Un proyecto de investigación sobre realismo mágico en

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Un proyecto de investigación sobre realismo mágico en México
Índice
Presentación
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Introducción
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Surrealismo en México
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Ejes temáticos
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Presentación
El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) y el Museo de Arte Moderno de la Ciudad
de México presentan La danza de los espectros, una muestra que reúne la obra de cinco importantes
artistas plásticos europeos, emigrados a México a mediados del siglo XX. Es el caso de Leonora
Carrington, José Horna, Wolfgang Paalen, Alice Rahon y Remedios Varo
Su estancia en el país influyeron de tal manera en el resto de su obra que permeó el misticismo,
magia y tradiciones locales. La intensa sociedad artística de la época y los fuertes lazos de amistad
entre los artistas les permitió desarrollar un lenguaje pictórico único, irrepetible por las condiciones
únicas de este grupo: origen europeo, huida de la guerra, persecuciones, contraste de culturas y
pertenencia al movimiento surrealista.
En un recorrido por distintos núcleos temáticos, se explorarán los procesos creativos de los artistas,
que apegados al movimiento surrealista se hicieron notar en medio de un arte nacionalista,
iniciando una nueva fase de esta vanguardia con mágenes empapadas de las tradiciones y
simbolismo de un país y una cultura que adoptaron como propia.
Nombre de la exposición: La danza de los espectros
Organizador: El Museo de Arte Contemporáneo de
Monterrey y el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de
México.
Curaduría: Gonzalo Ortega
Museografía: : El Museo de Arte Contemporáneo de
Monterrey
Localización: Salas 1 a 4 (Planta baja).
Duración: Del 7 de noviembre, 2013 al 23 de marzo, 2014.
Técnicas: Pintura, dibujo, grabado y escultura.
Número de obras: 116 piezas.
Ciencia inútil o El alquimista, 1955 |
Remedios Varo |
Óleo sobre masonite |
Acervo Museo de Arte Moderno, INBA/Conaculta
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Introducción
Fragmentos del texto del curador Gonzalo Ortega
El espíritu indio se pierde, y temo haber venido a México a presenciar el fin de un viejo mundo, cuando yo creía
asistir a su resurrección. Mi emoción ha sido muy grande al encontrar, en los "gouaches" de María Izquierdo,
personajes indígenas desnudos temblar entre ruinas. Ejecutan allí una especie de danza de los espectros; los
espectros de la vida que desapareció.
- Antonin Artaud
Las palabras de Artaud evocan la resonancia de las tradiciones ancestrales en contraposición al
estilo de producción plástica del viejo continente imitado por los artistas mexicanos modernos. En
un sentido opuesto —y a partir del giro dramático en la historia producido tan sólo unos años
después de la visita del escritor francés a nuestro país—la frase funcionaría también para referirnos
a la permanencia de los ideales originales de los artistas europeos exiliados como consecuencia de
la Segunda Guerra Mundial, que continuaron manifestando persistentemente su interés en el
surrealismo, el psicoanálisis y el ocultismo a pesar de la fuerte influencia cultural que México ejerció
en sus vidas y en su obra. El espectro de los ideales de la Modernidad persistía en el sentir de una
comunidad en el exilio, en un país que se debatía entre el proyecto de desarrollo y la preservación
de tradiciones milenarias.
El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) y el Museo de Arte Moderno (MAM) de la
Ciudad de México presentan en esta ocasión una muestra que reúne la obra de cinco importantes
artistas plásticos europeos, emigrados a México a mediados del siglo XX. Es el caso de Leonora
Carrington, Alice Rahon, Remedios Varo, Wolfgang Paalen y José Horna, quienes en mayor o menor
grado estuvieron vinculados en su momento al movimiento surrealista o al del realismo mágico
(este último con características que dificultan su delimitación). En la capital de este país confluyeron,
entre las décadas de 1940 y 1960 una serie de condiciones excepcionales para que artistas
mexicanos y extranjeros convivieran, generándose así el intercambio de estilos e ideas que
desembocaría en una producción pictórica y escultórica difícil de circunscribir como movimiento
homogéneo pero que, sin lugar a dudas, contó con rasgos inequívocos de sintonía. El así llamado
“realismo mágico” se define, al menos en México, como la suma de muchas singularidades que en su
conjunto evidencian el pulso vital e intelectual de un lugar y una época específicos.
A pesar del evidente interés por lo que ocurría en Europa —especialmente en materia de
surrealismo—, no pudo evitarse una inercia creativa con rasgos muy específicos en el contexto
mexicano. Esta inercia llevó a aquella comunidad híbrida de creadores a un destino distinto al del
surrealismo, al igual que a un entorno muy fértil para el intercambio de ideas. Se trata esta de una
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divergencia creativa imposible de deshermanar de su origen surrealista, pero que debe ser
entendida como una singularidad con grandes alcances e indudable relevancia histórica.
La exposición se articula en varios núcleos temáticos cuyo objetivo es profundizar en los procesos
creativos de cinco artistas prominentes —surrealistas en esencia—, en cuya obra se ejemplifica el
choque de realidades y la fascinación por ese contexto tan fecundo para la creación que México les
ofreció. Estos ejes articulan la producción plástica desde el punto de vista de los creadores exiliados
que debieron manifestarse ante un contexto distinto a aquél donde se habían formado, y adaptarse,
oponerse o integrarse —según el caso— al mismo. Los contrastes sociales y las contradicciones
históricas del país, al igual que sus encantos, su cultura y la belleza de sus paisajes, los llevarían a
tomar una bifurcación en el camino, una que no implicó renunciar a sus orígenes surrealistas.
México significó para ellos un universo visual y temático nuevo, en el que fundirían sus aprendizajes
y experiencias previas con elementos visuales y temáticos hasta ese entonces desconocidos para
ellos.
Una generación de artistas europeos a quienes en determinado momento México se les vuelve suyo
y sus tradiciones, antes ajenas, se convierten en propias, para que así, ese país, antes extraño, se
erija como el lugar al que eventualmente comenzarán a referirse no como su origen, sino como su
identidad: estos son los márgenes históricos, formales e ideológicos que intentan ser acotados en la
selección de obras de esta exposición.
