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I M P E R I A L I S M O D E LIBRE
COMERCIO E IMPERIO INFORMAL
E N LA C O S T A OESTE D E M E X I C O
D U R A N T E LA E P O C A
...DE SANTA. A N N A
John
University
MAYO
of the West
Indies
I
publicaron en 1953 u n
a r t í c u l o fundamental titulado " T h e Imperialism of Free
T r a d e " ( " E l imperialismo del libre comercio"). Aunque
n i n g u n o de ellos era latinoamericanista, usaron a A m é r i c a
L a t i n a como ejemplo de su tesis de que el libre comercio,
con apoyo gubernamental, creó u n dominio económico b r i t á n i c o fuera de las posesiones formales de G r a n B r e t a ñ a en
regiones que constituyeron u n imperio informal. M á s tarde,
R o b i n s o n afinó la tesis al introducir el concepto de colaborac i ó n , planteando la existencia de u n grupo de la élite local
que se alió a los extranjeros b r i t á n i c o s para su provecho m u tuo, pero que t a m b i é n p r o p o r c i o n ó contactos útiles, incluso
esenciales, con la base de poder local. N o extrajeron sus
ejemplos ú n i c a m e n t e de A m é r i c a L a t i n a , claro, pero sus referencias a esa región recibieron varias críticas, en especial
de I . ) . C . M . Platt, quien escribió dos artículos y u n libro al
respecto. Platt aclara e x p l í c i t a m e n t e :
J A C K GALLAGHER Y RONALD ROBINSON
1
2
3
La diplomacia británica buscaba lograr un trato justo e igual,
no parcial, para el comercio inglés en América Latina; y ello
C J A L L A G H E R
y
R O B I N S O N ,
1953,
pp.
1-15.
R.o B I N S O N , 1972, pp. 117-142.
1968a, p p . 296-306; 1968 y 1973, p p . 77-91.
HMex
y
X L : 4, 1991
673
676
JOHN MAYO
ser advertidos previamente de la partida de los navios de sus lugares de carga o del contenido de sus cargas o sin la menor noticia de la intención de las partes que intervienen en tal especulación.
y
Evidentemente, se trataba de u n negocio que implicaba
una gran incertidumbre, pero Barron m e d r ó . A pesar de su
modesta afirmación en el sentido de que era " s ó l o u n miemb r o " , parece evidente, por los registros que se conservan,
que en realidad era el principal socio y dirigente.
E l mismo describió la firma como " e l principal establecimiento b r i t á n i c o en la costa oeste de M é x i c o y la ú n i c a casa
b r i t á n i c a de categoría a h í " . Durante el periodo que va de
diciembre de 1830 a j u l i o de 1831, Barron, Forbes & C í a .
p a g ó 257 852 pesos a la aduana de San Blas por impuestos
sobre cargas consignadas a ella; en 1831, sus pagos sumaron
el 9 0 % del total recibido por la aduana. Ese p a t r ó n contin u ó en lo sucesivo: en 1832, la casa p a g ó 32 000 de 118 000
pesos, en 1834-1835, Barron, Forbes & C í a . dividió importaciones con sus principales rivales, C a s t a ñ o s & C í a . ; en
1841, esta ú l t i m a p a g ó 83 000 pesos y la primera 40 000 de
u n total de 208 000. En 1843, C a s t a ñ o s p a g ó 35 000 pesos
y B a r r o n 110 000 de 380 000 pesos que fueron cobrados. En
adelante, Barron, Forbes & C í a . a u m e n t ó constantemente
su ventaja sobre C a s t a ñ o s . A decir verdad, la casa Castañ o s c a y ó en bancarrota a finales de los a ñ o s 1840, mientras
que B a r r o n , Forbes & C í a . no fue disuelta sino hasta 1895.
9
10
C o m o otros establecimientos similares en el resto de
A m é r i c a Latina, la base de su éxito fue la e c o n o m í a b r i t á n i ca. Durante ese periodo, G r a n B r e t a ñ a pudo superar a sus
rivales en p r o d u c c i ó n y ventas de la m a y o r í a de los artículos
que M é x i c o q u e r í a importar y, en los casos de bienes de los
que G r a n B r e t a ñ a no era productora, los barcos y los comerciantes ingleses estaban siempre listos para proveerlos. En
8
B a r r o n a R . H e l y e r , T e p i c , 20 de n o v i e m b r e de 1841, F O 204/73.
B a r r o n a Palmerston, P a r í s , 18 de n o v i e m b r e de 1848, F O 50/223;
B a r r o n , Forbes & C í a . , a O ' G o r m a n , T e p i c , 14 de octubre de 1831, F O
203/44: M E Y E R , 1984, p . 205.
