DIARIO LIBERAI DB Li TARDE. LOS MISTERIOS DE LOPRES

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PUNTOS"DE SUSCRIGIOPf.-
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"•OVINCIAS por tres meses, hseienrio la snserloioa
,*n La Adniiíiislraciüii de LÍ litiuiu, 6 rfimitiendo loij
•uscritores libranza sobre correos ó p.'xrlicaisres. .
«»n4o íiirDcUuienU la Admioíslracioa de LÍL ItüKIil
* cargo de los suscritores
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ffacietido la suscricion en casa de los comisionádoíi
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LA IBERIA se publica'todos los días menoi loi domlBKsi.
liA I B E R I A
DIARIO LIBERAI DB L i TARDE.
AÑO m .
No son ciertamente nuestros mas temil>lcs enemigos aquellos que, descuhierto el
rostro y cou armas de lícito uso nos combalen á la luz del so!; lo son aquellos (|uc con
hipócrilo lenguaje y valiéndose de ardides
reprobados hasta por las mas triviales nociones de la honradez, no conocen otra táclica (|ue la interpretación gratuita de las inlenciones, el completo bastardcamicuto de
IOS hechos y la personalidad siempre apasionada y venenosa.
I^os que así se conducen, no son dignos
(le consideración alguna : colocándose á sí
'Kismos fuera de las leyes de la justicia y la
probidad, autorizan los cargos, por duros
^uc sean, que coutra ellos se dirijan. Nosotros preguntamos á todos los hombres á
quienes no ofuscan miras bastardas y egoístas, si las fracciones aiili-liberales han deja•lo de recurrir á algún artiíicio de que se
hayan prometido mayor ó menor resultado,
movidos por la consideración de que tal ó
eual recurso do hostilidad no estaba sancionado por las leyes de la conveniencia pública, ó por lo que al buen nombre de la prensa
debemos todos los que á su brillo estamos
obligados á consagrar nuestros desvelos,
nuestra preferente atención y los frutos de
nuestra inteligencia.
Desgraciadamente no puede decirse que
'& conducta de nuestros adversarios se haya
ajustado á las prescripciones que acabamos
(le mencionar. Con todo han contemporizaflo; de todo han prescindido á trueque de
'nferir algún daño, siquiera hubiese de ser
Pasajero, y aun imaginario, á la actual sigilación.
A. fuerza de declamaciones vanas, base
"e^ado á confundir las nociones del bien y
<í' mal, de lo honesto y lo ilícito, de lo razt)nable y lo absurdo. Tergiversando los \K^h"s, la verdad ha quedado oculta entre el
indigesto fárrago de una palabrería de re'Uiubroa, y violentando las naturales consecuencias de las doctrinas, hemos llegado á
tal punto de involucracion é incerliJuinbre,
'lúe apenas se abrigan hoy ideas mediananienle exactas acerca de su verdadero alcance
y del límite que la lógica les traza. Penetrando en el terreno vedado de las intenciones, y disfrazando unas, en su fond ) abominables, con el velo de la conveniencia pública, y cubriendo caprichosamente otras, en
Su esencia legítimas, con el negro barniz de
'* pertidia, el resultado n > podia hacerse esmerar largo tiempo: el protervo ha sido con'undido con el hombre justilicado, y el amanee de su patria ha sido suplantado por el tra-
104
SECCIÓN REGREATITA.
LOS MISTERIOS DE LOPRES
PAIIIi F E V A L .
SEGUNDA PARTE.
HIJA
TRECIOS DK LOS AITOWCIOÍ,
Kl ninimnm 2 rs., y los qne pasan de ocho lineas i r * ' *
de '2 i'ii^rin'» cada 30 leiras para los suscritores, y 4 D*ri 01
qne no lo sean.
Los comunicados se iaeSiiarán i precios conTencionalef
y tanto estos como los artículos que se nos remitan , no s
deroiferin i ilos ,inloresadas aun cuando dejen de insertar
Ño le adnite oixruipjilaa^it 411J aa reoja (ranea de port
HUBIERO 574.
Viernes 23 de Mayo de 1856.
