Uruguay: envejecimiento demográfico y salud. Características

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Oficina de Montevideo
URUGUAY: ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO Y SALUD
Características generales de la población adulta mayor
ESTUDIO ANALÍTICO DE DATOS SECUNDARIOS
El presente documento ha sido elaborado por Ana María Damonte, Consultora de la Oficina de
CEPAL en Montevideo. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva
responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de la Organización
LC/MVD/R.173.Rev.1
Febrero de 1999
INDICE
Página
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................3
I.
CONCEPTO DEMOGRÁFICO.........................................................................5
II.
PROCESO DE ENVEJECIMIENTO.................................................................6
A. INDICADORES DE EVALUACIÓN .......................................................7
B. URUGUAY EN EL CONTEXTO MUNDIAL..........................................9
C. DINÁMICA DEL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO...........................10
D. OTRAS DIMENSIONES DEL PROCESO DE
ENVEJECIMIENTO.............................................................................11
E.
ENVEJECIMIENTO EN ÁREAS URBANAS Y RURALES...................12
F.
TENDENCIA FUTURA........................................................................15
III.
CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS DE LA POBLACIÓN
ADULTA MAYOR........................................................................................16
A. SITUACIÓN CONYUGAL...................................................................16
1.
Situación conyugal en áreas urbanas y rurales.................................17
B. FORMAS DE ARREGLOS FAMILIARES.............................................19
1.
Hogares unipersonales .................................................................21
C. EDUCACIÓN.......................................................................................22
1.
Analfabetismo.............................................................................. 23
2.
Nivel de instrucción...................................................................... 25
D. PARTICIPACIÓN ECONOMICA..........................................................27
1.
Tasas de actividad económica........................................................27
E.
LA ESPERANZA DE VIDA..................................................................29
F.
SALUD................................................................................................30
1.
Cobertura ....................................................................................31
2.
Consultas.....................................................................................33
3.
Consumo de medicamentos...........................................................33
4.
Percepción de enfermedades crónicas y actitudes asumidas .............. 34
5.
Gasto en salud.............................................................................. 35
6.
Principales causas de muerte..........................................................36
G. VIVIENDA..........................................................................................38
CONCLUSIONES...................................................................................................39
BIBLIOGRAFÍA.....................................................................................................42
ANEXO .............................................................................................................................. 46
INTRODUCCIÓN
El año 1999 ha sido designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como "Año
Internacional de las Personas Adultas Mayores"1/. El tema central es "Hacia una sociedad para
todas las edades", concepto que reafirma la noción de "Sociedad para todos" promovida por la
Cumbre Mundial de Desarrollo Social celebrada en Copenhague en marzo de 1995, a la que asistieron
117 Jefes de Estado.
El objetivo general de la designación se centra en la promoción de los Principios de las
Naciones Unidas en favor de las personas de edad. Esta resolución conjuntamente con la que designa
el primero de octubre como el Día Internacional de las Personas de Edad, marcan la preocupación por
abrir espacios en la sociedad para los adultos mayores.
Para cumplir las actividades del Año, el marco conceptual del programa para los preparativos y
su celebración, presenta cuatro dimensiones: la situación de las personas de edad; el desarrollo de las
personas a través de su vida; las relaciones multigeneracionales y desarrollo y envejecimiento de la
población.
El envejecimiento demográfico es una de las expresiones más notables de los cambios
registrados en la estructura demográfica mundial. Dista mucho de ser un temario simple, que va más
allá de las consideraciones cuantitativas generales sobre la distribución de la población por edades y
su dinámica. La comprensión del fenómeno, el entendimiento de sus causas y la valoración de sus
consecuencias requieren, además de su identificación y medición, un enfoque profundo sobre el tema
(Damonte, 1997).
Los países de América Latina y el Caribe han tomado conciencia de la importancia de prever
oportunamente los efectos de un proceso que, una vez iniciado, ha evolucionado muy rápidamente.
Esta preocupación se refleja en el Plan de Acción Regional Latinoamericano y del Caribe sobre
Población y Desarrollo que adoptó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
con arreglo a la Resolución 536 (XXV). En el Capítulo III, párrafo 62 (vii) se establece que uno de los
objetivos específicos es "Considerar los cambios a mediano y largo plazo de la estructura por edades
de la población en la formulación de las políticas sociales (salud y seguridad social, empleo,
educación y vivienda, para garantizar la atención de los grupos etarios de mayor crecimiento y más
vulnerables" (CEPAL, 1996, pág.32). En el marco del Plan de Acción , las personas adultas mayores
forman parte de los "grupos etarios de mayor crecimiento y más vulnerables".
Asimismo, en dicho Plan se establecen las actividades regionales que los países de la región
habrán de llevar a cabo en forma conjunta. Concretamente, se recomienda que los países se organicen
y realicen proyectos de investigación para ampliar y profundizar los conocimientos sobre los aspectos
claves de la dinámica demográfica, prestando especial atención a la relación entre dichos aspectos y el
entorno socioeconómico y cultural (CELADE, 1997).
En el contexto de América Latina el caso particular de Uruguay plantea un escenario
interesante. Como resultado de las transiciones demográficas y epidemiológicas iniciadas
1
/ United Nations General Assembly resolution 47/5, Proclamation on Ageing.
3
tempranamente, el país experimenta un proceso de envejecimiento demográfico avanzado que
incrementa los números absolutos y relativos de la población de 65 años y más de edad.
4
I. CONCEPTO DEMOGRÁFICO
Una distinción fundamental debe realizarse entre el envejecimiento individual o senescencia y el
envejecimiento demográfico de la población.
El envejecimiento individual implica, con el aumento de la edad cronológica, una disminución
gradual de las funciones fisiológicas y aptitudes socioeconómicas, que lo hacen adquirir el carácter de
irreversible.
El envejecimiento demográfico puede entenderse como el proceso resultante del cambio en las
tendencias de las tres variables clásicas de la dinámica demográfica; la fecundidad, en menor medida
la mortalidad y eventualmente las migraciones internacionales. A diferencia del envejecimiento
individual, es un proceso que no reviste el carácter de irreversible, aunque hay fuertes presunciones de
que se trata de un futuro ineludible. Acorde con el avance de la tecnología y el conocimiento científico
la mortalidad seguirá su curso descendente, por lo cual, es dable esperar mejoras en la sobrevivencia
de los individuos, que se traducirán en aumentos en términos absolutos y relativos de las personas
adultas mayores; la fecundidad difícilmente pueda revertir su tendencia descendente y el saldo
migratorio, aunque negativo, se irá reduciendo paulatinamente, dadas las condicionantes de los países
receptores para captar los flujos de emigrantes (Damonte, 1997).
El envejecimiento de la población, requiere para su medición la adopción de una edad umbral
que delimite estadísticamente a este grupo etario para su tratamiento. La fijación de una edad límite no
deja de tener un alto grado de arbitrariedad, ya que el envejecimiento es un proceso diferente para
cada individuo, fuertemente condicionado al estrato social de pertenencia. En consecuencia, parecería
más adecuado la adopción de una clasificación funcional de la vejez. Dificultades de orden práctico y
conceptual hacen imposible realizar un enfoque de esta naturaleza.
Aunque en principio hubo consenso universal en adoptar como límite la edad de 60 años, en la
actualidad, vista las ganancias obtenidas en la esperanza de vida de los individuos, la edad de 65 años
aparece como más adecuada. Ambas se asocian a la salida o retiro de la actividad económica de la
población y son utilizadas indistintamente por los países.
En este informe se adopta la edad de 65 años y el término "Adultos mayores" para su
designación2 /.
2
/ La terminología ha ido cambiando con el tiempo. De ancianos pasó a llamarse "tercera edad", pero
pronto su dinámica de crecimiento llevó a distinguir una cuarta edad. Al presente hay consenso en designar
a la población de 65 años y más como "adultos mayores", distinguiendo dentro de ella a los "adultos
mayores de edades avanzadas" que corresponde a la población de 80 años y más de edad.
5
II. PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
La población uruguaya exhibe al presente una distribución por edades que la caracteriza como
demográficamente envejecida, situándose en la etapa de transición demográfica avanzada. Aunque
Uruguay es un país en vías de desarrollo, posee características sociodemográficas similares a la de los
países del mundo desarrollado. La mortalidad y fecundidad comenzaron a descender desde las últimas
décadas del siglo pasado, para alcanzar niveles relativamente bajos al presente. El efecto de estas
tendencias, fundamentalmente de la fecundidad, se tradujo en un proceso de envejecimiento
demográfico, al cual la fuerte emigración de la década de los años setenta, aceleró notoriamente.
En este proceso de envejecimiento se distinguen cuatro fases, que pueden visualizarse a través
de la forma que adopta el gráfico de la distribución por edad y sexo de la población, indicador que
sintetiza de una forma muy simple la dinámica demográfica del país (Damonte 1997).
La primera fase, caracterizada por una alta proporción de niños y jóvenes y muy baja
proporción de adultos mayores (41% y 3% respectivamente), corresponde a la población uruguaya de
principios de siglo, denominada demográficamente como población "joven" (Gráfico 1). La misma
resultaba de la combinación de una fecundidad y mortalidad relativamente elevadas y de importantes
procesos migratorios. Aunque las dos primeras variables comenzaron su descenso hacia la segunda
mitad del siglo XIX, a comienzos del veinte todavía se mantenían en niveles relativamente elevados.
El nivel de la fecundidad, medido a través de la tasa global era de 6 hijos por mujer. La esperanza de
vida de los uruguayos era de 50.83 años (49.49 años para los hombres y 52.2 para las mujeres3 /)
ubicándose por encima de países como España e Italia. En relación a los restantes países
latinoamericanos se encontraba en una posición de liderazgo, que compartía con Argentina, ya que el
nivel de su mortalidad lo alcanzarían estos países 50 años más tarde. Por su parte, las corrientes
migratorias dejaban su huella en la composición por edades. La población extranjera alcanzaba al 21%
de la población masculina y al 14% de la femenina 4 /.
La segunda fase se produce cuando el gráfico de la pirámide de edades de la población
comienza a contraerse por la base, a consecuencia del descenso un poco más acelerado de la
fecundidad en relación a la mortalidad, y se ubicaría en la década de los años treinta.
La tercera etapa corresponde al envejecimiento por la parte central y en la cúspide. Se llega a
la misma cuando la población numerosa de principios de siglo, reforzada por los contingentes
inmigratorios de los dos períodos de posguerra, alcanza las edades adultas mayores (Damonte,
1997). En esta situación se ubicaría la población en los inicios de la década del sesenta. En esta
tercera etapa fue más importante la declinación de la mortalidad, por los logros científicos operados
después de la segunda guerra mundial, en el control de las enfermedades infecciosas.