,
^ Í L \ E '
J
R ,
1984.
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
677
1843, Barron hizo una descripción del comercio en su consulado durante el a ñ o precedente:
Ahora, el comercio en esta costa es llevado a cabo en su mayor
parte con fabricantes británicos; el resto viene de Estados Unidos, de Hamburgo y de los puertos italianos. Casi todos los géneros embarcados, ya sea en navios de guerra o mercantes, son
destinados a Inglaterra [. . . ] "
Y el dominio de G r a n B r e t a ñ a c o n t i n u ó hasta los años
1850. En 1857, el hijo y sucesor de Barron informó: "es satisfactorio observar que la p r o p o r c i ó n b r i t á n i c a en las i m portaciones c o n s t i t u y ó aproximadamente cuatro quintas
partes del t o t a l . "
G r a n B r e t a ñ a alcanzó esa posición en la costa sin el apoyo
oficial manifiesto de Londres; el gobierno británico
12
[. . . ] tomó a su cargo una gama de funciones estrictamente l i mitada: la apertura de mercados, la protección de los intereses
británicos conforme al derecho internacional y la garantía de
que, en la medida de lo posible, el comercio británico recibiera
un trato justo e igual —no parcial— en ultramar."
N o hay razones para poner en tela de juicio esta estimac i ó n , en particular debido a que el comercio latinoamericano durante ese periodo fue relativamente insignificante para
los británicos, con excepción de los pocos que participaban
en él, y en la costa oeste de M é x i c o eran sólo unos cuantos.
C o n todo, tuvieron la necesidad del apoyo oficial; y, en un
sentido muy real, éste existió, y funcionó efectivamente
manteniendo en movimiento las ruedas del comercio y protegiendo a los b r i t á n i c o s y sus propiedades.
31
B a r r o n a A b e r d e e n , T e p i c , 8 de enero de 1843, F O 2 0 4 / 8 1 .
E . W . B a r r o n al secretario de Estado, n ú m . 11, T e p i c , 20 de marzo
de 1857, F O 50/315.
1
P L A I T ,
1968,
p.
361.
680
JOHN MAYO
el contrabando como una respuesta normal a las condiciones
predominantes. Platt hace notar:
Sin duda alguna, el volumen del contrabando hacia América
Latina durante los primeros decenios de la independencia
obligó a muchos comerciantes ingleses a dejar por la fuerza los
negocios y persuadió a otros, por razones morales o prácticas,
a abandonar el comercio debido a unas condiciones por las cjue
tenían poco gusto o para las que tenían poca experiencia.
16
Barron, Forbes & C í a . no fue obligada a dejar por la fuerza los negocios n i persuadida a abandonarlos, m o s t r ó una
gran experiencia y s u p e r ó fácilmente todo disgusto que pudiera haber sentido.
Ello se debió a que esta casa comercial se a d a p t ó al sistema predominante. El comercio de contrabando fue una
" i m p o s i c i ó n " a los comerciantes, ya que éstos recurrieron
a él porque consideraron que las irrazonables políticas del
gobierno los obligaron a ello y, sin duda, Platt tiene r a z ó n
cuando hace notar que algunos comerciantes b r i t á n i c o s
abandonaron el comercio " p o r razones morales o p r á c t i cas". Pero el comercio de contrabando era casi tan antiguo
como la o c u p a c i ó n e s p a ñ o l a del Nuevo M u n d o y nunca
hubo ninguna falta de "colaboradores" ansiosos de acoger
con b e n e p l á c i t o los e m p e ñ o s de los comerciantes extranjeros
por comerciar con M é x i c o . Estos, por su parte, nunca parecieron considerar la escrupulosa fidelidad a las leyes de su
país como un requisito previo para cerrar un trato.
Así, a los ojos de los comerciantes, los reglamentos mercantiles clamaban por la evasión. Ello no h a b r í a sido posible
si hubiesen sido aplicados honesta y efectivamente, pero ése
no era el caso. Las necesidades financieras de las diversas
facciones políticas, aunadas al hecho de que no se pagaba a
los funcionarios regular o adecuadamente, proporcionaban
la ocasión. E n 1857, E. W . Barron describió los efectos del
"miserable estado de la hacienda mexicana":
P L A T T ,
1972,
p.
61.
681
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
Los llamamientos constantes y urgentes al respecto permitieron
a las partes interesadas en México obtener frecuentemente, mediante un adelanto de fondos en pago de impuestos sobre cargas
esperadas, ventajas muy considerables en sus arreglos con el
Gobierno General, arreglos cjue en ocasiones consistían en
nada menos que una reducción del 30 o 40 por ciento sobre la
porción mayor de los impuestos de importación.
