modelos de conducta sexual en españa

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MODELOS DE CONDUCTA SEXUAL EN ESPAÑA
Este machismo tradicional, elaborado a partir de la
influencia de nuestra herencia animal, ha llegado
hasta nuestros días, configurándose como un
modelo de socialización de la conducta sexual al
cual se ciñen todavía determinados grupos de
hombres y mujeres de nuestro país. Quizás la
época que más reglamentó esta forma de
entender la sexualidad en nuestra cultura
occidental fue el siglo pasado. Un estudioso actual
de las relaciones humanas, Josep Vicent
Marqués, desarrolló en 1980 las características de
los tres modelos de socialización de la conducta
sexual vigentes en nuestro país. Para ello, estableció diez variables:
1. El presupuesto ideológico.
2. El tono del discurso acerca de la sexualidad.
3. La imagen sexual del varón.
4. La imagen sexual de la mujer.
5. La actividad sexual típica.
6. El comportamiento sexual considerado perverso.
7. El temor principal.
8. La fantasía dominante.
9. Las realidades que fomenta e ignora a la vez.
10. Los agentes portavoces del modelo.
La premisa de todos los modelos es que reflejan los criterios de los hombres, ya que 'el machismo tradicional
impide que las mujeres tengan un discurso propio; su papel
queda relegado al de comparsas del discurso masculino.
El modelo sexual clerical-represivo
El modelo más antiguo que señala Marqués es el dominante en el siglo XIX, al que da el nombre de clericalrepresivo. Sus características son las siguientes:
1. Presupuesto ideológico. La sexualidad es un instinto
pernicioso del que hay que defenderse con todos los
medios a nuestro alcance. Sólo está socialmente permitida
cuando sirve para la función reproductora, dentro del
matrimonio oficial, con o sin afecto.
2. Tono general del discurso. Negativo, matizado por el
silencio. De la sexualidad, o no se habla o se habla para
prevenir contra ella, como pecado mortal que es.
3. Imagen sexual del varón. La de un individuo que sufre el
sexo como quien tiene una enfermedad hereditaria. Es un
instinto impetuoso y desbordante que le puede inducir a
cometer los pecados más terribles. Para evitarlo, necesita
fortalecer su voluntad con disciplina de hierro, como los
santos de la Iglesia, y si a pesar de eso cae en la tentación,
puede confesarse como último recurso.
4. Imagen sexual de la mujer. No tiene; carece de sexualidad.
La mujer ha nacido para ejercer la función sublime de esposa
y madre. Sus principales virtudes son la pureza y la castidad,
y las relaciones sexuales que se vea obligada a mantener
con su marido han de ser por débito conyugal y con la
intención de dar hijos a Dios. Las mujeres que demuestran su
gusto por el sexo están poseídas por el demonio.
5. Actividad sexual típica. El débito conyugal, reclamado por
el varón y ejercido mediante el coito reproductor.
6. Comportamientos sexuales considerados perversos. Todos
menos el coito reproductor matrimonial. Mirar a la casta
esposa con concupiscencia se considera una conducta
perversa, igual que tener pensamientos eróticos.
7. Temores principales. En general, ser víctimas del instinto
sexual; pero, en particular, la irredenta conducta
masturbatoria (sobre todo de los jóvenes) y la homosexualidad como la perversión mayor de todas.
8. Fantasías dominantes. En este modelo no se permiten,
pues se puede pecar hasta con el pensamiento y la
imaginación. Estudiosos actuales han interpretado las
fantasías místicas como una forma enmascarada de erotismo
9. Realidades que fomenta e ignora a la vez. La masturbación
y la prostitución, entendida ésta como válvula de escape para
tanto varón agobiado por su instinto sexual.
10. Agentes portavoces. Los sacerdotes, sean curas católicos,
pastores protestantes, miembros de órdenes religiosas, etc.
Este modelo de socialización de la conducta sexual perpetúa el
.
machismo tradicional por tres razones:
-Sigue considerando la sexualidad como un instrumento al
servicio de la reproducción.
-Sigue manteniendo la conducta sexual del varón como una
pulsión copulatoria instintiva.
-Sigue estableciendo el papel de la mujer como objeto sexual al
servicio del varón.
