Estado y Marxismo en la Teoría Política Latinoamericana

Anuncio
VII JORNADAS DE SOCIOLOGÍA
Universidad Nacional de General Sarmiento
24 y 25 de Abril de 2012
Nombre de los autores: Andrés Tzeiman y Alan Baichman
Formación y pertenencia institucional: Licenciados en Ciencia Política
Correo electrónico: [email protected] \ [email protected]
Estado y Marxismo en la Teoría Política Latinoamericana
de los años setenta y ochenta. Actualidad del debate
Introducción
Si existe o no un análisis teórico minucioso desde el marxismo sobre la política y el
Estado es un debate de larga data. Frecuentemente se ha insistido, por los menos, en la
insuficiencia del mismo. Nos es útil indagar en un momento concreto de la reflexión teórica
latinoamericana para ver allí como se dan estos encuentros, y luego poder extraer conceptos y
reflexiones de entonces para aportar luz y repensar el momento actual latinoamericano.
El momento al que hacemos mención ocurrió entre fines de la década del 70 y
principios de los 80. Un conjunto amplio de intelectuales se reúnen en distintos seminarios en
México, para pensar estos temas, uniéndolos a otras preocupaciones clásicas de las ciencias
sociales. Hacemos mención a seminarios realizados entre 1978 y 1981.
El primero data de 1978, en Puebla, bajo el nombre de “El Estado de transición en
América Latina”, que sería publicado dos años más tarde como Movimientos populares y
alternativas de poder en América Latina. Luego en Morelia, en 1980, el seminario titulado
“Hegemonía y alternativas políticas en América Latina”.
Además, consideraremos especialmente la compilación hecha por Norbert Lechner en
1981, publicada bajo el titulo Estado y política en América Latina en México.
Para pensar el clima de época, seria interesante recalcar cuales son las corrientes
teóricas hegemónicas que envuelven a dicho momento y cual era el contexto social que vivía
el continente.
1
En la década del ´50 y ´60 la intelectualidad latinoamericana se ve subsumida
sobretodo a la reflexión en torno a las teorías de la dependencia. Si bien con matices y
diferencias, el pensamiento a través de las categorías "centro-periferia" es predominante en el
continente. En varios países, y con grandes exponentes se generan amplios debates dentro de
la corriente.1
Mas luego de nuestro momento estudiado, en la década del ´80, con el fin de las
dictaduras del continente y el paso a regimenes democráticos, abundan las reflexiones
teóricas en torno a la transición a la democracia. El campo intelectual piensa ese momento
como el súmmum de lo posible. Los conceptos "orden", "liberalismo" y "democracia" están
en el centro del debate.2
Respecto al contexto social de dichos seminarios, como es sabido, se vivían brutales
dictaduras en todo el continente. Ya se observaba claramente la derrota de los movimientos
insurgentes de fines de los ´60 y de los 70´s. La represión brutal, como todo momento de
crisis social, genera un espacio fecundo para la reflexión y los replanteos teóricos críticos. La
experiencia foquista, y el fracaso notorio de la URSS entre otros hechos, hace que ciertos
paradigmas caigan dejando lugar a la generación de otros nuevos.
Reflexiones centrales.
Dentro de estas reflexiones, podemos decir que hay un diagnostico compartido sobre
el estado del arte en el pensamiento marxista respecto al Estado. En términos de Lechner
"Las dificultades por precisar qué y cómo es el Estado capitalista sui generis en la región
revelan un "déficit teórico" que contrasta con la movida lucha política"3. Es decir, hay un
atraso en la teoría y el pensamiento sobre el Estado latinoamericano, que contraste con el
agitado movimiento real.
Podemos decir que este déficit teórico, es puesto en cuestión constantemente en estos
debates, intentando tapar algunos huecos y generar otros. Se entiende que la crisis que vive el
continente en dicho momento, genera vacíos que los intelectuales deciden tomar como un
desafío.
1
Ver Beigel, F. (2006): “Vida, muerte y resurrección de las “teorías de la dependencia””, en Crítica y teoría en
el pensamiento social latinoamericano. Buenos Aires, CLACSO
2
Ver Rinesi, E. “Las paradojas de la transición” en Seducidos y abandonados: carisma y traición en la
'transición democrática. Buenos Aires, Ed. Manuel Suárez. 1993
3
Lechner, N. (comp.) Estado y política en América Latina. México, Siglo XXI, 1981. Pág. 7.
