Núm. 35 - Publicaciones de Defensa

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REVISTA
DE
Hl STORIA’NAVAL
Núm. 35
Año IX
INSTITUTO
DE HISTORIA
ARMADA
Y CULTURA
ESPAÑOLA
NAVAL
INSTITUTO.
DE HISTORIA
ARMADA
Y CULTURA NAVAL
ESPAÑOLA
REVISTA
DE
HISTORIA NAVAL
Año IX
1991
Núm. 35
REVISTA
DE HISTORIA NAVAL
CONSEJO RECTOR:
Presidente:
Director
del Instituto de Historia y Cultura Naval, José Ignacio Gon
zález-Aller Hierro, contralmirante.
Vicepresidente
y
Director:
Cervera
José
Pery. coronel auditor de la Armada.
Vocales:
Secretario
general del Instituto de Historia y Cultura
tonio Meirás Baamonde, capitán de navío.
Redacción:
María
Vigón Tabar, Lola Higueras Rodríguez. Luisa Martín-Merás,
Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, Isabel Hernández Sant.
Administración:
Ovidio
García Ramos, comandante
de Intendencia de la Armada.
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:
Museo Naval—Montalbán,
28014 Madrid (España).
2.
IMPRIME:
Servicio de Publicaciones
de la Armada.
Publicación trimestral: cuarto trimestre 1991.
Precio del ejemplar suelto: 650 ptas.
Suscripción
anual:
España y Portugal: 2.400 ptas.
Resto del mundo: 30 $ USA.
Depósito legal: M. 16.854-1983.
ISSN-0212-467X.
NIPO: 098-91-018-X.
Printed in Spain.
CUBIERTA:
Naval, An
Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.
tc’ c75
SUMARIO
Págs.
NOTA EDITORIAL
.
5
Consideraciones y reflexiones ante un escenario estratégico, por
José Cervera Pery7
El comercio triangular entre Filipinas, México y Perú a comienzos
del siglo xvii, por Pilar Latasa Vasallo y Maribel Fariñas de
Alba13
La defensa de Puerto Rico (1797), por Pilar Castillo Manrubia
29
Casas del Rey y Capitanía, por Juan Soler Cantó45
La deserción en la Marina española del siglo xviii, por Adelaida
Sagarra y Nieves Rupérez63
La carta de fletamento del vapor «Royal Zar» al servicio de la Ar
mada Española (1834), por Ramón Fernández Guerra77
Reflexiones sobre el Descubrimiento, por José Luis Tato89
Documento95
Noticias Generales, por M. Dolores Higueras Rodríguez99
La Historia Marítima en el mundo, por Luisa Martín-Merás103
Recensiones
105
COLABORAN EN ESTE NÚMERO
José Cervera Pery es coronel auditor y periodista. Diplomado en Tecnología de la Información
yen Derecho Internacional. Miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una serie
de libros de Historia Naval. Conferenciante y articulista, en la actualidad es jefe del Departa
mento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval, y jefe del Servicio Histórico del
Cuartel General de la Armada. Actual director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL.
Pilar Latasa Vasallo, licenciada en Historia de América. Investigadora. Ha participado en
numerosos cursos y congresos americanistas. Colaboró en un simposio sobre Historiografía
Naval,organizado por el Instituto de Historia y Cultura Naval. Actualmente se encuentra inves
tigando en distintos archivos españoles sobre la administración virreinal española en América.
Maribel Fariñas de Alba es estudiante de Geografía e Historia en la Universidad Complutense
de Madrid.
Pilar Castillo Manrubia es bibliotecaria del Estado Mayor de la Armada y fue condecorada con
la Cruz del Mérito Naval de primera clase, con distintivo blanco. Obtuvo su licenciatura en His
toria en la Universidad Complutense, donde permaneció como profesora ayudante de la Cáte
dra de Historia de España en la Edad Media. Su tesis doctoral, titulada: La Marina de Guerra
Española en el primer tercio del siglo xix, obtuvo el Prémio Virgen del Carmen para libros. Ha
participado en congresos internacionales de Historia Militar yen las Jornadas de Historia Marí
tima del Instituto de Historia y Cultura Naval. Colabora habitualmente en revistas castrenses,
como: «General de Marina», «Ejército», «Historia y Cultura Naval», «Formación»...
Juan Soler Cantó es teniente coronel médico de la Armada y sus numerosos trabajos sobre
variadas temáticas han versado sobre los temas médicos de sus especialidades: medicina inter
na, geriatría, aparato digestivo, medicina subacuática..., obteniendo diversos premios naciona
les de la Fundación Félix Echauz (1945 y 1956), de la Real Academia de Medicina y Ciencias de
Murcia (1967), de la Sociedad Española de Gerontología (1971). También en el área histórica.
con 14 libros editados sobre Cartagena, Mastienos y Tartesios, Cartagineses y Bizantinos... Y
en el área literaria, premios de ensayo (Serem 77), turismo (Everest 77), poesía (Flor Natural
Castellón 1978) y el primer Manual para Buzos (1952). Colaborador habitual de las revistas:
«General de Marina», «Ejército», «Medicamenta>»,«Especial del Aparato Digestivo», «Noti
cias Médicas», etc.
Ramón Fernández Guerra, Licenciado en Derecho en 1980por la Universidad de Oviedo, es
profesor de Derecho Marítimo en la Escuela Superior de la Marina Civil de Gijón, dependiente
de la Universidad de Oviedo. Obtuvo la Suficiencia investigadora en 1989 en el Departamento
de Ciencias Jurídicas Básicas de la mencionada Universidad, y en la actualidad es también pro
fesor visitante en el Instituto Europeo de Estudios Marítimos y en el Colegio de Oficiales de la
Marina Mercante Española durante los cursos 90-91 y 91-92.
José Luis Tato Tejedor, capitán de navío, ha sido director de la «Revista General de Marina»
durante los cuatro últimos años y anteriormente fue subdirector de la misma. Actualmente, en
situación de retiro, forma parte de los Seminarios de Relaciones Internacionales del Instituto
Español de Estudios Estratégicos (CESEDEN). Estos temas relativos a política internacional,
estrategia general y naval e historia constituyen una constante en sus aportaciones a diversas
publicaciones especializadas en dichas materias. Asimismo, es miembro de la Asociación
Atlántica Española y de la Fundación Humanismo y Democracia.
NOTA EDITORIAL
Con este número de la REVISTA —cronológicamente el 35— se cierra la
planificación otorgada a 1991, en la que se ha procurado ante todo una pun
tualidad en el encuentro con el lector. Encaramos ahora con idénticos ánimos
y renovadas esperanzas el anunciado 1992, del que tanto hay que decir desde
la conmemoración no sólo del y Centenario del Descubrimiento, sino tam
bién de la culminación de la Reconquista, el logro de la unidad religiosa y la
primera gramática española —obra de Nébrija— 4ue siempre fue la lengua
compañera del Imperio.
Pero mientras que aguardamos el evento, bueno será que expongamos las
líneas directrices de cuanto se nos ofrece en este número. El almirante Bor
dejé ha cesado en la dirección del Instituto de Historia y Cultura Naval por
imperativo legal y tras una meritoria y espléndida labor de cuatro años. En su
homenaje —más que merecido— se abren las primeras páginas de la REVIS
TA, ya que «Consideraciones y reflexiones ante un escenario estratégico» es,
ante todo, el justo reconocimiento de su tarea impulsora, a través de análisis
de su último libro.
«El comercio triangular entre Filipinas, México yPerú a comienzos del
siglo XVII» es un documentado estudio de dos jóvenes investigadoras, Pilar
Latasa Vasallo y Maribel Fariñas de Alba, frente a las que se abre un no
menos espléndido porvenir en tan difícil como abnegada ciencia; «La defensa
de Puerto Rico en 1797», de Pilar Castillo, ofrece su nuevomatiz histórico, y
«Casas del Rey y Capitanía» es un interesante trabajo de Juan Soler Cantó,
para quien la historia de su ciudad natal no guarda ningún secreto.
La deserción en la Marina española en el siglo XVIII, tema poco conocido
y menos valorado es un trabajo conjunto de Adelaida Segarra y Nieves Rupé
rez, mientras que Ramón Rodríguez Guerra nos brinda su curiosa «Carta de
fletamento de vapor Royal Zar, al servicio de la Armada española en 1834».
Otras nuevas reflexiones sobre el Descubrimiento, de José Luis Tato, cierra
las páginas de los ensayos y notas de esta nueva comparecencia editorial.
Las secciones «fijas» de Documento, Noticias Generales, la Historia
Marítima en el Mundo, y las acostumbradas Recensiones, culminan la singla
dura número 35de la REVIsTA, en la que su director, redactores y colaborado
res, desean a los lectores, suscriptores y favorecedores unas felices Navidades
y un venturoso año de 1992, tan cargado de expectativas y de esperanzas.
Año
1991
CONSIDERACIONES
Y REFLEXIONES ANTE
UN ESCENARIO ESTRATÉGICO
(Homenaje al Almirante Bordejé)
José CERVERA PERY
Director de la Revista de Historia Naval
Casi al propio tiempo que culminaba una magnífica tarea rectora al frente
del Instituto de Historia y Cultura Naval, el contralmirante Fernando de Borde
jé, —uno de los más preclaros investigadores de la razón marítima española—
daba a la luz—y nunca mejor expresado el término— su libro El escenarioestra
tégico españolen el siglo xvi (1492-1556)con el que se ha cerrado la brillante tra
yectoria de la Colección Gran Armada, testimonio de un esfuerzo y una constan
cia en buena parte a él debidos.
No pretendo desde aquí ejercer funciones críticas de una obra que, siendo
para mi admirable, me exime de cualquier contemplación analítica, que segura
mente pecaría de incompleta. Trato de exponer —desde la perspectiva de la
admiración y la amistad— una serie de reflexiones o consideraciones que la lec
tura del libro me ha sugerido. Porque ante todo es un libro importante, para leer
despacio y meditar lo leído, y cuyo único pero, si es que hay que buscar alguno,
es el que no hubiera salido capitaneando la serie de los que después se sucedie
ron, pues como pórtico de ellos constituye la más lograda meditación sistemática
sobre la indudable influencia del mar en la Historia de España.
La posición estratégica española ha dinamizadó desde siempre los diferentes
espacios marítimos, desde muy distintas perspectivas. Los diversos reinos
peninsulares existentes al nacimiento de Isabel y Fernando, Aragón, Castilla,
Portugal y el más pequeño de Navarra, estaban ya delimitados y tenían respec
tivamente concluída su etapa de reconquista, excepción hecha del reino nazarí
de Granada, enmarcado en la esfera de influencia castellana, ya que Aragón,
asomado al litoral levantino y con el anda mediterránea de las islas Baleares,
había iniciado con bastantes años de anterioridad su expansión marítima hacia
tierras de Italia, de las que desde Nápoles a Sicilia no conocían otros reyes que
los suyos.
Castilla, tras el freno que supuso el desastre de Aljubarrota con los portugue
ses, apuntalaba el reino, que desde Juan II, padre de Isabel, había evidenciado
con señales inequívocas sus déseos futuros de expansión en aras de una poten
cialidad que se vio por desgracia interrumpida y retrasada en el tumultuoso rei
nado de Enrique IV, que demora la ascendente marcha castellana. Un auténtico
Año 1991
J. CERVERA PERY
clamor popular se alzará en torno a la figura del llamado Impotente y se dan acti
tudes como el destronamiento simbólico del Rey en Avila, la proclamación del
Infante Don Alfonso, y que éste consiguiera arrancar de la Corte a su hermana
Isabel para llevarla a Arévalo, donde se convierte en símbolo de la reacción con
tra su hermanastro Enrique IV.
Dado que la candidatura del Rey Alfonso de Portugal al trono de Castilla se
rechazaba por el resentimiento de sus posibles súbditos ante la derrota sufrida
en Aljubarrota, y de otra parte el temor de que Castilla quedase postergada a
una mera provincia francesa, invalida la propuesta del matrimonio de Isabel con
Carlos de Valois, heredero de Francia. El enlace con Aragón —de clara poten
ciación marítima— se entendía (aunque no fueran estas las razones) preferente
a cualquier otro, no sólo por la simpatía que su Príncipe despertaba, sino por el
asentimiento popular manifestado, conocida la oposición del Rey Enrique a
autorizar el matrimonio.
Se unen pues Castilla y Aragón, con lo que el escenario estratégico de
ambos reinos se despliega y diversifica en las acciones exteriores, que en Ara
gón continúan significando el mantenimiento del control mediterráneo,
basado en su expansión marítima y en la disputa a Francia de las tierras de Ita
lia, a más de los litigios fronterizos con el Rosellón y la Cerdaña, y que en Cas
tilla no puede por menos que proseguir hacia el sur, puesto que Portugal le
cerraba el paso hacia el oeste e incluso había comenzado con sus correrías
atlánticas una maniobra envolvente, poniendo pie en la zona vital del estre
cho con la toma de Ceuta, Seguer, Tánger y Arcila, corriéndose el riesgo de
quedar emparedada al mantenerse bajo dominio árabe el reino de Granada.
De aquí que por el Tratado de Alcaçobas se pacte con Portugal una paz de
signo definitivo, en la confianza de que la unión peninsular llegue a través de
medios pacíficos por los entronques matrimoniales.
La política matrimonial de los Reyes Católicos incidirá, pues, muy direc
tamente en la mayor o menor permeabilidad del espacio estratégico español,
en los que el mar ha de jugar un papel primordial. Se concierta el matrimonio
de la Infanta Isabel con el Príncipe portugués Don Alfonso, hijo de Juan II,
y cuando muere al poco tiempo la vuelven a casar con Don Manuel elAfortu
nado, de cuyo matrimonio nació en Zaragoza el Príncipe Miguel, que de
haber vivido hubiera llegado a heredar las tres coronas de Castilla, Aragón y
Portugal, realizando así la unidad peninsular tan deseada y buscada. La
muerte también de Isabel, al dar a luz a su hijo, y la posterior del príncipe
dejaba al aire la alianza con Portugal, con lo que los Reyes Católicos volvie
ron a casar con el Rey Don Manuel a su otra hija, Doña María, que tan inte
resante papel jugaría en el Tratado de Tordesillas.
Además del matrimonio real se advierte claramente en este acuerdo una
participación inicial de esferas de influencia entre Castilla y Portugal, referi
das ya directamente al espacio marítimo, ya que a Castilla se le reconoce el
límite hasta las Canarias, anteriormente descubiertas y conquistadas para
ella, quedando para Portugal el litoral africano, amén del reconocimiento
expreso del dominio sobre las islas de Cabo Verde, Madeira y Azores. Con
8
35
CONSIDERACIONES
Y REFLEXiONES
A NTE UN ESCENA RIO ESTRATÉGICO
esta cobertura de seguridad, Castilla puede acometer la empresa de Granada
y la limpieza de piratas del litoral de Berbería, con’el fin de consolidar el
dominio mediterráneo, que Aragón ejercía desde Barcelona. Los espacios
estratégicos permiten entonces conjugar una expansión terrestre peninsular
con la marítima, aunque todavía el Atlántico siga siendo hacia el oeste un mar
casi inédito, a la espera de la gran aventura ultramarina’.
El sistema de alianzas matrimoniales seguirá dando su juego en apoyo de
la expansión. Como la superioridad c ntinental se inclinaba a Francia, que
con sus acciones en Italia, el Rosellón y la Cerdeña, a más de su influencia
sobre el reino de Navarra, ponía en peligro la integridad de Aragón, los
Reyes Católicos inician su aproximación a los Hasburgo, que desde su posi
ción geoestratégica europea podrían fácilmente neutralizar a Francia, y así se
pacta el doble matrimonio del Príncipe español Don Juan con la Princesa
Margarita de Austria, y el de Felipe el Hermoso, heredero de Maximiliano,
con la Princesa Doña Juana. Todavía la neutralización de Francia podrá ser
mayor reforzando la posición nacional sobre la misma y quedando más despe
jado el escenario marítimo, al concertar el matrimonio de la princesa Doña
Catalina, última hija de los Reyes Católicos, con el Príncipe inglés Arturo,
hijo de Enrique VII, que al morir a los pocos meses de casado posibilita el dis
cutido y posterior matrimonio de Catalina con su hermano, el que luego
habrá de ser Enrique VIII, cuyos negativos efectos políticos serían muy dis
tintos de los que se pretendían.
De esa manera, y a través de los sucesivos matrimonios de sus hijos, los
Reyes Católicos entretejieron una red de alianzas al objeto de cubrir los flan
cos de sus reinos, que si no logran la plenitud de fines, contribuyen poderosa
mente a proyectar la preponderancia conjunta de Castilla y Aragón, pues res
paldada la primera en el continente, superado el obstáculo de Granada, y
compartiendo con el segundo los intereses mediterráneos, se prepara una
nueva faceta de expansión y acción exterior hacia el sur y el oeste, con la con
siguiente ampliación, por tanto, del escenario estratégico español.
Con el descubrimiento de América, este escenario estratégicó español,
sobre todo en su ámbito marítimo, acusa un gran impacto decisorio. La ruta
atlántica queda abierta y los descubrimientos se suceden y regularizan, ofre
ciendo a los cuatro vientos el camino de América. Los interrogantes ante esta
nueva coyuntura se suceden ininterrumpidamente. Cabe preguntarse, ¿qué
variables políticas podrán surgir respecto a la acción exterior seguida hasta
entonces?, ¿qué repercusiones mundiales habrá de producir el acontecimien
to? y ¿cuál será el auténtico significado de la proyección nacional sobre el
Nuevo Mundo? En orden a la primera interrogante, la total continuidad de la
línea seguida es la respuesta. La paz con Portugal se prosigue sistemática y
plenamente pese a las salpicaduras de interpretaciones que el Tratado de Tor
desillas —propiciado por los Reyes Católicos tras el primer regreso de
Colón— seguiría’arrojando. De otra parte, el equilibrio continental seguía
prácticamente estabilizado tras la aproximación con los Hasburgo y con Enri
que VIII de Inglaterra. La acción sobre el litoral africano, para salvaguardar
Año
1991
‘
3. CERVERA PERY
el territorio peninsular, dominio del Mediterráneo y lucha contra la piratería
sarracena, se refuerza al máximo incluso tras la muerte de la Reina Isabel, y
que nos lleva al dominio desde Melilla a Trípoli, y la defensa de los dogmas
cristianos va a conocer el trasvase espiritual plasmado en la evangelización de
las nuevas tierras.
La apertura de las nuevas rütas marítimas determina el desarrollo de los
intercambios comerciales internacionales, centrados sobre los puertos de Lis
boa, Sevilla y Cádiz, Europa se ve obligada a mirar al Atlántico y a replantear
sus propios escenarios estratégicos, o mejor dicho la estrategia de sus accio
nes. La lucha por la supremacía marítima sale de los moldes mediterráneos,
donde no había otra oposición que la de la media luna, para tratar de arraigar
sobre los nuevos espacios abiertos por españoles y portugueses.
«Escenario», «estratégico» y «español» son términos que se completan y
pormenorizan, cuando pueden ser estudiados en sus componentes de unifor
midad y variabilidad. Bordejé sabe conjugarlos perfectamente desde su raíz
marítima, pero ésta quedaría huérfana de contenido si no se le aplicara el
necesario esfuerzo para desvelar su imagen. Y en ello ha puesto su empeño el
investigador, cuya tesis debe ser aceptada y valorada positivamente, pues es
el exponente de una realidad histórica que, guste o no, se hace presente. El
«como» y el «por qué» de una España de destino peninsular y marinero, con
vertida en potencia continental cuyas derivaciones y efectos habrán de sufrir
Felipe II y sus sucesores, aparece explicado con claridad meridiana, porque
Bordejé ha sabido bucear en el fondo de muchas realidades superpuestas y
contrapuestas en la explicación de un complejo proceso de desarrollo histó
rico a partir de una serie de ordenaciones convivenciales, trazadas en orden
a la contemplación de la estrategia hispana desde la época de los Reyes Cató
licos hasta las vísperas de la Empresa de Inglaterra, en la que a propósito
queda varado, pues su estudio comporta un abundante almacén de deduccio
nes que exige la íntima colaboración del lector.
No se puede abordar el análisis sin una meditación sobre los antecedentes,
ya que no es suficiente una única tipología para comprender fenómenos polí
ticos presentes o pasados. Del escenario estratégico bordejiano derivan la
perspectiva, la dimensión y el movimiento del espacio que es pluridimensio
nal, acorde con las circunstancias que lo condicionan, utilizado como
esquema ordenador de la política y sus exigencias. Porque en el escenario
estratégico español, el mar está no como frontera sino como vía de tráfico, de
comunicación y comunidad. Castilla lo utiliza cuando sus poderes llegan al
sur, con jefes expertos procedentes de Italia, como los Zacarías o los Bocane
gra, o súbditos de la corona de Aragón como Gilberto de Castelnou. Pero la
irrupción del mundo marítimo en la concepción terrestre propia de Castilla,
encuentra un interesante ejemplo en la equiparación que hace Alfonso X de
los caballeros preparados para la lid campal y los que fuesen sennores de
navios armados, tal y como lo documenta en un privilegio concedido a los
caballeros de Alicante (17-enero-1257).
10
35
CONSiDERA ClONES Y REFLEXIONES A N TE UN ESCENARIO ESTRATÉGICO
Ha escrito Beneyto que la España al modo de los antiguos, la España que
acoge a la Península es obviamente marinera, pero Castilla no. Al iniciarse la
Edad Moderna, Castilla seguía siendo completamente medieval y sentía
como tarea nacional propia la de conseguir la unidad confesional de la Penín
sula, y después, en tanto que posible, la del mundo. Pero Aragón no com
parte su mismo entusiasmo, y abandonada la política internacional de la
corona aragonesa, desarbolado sus navíos y erosionadas sus defensas, Casti
lla no pudo disponer de una vía de comunicación bien protegida. Si Felipe II
piensa en la Marina portuguesa para enfrentarla a los ingleses, ningún Felipe
se ocupó de la Marina aragonesa o de la catalano-balear al impedir a los hom
bres del litoral del este español su acceso a las tierrás trasatlánticas. La falta.
de una armada fue consecuencia del rechazo de la aportación litoral levantina
a la empresa colonizadora colombina, pero también el abandono de la polí
tica mediterránea hizo viable la entrega del mare nostrum a los franceses. Ya
lo advierte claramente Barcia Trelles en su Interpretación del hecho ameri
cano por la España universitaria del siglo xvi. Carlos Vera ungeócrata;leinte
resaban los asuntos europeos, digamos continentales, no los indianos, digamos
marineros. Por su familia y talante no asimila, ni acaso percibe en toda su
magnitud, lo que representa la adición del Nuevo Mundo. Y como España no
era un país talasocrático, van a ser Inglaterra y Holanda quienes se beneficien
de tal estructura, pues de ese modo pudieron participar en la actividad colo
nial.
Y esta falta de mentalidad naval se concretará también en el tema que
directamente nos atañe. La propia Gran Armada no estuvo preparada para
luchar contra otra formación con el escenario estratégio marítimo impúesto,
sino que tenía por objetivo situar tropas en tierra (y esto ha sido magnífica
mente estudiado por los autores de la colección Gran Armada). Era marina
de desembarco, no marina de combate; la lucha prevista no era naval sino
campal. De ahí las instrucciones de rehuir al enemigo y de tratar de desem
barcar en Irlanda, donde habría de encontrar mejores apoyos.
El almirante Alvarez Arenas ha tratado en varios de sus ensayos el tema
de la falta de mentalidad naval española, con auténtico magisterio. En De la
mar en la historia de España escribe: Desde el siglo xiii, y rotundamente desde
el xv, España, toda la península, era marcadamente de condición marítima.
La desviación entre condición y mentalidad germinante en elfondo del alma se
confirmó definitivamente en el siglo xvi, al perderse la singularísima oportuni
dad del Descubrimiento, con su inmensamente efectiva secuela histórica, por la
preferencia austríaca de la «solución» europea. Y ello habrá de sopesarse
negativamente cuando recursos económicos, e incluso humanos, y una men
talidad ciertamente anquilosada no sean suficientes desde el escenario estra
tégico felipino para sostener la preponderancia marítima de la que pueda
derivarse la hegemonía militar.
Fernando de Bordejé, con su Escenario estratégicoespañol, ha culminado
la magnitud de una empresa editorial, plasmada en ocho importantes volúme
nes, nacida y lograda a sus impulsos. Puede enorgullecerse de ello y patenti
Año
1991
J. CERVERA PERY
zar así la trascendencia de su labor en su destino de Director del Instituto de
Historia y Cultura Naval. Desde su bien ganado descanso, esperemos y
deseemos que nos siga ofreciendo su clarificada dimensión investigadora y
analista en nuevas y felices aportaciones, con la atención que se debe a la
influencia de un factor histórico, como es la problemática del mar y sus conno
taciones, en el origen y desarrollo de la historia patria.
12
35
EL COMERCIO TRIANGULAR
ENTRE FILIPINAS, MÉXICO’
Y PERÚ A COMIENZOS DEL
SIGLO XVII
Pilar LATASA VASALLO
Maribel FARINAS DE ALBA
El comerciode las Indias con Oriente, 1573-1620.
Desarrollo del eje Manila-Acapulco-El Callao.
La actividad comercial del Estado español en tierras de Indias estuvo
domiñada durante los siglos xvi y XVII por las doctrinas mercantilistas de la
época. Dos eran las pautas que regulaban el comercio colonial:
—
—
El monopolio español del comercio y la navegación en el Nuevo Mundo.
La explotación de metales preciosos.
Cuando se produce el asentamiento español en Filipinas aparece un ele
mento perturbador del sistema mercantilista (1).
Las Islas gozaban de una situación privilegiada para el comercio con Asia.
Los intercambios con China y otros lugares del continente habían comenzado
mucho antes de la llegada de los españoles. Además, no había en Filipinas
riquezas mineras que explotar, así que se optó por el desarrollo del comercio
oriental. Manila se convirtió pronto en el intermediario fundamental entre
Asia y América.
En 1573 llega a México el.primer cargamento de productos asiáticos. A
partir de ese momento se establece un intercambio constante a través del lla
mado Galeón de Manila. De regreso a las Islas llevaba artículos peninsulares
y de aquel virreinato, que se vendían allí a elevados precios, para consumo de
los hispanos (aceite, vino, harina, tejidos, sombreros, calzado, cordobanes).
Este tráfico no tuvo en sus comienzos ningún tipo de trabas en cuanto a la
calidad y cantidad de sus artículos. Tan sólo hubo por parte de la Corona un
lógico interés fiscalizador, dados los importantes beneficios que empezaba a
producir. Al poco tiempo, se fijó un flete de ocho pesos por tonelada de carga
embarcada desde Manila. En 1598,Felipe II ordenaba que este flete y la alca
bala se cobrasen como se acostumbra (2).,
-
(1) Así lo define Navarro García. L., en «El comercio interamericano por la Mar del Sur
en la Edad Moderna». Revista de Historia, IV, núm. 23. Caracas, 1965; pág. 20.
(2) Recopilación de Leyes de los Reinos de indias. Libro IX, tit. 45, Ley 66.
Año 1991
P. LATASA VASALLO-M. FARIÑAS DE ALBA
El alto nivel de vida de la ciudad de México favoreció la demanda de los
productos del Galeón. Sin embargo, Schurz cree que el virreinato peruano
pronto se vislumbró como un mercado aún más lucrativo para los artículos
asiáticos, ya que la riqueza y el lujo con los que vivían los limeños eran aún
mayores (3). Además, Perú apenas producía manufacturas y la coyuntura
económica era indudablemente favorable tras el descubrimiento de los yaci
mientos de plata del Potosí.
Desde una época muy temprana se llevaron a cabo en Acapulco florecien
tes intercambios entre los mercaderes peruanos yios representantes de Mani
la. Los isleños eran favorables a la llegada de los peruanos, que venían siem
pre bien provistos de plata. Además, su competencia con los mexicanos subía
los precios (4).
Pero no era suficiente con que parte del cargamento del Galeón fluyera
hacia el Perú vía Nueva España. Pronto se proyectaron desde Lima y Manila
intentos de establecer una comunicación directa entre el centro de la produc
ción argentífera del imperio y la factoría de las manufacturas chinas (5).
