campo de las letras en el mismo tiempo del florecimiento de importantes escritores peninsulares del siglo XVI y XVII. Así también, los criollos intelectuales se encuentran con dificultades en este campo como el costo excesivo de la publicación, el 84 problema de la escasez de papel, conseguir el requisito de las licencias de España y enfrentarse al sistema monopolizador de los impresores peninsulares. Ante este panorama su producción literaria se vio obligada en la mayoría de los casos a permanecer en manuscrito. De esta forma, aparecen escritos que dan a conocer la productividad cultural en la sociedad virreinal y a la vez se hace escuchar las ideas criollas del momento. Amarilis se autodefine en su “Epístola a Belardo” como mujer y criolla a través de la información biográfica que escribe en versos: “de padres nobles dos hermanas fuimos, / que nos dejaron con temprana muerte, / aun no desnudos de pueriles paños; / el cielo y una tía que tuvimos, / suplió la soledad de nuestra suerte” (Chang, Discurso 184). Amarilis es consciente de las creaciones literarias que emergen de América y del interés que esto genera. Es por esto que denomina a su literatura como “fruta nueva” afirmando su estilo singular y procedente de diferente geografía: “Her poetry is the “fruta nueva”; such exotic fruit can only be tasted and appreciated by the best; and this is why she addressed her Epístola to Lope de Vega, the most distinguished playwright of Golden Age Spain (Chang, “Gendered Voices” 282). Como se ha mencionado antes, la sociedad colonial presentaba diferentes problemas. Muchos de estos problemas se centran en el favoritismo de los más cercanos al virrey ocupando los cargos más importantes. Esto crea una disconformidad muy marcada por los criollos quienes al mismo tiempo esperaban tener oportunidades dentro del sistema virreinal peruano. Esta situación social motiva a Juan del Valle y Caviedes escribir, con el ojo crítico que lo caracterizó, poemas tales como “Lo que son riquezas del Perú”, “ No hay cosa cierta en esta vida”, “Contentos falsos de esta vida”, “Define la vida de los hombres” y “Todas son conjeturas e ilusiones” en los que describe esta situación: 85 (Lo que son riquezas del Perú) En muladar pararon los desvelos de los logros, insultos y avaricias, ¿qué habrá en ellos de infamias y de anhelos de robos, tiranías y injusticias, de que claman los pobres a los cielos, mártires de miserias y codicias? vv. 9-14 (Obra Completa: Juan del Valle 385) La mirada crítica a estos problemas que ejerce Valle y Caviedes se torna moralizante presentando un variado panorama social del periodo colonial sacando a la luz en especial la nueva y peculiar relación entre criollos y peninsulares. Esto explica el poema en un curioso diálogo de preguntas y respuestas titulado “Coloquio entre una vieja y Periquillo ante una procesión celebrada en esta ciudad”. Este poema, no sólo se centra en la sátira de ciudad de Lima dando a conocer diferentes malos hábitos de la sociedad como el libertinaje que acompañaría ciertas práctica religiosas, la pretensión de linajes y el comportamiento arrogante de las limeñas sino también presenta la compleja situación de los criollos en la sociedad: “poema [que] deja vislumbrar algunas de las ambigüedades o conflictos sociales que surgían en Lima en torno a la coexistencia de criollos y peninsulares” (Lasarte, Lima satirizada 180). El poema se inicia con la participación de un narrador quien presenta a los dos personajes: “La anciana Curiosidad, / frágil, femenil dolencia / … / pregunta al niño de Cuacos, / bobo de Coria en simpleza” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 491). Es importante señalar las referencias al elogio de Lima y sus habitantes que se presentan en 86 el poema. La vieja afirma que la exaltación de Lima sería el resultado de “paporretas” que le faltan el respeto con “apócrifas quimeras / de asombros, monstruosidades, / maravillas, conveniencias / de delicias y recreos, / de regalos y riquezas” vv. 80-84 (Valle y Caviedes, Obra completa 493). Incluso pone en duda lo que se dice del buen clima Lima: “¿Qué me cuentas del celaje / que, según lo que exageran / sus patricios, el Empíreo / aún no llega a su belleza” vv. 97-100 (Valle y Caviedes, Obra completa 494 ). Después de doscientos setenta y siete versos de un alegre diálogo el poema finaliza recordando que todos los elogios de Lima que el texto ha desacreditado son “eructos sin sustancia / en los faustos que bostezan; / oropel sin fundamento / en el relumbrón que afectan; / todo paja, ningún grano; / cascos vanos, tripas huecas; / mucho ruido, pocas nueces; / muchas dones, pocas nueces” vv. 299-305 (Valle y Caviedes, Obra completa 503). Es así como de las preguntas y respuestas de la Vieja Curiosidad y Periquillo se traduce una interesante matización a la conocida situación entre criollos y españoles. Como señala Pedro Lasarte, el poema se refiere a: “la vituperación de Lima por parte de los españoles peninsulares y su defensa por parte de los criollos” (La sátira 49). En los siguientes versos Valle y Caviedes denuncia a los “falsos caballeros”: En este Babel con sólo el contacto de la huella, se constituyen los sastres en potentados de Grecia; los galafates, en conde; duquesas, las taberneras; en príncipes los arrieros, 87 y las gorronas, princesas. vv. 135-142 (Valle y Caviedes Obra completa 498) Vemos así, que las obras de Valle y Caviedes se centran en una posición entre criollos y españoles: “alaba una ‘verdadera’ nobleza y denigra el oportunismo de los recién llegados” (Lasarte, Lima satirizada 185). Se describe una pugna entre criollos y españoles en base a la problemática de una “verdadera nobleza” que llega a ser cuestionada por la llegada de una clase con privilegios considerándose el criollo americano verdadero y legítimo proveniente de los conquistadores: “el elogio de la verdadera nobleza española en el virreinato formaría parte, entonces, de una ‘reivindicación’ criolla” (Lasarte, “La vieja” 130). El cusqueño Juan de Espinosa Medrano (1632-1688) , conocido como “El Lunarejo” o el “Doctor Sublime” (Vargas 894), es considerado un autor notable del siglo XVII por la defensa que hace sobre la posibilidad criolla de competir intelectualmente con la metrópoli, es decir en la búsqueda del mismo trato intelectual entre españoles y americanos, en el prefacio del Tratado sobre filosofía tomística (1688). También, por ser el mayor exponente y defensor del gongorismo en América siendo considerado el primer crítico literario de Hispanoamérica al escribir El Apologético a favor de Luis de Góngora […] contra Manuel de Faria y Sousa (1662): “el texto se abre a las polémicas metropolitanas en torno al poeta cordobés” y “en el Apologético habla el letrado criollo de su marginación y retardo respecto a la cultura metropolitana” (Moraña 260) Todo el trabajo literario de Espinosa Medrano influyó en la juventud colonial del momento (Barreda 207). 88 Vemos que, Espinosa Medrano lleva a cabo un doble trabajo en el Apologético ya que no sólo se convierte en el protector de Góngora sino que reivindica a los habitantes del virreinato del Perú. Escribe el doctor Fulgencio Maldonado, perteneciente a la Orden de San Juan, en los preliminares del Apologético: “¿Y quién pudiera valiente defenderlos y conservarlos en sus sienes como el doctor Juan de Espinosa Medrano?, sujeto que (ayudado de perpetuas vigilias su caudaloso ingenio) ha llegado a ser admiración de su patria” (Espinosa 5). Maldonado elogia el trabajo de Espinosa Medrano que lo ha convertido en una persona de renombre y más adelante hace referencia a los que ponen en duda la capacidad intelectual de los criollos y los que no entienden del arte gongorino. Así también, hace referencia al término criollo como de dudoso uso: “(criollos los llaman con nombre de incógnita etimología) que dónde crió Dios más quilatados y copiosos los tesoros de la tierra, depositó también los ingenios del cielo” (Espinosa 5). En la aprobación que escribió el doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones, visitador general del obispado del Cuzco y catedrático de filosofía en el Real Colegio de Antonio el Grande, en los preliminares del Apologético hace referencia al ingenio de Espinosa Medrano que le permite destacar en América como uno de sus hijos: “Pero en más precisa obligación le reconoce esta escondida América, siendo su ingenio, no el ensaye del oro y la plata que pródigas dan sus brutas peñas; de los grandes talentos sí que produce el mineraje de sus hijos” (Espinosa 7). De la misma forma, en el elogio que el doctor Alonso Bravo de Paredes dedica a Espinosa Medrano llega a relacionarlo con figuras de la antigüedad clásica resaltando el nivel intelectual del Lunarejo y de la clase criolla: “Miro en este argumento ya no las luces todas de este Demóstenes indiano; tienen éstas otra esfera mayor a que iluminar brillando, siendo usurero empleo de la atención en 89 los púlpitos: veo no el vuelo entero de este Fénix criollo remontarse con imperceptibles giros al Olimpo” (Espinosa 6). En esta cita, se destaca también el territorio americano al llamar al cusqueño intelectual “Demóstenes indiano” y las cualidades de predicador que lo convierten en el verdadero oficio de ingenio del momento. Así como Valle y Caviedes aborda en su poesía el tema del conflicto entre los españoles y criollos referente a las desigualdades y favoritismo que se vivía en el virreinato del Perú, Juan de Espinosa Medrano lo hace también para dar cabida a los criollos americanos en el mundo intelectual de la metrópoli. Espinosa Medrano intenta invertir la valoración peninsular en relación al ambiente criollo a través de sus cultos estudios críticos dando a conocer su vasto conocimiento en poesía, música, filosofía, retórica, teología y latín: “el Lunarejo cita o glosa a más de ciento treinta autores, desde Homero y Aristóteles hasta Cervantes, pasando por el Aretino, Erasmo, Tertuliano y Camoens” (Vargas 895). Esta reacción común de Valle y Caviedes y Espinosa Medrano al acercarse a estos temas nace por la necesidad de buscar un cambio ante las situaciones de privilegio de la élite española que se presentó en la sociedad virreinal del Perú. Esta situación no sólo excluía a los criollos dentro del sistema político, social y religioso sino también en lo ideológico. Como lo menciona Espinosa Medrano en el prefacio del Tratado sobre filosofía tomística: Me siento casi obligado a presentar mi Philosophia Thomistica al mundo letrado, si bien trémulo y no inconsciente de mi insignificación para que salga al público. Pues los europeos sospechan seriamente que los estudios de los hombres del Nuevo Mundo son bárbaros. (Espinosa 325) 90 El pensamiento crítico que se lleva a cabo en este tiempo se convierte en una de las formas que permite el análisis de la sociedad colonial: “en la colonia, racionalización, identidad criolla, cuestionamiento de la cultura virreinal y las instituciones, son todas piezas que comienzan a delinear un proyecto cultural liberador que recoge los efectos del deterioro de la unidad imperial” (Moraña 263). Es así que estos escritos coloniales se enfrentan e interponen al centralismo imperial enfatizando su situación de marginalidad, desarrollando la definición del yo escritural y afirmando la capacidad intelectual criolla. 91 III. Valle y Caviedes y su interacción con el campo literario 3.1 Valle y Caviedes, su carrera y su habitus Juan del Valle y Caviedes54 (1645-1698), según lo define Pedro Lasarte (Lima satirizada 27), fue uno de los satíricos mas representativos del periodo colonial peruano. Este poeta desarrolló su literatura en una sociedad virreinal donde la poesía significaba no sólo una actividad estética, sino que a la vez tenía una función social y política importante en el medio. Guillermo Lohmann Villena señala que Valle y Caviedes vivió en el virreinato del Perú tiempos difíciles y amargos, en los que parecía “como si una horrenda pesadilla abrumase y aturdiera la vida entera del antes próspero país y sus confiados habitantes, sumiéndolos en una irremediable congoja” (Valle y Caviedes, Obra completa 13). Este ambiente se verá reflejado en la escritura del poeta, que presenta el clásico pesimismo barroco de la época. Además, su temperamento criollo y el espíritu de rebeldía de Caviedes permiten encontrar los inicios de una literatura nacional la cual se manifiesta en una mirada cuidadosa de la sociedad virreinal y, a la vez, en la búsqueda de la independencia intelectual. En este sentido, es fundamental aplicar el concepto bourdieuano de habitus, conocido por la crítica cultural a la práctica literaria de Valle y Caviedes para construir su representación de historia y sociedad de su tiempo. Como señala Bourdieu: “Toda trayectoria social debe ser comprendida como una manera singular de recorrer el espacio social, donde se expresan las disposiciones del habitus” (Bourdieu, Las reglas 384). En ese sentido, el tomar en cuenta la interacción social del escritor ayudará en el estudio de 54 Según su biógrafo Lohman Villena, Juan del Valle y Caviedes nació en Jaén, España, en 1645. Se traslada desde muy temprana edad a Perú donde permanece hasta su muerte en 1698. Se dedica al comercio, a la minería, mantiene una estrecha relación comercial con un importante miembro de la corte de la Monclova y ofrece consejos a la Corona en calidad de arbitrista. A pesar de estas relaciones cercanas a ciertos personajes de importancia su vida se ve marcada por dificultades (Valle y Caviedes, Obra completa 230). 92 su producción literaria. Este reflejo de la sociedad en la obra del poeta colonial queda registrado en los siguientes versos del romance que escribió a Sor Juana Inés de la Cruz: “En cada hombre tengo un libro, / en quien reparo enseñanza, / estudiando la hoja buena / que en el más malo señalan” vv. 93-96 (Valle y Caviedes, Obra completa 613). De esta forma el poeta enfatiza su aprendizaje en la escuela de la vida como lo afirma Lorente Medina: “si Sor Juana se refugia en el mundo de la palabra escrita (los libros) para satisfacer sus anhelos de saber, Caviedes se sumerge en el mundo circundante para obtener de él el conocimiento de las ‘letras’ que, lamentablemente, le fue vedado por azares de la vida” (“La transmisión textual” 2014). Así pues, la obra literaria de Valle y Caviedes está marcada tanto por acontecimientos históricos y sociales como por influencias literarias que constituyen importantes referencias para conocer su entorno. No cabe duda que la obra del poeta colonial se centra en un interés literario y social que genera diversas críticas del contexto sociopolítico en Lima, la capital del virreinato peruano. Algunos datos biográficos son rescatados a través de su obra como en el romance autobiográfico titulado “Carta que escribió el autor a la monja de México habiéndole ésta enviado a pedir alguno de sus versos, siendo ella en esto y en todo el mayor ingenio de estos siglos”. Valle y Caviedes da a conocer el viaje que hace desde España al virreinato peruano: “De España, pasé al Perú / tan pequeño, que la infancia, / no sabiendo de mis musas, / ignoraba mi desgracia” vv.70-74 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan del Valle 452). También, da a conocer que es autodidacta y afirma no haber frecuentado aulas de escuela alguna: “Con este divertimiento / no aprendí ciencia estudiada, / ni a las 93 puertas de la lengua / latina llegué a llamarla. / Y así doy frutos silvestres / de árbol de inculta montaña” vv. 77-82 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan del Valle 453). Además, a través de diferentes documentos en el Archivo Nacional del Perú, Lohmann Villena asegura que Valle y Caviedes trabajó en el campo de la minería a partir de 1670. Desde esta fecha se inicia en la actividad minera lo cual llega a constituir un ejercicio importante en su vida hasta su muerte, treinta años después: “el fruto obtenido en este ejercicio fue muy parco. Quizá en la soledad agreste de algún asiento minero, abrumado de su infortunio, debió de germinar su auténtica vocación literaria” (Lohmann, “Un poeta virreinal” 778). Esta actividad que formó parte de su vida queda también registrada en la carta que escribió a Juana Inés de la Cruz con cierto tono de disgusto: “Heme criado entre peñas / de minas, para mí avaras, / mas ¿cuándo no se complican / venas de ingenio y de plata? (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan del Valle 452). De la misma forma describe su actividad minera en el romance “Habiendo escrito el excelentísimo señor Conde de la Monclova un romance, los ingenios de Lima lo aplauden en muchos; y el poeta en este” que dirigió al virrey Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, Conde de la Monclova en 1689: “y si sobre lo poeta / entra el sinónimo o ripio / de minero, que es de pobre / confirmación del bautismo / esto es parar ya en las gradas / entre Bachán y Palito / siendo de todos los muertos roto candelero vivo” vv. 45-52 (Valle y Caviedes, Obra completa 416). 94 Si bien es cierto que se conocen varios datos de la vida del poeta colonial no son suficientes para elaborar su trayectoria de vida55. No ha sido posible dar a conocer la verdadera razón de su viaje a Perú, las diferentes ocupaciones en sus inicios en Lima con exactitud, su situación económica en los periodos en que se dedica a la minería entre otros momentos de su vida: “Por más que la producción del ingenio andaluz se asegurara una sólida fama, lo cierto es que en tres siglos no se ha indagado satisfactoriamente el complejo artificio de sus 53 años de andadura” (Valle y Caviedes, Obra completa 15). En 1937, Lohmann Villena inicia un estudio más estricto del pasado del poeta colonia al sacar a la luz su partida de nacimiento y su testamento: “Para disipar la obscuridad en que ha yacido todo lo relativo a su persona, he juzgado útil entregar a la publicidad los dos documentos por mí exhumados”56 (Lohmann, “Dos documentos” 277). Sin embargo a través de sus escritos se puede conocer más de sus relaciones y sus preocupaciones57. No tuvo una conexión directa con la élite cultural del virreinato peruano pero su mirada y su sátira se centraron en ella. Este poeta llevó una vida activa en el ambiente socio-económico de la segunda mitad del siglo XVII virreinal (Kolb 34). 55 Está registrado su matrimonio con Beatriz de Godoy Ponce de León nacida en Moquegua (Perú) en 1671: “De la unión nacieron seis vástagos en 1672 Antonio, en 1675 Pedro, en 1676 Juan, en 1680 María Josefa, Alonso y en 1686 Tomás. Poco es lo que se sabe de ellos” (Valle y Caviedes, Obra completa 28). El sentimiento que originó la muerte de su esposa también quedó registrado en el romance “En la muerte de la mujer del autor”: “Fallece Febo, y queda / el mundo deslumbrado; / ¿y que en mi muerto sol, / me falten luces y me falten rayos? / Si al morir una vida / le corresponde al tanto, / logro soy de la muerte / pues cobra en muchas, réditos tiranos” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 601). 56 Es importante señalar que se conocieron diferentes Valles y Caviedes en el Perú que no ha sido posible conocer seriamente si se trataron de familiares del vate colonial: “el alférez, Antonio de Cabiedes [… ] un escribano real, Juan del Valle […] el procurador del Colegio del Cercado de los Jesuitas, el hermano Juan del Valle […] el labrador, Juan del Valle […] el capitán, Juan del Valle Aparicio […] el sevillano, Don Juan del Valle y Ceballos […] el logroñés, Juan del Valle y Tejada […] el estudiante de latín, Diego de Caviedes Merino […] Nicolás de Cubides y finalmente el doctor Tomás Berjon de Cabiedes quien trabajó en la Audiencia de Lima. (Valle y Caviedes, Obra completa 25-39). 57 A través de su poesía se llega a conocer cómo se relaciona con la sociedad de la época y aprende de ellos con humor: “En el ignorante aprendo, / aguda y docta ignorancia, / que hay cosas donde es más ciencia / que saberlas, ignorarlas. / Pavesas de entendimiento / tengo de las luces claras / del vuestro, si en mí son humos / lo que en vos se ostenta llama” vv. 97-105 (Valle y Caviedes, Obra completa 616). 95 Su sátira se encuadra dentro de un ambiente donde el comercio y la vida de la ciudad adquieren un lugar importante en lo socioeconómico, “no estaría de más reconocer el hecho de que el autor tuvo un conocimiento directo de las instituciones burocráticas de la colonia y sus procedimientos” (Lasarte, Lima satirizada 27). Según Daniel Reedy, la obra poética de Valle y Caviedes58 puede clasificarse en cuatro grupos según criterios de propósito central, temática y estilo (“Olvidado” 507). El primero de estos grupos está formado por los poemas que se asocian con el Diente del Parnaso59 (1689), es decir, poemas en que resalta el tema satírico, jocoso y burlesco, dirigida contra todos los sectores de la sociedad limeña de fines del siglo XVII. Otro grupo lo constituyen las poesías religiosas y filosófico-morales. El tercero consta de las poesías de tema amoroso. Por último, se tendrían las poesías ocasionales sobre diversos temas de actualidad de la época. La recopilación de los poemas de Valle y Caviedes ha generado una polémica debido a la circulación de sus escritos a través de manuscritos60 y sin contar con su rúbrica en muchos de ellos (Barrera 32). Según Guillermo Lohmann Villena en Obra completa afirma que se conocen ocho manuscritos de su obra dispersos en bibliotecas y archivos del Perú, España y Estados Unidos (23). No es arriesgado suponer que personas importantes de la sociedad colonial peruana, como también otros agentes del campo 58 La obra de Caviedes consta de más de 265 composiciones poéticas y tres piezas dramáticas. Recorrió una trayectoria difícil antes de llegar al público en general, salvándose del olvido gracias a los esfuerzos de persistentes coleccionistas y otros aficionados a sus versos (Valle y Caviedes, Obra completa 224). 59 En El Diente del Parnaso el autor hace referencia a través de la sátira a médicos que ocupaban una alta posición social en Lima virreinal. Estas referencias históricas permite conocer acontecimientos de esta sociedad (Valle y Caviedes Obra poética II 55). 60 La transmisión manuscrita de la obra de Valle y Caviedes es propia de la época si se considera la transmisión de la poesía del Siglo de Oro: “De dicha época se sabe que son pocos los poetas que tuvieron preocupación por colectar y ordenar sus poemas con miras a una impresión. Algunos ni siquiera se preocuparon por tener un volumen autógrafo o cartapacio personal. Siendo, en el mejor de los casos, allegados, admiradores, amigos o parientes del poeta los encargados de dicha labor de motu propio” (Cabanillas, De nuevo sobre el corpus 62). 96 literario, se hayan acercado con interés a sus poemas satíricos al presentar temas actuales de la época y personajes con nombre propio. Es importante señalar que se publicaron sólo dos poemas mientras vivió. Según José Toribio Medina, uno de ellos se publicó en Lima en 1688: “La violencia de dos terremotos, con que el poder de Dios asoló esta ciudad de Lima, emporio de las Indias occidentales y las más rica del mundo”. El otro poema también se publicó en Lima en 1689: “Quintillas en el certamen que se dio por la Universidad, a la entrada del Conde de la Monclova. Coloquio que dos pobres de las grada tuvieron, celebrando la abundancia de mantenimientos que con su gobierno había y llorando la esterilidad de tiempos pasados”. (178-179). Más adelante, en 1791-1792, la Sociedad Académica de Amantes de Lima editó cuatro poemas de Caviedes en el Mercurio Peruano presentando al inicio una breve información del poeta bajo el título “Rasgos inéditos de los escritores peruanos”: “Las [poesías] de nuestro célebre Caviedes agradarán a cuantos las leyeren. […] Acaso no se han escrito invectivas más graciosas contra los médicos, que las que se contienen en la colección inédita que intituló Diente del Parnaso” (Sociedad Académica, 313). Así también, en la poesía del vate colonial se registran diferentes hechos ocurridos en la ciudad de Lima. Así tenemos, fenómenos de la naturaleza que los limeños no estaban acostumbrados a presenciar como truenos, relámpagos y el cruce de un cometa que ocurrió el 3 de julio de 1680. Valle y Caviedes muestra oposición a los comentarios que los astrólogos de Lima señalaban al respecto en un romance titulado “Juicio que hizo el autor de un cometa que apareció”: “Del cometa hacen juicio / los astrólogos, pudiendo / cada cual hacer el suyo / porque los tienes deshechos. / Con la cola 97 vaticinan / y discurren con acierto, / porque con cola se pueden / pegar los chascos al pueblo” (Valle y Caviedes, Obra completa 602). De la misma manera, el romance “Memorial que da la muerte al Virrey en tiempo que se arbitraba si se enviarían navíos con gente de guerra para pelar con el enemigo inglés o si se haría muralla para resguardar la ciudad de Lima” registra, como lo describe en el título, otro evento importante en 1683. Además, los temblores en Lima de 1687 se recuerdan en el romance titulado “Al terremoto padecido en la ciudad de Lima el 20 de Octubre del año de 1687”: “Los edificios más firmes / cuya fuerte arquitectura / pasó de barro a ser bronce, / unos con otros se junta. / El agua y la tierra cambian / las naturalezas suyas / si la tierra andaba en ondas / y el mar en montes de lluvias” vv. 61-68 (Valle y Caviedes, Obra completa 606). Así también, en las décimas “Habiendo dicho el doctor Yánez que se disculpaba de no haber hecho segunda visita a un enfermo, por vivir fuera de murallas, estando Lima amagada de corsarios” el poeta colonial rescata otro hecho ocurrido en la ciudad de Lima del siglo XVII. En más de una oportunidad el poeta colonial se centra en la exagerada vanidad de las mujeres de su época. Según Caviedes, en las décimas “A una dama que se ajustaba los pies de modo que no podía andar”, las limeñas vivían para lucir los pies y se esmeraban en convertirlos en un instrumento de coquetería: “Hipócrita así estará / pasándolo con rigor / amargura y sinsabor, / que es hipocresía aquí / andar justo, porque así / es tu pie más pecador. / Es ídolo de afición, abreviándole, el pie campa; / siendo él la menor estampa, causa más adoración” vv. 25-34 (Valle y Caviedes, Obra completa 531). Por supuesto que las tapadas también estuvieron bajo la mirada del poeta colonial en “Coloquio entre una vieja y Periquillo ante una procesión celebrada en esta ciudad”: “Vi 98 exhalaciones con mano / o fantasmas corpulentas, / andar por calles y plazas / jugnado gallina ciega: / unas son topa-con-todos, / por ver si pega o no pega; / sin ser de peso, pesadas; / livianas, sin ser ligeras” vv. 247-254 (Valle y Caviedes, Obra completa 501). De esta forma, Valle y Caviedes da a conocer a través de sus versos diferentes consejos para la que pretende postular a dama: “Mucha tierra no salves con tus pasos, / sino cortos y escasos, / que lo largo es de mulas de camino / y estas damas no valen un pepino, que a todas causan risa / anda tú menudito, nada a prisa, / con hipócrita pie martirizado” vv. 3137 (Valle y Caviedes, Obra completa 484). Valle y Caviedes delinea a través de sus versos a la mujer beata o la Ña Catita de la ciudad de Lima. Leticia Cáceres Sánchez describe a la beata limeña de esta manera: “Es la que se disfraza de apariencia virtuosa y para fingir lo que no es, ni siente, usa de aparatosas actitudes que resultan un sainete para el que las presencia” (98). El poeta colonial da cuenta de este personaje muy peculiar de aquella época que frecuentaba los templos y calles de la ciudad en uno de sus poemas satíricos “A los hipócritas”: “Si es mujer la que de estas cosas trata, / con lo previsto vístase de beata: / hábito, sombrerón y zapatones / con cinta de correas y ramplones: / su rosario en el cuello muy cumplido, / de medallas de azófar guarnecido” vv. 61-66 (Valle y Caviedes, Obra completa 466). Es importante resaltar la actitud del poeta colonial al diferenciar las costumbres hipócritas con otras completamente opuestas. En el mismo poema menciona al respecto: “No es mi intento el hablar de los estados / de la Iglesia aprobados, / ni de justos, que en ellos considero / alta virtud; mas sí del embustero / que, con fiera malicia, nos vende por virtud lo que es codicia, / dejando a miserables pecadores / más ciegos y enredados en errores” vv. 165-172 (Valle y Caviedes, Obra completa 469). 