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92-2007/97-2007/98-2007/99-2007/100-2007/101-2007
Inconstitucionalidad.
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, San Salvador a las nueve horas
del día veintinueve de julio de dos mil nueve.
Los presentes procesos de inconstitucionalidad acumulados fueron iniciados, de
conformidad con el artículo 77-F de la Ley de Procedimientos Constitucionales mediante
los siguientes oficios: (a) el n° 2089-08/07 de fecha 8-VIII-2007, por medio del cual se
remite la certificación de la decisión pronunciada por el Juzgado Décimo Primero de Paz
de San Salvador de 13-VII-2007; (b) el n° 4221 (152-3-2007) de fecha 21VIII-2007, por
medio del cual se remite la certificación de la sentencia del Tribunal Quinto de Sentencia
de San Salvador de 9-VII-2007; (c) el n° 369 “Bis” de 31-VII-2007, por medio el cual se
remite la certificación de la resolución del Juzgado Primero de Paz de Suchitoto de 31-VII2007; (d) el n° 841 de 27-VIII-2007, por medio del cual se remite la certificación de la
sentencia del Tribunal Primero de Sentencia de San Salvador de 20-VIII-2007; (e) el n°
840 de 27-VIII-2007, por medio del cual se remite la certificación de la sentencia del
Tribunal Primero de Sentencia de San Salvador de 21-VIII-2007; y (f) el n° 842 de 27VIII-2007, por medio del cual se remite la certificación de la sentencia pronunciada por el
Tribunal Primero de Sentencia de San Salvador de 13-VIII-2007; quienes en sus
resoluciones inaplicaron, por considerar inconstitucional los artículos 33 y del art. 34
incisos 2° y 3° de la Ley Reguladora de las Actividades Relativas a las Drogas (LERARD),
y el artículo 76 del Código Penal, por contradecir los artículos 3, 15, 27, 86 y 246 de la
Constitución.
Las disposiciones inaplicadas prescriben:
Ley Reguladora de las Actividades Relativas a las Drogas:
“Tráfico Ilícito. Art. 33.- El que sin autorización legal adquiere, enajenare a cualquier título
importante, exportare, depositare, almacenare, transportare, distribuyere, suministrare vendiere,
expendiere o realizare cualquier otra actividad de tráfico, de semillas, hojas, plantas,
florescencias o las sustancias o productos que se mencionan en esta Ley, será sancionado con
prisión de diez a quince años y multa de cincuenta a cinco mil salarios mínimos mensuales
urbanos vigentes. --- Si el delito es cometido realizando actos de tráfico internacional ya sea
utilizando el territorio nacional como estado de tránsito o que sea utilizado como lugar de
importancia o exportación la pena se aumentará en una tercera parte del máximo de la pena
señalada.
“Posesión y tenencia. Art. 34. El que sin autorización legal posea o tenga semillas, hojas,
florescencias, plantas o parte de ellas o drogas ilícitas en cantidades menores de dos gramos, a
las que se refiere esta ley, será sancionado con prisión de uno a tres años y multa de cinco a mil
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salarios mínimos mensuales urbanos vigentes. --- Si la posesión o tenencia fuere en cantidades
de dos gramos o mayores a esa cantidad, a las que se refiere esta ley, será sancionado con
prisión de tres a seis años; y multa de cinco a mil salarios mínimos mensuales urbanos vigentes.
--- Cualesquiera que fuese la cantidad, si la posesión o tenencia es con el objeto de realizar
cualesquiera de las actividades señaladas en el artículo anterior, la sanción será de seis a diez
años de prisión; y multa de diez a dos mil salarios mínimos mensuales urbanos vigentes. --- Este
precepto no será aplicable cuando la conducta realizada encaje en otro tipo penal más grave”.
Código Penal
“Pena conjunta de prisión y multa. Art. 76. Cuando la pena principal sea conjuntamente de
prisión y multa, aquella no podrá sustituirse por ésta. En este caso, se aplicará simultáneamente
la pena de multa y aquella otra que sustituya a la de prisión cuando procediere”.
Han intervenido en el proceso, además de los tribunales requirentes, la Asamblea
Legislativa y el Fiscal General de la República.
Analizados los argumentos y considerando:
I. En el proceso, los intervinientes expusieron:
1. A. Antes de exponer las razones esgrimidas por del Tribunal Primero de
Sentencia de San Salvador en la inaplicabilidad del artículo 33 LERARD, es preciso
advertir que el resto de requerimientos se han remitido por los contrastes normativos de los
artículos 34 LERARD y 76 del Código Penal (C. Pn., en lo sucesivo) ya fueron resueltos
en pronunciamiento de fondo emitido por esta Sala el 9-X-2007, en el proceso de
Inconstitucionalidad 27-2006.
B. En ese sentido, debe recordarse que el proceso de inconstitucionalidad iniciado
vía remisión de inaplicabilidades, producidas en el ejercicio judicial del control difuso (art.
185 Cn.), se resuelve sobre la base de un requerimiento judicial, de conformidad a lo
establecido en el art. 77-F de la L. Pr. Cn.
Los procesos de inconstitucionalidad iniciados por esta vía, cuyo contraste
constitucional ya fue decidido por este Tribunal, sobre los mismos motivos y parámetros
constitucionales, no pueden llegar a resolverse en sentencia de fondo, pues carece de
sentido volver a pronunciarse sobre aspectos ya dilucidados.