SECaON DOCTRINAL.
LA
Sn la lleJiCoion, Plaiuel» do Cclenqne, número I, «p»"»
princiua. ; T en I»' librería» do BíiUy-BaillieM. Mlle 4«1
ncipe, } Cuesta, calle Mayor.
DEL
AHOnCADO.
Xí.
UN BIÍ'íO ENTBE SUK.NOS.
Lcvantitse, nhrirt una despiios de otra las dos
rnertas del gabinete y aseguróse de que las dos
piezas próximas estaban desiarlas.
—-En primer lugar—dijo, volviondüasentarse;
--110 tomáis ya á esos fantásticos espías que os
(Causan tanto miedo. Solo en los antiguos libros
''e ven paredes que oyen.
Si la duquesa viuda de Gévres noimbiesc dorl^ido en este momento con el sueño de Ui inoccii"^'ii, seguramente que hubiese desnicnlido lascn''^»ciosa seguridad del honorable Urian de LanCfister: pero la francesilla continuaba sofiaiido
^011 las aventuras para siempre célebres de Rob;'isoii Crusoé. Precisamente llegaba al pasaje en
'i^'i el temerario navegante se hace un sombrero
"'' piel de mucho cabrio y un quitasol de la inls"i" l'da. La señora duquesa de Gévres le encon
'fíba muy original bojo este traje y pensaba, con
ncante político. De aquí que nadie ocu- que en opuesto campo miiiían, habrá de lope hoy su verdadero puesto; que la doc- grarse que la prensa perióJica sea lo que
trina haya sido pospuesta al individuo, y que puede y debe ser. Si el sentimiento de la
propia dignidad y la Í!i>tinliva noción de lo
la lucha periodística, noble y magnífica de
suyo, haya tantas veces degenerado en re- que á la agena es debido , no dicen de una
mantira positiva que nunca ni por nin.'Uin
pugnantes alardes de pugilato.
Y como si lo que de corrida acabamos de caso el campo de las intenciones debe ser
esponcr, no hubiera sido bastante para traer invadido, poco en verdad ó nada scrá lo (|ue
la prensa española á un estado de que tanto una legislación rigurosamente represiva conpartido se apresuran á sacar hoy sus ene- siga en este punto.
migos, esto es, los mismos que tan eficazNosotros nos prometemos mas de la senmente han contribuido á crear la necesidad satez de los que tan directamente están inde salir al paso de los abusos que la des- teresados ea el brillo y el prestigio de la
prestigian, todavía ha rnyado mas altóla [)renfa, que de los csfuorzns de los legislaaudacia de ciertas banderías, puesto ([ue han dores. Querernos cr,\'r (¡ae, hal)i(Mido por
hecho bajar la religión desde su alto y es- desgracia llegado á tal punto la confusión y
plendoroso asiento al sangriento paleníiue la falta de respct-i recíproco entre hoiubrcs
donde entre alaridos de furor y provocacio- (pie [íor sus talentos, sus luces y su elevada
nes insensatas, han disputado el poder su- misión debieran aleccionar al pueblo en todas
premo hombres cuyo valer era tan escaso, materias, el instinto de la propia conservacomo perturbadoras é injustilicables apare- ción hará que todos contribuyamos á levancían sus ambiciones.
tar y enaltecer una in-titucion cuya existencia y asccndienle tan relacionados se bailan
La religión, en el campo ardiente de la
con el ascendiente y la existencia del régimen
política, no puede revestir á los partidos que
conslilncional.
se disputan el mando, de la autoridad que
directamente no emane de su conducta en
Mas, si por nuestra común desgracia, asi
el gobierno y fuera de él; y bajo este punto no sucediese, si esa ronca y frenética vocinde vista es de todo punto ocioso invocarla glería que los enemigos de la libertad han
como medio de oposición; ni, íigiirando á la elevado á la categoría de sistema de argucabeza de una determinada bandería, puede mentación, no cede d("ílc liieio el puesto á
dejar de salir oscurecida por el polvo del la cordura y al ¡¡alriotisiuo , bistará, para
estadio , manchado tal vez de sangre su salvar á la imprenta del terrible descrédito
manto; y bajo este aspecto altamente sacri- (pie la amenaza en España, (pie el periodislego aclamarla entre el fragor de la pelea.
