Tratamiento de la lumbalgia en atención primaria

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Capítulo 250
Tratamiento de la lumbalgia
en atención primaria
P. Andújar, F. Santonja, E. Castresana, P. Sainz de Baranda
Introducción
dolor mediante el acondicionamiento
físico.
Los objetivos del tratamiento de la lumbalgia
son:
1. Informar al paciente que no padece una
enfermedad grave a pesar de lo invalidante del cuadro agudo. Hay que explicarle sobre la posible causa de su dolor,
tiempo de evolución y que la historia
natural es hacia la curación. No suele
ser aconsejable realizar reposo absoluto,
excepto cuando exista dolor radicular
que se hará durante dos a cuatro días.
2. Aliviar y disminuir el dolor de forma
progresiva. En la fase aguda, el tratamiento de elección es el farmacológico
y éste se adaptará en base a la intensidad del dolor, según la escala estratificada propuesta por la O.M.S, basada en
la EVA (Escala Visual Analógica).
E1 EVA = 1 a 4 tratamiento con AINES.
E2 EVA = 4 a 6 tratamiento con AINES
asociados a opiáceos débiles (codeína,
tramadol).
E3 EVA = 7 a 10 tratamiento con opiáceos (fentanilo).
En el dolor neuropático, se tratará con
gabapentina o pregabalina. En algunos
casos de hiperalgesia local se puede
aplicar capsaicina. Si existe alteración
psicoafectiva se solicitará psicoterapia.
3. Se aplicará fisioterapia, cinesiterapia,
medidas ergonómicas y de higiene
postural. Hay que evitar la cronicidad del
4. Para poder tratar de manera más eficaz
el dolor, muchos pacientes se beneficiarán del uso de fajas ortopédicas o
corsés, al permitir una movilidad global
del paciente, restringir los movimientos
nocivos para el raquis lumbar y disminuir la inhibición de la musculatura
lumbar como defensa al dolor agudo.
Existen diferentes pautas de tratamiento
para las lumbalgias subagudas, recidivantes
y las crónicas. Para poder saber cuál de éstas
pautas es la más aconsejable, es preciso
conocer los cambios que acontecen en la
región lumbar de los pacientes con lumbalgia.
Diferencias entre personas
con y sin dolor lumbar
1. Activación muscular más tardía
En las personas sin dolor lumbar, existe una
activación anticipada del transverso abdominal y del oblicuo interno, a la contracción
de la musculatura de los miembros superiores (deltoides), cuando realiza movimientos
rápidos o a velocidad intermedia. En los
sujetos con algia raquídea, la activación de
estos músculos es más tardía, predisponiendo
a que se produzcan repercusiones lumbares.
La contracción del transverso abdominal está
más retrasada en sujetos con dolor lumbar,
indicando un déficit del control motor, lo
que genera una insuficiente estabilización
segmentaria del raquis, incrementando el
riesgo de lesión. Las personas con dolor
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lumbar crónico tienen menos habilidad para
protegerse de las cargas súbitas.
2. Atrofia muscular del multífidus
Existe atrofia del multífidus en las personas
con dolor lumbar. En los pacientes con dolor
lumbar unilateral, se ha comprobado que la
atrofia es selectiva, siendo más pequeño el
multífidus del lado sintomático. Cualquier
lesión en el multífidus tendrá un efecto
directo en la estabilidad lumbar segmentaria.
Tras un episodio agudo de dolor lumbar, se
produce una inhibición de la actividad del
multífido, y su recuperación no acontece de
forma inmediata tras resolverse el dolor o
la incapacidad, lo que puede contribuir a la
gran recurrencia de dolor lumbar tras sufrir
un episodio agudo.
3. Peor fuerza resistencia de la
musculatura extensora del raquis
Existe una debilidad y escasa resistencia de
la musculatura extensora de la espalda. Para
la valoración de la resistencia de esta musculatura, se utiliza el Test de Sorensen que
consiste en mantener el mayor tiempo
posible, la posición horizontal del tronco,
desde la posición de decúbito prono contra
la gravedad, mediante una contracción
isométrica de la musculatura extensora de
la pelvis y del raquis (fig. 1).
