Estudios complementarios - Ayuntamiento de El Puerto de Santa

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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
3.
ESTUDIOS COMPLEMENTARIOS
3.1.
INTRODUCCIÓN
3.2.
EL PUERTO DE SANTA MARÍA: CONTEXTO FÍSICO-TTERRITORIAL
3.2.1.
3.2.2.
3.3.
3.3.1.
3.7.4.
3.3.8.
3.3.9.
3.3.10.
3.3.11.
BREVE ANÁLISIS URBANO DEL TÉRMINO MUNICIPAL DE EL PUERTO DE
SANTA MARÍA
3.4.1.
3.4.2.
IDENTIDAD CULTURAL DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA
3.6.
ANÁLISIS DEL PATRIMONIO: LA SITUACIÓN DE PARTIDA
3.6.2.
3.6.3.
3.6.4.
3.6.5.
3.6.6.
P u e r t o
d e
S a n t a
CASCO HISTÓRICO
ZONA PERIFÉRICA
3.5.
3.6.1.
E l
LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS EN EL PUERTO DE SANTA
MARÍA
LA APARICIÓN METALÚRGICA
PRESENCIA FENICIA: COMERCIANTES Y ARISTÓCRATAS
LA CAÍDA DEL COMERCIO EN EL MEDITERRÁNEO.
EL PORTUS GADITANUS
EL DOMINIO MUSULMÁN Y LA RECONQUISTA DE LOS
TERRITORIOS
EL COMERCIO INDIANO: LA IMPORTANCIA DEL PUERTO DE
SANTA MARÍA.
LAS REFORMAS ILUSTRADAS
INCORPORACIÓN OFICIAL A LA CORONA
EL SIGLO XIX UNA ÉPOCA DE LUCHAS
EL PUERTO EN LA ACTUALIDAD
3.8.
SISTEMAS DEFENSIVOS: HISTORIA Y TIPOLOGÍA
LA FORTIFICACIÓN DE LA BAHÍA DE CÁDIZ.
EL PUERTO DE SANTA MARÍA. SUS DEFENSAS EN LA EDAD
MEDIA.
EL PUERTO DE SANTA MARÍA. SUS DEFENSAS EN LA EDAD
MODERNA.
ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. BODEGAS Y PATRIMONIO VITIVINÍCOLA
3.8.1.
3.8.2.
3.8.3.
3.8.4.
3.9.
CARTA ARQUEOLÓGICA MUNICIPAL DEL PUERTO DE SANTA
MARÍA
ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. LA ARQUITECTURA E INGENIERÍA MILITAR.
EL PUERTO DE SANTA MARÍA: RESEÑA HISTÓRICA
3.3.7.
d e
3.7.
CONTEXTO GEOLÓGICO
ÁREA METROPOLITANA DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
3.7.1.
3.7.2.
3.7.3.
3.3.2.
3.3.3.
3.3.4.
3.3.5.
3.3.6.
3.4.
3.6.7.
LA TRADICIÓN BODEGUERA DE EL PUERTO
TIPOLOGÍA DE LAS BODEGAS PORTUENSES
ORGANIZACIÓN DE LA VITICULTURA PORTUENSE
CARACTERÍSTICAS DEL CULTIVO DE LA VID
ANÁLISIS DEL PATRIMONO: SALINAS Y CASAS SALINERAS
3.9.1.
3.9.2.
3.9.3.
3.9.4.
3.9.5.
3.9.6.
3.9.7.
LA SAL A LO LARGO DE LA HISTORIA
LA ACTIVIDAD SALINERA EN ÁMBITO DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
EL MEDIO FÍSICO SALINERO: LA BAHÍA DE CÁDIZ
BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA ACTIVIDAD SALINERA EN LA
BAHÍA DE CÁDIZ
LA ACTIVIDAD SALINERA COMO CONFIGURADOR DEL PAISAJE
CULTURAL DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
ESTRUCTURA DE LAS SALINAS
LA CASA SALINERA. CARACTERÍSITICAS GENERALES
3.10. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. CORTIJOS, HACIENDAS Y LAGARES.
LISTADO DE INMUEBLES INCLUIDOS EN EL CATÁLOGO
GENERAL DE PATRIMONIO HISTÓRICO DE ANDALUCÍA
LISTADO DE INMUEBLES INCLUIDOS EN EL SISTEMA DE
INFORMACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ANDALUCÍA
(SIPHA)
LISTADO DE INMUEBLES INCLUIDOS EN EL INVENTARIO DE
CORTIJOS, HACIENDAS Y LAGARES DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ
DETERMINACIONES DEL PLANEAMIENTO URBANÍSTICO PARA EL
PATRIMONIO CULTURAL
PLAN DE ORDENACIÓN DEL TERRITORIO DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
PLAN RECTOR DE USOS Y GESTIÓN DEL PARQUE NATURAL DE
LA BAHIA DE CÁDIZ
3.10.1.
3.10.2.
3.10.3.
RASGOS GENERALES DE LOS CORTIJOS DE ANDALUCÍA.
EL PROBLEMA DE LA CONSERVACIÓN DE LOS CORTIJOS.
LOS CORTIJOS DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA.
3.11. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO CATALOGADO: MOLINOS DE MAREAS
3.11.1.
3.11.2.
ESTRUCTURA DE LOS MOLINOS DE MAREA
MOLINO DEL CAÑO
M a r í a
203
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3.12. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO CATALOGADO: LA ACTIVIDAD PESQUERA
PESQUERA.
3.12.1.
3.12.2.
3.12.3.
LA ACTIVIDAD PESQUERA EN EL PUERTO DE SANTA MARIA
EL RIO GUADALETE: PATRIMONIO ETNOLOGICO.
LOS CORRALES DE PESCA.
3.13. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO: SISTEMAS DE ABASTECIMIENTO DE AGUAS
3.13.1.
3.13.2.
3.13.3.
LOS POZOS CONCEJILES EN EL PUERTO DE SANTA MARIA
EL ACUEDUCTO DE LA PIEDAD
OTRAS OBRAS DE ABASTECIMIENTO, LOS MANATIALES DE LA
PIEDAD Y LOS PROBLEMAS EN EL ACUEDUCTO DE LA PIEDAD.
3.14. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. DESCRIPCIÓN DE LOS ELEMENTOS
CATALOGADOS
3.14.1.
3.14.2.
3.14.3.
ARQUITECTURA E INGENIERÍA CIVIL
ARQUITECTURA RELIGIOSA
YACIMIENTOS
204
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3.1.
INTRODUCCIÓN
El desarrollo de este capítulo se ha elaborado en base a tres
líneas de trabajo:
Restos del Pozo de la Caridad
•
En primer lugar, un acercamiento al contexto geológico y físico
del territorio de El Puerto de Santa María, que nos permita definir
patrones de asentamiento, posibles áreas, fuentes y recursos
hídricos.
•
En segundo lugar, un vaciado bibliográfico para conocer la
historia de la zona, por medio de su historiografía.
•
Por último, la elaboración del Catálogo General de Protección
del Patrimonio Arquitectónico, Etnológico y Arqueológico de El
Puerto de Santa María.
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ESTUDIOS COMPLEMENTARIOS
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3.2. EL PUERTO DE SANTA MARÍA: CONTEXTO FÍSICO-TERRITORIAL
3.2.1. CONTEXTO GEOLÓGICO
El municipio de El Puerto de Santa María se ubica a la ribera y
desembocadura del río Guadalete, en el corazón de la Bahía de Cádiz,
al sur de Andalucía, concretamente en la orilla norte de la bahía, frente
a Cádiz y limitando con los municipios de Puerto Real, Sanlúcar de
Barrameda, Rota y Jerez. Con una extensión de 15.900 hectáreas.
Sus coordenadas geográficas son 36º 36' N, 6º 13' O. Se
encuentra situada a una altitud de 6 m y a 21 Km., de la capital de
provincia, Cádiz.
Vista aérea de El Puerto de Santa María
Desembocadura del río Guadalete en El Puerto de Santa María
Esta localidad se originó como consecuencia de una fase
tectónica en el Mioceno superior - Plioceno. Esta depresión fue
ocupada por un sistema deltaico desarrollado a lo largo del Plioceno
superior - Pleistoceno inferior. A finales del Plioceno se registró una
segunda fase tectónica, de carácter compresivo, caracterizada por una
tectónica de bloques que compartimiento la bahía generando diversos
relieves estructurales. La actividad tectónica continuó a lo largo del
Cuaternario, mediante la actuación de un conjunto de accidentes de
carácter transcurrente compatibles con una compresión en torno a NS ó NNW-SSE y una extensión asociada en torno a ENE-WSW. Dichos
accidentes deforman diversos depósitos cuaternarios de la bahía y
fueron activos, al menos, hasta el Pleistoceno superior, controlando en
cierta medida la distribución de ambientes sedimentarios en la zona a
lo largo de su evolución reciente. Desde un punto de vista
paleogeográfico, la evolución de la Bahía de Cádiz estuvo ligada a las
diversas oscilaciones eustáticas cuaternarias. Durante los episodios de
alto nivel del mar la bahía quedaba inundada y los relieves
estructurales de la bahía conformaron promontorios rocosos como el
de El Puerto de Santa María, en cuyos alrededores se acumularon
depósitos litorales.
Durante los episodios eustáticos de bajo nivel del mar la bahía
quedaba totalmente continentalizada y ocupada por una amplia
llanura aluvial.
Estas fases están representadas por diversos niveles de terrazas
fluviales y glacis, cuya distribución areal y altimétrica muestra una
compleja evolución fluvial para el río Guadalete a lo largo del
Pleistoceno.
aluviales costeras de la Bahía de Cádiz. Durante el máximo
transgresivo el nivel del mar se estabilizó hasta hace 4.500- 4.200
años, El leve descenso eustático posterior propició el desarrollo de
sistemas de glacis, No obstante, este descenso eustático experimentó
diversas "paradas" o episodios de estabilización, que permitieron a los
agentes marinos actuar sobre la costa, dejando huellas tanto erosivas,
como acumulativas. Su crecimiento restringió paulatinamente los
ambientes estuarinos de la bahía Norte.
Su topografía es ondulada y la composición del terreno es
calcárea, con ph alrededor de 7,8 de carácter arcilloso del tipo
llamado rendsiniforme. Son los suelos con pocos elementos fertilizantes
y materia orgánica, alto poder de retención de agua, estructura hojosa,
y con el característico color blanco (albariza). Posee el clásico sustrato
formado por la marga caliza. Se puede encontrar en ellos ligeras
variantes a partir de la misma formación geológica. Gracias a este tipo
de suelo, su agricultura gira en torno a los viñedos, la remolacha, los
cereales y el algodón.
Al hablar del paisaje del Puerto de Santa María, se pueden
distinguir distintas unidades físicas dentro de su territorio: la zona de las
marismas, que debido a su valor ecológico han sido incluidas como
Parque Natural dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de
Andalucía, franja natural que se inunda con las mareas. El campo de
dunas y pinares de la costa suroeste constituyen el parque periurbano
100 hectáreas de terreno con protección especial, la sierra de San
Cristóbal, la campiña de Jerez y el río Guadalete.
Este último desemboca en la bahía a su paso por la ciudad, con
tina a richura de 80 m, a una y otra banda del mismo se extienden 17
km de playas de finas arenas que conforman el litoral portuense,
siendo las principales Fuentebravía, Santa Catalina, Valdelagrana, La
Puntilla, La Calita, El Aculadeo, el de Levante , El Buzo, La Muralla,
Vista Hermosa y Las Redes.
El clima de la ciudad, de transición entre el Oceánico y el
Mediterráneo, se caracteriza por tener inviernos relativamente
húmedos no muy fríos y veranos secos, su temperatura media anual es
de 18 grados.
La subida del nivel del mar produjo una progresiva
transformación de los ambientes aluviales en medios transicionales y,
posteriormente, marinos. Paleogeográficamente supuso un retroceso
de la desembocadura del Guadalete y la inundación de las llanuras
Marismas de El Puerto de Santa María
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3.2.2. ÁREA METROPOLITANA DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
A.
MANCOMUNIDAD DE MUNICIPIOS DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
Situada en la provincia de Cádiz, la más meridional de Europa,
el Área Metropolitana de la bahía gaditana se encuentra integrada por
siete municipios, que son Cádiz, Chiclana de la Frontera, El Puerto de
Santa María, Jerez, Puerto Real, Rota y San Fernando, contando con
una población superior a los 700.000 habitantes, situándola por tanto,
en la tercera posición de núcleos más poblados de Andalucía, por
detrás de Sevilla y Málaga.
Plano de la Mancomunidad de Municipios de la Bahía de Cádiz
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus habitantes,
estos municipios se unieron en un organismo que reivindicara los
intereses de todos ellos; así, se creó la Mancomunidad de Municipios
de la Bahía de Cádiz, institución que representa a este gran espacio
físico y socioeconómico. Es una entidad con una gran proyección de
futuro, que ha comenzado su actividad y está reconocida como tal en
la Comunidad Autónoma Andaluza, en el estado español, y en la
Unión Europea.
Al contrario de lo que se pueda creer, no sólo es la política o el
medio geográfico lo que articula a estas poblaciones, ya que su
historia, sociedad, economía, entre otros, son también factores
aglutinantes.
B.
Vista aérea de la Bahía de Cádiz
LA BAHÍA DE CÁDIZ
La Bahía de Cádiz es un espacio que ha ido configurándose a lo
largo de los últimos 6000 años, fruto de la interacción de procesos
naturales y antrópicos.
Los sedimentos aportados por el río Guadalete, redistribuidos
por la acción del oleaje y las corrientes marinas, fueron conformando
durante todo este tiempo una forma peculiar en el territorio, en el que
se distinguen dos unidades geomorfológicos: las marismas y las playas.
Emergidas desde época muy antigua, según los últimos estudios,
las marismas gaditanas constituyen un espacio dotado de preciados
valores naturales que se distribuyen en torno a una amplia red de
caños mareales, muy ricos en nutrientes. Junto a multitud de especies
vegetales protegidas y a una gran riqueza piscícola, este extenso
humedal es punto de paso y parada para gran cantidad de aves
migratorias que encuentran en la bahía un lugar apropiado para
hibernar y reproducirse.
Pero además, por su ubicación próxima, tanto a la
desembocadura del Guadalquivir como al Estrecho de Gibraltar, y por
las inmejorables condiciones que su morfología ofrece para el
resguardo de embarcaciones, la bahía gaditana ha sido históricamente
un espacio elegido por multitud de comunidades humanas para
asentarse. Ciudades como Cádiz, Rota, El Puerto de Santa María,
Puerto Real, San Fernando y Chiclana, los principales núcleos urbanos
de la zona, hunden sus raíces en tiempos prehistóricos; aunque fue
durante la Edad Antigua y Medieval cuando se desarrollaron como
enclaves volcados a la actividad comercial marítima.
B.1. POBLACIÓN, ECONOMÍA Y SOCIEDAD
B.1.1. POBLACIÓN
Todas las localidades que integran el Área Metropolitana de la
Bahía de Cádiz poseen un crecimiento progresivo, a excepción de
Cádiz, cuya población viene decreciendo desde 1981. Así, el
crecimiento de población de las ciudades de Chiclana de la Frontera,
El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Puerto Real, Rota y San
Fernando es sensiblemente superior a la del resto de localidades de la
provincia, superando incluso la media provincial, crecimiento que
confirma el carácter urbano de la comarca, incluso la peculiaridad de
municipios con porcentajes altos de saturación.
La estructura de la población en los tres grandes grupos de edad
para los cinco municipios da una población joven del 27,29% y una
población anciana del 10,97%, correspondiendo el resto del
porcentaje a personas que tienen una edad comprendida entre los 20
y 65 años. En este sentido, la tasa de envejecimiento mas baja
corresponde a Chiclana de la Frontera, con un 24,3%, mientras que la
más alta a Cádiz, con un 50,21%; esto muestra que la estructura de la
población en la comarca de la Bahía de Cádiz es eminentemente
joven, con gran potencial laboral.
A esta estructura joven con potencial laboral, contrarresta la baja
tasa de actividad, del 47,06%, por debajo de la media nacional, cuyo
porcentaje está establecido en un 56,7%. Esto, sin duda, conlleva a
un número de paro superior al del resto del territorio español.
B.1.2. ECONOMÍA
Al igual que el global de la población, la economía del Área
Metropolitana de la Bahía de Cádiz se divide en tres sectores, de los
Puerto de la ciudad de Cádiz
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cuales el porcentaje de población que se dedica a cada rama laboral
queda establecido del siguiente modo: Sector Primario (4,87%), Sector
Secundario (23,73%) y Sector Terciario o Servicios (58,79%).
En lo que respecta al sector primario, las principales actividades
son la agricultura, la acuicultura y la industria salinera. El peso de la
agricultura de la comarca de la Bahía de Cádiz lo compone los cultivos
herbáceos de regadío, principalmente la remolacha y el algodón,
totalizados en un 76,9% del total de la superficie. Continua en
extensión sembrada el naranjo y el viñedo, siendo las principales
productoras Jerez de la Frontera, Chiclana de la Frontera y Puerto Real.
Entramado de redes de pesca
Otra de las actividades, la acuicultura, puede convertirse
próximamente en uno de los pilares de la economía de la zona; no
obstante, a pesar de los buenos resultados que se están obteniendo
desde su implantación en Puerto Real y San Fernando, las disposiciones
de la Ley de Costas pueden mermar este desarrollo.
En el caso de la industria salinera, debido a las competencias del
Levante español y a la falta de mecanización es una actividad en
desuso, sólo la industrialización de las salinas y la obtención de sal en
todas las etapas del año podrían salvarla. No obstante, en los términos
municipales que se sitúan en la delimitación del Parque Natural, aún
continúan extrayéndose cantidades de sal considerables, pero desde
una perspectiva familiar, a excepción de algunas salinas en El Puerto
de Santa María y San Fernando, con buenos resultados para los
sectores de la alimentación y farmacéuticos.
Vista de la Salina de la Tapa
El porcentaje correspondiente al sector secundario o industrial,
pertenece principalmente a la actividad naval, automoción y
aeronáutica, en la que las ciudades de Puerto Real, Cádiz y San
Fernando ostentan los mayores porcentajes de producción. También es
importante la actividad vinícola, concentrada principalmente en los
municipios de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, y en
menor medida Chiclana de la Frontera.
Un sector importante que aporta un buen porcentaje a la
economía de la comarca de la Bahía de Cádiz es el militar, el cual tiene
sus principales instalaciones en San Fernando y Rota.
Por último, el sector servicios se está convirtiendo en el mayor
generador económico de la zona. El turismo de sol y playa, establecido
en Chiclana de la Frontera y El Puerto de Santa María, y programado
para Cádiz y San Fernando es uno de los subsectores más importantes,
a éste le sigue el turismo cultural de Cádiz, El Puerto de Santa María,
Jerez de la Frontera y San Fernando, también con grandes
aportaciones. Este desarrollo está conllevando a la creación de nuevas
plazas de alojamiento, lo que se materializa en la creación de puestos
de trabajo.
B.1.3. SOCIEDAD
Sin duda alguna, una de las características que definen la
sociedad de la comarca de la Bahía de Cádiz es su calidad de vida. A
pesar de su carácter urbano, la localización de las distintas ciudades
diseminadas dentro y en el entorno de un parque natural, que
materializa la descongestión junto a la Campiña de Jerez.
También, el carácter litoral, liberaliza a la población, la cual
presenta altos índices de dotación, superior al resto de la provincia y
dentro del nivel medio del conjunto nacional.
B.2. ARTICULACIÓN TERRITORIAL
El Área Metropolitana de la Bahía de Cádiz se asienta sobre una
región que determina la estructura interna de sus ciudades y la propia
del área. Así, su situación en la costa, la morfología de dos términos
en isla y las características del paisaje han influido en el tipo de
asentamiento en cada una de las localidades.
Los dos núcleos poblacionales más importantes dentro del área
son Jerez de la Frontera y Cádiz, y mientras el primero no tiene
problema de crecimiento por la extensión de su superficie territorial, la
capital, desde tiempo inmemorial, ha tenido problemas en su
expansión, condicionando al resto de las localidades de la comarca.
Esta falta de suelo, junto con las servidumbres territoriales, también han
favorecido un desarrollo vertical del urbanismo, junto con una fortísima
densidad de población en San Fernando, tercer núcleo en importancia
dentro de la comarca.
Con la llegada de los años 50 y 60, se fomentó la segunda
residencia, la cual se fue asentando en los terrenos rústicos de
Chiclana de la Frontera y El Puerto de Santa María, configurando lo
que hoy puede denominarse como focos más importantes del turismo
en la Bahía de Cádiz.
La consecuencia de este panorama, es una disminución de los
terrenos rurales y un aumento progresivo de la construcción,
conllevando esto a porcentajes menores de la actividad agraria y la
proliferación de explotación de canteras.
Alevines de dorada en un criadero de piscifactoría
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A su vez, todas las localidades se comunican por medio de una
amplia red de carreteras y variantes, así como por la autopista que une
la capital de la comunidad autónoma -Sevilla- con Cádiz. También la
zona está integrada en la red de ferrocarriles del estado, con talgos vía
AVE, hasta Madrid, así como vuelos regulares nacionales e
internacionales desde el aeropuerto de Jerez-Cádiz.
C.
Puente sobre el río San Pedro en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz
PARQUE NATURAL BAHIA DE CÁDIZ.
El Parque Natural de la Bahía de Cádiz se sitúa en la margen
occidental de la provincia gaditana, extendiéndose entre los municipios
de Cádiz, San Fernando, Chiclana de la Frontera, Puerto Real y El
Puerto de Santa María. Con una superficie aproximada de 10000
hectáreas, su formación se debe a la acción del mar, el viento y los
sedimentos fluviales depositados durante siglos, configurando así, un
gran estuario en el que se dibuja un mosaico de paisajes formado por
playas, planicies fangosas y marismas.
La influencia de los mares y un clima suave, de tipo
mediterráneo, son las claves que determinan las especiales
características ecológicas de este humedal, el cual, posee una gran
variedad de ecosistemas, no pudiéndose hablar, por tanto, de una
vegetación característica. Esto mismo no podemos decirlo de su
avifauna, que es de suma importancia y en la que destaca su riqueza
ornitológica. Su situación, entre el vecino Parque Nacional de Doñana
y el Estrecho de Gibraltar, convierte a la Bahía de Cádiz en una pieza
clave del sistema migratorio de multitud de aves acuáticas. Especies
sedentarias, estivales, de paso en sus rutas migratorias o invernantes
componen la avifauna de este humedal litoral, sobresaliendo de esta
última agrupación las garzas reales y los flamencos.
El origen de las tierras que forman la comarca que hoy
conocemos como Bahía de Cádiz, se debe a materiales pliocenos,
tales como arcillas arenosas, calizas toscas, caliza ostionera y arenisca
conchífera. Concretamente, estos elementos se encuentran en lo que
puede entrar a llamarse como tierra firme, es decir, los promontorios
sobre los que se asientan el núcleo urbano de San Fernando, el
Castillo de Sancti-Petri, y la mayor parte de los términos municipales de
Chiclana de la Frontera y El Puerto de Santa María.
Con mayor extensión que los materiales pliocenos, se presenta
la superficie constituida por los depósitos, que el río Guadalete ha
arrastrado, en su curso, durante el Cuaternario. Se trata de sedimentos
de origen marino o mixto, que en la actualidad conforman las
marismas y los terrenos litorales, los cuales se componen de playas,
dunas, arenales costeros y llanuras litorales. Éstos se deben a las
arenas procedentes de la acción erosiva de la red fluvial y del oleaje
sobre los materiales continentales, y al posterior depósito de los
mismos a lo largo de la costa por las mareas y las corrientes de deriva.
La antiquísima presencia de asentamientos humanos en la Bahía,
datada hace más de 3 .000 años, es consecuencia del importante
valor estratégico y defensivo de estas tierras.
Frente a la costa, en la Isla de Sancti Petri, se conservan restos
fenicios y romanos del Templo de Hércules. De gran valor histórico, son
también los restos del antiguo puerto situado en el Caño del
Trocadero, vinculado al comercio con las Indias. Ya en el siglo XVI, el
Caño de Sancti-Petri, era un lugar idóneo para la permanencia y
reparación de las naves por su seguridad, tanto desde el punto de vista
defensivo como de abrigo de los temporales y de los vientos de levante.
Aún después del paso de los años, la Bahía de Cádiz conserva
un excepcional patrimonio de fortificaciones antiguas de gran valor
histórico y arquitectónico. Estas jugaron un papel muy importante
durante la guerra de la Independencia, siendo San Fernando y Cádiz
las únicas ciudades que resistieron el asedio.
D.
PAISAJE CULTURAL DE LA BAHIA DE CADIZ.
El Paisaje es un elemento de complejidad y fragilidad extrema en
el que se dan cita múltiples elementos. En tanto que expresión visual
de la conjunción natural y cultural de un territorio conforma un
recursos que debe ser conservado, recuperado y gestionado en tanto
que seña de identidad y parte de la memoria histórica de la población
local.
La Bahía de Cádiz, dotada de una óptima climatología y provista
de extensas marismas sobre la que roturar salinas, se muestra como un
lugar históricamente privilegiado provisto de ricos valores paisajísticos.
Si tras siglos de evolución geomorfológica los aportes sedimentarios y
la dinámica litoral contribuyeron al nacimiento de marismas en este
marco geográfico, la acción humana roturando cientos de estructuras
de salinas vino a condicionar y caracterizar fuertemente la morfología
de este paisaje, contribuyendo al mantenimiento y pervivencia de su
rica biodiversidad.
La preservación hasta nuestros días de muchas de las estructuras
arquitectónicas construidas sobre este territorio y el patrimonio
etnográfico asociado a las mismas, permiten comprender y reconocer
Mapa Geomorfológico del Parque Natural de la Bahía de Cádiz
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los diferentes tipos de uso que a lo largo de la historia le han dado los
seres humanos al humedal gaditano. De entre ello destaca sin duda el
uso salinero, actividad que ha mantenido durante siglos el esquema
básico de funcionamiento y manejo, generando un sistema peculiar de
relaciones del hombre con la marisma, rico en manifestaciones
materiales e inmateriales que hoy forman parte de nuestro patrimonio
y que, amenazadas por la crisis y transformación del sector productivo,
están apunto de desaparecer. Una actividad que, por las características
y trazado de las estructuras resultantes, ha contribuido de manera
decisiva al mantenimiento y enriquecimiento de la biodiversidad de la
zona.
Río San Pedro
agua del mar, actividad que ha contribuido a caracterizar en mayor
medida este Paisaje Cultual gaditano.
Desde una óptica puramente natural la Bahía de Cádiz se ha ido
conformando, a lo largo de los últimos miles de años, por los cambios
producidos en la posición relativa del nivel del mar y de los procesos
tectónicos y dinámicos del medio litoral.
Los restos de antiguos cauces fluviales del río Guadalete, actualmente
sumergidos o transformados en su parte emergida, así como multitud
de indicadores geomorfológicos son testimonios de la evolución de
este paisaje litoral gaditano. Así, el origen de este humedal podemos
encontrarlo en un momento en que el nivel del mar se encontraba por
debajo del actual, dibujándose un territorio donde el río y la campiña
eran protagonistas.
Vista de la Salina de la Tapa
Desde el 12.000 a.C., la progresiva subida del nivel de mar fue
redibujando la morfología de la bahía, definiéndose hacia el 3000
a.C. como un gran estuario salpicado por pequeños islotes,
configuración que debió pervivir en gran medida, al menos, hasta los
primeros momentos de la llegada de los navegantes fenicios, hacia el
año 800 a.C.
Desde entonces, procesos dinámicos de tipo litoral, neotectónico y
climático han ido jugando a favor de la formación de playas, cordones
litorales, flechas y contraflechas arenosas, etc., al abrigo de las cuales,
los aportes sedimentarios y las oscilaciones climáticas, favorecieron el
relleno de los espacios más restringidos, dando origen a nuestras
marismas.
Pero esta configuración natural, posiblemente, no se hubiese
preservado hasta la actualidad sin la intervención humana que lo
transformó durante siglos. De este modo, fenicios, cartagineses,
romanos, visigodos, árabes, etc. fueron adaptando el medio para
adecuarlo a sus necesidades, principalmente relacionadas con los
recursos pesqueros y marisqueros; el transporte terrestre y marítimo; el
comercio; la defensa; …, y, especialmente, la obtención de sal del
Vista del Molino del Caño
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3.3. EL PUERTO DE SANTA MARÍA: RESEÑA HISTÓRICA
Detalle de un bajorrelieve de embarcación fenicia
“Según una leyenda, El Puerto de Santa María habría sido
fundado por Menestheo, capitán griego y onceavo rey de Atenas;
"Navegando por el Mediterráneo, encontró pasado el estrecho de
Gibraltar, una bahía, donde penetró con sus naves hasta la
desembocadura de un río y, allí fundó una ciudad El Puerto de
Meneshteo". Allí unificó a colonos e indígenas, haciendo de la ciudad
un modelo de convivencia. El Oráculo de Menestheo, erigido por sus
súbditos, constituía un activo centro de peregrinación”.
tremenda evolución, unida a un aumento exponencial de su población
y en la ocupación del territorio, que cubre toda el área, tanto la costa,
la Sierra de San Cristóbal, hasta su extremo oriental, pié de sierra y la
campiña.
3.3.1. LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS EN EL PUERTO DE
SANTA MARÍA
En este momento, se puede comenzar a hablar de un territorio
político y de fronteras, en donde proliferan grupos agrícolas de diversa
entidad, en tamaños y ocupantes.
Los primeros vestigios de asentamientos en el término municipal
de El Puerto de Santa María aparecen cifrados en aproximadamente un
millón de años, pertenecientes al paleolítico inferior, paralelo a las
culturas paleolíticas africanas, que se difundirían hacia Europa a través
del Estrecho de Gibraltar.
Mucho antes de que se ocupase la campiña y la costa con
poblados, se advierte en la sierra gaditana un poblamiento importante
en cuevas a partir del VI milenio a.n.e.; El poblado de Cantarranas,
asentado en un altozano de escasa altura, próximo a la antigua línea
costera. Este fue su núcleo más antiguo, más tarde se fueron
extendiendo hasta Las Viñas (Base Naval).
Junto a los materiales paleolíticos encontrados en esta zona, se
hallaron restos del Neolítico Arcaico. En un primer momento, la base
principal de subsistencia debió ser agropecuaria, beneficiándose de los
productos que les ofrecía el mar.
Resto de fogones pertenecientes al Paleolítico
Durante el IV milenio se fue ocupando la campiña con poblados
al aire libre, a la búsqueda de agua y tierras cultivables, donde la
ganadería ocuparía un lugar importante en su economía que más
tarde compartiría con la agricultura.
La estructura de estos poblados paleolíticos, eran grupos de
cabañas esparcidas en núcleos por el habitat, con zonas de trabajo y
de almacenamiento en silos, que en alguna ocasión fueron empleados
como enterramientos.
3.3.2. LA APARICIÓN METALÚRGICA
En esta nueva etapa, Cantarranas continúa siendo el único
poblado existente, en las inmediaciones del Salado. Ha sufrido una
El motivo fundamental de este aumento poblacional y de
ocupación del suelo para la captación de recursos, se explica por la
intensificación de las actividades agropecuarias, en una economía en
donde la metalurgia aún no jugaba un papel significativo.
A raíz de este crecimiento y como prolongación al de
Cantarranas, surge el poblado de La Dehesa, en el extremo oriental de
la Sierra de San Cristóbal, junto a la antigua línea costera. Su
estructura a base de viviendas y almacenes, distribuidos por toda la
extensión del poblado con espacios ocupados por huertos y centros de
trabajo. Las viviendas se componen de varios elementos
independientes, de diferentes dimensiones, destinados a funciones
diversas. El poblado se extendió progresivamente hasta el lugar que
más tarde ocupó el poblado fenicio del Castillo de Doña Blanca.
Ya en el II milenio, hacia los siglos X y XI, el bajo Guadalquivir
y en general Andalucía occidental, se fue poblando de numerosos
núcleos, de distintos tamaños, que conforman el territorio
políticamente estructurado que hallarán los fenicios en sus primeros
contactos comerciales. Es precisamente, desde aquí, de donde se ha
de partir para el análisis del proceso histórico y territorial que va a dar
lugar a la formación de los pueblos históricos tartesios y turdetanos.
Cabe hablar de una organización socioeconómica del territorio, o
estructura política, en base a grandes centros, del que dependen
aldeas o caseríos de menor envergadura.
En el término de El Puerto se percibe un aumento notable de
población, se reconocen al menos quince núcleos de población de los
siglos IX-VIII a.n.e., estratégicamente situados junto a arroyos o vías de
agua y zonas de recursos agrícolas.
En estos poblados las viviendas consisten en cabañas de planta
circular u oblonga construidas con estructura vegetal y arcilla, se
distribuyen en núcleos, dejando espacios vacíos -zonas de huertos, de
trabajos o plazuelas- entre ellas. La vivienda se compone de varias
estructuras separadas destinadas a diversas funciones. Esta tipología
corresponde a la encontrada en La Dehesa en el tercer milenio,
Punta lítica perteneciente al yacimiento “El Aculadero”
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perduración de un mismo tipo de hábitat, de la misma base
económica, en la que varían los conceptos de productividad y
tecnologías, y de un mismo sistema de agrupación social, en grupos
tribales, en torno a una jefatura probablemente redistributiva, y
progresiva diferenciación de estatus. Un proceso lento acelerado con
la presencia fenicia y su interacción con la población indígena.
3.3.3. PRESENCIA
FENICIA:
ARISTÓCRATAS
Recreación del modo de talla de herramientas líticas.
Monedas de procedencia fenicia
COMERCIANTES
Y
Doña Blanca, se sitúa al pie de la Sierra de San Cristóbal y al
borde del antiguo estuario del río Guadalete. La elección del lugar se
debió a la cercanía del río, a la abundancia de agua dulce de los
alrededores, al uso de la zona alta de la sierra como punto estratégico
de vigilancia, al aprovechamiento de la ensenada de su flanco oriental
como puerto y a los recursos agrícolas de las tierras adyacentes. Una
razón de peso debió ser su función de verdadero emporio comercial en
tierra firme, como centro de comercio con los poblados indígenas del
entorno.
Hacia finales del siglo IX a.n.e. pueden datarse los primeros
contactos entre los primeros navegantes y comerciantes fenicios y la
población indígena. Poco más tarde, entre 800 y 775 a.n.e., tuvo lugar
la fundación de Cádiz y la del Castillo de Doña Blanca.
Este poblado, representaba, desde el punto de vista del hábitat,
el concepto de ciudad, no sólo como estructura y tecnologías distintas
a la de los poblados indígenas, sino en su sentido socioeconómico y
político. A partir del siglo VIII a.n.e., comenzaría la actividad urbana
del lugar, rodeándose de una muralla y configurándose así una isla, en
parte artificial, fortificada, como expresión de su significado político.
Los fenicios impulsaron, a lo largo del siglo VIII, un cambio
productivo, y progresivamente social, en términos de economía de
mercado exterior. Esto supuso una nueva situación para las
poblaciones indígenas que, adaptándose a la nueva cadena de
producción, tanto minera como agrícola y artesanal, fueron
transformando sus estructuras socioeconómicas. A lo largo del siglo VII
a.C., las antiguas jefaturas redistributivas -jefes y parientes- generaron
aristocracias -aristócratas y clientela-, un concepto diferente de
organización social en el que ya puede hablarse claramente de
estratificación social.
A raíz de todos estos cambios, se produjo en este período una
relación fenicio/indígena, un pacto de intereses mutuos, que provocó
en la población indígena un desarrollo sin precedentes, que hubo de
modificar las estructuras sociales del Bronce Final, troncándose las
aldeas en ciudades y los jefes tribales en aristócratas locales, que
controlaban la producción y la negociación comercial con Gadir,
mientras que los fenicios controlaban los mercados exteriores. Tales
cambios socioeconómicos en poco más de un siglo, que originó un
panorama distinto, aceleración del ritmo histórico.
El comercio interior fenicio, residía en el aceite y el vino, objetos
de bronce manufacturados, perfumes, telas y pequeños objetos
artesanales. Con el tiempo se produjo una simbiosis perfecta entre los
centros productores -los poblados indígenas- y los fenicios, que
desarrollaron una importantísima actividad comercial. Tartesos
significa este nuevo orden de producción y comercio. Los cambios
socioeconómicos de la población indígena fueron inevitables, y
también una reestructuración territorial en torno a las ciudades,
mientras que surgieron las aristocracias locales controladoras de la
producción y de la negociación con los centros mercantiles fenicios.
Concretamente en el término portuense, se observa el abandono
de algunos de los antiguos núcleos indígenas y el surgimiento del
centro de gravedad hacia el extremo oriental de la Sierra de San
Cristóbal, representado por el poblado fenicio de Doña Blanca,
avanzadilla en tierra firme y punto neurálgico de comercio del centro
redistribuidor gaditano. El poblado de Doña Blanca representa todos
estos nuevos conceptos antes mencionados.
3.3.4. LA CAÍDA DEL COMERCIO EN EL MEDITERRÁNEO.
Tras una etapa de gran actividad durante los siglos VII y gran
parte del VI a.n.e. de comercio hacia mercados mediterráneos, costa
portuguesa hasta Lisboa, a lo largo de la costa levantina española
hasta Cataluña y sur de Francia y hacia el interior de la península, se
advierte en la segunda mitad del siglo VI a.n.e. una época de crisis,
que algunos la interpretan sólo como cambio de orientación
productiva y comercial, y otros como una verdadera crisis
agropecuaria, a la que siguió una decadencia económica y abandono
de muchos poblados tartésicos.
Por otra parte, la baja Andalucía por su proyección exterior,
estuvo sujeta a los acontecimientos internacionales, y en el siglo VI se
produjeron hechos de significado político y económico que afectaron
a la bahía gaditana, y en gran medida a las colonias fenicias del
Mediterráneo. En lo que atañe a la política exterior, la caída de Tiro y
la recesión económica temporal, produjo una reestructuración de la
Restos de estructuras en el Yacimiento Arqueológico de Doña Blanca
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política comercial fenicia occidental, al perder los mercados orientales.
El otro acontecimiento de importancia fue el comienzo del
resurgimiento de Cartago con afanes imperialistas, erigiéndose en la
sucesora de Tiro en el Mediterráneo central.
Murices, recreación restos hallados en yacimientos fenicios
Esta crisis repentina, produjo una nueva fase, caracterizada por
cambios en la cultura material, el cese de contactos fenicios con el SE
peninsular y el comienzo del comercio griego. Gadir se convierte desde
comienzos del siglo V a.n.e. en el único centro comercial, con
monopolio exclusivo, y las ciudades tartésias en importantes centros
productores agrícolas, la vez que se aprovecharon los recursos
pesqueros para su industrialización y comercio a nuevos mercados,
principalmente en el norte de África y estados griegos. Esta nueva
etapa recibe el nombre de turdetana, y económicamente supuso la
reactivación de los recursos pesqueros a niveles de producción
industrial, hacia mercados asegurados del Mediterráneo.
Esta prosperidad, aparece reflejada en el poblado de Doña
Blanca, que durante el siglo V a.n.e. se ciñó de una nueva muralla y
hubo una gran actividad urbanística. Duplicó su población. Se
establecieron la agricultura y la pesca como base de su riqueza y
comercio. Como consecuencia a estos sucesos, nació una incipiente
clase propietaria de tierras y de factorías de salazones. Se establecieron
más de una veintena de pequeños núcleos que corresponden a
pequeñas industrias de carácter familiar dedicadas a la pesca y a la
salazón.
Vista de un mosaico de pescadores de época romana
Por otra parte, los antiguos poblados tartésicos se transformaron
en grandes centros productores agrícolas y grandes núcleos de
proyección exterior. Esta situación iniciada en el siglo V a.n.e., perduró
hasta época romana.
3.3.5. EL PORTUS GADITANUS
Tras las Guerras Púnicas y ante las pérdidas sufridas, los
cartagineses ponen sus miras en la Península Ibérica para el
aprovisionamiento de metales y mercenarios, como lugar estratégico
para su ofensiva con Roma.
Los cartagineses se establecen en el poblado de Doña Blanca en
el siglo IV a.n.e., donde surgirá un núcleo estable de importante
población y especial significación. Esta situación encontró su fin en el
siglo III a.n.e., en torno al 208/205, con la dominación romana, que
unida a la pérdida del embarcadero, debido a los constantes aluviones
del río, supuso el abandono del poblado.
La dominación romana, llegó a Gadir, que mantuvo buenas
relaciones exteriores con Roma y Cartago. Estas relaciones estuvieron
en la base de la propiedad gaditana, fundada tanto en el comercio
como en la pesca, pero sobre todo en la primera de ambas
actividades.
Las guerras civiles romanas y el triunfo de César acabarán con
esta situación. César, y más tarde Augusto, llevarán a la práctica
profundas transformaciones de tipo político y social que tendrán como
consecuencia el fin del régimen de libertas y la adaptación del mundo
provincial a las formas organizativas romanas. En estas
transformaciones Roma contó con la colaboración de elementos
locales de importancia.
El paso de Cádiz de ciudad autónoma a la condición jurídica de
municipium romano implicó transformaciones en la mentalidad del
patriciado gaditano, tradicionalmente dedicado al comercio, de donde
provenía su riqueza y prosperidad. Las actividades mercantiles, sin
embargo, estaban mal vistas dentro de la mentalidad nobiliaria
romana, que las desdeñaba, prefiriendo fundar en la propiedad de la
tierra las bases de su prestigio. La necesidad de equipararse a la
nobilitas romana implicó de forma paralela, pues, el trueque de los
negocios por la propiedad agrícola. Para ello se precisaba de un
espacio físico del que carecía la isla gaditana, hecho éste determinante
de que se abrigara la idea de fundar un nuevo núcleo de población en
la costa próxima, donde sí había disponibilidad de un amplio espacio
rural. Así fue, el origen del Portus Gaditanus en términos del actual
Puerto dé Santa Maria.
Se llevará a cabo en el agro circundante del Portus Gaditanus
una agricultura intensiva de gran rentabilidad, cuyos productos
principales son la vid y el olivo. Paralelamente se fomenta una
ganadería igualmente intensiva. Ambas dedicaciones, agrícola y
ganadera, aplican técnicas científicas según los manuales helenísticos
y están dirigidas a una producción excedentaria, que se comercializa
desde el Portus.
De esta forma, a inicios del siglo II a.n.e., quedaría establecido
un nuevo hábitat, justamente en el casco histórico de El Puerto de
Santa María. Con la caída del Imperio Romano, numerosas tribus
avasallaron el sur de Andalucía, hasta la llegada del reino visigodo que
los expulsaría de forma definitiva al Norte de África.
Vista de un mosaico de pescadores de época romana
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3.3.6. EL DOMINIO MUSULMÁN Y LA RECONQUISTA DE
LOS TERRITORIOS
El enclave estratégico de El Puerto de Santa María y su cercanía
al Estrecho de Gibraltar, lo convertirían en punto neurálgico en los
siglos inestables de la presencia bizantina, visigoda y musulmana. Sin
embargo, la historia de la ciudad entre los siglo VII y X está poco
documentada, siéndonos prácticamente desconocida.
Interior del Castillo de San Marcos, de época musulmana
Algunos documentos explican que en el año 711 tuvo lugar una
batalla a orillas del Guadalete. En la que, participaría por un lado los
ejército del rey cristiano don Rodrigo y por otro un numeroso ejército
musulmán. El ejército musulmán consiguió la victoria, instalándose en
El Puerto. En esta época se podía encontrar a parte del núcleo
principal, un cierto número de alcarias que constituían pequeños
núcleos de población. Todas ellas configuraban un poblamiento de
tipo disperso y de orientación eminentemente rural. Y situadas en el
sector oeste del actual término municipal.
El Puerto de Santa María quedó rápidamente integrado en los
dominios árabes, incorporándose a su organización administrativa. En
este sentido, sus territorios quedaron enmarcados.
Exterior del Castillo de San Marcos (antigua Mezquita)
El área portuense, dado su limitado potencial demográfico, su
escasa importancia como enclave no amurallado y la presencia
cercana del fuerte núcleo urbano jerezano, va a tener la consideración
de zona dependiente de Jerez y correrá idéntica suerte que la de su
cabecera de comarca. De cualquier modo, la imposibilidad de
repoblar el área del Guadalete, va a propiciar la existencia de una
dependencia precaria respecto a la Corona castellana, manteniendo
los mudéjares un avanzado régimen de autonomía que, a la postre,
creará problemas para su definitiva incorporación.
A la muerte de Fernando III, los musulmanes rompieron los
tratados de sumisión, obligando una campaña metódica con la
finalidad de sujetar Jerez a vasallaje. Entre 1253 y 1255, Alfonso X se
enfrentó a diversos jefes musulmanes locales, imponiendo la existencia
de una guarnición en ciertas localidades.
La nueva conquista, no obstante, no pudo ser completada con
un simultáneo proceso de repoblación, único capaz de asentar sobre
sólidas bases a la incorporación al dominio cristiano. Por tanto,
persistió la situación de autonomía, permaneciendo los musulmanes en
sus propiedades y contentándose el rey castellano con una sustitución
de autoridades y con el establecimiento de guarniciones en los lugares
fortificados.
Con estos presupuestos, la zona portuense no entró en contacto
con los dominadores sino de modo mediato, en tanto que siguió
dependiendo de las autoridades musulmanas de Jerez, que
mantuvieron su organización administrativa, si bien a expensas de la
rendición de un tributo a la Corona de Castilla.
Entre 1260 y 1264 se va a completar el proceso de
Incorporación plena del territorio portuense a los dominios cristianos.
Este mismo año, el rey Alfonso X, tuvo una visión de la virgen,
que le invitaba ante la incertidumbre de este a penetrar sin más dudas
en la población, dispuesta a entregarse pacíficamente. Días más
tarde, la antigua aldea de Alcanate es cedida a Alfonso X por el
alguacil xericense. La devoción del rey por esta virgen, le llevó a
convertir en santuario mariano el viejo castillo-mezquita que se erguía
en la desembocadura del río, durante las obras, se encontró una
imagen de la virgen, perteneciente a los cristianos anteriores a la
invasión musulmana. Ante tales acontecimientos, el rey decide cambiar
el nombre musulmán Alcanate, por el de Santa María del Puerto.
