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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CATAMARCA
FACULTAD DE DERECHO
CATEDRA DE DERECHO PROCESAL
CIVIL
LA FINALIDAD DE LA JURISDICCION
Y
LA AUTORIDAD DEL JUEZ:
UN DIALOGO NECESARIO
INTEGRANTES:
BARROS ANA CLARA DEL VALLE
M.U. 6144 D.N.I. 28.172.375
Tel: 03833-425551
Dir: Pueyrredón Nº 141 – Bª La Tablada
Capital - Catamarca
BULACIOS NATALIA LORENA
M.U. 5232 D.N.I. 29.414.219 ([email protected])
Tel: 03833-422292
Dir: Pje Cesar Carrizo Nº 352 – Bª Jorge Bermudez
1
Capital - Catamarca
CAPÍTULO I: EL JUEZ EN EL PROCESO CIVIL
INTRODUCCIÓN:
La Justicia es la constante y perpetua voluntad
de dar a cada uno su derecho.
Emperador Justiniano
Comenzamos la elaboración de este trabajo analizando el texto de la “Moción
de Valencia” que era el punto de partida inicial. Concordamos con las
conclusiones de sus expositores en cuanto a la protección de los derechos e
Intereses legítimos de los individuos, entendida como la función de la
jurisdicción y objeto del proceso. (1)
Sin embargo, no coincidimos con los medios que la Moción propone para
alcanzar dicho fin, ya que ellos consisten en una restricción estricta a las
funciones asignadas por ley dentro del proceso.
Por ello decidimos y con el riesgo de caer en lo que el Dr. Alvarado Velloso
llama en la “Addenda” a dicha Moción teorías publicistas como nuevas
manifestaciones de ideas totalitarias y absolutistas
(2)
, aceptamos su invitación
e intentaremos –desde nuestra humilde posición de estudiantes- superar los
extremos de la postura .
Proponemos la figura del Juez como autoridad dentro del proceso. Trataremos
de demostrar que ello se obtiene a través de una amplia interpretación de los
2
artículos 34º, 35º, 36º de CPCCN. Daremos las explicaciones de la necesidad
de esta figura y de las funciones que le atribuimos, de esta manera el objetivo
de nuestro trabajo será demostrar que la concepción del Juez como “Autoridad”
es el medio adecuado para obtener la finalidad del proceso y asegurar la
función de la jurisdicción como garantía de los Derechos Subjetivos, “razón de
ser del propio Estado” (3).
TÍTULO I: EL JUEZ COMO AUTORIDAD DEL PROCESO
La Justicia es una actividad sagrada
Es la unidad entre ciencia y arte,
La ciencia jurídica y el arte de interpretarla.
Como punto de partida debemos clarificar – o al menos intentarlo – cual es la
posición que ocupa el Juez dentro del Proceso.
Tomamos para ello la antinomia entre Juez como “Director del proceso”,
aludiendo al poder de dirección que se le consagra para la mayoría de la
doctrina en nuestra ley, y el Juez como “Autoridad del Proceso”, posición a la
que adherimos.
Para ello como paso previo analizaremos el perfil del Juez propuesto por la
“Moción de Valencia”, integrando los caracteres que se le atribuye con la
interpretación que creemos adecuada:
Primero, el Juez en cuanto titular del Poder Judicial debe ser independiente de
los otros poderes del Estado. Ahora bien, se enfatiza esta “independencia” en
3
cuanto los Jueces no pueden atribuirse una función correctiva o subsidiaria en
ausencia o defecto de la actuación de los otros Poderes.
Coincidimos parcialmente, la independencia del Poder Judicial hace a la
esencia del Principio Republicano, basado en un sistema de distribución y
control permanente y reciproco de las tres funciones del Poder del Estado
(Legislativa, Ejecutiva y Judicial). Es además mandamiento Constitucional y
pilar fundamental de nuestro Estado de Derecho.
Es este principio el que clama por un control reciproco y permanente, el que se
realiza a través de las funciones correctivas que posee el Poder Judicial,
respecto del actuar de las otras funciones del estado con los limites impuestos
en la Ley.