Los pacientes con dolor crónico de espalda,
resisten menos tiempo con el test de Sorensen
que los asintomáticos. A medida que aumenta
la contracción isométrica disminuye la activación muscular del erector spinae.
El peso y el Índice de Masa Corporal (IMC)
tienen una influencia significativa sobre la
resistencia en este test. El aumento del IMC
está asociado positivamente con el dolor
crónico de espalda y se correlaciona negativamente con la resistencia de los extensores de la columna vertebral.
4. Peor control postural del raquis
(propiocepción)
Las personas que sufren lumbalgias, estabilizan de forma diferente su raquis que los
asintomáticos. Los músculos paravertebrales
lumbares reaccionan significativamente más
lentamente que en los sujetos sanos, y la
musculatura lumbar es menos eficiente en
la estabilización de los segmentos móviles.
A medida que aumenta la dificultad de la
tarea postural, las diferencias entre sujetos
sanos y con dolor lumbar son mayores,
debido a su déficit en la propiocepción y por
tener comprometida su estabilidad dinámica
lumbar, siendo más vulnerables a las lesiones
o al agravamiento de las ya existentes.
5. Extensibilidad de la
musculatura isquiosural
La cortedad isquiosural puede ser responsable del dolor lumbar, inversiones del raquis
lumbar (actitud cifótica lumbar), hipercifosis
dorsal y de hernias discales (fig. 2).
La cortedad isquiosural limita la flexión de
la pelvis, lo que se suele compensar con una
mayor flexión dorso-lumbar, que puede
desencadenar a largo plazo:
Figura 1. Test de Sorensen, para determinar la
resistencia de la musculatura extensora del raquis y
de la pelvis.
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• Mayor presión en la porción anterior de los
cuerpos vertebrales, que podrá provocar
acuñamientos vertebrales anteriores (fig. 2b).
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• Mayor presión sobre la parte anterior del
disco intervertebral, aumentando el riesgo
de generar desgarros en las fibras más
internas del anillo fibroso y una protrusión posterior del núcleo pulposo (fig. 2c).
Es necesario conocer la extensibilidad de
la cadena posterior, especialmente de la
musculatura isquiosural, del piramidal y
del psoas, en todo paciente que vaya a ser
tratado de lumbalgia.
• Deformación de los tejidos visco-elásticos
del arco posterior del raquis, aumentando
su inestabilidad.
6. Aumento de la carga y de la
presión intradiscal en las
actividades.
• Aumento del estrés de cizalla anterior que
puede producir una avulsión del platillo
vertebral.
Los sujetos con dolor lumbar experimentan
un 26% más de compresión espinal y un
75% más de estrés de cizalla lateral que los
38º
c
a
b
Figura 2. a) Marcada actitud cifótica lumbar en un adulto joven con
lumbalgia recurrente y marcada cortedad isquiosural. b) Rx Lateral del
raquis lumbar en flexión del tronco, en la que se aprecia una marcada
actitud cifótica lumbar de 38º Cobb. Existe notable acuñamiento vertebral
anterior en T12 y menor en L1. c) Rx Lateral del raquis lumbar en
sedentación asténica, en la que se aprecia una marcada actitud cifótica
lumbar, con inversión de los espacios discales L3-L4 y L4-L5. Se aprecia
estrechamiento del disco T12-L1. c’) RM del mismo adulto con marcada
cortedad isquiosural y cifosis lumbar, en la que se demuestra una hernia
discal T12-L1.
c’
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sujetos asintomáticos, especialmente cuando
levantan verticalmente cargas pesadas.
