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Verdaderas historias del Génesis:
Traducciones (extremadamente) libres de pasajes bíblicos
en el género de la minificción
Dóra Boráros-Bakucz
Hungría
Introducción
Uno de los rasgos constantes del género de la minificción es la extrema brevedad que en
numerosos casos se consigue, junto a otros elementos, con la ayuda de la utilización de historias y
estructuras narrativas internacionalmente conocidas: mitos, cuentos populares, obras de la historia de
la literatura universal, o historias de la Biblia. Proponemos en nuestro artículo el estudio de minicuentos y
microrrelatos que tratan temas bíblicos. De esta manera, entendemos por traducción la tercera acepción
de la palabra que da el diccionario de la RAE: “interpretación que se da a un texto”, ya que la razón de la
reescritura de estas antiguas historias es darles una nueva interpretación, un nuevo sentido, un punto
de vista diferente, o sea, en un sentido amplio: una traducción. La transposición de textos conocidos
a otro registro, sea ese registro otro idioma, otro tiempo, otro espacio u otra cultura, en la mayoría
de los casos tiene como objetivo el cuestionamiento de una idea o comportamiento, la ironización,
el homenaje, o en la definición de Javier de Navascués, “motivaciones simples, desmotivaciones,
transmotivaciones, travestimientos burlescos, o transvaloraciones.” (Navascués, 1057) Por otro lado
también hay una explicación técnica: la minificción requiere métodos para ahorrar espacio, y uno de
los trucos más frecuentes y eficaces es recurrir a historias internacionalmente conocidas, puesto que
en estos casos basta hacer una referencia a cualquier elemento de la fábula para evocar en el receptor
toda una estructura narrativa, ahorrando de esta manera elementos de la narración y creando un
campo metaficcional que hace posible la nueva interpretación.
El caso de la Biblia como hipotexto es especial, porque se trata del libro considerado por la tradición
cristiana -una de las bases de la cultura europea- como la palabra de Dios. La Sagrada Escritura
es por lo tanto para muchos algo incuestionable, intocable, objeto del máximo respeto. En nuestro
artículo intentaremos no sobrepasar los límites del campo de la literatura y tratar los pasajes bíblicos
en cuestión como textos literarios. Para reducir el campo de nuestras investigaciones a un tamaño
manejable, restringiremos el análisis tanto temática como geográficamente y trataremos 6 textos de
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autores argentinos que reescriben de alguna manera la génesis del mundo y el pecado original.
Empezaremos por el planteamiento de una serie de cuestiones teóricas que pueden aportar algunas
ideas a la hora de explicar el porqué del fenómeno (1. la reescritura como fenómeno posmoderno, 2. la
reescritura como traducción y 3. la reescritura como falsificación) y en la segunda parte de la ponencia
estudiaremos diferentes textos dentro del género de la minificción que dan una nueva traducción
o interpretación de pasajes del primer libro del Antiguo Testamento. En la mayoría de estos textos
el autor transforma uno o más elementos narrativos, o simplemente da su nueva versión utilizando
diferentes técnicas.
El propósito de la ponencia es, por consiguiente, ofrecer algunas posibilidades teóricas del porqué
del fenómeno y el análisis de las técnicas elípticas y estrategias narrativas utilizadas a la hora de
reescribir y transformar estas historias conocidas de la Biblia.
1. Aproximaciones teóricas
1.1. La reescritura en la minificción como fenómeno posmoderno
Según afirma Francisca Noguerol en su artículo sobre micro-relato y posmodernidad,
Cada vez que quería explicar una característica de esta modalidad textual, debía recurrir a teorías
literarias (deconstrucción, estética de la recepción, postestructuralismo) desarrolladas en el marco
del pensamiento posmoderno. Por otra parte, era obvio que la minificción, aunque ha contado con
prestigiosos antecedentes en la historia de la literatura, se “categoriza” como nueva forma literaria en
los años sesenta, cobrando especial auge en los setenta y ochenta para llegar a nuestros días con
enorme vitalidad. El establecimiento del “canon” del micro-relato es paralelo, por consiguiente, a la
formalización de la estética posmoderna. (Noguerol, 1)
Se habla del género de la minificción como género típicamente posmoderno. Aunque el problema
de la posmodernidad es justamente que no tiene una definición, ni la puede tener, porque no hay
una distancia temporal suficiente como para poseer los criterios necesarios, y porque lo posmoderno
rechaza precisamente las reglas artificiales, la unidad, las verdades únicas, etc.; existe una serie
de rasgos que se consideran por consenso como propios de este estado cultural, que también son
propios de los textos de la reescritura minificcional. Las ideas básicas de la tendencia teórica más
reconocida como posmoderna, la deconstrucción, describen perfectamente los textos en cuestión.
