Sentencias U R Í D I C A J C T U A L I D A D A Dosis personal Sentencia C – 221 de mayo 5 de 1994* Por medio de la cual la Honorable Corte Constitucional procedió a dictar sentencia en el proceso de constitucionalidad contra el literal j) del artículo 2 y 51 de la ley 30 de 1986. Corte Constitucional Magistrado Ponente: Carlos Gaviria Díaz En esta sentencia el ciudadano Alexandre Sochandamandou, en ejercicio de la acción pública de inconstitucionalidad, solicita a la Corte que declare inexequibles el literal j) del artículo 2o. y el artículo 51 de la ley 30 de 1986, tales disposiciones establecen lo que se entiende por dosis personal de estupefacientes y las sanciones que acarrea el porte de ésta. El actor convoca a la Corte a reconocer los límites Constitucionales a la intervención del Estado en la salud personal, sentando como base que las normas acusadas violan el artículo 366 Constitucional pues, si el Estado no puede garantizar la curación del enfermo, tampoco puede privarle de la droga que le proporciona alivio, sobre este mismo límite indica que se están vulnerando los artículos 5, 28, 29, 34 y 49 de la Carta Política, debido a que el Estado no puede sancionar con pena o medida de seguridad el derecho inalienable de las personas a estar psicofisiológicamente enfermas por cualquier causa, inclusive de 64 * Resumen de la sentencia realizado por Nathalie Molina Torres. drogadicción o toxicomanía. Lo anterior teniendo en cuenta que el actor considera que los drogadictos y toxicómanos son enfermos psicofisiológicos. Añade el accionante que las normas acusadas violan los artículos 28 y 95 numeral 1° de la Carta, pues no se "puede penar a quienes simplemente consumen estupefacientes, porque con su conducta no perjudica a persona diferente a ellos mismos." Conjuntamente el actor rechaza que se establezca un tope máximo de la dosis personal, ya que se estaría desconociendo injustificadamente que para el toxicómano o drogadicto esto depende del grado de adicción que posea. Afirma de igual forma que se da un trato discriminatorio entre los mismos toxicómanos menos y más afectados, con el fin de presentar a los primeros como contraventores y a los últimos como delincuentes. Finalmente la demanda se refiere al tratamiento médico previsto en las normas acusadas aludiendo que con éstos se está vulnerando el artículo 5 de la Carta, puesto que para el actor “los derechos inalienables de la persona, se extienden hasta su derecho a enfermarse psicofisiológicamente”. Además se manifiesta en cuanto a la violación de los artículos 28 y 34 Constitucional ya que habiendo toxicómanos incurables la pena establecida para su supuesta rehabilitación sería imprescriptible. El Ministerio de Justicia mediante apoderado y el Procurador General de la Nación (encargado), tomaron parte en este asunto y a lo sumo explicaron sus argumentos mediante escrito, el primero de dichos órganos solicitó la constitucionalidad de las normas y el segundo instó a la Corte a que declare exequibles el literal j) del artículo 2o. y el artículo 51 de la ley 30 de 1986, este último "en el entendido que la sanción de internamiento o restricciones a la libertad en virtud de su literal c), no pueden ser superiores a las penas de arresto contenidas en sus literales a) y b)". Conforme al artículo 241 numeral 4 de la Constitución Política, la Corte se declara competente para conocer y decidir sobre esta demanda, en razón a tal expresa los siguientes móviles: Como primera medida se pronuncia sobre la naturaleza del derecho y la moral, aludiendo a la unilateralidad de la última y precisando que tal característica crucial se debe a que las obligaciones que ella impone no crean en favor de nadie la facultad de exigir la conducta debida, empero expone que en el campo del derecho todo sucede de forma distinta puesto que el legislador puede prescribir la forma en que debo comportarme con los demás, pero no la forma en que debo comportarme conmigo mismo, en la medida en que mi conducta no interfiere con la órbita de acción de nadie. Si de hecho lo hace, su prescripción sólo puede interpretarse de una de estas tres maneras: 1) expresa un deseo sin connotaciones normativas; 2) se asume dueño absoluto de la conducta de cada persona, aun en los aspectos que nada tienen que ver con la conducta ajena; 3) toma en cuenta la situación de otras personas a quienes la conducta del sujeto destinatario puede afectar. Luego de tales planteamientos claves se convierte en piedra angular en los móviles de esta Corte “El