Esta incorporación sería definitiva cuando, tras la sublevación de
los muslimes gaditanos, apoyada por sus correligionarios del norte de
África, se emprendió en 1261 una campaña militar que culminó con
la toma de Jerez en 1264, tras lo cual se echarían las bases del nuevo
poblamiento.
El fin de toda permisividad en cuanto al estatuto casi autónomo
de los mudéjares explicaría, la sublevación de 1264, apoyada por los
benimerines. La campaña sistemática subsiguiente tuvo como
consecuencia la conquista de las localidades más importantes del área
del Guadalete y el planteamiento de su inmediata repoblación. Por lo
que respecta a Santa María del Puerto, no fue necesaria su conquista
militar, al no constituir enclave amurallado. Sin embargo, mientras
otras importantes localidades fueron vaciadas de población, viéndose
reducidas a meros puntos fortificados, la política alfonsí reservaba un
puesto de importancia a Santa María del Puerto en la nueva
organización de la zona, procediéndose a su repoblación junto a tres
ciudades básicas en la defensa del área conquistada; Jerez, Arcos y
Lebrija.
Santa María del Puerto fue designada como una de las cuatro
sedes de la Orden de Santa María de España, junto con Crumenia,
Cartagena y San Sebastián. A esta Orden Alfonso X pretendía
encomendar la conquista de Marruecos. Se echaban así los primeros
cimientos de una ulterior política atlántica y norteafricana, que
cobraría especial impulso en los siglos bajomedievales y en la cual
Imagen de las Cantigas de Alfonso X el Sabio
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Santa María del Puerto ejercería un papel de importancia como
enclave marítimo y portuario de primer orden. Pero la cesión de la villa
a esta orden militar estuvo también justificada en las urgencias
defensivas determinadas por las actividades de los inquietos
benimerines quienes, al mando de Abú Yaqub, conquistarían
efímeramente Santa María del Puerto en 1277.
Esta villa fue atacada en dos ocasiones; En la primera, en 1277,
el hijo del sultán mariní Abu Yacub, al mando de tres mil soldados,
ganó los castillos de Rota, Sanlúcar, Galiana y Al-Qanatir. Por
entonces, la población no contaba con más aparato defensivo que una
modesta iglesia-fortaleza.
Monumento conmemorativo a Alfonso X el Sabio en el Puerto de Santa María
Página de la Carta Puebla de El Puerto de Santa María por Alfonso X el Sabio
El segundo ataque se verificó en mayo de 1285. Al respecto, el
mismo Ibn Abi Zar señala que el día tres, el emir mariní, Abu Yusuf
"envió también a sus dos visires… a explotar los castillos de Al-Qanatir
y de Rota, cabalgaron con unos cincuenta caballos, rodearon sus
muros por todas partes y se apercibieron de la debilidad de los
cristianos que la ocupaban".El día 28, "cabalgó el emir con todas sus
tropas, avanzaron ante él la infantería y los arqueros y se encaminaron
hacia la fortaleza de Al-Qanatir; atacárosla los musulmanes hasta
asaltar el arrabal, que saqueando todo lo que en él encontraron,
llevándose vacas, ovejas y acémilas." El día 21 de octubre de este año,
castellanos y mariníes acordaron firmar la paz.
En 1278 la villa será tomada e incendiada por los marroquíes.
Para .entonces El Puerto había dejado de depender de Cádiz para
entregarse en los señoríos de la Orden de Santa María de España,
llamada también "de la Estrella", fundada por el Rey Sabio en torno a
1272. Su vinculación a la nueva Orden duro poco: en 1281 los freires
de la Orden de Santa María con su maestre don Pedro Núñez al frente,
pasaron a integrarse en la Orden de Santiago.
Disuelta la Orden de la Estrella, con todo lo que ello implicaba
por parte del rey de renuncia a disponer de una marina estable:
Alfonso X volvió a ocuparse de El Puerto de Santa María: Tenía ante sí
dos opciones: reintegrar la villa dentro de la jurisdicción de Cádiz, o
convertirla en concejo autónomo. Opto, como sabemos, por la
segunda posibilidad, apostando así de manera acertada por el
desarrollo, en detrimento de Cádiz, de Santa María del Puerto, a la
que, en un gesto muy suyo, puso el nombre de Gran Puerto de Santa
María.
Todo ello quedó plasmado en un documento excepcional, la
carta-puebla otorgada el 16 de diciembre de 1281 en beneficios de
los pobladores actuales y futuros de la villa, y en una serie Importante
de privilegios que se escalonan entre 1282 y 1284.
El éxito de la operación estaba garantizado dadas las
circunstancias que concurrían en la nueva puebla: por un lado, su
privilegiada posición estratégica, entre dos mares, y por otro, su
capacidad de ser, a diferencia de Cádiz, autosuficiente desde el punto
de vista agrícola. Sin embargo, el futuro de la villa, estaba
evidentemente en el mar, y por ello la llamada hecha a, pobladores de
todas las "naciones" que mantenían relaciones comerciales con El
Puerto: italianos, bretones, ingleses, franceses, aragoneses, por no
hablar de la presencia previa en la villa de gentes procedentes de todos
los puertos del Cantábrico: Santander, Laredo, Castro Urdiales, San
Vicente de la Barquera, Bermeo, Guetaria, Gijón o Avilés...
Tras estas revueltas musulmanas en la zona, las aldeas y sus
tierras fueron repartidas por el rey castellano entre nuevos pobladores.
A la nueva población se le otorgó la Carta Puebla el 16 de Diciembre
de 1281, con la finalidad de favorecer la rápida repoblación de una
zona de vital interés para el avituallamiento de futuras expediciones al
norte de África, como para proteger la comarca de futuras incursiones
musulmanas.
En un primer momento el proceso de repoblación fue lento.
Durante este período se lleva a cabo el repartimiento de casas y tierra
de El Puerto de Santa Marra. Su territorio, tras la conquista cristiana,
había quedado bajo la jurisdicción del concejo de Cádiz, del que se
segregará según disposición de la carta-puebla. En esta carta-puebla,
en Sevilla el martes 16 de diciembre de 1281, se marca el fin del
repartimiento de Santa María del Puerto, y supone la expresión de la
voluntad de Alfonso X de promocionar la población al ser reasumida
por la Corona tras la desaparición de la Orden de Santa María de
España en 1280. Los privilegios contenidos en la carta-puebla de
Santa María del Puerto no sólo son de tipo jurídico-administrativo sino,
fundamentalmente, de tipo económico.
A trancas y barrancas, con mayor o menor fortuna, la villa logró
superar las dificultades y problemas de los inicios de la crisis
bajomedieval. No consiguió, sin embargo, mantener por mucho
tiempo su condición de villa realenga. En las razones que
fundamentaron este hecho está el fracaso del intento de creación de la
orden militar de Santa María de España y la consecuente inseguridad
de la zona ante la repetición de los ataques meriníes. La amenaza
meriní, latente durante los años de la tregua y efectiva a su conclusión
con una nueva invasión del área del Guadalete, y la preparación de la
campaña del Estrecho, objetivo decidido de Sancho IV, el bloqueo del
Estrecho en prevención de un desembarco norteafricano.
Placa conmemorativa a Alfonso X el Sabio en El Puerto de Santa María
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Fue de esta manera como El Puerto adquirió la condición de villa
de señorío. Era práctica usual de la época la concesión de feudos a los
señores de la guerra al objeto de garantizar la defensa de los territorios
fronterizos. Por lo que Sancho IV, en 1295 otorgó el sel1orío sobre El
Puerto de Santa María al almirante genovés Benedetto Zacarías
Retratao de Cristobal Colón.
En este mismo año, don Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno,
compró la mitad de la villa, que entregó años más tarde en dote a su
hija Leonor cuando casó con don Luís de la Cerda. Una descendiente
suya, Isabel de la Cerda, que casaría con Bernando de Foix, conde de
Medinaceli, adquirió hacia 1360 la otra mitad. Entre 1385 y 1454
fueron señores sucesivos de El Puerto don Gastón de la Cerda y
Bearne, don Luís y don Gastón de la Cerda, quien incorporó el señorío
de Cogolludo a la casa de Medinaceli por matrimonio con doña
Leonor de la Vega, señora de aquella villa. En 1454 don Luís de la
Cerda sucede al anterior como quinto conde y luego primer duque de
Medinaceli. Heredará también el señorío de El Puerto, con el título de
conde desde 1479.
A lo largo de los siglos XIV y XV, la villa portuense va a perfilar
una vocación marinera, ello no sólo es consecuencia de las ventajas
ofrecidas por el ámbito geográfico en que se desenvuelve la vida
portuense, sino también del talante de una época densa en
expediciones marineras.
Iglesia Mayor Prioral, mandada a construir por los duques de Medinaceli
Mientras tanto, las expediciones a África - en asociación con
Cádiz y Jerez en muchos casos - van a revestir diversas formas. Son
frecuentes las expediciones llamadas de barrajar, consistentes en
excursiones marítimas semipiráticas al objeto de efectuar incursiones
esporádicas en las aldeas norteafricanas, resultado de las cuales eran
el saqueo y la toma de esclavos.
Se constituyó la Villa portuense no sólo centro de carena de
buques y aprovisionamiento (salazones, vino, etc.), sino también como
punto de partida de grandes expediciones comerciales.
La casa de Medinaceli, cuyo titular es señor de El Puerto, domina
la vida de la ciudad, interviniendo en la designación de sus autoridades
más representativas. El carácter señorial de la villa la va a arrastrar
inevitablemente a participar en las rivalidades que la nobleza
castellana mantuvo en el siglo XV. Entre los pequeños estados feudales,
o entre éstos y las ciudades de realengo, se van a suscitar litigios
respecto a la jurisdicción sobre territorios límites, que a veces van a
derivar en verdaderos enfrentamientos armados.
Importantes roces con casas señoriales vecinas se producen en
1468, a raíz de las aspiraciones del duque de Medina Sidonia sobre
ciertos territorios de la Casa de Medinaceli, y con ocasión de una
expedición de El Puerto a Guinea en el transcurso de la cual se
apresaron dos naves del marqués de Cádiz, quien tomó represalias
sobre la villa portuense.
La Iglesia juega también un papel relevante en la vida portuense
de los siglos bajomedievales. La Iglesia local es fuerte, siendo la cuarta
por su importancia de todas cuantas constituían el arzobispado de
Sevilla. Su priorato estaba reservado al patronato real. Al no disponer
este beneficio de carácter residencial, la administración religiosa de la
localidad la dispensaban varios beneficiados, en número de cuatro. La
iglesia local se nutria económicamente de impuestos, como los
diezmos, y de otros ingresos: rentas de aniversarios, dotaciones y
capellanías, además de los provenientes del cobro de ciertas funciones
religiosas.
El desarrollo mercantil del siglo XV tuvo como consecuencia el
asentamiento en El Puerto de Santa María de numerosos navegantes y
comerciantes. En ocasiones extranjeros que constituyen pequeñas
colonias llamadas naciones.
De entre estos navegantes, destaca Cristóbal Colón, alojado en
casa de los Medinaceli, que aquí entraría en contacto con el ambiente
marinero de la villa y promocionaría su proyecto cerca de don Luís de
la Cerda, señor de El Puerto.
En torno a esta actividad marítima se va a articular la vida
portuense de aquellos siglos. El Puerto se erigirá en un importante
centro exportador, en especial de productos que tenían lugar en la
comarca como el aceite, el vino y la sal. Es también la ciudad, lugar
de acarreo, es decir, de embarque de mercancías procedentes del
interior para ser transportadas a sus lugares de destino. Por su
extraordinaria importancia, destacan las relaciones con otros tres
mercados: el portugués, el africano y el americano, que fundamentan
la actividad económica moderna de la ciudad.
En estos momentos la producción de vino comenzaba también a
despuntar como una lucrativa actividad. La secular relación de El
Puerto con el mar atravesaba por uno de los momentos más intensos y
vivificadores.
Las canteras de piedra de San Cristóbal producían a pleno
rendimiento para surtir de materia prima la magnificente obra de la
catedral de Sevilla y los grandes monumentos religiosos que se
XVI Duque de Medinaceli
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edificaban en Jerez y en el propio Puerto. Los canteros arañaban
incesantemente el vientre de la Sierra para propiciar la construcción de
esa maravillosa "montaña armónica" que se erigía en el lugar de la
antigua mezquita almohade de la capital hispalense.
3.3.7. EL COMERCIO INDIANO: LA IMPORTANCIA DEL
PUERTO DE SANTA MARÍA.
Vista actual de las Canteras de San Cristóbal
La residencia en El Puerto del invernadero de las galeras reales
constituyó uno de los aspectos más sobresalientes de la vida de la
ciudad durante los siglos XVI y XVII. Ello es más notable a partir de
1540, fecha del saqueo de Gibraltar. Este hecho determinaría el
traslado a El Puerto de Santa María del protagonismo en materia de
preparación de numerosas e importantes expediciones navales de
carácter militar. Tal importancia estaría reforzada por el hecho,
trascendental para la ciudad, de que aquí tuviera su sede la Capitanía
General del Mar Océano, lo cual significaba a El Puerto de Santa
María como uno de los más importantes puertos de la Corona.
La "gente de galeras" gozaba de un fuero especial y de
numerosos privilegios. Formaban un mundo aparte y en ocasiones
hasta cerrado, que se hacia notar y diferenciar del resto de la
población. Gozaban de una jurisdicción eclesiástica especial,
desempeñada por un capellán mayor; asimismo disponían de
jurisdicción criminal privativa, dispensada por un alguacil mayor, y de
una asistencia médica especifica, encargada a los protomédicos de la
Armada. Y sobre todo, en un punto tan delicado como el
abastecimiento, disfrutaban de privilegios a los que no tenía acceso el
resto de la población.
Grabado de El Muelle de madera en la Plaza del Carmen.
Las relaciones entre las autoridades de las galeras y las
concejiles, durante el siglo XVI, no fueron por lo general buenas. La
presencia de las galeras implicaba la existencia de hecho de una
dualidad de autoridades que se prestaba a pleitos y enfrentamientos.
Las autoridades municipales obstaculizaron a menudo iniciativas de las
militares que en ocasiones podrían representar, incluso, ventajas para
El Puerto.
La condición de surgidero de galeras hizo de El Puerto cabecera
de importantes expediciones navales, que hicieron época en la historia
militar española. Son dos de estas grandes expediciones las que quizá
merezcan una especial reseña; en primer lugar, una parte de las
galeras de la flota que conseguiría la importante victoria de Lepanto
frente al turco se armó y aprestó en El Puerto. Y en segundo lugar, se
preparó, en esta ciudad, la expedición que derrotó en las Terceras al
prior de Crato. Esta victoria tuvo la virtualidad de asegurar a España la
vinculación de la corona portuguesa con todas sus posesiones de
Ultramar.
El hospital y la cofradía de las galeras reales fueron dos
instituciones importantes en El Puerto de Santa María, nacidas al
abrigo de la residencia en la ría de la ciudad del invernadero de la
flota. La fundación de la cofradía respondió a la necesidad de
proporcionar servicios religiosos a la "gente de galeras" durante la
invernada. Con ese propósito se llevó a cabo la edificación de una
capilla, que fue sede de la hermandad.
El papa Pío V concedió el privilegio de la jurisdicción eclesiástica
exenta de la Armada, sobre la condición de levantarse un total de
cuatro hospitales para los enfermos y heridos entre el personal de
galeras. El vicariato de la Armada lo ejerció el obispo de Cádiz,
estando aparejado a este obispado hasta 1792, en que quedó unido
al patriarcado de las Indias. A pesar de la retirada del invernadero de
galeras en 1688, la institución hospitalaria se mantendría activa hasta
bien entrado el siglo XVIII.
A pesar de que la presencia de las galeras reales en el
Guadalete constituía un importante elemento de disuasión ante
cualquier posibilidad de ataque naval a la bahía gaditana, a lo largo
del siglo XVI las poblaciones de este ámbito geográfico van a asistir a
numerosas incursiones marítimas de carácter, sobre todo, pirático. Se
trataba de expediciones sorpresa que casi nunca formaban parte de un
plan estratégico y cuyos únicos fines eran el saqueo y el pillaje.
Las defensas de El Puerto ante estos ataques eran precarias. Las
galeras, a pesar de que salieron en varias ocasiones a obstaculizar las
actividades de las naves piratas, no sirvieron siempre para detenerlas.
La villa no contaba con defensas amuralladas, a pesar de que se
habían construido algunos reductos de artillería. Las poblaciones de la
bahía se auxiliaban entre si comunicándose la presencia de barcos
piratas mediante señales efectuadas desde torreones costeros o desde
las propias torres de las iglesias. Cuando no acudían las bien
organizadas milicias concejiles jerezanas a la defensa de la costa, eran
los propios vecinos quienes tomaban las armas.
La piratería puso en grave peligro las actividades pesqueras, una
de las principales fuentes de riqueza de El Puerto.
Dos incursiones inglesas fueron de bastante importancia en los
años finales del siglo XVI; en 1587, la escuadra de Francis Drake
penetró en la bahía e incendió la flota española, llegando hasta el
Casa de las de Reinoso - Mendoza.
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Guadalete. En 1596 ocurrió el famoso saqueo de Cádiz, a cargo del
conde de Essex, en cuyo desarrollo El Puerto jugó también un
destacado papel.
A lo largo de los siglos XVI, va a conformarse en El Puerto de
Santa María, un grupo social dominante de corte aristocrático, que
ejercerá su influencia e impondrá cierto tono a la vida de la ciudad. En
el Quinientos existe una aristocracia mixta formada de un lado por la
"gente de galeras" y de otro por los elementos relacionados con la
administración local en sus instancias superiores y por algunos
cargadores a Indias. Es por lo tanto una aristocracia incipiente de
carácter marítimo, burocrático y mercantil.
Grabado de la embarcación con la que se produjo el ataque de Francis Drake
Fuente de las Galeras Reales
La radicación en El Puerto del invernadero de galeras conlleva la
concurrencia en la ciudad de una serie de elementos relacionados con
ese mundo. Los más notables van a entrar a formar parte del sector
distinguido de la sociedad local. Se cuentan entre ellos capitanes,
protomédicos, capellanes, veedores, pagadores y proveedores de
galeras.
totalmente compatibles con la participación del estamento nobiliario.
Esta nobleza local adoptará la costumbre de invertir los
beneficios de su actividad en bienes inmuebles Y suntuosos, en especial
predios rústicos y obras de arte.
En el siglo XVII, las naciones de portugueses, flamencos,
ingleses, irlandeses, franceses, genoveses y alemanes se vieron
incrementadas, alcanzando un carácter estable. Con el tiempo, el
elemento extranjero se fundirá por completo con el indígena en una
aristocracia única.
En la Edad Moderna los vecinos mantuvieron diversos pleitos
contra los señores, en los cuales la reclamación de los derechos sobre
las tierras de propios jugó el papel de manzana de la discordia.
Reclamaba para si el concejo el disfrute de las tierras comunales que
le pertenecían en virtud de antiguos privilegios reales. Al parecer, los
señores, que alegaban propiedad sobre estas tierras, cobraban rentas
por ellas y las distribuirán a sus dependientes en premio de servicios.
Los elementos destacados de la burocracia local que se integran
en este segmento de la sociedad portuense lo constituyen los
administradores de la renta de la sal y de las aduanas real y ducal, los
contadores y dependientes distinguidos del señor de la villa y los
secretarios y gentiles-hombres de los Capitanes Generales de Galeras.
Hay que sumar a este grupo unos pocos hidalgos propietarios de casas
y tierras y un cierto número de cargadores a Indias.
En 1628 se llegó a una solución concordada, de la que resultó
ampliamente beneficiada la casa ducal. Tal fue la "Escritura de
Transacción o Concordia", que contemplaba el reconocimiento de la
propiedad efectiva de los señores sobre determinados territorios del
término, así como el reconocimiento de ciertos derechos concejiles
sobre pasto de ganados.
A lo largo del siglo XVII, al compás del engrandecimiento de la
ciudad por obra del comercio colonial, esta aristocracia se diversificará
y cobrará mayor fuerza. Dos nuevos e importantes elementos foráneos
vendrán a sumarse a los ya reseñados: por un lado, la inmigración
vasco-navarra; por otro, la aportación extranjera, especialmente
francesa y flamenca.
3.3.8. LAS REFORMAS ILUSTRADAS
La vasco-navarra es una aristocracia de dinero y sangre.
Soslayando la mentalidad social dominante en el país durante aquella
época, según la cual la posesión del status nobiliario implicaba el
rechazo del desempeño de actividades manuales y mercantiles, este
sector social no desdeñará la participación en el comercio colonial y
estará constituido a un mismo tiempo por nobles y cargadores a Indias.
La posición privilegiada que ocuparán en la sociedad local les llevará
a la participación activa en el gobierno municipal, que controlarán en
propio beneficio de su prestigio y economía. Constituyen, de esta
manera, un verdadero patriciado urbano, que adopta como modelo la
aristocracia genovesa, en cuya psicología el trabajo y el comercio son
Al ocurrir la muerte del rey Carlos II, en España se desató la
cuestión sucesoria, resuelta por la vía de las armas. El Puerto, fiel a la
última voluntad expresa del rey Carlos, se pronunció, sin embargo, a
favor de Felipe de Anjou.
En el conflicto participaron dos bandos, encabezados
respectivamente por los pretendientes Felipe de Anjou y el archiduque
Carlos de Austria. Se dirimía no sólo la posesión de la Corona
española sino, aún más, la hegemonía europea. Es por, ello por lo que
Holanda e Inglaterra, temerosas del poderlo barbón, apoyaron a
Austria en la causa del archiduque.
Los meses de Agosto-Septiembre de 1702 asisten a la invasión
de la bahía de Cádiz por una escuadra coaligada angloholandesa. En
agosto de 1702 se presentó en la bahía una escuadra anglaholandesa. El objetivo de esta armada era la toma del importante
Ilustración de Felipe V
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enclave de Cádiz. Ante la resistencia del gobernador de esa ciudad a
entregar la plaza, desembarcaron en las playas de El Puerto al objeto
de atacar Cádiz por tierra.
La cercanía de las tropas enemigas sembró el pánico en la
población portuense, que huyó masivamente hacia lugares vecinos,
quedando en la ciudad sólo los hombres en condiciones de luchar, que
se hicieron fuertes en el castillo de San Marcos.
Puerto de Indias invadido por embarcaciones españolas
Las tropas aliadas procedieron a la toma y saqueo de Rota y
luego penetraron en El Puerto, rindiéndose el castillo a primeros de
septiembre. Tras el fracaso de los intentos de tomar las fortalezas de
Matagorda y Puntales, la escuadra angla-holandesa abandonó la
lucha a finales de septiembre.
Durante las semanas que permanecieron en El Puerto, las tropas
aliadas se entregaron al saqueo de la ciudad. Pero de donde se deriva
la principal secuela económica de la invasión, es la ruina del comercio
lo que constituye el más notable de sus aspectos. De los almacenes
fueron llevados los géneros coloniales y todos los efectos y mercancías
de valor, en los que estaban invertidos los capitales de los cargadores.
Y aunque éstos pudieran rehacerse de las pérdidas, el temor que les
invadió al comprobar la indefensión de la ciudad, provocó la
emigración de muchos de ellos a la mejor guarnecida Cádiz,
abandonando las ventajas de su establecimiento en El Puerto por la
mayor seguridad de la capital.
3.3.9. INCORPORACIÓN OFICIAL A LA CORONA
El 31 de Mayo de 1729, Felipe V decreta la incorporación de El
Puerto a la Corona. La dependencia de señorío se había extendido
durante cuatrocientos cuarenta y cinco años, desde que Sancho IV
diera la villa a Benedetto Zaccaría, y había estado vinculada a la Casa
de Medinaceli desde 1368. Razones de índole económica y fiscal
parecen, pues, constituir la causa de la decisión real.
Otra causa de la incorporación de la ciudad a la Corona,
concordante con la existencia de una activa aristocracia mercantil en
El Puerto recelosa de la tutela ducal, es el progresivo debilitamiento de
la presencia señorial en la ciudad durante los años finales del siglo XVII
e iniciales del XVIII.
La mudanza del estatuto señorial por el de realengo, como tal
cambio jurídico, no Supone una transformación profunda de la
sociedad portuense y sí, tan sólo, la confirmación del poder local de
una rica aristocracia que veía condicionado dicho poder por el
ejercicio efectivo de los derechos señoriales. Para la casa ducal
representó la pérdida de prerrogativas jurisdiccionales, entre ellas la
del cobro de determinados impuestos y rentas, pero le fueron devueltos
como propios el castillo de San Marcos, la casa solariega, los locales
de seis escribanías y las tierras concordadas en 1628.
La incorporación a la Corona de la ciudad conllevó la
transformación de su gobierno municipal. Los cargos municipales
fueron puestos a la venta por la corona, quedando de tal forma con el
control las personas ricas de la ciudad. A partir de 1739 el gobierno
de la ciudad quedó encomendado a un gobernador militar y político,
lo que representa una elevación del rango administrativo de la ciudad.
El gobierno municipal de El Puerto de Santa María, a lo largo del
siglo XVIII, estuvo dominado por el patriciado urbano, compuesto por
la nobleza y la alta burguesía de comerciantes y hacendados. La
condición de regidor confería a su propietario dignidad y participación
en el poder, lo que se podía traducir en beneficios directos o mediatos.
La máxima representación del gobierno municipal la ostentaba,
entonces, un Alcalde Mayor, junto a este aparecen un Alguacil Mayor
perpetuo y un Teniente de alguacil, que entendían en materia de
justicia. Los regidores, junto al alcalde, formaban el Cabildo. En la
mayoría de los casos su condición era vitalicia, recibiendo la
denominación de Regidores perpetuos. Existieron, también, regidurías
de naturaleza electiva. Así, aparecen los cargos de Regidor bienal y
Diputado del común. Tras la reforma municipal carolina, hacen
también acto de presencia la figura de los Sindicas, en su doble versión
de Sindico Procurador General y Sindico Personero del Común,
La nobleza local portuense, en el siglo XVIII, está constituida por
un nutrido grupo de hidalgos y títulos, propietarios, junto a la Iglesia,
de gran parte de la tierra y, también, los negocios mercantiles. A pesar
de la incorporación de la ciudad a la Corona en 1729, la casa ducal
de Medinaceli mantiene una posición claramente privilegiada, con la
conservación de buena parte de sus bienes y la conversión de sus
derechos jurisdiccionales en propiedades efectivas.
La Iglesia por su parte tiene una fuerte presencia en la ciudad.
Desde el punto de vista administrativo, El Puerto de Santa María
constituye en la época un núcleo monoparroquial. El clero regular es
más numeroso que el secular. La Iglesia mantenía una incidencia
notable en el terreno de lo social a través de una doble labor educativa
y asistencial.
Convento del Espíritu Santo, símbolo del poder de la Iglesia
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El comercio de Indias fue el verdadero motor de la economía
portuense en el XVIII. El traslado de la Casa de Contratación a Cádiz,
en 1717, remitió a la bahía el protagonismo del tráfico colonial. Ello
se traduciría en un momento de auge y esplendor del que participarían,
tanto como Cádiz, las localidades vecinas. El comercio local y
comarcal experimentó el beneficioso efecto de simpatía que propiciaba
el comercio americano. Los comerciantes y los propietarios de tiendas
y almacenes constituyen un segmento muy activo de la sociedad
portuense.
Grabado del Puerto de Cádiz, tras el traslado de la Casa de la Contratación
El sector más potente, dentro del comercio portuense del XVIII, lo
constituyen las personas directamente relacionadas con el tráfico
colonial. Los beneficios de esta actividad son muy elevados en relación
con otras, asimismo productivas. Este hecho, aparte de favorecer la
creación de un dinámico grupo social de burgueses comerciantes,
propiciaba la formación de una capitalidad susceptible de ser
invertida.
La producción industrial, por su parte, era eminentemente
artesanal y sólo en algunos casos llegaron a existir talleres con una
mínima concentración de mano de obra y una cierta división técnica
del trabajo.
La producción industrial, por su parte, era eminentemente
artesanal y sólo en algunos casos llegaron a existir talleres con una
mínima concentración de mano de obra y una cierta división técnica
del trabajo.
Construcción de una gelera típica del siglo XVIII
El siglo XVIII, fue prolífico en la generación de instituciones de
corte ilustrado, que hicieron del saber y el progreso su fin y meta. Las
instituciones más típicamente ilustradas fueron las Sociedades
Económicas y Patrióticas de Amigos del País, que tuvieron sus
promotores en los prohombres ilustrados de la época y se extendieron
por todo el territorio nacional.
Junto a las Sociedades Patrióticas es frecuente en el siglo XVIII la
creación de Academias. En esta línea hay que citar la fundación en El
Puerto de una Real Academia Portopolitana de Medicina y Cirugía, de
efímera vida. La Iglesia jugó un papel importante en la cultura
portuense de la época, siendo la responsable de la educación y
estando al mando de la mayor parte de los colegios portuenses.
El Puerto de Santa María acaba el siglo XVIII con un potencial
demográfico fuerte, incrementado a lo largo de la centuria a causa del
efecto favorable del tráfico comercial practicado en la Bahía.
3.3.10.EL SIGLO XIX UNA ÉPOCA DE LUCHAS
El vacío de poder creado por el exilio de la familia real en 1808
y la simultánea invasión del territorio español por el ejército
napoleónico, se intentó paliar por medio de la constitución de juntas
de gobierno de ámbito territorial, que pronto se supeditaron a una
Junta Nacional. En El Puerto de Santa María se formó también una
junta de gobierno, que quedó a las órdenes de la Junta Soberana
constituida en Sevilla. Esta Junta declaraba, el 27 de Mayo, la guerra
a Francia.
Es de destacar la colaboración de todos los estamentos sociales.
Se abrió una suscripción pública, a la que contribuyeron todos los
vecinos, nobles y clero de la ciudad. Por su parte, los gremios se
movilizaron para equipar a los voluntarios portuenses.
Controlado por el ejército napoleónico el territorio nacional,
Cádiz, una de las plazas europeas mejor defendidas de la época, se
erigió en resistencia ante el francés, siendo sometido a un severo sitio
por tierra. El Puerto no pudo oponer resistencia a la marcha del ejército
enemigo sobre Cádiz. Carecía de defensas, y las escasas fortificaciones
con que contaba fueron desmanteladas en el repliegue de las tropas
de Alburquerque, al objeto de que no sirvieran a los propósitos de las
fuerzas invasoras.
Establecida la línea de sitio, El Puerto fue elegido como cuartel
general del mando francés. La permanencia de un poder militar
foráneo cobró tintes penosos para la población, que se vio obligada al
oneroso abastecimiento de las tropas. Los bienes requisados fueron,
también, numerosos. Estas cargas, sumadas a las normales de todo
tiempo de guerra, se tradujeron en una carestía de subsistencias y en
su secuela, el hambre.
Las inesperadas dificultades para la rendición de Cádiz con que
tropezó el ejército francés hizo que se personara en El Puerto el propio
José Bonaparte, al objeto de emprender negociaciones con la capital.
El discutido rey fue recibido en El Puerto con grandes fiestas.
Tras su derrota en la batalla de Chiclana, el ejército napoleónico
abandonó el sitio de Cádiz. El 25 de Agosto de 1812 las tropas
francesas salían de la ciudad.
Tras la marcha del ejército francés, El Puerto vivirá un breve
período liberal bajo los auspicios de las Cortes de Cádiz. La ciudad es
integrada en la organización jurídica del territorio en partidos,
figurando como cabeza del suyo, que completan Rota y Puerto Real.
Lienzo de la Batalla de Chiclana, el 25 de agosto de 1812
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Estos años constitucionales se hallan marcados por la persistencia del
fenómeno bélico, por lo que las disposiciones emanadas de las Cortes
obtienen escaso contrapunto práctico.
La vuelta de Fernando VII a España, tras la definitiva victoria
sobre Napoleón, despertó las esperanzas de una reconstrucción del
país bajo el signo de la libertad. Estas expectativas se encontraron
frustradas en cuanto el rey declaró sin validez la obra jurídica de las
Cortes, imponiendo la vuelta a las fórmulas absolutistas. El poder
absoluto de la monarquía se prolongó hasta 1820 y, tras un breve
paréntesis liberal de tres años, aún continuaría hasta 1833, año de la
muerte de Fernando VII.
Juramento de las Cortes de la Isla de León, el 24 de septiembre de 1810.
Representación en óleo sobre lienzo de los Cien Mil Hijos de San Luis.
Destaca durante el reinado de este monarca, por su importancia
y por el papel jugado en este periodo por El Puerto de Santa María, el
Trienio Liberal. En 1820, hubo una sublevación militar cuyas
consecuencias fueron la reimplantación del orden constitucional de
1812. Pero el liberalismo aún no constituiría una realidad duradera en
nuestro país. Fernando VII en su afán por su poder personal absoluto,
reclamó el auxilio de las potencias legitimistas que en 1815 se
reunieran en Viena para remodelar el mapa, fronterizo e ideológico, de
Europa tras la calda del Imperio Napoleónico.
Un ejército francés, designado con el nombre de los Cien Mil
Hijos de San Luís, invadió España con el propósito de liquidar el
gobierno liberal. Reunidas las Cortes, el11 de Junio de 1823 acuerdan
el nombramiento de una regencia provisional, radicada en Cádiz. La
familia real fue trasladada a Cádiz, pasando por El Puerto el 14 de
Junio. Las tropas francesas llegaron a El Puerto de Santa María el día
23, estableciendo en ella su cuartel general. Con anterioridad habían
llegado numerosas personas que huían de los enfrentamientos
desencadenados en Sevilla tras la salida del rey.
La resistencia se hacía cada vez más difícil en Cádiz. La
liberación de Fernando VII tuvo lugar el día primero de Octubre. Es
famoso su desembarco en El Puerto de Santa María, que se constituyó
en símbolo de la vuelta del absolutismo.
El Puerto de Santa Maria recibió una Cruz de Honor en la
persona de sus concejales, debido a ser la primera población en
manifestar su lealtad al rey. Posteriormente, la ciudad hubo de soportar
el alojamiento de parte de las fuerzas integrantes de la División de
Cadix, integrante del ejército de ocupación francés que permaneció en
el país hasta 1828 para garantizar el restablecimiento de la monarquía
absoluta.
Se habían intentado medidas desamortizadoras por parte de las
Cortes de Cádiz y, más tarde, en el Trienio Liberal. Pero ninguno de
estos intentos son comparables, por su alcance y por la amplitud de sus
consecuencias, a las desamortizaciones de 1836 y 1855, preconizadas
por Mendizábal y Madoz respectivamente.
En El Puerto de Santa María, fueron de notable importancia las
desamortizaciones eclesiásticas y civiles.
Tras la Revolución de Septiembre de 1868, se abrió una era de
ensayos en la que el país experimentaba diversas fórmulas desde la
revolución democrática al presidencialismo, pasando por la
monarquía democrática, la república unitaria, la república federal, el
cantonalismo y la república moderada. Existe, no obstante, un
denominador común a todas estas situaciones, que se prolongarán por
el espacio de seis años: la voluntad de un cambio decidido en la
estructura política del país, comandado por la burguesía y animado
por el espíritu de las libertades democráticas.
El Puerto de Santa María la revolución estalló el 19 de
Septiembre de 1868. En la composición de la junta que se formaría
aquel mismo día para encargarse provisionalmente del gobierno de la
ciudad, controlado por el Partido Demócrata. Al mismo tiempo, la
Unión Liberal se perfilaba como la segunda fuerza política local.
La garantía del orden y la adopción de medidas revolucionarias
destacan entre sus preocupaciones fundamentales. La pacificación de
la ciudad, aún enardecida por los sucesos políticos que se habían
desencadenado, fue el primer y único acuerdo de la junta. Enseguida
la junta comienza a desplegar un programa revolucionario. En la
adopción de las medidas tomadas destaca un doble hecho, común en
todo el ámbito de la revolución: el carácter liberalizador de las
medidas adoptadas, correspondiente a un concepto librecambista de
la economía, y la absoluta autonomía con que obran los poderes
locales constituidos, cuyas medidas sobrepasan a menudo por su
alcance el ámbito de lo municipal. Obra en estos momentos una
desconexión total en la revolución, cuyo solo elemento de cohesión es
el reconocimiento de unos líderes naturales.
Los intentos de conservar el triunfo revolucionario adquieren
diversas facetas; renovación de los funcionarios municipales por otros
adictos (cesantías), creación de una fuerza revolucionaria (la Guardia
Ciudadana), funcionalización de la junta, que se subdivide en
comisiones (Guerra, Hacienda, Administración local, Depositaria y
Abastos).
Grabado de la invasión francesa
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Es de destacar el fuerte contenido anticlerical que rige la
actuación de la junta. El desarrollo de los acontecimientos a nivel
nacional fue seguido en El Puerto con vivo interés.
Revolución cantona, proclamción
La publicación de una declaración de principios por parte de la
Junta de Gobierno de El Puerto de Santa Maria responde a las
características preanunciadas: la autonomía de actuación de los
poderes locales en los primeros momentos de la revolución y el
predominio del Partido Demócrata en la conducción de ésta en la
ciudad. Este partido, será el que sostenga la tesis más progresista de
entre los que hacen la revolución, el más activo dentro de ella y el que
organiza en gran medida a las masas populares que colaboraron en
su triunfo. Los principios que hablan de dominar en el Manifiesto eran
similares a los del programa de la Junta de Sevilla; libertad, soberanía
nacional, inamovilidad judicial y descentralización administrativa.
Los intentos de control, coordinación y encauzamiento de la
revolución comenzaron pronto a notarse sobre una realidad de
actuación independiente y radical de las numerosas juntas
revolucionarias locales.
Fotografía de un voluntario cantonés
Debido a la inviabilidad del mantenimiento de una actuación
independiente por parte de la junta y al giro moderado se imprimió en
la revolución y, sobre todo, por la marginación del Partido Demócrata
de la Junta Superior Revolucionaria de Madrid. Apareció una crisis
interna en la Junta de Gobierno portuense. El 19 de Octubre la junta
de El Puerto decide prestar su adhesión a la proposición de la Junta
Superior Revolucionaria en el sentido de que correspondía a las Cortes
Constituyentes la determinación del sistema de gobierno. Pero la crisis
estaba abierta. Comenzaron a dimitir los miembros más
representativos del partido.
Pero la actuación del Ayuntamiento portuense que sucede a la
Junta Revolucionaria, es considerada sospechosa, por lo que el alcalde
es destituido por la fuerza y se constituye una nueva corporación.
Desde 1870 a 1873, se desarrolló un programa de reformas y mejoras
en los servicios municipales, un aumento del Interés por la educación
y la técnica, en tal sentido se formaron comisiones mixtas
Ayuntamiento-agricultores para la promoción de una escuela teórico
práctica de agricultura. La proclamación de la República fue conocida
en El Puerto de Santa María el mismo 12 de Febrero de 1873. El
Ayuntamiento decidía ponerse a las órdenes del Gobernador y que
repicaran las campanas por la proclamación de la República. El
advenimiento de un nuevo régimen político fue seguido de la
formación de una fuerza capaz de mantenerlo, los Voluntarios de la
República.
EI 18 de Mayo de 1873 se constituye el primer Ayuntamiento
republicano portuense elegido por sufragio universal. En su
composición se pudo observar la existencia de elementos que
evolucionaban desde posturas demócratas a un republicanismo
avanzado e, incluso, federalista.
El Puerto de Santa María proclamó la República Federal el 8 de
junio de 1873, tras recibir un telegrama del Gobernador Civil. Entre
los cambios que se llevaron a cabo se encuentran el cambio de
denominación de l as calles y las escuelas públicas, la demolición de
algunos edificios y la construcción de otros emblemáticos.
La radicalización de este radicalismo, condujo a la crisis
cantona. Por doquier se declararon cantones independientes. El Puerto
de Santa María fue instado a pronunciarse a favor del cantón de Cádiz.
La consecuente deliberación del Ayuntamiento portuense sirvió para
adoptar una postura ambigua y de compromiso. Esta negativa a
secundar el cantón gaditano fue seguida por la decisión del
Ayuntamiento de seguir al frente de la ciudad, pues sus miembros
habían resultado reelegidos en recientes comicios.
Estas decisiones, adoptadas en medio de un denso ambiente
político, desencadenaron importantes sucesos. Pocos días después,
tuvo lugar a las puertas de El Puerto de Santa María un sangriento
encuentro entre una columna de voluntarios cantonales, procedente de
Sanlúcar de Barrameda. Al día siguiente, el teniente coronel jefe de la
columna militar citada se presentó en las Casas Consistoriales con
fuerzas a su mando, disponiendo convocar de inmediato a los
miembros del Ayuntamiento y a muchos ciudadanos representantes de
los diversos partidos políticos y clases sociales. Ante todos ellos
manifestó que su único cometido era la defensa de la vía férrea y el
mantenimiento del orden en la población, pidiendo a los concejales la
permanencia en sus cargos. Estos aceptaron, si bien declarando su
independencia y la más completa neutralidad respecto a los sucesos
políticos de aquellos días.
La solución tomada fue algo momentáneo, ya que el coronel
comandante del cantón militar del Puerto de Santa María, encargó la
formación de un nuevo Ayuntamiento. El 28 de Julio, por medio de la
Guardia Civil, se disolvió la corporación por las armas.
La nueva corporación, tendría carácter provisional. La nueva
corporación llevó a efecto la formación de una fuerza de Voluntarios
del Puerto y prestó total adhesión al poder central. Una vez establecido
el orden en la comarca, este Ayuntamiento presentó su dimisión al
Gobernador Civil.
Fotografía de la estación de ferrocarriles durante el Cantón
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catálogo general de protección
Con la llegada al trono de Alfonso XII, es decir, de la
Restauración, apareció un nuevo sistema político que se caracterizaría
por la alternancia pacífica de partidos en el poder; conservadores y
liberales. Durando hasta la subida al trono de Alfonso XIII.
En esta nueva etapa, El Puerto de Santa María, llevaría a cabo
numerosos cambios en la vida pública, proyectados para mejorar el
aspecto de la ciudad y enriquecer su potencial de servicios.
Coronación de Alfonso XII
La mayoría de edad de Alfonso XIII, supuso el inicio de una
segunda etapa de la Restauración, también conocida como Era de los
Reformismos. Esta época estuvo profundamente marcada por las
consecuencias que la pérdida de las últimas colonias americanas y
filipinas ejercieron.
Nuevas variantes se introducirán en la vida nacional, a pesar del
mantenimiento de los esquemas básicos anteriores; la desaparición de
los grandes líderes de los partidos liberal y conservador, se diversificó
la vida política nacional, al tiempo que cobraron fuerza las
asociaciones obreras y aumentó la conflictividad social del país.
La democracia formal -que no real por los efectos del
caciquismo y el encasillado- va a durar hasta 1923. Año, en que se
instauró la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Monarquía y
dictadura coexistirán hasta 1930. En 1931, con la proclamación de la
II República, se abrió una etapa radicalmente distinta en la Historia de
España.
3.3.11.EL PUERTO EN LA ACTUALIDAD
Actividad obrera del gremio de los toneleros
En El Puerto, durante la segunda etapa de la Restauración, se
detectó una intensa actividad obrerista, correspondiente al gremio de
toneleros que intervinieron decisivamente en la organización del
movimiento societario portuense.
Obreros proclamando la República
El proceso de radicalizaci6n del movimiento obrero, fue
creciente en la ciudad, difundido por medio del periódico socialista
portuense "El Sudor Obrero". En él revindican en un primer momento
la colaboración de todos los medios legales al alcance de los
trabajadores para luchar. Más tarde, las posiciones se endurecen, ante
el aumento de la influencia del Centro Católico Patronal Obrero de la
ciudad, en torno al cual se articuló la derecha conservadora local, que
tuvieron cierta penetración entre la clase trabajadora. En su tercera
época, proclamó que "la fraternidad e igualdad, génesis de libertad y
amor humano, ha tenido y tiene que ser impuesta a tiros". Por lo que
se crea cierta división en el partido; socialistas y anarquistas.
Los socialistas portuenses lograron colocar a algunos de sus
representantes en el Ayuntamiento de la ciudad. Pero su participación
electoral fue puesta en tela de juicio, debido al escepticismo creciente
acerca de la eficacia de la presencia obrera en la más importante
institución municipal y de la extensión de la ideología anarquista.
Las elecciones municipales de abril de 1931, cuya finalidad
desde la óptica del poder era la apertura de un proceso de
normalización política y de vuelta al sistema constitucional
interrumpido por los años de la dictadura de D. Miguel Primo de
Rivera, se convirtieron, en realidad, en un referéndum para dilucidar el
dilema Monarquía-República. El compromiso de la Corona con la
dictadura constituye el culmen de un largo proceso de deterioro de la
institución ante la opinión pública, debido a su constante implicación
en las cuestiones políticas y al progresivo alejamiento del sistema de la
Restauración respecto de la España real.
El 12 de abril de 1931, se llevaron a cabo en El Puerto las
elecciones municipales, con la victoria de los candidatos monárquicos.
El 14 de abril del mismo año llegaron a El Puerto rumores de la
proclamación de la República, que fueron acogidos con
manifestaciones que vitoreaban el Nuevo Régimen.
El primer Ayuntamiento portuense del periodo republicano se
constituyó el día 15 de Abril. El 30 de Mayo se llevaron a cabo nuevas
elecciones municipales. La Segunda República inició su andadura por
los cauces de la normalidad y la esperanza. Pronto, sin embargo, el
entusiasmo se desbordó en algunos sectores. El 12 de Mayo se declaró
el estado de guerra en la provincia militar, al registrarse en Cádiz
graves incidentes (quema de conventos y bienes religiosos). En El
Puerto se practicaron varias detenciones preventivas, pero no llegaron
a producirse incidentes.
El gobierno provisional de la República procedió prontamente a
la convocatoria de elecciones generales a Cortes Constituyentes,
celebradas en el mes de Junio. La victoria en la provincia, y también en
El Puerto de Santa María, correspondió a la candidatura oficial
republicano-socialista.
Desde el punto de vista social, el nuevo período republicano se
caracterizó en El Puerto de Santa María, como en el resto del país, por
una creciente participación y radicalización política, por un lado, y por
las consecuencias de la grave crisis económica, por otro. El paro
constituyó una realidad lacerante en la vida portuense de estos años.
