fianzas. el certificado de pago al beneficiario hace fe, salvo prueba

Anuncio
170745. I.3o.C.650 C. Tribunales Colegiados de Circuito. Novena Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXVI, Diciembre de 2007, Pág. 1718.
FIANZAS. EL CERTIFICADO DE PAGO AL BENEFICIARIO HACE FE, SALVO
PRUEBA EN CONTRARIO A CARGO DEL OBJETANTE, SIN NECESIDAD DE
ACREDITAR LA AUTORIZACIÓN DE QUIEN LO SUSCRIBE (ARTÍCULO 96 DE LA
LEY FEDERAL DE INSTITUCIONES DE FIANZAS). Sólo es exigible la presentación en
el juicio ejecutivo mercantil de los tres documentos que integran el título ejecutivo
compuesto -en contraposición al simple o integrado por un solo documento- a que se refiere
el artículo 96 de la Ley Federal de Instituciones de Fianzas (el documento que consigne la
obligación del solicitante, fiado, contrafiador u obligado solidario, junto con la copia simple
de la póliza y de la certificación de la o las personas facultadas por el consejo de
administración de la afianzadora de que ésta pagó al beneficiario), sin que se requiera
adicionar algún otro complementario, atendiendo a la interpretación literal, teleológica e
histórica de ese precepto, el cual permite que sea una persona facultada por el consejo de
administración la que emita la certificación que forma parte de ese título ejecutivo, sea o no
contador, y que el nombramiento lo haga el órgano directivo de la institución de fianzas,
cuyas facultades, en tanto provienen de una disposición legal, quedan indiscutidas, sin
perjuicio de que pueda impugnarse el otorgamiento de la autorización. Empero, existe un
problema de asignación de carga probatoria, y otro consistente en dilucidar si la
inexigibilidad de requisito adicional a los tres documentos integrantes del título ejecutivo
complejo excluye la presentación de documento justificativo de la autorización conferida al
suscriptor de la certificación. La respuesta a ambas interrogantes surge de la interpretación
literal del invocado artículo que, por lo que hace a la certificación, dispone que hará fe en
juicio, evidenciando que se trata de una presunción legal iuris tantum, o sea, que debe tenerse
por cierto el hecho de que la certificación es auténtica, lo que comprende todo el contenido
del documento, aunque esa autenticidad está sujeta a que no sea impugnada y, en caso de
serlo, no se acredite la causa de impugnación mediante prueba en contrario, lo cual lleva a la
segunda arista del asunto, la carga de esa prueba, que corresponde a la demandada objetante,
porque se busca destruir la presunción legal que tiene en su favor la certificación. Lo anterior,
con base, además, en una interpretación sistemática que se efectúa bajo la consideración de
que el sistema jurídico mexicano tiene una legislación mercantil de carácter financiero que
comparte rasgos comunes, evidenciando una coherencia del legislador en la emisión de las
normas de esa clase, particularmente en cuanto a la ejecutividad asignada a ciertos
documentos para que las entidades dedicadas a la actividad financiera obtengan la
recuperación de adeudos en una vía privilegiada. El artículo 96 de la Ley Federal de
Instituciones de Fianzas se encuentra inserto en ese sistema normativo, y comparte elementos
de identidad con preceptos como los artículos 47 y 48 de la Ley General de Organizaciones y
Actividades Auxiliares del Crédito y 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, respecto de los
títulos ejecutivos regulados en esos preceptos y el previsto en la legislación de fianzas
invocada, como son, por un lado, la necesidad de que se integren diversos documentos para
conformar el título ejecutivo, entre ellos, una certificación, y por otro, la presunción iuris
tantum de que goza esa certificación. Son, por el contrario, elementos diferenciadores, el
carácter de la certificación, contable en el caso de las instituciones y organizaciones
crediticias, y de pago, tratándose de las afianzadoras. Esa diferencia revela que para las
afianzadoras existe un sistema más laxo en cuanto a la clase de personas que pueden ser
facultadas para suscribir las certificaciones, con la consecuencia de que se reducen los
requisitos para tal efecto, y de ningún modo entraña que el artículo 96 de la legislación de
fianzas quede sustraído del sistema normativo en que coinciden las diversas legislaciones
-1-
170745. I.3o.C.650 C. Tribunales Colegiados de Circuito. Novena Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXVI, Diciembre de 2007, Pág. 1718.
crediticias. Desde la pertenencia a ese sistema se observa que las certificaciones deben ser
expedidas por persona autorizada, pero sin que tenga que acreditarse esa autorización, lo cual
es común a todas las normas comparadas, y resulta más evidente en el caso de la legislación
de fianzas, ya que en ella no se exige siquiera algún requisito de contenido, más que la
información de haber pagado, como sí se prevé en el caso de las legislaciones crediticias,
aunque sin comprender la demostración de la autorización. Esa perspectiva sistemática pone
de manifiesto que la presunción de autenticidad está prevista en beneficio de las instituciones
crediticias y afianzadoras, por lo que, al admitirse prueba en contrario, sólo puede provenir de
la contraparte de aquella que tenga interés en desvirtuar la presunción legal, lo que implica la
carga de demostrar las causas de la objeción.
TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 154/2007. Compañía Operadora de Estaciones de Servicio, S.A. de C.V. 27
de septiembre de 2007. Mayoría de votos. Disidente: Víctor Francisco Mota Cienfuegos.
Ponente: Neófito López Ramos. Secretario: Raúl Alfaro Telpalo.
-2-
Descargar