El incremento de la carga raquídea en
personas con dolor lumbar puede acelerar
la degeneración de sus estructuras raquídeas, por lo que será necesario trabajar la
higiene postural del paciente tanto en las
actividades de la vida diaria como en las
laborales o deportivas.
Protocolo de trabajo
Estos hallazgos, justifican que para una
adecuada rehabilitación del dolor de espalda,
el protocolo de trabajo debe incluir ejercicios que desarrollen la fuerza-resistencia de
la musculatura estabilizadora, en especial la
del transverso abdominal, es necesario realizar
un entrenamiento propioceptivo que mejore
el esquema y el control postural, y estirar los
grupos musculares que estén acortados.
Esta fase de trabajo se debe iniciar cuando
ha desaparecido el dolor agudo. Con
frecuencia, se inicia la rehabilitación con
termoterapia y electroterapia, para reducir
el dolor y las contracturas, y cuando mejore
la sintomatología se iniciará la cinesiterapia.
Es preciso establecer seis bloques de contenidos:
1. Percepción pélvica y normalización de
su disposición.
2. Estabilización de la zona lumbar.
3. Propiocepción.
4. Ejercicios de estiramientos.
5. Ejercicios de fortalecimiento.
6. Ejercicios de Higiene Postural.
Es importante conocer que no todos los ejercicios habitualmente utilizados para desarrollar la musculatura del tronco, van a
cumplir los criterios de efectividad, especificidad y seguridad.
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Percepción pélvica
y normalización
de su disposición
El primer objetivo será aumentar la percepción y toma de conciencia de la pelvis. Es
necesario explicar cual es la adecuada disposición de la pelvis y la que tiene.
Es necesario que vea la disposición de su
pelvis y del raquis (ideal el espejo o la visualización en pantalla al monitorizarlo con
cámara digital o vídeo), para que pueda
percibir la postura habitual y las posturas
correctas. Hay que concienciarle sobre su
importancia.
Hay que enseñarle con su columna vertebral que:
• El movimiento de la pelvis causa cambios
en la curvatura lumbar (fig. 3). La anteversión incrementa la curvatura lumbar,
mientras que la retroversión la disminuye.
• En el trabajo de potenciación, la correcta
disposición de la pelvis contribuye a la
adecuada alineación de la columna vertebral, lo que evita compensaciones musculares e incrementos de presión intradiscal
y del estrés de cizalla.
• En los estiramientos, hay que vigilar la
anteversión o retroversión de la pelvis para
que el estiramiento sea de calidad.
También hay que mostrar al paciente como
flexiona su tronco (fig. 4), cual es la implicación de la región lumbar al flexionar la
pelvis (ritmo lumbo-pélvico) y al incorporarse.
Cuando el ritmo lumbo-pélvico esté alterado, habrá que normalizarlo y reeducarlo
con el espejo (fig. 5).
Para normalizar la disposición de la pelvis,
es preciso conocer la acción de los diferentes
músculos sobre la pelvis, ya que todos los
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a
b
c
Figura 3. a) Pelvis equilibrada y lordosis lumbar normal. b) Anteversión de pelvis e hiperlordosis lumbar. c) Pelvis
en retroversión que conlleva una hipolordosis lumbar.
a
b
c
Figura 4. a) Ritmo lumbo-pélvico con normal disposición del raquis dorsal y lumbar al inicio de la flexión del
tronco b) Inadecuada flexión del tronco. Existe una marcada cifosis lumbar. c) Máxima flexión del tronco al
incrementar la flexión de la pelvis, persistiendo la misma cifosis lumbar.
a
b
c
Figura 5. a) Percepción de la correcta postura al flexionar el tronco. Enseñanza con espejo. b) Enseñanza del
correcto ritmo lumbo-pélvico. Esta es la máxima flexión del raquis lumbar que debe realizar durante toda la
flexión del tronco. El resto del movimiento debe realizarse mediante la flexión de la pelvis. c) Enseñanza del
correcto ritmo lumbo-pélvico. Máxima flexión del tronco con correcta disposición del raquis lumbar y dorsal.