[. . . ] [los] perniciosos efectos [de esas transacciones] en el
comercio legítimo son harto manifiestos, aunque la frecuencia
con Cjue los comerciantes que reciben cargas valiosas en esta
costa se han beneficiado del fácil acceso que se les permite a las
principales oficinas del gobierno con el propósito de llevar a
cabo arreglos de esa naturaleza ha sido tal que difícilmente puede decirse, de lo que ciertamente debe parecer un abuso y un
alejamiento absoluto de esos firmes principios tan esenciales a
los intereses generales del comercio, que ha provocado quejas
tan fuertes como podría haberse esperado.
Sin duda alguna, los perjudiciales efectos de un sistema tan
viciado habrían sido muy severamene resentidos por los pequeños comerciantes, si hubiere habido muchos de ellos en esta
costa; pero la característica de los negocios que se llevan a cabo
en los puertos mexicanos del Pacífico es que los comerciantes
son en su mayoría grandes importadores que reciben en cierto
momento cargas completas de considerable valor, cuyos impuestos, junto con los otros cargos aplicados conforme al arancel existente, hacen que en ocasiones sea una meta importante
para la Secretaría de Hacienda antes bien estar de acuerdo con
condiciones onerosas que perder la oportunidad de asegurar el
pago de tales impuestos y cargos por adelantado.
17
L a necesidad nacional, entonces, llevó al gobierno, o al
menos a sus funcionarios, a tomar atajos que efectivamente
legitimizaron, aunque no legalizaron, la evasión de impuestos en todo el país. L a aplicación local de las leyes era asim i s m o oportunista, y los funcionarios estaban abiertos a las
propuestas personales. E n 1835, cuando el cónsul general en
la ciudad de M é x i c o hizo una pregunta a Barron respecto a
la m e d i c i ó n del tonelaje de los barcos, éste r e s p o n d i ó :
] /
E . W . B a r r o n al secretario de Estado, n ú m . 7, T e p i c , 20 de marzo
de 1857, F O 50/315.
682
JOHN MAYO
Lamento [. . . ] que no esté a mi alcance el dar un informe correcto [ • • • ] porque aquí ha sido práctica uniforme la de dar al
empleado mexicano un soborno mediante el cual los capitanes
[. . . ] han obtenido algunos favores en la medición [. . . ] lo
cual, claro, echa por tierra cualquier cálculo.
18
T a n ubicua era la práctica que los d i p l o m á t i c o s la usaban. E n 1830, Pakenham, ministro británico en M é x i c o , p i dió a Barron que buscara información concerniente al comercio con C h i n a para su colega h o l a n d é s .
Tengo entendido que, dando un soborno al funcionario de la
aduana, puede obtenerse una copia del manifiesto de cualquier
navio. Ésta sería al mismo tiempo la manera más satisfactoria
de proveer [. . . ] la información [. . . ] y la que quizá le ocasionaría a usted las menores molestias.
19
Así, en la costa oeste existía u n sistema generalizado de
c o r r u p c i ó n . Las necesidades mercantiles que lo crearon —el
deseo de comerciar—, las gubernamentales —es decir, la
necesidad crónica de fondos—, así como las personales, fuer o n constantes durante todo el periodo. A u n cuando negaba
su p a r t i c i p a c i ó n personal, Barron a d m i t í a que el contrabando era generalizado:
Puedo asegurarle [. . . ] que, aunque es un país de lo más contrabandista, aunque todos los días se importan a lo largo de la
costa tanto hilaza como mantas y aunque difícilmente arriba un
carguero sin ambos artículos, no ha sido vendida como perteneciente a la fábrica de B. F. & Cía. ni una sola libra de hilaza
(torcida) ni una sola yarda de tela que no haya sido hecha realmente por ella.
20
Fue en el mantenimiento de ese statu quo donde el poder
de G r a n B r e t a ñ a , como fue definido y dirigido por los cón1 8
B a r r o n a O ' G o r m a n , T e p i c , 31 de j u l i o de 1835 (extracto), F O
204/47.
P a k e n h a m a B a r r o n , M é x i c o , 13 de enero de 1830, F O 204/28.
B a r r o n a P a k e n h a m , T e p i c , 16 de n o v i e m b r e de 1841, F O 204/73
( d e f e n d í a su í á b r i c a de a l g o d ó n en contra de cargos de c o n t r a b a n d o ) .
