área clínica - Jardín Infantil Aracuaiya

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T.G.D. EVALUACIÓN
Miercoles 23 de Febrero de 2011
1-Introducción
2-La Evaluación psicológica
Pruebas específicas para la evaluación en los T.G.D. Autismo y Síndrome de Asperger
3-Objetivos evaluación. Esquema General
a) Área Social y comunicativa
b) Área Cognitiva y Motora
c) Hábitos de autonomía, comida, sueño, vestirse, higiene
d) Conductas: Eliminación o Instauración
e) Otras áreas
1-Introducción
La evaluación de los niños con T.G.D. deberá efectuarse desde un enfoque multidisciplinar. En
primer lugar la evaluación médica y neurológica debe aportar una historia detallada desde el
nacimiento, su desarrollo, exámenes o pruebas físicas y neurológicas. En algunos casos será
necesaria la realización de estudios del cariotipo para detectar posibles anomalías cromosómicas
como el Síndrome X Frágil.
Otras pruebas complementarias (Electroencefalograma, escáner cerebral, resonancia, etc..)
pueden ser necesarios, a criterio médico, ya que el trastorno puede cursar con convulsiones, crisis
epilépticas u otros síntomas a nivel orgánico. En esta página trataremos básicamente de la
evaluación en el terreno psicológico.
2-Evaluación psicológica
Sin duda constituye un reto profesional el abordar la evaluación y/o intervención a niños con
Trastornos Generalizados del Desarrollo. Las dificultades son múltiples y vienen siempre
condicionadas por el patrón desigual e irregular del trastorno. La expresión oral, la motricidad, la
capacidad sensorial y cognitiva, son sólo algunas de las áreas que pueden presentar disfunciones
importantes.
Las diferentes pruebas psicológicas con las que habitualmente trabajamos con niños que no
presentan el trastorno, pueden resultar inaplicables o darnos unos resultados que no están de
acorde a la realidad del niño. Pruebas de capacidad intelectual como las escalas Weschler (WISCR, WISC IV) deben utilizarse con precaución y sólo en aquellos casos que la expresión oral esté
algo preservada. La mayoría de pruebas se han baremado con población normal (no clínica), por
tanto, en el caso de que se apliquen debemos ser cautelosos con la información resultante.
Pruebas específicas de evaluación
Los cuestionarios siguientes calculan un resultado que se puede cotejar con los puntos de corte
que ofrecen los diferentes autores. También proporcionan información para su uso e
interpretación. Los resultados proporcionados por estos cuestionarios debe tomarse con prudencia
y su valor sólo es indicativo de la presencia de unos síntomas, no de un trastorno. La diagnosis
sólo puede efectuarla un profesional o equipo de especialistas tras el análisis detallado del caso.
Para utilizar estos cuestionarios pulsar sobre el enlace. Una vez descargada y guardada la página
puede utilizarse igualmente sin necesidad de conexión a internet.
Coeficiente espectro autista (Versión adolescentes). [130 KB]
Cuestionario de cribaje para el espectro autista. [108 KB]
Cuestionario de Screening para el espectro autista de alto rendimiento [89 KB] (no
disponible con corrección automática).
Cuestionario del Desarrollo Comunicativo y Social en la Infancia. [107 KB]
Escala australiana del Síndrome de Asperger. [122 KB]
Test infantil del Síndrome de Asperger. [110 KB]
Estos cuestionarios están publicados en la dirección:
http://espectroautista.googlepages.com/ASSQ-es.html
Ver también el Inventario IDEA de A.Riviere, para la evaluación de los TEA (Trastornos del
Espectro autista).
Existen diferentes baterías, inventarios y escalas del desarrollo (Gesell, Battelle, Bayley...) que
pueden proporcionarnos una información valiosísima, ya que nos señalan el punto donde se
encuentra el niño dentro de cada una de las diferentes áreas propuestas (en las baterías Battelle:
áreas personal, social, adaptativa, motora, comunicación y cognitiva). Esto se lleva a cabo
determinando una edad (según baremos) para cada área. Así un niño de 5 años con alta
afectación en la área motriz puede dar una edad de desarrollo en esa área de tan sólo 2 o 3 años,
ello nos da una idea del retraso que presenta siempre comparado con el grupo normativo.
Hay pruebas más específicas para el Autismo como la ADI-R, publicada por Tea Ediciones. Estas
pruebas son básicamente entrevistas estructuradas y se basan en la información proporcionada
por los padres, maestros o el propio psicólogo.
Es evidente que esta información es necesaria en un primer momento a efectos de confirmar el
diagnóstico, sin embargo debe ser después complementada con pruebas individualizadas en
función de la realidad de cada niño. Lo que se plantea en estos niños es la necesidad de dar paso
a una evaluación de caso único en contraposición al caso evaluado en función de la norma, es
decir, de la población general.