Al presente y desde hace dos décadas el país se sitúa en la cuarta etapa que corresponde al
envejecimiento por la cúspide. El continuo e importante descenso de la mortalidad muestra sus efectos
3
/ Dirección General de Estadística y Censos, Tablas de mortalidad 1908-1909.
4
/ Ana María Damonte, Mujer y estadísticas. Series históricas e indicadores sobre la situación de la mujer
uruguaya durante el siglo XX, UNICEF/MEC/INFM, 1997, inédito.
6
en las edades avanzadas, que en la pirámide se visualiza a través de su forma cada vez más rectangular
(Gráfico 1).
Con la fecundidad en descenso, la proporción de personas en las edades centrales a partir de la
tercera fase varía poco; en proporción, los jóvenes van siendo reemplazados por los adultos mayores.
Según Chesnais (1990) las edades centrales son las edades pivotales: la pirámide gira alrededor de su
centro.
Gráfico 1
Uruguay: Población por sexo y edad. Censos 1908 y 1996
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a INE, publicaciones datos censales.
A. INDICADORES DE EVALUACIÓN
Además de los gráficos de la distribución de la población por edad y sexo, presentados anteriormente,
otros indicadores demográficos permiten también evaluar el proceso de envejecimiento.
El más comúnmente usado refiere al porcentaje que representa la población de 65 años y más
de edad en relación a la población total. A lo largo de este siglo dicho porcentaje pasó de 2,5% en
1908 a 12.8% en 1996. En el Cuadro 1 se presenta la evolución por sexo de dicho porcentaje
7
conjuntamente con el correspondiente a la población menor de 15 años. En el mismo puede verse,
cómo el porcentaje de población de 65 años y más, crece a expensas de la reducción del grupo de
población menor de 15 años, ya que las edades centrales se mantienen casi constantes.
Cuadro 1
Porcentaje de población menor de 15 años y de 65 años y más de edad,
según censos
Grupos
de
edades
Años censales
1908
1963
1975
1985
1996
0-14
65 +
40,9
2,5
27,9
7,6
27,0
9,8
26,7
11,2
25,1
12,8
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales.
Otro indicador resumen de los cambios en la distribución por edades lo constituye la edad
mediana de la población. En el Cuadro 2 se presenta la evolución de este indicador por sexo según
fechas censales. En el año 1908 la mitad de la población tenía menos de 19 años, no existiendo
prácticamente diferencias por sexo; en 1996 la mitad de la población total sobrepasa los 31 años,
destacándose el mayor envejecimie nto femenino bajo la acción de la mortalidad diferencial.
Cuadro 2
Edad mediana de la población por sexo, según censos
Edad mediana (en años)
Censos
1908
1963
1975
1985
1996 */
Ambos sexos
18,93
29,35
30,36
30,42
31,49
Hombres
Mujeres
19,27
18,61
29,04
29,65
29,54
31,18
29,19
31,68
30,00
32,95
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Guillermo Macció y Ana M. Damonte, Tercera y
cuarta edad en el Uruguay del año 2050. ¿Cuánto más?. INE/CELADE, LC/DEM/G.127, Serie OI,
No. 63, junio de 1993.
*/ CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censale s.
8
B. URUGUAY EN EL CONTEXTO MUNDIAL
La mayoría de los países desarrollados se encuentran en la etapa del envejecimiento demográfico
avanzado, con porcentajes de la población de 65 años y más que igualan o superan el 14 por ciento.
Sin embargo, el período de tiempo en que han llegado al mismo no ha sido uniforme. Una clara
ilustración de ello está dada por el número de años que tardaron algunos países en pasar de un
porcentaje de población de 65 años y más de 7 a 14 por ciento. Como ejemplo de ello se tienen:
Francia que insumió 115 años (1865-1980), Suecia 85 años (1890-1975), España 45 años
(1947-1992), Japón 26 años (1970-1996)5 /. Uruguay demoró alrededor de 55 años en pasar de 7% al
13% actual y se espera que alrededor del año 2000 alcance el 14 por ciento.
A efectos de ubicar al país en el contexto mundial en el Cuadro 3 se presenta el porcentaje que
representa la población de 65 años y más, respecto a la población total, por regiones y países
seleccionados.
El total mundial se divide en regiones más desarrolladas y menos desarrolladas. Las regiones
más desarrolladas comprenden, según la clasificación de la ONU, todos los países en Europa y
América del Norte, más Australia, Japón y Nueva Zelanda. Todos los demás países y regiones se
clasifican como en desarrollo.
5
/ Kevin Kinsella and Y. Gist, Older Workers, Retirement and Pensions. A Comparative International
Chartbook, IPC/95-2, Bureau of The Census/National Institute of Aging, December 1995.
9
Cuadro 3
Porcentaje de población de 65 años y más de edad en el mundo.
Año 1996
Regiones
y países
seleccionados
Población de
65 años y más
%
Mundo
6
Más desarrollados
Menos desarrollados
14
5
África
3
América del Norte
Canadá
Estados Unidos
13
12
13
América Latina y el Caribe
Argentina
Chile
Cuba
México
Uruguay
5
9
7
9
4
12
Asia
5
15
9
Japón
Israel
Europa
Francia
Italia
Suecia
14
15
16
17
Oceanía
Australia
10
12
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Population Reference
Bureau, Cuadro de la población mundial 1996, Datos y estimaciones
demográficas de los países y regiones del mundo, Washington, junio de 1996.
C. DINÁMICA DEL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
La población de 65 años y más de edad crece a una tasa tres veces superior a la del resto de la
población. Así, en el último período intercensal (1985-1996), la tasa anual media de crecimiento de la
10
población de 65 años y más fue de 1.9%, en tanto que, para la población entre 0 y 64 años la misma
fue de 0.5 por ciento. En comparación con el período intercensal anterior (1975-1985) ambas tasas se
incrementaron: la correspondiente a la población de 0 a 64 años era 0.4% y la de 65 años y más de 1.8
por ciento.
Debido a la mayor ganancia obtenida en la esperanza de vida la población femenina aceleró su
crecimiento en mayor medida que la masculina, con valores siempre superiores en las tasas en todos
los grupos de edades (Cuadro 4).
Cuadro 4
Tasas de crecimiento anual medio intercensal por sexo, según grupos de edades seleccionadas. Total
país 1985-1996
Grupos
de
edades
0-64
65+
65-79
Tasas de crecimiento (por mil)
Ambos sexos
4,68
19,41
16,69
Hombres
Mujeres
4,66
17,15
15,48
4,70
21,01
17,61
65-69
20,18
19,05
70-74
13,29
13,11
75-79
15,39
12,09
80+
29,87
25,20
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales publicados.
21,10
13,43
17,63
32,32
D. OTRAS DIMENSIONES DEL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
Dentro del proceso de envejecimiento global emergen otros dos con características muy remarcables,
el envejecimiento de los adultos mayores, y la creciente predominancia de la población femenina en
la población total de 65 años y más de edad, lo que da lugar a la designación de feminización del
enve jecimiento (Damonte 1997).
En la población de adultos mayores, las personas que llegan y sobrepasan los 80 años, crecen a
una tasa (3%) que casi duplica la de esta población en su conjunto. Este diferente ritmo de crecimiento
da cuenta de un nuevo proceso de envejecimiento que aparece paralelamente al envejecimiento global.
Como consecuencia de la mortalidad diferencial, -la brecha que separa las esperanzas de vida
de hombres y mujeres es ocho años- ,la población femenina de 65 años y más crece a una tasa mayor
que la masculina de estas edades (2.10% y 1.7% respectivamente).
El índice de femineidad pauta la superioridad numérica de las mujeres, adquiriendo mayor
intensidad a medida que avanza la edad; a la edad de 65 a 69 años hay 123 mujeres por cada cien
11
varones, entre los 75 y 79 años son 152 y a los 80 años y más el número de mujeres casi duplica al de
los varones (el índice es 198).
E. ENVEJECIMIENTO EN ÁREAS URBANAS Y RURALES
La población uruguaya ha seguido un proceso creciente de urbanización desde hace varias décadas.
En 1960 el 80% de los habitantes del país residían en estas áreas y en 1996 esta proporción alcanza al
91 por ciento.
También la población de 65 años y más de edad ha seguido este comportamiento residiendo
mayoritariamente (92%) en áreas urbanas (Gráfico 2).
Gráfico 2
Distribución de la población de 65 años y más por área y sexo. Año 1996
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base al Censo de Población 1995.
Esta alta concentración de los adultos mayores en áreas urbanas hace que sus características
predominen en la población total de estas edades. También este hecho acentúa el proceso de
envejecimiento demográfico de estas áreas. El 13% de la población urbana iguala o sobrepasa los 65
años en tanto que en las áreas rurales dicho porcentaje solamente alcanza al 11 por ciento.
Dado que la mortalidad es muy similar en ambas áreas y la fecundidad es levemente superior en
las áreas rurales, este comportamiento se explica en su mayor parte por las corrientes migratorias
rurales-urbanas. Sin embargo, no debe dejarse de lado el efecto que pueda tener la reclasificación de
áreas ocurrida después de cada relevamiento censal, difícil de cuantificar.
En el Cuadro 5 y Gráfico 3, se presentan las tasas de crecimiento intercensales urbanas y
rurales de la población adulta mayor. Si bien globalmente la población de adultos mayores de las
áreas rurales decrece, la tasa correspondiente a los mayores de 80 años tiene signo positivo para
cada sexo, indicador de que estas áreas retienen a la población de estas edades. En números
absolutos esta población de edades tan avanzadas aumentó en algo más de 200 personas.
12
Gráfico 3
Tasas de crecimiento anual medio intercensal por sexo y área. 1985-1996
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales publicados (ver Cuadro 5)
Cuadro 5
Tasas de crecimiento anual medio intercensal por sexo, según área
y grupos de edades seleccionados. 1985-1996
Tasas de crecimiento (por mil)
Grupos
de
edades
País urbano
País rural
Ambos
sexos
Hombres Mujeres
Ambos
sexos
Hombres Mujeres
0-64
65+
65-79
8,49
21,58
18,85
9,42
19,97
18,37
7,60
22,65
19,19
-25,64
- 3,52
- 5,01
-27,38
- 3,50
- 4,77
-23,28
- 3,53
- 5,35
65-69
70-74
75-79
80+
23,01
15,23
16,81
31,87
22,96
15,73
13,59
27,50
23,04
14,87
18,88
34,06
- 5,33
- 7,10
- 1,06
3,78
- 5,74
- 6,33
0,06
4,25
- 4,68
- 8,20
- 2,51
3,35
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales publicados.