99 De la misma forma, se centra en las preocupaciones del hidalgo de aquella época es decir contra los adulones palaciegos: “Las cabezas circundadas / con cintas de raso o tela; / mas con todo ese fru fru, / con la transformación quedan, / en entrando al vestuario / dos Perolitos de Jerga. / Y en volviéndose a sus casas, toda grandeza depuesta, la mazamorra en persona” vv. 193-201 (Valle y Caviedes, Obra completa 500). También, al observar una sociedad basada en las apariencias Valle y Caviedes recomienda en “A los hipócritas” la manera de tener éxito: “Quien tratare de fingirse virtuoso, / que es ejercicio grave y provechoso, / póngase gran sombrero y zapatones, / aunque otra cosa digan los calzones, / que a pálidos truecos amarillos / nadie va a consultarles los fundillos” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 465). Es así que centra su atención en el aspecto personal. Conoce bien que la sociedad tiende a fijarse en el buen vestido y de esta manera fácilmente se deja impresionar. En los siguientes versos se refiere a la importancia del vestido del postulante a docto: “Si quieres ser docto en todas ciencias, / en púlpitos, en cátedras y Audiencias, / pondrás grande cuidado / en andar bien vestido y aliñado / de aquella facultad que representas / que de esta suerte ostentas / lo que ignoras y nuca has aprendido” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 476). Así pues, sus recomendaciones para triunfar en medio de una sociedad hipócrita no sólo se centra en Lima sino también en España. Así se lee en “Caballeros Chanflones”: “Adviértoles aquí que, en la patraña, / el que fuere de España, / y en lo noble tratare de su aumento, / que puede mentir más ciento por ciento, / porque en larga distancia / se emplean las mentira a ganancia” vv. 55-60 (Valle y Caviedes, Obra completa 472). En efecto, este discurso sobre las apariencias es una referencia del Buscón de Quevedo al demostrar el intento del ascenso social por parte de Pablo, el protagonista: 100 “Hubo grandes diferencia entre mis padres sobre a quién había de imitar en el oficio, más yo, que siempre tuve pensamientos de caballero desde chiquito, nuca me apliqué a uno ni a otro” (Quevedo, Buscón 100). Otro aspecto importante de señalar es la presencia en su obra de las diversas razas en esa época: indios, mestizos y negros destacando en ellos sus características o cualidades. En el romance “Al casamiento de Pedro de Utrilla” se lee: “Un cuento de cuentos dicen / que por dote le señalan; / si un zambo le dan, ¿quién duda zambo de zambos se llama? / En el dote y en el novio / distinción ninguna se halla / porque en tintos no hay distintos / y esto en turbio es verdad clara” vv. 5-12 (Valle y Caviedes, Obra completa 392). Así también, es importante anotar el uso de proverbios y refranes en la obra del vate colonial. Este recurso que utiliza Valle y Caviedes permite, una vez más, no sólo dar a conocer las costumbres de la sociedad sino también busca una forma de cambio en las diferentes situaciones que describe. En el caso del poema “Preguntas que hace la vieja Curiosidad a su nieto Perico, hijo de la experiencia y de las grandezas de una ciudad en los reinos yermos y andurriales” se hace uso del refrán con el propósito de aclarar una exageración en su conversación: “Del dicho al hecho hubo siempre / muy notable diferencia / y en cualquier tierra de Babia / suelen mentir sus babiecas” vv. 101-104 (Valle y Caviedes, Obra completa 494). En otro poema se rescata otros refranes que describen una exageración en las alabanzas rituales en la ciudad de Lima: “Son eructos sin sustancia / en los faustos que bostezan; / oropel sin fundamento / en el relumbrón que afectan; / todo paja, ningún grano; / cascos canos, tripas huecas; / mucho ruido, pocas 101 nueces; / muchos dones, pocas rentas” vv. 298- 305 (Valle y Caviedes, Obra completa 503). El poeta colonial no podía dejar de mencionar el tema del amor que ya había sido trabajado en España como en América. Valle y Caviedes aborda este tema en algunos poemas declarando que se trata de un enigma y laberinto como lo hace en este romance titulado “A dos amigas seglares de un convento”: “Y por fin, el que pensare / que amor es oculto enigma / adonde menos alcanza / aquel que más lo investiga, / no sabe lo que es amor, y el que sabe que no atina / con lo que es, el no saberle, su laberinto descifra” vv. 129- 136 (Valle y Caviedes, Obra completa 724). Diferentes ambientes se descubren en la poesía de Valle y Caviedes en relación al amor. Por ejemplo, el ambiente pastoril para describir este sentimiento se lee en el siguiente romance: “En el regazo de un olmo, / verde gigante del pardo, / estaba un triste pastor, / pensativo y sollozando. / Con la mano en la mejilla / y el pañuelo en la otra mano, / así decía a las flores, / las lagrimas enjugando” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 705). Así también, el poeta colonial escribe sobre el tema clásico de la mujer falsa como en los siguientes versos: “No maten sino den vida, porque es proceder tirano / causar el daño y que no / quieran remediar el daño. / En fin, yo muero de fino, / y tú vives al contrario / de falsa, dándome dos / consuelos en mi fracaso” (Valle y Caviedes, Obra completa 706). Valle y Caviedes deja testimonio en su obra sobre el interés en desarrollar una poesía basada en la inspiración religiosa. Diversos temas como la devoción a María, la Encarnación, la Asunción, el Cristo crucificado, la vida interior, la fe y el arrepentimiento son tratados en algunos de sus poemas. En el soneto “Reconviniendo la misericordia de Dios con sus finezas” el poeta colonial describe a Cristo como el Salvador lleno de 102 misericordia: “Vos muerto en una cruz para salvarme, / Vos herido por mí, Vos afrentado, / Vos de juncos marinos coronado, / ¿y tengo de temer el condenarme? / No, mi Bien, de justicia has de ampararme, / pues la hicieron de Ti tanto malvado” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 655). La imagen y significado del Cristo crucificado se centra en el amor sin interés y el amor puro que se traduce a partir de la imagen dolida de Cristo en la cruz. De la misma forma, en el soneto “A Cristo crucificado” se lee: “Vos para darme vida, Señor, muerto; / y yo mirándoos muerto tengo vida / atrozmente parece endurecida / o el que la tengo no parece cierto / Vos clavado en una cruz, desnudo y yerto, / con el cruel rigor de tanta herida” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 654). Así también, en el soneto “Para saber el enojo de Dios” Valle y Caviedes escribe sobre el examen de conciencia que permite conocer las ofensas a Dios: “Para saber que a Dios tengo enojado / y tener de su ira cierta ciencia, / examen he de hacer de mi conciencia, / e igual será su enojo mi pecado. / Con aquesto tendré averiguado / cómo estará sin otra diligencia, / porque la culpa es signo de evidencia” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 661). En el soneto “Prueba que el mayor enemigo que tiene un hombre es él mismo” reflexiona sobre el origen de la perdición del hombre. En los siguientes versos se lee al respecto: “Mi contrario mayor soy y enemigo, / si con propios agravios no me afrento; / y me agravia el más leve atrevimiento / ajeno, que no sufro, y le castigo; con la venganza la razón desdigo / que tengo de mi propio sufrimiento, mereciendo castigo más sangriento” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 660). Otro aspecto importante de señalar son las tres piezas dramáticas de Valle y Caviedes: El Baile entremesado del amor alcalde de 103 versos, el Baile del amor tahúr de 136 versos y el Baile del amor médico de 120 versos. En estos trabajos el escritor 103 colonial demuestra su habilidad en el tratamiento de la alegoría y su incorporación en la dramática de su época. En el soneto “Memorial que dio un representante al señor virrey en ocasión que habla de representar en palacio la comedia de Tetis y Peleo” Valle y Caviedes da prueba de su interés en el ambiente teatral de ese tiempo al nombrar al actor Virués61: “Cristóbal de Virués, el / representante primero / os representa en aquéste / sus quebrantos y desvelos. / Dice que de puro pobre / da en poeta y con aquesto / si no lo aprueba realmente / lo acredita con efecto” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 419). En este texto se describe también la difícil situación de los actores en la ciudad de Lima: “Tan roto está y tan rasgado / que siempre está zurciendo, pues desde el temblor acá / le dura un vestido negro, / con el cual se halla en pelota, / tan desnudo, que ha dispuesto / hacer un saco tan largo / que no falta en hacerlo” vv.17-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 420). Así, como lo señala Lohmann Villena la actividad teatral paso por un momento crítico a causa de la situación económica y del terremoto de 1687 en Lima: Ya se echa de ver que los cómicos debían soportar grandes privaciones, pues los emolumentos que percibían no alcanzaban ni aun para adquirir vestidos, con que se veían compelidos a solicitarlos de la caridad publica, sobre todo cuando tenían que salir a escena con trajes rozagantes. (Lohmann, El arte dramático 306). En estas circunstancias, el poeta colonial hace su aparición en el ambiente teatral del siglo XVII de la ciudad de Lima. Estos textos dramáticos se caracterizan porque son usados dentro de la obra teatral en forma de canto y a la vez de movimiento. Es importante anotar que en estas composiciones se desarrolla el tema del amor como una 61 El actor Cristóbal Virués fue hijo del cómico Francisco Duarte. Nació en Lima en 1634 (Lohmann, El arte dramático 621) 104 misteriosa abstracción sin dejar de lado el humor. Así, el amor o Cupido aparecen como un juez, un doctor y un jugador mostrando en cada uno de las tres obras dramáticas una diferente dimensión del amor. Estos trabajos evidencian un afán del poeta colonial de incursionar en el teatro que ya era popular en España y conseguir un reconocimiento dentro del campo literario del momento: “Working within the traditional structure of the Spanish “bailes de oficios”, Caviedes demonstrates considerable talent in the composition of this three poetic interludes and a degree of originality in their content” (Johnson 59). En el Baile del amor tahúr se desarrolla en un ambiente de fiesta, se describen personajes alegres y se da a conocer la vida de los jugadores. En este baile el Amor reúne a los amantes con el propósito de juntar dinero. Al inicio se presenta al amor y su verdadero interés en el mundo: “Jugadores de Venus, / a la Tartaria, / donde de amor los juegos / en veras paran, / y el que no la perdiere pierda esperanzas. / Tahúr, fiel de bellezas, / hoy con el alba / juego el sol en mi rostro, / antes que salga” vv. 1-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 759). En este caso se trata de un amor interesado, lleno de juegos para conseguir su objetivo y el tiempo de duración se asemeja a una jugada de naipes: “Tan tahúr es mi labio / que hace ventaja / al clavel, si partido / le da de grana. / Resto de cristal terso / es mi garganta / con quien pierden tesoros / por una blanca. De mano doy a aquéllos / que no dan plata, / y la mano doy de ella / al que la saca” vv. 43-54 (Valle y Caviedes, Obra completa 760). Una sala de justicia es el ambiente en el que se desarrolla el Baile entremesado del amor alcalde. En este lugar se presentan Cupido y cinco presos quienes son acusados por romper las leyes del amor. Se inicia con un canto interpretado por Cupido: “Salgan los presos / a juicio en la causa / de no tenerlo. / Desato al arco la cuerda / para que así 105 quede hecho / vara recta de justicia / el que fue injusto instrumento / Nuevas leyes del amor / debo dar desde hoy, supuesto” vv. 5-14 (Valle y Caviedes, Obra completa 763). Se resalta en el desarrollo del texto la acción de Cupido en el uso del arco y la figura del niño arquero y ciego. Frederick Luciani analiza a Cupido en los versos del poeta colonial de la siguiente manera: “The triple function of Cupid as wonder-healer-curer makes him a perfect source of metaphors for Caviedes throughout his thousands of line of medical satire. Thus we can close the triangle of Doctor, Poet, Cupid” (344). Por otro lado, los presos se quejan de sus malas experiencias en el amor ya que se encuentran colmados de entendimiento, en este caso el Amor los alivia de este mal: “Libre y sin costas, salid, / que no sois mi prisionero, / que yo prendo voluntades / y no los entendimientos / Porque no es ciego / el que ama con luces / de amor discreto” vv. 28-34 (Valle y Caviedes, Obra completa 764). Cabe señalar que la representación de Cupido como juez presenta una combinación de lógica y absurdo que favorece al desarrollo del humor: “The incongruity of Cupid’s dual role provides the major source for humor in El Amor alcalde, as his musical entrance dispells any semblance of seriousness and formality that would normally be associated with a courtroom scene” (Johnson 60). Los personajes en el Baile del Amor médico son el Amor, vestido de médico, y cinco enfermos que se unen al inicio en una danza: “A curar males de amor / vengo por hacerles bien, / que de enfermo acuchillado / médico he venido a ser. / Venga quien / queriendo quisiere / dejar de querer” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obras completa 753). Cobra vital importancia las diferentes y contradictorias recomendaciones que el Dr. Amor utiliza para dar cura a sus pacientes afectados por el amor: “Caviedes develops the play’s paradoxical theme in which love is both the sickness and the cure. The use of opposites 106 appears in the description of the patient’s symptoms and the doctor’s formula for recovery” (Johnson 64). Después que el Amor médico revisa a todos sus enfermos concluye, al igual que sus pacientes, que es verdaderamente difícil comprender la naturaleza del amor y en muchos casos es imposible aliviar el sufrimiento de sus víctimas. Al finalizar este baile cantado se lee: “Amor médico: Al amor nadie lo entiende, / porque su cautela es / no ser de nadie entendido / para dar más que entender. Enfermo 1: Que de su miel / el sabor sólo sabe, / que no el saber” (Valle y Caviedes, Obra completa 757). De todo lo visto hasta ahora en relación a las tres piezas dramáticas, El amor alcalde, Baile cantado del amor médico y Baile del amor Tahúr, permite enfatizar, una vez más, la voz satírica y crítica de Valle y Caviedes que aparece también en su poesía. El tema de la mujer, el papel del médico, los jugadores se identifican con ciertos problemas sociales en la ciudad de Lima del siglo XVII. Por otro lado, es importante señalar el uso de la mitología para describir las diversas situaciones relacionadas con el amor que se presentan en estas piezas dramáticas: “Caviedes’ mythological references combine love and perdition. The goddess of love, Venus, and her mischievous offspring, Cupid, are mentioned, but he also includes Tartaria, the ancient name for the underworld” (Johnson 68). Así también, no se puede dejar de mencionar el vínculo entre amante / poeta / enfermo en estas composiciones lo que permite una interesante conexión entre ellas. Así lo establece Frederick Luciani: The link between the poet and the doctor drives in part from the tradition of Remedia amoris; the poet prescribes cures for love, an illness. What is 107 particularly striking in Caviedes’ “baile” is the proficiency of Doctor Love in both poetry and medicine (342). En este panorama, es importante señalar que la vida de Valle y Caviedes transcurre durante el gobierno de cinco virreyes en el siglo XVII. Entre ellos está el Conde de Lemos (1667-1672), el Conde de Castellar (1674-1678), el Arzobispo Melchor de Liñan y Cisneros (1678-1681), el Duque de la Palata (1681-1689) y el Conde de la Monclova (1689-1705). Los diferentes eventos de la corte y obras realizadas por la mayoría de estos gobernantes han quedado también registrados en la poesía del vate colonial al ser testigo de cómo se llevó a cabo celebraciones de la época: Aún alcanzó a asombrarse [Valle y Caviedes] de que en las festividades de la canonización de Santa Rosa […] se cubriese el suelo de la calle de los Mercaderes con unas mil barras de plata, así como de que en la entrada pública del Conde de Castellar (1674) las cabalgaduras del séquito trotaran sobre las cuatrocientas barras del mismo metal que solaban dicha calle, y ello sin contar con que las acémilas con el equipaje lucieran testeras del repetido metal y cobertores recamados de oro. (Cisneros, “Estudio crítico” 4) El vate colonial se da a conocer en el campo literario colonial y en la sociedad a través del capital cultural simbólico que posee, es decir, su poesía satírica. Su ingenio estuvo siempre atento a los acontecimientos como también a la sociedad del momento. Se lee en el poema “Cuatro contras ha de tener el entendido para serlo”: “Contra médicos es todo entendido; / contra el vulgo y sus falsas opiniones; / contra hipócritas viles, santurrones, / y contra la astrología, si ha mentido. / Porque el médico en nada es 108 advertido; / el vulgo se compone de ficciones” vv. 1-6 (Valles y Caviedes, Obra completa 489). Así también, es agudo al diferenciar entre los que poseen una buena cantidad de libros y los que gozan de entendimiento. En “Definición de lo que es ciencia” se lee: “Esta voz, letras, dice entendimiento / no el tener muchos libros de memoria, / que esta locuaz, inútil vanagloria, afectada hermosura de talento. / Papagayos de imprenta, hombres de cuento, / atados a la letra y a la historia” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 429). Es posible que sus textos hayan sido marginados dentro de la cultura letrada, pero esto no se puede asegurar. Sin embargo, tomando en cuenta las ideas de Ángel Rama, la obra de Valle y Caviedes se desarrolló en una “ciudad letrada” donde la práctica de la letra escrita estaba destinada a sólo a un grupo importante del poder quienes se enfrentaban por el poder político y social (171)62. También, Rolena Adorno ha señalado, al comentar a Rama, el acierto de esta teoría que se base en la relación de la escritura y el poder en el tiempo colonial: …through the use of the image of the city, in its original form as idea an ideal, Rama examines the relationship of power and knowledge in the segment of society that was literate in order to illustrate the instrumentalization of power through the hegemonic minorities who monopolized the written and printed word. (“Colonial Spanish” 71) Es también pertinente mencionar la llegada de Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache, a Lima como Virrey del Perú (1616-1621). Los seis años de 62 Angel Rama define su teoría con estas palabras: “En el centro de toda ciudad, según diversos grados que alcanzaban su plenitud en las capitales virreinales, hubo una ciudad letrada que componía el anillo protector del poder y el ejecutor de sus órdenes: una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesionales, escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que manejaban la pluma, estaban estrechamente asociados a las funciones del poder” (Rama 25). 109 virreinato que desempeñó Esquilache en el Perú son importantes no sólo por fomentar actividades culturales durante su gestión sino por representar en una misma persona el papel de las armas y las letras. Es significativo que este noble y poeta español sea uno de los pocos poetas del barroco español63 que publicó y editó su obra lírica en Obras en verso (Madrid, 1648) (Jiménez, Las obras 107). Este hecho cobra importancia en la poesía del Siglo de Oro ya que la mayoría de los poetas no publicaron en vida su obra y las obras de muchos de ellos aparecieron después de un largo periodo: “buena parte de la obra poética de los escritores españoles de los siglos XVI y XVII sólo llego a la imprenta después de la muerte de los autores; hecho que ha de ser tenido en cuenta en todo momento” (Sánchez, “Los manuscritos” 202). Esta obra de Esquilache es un excelente ejemplo para demostrar lo que ocurría en Madrid en el campo literario, en el campo del poder y en la cultura cortesana al mismo tiempo que se desarrolla la literatura colonial en el virreinato peruano. La actividad literaria y cultural que se dio lugar durante la estadía del virrey Esquilache en Lima estuvo marcada por eventos literarios frecuentes en el palacio. De la misma forma como se había realizado en el tiempo del virrey Montesclaros y posteriormente en el gobierno del virrey Castell-dos Rius (Jiménez, Un príncipe 122). Así también, el príncipe de Esquilache se preocupó por el teatro en la Lima virreinal como lo afirma Guillermo Lohmann Villena: “el virrey revocó y dejó sin efecto la provisión de su predecesor que prohibía la actuación simultánea en la ciudad de dos conjuntos histriónicos (El arte dramático 148). Es por esto importante remarcar el 63 Las obras del Príncipe de Esquilache son Nápoles recuperada por el rey don Alonso (Zaragoza, 1651; Amberes, 1658), Obras en verso (Madrid, 1639; Amberes, 1654-58), La pasión de Nuestro Señor Jesucristo en tercetos (Madrid, 1638). Así también, tradujo las Oraciones y meditaciones de la vida de Jesucristo (Bruselas, 1661) de Tomás Kempis (Chang, Cancionero 26). 110 panorama cultural a inicios del siglo XVII en la ciudad de Lima contemplando la posición social del príncipe de Esquilache ya que pertenecía a la alta nobleza española y sus virtudes políticas y poéticas64. En el habitus de Valle y Caviedes no se puede dejar de mencionar a Juan de Espinosa Medrano autor de El Apologético a favor de Luis de Góngora […] contra Manuel de Faria y Sousa (1662). Como se ha mencionado en el capítulo anterior esta obra es considerada como ejemplo lúcido del gongorismo escrito en América. Cabe señalar que a diferencia de Valle y Caviedes quien escribe desde Lima, Juan de Espinosa Medrano no sólo lo hace desde el Cusco sino que también destaca como un predicador importante durante la época colonial llegando a ser conocido también en Madrid y Roma (Rodríguez, Sermón barroco 117). Los sermones de Espinosa Medrano formaron parte de la actividad cultural y política en la colonia como en las más importantes fiestas públicas, en las fiestas a los santos patronos, la llegada de algún importante miembro de la nobleza o eventos que se relacionaron con los integrantes de la familia real (Moore, La digresión 49). En el siglo XVII el sermón fue una actividad importante en las celebraciones coloniales y su rol como medio de difusión no sólo llegó en el ambiente religioso sino también en lo social y político. Diferentes críticos de la obra de Espinosa Medrano han dado opiniones diversas sobre si sólo contaba con un público educado o también lo escuchaban grupos de diferente nivel cultural y económico. El estudio sobre las técnicas 64 Cobra vital importancia la relación entre el príncipe de Esquilache e intelectuales peruanos de la época. Algunos de ellos le ocasionó momentos inoportunos como en el caso de Pedro Mexía de Ovando en La Ovandina (Lima, 1621). Esta obra se prohibió en el momento ya que tenía como fin dar a conocer el origen plebeyo de la familia de los Borja. Según el autor, Francisco de Borja fue un descendiente de ellos. De la misma forma fue en algunos momento difícil la relación con los doctos limeños, en especial con los defensores de su antecesor, el Marqués de Montesclaros (Jiménez, Un príncipe 122). 