En 1580, el gobernador D. Gonzalo Ronquillo de Peñalosa envió al Perú
dos naves repletas de mercancías y una más al año siguiente. Las tres tuvieron
una excelente acogida.
Sin embargo, en 1582, cuando la vía directa Filipinas-Perú era ya una rea
lidad prometedora, Felipe II prohibió esta contratación.
-
Restricciones mercantilistas al comercio del Pqcífico.
Las causas de esta ruptura radical del eje triangular Manila-Acapulco-El
Callao hay que buscarlas en la doctrina mercantilista.
Sin duda la razón fundamental fue la alarma de la Corona española ante
el peligro de que la plata peruana se le escapase de las manos rumbo a Orien
te. Como los géneros asiáticos se compraban con plata, única forma de pago
que aceptaban los sangleys o comerciantes chinos, era probable que disminu
yeran las remesas de este metal que se enviaban a la metrópoli.
Todos los intereses peninsulares estuvieron de acuerdo, según explica
Borah, en reducir el comercio filipino con las colonias americanas a Nueva
España y prohibirlo en las demás. De este modo se protegía el sistema de flo
tas que traían la plata americana y se garantizaba que estas colonias fueran
mercado seguro para los productos españoles (6).
Al mercantilismo hispano le preocupaba también que el comercio del
Galeón acarrease la ruina de los obrajes americanos y el colapso de las ferias
de Portobelo, con las que se nutría desde España el mercado peruano.
(3) Schurz. W. L.: «Mexico, Peru and the Manila Galeon»,Hahr, november, 1918. Vol. 1,
núm. 4; pág. 394.
(4) Schurz, W. L.: op. cit.; pág. 397.
(5) Navarro García, L.: op. cit. pág. 18.
(6) Borah, W.: Earl colonial trade and navigation between Mexico and Pero. Berkeley.
1954, pág. 123.
14
35
EL COMERCIO TRIANGULAR
ENTREFILIP1NAS,
MÉXiCO YPERÚA...
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Año 1991
15
P. LATASA VASALLO-M. FARIÑASDE ALBA
A pesar de todos estos razonamientos mercantilistas, tampoco parecía
posible cerrar totalmente el comercio asiático porque, según explica Ramos,
era el único modo de mantener la economía de Filipinas (7). Finalmente, se
optó por reducir el enlace con Manila a lo necesario para mantener en las islas
un campo misional y permitir la subsistencia de sus pobladores. Con ello se
produjo la tremenda paradoja histórica que señala este mismo autor: después
de ser la ilusión del comercio con Catay el motor que movió la empresa descu
bridora de los Reyes Católicos, cuando esta posibilidad se lleva a efecto, la
Corona tendrá que poner cortapisas (8).
Lá Real Cédula de 1582 prohibió el tráfico directo con Perú, aunque en
1591 Luis de Velasco recibió instrucción dé permitir el reembarque hacia
aquel virreinato de las mercancías orientales que no necesitarañ en México,
asegurándose de que se pagaban los impuestos (9).
En ese mismo año, la restricción del tráfico asiático se hizo extensiva al
resto de los reinos de Indias al declarar Felipe II: que no haya contratación del
Perú, Tierra Firme, Guatemala y atrás partes, con la China y Filipinas (10).
Sólo habría, por tanto, comercio cón Asia desde Acapulco.
Tan sólo dos años más tarde, en 1593, se cerró el mercado peruano a los
productos orientales. A pesar dé la permisión de 1591, se estableció que la
ropa de China que se trajere a Nueva España, se consuma en ella (...) y no se
puedan llevar al Perú ni a Tierra Firme, ni a ninguna otra parte de las Indias
(11). Además, se limitó el comercio entre Perú y México a dos navíos anuales
que transportasen mercancías por valor de 200.000 ducados en productos
mexicanos oriundos de ambos virreinatos. Es decir, Nueva España podría
enviar al Perú brea, pez, añil, telas asiáticas teñidas en México y telas de Cas
tilla. Perú, a su vez,,exportaría productos de escaso valor económico como el
vino, el vinagre o lasal. Según explicaRodríguezCrespo, esto era lo que que
ría la Corona, un comercio que respondiera a las necesidades más vitales y no
un comercio indiscrirninado y dé grandes proporciones (12).
Como a pesar de estas medidas el tráfico de productos asiáticos continua
ba, la Corona, después de diversas consultas,’ elaboró una nueva serie de
decretos en 1604:
—
(7)
El comercio entre Filipinas ‘ Nueva España se redujo a dos naves de
200 toneladas cada una (13).
Ramos Pérez,.D.:
Minería y comercio interprovincialen
xvny xviii. Vallado1id. 1970;pág. 229.
(8)
Ramos Pérez,D.: op. cit.; pág. 229.
Hispanoamérica,
siglos xvi,
..
‘:
(9) Borah. W.:’o. cit.; pág. 120.
(10) Recopilación de leves de los Reinos de Indias. Lib. 9. Tit. 45, Ley 5.
(11) Recopilación de Leves de los Reinos de indias. Lib. 9. Tit. 45. Ley 68.
(12)
Rodríguez Crespo, P.: «Aspectos del comercio Perú-México en la administración del
Virrey Marqués de Montesclaros, .1607-1615». Cuadernos del Seminario de Historia, núm. 8.
Lima, 1965; pág. 12.
(13) En 1595 se había restringido el comercio entre Nueva Espaúa y Filipinas a dos barcos
de 300 toneladas cada uno. Se permitió importar mercancías chinas por valor de 250.000 pesos
y llevar de regreso 500.000 pesos de plata.
16
35
EL COMERCIO TRIANGULAR ENTRE FILIPINAS, MÉXICO YPERÚA...
Se prohibió el comercio peruano con Oriente y se reforzó con una serie
de medidas de registro y nuevas penas por contrabando (14).
El tráfico anual entre México y Perú se estableciÓ en tres navíos de 300
toneladas cada uno, lo cual, según Borah, demuestra que la Corona no
ponía objeciónes a la exportación de manufacturas mexicanas, só
preocupación se limitaba a la amenaza de los productos chinos sobre
los mercados españoles (15).
—
—
Con estas nuevas disposiciones se condenaba a muerte el comercio por el
Pacífico. Más tarde, en 1607, se llegó incluso a prohibir el reembarque de
mercancías europeas de México a Perú, éstas podrían llegar sólo a través de
Portobelo. Refiriéndose a tal cédula, dice Solorzano que parece haberse fun
damentado en que si se abriese y frecuentase por allí este cOmercio, cesaría o
•
menoscabaría mucho el pasaje y contratación con e/reino de Tierra Firme, que
vulgarmente llaman la garganta del Perú (16).
La política mercantilista vuelve al ataque en 1609, año en que se redujo el
número de navíos autorizados en 1604entre México y Perú a dos de 200 tone
ladas cada uno. Sin embargo, para contrarrestar el viaje ilegal de la plata, la
Corona tuvo que permitir que se pudieran embarcar cada año 200.000 duca
dos para pagar las mercadurías mexicanas. La razón era clara: no había en el
Perú productos suficientemente valiosos para el intercambio (17).
La cédula del 28 de mayo de 1620 intentó de nuevo controlar y minorar la
contratación entre Perú y México hasta que finalmente, en 1631, se prohibió
totalmente.
•Así pues, la batalla se mantiene hasta el primer tercio del siglo xvii que,
al igual que los últimos años del siglo XVI, se vio marcado por continuos y esté-..
riles intentos de estrechar más el comercio Perú-México y México-Filipinas
para evitar el escape hacia Oriente de la plata peruana.
El tráfico real.
Durante casi 50 años la legislación mercantilista española trató de contro
lar el tráfico del Pacífico entre Perú, México y Filipinas.
Schurz cree que rara vez la ejecución de una normativa colonial fue perse-’
guida con tanta constancia y rigor (18). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos,
la legislación no se cumplió y las prohibicÍones fueron letra muerta.
Durante la década de 1580-1590,las mercancías se embarcaban, registra
ban y pagaban impuestos como si no existiera restricción alguna. En la década
(14)
(15)
(16)
(17)
(18)
Año
1991
Recopilación... Lib. 9. Tit. 45. Leyes 69.71, 76.
Borah, W.: op. cit.; pág. 126.
SolórzanoPereira, J.: Política Indiana. Lib. VI. Cap. X. núm. 23.
Rodríguez Crespo, P.: op. cit.; pág. 14.
Schurz,W.L.:op.cit.;pág.399.
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18
Núm. 35
EL COMERCIO TRIANGULAR
ENTRE FILIPINAS, MÉXICO Y PERÚ A...
siguiente, el comercio México-Perú adquirió un enorme volumen; Borah cree
que alcanzó un valor de más de dos millones, o quizá tres, de pesos de plata.
La mayor parte de esta plata se destinaba a pagar en Acapulco las mercancías
orientales. Después se enviaba a Filipinas y desde allí gran parte iba hacia la
China (19).
El desarrollo del Galeón de Manila favoreció, por tanto, la aparición de
una nueva relación comercial entre México y Perú. Los productos más impor
tantes que se reembarcaban rumbo a El Callao procedentes de Asia fueron:
terciopelos, tafetanes, rasos y sedas de China, loza, canela y pimienta.
De ello da testimonio la crónica de un judío portugués de principios del
siglo XVII: De las mercadurías que vienen a México cada dos años de la China,
se llevan al Perú grandes partidas de tafetanes y gorboranes enrollados y otros
de librete, damascos ordinarios y damascos mandarines (...) rasos de muchas
suertes, en particular vienen muchos de lustre blancos de languín, picotes y aza
bachados, muy lindos terciopelos llanos y labrados, negros y [de] colores,
mucha diversidad de colchas y sobrecamas labradas de muy varios colores
(...).
Llévase almizcle, a/galia, ámbar negro, muchas y finas porcelanas y otras
mil lindezas. No es extraño que el judío anónimo concluya que: Lima es una
ciudad rica, la mejor ciudad de América, abastecida de cuantas mercadurías se
benefician y labran debajo del cielo (20).
La causa principal de este fraude era la corrupción administrativa. La
Corona fue desde un principio consciente de esta realidad y procuró penalizar
el colaboracionismo. La Real Cédula de 1609 privaba de su oficio a los minis
tros venales y desterraba de Indias a los maestres de los navíos involucrados.
En la de 1620 se reconocía que el contrabando de ropa no se realizaba sin con
tar con los visitadores, oficiales reales y demás personas que intervenían en el
registro, así como los oficiales de las naves donde se hallase la ropa. Por ello
se establecía que todos ellos fuesen declarados culpables (21).
En opinión de Schurz fueron pocas las personas capaces de enfrentarse
con la hostilidad casi unánime de ciudadanos y funcionarios hacia estas medi
das restrictivas. Incluso era frecuente que altos cargos de la Administración
y la Iglesia comerciaran a través de intermediarios (22); una gran parte de la
población se beneficiaba directa o indirectamente de este comercio.
Por todo ello se trató también de reforzar las medidas judiciales contra
este tráfico ilegal. En 1604se estableció, por ejemplo, que el virrey nombrara
un oidor de la Real Audiencia que fuera juez privativo en estas causas (23).
Pero existían múltiples formas de evasión que hacían prácticamente
incontrolable el contrabando de producÚs de Oriente al Perú: algunos tejidos
Borah, W.: op. cit.; pág. 123.
Lewin, B.: Ed. prólogo y notas. Descripción del Virreinato del Perú. Crónica inédita
de comienzos del siglo xvii. Rosario, 1958; pág. 115.
(21) Ayala, M.: Diccionario de gobierno y legislación de indias. Madrid. 1988. T. III,
núm. 47.
(22) Schurz, W. L.: op. cit. pág. 399.
(23) Solórzano Pereira. J.: op. cit. libro VI, cap. X, núm. 24.
(19)
2O)
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asiáticos, teñidos en Nueva España, se exportaban como mercancía mexica
na; en ocasiones, los barcos desembarcaban estos productos antes de llegar a
El Callao para evitar su registro, etc.
Una rápida panorámica del origen y desarrollo del tráfico indiano con Fili
pinas nos permite descubrir la existencia de un vigoroso comercio con el Pací
fico a principios dél siglo xvii. Se trata de un floreciente sistema de relaciones
interregionales, ajeno por completo al ya decadente comercioatlántico. El
mercantilismo metropolitano no consiguió controlarlo debido a los fuertes
intereses locales que movían este tráfico.
El Virrey Montesclaros y el comercio interregional.
El hecho de que a pesar de las limitaciones legales subsistiera el comercio
asiático con México y Perú demuestra la vitalidad de esta conexión triangular
entre Manila, Acapulco y El Callao.
Ramos cree que a la Corona le faltó una política eficaz en este campo al
no saber aprovechar debidamente esa clara tendencia de comunicación regio
nal. Como consecuencia se impidió la consolidación de economías coloniales
autosuficientes entre sí (24).
Esta falta de visión se debió a la primacía que tuvieron las inflexibles teo
rías mercantilistas, desconectadas de la realidad americana, que favorecían la
formación de un sistema rígido con poca capacidad de adaptación a las nuevas
circunstancias.
Pero no conviene olvidar que, aunque los intereses metropolitanos marca
ron las directrices de este comercio, la Administración colonial española supo
defender los intereses locales.
Un ejemplo de esto es la política comercial seguida por el Marqués de
Montesclaros, que al ser Virrey de México (1603-1607) y de Perú (1607-1615)
tuvo un gran conocimiento del comercio triangular por el Pacífico. Su admi
nistración coincide, además, con las fuertes restricciones que llevó a cabo
Felipe III en 1604 y 1609.
Manila-Acapulco.
Montesclaros se mostró en todo momento favorable al comercio entre
Filipinas y Nueva España.
En una carta de gobierno fechada el 12 de abril de 1612 (25), responde a
la propuesta presentada al monarca por la Universidad de Mercaderes de
Sevilla sobre eliminar la contratación entre Nueva España y Filipinas y
dejarla sólo entre las Islas y la metrópoli. Los comerciantes sevillanos pensa
Ramos Pérez. D.: op. cit.; pág. 246.
(25) Carta de gobierno del Virrey Marqués de Montesciaros, los Reyes 12. IV. 1612. Bi
blioieca Nacional de Madrid. Ms. 8990. fs. 2(4-214. Publicada Codoin Serie 1. VI, págs. 298314.
(24)
20
35
EL COMERCiO TRIANGULAR ENTRE FILIPINAS, MÉXICO YPERÚA...
ban que de este modo se conseguiría que México fuera absolutamente depen
diente de España. Además, aumentaría la contratación con la metrópoli, que
según ellos estaba en decadencia.
Se observa en la propuesta sevillana una interesante preocupación por el
tema de la dependencia. No se veía con buenos ojos un comercio que posibi
litara el autoabastecimiento colonial en Nueva España.
Montesclaros se muestra en principio partidario de esta política: Cosa
sabida es (señor,) que el principal medio para tener en quietud estos reinos es
hazellos dependientes de España (26). Sin embargo, no oculta que sería mejor
si esta finalidad se pudiese conseguir sin molestar a los súbditos como se hacía
al impedir la contratación de unos reinos con otros. Expresa esta idea con una
gráfica metáfora: escusemos en cuanto fuere posible el daño que podría resul
tar si viéndose este cuerpo tan descoyuntado, que aun de sus propios miembros
no se pudiese valer, diese en alguna desesperación y caiese de todo como suelen
hacer los desauciados (27).
Además, el Virrey no cree que el comercio oriental haya empequeñecido
el tráfico entre México y España. Advierte que esta contratación se ha estan
cado pero no por disminución de la demanda, sino por saturación de la mis
ma: el basso donde esto se recive es de suelo y capacidad limitada, lo que tardó
en llenarse fue crecer, llegó ya el colmo de este bacío i toda vía se porfía a más,
no es cosa llana qi.ie lo que sobra se a de verter (28). Señala, además, que una
de las causas del estancamiento es la falta de conexión entre la corriente
comercial procedente de España y la intercolonial: embiesse señor a las Indias
lo que sus provincias pueden digerir (29).
Se plantea el Virrey si México podría prescindir del comercio filipino. La
respuesta es afirmativa aunque señala que esto le supondría un gran esfuerzo.
Montesclaros se muestra confiado en la capacidad de autoabastecimientó de
la industria sedera de la Mixteca y otros lugares. Iniciada en 1530, esta activi
dad había alcanzado un gran desarrollo pero empezó a decaer a partir de 1580
por la competencia de la seda de China y las restricciones de la propia Corona.
El Marqués, que conocía bien el terreno (30), prescinde de prejuicios mercan
tilistas y trata de concienciar a la Corona sobre las perspectivas que aún tenía
esta industria.
Concluye que el cerrar la contratación Manila-Acapulco sólo perjudicaría
a las Islas, que perderían la ayuda de Nueva España. Tampoco se beneficiaría
España, ya que los productos peninsulares no se venderían bien en las Islas:
los paños no se usan allí por el calor y en Japón, donde hace más frío, se visten
con tafetanes. En cuanto a la venta de mercancías asiáticas en España, Mon
tesclaros no ve la utilidad porque cree que este trato iría en detrimento de la
(26)
(27)
Ibídem.
ibídem.
(28) lbídem.
(29) Ibídem.
(30;) En 1603 el virrey recibió orden de informar detalladamente sobre los obrajes de
paños que había en el virreinato. A. G. 1., México 25, BAE, T. 274; págs. 273-276.
Año
1991
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industria sedera española. En lo referente al flujo de plata desde América
hacia Asia, el Virrey se muestra escéptico: hay tantas vías para que se escape
la plata como puertos de mar, no se va a solucionar mucho con cerrar esta
puerta.
La conclusión es. por tanto, favorable al comercio Acapulco-Manila.
Montesclaros sólo ve ventajas en este tráfico, es partidario de un desarrollo
comercial autóctono que mantenga cierta dependencia de España, pero que
no ahogue a los súbditos de Indias.
Esta postura, mantenida por otros virreyes, es significativa porque
demuestra un conocimiento real, pegado al terreno, de la realidad americana.
Se vela por los intereses de la Corona, pero se valoran en su justa medida las
necesidades locales. No se debe olvidar que este tráfico beneficiaba a muchos
de los españoles residentes en Nueva España. El propio Montesclaros fue
acusado en su Juicio de Residencia mexicano de tratar con Filipinas, aunque
él siempre lo negó (31).
Acapulco-El
Callao.
A finales de 1607, llega Montesclaros al Perú para cubrir la plaza del falle
cido Monterrey. Tras ocho años de experiencia en el gobierno virreinal
peruano se manifiesta, como en el caso mexicano, partidario de una depen
dencia moderada de la metrópoli. Esta razón de Estado debe ser aplicada con
cautela. Las claves de la dependencia peruana son impedir el desarrollo de los
obrajes, el cultivo de las viñas y olivares y la entrada de ropa de China. Sin
embargo, en su Relación de gobierno no se muestra de acuerdo con la política
mercantilista en lo referente a los obrajes y al vino: rigor parece vedar a los
moradores lo que nati.ralrnente les concede la tierra que habitan (32). Distin
gue, por tanto, de modo claro entre el provecho de la metrópoli y el perjuicio
que causan tales medidas en el Perú.
En lo referente al comercio con México y la entrega de ropa de China, su
postura sigue en la misma línea, aunque varió a lo largo de su gobierno en el
modo de aplicar las ‘medidas:
A los pocos meses de comenzar su mandato, el 9 de abril de 1608, infor
maba al monarca sobre su intención de ejecutar lo ordenado acerca de la
prohibición de las mercadurfas que venían desde Nueva España y afirmaba
haber confiscado más de 40.000 pesos de ropa —dato indicador del enorme
volumen de contrabando—. La prohibición de traer ropa de España (Real
Cédula de 1607) no se había podido poner en marcha todavía. En cualquier
(31) Instrucción del Marqués de Montesclaros a un criado suyo para representarle en
España (sin fecha). Biblioteca Nacional de Madrid. Ms. 3207. f. 713-725. Publicada en la BAE,
T. 274; págs. 284-289.
(32) Relación del estado del gobierno de estos reinos que hace el Marqués de Montescla
ros al señor Príncipe de Esquilache, su sucesor. 12-XII-1615. Biblioteca Nacional de Madrid.
Ms. 3077. Publicado por la BAE, T. 281; pág. 123.
22
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EL COMERCIO TRiANGULAR
ENTRE FILIPiNAS, MÉXICO Y PERÚ A...
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caso, advierte al Rey que el mejor modo de evitar ambos tratos ilícitos es
reducir el tráfico con México a un navío anual (33).
Aporta una información más detallada la carta del oidor Juan Jiménez de
Montalvo del 11 de ese mismo mes. El juez se muestra confiado en que la
prohibición de 1607 facilitará la tarea de combatir el contrabando, ya que a
partir de ahora se confiscará toda la ropa que no se demuestre ser mexicana.
Medida útil, dado que en los pleitos de contrabando algunos mercaderes inte
resados declaraban que la ropa de China parecía de Italia u otra parte de
Europa. El oidor apoya la propuesta del Virrey de reducir a un navío el
comercio con Acapulco porque estoy informado de mercaderes que sería de
bastante porte y capacidad para traér las inercadurías que realmente son de
México, las cuales permite solamente vuestra majestad se traigan y cuando a
vuelta de ellas quieran traer de las prohibidas, forzosamente ha de ser en tan
poca cantidad que no sea de consideración. Conviene tomar medidas serias
como ésta, pues es difícil que los mercaderes no se salgan con la suya porque
siempre tienen gente que les apoye (34).
Tres años después, en un despacho del 26 de marzo de 1611, el Virrey
manifiesta al monarca su desaliento al comprobar que, a pesar de las diligen
cias tomadas no se ha podido evitar esta contratación. Propone cerrar por
completo el comercio con México para lograrlo (35).
En otras ocasiones muestra su preocupación porque el comercio con Gua
temala neutralice todos sus esfuerzos por controlar la contratación mexicana.
Sin embargo, no encuentra solución a este punto porque el tráfico con Guate
mala es muy abundante y no pueden prescindir de él ninguna de las dos pro
vincias (36).
Un año más tarde, en 1612, pide que el Monarca le aclare si la prohibición
se extiende a Guatemala e insiste en que se podrían mal sustentar los señores
de la nao y los vecinos de aquella provincia si se cerrase o limitase esta contra
tación (37).
Es en 1612 cuando Montesclaros. da un giro radical en su política. Cons
ciente del vigor que tiene el comercio asiático con el Perú a través de Aca
pulco y de la ineficacia de las medidas tomadas para atajarlo, sugiere al
monarca, en el despacho del 8 de abril, que se piense si no será más conve
niente permitirlo, cobrando fuertes derechos (38). En otra carta del 14 de
diciembre de este año, desarrolla más esta idea. Confiesa que a pesar de
haber puesto medidas tales que le han acarreado fama de sobrada aspereza y
rigor, el resultado ha sido escaso: Le preocupa al Virrey el hecho de que sus
(33) Carta de Montesclaros al Rey. 9-IV-1608, A. G. 1., Lima 35.
(34) Carta de Juan Jiménez de Montalvo, oidor de la Real Audiencia de Lima, al Rey.
1 1-IV-1608. A. G. 1., Lima 95.
(35) Carta de Montesclaros al Rey. 26-111-1611.A. G. 1., Lima 36.
(36)
RodríguezCrespo. P.: op. cit.; pág. 28 (despacho 7-111-1610).
(37) Carta de Montesclaros al Rey. 12-IV-1612.A. G. 1., Lima 36. Existe una copia abre
viada en la Biblioteca Nacional de Madrid. Ms. 8990, fs. 254 V-256 V. Publicada en Codoin
Serie 1. T. VI; págs. 340-44.
(38) Carta de Montesclaros al Rey. 8-IV-1612. A. G. 1., Lima 36.
24
35
EL COMERCiO TRIANGULAR ENTRE FILiPINAS, MÉXICO Y PERÚ A...
diligencias perjudiquen a la gente iñiserable y desprotegida, mientras que los
grandes comerciantes tienen recursos para salir indemnes porque nada basta
para desarraigar este daño y todos desayudan en el intento (39).
Denuncia el colaboracionismo de religiosos, vecinos, oficiales de Armada
e incluso del propio juez privativo para estas causas que se limita a cumplir
con su obligación sin parecerle que la tiene de hacer finezas. También se queja
de la corrupción de los propios jueces que suelen absolver al reo diciendo que
las leyes penales no se han de ejecutar con rigor y que la materia de Estado
más conveniente es mantener este comercio. Y así quedan el virrey y elfiscal
a solas con sus buenos deseos (40).
Ante esta situación, Montesclaros se detiene a considerar las posibles
soluciones:
1.
Cerrar por completo la contratación entre Perú y Nueva España. No
le parece una buena medida porque habría que dejar la de Guatema
la, por donde se introduciría el comercio de ambas provincias.
2. Quitar también el tráfico con Guatemala. No sería muy factible por
que sin él no se mantendrían ni Guatemala ni Nicaragua. Además,
perderían su trabajo muchos peruanos que viven de él.
3.
Reducir a un navío anual esta navegación, como se ha venido inten
tando.
Montesclaros 0pta finalmente por la permisión de un navío anual entre
Perú y Nueva España, en el que se pudiese traer ropa de Castilla y China, car
gando mucho los derechos a la salida de Acapulco y entrada en El Callao, con
lo que se hará menor la granjería y menos codiciable, y apetecerán y tendrán
por inejorla correspondencia de Tierra Firme, donde pagarán menos (41).
De todo lo anterior se deduce que la postura de Montesclaros ante el
comercio peruano de productos asiáticos fue más inflexible que en el caso
mexicano. La razón es obvia. Este último no estuvo prohibido, tan sólo se
controlaba. En cambio, la Corona manifestó desde muy temprano un gran
interés por erradicar todo comercio asiático con el virreinato peruano.
El virrey no tuvo más opción que tratar de aplicar esta política mercantilis
ta. Sin embargo, cambió de parecer al chocar con la realidad de un comercio
fuerte, en el que había muchos interéses en juego, y comprobar la ineficacia
de sus restricciones, que sólo perjudicaban a los pequeños comerciantes. Su
experiencia como Virrey de México y, después, del Perú le permitió tener una
amplia panorámica de las arraigadas interrelaciones comerciales existentes
entre ambos reinos y Filipinas. Supo daptarse a esta situación y presentó a
la Corona una propuesta moderna de, libre comercio, fuertemente fiscaliza
(39)
Nacional
(40)
(41)
Carta de Montesclaros al Rey. 14-XII-1612. A. G. 1., Lima 36. Copia en l Biblioteca
de Madrid. Ms. 8990, f. 254 V-256 V. Publicada en Codoin Serie!, T. VI; págs. 340-44.
ibídem.
Ibídem.
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do, para proteger los intereses peninsulares. Pero la metrópoli no estaba pre
parada para planteamientos tan avanzados. La Paz de Vervins (1598) y la Paz
de Londres (1604) habían demostrado que España no podía mantener un
monopolio económico en América. Tal vez por ello la Corona, aferrada a las
ideas mercantilistas, no quiso ceder en el caso peruano: convenía garantizar
que la riqueza argentífera del virreinato se orientaría exclusivamente hacia
España a través de las remesas de los galeones de la Armada y los beneficios
del comercio peruano en las ferias de Portobelo.
Las restricciones de 1604 y 1609 se volvieron a emitir en 1620, 1634 e,
incluso, en 1706, sin embargo, durante más de un siglo existió un floreciente
comercio al margen de la legalidad.
La vía alternativa.
Desde los últimos 20 años del siglo xvi alrededor de la ruta triangular
Manila-Acapulco-El Callao se fue conformando un importante sistema inter
regional.
Los comerciantes sevillanos fueron los principales enemigos de este trá
fico que desestabilizaba el comercio atlántico. De ahí su propuesta a la
Corona de hacerse con el comercio asiático, quitándoselo a Nueva España.
Los sevillanos se dieron cuenta de que para monopolizar esta contratación y
romper las peligrosas relaciones de Perú y México con las Islas, era necesario
desplazar este tráfico fuera del Pacífico. Por ello en su petición se incluye la
propuesta de una vía directa hacia Filipinas por el cabo de Buena Esperanza.
La unión de las coronas española y portuguesa desde Felipe II abría en estos
momentos la posibilidad de rutas alternativas alrededor de Africa hasta Asia
Central.