reconocimiento de la persona como autónoma en tanto que digna (artículo 1o. de la C.P.), es decir, un fin en sí misma y no un medio para un fin, con capacidad plena de decidir sobre sus propios actos y, ante todo, sobre su propio destino. La primera consecuencia que se deriva de la autonomía consiste en que es la propia persona (y no nadie por ella) quien debe darle sentido a su existencia y, en armonía con él, un rumbo. Si a la persona se le reconoce esa autonomía, no puede limitársela sino en la medida en que entra en conflicto con la autonomía ajena.” En razón del planteamiento anterior se exhorta al Estado a cumplir con los principios y garantías que ha constitucionalizado para sus asociados arguyendo que “Un Estado respetuoso de la dignidad humana, de la autonomía personal y el libre desarrollo de la personalidad, escamotear su obligación irrenunciable de educar, y sustituir a ella la represión como forma de controlar el consumo de sustancias que se juzgan nocivas para la persona i n d i v i d u a l m e n t e c o n s i d e r a d a y, eventualmente, para la comunidad a la que necesariamente se halla integrada. El argumento anterior bajo una concepción personalista de la sociedad, que postula al Estado como un instrumento al servicio del hombre y no el hombre al servicio del Estado para la realización de un fin más allá de la persona”. En cuanto al literal j) del artículo 2o., también demandado, y que se refiere al tope máximo de la dosis personal, encuentra la Corte que se ajusta a la Norma Básica, pues constituye un ejercicio de la facultad legislativa inscrito dentro de la órbita precisa de su competencia; porque determinar una dosis para consumo personal, implica fijar los límites de una actividad lícita (que sólo toca con la libertad del consumidor), con otra ilícita: el narcotráfico que, en función del lucro, estimula tendencias que se estiman socialmente indeseables. Finalmente, la Corte Constitucional resuelve primero: Declarar exequible el literal j) del artículo 2o. de la ley 30 de 1986 y segundo: Declarar inexequibles los artículos 51 Y 87 de la ley 30 de 1986. 65 U R Í D I C A J C T U A L I D A D Penalización del aborto en el mundo Sentencia C-355 de 2006* A Corte Constitucional Magistrados ponentes: Jaime Araujo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández. A continuación basándonos en la Sentencia C-355 de 2006, se hará un breve resumen de la situación del aborto en algunos países del mundo. Teniendo en cuenta que en Colombia a partir de dicha sentencia el aborto se permite en tres casos: “(i) Cuando la continuación del embarazo constituya peligro para la vida o la salud de la mujer, certificada por un médico; (ii) Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida, certificada por un médico; y, (iii) Cuando el embarazo sea el resultado de una conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo o de inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto”. En Alemania está prohibida la despenalización total del aborto, se permite en circunstancias excepcionales; los requisitos para estos casos dependen de circunstancias médicas, eugenésicas, penales y sociales, esta última siempre que se cumpla con una consejería previa y un periodo de espera de tres días. En Canadá se despenalizó el aborto, debe haber una libre decisión de abortar durante el primer trimestre de embarazo y el aborto debe ser posible y aún después del primer trimestre, cuando la vida o la salud de la mujer se encuentren en peligro de continuar el embarazo. En España, por su parte, se permite la despenalización por el legislador en circunstancias excepcionales. Para éstas se debe tener en cuenta los siguientes parámetros: se puede acceder a un aborto lícito en el primer trimestre de embarazo cuando la vida de la mujer o su salud física o mental 66 * Resumen de la sentencia realizado por Yulieth Cepeda Martes. se encuentre en peligro, cuando el embarazo sea producto de una violación y haya sido denunciada o cuando se presuma que el feto nacerá con malformaciones físicas o psíquicas. En Pennsylvania, Estados Unidos, se permite durante el primer semestre y se necesita un periodo de espera de 24 horas. Hay una consejería médica que educa sobre la viabilidad del feto, debe haber un consentimiento de los padres si es menor, esto último también está en el Estado de New Hampshire. En el Estado de Pennsylvania hay una obligación de llevar archivo sobre interrupciones de embarazos guardando la confidencialidad de la paciente. Después de la viabilidad