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que se originan o se inserta en la pelvis,
tienen un efecto sobre su disposición. Los
músculos anteversores de la pelvis son el
sacrolumbar, dorsal largo, epiespinoso,
cuadrado lumbar, psoas ilíaco, sartorio,
pectíneo, aductor menor y mediano, recto
anterior del cuádriceps y el tensor de la fascia
lata. Los músculos retroversores son el recto
anterior del abdomen, oblicuo mayor, oblicuo
menor, transverso del abdomen, glúteos
(especialmente el mayor), aductor mayor y
cuadrado crural (accesorio), así como la
musculatura isquiosural (fig. 6).
Estabilización de la zona
lumbar
El segundo objetivo será estabilizar la zona
lumbar porque:
• El transverso es el principal músculo que
contribuye al control intersegmentario de
la columna lumbar.
• Los músculos abdominales, especialmente
el transverso y el multífidus disminuyen
la laxitud de la articulación sacroiliaca.
• El transverso será el primer músculo en
activarse ante los movimientos rápidos del
hombro.
Se realizarán ejercicios de estabilización
isométricos (fig. 7a) y dinámicos (fig. 7b) de
Lumbares
Transverso
Oblicuo menor
Oblicuo mayor
Recto mayor
A
D
B
C
Glúteo
Recto anterior
Bíceps
Semitendinoso
Semimembranoso
Adductor mayor
(parte posterior)
Tensor de la fascia
lata sartorio
Psoas ilíaco
Adductores
Figura 6. Grupos musculares que interactúan sobre
la pelvis.
propiocepción. Hay que crear pequeñas desestabilizaciones para que el paciente las contrarreste, al estabilizar su columna vertebral.
Estiramientos
Los músculos a estirar serán los que tenga
acortado cada paciente. De forma general, los
grupos musculares que con mayor frecuencia
precisan estiramiento son los isquiosurales,
psoas, piramidal y los extensores lumbares.
Lo más recomendable para estirarlos es:
• Tríceps sural. Estirarlo apoyando el antepié
sobre una superficie de 5 cm, con el talón
a
b
Figura 7. a) Ejercicio isométrico de estabilización de la pelvis en retroversión. b) Ejercicio dinámico de
propiocepción para la musculatura del tronco.
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apoyado en el suelo. La rodilla ha de estar
extendida y el tronco dirigido hacia
delante. La pelvis debe estar normoalineada, evitando su retropulsión (fig. 8).
• Isquiosurales. Se estiran flexionado el
tronco con la rodilla extendida. Es recomendable realizarlos primero con una
pierna y después con la otra. Puede incrementarse más el estiramiento sobre el
bíceps femoral, si se pone el pie en rotación interna, o incidir más sobre el semitendinoso y semimembranoso al colocarlo
en rotación externa. Es muy importante
mantener la pelvis en anteversión (fig. 9).
El mantenimiento de la anteversión de la
pelvis durante el estiramiento de la musculatura isquiosural, es clave para la eficacia
de los estiramientos. Es fundamental que
no cifose el tronco, sobre todo la región
lumbar. Deben enseñarse con espejo y
practicarse al principio con el espejo.
• Psoas. Hay que realizar una extensión de la
cadera con retroversión de la pelvis (fig. 10).
• Piramidal. La postura a adoptar es la de
flexión, rotación interna y aducción de la
cadera (fig. 11).
• Extensores lumbares. Se consigue con el
estiramiento en el eje axial, como si esti-
Figura 8. Estiramiento
del tríceps sural. Está
utilizando el “taco de
Oliveira”.
rásemos una cuerda, aplanando la curvatura lumbar. No deben realizarse cifosando
el raquis lumbar (fig. 12).
Habrá que tener en cuenta una serie de
condiciones esenciales de realización, en
función de las características de la población:
• Utilizar técnicas estáticas de estiramiento,
en las cuales se alcance lentamente la
máxima elongación muscular, manteniendo
la posición del estiramiento.