La Corona pidió también su parecer sobre este punto a Montesclaros. En
la carta del 12 de abril de 1612 el Virrey da una serie de razones contrarias a
esta alternativa (42).
Comienza explicando los esfuerzos que desde Carlos V han hecho los
monarcas españoles en enviar expediciones por el Norte y Sur de América
buscando el paso hacia Asia. Le parece absurdo, por tanto, renunciar ahora
a algo tan deseado. Además, explica el Virrey, el objetivo de este empeño fue
no tocar en puertos y tierras de Portugal y, según él, la unión de las dos coro
nas no debe hacer desaparecer este recelo porque persisten el rencor y la ene
mistad. Además, afirma, como quien lo tiene bien experimentado, que en
todas las Indias donde tienen mano niegan los portugueses la correspondencia
que les devían [a los españoles] como a vasallos de su mismo dueño (43).
Tampoco le parece a Montesclaros un argumento favorable el que los
holandeses utilicen la ruta africana. Desde finales del siglo xvi, al haberse
(42)
(43)
26
Carta de Montesciaros al Rey. 12-IV-1612. Citada en nota 37.
Ibídem.
35
EL COMERCIO TRIANGULAR ENTRE FILiPINAS, MÉXICO YPERÚA...
incorporado Portugal a la monarquía hispánica, los Países Bajos recurrieron
a la fuerza para continuar uilizando las rutas portuguesas y sé hicieron con
una serie de bases comerciales en el Sureste asiático. La tregua de 1609 les
había réconocido el derecho a navegar por estas rutas pero les vedaba el
acceso a través de las Indias occidentales. A esto se refiere el Virrey cuando
aclara que los holandeses utilizan la ruta de Buena Esperanza pues no tuvie
ron otros caminos entre quien elegir (que) este, y aseguroyo deprudencia con
que ellos miran lo que les conviene que si pudieran gosar de tal comodidad
como la que ai en Nueva España no se pusieran en riesgo de correr la costa y
puertos de vuestra majestad por una mar abierta donde podrían encontrar
quien se lo resistiese(44). Una prueba de ello son los intentos que han hecho
pa.ra hallar un paso por el estrecho de Anian, teniendo por más seguro para su
quietud hacer experiencia de rigurosos y nuevos mares, que sujetarse al sobre
salto con que pasan los que son tanto más dulces y cursados (45).
Así, pues, la conclusión que saca es que aunque la. navegación viene a
durar lo mismo por la ruta occidental que por la oriental, la seguridad es el
factor decisivo que debe inclinar la balanza en favor de esta última: en la segu
ridad conocida es muchala ventaja que hacen los que ban por la mar del Sur
por estar siempre tan limpia de enemigos (46).
En este punto se podría decir que Montesclaros se muestra excesivamente
confiado. De hecho, tres años más tarde tuvo que hacer frente en la batalla
naval de Cañete a una escuadra holandesa, al mando de Spilbergen, que
había entrado por Magallanes (47).
Finalmente, añade el marqués un último argumento contrario a la vía
alternativa: no sólo existen más garantías en la navegación si se va por la ruta
occidental, sino que la misma seguridad de las Filipinas resulta beneficiada.
La defensa de las Islas debe apoyarse en sus propias fuerzas y en los auxilios
que en caso de necesidad se envíen desde Nueva España. Pero, sin duda, el
factor principal que protege a Filipinas, cercadas de enemigos tan poderosos
como el Japón y la China, uno por esfuerzo y valentía i otro por multitud
increíble de gente, es el que por medio de ellas esté abierta la contratación con
los reinos hispanos. Por ello, en opinión de Montesclaros, se debe de tener
muy en cuenta que si la navegación se hace por Oriente, es probable que gran
parte del tráfico se trasladase a los puertos de Portugal que son más accesi
bies, dejando a Manila sin la contratación que salvaguarda su seguridad (48).
No exagera el virrey al plantear el problema en estos términos. La ame
naza china no era sólo externa. La población originaria de este lugar consti
tuía en Filipinas un grupo étnico superior al de los españoles. Tenían, ade
(44)
(45)
(46)
ibídem.
ibídem.
Ibídem.
(47) Rodríguez Crespo, P.: «El peligro holandés en las costas peruanas a principiós del
siglo xvii: La expedición de Spielbergeny la defensa del virreinato (1615)><.Separata Revista
Histórica, T. XXVI. Lima, 1964.
(48) Carta de Montesclaros al Rey. 12-IV-1612.Citada nota 37.
Año 1991
P. LATASA
V,4SALLO-M.
FARIÑAS
DEALBA
más, una importancia decisiva en la vida económica de las Islas. Los sangleys
controlaban una gran parte del tráfico del Galeón. El resto de la población era
una mano de obra hábil y barata. Los pocos españoles residentes en Filipinas
dudaron siempre de su fidelidad y de hecho hubo algunas revueltas como la
de 1603. Precisamente dice Montesclaros que cuando el gobernador Pedro de
Acuña receló de que los sangleys se habían levantado en ese año por orden de
su emperador, este último le contestó diciendo que por su parte respetaban
las Islas sólo a título de que a través de ellas podían comerciar con las Indias.
Las relaciones con Japón fueron también tensas. A principios del siglo xvii
se normalizaron los contactos entre isleños y japoneses a través de un rígido
sistema de control comercial: el certificado del Sello Rojo. De nuevo, el con
tacto se limitaba al interés económico.
La argumentación de Montesclaros en favor de la navegación por el Mar
del Sur estuvo, por tanto, apoyada en un profundo conocimiento del contexto
internacional en que se enmarcaba el tráfico asiático.
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28
35
LA DEFENSA DE PUERTO RICO
(1797)
Pflar CASTILLO MANRUBIA
Doctora en Historia
Para Inglaterra destacaban dos objetivos en el mar Caribe: La isla Trini
dad, obligado paso de las ecuadras del comercio con Tierra Firme, Portobelo
y el golfo Dulce; y el de Puerto Rico, llave de las Antillas y antemural de/golfo
mexicano y principal base en la ruta del tráfico político-militar de la metrópoli
con Centroamérica. Sobre estos dos claros objetivos se centró la actividad de
las últimas grandes batallas de la guerra anglosajona durante el siglo xviii.
Perdida Trinidad en las aciagas jornadas del 16 al 18 de febrero de 1797,
quedaba Puerto Rico como última posición de firmeza en la ya quebrada
organización del viejo imperio español, para cuya conquista se dispuso la
escuadra del almirante Harvey. Los primeros rumores de la aproximación
enemiga llegaron a nuestros compatriotas en la segunda mitad de febrero,
esto es, inmediatamente después de la pérdida de Trinidad; así que el 13 de
marzo se despacharon avisos a Santo Domingo y a La Habana pidiendo soco
rro de armas, tropas, dinero, etc., y a primeros de abril, el gobernador y capi
tán general de Puerto Rico, brigadier Ramón de Castro y Gutiérrez, reiteró
al gobierno español la misma petición, manifestando el estado de los oficiales,
tropa y gente de armas; en este escrito explicitaba que el número total de las
fuerzas con las que contaba era de 4.029 hombres, a los que había que añadir
las dos Maestranzas —la de artillería y la de fortificación— y 180presidiarios
que, voluntariamente, se prestaban a combatir.
La escuadra británica, conducida por el almirante Harvey, y los efectivos
de desembarco del general Sir Ralph Abercromby se presentaron ante San
Juan de Puerto Rico, a las seis de la mañana del 17 de abril de aquel año de
1797. La escuadra la componían: un navío de tres puentes, de setenta caño
nes, The Prince of Wales; dos navíos de 70 cañones; dos de 60; dos fragatas de
40; una de 36; dos bergantines de 18 y 16 cañones, respectivamente; cuatro
corbetas de 16; 18 goletas corsarias, de porte, artilladas con 12 cañones; una
urca grande, y un número impreciso de buques menores de transporte. Total,
68 velas. Y en cuanto al ejército, el contingente oscilaba entre los 8.000 hom
bres admitidos por Castro, y los 11.000declarados por el ingeniero Ramírez.
Para hacer frente a esta crítica situación, el gobernador y capitán general
Ramón de Castro convocó a los primeros jefes de la guarnición en el palacio
de la Real Fortaleza y les dio la novedad, tratando de poner en ejecución el
Pian de Defensa, aprobado por la Corona para la isleta de San Juan el 3 de
octubre de 1796. El brigadier Castro, acompañado de su Plana Mayor,. pasa
ron al castillo, de San Felipe del Morro, desde donde mandó tocar generala,
marchando todos los mandos a sus respectivos castillos y fuertes para colocar
Año 1991
.
29
Mapa de la plaza de San Juan de Puerto Rico y su bahía. Firmadb por Tomás ODaly,
1776. (Museo Nava
a las tropas en los lugares designados. Se facilitaron al comandante Félix de
la Cruz, jefe de las Compañías Urbanas, armas y municiones para el paisana
je, y se mandó que un cuerpo volante a las órdenes del teniente coronel gra
duado y capitán del Fijo, Isidoro Linares, con soldados veteranos y cuatro
cañones de campaña, se situaran en las playas de Cangrejos, Punta del Con
dado y Monte del Rodeo, con el fin de oponer la primera resistencia a los
intentos de desembarco por el sector este de la isleta y plaza de San Juan.
Igualmente se dispuso que la Marina Real, bajo la dirección de su comandan
te, el capitán de fragata Francisco de Paula y Castro, colocara en los lugares
asignados en el caño de San Antonio los cuatro gánguiles, dos pontones y 12
lanchas cañoneras de que disponía, y que otras embarcaciones se apostaran
al abrigo de la pequeña cala de San Agustín para obstaculizar cualquier
intento de penetración por la boca del Morro. También se dieron instruccio
nes para que acudieran a la capital las ocho compañías de infantería de las
Milicias Disciplinadas existentes en los partidos de la islas, y la compañía de
caballería destacada en Guaynabo y Bayamón. Asismismo se publicaron ban
dos ordenando la evacuación de las mujeres, ancianos e impedidos.
Linares, con cien hombres, se apostó en el lugar denominado La Pasa,
inmediato a la playa de Cangrejos; en el caño de Martín Peña, el capitán de
Ingenieros Ignacio Mascaró y Homar, con su batería, reforzada con la pre
sencia en la bahía de dos gánguiles; en la playa de Torrecilla se situó el
teniente coronel Teodomiro del Toro, con bastantes hombres de la Milicia
Disciplinada; y el teniente coronel José Vizcarrondo, al mando de otros cien
30
Núm.
35
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drid, Sección de Cartografía.)
hombres, se apostó en la playa de San Mateo. Así pues, las tres importantes
posiciones —La Pasa, San Mateo y La Torrecilla— estaban con buenos res
guardos para detener, o retrasar al menos, los intentos de desembarco de los
ingleses. El mismo brigadier Castro pasó con sus ayudantes a Cangrejos para
reconocer las posiciones, y al Castillo de San Jerónimo para seguir paso a paso
las eventualidades del desembarco.
Aproximadamente a las diez de la mañana de aquel 17 de abril, la escua
dra inglesa inició movimientos de aproximación hacia las playas de Cangre-.
jos, empezando los buques de transporte a dar fondo en la última, llamada La
Torrecilla. Dos fragatas se destacaron del grueso y se acercaron a la boca del
Morro con idea de bloquear su entrada, pero manteniéndose a respetable dis
tancia de los fuegos del castillo de San Felipe; y otro navío se dirigió a altamar
para realizar las misiones de vigía y descubierta. Cuatro lanchas grandes,
repletas de soldados, protegidas por los fuegos de las fragatas, llegaron hasta
la misma arena de la playa de Torrecilla, mostrando una de las chalupas
erguido el pabellón británico. Contra ellas atacó el teniente coronel-Del
Toro, con tal denuedo, que en ésta sólo quedó un superviviente y en las otras
muy pocos, por lo que tuvieron que retroceder. Poco después realizaron un
nuevo intento, esta vez protegidas las lanchas entre sí por el fuego de los fusi
les, en tanto que los navíos arrojaban fuego contra los apostaderos de las pla
yas; de esta manera, más de 3.000 hombres consiguieron desembarcar. En
respuesta, Teodomiro del Toro reagrupó sus efectivos con los de Vizcarrondo
y Linares. Vizcarrondo se atrincheró en San Antonio, instalando dos cañoAño
1991
31
P. CASTILLO MANRUBIA
nes; pero los ingleses atacaron con tanta decisión y superioridad que se tuvo
que refugiar en el puente de San Antonio. Y en cuanto los soldados ingleses
aparecieron entre los manglares, salió Vizcarrondo con 50 voluntarios de las
Milicias Disciplinadas, 100 ciudadanos de la República francesa y 30 de la
compañía de Caballería de Bayamón, atravesó rápidamente el puente y cargó
con gran ardor contra ellos, deteniéndolos. Una vez Vizcarrondo en Cangre
jos, organizó sus fuerzas en tres agrupaciones, avanzó por los mangles y dio
vista a la playa de San Mateo, retirándose por el puente de San Antonio, que
el gobernador mandó cortar.
El 18 de abril, el general Abercromby y el almirante Harvey, que manda
ban conjuntamente las tropas británicas, enviaron un pliego al brigadier Cas
tro intimándole a la rendición de la plaza de Puerto Rico. Nuestro valeroso
general les contestó que defendería la plaza que tenía el honor de mandar
hasta perder la última gota desangre. Y se aprestó rápidamente a su defensa.
El capitán Ingeniero Ignacio Mascaró y Homar, que estaba defendiendo
el cenagoso paso del caño de Martín Peña, fue atacado por dos columnas
inglesas de más de 200 fusileros. El brigadier Castro envió tres lanchas caño
neras con el fin de contener al enemigo y proteger la retirada de Mascaró;
conseguida ésta, San Juan quedaba abandonado a su suerte, esperando ser
atacada al anochecer. Así las cosas, Mascaró le pidió a Castro un puesto avan
zado, de gran responsabilidad, para defender San Juan, siendo encargado de
la defensa del fuerte y puente de San Antonio; y al teniente coronel Teodo
miro del Toro se le asignó defender el fuerte de San Jerónimo.
Al amanecer el 19, estos héroes luchaban denodadamente contra el ene
migo, deteniendo los ininterrumpidos asaltos de los fusileros de Abercromby.
Castro encomendó al teniente coronel Linares que formara apostadero en la
playa de Palo Seco, con el fin de observar los movimientos de los ingleses. En
Río Piedras se concentraron 400 hombres de las Milicias Urbanas de Toa, por
silos ingleses atacaban por allí. Al amanecer el 20, se vio que las intenciones
del almirante Harvey se fijaban en las playas de Boca Vieja y Punta Salinas,
al oeste de la boca del Morro, con dos chalupas de reconocimiento, que estu
vieron todo el día intentando acercarse. A las nueve de la noche, salió para
evitar el desembarco el capitán del puerto, teniente de fragata Juan Hurtado.
situándose en la boca de Palo Seco. Un bergantín inglés, temerariamente,
fondeó al norte de la isla de Cabras, pero desde el Morro las baterías de San
Fernando lo acribillaron, teniendo que retirarse. Sesenta voluntarios, condu
cidos por los subtenientes de Milicias Vicente y Ernigdio Martínez de Andi
no, fueron a reunirse con Linares en Palo Seco, al tiempo que otros 50 hom
bres, conducidos por el sargento mayor de Toa Alta, José Díaz, detuvieron
la penetración por Cangrejos. Los ingleses instalaron en el Cerro del Conda
do, del Rodeo, puente de Martín Peña y en Miraflores las cuatro baterías con
las que iban a batir los fuertes de San Antonio y San Jerónimo, el polvorín y
la línea de la playa entre el mar del Norte y el cabo de San Antonio.
El 20, las partidas conducidas por los subtenientes de Milicias Vicente y
Emigdio Martínez de Andino, junto con las que mandaba el subteniente de
32
35
LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)
Granaderos del Fijo, Luis de Lara y Navarrete, bajolas órdenes del jefe Lina
res, emprendieron la valerosa y peligrosa acción de reconquistar el puente de
Martín Peña, desalojando a los ingleses. El 22 de abril, el Ingeniero Mascaró
emplazó dos cañones de a 8 en la parte inferior del puente de San Antonio y
derribó los pretiles para evitar abrigos a los enemigos. También se reforzó el
puente de San Jerónimo con dos morteros de nueve y doce pulgadas. Por la
tarde, elbrigadier Castro, convencido del iniiiinente ataque inglés, mandó
asegurar la primera línea y puso en guardia a los defensores de la segunda y
tercera. La Marina colocó gánguiles y lanchas cañoneras en el caño de San
Antonio, escondidas entre los mangles. La noche del 23 al 24 la pasó el briga
dier Castro en las bóvedas del fuerte de San Jerónimo, reunido con su plana
mayor y la de la Marina. Proyectaron un desembarco en la parte de Cangrejos
que da a la bahía, pero conociendo el general la calidad de las tropas que tenía
en su guarnición, siendo el regimiento Fixo el único veterano que había en ella,
nuevamente completado con reclutas..., consideró, no sin mucho sentimiento
de perder la ocasión, que se hallaba imposibilitado de hacer una salida de la
plaza y dar un ataque brusco al enemigo para obligarle a levantar el sitio y
escarmentarlo. Pero como Castro no quería perder la oportunidad que le
ofrecía la indecisión de Abercromby, a las primeras horas del amanecer
embarcó una partida de 70 hombres armados, conducidos por el sargento pri
mero de las Milicias Disciplinadas Francisco Díaz; las piraguas, protegidas
por lanchas cañoneras, penetraron sigilosamente por el caño de San Antonio,
desembarcando en las proximidades de las trincheras y baterías de los ingle
ses. A la distancia conveniente hizo una descarga y fue avanzado hasta entrar
en la trinchera sable en mano, acometiendo valerosamente a los contrarios
hasta ponerlos en fuga, a pesar de que serían unos 300. Reconoció la batería
y, con un capitán y trece prisioneros más, decidió retirarse. La brillante
acción del sargento Díaz y sus hombres fue seguida por el brigadier Castro
desde el fuerte de San Jerónimo, ordenando el fuego de cobertura. Cuando
Díaz y sus valientes regresaron al fuerte, el general, lleno de júbilo, dio gra
cias en nombre del Rey a todos y ordenó que se les entregaran inmediatamente
500 pesos del Real Erario, recomendando especialmente al sargento primero
Díaz para que fuera recompensado por la Corona. En efecto, el 22 de octubre
de 1797, Carlos IV le concedió el ascenso a subteniente veterano, con sueldo
y agregación a las Milicias Disciplinadas.
La acción del sargento Díaz excitó a los ingleses, quienes, a las ocho de la
mañana, iniciaron un nutrido fuego de todos los calibres con las baterías
emplazadas al sur y este del puente de San Antonio, lucha que duró toda la
noche, defendiéndose entre sus maltrechos muros los heroicos hombres de
Mascaró.
A los ingleses les era imposible superar el duro obstáculo que presentaban
unos extraordinarios soldados aferrados a sus debilísimas defensas. De ahí la
gran injusticia que supuso el que Abercromby quisiera justificar su derrota
confundiendo los que fueron gloriosos soldados con tropas de la peor clase y
las murallas imponentes, porque si es cierto que San Juan contaba con un
•
Año
1991
P. CASTILLO MANRUBIA
General, Sir Ralph Abercromby (1734-1801).
Mandaba el ejército de desembarco que atacó a San Juan de Puerto Rico, en abril de 1797. Se
unió en Barbada a la escuadra de Sir Harvey —que acababa de conquistar la isla Trinidad—
para llevar a cabo la gran operación que diera a Inglaterra, con la conquista de Puerto Rico, el
dominio en las Antillas y Centroamérica. Su fracaso significó para la nación británica la pérdida
de la prolongada batalla del Caribe.
Había nacido en Moustry (Escocia), en octubre de 1734. Se había distinguido en la campañas
de Flandes, toma del fuerte de San Andrés, sobre el Mosa, yen la retirada de Nimega. Después
de su aventura en Puerto Rico, participó en las campañas de Holanda con el ejército del duque
de York. Mandaba la expedición que venció a los franceses en Alejandría, resultando herido en
Abukir, el 21 de marzo de 1801, muriendo días después a bordo del «Foudroyant»; sus restos
reposan en la Catedral de San Pablo, en Londres, en el panteón que le erigió la Cámara de los
Comunes.
(«The National Portrait Gallery, London»).
34
Núm. 35
LA DEFENSA DE PUERTO RIÇO (1797)
extraordinario recinto fortificado. con dos fábricas de mucho respeto —el
Morro y San Cristóbal—,. Abercromby se dirigió contra los flancos vulnera
bles, simples fortificaciones reforzadas con sacos, barriles de arena y otros
auxilios.
También en el fuerte de San Antonio. se destacó el soldado Cristóbal
Ortega que, encargado de un cañón, con sus disparos consiguió desmontar
otro del enemigo. Asimismo, el fuerte de San Jerónimo fue intensamente
batido por la artillería emplazada en el monte del Rodeo, y su comandante,
Teodomiro del Toro, igualaba la proeza que, a corta distancia, llevaba a cabo
el capitán Mascaró. Allí, otro soldado, Domingo Blanco, apuntó un mortero
con tanto acierto que la bomba cayó en un repuesto de municiones y bombas
del enemigo, causándole gran daño.
La isla de Miraflores constituía una posición ventajosa, porque desde ella
podía hacerse saltar, por la espalda y el flanco derecho, el duro cerrojo de las
líneas defensivas de la isleta. Y debido a su valor estratégico, los ingleses se
apoderaron de ella y de su almacén de pólvora. Como respuesta, el brigadier
Castro.ordenó que en la puntilla de San Lázaro se emplazaran varias baterías
para atacar por eloeste a la isla de Miraflores, lo que impidió que los ingleses
planearan ninguna operación de asalto a la isleta. También mandó atacar por
la retaguardia a los de Cangrejos y Miraflores, orden que cumplió Francisco
Martínez de Andino con una partida volanté, infiltrándose por el. caño de
Martín Peña y causando numerosas bajas al enemigo. Similar fue la acción
desempeñada por el sargento primero Felipe Cleimpaur, al que, durante el
sitio, Castro lo nombró para hacer servicio de subteniente, y que por su com
portamiento fue reconocido como efectivo por la Córona en 22 de octubre
de 1797.
El 29 de abril se reunió Castro con sus principales jefes, reso!yiendo pasar
a la ofensiva. Los 800 fusileros, las dos compañías de Caballería y el cañón de
batallón del cuerpo volante del Río Piedras, de Lara, toparon al día siguiente
con las avanzadas y baterías enemigas del caño de Martín Peña, producién
dose numerosas bajas. Esta acción, considerada imperfecta y precipitada por
el brigadier Castro, agudizó de tal modo la intranquila situación inglesa que
Abercromby, temeroso de ser sorprendido por rápidas infiltraciones que lo
expusieran a un copo general, dispuso en la misma noche del 30 de abril el
urgente reembarque. Resultando pues, que ningún acto de energía por nuestrq
parte o ninguna operación combinada por las armas de Mar y Tierra podía en
manera alguna llevarse a cabo, determiné retirarme y embarcar las tropas, lo
que se efectuó en la noche del 30 de abril con el mayor órden y regularidad...
(Parte Oficial del general Abercromby a S.M.B.).
Castro dispuso que tres compañías de Caballería pasaran a Cangrejos
para cargar sobre la retaguardia enemiga, estorbando el reembarque; pero
los ingleses habían abandonado ya el campo, dejando centenares de cadáve
res, armas de fuego, municiones y víveres.
Los pliegos del brigadier Castro a la Corona fueron traídos a España por
el capitán de Ingenieros Ignacio Mascaró, héroe del puente fortificado de San
Año 1991
P. CASTILLO MANRUBIA
k
.
Almirante, Sir Henry Harvey.
Conducía la poderosa escuadra de «sesenta y ocho Belas» que traía el ejército de desembarco
del general Abercromby sobre Puerto Rico.
Jefe de los efectivos navales ingleses en el Caribe, su presencia en las Antillas iba precedida de
justificado temor. Conquistador de la isla Trinidad, el 18 de febrero de 1797, arremetió dos
meses más tarde contra la «llave de las Antillas», pero sus navíos no pudieron vencer la heroica
resistencia que se le ofrecía en San Juan. Su flota intacta, se alejó vencida del horizonte antilla
no, perdida la moral de una gran batalla liquidada con el siglo xviii.
(<>TheNational Maritime Museum, Greenwich, 5. E. 10»).
36
Núm. 35
LA DEFENSA DEPUERTO RICO (1797)
Antonio. En ellos, y llevado de su profundo sentimiento religioso, Castro
decía: Yo no atribuiré, Excmo. Sr., la retirada del enemigo, que no puede titu
larse así, sino precipitada y afrentosa fuga, como convencen los despojos que
dejó abandonados dentro de sus líneas, a las acertadas providencias mías, sino
a la mano poderosa del Altísimo que, además de dictar/as, protegió visible
mente esta plaza e ysla. Poco después, con fecha 13 de julio, la Corona, pro
fundamente impresionada por la brillante gesta, contestaba a Ramón de Cas
tro ascendiéndole a Mariscal de Campo. También Mascaró fue ascendidoa
teniente coronel y se le concedió la Cruz pensionada de la Real Orden de Car
los III; y, por último, Carlos IV concedió a la ciudad de San Juan, por Real
Orden de 13 de abril de 1799, el título de muy noble y muy lea/y el mote que
persevera en su escudo, para su honor en la Historia: Por su constancia, amor
y fidelidad, es muy noble y leal esta ciudad.
Escrito núm. 139, de 8 de mayo de 1797, del gobernador y capitán general
de Puerto Rico, brigadier Ramón de Castro, dando cuenta a Miguel José de
Azanza de haber sido sitiada la plaza de su mando por los ingleses y rechaza
dos éstos hasta obligarles a una precipitada fuga. (Arch. Gral. Mtar. Segovia:
Ultramar, leg. 36, expediente 2).
Excmo. Sr.: Tengo el honor de participar a 5. M. por medio de V. E., de
cómo he triunfado de los enemigos de i.ui modo que llena de gloria a las armas
españolas, como de vergüenza al pabellón inglés.
Orgullosos los comandantes generales de las fuerzas terrestres y marítimas
de S. M. B. en estos dominios, Ralph Abercromby y Henry Harvey con la con
quista de la isla de Trinidad se dirigieron a ésta provistos de un lucidísimo tren
de artillería con todos los útiles y demás necesario para bloquear y sitiar su
plaza en una numerosa escuadra procedente de Martinica, compuesta de 68
buques, entre ellos un navío de tres puentes, cuatro más de 70 a 50 en que se
contenían de 7 a 8.000 hombres de desembarco, según los informes de los pri
sioneros de guerra y desertores del campo enemigo, extendiéndose algunos
hasta 12.000 y 13.000.
En efecto, al amanecer del día 17 del mes próximo pasado se avistó la escua
dra, enemiga sobre las playas de Loysa, al este de/puerto principal de esta isla.
Luego que se reconoció enemiga, distribuí con arreglo al Plan de defensa todas
las tropas que componían la guarnición de esta plaza, designándolas los pues
tos y comandantes respectivos, los que reconocí sucesivamen te por mí mismo.
El Cuerpo Volante por la parte de Cangrejos, situado también al este que
más se aproxima a la plaza, pasó sin demora a ocupar sus playas, Condado y
Rodeo, cuyos puestos reconocí aquella tarde y noche con el teniente de Rey y
el ingeniero en jefe, D. Felipe Ramírez. Se colocó en la tercera D. Teodomiro
del Toro, teniente coronel graduado y Ayudante Mayor de las Milicias Disci
plinadas de esta isla.
Fondeada la escuadra con inmediación de la boca de Cangrejos y Torreci
lla, y procediendo un vivo fuego de sus embarcaciones para proteger el desem
barco, el cual presencié desde él castillo de San Jerónimo, se verificó éste al
Año 1991
P: CASTILLO MANRUBIA
El Brigadier D. Ramón de Castro y Gutiérrez.
Gobernador y Capitán General de Puerto Rico, había tomado posesión de su alto cargo el día
21 de marzo de 1795. Militar de preciadas dotes; a su valor, capacidad y entereza, corresponde
gran parte de la victoria sobre Abercromby y Harvey en los ataques de 17 de abril a 1 de mayo
de 1797. Premiado por la Corona con el ascenso a Mariscal de Campo, cesó en su mandato en
1804. regresando en 1809a España.