3- Objetivos de la Evaluación
La pregunta que muchas personas se hacen a la hora de evaluar a nivel psicológico un niño T.G.D.
es precisamente: ¿Qué evaluar?.
El paso previo para una evaluación exhaustiva en los T.G.D. pasa por una comprensión clara de lo
que son los diferentes trastornos del espectro y un conocimiento de sus diversos modelos teóricos
(Teoría de la Mente, etc..). Pero no basta con conocer la teoría, los T.G.D. requieren de un
acercamiento con una mentalidad abierta. Debemos ser especialmente sensibles a la realidad de
cada niño, su forma peculiar de funcionamiento, su margen de movimiento o potencial de
aprendizaje.
La evaluación se plantea como un juego sin reglas iniciales y que va configurándose a medida que
se avanza la relación. Es una relación diádica niño-psicólogo en la que ambos están en un proceso
mutuo de aprendizaje.
Las habilidades del psicólogo infantil, su capacidad de observación y, también, su creatividad, van
a ser decisivos.
Teniendo en cuenta los principios anteriores, la evaluación psicológica debe plantearse desde una
vertiente eminentemente práctica, es decir con la finalidad de conocer:
1-El punto donde nos encontramos (evaluación actual)
2-Determinar hasta donde podemos llegar (potencial de modificación y aprendizaje)
3-De qué forma vamos a hacerlo (estrategias psicológicas a emplear).
A nivel psicológico procederemos a una evaluación exhaustiva. Las baterías y cuestionarios
estandarizados señalados más arriba es sólo un primer paso. Con ellos obtendremos la línea base.
Posteriormente, tal como se ha señalado anteriormente, debemos introducir la evaluación de caso
único. Ello comprenderá como metodología fundamental la observación directa del niño en su
ambiente natural complementado con la recogida de información en entrevistas a padres y
educadores.
Vamos a evaluar todo aquello que preocupa a los padres en su comportamiento, en lo que hace y
también en lo que deja de hacer, sin olvidar aquello que quizás aún no es visible todavía o no se le
da importancia.
Muchos de estos niños, sobretodo los que mantienen conservadas parte de sus capacidades
intelectuales, pueden adaptarse al mundo y desarrollar estrategias para compensar sus
limitaciones, es por ello que se hace necesario una evaluación a medida y el ofrecimiento de
ayudas por parte de los diferentes profesionales implicados a lo largo de todo su ciclo vital.
Se han señalado 4 áreas importantes en las que centraremos nuestra atención:
a) Área social y comunicativa
Se evaluará el nivel de apego a sus padres, su nivel de contacto ocular, interés social, intención
comunicativa, atención y miedos entre otros. ¿Cual es el canal comunicativo entre el niño y su
entorno más próximo?, ¿existe capacidad e intención comunicativa? ¿cómo expresa sus
emociones? La evaluación por observación y la utilización de registros y pruebas formales así
como la entrevista a padres y cuidadores pueden aportar información relevante. Es importante
encontrar el eslabón en donde nos encontramos.
Pueden crearse diferentes niveles graduados por nivel de competencia e intención comunicativa
dentro y fuera de la familia. Una vez determinado el nivel actual tenemos ya la línea base para
empezar a diseñar un plan de intervención personalizado.
Es preciso conocer y explorar las diferentes capacidades sensoriales (oída, vista e incluso tacto)
para tratar de potenciar el canal comunicativo más eficaz.
b) Área cognitiva y motora
¿Cual es su capacidad cognitiva? Una vez más debemos ser cautos a la hora de evaluar dichas
capacidad. Realmente ¿a qué nos referimos cuando hablamos de competencia cognitiva? El
concepto viene avalado por diferentes pruebas estandarizados en población normal, pero en los
T.G.D. los criterios deben ser más flexibles. Un niño puede carecer de la capacidad de hablar,
incluso de la intención comunicativa, pero puede ser terriblemente hábil para montar o desmontar
objetos de su interés o construir puzzles.
Insistimos, de nuevo, en la necesidad de hurgar en las habilidades y capacidades de cada niño
desde el enfoque individual y evaluar para crear una línea base desde la que empezar a trabajar.
¿Tiene conocimiento de sí mismo? ¿reconoce el mundo que le rodea? ¿es el niño capaz de trazar
con lápiz líneas simples? ¿es capaz de clasificar objetos por colores, formas o tamaños? ¿es capaz
de montar rompecabezas? ¿cuales son sus áreas de interés?
Estas y otras muchas preguntas deben ser planteadas durante la evaluación. Necesitamos además
mucha capacidad de observación, constancia, trabajo y mucho sentido común. Ayudará el conocer
cuales son sus objetos, juegos o actividades preferidas para utilizarlas como motivadores para las
tareas de evaluación.
