Los campos literario y de poder en el virreinato del Perú: Los

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Los campos literario y de poder en el virreinato del Perú: Los escritos de Juan del Valle y
Caviedes (1645-1697)
A dissertation submitted to the
Graduate School
of the University of Cincinnati
in partial fulfillment of the
requirements for the degree of
Doctor of Philosophy
in the Department of Romance Languages and Literatures
of the College of Arts and Sciences
by
Estela R. Roy-Alvarado
M.A University of Northern Iowa
November 2012
Committee Chair: Carlos M. Gutiérrez, Ph.D.
ii
Abstract
This dissertation brings a new approach to Valle y Caviedes studies by using the theory
of professional fields proposed by the French sociologist Pierre Bourdieu, in conjunction with
Norbert Elias’ work on court societies. Caviedes is considered the most significant satiric writer
in the viceroyalty of Peru. His literary career is a crucial contribution to the Peruvian literary
field of the 17th century and poses a particular interest regarding the relationship between the
literary field and the field of power. My research focuses on Caviedes’ position in the colonial
literary field as well as on his interaction with the colonial field of power in the viceroyalty of
Peru in the 1600s.
The origins of the colonial literary field coincided with a moment of cultural splendor in
the metropolis and received the influence of the Spanish Golden Age transforming it into a
literature that manifests its own concerns and interests. The viceroys, who sponsored poetic
communities and academies, brought Spanish court culture to America. Accordingly, my work
studies the relations between the writer and the court, as well as the cultural interaction between
the viceroyalty and the metropolis.
It is essential for this work to know how Caviedes’ literature emerged and to have an idea
of his habitus by reconstructing his network of relations. The colonial literary field appeared in
the context of a court society very similar to its Spanish metropolitan counterpart that established
in the Peruvian viceroyalty a political, social and cultural system where the agents of this field
tried to position themselves.
Caviedes started being known in the colonial literary field and in Lima’s society through
his main symbolic cultural capital: his satiric poetry. In this literary practice, he satirized the
authorities of the Peruvian viceroyalty. The satirical poetry in Caviedes’ poems was part of the
iii
literary strategy that was motivated by the competitiveness and the search for distinction within
the Peruvian colonial literary field.
iv
v
A mis padres, Gustavo y Estrella
A Joe e Ian
vi
Agradecimientos
Quiero expresar mi gratitud a Carlos M. Gutiérrez, director de mi disertación, por su experta
guía, su continuo apoyo y aliento. También quiero agradecer a los miembros de mi comité,
Armando Romero y Nicasio Urbina, por sus comentarios y consejos. Doy las gracias a mi
familia por todo su apoyo y paciencia a lo largo de este trabajo.
vii
Indice
Introducción
1
I. Metodología y marco teórico
1.1 La teoría de los campos profesionales de Bourdieu
y las sociedades de la temprana modernidad
3
1.2 Literatura y cultura de corte en el virreinato del Perú
16
1.3 El campo de poder en el virreinato del Perú
30
II. El campo literario y su dinámica colonial
2.1 El surgimiento del campo literario colonial del siglo XVII
42
2.2 Relación entre escritores peruanos de la colonia y de la metrópoli
65
2.3 Literatura y surgimiento de la identidad criolla
80
III. Valle y Caviedes y su interacción con el campo literario
3.1Valle y Caviedes, su carrera y su habitus
92
3.2 La estrategia literaria y el capital cultural simbólico en los
escritos de Valle y Caviedes
118
3.3 La dinámica de la violencia simbólica en los escritos de
Juan del Valle y Caviedes
133
IV. Valle y Caviedes y el campo de poder de su tiempo
4.1La sociedad virreinal peruana en la obra de Valle y Caviedes
148
4.2 Valle y Caviedes y su relación con la corte virreinal peruana
173
Conclusión
188
Bibliografía
191
viii
Introducción
Esta tesis doctoral investigará en profundidad la obra de Valle y Caviedes dentro
de su campo literario, así como también su interacción con el campo de poder en el
quehacer literario y la práctica social que ejerció la cultura cortesana del virreinato
peruano del siglo XVII. Este estudio aportará un nuevo enfoque en la obra de Valle y
Caviedes basándose en la teoría de campos propuesta por el intelectual francés Pierre
Bourdieu. El modelo bourdieano de los campos profesionales no ha sido aplicado aún a
los estudios de la literatura colonial. Estudios realizados por Carlos M. Gutiérrez y Javier
Jiménez Belmonte, aplicando el modelo de Bourdieu, prueban que es posible trasladar
esta teoría al siglo XVII español1. La presente investigación propone aplicarlo a la
literatura colonial latinoamericana.
La especial atención a Valle y Caviedes en esta investigación se justifica porque
es considerado el escritor satírico (aborda temas literarios, sociales y políticos) más
significativo en el virreinato del Perú. También, se considera su trayectoria literaria como
un importante elemento en este campo literario peruano y porque es un escritor que
despierta un especial interés por su relación con los campos literarios y de poder.
El poeta colonial escribió una considerable cantidad de poesía satírica, poemas de
amor, poemas religiosos, sonetos filosóficos y algunas piezas dramáticas. Uno de sus más
importantes trabajos es Diente del Parnaso en el que satirizó la práctica irresponsable de
la medicina, a virreyes y a personajes importantes del virreinato peruano. En sus escritos
se rescatan al mismo tiempo diferentes eventos históricos y la influencia de la literatura
1
Carlos M. Gutiérrez explora en La espada, el rayo y la pluma: Quevedo y los campos literario y de poder,
las interacciones con los campos literario y de poder de Francisco Quevedo (1580-1645) mientras Javier
Jiménez Belmonte investiga sobre el campo literario del príncipe de Esquilache (1577-1658) en Las obras
en verso del príncipe de Esquilache (1630).
1
del Siglo de Oro. También, a través de su poesía se describe un deseo de reforma en la
sociedad colonial y una reflexión sobre la identidad criolla del momento.
Esta disertación consta de cuatro capítulos. En el primer capítulo desarrollaré la
teoría de los campos profesionales de Pierre Bourdieu con énfasis en el campo literario.
Este análisis me permitirá desarrollar la literatura y cultura de corte en el virreinato del
Perú. En el segundo capítulo me enfocaré en el campo literario y su dinámica colonial
con el fin de estudiar el surgimiento del campo literario del siglo XVII. En este capítulo
enfatizaré en la relación entre escritores peruanos de la colonia y de la metrópoli.
También destacaré el surgimiento de la identidad criolla y la literatura. En el tercer
capítulo me centraré en Valle y Caviedes y su interacción con el campo literario. Esto me
llevará a describir su trayectoria, habitus, el capital cultural simbólico y la dinámica de la
violencia simbólica de sus escritos. En el cuarto y último capítulo estará orientado en
explicar la conexión entre Valle y Caviedes y el campo de poder del siglo XVII.
2
I. Metodología y marco teórico
1.1 La teoría de los campos profesionales de Bourdieu y las sociedades de la
temprana modernidad
Aplicando la teoría de los campos del sociólogo francés Pierre Bourdieu2 (19302002), esta investigación propone explicar cómo interactúan el campo literario y el
campo del poder en la literatura de Juan del Valle y Caviedes. Esta tesis adaptará la teoría
de los campos de Bourdieu a la literatura colonial con el objetivo de analizar las
relaciones políticas, culturales y literarias del escritor. Se abordará la parte literaria y de
poder para explicar las circunstancias que justificaron su existencia tanto en uno como en
otro espacio.
El propósito de mi trabajo es determinar si la teoría de campos se puede aplicar al
contexto colonial del virreinato peruano del siglo XVII. Para esto, me centraré en el
estudio del quehacer literario de Valle y Caviedes en conexión con los campos literario y
de poder del Perú del siglo XVII. En esta investigación aplicaré conceptos básicos de esta
teoría como campo literario, campo de poder, capital simbólico, capital cultural,
violencia simbólica y habitus.
Este sociólogo de la cultura desarrolla su teoría del campo literario en diversos
artículos3, adquiriendo su forma definitiva y su aplicación más satisfactoria en el libro
2
El primer esbozo de una teoría del “campo intelectual” lo ofreció Bourdieu en 1966. A partir de allí
Bourdieu fue enriqueciendo y afinando conceptos como el de habitus, campo, capital simbólico o capital
cultural en diversos artículos, comentario a otras obras o monografías.
3
La literatura fue un tema recurrente en las publicaciones de Bourdieu. Uno de sus primeros artículos sobre
el tema fue “Champ intellectuel et project créateur” (1966) y “Le marché des biens symboliques” (1971).
Luego se centró en la producción cultural en el que continuó con especial interés en la literatura. Varios de
estos escritos fueron revisados y publicados en 1992 como Les règles de l’art. Con la publicación y
traducción de este libro se sitúa al sociólogo francés como uno de los pensadores de importante influencia
ya que inicia el debate en relación al fenómeno del campo literario (García Santo-Tomás 517).
3
The Rules of Art (orig. Les règles de l’art,1992)4. En el modelo teórico de Pierre
Bourdieu se describe diferentes momentos de la producción cultural incluyéndolos en un
ambiente de constante interactividad social. En este sentido, la aplicación de esta teoría
enfatiza la importancia del análisis del trabajo literario teniendo en cuenta que se
encuentra inmerso en una sociedad que tiende a ejercer importante influencia en el campo
literario. Bourdieu lo explica de la siguiente manera:
La eficacia de los factores externos, crisis económicas, transformaciones
técnicas, revoluciones políticas o, sencillamente, demanda social de una
categoría particular de financiadores, cuya manifestación directa en las
obras constituye el objeto de la investigación de la historia social
tradicional, sólo puede ejercerse por mediación de las transformaciones de
la estructura del campo que estos factores pueden determinar. (Las reglas
306)
Bourdieu llama ‘campo’ al universo social regulado por sus propias instituciones,
reglas y jerarquías en las que se ejercen diferentes tipos de relaciones: “El campo es una
red de relaciones objetivas (de dominación o subordinación, de complementariedad o
antagonismo, etc.) entre posiciones […]” (Bourdieu, Las reglas 342). En cuanto al campo
literario, los agentes (autor, editor, críticos) y las respectivas instituciones regulan la
formación del campo en base a las tomas de posición, es decir el campo literario es un
concepto dinámico tomando en cuenta el cambio de posiciones de los agentes. Así
también, el campo literario se relaciona con otros como la conexión que ejerce con el
campo de poder (político, económico). Como señala Randal Johnson en la introducción
4
En este texto se estudia el proceso de formación de la crítica francesa en el campo literario francés de la
segunda mitad del siglo XIX a través de La educación sentimental de Gustave Flaubert.
4
del libro The Field of Cultural Production “It is situated within the field of power
because of its possession of a high degree of symbolic forms of capital […] but in
dominated position because of its relatively low degree of economic capital” (15).
Para estudiar la dinámica social es importante entender el concepto de campo
como el espacio en el que se interrelacionan diferentes posiciones de distintos grupos y al
mismo tiempo dentro de cada uno de ellos. Así, el campo se debe analizar tomando en
cuenta su composición de estructuras y jerarquías, las luchas internas que influyen en la
organización del campo y el funcionamiento de capitales específicos (Bourdieu, Las
reglas 370). Bourdieu analiza las luchas internas en el campo literario de la siguiente
manera:
Las luchas internas están en cierto modo arbitradas por las sanciones
externas. En efecto, pese a que sean en gran medida independientes de
ellas en su principio (es decir en las causas y en las razones que las
determinan), las luchas que se desarrollan dentro del campo literario (etc.)
dependen siempre, en su conclusión, fasta o nefasta, de la correspondencia
que pueden mantener con las luchas externas (las que se desarrollan en el
seno del campo del poder o del campo social en su conjunto) y los apoyos
que unos y otros pueden encontrar en ellas. (Las reglas 375)
De esta manera son las luchas en el interior del campo las que determinan su
dinamismo y estructuración de éste. Es importante remarcar que en el proceso de las
luchas internas se establecen uniones con organizaciones y poderes externos quienes
tienden a aprovecharse de las divisiones del campo para sus propios intereses influyendo
en un grado menor o mayor en la autonomía del campo. Es así que la estructura de un
5
campo se basa en las luchas anteriores y se verá modificada por las luchas posteriores del
mismo (Las reglas 375-76).
En el estudio de la estructura interna del campo es necesario precisar las
diferentes relaciones que se presentan como “los objetos en juego, las distintas posiciones
y los recursos diferenciales que poseen, las dinámica de competencia y las regularidades
que éstas generan” (Bourdieu, Razones 88). En este sentido, el campo se caracteriza por
su constante dinamismo originando movimientos de posiciones y fronteras. Así también,
las relaciones del campo con espacios externos son de interés en este análisis ya que nos
permiten realizar un estudio más específico de su dinámica. Como señala Bourdieu, “los
ámbitos externos comportan constricciones, oportunidades, demandas de determinados
servicios, condicionando las dinámicas internas del campo […] los grupos internos al
campo suelen establecer alianzas con poderes externos en sus estrategias por conquistar
posiciones en el campo” (Razones 89). De esta forma, cada campo produce al mismo
tiempo efectos en otros espacios sociales.
Para Bourdieu, el concepto de campo, que ayuda a analizar las producciones
culturales, puede presentarse en distintas disciplinas en el que cada una de ellas posee sus
propios lineamientos, un objeto y un capital que se encuentra en constante circulación.
Así, el campo se convierte en un mercado competitivo donde se despliegan diferentes
tipos de capital (económico, cultural, social y simbólico). Al mismo tiempo las
posiciones de los agentes en el campo se miden en base a la cantidad y el peso relativo
del capital que ejercen “de la misma manera que los triunfos en un juego son poderes que
definen las posibilidades de beneficio en una campo determinado” (Field 131). De esta
forma, este concepto se convierte en una importante herramienta metodológica que
6
permite el análisis de diferentes sectores de relaciones sociales5. En el caso del mundo
literario el campo se compone en: “escritores consagrados, en vía de consagración,
experimentales, prometedores, ‘jóvenes’, aficionados y de vanguardia que pueden
alcanzar consagración” (Las reglas 355-56).
La conexión entre la estructura de la obra y la estructura del campo literario es
para Bourdieu el interés del análisis de las obras culturales. En la estructura de la obra se
puede considerar el género, estilo y tema. Así también, la estructura del campo, que
puede ser literario, artístico, científico, filosófico, social, económico o jurídico, se
convierte en un ámbito de luchas. Justamente el funcionamiento de estos cambios en las
obras (culturales, lengua, arte, literatura, ciencia, etc.) se establece en las luchas que
residen en los campos de producción que les corresponde: “estas luchas que pretenden
conservar o transformar la relación de fuerzas instituida en el campo de producción
tienen evidentemente el efecto de conservar o transformar la estructura del campo de las
formas que son instrumentos y envites en estas luchas” (Bourdieu, Razones 63).
Como parte del funcionamiento del campo se encuentra la distinción que ejerce
un papel importante dentro de éste: “no hay acción de un agente que no sea una reacción
a todos los demás, o a uno u otro de ellos” (Bourdieu, Las Reglas 192). Según el
sociólogo francés todo el trabajo de los agentes, desde el más competitivo hasta el que
recién se inicia, se proyecta hacia el logro del beneficio simbólico. De esta forma, dentro
del campo literario existe una jerarquía basada, como lo describe Bourdieu en una
“dialéctica de la distinción” que ayuda a reforzar el status simbólico del agente dentro de
dicho campo. En este sentido, existe un constante interés de competencia por distinguirse
5
A pesar que este concepto se centró al inicio en la producción cultural, más adelante se aplicó a diversos
sectores como la burocracia estatal, la política, la universidad, el clero, el derecho, la ciencia, el periodismo
y otros (Criado 18).
7
entre ellos. El mecanismo para llegar a tener una determinada distinción representa un
importante funcionamiento que termina no sólo en la obtención de la distinción dentro
del campo sino también en una toma de posición del mismo: “The space of positiontaking can only be defined as a system of differential stances in relation to other possible
position-takings, past and present” (Field 17).
Además, para Bourdieu el reconocimiento, la consagración y el prestigio como
principios de autoridad del campo cultural-literario se basan en la producción e
intercambio de un poder simbólico que él llama el capital simbólico y que se distingue
como un concepto clave dentro de su modelo: “Symbolic capital refers to degree of
accumulated prestige, celebrity, consecration or honor and is founded on a dialectic of
knowledge (connaissance) and recognition (reconnaissance)” (Bourdieu, Field 7). El
capital simbólico toma lugar dentro del campo literario sólo si representa un valor en la
práctica o acción de éste. El sociólogo francés define así este concepto:
El capital simbólico es una propiedad cualquiera, fuerza física, valor
guerrero, que, percibida por unos agentes sociales dotados de las
categorías de percepción y de valoración que permiten percibirla,
conocerla y reconocerla, se vuelve simbólicamente eficiente, como una
verdadera fuerza mágica: una propiedad que, porque responde a unas
“expectativas colectivas”, socialmente constituidas, a unas creencias,
ejerce una especie de acción a distancia, sin contacto físico. (Bourdieu,
Razones prácticas 108)
Según Bourdieu, el capital cultural no es causa, sino el resultado, de una inversión
de capital económico. El capital cultural es el dominio del lenguaje del arte, que permite
8
descifrar las obras de arte y se adquiere mediante la educación, que se compra con capital
económico (Field 8). En este sentido, propone analizar el trabajo cultural considerándolos
dentro del campo que los produce y la posición en relación al campo de poder. En esta
tesis será de gran utilidad el concepto de capital cultural simbólico para analizar su
práctica y rol en los escritos de Valle Caviedes.
Otro concepto importante es ‘habitus’ que en este caso se aplicaría como la
trayectoria del escritor, su conjunto de relaciones con diferentes sectores o tipos de
instituciones es decir se enfoca en conocer su entorno social: “El habitus es ese principio
generador y unificador que traduce las características intrínsecas y relacionales de una
posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elecciones de
personas, de bienes y de prácticas” (Bourdieu, Razones prácticas 19). De esta forma, la
aplicación de este concepto en el estudio de Valle y Caviedes permitirá conocer la
actividad dinámica de disposiciones y posiciones dentro del campo, y su relación con
otros agentes del campo literario colonial del siglo XVII.
Es posible conocer las diferentes posiciones de un agente dentro del campo a
través de su trayectoria que se relaciona a la vez con el habitus de éste. Bourdieu enfatiza
en hacer una diferencia entre el concepto de trayectoria y la mera biografía del agente. La
trayectoria analiza al agente del campo literario centrándose en las posiciones que ejerce.
Bourdieu explica al respecto:
sólo cabe comprender una trayectoria a condición de haber elaborado
previamente los estados sucesivos del campo en el que ésta se ha
desarrollado, por lo tanto el conjunto de las relaciones objetivas que han
unido al agente han considerado […] al conjunto de los demás agentes
9
comprometidos en el mismo campo y, enfrentados al mismo espacio de
posibilidades. (Razones prácticas 82)
Bourdieu realizó una labor investigadora para entender cómo se inicia, cómo se
practica y cómo se reproduce el poder simbólico en un determinado campo. Así, el
concepto de violencia simbólica dentro de esta estructura resulta imprescindible al
describir la dominación simbólica que se ejerce entre individuos (agentes, productores
culturales) del campo literario y su relación con el campo de poder. Como señala
Bourdieu: “The establishment of a cannon in the guise of a universally valued cultural,
inheritance or patrimony constitutes an act of ‘symbolic violence’” (Field 20). De esta
manera, el concepto de violencia simbólica enfatiza la manera en que los dominados
terminan aceptando legítimamente su condición de tales. Este poder simbólico no utiliza
una violencia física sino la violencia simbólica. Esto se traduce en un poder que lleva a
un consenso por parte de los dominadores como de los dominados (Field 33). En este
sentido, es importante anotar que el campo literario sólo puede ser entendido como tal
por la presencia del poder simbólico y la práctica de violencia simbólica. A través de
estas relaciones será posible comprender cómo nace, cómo se desarrolla y cómo se
manifiesta el poder simbólico en los escritos de Valle y Caviedes, y por extensión en la
literatura colonial del siglo XVII en el virreinato del Perú.
Otro aspecto que es importante señalar es la relación del agente literario en
relación al campo de poder: “el campo del poder es el espacio de las relaciones de fuerza
entre agentes o instituciones que tienen en común el poseer el capital necesario para
ocupar posiciones dominantes en los diferentes campos (económico y cultural en
especial) (Bourdieu, Las reglas 320). En diferentes momentos, el ejercicio literario y la
10
manera en que se representa el agente se traduce en base al campo del poder ya que la
posición del campo literario se encuentra dominada por éste. En palabras de Bourdieu
sobre el campo de poder:
El campo de poder (que no hay que confundir con el campo político) no es
un campo como los demás: es el espacio de las relaciones de fuerza entre
los diferentes tipos de capital o, con mayor precisión, entre los agentes que
están suficientemente provistos de uno de los diferentes tipos de capital
para estar en disposición de dominar el campo correspondiente y cuyas
luchas se intensifican todas las veces que se pone en tela de juicio el valor
relativo de los diferentes tipos de capital […]; es decir, en particular,
cuando están amenazados los equilibrios establecidos en el seno del
campo de las instancias específicamente encargadas de la producción del
campo del poder […]. (Razones 50-51)
En el caso de los intelectuales, el campo de poder los confronta ya que este grupo
posee capital cultural pero suelen carecer de capital económico. Es así que el campo del
poder siempre tiende a someter de alguna forma la actividad literaria y esto se refleja en
los efectos que experimenta el campo literario a través de las constantes luchas internas
con el objetivo de alcanzar un lugar importante en el campo de producción cultural o
pretender llegar a ese nivel, es así que los campos de producción cultural “están
sometidos a la necesidad de los campos englobantes, la del beneficio económico o
político” (Bourdieu, Las reglas 322). Esto ayuda a analizar el comportamiento de los
agentes en relación a la profesión, sus diferentes prácticas y representaciones que ejercen
en el campo.
11
Bourdieu señala que para profundizar y estudiar las obras culturales dentro de un
campo se debe tomar en cuenta tres momentos indispensables. Estos momentos llegan a
relacionarse constantemente durante el proceso y así también participan todos los
conceptos del análisis en su práctica. En primer lugar, se realiza un estudio del campo a
tratar sin dejar de lado su relación con el poder del momento. Al mismo tiempo se
analizan los resultados que resultan de esta relación. Luego, se enfoca en el mundo
interno del campo identificando la competencia entre sus agentes. Finalmente, se centra
en el habitus y trayectoria de los agentes del campo determinando sus posiciones dentro
de éste (Las reglas 162).
Es así que el método de Bourdieu será útil en este proyecto para realizar un
estudio profundo del escritor dentro de su mundo social y literario: “el análisis del
discurso crítico sobre las obras es en efecto a la vez un requisito crítico previo a la ciencia
de las obras y una contribución a la ciencia de la producción de las obras como objetos de
creencia” (Bourdieu, Las reglas 445). Para esto será importante conocer la historia de la
producción del texto y de la manera en que el agente hace su ingreso al campo
determinando de esta forma su posición que llega a tomar en relación a los demás que ya
se encuentran establecidas:
Bourdieu nos acerca a la obra de arte desde su propia génesis y desde sus
propias reglas, reconstruyendo el espacio en el que el autor vive como
punto referencial de un macrosistema que invita al lector a lo que él
[Bourdieu] llama un amor intellectualis rei, es decir, a una aproximación
que inequívocamente combina lo sensible de la experiencia estética con lo
inteligible de su envite informativo. (García Santo-Tomas 522)
12
Esta investigación estudia el campo literario del siglo XVII en el virreinato del
Perú. Este aparece en el contexto de una sociedad cortesana muy semejante a su
contraparte castellana. Esta sociedad cortesana se establece en el virreinato peruano no
sólo bajo un sistema político y social sino también cultural que es donde los agentes de
este campo participan. Es importante señalar que el inicio del campo literario en estudio
coincide con un momento de esplendor cultural en la metrópoli y recibe la influencia del
Siglo de Oro de la literatura española transformándola en una literatura que manifiesta
sus propias preocupaciones e intereses en la sociedad virreinal del siglo XVII.
Así, con la llegada de los virreyes y sus gustos refinados en las artes, los agentes
del campo literario en el virreinato del Perú van tomando su curso no sólo con la
influencia literaria del Siglo de Oro sino también participando en eventos literarios como
tertulias, academias o fiestas virreinales patrocinadas por la corte: “Los representantes del
monarca llevaban sus propios artistas; con más frecuencia portaban obras de arte,
literatura o música que incorporaban las últimas innovaciones de la metrópoli y servían
de referente a los artista, poetas y artesanos locales” (Latasa, “Transformaciones” 414).
En esta relación entre la corte y los intelectuales de la época es que aparece el mecenazgo
cultural en torno a los virreyes, la competencia y distinción entre los agentes del campo
literario, el ingenio motivado por la competitividad entre los escritores y el intercambio
del capital simbólico a favor del campo de poder.
Al inicio de este campo literario destacan textos de escritoras anónimas como el
Discurso en loor de la poesía (1608) de Clarinda y la “Epístola a Belardo” (1619) de
Amarilis. La aparición de estas escritoras, asunto que se tratará en el siguiente capítulo,
cobra importancia no sólo por su contribución a la literatura colonial sino también por la
13
participación de la mujer en este ambiente cultural del siglo XVII: “the writings of
Clarinda, Amarilis […] reaffirm the central but often ignored role that women played in
the development of Spanish-American literature” (Chang, “Gendered Voices” 289).
Este campo literario se caracterizó también por el auge del criollismo6 planteando
el tema de desigualdad entre los criollos y los españoles en América. Juan del Valle y
Caviedes fue uno de ellos al satirizar a diferentes profesionales que sólo por estar cerca a
la corte se vieron favorecidos con los cargos más importantes en el virreinato. En
diferentes ocasiones algunos virreyes también pasaron por su sátira aguda por exagerar en
otorgar favores a sus allegados, por las sumas elevadas en sus gastos o por la falta de
gobernabilidad en sus respectivos cargos. Juan de Espinosa Medrano es otro agente
significativo en este campo no sólo por sus escritos cultos que defienden la opción criolla
de competir intelectualmente con escritores de la metrópoli en El Apologético a favor de
Luis de Góngora […] contra Manuel de Faria y Sousa (1662) sino también por los
sermones7 que estuvieron a su cargo en la ciudad del Cusco. Sermones que fueron
dirigidos en diferentes ocasiones especialmente a un reducido grupo de la universidad y
la Iglesia:
Bajo el panegírico de Santa Rosa se organiza, pues, un discurso que
trasciende el tema de la santidad en América y que –dirigido
fundamentalmente al grupo de clérigos y universitarios al que pertenecía
6
El resentimiento criollo se acentúo con la debilidad de las encomiendas, restricciones de los
repartimientos y, especialmente, con la llegada de los españoles para ocupar diversos cargos políticos:
“considerando el fenómeno en conjunto y con la imparcialidad que otorga la distancia, no puede negarse
que el fenómeno de criollización era la grieta más temible que amenazaba aquel grandioso edificio”
(Domínguez, 189).
7
Los sermones y el teatro constituyeron las actividades públicas de más arraigo e importancia durante el
barroco y los predicadores como los actores contaban con su grupo de admiradores. En pleno siglo XVII la
oratoria sagrada llegó a convertirse en un género bastante relacionado con la literatura: “no sólo se halla
asociada desde San Agustín, al arte de la elocuencia, sino que además durante el Barroco, se aproxima a los
recursos estilísticos de la poesía (Orozco 181).
14
el Lunarejo- se asocia con la propuesta de que es posible que el individuo
de este continente alcance la perfección con la que puede dignamente
competir con el resto de los hombres. (Rodríguez, “Espinosa
Medrano”167)
Juan del Valle y Caviedes cobra vital importancia en el campo literario del siglo
XVII en el virreinato del Perú por el aspecto criollo que se destaca en su poesía. Satiriza
los diferentes problemas que se vivieron durante la colonia refiriéndose con nombre
propio a personalidades del momento y por el ingenio que le permite distinguirse en el
ambiente literario: “la reivindicación por parte de los criollos de su pulido lenguaje
cortesano, tan elegante o más que el de los escritores de la metrópolis” (Arellano, “El
ingenioso” 13). La sátira del poeta colonial se caracteriza por presentar al mismo tiempo
motivos clásicos, personaje de la ciudad y hechos de la vida colonial en Lima. Valle y
Caviedes adapta la sátira en su poesía, importante capital cultural simbólico, a un nuevo
ambiente social en desarrollo, la sociedad del virreinato del Perú en el siglo XVII.
De esta forma analizaré la manera en que se desenvuelve el agente, Juan del Valle
y Caviedes, en el campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú. Además, como
se ha descrito, será determinante enfatizar la interacción que presenta en su espacio con
otros agentes y, a la vez, en otros ambientes sociales. Para desarrollar esta investigación
será necesario conocer el habitus de Valle y Caviedes: “[Bourdieu] provides an analytical
model which reintroduces, through the concept of habitus, a notion of the agent –which
structuralism had excluded from social analysis-” (Field 2). Este aspecto significativo de
la teoría de los campos no sólo permitirá conocer los logros y limitaciones que presenta el
agente literario dentro del campo y su relación con el campo de poder sino también será
15
posible analizar el ejercicio literario de otros agentes con el propósito de entender con
claridad el funcionamiento del campo literario en estudio.
1.2 Literatura y cultura de corte en el virreinato del Perú
Como se ha señalado, el quehacer literario de Valle y Caviedes en el virreinato
del Perú del siglo XVII se da a conocer en medio de una sociedad cortesana. En este
sentido se tomará en cuenta el análisis, centrado en la interacción, de la literatura y la
sociedad cortesana de este tiempo considerando que el intercambio intelectual de esta
sociedad se presenta en “el sermón en la iglesia; la lección en el aula; la tertulia en la
corte y en la casa del magnate” (Paz 84). Para esto será importante abordar el tema de la
cultura colonial teniendo en cuenta la existencia de la corte del virreinato peruano que
regula e influye en la sociedad a través de instituciones y eventos.
En está época España estaba constituida por diferentes reinos reconocidos al rey
católico. Los reinos de Castilla y León, Aragón, Portugal y otros reinos menores llegaron
a formar la monarquía española. A éstos se integraron los reinos de México y Perú al
convertirse en virreinatos como lo declararon las Leyes Nuevas. Es importante señalar
que en América sólo se dio la categoría de reinos a los virreinatos de Nueva España y del
Perú. Es así que la ciudad de México y Lima, sus respectiva capitales, fueron sitio de
corte (Altuve-Febres 162).
Es quizás Octavio Paz el primero que define a América hispánica colonial como
cortesana en su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe . El escritor y
ensayista mexicano también afirma que los diferentes estudios que se han realizado sobre
esta institución se pueden aplicar a las cortes americanas de México y de Lima. Describe
a la corte virreinal de México como un conjunto de actividades sociales y culturales llena
16
de conspiraciones y decisiones políticas: “La corte es el mundo, el siglo: un ballet, no
siempre vano y muchas veces dramático, en el que los verdaderos personajes son las
pasiones humanas, de la sensualidad a la ambición, movidas por una geometría estricta y
elegante” (43). Además, es un centro de influencia moral, literaria y estética llegando
también a impactar en la vida social de la gente de la época como en sus actitudes y en su
vida diaria. Así también, señala la misión civilizadora que ejerció la corte virreinal:
Transmitió a la sociedad novohispana los modelos de la cultura
aristocrática europea y propuso a la imitación colectiva un tipo de
sociabilidad distinto a los que ofrecían las otras dos grandes instituciones
novohispanas, la Iglesia y la Universidad. Frente a éstas, la corte
representa un modo de vida más estético y vital. (42)
En este sentido, este estudio abordará las relaciones entre el escritor y la corte.
Para esto me basaré en las ideas Norbert Elias en The Court Society8. El trabajo de
investigación del sociólogo alemán Elias se basa en un estudio minucioso de la corte y de
sus funciones no sólo políticas sino también sociales y culturales. Para Elias la
importancia de hacer un análisis de la historia, en este caso la corte, su cultura y entorno
urbano extracortesano, va más allá de acercarse al pasado sino que implica hacer un
estudio de acontecimientos y prácticas que fueron de vital importancia en esa época y que
ayuda a un mejor entendimiento de la historia: “The distinction between what seems
important to the researcher by the scale of values of his own time, and specially on the
basis of his own ideals, and what is important in the context of the period being studied
[…] is often very blurred” (Elias 28).
8
Norbert Elias analiza en The Court Society el desenvolvimiento de la corte real de Luis XVI en Francia en
los siglos XVI y XVII en un desarrollo civilizador.
17
Elias realizó un estudio de toda la organización y las relaciones nobiliarias que se
desarrolló alrededor de la corte. En este sentido se centra en la estructura de
interdependencia con otros grupos. La corte se representa como un ambiente sin salida en
la que se va formando una nueva sociedad a la que le interesa acumular estima y
prestigio. Este ambiente de juegos e intercambios cortesanos se proyectó hacia el logro de
un beneficio personal o favor real que transforma todo en un objeto de manipulación. Así
pues, Elias describe la sociedad cortesana como una configuración social que conforma
determinadas relaciones de poder e interdependencias. Es así que esta sociedad presenta
sus propios rasgos internos:
Una racionalidad cortesana basada en el desarrollo de la etiqueta y el
ceremonial hasta los últimos destalles del acostarse o levantarse, en el
cálculo exacto del ornato que corresponde a cada vivienda y en el
autocontrol de los impulsos y los afectos a favor de una conducta
perfectamente calculada y matizada en el trato con los hombres, pues de
este trato depende el éxito o fracaso personal y las oportunidades de
participación en el poder. (González 65)
Según Elias en el mundo cortesano se presenta una relación de interdependencia
entre el escritor y el poder basada en las relaciones de poder entre los individuos (145). El
poder está representado en la corte real la cual exige un comportamiento decente,
habilidades específicas y modales sociales que permiten ser parte de este ambiente y a la
vez garantizan el éxito en el mismo. Es así que la corte, como importante centro de poder,
llega a convertirse en un foco potencial de mecenazgo literario. Es importante señalar que
este grupo cortesano se caracterizó por practicar una conversación culta y galante
18
otorgándole a la poesía un papel significativo, es decir la poesía ejerció un rol
comunicativo dentro del círculo de la corte (González 70-71). Además, en esta sociedad
cortesana era una costumbre esperar que los individuos tengan habilidad en escribir
versos para entretener a la corte en general. De la misma forma esta sociedad escoge los
tipos de literatura que convienen y cumplen con los requisitos del espacio cortesano. En
palabras de Norbert Elias:
The forms of literature and knowledge characteristic of court society
match its specific needs and demands. They are above all memoirs,
collections of letters, aphorisms (‘maxims’), certain kinds of lyric poetry;
i.e. literary forms that grow directly or indirectly out of the incessant
conversation of society. (105)
En este caso, el virreinato del Perú del siglo XVII presenta una circunstancia
especial en el espacio cultural ya que coexiste con una época literaria muy importante en
España, el Siglo de Oro. En esta época de letras varios de los virreyes participaron a
través de los grupos literarios, academias9 y actividades universitarias. En este sentido, la
capital del virreinato peruano, Lima, llegó a convertirse en un importante centro cultural
de América llegando a ser conocido tanto como México. Este centro intelectual se
componía por la universidad, la corte virreinal y las academias literarias (Altuve-Febres
155). Además, cobra vital importancia la llegada de diferentes hombres y capitales
contribuyendo en el desarrollo cultural de la ciudad:
9
Según Rosé el estudio de las academias “nos lleva a la cuestión del control ejercido por los círculos de
poder sobre la actividad poética durante el siglo XVII y […] a la función del poeta dentro de la polis y a su
participación en políticas determinadas del Estado. Dicho en otras palabras, lo que se plantea es la relación
entre el Estado moderno y el arte, el control que éste intenta ejercer sobre aquél y la función de aquél en la
política de éste” (“La formación” 9).
19
La capital del virreinato peruano, Lima, alcanzó entonces la fisonomía
propia de un gran centro económico, administrativo y cultural de mayores
dimensiones y mejor equipamiento que muchas localidades medias
españolas. Contaba con universidad, imprenta y un importante número de
clérigos, funcionarios, profesionales y un emplazamiento ideal para
libreros y mercaderes. (González, Los mundos del libro 119)
Así pues, será interesante profundizar hasta qué punto coincide en ese momento de la
colonia una cultura emanada de la corte con la cultura popular, quién escribe literatura y
quién la consume.
Cabe señalar que sólo un reducido grupo de esta sociedad podían recibir
educación en la Iglesia y en la Universidad10. Es por esto que toma importancia el rol de
ambas instituciones: “la Universidad y la Iglesia eran las depositarias del saber codificado
de la época, el saber lícito y no contaminado por la herejía. Guardiana de la ortodoxia, la
Universidad no tenía por función examinar y discutir los principios que fundaban a la
sociedad sino defenderlos” (Paz 69). Es así que la educación presentó una preocupación
religiosa muy acentuada que se refleja en la actividad intelectual de los centros de
estudios. Así también, es importante señalar que varias de las polémicas intelectuales que
se daban lugar en el siglo XVII se daban a conocer en el púlpito y casi nunca se hacía uso
de la imprenta. De esta forma, el ambiente intelectual en el siglo XVII se caracteriza por
la absoluta preponderancia de la Teología: “La vigilancia estricta de la Iglesia y del
virrey, había comunicado al pensamiento una orientación teológica definida, que inspira a
10
Gurrola señala que las enseñanzas en las universidades de la colonia se delinearon en base a las
Universidades de Salamanca. Las cátedras se realizaban en latín (con excepciones como la cátedra de
medicina), los estudios de más importancia fueron los de teología y se centraban en la tradición escolástica
(38)
20
los intelectuales peruanos del siglo XVII” (Barreda 191). Así también, la corte en
América ejerce un papel cultural importante, participando sólo un grupo reducido, al
promover las academias, tertulias y otras actividades intelectuales. En el caso del
virreinato de Nueva España, la cultura se caracteriza en los siguientes términos:
“encerrada en las academias, universidades y seminarios religiosos la cultura de Nueva
España era una cultura docta y para doctos” (Paz 68). Esta característica se ajusta a la
cultura en el virreinato del Perú tomando en cuenta el ambiente cortesano y eclesiástico
del momento :
El lenguaje cortesano es siempre el de un grupo escogido y tiende a
convertirse en un habla encubierta y cifrada que sólo comprenden los
iniciados. La literatura cortesana fatalmente tiende al hermetismo pero sus
misterios no son religiosos ni filosóficos sino estéticos. El hermetismo
cortesano no esconde ninguna verdad trascendental: preserva al grupo de
las intrusiones del vulgo. (Paz 68)
No cabe duda que el ambiente cultural cortesano que se vivió en España en el
siglo XVII fue llevado a América a través de los virreyes quienes auspiciaron círculos
poéticos y academias: “La mayoría de virreyes mexicanos y peruanos provenían de la alta
nobleza castellana, por lo que no les era ajena la cultura cortesana que desarrollaron y
afianzaron en las capitales de sus respectivos territorios” (Torres, Corte 60). Las
actividades culturales, que tuvieron el respaldo de la corte y de la universidad, se
realizaron en ocasiones especiales en las que se destacaba la llegada del virrey o el
nacimiento de algún integrante importante de la metrópoli: “la corte era también un gran
centro de irradiación estética y cultural. La aristocracia tenía aficiones literarias y
21
artísticas; el gusto de los mecenas y los grandes señores de los siglos XVII y XVIII eran
refinados” (Paz 68).
En el caso del virreinato peruano se conoce de la existencia de academias
literarias, anteriores y posteriores al quehacer literario de Valle y Caviedes. Estas
academias se dieron lugar en el gobierno de los virreyes Juan de Mendoza y Luna,
Marqués de Montesclaros (1607-1615), Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de
Esquilache (1616-1621) y Manuel de Oms y de Santa Pau, Marqués de Castell dos Rius
(1707-1710). La Academia Antártica11 es la que tiene más referencias de su existencia en
el medio. En el Discurso en loor de la poesía (1608) de Clarinda no sólo se nombra la
Academia sino se lista a un grupo de poetas que participaron en ella:
The Academia Antártica, a tertulia from the last decade of the sixteenth
century and the first of the seventeenth century, as well as the literary
gatherings sponsored by viceroy Juan de Mendoza y Luna, Marquis of
Montesclaros, are representative of these intellectual groups which
followed very closely the popular trends in Spain. Their bards participated
in poetry contests that were as fashionable in Lima and Mexico as in
Madrid. (Chang, “Gendered Voices” 279)
Precisamente una de las relaciones que se presentan entre el escritor y la corte
toman lugar en las academias las cuales llegan a convertirse en un significativo centro
intelectual del virreinato en el siglo XVII. Es por esto que el rol de las academias dentro
11
Hay diferentes escritos sobre la formación y actividad de la Academia Antártica. En el libro de Alberto
Tauro del Pino, Esquividad y Gloria de la Academia Antártica, hace énfasis en la falta de referencias sobre
el desarrollo de la Academia. Lohmann Villena la ha denominado de “fantasmal”. Sin embargo, se sabe de
su existencia por tres escritos: “a) el soneto de Gaspar de Villarroel y Coruña, en nombre de la Academia, a
Pedro de Oña (que aparece en el paratexto del Arauco Domado (Lima 1596); b) la mención que de ella se
hace y el elogio que se le ofrece a sus miembros en el “Discurso en loor de la poesía” de la Poetisa
Anónima, publicado en el paratexto de Primera parte del Parnaso Antártico de Mexía de Fernangil
(Sevilla, 1608); c) el soneto de Pedro de Oña en nombre de la Academia (ibid)” (Rose, “La formación” 11)
22
de una sociedad cortesana cumple un papel fundamental. En la metrópoli, la práctica que
se ejerció en las academias de Valencia, Sevilla, Zaragoza, Granada y Madrid reflejaron
“una concentración cultural propiciada por la sociedad cortesana y las consecuencias de
aquella: mecenazgo, clientelismo, legitimación, competición y distinción” (Gutiérrez 40).
Así también, en América se registró no sólo un trabajo cultural sino también social,
político y en especial el acercamiento de sus participantes con el campo de poder del
momento. Como apunta Rose en “Hacia un estudio de la élites letradas en el Perú
virreinal”: “el estudio de las academias nos lleva a la cuestión del mayor control que
habrán de ejercer los círculos de poder sobre la actividad poética durante el siglo XVII y
la función de los poetas en la política del estado” (124). En este contexto el escritor que
forma parte de las academias tiene la oportunidad de conseguir un ascenso social
obteniendo un puesto gubernamental o sacando provecho al relacionarse con los
integrantes de ésta. Rose describe a las academias de esta manera:
Es la academia (en cuanto a espacio de particulares que forman, por otra
parte corporación) la que permite en gran medida a los individuos que
aspiran a cargos, ya sea el ingreso a la élite gubernativa (tal el caso de un
funcionario), ya sea entrar en relación con sus miembros (tal,
generalmente, el caso del poeta- aunque a menudo éste y aquel fueran la
misma persona). El ejercicio de la letra, pues, se convierte en medio
privilegiado de movilidad social. (“La formación” 9)
De esta forma las academias se convierten en una entrada para tener acceso a los
grupos de poder: “para ascender dentro de la burocracia, los intelectuales […] debían
atraer la atención de sus superiores jerárquicos, para lo cual el brillo e ingenio de su
23
producción poética servía de carta de presentación y de señuelo” (Vidal 109). Es por esto
que a inicios del siglo XVII un grupo de poetas se animan a formar una de ellas en la
ciudad de Lima, como se ha mencionado anteriormente. Los poetas forman parte de una
academia por diversas razones. Entre estas razones está el anhelo de conformar un grupo
intelectual importante el cual les permitía no sólo relacionarse con diferentes integrantes
sino también llegar a conocer nuevas ideas y revisar material de su interés que llegaban
de afuera. Las relaciones que podían encontrar en las academias también incluían a los
allegados al virrey quienes se convertían de alguna manera en una ayuda para conseguir
algún puesto dentro de la burocracia, la política o un mecenas que le aseguraba una
carrera orientada hacia las letras (Rose, “La formación” 10). La práctica de estas
estrategias de favoritismo que buscaban los intelectuales se intensificaron ya que no
existió una vía oficial o regulada para llegar a ocupar puestos o mercedes en el virreinato.
Esto se determinaba por la voluntad indiscutible del superior quien otorgaba o quitaba
favores y prebendas a su completo arbitrio.
Es también importante señalar que el trabajo cultural en la corte virreinal se vio
reflejada en la educación y disposiciones relacionadas a la cultura fomentando las letras y
las artes. A comienzos del siglo XVII ya se contaba con instituciones educativas en Lima
y Cuzco, el Colegio del Príncipe (1620) para los hijos de indios nobles y los de San
Francisco de Borja y San Bernardo (1619) para los hijos de caciques y conquistadores,
respectivamente, así como el colegio Mayor de San Felipe y San Marcos, el Seminario
Conciliar Santo Toribio y la secularización de la universidad de San Marcos. Así
24
también, la introducción de la imprenta12 ayudó especialmente en la difusión de temas
espirituales e intelectuales publicándose pocos libros y casi todos religiosos. Títulos
como el Arte de la lengua Aymara (1616) y el Arte de la lengua quichua (1619) del
jesuita Diego de Torres, y Relación de las fiestas a la Inmaculada Concepción (1618)
dan cuenta del interés de la corte en difundir ideas que contribuyeron con su política de
gobierno (Jiménez, “Las Indias” 148).
Es importante tener presente que en esta época la fiesta cortesana no sólo
consistió en un evento de festejos y cultura sino también fue una manifestación de poder.
El arte y entretenimiento en estas celebraciones incluyó, en la mayoría, justas y
competiciones literarias: “la justas literarias formaban parte del aparato de la fiesta y se
tenía que hacer público en los lugares convenientes, con la indicación de las condiciones
de las poesías que habían de se premiadas, asunto y metro, y el premio” (López 184). Las
representaciones más importantes en estos eventos se daba lugar en el salón de Palacio o
en el retablo de la Iglesia:
La Fiesta se abre como un gran espectáculo constituido por gestos
pautados como las ceremonias del recorrido de una autoridad a un lugar
central de la escena, en que se muestran como escenografía la plaza, la
iglesia, el balcón para los señores principales. Todo ha de suceder ante un
público expectante, que sigue el ceremonial: el desfile de los carros, la
procesión, la misa, el repique de campanas, las representaciones de los
12
En 1539 la imprenta llegó a México y en 1584 a Lima. Luego, llega a Puebla (1640), Pernambuco (1647)
y Guatemala (1660). Se tuvo que esperar hasta el siglo XVIII para que se instale en otras ciudades. Así
también, en Santo Domingo (1535), México y Lima (1551) y Colombia (1580) se establecen las primeras
universidades (Gurrola 38).