La deconstrucción y la posmodernidad rechazan la objetividad del texto y niegan la posibilidad
de verdades únicas o de un solo sistema, destruyen cualquier estructura recibida como unitaria
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(aunque no es para convertirla en nada, sino para construir otras estructuras nuevas) y por lo tanto
desmitifican constantemente. Todo esto hace posible las nuevas interpretaciones de textos incluso
tan considerados y respetados como la Biblia. Interpretar un texto para un receptor posmoderno no
es darle sentido, sino apreciar la pluralidad de significados que contiene, considerarlo una red, un
laberinto de significantes. En la estética posmoderna no existen textos en sí, toda escritura forma parte
del universo de los textos ya existentes. El caso de las minificciones de reescritura de pasajes bíblicos
es un ejemplo primordial, ya que estos textos asumen abiertamente la relación con otro texto - la Biblia
en nuestro caso- , la dependencia de él, y el intento de una nueva interpretación, aunque sabemos
que según Bloom sólo existen malas interpretaciones, tergiversaciones, y por lo tanto la interpretación
como tal es imposible. En otras palabras, la interpretación no es más que poesía, es decir, literatura.
1.2. La reescritura y la interpretación como traducción
“Tenemos que recordar lo que ha sido siempre la interpretación: un acto de la traducción” (Iser, 18)
Entendemos por traducción normalmente la transposición de un texto de un idioma a otro, pero como
dice Iser en Rutas de la interpretación, hoy día se utiliza el término en un sentido mucho más amplio. En
nuestros tiempos es cada vez más necesaria la comunicación entre las culturas más diferentes, y de esta
manera surge también constantemente la necesidad de recurrir a alguna forma de la traducción. Cuanto
más ajena es la cultura en cuestión, más necesidad hay. Si aceptamos que en el sentido mencionado las
reescrituras son interpretaciones y por lo tanto traducciones, el objeto de la traducción tiene que ser el texto
original, la Biblia. Como el texto de la Biblia es una constante en nuestra cultura, la cuestión es para qué
sirve una traducción de algo siempre presente, si no para cuestionar dicha presencia de alguna manera.
Cuando se traduce algo a otro registro, siempre se produce un espacio liminal (“liminal space”
en la terminología de Iser), un espacio que separa el objeto traducido y el registro de la traducción.
La intención de la traducción sólo es comprensible considerando y analizando este espacio liminal,
mientras el objetivo de la interpretación es reducirlo. La dificultad está en que el registro es doblemente
codificado: contiene puntos de vista y suposiciones que sólo son inteligibles desde el punto de vista
del objeto y separa los parámetros con la ayuda de los cuales es posible traducir el objeto. Esto
quiere decir que el registro no puede representar aquel punto de vista trascendental desde el cual
el objeto sería interpretable. Si no fuera así, la traducción sería redundante, o no tendría sentido.
Si queremos traducir esta idea en lo que atañe a nuestro tema, podemos decir que tanto entre
la tradición cristiana de la Biblia y nuestra cultura contemporánea, como entre el texto original del
Antiguo Testamento y estas versiones de minificción hay una diferencia de registros, un espacio liminal
tan grande, que en la mayoría de los casos resulta difícil identificar el objeto de la interpretación/
traducción. Evidentemente la interpretación siempre depende del “hic et nunc”, y las diferentes
interpretaciones pueden ser consideradas como respuestas a la cada vez mayor apertura del mundo.
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en
Curiosamente uno de los autores de los textos considerados en este artículo,
uno
de
sus
micro-relatos
se
autodefine
como
traductor
cuando
dice:
Falsificación de las falsificaciones
Cuando, traducido por cierto Marco Denevi, este libro salió publicado en la República
Argentina, los nombres de los autores habían sido eliminados y críticos y lectores, todos en
la luna, atribuyeron las falsificaciones a su inverecundo traductor (Noguerol, 12).
