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U R Í D I C A
J
C T U A L I D A D
A
Dosis personal
Sentencia C – 221 de mayo 5 de 1994*
Por medio de la cual la Honorable Corte
Constitucional procedió a dictar sentencia en el
proceso de constitucionalidad contra el literal j) del
artículo 2 y 51 de la ley 30 de 1986.
Corte Constitucional
Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz
En esta sentencia el ciudadano Alexandre
Sochandamandou, en ejercicio de la acción pública
de inconstitucionalidad, solicita a la Corte que
declare inexequibles el literal j) del artículo 2o. y el
artículo 51 de la ley 30 de 1986, tales disposiciones
establecen lo que se entiende por dosis personal de
estupefacientes y las sanciones que acarrea el porte
de ésta.
El actor convoca a la Corte a reconocer los
límites Constitucionales a la intervención del Estado
en la salud personal, sentando como base que las
normas acusadas violan el artículo 366
Constitucional pues, si el Estado no puede
garantizar la curación del enfermo, tampoco puede
privarle de la droga que le proporciona alivio, sobre
este mismo límite indica que se están vulnerando
los artículos 5, 28, 29, 34 y 49 de la Carta Política,
debido a que el Estado no puede sancionar con
pena o medida de seguridad el derecho inalienable
de las personas a estar psicofisiológicamente
enfermas por cualquier causa, inclusive de
64
* Resumen de la sentencia realizado por Nathalie Molina Torres.
drogadicción o toxicomanía. Lo anterior teniendo
en cuenta que el actor considera que los
drogadictos y toxicómanos son enfermos
psicofisiológicos.
Añade el accionante que las normas acusadas
violan los artículos 28 y 95 numeral 1° de la Carta,
pues no se "puede penar a quienes simplemente
consumen estupefacientes, porque con su
conducta no perjudica a persona diferente a ellos
mismos."
Conjuntamente el actor rechaza que se
establezca un tope máximo de la dosis personal, ya
que se estaría desconociendo injustificadamente
que para el toxicómano o drogadicto esto depende
del grado de adicción que posea. Afirma de igual
forma que se da un trato discriminatorio entre los
mismos toxicómanos menos y más afectados, con
el fin de presentar a los primeros como
contraventores y a los últimos como delincuentes.
Finalmente la demanda se refiere al tratamiento
médico previsto en las normas acusadas aludiendo
que con éstos se está vulnerando el artículo 5 de la
Carta, puesto que para el actor “los derechos
inalienables de la persona, se extienden hasta su
derecho a enfermarse psicofisiológicamente”.
Además se manifiesta en cuanto a la violación de los
artículos 28 y 34 Constitucional ya que habiendo
toxicómanos incurables la pena establecida para su
supuesta rehabilitación sería imprescriptible.
El Ministerio de Justicia mediante apoderado y
el Procurador General de la Nación (encargado),
tomaron parte en este asunto y a lo sumo explicaron
sus argumentos mediante escrito, el primero de
dichos órganos solicitó la constitucionalidad de las
normas y el segundo instó a la Corte a que declare
exequibles el literal j) del artículo 2o. y el artículo 51
de la ley 30 de 1986, este último "en el entendido
que la sanción de internamiento o restricciones a la
libertad en virtud de su literal c), no pueden ser
superiores a las penas de arresto contenidas en sus
literales a) y b)".
Conforme al artículo 241 numeral 4 de la
Constitución Política, la Corte se declara
competente para conocer y decidir sobre esta
demanda, en razón a tal expresa los siguientes
móviles:
Como primera medida se pronuncia sobre la
naturaleza del derecho y la moral, aludiendo a la
unilateralidad de la última y precisando que tal
característica crucial se debe a que las obligaciones
que ella impone no crean en favor de nadie la
facultad de exigir la conducta debida, empero
expone que en el campo del derecho todo sucede
de forma distinta puesto que el legislador puede
prescribir la forma en que debo comportarme con
los demás, pero no la forma en que debo
comportarme conmigo mismo, en la medida en que
mi conducta no interfiere con la órbita de acción de
nadie. Si de hecho lo hace, su prescripción sólo
puede interpretarse de una de estas tres maneras:
1) expresa un deseo sin connotaciones normativas;
2) se asume dueño absoluto de la conducta de cada
persona, aun en los aspectos que nada tienen que
ver con la conducta ajena; 3) toma en cuenta la
situación de otras personas a quienes la conducta
del sujeto destinatario puede afectar.