111 que usó en sus sermones, como la digresión,65 ha servido para afirmar que se preocupó en interesar a su público ofreciendo, por ejemplo, opiniones sobre temas específicos y de interés en ese tiempo. Vargas Llosa reflexiona sobre lo que motivó a la gente para viajar al Cusco y escuchar a Espinosa Medrano: ¿Entendía esa apretada multitud lo que el Lunarejo les decía? A juzgar por los sermones que de él nos han llegado […] es probable que, la mayoría no. Pero no hay duda que esa palabra lujosa, musical, que convocaba con autoridad a los poeta griegos y a los filósofos romanos, a fabulistas bizantinos, trovadores medievales y prosistas castellanos y los hacía desfilar galanamente por la imaginación de sus oyentes, hechizaba a su auditorio. (895) De esta forma Juan de Espinosa Medrano logró interesar a sus oyentes creando a la vez un mundo de cultura y de entretenimiento. Es importante señalar que a través de los títulos de los sermones es posible conocer los lugares donde se desarrollaron. Lugares diversos como la Catedral del Cusco, universidades, seminarios, conventos, pequeñas iglesias y festivales en Cusco. Esto demuestra la importante figura intelectual que representó durante la colonia (Moore, El arte 21). Juan de Espinosa Medrano escribe también piezas de teatro como Amar a su propia muerte66, El hijo pródigo (1644) y El rapto de Proserpina (1644). En Panegírica declamación hace un llamado para mostrar más atención al estudio de la humanidades y 65 La digresión es una técnica que se usó en la práctica de los sermones del siglo XVII para atraer la atención de las personas que se congregaban a escuchar. Con este fin se incluía en los sermones comentarios personales, obras teatrales, cantos, etc. para evitar el tedio durante su desarrollo (Moore, La digresión 43-45). 66 Se desconoce la fecha original de esta obra. El historiador Vargas Ugarte fue quien encontró este texto y lo publicó en 1943 (Moore, El arte 13). 112 letras en la colonia. Así también, se registran otras obras como Discurso sobre si, en un concurso de opositores a beneficio curado […] (1664), Censura para el “Sermón en la solemnidad de la Virgen María” (1669) y Diputaciones de Actibus Humanis (sin fecha) (Moore, El arte 12). Después de la muerte de Juan de Espinosa Medrano se publicaron treinta de sus sermones en Valladolid bajo el título La novena maravilla (1695). Esta obra abarca casi treinta años de su carrera como predicador y escritor de 1656 a 1685. Esta edición se logró gracias al dominicano Fray Agustín de la Cruz, quien trabajó muy cerca de él. En varios de estos sermones se enfatiza en los títulos el poder político y religioso de la época, como el que realizó para la fiesta de Santiago: “Oración Panegírica en la festividad del Glorioso Apóstol Santiago, Patrón de la Españas, en la Iglesia Catedral de esta gran ciudad del Cusco. Día que se saca el estandarte Real, con acompañamiento de toda la nobleza, etc.” (Moore, El arte 19). Este escritor colonial destaca por su habilidad intelectual que se rescata en sus textos al encontrarse crítica literaria, poesía, música, filosofía, retórica y uso del latín. Así también, “estuvo asistido de una preocupación pedagógica, impulsado sin duda por su calidad sacerdotal entregándonos versiones teatralizadas de ejemplares pasajes de la historia sagrada” (Cisneros, Sobre Espinosa 3). Sin duda el estudio de Espinosa Medrano en la poética gongorina lo sitúa en un lugar privilegiado, en la medida en que trabaja al mismo tiempo diferentes categorías discursivas y procedimientos retóricos para el uso del discurso poético. Alfredo Roggiano analiza de esta forma el Apologético del escritor cusqueño: “el Apologético inicia en el Nuevo Mundo una línea crítica que se sostiene a 113 partir del lenguaje como fundamento de la aventura creadora, y desde el texto como análisis de comprensión y búsqueda de sentidos” (106). Es así que la ciudad del Cusco en el siglo XVII se convirtió también en un espacio importante para dar a conocer artistas criollos e indígenas. En este caso la Iglesia auspició el trabajo literario castellano y quechua transformando al Cusco en un significativo espacio intelectual parecido a Lima, la capital del virreinato. También es importante señalar la circulación de libros importantes en el Cusco durante el siglo XVII, época en que Espinosa Medrano escribió sus obras más fundamentales. A través del inventario de la biblioteca del doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones67 se puede conocer que los libros que circularon en esa época en el Cusco fueron diversos como libros de filosofía, teología, de corte literario, religioso, gramática y otros (Cisneros, Una biblioteca 62-165). Es importante mencionar en el análisis del habitus del poeta colonial la epístola que envía a Sor Juana Inés de la Cruz en este tiempo ya que se trata de un homenaje que éste dedica a Sor Juana y a la vez representa la relación literaria de dos escritores importantes de la literatura colonial del siglo XVII. El romance titulado “Carta que escribió el autor a la monja de México habiéndole ésta enviado a pedir algunos de sus versos, siendo ella en esto y en todo el mayor ingenio de estos siglos” representa también la conexión entre el virreinato de Nueva España y el virreinato del Perú. El poeta colonial inicia el romance dedicado a Sor Juana reconociendo su talento literario y elogiando su ingenio: “Por vuestro ingenio divino, / sutil, la del oro llaman, / si 67 El doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones nació en el Cusco en los últimos años del siglo XVI. Estudio en el Real Colegio Seminario de San Antonio Abad. Durante su vida universitaria en el Cusco conoció a Espinosa Medrano. En 1690 escribe la aprobación para el Apologético. También, presentó un sermón en honor a la Virgen que fue pronunciado en la catedral del Cusco en 1668. Es interesante anotar que Espinosa Medrano lo llama mi maestro en su censura al Sermón de Bravo Paredes. Después de su muerte en 1670 se realizó el inventario de su biblioteca en el Cusco (Cisneros, Una biblioteca 141-146) 114 a influjos los dos de Apolo / cultiváis venas de Arabia. / El aplauso vuestro es tal, / que porque sabio sonara, / en docto clarín de letras / fundió de bronce la fama” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 613). Del mismo modo, el vate colonial desarrolla comparaciones entre ambos enfatizando el talento de Sor Juana: “En el mar de vuestro ingenio / veo lo que el mío alcanza, / y en lo poco que percibo / conozco lo que me falta. / Dícenme que sois hermosa, / para ser en todo rara, pues así sois de las feas / discreta excepción gallarda” vv. 25-32 (Valle y Caviedes, Obra completa 614). Así también, en el desarrollo del romance Valle y Caviedes afirma que Sor Juana le hace un pedido de sus poemas: “Mis obras pedís, y es cierto / que a mí me hacéis muchas malas / pues no es bueno que sepaís / por extenso mi ignorancia. / Ahí la envío, y yo quedo / dando a la cinta lanzadas, / como niño que temblando / llega a corregir la plana” vv. 53-60 (Valle y Caviedes, Obra completa 614). Existen similitudes que se rescatan entre los dos escritores de la colonia como por ejemplo la vida de ambos que transcurre al mismo tiempo a pesar de la diferencia de casi una década. Así también, no se puede dejar de mencionar que ambos autores abordaron todo tipo de poesía: “Valle y Caviedes tiene una numerosa versificación amatoria, religiosa y moral, de orden culto y no de poco valor, y Sor Juana, no sólo sus conocidos villancicos de orientación popular, sino también algunos versos crítico-satíricos y muchas veces burlesco-escatalógicos” (Lasarte, “Valle y Caviedes” 913). Otro aspecto notorio entre Valle y Caviedes y Sor Juana Inés de la Cruz es el maestro común que ambos siguieron, Francisco de Quevedo. Es indiscutible encontrar en la obra de ambos esta influencia en la particular visión que desarrollaron frente al hombre 115 y al mundo: “si la monja de México insistía sobre el desengaño de lo temporal68, Caviedes radiografiaba con íntima amargura la universal avería a través de las muchas máscaras con que intentaban disfrazarse los personajes de la vida diaria en Lima” (Bellini, “Caviedes y Sor Juana” 68). Tanto la poesía de Valle y Caviedes y de Sor Juana se relacionan en sus producciones satíricas-barrocas. En el caso de la poeta mexicana, además de hacer uso del tema de la mujer habladora69, exactamente de lo que se le acusó, muestra su ingenio y sentido del humor en “una meditación autorreflexiva sobre la sátira y su función […] también logra criticar la sátira tendenciosa y murmuradora” (Lasarte, “Valle y Caviedes” 919). Por otro lado, la producción satírica-barroca de Valle y Caviedes mezcla lo culto y lo popular: “abraza la risa y la cultura callejera con la escritura individual cuya elaboración aguda y conceptual no deja de tener alusiones de orden supuestamente cultos70” (Lasarte, “Valle y Caviedes” 916). 68 La posesión de cosas temporales, temporal es, Alcino, y es abuso el querer conservarlas iguales. Con tu error o tu ignorancia acuso, pues Fortuna y Amor, de cosas tales la propiedad no han dado sino el uso. vv. 9-14 (Cruz, I 102). 69 Inés, cuando te riñen por bellaca, para disculpas no te falta achaque porque dices que traque y que barraque; con que sabes muy bien tapar la cara. vv. 14-17 (Cruz, I 284) 70 Defensas que hace un ventoso al pedo. Porque conozcas, amigo que es bueno largar ensanchas y cuando oyeras un pedo no hagas tantas alharacas vv.1-5 … Hipócrates y Galeno en sus aforismos mandan usar de la peonía que es medicina aprobada vv. 14-17 (Valle y Caviedes, Obra completa 400). 116 Así, cabe señalar que Valle y Caviedes y Sor Juana Inés de la Cruz aportan a través de sus escritos la búsqueda de la identidad americana. Según Bellini, la poeta mexicana “se afirma a sí misma a través del intelecto y desde aquí parte para rescatar lo mexicano, mundo que no solamente celebra, sino que quiere limpiar de toda mancha frente a la religión importada y abrazada por ella” (“Albores del problema” 4). Es así que sor Juana se identifica constantemente con su mundo enriqueciéndolo con su intelecto. Valle y Caviedes se compromete con el mundo en que vive plasmando en su obra una problemática profunda: “su orgullo intelectual fundamenta la afirmación de una identidad que se compenetra con la del mundo peruano, el cual no corresponde a las apariencias” (Bellini, “Albores del problema” 5). El poeta analiza los problemas sociales proyectándolos finalmente en su poesía y estableciendo sus propias fronteras y lenguaje. Valle y Caviedes, tan andaluz como limeño, deja en su poesía un sin número de referencias históricas las cuales permiten conocer el ambiente limeño de su tiempo como también el mundo de la metrópoli. Así tenemos el poema “Noticiero poético” para exhibir el ambiente virreinal de Lima durante el terremoto de 1687 y “Otro” en el que el poeta se pasea por el Prado de Madrid durante la primavera. En efecto, un punto importante en su obra es que varias de las personas que menciona en sus poemas pertenecen a la clase más importante del momento del virreinato peruano y la relación de éstos con el virrey y la corte fue muy estrecha. Se registran personajes como médicos o cirujanos de cámara de virreyes (Francisco de Barco, Francisco de Vargas Machuca, José de Rivilla, Francisco Bermejo y Roldán), Protomédicos de Lima (Bermejo, del Barco), Catedráticos de Primas de Medicina de la 117 Universidad de San Marcos (Bermejo, del Barco, Juan de Llanos), Catedráticos de Víspera y profesores de medicina (José de Avendaño, Melchor Vázquez).71 3.2 La estrategia literaria y el capital cultural simbólico en los escritos de Valle y Caviedes En mi opinión, la práctica de la poesía satírica en la poesía de Valle y Caviedes es parte de la estrategia literaria motivada por la competitividad y la búsqueda de distinción dentro del campo literario colonial peruano. Según Mercedes Etreros, la sátira es “una forma literaria que, además de reflejar con cierta veracidad el entorno social de una época, tiene unos contenidos estéticos, unos rasgos distintivos peculiares y unos valores propios de intencionalidad y forma” (9). Valle y Caviedes fue consciente de no contar como estrategia con su status social o con una posición dentro de la élite cultural de la colonia. Es por esto que la poesía satírica haya sido una opción literaria en su momento y de esta forma el poeta fue creando su imagen literaria de un escritor mordaz. Luis Fabio Xamar comenta sobre los personajes limeños satirizados en la obra del poeta colonial: Los médicos citados en estos versos no son producto de la imaginación del poeta; tampoco se cuidó de disfrazar sus nombres. Antes bien, cada estrofa que brotaba de su pluma era a la manera de panfleto rimado, dirigido a poner en evidencia los vicios e ignorancia de cada uno de los galenos de su época (82). Es importante anotar su interés en centrarse en problemas sociales y económicos del criollo americano. El vate colonial satirizó lo que él consideró que se encontraba 71 Estos datos históricos tomados de la poesía de Valle y Caviedes provienen de las ediciones de Juan del Valle y Caviedes por Cisneros y otros de 1990 y de los dos volúmenes de García-Abrines 1993-1994. 118 degenerado en la sociedad: a los limeños de todas las clases sociales, costumbres de la sociedad y autoridades del virreinato peruano. Es así que la sátira de Valle y Caviedes se centra en un grupo diverso de profesionales. Según Costigan, este grupo se relaciona con “la nueva política mercantil-capitalista del imperio español” (96). Así también, la sátira que realiza a grupos sociales, así como la de los médicos, poetas, abogados, prostitutas, etc. es considerado un tema común dentro de la literatura, especialmente dentro de la sátira española. Pedro Lasarte en el artículo “En torno al sujeto americano en la poesía de Juan del Valle y Caviedes” afirma lo siguiente: “la poética de Valle y Caviedes consistiría en una mera réplica de las modas barrocas asociadas con el sistema colonial lo que significa escamotear las connotaciones ideológicas que una lectura detenida de sus aspectos textuales puede proveer” (233). La intención moralizadora y crítica que se encuentra en la sátira de Valle y Caviedes es relevante. El poeta colonial escribió su sátira para diferentes circunstancias y público, de la misma forma como la sátira se hizo popular en España: “La sátira, en fin, no sólo tuvo su divulgación en la corte, o en España. Los embajadores en Madrid la remitían a sus respectivos países, glosando narraciones de los acontecimientos en España” (Etreros 55). También queda claro a quién va dirigida la sátira, ya que de manera explícita se denuncian hechos y personas dando suficientes datos que ayudan a distinguirlos a través de un lenguaje coloquial. Característica muy común de la sátira española del siglo XVII: “No es que se compongan entre el pueblo, sino por autores pertenecientes a otras capas sociales; ahora bien, dadas sus características pueden ser asimiladas por todo tipo de público” (Etreros 106). 119 Valle y Caviedes conocía el uso de la sátira lo que permitía que cumpla su función, así por ejemplo: “la brevedad de expresión, la economía de lenguaje en pro de un aumento de agudización del ingenio” (Etreros 101). De la misma forma, era consciente de la importancia del adecuado uso del lenguaje en la sátira para que logre el efecto que se busca como se presentó con la sátira del Siglo de Oro: “el lenguaje debe ser velado, alusivo, en periodos sintácticos apropiados, bien ágiles y rápidos, con utilización de hipérbatos, zeugmas, etc.” (Etreros 101). Es importante señalar la evidente función informativa que en varios de sus poemas satíricos se puede encontrar y que llegaron a ser leídos por el pueblo y autoridades. Cabe señalar que a través del estudio de la sátira en los poemas de Valle y Caviedes nos ofrece una visión social y cultural del momento. Es interesante anotar que en esa época la poesía se llega a cotizar como un significativo capital cultural simbólico. Esto ocurría en España y, por supuesto, no podía pasar desapercibido en las colonias. Valle y Caviedes consciente de esta riqueza simbólica saca provecho de su ingenio para presentar diferentes costumbres y problemas de la sociedad del siglo XVII, como por ejemplo el inconformismo de criollos en el virreinato del Perú. Este problema ya había sido expuesto por otros agentes del campo literario colonial peruano, como Juan de Espinosa Medrano. De esta forma, la poesía de Valle y Caviedes no se aleja de su ideología y denuncia los problemas que predominan en la sociedad colonial. Luis Alberto Sánchez señala sobre la importancia de la obra del poeta en esa época: Tanto la época como la vida y obra de Caviedes merecen gran atención, por tratarse de un poeta acriollado, que no es erudito ni sabe mucho latín, 120 pero que, en cambio, dueño de travieso espíritu, no adula a virreyes ni canta a arzobispos (Los poetas189). A través de la poesía satírica que escribió presentó diversos acontecimientos de la ciudad a modo de denuncia como el ejercicio irresponsable de la medicina, la asignación de puestos oficiales, las dificultades y discusiones para combatir contra los piratas que amenazaban con invadir la ciudad o los diferentes vicios morales de la sociedad en el siglo XVII. Así, el poeta colonial en el poema “Coloquio entre una vieja y Periquillo a una procesión celebrada en esta ciudad” escribe sobre el abuso del “don” y el interés exagerado en remarcar los nombres de importantes familias en la ciudad de Lima del siglo XVII: “caballeros sólo in voce (…) / y como firmen el Don, / aunque de donado sea, / les basta sólo el firmarlo / para su información plena” vv. 131-134 (Valle y Caviedes, Obra completa 498). Este estilo es propicio para presentar controvertidas situaciones y cambios en la sociedad colonial. El roce que tuvo con la burocracia le permite a Valle y Caviedes abordar las complejidades sociales del virreinato y su ojo crítico se dirige a personas, específicos grupos y profesiones como cortesanos, médicos, jueces, abogados, mujeres, comerciantes, los españoles, criollos, etc. Como apunta José Luis Romero sobre la vida colonial: […]el gobierno colonial no podía sino ser pesado, a causa de la lejanía de la metrópolis, de la singular burocracia que predominaba en ella y, sobre todo, de la complejidad de los problemas que cada día le planteaba el gobierno central en cada rincón del mundo colonial. Los funcionarios ejercía un extraño poder, porque sus actos estaban permanentemente vigilados por otros funcionarios, y nadie sabía cuál era el que gozaba del 121 favor de la corona. Un mundo de papeles se revolvía entre intrigas y cabildos y un mundo de personajes de diversa condición y catadura flotaba alrededor de virreyes, capitanes generales, oidores, obispos, corregidores. (70) También, el poeta colonial realizó una descripción exagerada de toda clase de defectos físicos en diferentes personajes de su tiempo, en especial de los galenos coloniales: “la desdichada joroba del cirujano Liseras, el bruno color del Dr. Utrilla, el estrabismo del cirujano Leandro de Godoy, la elevada estatura del elegante Dr. Bermejo y Roldán, la barba de pera del Dr. Machuca, o la obesidad del doctor Ramírez” (Cáceres 46). En este sentido, en el romance “A un narigón disforme” se lee: “Nariz mensajera es, puesto / que embajada da de ti / en las visitas, si antes / te salen a recibir, / Don Antonio viene, dicen, / y hay tiempo de prevenir / el chocolate una hora antes / que entre tu cuerpo ruin” vv. 37-44 (Valle y Caviedes, Obra completa 549). El Diente del Parnaso, su obra más estudiada, se compone de poemas satíricos que fueron escritos en Lima en 1689. Es muy posible que la sátira aguda que Valle y Caviedes escribe en esta obra haya respondido no sólo a la denuncia social en Lima colonial contra los médicos sino también a un anhelo de distinción dentro del campo literario colonial. Como se ha mencionado anteriormente, se rescata no sólo un valor literario sino también histórico al describir la incompetencia de los médicos y los aspectos más negativos de la sociedad. A través de estos versos se conocen los nombres de diferentes médicos, se lee un resumen satírico minucioso de ellos y se describe el atraso de la medicina colonial centrándose en los procesos curativos que utilizaron los médicos. Leticia Cáceres describe así la producción festivo satírica del poeta colonial: 122 Cultivó la sátira seria y de trascendencia social, al censurar el atraso de la medicina y de los sistemas terapéuticos coloniales. Revélase auténtico costumbrista, cuando se burla de vicios y defectos de nuestra sociedad al dirigir sus fustigaciones contra los hipócritas, a quienes juzga más malos que los salteadores de caminos, contra las pseudo-virtuosas o beatas. (44) Es interesante anotar que uno de los médicos más satirizados por el poeta, como en el poema “Los efectos del Protomedicato de don Francisco Bermejo sabrá el curioso en este romance, escrito por el alma de Quevedo, que anda penando en sátiras”, es Francisco Bermejo Roldán, catedrático de Prima de Medicina, médico de cámara del virrey don Melchor de Liñan y Cisneros; y rector de la Real Universidad de San Marcos en 1690. Valle y Caviedes lo describe como “gran idiota”, “hombre estirado”, “mal médico”, “Médico de las Damas” y “Narciso” en diferentes poemas (Valle y Caviedes, Diente del Parnaso 27). El poeta colonial describe en estos versos a Bermejo: “Protoverdugo de herencia / Osera a Bermejo hizo, / por su última y postrera / disposición del juicio. / Su heredero era forzoso / porque el tal Osera dijo / que Bermejo, de sus cascos, sólo llenaba el vacío” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 378). No es por ello casual que uno de los escritos atribuidos a Valle y Caviedes es precisamente un soneto que se publicó en un libro del médico Bermejo y Roldán en 1694 a causa de la epidemia del sarampión titulado “ Discurso de la enfermedad del sarampión experimentado en la Ciudad de los Reyes del Perú”. Al inicio de este libro se lee el soneto: “A el Erudito, y Admirable Papel digno trabajo del raro ingenio, desvelo, estudio y experiencia del Doctor D. Francisco Bermejo Catedrático de Prima de Medicina en la Real Universidad de S. Marcos de Lima, y Protomédico General de estos Reynos, y 123 Médico de Cámara del Excelentísimo Señor Conde de la Monclova, Virrey, Gobernador, y Capitán General destos Reynos. Soneto de D. Juan de Caviedes” (Valle y Caviedes, Diente del Parnaso 27). Luis García-Abrines concluye que este poema no fue escrito por Valle y Caviedes y que se trataría de un escrito del mismo médico Bermejo y Roldán ya que fue conocido por su poco ingenio para escribir poesía (Valle y Caviedes, Obra poética II 167). El llamativo título del poema que se incluye en este libro, y que lleva el nombre de Valle y Caviedes, explica el interés de opacar la aguda sátira que el poeta escribía contra este médico y por otro lado se hace evidente el importante papel que jugó su poesía como capital cultural simbólico dentro del campo literario colonial peruano. Sin duda, el tema de la medicina en la época colonial fue tratado con interés. En los siglos XVI y XVII se registró un abundante movimiento bibliográfico sobre la medicina lo que permitió la lectura de este material y el uso de un léxico profesional que llegó a usarse en la mayoría de las personas: La preocupación por los temas médicos arrastraba ya desde el siglo XVI esmerada bibliografía y, al mismo tiempo, puede reconstruirse cómo crecía la curiosidad por los temas médicos (con eco en la literatura) y cuán desmedrados andaban, por razones de crisis económica, los estudios de medicina en Europa. (Pamo-Reyna 49) Durante la colonia, la práctica de los médicos se caracteriza por una cierta mediocridad como resultado de la situación económica-social del momento, de la baja calidad en la enseñanza médica y de la ciencia médica en sí: “El sistema oficial 124 terapéutico de la colonia estuvo constituido por sangrías72, purgas y enemas, cuyos complementos curativos fueron los emplastos, los ungüentos, sinapismos, horchatas y tisanas” (Cáceres 54). Es así que la medicina colonial se caracterizó por ser empírica ya que no se presentó en esa época una distinción clara entre las ciencias médicas y la influencia de las ciencias naturales así como tampoco de las creencias del poder astrológico en relación al cuerpo humano. Así también, existía una diferencia entre los médicos profesionales y los médicos practicantes llamados también “seudo médicos” y que se clasificaban como herboristas, curanderos, embaucadores y sangrones. Este ambiente llega a crear un espacio literario nuevo: “entre el médico ideal y el médico real, entre el teórico y el práctico, se entabla la lucha en el terreno literario y la batalla convoca al humor y al la ironía como instrumentos de la rabia condenatoria o de la disolución” (Valle y Caviedes, Obra completa 141). No es por ello casual que Valle y Caviedes tome en cuenta el tema de los médicos como excelente pretexto para sus versos agudos satirizando el arte curativo de ese tiempo. En Europa y especialmente en España ya se trataba el tema sobre el médico y la medicina en la literatura. Así, se puede nombrar a Cervantes, Lope, Tirso, Góngora, Mateo Alemán y otros quienes se basan en el tema para hablar sobre los médicos o crear comentarios satíricos al respecto. Cervantes lo hizo en El Quijote al presentar a Pedro Recio y mostrarlo como un médico de ese tiempo: 72 Durante la colonia, la práctica de sangrías y purgas fue muy frecuente para tratar diferentes dolencias y procesos patológicos como sarampión anginas, cáncer, conmociones cerebrales, etc. Según Cáceres “el origen de las famosas sangrías se remonta a los tiempos del padre de la Medicina, Hipócrates, quien la utilizo muy frecuentemente” (55). 