AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 2008/2016 QUEJOSO Y RECURRENTE: ********** MINISTRO PONENTE: JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ SECRETARIA: DOLORES RUEDA AGUILAR En atención a lo dispuesto por el artículo 73, segundo párrafo, de la Ley de Amparo, así como la jurisprudencia de rubro: “PROYECTOS DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO. SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS QUE SE ANALICE LA CONSTITUCIONALIDAD O LA CONVENCIONALIDAD DE UNA NORMA GENERAL, O BIEN, SE REALICE LA INTERPRETACIÓN DIRECTA DE UN PRECEPTO CONSTITUCIONAL O DE UN TRATADO INTERNACIONAL EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.”1, a continuación se hace público el fragmento del proyecto de sentencia del amparo directo en revisión 2008/2016, en el cual se realiza el estudio de constitucionalidad respectivo: 76. Estudio. Como se advierte de los elementos antes sintetizados, esta Primera Sala estima que la cuestión jurídica que subsiste en el presente asunto es la siguiente: ¿Fue correcta la determinación del Tribunal Colegiado relativa a que el artículo 90, fracción XVI, de la Ley de la Propiedad Industrial no es inconstitucional? 1 Jurisprudencia P./J. 53/2014 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Pleno, Libro 12, Noviembre de 2014, Tomo I, Página: 61. 77. Para resolver dicha cuestión, en primer lugar se transcribirá la norma reclamada por el recurrente: Artículo 90. No serán registrables como marca: (…) XVI. Una marca que sea idéntica o semejante en grado de confusión a otra en trámite de registro presentada con anterioridad o a una registrada y vigente, aplicada a los mismos o similares productos o servicios. Sin embargo, sí podrá registrarse una marca que sea idéntica a otra ya registrada, si la solicitud es planteada por el mismo titular, para aplicarla a productos o servicios similares, (…) 78. El precepto transcrito establece que no será registrable una marca que sea idéntica o semejante en grado de confusión a otra marca que se encuentre en trámite de registro, antes de la marca que se pretenda registrar o a una ya registrada y vigente, siempre y cuando la marca se aplique a los mismos productos o servicios. 79. Como se puede advertir en su demanda de amparo, el entonces quejoso recurrente adujo que la fracción XVI, del artículo 90 de la Ley de la Propiedad Industrial, es violatoria del artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual es referente a la prohibición de monopolios y competencia desleal, esto en virtud de que permite los monopolios, pues autoriza que un solo agente económico monopolice actividades en un determinado ramo o industria. Por lo tanto, el otorgamiento de una marca genera una restricción en la circulación comercial de un bien o servicio determinado, encontrándonos frente a un monopolio, ya que las marcas solo pueden generar un derecho de identificación de un producto, no su acaparamiento. 80. Respecto del estudio que realizó el Tribunal Colegiado de dicho concepto de violación, el ahora recurrente aduce que no resuelve correctamente la cuestión de constitucionalidad planteada, ya que en la demanda de amparo no cuestionó la constitucionalidad del sistema general que rige la propiedad industrial y que deriva del artículo 28 constitucional, y el Órgano Colegiado únicamente analizó el sistema de protección a la propiedad industrial, sin profundizar y particularizar lo concerniente a la norma reclamada. Así –a su parecer–, no estudió lo realmente reclamado, es decir, la inconstitucionalidad de la fracción XVI del artículo 90 de la Ley de la Propiedad Industrial, la cual por sí misma hace nugatorio todo el sistema de propiedad industrial previsto en la Constitución. 81. Tales argumentos del recurrente resultan infundados porque el Tribunal Colegiado sí analizó de forma correcta y suficiente el concepto de violación tal y como le fue planteado por el quejoso como a continuación se demuestra. 82. Como ya se dijo con anterioridad, lo que el quejoso alegó en su primer concepto de violación, fue que la norma combatida era violatoria del artículo 28 constitucional. De igual forma dijo que la normatividad marcaria debe prever la libre competencia y la competencia leal para permitir que todos los agentes empresariales interactúen de manera ordenada y atendiendo al interés público que debe prevalecer en toda relación industrial y comercial. Así al negarle el registro de su marca “SOLUCIONES SEÑALÉTICAS SACV”, con fundamento en la fracción XVI del artículo 90, en virtud de que ya existe la marca “SEÑALÉTIKA”, le causa un grave perjuicio al impedirle desarrollar la actividad empresarial a la que se dedica, bajo los principios de libre competencia de que goza todo empresario y el apoyo gubernamental para proteger esa competencia a través del fomento económico. 