N° 242 Sala Laboral n° 2 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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Acuerdo Nro. 242
En la ciudad de Rosario, a los 11 días del mes de octubre
del año dos mil siete, se reunieron en Acuerdo las Sras. Juezas de la Sala Segunda de la Cámara
de Apelación en lo Laboral, Dras. Celestina Bugni de Basualdo, Lucía María Aseff y Roxana
Mambelli, con el fin de dictar sentencia en los autos caratulados “LÓPEZ, OSCAR JUAN c.
CARGILL S.A.C.I. s. DEMANDA LABORAL DE COBRO DE PESOS” (Expte. Nro. 30/2007),
venidos para resolver los recursos de nulidad y apelación interpuestos por ambas partes contra el
fallo Nro. 1071 del 26 de junio de 2006, dictado por la Jueza de Primera Instancia de Distrito en lo
Civil, Comercial y Laboral Nro. 2 de San Lorenzo. Efectuado el estudio de la causa, se resolvió
plantear las siguientes cuestiones:
1. ¿ES NULA LA SENTENCIA RECURRIDA?
2. EN SU CASO ¿ES JUSTA?
3. ¿QUÉ PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR?
Practicado el sorteo de ley, resultó el siguiente orden de votación: Dras. Mambelli,
Bugni de Basualdo y Aseff.
A la primera cuestión, la Dra. Mambelli dijo:
Los recursos de nulidad interpuestos a fs. 177 por la demandada y a fs. 179 por la
actora, no han sido fundados explícitamente en esta instancia y no se advierten vicios extrínsecos
en el procedimiento ni en la resolución que autoricen su declaración de invalidez ex officio.
Voto por la negativa.
A la misma cuestión, las Dras. Bugni de Basualdo y Aseff expresaron los mismos
fundamentos que los vertidos por la Dra. Mambelli y votaron en idéntico sentido.
A la segunda cuestión, la Dra. Mambelli dijo:
Contra la sentencia de fs. 163/174 expresa sus agravios la parte actora a fs.
197/204 y la demandada hace lo propio a fs. 208/210; debidamente sustanciados, quedan los
presentes en estado de resolver.
1. La sentencia impugnada
El pronunciamiento recurrido entendió -en suma- que aun probado el hecho
invocado para despedir al actor, el mismo no guardaba proporcionalidad con la falta cometida.
En lo que aquí interesa, la a quo consideró procedentes los rubros días laborados
de enero de 2005; indemnización por despido; por falta de preaviso (y su SAC) e integración mes
de despido; vacaciones proporcionales; indemnización agravada art. 16, ley 25561 (80% de
recargo -conforme decreto 2014/04- sobre la indemnización por antigüedad, sustitutiva de
preaviso e integrativa mes de despido).
En cambio, rechazó la indemnización por daño moral y también el planteo de
inconstitucionalidad introducido por la demandada, del art. 2 del decreto 2014/04 (reglamentario
de la ley 25972, norma ésta que continuó a la ley 25561).
También rechazó la tacha formulada por la actora contra el testigo Sampietro, con
costas.
2. Los agravios
2.1. Los agravios vertidos por la actora contra el pronunciamiento pueden
reseñarse así: a) rechazó la tacha contra el testigo Sampietro; b) consideró acreditada la
existencia de los hechos invocados como causal del despido; c) rechazó el reclamo por daño
moral.
2. 2. A su turno, la demandada cuestionó al decisorio, en síntesis, que: a)
soslayara la entidad del agravio cometido por el trabajador; b) los rubros días de enero de 2005 y
vacaciones proporcionales no habían sido demandados; c) considerara constitucional el art. 2 del
decreto 2014/04 a pesar de incurrir éste en exceso reglamentario.
3. La materia recursiva
Los agravios reseñados precedentemente conducen al tratamiento de las
siguientes cuestiones: a) el rechazo de la tacha formulada contra el testigo Sampietro; b) la
justificación o no del despido; c) daño moral; d) los rubros no reclamados; e) el reproche de
inconstitucionalidad del decreto 2014/04.