13
El país urbano no muestra un ritmo de envejecimiento uniforme al dividirlo en Montevideo e
Interior Urbano. La población de Montevideo envejeció, en los últimos 11 años, a un ritmo menor que
el resto urbano del país, según datos de la Encuesta Continua de Hogares. El porcentaje de población
de 65 años y más de edad se incrementó un 25% en el Interior Urbano, en tanto, en Montevideo lo
hizo solamente un 15% en igual período.
La información por departamento muestra la universalidad del proceso y el alto grado de
heterogeneidad en cuanto a la intensidad del mismo (Gráfico 4).
Los datos destacan que ocho de los departamentos que conforman el Interior Urbano, ubican su
porcentaje de población adulta mayor por debajo de la media de esta área en su conjunto que es 15 por
ciento. El resto se sitúa por encima con valores extremos que llegan al 18 por ciento.
Por otra parte se observa que los departamentos limítrofes a Montevideo (Canelones y San
José) concentran el 30% de la población urbana de adultos mayores del Interior. Si a ellos se suma la
correspondiente a Montevideo6/ se llega a una concentración del 78% de la población urbana de
adultos mayores del país en esta zona focal sur (Damonte 1997). De esta población el 62% son
mujeres.
Gráfico 4
Porcentaje de población urbana de 65 años y más de edad por departamento
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Damonte, Género y población adulta mayor,
IMFM/MEC, julio de 1997.
6
/ El departamento de Montevideo se considera todo como urbano.
14
F. TENDENCIA FUTURA
En los próximos cincuenta años a nivel mundial la proporción de personas de 65 años y más de edad,
respecto a la población total, más que se duplicará, pasando de 6.8% a 15.1 por ciento. En Europa
occidental, más de una persona de cada cuatro pasará los 65 años y más en el año 2050, de acuerdo a
las proyecciones (variante media) de Naciones Unidas.
Asumiendo que la fecundidad se mantenga por encima del nivel de reemplazo y la mortalidad
continúe su curso descendente, Uruguay seguirá también esta tendencia y hacia el año 2050 la
población de adultos mayores representará el 19.12% de la población total. En números absolutos la
población actual de 65 años y más casi se duplicará pasando de 417.441 a 834.014 personas, de las
cuales, el 29% tendrán 80 años y más de edad.
La actual relación entre la población joven (menores de 15 años) y la adulta mayor, es decir, el
índice de renovación de la estructura por edades, que es de 2 a 1, pasará a ser en el 2050 de 1 a 1, con
lo cual los adultos mayores igualaran numéricamente a los jóvenes.
La predominancia femenina en la población adulta mayor alcanzará a representar el 27% de la
población total de adultos mayores. En la población adulta mayor de edades avanzadas (80 años y
más) el peso de la población femenina llegará al 64%, por lo cual, las mujeres casi duplicarán a los
varones.
Estos cambios esperados en la estructura por edades incrementarán la presión sobre los
sistemas de retiro y tendrán importantes repercusiones en la demanda de servicios médicos,
asistenciales y sociales.
15
III. CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS
DE LA POBLACIÓN ADULTA MAYOR
A. SITUACIÓN CONYUGAL
Se argumenta que la situación conyugal es un factor importante de bienestar, que se combina en estas
edades extremas de la vida con las redes de apoyo familiar. De ser así, la desventaja recae en las
mujeres, dado su mayor grado de predisposición a la soltería y mayor probabilidad de caer en la
viudez.
Los datos presentados en el Cuadro 6 muestran grandes desigualdades entre la situación
conyugal de hombres y mujeres, explicables por la mayor sobrevivencia femenina y por ciertas
prácticas relativas a las edades al casarse. Las características más destacables pueden resumirse en:
- La proporción de adultos mayores varones casados alcanza al 66% del total de varones de
estas edades y solamente el 32% de las mujeres están en la misma situación.
- Al igual que ocurre en el resto de la población, las formas de uniones sin vínculo legal entre
los adultos mayores van siendo cada vez más aceptadas por la sociedad y por ende más frecuentes.
Así, en el período intercensal la población de 65 años y más que adopta esta forma de unión aumentó
tanto en términos absolutos como relativos. En muchos casos constituye una forma de respuesta a
situaciones familiares; presencia de hijos y nietos, bienes patrimoniales, apego a un pasado
matrimonial que no se desea olvidar y separaciones no formalizadas entre otras (Damonte 1997).
- La mayor desigualdad entre los sexos se observa entre los adultos mayores que no tienen
cónyuge, es decir, los que son viudos, solteros, divorciados o separados. El 66% de las mujeres de 65
años y más se encuentran en esta situación y dicho porcentaje desciende al 29% entre los varones. En
términos absolutos la población femenina en esta categoría es más de tres veces superior a la
masculina (157.183 y 48.945 respectivamente).
- Las mujeres predominan en la población adulta mayor viuda (85%), situación que ha
permanecido constante en el tiempo. Ello se explica por la mayor sobrevivencia femenina, a lo cual se
suma que los viudos vuelven a contraer matrimonio con más frecuencia que las viudas. El 33% de los
varones de 65 años y más que se casan cada año son viudos, y solamente están en la misma situación
el 24% de las mujeres (Damonte 1997).
16
Cuadro 6
Distribución de la población de 65 años y más de edad por situación conyugal,
según sexo y grupos de edades. Total país 1996
Sexo y
grupos de
edades
Situación conyugal
Total
Unido
Casado
Total
100,00
3,30
45,78
4,42
1,69
33,50
11,32
Hombres
65-74
75-84
85-94
95+
100,00
100,00
100,00
100,00
100,00
4,49
5,12
3,54
2,50
4,11
66,02
69,18
63,57
48,57
31,13
3,63
4,12
2,93
2,12
1,85
2,01
2,25
1,64
1,34
1,06
12,57
7,82
17,49
34,77
44,24
11,28
11,50
10,84
10,70
17,62
Mujeres
65-74
75-84
85-94
95+
100,00
100,00
100,00
100,00
100,00
2,48
3,09
1,88
1,08
1,35
31,72
42,10
21,68
8,16
5,84
4,96
6,08
3,83
2,55
2,05
1,46
1,99
0,88
0,48
0,35
48,04
36,41
59,50
73,99
73,99
11,34
10,32
12,24
13,74
16,43
Divorciado Separado Viudo
Soltero
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos del Cuadro A1.
1. Situación conyugal en áreas urbanas y rurales
Respecto a las áreas de residencia urbanas, existe gran similitud con el comportamiento observado
para el país en su conjunto, en razón de la gran concentración de esta población en las mismas (ver
Cuadro A2 del Anexo).
Por el contrario en las áreas rurales la situación conyugal difiere marcadamente de la urbana
(ver Cuadro 7) como ser:
- Proporcionalmente hay más población casada y unida en las zonas rurales que en las urbanas
(53% y 49% respectivamente).
- A diferencia de las áreas urbanas donde hay más mujeres solteras que varones, en las zonas
rurales el porcentaje de hombres solteros más que duplica al de las mujeres.
- En relación a la población que no tiene pareja, si bien los porcentajes ponen nuevamente en
desventaja a las mujeres adultas mayores de las zonas rurales, aunque en menor medida que en las
urbanas, numéricamente esta población es prácticamente igual.
17
Gráfico 5
Distribución de la población adulta mayor con y sin cónyuge por área y sexo. 1996
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Cuadros A1, A2 y A3 del Anexo.
Cuadro 7
Distribución de la población de 65 años y más de edad por situación conyugal,
según sexo y grupos de edades. País rural 1996
Sexo y
grupos de
edades
Situación conyugal
Total
Unido
Casado Divorciado
Total
100,00
4,26
49,13
2,98
Hombres
65-74
75-84
85-94
95+
100,00
100,00
100,00
100,00
100,00
4,37
4,74
3,68
2,98
5,88
54,76
56,90
52,40
40,74
23,53
Mujeres
65-74
75-84
85-94
95+
100,00
100,00
100,00
100,00
100,00
4,11
4,91
3,13
2,19
1,69
41,48
52,79
28,71
10,60
11,02
Separado
Viudo
Soltero
1,63
24,04
17,96
3,84
4,22
3,26
1,91
1,96
2,06
2,13
1,90
2,13
0,00
11,20
7,21
16,66
33,51
43,14
23,77
24,80
22,10
18,72
25,49
1,81
1,97
1,67
1,40
0,00
1,04
1,33
0,76
0,00
1,69
41,48
29,82
54,51
74,52
66,10
10,07
9,18
11,22
11,30
19,49
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos del Cuadro A1.
18
B. FORMAS DE ARREGLOS FAMILIARES
La convergencia de las tendencias en las variables demográficas, declinación de la fecundidad y la
mortalidad, con las tendencias sociales, incremento de la disolución de uniones, creciente
participación de la mujer en el sistema educativo y en el mercado de trabajo, cambios en los patrones
socioeconómicos y culturales que norman la emancipación de los jóvenes del hogar etc., han tenido
sus efectos en las estructuras y relaciones de la vida familiar.
En este proceso de transformaciones el tamaño de la familia se ha ido reduciendo llevando
paulatinamente a la conformación de otro tipo de hogares, que varía según la etapa del ciclo vital en
que se encuentren sus jefes. Así, dentro de la población de 65 años y más de edad las parejas sin hijos
y los hogares unipersonales se perfilan como arreglos familiares de relevancia creciente.
Mientras la ganancia en la esperanza de vida hace posible la convivencia de hasta cuatro
generaciones, el porcentaje de adultos mayores viviendo con hijos decrece rápidamente, al igual que
se observa en los países desarrollados. El hecho de que los adultos mayores de hoy sobrevivan, como
no ocurriera en el pasado, trae consigo además, modificaciones en la inserción y en el papel de los
mismos dentro del hogar.
A pesar de las transformaciones la familia nuclear, integrada por padres con o sin hijos,
continúa siendo el tipo de familia predominante (63%) en las diferentes estructuras familiares
urbanas7 /. Sin embargo, en la población de 65 años y más de edad predominan los hogares
unipersonales y las parejas sin hijos que representan el 55% del total de hogares particulares urbanos.
El Cuadro 8 presenta el porcentaje de hogares urbanos con jefe de 65 años y más según
diferentes tipologías de hogares. La presentación de los datos por sexo resalta aspectos muy relevantes
como ser:
- El poco o casi nulo reconocimiento de la mujer adulta mayor como jefa, cuando hay presencia
masculina (cónyuge), comportamiento que por otra parte, no es privativo de estas edades. El 99% de
los hogares con pareja constituida solos o con presencia de hijos consideran como jefe al varón. El
72% de estos hogares son parejas, sin hijos viviendo con ellos, que probablemente pertenezcan ambos
a la población en estudio.