25
diversos grupos con sus alegoría, los estandartes, las figuraciones, el
universo mitológico, etc. (Iniesta 852)
En los preparativos de estas celebraciones se realizaron convocatorias de
certámenes poéticos que se publicaban por calles y plazas: “se diseñaban emblemas y
alegorías que decoraban las fachadas de los edificios, colgaban de los balcones, se
exhibían en los arcos triunfales o paseaban en pancartas y carros durante los desfiles
(Gonzalbo 26). Las justas literarias se realizaban en diferentes fiestas del virreinato pero
no podía faltar en la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Así también sucedía con
las comedias y los autos sacramentales (Gonzalbo 42). Es importante resaltar que estas
celebraciones tenían la misma importancia en España.
En estas celebraciones se llegó a tomar los edificios, calles y plazas de las
ciudades de América transformándolas notoriamente y creando un impacto en la
población. Una cuestión importante es que el arte y espectáculo preparado para estas
celebraciones cortesanas llevan una ideología particular y un objetivo propagandístico
por parte de las autoridades políticas y eclesiásticas: “los jeroglíficos, esculturas, poemas
y pinturas que decoran los arcos de triunfo y los catafalcos efímeros son los elementos
plásticos y literarios que transmiten toda una ideología” (Mínguez 359).
Una de las fiestas suntuosas que se realizaba en Lima durante el virreinato fue el
recibimiento y la entrada pública del nuevo virrey a la ciudad. El virrey se dirigía a la
ciudad para juramentar donde le esperaba un arco triunfal13 trabajado especialmente para
esta ocasión: “junto al arco triunfal se hacía un pequeño teatro, cerrado, donde el Cabildo
13
El arco triunfal para este tipo de celebraciones se levantaba a las afueras de la ciudad. Su construcción
era de madera, cubierto de lienzo pintado de blanco a imitación de mármol: “para el recibimiento del
Príncipe de Esquilache el cabildo contrató la construcción del arco con el escultor Martín Alonso de Mesa.
En él se habían de poner nueve figuras de bulto o escultura, según la forma que debía indicarle Fray José de
Arriaga de la Compañía de Jesús” (Bromley “Recibimientos de virreyes” 20).
26
secular tomaba juramento al nuevo virrey de que guardaría los fueros y las honras de la
ciudad” (Bromley “Recibimientos de virreyes” 12). Así también, como parte de esta
celebración la Real y Pontificia Universidad de San Marcos recibía al virrey exponiendo
sus pinturas y mejores adquisiciones: “el virrey llegaba con su comitiva oficial,
escuchaba del catedrático designado un elogio académico de su grandeza y virtudes y
distribuía los premios del certamen poético que en su honor se celebraba” (Bromley
“Recibimientos de virreyes” 34).
El desfile de carros alegóricos fue muy común en esta clase de eventos. Llevaban
por lo general figuras o esculturas movibles las cuales representaban figuras simbólicas,
mitológicas e históricas: “los desfiles de carros alegóricos eran organizados y ejecutados
principalmente por los planteles de educación, cuyos doctores y alumnos hacían así
demostración de sus conocimientos de la mitología griega y romana y de la historia de
España” (Bromley “Fiestas caballerescas” 211). Del mismo modo, las representaciones
teatrales para estos eventos se ofrecían primero en tablados y en el atrio de la catedral de
Lima: “los autos sacramentales o comedias a lo divino fueron posteriormente
entremezclados con entremeses o comedias a lo humano de contenido regocijante y con
la inclusión de artistas cómicos” (Bromley “Fiestas caballerescas” 212).
Las actividades literarias en las fiestas cortesanas presentaron, al igual que en
España, un afán de promoción social en esta sociedad y cultura: “Además del intercambio
propiciado en estas justas literarias, los escritores y aficionados a las letras se reunían en
torno a virreyes y mecenas, ansiosos de prestigiar su corte y casa con el brillo otorgado
por el ejercicio literario” (Chang-Rodríguez, “Aquí ninfas” 29). Los poetas que
participaban veían en estos certámenes literarios una oportunidad para dar a conocer su
27
obra y de esta forma conseguir un reconocimiento dentro de este ambiente o conseguir
un mecenas:
la celebración de efemérides, la llegada de autoridades virreinales, la
exaltación al trono de un nuevo soberano, una victoria contra los
enemigos, nacimientos, matrimonios y funerales reales, eran ocasiones de
reunión para las cuales los poetas componían versos. (Chang-Rodríguez ,
“Aquí ninfas” 28)
A inicios del siglo XVII, los intelectuales en Lima van en aumento conformando
un grupo de diferentes grupos sociales y razas. A la vez este mismo grupo se divide en
eclesiásticos y seculares que pueden ser españoles, criollos y algunos casos mestizos. Los
poetas fueron conscientes que el contacto con una academia sería beneficioso para ellos
tanto en el plano intelectual como político. Es así que la ciudad de Lima se desarrolla y su
ambiente literario crece con la aparición de intelectuales que van encontrando su espacio:
La construcción de dicho espacio comienza así, nutrido por las exigencias
de reconocimiento, legitimación y valoración de las élites de una ciudad
que intenta competir intelectualmente con esa otra cabeza de reino, la
ciudad de México, y de una región que había ingresado al imaginario
europeo definida por sus riqueza y hasta entonces valorada
exclusivamente por la abundancia de sus metales. El proyecto de una
academia […] surge, pues, de dichas exigencias. (Rose, “Hacia un
estudio” 126)
Las tertulias que se organizaron en esta época fueron un espacio de encuentro
entre todos los interesados de las letras y formaron parte del ambiente cultural en
28
América: “la cultura novohispana fue ante todo una cultura verbal: el púlpito, la cátedra y
la tertulia” (Paz 69). El grupo que se reunía fue muy variado ya que se podía encontrar
escritores con experiencia y los que recién se iniciaban: “Estas tempranas peñas literarias
concitaban la atención de fieles seguidores de modelos estéticos peninsulares traídos a
América por escritores españoles o en obras despachadas al Nuevo Mundo por libreros
ansiosos de pingües ganancias” (Chang, “Clarinda, Amarilis” 183). Aquí, se
intercambiaron ideas, se hacía lectura de escritos y se realizaban certámenes de poesía
que fueron muy concurridos. Desde esta perspectiva es importante rescatar los rasgos
distintivos de este ambiente intelectual que se reflejó en diferentes actividades culturales:
La animación intelectual, la pasión y el ingenio con que se discutía
sutilmente sobre puntos de erudición y filosofía, no debe ocultarnos el
carácter esencialmente dogmático de la cultura. La crítica teológica y
literaria, por más vivaz y docta que fuese, no era realmente crítica, en el
sentido moderno de la palabra: examen de los principios y los
fundamentos. (Paz 69)
En este clima cultural cortesano del virreinato del Perú en el siglo XVII aparecen
los textos de Juan del Valle y Caviedes. Llega a Lima una nobleza peninsular que
establece un modelo cultural que se desarrolló con sus propias reglas, limitaciones y
problemas. A este ambiente cultural se suma la influencia de los clásicos de la literatura
del Siglo de Oro que marcaron la mentalidad y el ejercicio creador de los intelectuales de
la época quienes combinaron con acierto lo peninsular y lo local en un discurso criollo en
la literatura colonial.
29
1.3 El campo de poder en el virreinato del Perú
Las diferencias que se presentaron entre las colonias y España14 se basan
primordialmente en la posición de dependencia en relación a su metrópoli. Estas
diferencias se hacen notorias tanto en lo político como en lo social15 traduciéndose en una
correspondencia de dominación y privilegio. Es así que en América los españoles llegan a
asumir los más altos cargos en el sistema social. Esta situación de desigualdad se refleja
también en lo económico ya que las riquezas que España se llevaba eran menores en
relación a las que traía. Así también, en el aspecto religioso, el catolicismo se convierte
en una religión que llega recién a América y de muchos años de permanencia en España
(Paz 42).
Será pertinente conocer cómo el poder que ostentó la corte virreinal influyó en el
campo literario del siglo XVII en el virreinato del Perú. A través del estudio de Norbert
Elias en el que describe cómo se desarrolla la influencia de ciertos grupos sociales se
analizará cómo a través del mecenazgo y el clientelismo el escritor puede negociar su
nueva posición en la sociedad, basada en el prestigio que dicho escritor concede y a la
vez recibe del campo del poder. Así también, los modos, tácticas y posibilidades de
representación que ofrecían las academias, tertulias y justas literarias en este contexto:
“en tertulias y veladas palaciegas se impresionaba a la autoridad virreinal mediante un
brillo verbal que podía conducir a la concesión de favores y mercedes dentro de la escala
14
España representaba una estructura política sólida. Estaba compuesta de un enmarañado sistema social y
administrativo que se desarticuló a inicios del siglo XIX. Este imperio tuvo que hacer frente a dos
situaciones difíciles de encarar: las diferentes poblaciones que poseía y la inmensa extensión de sus
territorios (Paz 193).
15
La sociedad en América fue producto de los españoles, el grupo dominante, y el nativo que se convierte
en dominado. El aporte africano es también significativo al mezclarse y formar una sociedad diversa que se
unifica bajo la superioridad del grupo dominante: “la imposición obligatoria de una religión, la sujeción a
unas autoridades y a unas leyes, la expansión, no compulsiva pero irresistible, de una lengua, y la tendencia
a imitar un modelo que representa el éxito social, el triunfo y la riqueza” (Domínguez 38).
30
burocrática. En esto había una movilidad social para este sector medio intelectual” (Vidal
108). Este análisis contribuirá a explicar cómo un escritor llega a ocupar un lugar dentro
del campo literario y qué lo lleva a escribir específicas obras.
En el estudio de la corte virreinal es importante señalar la polémica que se ha
originado en base al tratamiento político de las colonias americanas por parte de la
metrópoli. En este sentido, la situación de dependencia gubernamental y cultural crea una
dificultad en situar a las colonias en el mismo plano de los demás territorios de la
metrópoli. Por otro lado, también se cuestiona el problema de los títulos nobiliarios que al
inicio sólo se dio en exclusividad a los españoles trasladados a América. Sin embargo, la
corte virreinal es entendida en este contexto por la representación del rey, a causa de la
distancia geográfica de las colonias, en la figura del virrey. De esta forma, el virrey
adquiere importantes funciones y amplios poderes durante su gobierno. Es así que el
marqués de Cañete, virrey peruano, se nombraba así mismo como “el Rey vivo en
carnes” (Latasa, “La corte” 344-45).
Los virreyes pertenecían a la aristocracia media en España de los cuales
predominaban los condes y marqueses. Los duques no se encontraban en este grupo ya
que por el título que poseían se los consideraba como Grandes de España. Varios de los
duques como los Medina Sidonia, Medinaceli, Alba, Infantado escogían los virreinatos
italianos por su cercanía y por ser menos complejos. En el caso de los virreyes
americanos, éstos debían resolver diversas situaciones con gobernadores, autoridades
militares y eclesiásticas ganándose serios enemigos durante su gestión (Domínguez 167).
Durante el siglo XVII gobernaron quince virreyes en el virreinato del Perú. En
este siglo la corte virreinal tuvo su momento de mayor envergadura, siendo el virrey
31
quien ocupó el lugar prominente dentro del mundo colonial: “tenía facultades políticas,
religiosas, jurídicas, económicas y militares, pues el mandatario venía investido con los
cargos de presidente de la Real Hacienda y vicepatrono eclesiástico” (Altuve-Febres
140). El virrey gozaba de gran autonomía para tomar decisiones de todo tipo: “[los
virreyes] disfrutaban de un sueldo elevadísimo […] si querían sacar provecho del cargo y
regresar a España con abundante caudal podían acudir a trazas y arbitrios que no se les
reprochaba demasiado porque entraba en la costumbre y eran de todos sabidos
(Domínguez 163). Su poder se extendió en varios territorios conformados por las
Audiencias16 de Panamá, Lima, Santa Fe de Bogotá, Charcas, Quito, Chile y Buenos
Aires. El virrey fue la autoridad real más importante en su territorio representando al rey
como su alter ego:
En la América hispánica, el virrey era por su oficio, o más bien a través de
la acumulación de oficios, la cabeza del gobierno y de la administración
en su distrito, presidente de la audiencia de la capital, capitán general del
virreinato y representaba al rey también como vice-patrono de la iglesia.
[…] representaba también los intereses de los súbditos americanos ante el
rey. (Büschges, “La corte” 10)
Así pues, dentro de la estructura política-administrativa el virrey fue el máximo
representante del sistema burocrático. Es importante señalar que a través del Consejo de
Indias se discutieron importantes informaciones del Nuevo Mundo y se recomendaba al
16
La Audiencia fue una de las instituciones superiores en lo jurídico y político ordenándose en base a ella
toda la organización interior de los reinos. Se componía por Oidores, Alcaldes del Crimen, un Fiscal, un
Protector de Indios entre otros oficiales y según la monarquía cumplía funciones específicas: “Para que
nuestros vasallos tengan quien los rija y gobierne en paz y en justicia, sus distritos se ha dividido en
gobiernos, corregimientos y alcaldías mayores, que están subordinadas a la Real Audiencia”. Debido a
estas funciones precisas es que el virrey se convierte como el máximo representante de las diferentes
Audiencias y sus regiones (Altuve-Febres 176).
32
rey los individuos más preparados para ocupar cargos civiles y eclesiásticos en América.
Este Consejo estaba conformado por diecinueve integrantes muy allegados al rey.
Ninguno de ellos llegó a ocupar un puesto en América. Es por esto que la información
que ellos obtenían de las colonias fue numerosa pero en forma oral y escrita. Por esta
razón no se hicieron esperar las críticas de parte de los virreyes ya que no manejaron
información de primera mano (Domínguez 162).
El Consejo de Indias entregaba a los virreyes instrucciones específicas a seguir
durante su gobierno en América ya que representaban al rey de España. Entre ellas se le
pide mostrase muy religioso, confesarse y comulgar frecuentemente. Debía guardar
mesura en su comportamiento, vestirse usando capa larga, evitando colores vistosos y los
sombreros sin plumas (Hanke 266). También recibía recomendaciones en la organización
de su servicio personal en América tales como:
Ha de tener muchos y buenos caballos […] Cuatro coches, cuatro
acémilas, cuatro esclavas negras y dos negros. Ocho indios de servicio, de
los que andan en hábito de españoles. Dos lacayos españoles. Pajes,
gentileshombres y oficiales los que pareciere. (Hanke 270)
El virrey no sólo recibía del Consejo de Indias indicaciones de tipo personal sino
también precisiones detalladas de gobierno en el virreinato con el propósito de llevar la
política que la Corona había designado. El virrey debía de reubicar a los religiosos que se
encontraban en los conventos de la ciudad cuando la Corona los habían destinado a
realizar su trabajo en pequeños pueblos. Eran aconsejados de los serios problemas que
podían crearse si no se vigilaban en los conventos los enfrentamientos entre españoles y
criollos. Se les pedía que se vigilaran los pueblos para evitar abusos que se cometían con
33
los indios y se castigara a los responsables: “el rey mi señor que sea en gloria: Quiero que
me deis satisfacción a mí y al mundo del modo de tratar mis vasallos, y de no hacerlo y
no vea yo ejecutados ejemplares castigos […] me daré por deservido” (Hanke 272).
El poder del virrey se expresaba a las autoridades locales y a los pobladores
desde el primer momento que hacía su aparición en la ciudad colonial con una entrada
que seguía el patrón de la entrada solemne del rey de España en la ciudades de Europa.
Esta ceremonia en América, que se prolongaba semanas o meses, fue conocida como el
“recibimiento” y se llevó a cabo en varios momentos para los diferentes virreyes que
hacían su ingreso a Lima. Este acontecimiento público era considerado un privilegio para
el virrey ya que representaba al rey y le permitía a la vez darse a conocer como la
máxima autoridad de la región ante todos los presentes. Además, la exhibición del lujo y
del orden durante la ceremonia fue importante para dar a conocer el poder y grandeza de
la ciudad dentro del virreinato (Osorio 772-74). La entrada y el juramento del virrey
fueron los momentos más significativos para la ciudad en este festejo público cortesano:
El Virrey entraba montado en un caballo blanco, cuya silla y guarniciones
estaban bordadas en plata. Los regidores, por su parte, vestían con tela
carmesí forrada en brocado del mismo color. Los doctores de la
Universidad iban togados y los miembros de la Audiencia montaban
caballos adornados con elegantes gualdrapas. El Procurador de la ciudad
le pedía al Virrey entonces que jurase en nombre del Rey de España que
guardaría y cumpliría solemnemente los privilegios, provisiones y cédulas
que Su Majestad había dispuesto a favor de los pobladores y reinos de
estas tierras. (Acosta 110)
34
Otro momento importante en esta actividad oficial del nuevo virrey es el que toma
lugar antes de su entrada a la ciudad y que le permitía conocer el ambiente de su futuro
gobierno en el besamanos. Si bien es cierto que existía cierta disconformidad o
desaprobación por el nuevo gobierno y sus planes no se presentaban problemas durante la
ceremonia de recibimiento ya que esta disconformidad lo expresaban en los preparativos
o después de la entrada del virrey. Así también se destaca la extensa procesión que
acompañaba al virrey en su entrada a la ciudad. En estos diversos grupos que formaban
parte de esta procesión se podía conocer a la agrupación política que gobernaría al lado
del virrey (Osorio 776). De esta manera la entrada del virrey con todo su comitiva estaba
preparada para resaltar la autoridad política y el orden muy esmerado que se exhibía a la
entrada a la ciudad como un mensaje desde la metrópoli de eficaz gobierno.
El virrey ingresa a la ciudad con una numerosa comitiva constituida por
familiares, parientes, amigos y criados. Parte de esta comitiva era para el servicio del
virrey y su familia pero también estaban los que esperaban conseguir un beneficio o
cargo en la nueva ciudad. Los empleos en la corte fueron diversos y llegaban a ocupar
entre ochenta y ciento cincuenta personas: mayordomos, gentilhombres de la cámara,
médicos, sacerdotes, caballerizos, secretarios, cocineros e inclusive cazadores. Los cargos
más cercanos al virrey fueron el de secretario personal y el de asesor en materias
jurídicas17. Es así que los virreyes llegaron al Perú con una corte conformada por varias
17
Al parecer sólo en la corte virreinal mexicana emergió la figura del valido ocupando uno de los cargos
más cercanos al virrey (1612-1635). Don Pedro Serrano durante el gobierno del marqués de Guadalcázar
(1612-1621), don Francisco de la Torre, valido del marqués de Gelves (1621-1624), y don Antonio (Urrutia
de Vergara bajo el gobierno del marqués de Cerralvo (1624-1635): “parecido al caso de la metrópoli, los
validos mexicanos estudiados tenían los campos más importantes de su actuación en el gobierno y en el
patronage de los virreyes” (Büschges, “El valido” 9).
35
personas quienes se disputaban entre ellos favores o cargos que les permitiría tener una
vida tranquila en el Nuevo Mundo (Torres, Corte 113).
La corte que existió en Lima durante el siglo XVII, renovándose con los nuevos
virreyes que llegaban de España, tuvo similares usos al modelo europeo como también
importantes diferencias. En el virreinato peruano, la costumbres como las redes
clientelares, los favoritismos y el patronazgo favorecían a un grupo reducido que no
siempre se caracterizaban por ser los mejores profesionales que se requería y a la vez
contribuyó con la disconformidad de los criollos en la sociedad. El ejercicio de la
distribución de las mercedes, oficios y premios reforzaba el poder del virrey al crear
enmarañadas redes clientelares. Si bien es cierto que el virrey respondía a una soberanía
real, éste a la vez presentaba ciertas limitaciones en su gobierno:
[…] la brevedad de su periodo gubernativo (en esencia un virrey sólo
podía gobernar entre tres y cinco años, aunque, en esto, el rey era quien
tenia la última palabra), la resistencia de las élites locales y el control que
la Corona ejercía sobre ellos por medio de las visitas y los juicios de
residencia. (Torres, Corte 60)
Una de las facultades del virrey fue conceder mercedes. Si bien es cierto que al
rey le concernía la distribución de los cargos administrativos por ser el que tenía a cargo
todos los puestos del reino, esto cambió en América y fue el virrey quien tomo esta
responsabilidad. Se contempló varias razones para que el rey delegara esta función como
por ejemplo la lejanía en la que se encontraba de América, el conocimiento del virrey que
tenía del lugar que gobernaba y lo que acontecía, el seguimiento y evaluación que
realizaba el virrey a los que pretendían obtener alguna merced u oficio en sus territorios.
36
Esto les permitió a los virreyes ejercer funciones de tal envergadura (Lohmann, El
corregidor 155).
El virrey repartía numerosos oficios de diferente nivel de importancia, es decir
podían ser de mayor o menor valor y también se encontraban los honoríficos. De esta
manera se entregaba rentas, encomiendas y corregimientos18. De la misma forma elegía a
los protectores y abogados de indios, jueces de aguas y jueces de causas, alcaldes de
hermandad, contadores, visitadores y administradores de comunidades y de obrajes. Así
también escogía los puestos militares de mayor categoría de la región y su voto fue
determinante en diversas ocasiones para la elección de alcaldes y catedráticos
universitarios (Bromley “Recibimientos de virreyes” 8).
Es así que las amplias funciones que ejercían los virreyes durante la colonia les
concedía un poder único en los territorios de sus dominios ya que fue determinante sus
decisiones para la elección de diversos funcionarios en su gobierno. Los virreyes
conocían perfectamente lo que significaba ser el que proveía mercedes, oficios y premios
para los que ellos decidieran. Para los gobernantes de la corte era considerado necesario
este poder ya que de esta forma se ganaban el respeto necesario hacia su persona y a la
vez se constituían grupos de gran dependencia para beneficio del gobierno.
Según Mariluz Urquijo, la manera en que se realizó la petición de una merced en
el mundo cortesano fue a través de la presentación de numerosos y especiales
documentos en las oficinas del palacio. Estos documentos estaban constituidos por
18
Durante la colonia las mercedes más deseadas fueron las rentas de encomiendas y los corregimientos. Sin
embargo, a inicios del siglo XVII se le dio menos importancia el ser encomendero ya que se convirtió sólo
en un puesto simbólico que no representaba poder. A diferencia de las rentas de encomiendas, los
corregimientos se convirtieron en los puestos más pedidos. El ser elegidos por el rey o virrey marcaba una
diferencia en relación a la duración en sus cargos como también en la calidad del mismo (Lohmann, El
corregidor 155).
37
memoriales, petitorios, probanzas, descripciones de servicios, certificaciones y reales
cédulas que reforzaban la solicitud del postulante. Lo más usual fue solicitar cualquier
tipo de meced que se ofrecía. Otro aspecto que es importante señalar es que los
requerimientos para solicitar una merced dejaban de ser necesarios cuando un
nombramiento era tratado a la vez como merced (78).
Cabe señalar que era común recompensar el trabajo realizado a la Corona aunque
se haya realizado en el pasado, es así que cualquier descendiente podía ser beneficiado.
Los criollos como beneficiados, y como la ley lo estipulaba, esperaban esta premiación
como un reconocimiento al trabajo realizado por sus familiares en el pasado. Los criollos
tenían el derecho a ocupar puestos como corregidores, catedráticos, secretarios, asesores,
oidores, visitadores, etc. Sin embargo, estos puestos fueron destinados a personas
cercanas a la corte demostrando en la mayoría de ellos falta de eficacia en su trabajo.
Los virreyes recibían documentos específicos que enfatizaban el impedimento de
emplear a sus allegados. En este sentido, esta situación se acentuó durante el siglo XVII
al no tomarse en cuenta lo que estipulaba la corona al respecto19. Es así que las cédulas se
hicieron cada vez más constantes en la medida en que diferentes gobiernos exageraban en
beneficiar a los que ellos preferían y no consideraban lo estipulado por la Corona. La
primera cédula la firma el rey Felipe III en 1619 especificando que se otorgaría los
puestos a los criollos descendientes de los conquistadores de la región y especificando
19
El gobierno del virrey Esquilache (1615-1621) representó un claro ejemplo de cómo se benefició en
exceso a sus allegados. Su comitiva llegó a sumar 174 criados ansiosos de obtener mercedes y puestos los
cuales fueron recibidos inmediatamente después de su llegada a Lima. Además, fue conocido el abuso de
autoridad que ejerció el virrey durante su gobierno Es así que las críticas y protestas de parte de los criollos
no se hicieron esperar llegando sus quejas hasta la metrópoli. El rey intenta resolver esta situación a través
de la siguiente cédula: “Real provisión dirigida a los oficiales de la Real Hacienda de Los Reyes por la que
se dispone que en lo sucesivo no se pague salario ni se provea puestos a personas sin autorización real
conforme lo venía haciendo el virrey Príncipe de Esquilache” (Hanke 158).
38
que se prohibía ofrecer oficios a parientes cercanos, criados y allegados del virrey. El rey
Felipe IV en 1623 hizo un cambio en la cédula y determinó que ésta no afectaría a
algunos criollos que se desempeñaban como criados en la corte. En 1625 se estipuló que
se informara con detalle de las mercedes otorgadas con el objetivo de tener un mejor
conocimiento al respecto. Así también, en 1660 se estableció desde la metrópoli la
prohibición de que residan los virreyes en América con sus hijas o hijos casados pidiendo
acatar esta disposición con extremo cuidado. Una prueba que esta situación llego a
convertirse en un problema es la publicación de las cédulas de 1619 y 1660 por el rey
Felipe IV en 1662 con el fin de hacer respetar lo establecido (Konetzke 241-48).
Es importante enfatizar que los que se favorecían más en estas circunstancias
fueron los familiares de los virreyes de turno. En este caso se les ofrecía los más
importante cargos militares del virreinato como el de general de la Armada o general de
mar y tierra. Una nueva cédula en la que se prohibió que familia del virrey obtenga
cargos en el área militar fue puesta en circulación en 1678. Así también, los familiares de
los gobernantes del virreinato no sólo se beneficiaban con diferentes concesiones sino
que fueron protegidos ante cualquier quebrantamiento de la ley (Rodríguez, “Aspectos”
24).
Ya a finales del siglo XVII se agrava significativamente esta situación que obliga
al rey a tomar una drástica decisión en 1678. Es así que se determinó a través de una real
cédula dejar sin efecto el amplio poder que tenía el virrey en Lima para designar
diferentes puestos y cargos durante su gobierno. Este derecho se convirtió desde ese
momento en exclusividad del rey (Lohmann, El corregidor 165). De esta forma se intentó
mejorar la situación de los criollos debido a sus constantes reclamos que llegaron a la
39
metrópoli. Por supuesto, este cambio drástico originó respuestas inmediatas de los
propios virreyes aduciendo que sus facultades se restringirían considerablemente
afectando un buen gobierno durante sus respectivos periodos. Así lo expresa
públicamente el arzobispo y virrey Liñan y Cisneros:
[…] si el virrey se quedase con la espada de la justicia en la mano, pero no
con la rama fructífera del premio, haría horrorosa la imagen del rey y se
hallaría destituido del afecto común, sobre todo porque la nobleza mejor
se deja vencer y llevar de la ingenua y decorosa esencia del premio que del
servil efecto del temor. (Lohmann, El corregidor 167)
La disconformidad de los virreyes en el virreinato de Nueva España y del Perú20 a
causa de esta cédula real se hizo cada vez más intensa que obligo al rey a derogarla en
1680 restableciendo los amplios poderes a los virreyes en las colonias de América. Sin
embargo, en la práctica, desde España se decidió otorgar diferentes cargos para las
colonias. Esto motivó no sólo un malestar a los virreyes ya que se veía disminuidas sus
facultades sino también los criollos intensificaron más sus quejas al ver que llegaban
desde la metrópoli españoles para desempeñar cargos públicos, justamente lo que ellos
esperaban conseguir en la capital del virreinato (Lohmann, El corregidor 169).
Es importante anotar el enriquecimiento de los virreyes a través de las dádivas y
regalos que recibían por la repartición de cargos en el virreinato y, especialmente, por su
participación en el comercio que se ejerció con Filipinas. Al terminar el gobierno de los
20
En el virreinato del Perú, el virrey Melchor de Navarra y Rocafull, duque de la Palata (1681-1689)
expresó al rey su malestar sobre las cédulas reales que recortaban sus funciones en América. En la
“Relación de gobierno del duque de la Palata” (1689) expone diversas razones que favorecían a un virrey si
contaba con esta facultad. El virrey propone que se autorice designar puestos sólo a doce de sus criados y el
resto sería repartido entre los criollos, propuesta que es aceptada por el rey. En diferentes momentos de este
documento el virrey se expresa de un modo altivo y soberbio (Hampe, “Navarra y Rocafull” 283).
40
virreyes se podía encontrar los que no habían hecho mucha riqueza, los que
medianamente lo hicieron y los que exageraron en acumular fortuna21. Una evidencia que
permitía conocer la magnitud de su enriquecimiento fue el estilo de vida que iniciaban al
regresar a España o los regalos que llevaban a la Corte. Entregaban numerosos
chocolates, oro, perlas, piedras preciosas, dados de oro, barajas de plata para el rey y su
familia (Maura 58). La manera cómo se enriquecían los virreyes no asombraba si éstos no
se pasaban de ciertos límites: “Las mismas autoridades que buscaban estos suplementos
de sueldo podían tener fama de íntegros y alardeaban de ello en las memorias que
redactaban al final de su mandato” (Domínguez 164).
Este análisis del contexto social y literario en el que aparece y evoluciona Valle y
Caviedes permitirá analizar su trayectoria literaria y su relación con el campo de poder de
la época. Como señala Bourdieu será imprescindible para la investigación del campo
literario conocer cómo emerge la literatura del poeta colonial quiénes componían su
habitus reconstruyendo de esta forma su red de relaciones.
21
Al término de los cuatro años de gobierno en el virreinato de Perú, Don Fernando de Torres y Portugal,
conde de Villardompardo regresa a Jaén y construye un imponente palacio sirviendo como cimiento unos
baños árabes. Don Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar, reconstruye su palacio en este
lugar y adquiere el de Posadas valorizado en más de once cuentos de maravedises. El virrey de Nueva
España, marqués de Cerralbo, regresa a España en 1636 con dos millones de pesos de hacienda (Fradejas
113).
41
II. El campo literario y su dinámica colonial
2.1 El surgimiento del campo literario colonial del siglo XVII
Es al inicio del siglo XVII que se dan a conocer escritos que representan el auge
de la literatura virreinal. Es el caso de Clorinda y su Discurso en loor de la poesía (1608):
“el Discurso en loor de la poesía expone el credo literario de esta temprana Academia a
la vez que menciona a nuevos poetas novocastellanos e informa sobre la estabilidad
social limeña y el proceso de transculturación iniciado en la conquista” (Chang,
Cancionero 12). Es por esto que este momento es conocido también como un período de
aculturación que forma los pilares del temprano ambiente literario peruano. En las letras
de las primeras décadas del siglo XVII hay una especial circunstancia como lo afirma el
crítico Antonio Cornejo Polar, según él nos hallamos ante la: “instancia del proceso
formativo de nuestra América: momento noble, o tal vez múltiple, porque abre el espacio
y el tiempo americanos a las experiencias de la Edad Media tardía, del renacimiento, del
barroco y del neoclasicismo temprano” (“Ajenidad” 657).
Este periodo se caracterizó por la presencia y formación de un importante centro
cultural en el que los hombres de letras se reunían para compartir ideas, presentar poemas
o libros en reconocidos certámenes poéticos en Lima como en México: Así, “el interés
literario de la aristocracia virreinal se manifiesta en los poemas presentados en diversos
certámenes y leídos en cenáculos y academias y en las obras en prosa que circularon
mayormente manuscritas” (Chang, Cancionero 9). Estos grupos de letrados tomaron en
cuenta las letras de la metrópoli para plantear sucesos americanos mostrando, en
diferentes momentos, diferentes situaciones del virreinato peruano llegando a ser
conocidos más allá de sus fronteras: “importantes escritores de la época conocieron y
42
alabaron a los poetas peruleros. Cervantes en su “Canto de Calíope”22 (1585) elogia a
once de ellos, y Lope de Vega en el Laurel de Apolo23 (1630) alaba a trece poetas
novocastellanos” (Chang, Cancionero 10). La Academia Antártica es nombrada en
algunos de los textos de los poetas de esta época para dar a conocer su importante
actividad artística como también nombres y obras de sus integrantes. Así como Amarilis
hace referencia de la Academia Antártica en su poesía, el escritor y obispo de Arequipa
en el virreinato peruano, Gaspar de Villarroel y Coruña, escribió también un soneto en
nombre de los integrantes de la Academia con el propósito de elogiar el Arauco domado
(1596) de Pedro de Oña: “Del Licenciado Gaspar de Villarroel y Coruña, abogado de la
Chancillería Real de la ciudad de los Reyes. Por la Academia Antártica al Licenciado
Pedro de Oña” (Oña 21-22). De la misma manera, Pedro de Oña escribió un soneto que
se publicó en el Parnaso Antártico (1608) de Pedro Mexia de Fernangil bajo el título:
“Soneto del Licenciado Pedro de Oña en nombre de la Antártica Academia de la ciudad
de Lima en el Perú” (Chang, “Epístola” 87).
Como se ha señalado anteriormente, al inicio del campo literario del siglo XVII
en el virreinato del Perú sobresalen textos de escritoras anónimas como el Discurso en
loor de la poesía (1608) de Clarinda24 y la “Epístola a Belardo” (1619) de Amarilis25.
22
Cervantes elogia a Diego de Aguilar y Córdoba, Juan de Avalos y Rivera, Alonso de Estrada, Rodrigo
Fernández de Pineda, Gonzalo Fernández de Sotomayor, Enrique Garcés, Diego Martínez de Ribera, Pedro
Montesdoca, Alonso Picado, Sancho de Ribera y Juan de Salcedo Villandrando y Bravo de Laguna
(Sánchez, “Preludio” 108-10).
23
Los escritores que Lope de Vega resaltó fueron Juan de Arámbulo, Fernando de Avendaño, Francisco de
Borja y Aragón, Rodrigo de Carvajal y Robles, Gabriel Gómez de Sanabria, Fray Lucas de Mendoza,
Cristóbal de la O, Pedro de Oña, Matías de Porras, los de Pinelo y Amarilis (Sánchez, Los poetas 139-41).
24
La identidad de Clarinda no se ha podido precisar. El nombre se lo otorgó Marcelino Menéndez Pelayo
basándose en el Discurso en el que se menciona a Juan Salcedo Villandrando, miembro de la Academia
Antártica, y los elogios a una poeta llamada Clarinda (Cornejo, Discurso xxiii):
A ti Juan de Salcedo Villandrando,
el mismo Apolo délfico se rinda,
a tu nombre su lira dedicando,
pues nunca sale por la cumbre Pinda
43
Como se ha dicho al describir la novohispana, la literatura colonial del siglo XVII fue
“minoritaria, docta, académica, profundamente religiosa pero no en un sentido creador
sino dogmático y, finalmente, hermética y aristocrática” y “escrita por hombres y leída
por ellos” (Paz 69). Los textos de estas poetas que se adelantaron a la mexicana Sor Juana
Inés de la Cruz (1651-1695) adquieren especial consideración en el campo literario del
virreinato peruano porque contribuyen no sólo al campo literario en estudio sino también
al rol de la mujer en la cultura de Hispanoamérica.
Es necesario remarcar que el papel literario de la mujer fue, al igual que ocurrió
en la metrópoli, mucho más importante de lo que se pensó. Clarinda señala en su poema,
Discurso en loor de la poesía, que no es la única escritora en la Lima de esa época:
“También Apolo se infundió en las nuestras, / y aun yo conozco en el Pirú tres damas, /
que han dado en la Poesía heroicas muestras / las cuales, mas callemos, que sus famas /
no las fundan en verso; a tus varones, oh España, vuelvo, pues allá me llamas” vv. 457462 (Cornejo, Discurso 144). Otra escritora fue la anónima Cilena26, esposa de Diego
Dávalos y Figueroa, autora del “Soneto a Delio”. Se han realizado diversos estudios
sobre la identidad y los poemas de Clarinda y Amarilis. Sobre Cilena, Alicia Colombí de
Monguió escribe: “Hija de un consejero de Castilla, dama de la reina, encomendera de La
con tanto resplandor, cuanto demuestras
cantando en alabanza de Clarinda vv. 565-570 (Cornejo, Discurso 147).
25
No es posible hablar de la verdadera identidad de Amarilis, sólo se conoce que fue una poeta anónima
que escribió desde el virreinato del Perú y de su admiración por los escritos de Lope de Vega (Sánchez 47).
La investigación sobre su identidad en los últimos años ha terminado en diferentes conclusiones al
respecto. “Guillermo Lohmann Villena la identifica como María de Rojas y Garay, natural de Huánuco y
descendiente de familias conquistadoras y Carlos Milla Batres afirma que la poeta es Gerónima de Garay
Muchuy, hija de don Antonio de Garay en la cacica Luisa Muchuy, de la comunidad amazónica de los
mascos” (Chang-Rodríguez, Patria peruana 199).
26
Diego Dávalos y Figueroa explica en el prólogo de su Miscelánea Austral la razón del nombre, Cilena,
que dio a su esposa: “de que hize elección por el Dios de la elocuencia, a quien no sólo imita pero yguala,
teniendo el propio suyo Doña Francisca de Brivesca y Arellano, cuya prosapia es bien conocida e nuestra
España” (Colombí, Del exe 67).
44
Paz, viuda del famoso conquistador que cantaron Ercilla y Oña, y esposa de Diego
Dávalos, feminista de excepción en las letras del Perú” (Petrarquismo 121).
En el texto de Clarinda se define la eficacia y utilidad de la poesía considerando
“los cánones clásicos, invocando a Apolo, dios de la poesía para que otorgue a la autora
la inspiración necesaria a sus deseos de loar y defender a la poesía” (Cornejo, Discurso
48). La obra de Clarinda es considerada como doctrinario del Barroco americano y como
la obra de una mujer que se adelanta a su época. Ella no sólo precisa nombres de
personajes y autores de la Biblia sino que exhibe sus conocimientos de formación
cristiana, demuestra su afición por la lectura de la tradición latina y es capaz de polemizar
sobre las discusiones doctrinales de la época. A pesar que se describe en el poema como
una mujer frágil, ella afirma que forma parte del grupo de intelectuales femeninos de
América27. Estos detalles de su obra corroboran el interés de las mujeres en la educación
durante la Colonia: “se trata en efecto de una dama versada en letras y en filosofía,
inseparables en el humanismo, que muestra conocer especialmente la tradición platónica
transmitida por griegos y latinos” (Maturo 105).
El Discurso en loor de la poesía, publicado en Sevilla por el poeta andaluz Diego
Mexía de Fernangil bajo el título Parnaso Antártico (1608), prologa y define el texto del
27
Mas cómo una muger los peregrinos
metros d’ el gran Paulino i del Hispano
Juvenco alabará siendo divinos vv. 235-237
Pero do voy, a dó me precipito?
quiero contra del cielo las estrellas?
Quédese que es contra un infinito.
Mas será bien, pues soi mujer, que d’ ellas
diga mi Musa si el benigno cielo
quiso con tanto bien engrandecellas
Soi parte i como parte me recelo
no me ciegue afición, mas diré sólo
que a muchas dio su lumbre el Dios de Delo. vv. 418-426 (Cornejo, Discurso 137, 143)
45
vate español ya que sus tercetos representan una síntesis de la ideología y obra de la
Academia Antártica. Es este poeta español quien presenta a Clarinda como mujer y la
autora del prólogo: “una señora principal d’este Reino, muy ver / sada en la lengua
Toscana, i Portuguesa, por cuyo / mandamiento, i por justos respetos, no se escribe / su
nombre […] por ser / una eroica dama” (Cornejo, Discurso 130). También, es en el texto
donde se señala la relación entre los dos poetas que coinciden durante la permanencia de
Diego Mexía en Lima. Además, Clarinda en su discurso nombra a varios intelectuales
que formaron parte de esta Academia:
El capitán Juan de Salcedo Villandrando, de quien se conocen dos sonetos
laudatorios, a Diego de Hojeda, el religioso sevillano autor de La
Cristiada, obra épica que ha merecido elogios de críticos antiguos y
modernos, a Juan de Gálvez, que habría escrito un Historia rimada de
Hernán Cortés, a Juan de la Portilla, Diego de Avalos y Figueroa, Luis
Pérez Angel, Diego de Aguilar (elogiado por Cervantes en La Galatea),
Cristóbal de Arriaga y Pedro Carvajal. (Tauro 108)
En el caso de Amarilis, a través de su “Epístola a Belardo”, escrita en 1619 y
publicada en 1621, se dirige a Lope de Vega, uno de los más sobresalientes escritores del
Siglo de Oro y “en consonancia con la tónica del tiempo y con su formación religiosa, se
preocupa por el poeta que admira y trata de hacerle recapacitar para rescatarle para la
eternidad poniéndose ella en el nivel superior de consejera” (Sabat de Rivers,
“Innovadora” 465). Esto demuestra el trabajo intelectual de estas poetas en el que dan a
conocer su interés por la cultura en una época temprana: “ambas poetas, dentro de la
tradición renacentista centrada en los modelos grecolatinos remozados principalmente
46
por Dante y Petrarca, dejan constancia de su pertenencia al género femenino y al
virreinato del Perú” (Chang, “Clarinda, Amarilis” 181). Los poemas de estas autoras
demuestran la rapidez con que llegaba la tendencia literaria de España al Nuevo Mundo y
la destacada recepción del conocimiento en poetas e intelectuales en la capital del
virreinato del Perú en el siglo XVII.
En una postura atrevida para la época, Amarilis no sólo escribe poesía culta sino
que también le solicita favores y declara su amor a Lope de Vega definiéndose como “un
alma osada” por la situación en que se encuentra en relación a sus sentimientos. Es
importante que en el poema ella enfatiza que escribe desde el Nuevo Mundo señalando su
valentía al escribir a un escritor del nivel de Lope, “la mujer, que es fuerte, / no teme
alguna vez la misma muerte” (cito por Chang, Discurso 190).
El poeta Don Pedro de Carvajal es registrado con interés en el Discurso en loor de
la poesía de Amarilis28 por su trabajo literario al inicio del siglo XVII y como integrante
de la Academia Antártica. Se conoce poco sobre la vida y obra de este vate nacido en
España y con bastante arraigo en el virreinato del Perú29. Sin embargo se registra una
epístola en verso, sin título, y firmada por él en el Cancionero peruano del siglo XVII30
el cual reúne veintiún composiciones incluyendo la epístola en el número catorce. Al
28
D’industria quise el ultimo dexarte,
Don Pedro ilustre, como a quien Apolo
(por ser [de] Carvajal) dio su estandarte.
Ni da el Pirú, ni nunca dio Patolo
con sus mina ni arenas tal riqueza
como tú con tu pluma a nuestro Polo. vv. 625-630 (Cornejo, Discurso 149)
29
El poeta Pedro de Carvajal llegó al Perú en su juventud como parte del séquito del virrey Conde del
Villar Don Pardo (1584-1590), Fernando de Torres y Portugal. Al arribar a Lima el virrey le concedió plaza
en la compañía de arcabuceros. Así mismo, le fue otorgado el corregimiento de Vilcashuamán y más
adelante en repuesta a su buen servicio el virrey gestiona un pedido de mercedes para el poeta en una carta
del 4 de marzo de 1587 dirigida al rey Felipe II (Tauro 122-123).
30
El Cancionero peruano del siglo XVII fue descubierto en 1952 por el crítico y bibliógrafo Antonio
Rodríguez Moñino (Chang, “Epístola” 88). Posteriormente, el texto completo del manuscrito, , fue
publicado en su totalidad por la profesora Raquel Chang-Rodríguez en 1983.
47
inicio de la epístola en tercetos se describe el interés de dirigirla a: “Discreto mayoral
que’n las orillas / d’el claro Rimac abitáis contento / i leies dais con glora i maravillas /
Vos que gozáis del aura del dulce aliento / i de Clorinda, sola en nuestro polo, / el valor,
la beldad i entendimiento” vv. 1-6 (Chang, Cancionero 121).
Según Chang-Rodríguez, el vate Pedro Carvajal dirige este texto a Don Juan de
Solórzano Pereira31 (1575-1655), jurisconsulto, oidor de la Real Audiencia de Lima de
1609 a 1626 y aficionado a las letras quien guardó con esmero en su biblioteca
manuscritos de la literatura del momento32. Sin embargo, el crítico español Antonio
Rodríguez Moriño sostiene que es posible que esta epístola haya sido dirigida al virrey
peruano Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache:
No sería extraño que Juan de Solórzano Pereira asistiera a ellas [las
tertulias del Príncipe de Esquilache] acompañado de su colega de
Audiencia don Baltazar de Laza y Rebolledo; ni tampoco que un
destacado poeta de entonces como Pedro Carvajal expresara interés en
31
El nombramiento como Oidor de la Real Audiencia de Lima de don Juan Solórzano Pereira se realiza con
el propósito que conozca la documentación en la compleja realidad del derecho indiano y de esta forma
registrara las cédulas y ordenanzas para organizar el sistema de la forma como se deseaba. Su trabajo como
jurista fue fructífero lo que le sirvió conseguir una justa fama y obtener mercedes del rey para él y su
familia. Escribió varias obras jurídicas como el libro De Indiarum lure el cual llega a considerarse
indispensable para los que ejercían cargos en las provincias españolas en Indias y los que se desempeñaban
desde España. Así como es importante su recorrido profesional lo es también su biblioteca que demuestra
un marcado interés por la literatura del momento, es decir la peninsular y la virreinal. Es también conocida
su condición de poeta (poemas conservados en la Biblioteca Nacional madrileña) que fue registrada por
Lope de Vega al incluir sus verso en el Laurel de Apolo (Rodríguez, “Manuscritos” 93-112).