En conclusión el Juez es guardián de la Soberanía del Pueblo y de la
Supremacía Constitucional, “custodio de los derechos reconocidos, de las
Garantías acordadas y de los Poderes Democráticamente existentes. Los
Jueces representan a la Justicia como virtud política en cuyo nombre se ejerce
la función jurisdiccional. (4)
Segundo, el Juez debe ser un tercero imparcial en el proceso, extraño a los
hechos y al objeto deducido por las partes, y no debe tener interés alguno ni
con relación al objeto del proceso ni con relación a las partes.
En este sentido no puede asumir funciones propias de las partes y debe estar
determinado solo por “un cumplimiento correcto de sus funciones de tutela de
los Derechos e Intereses de las partes”. (5)
4
Si hacemos una lectura generosa de este fragmento de la “Moción de
Valencia”, llegaríamos a consentir tal conclusión. Pero, no podemos obviar los
postulados extremos que contiene.
El Juez, representante del Estado también tiene un interés en el litigio, pero
este es superior al perseguido por la partes. En efecto, mientras estas
pretenden fines egoístas, el Juez procura la obtención de justicia como
manifestación del Bien Común, fin supremo del Estado, que se plasma en
cuanto a la jurisdicción se cumpla en términos Constitucionales (6)
Couture, también alude al Juez como parte pero desde otra perspectiva, la de
la actuación dinámica de este, por cuanto el proceso no es una “relación
jurídica de dos particulares ante un Juez impasible que se limita a esperar el fin
de la lucha para proclamar vencedor al que hubiera triunfado según las reglas
del combate” (7).
Aclarada nuestra postura respecto de los caracteres del Juez, retomamos la
propuesta inicial ¿Qué entendemos por Juez como Director del Proceso?
La respuesta surge de la interpretación de los articulo 34, 35 y 36 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, que establece correlativamente los
deberes y facultades, disciplinarias, ordenatorias e instructorias del Juez.
Según esta postura se concede al Juez las facultades necesarias para la
dirección del proceso, a fin de lograr la eficacia de este y llegar a la obtención
de la verdad. Facultad solo de ordenar la marcha del proceso y de ese modo la
garantía de defensa en Juicio y la Igualdad de las partes.
5
Veremos entonces, que en un primer momento del proceso las partes tienen la
carga de afirmación o alegación de los hechos controvertidos, se continúa un
segundo momento, la carga de probar las afirmaciones encontradas y
conducentes. Pero, paralelamente el Juez tiene que realizar el deber de
observar una determinada conducta: comparecer y presidir las audiencias,
vigilar para que la tramitación de la causa sea las mas rápida, segura y
económica y realizar los demás actos que surgen de la infraestructura de los
artículos 34 a 36. (8)
En esencia para esta postura la facultad ordenatoria es un deber que se ubica
entre los Poderes del Juez
(concepción de Juez como autoridad) y las
facultades y cargas de las partes. Este deber es el que daría operatividad a la
dirección del órgano y al conjunto de todas las actividades que se desarrollan
en una causa concreta. No obstante, este Deber solo debería ser actuado en la
medida que lo demande el rendimiento publico del servicio de la Justicia y
desde la iniciación de la actividad procesal.
Para nosotras esta tesis de Juez como Director – lo que ocurre cuando se lo
reputa un simple espectador del proceso – implica dotarlo de un cúmulo de
facultades que puede, si quiere ejercitar, pero de ningún modo imponer a las
partes. Si por el contrario concebimos al Juez como “Autoridad” introducimos
en concepto de Clemente Díaz,
(9)
la idea de Poder – Deber, por el grado de
imperatividad en el ejercicio de ese Deber.
Correlativo a este Poder – Deber le corresponden a las partes deberes y
cargas de sujeción.
6
Esta posición no se vincula en absoluto y tampoco pretende la sumisión de las
partes al despotismo o a la arbitrariedad del Juez, sino que concilia el Principio
Dispositivo con la finalidad del Proceso.
En efecto, atribuir al Juez un Poder – Deber, es constreñirlo a que realice
determinados actos independientemente de la rogación de las partes y genera
en caso de incumplimiento, responsabilidad por parte del órgano. Lo contrario
seria otorgar poderes en un marco ilimitado y absoluto, situación tan ilógica
como injusta.
Un Estado de derecho exige como principio eliminar todo impunidad de los
jueces, por su propia actividad o negligencia.