En estos casos, este Tribunal ha manifestado que, ateniéndose al verdadero
significado de la figura del sobreseimiento, puede válidamente interpretarse que el
legislador estableció esta salida procesal como mecanismo de rechazo para todas aquellas
demandas que, por uno u otro motivo, no pueden ser capaces de producir terminación
normal del proceso.
C. En la sentencia mencionada -Inc. 27-2006- se declaró la inconstitucionalidad del
artículo 34 de la LERARD por violación al principio constitucional de legalidad penal, en
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la medida que el reenvío para su complementación no se cumple en el Decreto Ejecutivo
n° 83, de 23-VIII-2006, publicado en el Diario Oficial N° 156, tomo 372, de 24-VIII-2006;
y del art. 76 C. Pn., por contravenir al principio de proporcionalidad y la finalidad
resocializadora que ha de inspirar al sistema general de penas, en la medida que no permite
la sustitución de la pena pecuniaria de multa, en los casos de incapacidad económica del
reo para pagarla.
Dicha sentencia recae sobre dos disposiciones que constituyen objeto de control en
el presente proceso -artículo 34 LERARD y 76 C. Pn.-; situación que genera la
imposibilidad de emitir pronunciamiento alguno sobre los motivos de inaplicabilidad
argüidos por los jueces requirentes, pues las disposiciones aludidas han dejado de formar
parte del ordenamiento jurídico.
Por tanto, careciendo de finalidad el presente proceso ante la falta de un
presupuesto como el objeto de control, de carácter fundamental en el proceso de
inconstitucionalidad, es procedente sobreseer, respecto de los motivos planteados en contra
de los arts. 34 de la LERARD y 76 del Código Penal.
2. A. En relación con el artículo 33 LERARD, del Tribunal Primero de Sentencia de
San Salvador sostuvo que la disposición inaplicada hace referencia a “salarios mínimos
mensuales urbanos”, sin embargo, con relación a los salarios mínimos, el Órgano Ejecutivo
ha emitido decretos mediante los cuales se han establecido una serie de salarios para varios
rubros o sectores, por ejemplo para la cosecha de café, azúcar, algodón, para trabajadores
del comercio y servicios, industria, maquila textil y confección, etc.
Luego de hacer una clasificación por zonas de trabajo, concluyen que no es posible
identificar alguna categoría denominada “salarios mínimos mensuales urbanos” y, en
consecuencia, consideran que acatar la multa estipulada en la norma inaplicada debilita el
principio de legalidad, el cual no puede ser compensado por la discrecionalidad de los
jueces. Así, al no estar de forma precisa, expresa y clara, la pena de multa en el art. 33
LERARD, generaría una confrontación entre éste y el art. 15 Cn., en la medida que deben
evitarse los conceptos abiertos o excesivamente indeterminados, y porque el juzgador no
debe aplicar la ley discrecional ni analógicamente.
B. Además, los jueces remitentes estiman que la facultad para determinar con
precisión la pena de multa en cuestión, ha sido delegada a un órgano diferente del
Legislativo, esto es el Ejecutivo, vulnerándose de esa manera el art. 86, inc. 1º Cn. que
consagra el principio de indelegabilidad de las atribuciones de los órganos del Estado, ya
que es el Órgano Ejecutivo, en el Ramo de Trabajo, quien ha establecido los salarios y sus
diversas categorías, que servirán de base al juzgador para imponer la multa.
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3. Por auto de 7-IX-2007, esta Sala tuvo por recibida la certificación de la
resolución pronunciada por el Tribunal Primero de Sentencia de San Salvador,
circunscribiendo el control de constitucionalidad del art. 33 LERARD, en la parte que
prescribe la imposición de una multa de cincuenta a cinco mil salarios mínimos mensuales
urbanos vigentes, por la supuesta violación a los arts. 15 y 86 inc. 1° Cn., que reconocen
los principios de legalidad y de indelegabilidad de funciones de los órganos del Gobierno.
4. La Asamblea Legislativa, al rendir el informe que prescribe el art. 7 L. Pr. Cn.,
sostuvo que no existen las inconstitucionalidades alegadas, pues la igualdad supone que, en
principio, todos tienen derecho a que la ley los trate por igual y prohíbe, por tanto, la
discriminación. Ahora bien, no cualquier trato desigual es discriminatorio, sólo lo es el
trato desigual no basado en causas objetivas y razonables. Pero el legislador puede
introducir diferencias de trato cuando no sean arbitrarias, esto es, cuando estén justificadas
por la situación real de los individuos o grupos; la Constitución admite, pues, la
diferenciación fundamentada en causas objetivas.
A. Por otra parte -afirmó-, la Ley Reguladora de las Actividades Relativas a las
Drogas es una ley especial, por lo tanto el legislador consideró que el juzgador pueda
imponer penas principales como lo son la prisión y multa, como una medida
ejemplarizante para los que pretendan cualquiera de los delitos que regula la ley antes
citada, pues, esta clase de delitos tienen dos penas principales a la vez, por ser una ley de
carácter especial.
Las penas -sostuvo-, al igual que la mayoría de figuras jurídicas, responden a una
clasificación; dentro de las distintas posibilidades de clasificación que se han establecido
por la doctrina, el Código Penal ha atendido al criterio de la autonomía o dependencia de
otras penas, para distinguir entre principales y accesorias; encontrándose la pena de multa
-objeto del presente informe- dentro de la primera clasificación, es decir, dentro de las
penas principales.
La multa -dijo- consiste en la detracción de una parte de la capacidad económica
del sujeto en beneficio de la colectividad ofendida por el delito, representada a través del
Estado; y la fijación de su cuantía responde a la pretensión de adecuar el castigo a la
realidad del sujeto, tratando de evitar un trato desigual, que en algún momento hizo en
extremo onerosa la pena para ciertos sujetos y escasamente relevante para otros, hasta casi
hacer ineficaz la propia pena.
