CONCLUSIONES La demanda que exigió la

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CONCLUSIONES
La demanda que exigió la extracción del caucho natural, por parte de la sociedad
industrial europea, provocó una brusca interrupción en la dinámica del proceso social,
en los pueblos indígenas, que hacen parte de “la cultura de tabaco y coca”, en la
amazonía colombiana, a comienzo del siglo XX. Esta acción histórica, representó
cambios sociales muy significativos, en la estructura social de esta cultura; causa que
desencadena una extrema descomposición social y cultural, a causa del sistema que
ejerció la extracción del caucho natural; abriendo de esta manera, la fase de
reconstrucción social y cultural.
Desde esta perspectiva, el análisis crítico sobre la reconstrucción socio-cultural, parte
con la exposición teórica, sobre el comportamiento social, que surte a partir de la
problemática que respecta la diversidad cultural; ya que atiende la denominación de
cultura, al componente de diversos pueblos amazónicos, que mantienen características
sociales y culturales comunes y particulares, los cuales fueron implicados con la
extracción del caucho natural; estos pueblos como cultura, han configurado una forma
de concebir el mundo y la vida social, en torno a las plantas de tabaco y coca, esencia
fundamental de su cohesión social.
Su espacio territorial corresponde, las áreas de los ríos Caquetá y Putumayo, hoy el gran
resguardo Predio Putumayo, - el más extenso del país - Constituye los territoriales
ancestrales de pueblos indígenas, Uitotos, Muinanes, Boras, Okainas, Nonuyas,
Andoques, entre otros. Los intereses económicos, políticos y sociales, que incentivó sus
recursos naturales, como la quina y el caucho natural, motivaron su importancia e
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intervención por agentes sociales externos. Con esta intervención la poblacional
indígena, fueron comprometidos en la extracción del caucho, lo que representó la
interrupción brusca de su proceso social y con ella el desacierto de ocupación de su
territorio ancestral y que posteriormente reconocidas bajo la figura de resguardo.
La conformación de una hegemonía comercial, en la extracción del caucho natural,
donde la actividad de la Casa Comercial Arana, sometió la población indígena con
métodos inhumanos, la apropiación del su capital cultural y simbólico para luego ser
revertidos a su dominación, hasta deportarlo del territorio ancestral, a causa de los
negativos intereses que significó el Tratado Salomón- Lozano, en los intereses de Julio
C. Arana, fueron los niveles de sometimiento físico, aplicados estratégicamente por el
régimen. Este grueso compendio de hechos entre otros, muestra los antecedentes de la
brusca interrupción, que abre la nueva fase social de Reconstrucción.
Sobre este marco contextual, la perspectiva desde las vicisitudes exógenas, ilustra el
papel protagónico, impulsado por los misioneros Capuchinos catalanes; las normas y
potestades extraordinarias, que les fueron otorgadas por parte del Estado, en el propósito
de educar evangelizando a las poblaciones indígenas. Esta acción histórica, inicia con el
ascetismo religioso, al reagrupar la población huérfana, diezmadas por la extracción del
caucho natural, acción que se ejerce mediante el establecimiento del Orfanatorio en la
Chorrera y posteriormente los Internados Indígenas de San Rafael sobre el río
Caraparaná y Araracuara sobre el Caquetá; representaron además, verdaderos enclaves
económicos, incentivadas hacia un proceso de modernización, por medio del cual giró
toda la actividad de la empresa misional Capuchina.
La educación impulsada por los misioneros Capuchinos catalanes, en un comienzo
buscó integrar, al conjunto de la población indígena, hacia un proyecto de “nacionalidad
ciudadana”; un claro ejercicio de la política de asimilación, medidas por el orfanatorio y
los Internados Indígenas, como espacios de socialización, donde se intenta trasformar,
“indios salvajes e infieles, a ciudadanos civilizados, al servicio del Estado y la
Religión”.
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Fundamentaba este proyecto político, el concepto del evolucionismo, pues versaba la
visión de una historia única, lineal y ordenada del desarrollo, desde donde se pretendía
igualar culturas retardatarias, respecto a las avanzadas; opción necesaria que indujo
homogeneizar culturas, presagiando el obstáculo y retraso al progreso y desarrollo
nacional; este concepto consideró a los pueblos indígenas, una especie condenadas a
desaparecer, por lo que era una necesidad, conducirlo a la civilización, imponiendo
valores ajenos a su concepción.