- En los hogares donde no hay cónyuge es más elevada la jefatura femenina. Estos hogares
reflejan las diferentes modalidades que adoptan hombres y mujeres para enfrentar situaciones de
viudez, ya sea viviendo solos, con sus hijos, hermanos u otros parientes.
7
/ Los datos provienen de la Encuesta continua de Hogares del año 1995. No hay datos censales publicados
que permitan realizar similar análisis.
19
Cuadro 8
Porcentaje de hogares particulares urbanos con jefe de 65 años y más de edad
por sexo del jefe, según área y tipo de hogar. 1995
Tipo de
hogar y área
Jefe
Hombre
Jefe
Mujer
Jefe
Hombre
Jefe
Mujer
Total
País urbano
Unipersonal
Pareja con/sin hijos
Jefe con hijos
Extendido
Compuesto
100,0
12,3
64,0
2,4
19,5
1,8
100,0
49,4
1,1
17,5
27,0
5,0
24,8
98,8
15,5
48,9
32,0
75,2
1,2
84,5
51,1
68,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Montevideo
Unipersonal
Pareja con/sin hijos
Jefe con hijos
Extendido
Compuesto
100,0
10,3
65,3
2,3
19,5
2,6
100,0
52,5
0,7
16,8
24,2
5,8
19,0
99,1
14,3
49,4
35,0
81,0
0,9
85,7
50,6
65,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Interior urbano
Unipersonal
Pareja con/sin hijos
Jefe con hijos
Extendido
Compuesto
100,0
13,9
63,0
2,5
19,5
1,1
100,0
46,3
1,4
18,1
30,0
4,2
30,4
98,5
16,6
48,6
27,3
69,6
1,5
83,4
51,4
72,7
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Ana M. Damonte, Género y..., op.cit.
El 85% del total de hogares monoparentales (jefe con hijos) tiene como jefa a una mujer adulta
mayor.
El 98% de los hogares extendidos con jefe mujer de 65 años y más no tienen cónyuge,
porcentaje que desciende al 24% cuando el jefe es varón (Gráfico 6). Dichos porcentajes se reparten
por mitades entre los jefes con y sin hijos que viven con otros parientes (Damonte 1997).
Pero probablemente el principal problema de estas mujeres adultas mayores no sea el no tener
cónyuge sino el de vivir solas.
20
Gráfico 6
Distribución de los hogares extendidos con jefe de 65 años y más,
por sexo del mismo y tipo de hogar. País urbano 1995
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Damonte, Género y población adulta mayor. La
feminización del envejecimiento, INFM/MEC, julio de 1997.
1. Hogares unipersonales
En el 61% de los hogares urbanos del país, constituidos por una sola persona, su jefe alcanza o
sobrepasa los 65 años.
En estas edades adultas vivir solo es particularmente una experiencia femenina. Casi 8 de cada
10 personas de 65 años y más que viven solas en áreas urbanas son mujeres. Esta desigualdad entre
los sexos se incrementa a partir de los 85 años, edad a la cual la proporción de mujeres viviendo solas
llega al 81 por ciento.
Pobre es el conocimiento acerca de las condiciones de vida de esta población. Probablemente
las mismas difieran sensiblemente entre hombres y mujeres: estilos de vida, independencia física y
económica, relaciones familiares, gastos en alimentación y salud, discapacidad etc. El conocimiento
acerca de estas características es necesario para la formulación e implementación de políticas sociales.
Pero las medidas que se adopten deberán considerar que la situación de vivir solo tiene diferentes
motivaciones que van desde la carencia de familiares y amigos y el deseo de privacidad e
independencia, hasta un mecanismo de defensa propio del envejecimiento como lo es el aislamiento,
que permite al individuo adulto mayor encarar conceptos y afectos que, de otro modo no podría
tolerar.
21
Independientemente de la circunstancia que lleva a vivir solo, cuando la edad avanza se
transforma en un riesgo y un problema que afecta tanto a la familia como a la sociedad.
El peso de los hogares unipersonales en el total de hogares con jefe adulto mayor, aumenta
hasta una cierta edad, más baja para las mujeres que para los varones (Cuadro 9). Ello podría
interpretarse como una salida más temprana de esta situación, que puede llevar a la
institucionalización o hacia otro tipo de hogares, pero que igualmente refleja un cambio de
comportamiento en la forma de vivir.
Cuadro 9
Porcentaje de los hogares unipersonales urbanos con jefe de 65 años y más de edad, respecto al total
de hogares con jefe de esta misma edad en cada sexo y para cada grupo de edad. 1995
Grupos
de
edades
Sexo del jefe de 65 años y más
Ambos sexos
Hombre
Mujer
65+
28,2
12,3
49,4
65-69
70-74
75-79
80-84
85+
22,6
27,0
33,1
34,1
34,0
9,1
12,5
14,7
17,1
15,1
47,9
47,1
54,3
50,2
47,6
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Ana M. Damonte, Género y..., op.cit.
C. EDUCACIÓN
Un dato de gran relevancia para el diseño de políticas lo constituye la educación de la población de
adultos mayores. La educación es un determinante importante del comportamiento de los individuos
que condiciona en gran parte su estilo de vida actual y futuro, permitiendo una mejor asimilación o
adaptación a los cambios tecnológicos.
Si bien, Uruguay, es uno de los países de América Latina con mayor nivel de educación, el
grueso de la población adulta mayor, tiene relativamente baja escolaridad, característica que va
diluyéndose en el tiempo con la renovación por contingentes más instruidos.
22
1. Analfabetismo
En materia de analfabetismo las cifras son particularmente significativas, tanto en lo referente a
niveles como a comportamiento respecto al sexo.
Los datos censales muestran una reducción de la tasa de analfabetismo de la población de 65
años y más de edad, en los últimos 25 años, superior al 50 por ciento. Las mujeres lograron mayores
avances que los varones en este campo ya que la reducción fue de 56% en tanto en estos últimos
solamente alcanzó el 47 por ciento (Cuadro 10).
Cuadro 10
Tasas de analfabetismo de la población de 65 años y más de edad por censos,
según sexo
Sexo
Censo 1975
(tasas %)
Censo 1985
(tasas %)
Censo 1996
(tasas %)
Total
17,4
13,3
8,3
Hombres
Mujeres
18,2
16,8
14,3
12,4
9,6
7,4
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales.
Igualmente resalta un comportamiento del analfabetismo femenino, que se extiende a todas las
edades (ver Gráfico 7), atípico en relación a otras regiones del mundo, incluyendo las más
desarrolladas. En todas estas regiones las tasas de analfabetismo de las mujeres superan a la de los
varones. La brecha en puntos porcentuales, entre las tasas de analfabetismo adulto (población de 15
años y más) es de 12.4 a nivel mundial, dándose las situaciones extremas en el Sur de Asia, con 26
puntos y en los países desarrollados con 0.5 puntos (Damonte 1997). En el Cuadro 11 puede verse que
la situación uruguaya es opuesta siendo las tasas femeninas 1.02 puntos porcentuales inferiores a las
masculinas.
23
Gráfico 7
Tasas de analfabetismo de la población de 65 años y más por sexo y edades.
1975 y 1996
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales (ver Cuadro 11).
Cuadro 11
Tasas de analfabetismo de la población de 65 años y más de edad por sexo,
según grupos de edades y censos
Grupos
de
edades
Censo 1975
Hombres Mujeres
Censo 1985
Hombres
Censo 1996
Mujeres
Hombres
Mujeres
Total*/
6,55
5,62
5,15
4,11
3,74
2,72
55-59
60-64
9,67
12,49
7,93
10,68
6,65
8,59
4,63
6,41
4,96
5,99
2,98
3,68
65+
18,20
16,80
14,30
12,40
9,60
7,40
7,00
8,71
10,90
14,80
4,68
6,02
8,13
11,77
65-69
14,86
13,17
10,82
8,39
70-74
16,97
15,31
13,38
10,95
75-79
20,78
18,04
16,64
14,17
80+
26,31
23,88
20,80
18,38
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales.
*/ Corresponde al analfabetismo adulto (15 años y más).
24
Al considerar los distintos grupos de edades que integran la población de 55 años y más, las
diferencias entre las tasas, en términos porcentuales disminuyen a medida que aumenta la edad. A los
65 años y más el analfabetismo masculino es un 23% mayor que el femenino; a los 80 años y más
desciende a 20 por ciento.
La población adulta mayor rural continua siendo en gran medida menos alfabeta que la urbana.
Las áreas rurales muestran una tasa de analfabetismo de esta población que duplica el nivel urbano, a
pesar de que en la última década su valor se redujo alrededor de un 30 por ciento (Cuadro 12).
Cuadro 12
Tasas de analfabetismo de la población de 65 años y más de edad por área,
según sexo. Año 1996
Área urbana
(tasas %)
Área rural
(tasas %)
Sexo
Total
Total
8,29
7,63
16,37
Hombres
Mujeres
9,57
7,41
8,42
7,10
19,04
12,72
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos censales.
2. Nivel de instrucción
La información sobre el nivel de instrucción formal que posee la población adulta mayor, proviene de
la Encuesta Continua de Hogares por lo cual es solamente representativa del país urbano8 /.
Los datos presentados en el Cuadro 13 muestran que, independientemente del sexo, el
porcentaje de adultos que nunca recibieron instrucción formal, se redujo más de la mitad en el
intervalo de 15 años.
Las desigualdades de género se revelan con mayor intensidad en las situaciones de educación
extremas, es decir, los que carecen de instrucción y los que alcanzaron nivel universitario. Resulta
difícil evaluar el grado en que estas desigualdades han influido en los problemas de relacionamiento e
integración a la sociedad, como también en los problemas de salud que aquejan a las mujeres adultas
mayores de hoy (Damonte 1997). Pero se conoce la importancia que reviste la educación como
respuesta a prácticas sobre ciertos factores de riesgo en salud (atención a dolencias leves, consumo de
alcohol y tabaco, cuidados personales etc.).
8
/ Los datos del último relevamiento censal (1996) no están publicados por nivel de instrucción.
25
Cuadro 13
Porcentaje de población urbana de 65 años y más de edad por nivel de instrucción,
según sexo y grupos de edades. Año 1995
Grupos
de
edades
Total
Sin
instr.
65-69
70-74
75-79
80+
100,0
100,0
100,0
100,0
4,8
6,4
9,5
13,8
31,5
33,9
33,8
36,4
Hombres
38,6
38,3
36,6
34,9
11,3
10,9
9,1
5,5
2,9
2,3
3,3
2,2
5,3
3,1
2,8
1,3
4,7
4,7
4,3
5,6
0,9
0,4
0,6
0,3
65-69
70-74
75-79
80+
100,0
100,0
100,0
100,0
5,7
6,9
11,1
16,2
32,6
30,0
32,9
31,0
Mujeres
39,3
11,3
42,5
10,9
39,7
9,4
40,0
5,8
2,9
2,5
1,6
1,1
5,5
4,6
3,6
4,8
2,7
2,6
1,7
1,1
0,0
0,0
0,0
0,0
Primaria
Incompl
Compl
Secundaria
(ciclo)
1er.
