14-17 TD49_Maquetación 1 02/04/13 13:21 Página 14 ENTREVISTA Niño de la Capea: “A los toreros les da más miedo una aventura que antes” “El toro es un animal en constante evolución y la afición es cambiante. Pero afortunadamente la filosofía del toreo es eterna. El ruedo sigue siendo redondo y el torero se siente solo frente al toro. Y esa soledad es la que distingue a este espectáculo de cualquier otro. No hay amparo por ninguna parte. Eres tú contra ti mismo, contra tus miedos y contra tus limitaciones, y todas te las va descubriendo el toro a lo largo de la vida”. Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea. Texto: José Ignacio de la Serna Miró Fotos: David Cordero y Madrigal Pregunta | ¿A qué se refiere exactamente? Respuesta | El hombre tiene limitaciones de valor, de inteligencia, de arte, de poder, de técnica… Siempre se tienen limitaciones y no conozco a nadie que no las tenga. A nadie. ¿Incluso las figuras? Todos, incluidas las figuras. El toro tiene dos fases. En la primera te enseña tus limitaciones y con el tiempo, algunas, las vas superando, pero luego está una segunda fase en la que te das cuenta de que no eres capaz de superar ciertas cosas, y esa incapacidad es la que te va arrastrando hacia la retirada. El que manda en el ruedo sigue siendo el toro. Eso no ha cambiado. Lo que pasa es que hoy nos hemos cerrado en muy pocas ganaderías, en un solo encaste, el de Domecq. En consecuencia el comportamiento del toro es muy parejo todas las tardes, por la única razón de que es el mismo toro. Eso sí que ha cambiado. Pienso que los toreros están cometiendo el error moderno de apuntarse a muy poquitas ganaderías y eso les está restando capacidad de aprender y de ampliar sus conocimientos, y el público de sorprenderse. El espectáculo es mucho más previsible. Al mismo toro, misma faena. Siempre han existido ganaderías de “garantías” que son reclamadas por las figuras, pero los toreros de su generación también se anunciaban con otros encastes. ¿Qué ha sucedido? Creo que en el fondo a los toreros de ahora les da más miedo una aventura. Prefieren asegurar el triunfo que asegurar su evolución. Hoy tenemos toreros maravillosos y no me cabe la menor duda de que se ven los muletazos más hermosos que se hayan visto. Pero 14 14-17 TD49_Maquetación 1 02/04/13 13:21 Página 15 ese muletazo es previsible en su belleza. No sorprende. Porque la sorpresa la da siempre el toro. La capacidad de una figura consiste en adaptarse a todo tipo de embestidas. Hoy prefieren asegurar su continuidad como figuras triunfando todas las tardes que buscar un poquito más en su interior. Sin embargo, esas figuras hablan de su constante evolución, de su madurez artística... e incluso utilizan continuamente la palabra “expresarse”. No se puede madurar de verdad con el mismo toro. Es como estar cuarenta años con la misma mujer, la conoces perfecto, pero si cambias probablemente te lleves sorpresas. Y las sorpresas a veces son favorables y enriquecedoras y a veces no. Con la gran capacidad que tienen las figuras, algo fuera de lo normal, deberían atreverse un poquito más a matar otros encastes. ¿Cree que con otros se puede triunfar? ¡Claro que se puede triunfar! Si han triunfado desde la época de Belmonte, ¿por qué no lo van a hacer ahora? Pues porque a lo mejor es un toro que no ha evolucionado, porque quizás no soporte la exigencia de series ligadas de mano baja… Yo siempre oí decir que el mejor torero es aquel que más toros le caben en la cabeza. Que un toro coja la muleta de una forma o de otra es una cuestión técnica. Y eso es lo que les falta experimentar. El mismo toro nos lleva a la monotonía. A no ser que el torero sea un artista… Los artistas se cuentan con los dedos de una mano, pero no tienen continuidad. Un torero debe buscarse a sí mismo, ver hasta