1.3. La reescritura como falsificación
La falsificación es la “copia que se hace de algo para hacerla pasar por verdadera o auténtica”
dice el Diccionario Clave de uso del español actual. Y Falsificaciones es el título de la colección de
microficciones de reescritura del antes citado Marco Denevi, y además hay obras de otros autores
en las que aparecen selecciones de este tipo de textos con títulos significativos: en el caso de
Ana María Shua con el título de Temporada de fantasmas, y en el de Luisa Valenzuela, titulada
Cuentos de Hades. Los tres títulos se refieren de una manera u otra a mundos no auténticos,
falsos, podríamos decir. Hay que mencionar también que en el título de las minificciones de
reescritura aparecen a menudo giros como “Verdadera historia de...”, “Teoría sobre...”, “Versión
de...”, “Variaciones sobre...” etc., es decir, títulos que suponen otra versión, una versión anterior
que lógicamente en la mayoría de los casos identifica lo más antiguo o lo anterior con lo auténtico.
Hemos visto de qué manera son las reescrituras interpretables como traducciones. Es un
lugar común que la traducción perfecta no existe. Si entendemos por traducción las versiones
minificcionales de textos conocidos como las historias de la Biblia, tenemos que dar por entendido
que la falsificación es consciente y su objetivo es la falsificación misma. Pero, ¿para qué sirve
una falsificación que resalta las diferencias y que pretende no imitar sino justamente diferir? Por
norma general, y en el mundo del comercio de obras de arte, el prestigio decrece si es posible una
imitación o falsificación perfecta. Pero en caso de que la falsificación sea consciente y el objetivo
sea justamente la transformación, esto mismo puede hacer cambiar el rumbo de la falsificación,
dado que estas nuevas creaciones o se creen auténticas, y entonces cuestionan la autenticidad de
la obra original, o son realmente falsificaciones que se hacen pasar por auténticas con la intención
de ser reconocidas como falsas, y de esta manera destacan la autenticidad del original falsificado.
La falsificación tiene dos rumbos básicos: 1. homenaje: la imitación o falsificación es al
mismo tiempo el gesto típico de elegir la tradición a la que uno pertenece, 2. desmitificación: la
falsificación tiene una función de desacralizar; es un fenómeno conocido, un intento de liberación
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de algún principio demasiado fuerte o una crítica del rumbo de la formación del canon de la cultura.
La imitación o falsificación siempre es interpretable como un ejercicio hermenéutico: el
objetivo es la comprensión, la mejor comprensión de la obra original, la comprensión de una
manera diferente, o la demostración de la imposibilidad de la comprensión. (Radnóti, 115)
2. La minificción y la reescritura
2.1. Los subgéneros de la minificción
Hemos visto diferentes aproximaciones teóricas respecto al fenómeno de la reescritura en el género
de la minificción. Tomando en consideración las condiciones genéricas de los textos en cuestión,
tenemos que advertir que las razones técnicas de utilizar este método para ahorrar elementos de la
narración también son muy importantes. Para analizar las técnicas que utilizan los autores al reescribir
historias de una herencia tradicional internacional partimos de dos divisiones genéricas que plantean
la misma idea desde dos puntos de vista. Según la clasificación que propone Dolores M. Koch, existen
dos tipos de minificción: 1. el minicuento, verdadero hermano pequeño del cuento literario, “cuento
pero de tamaño pequeño” y 2. el micro-relato, que se aleja de los rasgos del cuento y del minicuento
ya que es realmente una mezcla de elementos narrativos, ensayísticos y poéticos. Dicho de otro modo:
“en el minicuento los hechos narrados, más o menos realistas, llegan a una situación que se
resuelve por medio de un acontecimiento o acción concreta. Por el contrario, el verdadero
desenlace del micro-relato no se basa en una acción, sino en una idea, un pensamiento.
Esto es, el desenlace de un minicuento depende de algo que ocurre en el mundo narrativo,
mientras que en el micro-relato el desenlace depende de algo que se le ocurre al autor o su
personaje y también debido a la manipulación del autor, al lector.” (Koch)
Aunque la distinción no es siempre fácil, es una posibilidad de clasificar y dibujar los contornos
de dos sub-géneros de la minificción: uno que es una versión cuantitativamente limitada del cuento
literario y otro que podemos considerar como género independiente, de carácter proteico, es decir,
que representa una variedad híbrida que se encuentra a medio camino entre la narrativa, la poesía y
el ensayo.
