San Salvador, a las doce horas con cincuenta y tres minutos

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152-2009
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las doce
horas con cincuenta y tres minutos del día siete de mayo de dos mil diez.
El presente proceso de hábeas corpus fue iniciado a su favor por el señor Moisés
Estrada Ramírez, condenado por los delitos de secuestro, homicidio doloso y tenencia,
portación o conducción de armas de guerra; contra actuaciones del Juzgado Primero de
Vigilancia Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de San Salvador.
Analizado el proceso y considerando:
I.- El señor Estrada Ramírez sostuvo que guarda prisión desde el día veinte de
septiembre de mil novecientos noventa y cuatro. Cuando se crearon los juzgados de
vigilancia penitenciaria y de ejecución de la pena, su expediente fue trasladado al Juzgado
Primero de Vigilancia Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de San Salvador, autoridad
ante la que ha solicitado desde hace dos años cómputo de la pena que le fue impuesta,
certificación de la sentencia condenatoria emitida en su contra, así como audiencia para
obtener la libertad condicional ya que “sobrepaso mis 2/3 parte (sic) de la pena, tengo 29
años, a uno de cumplir mi penal total, de 30 años”; sin que hasta la fecha haya obtenido
respuesta de dichas solicitudes por parte de la autoridad demandada, con lo cual se le impide
gozar de los beneficios penitenciarios a los que tiene derecho.
II.- Se procedió a nombrar al favorecido Juez Ejecutor, función realizada por la
licenciada Norma Noemy Landaverde Rivera, quien en su informe concluyó que la
autoridad demandada no se ha pronunciado sobre la audiencia solicitada por el favorecido
para tratar lo relativo al beneficio de la Libertad Condicional, “…ya que el interno cuenta
con el requisito principal que son las dos terceras partes de la totalidad de la pena…” Por
ello, debe señalarse audiencia para verificar el cumplimiento de los requisitos necesarios
para que el favorecido acceda a este beneficio.
III.- Mediante resolución emitida por este tribunal a las doce horas con cincuenta y
un minutos del dieciocho de marzo del presente año, se requirió al favorecido remitir las
solicitudes efectuadas ―según se alegaba― a la autoridad demandada sobre el cómputo de
la pena que le fue impuesta, certificación de la sentencia condenatoria emitida en su contra y
audiencia para obtener la Libertad Condicional.
De dicho requerimiento se presentó escrito en la Secretaría de esta Sala el día seis de
abril del presente año, en el que el señor Estrada Ramírez manifestó que “… he solicitado el
cómputo de pena (rectificación), donde incansablemente le he dicho a la sra. Juez, que me
aplique art. 48 del C.P. [Código Penal] (tres días x uno), basado en el art. 21 Cn.
[Constitución], jamás nunca, me lo ha enviado. Si ella (juez) me rectificara el cómputo de la
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pena, estoy a escasos 2 o 3 meses de obtener mi libertad (…) si nos vamos a solicitudes de
libertad condicional, las hize vía teléfono, y notas por correo, y, si no existen, la ley es clara,
en señalar, en los artículos 85 C.P., 86 C.P. que cuando un reo alcanza sus dos terceras
partes, el juez de oficio, tiene que solicitar (…) los dictámenes pertinentes relacionado con
la conducta del reo (…) el último cómputo que la juez, me envió, es un cómputo que no
viene rectificado, en base artículo 48 C.P. derogado, es viable su aplicación por ser una ley
favorable…” (sic).
IV.- Con el objeto de realizar un análisis adecuado de las distintas quejas planteadas
por el peticionario, esta Sala identifica que son tres los argumentos sobre los que descansa
su pretensión, así: a) falta de respuesta a las solicitudes efectuadas a la autoridad demandada
sobre el cómputo de la pena que le fue impuesta, certificación de la sentencia condenatoria
emitida en su contra y audiencia para obtener la libertad condicional; b) la falta de
concesión de la libertad condicional al favorecido, a pesar de haber cumplido las dos
terceras partes de la pena que le fue impuesta y c) la violación al artículo 21 de la
Constitución al no aplicar una disposición derogada –artículo 48 del Código Penal- a pesar
de ser favorable en cuanto al cómputo de la detención provisional para la determinación del
cumplimiento de la pena.