mo liberal, conociendo sus altos deberes en
Como quiera que sea, la situación á que asunto para ella tan vital, sepa cumplidahoy se vé reducida la imprenta (abstenién- mente llenarlos. Ikstaráie para ello oponer
donos, por el amor que la profesamos, de 'a razón al desenfreno, el argumento á ¡a
descender á la enumeración y al examen declamación, el hecho á la impostura, y el
detallados de las causas de semejante esta- decoro á la personalidad. Verá entonces paldo) , es bastante triste para que no per- mariamente el país que los que aquí desdamos de vista cuanto con esta cuestión se acreditan la prensa, los que la esterilizan y
relaciona, y para que no cesemos de ocu- salpican de cieno, son sus constantes y naparnos de la conveniencia ó inoportunidad turales enemigos: los hombres que en el
de los acuerdos que acerca de ella se adopten.
p(:ik!' 1,1 priiri'ribcn implacables, y en la opoIneficaces por demás nos parecen los me- siricri !,t do>aiUürizan Icmerarius.
dios basados en una represión absoluta. La
Basta, volvemos á decir, que baya un
imprenta necesita espacio en que moverse, partido que sinceramente se interese en el
aire y luz en que respirar ; y no se propone prestigio de la institución, para que esc presseguramente moralizar una institución aquel tigio se conserve ileso, y los esfuerzos y las
que la comprime y la ahoga , ó la desnatu- cabalas de sus ocultos ó desenmascarados
raliza hasta el punto de desviarla completa- contrarios redunden tan solo en perjuicio y
mente del terreno en que está llamada á baldón de sus insensatos autores. Y repetifuncionar y de la meta á que por su natura- mos también, que la fracción política mas
leza debe dirijirse.
interesada en salvar la prensa de los males
El remedio mas eficaz , el único tal vez á que la amagan, es el partido liberal, en cuyo
los males que deploramos, de la imprenta daño no han temido pandillas desatentadas
misma debe proceder. Ninguna ley puede traer las cosas al triste estado en (lue las
inspirar el sentimiento del decoro , cuando vemos. Ellas son las que en su demencia
una vez ha sido abandonado; y la verdad es han puesto á un ministro de la Corona en el
que solo respetándose el escritor público á caso, ¡)ara todos igualmente bochornoso, de
sí mismo , y acatando la personalidad de los proclamar, con mas pasión (]iie prudencia.
alguna apariencia de razón, que Crusoé, cubriéndose de pieles para librarse del sol, se parecía un
poco á Juan de Nivelle que se sumerjia en el
agua por miedo & la lluvia.
Esta era la opinión de la señora duquesa viuda
de Gévres; pero Robinson era un hombre de buen
sentido, y basta informarnos mejor, continuaremus mirando con la misma consideración á Crusoé,
á su sombrero y á su quitasol.
Susannab parecía no participar completamente
de la confianza de Brian. Sin embargo, el solo
hecho de haber podido hablar con tanta libertad,
durante una hora, la probaba que la vigilancia
no era tan activa.
—¡Ali!—prosiguió la jóveo.—Brian, no sabéis
cuánto daria por poder creer que aquella hermosa dama de aspecto tan benévolo y dulce no era
una visión. lis el único recuerdo feliz que be
conservado de mi infancia.
I^a buena señora me miraba con unos ojos llenos de alegría, J esclamó con un aire triste y
gozoso á la vez :
—¡Qué hermosa es!
Templanza no bahía bebido aijuella noche, lo
cual era una cosa muy rara.
—jSeñora, es vuestro retrríto!—respondió.
Oyóse un ruido de pisadas en el estremo del
corredor que conduela cá la sala de recibo.
—¡Idos, señora, idos pronto!—-esclamó Templanza, poniéndose pálida, á pesar del tinte rojizo que el aguiirdionte babia impreso sobre sus
mejillas.—¡tín nombre del cielo, idos!