B. En cuanto al principio de reserva de ley, la Asamblea Legislativa sostuvo la
importancia de aclarar que la facultad de crear delitos y penas es -en efecto- del legislador
y es por ello que se encuentra regulado por el Código Penal; razón que conlleva a la
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afirmación de que los representantes de la soberanía popular no han delegado la
determinación de las penas en ninguna de sus manifestaciones, sino que, por el contrario,
éstas se encuentran plasmadas en normas de orden secundario, que a su vez encuentran
fundamento en las de orden primario. Normas que de todos los conocedores del derecho y
de los que no, es sabido provienen necesariamente del Órgano Legislativo, para que
puedan constituirse como leyes.
En el mismo sentido -agregó-, es importante aclarar que de la lectura y análisis de
los artículos objeto de estudio, tanto de orden secundario como primario, se puede
comprender que los mismos no remiten la determinación de la pena de multa a un Órgano
que no es el legislativo, sin fundamento o razón alguna, sino que, por el contrario, al
constituirse el Consejo Nacional del Salario Mínimo como el ente regulador que fijará este
salario, lo hace bajo un imperativo constitucional que deja bajo la tutela del Código de
trabajo, la fijación periódica de un salario mínimo, estableciendo ciertos supuestos en lo
que se deberá fundamentar la fijación del mismo.
Es entonces -afirmó-, que por mandato constitucional se delega en el Código de
Trabajo la fijación de este salario; y éste a su vez, establece que será el Consejo Nacional
del Salario Mínimo, el que fijará las tarifas de salarios mínimos de conformidad con ciertos
principios como lo son el costo de la vida, entre otros, los cuales también encuentran su
asidero legal en la Constitución, y el proyecto elaborado por este Consejo, deberá ser
aprobado por el Órgano Ejecutivo, quien emitirá el Decreto correspondiente y lo mandará a
publicar; pero todo esto se realiza con base en un imperativo constitucional que da los
lineamientos que deberán seguirse para la fijación del Salario Mínimo, no contrariando lo
establecido en el artículo 246 Cn., sino que por el contrario complementándolo en el
mismo texto constitucional.
C. Sobre la proporcionalidad de la pena, la Asamblea Legislativa sostuvo que es
justificable que exista tanto la pena de prisión como la de multa, ya que la primera conlleva
a la readaptación en un centro penitenciario. Luego expuso algunas consideraciones sobre
el trabajo de los internos en centros de readaptación social.
Finalmente concluyó solicitando que en sentencia definitiva se declare que no
existen las inconstitucionalidades advertidas por los jueces requirentes.
5. A. El Fiscal General de la República, mediante informe presentado de
conformidad con el artículo 8 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, estableció que
a partir del artículo 3 Cn., se deriva el principio de igualdad jurídica entendido como un
trato igual a los iguales y desigual a los desiguales, es decir, que implica admitir dentro del
derecho a la igualdad el trato diferenciado.
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En ese sentido -dijo-, podemos afirmar que la igualdad puede entenderse como
igualdad ante la ley, en la ley y en la aplicación de la ley. Cuando hablamos de igualdad
ante la ley, este principio constituye un límite formal a la actuación del legislador respecto
del alcance de la ley, no obstante ello, el legislador tiene un ámbito de libre configuración
en la sanción de acuerdo con la gravedad del hecho y la culpabilidad del autor, tomando en
cuenta para ello las políticas criminales. Por esta razón, los ilícitos penales cuentan con
penas diversas en razón del valor jurídico protegido, la intensidad del ataque, la intención
revelada por el agente y la gravedad del resultado, en virtud de ello, los delitos no pueden
tener una pena igual, y ello no constituye una violación a la igualdad.
B. En ese sentido -sostuvo-, un comportamiento típico, antijurídico y culpable
conlleva la imposición de una pena como sanción, que puede implicar la privación de
libertad y la multa que afecta el patrimonio del condenado, mediante la multa que debe
satisfacerse en dinero.
Luego de relacionar la jurisprudencia emitida por esta Sala en Sentencia de 9-X2007, pronunciada en el proceso de Inconstitucionalidad 27-2006, el Fiscal General de la
República, además sostuvo que al hablar de la Ley Especial de Actividades Relativas a las
Drogas, se advierte que esta tiene por objeto el combate a comportamientos relativos a la
narcoactividad que conllevan un reproche por perjudicar un bien social de protección
penal, como la Salud Pública, entendida como una sanción punitiva de conductas lesivas a
la Salud -como bien público, en el cual las personas y el Estado están en la obligación de
velar por su conservación y restablecimiento-. En la exposición de motivos de la ley en
comento, se afirma que el bien jurídico que se debe proteger es la salud pública, tomada
ésta como valor que pertenece a la comunidad, inmanente a la idea de convivencia
humana, cuyo efecto social afecta a las personas que cometen estos delitos, a su familia y a
la comunidad en general, y que en la consecución de esa meta, el Estado debe intervenir
logrando la conservación y restablecimiento de la salud de los habitantes, prohibiendo en
consecuencia todas las conductas que le sean incompatibles y elevando aquellas más
graves a la categoría de delitos.