32
El estudio de dos volúmenes de su biblioteca dan a conocer su interés del desarrollo intelectual del
virreinato del Perú al inicio del siglo XVII al estar incluso residiendo en la metrópoli. El primer volumen
consta de veinte poesías relacionadas a la época que Solórzano Pereira permaneció en el Perú .Varios de
estos poemas registran descripciones del Río Lima por Bernardino Montoya. Así también se registran
redondillas, canciones líricas, sonetos amorosos, etc. Otras composiciones van dirigidas al jurista con el
propósito de conseguir favores, apoyo o encontrar justicia en casos particulares. El otro volumen recopila
en mil páginas más de un centenar de manuscritos entre documentos históricos y literarios que no sólo
coinciden con el tiempo de su residencia en el Perú sino también posteriores a ello con fecha de 1639. Uno
de los manuscritos de este volumen que representa un gran valor literario es la obra dedicada al jurista
Solórzano Pereira, La endiablada (1626) del doctor Juan Mogrovejo de la Cerda (1600-1670) en la que
satiriza costumbres y personajes de las sociedades de Madrid y Lima (Rodríguez, “Manuscritos” 119-125).
48
visitar la casa del erudito oidor en busca de mercedes o para compartir
intereses literarios. (Chang, “Epístola” 89)
Es probable que la epístola de Pedro de Carvajal haya sido escrita después del
matrimonio del jurisconsulto español Juan de Solórzano con Clara Paniagua de Loayza
natural de Chuquisaca, celebrado en Lima en 1616. Es por esto que se presume que la
señora que se nombra en el poema sea su esposa (Colombí, Del exe 56): “si gozáis de las
gracias peregrinas / d’esa bella que’sta robando agora / perlas al mar, al prado clavellinas,
/ Si el cielo os presta la gentil pastora, / onor de aquellas luzes que a los Charcas /
enciende en tanta envidia vengadora” vv. 10-15 (Chang, “Epístola” 89). Son también
relevantes las varias menciones del lugar de procedencia de ella: “Que aquí los
Uruquillos y los montes / de Chuquisaca en rudas vozes braman / i a la corriente llegan
d’el Orontes. / El Cachimaio y Pilcomaio llaman / la bella hija, la divina estrella por
quien un mar en lágrimas derraman” vv. 43-48 (Chang, “Epístola” 90).
La epístola de Pedro Carvajal es considerada como consolatoria por la muerte de
alguna niña en la familia del oidor y jurisconsulto español: “¿Qué teméis, qué sentís, por
qué la muerte / en aquel bello copo cortó el hilo / que a ser torcido fuera lance fuerte / A
tropos la tixera dio al pavilo / que si tomara luz muriera el orbe / en fuego abrazador del
Gange al Nilo” vv. 19-24 (Chang, “Epístola” 90). En cuanto al estilo del poema se
enfatiza por endecasílabos fluidos y uso de alusiones mitológicas como la mención de
Faetón en sus versos y una notoria dicción petrarquista:
Poesía de circunstancias, en efecto, pero excelente poesía. Composiciones
en tono menor, a menudo lúdico, con hipérboles cultas a la par que ligeras;
cuyos versos fluidos y armoniosos, propios de nuestro segundo
49
Renacimiento, nos corroboran una vez más la poética clasicista que ilustro
la Academia Antártica para honor y decoro de las letras virreinales.
(Colombí, Del exe 64)
El Cancionero peruano del siglo XVII perteneció a la biblioteca de Juan de
Solórzano Pereira (1575-1655). Tomando en cuenta que este manuscrito existió durante
la aparición de academias como la que dirigió el virrey Marqués de Montesclaros (16071615) y el virrey príncipe de Esquilache (1615-1621), no sorprende que, mientras varias
de las composiciones elogian a funcionarios virreinales por sus labores realizadas con
éxito, otras describen servicios a la corona y logros individuales de los autores con la
finalidad de conseguir mercedes o beneficios. Este texto no sólo presenta un estilo
elegante o de salón sino también un estilo o lenguaje popular para burlarse, por ejemplo,
de las tapadas33 a raíz de las disposiciones que fueron dadas por el virrey Marqués de
Guadalcázar en 1624. Así, “que las composiciones de este Cancionero en su mayoría
anónimas usen el lenguaje popular y el literario, la nota seria y grandilocuente junto a la
jocosa y burlona, muestra la doble vertiente de la poesía coetánea” (Chang, Cancionero
14). Una característica de este Cancionero es la utilización de la poesía para dar a conocer
denuncias, estimas, acusaciones y defender o criticar a las autoridades del momento.
La mayor parte de los poemas del Cancionero fueron escritas entre 1607 y 1626,
periodo que incluye los gobiernos de los virreyes Marqués de Montesclaros, Príncipe de
Esquilache y Marqués de Guadalcázar. Es importante indicar que sólo diez de las
33
Las mujeres limeñas empiezan a salir tapadas después que el Tercer Concilio Limense prohibió en 1583
que las mujeres participaran en procesiones y estaciones en trajes indecorosos. En 1586 se realiza un
pedido al rey Felipe II para que prohíba a las mujeres andar tapadas. Esta prohibición también incluye a los
tapados con el fin de evitar que los hombres cometan delitos vestidos de mujer. El Marqués de Guadalcázar
es quien dio en 1624 prohibiciones severas contra las tapadas en Lima que incluían multas y castigos
(Chang, Cancionero 32-33).
50
veintiuna composiciones del Cancionero pueden ser identificadas con sus respectivos
autores: el licenciado Diego Cano (“A don Juan Mogrovejo de Vedoya”, [IV]), el
bachiller Gonzalo Cano Señeo (“Redondillas”, [XV]), don Pedro de Carvajal (Sin título,
[XIX]), el Príncipe de Esquilache (“Al río de Lima”, [III], y “Canción”, [VIII]), el
bachiller Nicolás Polanco de Santillana (“Canción lírica, [XVI], y “Soneto con
consonantes forçosos”, [XVIII]) y una “Canción real” [XI] usando el seudónimo de
Anfriso (Chang, Cancionero 15).
A través de este Cancionero se da a conocer diversos e importantes datos
históricos y culturales de la época como también a sus autoridades. Uno de los temas
tratados es el de la búsqueda de protectores como las composiciones que fueron
dedicadas al oidor y jurisconsulto español, Juan de Solórzano Pereira, en el poema de
Miguel Fernández Talavera: “Al doctor Juan de Pereyra Solórzano / del Consejo de Su
Majestad y su oidor en la Real / Audiencia de los Reyes”. El poeta se acompaña en el
poema con la musa de la tragedia, Melpómene, para dar énfasis en la descripción trágica
de su vida. El poeta busca justicia al pedir la remuneración y recompensa por el trabajo
dedicado al soberano en luchas que realizó en Europa, África y América34. En este poema
se nombra también a otros oidores de la Audiencia de Lima: Diego Núñez de Morquecho,
Diego de Armenteros y Henao, Francisco de Alfaro, Alberto de Acuña y Juan Jiménez de
Montalvo (Chang, Cancionero 16-17). Es así que algunos de los autores de estos poemas
34
Muy poderoso señor,
con el debido respeto
pido se mire mi causa
y los seruiçios que e hecho
y que en las divinas letras
nos dize el sagrado testo
no se haga retençión
del jornal al jornalero vv. 137-144 (Chang, Cancionero 44).
51
describen sus logros y presentan sus protestas buscando la protección necesaria para
alcanzar los ansiados privilegios y mercedes.
Otros poemas se centran en alabanzas a autoridades, elogios a importantes
familias y homenajes a la ciudad de Lima como en el caso del virrey, Príncipe de
Esquilache quien escribió un poema dedicada al río Rímac: “Al río Lima por el Señor
Virrey Príncipe de Esquilache35”. Al inicio de este poema, el virrey-poeta le pide al río
que le escuche para continuar con elogios a su linaje y a sí mismo. Hace mención en el
poema a un pariente homónimo, Francisco de Borja, a su esposa, Ana de Borja, y elogia a
la ciudad de Lima. Este poema es considerado una composición importante dentro de su
producción literaria ya que representa su interés en el virreinato peruano a través de sus
versos. Así también, el poema “A don Juan Mogrovejo de Bedoya” presumiblemente del
poeta Diego Cano Gutiérrez36 (1595-1649) forma parte de este grupo de poemas ya que
elogia al alcalde de corte, Juan de Bedoya Mogrovejo, y hace una defensa a la actuación
del virrey Marqués de Guadalcázar. Otro poema es “Canción lírica” de Nicolás Polanco
de Santillana37 (1603-1664) en el que se celebra a la infanta Margarita y la ascendencia
del virrey Marqués de Guadalcázar, los Fernández de Córdoba. (Chang, Cancionero 2526).
35
Suspende, Lima, un tanto el espumoso
curso veloz que al Mar del Sur vezino
con pobre çenso va de suelta nieve
I el cuello levantando, cristalino,
De la mansión que alvergas cavernoso
Mi acento escucha por espacio breve vv. 1-6 (Chang, Cancionero 69)
36
El doctor y poeta Diego Cano Gutiérrez es autor de la Relación de las Fiestas Triunfales que la Insigne
Vniversidad de Lima hizo a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora (1619) y del Memorial al
excelentísimo señor don Pedro de Toledo y Leiva, Marqués de mancera (1641) (Chang, Cancionero 23).
37
Polanco de Santillana fue oidor supernumerario de Chile mostrando siempre interés en la literatura y en
el gobierno virreinal. Escribió los tratados de las obligaciones de los jueces y gobernadores en los casos
fortuitos (1647); y Comentarios de las Leyes del Título Primero del Libro Primero de la Recopilación
(165?) (Chang, Cancionero 30).
52
Sonetos anónimos bajo el título de “Al desemboço de la mugeres” y “Al mesmo
intento” se centran en las tapadas. Esta mujeres limeñas que usaron un manto cubriéndose
la mitad de la cara con el propósito de taparse un ojo fueron criticadas por esta
costumbre: “Profano culto de costumbre impía / consagrado al amor por un antojo /
donde al clavel de la vergüença rojo/ borró el color su çiega puntería / No ya las fuerças
tiene que solía / si monstruo fue, qual cyclope, de un ojo / a quien tanto rindió noble
despojo / de esenta liuertad, dura porfía (Chang, Cancionero 107). Así también, en el
Cancionero se encuentran poemas anónimos sobre el amor y el desengaño. En “Anfriso a
su señora” el poeta señala la arrogancia de su amada y se dirige a los dioses para hacerles
saber su mala suerte y la indiferencia de la mujer. A través de un lenguaje estudiado y
metáforas tradicionales estos poemas dan a conocer la manera que los poetas del
virreinato peruano abordaron el tema amoroso.
A los pocos años de iniciarse la imprenta en el Perú aparece la obra poética de
Diego Dávalos y Figueroa38 (Ecija, 1551- La Paz, 1616). La poeta Clarinda tuvo también
conocimiento de la poesía del poeta, soldado, y encomendero español al nombrarlo en el
Discurso en loor de la poesía39. La Miscelánea Austral, concluida en La Paz (1601) y
publicada en Lima (1603), está compuesta de dos partes. La primera registra cuarenta y
cuatro coloquios entre Delio y Cilena quienes discuten diversos temas predominando el
38
Diego Dávalos y Figueroa proviene de una familia ilustre formada por la nobleza de armas y letras.
Llegó a la capital del virreinato del Perú en 1574 y luego prosiguió al Alto Perú para quedarse por unos
quince años en Los Charcas, pueblo de la villa de Potosí. Regresa a Lima ,después de firmar en La Paz la
Primera Parte de la Miscelánea Austral en 1601 para coordinar la publicación del libro con el primer
impresor del virreinato, Antonio Ricardo (Colombí, Petrarquismo 85).
39
Más aunque tú la vana Gloria huyas
(que por la dar muger sera bien vana)
collar no quiero, o Avalos, las tuyas:
Y cuando calle yo sabe la Indiana
América muy bien cómo es Don Diego,
onor de la Poesía Castellana vv. 595-600 (Cornejo, Discurso 122).
53
tema amoroso en diferentes coloquios al estilo del humanismo italiano: ora al hablar del
amor (Coloquios II a VIII), ora hablando de los celos (Coloquios IX y X), ora al hablar
de la mujer (Coloquios XIX y XX). La segunda parte que lleva el título de Defensa de
damas40 el poeta “contradice a quienes veían a las mujeres como seres débiles, marcadas
por su predisposición a la traición, la inconstancia, la cobardía y la locuacidad” (Chang,
Discurso 36).
El libro Miscelánea Austral se convierte en una publicación diferente entre los
texto peruanos impresos de la época ya que la mayoría de ellos fueron de carácter
religioso como La Doctrina Christiana (1584), el Confesionario para los curas de Indios
(1585), y el Tercero Catecismo (1585). Más adelante se da a conocer un estudio de la
lengua de desconocida autoría bajo el título Arte y vocabulario y a fines del siglo XVI se
realizan publicaciones de historia y referentes al gobierno de la época. En 1596 aparece el
Arauco domado de Pedro de Oña que representa una publicación de interés en América y
la metrópoli: “si los anteriores habían sido libros aparentemente para consumo e interés
internos, el de Oña va dedicado quizás a un público universal, al mundo de las letras, por
lo menos con más autenticidad” (Cisneros, “Sobre literatura” 219). Es así como aparece
en 1603 la Miscelánea Austral dedicado al virrey del momento:
Primera parte de la Miscelánea Austral de Don Diego D’Avalos y
Figueroa, en varios coloquios. Con la Defensa de Damas. Interlocutores
40
Que es sola en quien la noble specie humana
rescibe forma, y de quien nasce y mama.
Y pues sin ella el humano linaje al mesmo punto fuero consumido
con injusta passión recibe ultraje
de quien dellas tal con ha rescibido:
así que de esta opinión es bien se ataje,
considerando con mejor sentido
que no puede nascer un ser tan bueno
como el del hombre de imperfecto seno (I, vv.127-136) (Colombí, Petrarquismo 94).
54
Delios y Cilena. Dedicatoria al Excelentísimo Señor Don Luis de Velasco,
Caballero de la Orden de Santiago, Visorrey, Gobernador y Capitán
General de estos Reinos del Perú, Chile y Tierra Firme. Con Licencia de
su Excelencia. Impreso en Lima por Antonio Ricardo. Año MDCII” .
(Cisneros, “Estudio” 82)
La obra de Diego Dávalos y Figueroa adquiere también un espacio importante
entre los libros publicados en la época: “para una literatura que hasta entonces había
merodeado por temas casi tópicos (gramáticas, vocabularios, doctrinas, obras en dos
lenguas), destinados todos ellos a la enseñanza o al ejercicio de la enseñanza misma, la
Miscelánea aparece ofreciendo nuevo espectáculo de temas y lenguaje” (Cisneros,
“Sobre literatura” 222). Esta obra es considerada heterogénea al presentar motivos
relacionados a la cultura humanística tales como asuntos relacionados al amor, temas y
personajes mitológicos, reflexiones sobre la naturaleza y la historia, referencias de
Andalucía y de Ecija y su experiencia con América: “Dávalos llegaba de la Paz con una
obra que rezumaba una erudición y un italianismo, que sin duda, le otorgaba prestigio
cosmopolita” (Colombí, Petrarquismo 87). Así también a través de la forma dialogada
del texto no sólo presenta un contacto directo con el lector sino que introduce la cultura
europea en el virreinato del Perú del siglo XVII: “el lenguaje de la Miscelánea es
elevado, los parlamentos largos, las citas de autores clásicos muy numerosos, mas la
ductilidad propia del género permite, cuando el tema invita a ello, un tono menos
académico, más coloquial” (Mora 250).
Es notorio en el libro de Diego de Dávalos el gusto no sólo por la literatura
medieval e italiana sino también francesa. Así como menciona a Dante incluye también
55
una traducción de un fragmento del Roman de la Rose41 que lo da a conocer el personaje
Cilena: “Me agrada más lo que aquel erudito francés Romant de la Rosa dixo ser Amor,
paz, odiosa, odio, amoroso, lealtad desleal, miedo seguro, esperança desesperada, razón
forçada, dulce peligro, agradable desgracia” (Colombí, Petrarquismo 104). Así también,
Delio le da respuesta haciendo referencia a la segunda parte del mismo libro: “el amor
alimenta, causa y sustenta todo gusto y plazer; es vida delytable, cortés y humana, cierta
medicina rayz de salud, fortaleza de convalecientes” (Colombí, Petrarquismo 104).
Es importante señalar que Diego Dávalos frecuentó en Lima a personas
distinguidas de la Universidad de San Marcos y del Real Colegio quienes escribieron en
los preliminares de su libro. Se registran ocho poemas de letrados tales como Pedro de
Oña, Licenciado por San Marcos; el doctor don Francisco de Soca, Catedrático de Prima
de Cánones de la Universidad; el Licenciado Antonio Maldonado de Sylva, Colegial del
Colegio Real; el Licenciado Cristóbal García de Rivadeneyra, Catedrático de Instituta de
la Universidad; el Licenciado Bartolomé de Acuña Olivera, Colegial del Real Colegio; y
el propio Vicerrector del Real Colegio de la Ciudad de los Reyes, el Licenciado
Francisco Núñez de Bonilla; el doctor Francisco de Figueroa y el doctor Homero. Es así
que este preliminar toma importancia por el número de poemas de intelectuales en un
libro de la época tomando en cuenta que en el prólogo de la Primera Parte del Parnaso
Antártico de Diego Mexía de Fernangil escriben sólo Pedro de Oña y el doctor Pedro de
Soto, Catedrático de Filosofía de México (Colombí, Petrarquismo 85-86).
41
Esta obra francesa del siglo XIII consta de dos partes y fue escrita por Guilaume de Lorris y Jean de
Meung respectivamente. En el texto de Diego de Dávalos se revela que tuvo un buen conocimiento del
texto del autor francés pero al parecer se comete un error al nombrar Romant de la Rosa como el autor del
poema (Colombí, Petrarquismo, 104).
56
El Arauco domado de Pedro de Oña (Infantes de Angol, Chile,1570 –
Perú,1643)42 se publicó en Lima, en la imprenta de Ricardo de Turín, en 1596. Este
poema épico de diecinueve cantos fue escrito a pedido de García Hurtado de Mendoza43
con el propósito de responder a La Araucana de Ercilla: “Oña escribió el Arauco domado
en alabanza de don García Hurtado de Mendoza, joven gobernador de Chile (1557-71)
cuya participación en las guerras australes no fue suficientemente resaltada en el poema
de Ercilla debido a las desavenencias entre su autor y el futuro virrey del Perú (1589-96)”
(Chang, Voces poéticas 224). En estas circunstancias es que Pedro de Oña escribe esta
obra en la corte de Lima y se la dedica al virrey peruano García Hurtado de Mendoza44.
Se basa principalmente en su conocimiento del territorio ya que no había participado en
el enfrentamiento del sur como sí lo hizo Ercilla:
Pedro de Oña escribe el Arauco domado […] careciendo de la autoridad
que le había sido otorgada a su antecesor [Ercilla] por su participación más
directa en la guerra fronteriza. El poeta criollo […] suple esta diferencia
recurriendo a su conocimiento más cercano del entorno geográfico y
cultural del Arauco, adquirido durante su niñez y adolescencia en la
ciudad fuerte de Angol. (Castillo 240)
42
A través de documentos sobre la vida de Pedro de Oña se conoce que en 1590 ya se encontraba en Lima
estudiando en el colegio jesuita de San Martín. Luego, continuó con sus estudios en el Colegio Real de San
Felipe y San Marcos gracias a una beca concedida por el virrey García Hurtado de Mendoza, marqués de
Cañete (Chang, Voces poéticas 223).
43
García Hurtado de Mendoza nació en la ciudad de Cuenca, España en 1535. Sus padres pertenecía a la
clase noble. En 1556 viajó a Lima en compañía de su padre, Andrés Hurtado de Mendoza, virrey del Perú.
Ese mismo año es nombrado gobernador de Chile, cargo que ocupó hasta 1571. A pesar de contar con
veitiún años se distinguió como capitán ya que había logrado una buena actuación en las guerras de
Córcega, Rentín, de Sena y Flandes. De 1590 hasta 1596 se desempeñó como virrey del Perú . Al fallecer
su hermano en 1591 obtuvo el título de Marqués de Cañete (Dinamarca 84).
44
En el texto se lee: “A don García Hurtado de Mendoza, primogénito de Hurtado de Mendoza, Marqués
de Cañete, señor de las villas de Argete y su partido, visorrey de los Reinos del Pirú, Tierra Firme y Chile;
y de la maquesa doña Teresa de Castro y de la Cueva. Hijo, nieto y biznieto de virreyes” (Oña 24).
57
Pedro de Oña describe al héroe del Arauco domado, García Hurtado de Mendoza,
comparándolo con el sol: “Catad allí do sale don García, / con tanto resplandor y luz tan
rara, / que no salir Apolo no importara” (Oña 63). En sus funciones de general se
distingue como un notable jefe dispuesto siempre a defenderse o atacar. También,
describe su actitud con sus soldados en el lugar de batalla : “En medio del estruendo y
batería, / Enhiesto sobre el muro entre su gente, / Parece aquel magnánimo y valiente, /
Aquel insigne joven García, / Solícito por todas partes anda, / En todo se interpone, a
todo atiende” (Oña 70). De la misma forma, destaca por las diferentes cualidades que
presenta como soldado: “Con su luciente espada en sangre roja, / está sirviendo al muro
de muralla, / Y donde ve más viva la batalla, / Con más denuedo y ánimo se arroja” (Oña
71).
A diferencia de Ercilla en La Araucana, Oña resalta la prudencia que García
mostró en diferentes acontecimientos tanto en Chile como en Perú. Señala la costumbre
que tuvo de consultar con sus consejeros antes de tomar decisiones. En palabras de Oña
destaca su capacidad e inteligencia para gobernar: “como si algún espíritu divino / en
todo le llevara de la mano” (73). Se esmera en describirlo como un hombre justo en sus
acciones con los poderosos y los humildes. Así lo demuestra el caso de la prisión y
destierro al Perú de los capitanes Francisco de Aguirre y Francisco Villagrán: “Sobre
estos validísimos varones, / en Chile por pirámides tenidos, / asiento de ambición y de
codicia, / cayó derecho el rayo de justicia” (55). Para demostrar su espíritu de humanidad
se da a conocer la situación del soldado Rebolledo quien es condenado a la horca y
García le perdona la vida: “Usó con esto el joven de clemencia, / sin cuyo acompañado,
la injusticia / apenas es virtud, porque se envicia” (58). Oña llega a alabar la virtudes de
58
García llegando a referirse a él como un santo: “ Mas oh sublime garza sant García! / que
es nombre con que el bárbaro os honora, / y bien os cuadra y viene desde agora, / si en la
virtud está la nombradía” (34).
Los personaje araucanos en el Arauco domado son setenta y tres de los que sólo
aparecen veintisiete en La Araucana. Tres indios sobresalen por su participación en
ambos textos, Caupolicán, Tucapel y Galbarino. En La Araucana, Caupolicán no
participa en la batalla de Penco, sin embargo en El Arauco domado, el general de los
araucanos, hace su ingreso al finalizar la batalla siendo García Hurtado de Mendoza
quien se le enfrenta y le da muerte. Otro araucano que no es mencionado en la batalla de
Penco en La Araucana es Tucapel. Ercilla describe la participación de este araucano y
sus acciones en dieciocho octavas pero no menciona la batalla. Oña enfatiza las virtudes
de guerrero en Tucapel y de valentía en García enfrentándolos en la batalla de Penco en
un difícil combate. Según los cronistas, García ordena cortarle las manos al araucano
Galbarino. En La Araucana aparece como un guerrero que inspira simpatía y digno de
interés, sin embargo Oña describe una muerte a traición que ejecuta Galbarino contra un
soldado español justificando de esta forma la orden de mutilación por parte de García
(Dinamarca 100-102).
En el aspecto geográfico, Oña sólo se limita a dar a conocer el lugar de una acción
sin proporcionar más detalles: “a pesar de que la acción del poema abarca casi todo lo
que era el extenso virreinato del Perú, Oña no dice nada sobre la variada y pintoresca
configuración del terreno” (Dinamarca 162). En el caso de Ercilla en La Araucana, las
descripciones son más extensas y precisas. Así también, la ciudad de Lima se convierte
en la más mencionada en la obra de Oña. Los elogios que utiliza para referirse a esta
59
ciudad son una constante en el texto: “un próspero lugar, de los mejores / que cubre el
ancho cóncavo del cielo” (Oña 45). Sin embargo al mencionar a la ciudad de Santiago de
Chile la describe como una ciudad llena de vicios sin fundamento histórico: “Albergue de
holgazanes y baldíos / adonde el vicio a sus anchuras mora, / y tierra do se come el dulce
loto, / que al filo de la guerra tiene boto” (Oña 117). En el caso de ríos menciona al río
Lima o Rímac, el Maule y Biobío. La mención que hace Oña sobre los puertos en la costa
del Pacífico son parcos, no se extiende en descripciones: “En el Callao, de naves dulce
abrigo, / Tres hombres hechos cuartos parecieron” (231) o “Hasta llegar a Chincha, que
es paraje / De Lima treinta leguas apartado” (245).
El Arauco domado se centra en elogiar y alabar la figura de García Hurtado de
Mendoza dotándolo de perfecciones físicas, morales e intelectuales, llega a convertirse
“en el símbolo de la trilogía espiritual del español del siglo XVI […] religioso,
manárquico y caballeresco” (Dinamarca 221). Oña no sólo se basó en informes orales y
escritos sobre la vida de García sino también de los hechos históricos de La Araucana, la
Crónica de Mariño de Lobera y la Relación de Balaguer de Salcedo. Así también, los
acontecimientos literarios del poema son influencia de la poesía bucólica, la novela
pastoril y La Araucana. De la educación clásica que Oña había recibido, se hace notar en
su vocabulario las alusiones mitológicas de las lecturas las Metamorfosis de Ovidio y La
Eneida de Virgilio. El dramatismo y originalidad que Oña da a conocer las creencias
populares en el texto sirven también para dedicarse al héroe del Arauco domado. Oña
menciona la reunión de los demonios en el que Plutón presenta un discurso para dar a
conocer el peligro en que se encontraban los araucanos por la próxima llegada de García
60
ya que tenía como propósito convertirlos al cristianismo. En este discurso, Plutón
describe estrategias con la finalidad de destruir a García (Dinamarca 185).
Es importante indicar que Pedro de Oña recibió favores de diferentes virreyes a
los que sirvió y elogió en su poesía. El virrey Mendoza lo nombró corregidor de Jaén
(actual provincia de Cajamarca en Perú) en 1596, en 1608 asumió el corregimiento de
Yauyos por encargo del marqués de Montesclaros, el virrey Esquilache le concedió el
corregimiento de Vilcabamba en 1615, en 1629 es nombrado auditor general de guerra en
la zona chilena del virreinato concedido por el conde de Monterrey, Gaspar de Zúñiga y
en 1629 se hizo cargo del corregimiento de Calca por encargo de Luis de Cabrera y
Bobadilla, conde de Chinchón (Chang, Voces poéticas 223). Este acercamiento constante
del poeta al ambiente cortesano del momento muestra su interés en conseguir beneficios,
cargos u oficios en el virreinato del Perú.
A la vista de los datos expuestos el Arauco domado de Oña se convierte en una
obra eminentemente propagandística y representa una conexión muy directa entre los
campos literario y de poder. Cobra vital importancia que el personaje de este poema,
García Hurtado de Mendoza, sea el virrey en esa época y es él quien le pide a Oña
escribirlo. En efecto, es también un ejemplo privilegiado de la competencia dentro del
campo literario y la distinción. Vale resaltar que este panorama se asemeja al campo
literario español del siglo XVII: “los escritores se ponían simbólica o realmente, al
servicio o amparo del campo del poder: el mecenazgo y el desempeño de cargos
públicos” (Gutiérrez, La espada 121).
61
El Arauco domado es también registrado y elogiado por Clarinda en su
Discurso45. Así también, la obra literaria de Pedro de Oña consta de otros textos como El
Vasauro (registrado en el Cusco en 1635) que fue dedicado al virrey peruano, conde de
Chinchón (1629-30). Esta obra se centra en la majestad y poder de los reyes Fernando e
Isabel; sin embargo enfatiza el trabajo de un familiar del virrey, Andrés de Cabrera, quien
es reconocido por los reyes al entregarle un vaso de oro por su destacado desempeño
(Chang, Voces poéticas 223). En el Temblor de Lima de 1609 (publicado en Lima, 1609)
los personajes del poema, Arcelo y Daricio no sólo se sienten afligidos y contrariados por
el terremoto sino también celebran y elogian las actividades de reconstrucción del virrey
Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros: “y en zelo del bien publico
deshecho / calle no perdonó, dando alegría / con su grata presencia, al pobre, al rico, / y
los ojos poniendo en el mas chico” (Miró 99).
Es posible que la poesía épico-religiosa de Diego de Hojeda46 (Sevilla, 1517 –
Huánuco, 1615), La Christiada (Sevilla 1611), se haya leído en Lima en fragmentos o en
cantos aislados antes de su publicación en España. Los versos que Clarinda le dedica en
el Discurso en loor de la poesía47 al poeta Diego de Hojeda, religioso de la orden de
45
Con reverencia nombra mi discante
al licenciado Pedro de Oña; España
pues lo conoce, templos le levante;
espíritu gentil, doma la saña
de Arauco, pues con hierro no es posible,
con la dulzura de tu verso extraña vv. 550-55 (Cornejo, Discurso 147).
46
Diego de Hojeda llegó muy joven al virreinato del Perú. Como miembro de la orden de Santo Domingo
ocupó varios cargos llegando a ser prior en el convento del Cuzco (1609) y en el Rosario en Lima (1610).
A causa de problemas con sus superiores de la orden se trasladó primero al Cuzco y luego a Huánuco de los
Caballeros, lugar donde murió (Chang, Voces poéticas 245).
47
Hojeda y Gálvez, si las plumas vuestras
no estuvieran a Cristo dedicadas,
ya de Castalia hubieran dado muestras;
tal vez os las ponéis, y a las sagradas
62
Santo Domingo, confirmaría su trabajo intelectual en el virreinato del Perú (Calderón
236). Se conoce también de su autoría los versos laudatorios al inicio de la primera parte
del Arauco domado (1596) de Pedro de Oña48 y la nota laudatoria en la primera parte de
la Miscelánea austral (1602) de Diego Dávalos.
Su obra, La Christiada, considerada una epopeya religiosa fue dedicada al virrey
peruano Marqués de Montesclaros49, mecenas de la Academia Antártica. En la obra se
menciona al virrey peruano no sólo en una dedicatoria especial, en la que enfatiza sus
conocimientos y su buen gusto por las letras, sino también en la octava tercera del Libro I
del poema Diego de Hojeda50. Se afirma que existió entre ellos una estrecha relación y no
se trataría solamente de una cortesía oficial o de aficionados a la literatura: “no es
regiones os llegáis tanto que entiendo
que de algún ángel las tenéis prestadas,
el uno está a Trujillo enriqueciendo,
a Lima el otro, y ambos a Sevilla
la estáis con vuestra musa ennobleciendo vv. 571 – 579 (Cornejo, Discurso 147).
48
Al autor Pedro de Oña con motivo de su obra Arauco domado, 1596
De Diego d Hojeda, al autor, laureándole.
Oña famoso y en virtud supremo,
Citara, canto, péndola, escritura
De Tebas y de Tracia
Tu verso alaben, digan tu dulzura,
Que para tanto en mi falto la gracia (Oña 34).
49
“Dedícala a vuestra excelencia, no por su ilustrísima sangre, respetada entre los grandes de España
(aunque pudiera esto moverme…); hágalo por dos razones: la primera, por la sabiduría y gran
conocimiento que de buenas letras ha comunicado Dios a vuestra excelencia, que desto deben ampararse
los libros que desean con razón perpetuidad; y la segunda, porque quien ha gobernado los dos reinos de la
Indias Occidentales, y el archivo de sus tesoros, Sevilla, con tanto acertamiento y prudencia, es justo se le
ofrezca por espejo, la fundación, y acrecentamiento, y premio del reino del Salvador, Rey de Reyes
verdadero” (Hojeda 47).
50
Tú gran Marqués, en cuyo monte claro
la ciencia tiene su lugar secreto,
la nobleza un espejo en virtud raro,
en Antártico mundo un sol perfecto,
el saber premio, y el estudio amparo,
y la pluma y pincel dino sujeto:
oye del Hombre Dios la breve historia,
infinita en valor, inmensa en gloria vv. 9-16 (Hojeda 55).
63
aventurado suponer que a Montesclaros se debiera, por lo menos en parte, que la
publicación de La Christiada se efectuará en España” y “la composición laudatoria de
Lope de Vega, que tanto enaltece los preliminares” (Miró 90-91). En estos versos, Lope
reconoce la creación literaria de Hojeda y de América: “El Antártico Polo / y el nuestro
que as honrado / historiador sagrado / te llaman sacro Apolo / y en el orbe distinto /
nuevo David, y Evangelista quinto” (Miró 91).
A través de los doce libros o cantos que conforman La Christiada y escrita en
octavas reales relata los últimos momentos de la vida de Jesucristo, iniciándose desde la
última cena del jueves y culminando con el entierro a cargo de José de Arimatea y
Nicodemo sin desviarse del relato evangélico: “Entre dos enterraron blancas losas; / y
cuando estos misterios acabaron, / tristes en el sepulcro le dexaron” (Hojeda 57). La
oración en el huerto del Getsemaní, el suicidio de Judas, el encuentro con su madre en
camino al Calvario son algunos pasajes que se nombran obra lo cual ayuda a presentar
cierta emotividad en los cantos: “En La Christiada los hechos contados están tocados por
una carga emotiva que obliga al lector a identificarse con ellos. Como era frecuente en la
poesía religiosa española de la época, la figura de Cristo se nos presenta con un alto
grado de humanidad y así se logra el acercamiento entre héroe y lector” (Chang, Voces
poéticas 245). Se da énfasis en los efectos de la redención a través de los Sacramentos
con el propósito de salvar el alma del demonio. Es evidente que el poema discute un tema
de gran actualidad en el ambiente religioso europeo y Hojeda lo introduce en su obra
colaborando, de esta forma, con la misión que la metrópoli había emprendido en
América.
64
El inicio del campo literario colonial del siglo XVII en el virreinato del Perú se
nutrió del mundo cultural de la metrópoli: “teatros e imprentas, capillas y mecenas, daban
extraordinaria resonancia a la creación literaria en España” (Tauro 11). De esta forma, el
ejercicio de las letras en Lima de esa época se caracterizó por ser de salón y de certamen
llegando a convertirse en una actividad estimada como en España . Además, como afirma
la profesora Chang, otros elementos que ayudaron en el interés por las letras fueron el
tiempo libre, el ocio y el mecenazgo de importantes personajes del momento (Cancionero
9). Este ambiente intelectual en el virreinato peruano se vio fortalecido con los libros
llegados de España y las obras que se empezaron a publicar en América lo cual permitió
la formación de importantes bibliotecas en el siglo XVII: “el gusto literario colonial se
moldeaba con las últimas novedades peninsulares que los libreros enviaban con prontitud
a América” (Chang, Cancionero 9). Es así que se da a conocer las primeras
manifestaciones literarias como institución favorecidas por diferentes actividades
culturales que procedían de la sociedad cortesana como las academias. Es importante
mencionar también una característica en esta época como la interacción que se desarrolló
entre agentes del campo literario entre España y América. Esto ratifica lo que sostiene
Bourdieu sobre las obras culturales al relacionarse entre las obras y el campo en el que
aparecen (Razones prácticas 63).
2.2 Relación entre escritores peruanos de la colonia y de la metrópoli
La literatura colonial del siglo XVII estuvo muy relacionada con las obras de los
escritores del Siglo de Oro español. Por su puesto que estos escritos a pesar de presentar
influencias de escritores como Quevedo, Góngora o Lope de Vega no dejan de tomar en
cuenta temas concretos de la realidad social y las voces criollas del momento.
65
La influencia que ejercieron los escritores de la metrópoli en América fue notoria y casi
inevitable tomando en cuenta la curiosidad intelectual y la sobresaliente variedad de
lecturas en el virreinato del Perú: “los clásicos de la literatura española del Siglo de Oro
hallaron un excelente mercado en las colonias de Hispanoamérica, donde las novelas y
las comedias, los poemas y los tratados de historia se pusieron al alcance del público
letrado con sorprendente rapidez” (Hampe, “El eco” 191). Es así que la presencia y
difusión de esta corriente cultural fue asimilándose en las mentalidades y en la actividad
creadora de los intelectuales del momento.
Al inicio del siglo XVII la poeta anónima Amarilis se declara admiradora de la
obra de Lope de Vega a través de su “Epístola a Belardo” (1619). En “La Epístola a
Belardo” (1619), Amarilis plasma en versos la admiración por Lope de Vega (15621635) abriendo el camino del intercambio entre el campo literario colonial y el de la
metrópoli. Este caso es peculiar al tratarse de una mujer poeta de América que escribe a
un escritor de la talla de Lope de Vega, al recibir respuesta de éste y al publicarse ambas
correspondencias en una de las obras del poeta español La Filomena (1621).
La cultura literaria de Amarilis queda demostrada en la belleza y calidad de la
epístola que escribe. Esta modalidad poética se caracteriza por ser erudita y Amarilis hace
uso de referencias grecolatinas, de historia y literatura para demostrarlo. De esta forma se
intercambian textos siendo escritos desde diferentes lugares. Este esfuerzo de llegar a la
metrópoli para hacerse escuchar a través de una epístola representa los inicios de las
relaciones entre la metrópoli y el virreinato del Perú (Chang, Clarinda y Amarilis 46).
En la misiva en verso de Amarilis hace referencia a la obra de Lope de Vega
como en El peregrino en su patria (Sevilla 1604), novela de Lope de Vega, con el
66
objetivo de señalar que el cielo representa su suelo y le da a conocer la manera como
alcanzarlo: “En tu patria, Belardo, mas no es tuya, / no sientas mucho verte peregrino; /
plegue a Dios no se enoje Manzanares, / por más que haga de tu fama suya, / que otro
origen tuviste más divino, / y otra gloria mayor si la buscares. / ¡Oh, cuanto acertarás si
imaginares / que es patria tuya el cielo / y que eres peregrino acá en el suelo!” vv. 91-99
(Chang, Discurso 180-81). Amarilis da cuenta no sólo del trabajo literario de Lope sino
también de su vida amorosa al hacer referencia a La hermosura de Angélica (1602) texto
en que el poeta celebra la belleza de la actriz Micaela de Luján51 o Angélica: “De trenzas
de oro, cejas y ojos bellos, / cuando enredado te hallaste en ellos, / bien supiste
estimallos, / y en este mundo y éste celegrallos, / y en persona de Angélica pintaste /
cuanto de su lindeza contemplaste” vv. 240-245 (Chang, Discurso 187).
En el caso de Valle y Caviedes la influencia de Quevedo es notoria en varios de
sus escritos como lo destaca Emilio Carilla al llamarlo el “Quevedo limeño” en su libro
titulado Quevedo: Entre dos centenarios (223). Esta influencia se basa no sólo en los
temas tratados, como las prostitutas o los médicos, sino también en el uso de una sátira
muy aguda dirigida a personajes importantes del momento. Las obras de Juan del Valle y
Caviedes se convierten en receptor y transmisor de la ideología colonial. En este caso la
poesía de Quevedo se inserta en la formación de la mentalidad cultural del virreinato a
través del poeta colonial. El estudio de la influencia de Quevedo en la obra de Valle y
Caviedes se analizará con detenimiento más adelante.
51
Micaela de Luján fue llamada también por Lope de Vega como Camila Lucinda. El esposo de Micaela, el
actor Diego Díaz de Castro, realizó trabajos en la compañía de Alonso de Cisneros, en la de Gabriel del Río
y en la de Jácome Lelio. Se estableció en el virreinato del Perú desde 1596 trabajando en el corral de
comedias “Mesón de las damas”. Murió en Lima dejándole a su esposa una considerable herencia
(Villacorta 108).
67
Un contemporáneo de Valle y Caviedes, Juan de Espinosa Medrano ilustra muy
bien esta influencia al escribir su Apologético en favor de Luis de Góngora […] contra
Manuel de Faria y Sousa (1662). La relación directa de el Lunarejo con la obra de
Góngora, al defenderlo de los ataques de Manuel Faria, le permite no sólo competir con
los agentes del campo literario colonial sino también fue una oportunidad de ir más allá
de sus fronteras y exhibir a la metrópoli la competencia y el ingenio americano ya que
“realiza un hábil escarceo literario en que se muestra erudito, conocedor de las culturas
clásicas y experto en el manejo de la gramática, sorteando los difíciles campos del
hipérbaton” (Espinosa xxxiv).
Es importante indicar que en América se desarrolla un fenómeno literario llamado
el gongorismo. El gongorismo llega a ejercer un tipo de ascendencia y de poder social, es
decir se basa en la legitimación y dominación orientándose a grupos importantes como la
corte, virreinatos o red de ciudades: “el discurso es un ejercicio que, por su dificultad,
agudiza y habilita la inteligencia del poder” (Beverly 38). Es así que la influencia de
Góngora se inicia con la plenitud del poeta en España y se traslada a América. Esta
influencia de la poesía de Góngora da a conocer el interés del barroco español, que se
caracteriza en desarrollar un clima estético más artificioso y complicado en América. Así
también, la muerte del poeta español no significó la culminación de su poesía ya que tuvo
seguidores quienes se encargaron de mantener su poesía viva: “la vida del gongorismo en
Hispanoamérica sobrepasa considerablemente la del gongorismo en España. La sobrepasa
por encina de cambios de escuelas y corrientes y, en ocasiones, llega a reflejarse en
resultados inesperados” (Carilla, “Trayectoria” 112). Así lo hace ver Emilio Carrilla en su
estudio sobre el gongorismo colonial:
68
En Lima, el Real Colegio de San Martín […] en alabanza al virrey por la
construcción de un muelle, le ofrece “una varia y hermosa y florida selva
de poesías”, que no es precisamente varia, hermosa, ni florida, aunque sí,
con frecuencia, gongorista. (Carilla, El gongorismo 231)
El Apologético de Espinosa Medrano, que surge de la admiración y de la
indignación, está compuesta por una introducción y doce capítulos siendo considerada
como “el mejor exponente en prosa del culteranismo gongórico, y del conceptismo
gracianesco en América a la vez que defiende los ideales literarios culteranos”
(Rodríguez, Poesía y ortodoxia 15). En diez capítulos se centra en responder específicas
acusaciones de Faria y se lee en el texto ciento veinticuatro párrafos extensos de una
variedad de temas que le permite ridiculizarlo actuando en diferentes momentos como
crítico o como juez. Se abordan temas sustanciales como el uso del hipérbaton, la
oscuridad metafórica y algunos textos gongorinos inconclusos. De esta forma el
Apologético de Espinosa Medrano se extiende en fundamentos a favor de Góngora:
“[Espinosa] abre proceso a quien se ha atrevido a enjuiciar a Góngora, es decir, a quien
osó actuar como juez de las obras del andaluz sin tener los requisitos ni la calidad
necesarios” (Cisneros, “Itinerario” 128).
Una de las críticas que Faria y Sousa presentó y Espinosa Medrano respondió fue
la acusación de oscuridad que manifiesta contra Góngora. El Apologético se inicia con
estas menciones seguidas de dieciocho versos a modo de ejemplos que Faria introduce
con el propósito de atacar a Góngora en su deficiente uso de la sintaxis. Es importante
señalar que todos estos versos los presenta como si se tratara de una sola unidad y sin
proporcionar datos de la fuente de los versos, por ejemplo los que pertenecen a
69
Soledades: “El fresco de lo zéfiros ruido, / el verde de los árboles celaje” I, vv. 536-537
(Góngora 57). De esta forma Espinosa Medrano continúa en dar a conocer las intenciones
del portugués:
No sé si fue malicia, o desaliño el ensartar los versos de Don Luis
confusos, y sin distinción; pues quien ignora que son entresacados de
distintas partes, para ejemplificar Hiperbatones, juzgará, que no tienen
más conexión, que la que allí se les da, pues leídos en aquel
amontonamiento, parecen disparates, por estar destituidos del sentido y
trabazón que en sus lugares gozaban. (Espinosa 27)
Según Espinosa Medrano, Góngora hizo realidad la hazaña de explotar la lengua
castellana con el fin de llenarla de adornos de la gramática latina. El crítico colonial
afirma que el poeta español logró adornar la lengua castellana con los arreglos más
elevados y necesarios que se puede otorgar a una lengua. En palabras de Espinosa: “¡Oh
prodigios del ingenio de Góngora! Levantó a toda superioridad la elocuencia castellana y
sacándola de los rincones de su hispanismo, hízola de corta sublime, de balbuciente
facunda, de estéril opulenta, de encogida audaz, de bárbara culta” (Espinosa 46). Es así
que a través del Apologético se pueden verificar la manera cómo se recepcionó la poesía
de Góngora en América y los inicios de la crítica literaria colonial.
La influencia de la poesía de Góngora en Espinosa Medrano no sólo se centra en
el Apologético sino también en sermones que estuvieron a cargo del escritor colonial:
“donde hallamos regalada prueba de aprovechamiento singular de la obra gongorina [en
Espinosa] es a lo largo del sermonario” (Cisneros, “Huellas” 142). Esta influencia es
notoria en un sermón que dedicó a San Antonio (1656/1658). Espinosa Medrano escoge
70
el pasaje en que Góngora describe la cueva de Polifemo para referirse al sepulcro oscuro
donde San Antonio ha determinado enterrarse con el fin de alejarse del mundo y vivir en
soledad (Cisneros, “Huellas” 144). Así lo testimonia el siguiente pasaje del sermón:
“…hallose un sepulcro antiguo y acomodándose en él, se enterró vivo… Eso fue morir
para el mundo, que lo otro es morir para combidar los gusanos. Todavía bostezava
horrores la boveda, por una boca mal avenida con la luz, pero cerróla…” (Espinosa 176).
