julio-agosto-septiembre, 2010 El fiasco norteamericano de Bahía de Cochinos Tomás Diez Acosta y Santiago R. Quintero García En las últimas décadas ha sido desclasificado en Estados Unidos un grupo de documentos que detalla el papel jugado por la CIA en la organización, financiamiento y ejecución del programa de acciones encubiertas contra Cuba, que concluyó con el fracaso de la operación de Bahía de Cochinos. El próximo año se celebrará el medio siglo de este acontecimiento y sus experiencias siguen teniendo actualidad. ¿Acaso para el pueblo cubano serían una novedad estas revelaciones? No. Durante más de cuatro décadas, los cubanos hemos sufrido, resistido y combatido victoriosamente estas acciones enemigas de toda índole. También, las hemos denunciado en distintos foros internacionales; sin embargo, conocer los pormenores de esos planes anticubanos, nos ayuda a comprender con que cinismo e impunidad han actuado las autoridades norteamericanas, ya sean demócratas o republicanas, que han violado las normas y leyes de la convivencia internacional y las propias leyes de Estados Unidos. Los antecedentes inmediatos de la operación de Bahía de Cochinos se remontan a 1959, cuando el Departamento de Estado y la CIA, trabajaron en un proyecto común con el propósito de: “(...) acelerar el desarrollo de una oposición en Cuba, la cual podría servir a cambios en el gobierno cubano, resultando uno nuevo favorable a los intereses de Estados Unidos.”[1] Para lograr este propósito, desde agosto de ese año, en la CIA, se discutía la creación de un operativo paramilitar para ser empleado en situaciones de crisis en América Latina, constituyendo Cuba su objetivo principal. El Jefe del Grupo Paramilitar de la A gencia, comenzó una serie de estudios relacionados con aspectos de una guerra limitada encubierta, e impulsó la formación de un personal especializado en acciones paramilitares, pertenecientes a la División del Hemisferio Occidental (WH), y también estableció una aerolínea privada para apoyar esas actividades.[2] Como resultados de esos estudios, en diciembre del mismo año, se confeccionó un plan para preparar un pequeño grupo de cuadros militares del exilio cubano como instructores paramilitares, que tendrían la tarea de entrenar en un país latinoamericano, a otros cubanos reclutados, que serían infiltrados clandestinamente en la Isla. A principios de enero de 1960, el Director de la CIA, Allen Dulles, le presentó al presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, un programa de acciones contra Cuba. De acuerdo al testimonio de Gordon Gray, Asistente Especial para Asuntos de Seguridad Nacional, en esa reunión, el Presidente no estaba satisfecho con lo realizado por la CIA hasta ese momento, y 25 le planteó a Dulles que: “(...) cualquier programa, debía ser mucho más ambicioso y que probablemente, ya era tiempo de moverse contra Castro en una forma positiva y agresiva... Él le pidió al señor Dulles, que volviera con un programa más amplio.”[3] Este reclamo presidencial, dio carta blanca a la Agencia para actuar en consecuencia. El 18 de enero de 1960, fue constituida la Fuerza de Tarea WH/4 (Sección 4 de la División WH de la CIA), encargada de dirigir y ejecutar la operación de guerra secreta contra Cuba; inicialmente, la Sección tuvo una plantilla de 40 oficiales -8 en el Centro de Dirección, 20 en la Estación de La Habana y 2 en Santiago de Cuba- y para abril de 1961, llegó a tener 588.[4] Al frente de esta fuerza fue nombrado Jack Esterline, experimentado oficial de la CIA, que había actuado directamente en la operación que, en 1954, derrocó al gobierno guatemalteco de Jacobo Arbenz. Desde los primeros momentos, la Sección estuvo apoyada y dirigida por los máximos jerarcas de la A gencia, en particular, por el Director de Planes de la CIA, Richard M . Bissell. Entre sus actividades, la WH/4, de inmediato comenzó la negociación con varios países de Centroamérica, para ubicar el lugar idóneo de los entrenamientos; mientras que, en M iami, Florida, se buscaron ins talaciones adecuadas para las