En conclusión, propugnamos concebir al Juez como Autoridad del Proceso,
concepto que surge de una correcta interpretación de nuestra ley procesal y
superar así la débil formula de “simples facultades” empleadas por el
Legislador.
El fundamento de nuestra postura la damos a continuación.
TÍTULO II: FUNCIONES DEL JUEZ
“Hay consenso teórico de hacer del Juez una figura diligente en el tiempo,
saneadora en patologías, concentradora en tramites, frecuentadora en
audiencias, moralizadora en conducta, conciliadora en pretensiones y
repartidor en soluciones justas y reales (lo justo en concreto), huido de velos
formales y aproximado a la justicia del caso”
Nogueira
7
“I FUNCION INSTRUCTORIA”
Dijimos que la finalidad del proceso era tutelar los derechos y garantías
individuales.
Dijimos también, que el Juez debe ser considerado como Autoridad dentro de
ese proceso, en cuanto titular del interés publico en la realización de justicia y
para ello munido de amplios poderes deberes. Ahora bien, ¿Cómo conciliamos
estas dos afirmaciones?
La
actividad
procesal
esta
regida
por
distintos
Principios
Rectores:
Disponibilidad, Contradicción y Congruencia, entre otros, todos los que tienen
como fundamento lógico la Igualdad de las partes intervinientes. Pero, he aquí
que una de las razones de ser del Juez es la desigualdad en que, por diversos
motivos pueden encontrarse las mismas.
Por ello, el Juez debe mantener el equilibrio constante de las partes de la
relación jurídica procesal, para que se de ese “Juego” de acciones y omisiones,
de aciertos y equivocaciones, ese conjunto de deberes y facultades como
pesas y contrapesas que hacen a la efectiva concreción de los principios
rectores antes mencionados.
Por ello, adherimos a las palabras de la Dra. Inés Lepori White, para quien
“nada tan hipócrita y tan falto de verdad, como la exigencia de un Juez que sea
tan solo un mero espectador, encubierto bajo el pretexto de la Igualdad de las
partes, el derecho de Defensa o cualquier otra garantía tan esencial a los seres
8
humanos, que resulte imposible discutirlas, pero tras las que se esconden
ideologías y posiciones de Poder”. (10)
Insistimos en nuestro razonamiento lógico – jurídico: para proteger los
Derechos Subjetivos individuales debemos asegurar la igualdad de las partes,
para ello otorgamos al Juez amplias facultades o Poderes – Deberes, que
deben traducirse en ciertas acciones en la realidad del proceso.
El principal deber del Juez es dictar una sentencia justa, dentro de lo humano y
jurídicamente posible, y para ello debe utilizar todos los medios que el proceso
le brinda; las partes tiene la carga de aportar las pruebas, pero si el Juez no
esta convencido de cómo ocurrieron los hechos controvertidos en la realidad, la
ley procesal le otorga los instrumento para formarse su convicción,
independientemente de la voluntad de las partes. Así es como debe
interpretase el articulo 36º inc. 2 el cual reza: “ es deber del Juez: ordenar las
diligencias necesarias para esclarecer la verdad de los hechos controvertidos,
respetando el Derecho de Defensa de las partes.
Otorgar al Juez facultades instructoras que se traduzcan en la ampliación de
las pruebas que se presentaron, en la producción e incorporación de nuevas,
con el objeto de arrimarse lo más posible al estado de certeza, no implica que
el Juez tome una posición que le incline a favorecer a una de las partes.
El Juez debe pronunciarse con la máxima certeza moral, sino se conformare
con la actividad o negligencia de las partes, es el único con poderes
instructorios para arribar con eficacia a la verdad de los hechos, con el pleno y
debido control de las partes, asegurándose así el Derecho de Defensa.
9
“II FUNCION DE CONTROL: LA PROSCRIPCIÓN DEL ACTO PROCESAL
ABUSIVO”
Dada la liberalidad que abogan los formuladores de la “Moción de Valencia” en
relación a la exacerbación de las facultades de las que gozan las partes de un
litigio, se corre el riesgo de caer en un ejercicio irregular y abusivo de las
mismas, con la consiguiente desnaturalización de todas las estructuras que
hacen al proceso, con el inevitable resultado de la antifuncionalidad de los
principios rectores exaltados por la “Moción”.