La imposición de nuevos valores culturales, obedece a un sistema de dominación, que
se relaciona de alguna manera, con la implementación del paternalismo, ya que junto a
ella, se legitima una constante dependencia, política, económica y social hacia estos
pueblos. Los misioneros Capuchinos a quienes el Estado les otorgó
privilegiadas
potestad, defendieron y justificaron la tutoría de los indígenas, mediante este sistema,
negando de esta forma, el libre ejercicio de su autonomía, la construcción de su
identidad, a partir del reconocimiento a sus valores culturales propios.
En consecuencia, los misioneros Capuchinos fueron el medio por el cual, se ejerció la
política de asimilación, mediante la educación y evangelización. “Es ley de vida que las
culturas más fuertes absorben a las más débiles. Las amazónicas no podían ser la
excepción. Lo que hemos hecho es prepararlo a la aculturación respetando sus valores
autóctonos”, este punto de vista, expresados por el Monseñor Marceliano E. Canyes S.,
reafirman los propósitos de esta política; visión ilusoria que en la práctica, abre serios
cuestionamientos, en términos pedagógicos, ya que se educa rasgando sus valores
culturales.
La gran labor de los misioneros Capuchinos catalanes, constituye un reconocido legado,
que influyó significativamente en “la cultura de tabaco y coca”, después de la trágica
interrupción de su proceso social; la aplicación de la política de asimilación, articulados
en la actividad educativa y de la evangelización, testifica una forma de “concebir la vida
e interpretar el mundo”, en la dinámica de la construcción social, en un momento dado
del tiempo y espacio de la historia.
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Desde luego, la aplicación efectiva de la política de asimilación, no deja ser un legado
de significativa influencia; la construcción de un ciudadano civilizado, junto a la
resignación, el paternalismo y la dependencia, incuba un pensamiento pesimista de la
nueva mentalidad indígena y refleja el prototipo del agente social que produjo el sistema
aplicado en el orfanatorio y los Internados indígenas. No obstante, los postulados del
pluralismo cultural, insisten reafirmar la identidad cultural, propósitos que actualmente
busca e implementa el colegio indígena Casa del Conocimiento, en la formación de un
agente social, capaz de interactuar en la dinámica de una sociedad intercultural.
Actualmente, los objetivos que persigue las organizaciones indígenas del Predio
Putumayo, mediante la implementación de una educación propia, inducen promover el
pluralismo cultural, compromete formar jóvenes orgullosos de su identidad indígena,
capaz de interactuar, sobre los retos que demanda la intercultural. Reivindica una real
construcción de su proceso social, que debe nacer haciendo efectiva, la practica de los
valores, desde su propia mirada y experiencia.
Por otra parte, el establecimiento de la Colonia Penal y Agrícola del Sur–Araracuara, en
el territorio ancestral indígena del medio Caquetá, con el propósito de colonizar las
áreas de frontera amazónicas y por razones de orden exclusivamente penal y
penitenciario; responde a una política, impulsadas por el Estado; pues se intentó
transformar al delincuente en un agente social económico, racionalizando su trabajo.
Esta política en su práctica no fue efectiva, ya que desconoció la realidad que exigía la
región e invisibilizó la presencia de los pueblos indígenas de la región.
La rehabilitación del delincuente, dentro de una política que intentó racionalizar el
trabajo del recluso, no alcanzó los resultados y las expectativas esperadas; pues la selva
no fue un espacio adecuado para garantizar la rehabilitación y los resultados no dieron
abasto; pues llegó a su total fracaso, cuando demandó una asistencia técnicas agrícola
acordes a las características del suelo amazónico, A estas eficiencias se adiciona,
implicaciones sociales que suscitó, al desestabilizar un orden social en reconstrucción;
su presencia alteró negativamente a la población indígena, pues no fueron convenientes,
las acciones sociales que de ella desprendieron.
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Por consiguiente, la nueva expectativa social, que presagió los pueblos indígena,
Uitotos, Andoques, Nonuyas y Muinanes, de la zona del medio Caquetá, con la
presencia de la Colonia Penal, no puede ser considerada la más aceptable.