Luego de tales planteamientos claves se
convierte en piedra angular en los móviles de esta
Corte
“El reconocimiento de la persona como
autónoma en tanto que digna (artículo 1o.
de la C.P.), es decir, un fin en sí misma y no
un medio para un fin, con capacidad plena
de decidir sobre sus propios actos y, ante
todo, sobre su propio destino. La primera
consecuencia que se deriva de la autonomía
consiste en que es la propia persona (y no
nadie por ella) quien debe darle sentido a
su existencia y, en armonía con él, un
rumbo. Si a la persona se le reconoce esa
autonomía, no puede limitársela sino en la
medida en que entra en conflicto con la
autonomía ajena.”
En razón del planteamiento anterior se exhorta
al Estado a cumplir con los principios y garantías
que ha constitucionalizado para sus asociados
arguyendo que
“Un Estado respetuoso de la dignidad
humana, de la autonomía personal y el libre
desarrollo de la personalidad, escamotear
su obligación irrenunciable de educar, y
sustituir a ella la represión como forma de
controlar el consumo de sustancias que se
juzgan nocivas para la persona
i n d i v i d u a l m e n t e c o n s i d e r a d a y,
eventualmente, para la comunidad a la que
necesariamente se halla integrada. El
argumento anterior bajo una concepción
personalista de la sociedad, que postula al
Estado como un instrumento al servicio del
hombre y no el hombre al servicio del
Estado para la realización de un fin más allá
de la persona”.
En cuanto al literal j) del artículo 2o., también
demandado, y que se refiere al tope máximo de la
dosis personal, encuentra la Corte que se ajusta a la
Norma Básica, pues constituye un ejercicio de la
facultad legislativa inscrito dentro de la órbita
precisa de su competencia; porque determinar una
dosis para consumo personal, implica fijar los
límites de una actividad lícita (que sólo toca con la
libertad del consumidor), con otra ilícita: el
narcotráfico que, en función del lucro, estimula
tendencias que se estiman socialmente
indeseables.
Finalmente, la Corte Constitucional resuelve
primero: Declarar exequible el literal j) del artículo
2o. de la ley 30 de 1986 y segundo: Declarar
inexequibles los artículos 51 Y 87 de la ley 30 de
1986.
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C T U A L I D A D
Penalización del aborto en el mundo
Sentencia C-355 de 2006*
A
Corte Constitucional
Magistrados ponentes: Jaime Araujo Rentería y
Clara Inés Vargas Hernández.
A continuación basándonos en la Sentencia C-355
de 2006, se hará un breve resumen de la situación
del aborto en algunos países del mundo. Teniendo
en cuenta que en Colombia a partir de dicha
sentencia el aborto se permite en tres casos:
“(i) Cuando la continuación del embarazo
constituya peligro para la vida o la salud de
la mujer, certificada por un médico; (ii)
Cuando exista grave malformación del feto
que haga inviable su vida, certificada por un
médico; y, (iii) Cuando el embarazo sea el
resultado de una conducta, debidamente
denunciada, constitutiva de acceso carnal o
acto sexual sin consentimiento, abusivo o
de inseminación artificial o transferencia de
óvulo fecundado no consentidas, o de
incesto”.