83. Así, para darle respuesta a los argumentos planteados, el Tribunal Colegiado resolvió que el artículo 90, fracción XVI, de la Ley de la Propiedad Industrial, no violenta el artículo 28 constitucional, ya que la materia de propiedad intelectual tiene su origen regulatorio en el artículo 28 constitucional, como una excepción límite a la libre concurrencia al mercado, cuya justificación es la eficiencia de los agentes económicos para conseguir mejores condiciones de abasto, calidad y precios para los consumidores con el fomento a la inventiva y creatividad, así como de la protección a los derechos de los consumidores, por lo que tiene una doble función. 84. Por tanto, contrariamente a lo que sostuvo el quejoso –dijo el Tribunal Colegiado–, no se trata de proteger monopolios, sino que los distintos derechos que integran la propiedad industrial y confieren a su titular el derecho exclusivo a explotar económicamente el objeto sobre el que recaen, o sea la característica de “exclusividad” implica que cada uno de estos derechos origine un ámbito, un espacio, que queda reservado tan sólo a su titular, tal como lo es una marca. 85. Así, el registro de una marca tiene como objeto sancionar las prácticas de competencia desleal; por tanto, impedir que otra persona física o moral haga uso de una marca registrada, no se traduce en un monopolio de dicha marca, sino de la protección del consumidor, para que no incurra en un error. 86. Como se advierte de las consideraciones expuestas por el Tribunal Colegiado, es claro que éste no únicamente analizó el sistema de protección a la propiedad industrial, sin profundizar y particularizar lo concerniente a la norma tildada de inconstitucional. Esto, porque como se observa el Tribunal Colegiado efectivamente se refirió a la materia de propiedad industrial, al señalar que la misma tiene su origen regulatorio en el artículo 28 constitucional, como una excepción límite a la libre concurrencia al mercado, cuya justificación es la eficiencia de los agentes económicos para conseguir mejores condiciones de abasto, calidad y precios para los consumidores con el fomento a la inventiva y creatividad, así como de la protección a los derechos de los consumidores, por lo que tiene una doble función. Asimismo, cumple esta función como parte del Derecho regulatorio — el cual opera como un control del libre mercado y corrector de sus fallas—. 87. Así la referencia al sistema de sistema de protección de la propiedad industrial, es solo la primara parte del análisis del Colegiado, hizo referencia al sistema en general como un argumento introductorio al tema específico del derecho marcario, es específico el artículo 90, fracción XVI de la Ley de la Propiedad Industrial. Una vez establecido el marco general del régimen de propiedad industrial, el cual encuentra fundamento en el artículo 28 constitucional, el Colegiado procedió a analizar los derechos que integran la propiedad intelectual, en específico el derecho marcario. 88. En el análisis específico respecto del otorgamiento de marcas, el Tribunal estableció que las mismas confieren a su titular el derecho exclusivo a explotar económicamente el objeto sobre el que recaen, o sea la característica de “exclusividad”, así se origina un ámbito que queda reservado tan sólo a su titular, lo cual conlleva para los terceros, el correlativo deber de abstenerse de cualquier actuación que suponga invadir ese espacio reservado. Por esta razón, sin el consentimiento del titular de una marca, nadie puede introducir en el mercado los productos o los servicios distinguidos por la misma. Así, el registro de una marca tiene como objeto sancionar las prácticas de competencia desleal y proteger al consumidor. 89. De lo anterior, es claro que el Tribunal Colegiado utilizó como método de razonamiento aquel que va de lo general a lo particular, partiendo en primer lugar del régimen general de propiedad industrial, en segundo lugar, estableció el derecho marcario como uno de los derechos que integran el régimen de protección de la propiedad industrial y concluyó que el propósito de la exclusividad de las marcas es el de establecer un ámbito que queda reservado tan sólo a su titular, tal como lo garantiza la fracción XVI del artículo 90 de la Ley de la Propiedad Industrial, con la finalidad de proteger a los consumidores y evitar la competencia desleal. Por lo que no es posible otorgar el registro de una marca cuando ya existe una idéntica o similar en grado de confusión, como lo pretende el quejoso. 