El modelo sexual burgués-tradicional
El segundo modelo que delimita Josep Vicent Marqués está
menos mediatizado por la moral religiosa; tiene su expresión
más típica en los burgueses liberales y anticlericales de finales
del siglo pasado y primera mitad de éste, y su influencia hoy
permanece sobre todo en las clases medias y bajas de nuestra
sociedad. Es lamentable ver cómo muchos trabajadores
varones se comportan según los valores de un modelo que
surgió de diversas formas de explotación (incluida la sexual)
que sufrieron sus antepasados. Por sus orígenes, este modelo
se denomina burgués-tradicional, y sus características son las
siguientes:
1. Presupuesto ideológico. Una contradicción: la sexualidad es
peligrosa para la estructura social (mala para las mujeres,
porque las convierte en putas, y para los obreros, porque les
impide trabajar), pero es divertida para los varones burgueses
que se lo pasan estupendamente con su práctica. Es el modelo
de la doble moral: «Haz lo que digo y no lo que hago.»
2. Tono general del discurso. Doble, según para qué ocasión: un
discurso negativo oficial en casa, en las reuniones sociales, con
los niños, en las instituciones, etc.; un discurso grosero en los
círculos exclusivos de varones adultos (casinos, tabernas,
burdeles, etc.).
3. Imagen sexual del varón. Se mide en kilos de potencia. Su deseo
sexual es inagotable y su actitud, la del cazador en busca de la
presa: lo importante es la cantidad de piezas cobradas y poderlas
lucir ante los demás varones para obtener el título de mejor cazador.
Es decir, la importancia reside no en cómo hacerlo, sino cuántas
veces, y en competir con los demás hombres. Todas las mujeres,
menos la madre y las hermanas, son presas en potencia y, por ello,
las conductas de seducción cobran una inusitada importancia,
incluido el juego sucio (mentir, engañar, comprar, etc.). El 99 por
ciento del humor clásico y popular español ha sido generado por este
modelo: los chistes y humoradas llamados de sal gorda, típicos del
machismo más exacerbado. Por supuesto, se refuerza la importancia
del pene como órgano sexual per se, y la fantasía estereotipada es la
del pene descomunal, permanentemente erecto e incansable. Los
ideales masculinos se reflejan en la literatura libertina y romántica a
través de personajes como don Juan Tenorio, Giacomo Casanova,
etc.
4. Imagen sexual de la mujer. Dos grandes grupos: la decente, educada
para ser madre y esposa asexuada, que se atiene a los valores del
modelo anterior, y la viciosa, que se deja llevar por sus instintos
sexuales perversos, se convierte en la presa apetecible para el varón
cazador, y socialmente queda relegada a la condición de prostituta,
entendiendo por tal no a quien ejercita una profesión por imperativos
económicos, sino a quien practica una sexualidad inmoral por apetencia,
por «vicio». Es decir, que mientras al hombre se le reconoce su
sexualidad como algo positivo y valorable, la mujer debe poseer las
características del varón del modelo anterior: se le supone una
sexualidad viciosa, instintiva, que tiene que aprender a reprimir mediante
la educación moral de su voluntad, con el objetivo de que la sociedad le
confiera el título de esposa y madre decente. El varón tiene la
prerrogativa de «poner a prueba» la moralidad femenina y, para ello,
utilizará todas sus armas de seducción con el fin de hacer caer a la
inocente presa en sus garras. Si la mujer cede a la tentación y es
seducida, la sociedad la etiquetará inmediatamente de puta, y su puesto
social será el de tal en sus diferentes versiones: querida, amante,
mantenida, concubina, prostituta, etc. Si, por el contrario, se muestra
firme y no caen en la trampa de la seducción, se hará merecedora de un
puesto entre las decentes, con aspiraciones al matrimonio y la familia.
5. Actividad sexual típica del modelo. También doble: dentro del
matrimonio oficial y decente, el débito conyugal requerido por el varón y
sufrido por la mujer; fuera del matrimonio, en exclusiva para los varones
y mujeres viciosas, todas las demás actividades sexuales, vividas como
perversiones morbosas y apetecibles, y en su mayoría actividades
compradas. Este modelo, por tanto, fomenta la prostitución, que, en
función de la capacidad adquisitiva del varón que paga, se diversifica
extraordinariamente (amantes con piso puesto, burdeles de lujo, burdeles
sórdidos, putas de calle y trabajadoras con sobresueldo).
6. Comportamiento sexual considerado perverso. Como en el modelo
anterior, todos menos el coito reproductor dentro del matrimonio oficial.