En Alemania está prohibida la despenalización
total del aborto, se permite en circunstancias
excepcionales; los requisitos para estos casos
dependen de circunstancias médicas, eugenésicas,
penales y sociales, esta última siempre que se
cumpla con una consejería previa y un periodo de
espera de tres días. En Canadá se despenalizó el
aborto, debe haber una libre decisión de abortar
durante el primer trimestre de embarazo y el aborto
debe ser posible y aún después del primer trimestre,
cuando la vida o la salud de la mujer se encuentren
en peligro de continuar el embarazo.
En España, por su parte, se permite la
despenalización por el legislador en circunstancias
excepcionales. Para éstas se debe tener en cuenta
los siguientes parámetros: se puede acceder a un
aborto lícito en el primer trimestre de embarazo
cuando la vida de la mujer o su salud física o mental
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* Resumen de la sentencia realizado por Yulieth Cepeda Martes.
se encuentre en peligro, cuando el embarazo sea
producto de una violación y haya sido denunciada o
cuando se presuma que el feto nacerá con
malformaciones físicas o psíquicas.
En Pennsylvania, Estados Unidos, se permite
durante el primer semestre y se necesita un periodo
de espera de 24 horas. Hay una consejería médica
que educa sobre la viabilidad del feto, debe haber
un consentimiento de los padres si es menor, esto
último también está en el Estado de New
Hampshire. En el Estado de Pennsylvania hay una
obligación de llevar archivo sobre interrupciones de
embarazos guardando la confidencialidad de la
paciente. Después de la viabilidad del feto es
posible penalizar el aborto.
En Francia, por ejemplo, es posible acceder a un
aborto sin sujeción a condiciones en las primeras
doce semanas de embarazo por motivos de
angustia; después de ese periodo se permite, sin
limitación temporal por peligro para la vida o salud
de la mujer o por malformaciones en el feto.
Por su parte, en Hungría hay despenalización en
circunstancias excepcionales descritas con precisión
por el legislador; se deben dar durante el primer
trimestre de embarazo por amenaza a la salud de la
mujer; probabilidad de serio defecto o daño del feto
o cuando el embarazo es producto de un acto
criminal; es posible acceder a un aborto lícito hasta
la 18 semana de embarazo cuando la mujer es
incapaz o no supo de su embarazo por error
médico. En Irlanda sólo es posible acceder a un
aborto lícito ante un riesgo real y sustancial para la
vida de la mujer. En Italia se ordena cuando de
acuerdo a una certificación médica se establezca
que la salud o vida de la mujer se encuentra en
peligro con la continuación del embarazo.
Finalmente en Portugal es posible acceder a un
aborto lícito cuando la terminación del embarazo
sea la única manera de eliminar el riesgo de muerte
o un daño severo permanente para la salud física o
mental de la madre, cuando la continuación del
embarazo ponga en riesgo de muerte o de daño
severo la salud mental o física de la mujer, siempre
que la intervención se haga durante las primeras
doce semanas de embarazo, cuando existan
motivos sustanciales para creer que el niño a nacer
sufriera de una enfermedad seria o incurable o de
malformaciones, y el procedimiento se realiza
durante las primeras 16 semanas de embarazo o
cuando existan indicios significativos de que el
embarazo era el resultado de una violación, y el
procedimiento se realiza durante las primeras doce
semanas de embarazo.
Hermafroditismo
Libertad restringida para cambiarse de sexo
Sentencia T-912 de 2008*
Corte Constitucional
Magistrado ponente: Jaime Córdoba Triviño.
En la Sentencia T-912 de 2008, un padre
representando a su hijo menor de edad instaura
acción de tutela contra el Instituto de Seguros
Sociales, la Clínica General del Norte de BB y Melcos
IPS, ya que considera que estas instituciones están
vulnerando los derechos a la vida y al libre
desarrollo de la personalidad de su hijo de 6 años al
negarle la autorización y realización de una cirugía
correctiva de sexo porque según los exámenes
médicos practicados padece de hermafroditismo
verdadero, el cual se refleja en que se tiene los
genitales masculinos completos y por debajo del
escroto una proyección de una vagina y un ovario.