del feto es posible penalizar el aborto. En Francia, por ejemplo, es posible acceder a un aborto sin sujeción a condiciones en las primeras doce semanas de embarazo por motivos de angustia; después de ese periodo se permite, sin limitación temporal por peligro para la vida o salud de la mujer o por malformaciones en el feto. Por su parte, en Hungría hay despenalización en circunstancias excepcionales descritas con precisión por el legislador; se deben dar durante el primer trimestre de embarazo por amenaza a la salud de la mujer; probabilidad de serio defecto o daño del feto o cuando el embarazo es producto de un acto criminal; es posible acceder a un aborto lícito hasta la 18 semana de embarazo cuando la mujer es incapaz o no supo de su embarazo por error médico. En Irlanda sólo es posible acceder a un aborto lícito ante un riesgo real y sustancial para la vida de la mujer. En Italia se ordena cuando de acuerdo a una certificación médica se establezca que la salud o vida de la mujer se encuentra en peligro con la continuación del embarazo. Finalmente en Portugal es posible acceder a un aborto lícito cuando la terminación del embarazo sea la única manera de eliminar el riesgo de muerte o un daño severo permanente para la salud física o mental de la madre, cuando la continuación del embarazo ponga en riesgo de muerte o de daño severo la salud mental o física de la mujer, siempre que la intervención se haga durante las primeras doce semanas de embarazo, cuando existan motivos sustanciales para creer que el niño a nacer sufriera de una enfermedad seria o incurable o de malformaciones, y el procedimiento se realiza durante las primeras 16 semanas de embarazo o cuando existan indicios significativos de que el embarazo era el resultado de una violación, y el procedimiento se realiza durante las primeras doce semanas de embarazo. Hermafroditismo Libertad restringida para cambiarse de sexo Sentencia T-912 de 2008* Corte Constitucional Magistrado ponente: Jaime Córdoba Triviño. En la Sentencia T-912 de 2008, un padre representando a su hijo menor de edad instaura acción de tutela contra el Instituto de Seguros Sociales, la Clínica General del Norte de BB y Melcos IPS, ya que considera que estas instituciones están vulnerando los derechos a la vida y al libre desarrollo de la personalidad de su hijo de 6 años al negarle la autorización y realización de una cirugía correctiva de sexo porque según los exámenes médicos practicados padece de hermafroditismo verdadero, el cual se refleja en que se tiene los genitales masculinos completos y por debajo del escroto una proyección de una vagina y un ovario. Las entidades demandadas alegan que no se debe realizar la cirugía para intentar dejar al paciente con sus órganos masculinos por cuanto los exámenes determinan que internamente, cromosómicamente y genéticamente, se trata de un paciente femenino, tiene un solo testículo y él mismo, conforme el informe de patología, está atrofiado y en forma adicional; tiene un ovario izquierdo que aunque inmaduro, está funcionando, lo cual determina que existe la tendencia femenina y por lo tanto hay altísimas posibilidades de que hacia el futuro el paciente sufra gravísimas complicaciones de todo tipo y afecte su desarrollo. * Resumen de la sentencia realizado por Angie De la Vega Restrepo. La Corte Constitucional para resolver este asunto se remonta a algunos de los puntos que ya habían sido ampliamente desarrollados en la Sentencia SU337 de 1999. Empieza por preguntarse si para proceder a la protección de los derechos fundamentales invocados por el infante resulta viable que la intervención requerida para la asignación de sexo se realice a partir del consentimiento sustituto de los padres, o si, por el contrario, como se trata de un menor que ha sobrepasado el umbral de los cinco años, se hace indispensable esperar a que adquiera la madurez suficiente para adoptar por sí mismo dicha decisión. Para dar cabal respuesta a lo anterior, dice la Corte hay que hacer especial énfasis en los alcances y los límites del consentimiento informado en relación con estos tratamientos. Lo primero es que el consentimiento debe tener ciertas características como son que sea libre e informado, es decir, que la persona debe tomar su determinación sin coacciones ni engaños. Así, no es válido, por haber sido inducido en error, el asentimiento de un paciente que es logrado gracias a una exageración, por parte del médico, de los riesgos de la dolencia y una minimización de los peligros del