dónde puede llegar. Si con un determinado tipo de toro es capaz de llegar a lo máximo, también tiene que ser capaz de alcanzar ese nivel con otros encastes. Esa inquietud hay que escarbársela a los toreros. Eso se llama ambición… Otra cosa es que el torero considere que sea o no el momento de buscar en su interior, de lanzarse a la aventura. Eso es una cuestión muy personal y ahí no me meto. Quizás algunos piensen que aún no ha llegado el momento de matar otro toro. ¿El toro de hoy cuando sale bravo es más noble y bravo que nunca? Sí, pero también es mucho más previsible. Y al ser previsible le quita emoción a la fiesta, lo miremos como lo miremos. El toro previsible no estimula a la gente ni le llega al alma. Ni demuestra la verdadera importancia que tiene lo que se le hace. Porque al ser previsible el espectador intuye lo que se le va a ha- cer. Lo ven hecho antes de que ocurra, aunque tenga una enorme dificultad, la prueba es que con ese mismo toro solo consiguen ser figura unos pocos. Y si son figuras es porque son superiores a los demás. Quiero dejar claro que aunque el toro sea previsible lo que hacen es dificilísimo. Pero para darle más ilusión y emotividad al toreo hay que abrirse a otros encastes. Usted sí los mataba. Ya te digo que éramos más valientes a la hora de apostar por otras ganaderías. ¿Eran conscientes de ello o era lo normal hace treinta años? Era lo normal. Pero también había más diversidad de ganaderías que ahora. Luego cada torero tenía una mayor facilidad para triunfar con un encaste que con otro, por eso cuando podías te llevabas a tu rival a tu terreno, y viceversa. A Paquirri le iba más el toro de Álvaro Domecq y a mí el de Arranz, por citar un ejemplo. ”P or temple y valor, Miguel Ángel Perera es el heredero de Dámaso González” En definitiva, no había tantas exigencias. Las ganaderías también eran más cortas y no podías hacer una campaña completa solo con una. Tenías que abrirte a la fuerza. Ahora puedes arrancar en las Fallas de Valencia y acabar en Zaragoza con la misma ganadería. Eso puede ser rentable en lo que a triunfos se refiere, pero a la larga no es bueno para el torero ni para el aficionado. Pero muchas ganaderías se han venido abajo y es lógico que no quieran matarlas. Ya, vale, pero al ganadero hay que estimularlo. Si lo vas arrinconando pierde la fe, la ayuda que necesita y la confianza. Otro grave problema es que el toro se ha comercializado demasiado y muchos ganaderos en vez de apostar y seguir trabajando con el encaste que tienen han dado un giro radical a su ganadería al comprar un toro que se vende con mayor facilidad. Eso ha hecho mucho daño. Si el toro es más previsible que antes en sus reacciones, ¿por qué los toreros son más técnicos que entonces? A lo mejor es una técnica extraordinaria para el tipo de toro que matan ahora. Pero, ¿será igual de buena para otro? Esa pregunta queda en el aire. ¿Usted qué cree? Que sigo admirando al torero que más toros le caben en la cabeza. Al que sea capaz sin perder su concepto de adaptarse a todas las embestidas. Mira, la técnica está al servicio del movimiento del toro, que se mueve y reacciona por estímulos provocados con el capote y la muleta. Y cada estímulo es diferente en cada toro. Ese estímulo es el que aplica el torero gracias a la técnica. Por tanto la técnica es necesaria para estimular la acometida del toro y convertirla en embestida. Sin técnica no se puede torear. Pero hay que ser muy inteligente para interiorizarla. Cada toro tiene una manera diferente de estimularse y eso es lo que debe descubrir el torero. Hoy le hacen al toro autenticas diabluras. Tienen una capacidad muy grande de absorber sus movimientos. ¿Más que en su época? Probablemente. Se han encontrado con un toro con una fijación de caracteres fuera de lo normal y como lo