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Surrealismo en el exilio
“El surrealismo es el «rayo invisible» que algún día nos permitirá superar a nuestros adversarios”1
El estallido de la primera guerra mundial desató la más cruda de las guerras, el efecto psicológico
que la guerra dejó en la población una huella inequívoca en todas las aéreas de la vida, incluyendo
las artes, que en el periodo posguerra da inicio a dos grandes vanguardias del siglo XX, el dadaísmo
y el surrealismo, el primero de ellos, surgido en Zúrich, reaccionaba ante la violencia y el dolor de la
época de manera bélica y provocadora cuestionado lo absurdo de los ideales de la sociedad
capitalista, del avance tecnológico y de la excesiva racionalidad, cuestionando a fondo el mundo arte
y las normas estéticas con la producción de los ready made convirtiéndose en un detonador crítico
de la conciencia social, los dadaístas creían que un mundo devastado por la guerra no tenía sentido
y en consecuencia el arte tampoco debía tenerlo.
El surrealismo nace como un movimiento literario donde varios poetas decidieron explorar la psique
humana a través de experimentos verbales, la obra o producto tenía que ser el reflejo del
automatismo puro y no debía someterse a ninguna limitación de orden estético ni moral,
encontrando en el subconsciente onírico un mundo de posibilidades constructivas que los llevarían a
abandonar la realidad en una huida hacia los sueños y la metafísica, creando un nuevo mundo a
partir de uno ya destruido por la guerra; pero muy pronto se identificaría más ampliamente por sus
manifestaciones plásticas con los reconocidos Joan Miró, Salvador Dalí, René Magritte, Max Ernst,
etc. En 1924, es publicado en la ciudad de París el primer manifiesto surrealista por André Bretón
(1896 – 1966), poeta y crítico francés, fundador y principal teórico sobre el movimiento surrealista,
en él redacta las bases del movimiento donde la materia de trabajo serían los sueños y la psique:
La extremada diferencia, en cuanto a importancia y gravedad, que para el
observador ordinario existe entre los acontecimientos en estado de vigilia y
aquellos correspondientes al estado de sueño, siempre ha sido sorprendente. Así
es debido a que el hombre se convierte, principalmente cuando deja de dormir,
en juguete de su memoria que, en el estado normal, se complace en evocar muy
débilmente las circunstancias del sueño, a privar a éste de toda trascendencia
actual, y a situar el único punto de referencia del sueño en el instante en que el
hombre cree haberlo abandonado, unas cuantas horas antes, en el instante de
aquella esperanza o de aquella preocupación anterior. El hombre, al despertar,
tiene la falsa idea de emprender algo que vale la pena. Por esto, el sueño queda
relegado al interior de un paréntesis, igual que la noche. Y, en general, el sueño,
1
Bretón, André. (1924) Primer Manifiesto Surrealista.
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al igual que la noche, se considera irrelevante. Este singular estado de cosas me
induce a algunas reflexiones, a mi juicio, oportunas. 2
Posteriormente redacta las pautas del movimiento y a través de un arte que conjugara lo que
siempre se percibió como contrarios, la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro
o lo comunicable y lo incomunicable.
Será el 18 de abril de 1938, que André Breton llega a las playas mexicanas de Veracruz, donde el
artista Diego Rivera lo esperaba. México le atraía de sobremanera al reconocer en él el arraigo a las
culturas prehispánicas, y consideraba que viajar al país era equivalente a un viaje hacía el país de los
sueños. Tiempo más tarde plasmaría con su célebre frase “México tiende a ser el lugar surrealista
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por excelencia” , admiraba su belleza convulsiva y los paisajes exorbitantes y la cotidianeidad de lo
absurdo, su deseo por la búsqueda de la estética, el contacto con mundos exóticos teñidos de
pasado, llenaban su equipaje de símbolos que consideraba surrealistas para exponerlos en París a
su regreso, reforzando la certeza de la excentricidad mexicana; a partir de entonces, y con la llegada
de surrealistas en exilio, México se convirtió en la cuna de una nueva fase de la vanguardia
surrealista.
A finales de la década de los 30 e inicio de los 40, la caída de la república española y el ascenso del
nazismo europeo en manos de Hitler indujeron la llegada a nuestro país de exiliados españoles,
franceses y una diversidad de europeos que huían de la catástrofe de la segunda guerra mundial y la
guerra civil española. Durante este periodo, Lázaro Cardenas se encontraba al poder, y abrió las
puertas del país para toda clase de refugiados intelectuales y artistas, convirtiéndose así la ciudad
de México, junto con la ciudad de Nueva York, en los destinos principales para el ingreso masivo de
europeos, entre ellos: José y Kati Horna; Wolfgang Paalen y Alice Rahon; Benjamín Péret y Remedios
Varo; y Leonora Carrington con Renato Leduc.
El escultor y pintor español José Horna (1909-1963) y su esposa la fotógrafa húngara Kati Horna
(1903–2000) huyendo de la persecución en la guerra civil española, pasaron por París, pero la
invasión nazi los obligó a huir nuevamente, esta vez a México, y en 1939 se instalaron en la ciudad
de México. Huyendo también de la guerra civil española, la española Remedios Varo y el poeta
francés Benjamin Péret, quien era su pareja de aquel momento, emprendieron su viaje hacía
Estados Unidos, donde se le fue negada la entrada, encontrando en México un lugar seguro y con
grandes oportunidades para comenzar de nuevo, era el año de 1941; Péret fue miembro fundador
del movimiento surrealista y seguidor de André Breton, la estancia y los comentarios de este
debieron influir en su decisión. Su casa, ubicada en la calle de Gabino Barreda en la colonia San
Rafael, se convertiría en un enclave fundamental para los surrealistas emigrados en México.
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Ibídem
Heliodoro Valle, Rafael. (1938) “Diálogo con André Breton”, Universidad de México.