1 9
2 0
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
683
sules y los oficiales navales en la costa oeste, hizo sentir su
presencia. N o se trató de la aplicación consciente de la política nacional por funcionarios imperiales informados, sino
m á s bien de respuestas ad hoc de los británicos en M é x i c o a
amenazas contra sus intereses. Esos hombres actuaron en la
creencia de que lo que h a c í a n era correcto. Dado que los
funcionarios mexicanos con quienes trataban no t e n í a n manera de conocer los límites reales de la política b r i t á n i c a , los
b r i t á n i c o s se salieron generalmente con la suya. E n otras palabras, la idea que sobre el p o d e r í o b r i t á n i c o c o m p a r t í a n
c ó n s u l e s y oficiales navales no era m u y diferente de la que
t e n í a n los funcionarios mexicanos. Los problemas s u r g í a n
cuando nuevos funcionarios mexicanos o nuevas ó r d e n e s de
la ciudad de M é x i c o , o ambas cosas, amenazaban interrump i r el fluido funcionamiento del sistema.
IV
E l fundamento ú l t i m o de la posición b r i t á n i c a era el poder
e c o n ó m i c o de G r a n B r e t a ñ a . Eso era lo que proporcionaba
la M a r i n a Real y significaba que los cónsules británicos eran
personas de gran importancia en sus comunidades. A decir
verdad, cualquier consulado p o d í a ser valioso, porque, al
menos, gozaba de una posición oficial y, t a m b i é n , p o d í a
proporcionar ventajas comerciales. Barron escribió de su r i v a l m á s poderoso:
Este hombre Castaños siempre está ocupado haciendo daño;
estuvimos en paz cuando se fue a Europa, pero, unos días después de su regreso, ya estábamos en guerra. Se cree a salvo
como un cónsul norteamericano, y no tiene escrúpulos para
nada a causa de ello [. . . j Quisiera que este tipo [. . . j fuese removido de su consulado norteamericano [. . . ]; es ridículo tener
a un hombre así en esa posición.
21
Por supuesto, C a s t a ñ o s era antes que nada u n comercian-
¿ í
B a r r o n a P a k e n h a m , T e p i c , 9 de febrero de 1 8 4 Í .
684
JOHN MAYO
te como Barron y tenía la intención de usar su posición oficial en beneficio propio y de sus amigos, pues si acaso la política mexicana fuese inestable, siempre h a b í a u n socio
interior y uno exterior, y las actividades comerciales p o d í a n
conducir a las relaciones políticas. Esas relaciones p o d í a n
ser una fuente de fuerza pero t a m b i é n de peligro, si los amigos p e r d í a n el puesto. L a m a n i p u l a c i ó n del puesto consular,
apoyada por u n barco cerca de la costa, ayudaba a reducir
o a neutralizar los riesgos políticos.
T e n e r los amigos adecuados era parte esencial de la vida
comercial, ya que los negocios estaban inextricablemente l i gados al gobierno, no sólo por las necesidades de fondos de
éste. Y no p o d í a evitarse tomar partido, ya que esto era fundamental para llevar a cabo u n negocio exitoso. Barron parece haber sido adepto de esta fórmula. A l mismo tiempo
que se quejaba de las acciones de C a s t a ñ o s , mencionaba que
t e n í a en su casa al general Paredes, entonces con un alto
puesto en la a d m i n i s t r a c i ó n regional, y comentaba: "[Cast a ñ o s ] t e n d r á dificultades con Paredes para que lo coloque
en « C h á p a l a » , a menos que se cuide m u c h o " . Barron escribió que el general "siempre h a b í a sido u n amigo fiel de los
ingleses". U n especialista describiría m á s tarde a M a r i a no Paredes y Arrillaga como "cortado con la misma tijera
que Santa A n n a , pero de menos t a l e n t o " , lo cual parece
u n buen j u i c i o de su lugar en la historia mexicana; pero sus
c o n t e m p o r á n e o s t e n í a n una o p i n i ó n diferente: podía ayudar
a sus amigos.
Evidentemente, Barron t e n í a dotes para elegir a los amigos adecuados e influir en la gente poderosa. U n capitán de
la M a r i n a Real, que lo conoció en una visita en 1825, u n
a ñ o d e s p u é s de su nombramiento, c o m e n t ó sobre:
22
23
[. . . J su completo conocimiento del idioma español, los modales y costumbres de los habitantes [. . . ] su comportamiento
conciliador y caballeroso hacia todos, con los sentimientos estrictos y honorables de un perfecto caballero, hacen que todos
2 2
B a r r o n a Pakenharn, T e p i c , 9 de febrero de 1 8 4 1 .
C O T N E R ,
1949,
p.
98.
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
685
lo amen y respeten. Sería y debe ser un gran servicio hacer desaparecer las desfavorables impresiones que han sido dejadas
en la mente de los mexicanos por aquellos hostiles a la influencia británica y de quienes sus naturales caracteres celosos son
tan capaces de recibir.