De esa manera -dijo-, los artículos 33 y 34 LERARD determinan, como penas
principales a los hechos punibles descritos por dichas disposiciones, la pena de prisión y la
multa, a partir de criterios de diferenciación relevantes. Así también, hay que concluir
-agregó- que lo regulado en el art. 76 C. Pn., no contraviene el principio de
proporcionalidad y la finalidad resocializadora que ha de inspirar el sistema general de
penas, en la medida que no permite la sustitución de la pena pecuniaria de multa por
trabajo de utilidad pública, en los casos de incapacidad económica del reo para pagarla,
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pues el mismo cuerpo de leyes permite tomar en cuenta lo establecido en el art. 53 C. Pn.,
que posibilita tal circunstancia, sin importar el tipo penal, configurando la reducción y
aplazamiento de la multa cuando el condenado disminuya su capacidad de pago o su renta
potencial sin intención, y faculta al Juez de Vigilancia Penitenciaria competente para
reducir el monto del día multa fijado en la sentencia o aplazar la ejecución de la pena
mediante un plazo razonable y la determinación de cuotas. Todo ello cuando resulte que el
cumplimiento de la multa sea imposible para el condenado, aunado a que la cuantificación
de la multa debe llevar un análisis de las condiciones personales, capacidad de pago y renta
potencial del condenado al momento de la sentencia. Por esta razón el artículo no
contraviene el principio de proporcionalidad ni la finalidad resocializadora.
C. El principio de legalidad -sostuvo- establece la determinación de las conductas
punibles, el cual exige que la existencia de una ley promulgada con anterioridad a la
ejecución del hecho que se pretende sancionar, y el denominado principio de reserva que
regula la creación, modificación o derogación expresa de leyes penales, como una facultad
exclusiva de la Asamblea Legislativa y la exigencia a dicho órgano del Estado en cuanto a
la redacción de la conducta penalmente prohibida y sus penas, a fin de que sean claras e
inequívocas, lo que exige del legislador leyes penales precisas y claras. Tomando en cuenta
el principio de legalidad, también encontramos la técnica legislativa de leyes penales en
blanco, como lo explica Enrique Cury “toda aquella disposición que remite el
complemento de un precepto a una disposición distinta cualesquiera que sea su origen y
ubicación de esta ultima” que puede ser del mismo rango normativo (normas penales en
blanco impropias) o de un rango inferior (normas penales en blanco propias); igualmente
se distingue entre leyes penales en blanco en sentido estricto, que establece la sanción a
imponer siendo necesario complementar el supuesto de hecho, y las leyes penales en
blanco al revés, cuya conducta prohibida está plenamente descrita más no la consecuencia
jurídica cuya determinación requiere de otra norma.
Es de hacer notar -recalcó- que, en el caso en comento, el reenvío se efectúa a un
Decreto Ejecutivo que contempla los salarios mínimos, y establece una clasificación de
salarios dentro de la cual no se contempla el que lleva el término urbano, pero no por ello
la utilización de las leyes penales en blanco, relativas al complemento de la multa
contradice el principio de legalidad penal contemplado en el artículo 15 de la Constitución,
y deba considerarse de igual manera inconstitucional la pena de multa de los artículos 33 y
34 LERARD, en el sentido que el reenvío contemplado tiene existencia en el Decreto
Ejecutivo que regula los salarios mínimos mensuales, sin contemplar el término urbano.
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En ese sentido -concluyó-, en el reenvío que hacen los arts. 33 y 34 LERARD debe
efectuarse una heterointegración en el sentido de aplicar el Decreto para imponer la multa
en el momento de la sentencia y aplicar el salario mínimo mensual más favorable al
imputado, en aplicación del principio in dubio pro reo del art. 5 del Código Procesal Penal,
por lo tanto, no existe contradicción con el principio de legalidad ni con el principio de
indelegabilidad de funciones regulado en el art. 86 Cn.
II. Luego de haber expuestos los motivos que han esgrimido los diferentes
tribunales para resolver la inaplicabilidad de las disposiciones impugnadas, las razones
aducidas por la Asamblea Legislativa para justificar las mismas y la opinión del Fiscal
General de la República, es procedente exponer el orden argumentativo de la presente
decisión.
Así, en primer lugar, se efectuará una referencia general a la pena de multa regulada
en el Código Penal (III); para realizar posteriormente un análisis jurisprudencial
constitucional referido al principio de legalidad penal desde un enfoque constitucional
(IV), y por último, analizar la compatibilidad de las normas penales en blanco con el
mandato de determinación o certeza, así como el de la reserva de ley formal en materia
penal (V), y luego resolver -desde esta perspectiva- la constitucionalidad de las
disposiciones sometidas a control.
III. 1. A. Tal como se afirmó en Sentencia de 9-X-2007, pronunciada en el proceso
de Inconstitucionalidad 27-2006, la pena es una sanción acaecida por la realización de un
comportamiento típico, antijurídico y culpable, que puede restringir, además de la libertad
ambulatoria, otros derechos distintos como el patrimonio del condenado. Este tipo de
sanciones se denominan “penas patrimoniales”, y cuando éstas deben satisfacerse en dinero
se denominan “penas pecuniarias”.
En el Código Penal vigente, sólo existe una pena que reviste ambas características,
la “multa”, la cual aparece regulada como pena principal en el art. 45 ord. 4°, así como en
los arts. 51 y siguientes.
B. De acuerdo con Heinz Zipf, la pena de multa puede definirse como una
intervención en el patrimonio del penado, realizada en ejercicio de la soberanía estatal, y
cuya medida se específica en dinero; es decir, se trata de una pena que consiste en el pago
de una cantidad de dinero. Sin duda, la objeción más importante que se efectúa con
relación a la multa penal, es la desigualdad en su trato con relación a la posición
económica de los condenados, lo cual puede generar su ineficacia. En efecto, para algunos
la pena de multa puede consistir en un desembolso insignificante de dinero, y para otros,
en una cantidad económica difícil de cancelar, lo que podría acarrear su ruina.