Era hijo del Marqués de Lorca y Gentilhombre de Cámara deS. M. En su brillante Hoja de Ser
vicios figura la gloriosa defensa del Fuerte-Willage (Penzacola) en 1781. frente a los ingleses;
mandó la Comandancia General de las Provincias Internas de Oriente (Virreinato de Nueva
España), antes de su glorioso desempeño en Puerto Rico.
(Oleo, Colec. particular de D. Acisclo Marxuach, San Juan de Puerto Rico).
38
Núm. 35
LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)
aclarar el siguiente día 18, sin embargo de la oposición que le hizo el bravo ofi
cial Toro, que causó mucho estrago sobre el contrario, y se replegó a la partida
del teniente coronel don Isidoro Linares, apostado en la playa inmediata, en el
mejor orden según le había prevenido. En el mismo día me intimaron los dos
generales por oficio de rendición de la plaza a S.M. B. y les contesté con el
honor y confianza que alentaban mi espíritu, dispuesto a resistir su entrega
mientras conseri-’ase la vida.
El enemigo, apoderado de aquella parte de tierra, marchó hacia el puente
de San Antonio, abrió sus trincheras y formó sus baterías para franquear el
paso por él; pero no lo pudo jamás conseguir por el vivo fuego que incesante
mente se le hizo de las del puente mismo, que mandó valerosamente el Inge
niero ordinario D. Ignacio Mascaró y Homar y por el del Castillo de San Jeró
nimo, que dirigió con arrogancia el referido Toro, quien poco después de su
retirada de la playa de Cangrejos pasó a encargarse del mando de él. Fueron
frustradas e inútiles las vigorosas tentativas del enemigo y ataques impetuosos
de fusilería sostenidos de sus dominantes baterías.
Estas que dominaban el puente de San Antonio y el castillo de San Jeró
nimo hicieron un fuego continuado; pero no apagaron el de uno y otro; a éstos
ofendían los tiros de los navíos de la escuadra y a ambos otra batería estable
cida en el Condado por el enemigo. A la ofensa de éste y defensas del puente,
sin duda, contribuyeron mucho los gánguiles y lanchas cañoneras situadas en
el caño de San Antonio.
Durante el sitio hizo el enemigo varias diversiones por unas y otras partes
dirigidas a la plaza, y a saquear y robar las casas y haciendas colindantes con
su campo y líneas. Con el primer objeto se estableció en Miraflores yformó allí
baterías de obuses, morteros y cañones, cuyos fuegos dirigió a la plaza, donde
introdujo un gran número de granadas reales y algunas balas incendiarias,
pero ninguna causó daño a estos vecinos, a quienes parece preservó elAltísimo
y solamente una prendió fuego en unos de los almacenes de víveres, que feliz
mente apagó: con cuyo motivo tomé las precauciones correspondientes a evitar
cualquier incendio. Tiró algunas bombas, pero como le faltaba mortero a placa
no llegó a la plaza alguna, y las de ella le hostilizaron tanto que le obligaron a
desamparar el puesto dejando infructuosos unos trabajos crecidísimos.
Con el segundo objeto hizo el enemigo en los primeros días del bloqueo
muchas salidas: en ellas robó los ganados y haciendas contiguas: destrozó las
casas y cuanto encontraba en ellas: cortó los árboles más útiles: ofendió a los
dueños con castigos: y se comportó con tanta bajeza que en nada observó las
reglas y leyes de un conquistador generoso que por los medios permitidos pre
tende hacer su conquista; pero, por último, con el Cuerpo Volante que establecí
en el inmediato partido nombrado Río Piedras se le encerró dentro de su cam
po, de tal suerte que después no fue osado a salir y se pudo decir que el sitiador
pasó a ser sitiado.
Cortó y arruinó el puente de Martín Peña para que no pudieran ofenderle
las partidas del mismo Cuerpo, que llegó a componerse de más de 800 hombres
de tropa reglada de Infantería y Caballería, y de paisanos de esta isla con dos
Año 1991
P. CASTILLO MANRUBIA
El fuerte de San Jerónimo (San Juan de Puerto Rico).
Viejo castillo avanzado del Sector Este de la «Isleta de S.’ Juan», de gran valor estratégico por
su situación en el reducido acantilado que forma el Boquerón frente a la Punta del Condado.
Ante él, la boca o paso que comunica por el Caño de San Antonio a la bahía de San Juan. Aca
baba de ser restaurado siguiendo los planes del ingeniero militar Juan F. Mestre—aprobados
por R. O. de 30 de octubre de 1791—, cuando aconteció el gran ataque inglés de 1797, del que
resultaría destrozado.
Lugar sagrado en la defensa de San Juan, aquí se defendió con gran heroísmo el teniente coro
nel Del Toro, resistiendo la acometida del ejército de Abercromby, y el duro castigo de los
navíos de Harvey. Con el fuerte de San Antonio, defendido por el capitán Mascaró, estos
baluartes constituyerón los sólidos pilares en los que se confirmaba la fuerza moral de los ejér
citos españoles ante los poderosos ataques británicos en el Caribe.
(Fot. cedida por el Dr. Alegría, Director del Inst.
de Cult. Puertorriqueña, San Juan de P. R.).
40
Núm. 35
LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)
cañones de batería y la dotación correspondiente de artilleros, pertrechos y
municiones para su servicio.
De la plaza dispuso varias salidas al campo enemigo, que hicieron en él
mucho daño y condujeron prisioneros de guerra en bastante número. Por el
efecto de éstas reconocí que el enemigo las temía: supe además por las deposi
ciones de ellos y desertores de su ejército que la vigorosa defensa de la plaza le
tenía eñ bastante consternación, la que no había pensado: acaso procedería de
cilgunas inteligencias qtie tuviese en la pjaza del enemigo con vecinos extranjeros y otros transeúntes residentes en ella; que mandé arrestar privándolos dé
comunicación, luego que se me informó que había alguna sospecha de ellos; Sé
confirmaron en mi concepto las inteligencias del contrario con algunos de la
plaza, en vista de un papel en que se me comunicó haber dado aviso al general
inglés del paraje en el campo en que se hallaba mi mujer afin de que dispusiere
hacerla prisionera. Era también fundamento)’ apoyo de su expedición la noti
cia que tenía, según supe de sus desertores, de la escasez de víveres y falta de
agua en la plaza.
Incitado de estos principios, mandé que todo el Cuerpo Volante establecido
en Río Piedras con otras partidas que destiné hiciesen una salida al campo ene
migo, atacándole por los costados y retaguardia, según y con las disposiciones
que constan del Diario; y sin embargo de que uno de los comisionados, el sub
teniente de Granaderos D. Luis de Lara, no comprendió mis órdenes e idea,
hizo un ataque por retaguardia con el Cuetpo Volante que causó estrago en el
contrario y que rehusó la salida a que aquél le provocó: resultó de esto batirse
la gene frala en el campo enemigo, ponerse todo el ejército sobre las armas y
repartirse en dos columnas para atender a su vanguardia y retaguardia, rece
loso de que como por ésta sele atacara también por aquélla; y, en fin, se ha visto
que fue tan precipitada su fuga al otro día y en el mismo quedejó en el campo
la artillería, municiones, útiles, tiendas, víveres, caballos, lanchas, botes y
otros efectos de su servicio con noticia de haber dejado enterrados otros
muchos que, como los desparramados en toda la extensión de su campo, han
padecido extravio y pillaje, que las atenciones de la plaza no han permitido evi
tar. Tomó sus buques en que estuvo embarcado el día 1 de este mes todo el ejér
cito enemigo, y dieron vela al siguiente día, dejando a la verdad estampado un
borrón indeleble para las armas británicas con su cobarde y vergonzosa fuga;
el cual hubiera sido mayor si no se hubiese frustrado la salida de otras partidas
que había dispuesto atacaren por el flanco a los enemigos, dirigiéndose a la
parte que media entre el puente y Miraflores, en cuyo caso creo que en pago de
su osadía hubieran sufrido la alternativa y extremos de rendirse o de virar.
Es admirable, Excmo. Sr., el estado ruinoso del puente de San Antonio en
que hoy se mira, cortado en tiempo por disposición mía, y a mi presencia con
el ingeniero en jefe derribados sus pretiles para dificultar el paso al enemigo. Su
pintura, si no se le añade la vista, sería increíble. No puede atribuirse su conser
vación a otra mano que a la divina.
El Diario que acompaño instruirá a V. E. pormenor de las disposiciones
dadas por mí durante el sitio, y movimientos u operaciones del enemigo al que
Año
1991
P. CASTILLO MA NR UBIA
precede las relaciones de las providencias y precauciones previas que tomé para
defender esta plaza de sus sorpresas, ataques y sitio.
Nada faltó en la plaza durante el sitio ni hubiera faltado aunque se hubiere
diferido por quatro meses. Estuvo abundante la provisión de pan, arroz, carne
(no he llegado a echar mano de 1.300 reses vacunas de lOa. cada una que tenía.
arrimadas a esta plaza por la parte del norte en los partidos libres del robo del
enemigo). Sin necesidad, comencé a suministrar la ración de los víveres apro
piados aquí para el socorro de nuestra escuadra, porque después de tanto
tiempo de depósito y almacén se había reconocido póxi1nos a la corrupción,
si no se consumían. La artillería estuvo bien servida, aunque no había más de
70 artilleros de la Compañía Veterana y 200 de Milicias, porque tenía de ante
mano instruídos en e/manejo del cañón, mortero y obús a más de 200 hombres
del Regimiento Fijo y Milicias de infantería, a que.se agregaron algunos france
ses que se hallaban aquí dependientes de sus buques corsarios, que, como tro
pas auxiliares, se han prestado a servir durante el sitio. Todos los cuerpos vete
ranos y levantados por mí desempeñaron su obligación en la parte que pudie
ron y que a su calidad correspondía. De los individuos, de todos y principal
mente de los que se han distinguido, doy con esta fecha a V.E. por separado el
correspondiente aviso para el premio de que les considero dignos.
Yo no atribuiré, Excmo. Sr., la retirada de/enemigo, que no puede titularse
así sino precipitada y afrentosa fuga, como convencen los despojos que dejó
abandonados dentro de sus líneas, a las acertadas providencias mías, sino a la
mano poderosa del Altísimo que, además de dictarlas, protegió visiblemente
esta plaza e isla. El día 3 del corriente mes, en reconocimiento y gratitud a su
piedad sin límites, se ha cantado solemnísi,namente en acción de gracias el Te
Deum con Misa y sermón que predicó el Ilmo. Sr. Obispo en esta santa iglesia
catedral. Monté en uno de los caballos recogidos entre los despojos del enemi
go, qt.le se decía ser del servicio y liso del general Abercromby, y puesto a la
cabeza de todo mi ejército, que se fornió en la línea de nuestro campo en el
orden de batalla, le conduje en el de columna con los cañones de campaña,
banderas y comandantes trii.infantes de los castillos, según pormenor expresa el
Diario, hasta e/frente de dicha santa iglesia, en donde volvió a su primera for
mación, y colocando aquellas banderas en e/presbiterio, como tributo al Señor
Dios de los ejércitos del triunfo conseguido, se dio principio a la función dis
puesta. En su oportuno tiempo el ejército formado y la artillería de todos los
castillos y recinto, con la tropa de su guarnición, hizo la correspondiente triple
salva. Fue innumerable el concuro de todo el pueblo, que asistió a este reli
gioso acto precedido de repetidos vivas y aclamaciones que demostraban el
júbilo, contento y alegría de todos estos fieles y leales vasallos por la gloria
adquirida en obsequio y honor del soberano y de esta isla.
Un ejército numeroso, provisto de cuanto el arte tiene descrito paraprevenir
y formar un sitio, fue derrotado (estaba sembrado el campo enemigo de cuer
pos muertos, cuyo número con el de heridos se calcula llegue hasta 2.000, inc/u
sos los 290 prisioneros y desertores que entraron en esta plaza); a fin de que
aquéllos no infestaran la atmósfera y contagiaran esta ciudad por hallarse a
42
35
LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)
barlovento de ella, he mandando que pasaren cien hombres a las órdenes de los
alcaldes ordinarios y dos regidores a sepultarlos y cubrirlos con cal o tierra
hasta sofocar el hedor que despedían; y, por último, ahuyentando el sitiador
con vilipendio por unas tropas sin disciplina o muy poca, cual es a la verdad
regular en un Fijo compuesto casi todo de reclutas, y en las Milicias, se embarcó
precipitadamente.
En el día 17 sólo contaba esta plaza 973 hombres de aquél y 1.600 de éstas
con dos Compañías Urbanas de 200 hombres vecinos del país y catalanes, y
otras de blancos, pardos y negros libres y esclavos presentados por sus amos
vecinos de toda la isla, que todos componían 300 hombres a lo sumo. Después
fi.ieron entrando las compañías de Caballería, los Milicianos cumplidos y las
compañías de Paisanos de los partidos. Es verdad que todos se presentaron
prontos y leales al real servicio, pero los últimos no tienen la disciplina más
mínima ni había fusiles por haberse remitido 3.000 de esta plaza a la de Santo
Domingo, lo que aunque he reclamado repetidas veces no pude conseguir. No
había en esta bahía un buque de guerra, y aunque para la defensa de ella, que
importa tanto a la de la plaza, tenía de antemano armados los pontones, gán
guiles y lanchas de todos los buques que franquiaron espontaneamente sus
capitanes y patronos al mando y dirección del capitán defra gata D. Francisco
de Castro, que habiendo concluído su comisión del establecimiento de Matrí
cula subsistía en este puerto esperando ocasión en que restituirse a su Departa
mento de La Habana, nunca podían suplir la falta completamente tanto por su
debilidad como por su corto número. No creo necesitar más pruebas para con
vencer quela Divina Protección recayó visiblemente sobre esta isla que, en fin,
tengo la suma complasencia y gloria de haber conservado al rey y defendido
satisfactoriamente...
(Falta texto en el original por deterioro) gozo a que
anhela todo generoso espíritu, aunentado con la consideración de que derro
tado el enemigo y debilitadas sus fuerzas, quedó inhá bu para hacer otras con
quistas, que sin duda hubiera emprendido contra toda la América septentrional
si en ésta hubiera sido su éxito féliz. Nuestro Señor guarde la vida a V. E.
muchos años como deseo. Puerto Rico, 8 de mayo de 1797.
BIBLIOGRAFÍA
Francisco:Manual de Historia Universal. Tomo VI. Historia General (le
Madrid Espasa-Calpe.1962.
MORALES PADR0N,
América.
Eduardo: Gloriosa epopeya. Sitio de los ingleses de 1797, con datos hasta
ahora no publicados. Ponce. Tipografía La Libertad. 1897.
ZAPATERO, Juan Manuel: La guerra del Caribe en el siglo xviii. San Juan de Puerto Rico.
Instituto de Cultura Puertorriqueña.1964.
NEErvIANN GANDÍA,
Año
1991
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
Juan SOLER CANTÓ
Tte. Col. Méd. de la Armada
El actual palacio de Capitanía General de la Zona Marítima del Medite
,rráneo ocupa gran parte del solar de las antiguas Casas del Rey, que tanta
fama tuvieron como base de aprovisionamiento de las armadas de España a
lo largo de toda nuestra época imperial.
Desde la segunda reconquista de Cartagena por Alfonso X el Sabio,, éste
mostró gran preocupación por el desarrollo marítimo del nuevo estado de
Castilla y fue su voluntad que junto con Sevilla, la ciudad mimada por su
padre, fuese Cartagena la base naval de nuestra Reconquista. Y si dotó a
Sevilla con las célebres atarazanas para cubrir con sus naves el dominio del
Estrecho, proveyó a Cartagena de la primera Infantería de Marina que tuvo
Castilla, haciéndola sede de la abadía de la nueva orden militar de vanguardia
para fechos de mar de Santa María de España o de Cartagenia. Pero esta aba
día fortificada se hallaba emplazada en una altura, incluida en el recinto inex
pugnable de su ciudadela, en el lugar en que hoy se asienta la vieja Catedral.
Tuvieron que pasar dos siglos para que la población cartagenera se vol
viese a asentar en el llano, como ya lo estuvo en la Edad Antigua, y esto se
debió principalmente a la creación de la infraestructura necesaria para la
expansión marítima de la patria que, ya unificada, se lanzaba por un lado al
descubrimiento de Ultramar y por el otro a la conquista de los puertos medi
terráneos.
Cartagena fue base naval de primera magnitud en estas últimas empresas
y ya en 1503 salieron de su puerto los bajeles de D. Luis Portocarrero para la
guerra de Nápoles y en sus muelles embarcó el Gran Capitán D. Gonzalo de
Córdoba con sus tropas. Entre otras expediciones destacó la del general
Pedro Navarro en mayo de 1509, llevando en sus naves al cardenal Cisneros
para la conquista de Orán.
Es natural que én estas concentraciones de buques y tropas se hiciese
patente la falta de locales adecuados para servir de base de aprovisionamiento
a una flota expedicionaria, así como las instalaciones necesarias para repara
ciones, suministros, víveres y municiones de los barcos de guerra que se aco
gían a su refugio. Todó esto se hizo más patente en 1541, cuando él empera
dor Carlos 1 desembarcó en la ciudad al regreso del intento de conquistar
Argel; es entonces cuando se reafirmó el propósito de hacer de Cartagena una
plaza fuerte, cosa que ya se venía proyectando desde varios años antes,
puesto que se conserva el plano que el capitán general de la Artillería D.
Andrés Dávalos envió al Rey en 1540 proponiendo nuevos muros que guar
den la parte llana de la ciudad, apoyados en los extremos de la antigua forta
leza y defendidos por cuatro baluartes (1).
(1) Casal, Federico: Historia de las calles de Cartagena, pág. 14. Plano de D. Andrés Dáva
los, capitán general de Artillería, año 1540. Leyenda: Esta torre cobiene aprovecharse desta
muralla
(...).
Año 1991
JUANSOLER
CANTÓ
Más tarde, el mismo Dávalos propone al Rey que se erijan dos murallas:
reparar la de la Ciudadela para poder fortificarse en caso de necesidad y erigir
la más amplia del llano y Molinete, para que pueda ser defendida por dos o
tres mil hombres, incluyendo en su recinto varias instalaciones para proveer
a la gente de armas (2).
Como Carlos 1 estaba muy interesado en fortificar la plaza envía ense
guida abundante artillería (cañones, sacres, falconetes, etc.) y da órdenes
para que se proceda a la construcción de una casa en la que se fabriquen las
municiones y las provisiones para los barcos, dando amplios poderes para ello
al general Dávalos, quien en 1542 comunica al Rey que ha adquirido los terre
nos, ha construido los hornos que se propone ampliar a veinte; se advierte que
la obra es de gran envergadura, puesto que en su carta hace notar al Rey que
en Cartagena no hay bastantes materiales ni maestros albañiles, por lo que
será necesario traerlos de Málaga (3).
En 1544 debían estar casi terminadas las murallas, puesto que la ciudad de
Cartagena pide al Consejo de Su Majestad que no le mande soldados para
guarnecerlas, porque para ello se bastan y se sobran los vecinos de la ciudad,
sin tener que soportar, mantener y alojar a la nueva tropa real (4).
Se puede afirmar que en 1545ya están construidos o en terminación varios
edificios de las Casas del Rey, entre ellos las atarazanas para el armamento y
reparación de los buques y la casafuerte de municionamiento, en la cual ya
está acopiada toda la artillería, pólvora y municiones de diversas procedencias
(2) La carta de y. M. de quinze de octubre recivi aqui en Murcia donde havia venido a vsi
taila con lo demás y repondiendo a lo que V. M. digo que en Cartaxena conviene se haga dos cos
sas, la una y lo principal que se cercasse y conforme a esta traça que ynvio porque creo sería lo
menos costoso y más provechoso y guardarí cerca todo lo poblado della, como por la traça se verá
para saber lo que podría costar esta muralla con sus torres a traveses no hay aquí maestros lo que
a mi me paresce es que se haría con doze mili ducados, tan bueno que se pudiesse defender. Al
comenzo que está echo de muralla en la otra parte que es de la cara de la muralla donde está la
puerta de San finés, toma tanto campo que será menester para guardalla dos o tres mili hombres
y por esto la dejo en la traça fuera y de esta no se puede aprovechar sino es de alguna piedra para
hacer estotra en esta población alta donde va encorporada la yglesia va un muro que aun que por
muchas partes el es flaco, el asiendo donde el está es fuerte yfortificándose esta cinta y peinándose
y derribando dos o tres casas que a ellas están pegadas, quedaría aquello fuerte para que si vinies
sen a dar en ella los enemigos se recogiessen a esta y en ella se defendiessen, junto con esto es
menester que la cinta más alta que está en la fortaleza se repare y fortifique (...).
(3)
(...)
En lo de los hornos de bizcocho que V. M. manda que se amplien a veynte y que el
edifizio sea perpetuo asta agora están hechos cinco y comen çados otros dos por manera que falta
rán treze para los quales emos comprado un solar muy apropósito junto con los otros hornos,
pero porque en esta tierra ay mucha falta de materiales y de maestros alvañires quales conviene
para este edificio comen çarse a ajuntar los materiales y traerse con maestros alvañires de Málaga
y aviendo dineros se hará por la orden que V. M. manda. Cartagena a 11 de enero de 1542. Don
Andrés Davalos. Don Francisco Verdugo.
(4)
(...)
an procurado assegurarse delios haciendo cerrar la dicha cibdad con ayuda y favor
del Dean de Cartaxena y del licenciado Lasarte, juez de residencia, la cual cerca esta en términos
y brevemente se acabará y acabada que sea estará sigura delios (...) hacemos saver a V. S. que la
dicha cerca va de manera que acabada que sea y será presto no avernos menester soldado ni los
querernos (...). de Cartaxena a los VI días de junio de 1544 años. Francisco de Salas.
46
35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
ya que se trajo parte de ella desde Flandes y otra parte de Argel (5). En este
documento vemos que se han adquirido casas aledañas para la ampliación de
los magazenes (almacenes) y derribarlas para dejar despejados los alrededo
res, ya que es peligroso su contenido. También vemos que existe ya la ermita
de San Sebastián, que daría luego su nombre al convento y a la plaza actual,
donde está la fachada principal de Capitanía. La ermita está separada e inde
pendiente de las Casas del Rey y entre ambos edificios se va formando a lo
largo de las sucesivas obras y transformaciones un callejón sin salida.
En 1556comienza a reinar Felipe II y en esta época empiezan los de movi
mientos de insurrección de los moriscos en las comarcas de Granada y Valen
cia, por lo que el Rey considera conveniente concentrar la fortaleza militar en
el reino de Murcia para impedir la inteligencia entre ambos focos de insurrec
ción. Pero, como los moriscos establecen contactos con el Gran Turco, se
temen ataques y desembarcos tanto de la flota turca como de los bajeles cor
sarios del norte de Africa, por lo que nombra a D. Juan de Austria capitán
general del Mediterráneo en el año 1568y su primer acto es revistar las Armadas en el puerto de Cartagena, con lo que las Casas del Rey se tienen que
ampliar y acondicionar para el inmenso esfuerzo de abastecer una flota tan
numerosa y efectiva como en aquellos tiempos tenía España.
Por aquél entonces las Casas del Rey eran un conglomerado de edificios
adosados con diversos cometidos, pero formando en conjunto un bloque de
altos muros que podía considerarse una pequeña fortaleza, en la que estaban
las Atarazanas Reales, el depósito de armas, la fábrica cJela pólvora, los talle
res para refinar el salitre y tratar la barrilla, los treinta hornos para hacer biz
cocho y los almacenes para acopiar los pertrechos de las naves, las balas de las
armas de fuego, la madera, el salitre, la cordelería para jarcias, la galleta y
munición de boca y tantas otras cosas necesarias para las armadas imperiales.
Don Juan de Austria, después de visitarlas, dispuso que redoblasen los
esfuerzos y seguidamente embarcó en la capitana haciendose a la mar la flota
para recorrer la costa y visitar los puertos mediterráneos de la península,
comprobando de este modo la eficiencia y valorando la posibilidad de éxito de
los temidosdesembarcos berberiscos.
En 1569 sobreviene la proclamación de Aben Humeya y en Cartagena se
concentra la dirección de las operaciones marítimas del bloqueo de la costa
andaluza. Para mantener el reino de Murcia como una barrera que impidiera
el contacto entre los moriscos de Valencia y Granada, así como la aparición
de nuevos focos de rebelión, Felipe II envía a Vespasiano Gonzaga Colona,
Duque de Traiecto, investido de mando militar; quien estando ya en Murcia
recibe nueva orden del Rey para que fije su residencia en Cartagena y la for
tifique.
Durante estos agitados años de ataques navales mahometanos, en Carta
gena sólo se piensa en amurallar la ciudad para convertirla en una plaza fuerte
y en reclutar dotaciones para crear una fuerte armada que pase a formar parte
(5)
Año
Véase anexo 1.
1991
JUAN SOLER CANTÓ
MURALLAS DE1570:FELIPE JI
POBLACIONi500 vecinos
Plano de 1669 del Ingeniero Posi (igual que el de 1540 de D.Andrés Ddvolos.
Capitdn General de la Artillerta.)
48
Núm. 35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
de la Santa Liga, cuya concentración tendrá lugar en Barcelona y su momento
de apoteosis en el golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571.
Vespasiano Gonzaga no deja de consultar al Concejo de Cartagena y éste
opina que las nuevas murallas debieran abarcar el perímetro de las cinco coli
nas, tal como lo hacían en la antigüedad. La realidad es que bien por falta de
medios, bien por reducir la extensión de muralla a defender o por las prisas
para estar pronto preparados para la guerra, el trazado de las murallas que se
erigen sigue en todo lo propuesto en el plano diseñado por D. Andrés Dáva
los treinta y seis años antes, en el que quedan las colinas de Alethes y Cronos
fuera del recinto, el lienzo de la muralla baja desde el Molinete a las Casas del
Rey, incluyéndolas en la fortificación.
La construcción de estas murallas se efectúa en los años 1576-1577,cuatro
años después de que las Casas del Rey recibieran las galeras victoriosas de la
batalla de Lepanto y procedieran a su reparación y puesta a punto para suce
sivas empresas. No se va a explicar aquí el trazado de dichas murallas, pero
sí es necesario consignar que entre la Morería y las Atarazanas se abría la
célebre Puerta de Murcia, junto a la cual se construyeron fuente y abrevadero
para las caballerías; ambas desaguaban en la mar por una aceña junto a la
muralla que luego sería la calle de la Seña y separará las Atarazanas del Hos
pital Real de Galeras, construido en 1601.
A la vez que la erección de la muralla, se procedió también a la construc
ción del gran edificio de las Atarazanas que con el nombre de Cuartel del Rey
se ha mantenido hasta nuestros días, conservando en su fachada sur el escudo
de los Austrias labrado en piedra con la inscripción:
Año 1576. Philipus Dei Gratia Rex Hispaniarum.
Esta parte de la Casa del Rey tenía la fachada norte amurallada, el ángulo
nordeste estaba flanqueado por el caballero o baluarte que defendía la Puerta
de Murcia y el noroeste por el caballero de San Juan, que dominaba las playas
y muelles del mar de Mandarache.
En el año 1584, al describir Cartagena Fr. Jerónimo Hurtado, dice de
estos edificios: Tiene Su Majestad allí una casa muy grande y muy costosa, más
fabricada para atarazanas y almazenes para bastimentos y municiones que no
para abitación de príncipes (6). En 1589 el comisionado del Rey D. Juan de
Acuña Vela rinde un detallado informe en el que expresa el buen funciona
miento de la fábrica de pólvora, salitre y almacenes, pero expone las graves
deficiencias del edificio y las reparaciones que precisa, así como las de las
murallas y castillo, con lo que pone de relieve que la obra hecha por Antonelli
era tan deficiente que no había resistido doce años de paz (7).
Una extensa descripción de la Casa del Rey nos la hace el licenciado D.
Francisco Cascales en su Discurso de la Ciudad de Cartagena, dirigido a la
misma (1598), donde nos la presenta como un gran Arsenal, çomo se puede
(6) Hurtado, Jerónimo:
Historia.
