SENTENCIA NÚMERO: Córdoba, de Diciembre de dos mil nueve

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 SENTENCIA NÚMERO:
Córdoba, de Diciembre de dos mil nueve.-Y VISTOS: Estos autos caratulados
“ALESSIO, JOSÉ NICOLÁS c/ PROVINCIA DE CÓRDOBA – AMPARO (Expte. Nº 01534788/36 – 17/09/2008)”; que se tramitan por ante el Juzgado de Primera
Instancia y Vigésimo Segunda nominación en lo Civil y Comercial, traídos a despacho
del suscripto (47ª. Nom. Civil y C.) a los fines de resolver, conforme a la asignación
directa efectuada en función del Fuero de Prevención (art. 4 Ley 4915) al haber sido
sorteado y resuelto el Amparo en autos: “Rossi Dante Valentín c/ Gobierno de la
Provincia de Córdoba –Poder Legislativo Provincial –Amparo - Expte. N 1533220/36” y
“Unión Cívica Radical C/ Gobierno De La Provincia De Córdoba – Poder Legislativo –
Amparo - Expte. Nº 1541101/36”, en atención al fuero conexitatis y por lo dispuesto por
la Excma. Cámara 8ª Civil y Comercial por Auto Nº 680 de fecha 05-10-2009 (fs. 389/
390), de los que resulta que a fs. 125/134 comparece el Sr. José Nicolás Alessio por
derecho propio, con el patrocinio de varios letrados que suscriben el escrito de demanda,
fundamentalmente, con el de los Dres. Miguel Ángel Ortiz Pellegrini y Carlos Fernando
Machado, quienes solamente suscriben los escritos posteriores del proceso, en su carácter
de ciudadano postulado por el Bloque de Legisladores Provinciales del Frente Cívico y
Social para ocupar el cargo de Defensor del Pueblo, y dice que viene a interponer Acción
de Amparo en contra del Gobierno De La Provincia De Córdoba, a fin de que se
DECLARE INAPLICABLE – INCONSTITUCIONAL– la interpretación constitucional
de los arts. 104, inc. 36 y 124 de la C.P. realizada por la Legislatura de la Provincia en su
sesión especial de fecha 10/09/2008 y la designación para el cargo de Defensor del
Pueblo y el posterior juramento del ciudadano Mario Alberto De Cara, con costas.
Arguye que conforme lo dispuesto por el art. 124 de la Constitución Provincial, ss. y cc.
corresponde a la Legislatura de la Provincia designar al defensor del Pueblo “con el voto
de los dos tercios de sus miembros.”. Como allí mismo se refleja, el mandato de este
funcionario es de cinco años y el anteriormente designado Dr. Nelson Filippi había
cesado hace un tiempo prolongado ya y por lo tanto este cargo se encontraba vacante. Al
tratar este tema la Legislatura Provincial en su primera ocasión (sesión especial
convocada para el día 20/08/2008) existía ya la candidatura presentada del Sr. Mario De
Cara por parte del Sr. Presidente del Bloque de la U.C.R. de legisladores. Para tal sesión,
el Bloque de Legisladores del Frente Cívico había presentado una nota por mesa de
entradas de la Legislatura proponiendo como candidato al presbítero José Nicolás
Alessio. Esta nota incluso tomó estado parlamentario al ser leída por el Sr. Secretario
Legislativo en la sesión. En esa ocasión, la referida sesión especial para designar al
Defensor del Pueblo no se llevó a cabo debido a que el candidato De Cara no reunió los
votos de cuarenta y siete legisladores necesarios para la mayoría de los dos tercios de la
totalidad que requiere el art. 124 de la C.P. En su condición de candidato fue convocado
por el bloque de legisladores provinciales del Frente Cívico y Social para asistir a la
sesión de marras. Ha sido pública y notoria tal postulación a través de la difusión en los
medios masivos de comunicación.- De esta manera, el dicente asiste a la sesión del día 20
de agosto de 2008 en su condición de candidato propuesto por la primera minoría
legislativa. En esa ocasión, al manifestar públicamente la legisladora Modesta Genesio de
Stabio que no iba a apoyar al candidato Mario De Cara – ello por no contarse con los 47
votos necesarios – se resolvió en la reunión de la comisión de Labor Parlamentaria
posponer la referida sesión especial para el día diez de septiembre del año 2008. Existen
testimonios periodísticos de declaraciones formuladas por legisladores de Unión por
Córdoba y la U.C.R que corroboran estos dichos. Así, el 10-9-08 se llevó a cabo la (34ª
reunión) segunda sesión especial en la que se eligió al candidato propuesto Mario Decara
con una mayoría de cuarenta y seis votos. La candidatura de Mario Decara fue presentada
en el recinto por el legislador Miguel O. Nicolás (U.C.R.) quien en su propio discurso y
conciente de no reunir los dos tercios del pleno, comienza a desarrollar “la teoría de los
dos tercios de los presentes” para elegir al Defensor del Pueblo. La discusión
parlamentaria giró en torno a cuál era la mayoría necesaria para tal designación,
sosteniendo el oficialismo, seis legisladores de la UCR, el Movimiento Patriótico, el
Movimiento de Acción Vecinal y Recrear, que bastaba con reunir los dos tercios de los
legisladores presentes en la sesión. La oposición ejercida por el Frente Cívico y Social, el
Movimiento Vecinalista Independiente, la Unión Vecinal Federal, la Concertación Plural,
el ARI y la Izquierda Socialista, por el contrario, sostuvieron que la mayoría requerida
por el Art. 104 inc. 36 y 124, se refiere a los dos tercios de la totalidad de los miembros
que componen la Cámara, es decir cuarenta y siete. Estas diferencias pretendieron ser
zanjadas por una “Votación interpretativa”, lo que constituye un verdadero absurdo, dado
que el reglamento de la Legislatura solo prevé votar proyectos de ley, declaración y
resolución y no existe entre las mociones posibles la de “interpretar”. Concretamente, el
Presidente Provisorio, Dr. Fortuna, expresa: “En consideración la propuesta que
interpreta que la designación del defensor del pueblo debe realizarse con los votos de la
mayoría agravada de los dos tercios de los legisladores presentes.”, moción que se vota
y aprueba por simple mayoría. Luego de la “votación interpretativa”, el Bloque del Frente
Cívico se retira del recinto para “El Frente Cívico considera que la Constitución no es de
goma, por lo tanto ha decidido no legitimar con su presencia la votación y se va a retirar
de la sesión especial”, tal los dichos del presidente de la bancada, Dr. Miguel Ortiz
Pellegrini. Al momento de votar, también se retiraron del recinto los bloques
parlamentarios del Frente Cívico y Social, Unión Vecinal Federal, ARI e Izquierda
Socialista. La mayoría circunstancial se aferró a su postura, procediendo a designar al Sr.
Mario De Cara con la cantidad de cuarenta y seis votos a favor, un voto en contra, cuatro
ausentes en la sesión y seis abstenciones. Que el Sr. Decara fue elegido con el voto
favorable de tan solo 46 legisladores surge del mismo diario de sesiones. Luego de esta
designación irregular e inconstitucional el Sr. Presidente de la Legislatura invita al Sr.
Mario De Cara a prestar el juramento de ley, quien lo hace por Dios y la Patria, con lo
que se da por terminada la sesión. Que esta decisión agravia y lesiona los derechos
constitucionales del peticionante por ser manifiestamente arbitraria e ilegal, lo que
pretende hacer cesar a través de la acción de amparo.- Expone que el Art. 43 de la
Constitución Nacional establece: “Toda persona puede interponer acción expedita y
rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo
acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o
inminente lesione, restrinja, altere o amenace con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta,
derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso
el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en la que se funde el acto o la
omisión lesiva”. Asimismo el Art. 5° de la Ley 4.915 prevé que podrá deducir esta acción
de amparo la persona individual o jurídica que se considere afectada conforme los
presupuestos del artículo 1º de la norma citada. En realidad, el texto constitucional es más
amplio al afirmar: “Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de
amparo...” Se ha dado en llamar “legitimatio ad causam” a la situación especial en que
se encuentra una persona con respecto a la pretensión que ejerce. En este caso, el Sr. José
Nicolás Alessio, ha sido formal y públicamente propuesto como candidato a Defensor del
Pueblo por el Bloque de Legisladores Provinciales del Frente Cívico y Social.
Formalmente, debido a que por nota ingresada por mesa de entradas de la Legislatura
Provincial que tomó estado parlamentario en una sesión especial del día 20/09/08. De
igual forma, en la sesión especial celebrada el pasado 10/09/08 fue presentado en el
recinto de sesiones como candidato por el miembro informante en nombre del Frente
Cívico y Social, Dr. Roberto Birri, cuando expresara: “Sr. Presidente, le proponemos al
pueblo de la Provincia de Córdoba a un hombre que a juicio del Bloque del Frente
Cívico y Social reúne esos requisitos: me refiero al Padre José Nicolás Alessio, párroco
de la iglesia San Cayetano (…)”. Es claro que existe una relación directa e inmediata
entre el accionar arbitrario e ilegítimo de la demandada y el perjuicio irreparable que se le
causa. La Provincia de Córdoba resulta legitimada pasivamente para intervenir en esta
acción por ser la persona jurídica responsable y autora de los actos manifiestamente
ilegales y arbitrarios que causan agravio al actor. Ello surge de la misma Constitución
Provincial, en su art. 144 inc. 1º. Que el oficialismo decide suspender la sesión especial
prevista para el 20/08/08 luego de una deliberación de más de tres horas, motivado
centralmente por no haber logrado reunir los cuarenta y siete votos de legisladores que
prevé el art. 124 de la C.P. (Ver comunicación del Vicegobernador Héctor Campana en
su calidad de Presidente de la Legislatura a las 22.13 hs. del día 20/08/08, inserta en la
Versión Taquigráfica, pág. 43). Fue público y notorio ese día las gestiones que se
efectuaron con la legisladora Genesio de Stabio para que acompañara con su voto la
designación de Mario Decara. Adjunta como prueba documental, impresión de las
versiones on line de los periódicos del día 21/08/08. El día 10/09/08 y aprovechando la
ausencia de cuatro legisladores, el oficialismo y seis legisladores de la UCR volvieron a
insistir con la candidatura del Sr. Mario Decara planteando desde su nominación
(legislador Nicolás) la tesis de “los dos tercios de los presentes” para su designación. Si
esta tesis fuera correcta, se debería tener en cuenta que el quórum de la Cámara son
Treinta y seis legisladores, y sólo harían falta veinticuatro votos positivos para obtener la
designación, lo que resulta absurdo si lo comparamos con lo normado en los arts. 124 y
104, inc. 36 de la C.P..- El alto consenso establecido por el constituyente en estas normas,
es burlado por una interpretación arbitraria que posibilitaría el nombramiento a una
minoría de un tercio de la totalidad de los legisladores. Esta reducción al absurdo
demuestra lo inviable e inconstitucional de la interpretación votada por la Cámara. Si tal
interpretación fuera exacta, el oficialismo hubiera designado al candidato Decara el 20/
08/08, en la primera sesión especial –en la que contaban con los cuarenta y seis votos-,
sin necesidad de sufrir el escarnio público que reflejaron los diarios de los días
posteriores. Exime de comentarios el propio reflejo de la situación que realiza el artículo
periodístico del Diario “La Mañana de Córdoba” en su edición del día 21/08/08 en sus
páginas 8 y 9 (viene de la tapa) que es titulado: “Vecinalista (origen juecista) causó
nuevo fracaso del Pacto PJ-Nicolás)”. Obra en ese artículo un cuadrito que se titula:
“Los votos que tenía Decara” que claramente expresa que tenía Unión Por Córdoba-FPV
37; Unión Cívica Radical 6; Movimiento de Acción Vecinal 1, Movimiento Patriótico 1,
Recrear 1: Total 46. Dos tercios de la Cámara: 47”. En el mismo artículo se refleja: “En
la platea estaba el cura José Nicolás Alessio, el candidato del Frente Cívico para la
Defensoría del Pueblo, y cuya postulación acompañan también los bloques Concertación
Plural, Unión Vecinal Federal e Izquierda Socialista.”. Adjunta copia de los artículos
mencionados y los ofrece como prueba documental. Por su parte, el periódico “La Voz
del Interior” titula “Por un voto fracasó el acuerdo por Decara. El pacto del oficialismo
con un sector de la UCR no se pudo concretar porque a último momento desistió la
vecinalista Stabio.”. Otro artículo del mismo día se titula: “La llamada de Juez que
cambió la votación”. “En este caso, Stabio era el voto 47 con el que el oficialismo y una
parte de la UCR llegaban a los dos tercios exigidos para designar al Defensor del
Pueblo.”. Adjunta versión on line impresa de los artículos periodísticos de referencia y
los ofrece como prueba documental. Así los legisladores que sostuvieron su candidatura
expresaron que la inteligencia de la cláusula constitucional aludida (C.P. 124 y 104, inc.
36) obligaba a que el postulante debía reunir los dos tercios del total de los miembros de
la unicameral, y dado que el total asciende a 70 miembros, 2/3 de tal número es igual a
46,66; por lo que aquélla mayoría supondría la unidad inmediata superior (47 votos
positivos). Respecto del número al que corresponde la alusión a 2/3 de sus miembros, hay
que tener presente lo dispuesto en el Art. 137 inc. 3º a de la Ley Orgánica Municipal Nº
8102 y realizar una interpretación armónica. Sigue afirmando que para dilucidar cual de
las dos es la interpretación correcta, es necesario recorrer integralmente el texto de la
Constitución Provincial, identificando el modo en que fija las mayorías especiales o
calificadas que requieren determinadas decisiones legislativas que suponen actos
institucionales que el constituyente consideró de suma trascendencia, para los cuales
exige lo que se denomina “mayorías calificadas o agravadas”. Es así que requiere
expresamente mayoría de dos tercios de la totalidad de sus miembros: Art. 99: para
corregir o excluir a cualquier legislador de su seno. Art. 104 inc. 12: para intervenir las
municipalidades (aclarase que la formula empleada aquí es la siguiente: “con los dos
tercios de la totalidad de los miembros que componen la Legislatura”). Art. 121: Ningún
acusado (en el proceso de juicio político) puede ser declarado culpable sino por el voto de
la totalidad de los miembros del tribunal de sentencia (vale señalar que el mismo se
compone sólo de una parte de la Legislatura, constituida en Tribunal, art. 114). Art. 196:
La declaración de la necesidad de la reforma (de la Constitución) debe ser aprobada con
el voto de dos terceras partes del total de los miembros de la Legislatura. La Carta Magna
provincial establece mayorías especiales de dos tercios en otros casos, señalando que la
Legislatura debe aprobar con los dos tercios de miembros presentes sus decisiones en
orden a: Art. 104, inc. 8: para el abandono de jurisdicción de parte del territorio
provincial o la cesión de propiedad de parte de su territorio. En este último caso la ley
que lo disponga debe ser sometida a referéndum de la ciudadanía. Art. 104 inc. 33: Para
autorizar al Poder Ejecutivo a contraer empréstitos. Art. 109: Para insistir con un
proyecto de ley vetado por el Poder Ejecutivo. Art. 116: Para que la Sala Acusadora
admita el dictamen de la comisión investigadora prevista en el art. 115.Y la Carta Magna
provincial exige mayoría de “…dos tercios de sus miembros…”(sin aclarar si se trata del
total o de los presentes) para los siguientes casos: Art. 104 inc. 7º: para establecer los
límites de las regiones de la provincia que modifiquen el actual sistema de
departamentos. Art. 104, inc. 36 y art. 124: para designar al defensor del pueblo. En otras
disposiciones, la Constitución establece que deben adoptarse por mayoría absoluta de sus
miembros: Art. 101: las citaciones de extrema urgencia o necesidad a los ministros del
Poder Ejecutivo. Art. 106: qué otras leyes deben quedar sujetas por su naturaleza e
importancia al régimen de doble lectura (además de las expresamente previstas en la
primera parte del citado artículo). Por último, el art. 99, segundo párrafo, dispone que
“…basta la mayoría de los miembros presentes” para decidir sobre la renuncia que
voluntariamente hicieren los legisladores de sus cargos. Para la gran mayoría de sus
determinaciones el actual texto constitucional no tiene prevista explícitamente qué
número de legisladores requiere para la aprobación de las leyes (art. 104, incs 1, 6, 10,
13, 14, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 25, 24, 26, 27, 28, 29, 30, 32, 34, 35, 37, 39, 40 y
41; y art. 109), para otorgar los acuerdos (art. 104, inc 42, 157, 169, 173) y para cumplir
con las demás funciones asignadas al Poder Legislativo (art. 104, incs. 2, 3, 4, 5, 31) .
Solo prevé mayorías especiales para los casos arriba señalados. Pese a que no hay una
clara definición sobre aquello, es evidente que “entra en sesión con más de la mitad de
sus miembros…”, de acuerdo al art. 94, de modo que ninguna decisión podrá adoptar si
no cuenta al menos con el quórum (36 miembros o más). Al aclarar que “basta” la
mayoría de los miembros presentes en el art. 99, para aceptar la renuncia de sus
miembros, se desprende que “no basta” dicha mayoría para las demás determinaciones.