Este fragmento es asociado con los siguientes versos del Polifemo:
… Allí una alta roca
Mordaça es vna gruta de su boca
Guarnición tosca de este escollo duro
Troncos robustos son, a cuia greña
Menos luz deue, menos aire puro vv. 31-35
De este pues formidable de la tierra
Bosteço, el melancolico vazio
a Poliphemo, horror de aquella sierra,
Bárbara choça es, aluergue umbrío. vv. 41-44 (Góngora 46)
El elogio a la figura del pavo real se repite en diferentes sermones del escritor
colonial como lo hace también no sólo Góngora en su literatura sino también otros
poetas. En 1666 Espinosa Medrano tuvo a cargo un sermón por las exequias celebradas a
la muerte del rey Felipe usando la imagen del pavo real para resaltar la vigilancia
determinante del monarca. En un sermón del miércoles de Ceniza en 1679 menciona al
pavo real para comentar sobre la soberbia al igual que Góngora lo hace en la
71
conmemoración de la beatificación de Santa Inés: “Por quien tuvo de nobleza, / lo que de
beldad, i de ambas / lo que el pauon de soberbia” (Cisneros, “Huellas” 146).
En otro sermón de Espinosa Medrano en 1658 comenta las diferentes tentaciones
a que fue sometido San Antonio Magno. El escritor colonial hace la debida introducción
para luego dar a conocer la presencia del tentador del santo, Satanás (Cisneros, “Huellas”
148). En palabras del escritor colonial: “Un jayán de estatura descomunal, un monte de
miembros enorme se le aparecía un día Luzbel” y “que al arrojarme todo a embestirle
[…] aquí el tremendo gigantazo dio en tierra, y de entre las manos se me desvaneció el
bulto, que lindava ya con las Estrellas” (Espinosa 178). Este texto trae a la memoria la
manera en que Góngora presenta a su protagonista, Polifemo: “Vn monte era de
miembros eminente / Este que, de Neptuno hijo fiero” vv. 49-50 (Góngora, Polifemo 57).
Es interesante anotar que desde el comienzo del sermón esta figura va a dominar y se
proyectará a lo largo del discurso: “En breve tabla, en lamina pequeña le mandaron a
aquel Pintor famoso, que copiase todo el prodigioso bulto de un Cíclope; mal pudiera
caber estatura tamaña en estrechez tanta […]” (Espinosa 135).
Así también, se puede registrar la influencia del Polifemo y Soledades de Góngora
en un sermón dirigido a la Virgen María en 1667. En este caso se hace referencia a la
imagen del pavo real que se utilizó para realzar a la mujer hermosa. Espinosa Medrano
toma esta figura para elogiar las manos de la Virgen María: “Pues parezcan sus manos
Cauda Pauonis. Penacho del Pavon, poblado de ojos, cada mano parezca el plumaje del
Pavon, donde dixo la Antigüedad, que se avian passado a pestañear todos los ojos de
argos” (Espinosa 161). Este fragmento se relaciona con los siguientes versos del
Polifemo: “Igual en pompa al paxaro que, graue, / Su manto azul de tantos ojos dora /
72
Cuantos el celestial zafiro estrellas vv. 365-367 (Góngora103). En la Soledad Primera
también se hace referencia a la imagen de la cola del pavo real:
Ven Hymeneo, i las volantes pías
Que azules ojos con pestañas de oro
Sus plumas son, conduzcan alta Diosa,
Gloria mayor de el soberano choro. vv. 806-809 (Góngora 93)
En el sermón que dedica a la Renovación del Santísimo Sacramento en 1662 se
centra en describir la reunión que Jesús tuvo con sus discípulos para dirigirse luego al
monte Tabor (Cisneros, “Huellas” 149). Luego de detallar el camino del grupo hacia el
monte presenta un cuadro de transfiguración: “risco que no centelleasse luzeros: ardiose
el monte en luzes; abrasóse en arreboles el Tabor, y al lúcido incendio de glorias
aparecieron junto a él Moisés y Elías, Mariposas de tanta lumbre, Salamandras de tanto
esplendor” (Espinosa 193). Este fragmento se compara con versos del Polifemo de
Góngora durante la aparición de Acis:
Salamandria del sol, vestido estrellas,
Latiendo el can del cielo estaua, quando,
Poluo el cabello, humidas centellas,
Si no ardientes alfajores sudando,
Llegó Acis, … vv. 185-189 (Góngora 65)
En el sermón de 1668 que Espinosa dedica al Santísimo nombre de la Virgen, da a
conocer a Cristo como el mejor árbol de la vida: “Por las roturas del clavo destila sus
ambares el árbol de la Myrrha, sudando olores, llorando fragancias” (Espinosa 172). Este
fragmento deja notar la influencia del célebre pasaje del canto del cíclope: “Sudando
73
nectar, lambicando olores, / Senos que ignora aun la golosa cabra, / Corchos me guardan,
mas que aueja flores / Liba inquieta, ingeniosa labra; / Troncos me ofrecen árboles
mayores, / Cuios enxambre, o el Abril los abra / O los desate el Maio, ambar destilan, / Y
en ruecas de oro raios de el Sol hilan” vv. 393-400 (Góngora, Polifemo 57). De la misma
manera, en 1660 conmemorando la fiesta de Santiago Apóstol se celebra un sermón a
cargo del escritor colonial en la Iglesia Catedral cuzqueña: “Ea, pues, començo a
alumbrar el Orbe, y a regir los ardientes Cavallos, que ya oygo tascar en los rosados
atrios de la Aurora” (Espinosa 196). En esta parte del sermón se pueden rescatar
imágenes como la aurora y el caballo. Figuras importantes en la poesía del poeta español
que permiten recordar la Soledad Segunda: “la espumosa del Betis ligereza/ Bebió no
solo, mas las desatada / Majestad en sus ondas, el luciente / Caballo, que colerico mordía
/ El oro que suave le enfrenava” vv. 813-817 (Góngora 98). Así también se puede
relacionar con los siguiente versos del Polifemo: “en las purpureas horas / Que es rosas la
Alua i rosicler el dia” vv. 3-4 (Góngora 46).
En un sermón dedicado a la Asunción de la Virgen en 1673, Espinosa Medrano
describe el vuelo de María después de hacer mención a diferentes citas bíblicas: “Reparo
en que la llama paloma para el vuelo: Columba mea. Pues no lo tiene mas sublime el
Aguila? No la llamara Aguila caudal, rayo de cenicienta pluma, que escaramuza los
aires?” (Espinosa 140). Este fragmento se relaciona con los siguientes versos del
Polifemo : “No el aue Reina assi el fragoso nido / Cona inmóvil, mientras no desciende, /
Raio con plumas, al milano pollo” vv. 261-263 (Góngora 47). También, es posible
encontrar una semejanza con los versos de Soledad Segunda (Cisneros, “Huellas” 155):
74
“El Nebli, que relámpago su pluma, / Raio su garra, su ignorado nido / O le esconde el
Olympio o densa es nube 745-747 (Góngora 87).
El Polifemo y las Soledades fueron una referencia notable en la obra de Espinosa
Medrano pero también marcaron influencia otros escritos del poeta cordobés. El escritor
colonial dedicó un sermón a San Blas en 1656 en el que menciona el salmo “Niue de
albabuntur in Selmon mons Dei, mons pinguis”. Espinosa comenta lo siguiente: “elevado
monte es el Selmon, monte altísimo, que peynando en su nieves greña de eternas canas es
fértil y pingüe” (Espinosa 188). La manera como evoca el texto bíblico se relaciona con
un romance de Góngora, “Con su querida Amarilis” (1620): “La sierra que los espera /
Rejuvenecida ia, / Las canas greñas de nieue / Suelta en treças de crystal” 9-12 (Cisneros,
“Huellas” 150). Un soneto de Góngora se puede comparar con el sermón que el
predicador cusqueño dedica a Santa Catalina en 1663: “Por qué no citaré yo a un
príncipe docto, César por pluma, y espada” (Espinosa 198). El soneto de Góngora es
dedicado a la ciudad de Córdoba: “O siempre gloriosa patria mia / Tanto por pluma
quanto por espadas” (Cisneros, “Huellas” 157). En el sermón Extemporal de 1681,
Espinosa, se centra en el pan Eucarístico con el propósito de explicar la lluvia de maná.
En este sermón da a conocer oposiciones a la Canonjía Magisterial del Cusco: “Poblada
de pabellones se veía la campaña de los desiertos de Sin, y a tan numeroso gentío, como
en doze tribus se estendia el Pueblo israelitico, prometia alimentar Dios con Pan de
Angeles … Ventura de Hebreos, que merezcan Iudios comer pan de Angeles” (Espinosa
170). Este tema lo vuelve a tratar en 1684 al hablar sobre el Santísimo Sacramento: “Esa
nieve es el candor Eucarístico, que sagradamente nos bloquea. Allá el Maná, aunque era
manjar celeste, no preservaua de la muerte” (Espinosa 180). Es importante anotar cómo
75
esta referencia bíblica se repite en los sermones del escritor colonial. Este tema es
también presentado por Góngora en una letrilla de 1609: “Qué comes hombre / ¿Qué
como? / Pan de ángeles / ¿De quién? / De ángeles / ¿Sabe bien? / I cómo! (Cisneros,
“Huellas” 158).
La influencia de las lecturas del Quijote está también presente en diferentes partes
del Apologético. Es así que con un verso de Persiles se ayuda para mostrar casos de
hipérbaton (Cisneros, “Lector” 81). Así también se lee el siguiente texto: “Qué buenos
cascos! Si Don Quijote lograra el Imperio o Sancho la Insula no se toparan presidente
más a gusto” (Espinosa 22). De la misma manera es posible relacionar las sugerencias del
prólogo de Cervantes en el siguiente pasaje: “Líbreos Dios de quien con su poco de latín
leyó cuatro poetas, dos historiadores, un cosmógrafo, y medio teólogo, que no le ha de
quedar autor, que no margene; poeta, que no muerda; escritor, que no lastime!” (Espinosa
21).
No sólo a través de un texto literario es posible comprobar la influencia del éxito
editorial de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) sino también a través
de las representaciones como en la fiesta del año 1607 en un pueblo del Virreinato del
Perú. En este pueblo dedicado a la minería un grupo de anónimos españoles
representaron diferentes momentos del Quijote: “en esta fiesta americana […] se
fusionaron el torneo medieval con música, vestuario y pequeñas escenas dramatizadas de
temas alegóricos y mitológicos […] y se sumaron algunos personajes y episodios del
Quijote” (Antón 151).
Esta fiesta cortesana celebró el nombramiento del nuevo virrey peruano, Juan
Manuel de Mendoza y Luna, tercer marqués de Montesclaros (1607-1615). La
76
celebración estuvo a cargo de Juan de Álava y Norueña, corregidor de Parinacochas en el
pueblo de Pausa (pueblo del actual departamento de Ayacucho) (Chang “El periplo” 94).
Dentro de la preparación de la fiesta se contó con un cronista quien describió con detalle
los acontecimientos de la celebración52: “se detalla en dicha relación el desfile de los
participantes en el juego, todos disfrazados, entre los que sobresalían los siguientes: “el
Caballero de la Ardiente Espada (es decir Amadís de Grecia), el Fuerte Brandaleón, el
dios Baco y don Quijote” (Cabanillas, De personaje literario 25).
La quinta intervención de esta actividad cortesana se basó en el capítulo XXVII
de la primera parte del Quijote. Los protagonistas de esta presentación fueron el
Caballero de la Triste Figura, Sancho Panza, el barbero y el cura caracterizando a la
princesa Micomicona quienes intentan con engaños llevar de regreso a don Quijote. Sólo
es registrado en la crónica al protagonista como Luis de Córdoba, un juez del pueblo
Castro Virreina (Antón 159). De esta manera se describe el inició de esta presentación:
“A esta hora asomó por la plaza el caballero de la Triste Figura, don Quijote de la
Mancha, tan al natural y propio de cómo le pintan en su libro, que dio grandísimo gusto
verle” (Arellano, “Mascaradas” 5). Después de la presentación de esta escena se describe
a los demás protagonistas: “venía caballero en un caballo flaco muy parecido a su
Rocinante […] Acompañábanle el cura y el barbero con los trajes propios de escudero
[…] la infanta Micomicona que su corónica cuenta y su leal escudero Sancho Panza”
(Arellano, “Mascaradas” 5).
52
El manuscrito que describe esta fiesta cortesana lleva por título: “Relación de las fiestas que se
celebraron en la corte de Pausa por la nueva de proveimiento de virrey en la persona del Marqués de
Montesclaros, cuyo grande aficionado es el corregidor de este partido, que las hizo y fue el mantenedor de
una sortija celebrada con tanta majestad y pompa que ha dado motivo a no dejar en silencio sus
particularidades (1607)” (Arellano, “Mascaradas” 3).
77
El cronista también da a conocer coplas que recitaron don Quijote y Sancho. Las
coplas de Sancho no se registran: “ Sancho echó algunas coplas de primor, que por tocar
en verdes no se refieren” (Arellano, “Mascaradas 6) , sólo se lee la copla de don Quijote:
“Soy el audaz don Quijó- / y Moguer que desgraciá- / fuerte, bravo y arriscá- (Arellano,
“Mascaradas” 6). Es importante anotar que al finalizar la dramatización los jueces
premiaron la presentación de don Quijote “por la propiedad con que se hizo y la risa que
en todos causó” (Arellano, “Mascaradas” 7). Es así que la dramatización de este episodio
del Quijote demuestra la recepción e influencia temprana de esta novela en el virreinato
peruano en 1607, dos años después de la publicación de la primera parte de la novela de
Cervantes. Llama la atención que esta representación del Quijote se llevó a cabo en un
pueblo pequeño y lejano de la capital del virreinato, la Villa de Pausa.
Las desventuras de don Quijote relacionadas a los golpes, palos y emboscadas son
tomadas en cuentas en textos literarios. El autor del poema épico Conquista y asalto de
Antequera (Lima 1627), Rodrigo Carvajal y Robles53, describe en Fiesta que celebró la
ciudad de los reyes del Pirú al nacimiento del serenísimo príncipe Baltasar Carlos
(1632) una corrida de toros dejando a don Quijote en mal estado: “al toro que le embiste,
/ y el toro, a ojos cerrados, / le acertó de manera / que no le defendió la talanquera / de su
cuadrupedante, / porque de solo un bote, / dio en tierra con el triste Rocinante, y revolcó
al segundo don Quijote” (Carvajal 65). De esta forma el personaje don Quijote y su
creador Miguel de Cervantes Saavedra se juntan en un pueblo de la serranía del Perú y
53
Rodrigo Carvajal y Robles, descendiente de familia aristocrática, nació en Antequera en 1580 y llegó al
virreinato del Perú a fines del siglo XVI siendo considerado como honrado caballero y obteniendo el título
de capitán. Obtuvo el cargo de justicia mayor de la provincia de Cabaña y Cabanillas, depositario general
de la ciudad de Arequipa (Fernández, “La poesía de Rodrigo de Carvajal” 84).
78
llega a convertirse también en una referencia para entretener al público al presentar a un
hombre supuestamente cuerdo realizando locuras:
Para los textos de la época, y por tanto para los lectores del siglo XVII, la
novela de Cervantes estaba inscrita básicamente dentro de los márgenes de
la comicidad. Es decir sólo se actualizaba una perspectiva de las dos que
brinda el escritor: don Quijote loco- don Quijote discreto. (Cabanillas, De
personaje literario 36)
Como señala Georgina Sabat, citando a Maravall en La cultura del Barroco,
algunas características del barroco que se asemejan con América: “el deseo de asombrar,
dinamismo, pasión por lo raro, por lo desconocido y por lo insólito; el afán de medro,
inconformismo, énfasis en el saber y cultivo de la inteligencia, literariedad, carácter de
escritura dirigida, mezcla de lo ilustre y lo vulgar, afán de sobrecoger y persuadir, deseo
de dominio, fuertes tensiones y contradicciones” (Estudios 12). Varias de éstas
características del barroco se relacionan con los escritos de los agentes literarios del
virreinato del Perú. En ese sentido, el barroco latinoamericano tuvo acogida tomando en
cuenta la multiplicidad de sus razas, lenguas, culturas y voces.
El barroco es el primer movimiento donde América se asume como el resultado
de una suerte de tensión entre lo europeo y lo propiamente americano: en una
“continuidad de las culturas autóctonas bajo las formas elaboradas del barroco español”
(Chiampi 104). Así, el barroco americano se constituye como un movimiento que no
acumula ni yuxtapone, como el barroco europeo, sino que se mezcla en tensión lo
extranjero con lo autóctono para tener como resultado algo único (Lezama 55).
79
Es importante señalar que este hombre nuevo americano engendrado por un
proceso marcado fundamentalmente por la aculturación y mestizaje no utilizó el mismo
lenguaje que el europeo, es así que lo transforma, lo adapta y lo acondiciona a sus nuevas
necesidades expresivas. Se presenta de esta forma un complejo cultural nuevo que
produce finalmente un nuevo arte y una nueva literatura. Lezama Lima define así al
barroco americano: “Primero, hay una tensión en el barroco; segundo un plutonismo,
fuego originario que rompe los fragmentos y los unifica; tercero, no es un estilo
degenerescente, sino plenario, que en España y en la América española representan
adquisiciones de lenguaje, tal vez únicas en el mundo[…]” (80).
De todo lo visto hasta ahora se destaca que en el devenir interno del campo
literario colonial toma vital importancia la relación con el campo literario español del
siglo XVII. De esta manera aparece la influencia del movimiento del siglo XVII, el
barroco español, en América. El barroco latinoamericano tuvo que esperar hasta que se
estableciera la idea de una creatividad criolla reinterpretándose hacia un modelo cultural
del nuevo mundo. De esta forma, llega un momento en que los escritores americanos
están abiertos a la cultura europea.
2.3 El surgimiento de la identidad criolla y la literatura
El surgimiento de la identidad criolla se inicia con la búsqueda de una identidad
americana. Los criollos se esforzaron “en demostrar que eran también españoles y en
nada diferentes, ‘bastardeados’ o “degenerados’ por el medio geográfico y la sociedad del
Nuevo Mundo” (Lavallé, “Americanidad” 727). Es así que los españoles nacidos en
América tomaron conciencia de la situación en que se encontraban y de los derechos que
80
les favorecía frente a actitudes discriminatorias provenientes de los funcionarios de la
corte, de la iglesia y de los mismos españoles llegados de la metrópoli.
El ambiente de disconformidad se acentuó luego de la ejecución de las Leyes
Nuevas de 1542 con la oposición de la Corona en conceder la perpetuidad de las
encomiendas: “los criollos luchaba no tanto contra los abusos de las autoridades, aunque
éstas a veces lo exasperaban, sino para salvaguardar los derechos que, según su
conciencia, había adquirido por actuaciones y las de sus antepasados” (Durand 98). En el
futuro las encomiendas se entregaron considerándose sólo dos vidas. Una fue la persona a
la que era atribuida y la otra a su heredero inmediato. Esto llegó a convertirse en un serio
problema ya que despojaba por completo del rango social y bienestar económico a los
descendientes de la familia que poseían la encomienda. El licenciado Juan Ortiz de
Cervantes, abogado y procurador general del virreinato del Perú y de los encomenderos
escribió a favor de las encomiendas en 1619:
con este bien y merced [la perpetuidad] también se cumple con la
obligación que aquel Reino pone a V. Majestad en razón de remunerar los
grandiosos servicios de los conquistadores […] sin consentir que sus
descendientes viven (como hoy viven muchos) en suma pobreza sin tener
cosa ni palmo de tierra cuyos padres dieron tanto a Castilla. (Lavallé, “Del
espíritu” 48)
Es evidente que no ayudó a esta situación el nepotismo y favoritismo de las
autoridades de la colonia favoreciendo a los españoles que recién llegaban de la
metrópoli quienes guardaban una relación cercana con lo españoles residentes en Lima.
En el siglo XVII se presenta el patriotismo criollo como oposición a lo que se conocía
81
como la tradición imperial: “su base radica en un cierto sentimiento de desposesión entre
los descendientes de los conquistadores que se rebelan contra la primacía de los ibéricos”
(Hampe, “Santa Rosa” 17). Es importante señalar que en la segunda mitad del siglo XVI
empezó a generalizarse el término ‘criollo’, al principio sin connotación despectiva. Todo
lo contrario sucedió con las denominaciones ‘gachupines’ y ‘chapetones’ para identificar
a los inmigrantes en México y Tierra Firme (Domínguez 183).
Es así que esta situación generó un malestar de los criollos hacia los españoles
que se evidencia a partir del siglo XVI y se incrementa en el siglo XVII. A pesar que el
criollo se mostraba fiel a la corona no podía dejar de lado su posición inferior en la
sociedad. Esto se reflejó en su pobre participación dentro de la burocracia del momento.
El criollo, en medio de una confusión se sentía parte de los imperios español e indio:
[…] el criollo era español y no lo era. La misma ambigüedad ante la tierra
donde había nacido y en la que sería enterrado: era suya y no lo era.
Continua oscilación: los criollos eran, como los indios, de aquí y, como
los españoles de allá. El patriotismo criollo era contradictorio: amor a la
tierra de ultramar y amor al terruño. En el siglo XVII estos encontrados
sentimientos no se expresaban en términos políticos sino que tenían una
coloración, afectiva, religiosa y artística. (Paz 53)
Dentro de los cargos en la colonia, no se registró ningún presidente del Consejo
de Indias que hubiera nacido en América y gobernó solamente un virrey criollo en todo el
siglo. En el caso de los oidores en las audiencias sólo un veinte de cien fueron elegidos
entre 1611 y 1687: “la tendencia a conferirles estos cargos intermedios fue cada vez
mayor, a lo que ayudó mucho la extendida venalidad de cargos” (Domínguez 184). En los
82
cabildos municipales se registró también la presencia de algunos criollos. Los dos
sectores que fueron disputados por españoles procedentes de la metrópoli fueron la
Iglesia representadas en sus órdenes religiosas y la alta administración.
El motivo del malestar criollo se basa en el deseo frustrado de querer participar en
la vida política y social de la ciudad como lo estipuló el rey y la ley desde un principio:
“el soberano ordenó categóricamente que los puestos de la administración en Indias
fueran dados a los descendientes de los conquistadores, es decir, a los criollos” (Torres,
Buscando 85). Sin embargo, esta ley a favor de los criollos representaba para los virreyes
un obstáculo en su gobierno ya que no podían disponer con plena libertad en la entrega de
oficios o beneficios. Como se ha mencionado, los virreyes llegaban a la ciudad con una
numerosa comitiva constituida por familiares y empleados a los que prefería en vez de
elegir a criollos desconocidos. Es así que esta situación generó un malestar en la sociedad
que fue incrementándose al ver constantemente cómo sólo los más cercanos a palacio se
hacían acreedores de favores y puestos:
El problema surgió cuando los virreyes del Perú comenzaron a hacer caso
omiso de las disposiciones de la Corona y prefirieron repartir los puestos
de Indias entre sus familiares y los criados de su casa, y entre sus
allegados y dependientes, lo que trajo consigo una serie de inconvenientes
[…] la corte virreinal peruana se convirtió en un espacio privilegiado en el
que los dones y favores, los cargos y las prebendas, se repartían
prioritariamente entre los protegidos del gobernante. (Torres, Corte 113)
La respuesta de los criollos no se hace esperar y aparecen diferentes manifiestos:
“de manera implícita, en filigrana de los diferentes reclamos […] de forma más explícita
83
y perspicaz, demostrando que el punto nodal del debate era ya para los criollos su
nacimiento en tierra americana” (Lavallé, “Americanidad” 728). El auge del criollismo
fue desde el inicio entendido de maneras diferentes e incluso en algunas ocasiones algo
contradictorio. Para los peninsulares la disconformidad del criollo fue interpretado como
algo negativo para el futuro del virreinato y las consecuencias que esta situación podía
ocasionar:
Diferencias notables de comportamiento social y de calidad moral entre
los conquistadores y su descendencia americana; sospechas frente al
descontento generalizado de los criollos que se juzgaban despojados de su
herencia paterna, cuestionamiento de su lealtad a la Corona dado el
aflojamiento de sus vínculos afectivos con la lejana España. (Lavallé,
“Americanidad” 730)
Esta situación ocasionó el enfrentamiento social entre los criollos y españoles
especialmente en las ciudades y con más énfasis en las sedes de los virreinatos como en
el caso de Lima y México donde se pronunció más la marginalidad dando a conocer con
más notoriedad la presencia del criollo: “lo que definía al criollo, más que el lugar de su
nacimiento, era el conocimiento del país y sobre todo la adhesión a una ética colonial de
la sociedad” (Lavallé, “Del espíritu colonial” 41). En medio de esta contienda entre los
conquistadores y sus descendientes directos por un lado y la corona española por el otro
dio lugar una formación literaria que fue creciendo lentamente. El criollo empezó a
conquistar el campo de las letras en el mismo tiempo del florecimiento de importantes
escritores peninsulares del siglo XVI y XVII. Así también, los criollos intelectuales se
encuentran con dificultades en este campo como el costo excesivo de la publicación, el
84
problema de la escasez de papel, conseguir el requisito de las licencias de España y
enfrentarse al sistema monopolizador de los impresores peninsulares. Ante este panorama
su producción literaria se vio obligada en la mayoría de los casos a permanecer en
manuscrito. De esta forma, aparecen escritos que dan a conocer la productividad cultural
en la sociedad virreinal y a la vez se hace escuchar las ideas criollas del momento.
Amarilis se autodefine en su “Epístola a Belardo” como mujer y criolla a través
de la información biográfica que escribe en versos: “de padres nobles dos hermanas
fuimos, / que nos dejaron con temprana muerte, / aun no desnudos de pueriles paños; / el
cielo y una tía que tuvimos, / suplió la soledad de nuestra suerte” (Chang, Discurso 184).
Amarilis es consciente de las creaciones literarias que emergen de América y del interés
que esto genera. Es por esto que denomina a su literatura como “fruta nueva” afirmando
su estilo singular y procedente de diferente geografía: “Her poetry is the “fruta nueva”;
such exotic fruit can only be tasted and appreciated by the best; and this is why she
addressed her Epístola to Lope de Vega, the most distinguished playwright of Golden
Age Spain (Chang, “Gendered Voices” 282).
Como se ha mencionado antes, la sociedad colonial presentaba diferentes
problemas. Muchos de estos problemas se centran en el favoritismo de los más cercanos
al virrey ocupando los cargos más importantes. Esto crea una disconformidad muy
marcada por los criollos quienes al mismo tiempo esperaban tener oportunidades dentro
del sistema virreinal peruano. Esta situación social motiva a Juan del Valle y Caviedes
escribir, con el ojo crítico que lo caracterizó, poemas tales como “Lo que son riquezas del
Perú”, “ No hay cosa cierta en esta vida”, “Contentos falsos de esta vida”, “Define la vida
de los hombres” y “Todas son conjeturas e ilusiones” en los que describe esta situación:
85
(Lo que son riquezas del Perú)
En muladar pararon los desvelos
de los logros, insultos y avaricias,
¿qué habrá en ellos de infamias y de anhelos
de robos, tiranías y injusticias,
de que claman los pobres a los cielos,
mártires de miserias y codicias? vv. 9-14 (Obra Completa: Juan del Valle
385)
La mirada crítica a estos problemas que ejerce Valle y Caviedes se torna
moralizante presentando un variado panorama social del periodo colonial sacando a la luz
en especial la nueva y peculiar relación entre criollos y peninsulares. Esto explica el
poema en un curioso diálogo de preguntas y respuestas titulado “Coloquio entre una vieja
y Periquillo ante una procesión celebrada en esta ciudad”. Este poema, no sólo se centra
en la sátira de ciudad de Lima dando a conocer diferentes malos hábitos de la sociedad
como el libertinaje que acompañaría ciertas práctica religiosas, la pretensión de linajes y
el comportamiento arrogante de las limeñas sino también presenta la compleja situación
de los criollos en la sociedad: “poema [que] deja vislumbrar algunas de las ambigüedades
o conflictos sociales que surgían en Lima en torno a la coexistencia de criollos y
peninsulares” (Lasarte, Lima satirizada 180).
El poema se inicia con la participación de un narrador quien presenta a los dos
personajes: “La anciana Curiosidad, / frágil, femenil dolencia / … / pregunta al niño de
Cuacos, / bobo de Coria en simpleza” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 491). Es
importante señalar las referencias al elogio de Lima y sus habitantes que se presentan en
86
el poema. La vieja afirma que la exaltación de Lima sería el resultado de “paporretas”
que le faltan el respeto con “apócrifas quimeras / de asombros, monstruosidades, /
maravillas, conveniencias / de delicias y recreos, / de regalos y riquezas” vv. 80-84 (Valle
y Caviedes, Obra completa 493). Incluso pone en duda lo que se dice del buen clima
Lima: “¿Qué me cuentas del celaje / que, según lo que exageran / sus patricios, el
Empíreo / aún no llega a su belleza” vv. 97-100 (Valle y Caviedes, Obra completa 494 ).
Después de doscientos setenta y siete versos de un alegre diálogo el poema finaliza
recordando que todos los elogios de Lima que el texto ha desacreditado son “eructos sin
sustancia / en los faustos que bostezan; / oropel sin fundamento / en el relumbrón que
afectan; / todo paja, ningún grano; / cascos vanos, tripas huecas; / mucho ruido, pocas
nueces; / muchas dones, pocas nueces” vv. 299-305 (Valle y Caviedes, Obra completa
503). Es así como de las preguntas y respuestas de la Vieja Curiosidad y Periquillo se
traduce una interesante matización a la conocida situación entre criollos y españoles.
Como señala Pedro Lasarte, el poema se refiere a: “la vituperación de Lima por parte de
los españoles peninsulares y su defensa por parte de los criollos” (La sátira 49). En los
siguientes versos Valle y Caviedes denuncia a los “falsos caballeros”:
En este Babel con sólo
el contacto de la huella,
se constituyen los sastres
en potentados de Grecia;
los galafates, en conde;
duquesas, las taberneras;
en príncipes los arrieros,
87
y las gorronas, princesas. vv. 135-142 (Valle y Caviedes Obra completa
498)
Vemos así, que las obras de Valle y Caviedes se centran en una posición entre
criollos y españoles: “alaba una ‘verdadera’ nobleza y denigra el oportunismo de los
recién llegados” (Lasarte, Lima satirizada 185). Se describe una pugna entre criollos y
españoles en base a la problemática de una “verdadera nobleza” que llega a ser
cuestionada por la llegada de una clase con privilegios considerándose el criollo
americano verdadero y legítimo proveniente de los conquistadores: “el elogio de la
verdadera nobleza española en el virreinato formaría parte, entonces, de una
‘reivindicación’ criolla” (Lasarte, “La vieja” 130).
El cusqueño Juan de Espinosa Medrano (1632-1688) , conocido como “El
Lunarejo” o el “Doctor Sublime” (Vargas 894), es considerado un autor notable del siglo
XVII por la defensa que hace sobre la posibilidad criolla de competir intelectualmente
con la metrópoli, es decir en la búsqueda del mismo trato intelectual entre españoles y
americanos, en el prefacio del Tratado sobre filosofía tomística (1688). También, por ser
el mayor exponente y defensor del gongorismo en América siendo considerado el primer
crítico literario de Hispanoamérica al escribir El Apologético a favor de Luis de Góngora
[…] contra Manuel de Faria y Sousa (1662): “el texto se abre a las polémicas
metropolitanas en torno al poeta cordobés” y “en el Apologético habla el letrado criollo
de su marginación y retardo respecto a la cultura metropolitana” (Moraña 260) Todo el
trabajo literario de Espinosa Medrano influyó en la juventud colonial del momento
(Barreda 207).
88
Vemos que, Espinosa Medrano lleva a cabo un doble trabajo en el Apologético ya
que no sólo se convierte en el protector de Góngora sino que reivindica a los habitantes
del virreinato del Perú. Escribe el doctor Fulgencio Maldonado, perteneciente a la Orden
de San Juan, en los preliminares del Apologético: “¿Y quién pudiera valiente defenderlos
y conservarlos en sus sienes como el doctor Juan de Espinosa Medrano?, sujeto que
(ayudado de perpetuas vigilias su caudaloso ingenio) ha llegado a ser admiración de su
patria” (Espinosa 5). Maldonado elogia el trabajo de Espinosa Medrano que lo ha
convertido en una persona de renombre y más adelante hace referencia a los que ponen
en duda la capacidad intelectual de los criollos y los que no entienden del arte gongorino.
Así también, hace referencia al término criollo como de dudoso uso: “(criollos los llaman
con nombre de incógnita etimología) que dónde crió Dios más quilatados y copiosos los
tesoros de la tierra, depositó también los ingenios del cielo” (Espinosa 5).
En la aprobación que escribió el doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones,
visitador general del obispado del Cuzco y catedrático de filosofía en el Real Colegio de
Antonio el Grande, en los preliminares del Apologético hace referencia al ingenio de
Espinosa Medrano que le permite destacar en América como uno de sus hijos: “Pero en
más precisa obligación le reconoce esta escondida América, siendo su ingenio, no el
ensaye del oro y la plata que pródigas dan sus brutas peñas; de los grandes talentos sí que
produce el mineraje de sus hijos” (Espinosa 7). De la misma forma, en el elogio que el
doctor Alonso Bravo de Paredes dedica a Espinosa Medrano llega a relacionarlo con
figuras de la antigüedad clásica resaltando el nivel intelectual del Lunarejo y de la clase
criolla: “Miro en este argumento ya no las luces todas de este Demóstenes indiano; tienen
éstas otra esfera mayor a que iluminar brillando, siendo usurero empleo de la atención en
89
los púlpitos: veo no el vuelo entero de este Fénix criollo remontarse con imperceptibles
giros al Olimpo” (Espinosa 6). En esta cita, se destaca también el territorio americano al
llamar al cusqueño intelectual “Demóstenes indiano” y las cualidades de predicador que
lo convierten en el verdadero oficio de ingenio del momento.
Así como Valle y Caviedes aborda en su poesía el tema del conflicto entre los
españoles y criollos referente a las desigualdades y favoritismo que se vivía en el
virreinato del Perú, Juan de Espinosa Medrano lo hace también para dar cabida a los
criollos americanos en el mundo intelectual de la metrópoli. Espinosa Medrano intenta
invertir la valoración peninsular en relación al ambiente criollo a través de sus cultos
estudios críticos dando a conocer su vasto conocimiento en poesía, música, filosofía,
retórica, teología y latín: “el Lunarejo cita o glosa a más de ciento treinta autores, desde
Homero y Aristóteles hasta Cervantes, pasando por el Aretino, Erasmo, Tertuliano y
Camoens” (Vargas 895).
Esta reacción común de Valle y Caviedes y Espinosa Medrano al acercarse a estos
temas nace por la necesidad de buscar un cambio ante las situaciones de privilegio de la
élite española que se presentó en la sociedad virreinal del Perú. Esta situación no sólo
excluía a los criollos dentro del sistema político, social y religioso sino también en lo
ideológico. Como lo menciona Espinosa Medrano en el prefacio del Tratado sobre
filosofía tomística:
Me siento casi obligado a presentar mi Philosophia Thomistica al mundo
letrado, si bien trémulo y no inconsciente de mi insignificación para que
salga al público. Pues los europeos sospechan seriamente que los estudios
de los hombres del Nuevo Mundo son bárbaros. (Espinosa 325)
90
El pensamiento crítico que se lleva a cabo en este tiempo se convierte en una de
las formas que permite el análisis de la sociedad colonial: “en la colonia, racionalización,
identidad criolla, cuestionamiento de la cultura virreinal y las instituciones, son todas
piezas que comienzan a delinear un proyecto cultural liberador que recoge los efectos del
deterioro de la unidad imperial” (Moraña 263). Es así que estos escritos coloniales se
enfrentan e interponen al centralismo imperial enfatizando su situación de marginalidad,
desarrollando la definición del yo escritural y afirmando la capacidad intelectual criolla.
91
III. Valle y Caviedes y su interacción con el campo literario
3.1 Valle y Caviedes, su carrera y su habitus
Juan del Valle y Caviedes54 (1645-1698), según lo define Pedro Lasarte (Lima
satirizada 27), fue uno de los satíricos mas representativos del periodo colonial peruano.
Este poeta desarrolló su literatura en una sociedad virreinal donde la poesía significaba
no sólo una actividad estética, sino que a la vez tenía una función social y política
importante en el medio. Guillermo Lohmann Villena señala que Valle y Caviedes vivió
en el virreinato del Perú tiempos difíciles y amargos, en los que parecía “como si una
horrenda pesadilla abrumase y aturdiera la vida entera del antes próspero país y sus
confiados habitantes, sumiéndolos en una irremediable congoja” (Valle y Caviedes, Obra
completa 13). Este ambiente se verá reflejado en la escritura del poeta, que presenta el
clásico pesimismo barroco de la época. Además, su temperamento criollo y el espíritu de
rebeldía de Caviedes permiten encontrar los inicios de una literatura nacional la cual se
manifiesta en una mirada cuidadosa de la sociedad virreinal y, a la vez, en la búsqueda de
la independencia intelectual.
En este sentido, es fundamental aplicar el concepto bourdieuano de habitus,
conocido por la crítica cultural a la práctica literaria de Valle y Caviedes para construir su
representación de historia y sociedad de su tiempo. Como señala Bourdieu: “Toda
trayectoria social debe ser comprendida como una manera singular de recorrer el espacio
social, donde se expresan las disposiciones del habitus” (Bourdieu, Las reglas 384). En
ese sentido, el tomar en cuenta la interacción social del escritor ayudará en el estudio de
54
Según su biógrafo Lohman Villena, Juan del Valle y Caviedes nació en Jaén, España, en 1645. Se
traslada desde muy temprana edad a Perú donde permanece hasta su muerte en 1698. Se dedica al
comercio, a la minería, mantiene una estrecha relación comercial con un importante miembro de la corte de
la Monclova y ofrece consejos a la Corona en calidad de arbitrista. A pesar de estas relaciones cercanas a
ciertos personajes de importancia su vida se ve marcada por dificultades (Valle y Caviedes, Obra completa
230).
92
su producción literaria. Este reflejo de la sociedad en la obra del poeta colonial queda
registrado en los siguientes versos del romance que escribió a Sor Juana Inés de la Cruz:
“En cada hombre tengo un libro, / en quien reparo enseñanza, / estudiando la hoja buena /
que en el más malo señalan” vv. 93-96 (Valle y Caviedes, Obra completa 613). De esta
forma el poeta enfatiza su aprendizaje en la escuela de la vida como lo afirma Lorente
Medina: “si Sor Juana se refugia en el mundo de la palabra escrita (los libros) para
satisfacer sus anhelos de saber, Caviedes se sumerge en el mundo circundante para
obtener de él el conocimiento de las ‘letras’ que, lamentablemente, le fue vedado por
azares de la vida” (“La transmisión textual” 2014). Así pues, la obra literaria de Valle y
Caviedes está marcada tanto por acontecimientos históricos y sociales como por
influencias literarias que constituyen importantes referencias para conocer su entorno. No
cabe duda que la obra del poeta colonial se centra en un interés literario y social que
genera diversas críticas del contexto sociopolítico en Lima, la capital del virreinato
peruano.
Algunos datos biográficos son rescatados a través de su obra como en el romance
autobiográfico titulado “Carta que escribió el autor a la monja de México habiéndole ésta
enviado a pedir alguno de sus versos, siendo ella en esto y en todo el mayor ingenio de
estos siglos”. Valle y Caviedes da a conocer el viaje que hace desde España al virreinato
peruano: “De España, pasé al Perú / tan pequeño, que la infancia, / no sabiendo de mis
musas, / ignoraba mi desgracia” vv.70-74 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan del
Valle 452). También, da a conocer que es autodidacta y afirma no haber frecuentado
aulas de escuela alguna: “Con este divertimiento / no aprendí ciencia estudiada, / ni a las
93
puertas de la lengua / latina llegué a llamarla. / Y así doy frutos silvestres / de árbol de
inculta montaña” vv. 77-82 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan del Valle 453).
Además, a través de diferentes documentos en el Archivo Nacional del Perú,
Lohmann Villena asegura que Valle y Caviedes trabajó en el campo de la minería a partir
de 1670. Desde esta fecha se inicia en la actividad minera lo cual llega a constituir un
ejercicio importante en su vida hasta su muerte, treinta años después: “el fruto obtenido
en este ejercicio fue muy parco. Quizá en la soledad agreste de algún asiento minero,
abrumado de su infortunio, debió de germinar su auténtica vocación literaria” (Lohmann,
“Un poeta virreinal” 778). Esta actividad que formó parte de su vida queda también
registrada en la carta que escribió a Juana Inés de la Cruz con cierto tono de disgusto:
“Heme criado entre peñas / de minas, para mí avaras, / mas ¿cuándo no se complican /
venas de ingenio y de plata? (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan del Valle 452). De
la misma forma describe su actividad minera en el romance “Habiendo escrito el
excelentísimo señor Conde de la Monclova un romance, los ingenios de Lima lo aplauden
en muchos; y el poeta en este” que dirigió al virrey Melchor Portocarrero Lasso de la
Vega, Conde de la Monclova en 1689: “y si sobre lo poeta / entra el sinónimo o ripio / de
minero, que es de pobre / confirmación del bautismo / esto es parar ya en las gradas /
entre Bachán y Palito / siendo de todos los muertos roto candelero vivo” vv. 45-52 (Valle
y Caviedes, Obra completa 416).
94
Si bien es cierto que se conocen varios datos de la vida del poeta colonial no son
suficientes para elaborar su trayectoria de vida55. No ha sido posible dar a conocer la
verdadera razón de su viaje a Perú, las diferentes ocupaciones en sus inicios en Lima con
exactitud, su situación económica en los periodos en que se dedica a la minería entre
otros momentos de su vida: “Por más que la producción del ingenio andaluz se asegurara
una sólida fama, lo cierto es que en tres siglos no se ha indagado satisfactoriamente el
complejo artificio de sus 53 años de andadura” (Valle y Caviedes, Obra completa 15). En
1937, Lohmann Villena inicia un estudio más estricto del pasado del poeta colonia al
sacar a la luz su partida de nacimiento y su testamento: “Para disipar la obscuridad en que
ha yacido todo lo relativo a su persona, he juzgado útil entregar a la publicidad los dos
documentos por mí exhumados”56 (Lohmann, “Dos documentos” 277).
Sin embargo a través de sus escritos se puede conocer más de sus relaciones y sus
preocupaciones57. No tuvo una conexión directa con la élite cultural del virreinato
peruano pero su mirada y su sátira se centraron en ella. Este poeta llevó una vida activa
en el ambiente socio-económico de la segunda mitad del siglo XVII virreinal (Kolb 34).
55
Está registrado su matrimonio con Beatriz de Godoy Ponce de León nacida en Moquegua (Perú) en 1671:
“De la unión nacieron seis vástagos en 1672 Antonio, en 1675 Pedro, en 1676 Juan, en 1680 María Josefa,
Alonso y en 1686 Tomás. Poco es lo que se sabe de ellos” (Valle y Caviedes, Obra completa 28). El
sentimiento que originó la muerte de su esposa también quedó registrado en el romance “En la muerte de la
mujer del autor”: “Fallece Febo, y queda / el mundo deslumbrado; / ¿y que en mi muerto sol, / me falten
luces y me falten rayos? / Si al morir una vida / le corresponde al tanto, / logro soy de la muerte / pues
cobra en muchas, réditos tiranos” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 601).
56
Es importante señalar que se conocieron diferentes Valles y Caviedes en el Perú que no ha sido posible
conocer seriamente si se trataron de familiares del vate colonial: “el alférez, Antonio de Cabiedes [… ] un
escribano real, Juan del Valle […] el procurador del Colegio del Cercado de los Jesuitas, el hermano Juan
del Valle […] el labrador, Juan del Valle […] el capitán, Juan del Valle Aparicio […] el sevillano, Don
Juan del Valle y Ceballos […] el logroñés, Juan del Valle y Tejada […] el estudiante de latín, Diego de
Caviedes Merino […] Nicolás de Cubides y finalmente el doctor Tomás Berjon de Cabiedes quien trabajó
en la Audiencia de Lima. (Valle y Caviedes, Obra completa 25-39).
57
A través de su poesía se llega a conocer cómo se relaciona con la sociedad de la época y aprende de ellos
con humor: “En el ignorante aprendo, / aguda y docta ignorancia, / que hay cosas donde es más ciencia /
que saberlas, ignorarlas. / Pavesas de entendimiento / tengo de las luces claras / del vuestro, si en mí son
humos / lo que en vos se ostenta llama” vv. 97-105 (Valle y Caviedes, Obra completa 616).
95
Su sátira se encuadra dentro de un ambiente donde el comercio y la vida de la ciudad
adquieren un lugar importante en lo socioeconómico, “no estaría de más reconocer el
hecho de que el autor tuvo un conocimiento directo de las instituciones burocráticas de la
colonia y sus procedimientos” (Lasarte, Lima satirizada 27).
Según Daniel Reedy, la obra poética de Valle y Caviedes58 puede clasificarse en
cuatro grupos según criterios de propósito central, temática y estilo (“Olvidado” 507). El
primero de estos grupos está formado por los poemas que se asocian con el Diente del
Parnaso59 (1689), es decir, poemas en que resalta el tema satírico, jocoso y burlesco,
dirigida contra todos los sectores de la sociedad limeña de fines del siglo XVII. Otro
grupo lo constituyen las poesías religiosas y filosófico-morales. El tercero consta de las
poesías de tema amoroso. Por último, se tendrían las poesías ocasionales sobre diversos
temas de actualidad de la época.
La recopilación de los poemas de Valle y Caviedes ha generado una polémica
debido a la circulación de sus escritos a través de manuscritos60 y sin contar con su
rúbrica en muchos de ellos (Barrera 32). Según Guillermo Lohmann Villena en Obra
completa afirma que se conocen ocho manuscritos de su obra dispersos en bibliotecas y
archivos del Perú, España y Estados Unidos (23). No es arriesgado suponer que personas
importantes de la sociedad colonial peruana, como también otros agentes del campo
58
La obra de Caviedes consta de más de 265 composiciones poéticas y tres piezas dramáticas. Recorrió una
trayectoria difícil antes de llegar al público en general, salvándose del olvido gracias a los esfuerzos de
persistentes coleccionistas y otros aficionados a sus versos (Valle y Caviedes, Obra completa 224).
59
En El Diente del Parnaso el autor hace referencia a través de la sátira a médicos que ocupaban una alta
posición social en Lima virreinal. Estas referencias históricas permite conocer acontecimientos de esta
sociedad (Valle y Caviedes Obra poética II 55).