• Es preferible que los ejercicios de estiramiento sean efectuados de forma autónoma por la persona, ya que así recibirá
a
b
Figura 9. a) Estiramiento de la musculatura isquiosural en bipedestación y en sedentación. Es muy importante
que la pelvis esté en anteversión, para que el estiramiento se concentre en la musculatura isquiosural. b) La
rotación externa del miembro inferior produce un mayor estiramiento del semimembranoso y del semitendinoso.
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Figura 10. Estiramiento del psoas mediante
extensión de cadera. La pelvis debe mantenerse en
retroversión. Si no se realiza adecuadamente el
movimiento, la pelvis basculará en anteversión.
información propioceptiva constantemente,
y en base a ella regulará el índice de tracción necesario.
• Los ejercicios de estiramiento deberán
establecerse hasta el límite del dolor, para
evitar el reflejo miotático.
• El tiempo mínimo de mantener el estiramiento es de 10 a 12 segundos, sobre todo
en personas que se inician en los estiramientos. Alargar el tiempo de estiramiento
supone disminuir su intensidad o que
compense para mantener la posición,
perdiendo calidad en el estiramiento. Es
más interesante aumentar el número de
Figura 11. Estiramiento del piramidal mediante
flexión, rotación interna y aducción de la cadera.
repeticiones y posteriormente incrementar
el tiempo de estiramiento.
• Hay que realizar estiramientos en todas
las sesiones.
Ejercicios de fortalecimiento
Hay que realizar cuatro tipos de ejercicios:
• Ejercicios de flexión de tronco para desarrollar el músculo recto abdominal. Se
obtiene mediante los encorvamientos del
tronco y sus variantes (fig. 13).
• Ejercicios de rotación y de flexión lateral
para desarrollar los músculos oblicuos. Hay
que realizar los encorvamientos con giro,
encorvamiento lateral y el apoyo lateral
dinámico (fig. 14).
Figura 12.
Estiramiento
en el eje axial
de la
musculatura
extensora del
raquis.
Figura 13. Encorvamiento del tronco con manos
situadas bajo el raquis lumbar para mantener una
lordosis lo más alineada posible.
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• Ejercicios de estabilización raquídea para
desarrollar el transverso. Mediante el apoyo
lateral isométrico, maniobra de hundimiento abdominal y los ejercicios sobre
superficies inestables (fig. 15).
• Fortalecimiento de la musculatura lumbar
(ejercicios denominados coloquialmente
"lumbares"). Hay que realizar extensión
completa del miembro inferior junto a una
elevación del miembro superior contralateral (fig. 16) o elevando la pelvis, al arquear
el tronco en decúbito supino (fig. 17).
• Fortalecimiento del multífidus: Se trabaja
manteniendo posiciones en sedentación con
la columna vertebral alineada o levantándose y sentándose de una silla, manteniendo
en todo momento las curvaturas fisiológicas
sin la ayuda de los brazos, para aumentar el
trabajo de los músculos implicados (fig. 18).
Los ejercicios se tendrán que realizar lentamente, controlando el movimiento, potenciando las fases isométricas de los ejercicios,
provocando desestabilizaciones controladas
y manteniendo siempre una correcta alineación del tronco.
Higiene postural
La presión intradiscal es desigualmente distribuida cuando los discos están degenerados.
Estas alteraciones en la capacidad de amortiguar y distribuir la carga provocan un gran
estrés en puntos específicos del disco,
causando un daño tisular localizado. Además,
90º
Figura 15.
Fortalecimie
nto del
transverso.
Es muy útil
realizarlo
con
superficies
inestables.
90º
Figura 14. Isometric side support.
Figura 16. Bird-dog.
Figura 17. Elevación de la pelvis
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Figura 18. Ejercicios para el fortalecimiento del multífidus. Se entrena la incorporación de la postura de sentado
con la espalda recta, así como la postura de sentarse.
la presión también recaerá en el cuerpo vertebral y en las articulaciones interapofisarias
que podrán verse dañadas con más facilidad.