(7) Véase anexo TI.
Año
1991
Descripción de Cartagena. Manuscrito de la Real Academia de la
JUAN SOLER CANTÓ
PLANO DE $784
50
Núm. 35
CASASDEL
REY YCAPITANÍA
apreciar en su lectura (8). Es una relación admirativa en la que resume las
actividades de dicha casa con la gráfica frase: .es una babilonia que pasma el
juicio.
Es comprensible que estas Casas del Rey tuviesen varias entradas en sus
diversas fachadas, puesto que por el oeste tenían que estar conectadas con los
muelles y arenales para el abastecimiento directo de las naves y por el este,
acceso directo con la Puerta de Murcia, entrada principal de la ciudad por la
que se traían por tierra las mercancías. Debía haber, sin embargo, alguna
calle entre la muralla y la fachada norte, porque en un acuerdo del Ayunta
miento del 3-11-1582se prohíbe que los carrospasen por la calle Mayor desde
la fuente de San Sebastián en adelante, debiéndolo hacerpor la calle que hay a
espaldas de las Casas del Rey (9). Otro acuerdo del Ayuntamiento del 18-11597 trata de remediar el desastre de lo construido por D. Vespasiano, entre
las reparaciones que manda efectuar se encuentra el baluarte situado junto a
las Casas deI Rey y la fuente que mana sobre este baluarte (10).
Desde que en la ciudad se construyó esta Casa-Arsenal, Cartagena ha
vivido pendiente y temerosa de un posible incendio, puesto que ya sufrió el de
la Casa de la Pólvora en el Molinete (11). Por eso no es raro que Acuña
advierta al Rey en su informe de los peligros de voladura y explosión a causa
de los cohetes de las fiestas o de la mala intención de los esclavos berberiscos
(12); lo mismo expresa el acuerdo del Ayuntamiento el 21-X-1603 (13) de que
se despejen de barcas y otros elementos combustibles las playas cercanas á las
..
(8)
(9)
Véase anexo 111.
Martínez Rizo, Isidoro: Fechas y fechos de Cartagena, 3 de febrero de 1582. En el
cabildo celebrado por el ayuntamiento de Cartagena en este día se prohibe absolutamente la
entrada de carros por la calle Mayor, desde lafuente de San Sebastián en adelante, bajo la multa
de 1.000 maravedises por cada carro que entrase, debiendo tomar estos por la calle que está a
espaldas de las Casas del Rey.
(10) Ibídem, 18enero de 1597. A propuesta del capitán dela artillería de la plaza de Carta
gena, Joan Venegas de Quixada, el ayuntámiento acuerda las siguiente instrucciones para
ponerla a cubierto de un golpe de mano de los enemigos; Completar y reparar murallas que cir
cumbalan toda la ciudad. Situar artillería en el Molinete. Reparar los caballeros o baluartes de la
puertade San Ginés, el que está detrás de las Casas del Rey y el que está cerca de la Marina, junto
a San Leandro, reparando también todo aquel lienzo de muralla que fabricó un Dean de Carta
gena y que era muy vieja. Ahondar el terreno por bajo de las murallas que eran muy bajas y alzar
sobre ellas algunas tapias. Reparar la cañería de la fuente que hay en el baluarte, cabe las Casas
del Rey. Reparar igualmente las tres plataformas que hay en la muralla que da frente el mar, fabri
cada por Don Vespasiano de Gonzaga (...).
(11) Véase anexo 1V.
(12) D. Juan de Acuña y Vela; Carta a S.M. el Rey, de 22 de diciembre de 1589. Véase
anexo II.
(13)
Martínez Rizo, Isidoro: Fechas yfechos de Cartagena, 21 de octubre de 1603. Ordena
el ayuntamiento de Cartagena en esta fecha que las barcas, laúdes y fragatas que se hallan en el
puerto, se amarren en la playa del Arenal, fuera de la puerta del muelle de San Leandro, quitán
doles de noche sus timones y que desaparezcan de aquel sitio las barcas de los pescadores que esta
ban varadas en tierra, para evitar el peligro de que los enemigos puedan trepar desde ellas a las
murallas y también el de incendio que podría comunicarse a las Casas del Rey, donde hay mucha
pólvora y está la fabricación de ella.
Año 1991
.
51
JUAN SOLER CANTÓ
Casas del Rey, para evitar la propagación de un posible incendio. Y también
se refleja en la importancia prestada a la gran tormenta que se desencadenó
el 3-X-1619, cuando un rayo cayó cerca de las Casas del Rey, donde se alma
cenaba mucha pólvora (14).
También en 1618 y como consecuencia de la actividad de los cada vez más
audaces corsarios argelinos, que castigan y corren las costas españolas, el Rey
manda el 18 de febrero al Ayuntamiento de Cartagena reforzar las murallas;
y éste acuerda el 12 de marzo reparar las murallas y baluartes, entre ellos el
sector que protege las Casas del Rey, terraplenándolas y artillándolas (15).
Cuando, las primitivas Casas del Rey se edificaron, su fachada amurallada
del norte arrancaba del baluarte lateral de la Puerta de Murcia, por delante
corría una aceña que conducía hasta el mar las aguas sobrantes del abreva
dero y de la fuente que estaban junto a la puerta. Las tierras de labor que se
extendían por fuera de las murallas, frente a los muros de las Casas del Rey,
eran conocidas por Los Aljibicos, en ellas se empezaron a edificar casas, las
primeras fueron dos mesones y una aperaduría para el servicio de los arrieros.
Entre ellas y las Casas del Rey se formó un callejón que al principio se llamó
del Deán, por D. Sebastián Clavijo, Proveedor de las Armadas y Deán de la
Santa Iglesia de Cartagena, que fue quien, en 1545, compró con su dinero las
casas y terrenos en que se edificaron las Atarazanas y la Casa Fuerte de Muni
ción, conforme se vio en la nota número 5.
Posteriormente el Ayuntamiento cedió diversos solares, en los que se edi
ficaron nuevas casas donde finalmente (1611-1621)se construyó el Real Hos
pital de Galeras y su camposanto, con lo que quedó estructurada la calle,
frontera al norte de las Casas Reales, que se llamó calle de la Aceña. Esta
calle, estrecha, también llegó a conocerse por el callejón de los Palos cuando
la fachada del Cuartel del Rey amenazaba desplomarse y fue apuntalada
durante mucho tiempo.
Las casuchas lindantes con la fachada sur de la Casa Fuerte de Munición
fueron demolidas y con sus solares se fornió un descampado que luego, urba
nizado, dio lugar a la plaza del Rey.
(14) ‘Ibídem, 3 de octubre de 1619. Hoy ha estallado en Cartagena una espantosa tormenta
que ha tenido por algunas horas al vecindario presa de la más suprema angustia. Una de las exa
laciones ha caido muy cerca de las Casas Reales donde estaba almacenada una gran cantidad de
la pólvora que se fabrica en este edificio. Por ser este día víspera de San Francisco de Asís vota
la ciudad una fiesta al Santo para que quede memoria del suceso y de su milagrosa intercesión,
disponiendo para el día 6 del mismo mes una procesión de gracias en la que se llevarán las reli
quias de los Cuatro Santos.
(15) ibídem, 12 de marzo de 1618. Atendiendo al aumento de corsarios de Argely a la cre
ciente audacia que en sus empresas desplegaban, mandó el Rey al Ayuntamiento de Cartagena,
con fecha 18 de febrero, que tomara las medidas necesarias para la defensa de la ciudad, hacién dole reponsable de los malos sucesos a que pudiera dar lugar su desobediencia. En su vista el
Ayuntamiento acuerda en este día terraplenar hasta el antepecho el lienzo de muralla que protege
las Casas Reales y San Leandro, desde el caballero de San Juan al de Santa María que es el más
flaco. formando el terraplén de estribo a estribo con las barcas viejas que los pescadores tienen
varadas en elA renal, lienándolas de tierra. y que se pidan ocho piezas al capitán de artillería; cua
tro para el caballero de San Juan que defiende el paso por mar y tierra y las otras cuatro para el
de Santa María que está a espaldas de la Casa Real de la Pólvora.
52
35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
El tan temido incendio de las Casas del Rey se produjo, al fin, en 1642,
aunque no ocasionó una explosión de la pólvora porque estuvo limitado al
sector llamado la Casa delArmero, con fachada a la plaza del Rey. Allí que
daron las ruinas durante muchos años, hasta que en 1692Carlos II «el Hechi
zado» cedió esos terrenos a la Compañía de Jesús, para ensanche del oratorio
y las escuelas. Este edificio se terminó en 1697y quedó adosado a las mismas
Casas del Rey.
Una vez terminada la guerra de Sucesión, se firmó la paz en 1713, y deci
dida la Corona a desarrollar un verdadero poderío naval, Cartagena pasó a
ser una de las bases de dicho poderío, declarándola Departamento Marítimo
del Mediterráneo por Real Orden de 5 de julio de 1728; Patiño, en 1730,tomó
diversas disposiciones para dragar, sanear y despejar el puerto de Cartagena,
trabajos tan importantes que pueden considerarse preparatorios para la cons
trucción del gran Arsenal. Pero esta magna óbra tuvo un promotor yun fun
dador que fue Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, quien volcó
sobre Cartagena todos los recursos de la nación, para convertirla en la más
formidable plaza fuerte que se conociera. Sus esfuerzos fueron secundados
entusiásticamente por tan, prestigiosos colaboradores como Juan José Nava
rro, Marqués de la Victoria, Jorge Juan, el general de Ingenieros Sebastián de
Feringán y tantds otros que proyectaron y llevaron a cabo las obras del Arse
nal (1749 a 1782), el nuevo recinto amurallado (1733 a 1782), los fuertes, los
castillos y múltiplés edificios militares en la población.
D. Zenón de’Somodevilla fue Contador principal del Departamento de
Cartagena y, por, tanto, tuvo un puesto en la Casa del Rey, junto a la Puerta
de Murcia. Debía su título de marqués a haber sido ministro de la escuadra
que conquistó el reino de Dos Sicilias, acompañando a Nápoles al infante
Don Carlos para tomar posesión del mismo.
Una vez comenzadas las obras del nuevo Arsenal, las Casas del Rey per
dieron su utilidad como Atarazanas y dejaron de ser fábrica y almacén, puesto
que las nuevas instalaciones se construyeron con arreglo a las mejores condi
ciones de utilización. Por ello, se impuso la transformación de los viejos edifi
cios y se encargó del proyecto Sebastián de Feringán, que lo redactó para esta
blecer decente y cómódamente los oficios del Departamento de Marina y los de
las Galeras, con los archivos correspondientes.
Se realizaron proyectos independientes para el edificio de la Contaduría
y para el Cuartel de Batallones, que estaban adosados por su dorso, con sus
patios interiores correspondientes, según planos.
El edificio de Contaduría tenía su acceso y fachada principal por la Puerta
de Murcia y se construyó separado de la Atarazanas por una calle que se llamó
de la Intendencia, que se dejó para dar salida a las aguas de aluvión y lluvia
que bajaban del Molinete y de las calles Honda, Alta y Baja. Por la parte sur
estaba separado del convento de San Sebastián (en la plaza de la fuente de su
(16) Mediavilla Sánchez,.José: Cartagenay las aguas dela Región, tomo IV, 1am.54; Plano
de la plaza de Carlagena. Casas del Rey. ‘
.
Año 1991
JUAN SOLER CANTÓ
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1
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1
54
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Núm. 35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
nombre) por un callejón sin salida que también se llamó Carrerón de la Inten
dencia.
Por comunicación del Marqués de la Ensenada a D. Alejo Gutiérrez de
Rubalcava, se mandó hacer pública esta obra el 1 de agosto de 1738 y se soli
citó persona que entrara en ella por asiento, dándosele el material que sepropo
nía, en la porción de terreno desocupado en la casa que llamaban del Rey.
La contrata de provisión de cal para la obra se adjudicó a Pedro Marín el
11 de febrero de 1730, por un-total de cuatro mil cahices de cal del Portús y
de la Azohía. La provisión de azulejos se le adjudicó a Melchor Caravaca,
vecino de Murcia, maestro de loza el 26 de agosto de 1739. En 1738 empezó
la construcción que concluyó en 1740, conforme está consignado en el muro
de Capitanía que da ala actual calle de Villamartín: Esta obra la hizo el señor
Pedro Marín, Maestro Maior de Su Majestad año de 1740.
Su planta principal se destinó a alojamiento del Intendente y el segundo
piso fue ocupado por las oficinas de contaduría de las Galeras hasta la extin
ción de este cuerpo en 1748, pagándole Marina, en concepto de alquiler, cua
renta y cinco pesos mensuales. La planta baja se destinó a dependencias del
Cuerpo del Ministerio de Marina. Así estuvo hasta 1853.
Al mismo tiempo se construía también el Cuartel de Batallones, adosado
al edificio de Contaduría y con fachada principal a poniente, ésta era tan
extensa que permitía la apertura de 17 amplias ventanas por planta, con sus
puertas de acceso. En principio alojaba abs batallones de la Infantería de
Marina, pero en 1779, cuando tuvieron que abandonar el cuartel del Duque
de Nájera, admitió también en sus locales a las fuerzas de Artillería de la Ar
mada.
Como a pesar de su extensión, con dos patios interiores, no era suficiente
para alojar todas las fuerzas, las obras continuaron hasta 1792 y ya en 1793se
hizo añadir otra planta, contruyéndose el segundo piso. No debía estar muy
bien hecho el edificio o bien los batallones lo sometían a un trato algo rudo,
porque en 1796 ya se consignan noticias sobre el comienzo de su ruina, que
pese a las diversas reparaciones se consumó a fines del siglo xix, debido a la
reducción de la atención que España prestaba a la Infantería de Marina. En
efecto, la plantilla se redujo de 1.170hombres a 565 y el cuartel fue desalojado
el 1 de junio de 1899,instalándose los soldados restantes en el Arsenal, en las
naves 17, 18 y 19 de Recorrida, en los locales en que más tarde estuvo el
Archivo General de Departamento. El regimiento de Infantería de Marina
pasó posteriormente del Arsenal a los bajos y primer piso del patio este del
hospital de Marina, locales que había dejado libres el regimiento de Sevilla
número 33. La Infantería de Marina estuvo en el Hospital desde 1926 a 1958
en que pasó a su nuevo cuartel de La Algameca.
El edificio del cuartel de Batallones quedó abandonado y ruinoso hasta
1925 año en que fue demolido, sirviendo sus terrenos para construir los jardi
nes de Capitanía y una parte del lado oeste para la alineación de la calle Real,
en la que ya se habían plantado palmeras en 1825 y otra del surpara amplia
ción municipal de la plaza del Rey en 1928.
Año
1991
JUANSOLER CANTÓ
El edificio de Contaduría fue adquiriendo mayor importancia y se fue
ampliando y reconstruyendo a lo largo del tiempo. En 1846fue tasado en tres
millones y medio de reales. Y en 1853, después de las obras de adecuación
pertinentes, se procedió al cambio de destino con el edificio de la Muralla del
Mar. En efecto, el antiguo colegio de Guardias Marinas pasó a ser ocupado
por el ordenador de Oficinas de Contabilidad, mientras el comandante gene
ral del Departamento con sus oficinas, se alojó en el palacio de la Puerta de
Murcia, que a partir de entonces se llamó Capitanía General.
Ya se dijo que la fachada sur del edificio estaba separada del convento de
San Sebastián por un callejón sin salida, ya que su extensión hasta la plaza del
Rey estaba ocupada por unos solares en los que se erigían el colegio de la
Compañía de Jesús y un sector del convento de San Sebastián. El 23 de sep
tiembre de 1863, los dueños de esos solares, Antonio Biernert y Carlos Man
cha propusieron al Ayuntamiento cederselos graciosamente para darle salida
a la plaza del Rey, para facilitar la comunicación del centro de la población
con el Arsenal, lo que esperaban fuera de gran comodidad para la Marina, el
vecindario y el comercio, a la vez que facilitaría el desagüe de la calle Honda.
La idea fue acogida con entusiasmo por el Ayuntamiento, también se
pidió a la Marina que cediera unos almacenes, lo que se logró después de un
largo expediente. La calle quedó abierta en 1876 con el nombre de la calle de
la Compañía (por los Jesuitas), cambiado en 1879por el de calle de Villamar
tín, que desde entonces forma el límite del edificio de Capitanía.
Cuando en 1899 se desalojó el cuartel de Batallones, sus dependencias, o
más bien sus ruinas, pasaron a formar parte de la Capitanía General hasta
1925, año en que se efectuó el derribo definitivo para concretar una magna
obra de remodelación del edificio, bajo el mando y dirección del capitán gene
ral D. Juan Bautista Aznar, quien además hizo reconstruir los alojamientos y
la fachada oeste con terrazas y una monumental escalera para bajar desde su
residencia a los amplios jardines que ocuparon todo el terreno que se explanó
desde la calle Real a la plaza del Rey.
También se transformó su interior con área de despachos y otra de salones
de recepción, salón del trono, comedores con arañas de cristal y suntuosa
decoración; y sala de reunión en la que se celebraban las Juntas de la Manco
munidad de Municipios, presidida por el capitán general, para la ejecución
del proyecto de conducción a la Base Naval de las aguas potables del pantano
del río Taibilla. Esta decoración interior se completó con gran lujo en los años
posteriores a la guerra 1936-1939en los que el almirante D. Francisco Basta
rreche transformó ese alojamiento en un verdadero palacio.
Posteriormente la Marina adquirió unas casas que había entre el edificio
primitivo y la plaza del Rey y derribándolas construyó en sus solares residen
cias para sus jefes, enfermería, etc.; en los bajos, cuartel para su marinería y
las modernas instalaciones de la imprenta del Departamento. Más tarde (en
IV-1965) se instaló en una zona de estos bajos la sucursal de Farmacia del
Departamento, para que fuese más céntrico y cómodo el despacho de medici
nas al público militar.
56
35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
ANEXO
1
S. C. C. M. Sebastián Clavijo, dean de la yglesia de Cartaxena, proveedor
de las armadas de V. M. en la dicha ciudad dize que él a echo y haze en ella unas
Atarazanas y casafuerte de munición por mandado de V. M. y que ha gastado
mucha suma de maravedís de sus dineros propios en la cual dicha casa estátoda
la artillería, pólvora y municiones que V. M. ynvió de Flandes a la dicha ciudad
y siendo esto ansia ciertosfrayles del monasterio de Gines de la Xara que es tres
leguas de la dicha ciudad, de la orden del señor San Francisco, en días pasados
se entraron de noche secretamente en una hermita de San Sebastián que está
junto a la dicha casa de munición que es del obispo de Cartagenay se hizieron
fuertes en la dicha hermita con armas ansi ofensivas como defensivas y se an
estado y están encastillados y se an defendido y defienden de dicho obispo y lo
que peor es an tomado otra casa y corral que está arriba de la casa y magazen
donde está la dicha artillería, pólvora y munición siendo como es el dicho
corral de y. M. que lo compró Francisco Verdugo proveedor para el efecto de
hazer la dicha casa de munición y atarazana, y aunque por el dicho dean se les
quiso defender el dicho corral por el peligro que puede venir de la dicha pól
vora y municiones los dichos frayles con mano armada se lo resistierony defen
dieron con gran escándalo y alboroto tanto (...) mande al corregidor de la
dicha ciudad no permita que los dichos frayles ni otra persona alguna tome el
dicho corral ni haga ni edifique junto a la dicha casa Real por espacio de cm
quenta pasos y la dexen libre y esenta por todas partes y otro si mande al corre
gidor y regimiento de la dicha ciudad que si los dichosfrayles quisieren edificar
casa de la dicha su orden en ella, les den y les señalen otro sitio apartado de las
dichas casas de munición y atarazanasporque ansi conviene al servicio de Dios
y de V. M. y a la seguridad y buena guarda de su hacienda y ansí mesmos
mande V. M. que todas las casas y corrales que están junto a las dichas casas
de munición que serán necesarias para las hacer (...). Cartagena, 1545. Don
Sebastián Clavijo.
Año
1991
JUAN SOLER CANTÓ
ANEXO II
(...)
E visto la casa de munición que V. M. tiene en esta ciuda de Cartagena
y las armas y municiones, pertrechos y madera que en ella ay y la fábrica de la
pólvora y de refinar e/salitre y todo estámuy bien puesto y con mucha limpieza
y aseo (...). La parte de la casa de munición que V. M. tiene aquí en que está
la pólvora, armas y municiones tiene necesidad de repararse especialmente de
torres que están undidos los suelos y acabarse de hacer un soportal que llegue
de una pared a otra que no está hecho mas que la mitad y está en medio y por
no haber en donde demás que allí poner madera debajo de cubierta se a gastado
y podrido mucha de la de los tablones de roble que había (...). De la muralla
desta ciudad ya está V. M. muy informado, lo que yo puedo dezir es que con
muy poco como han dado en capitán A costa y el capitán Carrera que la hubie
ron por orden de V. M. se podrían defender a lo quefuese exércitoformadopor
algún día si no se remedia cada día se va arruinando y los de aquí paresce que
la ponen peor porque en la parte en que había alguna manera de foso lo han ido
cegando con echar basuras e ynmundicias en él y ya ban echando más en
alguna parte que casi empareja con algo de la muralla. Las garitas las dejan
caer, todo u-i lienzo de muralla de baluarte a baluarte no tiene subida porque
de ellos a/muro no ay escalerani/a ay en otra parte. En donde junta un baluarte
con la muralla tienen por defuera quitadas piedras y hechos agujeros y por allí
con mucha facilidad suben y bajan los que quieren entrar y salir después de
cerradas las puertas y los mochachos entran y salen de día, éselo y demostrado
y dicho a la Justicia y Regidores vean lo que convendría remediallo, en opinión
tengo que no lo harán (...). A la casa donde se labra la pólvora ayalgunas casi
llas arrimadas en que viven gente pobre y hacen mucha lumbre y por que no
suceda alguna desgracia convendría compra/las y encorporallas en las de la
pólvora que es de consideración haber aquí mucha cantidad de esclavos berbe
riscos y que podrían por una casi/la destas con facilidad hacer algún agujero y
dar fuego por él a la pólvora y se arruinaría parte de la Ciudad, y en ella enfies
tas y regozijos que se usan hazer, las regocijan con tirar cohetes y otros fuegos
.que podría alguno delios caer en la dicha casa en los magazenes en donde está
la pólvora que es del peligro que se puede considerar. Mande V. M. que no se
use ni se hagan las dichas fiestas ni regocijos con cohetes ni otros fuegos.
Dios guarde a V. M. Cariagena a veynte y dos de diciembre de mil quinien
tos ochenta y nueve. Don Juan Acuña Vela.
58
35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
ANEXO
III
Licenciado D. Francisco Cascales. Discurso a la ciudad de Cartagena diri
gido a la misma. Año 1598.
Esta Casa es un fortísimo alcázar;parte labrada de cantería, parte de piedra
viva y parte de ladrillo, murada alrededor toda a modo de islay por dentro edi
ficada con gran artificio. Hay tres grandísimos patios; sin Ótras muchas una
muy espaciosa escalera, que por ella suben a caballo hasta los altos corredores.
Mucha sala, mucho aposento, retretes, camaranchones, desvanes, foscs, sóta
nos, .bodegas, despensas, almacenes. Esto sirve a los tablones y lanchas; esto a
la artillería, xarcia, aparato y pertrechos; aquello a las gumenas, áncoras,
árboles y antenas; esotro a los barrilesde pólvora, a los arcabuces, mosquetes,
picas, lanzas, morriones, coseletes blancos y grabados; acá la panatica, aquí
acuden veintiocho que hay en la ciudad de cocer bizcocho: acullá lapróvesión
de queso, de tocino, de legumbres, de saladura. Hay arrimada a esta casa otra,
ni mas ni menos del Rey donde se hace la pólvora que es la mejor y másfina que
se gasta en el mundo. Y es una estación admirable ver el ruido de los molinos
y de los ingenios y la gente que allí se ocupa y trabaja, ver cada día que amanece
gran número de hombres ocupados en diversos oficios, unos en el refinador,
donde hay quince calderas, tres capacísimas para el fuego de refinar el salitre
y doce para lexía, la cual en ella se cuaja y reviene el salitrefinísimo; otro en seis
molinos de pólvora donde echando salitre y carbón a vueltas en los alfanges,
tiran valientes acémilas, con unos valencines y gamella, asidos y prendidos a
los talones de palos; otros en los ingenios que son cinco, separados en dos pala
cios muy grandes. Ver aquellas ruedas de peinazos, que topando en las ruecas
de abaxo, gobierna cada ingenio una gran viga, yla viga cúatro mazos con sus
cabezas de metal, que baten en cuatro morteros de bronce una gran masa de
pólvora. Y esta pólvora de los molinos va a los ingenios; de los ingenios a los
tinancos, donde se cierne y se le da el grana; y de los tinancos ¡asacan al patio
para enxugalla en no menos de cuarenta artesas, y enxuta la embarrilan y la lle
van a la casa de municiones. Para el gobierno de estas y preveimiento de todo
tieneS. M. ciquítodos estos oficiales: Proveedor y veedor de las Armadas, capi
tán y contador de la artillería, fiel y mayordomo de la casa, tenedor de basti
mentos, y de todos gastos y salarios su pagador. Ycon ser personas de gran cui
dado y asistencia al servicio del Rey, apenas pueden cumplir con sus oficios;
tanta es la máquina y peso de las cosas. Porque suele venir aquí una y otra
armada por pólvora, por bizcocho, por provisión, por armas, por artillería,
que es una babilonia que pasma eljuicio. Aquí embarcan y desembarcan prín
cipes y caballeros, italianos, franceses, flamencos, húngaros, tudescos, albane
ses y moros; y son de ver los esclavos de las galeras, cuando salen a hacer leña,
y cuando a hacer agua, que la hay aquí la mejor de/mundo para la navegación,
porque fuera de ser muy sana, por ser algo salobre y gruesa, se sustenta mucho
tiempo en la mar sin corromperse, hasta que se adelgaza y queda purísima. Y
para la gente muy regalada cuatrofuentes que hay de agua muy delgada y muy
dulce, que a muy poca costa se pueden proveer y proveen las casas de ordi
nario.
Año 1991
JUAN SOLER CANTÓ
ANEXO
IV
Federico Casal: Historia de las calles de Cartagena.
En la célebre Casa del Rey de Cartagenafabricábase en el siglo xvi la mejor
pólvora que se hacía en España y era depositada en grandes almacenes cons
truidos al efecto en torreones de fuerte y resistentefábrica de mampostería. El
día 3 de noviembre de 1600 prodújose un incendio que si bien no tuvo fatales
consecuencias, fue lo bastante para que los caballeros capitulares fijaran su
atención en el peligro que entrañaban aquellos polvorines situados en lo más
céntrico de la ciudad y reunidos en cabildo, acordaron enviar al Rey y a sus
consejeros un memorial haciendo relación de lo ocurrido y pidiendo que desa
parecieran los almacenes de la pólvora del sitio en que estaban emplazados.
Todo lo que consiguieron fue una real licenciapara que se trasladaraparte de
la pólvora al castillo de la Concepción.
Con motivo de haberse librado la ciudad del peligroso incendio, elA yuntamiento declaró por día de fiesta el 3 de noviembre de todos los años y acordó
también celebrar en tal día, una función votiva en la CatedralAntigua en honor
de los bienaventurados e innumerables mártires de Zaragoza, santos que pro
puso para el caso el padre fray Diego de Arce, provincial de la orden de San
Francisco.
En 1642 se incendiaron en el mismo establecimiento veinticuatro quintales
de pólvora y voló el almacén en que se custodiaba, a pesar de la fortaleza de su
construcción.
En el transcurso del siglo xvii fue perdiendo lentamente su importancia la
Casa del Rey, utilizándose como depósito de bastimentos y cuartel. También se
instalaron en sus grandes naves, talleresy hornos para lafabricación y el cocido
de la galleta y del pan de munición, pero todavía subsistían en el último tercio
del citado siglo varios almacenes con pólvora. En el mes de noviembre de 1671
confirió el cabildo municipal sobre la necesidad imperiosa que había de que
desapareciera aquel constante peligro para la ciudad y el día 29 de dicho mes
un pregonero de las galeras de España pregonó por la población si había
alguna persona que quisiera hacer postura en el Ayuntamiento para la cons
trucción de una casa de la pólvora en el Molinete, junto al baluarte llamado de
las Beatas.