De allí que la mayoría simple o no calificada supone, al menos, contar con el voto
afirmativo de la mayoría del total de sus miembros, es decir, 36 o más. Agrega que es de
vital importancia, por tanto, determinar con absoluta precisión si la constitución
provincial, cuando requiere mayoría de “dos tercios de la totalidad de sus miembros”,
realiza una distinción respecto de los supuestos donde requiere “dos tercios de sus
miembros”. Vale decir, si la ausencia de la expresión “de la totalidad” (arts. 99 primera
parte, 104, inc. 12 y 121) o “del total” (art. 196) en las palabras empleadas en los casos
de los arts. 104, incs. 7 y 36, y en el art. 124, supone un error de técnica legislativa del
constituyente, puesto que significan en todos los casos dos tercios del total, o bien existe
una diferencia deliberada en dichas fórmulas y, por lo tanto, constituyen mayorías
distintas. En el primer supuesto, la inteligencia conduce a requerir al menos 47 votos para
la validez de la decisión legislativa. En el segundo supuesto cabría preguntarse por qué
razón el constituyente habría de haber aclarado, en otros casos, que la mayoría exigida se
conformase con los “dos tercios de los miembros presentes” (arts. 104, inc. 8, 109, y
116). Esta polémica interpretativa no es nueva en nuestro país, puesto que ya dio lugar a
históricos debates con motivo de la Convención convocada para la reforma de la
Constitución Nacional mediante la ley nº 13.233, donde se discutió el alcance del art. 30
de la CN: “La necesidad (de la reforma constitucional) debe ser declarada por el
Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros…”, cita doctrina
que avala su postura. Esgrime que, si la Unicameral requiere de un quorum de “…más de
la mitad de sus miembros” para sesionar, o puede ser convocada por una cuarta parte de
”sus miembros…”, es de toda evidencia que tales reglas jamás pueden referirse a “los
miembros presentes”, puesto que la referencia a “la mitad” o “al cuarto” de “sus
miembros” alude a la totalidad de ellos y no a una parte indefinida que pudiera “estar
presente”. De lo contrario, la técnica legislativa del constituyente debería haber señalado
un número mínimo y determinado (por ejemplo veinte, diez o cinco legisladores), dado
que”la mitad” o ”el cuarto” solo pueden ser mensurados en relación a un número estable,
fijo, es decir, a los 70 integrantes del cuerpo. Nadie podría afirmar seriamente que la
legislatura pudiera contar con quorum con más de la mitad de “los miembros presentes” o
que se podría convocar a sesiones extraordinarias a pedido de “un cuarto”de los
presentes, porque ello es lo mismo que no decir nada. En concreto: cuando la
constitución se refiere a “sus miembros” está aludiendo inequívocamente a los setenta
legisladores que la componen. Por ello es claro que cuando el texto constitucional
expresamente alude (en solo dos casos, arts. 99 y 116) a los “miembros presentes” (sin el
posesivo “sus”) lo hace para validar decisiones adoptadas por un menor número de
legisladores (mayoría relativa de “los presentes”), por oposición clara e inequívoca a los
casos donde exige la mayoría de sus miembros o dos tercios de sus miembros. Luego, es
dable sostener que las expresiones”dos tercios del total de los miembros” y “dos tercios
de la totalidad de sus miembros” son empleadas de modo equivalente a la expresión “dos
tercios de sus miembros”. Concluye que la designación de Mario Decara no se ajusta a
las exigencias del texto constitucional, dado que fue decidida por un número de
legisladores inferior a los dos tercios de los miembros del cuerpo, inobservando lo
dispuesto en los arts. 104, inc. 36 y 124 de la Constitución Provincial. No se trata de una
mera cuestión formal, de números, sino de un asunto de suma trascendencia institucional,
puesto que las mayorías calificadas han sido pensadas por el poder constituyente para
rodear a ciertas determinaciones del poder legislativo de un necesario consenso que las
ubique más allá de los avatares de mayorías circunstanciales. Esta fue la interpretación
que la propia Asamblea Legislativa adoptó en ocasión de designar al 1º Defensor del
Pueblo (Dante Fornasari), en la Asamblea Legislativa del 24 de noviembre de 1989,
resultando designado por el voto de 79 legisladores sobre 117 de la totalidad de senadores
y diputados (Diario de Sesiones H. Legislatura nº 36, pag.2527/2568). Igual criterio se
adopto para designar al Sr. Nelson Filippi, en la Asamblea Legislativa del 7 de diciembre
de 1994, por 94 votos sobre un total de 121 legisladores. En esta última sesión participó
como senador provincial el Sr. Mario De Cara, actual Defensor del Pueblo
inconstitucionalmente designado. Dice que la Ley 4915, en su art. 1°, comienza
declarando cuáles son los derechos tutelados por la Acción de Amparo, al expresar: “los
derechos o garantías reconocidos y acordados por las Constituciones de la Nación y de
las Provincias....”. El propio texto constitucional, en la nueva redacción del Artículo 43
define que la acción de amparo procede contra todo acto que lesione o amenace
“...derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el
caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u
omisión lesiva.”. Como puede apreciarse, el amparo que contiene la propia Constitución
Nacional aparece como de mayor alcance que el que contempló la Ley 4915. “Estamos
aquí frente a una de las más importantes novedades de la nueva tutela constitucional. Lo
tradicional ha sido sostener que los derechos o garantías protegidos son los reconocidos
por la Constitución, fueran explícitos o implícitos. El nuevo reconocimiento tutelar ha
ampliado el alcance de la protección a los derechos o garantías reconocidos, también
por los tratados o por las leyes. Se ha ubicado la nueva Constitución en la tesitura de
una protección amplia, tesis que ya venía sosteniendo parte importante de la doctrina
nacional, pero que aún no tenía un firme reconocimiento por parte de la
jurisprudencia.” (Quiroga Lavié, ”Constitución de la Nación Argentina Comentada”,
Zavalía Editor, mayo de 2000).Recordemos que el amparo había nacido como creación
pretoriana de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación en los casos “Siri” y “Kot”,
y que luego en una segunda etapa se dicto la Ley Nº 16.986 -Ley 4915 en la provincia- que estableció limitaciones al respecto, para luego advenir la tercera etapa con la reforma
constitucional de 1994, que de manera indudable amplio esta garantía fundamental de
nuestro derecho procesal constitucional. De tal manera que la norma suprema ha
admitido el amparo tanto contra actos del Estado como de particulares, como amplificado
su legitimación activa y posibilitado la declaración de inconstitucionalidad de normas o
actos lesivos, entre otras modificaciones sustanciales, como lo señala la doctrina de
manera unánime. Sigue diciendo, que en este caso nos encontramos con una situación de
violación de derechos y principios constitucionales que han sido vulnerados en forma
arbitraria e ilegal manifiesta, por parte del Estado Provincial. Contestes con esta
concepción, solicita que se tutelen los siguientes derechos constitucionales: De
propiedad: (Arts. 14 y 17 C.N., Art. 23 Declaración Americana de los Derechos del
Hombre, Art. 17 Declaración Universal de Derechos Humanos, Art. 21 Convención
Americana sobre Derechos Humanos, que integran el llamado “bloque de
constitucionalidad federal”, en razón de la jerarquía constitucional asignada a los mismos
en virtud de lo dispuesto por el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, luego de la
reforma constitucional de 1994): El concepto constitucional de propiedad es mucho más
amplio al que se reconoce como simple titularidad de dominio emanado del Derecho
Civil. Este concepto amplio de derecho de propiedad, incluye “todos los intereses
apreciables que el hombre puede poseer fuera de si mismo, de su vida y su libertad”
(Fallos 147:325 “Bourdie”) según una profusa jurisprudencia emanada de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. “Un estándar reiterado por la Corte Suprema es que
el termino propiedad, empleado en los arts. 14 y 17 de la Constitución, ampara a todo el
patrimonio, incluyendo los derechos reales y personales, bienes materiales o
inmateriales y, en general, a todos los intereses apreciables que un hombre pueda
poseer, fuera de si mismo y de su vida y libertad, entre ellos, los derechos emergentes de
los contratos (“Ventura”, Fallos, 294:152; “Industria Mecánica SAIC”, Fallos, 304:856,
etc..)” y mas adelante expresa el Dr. Sagüés: “...La Corte añade que la tutela
constitucional de la propiedad pretende no ser meramente formal, sino que tiende a
impedir que se prive de contenido real a ese derecho (“Herrera Vegas”, Fallos,
312:2467)” (Néstor Pedro Sagüés, “Elementos de Derecho Constitucional”, Tomo 2, 2ª.
Ed., Astrea, 1997, pág. 483). Imbuido de esta concepción de Derecho de Propiedad
constitucional, afirma que la interpretación legislativa de la Constitución efectuada en la
sesión del 10/9/08 resulta claramente inconstitucional y le impide competir en igualdad
de condiciones y conforme a las normas constitucionales para la designación del
Defensor del Pueblo. Este derecho ha sido conculcado por el accionar manifiestamente
arbitrario e ilegal de los legisladores que designaron a Decara que S.S. debe declarar
inaplicable por inconstitucional. La conducta de la demandada es irrazonable (art. 28 CN)
: La garantía de razonabilidad debe estar siempre presente en los actos del Estado a tenor
del art. 28 CN. La razonabilidad impone un cierto límite que, si se traspasa, se cae en la
zona opuesta de lo irrazonable o de lo arbitrario, y esto es lo que ha ocurrido en nuestro
caso. Es pura arbitrariedad. “El acierto o error, el mérito o la conveniencia de las
soluciones legislativas, no son puntos sobre los que al Poder Judicial quepa
pronunciarse, salvo en aquellos casos que trascienden ese ámbito de apreciación para
internarse en el campo de lo irrazonable” (CSJ 13.6.1995 “Bozzano Edgardo c/Estado
Nacional”). Esta resolución que intenta revocar a través de esta acción, ha sido decidida
fuera del marco de razonabilidad (art. 174 de la Constitución Provincial y 28 C.N.), lo de
que por sí hace procedente esta acción. Derecho a elegir y ser elegido: Se trata de un
caso de gravedad institucional porque la Legislatura Provincial ha violado el derecho a
ser elegido del suscripto de acuerdo a un procedimiento reglado constitucionalmente. El
Poder Legislativo no puede desconocer ese pronunciamiento y en consecuencia su
resolución es nula, como la “interpretación legislativa” que la posibilita. En cuanto a la
justiciabilidad del caso afirma que ha dicho la Corte Suprema, en los autos “Bussi, A. c/
Estado Nacional” publicado en La Ley del 25.7.07 pag.11 y del 22.8.2007 pag. 10 y en
D.J. 29.8.07 - 1276: “La Corte Suprema de Justicia de la Nación se encuentra habilitada
para revisar la decisión por la cual la Cámara de Diputados de la Nación rechazó el
diploma de un diputado electo con fundamento en su inhabilidad moral, derivada de
haber ocupado un cargo público durante el último gobierno de facto pues, si bien el art.
64 de la Constitución Nacional dispone que la citada Cámara es juez de los títulos de los
diputados, dicha competencia no es exclusiva ni excluyente, en tanto el art. 116 de la Ley
Suprema establece que incumbe al Poder Judicial el conocimiento y la decisión de todas
las causas que versen sobre puntos regidos por ella. Una interpretación que llevara al
extremo la no justiciabilidad de las decisiones del Congreso anularía el diálogo de
poderes que la Constitución Nacional sustenta, y podría producir el desamparo de los
ciudadanos que pertenecen a minorías, al quedar sujetos a los que decidieran mayorías
circunstanciales. La facultad que el art. 64 de la Constitución Nacional reconoce a la
Cámara de Diputados de la Nación sólo puede referirse a la revisión de la legalidad de los
títulos de los diputados electos y la autenticidad de los diplomas, esto es, si fueron
regularmente emitidos por la autoridad competente. El art. 66 de la Constitución Nacional
establece que la Cámara de Diputados de la Nación puede remover a sus miembros por
inhabilidad física o moral sobrevinientes, es decir que no hay ninguna habilitación
constitucional para examinar la habilidad moral anterior a la elección. Es función de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación precisar los límites que la Constitución fija para
el ejercicio de las competencias del Congreso de la Nación. Los jueces no pueden opinar
sobre el modo en que se ejercitan las facultades de otros poderes, pero deben establecer
sus límites.” Esta doctrina ha sido ratificada recientemente en el caso “Patti” por la
Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación y en nuestra provincia por el fallo de la
Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la Ciudad de Río Tercero in
re “PEIRONE, Juan Pablo c/ Municipalidad de Río Tercero – Amparo” del día 15/09/
2008. Ofrece prueba consistente en: recortes de La Mañana de Córdoba del día 21/8/08
(págs. 8 y 9),edición on line del diario “La Voz del Interior” citados del día 21/8/08,
recorte del Diario “Comercio y Justicia” edición del 21/8/08, versiones taquigráficas de
las sesiones del 20/8/08 y especial del día 10/9/08, Diario de Sesiones de la Asamblea
Legislativa del 24/11/89, Diario de Sesiones de la Asamblea Legislativa del 7/12/1994.
Solicita se requiera copia auténtica de la documental citada y al mismo tiempo que remita
copia autorizada de la nota presentada por el Bloque del Frente Cívico y Social
proponiendo la candidatura de José Nicolás Alessio para Defensor del Pueblo. Ofrece la
prueba que hace a su derecho, glosada a fs. 1/124 ; solicita medida cautelar innovativa;
pide la inconstitucionalidad del Art. 15 de la ley 4915; plantea el Caso Federal con cita de
las normas constitucionales que resultarían violadas en caso de serle adverso el fallo.- En
definitiva, requiere se haga lugar a la acción de amparo, con costas.- A fs. 135 se le da
trámite a la causa.- A fs. 142/161 comparecen los Dres. Alfonso Fernando Mosquera,
Procurador del Tesoro de la Provincia de Córdoba, y Marcelo A. Cristal Olguín, Director
General de Asuntos Judiciales de la Procuración del Tesoro, en nombre y representación
del Gobierno de la Pcia. de Córdoba, y evacuan el informe previsto por el Art. 8 de la ley
Nº 4915. Sustancialmente, lo hacen en los siguientes términos: afirman que en esta causa
quien busca amparo judicial es un candidato.- Señalan la falta de competencia del juez
interviniente en la acción incoada por el amparista en contra del Poder Legislativo de la
Provincia de Córdoba ya que la cuestión se enmarca en las denominadas “cuestiones
políticas no judiciables o justiciables”. Que como refiere la doctrina constitucional, se
denominan “cuestiones políticas” a aquellas potestades o facultades ejercidas por el
Poder Ejecutivo o el Poder Legislativo reconocidas en la Constitución como
“exclusivas”. Afirma que en el caso de autos, los arts. 104 inc. 36 y 124 le reconocen
como potestad exclusiva a la Legislatura la designación del Defensor del Pueblo; por lo
que no se verifica ningún aspecto que habilite la competencia del Poder Judicial para
revisar lo actuado por la Legislatura de la Provincia de Córdoba en la Sesión Especial
llevada a cabo el día 10 de Septiembre de 2008. Cita doctrina y jurisprudencia en apoyo a
su postura.- Asevera que en el caso planteado está claro que la Legislatura de la Provincia
de Córdoba ha ejercido, en el acto de designación del Defensor del Pueblo, una función
esencial, peculiar, singular y exclusiva que le ha encomendado en forma expresa la
Constitución Provincial.- Que de allí que toda revisión judicial deba entenderse como una
intromisión que afecta el principio republicano de la división de poderes, máxime cuando
–en la sesión parlamentaria de marras- no se ha verificado violación alguna a norma
reglamentaria o constitucional; por lo que, por ende, su revisión es ajena al Poder
Judicial.- Afirma que en aquellas cuestiones que hacen al procedimiento legislativo los
tribunales tienen vedado pronunciarse ya que estarían invadiendo facultades propias y
excluyentes de otro poder del Estado. Que salvo la inobservancia de “requisitos mínimos
e indispensables que condicionan la creación de leyes”, el proceso de emisión de la
voluntad legislativa está vedado a los jueces. Sostiene que el fallo de la CSJN que invoca
el amparista se resolvió sobre una extralimitación de una Cámara del Congreso (al
imponer más requisitos que los exigidos por la propia Constitución) para impedir la
asunción de uno de sus miembros, mientras que en el caso de autos, se cuestiona una
interpretación que ha formulado la Legislatura de la Provincia. Que una interpretación
legítima no vulnera el derecho de nadie sino que establece –simplemente- cómo debe
computarse la mayoría agravada que la Constitución impone para elegir al Defensor del
Pueblo cuando faltan legisladores en funciones y ello es facultad propia de la Legislatura
Provincial y nadie más.- Expresa que si todo lo expuesto, desde el punto de vista
argumental, doctrinario y jurisprudencial alcanza para demoler el ataque al proceso de
formación de una ley, con tanta mayor e incuestionable razón sirve cuando –como aquí
sucede- lo que está en juego es sólo una Resolución adoptada por el Poder Legislativo en
ejercicio de sus funciones administrativas. Que así se ha sostenido que la función no es
legislativa porque la cumpla el órgano encargado de legislar, pues no toda la actividad del
parlamento es legislativa ni todo acto de él reviste la forma de ley. Cita doctrina. Que
amén de lo expresado sobre la teoría pacífica de las cuestiones políticas no judiciales,
debe invocarse además que en los presentes no se verifica la existencia de un caso
judicial que habilite la intervención de este tribunal. Postula que en la demanda
presentada se omite expresar: el derecho subjetivo vulnerado, ya que no existe ni se
advierte en el caso concreto un interés concreto, inmediato, sustancial y directo del actor
en la designación del ciudadano Mario Alberto Decara como Defensor del Pueblo de la
Provincia; no hay tampoco un daño concreto ocasionado en forma precisa a la UCR y
que el Sr. Decara fue postulado por el titular del Bloque de la UCR en la legislatura;
afirma que el amparista carece de legitimación activa, ya que, por lo que no puede
cuestionar el resultado de una votación llevada a cabo por la Legislatura, máxime cuando
ella ha estado constituida legalmente conforme a lo establecido en dicho Reglamento
Interno. Sostiene que no existe cláusula constitucional en el ordenamiento de la Provincia
de Córdoba ni en el de la Constitución Nacional, como tampoco en la jurisprudencia local
ni nacional, que habilite a recurrir al Poder Judicial para que revise los criterios
legislativos aplicables en una votación y sobre una votación misma de la propia Cámara
Legislativa. Que si esto fuere así, amén de afectarse gravemente el principio republicano
de división de poderes, crearía un antecedente peligroso para la República, al allanar el
camino para que se recurra al Poder Judicial a fin de que éste revise el ejercicio de
facultades exclusivas del Poder Legislativo.- Asimismo, entiende que la Legislatura de la
Provincia no puede ser demandada por el actuar de sus miembros, ni responde
judicialmente por sus votos y sus decisiones; que su única responsabilidad –en este
sentido- es política. Dice que la esencia del sistema republicano es que “ninguno de los
miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente ni molestado por
las opiniones o discursos que emita desempeñando su mandato de legislador” (Artículo
68 Constitución Nacional), y que en el mismo sentido (y aun de manera más amplia a
favor del Legislador) puede verse y consultarse el artículo 89 de la Constitución
Provincial. Aduce que si bien estas normas son la base de la inmunidad de opinión de los
legisladores, con más razón son el fundamento de la propia inmunidad de la Legislatura en cuanto órgano del Poder- por las leyes que sancione o por la producción legislativa
que realice o por los actos administrativos que dicte en ejercicio de sus atribuciones
exclusivas y excluyentes, como -por ejemplo- la designación del Defensor del Pueblo.
Que si alguien puede considerarse afectado por el dictado de normas supuestamente
inconstitucionales, podría –eventualmente- impugnarlas por ante los órganos judiciales,
pero accionando en contra de quienes las invoquen o quienes las hagan valer afectando
derechos del agraviado, mas nunca en contra del Poder que emitió ese acto legislativo, ya
que la propia Legislatura no obtiene ningún beneficio en cuanto tal.- Sigue diciendo que
en el caso de autos no se verifican ninguno de los requisitos sustanciales ni formales para
la procedencia de la acción de amparo. Que en lo que hace a los requisitos sustanciales,
se puede apreciar lo siguiente: 1) Falta de interés legitimo o derecho subjetivo vulnerado.