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Las elecciones generales de Noviembre de 1933 dieron el triunfo
en Cádiz, como en el conjunto del país, a la coalición unitaria
derechista que concurrió bajo las siglas C.E.D.A. En El Puerto, sin
embargo, la izquierda socialista y republicana resultó la más votada.
Apareció también en esta etapa en la ciudad un fuerte electorado
comunista.
A las elecciones generales de 1936 España llegó profundamente
dividida. Como alternativa unitaria a las derechas, que de nuevo
concurren en coalición a las elecciones, se forma un amplio frente de
izquierdas, cuyo espectro político abarca desde republicanos a
anarcosindicalistas, que por primera vez abandonan su estrategia
abstencionista.
Cartel de la campaña CEDA
Diputados elegidos en el Frente Popular
Los resultados de las elecciones dieron en El Puerto la victoria al
Frente Popular. Los mecanismos del cambio de régimen en El Puerto de
Santa María fueron idénticos a los de otras muchas poblaciones y
ciudades: Control militar de la población, sustitución de las
autoridades republicanas por personas afectas a la iniciativa militar,
garantización del orden público, la producción y el abastecimiento,
organización de la adhesión y la propaganda del nuevo régimen y
represión de retaguardia.
La dictadura de Franco marcó un largo periodo entre la Guerra
Civil y 1975, año de la muerte del general. Los años de postguerra
fueron duros para toda España, y también para El Puerto de Santa
María. La destrucción de hombres y medios de riqueza y el bloqueo
internacional que resultó del triunfo de un sistema totalitario sumieron
al país en la miseria y el aislamiento. Los años 60, sin embargo,
sacaron a El Puerto de la atonía de las décadas anteriores. El
fenómeno turístico animó un tanto la economía local, que mientras
tanto seguía teniendo su más firme puntal en la industria bodeguera.
La Constitución democrática de 1978 obtuvo en El Puerto de
Santa María un apoyo mayoritario en el referéndum celebrado el día 6
de Diciembre de dicho año. También se mostró claramente favorable
la ciudad al acceso a la autonomía andaluza por la llamada "vía
rápida" del artículo 151 de la Constitución.
Parte de la portada de la Constitución de 1978
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3.4. BREVE ANÁLISIS URBANO DEL TÉRMINO MUNICIPAL DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA
A la hora de hablar de urbanismo en El Puerto de Santa María,
podemos distinguir dos ámbitos: zona urbana en el casco histórico y
zona urbana periférica.
3.4.1. CASCO HISTÓRICO
La zona urbana en el casco histórico, coincide con la
delimitación del Conjunto Histórico-Artístico. El origen de este
entramado urbano, tomó su configuración a raíz de la ocupación
castellana, manteniéndose en los límites de la aldea musulmana y
dentro de lo establecido por la muralla que rodeaba la ciudad
destruida en 1277.
Plano de El Puerto de Santa María
Se originaron y extendieron calles, constituyéndose lo que
actualmente se conoce como Barrio Alto Se consolidó el crecimiento
en el sitio de Guía, y se construyó rebasando los límites a finales del
siglo XVII.
La dinámica repobladora generó algunas nuevas aldeas, como
Poblanina, en la linde con el término municipal de Sanlúcar, y Finojera,
lindante con las de Bayna, Grañina y Villasana.
Durante el siglo XVIII El Puerto de Santa María mantuvo la
tendencia de crecimiento de épocas anteriores. Los cambios
producidos en el centro de la ciudad, fueron importantes y numerosos,
sustituyéndose algunos edificios que modificaron la imagen urbana.
Vista aérea del Conjunto Histórico de El Puerto de Santa María
Las grandes transformaciones urbanísticas del siglo XIX fueron
propiciadas por el desarrollo económico de la industria vinatera, que
conllevaron al ensanche de la ciudad hacia el Campo de Guía y el de
Santa Clara. Estos nuevos ensanches urbanísticos fueron ocupados
mayoritariamente por edificios bodegueros. Coincidiendo así el
crecimiento urbano con los límites actuales del casco histórico.
3.4.2. ZONA PERIFÉRICA
Por otro lado, la zona urbana periférica, esta expansión de la
ciudad se llevó a cabo durante el siglo XX, a partir del núcleo
poblacional del primer ámbito, es decir el caco histórico, que se va
extendiendo tanto por la zona costera como hacia el norte-noroeste a
lo largo de las principales vías de carretera.
consigo la aparición de nuevas urbanizaciones principalmente
destinadas a segundas residencias. Las primeras construcciones de esta
zona fueron para uso industrial o de servicios.
Esta zona periférica, previa a su ocupación urbana, se
encontraba rodeada por la parcelaciones hechas de las "tierras calvas",
inmediatas al entorno urbano. A extramuros se encuentran también los
caminos que comunicaban con las poblaciones más cercanas;
Sanlúcar, Jerez y Rota, a través de la campiña, y cruzando el río
Guadalete y las marismas; Puerto Real, San Fernando y Cádiz.
La ocupación de los terrenos a ambos lados de la carretera NIV, dirección Jerez de la Frontera, se llevó a cabo principalmente con
construcciones para uso industrial o de servicios. También es en este
ámbito donde se han construido un gran número de viviendas ilegales.
En cuanto a proyectos de infraestructuras referentes a nuevas
redes hay que destacar el impacto que supuso la construcción de la
Variante de la carretera CA-630, El Puerto de Santa María-Rota.
En la zona de Valdelagrana las transformaciones por las
actividades antrópicas corresponden a la presencia de infraestructuras
industriales como la Salinera de la Tapa, y las ampliaciones de
construcciones urbanas de los alrededores de la localidad portuense y
sus núcleos turísticos.
El sector norte se puede considerar el más estable, exceptuando
la zona más occidental ocupada por una gran urbanización turística
que registra una importante densidad de población en los veranos,
aparecen zonas favorecidas desde el planeamiento municipal para su
conservación. El sector sur soporta también una importante presión
antrópica donde cabe destacar el establecimiento de pistas de tierra
que llegan hasta la línea de plata y aparcamientos, lo cual produce el
desmantelamiento progresivo de la duna costera más degradada en
cuanto más al sur. El impacto antrópico ha sido también importante
con la construcción de un dique durante · Unidad ambiental del
Campo de Dunas del Oeste, extendida a lo largo de la costa.
En esta zona periférica, principalmente en el sector costero
occidental y sector noroeste, se desarrollan actualmente los nuevos
planes de expansión del suelo urbano, con ocupación de nuevos
extensos espacios.
Las transformaciones producidas en el ámbito costero son el
resultado del auge turístico a partir de la década de los 70, que trajo
Vista aérea de El Puerto de Santa María.
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3.5. IDENTIDAD CULTURAL DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA
La identidad cultural de una localidad, no está exenta de recurrir
a generalidades, que en la mayoría de los casos pueden reconstruir
una visión cerrada de la personalidad de un pueblo. No obstante,
siempre existen elementos claros y diferenciados que sirven para la
definición de un pueblo tanto al interior como desde su exterior.
Nuestra pretensión, al intentar definir la identidad cultural de El Puerto
de Santa María, es precisamente, la de resaltar estos elementos claros
y diferenciados, que si bien no son los únicos, y su unión no son la
construcción de un todo colectivo, sí representan elementos claves en
su cultura para el desarrollo de su sistema.
Vista nocturna del Castillo de San Marcos, declarado BIC.
La identidad cultural de un pueblo, ha de tomarse por tanto, de
una manera abierta, siendo conscientes, de que la unión de distintos
elementos se lleva a cabo en un proceso inconsciente de cambio a
través de la introducción y pérdida de elementos, y es este proceso el
que singulariza su personalidad. Por lo que estará íntimamente ligado
a su historia, y ésta, al medio natural que lo rodea y con el que forma
una unidad.
Elementos claros en este sentido, se encuentran en El Puerto,
perfectamente identificables por sus propios habitantes y por aquellos
que lo percibimos desde una mirada externa. En este conjunto, la
pesca, el mar, y la vid, son sin duda los elementos donde se han
caracterizado y elaborado las actividades, manifestaciones, y
tradiciones que han ido dotando a lo largo del tiempo a El Puerto de
Santa María de su personalidad propia.
Plaza de Toros de El Puerto de Santa María
Palaciegas, como es el caso de la familia de los Medinaceli.
Es su carácter identitario hay que destacar la actividad agrícola
dedicada al cultivo de la vid. Arraigada en El Puerto desde el siglo XVIII,
produce vino de fama internacional, con Denominación de Origen
Jerez-Xérèz-Sherry y Manzanilla, la más antigua de España.
La cultura taurina tiene en El Puerto Santa María un claro
exponente de identidad cultura, con Plaza de Toros desde 1880, han
pasado por ella importantes toreros, como Joselito "el Gallo" o Isidorito
Peinado,"Chiquito del Puerto". La ciudad ha dado una amplia cantera
de personajes importantes, desde toreros, José Antonio López "Josele",
historiadores, Hipólito Sancho de Sopranis y escritores Rafael Alberti
Merello.
Ya en el siglo XX, el fenómeno del turismo de sol y playa, que a
pesar de haberse convertido en una nube de humo para el pasado de
El Puerto de Santa María, forma parte de la idiosincrasia actual, del
proceso de formación de su identidad cultural en el tiempo.
Así, dejando a un lado su prehistoria, los elementos
patrimoniales más antiguos con que cuenta la ciudad se debe a as
culturas fenicia, púnica y romana, las cuales crearon y desarrollaron un
importante núcleo comercial vinculado al Mediterráneo, la explotación
de las primeras pesquerías y por supuesto las fábricas de salazón y
ánforas, junto con el desarrollo de los recursos salineros. A esta época
le debe El Puerto de Santa María los yacimientos fenicios de Doña
Blanca, La Dehesa o Campillo; y romanos Campín Alto o Cerro de la
Cueva.
Pero la riqueza patrimonial de El Puerto, viene de las épocas
medieval y moderna, tras la reconquista por parte de Alfonso X, es a
partir de ahí, cuando comienza a despuntar como villa realenga e
invernadero de galeras reales, convirtiéndose en un punto importante
en la ruta de cualquier navegante. Esto se ve complementado por un
importante legado de miembros de la nobleza asentados en la ciudad.
Desde la repoblación de estas tierras por la Orden de Santiago y la
Concesión de Sancho IV a Benedetto Zacarías, fueron numerosos los
nobles que se asentaron aquí, dejando como testigos numerosas casa
Playa de El Puerto de Santa María
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3.6. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO: LA SITUACIÓN DE PARTIDA
El Puerto de Santa María cuenta con un patrimonio cultural de
notable interés, fruto de su historia, vinculada a las características
geomorfológicas de su término municipal y su posicionamiento
estratégico en el marco de la bahía de Cádiz.
En este sentido, la ciudad, íntimamente ligada a su condición
ribereña, en la desembocadura del río Guadalete, tiene una gran
tradición marinera y salinera. Asimismo, gran parte de su término
municipal se enmarca dentro del territorio denominado como “Marco
de Jerez”, caracterizado por grandes llanuras y suaves lomas que
forman una dilatada campiña de horizontes abiertos. Además, el
asentamiento en sus tierras de la civilización fenicia y su estratégica
posición y su cercanía a la vecina Cádiz, han determinado su
desarrollo social, político y cultural como puerto comercial y ciudad
vitivinícola de primer orden.
Estos factores han dejado en la ciudad una herencia patrimonial
que, en cierta medida, ha sido reconocida, por las administraciones
competentes, con la inclusión en el Catálogo General de Patrimonio
Histórico de Andalucía de trece BIC en la categoría de Monumento,
cuatro BIC en la categoría de Zona Arqueológica y cuatro inmuebles
inscritos como BCG con caracterización arquitectónica.
Asimismo, la Consejería de Obras Públicas de la Junta de
Andalucía, en la edición de la provincia de Cádiz del inventario de
Cortijos, Haciendas y Lagares incluye veintisiete cortijos elementos.
En lo que se refiere a bienes de carácter arqueológico, El Puerto
de Santa María puede considerarse como una ciudad-yacimiento,
aunque aún no tenga aprobada su Carta Arqueológica, depositada en
la Delegación Provincial de Cádiz de la Consejería de Cultura de la
Junta de Andalucía. No obstante, los yacimientos arqueológicos
inventariados están pendiente de ampliación y regularización, con la
redacción de una nueva Carta Arqueológica.
Otro documento pendiente es el Plan Especial de Protección del
Conjunto Histórico, el cual deberá contener como mínimo:
•
La aplicación de las prescripciones contenidas en las
instrucciones particulares si las hubiere.
•
Las determinaciones relativas al mantenimiento de la estructura
territorial y urbana.
•
La catalogación exhaustiva de sus elementos unitarios, tanto
inmuebles edificados como espacios libres interiores o exteriores
u otras estructuras significativas, así como de sus componentes
naturales. Para cada elemento se fijará un nivel adecuado de
protección.
•
La identificación de los elementos discordantes con los valores
del bien, y establecerá las medidas correctoras adecuadas.
•
Las determinaciones para el mantenimiento de los usos
tradicionales y las actividades económicas compatibles,
proponiendo, en su caso, medidas de intervención para la
revitalización del bien protegido.
•
Las prescripciones para la conservación de las características
generales del ambiente, con una normativa de control de la
contaminación visual o perceptiva.
•
La normativa específica para la protección del Patrimonio
Arqueológico en el ámbito territorial afectado, que incluya la
zonificación y las cautelas arqueológicas correspondientes.
•
Las determinaciones en materia de accesibilidad necesarias para
la conservación de los valores protegidos.
Asimismo, los planes urbanísticos que afecten a Conjuntos
Históricos deberán contener, además de las determinaciones
anteriores, las siguientes:
•
El mantenimiento de las alineaciones, rasantes y el parcelario
existente, permitiéndose excepcionalmente remodelaciones
urbanas que alteren dichos elementos siempre que supongan
una mejora de sus relaciones con el entorno territorial y urbano
o eviten los usos degradantes del bien protegido.
•
La regulación de los parámetros tipológicos y formales de las
nuevas edificaciones con respeto y en coherencia con los
preexistentes. Las sustituciones de inmuebles se consideran
excepcionales, supeditándose a la conservación general del
carácter del bien protegido.
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No obstante, y a pesar de los elementos declarados BIC,
catalogados o inventariados, pocas son las intervenciones llevadas a
cabo para la restauración y puesta en valor de los mismos, habiéndose
actuado, desde la iniciativa privada, en el Monasterio de San Miguel,
Quinta Terry y Hacienda de las Beatillas. La hacienda pública ha
invertido menos patrimonio en El Puerto de Santa María, actuándose
en la actualidad en la Ermita de Santa Clara.
El resto de edificaciones catalogadas con caracterización
arquitectónica presentan, en general, buen estado de conservación,
principalmente las edificaciones de arquitectura turítica y viviendas
unifamiliares. Las edificaciones con caracterización etnológica son las
que presentan peor estado de conservación, habiéndose abandonado
el uso en la mayoría de ellas, encontrándose la mayoría de éstos en
ruina.
En lo relativo a la arquitectura doméstica de los alrededores del
Conjunto Histórico ha sufrido desde mediados del siglo XX la acción
especulativa, sustituyéndose muchas de ellas por edificios
multifamiliares que llegan a alcanzar hasta ocho plantas de altura, con
una arquitectura vulgar y falta de calidad debido al trasplante
indiscriminado del bloque exento al solar entre medianeras. En otras
partes, en cambio, esta sustitución ha mantenido algunos elementos
ornamentales como testimonio historicista del valor arquitectónico
destruido.
Como en todos las ciudades históricas, los edificios singulares,
debido a su ubicación privilegiada, soportan una fuerte presión
urbanística para su sustitución, como ha ocurrido con las bodegas. A
pesar de estas sustitucones, El Puerto de Santa María mantiene una
imagen urbana aceptable con un volumen medianamente conservado,
lo que no altera notablemente al mantenimiento de su trazado urbano
de interés, y a los edificios de notable calidad arquitectónica y grupos
de viviendas tradicionales.
3.6.1. LISTADO DE INMUEBLES INCLUIDOS EN EL
CATÁLOGO GENERAL DE PATRIMONIO HISTÓRICO
DE ANDALUCÍA
•
Antiguo Monasterio de la Victoria: Iglesia
Otras Denominaciones: Iglesia de la Prisión Central
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 29/12/1978
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 20/02/1979
•
Centro Histórico de El Puerto de Santa María
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 04/12/1980
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Conjunto Histórico
Boletin Oficial: BOE 28/01/1981
•
Iglesia Mayor Prioral
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 12/11/1982
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/11/1982
•
Batería Arenilla
Otras Denominaciones: Defensas Costeras de Edad Moderna
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
•
Batería de la Bermeja
Otras Denominaciones: Defensas Costeras de Edad Moderna
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
•
Batería de la Gallina
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
•
Batería de la Puntilla
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
•
Batería del Palmar
Otras Denominaciones: Defensas Costeras de Edad Moderna
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
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catálogo general de protección
•
•
Batería del Puerto
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
Castillo de Santa Catalina
Otras Denominaciones: Torre de Santa Catalina
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
•
Torre de Doña Blanca
Otras Denominaciones: Castillo de Doña Blanca
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 13/03/2001
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Zona Arqueológica
Boletin Oficial: BOE 30/05/2001
•
•
•
Área Arqueológica de Doña Blanca
Otras Denominaciones: Doña Blanca; Necrópolis de las
Cumbres; Poblado de la Dehesa; Poblado de la Sierra de San
Cristóbal,; Poblado de la Torre de Doña Blanca
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 13/03/2001
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Zona Arqueológica
Boletin Oficial: BOJA 12/05/2001
•
Bodega Moreno de Mora: Jardín
Otras Denominaciones: Bodega Osborne
Régimen de Protección: Catalogación General
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 24/02/2004
Tipo de Patrimonio: Inmueble
Boletin Oficial: BOJA 19/03/2004
•
Parque Calderón y Vergel del Conde
Régimen de Protección: Catalogación General
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 24/02/2004
Tipo de Patrimonio: Inmueble
Boletin Oficial: BOJA 19/03/2004
•
Paseo de la Victoria
Otras Denominaciones: Jardín Botánico de la Victoria
Régimen de Protección: Catalogación General
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 24/02/2004
Tipo de Patrimonio: Inmueble
Boletin Oficial: BOJA 19/03/2004
•
Quinta Terry: Jardines
Régimen de Protección: Catalogación General
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 24/02/2004
Tipo de Patrimonio: Inmueble
Boletin Oficial: BOJA 19/03/2004
•
Casa Vizarrón
Otras Denominaciones: Casa de las Cadenas; Palacio de
Vizarrón
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 24/10/2006
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOJA 17/11/2006
Batería la Laja
Otras Denominaciones: Castillo de la Pólvora; Defensas
Costeras de Edad Moderna
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 25/06/1985
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOE 29/06/1985
•
•
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 13/03/2001
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Zona Arqueológica
Boletin Oficial: BOJA 12/05/2001
Zona Arqueológica de Doña Blanca
Otras Denominaciones: Doña Blanca; Necrópolis de las
Cumbres; Poblado de la Dehesa; Poblado de la Sierra de San
Cristóbal,; Poblado de la Torre de Doña Blanca
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 13/03/2001
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Zona Arqueológica
Boletin Oficial: BOE 30/05/2001
Palacio del Marqués de Villareal y Purullena
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Incoado Fecha Disposición: 25/03/1992
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: BOJA 05/05/1992
Torre de Doña Blanca
Otras Denominaciones: Castillo de Doña Blanca
Régimen de Protección: B.I.C
233
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
•
Castillo de San Marcos
Otras Denominaciones: Castillo de Alfonso X El Sabio
Régimen de Protección: B.I.C
Estado Administrativo: Inscrito Fecha Disposición: 30/08/1920
Tipo de Patrimonio: Inmueble Tipología: Monumento
Boletin Oficial: Gaceta 05/09/1920
3.6.2. LISTADO DE INMUEBLES INCLUIDOS EN EL SISTEMA
DE INFORMACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
DE ANDALUCÍA (SIPHA)
El Sistema de Información del Patrimonio Histórico de Andalucía
recoge un buen número de edificaciones, elementos y yacimientos
arqueológicos, la mayoría de ellos procedentes del Catálogo de
Elementos Protegidos del PGOU de 1991y el Inventario de
Arquitectura Moderna y Contemporánea del Colegio Oficial de
Arquitectos de Cádiz. En este sentido, los inmuebles y yacimientos
arqueológicos incluidos en el SIPHA son los siguientes:
•
•
•
Código
Denominación
Caracterización
110270001
110270002
110270003
Palacio de Aranibar
Casa de la Placilla
Academia de Bellas Artes
y Museo Municipal
Casa Vizarrón
Palacio del Marqués de
Villareal y Purullena
Casa de los Diezmos
Hospital de San Juan de Dios
Hospital de la Divina
Providencia
Antigua Lonja de Pescado
Fuente de Las Galeras Reales
Castillo de San Marcos
Arquitectónica
Arquitectónica
•
•
110270004
110270005
•
•
•
110270006
110270007
110270008
•
•
•
110270009
110270010
110270011
•
•
•
•
•
•
110270012
110270013
110270014
110270015
110270016
110270018
•
110270020
Colegio San Luis Gonzaga
Iglesia de la Prisión Central
Convento de Las Esclavas
Convento de La Concepción
Iglesia Mayor Prioral
Centro Histórico del
Puerto de Santa María
Convento del Espíritu Santo
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arqueológica
/Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Código
Denominación
•
•
•
•
110270021
110270024
110270025
110270026
Plaza de Toros
Toro Osborne IV
Toro Osborne V
Batería del Palmar
•
110270027
•
•
110270028
110270030
•
110270031
•
110270032
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
110270033
110270034
110270035
110270036
110270037
110270038
110270039
110270040
110270041
110270042
110270043
110270044
110270045
110270046
110270047
110270048
110270049
110270050
110270051
110270052
110270053
110270054
110270055
110270056
110270057
110270058
110270059
110270060
110270061
110270062
Caracterización
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arqueológica
/Arquitectónica
Castillo de Santa Catalina
Arqueológica
/Arquitectónica
Batería del Puerto
Arquitectónica
Torre de Doña Blanca
Arqueológica
/Arquitectónica
Batería de la Bermeja
Arqueológica
/Arquitectónica
Batería Arenilla
Arqueológica
/Arquitectónica
Batería de la Gallina
Arquitectónica
El Aculadero
Arqueológica
Calle Langosta-Vista Hermosa Arqueológica
Hacienda de San Martín
Arqueológica
La Florida
Arqueológica
Hinojosa Baja
Arqueológica
Pago de Cantarranas
Arqueológica
Arroyo del Campillo
Arqueológica
La Viña
Arqueológica
Campín Bajo
Arqueológica
Cantera de San Cristóbal
Arqueológica
Cortijo de Bule
Arqueológica
Cortijo de Los Santos Reyes I Arqueológica
El Salado
Arqueológica
Fuentebravía
Arqueológica
La Dehesa
Arqueológica
Las Beatillas
Arqueológica
Las Canteras
Arqueológica
Las Cruces
Arqueológica
Pago Serrano
Arqueológica
Cortijo de Vaina
Arqueológica
Venta Alta
Arqueológica
Cortijo de Barranco
Arqueológica
Cortijo de Laranta
Arqueológica
Grañina Baja
Arqueológica
Cortijo de la Negra
Arqueológica
Poblado de Doña Blanca
Arqueológica
Las Redes
Arqueológica
Necrópolis de Las Cumbres
Arqueológica
Poblado de Las Cumbres
Arqueológica
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
Código
Denominación
Caracterización
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
110270064
110270065
110270066
110270067
110270068
110270069
110270070
110270071
110270072
110270074
110270075
110270077
Galvecito
Campín Alto
Casa de la Pintada
Cerro de la Cueva
Cortijo de la Roa
Cortijo del Conejo
Plaza del Castillo
Rancho Biruela
Villarana
Atalaya
Cortijo del Gallo
Batería la Laja
•
•
•
•
•
•
•
•
110270081
110270082
110270083
110270084
110270085
110270086
110270087
110270088
El Águila
Santa Ana
Cala del Buzo
Camino la Colorá
El Manantial
Puerto 2
Cueva del Civil
Sitio Arqueológico del
Puerto de Santa María
Factoría de salazones 2,7,20
Defensas costeras de
edad moderna
Área Arqueológica de
Doña Blanca
Base Naval de Rota
Chalés Nuestra Señora
del Mar
Desembocadura del
Río Guadalete
Dragado del Río Guadalete
Vereda de Ferias
Castillo de las Ánimas
Finca La China
Camino de Chipiona
Arroyo de Campín
Chaparral
Zona de Levante
Fortón
Molino Platero
Sierra de San Cristóbal
Los Sauces
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
/Arquitectónica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
•
•
110270089
110270090
•
110270091
•
•
110270092
110270093
•
110270094
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
110270095
110270096
110270097
110270098
110270099
110270100
110270101
110270102
110270103
110270104
110270105
110270106
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arquitectónica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Código
Denominación
Caracterización
110270107
110270108
110270109
110270110
110270111
110270112
110270113
110270114
110270115
110270116
110270117
110270118
110270119
110270120
110270121
110270122
110270124
110270125
110270126
110270127
110270128
110270129
110270130
110270131
110270132
110270133
110270134
110270135
110270136
110270137
El Pilar
Los Tercios
Hijuela del Tio Prieto
Cerro Verde
Los Cipreses
El Totín
Cerro de las Cabezas
El Pinar del Obispo
Las Manoteras
Buena Vista
El Palomar
El Verdugo
Puerto I
Puerto 3
Puerto 4
Puerto 5
Puerto 7
Puerto 9
Puerto 10
Puerto 11
Puerto 12
Puerto 14
Puerto 16
Puerto 20
Campsa
La Puntilla
Cortijo de Permita
Laguna Salada
Puerto 8
Cortijo de Los
Santos Reyes II
Ciudad Histórica del
Puerto de Santa María
Monasterio de San Miguel
Arcángel
Jardines de la Quinta Terry
Jardines de la Bodega
Moreno de Mora
Paseo de la Victoria
Parque Calderón y
Vergel del Conde
Antiguo Monasterio
de la Victoria
Quinta Terry
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
Arqueológica
•
110270138
•
110270139
•
•
•
•
110270140
110270141
110270142
110270143
•
110270144
•
110270145
Arqueológica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
235
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
Código
Denominación
Caracterización
•
•
110270146
110270147
Bodega Moreno de Mora
Viviendas El Manantial
Arquitectónica
Arquitectónica
•
•
•
•
110270149
110270150
110270152
110270153
Viviendas de autoconstrucción
Bodega San José
Batería de la Puntilla
Casa Nª Sra. del Carmen
Arquitectónica
Etnológica
Arquitectónica
Arquitectónica
/Etnológica
•
110270154
•
110270155
•
•
110270156
110270157
•
110270158
•
•
110270159
110270160
•
110270161
•
110270162
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
110270163
110270164
110270165
110270166
110270167
110270168
110270169
110270170
110270171
110270172
110270173
•
•
110270174
110270175
•
•
•
110270176
110270177
110270178
Casa de la Torre
de San Cristóbal
Arquitectónica
/Etnológica
Cortijo las Beatillas
Arquitectónica
/Etnológica
Garaje de Autobuses Urbanos Arquitectónica
Sendero del Pinar de
la Algaida
Arquitectónica
Conjunto Residencial
"Las Redes"
Arquitectónica
Viviendas y villa
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
en Fuentebravía
Arquitectónica
Complejo Bodeguero
para Fernando A. Terry
Arquitectónica
Conjunto Residencial
Los Peces
Arquitectónica
Viviendas Militares
Arquitectónica
Edificio Rex
Arquitectónica
Edificio Hércules
Arquitectónica
Bloques IV de Viviendas
Arquitectónica
Viviendas Adosadas
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
en C/ Caracola
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda para los
Marqueses de Villarreal
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Vivienda Unifamiliar
Arquitectónica
Poblado Doña Blanca
Arquitectónica
•
Código
Denominación
110270179
Centro de Salud Mental
en El Madrugador
Clínica Médico-Quirúrgica
Santa Mª del Puerto
Residencia Ancianos
Hermanitas de los Pobres
Convento para las RR.MM.
Pobres Capuchinas
Capilla Urbanizazción
Vistahermosa
Residencia La Inmaculada
El Faisán Dorado
I.E.S. de la Torre
Colegio Cristóbal Colón
Portuense F.C.
Club Mediterráneo
Colegio José Luis
Poullet Martínez
Iglesia Parroquial
San José Obrero
•
110270180
•
110270181
•
110270182
•
110270183
•
•
•
•
•
•
•
110270184
110270185
110270186
110270187
110270188
110270189
110270190
•
110270191
•
•
•
•
110270192
110270193
110270194
110270195
•
110270196
•
110270197
Viviendas en Valdelagrana
Guardiola House
Casa Guardiola
Local Comercial y 49
Apartamentos Turísticos
Ampliación Vertical de
Vivienda
Viviendas Poblado Doña
Blanca
Caracterización
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
Arquitectónica
3.6.3. LISTADO DE INMUEBLES INCLUIDOS EN EL
INVENTARIO DE CORTIJOS, HACIENDAS Y LAGARES
DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ
•
•
•
•
•
•
•
Casa
Casa
Casa
Casa
Casa
Casa
Casa
de la Aniba
de la Correa
de la Florida
del Limo
Nuestra Señora del Carmen
de la Pineda
Pintada
236
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Casa Rosa
Casa de la Torre de San Cristóbal
Casa Tula
Colonia de la Piedad
Cortijo de la Atalaya I
Cortijo de la Atalaya II
Cortijo de las Beatillas
Cortijo Buenavista
Cortijo del Campín Alto o Campix
Cortijo Laranta
Cortijo de la Manotera Altas
Cortijo de la Manotera Bajas
Cortijo Nuevo
Cortijo de Pozo Lozano
Cortijo de los Santos Reyes
Cortijo de la Vaina
Cortijo de Villarana
Cortijo Viña de las Ánimas
Rancho Casablanca
Rancho La Peluquera
3.6.4. DETERMINACIONES
DEL
PLANEAMIENTO
URBANÍSTICO PARA EL PATRIMONIO CULTURAL
A.
alguna medida las intervenciones sobre los bienes inmuebles y
yacimientos incluidos. En lo que se refiere a contenido este documento
protegía obras de gran valor histórico, artístico y patrimonial, incluidas
ya en las bases de datos de protección supramunicipal, obviando
elementos singulares, quizá de mayor valor cultural.
B.
DOCUMENTO DE REVISIÓN DEL PLAN GENERAL DE 1991
El documento de revisión del Plan General de 1991 es el
resultado de la modificación y adaptación a la legislación urbanística
vigente del anterior documento de planeamiento general, al que
sustituye plenamente, con el alcance de Revisión del Plan contemplado
en el artículo 126.4 del Texto Refundido de la Ley sobre Régimen del
Suelo y Ordenación Urbana, aprobado como Ley de la Comunidad
Autónoma de Andalucía por la Ley 1/1997, de 18 de junio.
Este documento, hasta su última aprobación, ordenaba la zona
Centro Histórico del suelo urbano, incluida en la Declaración de
Conjunto Histórico-Artístico, conforme al artículo 20 de la Ley
16/1985, de 26 de junio del Patrimonio Histórico Español y 32 de la
Ley 1/1991, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía.
Asimismo, incluía un extenso Catálogo, en el que se protegían
las edificaciones del Conjunto Histórico, así como Cortijos, Haciendas
y Pozos.
ANÁLISIS DEL INVENTARIO DEL PLAN GENERAL DE 1991
El Plan General de 1991 fue redactado en desarrollo del texto
refundido de la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana y
constituye, hasta la aprobación definitiva de esta revisión, el
instrumento de ordenación integral del término municipal de El Puerto
de Santa María.
Este documento define los elementos fundamentales de la
estructura general adoptada para la ordenación urbanística del
territorio, clasifica el suelo en las categorías básicas de urbano,
urbanizable y no urbanizable, establece el programa para su desarrollo
y, en general, fija las condiciones que servirán para regular el
desarrollo ordenado del término municipal y determinar el contenido
efectivo del derecho de propiedad del suelo.
En lo que a conservación del patrimonio se refiere es bastante
novedoso con respecto a sus precedentes, incorporando un Catálogo
de Elementos Protegidos, o más bien, un Inventario con normativa que
recogía el tipo de conservación a aplicar, el modo de intervención y los
criterios de actuación a seguir, que aunque genéricas, han regulado en
3.6.5. PLAN DE ORDENACIÓN DEL TERRITORIO DE LA
BAHÍA DE CÁDIZ
El POT de la Bahía de Cádiz se aprueba por Decreto el 27 de
julio de 2004 con el objeto de ordenar el territorio, solucionar los
problemas de desorden urbanístico y creciente especulación, acabar
con la competencia desleal entre municipios y garantizar la
conservación y puesta en valor los recursos naturales y culturales de la
aglomeración urbana de la Bahía de Cádiz.
Así, con respecto a este último apartado establece la siguiente
línea de acciones:
•
Impulsar la protección del patrimonio cultural como recurso de
la Bahía que representa un rasgo de diferenciación y fortalece la
competitividad frente a otros territorios.
237
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
•
Estimular en todos los niveles el mantenimiento y conservación
del patrimonio inmobiliario facilitando su puesta en uso.
•
Garantizar la protección integral de los centros históricos como
representantes de la historia, la forma de vida en las ciudades y
contenedores de las instituciones y la vida pública.
•
Poner en valor los lugares, que extendidos por el territorio de la
Bahía, ponen en evidencia el paso del hombre y las acciones
para colonizar el medio.
Con estos objetivos establece una diferenciación entre cascos
históricos y ámbitos denominados "recursos culturales para el
reconocimiento del territorio de la bahía".
3.6.6. PLAN RECTOR DE USOS Y GESTIÓN DEL PARQUE NATURAL
DE LA BAHIA DE CÁDIZ
El Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) y PRUG
del Parque Natural de la Bahía de Cádiz se aprueban por decreto en
febrero de 2004, con el objetivo, entre otros, de aplicar medidas de
mantenimiento, seguimiento y recuperación de la calidad de los
recursos hídricos, de los pinares, del hábitat y del paisaje, así como de
promover el empleo del patrimonio cultural con fines recreativos,
didácticos, turísticos, públicos, de investigación o de gestión.
Aunque pretende conservar y potenciar los valores culturales,
históricos y paisajísticos del Parque Natural, no establece ninguna
medida normativa sobre los elementos catalogados; así, en principio,
estas edificaciones están sujetas a la subjetividad del técnico de medio
ambiente que vise el proyecto, pues no se determinan las
intervenciones que están permitidas o prohibidas.
3.6.7. CARTA ARQUEOLÓGICA MUNICIPAL DEL PUERTO DE
SANTA MARÍA
El Patrimonio Arqueológico del Municipio de el Puerto de Santa
María, Cádiz, se encuentra arropado bajo la tutela de la Carta
Arqueológica Municipal del año 1999, concebida como Carta
Arqueológica de Riesgo.
En los últimos diez años, la arqueología urbana de El Puerto de
Santa María ha experimentado una progresión geométrica del ritmo de
intervenciones forzadas por la magnitud de los procesos de cambio
tanto en el casco urbano como en la periferia.
Debido a este incremento en el número de intervenciones, nos
encontramos ante la necesidad de la elaboración de una nueva Carta
Arqueológica, en la que se recojan los nuevos yacimientos que han ido
apareciendo:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Batería de la Arenilla.
Batería de la Bermeja.
Cueva del Civil.
Poblado de Doña Blanca.
Pocito Chico.
Zona arqueológica Castillo de Doña Blanca.
Casa de la Vicuña.
Cerro de la Cueva.
Las Beatillas.
Desembocadura del río Guadalete.
Dragado del río Guadalete.
El Águila.
El Verdugo.
Grañina Alta.
Las Redes.
Puerto 6 y 8.
Las Canteras.
Zona de Levante.
Esta nueva Carta, debe contemplar los nuevos yacimientos ya
nombrados aportando junto a ellos una ficha descriptiva en la que se
especifique su localización, delimitación, descripción, conservación,
intervenciones, ubicación de materiales, nivel de protección y
documentación. Adecuándose así a la nueva normativa del Patrimonio
Arqueológico recogida en la Ley 14/2007 de 26 de noviembre de
Patrimonio Histórico de Andalucía en el Título V, ya que la anterior
carta se regía por la Ley 1/1991, de 3 de junio de Patrimonio Histórico
de Andalucía.
Por los motivos expuestos, sería también de interés la revisión de
la base de datos del Sistema de Información del Patrimonio Histórico
de Andalucía (SIPHA), incluyendo los datos incorporados en la Carta
Arqueológica y realizándole actualizaciones, como la introducción de
coordenadas de los bienes y sus descripciones pertinentes.
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
3.7. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. LA ARQUITECTURA E INGENIERÍA MILITAR.
3.7.1. SISTEMAS DEFENSIVOS: HISTORIA Y TIPOLOGÍA
A.
Restos de murallas del Yacimiento arqueológico de Doña Blanca
UNA VISIÓN GENERAL
Los obstáculos suelen ser zanjas secas o inundadas, alambradas
y empalizadas, por el que el enemigo queda retenido bajo el fuego,
impidiéndosele el contacto con la defensa.
Desde que apareció el hombre en la historia, éste ha ido
acompañado de un instinto que lo ha caracterizado: la supervivencia.
Para el logro de este fin, ha ideado siempre formas de autoprotección,
así, desde los refugios en las cavernas o con las construcciones de las
primeras viviendas, el hombre ha pretendido su defensa frente al
enemigo, fuese cual fuese su naturaleza.
Las protecciones, que han cambiado a lo largo de la historia,
suelen ser muros gruesos o parapetos de piedra por el que se consigue
el amparo del fuego contrario.
Para hacer más efectiva su defensa, el hombre fue creando
distintos instrumentos bélicos; así, probablemente, las primeras armas
fueron la piedra y el garrote, utilizándose ya en la Prehistoria la lanza,
la azagaya, el arco y la flecha, la onda, la espada y el cuchillo. Todo
este ingenio bélico, conocido de sobra en la Antigüedad, fue sin duda
el antecedente de las dos primeras piezas artilleras: la ballesta y la
catapulta, generalizadas en la Edad Media hasta el descubrimiento del
cañón.
B.1. PRIMEROS INGENIOS BÉLICOS DE LA ANTIGÜEDAD
Junto a esta maquinaria, y de modo paralelo, el hombre fue
creando sistemas de defensa para sus asentamientos y así hacer más
difícil su asedio. En este sentido, se han encontrado restos
arqueológicos, de poblados de la Edad del Bronce, que atestiguan el
uso de la muralla y de los torreones para este fin. Otra construcción,
aunque con arácter aislado, fue el castillo, cuyos lienzos poseían las
mismas exigencias técnicas que los de las ciudades amuralladas. Con
el tiempo, la evolución de la artillería obligó a cambiar el sistema de
fortificación en favor de fábricas de menor altura y mayor solidez: los
baluartes.
Restos de murallas del Yacimiento arqueológico de Doña Blanca
Como se puede deducir de los párrafos anteriores, arma y
defensa han ido desarrollándose de la mano en la historia. En una
primera etapa hubo una supremacía de la fortificación frente a la
artillería, pero fue, con la aparición del cañón, y más concretamente
de la pólvora, cuando la primicia pasó al lado del armamento. A partir
de aquí, el desarrollo del primero ha provocado siempre la evolución
del segundo.
Además de la variable artillería, otros factores que han
condicionado el diseño de una fortificación ha sido el medio
circundante, las características del terreno, los materiales disponibles
para su construcción y las posibilidades estratégicas de su situación.
No obstante, de modo general, toda fortificación ha cumplido unas
reglas básicas en cuanto a sus trazas, así podemos establecer dos
elementos básicos: obstáculo y protección.
B.
ARTILLERÍA Y FORTIFICACIÓN: UNA HISTORIA PARALELA
Dice la historia, que el arte de la Guerra fue inventado en la
cultura helénica. En este sentido, será JENOFONTE, historiador griego
nacido en Ática, con su obra "La Ciropedia" y sus dos tratados técnicos:
"Hipparchicus" y "De re militari", quién desarrolle el pensamiento militar
de la época. En esta etapa se concedió especial importancia a la
formación de los guerreros. Así, empleaba lanceros y arquero en la
caballería, mientras que la infantería iba armada de lanzas, espadas
cortas y escudos, ya que las armaduras estaban reservadas para las
clases pudientes.
Durante este periodo, que termina con la civilización romana, no
hubo alteraciones importantes en el armamento, así, como se ha
descrito en el apartado anterior, se recurría a las lanzas y las espadas.
Con la llegada del Imperio Romano, apareció el primer ingenio
de la artillería: la catapulta. Aunque posiblemente se usara desde
antes, su utilización se hizo generalizada en Roma, haciéndose
referencia de su empleo en el desembarco de Bretaña por JULIO
CÉSAR. Puede considerarse ésta, la catapulta, como la primera
herramienta bélica, pensada y construida específicamente para el
derrumbe de las murallas. Con su uso se arrojaban piedras o materias
incendiarias.
A pesar de las mejoras en la organización, los griegos no
introdujeron grandes cambios en los sistemas de fortificación. En este
sentido, la ciudad griega se protegía por grandes muros ciclópeos,
resultado de la herencia de civilizaciones anteriores. Esto mismo no
podemos decirlo de los romanos, quiénes introdujeron una novedad:
el castellum o castra, que significa campamento militar fortificado. Se
trataba de una fortificación de campaña construida expresamente para
una determinada batalla o acción bélica.
Restos de murallas del Yacimiento arqueológico de Doña Blanca
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Interior del Castillo de San Marcos
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La construcción de estos campamentos se regía en función a
unas ordenanzas que establecían pormenorizadamente todas sus
características. Según el reglamento de POLIBIO, los castros
destinados al ejército constituido por 9000 soldados y 9500 auxiliares,
debían tener una superficie de 379.456 m2, la equivalente a un
cuadrado de 616 metros de lado. En el perímetro del mismo, se
levantaba un muro coronado por empalizadas, que se erigía con las
tierras que se conseguían de la excavación del foso. El de las cuatro
puertas que existían en cada uno de los lienzos. En cuanto al interior,
su distribución se organizaba en torno al centro o praetorium, lugar
donde se instalaba la tienda del cónsul. Junto a ésta, el quaestorium o
zona donde se situaban el mercado, los almacenes, las tiendas de los
oficiales y las tropas de guardia seleccionadas. El resto de la
instalación la ocupaba el grueso de la tropa, entre la principia y el
“intervallum”.
Algunos de estos castros, con el tiempo se fueron haciendo
permanentes, evolucionando hacia una construcción que se generaliza
en el medievo: el castillo.
B.2. CASTILLOS, LOS RECINTOS MILITARES DEL MEDIEVO
Puerta del Castillo de San Marcos
De la etapa romana a la invención de la pólvora no se
introdujeron grandes cambios en el desarrollo de la artillería. A este
período, concretamente, corresponde el trabuco. Éste podía lanzar
una piedra de más de un quintal de peso a una distancia cercana al
cuarto de kilómetro. Aunque parece que este invento, de época
medieval, pueda convertirse en el antecesor del cañón, no se sabe
cuáles fueron los orígenes ciertos del mismo. Algunos historiadores
sitúan su aparición en un convento alemán a principios del siglo XIV,
de manos de un monje llamado BERTHOLD SCHWARZ.
Sin duda alguna, el nacimiento del cañón se hizo posible a la
aparición de la pólvora, atribuyéndosele al fraile inglés ROGER
BACON la invención de este explosivo en el siglo XIII. En sus trabajos,
Bacon, no hacía mención del uso de este material para la propulsión
o voladuras, aunque conocía sus propiedades explosivas. Será SAN
ALBERTO MAGNO, también en el siglo XIII, quién describa las
propiedades de una mezcla de salitre, azufre y carbón y se refiera a su
capacidad de elevar los cohetes. Probablemente, el propio Schwarz,
conociera los efectos de la pólvora gracias a los escritos de San
Alberto, y concluyera inventando las armas de fuego hacia 1313.
El uso del cañón se sistematizó durante todo el siglo XIV y gran
parte del siglo XV. En este período su utilidad se reducía al lanzamiento
de proyectiles de piedra, pero será, concretamente en 1480, con la
aparición de municiones de hierro fundido, cuando se aumentó su
rendimiento. Es a partir de este momento, cuando se puso fin a la
ventaja que durante milenios había existido entre fortificación y
artillería.
B.2.1. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS CASTILLOS
Hasta 1480, el tipo de fortificación adoptado para resistir la
artillería fue la muralla. Si bien, el tipo era una herencia de culturas
anteriores, la forma es algo que evolucionó y se desarrolló durante la
Edad Media, en cuanto a las técnicas constructivas y estratégicas se
refiere. Además de la muralla, en esta época se generaliza la
construcción de castillos y torreones defensivos, todos con semejantes
características generales.
Tal y como se dijo en el apartado anterior, el antecedente directo
de los castillos fueron los castros o campamentos militares romanos, a
los que le siguieron en el tiempo los blocaos o torreones defensivos,
propios en la Europa del siglo X. Así, el castillo, tal y como lo
conocemos hoy día, es la evolución directa del recinto amurallado y de
la torre.
En un principio fueron defensas de madera, construidas a base
de empalizadas, sin embargo a medida que se implantaba el sistema
feudal, su finalidad se hizo totalmente militar, por lo que en su
construcción, un factor imprescindible, era que el enemigo no pudiera
asediarlo. Con este fin, se construían muros de piedra, adobe o tapial,
con espesores comprendidos entre los 2,50 y 7,50 metros, al mismo
tiempo que las estacadas se sustituían también por pared de fábrica.
Con el tiempo se añadirían los fosos y se ensancharon las torres,
siendo la más importante la del Homenaje, que además de ser el
reducto más fortificado y difícil de conquistar durante un ataque
enemigo, se convirtió en el símbolo del castillo. También las murallas
cambiaron su fisonomía, reforzándose por otras torres, cilíndricas o
cuadradas, que aseguraban una defensa más efectiva del recinto y
daban una gran capacidad de tiro a sus defensores. Así, se fueron
perfeccionando con mejoras copiadas, en su mayor parte, de las
fortalezas y ciudades amuralladas bizantinas, que se hallaban muy
desarrolladas.