2
Coinciden José Arico en el prólogo a la publicación de uno de los seminarios, con
Oscar del Barco y Héctor Bruno en una ponencia que realizan en otro, diciendo que el
concepto gramsceano de hegemonía es un punto clave. Debido a que viene a suplir el vacío
en torno a la reflexión del Estado y esto es compartido por muchos otros de los disertantes.
Centran especialmente en la posibilidad, siguiendo a Gramsci, de realizar un estudio
historicista, es decir, del Estado concreto.
Repasemos los principales puntos de algunos artículos que consideramos destacados
respectos a la temática que nos interesa.
Una visión paradigmática sobre el tema la aporta Ernesto Laclau cuando sostiene
que el primer problema del abordaje de la cuestión estatal se encuentra en que bajo el
concepto de Estado se han asumido diferentes funciones y relaciones, motivo por el cual la
misma conceptualización del Estado supone ya una construcción teórica. En segundo lugar, el
problema continúa en que la tradición marxista ha adicionado como características del Estado
distintas determinaciones teóricas que resultan incompatibles entre sí.
Las tres determinaciones teóricas incompatibles a las que hace referencia Laclau son:
1) el estado como superestructura; 2) el estado como instrumento de la dominación de clase;
y 3) el estado como elemento de cohesión de una formación social.
Luego de la realización de un análisis crítico de las distintas teorías del estado que
desde la perspectiva marxista conviven y discuten, Laclau pretende dar su propia visión de
los aspectos que debería abordar una teoría marxista del Estado y de la política.
Frente a la crisis en la que ha entrado la teoría marxista del Estado como consecuencia
de los aspectos que señala Laclau en la crítica a las teorías vigentes (teoría del capitalismo
monopolista de Estado, la escuela lógica del capital, teoría de la crisis fiscal del Estado, teoría
neorricardiana y teoría de Poulantzas), propone centrar la mirada en el debate marxista
italiano, el cual abreva fundamentalmente en la obra gramsciana.
De tal manera, plantea una serie de aspectos a recuperar y sobre los cuales construir
una nueva teoría marxista del Estado y de la política:

La concepción gramsciana de la totalidad social, a partir del concepto de
“bloque histórico” como unidad orgánica de estructura y superestructura, y la noción de
“hegemonía” como articulador diferencial de los elementos de la sociedad. Entendiendo al
marxismo como historicismo absoluto, y dejando de lado al economicismo.
3

Concepción ampliada del Estado y de la política. La sociedad civil como
campo de disputa del sentido común de las masas y no solo de la dirección política, y la
revolución como guerra de posiciones de largo aliento.

Radical historicidad de los sujetos de las prácticas hegemónicas. Una lógica de
articulación que rompe con el reduccionismo clasista.
También Sergio Zermeño propone una visión historicista, ya que pone en duda la
posibilidad de una teoría general del Estado, indicando que se precisa teorizar sobre la
comparación de ejemplos concretos.
Propone el análisis del Estado a partir de sus “bases sociales” tendiendo en cuenta dos
cuestiones: 1) el análisis socio-histórica; 2) el estudio del desarrollo económico.
Estas dos perspectivas en los países centrales se encuentran perfectamente imbricadas.
En ese sentido, Zermeño busca explicar por qué en las sociedades latinoamericanas
(tardíamente desarrolladas) esos dos aspectos no se corresponden (hay una no
correspondencia entre economía y sociedad).
Su análisis se asienta sobre el hecho de que no es necesaria una cultura burguesa para
el desarrollo, sino que el factor determinante es la dimensión del mercado interno. El
desarrollo económico impacta a su vez sobre lo cultural, pero sin absorber necesariamente a
toda la unidad societal.
El desarrollo tardío tiende a dislocar a la sociedad, generando agudas desigualdades
(“sociedades duales”) y una desarticulación social.
En los países latinoamericanos la no correspondencia entre economía y sociedad hace
que el problema del Estado asuma características novedosas: la esfera estatal es la única
capaz de afrontar la difracción economía/sociedad, administrando la desarticulación para
cohesionar los desgarramientos del tejido social; es preciso también indagar en las bases
socio-históricas del Estado.
En las sociedades de “modernización temprana” (Argentina, Uruguay y Chile), es la
viabilidad del desarrollo el tema que ordena y nuclea la problemática del Estado.