Refiere que nuestro sistema establece el mecanismo de caso concreto para lo cual debe
existir: a) una relación jurídica; b) un derecho subjetivo vulnerado que no fue invocado
por el Sr. Alessio ni puede invocar derecho subjetivo alguno pues se presenta ante el
Poder Judicial invocando la calidad de candidato y ciudadano. Agrega que el accionante
no ha probado la existencia de un daño grave e irreparable a sus eventuales y supuestos
derechos, ni siquiera en grado de amenaza, restricción, alteración ni lesión actual
inminente.- Postula la inexistencia de un acto manifiestamente arbitrario o ilegal de la
Legislatura. Dice que el actor sólo ha invocado una interpretación del texto
constitucional y –en especial- de los artículos 124 y 104 (Inciso 36), que en una votación
legislativa con quórum legal y suficiente para decidir adoptó otra interpretación. Que, por
tal razón, lejos de estar en presencia de un acto legislativo manifiestamente ilegal o
arbitrario, estamos en presencia del ejercicio regular de potestades legislativas
constitucionalmente reconocidas a la Legislatura como cuerpo y que una minoría de
iluminados no puede interpretar que 46,66% sea 47 votos y debe estarse al número entero
menor de 46. Que de allí la evidente carencia de derecho o legitimación activa para poder
interponer la acción de amparo que nos ocupa; y que tal carencia surge en especial,
cuando su cuestionamiento se basa en una “interpretación” personal que hace del texto
del art. 124. Que es el caso, por ejemplo, de la Asamblea Legislativa que designó al
anterior Defensor del Pueblo el día 22 de Junio de 2000, en cuya oportunidad se aplicó –
sin mayores controversias que aquéllas planteadas en el recinto- la interpretación de que
la mayoría agravada para designar al Defensor del Pueblo de la Provincia era la de dos
tercios (2/3) de los miembros que estuvieran presentes al momento de votar.- Que por lo
expuesto se advierte, claramente, que no se verifica ninguno de los requisitos exigidos
por el artículo 1º de la Ley 4915, ni los requeridos por el artículo 48 de la Constitución
Provincial.- En cuanto a los requisitos formales de la acción, destaca que el actor no ha
podido acreditar: la Inexistencia de vía judicial más idónea; que la causa de pedir del
actor, como única pretensión, persigue la declaración de inconstitucionalidad de la
Resolución R-2112/08, transcripta más arriba. Sostiene que el ordenamiento jurídico
procesal de la Provincia de Córdoba, incluye a las Resoluciones como materia objeto de
revisión por vía de la acción de inconstitucionalidad prescripta en el articulo 165 (Inciso
1º, apartado “a”) de la Constitución de la Provincia. Que el actor ataca, precisamente, a
una Resolución del Poder Legislativo. Agrega que el actor no ha acreditado urgencia, ni
daño grave irreparable, ni inidoneidad de la acción de inconstitucionalidad ni de la acción
contenciosa administrativa para poder dotar de viabilidad a la acción de amparo
instaurada, lo que revela -a todas luces- su inadmisibilidad formal en los términos del
artículo 2 (inciso “a” de la Ley 4915). Añade que el planteo de inconstitucionalidad
efectuado no encuentra soporte en la “existencia de un derecho afectado”, lo que
descalifica su posición, ya que la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación tiene dicho –pacíficamente- que “la inconstitucionalidad está supeditada a que se
encuentre cuestionado en los actos el reconocimiento de algún derecho concreto a cuya
efectividad se opongan las normas cuya validez se cuestiona”.- También aduce que el
amparista no hizo uso de la vía administrativa que le autoriza el art. 127 del Reglamento
Interno de la Legislatura Provincial, ejerciendo la moción de Reconsideración. Señala
que el Reglamento Interno constituye una “ley” que obliga a todos los Legisladores,
regula el orden de las sesiones y fija el mecanismo de cómo -en su caso- un candidato
puede impugnar –en la misma sesión- las decisiones de la Legislatura. Que de la prueba
documental agregada en autos, no se verifica que el actor haya requerido la
Reconsideración de la Resolución que ahora cuestiona y esa actitud por parte del Sr.
Alessio revela despego a las vías y reglas parlamentarias habiendo optado por
abstenerse.- Dice que la vía intentada está dirigida claramente a entorpecer el ejercicio de
funciones esenciales del Poder Legislativo de la Provincia de Córdoba. Que la
designación del Defensor del Pueblo de la Provincia tiene –como funciones y misiones
específicas- la defensa de los derechos colectivos o difusos, la supervisión sobre la
eficacia de la prestación de los servicios públicos y la aplicación en la administración de
las leyes y demás disposiciones (v. artículo 124º de la Constitución). Que en el presente
caso, la acción de amparo deviene manifiestamente inadmisible porque afecta –
directamente- el ejercicio de funciones esenciales del Poder Legislativo a través de su
Comisionado parlamentario. Y que por esta razón complementaria, la vía de amparo
intentada deviene –igualmente- inadmisible.- Añade a lo expresado que cabe agregarle la
aplicación de la teoría de los actos propios del actor toda vez que sus legisladores votaron
divididos. También que los cuerpos orgánicos disciplinarios del Partido no sancionaron a
los seis legisladores que votaron al Sr. Decara.- Expresa que a los fines de dar
cumplimiento a la ley ritual, informa sobre los hechos y actos que motivaron la
designación del Señor Mario Antonio Decara como Defensor del Pueblo de la Provincia
de Córdoba. Refiere que desde la finalización del mandato del último Defensor del
Pueblo Dr. Nelson Filippi -que ocurrió en el año 2005- la Legislatura de la Provincia no
había podido encontrar un marco de consenso que permitiera cubrir esa acefalía. Que si
bien las funciones continuaron siendo ejercidas por la Defensora Adjunta Dra. Jessica
Valentini, va de suyo que esa falta de consenso generaba una deuda institucional en
cabeza de la Legislatura, cual era la cobertura de un nuevo ombudsman titular. Dice que
la Ley N° 7741 aún prevé el llamado a Asamblea Legislativa a los efectos de designar el
Defensor del Pueblo de la Provincia, ya que la norma no fue modificada tras la mutación
en Legislatura Unicameral del anterior sistema legislativo bicameral. Que ante ello, se
decidió que un acto de tal trascendencia institucional debía ser realizado en una sesión
parlamentaria convocada con ese único temario; convocándose a la sesión especial que
prevé el artículo 26 del Reglamento Interno de la Legislatura. Añade que constituida la
Legislatura en Sesión Especial, previo a la elección del Defensor del Pueblo, y ante la
circunstancia de la ausencia de cuatro (4) Legisladores, se hizo necesario “interpretar”
cómo se computaría la mayoría agravada de dos tercios (2/3) para designar al Defensor
del Pueblo.- Afirma que el cuerpo –en su conjunto- en los sistemas parlamentarios y el
Poder Legislativo, en los sistemas republicanos, son los primeros intérpretes de las
Constituciones. Que el último, cuando a su respecto surge una controversia, es –siempreel Poder Judicial. Que esta interpretación de la Carta Fundamental la deben hacer –
permanentemente- todas las Legislaturas cuando sancionan leyes formales para regular
los derechos y garantías reconocidos o consagrados en la misma. Dice que de este modo
la Legislatura se constituye en el primer intérprete de aquello que regulará y, en este
sentido, debe interpretar qué es lo que le está requiriendo para poner en práctica las
competencias, facultades y potestades que la propia Constitución encarga al Poder Legislativo. Que como se trata de un cuerpo colegiado, las decisiones deben adoptarse
mediante votación democrática en su seno a los fines de determinar la mayoría y la
minoría. Manifiesta que los textos constitucionales debían interpretarse porque estaban
ausentes cuatro legisladores provinciales y se presentaban tres escenarios diferentes: 1)
La norma constitucional dispone, como lo hizo para otras hipótesis, que el Defensor del
Pueblo debe designarse con “los dos tercios (2/3) de la totalidad de los miembros que
componen la Legislatura” (como la Constitución lo exige en los artículos 104 Inciso 12°, 196 y –analógicamente- el 121). Que si éste hubiera sido el texto constitucional vigente,
no hay interpretación posible y la vía judicial podría haber tenido algún sustento. 2) Que
la norma constitucional establece, como lo hizo para otras hipótesis, que el Defensor del
Pueblo debe designarse con “los dos tercios (2/3) de los votos de los miembros presentes”
(como la Constitución lo exige en los artículos 104 Incisos 8°, 33° y 116). Que si éste
hubiera sido el texto constitucional vigente, tampoco existe interpretación posible y la vía
judicial no tendría ningún sustento. 3) Sostiene que es el caso de autos, la norma
constitucional establece como competencia de la Legislatura “Reglamentar la
organización y funcionamiento del cargo de Defensor del Pueblo y Designar a dicho
funcionario con el voto de los dos tercios de sus miembros” (como la Constitución lo
reitera en el artículo 124). Que no habla ni de la totalidad de los miembros que componen
la Legislatura, ni habla de los miembros presentes. Dice que puede pensarse, válidamente
hablando, que el propio Constituyente en incisos de un mismo artículo (104) se haya
equivocado, o es más lógico pensar que lo dejó librado a decisión de la Legislatura.
Indica que tanto la doctrina cuanto la jurisprudencia reciben sin discrepancia alguna y
que nuestra Constitución Provincial lo establece en el Artículo 41 (Inciso 41) que:
“Corresponde a la Legislatura Provincial (41) Dictar todas las leyes y reglamentos que
sean convenientes para poner en ejercicio los poderes antecedentes y todos los otros
concedidos por la presente Constitución al Gobierno de la Provincia”. Sostiene que este
artículo es reconocido tanto en la doctrina cuanto en la jurisprudencia patria como las
Facultades implícitas de la Legislatura. Cita doctrina en apoyo a su postura. Dice que si la
Carta Provincial ha concedido a la Legislatura de la Provincia la competencia principal
de designar al Defensor del Pueblo, va de suyo que –como reza el Inciso 41° precitado- y
en ejercicio de ésas facultades implícitas, podía dictar los actos que fueran oportunos y
convenientes para poner en ejercicio el poder conferido por el Inciso 36° (in fine) del
artículo 104 de la Constitución. Que, en ejercicio de esas facultades constitucionales, la
Legislatura de la Provincia interpretó sobre qué universo debía computarse la mayoría
agravada de dos tercios (2/3) para proceder a la designación del Defensor del Pueblo.
Acota que -sobre este punto- ni la Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo Nº 7741 ni
el Reglamento Interno de la Legislatura especifican ni pormenorizan método alguno para
concretar el cómputo. Que la Legislatura –en su opinión mayoritaria- tuvo en cuenta las
posiciones doctrinarias y políticas de toda índole, compulsó las distintas posturas a su
respecto y, en definitiva, se decidió democráticamente cuál era la interpretación que
correspondía en ejercicio de sus facultades constitucionales. Y que, en consecuencia, la
Legislatura -en la sesión especial de marras-, por votación democrática de sus miembros
decidió que la designación del Defensor del Pueblo debía hacerse con el cómputo
favorable de los dos tercios (2/3) de los Legisladores presentes en la sesión. Que para
ello, entre otros criterios complementarios vertidos en la sesión (a cuya versión
taquigráfica remite), se tuvo y valoró especialmente los precedentes parlamentarios
existentes, doctrina y jurisprudencia comparada a la que me remito en homenaje a la
brevedad; concluyendo que la designación del Defensor del Pueblo efectuada por la
Legislatura Provincial con una mayoría agravada de dos tercios de los miembros
presentes, no encuentra reparo ni reproche alguno en el marco constitucional dado por
nuestra Carta Magna Provincial. Agrega que una simple operación matemática determina
que los dos tercios (2/3) de setenta (70) miembros de la Legislatura Provincial tampoco
es cuarenta y siete (47), sino cuarenta y seis con sesenta y seis (46,66) lo que surge
claramente de la siguiente operación de división y multiplicación (70 : 3 = 23,33 x 2 =
46,66). Dice que no ve por qué habría que considerar que ante un número quebrado hay
que estar por el número natural inmediato superior y no por el inmediato inferior. Que
aquí tampoco la Constitución ni el Reglamento de la Legislatura ni la Ley del Defensor
del Pueblo prevén ni autorizan a realizar la curiosa operación matemática que hace el
actor.- Que el actor puede interpretar per se que 46,66 es igual a 47 y la Legislatura no
puede interpretar que 46,66 es igual a 46; no resiste análisis alguno. Añade que cuando la
Constitución impone una mayoría agravada de dos tercios –independientemente de que
sean tomados sobre el total o sobre los presentes- quiere que los votantes en sentido
positivo constituyan una masa crítica superior al número ordinario. Que esta masa crítica
se alcanza con el número entero que resulte de la aplicación de las operaciones
matemáticas para calcularlo, dejando de lado los centésimos, ya que no podemos
atribuirle al constituyente la imprevisión de no considerar “las fracciones de un
legislador” para tomarlo como “uno menos” o “uno más”. Que deben desecharse las
fracciones decimales o de centésimos como producto de cálculos interesados y
tendenciosos, porque la voluntad colectiva de un cuerpo colegiado la componen e
integran personas. Postula que, bajo cualquier hipótesis que se tome, la Resolución N°
2112/08 de la Legislatura de la Provincia ha sido adoptada en los términos que requiere y
exige la normativa vigente.- Bajo el título de “contestación complementaria” dice que no
es cierto que la designación del Defensor del Pueblo Mario Alberto Decara “ha sido
ostensiblemente contraria a lo que –claramente- preceptúa la Constitución de la
Provincia”. Niega que haya existido “vicio de inconstitucionalidad del procedimiento” y
que la Legislatura de la Provincia no haya respetado los procedimientos y los requisitos
prescriptos por el artículo 124 para designar al Defensor del Pueblo ni que el Defensor
del Pueblo deba designarse con 47 legisladores y, en general niega todas y cada una de
las afirmaciones efectuadas en la demanda por la actora. Pide en definitiva, que, previo
los trámites de ley, se rechace la acción de amparo intentada. En lo no relacionado, por
brevedad, me remito al Informe del art. 8 de la Ley 4915.- Ofrece prueba consistente en:
las constancias de autos, los informe anuales de la Defensoría del Pueblo 2000/2003 y
2005, artículos periodísticos, instrumental: Copia del Reglamento Interno de la
Legislatura, copia del Diario de Sesiones del 22/07/2000, copia de la versión taquigráfica
de la Sesión en que se designó al Sr. Mario Decara, copia de la versión taquigráfica de la
Sesión del Nº 33, del 17/09/08 e informativa. Asimismo, ofrece la agregada en los autos:
“Rossi… c/ Gobierno de Córdoba..Amparo”, mencionados supra. Hace reserva del Caso
Federal con cita de las normas constitucionales que resultarían violadas en caso de serle
adverso el fallo.- Complementariamente, contesta negando todos y cada uno de los
hechos afirmados por el accionante. En conclusión, pide el rechazo de la acción de
amparo intentada por el actor, con costas.- A fs. 162 se tiene por efectuado el Informe del
Art. 8 de la Ley 4915.- A fs. 164/166 toma intervención el Ministerio Público Fiscal, de
2da Nominación Civil, Comercial y Laboral, Dra. Silvia A. Barrigó, produciendo su
dictamen a favor de la inconstitucionalidad de la Resolución 2112/08 y de la admisión del
amparo de que se trata.- A fs. 172 se provee a la prueba ofrecida por las partes.Diligenciada la misma, a fs. 345 se dicta el decreto de autos (24/02/2009).- Frente al
conflicto negativo de competencia del suscripto con el juez originario de la causa de 22°
Nominación Civil y Comercial, Dra. Patricia Asrin, la Excma. Cámara 8ª Civil y
Comercial por Auto Nº 680 de fecha 5-10-09 (fs. 389/390) dispone que el Suscripto es
competente para fallar, también, la presente causa dado el fuero de prevención, al haber
resuelto ya los casos “Rossi...” y “UCR..”. Notificados y firmes los resolutorios
precedentes se reciben del Juzgado de 22° Nom. pasando a estudio del suscripto con
fecha con fecha 07/12/2009 (fs. 399).- Y CONSIDERANDO: I) Que José Nicolás
Alessio, por derecho propio, en su carácter de ciudadano y candidato por el bloque de
legisladores provinciales del Frente Cívico y Social para ocupar el cargo de Defensor del
Pueblo, promueve acción de amparo en contra del Gobierno Provincial (Poder
Legislativo) a fin de que, previas las formalidades de ley, se declare inaplicable –
inconstitucional - la interpretación constitucional de los arts. 104 inc. 36 y 124 de la
Constitución Provincial realizada por la legislatura de la Provincia en su sesión especial
de fecha 10-09-2008 y la designación para el cargo de Defensor del Pueblo y el posterior
juramento del ciudadano Mario Alberto Decara (fs. 125), con costas. Por su parte, el
Gobierno de la Provincia de Córdoba, a través de los representantes de la Procuración del
Tesoro, solicitan el rechazo de la acción intentada en razón de entender que la
designación del Defensor del Pueblo Mario Alberto Decara ha sido ajustada a derecho.Todo conforme lo fuera relacionado en los Vistos.- II) Que la finalidad fundamental de
dicha pretensión consiste en reparar, con la mayor urgencia posible, la lesión al derecho
constitucional conculcado. Que la candidatura del Sr. Decara fue presentada en el recinto
por el legislador Miguel O. Nicolás (U.C.R.) quien en su propio discurso, y conciente de
no reunir los dos tercios del pleno, comienza a desarrollar “la teoría de los dos tercios de
los presentes” para elegir al Defensor del Pueblo. Que la discusión parlamentaria giró en
torno a cuál era la mayoría necesaria para tal designación, sosteniendo el oficialismo, seis
legisladores de la UCR, el Movimiento Patriótico, el Movimiento de Acción Vecinal y
Recrear, que bastaba con reunir los dos tercios de los legisladores presentes en la sesión.