Vista del Castillo de San Marcos
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B.2.2. ELEMENTOS Y TIPOLOGÍA
Vista del Castillo de San Marcos
La fisonomía de los castillos, consistía en unas murallas
coronadas por almenas, que servían de parapetos. Así, se abrían
aspilleras a intervalos regulares, a través de las cuáles los defensores
hacían uso de las ballestas y demás armas arrojadizas. Semejantes a
estas aberturas eran las troneras, que disponían de puntos de mira a
los costados. Entre ellas se extendían los merlones o parapetos
corridos, tras los cuales podían resguardarse los defensores. Otro
elemento que se situaba en lo alto de los muros o torres eran unos
reductos voladizos denominados matacanes, desde los que se podían
arrojar piedras, agua o aceite hirviendo, plomo derretido y materias
incendiarias sobre los que intentaban escalar los muros, batirlos con
arietes o socavarlos para provocar su derrumbamiento.
El acceso a la puerta mayor o poternas, puntos más vulnerables
de la muralla, se realizaba a través de un puente levadizo, que podía
salvar un foso o elevarse para cerrar la entrada. Además de las
puertas, de roble macizo chapeadas con planchas de hierro, en el
acceso se situaba el rastrillo, consistente en una pesada reja de hierro
que podía subir o bajarse cerrando el ingreso. Generalmente la puerta
estaba protegida por una barbacana, que consistía en una fortificación
exterior avanzada que disponía de una sola o más torres con sus
almenas y matacanes.
Vista del Castillo de San Marcos
Los castillos se convirtieron en pequeñas ciudades fortificadas,
con varias construcciones en su interior, tales como cisternas, graneros,
establos, almacenes, caballerizas, dependencias o incluso la capilla.
Este caso, se daba sólo cuando el castillo estaba bajo la custodia de
alguna orden militar o monástica. El edificio principal lo componía la
fortaleza central en cuyo interior vivía el noble del castillo.
Con el tiempo, se fueron acomodando gradualmente a las
cambiantes necesidades de los tiempos, y a los avances de los medios
de ataque. Los castillos de la Marca Hispánica, correspondientes a la
zona norte, respondían a la tipología francesa, mientras que en el sur
se difundieron las fortificaciones musulmanas. Las diversas etapas de la
Reconquista, dieron lugar al establecimiento de verdaderas líneas de
castillos, que se iban erigiendo a medida que se avanzaba
territorialmente hacia el sur. Como fortalezas militares, alcanzaron su
madurez en el siglo XIV, en que prácticamente resultaban
inexpugnables a los asaltos y armas de sitio conocidas.
En el panorama feudal europeo, el castillo se alzó como símbolo
de poder y riqueza, ya que éstos pertenecían a la alta nobleza de los
reinos, desde donde se imponía su dominio jurisdiccional sobre los
vasallos. Su estampa resulta familiar desde Inglaterra a Próximo
Oriente, dentro de la mayor variedad de tamaño, sistemas de
construcción y disposición, que dependerán en definitiva del lugar de
su emplazamiento, el rango y la riqueza de su propietario y el ingenio
de sus constructores.
B.2.3. LA DECADENCIA DE LOS CASTILLOS
Hasta aquí, los recintos amurallados eran casi invencibles, sólo
la confusión, la felonía o las estrategias eran capaces de asediarlos.
Así, la utilidad de los castillos y ciudades fortificadas tocó su fin en la
segunda mitad del siglo XV. La primera rendición de un castillo, se
produjo en Inglaterra, en Bamborough, en 1464, pero fue treinta años
más tarde, en 1494, en la expedición llevada a cabo por CARLOS VIII
DE FRANCIA sobre Italia, en la que se demuestra la eficacia de la
pólvora y del cañón, en función al número de castillos y ciudades
fortificadas que tomaba el rey. Por este motivo, y desde la propia Italia,
partió el cambio en el tipo de fortificación, contándose entre sus
impulsores a los grandes genios del Renacimiento: LEONARDO DA
VINCI, MICHELANGELO y NICCOLO MACHIAVELI.
Otro factor que favoreció el final de los castillos, elemento
constructivo que había perdurado desde el siglo V hasta el XV, durante
todo el Medievo, fue el afán de la nobleza por conseguir una vida más
cómoda y suntuosa, concediéndole especial importancia a las partes
residenciales del castillo. Así, fue apareciendo el castillo - palacio,
perdiéndose la función defensiva.
B.3. 1500 - 1815, LA EDAD DE ORO DE LAS FORTIFICACIONES
Los primeros cañones que existieron eran tubos metálicos
construidos con barras de hierro, aseguradas con aros y reforzadas por
arrollamientos de alambre o cuero. No eran pocos los de retrocarga,
cuyo mecanismo de cierre consistía en posición de lengüeta. El escaso
desarrollo de las artes mecánicas no permitía fabricar metales de
resistencia apropiada y los ajustes no tenían la precisión necesaria para
impedir la fuga de los gases por la parte posterior del cañón; a
menudo reventaba el bloque de cierre. Los cañones no podían
soportar grandes cargas de pólvora, el mismo JACOBO II DE
ESCOCIA murió a consecuencia de la explosión de un cañón durante
una prueba.
GUSTAVO ADOLFO DE SUECIA mejoró notablemente la
artillería durante la Guerra de los Treinta Años. Percatado de la
Vista del Castillo de San Marcos
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Plano del Fuerte de Santa Catalina
utilizada de los cañones para romper las formaciones macizas de
mosqueteros y piqueros, sustituyó los pesados cañones de la época por
armas más ligeras que además de tener una mejor movilidad, tenían
una potencia de fuego más rápida y certera. Su primer cañón, un
cilindro de cobre reforzado por bandas de hierro, ligado con cuerda
encastrada en cemento y envuelto en una cubierta de cuero, no tuvo
éxito. Su jefe de artillería construyó otro de hierro fundido, el cuál tenía
que ser servido por tres hombres y arrastrado por caballería.
•
Contar con un obstáculo activado y difícil de superar, tal como
los fosos perimetrales, inundados de agua o no.
•
Poder batir de flanco al enemigo que intentase asaltar el castillo.
Por este motivo se levantó ante el foso un terraplén exterior en
pendiente, el glacis, que daba protección al camino que corría
entre el borde exterior de la contraescarpa y este terraplén.
Los éxitos de la artillería sueca en las batallas de Breintenfeld
(1631) y Lützen (1632), movieron a otras naciones a imitarles. No
obstante, en los numerosos asedios originados por las guerras que
mantuvo LUIS XIV DE FRANCIA (1638 - 1715) motivaron el resurgir de
los cañones pesados de sitio y el perfeccionamiento del mortero, arma
de tubo muy corto, pequeño alcance y ángulo de tiro muy abierto.
Sin duda alguna en el Renacimiento se ocuparon de estos temas,
así el preclaro ALBERTO DURERO o el propio LEONARDO DA VINCI
trabajaron en este sentido y pusieron su ingenio al servicio de los reyes
europeos, así en Madrid II puede leerse: "... los torreones deben ser
bajos y cubiertos de bóveda gruesa y roma en fuerte ángulo obtuso,
para que esquiven los golpes laterales". También, la degradación de
las alturas está razonada al pie de otro de los bocetos, que dice lo
siguiente, "...por tantas líneas como el defensor pueda ofender a su
ofensor; por esas mismas el ofensor podrá ofender al dicho defensor".
Otra novedad fue la artillería montada a caballo, llevada a cabo
por FEDERICO EL GRANDE DE PRUSIA (1740 -1786), lo que mejoró
su movilidad prescribiendo ejercicios para los cañones con avatrén.
Utilizó los caballos como montura de los sirvientes de las piezas, en
lugar de destinarlos únicamente al arrastre de los cañones. Empleaba
de dos a cinco piezas por cada 1000 hombres, situaba los cañones
ligeros delante de la infantería y reunía las piezas pesadas en grandes
baterías.
Fuerte de Santa Catalina
MARITZ DE SUIZA inició hacia mediados del siglo XVIII la
fabricación de cañones por perforación de tubos vacíos metálicos en
vez de fundir la pieza. En la misma centuria, en 1765, JEAN B.
VAQUETTE DE GRIBEAUVAL, padre de la moderna artillería de
campaña, acometió una serie de reformas en el ejército francés. Otro
hombre que influyó notablemente en el desarrollo de los cañones fue
GRIBEAUVAL, quién unificó y limitó el número de modelos, diseñó
cureñas adecuadas, introdujo los furgones para el transporte de las
municiones e implantó gran número de mejoras técnicas.
B.3.1. EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA FORMA DE DEFENSA
Con la eficiencia de la nueva artillería pierde definitivamente su
razón de ser los castillos, siendo la consecuencia lógica e inmediata un
cambio radical en los sistemas de fortificación. Para ello era preciso lo
siguiente:
•
Perder altura en las torres y murallas para no facilitar a la
artillería del enemigo su derrumbe.
La planta poligonal parece obedecer a la necesidad de tener que
hacer máximo empleo de los fuegos de flanco por parte del defensor.
Este tipo de fortalezas tuvo gran valor hasta bien entrado el siglo XVIII,
siendo verdaderas obras geométricas en las que se determinaba el
valor de los ángulos y medidas en función de los alcances de las armas
de la defensa.
El sistema se prestaba a gran número de combinaciones,
adaptables a la condición de cualquier defensa. Así, las ciudades,
necesitadas de protección, se rodearon de un recinto amurallado, o en
su caso, adaptaron sus antiguas murallas medievales con un contorno
poligonal, en donde cada cara formaba un frente abaluartado. Dentro
de estos recintos, las plazas fuertes podían resistir indefinidamente el
asedio de los ejércitos dotados de artillería, volviendo de nuevo a tener
ventaja sobre el ataque.
Con la nueva concepción, las baterías de defensa exigían
plataformas más anchas o rampas que les prestaran recorrido en su
retroceso. Los fuegos de los defensores eran siempre perpendiculares
a la línea de la muralla, y la base de ésta no podía ser protegida desde
arriba. Por ello se interrumpía la dirección de las cortinas con ángulos
salientes dispuestos de trecho en trecho, que cubrían los lienzos de la
muralla con fuego flanqueantes que se cruzaban.
El desarrollo y evolución de estos nuevos sistemas defensivos se
hizo posible a las continuas batallas que durante el siglo XVII se
llevaron a cabo en la Europa Central, las cuáles constituyeron un
Fuerte de Santa Catalina
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excelente campo de experimentación. Posteriormente, en el siglo XVIII,
este sistema se empieza a complicar, introduciéndose defensas
exteriores, como hornabeques, revellines, contraguardias, así como la
construcción de los glacis defensivos.
B.3.2.BAGAJE HISTÓRICO DEL CUERPO DE INGENIEROS MILITARES
El principio de las escuelas de ingenieros militares en Europa,
hay que buscarlo en el siglo XVII, momento en que se crean la Corps
de Genie francés, organizado por MR. SEBASTIEN LE PRESTRE,
MARQUÉS DE VAUBAN, y la Academia Real y Militar de Bruselas de la
que era principal animador SEBASTIÁN FERNÁNDEZ DE MEDRANO.
Detalle de un grabado del siglo XVIII de El Puerto de Santa María
Detalle de la costa de El Puerto de Santa María de un plano del siglo XVIII
Anteriormente a esta fecha, en España, se contaba con un
nutrido grupo de ingenieros militares, discípulos todos de veteranos
que venían de la vecina región de Italia. Al principio, la formación
contemplaba las materias de ingeniería, artillería, arquitectura militar,
geometría práctica y geografía, pero, la cantidad de alumnos que
ingresaban, debido a las guerras del franco-condado, éstos no salían
lo suficientemente preparados; sólo, los más aventajados, continuaban
un año más en la academia, en el que se les impartía geometría
especulativa, esfera y dibujo, así, salían con el título de ingeniero. El
grueso del grupo, continuaba su formación en un regimiento de
infantería, desde donde, si eran necesarios, podían ser reclamados con
el título de ingeniero extraordinario. Por otro lado, el título de ingeniero
ordinario era muy restringido, y sólo se podía acceder a él por medio
de un examen que realizaba otro ingeniero.
El proceso hacia la creación del Real Cuerpo de Ingenieros
Militares, continuó en 1710 con la institución del puesto de Ingeniero
General de los Ejércitos, Plazas y Fortificaciones, cargo que ocupó
JORGE PRÓSPERO DE VERBOOM, hijo de CORNELIO VERBOOM y
principal colaborador de FERNÁNDEZ DE MEDRANO. Es al año
siguiente, en 1711, con motivo del Plan General de Ingenieros de los
Ejércitos y Plazas, cuando FELIPE V expide la creación definitiva del
Cuerpo de Ingenieros.
En esta orden fundacional, se establecía la escala de formación,
la cuál comenzaba con el grado de delineante, que alcanzado éste,
permitía ingresar en el cuerpo como ingeniero ordinario o ingeniero de
tercera. Los siguientes escalafones eran el de ingeniero de segunda e
ingenieros de primera, puestos a los que se accedían por méritos.
Posteriormente a la creación del cuerpo, se instituyó el cargo de
ingeniero extraordinario, puesto intermedio entre el delineante y el
ingeniero de tercera.
En un principio, las competencias del ingeniero estaban
encaminadas a la realización de tareas militares, pero con la
ordenanza de 1718, éstas se amplían y le son encomendados trabajos
decisivos en la política de fomento y de ordenación territorial,
participando cada vez mas activamente en la construcción de canales,
puentes y caminos, obras de regadío, muelles y numerosas obras
civiles y religiosas. Ésto, trajo consigo un aumento masivo del número
de ingenieros militares, pero, la precaria situación de las arcas del
estado, obligó a limitar éste, así, en 1733 se estableció la planta
máxima, la cuál se iba completando en función de las bajas de los
componentes.
A la muerte de JORGE PRÓSPERO DE VERBOOM, en 1744, le
sucede al mando FRANCISCO MANUEL DE VELASCO Y ESTRADA
que, gracias a la política pacifista de FERNANDO VI, conoció mejores
momentos económicos, motivo éste, que hizo que el nuevo Ingeniero
General solicitara un aumento en el número de la planta máxima,
denegado esto desde el Ministerio de Guerra.
El 8 de agosto de 1756 se funden en un solo cuerpo la artillería
y los ingenieros, nombrándose como director general a PEDRO
ABARCA DE BOLEA. Esto, no trajo mas que problemas, de hecho el
propio Abarca dimitirá dos años después de su nombramiento,
relevándole en el cargo JAIME MASONES DE LIMA, que también
dimitió en 1761. Nuevamente hubo que nombrar a un miembro del
Cuerpo como Ingeniero General, recayendo esta vez, en calidad de
interino, en MAXIMILIANO DE LA CROIX, que fue sustituido en el cargo
en 1766 por JUAN MARTÍN CERMEÑO.
En 1774, tras las ordenanzas de 1768, se dividen las
competencias dentro del propio cuerpo, creando tres secciones: Rama
de Plazas y Fortificaciones del Reino, a cuyo cargo se puso a SILVESTRE
ABARCA, Rama de Academias de Matemáticas, mandada por PEDRO
LUCUCE y Rama de Canales, Puentes, Edificios de Arquitectura Civil y
Canales de Riego y Navegación con FRANCISCO SABATINI al mando,
desapareciendo momentáneamente el cargo de Ingeniero General.
A la muerte de Abarca, en 1784, Sabatini pretendió unir la Rama
de Plazas y Fortificaciones a la que él dirigía, demanda que no se tuvo
en cuenta, pues el cargo de Abarca fue reemplazado ese mismo año
por JUAN CABALLERO. Nuevamente, a la muerte de éste en 1791,
Sabatini volvió a hacer la misma instancia, la cuál le fue concedida
como interino. Este proceso terminaría con la creación del Cuerpo de
Ingenieros de Caminos.
Detalle de la costa de El Puerto de Santa María de un plano del siglo XVIII
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Con un nuevo nombramiento de Ingeniero General, esta vez a
JOSÉ URRUTIA, en 1797, se llega al siglo XIX, etapa en la que se
vuelve a reordenar el cuerpo, llevándose la Academia de Ingenieros a
Alcalá de Henares, y creándose la Escuela Teórica y Práctica del
Regimiento de Zapadores y Minadores.
•
1713 - 1716: Diego Luis Arias
Carta geográfica de la Bahía de Cádiz y la Isla de León con sus
alrededores.
•
1720 - 1744: Ignacio Sala
Proyecto General del Real Arsenal de la Carraca.
Dirección de obras del Real Arsenal de la Carraca.
Plano del Molino y Muelle del Zaporito.
Pliego de condiciones de los almacenes de pólvora de Punta
Cantera.
Plano de planta y perfiles del Castillo de Sancti-Petri.
Proyecto de Lazareto en el istmo de Cádiz a San Fernando.
•
1731 - 1754: José Barnola
Responsable de las obras del Real Arsenal de la Carraca.
Proyecto de un dique para el muelle del Real Arsenal de la
Carraca.
Dirección de obras del Real Arsenal de la Carraca.
Plano de planta y perfil de un varadero a construir en el Real
Arsenal de la Carraca.
•
1739: Bartolomé Amphoux Party
Proyecto de la batería a construir en la Barca de Sancti-Petri.
•
1755 - 1760: Silvestre Abarca
Levantamiento de planos del istmo que une Cádiz con San
Fernando.
Plano de un ángulo del Pabellón de la izquierda de los cuarteles
de Campo Soto, para pabellón de ingenieros.
•
1768: José Díaz Pedregal
Dirección de obras en la escollera que une Cádiz con San
Fernando.
•
1768: Antonio de Gaver
Pliego de condiciones de las obras a realizar en el Puente Zuazo.
•
1775: Ramón Anguiano
Comisario General de las obras de la Población Naval de San
Carlos
•
1776 - 1778: Gregorio Espinosa de los Monteros
Levantamiento de planos de los lugares correspondientes a
donde posteriormente se va a construir la Población Naval de
San Carlos, según planos de Francisco Sabatini.
B.3.3.JUNTA DE MURALLAS O REAL JUNTA DE FORTIFICACIONES
DE CÁDIZ
Detalle de la costa de El Puerto de Santa María de un plano del siglo XVIII
El siglo XVIII fue para Cádiz de vital importancia en cuanto a su
desarrollo se refiere. Al instalarse en la ciudad la Casa de la
Contratación, en 1717, ésta manejaba todo el comercio del reino con
las Indias, lo que le dio una posición muy privilegiada en el panorama
español de la época. A ella, se acercaron comerciantes de todos los
países, adquiriendo entonces un aire próspero y cosmopolita.
La situación que vivía entonces la capital, era motivo suficiente
para que el reino se preocupara de su fortificación, la cuál,
anteriormente había tenido dos etapas en su constitución. En un primer
momento, las actuaciones llevadas a cabo durante el siglo XVI, en las
que fueron técnicos principales BENEDICTO DE RÁVENA, JUAN
BAUTISTA CALVI y TIBURCIO SPANOCHI, todos de origen italiano.
Posteriormente a éstos, fue CRISTÓBAL DE ROJAS quien se encargó de
la fortificación de esta plaza.
Plano de la fortificación de la Bahía de Cádiz en el siglo XVIII
Así, con la entrada del siglo XVIII Cádiz se encontraba
plenamente fortificada. En el frente de la bahía contaba con los
baluartes de San Roque, Santiago, San Felipe, Santa Cruz, El Postigo,
el Boquerón y los castillos del Puntal, de Matagorda y de San Luis. En
el frente atlántico contaba con el baluarte de la Candelaria, de los
Mártires, de Puerta Tierra y con el Castillo de Santa Catalina; mientras
que la Isla de León tenía fortificada sus dos únicas entradas por tierra,
es decir, el Castillo de la Alcantarilla, la batería doctrinal o de la Ardila
y las cabezas del Puente Zuazo, además de la entrada al caño de
Sancti-Petri, que se salvaban por un lado con el Castillo de Sancti-Petri
y la batería de Gallineras, y por el otro con las baterías que defendían
el Arsenal de la Carraca. A pesar de poseer este conjunto defensivo, la
capital evidenció sus debilidades en la Guerra de la Sucesión, por lo
que se potenció nuevamente la defensa de la ciudad, constituyendo, el
9 de diciembre de 1727, la Junta de Murallas o Real Junta de
Fortificaciones.
La actividad desempeñada por este Cuerpo de Ingenieros en la
Isla de León fue, cronológicamente, la siguiente:
Detalle de la costa de El Puerto de Santa María del plano de Vicente Tofiño
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
Proyecto de la Casa de las Anclas, posteriormente Hospital
Naval.
Dirección de obras de la topografía del solar de la Población
Naval de San Carlos.
Restos de la Batería de las Arenillas
•
1776 - 1779: Francisco Fernández de Angulo
Ingeniero de la Comisión para los trabajos del nuevo
Departamento Marítimo en la Isla de León.
•
1776 - 1779: Ignacio Garcini
Ingeniero de la Comisión para los trabajos del nuevo
Departamento Marítimo en la Isla de León.
•
1776 - 1779: Francisco Sabatini
Propuesta de ingenieros que deben hacerse cargo de las obras
de la nueva Población Naval de San Carlos.
Proyecto de la nueva Población Naval de San Carlos.
Reconocimiento de los terrenos donde se va a construir la nueva
Población Naval de San Carlos.
•
•
Restos de la Batería de las Arenillas
1779 - 1802: Vicente Ignacio Imperial Digueri
Dirección de Obras de la Población Naval de San Carlos
Inventario de planos, cartas y de demás papeles pertenecientes
a la obra del nuevo Departamento de Marina en la Isla de León.
Proyecto del Cuartel de Batallones de Marina
Proyecto de la Parroquia de la Purísima Concepción,
posteriormente Panteón de Marinos Ilustres.
1809: Francisco Hurtado
Levantamiento de planos de la zona del Cerro de los Mártires,
desembocadura del caño de Sancti-Petri y terrenos inmediatos.
Levantamiento de planos del puente Zuazo y caminos hacia
Chiclana y Puerto Real.
B.4. DE WATERLOO A DOVER (1815 - 1914)
Uno de los factores que influyó notablemente en las victorias de
NAPOLEÓN, fue el uso de la artillería moderna. Éste mantenía en
reserva gran número de piezas que utilizaba en acción de masa sobre
los puntos neurálgicos; también puso las baterías a las órdenes del
mando divisionario en lugar de a las del jefe de batallón. Cada batería
comprendía seis cañones.
Restos de la Batería de las Arenillas
Un invento que introdujeron los ingleses en esta época fue la
granada Shraphel, que remplazó al bote de metralla y al cohete de
guerra. Además de ésta, se introdujeron nuevas mejoras que
convirtieron la artillería en un arma muy especializada, así la adopción
del cañón de acero y retrocarga fue el avance más importante logrado
por la artillería en varios siglos.
Las mejoras se sucedieron con rapidez ininterrumpida en los
últimos años del siglo XIX. La pólvora sin humo apareció en 1895. La
artillería francesa fue líder con su modelo 1897, de tiro rápido,
retroceso largo y 75 mm. de calibre, que se hizo famoso durante la I
Guerra Mundial. Aunque se ocultaron celosamente los detalles de su
mecanismo de retroceso y construcción interior, otras naciones
pudieron construir tipos similares de retroceso largo, cuyos
rudimentarios recuperadores absorbían la energía del retroceso. El
empleo de estos mecanismos permitió aplicar a las piezas miras
telescópicas, telémetros, telescopios de observación y otros
instrumentos para dirigir el tiro.
El perfeccionamiento de los instrumentos de observación
permitió a los artilleros alcanzar con precisión objetivos más distantes
y la exactitud de las alzas hizo posible el tiro con puntería indirecta, que
permite disparar con exactitud desde asentamientos ocultos sobre
blancos que no se hallan a la vista.
La guerra de trincheras y la estabilización casi constante del
frente occidental permitieron mejorar los cálculos balísticos y
capacitaron a la artillería para efectuar un tiro exacto y destructor sin
ajuste previo. Sus terribles efectos hicieron inútil la resistencia de las
plazas fortificadas.
Hacia el final de las guerras napoleónicas, todas las fortalezas se
rodearon de una línea o recinto continuo de fortificaciones. Durante la
última parte del período anterior, también hubo tendencia a reforzar las
obras situadas enfrente del recinto, convirtiéndolas en pequeños fuertes
destacados.
Cuando llegó la paz, en 1815, los ingenieros militares europeos
tuvieron la oportunidad de aprovechar las experiencias proporcionadas
por la guerra, con lo que el arte de la fortificación sufrió un cambio
radical. El alcance de la artillería había aumentado constantemente
hasta que a principios del siglo XIX llegó a ser eficaz su poder
destructor dentro de la distancia de 700 metros. Con objeto de
mantener alejadas las bocas de fuego atacantes, se construyó, a más
de 1500 metros delante del recinto, un cinturón de fuertes
independientes y a intervalos tales que permitiesen la mutua defensa
con fuego de flanco. Cada fuerte contaba con guarnición, provisiones
y armas suficientes para poder resistir aisladamente un asedio. El
sistema de atenazado se utilizó extensamente en estas obras.
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catálogo general de protección
A pesar de esto, durante este período, los alemanes adoptaron
el sistema poligonal en la reconstrucción de sus fortificaciones.
Levantaron una línea de pequeños pero poderosos fuertes, colocados
aisladamente a 2500 metros del recinto principal.
La tendencia general de la fortificación, después de la aparición
de las armas rayadas, caminó hacia la reducción de los grandes fuertes
aislados, y a su conversión en puntos de apoyo y centro de resistencia,
con un menor efectivo de tropas, al abandono de los profundos fosos,
como obstáculos para el asalto, al perfeccionamiento de la protección
y ocultación de las armas y de los refugios de hormigón de las tropas
y a la reducción del mando.
Restos de la Batería de la Bermeja
Importancia
pólvora sin humo.
podían delatar su
ocultación llegó a
obras.
adicional aportó la adopción, en 1890, de la
Como los disparos de las armas de fuego ya no
presencia al enemigo por la nube de humo, la
ser un factor esencial en el trazado de todas las
En el año 1914, las fortalezas europeas o campos atrincherados
o fortificados, como se les llamó, consistían en un cinturón de reductos
situados a una distancia de 6 a 10 kms. del borde de la plaza
defendida, y a intervalos de 1,5 a 2 kms., según la disposición del
terreno.
Restos de la Batería de la Bermeja
Estos reductos formaban un través defensivo, tras el cuál un
ejército se suponía relativamente resguardado del ataque. Cañones y
obuses tenían sus asentamientos detrás de la línea principal, en
posiciones ocultas, con la misión de cubrir los intervalos y hacer fuego
por encima de los fuertes. Para el transporte y distribución de la
munición y de otros materiales necesario a la defensa, todos los puntos
del sistema defensivo se enlazaron por medio de vías tendidas por las
trincheras, por excelentes caminos, así como por teléfono y telégrafo.
formadas por varias líneas, con abrigos, observatorios, nidos de
ametralladoras, ramales para comunicar con retaguardia, refugios
protegidos para asistencias y reservas y, por último, por una alambrada
que cubría todo su frente. Detrás de estas líneas ocupadas por los
infantes tenía las suyas, en posiciones disimuladas, la artillería. Todas
las fortificaciones estaban provistas de detectores para indicar la
aproximación de aviones enemigos, así como de reflectores y cañones
antiaéreos.
3.7.2. LA FORTIFICACIÓN DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
Según se desprende de los restos arqueológicos del Castillo de
Doña Blanca, en El Puerto de Santa María; y del Cerro del Castillo, en
Chiclana de la Frontera, los primeros asentamientos amurallados que
aparecen en la Bahía de Cádiz pertenecen a la época fenicia,
debiendo existir anteriormente un hábitat polinuclear y abierto.
En el Yacimiento Arqueológico del Castillo de Doña Blanca se ha
documentado la existencia de tres murallas, construidas en tres etapas
históricas diferentes. La primera y más antigua, fechada hacia el 730720 a.n.e, está construida sobre una sólida base compactada con
piedras y arcilla, y un zócalo de mampostería trabado con argamasa
rojiza. El lienzo de muralla, de unos 3 metros de anchura y 4 metros
de altura, está realizado, al igual que el zócalo, con mampuestos
irregulares trabados con arcilla, material que también se utilizó para su
revestimiento. Además, la muralla estaba reforzada por bastiones
circulares y un foso excavado en piedra calcarenita de 20 metros de
anchura y 4 metros de profundidad.
Los efectos de la poderosa artillería utilizada por los beligerantes
durante la I Guerra Mundial, hicieron alejarse aún más las principales
líneas de defensa. La importancia del fuerte aislado o reducto, de la
torre y de la cúpula blindada y de todo sistema de fortificación circular
se hundió con el ataque a Dover con aviación. Esto puso en relieve la
necesidad de ocultación de las instalaciones. Así, la obra semipermanente llegó a ser la característica más importante de las
fortalezas reconstruidas en la I Guerra Mundial.
Al siglo V a.n.e corresponde la segunda muralla, realizada con
una fábrica mas elaborada que la anterior y siguiendo la tipología de
casernas o casamatas. Por último, la tercera muralla, fechada entre los
siglos IV y III a.n.e., de la que se tienen más datos, ya que se han
excavado cerca de 240 metros. Esta muralla, al igual que la primera,
está cimentada sobre una base compactada de arcilla y piedra con
zócalo. Como la segunda, responde a la tipología de casernas o
casamatas, con una separación media entre muros de 3,50 metros,
con espesores aproximados de 1,20 metros el exterior y 0,90 metros el
interior. En los 240 metros excavados, se han documentado cinco
tramos de muralla separados mediante torres cuadrangulares de unas
dimensiones aproximadas de 10x9 metros.
Las trincheras ocupadas por la infantería se alejaron todo lo
posible de la plaza defendida hasta donde lo permitía la capacidad de
las tropas y el aprovechamiento del terreno. Estas trincheras estaban
Por último, el yacimiento del Cerro del Castillo, en Chiclana de
la Frontera, que ha sido excavado recientemente, y que posee restos de
un asentamiento fortificado, también de época fenicia. Hasta el
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momento, se ha documentado una muralla de unos 38 metros de
longitud con estructura de casernas o casamatas, realizada con
mampuestos irregulares.
Cartografia del siglo XIX donde se aprecia la localización de la Batería de la Gallina y de la
Puntilla
Restos de la Batería del Palmar
En época romana no existe constancia cierta de que la ciudad
de Cádiz se encontrara amurallada. Es claro que la ciudad debía de
contar con algún tipo de defensas que pudieran ser heredadas de
época fenicia; sin embargo, este sistema defensivo no ha podido ser
documentado ni en fuentes escritas mediante el registro arqueológico.
A finales del siglo III, Cádiz y su bahía decaen notablemente,
quizás por un cúmulo de circunstancias (la crisis del siglo III; la caída
del imperio romano, con el consecuente derrumbamiento de sus redes
comerciales; el terremoto del año 382 d.n.e.; y las invasiones
bárbaras), debiendo esperar al siglo VIII para su resurgimiento.
Con la expansión islámica y la conquista cristiana, la Bahía de
Cádiz empieza a recuperarse, construyéndose, en el período
comprendido entre el siglo VIII y el siglo XIV, sus fortificaciones
medievales: el Castillo y Cerca medieval, en Cádiz; el Castillo de San
Marcos, en El Puerto de Santa María; y el Castillo de San Romualdo,
en San Fernando. Pocos son los datos que se tienen de la Bahía de
Cádiz durante la dominación musulmana, siendo en su mayor parte
crónicas y leyendas en torno a antiguedades de otros tiempos, como el
acueducto, las cisternas y el ídolo. Por estas fechas, la Isla de Cádiz,
que abarcaba los términos municipales de Cádiz y San Fernando, se
denominaba Yazirat Qadis y, según los cronistas musulmanes Al-Razi,
Ibn Galib y Al-Idrisi, perteneció a la Cora de Saduna (actual Medina
Sidonia).
Las únicas referencias escritas sobre construcciones defensivas de
Yazirat Qadis se deducen de los textos del geógrafo musulmán AlHimyari y la crónica anónima Dikr bilad Al-Andalus, que hablan de la
existencia de dos castillos: el del Teatro (Al-Malab), denominado así
por estar construido sobre los restos del antiguo teatro romano; y otro,
ubicado en el cabo del otro lado de la península de Cádiz, junto a la
Iglesia de San Pedro, el cual puede ser, tanto un torreón defensivo
situado en la Isla de Sancti-Petri, como el Castillo de San Romualdo.
Estas edificaciones pudieron levantarse en el siglo IX, dentro la política
defensiva costera impulsadas por los emires Abd al-Rahman II y
Muhammad I para hacer frente a las continuas razias normadas.
En la primera mitad del siglo XIII, Cádiz pasa a manos cristianas.
En estas fechas, el rey Alfonso X el Sabio ordena al Almirante Pedro
Martínez de la Fee su ocupación y el mantenimiento de las condiciones
que permitieran la repoblación de la villa. En la segunda mitad del
siglo XIII, Cádiz se repuebla por una colonia de familias cántabras,
configurándose un poblado coincidente con el actual Barrio del
Pópulo. En esta zona existió, además del poblado, una Catedral, la
conocida actualmente como Catedral Vieja, así como un Castillo y una
muralla que la defendieron de numerosos ataques norteafricanos.
Pocos son los datos que se tienen del Castillo de Cádiz, ya que
éste ha desaparecido casi íntegramente, conservándose tan sólo una
torre y tres puertas. Con respecto a la muralla, Fray Pedro de Abréu
afirmaba en 1597 que es antigua, fuerte, con sus torres a trechos y
bien fabricada, y Fray Gerónimo de la Concepción, en 1690,
aseguraba que era de mampostería y coronada de almenas y torres.
La altura y espesor de la muralla no eran constantes, como
puede apreciarse en los restos que se conservan. En su construcción se
utilizó sillería en las puertas y en las zonas inferiores de los lienzos y
torreones, y seguramente en algunos ángulos que necesitaban un
mayor refuerzo. El resto debió ser de cal y canto puesto a mano.
En cuanto a los torreones, todos éstos eran de planta cuadrada
o rectangular y estaban rematados con almenas acabadas en
pináculos. En un grabado de 1513 con la representación de
panorámica de Cádiz y sus defensas (Archivo General de Simancas),
se pueden contar a lo largo de toda la muralla hasta trece torreones,
rematados todos por una imposta o, quizás, el parapeto sobre el que
descansan las almenas. Dichas almenas estaban construidas siguiendo
el canon de la época en Andalucía, contando con una gran altura.
Alrededor, y por dentro, la muralla contaría con el camino de
ronda, que la aislaría de las edificaciones del recinto, pero los arrimos,
consentidos por el Ayuntamiento, fueron ahogándola interior y
exteriormente de tal modo, que ya Abréu se dolía al expresar “...y a
estar esta cerca limpia y sola de casas y edificios que se le han
arrimado, pudiera ser de mucha importancia para esta ocasión”. El
último censo que se otorgó por arrimo, seguramente por estar ya toda
la muralla recubierta, fue hacia 1655.
Otra de las edificaciones defensivas de época medieval en la
Bahía de Cádiz es el Castillo de San Marcos, en El Puerto de Santa
María. Esta fortificación, en origen, se trataba de una mezquita
musulmana que fue transformada en templo cristiano en el siglo XIII.
Con la conquista castellana llevada a cabo por el rey Alfonso X
el Sabio entre los años 1257 y 1260 se debía elegir un lugar
estratégicamente situado tanto desde un punto de vista defensivo como
de centro de aprovisionamiento de la flota castellana para sus
expediciones. Para ello se reconstruye la Iglesia-Fortaleza de Santa
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María, conocida a partir del siglo XIV como Castillo de San Marcos,
finalizando la obra en 1268. Para ello se emplearon sillares y columnas
romanas de acarreo, conservándose varias de estas columnas
adosadas a pilares interiores. Esta reforma y construcción cristiana fue
comenzada por el alarife Alí en los primeros años de la ocupación
castellana y el edificio fue pronto convertido en un importante centro
de peregrinación que destacaría como elemento singular de la
población. Años después sufriría remodelaciones al mismo tiempo que
se levantaba la muralla en la ciudad.
Restos de la Batería de la Laja
Esta reconstrucción afectó tanto a su aspecto exterior como
interior. Así, se abandonó el antiguo eje transversal de la capilla hacia
el muro de la quibla, orientándola al lado norte, y abriendo una capilla
mayor o ábside que se convertiría entonces en principal. La capilla
ocupa la parte inferior de la torre principal del castillo - Torre del
Homenaje- que se levantó probablemente en el mismo lugar donde
podía haber estado el alminar de la antigua mezquita.
Debido al cambio de orientación y con el fin de adaptar la
visibilidad, debió abrirse una puerta en recodo en el lado opuesto al
ábside. Así mismo se amplió todo el oratorio a costa del patio
contando el edificio a partir de entonces con siete naves en forma de
gran sala que queda a la izquierda de la entrada actual. Además la
reforma afectó también a la cubrición general, pasando a ser
abovedada, y al refuerzo y coronamiento de los muros, combinándose
los caracteres religioso y defensivo.
Restos de la Batería de la Laja
El edificio adoptó la forma de un recinto rectangular flanqueado
por ocho torres, todas con decoración almohade, y rematadas por
almenas en picos. El conjunto se rodea de una muralla o cerca no muy
alta.
A fines del siglo XV y principios del XVI se realizaron nuevas obras
de reforma y consolidación del conjunto a cargo de Luís de la Cerda,
duque de Medinaceli. Estas obras consistieron en el recrecido de las
torres, incluida la del Homenaje y la torre sur, el refuerzo de la cerca
exterior, la apertura de la puerta que da a la plaza y la construcción de
un nuevo cuerpo adosado a modo de sacristía, con lo que se
potenciaron nuevamente sus valores militares y religiosos. Desde la
sacristía, finalizada en el siglo XVII por el arquitecto Francisco de
Guindos, se accede a la antigua puerta en recodo de la época alfonsí.
El Castillo fue sede del Concejo hasta 1729, año en que se
produce la incorporación de El Puerto a la Corona castellana tras un
largo periodo de dependencia señorial de los Medinaceli. Fue utilizado
como iglesia hasta el siglo XIX y más tarde se readaptaría para
viviendas, hasta que a mediados del presente siglo se acometiera la
última gran remodelación, en la que el edificio adoptó su actual
imagen.
Por último, en San Fernando encontramos el Castillo de San
Romualdo, antiguo Castillo de la Puente, de Zuazo o de León. Se trata
de una construcción cuyos orígenes se creen que fueron el culto y la
defensa militar de la zona. Su trazado, de perfectas dimensiones,
guarda cierta similitud con el Ribat de Susa (Túnez), así como su Torre
del Homenaje, a la que podemos comparar con la de la fortaleza
hispano-musulmana de Loja (Granada) o con la Torre de la Sultana,
de la alcazaba de la Alambra.
Su esquema está compuesto básicamente por murallas con ocho
torreones en cuadro y naves que cercan el patio central. Las torres, de
las que sólo se conservan dos con su altura original, responden a
varias técnicas constructivas; las situadas en el plano nordeste son
macizas en planta baja, y con cámaras las ubicadas en el muro
sudoeste. Destaca la Torre del Homenaje cubierta con bóveda
esquifada de ocho paños sobre trompas angulares.
La atalaya de menor sección, en la que algunos autores
aseguran estuvo el alminar o minarete desde donde el muecín llamaba
a la oración, se sitúa a la izquierda de la única torre que fue demolida
en su totalidad, y que en el siglo XVII se convirtió en capilla y que
ejerció como parroquia de la incipiente villa hasta mediados del siglo
XVIII.
Las naves son simples en construcción y se dividen a su vez en
alcobas o estancias comunicadas entre sí mediante huecos arcados. La
mayoría de ellas están resueltas mediante bóvedas semicilíndricas o de
medio punto, aunque en algunas se utilizan las de aristas, vaídas o
esquifadas.
Pocos son los datos que se tienen del origen del castillo,
habiendo además varias hipótesis que tratan de justificar la tipología
del edificio y los restos encontrados en él. La mayoría afirman que la
fortaleza isleña no es más que la superposición de construcciones de
distintas épocas, debemos de tener en cuenta que su situación es
bastante estratégica. Horozco, en 1598, describe que en los bajos del
castillo existen restos de culturas anteriores; teoría que no ha sido
demostrada después de las intervenciones arqueológicas realizadas
recientemente.
Otros indican la posibilidad de ser la pervivencia del Arx
Gerontis tartesso o bien de una fortaleza bizantina. Torres Balbás, por
Restos de la Batería de la Laja
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ejemplo, lo cataloga como un ribat cristianizado; aunque su estructura,
insólita en la España cristiana, le hacen pensar que fue construido por
alarifes moriscos allá por el siglo XIV.
Murallas del Fuerte de Santa Catalina
La última de las teorías, del profesor Eslava, contrarresta a la
anterior y afirma que fue levantado por musulmanes en la primera
mitad del siglo IX, cercano en cronología al Ribat de Susa (822),
Alcázar de Mérida (835) y al Castillo de Triana (844), a los cuales se
asemeja en planta y distribución. Eslava, sostiene además que
corresponde al modelo defensivo de "Fuerte Cuadrado", tipología
procedente de los campamentos romanos. Este supuesto corrobora
además lo dispuesto por Cristelly que afirma que ya existía en tiempos
de Septimio y del visigodo Wamba, allá por el año 672 y que siglos
más tarde perteneció al rey de Fez y de Marruecos, Jacob Aben Juseff,
emir Almumenim e hijo del fundador de la dinastía almohade.
Sea cual sea su origen, lo cierto es que defendió a su puente
asociado, el de Zuazo, y por consiguiente a la Isla, hasta la aparición
de la pólvora y el cañón, instante en que empieza a ser inservible para
la defensa de nuestro territorio.
A finales del siglo XV y durante el siglo XVI, los Reyes Católicos y
posteriormente Carlos V mandan levantar torres defensivas para la
defensa del Estrecho de Gibraltar contra la Berbería. Así, entre finales
del siglo XVI y principios del XVII, tras la petición de las Cortes, Felipe
II mandó fortificar la costa mediterránea y suratlántica, para impedir el
asedio y ataque de corsarios. Fue una gran empresa de ingeniería
militar destinada a proteger las costas de los reinos peninsulares frente
a los frecuentes golpes de mano de los piratas norteafricanos.
Restos del Fuerte de Santa Catalina
Con esta finalidad se proyectó un sistema de comunicación entre
la costa y los recintos amurallados mediante torres vigías, todas
colocadas en lugares estratégicos y desde donde dominaban buena
parte de la costa. De este modo la costa de Andalucía quedó protegida
desde Ayamonte hasta Gibraltar por un total de cuarenta y cinco torres,
las cuales estuvieron financiadas por distintas entidades, o bien por los
reyes, por las ciudades o por los señores. De estas cuarenta y cinco
torres, diecinueve ya existían cuando el rey Felipe II ordenó a D.
Frances de Álava y al comendador Luís Bravo de Laguna a supervisar
la costa.
En estos momentos, y con los avances realizados en las técnicas
defensivas por los maestros del Renacimiento: Leonardo Da Vinci,
Miguel Angel, Niccolo Machiaveli o Durero, empieza a implantarse
una nueva tipología de fortificación: la planta poligonal.
A finales del siglo XVI, dado el valor estratégico y comercial de
Cádiz, comienza a fortificarse, construyéndose murallas y baluartes
para su defensa. Bajo la dirección de Gabriel de Rojas, comenzó la
construcción del Castillo de Santa Catalina en 1598. Durante los
primeros años del siglo XVII se construyen los Baluartes de San
Francisco, San Roque, Benavides y San Felipe.
También en esta fecha comienza la reconstrucción y fortificación
del Puente Zuazo, interviniendo en este proyecto distintos maestros e
ingenieros de esta centuria, tales como: Alonso Rodríguez, Benedicto
de Rávena, Juan Bautista Calvi, Antonelli, Juan Marín o Tiburcio
Spanochi, recogiendo la dirección de estas obras en el siglo siguiente
Cristóbal de Rojas, Fernando Girón, Claudio Richardo, Ginés Martín
de Aranda y Juan Román Arellano.
Durante la primera mitad del siglo XVII se construyen el Fuerte de
San Lorenzo del Puntal y el Castillo de Matagorda, y a partir de 1650
se termina el Frente de Tierra y se levantan el Baluarte de la Candelaria
y el Baluarte del Matadero.
En el siglo XVIII, Cádiz era una plaza fortificada y en 1717 se
traslada la Casa de la Contratación y Consulado desde Sevilla. En
estos momentos Cádiz contaba con los Baluartes de Santa Elena y San
Roque (Frente de Tierra); el Baluarte de Santiago; el Baluarte de los
Negros; la Puerta del Mar; el Baluarte de Santa Cruz; el Baluarte de
San Antonio; el Baluarte de San Felipe; el Baluarte de la Candelaria;
el Baluarte de la Soledad; el Baluarte de Bonete o de San Agustín; el
Castillo de Santa Catalina, con los Baluartes de San Pedro y el de San
Pablo, la Puerta de la Caleta y el Baluarte de Santa Catalina; la Puerta
de San Sebastián; el semibaluarte de Santa Catalina; el Baluarte de los
Mártires; la Batería de los Capuchinos; la Muralla del Sur, con el
Baluarte del Matadero, semibaluarte de San Roque, la Batería de las
Peñuelas; y, por último, el Castillo de San Sebastian.
En el primer cuarto del siglo XVIII, la Isla tenía protegido sus
cuatro puntos cardinales. Al este, el Puente Zuazo, defendía la única
entrada de Cádiz y San Fernando desde el continente. En este
momento, el puente estaba defendido por dos baterías abiertas
situadas a la derecha e izquierda del arrecife del camino de Puerto
Real, y por un baluarte estrellado ubicado en la margen de San
Fernando. Al sur, el Castillo de Sancti-Petri, defendía la entrada al caño
del mismo nombre con un torreón y una batería semicircular
perpendicular a la desembocadura de la ría; sirviéndole de apoyo la
batería de Gallineras situada a orillas del mismo caño. Al oeste, dos
baterías defendían el arrecife del camino que unía a San Fernando y
Cádiz, el Castillo de la Alcantarilla y la Batería Doctrinal. Por último, al
Restos del Fuerte de Santa Catalina
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norte, “El Fuerte” de Cristóbal de Rojas defendía la entrada desde la
bahía al caño de Sancti-Petri y al naciente Arsenal de la Carraca en la
Isla de San Agustín, hoy Isla Verde.