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El pintor surrealista Wolfgang Paalen y su esposa, en aquel momento poetisa, Alice Rahon,
emprendieron un camino distinto antes de llegar a establecerse en México en 1939 a donde llegaron
por invitación de André Breton y Frida Kahlo, pasando un tiempo en la Columbia Británica y Alaska,
donde Paalen quedó fascinado con el arte del primitivismo indígena, mismo que influenciaría su
obra surrealista. Alice Rahon mantuvo un fuerte vínculo de amistad con Frida Kahlo debido a sus
coincidencias de vida, ambas habían sufrido accidentes que cambiaron sus vidas, y habían
impactado sus obras. Alice Rahon es nacionalizada mexicana en 1946.
Snake Bite Floripondio, 1975 | Leonora Carrington | Óleo sobre tela | 59.5 x 80 cm | Colección Pérez Simón, México
La llegada de Leonora Carrington a México se explica más a manera de odisea, puesto que lo
sucesos que enmarcaron el trágico desenlace estarían presentes en su obra y el resto de su vida.
Leonora escapó de casa a la edad de 20 años, al poco tiempo sería pareja del artista surrealista Max
Ernst y vivirían por un tiempo en París; ante el estallido del régimen soviético en Francia, Ernst es
detenido en un campo de concentración obligando a Carrington a huir a España, donde su padre la
interna en un centro de rehabilitación mental logrando escapar años más tarde. En Portugal se
reencontraría con un amigo de París, el mexicano Renato Leduc, con quien planea huir a México y
acuerdan un fugaz matrimonio, pasando por Nueva York, donde conviven un tiempo con la
comunidad artística entre ellos Peggy Guggenheim, al tiempo consiguen un carro y emprenden su
viaje a la ciudad de México en 1942, dos años más tarde la pareja se separaría según lo acordado.
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Leonora y Remedios compartieron gran afinidad, lo que pronto las llevó a convertirse en
entrañables amigas.
Su relación y estancia en el país influyeron de tal manera en el resto de su obra que permeó el
misticismo, magia y tradiciones locales. La intensa sociedad artística de la época y los fuertes lazos
de amistad entre los artistas les permitió desarrollar un lenguaje pictórico único, irrepetible por las
características de este grupo: el origen europeo, huida de la guerra, las persecuciones, el contraste
de culturas y su permanencia en el movimiento surrealista; a pesar de esto, sus obras contienen
características personales que los diferencian entre ellos pero a la vez se vinculan entre sutilezas y
rasgos comunes entre sus producciones artísticas.
En enero de 1940, se inaugura en la Galería de Arte Mexicano de Inés Amor, la exposición
internacional del surrealismo, teniendo como antecedente la exposición realizada en París en 1938,
Esta muestra fue organizada por André Breton, Cesar Moro y Wolfgang Paalen. La exposición contó
con la asistencia de numerosas figuras del ámbito internacional cultural marcando un momento
significativo en la historia del arte mexicano. La exposición se dividía en dos grandes núcleos, el
internacional y el nacional, con la participación de artistas internacionales como: Giorigio de Chirico,
Marcel Duchamp, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Remedios Varo, Leonora Carrington, en los que
incluyeron a Diego Rivera, Frida Kahlo y Manuel Álvarez Bravo, y en el pabellón mexicano: Agustín
Lazo, Juan Soriano, entre otros.
En la lógica de la muestra, fueron dispuestos de manera ortodoxa, lado a lado sin distinción
aparente, pinturas y grabados de formato mediano. Además de las obras surrealistas la exposición
reunió obras prehispánicas y objetos de origen primitivo, los cuales pertenecían a la colección
privada de Wolfgang Paalen y otras más de Diego Rivera. La intención de esta interposición era
crear un diálogo entre lo antiguo y lo moderno, y asimismo promover el interés del surrealismo por
el arte primitivo y las culturas prehispánicas.
Para el época, la presencia de este evento marcó notablemente el arte del país, la presencia del
surrealismo y de André Breton encendieron en los artistas que producían un arte nacionalista el
deseo de incorporarse a la vanguardia europea, se dice que Rivera recurrió al uso de indecorosos
trucos para hacer sus obras surrealistas, añadiendo telarañas o elementos representativos de la
vanguardia, asegurando su lugar en la exposición. En el caso de los exiliados surrealistas, no hubo
un nexo real con la vanguardia en auge en el país ni con los artistas, no concordaban con la
retroalimentación constante de otros grupos que no pertenecieran al de ellos, desarrollando así un
arte característico de los exiliados.
La imagen idealizada de México, construcción del estereotipo surrealista por antonomasia, dado por
André Breton al nombrar en entrevista a “México, el país surrealista por excelencia”, atrajo la
mirada de críticos y artistas internacionales a interpretar el arte nacional como parte del
movimiento, alucinación que los europeos ferviente mente se empeñaron en ver. Para los artistas
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nacionales, esta interpretación que se le estaba anteponiendo a producción no era la correcta, y
muchos mostraron su descontento, como Frida Kahlo que nombraba a los surrealistas como “locos
intelectuales podridos” y en otra ocasión afirmaría: “A veces prefiero hablar con obreros y albañiles
que con esa gente estúpida que se hace llamar gente culta”. Donde los europeos veían una
extensión de su imaginería surrealista, los mexicanos reconocían orgullosamente valores y
tradiciones muy propias. Donde el prejuicio eurocentrista imponía su lectura, existía en realidad un
legítimo valor cultural local. La visión sobre México del máximo exponente del surrealismo, André
Breton, ocasionó que gran parte de la producción plástica del país fuera integrada de manera un
tanto forzada al surrealismo, cuando en realidad su origen era otro.
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Mimetismo (mímesis), 1960 | Remedios Varo | Óleo sobre masonite | 48 x 50
cm | Acervo Museo de Arte Moderno, INBA/Conaculta
Los surrealistas que optaron por vivir, crecer y desarrollar su producción surrealista en México
obtuvieron grandes influencias de las tradiciones locales, las culturas prehispánicas, los colores de la
arquitectura, sus paisajes dominantes y la pasión de su gente. México fue para ellos su estudio pues
su obra se cargó con rasgos muy específicos del contexto mexicano, esto llevó a aquella comunidad
de exiliados a un destino distinto al de los surrealistas europeos y los artistas nacionalistas. El
intercambio de ideas, dio paso a una nueva fase, se trata esta de una divergencia creativa imposible
de deshermanar de su origen surrealista, pero que debe ser entendida como una singularidad con
grandes alcances e indudable relevancia histórica.