125 Y vuelvo a decir que se me vaya Pedro Recio de aquí: si no, tomaré esa silla dónde estoy sentado y se la estrellaré en la cabeza, y pídanmelo en residencia, que yo me descargaré con decir que hice servicio a Dios en matar a un mal médico, verdugo de la república. (Cervantes 902) De la misma forma, Cervantes toma este tema en la historia del Alférez Campuzano o en el Licenciado Vidriera. Además, Lope de Vega también hace referencia de los médicos en La Dorotea y “El engaño en la verdad” en el que hace notoria su desconfianza en los médicos: “que no hay médico en el mundo / que sane una calentura, / y en caso de cirugía, desde el pie hasta la cabeza / obra la Naturaleza mil milagros cada día” (Lope 115). Francisco de Quevedo es otro escritor que se refiere a los médicos en su registro satírico. La crítica que desarrolla Quevedo dirigida a los médicos llega a extenderse incluso al aspecto de éste y sus costumbres como la famosa sortija que solían usar, los guantes de médico que doblaban: “Si quieres ser famoso médico, lo primero linda muda, sortijón de esmeralda en el pulgar, guantes doblados, ropilla larga y en verano sombrerito tafetán” (Quevedo, Obras completas 114). En diferentes textos da a conocer la asistencia médica y la figura social de éste como en el capítulo “Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un día” del Libro de todas las cosas: Por las calles ve siempre corriendo y a deshora, por que te juzguen por médico que te llaman para enfermedades de peligro. De noche haz a tus amigos que vengan de rato en rato a llamar a tu puerta en altas voces para que lo oiga la vecindad: “Al señor doctor que lo llama el Duque; que está 126 mi señor la Condesa muriéndose; que le ha dado al señor Obispo un accidente”. (Quevedo, Obras completas 115) Sin duda, la denuncia que Quevedo expone sobre los médicos es que éstos matan de forma legal, su vocabulario es confuso que sólo ayuda a engañar al enfermo y llegan a ser cómplices de los boticarios quienes utilizan ingredientes de dudosa procedencia. Es así que, demuestra la desconfianza de los médicos dentro de la sociedad a pesar del empeño de éstos de querer presentar siempre su verdad basada en la ciencia de su profesión: “No se trata entonces de una sátira vacía de todo contenido real, sino motivada por la percepción clara de cierto relativismo que obliga a poner en dudas las posibilidades de la medicina” (Querillacq 5). En el siglo XVII se vivió en la ciudad de Lima una situación en relación a los médicos que se centraba en la falta de una adecuada preparación académica y sus constantes faltas en su actividad profesional: “Con un retraso notable respecto a las comunicaciones con la Metrópoli, no es de extrañar el oscurantismo colonial, atraso que motivara la picante sátira de Caviedes” (Cáceres 52). A partir de esta realidad aparecen los diferentes médicos en la obra de Valle y Caviedes entre los que se destacan los médicos pedantes, ignorantes, fanfarrones, escandalosos y viciosos. Mención especial merecen los protomédicos a quienes identificaba como criminales peligrosos. Sobre la práctica de la sangría en el tratamiento médico, Valle y Caviedes se refiere de forma directa en varios poemas como en “Pregunta del pecador al autor de estas palabras”: “Donde dijere sangría / allí leerás degüello / y cuchillo leerás donde / dijere medicamento, / adonde dijere purga / leerás dio fin el enfermo / y adonde remedio dice / leerás muerte sin remedio” (Valle y Caviedes, Obra completa 260). Así también, 127 en “A quien leyera este tratado” hace referencia no sólo a las sangrías sino también a las purgas: “Porque aquellos que no pasan / la cuña de una calilla, / el pegoste de un emplasto, el punzar de una sangría. / El acíbar de una purga, las bascas de otras bebidas, / los alanos de ventosas, /esponjas de chupar vidas” vv. 14-21 (Valle y Caviedes, Obra completa 272). Es así que Valle y Caviedes termina alabando las bondades de la naturaleza dejando de lado los tratamientos médicos. En “Auto de sentencia contra el dicho doctor” se lee los versos: “!Oh sabia naturaleza, / bien te llama admirable, / pues curas de mal de idiotas / sin sangrías ni jarabes! / El que ha leído mi Libro / no tiene que disculparse / con que ignoró los peligros / de los médicos mutantes” vv. 151- 158 (Valle y Caviedes, Obra completa 363). El vate colonial se vale de diferentes recursos para escribir la sátira contra los médicos, como por ejemplo relacionándolos con los animales. El papagayo fue uno de ellos por su característica en repetir palabras o frases en el romance “Loa en aplauso del doctor don Francisco Machuca por haber curado a una prima del autor y Haberla muerto, como a todos cuantos cura”: “El papagayo responde / a una pregunta, y si fuera / la de un aforismo, es cierto, / dará, enseñado, respuesta. / Con que podemos decir / que es médico, por la cuenta / el papagayo; o que tú eres loro de Avicena” vv. 77-84 (Valle y Caviedes, Obra completa 320). Así también, en los siguientes versos el poeta colonial hace referencia a otros animales para referirse sobre el tema en el romance “Habiendo enfermado el autor de unas tercianas, le ordenó un médico llamado Llanos, que se convidó a matarlo, que se sangrase del tobillo, que bebiese a todas horas agua de nieve, horchatas , etc. Y que se echase ayudas atemperantes: Y el dicho doliente lo hizo todo al revés, y sano en cuatro días. Celebrose en este”: “¿En qué charcos estudiaste? / ¿Con qué 128 Genil o Jarama / practicaste, o qué Tajo / te enseñó esas cuchilladas? / Pato de la Medicina, / albur con guantes y capa, / físico sapo, aguachirle, / si no curandero rana” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 335). Valle y Caviedes hace también referencia, a su estilo, el uso del latín en el léxico de los médicos en el romance “Parecer que da de esta obra la anatomía del hospital del señor San Andrés”: “Decir dos o tres latines / y términos exquisitos / como espultris, concotris / constipado, cacoquimio / Los ignorantes vulgares / que sólo tienen oídos / los dejan atarantados / amando el docto peligro” vv. 109-116 (Valle y Caviedes, Obra completa 269). En otros versos, siguiendo con la sátira, da a conocer diferentes maneras de cómo sanarse de las dolencias: “Hombres, mirad lo que hacéis, / huid de médicos malditos, / que si no, os pondrán los huesos / como yo tengo los míos / Morid de balde, menguados, / porque es grande desatino / pagar un hombre el verdugo, / los cordeles y el cuchillo” vv. 177-184 (Valle y Caviedes, Obra completa 271). En este ambiente de la medicina, los boticarios73 son también nombrados como compañeros de los médicos para que éstos cumplan su función. El poeta colonial presenta al boticario como compañero del crimen en los versos del siguiente romance: “No es tal, sino la botica; / y el secretario dañino / de Cámara, el boticario, / pues la da con bebedizos; / las redomas, protocolos / que en el criminal archivo / tiene sus anotaciones / en tahalíes, escritos” vv. 131-138 (Valle y Caviedes, Obra completa 381). Así también, en el romance “Al casamiento del doctor pico de oro con una panadera vieja, viuda del panadero don Francisco Matoso” presenta a un boticario enamorado quien representa 73 El Dr. Hermilio Valdizán se refiere así de las boticas y los boticarios coloniales: “Las boticas de la época debieron tener alguna semejanza con los actuales puestos de herboristas, ya que las hierbas y los simples vegetales fueron mayoría en el arsenal terapéutico. En aquellos tiempos en los cuales los boticarios debieron almacenar cuidadosamente una gran cantidad de hojas, de raíces, de leños, de flores que servían de base a la preparación de tisanas y pociones” (Valdizán, La medicina 105). 129 también al secretario del crimen: “Guerreólo con recetas / un Cupido boticario, / tirándole por arpones / jarabes y electuarios. / Visitóla en un achaque, / que fue achaque de llamarlo / para que el mal le curase / del reconcomio del gallo” vv. 45-53 (Valle y Caviedes, Obra completa 328). Es importante mencionar la diversidad de temas que Valle y Caviedes desarrolla en su poesía satírica. En una sociedad como Lima que experimenta diferentes problemas la figura del diablo forma parte en situaciones como engaños en el matrimonio o en comerciantes sin escrúpulos entre otros. Este personaje se presenta en los versos del poeta colonial a través de figura y representaciones como consecuencia de las malas costumbres en la sociedad de Lima como en el romance titulado “Vejamen al demonio y a cuantos le imitan en su mal obrar”: “Quiso el Demonio poner / en el Aquilón su aisento, / pero Miguel, valeroso, / le dijo: ¡Baja al infierno, / bárbaro! ¿Quién como Dios? Prorrumpió Miguel, tan diestro” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 505). Un aspecto importante al respecto es la importancia que se le da al demonio en esta época: “Los documentos de la Inquisición nos alertan en América: quien se empeña en convencernos de la inexistencia de las brujas es el propio demonio de modo que conviene -en plena Contrarreforma- dar noticias de su presencia” (Reverte 283). Así también, la relación entre la imagen del diablo y el médico se hace frecuente en la obra de Valle y Caviedes. En el romance “Vejamen al demonio y a todos cuantos le imitan en su mal obrar” se lee al respecto: “El diablo de los tahúres / se viste de carnicero / al revés, pues gente matan / para que coma el carnicero / El diablo de los tahures / trae dos trajes, si en perdiendo / de raso anda y engañando” vv. 70-75 (Valle y Caviedes, Obra completa 507). Es interesante anotar que para el poeta colonial no se da la presencia 130 del diablo en el caso de los poetas: “Sólo para los poetas / no hay un diablo porque apuestos / por no tener, aun no tienen / un diablo entre todos ellos. / Y si le hay, no les tienta / por no ser capaz de hacerlo, / pues siendo diablo tan loco, ¿cómo puede tener tiento” vv. 101-108 (Valle y Caviedes, Obra completa 507). En diferentes sonetos y romances satíricos que escribe Valle y Caviedes contra los médicos se refiere a las veces que estando enfermo tuvo que solicitar sus servicios. Así pues, en el romance “Habiendo enfermado el autor de tercianas, le ordenó un médico llamado Llanos, que se convidó a matarlo, que se sangrase del tobillo, que bebiese a todas horas agua de nieve, horchatas, etc. y que se echase ayudas atemperantes : Y el dicho doliente lo hizo todo al revés, y sanó en cuatro días. Celebrose en este” describe como se recuperó del estado enfermo en que se encontró: “Mandaste hacer unturas / y no las hice, por causa / que untado muy fácil era / que brujo enfermo volara / A tus recetas, en fin / yo les volví la casaca, / y haciéndolo al revés todo, / hice ciencia tu ignorancia” vv. 94-100 (Valle y Caviedes, Obra completa 337). A través de su experiencia como enfermo el vate criollo escribe sobre los maltratos del médico y cómo logró recuperarse sin seguir sus consejos: “El odio de sus versos era un santo odio contra los médicos, impotentes para curarlos de sus graves y secretos males, y en la gracia natural de sus rimas descubríase el ingenio tan rampante, tan propio, tan incansable y dúctil de las márgenes del Rímac” (Xammar 76). No sólo ataca a los médicos con su sátira sino también a los abogados. En el romance “Viéndose graduado de doctor un abogado muy pequeño y flaco, escribió el autor este” satiriza la figura delicada de este abogado: “Poca justicia tendrá / quien tuviere tan menguado / defensor, porque no cabe / la mucha en cuerpo tan bajo / Si 131 médico hubieras sido / vaya con todos los diablos, / pues fueras del mal el menos, / con récipes atenuados” vv. 93-100 (Valle y Caviedes, Obra completa 559). También hace lo mismo para referirse a su profesión: “Los pleitos de los menores / defiende y podrás ganarlos, / pues para menores pleitos / es bueno un menor letrado. / En audiencia de pigmeos / fueras famoso abogado, / donde fueran relatores / machines y papagayos” vv. 85-93 (Valle y Caviedes, Obra completa 559). En otro romance “A un abogado que dejo de serlo, y se hizo médico” junta las dos profesiones para continuar con su sátira a los médicos: “De alcalde de Corte logras / potestad, por el atajo, / te agitas con ofender / a todo el género humano. / De alcalde de Corte logras / potestad, por el atajo, / si sentencias por recetas / como el crimen por sus fallos” vv. 13-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 347). En este sentido, es importante anotar que en diferentes poemas satíricos es una constante encontrar parejas que se contrastan con el propósito de satirizar problemas sociales de la época. Así, en el romance “Otro a la contra, casándose un mozo pobre con una vieja” describe el casamiento de un mozo de pocos recursos con una vieja rica y fea. A esta señora le dedica estos versos: “Mejor es que para novia, / por lo rancia y por lo añeja, / para espada, para queso, / vino o casa solariega. / Púsose de veinticinco, / teniendo más de setenta, / con cara de negar años / al marido, mas no deudas” vv. 5-12 (Valles y Caviedes, Obra completa 520). De la misma forma, en el romance “A un hombre chiquito y viejo que se caso con una moza hermosa y pobre siendo el rico” Valle y Caviedes presenta el contraste conyugal y le dedica al esposo los siguientes versos: “Tan pequeño eres de cuerpo / como eres grande de años, si dizque jugaste al trompo / con el Cid y Arias Gonzalo. / ¿Qué amor caduco te ciega / siguiendo signos errados, / 132 pues pensando dar en Virgo / has venido a dar en Tauro” vv. 5-12 (Valle y Caviedes, Obra completa 519). Este contraste en las parejas también se lee en el romance “A un corcovado hojalatero que se casó con una mujer muy alta y le dieron en dote una cantidad de arrobas de plomo, habiendo tratado antes casamiento con una mujer como él, corcovada de oficio alfajorera, la cual, celosa, le escribe este”. Es la mujer corcovada quien habla en los siguientes versos: “Ven, acá, retrato feo, / de aquel Judas Iscariote, / si no figura de risa / del cuadro de los ratones. / Melón de capa y espada, / sapo introducido a hombre, / galápago de maridos, bragado novio camote” vv. 5-12 (Valle y Caviedes, Obra completa 534). De todo lo visto, Valle y Caviedes aprovecha el capital cultural simbólico que ostenta para darse a conocer dentro del campo literario. En esta práctica literaria él satirizó a autoridades y sus allegados o los defendía, acto que sucedía pocas veces. No es arriesgado suponer que algunos escritos hayan aparecido por encargo de alguna autoridad cercana al virrey nuevo o vigente para desprestigiar al régimen anterior con la intención de conseguir mayor aprobación del actual gobierno en la sociedad. Esta dinámica podría haber llegado desde la metrópoli, como influencia de Quevedo y otros agentes del campo literario español del Siglo de Oro. 3.3 La dinámica de la violencia simbólica en los escritos de Juan del Valle y Caviedes En el siglo XVII, la ciudad de Lima se convirtió en importante centro cultural y, además, el virreinato del Perú llegó a convertirse en un lugar central en América debido a la actividad de su universidad y del activo mundo cultural que presentaba. Sin embargo, la literatura estaba endeudada con la europea, tomando en cuenta corrientes, aficiones e inclinaciones que dominaron en España del siglo XVII. 133 Se convierte en práctica el interés en América de leer a escritores del Siglo de Oro. En el caso de Valle y Caviedes, como en otros escritores del virreinato peruano, fue una constante en su trayectoria literaria. Esta influencia en los escritos del poeta colonial en relación a los agentes del campo literario español del siglo XVII se dirige en especial a la literatura de Francisco de Quevedo (1580-1645) llegando a registrarse cerca de setenta referencias del poeta español en su poesía (Lasarte, Lima satirizada 212). Además de la influencia temática y de estilo de Quevedo en la poesía del poeta colonial, también se encuentra a Góngora y Calderón. En esta influencia literaria de modelos satíricos y temas se basa precisamente el ejercicio de la violencia simbólica entre los escritores del virreinato peruano con el objetivo de adquirir distinción y por último legitimación dentro del campo literario colonial. Como afirma Bourdieu sobre la violencia simbólica en el campo literario: “[…] the field of production and diffusion can only be fully understood if one treats it as a field of competition for the monopoly of the legitimate exercise of symbolic violence” (Bourdieu, Field 121). El modelo satírico más representativo que utiliza Valle y Caviedes de Francisco de Quevedo, para ejercitar este “monopolio” al que se refiere Bourdieu, es la sátira dirigida a personajes importantes de la sociedad o personalidades que se dedican al ejercicio literario. Singular ejemplo en la obra de Quevedo es la sátira que escribe contra Juan Luis de Alarcón y Luis de Góngora. En el caso de Valle y Caviedes la sátira se centra a los médicos y ciertas autoridades de Lima. También, se puede rescatar al respecto el poema satírico del poeta colonial “Fábula de Polifemo Galatea. Burlesca asunto académico” en el que satiriza sobre los personajes de la fábula del poeta Góngora. 134 Es importante tener presente que Valle y Caviedes se centra más en los ataques que en el elogio y de esta forma se distingue dentro de la crítica social y literaria en el virreinato. Otro procedimiento que realiza Valle y Caviedes en su obra satírica es el interés en preocuparse no sólo en el campo literario sino también involucrar al campo de poder de esta época. En este sentido, el habitus del poeta colonial se convierte también en un elemento indispensable en el trabajo de la violencia simbólica que ejerce. Esta práctica literaria es conocida en la trayectoria literaria de Quevedo: “la producción literaria de Quevedo hasta 1631, año de publicación de Juguetes de la niñez, se había fundado en lo satírico-burlesco, como pilar primero sobre el que asentar su acción en los campos literario y de poder” (Gutiérrez, La espada 201). Así también, otro factor de importancia es que los poemas de Valle y Caviedes se caracterizan por enfatizar más el aspecto humorístico dentro de su sátira. Los poemas que dedica al doctor Liseras son un claro ejemplo al respecto: “Su figura concorvada es objeto de irrisión en diversos poemas. A veces forma parte de la sátira general que lleva a cabo contra los médicos y cirujanos de Lima” (Lorente, “Caviedes y la sátira” 218). En definitiva, Quevedo es un modelo de esta sátira burlesca que utiliza el poeta colonial en sus composiciones: La poesía satírico burlesca de Quevedo es, sin duda, una de las mayores construcciones literarias del barroco sustentada en los cimientos del ingenio, arte en el que “no existe escritor antiguo ni moderno que le compita”, según escribía don Joseph González de Salas, su amigo y editor del Parnaso Español. (Arellano, “La poesía satírico burlesca de Quevedo” 48) 135 Poemas de Quevedo y Valle y Caviedes coinciden al escribir sobre la hipocresía en la sociedad de ese tiempo. Quevedo lo demuestra en el soneto “Descubre el vicio de la hipocresía que afectan muchos en la disimulación de sus maldades”. En este poema el poeta español resalta su aversión por la falsedad: “Si el sol, por tu recato diligente, / no ve, ¡Oh Licas!, horribles tus locuras, / es argumento de vivir a oscuras; / pero no de que vives inocente. / Abona la ignorancia de la gente / tu astucia, si, no tus costumbres duras” vv. 1-6 (Quevedo, Obras completas 377). Valle y Caviedes hace lo mismo en “Remedios para ser lo que quisieres, que son observaciones del autor”. Este largo poema ofrece diferentes observaciones sobre la sociedad. Son criticados los hipócritas que aparentan ser virtuosos, las beatas que llevan hábito con rosario y medalla, los doctores de diversas ciencias (clérigos, catedráticos, oidores), las damas y los médicos idiotas. Este poema es considerado una síntesis de la valoración de Valle y Caviedes sobre la hipocresía de los limeños de fines del siglo XVII, ya que censura diferentes actitudes y realidades y ofrece acertados consejos para tener éxito en las apariencias: “Quien tratare de fingirse virtuoso, / que es ejercicio grave y provechoso, / póngase gran sombrero y zapatones, / aunque otra cosa digan los calzones, / que a pálidos truecos amarillos / nadie va a consultarles los fundillos” vv. 1-5 (Valle y Caviedes, Obra completa 465). Entre varios temas satíricos que desarrollan Quevedo y Valle y Caviedes coinciden también en el tratamiento de las prostitutas infectadas por enfermedades venéreas. Así, el poeta colonial da a conocer la historia de una dama que va a curarse en el hospital en el romance titulado “A una dama que fue a curarse al hospital de la caridad de achaque de serlo”: “Purgando estaba sus culpas / Anarda en el hospital / que estos pecados en vida / y en muerte se han de purgar. / Como a plata con azogue / 136 beneficiándola está, / un mal médico a repasos de sobar y más sobar” vv. 5-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 403). Estos versos presentan una influencia del romance de Quevedo titulado “Cura una moza en Antón Martín la tela que mantuvo”: “tomando estaba sudores / Marica en el hospital: / que el tomar era costumbre, / y el remedio es el sudar. / Sus desventura confiesa / y los hermanos la dan / a culpas Escarramanes” vv. 1-7 (Quevedo, Obra completa 124). No es de extrañar el desarrollo de este tema ya que en la literatura del barroco se reflejan problemas sociales, económicos y políticos mostrando a una sociedad en crisis. Se presentan en estos poemas distintas curas para la enfermedad: “En Quevedo la referencia a la cura de la sífilis de la mujer es la de ‘tomar sudores’ (uso del ‘guayaco’ traído de las Indias). La cura que recibe la mujer limeña es con el frote de mercurio (descripción de la mujer en términos astrológicos)” (Lasarte, “Como lector” 85). Así también, en las siguientes décimas de Valle y Caviedes es posible encontrar nuevamente el tema de las prostitutas: “Según dicen las comadres, / mucho en calidad adquieres / porque, por los muchos, eres / hijo de muy buenos padres. / ¿cómo teniendo de sobra, / tu madre, en sus arrabales, / tanta copia de oficiales, / le hicieron tan mala obra?” vv. 11-18 (Valle y Caviedes, Obra completa 286). Es interesante anotar que estos versos se comparan fácilmente con el romance de Quevedo aparecido en Maravillas del Parnaso: “Yo, el menor padre de todos / los que hicieron ese niño / que concebiste a escote / entre más de veinte y cinco, / a vos, doña Dinguindaina, / que parecéis laberinto / en las vueltas y revueltas, / donde tantos se han perdido” vv. 1-8 (Quevedo, Obra completa 167). 