Las entidades demandadas alegan que no se
debe realizar la cirugía para intentar dejar al
paciente con sus órganos masculinos por cuanto los
exámenes determinan que internamente,
cromosómicamente y genéticamente, se trata de
un paciente femenino, tiene un solo testículo y él
mismo, conforme el informe de patología, está
atrofiado y en forma adicional; tiene un ovario
izquierdo que aunque inmaduro, está funcionando,
lo cual determina que existe la tendencia femenina
y por lo tanto hay altísimas posibilidades de que
hacia el futuro el paciente sufra gravísimas
complicaciones de todo tipo y afecte su desarrollo.
* Resumen de la sentencia realizado por Angie De la Vega Restrepo.
La Corte Constitucional para resolver este asunto
se remonta a algunos de los puntos que ya habían
sido ampliamente desarrollados en la Sentencia SU337 de 1999. Empieza por preguntarse si para
proceder a la protección de los derechos
fundamentales invocados por el infante resulta
viable que la intervención requerida para la
asignación de sexo se realice a partir del
consentimiento sustituto de los padres, o si, por el
contrario, como se trata de un menor que ha
sobrepasado el umbral de los cinco años, se hace
indispensable esperar a que adquiera la madurez
suficiente para adoptar por sí mismo dicha decisión.
Para dar cabal respuesta a lo anterior, dice la
Corte hay que hacer especial énfasis en los alcances
y los límites del consentimiento informado en
relación con estos tratamientos. Lo primero es que
el consentimiento debe tener ciertas características
como son que sea libre e informado, es decir, que la
persona debe tomar su determinación sin
coacciones ni engaños. Así, no es válido, por haber
sido inducido en error, el asentimiento de un
paciente que es logrado gracias a una exageración,
por parte del médico, de los riesgos de la dolencia y
una minimización de los peligros del tratamiento.
Lo informado implica que debe fundarse en un
conocimiento adecuado y suficiente de todos los
datos que sean relevantes para que el enfermo
pueda comprender los riesgos y beneficios de la
intervención terapéutica, y valorar las posibilidades
de las más importantes alternativas de curación, las
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cuales deben incluir la ausencia de cualquier tipo de
tratamiento.
En último lugar, el paciente que toma la decisión
debe ser lo suficientemente autónomo para decidir
si acepta o no el tratamiento específico, esto es,
debe tratarse de una persona que en la situación
concreta goce de las aptitudes mentales y
emocionales para tomar una decisión que pueda
ser considerada una expresión auténtica de su
identidad personal. En este punto concreto, la
práctica jurídica y la literatura bioética, en distintos
países, han concluido que el grado de autonomía
que se debe exigir a un paciente para aceptar o
rechazar un tratamiento se encuentra íntimamente
ligado a los riesgos y beneficios probables del
mismo, la naturaleza de la intervención médica, y
en especial su carácter invasivo o no.
La autonomía exigida no está necesariamente
ligada a la idea de capacidad legal que se requiere
para realizar un negocio jurídico, así, la edad del
paciente puede ser tomada válidamente como un
indicador de su grado de autonomía, pero el
número de años no es un criterio tajante, ya que
menores con idéntica edad pueden sin embargo, en
la práctica, evidenciar una distinta capacidad de
autodeterminación, y por ende gozar de una
diversa protección a su derecho al libre desarrollo
de la personalidad.