La señora biza un movimiento para retirarse,
pero algo la detuvo; y rechazando los esfuerzos
de Templanza, ¡|ue (jucria arrastrarla fuera, lanlóse bacía mí y me abrazó convulsivamente contra su corazón.
Deciros lo que es,jerimenté en aquel moinonto,
fuera impo.-ible, milorJ. Mi alma se fundió, por
decirio así, y mis ojos se inuidaron de lágrimas:
yo no veía nada.
iOh! aquello no po lia sor un sueño , porque
todavía lloro al recuerdo de aquel beso, el único
beso dulce qw sentí sobre mi frente... ¡Oh! si,
la necesidad,de medidas esencialmente represivas contra esa prensa periódica que ha
s-rvido en todas épocas de andamio para
asaltar el poder á tantos apóstatas é ingratos, que han creído hacérselos indispcnsabb^s y los hombres de gobierno, maltratando
de obra y de palabra aquello mismo sin cuyo
cop,car.:0 (no pocas veces mas que concurso
ha sido esplotacion) jamás hubieran salido
de su merecida oscuridad.
SECCIÓN DE ULTRAMAU.
Vucilo-lliro.
Todas las noticias de esta
isla están contestes en lamentar la sequía
esperimentada y que tanto ha perjudicado
ya á las siembras , sobre todo á las de caña,
kn Giiaijíwia , Voncc j / Maiingíiex, partidos
a/.;ica:'('ríis . temen seriamente la falta casi
tnlal de la cosecha del año entrante, si á
tiempo no hay abundantes lluvias. Estas únicamente podrán remediar la pérdida de los
trabajos ejecutados. Todas las esperanzas se
fundan en la Providencia que esta vez, como
en otras muchas, mirará con ojos misericordiosos aijuella Antilla.
Tantos temores, consecuencia fatalísima de
la misma scíjuía , se agravan mas , estando
recientes los males que indirectamente en la
agricultura ha hecho el colera morbo. Un
gran numero de brazos que á ella se dedicaban, de difícil reposición , faltan; y como es
po-ible (¡ue la indicada enfermedad, unida á
las no menos asoladoras del vómito negro y
la viruela maligna , cundan por los distritos
especialmente agricultores é industriales del
azúcar mascabado , un gran pánico llena á
las imaginaciones demasiado impresionables
en los trópicos. Los habitantes de las poblaciones/wt'/tó-?-í(yM<3/'ífls, no invadidas, creen
([ue irremediablemente lo serán, á pesar de
las precauciones dispuestas por la digna autoridad superior, rjuc felizmente vela por su
suerte.
Si efectivamente los males existen, si son
evidentes los considerables perjuicios ya
ocasionados, creemos que el temor es exagerado por la diísgraciada impresión del momento, pues la seipiia mas ó menos duradera en los meses pasados , habrá dejado de
existir en el último y en el presente , de
modo que circunscrita hasta ahora la enfermedad del cólera á un número de pueblos
de poca importancia, en el cuadro de la producción azucarera, no ocasionará las pérdidas que se temen n la riíjueza del pais.
Pero sn actualidad merece tenerse presente
por el gobierno supremo para evitar otros
males mas trascendentales allí, donde tambicn cundia el disgusto de ver que aquí
sí, tenéis razón,., ¡Yo liubicra amado muchísimo niilord.... No tengo la seguridad de que no exisá mi mailre!
te mi madre?.... ¿Kn vano procuro dar un cuerpo
—¡I'ero, era ella.'—esclamó Lanccster.—¡lira á ese recuerdo vago.... Veo la verdad, Brian...
vuestra madre, miladyl... ¡Vuestra mailrc , á [ la verdad que hiere y que desespera.... ¡todo lia
quien habían abijado violentamente de vuestra sido un sueño!
cuna!.,.
-Yo no puedo creer.
-empozó á decir
Susannab juntó las manos, y elevó los ojos a Brian.
cielo con pasión.