Violeta Rojo habla de minicuentos con y sin fábula. Ella no marca una distinción en la denominación
genérica, pero dice que “existen minicuentos que aparentemente no tienen personaje (ya que éste
no está desarrollado), en los que el evento es demasiado escueto y la emoción está simplemente
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sugerida. [...] Hay minicuentos que son narraciones completas, o con fábula, y minicuentos que son
narraciones incompletas, o sin fábula aparente” (Rojo 50-51)
Puesto que los textos que reescriben pasajes bíblicos utilizan una estructura narrativa, una fábula
bien conocida, con todos los elementos referidos a los personajes, al tiempo, al espacio y a la narración
misma, en la mayoría de los casos el autor ahorra muchos, si no todos, estos elementos. Se hace una
alusión, principalmente con los nombres de Adán y Eva o con la mención de una palabra clave en
el título, como “Génesis”, “Creación” o “pecado original”, hecho que entabla la relación intertextual o
hipertextual, y se consigue de esta manera que el lector reconozca el hipotexto, de tal forma que lo que
aparece realmente en el texto es únicamente lo que se refiere a la nueva interpretación.
Evidentemente no es la única posibilidad. En otros casos el autor añade elementos narrativos,
y hace su interpretación poniendo la fábula en otro tiempo u otras circunstancias. Según nuestras
investigaciones existen básicamente tres métodos para expresar una nueva lectura: 1. no cambiar
nada, dejar la acción original evocándola con nombres propios u otros elementos de la fábula y dar
la nueva interpretación de manera explícita, 2. revelar un detalle de la historia desconocido hasta el
momento, o 3. cambiar uno o más elementos narrativos.
A la hora de analizar los textos consideraremos estos dos puntos de vista: cómo maneja el autor la
fábula hipotextual y cuál es la técnica que utiliza en la reescritura.
2.2. Pasajes bíblicos en la minificción
Como hemos mencionado, la Biblia, y concretamente el Génesis, como hipotexto es un caso
especial, porque se supone que es la cima del canon, el texto menos discutible y cuestionable de la
cultura humana y, por lo tanto, el hecho de reescribirlo ya supone una provocación y cierta actitud
rebelde. Evidentemente no hay que olvidar que no estamos ante interpretaciones científicas de la
Biblia, sino textos literarios que son de carácter metafórico, de la misma manera que lo son los textos
bíblicos, hablando en términos literarios. Tampoco es fácil prescindir de la tradición cristiana según
la cual la Biblia contiene la respuesta a todas las preguntas eternas, aunque siempre en un lenguaje
alegórico, que requiere constantemente la interpretación.
Conforme la idea que plantea la hermenéutica moderna, la interpretación de la Sagrada Escritura
se caracteriza por una intencionalidad limitada, y esto es lo que puede motivar a los autores de las
minificciones de reescritura a dar su versión provocativa, porque según la visión de estos textos el
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horizonte está irreversiblemente cambiado, y para contestar las preguntas eternas hay que liberar la
manera de pensar de las interpretaciones o cambiar el texto mismo, que es lo que hacen precisamente
los autores en los textos siguientes.
3. Análisis de textos
3.1. Seis versiones de la Creación de Ana María Shua
Ana María Shua: Creación I, (II), (III), (IV), (V), VI
En los volúmenes de minificción Temporada de fantasmas y Casa de geishas, Ana María Shua ofrece
una serie de textos de reescritura con los hipotextos más diversos: mitos, cuentos populares, temas y
motivos conocidos de la historia de la literatura y de la cultura popular. En el primer libro mencionado
encontramos las seis versiones de la autora sobre la Creación, hecho que ya en sí muestra una actitud
irónica y provocadora, ya que se supone que la creación sólo puede haber ocurrido de una forma,
fuera cual fuera. De las seis versiones trataremos la primera y la última.
Creación I: La construcción del universo
SEIS MILLONES DE EONES tardó en construirse el universo verdadero. El nuestro es
sólo un proyecto, la maqueta de escala que el gran arquitecto armó en una semana para
presentar a los inversores. El universo terminado es muchísimo más grande, por supuesto,
y más prolijo. En lugar de esta representación torpe, hay una infinita perfección en el detalle.
Y sin embargo, como siempre, los inversores se sienten engañados. Como siempre, realizar
el proyecto llevó más tiempo, más esfuerzo, más inversión de lo que se había calculado.