Responsabiliza otra historia y de nuevos retos, ya que se acomoda a otro episodio
similar a la fase anterior. La presencia de esta institución carcelaria, dejó en el
imaginario de la población indígena, secuelas denigrantes, de lo que socialmente
manifiesta y significa un delincuente. Por lo tanto, la implementación de esta política,
aunque indirecta a la población indígena, afectó de manera negativa en este proceso,
contagió imaginarios no aceptables socialmente.
Sobre este particular, no deja ser un hecho cuestionado, la practica de canibalismo,
perpetrado por prófugos del penal, contra integridad social de los indígenas. Se trae a
acotación este hecho, haciendo notar las nuevas connotaciones y representaciones que
se revalúan y resignifican en su dinamica y que para esta fase, representa un
comportamiento no aceptado. Pues, aunque en el pasado significó un rito sagrado,
actualmente, prescinden nuevas representaciones de histéresis, cuando el acto no se
acomoda, ni se acepta en la realidad del campo social.
Durante la fase de Reconstrucción, el Predio Putumayo, fue el escenario para la
aplicación de distintas políticas, impulsadas por el gobierno colombiano; la política de
asimilación, mediadas por los capuchinos Catalanes y la política penal y penitencia,
ejecutada por la Colonia Penal y Agrícola del Sur-Araracuara, no contribuyó al
fortalecimiento autónomo y cultural en estos pueblos en reconstrucción. Los propósitos
de la evangelización y la colonización dirigida, con el intento de ejercer soberanía e
integrar el territorio hacia la nacionalidad del país, en el trasfondo respondieron
desarticular social y cultural las relaciones sociales interétnica.
Ahora bien, en la dinámica del proceso, compaginaron distintos elementos culturales,
que interactuaron de manera simultánea en la resignificación identitaria de su
reconstrucción. Desde la perspectiva exógena, se resalta las políticas impulsadas por el
Estado y desde la endógena, llama la atención el papel que cumplió el componente
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cultural propio; pues en su interacción toman nuevas representaciones, reacomodando
elementos que transforman y reinifican constantemente. Ello representa un verdadero
proceso de etnogénesis, a la que se inserta además, acciones sociales álgidas que
incidieron negativamente, en los valores morales y éticos de esta cultura.
El contraste del papel que cumplió el componente cultural propio, se hace efectiva con
la memoria histórica, que continúan persistiendo en el imaginario de estos pueblos,
hace parte de un espacio de reencuentro y persistencia entre valores culturales, que
resignifican y revaloran nuevas expectativas de identidad. Por lo tanto, el componente
cultural propio, hace parte de las interacciones que se contrastan y se encuentran en
capacidad de relacionarse y reproducir nuevos valores identitarios. Se acude a la
memoria histórica, porque en el imaginario de sus descendientes, se conservan y
permanecen las connotaciones y representaciones culturales.
Por otra parte, se identificó cualitativamente los tres (3) componentes de la denominada
“población huérfana”, indicador base que da inicio a su reconstrucción: 1. La población
que se fugó a la selva en la fase de la extracción del caucho y que después regresaron a
sus asentamientos. 2. El grupo que fue recomendado, por el régimen de la Casa Arana,
para devolver o asesinar a los que retornaban de la deportación. 3. Los que
posteriormente retornaron de la deportación. Igualmente, el inicio del proceso de
reconstrucción como tal, hace parte de tres (3) momentos históricos: 1. La estadía en el
Perú, durante la deportación. 2. El retorno. 3. El reasentamiento territorial de los
pueblos.
Durante la deportación en el Perú, crece el sentimiento de retorno a su territorio
ancestral, siendo el momento que inicia su reconstrucción socio-cultural; ello significa
que desde las influencias del componente cultural propio, su reconstrucción inicia
durante la permanencia en el Perú; esta reconstrucción nace mediante un pacto de
unidad, mediadas por la gran alianza interétnica. Actualmente estos pueblos, son
concientes de los motivos que respondió sus fracasos, que les ha tocado atravesar y
resistir, consecuencias de influencias externas. Casos como la acción histórica, de la
extracción del caucho natural, desvirtuaron el proceso social. Sin embargo, acudieron a
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los elementos del componente cultural propio, de sus principios tradicionales, para
luego reorientar su proceso social y cultural.