La oposición ejercida por el Frente Cívico y Social, el Movimiento Vecinalista
Independiente, la Unión Vecinal Federal, la Concertación Plural, el ARI y la Izquierda
Socialista, por el contrario, sostuvieron que la mayoría requerida por el Art. 104 inc. 36 y
124, se refiere a los dos tercios de la totalidad de los miembros que componen la Cámara,
es decir cuarenta y siete votos. Estas diferencias fueron zanjadas por una “Votación
Interpretativa”, lo que no está previsto en el Reglamento de la Legislatura.Concretamente, el Presidente Provisorio, Dr. Fortuna expresó “En consideración la
propuesta que interpreta que la designación del defensor del pueblo debe realizarse con
los votos de la mayoría agravada de los dos tercios de los legisladores presentes.”,
moción que se vota y aprueba por simple mayoría. Esa mayoría circunstancial se aferró a
su postura, procediendo a designar al Sr. Mario Decara con la cantidad de cuarenta y seis
votos a favor, un voto en contra, cuatro ausentes en la sesión y seis abstenciones. Que el
Sr. Decara fue elegido con el voto favorable de tan solo 46 legisladores lo que surge del
mismo diario de sesiones y que no fue controvertido por las partes en autos. Luego de
ésta designación, el Sr. Presidente de la Legislatura tomo el juramento de ley al Sr. Mario
Decara, con lo que se dio por terminada la sesión. En consecuencia, corresponde tratar
concretamente las cuestiones planteadas en autos, lo que, por una cuestión de orden, lo
haré siguiendo la misma metodología del planteo y el informe respectivo, habiendo
analizado toda la prueba producida por las partes y demás constancias de autos.- III)
Que, previamente, a los fines de adentrarnos en el tema y perfilar las razones de la
resolución final, es menester expresar algunas consideraciones respecto del Instituto que
nos ocupa. Dejo aclarado que en gran medida las mismas refieren a las ya expresadas en
los amparos anteriores “Rossi ...” y “Unión Cívica Radical…” por tener ambos, a pesar
de distintos actores, la misma causa de pedir y objeto. Agregaré algunas reflexiones
actuales y diversas, atento a la peculiaridad de éste caso. El amparo tiene como finalidad
inmediata proteger los derechos esenciales del individuo que nacen directamente de la
Ley Suprema (hoy también de los Tratados incorporados) contra los excesos de la
autoridad pública o de los particulares...."(cfr. TSJ Sala Laboral en autos "Freytes
Marcela y otros c/ IPAM- Apelación, Recurso de Casación.", Sent.84 del 13/8/97, Foro
de Córdoba Nº 40 pág. 253). El recurso de amparo es la acción de derecho público, de
contenido formal y sumario, que restablece un derecho o garantía constitucional
manifiestamente afectados por la acción u omisión de la autoridad (Confr. Becerra Ferrer:
"Naturaleza y presupuestos del recurso de amparo", JA 1959-V, p.87).- Siguiendo éstos
lineamientos, el Art. 43 de la C.N., de vigencia operativa para todos los jueces nacionales
y provinciales, perfila la vía procesal del amparo con un matiz diferencial de corte ius
publicista, destinada a la tutela de los derechos y garantías constitucionales. Esta reforma
de la Constitución ha generado una interesante discusión doctrinaria que se ha encausado
en diversas posiciones jurisprudenciales, adhiriendo el suscripto a la corriente que
interpreta que el amparo subsiste en su dimensión de remedio judicial de carácter
excepcional, no subsidiario, así como que es una acción-derecho, persuadido que tal es la
inteligencia de la norma y que mejor consulta el carácter de vía excepcional y de trámite
sumarísimo de la acción respectiva. A más de ello (excepcional y acción) es la línea de
pensamiento en que se ha expedido el T.S.J. de Córdoba en un meduloso fallo, cuyas
partes fundamentales se reproducen, ya que con ellos se soluciona gran medida los
argumentos controvertidos por las partes, respecto a la operatividad de la ley 4915 a la
luz de los nuevos preceptos constitucionales. De tal suerte se ha dicho: "Si bien es cierto
que, aún hoy, conforme un criterio de interpretación literal del nuevo art. 43 de la Carta
Magna, no debiera sostenerse como requisito de procedencia la "inexistencia" de una vía
idónea para la tutela del derecho que se invoca conculcado, sin embargo, no cabe
admitirlo cuando esa protección es susceptible de ser obtenida a través de otro
procedimiento administrativo o jurisdiccional que, frente a las particularidades del caso,
se presente como "el más idóneo". La invocación y acreditación de tales extremos es por
tanto de inexcusable observancia por parte de quien acude a esta vía. Todo derecho
subjetivo tiene sustento en una norma constitucional y para su restablecimiento frente a
una lesión o, amenaza, existe una vía procesal establecida. Resulta claro que el amparo
no será admisible por la sola invocación del derecho lesionado, pero tampoco
desestimado por la sola existencia de acciones o recursos comunes. Su procedencia
transita por el estrecho carril de aquellos casos en que a la "arbitrariedad e ilegalidad
manifiesta" (art. 1 ley 4915) se suma la excepcional ineficacia de las vías reparadoras
ordinarias (art. 2 inc.a)” (cfr. TSJ, Sala Civil, "Egea Andrés (h) y Otros c/ Egea Hnos.
S.A. - Amparo-Recurso Directo" Sent. nº 51 del 06.10.97 -Foro de Córdoba, Nº 41, Pág.
211-....").- Se ha declarado que la alegada existencia de otras vías procesales aptas que
harían improcedente el amparo "...no es postulable en abstracto, sino que depende -en
cada caso- de la situación concreta del demandante..."; ha subrayado también que "...la
existencia de vías legales para la protección del derecho supuestamente vulnerado
excluye el procedimiento excepcional del amparo. “A los jueces no les está permitido
prescindir de los procedimientos previstos por la ley y reemplazarlos por otros,
fundándose para ello en el mero juicio desfavorable que pueda merecerles la falta de
celeridad de aquellos" (Fallos 249:565); "el perjuicio que pueda ocasionar el empleo de
aquellos procedimientos no es sino la demora a que debe verse sometida toda persona
que reclama ante la Justicia el reconocimiento de los derechos que se atribuye" (TSJ,
Sala Civil, in re "Spinelli, Renato O. y Otros c/ Bco. de la Pcia. de Cba. -Acción de
Amparo-Recurso de Revisión" Sent. 52 del 04.07.96); "...El art. 43 de la C.N. reformada
en 1994, en tanto prevé como condicionamiento del amparo la inexistencia de "otro
medio judicial más idóneo", no deroga el art.2 inc. a) de la ley 4915, ni hace que la
acción de amparo deje de ser una acción subsidiaria, viable sólo ante la inexistencia de
otra vía que posibilite el adecuado resguardo del derecho invocado; al respecto se ha
dicho que "incurren en un grave error quienes interpretan, a raíz de la reforma
constitucional, que el amparo se ha constituido en un medio procedimental ordinario,
pues continúa siendo un remedio extraordinario y por ende excepcional" (Cam. Nac.
Cont. Adm. Fed. Sala 5a, 13/11/95 reseñado en JA Nº 6030 del 26.03.97 Pág. 32, Nº 17).
Si por "medio judicial más idóneo" se entendiese todo aquel que asegura al amparista una
más pronta solución del litigio, es obvio que toda pretensión con sustento constitucional y todas lo tienen- resultaría admisible por la vía del amparo, con la consecuente
ordinarización de un procedimiento postulado como de excepción. Vía judicial "mas
idónea", en los términos del art. 43 de la CN, es la adecuada a la naturaleza de la cuestión
planteada conforme al régimen procesal vigente, con lo cual el amparo queda reservado a
los supuestos en que exista arbitrariedad o ilegalidad manifiesta y además, las vías
ordinarias carezcan de idoneidad para otorgar al justiciable una tutela judicial efectiva del
derecho invocado. Esta ha sido, en cierta manera, la posición asumida por destacada
doctrina cuando afirma "La acción de amparo continúa siendo un remedio judicial
subsidiario pese al hecho de que una interpretación crudamente literal del art. 43 de la CN
pueda inducir a una conclusión diversa y conducir a aquella a la categoría de un instituto
excluyente de todo el ordenamiento procesal ordinario" (conclusiones de Palacio Lino E.
y Quevedo de Mendoza Efraín "Conclusiones del XIX Congreso Nacional de Derecho
Procesal - comisión de Derecho Procesal Constitucional y Administrativo, Corrientes, Agosto, 1997). (Cfr.TSJ Sala Laboral del 05.02.98, Sentencia 2, "La Rocca Francisco c/
Caja de Jub. Pens. Y Ret. de Córdoba. ACC. Amp.- Recurso de Casación,
Inconstitucionalidad", SJ 1206, del 03.09.98, Pág. 262 y ss.). Como consecuencia de todo
lo antes expuesto, se puede concluir que la Constitución Provincial, en su nueva
redacción, no ha implementado una vía alternativa para el afectado, siguiendo subsistente
su carácter residual, por lo que el empleo de esta especialísima acción, requiere además
de la inminencia del daño y el inconveniente de su reparación por vía de los trámites
ordinarios. Es obvio, que esta circunstancia debe ser probada por quien acciona, como la
ineptitud de esos otros trámites no puede conjeturarse en abstracto, ni hay razón para
suponerlo. En consecuencia, como se trata de un presupuesto de admisibilidad del
amparo, al actor le toca alegar y probar que no existen otras vías idóneas para tutelar su
derecho. De no invocarse y demostrarse tal extremo, el amparo resulta inadmisible (LL
1982-B,66). El silencio del promotor del amparo va, por ende, en su perjuicio, al
incumplir aquella carga procesal. Coincidentemente la jurisprudencia ha puntualizado
que para obviar el tránsito de las vías legales ya previstas, no basta invocar meras
conjeturas sobre su posible fracaso, o argüir razones de urgencia, comodidad y economía,
ya que lo que debe demostrarse es "un verdadero vacío o falencia procesal, hasta el punto
de que el particular quedaría privado de justicia si no se reconociera la vía rápida del
amparo, (JA 1989-III,137, nro.3), todo lo expresado no en abstracto sino con relación a
las circunstancias concretas de autos (Rep. JA 1988-846 nº40). “La acción de amparo,
por el esquema residual y sumario que la caracteriza, queda excluida cuando, para el
juzgamiento de la invalidez del acto, se presenta una complejidad fáctica, normativa o
axiológica que supera su estrecho límite de desenvolvimiento. El amparo tampoco es
procedente ante la existencia de otras vías procesales aptas para el reclamo del derecho
pretendido; la simple alusión de los amparistas en punto a la incompatibilidad de los
procedimientos administrativos (por su lentitud o dilación) con las violaciones
denunciadas, resulta una tesis insostenible para justificar la prescindencia de los carriles
ordinarios, y así legitimar esta vía"(TSJ. "Pogman de Galser Teresa y otros -Acción de
Amparo, Recurso Directo-Hoy recurso de Revisión", Sent. 64 del 22.08.96, Foro de
Córdoba, Nº 34, 169). Adhiero a todo lo reseñado precedentemente por compartir los
distintos criterios que se han sentado, tanto en la doctrina como jurisprudencia citada.
Ello así, sin perjuicio de adoptar en algunos puntos una posición más amplia y abierta,
tanto respecto a la acción de Amparo, a la que considero, también otro derecho
constitucional propio – doble función-; como no tan subsidiario, aunque si excepcional
pues se deben dar los presupuestos exigidos por la ley, cuanto a la legitimación para
ejercerla, que debe ser mas amplia y adecuada al caso concreto y su prueba debe
incumbir no solo a quien la incoa, sino también a la contraria, de conformidad a los
principios procesales modernos de colaboración, moralidad y a que incumbe probar al
que esté en mejores condiciones de hacerlo (Cfr. Segundo V. Linares Quintana y otros,
“Derecho Constitucional –doctrinas esenciales-“, To. IV. Pág. 429/450, Ed. La Ley. Bs.
As. 1era. quincena de diciembre de 2008. Lo antes expuesto será desarrollado mas
extensamente en cada tópico que abordare infra.- IV) Requisitos de admisibilidad: Que
la procedencia del amparo está condicionada a que el acto u omisión impugnado, en
forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o amenace el derecho o garantía
constitucional, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, la que debe presentarse como
algo palmario, ostensible, patente, claro o inequívoco, es decir, visible al examen jurídico
más superficial ( Cfr. Palacio Lino Enrique "La pretensión de amparo en la reforma
constitucional de 1994", LL 1995-D, sec. Doctrina, Pag.1238). Esta calificación de
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, que a veces en la doctrina y jurisprudencia es
reemplazada por ilegitimidad, revela que el acto lesivo debe demostrar fehacientemente,
en su primera apariencia, la violación grosera y ostensiblemente visible del derecho
subjetivo de quien promueve el amparo" (Bidart Campos Germán J: “El control de
constitucionalidad en el juicio de amparo y la arbitrariedad o ilegalidad del acto lesivo",
JJ 1969, Tomo 2, Pág.169 y SS).- En autos se configuran dichas situaciones y derechos
vulnerados toda vez que se advierte que en el procedimiento para la designación del
Defensor del Pueblo, amén de lo apuntado precedentemente, se ha causado un daño cierto
ya que se han violado, sustancial y procesalmente, derechos y formas constitucionales al
no respetarse la letra de los arts. 124 y 104 inc. 36 de la C.P., también, el procedimiento
fue arbitrario en cuanto a la interpretación previa de dichas normas y posterior resolución
de designación del Defensor del Pueblo sin las mayorías exigidas, que con ello se causó
una lesión actual.- En efecto, si nadie se encontraría legitimado para accionar en el caso
de autos (practicante así lo han sostenido los demandados en sendos Amparos) se violaría
el principio cimero de la Constitución, del “Acceso a la Justicia”, consagrado en el
Preámbulo e implícitamente en el Art. 18 de la C.N. y expresamente en el art. 19 inc. 9 de
la C.P.,;en igual sentido si el caso “no fuese justiciable” el Poder Legislativo se
convertiría en omnímodo y sus decisiones serían absolutas, transformándose en un
superpoder, en violación del sistema representativo y republicano de gobierno. Podríamos
afirmar que se daría lo que sostenía Próculo en la antigüedad: “así lo quiero, así lo
mando, tal es mi voluntad”, lo que es totalmente irracional en el Estado de Derecho,
democracia y evolución social moderna en que vivimos. Reitero, el daño causado es
cierto puesto que se restringió el derecho de las minorías, cercenándoseles la posibilidad
de consensuar la designación del funcionario comisionado, de control y representante
ante el Estado y de la Sociedad de la propia Legislatura, que fue producto de una serie de
actos ilegales y arbitrarios de una fracción o parte de legisladores que no eran la mayoría
agravada de 2/3 de sus miembros –de los 70 legisladores- lo que surge de una
interpretación sistemática de la norma constitucional conforme lo detalle es los dos fallos
precedentes, argumentos a los que me remito en honor a la brevedad y a lo que agregare
seguidamente. Por ende, esos legisladores, arrogándose derechos de la Legislatura –
unicameral -, impusieron su voluntad en desmedro de la representación plural y
participativa de todos sus integrantes –Cuerpo Colegiado-. Por lo tanto designaron a
quien, a la postre, carece de legitimidad ante la sociedad persistiendo la actualidad del
acto lesivo, toda vez que esa ilegitimidad y arbitrariedad persiste como consecuencia que
el designado por un procedimiento irregular ocupa la función ejecutando actos que, como
fueron correctamente cuestionados, devienen inválidos, nulos e ineficaces, poniendo en
duda todo el sistema democrático y republicano de gobierno a nivel provincial. También,
con ello se ve lesionado el derecho del aquí accionado.- A mayor abundamiento, diré que:
para que prospere un amparo el acto cuestionado debe ser manifiestamente ilegal o
arbitrario, es decir que basta una de estas razones para la viabilidad de la acción, aparte
de los demás recaudos exigidos por la ley. Cuando se habla de legalidad, se refiere a las
normas de derecho positivo, entendida como legalidad material en sentido amplio: es
decir, que puede discutirse por vía de amparo tanto un hecho contrario a una ley del
Congreso, como a una resolución ministerial, un decreto o una ordenanza, que sean
manifiestamente opuestos a la Constitución o ley, es decir conductas estatales
notoriamente ilegales o ilícitas. Por su parte el concepto “arbitrariedad” se identifica con
"irrazonabilidad" e "ilegitimidad" (esto es, injusticia). Ahora bien, para que se atienda el
problema por vía de amparo, se exige que el acto cuestionado tenga arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta. La doctrina y jurisprudencia nacionales, en este sentido han exigido
que los vicios citados sean inequívocos, incontestables, ciertos, ostensibles, palmarios,
notorios (cfr. CSJN, Fallos 306-1253). La turbación al derecho constitucional debe ser
grosera, de manera tal que si después de agotado el procedimiento de amparo, no surge
con evidencia el vicio que se atribuye a la acción u omisión de la autoridad, el amparo no
es procedente. La justicia provincial se ha expedido en igual sentido diciendo: "El
amparo presupone que el acto u omisión fuente del menoscabo se caracterice por su
"arbitrariedad o ilegalidad manifiesta"( art. 43 CN y 1 de la ley provincial 4915). Por
tanto y ante todo, debe formularse un juicio de valor, en cuya virtud la conducta
impugnada aparezca como "ilegitima" (contraria a la ley) o "arbitraria" (carente de todo
fundamento de razonabilidad y justicia).” (Cámara 8ª Civil y Comercial de Córdoba,
Sentencia Nº 119 del 16-10-97 in re: "Mota Verónica Paula c/ Municipalidad de
Córdoba-Amparo". SJ Tomo 78-1998-A, págs. 203 y s.s), justamente es lo que se
desprende del procedimiento seguido por los legisladores que adoptaron la decisión
interpretativa del Art. 124 de la C.P y la posterior designación del Defensor del Pueblo, a
mi entender, sin la mayoría requerida conforme al mismo.- V) LA LEGITIMACIÓN
QUE INVOCA EL ACTOR: Que nos introduciremos específica y pormenorizadamente
al CASO de autos, sin perjuicio de lo ya adelantado y valorado en los puntos anteriores, a
los fines de analizar concretamente cada cuestión controvertida, presupuesto necesario
para que exista "causa" o "juicio" en los términos requeridos por el Art. 116 de la Ley
Fundamental. En lo referido a la legitimación, en síntesis, el Sr. Alessio esgrime su
legitimidad en función de lo normado por el Art. 5 de la ley 4915 que prevé que podrá
deducir esta acción de amparo la persona individual o jurídica que se considere afectada
conforme los presupuestos del artículo 1º de la norma citada. En realidad, el texto
constitucional es más amplio al afirmar: “Toda persona puede interponer acción expedita
y rápida de amparo...”. Se ha dado en llamar “legitimatio ad causam” a la situación
especial en que se encuentra una persona con respecto a la pretensión que ejerce. En este
caso, el Sr. José Nicolás Alessio, ha sido formal y públicamente proclamado como
candidato a Defensor del Pueblo por el Bloque de Legisladores Provinciales del Frente
Cívico y Social (documental que acompaña y ofrece como prueba y que he valorado) y
que el art. 43 de la C.N. cuando expresa: “Toda persona puede interponer acción
expedita y rápida de amparo...”. Ahora bien, no escapa a este magistrado que el
accionante ha acreditado en su presentación que ostenta un interés personal, directo y
actual y que la norma cuestionada le causa un gravamen irreparable al afectar sus
derechos amparados Constitucionalmente. Ha sostenido Bidart Campos en su "Manual de
la Constitución Reformada", t. I ,Edit. Ediar p. 367: "Le incumbe al Juez la debida
aplicación del derecho, y en esa selección se mueve a tenor del adagio 'iuria novit curia':
el juez suple el derecho que las partes no le invocan o que le invocan erróneamente. En
suma, el juez depende de las partes en lo que tiene que fallar, pero no en cómo debe
fallar. Por eso, el control de constitucionalidad de normas y actos que están implicados en
el derecho aplicable a la causa, debe ser efectuado por el juez en la misma causa sin
necesidad de petitorio de parte interesada". Sin duda asiste razón al actor en cuanto se
produce una clara restricción de sus derechos garantizados constitucionalmente en virtud
de que la Resolución R-2112/08, dictada por la Legislatura de la Provincia de Córdoba en
la Sesión Especial del Diez de Septiembre de dos mil ocho, por la que se designó
Defensor del Pueblo de la Provincia de Córdoba, al Sr. Mario Alberto Decara, que ha
sido utilizada por el Poder Legislativo para "perjudicar" o "favorecer" a determinado
candidato. En efecto, al haberse seguido un procedimiento nulo en su designación,
conforme a la interpretación constitucional efectuada, la designación del mismo deviene
nula y arbitraria, y por ende, en este caso, lesiona los derechos del actor legitimándolo al
efecto.- Que, en otras palabras, no está en juego en tal planteo la pretensión de utilizar el
texto constitucional para fundamento de alguno de los derechos que de él derivan, sino el
mismo derecho fundamental a que la Constitución se mantenga. Sólo a partir de la
existencia de esas reglas es que tiene sentido comenzar otros problemas que por su grado
de concreción, únicamente pueden ser derivados de aquéllas. Por ello entonces, lo que el
caso plantea no es de un problema de legitimación corriente, en el que quepa hablar de
las exigencias regulares para la existencia de un "interés legítimo", sino de la afectación
aducida de la fuente misma de toda legitimación. El tema excede así de encasillamientos
que pretendan minimizarlo, exigiéndole al recurrente algo que sólo puede generarse a
partir de lo que es su pretensión preservar. La CSJN tuvo oportunidad de precisar "que
frente a tal situación fundante no cabe hablar de dilución de un derecho con relación al
ciudadano, cuando lo que el ciudadano pretende es la preservación de la fuente de todo
derecho. Así como todos los ciudadanos están a la misma distancia de la Constitución
para acatarla, están también igualmente habilitados para defenderla cuando entienden que
ella es desnaturalizada, colocándola bajo la amenaza cierta de ser alterada por maneras
diferentes de las que ella prevé" (Fallos: 313:594, considerando 21, disidencia del doctor
Fayt; en sentido concordante Fallos: 306:1125). No me escapa que en la presente causa el
actor invoca un "interés propio" -es decir, no viene en representación del partido que
integra al accionar en resguardo de un determinado objeto o bien de la vida que se
afirmaría sólidamente en su condición de candidato; y en función del cual ostentarían un
"interés" concreto para accionar en procura de su tutela, si se entendiera por interés siguiendo a Guasp- a "la posición en que los hombres se sitúan con referencia a los
bienes de la vida" (v. Jaime Guasp Delgado, "La pretensión procesal", p. 25, Ed. Civitas,
1981; ídem: Francisco Carnelutti, cit. por Beatriz H. Quintero de Prieto, ob. cit., p. 64).