Como siempre, recuerdan con nostalgia esa torpe gracia indefinible de la maqueta que
usaron para engañarlos. No deberíamos quejarnos. (Shua, 49)
En esta primera versión aparece nuestro mundo como la maqueta de otro más perfecto que
construye el gran arquitecto para unos inversores. Aparece pues la creación como un proyecto de
negocios, que es lo que mueve el mundo contemporáneo. El producto tiene que ser perfecto, pero la
maqueta en la que vivimos tiene una “gracia torpe”, algo inexplicable, que curiosamente la hace superar
el producto final. Los elementos que hacen referencia al hipotexto son escasos: el título, “Creación”, y
la alusión a la semana durante la cual Dios creó el mundo. Este período está en fuerte contraste con
el que se menciona al principio como tiempo requerido para crear el “universo verdadero”. La ironía es
doble, pues: ironiza sobre el procedimiento de la creación poniendo la historia en un marco ficcional
que hace referencia a condiciones contemporáneas, y sugiere una acerada crítica de nuestro mundo,
“la maqueta”, que se hizo en una semana en vez de en seis millones de eones (mil millones de años),
que es el tiempo que se hubiera requerido para su realización exitosa. Sin embargo, en la última frase
cambia el tono, y se revela el narrador, al utilizar la primera persona plural en vez de la tercera persona
singular que se espera de un narrador omnisciente que conoce la verdad, y se descubre su implicación
en la historia. En cuanto a la estructura, se trata de una única situación narrativa; la fábula del hipotexto
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no es cambiada, sino que, poniéndola en otro marco, hace su interpretación directamente.
En las siguientes versiones se sigue la misma técnica: poca narración y alguna alusión escondida
a la historia original. En la segunda versión aparece la creación como un concurso, en la tercera,
como un trabajo en equipo de diferentes dioses de distintas culturas, desde la cristiana hasta la de los
mapuches, en la cuarta vemos el mundo como la tarta de cumpleaños de un sujeto no nombrado que
al soplar las velas, que son las estrellas, causa el fin del mundo. En la quinta versión de la Creación
escuchamos las exclamaciones de una madre orgullosa por la creación del niño que pronto se hace
mayor, y los reproches de un narrador -otra vez en primera persona plural- por hacer la creación de
esta manera que parece “un capricho infantil, tan elemental, tan precario”.
Creación VI: El cumpleaños
- ERA MUY JOVEN. Hoy no podría repetir tantos logros, ni los errores. Hoy me llevaría
mucho más que seis días, tendría que descansar seguido, durante más tiempo. Qué raras
serían las semanas. Miren cómo me tiemblan las manos. Las criaturas -¿no son bellísimas?ya no serían tan perfectas. Les habría suflado un aliento menos vital quizás, pero también
menos feroz.
Así habla, como siempre, y los muchachos, que lo conocen y a su manera, lo quieren, le
pagan otro vino para seguir escuchándolo.
- Se habla de los treinta y seis hombres rectos que justifican el mundo y evitan su aniquilación,
qué poca imaginación tiene la gente, nadie piensa en ustedes, ¿quién tiene ganas de
mandarle un diluvio, una lluvia de azufres a los amigos?
Y los muchachos sonríen, le palmean la espalda, le piden al mozo otra vuelta de anís El
Mono, son casi tan viejos como Él, o quizás como él, el narrador no tiene opinión propia en
este caso. (Shua, 64)
En esta última versión de la Creación de Ana María Shua aparece el protagonista, otra vez sin
ser nombrado, como un pobre viejo que celebra su cumpleaños en un bar con unos muchachos que
se ríen de él. ¿Es un loco viejo o es el creador que aparece como una criatura, ya que sabemos
que nos parecemos a él? El narrador presenta su versión haciendo referencia a “los seis días”
antes del descanso, a “las criaturas”, al “diluvio” y a la “lluvia de azufres”, pero la interpretación de la
interpretación la deja abierta: depende del lector. A diferencia de las otras “Creaciones”, en este caso
hay una narración mínima, pero que no tiene nada que ver con la fábula que reescribe como promete
el título, los pocos acontecimientos que hay sirven más bien para lo que observamos en la Creación I,
para ponerla en otras circunstanicas que pertenecen a la interpretación ofrecida.
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3.2. Génesis de un mundo nuevo
Marco Denevi: Génesis
Marco Denevi es uno de los mayores falsificadores de la minificción argentina: “su producción se
va volcando hacia la reescritura de textos consagrados, de tal forma que un libro suyo, Falsificaciones,
está dedicado por entero a la transformación o imitación de clásicos como Cervantes, Shakespeare,
Kafka, Gogol, Homero, Virgilio [o la Biblia]. [...] A su vez, en Falsificaciones las prácticas intertextuales
son variadísimas.” (Navascués, 1056) El texto que presentamos aquí muestra una versión de la
aparición de la pareja que la tradición bíblica considera la primera en la Tierra.
Génesis
Con la última guerra atómica, la humanidad y la civilización desaparecieron. Toda la tierra fue como un
desierto calcinado. En cierta región de Oriente sobrevivió un niño, hijo del piloto de una nave espacial.