Un planteamiento distinto a éste sería contrario a
la Carta, pues es deber del Estado proteger la vida y
la salud de las personas (C.P., arts. 2 y 46). Por lo que
en casos donde el paciente es un menor de edad
adquiere una cierta prevalencia el principio de
beneficencia, por lo cual el ordenamiento jurídico
establece que otras personas -en general sus
tutores o familiares- tienen el derecho y el deber de
tomar las determinaciones necesarias para proteger
la vida y la salud de quienes carecen de la
autonomía necesaria para aceptar o rechazar un
tratamiento
Enfatiza la Corte en que los padres y tutores
pueden entonces tomar ciertas decisiones en
relación con el tratamiento médico de los niños,
incluso, a veces, contra la voluntad aparente de
éstos. Lo cual no significa que aquellos puedan
tomar, a nombre de su hijo, cualquier decisión
médica relativa al menor, por cuanto el niño no es
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propiedad de nadie sino que él ya es una libertad y
una autonomía en desarrollo, que goza de
protección constitucional.
Ahora bien, en los casos en donde un estado
intersexual se encuentra vinculado a dolencias
físicas o a amenazas graves a la salud física o la vida
de la persona, no existen en general
cuestionamientos éticos ni jurídicos relacionados
con que los padres autoricen las intervenciones
médicas destinadas exclusivamente a enfrentar
esas afecciones.
Es importante resaltar que numerosos estudios
de psicología evolutiva y las diversas escuelas
sicológicas, coinciden en general en indicar que a
los cinco años un menor no sólo ha desarrollado
una identidad de género definida sino que,
además, tiene conciencia de lo que sucede con su
cuerpo y posee una autonomía suficiente para
manifestar distintos papeles de género y expresar
sus deseos. A esa edad el niño ya ha claramente
superado la etapa fálica, en donde precisamente
muestra un particular interés en la exploración de
los genitales y en conocer las diferencias
anatómicas existentes entre los sexos, y se
encuentra superando la fase edípica, en donde
consolida su identidad de género por lo que no es
necesario esperar obligatoriamente hasta la
mayoría de edad, puesto que, como ya se señaló, no
es lo mismo la capacidad legal que la autonomía
para autorizar un tratamiento médico, por lo cual,
un menor, que es legalmente incapaz, puede ser
plenamente competente para tomar una decisión
sanitaria.
En conclusión, en casos de estados intersexuales
o hermafroditismos, es válido el consentimiento
sustituto paterno en menores de cinco años,
siempre que se trate de un consentimiento
informado, cualificado y persistente, acorde con las
recomendaciones médicas y cuyo seguimiento
corresponde a un grupo interdisciplinario de
apoyo. Sin embargo, cuando el infante ha superado
el umbral de los cinco años, le corresponde a éste
tomar la decisión sobre su identidad sexual, pero a
partir de un consentimiento especial y cualificado
que comporta: (i) el consentimiento prestado por
los padres coadyuvado por (ii) la expresa voluntad
del menor y, dada la naturaleza altamente invasiva
de las operaciones y tratamientos médicos
destinados a asignar un determinado sexo, (iii), el
seguimiento profesional de un equipo
interdisciplinario que brinde apoyo
psicoterapéutico, y que debe incluir, no sólo
profesionales de la medicina sino también un
psicoterapeuta y un trabajador social, que deberán
acompañar al niño y a sus padres en todo el proceso
de la decisión.
En el caso particular estudiado en la sentencia de
tutela está demostrado que el niño hermafrodita ya
ha superado el umbral crítico de la identificación de
género y tiene una clara conciencia de su cuerpo,
motivo por el cual no es legítimo el consentimiento
sustituto paterno para que sea operado, pues los
riesgos son excesivos, y no aparece clara la utilidad
de practicar esa cirugía antes de que el propio
paciente pueda autorizarla, y el menor ya goza de
una importante autonomía que obliga a tomar en
cuenta su criterio en decisiones tan importantes
para su vida. Por lo que es necesario conformar un
equipo interdisciplinario, que debe incluir no sólo
profesionales de la medicina sino también un
sicoterapeuta y un trabajador social, para que
acompañen al menor y a sus padres en todo este
proceso, a este equipo le corresponde establecer, a
partir de la práctica de las pruebas pertinentes, el
momento en el que el niño goza de la autonomía
suficiente para prestar un consentimiento
informado para que se adelanten las cirugías y los
tratamientos hormonales, obviamente si el
paciente toma esa opción.