24
O t r o capitán escribió en 1828:
[. . . ] siempre que he estado en esta costa, he visto al Sr. Barron
en gran intimidad con las autoridades y los comerciantes más
respetables, quienes han sostenido la mejor opinión de su carácter y de la rectitud y honor que han gobernado su conducta
N o hay duda de que Barron tuvo valiosos contactos entre
la clase gobernante mexicana. Entre sus amigos se contaban
generales, comerciantes, políticos, administradores y clérigos (en 1848, p r e s e n t ó una petición a P í o I X respecto al altar mayor de la catedral de T e p i c ) . U n a comunidad de
intereses los m a n t e n í a unidos, ya fuese el interés en la estab i l i d a d política y administrativa, en el comercio o en la Iglesia. Y tales contactos deben de haberse facilitado por " e l
m u y espléndido b a i l e " que Barron ofreció en Tepic el 23 de
a b r i l de 1825 en honor del c u m p l e a ñ o s del rey, el primero
pero quizás no el ú l t i m o de tales acontecimientos. Presumiblemente fue efectivo, como escribiera el c a p i t á n B r o w n :
26
He sabido que el gobernador de Tepic [ • - • ] reconoció que la
desfavorable impresión que tenía él mismo, y otros, respecto al
orgullo y la tiesa formalidad en nuestro apego a nuestras propias costumbres y el desprecio por los otros ha sido completamente borrada por la cortesía y la desenvoltura del Sr. Barron
y la prontitud con que todos los ingleses adoptaron sus hábitos
y costumbres [. . . ] .
2 /
2 4
C a p i t á n T . B r o w n a C . O ' G o r m a n , H M S T a r t a r en San Blas, 26
de a b r i l de 1825, F O 203/16.
~ C a p i t á n E. Beechey a C . O ' G o r m a n , H M S Blossom en A c a p u l c o ,
17 de marzo de 1828.
L a catedral de T e p i c , O b i s p a d o de T e p i c , 1979, p. 69.
C a p i t á n T . B r o w n a C . O ' G o r m a n , H M S T a r t a r en San Blas, 26
J
2 b
2 7
686
JOHN MAYO
Pero tan buena voluntad, aun genuina, no p o d í a por sí
m i s m a proteger a las personas, los bienes o el comercio. El
éxito inglés causó envidia al igual que a d m i r a c i ó n . Los amigos de los ingleses t e n d í a n , t a m b i é n , a hacer entrar a sus
enemigos en la relación. E n 1828-1829, Barron reconvino a
las autoridades locales por tolerar la circulación de " p u b l i caciones malévolas y sediciosas" que h a b í a n aparecido en
Guadalajara. E n 1830, su negocio y la aduana de Tepic
fueron blanco de u n ataque militar fallido cuyo objetivo era
robar d i n e r o . Cuando se trataba de tales cuestiones, la
posición consular era invaluable, en especial para tratar con
los funcionarios gubernamentales. L a soldadesca sediciosa y
rebelde estaba, claro, fuera de control; pero, aun en este caso, la oficina consular ayudaba a asegurar la c o m p e n s a c i ó n
por cualquier d a ñ o .
28
29
E n efecto, a pesar de todo el éxito de sus relaciones p ú b l i cas, Barron nunca olvidó que él era un cónsul, y tampoco
p e r m i t i ó que otros lo olvidaran. E n 1831, devolvió una carta
del gobernador de Jalisco porque éste la h a b í a firmado como
si se dirigiera a u n subordinado. Y explicó por q u é lo hizo:
Esto puede ser considerado frivolo por aquellos que desconocen
la importancia que se atribuye a estos asuntos en este país
[. . . ] . Soy [• - •] de la opinión de que no debemos admitir el
más lejano intento por menospreciarnos, a nosotros o a nuestra
nación; de lo contrario, no dejarían pasar oportunidad alguna
de insultarnos, pues sus celos y prejuicios están siempre alerta
para molestarnos.
30
Siempre que actos tan altaneros recibían el apoyo oficial
del ministro b r i t á n i c o o del encargado de negocios b r i t á n i c o
en la ciudad de M é x i c o , tanto el gobierno nacional como las
autoridades locales t e n í a n que tomarlos en serio.
Y ese apoyo llegaba invariablemente. A l menos ante los
mexicanos, los ingleses presentaron u n frente unido, aunque
de a b r i l de 1825, F O 203/16.
P a k e n h a m a B a r r o n , M é x i c o , 28 de enero de 1829, F O 204/23(2).
B a r r o n a P a k e n h a m , T e p i c , 10 de d i c i e m b r e de 1830, F O 204/28.
B a r r o n a O ' G o r m a n , T e p i c , 6 de m a y o de 1831, F O 204/32.