60
La transmisión manuscrita de la obra de Valle y Caviedes es propia de la época si se considera la
transmisión de la poesía del Siglo de Oro: “De dicha época se sabe que son pocos los poetas que tuvieron
preocupación por colectar y ordenar sus poemas con miras a una impresión. Algunos ni siquiera se
preocuparon por tener un volumen autógrafo o cartapacio personal. Siendo, en el mejor de los casos,
allegados, admiradores, amigos o parientes del poeta los encargados de dicha labor de motu propio”
(Cabanillas, De nuevo sobre el corpus 62).
96
literario, se hayan acercado con interés a sus poemas satíricos al presentar temas actuales
de la época y personajes con nombre propio.
Es importante señalar que se publicaron sólo dos poemas mientras vivió. Según
José Toribio Medina, uno de ellos se publicó en Lima en 1688: “La violencia de dos
terremotos, con que el poder de Dios asoló esta ciudad de Lima, emporio de las Indias
occidentales y las más rica del mundo”. El otro poema también se publicó en Lima en
1689: “Quintillas en el certamen que se dio por la Universidad, a la entrada del Conde de
la Monclova. Coloquio que dos pobres de las grada tuvieron, celebrando la abundancia de
mantenimientos que con su gobierno había y llorando la esterilidad de tiempos pasados”.
(178-179). Más adelante, en 1791-1792, la Sociedad Académica de Amantes de Lima
editó cuatro poemas de Caviedes en el Mercurio Peruano presentando al inicio una breve
información del poeta bajo el título “Rasgos inéditos de los escritores peruanos”: “Las
[poesías] de nuestro célebre Caviedes agradarán a cuantos las leyeren. […] Acaso no se
han escrito invectivas más graciosas contra los médicos, que las que se contienen en la
colección inédita que intituló Diente del Parnaso” (Sociedad Académica, 313).
Así también, en la poesía del vate colonial se registran diferentes hechos
ocurridos en la ciudad de Lima. Así tenemos, fenómenos de la naturaleza que los limeños
no estaban acostumbrados a presenciar como truenos, relámpagos y el cruce de un
cometa que ocurrió el 3 de julio de 1680. Valle y Caviedes muestra oposición a los
comentarios que los astrólogos de Lima señalaban al respecto en un romance titulado
“Juicio que hizo el autor de un cometa que apareció”: “Del cometa hacen juicio / los
astrólogos, pudiendo / cada cual hacer el suyo / porque los tienes deshechos. / Con la cola
97
vaticinan / y discurren con acierto, / porque con cola se pueden / pegar los chascos al
pueblo” (Valle y Caviedes, Obra completa 602).
De la misma manera, el romance “Memorial que da la muerte al Virrey en tiempo
que se arbitraba si se enviarían navíos con gente de guerra para pelar con el enemigo
inglés o si se haría muralla para resguardar la ciudad de Lima” registra, como lo describe
en el título, otro evento importante en 1683. Además, los temblores en Lima de 1687 se
recuerdan en el romance titulado “Al terremoto padecido en la ciudad de Lima el 20 de
Octubre del año de 1687”: “Los edificios más firmes / cuya fuerte arquitectura / pasó de
barro a ser bronce, / unos con otros se junta. / El agua y la tierra cambian / las naturalezas
suyas / si la tierra andaba en ondas / y el mar en montes de lluvias” vv. 61-68 (Valle y
Caviedes, Obra completa 606). Así también, en las décimas “Habiendo dicho el doctor
Yánez que se disculpaba de no haber hecho segunda visita a un enfermo, por vivir fuera
de murallas, estando Lima amagada de corsarios” el poeta colonial rescata otro hecho
ocurrido en la ciudad de Lima del siglo XVII.
En más de una oportunidad el poeta colonial se centra en la exagerada vanidad de
las mujeres de su época. Según Caviedes, en las décimas “A una dama que se ajustaba los
pies de modo que no podía andar”, las limeñas vivían para lucir los pies y se esmeraban
en convertirlos en un instrumento de coquetería: “Hipócrita así estará / pasándolo con
rigor / amargura y sinsabor, / que es hipocresía aquí / andar justo, porque así / es tu pie
más pecador. / Es ídolo de afición, abreviándole, el pie campa; / siendo él la menor
estampa, causa más adoración” vv. 25-34 (Valle y Caviedes, Obra completa 531). Por
supuesto que las tapadas también estuvieron bajo la mirada del poeta colonial en
“Coloquio entre una vieja y Periquillo ante una procesión celebrada en esta ciudad”: “Vi
98
exhalaciones con mano / o fantasmas corpulentas, / andar por calles y plazas / jugnado
gallina ciega: / unas son topa-con-todos, / por ver si pega o no pega; / sin ser de peso,
pesadas; / livianas, sin ser ligeras” vv. 247-254 (Valle y Caviedes, Obra completa 501).
De esta forma, Valle y Caviedes da a conocer a través de sus versos diferentes consejos
para la que pretende postular a dama: “Mucha tierra no salves con tus pasos, / sino cortos
y escasos, / que lo largo es de mulas de camino / y estas damas no valen un pepino, que a
todas causan risa / anda tú menudito, nada a prisa, / con hipócrita pie martirizado” vv. 3137 (Valle y Caviedes, Obra completa 484).
Valle y Caviedes delinea a través de sus versos a la mujer beata o la Ña Catita de
la ciudad de Lima. Leticia Cáceres Sánchez describe a la beata limeña de esta manera:
“Es la que se disfraza de apariencia virtuosa y para fingir lo que no es, ni siente, usa de
aparatosas actitudes que resultan un sainete para el que las presencia” (98). El poeta
colonial da cuenta de este personaje muy peculiar de aquella época que frecuentaba los
templos y calles de la ciudad en uno de sus poemas satíricos “A los hipócritas”: “Si es
mujer la que de estas cosas trata, / con lo previsto vístase de beata: / hábito, sombrerón y
zapatones / con cinta de correas y ramplones: / su rosario en el cuello muy cumplido, / de
medallas de azófar guarnecido” vv. 61-66 (Valle y Caviedes, Obra completa 466). Es
importante resaltar la actitud del poeta colonial al diferenciar las costumbres hipócritas
con otras completamente opuestas. En el mismo poema menciona al respecto: “No es mi
intento el hablar de los estados / de la Iglesia aprobados, / ni de justos, que en ellos
considero / alta virtud; mas sí del embustero / que, con fiera malicia, nos vende por virtud
lo que es codicia, / dejando a miserables pecadores / más ciegos y enredados en errores”
vv. 165-172 (Valle y Caviedes, Obra completa 469).
99
De la misma forma, se centra en las preocupaciones del hidalgo de aquella época
es decir contra los adulones palaciegos: “Las cabezas circundadas / con cintas de raso o
tela; / mas con todo ese fru fru, / con la transformación quedan, / en entrando al vestuario
/ dos Perolitos de Jerga. / Y en volviéndose a sus casas, toda grandeza depuesta, la
mazamorra en persona” vv. 193-201 (Valle y Caviedes, Obra completa 500). También, al
observar una sociedad basada en las apariencias Valle y Caviedes recomienda en “A los
hipócritas” la manera de tener éxito: “Quien tratare de fingirse virtuoso, / que es ejercicio
grave y provechoso, / póngase gran sombrero y zapatones, / aunque otra cosa digan los
calzones, / que a pálidos truecos amarillos / nadie va a consultarles los fundillos” vv. 1-6
(Valle y Caviedes, Obra completa 465). Es así que centra su atención en el aspecto
personal. Conoce bien que la sociedad tiende a fijarse en el buen vestido y de esta manera
fácilmente se deja impresionar. En los siguientes versos se refiere a la importancia del
vestido del postulante a docto: “Si quieres ser docto en todas ciencias, / en púlpitos, en
cátedras y Audiencias, / pondrás grande cuidado / en andar bien vestido y aliñado / de
aquella facultad que representas / que de esta suerte ostentas / lo que ignoras y nuca has
aprendido” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 476).
Así pues, sus recomendaciones para triunfar en medio de una sociedad hipócrita
no sólo se centra en Lima sino también en España. Así se lee en “Caballeros
Chanflones”: “Adviértoles aquí que, en la patraña, / el que fuere de España, / y en lo
noble tratare de su aumento, / que puede mentir más ciento por ciento, / porque en larga
distancia / se emplean las mentira a ganancia” vv. 55-60 (Valle y Caviedes, Obra
completa 472). En efecto, este discurso sobre las apariencias es una referencia del Buscón
de Quevedo al demostrar el intento del ascenso social por parte de Pablo, el protagonista:
100
“Hubo grandes diferencia entre mis padres sobre a quién había de imitar en el oficio, más
yo, que siempre tuve pensamientos de caballero desde chiquito, nuca me apliqué a uno ni
a otro” (Quevedo, Buscón 100).
Otro aspecto importante de señalar es la presencia en su obra de las diversas razas
en esa época: indios, mestizos y negros destacando en ellos sus características o
cualidades. En el romance “Al casamiento de Pedro de Utrilla” se lee: “Un cuento de
cuentos dicen / que por dote le señalan; / si un zambo le dan, ¿quién duda zambo de
zambos se llama? / En el dote y en el novio / distinción ninguna se halla / porque en
tintos no hay distintos / y esto en turbio es verdad clara” vv. 5-12 (Valle y Caviedes,
Obra completa 392).
Así también, es importante anotar el uso de proverbios y refranes en la obra del
vate colonial. Este recurso que utiliza Valle y Caviedes permite, una vez más, no sólo dar
a conocer las costumbres de la sociedad sino también busca una forma de cambio en las
diferentes situaciones que describe. En el caso del poema “Preguntas que hace la vieja
Curiosidad a su nieto Perico, hijo de la experiencia y de las grandezas de una ciudad en
los reinos yermos y andurriales” se hace uso del refrán con el propósito de aclarar una
exageración en su conversación: “Del dicho al hecho hubo siempre / muy notable
diferencia / y en cualquier tierra de Babia / suelen mentir sus babiecas” vv. 101-104
(Valle y Caviedes, Obra completa 494). En otro poema se rescata otros refranes que
describen una exageración en las alabanzas rituales en la ciudad de Lima: “Son eructos
sin sustancia / en los faustos que bostezan; / oropel sin fundamento / en el relumbrón que
afectan; / todo paja, ningún grano; / cascos canos, tripas huecas; / mucho ruido, pocas
101
nueces; / muchos dones, pocas rentas” vv. 298- 305 (Valle y Caviedes, Obra completa
503).
El poeta colonial no podía dejar de mencionar el tema del amor que ya había sido
trabajado en España como en América. Valle y Caviedes aborda este tema en algunos
poemas declarando que se trata de un enigma y laberinto como lo hace en este romance
titulado “A dos amigas seglares de un convento”: “Y por fin, el que pensare / que amor es
oculto enigma / adonde menos alcanza / aquel que más lo investiga, / no sabe lo que es
amor, y el que sabe que no atina / con lo que es, el no saberle, su laberinto descifra” vv.
129- 136 (Valle y Caviedes, Obra completa 724). Diferentes ambientes se descubren en
la poesía de Valle y Caviedes en relación al amor. Por ejemplo, el ambiente pastoril para
describir este sentimiento se lee en el siguiente romance: “En el regazo de un olmo, /
verde gigante del pardo, / estaba un triste pastor, / pensativo y sollozando. / Con la mano
en la mejilla / y el pañuelo en la otra mano, / así decía a las flores, / las lagrimas
enjugando” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 705). Así también, el poeta
colonial escribe sobre el tema clásico de la mujer falsa como en los siguientes versos:
“No maten sino den vida, porque es proceder tirano / causar el daño y que no / quieran
remediar el daño. / En fin, yo muero de fino, / y tú vives al contrario / de falsa, dándome
dos / consuelos en mi fracaso” (Valle y Caviedes, Obra completa 706).
Valle y Caviedes deja testimonio en su obra sobre el interés en desarrollar una
poesía basada en la inspiración religiosa. Diversos temas como la devoción a María, la
Encarnación, la Asunción, el Cristo crucificado, la vida interior, la fe y el arrepentimiento
son tratados en algunos de sus poemas. En el soneto “Reconviniendo la misericordia de
Dios con sus finezas” el poeta colonial describe a Cristo como el Salvador lleno de
102
misericordia: “Vos muerto en una cruz para salvarme, / Vos herido por mí, Vos
afrentado, / Vos de juncos marinos coronado, / ¿y tengo de temer el condenarme? / No,
mi Bien, de justicia has de ampararme, / pues la hicieron de Ti tanto malvado” vv. 1-6
(Valle y Caviedes, Obra completa 655). La imagen y significado del Cristo crucificado se
centra en el amor sin interés y el amor puro que se traduce a partir de la imagen dolida de
Cristo en la cruz. De la misma forma, en el soneto “A Cristo crucificado” se lee: “Vos
para darme vida, Señor, muerto; / y yo mirándoos muerto tengo vida / atrozmente parece
endurecida / o el que la tengo no parece cierto / Vos clavado en una cruz, desnudo y
yerto, / con el cruel rigor de tanta herida” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 654).
Así también, en el soneto “Para saber el enojo de Dios” Valle y Caviedes escribe
sobre el examen de conciencia que permite conocer las ofensas a Dios: “Para saber que a
Dios tengo enojado / y tener de su ira cierta ciencia, / examen he de hacer de mi
conciencia, / e igual será su enojo mi pecado. / Con aquesto tendré averiguado / cómo
estará sin otra diligencia, / porque la culpa es signo de evidencia” vv. 1-7 (Valle y
Caviedes, Obra completa 661). En el soneto “Prueba que el mayor enemigo que tiene un
hombre es él mismo” reflexiona sobre el origen de la perdición del hombre. En los
siguientes versos se lee al respecto: “Mi contrario mayor soy y enemigo, / si con propios
agravios no me afrento; / y me agravia el más leve atrevimiento / ajeno, que no sufro, y le
castigo; con la venganza la razón desdigo / que tengo de mi propio sufrimiento,
mereciendo castigo más sangriento” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 660).
Otro aspecto importante de señalar son las tres piezas dramáticas de Valle y
Caviedes: El Baile entremesado del amor alcalde de 103 versos, el Baile del amor tahúr
de 136 versos y el Baile del amor médico de 120 versos. En estos trabajos el escritor
103
colonial demuestra su habilidad en el tratamiento de la alegoría y su incorporación en la
dramática de su época. En el soneto “Memorial que dio un representante al señor virrey
en ocasión que habla de representar en palacio la comedia de Tetis y Peleo” Valle y
Caviedes da prueba de su interés en el ambiente teatral de ese tiempo al nombrar al actor
Virués61: “Cristóbal de Virués, el / representante primero / os representa en aquéste / sus
quebrantos y desvelos. / Dice que de puro pobre / da en poeta y con aquesto / si no lo
aprueba realmente / lo acredita con efecto” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa
419). En este texto se describe también la difícil situación de los actores en la ciudad de
Lima: “Tan roto está y tan rasgado / que siempre está zurciendo, pues desde el temblor
acá / le dura un vestido negro, / con el cual se halla en pelota, / tan desnudo, que ha
dispuesto / hacer un saco tan largo / que no falta en hacerlo” vv.17-20 (Valle y Caviedes,
Obra completa 420). Así, como lo señala Lohmann Villena la actividad teatral paso por
un momento crítico a causa de la situación económica y del terremoto de 1687 en Lima:
Ya se echa de ver que los cómicos debían soportar grandes privaciones,
pues los emolumentos que percibían no alcanzaban ni aun para adquirir
vestidos, con que se veían compelidos a solicitarlos de la caridad publica,
sobre todo cuando tenían que salir a escena con trajes rozagantes.
(Lohmann, El arte dramático 306).
En estas circunstancias, el poeta colonial hace su aparición en el ambiente teatral
del siglo XVII de la ciudad de Lima. Estos textos dramáticos se caracterizan porque son
usados dentro de la obra teatral en forma de canto y a la vez de movimiento. Es
importante anotar que en estas composiciones se desarrolla el tema del amor como una
61
El actor Cristóbal Virués fue hijo del cómico Francisco Duarte. Nació en Lima en 1634 (Lohmann, El
arte dramático 621)
104
misteriosa abstracción sin dejar de lado el humor. Así, el amor o Cupido aparecen como
un juez, un doctor y un jugador mostrando en cada uno de las tres obras dramáticas una
diferente dimensión del amor. Estos trabajos evidencian un afán del poeta colonial de
incursionar en el teatro que ya era popular en España y conseguir un reconocimiento
dentro del campo literario del momento: “Working within the traditional structure of the
Spanish “bailes de oficios”, Caviedes demonstrates considerable talent in the composition
of this three poetic interludes and a degree of originality in their content” (Johnson 59).
En el Baile del amor tahúr se desarrolla en un ambiente de fiesta, se describen
personajes alegres y se da a conocer la vida de los jugadores. En este baile el Amor reúne
a los amantes con el propósito de juntar dinero. Al inicio se presenta al amor y su
verdadero interés en el mundo: “Jugadores de Venus, / a la Tartaria, / donde de amor los
juegos / en veras paran, / y el que no la perdiere pierda esperanzas. / Tahúr, fiel de
bellezas, / hoy con el alba / juego el sol en mi rostro, / antes que salga” vv. 1-10 (Valle y
Caviedes, Obra completa 759). En este caso se trata de un amor interesado, lleno de
juegos para conseguir su objetivo y el tiempo de duración se asemeja a una jugada de
naipes: “Tan tahúr es mi labio / que hace ventaja / al clavel, si partido / le da de grana. /
Resto de cristal terso / es mi garganta / con quien pierden tesoros / por una blanca. De
mano doy a aquéllos / que no dan plata, / y la mano doy de ella / al que la saca” vv. 43-54
(Valle y Caviedes, Obra completa 760).
Una sala de justicia es el ambiente en el que se desarrolla el Baile entremesado
del amor alcalde. En este lugar se presentan Cupido y cinco presos quienes son acusados
por romper las leyes del amor. Se inicia con un canto interpretado por Cupido: “Salgan
los presos / a juicio en la causa / de no tenerlo. / Desato al arco la cuerda / para que así
105
quede hecho / vara recta de justicia / el que fue injusto instrumento / Nuevas leyes del
amor / debo dar desde hoy, supuesto” vv. 5-14 (Valle y Caviedes, Obra completa 763).
Se resalta en el desarrollo del texto la acción de Cupido en el uso del arco y la figura del
niño arquero y ciego. Frederick Luciani analiza a Cupido en los versos del poeta colonial
de la siguiente manera: “The triple function of Cupid as wonder-healer-curer makes him
a perfect source of metaphors for Caviedes throughout his thousands of line of medical
satire. Thus we can close the triangle of Doctor, Poet, Cupid” (344). Por otro lado, los
presos se quejan de sus malas experiencias en el amor ya que se encuentran colmados de
entendimiento, en este caso el Amor los alivia de este mal: “Libre y sin costas, salid, /
que no sois mi prisionero, / que yo prendo voluntades / y no los entendimientos / Porque
no es ciego / el que ama con luces / de amor discreto” vv. 28-34 (Valle y Caviedes, Obra
completa 764). Cabe señalar que la representación de Cupido como juez presenta una
combinación de lógica y absurdo que favorece al desarrollo del humor: “The incongruity
of Cupid’s dual role provides the major source for humor in El Amor alcalde, as his
musical entrance dispells any semblance of seriousness and formality that would
normally be associated with a courtroom scene” (Johnson 60).
Los personajes en el Baile del Amor médico son el Amor, vestido de médico, y
cinco enfermos que se unen al inicio en una danza: “A curar males de amor / vengo por
hacerles bien, / que de enfermo acuchillado / médico he venido a ser. / Venga quien /
queriendo quisiere / dejar de querer” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obras completa 753).
Cobra vital importancia las diferentes y contradictorias recomendaciones que el Dr. Amor
utiliza para dar cura a sus pacientes afectados por el amor: “Caviedes develops the play’s
paradoxical theme in which love is both the sickness and the cure. The use of opposites
106
appears in the description of the patient’s symptoms and the doctor’s formula for
recovery” (Johnson 64). Después que el Amor médico revisa a todos sus enfermos
concluye, al igual que sus pacientes, que es verdaderamente difícil comprender la
naturaleza del amor y en muchos casos es imposible aliviar el sufrimiento de sus
víctimas. Al finalizar este baile cantado se lee: “Amor médico: Al amor nadie lo entiende,
/ porque su cautela es / no ser de nadie entendido / para dar más que entender. Enfermo 1:
Que de su miel / el sabor sólo sabe, / que no el saber” (Valle y Caviedes, Obra completa
757).
De todo lo visto hasta ahora en relación a las tres piezas dramáticas, El amor
alcalde, Baile cantado del amor médico y Baile del amor Tahúr, permite enfatizar, una
vez más, la voz satírica y crítica de Valle y Caviedes que aparece también en su poesía.
El tema de la mujer, el papel del médico, los jugadores se identifican con ciertos
problemas sociales en la ciudad de Lima del siglo XVII. Por otro lado, es importante
señalar el uso de la mitología para describir las diversas situaciones relacionadas con el
amor que se presentan en estas piezas dramáticas: “Caviedes’ mythological references
combine love and perdition. The goddess of love, Venus, and her mischievous offspring,
Cupid, are mentioned, but he also includes Tartaria, the ancient name for the underworld”
(Johnson 68). Así también, no se puede dejar de mencionar el vínculo entre amante /
poeta / enfermo en estas composiciones lo que permite una interesante conexión entre
ellas. Así lo establece Frederick Luciani:
The link between the poet and the doctor drives in part from the tradition
of Remedia amoris; the poet prescribes cures for love, an illness. What is
107
particularly striking in Caviedes’ “baile” is the proficiency of Doctor Love
in both poetry and medicine (342).
En este panorama, es importante señalar que la vida de Valle y Caviedes
transcurre durante el gobierno de cinco virreyes en el siglo XVII. Entre ellos está el
Conde de Lemos (1667-1672), el Conde de Castellar (1674-1678), el Arzobispo Melchor
de Liñan y Cisneros (1678-1681), el Duque de la Palata (1681-1689) y el Conde de la
Monclova (1689-1705). Los diferentes eventos de la corte y obras realizadas por la
mayoría de estos gobernantes han quedado también registrados en la poesía del vate
colonial al ser testigo de cómo se llevó a cabo celebraciones de la época:
Aún alcanzó a asombrarse [Valle y Caviedes] de que en las festividades
de la canonización de Santa Rosa […] se cubriese el suelo de la calle de
los Mercaderes con unas mil barras de plata, así como de que en la entrada
pública del Conde de Castellar (1674) las cabalgaduras del séquito trotaran
sobre las cuatrocientas barras del mismo metal que solaban dicha calle, y
ello sin contar con que las acémilas con el equipaje lucieran testeras del
repetido metal y cobertores recamados de oro. (Cisneros, “Estudio crítico”
4)
El vate colonial se da a conocer en el campo literario colonial y en la sociedad a
través del capital cultural simbólico que posee, es decir, su poesía satírica. Su ingenio
estuvo siempre atento a los acontecimientos como también a la sociedad del momento. Se
lee en el poema “Cuatro contras ha de tener el entendido para serlo”: “Contra médicos es
todo entendido; / contra el vulgo y sus falsas opiniones; / contra hipócritas viles,
santurrones, / y contra la astrología, si ha mentido. / Porque el médico en nada es
108
advertido; / el vulgo se compone de ficciones” vv. 1-6 (Valles y Caviedes, Obra completa
489). Así también, es agudo al diferenciar entre los que poseen una buena cantidad de
libros y los que gozan de entendimiento. En “Definición de lo que es ciencia” se lee:
“Esta voz, letras, dice entendimiento / no el tener muchos libros de memoria, / que esta
locuaz, inútil vanagloria, afectada hermosura de talento. / Papagayos de imprenta,
hombres de cuento, / atados a la letra y a la historia” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra
completa 429).
Es posible que sus textos hayan sido marginados dentro de la cultura letrada, pero
esto no se puede asegurar. Sin embargo, tomando en cuenta las ideas de Ángel Rama, la
obra de Valle y Caviedes se desarrolló en una “ciudad letrada” donde la práctica de la
letra escrita estaba destinada a sólo a un grupo importante del poder quienes se
enfrentaban por el poder político y social (171)62. También, Rolena Adorno ha señalado,
al comentar a Rama, el acierto de esta teoría que se base en la relación de la escritura y el
poder en el tiempo colonial:
…through the use of the image of the city, in its original form as idea an
ideal, Rama examines the relationship of power and knowledge in the
segment of society that was literate in order to illustrate the
instrumentalization of power through the hegemonic minorities who
monopolized the written and printed word. (“Colonial Spanish” 71)
Es también pertinente mencionar la llegada de Francisco de Borja y Aragón,
príncipe de Esquilache, a Lima como Virrey del Perú (1616-1621). Los seis años de
62
Angel Rama define su teoría con estas palabras: “En el centro de toda ciudad, según diversos grados que
alcanzaban su plenitud en las capitales virreinales, hubo una ciudad letrada que componía el anillo
protector del poder y el ejecutor de sus órdenes: una pléyade de religiosos, administradores, educadores,
profesionales, escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que manejaban la pluma, estaban
estrechamente asociados a las funciones del poder” (Rama 25).
109
virreinato que desempeñó Esquilache en el Perú son importantes no sólo por fomentar
actividades culturales durante su gestión sino por representar en una misma persona el
papel de las armas y las letras. Es significativo que este noble y poeta español sea uno de
los pocos poetas del barroco español63 que publicó y editó su obra lírica en Obras en
verso (Madrid, 1648) (Jiménez, Las obras 107). Este hecho cobra importancia en la
poesía del Siglo de Oro ya que la mayoría de los poetas no publicaron en vida su obra y
las obras de muchos de ellos aparecieron después de un largo periodo: “buena parte de la
obra poética de los escritores españoles de los siglos XVI y XVII sólo llego a la imprenta
después de la muerte de los autores; hecho que ha de ser tenido en cuenta en todo
momento” (Sánchez, “Los manuscritos” 202). Esta obra de Esquilache es un excelente
ejemplo para demostrar lo que ocurría en Madrid en el campo literario, en el campo del
poder y en la cultura cortesana al mismo tiempo que se desarrolla la literatura colonial en
el virreinato peruano.
La actividad literaria y cultural que se dio lugar durante la estadía del virrey
Esquilache en Lima estuvo marcada por eventos literarios frecuentes en el palacio. De la
misma forma como se había realizado en el tiempo del virrey Montesclaros y
posteriormente en el gobierno del virrey Castell-dos Rius (Jiménez, Un príncipe 122).
Así también, el príncipe de Esquilache se preocupó por el teatro en la Lima virreinal
como lo afirma Guillermo Lohmann Villena: “el virrey revocó y dejó sin efecto la
provisión de su predecesor que prohibía la actuación simultánea en la ciudad de dos
conjuntos histriónicos (El arte dramático 148). Es por esto importante remarcar el
63
Las obras del Príncipe de Esquilache son Nápoles recuperada por el rey don Alonso (Zaragoza, 1651;
Amberes, 1658), Obras en verso (Madrid, 1639; Amberes, 1654-58), La pasión de Nuestro Señor
Jesucristo en tercetos (Madrid, 1638). Así también, tradujo las Oraciones y meditaciones de la vida de
Jesucristo (Bruselas, 1661) de Tomás Kempis (Chang, Cancionero 26).
110
panorama cultural a inicios del siglo XVII en la ciudad de Lima contemplando la
posición social del príncipe de Esquilache ya que pertenecía a la alta nobleza española y
sus virtudes políticas y poéticas64.
En el habitus de Valle y Caviedes no se puede dejar de mencionar a Juan de
Espinosa Medrano autor de El Apologético a favor de Luis de Góngora […] contra
Manuel de Faria y Sousa (1662). Como se ha mencionado en el capítulo anterior esta
obra es considerada como ejemplo lúcido del gongorismo escrito en América. Cabe
señalar que a diferencia de Valle y Caviedes quien escribe desde Lima, Juan de Espinosa
Medrano no sólo lo hace desde el Cusco sino que también destaca como un predicador
importante durante la época colonial llegando a ser conocido también en Madrid y Roma
(Rodríguez, Sermón barroco 117). Los sermones de Espinosa Medrano formaron parte de
la actividad cultural y política en la colonia como en las más importantes fiestas públicas,
en las fiestas a los santos patronos, la llegada de algún importante miembro de la nobleza
o eventos que se relacionaron con los integrantes de la familia real (Moore, La digresión
49).
En el siglo XVII el sermón fue una actividad importante en las celebraciones
coloniales y su rol como medio de difusión no sólo llegó en el ambiente religioso sino
también en lo social y político. Diferentes críticos de la obra de Espinosa Medrano han
dado opiniones diversas sobre si sólo contaba con un público educado o también lo
escuchaban grupos de diferente nivel cultural y económico. El estudio sobre las técnicas
64
Cobra vital importancia la relación entre el príncipe de Esquilache e intelectuales peruanos de la época.
Algunos de ellos le ocasionó momentos inoportunos como en el caso de Pedro Mexía de Ovando en La
Ovandina (Lima, 1621). Esta obra se prohibió en el momento ya que tenía como fin dar a conocer el origen
plebeyo de la familia de los Borja. Según el autor, Francisco de Borja fue un descendiente de ellos. De la
misma forma fue en algunos momento difícil la relación con los doctos limeños, en especial con los
defensores de su antecesor, el Marqués de Montesclaros (Jiménez, Un príncipe 122).
111
que usó en sus sermones, como la digresión,65 ha servido para afirmar que se preocupó en
interesar a su público ofreciendo, por ejemplo, opiniones sobre temas específicos y de
interés en ese tiempo. Vargas Llosa reflexiona sobre lo que motivó a la gente para viajar
al Cusco y escuchar a Espinosa Medrano:
¿Entendía esa apretada multitud lo que el Lunarejo les decía? A juzgar por
los sermones que de él nos han llegado […] es probable que, la mayoría
no. Pero no hay duda que esa palabra lujosa, musical, que convocaba con
autoridad a los poeta griegos y a los filósofos romanos, a fabulistas
bizantinos, trovadores medievales y prosistas castellanos y los hacía
desfilar galanamente por la imaginación de sus oyentes, hechizaba a su
auditorio. (895)
De esta forma Juan de Espinosa Medrano logró interesar a sus oyentes creando a
la vez un mundo de cultura y de entretenimiento. Es importante señalar que a través de
los títulos de los sermones es posible conocer los lugares donde se desarrollaron. Lugares
diversos como la Catedral del Cusco, universidades, seminarios, conventos, pequeñas
iglesias y festivales en Cusco. Esto demuestra la importante figura intelectual que
representó durante la colonia (Moore, El arte 21).
Juan de Espinosa Medrano escribe también piezas de teatro como Amar a su
propia muerte66, El hijo pródigo (1644) y El rapto de Proserpina (1644). En Panegírica
declamación hace un llamado para mostrar más atención al estudio de la humanidades y
65
La digresión es una técnica que se usó en la práctica de los sermones del siglo XVII para atraer la
atención de las personas que se congregaban a escuchar. Con este fin se incluía en los sermones
comentarios personales, obras teatrales, cantos, etc. para evitar el tedio durante su desarrollo (Moore, La
digresión 43-45).
66
Se desconoce la fecha original de esta obra. El historiador Vargas Ugarte fue quien encontró este texto y
lo publicó en 1943 (Moore, El arte 13).
112
letras en la colonia. Así también, se registran otras obras como Discurso sobre si, en un
concurso de opositores a beneficio curado […] (1664), Censura para el “Sermón en la
solemnidad de la Virgen María” (1669) y Diputaciones de Actibus Humanis (sin fecha)
(Moore, El arte 12).
Después de la muerte de Juan de Espinosa Medrano se publicaron treinta de sus
sermones en Valladolid bajo el título La novena maravilla (1695). Esta obra abarca casi
treinta años de su carrera como predicador y escritor de 1656 a 1685. Esta edición se
logró gracias al dominicano Fray Agustín de la Cruz, quien trabajó muy cerca de él. En
varios de estos sermones se enfatiza en los títulos el poder político y religioso de la
época, como el que realizó para la fiesta de Santiago: “Oración Panegírica en la
festividad del Glorioso Apóstol Santiago, Patrón de la Españas, en la Iglesia Catedral de
esta gran ciudad del Cusco. Día que se saca el estandarte Real, con acompañamiento de
toda la nobleza, etc.” (Moore, El arte 19).
Este escritor colonial destaca por su habilidad intelectual que se rescata en sus
textos al encontrarse crítica literaria, poesía, música, filosofía, retórica y uso del latín. Así
también, “estuvo asistido de una preocupación pedagógica, impulsado sin duda por su
calidad sacerdotal entregándonos versiones teatralizadas de ejemplares pasajes de la
historia sagrada” (Cisneros, Sobre Espinosa 3). Sin duda el estudio de Espinosa Medrano
en la poética gongorina lo sitúa en un lugar privilegiado, en la medida en que trabaja al
mismo tiempo diferentes categorías discursivas y procedimientos retóricos para el uso del
discurso poético. Alfredo Roggiano analiza de esta forma el Apologético del escritor
cusqueño: “el Apologético inicia en el Nuevo Mundo una línea crítica que se sostiene a
113
partir del lenguaje como fundamento de la aventura creadora, y desde el texto como
análisis de comprensión y búsqueda de sentidos” (106).
Es así que la ciudad del Cusco en el siglo XVII se convirtió también en un espacio
importante para dar a conocer artistas criollos e indígenas. En este caso la Iglesia auspició
el trabajo literario castellano y quechua transformando al Cusco en un significativo
espacio intelectual parecido a Lima, la capital del virreinato. También es importante
señalar la circulación de libros importantes en el Cusco durante el siglo XVII, época en
que Espinosa Medrano escribió sus obras más fundamentales. A través del inventario de
la biblioteca del doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones67 se puede conocer que los
libros que circularon en esa época en el Cusco fueron diversos como libros de filosofía,
teología, de corte literario, religioso, gramática y otros (Cisneros, Una biblioteca 62-165).
Es importante mencionar en el análisis del habitus del poeta colonial la epístola
que envía a Sor Juana Inés de la Cruz en este tiempo ya que se trata de un homenaje que
éste dedica a Sor Juana y a la vez representa la relación literaria de dos escritores
importantes de la literatura colonial del siglo XVII. El romance titulado “Carta que
escribió el autor a la monja de México habiéndole ésta enviado a pedir algunos de sus
versos, siendo ella en esto y en todo el mayor ingenio de estos siglos” representa también
la conexión entre el virreinato de Nueva España y el virreinato del Perú.
El poeta colonial inicia el romance dedicado a Sor Juana reconociendo su talento
literario y elogiando su ingenio: “Por vuestro ingenio divino, / sutil, la del oro llaman, / si
67
El doctor Alonso Bravo de Paredes y Quiñones nació en el Cusco en los últimos años del siglo XVI.
Estudio en el Real Colegio Seminario de San Antonio Abad. Durante su vida universitaria en el Cusco
conoció a Espinosa Medrano. En 1690 escribe la aprobación para el Apologético. También, presentó un
sermón en honor a la Virgen que fue pronunciado en la catedral del Cusco en 1668. Es interesante anotar
que Espinosa Medrano lo llama mi maestro en su censura al Sermón de Bravo Paredes. Después de su
muerte en 1670 se realizó el inventario de su biblioteca en el Cusco (Cisneros, Una biblioteca 141-146)
114
a influjos los dos de Apolo / cultiváis venas de Arabia. / El aplauso vuestro es tal, / que
porque sabio sonara, / en docto clarín de letras / fundió de bronce la fama” vv. 1-8 (Valle
y Caviedes, Obra completa 613). Del mismo modo, el vate colonial desarrolla
comparaciones entre ambos enfatizando el talento de Sor Juana: “En el mar de vuestro
ingenio / veo lo que el mío alcanza, / y en lo poco que percibo / conozco lo que me falta.
/ Dícenme que sois hermosa, / para ser en todo rara, pues así sois de las feas / discreta
excepción gallarda” vv. 25-32 (Valle y Caviedes, Obra completa 614). Así también, en el
desarrollo del romance Valle y Caviedes afirma que Sor Juana le hace un pedido de sus
poemas: “Mis obras pedís, y es cierto / que a mí me hacéis muchas malas / pues no es
bueno que sepaís / por extenso mi ignorancia. / Ahí la envío, y yo quedo / dando a la
cinta lanzadas, / como niño que temblando / llega a corregir la plana” vv. 53-60 (Valle y
Caviedes, Obra completa 614).
Existen similitudes que se rescatan entre los dos escritores de la colonia como por
ejemplo la vida de ambos que transcurre al mismo tiempo a pesar de la diferencia de casi
una década. Así también, no se puede dejar de mencionar que ambos autores abordaron
todo tipo de poesía: “Valle y Caviedes tiene una numerosa versificación amatoria,
religiosa y moral, de orden culto y no de poco valor, y Sor Juana, no sólo sus conocidos
villancicos de orientación popular, sino también algunos versos crítico-satíricos y muchas
veces burlesco-escatalógicos” (Lasarte, “Valle y Caviedes” 913).
Otro aspecto notorio entre Valle y Caviedes y Sor Juana Inés de la Cruz es el
maestro común que ambos siguieron, Francisco de Quevedo. Es indiscutible encontrar en
la obra de ambos esta influencia en la particular visión que desarrollaron frente al hombre
115
y al mundo: “si la monja de México insistía sobre el desengaño de lo temporal68,
Caviedes radiografiaba con íntima amargura la universal avería a través de las muchas
máscaras con que intentaban disfrazarse los personajes de la vida diaria en Lima”
(Bellini, “Caviedes y Sor Juana” 68).
Tanto la poesía de Valle y Caviedes y de Sor Juana se relacionan en sus
producciones satíricas-barrocas. En el caso de la poeta mexicana, además de hacer uso
del tema de la mujer habladora69, exactamente de lo que se le acusó, muestra su ingenio y
sentido del humor en “una meditación autorreflexiva sobre la sátira y su función […]
también logra criticar la sátira tendenciosa y murmuradora” (Lasarte, “Valle y Caviedes”
919). Por otro lado, la producción satírica-barroca de Valle y Caviedes mezcla lo culto y
lo popular: “abraza la risa y la cultura callejera con la escritura individual cuya
elaboración aguda y conceptual no deja de tener alusiones de orden supuestamente
cultos70” (Lasarte, “Valle y Caviedes” 916).
68
La posesión de cosas temporales,
temporal es, Alcino, y es abuso
el querer conservarlas iguales.
Con tu error o tu ignorancia acuso,
pues Fortuna y Amor, de cosas tales
la propiedad no han dado sino el uso. vv. 9-14 (Cruz, I 102).
69
Inés, cuando te riñen por bellaca,
para disculpas no te falta achaque
porque dices que traque y que barraque;
con que sabes muy bien tapar la cara. vv. 14-17 (Cruz, I 284)
70
Defensas que hace un ventoso al pedo.
Porque conozcas, amigo
que es bueno largar ensanchas
y cuando oyeras un pedo
no hagas tantas alharacas vv.1-5
…
Hipócrates y Galeno
en sus aforismos mandan
usar de la peonía
que es medicina aprobada vv. 14-17 (Valle y Caviedes, Obra completa 400).
116
Así, cabe señalar que Valle y Caviedes y Sor Juana Inés de la Cruz aportan a
través de sus escritos la búsqueda de la identidad americana. Según Bellini, la poeta
mexicana “se afirma a sí misma a través del intelecto y desde aquí parte para rescatar lo
mexicano, mundo que no solamente celebra, sino que quiere limpiar de toda mancha
frente a la religión importada y abrazada por ella” (“Albores del problema” 4). Es así que
sor Juana se identifica constantemente con su mundo enriqueciéndolo con su intelecto.
Valle y Caviedes se compromete con el mundo en que vive plasmando en su obra una
problemática profunda: “su orgullo intelectual fundamenta la afirmación de una identidad
que se compenetra con la del mundo peruano, el cual no corresponde a las apariencias”
(Bellini, “Albores del problema” 5).
El poeta analiza los problemas sociales proyectándolos finalmente en su poesía y
estableciendo sus propias fronteras y lenguaje. Valle y Caviedes, tan andaluz como
limeño, deja en su poesía un sin número de referencias históricas las cuales permiten
conocer el ambiente limeño de su tiempo como también el mundo de la metrópoli. Así
tenemos el poema “Noticiero poético” para exhibir el ambiente virreinal de Lima durante
el terremoto de 1687 y “Otro” en el que el poeta se pasea por el Prado de Madrid durante
la primavera. En efecto, un punto importante en su obra es que varias de las personas que
menciona en sus poemas pertenecen a la clase más importante del momento del virreinato
peruano y la relación de éstos con el virrey y la corte fue muy estrecha. Se registran
personajes como médicos o cirujanos de cámara de virreyes (Francisco de Barco,
Francisco de Vargas Machuca, José de Rivilla, Francisco Bermejo y Roldán),
Protomédicos de Lima (Bermejo, del Barco), Catedráticos de Primas de Medicina de la
117
Universidad de San Marcos (Bermejo, del Barco, Juan de Llanos), Catedráticos de
Víspera y profesores de medicina (José de Avendaño, Melchor Vázquez).71
3.2 La estrategia literaria y el capital cultural simbólico en los escritos de
Valle y Caviedes
En mi opinión, la práctica de la poesía satírica en la poesía de Valle y Caviedes
es parte de la estrategia literaria motivada por la competitividad y la búsqueda de
distinción dentro del campo literario colonial peruano. Según Mercedes Etreros, la sátira
es “una forma literaria que, además de reflejar con cierta veracidad el entorno social de
una época, tiene unos contenidos estéticos, unos rasgos distintivos peculiares y unos
valores propios de intencionalidad y forma” (9). Valle y Caviedes fue consciente de no
contar como estrategia con su status social o con una posición dentro de la élite cultural
de la colonia. Es por esto que la poesía satírica haya sido una opción literaria en su
momento y de esta forma el poeta fue creando su imagen literaria de un escritor mordaz.
Luis Fabio Xamar comenta sobre los personajes limeños satirizados en la obra del poeta
colonial:
Los médicos citados en estos versos no son producto de la imaginación del
poeta; tampoco se cuidó de disfrazar sus nombres. Antes bien, cada estrofa
que brotaba de su pluma era a la manera de panfleto rimado, dirigido a
poner en evidencia los vicios e ignorancia de cada uno de los galenos de
su época (82).
Es importante anotar su interés en centrarse en problemas sociales y económicos
del criollo americano. El vate colonial satirizó lo que él consideró que se encontraba
71
Estos datos históricos tomados de la poesía de Valle y Caviedes provienen de las ediciones de Juan del
Valle y Caviedes por Cisneros y otros de 1990 y de los dos volúmenes de García-Abrines 1993-1994.
118
degenerado en la sociedad: a los limeños de todas las clases sociales, costumbres de la
sociedad y autoridades del virreinato peruano. Es así que la sátira de Valle y Caviedes se
centra en un grupo diverso de profesionales. Según Costigan, este grupo se relaciona con
“la nueva política mercantil-capitalista del imperio español” (96). Así también, la sátira
que realiza a grupos sociales, así como la de los médicos, poetas, abogados, prostitutas,
etc. es considerado un tema común dentro de la literatura, especialmente dentro de la
sátira española. Pedro Lasarte en el artículo “En torno al sujeto americano en la poesía de
Juan del Valle y Caviedes” afirma lo siguiente: “la poética de Valle y Caviedes
consistiría en una mera réplica de las modas barrocas asociadas con el sistema colonial lo
que significa escamotear las connotaciones ideológicas que una lectura detenida de sus
aspectos textuales puede proveer” (233).
La intención moralizadora y crítica que se encuentra en la sátira de Valle y
Caviedes es relevante. El poeta colonial escribió su sátira para diferentes circunstancias y
público, de la misma forma como la sátira se hizo popular en España: “La sátira, en fin,
no sólo tuvo su divulgación en la corte, o en España. Los embajadores en Madrid la
remitían a sus respectivos países, glosando narraciones de los acontecimientos en
España” (Etreros 55). También queda claro a quién va dirigida la sátira, ya que de manera
explícita se denuncian hechos y personas dando suficientes datos que ayudan a
distinguirlos a través de un lenguaje coloquial. Característica muy común de la sátira
española del siglo XVII: “No es que se compongan entre el pueblo, sino por autores
pertenecientes a otras capas sociales; ahora bien, dadas sus características pueden ser
asimiladas por todo tipo de público” (Etreros 106).
119
Valle y Caviedes conocía el uso de la sátira lo que permitía que cumpla su
función, así por ejemplo: “la brevedad de expresión, la economía de lenguaje en pro de
un aumento de agudización del ingenio” (Etreros 101). De la misma forma, era
consciente de la importancia del adecuado uso del lenguaje en la sátira para que logre el
efecto que se busca como se presentó con la sátira del Siglo de Oro: “el lenguaje debe ser
velado, alusivo, en periodos sintácticos apropiados, bien ágiles y rápidos, con utilización
de hipérbatos, zeugmas, etc.” (Etreros 101). Es importante señalar la evidente función
informativa que en varios de sus poemas satíricos se puede encontrar y que llegaron a ser
leídos por el pueblo y autoridades. Cabe señalar que a través del estudio de la sátira en los
poemas de Valle y Caviedes nos ofrece una visión social y cultural del momento.
Es interesante anotar que en esa época la poesía se llega a cotizar como un
significativo capital cultural simbólico. Esto ocurría en España y, por supuesto, no podía
pasar desapercibido en las colonias. Valle y Caviedes consciente de esta riqueza
simbólica saca provecho de su ingenio para presentar diferentes costumbres y problemas
de la sociedad del siglo XVII, como por ejemplo el inconformismo de criollos en el
virreinato del Perú. Este problema ya había sido expuesto por otros agentes del campo
literario colonial peruano, como Juan de Espinosa Medrano. De esta forma, la poesía de
Valle y Caviedes no se aleja de su ideología y denuncia los problemas que predominan en
la sociedad colonial. Luis Alberto Sánchez señala sobre la importancia de la obra del
poeta en esa época:
Tanto la época como la vida y obra de Caviedes merecen gran atención,
por tratarse de un poeta acriollado, que no es erudito ni sabe mucho latín,
120
pero que, en cambio, dueño de travieso espíritu, no adula a virreyes ni
canta a arzobispos (Los poetas189).
