TITULO DEL TRABAJO

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 CONOZCAMOS MEJOR AL SONIDO
¿OIMOS O ESCUCHAMOS?
Triano, José M.1; Walz, María Virginia1
1
Facultad de Ciencia y Tecnología-Universidad Autónoma de Entre Ríos; Museo Interactivo de
Ciencias “Puerto Ciencia”-Universidad Nacional de Entre Ríos
[email protected] ; [email protected]
"Sé que puedes oír, no hay ningún problema en ello; pero no puedes escuchar. Oír es algo
totalmente diferente de escuchar. Escuchar significa oír sin la mente; escuchar significa oír sin
interferencia alguna de tus pensamientos; escuchar significa oír como si estuvieras
completamente vacío. Si tienes incluso una pequeña vibración de pensamiento interiormente,
ondas de pensamientos sutiles que te rodean, no serás capaz de escuchar. Y para escuchar la
música, la música ancestral, la música eterna, uno necesita estar completamente quieto; es
como si uno no estuviera. Cuando eres, puedes oír; cuando no eres, puedes escuchar."
Osho: Música ancestral en los pinos, capítulo 9
RESUMEN
El oído humano es un órgano muy sensible que nos permite percibir los más
variados sonidos o apreciar una bella melodía. Pero ¿conocemos realmente
cual es el mecanismo de la audición?. ¿Cuidamos debidamente a este órgano
que nos acompaña a diario en nuestras actividades?. Este trabajo pretende
despertar conciencia acerca del uso adecuado de nuestro sistema auditivo y los
peligros que se producen al someterlo a sonidos intensos o violentos. Como
docentes pretendemos alertar los riesgos a los que se exponen los jóvenes al
escuchar música a excesivo volumen. El hacer uso indiscriminado de los
auriculares y someterse al niveles sonoros extremos en las discotecas.
Analizaremos el cambio de conducta que se produce en los locales bailables
con el efecto de música a alto volumen, luces destellantes y bebidas
alcohólicas. Se intentará modelar el oído humano y realizar algunas
experiencias de sonido para analizar como oímos realmente y los daños que
nos puede causar un volumen alto.
Palabras clave:
experimentación.
educación
no
formal,
sonido,
sensibilidad
auditiva,
INTRODUCCIÓN
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nuestro sistema auditivo
recibe estímulos sonoros de las más variadas fuentes de sonido. La intensidad
sonora que percibimos modifica y altera nuestra conducta y, en muchos casos,
nos puede provocar sordera o aturdirnos.
Pero, ¿Cómo se produce el mecanismo de la audición? Nuestro sistema
auditivo esta conformado por un conjunto de elementos bio-mecánicos que
cumplen su función en forma individual, pero que hacen que la sinergia final dé
por resultado un sistema capaz de percibir diferentes sonidos de nuestro
entorno. Incluso, cuando nos vamos de vacaciones a algún lugar alejado de las
grandes ciudades, decimos que podemos “oír” el silencio de las montañas o del
campo.
Alguna vez nos ha pasado que durante el día no percibimos ciertos sonidos,
tapados por el murmullo del ambiente. Pero durante la noche, cuando el ruido
exterior se acalla, somos capaces de percibir el tic-tac del reloj de pared o el
crujir de los muebles al bajar la temperatura ambiente.
Nuestro sistema auditivo comienza en la oreja, la cual es la encargada de
obrar a modo de “antena parabólica” captando y concentrando los sonidos del
ambiente. Luego, las vibraciones sonoras recorren el canal auditivo y estimulan
la membrana al final del mismo, el tímpano, el cual vibra a la frecuencia
exterior y excita a la cadena de tres huesecillos del oído medio.
¿OÍMOS O ESCUCHAMOS?
¿Hay alguna diferencia entre oír y escuchar?. Sí, oír es básicamente percibir los
sonidos, mientras que escuchar es atender lo que se oye. Otras definiciones
nos dicen que: Oír es percibir por el órgano del oído cualquier sonido;
escuchar, aplicar el oído para oír, prestando atención a lo que dicen. Oír es
identificar con el pensamiento y escuchar es oír sin pensar. En este contexto
podemos referenciar al conocido físico cuántico David Bohm en su explicación
biofísica de que ¨conciencia y pensamiento son los dos modos en que funciona
nuestra mente¨.
