Reflexiones Sobre El Final De Analisis

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"Reflexiones Sobre El Final De Analisis"
(*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis, Montevideo 2007.
María Eugenia Vila
Agradezco a la Escuela Freudiana de Montevideo el trabajo realizado en la organización de
esta Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis. La misma nos brinda la oportunidad de
realizar un intercambio con analistas de diferentes instituciones, de establecer lazos que
renuevan la exogamia necesaria en el desarrollo del mismo.
El presente trabajo es producto del recorrido realizado en un Cartel inscripto en la
Escuela Freudiana de Buenos Aires. Este dispositivo de escuela funda su estructura en la
lógica de incompletud propia del inconsciente. Esta lógica que nos habita, se nos devela en
el final del análisis, disponemos de ella de un modo renovado, efecto, no solo de la
desuposición del SsS, sino también, de la experiencia de la inexistencia del Otro en tanto
completud, que en ese tiempo realizamos.
En lo que se refiere a la extensión del Psicoanálisis, tanto en el trabajo en Carteles y en
los grupos inscriptos en Convergencia, como así también en esta Reunión Lacanoamericana,
apostamos a un lazo social, que sostenido en las diferencias, nos brinde la oportunidad de
renovar nuestros interrogantes.
Sabemos que el final de análisis no reduce la pulsión. Advertidos del goce que nos habita
será menester encontrar otras vías, otras formas de hacer con el reclamo pulsional que no
conoce el apaciguamiento. Nuevas formas, algunas más pacificantes, nos permiten disfrutar
de otro modo del lazo social entre analistas.
Estos dispositivos son muy propiciatorios ya que su estructura, cada uno en su
especificidad, nos invita a renunciar a la obscenidad que en cualquier agrupación puede
desencadenarse.
Lacan sitúa al final del análisis la caída del objeto a que operó en la transferencia producto
del corte que el tiempo del acto instaura. Si bien son varias las cuestiones que señala
respecto del final de análisis, en estas Reflexiones voy a establecer como articulador la caída
del objeto a, dado que considero puede tomarse como eje de la cuestión.
Destacando la doble vertiente del mismo, como plus de goce y causa de deseo. Lacan
señala que en el tiempo del acto analítico queda establecida una disyunción entre a y –fi. Se
trata del vaciado de a, en tanto plus de goce, objeto de la pulsión, en su estatuto de tapón de
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la falta. Deviene “a” causa de deseo.
La escritura de –fi remite a la falta imaginaria que representa la falta simbólica. Esta
escritura, que también leemos como castración, nombra lo inmodificable, lo que queda
asentado en el final del análisis respecto del cual, no hay vuelta atrás. Lacan lo nombró: lo
incurable, refiriéndose, entonces, a la castración, que sabemos es del Otro, la inexistencia
del Otro, en tanto completud.
Esta operación de caída del objeto a es solidaria del atravesamiento del fantasma, de su
escritura. El sujeto es liberado de la fijeza fantasmática que hipotecaba su economía libidinal.
Advertidos del goce que nos habita, en tanto parletres, anoticiados de que estamos hechos de
sustancia gozante, la pérdida de esa fijeza representa para el sujeto un goce disponible. La
pulsión podrá no funcionar en automático respecto de una satisfacción fijada en un objeto de
goce.
Entonces el goce podrá ser canalizado por otras vías, el sujeto podrá hacer de otro modo
frente a lo real.
El otro día escuche lo siguiente, “hay gente que prefiere tener razón a ser feliz”. Hay una
lógica en juego, no es sin la pérdida de un goce. Cuando la falta está operando se puede salir
con mayor rapidez de los atolladeros imaginarios en que nos enredamos. No pienso el fin del
análisis como un ideal de salud mental, sí como un funcionamiento que nos conduce a una
interrogación permanente de nuestros actos.
Formaciones del inconsciente no dejan de tener lugar. También podría ocurrir que frente a
contingencias de la vida, muy cercanas al horror, inhibiciones, síntomas y angustias se
presenten. Aunque transitorias, guardan alguna diferencia con aquellas que su aparición tiene
lugar en tiempos previos a un análisis. Es un tema en investigación. Tal vez se sirven de lo
que no fue tocado por el análisis, de algún resto de la gramática pulsional respecto de la cual
no se ha realizado aún, el borrado de la huella del Otro. El que nos permite escriturar por
cuenta propia.