oficinas; almacenes; locales de seguridad; centros de reclutamiento; comunicaciones y las bases, para el movimiento de personas, materiales y propaganda, tanto dentro de Cuba, como fuera de la Isla. Al mismo tiempo, el Centro de Dirección y la Estación de La Habana, estaban realizando un pormenorizado estudio de los líderes de la oposición cubana, para organizar un “frente político de unidad”, que sirviera como punto de reunión de los anti-castristas, y dar cobertura a las operaciones clandestinas. También, se escogió un sitio en el Caribe, la Isla de Swan, donde fue instalada una poderosa estación de radio de onda media y larga dirigida hacia Cuba. A partir del trabajo encomendado a la Fuerza de Tarea WH/4, la CIA presentó a la aprobación del Presidente de Estados Unidos, un programa de acción encubierta dirigido a derrocar la Revolución cubana. El mismo, contemplaba cuatro procedimientos de acciones fundamentales: (a) la creación de una oposición cubana responsable, unificada y atractiva, para combatir al régimen cubano; (b) desarrollar una propaganda ofensiva en nombre de la oposición; (c) crear una organización secreta de inteligencia y acción, dentro de Cuba, que respondiera a las órdenes de la oposición en el "exilio"; y (d) preparar fuera de Cuba, una fuerza paramilitar adecuada que sería infiltrada en la Isla, con el avituallamiento necesario, para el apoyo logístico a las operaciones militares encubiertas en la Isla.[5] Este documento fue aprobado el 17 de marzo de 1960 y contó con un presupuesto inicial de 4 400 000 dólares, dis tribuido en: actividades políticas, $950 000; propaganda, $1 700 000; paramilitares, $1 500 000; y en la colección de la información de inteligencia, $250 000. Aunque se previó el empleo de fondos adicionales, el presupuesto sería incrementado paulatinamente, hasta alcanzar la cifra de 46 millones, en abril de 1961. [6] Junto a este proyecto, la CIA, aprobó un plan de presiones (bloqueo) económicas y un grupo de medidas diplomáticas y propagandísticas, dirigidas: “(...) a preparar la opinión pública y gubernamental de América Latina, para apoyar a Estados Unidos en posibles acciones 26 contra Cuba, en la OEA...”[7] El presidente Eisenhower, solo le puso una condición a la CIA: “(…) que las manos de Estados Unidos (...) no debían aparecer en nada de lo que se hiciera.”[8] La aprobación presidencial, dio vía libre a la A gencia y a los oficiales a cargo del proyecto de acción política, bajo la cobertura de "Grupo Bender", que sería una organización nacional norteamericana de hombres de negocios, que incrementarían sus contactos con los principales cabecillas de los grupos contrarrevolucionarios cubanos, radicados en Estados Unidos. Según el propio Director de la CIA, no fueron fáciles las entrevistas con dichos elementos, pues entre ellos no existía: "(...) un verdadero líder y todas la personas se consideraban prima donnas."[9] El 11 de mayo de 1960, después de varias reuniones celebradas en las ciudades de New York y M iami, se llegaría al acuerdo de fundar el Frente Democrático Revolucionario (FRD), que inicialmente agrupó a cinco de las más importantes facciones del exilio cubano. Fue acordado además, escoger la Ciudad de M éxico, como sede permanente de la FRD; el 22 de junio, en esa urbe, se proclamaba públicamente la constitución de dicha organización contrarrevolucionaria. Simultáneamente, los oficiales de propaganda de la WH/4, trabajaban en la instalación de una potente emisora de radio para la manipulación mediática contra Cuba. La misma, seis años antes había funcionado en la isla Swan, territorio de Honduras, con los mismos fines propagandísticos y psicológicos, dirigida en aquel momento, contra el régimen democrático y progresista del presidente Jacobo Arbenz, en Guatemala. El 17 de mayo de 1960, salía al aire Radio Cuba Libre (Radio Swan), bajo una cobertura comercial; la misma era financiada por las estaciones de radio de M iami, bajo el patrocinio de grupos cubanos contrarrevolucionarios, al mismo tiempo que se publicaba una revista y un periódico de corte anticastrista. La