El niño se alimentaba de hierbas y dormía en una caverna. Durante mucho tiempo, aturdido por el
horror del desastre, sólo sabía llorar y clamar por su padre. Después sus recuerdos se oscurecieron,
se disgregaron, se volvieron arbitrarios y cambiantes como un sueño, su horror se transformó en un
vago miedo. A ratos recordaba la figura de su padre, que le sonreía o lo amonestaba, o ascendía a su
nave espacial, envuelta en fuego y en ruido, y se perdía entre las nubes. Entonces, loco de soledad,
caía de rodillas y le rogaba que volviese. Entretanto la tierra se cubrió nuevamente de vegetación, las
plantas se cargaron de flores, los árboles, de frutos. El niño, convertido en un muchacho, comenzó a
explorar el país. Un día, vio un ave. Otro día vio un lobo. Otro día, inesperadamente, se halló frente
a una joven de su edad que, lo mismo que él, había sobrevivido a los estragos de la guerra atómica.
- ¿Cómo te llamas?
- Eva - contestó la joven -. ¿Y tú?
- Adán. (Borges y yo, 37)
En esta lectura de la génesis la historia de Adán y Eva empieza, o empieza de nuevo después de
una guerra atómica. Los referentes al hipotexto son: el título, “Génesis” y los nombres que aparecen
como sorpresa al final del texto, “Adán” y “Eva”. La aparición de la vegetación, de los animales y de la
mujer hacen también una ligera alusión -aparecen en el mismo orden: vegetación, animales, hombrea la creación del mundo, conocida por el Génesis. Lo que deja abierta la historia es si se trata de la
génesis única e ignoramos lo que había ocurrido antes de ella, o si es una segunda génesis que repite
los elementos de la primera las veces que sea necesario.
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En cuanto a la estructura narrativa, en este caso podemos hablar de minicuento o minificción
con fábula: contiene todos los elementos narrativos necesarios de una narración, aunque sea esta
un argumento bastante limitado (tiempo: “después de la última guerra atómica”, espacio: “la tierra”,
actor: “hijo del piloto de una nave espacial”, argumento: el niño sobrevive a la guerra y explora el país
en el que se encuentra), y el último momento es el único que requiere el conocimiento del hipotexto.
Aceptemos o no que es una nueva lectura de la génesis que conocemos, el método consiste en
cambiar los elementos narrativos de la fábula del hipotexto, y al mismo tiempo revelar un detalle hasta
el momento desconocido, que es la nueva contextualización temporal.
3.3. Variaciones sobre el pecado original
Luisa Valenzuela: Principio de la especie, Marco Denevi: Teoría sobre el pecado original,
Antonio di Benedetto: La verdadera historia del pecado original
El pecado original es un tema que interesa mucho a los autores de minificción. No es propósito
de este trabajo juzgar y detallar la importancia de este hecho y sus consecuencias: la expulsión del
Edén, el sufrimiento del embarazo de la mujer, la naturaleza de la relación entre hombre y mujer y la
determinación de su papel social, y el mayor castigo de Dios: “Con el sudor de tu frente comerás el
pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.”
(Génesis 3. 19) No es de extrañar que los autores de un género caracterizado por la ironización
y el cuestionamiento de todo lo tradicional den una serie de posibles respuestas al porqué de tal
envergadura.
Luisa Valenzuela es otra destacada autora de la microficción en la literatura argentina, que publicó
en el año 2004 una antología con todos los textos de minificción que había escrito con el título Brevs,
microrrelatos completos hasta hoy. En el minicuento Principios de la especie da la visión femenina del
pecado original, conservando las condiciones temporales de los acontecimientos que refleja con la
utilización de un registro lingüístico peculiar.
Principio de la especie
Me acerqué a la planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a mayor o menor altura
del suelo y estiré la parte de mi cuerpo de bípeda implume que va de la muñeca a la extremidad de
los dedos para recoger el órgano comestibe de la planta que contiene las semillas y nace del ovario
de la flor.
El reptil generalmente de gran tamaño me alentó en mi acción dificultosa que se acomete con
resolución. Luego insté al macho de la especie de los mamíferos bimanos del orden de los primates
dotado de razón y de lenguaje articulado a que comiera del órgano de la planta. Él aceptó mi propuesta
con cierto sentimiento experimentado a causa de algo que agrada.