tratamiento. Lo informado implica que debe fundarse en un conocimiento adecuado y suficiente de todos los datos que sean relevantes para que el enfermo pueda comprender los riesgos y beneficios de la intervención terapéutica, y valorar las posibilidades de las más importantes alternativas de curación, las 67 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A cuales deben incluir la ausencia de cualquier tipo de tratamiento. En último lugar, el paciente que toma la decisión debe ser lo suficientemente autónomo para decidir si acepta o no el tratamiento específico, esto es, debe tratarse de una persona que en la situación concreta goce de las aptitudes mentales y emocionales para tomar una decisión que pueda ser considerada una expresión auténtica de su identidad personal. En este punto concreto, la práctica jurídica y la literatura bioética, en distintos países, han concluido que el grado de autonomía que se debe exigir a un paciente para aceptar o rechazar un tratamiento se encuentra íntimamente ligado a los riesgos y beneficios probables del mismo, la naturaleza de la intervención médica, y en especial su carácter invasivo o no. La autonomía exigida no está necesariamente ligada a la idea de capacidad legal que se requiere para realizar un negocio jurídico, así, la edad del paciente puede ser tomada válidamente como un indicador de su grado de autonomía, pero el número de años no es un criterio tajante, ya que menores con idéntica edad pueden sin embargo, en la práctica, evidenciar una distinta capacidad de autodeterminación, y por ende gozar de una diversa protección a su derecho al libre desarrollo de la personalidad. Un planteamiento distinto a éste sería contrario a la Carta, pues es deber del Estado proteger la vida y la salud de las personas (C.P., arts. 2 y 46). Por lo que en casos donde el paciente es un menor de edad adquiere una cierta prevalencia el principio de beneficencia, por lo cual el ordenamiento jurídico establece que otras personas -en general sus tutores o familiares- tienen el derecho y el deber de tomar las determinaciones necesarias para proteger la vida y la salud de quienes carecen de la autonomía necesaria para aceptar o rechazar un tratamiento Enfatiza la Corte en que los padres y tutores pueden entonces tomar ciertas decisiones en relación con el tratamiento médico de los niños, incluso, a veces, contra la voluntad aparente de éstos. Lo cual no significa que aquellos puedan tomar, a nombre de su hijo, cualquier decisión médica relativa al menor, por cuanto el niño no es 68 propiedad de nadie sino que él ya es una libertad y una autonomía en desarrollo, que goza de protección constitucional. Ahora bien, en los casos en donde un estado intersexual se encuentra vinculado a dolencias físicas o a amenazas graves a la salud física o la vida de la persona, no existen en general cuestionamientos éticos ni jurídicos relacionados con que los padres autoricen las intervenciones médicas destinadas exclusivamente a enfrentar esas afecciones. Es importante resaltar que numerosos estudios de psicología evolutiva y las diversas escuelas sicológicas, coinciden en general en indicar que a los cinco años un menor no sólo ha desarrollado una identidad de género definida sino que, además, tiene conciencia de lo que sucede con su cuerpo y posee una autonomía suficiente para manifestar distintos papeles de género y expresar sus deseos. A esa edad el niño ya ha claramente superado la etapa fálica, en donde precisamente muestra un particular interés en la exploración de los genitales y en conocer las diferencias anatómicas existentes entre los sexos, y se encuentra superando la fase edípica, en donde consolida su identidad de género por lo que no es necesario esperar obligatoriamente hasta la mayoría de edad, puesto que, como ya se señaló, no es lo mismo la capacidad legal que la autonomía para autorizar un tratamiento médico, por lo cual, un menor, que es legalmente incapaz, puede ser plenamente competente para tomar una decisión sanitaria. En conclusión, en casos de estados intersexuales o hermafroditismos, es válido el consentimiento sustituto paterno en menores de cinco años, siempre que se trate de un consentimiento informado, cualificado y persistente, acorde con las recomendaciones médicas y cuyo seguimiento corresponde a un grupo interdisciplinario de apoyo. Sin embargo, cuando el infante ha superado el umbral de los cinco años, le corresponde a éste tomar la decisión sobre su identidad sexual, pero a partir de un consentimiento