En caso de que la decisión del menor no coincida
con la de sus padres o que la decisión del menor y
sus padres no coincida con el concepto del equipo
interdisciplinario, no podrá realizarse la cirugía de
asignación de sexo. Ello no obsta para que la misma
se realice posteriormente, cuando así lo soliciten,
por haber coincidido en su voluntad, el niño y sus
padres, y dicha voluntad coincida con el concepto
emitido por el equipo interdisciplinario.
En consecuencia la Corte Constitucional resuelve
tutelar el derecho a la intimidad del niño y niega la
acción interpuesta por su padre en el entendido
anterior y, por lo tanto, ordena al Instituto de
Seguros Sociales que realice ciertas acciones
encaminadas a cumplir lo dicho en la sentencia.
Cambio de nombre
Sentencia T-1033 de 2008*
Corte Constitucional
Magistrado ponente: Rodrigo Escobar Gil.
En esta sentencia la Corte analizó una acción de
tutela impetrada contra la Registraduría Nacional
del Estado Civil, por parte de un ciudadano, al cual
se le reservó el nombre como medida protectora de
sus derechos a la intimidad, integridad moral y
sosiego familiar, entre otros que se podrían ver
afectados, en la medida que el tema abordado en la
sentencia incumbe un aspecto muy íntimo de la
personalidad, como es la identidad sexual.
* Resumen de la sentencia realizado por Víctor Andrade Potes.
Según consta en los hechos, el accionante fue
registrado con un nombre masculino, pero pasados
varios años y luego de haber creído que su
condición sexual estaba plenamente definida,
decidió cambiarlo por uno femenino; dicho cambio
fue acompañado de una serie de tratamientos
hormonales encaminados a consolidar su nueva
condición sexual. No obstante, luego de reflexionar
sobre la vida de prostitución y el degrado personal a
los que se vio sometido como consecuencia de su
nueva orientación sexual, decidió re direccionar su
vida, para lo cual solicitó a la Registraduría Nacional
del Estado Civil que le permitiera recobrar su
antiguo nombre.
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Dicha solicitud fue negada por la mencionada
autoridad, amparada en el artículo 94 del Decreto
1260 de 1970, según el cual sólo se puede cambiar
de nombre una sola vez. Así las cosas, el 19 de
octubre de 2007, el accionante instauró una acción
de tutela con el fin que se ampararan sus derechos
al libre desarrollo de la personalidad, la familia, la
igualdad, la personería jurídica y la vida, que según
él le estaban siendo vulnerados en la medida que el
nombre constituye un signo distintivo del
individuo, que determina la identidad de una
persona en sus relaciones y que es una
manifestación del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, entendido éste como el
reconocimiento que el Estado hace de la facultad
que tiene cada persona de fijar su proyecto de vida.
Tal acción de tutela fue denegada en única
instancia por la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali, por considerar que la
pretensión iba en contravía del mandato legal del
artículo 94 del Decreto 1260 de 1970 y que de
ninguna manera se veía vulnerado su derecho a
definir su identidad sexual por la Registraduría,
pues ya en un principio se le había permitido un
cambio de nombre.
La Corte Constitucional consideró que el
derecho al reconocimiento de la personalidad
jurídica consagrado en el artículo 14 superior
implica que tanto la sociedad como el Estado
respeten los caracteres específicos que definen y
delimitan la personalidad de cada individuo, pues
son éstos los fundamentos de su proyecto de vida,
enmarcado dentro del libre desarrollo de la
personalidad (Artículo 16 Constitucional), que no
puede verse limitado sino por los derechos ajenos y
el orden jurídico.
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Según el Alto Tribunal, la personería jurídica no
se puede entender como el simple reconocimiento
de una persona como sujeto de derecho y
obligaciones, sino engloba una serie de atributos
que lo individualizan, dentro de los cuales está el
nombre, que además de ser un derecho
fundamental, se constituye en un signo distintivo y
en una institución policiva que permite la
identificación y evita las confusiones.