2 8
2 y
v
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
687
n o siempre sin recelos de los funcionarios que despachaban
en la ciudad de M é x i c o . E n 1829, por ejemplo, Richard Pak e n h a m , ministro inglés en M é x i c o , dijo a Barron que era
necesario reprochar al recaudador de aduanas en Tepic el
tono de su correspondencia con el vicecónsul ( " m u y altanero
y provocador"), y que las instrucciones dadas al recaudador,
que h a b í a n provocado las dificultades, d e b í a n cancelarse; sin
embargo, hizo notar que Barron t a m b i é n h a b í a usado u n
lenguaje fuerte y le advirtió: "Soy de la o p i n i ó n de que toda
e x p r e s i ó n inmoderada o irritante a la que pueda usted recur r i r en su defensa sólo puede servir para menguar la satisfacc i ó n de su queja en manos de sus superiores". Pero esta
r e p r i m e n d a fue en privado; y, dado que los actos de Barron
n u n c a fueron repudiados p ú b l i c a m e n t e , se p o d r í a perdonar
a los mexicanos de San Blas y la ciudad de M é x i c o por creer
que el gobierno inglés apoyaba completamente a su vicecónsul; t e n í a n r a z ó n en creerlo. E n otras palabras, al menos i m p l í c i t a m e n t e , el poder de G r a n B r e t a ñ a se desplegó en defensa de sus ciudadanos y los bienes de éstos durante todo
el periodo estudiado. Y la presión de los barcos de la M a r i n a
R e a l anclados frente a la costa p a r e c í a una confirmación
m u y tangible, a/uncjue no articulada de CSC hecho.
31
V
Los barcos eran enviados regularmente a la costa oeste de
M é x i c o " p a r a la protección de los intereses mercantiles b r i t á n i c o s en ese p u n t o " . Por lo general, tal protección comp r e n d í a los casos en que funcionarios mexicanos h a b í a n tratado de manera injusta a barcos ingleses. Los problemas
s u r g í a n porque los barcos mercantes arribaban a menudo
sin una i n f o r m a c i ó n reciente sobre los impuestos o reglamentos portuarios mexicanos y, por ende, p o d í a n encontrarse en la situación de estar transportando artículos de
3 2
3 1
P a k e n h a m a B a r r o n , M é x i c o , 3 de j u n i o de 1829, F O 204/23(2).
O ' G o r m a n al c a p i t á n T . B r o w n , M é x i c o , 23 de febrero de 1825,
F O 203/16.
3 2
688
JOHN MAYO
i m p o r t a c i ó n prohibidos, aunque hubiesen sido legales al ser
embarcados, o de que infringieran la ley mexicana que reservaba el comercio costero a los barcos nacionales. L a aplicación arbitraria de la ley t a m b i é n p o d í a crear problemas.
E n 1825, el c a p i t á n B r o w n del H M S T a r t a r se e n c o n t r ó con
que el reglamento, que estaba en vigor en San Blas, donde
h a b í a llevado a u n enfrentamiento entre Barron y el comandante militar, no h a b í a sido puesto en vigor en M a z a t l á n ,
a pesar de ya haber sido publicado. Tales situaciones propiciadas por las autoridades mexicanas provocaban invariablemente protestas oficiales y, puede sospecharse, una
e v a s i ó n fiscal no oficial. L a M a r i n a Real a ñ a d í a su peso a
las protestas, y es bastante probable que no impidiera la
evasión.
33
El cónsul Barron era el contacto oficial entre los d i p l o m á ticos b r i t á n i c o s instalados en la ciudad de M é x i c o y los barcos de la M a r i n a Real anclados en la costa oeste, y viceversa. A s í , dada la lentitud de las comunicaciones y el
aislamiento de su distrito consular (que incluía los estados de
Jalisco, Sinaloa, Sonora y Baja California), su voz era la
ú n i c a oficial que oían los oficiales navales. Los barcos estaban a h í para proteger los intereses b r i t á n i c o s y t a m b i é n
" p a r a recibir los tesoros que los comerciantes puedan estar
deseosos de enviar a Inglaterra o a los puertos del
P a c í f i c o " . L o anterior es importante, porque los capitanes r e c i b í a n una comisión sobre el valor de todo tesoro embarcado como una de las adehalas del mando (el hospital naval de Greenwich t a m b i é n se beneficiaba), lo cual q u e r í a
decir que t e n í a n un interés personal en el comercio que prot e g í a n , y probablemente fue lo que los llevó a ser intolerantes respecto a las medidas mexicanas que pudieran impedir
el flujo de dinero o lingotes de oro o plata a bordo.