Que no parecería lógico ni ciertamente razonable negar legitimación al Sr. Alessio para
impugnar en la justicia un acto de otro poder del Estado que a su juicio lesiona, restringe,
altera o amenaza con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos o garantías
constitucionales de los que es titular como candidato a Defensor del Pueblo por el Bloque
de legisladores del Frente Cívico y Social ("Derecho de función o interés propio que,
como propio, comparte con los demás miembros del Congreso", según Bidart Campos: v.
"La legitimación de los legisladores", LA LEY, 197-F, 564; "ídem", J. Ramiro Podetti,
"Tratado de la competencia", p. 189, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1954). Que, respecto de
esta hipótesis, Bidart Campos censura la restricción semántica del concepto de "afectado"
a que se refiere el párrafo segundo del art. 43 de la Constitución Nacional, pues a su
juicio el hecho de agregar los calificativos de personal y directo al sustantivo "afectado",
o al daño que se sufre (cortapisa de sentido inverso a la de autos, pero ambas nítidamente
frustratorias del acceso a la jurisdicción), destruye y desvirtúa la procedencia del amparo
y la consiguiente legitimación. Recuerda el prestigioso constitucionalista que lo genérico
no desmiente lo específico que, cada miembro del grupo, hace suyo, propio y personal en
el interés común, que al ser de varios o de todos legitima a cada cual. De lo contrario concluye Bidart Campos- lo que es de varios o de todos vendría a ser de nadie y de
ninguno (v. "La legitimación procesal activa en el párrafo segundo del art. 43 de la
Constitución", ED, 166-861). Que por la razón señalada, no parecerían argumentos
felices aquellos que sostienen que reconocer legitimación en tales supuestos importaría
aceptar que el Poder Judicial sustituya al Poder Legislativo, usurpando una función que
es notoriamente extraña al diseño institucional de la república (dictamen del Procurador
General de la Nación en el caso "Rodríguez, Jorge en Nieva Alejandro y otros c. Poder
Ejecutivo Nacional"); o que sólo vale la voluntad del órgano en su conjunto y no la de
cada legislador en particular; órgano que bien podría consentir la infracción y purgar
todos sus defectos, sin que parezca creíble que la tesis minoritaria en el Congreso permita
a los perdidosos en él replantearla judicialmente; que lo contrario entrañaría -según este
criterio- que cada legislador de la minoría tuviese derecho a que se aprueben solamente
leyes constitucionales, con lo que cualquier legislador de esa minoría poseería
legitimación procesal para impugnar por inconstitucional la ley sancionada con el voto
mayoritario, al sentirse afectado por el resultado de dicha votación, etc. (estos dos
argumentos corresponden al doctor Pedro Sagüés, en: "La legitimación procesal activa de
los legisladores. Nuevas precisiones y perspectivas", ED, 178-1144/1149); o, como
también se sostiene en el mismo sentido, que cuando un tribunal se avoca a un asunto
planteado por un legislador o un grupo de legisladores que denuncian una presunta
interferencia ejecutiva en su función legislativa, el conflicto se desarrolla nítidamente
entre el gobierno y la oposición y el juez deja de ser tal para convertirse en una suerte de
árbitro de esa disputa, aun cuando en su fuero íntimo no lo sienta así, etc. (v. Alberto D.
Bianchi, "Pueden los tribunales federales intervenir en conflictos de poderes? Apuntes en
torno a la legitimación procesal de los legisladores con especial referencia al amparo",
LA LEY, 1998-D, 1254). Que tales objeciones -teñidas de fuerte dogmatismo y
ostensible subjetividad- parecerían desbordar nítidamente el objeto de la crítica y dejarían
inmune su única razón, a saber: cada legislador tendría títulos que la Constitución le
reconocería para el desempeño de su augusta misión; cualquier acto de autoridad pública
o de un particular que en forma actual o inminente, lesionara, restringiera, alterara o
amenazare con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta dichos títulos, habilitaría al
legislador afectado, sin más, a interponer una acción expedita y rápida de amparo en
procura de restablecer y/o preservar la integridad del derecho o la garantía vulnerados.
Que en efecto, no se alcanzaría a comprender de qué forma y con qué fundamento
constitucional o legal, podría negarse al Sr. Alessio legitimación procesal para impugnar
judicialmente un acto que, a su juicio, vulnerara -entre otras cosas- la división de poderes,
como lo podría hacer cualquier habitante de la República; tampoco se entendería por qué
al ejercer el derecho universal de acción, el mismo estaría instando al Poder Judicial -cual
mala compañía- a sustituir al Poder Legislativo, usurpando una función que es
notoriamente extraña al diseño institucional de la república ideado por los constituyentes
de 1853 (dictamen del Procurador General de la Nación en la causa "Rodríguez, Jorge");
o en el peor de los supuestos, estaría tratando de obtener a través de los jueces lo que no
pudo lograr como legislador en el Congreso. Que, por consiguiente, el acontecer
legislativo y sus derivaciones políticas como resultado de la puja sectorial entre mayorías
y minorías en el seno del cuerpo, es ajena al juez del proceso, a quien el constituyente
sólo le encomienda el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre
puntos regidos por la Constitución y por las leyes de la Nación, con la misma
contundencia con que sincrónicamente le prohíbe al Poder Ejecutivo ejercer funciones
judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer las fenecidas.
Que en este preciso y acotado marco de análisis se emplaza el tema de la legitimación del
actor en esta causa, instituto que por su trascendencia desborda los acotados linderos del
derecho procesal para ingresar por méritos propios al anchuroso mundo del derecho
constitucional (Bidart Campos lo ratifica con estas palabras: "La legitimación procesal no
es algo que el derecho procesal pueda decidir a su gusto y antojo, porque atañe a algo
que, como el derecho a la jurisdicción, es constitucional sin lugar a dudas", ED, 147-368)
. En definitiva, negarle legitimación al presentante implicaría desconocerle derechos que
nuestra Constitución y los Tratados Internacionales de igual jerarquía, expresamente les
reconoce. Por otro costado se ha dicho que dado que las leyes y actos estatales se
presumen válidos, y en consecuencia, constitucionales, la declaración de
inconstitucionalidad, es de carácter restrictivo y sólo debe emitirse cuando la
incompatibilidad con la Constitución es absoluta y evidente: Ha quedado claramente
demostrado, en los párrafos precedentes, que dicha incompatibilidad resulta indiscutible.
Por otra parte, el control de constitucionalidad, implica principalmente analizar la
razonablidad de las normas y de los actos cuestionados, es decir verificar la relación entre
el fin perseguido y la solución adoptada para lograrlo. Ha quedado también probado, que
las medidas adoptadas para lograr el fin perseguido por la norma, han transitado por
caminos bifurcados, y en consecuencia, resultan arbitrarios. En referencia a ello, ha
sostenido la Excma. Cámara Nacional Electoral en "Recurso de Apelación en autos
Méndez, Héctor O. -Apoderado del Partido Humanista -Cap. Fed.- s/interpone acción de
amparo" (Expte. 3501/01 C.N.E.) "El principio de razonabilidad expresado en el art. 28
de la Constitución Nacional afirma que 'los principios, derechos y garantías reconocidos
en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamentan su
ejercicio'. De ese modo, podemos decir que cada vez que la Constitución depara una
competencia a un órgano del poder, impone que el ejercicio de la actividad consiguiente
tenga un contenido razonable. El Congreso cuando legisla, el poder Ejecutivo cuando
administra, los jueces cuando dictan sentencia, deben hacerlo en forma razonable: el
contenido de los actos debe ser razonable. El acto irrazonable es arbitrario, es defectuoso
y es inconstitucional. La razonabilidad es entonces, una regla sustancial, a la que también
se ha denominado el 'principio o la garantía del debido proceso sustantivo' (conf. Bidart
Campos, Germán J., "Tratado Elemental de Derecho Constitucional" Argentino, t. I, p.
361/362, Ediar, 1993)". Finalmente, el doctor Carlos S. Fayt en su obra "Supremacía
Constitucional e independencia de los Jueces", Edit. Depalma, Edición 1994, p. 22, ha
citado: "Al interpretar las leyes, los jueces deben establecer si ellas son conforme a la
Constitución o no; y si no lo son, declararlas sin efecto. Tienen la obligación de custodiar
el imperio de la Constitución, ley suprema y fundamental de la República (J. Story,
"Comentarios", Libro III, Poder Judicial de los Estados Unidos, Buenos Aires, 1963, p. 2/
5), y agrega "La Constitución, por consiguiente, domina sobre todos los poderes; es
superior a todas las leyes que puedan dar los cuerpos legislativos y a ella deben los jueces
ajustar sus decisiones sin aplicar jamás una ley inconstitucional. Los jueces son los
guardianes de la Constitución y de los derechos y garantías individuales (Dalmacio Vélez
Sarsfield, "Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores del Estado de Buenos Aires",
1858). Tampoco es valedero el otro argumento de la demandada ya que por el hecho de
no existir norma ni doctrina, ni jurisprudencia que avalen la legitimación, en modo
alguno puede considerarse como cortapisas para accionar (Argum: art. 19 C.N.), caso
contrario sería afirmar que el derecho no puede evolucionar y debe permanecer estático,
lo que dista mucho con lo que ha sucedido y sucede en esta ciencia con el devenir del
tiempo. Justamente, en especial, son los CASOS quienes favorecen la evolución de las
Instituciones, el Derecho y la Sociedad en Democracia -estos son datos de la experiencia
y la realidad- que no pueden soslayarse con afirmaciones contradictorias, actos y
posiciones contrarias afirmadas en otras partes del Informe y en los Amparos “Rossi...” y
“Unión Cívica Radical…”.- Tambien, el art. 14 de la Constitución Nacional y previsto
en normas internacionales con jerarquía constitucional, (Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, artículo XXIV: "Toda persona tiene derecho de
presentar peticiones respetuosas a cualquiera autoridad competente, ya sea por motivo de
interés general, ya de interés particular, y el de obtener pronta resolución". ), reza que
todo hombre se encuentra facultado para realizar, en forma individual o conjuntamente
con otras personas, una solicitud al Estado; como correlato de esa prerrogativa particular,
deberá aquel, a través de sus órganos, brindar una respuesta.( BIDART CAMPOS,
Germán J., "Manual de la Constitución Reformada", t. II, Buenos Aires, Ediar, 2005, 2ª
reimpresión, ps. 63-64).- El derecho a peticionar a la autoridad y la finalidad que este
persigue, nutre la raíz misma de la acción regulada en el art. 43 de la CN. Estamos así
frente a una verdadera facultad privativa de los particulares (Cfr. REJTMAN FARAH,
Mario, "Impugnación Judicial de la Actividad Administrativa", Buenos Aires, La Ley,
2000, p. 99), cuyo consecuente jurídico es la obligación del Estado de resolver la
pertinente cuestión (CNFed. CA, sala V, 17/10/95, "Bongianino"). Como ya lo expresara
anteriormente, siguiendo las enseñanzas de Linares Quintana, entiendo que la acción de
Amparo a la vez que es una vía procesal (al servicio de otros derechos y garantías
constitucionales), también es un derecho constitucional propio y ello es así porque
“cuando el art 43 dice que toda persona puede interponer acción expedita y rápida de
amparo”, ese giro idiomático está afirmando un derecho constitucional subjetivo
innegable” (Linares Quintana, Ob. Cit.); es decir que equivale a otros como los regulados
operativamente en la C.N en sus arts. 14/15/16/17/18/19.- Desde luego, la respuesta no
podrá ser caprichosa, sino que deberá motivarse en los hechos que dieron lugar al
procedimiento, así como fundarse en el derecho aplicable, en coherencia con el principio
de razonabilidad y el sistema republicano (Cfr. GELLI, María Angélica, "Constitución de
la Nación Argentina Comentada y concordada", Buenos Ares, La Ley, 2005, 3ª ed., p. 96)
.- Que dicha necesidad surge de los arts. 116 y 117 (100 y 101 antes de la reforma de
1994) de la Constitución Nacional, los cuales, siguiendo lo dispuesto en la Sección II del
art. III de la Ley Fundamental Norteamericana, encomiendan a los tribunales de la
república el conocimiento y decisión de todas las "causas", "casos" o "asuntos" que
versen -entre otras cuestiones- sobre puntos regidos por la Constitución; expresiones
estas últimas que, al emplearse de modo indistinto, han de considerarse sinónimas, pues,
como afirma Montes de Oca con cita de Story, en definitiva, aluden a "un proceso (...)
instruido conforme a la marcha ordinaria de los procedimientos judiciales" (Cfr. Montes
de Oca, Manuel A, “Lecciones de Derecho Constitucional”,TII, p.422, Ed. Tipo
Litográfica, Bs. As., 1917.- Que, sobre la base de tales disposiciones, una constante
jurisprudencia de la CSJN expresó que dichos casos "son aquéllos en los que se persigue
en concreto la determinación del derecho debatido entre partes adversas", motivo por el
cual no hay causa "cuando se procura la declaración general y directa de
inconstitucionalidad de las normas o actos de los otros poderes"; ni, por ende, existe
facultad alguna en cabeza del Poder Judicial de la Nación que lo autorice, en tales
circunstancias, a formular dichas declaraciones (Fallos 307:2384, consid. 2° y sus citas).
Sentado entonces que existe de parte del actor legitimación y un derecho fundamental
vulnerado, con el correspondiente daño aludido. Amén de extenderse a los ciudadanos de
la Provincia de Córdoba, hasta convertirse en un posible “DAÑO PÚBLICO” por ser de
incumbencia de toda la comunidad la legitimación y correcto desempeño –sin sospechas
de parcialidad- del Defensor del Pueblo, corresponde analizar si lo peticionado deviene
justificado. Tales calidades lo legitiman para accionar judicialmente en reclamo del
cumplimiento de una norma constitucional, por violación en el procedimiento para su
interpretación y posterior aplicación para la designación, todo lo que fue violado por 46
legisladores de los 70 que integran la Legislatura. Sin perjuicio de ello analicemos los
argumentos de los demandados, que cuestionaron, fundamentalmente:”…del
ordenamiento legal vigente no se verifica ninguna legitimación activa que habilite a un
ciudadano… o a un candidato para ejercer un cargo, a recurrir al Poder Judicial para
que revise los criterios legislativos aplicables y lo unja como electo para tales
funciones…”(ver fs. 148 vta). Los términos vertidos por la defensa, reitero, carecen de
razón alguna, por lo expresado supra y porque no tienen asidero legal que los respalde.
Tampoco el Reglamento Interno de la Legislatura contiene norma alguna que prohíba tal
ejercicio frente al derecho violado de que se trata; lo que entiendo, en última instancia,
debemos estar a los dispuesto por el art. 19, párr. 2º de la C.N. que reza “…Ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley ni prohibido de lo
que ella no prohíbe”, el que se traduce como “principio ontológico de la libertad”, de lo
que se infiere que si una conducta u acción no está prohibida, está permitida, máxime en
autos que se persigue el respeto irrestricto de la Constitución por parte de los
legisladores, algunos de los cuales fueron constituyentes en 1987 y 2001, por lo que son
los mas calificados para cumplirla y hacerla cumplir dentro y fuera del recinto legislativo.