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Pocas cosas tienen nombre, por ahora. A esto que hicimos creo que lo van a denominar pecado. Si
nos dejaran elegir sabríamos llamarlo de mil maneras más encantadoras. (Valenzuela, 14)
Esta versión es la que más fielmente sigue los acontecimientos del pasaje bíblico, y si no hubiera un
cambio de registro en el último párrafo, podríamos decir que el juego consiste en dos transformaciones
que no atañen la narración misma. Uno de ellos es la presentación de los hechos desde una perspectiva
subjetiva, la de Eva, lo que está en fuerte contraste con el tono neutral y revelativo de la narración
bíblica. La otra transformación que lleva a cabo la autora es el cambio del tono lingüístico: Eva cuenta
la historia del pecado original que se identifica con el principio de la especie en un tono científicofilosófico, y crea una paradoja al explicar al final que todo esto ocurre cuando todavía “pocas cosas
tienen nombre”, pero el pecado ya es pecado, y no les es permitido darle otro nombre más encantador;
resultando que, después de todo, no ha servido para nada la adquisición de la autonomía y el paso al
estado del libre albedrío.
En la segunda versión del pecado original escrita por Marco Denevi, se busca la explicación del
castigo divino.
Teoría sobre el pecado original
Según el heresiarca Pórpolus (?-473), quien por defender esa teoría fue condenado a
la condición de personaje apócrifo, el pecado original consistió en la incorporación de la
espiritualidad a la sexualidad (de ahí el súbito pudor de Adán y Eva por la desnudez), con
lo que el amor humano se independizó de la mera procreación y le disputó su sitio al amor
divino. Dios se puso celoso. (Denevi, 13)
Esta vez el autor no pierde tiempo evocando cualquier elemento del hipotexto - la fábula falta
completamente -, sino que crea un marco ficcional, el de la condena de Pórpolus , personaje ficticio, o
sea, busca una excusa para dar su interpretación, que no es más que transponer las motivaciones de
Dios a condiciones humanas.
El tercer texto del mismo tema es del cuentista y novelista Antonio di Benedetto, que ya con el
título “Verdadera historia…” hace referencia a unos conocimientos que cuestionan la autenticidad del
conocido pasaje bíblico.
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La verdadera historia del pecado original
A la luz de los conocimientos científicos modernos, se ha establecido que no fue la
serpiente que indujo a Eva brindar su manzana a Adán.
En realidad, Eva dormía en el huerto del paraíso, a la sombra del manzano, cuando el
fruto prohibido se desprendió y cayó, por la ley de gravedad que Newton enunciaría más
adelante.
No sólo la golpeó con dureza, sino que la sacó de sus virginales sueños de doncella.
En su vecindad, Adán aguardaba que ella despertara, para invitarla, como todas las
tardes, a inocentes juegos. Pero Eva lo creyó culpable: supuso que él, inmoderado en sus
travesuras, le había arrojado la manzana a la cabeza. Entonces furiosa, le gritó:
- ¡Te la vas a comer!
Él, intimidado, se la comió.
Ella quedó satisfecha.
Pero ya habían pecado. (Borges y yo, 38)
En “La verdadera historia del pecado original” la causalidad se identifica con la casualidad. El
nrrador es omnisciente en el sentido más estricto de la palabra, sabe la verdad mejor que nadie, y
tiene una visión de toda la eternidad, desde los principios de la especie humana hasta los tiempos de
Newton y el descubrimiento de la gravedad. En este caso se exige el conocimiento del hipotexto para
reconocer los cambios de los elementos de la narración, pero el narrador vuelve a contar la historia,
reproduce toda la fábula, con los cambios necesarios para la revelación de la verdad.