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C. Para obviar tales inconvenientes, fue ideada una fórmula legal que permitiera
equilibrar la cuantía de la pena con la capacidad económica del condenado; ésta es
conocida en la actualidad como el “sistema de días-multa”. En El Salvador, tal sistema se
encuentra regulado en el art. 45 ord. 4° del C. Pn., que literalmente dice: “La pena de
multa, cuyo importe se cuantificará en días multa y será de cinco a trescientos sesenta días
multa”.
De acuerdo a la forma en que ha sido regulada en el estatuto punitivo vigente, la
multa adquiere tres connotaciones distintas: (i) aparece como pena principal; (ii) como una
pena alternativa a la prisión; y por último, (iii) se encuentra como una pena principal
conjunta con la de prisión.
2. A. En el ámbito moderno, esta pena ha adquirido una creciente importancia en
razón de las ventajas que conlleva su implementación, entre ellas: (i) carece de efectos
degradantes sobre el condenado, permitiéndole mantener su contacto con el medio social y
familiar ; (ii) es fácilmente graduable y adaptable a la situación económica del reo; (iii) no
conlleva gasto alguno al Estado para su ejecución, al contrario, le genera ingresos a sus
arcas; y (iv) es un sustitutivo muy eficaz de las penas cortas de prisión, lo cual evita un
proceso de desocialización en delincuentes primarios o hacedores ilícitos de menor
gravedad (por todos, Gerardo Landrove Díaz, Las consecuencias jurídicas del delito).
B. De acuerdo al art. 51 C. Pn., su procedimiento de determinación se basa en dos
etapas: (i) la fijación de cada día multa por el tribunal sentenciador conforme a las
condiciones personales, a la capacidad de pago y a la renta potencial del condenado al
momento de la sentencia, no pudiendo ser menor a la tercera parte del salario mínimo
vigente en el lugar al tiempo de la sentencia, ni sobrepasar el quíntuplo del mismo; (ii) la
estipulación de la forma de pago, que puede efectuarse en una sola ocasión, por cuotas
semanales, mensuales o, en las que el Juez de Vigilancia Penitenciaria estime
convenientes.
C. Aunado a lo anterior, y en razón de que tal sanción penal no puede conllevar un
efecto degradatorio de la situación económica del reo o de su grupo familiar, el art. 53 del
C. Pn. otorga potestades al juez que supervisa el cumplimiento de la pena, para que pueda
modificar el importe de cada día multa fijado en la sentencia, y aún reducir su monto o
aplazar la ejecución de la sentencia en el caso de una imposibilidad de pago inmediato por
el condenado.
Tal círculo de posibilidades se cierra, además, con la hipótesis de que cuando no
exista capacidad de pago por el condenado, y cuando esté prevista como pena única o
alternativa a la prisión, pueda ser reemplazada con trabajo de utilidad pública, a razón de
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dos horas trabajo por cada día multa. Y cuando sea cancelado lo que reste por cumplir,
también concluye el trabajo de utilidad pública (art. 54 del C. Pn.)
IV. Corresponde en este apartado, efectuar algunas consideraciones doctrinarias y
jurisprudenciales con relación al principio constitucional de legalidad, y la importante
función que éste desempeña dentro del ámbito del Derecho Penal material.
1. Así, en la Sentencia pronunciada el 14-II-1997 en el proceso de Inc. 15-96, esta
Sala afirmó que el denominado principio de legalidad es una derivación conceptual de la
seguridad jurídica, y que consiste en la sujeción del ejercicio de las potestades públicas al
ordenamiento jurídico, todo ello como un pilar fundamental que da vida al Estado de
Derecho. Como se advierte, el ideal esencial que persigue este principio, es que los
miembros de la colectividad social sean gobernados por la voluntad racional y justa de las
leyes y no por la voluntad arbitraria de los hombres.
A. En la específica materia penal, este principio adquiere connotaciones más
acentuadas que en las otras ramas jurídicas, en razón de los intereses que son puestos en
juego: la protección de los diversos bienes jurídicos –individuales o colectivos– de la
ciudadanía en general, y el derecho fundamental a la libertad –y otros conexos– de los
cuales puede verse privado quien se indique como realizador o ayudante de un hecho
delictivo, siendo confirmada tal aseveración por medio del proceso penal.
Por ello tiene razón Hans Heinrich Jescheck, cuando afirma que “las intervenciones
penales alcanzan una mayor profundidad en cuanto a sus efectos que cualesquiera otras
intromisiones en la libertad y la propiedad; aquéllas encierran un acento especialmente
gravoso sobre todo a través de la desaprobación ético social que le es inherente”.
En este sentido, la determinación prescriptiva de las conductas punibles, obliga a
que no se utilicen conceptos oscuros e inciertos, que puedan inducir a la arbitrariedad, pues
cada individuo debe entender perfectamente a qué atenerse, lo que reclama al legislador
que las leyes penales sean precisas y claras.