1
-¡Escuchad!.... Cuando aquella boca amiga
Mi madre!—repitió, como si esta palabra locó mi frente, lancé un grito de alegría y tendí
hubiese afectado, al pasar, dulcemente sus lá- mis brazos, á fin do volver abrazo por abrazo...
bios.—¡Mi madre!,,, ¡habría yo visto á mi ma- | ¡ay! mis brazos se cerraron en el vacio. Delante
dre!...
¡ de mi r.o babia ya ninguna hermosa dama incliüqóíe resbalar desdo el sofá, y cayó de r o - nada para darme un beso..,. .\brí los ojos: una
dulas.
oscuridad profunda reinaba en la sala.
—¡f)Í03mi'i! ¡Dios iniü!—:nunnur.>,—¡laced
lis cierto que oí alejarse unos pasos furtivos;
que ella sea diciiosa... muy d¡i;.li:isa... ¡Y haced pero serian los de Templanza,
también (pie, antes de mi nuKirle pueda yo sentir
Casi OÜ el mismo instante oyóse en la puerta del
olra vez sobre mi frente los labios de mi madre! ' corredor la voz amenazadora de mi padre. Yo no
—¡Mi vi.ta os vueitra,spn:ira!—dijo í.ancesier : podía comprender lo (¡ue decía, porque él hablalevantándola,- lil tiempo que yo dedicaba á mis ! ba á Ternplaaza"¡en una lengua desconocida para
rencores ó á mis locuras, os le consagraré desdo mi,.. Daspues be sabido ipie era el dialecto de la
ahora sin reserva iiingmia.,, .\osotros buseare- ¡ Irlanda Occidental, Temi>lanza respondía con
mos.,. y si es una cosa posible encontrar á vucs- una voz trémula. Ismail siemj>re amenazaba,
tra madre, nosotros la encontraremos, Susannali. j l'or úUimo, la pobre inojer empezó á dar griba joven volvió bácia él su mirada llena de iú- tos penelranles, y yo vi caer muchas veces la
grimas.
mano de mi ¡¡ailre sobre el cuerpo de la in—Dios acojo mis ruegos—dijo—pueUu queme 1 feliz,
dá vuestra nyuíia.,, ¡Obi repetidme (pie la enCuando se encendió la bujía, vi á Templanza
contraromos
j tendida s ibre el suelo o n el rostro lleno desan—Os juro (pie haremos lo posible para ello
! gri^ y de cardenales.
\demá;, hablaremos de ella... Dejaremos á nn
Ismail la golpeaba de este modo muy á melado todos vuestros recuerdos de dolor, para pen- nudo.
sar íuiicainonte en ese otro de feücidail y en las
Yo me aproximé á olla iiara eonsolarla ; tioro
esper.inzas que bace concebir.
ini padre me rechazó brutalmente.
—¡Oh! Soisdemasiado bueno, ;;!¡!ord!--dijo¡Su-¿Habéis dormido bien , Suky?-me presannab, cuya mirada biimeda est.aba llenadc un guntó.
reconoeimientüinlinilo.—Sí, hablaremos de olla...
—No dormía, señor,-respuiidi yo; —y be
buscaremos..,.
visto,.,
Susannab [¡ronunció esta última palabra con
—Oiro dia me contareis vuestra sueño, Suesfuerzo, de<(mes se calló, perdiendo la sonrisa ky... pero no durmáis mas a^i sobre el suelo:
que br¡llab;i bajo sus |ágri¡nas. Sus ojos se seca- las noches son frías, y,., ya lo veis... vos sois la
ron y so pusieron ardientes.
causa de (¡ue yo me vea obligado á castigar á
—No, no—repuso con un amargo desfuUeci- femplanza.
micnlo,—Vosmo arrastráis aunas locas ilusiones,
—¡(•óino!—grité yo,—¡Es por mi!
nada se hace , nada se piensa, y ni siquiera
una demostración ha salido del actual rainistro encargado de los negocios de Ultramar , para proponer á nuestra reina protección , y al gobierno medios de conjurar ó atenuar tantas desdichas. No basta
la medida acordada respecto de la ¡raporlacion directa ; la agricultura , el comercio
y la industria necesitan remedios heroicos.