Desde los estudios de Nachemson, se conoce
que no todas las posiciones ni movimientos,
ejercen la misma presión sobre el disco intervertebral. Los decúbitos ejercen menor
presión intradiscal, la sedentación y la flexión
del tronco son las posiciones que más presión
intradiscal ejercen; sobre todo si la columna
lumbar se encuentra en inversión y se realiza
un trabajo con carga en estas posiciones.
La importancia de la postura radica en que la
magnitud de presión ejercida sobre el disco
intervertebral y sobre todas las estructuras de
la "Unidad Funcional" de la columna vertebral,
varía según la postura del raquis. El paciente
debe conocer cuáles son las posiciones y movimientos que ejercen menor presión intradiscal,
por ser las más recomendables.
El objetivo terapéutico de la Higiene Postural, es
la adquisición de hábitos posturales adecuados
que protejan o eviten la sobrecarga de la columna
vertebral y la reeducación de las actitudes posturales incorrectas (ver cap. 251 de esta secc.). Su
objetivo es prevenir el dolor de espalda.
Comentarios
Dolor
El dolor espondilogénico crónico no guarda
relación con la intensidad del dolor agudo
1754
ni con la persistencia del mismo; más bien
se relacionan con factores laborales y psicosociales. El retorno al trabajo después de seis
meses de iniciado el cuadro se reduce al
50% y después de los dos años se aproxima
al 0%.
El dolor espondilogénico recurrente presenta
una mayor frecuencia de recidivas en los
casos en los que ha habido signos radiculares y la actividad laboral exige un trabajo
manual pesado.
Fisiopatología
Una deficiente estabilización de los
segmentos lumbares provocada por una incapacidad del multífidus, podría explicar la
recurrencia del dolor lumbar sin la presencia
de movimientos incorrectos. Un fallo en el
control motor de una lámina del multífido,
puede llevar a un movimiento excesivo de
una articulación intervertebral, estresando
los tejidos pasivos del raquis.
La debilidad muscular y el retraso en la
contracción de la musculatura lumbar, puede
justificarse porque:
• Las personas con dolor de espalda crónico
evitan la utilización de su espalda por
miedo a que les aumente el dolor, lo que
conlleva a una pérdida de la fuerza y la
resistencia de la musculatura extensora
de la espalda debido a la atrofia.
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• La fatiga precoz de la muscular lumbar,
conduce a la realización de movimientos
anormales de la columna por la imprecisa
coordinación de la musculatura, lo que
incrementará la carga mecánica en los
ligamentos y discos intervertebrales, facilitando las lesiones en la espalda y el dolor.
Estiramientos
funcional, así como con varios índices de
calidad de vida.
El mantenimiento de una buena extensibilidad va a contribuir a prevenir alteraciones
de la columna vertebral, provocados por la
repetición sistemática de inadecuados movimientos de flexión del tronco.
Potenciación
La musculatura que habrá que estirar, deberá
ser establecida en la evaluación médica. Los
estiramientos de cada grupo muscular,
pueden realizarse de diferentes formas.
Dependiendo de la edad y de sus condiciones
físicas, se seleccionarán ejercicios sólo en
bipedestación o se añadirán ejercicios en
decúbito.
Es importante, enseñar las sensaciones que
deben percibir al realizar los ejercicios, sobre
todo los estiramientos. El espejo ayuda a que
el paciente vea la postura correcta para estirar.
La falta de extensibilidad, está asociada con
una reducción en la percepción del estado
de salud, con un aumento en la percepción
subjetiva del dolor y una dependencia
El tipo de ejercicios de fortalecimiento se
ha de adecuar a la sintomatología, coordinación y edad del paciente. Cuando hay poco
dominio del movimiento y aún persista sintomatología, hay que iniciar la potenciación
con isométricos de los diferentes músculos
abdominales, realizando 2 a 3 series de 1520 repeticiones, manteniéndola durante tres
a cinco segundos.