34
Es evidente que los capitanes no t e n í a n dudas respecto a
la actitud que d e b í a n adoptar al tratar con funcionarios mexicanos; Barron escribió a uno de ellos:
3 3
'
7
B r o w n a O ' G o r m a n , San Blas, 9 de a b r i l de 1825, F O 203/16.
B r o w n a O ' G o r m a n , San Blas, 9 de a b r i l de 1825, F O 203/16.
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
689
[. . . ] todo lo que diré es que el despotismo es y ha sido siempre
la única manera de convencer a esa gente ingobernable, y la
fuerza moral de nuestra nación crecerá aun mas a sus ojos
cuando vean que un barco de guerra británico está en el lugar
y el momento en que se necesita.
35
Por otra parte, parece que existieron rivalidades entre los
capitanes; Barron escribió de dos de los barcos: " E l Curacoa llegó a San Blas para alejar al A c t e ó n —que z a r p ó con
1 376 636 d ó l a r e s — ; por supuesto, Jones [del Curacoa] tem í a que el A c t e ó n se hundiera si cargaba m á s d i n e r o . ' ' E l
vicecónsul t e n í a una m i s i ó n específica para Jones, porque
t e m í a que los mexicanos pudieran confiscar u n barco británico que comerciara l e g í t i m a m e n t e en la costa, y aconsejó
al c a p i t á n lo siguiente:
Es de gran importancia para los intereses y los comerciantes
británicos establecidos aquí que, en esta época de persecución
fiscal ejercida por las aduanas mexicanas y otras autoridades,
se les haga respetar la bandera británica, ya que, si ven que se
les permite jugar con las propiedades y los barcos británicos,
poniendo en nesgo nuestra seguridad, estaríamos peor que en
China.
Barron t e n í a ciertos recelos respecto a la capacidad de Jones para llevar a cabo una m i s i ó n posiblemente delicada:
' 'hasta ahora, sus cartas favorecen m á s al c a p i t á n mercante
que al d i p l o m á t i c o . "
A l propio Jones le p a r e c í a que t e n í a que " d e s e m p e ñ a r
una parte m u y delicada en la costa". C r e í a que la manera
de conducir el comercio no h a b r í a
56
[• • •] continuado un día en nuestro glorioso país [. . . ] . Pero
también es evidente para mí que, de cuando en cuando, el por
lo general inestable gobierno de México ha consentido y participado en la violación de las leyes de la República. Durante
3 5
Barron al capitán J. Jones, Tepic, 25 de enero de 1842, FO
204/79(3).
Barron a Pakenham, Tepic, 29 de enero de 1842; Barron a Jones,
Tepic, 26 cíe enero de 1842, FO 204/79(3).
3 6
692
JOHN MAYO
nes) y las importaciones (12 millones) eran cubiertos completamente por el contrabando."
Y ese contrabando, en particular la exportación de plata,
era protegido, en efecto, por la presencia británica oficial.
( E n realidad, se puede considerar que Barron era u n organizador del tráfico, posición que explicó detalladamente, para
su propia satisfacción, en u n largo despacho a su superior).
Los sucesivos gobiernos británicos aceptaron esa posición, a
pesar de que al menos los funcionarios de la Foreign Office
debieron haber sabido lo que estaba pasando por el flujo de
informes verdaderamente francos que recibían de sus funcionarios en M é x i c o . Y parece ser que, en Londres, la posición general fue de aceptación resignada de las repugnantes
prácticas como lo mejor que p o d í a esperarse en una remota
y b á r b a r a región del m u n d o . Pero lo que en Londres pudo
haber parecido una política esencialmente pasiva, en San
Blas y M a z a t l á n debió parecer una mezcla m u y poderosa de
i n t e r v e n c i ó n activa e influencia profunda que impulsaba firmemente las acciones mexicanas en una dirección. E n este
sentido, la costa oeste puede considerarse como el escenario
de u n eiercicio m á s bien exitoso del imperialismo del libre
comercio.
42
43
C o n lo anterior me refiero al cumplimiento de objetivos
estrictamente limitados y por cierto comerciales. Los empresarios b r i t á n i c o s q u e r í a n hacer negocios; los empresarios
mexicanos, en particular los mineros y los comerciantes,
c o m p a r t í a n ese objetivo. Y tuvieron éxito. Es evidente que,
en la costa oeste de M é x i c o , u n gran n ú m e r o de los m i e m bros de las clases ricas locales se hizo tan dependiente de los
mercados internacionales que, como lo postularon Galla¬
gher y Robinson, trabajó para crear y perpetuar u n ambiente favorable para las actividades comerciales. Y ello incluyó una c o r r u p c i ó n a gran escaía en el plano loca!, lo cual
44
4
2
P L A T T ,
1972,
p.