especial y cualificado que comporta: (i) el consentimiento prestado por los padres coadyuvado por (ii) la expresa voluntad del menor y, dada la naturaleza altamente invasiva de las operaciones y tratamientos médicos destinados a asignar un determinado sexo, (iii), el seguimiento profesional de un equipo interdisciplinario que brinde apoyo psicoterapéutico, y que debe incluir, no sólo profesionales de la medicina sino también un psicoterapeuta y un trabajador social, que deberán acompañar al niño y a sus padres en todo el proceso de la decisión. En el caso particular estudiado en la sentencia de tutela está demostrado que el niño hermafrodita ya ha superado el umbral crítico de la identificación de género y tiene una clara conciencia de su cuerpo, motivo por el cual no es legítimo el consentimiento sustituto paterno para que sea operado, pues los riesgos son excesivos, y no aparece clara la utilidad de practicar esa cirugía antes de que el propio paciente pueda autorizarla, y el menor ya goza de una importante autonomía que obliga a tomar en cuenta su criterio en decisiones tan importantes para su vida. Por lo que es necesario conformar un equipo interdisciplinario, que debe incluir no sólo profesionales de la medicina sino también un sicoterapeuta y un trabajador social, para que acompañen al menor y a sus padres en todo este proceso, a este equipo le corresponde establecer, a partir de la práctica de las pruebas pertinentes, el momento en el que el niño goza de la autonomía suficiente para prestar un consentimiento informado para que se adelanten las cirugías y los tratamientos hormonales, obviamente si el paciente toma esa opción. En caso de que la decisión del menor no coincida con la de sus padres o que la decisión del menor y sus padres no coincida con el concepto del equipo interdisciplinario, no podrá realizarse la cirugía de asignación de sexo. Ello no obsta para que la misma se realice posteriormente, cuando así lo soliciten, por haber coincidido en su voluntad, el niño y sus padres, y dicha voluntad coincida con el concepto emitido por el equipo interdisciplinario. En consecuencia la Corte Constitucional resuelve tutelar el derecho a la intimidad del niño y niega la acción interpuesta por su padre en el entendido anterior y, por lo tanto, ordena al Instituto de Seguros Sociales que realice ciertas acciones encaminadas a cumplir lo dicho en la sentencia. Cambio de nombre Sentencia T-1033 de 2008* Corte Constitucional Magistrado ponente: Rodrigo Escobar Gil. En esta sentencia la Corte analizó una acción de tutela impetrada contra la Registraduría Nacional del Estado Civil, por parte de un ciudadano, al cual se le reservó el nombre como medida protectora de sus derechos a la intimidad, integridad moral y sosiego familiar, entre otros que se podrían ver afectados, en la medida que el tema abordado en la sentencia incumbe un aspecto muy íntimo de la personalidad, como es la identidad sexual. * Resumen de la sentencia realizado por Víctor Andrade Potes. Según consta en los hechos, el accionante fue registrado con un nombre masculino, pero pasados varios años y luego de haber creído que su condición sexual estaba plenamente definida, decidió cambiarlo por uno femenino; dicho cambio fue acompañado de una serie de tratamientos hormonales encaminados a consolidar su nueva condición sexual. No obstante, luego de reflexionar sobre la vida de prostitución y el degrado personal a los que se vio sometido como consecuencia de su nueva orientación sexual, decidió re direccionar su vida, para lo cual solicitó a la Registraduría Nacional del Estado Civil que le permitiera recobrar su antiguo nombre. 69 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A Dicha solicitud fue negada por la mencionada autoridad, amparada en el artículo 94 del Decreto 1260 de 1970, según el cual sólo se puede cambiar de nombre una sola vez. Así las cosas, el 19 de octubre de 2007, el accionante instauró una acción de tutela con el fin que se ampararan sus derechos al libre desarrollo de la personalidad, la familia, la igualdad, la personería jurídica y la vida, que según él le estaban siendo vulnerados en la medida que el nombre constituye un signo distintivo del individuo, que determina la identidad de una persona en sus relaciones y que es una manifestación del derecho al libre desarrollo de la personalidad, entendido éste como el reconocimiento que el Estado hace de la facultad que tiene cada persona de fijar su proyecto de vida. Tal acción de tutela fue denegada