Cuando mejore el dolor y se incremente la
fuerza, se recomienda que potencie en decúbito con bandas elásticas. En ésta fase hay
que elevar muy poco el tronco y mantenerlo
de 3 a 5 segundos (fig. 19). Según vaya incrementando la potencia muscular, irá utilizando bandas de menor resistencia.
a
b
b’
Figura 19. a) Potenciación del recto mayor del abdomen con bandas elásticas. Ha elevar muy poco el tronco y
mantener la postura tres segundos. b) Potenciación de los oblicuos y de recto mayor del abdomen con bandas
elásticas, al realizar una flexión y rotación del tronco.
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Las posturas más aconsejadas para realizar
la cinesiterapia, serán aquellas que respetan
las curvaturas fisiológicas de la columna
vertebral, denominadas posturas "neutras".
En función de la patología que presente el
paciente se recomendarán diferentes posiciones.
A la hora de seleccionar los ejercicios de
fortalecimiento, hay que tener en cuenta
una serie de principios:
• Que el ejercicio desencadene una actividad en la musculatura abdomino-lumbar
de intensidad media-alta.
• Que los flexores coxo-femorales estén inhibidos.
• Que los valores de compresión lumbar sean
lo más bajos posible, de modo que el índice
de peligrosidad del ejercicio se minimice.
Cualquier ejercicio que cumpla estas tres
condiciones se podrá considerar seguro y
efectivo para el desarrollo de la musculatura abdominal y lumbar.
El diagnóstico correcto será imprescindible
en la elección de las posturas y de los ejercicios y, sólo así, se podrá realizar un trabajo
individualizado y específico.
Reflexiones finales
No todos los ejercicios habitualmente utilizados, cumplen los criterios de efectividad,
especificidad y seguridad. Corresponde al
médico y al fisioterapeuta la selección.
El protocolo de trabajo vendrá definido por
la tardía activación de la musculatura estabilizadora del tronco, por la atrofia del multífidus, la peor fuerza-resistencia de la
musculatura extensora del raquis, el peor
control postural del raquis y la cortedad de
1756
diversos grupos musculares, en especial de
la musculatura isquiosural.
El tratamiento de la lumbalgia una vez se
haya superado la fase aguda, se basa en seis
bloques de contenidos: percepción y normalización de la disposición de la pelvis; estabilización de la zona lumbar; propiocepción;
ejercicios de estiramientos; ejercicios de
fortalecimiento; y entrenamiento de la
adecuada Higiene Postural.
La utilización de fajas y corsés a tiempo
parcial durante esta fase del tratamiento,
puede acelerar el inicio del tratamiento físico,
al ayudar a controlar el dolor y evitar la
inmovilización global del paciente.
Ante un dolor lumbar que perdura en el
tiempo, es muy frecuente diagnosticarlo de
lumbalgia crónica sin buscar los factores
etiológicos que facilitan su perpetuación, no
prescribiendo la pauta de tratamiento más
adecuada para cada paciente.
Un error muy frecuente, es que el médico
saque de un cajón unas hojas con ejercicios
dibujados, para que el paciente los practique
en su domicilio o en un gimnasio, sin detenerse a enseñar adecuadamente los ejercicios, ni comprobar que el paciente los realiza
adecuadamente. Esta debería ser una pauta
de actuación a erradicar.
En resumen, hay que valorar a cada paciente
con dolor lumbar de manera individual, es
preciso intentar llegar al diagnóstico más
exacto posible, determinando los factores
agravantes, y enseñar la cinesiterapia de
manera individualizada. Posteriormente, los
pacientes pueden integrarse en grupos de
tratamiento para la columna vertebral, en
centros de fisioterapia o en salas de musculación o gimnasios con técnicos preparados
y habilitados para ello.
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