2do.
Técnica
y
Magister
Univers
Otro
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Ana M. Damonte, Género y..., op.cit.,pág. 44.
Nota: los datos provienen de la Encuesta Continua de Hogares del INE.
La población de adultos mayores de las áreas urbanas no es homogénea en cuanto a las
características educativas. Los hombres y mujeres de estas edades, residentes en Montevideo
aventajan a sus pares que lo hacen en el resto urbano del país, en todos los grupos de edades.
El Gráfico 8 muestra la relevancia de estas diferencias en la situación extrema de carecer de
instrucción, sobre todo en las mujeres de edades avanzadas. Así, mientras en Montevideo 1 de cada 11
mujeres de 80 años y más no recibió instrucción, en el Interior Urbano la relación es 1 de cada 4.
26
Gráfico 8
Porcentaje de población urbana de 65 años y más sin instrucción, por edades,
área y sexo
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Damonte, “Género,...” op. cit.
D. PARTICIPACIÓN ECONOMICA
1. Tasas de actividad económica
Al igual que en otras edades de la población, más hombres que mujeres adultos mayores participan de
la fuerza de trabajo: 19% de los varones y 7% de las mujeres del país urbano.
Aunque en estas edades las tasas de actividad son bajas, igualmente son más elevadas que las
registradas en los países desarrollados pero se sitúan por debajo de que aquellos en vías de desarrollo.
Algunos datos de países pertenecientes a estas categorías sustentan esta afirmación: Canadá (11% para
27
hombres y 3.6% para mujeres), Francia (3.5% y 1.4%), Italia (5.5% y 1.4%), Suecia (13.7% y 5.1%),
Estados Unidos (15.5% y 7.7%), Costa Rica (25.0% y 5.2%) y México (60.1% y 15.0%)9 /.
La participación femenina en la actividad económica acumula todavía la secuela de las
diferencias de género, efecto que se va reduciendo con el ingreso de nuevas generaciones
incorporadas en mayor medida al mercado laboral (en los últimos 12 años la tasa de actividad de las
mujeres adultas mayores se incrementó un 50%).
En el cuadro 14 puede verse el significativo incremento, entre los años 1983 y 1995, de las
tasas en los grupos de edades 60-64 y 65-69 años, tanto para Montevideo como para el Interior
Urbano del país10 /. Considerando que es a partir del primer grupo cuando las tasas se reducen por el
retiro de la actividad (Gráfico 9), este aumento podría explicarse, al margen del ingreso de cohortes
más activas, por un retardo en la edad de retiro, como también por continuar trabajando en otras
actividades después de logrado el mismo.
Gráfico 9
Tasa específica de actividad de la población adulta urbana por área, sexo y grupos de edades.
Año 1995
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a la ECH del INE, 1995.
9
/ Los datos refieren al año 1992. Fuente: Kevin Kinsella and Yvoonne Gist, Older Workers, Retirement,
and Pensions. A Comparative International Chartbook,IPC/95-2, U.S. Department of Commerce-Bureau of
the Census/U.S. Department of Health and Humain Services/National Institute of Aging, December, 1995.
10
/ Los datos provienen de la Encuesta Continua de Hogares, que constituye la herramienta más apropiada
para medir la actividad económica.
28
En general, la cesación del trabajo habitual conlleva una reducción del ingreso. Una forma de
suplir esta pérdida es volcarse hacia una nueva actividad económica o seguir participando en la
misma, aunque en menor medida.
A menudo es un hecho observado que la reducción del tamaño del hogar, ya sea por la salida de
los hijos o pérdida del cónyuge, trae aparejado mayores costos para el mantenimiento del mismo. En
el caso de los adultos, se suma en general un aumento de los gastos en salud, lo que hace
imprescindible la búsqueda de otro ingreso económico (Damonte 1997).
Cuadro 14
Tasas específicas de actividad de la población urbana adulta por grupos de edades,
según área y sexo. 1983-1995
Área
y
sexo
Grupos de edades
Año
60-64
Hombres
1995
1983
65-69
Montevideo
60,52
39,59
53,44
30,85
70-74
75+
19,50
20,08
6,16
5,45
Mujeres
1995
1983
28,42
19,77
16,72
10,69
7,22
4,95
2,28
1,91
Hombres
1995
1983
Interior urbano
57,91
30,88
42,91
23,34
12,67
11,41
6,06
4,01
Mujeres
1995
19,31
9,63
4,59
2,24
1983
12,79
7,41
1,92
1,00
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a la Encuesta Continua de Hogares del INE.
E. LA ESPERANZA DE VIDA
El envejecimiento no sólo se ha comportado como un aumento de la cantidad absoluta y relativa de la
población de 65 años y más de edad, ha aumentado también la cantidad de años que han de vivir estas
personas al alcanzar esta edad. La esperanza de vida a los 65 años en los últimos 30 años se
incrementó sensiblemente: de 14.34 en el año 1963 pasó a 16.32 años en el período 1995-1996. La
población femenina generó mayores ganancias que la masculina en todas las edades, por lo cual se
amplió la brecha que separa las esperanzas de vida al nacimiento de cada sexo, entre las fechas
señaladas, de 6.05 a 7.99 años.
A la edad de 65 años, mientras la población femenina agregó casi tres años a su esperanza de
vida, la masculina apenas llegó a superar un año, como puede verse en el cuadro que sigue.
29
Cuadro 15
Esperanza de vida en la población de 65 años y más de edad por sexo y edades.
1963-64 y 1995-96
1963-64
edades
65
70
75
80
85
90
Ambos
sexos
14,34
11,32
8,72
6,58
4,94
3,77
1995-96
Hombres
Mujeres
12,77
10,06
7,80
5,96
4,59
3,61
15,73
12,33
9,38
6,96
5,12
3,84
Ambos
sexos
16,32
13,13
10,25
7,74
5,74
4,26
Hombres
Mujeres
13,95
11,14
8,69
6,62
4,98
3,69
18,42
14,74
11,36
8,43
6,16
4,60
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a Tablas de mortalidad por sexo y edad del INE.
Como se señalara oportunamente, otro dato que adquiere cada vez más relevancia por sus
implicaciones socioeconómicas y médicas muy especiales, es el aumento de la longevidad de las
personas de 80 años y más de edad. La esperanza de vida de esta población pasó de 6.58 en 1963 a
7.74 en 1996.
Estas cifras que testimonian el aumento de la longevidad de la población uruguaya, representan
a la vez un avance y un reto para su atención.
Por otra parte se cuestiona sobre la calidad de estos años agregados a la vida. Respondiendo a
ello en los últimos años se ha desarrollado el concepto de "esperanza de vida en salud". Es un término
genérico para todos los indicadores que expresan un estado de salud definido en términos de
esperanza de vida, y que se aplican por igual a los estados de salud "positivos" y "negativos". Aunque
la mayoría de los estudios muestran que las esperanzas de salud positivas son, como la esperanza de
vida, más elevadas para las mujeres que para los hombres, también muestran que el número y la
proporción de años vividos en mala salud son mayores para las mujeres (Robine y otros 1996).
El país no cuenta con estudios de esta naturaleza, pero debido a la similitud en el
comportamiento de la mortalidad con los países para los cuales se han realizado dichos estudios, la
esperanza de vida en salud de las uruguayas tiene una alta probabilidad de seguir la misma trayectoria
(Damonte 1997).
F. SALUD
La salud en la vejez es el reflejo de factores intervinientes en toda una vida, que van desde factores
incontrolables como la herencia genética, pasan por condicionantes socioeconómicas como las
oportunidades de educació n y trabajo, y llegan hasta la participación personal en los hábitos de salud y
el estilo de vida. De esta manera, las características sociales, económicas, familiares y de salud en la
30
vejez están en gran parte determinadas décadas antes por la historia familiar, socioeconómica y
cultural del individuo. El proceso patológico que lleva a condiciones de morbilidad crónica, a
incapacidades y a la muerte, es muy común que se haya generado en edades tempranas y no se haya
manifestado sino hasta la vejez (Ruiz y otros 1994).
Con el envejecimiento demográfico la salud, considerada como el estado de bienestar físico,
mental, moral y material indispensable para una calidad de vida aceptable, adquiere una nueva
dimensión. La misma, que comienza a hacerse notar en los aspectos biológicos, sociales y económicos
del envejecimiento está adquiriendo importancia creciente. Esta situación emergente modifica las
condiciones y prioridades de salud y cobrará mayor relevancia conforme el porcentaje de población de
65 años y más se incremente, del actual 13%, hasta llegar casi al 20% de la población total en el año
2050.
1. Cobertura
En las edades adultas el acceso a un servicio de salud alcanza gran relevancia, pues el riesgo de estar
enfermo es mayor en estas edades. Aunque, bajo diferentes formas de atención, toda la población
uruguaya tiene cobertura de salud, según los datos del último relevamiento censal, un 8% de los
varones y un 5% de las mujeres de 65 años y más declara no tener cobertura total de salud (Cuadro
16). Ello no significa necesariamente un desamparo de asistencia médica, pues el sistema público
cubre a toda esta población, pero sí de alguna forma refleja las dificultades de acceso al sistema.
Cuadro 16
Distribución de la población de 65 años y más, por principal cobertura total de salud, según sexo y
área. Año 1996
Área
y sexo
Total
M.S.P.
Mutualista
Sanidad
militar
Sanidad
policial
Otros
Sin
cobertura
Total país
Hombres
Mujeres
100,00
100,00
100,00
29,42
30,65
28,57
59,93
56,34
62,43
2,21
2,42
2,06
1,43
1,39
1,47
1,18
1,63
0,87
5,82
7,58
4,60
Área urbana
Hombres
Mujeres
100,00
100,00
100,00
28,39
29,30
27,80
61,36
58,35
63,34
2,33
2,61
2,14
1,51
1,51
1,52
1,19
1,68
0,87
5,21
6,55
4,33
Área rural
Hombres
Mujeres
100,00
100,00
100,00
41,86
41,84
41,89
42,61
39,59
46,71
0,80
0,83
0,76
0,47
0,39
0,58
0,97
1,15
0,74
13,28
16,20
9,32
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos del Cuadro A4 del Anexo.
31
El 60% de la población de 65 años y más de edad está afiliada, con cobertura total, a
instituciones de asistencia médica colectiva (IAMC) del sector privado. Paralelamente, es sabido,
aunque no hay datos sobre ello, que una gran mayoría tiene también, cobertura parcial de salud
privada en unidades de emergencia médica móvil y cobertura parcial en servicios de compañía en
hospitales y en domicilios post-internació n.