V.- De acuerdo a la estructura de la presente decisión, resulta indispensable referirse
en primer lugar, a la queja constitucional identificada con la letra b), y luego a las señaladas
con las letras a) y c). Es así que:
Respecto a la no concesión del beneficio de la libertad condicional al señor Estrada
Ramírez por parte de la autoridad demandada, esta Sala considera pertinente aclarar que la
labor de control constitucional realizada en un proceso de hábeas corpus se enmarca en
verificar la existencia de violaciones constitucionales al derecho fundamental de libertad
personal, y consecuentemente a repararlo; apartarse de ello implicaría desnaturalizar el
objeto de este proceso.
A partir de esta premisa, se advierte que lo alegado por el peticionario con respecto a
que ha cumplido las dos terceras partes de su pena, y que ello lo hace acreedor al beneficio
de la libertad condicional, es una circunstancia que escapa al control constitucional que esta
Sala realiza a través del proceso de hábeas corpus, ya que la determinación del
cumplimiento de los requisitos legalmente establecidos para acceder a este tipo de
beneficios está conferida de manera exclusiva a los jueces encargados del control de la
ejecución de las penas.
En ese sentido, es claro que lo incoado se refiere a una mera inconformidad con la
falta de otorgamiento del beneficio de libertad condicional a su favor por parte de la
autoridad demandada, situación que se traduce en los denominados por la jurisprudencia
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como "asuntos de mera legalidad". Lo acotado implica que el señor Estrada Ramírez sobre
este tema no ha hecho referencia alguna a circunstancias que planteen vulneración a normas
constitucionales con afectación directa del derecho fundamental de libertad física.
En consecuencia, esta Sala se encuentra inhibida de emitir un pronunciamiento sobre
el derecho fundamental tutelado mediante el hábeas corpus, pues de hacerlo estaría actuando
al margen de su competencia. Y es que, si una persona se considera agraviada respecto a la
falta de aplicación de una forma sustitutiva de la ejecución de una pena privativa de libertad,
el ordenamiento jurídico secundario contempla los mecanismos pertinentes a fin de
promover en la jurisdicción penal el trámite para la determinación de su otorgamiento.
Por tanto, se reitera que si a través de este proceso se entrase a examinar aspectos
puramente legales como el planteado, se produciría una desnaturalización del proceso de
habeas corpus, convirtiendo a esta Sala –con competencia constitucional–, en una instancia
más dentro del proceso iniciado en sede penal, ocasionando un dispendio de la actividad
jurisdiccional ―v. gr. resolución de HC 237-2009 de fecha 29/01/2010―.
Reconocida la incompetencia de este tribunal para analizar y decidir sobre esta
queja, es procedente terminar anormalmente este proceso, sin emitir un pronunciamiento de
fondo. Ello, de conformidad con lo establecido en el número 3 del artículo 31 de la Ley de
Procedimientos Constitucionales ―cuya aplicación en el proceso de hábeas corpus ha sido
reconocida reiteradamente por esta Sala― el cual habilita la terminación de este proceso por
medio del sobreseimiento de la pretensión: “3) Por advertir el Tribunal que la demanda se
admitió en contravención con los Artos. 12, 13 y 14 siempre que no se trate de un error de
derecho”.
VI.- Realizado el análisis de improcedencia sobre el punto identificado con la letra
b) de los señalamientos efectuados por el favorecido, de acuerdo al orden referido en el
apartado IV de la presente, queda por considerar los identificados con las letras: a) falta de
respuesta a las solicitudes efectuadas a la autoridad demandada sobre el cómputo de la pena
que le fue impuesta, certificación de la sentencia condenatoria emitida en su contra y
audiencia para obtener la libertad condicional; y c) violación al artículo 21 de la
Constitución al no aplicar una disposición derogada –artículo 48 del Código Penal- a pesar
de ser favorable en cuanto al cómputo del tiempo que se mantuvo en detención provisional
en relación a la pena impuesta.
a) En cuanto al primero de los mencionados, tal como se relacionó en el apartado III
de la presente resolución, ante la información aportada por el Juzgado Primero de Vigilancia
Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de San Salvador sobre la inexistencia de solicitudes
del favorecido referentes a la documentación y diligencias que señaló en su solicitud de
hábeas corpus, le fue requerido al señor Estrada Ramírez su presentación a este Tribunal
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para verificar su queja respecto a la omisión de respuesta que atribuye a la autoridad
demandada; sin embargo, el favorecido no aportó la documentación que se le requirió y solo
reiteró que sí efectuó tales solicitudes “vía teléfono, y notas por correo”.