3.1. El rechazo de la tacha formulada contra el testigo Sampietro
3.1.1. Considera el actor que la a quo -al exigir que demostrara que el testigo
había sido instruido por la empleadora para declarar a favor de ésta- invirtió la carga de la prueba,
porque los hechos que sustentaron la objeción (la concurrencia del testigo único al estudio jurídico
que representa a la empleadora a poco más de 48 horas hábiles antes de la audiencia respectiva)
hacían presumir su parcialidad, segundo de los supuestos de procedencia contemplado por el art.
93, CPL.
3.1.2. Sabido es que las tachas son las circunstancias con entidad para disminuir
el valor de las declaraciones de los testigos y que las partes hacen notar al juez para que las
aprecie en la sentencia.
Se trata, pues, de advertir al juzgador acerca de la existencia de motivos de
sospecha en torno a la imparcialidad del declarante.
Desde ya, el hecho -reconocido por el testigo- de que concurrió al estudio jurídico
que representa a la demandada antes de la celebración de la audiencia permite inferir -en
abstracto- una cierta inclinación a beneficiar al empleador, un motivo de sospecha acerca de su
imparcialidad.
Ello justificaría la admisión de la tacha, en su finalidad de advertencia para el
juzgador, ya que -de cualquier manera- el testigo respecto de quien se hace lugar a la tacha no
está invalidado, sino que su declaración deberá ponderarse con estrictez.
Consecuentemente, considero que asiste razón a la actora y la tacha debe
receptarse, ahora con costas a la demandada. Cabe señalar que es la imposición de los gastos
causídicos la única consecuencia de la recepción del agravio, ya que de la sentencia en crisis se
advierte igualmente una cuidadosa ponderación de la declaración de Sampietro llevada a cabo por
la a quo.
3.2. La justificación o no del despido
3.2.1. El trabajador reprocha que la a quo hubiera concluido en que la empleadora
había demostrado la causa invocada para extinguir el contrato. Sin embargo, atento a que
-paralelamente- la demandada se queja de la conclusión arribada en la sentencia en torno a la
falta de proporcionalidad entre la falta y la decisión rupturista, únicamente si los agravios de la
accionada tuvieran andamiaje se abriría la posibilidad de tratar los de la actora.
3.2.2. Sabido es que la injuria puede definirse como un incumplimiento grave de
las obligaciones y deberes de conducta, propios del vínculo laboral que, por su trascendencia, no
permite la prosecución de la relación; la misma ley adjetiva el incumplimiento y brinda pautas para
su configuración: la gravedad debe ser tal que no permita la continuación del contrato. De allí que
no toda inconducta es injuria y deben darse las restantes exigencias que son, precisamente, las
que permite apartar la tutela genérica a la permanencia (cfr. Eduardo Álvarez, “Reflexiones sobre
injuria laboral y delito en el Derecho del Trabajo argentino”, RDL, 2000-1-212).
La valoración de la conducta -que el art. 242, LCT coloca en cabeza del juzgadorse lleva a cabo teniendo en cuenta los parámetros de causalidad, oportunidad y proporcionalidad
(lo que Enrique Herrera denomina “condiciones de regularidad del despido”) y la injuria debe
revestir una magnitud de suficiente importancia como para desplazar del primer plano el principio
de conservación del empleo (art. 10, LCT).
El último de los parámetros -la proporcionalidad- es el que a mi criterio la a quo
analizó adecuadamente, arribando a una conclusión que no puedo sino compartir porque tuvo en
cuenta el hecho a la luz de las circunstancias particulares de la relación y las condiciones
personales del trabajador.
En efecto, destacó la juzgadora la antigüedad del trabajador (casi 21 años) y sin
constancia de sanciones disciplinarias, así como que el episodio ocurrió en presencia de otro
personal jerárquico y no del resto de los trabajadores; también que la frase “que le iba a pegar un
palazo en la cabeza” fue dicha en una conversación en la que ambos protagonistas estaban
levantando la voz y en la que el supervisor le decía que le había perdido la confianza (se trataba
de una cuestión relativa a la autorización o no de realización de horas extras y la negativa a su
pago).