En el caso de los países de “modernización temprana”, estos cuentan con una
sociedad civil fuerte que limita al Estado, pero carecen al mismo tiempo de una fuerza social
4
que dinamice el desarrollo. Se produce por lo tanto una “triple crisis de hegemonía”: 1) crisis
de hegemonía de la burguesía industrial, que no logra desplazar a la oligarquía tradicional; 2)
crisis de hegemonía del Estado, que fruto de las fuerzas sociales existentes no logra producir
una “revolución desde arriba”; 3) crisis de hegemonía de la clase obrera.
El Estado se transforma en un espacio de plena concurrencia, adonde los distintos
actores sociales asisten para dirimir la crisis de hegemonía. Esto provoca una
“sobrepolitización del Estado”, así como también una “desocialización de la dinámica
histórica latinoamericana”, en el sentido de que los enfrentamientos sociales entre las clases
se orientan inmediatamente a la presión política.
La visión de Norbert Lechner aporta claridad y demarcaciones a estos términos
teóricos. Señala que la política y el Estado, con el capitalismo, adquieren autonomía respecto
a lo económico. Autonomía que no es una separación escalonada o relación de exterioridad,
sino entendida como despliegue de momentos dentro de una totalidad, o mediaciones, es
decir, relaciones de implicancia recíproca.
Las sociedades latinoamericanas, en tanto sociedades divididas y fuertemente
heterogéneas, "produce una instancia ordenadora que comprime y resume al conjunto de las
relaciones sociales. Más especifico: es la división en la sociedad lo que crea la escisión del
Estado de la sociedad"4. Hay una concentración del poder en el Estado, y este es el principal
factor de cohesión social.
Señala que el proyecto político de extinción del Estado, le ha sido caro al socialismo.
Ha servido para justificar al Estado socialista como resabio del Estado capitalista, pero
desperdició la posibilidad de generar una profunda teorización del mismo pensando al
socialismo de forma no-utópica, donde las necesidades y la división social siguen existiendo
y por ende el Estado como mediación sigue siendo pertinente.
Por lo tanto, invita a retomar el pensamiento en torno al "buen orden", el vivir bien.
Donde la política siempre existirá, en tanto siempre habrá necesidades. Y pensando que
"hacer política es devenir sujeto y es por medio del Estado que se constituyen los sujetos". 5
Mientras tanto Carlos Franco centra su pensar en referencia a la relación entre
socialismo y democracia. Señala que la democracia aparece como problema para la izquierda
latinoamericana en ese momento, antes se la había excluido como problema teórico y como
4
5
Ibid. Pág.325
Ibid. Pág. 301
5
objetivo deseado. Lo que supone una concepción del socialismo que hace del Estado y no de
la sociedad el objeto de transformación. Cita a Aricó coincidiendo en que democracia y
socialismo no constituyen problemas distintos sino dimensiones constitutivas de una misma
realidad, de un mismo proyecto político
Y supone la necesidad de enraizar el problema de la democracia y el socialismo, a
partir de las condiciones nacionales específicas del movimiento popular. Por tanto
democracia, socialismo y desarrollo son problemas inseparables.
La democracia no supone necesariamente una aspiración histórica de los movimientos
populares latinoamericanos, menos aún considerando su heterogeneidad y carencias
materiales. Se debe intentar, por lo tanto, rearticular socialismo y democracia.
A diferencia de los anteriores, el análisis de Guillermo O´Donnell se centra
específicamente en el Estado autoritario que rige en dicho momento histórico en
Latinoamérica. Caracteriza a las dictaduras militares, como portadoras de dos objetivos
centrales: implantar un "orden" y "normalizar" la economía.
Los gobiernos militares se ven apoyados por dos poderosos sectores sociales, a los
que caracteriza como la derecha tradicional (ligada a las viejas clases dominantes agrarias) y
la tecnocrática del liberalismo económico. Ambas corrientes le otorgan a las fuerzas armadas
tanto un conjunto de recetas para "extirpar" los males de la sociedad, como y sobretodo, una
visión verosímil del pasado.
Las ideas que están por detrás de las fuerzas armadas, son las "organicistas", donde se
ve a la sociedad como un cuerpo, al cual se le deben curar los sectores enfermos. Las fuerzas
armadas, en su caracterización política, se ve a si misma no solo como la encargada de
custodiar a los intereses nacionales, sino más bien como la síntesis institucionalizada de los
mismos.
Actualidad del debate.