90. Así el Colegiado no únicamente analizó el sistema de propiedad industrial, sino que hizo referencia al mismo como el marco referencial que regula a los derechos que integran este sistema, tal como lo es el derecho marcario, y demostró la constitucionalidad del artículo 90, fracción XVI, de la Ley de la Propiedad Industrial, al establecer que no se trata de proteger monopolios, sino de conferir al titular de una marca, el derecho exclusivo a explotar económicamente el objeto sobre el que recaen, es decir la característica de “exclusividad” implica que existe un ámbito que queda reservado a su titular, lo cual conlleva, para los terceros, el correlativo deber de abstenerse de cualquier actuación que suponga invadir ese espacio reservado. 91. Por esta razón, sin el consentimiento del titular de una marca, nadie puede introducir en el mercado los productos o los servicios distinguidos por la misma. Así, la protección a los derechos derivados de una marca, incluye la revisión de que no se concedan registros a aquéllas que son similares en grado de confusión a otra ya registrada. 92. Por lo tanto, el registro de una marca tiene como objeto sancionar las prácticas de competencia desleal, donde se busca confundir, aprovechar, diluir, debilitar o asociar el prestigio de los signos acreditados; por tanto, impedir que otra persona física o moral haga uso de una marca registrada, no se traduce en un monopolio de dicha marca, sino de la protección del consumidor, para que no incurra en un error. 93. Por todo lo expuesto anteriormente, resulta infundado el agravio del recurrente en virtud de que es falso que el Tribunal Colegiado únicamente se haya limitado a analizar el sistema de propiedad industrial, sin estudiar la constitucionalidad de la norma tildada de inconstitucional. Por lo que sí estudió el concepto de violación tal y como le fue planteado por el quejoso. 94. Por otra parte, son infundados los argumentos relativos a que la sentencia recurrida es contradictoria, ya que por un lado establece que efectivamente no existe definición del concepto “semejante en grado de confusión”, pero por otro lado el Tribunal señala la definición del término de manera subjetiva y sin apoyarse en conceptos objetivos que hagan creíble la definición, y no contiene ningún parámetro que la relacione con el artículo 28 constitucional. 95. Lo anterior, toda vez que el Tribunal Colegiado estimó que el término “semejante en grado de confusión” empleado por el legislador en la norma combatida, debe entenderse como: la posibilidad de que las marcas puedan ser parecidas a tal extremo que pueda llevar a pensar que son la misma o que una deriva de la otra. Esto porque la distinción de unos productos con otros, que es la finalidad principal de las marcas, es una consecuencia de la operación comparativa de bienes y servicios de la misma especie que realiza el consumidor; bastando la apreciación propia de cualquier consumidor, para percibir que son similares. 96. Por lo tanto, la sentencia recurrida no es contradictoria, ya que efectivamente no existe una definición del término en la Ley de la Propiedad Industrial sin embargo, la definición que da el Tribunal Colegiado claramente proviene de una interpretación sistemática del derecho marcario, dado que la definición utilizada, además de tomar en cuenta las palabras de las que se conforma el término, es decir “semejante”, “grado” y “confusión”, toma en consideración la finalidad de las marcas, la cual es la distinción de unos productos con otros, tomando en cuenta que la operación comparativa de bienes y servicios, debe de ser respecto a bienes y servicios; bastando la apreciación propia de cualquier consumidor. Esto porque, además de proteger al titular de la marca, se busca proteger al consumidor para que no incurra en un error. 97. Lo anterior se puede advertir del artículo 88 de la Ley de Propiedad Industrial2, así como el artículo 2°, fracción III del mismo ordenamiento, la cual establece que la finalidad de la Ley es propiciar e impulsar el mejoramiento de la calidad de los bienes y servicios en la industria y en el comercio, conforme a los intereses de los consumidores. Asimismo es claro que dicha definición no contraviene el artículo 28 constitucional, ya que el mismo establece que no constituyen monopolios los privilegios que por determinado tiempo se concedan a los autores y artistas para la producción de sus obras y los que para el 2 Artículo 88.- Se entiende por marca a todo signo visible que distinga productos o servicios de otros de su misma especie o clase en el mercado. uso exclusivo de sus inventos, se otorguen a los inventores y perfeccionadores de alguna mejora. Por lo que el otorgamiento de la titularidad de una marca se incluye dentro del ámbito de exclusividad que protege la Constitución. Por lo que se estaría contraviniendo la norma fundamental si se concediera el registro de una marca que pueda ser parecida a otra, a tal extremo que se pueda pensar que son la misma. 