Previas las formalidades de rúbrica, fue adjudicada la obra a un maestro
albañil llamado Tomás Ros, quien la terminó en 1674. El vecindario mediante
una suscripción voluntaria, aportó una buena cantidad de maravedís para que
se hiciese lo más rápidamente posible la edificación que tanto importaba al ser
vicio de Dios, del Rey y de la Repi.blica.
De muy antiguo cuantasfiestas religiosaso populares se celebraban en Car
tagena eran solemnizadas con fuegos de artificio y en el 1700 el Ayuntamiento,
ante el temor de que algún cohete incendiara la Casa de la Pólvora, prohíbe
60
35
CASAS DEL REY Y CAPITANÍA
tales fuegos, consintiendo sólo el disparo de morteretes y así lo comunicó a los
priores de los conventos y lo mandó pregonar por toda la ciudad.
En la noche del 9 de abril de 1702 se incendió una casa cercana a la de la pól
vora, en ocasión de que en ésta habían almacenados dos mil quintales. Anun
ciose la novedad echando al vuelo la campana de la vela del castillo, las de las
iglesias y las del reloj de latorre del Concejo. El vecindario aterrado abandona
sus viviendas ante el temor de que elfuego se coinunique al polvorín. Las inon
jas de la Purísima Concepción, despavoridas, rompen la clausura y corren por
las calles sin saber donde guarecerse. Reina en la ciudad la más espantosa con
fusión y no se oyen mas que gritos y lamentaciones. Los frailes dejan los con
ventos e incitan al pueblo a que acuda a sofocar el incendio y elAlcalde Mayor
y los caballeros regidores se personan en el lugar del siniestro, donde, con la
ayuda de todos, se consigue apagar la inmensa hoguera que desde las alturas
del Molinete iluminaba la ciudad.
Al otro día la población en masa, sin distinción de clases, estados ni sexos,
acuden en actitud levantisca a la plaza de Santa Catalina e invaden el Ayunta
miento, pidiendo a grandes voces que se quite la Casa de la Pólvora, y son los
frailes agustinos, carmelitas y mercedarios los que van a la cabeza de la impo
nente manifestación. Ante la amenazadora actitud del pueblo, acuerda el
Cabildo Municipal quitar la Casa de la Pólvora y llevar ésta a un granero que
la Santa iglesia poseía en el pago de la Magdalena, distante como a una legua
de Cartagena y al otro día comenzó el traslado de los barriles del peligroso
explosivo. Surge más tarde, por esta ocupación del granero, un conflicto entre
el Obispado y el Ayuntamiento y, poco tiempo después hubo que abandonar
el granero ante la amenaza de excomunión mayor que contra los munícipes
estaba dispuesto a fulminar el Obispo de la diócesis. Poco a poco se sacó la pól
vora para mandarla a Cádiz, Algeciras y otras poblaciones y otra vez volvió a
utilizarse la Casa de la Pólvora del Molinete.
El 27 de julio de 1742 se incendió un molino de pólvora en la fábrica de la
Nora de Murcia y esto dio lugar a que el Ayuntamiento de Cartagena se alar
mara y pidiera al Rey que se quitara totalmente la Casa de la Pólvora, la que
por fin desapareció en 1744.
En 14 de septiembre de 1745se remató en D. Fernando Martínez, presbíte
ro, el almacén de pólvora que servía para repuesto, que está en esta plaza y en
el baluarte sobre la Serreta, nombrado de las Beatas. Con lo recaudado por
dicho remate se hicieron dos pequeños almnacenespara encerrar pólvora en el
paraje llamado de la Guáchara.
Año 1991
LA DESERCIÓN EN LA MARINA
ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
Adelaida SAGARRA
Nieves RUPEREZ
El deseo de los Borbones de devolver a España su prestigio en el concierto
europeo pasaba por la reorganización y reestructuración de la Marina, indis
pensable, por otra parte, a una potenda que poseía todavía enormes posesio
nes en Ultramar.
Desde 1714, en que por Real Cédula del 14 de febrero se suprimen las
escuadras de/os reinos y sus propias denominaciones por la Armada Real, son
numerosas las disposiciones dirigidas a esta reorganización. De la épocá de
Alberoni datan el Colegio Naval de Cádiz, los reglamentos de reclutamiento
y los astilleros de Galicia y Cataluña. Patiño, desde el momento en que es
nombrado intendente general de Marina en 1717 y, posteriormente, secreta
rio de Marina, y más tarde Ensenada, continuarán esta política.
Durante todo el siglo xviii fue creciendo el número de barcos que integra
ban la Armada y, como consecuencia, se incrementaron simultáneamente las
necesidades, tanto financieras como humanas.
La recluta forzosa de la marinería aumenta el porcentaje de deserciones,
especialmente cuando son mayores las dificultades monetarias, mientras no
se establece una marinería militar. Más que una acción propiamente dicha, la
deserción era un delito de omisión, una oposición a prestar un servicio en teo
ría voluntario, generado por la aún deficiente organización naval, que aun
que se siga dando posteriormente no tiene la amplitud ni el carácter de este
momento.
Hemos considerado interesante analizar uno de los múltiples casos de
deserciones que se dieron durante este siglo. Somos conscientes de su limita
ción, pero ilustra perfectamente esta realidad, tanto por el lugar donde se
localiza, Cádiz (uno de los tres Departamentos Marítimos creados en 1726
bajo la jurisdicción de un comandante general y un intendente general), como
por la fecha, al poco tiempo de haberse establecido esta nueva organización
militar, lo que manifiesta que este delito es una constante a lo largo del siglo,
y no sólo cuando la Armada ha crecido tanto que toda la gente disponible se
considera escasa.
Toda la documentación utilizada procede del Archivo General de Siman
cas, Secretaría de Marina, leg. 251. Es una documentación oficial, constituida
en su mayor parte por la correspondencia entre José Patiño, el Marqués de
Man, Cabql/ero de la insigne Orden del Toisón de Oro, teniente general de las
Reales Armadas Navales y comandante de ellas en Cádiz (1), y por Esteban
(1) Se trataba de Esteban Senturion. Se alude a estos cargos en el Proceso de los desertores,
dado por el escribano Manuel de Messa. Cádiz, 22 de noviembre de 1728.A.G.S., Secret. de
Marina, leg. 251.
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A. SAGARRA-N. RUPÉREZ
Felipe Fanales, primer comisario ordenador de Marina, que ejercía la Inten
dencia General en este mismo lugar (2), así como por otros papeles, entre los
que destaca el proceso judicial realizado contra unos desertores. Todos los
documentos están fechados entre el 2 y el 30 de noviembre de 1928.
Llama la atención la gran rapidez para informar acerca de las medidas
tomadas y para transmitir órdenes; entreuna y otra carta, apenas media una
semana. Es una manifestación de la preocupación y del interés de las autori
dades por acabar con este delito, que dificultaba sus proyectos de engrande
cer la Marina.
En noviembre de 1728 se produce en Cádiz la deserción de varios hom
bres, alrededor de 30, que se hallaban en dos situaciones distintas, ambos
pasos ordinarios para la formación de la Armada.
En un caso, la deserción la protagonizan, antes y después de recibir la
paga, hombres que ya estaban sirviendo en los navíos de la Armada, en con
creto en el San Felipe, San Francisco, San Carlos, La Atoche y el paquebote
San Diego (3). Al no tratarse de un solo barco, es claro que no depende de una
situación particular.
En otro, la deserción se produce entre los nuevos reclutas. En una carta
se alude a las deserciones de los reclutas de Cataluña y Valencia, pero la
mayor parte de las noticias se centran en el reclutamiento procedente de
Mallorca. En este caso la deserción se produce aprovechando el naufragio, en
la playa del Puerto de Santa María, del jabeque que les transportaba a Gali
cia. De los 100 que llevaba, quedaron 92: tres no aparecieron, cuatro deserta
ron en La Carraca y uno pereció en el naufragio (4).
Los desertores.
La razón de tan frecuentes deserciones hay que buscarla en la composi
ción de la Armada.
Los cargos más altos salían de las Compañías de Guardias Marinas, y en
su mayor parte procedían de los estratos medios y bajos de la nobleza (5);
pero no existían, paralelamente, marineros, grumetes, pajes, etc., que estu
viesen al servicio exclusivo de la Armada, pues habría supuesto un gasto que
la Hacienda no estaba en condiciones de sufragar. Todavía no hay en este
siglo, y mucho menos en sus comienzos, una marinería oficial. El recluta
(2)
Según Merino Navarro, José, Armada espaiiola, Madrid 1981, p. 25. Hasta 1772 el
comisario del Departamento (un teniente general de Armada o capitán general en Cádiz) man
daba solamente sobre las armas y el intendente sobre todo lo demás. Tenían el privativo
encargo para todo lo económico, político, gubernativo y jurisdiccional, y a éstos seguían comi
sarios ordenadores, comisarios de guerra, de provincia, contadores y tesoreros, etc.
(3) Relación de la gente de mar que desertó..., dada en Cádiz, 21-XI-1728 por el contador
principal de Marina Felipe Brioste.
(4) Cádiz, 16de noviembre 1728, Esteban F. Fanales a José Patiño.
(5) Véase Merino Navarro. op. cO., pp. 34 y ss.
64
35
LA DESERCIÓN
EN LA MARINA
ESPAÑOLA
DEL SIGLO XVIII
miento de la gente precisa se realizaba a través del sistema de matrícula, esta
blecido a principios del siglo xvii. El 24 de agosto de 1726el Rey dio una real
orden, por la que concedía a la gente de mar que se alistase, la libertad de no
entrar en sorteo de quintas para la recluta o aumento delEjército de Tierra
(6). Los hombres que integraban la Armada procedían, por tanto, de lugares
costeros, donde ordinariamente trabajaban como pescadores o al servicio de
embarcaciones mercantes. Así lo pone de manifiesto el origen de aquellos
que desertaron de los bajeles del Rey. Muchos son del sur de España, y tam
bién los hay de Galicia, pero en todos los casos, salvo uno de Miranda de
Ebro, proceden de zonas costeras: Ayamonte, Islas Terceras, Palma, Lebri
ja, Cádiz, Málaga, Vezes, Sanlúcar, Carmona, Chiclana, Tuy, Vigo, Riba
deo, Mallorca, Cataluña y Valencia (7).
Los resultados del interrogatorio realizado a varios de estos hombres
embarcados en los navíos destinados a Buenos Aires confirman la dedicación
a los oficios a los que hemos aludido. Así, por ejemplo, Juan Rodríguez
declaró que había venido desde La Habana en el navío de Agustín Utrera, en
la última flota de Nueva España, y desde hacía seis meses estaba en el San
Bruno, uno de los navíos de registro destinados a Buenos Aires (8)); Juan
Muñoz afirmaba en el mismo interrogatorio que sólo había ido una vez a
Veracruz en el navío mercante de Andrés Martínez de Murgía, en la última
flota, y después se había ocupado en el oficio de cordelero hasta que tuvo
plaza en los navíos de Buenos Aires (9). Todos los demás responden de una
manera muy similar, y todos —salvo uno que alega una enfermedad para
explicar la ausencia del barco del Rey— insisten en negar que sirviesen alguna
vez en navíos del Rey ni recibiesen algún tipo de paga.
En cuanto a la edad, predominan los jóvenes. De los veinte reseñados,
quince tenían menos de veinticinco años, y el resto no pasan de los treinta.
Dos tienen doce y trece años, pero lo normal es que sean mayores de diecio
cho años. Eran hombres en plenitud de sus fuerzas, para los que la aparente
concesión hecha por el Rey, lejos de ser una ventaja, suponía una carga
pesada que les impedía emplearse en trabajos más ventajosos, cualquiera que
fuese su categoría. Por esto, la deserción se produce en todas las ocupaciones:
oficiales, astilleros, marineros, grumetes y pajes (10).
(6) Se puede encontrar reproducida en el libro de Fernández Duro. Cesáreo, Armada
española desde/a unión de los reinos de Castilla.y Aragón, Madrid, 1973, tomo VI, pp. 227-229.
(7) Datos entresacados del Proceso de los desertores, doc. cit.
(8) Sobre este barco, y sobre todo el tráfico mercante desde Cádiz, nos da completa infor
mación la obra de A. García-Baquero, Cádiz y el Atlántico (17/7-1 778). Sevilla, 1976.
(9) Proceso de los desertores, doc. cit.
(10) Cádiz, 23-XI-1728, Esteban F. Fanales a José Patiño. Se lee: Con carta de 16 del
corriente se sirve vsi. remitirme las cinco relaciones de los officialesy gente de mnarque desertaron
en estepuerto de los vajeles que menciona después de ejecutado e/pagamiento.
Igualmente, en la Relación de la gente de mar..., doc. cit. Los astilleros, ,narineros, grwnetes
y pajes contenidos en esta relación son los mismos que tenían asientos en las listas que paran en
la Contadu ría principal de Marina de mi cargo y no se presentaron en revista y pagamiento ejecu
tado desde el veintiuno de septiembre de mil setecientos veintiocho hasta el veintisiete del mismo
mes...
Año 1991
A. SAGARRAN.
RUPÉREZ
De estos desertores sólo conocemos el nombre de los 20 que se habían
embarcado en los navíos de registro, donde esperaban sacar mayor beneficio
que en los navíos del Rey (11); allí fueron hallados por las autoridades, aun
que el proceso demostró que en muchos casos el nombre no coincidía con la
persona buscada. Sin embargo, debieron desertar, a juzgar por las noticias,
muchos más, que se escondieron en distintos lugares de Andalucía (12).
Los reclutamientos efectuados en un mismo lugar, con la sangría de hom
bres que suponía, eran bastantes frecuentes en el litoral. Según noticias del 16
de noviembre de 1728, en el mes de octubre habían pasado hacia Galicia un
grupo de marineros procedentes de Mallorca; a mitad de este mes, llegaban
otros 250 en dos barcos —uno de ellos, el jabeque de Jaime Puig, que se hun
dió (13)—, y el 15 de noviembre, Patiño avisaba a Esteban Felipe Fanales de
la llegada de otros 31 marineros, resto de los que se mandó reclutar en aquella
isla (14).
Cuando se tenía noticia de un nuevo reclutamiento, los hombres huían de
sus casas. Ante esta situación Esteban Fanales escribía a Patiño: aguardo el
correo que viene lo que vsI. se sirviese ordenarme en quanto a los que se vayan
conduziendo destas carzeles de los lugares de estos contornos de donde son
continuos los clamores de las mujeres y los hijos de los pocos que se han traydo,
con cuyo ejemplar ha avido muchos que han desamparado sus casas y t’ezinda
nos huyendo de ser habidos segun se me acusa de diferentes partes (15).
Otras veces, para librarse de este servicio recurrían al engaño y a la men
tira al hacer el asiento correspondiente, para no poder ser acusados de deser
tores. Intentaban justificar y afirmaban, incluso bajo juramento, que nunca
habían tenido plaza en los bajeles del Rey o que no habían servido jamás de
marineros ni tenían este oficio. Al comprobar esto, las autoridades se daban
cuenta que muchos sentaron plazas con nombres supuestos, dando maliciosa
mente el que se les previno o el de algunos conozidos o vezinos suyos en quienes
se castigase su delito (16). Esto debía ser bastante frecuente, porque seis de los
(11) Para evitar que se escabuyesen de prestar este servicio al Rey por trabajar en navíos
mercantes, por una Real Cédula del 18 de octubre de 1737 se estableció que ningún individuo
no matriculado pudiera servir en embarcaciones de renta ni en las de particulares, y que no
podrían ir a América los que no hubieran hecho por lo menos tres campañas en barcos de gue
rra. Merino Navarro, op. cit. p. 84.
(12) Cádiz, 2-XI-1728, el Marqués de Man a Patiño: Vs. 1. me dice en carta del dos deste que
el rey ha entendido que en los navios de registro destinados a Buenos Aires sean embarcados algu
nos desertoresde los bajeles del rey que navegan en La Coruña, y mande que sepongan en la cár
cel y que asimismo se prenda a los que se ubieren retirado a los lugares de Andalucia embiando
soldados para ejecutar estas diligencias y otras cualesquiera que pueden conducir al intento de
escarmentar hacer estadesordenada libertas (...). Tengo escripto al governador de Málaga sobre
este asunto por tener alguna luz de haverse retirado algunos a haquella ciudad (...).
(13) Málaga, 8 de noviembre 1728, Felipe de Ansada a Patiño. A.G.S. Secretaría de Mari
na, leg. 251.
(14) Cádiz, 16de noviembre 1728. Esteban Felipe Fanales a Patiño. Otra de Ibídem del 23
de noviembre 1728.
(15) Cádiz, 23 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
(16) Cádiz, 30 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
66
35
LA DESERCIÓN EN LA MARINA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
apresados tuvieron que ser puestos en libertad, porque no coincidían con las
señas de los desaparecidos (17). Un ejemplo puede bastar para comprobarlo.
En la relación de la contaduría se dice de Juan Romero que era hijo de Fran
cisco, natural de Puerto de Santa María, de buen cuerpo, moreno y falto de
dientes, de veintidós años; al comprobar los datos en el proceso se dice del
Juan Romero, apresado: hijo de Fernando Romero, natural de Sevilla en la
colación de Santiago, buen cuerpo, delgado, moreno y lampiño, con toda su
dentadura cabal y dos lunares en la barba y algunos hoyos de viruelas, de 24
años (18).
Una vez en los navíos debía ser frecuente el apoyo de la propia guardia
para facilitar su huída. Sin esta ayuda, la estrecha vigilancia a la que eran
sometidos habría hecho imposible la deserción. Esto no pasaba tampoco
desapercibido para el comandante. Esteban Fanales sospecha que la deser
ción de dos marineros mallorquines de La Carraca se había producido
ganando con dinero u otra cosa a aquella guardia, respecto de que así por su
ninguna práctica de aquel terreno como por lo estrechamente que encargue su
custodia no puede ser de otro ínodo (19). En otro caso se tiene ya la certeza de
esta ayuda. Se había comprobado que Fernando de los Reyes, cabo de la
escuadra de la compañía de D. Salvador de Linares, facilitó la deserción de los
marineros antes de salir la escuadra de Cádiz (20). Esta colaboración de los
propios encargados de la vigilancia hacía prácticamente imposible acabar con
el problema.
Medios para combatir el delito.
Las autoridades se encontraban, en la mayor parte de los casos, desborda
das por un delito tan general y solas para luchar contra él.
No podían contar con el apoyo de la población, pues en casi todos los
casos, por no decir en todos, apoyal al Rey y sus ministros habría sido luchar
contra sus intereses particulares. No hay delaciones a la justicia sobre el para
dero de los desertores —al menos en el caso que hemos estudiado—, y si dan
los nombres de otros, no es para acusarles sino para librarse ellos mismos,
como hemos visto.
No pueden contar tampoco con los propietarios de los navíos mercantes,
que ven disminuir su tripulación, o incluso peligrar su propia supervivencia,
con estos reclutamientos. Así se puede constatar que los comisarios recurren
(17) Cádiz, 30 de noviembre 1728. El Marqués d Man a Patiño. Dice: .. paso a manos de
VI. el adjunto proceso echo contra los que menziona por el que verá más bien VI. que aviendo
pasado a tomarles las declaraciones, examinado testigos y confrontados señas, patria y filiación
con las listas reales se ha aliado plenamente justificado no ser estos los que se buscan pues desdizen
en todas maneras por lo que a vista de estar tan claro allarse inozentes he dispuesto se les de liber
tad quedando en prisión los demás...
(18) Proceso de los desertores, doc. cit.
(19)
(20)
Cádiz, 2 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patifio.
Cádiz,30 de noviembre 1728. El Marqués de Man a Patifio.
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A. SAGARRA-N. RUPÉREZ
a averiguaciones indirectas, para impedir que los capitanes de los barcos los
encubran. Una vez recibida la orden de Patiño para prender a todos los que
fuesen desertores, el Marqués de Man comenzó las gestiones, empezando por
pedir a los capitanes una lista de la gente que tenían en los dos navios y se pre
textó era para ver si tenían bastante. Con la que luego se tuvo se pasó a confron
tar con la que se alla en la ofizina de las ulti,nas escuadras de S. M. que salieron
deste puerto en las que se encontró entre los dos navios doce hombres con todas
las circunstancias de nombre, patria y señas de sus personas (21).
También se encuentran grandes dificultades para hacer efectivos estos
reclutamientos, pues, al no disponer la Armada de barcos suficientes, no
resultaba fácil encontrar capitanes de otros navíos mercantes, dispuestos a
renunciar a ganancias mayores, parh emplear sus embarcaciones en el trans
porte de esta gente. Desde la llegada de los marineros mallorquines, en torno
al 15 de noviembre, hasta el 30, Esteban Fanales busca, sin conseguirlo,
embarcación para remitirlos a La Coruña junto con los desertores captura
dos, porque con la noticia de la próxima venida de los galeones, se pretenden
reservar creyendo mejor ocasión de utilizarse entonces (22).
Para evitar la deserción sólo hay dos medios: o tener contentos a los man
neroso recurrir a la fuerza.
No suele ser fácil lograr lo primero porque el dinero no abunda y al ser un
servicio prestado a la fuerza, estos hombres buscan la menor oportunidad
para librarse de él. Por otra parte, ni las propias autoridades están de acuerdo
con determinar lo más oportuno. Esteban Fanales se muestra partidario de
hacer concesiones y pagarles, antes incluso de terminar sus servicios, con el
fin de evitar la sublevación y males mayores (23). No comparte esta postura
Patiño, que la ve como una manifestación de debilidad ante la gente de mar,
tanto más cuanto que este dinero tampoco les detiene, sino que les facilita la
deserción (24).
Siendo tan difícil tenerlos contentos, no se arriesgaban a prescindir de un
estrecho control y vigilancia, y el recurso a las tropas era, a pesar de las defi
ciencias (25), siempre preciso y, en último término, lo más efectivo y eficaz,
(21)
(22)
Cádiz, 15 de noviembre 1728. Marqués de Man a Patiño.
Cádiz, 30 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño:
(23)
(...), aunque conozco la
autoridad de ,ni empleo mientras están en este puerto puede sugetarles y contener! es, contemplo
también que una vez fuera y en embarcación fletada, ha de ser lo que ellos quisiesen y que es
menos inconbeniente evitar, con tan poco como importa lo que pueden solicitar, alguna temeraria
resolución suya que dejar de enviarles gustosos mayormente estando tan proximos de ser acrelie
dores de las tres pagas...
(24) Madrid, 23 de noviembre 1728. Patiño a Esteban Fanales (borrador): que, aunque la
expriencia ha manifestado que la anticipación que se les ha hecho de/as tres pagas no les contiene
de desertar será bien que echo el exem piar con los que pasaron ella esquadra se practi que lo
mismo con los que ahora se remiten para que no vayan disgustados siendo muy diferente que esta
providencia la promueba la conmiseración de los ministros y no la osadia de la marinería, que no
debe quedar consentida en semejantes intentos.
(25) 30 de noviembre 1728, El Marqués de Man a Patiño. Señala la tardanza en cumplir
sus órdenes para detener al cabo Fernando de los Reyes, que había ayudado a los desertores.
68
35
LA DESERCIÓN EN LA MARINA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
aunque sólo fuera para prevenir. Las tropas están presentes tanto en el puerto
como-en los propios barcos, para evitar en lo posible la sublevación.
En cuanto a las penas que se aplicaban a losdesertores, no se pueden
conocer con toda seguridad. Parece que uno de los castigos consistía en la sus
pensión de las pagas durante un cierto tiempo. Es de suponer que no se mos
trasen demasiado duros porque se arriesgaban a quedarse sin gente. Esteban
Fanales, en el caso que nos ocupa, aboga por una mitigación de la pena en
aquellos que, aunque es verdad que desertaron, no se llevaron más que la
paga que les correspondía por el trabajo realizado y, en justicia, no serían por
tanto merecedores de castigo (26).
Conclusión.
De este estudio de un caso tan concreto no se pueden sacar conclusiones
generales, aunque las situaciones no debieron ser muy diferentes. Sí pone de
manifiesto, sin embargo, la importancia que las deserciones debieron tener
en el siglo xviii y, lo que es más notorio, la incapacidad de las autoridades para
contenerlas. Sólo son capaces de medidas parciales, pero eluden siempre el
ataque a la raíz. En definitiva, es un problema que les desborda yque
—incluso por mentalidad— no estaban en condiciones de poder resolver ade
cuadamente.
APÉNDICE DOCUMENTAL.
Todos estos documentos se encuentran en el Archivó General de Siman
cas, Secretaría de Marina, leg. 251.
1.
Cádiz, 2 de noviembre 1728. El Marqués de Man a Patiño.
Muy señor mio: VI. me dize en carta de dos deste que el Rey ha entendido
que en los navios de registro destinados a Buenos Aires sean embarcado algu
nos desertores de los Bajeles del Rey que navegan a la Coruña y me manda que
se pongan en la cárcel y que asimismo se prenda los que se ubieren retirado a
los lugares de Andalucia embiando soldados para ejecutar estas diligencias y
otras quales quiera que puedan conducir al intento de escarmnentar hazer esta
desordenada libertad.
(26) Cádiz, 16de noviembre 1728, Esteban F. Fanales a Patiño: Aunque en carta separada
digo a V. 1. que estoy en ánimo de remitir a Galizia con los marineros mallorquines los que se han
prendido por desertores de los nal’ios que ultimamente salieron para la Coruña, previniendo en
sus asientos que deven hazer la campaña sin sueldo según lo tieñe resuelto S. M. çn castigo de su
primera deserzion, me ha parezido añadir en este que los que huyeron antes del pagamento heran
acreedores a percivir lo que les correspondía asta el día de su deserzion si no hubiesen cometido
este delito y que los que le cometieron despues del pagamento percivieron puramente su haver.
Año 1991
A. SAGARRA-N. RUPÉREZ
Y quedando en estaynteligencia obedeceré a V. E. en quanto se sirva man
darme deviendo poner en notivia de vs. haver echo prender tres hombres por
sospechas de si eran o no desertoresy haviendo justificado no serlo dispuse dar
les libertad.
También tengo escripto al Governador de Málaga sobre este asumpto por
tener alguna luz de haverse retirado algunos a haquella ciudad. Ygualm ente
continuaré las diligencias en estas cercaniasy de lo que sucediese daré quenta
a vs. a cuya obediencia quedo con mi mayor rendimiento, cuya vida Dios
guarde muchos años como deseo.
2.
Málaga, 8 de noviembre 1728. Felipe de Ansade a Patiño.
Señor: En la ejecución de la orden que V.I. ha sido servido conferirme en
carta del dos del corriente he dado certificación a D. Juan Romo Cordero de las
dos mil raciones que a mi instancia proveio a los patrones Miguel Llopez y
Jaime Puig Cerner para los diarios de los doscientos cincuenta hombres de m.ar
que conducían en sus emvarcaciones desde Mallorca a la vahía de Cádiz para
que ocurra con la citada certificación a esta corte a fin de que V. 1. mande saTis
facer lo correspondiente a su importe a razon de cincuenta y tres maravedís por
cada una de dichas raciones que es el precio por que asegura el mencionado
Romo haber estipulado en su contrata el asentista propietario de estos presi-.
dios, sobre que no dudo estará V.I. informado de la certeza y haviendo iopre
venido a 17. Esteban Felipe Fanales lo conveniente al resguardo de la Real
Hacienda a su tiempo, resta solo el que se remita de Almeria el recivo que dio
el citado Jaime Puig Cernier de los víveres que percivio en aquella plaza para
expedir otra certificación de lo respetuoso a esto ultimo de que cuando suceda
daré puntual cuenta a VI. (...)
3.
Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban Felipe Fanales a Patiño.