En consecuencia, el Sr. José Nicolás Alessio ha obrado correctamente al reclamar la
nulidad del procedimiento de la designación del Defensor del Pueblo.- Para completar
este punto, y en honor a la brevedad, me remito a lo dispuesto en el Preámbulo de nuestra
Constitución Provincial, y los arts. 17 inc. 3, 18, 19 incs. 3 y 9, 22 y 38 incs. 1, 2 y 11 de
la misma. Por todo ello, también, aparece el derecho subjetivo violado invocado y que
resulta, además, palmario frente a los hechos, cual es que se ha designado ilegítimamente
al Comisionado de la propia Legislatura para la defensa de derechos de trascendencia
colectiva, social y económica-política, por lo que de seguir en el cargo no podrá ejercerlo
en plenitud, con objetividad ni imparcialidad, en desmedro de la sociedad y del sistema
representativo y republicano de gobierno, así como en lo particular, reitero, se cercenó el
ejercicio efectivo de los otros legisladores disidentes, con procedimientos
anticonstitucionales al no reunir el número de votos necesarios para proceder conforme a
derecho. VI) Que en el presente de la votación previa para interpretar el art. 124 de la
C.Pcial, tomada por 46 miembros de la designación del Defensor del Pueblo con un
número menor al exigido por la letra de los arts. 124 y 104 inc. 36 C.P. (operativos aplicables per se- conforme lo dispuesto por el Art. 22 de la C.P., a tal punto que nunca se
reglamentaron en éstos siete años de vigencia, seguramente por entender los propios
legisladores que no ofrecía interrogantes su texto que requiriese reglamentarlos o
aclararlos por medio de una ley; la que tampoco puede ser suplida –dicha
reglamentación-, por una minoría de legisladores, en una Sesión legislativa como en la
que se trata), deviniendo ilegítimo su nombramiento, no ostentando sino detentando el
cargo al carecer de legitimación, lo que lo convierte en un funcionario que le falta la
legitimidad para su ejercicio lo que está prohibido expresamente por la Constitución en
su PREÁMBULO y arts. 13 y 14. Ello hace colegir el daño particular del amparista que
no ha podido, eventualmente, ser designado legítimamente defensor del pueblo.- A la
postre, se han avasallado derechos por un grupo de legisladores, que aprovechando la
coyuntura (ausencia de 4 legisladores), pero a través de un procedimiento equivocado
impuso la designación de su candidato sin consenso alguno con las minorías, que es lo
que quiso, sin duda alguna, el constituyente cuando plasmó el art. 124 y 104 inc. 36 de la
C.P. en el 2001. A mayor abundamiento, adviértase que estos mismos legisladores eran
sabedores de que necesitaban 47 votos para designar al Defensor del Pueblo al convocar
con anterioridad a dos Sesiones frustradas por falta de los votos suficientes –conforme
dan cuenta las Actas de Sesiones ofrecidas como prueba y la Escritura y copia fs. 87/97;
en especial la de fs. 96, de la pág. Web del Poder Legislativo y en la Sesión de
designación al someter a una votación previa para determinar cuál era la interpretación
del art. 124; si no hubieren dudado de que los 46 votos eran suficientes, no habrían
efectuado una votación previa para interpretar el artículo (Teoría de los actos propios). A
pesar de incurrir en reiteraciones afirmo que esta votación y resolución también es nula pues con la misma se aspiró y logró forzar la letra y espíritu del art 124, pero usando un
procedimiento viciado de nulidad (conforme el argumento apuntado en renglones
anteriores), la norma es clara y entendible por cualquier ciudadano, con mas razón por
abogados y legisladores que los representan, de tal suerte que han violado el art. 28 de la
C.N; lo que es más, es fácil colegir que el CONSTITUYENTE de 2001 –en su mayoría
versados juristas y especialistas en D. Constitucional- no pudo cometer dos errores
respecto de un mismo instituto y en dos normas que son y reiteran la misma mayoría
exigida a tal fin. Todo ese andamiaje acarreó el devenir de estos Amparos en procura de
poner las cosas en su lugar. A la postre, considero que todo este desgaste político y
jurisdiccional produce un daño a la Institución misma y el descreimiento de la sociedad
respecto a sus representantes y a los Poderes del Estado, acarreando el debilitamiento del
sistema democrático en plena etapa de consolidación.- VII) Que los demandados
sostienen que la cuestión traída a consideración del Poder Judicial de la Provincia no es
judiciable, fundándose en lo que relacioné en los vistos y a los que me remito para evitar
repeticiones inútiles. Considero que no empece a lo que vengo sosteniendo, lo decidido
por la Excma. Cámara 8ª Civil y Comercial en autos: ”Unión Cívica Radical…” cuando
concluye que “…el análisis de la interpretación cuestionada por el partido amparista, nos
lleva a concluir que la cuestión no es judiciable, y si se considerase que lo era, como no
hubo arbitrariedad manifiesta, ambos motivos obstaban a la procedencia de la acción. Lo
que implica que debe acogerse el recurso de apelación, revocarse la sentencia de anterior
instancia, y rechazarse la demanda.”. Ello así por lo que toda vez que lo resuelto por la
Camara no es vinculante para el Suscripto, quien debe, salvo nuevos argumentos, fallar
esta nueva causa (la que considero que a la postre debió acumularse con las anteriores
para evitar un desgaste jurisdiccional inútil) conforme lo ha entendido y sigue
entendiendo, según todos los argumentos expuestos.- En el caso concreto no se produce
la situación invocada por la defensa ya que no se ataca la designación misma del
Defensor del Pueblo –Comisionado de la Legislatura-, sino el “procedimiento” previo
que vulnera una norma de la Constitución provincial, que es clara y precisa, cuya
interpretación sistemática del plexo normativo nos lleva al convencimiento que bastaba y
basta su interpretación literal dogmática y sistemática para desentrañar la mayoría que el
constituyente quiso para tal designación “La Legislatura con el voto de los dos tercios de
sus miembros designa al Defensor del Pueblo…” –el subrayado me pertenece- (en igual
sentido el art. 104 inc. 36). O sea, si la Legislatura la integran 70 miembros, los 2/3 son
47 y así lo entendieron los propios 46 Legisladores que designaron al Comisionado. A
mayor abundamiento, adviértase que “las reglas de técnica legislativa” hicieron que el
Constituyente se refiriera, inexorablemente, a porcentajes y no a números por la
sistemática que usó en la C.P. que en todo su articulado lo hizo así, a pesar de que ese 2/3
diera como resultado un número quebrado (lo que también podría suceder, en caso que,
hipotéticamente, se hubiere referido a los legisladores presentes; ya que podrá causar la
misma situación que los legisladores votantes pretendieron zanjar) (Cfr. Leiva Fernández,
obr cit.), pero ese 46,66% sin dudas es mas de 46, en especial, el 0,66% es más que el
0,50%, por lo que con mayor razón se refiere a 47 miembros, que es el número entero
inmediato superior; lo razonado sin perjuicio de otras razones que daré, ratificadas por
destacados juristas-políticos especialistas en ambas disciplinas, expuestas en diarios
como La Voz del Interior (acompañadas a los autos y al Amparo “Rossi. . .”, tales como:
Dres. Jorge Gentile, José María Hernández y Félix López Amaya, entre otros). Para un
hombre de derecho es fácil colegir tal lectura que no ofrece palabras ambiguas ni
alambicadas, siendo de aplicación el principio “ubi lex non distinguit, nec non distinguire
debemos”, debiendo aplicar la norma, lisa y llanamente, máxime que tenía otra que la
ratificaba –Art. 104 inc. 36-, no efectuando una interpretación contraria al propio texto
constitucional, por lo que el acto y resolución misma y la posterior designación sin la
mayoría requerida, son insalvablemente inconstitucionales, deviniendo nulos e
inaplicables al no respetar el consenso de los miembros necesarios al efecto. Reitero, han
impuesto, ilegal y arbitrariamente, su simple mayoría circunstancial. En este aspecto
radica la violación constitucional y lo judiciable o justiciable de los actos de los Poderes
Políticos –en éste caso del legislativo- de la cual la Administración de Justicia
(entiéndase el Poder Judicial de la Provincia y los Jueces en particular) no se puede
sustraer y tiene plena competencia para su tratamiento y decisión del conflicto. Los
legisladores (P.L.), en flagrante violación de la norma constitucional, dispusieron una
votación previa para interpretarla a su conveniencia y, luego, con esa misma mayoría,
también erróneamente y violando el procedimiento de designación, lo nombraron,
incluso, no respetando a sus pares a quienes les cabe iguales derechos y obligaciones,
porque todos han jurado la Constitución al asumir sus cargos (art. 14 C.P.), siendo
justamente a ellos a quienes les corresponde las mayores de las responsabilidades ya que
son los que tienen que dictar, en el ámbito de la Provincia, todas las leyes
infraconstitucionales. Somos los jueces, como guardianes de la Constitución y las Leyes,
los encargados de interpretarlas y aplicarlas frente a los casos concretos que nos
presentan los ciudadanos (iudex est lex loquens); no olvidemos que nos encontramos
viviendo en una Democracia en la que el Estado de Derecho es esencial para su
mantenimiento. A la postre, hubo apresuramiento de unos en detrimento del resto y del
pueblo que los eligió para que los representara porque si el cargo estuvo vacante durante
tres años y a cargo de la Defensora Adjunta, en nada perjudicaba esperar un poco más y
consensuar al nuevo DEFENSOR, nada menos ni nada mas, que DEL PUEBLO.
Finalmente, me permito efectuar una digresión que viene al caso, recuerdo lo que
sostenía R. Von Ihering en La “Lucha por el Derecho”: “El Derecho como concepto
finalista, colocado en medio del ajetreo caótico de las finalidades humanas, debe tantear y
buscar incesantemente para encontrar el camino exacto, y cuando lo ha descubierto
derribar las resistencias que lo cierra”. Seguidamente, so riesgo de ser reiterativo, citaré
doctrina y jurisprudencia relativa al tema y aún a toda la cuestión que aquí se ventila.- La
Corte Suprema Nacional en la causa "Avico c. Pesa" (7 de diciembre de 1934, Fallos
172:29) afirmó que muchos jueces habían sabido no solamente aplicar la ley cuando era
oscura, sino completarla cuando era deficiente, suplirla cuando les parecía muda, y
adaptar el texto, literal y humanamente, a las realidades y exigencias de la vida moderna,
sin rezagarse a buscar obstinadamente cuál había sido, hace cien años, el pensamiento de
los autores del Código al redactar tal o cual artículo. También se dijo que la
interpretación de las leyes por la doctrina y la jurisprudencia, no pueden permanecer
fuera de las corrientes profundas de la vida social. No hay un jurista moderno que no se
preocupe de poner su interpretación en armonía con las necesidades actuales y con las
ideas, ambientes o circundantes. Allí se dijo que el mismo concepto era sostenido por
Ihering cuando afirmaba que "no son los hechos los que deben seguir al Derecho, sino
que es el derecho el que debe seguir a los hechos".- Este mismo criterio es receptado por
la Corte en el caso "Kot" (5 de setiembre de 1958, Fallos: 241:291 -La Ley, 92-632-) al
sustentar que las leyes no pueden ser interpretadas sólo históricamente, sin consideración
a las nuevas condiciones y necesidades de la comunidad, porque toda ley, por su
naturaleza, tiene una visión de futuro, está predestinada a recoger y regir hechos
posteriores a su sanción; asimismo sostuvo que siempre que aparezca.... de modo claro y
manifiesto la ilegitimidad de una restricción cualquiera a alguno de los derechos
esenciales de las personas, así como el daño grave e irreparable que se causaría
remitiendo el examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, administrativos o
judiciales, corresponderá que los jueces restablezcan de inmediato el derecho restringido
por la vía rápida del recurso de amparo; pero de ninguna manera puede entenderse que
ese supremo criterio deja sin efecto la naturaleza excepcional del amparo. Cuando la
ilegalidad y la arbitrariedad no son manifiestas, no puede discutirse que el caso debe ser
objeto de una mayor y mas detenida prueba, porque así lo exigen la preservación y la
efectividad del derecho, también de raigambre constitucional, a la defensa en juicio. Y,
precisamente, este derecho requiere que las formas instrumentales faciliten el
esclarecimiento de los hechos y el logro de la verdad jurídica y no que sirvan y se utilicen
como obstáculos a la defensa.- La misión de las normas procesales no es la de sacrificar
las garantías del debido proceso y la defensa en juicio en beneficio de las formas rituales
del trámite, sino la consecución de la Justicia. De lo contrario los medios asumirán la
condición de fines, desnaturalizando el carácter instrumental de las formas procesales al
servicio de las garantías constitucionales y los derechos humanos. (Fallos, 272:188 y sus
citas; 305:l705; etc., citados por Morello, pág. 201).- Que esta valoración no sería
completa y concreta al caso si no abarcara la cuestión de las facultades que tiene el Poder
Judicial para revisar la constitucionalidad de la Resolución: R-2112/08 dictada por la
legislatura provincial.- Ratifico aquí un concepto que es claro: ilegal es lo contrario a la
constitución o al derecho positivo, y arbitrario es lo que denota irrazonabilidad y
configura una conducta injusta y de inconstitucionalidad notoria. El acto que se describe
aquí como lesivo, se explica como desajustado a la ley que lo ordena. De allí que siendo
que se cuestiona una acción que deriva del incumplimiento de una norma jurídica, debe
aceptarse que es ilegal o por lo menos que padece de tal defecto y reviste la calidad de
manifiesta. También lo es arbitraria ya que en última instancia es irracional e injusta por
ser producto de un voluntarismo político minoritario (aclaro que las afirmaciones y
expresiones vertidas en este resolutorio hacen referencia y valoran solamente las
afirmaciones de los hechos objeto de la pretensión, pero con el mayor respeto y
consideración hacia los Señores Legisladores Provinciales de quienes estoy convencido
que siempre actúan y cumplen honorable y acabadamente su excelsa función, pero que en
el presente, aunque creyeron tener la razón, entiendo, humildemente como Juez de la
Provincia, que se equivocaron y forzaron la interpretación de la letra de la Constitución.
Téngase en cuenta que, en modo alguno es mi propósito agraviarlos teniendo de ellos el
mas alto concepto y apreciación –personal y funcional-; sin embargo debo usar términos
precisos –a veces fuertes- para motivar la presente sentencia. El caso justiciable que se ha
traído a mi conocimiento, supera ampliamente los intereses de conflictos particulares,
teniendo trascendencia para toda la sociedad. Reitero, no es mi intención ni estilo
agraviar a nadie y menos aún a través de una resolución judicial). Afirmo que en mi
opinión y por lo que se ha manifestado en las alteraciones en que incurrió la Legislatura
de la Provincia de Córdoba, en la Sesión Especial convocada a los efectos de la
designación del Defensor del Pueblo (Segunda Sesión Especial), de fecha diez de
septiembre de dos mil ocho, a pesar de estar constitucionalmente obligada a acatar el
procedimiento y los requisitos prescriptos por el art. 124 no los ha respetado, pese a que
fue puesto de relieve en esa oportunidad por otros Asambleístas (ver versión taquigráfica
-fs.64/85-) resulta inconstitucional y contraría los preceptos de los arts. 14, 28, 31 y 43 de
la CN y 18, 19 incs. 9, 20, 22, 48, 124 y 104 inc.36 de la C. Pcial.- Las normas atacadas
deben presumirse razonables, justas, válidas y legítimas por haber sido sancionadas por el
Constituyente de 2001, quien evidentemente la cambió intencional, madura y
deliberadamente, requiriendo para la designación del D. del P., por su alta investidura y
funciones, ahora, la mayoría agravada de 2/3 de los miembros de la Legislatura, sino no
encontraríamos sentido a tal cambio y hubiese bastado mantener el texto de 1987 que
exigía la mayoría de los miembros presentes de cada Cámara, al igual que el 86 de la
C.N. para el Congreso de la Nación (bicameral).- VIII) Que tampoco comparto la
descalificación de esta tarea propia de los jueces que efectúan los accionados en su
responde, toda vez que los jueces ejercen el control de constitucionalidad de las leyes y
de los actos del Gobierno. Es en función del ejercicio del control de constitucionalidad,
que el Poder Judicial es y debe ser el garante del Estado de Derecho, es decir, de aquél
Estado que se conforma, constituye y regula con arreglo a normas jurídicas y en el que
las autoridades están sometidas a la ley" (Ezequiel Ander-Egg). Pero una cosa es el
control de constitucionalidad de las leyes y de los actos de Gobierno y otra, del todo
diferente, es el ejercicio del control político de los Poderes Ejecutivo y Legislativo para el
cuál la Constitución ha dotado de suficientes facultades a sus propios órganos, que no es
el caso de autos.- Frente al poder que la Constitución les confiere, deben los jueces tener
presente que el primero que debe someterse a la Constitución y a la ley, en cada caso
concreto, es el Juez que la administra. El primer acto que debe ser razonable, es la
sentencia que el Juez dicta en el ejercicio de su Magistratura. En consecuencia, en el
juicio de valor restrictivamente ejercitable acerca de la proporcionalidad y razonabilidad
de las leyes y de los actos cumplidos por los otros Poderes, en el ámbito de sus
respectivas esferas de acción, debe el Juez actuar con extremada prudencia, sin permitirse
jamás que su pensamiento político, su conocimiento meramente nocional de la realidad
coyuntural, su vocación de participación ciudadana, que solo se expresa válida aunque
contundentemente, igual que la de cualquier otro ciudadano en la urna electoral, lo
desvíen de la recta interpretación y aplicación de la ley objetiva a la que sirve en el caso
concreto sometido a su decisión.- El juicio de razonabilidad y proporcionalidad es
entonces un juicio objetivo de subordinación jerárquica de la ley. Es la verificación
desapasionada, serena, neutral, prudente y legalmente recta de las leyes y actos sometidos
a su consideración, puestos en el trasluz de la Constitución.- Que si se admitiera que cada
juez puede interpretarse a sí mismo como el fiel de la balanza en que han de pesarse en
cada caso lo bueno y lo malo; lo justo y lo injusto, lo ético y lo antitético, lo acertado y lo
desacertado, prontamente se vería nuestra sociedad inmersa en el desorden, el caos, la
indisciplina y la falta de autoridad, que definen propiamente al estado de anarquía.- Por el
contrario el derecho ha avanzado en la medida en que los jueces han podido limitar, sino
deponer, sus convicciones y actitudes políticas y sociales individuales, como
consecuencia de un ejercicio crítico de sus propios valores y medidas, para ponerse cada
vez más decididamente al servicio de la ley.- IX) Que me referiré a las afirmaciones que
hacen los demandados respecto a la inidoneidad de la vía del amparo para dilucidar
ataques o cuestionamientos de inconstitucionalidad de leyes y actos de gobierno.
Preliminarmente diré que al afirmar en el informe del art. 8 que la vía posible sería la
Acción Declarativa de Inconstitucionalidad, vuelven a incurrir en un error conceptual
puesto que esa acción, de competencia originaria y exclusiva del T.S.J.,se puede ejercer
...en los supuestos del art. 165 inc. 1-a de la C.P. (para este caso), pero resulta que si así
hubiere sido, amén de que los más Altos Tribunales de la República ya lo tienen resuelto
en sentido contrario, no solucionaría la cuestión concreta ya que su sentencia sería
declarativa, por lo que el caso concreto devendría abstracto o tendría que usarse la vía
posterior del Amparo para lograr rápida y eficazmente el objeto principal de la
pretensión, con el consabido desgaste jurisdiccional. Por otro lado, adviértase que el
Tribunal Superior de Justicia de la Provincia no reclamó su competencia, de lo que se
infiere que la vía utilizada es la correcta. Que en el ámbito nacional, antes y después de la
reforma constitucional de 1994, ha de considerarse que el amparo de la Ley 16986 fue la
instrumentación de la acción declarativa de inconstitucionalidad. Así es la conclusión que
puede extraerse de la doctrina judicial de la Corte Suprema (FALLOS; 307-II:2384; 308I:1489; 310-I:142 y T.S.J en pleno, A.I. Nº 443 del 19/09/96; A.I. Nº 447 del 20 /09/96;
A.I. Nª 391 del 30/08/96; A.I. Nº388 del 29/08/96; A.I. Nº 439 del 18/09/96; A.I Nº448
del 20/09/96; A.I. Nº 438 del 18/09/96; Nº444 del 19/09/96; A.I. Nº 392 del 30/08/96; A.