Todo concluiría en una decisión tan injusta como aquella que se trate de evitar.
Para evitar esta mal, es necesario que el Juez cumpla con el deber de declarar
las conductas de las partes como abusivas y establecer la sanción
correspondiente.
El acto procesal abusivo se advierte cuando una facultad procesal, aun
irrestricta, es utilizada de modo indebido, esto es, cuando su empleo no es
funcional y como tal no cumple con su cometido. El ejercicio de la facultad
aparece como desmedido, sin necesidad de exigir un elemento subjetivo, o
sea, sin necesidad de imputarle a titulo de dolo o negligencia. Su uso al ser
inadecuado, irregular, antifuncional es por ende reprochable y sancionable.
Esto no implica eliminar absolutamente el elemento culpa en sentido lato. Lo
que si será necesario en todos los casos, para que pueda predicarse que existe
10
un abuso de las vías procesales, es que este genere un daño efectivo, esto es,
un daño procesal computable que justifique el pronunciamiento del Juez, del
acto como abusivo. Este elemento objetivo, a veces de difícil identificación,
consiste en la demora y alongamiento del trámite, o en un desgaste
jurisdiccional inútil que de por si podría invocarse como perjuicio procesal
imputable. (11)
Superada la cuestión conceptual nos encontramos con dificultades respecto de
la determinación del acto abusivo procesal.
La primera como lo dice Carneluti, la maquinaria procesal es de trámite
tortuoso y lento, por cuanto intenta arribar a la justicia.
La segunda es que, toda vez que una providencia del Juez no responda a un
deseo de alguna de las parte, la afectada, buscara por todos los medios lícitos
que se la revoque o modifique, y si no lo consigue, difícilmente ejecutara la
orden del Juez.
La tercera es y quizás la más importante, al decir de Carneluti, “no se puede
pretender que las partes en el proceso actúen como héroes y/o mártires, por lo
que lógico es la utilización de estrategias para arribar al resultado que le
favorece”
(12)
, y esto se encuentra íntimamente relacionado con un derecho de
rango superior como es el “Derecho de Defensa”.
Pero esto no impide que se configure el abuso del proceso, por cuanto
partimos de la idea que la parte esta ejercitando en principio una facultad que
se encuentra reconocida por el texto de la ley, no obstante este ejercicio es
desmedido y antifuncional.
11
Después de delimitar el instituto y los problemas a los que enfrenta, creemos
necesario determinar la interrelación de los principios constitucionales que
rigen la vida del proceso con la proscripción del acto abusivo procesal.
En efecto, un uso abusivo del Principio Dispositivo, de Contradicción, de
Congruencia, de Preclusión, etc., no se condice necesariamente, con el fin u
objeto de la jurisdicción harto descripta, por lo que se hace necesario, otro
principio que los equilibre. Al decir de Josserand
(13)
, padre de la doctrina del
Abuso del derecho, estos tienen una “ misión social contra la cual no pueden
revelarse; no se bastan a si mismos, no llevan en si mismos su finalidad, sino
que esta los desborda al mismo tiempo que los justifica; cada uno de ellos tiene
su razón de ser, su espíritu del que no podrían separarse… del papel social
que están llamados a desempeñar, no pueden ser legitimados sin más, sino a
sabiendas, para que fin legitimo y por razón de un acto legítimo … no podrán
ser puestos al servicio de la mala fe …no pueden ser apartados de su vida
regular; de hacerlo así sus titulares no lo ejercerían verdaderamente, sino que,
abusarían de ellos, cometerían una irregularidad” .
Sí hablamos, del proceso como un “juego”, es obvio que breguemos por un
proceso donde imperen los principios del juego limpio (fair play), es necesario
consagrar la teoría del Acto Procesal Abusivo.
Reiteramos las partes pueden discutir de la manera que crean conveniente,
usar de los derechos disponibles, todo cuanto gusten y según la vigencia de los
Principios mencionados ut supra. Pero ello no implica disponer de su ejercicio
desmesurado. No pueden asumir ninguna inconducta, y para ello emerge la
12
sombra del juez, del entierro al que fué sometido por las teorías garantistas,
como la única garantía real en el proceso dispositivo, en cuanto autoridad firme
e interesada en que la claridad del proceso ilumine la sentencia que debe
dictar, con la obligación, lo repetimos una vez más, de asumir la
responsabilidad del Abuso en que pueden incurrir las partes, sin poder
excusarse en la falta de poderes para ello. (14)
Encuadramiento Normativo del Instituto
Ahora trataremos la consagración de la Proscripción del Abuso Procesal en
nuestro sistema jurídico.