Muy señor mio: Aunque en carta de veintiseis del mes proximo pasado se
sirvió vs. dezirmneque hizo mal en sugetar la autoridad de mi empleo al indis
creto arbitrio de la Marineria de Mallorca que navega a Galicia en elpingue de
Castañares y que estraño S. M. que no podía pedir justamente el entero de las
tres pagas con que se la socorrio ni yo venir en ello, lo primero por no haverlas
vencido, lo segundo por no saber la clase de plaza que havian de servir, lo ter
cero por el ejemplar, lo cuarto por que este socorro lesfacilitaría mejor la deser
ción y ultimam ente por no hazer ese dispendio inutilrnente a la Real Hácienda,
me beo obligado a suplicar a V. S. se sirva adbertirme lo que deberé practicar
con los noventaidos hombres mallorquines que nuebamente han de remitirse a
Galicia, en el caso de que soliciten como los demás que se les enteren de las
pagas sobre los socorros que han tomado en Mallorca, porque aunque conozco
que la autoridad de mi empleo mientras están en estepuerto puede sugetarlesy
70
35
LA DESERCIÓN EN LA MARINA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
contenerles, contemplo también que una vezfueray en embarcación fletada, ha
de ser lo que ellos quisiesen, y que es menos inconbeniente evitar, con tan poco
como importa lo que pueden solicitar, alguna temeraria resolución suya que
dejar de enviarles gustosos mayormente estando tan próximos ha ser acrehedo
res de las tres pagas y declarada la clase en cada uno ha de servir porque desde
Mallorca vienen en esta distinción, cuya circunstancia me obligaron a enterar
a los primeros de las tres pagas expresadas y la resolución con que entonces
digeron que no harian de otra manera el viage aunque los matase. Y pues VS.
no ignora la indocilidad de la gente de mary la ninguna conveniencia que pro
duciría del Real Servicio castigarles severamente, me pareció entonces disimu
lar como exceso de su indiscrección aquellas voces y solicitar para el presente
caso y para el asunto las ordenes de vs. en que tengo asegurado el desempleo
de mi obligación.
4.
Cádiz, 16 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
Muy señor mio. Aunque en carta separada digo a vs. que estoy en animo de
remitir a Galizia con los marineros mallorquines los que se van prendiendo por
desertores de los navios que ultimamente salieron para la Coruña, previniendo
en sus asientos que deven hazer la campaña sin sueldo según lo tiene resuelto
S. M. en castigo de su primera deserzion, me ha parezido añadir en este que los
que huyeron antes del pagamento heran acreedores apercivirlo que les corres
pondía asta el día de su deserzion si no hubiesen cometido este delito y que los
que le cometieron después de/pagamento percivieron p.uramentesu haver, ha
exepción de los cathalanes, valencianos y mallorquines que son deudores de la
antizipación que se les hizo en los lugares de donde han venido, para que con
esta reflexión se sirva vs. pre venirme si deveran ser comprehendidos en e/todo
de la expresada pena y remitidos a Galizia en que me parece arbitrar. Interim
VI. no me ordene otra cosa, asi por que serán utilesy aun necesarios para la tri
pulación de los vajeles de Cantabria como por escusar el gasto. de su manuten
cion en estas costas. Dios guarde a V.I. muchos años como deseo.
5.
Madrid, 23 de noviembre 1728. José Patiño a Esteban F. Fanales. (Borra
dor.)
En la carta del dieciseis de este mes pregunta que si a la marinería de
Mallorca que ha de pasar a Galicia se le ha de enterar de las tres pagas como se
hizo antecedentemente a fin de que vaya gustosa y no cometan deserción
hallandose a bordo de la embarcación fletada, en cuya respuesta diré a vs. que
aunque la experiencia ha manifestado que la anticipación que se les ha hecho
de las tres pagas no les contiene a desertar será bien que echo el exemp lar con
los que pasaron en la esquadra sepractique lo mismo con los que ahora se remi
ten para que no vayan disgustados, siendo muy diferente que esta providencia
Año
1991
A. SAGARRA-N. RUPÉREZ
la promueba la conmiseración de los ministros y no la osadía de la marinería
que no debe quedar consentida en semejantes intentos.
6.
Cádiz, 15 de noviembre 1728. El Marquésde Man a José Patiño.
Muy señor mio: En virtud de la orden que vs. se sirvió darme en carta del
dos del corriente afin de hazer prender quantos se justificase ser desertores de
las últimas escuadras, passe inmediatamente a disponer con Don Francisco de
Varas el medio más conveniente para el asiento de esta diligencia lo que se eje
cutó pidiendo a los capitanes una lista de la gente que tenían en los dos navios
y se pretextó era para ver si tenían bastante, con la que luego se tuvo se passo a
confrontar con la que se al/a en esta ofizina de las últimas esquadras de S. M.
que salieron de este puerto en las q1.e se encontró entre los dos navios doce
hombres en todas las circunstancias de nombre, patria y señas de sus personas,
las cuales se trajeron presos a tierra el viernes habiendo dispuesto para esta dili
gencia dos varcos de los batallones de marina, cada uno con su ayudante y un
oficial de la contratazion.
Los referidos doce hombres quedan en la carcely el miércoles se les tomará
sus declaraciones para dar principio a forinarles sus procesos.
Tengo escrito a todos los lugares de esta costa afin de hazer prender los que
averigue ser desertores y me los remitan con la mayor seguridad y en interim
continuo en cumplimiento de lo que vs. me previene por quantos medios son
posibles el descubrir algunos otros para asegurarles. interim se arregla la dis
posición combeniente para que los ofiziales sean responsables de ellos pues no
ay duda se experimentará una grande enmienda. Queda a la obediencia de
vs. con las veras de mi obligación, rezando a Dios guarde a vs. muchos años.
7.
Cádiz, 23 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
Muy señor mio: Con carta de dieciseis del corriente se sirve vs. remitirme las
cinco relaciones de los officiales y gente de mar que desertaron en este puerto
de los vagelés que menciona, después de ejecutado el pagamiento y avia pasado
a manos de vsi. el comisario de marina Don Francisco Loftus, para qt.ie yo de
las pro videncias comben ientes para la aprehensión y castigo de los con tenidos
en ellas, y para la de los que expresan otras dos relaziones de los desertores de
la fragata La Atocha y de los reclutas de Cathaluña y Valencia, que también se
sirve vsI. embiarme para el mismo fin.
Y quedando advertido de esta principal orden y dada aun antes de su recibo
las correspondientes providencias a su execuzion, por la notizia que aquí se
tenía de los desertores, se repasará rl no obstante de nuevo las relaziones de ellos
cori presencia de los que vsI. se ha servido remitirme y se ejecutará quanto con
venga a su cumplimiento. Dios guarde a vsi. muchos años como deseo.
72
35
LA DESERCIÓN EN LA MARINA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
8.
Cádiz, 23 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
Muy señor mio: En carta de quince del presente se sirve vsi. dezirme que de
Mallorca avisan quedaban embarcados para este puerto treinta y un marineros
resto de los que se mandó reclutar en aquella ysla, y que respecto de querer el
Rey pasen sin dilación a Santander, de yo a su arribo la providencia con ve
niente para que se puedan llebar a aquel puerto.
En cuya ynteligencia devo dezir a vs. qi.e aunque para el transporte de los
noveintaydos mallorquines que ay aquí retenidos he solicitado embarcazion
que les llebe a la Coruña en cumplimiento de la que vs. se sirvió ordenarme el
correo pasado, no la he hallado todavía y que haré/as diligencias comben ientes
a encontrarla con la más brevedad que pueda y que si antes qite salgan de aquí
llegaron los treintayun marineros que vs. se sirve prevenirme los din giré con
ellos a la Coruña previniendo que los treintayun marineros referidos los deven
enviar en derechura aquellos ministros a Santander comó yo lo ejecutaré en el
caso de que salgan antes los otros.
Aguardo el correo que viene lo que vs. se sirva ordenarme en quanto a los
que se vayan conduziendo destas carzeles de los lugares destos contornos de
donde son continuos los clamores de-las mujeres y hijos de los pocos que se han
traydó, con cuyo exemplar ha avido muchos que han desamparado sus casas y
vezindarios huyendo de ser havidos según me acusan de diferentes partes.
9.
Madrid, 30 de noviembre 1728. Patiño a Esteban F. Fanales. (Borrador.)
En carta del veintitres del corriente expressa us. que aunque há hecho dili
gencias para fletar embarcazion en que con duzir a la Coruña los noventaydos
hombres mallorquines detenidos en ese Puerto no lo havia encontrado y que
continuaba la solizitud con animo de embarcar tam bien los treinta y un marine
ros que de ven arrivar ahy, en cuya inteligencia dire a us. que habiendo tocado
en Cartagena la embarcación que conduce estos últimos y tomado allí viveres
para continuar la navegación es muy dable aya llegado a esa vahia mediante lo
cualj’ dever us. reflexionar que si se dilata la remessa de esta marineria será mu
til el gasto de su transporte porque acaso no podrá encontrar la escuadra en
Galizia. Se hace preciso que con la mayor prontitud la dirija uy. a aquel Reyno
en la forma que se ha prevenido. Dios guarde a uy. muchos años.
10.
Cádiz, 30 de noviembre 1728. Esteban F. Fanales a Patiño.
Muy señor mio: En carta del veintitres de/presente se sirve vs. dezirme que
todos los marineros desertores de la escuadra que se hubieren aprehendido y
devo remitir a Galizia con la ultima recluta de lo que llegaron de Mallorca
vayan presos asta llegar a la Coruña, donde serán castigados, según la orden
que a este fin está dada a Andres Reggio y que para que vayan con la seguridad
-
Año 1991
A. SAGARRA-N. RUPÉREZ
conveniente pido yo al Marques de Man la tropa que me pareciere, con un cabo
de satisfazion haziendo se note en el asiento de cada uno la forma en que ba y
que por lo que mira al sueldo se prevendrá al tiempo de pagarseles de remate
lo que se deverá ejecutar.
En cuya inteligencia debo dezir a vs. que quando se remitan a Galizia los
Mallorquines se practicará esta Real Orden embiando presos los desertores que
puedan ser habidos, expresando los que se an en sus asientos, para que sean
conocidos, pero como las diligencias de los justicias se ban continuando han
huydose de sus casas y vezindarios y justificado algunos que aunque han sido
presos con su propio nombre, no son los que se deven prender ni disertores,
wzos porque nunca han tinido plaza en los va geles del rey, otros por no haber
servido jamás de marineros, ni ser de tal ejercicio, y otros porque han estado
presentes sin intermision en su casas. Verificandose la justificación de este
hecho que muchos sentaron plazas con nombres supuestos, dando maliciosa
mente el que se les previno o el de algunos conozidos o vezinos suyos en quienes
se castigase su delito.
Toda via no ha podido hallarse embarcazion que quiera fietarse para Gali
zia por mas que he hecho las diligencias combenientes para fazilitarla, porque
con la noticia de la proxima venida de galeones se pretende reservar creyendo
mejor ocasion de utilizarse entonces; pero si no obstante no la hallare volunta
ria en esta semana, me vaidré de la que encontrare más a péopósito, fletándola
por su justo valor y acusando a V. 1. su resulta y al Marqués de Maria su tiempo
para que nombre el cabo y soldados que le parezcan combenientes para la segu
ridad desta gente en su transporte. Dios guarde a vs. muchos años como deseo.
11.
Cádiz, 30 de noviembre 1728. Marqués de Man a Patiño.
Muy señor mio: De cinco dias a esta parte me alio atacado de una leve fle
xion de ini accidente en la mano derecha, cuya circunstancia no mepermitefir
mar lo que espero poder ejecutar para el siguiente correo, por cuyo motivo solo
servirá esta de acusar a VI. el rezivo de sus cuatro cartas, todas de fecha de vein
titres del corriente que contienen la primera que ponga a disposición de
D. Esteban Fanales los marineros sacados de los navios de Buenos Aires afin
de que los rem ita a Galizia con los de los reclutas de Mallorca, para que ally
sean castigados segun se le a prevenido a D. Andres Reggio y con este motivo
passo a manos de V.I. el adjunto proceso echo contra los que menziona por el
que verá más bien V. 1. que a viendo pasado a tomarles las declaraciones, exa
minado los testigos y confrontados señas, patria y filiaciones con las listas rea
les se ha allado plenamente justificado no ser estos los que se buscan pues des
dizen de todas maneras, por lo que ha vista de estar tan claro allarse innozentes
he dispuesto se les de libertad, quedando en prision los demás, que aré se entre
guen a D. Esteban Fanales.
La segunda que viene acompañada del papel escripto por D. Francisco
Antonio Gavirra a D. Andres Reggio sabre ayer comprovado que Fernando de
74
35
LA DESERCIÓN EN LA MARINA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
los Reyes cavo de escuadra de laompañia deD. Salvador de Linares facilitó
la deserzion de los marineios antes de salir la esquadra de Cádiz, y me manda
vs. orden del Re)’ para poner en arresto al citado Fernando de los Reyes for
mándole causa y senrenciandole a la pena que corresponde al delito que justifi
caré dando cuenta antes de ponerle en ejecucion, debo decir a y. L que mme
diatamente que recibí las cartas hize llamar al capitan D. Salvador de Linares
aquien encargue esta diligenzia previniendole en la conformidad que lo avia de
ejecutar y correspondiente sigilo)’ para empeñarle al mejor cuidado le hize pre
sente la orden de V. 1. la que a viendo oydo passo al cuartel a buscar al referido
Fernando de los Reyes, el que dijeron que habia pasado a la Carracay inrnedia
tamente dispuso dicho D. Salvador pasase su teniente a ejecutar esta diligencia
y siendo assi que todo lo referido hize ejecutar ayer lunes oy martes al medio dia
aun no me han traido respuesta de nada en que se ve claramente el poco celo
con que se hace el servicio asegurando a vs. no haber por falta mia quedado
diligenzia que hazer para poder responder queda enteramente obedezida la
orden de vi. a quien aseguro quedo sumamente mortificado ji espero poder eje
cutarlo para el siguiente correo.
La tercera que contiene que S.M. no ha venido en conzeder al teniente de
Dragones D. Eusebio Morinel y Lanuza el permiso que solicitava para pasar
a esa Corte, sobre cuyo punto no se me ofrece cosa alguna pará dezir a Vi. más
que remitirme a lo que hize presente en mi carta del correo pasado sobre
haberse escusado a hazer el viaje a Buenos Aires.
La cuarta que viene acompañada de la orden para D. Esteban Fanales.afin
de que asista con el importe de la gratificación de Messa en los términos que
S.M. declaró, doy a V.I. las grazias por lo que se sirve favorecerme quedando
con el cuidado de pasar esta orden para su ejecuzion a manos de este ministro.
Suplicando a V.I. que a causa de mi accidente se sirva vaya firmada esta carta
de mano ajena, aunque en mi nombre para que vs. ayga en cuenta de quien le
escrive y repitiendo como siempre a vs. mi verdadero afecto, quedo a su ob
diencia que Dios guarde muchos años.
Año 1991
LA CARTA DE FLETAMENTO
DEL VAPOR ROYAL ZAR AL
SERVICIO DE LA ARMADA
ESPAÑOLA (1834)
Ramón FERNÁNDEZ
GUERRA
Introducción.
Aunque durante la Baja Edad Media, en el ámbito de la policía naval de
las costas y la guerra marítima, se usaban buques y embarcaciones bajo fór
mulas de contratación específicas imbuídas por la normativa administrativa,
como eran los asientos navales (Capitulaciones de 1293entre Alfonso X y sus
Cómitres, condotas ajustadas por Sancho IV y Alfonso XI con los genoveses,
la práctica de tomar naos asueldo...), desde la segunda mitad del siglo xvi se
produce un acercamiento a los esquemas del contrato de fletamento, cuando
la Corona y en su nombre el Gobierno desean arrendar un barco a navieros
particulares para utilizarlo en su servicio, efectuando viajes costeros de vigi
lancia de las comunicaciones marítimas.
Tal evolución se culmina ya en el siglo xix como se observa en el contrato
de fletamento de 18 de noviembre de 1834suscrito por el Encargado de Nego
cios de S.M.C. la Reina de España, en Londres, que por su interés se comenta
brevemente, reproduciéndose como apéndice documental de estas líneas.
Cláusulas contractuales.
En cuanto a la modalidad de fletamento que escogen las partes, no hay
duda de que estamos ante un arrendamiento de buque armado y equipado de
todo lo necesario para su misión durante un plazo de dos, tres o seis meses.
El objeto del acuerdo es poner la embarcación al servicio del Rey, no para
transportar efectos sino para custodiar la costa, cantábrica en este caso. El
flete o sueldo se fija primeramente a un tanto alzado por mes, aunque en el
XIX su devengo ya se hace por días.
Por tanto, el fletante o arrendador de la nave, sea el único propietario o
condueño o simple agente de una compañía naviera, la alquila entregándo
sela al fletador en un puerto determinado de antemano, en buenas condicio
nes, para que a la conclusión del contrato se la devuelva en el mismo estado,
exceptuando el detrimento de su uso ordinario.
Aunque el buque, sus bastimentos y armamento, junto con la dotación,
son suministradas por el arrendador, es el fletador gubernamental quien debe
pagar los salarios de oficiales y marineros, los derechos de pilotaje, los gastos
Año
1991
R. FERNÁNDEZ
GUERRA
de puerto y las reparaciones. Incluso, en la incipiente navegación a vapor del
siglo pasado, el arrendatario se hace cargo de los abastos de la maquinaria y
carbón durante el servicio.
En las cartas de fletamento contempladas suele entrarse en mayores deta
lles en lo que afecta al plazo de duración de la contrata y a las eventualidades
que influyan en la prestación y que puedan repercutir en el flete. Respecto al
término pactado, que puede ascender a dos, tres o seis meses solares o de
calendario, hay que entender que el plazo no es riguroso tanto por defecto
como por exceso, sea debido a circunstancias náuticas o de otra índole (la
reparación del navío, la persecución de otro barco...).
Dicho plazo se delimita contando desde el día en que la nave es entregada
al fletador hasta que sea descargada del servicio y devuelta en el puerto con
venido.
El sueldo del navío en las escrituras del XVII se fijaba en una cantidad men
sual (29.000 reales de plata por una fragata en 1661; 43.000 por dos en igual
año...) pero en las cartas del xix ya se habla de un tanto al día (de 40 a 62 libras
esterlinas diarias por un vapor en 1834-35). En todo caso, su devengo se
produce al fin de cada mes al contante en la moneda y lugar pactadas en el
acuerdo.
Pese a que el Gobierno y la Corona sean quienes en última instancia fleten
la nave, los términos comerciales exigen la presencia de un fiador suscribien
te, de la propia carta de fletamento o de escritura de obligación aparte, que
promete, estipula, conviene y se obliga a sí mismo, a sus herederos, albaceas y
administradores pagará a cualquier tiempo... todos los fletes a dos dueños de
dicho barco, con cualquier otra suma de dinero que en virtud de esta cartapar
tida fuere de aquí en adelante y de tiempo en tiempo debida y pagable a los
dichos dueños con respecto a esta contrata.
A veces también se estipula, junto a la responsabilidad universal del fleta
dor, una cláusula penal por la que las partes se indemnizarán con una pena
monetaria (por ej. 30.000 libras) para cualquier contravención. Y la condi
ción es aplicable al armador y al Gobierno, no como anteriormente que sólo
se preveía para quien suministraba la nave o su armamento.
En esa misma dirección de garantías de los bienes y servicios puestos en
juego por el propietario del barco, el fletador se obliga a asegurar el buque a
costa suya, por las compañías de seguros de Londres, o en el Lloyd’s por el
todo oporparte contra todos los riesgos en la suma de 12.000 libras, y depositar
la póliza de dicho seguro en manos del dueño, cuyo depósito será al descargo
del fletador de toda responsabilidad por riesgo marítimo o incendio. El seguro
se realiza por el tiempo que dura el servicio.
Dicha cláusula es ilustrativa de la práctica del negocio marítimo inglés del
XIX en el que además del alquiler del buque al servicio de un monarca extran
jero, con flete pagadero en Londres con moneda británica, se obliga al arren
datario, español en este caso, a suscribir una póliza de aseguramiento bajo
condiciones inglesas. Todo ello en el marco de las guerras carlistas y la colabo
ración naval anglo-española.
78
35
LA CARTA DE FLETAMENTO
DEL VAPOR «ROYAL ZAR
AL SERVICIO
DE LA...
Para terminar hay que destacar también la inclusión de cláusulas de exo
neración de responsabilidad del armador en la carta del tal modo que tiene
derecho a que se le indemnice de todas laspérdidas, costas y daños que puedan
provenir o en los que puedan incurrir los dichos dueños osu agente por razón
o a consecuencia de la inejecución o falta de cumplimiento del dicho fletador
(...)
o por razón de cualquier hecho o servicio que pueda ser declarado ilegal,
que pueda ser cometido o ejecutado por el comandante o tripulación del dicho
barco mientras estuviere en servicio (...).
Como el personal de a bordo está a las órdenes del ilustre fletador, de sus
faltas responde éste. Se observa así la construcción de un estatuto liberatorio
de responsabilidad del armador, la cual se deja recaer sobre el arrendatario,
que es quien dispone de la nave al efectuarse la entrega o demise del barco.
Conclusión.
Primero fue la Marina de prestación o semiobligado fletamento de la
época medieval. Luego vinieron los asientos que dominaron la práctica de la
guerra naval del xvi y parte del XVII. Por fin, en la segunda mitad de tal centu
ria constatamos que las misiones de guarda de la costa con barcos privados se
documentan en escritura de fletamento o cartas partidas. Por consiguiente, la
Corona no tiene más remedio que aceptar la sumisión a las reglas que se
siguen para la contratación marítima, dejando a un lado su especial condición
y actuando como una parte más del acuerdo. De hecho, la figura del Rey y la
tradicional concesión de prerrogativas a su favor casi desaparece de las cláu
sulas.
Obras documentales.Museo Naval.
Colección de documentos de Fernándéz de Navarrete, Museo Naval. Ver
V. Vela, Indice de la Colección de doc. de F. deN. que posee el Museo Naval,
Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1946 (reimp. Neuldein, Liechtens
tein, 1971).
Colección de viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles,
de Fernández de Navarrete, 5 vols., Buenos Aires, 1945.
Colección de documentos de Vargas Ponce, Museo Naval. V.P. San Pio y
C. Zamarrón, Catálogo de la colecc. de doc. de Vargas Ponce que posee el
Museo Naval, Madrid, 1979.
Colección de documentos de Sans de Barutell, Museo Naval. V. Indice
general de diplomas, documentos y otros papeles que tiene relación con la
Historia de la Marina de Castilla, que colectó en el Archivo Real y General
de Simancas D. Juan Sans de Baruteli, 1798.
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y
organización de las antiguas posesiones españolas de ultramar, 2a serie,
Documentos legislativos, 2 ts., Real Academia de la Historia, Madrid, 1890.
Año
1991
R. FERNÁNDEZ GUERRA
Apuntes y documentos correspondientes
de Figueroa, Madrid, 1834-1835.
al Tercer Ministerio de Vázquez
Apéndice documental.
Contrato del fletamento del vapor Royal Zar o Reina Gobernadora, Lon
dres, 18 de noviembre de 1834.
Vázquez de Figueroa, T. 21, carp. 53, ms. 450, doc. 123, fols. 378-381,
Museo Naval. Madrid. Véase Anexo 1.
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35
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35
REFLEXIONES
SOBRE EL DESCUBRIMIENTO
José Luis TATO
Introducción.
Los antecedentes que condujeron al Descubrimiento de América han sido
exhaustivamente analizados históricamente desde todos los enfoques posi
bles, especialmente los políticos y sociológicos, por lo que en estas breves
líneas no vamos a navegar por los intrincados canales de la Historia, sino más
bien hacer unas escuetas reflexiones de diversa índole, aunque no in extenso
acerca de este hecho trascendental para la humanidad en general y para
España en particular: el Descubrimiento, que abrió un nuevo y decisivo tomo
en la narración de las relaciones entre los pueblos y los hombres, con aires
nuevos para el pensamiento del acontecer humano, que estaba como aherro
jado por los hierros —y valga la redundancia— de los tiempos que por aquel
entonces corrían.
Esta vida y relaciones ínter pueblos antes del Descubrimiento se encontra
ban en una peligrosa situación tendente a la inmovilidad, carentes de una
causa que les imprimiera la necesaria dinámica, si bien hay que exceptuar el
movimiento cultural emanante del Renacimiento, cuya influencia en este
hecho no se puede negar, aunque no tenía unas connotaciones directas en su
génesis, pero sí con un gran carácter posibilitante, como ocurrió también en
otros aconteceres de la época. Esta causa que imprimió esa dinámica de la que
antes carecían vida y relaciones fue la gesta del Descubrimiento, que llegó a
ser una realidad gracias a la previa acción individual de un corazón fuerte y
sensible a un tiempo, que respondía a los estímulos provocados por la inspira
ción, nacida del estudio y la reflexión. Estos estímulos fortalecen la propia
voluntad, dándole peso y fijeza en su acción sobre el propio entendimiento en
forma de oportunidad, concepto éste que consiste, hablando en lenguaje lla
no, en llegar a tiempo, como así hizo Cristóbal Colón en el momento opor
tuno en que las circunstancias de dentro y de fuera de España le fueron favo
rables por la coincidencia y consecuencias de unos hechos determinados.
Reflexión metafísica.
Los conceptos de Espacio y Tiempo se compenetran y vienen a formar en
el conocer humano una sola unidad. Por otra parte, no es posible la densidad
absoluta ni tampoco en el absoluto de las categorías ubi y quando, que en
sucesivos escalonamientos descendentes conducen a las soluciones oportunas
a que hemos aludido antes. Pero aclararemos que no se trata aquí de conti
Año 1991
J. L. TATO
nuar las hispánicas «meditaciones del propio ser» de Américo Castro, ni tam
poco de repetir las modernas «atribuciones a la ajena responsabilidad» de tan
tos pensadores que achacan todos sus niales a la nueva dependencia —siglos
después— de laberínticos proyectos, o si se quiere de un laberinto, en fin,
como el descrito por Octavio Paz, que no representa solamente la situación de
un mundo o de un pueblo, pues aquella emancipación y la dependencia que
se diluyó de repente en la casi nada, no son tanto el producto de un destino
interno o externo, por ejemplo, el caracter español, corno de una compleja
sinergia o anialgama: se trata de un formalismo clásico que funda su caos, al
igual que su porosidad, en un orden barroco.
Por consiguiente, y pasando de un plano levemente metafísico al de la filo
sofía de la historia, afirmamos, con el profesor Rubert de Ventós (1), que el
Descubrimiento significó la creación de una realidad nueva, ya que en el
momento de producirse no existía América, y España, como tal unidad nacio
nal, acababa de venir al mundo, y fue sólo por su encuentro que ambas llega
ron a constituirse en lo que son. Pero, ¿cómo se produjo el Descubrimiento?
Reflexión talasocrática.
Entre los diversos antecedentes que hicieron posible el Descubrimiento
ocupa un lugar destacado, en nuestra opinión, la expulsión de los judíos, con
lo que nos aparece ahora un segundo centenario, coincidente en fechas anua
les y ordinales, y es que la historia no es tan sencilla como pudiera aparecer a
primera vista. Del hecho doloroso para los judíos surgió una inspiración vital
para España, marcada precisamente por el judaísmo hispánico. Ciertamente,
la historia posee muchas facetas, distintas caras, aunque en este hecho influ
yente la diversidad polifacética confluye en un mundo del que emergen unas
raíces básicas que también representan claros matices con relación a los
musulmanes, con lo que el carácter impreso resulta multiforme, pues también
coincide en fechas anuales y ordinales un tercer centenario, o si se prefiere,
un centenario en tercer lugar, conmemorativo de la salida de los últimos ves
tigios y denominadores árabes de aquella España de finales del siglo xv,
reluctante a las ideas renacentistas en principio (pues tenía, y graves, sus pro
pios problemas), por la propia naturaleza renacentista revolucionaria, ema
nada del arte e influyente en todas las demás actividades, prácticamente dor
midas en el resto de Europa, que colisionaban con la dinámica española, apli
cada enteramente a árabes y judíos.