De tal modo, se relativiza en algo la entidad del agravio como para extinguir el
contrato, ya que la falta de disciplina no tuvo lugar frente al resto del personal, evitándose de tal
modo una mala imagen o que cundiera como mal ejemplo la impunidad de un acto de
resquebrajamiento de las formas frente a los superiores (cabe señalar que, si la cuestión fue
conocida por otros dependientes, sólo pudo deberse a la falta de confidencialidad del afectado por
la mala conducta del trabajador).
Y, fundamentalmente desde mi óptica, que el actor tenía una importantísima
antigüedad en la empresa, acompañada de una conducta irreprochable, desde que no se ha
probado en autos lo contrario.
La antigüedad, precisamente, es uno de los elementos que debe ponderarse para
determinar la existencia de la justa causa del despido. Desde ya, nunca basta una larga
antigüedad para borrar los efectos de una injuria gravísima (Juan C. Fernández Madrid, Tratado
Práctico de Derecho del Trabajo, T. II, p. 1734), pero la que se ha ventilado en el sub lite aparece
-como expliqué- grave pero con consecuencias acotadas en lo que refiere a la imagen de la
empresa y de los mismos afectados por el exabrupto el que, sin llegar a estar justificado en
absoluto, resulta entendible en el contexto de una discusión en la que ambas partes estaban
perdiendo la compostura y, especialmente, porque se dijo en un ambiente de cierta intimidad, a
punto tal que sólo tenía por testigo a un supervisor.
Por supuesto, nadie exige a la empresa que tolere sin más una falta disciplinaria
como la cometida por el actor, mas acontece que si se tiene en cuenta la importante antigüedad
del trabajador y la carencia de sanciones o incumplimientos previos, la empleadora hubiera podido
aplicar -en el ejercicio de su poder disciplinario- una sanción menos grave que el despido para
evitar la reiteración de conductas en ese sentido y reencauzar la disciplina en seno del
establecimiento, ya que los -reitero- intachables antecedentes del trabajador hacen presumir que
la aplicación de una sanción hubiera bastado para hacerlo recapacitar.
Lo expresado hasta aquí determina el rechazo de los agravios de la demandada y,
consecuentemente, la inoficiosidad del tratamiento de los vertidos por la actora en la cuestión
analizada.
3.3. Los rubros días de enero de 2005 y vacaciones proporcionales
Aduce el accionado que dichos rubros -a cuyo pago fue condenado en la
sentencia- no habían sido demandados.
Las vacaciones proporcionales fueron reclamadas (fs. 22, rubro n°3) por lo que el
reproche carece de asidero en las constancias de la causa. Empero la recepción de los días de
enero de 2005 excede la posibilidad de fallar ultra petita contemplada por el art. 98, CPL, ya que
se trata de cuestión que no ha sido materia de litigio y excede de una mera corrección numérica o
adecuación en la procedencia de rubros pretendidos.
El agravio, pues, debe ser parcialmente receptado.
3.4. Daño moral
3.4.1. Cuestiona el actor que la falsa imputación formulada como causa del
despido -una conducta violenta que encuadraría en el delito de amenazas- generó en el afectado
una repercusión negativa en su ánimo, espíritu y honor.
Adelanto desde ya que, por los motivos que desarrollaré, no le asiste razón.
3.4.2. El art. 245, LCT establece un sistema objetivo en torno a la reparación de
los daños derivados de un despido incausado por lo que, en principio, la indemnización tarifada
comprende el resarcimiento de todos los perjuicios ocasionados, sean éstos patrimoniales o
morales.
Digo “en principio”, porque no comparto la extrema postura que considera que la
tarifación queda limitada a lo patrimonial y, en consecuencia, abre irrestrictamente la vía del
reclamo moral, ni -va de suyo- aquella otra que entiende que la indemnización por despido
prevista legalmente siempre y en todos los casos satisface los daños causados.
Me ubico, entonces, en lo que Jorge Mosset Iturraspe (“Daño moral en la extinción
del contrato de trabajo”, Revista D. Laboral, T. 2000-1-181, Edit. Rub. Culzoni) denomina “tesis
intermedia”, la que descarta tanto la proscripción de todo daño moral vinculado al despido, como
su pertinencia en base en las resonancias espirituales de todo despido arbitrario, sin excepción
alguna.