137 Otra referencia de coincidencias se presenta en el Discurso de todos los diablos de Quevedo: Si se confiesa cada día, es hipócrita; si no se confiesa es hereje; si es alegre, dicen que es bufón; si triste, que es enfadoso. Si es cortés, le llaman zalamero y figura; si descortés, desvergonzado. ¡Válate el diablo por vida y por vivo! No volviera por donde vine por cuanto tiene el mundo. (Quevedo, Discurso 107) Este fragmento deja notar su influencia en el poema “Privilegios del pobre” de Valle y Caviedes: “El pobre es tonto si calla, / y si habla es un majadero; / si sabe es un hablador, / y si afable, es embustero. / Si es cortés, entrometido; / cuando no sufre, soberbio; cobarde, cuando es humilde” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 510). En el texto “Caballeros chanflones” de Valle y Caviedes se relaciona con “Premática y aranceles generales” de Quevedo ya que se rescata la procedencia del título y del tema en el poema del vate español. Se lee en el siguiente párrafo: Item. Habiendo visto las vanas presunciones de los medios hidalgos y de atrevidos hombrecillos que con poco temor se atreven a hurtar las ceremonias de los caballeros […] mandamos que a los tales, siendo como va dicho, los llamen caballeros chanflones, motilones y donados de la nobleza y hacia caballeros. (Quevedo, Obras satíricas 86) La descripción de Valle y Caviedes se asemeja al párrafo anterior al enfatizar ciertas actitudes fingidas de los caballeros y el uso de un vocabulario exagerado y adornado. Se lee en los siguientes versos: “Usará de ordinario muy frecuentes / los términos siguiente: / punto, garbo, valor, obligaciones, / mis servicios, mi casa, mis 138 acciones, / mi médico, mi sastre, mi abogado, / mi mercader, mi coche, mi criado” vv. 65-70 (Valle y Caviedes, Obra completas 472). También, cobra vital importancia el soneto “Remedio para ser caballeros los que no los son en este”: “Para ser caballero, de accidentes / te has de vestir, en voces y mesura, / sacando el pecho, derecha la estatura, / hablando de hidalguías y parientes, / despreciando linajes entre dientes, / andando a espacio grave y con tesura, / y aunque venga o no venga a coyuntura” ” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completas 487). De la misma forma, en “Coloquio entre una vieja y Periquillo a una procesión celebrada en esta ciudad” se rescata el tema de los caballeros en el comentario de una procesión de Lima: “caballeros sólo in voce / de su jactanciosa lengua; / hidalgo sin más informe / que un Don de bastardas letras, / cuya ambición vinculada / en falsas sevillanetas, / a ilustres categorías / aspira en basas plebeyas” vv. 119-126 (Valle y Caviedes, Obra completa 498). De esta forma se describe en estos poemas satíricos un cuadro del desorden moral y social en la ciudad de Lima del siglo XVII. El tema del amor que desarrolla Valle y Caviedes en el soneto “Definiciones del amor en este” se emparenta con el soneto de Quevedo “Quédate a Dios, Amor, pues no lo eres”. La calificación que da el vate español al amor describiéndolo como esclavo y no deidad se puede leer también en los versos del poeta colonial: “Amor es nombre sin deidad alguna. / Aun agente del ser de cuantos nacen. / Un abreviar de vida a cuantos yacen. / Un oculto querer a otra criatura. / Un fantasma o sombra de hermosura. / Una falsa opinión que al mundo esparcen” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 747). Valle y Caviedes trabaja en cada verso una definición distinta con el propósito de 139 presentar primero un amor concreto y terminar describiendo una abstracción en relación al tema. Del mismo modo, Valle y Caviedes acoge con agrado descripciones que presenta Quevedo en La hora de todos: “Llevábalos un compañero panza al trote, insigne clamista, que, con una barba de cola de pescado y una capa larga, pintaba en platicante de médico […] Un doctor, a quien la barba le chorreaba hasta los tobillos” (Quevedo, La hora 123, 137). En el poema, “Médicos idiotas”, del vate colonial es notoria la presencia de los detalles a hace referencia Quevedo: “En el doctor la barba es seña externa / como poner un ramo en la taberna / o en la que es chichería un estropajo […] y así traen la barba los doctores / de estropajo, que a todos dicen graves: / aquí hay purgas, jeringas y jarabes” vv. 9-16 (Valle y Caviedes, Obra completa 480). Quevedo y Valle y Caviedes abordan en diferentes poemas la sátira a los médicos. En el caso del poeta colonial lo desarrolla, por ejemplo, en las décimas “Habiéndose alabado el doctor Melchor Vásquez de haberse sanado de una enfermedad grande a un sujeto”. Quevedo escribe sobre el mismo tema en El sueño del juicio final (1605), El sueño del infierno (1608), El sueño de la muerte74 (1621), y La hora de todos (1633). Sin embargo, una de las características que lo distancian al abordar este tema es que en el caso de Valle y Caviedes la sátira se centra más en el aspecto social refiriéndose con nombre propio a los médicos de Lima75: “la sátira de Valle y Caviedes, a diferencia de la 74 “Fueron entrando unos médicos a caballo en unas mulas […] guantes en infusión, doblados como los que curan; sortijón en el pulgar con piedra tan grande, que cuando toma el pulso pronostica al enfermo la losa” (Quevedo, Obras satíricas 209-210). 75 Bermejo con mucho amor cura las damas, de suerte que o se las come la muerte o las sopla el buen doctor. El Adonis matador es y por cierto aforismo, 140 de Quevedo, se entrelaza más directamente con la circunstancia social, al aproximarse críticamente no sólo a la práctica médica en general, sino también a un número de médicos contemporáneos” (Lasarte, “Algunas reflexiones” 137). De esta forma la temática crítica de Valle y Caviedes se centra en el Perú y el constante enfrentamiento entre criollos y peninsulares en esa época, mientras que Quevedo realiza una sátira general de los médicos, es decir sobre el tema en sí o la práctica medicinal del momento. En el tema de los médicos que ambos autores presentan, cobra vital importancia la sátira dirigida a la vestimenta del médico de acuerdo a ley como la ropa, adornos, anillos y collares. También, llama la atención el uso de latinajos y aforismo del “médico latino”. En los siguiente versos de Valle y Caviedes se burla del médico Bermejo: “Empuño el puesto, y muy grave, / dando al cielo gracias dijo: / gratias a Deum en su / mal latín de solecismos […] Autorizose de galas / y multiplicando anillos, / añadió esta liga docta / a su ignorante esportillo” vv. 40-46 (Valle y Caviedes, Obra completa 235). Así también es importante anotar que tanto Valle y Caviedes como Quevedo hacen uso del lenguaje satírico-burlesco a través de la polisemia. De esta forma el discurso puede tener diferentes lecturas presentando una ambigüedad interpretativa. La admiración que el poeta colonial guardó por Quevedo se deja ver en su obra satírica. En el romance titulado “Los efectos del protomedicato de don Francisco de Bermejo sabrá el curioso en este romance, escrito por el alma de Quevedo, que anda penando en sátira” queda registrado el nombre del vate español haciendo referencia a la sátira que solía escribir: “Es una referencia consciente algo jocosa, a su imitación del él se receta así mismo en jeringas por delante, remedio que es importante contra el mal del priapismo. vv. 11-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 246) 141 escritor español, pero imitación posiblemente compleja ya que ‘penar’ era, y es, en el Perú una referencia al ‘fantasma o alma que anda en pena’” (Lasarte, “Juan del Valle y Caviedes” 79). Se lee en el romance: “Y continuando Bermejo, / esta pregunta le hizo: / Decidme lo que es vergüenza. / Es sacar en cueros vivos / a los hombres a afrentar, / respondió. / Y Bermejo, dijo: / Vergüenza es el que nos pague / su muerte el enfermo mismo” vv. 77-84 (Valle y Caviedes, Obra completa 380). Es así que en este romance del vate colonial se reconoce una tradición literaria europea recontextualizada con preocupaciones y realidades distintas. Quevedo utiliza el estilo satírico burlesco para describir a la sociedad y sus personajes del siglo XVII en España con cierto humor: “la sátira de Quevedo es reflexivamente amarga, irónica hasta el sarcasmo, mueca espasmódica sin plenitud vital porque nace de la aguda penetración y disconformidad absoluta” (Cáceres 49). Esta influencia peninsular se recontextualiza en un ambiente americano con sus propios temas textuales y sociales. De este modo, el tema en común de la sátira a los médicos entre Quevedo y Caviedes se desarrolla en diferente perspectiva, como lo señala Lasarte: “Si en el caso de Quevedo se trata de una sátira general de los médicos, ya sea tópica o sobre las prácticas medicinales de su momento, en Valle y Caviedes la temática crítica –o ideológica recae fuertemente sobre el Perú y sus conocidas contiendas entre criollos y peninsulares” (“Como lector” 82). Ambos escritores abordan el tema de la medicina pero en el caso de Juan del Valle y Caviedes estos poemas nos acercan a personajes importantes de la época contextualizando el entorno social y los problemas de la Lima virreinal. 142 No cabe duda que Valle y Caviedes conocía la actividad literaria de Quevedo durante el Siglo de Oro, la participación de Quevedo en la vida política de la monarquía y la sátira de la que se sirvió para competir dentro del campo literario español del siglo XVII. Como apunta Carlos Gutiérrez en La espada, el rayo y la pluma: Quevedo y los campos literario y de poder: “La producción satírico burlesca de Quevedo se inserta en un contexto de prácticas y estructuras sociales compartidas, tanto dentro del campo literario como en la interacción entre éste y el de poder” (200). Otro elemento en la poesía de Caviedes que se relaciona con el barroco español es que a cada paso reflexionan sobre sí misma. Una importante constante que se da en ambas partes. Se lee en un poema en el que un doctor remarca que su profesión debe tomarse en serio en el romance “Joquiserio a saltos, al asunto que el dira si lo pregunta en los ojos de quien quiere leerlo”: No son capricho mis versos, como los médicos piensan y publican que es manía y agudo e ingenioso tema. (Valle y Caviedes, Obra completa 368) También, el amor es otro asunto en la literatura del poeta colonial y en los textos de Quevedo. En este caso el amor como elemento del barroco se describe como vencedor de la angustia o como el ideal inalcanzable, es decir visto como una frustración más. De esta forma, Quevedo vio en el amor una experiencia que podía justificar la vida y dar un sentido al mundo presentando una sensación de eternidad. En el caso de Valle y Caviedes el amor aparece en diferentes variantes como la reiterada abstracción que produce y el desarrollo de un amor-laberinto. 143 En este mundo de las influencias literarias, Valle y Caviedes no sólo hace una referencia directa de Lope de Vega sino también se basa en sus versos para dar a conocer sus ideas en el romance “Doctos de Chafalonía”: “que hay mucho oído y poca inteligencia / por lo cual, me colijo / que el ingenioso Lope atento dijo: / Oígase la campana en el oído / que parece concepto y es sonido, en la gente de enjalma / que ciega y sorda tiene siempre el alma” vv. 30-36 (Valle y Caviedes, Obra completa 477). Otra característica de importancia es que varios de los nombres literarios del vate colonial se basan en la obra de Lope de Vega. Nombres como Lisi, Eufemia, Lucila y Maritsa, Lucinda y Anarda, Fili y Clisi. En el romance “ A una dama que yendo a Miraflores cayó de la mula en que iba” aparece el nombre Anarda. El mismo nombre de una de las damas en El perro del Hortelano de Lope de Vega: “De liviana precia Anarda, / si a Miraflores partió, / y dio la vuelta mucho antes / de llegar a la mansión. / Del palafrén en que iba de colodrillo cayó, / y el sol le dio con la vuelta / donde a ninguna da el sol” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 436). La influencia de Góngora en la obra de Valle y Caviedes también cobra vital importancia. Esta influencia literaria es usada en diferentes momentos como pretexto para la burla, tomando en cuenta temas o el lenguaje. Llama la atención cómo Valle y Caviedes hace referencia a la poesía del estilo culterano que en aquella época fue imprescindible para mostrar la condición de erudito. En más de un poema llega a cuestionar las rebuscadas descripciones gongorinas, la oscuridad en los versos y el uso constante de modelos míticos que tiende a alejarse de los diferentes problemas sociales de la época. En este sentido, Valle y Caviedes satiriza la poesía culterana tomando “Fábula de Narciso y Eco” de Góngora para crear “Fábula burlesca de Júpiter e Io”. Lo 144 mismo sucede con “Fábula de Polifemo y Galatea Burlesca. Asunto académico” al crear un vocabulario vulgar y grosero para los personajes de la fábula: “Érase el tal gigantón, / jayán tan desmesurado, / que no ha habido en las mentiras / ninguna de su tamaño. / Medíase con el cielo / o poquito más abajo, / mil leguas, porque no digan / que yo le quito o añado.” vv. 13-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 563). Así también, se puede rescatar que en “Pintura de una dama en metáfora de astrología” de Caviedes se refleja el romance “Angélica y Medoro” de Góngora: “Sus dos luceros mezclaron / en los ojos Marte y Venus, / si vida dan apacibles / y saben mata severos. / La línea es su nariz bella / por donde el planeta Febo / para iluminar mejilla / la está pasando y volviendo” vv.17-24 (Valle y Caviedes, Obra completa 741). La influencia de “Angélica y Medoro” también se deja ver en otro romance amoroso del poeta colonial: “Una mañana de mayo, / al tiempo que el sol salía, como el mismo sol al parado / se salió a pasear Marica. / Un jazmín brotaba donde / la breve planta ponía, naciendo milagro el ver / floreciente lo que pisa” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 711). Finalmente, esta imagen gongorina de Angélica y Medoro se mantiene en la fabula burlesca dedicada a Júpiter e Io. Se lee en los versos: “Los ojos influjos eran / de Marte y Venus, pues daban / vida y muerte sus luceros, / embajadores del alba” vv. 21-24 (Valle y Caviedes, Obra completa 582). Esta influencia literaria y de estilo de la obra de Góngora se puede encontrar también en el soneto “Al mismo asunto del muelle” de Valle y Caviedes en el que se lee una disimulada referencia de los primeros versos de las Soledades: “Recién nacido escollo a quien veneran / las ondas que tu pie besan, errantes, salpicándote el pecho de diamantes, / las que sin dar el choque vidrios eran […] Si de la espuma naces procelosa / 145 eres nevado y claro descendiente / de Venus bella, cristalina diosa” vv. 1-5, 9-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 626). Además, en la “Fábula burlesca de Júpiter e Io” también se puede rescatar una influencia del Polifemo de Góngora en los siguientes versos: Era un carámbano terso Que por las cejas colgaba de la nieve derretida, de la frete tersa y clara que a dividir las mejillas bajó en arroyo de plata floreciendo en su frescura dos primavera de nácar. vv. 29-36 (Valle y Caviedes, Obra completa 582) En “Fábula de Polifemo y Galatea Burlesca. Asunto académico” del poeta colonial Valle y Caviedes nos deja con la duda si con esta fábula pretende sólo inspirarse con el original tema grecolatino o si se trata de una manera especial de referirse a este poema respondiendo a la seducción del gongorismo común en el siglo XVII en América. En los siguientes versos Valle y Caviedes describe el pelo de Polifemo: “Cáñamo sería el pelo / donde los mechones lacios / eran cordeles torcidos / para se ondas, trenzados. / Por la vega de la frente / pasaré sin dilatarlo, / pues ya he llegado a un ojo / donde es precioso el reparo” vv. 25-32 (Valle y Caviedes, Obra completa 563). Lo que sí queda claro es que este ejercicio de violencia simbólica le permitió al vate colonial distinguirse y competir con otros agentes del campo literario del virreinato del Perú. En este sentido, la influencia de distintos escritores del Siglo de Oro en la poesía de Valle y Caviedes se traduce también en una toma de posición que no pasa 146 desapercibida en el campo literario colonial. Claro está que esta influencia de modelos satíricos se nutre a la vez de diferentes y contradictorios problemas de la colonia. 147 IV. Valle y Caviedes y el campo de poder de su tiempo 4.1La sociedad virreinal peruana en la obra de Valle y Caviedes Es importante señalar que Valle y Caviedes registra a través de su obra más citada Guerra física, hazañas de la ignorancia y proezas medicales (c.1689), modernamente conocida como Diente del Parnaso, una lista de médicos y personalidades de la ciudad de Lima. El poeta colonial toma como base un referente social el cual le sirve como pretexto para esta obra. Esto se traduce también como una denuncia social presentándolo en una forma literaria. Es así que se ataca diferentes irregularidades en la práctica profesional de los médicos a través de la voz del enfermo quien es el más perjudicado en esta circunstancia. En otros momentos se destaca la voz del médico para dar a conocer sus quejas a la muerte como en el poema “Coloquio que tuvo con la muerte un médico moribundo”. Vale resaltar que en el registro satírico del poeta colonial ataca también a otras personalidades de la sociedad colonial del siglo XVII. Varios de los médicos coloniales satirizados por Valle y Caviedes ocuparon una alta posición social en la ciudad de Lima. Es importante tener presente que a diferencia de Francisco de Quevedo, que cuando satiriza a médicos, lo hace de manera genérica, sin mencionar nombres, Valle y Caviedes hace un listado de éstos como en el poema “Coloquio que tuvo con la muerte un médico”. Uno de ellos fue el Dr. Francisco Bermejo y Roldán76 prestigioso en aquella época y quien reemplazó en el cargo de Protomédico 76 Francisco Bermejo y Roldán nació en Lima en 1637. En la Universidad fue estudiante de artes y medicina. Luego de terminar sus estudios de medicina obtuvo la Cátedra de Vísperas de Medicina por seis años. Se recibió de Doctor en 1673, se desempeñó como examinador y dirigió la Cátedra de Vísperas de Medicina. En 1690 fue elegido rector de la Universidad de San Marcos. Luego llegó a ser médico de Cámara del arzobispo Virrey Don Melchor Liñán y Cisneros quien lo nombró Protomédico del Virreinato en 1692 (Valdizán, La facultad 102-103). 148 General del Perú al Dr. José Miguel de Osera y Estella77. El Dr. Bermejo y Roldán “fue un apuesto médico de arrogantes y distinguido porte; se caracterizó por tener fino y elegante ademán; una amena charla y gusto exquisito. Era todo un ‘gentleman’ y el galeno preferido de las niñas ‘chic’ de su tiempo” (Cáceres 63). El poeta colonial se refiere a este médico en el romance “Parecer que da de esta obra la anatomía del hospital de San Andrés”: De achaques de damas hay un número bien crecido de muchachas que ha volado Bermejo, doctor divino. Por parecerles que no lo eran sin el requisito el médico de las damas que este nombre se ha adquirido, para decir muy mirladas, haciendo mil equilibrios, ‘A mí me cura Bermejo; no hay más que mi don Francisco’. vv. 117-127 (Valle y Caviedes, Obra completa 367) 77 José Miguel de Ossera y Estella nació en España y llegó a Lima como Médico de Cámara del Virrey, Conde de la Monclova en 1689. Fue doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad de Zaragoza (1672), Limosnero Mayor de la Iglesia Catedral de Tarazona (1685-1686), Protomédico General del Perú y de la Armada del Mar del Sud. Escribió El Físico Cristiano (Lima, 1690) y del Sermón de la Visitación de Nuestra Señora la Virgen a su prima Santa Isabel (1690) (Valdizán Apuntes 78). Según Lasarte, el Dr. Osera “hizo uso de su cercanía al virrey para lograr una serie de beneficios o puestos, algo que no fue bien visto por algunos de sus contemporáneos” (“Algunas reflexiones” 140). 149 Cabe señalar que este romance empieza con los siguientes versos: “Por comisión de un ingenio / aqueste tratado he visto / que pide mi parecer, / siendo tan malo y podrido” vv. 1-5 (Valle y Caviedes, Obra completa 364). Podría tratarse de un uso retórico de la época pero también da a conocer a un ambiente de cierta sociabilidad literaria como reflejo creativo de la socialización institucional de las academias del momento. En el romance “Pintura de una dama con los médicos y cirujanos que en la ocasión mataban en Lima. Lleva cada copla un estribillo diferente” Valle y Caviedes escribe una sátira dirigida al Dr. Bermejo: “Anegado en azabache / de las ondas de tu pelo / siendo negro mata tanto / como si fuese Bermejo / Porque éste es cierto que de doctor no tiene siquiera un pelo”. vv. 8-14 (Valle y Caviedes, Obra completa 297). Así también, el vate colonial le dedica un romance al Dr. Bermejo cuando obtuvo el cargo de Protomédico General del Perú titulado “Los efectos del Protomedicato de Bermejo escrito por el alma de Quevedo”: “Heredó el cargo, y al punto / añadiéndole a lo erguido / de su natural la herencia, / se esperó más de aforismos”. vv. 13-16 “Hinchándose de Galeno / de Hipócrates embutido / disfrazó en sabia corteza / su rudo centro nativo” vv. 33-36 (Valle y Caviedes, Obra completa 379). Según Lasarte el Dr. Bermejo fue “un personaje de importancia dentro del sistema virreinal peruano y un buen representante de la hidalguía criolla que ejercía presión para asumir lugares de importancia y poder en el sistema colonial” (Lima satirizada 196). Otro médico contemporáneo del poeta es el Dr. Avendaño78 y lo registra en el estribillo “¡Que teman a los temblores y no teman a los doctores!”: ‘Un Avendaño perplejo / en la ciencia que no alcanza, / albóndiga Sancho Panza / del Quijote de 78 El Dr. José de Avendaño fue Protomédico General. Dirigió en 1688 la Cátedra de Víspera de Medicina y en 1710 la de Prima de Medicina (Eguiguren 47). 150 Bermejo / su mal talle da al gracejo; / que reír siendo un lechón” vv. 61-66 (Valle y Caviedes, Obra completa 315). Valle y Caviedes también se ocupa del Dr. Rivilla79 en el romance “Al casamiento del Doctor del Coto”: “Para aqueste sacrificio / llamó a Rivilla sangriento, / que al suplicio le animó / con palabras y con gestos. / Sentóse el Coto en la silla, cadalso allí de Galeno / donde por yerro Rivilla / tuvo en esta cura acierto” vv. 3340 (Valle y Caviedes, Obra completa 136). El vate colonial hace referencia en este último romance a una operación que hizo el Dr. Rivilla80 a un Dr. Coto en la ciudad de Lima. Así también enfatiza la habilidad en el habla del Dr. Rivilla: “Un Rivilla charlatán / que si el curar gastos fuera / en toda su vida diera / derechos al sacristán; / porque es tan grande el desmán / con que gestea Machín / el orinal y el bacín / que da risa a los hedores” vv. 51-57 (Valle y Caviedes, Obra completa 223). El Dr. Dávalos y Peralta81 es registrado en “Respuesta de la muerte al médico”. Los siguientes versos dan a conocer el apodo con el que fue conocido en Lima: “El Coto, doctor que espanta, / fuera, cierto, singular / si tuviera en el matar / lo que tiene en la garganta: / moderno es, y se adelanta / en matar este modorro82” vv. 91-95 (Valle y Caviedes, Obra completa 283). Así también, en el poema “Habiendo presentado el doctor Machuca un memorial en que pretendía que la semilla de los pepinos se destruyese por lo 79 El Dr. José Rivilla Bonet y Pueyo es natural de Zaragoza y estudió Medicina y Cirugía en la misma ciudad. El virrey Don Melchor Fernández Portocarrero, Conde de la Monclova, llegó a México y Chile con Rivilla bajo el cargo de cirujano de cámara. Se desempeñó en Lima como examinador de Cirugía en el Real Protomedicato en Lima y cirujano del Hospital Real de Mujeres de la Caridad (Medina 54). 80 Según María Leticia Cáceres el Dr. Rivilla fue “un grave galeno y acertado cirujano, muy verboso y grandilocuente así como amante de usar la mímica en sus explicaciones.” (69). Así también Cáceres da a conocer que a través de la obra titulada Desvíos de la Naturaleza o Tratado del origen de los monstruos, impresa en Lima por Medina en 1695, contiene “notas de la excelente reputación del Dr. Rivilla así como del feliz resultado que obtenía en sus intervenciones quirúrgicas” (70). 81 El Dr. José Dávalos y Peralta , apodado Coto, nació en Asunción (Paraguay) en 1663. Es posible que haya llegado a Lima en 1682. En 1688 hizo oposiciones a la cátedra de Vísperas de Medicina. En 1689 se graduó de Licenciado (Lohmann, “Nomenclátor” 840). 82 El término modorro está asociado a Francisco de Quevedo como en el título: Genealogía de los modorros. 151 nocivo de su fruto se responde con este memorial” el poeta lo nombra por su apodo: “por choclo, y por dos manzanas / pegadas al frontispicio / del cuello y cara del Coto / y también pinta por higo” vv. 111-114 (Valle y Caviedes, Obra completa 315). El poeta colonial nombra al Dr. Leandro de Godoy83, cirujano de Lima conocido como “el Tuerto” u “ojo de Plata”. En el romance titulado “A un médico tuerto con anteojos que desterraron del Callao, siendo él solo, porque mataba más que muchos juntos; y tenía por flor comerle la comida a los enfermos, diciendo que los animaba a comer” se describe su apariencia física: “Tuerto dos veces, por vista / la una y la otra por ciencia, / pues en la diablada tuya / nunca harás cosa a derechas. / No llames siempre ante-ojos / a los que traes, porque a medias / ante-tuerto has de llamarle, / si la mitad está a ciegas.” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 330). La actividad de este médico fue conocida por el poeta colonial y lo menciona en los siguientes versos cuando el Dr. Godoy prueba por casualidad la dieta prescrita a un paciente: “Que comerles las viandas / no es curarles las dolencias, / sino curarte del hambre / canina que te atormenta. / Si con los enfermos curas / tus hambres y tus pobrezas, / ellos los médicos son / tú, el enfermo que remedian” vv. 37-44 (Valle y Caviedes, Obra completa 331). Una vez más queda demostrado que Valle y Caviedes da a conocer lo que sucedía en la vida de estos personajes en ese tiempo al escribir sobre el traslado de Lima al Callao del Dr. Godoy: “Del Callao te han echado / con descrédito de albéitar / por enjalma de Galeno / por lomillo de Avicena. / Hínchate, Doctor, de paja, / porque las albardas llenas / no matan tanto y tendrás / hecho tu plato con ellas” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 330). 83 El Dr. Leandro de Godoy nació en Lima en 1657. Sus padres llegaron al Perú en 1650 (Eguiguren 55). 152 Valle y Caviedes describe al Dr. Francisco Ramírez Pacheco84 como el burgués colonial con las características precisas de “docto”. Según María Leticia Cáceres “es el que infunde respeto y confianza plena a los pacientes. Fue un abultado galeno de mediana estatura, usaba gafas, que tienen la particularidad de otorgar al que las lleva, cierto aire de autoridad” (72). Estos versos son dirigidos al Dr. Ramírez: “Ramírez con su rellena / cara y potente cogote, siendo un pobre matalote / presume que es Avicena. / Y cuando me tiene llena / con imprudentes arrojos / la bóveda de despojos, / el vulgo sin experiencia” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 280). El poeta colonial le dedica diferentes adjetivos a este médico en el agudo estribillo “¡Que teman a los temblores y no teman a los doctores!”: “Un Ramírez elefante, / grasa de la medicina, / mundo de pulso y orina, si es una bola arrogante; de la salud es farsante, / porque representa hazañas / de curaciones extrañas” vv. 81-87 (Valle y Caviedes, Obra completa 324). Es importante mencionar que Valle y Caviedes responde a una tesis que presentó el Dr. Machuca sobre lo dañino del pepino a través de un Memorial titulado “Habiendo presentado el Doctor Machuca un Memorial para que se desterrase la semilla de los pepinos por nociva, se responde lo siguiente”. El vate colonial presenta semejanzas físicas entre los frutos y los doctores. El Dr. Ramírez recibe en estos versos la siguiente comparación: “por cohombro, como copia, por zapallo muy al vivo / un don Francisco Ramírez / con propiedad, pues bien visto, / es un zapallo con barbas, / antojos, guantes y anillos” vv. 101-106 (Valle y Caviedes, Obra completa 315). El poeta se burla del informe, sobre el carácter dañino de los pepinos, que señala el doctor Machuca y afirma 84 El Dr. Francisco Ramírez Pacheco nació en España en 1630. Se graduó de Doctor de Medicina en la Universidad de Maese Rodrigo. Ejerció la Cátedra de Filosofía Mayor y la de Vísperas de Medicina en la misma Universidad. Llegó a Lima como Médico de Cámara del Virrey Diego de la Cueva y Benavides, conde de Santisteban. Establecido en Lima fue médico del Tribunal de la Inquisición y decano de la Facultad de Medicina de la Real Universidad de San Marcos (Valdizán, Apuntes 56). 