Por consiguiente, este rechazo in primo moinenturn, hacía acumular las
energías integradas de las embestidas, rechazadas, de la vuelta a lo clásico,
que una vez terminadas las dos expulsiones irrumpieron en el espíritu nacio
nal, que sin darse cuenta quedó como un poco huérfano de elementos que
enriqueciesen su contenido, ahora hambriento de posibilidades, y de ahí que
(1)
90
X. Rubert de Ventós: El laberinto de la hispanidad.
35
REFLEXIONES
SOBRE EL DESCUBRIMiENTO
el proyecto ccilombino —no de Descubrimiento, sino de acortar caminos—
tuviera la suficiente entidad para ser acometido y no perder así la inercia de
las acciones anteriores que condujeron a la unidad patria por un lado, y a su
liberación de extraños por otro.
Y aquí surge una de las mayores contradicciones históricas de España.
Ese dinamismo para emprender acciones de acuerdo con la antes citada iner
cia que alimentaba a la recién estrenada España, unidas sus tierras en y por
gracia de la Corona, se desarrolló por, en y a través de la mar. ¿Nacía así
nuestra mentalidad talasocrática? Cierto que sí. La mar fue el camino senci
llo, natural y único para el asentamiento de una nueva nación, cuya sangre
revuelta en aquellos momentos la impulsaba a ensanchar sus entonces estre
chos límites geográficos para su exultante y católica personalidad y sentir.
Necesitaba ampliar estas fronteras, pero no a costa de terceros, pues ello sería
inicua e ilegal agresión, sino por medio de acortar y transforniar líneas de
comunicaciones, que entonces, las existentes, eran marítimo-terrestres y con
vertirlas, de punto a punto, en exclusivamente marítimas.
He aquí el germen de una talasocracia, de un apego a la mar por vocación
y necesidad, y que alcanzó su merecido galardón, no en el acorte de distancias
—aspecto de la oportunidad y economía— sino en el del Descubrimiento de
un nuevo mundo inexplorado y desconocido que concedía, por este hecho en
sí mismo, el otorgamiento a España de carta de naturaleza de nación eminen
temente marítima.
Después, en años y siglos siguientes, los desaciertos por un lado, la ino
cencia —nacida de una peculiar hidalguía— y la propia autocomplacencia
—mirarse el propio ombligo— dieron al traste con nuestra naturaleza talaso
crática. Pero ello precisaría de un análisis en profundidad, que rebasaría las
modestas ambiciones de estas líneas. Solamente, para terminar, una breve
reflexión histórica, algo post-Descubrimiento, que podría señalar el hilo con
ductor a esa decadencia de una talasocracia que pudo seguir siendo, pero que
no fue.
Reflexión histórica.
Hace ahora cien años justos —estamos viendo que con motivo del Descu
brimiento hay varios centenarios concatenados con esta temática—en que se
perdieron la mayor parte de las colonias, y entonces se comenzó a celebrare!
hecho del Descubrimiento. Pero ¿cómo se articulaba esta conmemoración
doble de descubrir y de perder lo descubierto?
A nuestro juicio, tal conmemoración habría que traerse a nuestros días
—y no como hace cien años— enmarcada en los parámetros o coordenadas de
la evangelización, que en nuestro caso, el de España, se basó ene! hecho cató
lico de la libertad e igualdad de los pueblos descubiertos y posteriormente,
por derecho propio, engarzados en la Corona de España como sus joyas más
preciadas. Este concepto fundamental de libertad e igualdad supone un
Año
1991
J. L. TATO
hecho único para los indígenas, y es que la asignación de esta naturaleza cris
tiana reconoce de forma inherente e implícita uná naturaleza humana, que
conducirá a su inalienable derecho a la independencia. Por consiguiente, al
indígena se le toma no como objeto, sino como sujeto. En esta colonización,
pues, no se establecieron «reservas» para las personas, o lo que es lo mismo,
aislamiento de sus culturas, sino que desde el principio se les consideró como
iguales ante Dios.
Este aspecto humano y religioso, paralelo al descubrimiento y conquista
de nuevas tierras y mares, fue algo intolerable para otras naciones, que por
obra y gracia del non serviam de Lutero no concebían que aquellos indígenas
fueran convertidos, por decisión legal regia, en naturalezas hu,nanas, de
acuerdo con el Evangelio católico. No olvidemos que, según Américo Castro,
la conquista romana tardó dos siglos en conceder la ciudadanía a los peninsu
lares; la española igualó desde el primer día a los conquistados con los con
quistadores, y convirtió a aquéllos en súbditos con iguales derechos de sus
debeladores, trasladando a aquella orilla occidental del océano su panoplia
de instituciones, no siempre justas y generosas, ciertamente, como tampoco
lo eran en la península.
Reflexión final.
Hemos dicho que nuestros errores pasados fueran una de las causas de la
pérdida de nuestro poder marítimo. También hemos citado nuestra inocencia
ante terceros y nuestra autocomplacencia; todo ello fue cercenado y obtu
rando la continuidad de nuestras líneas de comunicaciones con el Nuevo
Mundo, cuyo descubrimiento y conquista generó una de nuestras dos corrien
tes geohistóricas (la otra es la euroafricana), que en una amplitud integral
quedó como atacada por una artrosis que poco a poco la fue dejando incapa
citada para su función geoestratégica que le confería nuestro carácter talaso
crático. Los descubrimientos tanto de España como de Portugal contribuye
ron al establecimiento, en consecuencia y por obra de terceros con grandes
apetencias de lo ajeno, al establecimiento de una nueva contra-corriente
geohistórica, de norte a sur, y perpendicular, por tanto, a la nuestra EuropaAmérica. En estrategia naval se puede demostrar —con argumentos históri
cos principalmente— que todo eje horizontal puede ser anulado por otro nor
mal a él y viceversa. Todo depende del que ejerza la acción de hostigamiento.
Efectivamente, la nueva corriente geohistórica, paralela a la costa atlán
tica europea desde el mar del Norte hasta Madera, originó una redistribución
de productos, con su foco principal en Amberes en perjuicio de Lisboa. Esta
línea o eje vertical actuó con su dinamismo anglo-holandés, como tensor de
nuestra corriente paralela al Ecuador, hasta que llegó un momento en que la
hizo perder su natural elasticidad, que a la vez le proporcionaba su propia
defensa, dejándola con una catenaria inoperativa que no permitía, según fue
92
35
REFLEXIONES
SOBRE EL DESCUBRIMIENTO
pasando el tiempo, el recuperar su necesaria flexibilidad de permanencia efi
caz. Con ello, nuestro poder naval, nuestra talasocracia se fue debilitando
hasta llegar a 1898. Y al llegar aquí podríamos preguntarnos qué aportación
podríamos hacer a este otro próximo centenario, desfasado de los anteriores
solamente seis años. Pensamos que ello es materia de Política Naval, entron
cada a la Política de Defensa Nacional, y cae, por tanto, por fuera de nuestra
humilde esfera de competencia.
Año 1991
DOCUMENTO
DOCUMENTO
Traemos aquí esta curiosa descriptionem novam del estrecho de Magalla
nes, hecha en 1617por G. de Mere. El título de la carta está en latín, mientras
que los topónimos aparecen en portugués. Está profusamente adornada con
tres rosas de los vientos en colores, con la particularidad de que el Norte geo
gráfico aparece al sur del plano. La carta mide 42 X 111 cm, está dibujada
sobre papel y tiene un alto interés histórico y geográfico, ya que debió servir
de documento de trabajo para la expedición de los hermanos Bartolomé y
Gonzalo Nodal, que salieron el 27 de septiembre de 1618 de Lisboa con dos
carabelas y 80 hombres a reconocer el estrecho de Magallanes, a causa de la
noticia de la expedición holandesa de Jacobo Lemaire y Guillermo Schouten,
que en 1616 habían descubierto el cabo de Hornos y, por tanto, un paso más
fácil que el del estrecho entre el Atlántico y el Pacífico. El hecho de que el
autor de la carta sea holandés y la mayoría de los topónimos también, lleva a
pensar que sea copia de una de las cartas producidas por la mencionada expe
dición holandesa. La vertiente artística de la carta es verdaderamente sobre
saliente, pues en ambos ángulos de la cartela aparecen dibujados dos grandes
pingüinos con la leyenda siguiente: Pinguins sao passaros destafeiçao que más
o menos quiere decir, esta forma tienen los pingüinos. No cabe duda de que
esta información era importante, ya que el autor la resalta de esta manera,
con lo que el indudable aspecto artístico se ve superado en esta ocasión por
el de curiosidad zoológica. Este documento se encuentra en la Sección de
Cartografía del Museo Naval, sig. 53-B-6.
Año 1991
DOCUMENTO
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Año
1991
97
NOTICIAS GENERALES
María Dolores HIGUERAS RODRÍGUEZ
CONGRESOS Y SIMPOSIOS
1991-noviembre 4-diciembre 5. Madrid (España).
«Cartografía Catastral Informatizada».
La Universidad Autónoma de Madrid organiza un curso sobre este tema
para obtener un diploma de especialización en este campo específico de la
cartografía. El curso va dirigido a ingenieros, licenciados y diplomados, y
empezará desde el 4 al 22 de noviembre de 1991 y continuará del 2 al 5 del
siguiente mes. El importe dela matrícula es de 100.000 pesetas.
Para más información dirigirse a: Servicio de Cartografía de la U.A.M.
Módulo de Geografía. Ciudad Universitaria de Cantoblanco. 28049.
Madrid. Teléf.: (91) 397 85 99.
1991-noviembre 28, 1992-mayo 14. Londres (Gran Bretaña).
«Mapas y Sociedad».
Ciclo de conferencias que tendrá lugar en The Warburg Institute, Woburn
Square. London WC1H OAB. Ocho conferencias serán impartidas un día
de cada mes a las 5 de la tarde, con admisión libre.
Organizadas por Catherine Delano Smith (Queen Mary and Westfield
College) y Tony Campbell (Map Library, British Library).
1992-abril 1 al 4. Portsmouth (Gran Bretaña).
IV Conferencia de Historia Naval sobre: «La guerra anglo francesa de
1688-1713».
Para más información dirigirse a: D. J. Lyon. National Maritime Museum.
Greenwich, SE1O9NF.
1992-abril 23 al 26. Vancouver (Canadá).
Para conmemorar el bicentenario de la llegada de George Vancouver a la
Columbia británica.
Conferencia sobre exploración y descubrimiento.
Para más información dirigirse a: Dr. Hugh Johnston. Dept. of History.
Simon Fraser University, Burnaby, British Columbia. Canadá, VSA 1S6.
1992-abril 28-mayo 1. Portland (Estados Unidos).
«El Gran Océano. El Pacífico Norte en el siglo XVIII».
Conferencia Internacional organizada por The North Pacific Studies Cen
Año 1991
NOTICIAS GENERALES
ter, dependiente de Oregon Historical Society. Portland, Oregón.
Es una conferencia interdisciplinar en torno a la historia y relaciones del
Pacífico Norte en sus dos orillas. El lenguaje oficial de la conferencia será
el inglés. La fecha límite para recibir los sumarios de las ponencias es el 15
de diciembre de 1991.
1992-agosto 11 al 15. Liverpool (Gran Bretaña).
Conferencia Internacional de Historia Marítima.
Para más información dirigirse a: Prof. Lewis R. Fisher. Maritime Studies
Research Unit. Memorial University of Newfoundland. Canadá, A1C
5S7.
1992-octubre 31-noviembre 1. Greenwich (Gran Bretaña).
Conferencia sobre Arqueología Marítima de buques de guerra desde la
antigüedad hasta nuestros días.
Organizado por la Universidad de Oxford. The World Ship Trust. The
National Maritime Museum y la Sociedad de Arqueología Marítima para
celebrar el Año Internacional del Mar.
Para más información dirigirse a: Tim Dindemans. Mensum Bound.
Oxford University MARE, lst Floor Flat, 58 fairholme Road. London
W14 9JY.
-
1992-noviembre 12 al 14. Londres (Gran Bretaña).
Conferencia Internacional sobre Comercio y Descubrimientos en la Euro
pa del Renacimiento.
Tratará sobre el comercio de manufacturas y materias primas en la época
de los descubrimientos. Organizado por el Departamento de Medieval y
Antigüedades del Museo Británico para conmemorar el Mercado Unico
Europeo y el 500 Aniversario del viaje de Colón al Nuevo Mundo. El
marco cronológico de la conferencia será 1450-1800y abarcará el comercio
de cerámicas, metales y otras mercancías entre Europa, América y Orien
te, contemplando los cambios tecnológicos que generó este intercambio.
Interesados dirigirse a: Duncan Hook. Department of Scientific Re
search. British Museum. London, WC1B 3DG.
Museo Naval de San Sebastián.
En el número 33 de esta REVISTA dábamos noticia escueta de la inaugura
ción del Museo Naval de San Sebastián, de la Diputación Foral de Guipúz
coa. Queremos ahora informar sobre el funcionamiento del Museo y sus
objetivos. El Museo nace para contribuir a la recuperación, conservación,
investigación y divulgación del Patrimonio Marítimo Vasco, y para dar
ioo
35
NOTICIAS GENERALES
una visión global de las relaciones que hán tenido los vascos con el mar a
través de los siglos, resaltando el aspecto de la construcción naval. El
Museo cuenta con biblioteca, videoteca y servicio de documentación
abierto al público. El edificio del Museo fue construido en la segunda
mitad del siglo xviii y fue lonja del Consulado, además de domicilio del
teniente de muelles. El Museo está dividido en las siguientes áreas: Mate
rias primas, Astilleros, Industrias auxiliares, Evolución tipológica de las
embarcaciones, Comercio, Instrumentos de Navegación, Puertos.
El horario de visitas es: Martes-sábados, de 10 a 13,30 horas y de 17 a 20,30
horas. Domingos y festivos, de 11 a 14 horas y de 17 a 20 horas.
La dirección es: Paseo del Muelle, 24. 20003. San Sebastián.
Teléf.: (943) 43 00 51. Fax: (943) 43 1115.
Desde aquí deseamos a esta institución, tan cercana a nuestras inquietudes
y propósitos, la mayor fortuna en esta singladura que ahora inicia.
Año
1991
LA HISTORIA MARÍTIMA
EÑEL MUNDO
Luisa MARTÍN-MERAS
La CartografíaMarítima en la Sección de Mapasde la BibliotecaBritánica(*)
Los fondos cartográficos de esta institución proceden, fundamentalmen
te, como ocurre en casi todos los países, de las colecciones particulares reales.
que fueron cedidas para uso público en 1750. En el inventario de la biblioteca
de Enrique VIII en 1547, se encuentran reseñadas 5 ó 6 páginas de mapas,
muchos de ellos expuestos en las paredes del palacio, además de globos e ins
trumentos astronómicos. En ese mismo año, Sebastián Caboto, hijo de Juan,
que había explorado la costa atlántica de Norteamérica por cuenta de la
Corona inglesa, llegó a Inglaterra después de cuarenta años al servicio de
España. Su carta universal, grabada de una versión revisada en 1549, estuvo
expuesta en la galería de la reina en el palacio de Whitehall en tiempos de Isa
bel 1 y era un documento para apoyar las reivindicaciones inglesas en Nortea
mérica.
Todos estos fondos, desde 1550 hasta 1650, deberían haber llegado al
Museo Británico en 1757, cuando el Rey Jorge II entregó sus colecciones per
sonales para fundar el Museo, pero no fue así, pues un inventario de 1660,
hecho después de la subida al trono de Carlos II, incluye 28 mapas manuscri
tos y 40 impresos que no se han podido encontrar en la Biblioteca Británica.
La explicación podía estar en su traslado durante el reinado del mencionado
Rey o de Jaime II hasta el gabinete de trabajo real para asesorar en cuestiones
políticas, quemándose algunos en un fuego que en enero de 1698 destruyó el
palacio. No todos corrieron esta suerte, ya que otros, entre los que se contaba
el mapa de Caboto, fueron llevados al Almirantazgo en 1688por mandato del
Rey. Parte de ellos volvieron a la colección real pero otros aparecieron en la
coleción privada de Lord Dartmouth, cuando fue vendida en Sotheby’s en
1948 y adquirida por el National Maritime Museum.
Los atlas manuscritos y libros de Náutica de la colección real estaban en el
palacio de St. James por lo que se salvaron del fuego de Whitehall, pero
sufrieron diversos deterioros a lo largo de la historia, sobre todo en la guerra
civil de 1642-1660.Robert Harley, cortesano de los reyes (1661-1724)y su hijo
Edward Harley (1689-1741)recogieron los libros que estaban en peligro en su
colección particular y, finalmente, en 1753fueron también a engrosar los fon
dos del recién creado Museo Británico.
*
Esta reseña se ha basado en datos obtenidosde: Helen Wailis Material on Nautical Car
in the British Library 1550-1 650. Lisboa. Centro de Estudiosde Cartografía Antiga.
tography
1984.
Año 1991
LUISA
MARTIN-MERÁS
Los documentos cartográficos muchas veces han seguido una trayectoria
distinta de los libros y otros objetos de colección, pues se han guardado como
documentos oficiales que se destruían cuando eran viejos, en vez de conside
rarlos materia de archivo; así en tiempos de Isabel 1, cuando se debía esperar
que estos pasaran a la biblioteca real, quedaron en manos de nobles implica
dos en tareas oficiales como el Lord Tesorero o Sir Robert Cotton que murió
en 1631; sus valiosas colecciones fueron cedidas a la nación en 1700y llegaron
al Museo Británico en 1753.
Otro fondo importante de cartografía marítima procede de la colección de
Sir Hans Sloane, físico y naturalista, nacido en 1660, cuya biblioteca fue ven
dida a su muerte al estado. Así pues, con los fondos procedentes de Sloane,
Harley y Cotton, y sobre la base de la biblioteca real se formó la sección de
mapas de la Biblioteca Británica. Aunque todas estas colecciones son ricas en
cartografía, los importantes atlas del siglo xvi y xvii proceden de otras colec
ciones adquiridas posteriormente como la del Rey Jorge III, que estaba for
mada por mapas topográficos y colecciones marítimas; los primeros llegaron
a la Biblioteca en 1828y los fondos marítimos depositados en el Almirantazgo
llegaron en dos entregas, una en 1844y la otra en 1952. Estos fondos iniciales
fueron incrementados desde 1830 a través de una decidida política de adquisi
ciones que permitió adquirir los tesoros que hoy integran esta sección.
104
35
RECENSIONES
M0TILL0N, Pierre: “Amira!, vieux Garçon. Louis, Charles, Auguste de la
Mare de la Mellerie. 1771-1840”.Editions France-Empire. 1990.574 págs.
En este el primer libro escrito por el médico radiólogo Pierre Motillon,
amante de la historia y de la mar, una vez retirado tras trabajar en su especia
lidad en hospitales militares, entre ellos: Berlín, Metz, Saigon y Casablánca.
Nos relata el autor la biografía, novelada, del contralmirante (1828) Louis
de la Mare, ingresado en la Marina Real como aspirante en 1787. Quizás lo
más interesante de la obra sea la descripciónde los sucesos ocurridos en la
Armada correspondientes al período de la Revolución Francesa (1789) con
las sediciones de las tripulaciones, la miseria de los presupuestos, persecución
de los oficiales realistas, el bloqueo inglés y la casi desaparición de la Marina.
Son excelentes las descripciones de las múltiples navegaciones en las que
participa De la Mare, mandando la fragata La Syrene,. a las Antillas, en las
que conoció siendo esclavo al futuro comandante en jefe de la isla de Santo
Domingo, Toussaint-Louverture. Cumple, asimismo, una misión diplomá
tica en Constantinopla en 1803. Ya capitán de navío, recibe el mando de la
fragata L’Hortense y participa en el combate de Trafalgar. L’Hortense estaba
adscrita al navío Bucentaure, insignia del almirante Villeneuve, del que se da
un retrato interesante.
El ambiente del período en el que sirve De la Mare queda reflejado en
todo momento y debemos recordar que vivió en el Antiguo Régimen, la
Revolución y el Imperio y, finalmente, el reinado de Louis XVIII. El autor
cuida con mimo las descripciones de los barcos, sus defectos, las maniobras,
el régimen a bordo, uniformidad, aprovisionamiento, utilizando el léxico
marino siempre de forma precisa.
Los lectores españoles leerán con especial interés los capítulos 12 y 13, en
los que se describe el gran proyecto de Napoleón para invadir Inglaterra, la
tan conocida maniobra estrategica de 1805, con la participación de la escua
dra española al mando de Gravina.
Antonio DE LA VEGA
Les galériens vies et destins de 60.000 forçats sur les galéres de France. 16801748. Zysberg, André. Editions du Seuil. Septiembre de 1987,480 páginas.
El autor, profesor de historia, experto en informática en la Universidad de
París-Sorbona, publica en este libro, modificados convenientemente, los
resultados de su tesis de fin de carrera, defendida en la Escuela de Altos Estu
dios en Ciencias Sociales el año 1986 y que había iniciado en 1971.
Como su subtftulo evidencia, se relata la vida y el destino de los condena
Año
1991
RECENSIONES
dos a la pena de galeras durante los reinados de Luis XIV y Luis XV. Es bási
camente una investigación totalmente científica, que utiliza los medios que
proporciona la informática para contabilizar individuos, orígenes, delitos,
penas y destinos; y también para analizar la boga, sus ritmos y la vida a bordo
en general.
La relación de los Capítulos es suficiente para conocer su contenido: Pri
siones en las galeras. Llegando al puerto. ¿Quiénes son los galeotes? Marse
lleses con casaca roja. Violencia y corrupción. Resistencia y dignidad. Arma
mento y dotación. La galera boga. De la renovación al apogeo de una flota.
Las galeras de la Guerra de Sucesión de España. Ultimas campañas. El des
tino de los forzados. Conclusión: el más grande pudridero de hombres de
Francia.
Existen, asimismo, tres anexos, cada cual más interesante. 1. Movi
miento anual de altas de forzados. 2. Evoluciones de los efectivos de la flota
de galeras, y 3. Fichero informático de los forzados. Termina el libro con las
fuentes, una orientación bibliográfica y un glosario de términos.
Como curiosidad conozcamos el motivo de las condenas sufridas por los
galeotes: 388 desconocida, 2.317 no se hace constar, 18.150 por crimen mili
tar, 11.094 por contrabando de sal y 4.934 de tabaco, 1.551 por ser protestan
tes y 21.967 por delitos comunes: total 60.401.
Y respecto a los que salen vivos de una condena a perpetuidad, fueron el
48 por 100 (de 21.194 individuos) en el período 1680-1755y sólo el 20,91 por
100 en 1716-1748 (de 5.184 galeotes).
Se trata de un libro minucioso que relata hasta el menor detalle la vida de
los galeotes en el período considerado, y que podría servir de guía a los inves
tigadores españoles en la misma línea de trabajo.
Antonio DE LA VEGA
Ricardo: La proyección marítima de España en la época
de los Reyes Católicos. Instituto de Historia y Cultura Naval. Madrid, 1991.
338 páginas.
CEREZO MARTÍNEZ,
Pocas veces se ha sabido derivar la historia de España en función de la de
la Marina, y cuando se ha hecho, el intento ha quedado incompleto, parcela
do, o caduco. No me estoy refiriendo a las grandes obras decimonónicas de
Fernández Duro o Javier de Salas, verdaderas fuentes de ilustración marine
ra, sino a la historia conceptual o analítica, de la que nuestra Marina ha estado
huérfana durante mucho tiempo.
Ricardo Cerezo puede ser la excepción de la regla. Es un historiador que
asume con sentido de responsabilidad rigurosa cuanto proyecta o escribe. Es
minucioso, paciente, ordenado, pero también es lúcido y transparente. Está
insito en la fugacidad y diversidad del tiempo y en su esfuerzo creativo
106
Num. 35
RECENSIONES
encuentra su propia identidad. Si en «Las Armadas de Felipe II» —primer
libro con el que abrió la actual serie— contemplaba la perspectiva naval de
España del siglo XVI, con sus luces y sus sombras, en esta «Proyección marí
tima de España en la época de los Reyes Católicos», retrocede justamente en
tiempo y situación con un ajuste esencial de lo marítimo, en la España que
surge con Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Y que se va a ver dinami
zada tras el descubrimiento de un nuevo mundo, en el que América se incor
pora en plenitud a la historia patria.
La monarquía de los Reyes Católicos logra espectaculares éxitos internos
y externos: Cerezo los autentifica con fidelidad notarial. La obra de la Recon
quista culmina con la toma de Granada, tras una larga guerra de once años en
la que se acrisola el poderío militar y naval del Estado, poniendo a disposición
de ulteriores empresas un eficaz instrumento que impulsa en Europa la hege
monía española: Hasta llegar a ese punto crucial, el camino que Cerezo reco
rre es largo y no siempre claramente transitable. El propio autor lo explica en
su prólogo cuando escribe que «con objeto de presentar coherentemente la
historia hemos considerado oportuno iniciar nuestro trabajo con una visión
retrospectiva de la historia naval de la Edad Media»; y así sus dos primeros
capítulos pormenorizan una lograda y completa síntesis de imprescindible
lectura, para quien desee situarse con verdadero «conocimiento de causa» en
la raíz del tema propuesto, que entiendo admirablemente tratado en los capí
tulos tres al nueve, para abundar en los últimos cinco capítulos en la epopeya
americana en su más amplia dimensión y contenido.
La brillante etapa de la monarquía de Fernando e Isabel ha sido obser
vada más qué en sus manifestaciones, en el aporte que le sirve de sustento.
Porque la trayectoria del reinado no es una pieza aislada, sino partes de un
todo cuya dinámica la ensancha. El mérito de Cerezo consiste precisamente,
en haber sabido conjugarla de tal modo, que el componente naval —que es el
que protagoniza el estudio— no quede oscurecido o difuminado por los dife
rentes factores puestos en juego. Simplemente su mera lectura —y es libro
para la profundización—acredita la intensidad de un trabajo, bien encauzado
desde el archivo o la imaginación creativa.
El acierto primordial de este libro, es a mi juicio, el detenimiento con que
se estudia esa proyección marítima española de la época de los Reyes Católi
cos, que tiene lógicamente raices anteriores, y que no va a verse estancada
ante el futuro. Existe una intuición clara y decisiva en su planteamiento, ya
que al elegir entre la historia general y la especial se encuentra en plena liber
tad para la descripción axiomática o el análisis crítico. La discrepancia entre
historia general o especial o lo que es decir, entre macro-historia y micro-his
toria, puede ser complicada y solamente desde muy especializados estudios
concretos puede llegarse a su clarificación. Este es en mi opinión, un innega
ble mérito en la obra de Cerezo, libro del que bien puede decirse es de los que
deja fecunda huella en el lector.
J.C.P.
Año
1991
Con objeto de facilitar la labor de la redacción, se ruega a nuestros
posibles colaboradores se ajusten a las siguientes líneas de orientación
en la presentación de sus artículos:
El material que se ofrezca para su publicación será enviado al
director.
Los autores pondrán en la página del título su nombre y apellidos
completos y su dirección postal para posible correspondencia.
Los artículos deben estar mecanografiados a dos espaciosen hojas
l)tN-A4. por una cara, dejando un amplio margen a la derecha, que
se utilizará para las correcciones.
A principio de párrafo se dejarán cinco pulsaciones en blanco.
Se evitará la utilización de abreviaturas.
Se subrayarán los nombres de barcos, títulos de libros y revistas,
así como las citas literales, para indicar el empleo de la cursiva en
imprenta.
Las notas a pie de página se reservarán exclusivamente para datos
y referencias directamente relacionados.con el texto. Sé redactarán en
la forma más sintética posible y se presentarán en una hoja aparte con
numeración correlativa.
Los títulos de las publicaciones periódicas se citarán íntegros la
primera vezque se mencionen, y despuésse emplearán las abreviaturas
existentes.
Los autores proporcionarán las ilustraciones para sus trabajos, in
dicando su locálización eii el texto; los originales de éstas tendrán la
calidad necesaria para su reproducción. En todo casodeberán citar la
procedencia del original y realizar los trámites precisos para que se
autorice su publicación; la REvisl. no se responsabilizará del incum
plniient
de estos trámites.
Todas las ilustraciones enviadas pasarán automáticamente a for
mar parte del archivo de la RFvisi.
La lista bibliográfica deberá presentarse en orden alfabético; en
caso de citar varias obras del mismo autor, se seguirá el orden crono
lógico de aparición de las mismas. Cuando la obra sea anónima, se
alfabetizará por la primera palabra del título que no sea artículo.
Como es habitual, se darán en listas independienteslas obras impresas
y las manuscritas.
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