Pero ahora el comportamiento perverso es deseado y buscado (se le
valora), siempre que permanezca en los rígidos límites del submundo
social y no se le ocurra competir con el matrimonio decente, hecho que
da lugar al escándalo y al castigo consiguiente.
7. Temores principales de los varones. Determinados por su papel social.
En tanto que hombres seductores de mujeres y con una supuesta potencia
sexual, el principal temor es la impotencia, es decir, la disfunción erectiva
del pene, que deja fuera de la competición al varón y le convierte en el
hazmerreír de los demás. En tanto que maridos, el mayor temor lo
provocan los cuernos; todo varón teme que su mujer pueda ser seducida
por otro más potente que él, pues él mismo suele intentar hacerlo con las
mujeres de sus amigos (1a consecuencia de este temor es la generación
de los celos, que en este modelo pueden alcanzar grados de neurosis). En
tanto que padres, su temor es que alguna de sus hijas se quede
embarazada antes de tiempo, prueba irrebatible de su condición de viciosa
seducida, con el consiguiente baldón para el honor familiar.
8. Fantasías dominantes. Determinadas por la posición social: para los
varones más o menos pudientes la fantasía dominante es el harén
moruno, versión idealizada del haren oriental en la que un varón puede
disponer de cientos de mujeres para sus inagotables deseos sexuales:
para los varones pobres, la fantasía es alcanzar los placeres prohibidos de
los ricos, que se les niegan por su falta de dinero suficiente para
comprarlo.
9. Realidades que fomenta e ignora a la vez. Por un lado, la ya comentada
frustración de los pobres por no poder aplicar el modelo al cien por cien, y,
por otro, la prostitución, rechazada socialmente pero alimentada hasta
extremos increíbles. La literatura y el cine nos han aportado abundantes
muestras de todo ello.
10. Portavoces cualificados. Es evidente que los de este modelo son los
hombres, en general, aunque sean los ricos, libertinos y seductores los que
se erigen en paladines de su difusión y mantenimiento.
EL NUEVO MACHISMO: LA ERÓTICA DE LA RESPONSABfLlDAD
El tercer modelo sexual se origina a partir de la finalización de la II Guerra
Mundial, con el cambio profundo que sufre el sistema capitalista en sus
estructuras internas, que da lugar al conocido estado del bienestar, en
Europa, o a la sociedad de consumo norteamericana, según las teorías de
Keynes. El ideal económico se desplaza desde la acumulación de riqueza
del periodo anterior (que valoraba el ahorro, la austeridad, el trabajo y la
moralidad pública), hacia el consumo de la riqueza, en consonancia con
los valores nuevos (el tiempo libre, la calidad de vida y el disfrute
hedonista de las cosas). Es lo que se llama modelo capitalista permisivo,
que tiene las siguientes características:
1. Presupuesto ideológico. La sexualidad es una capacidad humana
positiva, tanto para hombres como para mujeres, sin distinción de clases ni
condición social. Esta capacidad humana hay que desarrollarla mediante
una educación adecuada para que se convierta en uno de los elementos
fundamentales del matrimonio. La perfecta adecuación sexual de los
cónyuges es uno de los pilares que garantizan el éxito de la pareja.
2. Tono general del discurso. La divulgación científica y pornográfica. La
sexualidad se convierte en un objeto de consumo más en el que merece la
pena invertir, bien en conocimientos, bien en actividades lúdicas eróticas. La
sexología alcanza su máxima expresión editorial y se fomentan las más
variadas artes eróticas (cine, televisión, literatura, sex-shop, etc.).
3. Imagen sexual del varón. La potencia conserva la importancia del
modelo anterior, pero se cambia cantidad por calidad, o, dicho de otra
manera, lo que se valora ahora no es tanto el deseo inagotable de un
casanova sino la habilidad en la forma de hacerlo que tiene un estudioso
del Kamasutra. Esta variación se debe a un auténtico giro copernicano
en las finalidades: los sujetos de la actividad sexual son los dos
miembros de la pareja, pero como el placer de ella depende de la
habilidad de él para generarlo, el hombre asume la enorme responsabilidad no sólo de su placer (algo que se da por supuesto), sino del
placer de su compañera. Así, la actividad humana más gratuita y
hedonista de todas se convierte en algo asimilable al trabajo: el varón
debe cualificarse como amante, tiene que demostrar potencia física y
con1petencia técnica en la relación, y el resultado (y, al mismo tiempo,
la recompensa) de su productividad es el orgasmo femenino. La erótica
humana se convierte en una perfecta relación laboral: la mujer pone el
capital (su cuerpo), que es algo inerte y pasivo; el hombre pone su
esfuerzo (tanto de mano como de pene de obra), y el resultado es la
plusvalía que se lleva ella, en forma de varios orgasmos, y el salario que
le deja a él, en forma de orgasmo no precoz y satisfacción por el deber
cumplido. El nuevo machismo no es el del amo, sino el del ejecutivo
responsable.