Demandan que el ministro de Estado deje
su natural inacción, y consultando el espediente relativo á la contribución territorial,
determine que no sea tan exorbitante, ni
tan injustamente repartida; á fin de que se
vcriliíiuc el impuesto en proporción del 3
por 100 del producto líquido, como nuestra
soberana lo tiene mandado. Además, si resolviese favorablemente los antecedentes relativos á la costosa administración municipal, rebajando los ruinosos gantos públicos,
mucho baria hoy, y con verdad pudiera gloriarse de haber acordado lo mas interesante
para la riqueza agrícola de Puerto-Uico.
Así sucederá , pues el señor Zavala que
siempre ha militado como general progresista, desgraciadamente conliado en la dirección de Ultramar, no consentirá por raas
tiempo sigan en ella personas de otra comunión política, sucediendo que por su ignorancia y falta de conocimiento de las provincias trasatlánticas, lleve la indicada oficina
central el sobrenombre de Dirección Medi'
lerránea.
El comercio de Ihierlo-lUco llegó á paralizarse completamente, pues siendo una dependencia del puerto franco de San Tliomas,
lio hubieron importaciones á causa de la r i gurosa cuarentena establecida. Así es que
minorados los ingresos de aduanas, sin metálico alguno, han estado para quedar desatendidas las obligaciones de aquel Tesoro.
En otro articulo hemos indicado que la rebaja de derechos acordada últimamente para
las procedencias de países productores no
llevará á nuestra Anliüa el comercio directo, y esperamos que el tiempo abone nuestros temores, como los de que de la manera
que está concebida la referida rebaja es ua
bcneliciü hecho á los comerciantes daneses.
¡ Dios quiera que no se haya repetido
ahora, lo que sucedió en 18oi con el ministerio Bravo Murillo y que nos habló La Época de entonces!—Mas de una vez hemos elogiado los acuerdos convenientes para la
prosperidad de Puerto-Uico; en muchas ocasiones hemos censurado el sistema de nuestra gobernación de Ultramar, manifestando
(jue entregada á personas de otra comunión
política, no se siguen en ella los principios
del partido progresista, liemos llamado la
atención del actual ministro de Estado, acer-
—Escuchad, Suky,—repuso Ismail con infame sonrisa:-—no durmáis en la sala de recibo,
bija mía... y... cuando tengáis sueños como estos, venid á contármelos al momento... ¿Lo liareis, Suky?
Una pregunta de mi padre era siempre una
orden ó una amenaza. Yo bajé la cabeza y empecé á temblar.
—¿Lo liareis? —repuso Ismail sacudiéndome
el brazo.
—Sí, señor, lo haré.
—Sí, Suky: sois una buena muchacha... Además, si no lo hicieseis mataría á vuestra cierva.
Esta amenaza me oprimió el corazón y encendió en mi una indignación superior á mi edad.
¡Yo lio tenia otro sor que me amase raas que mi
pobre Coral), milord!
l'or la primera vez miré á Ismail frente á
frente y sus cejas fruncidas no me hicieron bajar
los ojos.
—Si vos queréis matar á Corah, yo la defenderé- respondí.
Ismail me diii unas palmaditas en la mejilla.
—¡La buena sangre no puede mentir!—murmuró—ó una cosa semejante á esta, cuyo sentido proverbial se me escapó entonces , sin que
ahora mismo lo conozca todavia bien.
—Suky—añadió recobrando su seriedad;—si
vos defendéis á vuestra cierva cuando yo quiera
matarla.., en ese caso os mataré ú. las dos.
Brian se agitó sobre el sofá.
—¡Miserable!-esclamó iuvoluntariainenle.
—Va ha muerto -dijo gravemente Susannab—
y además era mi padre , milord... Cuando se
maicbó , me aproximé á Templanza que yacía
por tierra y traté de levantarla.
—¡.Yguardiente!—me dijo con su voz ronca y
cascada.
Yo fui á buscar el ginebra. "Ella bebió ansiosamente muchos tragos.
Después se puso á cantar.
Yo la pregunté con mucho afán y poniéndome
de rodillas, quién era aquella hermosa dama que
se había acercado á mí para darme un beso,
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