Para algunos autores, los jueces tienen la facultad de ordenar el debate e
imponer su autoridad para asegurar el buen desarrollo del litigio. Debe
sancionar la inconducta procesal en cuanto afecte la buena fé y la lealtad que
debe imperar, pero asegurándose la garantía de la defensa, de modo tal que la
sanción a la parte no impida el libre debate de la cuestión litigiosa. En este
sentido el CPCCN establece como deber de los jueces, prevenir y sancionar
todo acto contrario al deber de lealtad, probidad y buena fé, a la vez que
condenar la conducta maliciosa y temeraria (Arts. 34, Inc. 5, d) y 45).
Para una segunda postura, que rechaza la anterior por cuanto implica
considerar factores subjetivos del agente abusador, a la hora de declarar el
abuso, porque ¿Cómo probar la mala fé la deslealtad? Por ello incluyen el
instituto en la tesitura del Art. 16 del Código civil, consagrándolo como un
Principio General del Derecho, y que por lo tanto debe ser aplicado sin
13
necesidad de una norma expresa que lo contemple. Se consagra a la vez en el
Art. 1.071 del mismo cuerpo legal, de plena aplicación a la materia procesal.
Una tercera posición, reniega de la anterior, señalando que el Art. 16 del CC
marca reglas de interpretación relegando los Principios Generales del derecho
ante la presencia de otras figuras de interpretación, aparentemente, superiores
(exégesis, espíritu de la ley, analogía).
Así, los partidario de esta tercera postura, abogan por la proscripción de Acto
Abusivo partiendo de un principio básico que es el derecho inalienable del ser
humano a no ser dañado injustamente, que está incluso por encima del deber
de no dañar al otro, que está inmanente en el orden jurídico como idea de
realización de justicia en el caso concreto.
Principio positivizado por la regulación tácita que surge del Art. 33 de la
Constitución Nacional. Principio consustancial con la idea de Justicia, fin de la
organización del Estado, en virtud del Preámbulo de la Constitución.
Compartimos esta última teoría, porque es la que permite armonizar el haz de
garantías consagrados por nuestra Carta Magna, Derecho de defensa,
Principio de Igualdad y demás, la finalidad de la Jurisdicción y la función del
Juez como garantes de ambos.
Esto es así por cuanto el Derecho inalienable e implícito de no ser injustamente
dañado, unido al Principio de no dañar al otro, determina la proscripción del uso
abusivo de los otros derechos en el desenvolvimiento de la vida del proceso,
confiriendo al Juez el deber irrenunciable, con miras al dictado de una
sentencia justa, de sancionar la conducta irregular y antifuncional de las partes.
14
En palabras del Dr. Carlos Pastor
(15)
“el Juez solo en caso concreto,
consustanciado con la realidad, teniendo presente los valores que llevaron
principalmente a la organización del Estado, y haciendo primar la intención del
constituyente, deberá bregar por mantener incólumne
la ideología de la
Constitución Nacional”.
Para concluir abordamos el tema de la sanción que corresponde aplicar ante la
configuración de un Acto Procesal Abusivo. El fundamento de la misma se halla
en evitar la desnaturalización de las herramientas procesales en el caso
concreto, y logrando mediante ella que el abusador vuelva a su cause.
Consideramos que teniendo en cuenta la gravedad de la conducta disfuncional
de la parte, y la presencia de un elemento subjetivo de atribución –culpa en
sentido lato- el Juez, como autoridad del proceso, deberá castigarla con la
sanción más adecuada dentro de las reguladas por el sistema jurídico procesal,
desde la nulidad del acto, la disciplinaria, la pecuniaria, hasta el análisis de la
conducta procesal como elemento de convicción en su contra.
“III FUNCION INTEGRADORA”
“En ningún campo como en el proceso es posible
encontrar y valorar unidos, en su angustiosa actualidad
todos los aspectos jurídicos, políticos y morales,
del problema central de la sociedad humana, que es
la conciliación de la libertad con la justicia”.