B. En la decisión mencionada, también se expuso que el principio de legalidad en el
ámbito punitivo comporta: (i) la garantía criminal, como seguridad que nadie será
sancionado por hechos que no haya sido previamente tipificados como hechos punibles por
la ley penal; (ii) la garantía penal, como seguridad que a nadie se le impondrá otra pena
que la prevista en la ley penal para el respectivo delito; (iii) la garantía jurisdiccional, es
decir, la seguridad que a nadie se le impondrá la pena prevista por la ley para el hecho
punible atribuido, sino como consecuencia de un proceso jurisdiccional que tenga por
objeto la comprobación de la existencia de tal delito, y la averiguación de quién lo haya
cometido, a fin de sancionar al culpable; y (iv) la garantía ejecutiva, en el sentido que a
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nadie se le aplicará la pena de grado diverso o de modo diferente a la regulación específica
que para tal efecto se haya hecho previamente en la ley.
2. A. En el ámbito de la creación y aplicación del ordenamiento jurídico penal, este
principio impone al menos tres exigencias que pueden abreviarse conforme al primigenio
brocardo latino creado por Paul Johann Ritter Feuerbach: a) nullum crimen, nulla poena
sine lege praevia; b) nullum crimen, nulla poena sine lege escrita, y c) nullum crimen,
nulla poena sine lege estricta.
El primero exige la existencia de una ley promulgada con anterioridad a la
ejecución del hecho que se pretende sancionar, impidiéndose con ello su aplicación
retroactiva a situaciones anteriores a su vigencia; el segundo, denominado también
“principio de reserva”, establece que la creación, modificación o derogación expresa leyes
penales únicamente puede efectuarla el órgano constitucionalmente facultado para ello –en
nuestro medio, la Asamblea Legislativa–; y el tercero impone que la redacción normativa
de la conducta penalmente prohibida así como de su pena sea claras, precisas e
inequívocas; lo cual permite, una correcta aplicación del Derecho por parte del juez penal,
quien no puede castigar hechos distintos o imponer penas diferentes a las que ha
establecido la voluntad general expresada en el parlamento –prohibición de la analogía in
malam partem–.
B. Con relación a esta última exigencia referida a la lege stricta o lege certa, su
desarrollo jurisprudencial constitucional aparece plasmado en la Sentencia de 1-IV-2004,
que destaca su importancia al garantizar el estricto sometimiento del juez a la ley penal,
vedando todo margen de arbitrio o de discrecionalidad en su aplicación así como una
interpretación analógica de la misma, y por otro, la seguridad del ciudadano en cuanto a la
certeza que la ley penal le permite de programar sus comportamientos sin temor a posibles
condenas por actos no tipificados previa y claramente.
V. A efectos de esta sentencia, conviene referirse particularmente al principio
últimamente expresado, relacionado con la técnica legislativa de las leyes penales en
blanco y ponderar la constitucionalidad de la disposición inaplicada desde el principio de
reserva de ley y el mandato de certeza normativa.
1. A. De acuerdo con Enrique Cury, por ley penal en blanco se entiende “toda
aquella disposición que remite el complemento de un precepto a una disposición distinta
cualesquiera que sea su origen y ubicación de esta última” (La Ley penal en blanco).
Generalmente, tal complementación implica la remisión a una disposición diferente
a la penal, que puede ser del mismo rango normativo (normas penales en blanco
impropias) o de uno inferior (normas penales en blanco propias). En cuanto a las segundas,
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éstas se caracterizan por requerir el reenvío a disposiciones creadas por órganos distintos al
Legislativo y de inferior jerarquía (disposición reglamentaria, ordenanza, acto
administrativo, etc.)
B. En la actualidad, un amplio sector doctrinario reconoce la necesidad de hacer uso
de esta técnica legislativa al existir sectores sociales altamente dinámicos (medio ambiente,
salud pública, comercio exterior, seguridad vial, entre otros), y cuya ordenación jurídica
debe adecuarse con celeridad a tal realidad.
Pero también, su excesiva proliferación en los estatutos punitivos dan lugar a una
serie de desventajas como son: (i) la excesiva indeterminación de la conducta típica con el
consiguiente desmedro de la seguridad jurídica y la función preventivo-general que la
norma aporta a los ciudadanos; (ii) las dificultades que entrañan al aplicador del Derecho
Penal en la tarea interpretativa, pues le obligan a remitirse a ámbitos jurídicos o que le son
desconocidos o que, por lo menos, no conoce tan bien como el penal propiamente dicho;
además de encontrarse con la discordancia relativa al alcance y contenido de ambos tipos
de normas, y (iii) por último, quizás el problema más importante relativo a las leyes
penales en blanco propias, cuando el complemento de la norma penal constituye una
disposición emanada de una autoridad diferente al Legislativo, y que suele ser
regularmente de inferior jerarquía, lo cual constituye una infracción al principio
constitucional de la división de poderes dentro del marco del Estado Constitucional.
C. Igualmente, se distingue entre leyes penales en blanco en sentido estricto y leyes
penales en blanco “al revés”. Las primeras establecen la sanción a imponer, siendo
necesario complementar el supuesto de hecho; de forma distinta acontece en la ley en
blanco “al revés”, cuya conducta prohibida está plenamente descrita, más no la
consecuencia jurídica cuya determinación requiere de otra norma. En realidad, la única
manera de solventar estas contradicciones entre esta técnica legislativa y el principio de
legalidad, radica en fijarle límites a su utilización.
En efecto, el legislador penal tiene siempre la posibilidad de recurrir a la
complementación normativa por medio de un reenvío exterior, es decir, a otra disposición
de igual o inferior rango legal, siempre que la naturaleza de la materia así lo exija, y
describa de forma clara, precisa e inequívoca la conducta penalmente sancionada, no
pudiendo dejar su determinación absoluta o completa a una autoridad distinta,
particularmente de inferior rango.