Así las cosas el nombre se constituye en un
atributo de la personalidad, imprescindible para el
libre desarrollo de ésta y para la realización del
derecho a la identidad, pues se configura en un
signo distintivo del sujeto en sus relaciones con la
sociedad y el Estado.
Por otro lado, la limitación hecha por el artículo
94 del Decreto 1260 de 1970 resulta razonable y
proporcionada, ya que por un lado brinda
seguridad jurídica a las relaciones de los
particulares entre sí y con el Estado, y por el otro
desarrolla una función policiva inherente al
nombre, al limitar para efectos de identificación del
individuo, su plena sustituibilidad.
Bajo este panorama la Corte Constitucional
consideró que si bien el artículo 94 del mencionado
Decreto no afecta perse el núcleo esencial de los
derechos al libre desarrollo de la personalidad y el
reconocimiento de la personalidad jurídica, en el
caso concreto su aplicación implica la negación a
una persona de redefinir su plan de vida y,
concretamente su orientación sexual. En este
sentido, tuteló los derechos del accionante,
ordenando a la Registraduría que procediera a
realizar el cambio de nombre.
Ministro de Protección Social vs. Corte Suprema
de Justicia – Sala de Casación Penal
Sentencia T-059 de 2009*
Por la cual se resuelve la acción de tutela instaurada
por Diego Palacio Betancourt en contra de la Sala de
Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, con
citación oficiosa de Yidis Medina Padilla y de Arturo
Solarte Rodríguez.
Corte Constitucional
Magistrado Ponente: Jaime Araújo Rentería.
Esta sentencia la instaura Diego Palacio Betancourt,
accionante, Ministro de Protección Social, en contra
de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia, accionada, al proferir con fecha 26 de junio
de 2008 sentencia anticipada de condena en el
proceso penal adelantado contra la ex congresista
Yidis Medina Padilla por el delito de cohecho
propio, cometido con ocasión del trámite del Acto
Legislativo No. 02 de 2004 sobre reelección
presidencial pues se le vieron vulnerados sus
derechos fundamentales como son al debido
proceso, a la defensa, presunción de inocencia,
igualdad, buen nombre y honra y acceso a la
administración de justicia.
Según Diego Palacio Betancourt, la sentencia
que condenó a Yidis Medina vulneró su derecho al
debido proceso puesto que se menciona a él en la
sentencia pero nunca fue oído, ni siquiera la Fiscalía
lo ha hecho. Asevera que la Corte Suprema de
Justicia renunció a realizar una investigación
integral, además afirma que la Corte Suprema cita
cosas que Yidis Medina en ningún momento ha
dicho. El accionante estima violado el derecho a la
igualdad al no ser convocado a la investigación,
cuando el Ex Ministro del Interior Sabas Pretelt de la
Vega y el Ex Superintendente de Notariado y
Registro José Félix Lafourie sí lo fueron.
Diego Palacio solicitó que se ampararan sus
derechos fundamentales al debido proceso, a la
* Resumen de la sentencia realizado por Tomás Maldonado Gómez.
defensa, al principio de presunción de inocencia, a
la honra y al buen nombre, al derecho a la igualdad
y al acceso a la administración de justicia que fueron
vulnerados por la sentencia que condenó a Yidis
Medina y como consecuencia de esto solicitó que se
declarara sin valor y efecto las aseveraciones y la
responsabilidad en la misma providencia que se
refieren a él.
El accionante interpuso la tutela ante la Corte
Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil tal como
lo muestra el numeral 2 del artículo 1 del Decreto
1382 de 2000, pues ésta debe ser repartida a la
misma Corporación, a la Sala que le sigue en orden
alfabético a la accionada. Pero ésta no admitió el
trámite de la demanda elevada, omitiendo además
su envío para la eventual revisión por parte de la
Corte Constitucional y en virtud a lo que ha
manifestado por la Corte Constitucional el
accionante acudió ante el Consejo Superior de la
Judicatura. El Consejo Seccional de Cundinamarca
admitió la tutela en virtud de la jurisprudencia de la
Corte Constitucional sobre el tema, cosa que se
tocará más adelante.