Calamandrei.
15
Pero tenemos la osadía de pretender dar un paso hacia delante, y reconocer al
Juez una misión más, cual es la de valorar ampliamente y desde su sana
critica racional los elementos que le brinda la verdad de los hechos.
Esto es así, por cuanto el Juez como órgano equidistante de las partes, debe
abstraerse del “Juego” actuado por estas, de lo contrario estaría obligado a
reconocer el derecho no necesariamente a la parte que lo tenga, sino, a la que
mejor consiga, con los medios técnicos apropiados, demostrar que la tiene.
De no ser así ¿Cómo protegeríamos los derechos e Intereses Legítimos de los
individuos? Es esencia de la función del Juez el impedir que el más fuerte o el
que tiene una posición más ventajosa en cualquier sentido, tanto en la relación
sustancial como procesal, saque provecho en detrimento del más débil.
Aludimos a la función integradora del Juez, de las normas y principios con la
realidad social, contemporánea y circundante, pues de nada serviría si no
obstante el cumplimiento a rajatabla de los mismos, no se obtiene en la
solución a la controversia, la equidad entendida como Justicia en el caso
concreto (dar a cada uno lo suyo).
Desde ningún punto de vista propugnamos el quebranto del Principio de
Congruencia, que dispone que el órgano jurisdiccional -a la hora de decidirquede vinculado al límite del thema decidendum, u objeto litigioso, propuesto
por las partes. El Principio se halla receptado por el Art. 34, Inc. 4 y 163 Inc. 6
del CPCCN, por el cuál la sentencia debe contener una decisión de
conformidad con las pretensiones deducidas en juicio, calificada según
16
corresponde por la ley, declarando el derecho de los litigantes y condenando o
absolviendo de la demanda y reconvención.
El Juez no puede, en el afán de mantener la igualad de las partes, no protegida
en las sucesivas etapas del proceso, caer en una sentencia arbitraria, que se
pronuncie más allá de las pretensiones deducidas, concediendo más o menos
de lo reclamado; o pronunciándose sobre una materia extraña, u omitiendo el
decisorio sobre una pretensión articulada, so pretexto de que la misma es
excesiva.
Lo que proponemos es una sentencia justa, que sea una decisión fundada en
los resultados de un proceso rectamente guiado por la igualdad de las partes,
respetuoso del Principio dispositivo; y en la labor integradora del Juez de la
realidad social, para el fin de la protección de los derechos subjetivos, cuyo
conocimiento ha llegado al órgano jurisdiccional por voluntad de sus titulares.
CAPITULO II: CONCLUSIONES
“El Juez sin interés en el proceso, es tan inconcebible como el medico sin
interés por el enfermo”.
Couture
1. El objeto del proceso o la finalidad de la jurisdicción se traduce en la
protección y garantía de los Derechos e Intereses Legítimos, para ello,
debemos considerar al órgano jurisdiccional como autoridad del proceso.
17
Por lo tanto concluimos:
•
El Juez, debe asumir un rol activo en el procedimiento civil, con
deberes y facultades que le permitan dictar una sentencia justa,
pues el descubrimiento de la verdad es el único medio aceptable
para ese cometido, y que torna al Juez verdaderamente
independiente de las partes.
•
En el ejercicio de esos poderes y en cumplimiento de esos
Deberes, que le reconocemos en materia probatoria, siempre
deben respetarse los Principios Fundamentales del Proceso:
Igualdad de las Partes, Contradicción y Congruencia.
•
El Juez debe asegurar el ejercicio regular de estos Derechos
declarando
y
sancionando
las
conductas
de
las
partes,
antifuncionales al proceso.
•
A mayor poder de los Jueces, mayor responsabilidad por su
ejercicio y mayor control de las partes.
•
El Juez debe conciliar la norma jurídica con la realidad
circundante y evitar la aplicación estricta de aquella, que cause
igualmente un perjuicio.
2. Estos Poderes Deberes surgen de una adecuada y amplia interpretación
de los artículos 34 a 36 de nuestro Código.
Refutamos las conclusiones a las que arriba la “Moción de Valencia” pues, para
asegurar tal finalidad de la jurisdicción, hacemos la operación lógica inversa: no
18
restamos sino, y en una relación proporcional, aumentamos los poderes del
Juez, la responsabilidad del mismo y el correlativo control de las partes.