Entendemos que el ciclo democrático neoliberal -que comienza en los 80`s al finalizar
las dictaduras -comienza a resquebrajarse al cambiar el siglo. En distintas magnitudes, y con
diferencias, en casi todo el continente.
Como señala Borón “Luego de casi un cuarto de siglo, el desempeño de los
capitalismos democráticos latinoamericanos ha sido decepcionante. (…) Luego de
desembarazarse de las dictaduras de las décadas del setenta y ochenta, nuestras sociedades
6
son hoy más desiguales e injustas que antes, lo que por lo menos constituye una escandalosa
anomalía que socava – ¿quizás irreparablemente?– la legitimidad de cualquier régimen que se
autodenomine democrático. Nuestros pueblos, por otra parte, no son libres: permanecen
esclavizados por el hambre, el desempleo y el analfabetismo (…) No sorprende, entonces,
que el resultado de este nuevo ciclo de democratización post-dictaduras haya sido, por lo
tanto, un dramático debilitamiento del impulso democrático.”6
Si en los debates teóricos que trajimos a colación Franco pensaba en torno a la
relación entre los conceptos “democracia y socialismo” vemos que la dura experiencia
histórica puso en el escenario central la relación excluyente entre “democracia y
capitalismo”.
Por otro lado, podemos tomar otros núcleos conceptuales de los debates de aquel
momento histórico y traerlos para repensar procesos actuales de Latinoamérica. Por ejemplo,
pensando el proceso venezolano vemos como es una revolución de largo alcance, tal como
las pensaba gramscianamente Laclau. Y en dicho proceso el Estado es un centro aglutinador,
como señalaba Zermeño, que recompone y reafirma el tejido social desbastado por el
neoliberalismo. Donde la dislocación entre economía y política, encuentra en el Estado al
actor principal que intenta sortearla, generando tanto en la economía como en la cultura
política un socialismo de siglo XXI.
En el socialismo del siglo XXI venezolano, vemos como las banderas de Bolivar son
izadas junto a las de Marx, dándose un intento por realizar lo que Franco conceptualizaba
respecto a enraizar el socialismo con las particularidades nacionales.
Respecto al socialismo del siglo XXI, también podemos decir, que junto a los
procesos constituyentes de Bolivia o Ecuador y los conceptos de "buen vivir" o "vivir bien"
que contienen, logramos pensarlos en términos del "orden" que vimos fluir en los debates de
antaño. Relacionándolo tanto con O´Donnell cuando hace referencia a la implantación por la
dictadura de un orden conservador, por medio de la violencia; como con Lechner planteando
que el socialismo debe hacerse la pregunta por el buen orden. La reflexión sobre el "orden"
aparece tanto en la práctica teórica, como en la práctica política latinoamericana.
Por otro lado, también extrayendo de los debates del momento, es fundamental para
pensar los procesos latinoamericanos en general, y el boliviano en particular, las nociones en
torno a los sujetos políticos. Es compartido por todos los intelectuales del momento estudiado
una noción compleja de sujeto político. Ellos coinciden en que no se puede seguir pensando
6
Borón, A. Aristóteles en Macondo: notas sobre el fetichismo democrático en América Latina. Córdoba,
7
desde un economicismo burdo, donde los sujetos preexisten a las condiciones de producción,
y en lugar de haber "lucha de clases hay clases en lucha" como señala Lechner. Pero si
disienten a partir de ahí, es decir, en cómo se constituyen los sujetos políticos. Desde la
visión de Lechner, es a través del Estado en donde se constituyen los sujetos, y desde la
óptica de Laclau es en la propia lucha hegemónica donde estos se producen, generándose
articulaciones entre demandas equivalentes en un campo con antagonismos. Pensando en el
caso de Bolivia, podemos decir que los movimientos sociales preexisten como sujetos
políticos a la llegada al Estado, pero que la misma, obviamente, genera una especial relación
de articulación entre movimiento social y Estado. En términos del vicepresidente e intelectual
Álvaro García Linera “Un gobierno de movimientos sociales, como es este, va a vivir una
tensión entre concentración y socialización de decisiones. ¿Cómo se valida lo de gobierno de
movimientos sociales? Primero, por el tipo de decisiones estratégicas tomadas, que emergen
de las luchas sociales: nacionalización de los hidrocarburos, Asamblea Constituyente, nueva
reforma agraria. Segundo, por la forma de selección de los funcionarios públicos, que pasan
por el filtro de las organizaciones sociales. Tercero, por la presencia de cuadros de los
movimientos sociales en el aparato estatal, que responden a esos movimientos.”7
Pero a la vez, pensando en que la posicionalidad de los sujetos se decide en la propia
disputa hegemónica y que no la preexiste, podemos entender conflictos entre sujetos políticos
que a priori parecerían aliados. Pensamos por caso en la COB boliviana, o ciertos
movimientos sociales ecuatorianos relacionados a los recursos naturales y sus respectivos
gobiernos. Usando términos del vicepresidente boliviano podemos caracterizar a dichos
conflictos como "tensiones creativas".