4
Ortega, Gonzalo. Catálogo de la exposición “La danza de los espectros”, 2013.
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Surrealistas exiliados en México
Leonora Carrington (Lancashire, 1917 – Ciudad de México, 2011)
Nace el 6 de abril de 1917 en el pueblo de Chorley, en Lancashire, Inglaterra. En 1936, ingresa en la
academia Ozenfant de arte, en la ciudad de Londres. Al año siguiente conoce a quien la introdujo
indirectamente en el movimiento surrealista: el pintor alemán Max Ernst, con quien establece una
relación sentimental. Entra en contacto con el movimiento surrealista en París y convive con
personajes notables del movimiento como Joan Miró y André Breton. En 1938, participa junto con
Max Ernst en la Exposición Internacional de Surrealismo en París y Ámsterdam.
En septiembre de 1939, Max Ernst fue declarado enemigo del régimen de Vichy. Leonora sufre una
desestabilización psíquica y se ve obligada a huir a España. Por gestión de su padre es internada en
un hospital psiquiátrico de Santander. De este período la pintora guardará una marca indeleble, que
afectará de manera decisiva su obra posterior.
En 1941 escapa del hospital y arriba a la ciudad de Lisboa, donde encuentra refugio en la embajada
de México. Allí conoce al escritor Renato Leduc. En 1942 emigra a México y en 1943 se divorcia de
Renato Leduc. En México, la pintora restablece sus lazos con varios de sus colegas y amigos
surrealistas en el exilio, tales como André Breton, Benjamin Péret, Alice Rahon, Wolfgang Paalen y la
pintora Remedios Varo.
En la década de 1990 se dedicó a la escultura monumental y realizó diseños de joyas, tallado en
madera y cerámica. En el año 2000 recibió el premio de la Orden Real Británica y el Premio Nacional
de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes en 2005. Fue nombrada Ciudadana de Honor de la
Ciudad de México.
José Horna (España, 1909 - 1963)
Nació en Jaén, España en 1909. Realizó estudios en la Escuela de San Fernando en Madrid en la
misma época que Remedios Varo, perteneció al movimiento surrealista. Horna forma parte de esa
generación de artistas que tuvieron que exiliarse al finalizar la guerra civil española, se instaló en
México a partir de 1939 junto a su esposa la fotógrafa húngara Kati Horna, donde continuaría su
actividad artística.
Aunque en España trabajó como dibujante y cartelista, fue en México donde desarrolló una variada
producción creativa. México sería para él su patria definitiva, junto a grandes amigos artistas como
Frida Kahlo, Diego Rivera y Leonora Carrington; con esta última colaboró en la realización del dibujo
preparatorio para la construcción de La ruleta, uno de los juguetes de la serie que José comenzó a
mediados de los años cincuenta. También destacan los juguetes realizados con Remedios, como el
rompe-cambia-cabezas.
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En los 24 años que vivió en México nunca quiso exponer su obra aunque, en cambio, sí fue
galardonado con numerosos premios por su trabajo gráfico. Un año después de morir, en 1964,
Antonio Souza ofreció en su galería una exposición-homenaje de sus esculturas.
Wolfgang Paalen (Viena, Austria, 1905 - Taxco, Guerrero, 1959)
Comenzó sus estudios de pintura en Italia y Alemania con Hans Hofmann. Durante su estancia en
París, en 1928, entró en contacto con el grupo Abstracción-Creación, momento en el cual desarrolló
un creciente interés por las formas primitivas que le señalaron el camino hacia la abstracción.
Después de sus primeras exposiciones en París se unió a los surrealistas franceses agrupados en
torno a la figura de André Breton. Posteriormente, en 1941, anunció su ruptura con el surrealismo
en un artículo publicado en la revista Dyn. A partir de ese momento comenzó una etapa de
experimentaciones plásticas que concluyó en una serie de trabajos abstractos, donde la línea dejó
definitivamente paso al color, y por los cuales se interesó el Dr. Álvar Carrillo Gil como artista y como
coleccionista.
Alice Rahon (Francia 1904 – 1987)
Alice Rahon llegó a México en 1939, en compañía de su esposo, el pintor surrealista Wolfgang
Paalen. Nacida en Francia y más tarde nacionalizada mexicana, Rahon se inició como poeta dentro
del grupo surrealista parisino, pero fue en este país donde volcó su impulso creativo hacia la
pintura. Si bien formó parte del grupo de artistas exiliados en México entre los que se encontraban
Remedios Varo y Leonora Carrington, la producción plástica de Alice Rahon se aleja de las
propuestas de sus contemporáneas. En sus creaciones, integra frecuentemente el paisaje, mitos,
leyendas y fiestas mexicanas y fue pionera en el empleo de arenas y texturas que incorporaba a sus
lienzos, trabajados con delicados esgrafiados.
Remedios Varo (España, 1908 – México, 1963)
Nació en 1908 en Cataluña, España. En 1935 se integró al grupo logicofobista afín al surrealismo.
Convivió con los artistas surrealistas de los años treinta en París: André Bretón, Joan Miró, Roberto
Matta, Víctor Brauner, Max Ernst, Wolfgang Paalen, Leonora Carrington y Alice Rahon. En ese
periodo ahondó en su interés por el funcionamiento de la psique, el psicoanálisis, la actividad del
sueño y los escritos de Freud. En 1940 participó en la Exposición Internacional del Surrealismo en
México. En el año de 1955, Remedios participó en una exposición colectiva, junto a Leonora
Carrington, Alice Rahon, Cordelia Urueta, Elvira Gascón y Solange de Forge, en la Galería Diana, con
cuatro cuadros que fueron su carta de presentación como pintora en México, a partir de entonces el
éxito no la abandonó. Remedios Varo murió de un infarto el 8 de octubre de 1963.