D. Aquí vale la pena citar de forma ilustrativa, los parámetros que al respecto ha
emitido el Tribunal Constitucional español en sus ya célebres sentencias emitidas el 5-VII1990, 16-IX-1992 y 28-II-1994. Así, ha afirmado que el reenvío a un reglamento para la
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complementación de la norma penal resulta válido bajo estas condiciones: (i) que el
reenvío sea expreso y esté justificado en razón del bien jurídico protegido; y (ii) que el tipo
penal contenga la pena y el núcleo esencial de la materia de prohibición, satisfaciendo con
ello la exigencia de certeza. De acuerdo con tales fallos, el reenvío a materias diferentes del
tipo ha de tener un carácter adjetivo o complementario, más no principal.
Como se advierte, se trata de consideraciones igualmente valederas con relación al
Derecho Penal salvadoreño, y que esta Sala igualmente suscribe como requisitos y
parámetros obligatorios a los cuales debe sujetarse la actividad legisferante en el ámbito
criminal.
2. A. Uno de los fundamentos que se han sostenido en las decisiones certificadas, es
el relativo a que el salario mínimo diario prescrito en la disposición inaplicada no se fija de
acuerdo con una ley formal, es decir, emitida por el Órgano Legislativo, sino que resulta
fijado por medio de un Decreto Ejecutivo, que tiene como base un proyecto de decreto
elaborado por el Consejo Nacional de Salario Mínimo (arts. 155 al 159 del Código de
Trabajo), lo cual es contrario al principio de legalidad, en su variante del nullum crimen,
nulla poena sine lege scripta.
B. El principio supra citado impone al menos dos claras exigencias en la
configuración de la ley penal: (i) se excluye la costumbre como posible fuente de delitos y
penas; y (ii) no basta con la existencia de la ley escrita para cumplir con tal presupuesto,
sino que ella ha de ser una producción del parlamento, como representante del pueblo; con
lo cual se excluye a los reglamentos, las ordenanzas ministeriales o municipales, etc. como
fuentes de producción de ilícitos y consecuencias jurídicas de contenido criminal. En suma,
ambos corolarios hacen relación al carácter fundamentalmente político del principio.
Sin embargo, como se ha relacionado respecto de las leyes penales en blanco, en
algunas ocasiones –y con mayor regularidad en relación con el comportamiento típico– el
complemento de la materia de prohibición queda entregado a una autoridad de rango
inferior a aquella competente para crear leyes (leyes penales en blanco propias).
Ello no resulta per se inconstitucional, pues como ha sido ampliamente detallado, si
la protección penal del bien jurídico se encuentra inexorablemente relacionada con
aquellos sectores sociales cuya regulación jurídica no puede permanecer estática y,
además, si el núcleo de la prohibición penal aparece claramente detallado en el tipo
teniendo el reenvío un carácter expreso y netamente complementario, tal técnica legislativa
se encuentra dentro de los ámbitos de admisibilidad.
C. Ahora bien, el tópico sometido a análisis de esta Sala, versa sobre una “ley penal
en blanco al revés”, es decir, en aquella donde se determina el complemento de la sanción
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conforme a un Decreto Ejecutivo. En particular, se trata de un supuesto no muy estudiado
por la doctrina por su rareza, pues ésta es unánime en afirmar que la sanción penal debe
encontrarse nítidamente establecida en el “tipo garantía”.
Empero, es posible deducir más de alguna razón de conveniencia práctica que haya
impulsado al legislador a su utilización en el Código Penal, como es el hecho de que si se
imponen cantidades exactas de dinero como límites internos y externos de la pena de
multa, tales valores pueden resultar superados en el devenir histórico por diversos
fenómenos económicos (por ejemplo: devaluación de la moneda, inflación, la mayor
capacidad adquisitiva de la población, etc.), volviéndose inútiles las finalidades
perseguidas por la política criminal estatal.
Por otra parte, la elección del “salario mínimo mensual” como unidad económica
en este sector del ordenamiento jurídico, responde a su clara referencia y fácil manejo para
la actividad judicial, además de contar con el indiscutible conocimiento de la colectividad
en general.
Desde otro punto de vista, y tomando como base lo estipulado con las leyes en
blanco en sentido estricto, si se expresa claramente en la norma penal que la sanción
comprenderá tal medida económica, comprendiéndose un tope interno y un tope externo
bajo tales parámetros, y remitiéndose únicamente al aspecto complementario, cual es la
cantidad, no se aprecia que ello pudiera suponer una flagrante violación al principio de
legalidad penal.
Al contrario, ello resulta avalado por razones de conveniencia, practicidad y
conocimiento general. En consecuencia, se concluye que utilizar la técnica de ley penal en
blanco “al revés” -desde las razones expuestas- no resulta inconstitucional.
3. A. Con relación al segundo punto impugnado, sobre si es viable, desde la
perspectiva constitucional, el reenvío expreso a una norma no penal, y con la cual se
integra la consecuencia jurídica de una disposición penal, esta última debe expresar
claramente el objeto de complemento, y éste debe encontrarse estipulado en forma precisa
e inequívoca, aún cuando se trate de materia administrativa como la reglamentaria.
En efecto, si el fundamento principal del nullum crimen sine lege praevia et stricta
consiste en la necesidad de garantizar al ciudadano que siempre será advertido lo que está
amenazado con una pena mediante una ley formal preexistente en la cual se encuentre
determinado, esto debe ser garantizado tanto por la norma que expresa el reenvío como por
la norma que sirve de complemento.