La sola referencia del peticionario de la existencia de tales requerimientos dirigidos a
la autoridad demandada es insuficiente para acreditar que esta ha incumplido su deber de
dar respuesta a las solicitudes que le sean presentadas por internos que se encuentren a su
orden, respecto a la concesión de beneficios penitenciarios como el de la libertad
condicional; sobre todo, cuando la autoridad demandada ha afirmado su inexistencia y el
solicitante no ha aportado el soporte documental que apoye su aseveración respecto a la
omisión de respuesta atribuida a aquella. Por ello, ante la ausencia de elementos objetivos
que permitan dar crédito a lo planteado por el favorecido, resulta improcedente estimar la
violación alegada a su derecho de petición con incidencia en el derecho de libertad física, y
así deberá declararse.
c) Sobre la violación al artículo 21 de la Constitución al no haberse aplicado el
artículo 48 ―derogado― del Código Penal a su favor para el cómputo de la pena que
actualmente cumple, la disposición constitucional señalada establece que “Las leyes no
pueden tener efecto retroactivo, salvo en materias de orden público, y en materia penal
cuando la nueva ley sea favorable al delincuente...” En ese orden, corresponde hacer una
relación de la jurisprudencia de este tribunal sobre esta figura y contrastarla con la queja
planteada por el peticionario.
1- Se ha dicho que las reformas legales, al constituir materia procesal penal, desde su
vigencia podían aplicarse en el proceso penal, sin vulnerar la prohibición de retroactividad
de las leyes ―v gr. resolución de HC 124-2004 de fecha 18/12/2009―.
Entonces, la retroactividad de la ley significa una extensión de su vigencia hacia el
pasado, pues subsume situaciones de hecho pretéritas –reguladas por normas en vigor al
tiempo de su existencia― dentro del ámbito de nuevas normas creadas con posterioridad al
evento sometido a control. Así, la posibilidad de aplicar retroactivamente las leyes tiene un
carácter excepcional, delimitado expresamente por el artículo 21 de la Constitución. Por
tanto, las leyes, en sentido general, no tienen aplicación retroactiva, salvo en los supuestos
especificados por la norma fundamental.
Ahora bien, el desarrollo de un proceso supone el transcurso de determinado espacio
temporal, en el cual las leyes pueden cambiar por decisión del legislador; de manera que el
control constitucional efectuado por esta Sala, debe ejercerse sin constreñir indebidamente
la función del legislador, quien está habilitado para modificar la normativa vigente, y optar
por la que mejor estime, debiendo acatarse de inmediato los mandatos legales establecidos
por la norma creada conforme a la Constitución. Por tanto, el legislador tiene plena
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habilitación para regular, modificar o derogar, entre otras, normas como la relativa a la
conversión de la detención provisional.
Sin embargo, la derogación de una ley o de un precepto normativo puede suscitar un
conflicto en cuanto a su aplicación en el tiempo. En tal caso, ha de determinarse hasta dónde
llegan los efectos de la norma derogada.
Por otro lado, bajo ciertas circunstancias, la derogatoria de un precepto normativo
podría reñir con la seguridad jurídica, que, desde la perspectiva del derecho constitucional,
implica una garantía para los derechos fundamentales de la persona, y, a la vez, una
limitación a la arbitrariedad del poder público, en el sentido de que el destinatario del
Derecho tenga la certeza de que su estatus jurídico podrá ser modificado exclusivamente a
través de procedimientos regulares y autoridades competentes, ambos establecidos
previamente. Así vista, la seguridad jurídica implica una actitud de confianza en el derecho
vigente y una razonable previsibilidad sobre su futuro, que permite anticipar las
consecuencias jurídicas de las acciones del ser humano, y las garantías de orden
constitucional de que gozan tales actos.
Consecuentemente, si bien la regla general es la aplicación inmediata de las normas,
y sus efectos serán desplegados hacia futuro; en algunos casos, surgen circunstancias que,
en aras de garantizar de manera óptima los derechos fundamentales de los justiciables,
precisan efectuar un análisis particular en cuanto a la norma que ha de aplicarse para
resolver la cuestión, pues en algunos supuestos la aplicación de una nueva norma puede
reñir con otros intereses constitucionales, cuya preservación requiere de una ponderación
específica, a efecto de escoger la norma que resguarde de mejor manera todos los intereses
constitucionales concernidos.
De lo anterior se colige que, si bien el legislador posee plena facultad de
configuración normativa, y por tal razón, cada supuesto de hecho a resolver por las
autoridades, ha de dirimirse conforme a la normativa vigente al momento de su ocurrencia;
los dictados legislativos no pueden afectar situaciones de hecho consumadas con
anterioridad a la modificación de la norma; e incluso tampoco pueden extenderse a aquellas
situaciones jurídicas no consolidadas pero que objetivamente estén prontas o inmediatas a
consumarse; pues la seguridad jurídica se ve afectada cuando la nueva ley incide en la
adquisición de un derecho cuya situación jurídica presentaba un razonable nivel de
proximidad o inminencia.