En este siglo XVIII, y con la casta de los Borbones, la entonces
Villa de la Real Isla de León experimenta un notable auge,
manifestándose en los ámbitos urbanísticos, defensivos y sociales. Así,
se instala el Departamento de la Armada, y empiezan a construirse el
Arsenal de la Carraca, la Población Militar de San Carlos o el propio
Observatorio Astronómico.
Este proyecto de Felipe V, para convertir la actual San Fernando
en una ciudad para el Estado, que continuaría con Fernando VI y que
se materializaría con Carlos III, derivó en la segregación de la Isla del
mandato de la vecina Cádiz, constituyéndose con autonomía propia en
1766.
La construcción de estas importantes instalaciones militares y el
gran aumento de la población trajo consigo una nueva política de
fortificación de la Isla. En este sentido, durante el siglo XVIII se refuerza
nuevamente el Puente Zuazo, construyéndose primero la Batería de
San Pedro, y posteriormente la Batería de San Pablo. Así, la entrada a
la Isla y a Cádiz estaba resuelta mediante un complejo sistema de
cortaduras, cada una de las cuales contaba con una línea defensiva.
También, el Real Carenero, dispuso de muralla propia, las baterías del
Ángulo y de Alburquerque.
Restos de la Torre del Fuerte de Santa Catalina
Igualmente, la entrada al Caño de Sancti-Petri, por el sur, se
refuerza, ampliando las instalaciones del castillo situado en el islote.
Por su parte, la Punta del Boquerón empieza a fortificarse,
construyéndose las Baterías de San Genís y de Urrutia.
En el oeste, el Castillo de la Alcantarilla sufre las secuelas del
maremoto que se produjo a mediados del siglo por terremoto de
Lisboa, perdiéndose la pista desde entonces de esta fortificación, la
cual se asemejaba en planta y tipología al Reducto de la Torre Gorda,
anteriormente la Torre de Hércules. Éste se situaba junto a la cortadura
que separaba el territorio isleño del gaditano por el Río Arillo, y que
hoy, en terrenos militares se conserva parte de su estructura.
En el sur de la Isla, se proyecta el Sitio de Punta Canteras para
el almacenaje de pólvora, construyéndose así tres polvorines, muralla
y espigón. Por último, el incipiente Arsenal de la Carraca queda
defendido por las Baterías de San Fernando, Santa Rosa, Santa Teresa,
San Carlos, San Ramón y Dolores.
Restos del Fuerte de Santa Catalina
En Puerto Real, en el Trocadero, se levantó el Fuerte de San Luís;
y, por último, en El Puerto de Santa María se levantó el Castillo de
Santa Catalina; la Batería de la Ciudad; la Batería de las Arenillas; la
Batería de la Bermeja; la Batería del Palmar; la Batería de la Puntilla;
y, la Batería de la Gallina.
Así, si intensa parece la fortificación de la Bahía de Cádiz en el
siglo XVIII, más lo fue a principios del siglo XIX. En este siglo, la nefasta
decisión de Carlos IV firmando el Tratado de Fontenibleau, por medio
del cual España se comprometía a dejar paso libre a las tropas
napoleónicas contra el país vecino de Portugal, trajo consigo la
invasión francesa y, por consiguiente, la Guerra de la Independencia.
Con este panorama político, los españoles se dividieron
ideológicamente en tres grupos: los absolutistas, los afrancesados y los
liberales, perteneciendo los personajes de mayor valía a los dos últimos
grupos. Mientras tanto, el grueso de la población española se
constituyó en 18 Juntas Provinciales, para luchar contra el invasor,
uniéndose todas ellas en la Junta Central Suprema y Gubernativa del
Reino, la cual asumía la soberanía nacional. En un principio, esta Junta
se instaló en Aranjuez, pasando posteriormente a Sevilla y a la Isla de
León, traspasos que se producían a medida que los franceses iban
ganando terreno. Asentado en la villa este organismo gubernamental,
se encomendó a D. Francisco Javier de Uriarte su defensa, según
proposición de D. Antonio Escaño.
Así, nuevamente, se intensificó la fortificación de la Isla y sus
alrededores. En el Puente Zuazo, se corta el arrecife y se construye la
Batería de San Ignacio; además, se establecen tres líneas de defensa
con las Baterías de Daoiz, Velarde, Santiago y las Casas Fuertes de la
Soledad, la Trinidad y la Maquina, es decir, las casas salineras de las
salinas de Ntra. Sra. de la Soledad, de Ntra. Sra. de la Trinidad y de la
Maquina.
Recobra especial importancia la línea del Caño de Sancti-Petri,
para la que se formaron baterías avanzadas y se armaron lanchas
cañoneras. De este modo se construyen desde el Puente Zuazo a la
Punta del Boquerón la Batería de San Pedro, de San Judas, de los
Ángeles, de San José de Bausel, de San Melitón de la Calavera y de
Aspiroz.
La playa del Castillo se fortifica con el Reducto de Lacy, la Batería
del Rey Constitucional, de la Independencia y la Batería de los
Intrépidos; esta última junto a los polvorines de la Marquina o de
Camposoto. En el saco interior de la bahía se levantan la Batería de
Caño Herrera, la del Lazareto, la de la Casería y la Casa Blanca,
utilizándose el Sitio de Punta Canteras como Reducto nº 22 del
destacamento inglés, aliado en esta contienda.
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Son también los ingleses y portugueses los que levantan la
segunda y tercera línea defensiva del Caño de Sancti-Petri, para ello
construyen reductos y baterías de tierra en las huertas isleñas, con los
nombres de Batería Alta de San Judas, de los Ángeles, de Gallineras y
del Cerro de los Mártires.
En el saco interior de la bahía también se construyen los reductos
ingleses nº 1, nº 2 y nº 3, así como otros reductos portugueses entre
el Arsenal de la Carraca y la Población Militar de San Carlos.
Restos del Fuerte de Santa Catalina
Fortificada la Isla, ésta fue atacada por tierra, o lo que es lo
mismo, por el Puente Zuazo, durante cuatro días, y viendo los franceses
que no podían acceder a la villa, optaron por cercar la bahía, de tal
modo que salinas, caballeros, baterías, reductos y fortines, sirvieron de
bastión al asedio francés, el cual duró desde febrero de 1810 a agosto
de 1812. Así, mientras en el litoral se estaba luchando con los
franceses, en el teatro cómico, hoy Real Teatro de las Cortes, se estaba
gestando el primer texto constitucional español.
Expulsados los franceses, vuelve Fernando VII en marzo de 1814,
siendo su primer edicto la abolición de la Constitución de 1812. Esto
crea mucha indignación en las clases liberales, las cuales en 1820 se
levantan en las Cabezas de San Juan (Sevilla), reteniendo al monarca
en Cádiz y obligándole a jurar la Constitución. Viendo la Santa Alianza
el carácter revolucionario que estaba adquiriendo la situación, envían
a los Cien Mil Hijos de San Luis a liberar al rey, sucediéndose un nuevo
episodio negro en la villa.
Restos del Fuerte de Santa Catalina
Esta vez, los franceses conocían las técnicas de defensa isleñas,
por lo que en 1823 tras la toma del Fuerte de Urrutia, tuvo que
rendirse el Castillo de Sancti-Petri, tomando éstos la Isla hasta 1828.
Así, con los cambios que se producen durante los siglos XIX y XX,
tanto en el tipo de artificios como en los sistemas defensivos, estas
fortificaciones dejan de tener valor estratégico, entrando en desuso.
3.7.3. EL PUERTO DE SANTA MARÍA. SUS DEFENSAS EN LA
EDAD MEDIA
A.
EL SISTEMA AMURALLADO DE LA CIUDAD.
La construcción del sistema amurallado de El Puerto de Santa
María, según los datos conocidos, se encuadra en la segunda mitad
del siglo XIII. La construcción debió realizarse entre 1275 y 1278,
levantada como protección ante los desembarcos y razzias mariníes
que azotaron durante una década la región, siendo atacada y asolada
Santa María del Puerto en dos ocasiones, 1277 y 1285, inutilizándose
entonces la muralla.
De esta, no existe hoy resto visible alguno. En el siglo XVI la
mencionaron Pedro de Medina "cerca y fuerte muro con que lo mandó
cercar que atraviesa toda la villa hasta dar en el río", y Agustín de
Orozco "las otras ruinas de edificios antiguos son unos gruesos fuertes
paredones argamasados que muestran aver sido alguna grande
fabrica".
En algunos documentos del siglo XVIII, se hace referencia a
restos de muralla en algunas de la casas de la calle del Muro.
Medinilla concreta en sus escritos "todavía se conservan restos de estas
murallas en la calle Jesús de los Milagros casa sin número junto al 1 y
en la del Correo, antes Muro, en la casa donde están los graneros del
sr. Camacho, y se cree continuaban por la de Nevería".
Francisco de Ciria en 1934, hace referencia en sus escritos al
trazado de la muralla "El viejo recinto de la ciudad comprendía; por el
Sur, desde el Castillo a lo largo de la luego calle real, después de
Pozuelo y hoy Federico Rubio, a la de Nevería, por la que continuaba
por el Oeste, dando de frente a la llamada del Muro, por seguir a
éste".
B.
EL CASTILLO DE SAN MARCOS
El Castillo de San Marcos es uno de los edificios más
representativos de la ciudad. Sus torres y almenas, recortándose sobre
el cielo portuense, constituyen una silueta inconfundible y
probablemente una de las imágenes más antiguas del conjunto
arquitectónico de El Puerto. Su evolución ha ido pareja al desarrollo
urbanístico local, hasta convertirse en edificio simbólico durante
distintas épocas, de forma que lo que hoy conocemos es producto de
varias transformaciones desde la primitiva edificación alrededor del
siglo X. En su origen se trataba de una antigua mezquita -de
orientación NO-SE-, el edificio más importante de la aldea musulmana
de al-Qanatir. El templo musulmán fue levantado con materiales de
acarreo, probablemente procedentes de otro edificio romano más
antiguo. Poseía planta de tres naves dividida en cuatro tramos, patio sahn -, alminar - o torre- y el muro principal o muro de la quibla, en
cuyo centro se abría un recinto sagrado - el mihrab -. Tanto el muro de
la quibla como el mihrab, aun se conservan en la construcción
moderna. A esta primera época correspondería igualmente una
antigua inscripción en uno de los accesos primitivos al edificio.
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La segunda etapa del edificio se corresponde con su
transformación en santuario cristiano, producida a mediados del siglo
XIII y vinculada ala conquista castellana de la zona por Alfonso X entre
los años 1257 y 1260. La ocupación alfonsí estaba ligada a la
elección del lugar -magníficamente situado- como punto defensivo de
toda la comarca y centro de aprovisionamiento de la flota castellana
para sus expediciones. Todos estos acontecimientos fueron narrados
con matices poéticos en las Cantigas de Santa María, principalmente
la 328., en las que también se menciona la reconstrucción del
santuario, concluido en torno a 1268-1270. Unos años después debió
sufrir remodelaciones al tiempo que se rodeaba a la ciudad de
muralla. Posiblemente en 1272 se instaló en él la Orden de Santa
María de España.
Restos de murallas del Fuerte de Santa Catalina
Restos de murallas del Fuerte de Santa Catalina
En la iglesia-fortaleza de Santa María - conocida a partir de los
siglos XIV-XV como Castillo de San Marcos- se emplearon sillares y
columnas romanas de acarreo. Varias de estas columnas se conservan
hoy adosadas a pilares interiores. Esta reforma y construcción cristiana
fue comenzada por el alarife Alí en los primeros años de la ocupación
castellana y el edificio fue pronto convertido en un importante centro
de peregrinación que destacaría como elemento singular de la
población.
La reconstrucción le afectó en su totalidad realizándose una serie
de importantes transformaciones en los aspectos exterior e interior. Se
abandonó el antiguo eje transversal de la capilla hacia el muro de la
quibla, orientándola al lado norte, y abriendo una capilla mayor o
ábside que se convertiría entonces en principal. Esta nueva cámara es
de estilo gótico y se cubre con bóveda de crucería. La capilla ocupa la
parte inferior de la torre principal del castillo - Torre del Homenaje- que
se levantó probablemente en el mismo lugar donde podía haber
estado el alminar de la antigua mezquita.
Con el cambio de orientación, y para adaptar la visibilidad,
debió abrirse una puerta en recodo en el lado opuesto al ábside. Se
amplió igualmente todo el oratorio a costa del patio - que quedó muy
reducido- contando el edificio a partir de entonces, las siete naves en
forma de gran sala que queda a la izquierda de la entrada actual. La
reforma afectó también a la cubrición general abovedada, y al refuerzo
y coronamiento de los muros, combinándose los caracteres religioso y
defensivo. El edificio adoptó la forma de un recinto rectangular
flanqueado por ocho torres. Todas ellas poseen decoración almohade,
están rematadas por almenas en picos y presentan antiguos signos de
canteros en sus zonas bajas. El conjunto se rodea de una muralla o
cerca no muy alta.
La otra gran transformación se produjo a fines del siglo XV y
principios del XVI (1454-1501), cuando se realizaron nuevas obras de
reforma y consolidación del conjunto a cargo de D. Luis de la Cerda,
duque de Medinaceli. Estas consistieron en el recrecido de las torres
incluida la del Homenaje y la torre sur -que ostenta el blasón de la
casa de La Cerda -, el refuerzo de la cerca exterior, la apertura de la
puerta que da a la plaza y la construcción de un nuevo cuerpo
adosado a modo de sacristía, con lo que se potenciaron nuevamente
sus valores militar y religioso. Esta nueva pieza es una sala alargada
cubierta por bóvedas de crucería góticas y decorada posteriormente
con elementos neogóticos entre los que destaca un retablo. Desde la
Sacristía, que sería definitivamente finalizada en el siglo XVII por el
arquitecto Francisco de Guindos, se accede a la antigua puerta en
recodo de la época alfonsí.
Posteriormente sufriría nuevos cambios; así el siglo XVIII
corresponden la espadaña y el campanario de la torre principal.
El Castillo fue sede del Concejo hasta 1729, año en que se
produce la incorporación de El Puerto a la Corona castellana tras un
largo periodo de dependencia señorial de los Medinaceli. Fue utilizado
como iglesia hasta el siglo XIX y más tarde se readaptaría para
viviendas, hasta que a mediados del presente siglo se acometiera la
última gran remodelación, en la que el edificio adoptó su actual
imagen.
En las reformas realizadas en 1943 por el investigador portuense
D. Hipólito Sancho, se restauraron interiores y exteriores,
reunificándose su doble origen islámico-gótico: al interior se añadieron
arcos de herradura y elementos decorativos como cordobanes,
vidrieras, una reja, el recubrimiento interior del mihrab... En el exterior,
corresponde a estos años la decoración pictórica de castillos y leones
y las leyendas marianas, al igual que toda la restauración de torres y
almenas, que en aquellos años se encontraban en pésimas
condiciones. Estilos almohade y gótico vuelven a fundirse nuevamente
como en su primitivo origen. También recientemente se han producido
nuevas obras de mantenimiento y recuperación del edificio y la
restauración de la cerca exterior y torres. El Castillo de San Marcos
constituye fachada principal de la tradicional plaza que comparte su
nombre con el del rey que lo mandara reconstruir en la época
fundacional de la ciudad. Declarado Bien de Interés Cultural desde
1920 - por entonces con categoría de Monumento Nacional- sus
muros custodian la imagen gótica de Santa María de España (s. XIIXIII), tan vinculada a El Puerto.
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Actualmente, el edificio es propiedad de la Firma Luís Caballero,
S.A. y como ayer el Castillo de San Marcos sigue siendo símbolo
inequívoco portuense. Su torre del Homenaje, con la imagen de la
Patrona, está presente en el escudo local y su dentado perfil lo está,
casi inextinguible, en la imagen urbana de El Puerto.
Plano de El Puerto de Santa María del Atlas de Carlos de Vargas, 1814
desde Rota hasta el Puerto de Santa María. Todos son pequeños
recintos artillados que dirigían su línea de fuego hacia la bahía y cuyo
sistema de protección culminaba en el castillo de Santa Catalina. Este
cordón fue construido con motivo de las irrupciones de piratas, turcos
y berberiscos, así como de corsarios holandeses y británicos. Dejaron
de utilizarse a comienzos del siglo XIX.
3.7.4. EL PUERTO DE SANTA MARÍA. SUS DEFENSAS EN LA
EDAD MODERNA
A.
A lo largo de la historia los territorios costeros han dado
muestras de ser zonas con un gran valor estratégico, motivo por el cual
han sido el centro de ataques, incursiones etc., con el fin de ser
conquistados y gozar de dicha posición privilegiada. Así, las ciudades,
los puertos han sido a lo largo de los siglos defendidas y conquistadas,
destruidas y reedificadas en un continuo afán por incorporarlas a los
dominios territoriales o bien por suprimirlas como espacios militares y
comerciales.
El Fuerte de Santa Catalina se encuentra a la entrada de la bahía
de Cádiz, en el municipio de El Puerto de Santa María. Fue construido
en el siglo XVIII. Su planta era de forma poligonal, y defendía la bahía
con una línea de baterías orientadas al sur que podían contener hasta
15 piezas de artillería. Tenía también un flanco orientado hacia la
entrada de la bahía, capaz de contener 6 piezas de artillería. Desde
una torre independiente, próxima al fuerte se podía divisar la amplia
boca de la bahía.
La posición estratégica privilegiada de la provincia de Cádiz, la
convertirá en encrucijada de las principales rutas comerciales y
financieras que atraviesan el mundo moderno. Sus aguas sirven de
paso a los barcos que comunican el Atlántico y el mediterráneo entre
sí.
En el año 1540, en Santa Catalina tan sólo existía una ermita,
tras la invasión turca de 1562, se hizo patente la necesidad de
construir una torre en Santa Catalina. Con el tiempo, esta defensa fue
reforzada y ampliada, ya que consta que en 1700 posee veinte
cañones de mediano calibre, comprendiendo la antigua torre y
edificaciones posteriores. En conjunto, un parapeto con batería hacia
el mar y cerrado por tierra por un frente con figura de hornabeque. En
1702, tras un intenso fuego cruzado de artillería que impide el acceso
por mar a la Bahía, desembarcó una flota anglo-holandesa, la cual,
después de cercar a la guarnición en la torre y tras la rendición de esta,
voló y destruyó el castillo.
La etapa floreciente para la provincia de Cádiz en cuanto a sus
relaciones con el exterior se inicia con el traslado de la Casa de
Contratación de Sevilla a Cádiz en 1718, la creación de las
compañías privilegiadas de comercio, y la libertad de comercio con
América, para 13 puertos peninsulares. Esta expansión económica
generada por el comercio americano, hizo, que en el Siglo XVIII se
convirtiera en la ciudad española más próspera, y sobre todo más
abierta a todos los horizontes. En los últimos años del siglo XVIII, las
guerras con Inglaterra, truncarán este crecimiento comercial. En
consecuencia, la provincia de Cádiz entra en una profunda depresión
económica que la dejará sumida en un estado de postración durante
las décadas siguientes.
Desde finales del siglo XVIII, hasta la entrada del siglo XIX, las
principales actuaciones que se llevarán a cabo en Cádiz, irán
destinadas a adecuar los servicios portuarios al tráfico marítimo, frente
a los grandes cambios técnicos que se habían producido en la
navegación marítima.
Las baterías construidas para la defensa de la costa gaditana. Se
encuentran dentro de un grupo de baterías que surcaban la costa
FUERTE DE SANTA CATALINA
En 1765, la fortaleza estaba de nuevo en uso, conteniendo
alojamiento para el gobernador, el oficial de artillería y su tropa con
cincuenta soldados y doce caballos, con un almacén de pólvora, dos
de pertrechos y un tinglado para enseres. Además tenía 6 piezas de a
12 y 8 de 36 y un destacamento de infantería y artillería para ésta y
demás baterías costeras.
El último episodio bélico que sucede en Santa Catalina se
produjo en 1810 durante el asedio de Cádiz en la Guerra de
Independencia. Vuelven a volar la fortaleza, esta vez con la
autorización de los aliados españoles a fin de que las tropas
napoleónicas no al pudiesen utilizar contra Cádiz. No obstante, los
franceses pretenden reparar las baterías, cuestión zanjada rápidamente
con un golpe de mando sobre Santa Catalina. Posteriormente las
ruinas fueron ocupadas, dado el interés estratégico del lugar, por las
Plano del Fuerte de Santa Catalina del Atlas de Carlos de Vargas, 1814
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tropas francesas, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, hacia 1824,
según los grabados que se conservan en las troneras; y hacia 1940,
para impedir la invasión aliada, dentro del esquema defensivo de las
costas españolas durante la Segunda Guerra Mundial.
B.
Batería del Palmar o Fuerte Ciudad
BATERÍA DEL PALMAR O FUERTE CIUDAD
El Fuerte Ciudad o Batería del Palmar responde al sistema de
fortificación de planta poligonal, y su forma se adapta
geométricamente a la de la costa, en la margen oeste de la
desembocadura del Guadalete y sirviendo de apoyo al castillo de
Santa Catalina y al Fuerte de las Arenillas defendiendo la zona
conocida como La calita.
Como el resto de fortificaciones costeras situadas en el entorno
de la Bahía de Cádiz, el Fuerte Ciudad no dispone de foso artificial, ya
que el entorno marina que lo bordea no hacen necesaria la
construcción de esta pre-defensa.
Su estructura, donde cada cara forma un frente abaluartado, se
organiza en torno al patio de armas, desde el cual se accede al
polvorín para el almacenaje de la pólvora.
Batería de la Bermeja
El Fuerte Ciudad, como el resto de baluartes y defensas de la
bahía, es recia y fuerte, construida con mampostería ordinaria de
piedra ostionera, revestida con mortero de cal y probablemente
enlucida en ocre. Las troneras solían estar salpicadas por puñados de
áridos rodados de mínima granulometría, para garantizar la dureza y
durabilidad del revestimiento, tanto desde el punto de vista de su
fraguado y endurecimiento, como de la acción del viento y combate
del enemigo. En el caso del zócalo, ángulos, cañoneras y banquetas,
el sistema constructivo era la sillería, utilizando el mismo material: la
piedra ostionera. Para las plataformas de retroceso de los cañones,
con la nueva concepción de fortificaciones abaluartadas, donde se les
exigía mayor anchura y calidad, se utilizó una solería de piedra caliza.
C.
D.
BATERÍA DE LAS ARENILLAS
Oculta bajo las dunas, como indica su nombre, es un lugar tan
arenoso que la batería y sus cañones estaban en gran parte enterrados
bajo la arena. De poco servía quitarle la arena porque la mucha que
había alrededor era en poco tiempo acumulada por el fuerte viento
sobre el reducto.
Se encuentra situada en la finca donde se proyecta la
urbanización Puerto de Menester, muy cerca de la depuradora de Las
Redes. En el Plano de Corvillón de principios del siglo XVIII se la
denomina Mola Seca, y en el Plano de Beaurais de 1734 la Moraleza.
En el resto de la cartografía se la llama la Arenilla, por causa de que
las arenas cubrían, según aparece en planos de 1730/1750 y 1760.
E.
BATERÍA DE LA LAJA O CASTILLO DE LA PÓLVORA
Pequeña batería que actualemte se conoce con el nombre de el
Castillito, en la playa de la Puntilla, conocido también como castillo de
la Pólvora. Desmantelada durante la Guerra de la Independencia por
el Dique de Albuquerque, su cometido fue el de la defensa de la
entrada del Guadalete.
Como estructura defensiva se considera (BIC) Bien de Interés
Cultural, en función de la disposición adicional segunda de la Ley
16/85, del Patrimonio Histórico Español, hoy convertido en bar
restaurante de playa.
BATERÍA DE LA BERMEJA
Hoy día desaparecida. Debió de estar entre Las Redes y El
Manantial, si bien parece que la acción erosiva del agua ha acabado
con ella. Según Pérez de Sevilla, en 1702 era un pequeño reducto de
tres cañones. En el plano de Corvillón de principios del siglo XVIII se
llama la Terneca, pero en los demás planos aparece como Bermeja.
Batería de las Arenillas
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3.8. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. BODEGAS Y PATRIMONIO VITIVINÍCOLA
3.8.1. LA TRADICIÓN BODEGUERA DE EL PUERTO
Desde la antigüedad El Puerto de Santa María había estado
ligado al concepto de prosperidad, por la fertilidad de su tierra. Pero
sería después de la Reconquista, cuando comenzaría a experimentar
un verdadero auge, auspiciado por una vocación marítima que giraba
sobre tres ejes fundamentales; África, formidable caladero para sus
exportaciones agrícolas, Portugal y América.
Campo de cultivo de vides
Campo de cultivo de “Viñas Lustau”
Así pues, a comienzos del ochocientos, El Puerto de Santa María
estaba aún inmerso en una época de prosperidad. Pero a medida que
avanzaba el siglo esta situación se fue enrareciendo y la economía
portuense sobre todo la vinícola comenzó a sufrir quebrantos muy
duros. En primer lugar la Invasión Francesa que rápidamente llegó a El
Puerto, que carente de defensa y sin apenas fortificaciones pronto
capituló. Inmediatamente fue elegido como cuartel general del mando
francés. Las bodegas fueron descapitalizadas y los franceses llegaron a
llenar de agua para el avituallamiento de sus tropas todas aquellas
botas que pudieron encontrar, (entendiéndose como tales, toda vasija
en madera de roble americano con una capacidad media de 500
litros). Con ello hicieron desaparecer el laborioso envinado de dichas
vasijas, quedando así eliminada durante algún tiempo la crianza del
tipo de vino conocido como Jerez.
En El Puerto de Santa María se apreciará, una baja importancia
hacia el sector agrícola, en comparación con otras poblaciones
españolas. La actividad comercial será la que primará en la localidad.
Es gracias a esta y su vinculación con América, por lo que muchos
comerciantes, e incluso navieros residentes en Cádiz, comenzarán a
invertir en El Puerto de Santa María. Principalmente lo harán en
bodegas y viñas, buscando no sólo una nueva orientación comercial,
sino también la elevada connotación social que este tipo de negocios
implicaba. Así, a pesar de tener menos actividad agrícola que sus
alrededores, el campo portuense va a desarrollar una importante
producción de la vid, producto que será estimulado por la demanda
de los colonos americanos.
Desde los años treinta del siglo XIX, la producción fue
resurgiendo poco apoco, dirigiéndose sobre todo a los mercados
europeos, antillanos y también al puerto de Buenos Aires. Es la fase de
oro de la vinatería decimonónica, debido a la aparición de la filoxera
en Francia que eliminó todo tipo de competencia y al incremento de
la demanda británica. Pero en los años 60 el incremento de la
demanda fue mal correspondido por el lado de la oferta, que tendió a
conseguir sustanciosas y rápidas ganancias en detrimento de la calidad
de los productos, que era precisamente lo que les valía el prestigio
ganado y el desarrollo experimentado. Todos los sectores socio
profesionales implicados subieron desproporcionadamente los precios
de sus productos, al tiempo que los extractores, atrapados en la
vorágine de una competición desenfrenada, alimentada tanto por los
intermediarios británicos como por algunas de las casas exportadoras
portuenses, recurrieron tanto a vinos de baja calidad de otras zonas
vinícolas andaluzas, como a los alcoholes industriales alemanes para
encabezar los vinos. Esta situación, retrajo la demanda hasta poner en
gravísimas dificultades el negocio vinatero.
Los problemas que se engendraron en la fase anterior dieron
resultados negativos. En los años ochenta la situación y el mercado
vinícola estaban totalmente deteriorados. Por una parte la filoxera que
se había producido en España hacia 1876, comenzaba a hacer
estragos en la zona meridional peninsular.
Esta situación económica tan delicada se agudizaría a partir de
la última década del siglo, estallando en los años en que se desarrolló
la Guerra de Cuba. Desapareciendo todas las esperanzas portuenses
de mejoría económica, debido a la escasez del comercio con América.
Esta quiebra estructural que produjo la Guerra en el comercio vinícola,
transcendió de lo meramente económico para incidir también
negativamente en la vida social e incluso política de la zona, ya que
gran parte de ella giraba alrededor del cultivo de la vid. Los problemas
no tardaron en estallar. El primero fue la dificultad que tenían las
bodegas del Puerto para adquirir vasijas de roble americano, ya que el
conflicto bélico impedía la puntual llegada de la citada madera.
Problema también importante del momento, fue la escasez de los
abastecimientos.
Consumada finalmente la pérdida de las últimas colonias, en el
año 1898, se buscaban medios para salir del desfallecimiento
económico y social generado por esta guerra. La cuestión quedaría
zanjada gracias principalmente a la apuesta vinícola, que se debía
desdoblar en varios frentes. En primer lugar se tenía que mejorar la
calidad de los vinos, y paralelamente a este, se debía dar otro que
condujese a una total erradicación de la plaga de filoxera. En este caso
el gravísimo problema quedaría resuelto con la aplicación del método
adoptado por aquel entonces en Cataluña y que resultó un completo
éxito; consistía en injertar vides americanas con españolas.
Mejorada la calidad y la cantidad, había que conseguir una
exención de tasas impositivas que gravaran el vino, fundamentalmente
la tributación especial para financiar los gastos de guerra y que
ascendía a un 2% del valor de la mercancía.
Racimos de uvas antes de su recolección
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Con la pérdida del comercio americano, el comerciante
portuense perdería gran parte de su actividad comercial pero no su
identidad financiera, se va a invertir gran parte de capital en las
edificaciones de bodegas que pondrá los cimientos para el futuro
desarrollo de una importante industria vinícola. Este proceso de
evolución económica que sufre El Puerto de Santa María en la década
de los años 30, queda reflejado en la formación del ensanche
industrial del Campo de Guía, donde el crecimiento de construcciones
de bodegas es una constante a lo largo del siglo XX.
Bodegas Calle Cielo nº 6
En el año 1927, el Campo de Guía era un terreno insalubre
(situado entre las actuales calles Valdés y Los Moros y entre la Plaza de
Toros y el río Guadalete), que se utilizaba como vertedero público,
cementerio de animales y demás. Aunque podían encontrarse algunas
bodegas construidas durante el ensanche industrial del siglo XIX,
cuando la ciudad se encontraba en plena fiebre vitivinícola y
necesitaba una zona para dar habitación a la masa de trabajadores
que traían consigo la vid. El complejo urbano tenía que ser insertado
dentro del entramado urbano.
De estas bodegas llevadas a cabo en el siglo XIX, encontramos
testimonios de su construcción y de los comerciantes que las
levantaron;
A.
Bodegas Calle Cielo nº 8
BODEGA REALIZADA POR VICENTE MARÍA DE LA
PORTILLA.
En 1834 se aprueba la construcción de una nueva bodega.
Situada en la Calle San Bartolomé y haciendo esquina con la Calle de
los Moros. Esta bodega formaba un polígono regular que se dividía en
tres partes: una central que daba acceso a las dos naves de bodega y
que se encontraba a su vez dividida en dos patios, por un muro central
en el centro del cual se encontraba el pozo, encontrándose un poco
más abajo una puerta que ponía en comunicación ambos patios. En
la parte superior existía un trabajadero cubierto a un agua, cuya
cubierta descansaba sobre 8 pilares y sobre el muro superior. Cada
patio tenía un hueco de acceso y otro de comunicación con la nave
que se encontraba a su lado. A ambos lados de este patio central se
encontraban las naves para bodega, cubierta a dos aguas. Cada nave
tenía dos huecos de acceso, uno a la calle y otro al patio central.
Por lo que respecta al alzado presenta una fachada, que adopta
una forma simétrica con una zona central que se corresponde con el
patio central y dos zonas laterales iguales que asimismo se
corresponden con las dos naves para la bodega. La zona central
presenta dos puertas centrales. Toda la fachada se encuentre recorrida
en su parte inferior por un zócalo y cada una de las tres zonas
aparecen enmarcadas por pilastras adosadas.
Esta bodega perteneció a Emilio Lustau, fundada en 1896, que
dio sus primeros pasos como Almacenista, pequeña bodega dedicada
sólo a la crianza de vinos de Jerez, surtiendo vinos a grandes bodegas
expedidoras, y es en 1950 cuando pasa a ser exportadora de vinos de
Jerez.
B.
BODEGA LLEVADA A CABO POR DON RAMÓN GARCÍA
GASTÓN Y DON ÁNGEL MARÍA DE CASTRISIONES
La bodega se encuentra situada entre el costado Sur del Edificio
de Cumbre-Hermosa, por el Oeste daba con la Calle de la Aurora y
por el Este con la misma Casa de Cumbre-Hermosa, dando frente al
río Guadalete, por el Sur no había todavía población, ni por el frente
al Oeste.
La fachada se encuentra dividida en dos partes que ocupan
aproximadamente la mitad de la fachada cada una de ellas. En la
parte de la izquierda se observan dos cuerpos uno inferior de cuatro
ventanas con dinteles curvos rebajados y realzados con sus respectivos
recercados. A su vez toda esa parte se encuentra demarcada con otro
recercado que ocupa toda esa zona de fachada. En la parte superior,
aparece un hastial, en el tímpano del cual y centrado, aparece una
ventana circular, que se aprovecha para poner la fecha de la
edificación.
La segunda parte, la de la derecha, es de un sólo cuerpo, que
se haya formado por una puerta central, enmarcada por pilastras
adosadas. Los laterales aparecen realzados con unos adornos
verticales, dispuestos según la forma de los sillares. Todo el conjunto
de la fachada, se halla recorrido en su parte inferior por un zócalo.
C.
DOS BODEGAS PRESENTADAS POR D. ANTONIO RUÍZ-TAGLE.
En el año 1835, pretendía edificar en un terreno situado próximo
al edificio que se conocía como el Pozo del Rey en la Prolongación de
las calles de San Bartolomé y del Pagador.
•
Primera Bodega: La planta forma un polígono irregular dividido
en 3 partes. Una central, que es patio y da acceso a las dos
laterales, que son las zonas de bodega propiamente dicha,
Bodegas Calle Valdés nº 13
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catálogo general de protección
cubierta a dos aguas y apoyadas lateralmente en los muros que
sirven de cerramiento y con pilares, 40 por cada nave, que
forman en su conjunto 5 crujías. Cada nave tiene 4 huecos de
acceso, en las laterales que no dan al patio aparecen unas zonas
denominadas almizcates, que permiten la ventilación de aquella,
con accesos a cada una de las calles.
El alzado presenta las siguientes características: una primera
fachada que da a la Calle de San Bartolomé dispone de dos
puertas centrales, enmarcada cada puerta por dos pilastras
adosadas. La fachada del denominado almizcate muestra una
puerta central. En las esquinas aparecen unos adornos
dispuestos verticalmente, adoptando la disposición de sillares. La
parte inferior se halla recorrida por un zócalo de sillería vista.
Interior Bodegas de Mora
•
Segunda bodega: La segunda bodega se realizó en la Calle
Nueva (Valdés) entre las Calles de San Bartolomé y de Pagador,
cuyas características eran las siguientes: la planta formaba un
polígono regular dividido en dos partes: una a la izquierda, que
sería utilizada para bodega y otra a la derecha de una superficie
superior que formaría el trabajadero. En la zona de la bodega la
cubierta se encuentra apoyada en los muros que sirven de
cerramiento y sobre 24 pilares que forman u total de 5 naves.
Esta zona tiene 2 huecos de acceso, uno que sirve de entrada en
la fachada que da a la Calle Valdés y otro lateral que le pone en
comunicación con el trabajadero.
Por lo que respecta al alzado, la fachada dispone de una puerta
central rematada en su parte superior por un apretinado y
recorrida en la zona inferior por un zócalo.
Interior de las Bodegas 501
D.
BODEGA LLEVADA A CABO POR CARLOS DE LA VEGA Y
DON FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ
La planta formaba un polígono irregular dividido en 3 partes:
una central, que era el patio, que a su vez daba acceso a los dos
laterales. La de la izquierda adquiere una forma rectangular cubierta a
dos aguas, apoyadas en muros y sobre 30 pilares. Dicha nave tiene 2
huecos de acceso, uno que da al patio y otro que da al almizcate, que
se encuentra a su izquierda.
A la derecha del patio se encuentran dos naves continuas que en
su conjunto, adquiere forma de una ele. La que se encuentra en primer
lugar da fachada a la Calle de la Victoria, presentando dos huecos de
acceso, uno a la calle y otro a la nave superior. Su techo es aun agua
y descansa sobre 8 pilares. También muestra dos huecos de acceso,
uno al patio y el otro que le pone en comunicación con la nave
primera.
Por lo que respecta al alzado, aparece en la parte que
comprende al almizcate, una puerta central recercada y con dintel,
estando rematado este cuerpo con una cornisa como el resto de la
fachada.
En conjunto la fachada se halla recorrida en su nivel inferior por
un zócalo y asimismo cada cuerpo de la fachada se encuentra
separado por pilastras adosadas, teniendo en cuenta, que sólo una
esquina, la del sector de la derecha, remata mediante este sistema.
El Campo de Guía ha sufrido numerosas transformaciones junto
con estas antiguas instalaciones bodegueras, hasta convertirse en los
grandes complejos bodegueros que hoy en día dan fama a El Puerto
de Santa María.
E.
BODEGA OSBORNE
Localizada en la Ctra. Madrid-Cádiz, a finales del siglo XVIII el
comerciante inglés Thomas Osborne Mann, fundó las Bodegas
Osborne en El Puerto de Santa María.
Contrajo matrimonio con la hija del apoderado de la casa Duff
Gordon y serán sus hijos Tomás y Juan Nicolás los que heredaran el
negocio a su muerte en 1854. Siendo éste último el que en 1869
recibirá el título de Conde de Osborne.
En la actualidad y después de más de doscientos años,
elaborando y criando vinos, Osborne constituye un Grupo de
Empresas que la convierten en una de las más destacadas en el ámbito
vinícola nacional e internacional.
F.
BODEGAS LUIS CABALLERO
Situada en la calle San Francisco número 32 y con sede
actualmente anexa al restaurado Castillo de San Marcos (en su origen
una mezquita),utilizándolo como emblema del Grupo, en la plaza
Alfonso X el Sabio.
Interior de las Bodegas Caballero
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Esta empresa, fue fundada en1830 por D. José Cabaleiro Do
Lago, de origen gallego, dedicada en sus inicios al suministro de
madera de roble en el sector de Jerez y explotación de viñedos con
destilería propia. A principios del S.XX se trasladó la casa principal al
Puerto de Santa María.
Gracias a la prosperidad del negocio, pudo ampliar la actividad
de esta empresa y comenzó a dedicarse al embotellado de sus propias
marcas de vinos, brandies y licores, así como a la venta de vinos en
rama en varios bodegones y tabernas de su propiedad.
En 1990 Emilio Lustau S.A. se integró en la también compañía
familiar Luis Caballero S.A.
3.8.2. TIPOLOGÍA DE LAS BODEGAS PORTUENSES
G.
Interior de las Bodegas Lustau
BODEGAS JUAN C. GRANT. LAS 7 ESQUINAS.
Juan C. Grant S.L., está en la calle Bolos. Popularmente
conocida como Bodegas Las 7 Esquinas, comienza su andadura allá
en el año 1.841, siendo su fundador D. Edmundo Grant. En sus inicios
se dedican al almacenamiento y expedición de vinos del marco de
Jerez continuando con esta labor durante muchos años,
permaneciendo siempre bajo la gestión de la misma familia.
En la actualidad las Bodegas Grant centran su labor en la
crianza y expedición de los vinos propios de la bodega la cual se
encuentra situada muy cerca del río Guadalete en pleno centro de la
ciudad, por lo que las condiciones físicas con las que cuenta el casco
de bodega son inmejorables, siendo esta una de las escasas bodegas
que mantienen tan antiguos y tradicionales sistemas de crianza de
nuestro vino más representativo.
H.
Interior Bodega de Mora
BODEGAS OBREGÓN, S.L..
Se encuentra en la calle Zarza número 53. La empresa Bodegas
González Obregón SL, fue fundada en 1935 por D. José Luis González
Obregón. Comenzó su actividad bodeguera muy joven, pasando por
diferentes puestos y llegando a ser Capataz General de la empresa
Hijos de Jiménez Varela S.A. cuyo prestigio por la calidad de sus caldos
se debió en parte a sus buenos oficios y profundo conocimiento de la
vitivinicultura.
En 1954, inició su actividad empresarial, montando una primera
bodega en la calle Ricardo Alcón y poco después la actual en la calle
Zarza.
Al principio y durante muchos años de Bodegas Obregón S.L.
tuvo función de fue almacenista, es decir, se dedicaban a la crianza y
envejecimiento de sus propios vinos para luego venderlos a bodegas
exportadoras.
A lo largo de la historia, la actividad vinatera buscará acomodo
en distintos modelos y tipologías arquitectónicas hasta encontrar en el
siglo XIX su propia identidad como establecimiento de producción
masiva e industrial.
Las bodegas han ido evolucionando a lo largo de la historia
desde las moriscas, históricamente las más interesantes, aunque son
las menos importantes por su reducido tamaño y número de ellas aún
existentes. Los edificios dedicados a bodegas eran de tipo de la casa
morisca que sigue siendo la misma existente en Marruecos, es decir, un
recinto de escasa superficie, pero que ya incorporaba la cubierta a una
o dos aguas, que servía para todos los usos, vivienda, tienda e incluso
bodega.
Por sus condiciones constructivas tenían un gran aislamiento del
calor y se conseguía en ellas una constancia de temperatura muy
grande. Además hay en su interior una gran humedad ambiental, al
estar abiertas al exterior y cooperar a ello la higroscopicidad de los
pobres materiales de los cuales están hechas.
Tras el descubrimiento de América y sobre todo tras el traslado
de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en el año 1717,
surgieron en El Puerto de Santa María, las bodegas en palacios.
Este tipo de bodegas llegaron por la aparición de un tipo de
comerciante opulento que se enriqueció inmensamente por el gran
volumen de mercaderías que se remitían a las Indias y se traían de allí.
Estos comerciantes construyeron para su vivienda y almacenaje
de sus productos y oficinas, enormes y suntuosos palacios, que por la
calidad de los materiales empleados aún existen. En estos palacios
existía siempre una pequeña bodega en el piso de bajo, que era para
el uso del dueño y para criar vinos de calidad a la venta. Estas
presentan un inmenso aislamiento y humedad, debido a ocupar la
planta baja, y por tanto, muy húmeda y fresca, por lo que hace que las
condiciones climatológicas son totalmente distintas.
Interior de Bodega en calle Aurora
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En la Edad Moderna aparecen espoleadas por el consumo
americanista y de mayor presencia arquitectónica. Su mayor extensión
y el uso de materiales más nobles, vigas de caoba, bóvedas y sillares
de piedra, revestimientos y elementos ornamentales unidos a los
propiamente estilísticos de la fundación darán carácter de singularidad
y monumentalidad a las mismas.
Efectivamente, habrá que esperar al siglo XIX para encontrar el
modelo definidor de la industria y que diera respuestas a las exigencias
del sector de producción y almacenamiento masivo de vinos.
Fachada de las Bodegas 501
Es el caso de la bodega tipo catedral, que junto a mantener las
condiciones micro climáticas ambientales necesarias permitirá la
ejecución de otras labores de manipulación, homogenización y
envejecimiento. Es este tipo de bodegas las que permanecen hoy en
día vigentes en El Puerto de Santa María, generando vinos de gran
calidad gracias a las condiciones constructivas de estas. Se tendrán en
cuenta a la hora de su construcción características esenciales como:
•
•
•
•
La orientación del edificio, que permitirá obtener una gran
regulación de temperaturas a lo largo del año, junto con una
gran humedad interna. (Cuando por algún motivo la bodega
resulta mal orientada, la calidad para criar vinos baja
muchísimo).
Iluminación tenue, Esta repercute en el trabajo de las levaduras
de flor y su gran influencia en la temperatura interior del edificio.
La altura del la edificación, la característica más sobresaliente, y
la que mejor define su calidad para crianza de vinos, por su
influencia directa en la razón biológica de disponer de grandes
volúmenes de aire, la obtención de baja y sobre todo regulada
temperatura a lo largo de todo el año y la obtención de
humedad ambiental en su interior.
El aislamiento, conseguido gracias a un encalado exterior
blanquísimo, cubierta de teja árabe a dos aguas, gran espesor
de muros aislantes y húmedos, ventanas amplias sin cristales y
con celosías de madera, pavimentos regables de albero,
distribución adecuada de ventanas y puertas, ventanas situadas
a gran altura sobre el suelo, ventanas apaisadas y no verticales,
sin ventanas en el paramento sur.
Las bodegas construidas en el siglo XX, rompen con cualquier
intento de clasificación o tipologías. Nuevas necesidades, procesos de
mecanización y otros, obraran procesos bodegueros singulares de
arriesgada arquitectura y novísimas soluciones técnicas y materiales.
Encontraremos muchas paradojas en la arquitectura industrial como
estilo codificado en las bodegas. En la mayoría de los casos la
utilización del hierro tenderá a ocultarse bajo eclécticas fachadas
relegándose a espacios específicos o simplemente estructurales. Estos
establecimientos, albergaran una tecnología artesanal y tradicional por
lo que poco podían evolucionar las instalaciones.
3.8.3. ORGANIZACIÓN DE LA VITICULTURA PORTUENSE
Tras un largo período de transición la viticultura portuense de la
década de 1840 presentaba una organización nueva alrededor de tres
grandes figuras especializadas y organizadas en gremios; las de
cosechero, almacenista y extractor, que admitía variadas fórmulas
intermedias, con un protagonismo evidente de los terceros, los
exportadores, propietarios de grandes bodegas. Estos aunque seguían
sobre todo siendo comerciantes, con una elevada velocidad de
rotación de sus cuantiosas existencias, también elaboraban los vinos de
mayor prestigio en sus soleras.
De esta forma se pasó de un esquema simple de cosecheroscomerciantes exportadores a uno más complejo y en el que la mera
actividad de comercialización pasó a tener un papel residual.
La crianza implicaba no sólo nuevos edificios capaces de
albergar en condiciones adecuadas grandes cantidades de vino, sino
la expansión de la tonelería, la multiplicación de los útiles de bodega
y un nuevo personal especializados con relaciones permanentes con
las bodegas.