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Ejes temáticos
Escenografía y paisaje psíquico
Para los surrealistas, el espacio debía plasmarse a manera de un plano temporal de la mente donde
lo imposible, lo invisible y lo irracional juegan con la visión del espectador; el espacio surreal se crea
a partir de la imaginación y los sueños con sus lugares inverosímiles, arquitecturas absurdas,
naturaleza extraña en los que toda estructura física carece de espacialidad y sentido lógico.
Desde habitaciones o corredores, hasta castillos, casas e incluso ciudades enteras, pero
absolutamente todas las representaciones se encuentran inmersas en entornos oníricos y envueltos
en halos de misterio. Estos paisajes fantásticos son escenarios para todo tipo de personajes y
objetos insólitos, que se conjugan en extrañez con el entorno, que solo puede ser posible en un
contexto de magia o sueño.
La escenografía es la construcción de un trasfondo o contexto, que da profundidad a los
protagonistas de la escena. El paisaje se entiende como el entorno natural que no necesita de una
construcción artificial. Es necesario entender la escenografía y paisaje que se presenta en esta
exposición y en las obras surrealistas como un plano de construcción de la mente del artista, donde
plasma simbolizaciones extraídas no solamente de sueños sin sentido, sino también de una
profunda introspección al razonamiento del intelecto.
En la obra pictórica de la artista española
Remedios Varo, el espacio es un elemento clave de
su producción, como un espacio que refiere a las
cuestiones de la mente y la profundidad del
entendimiento. Los planos en esta arquitectura no
tienen una connotación lógica, asimismo, la
arquitectura surrealista no puede, ni debe, ser
funcional, porque en todo caso estaría rompiendo
con el modelo de la creación idílica. No tiene
sentido desde una forma lógica de representación
solo desde una interpretación poética.
La obra Roulotte (Carricoche) de 1955 detalla en
especial la posibilidad de la mente de transformar
los planos lógicos en espacios inverosímiles. En
Roulotte (Carricoche), 1955 | Remedios Varo | Óleo
sobre masonite | 78 x 60 cm | Acervo Museo de Arte
Moderno, INBA/Conaculta
primera instancia debemos observar el vehículo en
donde se transportan los personajes, éste entra en
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funcionamiento a través de una serie de poleas y tuercas que son operados por las hélices al viento.
En las obras de la artista los personajes son movidos por los aparatos más extraños, repletos de
poleas, palancas, alas y ruedas, vehículos científicos en apariencia, pero de operación mágica. Se
mueven con la energía sacada del polvo de estrellas, de la música, de los rayos de sol o del éter
celestial. Todos estos fenómenos son también sacados de las ideas de la alquimia, de la metafísica y
de la magia de la imaginación. Dentro del vehículo, que en su apariencia exterior da la idea de un
espacio reducido, la perspectiva dentro de él juega con nuestro sentido espacial al ubicarnos
adentro de un edificio, con infinidad de pasillos y puertas que llevan a habitaciones con otras
escaleras sugerentes a otros niveles. La creación es una alucinación de un espacio imposible.
La poetisa y pintora Alice Rahon produce una
serie de homenajes a quienes fueron sus
amigos o quienes fueron de gran inspiración
para su obra, algunas de estas figuras son:
André Breton, Paul Klee, Giorgio de Chirico,
Frida Kahlo, Pablo Neruda, y Virginia Woolf,
entre otros. En esta parte de la exposición
encontramos la pieza titulada Homenaje a
Giorgio de Chirico, sin fecha, en la que
plasmó en óleo un árbol solitario que se
encuentra sobre una colina, al fondo se
encuentra proyectada la sombre de éste. La
pintura de Giorgio de Chirico es considerada
una de los mayores antecedentes del
movimiento surrealista, basadas en la
representación de espacios urbanos en los
que predominan elementos arquitectónicos y
proyección de sombras que se transcriben
como la presencia de lo ausente, y forma
parte elemental de los conceptos de la
metafísica, de la que tuvieron gran influencia
el grupo surrealista. Para de Chirico había
La sombra celestial. Homenaje a Giorgio de Chirico, 1946 |
Alice Rahon | Óleo sobre tela | 40 x 25 cm | Colección
Carlos Santos Maldonado
más misterio en la sombra de un hombre
caminando en un día soleado que en todas la
religiones del mundo.
Otra obra de Rahon en este núcleo temático es The inner city, donde puede observarse la silueta de
una ciudad iluminada con colores festivos y cálidos, rodeada por tonalidades oscuras y frías, que
delimitan lo perteneciente a dentro y fuera, podría entenderse aquí como las profundidades de la
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mente y la imaginación en contraposición evidente con los misterios del mundo exterior, mientras
que la Luna y el Sol se comparten el espacio en el cielo nocturno. La ciudad de Rahon está, además,
llena de laberintos, en una posible ejemplificación de aquellos diagramas del psicoanálisis que
intentaban definir los mecanismos y fenómenos de la mente humana. En realidad para Alice Rahon
el universo está inmerso en una metamorfosis permanente y crea para sí una geografía ideal donde
los elementos son intercambiables.
L'Orage (La tormenta), 1945 | Wolfgang Paalen | Óleo sobre tela | 32 x 99 cm | Colección particular
En la sala 2, encontramos obra del austriaco Wolfgang Paalen, la cual cualquiera podría catalogar
como parte de su fase de arte abstracto, pero realmente está fundamentado en las bases del
surrealismo, movimiento del cual fue parte desde 1936 en París, participando en sus principales
exposiciones internacionales. En alguna ocasión dijo: “Solamente dentro del surrealismo encontré la
experiencia entera vivida, el heroico intento de una síntesis integral que no admitía más
separaciones arbitrarias entre la expresión plástica y la poesía, entre la poesía y la vida”. Esta obra
denota la fascinación de Paalen por el arte primitivo y el proceso creativo de estos, la idea de
plasmar el color con el valor por la pintura y no con su valor sobre la representación de las formas o
de la realidad, colocar plastas de pintura sin la intervención razonada del pensamiento, esta técnica
de la instantaneidad y el automatismo, destinada a liberar las imágenes del inconsciente,
permanece fiel a la expresión surrealista, y revela a la vez la influencia de la pintura primitiva.