El a quo señala que las instancias judiciales o
disciplinarias en las cuales se investiga la conducta
del actor son los escenarios eficaces para realizar el
debate probatorio y no se puede utilizar la acción
de tutela como un mecanismo sustituto que
desplace los procedimientos establecidos para el
efecto, porque por mandato constitucional le
corresponde la función de acusar a los ministros al
Fiscal General de la Nación, por tanto, el Consejo
Seccional de Cundinamarca resolvió no declarar la
nulidad de la presente actuación y declarar
improcedente el amparo solicitado por el
accionante.
El accionante impugnó la sentencia ante el
Consejo Superior de la Judicatura, a quem, quien
explicó que hubo un defecto orgánico pues no es
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competencia de la Corte Suprema de Justicia, sala
de casación penal, investigar las conductas de los
ministros cosa en que incurrió, desconociendo los
derechos fundamentales del accionante. Por tanto,
resolvió revocar el fallo impugnado y en su lugar
amparar los derechos fundamentales vulnerados y,
en consecuencia, deja sin efecto y valor jurídico el
texto en donde se hacen aseveraciones en contra
del accionante.
La Corte Constitucional aclara que ella tiene la
función de revisar de manera eventual las
sentencias judiciales proferidas con base en la
acción de tutela de los derechos fundamentales. Tal
revisión eventual por parte de esta Corporación no
configura entonces una tercera instancia en el
trámite de tutela, pues no se permite a las partes
controvertir en una nueva sede todos sus
argumentos o buscar una específica protección a
sus requerimientos. Además que debe respetarse el
procedimiento del Decreto 1382 de 2000 pero que
si se negare la tutela, se puede interponer la tutela
ante el Consejo Superior de la Judicatura, tal como
sucedió.
Señala la Corte Constitucional que en la
valoración probatoria hecha en la sentencia
anticipada dictada en contra de la señora Yidis
Mediana Padilla por el delito de cohecho propio, no
se observa ningún señalamiento directo contra el
accionante, pues se hace referencia, en general, a
“funcionarios del gobierno nacional” y, tal como lo
precisa la autoridad judicial accionada, las alusiones
allí consignadas no aparecen sino como citas de
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manifestaciones efectuadas por la señora Medina
Padilla, en piezas procesales como la indagatoria,
sin que ello implique la emisión de juicios de valor
sobre la conducta del demandante, ni, mucho
menos, una condena en su contra, lo que se puede
confirmar en la parte resolutiva de dicha
providencia.
Por lo dicho anteriormente la Corte
Constitucional encontró que la Sala de Casación
Penal no vulneró los derechos al debido proceso en
donde se encuentra el derecho de defensa y la
garantía de la presunción de inocencia, al acceso a
la administración de justicia, ni al buen nombre y
honra de Diego Palacio Betancourt. La Corte dice
que es competencia de la Fiscalía la investigación de
Diego Palacio Betancourt al ser Ministro pues así lo
señala la propia Constitución, por tanto, la Corte
Suprema de Justicia en ningún momento usurpó
esta competencia. También aclara la Corte que la
Procuraduría y la Fiscalía son dos órganos
totalmente distintos e independientes por ende lo
que defina uno no puede trasladarse al otro.
Por todo lo expuesto anteriormente, la Corte
Constitucional, resolvió revocar la sentencia
proferida en segunda instancia por el Consejo
Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional
Disciplinaria y confirmar la decisión adoptada en
primera instancia mediante la cual se declaró
improcedente el “amparo” solicitado, pero hizo la
salvedad que sería por las razones expuestas en su
propia providencia.
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