Cuando esto ocurre, la pérdida de fijeza fantasmática antes mencionada, el trabajo de
lectura de las marcas de la historia, nos advierte por donde puede estar presentándose la
cuestión. Y entonces el desenlace es otro. Del padre podemos prescindir, non enseña Lacan,
pero no, sin habernos servido de él.
Como decía anteriormente, lo incurable se refiere a lo que quedó asentado, a lo
inmodificable respecto de la castración del Otro, de la verdad del sujeto, en tanto que falta en
ser, en tanto vacío, en tanto saber del límite. Es propio del funcionamiento del inconsciente
el retorno del trazo que representa al sujeto. Entonces puede ocurrir que encontrándonos
entrampados en tal o cual consistencia imaginaria, bajo las hordas del superyó, por caso,
una formación del inconsciente viene a nuestro auxilio. Se trata del retorno del trazo liberador,
que con júbilo festejamos y con el estilo de cada quien, puede ser la risa y el goce que esta
comporta, un chiste, una ironía, un sueño, nos devuelve la barra, la que señala la castración
del Otro, allí donde no estábamos pudiendo disponer de ella.
Lacan al final del análisis distingue ello de inconsciente. Reserva para el ello la gramática
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pulsional y para el inconsciente propiamente dicho, la lógica de incompletud que lo
caracteriza y el retorno del trazo que representa al sujeto.
El ello pulsional, su gramática y la fijeza a un objeto de goce, comanda al sujeto que no
puede dejar de comer o de interrumpir sus dietas una y otra vez, o de humillarse
degradándose, haciéndose ese deshecho desprecio de la mirada del Otro.
Modos de responder, por esas vías, a la demanda pulsional. Tiempo del inicio de un
análisis: no pienso, piensa el ello de la gramática pulsional.
¿Y el inconsciente? ¿Es el ello? Tópicamente ambos son “inconscientes”.
Si decimos que el inconsciente es un saber que en medio del decir produce su propio
escrito, acentúo la producción cuando hablamos del inconsciente. Sabemos con Freud que la
represión no es sin su retorno. ¿Pero como entender este retorno si acordamos que no se
trata de contenidos inconscientes? Sino del orden de lo no realizado.
El Inconsciente como producción podemos pensarlo regido por esa lógica de incompletud,
que en su pulsación de apertura y cierre, sus formaciones, en su fugacidad, dicen de la
verdad que nos habita, de la verdad que es causa: el vacío.
Es en el tiempo del acto, con el retorno del trazo, que el ello e inconsciente se
diferencian. El inconsciente como producción, alude al “lugar de la eficacia de un agujero” (1)
Retorno del trazo en función de letra que establece litoral. Recrea la falta y representa para el
sujeto una pérdida de sentido. Allí donde ello era, el sujeto del inconsciente adviene.
El final de análisis no propone un sin sentido sino un sentido nuevo, el del sujeto, mas allá
de cómo fue nombrado por el Otro en el tiempo de la alienación.
Un analizante, lleno de gozo, comentaba que le habían encargado una tarea a él, que es
“el señor de los imposibles”, así se nombraba, que por supuesto había realizado. Y tiempo
seguido relataba su sufrimiento frente a cualquier situación en la que algo no le era permitido.
Vaga ilusión narcisista que encapsula al sujeto respecto de lo terrorífico de un padre. El
se arroja con todo su ser intentando responder al llamado, alienándose al sentido que con el
que es nombrado. Pero resulta que hay algunas cosas que al señor de los imposibles no le
son permitidas y entonces? el terror lo habita. Se angustia al descubrir la contradicción.
Finalmente hay cosas que no puede. Parece que no todo está dicho ni es representado por el
Otro. Descubre la trampa. El, que se cree el señor de los imposibles, resulta ser objeto
alienado al un sentido que le fue otorgado.
¿Podrá perder su puesto? “Vaciar al Otro de su estructura de plenitud” (2) es reescribir la
castración.
En el final del análisis Lacan plantea el des ser por parte del analista del SsS. Leemos en
el Seminario del Acto Psicoanalítico: “La operación del acto psicoanalítico debe reducir ese
sujeto (Sujeto supuesto Saber) a la función del objeto a en tanto el objeto pequeño a es la
realización de esta especie de des-ser que golpea al Sujeto supuesto Saber .