Los toneleros; contaban con una arraigada organización
gremial, que fue transformada, más que destruida por las disposiciones
de la década de 1840. Pero a lo largo del siglo XIX, tuvieron lugar
amplios cambios en la estructura de la tonelería y de sus relaciones
laborales.
Las bodegas portuenses optaron por un modelo que combinaba
el establecimiento de talleres o "trabajaderos" con materiales y
herramientas propios y la contratación de maestros, a los que se
pagaba por piezas, quienes a su vez disponían de cuadrillas de
oficiales y aprendices, remunerados a jornal o, más habitualmente, a
destajo. Asimismo, pervivieron talleres autónomos, que vendían sus
vasijas a los elaboradores de vino.
Interior de las Bodegas Lustau
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Fuera cual fuera la organización del trabajo, la tendencia a la
concentración, con el crecimiento del tamaño de los talleres de
tonelería, parece confirmada por la asociación autónoma de los
oficiales toneleros (en la década de 1870 se constituyó una primera
federación de asociaciones de oficiales de toneleros.)
Por otra parte, desde la primera mitad del siglo XIX los jóvenes
varones de las familias bodegueras adquirían parte de su formación
reglada en el Reino Unido de la Gran Bretaña, por ser este mercado
el principal consumidor de los vinos de la zona.
Fotografía de un tallar antiguo donde se fabricaban las botas o barricas
A partir de la tercera y cuarta décadas del siglo XIX fue cuando
comenzó a desarrollarse el sistema moderno de formación, que
combinaba la relación de estudios reglados con las prácticas de
empresas británicas relacionadas con las respectivas familias de El
Puerto de Santa María.
Este sistema formativo moderno sustituyó al sistema tradicional
de formación de comerciantes, que consistía en la toma de una
educación elemental en el país de origen y en el aprendizaje práctico,
principalmente, de los jóvenes en el establecimiento de un pariente,
amigo o agente de su familia en otros países. Los hijos de familias
bodegueras de la zona se formaban en tareas mercantiles y lengua
inglesa en las agencias comerciales británicas de sus empresas, así
conocían personalmente el mercado de consumo de sus vinos.
3.8.4. CARACTERÍSTICAS DEL CULTIVO DE LA VID
Útiles y herramientas de la tonelería
Tonelero realizando un barril de vino
La agricultura portuense en el siglo XVIII es de tipo extensivo, con
técnicas de cultivo poco desarrolladas y pobres rendimientos.
Considerándose la vid como el tercer cultivo en importancia dentro de
la localidad.
Producción, técnicas y utillaje agrícolas, eran muy sencillos.
Perduraron hasta entrada la década de los años sesenta del siglo XX.
Tanto en pequeñas como en grandes explotaciones, se han estado
basando en un cuidado especial, esmerado, casi personalizado, de las
plantas y frutos por parte de una numerosa mano de obra
especialmente hábil en el manejo de los instrumentos básicos de
trabajo: el azadón para la labranza, la cuchilla para la poda y las
tijeras o la navaja para la vendimia. Al plantearse como objetivo no
sólo el mayor volumen posible de producción sino fundamentalmente
la calidad, las faenas más importantes y delicadas solo podían
encomendarse a especialistas expertos y no a simples jornaleros
agrícolas no especializados. La poda y la castra, sobre todo, son tareas
que requieren de una gran experiencia.
Las viñas tenían varias labores anuales, unas relacionadas con la
tierra otras con la planta. Las primeras tenían por objeto mantener a la
tierra sin hierba desmenuzada y esponjosa para lo cual se verificaban
los trabajos que se llaman la alumbra, la cierra, el golpe lleno, la vina
y la revina. La primera se hacía pasada la vendimia y antes de las
primeras lluvias de invierno, desde el segundo año del cultivo de un
majuelo, consistía en abrir la tierra formando cañones alrededor de
cada cepa para retener el agua de las próximas lluvias, evitando su
derrame por las lomas abajo. La segunda, consistente en cerrar los
cajones y allanar la tierra, se realizaba para que conservara la
humedad recogida, la tercera se efectuaba a fines de abril o principios
de mayo con el fin de matar la yerba, y por último la revina que se
realiza a principios de agosto, siendo una repetición de la vina, con el
objeto de evitar las grietas que en ese tiempo se formaban, sobre todo
en los terrenos bajos.
Con relación a la planta, se realizaba las siguientes operaciones;
en primer lugar la poda, con el fin de dejar en las cepas las yemas
necesarias para que la planta se regenerara. En segundo lugar, la
deserpia, que consistía en arrancar los sarmientos estériles que
echaban las vides por la parte baja. Más tarde se efectuaba la
reposición de marras, es decir, la colocación de cepas que faltaban en
las hileras, posteriormente la castra y la recastra, se encargaba de
quitarles todos aquellos pámpanos o tallos inútiles que salían mal
colocados en la cabeza de la cepa y que perjudicaban su buena
formación. Luego se realizaba la encaña y ahorquillado para apuntar
las cepas y por último la recolección del fruto. Por lo regular la vida
fértil de toda viña ronda actualmente los 30 años, siendo las de mayor
producción del séptimo en adelante. Los majuelos no dan fruto
abundante hasta el quinto año, pero el mosto no es de calidad hasta
el octavo año de la plantación.
La topografía del Puerto de Santa María es suavemente
ondulada en la que se localizan las interminables filas de viñedos, que
se extienden a lo largo de kilómetros sobre un suelo calizo: las
albarizas, aunque también en los barros y arenas se cultivan viñedos.
Las albarizas son tierras duras y gredosas, altamente calizas de
origen orgánico, formado por la sedimentación de enormes capas de
algas diatomeas. Los suelos albarizos absorben y retienen la humedad
cuando reciben las lluvias; al secarse forman una capa endurecida que
evita la evaporación y conserva la humedad interior, lo que favorece el
desarrollo del sistema radicular para suministrar el agua en la medida
de las necesidades de la planta. Al mismo tiempo el color blanco de la
tierra refleja los rayos del sol proporcionando a las uvas una insolación
"desde" abajo con que se aumenta la producción de azúcares y la
maduración homogénea de los frutos. Los barros son tierras de color
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más o menos oscuro por contener abundante materia orgánica lo que
determina la formación de suelos fuertes y pesados, los llamados
bujeos. Presentan un alto grado de aptitud para el cultivo de la viña,
pero su producción es en volumen superior, pero en calidad inferior y
su elaboración da vinos de menor calidad.
Las arenas son suelos sueltos, de arenisca, con un bajo
contenido calizo, presentando un color amarillo rojizo por el contenido
en óxido de hierro que posee. La producción obtenida duplica la de los
albarizas, pero los mostos obtenidos son ligeros y de calidad inferior a
los obtenidos en los suelos anteriores.
Recogida de la vendimia
Rompiendo el velo de flor
Una vez llevada a cabo la vendimia y tras ser pisadas o
prensadas las uvas en el lagar, hoy con métodos mecanizados, se
obtiene el denominado "mosto de yema", el cual se lleva a las bodegas
a botas, estas pueden ser de varios tipos toneles (1500 litros), bocoys
(40 arrobas que son 640 litros), botas (500 litros), medias botas (250
litros), cuartos de botas (125 litros) y octavos de botas (4 arrobas que
son 64 litros). Aunque actualmente también se llevan a grandes
depósitos, donde comienza su primera fermentación a las pocas horas,
como si estuviera en ebullición.
estas botas se le llama “andanas". Para este sistema son necesarios
amplios locales, ya que la flor trabaja de modo aerobio, o sea, en
presencia de grandes cantidades de aire.
De las botas inferiores, la que están mas cerca del suelo,
denominadas solera, se saca aproximadamente un cuarto de su
contenido para consumo, esta es la de mayor vejez. Esta operación se
denomina “saca”, tras la extracción del volumen de la solera, se deja
un vacio en la bota, que es rellenado con igual cantidad de vino de la
escala que le sigue en vejez, que recibe el nombre de primera criadera.
A su vez esta se rellena con la siguiente en orden descendente,
segunda criadera, y asi sucesivamente hasta la última criadera del
sistema, que se repone con el mosto sobre tablas, de cada bota nunca
se sacará más de su tercera parte, tampoco en ninguna bota podrá
introducirse más de un tercio cada año, el vino que tras el primer
añejamiento va a introducirse en el sistema. Se denomina a la
operación de rellenar con cada escala "rocio" y a la operación
conjunta "saca y rocio".
Con este método de fermentación, se consigue;
Esta fermentación tumultuosa dura varios días, convirtiéndose el
mosto ya en vino, por transformación de una parte de sus azúcares en
alcohol. Las botas son siempre de roble americano, madera porosa
que permite respirar al vino, ayudando a su oxigenación homogénea,
mientras la capa de levadura que desarrolla el vino (la flor o velo)
retarda convenientemente el proceso en su superficie.
•
Homogeneizar los diferentes tipos de vinos.
•
Mantener las caracteristicas del vino de la solera eliminando las
posibles oscilaciones que pudieran tener lugar entre las
diferentes cosechas.
Tras la primera fermentación la segunda, es ya más lenta, de
varias semanas, y a partir de aquí sufre el vino un primer proceso de
añejamiento de al menos un año. Luego de ser clasificado el vino por
los catadores y enólogos, ya está el vino en disposición de introducirse
en el sistema de soleras, que es el que hace posible "la educación del
vino".
Cada botella que se toma tiene una mezcla única de vinos de
varios años que han envejecido de manera conjunta hasta formar un
caldo homogéneo.
Para conseguir el envejecimiento del vino, en El Puerto Santa
María, se va trasvasando varias veces de una bota a otra.
Tras el almacenaje de los vinos en las botas, se va sacando
periódiamente de cada una de estas un porcentaje de contenido y con
él se rellenan otras botas.
Estas botas se disponen normalmente en tres alturas; filas
superpuestas de tres o cuatro botas con vino o escalas de botas que
contienen el mismo vino con la misma vejez. A la forma de disponer
Por esta razón el hecho de que una determinada bodega tenga
más antigüedad en su sistema de Criaderas y Soleras es de gran
importancia: todo el vino que produzca estará envejecido por un caldo
mucho más antiguo que otros.
La flor o flora microbiana específica y espontánea que cría el
vino del Puerto Santa María, es la principal causante de esta finura
progresiva que el vino adquiere con el tiempo. La flora microbiana
transforma el vino del año en otro producto totalmente distinto. Este
velo de flor lo forman las levaduras, todas del género Saccharomyces:
Saccharomyces Beticus, Saccharomyces Cheresiensis y Saccharomyces
Rouxii. La primera es la más fuerte, pero va disminuyendo a medida
que el vino envejece, actuando entonces las otras. Las levaduras son
Colocación de toneles en bodega por andanas
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organismos vivos que florecen en primavera y otoño, y disminuyen en
verano e invierno, e incluso mueren depositándose sus células en el
fondo de la barrica (bota), formando "la madre del vino". Esas células
son reemplazadas por las levaduras que nacen, pero en invierno y en
verano ese reemplazo no es total y el velo de flor es más delgado.
Según el tipo de uva y la elaboración, podremos encontrar
distintos tipos de vino;
La variedad de uva principal, 95%, es el Palomino Fino. Para
vinos dulces se utilizan Pedro Ximenez que da unos vinos con gusto de
fruta y Moscatel para los vinos del mismo nombre.
Botellas deFino Quinta decoradas para la Fiesta del Vino Fino 2009, de El Puerto de Santa María
Copa de Pedro Ximenez
•
Finos: elaborado exclusivamente con uva de la variedad
Palomino, es de color pajizo o dorado, aroma punzante y
delicado, seco y ligero al paladar. Es de crianza en flor y su
graduación ronda los 15º.
•
Manzanilla: De características muy similares al Fino, pero de
color exclusivamente pajizo y mas suave al paladar.
•
Amontillado: Es un vino fino que en algún momento pierde el
velo de flor y comienza una crianza oxidativa. Su color es
ambarino, aroma punzante y atenuado, es suave y ligero al
paladar, siendo su grado alcohólico sobre 17,5º.
•
Oloroso: Recibe un periodo mayor de crianza, a veces mas de
una década en botas de roble. Es seco, de color ámbar o caoba,
muy aromático con aromas de nuez, almendra y notas de roble.
Es un vino con cuerpo y grado alcohólico 18º.
•
Palo Cortado: Tiene las suaves y delicadas características del
Amontillado y la vinosidad y cuerpo del Oloroso. Color caoba
brillante, aroma avellanado y de paladar seco, equilibrado y muy
persistente. Su graduación ronda los 18º.
•
Pedro Ximenez: de color caoba oscuro y profundos aromas de
pasas. Suave, dulce, y perfecto equilibrio. Elaborado
exclusivamente con uvas de la variedad Pedro Ximenez, dejadas
secar al sol. Su graduación es sobre 17º.
•
Cream: vino obtenido de la mezcla de Oloroso dulce y Pedro
Ximenez. Es dulce, de color oscuro, aroma punzante y atenuado,
con mucho cuerpo. Su grado alcohólico ronda 17,5º.
•
Pale Cream: Vino suave, de color pálido y aroma punzante y
delicado (dulce). Su graduación alcohólica es sobre 17,5º.
•
Dulce natural: vino dulce obtenido de uva muy madura o
soleada, cuya fermentación se detiene por la adición de alcohol
vínico.
•
Moscatel: se elabora asolando la uva Moscatel. Su color oscila
del oro al caoba, según la edad y su grado es sobre 17º.
Aparece a mediados del siglo XX la Denominación de Origen; un
honor que alcanzan únicamente aquellos vinos en los que concurren
méritos y cualidades muy notables. El control y garantía de calidad de
los
vinos de D.O. está a cargo del Instituto Nacional de
Denominaciones de Origen I.N.D.O.) Que depende a su vez de la
Dirección General de Industria y Mercados Alimentarios del Ministerio
de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.
Cada D.O. está supervisada por un Consejo Regulador,
compuesto por representantes del ministerio de Agricultura, así como
de los productores, los bodegueros y los intermediarios que trabajan
en la comarca. En Andalucía los Consejos Reguladores en
colaboración con el Gobierno Autónomo y el I.N.D.O., fijan los límites
de la comarca y decide las variedades de viña que se deben cultivar,
la productividad máxima, la graduación alcohólica y la aplicación de
las medidas de la PAC.
Etiqueta procedente del amontillado que se realiza en El Puerto de Santa María
262
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
3.9. ANÁLISIS DEL PATRIMONO: SALINAS Y CASAS SALINERAS
3.9.1. LA SAL A LO LARGO DE LA HISTORIA
La sal y sus propiedades han jugado un papel fundamental en la
historia de la humanidad.
En época prehistórica tenemos constancia de su importancia
debido a la presencia de campamentos estaciónales vinculados a las
zonas de fácil extracción. Los habitantes próximos a las lagunas
saladas ya conocían los secretos para la obtención de la sal y de
sazonar los peces que pescaban o la carne de los animales que
cazaban, como lo demuestran los utensilios y restos de sal allí
encontrados.
Vista aérea de la salina de la Tapa
Sin embargo la explotación de este mineral debió surgir hacia el
4500 a.C., cuando se implantaron sistemas económicos lo
suficientemente organizados como para garantizar su producción y
distribución.
Existe un tratado de farmacología chino, fechado 2700 años
A.C., dedica una gran parte de su compendio en la discusión sobre
más de cuarenta tipos de sal, los métodos de extracción y el proceso
que había de seguir para dejarla apta para el consumo. Unos métodos
que, sorprendentemente, no difieren demasiado de los que todavía se
utilizan hoy en día.
Mayores son las referencias que tenemos del consumo de este
producto en culturas como la griega y la romana. De este modo en la
Antigua Grecia, se estableció como común el pago en sal en los
mercados de esclavos, además, claro está de su uso en los rituales
religiosos que perviven con variaciones lógicas hasta nuestros días).
Montaña de sal en la salina de la Tapa
En Roma la sal se convirtió en un producto de alto valor
económico creandose en torno a ello todo un entramado que
garantizaba el abastecimiento de este producto y sus derivados en todo
el imperio.
Un antiguo proverbio latino, atribuido a Plinio, decía que "no hay
nada más útil para la salud que la sal y el sol" mientras que Apicio
afirmaba que "la sal (…) impide todas las enfermedades, la peste y
cualquier resfriado". Por ello, no es de extrañar que las industrias de
salazones constituyeran uno de los grandes pilares de la economía en
la Hispania romana, junto con la metalurgia, la minería y la industria
oleícola.
Además Actualmente se están llevando a cabo estudios en la
zona de Huelva para precisar si los Tartessos usaban la sal en los
procesos de fabricación de metales y extracción de piedras preciosas.
De hecho la sal subterránea nace al mismo tiempo y cerca de los
metales, tanto que casi ninguno de éstos se une por naturaleza sin la
sal. En este sentido, pues, los físicos opinan que no lejos de un filón de
sal se encuentran filones de metales, incluso que en un único y mismo
metal se descubren a veces, como resultado de una condimentación
natural, varios tipos de sal.
Los romanos fueron buenos consumidores de estos productos y
llegaron a decretar una ley (Ley Licinia; 318 a.C.) que establecía la
obligatoriedad del consumo de pescado salado en ciertos días del año.
Algunos autores achacan a esta ley el origen de las prácticas de
Cuaresma de la doctrina cristiana. Ya en este periodo, la explotación
de los recursos salinos y el consumo de sal suponían una importante
fuente de ingresos para las arcas públicas. En general, el estado no
explotaba las salinas directamente sino que cedía esta tarea a
intermediarios (negotians salinarum o salarii) agrupados en
sociedades. Todavía se conservan lápidas funerarias en las que
aparece la inscripción del oficio de salinator. Para abastecer a la
creciente ciudad de Roma se creó la conocida como Via Salaria que
cruzaba la península Itálica desde Roma hasta Castrum Truentinum, en
la costa del mar Adriático. El consumo era tan alto que Plinio calculaba
que un romano medio ingería la cantidad de 25 gramos de sal al día.
Además de mineral indispensable, la sal fue un elemento de
provecho comercial que tampoco estuvo exento de abusos. Los
monarcas cristianos los que, de una forma más marcada, utilizan la sal
como un medio claro y seguro de obtener grandes beneficios que
contribuyan a financiar campañas militares y otros gastos. El interés por
controlar su producción y comercialización hace que la Corona se
apropie, de forma progresiva, de todas las salinas, pozos y manantiales
de agua salada.
Mas tarde cuando comienzan a arrendar la explotación de la sal
se impusieron los impuestos de la sal, una servidumbre fiscal que
afectaba a todos los ciudadanos, incluidos los niños, que se vieron
obligados a comprar una cantidad estipulada de sal en determinada
salina. Este impuesto llegó a ser uno de los principales ingresos de las
arcas reales y se mantuvo hasta que la explotación y la venta de la sal
fueron declaradas libres en toda Europa.
En España quedó liberalizada en el año 1869. Una de las rutas
de mayor importancia es la que conectaba a las islas del mediterráneo
con la península. Todavía hoy en día se celebra una regata que
conmemora los acontecimientos ocurridos durante el asedio a la
ciudad condal. Durante las guerras carlistas Barcelona se encuentra
Montaña de sal en la salina de la Tapa
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Entorno salinero de El Puerto de Santa María
rodeada por tropas Carlistas, que carentes de efectivos para tomar la
ciudad, se consuelan sitiándola. Ante lo imprevisto de la situación, no
queda más remedio que abastecer la ciudad por mar, ya que
aparentemente Don Carlos no destacaba precisamente por el poderío
de su flota. La sal escasea en los almacenes de la ciudad condal, y
como producto básico que era para conservar otros alimentos, su
precio se pone por las nubes. Un comerciante local, Onofre Xifre i
Pauvila, desafía a los capitanes de barcos cabotaje, y promete pagar
en oro al primero que traiga un cargamento de las salinas de les
Pitiuses hasta sus almacenes en El Garraf. Así, fleta nada menos que
los barcos de trece patrones que aceptan su reto, aun a riesgo de no
cobrar si llegan muy rezagados. La promesa es que el primero cobrará
en oro, el segundo en plata y así sucesivamente; y esta es la travesía
que hoy en día se conmemora.
Durante el siglo XIX la sal comenzó a utilizarse también en la
industria. Actualmente un porcentaje importante de la producción de
sal va destinada a la alimentación animal, una vaca lechera puede
llegar a consumir 80 gramos de sal al día, pero también otras
industrias le dan una gran utilidad: la farmacéutica, para la fabricación
de sueros para la hemodiálisis, la cosmética y la industria química, la
principal consumidora de sal en todo el mundo. La sal está presente en
innumerables procesos industriales. También se utiliza en la industria
peletera, para el curtido de la piel, y también en el tratamiento de
aguas duras.
3.9.2. LA ACTIVIDAD SALINERA EN ÁMBITO DE LA BAHÍA
DE CÁDIZ
Entorno salinero de El Puerto de Santa María
Si existe un ecosistema donde es propicia la rotulación de
salinas, ese es la marisma. En Andalucía, existen marismas a lo largo
de todo el litoral, aunque son tres, y en la provincia de Cádiz, donde
históricamente se han utilizado como espacios salineros:
•
las marismas de la desembocadura del Guadalquivir
•
las marismas del Barbate
•
las marismas de la Bahía de Cádiz
Si en el campo el hombre ha generado las actividades propias
del mundo agrario, es decir, la agricultura y la ganadería, entendidas
éstas como cultivo y cría; en las marismas, ambas actividades se han
tenido que condicionar al medio, cultivándose la sal y criándose y
engordándose los pescados de estero.
La Bahía de Cádiz, dotada de unos condicionantes climáticos
óptimos y provista, desde la Antigüedad, de marismas en las que era
posible la roturación de salinas, se muestra como un lugar privilegiado
para la implantación de este tipo de explotaciones. Pese a los
momentos de esplendor y crisis experimentados por el sector salinero a
lo largo de la historia, la sal ha marcado la vida de los habitantes de
la Bahía de Cádiz. Sal y salinas son, aún en el actual momento de
crisis, casi absoluta del sector, el símbolo de las ciudades gaditanas, de
su paisaje y de sus habitantes. Aunque hoy en día contamos con
escasas salinas tradicionales en funcionamiento, es evidente la
influencia que durante siglos ha dejado la cultura salinera. La crisis de
la actividad salinera del siglo XX y el consiguiente abandono de las
labores de extracción de sal, ha propiciado que estos terrenos hayan
pasado a ser considerados improductivos, teniendo como
consecuencias el proceso de desecación y relleno de la lámina de
agua con el fin de albergar otros usos.
3.9.3. EL MEDIO FÍSICO SALINERO: LA BAHÍA DE CÁDIZ
La Bahía de Cádiz es un espacio nacido a lo largo de los últimos
5.000 años de la interacción de procesos naturales y antrópicos, y que
engloba los términos municipales de Cádiz, San Fernando, Puerto Real,
El Puerto de Santa María y Chiclana. Actualmente ocupa una extensión
de 592,27 kms2, donde aproximadamente el 15,19% está ocupado
por marismas, las cuales contribuyen intensamente a caracterizar el
paisaje de este rincón de la geografía provincial.
"Lo que con el transcurso de los siglos ha venido a constituir la
bahía gaditana, fue en época cuaternaria un diminuto archipiélago,
cuyos peñones principales eran los que hoy sirven de asiento al castillo
de San Sebastián, a Cádiz, a Torregorda, al castillo de Sancti-Petri, al
Cerro de los Mártires, a San Fernando y a Matagorda. Los barros del
Guadalete depositándose entre los islotes, los soldaron entre sí
formando la Isla de León y además constituyeron con el tiempo las
marismas convertidas hoy en salinas"
Los sedimentos aportados por el río Guadalete, redistribuidos
por la acción del oleaje y las corrientes marinas, fueron conformando
durante todo este tiempo un peculiar paisaje dominado por dos tipos
de unidades geomorfológicos: las marismas y las playas.
Emergidas desde época muy antigua según los últimos estudios,
las marismas gaditanas constituyen un espacio dotado de preciados
valores naturales que se distribuyen en torno a una amplia red de
caños mareales, ricos en nutrientes. Junto a multitud de especies
Cristalizadores de la salina de la Tapa
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vegetales protegidas y a una gran riqueza piscícola, este extenso
humedal es punto de paso y parada para gran cantidad de aves
migratorias que encuentran en la Bahía un lugar apropiado para
hibernar y reproducirse.
Las marismas aparecen en la Bahía de Cádiz en tres áreas bien
delimitadas, aunque desiguales en dimensión y en importancia:
•
las marismas el Puerto Santa María.
•
las marismas del Trocadero.
•
ámbito marismeño existente entre Puerto Real, San Fernando y
Chiclana (sólo se rompe con la presencia del casco urbano de
San Fernando).
Esteros de la Salina de la Tapa
Además del medio físico, tres son los condicionantes climáticos
que han favorecido que el hombre haya rotulado y explotado las
salinas de la Bahía de Cádiz:
•
Ausencia de lluvias: La presencia de las lluvias puede reducirse
en la Bahía de Cádiz a 77 días al año; no obstante, puede
resultar beneficiosa cuando se produce en los momentos previos
al comienzo de la producción de la sal, porque ayuda a limpiar
la salina, pero pueden resultar perjudiciales si su presencia
coincide con el tiempo de cristalización final o también si son
excesivamente.
•
Exposición al sol: La Bahía de Cádiz disfruta de muchas horas de
sol al año, aproximadamente unas 3.000, una de las más altas
de Europa, con valores extremos medios de 170,2 h en
diciembre y 362,1 h en julio.
•
Vientos: El viento es uno de los factores climáticos más
característicos de la zona, ya que su presencia es prácticamente
constante. Se aprecia predomino en los de la dirección esteoeste. El viento de poniente es el más frecuente de abril a
agosto, mientras que el resto del año predominan los vientos de
componente este (levante).
Entorno de la salina de la Tapa
3.9.4. BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA ACTIVIDAD
SALINERA EN LA BAHÍA DE CÁDIZ
Sobre la explotación de las salinas en las marismas gaditanas se
tienen referencias arqueológicas que datan del Neolítico, pero no será
hasta la llegada de los fenicios y posteriormente con los romanos
cuando este aprovechamiento salinero tenga mayor auge. Los
romanos utilizaron la explotación salinera como base para la
implantación de la industria de salazón.
“Hace cuatro mil años las islas gaditanas eran ya famosas por
sus curtidos, sus salinas, sus toros y el primer templo-observatorio de las
estrellas en el mundo occidental”.
En este momento de esplendor, que experimentó la Bahía con
motivo de la comercialización y producción realizada con las
salazones, debió producirse además un incremento en la producción
de sal así como del número de instalaciones salineras, evolucionado
consecuentemente las técnicas empleadas para la consecución de sal.
Tras un continuo crecimiento de la actividad salinera entre los
siglos IV a. C y I d.C., relacionado directamente con la
comercialización de las salazones, en el siglo III d. C debió producirse
un primer momento de crisis en este sector, como consecuencia de la
caída de estos productos y su comercialización.
A partir de este siglo no se tienen testimonios arqueológicos que
den muestra de esta actividad en la Bahía, aunque según un texto de
Pedro Martínez podemos afirmar que siguieron funcionando durante el
período islámico: “... lo mismo que hoy, eran los pantanos de agua
salada de las regiones de Cádiz, Almería y Alicante los que daban a la
España musulmana la mayoría de la sal necesaria para su consumo”
Será a partir del siglo XIII, cuando esta crisis comienza a ser
superada, como lo atestiguan las fuentes escritas como son las
Crónicas de los siglos XIII y XIV, en las que se nombran la existencia de
numerosas salinas en la Bahía gaditana, como la cesión de Juan II a
la familia Zuazo del Concejo del Lugar de la Puente: “... y otro sí está
en la dicha casa mui mucho de reparar de manera que de presente no
rinde cosa alguna, por quanto decides que las viñas y salinas que en
ela avían que son perdidas en tal manera que no hay propios algunos
que rinda cosa alguna salvo la barca”
Durante los siglos XIV y XV en la Bahía de Cádiz el centro de la
producción salinera era El Puerto de Santa Maria, villa en la que se
había centrado además una importante industria pesquera. San
Entorno de la salina de la Tapa
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Cristalizadores de la salina de la Tapa.
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Fernando también fue centro de extracción de sal, conformando esta
actividad un modo de vida y de cultura para los habitantes de esta
ciudad. En el siglo XV las salinas del litoral atlántico pasa a manos de
la nobleza. Las instituciones eclesiásticas y los municipios de la Bahía
viven un nuevo auge, el cual no durará mucho, pues durante los siglos
XVII y XVIII, como consecuencia de la subida de impuestos de mano de
la corona, estas instituciones y los municipios, decaen. No obstante,
según la obra de Fray Gerónimo de la Concepción, Emporio del Orbe,
incluso en crisis, la sal de la bahía gaditana gozaba de mucho
prestigio: “... Lábrase también en la isla de León y en el estero o punta
que hay entre el Puente y Puerto Real, gran copia de sal, más
aventajada que la otra de Andalucía, por contar la fábrica de sus
salinas de sola agua del mar, sin mezcla alguna de agua dulce, cual es
la que se labra en Guadalquivir y Guadalete. Hacienda y cosecha la
mejor y más importante para tantos efectos necesarios”
No será hasta el siglo XIX cuando las salinas de la Bahía de
Cádiz experimenten su nuevo esplendor. Por estas fechas el número de
salinas de la bahía aumenta de 66 salinas, en 1823, a 130, a
principios del siglo XX, así como un incremento en la producción.
Pascual Madoz en su viaje por Cádiz describe lo siguiente: “... que
compran los extranjeros con preferencia a la de otros países por su
excelente calidad para las salazones y su extremada limpieza y
blancura para los demás usos del consumo”.
Antiguas salinas inundadas en el entorno de la salina de la Tapa
Este apogeo se aprecia hasta bien entrado el siglo XX, momento
en el que las salinas sufren nuevamente una difícil situación, pues en
1999 de las 130 salinas activas que existían a principios de siglo, estas
se reducen a tan solo cuatro. Sin duda alguna, el decaimiento de la
industria salinera, y con ello el abandono de las salinas, trajo consigo
la desaparición de la cultura a ellas asociada, en definitiva, un
patrimonio etnológico: inmueble, mueble e inmaterial.
En general podemos afirmar que las casas salineras, algunas de
ellas en pié, están abandonadas, y la falta de uso y mantenimiento
están provocando su ruina. Así, la inestabilidad del propio medio en
que están construidas, la fragilidad de los materiales utilizados además
del mencionado abandono están favoreciendo la pérdida de la
vivienda rural de la Bahía de Cádiz, la cual además se manifestaba en
dos tipologías bien definidas: la casa patio y la casa bloque. Con
respecto a la maquinaria, si uno se pierde por esos laberintos de agua
aún se pueden encontrar raíles y vagonetas, saleros y pequeños
embarcaderos de madera podrida que denotan que allí trabajó el
hombre en un pasado no muy lejano.
3.9.5. LA ACTIVIDAD SALINERA COMO CONFIGURADOR
DEL PAISAJE CULTURAL DE LA BAHÍA DE CÁDIZ
Este entono marismeño y salinero, que ha ido cambiando como
consecuencia de la interacción tanto de los procesos naturales como
de la intervenciones humanas, es hoy día un paisaje cultural de primer
orden; un paisaje que, posiblemente, no se hubiese preservado hasta
la actualidad sin la intervención humana que lo transformó durante
siglos para adecuar sus marismas para la obtención de la sal.
Múltiples indicadores, aún sin valorar, son testimonio de la
historia de este paisaje gaditano. Como ejemplo, junto a los restos de
antiguos cauces fluviales del Guadalete, actualmente sumergidos o
transformados en su parte emergida, multitud de indicadores
geomorfológicos nos ayudan a conocer la evolución geológica de la
Bahía de Cádiz en un momento en que el nivel del mar se encontraba
más bajo del actual, dibujando un espacio de campiña atravesado por
un río cuyo trazado migraba hasta alcanzar la desembocadura, varias
millas mar adentro hoy día.
Desde el 12.000 a. C., la progresiva subida del nivel de mar fue
redibujando la morfología la Bahía hasta definirla hacia el 3.000 a. C.
como un gran estuario salpicado por pequeños islotes, morfología que
debió pervivir en gran medida, al menos, hasta los primeros momentos
de la llegada de los navegantes fenicios, hacia el año 800 a. C.
Desde entonces, procesos dinámicos de tipo litoral, neotectónico
y climático jugaron a favor de la formación de playas, cordones
litorales, flechas y contraflechas arenosas, etc., al abrigo de las cuales
los aportes sedimentarios y las oscilaciones climáticas favorecieron el
relleno de los espacios más restringidos, dando origen a nuestras
marismas.
A lo largo de los siglos los habitantes de este paraje (fenicios,
cartagineses, romanos, visigodos, árabes, etc.) fueron adaptando el
medio para adecuarlo a las necesidades que iban teniendo en relación
con: la obtención de recursos pesqueros y marisqueros; el transporte
terrestre y marítimo; el comercio; la defensa; …, y, especialmente, la
obtención de sal del agua del mar, actividad esta que ha contribuido a
caracterizar en mayor medida el paisaje gaditano.
Si bien sabemos que las salinas ya existían en el marco de la
bahía desde época antigua , fue a lo largo del siglo XIX cuando se
produjo el mayor proceso de roturación de salinas, extendiendo sus
fronteras a la casi totalidad del espacio del Parque Natural. Unas
salinas que, a pesar de su actual abandono por la falta de rentabilidad
Entorno de la salina de la Tapa.
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económica, ha ayudado con su laberíntico trazado a preservar los altos
valores ecológicos del humedal.
3.9.6. ESTRUCTURA DE LAS SALINAS
Reproducción de la morfología de una salina
Las salinas tradicionales de El Puerto de Santa María son
espacios adaptados al entorno y perfectamente diseñadas para el fin
para el que fueron creadas. El primer paso es la delimitación del
perímetro de la salina, para lo que se construye un muro denominado
vuelta de fuera. Se trata de un muro muy resistente creado con piedras,
fango y troncos clavados en las marismas cuya finalidad es la de aislar
toda la superficie de producción de la influencia del mar. Sobre este
muro, de unos dos metros de altura, se abren una o varias compuertas
que controlan la entrada y salina del agua.
En el interior de las salinas encontramos tres partes bien
diferenciadas, como son: los esteros, las zonas de concentración y la
zona de cristalización.
Los esteros son espacios de gran extensión, ocupan casi un tercio
del espacio total de la salina, se encuentra situado junto al caño de
marea, del que se alimenta mediante un sistema de compuerta. Los
esteros son utilizados para la reserva de agua salada y como estanque
de crianza para los alevines de peces.
Planta de una casa salinera tipo Casa Patio
Las zonas de concentración son largos corredores y retorcidos
canales tan característicos de este paisaje. Por su forma tan peculiar
(escasa anchura y profundidad), están pensados para la consecución
de mas metros de orilla, favoreciendo la evaporación del agua y la
concentración salina. Dentro de esta zona se distinguen tres partes:
•
El lucio, que es el recinto que comunica con el estero. El agua
que procede de allí tiene una concentración salina de 4º,
almacenándose en esta zona hasta que alcanza los 8º.
•
La retenida, lugar donde se mantiene el agua hasta que alcanza
los 15º o 17º.
•
El periquillo, aquí el agua se almacena hasta que alcanza una
concentración de 25º aproximadamente..
zigzag de cada vez menor profundidad en el que el agua se va
evaporando actuando como concentradores de la sal.
La zona de cristalización es la zona en la que se produce la
cristalización de la sal marina. Esta zona se compone de dos partes: las
cabeceras, que son los corredores que rodean las naves de
cristalización y la tajería, que es la nave de cristalización, formada por
cuadrados paralelos dispuestos en pareja. La zona central se denomina
Madrid y las laterales embarachaeros.
Además de estas zonas, en las salinas encontramos otras
dependencias, que, aunque no intervienen en el proceso de extracción
de sal, forman parte de la estructura de las salinas. Estas otras
dependencias son: el salero, zona en la que se deposita la sal
formando las pirámides blancas que dibujan nuestro paisaje.
Normalmente se encuentran situados junto a la salida de la salina. El
embarcadero, fabricado en piedra y madera y desde donde salían las
embarcaciones con sal. Los candrays y las gabarras, son las
embarcaciones típicas de la actividad salinera. Los molinos, situados
junto a los caños, donde se desgranaba la sal. Y, por último, la casa
salinera, característica vivienda rural tan típica en el paisaje de la bahía
gaditana.
3.9.7. LA CASA SALINERA. CARACTERÍSITICAS GENERALES
Como ya sabemos, la gran expansión salinera tiene lugar a lo
largo de la segunda mitad del siglo XIX. Las casas salinera que dibujan
el paisaje de El Puerto de santa María, se caracterizan por ser viviendas
adaptadas perfectamente al medio y a las exigencias funcionales para
las que han sido creadas. Las casas salineras representan tanto en
materiales como en funciones y tipologías el modo de vida de un gran
número de habitantes de nuestra sociedad. En este tipo de casas se
puede hablar de un "organicismo funcional", que responde a las
necesidades de sus propietarios, como vivienda familiar y como apoyo
a las actividades salineras.
En el paisaje de portuense podemos encontrar dos tipologías de
casas salineras, según su estructura. Estas son: la casa bloque y la casa
patio, aunque ambas comparten algunas características, que
podríamos llamar generales:
•
Estas partes se encuentran comunicadas entre si a través de los
largaderos, depósitos delimitados por muros en forma de largos y en
Como ya hemos indicado, las casas salineras pueden ser de dos
tipos: las casas bloque, que son las más numerosas en las
marismas de la bahía gaditana y que posee sus dependencias
Planta de una casa salinera tipo Casa Bloque.
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bajo una misma estructura de cubierta, y las casas patio, que son
menos numerosas y las estancias se estructuran entorno a un
patio central o bien este se encuentra en el lateral o en la parte
trasera de la casa.
•
Sus dimensiones son reducidas, y normalmente con disposición
rectangular característica muy común en las construcciones de la
arquitectura popular. Esto se debe, a parte de por los motivos
estéticos y culturales, por las demandas funcionales para las que
han sido creadas.
•
Tienen una clara división funcional entre las dependencias de
uso doméstico como son la cocina, los dormitorios, servicios,
etc. y aquellas que son utilizadas para las labores de la actividad
salinera, como el salón para los trabajadores, las cuadras para
el ganado que ayuda a transportar la sal, los pajares, etc.
Incluso, otro elemento que hace más evidente esta división, es la
colocación de puertas de acceso diferentes para los dueños y
para los trabajadores.
•
La presencia de aljibes, hecho que evidencia la adaptación al
medio físico en el que se encuentra situada. Los aljibes proveen
a los residentes de agua potable. Se construyen adosados a los
muros de la misma casa. Estos se suelen completar con pilones
adosados, los cuales sirven de abrevaderos para los animales
que suelen vivir en las salinas.
•
A uno y otro lado de la casa se le adosan contrafuertes, los
cuales varían en su ubicación y sus dimensiones. Además, en
ocasiones, son aprovechados para hacer cobertizos. El hecho de
que se construyan contrafuertes en las casas, es para dotarlas de
una mayor estabilidad. Estos pueden ser de varios tipos,
predominando en las construcciones la prolongación de algunos
de los muros esenciales de la casa.
•
Las cubiertas de las casas salineras pueden ser de dos tipos, o
bien terminadas en azoteas, rematadas con elementos
ornamentales sobre los pretiles de estilo neoclásico, o bien son
cubiertas de tejas.
•
Se construyen básicamente con materiales de piedra ostionera,
tan típica en las construcciones de esta zona, con las que se
levantan muros de mampostería rústica, de elementos
heterométricos cimentados con capas de adobe y la inserción de
ladrillos, cubierto finalmente de capas de encalado.
Dimensione s de la casa salinera
Zonas de estancias en una casa salinera
En la actualidad, se han ido modificando las técnicas
constructivas de las casas salineras, introduciéndose nuevos usos y
materiales, por lo que los modelos tradicionales de casas se han ido
transformando, perdiendo ese carácter singular que dibuja y distingue
el paisaje portuense. Debido al considerable abandono que han
experimentado y al mal estado de conservación que presentan algunas
de las casas salineras han sido restauradas con estas nuevas técnicas
y materiales, de tal modo que estas han perdido ese seño de identidad
cultural que la caracteriza.
Casa de la salina de la Tapa
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3.10. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. CORTIJOS, HACIENDAS Y LAGARES.
Los cortijos constituyen una parte muy importante del Patrimonio
Cultural y Etnográfico de los pueblos andaluces. Son una expresión
más de la arquitectura popular, construcciones integradas en el paisaje
y que responden a una realidad económica y agraria muy definida. Los
cortijos son, por tanto, un elemento más de la historia de Montecorto
y un bien más a conservar.
Los orígenes de algunos de estos cortijos se remontan incluso a
la edad media y han sido incluidos en la Base de Datos de Patrimonios
Inmuebles de Andalucía elaborada por el Instituto Andaluz de
Patrimonio Histórico.
Cortijo El Angostado
•
En todos los casos, el cortijo es siempre una combinación de
vivienda y una serie de establecimientos destinados a la
explotación agropecuaria (cuadras, graneros, corrales,
cochineras, etc). Una estructura muy similar tenían las villas
romanas, origen de este tipo de construcciones.
Los muros suelen estar construidos con los elementos naturales
del paisaje (piedra y adobe) y tienen un gran espesor para
garantizar un buen aislamiento. La cal, que siempre los recubre,
ayuda igualmente a mantener una temperatura agradable en los
días de mucho calor.
•
La cubierta siempre es de teja árabe y, en general, a dos aguas.
•
En algunos casos, estos edificios están construidos en torno a un
patio o corral y ofrecen desde el exterior un aspecto de conjunto
cerrado. Este es el rasgo que más se resalta al definir un cortijo
andaluz. De hecho, la palabra cortijo deriva del latín cohorticula,
diminutivo de cohors, que significa patio o corral.
•
Suelen estar perfectamente ubicados en el entorno: en general
están situados en zonas al resguardo de los vientos y siempre
cerca de algún tipo de nacimiento o pozo de donde abastecerse
de agua.
Por tanto, se trata de construcciones con un estilo austero (propio
de la arquitectura tradicional y rural) y dedicadas a la vivienda y la
explotación de la tierra y del ganado (sobre todo ovino).
Cortijo Pernita
Durante muchos años los cortijos han sufrido un proceso
continuo de abandono, degradación e incluso desaparición. De
hecho, la vida tradicional en estos cortijos forma ya parte del pasado.
Como causas de esta degradación y desaparición de los cortijos
tradicionales se podrían citar muchas:
•
El abandono de su uso como vivienda, en favor de la
comodidad, los servicios y la mayor calidad de vida que se
pueden encontrar en los núcleos urbanos.
•
La falta de rentabilidad económica de la agricultura tradicional,
que favoreció en gran medida la migración.
•
La creación de nuevas infraestructuras como carreteras y
pantanos.
•
Los propietarios, que sustituyen las antiguas edificaciones de los
cortijos por otro tipo de construcciones nuevas, en general
menos funcionales y peor ubicadas.
3.10.1.RASGOS GENERALES DE LOS CORTIJOS DE
ANDALUCÍA.
•
Cortijo El Ochavico
3.10.2.EL PROBLEMA DE LA CONSERVACIÓN DE LOS
CORTIJOS.
En cualquier caso, se considera que hoy en día la principal causa
de que los cortijos sigan abandonándose es el aspecto económico: los
beneficios de una producción agrícola y ganadera no llegan a una
justificar la inversión necesaria para conservar adecuadamente un
cortijo.
Es un problema de difícil solución; pero en estos últimos años se
está dando un nuevo proceso de reutilización de los cortijos para usos
relacionados con el sector del ocio y el turismo. Ésta es una vía que va
a permitir que muchos cortijos se salven de una ruina segura.
3.10.3.LOS CORTIJOS EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA.
La provincia de Cádiz se caracteriza por ser un territorio
difícilmente fraccionable en unidades claramente delimitadas. En su
término se solapan y superpone distintos sistemas naturales, donde el
relieve se convertirá en el elemento definidor y delimitador de áreas y
comarcas. Es posible establecer cuatro grandes unidades naturales
reconocibles en el ámbito provincial; la campiña, e el sector central de
la mitad norte de la provincia, el litoral occidental, comprendido entre
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Colonia de la Piedad
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las desembocaduras de los ríos Barbate y Guadalquivir, las areniscas
del Campo de Gibraltar y la sierra nordeste, de relieve claramente
definido.
ganado. Por ello, junto a las dependencias básicas, se encontraban
otras dependencias auxiliares, destinadas a resolver el mantenimiento
diario de los trabajadores, animales, herramientas…
El Puerto de Santa María, se encuentra incluido en el Marco del
Jerez, triángulo de suaves cerros y lomas comprendido entre el
Guadalete y el Guadalquivir, suelo de albarizas, dedicado
fundamentalmente al cultivo de la vid. Son suelos con un alto
contenido calizo que alimenta escasamente a la planta, lo cual le
confiere longevidad a la misma y calidad al fruto.
Las dependencias reservadas para el personal jornalero del
cortijo, recibían el nombre de gañinas, destinada tanto al descanso
nocturno como al almuerzo de los trabajadores, por lo que
habitualmente estaba dotada de un hogar. Originalmente las gañinas
no eran dependencias habituales en los cortijos, y los trabajadores se
acogían en casetas, cobertizos, pajares o establos del ganado. Por este
motivo, muchas de las gañinas que hoy en día se encuentran
pertenecen a una construcción posterior. Hoy en día, la motorización
ha anulado en su gran mayoría la función de dormitorio de estas
dependencias y algunas son usadas como comedores y estancias para
el día de los trabajadores.
La vid mantiene su presencia y volumen de producción, siendo El
Puerto el segundo productor de vino, la importancia de su industria
vinatera no tiene un reflejo equivalente en el campo.
Por otra parte, El Puerto de Santa María, también se dedica al
cultivo en secano de plantas industriales, en las tierras interiores del
término.
A toda aquella edificación rural agrícola dedicada
fundamentalmente a una explotación agrícola dedicada al cultivo de
secano, se la denominará "cortijo", Tradicionalmente estas propiedades
han sido fincas de grandes dimensiones cuyo producto principal era el
trigo. Para entender la complejidad del cortijo es necesario tener
presente dos factores determinantes, el enorme tamaño que las
explotaciones de secano alcanzaron en esta zona y que el sistema de
cultivo al tercio fue el habitual hasta principios del siglo XX.