Esta postura justifica la reparación adicional cuando se trata de daños morales
nacidos de hechos distintos al simple despido, originados en hechos extracontractuales en
ocasión de la ruptura del contrato o fuera de ella, daños que resultarían indemnizables aun en
ausencia de una relación laboral, daños producto de un obrar culposo o doloso del empleador.
De tal modo, no obstante que las indemnizaciones tarifadas cubren todos los
daños, tanto materiales o morales que la pérdida del empleo puede haber ocasionado al
trabajador, sería procedente el pago de un plus por daño moral -excepcionalmente- cuando la
actitud de la empleadora al disolver el vínculo excede el ámbito contractual para ingresar en el de
la ilicitud dolosa o culposa (SCBA, 23.03.82, DJBA, 123-10; 25.10.94, DJBA, 147-7109; 26.08.97,
LLBs.As., 1997-1254; CNAT, V, 24.11.93, DT. 1994-A-742; CNAT, VI, 26.02.99, DT, 1999-B-1816;
CNAT, VIII, 27.07.81, JA, 982-IV-277, entre muchos otros en similar sentido) y que sería reparable
aun en ausencia de una relación laboral (CNAT, 15.12.95, DT, 1996-B-1484).
3.4.3. El desarrollado hasta aquí ha sido el criterio seguido por la a quo, quien
señaló que no advertía la configuración de una conducta adicional del empleador ajena al
contrato, de naturaleza dolosa, es decir, un acto ilícito adicional al despido, conclusión que el
recurrente no logra rebatir en su memorial recursivo.
A ello se añade que, efectivamente, el hecho imputado existió, sólo que en el
marco de ponderación de la proporcionalidad de la falta que justificara dejar de lado el principio de
conservación del contrato, la juzgadora concluyó en que bien podía haber sido el trabajador
sancionado de otro modo (ver el desarrollo efectuado en el parágrafo 3.2.) , lo que excluye la
concreción de un daño adicional al que provoca todo despido y que no pueda ser reparado por la
indemnización forfataria que la ley prevé para la extinción injustificada del contrato.
3.5. La tacha de inconstitucionalidad del decreto 2014/04
3.5.1. En el punto, los reproches de la demandada ostentan indudable entidad
para revertir lo resuelto en la instancia de origen. En efecto el art. 2 del decreto 2014/04 es
claramente inconstitucional por incurrir en exceso reglamentario, tacha que surge diáfanamente a
partir de la simple comparación del texto de la ley 25972 con el decreto cuestionado.
3.5.2. Doctrinariamente, Juan José Etala (h) (“Actual política laboral - Análisis de
los decretos 2014/04 y 2005/04”, DT, 2005 -enero- p. 1) explica que la ley de emergencia 25561,
en su art. 16, estableció la suspensión de los despidos sin justa causa y el empleador que violara
dicha suspensión tenía una sanción cual era la de abonar las indemnizaciones correspondientes
en forma duplicada; a su turno el decreto 264/02 pretendió clarificar algunos aspectos de dicha
ley y, en realidad, resultaba a todas luces meramente interpretativo de la voluntad del legislador.
El decreto 2014/04 también intentó interpretar al legislador, sólo que -en este
caso- la ley 25972 resulta lo suficientemente clara, en cuanto a su alcance como en cuanto a las
facultades que le otorga al Poder Ejecutivo que no permite duda alguna.
Así -refiere Etala- ninguna duda cabe que el art. 4 de la ley 25972 ha reemplazado
íntegramente al art. 16 de la ley 25561. El primer párrafo del mencionado artículo prorroga la
suspensión de los despidos sin causa justificada que había dispuesto el art. 16 de la ley 25561 y
hasta que la tasa de desocupación publicada por el INDEC resulte inferior al 10%. El segundo
párrafo establece claramente cuál es la sanción para los empleadores que violen la mencionada
suspensión. Y la misma consiste en el pago de un porcentaje adicional, a fijar por el Poder
Ejecutivo Nacional, por sobre la indemnización que le corresponda al trabajador conforme lo
establecido en el art. 245 de la Ley de Contrato de Trabajo. De tal modo, la sanción para el
empleador que despida sin justa causa es un porcentaje sobre la indemnización por antigüedad a
fijar por el Poder Ejecutivo Nacional, única función delegada por el Congreso de la Nación. Pero
no ha sido una función delegada el determinar sobre qué rubros corresponde calcular el
mencionado porcentaje y ello justamente por cuanto la norma es de tal claridad que no permite
interpretación dudosa alguna.