A través de la poesía satírica que escribió presentó diversos acontecimientos de la
ciudad a modo de denuncia como el ejercicio irresponsable de la medicina, la asignación
de puestos oficiales, las dificultades y discusiones para combatir contra los piratas que
amenazaban con invadir la ciudad o los diferentes vicios morales de la sociedad en el
siglo XVII. Así, el poeta colonial en el poema “Coloquio entre una vieja y Periquillo a
una procesión celebrada en esta ciudad” escribe sobre el abuso del “don” y el interés
exagerado en remarcar los nombres de importantes familias en la ciudad de Lima del
siglo XVII: “caballeros sólo in voce (…) / y como firmen el Don, / aunque de donado
sea, / les basta sólo el firmarlo / para su información plena” vv. 131-134 (Valle y
Caviedes, Obra completa 498). Este estilo es propicio para presentar controvertidas
situaciones y cambios en la sociedad colonial. El roce que tuvo con la burocracia le
permite a Valle y Caviedes abordar las complejidades sociales del virreinato y su ojo
crítico se dirige a personas, específicos grupos y profesiones como cortesanos, médicos,
jueces, abogados, mujeres, comerciantes, los españoles, criollos, etc. Como apunta José
Luis Romero sobre la vida colonial:
[…]el gobierno colonial no podía sino ser pesado, a causa de la lejanía de
la metrópolis, de la singular burocracia que predominaba en ella y, sobre
todo, de la complejidad de los problemas que cada día le planteaba el
gobierno central en cada rincón del mundo colonial. Los funcionarios
ejercía un extraño poder, porque sus actos estaban permanentemente
vigilados por otros funcionarios, y nadie sabía cuál era el que gozaba del
121
favor de la corona. Un mundo de papeles se revolvía entre intrigas y
cabildos y un mundo de personajes de diversa condición y catadura flotaba
alrededor de virreyes, capitanes generales, oidores, obispos, corregidores.
(70)
También, el poeta colonial realizó una descripción exagerada de toda clase de
defectos físicos en diferentes personajes de su tiempo, en especial de los galenos
coloniales: “la desdichada joroba del cirujano Liseras, el bruno color del Dr. Utrilla, el
estrabismo del cirujano Leandro de Godoy, la elevada estatura del elegante Dr. Bermejo
y Roldán, la barba de pera del Dr. Machuca, o la obesidad del doctor Ramírez” (Cáceres
46). En este sentido, en el romance “A un narigón disforme” se lee: “Nariz mensajera es,
puesto / que embajada da de ti / en las visitas, si antes / te salen a recibir, / Don Antonio
viene, dicen, / y hay tiempo de prevenir / el chocolate una hora antes / que entre tu cuerpo
ruin” vv. 37-44 (Valle y Caviedes, Obra completa 549).
El Diente del Parnaso, su obra más estudiada, se compone de poemas satíricos
que fueron escritos en Lima en 1689. Es muy posible que la sátira aguda que Valle y
Caviedes escribe en esta obra haya respondido no sólo a la denuncia social en Lima
colonial contra los médicos sino también a un anhelo de distinción dentro del campo
literario colonial. Como se ha mencionado anteriormente, se rescata no sólo un valor
literario sino también histórico al describir la incompetencia de los médicos y los
aspectos más negativos de la sociedad. A través de estos versos se conocen los nombres
de diferentes médicos, se lee un resumen satírico minucioso de ellos y se describe el
atraso de la medicina colonial centrándose en los procesos curativos que utilizaron los
médicos. Leticia Cáceres describe así la producción festivo satírica del poeta colonial:
122
Cultivó la sátira seria y de trascendencia social, al censurar el atraso de la
medicina y de los sistemas terapéuticos coloniales. Revélase auténtico
costumbrista, cuando se burla de vicios y defectos de nuestra sociedad al
dirigir sus fustigaciones contra los hipócritas, a quienes juzga más malos
que los salteadores de caminos, contra las pseudo-virtuosas o beatas. (44)
Es interesante anotar que uno de los médicos más satirizados por el poeta, como
en el poema “Los efectos del Protomedicato de don Francisco Bermejo sabrá el curioso
en este romance, escrito por el alma de Quevedo, que anda penando en sátiras”, es
Francisco Bermejo Roldán, catedrático de Prima de Medicina, médico de cámara del
virrey don Melchor de Liñan y Cisneros; y rector de la Real Universidad de San Marcos
en 1690. Valle y Caviedes lo describe como “gran idiota”, “hombre estirado”, “mal
médico”, “Médico de las Damas” y “Narciso” en diferentes poemas (Valle y Caviedes,
Diente del Parnaso 27). El poeta colonial describe en estos versos a Bermejo:
“Protoverdugo de herencia / Osera a Bermejo hizo, / por su última y postrera /
disposición del juicio. / Su heredero era forzoso / porque el tal Osera dijo / que Bermejo,
de sus cascos, sólo llenaba el vacío” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 378).
No es por ello casual que uno de los escritos atribuidos a Valle y Caviedes es
precisamente un soneto que se publicó en un libro del médico Bermejo y Roldán en 1694
a causa de la epidemia del sarampión titulado “ Discurso de la enfermedad del sarampión
experimentado en la Ciudad de los Reyes del Perú”. Al inicio de este libro se lee el
soneto: “A el Erudito, y Admirable Papel digno trabajo del raro ingenio, desvelo, estudio
y experiencia del Doctor D. Francisco Bermejo Catedrático de Prima de Medicina en la
Real Universidad de S. Marcos de Lima, y Protomédico General de estos Reynos, y
123
Médico de Cámara del Excelentísimo Señor Conde de la Monclova, Virrey, Gobernador,
y Capitán General destos Reynos. Soneto de D. Juan de Caviedes” (Valle y Caviedes,
Diente del Parnaso 27).
Luis García-Abrines concluye que este poema no fue escrito por Valle y Caviedes
y que se trataría de un escrito del mismo médico Bermejo y Roldán ya que fue conocido
por su poco ingenio para escribir poesía (Valle y Caviedes, Obra poética II 167). El
llamativo título del poema que se incluye en este libro, y que lleva el nombre de Valle y
Caviedes, explica el interés de opacar la aguda sátira que el poeta escribía contra este
médico y por otro lado se hace evidente el importante papel que jugó su poesía como
capital cultural simbólico dentro del campo literario colonial peruano.
Sin duda, el tema de la medicina en la época colonial fue tratado con interés. En
los siglos XVI y XVII se registró un abundante movimiento bibliográfico sobre la
medicina lo que permitió la lectura de este material y el uso de un léxico profesional que
llegó a usarse en la mayoría de las personas:
La preocupación por los temas médicos arrastraba ya desde el siglo XVI
esmerada bibliografía y, al mismo tiempo, puede reconstruirse cómo
crecía la curiosidad por los temas médicos (con eco en la literatura) y cuán
desmedrados andaban, por razones de crisis económica, los estudios de
medicina en Europa. (Pamo-Reyna 49)
Durante la colonia, la práctica de los médicos se caracteriza por una cierta
mediocridad como resultado de la situación económica-social del momento, de la baja
calidad en la enseñanza médica y de la ciencia médica en sí: “El sistema oficial
124
terapéutico de la colonia estuvo constituido por sangrías72, purgas y enemas, cuyos
complementos curativos fueron los emplastos, los ungüentos, sinapismos, horchatas y
tisanas” (Cáceres 54). Es así que la medicina colonial se caracterizó por ser empírica ya
que no se presentó en esa época una distinción clara entre las ciencias médicas y la
influencia de las ciencias naturales así como tampoco de las creencias del poder
astrológico en relación al cuerpo humano.
Así también, existía una diferencia entre los médicos profesionales y los médicos
practicantes llamados también “seudo médicos” y que se clasificaban como herboristas,
curanderos, embaucadores y sangrones. Este ambiente llega a crear un espacio literario
nuevo: “entre el médico ideal y el médico real, entre el teórico y el práctico, se entabla la
lucha en el terreno literario y la batalla convoca al humor y al la ironía como
instrumentos de la rabia condenatoria o de la disolución” (Valle y Caviedes, Obra
completa 141). No es por ello casual que Valle y Caviedes tome en cuenta el tema de los
médicos como excelente pretexto para sus versos agudos satirizando el arte curativo de
ese tiempo.
En Europa y especialmente en España ya se trataba el tema sobre el médico y la
medicina en la literatura. Así, se puede nombrar a Cervantes, Lope, Tirso, Góngora,
Mateo Alemán y otros quienes se basan en el tema para hablar sobre los médicos o crear
comentarios satíricos al respecto. Cervantes lo hizo en El Quijote al presentar a Pedro
Recio y mostrarlo como un médico de ese tiempo:
72
Durante la colonia, la práctica de sangrías y purgas fue muy frecuente para tratar diferentes dolencias y
procesos patológicos como sarampión anginas, cáncer, conmociones cerebrales, etc. Según Cáceres “el
origen de las famosas sangrías se remonta a los tiempos del padre de la Medicina, Hipócrates, quien la
utilizo muy frecuentemente” (55).
125
Y vuelvo a decir que se me vaya Pedro Recio de aquí: si no, tomaré esa
silla dónde estoy sentado y se la estrellaré en la cabeza, y pídanmelo en
residencia, que yo me descargaré con decir que hice servicio a Dios en
matar a un mal médico, verdugo de la república. (Cervantes 902)
De la misma forma, Cervantes toma este tema en la historia del Alférez Campuzano o en
el Licenciado Vidriera. Además, Lope de Vega también hace referencia de los médicos
en La Dorotea y “El engaño en la verdad” en el que hace notoria su desconfianza en los
médicos: “que no hay médico en el mundo / que sane una calentura, / y en caso de
cirugía, desde el pie hasta la cabeza / obra la Naturaleza mil milagros cada día” (Lope
115).
Francisco de Quevedo es otro escritor que se refiere a los médicos en su registro
satírico. La crítica que desarrolla Quevedo dirigida a los médicos llega a extenderse
incluso al aspecto de éste y sus costumbres como la famosa sortija que solían usar, los
guantes de médico que doblaban: “Si quieres ser famoso médico, lo primero linda muda,
sortijón de esmeralda en el pulgar, guantes doblados, ropilla larga y en verano sombrerito
tafetán” (Quevedo, Obras completas 114). En diferentes textos da a conocer la asistencia
médica y la figura social de éste como en el capítulo “Para saber todas las ciencias y artes
mecánicas y liberales en un día” del Libro de todas las cosas:
Por las calles ve siempre corriendo y a deshora, por que te juzguen por
médico que te llaman para enfermedades de peligro. De noche haz a tus
amigos que vengan de rato en rato a llamar a tu puerta en altas voces para
que lo oiga la vecindad: “Al señor doctor que lo llama el Duque; que está
126
mi señor la Condesa muriéndose; que le ha dado al señor Obispo un
accidente”. (Quevedo, Obras completas 115)
Sin duda, la denuncia que Quevedo expone sobre los médicos es que éstos matan
de forma legal, su vocabulario es confuso que sólo ayuda a engañar al enfermo y llegan a
ser cómplices de los boticarios quienes utilizan ingredientes de dudosa procedencia. Es
así que, demuestra la desconfianza de los médicos dentro de la sociedad a pesar del
empeño de éstos de querer presentar siempre su verdad basada en la ciencia de su
profesión: “No se trata entonces de una sátira vacía de todo contenido real, sino motivada
por la percepción clara de cierto relativismo que obliga a poner en dudas las posibilidades
de la medicina” (Querillacq 5).
En el siglo XVII se vivió en la ciudad de Lima una situación en relación a los
médicos que se centraba en la falta de una adecuada preparación académica y sus
constantes faltas en su actividad profesional: “Con un retraso notable respecto a las
comunicaciones con la Metrópoli, no es de extrañar el oscurantismo colonial, atraso que
motivara la picante sátira de Caviedes” (Cáceres 52). A partir de esta realidad aparecen
los diferentes médicos en la obra de Valle y Caviedes entre los que se destacan los
médicos pedantes, ignorantes, fanfarrones, escandalosos y viciosos. Mención especial
merecen los protomédicos a quienes identificaba como criminales peligrosos.
Sobre la práctica de la sangría en el tratamiento médico, Valle y Caviedes se
refiere de forma directa en varios poemas como en “Pregunta del pecador al autor de
estas palabras”: “Donde dijere sangría / allí leerás degüello / y cuchillo leerás donde /
dijere medicamento, / adonde dijere purga / leerás dio fin el enfermo / y adonde remedio
dice / leerás muerte sin remedio” (Valle y Caviedes, Obra completa 260). Así también,
127
en “A quien leyera este tratado” hace referencia no sólo a las sangrías sino también a las
purgas: “Porque aquellos que no pasan / la cuña de una calilla, / el pegoste de un
emplasto, el punzar de una sangría. / El acíbar de una purga, las bascas de otras bebidas, /
los alanos de ventosas, /esponjas de chupar vidas” vv. 14-21 (Valle y Caviedes, Obra
completa 272). Es así que Valle y Caviedes termina alabando las bondades de la
naturaleza dejando de lado los tratamientos médicos. En “Auto de sentencia contra el
dicho doctor” se lee los versos: “!Oh sabia naturaleza, / bien te llama admirable, / pues
curas de mal de idiotas / sin sangrías ni jarabes! / El que ha leído mi Libro / no tiene que
disculparse / con que ignoró los peligros / de los médicos mutantes” vv. 151- 158 (Valle
y Caviedes, Obra completa 363).
El vate colonial se vale de diferentes recursos para escribir la sátira contra los
médicos, como por ejemplo relacionándolos con los animales. El papagayo fue uno de
ellos por su característica en repetir palabras o frases en el romance “Loa en aplauso del
doctor don Francisco Machuca por haber curado a una prima del autor y Haberla muerto,
como a todos cuantos cura”: “El papagayo responde / a una pregunta, y si fuera / la de un
aforismo, es cierto, / dará, enseñado, respuesta. / Con que podemos decir / que es médico,
por la cuenta / el papagayo; o que tú eres loro de Avicena” vv. 77-84 (Valle y Caviedes,
Obra completa 320). Así también, en los siguientes versos el poeta colonial hace
referencia a otros animales para referirse sobre el tema en el romance “Habiendo
enfermado el autor de unas tercianas, le ordenó un médico llamado Llanos, que se
convidó a matarlo, que se sangrase del tobillo, que bebiese a todas horas agua de nieve,
horchatas , etc. Y que se echase ayudas atemperantes: Y el dicho doliente lo hizo todo al
revés, y sano en cuatro días. Celebrose en este”: “¿En qué charcos estudiaste? / ¿Con qué
128
Genil o Jarama / practicaste, o qué Tajo / te enseñó esas cuchilladas? / Pato de la
Medicina, / albur con guantes y capa, / físico sapo, aguachirle, / si no curandero rana” vv.
21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa 335).
Valle y Caviedes hace también referencia, a su estilo, el uso del latín en el léxico
de los médicos en el romance “Parecer que da de esta obra la anatomía del hospital del
señor San Andrés”: “Decir dos o tres latines / y términos exquisitos / como espultris,
concotris / constipado, cacoquimio / Los ignorantes vulgares / que sólo tienen oídos / los
dejan atarantados / amando el docto peligro” vv. 109-116 (Valle y Caviedes, Obra
completa 269). En otros versos, siguiendo con la sátira, da a conocer diferentes maneras
de cómo sanarse de las dolencias: “Hombres, mirad lo que hacéis, / huid de médicos
malditos, / que si no, os pondrán los huesos / como yo tengo los míos / Morid de balde,
menguados, / porque es grande desatino / pagar un hombre el verdugo, / los cordeles y el
cuchillo” vv. 177-184 (Valle y Caviedes, Obra completa 271).
En este ambiente de la medicina, los boticarios73 son también nombrados como
compañeros de los médicos para que éstos cumplan su función. El poeta colonial presenta
al boticario como compañero del crimen en los versos del siguiente romance: “No es tal,
sino la botica; / y el secretario dañino / de Cámara, el boticario, / pues la da con
bebedizos; / las redomas, protocolos / que en el criminal archivo / tiene sus anotaciones /
en tahalíes, escritos” vv. 131-138 (Valle y Caviedes, Obra completa 381). Así también,
en el romance “Al casamiento del doctor pico de oro con una panadera vieja, viuda del
panadero don Francisco Matoso” presenta a un boticario enamorado quien representa
73
El Dr. Hermilio Valdizán se refiere así de las boticas y los boticarios coloniales: “Las boticas de la época
debieron tener alguna semejanza con los actuales puestos de herboristas, ya que las hierbas y los simples
vegetales fueron mayoría en el arsenal terapéutico. En aquellos tiempos en los cuales los boticarios
debieron almacenar cuidadosamente una gran cantidad de hojas, de raíces, de leños, de flores que servían
de base a la preparación de tisanas y pociones” (Valdizán, La medicina 105).
129
también al secretario del crimen: “Guerreólo con recetas / un Cupido boticario, / tirándole
por arpones / jarabes y electuarios. / Visitóla en un achaque, / que fue achaque de
llamarlo / para que el mal le curase / del reconcomio del gallo” vv. 45-53 (Valle y
Caviedes, Obra completa 328).
Es importante mencionar la diversidad de temas que Valle y Caviedes desarrolla
en su poesía satírica. En una sociedad como Lima que experimenta diferentes problemas
la figura del diablo forma parte en situaciones como engaños en el matrimonio o en
comerciantes sin escrúpulos entre otros. Este personaje se presenta en los versos del poeta
colonial a través de figura y representaciones como consecuencia de las malas
costumbres en la sociedad de Lima como en el romance titulado “Vejamen al demonio y
a cuantos le imitan en su mal obrar”: “Quiso el Demonio poner / en el Aquilón su
aisento, / pero Miguel, valeroso, / le dijo: ¡Baja al infierno, / bárbaro! ¿Quién como Dios?
Prorrumpió Miguel, tan diestro” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 505). Un
aspecto importante al respecto es la importancia que se le da al demonio en esta época:
“Los documentos de la Inquisición nos alertan en América: quien se empeña en
convencernos de la inexistencia de las brujas es el propio demonio de modo que conviene
-en plena Contrarreforma- dar noticias de su presencia” (Reverte 283).
Así también, la relación entre la imagen del diablo y el médico se hace frecuente
en la obra de Valle y Caviedes. En el romance “Vejamen al demonio y a todos cuantos le
imitan en su mal obrar” se lee al respecto: “El diablo de los tahúres / se viste de carnicero
/ al revés, pues gente matan / para que coma el carnicero / El diablo de los tahures / trae
dos trajes, si en perdiendo / de raso anda y engañando” vv. 70-75 (Valle y Caviedes,
Obra completa 507). Es interesante anotar que para el poeta colonial no se da la presencia
130
del diablo en el caso de los poetas: “Sólo para los poetas / no hay un diablo porque
apuestos / por no tener, aun no tienen / un diablo entre todos ellos. / Y si le hay, no les
tienta / por no ser capaz de hacerlo, / pues siendo diablo tan loco, ¿cómo puede tener
tiento” vv. 101-108 (Valle y Caviedes, Obra completa 507).
En diferentes sonetos y romances satíricos que escribe Valle y Caviedes contra los
médicos se refiere a las veces que estando enfermo tuvo que solicitar sus servicios. Así
pues, en el romance “Habiendo enfermado el autor de tercianas, le ordenó un médico
llamado Llanos, que se convidó a matarlo, que se sangrase del tobillo, que bebiese a todas
horas agua de nieve, horchatas, etc. y que se echase ayudas atemperantes : Y el dicho
doliente lo hizo todo al revés, y sanó en cuatro días. Celebrose en este” describe como se
recuperó del estado enfermo en que se encontró: “Mandaste hacer unturas / y no las hice,
por causa / que untado muy fácil era / que brujo enfermo volara / A tus recetas, en fin / yo
les volví la casaca, / y haciéndolo al revés todo, / hice ciencia tu ignorancia” vv. 94-100
(Valle y Caviedes, Obra completa 337). A través de su experiencia como enfermo el vate
criollo escribe sobre los maltratos del médico y cómo logró recuperarse sin seguir sus
consejos: “El odio de sus versos era un santo odio contra los médicos, impotentes para
curarlos de sus graves y secretos males, y en la gracia natural de sus rimas descubríase el
ingenio tan rampante, tan propio, tan incansable y dúctil de las márgenes del Rímac”
(Xammar 76).
No sólo ataca a los médicos con su sátira sino también a los abogados. En el
romance “Viéndose graduado de doctor un abogado muy pequeño y flaco, escribió el
autor este” satiriza la figura delicada de este abogado: “Poca justicia tendrá / quien
tuviere tan menguado / defensor, porque no cabe / la mucha en cuerpo tan bajo / Si
131
médico hubieras sido / vaya con todos los diablos, / pues fueras del mal el menos, / con
récipes atenuados” vv. 93-100 (Valle y Caviedes, Obra completa 559). También hace lo
mismo para referirse a su profesión: “Los pleitos de los menores / defiende y podrás
ganarlos, / pues para menores pleitos / es bueno un menor letrado. / En audiencia de
pigmeos / fueras famoso abogado, / donde fueran relatores / machines y papagayos” vv.
85-93 (Valle y Caviedes, Obra completa 559). En otro romance “A un abogado que dejo
de serlo, y se hizo médico” junta las dos profesiones para continuar con su sátira a los
médicos: “De alcalde de Corte logras / potestad, por el atajo, / te agitas con ofender / a
todo el género humano. / De alcalde de Corte logras / potestad, por el atajo, / si sentencias
por recetas / como el crimen por sus fallos” vv. 13-20 (Valle y Caviedes, Obra completa
347).
En este sentido, es importante anotar que en diferentes poemas satíricos es una
constante encontrar parejas que se contrastan con el propósito de satirizar problemas
sociales de la época. Así, en el romance “Otro a la contra, casándose un mozo pobre con
una vieja” describe el casamiento de un mozo de pocos recursos con una vieja rica y fea.
A esta señora le dedica estos versos: “Mejor es que para novia, / por lo rancia y por lo
añeja, / para espada, para queso, / vino o casa solariega. / Púsose de veinticinco, /
teniendo más de setenta, / con cara de negar años / al marido, mas no deudas” vv. 5-12
(Valles y Caviedes, Obra completa 520). De la misma forma, en el romance “A un
hombre chiquito y viejo que se caso con una moza hermosa y pobre siendo el rico” Valle
y Caviedes presenta el contraste conyugal y le dedica al esposo los siguientes versos:
“Tan pequeño eres de cuerpo / como eres grande de años, si dizque jugaste al trompo /
con el Cid y Arias Gonzalo. / ¿Qué amor caduco te ciega / siguiendo signos errados, /
132
pues pensando dar en Virgo / has venido a dar en Tauro” vv. 5-12 (Valle y Caviedes,
Obra completa 519). Este contraste en las parejas también se lee en el romance “A un
corcovado hojalatero que se casó con una mujer muy alta y le dieron en dote una cantidad
de arrobas de plomo, habiendo tratado antes casamiento con una mujer como él,
corcovada de oficio alfajorera, la cual, celosa, le escribe este”. Es la mujer corcovada
quien habla en los siguientes versos: “Ven, acá, retrato feo, / de aquel Judas Iscariote, / si
no figura de risa / del cuadro de los ratones. / Melón de capa y espada, / sapo introducido
a hombre, / galápago de maridos, bragado novio camote” vv. 5-12 (Valle y Caviedes,
Obra completa 534).
De todo lo visto, Valle y Caviedes aprovecha el capital cultural simbólico que
ostenta para darse a conocer dentro del campo literario. En esta práctica literaria él
satirizó a autoridades y sus allegados o los defendía, acto que sucedía pocas veces. No es
arriesgado suponer que algunos escritos hayan aparecido por encargo de alguna autoridad
cercana al virrey nuevo o vigente para desprestigiar al régimen anterior con la intención
de conseguir mayor aprobación del actual gobierno en la sociedad. Esta dinámica podría
haber llegado desde la metrópoli, como influencia de Quevedo y otros agentes del campo
literario español del Siglo de Oro.
3.3 La dinámica de la violencia simbólica en los escritos de Juan del Valle y
Caviedes
En el siglo XVII, la ciudad de Lima se convirtió en importante centro cultural y,
además, el virreinato del Perú llegó a convertirse en un lugar central en América debido a
la actividad de su universidad y del activo mundo cultural que presentaba. Sin embargo,
la literatura estaba endeudada con la europea, tomando en cuenta corrientes, aficiones e
inclinaciones que dominaron en España del siglo XVII.
133
Se convierte en práctica el interés en América de leer a escritores del Siglo de
Oro. En el caso de Valle y Caviedes, como en otros escritores del virreinato peruano, fue
una constante en su trayectoria literaria. Esta influencia en los escritos del poeta colonial
en relación a los agentes del campo literario español del siglo XVII se dirige en especial a
la literatura de Francisco de Quevedo (1580-1645) llegando a registrarse cerca de setenta
referencias del poeta español en su poesía (Lasarte, Lima satirizada 212). Además de la
influencia temática y de estilo de Quevedo en la poesía del poeta colonial, también se
encuentra a Góngora y Calderón. En esta influencia literaria de modelos satíricos y temas
se basa precisamente el ejercicio de la violencia simbólica entre los escritores del
virreinato peruano con el objetivo de adquirir distinción y por último legitimación dentro
del campo literario colonial. Como afirma Bourdieu sobre la violencia simbólica en el
campo literario: “[…] the field of production and diffusion can only be fully understood
if one treats it as a field of competition for the monopoly of the legitimate exercise of
symbolic violence” (Bourdieu, Field 121).
El modelo satírico más representativo que utiliza Valle y Caviedes de Francisco
de Quevedo, para ejercitar este “monopolio” al que se refiere Bourdieu, es la sátira
dirigida a personajes importantes de la sociedad o personalidades que se dedican al
ejercicio literario. Singular ejemplo en la obra de Quevedo es la sátira que escribe contra
Juan Luis de Alarcón y Luis de Góngora. En el caso de Valle y Caviedes la sátira se
centra a los médicos y ciertas autoridades de Lima. También, se puede rescatar al
respecto el poema satírico del poeta colonial “Fábula de Polifemo Galatea. Burlesca
asunto académico” en el que satiriza sobre los personajes de la fábula del poeta Góngora.
134
Es importante tener presente que Valle y Caviedes se centra más en los ataques que en el
elogio y de esta forma se distingue dentro de la crítica social y literaria en el virreinato.
Otro procedimiento que realiza Valle y Caviedes en su obra satírica es el interés
en preocuparse no sólo en el campo literario sino también involucrar al campo de poder
de esta época. En este sentido, el habitus del poeta colonial se convierte también en un
elemento indispensable en el trabajo de la violencia simbólica que ejerce. Esta práctica
literaria es conocida en la trayectoria literaria de Quevedo: “la producción literaria de
Quevedo hasta 1631, año de publicación de Juguetes de la niñez, se había fundado en lo
satírico-burlesco, como pilar primero sobre el que asentar su acción en los campos
literario y de poder” (Gutiérrez, La espada 201).
Así también, otro factor de importancia es que los poemas de Valle y Caviedes se
caracterizan por enfatizar más el aspecto humorístico dentro de su sátira. Los poemas que
dedica al doctor Liseras son un claro ejemplo al respecto: “Su figura concorvada es
objeto de irrisión en diversos poemas. A veces forma parte de la sátira general que lleva a
cabo contra los médicos y cirujanos de Lima” (Lorente, “Caviedes y la sátira” 218). En
definitiva, Quevedo es un modelo de esta sátira burlesca que utiliza el poeta colonial en
sus composiciones:
La poesía satírico burlesca de Quevedo es, sin duda, una de las mayores
construcciones literarias del barroco sustentada en los cimientos del
ingenio, arte en el que “no existe escritor antiguo ni moderno que le
compita”, según escribía don Joseph González de Salas, su amigo y editor
del Parnaso Español. (Arellano, “La poesía satírico burlesca de Quevedo”
48)
135
Poemas de Quevedo y Valle y Caviedes coinciden al escribir sobre la hipocresía
en la sociedad de ese tiempo. Quevedo lo demuestra en el soneto “Descubre el vicio de la
hipocresía que afectan muchos en la disimulación de sus maldades”. En este poema el
poeta español resalta su aversión por la falsedad: “Si el sol, por tu recato diligente, / no
ve, ¡Oh Licas!, horribles tus locuras, / es argumento de vivir a oscuras; / pero no de que
vives inocente. / Abona la ignorancia de la gente / tu astucia, si, no tus costumbres duras”
vv. 1-6 (Quevedo, Obras completas 377). Valle y Caviedes hace lo mismo en “Remedios
para ser lo que quisieres, que son observaciones del autor”. Este largo poema ofrece
diferentes observaciones sobre la sociedad. Son criticados los hipócritas que aparentan
ser virtuosos, las beatas que llevan hábito con rosario y medalla, los doctores de diversas
ciencias (clérigos, catedráticos, oidores), las damas y los médicos idiotas. Este poema es
considerado una síntesis de la valoración de Valle y Caviedes sobre la hipocresía de los
limeños de fines del siglo XVII, ya que censura diferentes actitudes y realidades y ofrece
acertados consejos para tener éxito en las apariencias: “Quien tratare de fingirse virtuoso,
/ que es ejercicio grave y provechoso, / póngase gran sombrero y zapatones, / aunque otra
cosa digan los calzones, / que a pálidos truecos amarillos / nadie va a consultarles los
fundillos” vv. 1-5 (Valle y Caviedes, Obra completa 465).
Entre varios temas satíricos que desarrollan Quevedo y Valle y Caviedes
coinciden también en el tratamiento de las prostitutas infectadas por enfermedades
venéreas. Así, el poeta colonial da a conocer la historia de una dama que va a curarse en
el hospital en el romance titulado “A una dama que fue a curarse al hospital de la caridad
de achaque de serlo”: “Purgando estaba sus culpas / Anarda en el hospital / que estos
pecados en vida / y en muerte se han de purgar. / Como a plata con azogue /
136
beneficiándola está, / un mal médico a repasos de sobar y más sobar” vv. 5-10 (Valle y
Caviedes, Obra completa 403). Estos versos presentan una influencia del romance de
Quevedo titulado “Cura una moza en Antón Martín la tela que mantuvo”: “tomando
estaba sudores / Marica en el hospital: / que el tomar era costumbre, / y el remedio es el
sudar. / Sus desventura confiesa / y los hermanos la dan / a culpas Escarramanes” vv. 1-7
(Quevedo, Obra completa 124). No es de extrañar el desarrollo de este tema ya que en la
literatura del barroco se reflejan problemas sociales, económicos y políticos mostrando a
una sociedad en crisis. Se presentan en estos poemas distintas curas para la enfermedad:
“En Quevedo la referencia a la cura de la sífilis de la mujer es la de ‘tomar sudores’ (uso
del ‘guayaco’ traído de las Indias). La cura que recibe la mujer limeña es con el frote de
mercurio (descripción de la mujer en términos astrológicos)” (Lasarte, “Como lector”
85).
Así también, en las siguientes décimas de Valle y Caviedes es posible encontrar
nuevamente el tema de las prostitutas: “Según dicen las comadres, / mucho en calidad
adquieres / porque, por los muchos, eres / hijo de muy buenos padres. / ¿cómo teniendo
de sobra, / tu madre, en sus arrabales, / tanta copia de oficiales, / le hicieron tan mala
obra?” vv. 11-18 (Valle y Caviedes, Obra completa 286). Es interesante anotar que estos
versos se comparan fácilmente con el romance de Quevedo aparecido en Maravillas del
Parnaso: “Yo, el menor padre de todos / los que hicieron ese niño / que concebiste a
escote / entre más de veinte y cinco, / a vos, doña Dinguindaina, / que parecéis laberinto /
en las vueltas y revueltas, / donde tantos se han perdido” vv. 1-8 (Quevedo, Obra
completa 167).
137
Otra referencia de coincidencias se presenta en el Discurso de todos los diablos
de Quevedo:
Si se confiesa cada día, es hipócrita; si no se confiesa es hereje; si es
alegre, dicen que es bufón; si triste, que es enfadoso. Si es cortés, le
llaman zalamero y figura; si descortés, desvergonzado. ¡Válate el diablo
por vida y por vivo! No volviera por donde vine por cuanto tiene el
mundo. (Quevedo, Discurso 107)
Este fragmento deja notar su influencia en el poema “Privilegios del pobre” de Valle y
Caviedes: “El pobre es tonto si calla, / y si habla es un majadero; / si sabe es un hablador,
/ y si afable, es embustero. / Si es cortés, entrometido; / cuando no sufre, soberbio;
cobarde, cuando es humilde” vv. 1-7 (Valle y Caviedes, Obra completa 510).
En el texto “Caballeros chanflones” de Valle y Caviedes se relaciona con
“Premática y aranceles generales” de Quevedo ya que se rescata la procedencia del título
y del tema en el poema del vate español. Se lee en el siguiente párrafo:
Item. Habiendo visto las vanas presunciones de los medios hidalgos y de
atrevidos hombrecillos que con poco temor se atreven a hurtar las
ceremonias de los caballeros […] mandamos que a los tales, siendo como
va dicho, los llamen caballeros chanflones, motilones y donados de la
nobleza y hacia caballeros. (Quevedo, Obras satíricas 86)
La descripción de Valle y Caviedes se asemeja al párrafo anterior al enfatizar
ciertas actitudes fingidas de los caballeros y el uso de un vocabulario exagerado y
adornado. Se lee en los siguientes versos: “Usará de ordinario muy frecuentes / los
términos siguiente: / punto, garbo, valor, obligaciones, / mis servicios, mi casa, mis
138
acciones, / mi médico, mi sastre, mi abogado, / mi mercader, mi coche, mi criado” vv.
65-70 (Valle y Caviedes, Obra completas 472). También, cobra vital importancia el
soneto “Remedio para ser caballeros los que no los son en este”: “Para ser caballero, de
accidentes / te has de vestir, en voces y mesura, / sacando el pecho, derecha la estatura, /
hablando de hidalguías y parientes, / despreciando linajes entre dientes, / andando a
espacio grave y con tesura, / y aunque venga o no venga a coyuntura” ” vv. 1-7 (Valle y
Caviedes, Obra completas 487). De la misma forma, en “Coloquio entre una vieja y
Periquillo a una procesión celebrada en esta ciudad” se rescata el tema de los caballeros
en el comentario de una procesión de Lima: “caballeros sólo in voce / de su jactanciosa
lengua; / hidalgo sin más informe / que un Don de bastardas letras, / cuya ambición
vinculada / en falsas sevillanetas, / a ilustres categorías / aspira en basas plebeyas” vv.
119-126 (Valle y Caviedes, Obra completa 498). De esta forma se describe en estos
poemas satíricos un cuadro del desorden moral y social en la ciudad de Lima del siglo
XVII.
El tema del amor que desarrolla Valle y Caviedes en el soneto “Definiciones del
amor en este” se emparenta con el soneto de Quevedo “Quédate a Dios, Amor, pues no lo
eres”. La calificación que da el vate español al amor describiéndolo como esclavo y no
deidad se puede leer también en los versos del poeta colonial: “Amor es nombre sin
deidad alguna. / Aun agente del ser de cuantos nacen. / Un abreviar de vida a cuantos
yacen. / Un oculto querer a otra criatura. / Un fantasma o sombra de hermosura. / Una
falsa opinión que al mundo esparcen” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 747).
Valle y Caviedes trabaja en cada verso una definición distinta con el propósito de
139
presentar primero un amor concreto y terminar describiendo una abstracción en relación
al tema.
Del mismo modo, Valle y Caviedes acoge con agrado descripciones que presenta
Quevedo en La hora de todos: “Llevábalos un compañero panza al trote, insigne
clamista, que, con una barba de cola de pescado y una capa larga, pintaba en platicante de
médico […] Un doctor, a quien la barba le chorreaba hasta los tobillos” (Quevedo, La
hora 123, 137). En el poema, “Médicos idiotas”, del vate colonial es notoria la presencia
de los detalles a hace referencia Quevedo: “En el doctor la barba es seña externa / como
poner un ramo en la taberna / o en la que es chichería un estropajo […] y así traen la
barba los doctores / de estropajo, que a todos dicen graves: / aquí hay purgas, jeringas y
jarabes” vv. 9-16 (Valle y Caviedes, Obra completa 480).
Quevedo y Valle y Caviedes abordan en diferentes poemas la sátira a los médicos.
En el caso del poeta colonial lo desarrolla, por ejemplo, en las décimas “Habiéndose
alabado el doctor Melchor Vásquez de haberse sanado de una enfermedad grande a un
sujeto”. Quevedo escribe sobre el mismo tema en El sueño del juicio final (1605), El
sueño del infierno (1608), El sueño de la muerte74 (1621), y La hora de todos (1633). Sin
embargo, una de las características que lo distancian al abordar este tema es que en el
caso de Valle y Caviedes la sátira se centra más en el aspecto social refiriéndose con
nombre propio a los médicos de Lima75: “la sátira de Valle y Caviedes, a diferencia de la
74
“Fueron entrando unos médicos a caballo en unas mulas […] guantes en infusión, doblados como los que
curan; sortijón en el pulgar con piedra tan grande, que cuando toma el pulso pronostica al enfermo la losa”
(Quevedo, Obras satíricas 209-210).
75
Bermejo con mucho amor
cura las damas, de suerte
que o se las come la muerte
o las sopla el buen doctor.
El Adonis matador
es y por cierto aforismo,
140
de Quevedo, se entrelaza más directamente con la circunstancia social, al aproximarse
críticamente no sólo a la práctica médica en general, sino también a un número de
médicos contemporáneos” (Lasarte, “Algunas reflexiones” 137). De esta forma la
temática crítica de Valle y Caviedes se centra en el Perú y el constante enfrentamiento
entre criollos y peninsulares en esa época, mientras que Quevedo realiza una sátira
general de los médicos, es decir sobre el tema en sí o la práctica medicinal del momento.
En el tema de los médicos que ambos autores presentan, cobra vital importancia la
sátira dirigida a la vestimenta del médico de acuerdo a ley como la ropa, adornos, anillos
y collares. También, llama la atención el uso de latinajos y aforismo del “médico latino”.
En los siguiente versos de Valle y Caviedes se burla del médico Bermejo: “Empuño el
puesto, y muy grave, / dando al cielo gracias dijo: / gratias a Deum en su / mal latín de
solecismos […] Autorizose de galas / y multiplicando anillos, / añadió esta liga docta / a
su ignorante esportillo” vv. 40-46 (Valle y Caviedes, Obra completa 235). Así también es
importante anotar que tanto Valle y Caviedes como Quevedo hacen uso del lenguaje
satírico-burlesco a través de la polisemia. De esta forma el discurso puede tener
diferentes lecturas presentando una ambigüedad interpretativa.
La admiración que el poeta colonial guardó por Quevedo se deja ver en su obra
satírica. En el romance titulado “Los efectos del protomedicato de don Francisco de
Bermejo sabrá el curioso en este romance, escrito por el alma de Quevedo, que anda
penando en sátira” queda registrado el nombre del vate español haciendo referencia a la
sátira que solía escribir: “Es una referencia consciente algo jocosa, a su imitación del
él se receta así mismo
en jeringas por delante,
remedio que es importante
contra el mal del priapismo. vv. 11-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 246)
141
escritor español, pero imitación posiblemente compleja ya que ‘penar’ era, y es, en el
Perú una referencia al ‘fantasma o alma que anda en pena’” (Lasarte, “Juan del Valle y
Caviedes” 79). Se lee en el romance: “Y continuando Bermejo, / esta pregunta le hizo: /
Decidme lo que es vergüenza. / Es sacar en cueros vivos / a los hombres a afrentar, /
respondió. / Y Bermejo, dijo: / Vergüenza es el que nos pague / su muerte el enfermo
mismo” vv. 77-84 (Valle y Caviedes, Obra completa 380). Es así que en este romance del
vate colonial se reconoce una tradición literaria europea recontextualizada con
preocupaciones y realidades distintas.
Quevedo utiliza el estilo satírico burlesco para describir a la sociedad y sus
personajes del siglo XVII en España con cierto humor: “la sátira de Quevedo es
reflexivamente amarga, irónica hasta el sarcasmo, mueca espasmódica sin plenitud vital
porque nace de la aguda penetración y disconformidad absoluta” (Cáceres 49). Esta
influencia peninsular se recontextualiza en un ambiente americano con sus propios temas
textuales y sociales. De este modo, el tema en común de la sátira a los médicos entre
Quevedo y Caviedes se desarrolla en diferente perspectiva, como lo señala Lasarte: “Si
en el caso de Quevedo se trata de una sátira general de los médicos, ya sea tópica o sobre
las prácticas medicinales de su momento, en Valle y Caviedes la temática crítica –o
ideológica recae fuertemente sobre el Perú y sus conocidas contiendas entre criollos y
peninsulares” (“Como lector” 82). Ambos escritores abordan el tema de la medicina pero
en el caso de Juan del Valle y Caviedes estos poemas nos acercan a personajes
importantes de la época contextualizando el entorno social y los problemas de la Lima
virreinal.
142
No cabe duda que Valle y Caviedes conocía la actividad literaria de Quevedo
durante el Siglo de Oro, la participación de Quevedo en la vida política de la monarquía y
la sátira de la que se sirvió para competir dentro del campo literario español del siglo
XVII. Como apunta Carlos Gutiérrez en La espada, el rayo y la pluma: Quevedo y los
campos literario y de poder: “La producción satírico burlesca de Quevedo se inserta en
un contexto de prácticas y estructuras sociales compartidas, tanto dentro del campo
literario como en la interacción entre éste y el de poder” (200).
Otro elemento en la poesía de Caviedes que se relaciona con el barroco español es
que a cada paso reflexionan sobre sí misma. Una importante constante que se da en
ambas partes. Se lee en un poema en el que un doctor remarca que su profesión debe
tomarse en serio en el romance “Joquiserio a saltos, al asunto que el dira si lo pregunta en
los ojos de quien quiere leerlo”:
No son capricho mis versos,
como los médicos piensan
y publican que es manía
y agudo e ingenioso tema. (Valle y Caviedes, Obra completa 368)
También, el amor es otro asunto en la literatura del poeta colonial y en los textos
de Quevedo. En este caso el amor como elemento del barroco se describe como vencedor
de la angustia o como el ideal inalcanzable, es decir visto como una frustración más. De
esta forma, Quevedo vio en el amor una experiencia que podía justificar la vida y dar un
sentido al mundo presentando una sensación de eternidad. En el caso de Valle y Caviedes
el amor aparece en diferentes variantes como la reiterada abstracción que produce y el
desarrollo de un amor-laberinto.
143
En este mundo de las influencias literarias, Valle y Caviedes no sólo hace una
referencia directa de Lope de Vega sino también se basa en sus versos para dar a conocer
sus ideas en el romance “Doctos de Chafalonía”: “que hay mucho oído y poca
inteligencia / por lo cual, me colijo / que el ingenioso Lope atento dijo: / Oígase la
campana en el oído / que parece concepto y es sonido, en la gente de enjalma / que ciega
y sorda tiene siempre el alma” vv. 30-36 (Valle y Caviedes, Obra completa 477). Otra
característica de importancia es que varios de los nombres literarios del vate colonial se
basan en la obra de Lope de Vega. Nombres como Lisi, Eufemia, Lucila y Maritsa,
Lucinda y Anarda, Fili y Clisi. En el romance “ A una dama que yendo a Miraflores cayó
de la mula en que iba” aparece el nombre Anarda. El mismo nombre de una de las damas
en El perro del Hortelano de Lope de Vega: “De liviana precia Anarda, / si a Miraflores
partió, / y dio la vuelta mucho antes / de llegar a la mansión. / Del palafrén en que iba de
colodrillo cayó, / y el sol le dio con la vuelta / donde a ninguna da el sol” vv. 1-8 (Valle y
Caviedes, Obra completa 436).
La influencia de Góngora en la obra de Valle y Caviedes también cobra vital
importancia. Esta influencia literaria es usada en diferentes momentos como pretexto para
la burla, tomando en cuenta temas o el lenguaje. Llama la atención cómo Valle y
Caviedes hace referencia a la poesía del estilo culterano que en aquella época fue
imprescindible para mostrar la condición de erudito. En más de un poema llega a
cuestionar las rebuscadas descripciones gongorinas, la oscuridad en los versos y el uso
constante de modelos míticos que tiende a alejarse de los diferentes problemas sociales
de la época. En este sentido, Valle y Caviedes satiriza la poesía culterana tomando
“Fábula de Narciso y Eco” de Góngora para crear “Fábula burlesca de Júpiter e Io”. Lo
144
mismo sucede con “Fábula de Polifemo y Galatea Burlesca. Asunto académico” al crear
un vocabulario vulgar y grosero para los personajes de la fábula: “Érase el tal gigantón, /
jayán tan desmesurado, / que no ha habido en las mentiras / ninguna de su tamaño. /
Medíase con el cielo / o poquito más abajo, / mil leguas, porque no digan / que yo le
quito o añado.” vv. 13-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 563).
Así también, se puede rescatar que en “Pintura de una dama en metáfora de
astrología” de Caviedes se refleja el romance “Angélica y Medoro” de Góngora: “Sus dos
luceros mezclaron / en los ojos Marte y Venus, / si vida dan apacibles / y saben mata
severos. / La línea es su nariz bella / por donde el planeta Febo / para iluminar mejilla / la
está pasando y volviendo” vv.17-24 (Valle y Caviedes, Obra completa 741). La
influencia de “Angélica y Medoro” también se deja ver en otro romance amoroso del
poeta colonial: “Una mañana de mayo, / al tiempo que el sol salía, como el mismo sol al
parado / se salió a pasear Marica. / Un jazmín brotaba donde / la breve planta ponía,
naciendo milagro el ver / floreciente lo que pisa” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra
completa 711). Finalmente, esta imagen gongorina de Angélica y Medoro se mantiene en
la fabula burlesca dedicada a Júpiter e Io. Se lee en los versos: “Los ojos influjos eran /
de Marte y Venus, pues daban / vida y muerte sus luceros, / embajadores del alba” vv.
21-24 (Valle y Caviedes, Obra completa 582).