CIA logró que el gobierno guatemalteco, presidido por M iguel Ydígoras Fuentes, accediera a establecer una base de entrenamiento paramilitar en su territorio. El lugar escogido fue la finca Helvetia, ubicada en la zona del Pacífico y cercana a la ciudad de Retalhuleu; allí fue instalada la Base Trax, donde se cons truyó un aeropuerto, para los fines militares y de avituallamiento. Entretanto, los primeros reclutas que servirían como instructores, eran entrenados en la zona del Canal de Panamá y en la pequeña isla de Usseppa, en la Florida. Entre junio y julio, comenzaron a funcionar las oficinas de reclutamiento, con el plan de captar una fuerza paramilitar de 500 hombres, organizada en aproximadamente 25 equipos, los que se infiltrarían en Cuba, para desarrollar acciones guerrilleras en diferentes regiones del país. Para el aseguramiento logístico y de transportación de esta fuerza, la CIA desarrolló una pequeña flota aérea y naval, mientras que en el interior de la Isla, las redes de espías de la A gencia, realizaban acciones terroristas, sabotaje y diversionismo ideológico, así como, estimulaban y apoyaban a las bandas contrarrevolucionarias que operaban en las zonas rurales y montañosas, 27 las que serían reforzadas mediante la infiltración de los grupos paramilitares, entrenados en acciones guerrilleras y en el suministro de armamentos, explosivos y otros materiales por aire y por vía marítima. El 18 de agosto de 1960, en una reunión con Eisenhower para informar de la marcha del programa anticubano, la CIA solicitó más apoyo material y financiero. El Presidente, aprobó un presupuesto de 13 millones de dólares y autorizó el uso de personal y equipos del Departamento de Defensa, para la fuerza paramilitar que sería preparada en Guatemala. Sin embargo, la CIA empezó a registrar sucesivos fracasos en sus operaciones contrarrevolucionarias dentro de la Isla, lo que determinó un cambio en el concepto del empleo y preparación de la fuerza paramilitar: de una fuerza dividida en pequeños teams, para operaciones de infiltración y acciones irregulares, se pasó al empleo de una fuerza organizada en una unidad de combate, preparada para una desembarco anfibio y en acciones de guerra regular. Al respecto, Richard Bissell señalaba que: “La razón real para el cambio... es que ya en Octubre, habíamos hecho los mayores esfuerzos en la infiltración y el resuministro, y en ambos casos no habíamos tenido éxito. Mi convicción fue, que nosotros no estábamos en condiciones de organizar un movimiento seguro en Cuba…”[10] El 29 de noviembre, Eisenhower se reunía nuevamente con la CIA; el Presidente se mostraba irritado por los continuos fracasos de la Agencia; preocupado por las denuncias de los planes contra Cuba, hizo dos preguntas claves: (1) ¿Acaso somos nosotros lo suficientemente imaginativos y audaces como para que nuestras manos no aparezcan en esto? (2) ¿Acaso estamos haciendo las cosas con eficiencia?[11] A pesar de ello, no objetó el nuevo cambio de concepto, sobre el empleo de las fuerzas que se entrenaban en Guatemala, incluso, se habló de incrementar las mismas, a dos o tres mil hombres, pues en aquel momento no sobrepasaban la cifra de 500 efectivos. A la CIA le inquietaba que el triunfo del Partido Demócrata, y la victoria electoral de John F. Kennedy, como presidente de Estados Unidos, produjera cambios en sus planes. Eisenhower desechó esa posibilidad, considerando que en línea general, el proyecto anticubano continuaría y afirmó que: “ lo fundamental es que ni se vean las manos de Estados Unidos".