Por tanto, en caso de suscitarse un conflicto de leyes en el tiempo debido a la
derogatoria o modificación de una o varias normas, las autoridades correspondientes
deberán de aplicar la norma vigente al momento de resolver el asunto concreto, siempre
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que, a partir de los términos acotados arriba, ello no afecte la seguridad jurídica de los
involucrados.
A ese respecto, ha de insistirse en que la afectación derivada de la derogatoria de una
norma podría colisionar con la seguridad jurídica, únicamente en caso de haberse
consumado materialmente el supuesto contemplado por la norma que pierde vigencia, o
bien, cuando se esté muy próximo a su acaecimiento; pues en materia de protección
constitucional, se salvaguardan aquellas situaciones jurídicas definidas y no aquellas que tan
solo configuran meras expectativas ―v. gr. resolución de HC 130/2005 de fecha
4/11/2009―.
2- Una vez reseñada la interpretación de esta Sala sobre la figura de la retroactividad
de la ley y su relación con el derecho a la seguridad jurídica, corresponde analizar la
pretensión planteada por el peticionario para determinar su procedencia.
En primer lugar, se debe señalar que el artículo 48 del Código Penal, según el
Decreto Legislativo número 425, publicado en el Diario Oficial número 198, Tomo 341 del
veintitrés de octubre de mil novecientos noventa y ocho, fue derogado por ser de naturaleza
jurídicamente procesal; razón por la cual, mediante el Decreto Legislativo número 426,
publicado en el Diario Oficial número 198, Tomo 341 de fecha veintitrés de octubre de mil
novecientos noventa y ocho, se adicionó el artículo 441-A al Código Procesal Penal referido
a la Conversión de la Detención Provisional; el que se excluyó del ordenamiento jurídico
salvadoreño por Decreto Legislativo 487, publicado en el Diario Oficial número 144, Tomo
352 del treinta y uno de julio de dos mil uno.
Esta aclaración resulta necesaria en tanto, tal como consta en la certificación del
proceso penal incorporada al expediente del presente hábeas corpus, la sentencia
condenatoria en contra del favorecido por el Juzgado Segundo de Instrucción de San
Salvador fue emitida a las once horas del día trece de junio de dos mil dos, y fue declarada
firme mediante resolución del mismo tribunal a las nueve horas y treinta minutos del día
veintidós de julio de dos mil dos. Es decir, tanto el artículo 48 del Código Penal como el
artículo 441-A del Código Procesal Penal, habían perdido su vigencia al momento de la
ejecutoria de la sentencia condenatoria.
Las mencionadas disposiciones legales regulaban esta figura procesal de la siguiente
manera: “La detención provisional que la persona haya sufrido por el hecho por el que fuere
condenada, se abonará a la pena en razón de un día de prisión por cada día de detención
provisional, durante los primeros seis meses, de dos días de prisión por cada día de
detención provisional, por el tiempo que supere los seis meses y no exceda de un año, y, por
tres días de prisión por cada día de detención provisional por el tiempo que exceda de un
año”.
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De su lectura se concluye que dicha conversión se haría efectiva ante dos
circunstancias: primero, que durante la tramitación del proceso el imputado haya estado bajo
la medida cautelar de detención provisional, y segundo, que se haya emitido una sentencia
condenatoria a partir de la cual se conozca la pena impuesta para contabilizar, bajo los
parámetros expuestos, los días que estuvo en detención provisional y abonarlos a la pena
impuesta. Sin la existencia de alguno de estos supuestos, no resulta posible aplicar lo
contenido en las disposiciones legales relacionadas.
Es así que la conversión de la detención provisional para el cómputo de la pena, era
una circunstancia que se analizaba precisamente al momento de encontrarse firme la
sentencia condenatoria, porque solo hasta ese momento se conocía con total certeza la pena
de prisión impuesta por el delito atribuido, y en consecuencia cómo se realizaría la
conversión de los días que la persona estuvo en detención provisional. Esta es la razón por
la que dicho cómputo se encomendó al juzgado de vigilancia penitenciaria y de ejecución de
la pena competente.
Autoridad que al recibir la sentencia condenatoria firme procede a efectuar el
cómputo tendiente a establecer la fecha en que será cumplida la media, las dos terceras
partes y la totalidad de la condena impuesta, según lo determina el artículo 44 de la Ley
Penitenciaria.