Atendiendo a esta subdivisión de la atención del sistema de salud en público y privado, se
destacan algunos comportamientos particulares, tanto a nivel de áreas geográficas como en cada grupo
de edades. Así, la población del área rural, en proporciones similares, declara estar cubierta por
instituciones del sector público y privado, en tanto en el área urbana predomina la afiliación de esta
población al sector privado (61%).
En relación a la población de cada edad, en cada área, el porcentaje de atención en el
mutualismo aumenta con la edad en el área urbana y desciende en el área rural. Como contrapartida el
porcentaje que se atiende en el sistema público se comporta inversamente (Cuadro 17).
Cuadro 17
Distribución de la población de 55 años y más por principal cobertura total de salud, según área y
grupos de edades. Año 1996
Área
y
edades
Mutualista
Sanidad
militar
y policial
Total
M.S.P.
Otros
Sin
cobertura
Total país
55-64
65-79
80+
100,00
100,00
100,00
100,00
27,61
25,09
29,21
30,19
59,93
59,92
59,71
60,73
4,08
4,68
3,82
3,02
1,27
1,40
1,21
1,06
7,11
8,91
6,05
5,00
Urbano
55-64
65-79
80+
100,00
100,00
100,00
100,00
26,85
24,64
28,17
29,18
61,11
60,74
61,16
62,08
4,33
5,04
4,04
3,15
1,27
1,37
1,23
1,06
6,44
8,21
5,40
4,53
Rural
55-64
65-79
80+
100,00
100,00
100,00
100,00
35,56
29,03
41,07
45,58
47,59
52,75
43,13
40,18
1,39
1,52
1,33
1,04
1,30
1,64
0,96
1,04
14,16
15,06
13,52
12,16
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos del Cuadro A5.
Como sucede en los restantes países de América Latina y el Caribe debido a la forma en que están
actualmente organizados, los sistemas de salud tienen un reducido potencial para corregir los problemas
32
específicos que enfrenta la población de edad (CELADE 1997). No tienen capacidad de respuesta social para
cubrir las necesidades crecientes de una atención integral.
Haciendo referencia al subsector privado de la salud, el documento "Ate nción de Salud del
Adulto" destaca que: esta red tiene una infraestructura física desigualmente distribuida con servicios
concentrados en el área urbana, especialmente en Montevideo. El insuficiente ejercicio de la autoridad
normativa y controlada por parte de los entes estatales y el estancamiento del desarrollo de los
procesos administrativos en la mayoría de las instituciones del sector, se traduce en la superposición
de acciones y falta de racionalización del uso de recursos de todo tipo -humanos, materiales y
financieros-, que se expresan en el grado de eficacia y eficiencia de su función. Las acciones curativas
tienen un neto predominio sobre el fomento y protección de la salud, tanto en la entrega de servicios
como en la demanda de la población, fuertemente influenciada por la tradicional medicalización del
sistema. El consumo de medicamentos y otros insumos tecnológicos conduce a una elevación de los
costos asistenciales incompatibles con la economía de los sistemas de salud 11 /.
También ello eleva el gasto familiar en salud en general a nivel incompatible con el ingreso de
los adultos mayores y de los hogares de los que forman parte.
2. Consultas
Los datos sobre consultas tienen como fuente la EFS 198212/. En casi dos décadas es de suponer que
el comportamiento de la población puede haber registrado variaciones.
Los integrantes del grupo de personas de 60 años y más requirieron el 32.4% del total de
consultas realizadas por la toda la población, exceso que resulta notorio, pero que evidencia su
magnitud al calcular las tasas de consulta. Así los menores de 59 años de edad requirieron una media
de 4.07 consultas por persona al año, mientras que los de 60 años y más utilizaron un promedio de
10.3 consultas personales anuales.
Este índice se incrementa con la edad. Mientras las personas entre 60 y 74 años utilizaron en
promedio 9.74 consultas anuales, entre quienes tenían 75 años y más dicho promedio se elevó hasta
12.12 consultas anuales.
3. Consumo de medicamentos
Los datos de la Encuesta Familiar de Salud del año 1982 revelaron que el índice de medicamentos por
encuestado alcanzó el mayor valor entre la población de 60 años y más. Dicha población consumió
más del 34% de todos los medicamentos utilizados por la población encuestada.
11
/ Aron Nowinski, Félix Rígoli, Julia Muñoz y Cristina Noceti, Atención de salud del adulto mayor.
Visión del usuario y prestatario, OMS/OPS/CASMU, página 25, Montevideo, diciembre, 1989.
12
/ MSP/OPP/PNUD/OMS-OPS, Estudio del sistema de servicios de salud. Encuesta Familiar de Salud
1982, Montevideo, junio, 1984.
33
El comportamiento por edad es similar al observado respecto a las consultas realizadas, es decir
que, la proporción de consumidores se incrementa con la edad (Cuadro 18).
Cuadro 18
Consumo de medicamentos declarado por grupos de edades en la Encuesta Familiar de Salud de 1982
(en porcentajes)
Concepto
Total
0-59
60+
100
100
100
84,16
70,57
65,77
15,84
29,43
34,23
Medicamentos/1000
consumidores
1.452
1.353
1.639
Consumidores/1000
encuestados
332
273
617
Encuestados
Consumidores
Medicamentos consumidos
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a la Encuesta Familiar de Salud, op.cit., Tabla 98,
página 146.
La proporción de consumidores de medicamentos a la edad de 60 años y más resultó ser un 56
por ciento mayor que los niveles observados en las edades restantes.
En todas las edades las mujeres son mayores consumidoras de medicamentos que los varones
(60% superior), y dentro de la población femenina el porcentaje de consumidoras aumenta con la
edad, llegando al 68% entre las de 60 años y más.
4. Percepción de enfermedades crónicas y actitudes asumidas
La percepción de enfermedades crónicas declaradas en la EFS 1982, demostró un crecimiento
creciente con la edad de los encuestados. Así, mientras en el grupo de 45 a 59 años la tasa de
percepción fue de 8,4% en el de 60 años y más alcanzó a 15,4%
Entre los mayores de 60 años las principales patologías atribuidas como causa de malestar
denunciado por los encuestados son, las enfermedades del corazón, el reumatismo, la hipertensión
arterial y en menor medida la diabetes (EFS 1982).
34
La actitud más frecuente adoptada frente a la percepción de la enfermedad fue la de consultar
al médico (71% de los casos). Solamente un 21 % tomaron una actitud pasiva de no consultar y un 7%
se automedicaron o se aplicaron remedios caseros.
5. Gasto en salud
El gasto en salud realizado en el año 1982, por las personas de 60 años y más de edad representó el
23,34% del gasto total en salud de toda la población encuestada. Fue un 47% superior a la media
general y más que duplicó el gasto de los niños y adolescentes.
Donde resultó notable el desfasaje fue en el gasto en farmacia que llegó a casi el 41% del gasto
total en este rubro declarado por toda la población (Cuadro 19).
Cuadro 19
Gasto en salud declarado por grupos de edad en la Encuesta Familiar de Salud de 1982 (en
porcentajes)
Concepto
Total
0-59
60+
Gasto total en salud
Gasto total en farmacia
Personas que gastaron en salud
Personas que gastaron en farmacia
100,00
100,00
100,00
100,00
76,66
59,01
79,73
67,03
23,34
40,99
20,27
32,97
Gasto total en salud per cápita*/
Gasto total en farmacia per cápíta*/
0,278
0,024
0,268
0,017
0,32
0,062
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a la Encuesta Familiar de Salud, op.cit., Tabla 99,
página 147.
*/ expresado en miles de nuevos pesos a 1982.
El gasto en farmacia per cápita de la población de 60 años y más resultó casi cuatro veces
superior al correspondiente al resto de la población.
Al desagregar los índices por edades, se comprobó que el gasto también se intensifica con el
aumento de la edad. Así el número índice de gasto en farmacia por consumidor que, en el grupo de 60
a 74 años fue de 145.6, en el grupo de 75 años y más se elevó a 218.1.
Es de hacer notar que la estructura del gasto, en el año de relevamiento de la Encuesta (1982),
no incluye algunos rubros que en la actualidad se han incorporado (emergencias, servicios de
compañía, pañale s geriátricos etc), debido a que la oferta de los mismos en el mercado era escasa o
prácticamente inexistente.
35
Tampoco incluye los gastos indirectos en salud como ser, gastos en transporte, horas de
trabajo perdidas etc.
6. Principales causas de muerte
La última manifestación de los estados de salud es la mortalidad. El análisis de las causas de muerte y
las variaciones en el orden de su importancia revelan algunas de las expresiones de la transición
epidemiológica, que se está dando en la población de edades adultas.
A estos efectos, en el Cuadro 20, se presenta el porcentaje que representan las principales
causas de muerte en la población de 55 a 64 años y de 65 años y más, para los años 1982 y 1996,
según la novena revisión de la clasificación internacional de enfermedades, traumatismos y causas de
defunción.
Cuadro 20
Porcentaje y tasa de las principales causas de muerte de la población de 55-64 y 65 años y más de
edad en los años 1982 y 1996 (9a. Revisión)
1996
Causas
Enfermedades del
aparato circulatorio
(25-30)
Tumores malignos
(08-14)
Diabetes Mellitus
(181)
Trastornos mentales
(21)
Neumonía
(321)
Bronquitis Enfisema
y Asma (323)
Accidentes y efectos
adversos (E47-E53)
Síntomas y estados
mal definidos (46)
1982
Porcentaje
Tasa por
10.000
Porcentaje
Tasa por
10.000
55-64
65+
55-64 65+
55-64 65+
55-64 65+
29,60
42,1
38,4 230,1
34,3 24,0
47,3 131,6
34,4
22,1
44,6 120,6
32,5 20,9
44,9 114,4
2,4
2,3
3,1
12,5
2,9
2,8
4,0
15,1
0,8
3,3
1,1
17,8
0,3
0,7
0,4
3,9
1,8
3,1
2,3
17,2
0,8
2,2
1,1
12,0
1,2
0,9
1,5
5,2
1,6
1,6
2,2
8,9
4,7
2,4
6,1
12,9
3,7
2,0
5,1
11,1
7,2
6,4
9,4
34,9
8,0
5,6
11,0
31,0
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos del Cuadro A6 y de la s Proyecciones de
población del INE/CELADE, LC/DEM/R.287, Serie 01, No. 128, julio de 1998.
36
Dentro de las casi dos décadas que las estadísticas abarcan, en la población de 65 años y más las
enfermedades cardiovasculares han permanecido en el primer lugar como causa de muerte, con un
aumento del 43% en su predominio y un incremento de su tasa en un 75 por ciento.