La sanción, se reitera, solamente es un porcentaje de la indemnización
contemplada en el art. 245 de la LCT y la mencionada norma establece únicamente la
indemnización por antigüedad. El decreto 2014/04 establece dicho porcentaje en el 80% (lo cual
se encontraba dentro de las facultades delegadas), pero aclarando que es sobre los montos
indemnizatorios que le correspondan percibir al trabajador, agregando que dicho adicional
comprende todos los rubros indemnizatorios originados con motivo de la extinción del contrato de
trabajo.
Este decreto, en ese aspecto (los rubros a considerar), es absoluta e
incuestionablemente inconstitucional, ya que un decreto no puede exceder el marco de la ley y la
ley es totalmente clara en el sentido que solo procede el porcentaje adicional por sobre la
indemnización del art. 245 de la LCT y no sobre otros rubros que se liquiden con motivo de la
extinción del contrato de trabajo.
Destaca el autor que ni siquiera se trata de un tema interpretativo ya que la
claridad de la ley es de tal magnitud que no permite otra lectura que la señalada, resaltando que el
decreto analizado, en sus fundamentos (párrafo nueve), incurre en un grave error ya que hace
referencia a que la ley establece la indemnización que les corresponda (como decía la antigua ley
25561) y no hace referencia al claro texto de la ley 25972 que es la única actualmente vigente en
ese aspecto.
En lo que aquí interesa, concluye Etala en que, incuestionablemente, si con la
normativa anterior el tema había merecido cuestionamientos, dudas e interpretaciones judiciales
encontradas, con el actual texto de la ley 25972, que no deja resquicio para duda alguna, no
parece que pueda existir margen para que la Justicia no declare la inconstitucionalidad, en ese
aspecto, del decreto 2014/04.
3.5.3. El mismo criterio se está abriendo paso en la jurisprudencia, como lo
demuestra la breve reseña que sigue:
El decreto 2014/04 “contraría abiertamente el texto de la norma reglamentada, que
estableció, con rigor de vocabulario, que el incremento debía calcularse sobre el resarcimiento
previsto en el art. 245 de la LCT. Si bien el art. 16 de la ley 25561 utilizaba una fórmula poco
precisa ("la indemnización que les correspondiese, de conformidad a la legislación laboral
vigente") que toleraba otras interpretaciones (como la que en su momento efectuó el 264/02), no
ocurre lo mismo con el actual art. 4° de la ley 25.972, que no deja ningún espacio para la
discusión, dado que identifica con absoluta precisión el resarcimiento que se duplica, que es
exclusivamente la indemnización por antigüedad del art. 245 de la LCT. Dada la abierta
discrepancia entre el texto legal y el de la norma reglamentaria, cabe hacer primar el de la
primera, pues lo contrario importaría quebrar el principio constitucional de la subordinación del
reglamento a la ley (CSJN, Fallos: 319: 3071).” (CNAT, IV, 05.07.07, “Loto, Adrián c. Coto CICSA”,
La Ley Online).
Coincidentemente, se expresó que la ley 25972 hace concreta referencia a "...la
indemnización del art. 245 de la L.C.T...". De acuerdo con ello, y en tanto el decreto 2014/04 -al
pretender extender el agravamiento a todos los rubros originados como motivo de la extinción del
contrato de trabajo- afecta el esquema normativo de nuestra Constitución y el principio de división
de poderes contenido en ella, corresponde dar prevalencia a la ley Suprema y, en consecuencia,
declarar la inconstitucionalidad del referido decreto en cuanto se contrapone a ella (conf. art. 28,
C.N.) (CNAT, II, “Escobar, Roque c. Al Carbón SA”, 06.03.07, La Ley Online).