4. Conclusiones
Hemos visto seis textos de minificción que de alguna manera u otra reescriben la Creación y la
historia del pecado original. Las características narratológicas de estas nuevas versiones las podemos
resumir en la siguiente tabla:
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Texto
Ana María Shua
Fábula (sub género)
+/–
Técnica narrativa
interpretación directa
Creación I
La construcción del universo
Ana María Shua
Referencia bíblica
- título
- “una semana”
+/–
interpretación directa
- título
cambio de elementos
- “seis días”, “criaturas”,
“diluvio”, “lluvia de
azufres”
- título
Creación VI
El cumpleaños
Marco Denevi
+
Génesis
+
Luisa Valenzuela
+
revelación de un detalle
desconocido
cambio de elementos
Principio de la especie
Marco Denevi
–
interpretación directa
Teoría sobre el pecado
original
Antonio di Benedetto
La verdadera historia del
pecado original
+
revelación de un detalle
desconocido
- “Adán”, “Eva”
- argumento
- título
- “pecado original”,
“Adán”, “Eva”, “humanodivino”, “Dios”
- título
- argumento
En la mayoría de los casos el texto -aunque utilize el hipotexto más conocido y más evidente- no
puede prescindir de alguna manifestación de lo narrativo (hay fábula). Es verdad que el objetivo de
estas minificciones es siempre dar una nueva interpretación, que en la mitad de los ejemplos se
manifiesta explícitamente, pero podemos afirmar que los textos mayoritariamente tienden a contar,
narrar de nuevo la historia, cambiando elementos de la fábula o revelando algun detalle de ella hasta
ahora desconocido. La evocación del hipotexto ocurre casi siempre en el primer momento, en el título,
que en caso del género en cuestión tiene un papel destacado y está en una relación muy estrecha
con el texto mismo, debido a su brevedad extrema. Además del título es muy típica la alusión a los
personajes, Adán y Eva, que sirven también perfectamente para identificar el Génesis como hipotexto.
En dos de los seis casos tratados aparece prácticamente todo el argumento del pasaje original, en
el texto de Luisa Valenzuela lo que cambia es la perspectiva, y en el de di Benedetto la causa de los
acontecimientos. Son estos dos minicuentos los que realmente y en el sentido literal de la palabra
reescriben la historia bíblica.
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Volviendo a los planteamientos teóricos después de haber visto el modo y las técnicas narrativas
de realizar la reescritura, podemos afirmar que la reescritura como tal destruye y reconstruye a la
vez, ofreciendo de esta manera una nueva interpretación. La no aceptación, la desmitificación, la
intertextualidad y la hipertextualidad, son fenómenos de una estética posmoderna, pero esto no quiere
decir que los autores de estos textos no respeten la tradición literaria. Para reescribir y reinterpretar,
hecho que podemos considerar como traducción puesto que lo que ocurre es la transposición de
un objeto a un registro diferente, hay que respetar el objeto original, la Biblia en nuestro caso, que
Gadamer considera “un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. En este sentido, lo
que hacen los reescritores es cumplir con el deber hermenéutico de “someter los textos sagrados a
procesos para poder observar las diferencias entre las interpretaciones actuales y el objetivo original”.
(Iser 53) Finalmente el fenómeno de la reescritura se puede entender como una falsificación especial,
donde el propósito no es imitar sino justo el contrario: diferir, falsificar de una manera llamativa, para
acentuar la problemática de la comprensión. Terminamos con las palabras de Marco Denevi, que en
una entrevista acentúa la relatividad de las lecturas hablando de su libro anteriormente mencionado,
Falsificaciones, de la siguiente manera:
La intención sólo era demostrar que lo que llamamos historia, y aún la historia inventada,
que es la literatura, no es más que una probabilidad elegida entre muchas. Lo que sabemos
de la historia no es más que una de las caras de un poliedro, elegida por un historiador
(...). Querer mostrar que todo lo que llamamos verdad es verdad, no es sino una de las
posibilidades de la verdad. Siempre puede haber otras, tan legítimas como la anterior.
(Noguerol 5)
Obras citadas
---Borges y yo, Latin-amerikai egypercesek. Budapest: Eötvös József Könyvkiadó, 1998.
---DENEVI, Marco. Falsificaciones. Montcada i Reixac: Thule Ediciones, 2006.
---ISER, Wolfgang. Az értelmezés világa. Budapest: Gondolat, 2004.
---JAUSS, Hans Robert. Recepcióelmélet - esztétikai tapasztalat - irodalmi hermeneutika. Budapest: Osiris, 1999.
---KOCH Dolores Diez recursos para lograr brevedad. http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/tecni/10recur.htm Última
consulta: 30-05-2008.
---NAVASCUÉS, Javier. Marco Denevi: el palimpsesto como afirmación del autor. Anales de Literatura Hispanoamericana,
1999, 28. 1055-1065. Disponible en Web: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/02104547/articulos/ALHI9999221055A.
PDF Última consulta: 30-05-2008.
---NOGUEROL, Francisca. Micro-relato y posmodernidad, textos nuevos para un final de milenio. http://www.educoas.org/
portal/bdigital/contenido/rib/rib_1996/articulo4/index.aspx?culture=es&navid=201 Última consulta: 30-05-2008.
---RADNÓTI, Sándor. Hamisítás. Budapest: Magvető, 1995.
---VALENZUELA, Luisa. Brevs, microrrelatos completos hasta hoy. Córdoba: Alción Editora, 2004.
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