Bestiario onírico
El segundo núcleo de la exposición compila pinturas y esculturas que dan vida a personajes
inverosímiles, pero caracterizados por su extraordinaria belleza, que no son monstruos sino
protagonistas de cuentos de hadas. Los paisajes y escenografías surrealistas se convierten en
hábitats de seres híbridos y quimeras, y es, además, el lugar donde otras fuerzas del universo
actúan, donde los espíritus de otros tiempos se hacen visibles para manifestar su sabiduría y su
fuerza primitiva.
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Bestiario onírico reúne el interés de los artistas por plasmar en estas creaturas la normalidad,
situando a personajes fantásticos en contextos absurdos y comunes. Para los surrealistas la ciencia,
la alquimia y el ocultismo ancestral eran primordiales, por lo cual la mezcla de estas les permitía, en
los lugares más escabrosos de la mente, la invención de estos seres únicos. Personajes solo
concebibles en sueños, animales con extremidades humanas, imitando sus complejos, o un humano
con características de bestia; la hibridación entre personajes lograba un sinfín de posibilidades
donde los límites de la imaginación eran inexistentes.
Tauro, 1962 | Remedios Varo | Óleo sobre cartulina | 42 x 79 cm |
Acervo Museo de Arte Moderno, INBA/Conaculta
Remedios Varo crea un estilo único en el que la magia, la alquimia, la ciencia y el misticismo
ancestral recrean seres de otro mundo, esto aunado a una formación académica europea rigurosa.
André Breton, en la década de 1920, redacta en el Manifiesto surrealista las pautas de movimiento,
en la cual las obras materializaban la inconsciencia, proceso el cual define como: “automatismo
psíquico puro, a través del cual se pretende expresar verbalmente, por escrito o por cualquier otro
medio, el verdadero proceso del pensamiento. Es el dictado del pensamiento, en la ausencia de
cualquier ejercicio de la razón e incluso de toda preocupación estética o moral”. Pero Remedios tuvo
la audacia de dejar a un lado el automatismo para plasmar un universo profundamente consciente.
Sus pinturas, trabajadas con gran detalle y maestría, reflejan un ingenio e inteligencia sutiles, una
elegancia destilada, dando vida a misterios y enigmas de gran poesía.
Amante de la astrología y cosmogonía, representa en la obra “Tauro”, de 1962, a una bestia alada y
luminosa inspirada en la constelación del mismo nombre. El toro posee en el rosto facciones que lo
alejan de ser un animal y se acerca más a tener apariencia humana; su pelaje rojizo resplandece cual
si fuera una galaxia. Debajo de esta figura se encuentra la formación de estrellas del mismo nombre.
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En su imaginario visual el límite entre el misticismo y la ciencia se unía exactamente en el lugar
donde creaba sus sueños surrealistas y poéticos.
Otro cuadro de la autoría de Varo es La creación de las aves, de 1957, el personaje central es un ave
humanoide que carece de alas pero su cuerpo está cubierto casi completamente por un plumaje
espeso, y sus ojos nos recuerdan a los de un búho, para la magia blanca estos animales simbolizan
la clarividencia y la magia lunar; sentado en un banquillo realiza con sus manos un proceso
alquímico en donde combina las artes, la magia y la ciencia, con su mano derecha sostiene un pincel,
que se encuentra anclado al violín de su cuello, mientras que una maquina en un proceso químico
produce las tintas de colores, con su mano izquierda sostiene un cristal de forma triangular, que
refleja hacia el papel, la luz de una estrella, tal combinación de factores dan vida a las aves que pinta
sobre el papel. El entorno de ensueño que revela la imagen, expone también el interés de Remedios
por la ciencia, la artista se mantenía informada de los conceptos e investigaciones científicas más
actuales a través de revistas especializadas.
Creación de las aves, 1957 | Remedios Varo | Óleo sobre masonite | 54 x 64 cm | Acervo
Museo de Arte Moderno, INBA/Conaculta
Leonora Carrington nace en el año de 1917 en un pueblo en Inglaterra, en el seno de una familia de
la burguesía inglesa. Desde pequeña estuvo al cuidado de su niñera, quien les narraba historias
fantásticas de folklore irlandés, donde la magia, los mitos, los espectros y animales mitológicos
convivían con la realidad; Los animales mágicos y los seres híbridos que recreaba Leonora tienen su
fuente en esta mitología. En su estancia en México, resurgen los mitos celtas de su infancia: la
magia, los hechizos y la cultura de la muerte. Encontró en la cultura mexicana, en especial en la
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maya y en las historias mexicanas, esa relación con los animales que tanto le interesaba y mostró un
vivo interés por los restos arqueológicos de las civilizaciones antiguas, la magia de los chamanes, y
las tradiciones místicas. En la pieza El perro, de 2006-2007, podemos observar la clara influencia del
contexto y de los intereses de Leonora en la realización de una figura de un xoloitzcuintle, sobre su
piel tiene impreso una serie de símbolos de ocultismo y magia.
La obra Reflection on the oracle, de 1959,
presenta la reunión de varias criaturas
fantásticas.
Dos
enigmáticos
y
esbeltos
personajes centrales, que comparten una
especie de ritual que involucra a cuantiosas
aves, al igual que a un pequeño cuadrúpedo
parado sobre una mesa, consultan a un oráculo
en búsqueda de respuestas. Un testigo humano
observa atentamente a través de una ventana.
Extrañas personificaciones, solo posibles en
alucinaciones.
Al centro de la sala, se encuentran las figuras
Albino Hogg y El nahual del mono, ambas
realizadas en bronce. Estas piezas fueron
producidas casi al final de su vida, y distan de la
realización original del cuadro por más de 45
años, sin embargo nos podemos percatar que
se trata de los mismos personajes que se
presentan en aquella habitación frente al
oráculo.