98. Por todo lo anterior, es claro que la definición que proporciona el Tribunal Colegiado no es subjetiva ni se realizó sin apoyarse en conceptos objetivos que la hagan creíble. Además, para determinar qué debe entender por semejante en grado de confusión, hizo suyas las consideraciones de una tesis de un diverso Tribunal Colegiado de rubro: “MARCAS, SEMEJANZA EN GRADO DE CONFUSIÓN. LA SOLA INCLUSIÓN DE ESE TÉRMINO EN LA HIPÓTESIS DE IMPEDIMENTO DE REGISTRO DE UNA MARCA, PREVISTA EN LA FRACCIÓN XVI DEL ARTÍCULO 90 DE LA LEY DE LA PROPIEDAD INDUSTRIAL, NO VIOLA LOS DERECHOS DE SEGURIDAD JURÍDICA Y ACCESO A LA JUSTICIA.” Asimismo, se sustentó en la jurisprudencia 1a./J. 83/2004 de esta Primera Sala, de rubro: “LEYES. SU INCONSTITUCIONALIDAD NO PUEDE DERIVAR EXCLUSIVAMENTE DE LA FALTA DE DEFINICIÓN DE LOS VOCABLOS O LOCUCIONES UTILIZADOS POR EL LEGISLADOR”3. 3 1a./J. 83/2004; 9a. Época; 1a. Sala; Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Tomo XX, Octubre de 2004; Pág. 170. De texto: Es cierto que la claridad de las leyes constituye uno de los imperativos apremiantes y necesarios para evitar o disminuir su vaguedad, ambigüedad, confusión y contradicción; sin embargo, de un análisis integral de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se llega a la conclusión de que ninguno de los artículos que la componen establece, como requisito para el legislador ordinario, el que en cada uno de los ordenamientos secundarios -considerando también a los de la materia penal- defina los vocablos o locuciones ahí 99. En efecto, conforme al texto de la jurisprudencia de esta Sala, y de un análisis integral de la Constitución, se llega a la conclusión de que ninguno de los artículos que la componen establece, como requisito para el legislador ordinario, el que en cada uno de los ordenamientos secundarios defina los vocablos o locuciones ahí utilizados. Lo anterior es así, porque las leyes no son diccionarios y la exigencia de un requisito así, tornaría imposible la función legislativa. Así existen métodos de interpretación jurídica que, con motivo de las imprecisiones y oscuridades que puedan afectar a las disposiciones legales, pueden establecer su sentido y alcance, tal como lo hizo el Tribunal Colegiado. 100. Por otra parte, si bien asiste la razón al recurrente cuando argumenta que el concepto de norma jurídica en blanco es un principio general de derecho y no se encuentra restringido a la materia penal, por lo que fue indebido que el Tribunal Colegiado estimara que la tesis, de rubro: “NORMAS PENALES EN BLANCO, SON INCONSTITUCIONALES CUANDO REMITEN A OTRAS QUE NO TIENEN EL CARÁCTER DE LEYES EN SENTIDO FORMAL O MATERIAL.”, no era aplicable. Toda utilizados. Lo anterior es así, porque las leyes no son diccionarios y la exigencia de un requisito así, tornaría imposible la función legislativa, pues la redacción de las leyes en general se traduciría en una labor interminable y nada práctica, teniendo como consecuencia que no se cumpliera, de manera oportuna, con la finalidad que se persigue con dicha función. De ahí, que resulte incorrecto y, por tanto, inoperante, el argumento que afirme que una norma se aparta del texto de la Ley Fundamental, porque no defina los vocablos o locuciones utilizados, pues la contravención a ésta se debe basar en aspectos objetivos que generalmente son los principios consagrados en ella, ya sea prohibiendo una determinada acción de la autoridad en contra de los particulares gobernados y ordenando la forma en que deben conducirse en su función de gobierno. Además, del análisis de lo dispuesto por los artículos 94, párrafo séptimo y 72, inciso f), de la Carta Magna, se advierte el reconocimiento, por parte de nuestro sistema jurídico, de la necesidad de que existan métodos de interpretación jurídica que, con motivo de las imprecisiones y oscuridades que puedan afectar a las disposiciones legales, establezcan su sentido y alcance, pero no condiciona su validez al hecho de que sean claras en los términos que emplean. vez que como lo ha señalado esta Primera Sala en la tesis 1a. CCCXIX/2014 (10a.), de rubro: “TIPOS ADMINISTRATIVOS EN BLANCO. SON CONSTITUCIONALES SI SE JUSTIFICAN EN EL MODELO DE ESTADO REGULADOR”4, el fenómeno puede ocurrir en cualquier materia. Sin embargo no es motivo suficiente para declarar fundado su argumento de agravio, ya que en el presente caso no estamos ante una norma jurídica en blanco. 