matan a diario lo conocen a la perfección. Por eso se atreven a hacerle cosas que no se hacían. Pero como antes no había un encaste dominante podía surgir una sorpresa cada tarde. De su época, ¿qué torero cree que ha influido más en la generación actual? Siguiendo El hilo del toreo de Pepe Alameda dicen que Paco Ojeda es uno de ellos… Solo creo en dos toreros revolucionarios que han dado paso al toreo del siglo XXI: Juan Belmonte y Manolete. De esos dos bebemos todos. Y el primero, Ojeda. Él también bebió de esas fuentes. Si no hubieran existido tengo dudas incluso de que el toreo hubiera continuado. Luego otro caso único en la historia, inimitable, al que nadie ha podido seguir su senda se llama Manuel Benítez El Cordobés. Ese no ha tenido imitadores ni trazos para poder imitarlo. Ninguno de los que yo he conocido se ha parecido a él. ¿Cree que El Cordobés fue tan reconocido por los toreros de su época como ahora? Yo creo que sí, pero lo hacían en silencio. Tuvo lo más importante que se puede tener: fue un torero del pueblo. El público se despojó de complejos y de normas establecidas y dijo éste es nuestro torero. Porque el que manda es el pueblo. En el toreo solo se triunfa por dos razones: porque se nace con unas 15 14-17 TD49_Maquetación 1 02/04/13 13:21 Página 16 ENTREVISTA cualidades innatas excepcionales que te las da Dios, o porque eres un torero de una sinceridad aplastante. Y cuando eres sincero el primero que lo capta es el público. Tengas el estilo que tengas. ¿Capea nació con esas cualidades o fue sincero? Me fui haciendo despacio. Tenía ilusión e intuición. Y hambre. ¿Y valor? No, no he sido un torero valiente. Tuve el justo para conociendo al toro enfrentarme a él, nada más. Conocer al toro me fue dando un valor digamos… aparente. Sin conocerlo no hubiera tenido el necesario para hacer una carrera importante. Fue el toro el que me marcó los pasos a seguir. … A veces salen toros con los que te acobardas. Pero de verdad. Literalmente acobardao. Y no sabes cómo hacer para superarlo. Entonces surge una especie de rebelión interior contigo mismo que te demuestra que tú sí puedes, y cuando crees que puedes es verdad que puedes. Es difícil de explicar porque son sensaciones. Es una lucha interna en momentos puntuales en la carrera de un torero. Todos tenemos en la vida algún toro de esos y además ocurre en plazas donde te juegas el ser o no ser. A mí me pasó con el de Manolo González en Madrid. Me entraron unas dudas tremendas mientras lo banderilleaban. Estaba muerto. Me pinchan y no sangro. Pero entonces apareció mi otro yo. El yo del orgullo, de la ilusión y del amor propio. Un hombre que no sabes que existe dentro de ti. Afortunadamente sale pocas veces a lo largo de un carrera, porque si no te da un infarto. Lo importante es que cuando salga, el paso sea siempre hacia adelante, porque de lo contrario hasta ahí has llegado. Se acabó tu carrera. No hace falta que te echen. Se mueren de golpe tu ilusión y tu orgullo. Cuando sientes que ya no eres tú se sufre un “güevo”, pero te tienes que marchar. Estoy convencido de que el valor es como una botella de agua que se va gastando. Dependiendo de los traguitos que le des, así dura tu carrera. Pero se acaba. Con el paso del tiempo y la suma de conocimientos la lucha con uno mismo es mayor. Eres más consciente de los riesgos que asumes, y te falta el ardor juvenil. Cuando eres más racional te vuelves más cobarde. En el cenit de su carrera, recuerdo la tarde de los seis victorinos en Madrid, en la Corrida de la Prensa de 1988. ¿Cree que después algún torero ha llegado a torear mejor con la mano izquierda a un toro de esta ganadería? Pues no lo sé… Es difícil contestar. Pero sí hubo una serie al natural que fue la expresión 16 de lo que era Capea, de la autenticidad de Capea. De cómo