[12] El 20 de enero de 1961, John F. Kennedy asumía la presidencia de Estados Unidos; ya estaba en marcha un plan de guerra secreta contra Cuba, que la nueva administración demócrata asumiría totalmente, y que en cierta medida, se contradecía con la imagen que el nuevo presidente, pretendía proyectar a la política exterior de Estados Unidos. Para esa fecha, la CIA, ya había concebido el plan de una acción militar por Trinidad, provincia de Las Villas, que consistía en la ocupación y defensa de una pequeña área del suelo cubano, mediante el empleo de una fuerza anfibia y otra aerotransportada, con alrededor de unos 750 hombres bien 28 equipados. Kennedy recibió una información general del proyecto en ejecución; sin embargo, no fue hasta el 28 de enero de 1961, en una reunión en la Casa Blanca, en que el Presidente recibió una pormenorizada explicación por la CIA, de las líneas de acción que se desarrollaban contra Cuba. Como resultado, el Presidente ordenó realizar una detallada evaluación militar, por parte del Estado M ayor Conjunto, sobre el plan de invasión a Cuba que se había elaborado durante el gobierno anterior. Al mismo tiempo, decidió dar instrucciones para continuar e incrementar las actividades subversivas y de guerra psicológica, contempladas en el proyecto anticubano ya citado. El Pentágono, valoró como positivo los dos criterios existentes acerca de la operación anticubana, durante una reunión en la Casa Blanca. En esta reunión, el Departamento de Estado no estuvo de acuerdo con la CIA, en cuanto al alcance y efectividad de un asalto anfibio, acción que difícilmente podría encubrir la participación directa estadounidense; mientras tanto, la CIA insistía en que esta operación tendría un impacto psicológico tal, que provocaría alzamientos antigubernamentales y defecciones en las filas revolucionarias, lo que produciría el estallido de una revuelta popular. En caso contrario, se calculaba que las tropas oposicionistas se internarían en las zonas montañosas de Cuba, y se convertirían en una poderosa fuerza guerrillera para derrocar al régimen de Castro. M ientras tanto, el reclutamiento de las fuerzas mercenarias que se entrenarían en Guatemala, se incrementaba cada vez más, para llevar a cabo la acción final de la operación anticubana, la invasión militar. En el Informe Kirkpatrick, se planteaba, que: “… para el 28 de enero de 1961 el poderío de la fuerza de choque era de 644 efectivos; el 3 de febrero era de 685, y ya el 10 de marzo, había ascendido a 826. El 22 de marzo, se contaba con 973; el 6 de abril, se informaba que el poderío de la Brigada, era de 1 390 hombres.”[13] El 11 de marzo se realizaba una nueva reunión en la Casa Blanca, para buscar una solución definitiva al problema, discutiéndose el proyecto elaborado por Bissell en nombre de la CIA, con varias alternativas posibles para la acción militar; este proyecto recomendaba la variante del desembarco por Trinidad, como la más efectiva. Sin embargo, este tipo de operación tan aparatosa no convenció al presidente Kennedy, quien prefería algo más discreto, ya que consideraba que se debía ofrecer un plan, preferiblemente nocturno, sin la apariencia de un asalto anfibio, al estilo del realizado en la Segunda Guerra M undial. Como resultado de la disposición presidencial, el personal militar de la CIA trabajó rápidamente para presentar una o varias variantes del Plan, acorde con las características deseadas por el Presidente. El 14 de marzo, fue presentado un proyecto conteniendo tres alternativas de invasión a Cuba, basadas en tres lugares distintos para el desembarco: (1) en la costa sur de Las Villas, por un área situada entre Trinidad y Cienfuegos; (2) en el Central Preston, por la costa norte de la provincia de Oriente; y (3) al este de la Península de Zapata, en la Bahía de Cochinos, al sur de la provincia de Las Villas, en aquel entonces. Una vez analizada cada una de las propuestas por el Estado M ayor Conjunto, se llegó a seleccionar la variante "Zapata". 