60.
4 3
B a r r o n a C . B a n k h e a d , n u m . 1, T e p i c , 10 de enero de 1846, F O
204/92.
4
4
G A L L A G H E R
y
R O B I N S O N ,
1953,
p.
10.
693
IMPERIALISMO DE LIBRE COMERCIO
a s e g u r ó que los negocios continuaran "como siempre",
para el beneficio m u t u o de los participantes.
Pero ese arreglo no reflejaba n i n g ú n consenso nacional.
Robinson comenta que h a b í a "dos cadenas de eslabones relacionadas entre s í " que formaban el "mecanismo de
c o l a b o r a c i ó n " que, a su vez, era parte del funcionamiento
del imperialismo fuera de Europa:
Una consistía en arreglos entre los agentes de la sociedad industrial y las élites nacionales seducidas para cooperar con ellos;
y la otra relacionaba a esas élites con las rigideces de los intereses y de las instituciones locales. Los colaboradores tenían que
desempeñar un conjunto de funciones en el sector externo o
"moderno" y, no obstante, "ajustarías" a otro conjunto de
funciones más importantes en la sociedad nacional.
45
L a inestabilidad política de M é x i c o hacía que esta segunda cadena nunca pudiera establecerse de manera firme, lo
cual significaba que la primera estaba constantemente amenazada y, para preservarla, el uso local de la presencia británica oficial era de importancia continua. El que la "cabeza
o f i c i a l " en Londres sólo fuera consciente de vez en cuando
de los sucesos de ía costa oeste y que incluso desaprobara vagamente algunos de ellos no importaba. Los cónsules y los
oficiales navales s a b í a n lo que se t r a í a n entre manos, y los
mexicanos se dieron cuenta de que la i n t e r p r e t a c i ó n de la
política b r i t á n i c a a la que t e n í a n que hacer frente era la local, sin importar lo que pudiera creerse en Londres (o en la
ciudad de M é x i c o ) . L a a p a t í a en Londres p o d í a tener efectos m u y profundos en San Blas y M a z a t l á n .
Pero la afirmación exitosa de " u n campo justo sin favorit i s m o " , mediante la cual el predominio natural de G ran
B r e t a ñ a aseguraba que los b r i t á n i c o s disfrutaran de hecho
de favores reales, ¿significó que M é x i c o formó parte de u n
imperio b r i t á n i c o informal? Si se toma a M é x i c o como ejemplo, ¿existió u n imperio b r i t á n i c o informal? E n otras palabras, ¿ d e m o s t r ó el gobierno b r i t á n i c o algún deseo de esta-
R . O B I N S O N j 1972,
pp.
121-122.
694
JOHN MAYO
blecer y controlar las políticas mexicanas? ¿ F o r z a r o n los
funcionarios, cónsules y oficiales navales británicos a los
funcionarios mexicanos de la costa oeste a obedecer sus órdenes? L a existencia de u n imperio, formal o informal, debe
demostrarse mediante su capacidad para ordenar.
Cuando se analizan estas preguntas, resulta evidente que
M é x i c o no formó parte de u n imperio británico informal. E l
gobierno británico y sus representantes en la ciudad de M é xico pueden haber considerado que las políticas mexicanas
eran perversas y el gobierno corrupto e ineficiente, pero ello
sólo produjo intentos ocasionales de sermonear a los mexicanos y de rehusarse a tolerar todo desatino. (E incluso en este
caso, no obstante, el sistema procesal mexicano a v a n z ó a su
propio r i t m o : el inglés A r t h u r Short sufrió dos años de p r i sión y m u r i ó poco antes de su liberación, a pesar del apoyo
d i p l o m á t i c o a sus apelaciones legales.) Por su parte, los
funcionarios b r i t á n i c o s , aun en su aislamiento en la costa
oeste, se l i m i t a r o n a los asuntos que t r a í a n entre manos.
G r a n B r e t a ñ a no enfrentó en M é x i c o ninguna de las presiones de los imperialistas periféricos que ayudaron a extender
las fronteras del imperio formal en, por ejemplo, las islas del
Pacífico. Por ende, podemos concluir que, aunque el imperialismo del libre comercio fue real, en el sentido de que el
poder e c o n ó m i c o b r i t á n i c o , en c o m b i n a c i ó n con las actividades comerciales de los b r i t á n i c o s , aseguró una situación
comercial ideal para ellos m á s que para M é x i c o (si bien fue
altamente provechosa para algunos mexicanos), este objetivo se logró, no obstante, sin la imposición de n i n g ú n control directo o indirecto. E n resumen no existió en M é x i c o
u n imperio informal.
46
T r a d u c c i ó n de M a r i o Z a m u d i o V e g a
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