fue, de cómo era y de cómo sentía. Poder trasmitir en una tarde como esa, en una plaza como Madrid, cómo eres realmente aunque solo sea en seis muletazos no está al alcance de cualquiera. No todos los toreros han tenido esa suerte. Para mí fue el triunfo de esa tarde. ¿Se sintió artísticamente realizado? Me sentí El Capea, que era lo más importante y probablemente lo que más había perseguido en mi vida de torero. Lo sentí en esa serie y no hizo falta más. La prensa le trató con dureza, por decirlo de alguna manera, sobre todo en su primera época. Durante muchos años fue dura e injusta conmigo. Pero lo superé teniendo fe en mí mismo y sabiendo que mi meta estaba muy por delante de lo que estaban diciendo. Cada día estaba más cerca, lo veía venir, lo intuía… Pero la prensa no. Sufrí momentos de incomprensión, pero pasito a pasito lo fui logrando, por mandatos del toro, porque cada año había un toro que me marcaba un pun- ”T enemos que recuperar el lenguaje de siempre. Se oyen muchas chorradas.” tito más en mi progresión. En un pueblo cualquiera sale ese toro que te ayuda a dar un paso más. Cuando tú sientes eso no te afectan las críticas. La confianza es total. Sabes que cada temporada le das a la tuerca una vuelta más. Al final de mi carrera valoraron mi sinceridad y mi madurez como torero. ¿Qué torero de su época le llenó más? Manzanares. Me llenaba muchísimo. Era mi gran rival íntimo. Después he sido muy par- 14-17 TD49_Maquetación 1 02/04/13 13:22 Página 17 esa pareja. Creo que están picados, aunque son muy amigos. Quiero saber su opinión del epilogo de la mayoría de las faena de hoy; faenas larguísimas en las que el torero termina acortando tanto las distancias con el toro entregado que en ocasiones parece que abusan de él, ¿es un abuso? No, a mí me entusiasma. Porque para mí la faena no es la parte final. La faena comienza desde el primer capotazo. Por eso cuando el torero da el último muletazo yo tengo en la retina el primero. Eso es dominio total y absoluto. Además, no olvides que por muy dominado que esté un toro, en el fondo no deja de ser un animal irracional y puede tener algo guardado que no hayas descubierto antes. Esa incertidumbre está siempre en el toro, incluso con la espada dentro. Insisto, me encanta el dominio absoluto del toro pero, ojo, desde el primer capotazo. Lo difícil es saber por dónde se deja poder un toro. La diferencia entre una figura y el resto es que la figura no solo es capaz de pensar para que embista el toro, sino que lo hace también durante el trayecto del muletazo, con el toro en movimiento. Eso está al alcance de muy poquitos. El convencimiento del torero convence al toro. Eso es capacidad humana. El misterio del toreo: meterse dentro del toro. Conectar con él. ¿Hacia dónde camina el toreo? Y me refiero al toro y al torero en el ruedo. Esta claro que los cambios los marca el toro. Si cambia su forma de embestir, cambiará la forma de torear. tidario de Dámaso González. Tenía la mejor mano derecha que he conocido. Con el capote no te decía nada, con la izquierda era regular y con la espada un desastre. ¡Y solo con la mano derecha fue figurón del toreo! Poseía un valor fuera de lo normal. Probablemente el torero más valiente que he visto nunca. Al único torero que hoy veo en esa línea, con ese valor descomunal, que te sorprende cada día, que no le importa ni el toro ni la plaza, se llama Miguel Ángel Perera. Para mí es el heredero de Dámaso González. Si no le muerde los pitones a los toros es porque no le da la gana. ¿Más que El Juli? Pienso que Perera es más… ¿rígido de concepto? Es posible que tenga un patrón de faena más fijo, pero tiene tanto valor que se lo aplica a todos los toros. Impone el mismo concepto, al bueno, al malo y al regular. Juli tiene un trazo diferente y posiblemente se acople a más