Cortijo de los Santos Reyes
Las grandes explotaciones exigían un enorme potencial de fuerza
animal para arar tanta superficie de tierras, por lo que las
dependencias destinadas al ganado de labor competían en
importancia con las propiamente agrícolas.
Debido al relieve que presentan estos territorios, la situación más
habitual para las edificaciones se corresponde con los altos de las
colinas. Esta implantación atiende principalmente a criterios de
proximidad a puntos de abastecimiento de agua y a la búsqueda de
posiciones abiertas donde sea posible aprovechar los vientos para el
aventado del grano y dominar el territorio.
Los conjuntos cortijeros destacan en el paisaje de las extensas
campiñas por el tamaño de su volumen edificado y el blanco
tradicional de sus muros. Respecto a su disposición en el interior de la
finca, habitualmente se busca la centralidad en la propiedad como una
medida lógica de los desplazamientos internos.
Cortijo de la Negra
El carácter mixto de la explotación proporcionaba el
autoabastecimiento de alimento tanto para el hombre como para el
En la construcción de los cortijos portuenses se utilizan sistemas
constructivos que coinciden con los del resto de la provincia gaditana,
y no difiere en gran medida de los métodos tradicionales empleados
en la arquitectura popular de la Baja Andalucía. Destaca como algo
característico el uso de materiales pétreos, mampuesto de piedra en
detrimento del tapial.
Los sistemas estructurales son los habituales de muros de carga,
preferentemente exteriores, y pórticos interiores de pilares o en arcadas
para lograr mayores luces. Las cubiertas están constituidas por electos
de madera. Habitualmente a dos aguas, resueltas con la tradicional
estructura de par y nudillo.
Las soluciones constructivas más interesantes suelen ser las de
graneros y estancias, que son las dependencias con mayor
requerimiento funcional y espacial. En los graneros de dos plantas es
común encontrar soluciones abovedadas en el piso bajo, separadas
por arcos de diafragma que apoyan en gruesos y cortos pilares.
Estos cortijos se caracterizan por presentar un conjunto
horizontal, de una sola altura, con volúmenes simples que a veces se
yuxtaponen conformando grandes bloques y en alguna ocasión
aparecen dispersos en aparente desorden. Son edificaciones volcadas
hacia el interior, abiertas hacia sus amplios espacios internos y que se
manifiestan al exterior a través de muros ciegos. La entrada
normalmente sencillas con alguna influencia barroca. Decorativamente
son conjuntos austeros, usando el color albero para resaltar algunos
elementos constructivos. Las fachadas por norma general carecen de
algún tipo de regla o criterios compositivos de conjunto, habiéndose
resuelto cada pieza de manera independiente.
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La estructura actual de los cortijos es consecuencia de las
sucesivas ampliaciones y adaptaciones que han sufrido a lo largo del
tiempo.
A.
CASA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Casa de viña con interés notable, del siglo XIX, bastante
transformada y ampliada con posterioridad. Es una edificación
singular, ya que agrega a su conjunto una capilla, y su decoración en
la fachada llama la atención. Con un amplio alminar aterrazado, hoy
transformado en jardín, con pozo-aljibe.
Casa de Nuestra Señora del Carmen
El núcleo del conjunto lo componen la casa original y varias
piezas añadidas, con naves y cuadras en la fachada. A los cuerpos
nuevos se han trasladado las funciones agrícolas de características
industriales.
La primitiva construcción presenta dos cuerpos de dos alturas,
asimétricos en planta y fachada, unidos en planta baja por el portal de
acceso, de triple arcada. A la izquierda de dicho portal se ubica la
capilla, con vitrales y espadaña. El cuerpo derecho es de características
residenciales, con balcón central y rejería de forja. La pieza del lagar
está compartida y recibe un nuevo uso como salón. Se añadió un
nuevo cuerpo terminando la tercera crujía, añadiéndolo al espacio del
lagar como salón y dormitorio.
Casa de la Torre de San Cristóbal
La fachada del conjunto resulta atractiva por su composición,
inspirada en los recursos de la arquitectura culta, con influencia
clasicista decimonónica, que se refleja en el empleo de pilastrones
almohadillados, en los trazos de líneas horizontales mediante cornisas
y en el diseño de los huecos.
B.
C.
CORTIJO DE LAS BEATILLAS
El conjunto es una construcción de pequeño tamaño, pero de
gran interés por su antigüedad y calidad compositiva. Es una
edificación compacta y cerrada, posiblemente de origen conventual, su
fecha de construcción no se sabe con seguridad, pero en el reloj de sol
existente en la torre aparece el año 1718.
Hoy en día abandonado casi por completo, aún así se mantiene
estructuralmente en buen estado gracias a la solidez de su fábrica. El
conjunto se ubica en torno a dos espacios abiertos bien diferenciados:
el jardín, en un lateral ante el señorío, limitado por una tapia baja, y
un amplio patio rectangular de labor, delimitado por una estructura en
L, donde se ubican el granero, la estancia y la gañanía y cerrado por
altas tapias que configuran un patio rectangular. Una nave de
viviendas se interpone entre este patio y el espacio ajardinado. Los
muros del conjunto de sillería de piedra enfoscada y las cubiertas de
teja árabe. Los huecos y esquinas del edificio se tallan en grandes
sillares de la misma piedra.
Las dependencias residenciales, se conforman mediante dos
piezas en L abiertas al jardín. La nave mayor estaba compuesta por
galería con apoyos de columnillas de mármol con capiteles y basas
labradas en el mismo material, en la actualidad están embutidas en un
nuevo cerramiento. La torre del reloj, es de planta cuadrada con tres
cuerpos diferenciados por la moldura de las impostas de los forjados y
con cubiertas a cuatro aguas. Su acceso al exterior es muy cerrado y
hermético, con escasos huecos de pequeño tamaño, destacando la
gran portada de acceso al patio principal. La portada está tallada en
su totalidad en sillares de cantería que se conserva en un considerable
buen estado. Su influencia es barroca, con gran arco plano flanqueado
por pilastras almohadilladas sobre zócalo.
CASA DE LA TORRE DE SAN CRISTÓBAL
Corresponde a un cortijo de pequeño tamaño, con fecha del
año 1938, con uso mixto, como indica la presencia de bodegas y
graneros. Su estructura es cerrada, con un único acceso y patio central
que distribuye las distintas dependencias.
Cortijo de las Beatillas
En la planta baja se disponen las instalaciones agrícolas y en la
superior las viviendas, abierta a la fachada principal sobre la portada.
El aspecto exterior es cerrado, con escasos vanos y cubierta de teja
curva. La portada de acceso al patio constituida por un arco con
sillares de cantería y un tejaroz. En los hastiales de las naves aparecen
unos curiosos huecos elípticos.
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3.11. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO CATALOGADO: MOLINOS DE MAREAS
Dentro del paisaje portuense podemos encontrar, junto a las
casas salineras, las torres almenaras y otras construcciones defensivas,
los molinos de marea, construidos para el aprovechamiento de la
energía producida por las aguas mareales para moler el grano. Para
la ubicación de los molinos de marea se buscaba un amplio entrante
costero, que facilitaría la entrada de agua en la pleamar y el vaciado
en la bajamar.
Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
La instalación de los molinos de marea en El Puerto de Santa
María tiene lugar entre los siglos XV al XIX, momento en el que se vive
una gran proliferación de molinos mareales en el litoral gaditano.
Además, cabe decir que este auge se vio beneficiado por la
introducción de nuevas iniciativas relacionadas con el mecanismo de
los molinos y que fueron aportadas por el Marqués de Ureña, quien
aprendió estas iniciativas en sus viajes por Europa.
Por estas fechas se levantan más de veinte molinos de marea en
el entorno de la Bahía de Cádiz. Esto nos lleva a entender que estas
construcciones fueron otro medio de vida y de desarrollo económico
de las gentes de la bahía gaditana. Este desarrollo económico se vio
propiciado por estar basado en una fuente de energía gratuita e
inagotable.
A finales del siglo XIX estas industrias comienzan su declive con
motivo de la Revolución Industrial, cesando las últimas su actividad en
el litoral atlántico a comienzos del siglo XX.
3.11.1.ESTRUCTURA DE LOS MOLINOS DE MAREA
Rodete Molino de Mareas
Debido a la presencia laberíntica de las marismas en El Puerto
de Santa María, cruzadas por caños y esteros favoreció la construcción
de estos molinos en la zona, pues los molinos de marea buscaban para
su funcionamiento una zona con un amplio entrante costero, que se
llenara en la pleamar y que se quedara completamente vacío en la
bajamar.
Una vez escogida la zona en la que se iba a levantar el molino,
se comienzan con las obras. El levantamiento del molino se hacia
perpendicular al caño, con arcos y canales que favorecían el paso del
agua. En un primer momento se construía un muro de mampostería,
que hacía las funciones de dique. En este muro se colocaba una
compuerta abatible y que se abría automáticamente al subir la marea,
facilitando el almacenamiento de agua.
El agua almacenada es evacuada a gran velocidad a través de
las compuertas del molino, haciéndola incidir sobre los alabes del
rodezno, al que hace girar junto con los otros mecanismos del molino.
En la parte mas baja del molino se encontraba el saetillo, abertura por
donde salía el agua a presión que hacía mover el rodezno.
Los muros de cierre del embalse se construían en fábrica de
piedra, con una esmerada ejecución de cantería. En el centro de este
muro o bien en un extremo, según las condiciones topográficas del
terreno y del lugar adecuado donde fuese mayor el aprovechamiento
del flujo de las mareas, se construye el edificio del molino, de dos
plantas, una situada por debajo del nivel del agua de la presa y abierta
al mar a través de unos grandes arcos y protegido por un muro exterior
de piedra, donde se colocaban los mecanismos de rotación de los
molinos y la otra, al mismo nivel del agua, en la que se ubican los
mecanismos de molienda. En algunas ocasiones se construía una
tercera planta, la cual era utilizada como vivienda por los dueños del
molino.
Sin lugar a dudas uno de los elementos más importantes en la
construcción de un molino de mareas es la presa o caldera. Para su
construcción se escogían lugares idóneos, aunque en la mayoría de las
ocasiones hacían la función de presa o caldera algún ensanchamiento
del caño, por lo que esta no era construida sino natural, se hacia
aprovechando las condiciones del terreno.
3.11.2.MOLINO DEL CAÑO
En el entorno de El Puerto de Santa María encontramos molinos
mareales muy característicos y singulares que merecen especial
atención. De los molinos que se construyeron entre los siglos XV y XIX,
hoy día tan sólo conservamos el Molino del Caño.
El Puerto de Santa María entre los siglos XV al XIX contempló la
instalación y desarrollo de gran cantidad de molinos de marea en sus
caños. El apogeo de estos molinos no llegaría hasta los siglos XVII y
XVIII, cuando las condiciones socioeconómicas lo posibilitaron,
constituyendo una actividad industrial modélica en lo que hoy
entendemos como desarrollo sostenible, no contaminante y que
utilizaban un recurso energético gratuito e inagotable, de tecnología
sencilla permitiendo el autoabastecimiento de pequeñas comunidades.
Vista del Molino de Mareas del Caño
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El denominado Molino del Caño esta situado en el término
municipal de El Puerto de Santa María, en uno de los antiguos caños
del río Guadalete, concretamente el Caño de la Madre Vieja, o
también Caño del Molino.
Su ubicación es perpendicular al caño secundario del río
Guadalete, disposición que le permitía ejercer de tapón del cauce del
caño para embalsar el agua en su estanque durante la pleamar. Es un
robusto edificio de cantería fabricado en piedra ostionera, extraída de
las canteras muy abundantes en la Bahía debido a esta asentada en el
zócalo pliocénico. Presenta una forma alargada y cubierta a dos
aguas.
Interior del Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
El edificio se construyó en perpendicular sobre el caño de la
Madre Vieja, al objeto de poder embalsar el agua que circulaba por el
caño. Se levanta a modo de puente sobre unas arquerías.
Según lo describe Julio Molina Font en su libro "Molinos de
Marea de la Bahía de Cádiz", en la cara que se dispone hacia el estero
se abren diecisiete arcos, cinco de mayor tamaño y doce más
pequeños, guardados por tajamares parecidos a los Molino de marea
del Río Arillo, éstos últimos servían para facilitar la salida de las aguas
procedentes de las "cubas de regolfo", al funcionar éste molino con el
sistema de rodetes y no con rodeznos como ruedas motrices. Los arcos
de la fachada anterior donde se ubicaban las ruedas motrices no se
corresponden, en su número, con las existentes en su cara posterior, al
parecer dos o tres ruedas motrices estaban alimentadas
simultáneamente por el agua que se evacuaba por cada uno de lo
arcos posteriores de la construcción molinera.
Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
La historia de la construcción del Molino del Caño comienza a
fines del siglo XVIII y se puede rastrear en las peticiones hechas al
Cabildo municipal de El Puerto de Santa María, documentación que se
encuentra en el Archivo Histórico Municipal de esta ciudad.
El 6 de junio del año 1778 Pedro Franco de Saval de
nacionalidad francesa propuso al Ayuntamiento la edificación de uno
o más molinos de agua en el Río Nuevo, que suponemos sería el Caño
de la Madre Vieja, para abastecer de harina a la ciudad portuense. Los
representantes de la villa acordaron crear una comisión formada por
los señores Juan Oyarzaval y Juan Pedro Coig, además del Síndico,
para que evaluasen dicho proyecto.
Un año más tarde, el 14 de junio de 1799, las actas del Cabildo
recogen un informe que analiza la petición realizada 13 de Marzo de
1799 de Juan José Uría de Guerrea, natural de Cádiz, solicitando la
propiedad de parte del terreno del Caño de la Madre Vieja para
construir un molino harinero en el río nuevo o caño que se encuentra
detrás del edificio del Matadero del municipio. Asimismo analizan a
petición realizada por Miguel Alvarez Montañez, vecino de Cádiz. Y
dueño del molino del Río Arillo, situado en ese término municipal.
Dicho informe lo firman Bartolomé Xavier Morguecho y Mariano de la
Vega, que fueron comisionados a tal efecto. Uría defendía que su
propuesta sería favorable para la ciudad ya que por un lado el precios
de la harina bajaría y sería más competitivo, y por otro tendría más
capacidad de abastecimiento que las atahonas (molino de harina cuya
rueda se movía con caballos), cuyo número juzgaba corto.
Finalmente ambos concluyen que se le conceda permiso al señor
Uría para construir el molino en un caño que se hallaba sin uso y que
corría el peligro de cegarse completamente y quedarse inutilizado si no
se efectuaban labores de limpieza del fango. Asimismo recomiendan
no conceder la cesión a Miguel Alvarez Montañez, que también había
solicitado la edificación de otro molino en el mismo caño.
Finalmente el pleito se resuelve tras aprobación por un Real
Despacho del Supremo Consejo de Castilla, con fecha 8 de agosto de
1800, de la concesión hecha por el ayuntamiento a Juan José Uría
Guerrea del Caño de Madre Vieja para la construcción de un molino
harinero. Dicho documentación oficial fue presentada por Uría al
Ayuntamiento el 16 de mayo de 1801. Pero el Ayuntamiento se
reservaba el derecho de sacar a pública subasta la concesión del Caño
en el caso de que el concesionario no cumpliese las propuestas
ofertadas. Poco después el 28 de mayo del mismo año ante la
información de Uría de estar dispuesto a comenzar la obra se aprobó
una comisión formada nuevamente por los señores Morguecho y de la
Vega para proceder a la marcación del lugar.
Sin embargo, cuatro años después todavía no se había iniciado
la construcción. Con lo cual el Síndico Personero del Ayuntamiento
pide que se le indique un plazo muy breve para ejecutar la obra cuya
licencia se le había concedido hacía ya un período de tiempo más que
razonable.
La contestación de Uría se produjo el 22 de julio de 1806. Pedía
que se le dejase actuar con libertad para construir el Molino cuando
las circunstancias le fueran favorables. Pero la espera se alargaba
demasiado y el Cabildo le insta a ejecutar el proyecto inmediatamente
o caso contrario, iniciaría la subasta para conseguir un nuevo
constructor.
Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
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En este punto la información de las Actas Capitulares sufren un
silencio con respecto al molino, iniciándose de nuevo la información
en el año 1814. Sin lugar a dudas, se debió a la guerra por la
independencia librada por los españoles ante el invasor francés. Se
recoge en las Actas Capitulares con la siguiente frase: "Nueva época
después de la Guerra de la independencia dando de S: M. de 4 de
Mayo ultimo dado en Valencia"
Interior del Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
El 15 de junio de 1814 Diego Mares solicita ante la indisposición
del Síndico, la creación de otra comisión para el otorgamiento de la
escritura del Molino harinero que se iba a fabricar en el Caño del
Matadero. Prácticamente un año más tarde su padre, el 6 de mayo de
1815, Miguel Alvarez Montañez presenta una instancia a nombre de
su hijo Diego notificando al Ayuntamiento que Isidoro Sartorio, jefe de
la Dirección de Carretera había paralizado las obras por considerarla
perjudicial para el puente de San Alejandro, que se situaba en sus
cercanías, sobre el río Guadalete.
El constructor reclamaba al Ayuntamiento que se le dejase
continuar la obra o bien se le indemnizase. Ya que la construcción en
el momento de la paralización se hallaba en un momento bastante
complicado de la obra, como era el cerramiento del dique, con la
acumulación de material que era necesario y por consiguiente una
inversión bastante considerable de dinero.
El Cabildo municipal, ante tal problemática, acuerda una
comisión para redactar un informe valorando la situación.
Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
El 13 de mayo del mismo año el Comandante del Puerto,
Joseph Bernaci, informó al Ayuntamiento que la obra continuaba, ya
que dio parte de como se estaban colocando una serie de estacas
sobre el río, un poco más arriba del Puente de barcas de San
Alejandro, para construir los cimientos del edificio. El Ayuntamiento
seguía mientras tanto recopilando datos mediante la comisión que se
formó, para adoptar las medidas pertinentes. Y se acuerda pedir al
Capitán General del Departamento que la obra sea examinada por
unos técnicos especialistas.
El Ayuntamiento ante tales informes, resolvió dar notificar a
Diego Alvarez su permiso para continuar con la construcción del
molino en el Caño de la Madre Vieja.
Después de todas estas vicisitudes, este molino mareal
comenzaría a funcionar hacia el año 1819. Sería el único molino
trabajando en el término municipal de El Puerto de Santa María,
aunque con posterioridad, y ante el éxito de su industria, se solicitaría
al Ayuntamiento permiso para fabricar otro molino por parte de José
Calle en el año 1869.
Dos años después de esta petición, en el año 1871, el dueño del
molino del Caño era José Elizondo, como así lo recoge la Guía Rosetty
de Cádiz, describiéndolo de la siguiente forma: "Un molino en
extramuros con motor de aguas por represas con 8 piedras". Los
siguientes propietarios fueron Antonio López González en el año 1886,
mientras que transcurridos res años, en 1889, el dueño era Francisco
Puente, propietario de un molino de vapor en la misma ciudad.
El Molino del Caño paulatinamente cayo en desuso ante la
competencia que ejercían las maquinas de vapor, en plena Revolución
Industrial. Y el Caño de la Madre Vieja también fue cegándose con el
tiempo al no efectuarse los trabajos de limpieza necesarios. Y poco a
poco se fue olvidando que a la espalda de la Estación de Ferrocarriles
existía este ingenio hidráulico que cumplió para la ciudad de El Puerto
de Santa María un función muy importante de abastecimiento de
cereal.
El Molino de marea del Caño tiene un indudable valor
patrimonial. Junto con el resto de los molinos hidráulicos mareales de
la Bahía de Cádiz, forman parte del Patrimonio Cultural Marítimo de
Andalucía, entendido éste como "el conjunto de estructuras, objetos y
conocimientos resultantes de la relación del hombre con el mar en el
transcurso del tiempo". Y es evidente la necesaria labor de
recuperación de Patrimonio histórico presente en el litoral de la Bahía
de Cádiz.
Estos ingenieros una vez realizado el reconocimiento in situ de la
obra redactaron un informe que presentaron al Ayuntamiento el 9 de
junio de 1815. En el determinaban que la construcción del Molino no
perjudicaría gravemente al Puente de barcas de San Alejandro y que
muy al contrario, su fábrica, beneficiaría al municipio de El Puerto de
Santa María por la bajada del precio de pan que se produciría, por lo
que recomiendan a su juicio que se continúe con la obra.
Molino de Mareas del Caño, en El Puerto de Santa María
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3.12. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO CATALOGADO: LA ACTIVIDAD PESQUERA
3.12.1.LA ACTIVIDAD PESQUERA EN EL PUERTO DE SANTA
MARÍA
En los siglos XIV y XV, el puerto pesquero era la mayor fuente
económica de la zona, su importancia era conocida en toda la costa.
El Puerto de Santa María experimentó un importante crecimiento de la
población desde finales del siglo XV, y una parte importante de esa
población se dedicaba a la pesca marítima, tanto de litoral como de
altura.
Pesca con palangres
Los sistemas de pesca más utilizados en la costa y en los esteros
del suroeste andaluz a lo largo del siglo XV fueron los que ya venían
usándose desde tiempos anteriores y que en parte todavía están de
actualidad: anzuelos, palangres y nasas, esparaveles o redes
arrojadizas; y paraderas o redes fijas ancladas mediante estacas. En
mar abierto se manejaban con eficacia el jeito y el vareque; y
posteriormente las redes del cerco. Los peces que más abundan en
aguas dulces son las carpas, lucios, barbos, albures y anguilas.
La riqueza de esta actividad no pasó desapercibida para el
Duque de Medinaceli, que veía en ella una fuente de ingresos
improtante. De modo que concedió, en 1474 una serie de libertades,
franquicias y privilegios a los pescadores, librándolos además de todos
los impuestos ordinarios, reales y señoriales.
Pesca con dos tipos de nasas
Esta fama hizo que Cristóbal Colón lo tuviera en cuenta y tras
residir algún tiempo en el Palacio de Medinaceli, contó entre su
tripulación con muchos marineros nacidos en El Puerto de Santa María.
Colón vivió en estas tierras mientras buscaba financiación para su viaje
a Las Indias. Fue el lugar en el que se construyó la Santa María, el
lugar desde donde zarparon por segunda vez y el lugar que vio nacer
el primer mapamundi en el que se incluía la nueva tierra conquistada,
las Américas.
En 1517, el Duque creó en la Villa una alcaldía de los
pescadores y maestres de navíos. La industria pesquera era ya muy
importante en estos momentos. De hecho, en un padrón de 1537 de
pescadores de altura, aparece el nombre de 202 pescadores, y esto sin
contar a los que practicaban la pesca de litoral o de bajura. Esta
condición hizo del Puerto de Santa María, un lugar de encuentro para
navieros y mercantiles. De hecho, durante los siglos XVI y XVII, se
convirtió en sede de la Capitanía del Mar, sede de las galeras reales y
de la flota española que reinaba por todo el mundo.
Sin embargo, a partir de la década de los cuarenta del siglo XVI,
la actividad pesquera comienza a disminuir progresivamente en el
Puerto a causa de numerosos problemas internos. Entre los motivos
principales estarían: la excesiva fiscalidad señorial, junto con los
ataques de corsarios musulmanes del Magreb y la competencia
ejercida por los santanderinos y los portugueses, que contribuirían a
hacer decaer la actividad pesquera del Puerto, que ya a comienzos de
la siguiente centuria puede considerarse agotada. La situación en
cuanto al abastecimiento de alimentos tampoco era favorable. Los
proveedores de los navíos no colaboraban destinando las provisiones
a los portugueses y priorizando el abastecimiento de Jerez y Rota. Y no
podemos olvidar que también tuvo relevancia en esta disminución, el
hecho de que muchos vecinos de la villa se vieran atraídos por la
emigración a América.
Ante esta problemática, los pescadores escriben al duque una
serie de peticiones en busca de soluciones para estos problemas y otras
muchas preocupaciones, queriendo hacerle ver que una de las
principales riquezas de la villa se encontraba en serio peligro, y
exigiendo decisiones inmediatas. Los pescadores exigen que los
poderes municipales respeten las potestades propias de los alcaldes de
mar sobre ese grupo concreto de trabajadores y que el duque defina
de una vez los límites de su actuación. Y así piden la plena potestad
sobre la policía que tenía a su custodia la vigilancia del río, que tengan
su propio lugar para desde él administrar justicia entre el grupo.
Las respuestas del duque fueron en general favorables para los
pescadores, aunque también hubo muchas negativas, sobre todo en lo
relacionado con el abastecimiento de alimentos. No llegaron las
soluciones ante la progresiva decaida de la actividad pesquera.
En el siglo XIX invaden los franceses, con la llegada de los Cien
Mil Hijos de San Luis que restablecen en el trono a Alfonso VII, se firma
por el Rey el Decreto del Puerto de Santa María.
Tras este período de recesión, será ya en el siglo XX cuando se
inicia la recuperación de la actividad comercial del puerto que, junto
con el turismo y la explotación de vino, han sido su principal fuente de
ingresos hasta nuestros días.
Cien mil hijos de San Luís
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3.12.2. EL RÍO GUADALETE: PATRIMONIO ETNOLÓGICO
La escenografía del paisaje salino se une con otra no menos
sorprendente: la del Guadalete. El río es otro de los factores que
forman parte de la geografía física de la ciudad y ha condicionado y
propiciado parte del desarrollo de la misma.
El Puerto sin el Guadalete es inimaginable. El nacimiento y el
desarrollo urbano de la ciudad han estado marcados por la actividad
y las posibilidades de comunicación que ofrecía desde épocas
remotas.
Naos y otras embarcaciones, Wyngaerde
En la panorámica que nos brinda Wyngaerde de El Puerto,
titulada "Porto de Santa María", que es de una gran belleza formal,
encontramos una visión que nos aporta la esencia ilustrada de esas
embarcaciones que forman parte del paisaje de la villa desde antaño.
Su dibujo, con el casco urbano de El Puerto, en el centro, abarca
desde la desembocadura del Guadalete en la bahía, con Cádiz a la
izquierda, hasta los meandros del Guadalete, con la Sierra de San
Cristóbal al fondo. Con ello consiguió ofrecer una visión general de El
Puerto recogiendo todos aquellos elementos que lo caracterizaban en
el siglo XVI y que durante siglos han permanecido formando parte de
la imagen de la ciudad en su conjunto. En los distintos planos
observamos que hay uno formado por las salinas, otro intermedio en
el que se encuentra el río Guadalete con un gran número de
embarcaciones de diverso tipo, y un plano final en el que aparece
representada la ciudad. Cada uno de ellos tiene su propio interés.
Antiguo muelle de San Ignacio
No podemos olvidar que el río Guadalete supone la principal
arteria fluvial de la provincia de Cádiz durante el primer tercio del siglo
XX. El río nace al norte de la sierra de Grazalema (en el peñón Grande)
para desembocar en El Puerto de Santa María. El Guadalete fue en
otros tiempos un río lleno de vida, con una rica fauna piscícola que
desapareció de su curso bajo con la contaminación y la construcción
de azudes y presas. En él se pescaban lisas, sábalos, róbalos, anguilas
y angulas… incluso corvinas, lenguados y palometas.
Desde los restos del estribo del puente del siglo XVIII puede
observarse el río, que en el siglo XV corría sin canalizar por la que era
la zona de varaderos, careneros, embarcaderos y atarazanas. A
mediados del siglo XX era navegable para pequeñas embarcaciones
hasta Jerez de la Frontera. En su orilla derecha, se encuentra la zona
de esteros y marismas donde continúan, como entonces, las
importantes salinas de El Puerto.
En su recorrido por el Puerto, pasando la Plaza de la Herrería,
atravesamos por lo que hoy es Parque Calderón y llegamos al antiguo
muelle de las Galeras, cuyo nombre se debe a que en él se aprestaban
las galeras reales que fondeaban en el Guadalete, cuya misión era
defender la costa. Actualmente el muelle se denomina de San Ignacio,
y es punto de atraque del Vapor de El Puerto. La historia del Vapor de
El Puerto comenzó en el año 1929 cuando llegó a las aguas gaditanas
el primero de los barcos de la saga "Adriano". Hoy día contamos en El
Puerto con la presencia del Adriano III, que continúa funcionando para
deleite de todos los portuenses y visitantes.
Si seguimos el camino por la orilla del Guadalete llegaremos
hasta el Paseo José Luis Tejada y la desembocadura del río, más
alejada del centro urbano de lo que estaba en el siglo XV. Continuando
por la línea de playa, actual Paseo de la Puntilla, se llega hasta el
Castillo de Santa Catalina, lugar desde donde salieron muy
probablemente algunas de las expediciones más importantes que
partieron de El Puerto.
Sin duda, el entorno del Guadalete ha de ser considerado un
espacio que nos brinda un rico patrimonio natural, histórico y también
etnológico en la zona, digno de proteger. Aún podemos ver los
esqueletos de barcos abandonados en el antiguo embarcadero,
muchos de ellos son restos de candrays, que tuvieron su etapa de
esplendor durante las primeras décadas del siglo pasado, eran las
embarcaciones destinadas al transporte de la sal de las salinas. Otros
son restos de embarcaciones de pesca artesanal. Todo el conjunto, del
que también forman parte el viejo puente de hierro y el molino de
mareas, conforma una parte muy importante del imaginario cultural
del Puerto de Santa María.
3.12.3. LOS CORRALES DE PESCA
Junto a las labores de marisqueo y acuicultura, encontramos otra
actividad que merece especial atención como medio de
aprovechamiento del mar y de los recursos que éste nos proporciona.
A este respecto cabe mencionar la existencia de los denominados
corrales de pesca como importantes centros de obtención de productos
pesqueros. El modo de consecución de estos recursos a través de los
corrales es una técnica que se viene desarrollando desde la
Antigüedad.
Sobre los orígenes de los corrales de pesca, éstos habría que
buscarlos en la época romana, como lo atestiguan los hallazgos
arqueológicos, aunque no se ha encontrado ninguna fuente escrita de
Antigua posta de Candray
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la época que haga referencia a este arte de pesca. Con la presencia
musulmana la actividad pesquera se vio mermada volviendo a resurgir
a finales de la Edad Media, desarrollándose hasta mediados del siglo
XX.
El Puerto de Santa María, presenta condiciones idóneas para el
desarrollo y ubicación de estos corrales de pesca.
Corrales de pesca de Santa Catalina
La forma que presentan es de construcción artificial, con muretes
de piedra de cantos redondeados y dispuestos de un modo artesanal.
Parten a ras de la playa, ganado altura conforme se va separando de
la orilla, formando un suave arco. Su funcionamiento es sencillo siendo
su motor la marea. Los corrales funcionan a modo de trampa, pues
cuando la marea sube los peces se quedan dentro del recinto
delimitado cuando ésta baja, facilitando la captura del pescado.
Sobre la antigüedad de los corrales, son numerosos los datos
históricos que hacen referencia a sus inicios, desde el siglo XIV a
nuestros días. Se han conservado actas donde se describen la
propiedad de estos corrales de pesca.
A.
CORRALES DE PESCA DE SANTA CATALINA
A.1. CORRAL DE PESCA DE SANTA CATALINA
Actividad en los corrales de pesca
Se conserva parte de un antiguo corral de pesca frente al castillo
de Santa Catalina y el Fuerte Ciudad, sólo perceptible cuando baja la
marea. Está bastante deteriorado, debido a la erosión del mar y del
viento. Hoy en día totalmente en desuso, por lo que sería
recomendable llevar un proyecto de conservación de los restos del
corral, para prevenir su futura desaparición.
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3.13. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO: SISTEMAS DE ABASTECIMIENTOS DE AGUA
3.13.1. LOS POZOS CONCEJILES EN EL PUERTO DE SANTA
MARÍA
La historia del hombre va ligada a la necesidad de control de los
recursos principales que nos aporta la naturaleza. Hoy en día el control
del agua se establece como clave para el crecimiento de una
población y se destinan innumerables recursos económicos al
desarrollo de políticas de abastecimiento de agua sostenibles y de
calidad.
Pozos del Duque
Pozo de la Vereda del Presidio
Siempre fue de una importancia clave pero en una época donde
las labores tradicionales de agricultura y ganadería eran la base de la
economía de un pueblo aun más. Para garantizar el abastecimiento de
agua a las tierras del Puerto de Santa Maria, se construyeron bajo el
auspicio de los gobernantes, pozos concejiles que deberían de
garantizar el agua a las tierras y el agua al ganado. Eran situados en
sitios estratégicos, en cañadas de paso para el ganado, como el caso
de la Cañada del Verdugo, donde se concentra un gran numero de
ellos. Hoy en día estos pozos han sido absorbidos por las parcelas
adyacentes a las cañadas que se encuentran en desuso. También
existían entonces los baldíos comunales como el baldío de Baez, un
enclave privilegiado al encontrarse en un cruce de camino entre Rota,
El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, también para estos
baldíos se construyen pozos como los pozos del duque, cuatro pozos
en alta concentración lo que indica el alto numero de ganado al que
deberían de abastecer.
La construcción de estos pozos a lo largo de las redes de
cañadas y caminos de El Puerto de Santa María supone un gran
esfuerzo por parte del poder político, ya que la obra de un pozo es una
obra que requiere de altos recursos económicos. A medida que se iba
excavando el pozo es recubierto con sillares de piedra, lo que suponía
un coste elevado, que como hemos podido ver en pozos como el de
la vereda del presidio son sillares de tamaño considerable. Además no
hay que olvidar que estos pozos necesitan de un mantenimiento para
su uso en buenas condiciones, evitando que se colmatasen, se
ensuciasen o pudriesen las aguas del abrevadero. El agua de los pozos
concejiles era gratuita, y fue así hasta que a raíz de la construcción de
las fuentes del acueducto de la Piedad, empiezan a sacarse a subasta
pública en arrendamiento para su explotación. La caída de la actividad
ganadera en el municipio hace que este arrendamiento deje de ser
rentable y vuelven a ser de explotación pública en el año de 1859. Los
pliegos de condiciones de la subasta de arrendamiento disponían los
precios a pagar por las reses para evitar abusos y sobrecobros por
parte de los arrendatarios.
El acuífero del Puerto de Santa María es uno de los acuíferos
costeros de la Bahía de Cádiz. Se trata de una gran extensión de agua
de unos 40 km2, en el que el agua se encuentra a una distancia
bastante somera entre los 5 y 10m. La abundancia de este recurso
hace que los pozos no deban tener grandes dimensiones para
garantizar el abastecimiento. Según el estudio del Centro Municipal de
Patrimonio Histórico, podemos decir que se trata de pozos de un
tamaño medio. En dicho estudio se recoge que el diámetro medio de
los pozos supera a los dos metros destacando como grandes pozos los
del Comandante y Pozo Ancho, superando los 4 metros de diámetro.
La profundidad es variable y actualmente la medición de la misma no
es exacta ya que en casi todos debido al abandono se ha producido
un efecto de colmatación importante. Aun así la profundidad varia
entre los 4 y 8m.
Los brocales de los pozos concejiles se diferencian de los
privados en el ornato de estos últimos. En el caso de los pozos
concejiles se trata de brocales eminentemente prácticos, carente de
decoración y que se rigen por la funcionalidad. Nos son de gran altura
para no dificultar la extracción de agua pero lo suficiente para impedir
la caída de personas, animales, y tierras dentro del pozo. En algunos
casos para proteger mejor a los pozos de los efectos de la colmatación
se cerraban en una estructura en bóveda. Muchos de estos brocales
con el tiempo han debido de ser recrecidos como es el caso del de
Hato de la Carne, o el del Pozo de la vereda del Presidio, incluso con
materiales actuales.
Si hay algo que caracteriza a estos pozos es la existencia de un
abrevadero asociado a ellos. Estos abrevaderos debían de ser debe
ser espacioso, para que los animales puedan entrar y salir con facilidad
sin causarse daño ni atropellar las propiedades lindantes. Debe tenerse
mucho cuidado de que las aguas sean bien limpias, a fin de que no
dañen a los animales, ni saturen la atmósfera con gérmenes y con este
objeto deben limpiarse a menudo y evitar que en dichos parajes se
arrojen animales, cuerpos, inmundicias u otros objetos que puedan
corromper las aguas. Esta limpieza y este mantenimiento estaban
regidos por medio de ordenanzas que sancionaban el incumplimiento
de los mismos.
En El Puerto de Santa María encontramos ejemplos de casi todos
los tipos de pozos con abrevaderos, desde el pozo de las siete pilas, en
el que el abrevadero es gran longitud, hasta el pozo de la caridad en
el que el abrevadero no es más que una pila a la salida del pozo que
carece de brocal.
Interior del Pozo de la Vereda del Presidio
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Hay varias maneras de diseñar y construir pozos excavados a
mano. En esta época existían expertos locales con conocimiento y
especialización desarrollados mediante años de experiencia. La
elección de un método u otro dependía de la dureza de los suelos y de
la profundidad del pozo. Hay que tener en cuenta el gran riesgo que
conlleva ala excavación de un pozo, la habilidad el conocimiento y la
especialización de los trabajadores eran la calve del proceso de
construcción.
Pozo del Agostado
Lo primero y más importante del proyecto es la elección del sitio.
Debía de estar en zona en la que ya se supiera de la existencia de
aguas subterráneas de calidad incluso en las épocas de sequías. Para
su construcción se elegía o bien ir colocando sillares a medida que se
excavaba o bien realizar la excavación completa mediante
entablillamiento de las paredes. Una vez que se llegaba al fondo se
excavaba en ancho para crear la bolsa de agua.
En cuanto a la cronología de los pozos de El Puerto de Santa
María nos referimos de nuevo la estudio sobre el tema realizado por el
Centro de Patrimonio del Puerto de Santa María que afirma que la
mayoría de los mismos fue construido en el periodo comprendido entre
s. XIII y XVI. Lo sitúan en esta fecha debido al auge en la misma de la
ganadería portuense contando con el apoyo y la subvención de las
autoridades. Solo existe constancia de la construcción de un pozo con
posterioridad es el pozo del Alamillo, construido como abrevadero de
la caballería del ejército.
3.13. 2. EL ACUEDUCTO DE LA PIEDAD.
Pozo de la Montera
El agua que abastecía a la ciudad de El Puerto de Santa María
provenía exclusivamente de pozos y fuentes situadas en lugares
públicos o en viviendas para el consumo privado.
El crecimiento de la población de la ciudad y la llegada de las
medidas urbanísticas ligadas al pensamiento ilustrado aceleraron el
desarrollo de un proyecto para abastecer de agua potable a la ciudad
de El Puerto de Santa María.
El cabildo de la ciudad lleva a cabo una serie de informes
destinados conocer la situación del abastecimiento de aguas a la
ciudad. Gracias a ellos podemos conocer los problemas a los que
estaba sometida la población, donde el agua que abastecía tanto a
vecinos como comerciantes, artesanos y militares provenía de los pozos
abiertos siglos atrás. En algunos de estos informes se habla incluso de
la inseguridad que sufrían las mujeres al acudir a las fuentes públicas
por la noche. Además en varias ocasiones la situación se agravó tanto
que hubo escasez de agua en varios veranos.
Por otro lado nos encontramos con la circunstancia de que el
Puerto de Santa María era un puerto de primer orden, siendo punto de
aguada de los buques que llegaban a la Bahía de Cádiz. De este modo
los mandos de las instituciones marineras también se convierten en
impulsores de la obra, llegando incluso a encargarse el proyecto a
ingenieros militares
En el año de 1725, Tomas de Idiaquez pasa a tomar la dirección
de la Obra de la Fuente. Con este nombre se conoce a la obra que
debía de abastecer de agua corriente a la ciudad de El Puerto de Santa
María desde los manantiales de la Piedad en la zona de la Sierra de
San Cristóbal
Las aguas de los manantiales de la Piedad tienen su origen en la
Sierra de San Cristóbal. En Anales de Obras Públicas "Memoria relativa
a las obras el Acueducto del Tempul" de D. Ángel Mayo se hace una
descripción de las aguas de estos manantiales, ya que durante un
tiempo se barajó la posibilidad de surtir de agua a la ciudad de Jerez
con aguas de dichos manantiales. Exponemos aquí el análisis que se
recoge en dichas memorias:
"Las aguas denominadas de la piedad, tienen su origen al pie de
la Sierra llamada de San Cristóbal, cerca de la carretera general de
Madrid a Cádiz y a 8km de Jerez; son muy notables en la localidad por
su bondad, utilizándose una parte de su caudal en el abastecimiento de
la ciudad del Puerto de Santa María, adonde se conduce por un
acueducto de mampostería, construido a fines del siglo pasado.
Esta agua se presenta en tres puntos diferentes comprendidos en
una longitud de 300 metros y a una altura de 10 a 11 metros sobre el
nivel de la bajamar, en la forma siguiente:
1º
En una serie de galerías abiertas en roca, siguiendo la figura que
ha exigido el descubrimiento de los veneros, algunas de las
cuales se han revestido por no se suficientemente resistente el
terreno en el que se han perforado. Estas galerías de sección
irregular, en numero de 15 tienen un desarrollo total de 500
metros y 2800 de superficie, con una profundidad de 0m, 40 de
agua, lo que da un volumen de 1120 metros cúbicos
constituyendo un deposito natural.
Pozo del camino de las Manoteras
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2º
En el pozo de los álamos que es un copioso nacimiento rodeado
de un brocal de piedra por lo que sin duda a tomado el nombre
de pozo donde se ha hecho subir el nivel de agua conteniéndola
con un muro circular de fábrica.
3.13.3. OTRAS OBRAS DE ABASTECIMIENTOS, LOS
MANANTIALES DE LA PIEDAD Y LOS PROBLEMAS EN
EL ACUEDUCTO DE LA PIEDAD.
3º
En las fuentes del marques del castillo y otros pequeños veneros,
con cuyo producto se riegan las huertas y naranjales.
Para poder redactar este capítulo es de vital importancia la obnra
antes mencionada “Memoria relativa a las obras el Acueducto del
Tempul” donde su autor hace tan exhaustiva labor de investigación
sobre los manatiales de la Piedad, sobre los problemas que generaron
en obras posteriores, incluyendo un apartado denominado “Informe al
Alcalde del Puerto de Santa Maria el año de 1854, por el ingeniero
que suscribe cerca d las causas de la escasez de agua, que se observa
en el abastecimiento de la población y de los medios de evitar este
conflicto.”
En el año 1853 el ingeniero D. Manuel Recarte hizo un aforo del
caudal que llegaba a la ciudad, encontrando 37 pulgadas fontaneras
(750 metros cúbicos) cada 24 horas.
Plano del siglo XVIII donde se observa la situación de los manantiales de Sidueña y las obras a
realizar en dicho lugar
Plano del siglo XVIII del acueducto para el abastecimiento de aguas.
En 1861 visité nuevamente este sitio con el objeto que ahora
tratamos, de abastecer a la ciudad de jerez, y halle próximamente la
misma cantidad de agua que el aforo anterior, obligándome esto a
abandonar desde luego el pensamiento de hacer estudios para su
conducción, puesto que perteneciendo esta agua a una población que
tienen 21.000 almas no podía corresponderles mas que a razón de 70
litros por habitante, aun cuando todas se utilizasen. Pero como dato
comparativo de su calidad se hizo el análisis por el mismo señor
Escosura, que había practicado todos los demás emitiendo el siguiente
dictamen:
El agua de la piedad ha sido recogida en el mes de marzo de
este año. Los manantiales brotan en un terreno calizo, en término del
Puerto de Santa María y cerca del camino que desde jerez conduce a
Cádiz. El agua reúne todas las condiciones de las potables de mejor
calidad. Tiene menos cantidad de sustancias fijas que las celebradas
del Berro y las Cibeles de Madrid, si bien no es tan agradable al
paladar como las últimas, porque contiene un exceso de carbonato de
cal."
La obra del acueducto se ejecuta gracias a las licencias del
Consejo de Castilla que le permitía al cabildo contar con las fuentes
económicas necesaria para la obra. En numerosas ocasiones a lo
largo de la misma hubo que establecer nuevas licencias que
garantizasen el sufragio de la obra.
Una vez finalizada la obra la ciudad de El Puerto de Santa María
quedaría abastecida de agua corriente, se edifican una serie de fuentes
publicas, en las principales zonas de la ciudad y en todos los barrios,
e incluso se lleva agua corriente a algunos propiedades privadas.
En el análsis de las aguas realizado por este ingenierose detalla
la realización de una obra para la conducción de aguas desde los
manatiales de La Piedad a la ciudad de Cádiz. Dice así:
Sin embargo de los expuesto, ha habido una compañía inglesa
que, suponiendo existía en la piedad y valle de sidonia suficiente
cantidad para surtir al Puerto de Santa María y a Cádiz, ha hecho obras
importantes en este valle, invirtiendo mas de 60 millones de reales. Se
han establecidos dos maquinas de vapor de 80 caballos cada una para
elevar el agua desde un pozo de concentración al depósito construido
en la sierra de san Cristóbal a 62 metros de elevación, y desde allí se
han conducido por medio de un sifón de 0.45 m de diámetro, siguiendo
la explanación del ferrocarril hasta Cádiz, donde se ha colocado las
cañerías de distribución.
Así es que, que terminadas las obras de la compañía inglesa en
la piedad y valle de sidonia en junio de 1874, empezaron a funcionar
las máquinas de vapor agotándose el pozo de concentración cuando
solo se habían extraído de 800 a 900 metros cúbicos de agua, no
pudiendo exceder nunca de 1.100 a 1200 metros en las 24 horas con
un trabajo continuo, pues si bien hubo día de obtener hasta 1400, fue
después de descansar los pozos y galerías perforadas, efecto de las
continuadas interrupciones del sifón por rotura de tubos; es decir, que
con un trabajo uniforme y constante se conseguirán 1.100 metros
cúbicos de agua cada 24 horas, los que reunidos al producto de las
antiguas obras de los manantiales de la piedad se llegará a un máximo
de 2.500 metros, teniendo que levarlas a 62 y respetar los derechos de
una población de 221.000 almas, dueña de esta agua y con las cuales
se esta surtiendo.