101. Lo anterior, porque, tal y como lo establece la jurisprudencia que cita el recurrente, las "normas penales en blanco" no son inconstitucionales cuando remiten a otras que tienen el carácter de leyes en sentido formal y material, sino sólo cuando reenvían a otras normas que no tienen este carácter –como los reglamentos–. El artículo 90, fracción XVI, de la Ley de la Propiedad Industrial, en ningún momento remite a otro ordenamiento jurídico, ya sea una ley 4 1a. CCCXIX/2014 (10a.); 10a. Época; 1a. Sala; Gaceta S.J.F.; Libro 10, Septiembre de 2014; Tomo I; Pág. 592. De texto: Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido los tipos penales en blanco como aquellos supuestos hipotéticos en los que la conducta delictiva se precisa en términos abstractos y requiere de un complemento para integrarse plenamente, los cuales son inconstitucionales si su integración debe realizarse mediante la remisión a normas reglamentarias, pues ello equivale a delegar a un poder distinto al legislativo la potestad de intervenir decisivamente en la determinación del ámbito penal, cuando es facultad exclusiva e indelegable del Congreso de la Unión legislar en materia de delitos y faltas federales. Ahora bien, esta conclusión no puede transportarse en automático al derecho administrativo sancionador, pues la remisión a fuentes infralegales no es un vicio de invalidez constitucional en todos los ámbitos que la integran, por lo que es necesario considerar la específica modulación del principio de legalidad exigido por el balance precisado de los valores constitucionales en juego que cada ámbito demanda; en el caso del modelo de Estado regulador, el principio de legalidad no exige un grado de satisfacción absoluto del principio de reserva de ley, ya que la regulación de ciertas cuestiones técnicas requiere de la coparticipación del Ejecutivo o de ciertos órganos constitucionales autónomos, por lo que el principio de legalidad sigue teniendo aplicación en sus dos vertientes, pero de forma diferenciada: el principio de tipicidad sigue exigiendo la predeterminación inteligible de la conducta; sin embargo, el principio de reserva de ley deja de ser absoluto para ser relativo. De ahí que los tipos administrativos en blanco son constitucionales si se justifican en el modelo de Estado regulador. en sentido formal o material u otro tipo de norma, para poder interpretar qué implica el concepto “semejante en grado de confusión”, ni es necesario acudir a otros ordenamientos para poder integrar el significado del concepto, ya que el mismo se puede obtener de la misma Ley, tal como lo hizo el Tribunal Colegiado. Por todo lo establecido con anterioridad, resultan infundados los argumentos del recurrente. 102. Por último cabe precisar que los argumentos de agravio expuestos en la presente sentencia en los párrafos 52 a 75, con una repetición prácticamente literal de los conceptos de violación primero, segundo y tercero, en los que hizo valer en los dos primeros cuestiones de constitucionalidad y en el tercero de legalidad, por lo que deben declararse inoperantes, ya que no se combaten las consideraciones vertidas en la sentencia recurrida. La jurisprudencia 1a./J. 85/2008, de rubro: “AGRAVIOS INOPERANTES EN LA REVISIÓN. SON AQUELLOS QUE SÓLO PROFUNDIZAN O ABUNDAN EN LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN, SIN COMBATIR LAS CONSIDERACIONES DE LA SENTENCIA RECURRIDA.”5, emitida por esta Primera Sala, refuerza lo anterior. 5 1a./J. 85/2008; 9a. Época; 1a. Sala; Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Tomo XXVIII, Septiembre de 2008; Pág. 144. De texto: Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha señalado reiteradamente que una de las modalidades de la inoperancia de los agravios radica en la repetición de los argumentos vertidos en los conceptos de violación. Al respecto, conviene aclarar que si bien una mera repetición, o incluso un abundamiento en las razones referidas en los conceptos de violación, pueden originar la inoperancia, para que ello esté justificado es menester que con dicha repetición o abundamiento no se combatan las consideraciones de la sentencia del juez de distrito. Este matiz es necesario porque puede darse el caso de que el quejoso insista en sus razones y las presente de tal modo que supongan una genuina contradicción de los argumentos del fallo. En tal hipótesis la autoridad revisora tendría que advertir una argumentación del juez de amparo poco sólida que pudiera derrotarse con un perfeccionamiento de los argumentos planteados ab initio en la demanda. Sin embargo, también puede suceder que la repetición o abundamiento de los conceptos de violación no sea más que un mero intento de llevar sustancia a la revisión, siendo que las razones sostenidas tanto en los conceptos de violación como en los agravios ya fueron plenamente respondidas por el juzgador. En estos casos, la autoridad revisora debe cerciorarse de que el fallo recurrido presenta una argumentación completa que ha contestado adecuadamente todos los planteamientos de la demanda de amparo, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo, para estar en aptitud de declarar la inoperancia de los agravios al concluir que aun cuando el recurrente intenta abundar o profundizar sus conceptos de violación, con ello no combate la ratio decidendi del fallo recurrido.