29 Al día siguiente, Kennedy fue informado del contenido de los tres planes alternativos y las conclusiones del Estado M ayor Conjunto; el Presidente ratificó su aprobación al Plan Zapata, señalando algunas modificaciones, las que fueron consideradas y presentadas un día más tarde. Kennedy autorizó a la Agencia de Inteligencia para ejecutar el Plan seleccionado, pero se reservó el derecho a suspender la operación, inclusive hasta 24 horas antes del desembarco; se decidió que el 5 de abril, sería el día escogido para llevar a cabo el desembarco por la Bahía de Cochinos. El 22 de marzo de 1961, bajo los auspicios de la CIA y el Departamento de Estado, quedó constituido en M iami, el Consejo Revolucionario Cubano, órgano de la contrarrevolución cubana en Estados Unidos, con el fin de proclamarse en el gobierno provisional de Cuba, una vez que se realizara el desembarco de la Brigada mercenaria y fuera ocupada una cabeza de playa, dentro del territorio cubano. El 29 marzo, en una nueva reunión en la Casa Blanca, el presidente Kennedy analizaba la marcha de los preparativos para la ejecución de la operación Zapata; era evidente que en la fecha seleccionada para el desembarco, no podría acometerse la acción y entonces, el Presidente postergó la misma, tentativamente para el 10 de abril, no obstante, fue llevada a cabo, el 17 de abril. Kennedy, que no estaba totalmente convencido del encubrimiento de Estado Unidos en la operación, realizó otra reunión, el 4 de abril, que tuvo lugar en el Departamento de Estado; el Presidente vino acompañado del senador Fulbright, quien expuso su criterio en contra del Plan. Sin embargo, fueron refutados los argumentos del Senador, mientras que Kennedy, destacaba su preferencia por una operación de los grupos de infiltración, organizados en unidades de 200 a 250 hombres; una vez más, la CIA rechazó esta idea, manteniéndose el Plan Zapata. Kennedy, en la reunión del 6 de abril, insistió con la CIA para que pareciera una sublevación popular, realizada por los cubanos en el interior de la Isla, pero apoyada desde fuera, evitando así, que la operación apareciera asociada a Estados Unidos, con el objetivo de hacer más plausible, la negación de su participación en el hecho. El 12 de abril, Kennedy aprovechó una conferencia de prensa para declarar que: “… en ningún caso se producirá una inter vención en Cuba, por parte de las fuer zas armadas americanas. La cuestión básica -dijo- no está entre los Estados Unidos y Cuba, sino entre los mismos cubanos...” Ese día, en la Casa Blanca, al puntualizar los detalles del Plan Zapata, el Presidente subrayó de nuevo la importancia, de que la operación pareciera un asunto enteramente cubano. Dos días después, fue iniciada la operación con los bombardeos por aviones B-26, a los aeropuertos de Ciudad Libertad, Santiago de Cuba y San Antonio de los Baños. Dos días más tarde, la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos, sería derrotada en menos de 72 horas por el pueblo cubano. La aventura militar de la CIA, culminaba así, en el más rotundo fiasco de sus "bien entrenadas fuerzas paramilitares"; a las mismas, se les causaron 114 bajas mortales y se les capturaron cerca de 1 200 hombres; estos prisioneros, serían cambiados posteriormente por alimentos para niños y medicinas, tras las negociaciones del abogado James Donovan, en representación de la administración norteamericana, con el Gobierno 30 cubano. Notas [1] Foreing Relativos of the United States (FRUS), 1958-1960, Vol. VI Cuba. U.S. Goverment Printing Office, Washington, 1991, p. 742. [2] Peter Kornbluh. Bay of Pigs Declassifield. The Sscret CIA Report on the Invasion of Cuba. Ver: Lyman Kirkpatrick. "The Inspector General's Survey of the Cuban Operation". The New Press, New York, 1978, pp. 24-25. [3] Gray to Don Wilson -Assistant Director, Dwight D. Eisenhower Library-, Dec. 3, 1974, p.1, Gray Paper, box 2, DDL. [4] Peter Kornbluh. pp. 25 y 27. [5] Tomás Diez Acosta. La Guerra Encubierta contra Cuba, Editora Política, La Habana, 1997, pp. 9-15. [6] Peter Kornbluh. pp. 24 y 58. [7] Christian A. Herter. M emorandum for the President, M arch 17, 1960. Véase "FRUS, 1958-1960", Vol. VI Cuba, ed. cit., p. 860. [8] Tomás Diez Acosta. ed. cit., pp. 16-19. [9] Véase M emorándum de la reunión con el presidente, la Casa Blanca, Washington 18 de agosto de 1960. En: Tomás Diez Acosta, ed. cit., pp. 32-36. [10] Véase Piero Gleijeses. "Ships in the Night: The CIA, the White House and the Bay of Pigs" en Journal of Latin American Studies, Vol.27, Part I, February 1995, p.10. [11] Véase Tomás Diez Acosta. ob. cit., pp. 40-46. [12] Ibídem. [13] Peter Kornbluh. p. 32. 31