4. Imagen sexual de la mujer. Positiva, puesto que ya es portadora del
deseo sexual; pero no es dueña de él. El placer femenino depende de
las técnicas masculinas. En los consultorios telefónicos Sex-Inform,
algunas de las preguntas más repetidas por los jóvenes y adolescentes
son: «¿Qué tengo que hacer para que la mujer disfrute?», «¿Dónde
tengo que tocarle para que se corra?», «¿Es verdad que besándoles en
la nuca caen en tus brazos?», y otras similares. Todas ellas responden a
una única inquietud: «Cómo convertirme en un experto para que las
mujeres caigan rendidas a mis pies.» Esto hace que las mujeres de este
modelo puedan convertirse en auténticas tiranas de su pareja, a quien
castigan, si no se esfuerza como debe, o mantienen en la duda del éxito
conseguido para así manipularlo a capricho. Por el contrario, hay
mujeres serviciales que fingen tener orgasmos para que su compañero
no se deprima ni se enfade, a pesar de que ellas lo están pasando fatal.
5. Actividades sexuales típicas. Las relaciones prematrimoniales, como
etapa de aprendizaje para el mejor ajuste futuro de la pareja; la sexualidad
vivida con fines de placer y comunicación entre la pareja; la gimnasia sexual (al modo del Kamasutra), como expresión de las habilidades
masculinas, y la anticoncepción, como medio para evitar la reproducción no
deseada.
6. Comportamiento considerado perverso. En teoría, no existe, aunque sigue
habiendo cierto rechazo hacia la homosexualidad, que se tolera si está fuera
del círculo social propio.
7. Temores principales. Los relacionados con el fracaso de la actividad
sexual entendida como competencia técnica. Así, en los varones es el miedo
a padecer disfunción erectiva, eyaculación precoz o retardada o, más
general, a no saber ligar; y en las mujeres, la falta de deseo o la anorgasmia
como incapacidad para responder al esfuerzo del compañero, y también el
vaginismo como imposibilidad de cumplir con la función maternal, aún
fuertemente arraigada en ellas. Tanto en ellos como en ellas no se trata de
temores morales sino técnicos: temen las disfunciones del mecanismo;
cuando ocurren, acuden al sexólogo' para que les repare las piezas
8.
Fantasías odominantes.
Son dos:
el orgasmo
simultáneo,
estropeadas
les enseñe cómo
utilizarlas
de forma
correcta.como expresión
perfecta del correcto ajuste de la pareja, y la cama redonda, versión más
actualizada y democrática del harén moruno del modelo anterior.
9. Realidades que fomenta e ignora a la vez. La prostitución en versión más
liberal (se admite que las prostitutas puedan tener su propio sindicato y que
no estén perseguidas por la ley), y, por otra parte, la falta de calidad humana
de las relaciones sexuales, puesto que las convierte en una actividad
mecánica y productiva en la que se deja poco lugar a la expresión de los
sentimientos.
10. Portavoces del modelo. Los técnicos: médicos, psicólogos, y otros
profesionales de la sexología, encargados de enseñar las habilidades
necesarias para ser un correcto amante y corregir los fallos y disfunciones
que se pudieran presentar en el momento de la práctica.
De los tres modelos sexuales enunciados, el primero se encuentra en franca
decadencia, y sólo afecta a grupos minoritarios de personas imbuidas de algún
tipo de religiosidad. El segundo sigue estando muy arraigado, sobre todo en
zonas rurales y entre la clase obrera, y el tercero está convirtiéndose en el
hegemónico entre los jóvenes y entre las clases media y alta urbanas. El nuevo machismo practica la erótica de la responsabilidad, en la cual el poder
depende no tanto de la potencia sexual cuanto de la capacitación técnica.
Los tres modelos sexuales de socialización de la conducta humana
anteriormente expuestos mantienen algunas similitudes entre ellos. Por un
lado, se construyen desde presupuestos machistas, con el varón como
centro de la actividad sexual, con un discurso netamente masculino, que no
cuestiona la pulsión copulatoria y que sigue siendo el eje que vertebra la
relación sexual, tanto por la importancia que se le da al pene como órgano
anatómico fundamental para obtener los orgasmos, como por la idea del
coito como la técnica sexual por antonomasia.