153 que los médicos como el pepino serían frutas que matan. Así también, en el romance “A un desafío que tenía el dicho corcovado con un cirujano tuerto sobre salir discordes de una junta” relaciona a la muerte al nombrar al Dr. Ramírez: “Dadle a los médicos parte / que los dejo por mismo / pues a no ser ignorantes / los tuviera en el carnero / ¿Cómo pudiera vivir / Ramírez con los excesos de / glotón, si no me hiciera / sorda a tanto llamamiento?” vv. 73-80 (Valle y Caviedes, Obra completa 290). El Dr. Esplana85 es otro médico en los escritos satíricos de Valle y Caviedes y enfatiza el abandono de su carrera como abogado para convertirse en médico. En el romance titulado “A un abogado que dejo de serlo y se hizo médico” el poeta escribe sobre esta situación: “Letrado en médico injerto / dará una fruta del diablo, / por las dos parte veneno / y por las mismas amargo. / No habrá salud que no metas / a pleito, dando traslado / con sus fatales recetas a todos los boticarios.” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 347). El Dr. Esplana se especializó en medicina infantil y Valle y Caviedes le dedica los siguientes versos al respecto en el romance “Respuesta de la muerte al médico”: “Saturno es su mortal astro, / pues con impulsos malditos / cura a los niños chiquitos; / y en eso tiene tal fama / que en la física se llama / Herodes de los chiquitos” vv. 55-60 (Vale y Caviedes, Obra completa 282). 85 El Dr. Luis Bernardo Esplana nació en Lima en 1628. Estudió primero Jurisprudencia y luego Medicina en la Universidad de San Marcos. Como médico obtuvo el grado académico de Bachiller y Licenciado. Recibió el título de Profesor de Medicina del Real Tribunal del Protomedicato (Valdizán, La facultad 115114). 154 Se conoce al Dr. Herrera86 a través de una carta titulada “Carta que escribió el autor al Doctor Herrera, el tuerto, a quien llevo de esta ciudad a la de Quito el Presidente y le hizo Protomédico y Catedrático de Prima del rastro de la medicina”. Este médico llegó a Quito al ser llamado por el Presidente de la Audiencia de esa ciudad, Mateo de la Mata, con el propósito de curar una epidemia de ese tiempo. Con los siguientes versos el poeta presenta al Dr. Herrera: “Tuerto dos veces, por vista / la una y la otra por ciencia, / pues en la diablada tuya / nunca harás cosa a derechas. / No llames siempre ante-ojos / a los que traes, porque a medias / ante-tuerto has de llamarle, si la mitad está a ciegas” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 330). De la misma forma, en “Coloquio que tuvo con la muerte un médico, estando enfermo de riesgo” se lee al médico Pedro de Urdanivia87. En los siguientes versos el poeta colonial menciona a don Benito para enfatizar su sátira al dar a conocer que lleva la bendición de San Martín de Porres: “Y porque en esto no tasques / te juro por Dios bendito / de matar cual don Benito / Urdanivia y Melchor Vásquez / que despechan más que chasques / y tanto cual la porfía / de Ojo de Plata, que al día / primero, el enfermo ha muerto” vv. 61-68 (Valle y Caviedes, Obra completa 277). 86 El Dr. Diego de Herrera nació en Lima. Escribió varias y diversas obras que se publicaron en la ciudad de Lima. Estas obras fueron acogidas con gran entusiasmo y respeto según el Dr. Dávalos en su libro titulado “De morbis nonnullis Lima grassantibus etc.” Es citado por el Dr. Bermejo y Roldán en su “Discurso de la enfermedad del sarampión (1694). El Dr. José Toribio Polo lo menciona también en su libro “Apuntes sobre las epidemias del Perú”: “El Doctor Diego de Herrera que combatió en Quito la epidemia daba con éxito al principio de la curación una onza de pulpa de cañafístula y salvo así más de 500 indio; los médicos aquí no se atrevían a emplear este tratamiento” (Valdizán, Apuntes 71). 87 El cirujano Pedro de Urdanivia fue aprobado por el Real Tribunal del Protomedicato. En Lima gozó de aprobación como médico en la segunda mitad del siglo XVII. Fue médico cirujano del convento de la Concepción (Lohmann, “Nomenclátor” 877). 155 Así también se conoce a través de la obra de Valle y Caviedes que el Dr. Antonio García88 fue un clérigo que se dedicó con bastante destreza al arte de curar en la ciudad de Lima. Los siguientes versos dan a conocer su estado eclesiástico: “García que anda embutido / en su manteo y sotana curando de mala gana / por hacerse introducido / es a mí tan parecido, / en su fatal catadura, / que mata con la figura / de física autoridad” vv. 61-68 (Valle y Caviedes, Obra completa 282). En los siguientes versos el poeta señala cómo se trasladaba para visitar a sus enfermos: “Y también pinta por higo / pasado a Antonio García / que, por maduro y antiguo, / se cae de la mula como / de la higuera el fruto dicho” vv. 114-118 (Valle y Caviedes, Obra completa 316). En el romance “Habiendo enfermado el autor de tercianas, llamó al médico Llanos a que le curase. Recetóle sangrías, nieve, horchatas, ayudas frescas, hizo lo contrario y sanó. Celébrase en este romance” Valle y Caviedes da a conocer al Dr. Llanos89 y la terapia que usaba para aliviar a sus pacientes limeños: “Pues barro son como todos, / aunque hay una circunstancia, / que son barro de botija / y tus muertos de tinaja. / Y si el calor continuado, en hombres que se emborrachan, sin sangrarlos no es dañino” vv. 81-87 (Valle y Caviedes, Obra completa 337). Se conoce por Valle y Caviedes que el Dr. Romero fue Médico de Cámara del Virrey Duque de la Palata y gozaba de privilegios cortesanos. Esta situación cambió radicalmente cuando culminó el gobierno del virrey. En el romance satírico titulado “Respuesta de la muerte al médico” se lee los siguientes versos sobre este personaje: “Romero, fatal veneno, / médico fue de 88 El Dr. Antonio García Jiménez fue cirujano y licenciado en medicina de la Real Universidad de San Marcos. También se graduó de Bachiller en Teología en el mismo centro de estudios. Fue profesor de medicina evaluado por el Real Tribunal del Protomedicato (Valdizán, La facultad 116). 89 El Dr. Juan de Llanos nació en la ciudad de Lima. Fue Bachiller en medicina. En 1684 fue sustituto de la Cátedra de Prima de Medicina. Fue Licenciado y Doctor en medicina de San Marcos en 1695 (Lohmann, “Nomenclátor” 862). 156 un virrey / y mientras duró, fue ley / que le aplaudiese Galeno. / Faltó el amo y no fue bueno, / pues dio también residencia / y se vio por experiencia / que, así que faltó el señor, / se quedo de matador” vv. 101-109 (Valle y Caviedes, Obra completa 284). Da a conocer al Dr. Francisco del Barco90, sucesor del Dr. Romero, quien ocupó importantes cargos en la ciudad de Lima, a través de los siguientes versos: “Sólo Barco es eminente / y el primero en esta ciencia; / médico es de Su Excelencia / y matador excelente. / Todo simple pretendiente / por remota adulación, / le encarga su curación / y da doblada plata; / él, con gravedad, lo mata / y acaba la pretensión” vv. 111-120 (Valle y Caviedes, Obra completa 284). El Dr. Guerrero91 es otro varón ilustre del grupo de médicos y de la sociedad colonial. El poeta no podía dejar de mencionarlo en su poesía y sacar provecho de su apellido: “Guerrero en el apellido / trae consigo el matadero, / pues todo aquel que es guerrero / es matador conocido. / Por do reales me ha vendido / las visitas y no es poco, pues su crédito provoco / al matar, en que es tan ducho, / pues por poco mata mucho, y por mucho mata poco” vv. 81-90 (Valle y Caviedes, Obra completa 283). Así también, se conoce al Dr. Liseras92 no sólo por ser médico sino también por ser “el Corcovado” como Valle y Caviedes lo llama en el esdrújulo titulado “Habiendo salido estos versos, respondió a ellos con unas décima puercas el Doctor Corcovado y unos esdrújulos tan derechos como él, a que se le respondió en los mismos metros”. En los siguientes versos 90 El Dr. Francisco del Barco nació en España. Se graduó como médico en la Universidad Complutense. Fue Protomédico General del Perú. Llegó a Lima en el séquito del Virrey Duque de la Palata como Médico de Cámara en 1681. Fue Licenciado (1682) y Doctor en Medicina de la Real Universidad de San Marcos (1684). En 1687 se inició como Catedrático de Prima de Medicina en la misma universidad. También llegó a ser Protomédico del Perú (Eguiguren 53). 91 El Licenciado Diego Hernández Guerrero nació en Extremadura en 1630. Fue licenciado en medicina y trabajó como médico cirujano en la ciudad de Lima (Valdizán, La facultad 117). 92 Se conoce del Dr. Juan Martín Liseras que fue un cirujano limeño llamado “el Corcovado” por Valle y Caviedes. También, publicó un poema en el libro de Pedro Peralta Barnuevo, Lima triunfante (1708) (Lohmann, “Nomenclátor” 860). 157 enfatiza su apariencia física: “A ti quirquincho de médicos / y licenciado galápago, mojiganga de la física, / tuerto en derechos del párroco, / fue tu concepción incógnita, semen de flojos espárragos, que corcova tan acérrima / no la concibieron rábanos” vv. 512 (Valle y Caviedes, Obra completa 31). Se conoce también el origen del médico, su desdichada deformidad y el pedido del poeta para que deje de incursionar en las lides poéticas: “En tus espaldas el túmulo / traes denotando lo trágico, / envuelta en bayeta lóbrega / toda su giba de plátano. / Si eres un barbero frívolo / o cirujano fantástico, / deja, Matador, lo lírico / y trata sólo en lo asmático” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 284). Al parecer todas las actividades del Dr. Liseras estuvieron bajo la mirada de Valle y Caviedes especialmente su interés en la poesía ya que el poeta colonial le dedica diferentes versos en su obra: “médico de melecina, / con más combas que bocina / que esa tu corcova encierra. / También en los versos yerra / como en curas tu opinión, / pues no es bien tire a traición / quien es hecho a buena guerra” vv. 4-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 286). También le dedica el soneto “A un desafío que tuvieron dos corcovados de Lima, el uno Liseras el cirujano, y el otro Mejía el Alcucero” y el romance “Receta que el poeta le dio a Liseras el cirujano para que sanase del achaque de la giba: Pintase primero los accidentes que padece y después se pone el remedio”. Valle y Caviedes menciona al mulato Dr. Pedro de Utrilla93, conocido como “el viejo”, en diferentes versos satíricos. En el romance “Vejamen que le dio el autor al zambo Pedro de Utrilla habiendo sacado una piedra a una mujer y se coronó con un rodete de malvas por laurel de esta” menciona a su estilo el grado académico que obutvo 93 El Dr. Pedro de Utrilla (“el viejo”) nació en 1623. Se recibió de médico en 1664. Estuvo a cargo de la enfermería del hospital de Santa Ana (Lohmann, “Nomenclátor” 879). 158 el Dr. Utrilla: “El licenciado Morcilla / y bachiller chimenea, / catedrático de Hollín / y graduado en la Noruega, / doctor de Cámara Oscura / del rey Congo de Guinea / cuando ha comido morcilla, / que es la cámara morena” vv. 9-16 (Valle y Caviedes, Obra completa 292). Es importante mencionar que el poeta se refiere en diferentes momentos sobre la raza negra del Dr. Utrilla enfatizando su vena racista: “Noche de uno de noviembre / que sólo se trata en ella / de finados, como aqueste / mata-físico tinieblas; / cimarrón de cirugía, / pues, huyendo de saberla, / se está en el monte de idiotas / con su boca en Bocanegra” vv. 53-60 (Valle y Caviedes, Obra completa 294). Además del color de la piel del Dr. Utrilla, el poeta señala su humilde posición social: “la sátira de Caviedes, por esta ocasión singular, es recurso de empeño múltiple: el hablante lírico zahiere al médico, escarnece al sujeto mestizo, se deleita en la humillación de esta combinación escandalosa y erige a Ultrilla en un paradigma de alteridad” (Merino 3). Así también, se registra a su hijo, el Dr. Pedro de Utrilla94, conocido como “el cachorro” en “Al casamiento de Pedro de Utrilla”: “Pedro de Utrilla, el Cachorro, / dan en decir, que se casa / segunda vez, porque está / casado por su ignorancia. / Un cuento de cuentos dicen / que por dote le señalan; / si un zambo le dan, ¿quién duda / zambo de zambo le llaman?” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 392). De la misma forma en el romance “Joquiserio a saltos, al asunto que él dirá si lo preguntan los ojos de quien quiere leerlo” señala el color de la piel del médico: “En que solamente a Utrilla, / el 94 Pedro de Utrilla nació en Lima en 1660. Fue un cirujano mulato de Lima conocido a través de Valle y Caviedes como “el Mozo”, “el Cachorro” y “el Zambo”. Hijo del también Dr. Pedro de Utrilla apodado “el Viejo” por el poeta colonial. En el libro Historia de la Villa Imperial de Potosí (1967) de Arzáns de Orsúa se registra al Dr. Utrilla como residente de Potosí el año de 1715. Se conoce también que el Dr. Utrilla fue un cirujano muy acertado y uno de los primeros que realizó las llamadas “anatomías” o autopsias. En el Discurso del Dr. Bermejo nombra al Dr. Utrilla como el responsable de dos de las seis “anatomías” hechas por reconocidos cirujanos realizadas en el Hospital Real de los Indios de Nuestra Señora de Santa Ana (Valdizán, Apuntes 48). 159 practicante, reservo, / por el uso antiguo de / llevar la suya entre piernas / Y multar a cada uno, / conforme el crédito ostenta, / en Misas para las almas / que causó su insuficiencia” vv. 465- 472 (Valle y Caviedes, Obra completa 377). El Dr. Vásquez95 lleva como apodo en la obra del poeta “médico jeringuero” o “médico camarista” por el tratamiento que utilizaba en sus pacientes en base a enemas. En las décimas que lleva por título “Habiéndose alabado el doctor Melchor Vásquez de haber sanado de una enfermedad grande a un sujeto” se centra en su vida de lujo, comodidades, refinados hábitos y en el hecho de haber sanado a un paciente: “Gran fuerza de vida ha sido / la de un hombre a quien curó / Vásquez, y no le mató / ese tonto presumido. / Para mí tengo entendido / que el no andar aquí funesto / este doctor, fue pretexto / de la Parca, con dictamen” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 311). Así también en el romance “Habiendo el Doctor Melchor Váquez avecindándose después del temblor en la calle nueva, los vecinos no le admitieron y le fijaron este edicto en la esquina” se da a conocer el deseo del Dr. Vásquez de trasladarse a una nueva casa después del terremoto de 1687. Este hecho lo ánima a Caviedes a inventar un edicto firmado por los vecinos que se oponen en tenerlo cerca: “Vaya a fabricar en el / muladar de San Francisco, / sitio que compró su madre / proveniente en elegirlo… / Fabrique en los cementerios / que el que mata por oficio, / pues que vive de los muertos, / no ha de vivir con los vivos” vv. 69-75 (Valle y Caviedes, Obra completa 325). Las operaciones de cataratas que realizó el Dr. Vásquez en la ciudad de Lima fueron también tema en la poesía del poeta. En el poema “A un doctor que curaba las 95 El Dr. Melchor Vásquez de Valenzuela fue Bachiller de Medicina en San Marcos en 1700. En 1710 Catedrático de Método de Galeno. En 1711 Catedrático Regente de la Cátedra de Vísperas de Medicina y Primario Protomédico. Se conoce que fue uno de los médicos más acreditados en la ciudad de Lima. Realizó delicadas operaciones ópticas como la intervención de cataratas. Estas intervenciones no eran comunes por la carencia de especialistas y la falta de técnica quirúrgica durante la colonia (Cáceres 88). 160 cataratas y los cegaba peor de lo que estaban” se lee al respecto: “A pespunte andas cosiendo / los ojos con una aguja, / hecho sastre de remedios, / médico de zurciduras / cataratas como huevos / bates a Dios y a ventura / con cuyo remedio dejas / las vistas claras y a oscuras” vv. 13-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 388). Por otro lado, Valle y Caviedes también le da el apodo de el Dr. Pico de Oro y Narcisillo Galeno por su esmero en el aspecto personal, nombres con los que se hace conocido en la ciudad de Lima. En el romance “Pintura de una dama con los médicos y cirujanos que en la ocasión mataba en Lima. Lleva cada copla un estribillo diferente” se lee los siguientes versos sobre sus apodos: “El talle es de Pico de Oro, / que Narcisillo Galeno / mata mucho y tiene talle / de matar al mundo entero. / Pero al contrario, / porque no mata idiota, / por ser delgado” vv. 45-51 (Valle y Caviedes, Obra completa 192). Valle y Caviedes no tuvo reparos en atacar al Dr. Vargas Machuca96, uno de los médicos más influyentes de la ciudad de Lima colonial. Uno de sus primeros romances satíricos del poeta estuvo dirigido a este doctor “Habiendo hecho al doctor Machuca médico de la Santa Inquisición, se le escribió el siguiente” (1680) con motivo a su nombramiento como médico de la Inquisición como se registra en los siguientes versos: “Ya los autos de la fe / se han acabado, sin duda, / porque de la Inquisición / Médico han hecho a Machuca. / Relajados en estatuas / saldrán judíos y brujas, / no en persona, que estarán / ya relajados con purgas”. vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 325). El poeta estuvo siempre atento a las noticias de los pacientes del doctor en la ciudad de 96 El Dr. Vargas Machuca fue presbítero, colegial del Seminario de Santo Toribio. En 1680 fue nombrado médico del arzobispo Liñán y Cisneros y del Tribunal de la Inquisición. En 1691 obtuvo dispensación del Sumo Pontífice Clemente XI para ocupar la Cátedra de Método de Galeno. Trabajó en el Hospital de San Bartolomé. En 1714 obtuvo las Cátedras de Vísperas y Prima de Medicina en San Marcos. En 1718 fue nombrado Protomédico del Virreinato. Autor de Panegyrica oración… a la Patrona Peruana Rosa de Santa María (Lima, 1691), Discurso sobre el sarampión (1693) y Oración panegyrica al glorioso Apóstol S. Bartolomé (1694) (Eguiguren 56). 161 Lima. Es así que al enterarse que el Dr. Machuca mató a una de sus primas con una cura equivocada le dedica una cruel sátira en el romance “Loa en aplauso del doctor don Francisco Machuca por haber curado a una prima del autor y haberla muerto, como a todos cuantos cura”: “Cruel verdugo e inhumano, / cuya bárbara fiereza / de idiota ignorancia es tanta, / que no perdona bellezas. / ¿Por qué, verdugo en latín, / no te das a curar feas, / que aunque de estas mates muchas, / importa poco el que mueran?” vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 318). El Dr. Yáñez97 es registrado en las décimas “Al doctor Yáñez porque no visitó a un enfermo” donde Valle y Caviedes describe su trabajo como médico en la ciudad de Lima: “Si dice que la muralla / estorbo le es; en rigor / dice bien, que el matador / siempre en los muros se halla. / Buen anuncio de la baya / que nos a de guardar bien / pues así os libra de quien / es, con jumentos errores, / el Charpe de los doctores” vv. 3139 (Valle y Caviedes, Obra completa 301). Así también, en el romance “Habiendo hecho el Dr. Yáñez en una parroquia de esta ciudad una capilla o sagrario para colocar al Señor, le pidió al autor unos versos para que se cantasen el día de la colocación y le envió este romance” satiriza el aspecto piadoso del médico: “Su devoción admitid / que, en sacramento tan alto, / para el tiro de su amor / se tiene famoso blanco. / En su corazón tenéis centro y custodia, si hallo, / que en esta divina oblea / el sello de fino ha echado” vv. 33-40 (Valle y Caviedes, Obra completa 303). Otro médico de la ciudad de Lima colonial que es nombrado en la obra de Valle y Caviedes es el Dr. Miguel López de Prado98. En el romance “Pintura de una dama con los 97 El Dr. Luis Bernardo Pérez Yáñez fue catedrático de medicina en San Marcos en 1688 y en 1701 Guardián Primario del Protomedicato (Lohmann, “Nomenclátor” 891). 98 El Dr. Miguel López de Prado es un cirujano que se desempeñó en la ciudad de Lima en la misma época de Valle y Caviedes (Lohmann, “Nomenclátor” 861). 162 médicos y cirujanos que en la ocasión mataba en Lima. Lleva cada copla un estribillo diferente” se registra como médico de esa época: “Por ser de azucena y rosa / y mejillas pienso / que Miguel López de Prado / me da en sus flores veneno. / Si matan bellas / con jarabes de rosas / y de mosquetas” vv. 21-27 (Valle y Caviedes, Obra completa 298). En el mismo romance hace también referencia al Dr. Alonso Armijo99 y Diego de Argumedo y Altamirano100 para dar a conocer su pobre desempeño como médico: “Si cuantos caen en tus manos, / han de morir sin remedio, / por idiotas de alabastro / son Armijo y Argumedo. / Porque el fracaso/ lo tienen tan seguro / como en la mano” vv. 41-47 (Valle y Caviedes, Obra completa 298). En otro poema, el poeta colonial juzga al médico Juan de Reina101 por la muerte del doctor Martín de los Reyes en “Presentose esta petición ante el señor Don Juan de Caviedes, Juez pesquisidor de los errores médicos en Lima a 9 de marzo de 1690, contra un médico que a sustos quiso matar al doctor Don Martín de los Reyes”. Los siguientes versos dan a conocer este incidente: “Civil y criminalmente / de Juan Reyna me querello; / pues civil por su ignorancia / se convirtió en carnicero. / Enfermó el gran Don Martín / de los Reyes, porque el tiempo / le admirase como a humano, / y no, cual su fama” vv. 613 (Valle y Caviedes, Obra completa 359). En otros versos del mismo poema cuestiona la práctica de la medicina al referirse a la muerte del doctor Martín de los Reyes: “Morid señor Don Martín, / de vuestros días y achaques, / no de médicos, que abrevian / la vida en los orinales. / Morid sin ellos, supuesto / que otros sin partera nacen, / pues lo natural 99 El Dr. Alonso Armijo Gómez fue según Valle y Caviedes médico limeño de la colonia. Nació en 1642. (Lohmann, “Nomenclátor” 823). 100 El Dr. Diego de Argumedo y Altamirano fue natural del Puerto de Santa María (Cádiz). En 1683 obtiene el grado de Doctor. (Lohmann, “Nomenclátor” 821). 101 El Dr. Juan de Reina se graduó en la Universidad de San Marcos de bachiller en Medicina en 1688. En 1690 llega a ser doctor en medicina (Lohmann, “Nomenclátor” 869). 163 no fuerza / a médicos ni a comadres” vv. 179-186 (Valle y Caviedes, Obra completa 364). El Dr. Heras102 es mencionado en las décimas “Respuesta de la muerte al médico” enfatizando los pacientes limeños muertos como consecuencia de sus equivocados diagnósticos y tratamientos: “Heras que el orbe acribilla / en barajas de doctores / por ser de los matadores / tiene el lugar de malilla. / Más mata que mala silla, / más que un necio en porfiar, / más que un pobre en mal pasar, / más que un tonto pretendiente” vv. 41-47 (Valle y Caviedes, Obra completa 281). En el caso del Dr. Crispín Hernández103 el poeta lo compara con la muerte para describir su profesión en “Coloquio que tuvo con la muerte un médico estando enfermo de riesgo”: “Seré Crispín que receta, / a salga lo que saliere / de la cura, donde diere / con récipe de escopeta / no hay vida en que se meta / con bárbaros aforismos / en latín de solecismos / aqueste intruso doctor, / siendo el barbero mejor / de todos los barbarismos” vv. 91-100 (Valle y Caviedes, Obra completa 278). Valle y Caviedes ofrece datos del Dr. Torres104 en “Respuesta de la muerte al médico”. Aquí también da a conocer a otro médico limeño conocido por sus fallidos tratamientos: “Torres ya es cosa perdida, / si antes fue doctor de suerte, / aunque también con la muerte / anda buscando la vida. / Albarda es tan conocida, / que de balde y de fiado / visita el viejo menguado; / pero con tal desventura, / que si bien de fiado cura, / mata luego de contado” vv. 31-40 (Valle y Caviedes, Obra completa 281). De la misma 102 El Dr. Miguel de las Heras fue catedrático en la Real Universidad de San Marcos (Lohmann, “Nomenclátor” 821). 103 Dr. Crispín Hernández (Crespín) fue médico en Lima a inicios del siglo XVIII. Fue conocido por practicar la flebotomía (Lohmann, “Nomenclátor” 857). 104 Bartolomé de Torres nació en 1619 en Fuentes de Andalucía (Sevilla). Fue catedrático de Anatomía, de Método y de Vísperas de Medicina en la Universidad de Sevilla. Fue médico del Tribunal del Santo Oficio en Cartagena. Ya se encontraba en Lima en 1675. Fue médico de la comunidad franciscana y del hospital del Espíritu Santo (Lohmann, “Nomenclátor” 876). 