Los tumores malignos siguen ocupando el segundo lugar, aunque si bien su porcentaje casi se
ha mantenido sin variaciones, la tasa de mortalidad aumentó de 114.4 muertes por 10.000 personas de
65 años y más a 121.
Merece atención el incremento de la incidencia tanto de los porcentajes como de las tasas de
tres causas de muerte: los Trastornos Mentales, la Neumonía y los Accidentes y Efectos Adversos
(Gráfico 10).
Si bien en la participación en el orden de importancia de las causas influye la participación
relativa ante descensos en la incidencia y letalidad de otras causas de muerte, sí se nota concordancia
con el patrón de la transición epidemiológica, que va desplazando la presencia y letalidad de
enfermedades infecciosas y parasitarias, cobrando mayor importancia las muertes causadas por
enfermedades crónicas y degenerativas, junto con los accidentes, que son característicos de la vejez.
Gráfico 10
Tasa de mortalidad por causas en la población de 65 años y más de edad.
1982 y 1996
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a datos del Cuadro A6 y de las Proyecciones de
población del INE/CELADE, LC/DEM/R.287, Serie 01, No. 128, julio de 1998 (ver Cuadro 20).
37
G. VIVIENDA
El crecimiento no controlado de la población urbana tiene sus efectos negativos. Las áreas urbanas
crecen en su mayoría por extensión de las zonas que rodean las ciudades o que forman un continuo a
lo largo de las principales rutas nacionales, lo que dificulta y encarece los requerimientos urbanos de
infraestructura física, vinculados esencialmente al mantenimiento y expansión de la red de servicios
básicos (Damonte 1997). Pese a ello, las mejoras alcanzadas en las últimas décadas a nivel general
han sido sustanciales, en cuanto al aumento del porcentaje de población total con acceso a los
servicios básicos de agua potable, saneamiento, luz eléctrica y a la vivienda.
La situación jurídica respecto a la vivienda cobra especial relevancia en las edades adultas
mayores. La tenencia de la vivienda, que muchas veces es el único capital activo de los adultos
mayores, constituye además un elemento que le brinda seguridad.
Tanto la información censal como la de la Encuesta de Hogares presentan limitaciones, ya que
la condición de tenencia está referida al hogar y no identifica dentro del mismo al propietario. Las
tabulaciones realizadas suponen que la persona reconocida como jefe del hogar es el propietario.
En esta condición están en 1996 el 76% de los jefes de hogar de 65 años y más de edad. En
comparación con los datos registrados en el Censo del año 1985 el porcentaje de adultos mayores
propietarios aumentó 6 puntos porcentuales. En términos absolutos ello significa un aumento
promedio anual de casi 4.800 propietarios de estas edades.
El relevamiento censal profundizó acerca de la propiedad de la vivienda y el terreno donde se
encuentra localizado el hogar. Este dato permite conocer que del total de propietarios adultos mayores
solamente un 5% no son dueños del terreno que la vivienda ocupa.
Entre las últimas fechas censales el porcentaje de jefes adultos mayores que arriendan la
vivienda se redujo sensiblemente pasando de 18% en 1985 a 13% en 1996. En términos absolutos,
serían en promedio unos 200 arrendamientos menos por año.
La ocupación de hecho es prácticamente inexistente entre los hogares con jefe de 65 años y más
de edad. En términos absolutos no alcanzan a los 800 hogares y representan el 0.3% de l total de
hogares con jefe de estas edades.
La categoría usufructuario sigue teniendo mayor relevancia en el área rural, aunque el
porcentaje que representan los hogares particulares con jefe adulto mayor en esta situación se reduce:
de 26% en 1985 pas a a 22% en 1996.
38
CONCLUSIONES
Los antecedentes rescatados han permitido, en primer lugar, examinar con suficiente detalle el grado y
la dinámica del proceso de envejecimiento que afecta a la estructura demográfica de la población
uruguaya. El balance deja un alto porcentaje de población de 65 años y más de edad (13%) y dentro
de la misma dos rasgos sobresalientes: el acelerado crecimiento de la población de edades adultas
avanzadas (80 y más) y la creciente predominancia femenina en la población de adultos mayores, que
justifica la denominación de "feminización del envejecimiento".
Pero las consideraciones cuantitativas, si bien, hacen evidente la importancia de tomar en
cuenta tal proceso, el cual acarrea una serie de necesidades y demandas de servicios sociales y de
salud, no son suficientes para las posibles aplicaciones en términos de políticas específicas a seguirse.
No se trata solamente de conocer cuántos son y serán los adultos mayores del futuro, sino cómo son y
serán en cuanto a características generales y particulares respecto a educación, estilos de vida, redes de
apoyo, ingresos, condiciones de salud etc.
Con los datos disponibles se ha podido construir un perfil general inmediato de la población de
65 años y más que sirve como marco de referencia inicial.
Aunque Uruguay posee uno de los niveles más altos de educación de los países de la Región, la
población de 65 años y más tiene globalmente baja escolaridad: 8% es analfabeta, casi la mitad ha
completado educación primaria y algo más del 5% secundaria, y 3% posee nivel universitario.
En el diseño de cualquier política que aborde el envejecimiento actual y futuro deberá
considerarse no solamente este nivel actual de educación sino además los cambios esperados en
función de la incorporación de cohortes con mayor nivel formal de educación. Así, en una década el
promedio de años de estudios de esta población se incrementará en un año. Esta circunstancia,
permitirá una mejor adaptación a los cambios tecnológicos, a la vez que dará una mayor capacidad
para enfrentar ciertas prácticas, asociadas a factores de riesgo en relación a la salud. También deberá
conocerse la satisfacción de esta población con su nivel actual de educación así como la
predisposición a adquirir nuevos conocimientos.
Uno de los factores más importantes para las personas adultas mayores son su vida familiar, su
posición en el hogar, sus redes sociales y los grupos de referencia con que cuenta. En el aspecto
familiar, la situación conyugal, la composición de la familia o tipo de hogar, y la relación con el jefe
son prácticamente los únicos datos de referencia.
Se observan grandes desigualdades entre la situación conyugal de hombres y mujeres de 65
años y más, explicables por la mortalidad diferencial y por la edad al casarse. La mortalidad, a la
misma edad, es más alta para los varones que para las mujeres, a lo cual se suma, que los varones
generalmente se casan con mujeres más jóvenes. Proporcionalmente, más hombres que mujeres están
casados o unidos, el 76% del total de varones y solamente el 33% de las mujeres.
Las uniones sin vínculo legal van siendo cada vez más frecuentes en estas edades,
constituyendo en muchos casos una forma de respuesta a situaciones familiares. Esta forma de
cohabitar cobra mayor importancia entre la población masculina donde el porcentaje de unidos
alcanza al 4% en tanto para las mujeres es la mitad.
39
La mayoría de las personas que no están casadas son viudas y de ellas el 85% son mujeres. Pero
probablemente uno de los aspectos más importantes concernientes a la población adulta mayor no
radique en el hecho de no tener cónyuge sino en vivir solo.
El 61% de la población urbana que vive sola tiene 65 o más años de edad, de la cual casi el 80%
son mujeres. Las diferencias de género se manifiestan con mayor intensidad a partir de los 85 años,
edad a la cual la proporción de mujeres viviendo solas llega al 81 por ciento.
Si el reconocimiento como jefe del hogar otorga el beneficio de obtener más atención que el
resto de los cohabitantes, las mujeres adultas se encuentran nuevamente en situación de desventaja. El
99% de los hogares con pareja constituida, solos o con presencia de hijos, consideran como jefe al
varón.
En relación a la participación económica se observa una mayor actividad general de la
población en las edades en que por lo general las personas pasan a retiro (entre los 60 y 75 años). En
el caso de las mujeres adultas entre 70 y 74 años, el significativo aumento de las tasas de actividad en
los últimos 12 años, podría responder a una necesidad de sobrevivencia, ante la reducción o pérdida
del ingreso del hogar ya sea por viudez, enfermedad del cónyuge, por aumento de los gastos en salud
etc.
Nada sabemos sobre los motivos que llevan a este incremento de la actividad, como tampoco
conocemos el grado de satisfacción y el gusto por trabajar, así como sobre las actitudes de las
personas frente al retiro. Tampoco nada se conoce acerca del clima laboral y las condiciones de
trabajo actual o el desarrollado la mayor parte de su vida, que puedan tener relación con el
padecimiento de ciertas enfermedades.
Dentro de los grupos de edades avanzadas se observan transformaciones en las formas de
enfermedad y muerte. Las estadísticas epidemiológicas y de mortalidad por causas muestran una
disminución en la incidencia, prevalencia y letalidad de las enfermedades transmisibles, y un
incremento de las enfermedades crónicas y degenerativas. Por otra parte, los datos no solamente
indican que los cambios están ocurriendo sino que estas tendencia s seguirán acentuándose en el
tiempo.
Si bien se sabe que estas transformaciones epidemiológicas están ocurriendo, se necesita
información actualizada y con alto grado de confiabilidad para proyectar hacia dónde se dirigen. En la
construcción de escenarios a futuro es notoria la creciente participación de la población envejecida y
sus características de salud. De esta forma se podrán anticipar los nuevos requerimientos en materia de
atención a la salud, tanto en planes de prevención como en sus formas terapéuticas.
Todo programa de salud dirigido a la población de edad debe insertarse dentro del contexto
social pertinente y vincularse con otras medidas de política. Por tanto, cobra especial importancia, la
identificación de grupos hacia los cuales corresponde concentrar los esfuerzos y los recursos. Para ello
será necesario llenar los vacíos de información sobre las características de aquellos grupos de gran
vulnerabilidad, donde las formas de inequidad social se manifiestan con mayor intensidad y que
exigen de una atención especial, como son las personas que viven solas, carentes de redes de apoyo,
en condiciones precarias y con escasos o nulos ingresos.
Aunque toda la población adulta mayor posee cobertura de salud pública gratuita, el 60% de
esta población está afiliada a instituciones de asistencia médica colectiva (IAMC) del sector privado
40
con cobertura total de salud. En forma paralela, una gran mayoría posee cobertura parcial privada en
unidades de emergencia médica móvil y en servicios de compañía en hospitales y domicilios.
La utilización de los servicios de salud por parte de la población de 60 años y más demostró ser
claramente superior al resto de la población. Ello quedó en evidencia al considerar las tasas de
consulta. Mientras los menores de 59 años requirieron una media de 4.07 consultas por persona al año,
la población de 60 años y más utilizó en promedio 10.3 consultas anuales.