I. Nº 437 del 16/09/96; A. I. Nº 442 del 19/09/96, A. I. Nº 390 del 30/08/96; A.I. Nº 272
del 15/08/97.). Es propicia la oportunidad para recordar que hay acciones de
inconstitucionalidad, siendo una de ellas el amparo y que en la última y definitiva
interpretación del cuerpo legal que lo contiene, en su proceso no puede inhibirse el
control de constitucionalidad. Esto ha quedado confirmado por la actual decisión de la
Corte Suprema en la causa "Romero Feris, Antonio c/ Estado Nacional -Poder Ejecutivo
Nacional" en fallo de julio de 1994 (Confr. Revista L.L., 12/10/94). De esos antecedentes
judiciales surge que el amparo logró una consagración definitiva como la vía procesal
específica de la acción declarativa de inconstitucionalidad, cuando no corresponda su
tratamiento originario a la C.S., léase en la Pcia. al T.S.J. según lo dispone el art. 165 de
la C.P.., lo que es comprobable con la posición de G. Bidart Campos ( E.D., T. 141,Pág.
519 y sgtes. al comentar el fallo de la Corte Suprema recaído en "Peralta c/ Estado
Nacional") al decir que en lo sucesivo "ningún tribunal podrá rechazar in limine un
amparo por el hecho de que el reclamo deducido mediante él contra un acto lesivo se
dirija como típica acción de inconstitucionalidad a tachar de inconstitucional una norma
general "( En igual sentido, Confr. Morello, A.M.,"Estado actual de la jurisprudencia de
la Corte Suprema acerca del control de constitucionalidad de las leyes" J.A. 1986 -IV659 y "la Corte Suprema en acción ", Bs. As 1989, Abeledo Perrot, Pág. 430 y sgtes.;
Sagues, Néstor P. "Derecho Procesal Constitucional -Acción de Amparo ", Bs. As., 1991,
Ed. Astrea , Pág. 272).- Que la reforma constitucional de 1994 introdujo un dispositivo
amplio en materia de amparo en el art. 43, expresando en la parte final de su primer
párrafo que "los jueces podrán declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva, poniendo fin a la discusión en torno al alcance de la
prohibición del inc. d) del art. 2º de la ley 16986, y como no puede ser de otro modo,
también pone fin a igual dispositivo de la ley 4915 y su modificatoria ( art. 2º, inc. d, del
20/01/1967 y Nº 5770, del 28/10/1974) en razón del principio de supremacía
constitucional ( art. 31 C.N.).Que lo dicho queda reforzado cuando se advierte, a través
del saludable método contextual para la interpretación jurídica, que la mencionada
reforma introdujo una renovación en relación al orden de prelación de las leyes ( art. 75
incs. 22 y 24 ), con una consecuencia directa sobre el punto que trato y representado por
lo que puedo llamar el marco de mayor amplitud que recobra el nuevo art. 43, de modo
que la urgente preservación de los derechos que comprende el instituto encuentren
vigencia efectiva dentro de un adecuado procedimiento judicial sumarísimo y que
asegure rapidez y eficacia. Lo expresado cobra especial importancia cuando se advierte
que el amparo, en el nuevo texto constitucional, protege "derechos y garantías
reconocidos por esta Constitución, tratado o una ley " (art. 43).- Que, el segundo párrafo
del inc. 22 del art. 75 de C.N. incorpora a la misma los tratados y convenios
internacionales otorgándoles jerarquía constitucional; entre ellos cabe mencionar la
Declaración Universal de Derechos del Hombre (de la Asamblea General de las Naciones
Unidas del 10 de diciembre de 1948) y la Convención Americana sobre derechos
humanos ( comúnmente denominado Pacto de San José de Costa Rica, del 22 de
noviembre de 1969 y que nuestro país aprobara por ley 23054 de 1984). La primera de
ellas dispone en su art. 8º que "toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los
tribunales nacionales competentes, que los amparen contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley, y la segunda trae similar
protección en el punto o apartado 1, del art. 25 al disponer que "toda persona tiene
derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier recurso efectivo que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
presente Convención, aún cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en
ejercicio de sus funciones oficiales". Dicha norma concluye con su punto o apartado 2,
que reza " Los Estados parte se comprometen: a) A garantizar que la autoridad
competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda
persona que interponga tal recurso; b) A desarrollar las posibilidades del recurso judicial
y c) A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en
que se halla estimado procedente el recurso". Los citados no son los únicos tratados o
convenciones, dentro de los mencionados por la nueva cláusula constitucional, que se
refieren al asunto en tratamiento.- Que, en nuestro orden constitucional local, la reforma
de 1987 introdujo el texto del art. 48 que menciona la existencia de "otra vía pronta y
eficaz" como condición excluyente del amparo para la protección inmediata de los
derechos fundamentales.- Que, en los debates constitucionales, se ha percibido también lo
que señalé antes, cuando el constituyente Serafini dijo: "No advertimos qué incidencia
puede tener un mayor debate o prueba sobre la declaración de inconstitucionalidad,
cuando ella constituye una cuestión de puro derecho"... Creemos, por el contrario, que el
amparo es sede propia para el recurso de inconstitucionalidad" (Diario de Sesiones, Pág.
1608), y el convencional Gavier puso especial énfasis en su discurso sobre la calidad de
acción ( Pág.. 1612) agregando que el proyecto pretende, pues, que se recurra mediante
vía sumaria y expeditiva cuando recurriendo por vía procesal ordinaria se frustra la tutela
de una pretensión material contra el actor de un acto o de una omisión lesivos a derechos
y garantías constitucionales. De no ser así, la decisión jurisdiccional sería abstracta o
teórica y resolvería el caso en forma inoportuna e ineficaz (Pág.. 1613).- X) Que también
conviene a la recta inteligencia de la cuestión sometida a decisión, recordar que nuestro
sistema impone el respeto a los actos de los poderes públicos por su presunción de
legitimidad, al punto que no pueden trabarse por la mera negativa a su aceptación o una
simple afirmación de arbitrariedad (Fallos 250:36) y que los jueces no estamos llamados
a corregir leyes o enmendar el léxico de otros poderes, debiendo prescindir de cuestiones
de conveniencia y sujetarse solamente a los criterios de verdad y justicia (Fallos:145:181)
, escapando de su facultad el juicio de acierto o conveniencia (Fallos 247:121), siendo
una excepción el caso de autos por todo lo que vengo valorando y fundamentando.- Que
es doctrina común y explícita en nuestra Carta Fundamental que los derechos no son
absolutos y están subordinados a las leyes que reglamentan su ejercicio, conforme a su
art. 14 (Fallos: 136:161; 142:80; 191:197; 253:133; 253:154; 255:293).-Asimismo. "los
principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio" (art. 28 C.N), por lo que la no
alteración de los derechos y garantías reglamentados y la razonabilidad de la
reglamentación, son las vallas de la potestad reglamentaria, justificada por la necesidad
de evitar abusos de ellos en detrimento de otros derechos que también deben tutelarse
(Fallos 191: 197; 254: 56), y de armonizarlos con otros derechos de igual jerarquía, de los
individuos o de la comunidad, y en caso de conflicto de valores jurídicos contrapuestos,
no es dudosa la preferencia del que tiene mayor jerarquía (Fallos 255:330). Que, es
verdad inconcusa que la reglamentación debe ser razonable y que la noción de
"razonabilidad" tiene perpetua vigencia y debe entenderse, primariamente, como una
cuestión de "proporción", de modo que la extensión de la cuestión que quiere solucionar
la ley y la amplitud del interés tutelados, en relación con la cuantía del sacrificio exigido
a los derechos y garantías individuales, darán dicha medida. Sin embargo el problema no
se soluciona con establecer esa proporción, sino que debe existir un mínimo de
adecuación de la ley con el fin que ésta se propone lograr. Por ello, la facultad de los
jueces obliga a establecer si existe ese mínimo de adecuación racional, si es posible que
el sacrificio impuesto conduzca al fin buscado. El fin buscado por la ley debe ser el
interés público, no siendo posible establecer una regla uniforme que permita determinar
cuales propósitos son públicos por oposición a privados, por lo que el criterio para
señalar el posible deslinde tiene que ser así, circunstancial y derivado del examen de los
hechos en caso particular y concreto (Fallos 157:359).- Así, el examen expresado
anteriormente busca satisfacer tanto la justicia racional como los valores jurídicos
(solidaridad, cooperación, paz, poder, seguridad, orden y justicia), según la cosmovisión
de la sociedad, tal como señala Juan Francisco Linares, quien hace más de cuarenta años
ha dicho insuperablemente "...El llamado "poder de policía" avanza así sobre los reductos
individuales en múltiples aspectos al ritmo de ideas nuevas: "planificación" y
"reconstrucción", como única salvación de la dictadura o del caos. La ideal democracia
temperada "... evoluciona hacia una democracia planificada y por ello no liberal. Quedan
considerablemente restringidas la libertad de contratar, el derecho de propiedad...". En
nuestro país algo parecido está ocurriendo. La planificación que avanza en todos los
órdenes de la economía, agregada a la que ya existía tímidamente en materia de
educación pública y defensa nacional, va poniendo nuestro régimen liberal burgués en la
posición de tener que afrontar seriamente el problema de no hacerlo todo a la
desesperada, a último momento, a fin de salvarnos de motines totalitarios o comunistas,
alentados por la crisis espiritual y económica de nuestro pueblo. Nuestra Suprema Corte...
puede ser el órgano regulador... de los excesos y avances utópicos de una legislación
planificadora absurda, en cuanto sea desordenada y ciega..."("El debido proceso como
garantía innominada en la Constitución Argentina" Bs. As. pags. 125/126). Por ello, la
Corte Suprema ha dicho que los fines enunciados solemnemente en el Preámbulo de la
C.N. se pueden condensar en esta sola frase " el bien común ", que es el de la filosofía
clásica ( Fallos 179:113).- XI) Que a mayor abundamiento, por estar vinculado con el
tema decidendum, me permito enunciar algunos aspectos del célebre leading case
“Marbury v. Madison” de la Suprema Corte de los Estados Unidos de Norteamérica que
considero relevantes para comprender, en todo su trascendental sentido, la importancia
realmente fundacional de este pronunciamiento para el Estado Constitucional de
Derecho, pues en él quedó definitivamente consagrada la doctrina sobre el control
jurisdiccional de constitucionalidad de las normas y actos estatales.- La Constitución de
los EE.UU de 1787 establece en su Art. VI 2do. párr., el principio de la supremacía
constitucional al disponer que: "La presente Constitución, las leyes de los EE.UU. que en
virtud de ella se aprobaren y todos los tratados celebrados o que se celebren bajo la
autoridad de los EE.UU., serán la suprema ley del país. Los jueces de cada Estado
estarán obligados a observarla, aún cuando hubiere alguna disposición en contrario en la
Constituciones o en las leyes de cualquier Estado". Se ha dicho de este párrafo que es “la
esencia de la Constitución, y con mucha razón, porque combina al gobierno nacional y a
los estados en una misma organización gubernamental, un Estado Federal. (Corwin,
Edward S., “La Constitución de los Estados Unidos y su Significado Actual”.Editorial
Fraterna, Buenos Aires, año 1987, págs. 353/4).- A su vez, en el Art. III Sec. 2., dispone
que: "El Poder Judicial se extenderá a todo caso que en derecho y equidad surja de esta
Constitución, de las leyes de los EE.UU., así como de los tratados celebrados o que se
celebren bajo su autoridad;...".- Es indudable que estas disposiciones nos recuerdan
nuestros arts. 31 y 116 CN. De estas normas, surge el control de constitucionalidad de
las leyes, el cual, como lo ha sostenido la doctrina de ambas Cortes Supremas, no está
explícitamente establecido en los textos constitucionales pero deriva, según reiterada
jurisprudencia, de los poderes implícitos del Alto Tribunal, como Tribunal de Garantías
Constitucionales. y de las normas legales como la Ley Judicial (Judiciary Act) de 1789
para EE.UU. y de nuestra C.N. art. 43 y Ley 48 de 1862.- A partir de estos artículos de la
Constitución de los EE.UU., germinó lo que se ha dado en llamar como el “sistema
americano” o “sistema difuso”, por el cual, todo tribunal que integra el Poder Judicial,
cualquiera sea su fuero o jerarquía, ejerce no solamente la jurisdicción ordinaria de los
procesos comunes, sino además, y esto es realmente importante, ejerce asimismo la
jurisdicción constitucional actuando el control de constitucionalidad de las leyes y los
actos estatales (Cfr. Segundo V. Linares Quintana “Derecho Constitucional –Doctrinas
esenciales-, To.I, pág.77/97, Ed. La Ley, Bs. As. 2da. Quincena de noviembre de 2008).
Cito dicha obra porque clarifica el tema que nos ocupa en los aspectos mas importantes –
ver Fallo: “Baker v.Carr” y con el objeto de evitar aquí su desarrollo que se puede
convertir en tedioso; a la vez que para no hacer tan extensa esta resolución .- Agrego que
la interpretación de las leyes es propia y peculiarmente de la incumbencia de los
tribunales. Una Constitución es de hecho una ley fundamental, y así debe ser considerada
por los jueces. A ellos pertenece, por lo tanto, determinar su significado así como el de
cualquier ley que provenga del cuerpo legislativo. Y si ocurriere que entre las dos hay
una discrepancia debe preferirse, como es natural, aquella que posee fuerza obligatoria y
validez superiores; en otras palabras, debe preferirse la Constitución a la ley ordinaria; la
intención del pueblo (decimos nosotros el “poder constituyente”) a la intención de sus
mandatarios” (los “poderes constituidos”).- Esta conclusión no supone de ningún modo
la superioridad del poder judicial sobre el legislativo; sólo significa que el poder del
pueblo (nosotros: “poder constituyente”) es superior a ambos, y que donde la voluntad
de la legislatura (“poderes constituidos”) declarada en sus leyes, se halla en oposición
con la del pueblo, declarada en la constitución (“poder constituyente”), los jueces
deberán gobernarse por la última con preferencia a las primeras.- Deberán regular sus
decisiones por las normas fundamentales antes que por las que no lo son.(Cfr. Haro,
Ricardo, "El Control de Oficio de Constitucionalidad”, "El Derecho", T. 64-1975, pág.
641. Asimismo, “El Control de Constitucionalidad”, Editorial Zavalía, Buenos Aires,
2003).- Asevero que es de incumbencia, y es un deber del Departamento Judicial, decir
lo que es la ley. Aquellos que aplican las reglas a los casos particulares, tienen necesidad
de explicar y de interpretar dicha regla. Si una ley (en este caso una resolución de
designación...), está en oposición a la Constitución, y si ambas se aplican a un caso
particular, debe el tribunal decidir la cuestión, determinando cuál de dichas reglas en
conflicto rige el caso; o bien conforme a la ley dejando la Constitución de lado; o bien
conforme a la Constitución dejando de lado la ley. Esto es de la real esencia del deber
judicial. Si los tribunales dan prevalencia a la Constitución, y la Constitución es superior
a todo acto ordinario de la Legislatura, es la Constitución, y no aquella ley ordinaria, la
que debe regir el caso.- Por lo tanto, quienes controvierten el principio de que la
Constitución debe ser considerada por el tribunal como una ley suprema, se ven
obligados a sostener que los tribunales debe cerrar los ojos a la Constitución y ver
solamente la ley. Esta doctrina subvertiría el real fundamento de todas las constituciones
escritas (nosotros: y rígidas). Declararía que una ley enteramente inválida, es
completamente obligatoria. Queda así, reducida a nada, la más grande conquista en las
instituciones política; es decir, la Constitución escrita.- Finalmente, aparece evidente que
con su célebre fallo, Marshall consolidó al Gobierno Federal y al Poder Judicial,
declarando la potestad de los Jueces y de la Suprema Corte de declarar la
inconstitucionalidad no sólo de leyes federales, sino que a partir de 1810, declaró
inconstitucionales a leyes estaduales (casos “Fletcher v. Peck”; “Mac Culloch v.
Maryland”), sosteniendo los poderes implícitos del Gobierno Federal.- Destacando la
tarea de Marshall en sus tres décadas, James Garfield ha dicho que “Es unánime la
opinión de que la Constitución de los Estados Unidos era sólo un esqueleto, un papel
vacío de contenido, hasta que Marshall hizo de ella, con sus pronunciamientos, un cuerpo
viviente”. (Schwartz, Bernard, “Algunos artífices del derecho norteamericano”, Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 1989, pág. 51, citado por Bianchi, Alberto B. en ob. cit., pág. 68).Alexis de Tocqueville, aristócrata francés que a los 25 años es enviado a los EE. UU.
para estudiar el sistema carcelario, afirmaba que: "el juez americano, se parece, pues,
perfectamente a los magistrados de otras naciones. Sin embargo está revestido de un
inmenso poder político...La causa reside en este sólo hecho: los americanos han
reconocido a los jueces el derecho de basar sus sentencias en la Constitución más que en
las leyes. En otros términos, les han permitido no aplicar las leyes que les parezcan
inconstitucionales...En América, la Constitución, en tanto que existe, es el origen de
todos los poderes.” (Alexis de Tocqueville, “La Democracia en América”, Edit.
Guadarrama, Madrid 1969, págs. 97/8).- En la cúspide del P.J., como “cabeza de poder” e
intérprete último de la Constitución, se encuentra la Corte Suprema de Justicia, “Tribunal
de las Garantías Constitucionales” (como denominó su obra G. Bidart Campos. Ed. Ediar,
Bs. As. 1984), que al ejercer la última y definitiva instancia del control de
constitucionalidad, cumple el eminente rol de alta política, al ser un “Poder moderador”
entre los diversos Poderes del Estado, ya sea entre los poderes que integran el orden
horizontal del Gobierno Federal (PL, PE y PJ), como entre los otros poderes o
competencias que integran el orden vertical de su distribución entre el Estado Federal y
los Estados provinciales.- Como supo decir en su momento el Procurador General
Jackson de la Corte Suprema de los Estados Unidos, "la Corte mantiene los equilibrios
más fundamentales de nuestra sociedad, tales como los existentes entre centralización y
localismo, entre libertad y autoridad y entre estabilidad y progreso".-Así en el ejercicio de
las funciones referidas a las competencias supremas del Estado, a sus relaciones entre sí y
con los derechos y garantías individuales y grupales, es evidente que las Cortes y
Tribunales Constitucionales, ejercen lo que nosotros hemos dado en llamar el Alto
Magisterio Constitucional.( Haro, Ricardo, en “Memorias del VI Congreso
Iberoamericano de Derecho Constitucional”,Universidad Externado, Bogotá, 1998, págs.