164 forma, queda registrado el Dr. Pedro de Castro105 en el romance “A una dama que fue a curarse al hospital de la caridad, de achaque de serlo”. En los siguientes versos se describe su pobre desempeño en el hospital San Andrés en Lima: “Sólo curará sus potros / la grande incapacidad / de Castro, porque es albéitar / y aquesta es cura animal. / Pero si un contrario a otro / cura el achaque, ha de errar / porque es símil de los potros / tan gran caballo bausán” (Valle y Caviedes, Obra completa 406). Así también, en los siguientes versos hace el siguiente comentario sobre su profesión: “Vaya don Pedro de Castro / a reventar apostemas / a Tetuán, que éste las abre / antes de apuntar materia” vv. 137-140 (Valle y Caviedes, Obra completa 296). El médico Pedro Chichilla106 es registrado en las décimas “Coloquio que tuvo con la muerte un médico, estando enfermo de riesgo”. En estas décimas la muerte da a conocer cómo actúa en el trabajo de los médicos de la ciudad: “Seré don Pedro Chinchilla / médico que cura a pie / y mata muy bien, aunque / no es la mula con la silla / también son de esta cuadrilla / mil navajas engreídas / que en su ejercicio perdidas / hoy te dan muertos a parvas / dejando de quitar barbas / por andar quitando vidas” vv. 111-120 (Valle y Caviedes, Obra completa 278). Se refiere al médico José Antonio Fuentidueña y Carrillo107 en “Al doctor don Joseph de Fontidueñas que replicando a un grado de bachiller en la facultad de Matanza, dijo que había vaguidos de estómago”. En este romance se satiriza nuevamente la profesión médica: “El médico matasiete, / qué siete, ciento cincuenta, / pues de una pulsada sola / se los birla a la primera. / El doctor de 105 Pedro de Castro y Alzarilla nació en Córdoba en 1639. Obispo de Córdoba. Llegó a Lima en 1680. Fue Licenciado en medicina de la Real Universidad de San Marcos y cirujano del hospital San Andrés (Eguiguren 70). 106 Es posible que este nombre se trate de un apodo. No se ha encontrado una referencia histórica de este médico. Valle y Caviedes lo menciona sólo en un poema (Lohmann, “Nomenclátor” 839). 107 José Antonio Fuentidueña y Carrillo nació en Lima en 1673. Fue practicante de medicina con Bermejo Roldán. En 1696 se graduó de Bachiller en Medicina. Se dedicó al sacerdocio. En 1723 tuvo a su cargo la cátedra de Método de Medicina (Lohmann, “Nomenclátor” 851). 165 granjería, / científico de por fuerza / porque la Universidad / le dio grado de muletas” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 394). Don Lorenzo de Ulloa108 es otro médico en la ciudad de Lima. En el poema titulado “Que se fulminó el Parnaso contra el doctor don Melchor Vázquez por haber tirado un carabinazo a otro médico en un muladar” se lee la siguiente sátira dedicada a él: “En la Ciudad de los Reyes / dicho mes y día dicho, / porque también hay un verso / abreviatura de ripios. / Por testigo presentó / a un buen Lorenzo, el Indio, / tan natural doctor, que / nació llorando aforismos” vv. 140- 147 (Valle y Caviedes, Obra completa 352). También, en “Coloquio que tuvo con la muerte un médico, estando enfermo de riesgo” enfatiza su condición de indio: “Seré en pegar la pedrada / Don Lorenzo el sin igual / que da muerte natural / porque su cura es aindiada / su persona es reservada / de Potosí por la suerte / de médico más se advierte / que tan sólo es en rigor / cacique y gobernador” / de la mita a la muerte” vv. 101-110 (Valle y Caviedes, Obra completa 278). Además de los médicos, el poeta menciona a representantes de la ley como el procurador José de Altúvez109 en “Presentose esta petición ante el señor don Juan de Caviedes, Juez pesquisidor de los errores médicos en Lima a 9 de marzo de 1690, contra un médico que a sustos quiso matar al doctor don Martín de los Reyes”. En esta historia creada por el poeta se registra al procurador: “Discretísimo señor: / El procurador Altúvez / ante Vuesarced parezco / a pedir que se castigue / a un médico mata-ciento. / Fue el accidente muy corto / mas, cual otro, al esqueleto / a dos vistas lo puso / a contarlo 108 El médico indiano Lorenzo de Ulloa fue natural de Monsefú (Lambayeque). Aparece en varios poemas del poeta (Lohmann, “Nomenclátor” 877). 109 El procurador José de Altúvez nació en 1636, en Santo Domingo. En 1694 es nombrado Secretario del Secreto del Tribunal del Santo Oficio (Lohmann, “Nomenclátor” 821). 166 con los muertos” vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 359). De la misma forma, el doctor en leyes Juan Delgadillo y Sotomayor110 es uno más de los personajes históricos en la obra del poeta. En “Un amigo del poeta tenía una yegua sumamente flaca y pequeña y la alababa mucho, y el poeta le hizo este romance” lo menciona en los siguientes versos: “Tiene una sombra de yegua / del gran don Juan Delgadillo / y es tan lezna en lo afilado, / que es propio de su apellido. / Tabla aserrada parece / del Paladión vengativo, / que fue caballo de Troya, / porque es un griego artificio” vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 533). Estas personas importantes de Lima virreinal forman parte del ambiente socioliterario del escritor. En el caso de los médicos, quienes pertenecían a la élite social del virreinato, se empieza a analizar la interacción entre los criollos y peninsulares. Es necesario remarcar que la obra de Valle y Caviedes responde a la necesidad de encontrar un orden dentro del sistema colonial en el virreinato del Perú. Así también, poemas sobre el doctor Francisco Bermejo Roldán, rector de la Universidad de San Marcos en 1690, dan testimonio de su fuerte sátira dirigida a las autoridades del momento. Es importante mencionar a Doña Elvira de Valenzuela111, la única mujer en la obra del vate que es mencionada como curandera en las décimas “Coloquio que tuvo con la muerte un médico, estando enfermo de riesgo”. En los siguientes versos se describe su popularidad en la ciudad de Lima: “Seré la gran Doña Elvira, / médica por sucios modos / de la cámara de todos, / porque a todos cursos mira. / Con traiciones que conspira / con 110 El doctor Juan Delgadillo y Sotomayor nació en Lima en 1644. Estudió en la Universidad de San Marcos. En 1668 obtuvo el Bachiller, en 1669 la Licenciatura. Finalmente se graduó de doctor en Derecho (Lohmann, “Nomenclátor” 841). 111 Doña Elvira de Valenzuela fue una curandera de Lima conocida por el manejo de la jeringa para realizar purgas. En la Lima colonial existió una calle llamada “doña Elvira” ya que ella la transitaba con frecuencia. (Lohmann, “Nomenclátor” 882). 167 su jeringa pujante / que es por las ancas matante; / de suerte que birla más / ella sola por detrás / que nosotros por delante” vv. 131-140 (Valle y Caviedes, Obra completa 279). Un dato importante a señalar es que Valle y Caviedes afirma en diferentes poemas que el Dr. Melchor Vásquez, cirujano del Hospital Real de San Andrés y catedrático en la Universidad de San Marcos, fue hijo de Doña Elvira. En “A quien leyere este tratado se lee” deja entrever está relación: “Si le recetare ayuda / dé cien ñudos a la cinta / y guarde sus ancas de / Don Melchor y Doña Elvira / Porque si cuanto recetan / son astucias conocidas / de la Muerte, el que al contrario / hiciere tendrá más vida” vv. 85-92 (Valle y Caviedes, Obra completa 274). Además, nombra a su amigo fray Juan Baéz112 quien alcanzó el título de Maestro en la Orden de Nuestra Señora de la Merced. Su amistad queda registrada en el poema “A la muerte del Maestro Báez” en el que se puede conocer el profundo cariño que sentía Valle y Caviedes por su amigo: “Cielos, astros, mares, tierra, / ¿cómo insensibles e inmobles / estáis? O no ha muerto Báez / o sois sin duda de bronce. / ¿Cómo no lloráis, estrellas, / pálidas exhalaciones, / dando en fúnebres cometas / lágrimas de fuego al orbe? vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 620). Cobra vital importancia este poema por considerarse uno de los pocos en el que Valle y Caviedes resalta la admiración por un contemporáneo: “En exequias del ilustre / Baéz, cuyo docto nombre, / en el clarín de las letras, / todos de la fama le oyen. / Del archivo de las ciencia, /del doctor de los doctores, / del Salomón de estos siglos, / famosa en todas naciones” vv. 45-52 (Valle y Caviedes, Obra completa 621). 112 Fray Juan Baéz nació en Lima en 1625. En 1652 tuvo a su cargo la cátedra de Nona de Teología, que profesó por ocho años. En 1652 ocupó la cátedra de Nona de Teología y continuó en ella por veinte años. En 1674 fue elegido Comendador del convento de Lima. Fue considerado como “el Atlante entre los Teólogos en sutileza, erudición y animosidad Escolástica” (Valega 87). 168 Otro personaje histórico es el presbítero Manuel Artero de Loayza113 quien es registrado en los siguientes versos “De un medicamento errado / a un apretón de galillo, / no se distingue el efecto, / aunque es el modo distinto. / Pues si gallillos birláis, / también con mis curas birlo / hasta capones, verdad / que con Loayza averiguo” vv. 173-180 (Valle y Caviedes, Obra completa 383). Valle y Caviedes también lo nombra en el romance titulado “Habiendo cobrado doce pesos el canónigo capón de la limosna de unas misas, en huevos, le salieron güeros; suceso que dio asunto a este romance”. Aquí, satiriza al presbítero y su oficio: “Unas misas cobró en huevos / el canónigo castrado, / porque hay misas de capón / como hay las misas de gallo. / Cobró en lo que deseaba, / aunque es ocioso embarazo, / si es especie de caudal / que no tiene de embolsarlo” vv. 18 (Valle y Caviedes, Obra completa 560). El barbero limeño Agustín Mejía114 aparece en “A un corcovado que casó con una mujer larga dotada en plomo”. Los siguientes esdrújulos dan a conocer su popularidad en la ciudad: “Mejía corcuncho acérrimo, / se casó con doña Lánguida / por andar hecho galápago / haciendo cháncharras máncharras. / Con plomo fue el dote pródigo / que con su novia carátula, / siendo tan soga, es un címbalo / de contrapeso de lámpara” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 537). Así también, en “Al mismo asunto de este casamiento” el poeta le dedica los siguientes versos dando énfasis a su joroba: “Otra corcova le nace a Mejía / en ser casado / que los lados de mujeres / son corcovas de dos 113 El presbítero Manuel Artero de Loayza nació en Madrid en 1630. Llevó cursos de Latinidad y Retórica en los Estudios de la Compañía de Jesús y Artes en el Colegio de San Martín beneficiado con una beca real otorgado por el Conde de Salvatierra. En 1658 se graduó de Bachiller, de Licenciado y Maestro. En 1662 obtuvo la licenciatura en Teología en la Universidad de San Marcos (Lohmann, “Nomenclátor” 827). 114 El barbero Agustín Mejía fue conocido como el “maestro barbero” en Lima. En 1686 la abadesa del convento de la Encarnación solicita su trabajo para ejercerlo en la comunidad (Lohmann, “Nomenclátor” 865). 169 lados. / Con un sí sobra a la novia, / y el con dos no tiene harto / porque ella es novia y sencilla / y el es novio muy doblado” vv. 1- 8 (Valle y Caviedes, Obra completa 538). Un personaje que debe añadirse junto a los anteriores es al gamonal115 o terrateniente. Valle y Caviedes resalta que los gamonales se trasladaban desde sus propiedades a la ciudad de Lima con el propósito de participar en las fiestas de la capital. El poeta colonial los satiriza tomado en cuenta su: “usurpación de tierras y por su llamado provincialismo en el habla y el vestir, y por un exagerado pundonor y pretensión de alcurnia” (Lasarte, Lima satirizada 114). En la obra de Valle y Caviedes sitúa al narrador en una privilegiada posición social tomando el papel de cortesano satirizando la ambición provinciana de este personaje. En “Coloquio entre una vieja y periquillo ante una procesión celebrada en esta ciudad” La vieja le pregunta al Periquillo: “¿Viste algunos gamonales de seriedad circunspecta, muy estíticos de bolsa, muy estirados de cejas, de aquéllos, que si se ofrece la cuestión, primero niegan doce artículos de fe que uno de caballeresca; de aquéllos de quitasol de angaripola y cenefa, 115 El vocablo gamonal es usado tempranamente por Valle y Caviedes. Este vocablo se registra en 1740 atribuido a Ignacio de Mendieta que mantiene una relación con los escritos del poeta colonial. Por otro lado, también se atribuye su origen por el apellido de la familia de Juan Fernández Gamonal, quien se establece en el Perú en 1620 (Lohmann, “Gamonal” 30). 170 rapacejos de algodón en vez de flacos y seda? vv. 155-166 (Valle y Caviedes, Obra completa 499). Es importante señalar que el poema enfatiza el interés del gamonal en conseguir un importante estatus social llegando a ser más importante que la religión. De esta forma se satiriza el comportamiento del gamonal en la sociedad: “la pretensión en el vestir también se vierte sobre la realidad americana al mostrarse al gamonal como desconocedor de la moda del momento” (Lasarte, Lima satirizada 116). Es así que a través de este personaje, Valle y Caviedes da a conocer la aparición de una marginalización o prejuicio social que se experimentó durante el virreinato. No se puede dejar de mencionar a la ciudad de Lima como un importante personaje en la obra del vate colonial ya que examina la vida de la capital del virreinato peruano en el siglo XVII. Desde diferentes perspectivas se elabora un juicio a ciertos grupos de la ciudad de Lima. Los siguientes versos representan un ejemplo privilegiado al respecto: “En los entierros nocturnos / su gran fantasía observa, / porque a todas luces luzca / de vanidad la quimera, / que dizque en el Purgatorio / también se alivian de penas / las almas de este país con aparentes exequias” vv. 67-74 (Valle y Caviedes, Obra completa 497). En este caso, la referencia satírica es una ciudad, costumbres de los limeños y sus pretensiones. Así también, se enfatiza en señalar la realidad de la ciudad colonial: “que, si por muerte de un rey / hay sermones dondequiera, / aquí por lo que se mira / predican dos mil arengas, siendo abuso tan común, / que si Dios no lo remedia, / tendrán ya panegiristas, / pulperos y verduleras” vv. 59-66 (Valle y Caviedes, Obra completa 497). De la misma forma, se da a conocer la exaltación de Lima y sus 171 habitantes como en el poema “Coloquio entre una vieja y Periquillo ante una procesión celebrada en esta ciudad”. Periquillo le responde con estos versos dando énfasis en el exceso de las alabanzas o exageraciones en la sociedad: “ Del dicho al hecho hubo siempre / muy notable diferencia / y en cualquier tierra de Babia / suelen mentir sus babiecas / y más, éstos, que por dar / a sus errores más fuerza, / dirán que el cielo es pintado / sobre cristalino néctar” vv. 101-108 (Valle y Caviedes, Obra completa 283). Por otro lado también se presenta a la ciudad para dar a conocer la culminación de grandes construcciones como el muelle116: “Promontorio que altivo al mar te atreves / en la lengua del agua que le tocas, / dura mordaza de labradas rocas / que a sus fieros combates nunca mueves vv. 1-4 (Valle y Caviedes, Obra completa 627). De esta manera, es interesante comprobar cómo Valle y Caviedes nombra en varios sonetos, romances y décimas a diferentes personalidades de la capital del virreinato del Perú sin olvidar el punto de vista literario de su obra: “No vacila en ridiculizar a figuras históricas del mundo colonial peruano, desde los malos médicos hasta los funcionarios corruptos” (Chang, Aquí ninfas 280), Muchos de ellos cuentan con importante información sin embargo otros carecen de datos biográficos. Un grupo importante de estos personajes son diferentes médicos que coinciden en la misma época del poeta colonial: “muchos de los médicos que menciona pertenecen a la clase privilegiada de fuertes vínculos con el virrey y su corte” (Lasarte, Lima satirizada 92). Es así que el ingenio del poeta y los datos históricos en sus escritos lo convierten en un agente importante dentro de este campo literario y al mismo tiempo va ocupando una posición específica dentro de éste. 116 Valle y Caviedes dedicó tres sonetos a esta construcción. Este proyecto se remonta desde la época del marqués de Mancera porque lo consideró urgente para defender el puerto (Lohmann, “Nomenclátor” 893). 172 4.2 Valle y Caviedes y su relación con la corte virreinal peruana. Un aspecto que puede arrojar luz sobre la relación entre Valle y Caviedes y la corte virreinal se encuentra en su obra literaria. Cobra vital importancia uno de los temas satíricos en su obra como es la burla de la hipocresía y la adulación cortesana: “La hipocresía de la corte, tópico literario de la época, habría sido también una realidad presenciada por el poeta y por muchos de sus contemporáneos que se sentían al margen de los favores recibidos por una clase privilegiada” (Lasarte, Lima satirizada 86) . El poeta describe con ironía el anhelo del cortesano de verse bien a los ojos del virrey en los siguientes versos: “Entrará en el salón muy denodado, / y en mitad de su paso acelerado / se parará y hará tres reverencias / de aquellas que se llaman continencias, / que son bajar humilde y con presteza / de gloria patri al suelo la cabeza” vv. 125-130 (Valle y Caviedes, Obra completa 473). Luego, el cortesano hace gala de su persona diciendo que “El Príncipe me ha hecho mil favores, / porque estaba asistido de temores / de esta nueva invasión y lo he alentado / con el grande valor que Dios me ha dado” vv. 177-180 (Valle y Caviedes, Obra completa 475). Y el narrador concluye con un tono nostálgico hacia el pasado y con decepción del presente que “el valor español que antes veías / está ya reducido a monerías” vv. 134-135 (Valle y Caviedes, Obra completa 474). Un aspecto que no se puede dejar de mencionar es el énfasis en lo ceremonial y la etiqueta cortesana en la corte virreinal. Ejemplos privilegiados al respecto son “tratar al virrey de ‘Excelencia’. Nadie más en el reino del Perú era digno de recibir ese tratamiento. Los virreyes no podían recibir el trato de “Majestad’, pues este sólo le correspondía a Dios, a los emperadores y a los reyes” (Torres, Corte de virreyes 99). En su análisis de la sociedad cortesana, Nolbert Elias concluye que la etiqueta y el ceremonial se convirtieron un perpetuum mobile, es decir, se trata de un protocolo que no 173 cambia, puede actualizarse y crecer pero no llega a modificarse (The Court Society 84). Para esto en “América, las disposiciones y reales cédulas acerca de la etiqueta comenzaron a emitirse apenas instaurados los virreinatos de la Nueva España y del Perú, después de un siglo se agruparon en Recopilación de leyes de Indias” (Torres, Corte de Virreyes 95). Valle y Caviedes explica claramente la necesidad de seguir estos patrones de conducta en “Caballeros Chanflones”: “El que hacerse quisiera / caballero / póngase muy grave y muy severo / aprenda muy despacio / lo que son etiquetas de palacio” vv. 14 (Valle y Caviedes, Obra completa 470). En otros versos señala algunas acciones necesarias a realizar para este propósito: “Entra aquí el alegar ejecutorias, / el suponer hazañas y memorias / heroicas de ascendentes, / y el hacer a diez grandes sus parientes” vv. 11-14 (Valle y Caviedes, Obra completa 471). Según el historiador Fray Buenaventura de Salinas y Córdova los caballeros y nobles de la colonia fueron “discretos, gallardos, animosos, valientes y jinetes. Las mujeres generalmente cortesanas, agudas, hermosas, limpias, y curiosas; y las nobles son con todo extremos piadosas y muy caritativas” (Salinas y Córdova 246). Esta descripción de ciertos habitantes del virreinato del Perú toma significación al compararla con los “falsos caballeros” o cualquiera que se empeñaba en tener contacto con la corte de la época como lo describe Valle y Caviedes: “Si nombrare al Virrey, diga , Su esencia, / y no como la plebe, Su Excelencia; / al título lo trate de Usiría / y que lo nombra así de cortesía / y que a no hablarlo más ya se resuelve / porque no se la vuelve” vv. 5-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 470). Así también en los siguientes versos se lee al respecto: “Si el Virrey reconoce, es embustero / y lo arroja de sí grave y severo, / sálgase como 174 perro con vejiga; / pero aqueste desprecio no lo diga” vv. 169-172 (Valle y Caviedes, Obra completa 475). Un acontecimiento tan importante como la entrada de los virreyes a la ciudad no podía dejar de ser mencionado por el poeta colonial ya que se trataba de una manifestación del poder durante la colonia: “Durante el siglo XVII, el poder se manifestaba, a menudo, mediante rituales públicos ostentosos. La primera exhibición pública del poder del virrey en la ciudad colonial que llegaba a gobernar era su ‘entrada’” (Osorio 771). Valle y Caviedes escribe sobre la entrada del Conde de la Monclova en “Quintillas en el certamen que se dio por la universidad a la entrada del Conde de la Monclova. Fue un coloquio que dos pobres de las gradas tuvieron, celebrando la abundancia de mantenimientos que con su gobierno había, y llorando la esterilidad de tiempos pasados”. Los siguientes versos se refieren a este importante evento: “El Portugués y Bachán, / capitanes del pobrismo, / discurrían en su afán / con propiedad de lo mismo, / vino a vino y el pan por pan. / ‘Buen Virrey a Lima ha entrado’, / dijo el Portugués, sin pena; / ‘pues al día de llegado, hubo carne mucha y buena, / no teniéndole obligado”’ vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 610). En esta fiesta oficial se presentaban comedias, música, danzas y ostentosas procesiones: “durante la entrada de visorreyes se hunde la ciudad con fiestas y todos se empeñan por echar entonces galas; paseos de caballeros y de mercaderes por las calles y al campo que todas las tardes campean todos a caballos” (Lewin 54). Es importante señalar que con las quintillas señaladas anteriormente, Valle y Caviedes participa en una justa poética que se celebró el 30 de octubre de 1689 en la Universidad de San Marcos con motivo de la llegada del nuevo virrey Melchor 175 Portocarrero Lasso de la Vega, Conde de la Monclova. En este evento cultural no sólo se otorgaron premios de oro y plata sino varias de las composiciones fueron reunidas en un volumen jubilar117 titulado “Oración Panegírica al primer feliz ingreso del Conde de la Monclova en la Real Universidad de San Marcos (Lima, 1689)”: La magnitud de la intervención de Valle y Caviedes en este torneo se ha de valorar no sólo por el hecho de su presencia entre las tres decenas de copleros sino por la muy peculiar circunstancia de que para asegurar su concurso se le brindara tomar a su cargo el desarrollo de un asunto acorde con su vena fisgona. (Cisneros , “Estudio crítico” 57) Además, es importante anotar que diferentes poetas y rimadores participaban en estas justas con el propósito de difundir sus obras y de esta forma alcanzar fama y reconocimiento dentro del círculo cortesano adquiriendo un importante nivel de poder lo que les permitiría conseguir favores. Así, también, ocurría en la metrópoli con las justas poéticas que se convocaron en los nacimientos de Felipe IV en 1605 (en la que participaron más de 130 poetas), de Baltasar Carlos, en 1629, y de Felipe Próspero, en 1657; en la muerte de Felipe II (1598), etc. (Gutiérrez, La espada 148). Como se puede leer en su poesía, la muerte del virrey Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata y príncipe de Massa118 (1626-1691) queda registrada bajo el 117 Algunos de los que participaron en esta actividad fueron Bermúdez de la Torre y Carrillo de Córdoba. Estos poetas no llegaron a sobresalir en el mundo literario de la época. Por otro lado, los temas que se estipularon para este certamen poético fueron doce los cuales se caracterizaron por su diversidad: ensalzar la valentía del Virrey en Dunkerque hace treinta años, alabar la figura de la Virreina, madre de diez niños, una composición en tercetos de la ciudad de Lima a la de México aliviándolos de la ausencia del virrey Monclova, el futuro de los estudios universitarios durante el gobierno del nuevo virrey y otros (Vargas Ugarte 264). 118 Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata fue virrey del Perú desde 1681 hasta 1689. Conocido como el “Virrey de los Pepinos” por haber realizado un escrito contra los pepinos ya que los consideró nocivos a indios y españoles. Durante su regresó a España falleció en Portobelo (Panamá) el 13 de abril de 1691 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan 531). 176 título “A la muerte del Duque de la Palata a quien mató su médico en Portobelo con sangría de tobillo”: “De abundancia sobrado en Portobelo / murió el Duque, asombrado a los mortales, / pues otra estatua, hecha de metales, / cual fue la de Nabuco, dio en el suelo” vv. 1-4 (Valle y Caviedes, Obra completa 411). Así también en el poema “Romance jocoserio a saltos al asunto que él dirá, si lo preguntaren los ojos que quisieren leerlo” hace referencia al doctor Francisco del Barco, responsable según Valle y Caviedes de la muerte del virrey: “Al Duque lo sentenció / lo fatal de su influencia; / a Barco, que es mucho menos, / dio con el poder en la tierra. / Quien con médicos se embarca, / se ha de embarcar con la vela / de bien morir, Santocristo, / mortaja y limpia conciencia” vv. 77-84 (Valle y Caviedes, Obra completa 367). Dando más detalle, describe que la muerte se produjo a causa de una sangría: “De oro y plata se hizo con su anhelo, / agotando al Perú los minerales, / y el médico ignorándole los males / quitándole la vida, lo echó al Cielo / Aplicóle al tobillo una sangría / que sobre repleción fue venenosa” vv. 5-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 411). Cabe señalar que una festividad que tomaba lugar en Lima y en la que se reunían las autoridades más importantes del momento como el virrey, la Real Audiencia, el Cabildo y la Iglesia fue el Corpus Christi119, dedicada a la exaltación del sacramento de la Eucaristía: “Entre las fiestas religiosas, destaca la del día del Corpus Christi que adquirió en toda la América hispana una importancia singular. A pesar de su carácter religioso, la 119 Ramos Sosa describe la fiesta del Corpus Christi en Lima: “La iniciativa de la celebración corría a cargo de los dos cabildos de la ciudad, el secular y el eclesiástico. Cuando se asentaron los ánimos intervenía también el virrey. Este es un aspecto importante, en Lima como capital del virreinato, centro político y administrativo, debió de tener una especial riqueza y magnificencia esta fiesta, con un carácter muy peninsular en el que aparecen aspectos y elementos singulares y propios de la nueva sociedad” (205). El cortejo de esta ceremonia era muy particular ya que desfilaba el Santísimo alrededor de cruces y andas con imágenes de santos. Todos los adornos eran de oro y plumas. No faltaban las velas encendidas y el camino cubierto de juncia y flores. Así también, se lucían arcos triunfales de diversas hierbas y rosas, danzas que alegraban del desfile. Se trataba de un desfile de color y variado (Ramos 206). 