El gasto directo en salud de la población de 60 años y más era, en el año 1982, un 47% superior
a la media general y más que duplicaba el gasto de los niños y adolescentes. En el lapso de 16 años,
tanto el monto total como la estructura del gasto en salud de la población adulta mayor seguramente se
modificó. La encuesta no incluyó algunos rubros de oferta y demanda creciente del mercado en
servicios de salud y atención complementaria como ser, emergencias médicas, servicios de compañía,
pañales geriátricos etc. por ser muy escasos o prácticamente inexistentes en la fecha de referencia.
Pero además de los gastos directos en salud, resulta evidente que en una población envejecida,
existen otros gastos indirectos, que en muchos casos no forman parte del ingreso del núcleo familiar al
cual el adulto mayor pertenece. Generalmente, los adultos mayores acuden a la consulta médica
acompañados por otra persona, que puede o no pertenecer al hogar, y que puede o no perder horas de
trabajo o tener que pagar honorarios a alguien que cuide de las personas a su cargo. También deben
considerarse los gastos de traslado hasta la consulta etc.
En el caso de la población adulta mayor la salud está muy relacionada con las condiciones
materiales de vida, dadas por el estado de la vivienda y los servicios que posee. Si bien estos datos
fueron relevados en el censo no hay publicados tabulados al respecto.
Otro dato, sin antecedentes, refiere al nivel de la vivienda y su facilidad de acceso a la calle,
hecho que puede relacionarse con el desarrollo de actividades sociales y de recreación. Ello cobra
especial importancia entre los adultos de edades muy avanzadas y los que padecen discapacidades o
minusvalías.
Tampoco se conoce el grado de satisfacción del adulto con la vivienda en que habita, y con el
barrio en el cual está ubicada.
La tenencia de la vivienda cobra relevancia en las edades adultas, pero como se señalara
oportunamente, los datos poseen limitaciones ya que relacionan al hogar con la vivienda y son
procesados bajo el supuesto de que el jefe del hogar es el propietario de la vivienda.
Los antecedentes rescatados han permitido construir un perfil inicial de referencia sobre
aspectos globales de la población envejecida. Asimismo aportaron elementos que serán utilizados no
solamente para la generación de hipótesis de trabajo, sino también para la consolidación de la línea de
investigación.
41
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45
ANEXO
Cuadro A1
Población de 65 y 55 años y más de edad por situación conyugal,
según sexo y grupos de edades. Total país 1996
Sexo y
grupos de
edades
Situación conyugal
Total
Unido
Casado
Divorciado
Separado
Viudo
Soltero
Total 65+
404.843
13.375
185.340
17.875
6.822
135.616
45.815
Hombres
65-74
75-84
85-94
95+
165.942
106.401
47.683
11.103
755
7.448
5.453
1.686
278
31
109.549
73.610
30.311
5.393
235
6.028
4.382
1.397
235
14
3.339
2.399
783
149
8
20.852
8.319
8.339
3.860
334
18.726
12.238
5.167
1.188
133
Mujeres
65-74
75-84
85-94
95+
238.901
135.000
77.811
24.087
2.003
5.927
4.177
1.462
261
27
75.791
56.841
16.867
1.966
117
11.847
8.214
2.978
614
41
3.483
2.680
681
115
7
114.764
49.160
46.300
17.822
1.482
27.089
13.928
9.523
3.309
329
Total 55+
696.613
31.983
368.997
37.222
15.659
167.276
75.476
Hombres
55-64
65+
302.740
136.798
165.942
18.203
10.755
7.448
204.550
95.001
109.549
12.966
6.938
6.028
6.956
3.617
3.339
25.386
4.534
20.852
34.679
15.953
18.726
Mujeres
55-64
65+
393.873
154.972
238.901
13.780
7.853
5.927
164.447
88.656
75.791
24.256
12.409
11.847
8.703
5.220
3.483
141.890
27.126
114.764
40.797
13.708
27.089
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a INE, VII Censo General de Población, III de
Hogares y V de Viviendas, diciembre de 1997.
47
Cuadro A2
Población de 65 y 55 años y más de edad por situación conyugal,
según sexo y grupos de edades. País urbano 1996
Sexo y
grupos de
edades
Situación conyugal
Total
Unido
Casado
Divorciado
Total 65+
373.893
12.057
170.134
16.953
Hombres
65-74
75-84
85-94
95+
148.110
94.289
42.954
10.163
704
6.669
4.879
1.512
250
28
99.784
66.718
27.833
5.010
223
Mujeres
65-74
75-84
85-94
95+
225.783
127.099
73.854
22.945
1.885
5.388
3.789
1.338
236
25
Total 55+
635.796
Hombres
55-64
65+
Mujeres
55-64
65+
Separado
Viudo
Soltero
6.317
128.176
40.256
5.344
3.871
1.243
217
13
2.971
2.141
693
129
8
18.854
7.446
7.551
3.545
312
14.488
9.234
4.122
1.012
120
70.350
52.670
15.731
1.845
104
11.609
8.058
2.912
598
41
3.346
2.575
651
115
5
109.322
46.804
44.143
16.971
1.404
25.768
13.203
9.079
3.180
306
28.672
335.006
35.212
14.556
157.851
64.499
266.404
118.294
148.110
16.161
9.492
6.669
184.022
84.238
99.784
11.419
6.075
5.344
6.181
3.210
2.971
22.855
4.001
18.854
25.766
11.278
14.488
369.392
143.609
225.783
12.511
7.123
5.388
150.984
80.634
70.350
23.793
12.184
11.609
8.375
5.029
3.346
134.996
25.674
109.322
38.733
12.965
25.768
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a INE, VII Censo General de Población, III de
Hogares y V de Viviendas, diciembre de 1997.
48
Cuadro A3
Población de 65 y 55 años y más de edad por situación conyugal,
según sexo y grupos de edades. País rural 1996
Sexo y
grupos de
edades
Situación conyugal
Total
Unido
Casado
Divorciado
Total 65+
30.950
1.318
15.206
922
Hombres
65-74
75-84
85-94
95+
17.832
12.112
4.729
940
51
779
574
174
28
3
9.765
6.892
2.478
383
12
Mujeres
65-74
75-84
85-94
95+
13.118
7.901
3.957
1.142
118
539
388
124
25
2
Total 55+
60.817
Hombres
55-64
65+
Mujeres
55-64
65+
Separado
Viudo
Soltero
505
7.440
5.559
684
511
154
18
1
368
258
90
20
0
1.998
873
788
315
22
4.238
3.004
1.045
176
13
5.441
4.171
1.136
121
13
238
156
66
16
0
137
105
30
0
2
5.442
2.356
2.157
851
78
1.321
725
444
129
23
3.311
33.991
2.010
1.103
9.425
10.977
36.336
18.504
17.832
2.042
1.263
779
20.528
10.763
9.765
1.547
863
684
775
407
368
2.531
533
1.998
8.913
4.675
4.238
24.481
11.363
13.118
1.269
730
539
13.463
8.022
5.441
463
225
238
328
191
137
6.894
1.452
5.442
2.064
743
1.321
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a INE, VII Censo General de Población, III de
Hogares y V de Viviendas, diciembre de 1997.
49
Cuadro A4
Población de 65 años y más, por principal cobertura total de salud,
según área y sexo. Año 1996
Área
y sexo
Total
M.S.P.
Mutualista
Sanidad
militar
Total país
Total
Hombres
Mujeres
404.843
165.942
238.901
118.302
50.500
67.802
240.983
92.837
148.146
Área urbana
Total
Hombres
Mujeres
373.893
148.110
225.783
105.463
43.112
62.351
30.950
17.832
13.118
12.839
7.388
5.451
Área rural
Total
Hombres
Mujeres
Sanidad
policial
Otros
Sin
cobertura
8.892
3.992
4.900
5.764
2.287
3.477
4.735
2.680
2.055
23.410
12.492
10.918
2.757
1.154
1.603
227.914
85.846
142.068
8.646
3.845
4.801
5.619
2.218
3.401
4.436
2.477
1.959
19.337
9.632
9.705
2.478
980
1.498
13.069
6.991
6.078
246
147
99
145
69
76
299
203
96
4.073
2.860
1.213
279
174
105
Ignorado
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a INE, VII Censo General de Población, III de Hogares y V
de Viviendas, diciembre de 1997.
50
Cuadro A5
Población de 55 años y más, por principal cobertura total de salud,
según área y grupos de edades. Año 1996
Área
y edades
Total
M.S.P.
Mutualista
Sanidad
militar
Sanidad
policial
Otros
Sin
cobertura
Total país
55-64
65-79
80+
696.613
291.770
316.723
88.120
191.057
72.755
91.929
26.373
414.754
173.771
187.927
53.056
17.476
8.584
7.309
1.583
10.749
4.985
4.709
1.055
8.796
4.061
3.811
924
49.239
25.829
19.043
4.367
4.542
1.785
1.995
762
Urbano
55-64
65-79
80+
635.796
261.903
291.222
82.671
169.616
64.153
81.546
23.917
386.058
158.144
177.023
50.891
16.924
8.278
7.094
1.552
10.460
4.841
4.589
1.030
8.012
3.576
3.568
868
40.703
21.366
15.625
3.712
4.023
1.545
1.777
701
Rural
55-64
65-79
80+
60.817
29.867
25.501
5.449
21.441
8.602
10.383
2.456
28.696
15.627
10.904
2.165
552
306
215
31
289
144
120
25
784
485
243
56
8.536
4.463
3.418
655
519
240
218
61
Ignorado
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a INE, VII Censo General de Población, III de Hogares y V
de Viviendas, diciembre de 1997.
51
Cuadro A6
Principales causas de muerte de la población de 55-64 y 65 años y más de edad
en los años 1982 y 1996 (9a. Revisión)
1996
Causas
Total
1982
Todas
las
edades
55-64
65+
31.110
3.906
Enfermedades del
aparato circulatorio
(25-30)
11.178
Tumores malignos
(08-14)
7.197
Diabetes Mellitus
(181)
632
Trastornos mentales
(21)
791
Neumonía
(321)
909
Bronquitis Enfisema
y Asma (323)
311
Accidentes y efectos
adversos (E47-E53)
1.609
Síntomas y estados
mal definidos (46)
2.050
Todas
las
edades
55-64
65+
21.999 143
27.186
3.935
17.205
186
1.157
9.265
45
11.042
1.348
4.132
81
1.343
4.858
28
6.010
1.280
3.592
28
94
502
2
647
114
475
2
32
717
3
143
10
122
4
69
692
2
525
30
376
8
45
208
4
427
63
279
2
183
520
10
1.259
145
348
11
283
1.405
15
1.770
314
972
21
Ignorado
Ignorado
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base a MSP/División Estadística, Mortalidad general e infantil por
causa, sexo y edad, 1982 y 1996.
52
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