Considero que en este punto el analista queda advertido al final de su análisis respecto del
no soy que afecta al SsS. Como leí anteriormente: la caída del a, también atañe al saber
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supuesto, deshace el artificio, El analista, entiende, podría decir, que esa suposición se
corresponde con un tiempo lógico necesario que da lugar a un análisis.
Por haber realizado la experiencia de la castración en su propio análisis queda el analista
anoticiado de que ese saber es supuesto, de su insuficiencia, de su fracaso, del límite del
mismo. Esto puede permitirle jugar diferentes las cartas cuando es convocado al lugar de
ideal que la transferencia le propone. Es menester que suspenda su goce para no ceder en su
deseo. Esto es posible en tanto y en cuanto en las distintas vueltas en su análisis haya
realizado la experiencia de sustraerse a las diversas demandas pulsionales.
Si el goce del Otro, inexistente y no por eso menos eficaz, es propio de la satisfacción de la
demanda pulsional que el sujeto intenta realizar rebajando su deseo, un goce fálico, medido e
inalcanzable, como la tortuga para Aquiles, puede presentarle al sujeto el suplemento de un
goce extra. Goce del vacío de ser, del agujero , que el acto analítico inaugura.
El analista que en su análisis ha realizado la experiencia de la castración, podrá
disponerse de otro modo a sostener la transferencia. Advertido del artificio, intervendrá
interrogando esos sentidos coagulados, ocupando el lugar de semblant de a.
En este sentido lo incurable, lo que quedó asentado es lo que posibilita el pasaje de
analizante a analista.
El señor de los imposibles, producto de una elección forzada: la bolsa o la vida, eligió la
bolsa –el sentido que le fue otorgado- perdió la vida.
Una chance se juega en su análisis en tanto se disponga a reconocer que la tarea
encomendada, esa que finalmente hizo, fue debido a los movimientos que viene realizando,
sostenido por su deseo, en su profesión, hace muchos años.
Reconocer su deseo sería efecto de otra elección: libertad o muerte. Ya conocemos la
alternativa. Si elige la muerte –simbólica- pérdida de ese sentido que le fue otorgado, de ese
goce que su posición comporta, gana, porque se trata de una muerte en libertad.
Distintos tiempos del análisis jalonan la trama fantasmática. Diferentes operaciones de
corte han de ser realizadas con esos objetos de goce por donde anidó la demanda. Una
cuestión es responder en automático haciéndose objeto, ofreciéndose a responder a la
demanda inconsciente de la gramática pulsional y otra muy distinta es que el automático de la
pulsión, vaciado de satisfacción, encuentre otras vías.
La pulsión señala la vigencia de la demanda del Otro. Considero que la cuestión es la
respuesta del sujeto. Haber realizado la experiencia de sustraerse a la misma permite no
quedar entrampado cediendo en nuestro deseo. Puede ocurrir que en algunas contingencias
decidamos estar en el lugar de objeto, jugar el juego que la comedia amerita. No por ello
estaríamos alienados en el sentido del Otro. Cierta flexibilidad es posible. Una cosa es no
poder dejar de gastar dinero, por ejemplo, y otra, es hacerlo porque festejar algunas cosas,
forma parte del gusto por la vida.
Tengo la impresión que hay algo en relación a ese automático, anteriormente mencionado,
que se modifica radicalmente. Y en lugar de responder haciéndose objeto, después del fin del
análisis, habiendo realizado la experiencia de la castración, lo incurable facilita otra clase de
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movimiento, de funcionamiento, por así decir. Se presentan otras vías en las que el sujeto,
disponiendo de la causa, ya no puede dejar de obrar según su deseo.
Bibliografía consultada:
Vegh, Isidoro.”Las letras del análisis ¿Qué lee un Psicoanalista? “ Paidós. Psicología
Profunda.
Vegh, Isidoro. Paso a Pase con Lacan. El objeto y sus destinos. Letra Viva.
Lacan, J. Seminario del acto Psicoanalítico.
Citas bibliográficas:
1. Vegh, Isidoro.”Las letras del análisis ¿Qué lee un Psicoanalista? Paidós. Psicología
Profunda.
2.Idem.
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