177 jerarquía de la procesión venía determinada por cuestiones de poder” (Latasa, “La corte virreinal peruana” 357). Sin lugar a dudas fue una de las celebraciones más importantes durante la colonia y Valle y Caviedes la registra en su poesía bajo el título “Soliloquio a Cristo crucificado y a su Santísima Madre” en el que se lee: “Nunca parecéis más Dios / que cuando pasible os miro, / pues sólo un Omnipotente / obrara en sí tal prodigio/ Gozar y no padecer / es siempre correlativo / a la deidad, y no fuera / aplauso un acto preciso” vv. 5-12 (Valle y Caviedes, Obra completa 633). Este tipo de celebraciones recibía el apoyo de las instituciones oficiales de la Corona por tener un fin religioso, como también político y social en el virreinato. Es por esto que un acontecimiento tan importante no podía pasar por alto en la poesía del vate colonial (Lasarte, Lima satirizada 100-102). Es importante señalar las distintas instancias que rindieron cuentas al virrey y trabajaron bajo su determinación. Estos diferentes poderes del virreinato tales como las audiencias, los gobernadores, los oidores, el cabildo, los alcaldes, el tribunal del Santo Oficio, el inquisidor, el tribunal de Cuentas, el arzobispo, los oficiales reales, la universidad y su rector, los corregidores y los caballeros de hábito, entre otros, fueron claves durante el gobierno del virrey: “por medio de varios funcionarios, el virrey ejercía su poder en todas las esferas o negociaba con los miembros de la élite” (Torres, Corte de virreyes 81). Así también, cada uno de estas instancias ejercían un poder particular durante la colonia. No es por ello casual que Valle y Caviedes describe con un tono satírico en “Del Regimiento de Lima, pidiendo sea absuelto de la prisión el doctor Vásquez” el mal uso y abuso del poder por parte de los corregidores quienes acuerdan ayudar al menos indicado como es el caso del doctor Vásquez: “Los regidores de Lima, / digo, los que están enfermos / de cursos, que, Regidores / son también los camarientos. / 178 En nombre del doctor Vásquez / que por su gusto está puesto en prisión, si es el que más / hace en Lima soltar presos” vv. 254-260 (Valle y Caviedes, Obra completa 356). En este sentido, Valle y Caviedes utiliza su ingenio satírico para denunciar problemas relacionados con los límites de la autoridad y del poder. Los actores políticos y de poder durante la colonia como el Virrey, la Audiencia, el Arzobispo y el Cabildo se encuentran en la obra del poeta, como se ha visto anteriormente. En el caso de la Iglesia, lo hace a través del arzobispo Melchor Liñán y Cisneros en el memorial titulado “Memorial que dio un borracho gracioso al Señor Arzobispo, pidiéndole un vestido de los doce que da en el lavatorio del jueves santo, en este romance”. A su estilo escribe los siguientes versos satíricos: “Atento a lo cual y que / los príncipes dan fomento / al caído, y Juan es hombre / que se anda siempre cayendo; / a Vuecelencia suplica, / con mil azumbres de ruegos, la gracia que no ha tenido / en el brindis de estos versos” vv. 37-44 (Valle y Caviedes, Obra completa 230). Como virrey, Melchor Liñán y Cisneros120, es también registrado en el romance “A una dama a quien prendieron por serlo con demasía” en los siguientes versos: “Un memorial presentó / y fue contrario el decreto, / porque sólo en peticiones / ha tenido buen suceso. / Dióle el virrey una mano / y aun no quedo satisfecho, qué hubiera dádole dos, / más no fue posible hacerlo” (Valle y Caviedes, Obra completa 185). Es importante resaltar que el virrey Melchor Liñán y Cisneros se quejó en la Relación de los años de su gobierno de “los escándalos y pecados públicos que suelen ocasionar algunas mujeres de licenciosa y desenvuelta vida” (Fuentes 194). 120 El arzobispo Melchor de Liñán y Cisneros fue virrey interino de 1678 a 1681. Reemplazó al Conde de Castellar. Debido a su carácter religioso, “los acontecimientos característicos de su mandato fueron la canonización del célebre Santo Toribio de Mogrovejo, celebrada con pompa inusitada en todo el país y la fundación del convento de Santa Rosa de Viterbo, por beatos franciscanos” (Valega 79). 179 Por otro lado, si bien es cierto que las tres obras teatrales de Valle y Caviedes, Baile cantado del amor médico, Baile del amor Tahur y Baile entremesado del amor alcalde no llegaron hacer conocidas durante la colonia, se puede rescatar el interés del poeta al escribir en este género muy popular durante esta época. Es importante tener presente que la creciente popularidad del teatro colonial llega, también, a través de la influencia del Siglo de Oro que “adquirió un valor nuevo en la jerarquía del campo literario al pasar de la oralidad representacional a la escritura; de la demanda popular, a la demanda culta o, en algunos casos, propagandística (comedias o autos encargados para loar alguna figura, familia o entidad” (Gutiérrez 77). No es arriesgado suponer que las obras dramáticas de Valle y Caviedes darían a conocer su afán de distinción dentro del campo literario colonial al buscar llamar la atención en el ambiente cortesano. El teatro durante la colonia se desarrolló considerablemente en los escenarios limeños: “con los albores del siglo XVII, la corte virreinal ya tenía definitivamente establecida su casa de comedias y las obras dramáticas de los ingenios españoles divertían a todas las clases sociales de la capital” (Leonard 93). Si embargo, el teatro colonial no se limitó sólo a la casa de comedias y a los corrales sino que se expandió a la construcción de teatros privados en los que se realizaban presentaciones especiales con un público selecto: “los sucesivos virreyes hacían patente su afición por esta diversión y solían agasajar a los señores de la Real Audiencia, a otros altos funcionarios o a sus mujeres, representando comedias en un tablado especial erigido en el patio del Palacio o en el interior de sus salones” (Leonard 97). Así también, las piezas que se presentaban en estos teatros no fueron únicamente obras clásicas de autores reconocidos en la metrópoli 180 sino también las de escritores criollos y aficionados del reino a quienes les agradaba ver sus piezas dramáticas ovacionadas por un auditorio culto. Otro aspecto que debe añadirse son los memoriales burlescos de Valle y Caviedes. En “Memorial que da la muerte al Virrey en tiempo que se arbitraba si se enviarían navíos con gente para pelear con el enemigo, o si se haría muralla para guardar esta ciudad de Lima” Valle y Caviedes satiriza al arbitrista que se hizo muy conocido durante la colonia a través de un lenguaje popular enfatizando el estilo opuesto en esta clase de documentos y burlándose de la falta de eficacia del arbitrista como lo indica Fernando de la Flor: “Por esas época, sobre todo para el contexto peninsular, la proliferación de los proyectos de estos personajes, a ratos absurdos era señal de la crisis por la cual pasaba el Imperio español” (39). En este Memorial en el que se presenta a la muerte como arbitrista se lee: “Ha acordado el arbitrar / en tan apretado caso / A Vuecelencia, que embarque / a todos los boticarios. / Médicos y curanderos, barberos y cirujanos, sin reservar a ninguno / porque es caso averiguado” vv. 17-24 (Valle y Caviedes, Obra completa 304) Otros memoriales con el mismo estilo satírico son “Memorial que dio un representante al señor virrey en ocasión que había de representar en palacio la comedia de Tetis y Peleo” en el que escribe: “Señor, porque el memorial / en petición se le ha puesto, / que en honra del dios que, indigno, / en la fábula presento, / no sea fábula un vestido / que muy de veras pretendo. / No en relación me le déis; / bástame el estar comiendo / romances, sin que también / me haya de vestir con ellos” vv. 43-52 (Valle y Caviedes, Obra completa 420). Según Lasarte, Valle y Caviedes participó en diferentes conflictos entre grupos sociales y económicos que le permitió conocer “una gama de prácticas 181 escriturales a través de las cuales circulaban peticiones, favores y recompensas dirigidas a la Corona” (Lima satarizada 86). Así, en “Memorial de los mulatos para representar una comedia al Conde de la Monclova en ocasión de haber quitado a uno de la horca” se lee los siguientes versos: “Excelentísimo Señor: / Los pardos de esta ciudad, / que por guineo Cupido, / son revoltosos conceptos / de amores blancos y tintos. / Para lo cual tienen una / comedia, que han aprendido / con feliz memoria, por / las pasas que traen consigo” vv.1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 577). A la vista de los datos expuestos sobre los memoriales, éstos no son pocos en la obra del poeta colonial y varios de ellos se ambientan en la corte. En “Memorial que dio un corcovado al virrey, pidiendo soltura para un hermano suyo, zapatero sentenciado a Chile” se lee los versos dirigidos al virrey: “Lorenzo, un buen corcovado, / tiene un hermano inocente, / para Chile sentenciado / y, aunque el hermano lo siente, / él lo ha sentido doblado. / Por un mandamiento expreso, / soltad este preso hoy día, / que no será nuevo exceso, / pues será una niñería / soltar Vuecelencia un preso” vv. 1-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 547). Otra vez, refiriéndose al virrey en “Habiéndole vestido su excelencia ilustrísima, le dio este segundo memorial en agradecimiento” se lee: “Al Virrey apuntó el tiro / y dio en vos que, como es cuero, / de puro dar en el blanco / dio ahora en el blanco mismo. / Como preparado estáis / a ser siempre limosnero, / por lo preparado, Juan / al punto os bebió al intento” vv. 65-71 (Valle y Caviedes, Obra completa 546). En este romance Valle y Caviedes sugiere que escribe algunos memoriales por encargo, lo cual enfatiza su faceta pública y su capital literario. En “Habiéndole presentado el doctor Machuca un memorial para que se desterrase la semilla de los pepinos por nociva, se responde lo siguiente” se dirige al rey en los siguientes 182 versos: “físicas frutas que matan / con venenosos diagridios / será muy acepto a Dios, / al buen común y al servicio / de Su Majestad, el que / de los médicos dañinos / se destruya la semilla / mandando por un edicto / que quemen a Pico de Oro” vv. 127-135 (Valle y Caviedes, Obra completa 316). Vale resaltar que este subgénero-satírico literario fue muy usado en la época. Por ejemplo, en la obra de Francisco de Quevedo, se registra un “Memorial que dio Don Francisco de Quevedo y Villegas en una academia pidiendo plaza en ella”. Los memoriales satíricos toman un especial sentido ya que estos documentos se caracterizaron por tener un discurso oficial: “Tanto el memorial como de manera especial el tratado tienden al convencimiento por medio de la argumentación lógica, gracias a una disposición argumentativa destinada al entendimiento y al convencimiento intelectual” (Fernández, “El sermón, el tratado, el memorial” 80). Es interesante anotar que estos memoriales satíricos se convirtieron en documentos públicos dejando de lado su carácter privado. Me inclino a pensar que estos memoriales satíricos tuvieron una gran acogida en la sociedad por su fuerte carga satírica en el que involucran a diferentes personalidades de la época. De esta forma, el poeta colonial presenta una interacción entre la sociedad y la corte del momento. Valle y Caviedes estuvo siempre atento al ambiente literario de la colonia, en especial si se trataba de la corte, es por esto que escribe el romance “Habiendo escrito el Excelentísimo Sr. Conde de la Monclova un romance, los ingenios de Lima lo aplauden en muchos y el poeta en este” en el que se lee estos versos: “Pero vamos a otra cosa, / Señor, ¿qué razón ha habido / que sin pagar la patente / os metáis a mi ejercicio?” vv. 137-140 (Valle y Caviedes, Obra completa 416). Valle y Caviedes satiriza al virrey por 183 dársela de poeta y lo desautoriza en el quehacer literario con estas palabras: “Si tal hacéis por Apolo, / que os venerare Virgilio, / pues no es poeta el que no / satirizare aforismos. / Pero haced lo que quisiereis, / porque yo quiero pediros / perdón de haber intentado / aplausos que no consigo” vv. 157-164 (Valle y Caviedes, Obra completa 419). Se conoce a través de los versos de Valle y Caviedes que el poema del Conde de la Monclova le llega de oídas: “Mas, tratando del romance / que escribisteis, certifico / que es muy bueno y muy rebueno, / por señas que no lo he visto. / Basta saber que lo hicisteis / para ser por fe aplaudido, / que examinar vuestro ingenio / es atrevimiento indigno” vv. 105-112 (Valle y Caviedes, Obra completa 418). Es por esto que no sería arriesgado suponer que el poeta colonial haya estado fuera del círculo cultural cortesano. Un punto especialmente singular es la dura crítica que el vate colonial realiza en este romance contra la condición poética del Conde de la Monclova invitándolo a dejar este ejercicio literario después de describirle lo que significa ser poeta: “tanta hambre por un aplauso; / tal desnudez por un vítor; / necedad es ser discreto; / locura es tener juicio. / Esto es, Señor, ser poeta, / por amor de Jesucristo, / porque os curéis de aquesta peste, / pues estáis a los principios vv. 97-104 (Valle y Caviedes, Obra completa 418). Una de las cuestiones que merece la pena examinar es el papel de los escritores españoles en el siglo XVII durante la transición de un rey a otro. La literatura de esta época no fue sólo de entretenimiento para la sociedad cortesana sino también sirvió como medio de propaganda, ataques a determinadas autoridades o de apoyo al gobierno. Ejemplo de esta dinámica se puede presentar entre Francisco de Quevedo y el Duque de Olivares quien le encargó obras en defensa de su régimen: 184 Hubo escritores cuyos habitus y prácticas (casos de Francisco de Rioja, Antonio de Mendoza, Quevedo) les situaron cerca del epicentro cortesano y cuya producción cultural fue, en ocasiones, más allá del entretenimiento, adentrándose en los dominios de la propaganda política oficial y el trato frecuente y ‘oficial’ con Olivares. (Gutiérrez, 35) En este panorama, es posible que Valle y Caviedes haya escrito un soneto al virrey Melchor Portocarrero Laso de Vega, tercer Conde de la Monclova121 (1636-1705) titulado “Al muelle que hizo en el Callao Monclova” (1696) en el que elogia la iniciativa del virrey quien mandó hacer la construcción del muelle en el Callao: “De arquitectura escollo, que valiente / a resistir el sur, entras errante, / si con pasos de risco caminante / las ondas vas pisando a su corriente. / Precepto a las espumas eminente / le pones en tus piedras de diamante” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 625). Este tipo de poemas que se caracterizan en desarrollar un asunto cortesano como tema central es lo que animó a muchos poetas de la época a escribir. En este sentido, cobra fuerza un poema, sobre el mismo tema del muelle acabado, de los jesuitas del Colegio de San Martín en Lima: “El parnaso del colegio de San Martín … a los pies de su Excelencia … por la heroica obra del Muelle (Lima, 1694)”: “Y el virrey su patrón esclarecido; / A cuyos primorosos siempre aciertos / Debe el ser este mar Rey de los Puertos: / Primer bravo será, que manso ha sido / con la púrpura roja, / cuando con ella el toro más se enoja” (Sala 273). Es así que estos motivos y también otros de carácter 121 El virrey Melchor Portocarrero Lasso de Vega gobernó desde 1689 hasta 1700. Su entrada en Lima fue con impresionantes fiestas a pesar que la ciudad no se había recuperado del terremoto de 1687. Conocido como “Brazo de Plata” por haber perdido un brazo en la campaña de Flandes. Se construyó durante su gobierno un muelle en el Callao. Se inició en 1693 y culminó en 1696 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan 532). 185 religioso estuvieron relacionados de alguna manera con una convocatoria pública y con una competición entre poetas por recibir el reconocimiento simbólico o material. Es interesante comprobar una sátira a los poderes del gobierno en la obra de Valle y Caviedes. Esta práctica ya se realizaba en España como en el caso de Francisco de Quevedo: “Quevedo es ciertamente el escritor más político de los grandes poetas del siglo XVII, siglo en el que tal materia, manifestada en sátiras, tratados, escritos de buen gobierno, arbitrios y otras modalidades de discurso, conoce un auge excepcional” (Arellano, Los rostros del poder 83). En este sentido, el poeta colonial reflexiona a su estilo, sobre los sacerdotes de la época en los siguientes versos de un romance: “los curas encubridores / son de los médicos, puesto / que les tapaban sus delitos / con enterrarles los muertos. / Aunque son encubridores / hacen al contrario de esto, / pues lo que el médico mata/ lo cantan por todo el pueblo” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 322). Así también, ataca contra las leyes de ese tiempo con toda su radicalidad satírica en “Presentose esta petición ante el señor Don Juan de Caviedes, juez pesquisidor de los errores médicos en Lima a 9 de marzo de 1690, contra un médico que a sustos quiso matar al doctor don Martín de los Reyes”122. En esta circunstancia se lee los siguientes versos: “Si en un pleito de las leyes / donde hay testigos bastantes / que hablan de vista y oídas, hay tantas dificultades / sobre saber la verdad, / ¿qué será donde indicantes / con voces de ciencia muda / son testigos naturales? vv. 171-178 (Valle y Caviedes, Obra completa 364). 122 El Dr. Martín de los Reyes Quintero y Rocha fue canónigo de Lima y jurisconsulto contemporáneo del poeta. Catedrático de Código, de Decreto y de Prima de Cánones en la Universidad de San Marcos. En 1681 el Virrey Duque de la Palata le eligió abogado de pobres. En 1690 el Duque de la Palata le confió su defensa en el juicio de residencia que le siguiera por el Oidor Licenciado Matías Lagúnez (Valega 205) 186 De todo lo visto hasta ahora en el registro satírico de Valle y Caviedes se puede extraer con bastante precisión la desautorización a autoridades importantes en la ciudad de Lima. El poeta hace ejercicio de esta práctica con varios médicos de la ciudad. En “Loa en aplauso del doctor Don Francisco Machuca por haber curado a una prima del autor y haberla muerto, como a todos cuantos cura” satiriza el papel del médico en la sociedad a través de esta circunstancia: “Venid acá, matalote, / graduado en calaveras, / de Doctor Sepultura, y de Licenciado Huesa. / Si os dieron el grado, no / lo tienes por suficiencia, / sí por dinero, que es / más médico que Avicena” vv. 34-40 (Valle y Caviedes, Obra completa 318). En este sentido, llama la atención que Valle y Caviedes haya escogido una loa para el desarrollo de este texto ya que en el siglo XVII fue común iniciar las representaciones en la corte con una loa: “En las representaciones cortesanas la loa precedía invariablemente al festejo teatral. Así, esta forma dramática enriqueció su belleza poética, su carácter de ofrenda y su lujo teatral” (Rivera 128). Así también, la elección del Dr. Francisco Bermejo y Roldán como Rector de la Universidad de San Marcos el 30 de junio de 1690 fue satirizada en el soneto titulado “Al doctor Bermejo por haberlo hecho rector de la Universidad”. En los siguientes versos desautoriza su cargo a través del ingenio de su sátira: “Aquí yace un idiota Señoría, / de un médico Rector disparatado, / que ante de un mes lo hubiera ya acabado / si lo cura su necia fantasía. / Lima, ¿de qué te alabas, qué blasones / son los tuyos, sí a un necio introducido, pones a presidir doctos varones?” vv. 1-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 399). En este sentido, podría apuntarse que a pesar que se logra encontrar en la trayectoria literaria del poeta colonial diferentes tipos de proximidad con el campo de poder del siglo XVII, éste escribe con frecuencia a la periferia de lo cortesano como en los poemas anteriores. 187 Conclusión Las investigaciones previas sobre Valle y Caviedes se han centrado en descubrir y revelar nuevos datos sobre la persona del escritor, establecer textos fidedignos de sus escritos en base a los manuscritos de su obra y a analizar o comentar los valores literarios de su poesía y teatro en el contexto de las letras peruanas y latinoamericanas. Esta disertación ha pretendido aportar un nuevo enfoque y, de esta forma, ampliar el estudio del poeta colonial al aplicar la teoría de los campos propuesta por el sociólogo francés Pierre Bourdieu. En este sentido, he analizado las interacciones literarias, sociales y políticas del escritor acercándome de esta forma a los campos literario y de poder del virreinato peruano del siglo XVII. Antes de acercarme en forma particular a los escritos de Juan del Valle y Caviedes, he intentado demostrar cómo el campo literario del siglo XVII se fue constituyendo a través de una perspectiva crítica. La teoría de los campos de Bourdieu me ha permitido acercarme hacia una idea general y productiva de este panorama. Entender cómo la literatura peruana en la colonia empieza a aparecer en un territorio particular de ciudadanos (coexistencia de criollos y peninsulares) con sus costumbres, influencias y ambiciones. Las especificidades, rasgos típicos de esta literatura y las diferentes posiciones que ejercieron sus agentes ha posibilitado sentar una base de este campo literario. Tras el análisis de esta investigación considero la existencia de un campo literario a inicios del siglo XVII. Al inicio de este campo cobra importancia el Discurso en loor de la poesía (1608) de Clarinda y la “Epístola a Belardo” (1619) de Amarilis quienes demuestran un interés por la cultura en un época temprana, la rapidez con que llegaba la 188 tendencia literaria de España al Nuevo Mundo y la recepción del conocimiento en poetas e intelectuales de la capital del virreinato del Perú en el siglo XVII. Como se ha señalado, una de las característica de los agentes de este campo literario fue la influencia que ejerció la actividad literaria de los escritores de España en América. Vale resaltar que este campo literario aparece en el contexto de una sociedad cortesana y coincide con un momento de esplendor cultural en la metrópoli, el Siglo de Oro. El estudio de la trayectoria de Valle y Caviedes y de sus obras ha sido vital en esta investigación para un mejor conocimiento de su quehacer literario. Cobra vital importancia que el registro poético de Valle y Caviedes está marcada por acontecimientos históricos y sociales como por influencias literarias que constituyen importantes referencias para el conocimiento de su habitus. En efecto, a través de sus escritos ha sido posible conocer como se relaciona con la sociedad y sus preocupaciones del momento. Así pues, su sátira sirvió de instrumento para representar las múltiples tensiones y contradicciones propias de la sociedad colonial. Valle y Caviedes se da a conocer en el campo literario colonial del siglo XVII y en la sociedad a través del capital cultural simbólico que posee, es decir, su poesía satírica. Esta práctica literaria se convierte en una estrategia motivada por la competitividad y la búsqueda de distinción en la dinámica interna del campo literario en cuestión. Consciente, el poeta colonial, de no contar como estrategia con su status social o con una posición dentro de la élite cultural de la colonia, se convierte la poesía satírica y su ingenio en una opción para llamar la atención de los campos literario y de poder. He analizado la influencia de modelos satíricos y temas de los agentes del campo literario español del siglo XVII, llegando a la conclusión que precisamente en esto se 189 basa el ejercicio de la violencia simbólica que desarrolló Valle y Caviedes para distinguirse y competir con otros agentes del campo literario. En definitiva, esta influencia de modelos satíricos se nutre a la vez de diferentes y contradictorios problemas de la colonia. Por último y no menos importante es la posición de Valle y Caviedes en el campo de poder de la época. A la vista de su registro satírico se puede afirmar que hay una intención en desautorizar a autoridades del virreinato peruano del siglo XVII con su ingenio burlesco. En diferentes ocasiones algunos virreyes también pasaron por su sátira aguda por exagerar en otorgar favores a sus allegados, por las sumas elevadas en sus gastos o por la falta de gobernabilidad en sus respectivos cargos. Esto me lleva a sugerir que su poesía haya sido escrita al margen del mundo cortesano por las denuncias directas que realizó a quienes formaron parte del campo de poder. 190 Bibliografía Acosta de Arias Schereiber, Rosa María. Fiestas coloniales urbanas (Lima-CuzcoPotosí). Lima: Otorongo, 1997. Altuve-Febres Lores, Fernán. Los reinos del Perú: apuntes sobre la monarquía peruana. Lima: Dupla Editorial, 2001. Antón Priasco, Susana. "El Quijote en una celebración cortesana en el Perú colonial: La fiesta como reflejo del funcionamiento de la sociedad virreinal." Cervantes y el Quijote en la música: Estudios sobre la recepción de un mito. Ed. Begoña Lolo. Madrid: Gráficas Arabí. 151-70. Arellano, Ignacio. 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