Antigua imagen de la Fuente de las Galeras
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No es esto lo más notable sinon que a medida que se ha seguido
elevando el agua, ha ido perdiendo sus condiciones potables, efecto
quizá de filtraciones salobres, por hallarse el fondo de las galerías y
pozo de concentración 6 metros por debajo del nivel del mar ya 2 km
de este.
Bajo el punto de vista económico os resultados obtenidos en las
obras de bastecimiento de aguas a Cádiz, donde, como ya se ha
indicado se han invertido mas de 60 millones de reales, han de influir
poderosamente en el retraimiento de los capitales que busquen su
colocación en empresa de este género.
Detalle de la placa en la Fuente de las Galeras.
Hasta entonces el agua consumida por la ciudad de Cádiz
provenía en su mayoría de las aguas transportadas en barcos, tambien
desde el Puerto de Santa María, pero como hemos podido leer en el
informe, las aguas no llegan con caudal suficiente a las ciudades. La
sociedad inglesa The Cadiz Waters, Co. pone a la venta mediante
subasta sus propiedades ante el fracaso de la empresa.
Pero los problemas con el caudal del agua de los mantiales de
La Piedad continua lo que lleva a su alcalde a solicitar al ingeniero
Angel Mayo que reproducimos en su totalidad.
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3.14. ANÁLISIS DEL PATRIMONIO. DESCRIPCIÓN DE LOS ELEMENTOS CATALOGADOS
3.14.1.ARQUITECTURA E INGENIERÍA CIVIL
B.
A.
En 1854 se llevó a cabo la construcción de la Estación de
Ferrocarril, en la periferia de El Puerto de Santa María, ocupando unos
terrenos próximos al río. Este edificio introdujo en la ciudad no sólo un
elemento arquitectónico, sino que también supuso una dirección de
crecimiento, que daba un carácter industrial a este extremo de la
población.
EL MUELLE O PUERTO
En los años en que las fuentes antiguas sitúan la llegada de los
fenicios, en nuestras costas ya habitaba una cultura que conocemos
con el nombre de Tartessos, cuya fuerza residía en el importante control
de las rutas comerciales. Evidentemente tuvieron que existir por
entonces puertos para el atraque de las embarcaciones y así realizar
las transacciones comerciales.
Litografía del Puente Colgante sobre el Guadalete
A este respecto, lo que podemos afirmar es que El Puerto de
Santa María albergó, desde la Antigüedad, un importante puerto,
desde la fecha de fundación de la antigua Gades hasta su época de
mayor esplendor, como fue la época romana.
El Puerto de Santa María fue desde la fundación fenicia centro
de la actividad comercial la cual durará durante siglos. Esta actividad
comercial dominó el comercio por el Mediterráneo y traspasó la
barrera del Estrecho buscando un lugar desde el que explotar las ricas
rutas Atlánticas y el mercado Tartésico. Para este desarrollo comercial
es preciso contar con la instalación de puertos para la realización de
esta labor comercial. Lo importante a destacar aquí es que el centro de
la actividad comercial se hallaba en El Puerto y que más de un puerto
ofrecía sus servicios al tráfico incesante que allí se desarrollaba.
Ya Estrabón (año 63 a. C- 19 d. C) cita la construcción por
orden de Balbo del Portus Gaditanus a orillas del río Guadalete.
Puente Colgante sobre el Guadalete
Fue en la época de César cuando El Puerto de Santa María tiene
su etapa de esplendor gracias a la exportación de salazones y vinos,
tan conocidos en el mundo antiguo. De El Puerto salían barcos hacia
Roma así como hacia otras provincias del Imperio. Esta época de
esplendor tiene su fin en el siglo IV, con motivo de la caída del Imperio
Romano.
A fines de este siglo XV y durante todo el siglo XVI se desarrolla
un gran periodo de auge comercial y de actividad en El Puerto.
En el siglo XVI, destaca la relación de El Puerto de Santa María
con los barcos de la Carrera de Indias. La expansión de la zona
durante el siglo XVIII dio gran protagonismo a esta villa,
desarrollándose en sus alrededores otras actividades derivadas del
comercio.
LOS PUENTES DE HIERRO
Parejo a esta construcción se realizaron las obras para salvar los
ríos Guadalete y San Pedro, con dos puentes:
B.1. PUENTE DE SAN ALEJANDRO
Desde mediados del siglo XVIII se sabe de la existencia del
Puente de San Alejandro, aunque este primer puente distaba bastante
del actual. Era un puente de barcas, en forma de hilera, donde las
barcas de madera se anclaban al fondo y se sujetaban entre si por
garfios de hierro para paliar el efecto de las mareas. En la entrada del
puente se cobraba un portázgo de paso.
En el año 1846 se desmantela el puente de barcas y se construye
un nuevo puente, colgante, por cables de alambres y de un solo tramo
de 376 pies de longitud. Su inauguración tuvo lugar el 18 de enero de
1846 y se estableció un nuevo portazgo de cobro. El puente colgante
resultó destruido por un incendio en 1858 y reconstruido como parte
de la carretera Madrid-Cádiz años después.
En 1877 volvió a hundirse lo que propició la construcción de un
nuevo puente metálico no colgante. Construidos con grandes vigas de
hierro en celosía y grandes tirantes. El acceso a este era a través de una
rampa de forma semioctogonal, tenía sus bordes formados por un
antepechote sillares de piedra, desembarcando en la otra orilla en una
pequeña plataforma circular, similar a la anterior, que enlazaba con la
carretera a Cádiz.
Destacaban sus líneas constructivas frías y fuertes, coincidiendo
con la oleada industrial que estaba invadiendo a El Puerto de Santa
María tras la creación de la Estación de Ferrocarril.
En la década de los años sesenta del siglo XX, este puente hubo
de ser sustituido por otro nuevo, de características y cualidades
superiores, ya que el anterior puente no podía servir al creciente tráfico
de carretera que comenzaba a existir en toda la provincia gaditana y
más concretamente en El Puerto de Santa María.
Puente de San Alejandro, año 1960.
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
catálogo general de protección
Este puente quedó situado en la carretera N-IV de Madrid a
Cádiz, en el kilómetro 655. Se proyectó en tres circulaciones, su
esquema es geométrico, con dos tramos en el centro de mayor luz que
los siete restantes, para permitir la navegación de las embarcaciones.
Se reutilizaron materiales de su antecesor, aprovechando los pilares
emergentes y la rampa de acceso semioctogonal.
B.2. PUENTE DE SAN PEDRO
Puente de hierro ferroviario sobre el Guadalete
Su construcción se realizó a raíz de las obras del ferrocarril,
debido al igual que el Puente de San Alejandro, a la invasión del tráfico
en los años 60. Se sitúa en la carretera N-IV, en el kilómetro 659, cruza
el caño se San Pedro.
El caño de San Pedro es un antiguo brazo de la desembocadura
del río Guadalete, que da entrada y salida a las aguas del mar que se
utilizaban para las salinas. Su construcción fue algo difícil, ya que
debido a la naturaleza del fondo del caño, por el fango, se podía
dañar la cimentación del puente.
3.14.2.ARQUITECTURA RELIGIOSA
A.
Fachada de la Iglesia del Monasterio de la Victoria
MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE LA VICTORIA
El Monasterio de La Victoria se ha ubicado como tercera entre
las fundaciones que en tiempos de los Reyes Católicos hicieron los
seguidores de del calabrés Francisco de Paula, (que en El Puerto de
Santa María, recibieron el nombre de mínimos) en Andalucía.
No se sabe con exactitud la fecha de su fundación, aunque si se
sabe que los frailes Mínimos, en su expansión por Andalucía (Real
Convento de la Victoria de Málaga, de Andujar...) se hallaban en El
Puerto en 1502, fecha de la cual data una tradición, para muchos
falsa, de que San Francisco de Paula, fundador de la Orden, vino a El
Puerto para ultimar detalles de la instalación de la comunidad de la
Victoria.
Tenga lo que tenga de verdad esta tradición, lo cierto es que los
Mínimos en 1506 ya se hallaban instalados en El Puerto, bajo el
mando de Fray Marcial de Vizines, electo provincial en 1505 y que en
1517 hubo de recibir la donación que el duque Don Juan de la Cerda
hizo a la Comunidad del edificio que nos ocupa. Así consta en la
lápida que se encuentra a la entrada de la iglesia:
"J.H.S. María. Esta obra mandaron facer los muy ilustres sennores
Don Juan de la Cerda y Donna Mencia Manuel Duques de Medinaceli,
Condes del Puerto de Santa María. Comemçose siete de junio anno del
nascimiento de nuestro salvador JesuChristo de mil quinientos cuatro
annos".
El monasterio está ubicado en lo que fue la zona de extramuros
de la población, aunque algo desplazado por la cercanía de la
estación de tren y próximo a la carretera entre Cádiz y Jerez.
El Monasterio consta fundamentalmente de tres elementos:
iglesia, claustro y salas capitulares.
A.1. IGLESIA
El más fundamental es su fachada, muestra exquisita del arte
ojival. Está compuesta de dos grandes machones piramidales
adornados con columnillas ojivales adosadas. Entre ambos hay un
arco conopial que tiene en su vértice un escudo con las armas de La
Cerda: el castillo y el león rampante de las armas reales de Castilla y
las tres flores de lis de Francia. Como en otros muchos edificios
construidos por esa época, el ascendiente sevillano, sobre todo en el
templo, alcanza no sólo a su estructura sino también a la inspiración
de muchos de los motivos que la decoran, fundamentalmente la
portada, concebida a modo de retablo, con abundantes elementos
decorativos góticos y vegetales típicos de los últimos años del siglo XV.
De características similares a las de otras iglesias jerezanas del mismo
estilo y a la Puerta del Perdón de la Iglesia Mayor Prioral, lo que hace
pensar en el mismo autor de esta última.
El tímpano de la puerta se halla partido en dos mitades por una
hornacina que debió albergar la imagen de Nuestra Señora de la
Victoria, titular del Monasterio. De la portada lateral del templo solo
quedan restos.
El interior es de una sola nave, carece de crucero y tiene ocho
capillas laterales amplias, cuatro a cada lado, y la ducal, situada a la
derecha del Evangelio y comunicada con la iglesia por una pequeña
puerta. Cada una de las capillas tenía su advocación propia.
La cabecera de la iglesia alberga la capilla mayor. A los pies
destaca el coro, apoyado en un gran arco rebajado con bóveda
estrellada.
Fachada lateral de la Iglesia del Monasterio de la Victoria
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Son muy notables las cubiertas en la que vienen a coincidir
armónicamente elementos de dos estilos: el gótico, que fenece y el
renacimiento que lo sustituye. Las nervaduras van desde las simples
ojivas de las capillas laterales a las de terceletes, el complicado
esquema de la nave central o el más elaborado de la cubierta
estrellada del presbiterio.
El sistema de equilibrio del templo es de arbotantes y botareles,
desacostumbrado en esa época en la que ya se usaban contrafuertes.
Vista de la Iglesia del Monasterio de la Victoria
La iglesia del Monasterio fue una de las más frecuentadas, gozó
de gran popularidad y en ella se instalaron cofradías penitenciales de
gran devoción como las del Santísimo Cristo de la Humildad y
Paciencia y la de Nuestra Señora de la Soledad.
A.2. CLAUSTRO
Interior del claustro del Monasterio de la Victoria
Es un gran patio cuadrado con galerías en sus cuatro lados.
Estas cuentan con todo un repertorio de motivos ornamentales en las
claves de las bóvedas, de crucería sencilla, y las ménsulas de apoyo de
sus nervaduras. El claustro es una pieza notable. Su construcción se
inicia en el gótico, a finales del siglo XV y principios del XVI,
contemporáneamente con la del templo. Así, el piso inferior lo forman
cuatro pórticos de arcos ojivales peraltados. En este cuerpo inferior hay
que destacar los enormes contrafuertes en que descansan los arcos,
perforados en su parte inferior por un vano enmarcado por arco
conopial, que deja paso a una persona. Sobre uno de ellos, las armas
de los patronos. Este primer cuerpo es de estilo gótico y el cuerpo alto
tiene elementos renacentistas, en el que se observan claramente dos
fases de construcción con distintos detalles decorativos. Y aún hay una
última intervención en que los grandes vanos de las arcadas altas se
transforman en óculos o ventanas.
A.3. REFECTORIA Y SALAS CAPITULARES
Aunque Existió un refectorio primitivo, el que se conserva en la
actualidad fue encargado a Francisco de Guindos, maestro mayor de
la ciudad, según acuerdo de 24 de diciembre de 1699, por el que se
comprometía a la construcción de una Sala Capitular. En realidad, son
dos, pero una, la más cercana al templo, es la Sacristía. Ambas salas
capitulares están contiguas al refectorio, que fue finalizado en 1700.
Otra pieza significativa del edificio es la torre, que sirvió como
campanario y está compuesta de dos cuerpos. Desde su fundación,
este edificio ha pasado por diversas vicisitudes: su primer destino a
panteón ducal que más tarde sería alterado, la invasión
angloholandesa de 1702, la riada que siguió al terremoto de 1755, la
invasión napoleónica en que fue expoliado y la posterior secularización
debido a la desamortización de Mendizábal. En el siglo XVIII fue sede
de estudios teológicos y artísticos, y en el XIX, seminario y noviciado
jesuita. Más tarde su destino para hospicio, albergue y hospital de
heridos de guerra, y el establecimiento en él de un Centro Penitenciario
desde los primeros años del siglo XX. El Monasterio es un edificio
declarado Bien de Interés Cultural y en la actualidad se ha recuperado
como elemento del paisaje urbano local, rescatándolo del anonimato
en el que se encontraba hasta hace pocos años y se le quiere volver a
su antiguo esplendor monumental.
3.14.3.YACIMIENTOS
A.
DOÑA BLANCA Y NECRÓPOLIS DE LAS CUMBRES
El yacimiento de Doña Blanca, situado en el término municipal
de El Puerto de Santa María (Cádiz), presenta una importancia singular
en el panorama de la colonización fenicia en el Mediterráneo
occidental. Por ser el primer asentamiento fenicio en la Península en el
siglo VIII a.C. y por la secuencia completa que tenemos aquí de una
ciudad fenicia durante seiscientos años, una ciudad prácticamente
intacta desde el punto de vista arqueológico.
Yacimiento situado en la cima y laderas de la Sierra de San
Cristóbal, separando a modo de espina dorsal, la zona marítima de la
campiña. Se trata de una sierra de escasa altura, apenas 130 metros
sobre el nivel del mar, pero que resulta suficiente para permitir una
visión amplia hacia el interior y la costa.
El acceso a la zona se efectúa por la carretera local 201 de El
Puerto de Santa María a Jerez de la Frontera por el Portal, por la que
se continúa en dirección a esta última localidad hasta el punto
kilométrico 3,300, lugar donde se inicia la zona arqueológica.
El paisaje costero, que hoy se ve, ha sufrido cambios importantes
desde la antigüedad. El borde continental del entorno de Doña Blanca
carecía de la amplia plataforma de marismas que actualmente
contemplamos, llegando el río Guadalete a desembocar más arriba,
en la zona de la actual pedanía jerezana del Portal. La Bahía era
mucho más amplia, llegando el mar prácticamente a la falda del la
colina sobre la que asienta el yacimiento y la pequeña ensenada que
se abre en la zona oriental constituiría entonces un lugar con
Interior del claustro del Monasterio de la Victoria
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magníficas condiciones para un puerto o embarcadero, no sólo por su
fácil acceso, sino también por estar resguardada de los vientos de
levante. El aspecto que presenta actualmente el yacimiento es de colina
amesetada de forma casi rectangular y de unas 6,5 hectáreas de
extensión, este aspecto es el resultado de su historia. Se trata de un
relieve artificial formado por la acumulación, unos sobre otros, de los
diversos asentamientos y edificaciones que se han ido sucediendo a lo
largo del tiempo, llegando a tener en algunas zonas hasta 9 metros de
estratos arqueológicos superpuestos.
Yacimiento de Doña Blanca
Los restos más antiguos encontrados en el yacimiento pertenecen
a una fase tardía de la Edad del Cobre, a finales del III milenio a.C.
Este periodo está documentado con huellas de cabañas dispersas y
adaptadas a la topografía original del terreno.
Tras un periodo de abandono, el yacimiento permanece
deshabitado hasta la primera mitad del siglo VIII a.C. momento en el
que vuelve a ser ocupado, construyéndose pocos años después de la
primera muralla.
Desde el siglo VIII a.C. el yacimiento permanece poblado de
manera continua hasta la llegada de los romanos a la Península
Ibérica, con motivo de la Segunda Guerra Púnica, a fines del s. III a.C.
Durante estos cinco siglos de ocupación ininterrumpida, la ciudad sufre
varias remodelaciones urbanísticas y la construcción de otras dos
murallas. El yacimiento vuelve a quedar abandonado hasta Época
Medieval Islámica, momentos en los que se estableció una alquería
almohade. Posteriormente, en el siglo XVI se erigió una ermita, que es
la torre aún conservada y que se denomina popularmente Torre o
Castillo de Doña Blanca.
Yacimiento de Doña Blanca
Ya desde la Antigüedad, a lo largo del yacimiento arqueológico,
dominaba el paisaje básicamente llano, con cuatro zonas bien
caracterizadas: el litoral costero con frecuentes dunas y acantilados,
las marismas, la sierra y la campiña. entre las que destacaban los
suelos de cultivo de secano, secciones de bujeo y albarizas dedicadas
al cultivo de trigo y la vid, y tierras productivas, como las del litoral
atlántico, que se destinaban a la huerta a partir del alumbramiento de
aguas. De todas ellas, la campiña sería la de mayor importancia por
su extensión y por sus recursos agropecuarios.
Por tanto, desde la época protohistórica fueron numerosos los
productos agrícolas, ganaderos y pesqueros de la zona, que
favorecieron el desarrollo de importantes industrias basadas en los
recursos naturales de estas tierras y sus aguas costeras. Desde el punto
de vista agrícola destacó el cultivo de la vid y el olivo. Fueron
numerosas también las especies de animales que dan cuenta del
desarrollo de la ganadería junto con la agricultura.
La magnífica situación de Doña Blanca, junto al mar, le
proporcionó otra fuente de riqueza importante: los productos de la
pesca y sus derivados.
El yacimiento de Doña Blanca ha sido objeto desde 1979, de un
programa de investigación sobre la colonización fenicia en la bahía
gaditana que abarca todo el proceso histórico, desde de los primeros
contactos de estos pobladores y su implantación en la zona hasta que
se produce su abandono, en torno al siglo III a. C.
Desde dicho año y hasta la actualidad, se han efectuado varias
campañas arqueológicas en el yacimiento, cuyo objetivo principal ha
sido el análisis de la secuencia estratigráfica del poblado, así como el
estudio de los aspectos defensivos y urbanísticos en sus diferentes
épocas y de los rituales funerarios practicados. No obstante, dentro de
este programa de investigación se han llevado a cabo otros tipos de
estudios, centrados en aspectos como la alimentación, el
paleoambiente, la geología, los metales y las pastas cerámicas.
Dado este gran valor histórico y arqueológico, se ha elaborado
un plan de actuaciones, realizadas por el equipo de investigación del
Centro de Estudios Protohistóricos, de la Universidad de Cádiz de
carácter interuniversitario, internacional e interdisciplinar.
Estas actuaciones llevadas a cabo hasta ahora, han permitido
trazar un ajustado panorama del proceso histórico de la bahía
gaditana en su amplia estratigrafía, desde comienzos del siglo VIII
hasta finales del III a. C.
En las dos primeras campañas de excavación llevadas a cabo en
los años 1979 y 1981, se realizaron los primeros cortes estratigráficos
en la esquina sureste del yacimiento, delante de la torre, cuyo resultado
fue la aparición de ciertos vestigios o restos pertenecientes a sistemas
defensivos superpuestos y que podían datarse entre los siglos V y IV/III
a.C.
Entre 1982 y 1983, las actuaciones estuvieron orientadas en el
extremo sureste del yacimiento, que se correspondía con una serie de
estructuras urbanas pertenecientes a los siglos IV-III a. C., así como
varios fragmentos defensivos pertenecientes a dos murallas
superpuestas, reconocidas en el sector suroeste.
Yacimiento de Doña Blanca
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Las siguientes campañas se centraron en la excavación de la
necrópolis, localizada en la zona de Las Cumbres. Concretamente se
excavó un enterramiento colectivo, bajo túmulo, en el que la presencia
de restos incinerados permitió constatar su uso durante la mayor parte
del siglo VIII a.C.
Yacimiento de Doña Blanca
•
En la campaña de 1986 se concretaron aspectos que quedaron
pendientes en las prospecciones anteriores del sector sureste. Así, se
amplió la longitud de la muralla más reciente, que ya había sido
excavada con anterioridad (1982-1983), que cronológicamente se
correspondía con un tramo de los siglos IV/III a. C. También se excavó
un corte estratigráfico entre esta muralla y la más antigua, de los siglos
V/IV a. C., y se realizaron excavaciones en extensión en El Espigón,
donde se detectaron restos de una fortificación reciente y los primeros
vestigios de viviendas fenicias del siglo VIII a. C.
Se puede observar su estructura urbana, articulando el poblado
en calles e ínsulas de viviendas, con algunas plazas o espacios
abiertos y calles de cierta anchura, que permitían no sólo el paso
de personas y animales, sino también de carros y otros vehículos.
El pavimento de estas calles estaba hecho de una mezcla de
arcilla, piedras pequeñas y fragmentos de cerámica de escaso
tamaño. Las viviendas en su mayoría de planta cuadrada o
rectangular, con tres o cuatro dependencias y sus interiores
formados por basas de apoyo para los pilares de madera que
sostenían las vigas de la techumbre. Los muros se componían
con un zócalo alto de mampuesto con superestructura de tapial
y los suelos se cubrían de arcilla roja apisonada.
Se trataba de un conjunto de viviendas del siglo VIII a. C.,
aterrazadas en la ladera de la colina, que por ahora constituyen la
documentación más abundante y mejor datada de la fase arcaica, o
de fundación, del poblado. En ella se advirtieron, en algún caso, dos
niveles de viviendas y, de ellos, el más reciente presentaba un buen
estado de conservación.
Yacimiento de Doña Blanca
En 1989, la actuación se centró en la excavación superficial de
la muralla más reciente de los siglos IV/III a. C., a lo largo de la
fachada norte del poblado y con una longitud de 240 metros, aunque
también se sacaron a la luz tramos cortos de murallas anteriores. Así,
se excavó un pequeño sector en el que se pudo apreciar una sección
corta de la muralla arcaica del siglo VIII a. C. y una torre del siglo V a.
C., en el ángulo noroeste del poblado, relacionada probablemente
con una de las entradas a la ciudad.
En 1991 se amplió la extensión excavada de las viviendas de la
zona del Espigón, conocidas como "barrio fenicio", y se obtuvieron más
datos de índole urbanística y de sistemas de captación de agua y de
defensa, mediante la constatación de unas zanjas excavadas al pie de
la terraza inferior de las viviendas fenicias. Los resultados de esta
campaña fueron decisivos para el análisis de los materiales fenicios del
siglo VIII y de comienzos del VII a. C. También en la zona alta de la
Sierra de San Cristóbal se llevó a cabo una actuación arqueológica,
con la excavación de 1.500 metros cuadrados de viviendas de los
siglos IV/III a. C.
Gracias a las actuaciones antes citadas hoy en día se pueden
diferenciar varias zonas características en el yacimiento;
El poblado en sí, dividido en dos según su cronología. Por un
lado encontramos el "Barrio Tardío": Conjunto de viviendas de
los siglos IV y III a.C., ubicadas en la zona del puerto. Están
construidas en la ladera dispuestas en terrazas artificiales.
Representa una de las últimas etapas de habitación del
yacimiento, antes de su abandono.
Las puertas de entrada se situaban en las esquinas o en el centro
de los muros. Algunas de estas viviendas no sólo estaban
destinadas para su uso doméstico, sino que también se
realizaban en ellas actividades económicas. Así una de estas
posee un lagar y un horno que, posiblemente, fue utilizado para
elaborar vino.
•
Por otro lado se encuentra el "Barrio Fenicio": Localizado en el
extremo sureste, en los extramuros de la ciudad y cercano a lo
que podría ser la zona portuaria. Éste es su momento más
arcaico, del siglo VIII a. C.
Se trata de una nueva estructura urbana, con características,
técnicas y materiales constructivos que varían sustancialmente de
los modelos que se habían presentado hasta el momento en la
zona. Estos procedían de periodos anteriores en los que la
construcción de las viviendas se basada en la disposición de
cabañas de planta circular levantadas a partir de elementos
vegetales.
Este nuevo desarrollo, que debió alcanzar en torno a cinco o seis
hectáreas de superficie, presentaba una trama urbana
planificada. Estaba integrada por un conjunto de viviendas
asentadas sobre suelo natural, dispuestas de forma escalonada
según los desniveles del terreno y ordenadas mediante una serie
Yacimiento de Doña Blanca
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de callejuelas estrechas, que conectaban entre sí. Estas vías
permitían el tránsito de personas y animales pero impedían el
paso de cualquier tipo de carruajes.
paralelos y una serie de muros perpendiculares que
compartimentaban el espacio interior.
Hay evidencias de la existencia de una torre de vigilancia y otras
dos, internas en la puerta de la ciudad, todas ellas con sillares
de gran tamaño. Su fábrica es de mayor calidad, las piedras son
más grandes y están trabajadas, su aparejo está dispuesto a
base de hiladas de piedra alternadas con losa. Va directamente
asentada sobre el suelo, sin cimentación.
Las viviendas, por lo general, eran de tres o cuatro estancias
cuadrangulares, de diferentes tamaños. Su Construcción a base
de mampuestos tramados con arcillas y las paredes estaban
revocadas y encaladas. Los suelos eran de arcilla roja depurada
y compacta, que se renovaba con frecuencia mediante delgadas
capas de cal. La techumbre se extendía plana, formada por un
armazón de vigas de madera y cubierta vegetal.
La entrada a estas viviendas se hacía por puertas colocadas
generalmente en una de sus esquinas. En el interior de las
dependencias de estas viviendas se ubicaban diversos hogares y
pequeños hornos de uso doméstico hechos con arcilla, con
estructura abovedada. Junto a ellos aparecen otros elementos
identificados como pequeños molinos de trigo.
Yacimiento de Doña Blanca
•
Yacimiento de Doña Blanca
La muralla. En este recinto confluyen tres murallas pertenecientes
a épocas distintas, pero de cronología próxima, distan entre ellas
menos de quinientos años. Lo que pone en relieve el enorme
dinamismo de la sociedad y su importante poder económico, ya
que no es común encontrar obras públicas de estas dimensiones
en un espacio de tiempo tan escaso.
El primer tramo de muralla corresponde al período arcaico, siglo
VIII a. C., en torno al 730 antes de nuestra era. Es uno de los
ejemplos más antiguos de muralla que se conserva. El tramo
descubierto hasta el momento posee una extensión aproximada
de tres metros de anchura y cuatro de altura. Edificado sobre un
suelo de arcilla roja y piedras trabadas con arcilla. Los sillares
empleados en el paramento son de corte irregular, los estudios
realizados, indican que frente a esta había un foso con una
anchura aproximada de veinte metros y profundidad de cuatro
metros.
Esta se estuvo utilizando cono sistema de defensa, con varias
modificaciones y reparaciones, hasta el siglo VI antes de nuestra
era.
Yacimiento de Doña Blanca
El tercer tramo de muralla encontrado es el más reciente
perteneciente al período turdetano, siglo IV/III a.C. Se utilizó en
alguna de sus partes el mismo trazado de la anterior. El sistema
de construcción es similar, con dos muros de 1,10 m. y 0,90 m.
de espesor -exterior e interior-, y casernas. Su fábrica es de
sillarejos bien dispuestos trabados con arcilla roja. Presenta
cinco tramos separados mediante torres cuadrangulares, que
aparecen adelantadas a la propia muralla. Por lo general, a
partir de la torre se produce un cambio en la orientación del
lienzo que origina una disposición zigzagueante.
El segundo sistema de fortificación, que destaca por su buen
estado de conservación, pertenece al periodo turdetano, siglo V
a. C. Realizada sobre nueva planta, presenta como
particularidad una estructura de casernas, también llamadas
casamatas. Consistía en la construcción de paramentos
Las torres poseen unas dimensiones de diez por nueve metros,
que a veces se subdividen en dos espacios mediante un muro
transversal.
•
La necrópolis, se encuentra en la falda meridional de la Sierra de
San Cristóbal, a lo largo de una extensión de más de cien
hectáreas, donde se han localizado una serie de enterramientos
que presentan diferentes tipos de construcciones funerarias.
El primero de estos tipos es el hipogeo, su cronología
corresponde a los siglos XVII y XV a. C. Se trata de cámaras de
planta circular, de aproximadamente tres metros de diámetro y
1'80 metros de altura, de paredes ligeramente convexas y techo
aplanado, sostenido en su zona central mediante un pilar tallado
en pieza única.
En el fondo de estos, se encontraba un nicho, usado como
depósito de ofrendas funerarias. Estas solían ser ajuares
compuestos por elementos de bronce, como cuchillos, punzones
y objetos de adorno.
En la entrada a estos espacios funerarios, por fuera, se labraban
los símbolos astrales del sol y el creciente lunar, advirtiendo del
espacio sagrado, intentando evitar el saqueo.
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El segundo tipo de estas estructuras funerarias, pertenece a la
época protohistórica. Su forma es de túmulo, troncocónica,
compuesto por una serie de círculos funerarios, que podían
llegar a acoger hasta unos sesenta y dos enterramientos. Estaban
destinados a la práctica del rito de la incineración. En el interior
del círculo se hallaba el ustrinum, lugar en el que se procedía a
la incineración del cadáver, protegido con un murete de adobe
y tapial rojizo, que favorecía la combustión de la pila funeraria.
En torno al ustrinum se disponían los enterramientos,
aprovechando oquedades naturales o fosos de planta circular,
recubiertos con piedras o losas. En estos huecos de depositaban
las urnas funerarias. Estos recintos funerarios una vez que
dejaban de utilizarse se clausuraban.
Torre de Doña Blanca
El espacio dedicado a esta necrópolis tumular se expande por la
pendiente de un pequeño altozano, en su zona meridional y más
baja, aunque en dirección norte y longitudinalmente se alzan
otros dos túmulos. En la esquina de estas construcciones se
encuentran piedras, en ocasiones de gran tamaño, agrupadas o
dispuestas en una zona de hilera irregular que delimitaban la
zona de la necrópolis.
•
Interior de la Torre de Doña Blanca
La torre de Doña Blanca, levantada en torno al siglo XV d. C.,
aún no se conoce con certeza su uso. Las funciones q se le han
atribuido han sido diversas, van desde ermita fortaleza hasta
atalaya o torre vigía. Esta se caracteriza por su original forma y
su material constructivo, con muros hechos de mampostería y
reforzados en sus ángulos por grandes sillares.
Es una construcción de típica planta de cruz griega, a la que se
accedía a través de una puerta en forma de arco a puntado con
baquetón gótico, localizada en uno de los brazos del edificio.
Sobre este se dispone una pequeña ventana, también apuntada.
La cubierta a la que se accedía desde el interior por una escalera
hoy desaparecida, es plana y está rematada por un doble listel
de tradición almohade.
Esta torre da nombre al yacimiento, ya que según la tradición,
éste fue el lugar que sirvió de prisión a Doña Blanca de Borbón,
esposa del rey Pedro I. Doña Blanca de Borbón, sobrina del Rey
Carlos V de Francia, fue obligada a contraer matrimonio a los
18 años con Pedro I, rey de Castilla y León, como consecuencia
de una alianza establecida entre el reino francés y el castellano.
El monarca la rechazó, por lo que se vio obligada a huir a
Toledo. Este, enterado de la huida de Doña Blanca, ordenó
cercar Toledo y hacerla prisionera. Primero fue encerrada en el
Castillo de Sigüenza y después, posiblemente, fue trasladada
sucesivamente a esta Torre de Doña Blanca y al castillo de
Medina Sidonia.
El hecho de que esta torre fuera la elegida como uno de los
lugares para encarcelar a Doña Blanca no está constatado, ya
que no todos los estudios señalan este lugar. Concretamente las
fuentes históricas señalan la zona de Sidueña, que se ha
interpretado en algunos casos como Sidonia, lo que explicaría
por qué se sitúa en algunos casos en esta zona.
En la actualidad, este conjunto arqueológico ha adquirido una
dimensión de carácter internacional y el referente histórico de la
actividad fenicia en el Mediterráneo y en el Atlántico. Así es reconocida
en el ámbito científico, y la ciudad fenicia es mencionada en todo tipo
de trabajo científico sobre esta importantísima época histórica, que
para Occidente significa el comienzo de la civilización europea.
El yacimiento se encuentra protegido bajo la Declaración
genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre
el Patrimonio Histórico Español. En el año 1993 la Junta de Andalucía
otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad
Autónoma de Andalucía.
Su origen se remonta a la época de Franco y a la venida de los
estadounidenses a la base de Rota. Es en el año 1956 cuando el
gobierno de Francisco Franco decide compensar con estos terrenos a
los agricultores propietarios del suelo de la futura Base Naval de Rota.
El proyecto se denominó Plan de Transformación de las Marismas del
Guadalete y comprendía 5.500 hectáreas que hoy están disgregadas
entre el Polígono de Las Salinas de El Puerto de Santa María, el
Poblado de Doña Blanca y Las Aletas.
B.
PAGO DE CANTARRANAS
Forma parte de un conjunto de yacimientos muy próximos entre
sí, excavados de forma desigual a lo largo de los años. Se encuentra
localizado al oeste del término municipal de El Puerto de Santa María.
Se accede a este emplazamientos la altura aproximada del Km 4 de la
carretera local que une el Puerto Santa María con Sanlúcar, siguiendo
los carriles que con ella conectan desde el norte. Podemos delimitarlo,
en su parte más septentrional, desde la antigua vía férrea que
conectaba El Puerto de Santa María y Sanlúcar, a la altura del km 6 de
Interior de la Torre de Doña Blanca
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El presente documento fue aprobado por el Excmo. Ayuntamiento Pleno en sesión celebrada el día 31 de marzo de 2011
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ésta, se halla así situado a escasa distancia de la línea de costa, en el
sector norte de la Bahía de Cádiz, cerca del estuario que forma el río
Guadalete en su desembocadura.
El poblado de Cantarranas se relaciona especialmente con dos
diferentes medios geográficos a los que cohexiona y unifica. Tanto el
marco de la Bahía como el de la campiña, definen el modelo de vida
en este asentamiento. Es dentro de ambos contextos naturales donde
podremos establecer una serie de relaciones temporales con los otros
grupos humanos coetáneos.
Yacimiento arqueológico de Pocito Chico
A comienzo de los años treinta, en una de las primeras obras de
urbanización, en el borde del acantilado de Fuentebravía apareció un
enterramiento con ajuar cerámico, de pulimentados y de cuchillos de
silex. A partir de entonces, han sido varias las excavaciones realizadas
en la zona. En el año 1953, con la construcción de la Base Naval de
Rota, se localizó una gran necrópolis prehistórica que ocupaba el área
situada entre la desembocadura del arroyo Salado y la ciudad de Rota.
En el año 1982, debido a la explotación de arenas con fines
industriales, levantó la cobertura dunar bajo la que se escondía el
yacimiento de Cantarranas. De esta manera, salió a la superficie su
importante industria lítica, pudiendo diferenciarse, ya en una primera
apreciación, una zona de hábitat en la parte más elevada.
La extensión que ocupaba era de aproximadamente diez mil
metros cuadrados. Diferenciándose dos áreas, una que comprendía
tres fondos de cabaña en la parte más alta, en los que aparecieron
huellas de hogares, industrias líticas, restos óseos y de cerámicas. Y
otra en la que estabn situados los silos.
Yacimiento arqueológico de Pocito Chico
Otras dos campañas relevantes, fueron las realizadas en los
años 1984 y 1987. La primera en la Base Naval de Rota, al lado
izquierdo del arroyo del Salado, casi a un kilómetro de Cantarranas.
En esta campaña se encontraron sesenta estructuras entre fondos de
cabaña y silos. En la segunda campaña, localizada en el extremo norte
del cerro, en un campo denominado La Viña, se hallaron otras treinta
estructuras.
Es importante considerar la existencia de este asentamiento tan
extenso, situado entre los ribazos que dominan ambos lados de la
desembocadura del Arroyo Salado. Por el lado izquierdo enlaza con La
Viña, término municipal de El Puerto de Santa María, Fuentebravía y
Cantarranas.
Gracias a todos los materiales encontrados, sobre todo al
conjunto cerámico, se puede ubicar al yacimiento en el Calcolítico
Inicial, aunque retoma su cronología hasta el Neolítico Final.
C.
POCITO CHICO
Entre los poblados del entorno de la laguna del Gallo, uno de
los más importantes sin duda es el de Pocito Chico. Situado en la
campiña noroeste de la provincia de Cádiz, a medio camino entre
Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa
María, a cuyo término municipal pertenece. Emplazado a los pies de la
Laguna del Gallo.
Como consecuencia de una época de fuertes lluvias en 1994, un
pequeño arroyo horadó la ladera sur de la loma, ayudado por el
carácter deleznable del terreno y por diversas estructuras antrópicas
soterradas en época antigua, dando lugar a una cárcava de tamaño
considerable, en cuyos perfiles se advirtieron restos de estructuras
prehistóricas.
La cárcava según su contenido puede dividirse en dos partes;
una primera de perfil poco pronunciado debido a la existencia de
rocas, posee estructuras de diversos períodos. En la segunda se halló
la llamada Estructura II, que correspondería con un fondo de cabaña
de la época del Bronce Final.
En los distintos cortes de la cárcava se ha comprobado como el
yacimiento de Pocito Chico sufre una serie de modificaciones que
parecen tener relación con su proximidad a la laguna. Con lo cual, nos
hallaresmo ante un poblado en el que durante sus distintos periodos de
ocupación la población habrá ido moviendose para mirar a la laguna,
de modo que los niveles pertenecientes a época andalusí y moderna se
encontraran en una cota más cercana a ella, mientras que los de la
Edad del Cobre y Bronce estarán a mayor altura por tanto, más
alejados del borde actual de la laguna.
Las prospecciones llevadas a cabo de forma superficial, nos han
permitido conocer el modelo de poblamiento, este se estableció
fundamentalmente en función de dos ejes principales de articulación;
por una parte, el arroyo Salado, un canal de agua salda que penetra
desde la costa según el ciclo de las mareas, y por otro, la laguna del
Gallo, junto a la multitud de arroyos que en ella vertían sus aguas.
Ambos ejes forman una unidad geográfica en el contexto de la
campiña litoral, constituyendo un modelo de asentamiento distinto a
los poblados más cercanos al litoral.
Yacimiento arqueológico de Pocito Chico
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catálogo general de protección
Resulta evidente, que este poblado, junto con los cercanos a la
laguna del Gallo, tendrán una personalidad propia y con actividades
económicas relacionadas con ella.
D.
LA VINCULACIÓN DE LOS ALFARES
ANTERIORES FÁBRICAS DE SALAZÓN
CON
LAS
El Puerto de Santa María constituyó, junto con el resto de la
Bahía de Cádiz, desde época augustea en adelante una de las
principales zonas alfareras del mundo antiguo.
Yacimiento arqueológico de Pago de Cantarranas
La industria conservera juega aquí un papel preponderante, de
tal manera que las manufacturas cerámicas predominantes son las
vinculadas con la producción anfórica, subsidiarias.
La industria del salazón púnica, existente en la provincia
gaditana y más concretamente en El Puerto de Santa María, con la
entrada de la región en la órbita romana, lejos de acabar con estas
actividades, supuso un incremento de las mismas. A esto contribuyó la
apertura de nuevos y cada vez más numerosos mercados.
La necesidad de proporcionar envases adecuados para la
comercialización de estos productos, esencialmente pescado sazonado
y salsas derivadas, explica el nacimiento, en torno a estas industrias, de
numerosos centros de producción anfórica, que comenzó a
desaparecer a raíz del siglo III d.n.e.
Yacimiento arqueológico de Laguna Salada
Los yacimientos en los cuales se han encontrado alfares en el
término portuense son estos: C/ Javier de Burgos, Hijuela del Tío
Prieto, Molino del Platero, Cantarrana-Los Cipreses, Los Sauces, La
China, Cerro de las Cabezas, El Palomar-Puerto Nuevo, Los Tercios,
Las Manoteras, Laguna Salada y Casa de la Vicuña.
La mayor parte de estos yacimientos reúnen características
similares, relacionadas con la época romana; aparecen restos
constructivos de período romano que pueden ponerse en relación con
instalaciones industriales. Aparecen zonas quemadas, probablemente
relacionadas con el horno.
En su mayoría, la producción documentada gracias a las
excavaciones arqueológicas, se corresponde con ánforas destinadas al
envasado de salazones y salsas derivadas. Una mínima parte de la
producción está dedicada al envase del vino. Aquellos envases
dedicados a la producción aceitera están ausentes por completo.
Gracias al estudio de estos alfares, podemos dividir en dos los
modelos de asentamientos, cada cual con sus propias características
en cuanto a ubicación, cronología y producción.
En un primer grupo, podríamos incluir los yacimientos cercanos
a la costa, ubicados en la parte Oeste del término, coincidiendo con
la localización de las factorías púnicas de salazones. Comienzas a
ocuparse en el siglo II a.n.e. los más antiguos, Javier de Burgos, Cerro
de las Cabezas, Los Sauces, algunos en el I a.n.e y otros a principios
del I d.n.e. Los más antiguos eran caracterizados por tener en su
producción envases de tradición púnica (formas Mañá C2). Por su
estructura y dimensión, se ha supuesto que pertenecerían al grupo de
talleres familiares, pequeños talleres, dedicados a la producción de
salazones, con horno propio para el autoabastecimiento de envases
apropiados.
En un segundo grupo podemos ubicar a todos aquellos talleres
que comenzaron su ocupación en el siglo I a.n.e., y su producción se
prolonga como norma general hasta diversos momentos del siglo II
d.n.e. Con este gurpo se corresponden La China, Los Tercios, Laguna
Salada, Manoteras, Casa de Vicuña y Palomar-Puerto Nuevo. Estos
alfares estaban asociados generalmente a villas rústicas, que se
localizaban siempre en las cercanías, excepto en el caso de La China,
que se localiza en la costa, los demás se encuentran en la campiña,
alejados entre 5 y 2 kilómetros de la costa, asociados a buenas tierras
de labor. Su producción es algo más variada que la del grupo anterior,
continúan con los envases para salazones, que en esta ocasión
presentan formas más o menos evolucionadas, se documentan
también ánforas vinarias. Se han interpretado como estructuras del
propio fundus en el que se localizan. Por lo tanto, se ha supuesto que
estos talleres estarían destinados a proporcionar envases adecuados
para la comercialización de los productos agropecuarios producidos
en las fincas. A su vez estas fincas estarían implicadas en la producción
y comercio de salazones.
A modo de conclusión, podemos decir que nos encontramos
ante un espacio ampliamente antropizado, con un poblamiento
disperso, pero concentrado en áreas con determinadas características,
que se prolonga desde el siglo II a.n.e. hasta el II d.n.e. al menos.
Un territorio en el que se desarrollaron actividades económicas
de considerable importancia; la producción y comercialización de
productos marinos, salsas, conservas y salazones. Las necesidades de
estas producciones, demandando abundantes envases cerámicos,
propició la expansión paralela de la industria alfarera.
Yacimiento arqueológico de Los Tercios
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catálogo general de protección
Se observa en el territorio el paso de un modelo de economía a
peuqña escala, costero y basado en pequeños pero probablemente
numerosos centros de producción hacia otro modelo en el que estas
actividades se convierten en complementarias de la vida económica e
irán ocupando de forma progresiva las zonas más fértiles de la
campiña. Estos cambios fueron la consecuencia de un cambio político
y cultural que se estaría produciendo a mayor escala, por lo que las
producciones anfóricas evolucionarían, desde modelos de tradición
púnica hacia otros destinados a los mercados romanizados, generando
en el marco de una economía regional sus propios tipos cerámicos.
E.
LA VÍA AUGUSTA
sentido de este puente. La barra arenosa de Valdelagrana tenía una
antigüedad contrastada, y se pudieron encontrar restos prehistóricos y
fundamentos de la calzada romana.
Aún así, a falta de una evidencia palpable, la necesidad se
centra en encontrar los restos de la calzada romana al otro lado del
río. Al borde de del Parque Natural de la Bahía de Cádiz, en la Salina
de La Tapa se ha encontrado una longitud de casi dos kilómetros de
estructuras edilicias. Esta estructura se interpreta como el fundamento
de una vía romana. Calzada de 9 metros de acho, que permite
diferenciar varios elementos constructivos. Situada cronológicamente
entre la segunda mitad del siglo I a.n.e. y la primera mitad del siglo I
d.n.e.
La localización de las industrias alfareras está relacionado con la
existencia de vías de comunicaciones fluviales, marinas o terrestres. Los
tres casos están presentes en El Puerto de Santa María. La constatción
de los restos alfareros y de poblamiento, han facilitado la plasmación
del trazado de la Vía Augusta.
La Vía Augusta era una de las principales vías de comunicación
en la Bética Romana, su paso por la Bahía de Cádiz ha sido un tema
de discusión durante mucho tiempo entre los historiadores. Gracias a
los restos de los yacimientos romanos en El Puerto de Santa María,
podemos localizar dos vías de comunicación constatadas;
•
La antigua ruta prehistórica del arroyo del Salado, utilizada en
época romana como acceso al interior de la Isla Cartare de los
textos.
•
La nueva vía terrestre, que paralela a la costa enlazaba con el
vado que cruzaba el arroyo Salado.
Estas dos vías de comunicación, junto con la Augusta, se han
identificado dentro de el Portus Gaditanus, en época republicana. Estas
comunicaciones pasaban por la desembocadura del río Guadalete y
por una cruceta de vías terrestres.
La Vía Augusta o Camino de los Romanos, como también es
conocida en el municipio portuense, comunicaba con la zona del
Castillo de Doña Blanca y con la ribera derecha del río Guadalete.
Sobre la ubicación de esta vía ha habido siempre disconformidad entre
los historiadores, ya que cruzaría el Guadalete, y para ello necesitaría
un puente. Ya que aen época romana la Bahía estaría cubierta por las
aguas, pero el tiempo y la geografía se encargaron de demostrar el
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