Por otro lado, los tres siguen alimentando discursos sobre la sexualidad
separados del lenguaje cotidiano, si guen concibiéndola como una actividad
que rompe con la normalidad de la actividad humana; los tres tienden a
conservarla en el ámbito de lo privado e íntimo, deserotizando lo social, e
incluso lo personal en aquella parte que más relación tiene con lo colectivo.
Todos tienden también a avergonzar y culpabilizar al sujeto, ya sea desde
valoraciones morales o desde valoraciones técnicas.
Ninguno de los tres plantea la perspectiva de una erótica igualitaria para
hombres y mujeres, en la que la iniciativa sea libre, la responsabilidad
compartida y la actividad egoístamente solidaria. Vamos a ver algunos de
los estereotipos que siguen dificultando que los hombres adquieran esta
nueva perspectiva erótica, ya practicada por minorías concienciadas, que
puede llegar a ser el nuevo modelo sexual de socialización en un futuro más
civilizado.
LA NUEVA EROTICA DEL VARON
La nueva erótica masculina afronta la relación sexual como una relación
entre iguales. El placer de la compañera es responsabilidad de ella, como
el propio placer es responsabilidad propia. La complementariedad de
ambos intereses surge de la comunicación sincera y mutua de los deseos
y de la reciprocidad en la relación. Los cuernos no se viven como un
castigo, sino como la ruptura de un contrato de lealtades mutuas, en el
caso de que se hubiera establecido dicho contrato; o bien, como el
derecho de la compañera a tener otro tipo de experiencias sexuales igual
que el varón, si así se ha acordado previamente; o, en el peor de los
casos, como síntoma de que sus relaciones no funcionan y llamada de
atención para plantearse una puesta al día de la misma o una ruptura de
mutuo acuerdo.
La superación del troquelado social de estas emociones negativas trae
como consecuencia un reequilibrio de sus tendencias. El nuevo varón
sexuado aprende el placer de actuar con estrategias masoquistas o, dicho
de otra manera, aprende el placer de la pasividad, tal como hemos
analizado en el apartado anterior. Ya no se siente impelido a adoptar un
papel exclusivamente activo durante la relación sexual, sino que disfruta
asumiendo el de objeto sexual y concentrándose en sus sensaciones y
fantasías, mientras se deja acariciar, besar, chupar y manosear sin ningún
reparo.
Lo importante no es ya descargar la tensión libidinal en una eyaculación
rápida, sino repartir esa tensión por todo el cuerpo, sentirse erotizado desde
la punta de los cabellos hasta las uñas de los pies, gozar de ese erotismo
difuso que ya posee su compañera, prolongar la excitación controlando el
proceso de su respuesta sexual en función de su placer. De esta manera,
los hombres aprenden a utilizar su tendencia sádica sólo cuando es
necesario para el logro de sus deseos, y cultivan las conductas propias de
su tendencia masoquista cuando la situación lo requiere, gozando con el
hecho de sentirse sujeto y objeto sexual a la vez. La relación erótica con la
mujer se hace más igualitaria, más lúdica, y el encuentro se convierte en un
juego divertido, sin el carácter serio y responsable con el que solía
revestirse anteriormente.
El viejo macho está acostumbrado a actuar en función de normas. Tiene un
modelo ideal de virilidad que le obliga a ser fuerte, agresivo, autoritario y
competitivo. Sus deseos biológicos son reprimidos en tanto no responden a
estas normas ideales que, muchas veces, le exigen actuar en situaciones
que le provocan sensaciones molestas, desagradables e, incluso,
dolorosas. Sentirse macho y actuar en consecuencia no resulta fácil en la
mayor parte de las ocasiones.
El varón ahora puede aprender a quererse a sí mismo, no tanto en ese papel
de macho que la sociedad le exige, sino en función de su propio placer y
bienestar. Mima su cuerpo, lo cuida, toma conciencia de sus emociones y las
cultiva; se adorna y se vuelve coqueto; exhibe sus cualidades con placer y
busca que los demás le devuelvan el espejo positivo de sí mismo, más por la
vía de la afectividad y de las sensaciones que por la de la fuerza y la
imposición; solicita más la admiración y el cariño que la sumisión y el halago
servil.
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