toros por el conocimiento que tiene y sobre todo por lo que dices: porque tiene un concepto más flexible. Pero la largura del muletazo de Miguel Ángel en este momento no la tiene nadie. Es una delicia ver juntos a ¿Hoy se cría un toro para el torero? Sí, pero ¿hasta cuando? Hay que buscar un equilibrio. Los toreros son los que llevan gente a la plaza, pero el toro también. Y lo más difícil no es que la gente vaya a la plaza, es fidelizar a los que han ido una vez. Yo soy partidario de meter siempre en los carteles a un torero ‘incordio’. De los que viene arreando. Son un aliciente. Hay otra cosa que me gustaría decir. Se ha perdido el consejo del banderillero viejo y experimentado, y eso es una barbaridad. Cuando se está empezando el enfrentamiento con el toro puede ser una experiencia traumática. Tener a una persona a tu lado que ya haya pasado por eso, que cuando te vea un momento de debilidad sepa darte la voz oportuna, el consejo para que descubras en un solo muletazo que tus miedos eran infundados. Eso te lleva a crecer. Toda la vida se ha dicho: “torero nuevo, cuadrilla vieja”. Y al revés. Mi padre dice que en el toreo muchas veces se termina por donde se empieza: en las novilladas sin caballos por los pueblos… Y es cierto. El consejo de un perro viejo, al que tú le tengas fe, es un salvoconducto. Cuando eres nuevo, muchas veces te sientes impotente frente al toro. Un buen consejo puede determinar el triunfo o el fracaso. En mi caso fue El Brujo. Él era el consejo oportuno en el momento adecuado. Gracias al Brujo les hice cosas a los toros que no me atrevía. Ahora ves a novilleros que llevan a tres chavales de veintidós años en la cuadrilla. El triunfo o el fracaso ¿dependen de matices tan pequeños? Sí, absolutamente. Dicen los sastres de toreros que éstos se han vuelto unos maniáticos, que antes había un solo patrón de capote y muleta y no se quejaban. Los trastos de torear son importantísimos. Es una cuestión de sensibilidad. No todas las telas son iguales ni tienen el mismo tacto. Y cuando un torero se pone delante de un toro es tan sensible que cualquier variación la nota. Si has tenido un tacto en los engaños que te ha llevado a sentirte y a realizarte, ese tacto se queda grabado. Por eso cuando cojes otra muleta, aunque tenga la misma medida, si la tela es distinta lo notas. Incluso te resta seguridad. Esa sensibilidad es muy difícil que la pueda entender el que no se pone delante. El torero no solo es maniático con esas cosas, es que debe serlo. Significa que está buscándose a sí mismo, metido en su profesión. A mí no me parece mal, al contrario, lo que ocurre es que los sastres quieren trabajar poco y vender mucho (risas). Dicen que los toreros viven en su mundo, ¡pues claro! Tienen otras sensaciones, que a lo mejor son mentales, pero es consecuencia de la sensibilidad que les da el toro y el miedo a perder la vida y superarlo. Por eso son especiales. Cuanto más viejo me hago más increíble me parece que un hombre se pueda poner delante de un toro. De un tiempo a esta parte, el lenguaje taurino ha experimentado un cambio notable. Ahora se oyen cosas incomprensibles... El año pasado oí a un torero decir de un compañero que había estado muy bien porque “¡había conseguido cogerle la cara al toro para volcársela!”. Llevo toda mi vida en esto y no tengo ni idea de qué significa eso. El leguaje taurino se ha perdido. O se está sustituyendo por otro que no es el adecuado. Se utilizan nuevos términos, que no sé de dónde salen ni qué significan. Ahora dicen que el toro es “informal”, o que “suelta la cara”… y cosas por el estilo. ¿Pero cuando ha sido un toro formal? Hay que recuperar el lenguaje de antaño, es más nuestro y matiza y explica mejor las cosas. O sea, que le ha cogido la cara para volcársela… Hoy se dicen muchas chorradas. 17