Hoy en día, la incorporación de las nuevas tecnologías, nos proporcionan la posibilidad de
establecer nuevas formulas con las que medir las habilidades tanto cognitivas como viso-motoras
o incluso auditivas a través del ordenador. Es un medio que resulta altamente atractivo para los
niños y puede ser especialmente útil también en muchos de los niños con T.G.D. Pese a que hay
diferentes proyectos en marcha estamos todavía en fase de experimentación y se aconseja que el
juego se introduzca paulatinamente y al nivel adecuado del niño. Por muy bajo que se encuentre
dicho nivel, cada niño tiene su propio margen de movimiento, su peculiar potencial y estilo de
aprendizaje, y es en ese punto donde los diferentes profesionales debemos centrar nuestros
esfuerzos.
Respecto al área motriz, la evaluación es mucho más objetiva dado que una observación
estructurada a partir de cualquiera de las escalas de desarrollo pueden acercarnos a las
limitaciones o barreras motrices del niño. En esta área la evaluación e intervención se efectuará a
partir de profesionales de la medicina y fisioterapia.
c) Hábitos autonomía, comida, higiene...
Son objetivos también prioritarios, establecer, en la medida de lo posible, los diferentes hábitos
para que el niño lleve al máximo su autonomía funcional. Muchos padres adoptan posturas
demasiado proteccionistas lo que suele llevar emparejado un relajamiento en las exigencias de
comida, sueño e higiene. El niño debe aprender a comer sólo, a dormir a sus horas en su
habitación y ser capaz de controlar los esfínteres en situación diurna y nocturna. Evidentemente
muchos de estos niños tienen unas limitaciones orgánicas y será el examen médico quien nos
determine las posibilidades de corregir alguno de estos aspectos; ello no es excusa para que,
cuando no haya imposibilidad total, se actúe para intentar establecer o mejorar dichos hábitos.
Para evaluar todas estas cuestiones se utilizará la entrevista con los padres y un registro de todos
los hábitos asumidos o no por el niño. Es también necesario conocer el historial médico y si el niño
presenta problemas a nivel orgánico (crisis epilépticas, complicaciones oftalmológicas, problemas
en la deglución o asimilación de ciertos alimentos, trastornos motrices, etc...). A partir de estos
datos se puede configurar el plan de intervención en base al registro de conductas y posteriores
técnicas de modificación de conducta, si procede.
d) Conductas: eliminación o instauración
¿Por dónde empezar? Los T.G.D. cursan con una amplia, variada y compleja manifestación
conductual. Rabietas, desobediencia, hiperactividad, baja tolerancia a la frustración, intolerancia a
los cambios de su entorno, aleteos de manos, estereotipias, obsesiones, rituales e incluso
autolesiones. El registro detallado de cada una de estas manifestaciones así cómo sus
antecedentes ¿qué ocurre antes de efectuar la conducta? ¿donde se produce o delante de quien? o
consecuentes ¿qué le ocurre al niño cuando efectúa la conducta? ¿es castigado, se le consiente?
Estos datos deberán ser recogidos mediante registros y serán claves para trazar, si procede un
plan de intervención.
Las primeras conductas sobre las que se debe intervenir son las que suponen un riesgo para el
propio niño u otros. También aquellas de las que se deriven un malestar acusado en el seno de la
familia.
Hay que eliminar o minimizar conductas pero también deberemos proceder a incorporar nuevas
conductas que no están presentes o lo están de forma intermitente. Enseñar o modelar conductas
para mejorar aspectos de los hábitos cotidianos mencionados anteriormente (comida, higiene,
control esfínteres, etc...) o enseñar habilidades de relación con los otros o técnicas de autocontrol
para niños que cursan con hiperactividad. Por tanto, deberemos registrar también aquellas
conductas que queremos establecer pero que actualmente no están presentes en el repertorio del
niño.
e) Otras áreas
Otras áreas de interés a la hora de evaluar son la familiar y la escolar. En la primera hay que
conocer cuales son las necesidades de la familia, cómo les ha alterado su vida cotidiana, cómo han
aceptado el diagnóstico y, en el caso de que haya hermanos, cómo se lo han explicado.
Si el niño asiste a una guardería o escuela se deberá también recoger información acerca de su
funcionamiento en estos lugares mediante entrevista a los maestros o cuidadores y estableciendo
también registros conductuales si son necesarios.
20 conceptos fundamentales (Ángel Rivière):
Siguiendo este enlace se exponen los 20 puntos claves que Ángel Riviere describió bajo el título
de: ¿qué nos pediría un autista si pudiera?
También puede verse en formato audiovisual desde la Asociación Apnab.org
Libros recomendados:
"Autismo y Síndrome de Asperger" Autor: Simon Baron Cohen
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