ALGUNAS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS ANATÓMICAS DEL OÍDO HUMANO
La figura 1 muestra las estructuras principales del sistema auditivo humano:
oído externo, oído medio y oído interno. El oído externo esta constituido por el
pabellón auricular, comúnmente oreja, que en el hombre su función es
prácticamente nula, y el conducto auditivo externo que hace las veces de
resonador y amplificador del sonido. El oído medio comprende la caja
timpánica que es un espacio aproximadamente oblongo tapizado
completamente por mucosa y cuya cara externa esta ocupada casi en su
totalidad por la membrana timpánica. La cadena articulada de huesecillos:
Martillo, Yunque y Estribo, tiene por objeto conectar la membrana timpánica
con la ventana oval (hueco ubicado en el oído interno) y es el medio normal de
transmisión del sonido a través del oído medio estimulando los líquidos
perilaberínticos en el proceso de la audición. El oído medio transmite a la
ventana oval una presión aproximadamente 20 veces mayor que la que recibe
de la membrana timpánica [1]. La ventana oval posee una membrana que
reproduce el movimiento del estímulo vibratorio (o desplazamiento) del
tímpano. Por su parte, el oído interno o laberinto posee un tubo enroscado en
espiral (caracol) llamado cóclea, la membrana basilar en la que descansa el
órgano de Corti que es el responsable de la audición propiamente dicha. La
captación de las vibraciones sonoras se da por receptores ubicados en este
segmento.
Tímpano
Ventana oval
Nervio
Cóclea
Oreja
Estribo
Martillo
Yunque
Conducto auditivo externo
Figura 1: Partes del oído humano. Dibujo obtenido de ref. [2].
RESEÑA DE LAS PROPIEDADES SUBJETIVAS DEL SONIDO
En lo que se refiere a conceptos base de la psicoacústica los parámetros
auditivos perceptivos son la sonoridad, la altura y el timbre. La sonoridad
permite clasificar a los sonidos en más o menos fuertes o débiles y está en
relación con la intensidad del sonido. La altura tonal o tono queda determinada
por la frecuencia permitiendo distinguir entre sonidos graves (frecuencias
bajas) y agudos (frecuencias altas). La percepción del timbre de un sonido se
refiere a la capacidad auditiva de distinguir entre dos sonidos de igual altura
pero provenientes de fuentes diferentes. Está determinado por los armónicos y
la frecuencia fundamental; es decir, por el espectro frecuencial sonoro propio
de cada fuente.
A CERCA DE LOS UMBRALES DE AUDICIÓN
Dentro del campo de la audición se distinguen tres límites que se definen en
torno a los parámetros perceptivos descriptos anteriormente. La mínima
intensidad perceptible se define como el umbral absoluto de intensidad o
umbral de audición. Por su parte, el umbral de intensidad de la sensación
dolorosa es la mínima intensidad de sonido que llega a producir sensación de
dolor. Finalmente, el umbral diferencial de intensidad es la menor diferencia de
intensidad que debe existir entre dos sonidos de igual frecuencia para que
puedan percibirse como de diferente sonoridad.
La extensión de la gama de sonidos que puede percibir el oído humano es muy
grande; y aún más, un movimiento infinitesimal de los cilios del Órgano de
Corti es suficiente para producir una débil sensación auditiva, y sin embargo, si
se aumenta la energía un millón de veces, la sensación que se produce es aún
tolerable para el oído. Por esto, se requiere la aplicación del método
logarítmico para medir estos umbrales. La ley de Weber-Fechner del sonido
dice en pocas palabras que “el oído escucha logarítmicamente”, esto quiere
decir que la intensidad del sonido es una función logarítmica de energía. Esta
condición está sujeta a un valor que debe ser alcanzado para lograr audibilidad
y el decibel (dB) es la medida más usada para medirlos comparando las
intensidades entre 2 sonidos diferentes a través de una determinada razón
matemática.
Algunos datos...[1], [3]. El umbral de audición se corresponde con una
frecuencia aproximada de 1 kHz. Un sonido de 70 dB produce efectos de
desconcentración y desatención, mientras que entre 80 y 90 dB puede producir
reacciones de estrés, cansancio y alteración del sueño. Los ruidos entre 100 y
110 dB, denominados umbral tóxico, pueden llegar a ocasionar lesiones del
oído medio. Los ruidos superiores a los 120 dB provocan dolor.