En este sentido, el habitus cultural, cumplió un papel fundamental, al afianzar el
sentimiento de retorno; manifestaron disposiciones efectivas, permitiendo ejercer y abrir
actos de reconocimientos prácticos, que dan inicio a su reconstrucción socio-cultural; es
de recordar que en el momento de su deportación, llevaron consigo semillas de coca,
tabaco y yuca dulce; elemento básico de interacción cultural. Asimismo, los elementos
del componente cultural propio, experiencias acumuladas ya incorporadas durante el
tiempo de la deportación, como las malokas, el mamabeadero, sus bailes tradicionales,
entre otros, sensibilizaron actos de reconocimiento identitarios, que reaccionan para
conducirlo a su retorno.
Por otra parte, el contraste de la prospectiva social, como producto del amalgamiento e
interacción de los valores identitarios, reflejó apreciar sus comportamientos, anhelos y
proyecciones en el imaginario de estos pueblos como cultura. Las implicaciones
surtidas a partir del concepto: “salvaje infiel y cristiano civilizado”, formalizó un agente
social incubado al pesimismo, conformista, desvalorado y condenado a la sumisión, a
pesar que se revierte al reconocimiento a sus valores propios, pues persiste los rezagos
de reafirmar la identidad cultural, la incapacidad de creer en lo propio, hace parte de una
constante que nutre el temor de reconocerse a sí mismo. Este comportamiento, revitaliza
una forma de sumisión incorporadas en la fase anterior y que es necesaria superarla,
empoderamiento una actitud propositiva hacia el ejercicio de una real autonomía.
En consecuencia, el contraste precisa un comportamiento inverso a sus características
culturales, producto de un pasado, que les negó construir su propia historia y renegar de
su identidad cultural. De la misma manera, el componente de un capital social
horizontal, que caracteriza a esta sociedad tradicional (trueques, mingas, malokas,
sistemas de parentesco), aunque continúa conservando éstas sufren modificaciones
significativas, de manera paulatina articulando nuevas representaciones; la resignación y
el conformismo, constituyen una conducta, que no compagina con sus principios
tradicionales.
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Sin embargo, ante el eventual proceso de etnogénesis, los pueblos que hacen parte de
“la cultura de tabaco y coca”, no han dejado de practicar sus valores, parte inherentes
de su manifestación cultural, pese a sus particularidades internas, las desavenencias son
reconocidas en torno a su identidad, a la que es necesario superar las dificultades
impuestas, sin negar las posibilidades exógenas, que se puedan anclar y acompañar la
dinámica de su identidad cultural. El problema se hace latente, cuando en la interacción
con otros valores, no se relaciona a partir de los valores propios.
Desde esta perspectiva, los impaces sociales del pasado, ha sido base para una profunda
reflexión y reorientación, parte constitutiva para su consolidación, social y cultural; los
desaciertos sociales del pasado, constituye en el presente un dispositivo que contrarresta
las influencias contrarias que atenta contra su concepción cultural. Así lo han
demostrado al superar el problema del narcotráfico de la cocaína, que pretendió
desvirtuar la concepción de coca, como una planta sagrada; de allí nace el interés y los
propósitos de fortalecer una educación, generador de un agente social autodeterminante,
capaz de interactuar frente a los desafíos que brinda el mundo intercultural. Frente a esta
clara proyección y posicionamiento, no deja ser un objetivo inmediato, ver y sentir al
gran resguardo Predio Putumayo, como la primera Entidad Territorial Indígena del país.
Con el reconocimiento de la institucionalidad del Predio Putumayo, bajo la figura de un
resguardo indígena, el proceso social de esta cultura, entra en una fase en donde abre un
espacio para ejercer autonomía; entendiéndose ésta, como la capacidad de ejercer y
decidir libremente su destino político, económico y social, en beneficio de ella misma,
en la implementación del etno-desarrollo, contrarrestando toda expresión que atenta,
contra la integridad cultural. Desde estos puntos de vista, surte ahora nuevos
cuestionamientos, que se articula al objeto propuesto, en el presente trabajo de
investigación. ¿Han ejercido autónomamente estos pueblos como cultura, el poder de
decisión político, económico y social, en el espacio territorial del resguardo? La
respuesta podría ser muy prematura, por lo que necesariamente abre un nuevo objeto de
debate e investigación.
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