Proponemos: Diligencia, dedicación, capacidad analítica y espíritu integrador
en ejercicio de la función de juzgar, porque como lo propicia Sentís Melendo “el
Juez debe hacer porque esa es su función publica social, impuesta por la
naturaleza propia del servicio, todo aquello que conduzca al mejor resultado del
proceso. El mayor peligro que pueden presentar los poderes del Juez, es el no
ejercicio de los mismo” (16).
“Desterrada la Justicia que es el vinculo de las sociedades humanas, muere
también la libertad, que esta unida a ella y vive por ella”.
Vives, Juan Luis.
NOTAS:
1) Moción de Valencia. Edit. Tirant Lo Blanch, 2006, Valencia, España.
2) Velloso, Adolfo Alvarado. “Addenda” a la Moción de Valencia, Edit.
Tirant Lo Blanch, 2006, Valencia, España.
3) Ídem.
4) TSJ de córdoba, 25-8-97, “Carranza, Raúl E. c/Provincia de Córdoba y
otra”. L.L.C. 1997-847.
5) Ídem nota Nº 2.
6) Calamandrei, Piero “Instituciones”, ob. Cit. Por Garcia Solá, Marcela
en “Abuso Procesal”, Edit. Rubinsal-Culzoni, 2001, Pág. 34.
19
7) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires i de
la Nación. Comentados y Anotados. Edit. Abeledo Perrot, 2003,
Buenos Aires, T. I, Pag. 557.
8) Ídem nota Nº 7, Pgs. 561 ss.
9) Díaz, Clemente A. “Instituciones”, Abeledo Perrot, 1968, Vol. I, APG.
234 y ss.
10) Lépori White, Inés, “Abuso Procesal (la función de los jueces y el
abuso procesal), “Abuso Procesal”, Edit. Rubinsal-Culzoni, 2001, Pág.
53
11) Peyrano, Marcos L. “Abuso Procesal”, Edit. Rubinsal-Culzoni, 2001,
Pág. 205.
12) Pastor, Carlos D., “Abuso Procesal”, Edit. Rubinsal-Culzoni, 2001, pág.
61.
13) Josserand, Luis, “Curso de Derecho Civil”, Edit. Egea, Buenos Aires,
1950.
14) Ïdem nota Nº 11, Pág. 44.
15) Ídem nota Nº 13, Pág. 66
16) Sentís Melendo, Santiago, “La prueba”, Edit. Egea, 1979, Buenos
Aires, Pág. 208, ob. Cit. Por Masciotra, Mario en su ponencia para el
“II Congreso Internacional. Derechos y Garantías en siglo XXI”.
20
BIBLIOGRAFIA
•
“Abuso Procesal” – Jorge Peyrano, Juan Alberto Rambalba -
Rubinal-Culzoni Editores. 2001. Buenos Aires.
•
Codigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de
Buenos Aires y de la Nación – Morillo G, Sosa L., Berizonce L.
21
Abeledo Perrot. 2003. Buenos Aires.
•
Manual de Derecho Procesal Civil. XIII Edicion Actualizada Lino Enrique Palacios.
Abeledo Perrot. Buenos Aires
•
Diccionario de Ciencias Juridicas, Politicas y Sociales – Manuel
Osorio.
Editorial Heliasta. 1990. Buenos Aires
•
La Privación de Poderes del juez y la Omisión de su ejercicio
constituye una violación de la Constitución Nacional – Mario
Masciotra.
Ponencia Nº 31 del II Congreso Internacional. Derechos y Garantías
del Siglo XXI, Buenos Aires 2001.
•
Constitución Nacional.
•
Constitución de la Provincia de Catamarca.
•
Codigo Procesal Civil y Comercial de la Nación
•
Codigo Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Catamarca.
INDICE:
Pág.
CAPITULO I: El Juez en el Proceso Civil………………………………………2
22
TITULO I: El Juez como Autoridad del Proceso……………………………….3
TITULO II: Funciones del Juez…………………………………………………..7
CAPITULO II: Conclusiones…………………………………………………….16
NOTAS………………………………………………………………………….….18
BIBLIOGRAFÍA:…………………………………………………………………...20
INDICE……………………………………………………………………………...21
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