Reflection on the oracle, 1959 | Leonora Carrington |
Óleo sobre tela | 90 x 40 cm | Acervo Museo de Arte
Moderno, INBA/Conaculta
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Cotidiano extraño
Normalidad con un sutil dejo de fantasía: así se nos muestran varios ejemplos de obra incluidos en
este tercer grupo temático de la exposición. Los trabajos integrados aquí se despliegan, en un
primer momento, como escenas cotidianas para pronto revelársenos como objetos extraídos de un
sueño.
La aproximación al “objeto” por parte de los surrealistas siempre fue de carácter poético. Debemos
retirar de nuestra mente todo afán de convencionalismos para observar estos objetos como si fuera
la primera vez, impregnándolos de nuevos significados totalmente subjetivos, resultados de la
proyección inconsciente de los deseos de sus creadores. Los objetos salen de su plano original para
adjudicarles un nuevo significado, muy alejado o no, del preconcebido culturalmente, como mirar
por primera vez lo desconocido.
Las obras aquí presentes respondían a un genuino interés de sus artistas de querer plasmar la
realidad tal cual era, lo cierto era, que podía negar su vínculo y su tirante proyección por las
características de la obra surrealista, es decir, por más que ellos querían ser realistas su lenguaje
pictórico dejaba escapar aires de fantasía.
El multifacético artista José Horna, durante sus 24 años en México, nunca expuso su obra en vida. No
sería sino hasta 1964, un año después de su muerte, que se presentaría en la galería de Antonio
Souza, una serie de esculturas que poseían diversos amigos del artista, a quienes él se las había
regalado desinteresadamente. Su obra conocida abarca desde carteles, portadas de libros, dibujos,
tapices, esculturas, marionetas, muebles, juguetes, el diseño para la casa de Edward James y la
colaboración con Carlos Lazo en el diseño y construcción de la Universidad Autónoma de México.
La pieza La cuna es conocida en mayor parte por el trabajo en pintura que realizó Leonora
Carrington sobre la pieza de José Horna, quien talló en madera toda su estructura. Este trabajo es
considerado uno de los más importantes del siglo XX en México, por su contexto surrealista y
moderno. Esta cuna recrea un barco con sus altas velas, mientras oscila en una ola que recuerda al
mar. Construida en madera, además de ser una pieza escultórica, es funcional, en muchos sentidos:
como cuna, mecedora y barco. Esta cuna fue en realidad el guardián del sueño para la hija de los
Horna, Norah.
En 1960, pinta por encargo el Retrato de Bertina Vera de Olmedo, lo particular de este óleo no
sucede en el rostro de la mujer a quien retrata, sino todo lo que rodea sus perfectos rasgos faciales:
su cabello rojizo se extiende cual antorcha, que poco a poco se evaporan o atenúan; al fondo en un
paisaje desértico se levantan una serie de cráteres volcánicos o lunares, nuevamente un paisaje
psíquico, tanto que la presencia de esa mujer en el contexto empieza a parecernos imposible; a
manera de introducirla con ese paisaje anormal, el cuello de la mujer, sus ropas y sus hombros,
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evocan a los cráteres del fondo, de pronto no parece ajena a aquel panorama sino ahora son uno
mismo.
Retrato de Bertina Vera de Olmedo, 1960 | José Horna | Óleo sobre masonite | 47 x 41 cm|
Colección Bertina V. de Olmedo
Alice Rahon, como ya lo había mencionado antes, produce una serie de homenajes a sus amigos o
personas que admiraba, una de ellas es Frida Kahlo. Rahon mantuvo un fuerte vínculo de amistad
con Kahlo debido a sus coincidencias de vida, ambas sufrieron graves accidentes a temprana edad,
Alice se quebró la cadera dos veces consecutivas en el mismo lugar, y Frida sufrió un fatal accidente
cuando viajaba en tranvía en la ciudad de México, ambos sucesos las mantuvieron en cama mucho
tiempo y produjeron en su andar un leve cojeo. Con el tiempo se fueron derivando como secuelas de
estos eventos varios infortunios entre los que comparten la perdida de los hijos que esperaban.
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La obra La balada de Frida Kahlo, pintada en el año de 1960, debió de ser consecuencia de una de
sus reuniones en Coyoacán, donde solían sentarse a pasar la tarde. Alice relata a manera de cuento
un recorrido entre las ideas de ambas artistas, donde ideaban poner una gran rueda de la fortuna en
la plaza de la delegación de Coyoacán, ésta puesta sobre la pirámide en la cual Diego Rivera quería
ser enterrado; siguiendo el recorrido se encontraba una peregrinación distinta a otras, era una
guiada por cientos de cometas, parecida a la festividad de los rábanos en Oaxaca, para terminar en
una ciudad europeizada. Si nos alejamos del cuadro podemos ver que los colores brillantes y
vibrantes de esta historia están formando la figura de un pez, uno que la artista describe como
“México como un pez volador en el espacio”.
A partir de la década de los noventa, Leonora Carrington realiza numerosas esculturas de bronce (el
metal más utilizado por los celtas). Su visión creativa continuó influenciándose por el arte de su
infancia, con el que estuvo en contacto hasta su juventud: referencias a la naturaleza, a los dioses, a
las bestias míticas y a los animales sagrados. Realiza las piezas Canibal Table, 2004-2005; Cuculati I,
II y III, estas últimas son tres estatuillas que representan personajes femeninos cubiertos
completamente con ropajes, encorvados y sumisos, a través de los cuales la artista hace alusión en
forma crítica al rol culturalmente asignado a la mujer; ese rol jerárquico y discriminatorio presente
incluso en el planteamiento mismo del proyecto moderno.
Alquimia e introspección
El último grupo de obras de la muestra aborda la mezcla de influencias de este grupo de surrealistas
exiliados en México, e incluyen la pasión por las ciencias duras y comprobables como lo son la física
y química; así como el interés por la filosofía, el misticismo y la astrología.
Aquí se revisa también ese ejercicio de introspección llevado a cabo por los artistas que les permitió
analizar rasgos fundamentales de su identidad, psique y experiencias personales, para después
proyectarlos en sus trabajos. Un número importante de personajes y alegorías que en ocasiones dan
la impresión de haber sido extraídos de mitos y resultan justamente del método automático de
pintar forman parte de esta selección.