DESARROLLO DE LAS EXPERIENCIAS
Construyendo un modelo muy simple de oído
La construcción es la siguiente: un tubo de vidrio o acrílico de unos 10 cm de
largo y unos 4 cm de diámetro cerrado en ambos extremos por trozos de
plástico que hacen de membranas. Se coloca en un extremo un cono de
cartón, a modo de oreja, con la parte más angosta perfectamente encajada en
el tubo. Llenamos el interior del tubo de vidrio con agua e insertamos unos
cuantos trozos de lana (simulando los pelos sensibles de la cóclea), en la forma
en que señala la figura 2. ¡Y ya tenemos nuestro modelo de oído!.
Cono de cartón
Agua
Tubo de vidrio
Pelos sensibles
Globo
Figura 2: Modelo del oído humano
Veamos como actúa nuestro modelo del oído paso a paso...
Produzcamos la explosión del globo y ...
Al reventar el globo, las moléculas de aire avanzan y se alejan del globo roto.
Cuando llegan al cono de cartón chocan con el primer trozo de plástico, que
juega el papel de tímpano, "empujándolo" hacia dentro, donde el aire tiene
una concentración menor. El desplazamiento del plástico produce una
oscilación del agua que llena el tubo, que corresponde, en nuestro modelo, al
oído interno. De esta manera hemos convertido la explosión de un globo en un
sonido y este sonido en un movimiento líquido. Sólo faltaría añadir un sistema
que transforme este movimiento en una señal nerviosa. [3]
Ondas sonoras en el agua
El sonido se desplaza mediante ondas. Una forma de “verlas” es colocando un
parlante delante de un tubo de vidrio o acrílico lleno de agua e inyectando una
señal senoidal de frecuencia variable, como vemos en la figura 3. ¿Qué pasa
dentro del tubo?. La presión del aire hace mover las moléculas del líquido
haciendo variar la altura del mismo dentro del tubo.
Figura 3: Esquema para la visualización de una perturbación sonora
Interferencias sonoras
Dos ondas sonoras pueden interferirse en el seno de un líquido. Al emitir
sonido por dos parlantes y desfasando la onda de uno de ellos variando, por
ejemplo, la frecuencia, los nodos y los picos no serán coincidentes y se podrán
ver las interferencias y los refuerzos de las ondas. El modelo experimental se
muestra en la figura 4.
Figura 4: Modelo para experimentar con la interferencia de ondas sonoras
Y más experiencias de interferencias sonoras...
¡Pero ahora, que interfieran destructivamente!...
Se puede apreciar la interferencia sonora entre dos ondas de audio colocando
dos parlantes, uno enfrentado con otro, como muestra la figura 5, y excitando
a los mismos con una onda senoidal. Solo que a uno de ellos debemos
provocarle un desfasaje de 180º, lo que produce que sus picos y nodos estén
separados una distancia π, los cual hará que el oyente no pueda percibir sonido
alguno por anulación de las ondas debido a la interferencia.
Onda 1
Onda 2
Desfasaje
de 180º
Figura 5: Interferencia destructiva de ondas sonoras
Sonido destructor
El esquema de la figura 6 modeliza la situación de una copa de cristal sometida
a un sonido igual a su frecuencia de resonancia de amplitud e intensidad
adecuadas puede provocar su rotura.
Figura 6: Sonido destructor
Figura 7: Experiencia de la presión sonora
Esferas “bailarinas”
Podemos observar el efecto “mecánico” del sonido observando un recipiente
transparente con pequeñas bolitas de telgopor en su interior y colocando un
parlante en la base. Se puede apreciar la “presión sonora” de cada una de las
frecuencias y su efecto de empuje mecánico sobre las pequeñas esferas de
telgopor. Ver figura 7.
REFERENCIAS
1. Frumento, A. (1992). Biofísica. Editorial Mosby/Doyma Libros.
2. http://www.araucaria2000.cl/lossentidos/lossentidos.htm
3. Cromer, A. (1996). Física Para Las Ciencias De La Vida. 2da. Ed. Reverté.
Museo virtual de ciencias. Área de Cultura Científica. Gobierno de España.
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