1361/62).- No puedo dejar de opinar que en la sentencia comentada, existe un hondo
sentido formativo y pedagógico en la jurisprudencia de las Cortes y Tribunales
Constitucionales; que siguiendo el ejemplo de la claridad didáctica del pronunciamiento
en “Marbury v. Madison”, tiene la alta misión de transmitir a la sociedad un plexo de
creencias y valores fundamentales sobre el hombre y la sociedad, y de esta forma ir
enriqueciendo la conciencia constitucional de los pueblos. (Haro Ricardo: “Marbury V.
Madison”: El sentido constituyente y fundacional de su sentencia”, publicado en
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina),
http://www.acader.unc.edu.ar).- XII) Que, siguiendo tanto la doctrina cuanto la
jurisprudencia desarrollada (no en vano sino como un llamado de atención para nosotros
y la Nación Argentina, la cual ha abrevado en las mismas y hoy en día tomado la mayoría
de sus enseñanzas), sostengo enfáticamente, a mi criterio, que la acción y los derechos
invocados por el amparista tienen asegurada su acogida, reconocimiento y vigencia por la
C.N. ( arts. 14, 14 bis y 33), por la C. Prov. (arts. 1,4, 8, 10, 19 ,20, 21, 23, 38, 54, 67,
174, y 176, entre otros) y, también, por las normas internacionales, hoy con jerarquía
constitucional a través de la reforma de 1994 (art. 75, inc. 22), como por ejemplo los arts.
23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, XIV y XXXVII de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, 6 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos Sociales y Culturales, cuya obligatoriedad y operatividad para nuestro país
es indubitable ( arts. 30 de la Declaración Universal de los Universal de los Derechos
Humanos; 1º de la Declaración Americana Sobre los Derechos Humanos; 5º del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; 5º del Pacto Internacional
de los Derechos Civiles y Políticos). En consecuencia, asegurados su protección judicial
por una vía o recurso efectivo, por el art. 43 de la C.N. (sin perjuicio de la ley 16.986),
por el 48 de la C. Prov. (sin perjuicio de la ley 4915 y su modificatoria), por el art. 8º de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. XVIII de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 25 de la Convención Americana
sobre los Derechos Humanos y arts. 2º y 3º a) del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, también, entre otros, sin desconocimiento de las limitaciones basadas
en las justas exigencias del bien común en una sociedad democrática (arts 32.2 de la
Convención Americana sobre los Derechos Humanos XXIX de la Declaración de los
Derechos y Deberes del Hombre, por ej.).- XIII) Que el planteo de inconstitucionalidad,
por otro lado, no cambia la función jurisdiccional, que además de la aplicación del
derecho, debemos entenderla como la labor de hacer justicia, de dar a cada uno lo suyo,
sin desprenderse del ordenamiento normativo. Lo expresé en otro ámbito diciendo que "si
tuviera que expresar mi pensamiento acerca de cómo veo la función jurisdiccional diría:
se parece mucho a la actitud del hombre que, despreocupado por las dimensiones del
espacio y tiempo, observa meditativo el infinito en difícil búsqueda de una determinada
estrella. Esta actitud, que es sensación y vivencia, es, sobre todo, trascendencia,
ejemplaridad. La función llamada a ser ejercida por los jueces, sólo debe estar guiada por
una estrella que en el infinito pierde el riesgo de perderse o confundirse: el valor justicia
y a la postre el logro de la paz social (...La Justicia es la expresión material de la
Libertad..., Ossorio Ángel, “El Alma de la Toga”, pág.153, Ed. E.J.E.A., Bs. As. 09/
1981”), a su vez podemos sostener que existe un paralelismo entre justicia y verdad,
“ambos son valores y como tales operan en sendos mundos tridimensionales. La Justicia
valora las conductas sociales y las normas que la describen; la verdad valora los hechos
naturales (y los ideales subyacentes) y las leyes que nos rigen...” –pág 55-: Goldschmidt
Werner, “Justicia y Verdad”, págs. 50/78, Ed.La Ley, Bs. As. 1era. quincena de julio de
1978). Ya han pasado las horas en que se veía en este poder del Estado sólo una mecánica
fría de aplicar lo que otros poderes habían dispuesto. Esto de identificar la administración
de justicia con la interpretación de la ley es grave e insuficiente por su falta de
correspondencia con la realidad y porque la administración de justicia no se agota en
modo alguno en la aplicación e interpretación de la ley... Aunque el control de
constitucionalidad debe buscar siempre un punto de apoyo en la Constitución,
generalmente su punto de partida no es una norma de ésta, o al menos no es una norma
expresa determinada. Lo singular de toda esta cuestión es que los jueces siempre han
encontrado el punto de partida en principios que no están en la Constitución, sino que han
sido extraídos del "mundo extrajurídico", de su formación intelectual -lo que llamamos
conciencia jurídica material-, de sus principios políticos, del modo receptivo del ser
social. A esta técnica y a esta actitud - porque son ambas cosas a la vez- debemos los
frutos judiciales del "debido proceso legal", de "la igual protección", del "poder de
policía", de la bienvenida "razonabilidad", de la auspiciosa "plena operatividad de los
derechos y garantías constitucionales", de la fructífera "sentencia arbitraria" y, hoy, de la
"gravedad institucional". Naturalmente que el Alto Tribunal ha sabido articular la precisa
técnica de argumentación a fin de que tales criterios o pautas produzcan la impresión de
que son extracciones de genuina interpretación de la ley escrita" (Sahab Ricardo Jesus:
"Ensayos Constitucionales y políticos ", Cba. 1995, Ed. Dirección de Publicaciones de la
U.N.C., pags. 267 y 273) y “El Recurso Extraordinario por gravedad Institucional”
Ed.Ediar, Bs. As.1978. También consultar: Páez Molina L., “El espíritu de la
Constitución”, Ed. Plus Ultra, Bs. As. 1971 y Rabbi-Balbi Renato, Filosofía del Derecho
–Interpretación de la Ley-Derecho, Dimensión filosófica de la labor interpretativa. L.L.
09/08, Dromí José Roberto “El Poder Judicial”, págs. 61/82, Ed. UNSTA, Tucumán R.A.
1982).- Se sostiene que la inconstitucionalidad deviene de la incompatibilidad lógica
entre el contenido de sus preceptos y los de la ley suprema. Aún así entendido, estos
supuestos de incompatibilidad lógica son raros atento a que el legislador no intenta hacer
prevalecer su voluntad frente al contenido claro de la norma constitucional" (Cfr. Sahab
Ricardo Jesús:" El Recurso extraordinario por gravedad institucional" Bs. As. 1978, Ed.
Ediar Págs. 45/46).- XIV) Que, la atención puesta en los aspectos señalados ha permitido
que la Corte Suprema declarase, el 19 de septiembre de 1979, en la causa "Fernández
Arias" que "...ningún objetivo político, económico o social tenido en vista por el Poder
Legislativo, cualquiera sea su mérito, alcanzaría a justificar la trasgresión acreditada en la
causa. Sostiene la C.S. que el principio de división de poderes puede y, sin duda, precisa
ser adecuado a las necesidades de la vida contemporánea en la medida en que lo toleren
la generalidad y sabiduría de las normas constitucionales prescriptas para regir
indefinidamente en el tiempo. Pero una cosa es la "adecuación" de él y otra cosa es la
patente "violación de su esencia". En cuanto implica que incurre en esta última, el total
desposeimiento de atribuciones que, en perjuicio del Poder Judicial, consuman las
normas impugnadas, no puede ser convalidado. Admitir la legitimidad importaría tanto
como autorizar la supresión, o por lo menos la supresión del aludido principio, sin cuya
vigencia la forma republicana de gobierno queda sin base que la sustente y, en
consecuencia, las funciones estatales resultan potencialmente desquiciadas con el
consiguiente desamparo de las libertades humanas. Que, advertida de ello, esta Corte
estima indispensable expresar cuáles son los términos estrictos entre los que deberá
optarse: o las leyes de cuya aplicación se agravia la demandada son inconstitucionales, o
se acepta que el Poder Legislativo -so color de proteger altos intereses públicos- puede
vulnerar derechos como el de defensa y convertir en su opuesto a las instituciones que los
constituyentes decretaron y establecieron para la Nación Argentina. Ante semejante
disyuntiva, la elección no ofrece dudas. Es falsa y tiene que ser desechada la idea de que
la prosperidad general, buscada a través de los medios del art. 67 inc. 16, constituye un
fin cuya realización autoriza a efectuar los derechos humanos o la integridad del sistema
institucional vigente. La verdad ajustada a las normas y a la conciencia jurídica del país,
es otra. Podría expresársela diciendo que el desarrollo y el progreso no son incompatibles
con la cabal observancia de los arts. 1 y 28 de la Constitución, sino que, al contrario, debe
integrarse con estos, de modo tal que la expansión de las fuerzas materiales y el
correlativo mejoramiento económico de la comunidad sean posibles sin desmedro de las
libertades y con plena sujeción a las formas de gobierno dispuestas por la Ley
Fundamental. Porque, para esa norma y esa conciencia, tan censurables son los
regímenes políticos que niegan el bienestar a los hombres como los que pretenden
edificarlo sobre el desprecio o el quebranto de las instituciones", casi en una cita implícita
del voto decisivo del Chief Marshall de 1803 en "Marbury v. Madison". Las disidencias
de fundamento de Boffi Boggero y Aberastury, afianzaron la fuerza inconmovible de esta
decisión que provocó una profunda repercusión ya que el Congreso, ante la objeción
judicial de inconstitucionalidad, tuvo que modificar la ley así cuestionada.- Que, similar
repercusión, pero esta vez sobre el Poder Ejecutivo que lo llevó a derogar el decreto
declarado inconstitucional por la Corte Suprema, ocurrió cuando ésta resolvió, el 29 de
marzo de 1967, el caso "Outon". Ello prueba la importancia del control de
constitucionalidad cuya finalidad última es restablecer el sistema constitucional cuando
los poderes constituidos lo han puesto en peligro. Por todo ello, considero que: “PARA
QUE HAYA SEGURIDAD JURÍDICA Y LA SOCIEDAD SIENTA QUE SUS
DERECHOS SERÁN RECONOCIDOS ES INEVITABLE EL RESPETO
IRRESTRICTO A LA CONSTITUCIÓN, LA LEY E INSTITUCIONES.”. XV)
Finalmente, quiero traer en cita el discurso siempre contemporáneo de Tocqueville sobre
la función judicial: "Pertenece a la esencia del poder judicial el ocuparse de los intereses
particulares, y conceder a menudo sus miradas a pequeños objetos que se exponen a su
contemplación; también pertenece a la esencia de ese poder el no acudir por sí mismo a
socorrer a los que son oprimidos, sino el estar siempre a disposición del mas humilde de
entre ellos. Este, por débil que se lo pueda suponer, siempre puede forzar al juez a
escuchar su querella, y responder a ella: todo ello es inherente a la constitución misma del
poder judicial.". Semejante poder, pues, es especialmente aplicable a las necesidades de
la libertad, en un tiempo en que el ojo y la mano del soberano se introduce sin cesar en
los más mínimos detalles de las acciones humanas, y en que los particulares, demasiado
débiles para protegerse por sí mismos, están aislados para poder contar con el auxilio de
sus semejantes. La fuerza de los tribunales ha sido, en cualquier tiempo, la mayor
garantía que se pueda ofrecer a la independencia individual, pero esto resulta sobre todo
verdad en los siglos democráticos; los derechos y los intereses particulares están siempre
en peligro en ellos, si el poder judicial no aumenta y no se extiende a medida que se
igualan las condiciones.(Tocqueville Alexis, "La Democracia en América", Bs. As.,
1988, Ed. Hyspamerica, tomo II, Pág.. 275. O Ed. Gallimard, París, 1951, tomo II, Pág..
331).- XVI) Que merece un párrafo aparte y ser destacado el claro, conciso, preciso y
fundado dictamen efectuado por la Sra. Fiscal Civil, Comercial y Laboral de 2ª Nominación, Dra. Silvia Adriana Barrigó, favorable a la inconstitucionalidad peticionada
por el actor y progreso de la acción de Amparo, el que he considerado, compartiéndolo,
en forma especial, por haberme acercado razones suficientemente claras y elementos
convictivos para resolver la presente cuestión. Todo ello, enaltece la función del
Ministerio Público Fiscal de Córdoba.- XVII) Que el actor solicitó, también, se declaren
nulos los actos y resoluciones subsiguientes que se hubieren realizado por el designado
Defensor del Pueblo, Sr. Mario Alberto Decara (relacionados en los vistos). Esta petición
debe prosperar no solo por el pedido expreso, sino porque es una consecuencia lógica y
necesaria de lo decidido respecto al punto principal del Amparo; en igual sentido que
debe cesar en dicho cargo en forma inmediata, una vez firme la presente. Ello es así
porque mal podría continuar en funciones el Defensor designado si se ha declarado nula e
ineficaz por inconstitucional su designación al violarse los procedimientos y porcentajes
exigidos por la constitución Provincial. Se deberá notificar al mismo en su domicilio, a
sus efectos.- XVIII) Que asimismo, se debe ordenar a la Legislatura, que tan pronto
quede firme la presente y cese en el cargo el designado Defensor del Pueblo, proceda a
normalizar provisoriamente, hasta que designe al Defensor del Pueblo conforme a
Derecho, la Defensoría del Pueblo; en virtud de asimilarse por analogía esta situación en
lo dispuesto por el art. 2 inc. c de la ley 4915, aunque no en sentido estricto y con el
alcance del mismo. La máxima prudencia y preservación de las Instituciones
democráticas del juzgador son las que me llevan a fijar estas secuelas. Aclaro que las
decisiones adoptadas en éste punto y el anterior en modo alguno violan el principio de
congruencia que deben respetar los Jueces (art. 330 del C.P.C.) toda vez que las mismas,
repito, devienen necesarias y son una consecuencia lógica de lo decidido respecto del
tema principal del Amparo dada la naturaleza jurídica de la Institución de que se trata.
Caso contrario el fallo devendría abstracto.- XIX) Que, en conclusión y por todo lo
expuesto, he arribado a la convicción, conforme a la valoración de los hechos y prueba
conforme a las reglas de la sana critica racional y posterior subsunción en el Derecho, que
estamos ante actos y resoluciones (incluida la tomada en la Sesión para interpretar el art.
124, de la C.P.) que son producto de un procedimiento ilegal e inconstitucional realizado
por miembros de la Legislatura, que la involucran en su totalidad, violatorios de las
garantías constitucionales, por lo que debe hacerse lugar al Amparo promovido por el Sr.
José Nicolás Alessio, en contra del Gobierno De La Provincia De Córdoba (Poder
Legislativo) y, en consecuencia, declararse la nulidad e ineficacia por inconstitucional,
dejándola sin efecto, de la Resolución: R-2112/08, dictada en la Sesión Especial del 10/
09/08 por la Legislatura de la Provincia de Córdoba, por la que se designó Defensor del
Pueblo de la Provincia de Córdoba, invocando los Arts. 124 y 104, inc.36 de la
Constitución Provincial y el Art. 1º de la Ley Nº 7741, al Sr. Mario Alberto Decara,
D.N.I.11.628.413. Asimismo, declarar la nulidad e ineficacia de todos los actos por él
realizados o que realice posteriores a su designación y asunción del cargo,
correspondiendo abstenerse de efectuar acto alguno invocando la investidura de Defensor
del Pueblo y cesar en sus funciones el día que quede firme la presente resolución,
debiéndosele notificar la presente a su domicilio. También ordenar a la Legislatura de la
Provincia que, el día que quede firme la presente, adopte las medidas provisorias para la
continuidad y regularidad de la Defensoría del Pueblo, hasta tanto designe un Defensor
del Pueblo conforme a Derecho. Se debe tener por planteado el Caso Federal formulado
por ambas partes. XX) COSTAS: Las mismas se imponen a la demandada de
conformidad a lo dispuesto por el Art. 14 de la Ley 4915, a cuyo fin se regulan los
honorarios profesionales de los Dres. Jorge Berardo, Luis Alfredo Juez, Miguel Ángel
Ortiz Pellegrini, Carlos Fernando Machado, Viviana Raquel del Valle Martoccia,
Gerardo F. Battiston, A.R. Molina Herrera, Marcelo Argañaraz, Pedro Salas, Liliana
Aguirre y Roberto Oscar Birri, en conjunto y proporción de ley, en la suma equivalente a
200 jus, de $ 12.420; de conformidad a lo dispuesto por el art. 93 del Código Arancelario
(Ley 9459); y a los Dres. Alfonso F. Mosquera y Marcelo Cristal Olguín, en conjunto y
proporción de ley, se regulan en el equivalente a 40 jus, de $ 2.484.- Por todo ello,
normas legales citadas y lo dispuesto por los arts. 43 correlativos y c.c. de la C.N, 48, 124
y 104 inc. 36 correlativos y c.c. de la C.P., arts. 1,5, 11,12 y 17 de la ley 4915, y arts. 117,
326, 327 y conc. del C. Proc., y arts. 26 y 93 de la Ley 9459.- RESUELVO: 1º) Hacer
lugar a la acción de Amparo promovida por el Sr. JOSÉ NICOLÁS ALESSIO en contra
del GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA (PODER LEGISLATIVO) y, en
consecuencia, declarar la nulidad e ineficacia por inconstitucional, dejándola sin efecto,
de la Resolución R-2112/08 dictada por la Legislatura de la Provincia de Córdoba en la
Sesión Especial del Diez de Septiembre de dos mil ocho, por la que se designó Defensor
del Pueblo de la Provincia de Córdoba, al Sr. Mario Alberto Decara, D.N.I. 11.628.413.2º) Declarar, por ende, la nulidad de la designación como Defensor del Pueblo y posterior
juramento del Sr. Mario Alberto Decara y su cese en el cargo una vez firme la presente.
Asimismo, declarar nulos los actos y resoluciones posteriores que comprometan a la
institución. A esos fines se lo deberá notificar en su domicilio real.- 3º) Ordenar a la
Legislatura de la Provincia de Córdoba que el mismo día que quede firme la presente,
debe adoptar las medidas provisorias para la continuidad y regularidad de la Defensoría
del Pueblo, hasta tanto designe un Defensor del Pueblo conforme a Derecho.- 4º) Tener
por planteado el Caso Federal de ambas partes.- 5º) Imponer las costas a los
demandados.- 6º) Regular los honorarios profesionales de los Dres. Jorge Berardo, Luis
Alfredo Juez, Miguel Ángel Ortiz Pellegrini, Carlos Fernando Machado, Viviana Raquel
del Valle Martoccia, Gerardo F. Battiston, A.R. Molina Herrera, Marcelo Argañaraz,
Pedro Salas, Liliana Aguirre y Roberto Oscar Birri,, en conjunto y proporción de ley, en
la suma de pesos doce mil cuatrocientos veinte ($ 12.420) 7°) Regular los honorarios
profesionales de los de los Dres. Alfonso F. Mosquera y Marcelo Cristal Olguín, en
conjunto y proporción de ley, en la suma de pesos dos mil cuatrocientos ochenta y cuatro
($ 2.484).- Protocolícese y hágase saber. 55
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