Esta influencia literaria y de estilo de la obra de Góngora se puede encontrar
también en el soneto “Al mismo asunto del muelle” de Valle y Caviedes en el que se lee
una disimulada referencia de los primeros versos de las Soledades: “Recién nacido
escollo a quien veneran / las ondas que tu pie besan, errantes, salpicándote el pecho de
diamantes, / las que sin dar el choque vidrios eran […] Si de la espuma naces procelosa /
145
eres nevado y claro descendiente / de Venus bella, cristalina diosa” vv. 1-5, 9-10 (Valle y
Caviedes, Obra completa 626). Además, en la “Fábula burlesca de Júpiter e Io” también
se puede rescatar una influencia del Polifemo de Góngora en los siguientes versos:
Era un carámbano terso
Que por las cejas colgaba
de la nieve derretida,
de la frete tersa y clara
que a dividir las mejillas
bajó en arroyo de plata
floreciendo en su frescura
dos primavera de nácar. vv. 29-36 (Valle y Caviedes, Obra completa 582)
En “Fábula de Polifemo y Galatea Burlesca. Asunto académico” del poeta
colonial Valle y Caviedes nos deja con la duda si con esta fábula pretende sólo inspirarse
con el original tema grecolatino o si se trata de una manera especial de referirse a este
poema respondiendo a la seducción del gongorismo común en el siglo XVII en América.
En los siguientes versos Valle y Caviedes describe el pelo de Polifemo: “Cáñamo sería el
pelo / donde los mechones lacios / eran cordeles torcidos / para se ondas, trenzados. / Por
la vega de la frente / pasaré sin dilatarlo, / pues ya he llegado a un ojo / donde es precioso
el reparo” vv. 25-32 (Valle y Caviedes, Obra completa 563).
Lo que sí queda claro es que este ejercicio de violencia simbólica le permitió al
vate colonial distinguirse y competir con otros agentes del campo literario del virreinato
del Perú. En este sentido, la influencia de distintos escritores del Siglo de Oro en la
poesía de Valle y Caviedes se traduce también en una toma de posición que no pasa
146
desapercibida en el campo literario colonial. Claro está que esta influencia de modelos
satíricos se nutre a la vez de diferentes y contradictorios problemas de la colonia.
147
IV. Valle y Caviedes y el campo de poder de su tiempo
4.1La sociedad virreinal peruana en la obra de Valle y Caviedes
Es importante señalar que Valle y Caviedes registra a través de su obra más citada
Guerra física, hazañas de la ignorancia y proezas medicales (c.1689), modernamente
conocida como Diente del Parnaso, una lista de médicos y personalidades de la ciudad
de Lima. El poeta colonial toma como base un referente social el cual le sirve como
pretexto para esta obra. Esto se traduce también como una denuncia social presentándolo
en una forma literaria. Es así que se ataca diferentes irregularidades en la práctica
profesional de los médicos a través de la voz del enfermo quien es el más perjudicado en
esta circunstancia. En otros momentos se destaca la voz del médico para dar a conocer
sus quejas a la muerte como en el poema “Coloquio que tuvo con la muerte un médico
moribundo”. Vale resaltar que en el registro satírico del poeta colonial ataca también a
otras personalidades de la sociedad colonial del siglo XVII.
Varios de los médicos coloniales satirizados por Valle y Caviedes ocuparon una
alta posición social en la ciudad de Lima. Es importante tener presente que a diferencia
de Francisco de Quevedo, que cuando satiriza a médicos, lo hace de manera genérica, sin
mencionar nombres, Valle y Caviedes hace un listado de éstos como en el poema
“Coloquio que tuvo con la muerte un médico”. Uno de ellos fue el Dr. Francisco Bermejo
y Roldán76 prestigioso en aquella época y quien reemplazó en el cargo de Protomédico
76
Francisco Bermejo y Roldán nació en Lima en 1637. En la Universidad fue estudiante de artes y
medicina. Luego de terminar sus estudios de medicina obtuvo la Cátedra de Vísperas de Medicina por seis
años. Se recibió de Doctor en 1673, se desempeñó como examinador y dirigió la Cátedra de Vísperas de
Medicina. En 1690 fue elegido rector de la Universidad de San Marcos. Luego llegó a ser médico de
Cámara del arzobispo Virrey Don Melchor Liñán y Cisneros quien lo nombró Protomédico del Virreinato
en 1692 (Valdizán, La facultad 102-103).
148
General del Perú al Dr. José Miguel de Osera y Estella77. El Dr. Bermejo y Roldán “fue
un apuesto médico de arrogantes y distinguido porte; se caracterizó por tener fino y
elegante ademán; una amena charla y gusto exquisito. Era todo un ‘gentleman’ y el
galeno preferido de las niñas ‘chic’ de su tiempo” (Cáceres 63). El poeta colonial se
refiere a este médico en el romance “Parecer que da de esta obra la anatomía del hospital
de San Andrés”:
De achaques de damas hay
un número bien crecido
de muchachas que ha volado
Bermejo, doctor divino.
Por parecerles que no
lo eran sin el requisito
el médico de las damas
que este nombre se ha adquirido,
para decir muy mirladas,
haciendo mil equilibrios,
‘A mí me cura Bermejo;
no hay más que mi don Francisco’. vv. 117-127 (Valle y Caviedes, Obra
completa 367)
77
José Miguel de Ossera y Estella nació en España y llegó a Lima como Médico de Cámara del Virrey,
Conde de la Monclova en 1689. Fue doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad de Zaragoza (1672),
Limosnero Mayor de la Iglesia Catedral de Tarazona (1685-1686), Protomédico General del Perú y de la
Armada del Mar del Sud. Escribió El Físico Cristiano (Lima, 1690) y del Sermón de la Visitación de
Nuestra Señora la Virgen a su prima Santa Isabel (1690) (Valdizán Apuntes 78). Según Lasarte, el Dr.
Osera “hizo uso de su cercanía al virrey para lograr una serie de beneficios o puestos, algo que no fue bien
visto por algunos de sus contemporáneos” (“Algunas reflexiones” 140).
149
Cabe señalar que este romance empieza con los siguientes versos: “Por comisión de un
ingenio / aqueste tratado he visto / que pide mi parecer, / siendo tan malo y podrido” vv.
1-5 (Valle y Caviedes, Obra completa 364). Podría tratarse de un uso retórico de la época
pero también da a conocer a un ambiente de cierta sociabilidad literaria como reflejo
creativo de la socialización institucional de las academias del momento.
En el romance “Pintura de una dama con los médicos y cirujanos que en la
ocasión mataban en Lima. Lleva cada copla un estribillo diferente” Valle y Caviedes
escribe una sátira dirigida al Dr. Bermejo: “Anegado en azabache / de las ondas de tu
pelo / siendo negro mata tanto / como si fuese Bermejo / Porque éste es cierto que de
doctor no tiene siquiera un pelo”. vv. 8-14 (Valle y Caviedes, Obra completa 297). Así
también, el vate colonial le dedica un romance al Dr. Bermejo cuando obtuvo el cargo de
Protomédico General del Perú titulado “Los efectos del Protomedicato de Bermejo
escrito por el alma de Quevedo”: “Heredó el cargo, y al punto / añadiéndole a lo erguido /
de su natural la herencia, / se esperó más de aforismos”. vv. 13-16 “Hinchándose de
Galeno / de Hipócrates embutido / disfrazó en sabia corteza / su rudo centro nativo” vv.
33-36 (Valle y Caviedes, Obra completa 379). Según Lasarte el Dr. Bermejo fue “un
personaje de importancia dentro del sistema virreinal peruano y un buen representante de
la hidalguía criolla que ejercía presión para asumir lugares de importancia y poder en el
sistema colonial” (Lima satirizada 196).
Otro médico contemporáneo del poeta es el Dr. Avendaño78 y lo registra en el
estribillo “¡Que teman a los temblores y no teman a los doctores!”: ‘Un Avendaño
perplejo / en la ciencia que no alcanza, / albóndiga Sancho Panza / del Quijote de
78
El Dr. José de Avendaño fue Protomédico General. Dirigió en 1688 la Cátedra de Víspera de Medicina y
en 1710 la de Prima de Medicina (Eguiguren 47).
150
Bermejo / su mal talle da al gracejo; / que reír siendo un lechón” vv. 61-66 (Valle y
Caviedes, Obra completa 315). Valle y Caviedes también se ocupa del Dr. Rivilla79 en el
romance “Al casamiento del Doctor del Coto”: “Para aqueste sacrificio / llamó a Rivilla
sangriento, / que al suplicio le animó / con palabras y con gestos. / Sentóse el Coto en la
silla, cadalso allí de Galeno / donde por yerro Rivilla / tuvo en esta cura acierto” vv. 3340 (Valle y Caviedes, Obra completa 136). El vate colonial hace referencia en este último
romance a una operación que hizo el Dr. Rivilla80 a un Dr. Coto en la ciudad de Lima.
Así también enfatiza la habilidad en el habla del Dr. Rivilla: “Un Rivilla charlatán / que
si el curar gastos fuera / en toda su vida diera / derechos al sacristán; / porque es tan
grande el desmán / con que gestea Machín / el orinal y el bacín / que da risa a los
hedores” vv. 51-57 (Valle y Caviedes, Obra completa 223).
El Dr. Dávalos y Peralta81 es registrado en “Respuesta de la muerte al médico”.
Los siguientes versos dan a conocer el apodo con el que fue conocido en Lima: “El Coto,
doctor que espanta, / fuera, cierto, singular / si tuviera en el matar / lo que tiene en la
garganta: / moderno es, y se adelanta / en matar este modorro82” vv. 91-95 (Valle y
Caviedes, Obra completa 283). Así también, en el poema “Habiendo presentado el doctor
Machuca un memorial en que pretendía que la semilla de los pepinos se destruyese por lo
79
El Dr. José Rivilla Bonet y Pueyo es natural de Zaragoza y estudió Medicina y Cirugía en la misma
ciudad. El virrey Don Melchor Fernández Portocarrero, Conde de la Monclova, llegó a México y Chile con
Rivilla bajo el cargo de cirujano de cámara. Se desempeñó en Lima como examinador de Cirugía en el Real
Protomedicato en Lima y cirujano del Hospital Real de Mujeres de la Caridad (Medina 54).
80
Según María Leticia Cáceres el Dr. Rivilla fue “un grave galeno y acertado cirujano, muy verboso y
grandilocuente así como amante de usar la mímica en sus explicaciones.” (69). Así también Cáceres da a
conocer que a través de la obra titulada Desvíos de la Naturaleza o Tratado del origen de los monstruos,
impresa en Lima por Medina en 1695, contiene “notas de la excelente reputación del Dr. Rivilla así como
del feliz resultado que obtenía en sus intervenciones quirúrgicas” (70).
81
El Dr. José Dávalos y Peralta , apodado Coto, nació en Asunción (Paraguay) en 1663. Es posible que
haya llegado a Lima en 1682. En 1688 hizo oposiciones a la cátedra de Vísperas de Medicina. En 1689 se
graduó de Licenciado (Lohmann, “Nomenclátor” 840).
82
El término modorro está asociado a Francisco de Quevedo como en el título: Genealogía de los
modorros.
151
nocivo de su fruto se responde con este memorial” el poeta lo nombra por su apodo: “por
choclo, y por dos manzanas / pegadas al frontispicio / del cuello y cara del Coto / y
también pinta por higo” vv. 111-114 (Valle y Caviedes, Obra completa 315).
El poeta colonial nombra al Dr. Leandro de Godoy83, cirujano de Lima conocido
como “el Tuerto” u “ojo de Plata”. En el romance titulado “A un médico tuerto con
anteojos que desterraron del Callao, siendo él solo, porque mataba más que muchos
juntos; y tenía por flor comerle la comida a los enfermos, diciendo que los animaba a
comer” se describe su apariencia física: “Tuerto dos veces, por vista / la una y la otra por
ciencia, / pues en la diablada tuya / nunca harás cosa a derechas. / No llames siempre
ante-ojos / a los que traes, porque a medias / ante-tuerto has de llamarle, / si la mitad está
a ciegas.” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 330). La actividad de este médico
fue conocida por el poeta colonial y lo menciona en los siguientes versos cuando el Dr.
Godoy prueba por casualidad la dieta prescrita a un paciente: “Que comerles las viandas /
no es curarles las dolencias, / sino curarte del hambre / canina que te atormenta. / Si con
los enfermos curas / tus hambres y tus pobrezas, / ellos los médicos son / tú, el enfermo
que remedian” vv. 37-44 (Valle y Caviedes, Obra completa 331). Una vez más queda
demostrado que Valle y Caviedes da a conocer lo que sucedía en la vida de estos
personajes en ese tiempo al escribir sobre el traslado de Lima al Callao del Dr. Godoy:
“Del Callao te han echado / con descrédito de albéitar / por enjalma de Galeno / por
lomillo de Avicena. / Hínchate, Doctor, de paja, / porque las albardas llenas / no matan
tanto y tendrás / hecho tu plato con ellas” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra completa
330).
83
El Dr. Leandro de Godoy nació en Lima en 1657. Sus padres llegaron al Perú en 1650 (Eguiguren 55).
152
Valle y Caviedes describe al Dr. Francisco Ramírez Pacheco84 como el burgués
colonial con las características precisas de “docto”. Según María Leticia Cáceres “es el
que infunde respeto y confianza plena a los pacientes. Fue un abultado galeno de mediana
estatura, usaba gafas, que tienen la particularidad de otorgar al que las lleva, cierto aire de
autoridad” (72). Estos versos son dirigidos al Dr. Ramírez: “Ramírez con su rellena / cara
y potente cogote, siendo un pobre matalote / presume que es Avicena. / Y cuando me
tiene llena / con imprudentes arrojos / la bóveda de despojos, / el vulgo sin experiencia”
vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 280). El poeta colonial le dedica diferentes
adjetivos a este médico en el agudo estribillo “¡Que teman a los temblores y no teman a
los doctores!”: “Un Ramírez elefante, / grasa de la medicina, / mundo de pulso y orina, si
es una bola arrogante; de la salud es farsante, / porque representa hazañas / de curaciones
extrañas” vv. 81-87 (Valle y Caviedes, Obra completa 324).
Es importante mencionar que Valle y Caviedes responde a una tesis que presentó
el Dr. Machuca sobre lo dañino del pepino a través de un Memorial titulado “Habiendo
presentado el Doctor Machuca un Memorial para que se desterrase la semilla de los
pepinos por nociva, se responde lo siguiente”. El vate colonial presenta semejanzas
físicas entre los frutos y los doctores. El Dr. Ramírez recibe en estos versos la siguiente
comparación: “por cohombro, como copia, por zapallo muy al vivo / un don Francisco
Ramírez / con propiedad, pues bien visto, / es un zapallo con barbas, / antojos, guantes y
anillos” vv. 101-106 (Valle y Caviedes, Obra completa 315). El poeta se burla del
informe, sobre el carácter dañino de los pepinos, que señala el doctor Machuca y afirma
84
El Dr. Francisco Ramírez Pacheco nació en España en 1630. Se graduó de Doctor de Medicina en la
Universidad de Maese Rodrigo. Ejerció la Cátedra de Filosofía Mayor y la de Vísperas de Medicina en la
misma Universidad. Llegó a Lima como Médico de Cámara del Virrey Diego de la Cueva y Benavides,
conde de Santisteban. Establecido en Lima fue médico del Tribunal de la Inquisición y decano de la
Facultad de Medicina de la Real Universidad de San Marcos (Valdizán, Apuntes 56).
153
que los médicos como el pepino serían frutas que matan. Así también, en el romance “A
un desafío que tenía el dicho corcovado con un cirujano tuerto sobre salir discordes de
una junta” relaciona a la muerte al nombrar al Dr. Ramírez: “Dadle a los médicos parte /
que los dejo por mismo / pues a no ser ignorantes / los tuviera en el carnero / ¿Cómo
pudiera vivir / Ramírez con los excesos de / glotón, si no me hiciera / sorda a tanto
llamamiento?” vv. 73-80 (Valle y Caviedes, Obra completa 290).
El Dr. Esplana85 es otro médico en los escritos satíricos de Valle y Caviedes y
enfatiza el abandono de su carrera como abogado para convertirse en médico. En el
romance titulado “A un abogado que dejo de serlo y se hizo médico” el poeta escribe
sobre esta situación: “Letrado en médico injerto / dará una fruta del diablo, / por las dos
parte veneno / y por las mismas amargo. / No habrá salud que no metas / a pleito, dando
traslado / con sus fatales recetas a todos los boticarios.” vv. 21-28 (Valle y Caviedes,
Obra completa 347). El Dr. Esplana se especializó en medicina infantil y Valle y
Caviedes le dedica los siguientes versos al respecto en el romance “Respuesta de la
muerte al médico”: “Saturno es su mortal astro, / pues con impulsos malditos / cura a los
niños chiquitos; / y en eso tiene tal fama / que en la física se llama / Herodes de los
chiquitos” vv. 55-60 (Vale y Caviedes, Obra completa 282).
85
El Dr. Luis Bernardo Esplana nació en Lima en 1628. Estudió primero Jurisprudencia y luego Medicina
en la Universidad de San Marcos. Como médico obtuvo el grado académico de Bachiller y Licenciado.
Recibió el título de Profesor de Medicina del Real Tribunal del Protomedicato (Valdizán, La facultad 115114).
154
Se conoce al Dr. Herrera86 a través de una carta titulada “Carta que escribió el
autor al Doctor Herrera, el tuerto, a quien llevo de esta ciudad a la de Quito el Presidente
y le hizo Protomédico y Catedrático de Prima del rastro de la medicina”. Este médico
llegó a Quito al ser llamado por el Presidente de la Audiencia de esa ciudad, Mateo de la
Mata, con el propósito de curar una epidemia de ese tiempo. Con los siguientes versos el
poeta presenta al Dr. Herrera: “Tuerto dos veces, por vista / la una y la otra por ciencia, /
pues en la diablada tuya / nunca harás cosa a derechas. / No llames siempre ante-ojos / a
los que traes, porque a medias / ante-tuerto has de llamarle, si la mitad está a ciegas” vv.
1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 330). De la misma forma, en “Coloquio que tuvo
con la muerte un médico, estando enfermo de riesgo” se lee al médico Pedro de
Urdanivia87. En los siguientes versos el poeta colonial menciona a don Benito para
enfatizar su sátira al dar a conocer que lleva la bendición de San Martín de Porres: “Y
porque en esto no tasques / te juro por Dios bendito / de matar cual don Benito /
Urdanivia y Melchor Vásquez / que despechan más que chasques / y tanto cual la porfía /
de Ojo de Plata, que al día / primero, el enfermo ha muerto” vv. 61-68 (Valle y Caviedes,
Obra completa 277).
86
El Dr. Diego de Herrera nació en Lima. Escribió varias y diversas obras que se publicaron en la ciudad
de Lima. Estas obras fueron acogidas con gran entusiasmo y respeto según el Dr. Dávalos en su libro
titulado “De morbis nonnullis Lima grassantibus etc.” Es citado por el Dr. Bermejo y Roldán en su
“Discurso de la enfermedad del sarampión (1694). El Dr. José Toribio Polo lo menciona también en su
libro “Apuntes sobre las epidemias del Perú”: “El Doctor Diego de Herrera que combatió en Quito la
epidemia daba con éxito al principio de la curación una onza de pulpa de cañafístula y salvo así más de 500
indio; los médicos aquí no se atrevían a emplear este tratamiento” (Valdizán, Apuntes 71).
87
El cirujano Pedro de Urdanivia fue aprobado por el Real Tribunal del Protomedicato. En Lima gozó de
aprobación como médico en la segunda mitad del siglo XVII. Fue médico cirujano del convento de la
Concepción (Lohmann, “Nomenclátor” 877).
155
Así también se conoce a través de la obra de Valle y Caviedes que el Dr. Antonio
García88 fue un clérigo que se dedicó con bastante destreza al arte de curar en la ciudad
de Lima. Los siguientes versos dan a conocer su estado eclesiástico: “García que anda
embutido / en su manteo y sotana curando de mala gana / por hacerse introducido / es a
mí tan parecido, / en su fatal catadura, / que mata con la figura / de física autoridad” vv.
61-68 (Valle y Caviedes, Obra completa 282). En los siguientes versos el poeta señala
cómo se trasladaba para visitar a sus enfermos: “Y también pinta por higo / pasado a
Antonio García / que, por maduro y antiguo, / se cae de la mula como / de la higuera el
fruto dicho” vv. 114-118 (Valle y Caviedes, Obra completa 316).
En el romance “Habiendo enfermado el autor de tercianas, llamó al médico
Llanos a que le curase. Recetóle sangrías, nieve, horchatas, ayudas frescas, hizo lo
contrario y sanó. Celébrase en este romance” Valle y Caviedes da a conocer al Dr.
Llanos89 y la terapia que usaba para aliviar a sus pacientes limeños: “Pues barro son
como todos, / aunque hay una circunstancia, / que son barro de botija / y tus muertos de
tinaja. / Y si el calor continuado, en hombres que se emborrachan, sin sangrarlos no es
dañino” vv. 81-87 (Valle y Caviedes, Obra completa 337). Se conoce por Valle y
Caviedes que el Dr. Romero fue Médico de Cámara del Virrey Duque de la Palata y
gozaba de privilegios cortesanos. Esta situación cambió radicalmente cuando culminó el
gobierno del virrey. En el romance satírico titulado “Respuesta de la muerte al médico”
se lee los siguientes versos sobre este personaje: “Romero, fatal veneno, / médico fue de
88
El Dr. Antonio García Jiménez fue cirujano y licenciado en medicina de la Real Universidad de San
Marcos. También se graduó de Bachiller en Teología en el mismo centro de estudios. Fue profesor de
medicina evaluado por el Real Tribunal del Protomedicato (Valdizán, La facultad 116).
89
El Dr. Juan de Llanos nació en la ciudad de Lima. Fue Bachiller en medicina. En 1684 fue sustituto de la
Cátedra de Prima de Medicina. Fue Licenciado y Doctor en medicina de San Marcos en 1695 (Lohmann,
“Nomenclátor” 862).
156
un virrey / y mientras duró, fue ley / que le aplaudiese Galeno. / Faltó el amo y no fue
bueno, / pues dio también residencia / y se vio por experiencia / que, así que faltó el
señor, / se quedo de matador” vv. 101-109 (Valle y Caviedes, Obra completa 284). Da a
conocer al Dr. Francisco del Barco90, sucesor del Dr. Romero, quien ocupó importantes
cargos en la ciudad de Lima, a través de los siguientes versos: “Sólo Barco es eminente /
y el primero en esta ciencia; / médico es de Su Excelencia / y matador excelente. / Todo
simple pretendiente / por remota adulación, / le encarga su curación / y da doblada plata; /
él, con gravedad, lo mata / y acaba la pretensión” vv. 111-120 (Valle y Caviedes, Obra
completa 284).
El Dr. Guerrero91 es otro varón ilustre del grupo de médicos y de la sociedad
colonial. El poeta no podía dejar de mencionarlo en su poesía y sacar provecho de su
apellido: “Guerrero en el apellido / trae consigo el matadero, / pues todo aquel que es
guerrero / es matador conocido. / Por do reales me ha vendido / las visitas y no es poco,
pues su crédito provoco / al matar, en que es tan ducho, / pues por poco mata mucho, y
por mucho mata poco” vv. 81-90 (Valle y Caviedes, Obra completa 283). Así también, se
conoce al Dr. Liseras92 no sólo por ser médico sino también por ser “el Corcovado” como
Valle y Caviedes lo llama en el esdrújulo titulado “Habiendo salido estos versos,
respondió a ellos con unas décima puercas el Doctor Corcovado y unos esdrújulos tan
derechos como él, a que se le respondió en los mismos metros”. En los siguientes versos
90
El Dr. Francisco del Barco nació en España. Se graduó como médico en la Universidad Complutense.
Fue Protomédico General del Perú. Llegó a Lima en el séquito del Virrey Duque de la Palata como Médico
de Cámara en 1681. Fue Licenciado (1682) y Doctor en Medicina de la Real Universidad de San Marcos
(1684). En 1687 se inició como Catedrático de Prima de Medicina en la misma universidad. También llegó
a ser Protomédico del Perú (Eguiguren 53).
91
El Licenciado Diego Hernández Guerrero nació en Extremadura en 1630. Fue licenciado en medicina y
trabajó como médico cirujano en la ciudad de Lima (Valdizán, La facultad 117).
92
Se conoce del Dr. Juan Martín Liseras que fue un cirujano limeño llamado “el Corcovado” por Valle y
Caviedes. También, publicó un poema en el libro de Pedro Peralta Barnuevo, Lima triunfante (1708)
(Lohmann, “Nomenclátor” 860).
157
enfatiza su apariencia física: “A ti quirquincho de médicos / y licenciado galápago,
mojiganga de la física, / tuerto en derechos del párroco, / fue tu concepción incógnita,
semen de flojos espárragos, que corcova tan acérrima / no la concibieron rábanos” vv. 512 (Valle y Caviedes, Obra completa 31). Se conoce también el origen del médico, su
desdichada deformidad y el pedido del poeta para que deje de incursionar en las lides
poéticas: “En tus espaldas el túmulo / traes denotando lo trágico, / envuelta en bayeta
lóbrega / toda su giba de plátano. / Si eres un barbero frívolo / o cirujano fantástico, /
deja, Matador, lo lírico / y trata sólo en lo asmático” vv. 21-28 (Valle y Caviedes, Obra
completa 284).
Al parecer todas las actividades del Dr. Liseras estuvieron bajo la mirada de Valle
y Caviedes especialmente su interés en la poesía ya que el poeta colonial le dedica
diferentes versos en su obra: “médico de melecina, / con más combas que bocina / que
esa tu corcova encierra. / También en los versos yerra / como en curas tu opinión, / pues
no es bien tire a traición / quien es hecho a buena guerra” vv. 4-10 (Valle y Caviedes,
Obra completa 286). También le dedica el soneto “A un desafío que tuvieron dos
corcovados de Lima, el uno Liseras el cirujano, y el otro Mejía el Alcucero” y el romance
“Receta que el poeta le dio a Liseras el cirujano para que sanase del achaque de la giba:
Pintase primero los accidentes que padece y después se pone el remedio”.
Valle y Caviedes menciona al mulato Dr. Pedro de Utrilla93, conocido como “el
viejo”, en diferentes versos satíricos. En el romance “Vejamen que le dio el autor al
zambo Pedro de Utrilla habiendo sacado una piedra a una mujer y se coronó con un
rodete de malvas por laurel de esta” menciona a su estilo el grado académico que obutvo
93
El Dr. Pedro de Utrilla (“el viejo”) nació en 1623. Se recibió de médico en 1664. Estuvo a cargo de la
enfermería del hospital de Santa Ana (Lohmann, “Nomenclátor” 879).
158
el Dr. Utrilla: “El licenciado Morcilla / y bachiller chimenea, / catedrático de Hollín / y
graduado en la Noruega, / doctor de Cámara Oscura / del rey Congo de Guinea / cuando
ha comido morcilla, / que es la cámara morena” vv. 9-16 (Valle y Caviedes, Obra
completa 292). Es importante mencionar que el poeta se refiere en diferentes momentos
sobre la raza negra del Dr. Utrilla enfatizando su vena racista: “Noche de uno de
noviembre / que sólo se trata en ella / de finados, como aqueste / mata-físico tinieblas; /
cimarrón de cirugía, / pues, huyendo de saberla, / se está en el monte de idiotas / con su
boca en Bocanegra” vv. 53-60 (Valle y Caviedes, Obra completa 294). Además del color
de la piel del Dr. Utrilla, el poeta señala su humilde posición social: “la sátira de
Caviedes, por esta ocasión singular, es recurso de empeño múltiple: el hablante lírico
zahiere al médico, escarnece al sujeto mestizo, se deleita en la humillación de esta
combinación escandalosa y erige a Ultrilla en un paradigma de alteridad” (Merino 3).
Así también, se registra a su hijo, el Dr. Pedro de Utrilla94, conocido como “el
cachorro” en “Al casamiento de Pedro de Utrilla”: “Pedro de Utrilla, el Cachorro, / dan
en decir, que se casa / segunda vez, porque está / casado por su ignorancia. / Un cuento
de cuentos dicen / que por dote le señalan; / si un zambo le dan, ¿quién duda / zambo de
zambo le llaman?” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 392). De la misma forma en
el romance “Joquiserio a saltos, al asunto que él dirá si lo preguntan los ojos de quien
quiere leerlo” señala el color de la piel del médico: “En que solamente a Utrilla, / el
94
Pedro de Utrilla nació en Lima en 1660. Fue un cirujano mulato de Lima conocido a través de Valle y
Caviedes como “el Mozo”, “el Cachorro” y “el Zambo”. Hijo del también Dr. Pedro de Utrilla apodado “el
Viejo” por el poeta colonial. En el libro Historia de la Villa Imperial de Potosí (1967) de Arzáns de Orsúa
se registra al Dr. Utrilla como residente de Potosí el año de 1715. Se conoce también que el Dr. Utrilla fue
un cirujano muy acertado y uno de los primeros que realizó las llamadas “anatomías” o autopsias. En el
Discurso del Dr. Bermejo nombra al Dr. Utrilla como el responsable de dos de las seis “anatomías” hechas
por reconocidos cirujanos realizadas en el Hospital Real de los Indios de Nuestra Señora de Santa Ana
(Valdizán, Apuntes 48).
159
practicante, reservo, / por el uso antiguo de / llevar la suya entre piernas / Y multar a cada
uno, / conforme el crédito ostenta, / en Misas para las almas / que causó su insuficiencia”
vv. 465- 472 (Valle y Caviedes, Obra completa 377).
El Dr. Vásquez95 lleva como apodo en la obra del poeta “médico jeringuero” o
“médico camarista” por el tratamiento que utilizaba en sus pacientes en base a enemas.
En las décimas que lleva por título “Habiéndose alabado el doctor Melchor Vásquez de
haber sanado de una enfermedad grande a un sujeto” se centra en su vida de lujo,
comodidades, refinados hábitos y en el hecho de haber sanado a un paciente: “Gran
fuerza de vida ha sido / la de un hombre a quien curó / Vásquez, y no le mató / ese tonto
presumido. / Para mí tengo entendido / que el no andar aquí funesto / este doctor, fue
pretexto / de la Parca, con dictamen” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 311). Así
también en el romance “Habiendo el Doctor Melchor Váquez avecindándose después del
temblor en la calle nueva, los vecinos no le admitieron y le fijaron este edicto en la
esquina” se da a conocer el deseo del Dr. Vásquez de trasladarse a una nueva casa
después del terremoto de 1687. Este hecho lo ánima a Caviedes a inventar un edicto
firmado por los vecinos que se oponen en tenerlo cerca: “Vaya a fabricar en el / muladar
de San Francisco, / sitio que compró su madre / proveniente en elegirlo… / Fabrique en
los cementerios / que el que mata por oficio, / pues que vive de los muertos, / no ha de
vivir con los vivos” vv. 69-75 (Valle y Caviedes, Obra completa 325).
Las operaciones de cataratas que realizó el Dr. Vásquez en la ciudad de Lima
fueron también tema en la poesía del poeta. En el poema “A un doctor que curaba las
95
El Dr. Melchor Vásquez de Valenzuela fue Bachiller de Medicina en San Marcos en 1700. En 1710
Catedrático de Método de Galeno. En 1711 Catedrático Regente de la Cátedra de Vísperas de Medicina y
Primario Protomédico. Se conoce que fue uno de los médicos más acreditados en la ciudad de Lima.
Realizó delicadas operaciones ópticas como la intervención de cataratas. Estas intervenciones no eran
comunes por la carencia de especialistas y la falta de técnica quirúrgica durante la colonia (Cáceres 88).
160
cataratas y los cegaba peor de lo que estaban” se lee al respecto: “A pespunte andas
cosiendo / los ojos con una aguja, / hecho sastre de remedios, / médico de zurciduras /
cataratas como huevos / bates a Dios y a ventura / con cuyo remedio dejas / las vistas
claras y a oscuras” vv. 13-20 (Valle y Caviedes, Obra completa 388). Por otro lado, Valle
y Caviedes también le da el apodo de el Dr. Pico de Oro y Narcisillo Galeno por su
esmero en el aspecto personal, nombres con los que se hace conocido en la ciudad de
Lima. En el romance “Pintura de una dama con los médicos y cirujanos que en la ocasión
mataba en Lima. Lleva cada copla un estribillo diferente” se lee los siguientes versos
sobre sus apodos: “El talle es de Pico de Oro, / que Narcisillo Galeno / mata mucho y
tiene talle / de matar al mundo entero. / Pero al contrario, / porque no mata idiota, / por
ser delgado” vv. 45-51 (Valle y Caviedes, Obra completa 192).
Valle y Caviedes no tuvo reparos en atacar al Dr. Vargas Machuca96, uno de los
médicos más influyentes de la ciudad de Lima colonial. Uno de sus primeros romances
satíricos del poeta estuvo dirigido a este doctor “Habiendo hecho al doctor Machuca
médico de la Santa Inquisición, se le escribió el siguiente” (1680) con motivo a su
nombramiento como médico de la Inquisición como se registra en los siguientes versos:
“Ya los autos de la fe / se han acabado, sin duda, / porque de la Inquisición / Médico han
hecho a Machuca. / Relajados en estatuas / saldrán judíos y brujas, / no en persona, que
estarán / ya relajados con purgas”. vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 325). El
poeta estuvo siempre atento a las noticias de los pacientes del doctor en la ciudad de
96
El Dr. Vargas Machuca fue presbítero, colegial del Seminario de Santo Toribio. En 1680 fue nombrado
médico del arzobispo Liñán y Cisneros y del Tribunal de la Inquisición. En 1691 obtuvo dispensación del
Sumo Pontífice Clemente XI para ocupar la Cátedra de Método de Galeno. Trabajó en el Hospital de San
Bartolomé. En 1714 obtuvo las Cátedras de Vísperas y Prima de Medicina en San Marcos. En 1718 fue
nombrado Protomédico del Virreinato. Autor de Panegyrica oración… a la Patrona Peruana Rosa de
Santa María (Lima, 1691), Discurso sobre el sarampión (1693) y Oración panegyrica al glorioso Apóstol
S. Bartolomé (1694) (Eguiguren 56).
161
Lima. Es así que al enterarse que el Dr. Machuca mató a una de sus primas con una cura
equivocada le dedica una cruel sátira en el romance “Loa en aplauso del doctor don
Francisco Machuca por haber curado a una prima del autor y haberla muerto, como a
todos cuantos cura”: “Cruel verdugo e inhumano, / cuya bárbara fiereza / de idiota
ignorancia es tanta, / que no perdona bellezas. / ¿Por qué, verdugo en latín, / no te das a
curar feas, / que aunque de estas mates muchas, / importa poco el que mueran?” vv. 1-9
(Valle y Caviedes, Obra completa 318).
El Dr. Yáñez97 es registrado en las décimas “Al doctor Yáñez porque no visitó a
un enfermo” donde Valle y Caviedes describe su trabajo como médico en la ciudad de
Lima: “Si dice que la muralla / estorbo le es; en rigor / dice bien, que el matador /
siempre en los muros se halla. / Buen anuncio de la baya / que nos a de guardar bien /
pues así os libra de quien / es, con jumentos errores, / el Charpe de los doctores” vv. 3139 (Valle y Caviedes, Obra completa 301). Así también, en el romance “Habiendo hecho
el Dr. Yáñez en una parroquia de esta ciudad una capilla o sagrario para colocar al Señor,
le pidió al autor unos versos para que se cantasen el día de la colocación y le envió este
romance” satiriza el aspecto piadoso del médico: “Su devoción admitid / que, en
sacramento tan alto, / para el tiro de su amor / se tiene famoso blanco. / En su corazón
tenéis centro y custodia, si hallo, / que en esta divina oblea / el sello de fino ha echado”
vv. 33-40 (Valle y Caviedes, Obra completa 303).
Otro médico de la ciudad de Lima colonial que es nombrado en la obra de Valle y
Caviedes es el Dr. Miguel López de Prado98. En el romance “Pintura de una dama con los
97
El Dr. Luis Bernardo Pérez Yáñez fue catedrático de medicina en San Marcos en 1688 y en 1701
Guardián Primario del Protomedicato (Lohmann, “Nomenclátor” 891).
98
El Dr. Miguel López de Prado es un cirujano que se desempeñó en la ciudad de Lima en la misma época
de Valle y Caviedes (Lohmann, “Nomenclátor” 861).
162
médicos y cirujanos que en la ocasión mataba en Lima. Lleva cada copla un estribillo
diferente” se registra como médico de esa época: “Por ser de azucena y rosa / y mejillas
pienso / que Miguel López de Prado / me da en sus flores veneno. / Si matan bellas / con
jarabes de rosas / y de mosquetas” vv. 21-27 (Valle y Caviedes, Obra completa 298). En
el mismo romance hace también referencia al Dr. Alonso Armijo99 y Diego de Argumedo
y Altamirano100 para dar a conocer su pobre desempeño como médico: “Si cuantos caen
en tus manos, / han de morir sin remedio, / por idiotas de alabastro / son Armijo y
Argumedo. / Porque el fracaso/ lo tienen tan seguro / como en la mano” vv. 41-47 (Valle
y Caviedes, Obra completa 298).
En otro poema, el poeta colonial juzga al médico Juan de Reina101 por la muerte
del doctor Martín de los Reyes en “Presentose esta petición ante el señor Don Juan de
Caviedes, Juez pesquisidor de los errores médicos en Lima a 9 de marzo de 1690, contra
un médico que a sustos quiso matar al doctor Don Martín de los Reyes”. Los siguientes
versos dan a conocer este incidente: “Civil y criminalmente / de Juan Reyna me querello;
/ pues civil por su ignorancia / se convirtió en carnicero. / Enfermó el gran Don Martín /
de los Reyes, porque el tiempo / le admirase como a humano, / y no, cual su fama” vv. 613 (Valle y Caviedes, Obra completa 359). En otros versos del mismo poema cuestiona
la práctica de la medicina al referirse a la muerte del doctor Martín de los Reyes: “Morid
señor Don Martín, / de vuestros días y achaques, / no de médicos, que abrevian / la vida
en los orinales. / Morid sin ellos, supuesto / que otros sin partera nacen, / pues lo natural
99
El Dr. Alonso Armijo Gómez fue según Valle y Caviedes médico limeño de la colonia. Nació en 1642.
(Lohmann, “Nomenclátor” 823).
100
El Dr. Diego de Argumedo y Altamirano fue natural del Puerto de Santa María (Cádiz). En 1683
obtiene el grado de Doctor. (Lohmann, “Nomenclátor” 821).
101
El Dr. Juan de Reina se graduó en la Universidad de San Marcos de bachiller en Medicina en 1688. En
1690 llega a ser doctor en medicina (Lohmann, “Nomenclátor” 869).
163
no fuerza / a médicos ni a comadres” vv. 179-186 (Valle y Caviedes, Obra completa
364).
El Dr. Heras102 es mencionado en las décimas “Respuesta de la muerte al médico”
enfatizando los pacientes limeños muertos como consecuencia de sus equivocados
diagnósticos y tratamientos: “Heras que el orbe acribilla / en barajas de doctores / por ser
de los matadores / tiene el lugar de malilla. / Más mata que mala silla, / más que un necio
en porfiar, / más que un pobre en mal pasar, / más que un tonto pretendiente” vv. 41-47
(Valle y Caviedes, Obra completa 281). En el caso del Dr. Crispín Hernández103 el poeta
lo compara con la muerte para describir su profesión en “Coloquio que tuvo con la
muerte un médico estando enfermo de riesgo”: “Seré Crispín que receta, / a salga lo que
saliere / de la cura, donde diere / con récipe de escopeta / no hay vida en que se meta /
con bárbaros aforismos / en latín de solecismos / aqueste intruso doctor, / siendo el
barbero mejor / de todos los barbarismos” vv. 91-100 (Valle y Caviedes, Obra completa
278).
Valle y Caviedes ofrece datos del Dr. Torres104 en “Respuesta de la muerte al
médico”. Aquí también da a conocer a otro médico limeño conocido por sus fallidos
tratamientos: “Torres ya es cosa perdida, / si antes fue doctor de suerte, / aunque también
con la muerte / anda buscando la vida. / Albarda es tan conocida, / que de balde y de
fiado / visita el viejo menguado; / pero con tal desventura, / que si bien de fiado cura, /
mata luego de contado” vv. 31-40 (Valle y Caviedes, Obra completa 281). De la misma
102
El Dr. Miguel de las Heras fue catedrático en la Real Universidad de San Marcos (Lohmann,
“Nomenclátor” 821).
103
Dr. Crispín Hernández (Crespín) fue médico en Lima a inicios del siglo XVIII. Fue conocido por
practicar la flebotomía (Lohmann, “Nomenclátor” 857).
104
Bartolomé de Torres nació en 1619 en Fuentes de Andalucía (Sevilla). Fue catedrático de Anatomía, de
Método y de Vísperas de Medicina en la Universidad de Sevilla. Fue médico del Tribunal del Santo Oficio
en Cartagena. Ya se encontraba en Lima en 1675. Fue médico de la comunidad franciscana y del hospital
del Espíritu Santo (Lohmann, “Nomenclátor” 876).
164
forma, queda registrado el Dr. Pedro de Castro105 en el romance “A una dama que fue a
curarse al hospital de la caridad, de achaque de serlo”. En los siguientes versos se
describe su pobre desempeño en el hospital San Andrés en Lima: “Sólo curará sus potros
/ la grande incapacidad / de Castro, porque es albéitar / y aquesta es cura animal. / Pero si
un contrario a otro / cura el achaque, ha de errar / porque es símil de los potros / tan gran
caballo bausán” (Valle y Caviedes, Obra completa 406). Así también, en los siguientes
versos hace el siguiente comentario sobre su profesión: “Vaya don Pedro de Castro / a
reventar apostemas / a Tetuán, que éste las abre / antes de apuntar materia” vv. 137-140
(Valle y Caviedes, Obra completa 296).
El médico Pedro Chichilla106 es registrado en las décimas “Coloquio que tuvo con
la muerte un médico, estando enfermo de riesgo”. En estas décimas la muerte da a
conocer cómo actúa en el trabajo de los médicos de la ciudad: “Seré don Pedro Chinchilla
/ médico que cura a pie / y mata muy bien, aunque / no es la mula con la silla / también
son de esta cuadrilla / mil navajas engreídas / que en su ejercicio perdidas / hoy te dan
muertos a parvas / dejando de quitar barbas / por andar quitando vidas” vv. 111-120
(Valle y Caviedes, Obra completa 278). Se refiere al médico José Antonio Fuentidueña y
Carrillo107 en “Al doctor don Joseph de Fontidueñas que replicando a un grado de
bachiller en la facultad de Matanza, dijo que había vaguidos de estómago”. En este
romance se satiriza nuevamente la profesión médica: “El médico matasiete, / qué siete,
ciento cincuenta, / pues de una pulsada sola / se los birla a la primera. / El doctor de
105
Pedro de Castro y Alzarilla nació en Córdoba en 1639. Obispo de Córdoba. Llegó a Lima en 1680. Fue
Licenciado en medicina de la Real Universidad de San Marcos y cirujano del hospital San Andrés
(Eguiguren 70).
106
Es posible que este nombre se trate de un apodo. No se ha encontrado una referencia histórica de este
médico. Valle y Caviedes lo menciona sólo en un poema (Lohmann, “Nomenclátor” 839).
107
José Antonio Fuentidueña y Carrillo nació en Lima en 1673. Fue practicante de medicina con Bermejo
Roldán. En 1696 se graduó de Bachiller en Medicina. Se dedicó al sacerdocio. En 1723 tuvo a su cargo la
cátedra de Método de Medicina (Lohmann, “Nomenclátor” 851).
165
granjería, / científico de por fuerza / porque la Universidad / le dio grado de muletas” vv.
1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 394).
Don Lorenzo de Ulloa108 es otro médico en la ciudad de Lima. En el poema
titulado “Que se fulminó el Parnaso contra el doctor don Melchor Vázquez por haber
tirado un carabinazo a otro médico en un muladar” se lee la siguiente sátira dedicada a él:
“En la Ciudad de los Reyes / dicho mes y día dicho, / porque también hay un verso /
abreviatura de ripios. / Por testigo presentó / a un buen Lorenzo, el Indio, / tan natural
doctor, que / nació llorando aforismos” vv. 140- 147 (Valle y Caviedes, Obra completa
352). También, en “Coloquio que tuvo con la muerte un médico, estando enfermo de
riesgo” enfatiza su condición de indio: “Seré en pegar la pedrada / Don Lorenzo el sin
igual / que da muerte natural / porque su cura es aindiada / su persona es reservada / de
Potosí por la suerte / de médico más se advierte / que tan sólo es en rigor / cacique y
gobernador” / de la mita a la muerte” vv. 101-110 (Valle y Caviedes, Obra completa
278).
Además de los médicos, el poeta menciona a representantes de la ley como el
procurador José de Altúvez109 en “Presentose esta petición ante el señor don Juan de
Caviedes, Juez pesquisidor de los errores médicos en Lima a 9 de marzo de 1690, contra
un médico que a sustos quiso matar al doctor don Martín de los Reyes”. En esta historia
creada por el poeta se registra al procurador: “Discretísimo señor: / El procurador
Altúvez / ante Vuesarced parezco / a pedir que se castigue / a un médico mata-ciento. /
Fue el accidente muy corto / mas, cual otro, al esqueleto / a dos vistas lo puso / a contarlo
108
El médico indiano Lorenzo de Ulloa fue natural de Monsefú (Lambayeque). Aparece en varios poemas
del poeta (Lohmann, “Nomenclátor” 877).
109
El procurador José de Altúvez nació en 1636, en Santo Domingo. En 1694 es nombrado Secretario del
Secreto del Tribunal del Santo Oficio (Lohmann, “Nomenclátor” 821).
166
con los muertos” vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 359). De la misma forma, el
doctor en leyes Juan Delgadillo y Sotomayor110 es uno más de los personajes históricos
en la obra del poeta. En “Un amigo del poeta tenía una yegua sumamente flaca y pequeña
y la alababa mucho, y el poeta le hizo este romance” lo menciona en los siguientes
versos: “Tiene una sombra de yegua / del gran don Juan Delgadillo / y es tan lezna en lo
afilado, / que es propio de su apellido. / Tabla aserrada parece / del Paladión vengativo, /
que fue caballo de Troya, / porque es un griego artificio” vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra
completa 533).
Estas personas importantes de Lima virreinal forman parte del ambiente
socioliterario del escritor. En el caso de los médicos, quienes pertenecían a la élite social
del virreinato, se empieza a analizar la interacción entre los criollos y peninsulares. Es
necesario remarcar que la obra de Valle y Caviedes responde a la necesidad de encontrar
un orden dentro del sistema colonial en el virreinato del Perú. Así también, poemas sobre
el doctor Francisco Bermejo Roldán, rector de la Universidad de San Marcos en 1690,
dan testimonio de su fuerte sátira dirigida a las autoridades del momento.