En otras palabras, y siguiendo a Enrique Cury, “la disposición complementaria
debe formularse de manera que, conjuntamente con la ley en blanco, describa el hecho
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mandado o prohibido de tal modo que, al conocerlas, un hombre común sepa precisamente
lo que debe hacer o no hacer para evitar la imposición de una pena”.
Un ejemplo sobre lo anterior puede verificarse con la remisión normativa prescrita
en el art. 51 del Código Penal hacia el menor salario mínimo vigente, donde puede
apreciarse sin dificultad el valor abstracto complementario de la sanción a escoger entre las
opciones previstas en la norma complementaria –de la diversidad de salarios mínimos, el
menor–. Así, el aplicador de la sanción tiene previamente establecida la base cuantificable
para calcular el monto de la multa.
B. En conclusión, dada su actualidad o dinamismo y el fácil manejo de los mismos,
es válido establecer valores abstractos que complementen a la norma penal en blanco; sin
embargo, ésta debe ser clara en la determinación de la categoría o especie que
efectivamente lo complemente, como exigencia del mandato de certeza que deriva del
principio de legalidad penal –art. 15 Cn.–
2. A. Ello no acontece, con relación a los distintos supuestos de multa que plantea el
33 de la LERARD, en los cuales se hace referencia a la unidad económica de “salarios
mínimos mensuales urbanos vigentes”, y siendo que dicho término no resulta contemplado
en el Decreto Ejecutivo n° 83, de 23-VIII-06, publicado en el Diario Oficial n° 156, tomo
372, de 24-VIII-2006, sino que el mismo solamente establece la siguiente clasificación del
salario mínimo según los sectores productivos de la nación, no se precisa a cuál salario
acudir de la tipología siguiente: (i) trabajadores de comercio y servicio; (ii) trabajadores de
industria; (iii) trabajadores de maquila textil y confección; y (iv) trabajadores
agropecuarios (este último sub-dividido en los salarios correspondientes a las cosechas de
café, caña de azúcar y algodón).
En efecto, en cada prescripción que tase la multa o sanciones económicas conforme
a un parámetro abstracto como el salario mínimo, resultaría conveniente el señalamiento
expreso del Legislador sobre la especie de salario al que se acudirá según el sector
productivo o la clasificación que sobre los mismos emite el Órgano Ejecutivo, para no
generar violaciones a la seguridad jurídica y al principio de legalidad penal.
C. En el presente caso, existe una excesiva indeterminación sobre qué rubro
económico debe ser tenido en cuenta para la integración de la sanción penal. Y origina un
ámbito de discrecionalidad judicial difícilmente justificable, derivada de una defectuosa
regulación de la materia, la cual pone en serio riesgo la aplicación efectiva del Derecho
Penal, con el consiguiente desmedro de la seguridad jurídica en general.
Distinto es el caso en el cual se determine, cuando menos, el sector productivo al
que dicho salario mínimo sea aplicable, pues esto reduce la indeterminación, y proporciona
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un grado de certeza cuantificable según se trate del salario mínimo para trabajadores de la
industria, comercio y servicios, maquila textil y confección o trabajadores agropecuarios,
entre otros, fijados por el Órgano Ejecutivo.
C. Es claro, por tanto, que el principio de legalidad exige el estricto sometimiento
del juez a la ley, vedando todo margen de arbitrio o de discrecionalidad en su aplicación; lo
que, en el Derecho Penal, se traduce en la necesaria predeterminación normativa de las
conductas punibles y de sus correspondientes sanciones –en su versión sustantiva–, y de las
autoridades, procedimientos y competencias –en su versión procesal–.
Establecida la inconstitucionalidad de la norma inaplicada por violación al principio
de legalidad penal, carece ya de objeto pronunciarse sobre la contradicción advertida al
principio de indelegabilidad de funciones, consagrado en el art. 86 Cn., y por tanto debe
sobreseerse dicho motivo.
Por tanto
Con base en las razones expuestas, disposiciones constitucionales citadas y arts. 11
y 77-F de la Ley de Procedimientos Constitucionales, en nombre de la República de El
Salvador esta Sala:
Falla:
1. Sobreséese el presente proceso respecto de las contradicciones constitucionales
advertidas en los artículos 34 LERARD y 76 C. Pn., ya resueltas en la Sentencia de 9-X2007, pronunciada en el proceso de inconstitucionalidad 27-2006.
2. Declárase inconstitucional, en lo relativo a la consecuencia jurídico-penal de
multa, el art. 33 de la Ley Reguladora de las Actividades Relativas a las Drogas, por
inobservancia del principio constitucional de legalidad penal, en la medida que el reenvío
para su complementación no tiene existencia alguna en el Decreto Ejecutivo n° 83, de 23VIII-2006, publicado en el Diario Oficial N° 156, tomo 372, de 24-VIII-2006.
3. Sobreséese en el presente proceso en cuanto a la contradicción advertida en el
art. 33 LERARD, por violación al principio de indelegabilidad de funciones, consagrado
en el art. 86 de la Constitución, pues dicha disposición ya ha sido declarada
inconstitucional.
4. Notifíquese la presente resolución a todos los intervinientes.
5. Publíquese esta Sentencia en el Diario Oficial dentro de los quince días
siguientes a esta fecha, debiendo remitirse copia de la misma al Director de dicho órgano
oficial. ---J. B. JAIME---F. MELÉNDEZ---J. N. CASTANEDA S.---E. S. BLANCO R.--R. E. GONZÁLEZ B.---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE
LO SUSCRIBEN---E. SOCORRO C.---RUBRICADAS.
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