De lo dicho, al momento de la firmeza de la sentencia condenatoria dictada contra el
favorecido ―veintidós de julio de dos mil dos― tanto el artículo 48 del Código Penal como
el artículo 441-A del Código Procesal Penal habían sido derogados, con lo cual no
constituían normas que pudiesen aplicarse para el caso del señor Estrada Ramírez, al
momento de efectuar el cómputo de la condena que le fue impuesta. Ello porque la
atribución del legislador de crear, modificar o derogar disposiciones legales debe ser acatada
por el aplicador de la norma, y por tanto, mantener la vigencia de normas cuya derogatoria
ha sido acordada por el legislador implicaría un desconocimiento de sus atribuciones
constitucionales.
Ahora bien, sin perjuicio de lo expuesto y atendiendo el criterio jurisprudencial
sostenido por esta Sala, resta verificar si la falta de aplicabilidad del artículo 48 del Código
Penal y su extensión en el artículo 441-A del Código Procesal Penal han afectado la
seguridad jurídica del señor Estrada Ramírez debido a que se había consumado
materialmente el supuesto contemplado por la norma antes de perder vigencia, o bien, dicho
supuesto estaba muy próximo a su acaecimiento.
Tal como se dijo en líneas previas, según lo dispuesto en el artículo 44 de la Ley
Penitenciaria, en el momento legalmente procedente para efectuar el cómputo de la condena
impuesta al favorecido, las disposiciones legales mencionadas ya habían perdido vigencia,
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por lo que el supuesto necesario ―sentencia firme― para realizar dicho cómputo aún no
había acontecido, lo que impide la aplicación de esa figura procesal en el caso del
favorecido.
En cuanto a la proximidad de su ocurrencia, la disposición legal relativa a la
conversión de la detención provisional perdió vigencia aproximadamente un año antes de la
emisión de la sentencia condenatoria en contra del señor Estrada Ramírez, por lo que al
momento de su emisión, no era posible sostener que las disposiciones derogadas podían aún
ser aplicadas para reglar la realización del cómputo en el que se definiría la fecha de
cumplimiento de la media, dos terceras partes y el total de la pena, a efecto de acceder a los
beneficios penitenciarios dispuestos legalmente. Circunstancias estas que hacen palmaria la
imposibilidad, en el caso del señor Estrada Ramírez, de aplicar las disposiciones legales
derogadas relacionadas para resolver lo solicitado.
De conformidad a lo anterior, atendiendo únicamente a la vigencia temporal del
artículo 48 del Código Penal y su extensión en el artículo 441-A del Código Procesal Penal,
las referidas disposiciones no eran aplicables al caso del señor Estrada Ramírez, pues al
momento de solicitar su aplicación, dichos artículos ya había sido derogados, de manera que
no constituían ley vigente susceptible de ser empleada para regular la conversión de la
detención provisional que mantuvo el favorecido durante la tramitación del proceso penal en
su contra; y, como ha quedado establecido, este no tiene una situación jurídica protegible
constitucionalmente respecto de dichos artículos, pues durante su vigencia no se ubicó en el
supuesto de hecho contemplado por la norma, ni estuvo próximo a ello. Con lo cual esta
Sala se encuentra imposibilitada de acreditar la existencia de una violación de carácter
constitucional con incidencia en su derecho de libertad física por este argumento.
Por todo lo anteriormente expuesto y de conformidad con los artículos 11 inciso 2º,
15 y 21 de la Constitución, 31 número 3 y 71 de la Ley de Procedimientos Constitucionales,
esta Sala RESUELVE: a) Sobreséese este proceso constitucional, por no concurrir los
presupuestos procesales necesarios para pronunciar una resolución de fondo respecto de la
queja relacionada en el apartado V de la presente decisión, por constituir un asunto de mera
legalidad; b) no ha lugar el presente hábeas corpus solicitado a su favor por el señor Moisés
Estrada Ramírez, por no haberse establecido violación a su derecho de petición y por no
existir transgresión al principio de retroactividad de la ley penal favorable, de conformidad
con lo establecido en el apartado VI de la presente resolución; en consecuencia continúe en
la situación jurídica en que se encuentra; c) certifíquese la presente resolución y remítase al
Juzgado Primero de Vigilancia Penitenciaria y de Ejecución de la Pena de San Salvador; d)
notifíquese; y e) archívese.
---J. B. JAIME---F. MELÉNDEZ--- E. S. BLANCO R.---R. E. GONZÁLEZ B.--- PRO
8
NUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---E. SOCORRO C.---RUBRICADAS.
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