en única instancia por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, por considerar que la pretensión iba en contravía del mandato legal del artículo 94 del Decreto 1260 de 1970 y que de ninguna manera se veía vulnerado su derecho a definir su identidad sexual por la Registraduría, pues ya en un principio se le había permitido un cambio de nombre. La Corte Constitucional consideró que el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica consagrado en el artículo 14 superior implica que tanto la sociedad como el Estado respeten los caracteres específicos que definen y delimitan la personalidad de cada individuo, pues son éstos los fundamentos de su proyecto de vida, enmarcado dentro del libre desarrollo de la personalidad (Artículo 16 Constitucional), que no puede verse limitado sino por los derechos ajenos y el orden jurídico. 70 Según el Alto Tribunal, la personería jurídica no se puede entender como el simple reconocimiento de una persona como sujeto de derecho y obligaciones, sino engloba una serie de atributos que lo individualizan, dentro de los cuales está el nombre, que además de ser un derecho fundamental, se constituye en un signo distintivo y en una institución policiva que permite la identificación y evita las confusiones. Así las cosas el nombre se constituye en un atributo de la personalidad, imprescindible para el libre desarrollo de ésta y para la realización del derecho a la identidad, pues se configura en un signo distintivo del sujeto en sus relaciones con la sociedad y el Estado. Por otro lado, la limitación hecha por el artículo 94 del Decreto 1260 de 1970 resulta razonable y proporcionada, ya que por un lado brinda seguridad jurídica a las relaciones de los particulares entre sí y con el Estado, y por el otro desarrolla una función policiva inherente al nombre, al limitar para efectos de identificación del individuo, su plena sustituibilidad. Bajo este panorama la Corte Constitucional consideró que si bien el artículo 94 del mencionado Decreto no afecta perse el núcleo esencial de los derechos al libre desarrollo de la personalidad y el reconocimiento de la personalidad jurídica, en el caso concreto su aplicación implica la negación a una persona de redefinir su plan de vida y, concretamente su orientación sexual. En este sentido, tuteló los derechos del accionante, ordenando a la Registraduría que procediera a realizar el cambio de nombre. Ministro de Protección Social vs. Corte Suprema de Justicia – Sala de Casación Penal Sentencia T-059 de 2009* Por la cual se resuelve la acción de tutela instaurada por Diego Palacio Betancourt en contra de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, con citación oficiosa de Yidis Medina Padilla y de Arturo Solarte Rodríguez. Corte Constitucional Magistrado Ponente: Jaime Araújo Rentería. Esta sentencia la instaura Diego Palacio Betancourt, accionante, Ministro de Protección Social, en contra de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, accionada, al proferir con fecha 26 de junio de 2008 sentencia anticipada de condena en el proceso penal adelantado contra la ex congresista Yidis Medina Padilla por el delito de cohecho propio, cometido con ocasión del trámite del Acto Legislativo No. 02 de 2004 sobre reelección presidencial pues se le vieron vulnerados sus derechos fundamentales como son al debido proceso, a la defensa, presunción de inocencia, igualdad, buen nombre y honra y acceso a la administración de justicia. Según Diego Palacio Betancourt, la sentencia que condenó a Yidis Medina vulneró su derecho al debido proceso puesto que se menciona a él en la sentencia pero nunca fue oído, ni siquiera la Fiscalía lo ha hecho. Asevera que la Corte Suprema de Justicia renunció a realizar una investigación integral, además afirma que la Corte Suprema cita cosas que Yidis Medina en ningún momento ha dicho. El accionante estima violado el derecho a la igualdad al no ser convocado a la investigación, cuando el Ex Ministro del Interior Sabas Pretelt de la Vega y el Ex Superintendente de Notariado y Registro José Félix Lafourie sí lo fueron. Diego Palacio solicitó que se ampararan sus derechos fundamentales al debido proceso, a la * Resumen de la sentencia realizado por Tomás Maldonado Gómez. defensa, al principio de presunción de inocencia, a la honra y al buen nombre, al derecho a la igualdad y al acceso a la administración de justicia que fueron vulnerados por la sentencia que condenó a Yidis Medina y como consecuencia de esto solicitó que se declarara sin