La gran utilidad del concepto de hegemonía, tal como lo entiende Laclau, es decir
como práctica significante, ubicada en el terreno del discurso, podemos visualizarla en los
momentos actuales del continente en los profundos antagonismos que se dan entre varios
gobiernos y los grupos económicos dueños de medios de comunicación. Estas disputas de
sentido se dan sobretodo en Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador. La importancia en
como denominar a los hechos sociales es fundamental porque en ese momento ya se participa
partido en la lucha política, generando sentido común.
8
También podemos pensar como
Editorial Espartaco, 2009.
7
Svampa, M. y Stefanoni, P. “Entrevista a Álvaro García Linera: „Evo simboliza el quiebre de un imaginario
restringido a la subalternidad de los indígenas‟” en OSAL (Buenos Aires: CLACSO) Año VIII, Nº 22, 2007
Pág. 161
8
Eduardo Gruner señala: "lo que Gramsci denomina el "sentido común" de una formación social, combate
esencial para la construcción de hegemonía, de un consenso legitimador para una determinada forma de
8
luchas de sentido a la decisión de los gobiernos de denominar a la Republica de Venezuela
como bolivariana, y al Estado boliviano como plurinacional. Como señala del Barco
haciendo referencia a Gramsci, el Estado capitalista moderno no se basa solo en la violencia,
sino sobretodo en los consensos y es ahí también donde debe darse las luchas
contrahegemonicas. Para pensar un buen ejemplo de una revolución simbólica, citamos
nuevamente a García Linera "Los indígenas, que se proyectaban como campesinos, a lo
mejor, en un exceso de movilidad social, como albañiles o cabos de la policía, hoy se
proyectan en todos los niveles de mando de Bolivia. Esta es la revolución simbólica más
importante que haya ocurrido desde los tiempos de Túpak Katari (...). Es una revuelta
simbólica en las mentes y las percepciones de las personas. (…) Evo simboliza el quiebre de
un imaginario y un horizonte de posibilidades restringido a la subalternidad de los indígenas.
Estos elementos se traducen, en el nivel más administrativo, en una lenta pero visible
multiculturalización del Estado”.9
dominación social. Es, por lo tanto -si se me permite la expresión-, una lucha por el sentido" en Foucault, M.
“Nietzsche, Freud, Marx”, Argentina, Ed. El cielo por asalto. 1995 Pág. 14.
9
Svampa, M. y Stefanoni, P. Op. Cit. Pág. 147
9
Bibliografía
-AAVV Movimientos populares y alternativa de poder en América Latina. México,
Universidad Autónoma de Puebla. 1980
-Beigel, F. “Vida, muerte y resurrección de las “teorías de la dependencia””, en Crítica y
teoría en el pensamiento social latinoamericano. Buenos Aires, CLACSO. 2006.
-Borón, A. Aristóteles en Macondo: notas sobre el fetichismo democrático en América
Latina. Córdoba: Ed. Espartaco, 2009
-Foucault, M. “Nietzsche, Freud, Marx”, Argentina, Ed. El cielo por asalto. 1995.
-Labastida, Julio Hegemonía y alternativas políticas en América Latina. México, Siglo XXI.
1985
-Labastida, Julio Los nuevos procesos sociales y la teoría política contemporánea. México,
Siglo XXI. 1986
-Lechner, Norbert (comp.) Estado y política en América Latina. México, Siglo XXI. 1981
-Rinesi, E. Seducidos y abandonados: carisma y traición en la 'transición democrática'.
Buenos Aires, Ed. Manuel Suárez. 1993
-Svampa, M. y Stefanoni, P. “Entrevista a Álvaro García Linera: „Evo simboliza el quiebre
de un imaginario restringido a la subalternidad de los indígenas‟” en OSAL (Buenos Aires:
CLACSO) Año VIII, Nº 22, 2007
10
Descargar