La obra de Alice comprende desde collages, dibujos, arte objeto y pintura a la cual le gustaba añadir
arena o polvo volcánico, como lo hacía su contemporáneo Rufino Tamayo. Sus temas principales
abarcan la naturaleza y los animales que se desarrollan como protagonistas de las escenas
surrealistas que representa, también plasma vistas de ciudades imaginarias, de ensueño, y de fiesta.
Alice Rahon solía encontrar su inspiración en México, por una parte en las tradiciones locales (en las
cuales solía participar activamente), y por otra en los paisajes exuberantes. En 1952, Alice pinta la
obra Piedad para los judas, inspirada en la tradición local de la quema de los judas en Viernes Santo.
Éste es un rito cristiano ortodoxo -aunque no es parte del rito litúrgico de la Semana Santa- que se
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celebra por el pueblo en víspera de la Pascua. Los judas representan seres grotescos corrompidos
tomados de la figura de Judas Iscariote. Son figuras realizadas en papel, barro o madera, cuyo
destino es ser golpeados, y después colgados simbólicamente o quemados por las calles de México
por su traición a Cristo. Otras maneras de maltratar a la figura de Judas son colgarlo, ahogarlo o
hacerlo explotar con fuegos artificiales. Alice a través de su obra imploraba piedad para estos
personajes, revelando la traición como un error y parte de las pasiones humanas.
El artista Wolfgang Paalen desarrolla en 1937 una de las técnicas más audaces del dibujo método
que denominó fumage, que significa “dibujar con el humo”. Esta técnica se deriva del empleo del
humo producido por una vela sobre un lienzo húmedo.
Su vida amorosa estuvo conformada por tres mujeres importantes, en 1931 contrae nupcias con
Alice Rahon, con quien viaja a este país, y se divorcian en 1947; en 1948 inicia una nueva etapa en su
vida con Luchita Hurtado en California, de la que 4 años más tarde se separaría, y en 1957 se casa
con la museógrafa y artista Isabel Marín, hermana de la primera esposa de Diego Rivera. Isabel
había sido su amante en los años cuarenta y su musa para la esfinge de la noche de la exposición
internacional del surrealismo.
En la obra Gran Fumage (Orfeo), el artista une la realidad con la mitología en la representación del
mito griego de Orfeo y Eurídice, la historia tiene como finalidad hacer hincapié en la confianza de la
fidelidad de la pareja, mismo que pudiera tener un sentido autobiográfico del artista. La leyenda
cuenta que Orfeo bajó al inframundo a salvar de la muerte a su esposa Eurídice, quien debía seguirlo
hasta la salida del inframundo solo con escuchar el canto de su lira, con la única condición que él no
debía voltear hacía atrás hasta haber atravesado el portal y los rayos del sol cubrieran la figura de
su amada; al tener la salida en su mira Orfeo deja de escuchar los pasos de Eurídice detrás de él; en
medio de su desesperación voltea a verla y en ese momento queda convertida en piedra,
perdiéndola para siempre.
Remedios Varo tiene una historia peculiar, cuando llega a México con su entonces esposo, Benjamín
Péret, no ejercía ni se imaginaba como artista, había estudiado arte pero nada muy relevante; su
cercanía con Leonora y Kati, esposa de José Horna, la llenaron de energía para plasmar su psique a
través de la pintura. Al inicio de su trabajo artístico es comisionada para pintar en revistas
científicas, y laboratorios, entre ellos unos importantes dibujos que realiza para la empresa
farmacéutica Bayer de México, o el estudio que realiza en microscopio sobre los mosquitos
transmisores del dengue en Venezuela. Pero la artista no podía negar su vínculo con el surrealismo,
y es al día de hoy, reconocida como una de las mejores artistas de México, sus obras son parte de
grandes colecciones y patrimonio de la nación, consideradas joyas del arte en México.
La pieza Ciencia inútil o el alquimista, de 1955, es una de sus obras más reconocidas, en ella revela
su interés por la alquimia y la filosofía. La imagen aparentemente científica oculta verdaderamente
un sentido místico, el personaje central parece estar haciendo rotar una manivela. La cual inicia el
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funcionamiento de una enorme maquina con apariencia de torres, su mecanismo es complejo y a la
vez pareciera sencillo, el proceso da un resultado químico depositándolo en unas botellas de cristal,
el elemento importante se encuentra en el suelo del lugar, que de pronto no es más la cobija que
abriga al personaje. Remedios alude a la transformación de la materia y a las posibilidades de la
magia.
La huida, 1961 | Remedios Varo | Óleo sobre masonite | 122 x 99 cm | Acervo Museo de Arte
Moderno, INBA/Conaculta
La exposición cierra con una pieza característica de esta artista hispano-mexicana, La huida,
realizada en el año de 1961, en esta pieza Remedios hace evidente elementos autobiográficos, como
es el caso de la mayoría de sus obras de los últimos años de su vida. El ambiente de su educación, las
huellas de su participación en ciertos contextos socioculturales o también evocaciones de hechos
biográficos más concretos, como el personaje de este óleo, donde aún vestida de colegiala escapa
con su amante.
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La vida amorosa de Remedios Varo fue extraordinariamente complicada. Durante sus estudios en
Madrid contrae matrimonio con Gerardo Lizárraga a la edad de 19 años. En Barcelona conoce a
quien sería su amante, el pintor Esteban Francés, con quien produjo algunas obras surrealistas. No
mucho tiempo después, conoció al poeta surrealista francés Benjamín Péret, su segundo esposo.
Ésta relación perduraría mucho tiempo, a pesar de problemas financieros y políticos que obligaron
su exilio a México. Después de seis años de estadía en el país su relación termina, y se ve involucrada
en una nueva relación con Jean Nicolle, un piloto francés mucho más joven que ella. Finalmente
conocería a Walter Gruen, un exiliado austríaco, con quien se casaría por tercera vez, siendo su
compañero hasta la muerte de la artista en 1963. En sus obras transmitiría lo complicado del amor
de manera metafórica, revelando en ocasiones los estratos más inescrutables de su psique.
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