En la misma línea de consideración, se dijo que la claridad de lo preceptuado en el
art. 4 de la ley 25972, acerca de que el agravamiento indemnizatorio previsto en el art. 16 de la ley
25561 sólo es aplicable a la indemnización emergente del art. 245 LCT, permite inferir que existió
un exceso reglamentario por parte del Poder Ejecutivo Nacional al establecer en el art. 2° del
decreto 2014/04 que tal agravamiento se proyectaba sobre todas las indemnizaciones derivadas
del distracto, pues resulta claro que mediante tal decisión se ampliaban los términos de la norma
apartándose de lo expresamente establecido por el legislador, circunstancia que evidencia que se
ha contrariado el orden de prelación que prevé el art. 31 de la Constitución Nacional y que se han
excedido los límites establecidos en el art. 99 inc. 2° de la Carta Magna. A ello se suma que de la
citada ley 25972 se desprende la intención del legislador de reducir el agravamiento
indemnizatorio que se había establecido en el art. 16 de la ley 25561 y la ampliación que efectúa
el citado decreto 2014/04 a rubros que no fueron mencionados en aquel plexo legal, contraría
dicho espíritu (CNAT, IX, “Sargiotto, Claudio J. c. Banco de Corrientes S.A.”, 16.02.07, La Ley
Online).
3.5.4. Como anticipé, pues, a mi entender el decreto 2014/04 resulta
inconstitucional y, por ello, inaplicable en el sub examine.
4. Las razones expuestas me conducen a propiciar que se revoque la sentencia
impugnada en cuanto rechazó la tacha contra el testigo Sampietro, receptó un rubro no
demandado (días de enero de 2005) y reputó constitucional el decreto 2014/04.
Voto, pues, parcialmente por la negativa.
A la misma cuestión, las Dras. Bugni de Basualdo y Aseff expresaron los mismos
fundamentos que los vertidos por la Dra. Mambelli y votaron en idéntico sentido.
A la tercera cuestión, la Dra. Mambelli dijo:
Los fundamentos que anteceden me llevan a: 1) desestimar los recursos de
nulidad interpuestos por ambas partes; 2) hacer lugar parcialmente al recurso de apelación
deducido por la actora, revocando la sentencia de la anterior instancia en cuanto rechazó la tacha
al testigo Sampietro y, en su lugar, la misma se recepta con costas a la demandada; 3) hacer lugar
parcialmente al recurso de apelación deducido por la demandada y revocar la sentencia
impugnada en cuanto hizo lugar a un rubro no demandado (días de enero de 2005); y declarar la
inconstitucionalidad del decreto 2014/07 e inaplicable al caso de autos; 4) confirmar la sentencia
en lo demás que ha sido materia de agravio; 5) imponer las costas de la Alzada en el 60% a cargo
de la actora y 40% de la demandada; 6) fijar los honorarios en el 50% de los que en definitiva se
regulen en baja instancia.
Así voto.
A la misma cuestión, las Dras. Bugni de Basualdo y Aseff dijeron que el
pronunciamiento que corresponde dictar es el propuesto por la Dra. Mambelli y así votaron.
En mérito al acuerdo que antecede, la Sala Segunda de la Cámara de Apelación
en lo Laboral,
RESUELVE: 1) desestimar los recursos de nulidad interpuestos por ambas partes;
2) hacer lugar parcialmente al recurso de apelación deducido por la actora, revocando la sentencia
de la anterior instancia en cuanto rechazó la tacha al testigo Sampietro y, en su lugar, la misma se
recepta con costas a la demandada; 3) hacer lugar parcialmente al recurso de apelación deducido
por la demandada y revocar la sentencia impugnada en cuanto hizo lugar a los rubros no
demandados
(días
de
enero
de
2005
y
vacaciones
proporcionales);
y
declarar
la
inconstitucionalidad del decreto 2014/07 e inaplicable al caso de autos; 4) confirmar la sentencia
en lo demás que ha sido materia de agravio; 5) imponer las costas de la Alzada en el 60% a cargo
de la actora y 40% de la demandada; 6) fijar los honorarios en el 50% de los que en definitiva se
regulen en baja instancia.
Insértese, hágase saber y oportunamente bajen. (Autos: “LOPEZ, OSCAR JUAN
C/ CARGILL S.A.C.I. S/ DEMANDA LABORAL DE COBRO DE PESOS”, Expte. N° 30/07).
MAMBELLI
BUGNI DE BASUALDO
ASEFF
POGULANIK
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