Es importante mencionar a Doña Elvira de Valenzuela111, la única mujer en la
obra del vate que es mencionada como curandera en las décimas “Coloquio que tuvo con
la muerte un médico, estando enfermo de riesgo”. En los siguientes versos se describe su
popularidad en la ciudad de Lima: “Seré la gran Doña Elvira, / médica por sucios modos
/ de la cámara de todos, / porque a todos cursos mira. / Con traiciones que conspira / con
110
El doctor Juan Delgadillo y Sotomayor nació en Lima en 1644. Estudió en la Universidad de San
Marcos. En 1668 obtuvo el Bachiller, en 1669 la Licenciatura. Finalmente se graduó de doctor en Derecho
(Lohmann, “Nomenclátor” 841).
111
Doña Elvira de Valenzuela fue una curandera de Lima conocida por el manejo de la jeringa para realizar
purgas. En la Lima colonial existió una calle llamada “doña Elvira” ya que ella la transitaba con frecuencia.
(Lohmann, “Nomenclátor” 882).
167
su jeringa pujante / que es por las ancas matante; / de suerte que birla más / ella sola por
detrás / que nosotros por delante” vv. 131-140 (Valle y Caviedes, Obra completa 279).
Un dato importante a señalar es que Valle y Caviedes afirma en diferentes poemas que el
Dr. Melchor Vásquez, cirujano del Hospital Real de San Andrés y catedrático en la
Universidad de San Marcos, fue hijo de Doña Elvira. En “A quien leyere este tratado se
lee” deja entrever está relación: “Si le recetare ayuda / dé cien ñudos a la cinta / y guarde
sus ancas de / Don Melchor y Doña Elvira / Porque si cuanto recetan / son astucias
conocidas / de la Muerte, el que al contrario / hiciere tendrá más vida” vv. 85-92 (Valle y
Caviedes, Obra completa 274).
Además, nombra a su amigo fray Juan Baéz112 quien alcanzó el título de Maestro
en la Orden de Nuestra Señora de la Merced. Su amistad queda registrada en el poema “A
la muerte del Maestro Báez” en el que se puede conocer el profundo cariño que sentía
Valle y Caviedes por su amigo: “Cielos, astros, mares, tierra, / ¿cómo insensibles e
inmobles / estáis? O no ha muerto Báez / o sois sin duda de bronce. / ¿Cómo no lloráis,
estrellas, / pálidas exhalaciones, / dando en fúnebres cometas / lágrimas de fuego al orbe?
vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa 620). Cobra vital importancia este poema por
considerarse uno de los pocos en el que Valle y Caviedes resalta la admiración por un
contemporáneo: “En exequias del ilustre / Baéz, cuyo docto nombre, / en el clarín de las
letras, / todos de la fama le oyen. / Del archivo de las ciencia, /del doctor de los doctores,
/ del Salomón de estos siglos, / famosa en todas naciones” vv. 45-52 (Valle y Caviedes,
Obra completa 621).
112
Fray Juan Baéz nació en Lima en 1625. En 1652 tuvo a su cargo la cátedra de Nona de Teología, que
profesó por ocho años. En 1652 ocupó la cátedra de Nona de Teología y continuó en ella por veinte años.
En 1674 fue elegido Comendador del convento de Lima. Fue considerado como “el Atlante entre los
Teólogos en sutileza, erudición y animosidad Escolástica” (Valega 87).
168
Otro personaje histórico es el presbítero Manuel Artero de Loayza113 quien es
registrado en los siguientes versos “De un medicamento errado / a un apretón de galillo, /
no se distingue el efecto, / aunque es el modo distinto. / Pues si gallillos birláis, / también
con mis curas birlo / hasta capones, verdad / que con Loayza averiguo” vv. 173-180
(Valle y Caviedes, Obra completa 383). Valle y Caviedes también lo nombra en el
romance titulado “Habiendo cobrado doce pesos el canónigo capón de la limosna de unas
misas, en huevos, le salieron güeros; suceso que dio asunto a este romance”. Aquí,
satiriza al presbítero y su oficio: “Unas misas cobró en huevos / el canónigo castrado, /
porque hay misas de capón / como hay las misas de gallo. / Cobró en lo que deseaba, /
aunque es ocioso embarazo, / si es especie de caudal / que no tiene de embolsarlo” vv. 18 (Valle y Caviedes, Obra completa 560).
El barbero limeño Agustín Mejía114 aparece en “A un corcovado que casó con una
mujer larga dotada en plomo”. Los siguientes esdrújulos dan a conocer su popularidad en
la ciudad: “Mejía corcuncho acérrimo, / se casó con doña Lánguida / por andar hecho
galápago / haciendo cháncharras máncharras. / Con plomo fue el dote pródigo / que con
su novia carátula, / siendo tan soga, es un címbalo / de contrapeso de lámpara” vv. 1-8
(Valle y Caviedes, Obra completa 537). Así también, en “Al mismo asunto de este
casamiento” el poeta le dedica los siguientes versos dando énfasis a su joroba: “Otra
corcova le nace a Mejía / en ser casado / que los lados de mujeres / son corcovas de dos
113
El presbítero Manuel Artero de Loayza nació en Madrid en 1630. Llevó cursos de Latinidad y Retórica
en los Estudios de la Compañía de Jesús y Artes en el Colegio de San Martín beneficiado con una beca real
otorgado por el Conde de Salvatierra. En 1658 se graduó de Bachiller, de Licenciado y Maestro. En 1662
obtuvo la licenciatura en Teología en la Universidad de San Marcos (Lohmann, “Nomenclátor” 827).
114
El barbero Agustín Mejía fue conocido como el “maestro barbero” en Lima. En 1686 la abadesa del
convento de la Encarnación solicita su trabajo para ejercerlo en la comunidad (Lohmann, “Nomenclátor”
865).
169
lados. / Con un sí sobra a la novia, / y el con dos no tiene harto / porque ella es novia y
sencilla / y el es novio muy doblado” vv. 1- 8 (Valle y Caviedes, Obra completa 538).
Un personaje que debe añadirse junto a los anteriores es al gamonal115 o
terrateniente. Valle y Caviedes resalta que los gamonales se trasladaban desde sus
propiedades a la ciudad de Lima con el propósito de participar en las fiestas de la capital.
El poeta colonial los satiriza tomado en cuenta su: “usurpación de tierras y por su
llamado provincialismo en el habla y el vestir, y por un exagerado pundonor y pretensión
de alcurnia” (Lasarte, Lima satirizada 114). En la obra de Valle y Caviedes sitúa al
narrador en una privilegiada posición social tomando el papel de cortesano satirizando la
ambición provinciana de este personaje. En “Coloquio entre una vieja y periquillo ante
una procesión celebrada en esta ciudad” La vieja le pregunta al Periquillo:
“¿Viste algunos gamonales
de seriedad circunspecta,
muy estíticos de bolsa,
muy estirados de cejas,
de aquéllos, que si se ofrece
la cuestión, primero niegan
doce artículos de fe
que uno de caballeresca;
de aquéllos de quitasol
de angaripola y cenefa,
115
El vocablo gamonal es usado tempranamente por Valle y Caviedes. Este vocablo se registra en 1740
atribuido a Ignacio de Mendieta que mantiene una relación con los escritos del poeta colonial. Por otro
lado, también se atribuye su origen por el apellido de la familia de Juan Fernández Gamonal, quien se
establece en el Perú en 1620 (Lohmann, “Gamonal” 30).
170
rapacejos de algodón
en vez de flacos y seda? vv. 155-166 (Valle y Caviedes, Obra completa
499).
Es importante señalar que el poema enfatiza el interés del gamonal en conseguir
un importante estatus social llegando a ser más importante que la religión. De esta forma
se satiriza el comportamiento del gamonal en la sociedad: “la pretensión en el vestir
también se vierte sobre la realidad americana al mostrarse al gamonal como
desconocedor de la moda del momento” (Lasarte, Lima satirizada 116). Es así que a
través de este personaje, Valle y Caviedes da a conocer la aparición de una
marginalización o prejuicio social que se experimentó durante el virreinato.
No se puede dejar de mencionar a la ciudad de Lima como un importante
personaje en la obra del vate colonial ya que examina la vida de la capital del virreinato
peruano en el siglo XVII. Desde diferentes perspectivas se elabora un juicio a ciertos
grupos de la ciudad de Lima. Los siguientes versos representan un ejemplo privilegiado
al respecto: “En los entierros nocturnos / su gran fantasía observa, / porque a todas luces
luzca / de vanidad la quimera, / que dizque en el Purgatorio / también se alivian de penas
/ las almas de este país con aparentes exequias” vv. 67-74 (Valle y Caviedes, Obra
completa 497). En este caso, la referencia satírica es una ciudad, costumbres de los
limeños y sus pretensiones. Así también, se enfatiza en señalar la realidad de la ciudad
colonial: “que, si por muerte de un rey / hay sermones dondequiera, / aquí por lo que se
mira / predican dos mil arengas, siendo abuso tan común, / que si Dios no lo remedia, /
tendrán ya panegiristas, / pulperos y verduleras” vv. 59-66 (Valle y Caviedes, Obra
completa 497). De la misma forma, se da a conocer la exaltación de Lima y sus
171
habitantes como en el poema “Coloquio entre una vieja y Periquillo ante una procesión
celebrada en esta ciudad”. Periquillo le responde con estos versos dando énfasis en el
exceso de las alabanzas o exageraciones en la sociedad: “ Del dicho al hecho hubo
siempre / muy notable diferencia / y en cualquier tierra de Babia / suelen mentir sus
babiecas / y más, éstos, que por dar / a sus errores más fuerza, / dirán que el cielo es
pintado / sobre cristalino néctar” vv. 101-108 (Valle y Caviedes, Obra completa 283).
Por otro lado también se presenta a la ciudad para dar a conocer la culminación de
grandes construcciones como el muelle116: “Promontorio que altivo al mar te atreves / en
la lengua del agua que le tocas, / dura mordaza de labradas rocas / que a sus fieros
combates nunca mueves vv. 1-4 (Valle y Caviedes, Obra completa 627).
De esta manera, es interesante comprobar cómo Valle y Caviedes nombra en
varios sonetos, romances y décimas a diferentes personalidades de la capital del
virreinato del Perú sin olvidar el punto de vista literario de su obra: “No vacila en
ridiculizar a figuras históricas del mundo colonial peruano, desde los malos médicos
hasta los funcionarios corruptos” (Chang, Aquí ninfas 280), Muchos de ellos cuentan con
importante información sin embargo otros carecen de datos biográficos. Un grupo
importante de estos personajes son diferentes médicos que coinciden en la misma época
del poeta colonial: “muchos de los médicos que menciona pertenecen a la clase
privilegiada de fuertes vínculos con el virrey y su corte” (Lasarte, Lima satirizada 92).
Es así que el ingenio del poeta y los datos históricos en sus escritos lo convierten en un
agente importante dentro de este campo literario y al mismo tiempo va ocupando una
posición específica dentro de éste.
116
Valle y Caviedes dedicó tres sonetos a esta construcción. Este proyecto se remonta desde la época del
marqués de Mancera porque lo consideró urgente para defender el puerto (Lohmann, “Nomenclátor” 893).
172
4.2 Valle y Caviedes y su relación con la corte virreinal peruana.
Un aspecto que puede arrojar luz sobre la relación entre Valle y Caviedes y la
corte virreinal se encuentra en su obra literaria. Cobra vital importancia uno de los temas
satíricos en su obra como es la burla de la hipocresía y la adulación cortesana: “La
hipocresía de la corte, tópico literario de la época, habría sido también una realidad
presenciada por el poeta y por muchos de sus contemporáneos que se sentían al margen
de los favores recibidos por una clase privilegiada” (Lasarte, Lima satirizada 86) . El
poeta describe con ironía el anhelo del cortesano de verse bien a los ojos del virrey en los
siguientes versos: “Entrará en el salón muy denodado, / y en mitad de su paso acelerado /
se parará y hará tres reverencias / de aquellas que se llaman continencias, / que son bajar
humilde y con presteza / de gloria patri al suelo la cabeza” vv. 125-130 (Valle y
Caviedes, Obra completa 473). Luego, el cortesano hace gala de su persona diciendo que
“El Príncipe me ha hecho mil favores, / porque estaba asistido de temores / de esta nueva
invasión y lo he alentado / con el grande valor que Dios me ha dado” vv. 177-180 (Valle
y Caviedes, Obra completa 475). Y el narrador concluye con un tono nostálgico hacia el
pasado y con decepción del presente que “el valor español que antes veías / está ya
reducido a monerías” vv. 134-135 (Valle y Caviedes, Obra completa 474).
Un aspecto que no se puede dejar de mencionar es el énfasis en lo ceremonial y
la etiqueta cortesana en la corte virreinal. Ejemplos privilegiados al respecto son “tratar al
virrey de ‘Excelencia’. Nadie más en el reino del Perú era digno de recibir ese
tratamiento. Los virreyes no podían recibir el trato de “Majestad’, pues este sólo le
correspondía a Dios, a los emperadores y a los reyes” (Torres, Corte de virreyes 99). En
su análisis de la sociedad cortesana, Nolbert Elias concluye que la etiqueta y el
ceremonial se convirtieron un perpetuum mobile, es decir, se trata de un protocolo que no
173
cambia, puede actualizarse y crecer pero no llega a modificarse (The Court Society 84).
Para esto en “América, las disposiciones y reales cédulas acerca de la etiqueta
comenzaron a emitirse apenas instaurados los virreinatos de la Nueva España y del Perú,
después de un siglo se agruparon en Recopilación de leyes de Indias” (Torres, Corte de
Virreyes 95). Valle y Caviedes explica claramente la necesidad de seguir estos patrones
de conducta en “Caballeros Chanflones”: “El que hacerse quisiera / caballero / póngase
muy grave y muy severo / aprenda muy despacio / lo que son etiquetas de palacio” vv. 14 (Valle y Caviedes, Obra completa 470). En otros versos señala algunas acciones
necesarias a realizar para este propósito: “Entra aquí el alegar ejecutorias, / el suponer
hazañas y memorias / heroicas de ascendentes, / y el hacer a diez grandes sus parientes”
vv. 11-14 (Valle y Caviedes, Obra completa 471).
Según el historiador Fray Buenaventura de Salinas y Córdova los caballeros y
nobles de la colonia fueron “discretos, gallardos, animosos, valientes y jinetes. Las
mujeres generalmente cortesanas, agudas, hermosas, limpias, y curiosas; y las nobles son
con todo extremos piadosas y muy caritativas” (Salinas y Córdova 246). Esta descripción
de ciertos habitantes del virreinato del Perú toma significación al compararla con los
“falsos caballeros” o cualquiera que se empeñaba en tener contacto con la corte de la
época como lo describe Valle y Caviedes: “Si nombrare al Virrey, diga , Su esencia, / y
no como la plebe, Su Excelencia; / al título lo trate de Usiría / y que lo nombra así de
cortesía / y que a no hablarlo más ya se resuelve / porque no se la vuelve” vv. 5-10 (Valle
y Caviedes, Obra completa 470). Así también en los siguientes versos se lee al respecto:
“Si el Virrey reconoce, es embustero / y lo arroja de sí grave y severo, / sálgase como
174
perro con vejiga; / pero aqueste desprecio no lo diga” vv. 169-172 (Valle y Caviedes,
Obra completa 475).
Un acontecimiento tan importante como la entrada de los virreyes a la ciudad no
podía dejar de ser mencionado por el poeta colonial ya que se trataba de una
manifestación del poder durante la colonia: “Durante el siglo XVII, el poder se
manifestaba, a menudo, mediante rituales públicos ostentosos. La primera exhibición
pública del poder del virrey en la ciudad colonial que llegaba a gobernar era su ‘entrada’”
(Osorio 771). Valle y Caviedes escribe sobre la entrada del Conde de la Monclova en
“Quintillas en el certamen que se dio por la universidad a la entrada del Conde de la
Monclova. Fue un coloquio que dos pobres de las gradas tuvieron, celebrando la
abundancia de mantenimientos que con su gobierno había, y llorando la esterilidad de
tiempos pasados”. Los siguientes versos se refieren a este importante evento: “El
Portugués y Bachán, / capitanes del pobrismo, / discurrían en su afán / con propiedad de
lo mismo, / vino a vino y el pan por pan. / ‘Buen Virrey a Lima ha entrado’, / dijo el
Portugués, sin pena; / ‘pues al día de llegado, hubo carne mucha y buena, / no teniéndole
obligado”’ vv. 1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 610). En esta fiesta oficial se
presentaban comedias, música, danzas y ostentosas procesiones: “durante la entrada de
visorreyes se hunde la ciudad con fiestas y todos se empeñan por echar entonces galas;
paseos de caballeros y de mercaderes por las calles y al campo que todas las tardes
campean todos a caballos” (Lewin 54).
Es importante señalar que con las quintillas señaladas anteriormente, Valle y
Caviedes participa en una justa poética que se celebró el 30 de octubre de 1689 en la
Universidad de San Marcos con motivo de la llegada del nuevo virrey Melchor
175
Portocarrero Lasso de la Vega, Conde de la Monclova. En este evento cultural no sólo se
otorgaron premios de oro y plata sino varias de las composiciones fueron reunidas en un
volumen jubilar117 titulado “Oración Panegírica al primer feliz ingreso del Conde de la
Monclova en la Real Universidad de San Marcos (Lima, 1689)”:
La magnitud de la intervención de Valle y Caviedes en este torneo se ha
de valorar no sólo por el hecho de su presencia entre las tres decenas de
copleros sino por la muy peculiar circunstancia de que para asegurar su
concurso se le brindara tomar a su cargo el desarrollo de un asunto acorde
con su vena fisgona. (Cisneros , “Estudio crítico” 57)
Además, es importante anotar que diferentes poetas y rimadores participaban en estas
justas con el propósito de difundir sus obras y de esta forma alcanzar fama y
reconocimiento dentro del círculo cortesano adquiriendo un importante nivel de poder lo
que les permitiría conseguir favores. Así, también, ocurría en la metrópoli con las justas
poéticas que se convocaron en los nacimientos de Felipe IV en 1605 (en la que
participaron más de 130 poetas), de Baltasar Carlos, en 1629, y de Felipe Próspero, en
1657; en la muerte de Felipe II (1598), etc. (Gutiérrez, La espada 148).
Como se puede leer en su poesía, la muerte del virrey Melchor de Navarra y
Rocafull, Duque de la Palata y príncipe de Massa118 (1626-1691) queda registrada bajo el
117
Algunos de los que participaron en esta actividad fueron Bermúdez de la Torre y Carrillo de Córdoba.
Estos poetas no llegaron a sobresalir en el mundo literario de la época. Por otro lado, los temas que se
estipularon para este certamen poético fueron doce los cuales se caracterizaron por su diversidad: ensalzar
la valentía del Virrey en Dunkerque hace treinta años, alabar la figura de la Virreina, madre de diez niños,
una composición en tercetos de la ciudad de Lima a la de México aliviándolos de la ausencia del virrey
Monclova, el futuro de los estudios universitarios durante el gobierno del nuevo virrey y otros (Vargas
Ugarte 264).
118
Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata fue virrey del Perú desde 1681 hasta 1689. Conocido
como el “Virrey de los Pepinos” por haber realizado un escrito contra los pepinos ya que los consideró
nocivos a indios y españoles. Durante su regresó a España falleció en Portobelo (Panamá) el 13 de abril de
1691 (Valle y Caviedes, Obra completa: Juan 531).
176
título “A la muerte del Duque de la Palata a quien mató su médico en Portobelo con
sangría de tobillo”: “De abundancia sobrado en Portobelo / murió el Duque, asombrado a
los mortales, / pues otra estatua, hecha de metales, / cual fue la de Nabuco, dio en el
suelo” vv. 1-4 (Valle y Caviedes, Obra completa 411). Así también en el poema
“Romance jocoserio a saltos al asunto que él dirá, si lo preguntaren los ojos que quisieren
leerlo” hace referencia al doctor Francisco del Barco, responsable según Valle y Caviedes
de la muerte del virrey: “Al Duque lo sentenció / lo fatal de su influencia; / a Barco, que
es mucho menos, / dio con el poder en la tierra. / Quien con médicos se embarca, / se ha
de embarcar con la vela / de bien morir, Santocristo, / mortaja y limpia conciencia” vv.
77-84 (Valle y Caviedes, Obra completa 367). Dando más detalle, describe que la
muerte se produjo a causa de una sangría: “De oro y plata se hizo con su anhelo, /
agotando al Perú los minerales, / y el médico ignorándole los males / quitándole la vida,
lo echó al Cielo / Aplicóle al tobillo una sangría / que sobre repleción fue venenosa” vv.
5-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 411).
Cabe señalar que una festividad que tomaba lugar en Lima y en la que se reunían
las autoridades más importantes del momento como el virrey, la Real Audiencia, el
Cabildo y la Iglesia fue el Corpus Christi119, dedicada a la exaltación del sacramento de la
Eucaristía: “Entre las fiestas religiosas, destaca la del día del Corpus Christi que adquirió
en toda la América hispana una importancia singular. A pesar de su carácter religioso, la
119
Ramos Sosa describe la fiesta del Corpus Christi en Lima: “La iniciativa de la celebración corría a cargo
de los dos cabildos de la ciudad, el secular y el eclesiástico. Cuando se asentaron los ánimos intervenía
también el virrey. Este es un aspecto importante, en Lima como capital del virreinato, centro político y
administrativo, debió de tener una especial riqueza y magnificencia esta fiesta, con un carácter muy
peninsular en el que aparecen aspectos y elementos singulares y propios de la nueva sociedad” (205). El
cortejo de esta ceremonia era muy particular ya que desfilaba el Santísimo alrededor de cruces y andas con
imágenes de santos. Todos los adornos eran de oro y plumas. No faltaban las velas encendidas y el camino
cubierto de juncia y flores. Así también, se lucían arcos triunfales de diversas hierbas y rosas, danzas que
alegraban del desfile. Se trataba de un desfile de color y variado (Ramos 206).
177
jerarquía de la procesión venía determinada por cuestiones de poder” (Latasa, “La corte
virreinal peruana” 357). Sin lugar a dudas fue una de las celebraciones más importantes
durante la colonia y Valle y Caviedes la registra en su poesía bajo el título “Soliloquio a
Cristo crucificado y a su Santísima Madre” en el que se lee: “Nunca parecéis más Dios /
que cuando pasible os miro, / pues sólo un Omnipotente / obrara en sí tal prodigio/ Gozar
y no padecer / es siempre correlativo / a la deidad, y no fuera / aplauso un acto preciso”
vv. 5-12 (Valle y Caviedes, Obra completa 633). Este tipo de celebraciones recibía el
apoyo de las instituciones oficiales de la Corona por tener un fin religioso, como también
político y social en el virreinato. Es por esto que un acontecimiento tan importante no
podía pasar por alto en la poesía del vate colonial (Lasarte, Lima satirizada 100-102).
Es importante señalar las distintas instancias que rindieron cuentas al virrey y
trabajaron bajo su determinación. Estos diferentes poderes del virreinato tales como las
audiencias, los gobernadores, los oidores, el cabildo, los alcaldes, el tribunal del Santo
Oficio, el inquisidor, el tribunal de Cuentas, el arzobispo, los oficiales reales, la
universidad y su rector, los corregidores y los caballeros de hábito, entre otros, fueron
claves durante el gobierno del virrey: “por medio de varios funcionarios, el virrey ejercía
su poder en todas las esferas o negociaba con los miembros de la élite” (Torres, Corte de
virreyes 81). Así también, cada uno de estas instancias ejercían un poder particular
durante la colonia. No es por ello casual que Valle y Caviedes describe con un tono
satírico en “Del Regimiento de Lima, pidiendo sea absuelto de la prisión el doctor
Vásquez” el mal uso y abuso del poder por parte de los corregidores quienes acuerdan
ayudar al menos indicado como es el caso del doctor Vásquez: “Los regidores de Lima, /
digo, los que están enfermos / de cursos, que, Regidores / son también los camarientos. /
178
En nombre del doctor Vásquez / que por su gusto está puesto en prisión, si es el que más /
hace en Lima soltar presos” vv. 254-260 (Valle y Caviedes, Obra completa 356). En este
sentido, Valle y Caviedes utiliza su ingenio satírico para denunciar problemas
relacionados con los límites de la autoridad y del poder.
Los actores políticos y de poder durante la colonia como el Virrey, la Audiencia,
el Arzobispo y el Cabildo se encuentran en la obra del poeta, como se ha visto
anteriormente. En el caso de la Iglesia, lo hace a través del arzobispo Melchor Liñán y
Cisneros en el memorial titulado “Memorial que dio un borracho gracioso al Señor
Arzobispo, pidiéndole un vestido de los doce que da en el lavatorio del jueves santo, en
este romance”. A su estilo escribe los siguientes versos satíricos: “Atento a lo cual y que
/ los príncipes dan fomento / al caído, y Juan es hombre / que se anda siempre cayendo; /
a Vuecelencia suplica, / con mil azumbres de ruegos, la gracia que no ha tenido / en el
brindis de estos versos” vv. 37-44 (Valle y Caviedes, Obra completa 230). Como virrey,
Melchor Liñán y Cisneros120, es también registrado en el romance “A una dama a quien
prendieron por serlo con demasía” en los siguientes versos: “Un memorial presentó / y
fue contrario el decreto, / porque sólo en peticiones / ha tenido buen suceso. / Dióle el
virrey una mano / y aun no quedo satisfecho, qué hubiera dádole dos, / más no fue
posible hacerlo” (Valle y Caviedes, Obra completa 185). Es importante resaltar que el
virrey Melchor Liñán y Cisneros se quejó en la Relación de los años de su gobierno de
“los escándalos y pecados públicos que suelen ocasionar algunas mujeres de licenciosa y
desenvuelta vida” (Fuentes 194).
120
El arzobispo Melchor de Liñán y Cisneros fue virrey interino de 1678 a 1681. Reemplazó al Conde de
Castellar. Debido a su carácter religioso, “los acontecimientos característicos de su mandato fueron la
canonización del célebre Santo Toribio de Mogrovejo, celebrada con pompa inusitada en todo el país y la
fundación del convento de Santa Rosa de Viterbo, por beatos franciscanos” (Valega 79).
179
Por otro lado, si bien es cierto que las tres obras teatrales de Valle y Caviedes,
Baile cantado del amor médico, Baile del amor Tahur y Baile entremesado del amor
alcalde no llegaron hacer conocidas durante la colonia, se puede rescatar el interés del
poeta al escribir en este género muy popular durante esta época. Es importante tener
presente que la creciente popularidad del teatro colonial llega, también, a través de la
influencia del Siglo de Oro que “adquirió un valor nuevo en la jerarquía del campo
literario al pasar de la oralidad representacional a la escritura; de la demanda popular, a la
demanda culta o, en algunos casos, propagandística (comedias o autos encargados para
loar alguna figura, familia o entidad” (Gutiérrez 77). No es arriesgado suponer que las
obras dramáticas de Valle y Caviedes darían a conocer su afán de distinción dentro del
campo literario colonial al buscar llamar la atención en el ambiente cortesano.
El teatro durante la colonia se desarrolló considerablemente en los escenarios
limeños: “con los albores del siglo XVII, la corte virreinal ya tenía definitivamente
establecida su casa de comedias y las obras dramáticas de los ingenios españoles
divertían a todas las clases sociales de la capital” (Leonard 93). Si embargo, el teatro
colonial no se limitó sólo a la casa de comedias y a los corrales sino que se expandió a la
construcción de teatros privados en los que se realizaban presentaciones especiales con
un público selecto: “los sucesivos virreyes hacían patente su afición por esta diversión y
solían agasajar a los señores de la Real Audiencia, a otros altos funcionarios o a sus
mujeres, representando comedias en un tablado especial erigido en el patio del Palacio o
en el interior de sus salones” (Leonard 97). Así también, las piezas que se presentaban en
estos teatros no fueron únicamente obras clásicas de autores reconocidos en la metrópoli
180
sino también las de escritores criollos y aficionados del reino a quienes les agradaba ver
sus piezas dramáticas ovacionadas por un auditorio culto.
Otro aspecto que debe añadirse son los memoriales burlescos de Valle y
Caviedes. En “Memorial que da la muerte al Virrey en tiempo que se arbitraba si se
enviarían navíos con gente para pelear con el enemigo, o si se haría muralla para guardar
esta ciudad de Lima” Valle y Caviedes satiriza al arbitrista que se hizo muy conocido
durante la colonia a través de un lenguaje popular enfatizando el estilo opuesto en esta
clase de documentos y burlándose de la falta de eficacia del arbitrista como lo indica
Fernando de la Flor: “Por esas época, sobre todo para el contexto peninsular, la
proliferación de los proyectos de estos personajes, a ratos absurdos era señal de la crisis
por la cual pasaba el Imperio español” (39). En este Memorial en el que se presenta a la
muerte como arbitrista se lee: “Ha acordado el arbitrar / en tan apretado caso / A
Vuecelencia, que embarque / a todos los boticarios. / Médicos y curanderos, barberos y
cirujanos, sin reservar a ninguno / porque es caso averiguado” vv. 17-24 (Valle y
Caviedes, Obra completa 304)
Otros memoriales con el mismo estilo satírico son “Memorial que dio un
representante al señor virrey en ocasión que había de representar en palacio la comedia de
Tetis y Peleo” en el que escribe: “Señor, porque el memorial / en petición se le ha puesto,
/ que en honra del dios que, indigno, / en la fábula presento, / no sea fábula un vestido /
que muy de veras pretendo. / No en relación me le déis; / bástame el estar comiendo /
romances, sin que también / me haya de vestir con ellos” vv. 43-52 (Valle y Caviedes,
Obra completa 420). Según Lasarte, Valle y Caviedes participó en diferentes conflictos
entre grupos sociales y económicos que le permitió conocer “una gama de prácticas
181
escriturales a través de las cuales circulaban peticiones, favores y recompensas dirigidas a
la Corona” (Lima satarizada 86). Así, en “Memorial de los mulatos para representar una
comedia al Conde de la Monclova en ocasión de haber quitado a uno de la horca” se lee
los siguientes versos: “Excelentísimo Señor: / Los pardos de esta ciudad, / que por guineo
Cupido, / son revoltosos conceptos / de amores blancos y tintos. / Para lo cual tienen una
/ comedia, que han aprendido / con feliz memoria, por / las pasas que traen consigo”
vv.1-9 (Valle y Caviedes, Obra completa 577).
A la vista de los datos expuestos sobre los memoriales, éstos no son pocos en la
obra del poeta colonial y varios de ellos se ambientan en la corte. En “Memorial que dio
un corcovado al virrey, pidiendo soltura para un hermano suyo, zapatero sentenciado a
Chile” se lee los versos dirigidos al virrey: “Lorenzo, un buen corcovado, / tiene un
hermano inocente, / para Chile sentenciado / y, aunque el hermano lo siente, / él lo ha
sentido doblado. / Por un mandamiento expreso, / soltad este preso hoy día, / que no será
nuevo exceso, / pues será una niñería / soltar Vuecelencia un preso” vv. 1-10 (Valle y
Caviedes, Obra completa 547). Otra vez, refiriéndose al virrey en “Habiéndole vestido su
excelencia ilustrísima, le dio este segundo memorial en agradecimiento” se lee: “Al
Virrey apuntó el tiro / y dio en vos que, como es cuero, / de puro dar en el blanco / dio
ahora en el blanco mismo. / Como preparado estáis / a ser siempre limosnero, / por lo
preparado, Juan / al punto os bebió al intento” vv. 65-71 (Valle y Caviedes, Obra
completa 546). En este romance Valle y Caviedes sugiere que escribe algunos
memoriales por encargo, lo cual enfatiza su faceta pública y su capital literario. En
“Habiéndole presentado el doctor Machuca un memorial para que se desterrase la semilla
de los pepinos por nociva, se responde lo siguiente” se dirige al rey en los siguientes
182
versos: “físicas frutas que matan / con venenosos diagridios / será muy acepto a Dios, / al
buen común y al servicio / de Su Majestad, el que / de los médicos dañinos / se destruya
la semilla / mandando por un edicto / que quemen a Pico de Oro” vv. 127-135 (Valle y
Caviedes, Obra completa 316).
Vale resaltar que este subgénero-satírico literario fue muy usado en la época. Por
ejemplo, en la obra de Francisco de Quevedo, se registra un “Memorial que dio Don
Francisco de Quevedo y Villegas en una academia pidiendo plaza en ella”. Los
memoriales satíricos toman un especial sentido ya que estos documentos se
caracterizaron por tener un discurso oficial: “Tanto el memorial como de manera especial
el tratado tienden al convencimiento por medio de la argumentación lógica, gracias a una
disposición argumentativa destinada al entendimiento y al convencimiento intelectual”
(Fernández, “El sermón, el tratado, el memorial” 80). Es interesante anotar que estos
memoriales satíricos se convirtieron en documentos públicos dejando de lado su carácter
privado. Me inclino a pensar que estos memoriales satíricos tuvieron una gran acogida en
la sociedad por su fuerte carga satírica en el que involucran a diferentes personalidades de
la época. De esta forma, el poeta colonial presenta una interacción entre la sociedad y la
corte del momento.
Valle y Caviedes estuvo siempre atento al ambiente literario de la colonia, en
especial si se trataba de la corte, es por esto que escribe el romance “Habiendo escrito el
Excelentísimo Sr. Conde de la Monclova un romance, los ingenios de Lima lo aplauden
en muchos y el poeta en este” en el que se lee estos versos: “Pero vamos a otra cosa, /
Señor, ¿qué razón ha habido / que sin pagar la patente / os metáis a mi ejercicio?” vv.
137-140 (Valle y Caviedes, Obra completa 416). Valle y Caviedes satiriza al virrey por
183
dársela de poeta y lo desautoriza en el quehacer literario con estas palabras: “Si tal hacéis
por Apolo, / que os venerare Virgilio, / pues no es poeta el que no / satirizare aforismos. /
Pero haced lo que quisiereis, / porque yo quiero pediros / perdón de haber intentado /
aplausos que no consigo” vv. 157-164 (Valle y Caviedes, Obra completa 419).
Se conoce a través de los versos de Valle y Caviedes que el poema del Conde de
la Monclova le llega de oídas: “Mas, tratando del romance / que escribisteis, certifico /
que es muy bueno y muy rebueno, / por señas que no lo he visto. / Basta saber que lo
hicisteis / para ser por fe aplaudido, / que examinar vuestro ingenio / es atrevimiento
indigno” vv. 105-112 (Valle y Caviedes, Obra completa 418). Es por esto que no sería
arriesgado suponer que el poeta colonial haya estado fuera del círculo cultural cortesano.
Un punto especialmente singular es la dura crítica que el vate colonial realiza en este
romance contra la condición poética del Conde de la Monclova invitándolo a dejar este
ejercicio literario después de describirle lo que significa ser poeta: “tanta hambre por un
aplauso; / tal desnudez por un vítor; / necedad es ser discreto; / locura es tener juicio. /
Esto es, Señor, ser poeta, / por amor de Jesucristo, / porque os curéis de aquesta peste, /
pues estáis a los principios vv. 97-104 (Valle y Caviedes, Obra completa 418).
Una de las cuestiones que merece la pena examinar es el papel de los escritores
españoles en el siglo XVII durante la transición de un rey a otro. La literatura de esta
época no fue sólo de entretenimiento para la sociedad cortesana sino también sirvió como
medio de propaganda, ataques a determinadas autoridades o de apoyo al gobierno.
Ejemplo de esta dinámica se puede presentar entre Francisco de Quevedo y el Duque de
Olivares quien le encargó obras en defensa de su régimen:
184
Hubo escritores cuyos habitus y prácticas (casos de Francisco de Rioja,
Antonio de Mendoza, Quevedo) les situaron cerca del epicentro cortesano
y cuya producción cultural fue, en ocasiones, más allá del entretenimiento,
adentrándose en los dominios de la propaganda política oficial y el trato
frecuente y ‘oficial’ con Olivares. (Gutiérrez, 35)
En este panorama, es posible que Valle y Caviedes haya escrito un soneto al virrey
Melchor Portocarrero Laso de Vega, tercer Conde de la Monclova121 (1636-1705)
titulado “Al muelle que hizo en el Callao Monclova” (1696) en el que elogia la iniciativa
del virrey quien mandó hacer la construcción del muelle en el Callao: “De arquitectura
escollo, que valiente / a resistir el sur, entras errante, / si con pasos de risco caminante /
las ondas vas pisando a su corriente. / Precepto a las espumas eminente / le pones en tus
piedras de diamante” vv. 1-6 (Valle y Caviedes, Obra completa 625).
Este tipo de poemas que se caracterizan en desarrollar un asunto cortesano como
tema central es lo que animó a muchos poetas de la época a escribir. En este sentido,
cobra fuerza un poema, sobre el mismo tema del muelle acabado, de los jesuitas del
Colegio de San Martín en Lima: “El parnaso del colegio de San Martín … a los pies de su
Excelencia … por la heroica obra del Muelle (Lima, 1694)”: “Y el virrey su patrón
esclarecido; / A cuyos primorosos siempre aciertos / Debe el ser este mar Rey de los
Puertos: / Primer bravo será, que manso ha sido / con la púrpura roja, / cuando con ella el
toro más se enoja” (Sala 273). Es así que estos motivos y también otros de carácter
121
El virrey Melchor Portocarrero Lasso de Vega gobernó desde 1689 hasta 1700. Su entrada en Lima fue
con impresionantes fiestas a pesar que la ciudad no se había recuperado del terremoto de 1687. Conocido
como “Brazo de Plata” por haber perdido un brazo en la campaña de Flandes. Se construyó durante su
gobierno un muelle en el Callao. Se inició en 1693 y culminó en 1696 (Valle y Caviedes, Obra completa:
Juan 532).
185
religioso estuvieron relacionados de alguna manera con una convocatoria pública y con
una competición entre poetas por recibir el reconocimiento simbólico o material.
Es interesante comprobar una sátira a los poderes del gobierno en la obra de Valle
y Caviedes. Esta práctica ya se realizaba en España como en el caso de Francisco de
Quevedo: “Quevedo es ciertamente el escritor más político de los grandes poetas del
siglo XVII, siglo en el que tal materia, manifestada en sátiras, tratados, escritos de buen
gobierno, arbitrios y otras modalidades de discurso, conoce un auge excepcional”
(Arellano, Los rostros del poder 83). En este sentido, el poeta colonial reflexiona a su
estilo, sobre los sacerdotes de la época en los siguientes versos de un romance: “los curas
encubridores / son de los médicos, puesto / que les tapaban sus delitos / con enterrarles
los muertos. / Aunque son encubridores / hacen al contrario de esto, / pues lo que el
médico mata/ lo cantan por todo el pueblo” vv. 1-8 (Valle y Caviedes, Obra completa
322). Así también, ataca contra las leyes de ese tiempo con toda su radicalidad satírica en
“Presentose esta petición ante el señor Don Juan de Caviedes, juez pesquisidor de los
errores médicos en Lima a 9 de marzo de 1690, contra un médico que a sustos quiso
matar al doctor don Martín de los Reyes”122. En esta circunstancia se lee los siguientes
versos: “Si en un pleito de las leyes / donde hay testigos bastantes / que hablan de vista y
oídas, hay tantas dificultades / sobre saber la verdad, / ¿qué será donde indicantes / con
voces de ciencia muda / son testigos naturales? vv. 171-178 (Valle y Caviedes, Obra
completa 364).
122
El Dr. Martín de los Reyes Quintero y Rocha fue canónigo de Lima y jurisconsulto contemporáneo del
poeta. Catedrático de Código, de Decreto y de Prima de Cánones en la Universidad de San Marcos. En
1681 el Virrey Duque de la Palata le eligió abogado de pobres. En 1690 el Duque de la Palata le confió su
defensa en el juicio de residencia que le siguiera por el Oidor Licenciado Matías Lagúnez (Valega 205)
186
De todo lo visto hasta ahora en el registro satírico de Valle y Caviedes se puede
extraer con bastante precisión la desautorización a autoridades importantes en la ciudad
de Lima. El poeta hace ejercicio de esta práctica con varios médicos de la ciudad. En
“Loa en aplauso del doctor Don Francisco Machuca por haber curado a una prima del
autor y haberla muerto, como a todos cuantos cura” satiriza el papel del médico en la
sociedad a través de esta circunstancia: “Venid acá, matalote, / graduado en calaveras, /
de Doctor Sepultura, y de Licenciado Huesa. / Si os dieron el grado, no / lo tienes por
suficiencia, / sí por dinero, que es / más médico que Avicena” vv. 34-40 (Valle y
Caviedes, Obra completa 318). En este sentido, llama la atención que Valle y Caviedes
haya escogido una loa para el desarrollo de este texto ya que en el siglo XVII fue común
iniciar las representaciones en la corte con una loa: “En las representaciones cortesanas la
loa precedía invariablemente al festejo teatral. Así, esta forma dramática enriqueció su
belleza poética, su carácter de ofrenda y su lujo teatral” (Rivera 128). Así también, la
elección del Dr. Francisco Bermejo y Roldán como Rector de la Universidad de San
Marcos el 30 de junio de 1690 fue satirizada en el soneto titulado “Al doctor Bermejo por
haberlo hecho rector de la Universidad”. En los siguientes versos desautoriza su cargo a
través del ingenio de su sátira: “Aquí yace un idiota Señoría, / de un médico Rector
disparatado, / que ante de un mes lo hubiera ya acabado / si lo cura su necia fantasía. /
Lima, ¿de qué te alabas, qué blasones / son los tuyos, sí a un necio introducido, pones a
presidir doctos varones?” vv. 1-10 (Valle y Caviedes, Obra completa 399). En este
sentido, podría apuntarse que a pesar que se logra encontrar en la trayectoria literaria del
poeta colonial diferentes tipos de proximidad con el campo de poder del siglo XVII, éste
escribe con frecuencia a la periferia de lo cortesano como en los poemas anteriores.
187
Conclusión
Las investigaciones previas sobre Valle y Caviedes se han centrado en descubrir y
revelar nuevos datos sobre la persona del escritor, establecer textos fidedignos de sus
escritos en base a los manuscritos de su obra y a analizar o comentar los valores literarios
de su poesía y teatro en el contexto de las letras peruanas y latinoamericanas. Esta
disertación ha pretendido aportar un nuevo enfoque y, de esta forma, ampliar el estudio
del poeta colonial al aplicar la teoría de los campos propuesta por el sociólogo francés
Pierre Bourdieu. En este sentido, he analizado las interacciones literarias, sociales y
políticas del escritor acercándome de esta forma a los campos literario y de poder del
virreinato peruano del siglo XVII.
Antes de acercarme en forma particular a los escritos de Juan del Valle y
Caviedes, he intentado demostrar cómo el campo literario del siglo XVII se fue
constituyendo a través de una perspectiva crítica. La teoría de los campos de Bourdieu
me ha permitido acercarme hacia una idea general y productiva de este panorama.
Entender cómo la literatura peruana en la colonia empieza a aparecer en un territorio
particular de ciudadanos (coexistencia de criollos y peninsulares) con sus costumbres,
influencias y ambiciones. Las especificidades, rasgos típicos de esta literatura y las
diferentes posiciones que ejercieron sus agentes ha posibilitado sentar una base de este
campo literario.
Tras el análisis de esta investigación considero la existencia de un campo literario
a inicios del siglo XVII. Al inicio de este campo cobra importancia el Discurso en loor de
la poesía (1608) de Clarinda y la “Epístola a Belardo” (1619) de Amarilis quienes
demuestran un interés por la cultura en un época temprana, la rapidez con que llegaba la
188
tendencia literaria de España al Nuevo Mundo y la recepción del conocimiento en poetas
e intelectuales de la capital del virreinato del Perú en el siglo XVII. Como se ha señalado,
una de las característica de los agentes de este campo literario fue la influencia que
ejerció la actividad literaria de los escritores de España en América. Vale resaltar que este
campo literario aparece en el contexto de una sociedad cortesana y coincide con un
momento de esplendor cultural en la metrópoli, el Siglo de Oro.
El estudio de la trayectoria de Valle y Caviedes y de sus obras ha sido vital en
esta investigación para un mejor conocimiento de su quehacer literario. Cobra vital
importancia que el registro poético de Valle y Caviedes está marcada por acontecimientos
históricos y sociales como por influencias literarias que constituyen importantes
referencias para el conocimiento de su habitus. En efecto, a través de sus escritos ha sido
posible conocer como se relaciona con la sociedad y sus preocupaciones del momento.
Así pues, su sátira sirvió de instrumento para representar las múltiples tensiones y
contradicciones propias de la sociedad colonial.
Valle y Caviedes se da a conocer en el campo literario colonial del siglo XVII y
en la sociedad a través del capital cultural simbólico que posee, es decir, su poesía
satírica. Esta práctica literaria se convierte en una estrategia motivada por la
competitividad y la búsqueda de distinción en la dinámica interna del campo literario en
cuestión. Consciente, el poeta colonial, de no contar como estrategia con su status social
o con una posición dentro de la élite cultural de la colonia, se convierte la poesía satírica
y su ingenio en una opción para llamar la atención de los campos literario y de poder.
He analizado la influencia de modelos satíricos y temas de los agentes del campo
literario español del siglo XVII, llegando a la conclusión que precisamente en esto se
189
basa el ejercicio de la violencia simbólica que desarrolló Valle y Caviedes para
distinguirse y competir con otros agentes del campo literario. En definitiva, esta
influencia de modelos satíricos se nutre a la vez de diferentes y contradictorios problemas
de la colonia.
Por último y no menos importante es la posición de Valle y Caviedes en el campo
de poder de la época. A la vista de su registro satírico se puede afirmar que hay una
intención en desautorizar a autoridades del virreinato peruano del siglo XVII con su
ingenio burlesco. En diferentes ocasiones algunos virreyes también pasaron por su sátira
aguda por exagerar en otorgar favores a sus allegados, por las sumas elevadas en sus
gastos o por la falta de gobernabilidad en sus respectivos cargos. Esto me lleva a sugerir
que su poesía haya sido escrita al margen del mundo cortesano por las denuncias directas
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190
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