valor y efecto las aseveraciones y la responsabilidad en la misma providencia que se refieren a él. El accionante interpuso la tutela ante la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil tal como lo muestra el numeral 2 del artículo 1 del Decreto 1382 de 2000, pues ésta debe ser repartida a la misma Corporación, a la Sala que le sigue en orden alfabético a la accionada. Pero ésta no admitió el trámite de la demanda elevada, omitiendo además su envío para la eventual revisión por parte de la Corte Constitucional y en virtud a lo que ha manifestado por la Corte Constitucional el accionante acudió ante el Consejo Superior de la Judicatura. El Consejo Seccional de Cundinamarca admitió la tutela en virtud de la jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre el tema, cosa que se tocará más adelante. El a quo señala que las instancias judiciales o disciplinarias en las cuales se investiga la conducta del actor son los escenarios eficaces para realizar el debate probatorio y no se puede utilizar la acción de tutela como un mecanismo sustituto que desplace los procedimientos establecidos para el efecto, porque por mandato constitucional le corresponde la función de acusar a los ministros al Fiscal General de la Nación, por tanto, el Consejo Seccional de Cundinamarca resolvió no declarar la nulidad de la presente actuación y declarar improcedente el amparo solicitado por el accionante. El accionante impugnó la sentencia ante el Consejo Superior de la Judicatura, a quem, quien explicó que hubo un defecto orgánico pues no es 71 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A competencia de la Corte Suprema de Justicia, sala de casación penal, investigar las conductas de los ministros cosa en que incurrió, desconociendo los derechos fundamentales del accionante. Por tanto, resolvió revocar el fallo impugnado y en su lugar amparar los derechos fundamentales vulnerados y, en consecuencia, deja sin efecto y valor jurídico el texto en donde se hacen aseveraciones en contra del accionante. La Corte Constitucional aclara que ella tiene la función de revisar de manera eventual las sentencias judiciales proferidas con base en la acción de tutela de los derechos fundamentales. Tal revisión eventual por parte de esta Corporación no configura entonces una tercera instancia en el trámite de tutela, pues no se permite a las partes controvertir en una nueva sede todos sus argumentos o buscar una específica protección a sus requerimientos. Además que debe respetarse el procedimiento del Decreto 1382 de 2000 pero que si se negare la tutela, se puede interponer la tutela ante el Consejo Superior de la Judicatura, tal como sucedió. Señala la Corte Constitucional que en la valoración probatoria hecha en la sentencia anticipada dictada en contra de la señora Yidis Mediana Padilla por el delito de cohecho propio, no se observa ningún señalamiento directo contra el accionante, pues se hace referencia, en general, a “funcionarios del gobierno nacional” y, tal como lo precisa la autoridad judicial accionada, las alusiones allí consignadas no aparecen sino como citas de 72 manifestaciones efectuadas por la señora Medina Padilla, en piezas procesales como la indagatoria, sin que ello implique la emisión de juicios de valor sobre la conducta del demandante, ni, mucho menos, una condena en su contra, lo que se puede confirmar en la parte resolutiva de dicha providencia. Por lo dicho anteriormente la Corte Constitucional encontró que la Sala de Casación Penal no vulneró los derechos al debido proceso en donde se encuentra el derecho de defensa y la garantía de la presunción de inocencia, al acceso a la administración de justicia, ni al buen nombre y honra de Diego Palacio Betancourt. La Corte dice que es competencia de la Fiscalía la investigación de Diego Palacio Betancourt al ser Ministro pues así lo señala la propia Constitución, por tanto, la Corte Suprema de Justicia en ningún momento usurpó esta competencia. También aclara la Corte que la Procuraduría y la Fiscalía son dos órganos totalmente distintos e independientes por ende lo que defina uno no puede trasladarse al otro. Por todo lo expuesto anteriormente, la Corte Constitucional, resolvió revocar la sentencia proferida en segunda instancia por el Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria y confirmar la decisión adoptada en primera instancia mediante la cual se declaró improcedente el “amparo” solicitado, pero hizo la salvedad que sería por las razones expuestas en su propia providencia.